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LA MEMORIA COMO HERRAMIENTA PARA LA HISTORIA: IRRUPCIÓN EN

EL ESPACIO PÚBLICO Y CONCIENCIA COLECTIVA1


Saaid Jamis Tovar2

Los artículos que acá se informan, representan en conjunto, una interesante reflexión de
algunos de los trabajos realizados sobre la incorporación de la memoria en el quehacer
histórico. Ayudándonos a identificar sus diferencias conceptuales y, la manera en que estas
abordan el estudio del pasado, como también, la importancia de su funcionalidad en la
sociedad actual. Por esto intentaremos abordar las preguntas: ¿cuál es la importancia de la
memoria al incorporar nuevamente a la historia en el debate público? y ¿cuál es el grado de
influencia de la pedagogía de memoria en la conciencia colectiva y organización social?
Para dar cuenta de esto comenzaremos con la presentación del texto de “El concepto de
tiempo en las ciencias históricas”,3 continuamos con “La historia del tiempo presente.
Estado de la cuestión”,4 y finalizaremos con el trabajo titulado “Historia, memoria y
enseñanza de la historia: conceptos, debates y perspectivas europeas y latinoamericanas”.5

Para empezar, queremos precisar algunas nociones sobre el concepto tiempo en la Ciencia
Histórica, expuestas por Heidegger en su obra citada. Antes de abordar a profundidad este
concepto el autor menciona que “la ciencia es un conjunto de conocimientos teóricos
ordenados y fundados según principios”,6 es decir, que la ciencia se basa en problemas
lógicos, donde la rigurosidad depende del sentido del juicio que es delimitado por el
contenido. De tal modo el método de investigación “está determinado por el objeto de
respectiva ciencia y por los puntos de vista desde los cuales ésta examina dicho objeto”.7
Así, los métodos de investigación de cada una de las ciencias trabajan con ciertos conceptos
o categorías fundamentales, cuya estructura lógica debe tener en cuenta la teoría de dicha
ciencia.
Dicho esto, para poder analizar la estructura del concepto tiempo desde la historia,
Heidegger se aproxima mediante la estructura lógica y la función histórica de esta categoría
que es determinada por su finalidad. De esta manera se hace una comparación entre la
función del tiempo de la física o ciencia natural y el tiempo de la historia. Así, explica el
autor, que desde la física el concepto tiempo es determinado por fenómenos de movimiento
de un determinado cuerpo que se pueden explicar mediante un conjunto de leyes y que
deben ser mesurables. Este movimiento se determina por la posición de un cuerpo en el
1
El presente trabajo se enmarca dentro del curso de Historia y Memoria del programa de Magister en Historia
del Tiempo Presente. Profesora responsable: Angélica Illanes Oliva
2
Administrador de Empresas. Magíster en Mercadeo y Estudiante del programa de Historia del Tiempo
presente de la Universidad Austral de Chile. Correo electrónico: saaid.jamis@gmail.com.
3
Heidegger, M. (2009). El concepto de tiempo en la ciencia histórica. Tiempo e historia, pp. 13-38.
4
Bustillo, J. C. (1983). La historia del tiempo presente: estado de la cuestión. Studia historica. Historia
contemporánea, 1.
5
González, M. P. & Pagès, J. (2014). Historia, memoria y enseñanza de la historia: conceptos, debates y
perspectivas europeas y latinoamericanas. Historia y memoria, (9), 275-311.
6
Heidegger, op. cit., p. 16
7
Ibid., p. 16
espacio en relación a una posición determinada, así la función del tiempo consiste en
posibilitar su medición. Por otra parte, señala que el tiempo en la ciencia histórica también
es una “especie de ordenación de posiciones con respecto a la cual los acontecimientos en
cuestión tienen asignados un determinado lugar en el tiempo, quedando así históricamente
fijados”.8
Frente al método Heidegger sostiene que para determinar el acceso científico a la realidad
histórica se debe asegurar la autenticidad de las fuentes por medio de la crítica histórica, es
decir determinar su forma, estilo y contenido, pues como señala citando a Bernheim “[..]
cada tiempo encierra en todas sus creaciones y expresiones un carácter que lo distingue
del carácter de otros tiempos y que, además, estamos en disposición de conocer bien”.9 De
esta manera los tiempos en la historia se distinguen cualitativamente diferenciando una
época de otra, esto no es más que otra cosa que la condensación o cristalización de una
objetivación de la vida en la historia. Por tanto, el tiempo en la historia tiene una función
cualitativa que permite establecer el un suceso o acontecimiento en un contexto.
En suma, podríamos llegar a pensar que la ebullición de memoria hoy en día responde
contextos cualitativamente específicos, que se revelan a los discursos totalizantes y únicos
de la creación de los Estados Nación modernos que se consolidaron mediante la fuerza,
imposición y despojo de otras culturas, de la misma manera que lo ha hecho el sistema
capitalista actual a través de la homogenización de la vida. Ante esta intensificación de la
violencia, dominación y control del mundo de la vida por parte de los Estados y capitalista
es que la memoria se hace presente cualitativamente en nuestro tiempo para disputar los
relatos que pretenden perpetuar y continuar estás lógicas.
Por su parte Josefina Cuesta Bustillo en su artículo realiza un estado de la cuestión de la
historia del tiempo presente, partiendo de un análisis de la institucionalización
materializada en un primer instante en el Instituto de Historia del Tiempo Presente (IHTP)
creado en Paris en 1979, que nace a raíz de todas las problemáticas resultantes de la II
Guerra Mundial. Antes de esto la autora parte de la base que:
La historia del presente no se define por una cronología, ni por un método, sino por un punto de
vista. La historia llamada “contemporánea” no es la de una memoria histórica próxima o inmediata;
sino que obliga a reexaminar las relaciones de la memoria y de la historia (…) La memoria es el
problema histórico reciente, nuestro problema.10

De esta manera, la autora centra el análisis de la historia del tiempo presente en la irrupción
de la memoria dentro de la ciencia histórica. Al mismo tiempo señala que la historia del
tiempo presente es una historia en construcción donde el sujeto interfiere con el
conocimiento, el actor con la acción histórica y la memoria con la interpretación. De esta
forma resaltamos el hecho esta función cualitativa de la memoria que nos permite
establecer el contexto en el cual la memoria irrumpe en la historia.

8
Ibid., p. 27
9
Ibid., p. 34
10
Bustillo, op. cit., p. 227
Teniendo en cuenta esto, Cuesta expone los objetivos del IHTP en donde se encuentran: 1º
documentación; 2º promover y dirigir investigaciones colectivas sobre temas determinados;
y, 3º la reflexión metodológica sobre la historia de hoy. Para que esto sea posible el IHTP
determinó los campos y territorios de experimentación para aplicar las nuevas metodologías
con el fin de obtener resultados posibles y alcanzable en estos objetivos. El marco
cronológico se determinó sin dificultades a partir de 1945, además se priorizaron cuatro
sectores primarios: 1º la Segunda Guerra Mundial; 2º Economía y sociedad; 3º Política y
Cultura; 4º Metodológico.11
La autora acota lo anterior mencionando que gran parte de las actividades y esfuerzos del
IHTP estuvieron abocados a la parte metodológica, resaltando la importancia de la densidad
que la memoria puede darle a la historia. Al igual sostiene la relevancia de la confrontación
del análisis de los historiadores con los testimonios y testigos, ya que de esta manera se
puede responder a otros temas mayores de la Historiografía, puesto que se ocupa de “la
diversidad de percepciones del tiempo y de las cronologías: tiempo del historiador, tiempo
del testigo, tiempo de la mujer; problemas de causalidad, determinismo y contingencia en
los diferentes modos del discurso histórico; la relación discurso-mito-memoria, o
acontecimiento-historia-mitología”12.
A mi juicio, es lo anterior responde al interrogante que queremos responder en este escrito,
pues muestra cómo la memoria le devuelve a la historia su rol social, dándole un
resurgimiento a la historia dentro de la opinión pública, puesto que la historia del tiempo
presente condensa las tensiones del presente. Son los testimonios y las denuncias los que
ayudar a recuperar es el carácter militante de la historia, pues como señala la autora “la
demanda social modifica la producción de la historia, su modo de elaboración, su
contenido, su comunicación y, por último, cómo se define hoy la utilidad social y la
finalidad del saber histórico”13.
Ahora para intentar abordar el grado de influencia de la pedagogía de la memoria en la
conciencia colectiva y organización nos basaremos en el texto de González y Pagès, que
aborda en primer lugar el concepto de memoria interpretando su centralidad en el mundo
académico actual, a partir del giro hacía el pasado, el giro lingüístico y el giro subjetivo.
Luego problematiza la relación entre historia y memoria; aborda el carácter plural de la
memoria repasando quién, qué, cómo y cuándo se recuerda y olvida; revisa la relación entre
memoria y olvido explorando los procesos y actores sociales que intervienen; y finalmente,
analiza el vínculo entre historia y memoria en la escuela.
Los autores comienzan el texto sosteniendo que el boom de la memoria se da en el campo
de los intelectuales general por “la crisis de los marcos estructural-funcionalista y
marxista que junto al impacto del denominado giro lingüístico puso en duda los grandes

11
Los sectores incluyen estudios sobre: Historia ora, Historia de las ciencias sociales, el fenómeno asociativo,
Historia urbana, Historia de la Segunda Guerra Mundial, descolonización, Historia de lo político, Historia oral
de la mujer, Historia de la planificación francesa, entre otros.
12
Bustillo, op. cit., p. 234
13
Ibid., p. 234
relatos y las aproximaciones globales”14, por esto también recalcamos el hecho cualitativo
del tiempo en la historia del tiempo presente para situarnos en un contexto determinado.
Estos grandes relatos han tenido una obsesión memorialista en la historia produciendo un
declive en la experiencia trasmitida, en palabras de Traverso según los autores “la obsesión
memorial de nuestros días es el producto del declive de la experiencia transmitida, en un
mundo que ha perdido las referencias, deformado por la violencia y atomizado por un
sistema social que borra las tradiciones y fragmenta las existencias”15
De esta manera la memoria dio paso a una historia más sensible, lo que estuvo acompañado
de una renovación metodológica y temática, ayudando también a abrir espacios a nuevas
subjetividades. Así, diversos historiadores e intelectuales comenzaron a delimitar las
diferencias y funcionamientos específicos de la historia y la memoria. Para exponer esto los
autores retoman los postulados de Nora, afirmando que:
La memoria es la vida en evolución permanente, abierta al recuerdo y a la amnesia, vulnerable a las
manipulaciones y susceptible de estar latente y de revitalizarse. La historia, por el contrario, es la
operación intelectual de análisis crítico que evita censuras, encubrimientos o deformaciones. Nora
planteó que “la memoria es un absoluto y la historia no conoce sino lo relativo” por lo que la relación
que se establece es la de una historia distanciada de la memoria que toma a esta última para
analizarla, reconstruirla científicamente y desacralizarla. 16

De esta manera tanto la historia como la memoria son formas de representación del pasado
gobernadas por regímenes distintos, donde la memoria basa su pretensión de veracidad en
tres niveles: documental, explicativo e interpretativo, mientras que la memoria pretende
recuperar las experiencias de los testigos reconociendo su carácter único e irremplazable.
Por esto el objetivo no es generar un choque entre estas dos, sino generar un dialogo e
interacción mutua para poder realizar un análisis crítico entre las ideas normalizadoras de la
historia y la singularidad de la memoria. Así volvemos a resaltar el hecho en el que la
historia se ve afectada por la memoria al instalarla en la agenda pública, mientras que en el
sentido contrario la historia afecta a la memoria porque los recuerdos son reelaborados
desde los marcos sociales que son influenciados por aproximaciones académicas.
Basados en los aportes de Jelin, González y Pagès abordan: quién, qué, cómo/cuándo
recuerda y olvida. En el quién aparece el sujeto quien recuerda y olvida, donde aparecen
estructuras individuales y colectivas; respecto al qué se recuerda y olvida participan
creencias, saberes, patrones de comportamiento, sentimientos, experiencias y emociones
que se vinculan a acontecimientos de carácter político, situaciones de represión, sufrimiento
colectivo y aniquilación. Finalmente, frente al cómo/cuándo recuerda y olvida los autores
proponen los cuadros sociales de la memoria expuestos por Hallbwachs que dependen de
la interacción de marcos sociales dentro de una matriz grupal, y es allí donde la memoria es
objeto de disputas y conflictos.
Ante la relación de memoria y olvido, González y Pagès dicen que la memoria no se opone
al olvido, y por tanto la memoria es en esencia una interacción entre el recuerdo y el olvido,
14
González, op. cit., p. 278
15
Ibid., pp. 277 - 278
16
Ibid., p. 280
donde el olvido pueden ser definitivos”, “evasivos” y “liberadores. Señalan que en este
proceso es importante escuchar los testimonios evitando la repetición ritualizada y tomando
distancia promoviendo el análisis y reflexión activa sobre el pasado, pues es más
importante, como lo sostuvo Sontag, entender que recordar, aunque podamos depender del
recuerdo para poder entender. En síntesis, los autores señalan que:
[…] hablar de “trabajos de la memoria” implica el desafío de referirnos a la memoria como producto
de un proceso inter-subjetivo de significación y resignificación, como una construcción, proceso en
el que la escuela y la enseñanza de la historia deben tener, desde nuestra perspectiva, un rol activo. 17

En cuanto a la memoria y sus construcciones hay que tener en cuenta que los intelectuales
no son los únicos que pueden elaborar narrativas del pasado, pues existe una proliferación
de creaciones de literatura, el cine, el teatro, entre otras. Las construcciones de las
memorias se posibilitan a partir de las transiciones de la esfera pública, donde van
incorporando nuevas narrativas y relatos que aparecen para disputar la memoria que dan
sentido a ese pasado.
Ante lo anterior se resalta el abuso de la memoria y el peligro del uso acrítico de las fuentes
orales, pues “los testimonios que hablan del horror y del dolor pueden quedar encerrados
en una “cristalización” inabordable mientras que los que hablan de experiencias de vida
pueden producir la distorsión de ser considerados como relejo “fiel” de la historia”. 18
De tal modo el uso de la memoria debe servir para hacer un análisis crítico del pasado,
aprendido las lecciones necesarias para generar acciones en el presente con miras hacia un
mejor futuro. De este principio se desprende el uso pedagógico de la memoria en el campo
educativo, donde la memoria permite multiplicar las preguntas, plantear problemas y
discutir sobre los imaginarios socialmente sedimentados. Esto a su vez posibilitó que los
alumnos se acercaran a sus propias vidas, con historias de su entorno, ciudad, familia,
identidad, entre otras. Es por esto que tanto la historia y memoria deberían promover una
“pedagogía de la memoria”, permitiéndole a los jóvenes ser protagonistas en la
reconstrucción de su pasado y en la generación de conocimientos que le permitan
reflexionar sobre la historia relacionando su pasado, presente y futuro.
En resumen, es indiscutible que la memoria vuelve a darle un espacio en la esfera pública a
la Historia, pero a la vez puede ser una herramienta poderosa en estos tiempos donde se ha
perdido la conciencia política y de clase, por eso es importante la apropiación de la historia
mediante los trabajos de memoria en los institutos educativos, porque es funcional al
pueblo y no a los estados, siendo una potencial herramienta para generar empoderamiento y
organización. Tal vez esa sea la razón por la cual diversos Estados en el mundo ha
suprimido la historia en los programas escolares de enseñanza básica y media.

17
Ibid., p. 290
18
Ibid., p. 296

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