Está en la página 1de 4

La utilidad de las bases de datos oficiales en el estudio de la Historia

Regional en México.

Por Irving Emilio Calderón García.

No pocas veces los profesionales de la historia rechazan la historia económica


como género de la investigación histórica. Esta animadversión se puede
comprender por el desconocimiento de las fuentes y metodología que requiere
este tipo de investigación. También puede tratarse del clásico antagonismo de los
investigadores sociales con las matemáticas, no quieren saber nada relacionado
con números, operaciones, etc.

Particularmente para el historiador el uso de datos cuantitativos puede volverse


problemático si carece de las herramientas necesarias para la interpretación de
este tipo de documentos. El rechazo a las cifras, al llamado dato duro, constituye
una doble limitante para el historiador: primero, en cuanto a la cantidad de fuentes
que quedan desaprovechadas; y segundo y más importante, el hecho de escribir
una historia fragmentada. Sin la información cuantitativa –igual de valiosa que la
cualitativa- las obras historiográficas se vuelven interpretaciones parciales de la
realidad histórica.

En este ensayo expondré algunas razones de la importancia de las bases de


datos oficiales “como genuinos ejemplos de los sistemas de información
histórica”1, en el campo de la Historia Regional en México. Primeramente
describiré en qué consisten las bases de datos, particularmente las mexicanas.
Para pasar posteriormente a explicar de qué manera pueden ser utilizadas como
fuentes para las investigaciones de historia regional.

Por base de datos debemos entender un conjunto de datos pertenecientes a un


mismo contexto y almacenados para su uso posterior, un ejemplo puede ser una
biblioteca. El propósito de toda base de datos es preservar la memoria histórica de
una comunidad. En el caso de México hay instituciones que resguardan
documentos históricos, constituyéndose así en bases de datos oficiales, ya que su
administración depende de las instancias gubernamentales.

Dentro de las instituciones mexicanas especializadas en la preservación de


nuestra memoria ocupa un lugar central el Archivo General de la Nación, cuyo
origen se remonta a finales del siglo XVIII, todavía en los tiempos coloniales,
cuando nuestro territorio formaba parte del Virreinato de la Nueva España. 2

1
José López Yepes, “Las bases de datos históricas” en Biblios, Número 9, Lima, septiembre 2001,
p. 1.
2
Historia del AGN en Sitio Oficial del Archivo General de la Nación. En:
http://www.agn.gob.mx/menuprincipal/quienesomos/hist.html
Actualmente el AGN es una dependencia descentralizada de la Secretaría de
Gobernación y funge como órgano rector de la archivística en México, teniendo
como propósito preservar y difundir el patrimonio documental del país. Del mismo
modo el director del AGN preside el Consejo Nacional de Archivos que tiene por
objetivo establecer una política nacional de archivos públicos y privados. 3

Otros organismos que poseen importantes bases de datos son la Biblioteca


Nacional y la Hemeroteca Nacional de México, las cuales cuentan con un moderno
sistema de búsqueda por internet, facilitando las posibilidades de que cualquier
persona pueda buscar entre la documentación aquella que le sea de utilidad. Esto
evidentemente facilita el trabajo de consulta de la información disponible. A
diferencia del AGN, ambas instituciones están bajo resguardo de la Universidad
Nacional Autónoma de México (a través del Instituto de Investigaciones
Bibliográficas), lo que les confiere cierta autonomía respecto al gobierno. 4

La mayoría de los historiadores -tanto nacionales como extranjeros- que han


desarrollado investigaciones sobre temas mexicanos seguramente han utilizado
las bases de datos de alguna de estas instituciones, ya que su acervo se compone
de fuentes primarias, documentación oficial, decretos, publicaciones periódicas,
etc. Pero ¿qué ocurre con las fuentes cuantitativas, las estadísticas, por ejemplo?
¿Qué pueden aportar a la investigación histórica?

Como observa el historiador estadounidense Eric Van Young la mayoría de las


investigaciones sobre historia regional no desarrollan una definición propia
(historiográfica), del concepto de región, tomándolo simplemente prestado del
vocabulario de la geografía económica. 5 No es un problema menor la carencia de
“una definición sistemática de un concepto tan central para el trabajo histórico
sobre México y América Latina”.6

La historia es la memoria colectiva de una sociedad. La distinción entre historia


nacional e historia regional depende de una delimitación espacial, disminuyendo el
tamaño de esa colectividad cuyo pasado se quiere reconstruir. El historiador
venezolano Arístides Medina Rubio advierte que no se debe confundir la historia
regional con la local. El concepto regional es más amplio que el de localidad,
concepto asociado al espacio parroquial y que ha resultado en otro tipo de
corriente historiográfica, la llamada historia parroquial. 7

3
Estatuto orgánico del Archivo General de la Nación 6 de octubre de 2014 en Sitio Oficial del
Archivo General de la Nación. En:
http://www.agn.gob.mx/menuprincipal/transparencia/pdf/EstatutoOrganicoAGN2014.pdf
4
Puede consultarse el Sitio Oficial de la Hemeroteca Nacional en www.hndm.mx
5
Eric Van Young, “Haciendo Historia Regional. Consideraciones metodológicas y teóricas”,
Traducción de Graciela Malgesini, en Anuario IEHS 2, 1987, p. 255.
6
Ibídem.
7
Arístides Medina Rubio, “Teoría, fuentes y método en Historia Regional”, p. 89. Versión digital
disponible en https://www.colmich.edu.mx/relaciones25/files/revistas/015/AristidesMedinaRubio.pdf
(Consultado el 22 de enero de 2020).
Arístides Medina reconoce que tanto

El historiador local y el historiador regional deben estar adiestrados en el uso


de cualquier tipo de fuentes, pues su tarea con seguridad lo va a enfrentar por
igual con documentación histórica de archivo, con prensa, correspondencia
privada, mapas, planos, obras de arte, testimonios orales y hasta con objetos
y piezas de la vida cotidiana, que le ilustrarán sobre los fenómenos que deba
estudiar.8

El historiador regional dispone de todas las fuentes a las que el historiador


tradicional tiene acceso, lo único que cambia respecto a este es el espacio
histórico que se aborda, para el primero la dimensión espacial se hace más
importante. Para la historia regional “los croquis, planos, levantamientos
topográficos y mapas tiene una extraordinaria significación”. 9

Sin duda, uno de los mejores ejemplos del empleo de fuentes archivísticas
oficiales en cuanto a investigaciones de historia regional, lo encontramos en
Pueblo en Vilo. Microhistoria de San José de Gracia (1968) de Luis González y
González. En el prólogo a su obra clásica el historiador michoacano indica que:

Se hurgó con provecho en el Archivo General de la Nación, el del


Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización, el de la Confederación
Nacional Campesina, los archivos de notarías y judicial de Jiquilpan, los
municipales de Sahuayo, Cojumadán, Mazamitla y San José y media docena
de archivos privados.10

González y González escribió la historia de su pueblo natal, concibiendo una


nueva corriente historiográfica: la microhistoria, y demostrando además que el
acceso a las bases de datos oficiales constituye una fuente indispensable para el
oficio de la historia. Sin duda, la historia regional o microhistoria mexicana (cómo
la bautizó González y González), se construye con “papeles de familia, registros
parroquiales, libros de notarios, crónicas de viajes, censos, informes de
autoridades locales, periódicos, tradiciones orales y otros discretos pero valiosos
testimonios del ayer”.11

Para Eric Van Young “la historia regional es menos hermética de lo que solía ser y
con frecuencia es más proclive a combinar historia económica, política y social con
una sana permisividad”.12 Lo cual tiene que ver también con el hecho de contar
con un acceso más amplio a la documentación oficial, gracias a técnicas
modernas como la digitalización de los documentos.

8
Ibíd., p. 95.
9
Ibíd., p. 107.
10
Luis González y González, Pueblo en Vilo. Microhistoria de San José de Gracia, Zamora,
Michoacán, El Colegio de Michoacán, 1995, p. 20.
11
Arístides Medina Rubio, Op. Cit., p. 91.
12
Eric Van Young, “La pareja dispareja: breves comentarios acerca de la relación entre historia
económica y cultural”, en HMex, LII, No. 3, 2003, p. 848.
Los documentos históricos que antes había que ir a desenterrar a los archivos y
bibliotecas hoy están al alcance de un click. Muestra de lo anterior es el Catálogo
de Documentos Históricos de la Estadística en México (Siglo XVI-XIX) que publicó
el INEGI en el año 2005. En el prólogo a esta ambiciosa antología se indica que

si este catálogo contribuye a facilitar y enriquecer el trabajo de investigadores,


instituciones y público interesado cuando requieran de referentes cuantitativos
o de pistas e indicios útiles para sus pesquisas históricas, entonces habrá
cumplido su cometido, pues para la conquista del porvenir es necesario
recuperar el pasado, y qué mejor si se hace con herramientas que faciliten la
tarea.13

Me parece que la cita anterior condensa la utilidad que pueden tener las fuentes
estadísticas producidas por instituciones estatales en investigaciones históricas.
En conclusión las bases de datos oficiales constituyen una excelente fuente para
el quehacer del historiador regional, puesto que “los datos cuantitativos
constituyen un universo de consideración”14 a partir del cual es posible reconstruir
el pasado de una determinada comunidad.

Bibliografía:

 Catálogo de Documentos Históricos de la Estadística en México (Siglo XVI-


XIX), Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, México, 2005.
Disponible en línea en http://tjay.org.mx/wp-content/uploads/2013/05/Catalogo-
de-documentacion-historica-INEGI-1.pdf

 González y González, Luis, Pueblo en Vilo. Microhistoria de San José de


Gracia, Zamora, Michoacán, El Colegio de Michoacán, 1995, pp. 442.

 López Yepes, José, “Las bases de datos históricas” en Biblios, Número 9,


Lima, septiembre 2001, pp. 28.

 Medina Rubio, Arístides, “Teoría, fuentes y método en Historia Regional”.


Versión digital disponible en
https://www.colmich.edu.mx/relaciones25/files/revistas/015/AristidesMedinaRub
io.pdf

 Van Young, Eric, “Haciendo Historia Regional. Consideraciones metodológicas


y teóricas”, Traducción de Graciela Malgesini, en Anuario IEHS 2, 1987, pp.
255-281.

 ____________, “La pareja dispareja: breves comentarios acerca de la relación


entre historia económica y cultural”, en HMex, LII, No. 3, 2003, pp. 831-870.

13
Catálogo de Documentos Históricos de la Estadística en México (Siglo XVI-XIX), Instituto
Nacional de Estadística, Geografía e Informática, México, 2005, p. VIII. Disponible en línea en
http://tjay.org.mx/wp-content/uploads/2013/05/Catalogo-de-documentacion-historica-INEGI-1.pdf
14
Arístides Medina Rubio, Op. Cit., p. 107.

También podría gustarte