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CAPITULO VII
Sin embargo, hay un líder destacado (Thorstein Veblen) y unos miembros cuya
adscripción a la escuela es unánime (John Commons y Wesley Mitchell) fue un
filósofo, sociólogo y economista altamente controvertido. Fuertemente crítico con
el “stablishment”, fue elegido, sin embargo, por sus colegas de profesión para la
presidencia de la American Economic Association.
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Sigue siendo digno de estudio su visión de la economía:
Muchas de las críticas que hicieron a los economistas de su tiempo pueden seguir
aplicándose; por otra parte, muchas de las propuestas de reforma habían sido
aplicadas por ellos. Su análisis es abiertamente interdisciplinario, reconociendo
como imprescindibles para la comprensión de los fenómenos económicos las
aportaciones de otras ciencias.
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transacción y los derechos de propiedad; los nombres más destacados son los
de Ronald Coase, Armen Alchian, Harold Demsetz, Richard Posner y Oliver
Williamson.
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Recuérdese que la clásica definición de la Economía, permite contemplar el
análisis económico como un estudio de la elección humana.
Esta definición de bienestar implica que éste no puede reducirse tan solo a sus
aspectos materiales; habrá personas para las que el máximo bienestar se
equipare a tener mayor número de bienes, pero para otras esto será menos
importante.
En principio, puede aceptarse que el acuerdo libre entre los sujetos, permite el
equilibrio óptimo en las decisiones siempre que no existan imperfecciones
importantes.
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Deberán estar garantizadas el cumplimiento de las condiciones
básicas de seguridad que no pongan en peligro el propio
funcionamiento del mercado.
TERCERA MISIÓN DEL DERECHO, GARANTIZAR EL CUMPLIMIENTO
DE LAS REGLAS.
La justificación económica para actuar de esta manera, parte sobre todo, del
efecto multiplicador que se produce ante un incremento en la demanda agregada.
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necesariamente al pleno empleo de los medios de producción, es decir, que los
postulados básicos de Smith (formalizados en el enunciado de la Ley de Say)
dependen de una premisa que no es necesariamente correcta o “general”.
Así, Keynes postuló que la posición de Smith, Say o Ricardo, sobre el equilibrio de
la oferta y la demanda, sería correspondiente a un caso “especial” o excepcional,
en tanto que la teoría debería referirse al proceso “general” y a los factores que
determinan la tasa de empleo en la realidad, en consecuencia llamó a su
proposición “Teoría general”.
Así, en el largo plazo, no solo todo lo que se produce es lo mismo que todo lo que
se compra sino que todos están interesados en que el sistema funcione a máxima
capacidad (se logra un equilibrio entre la producción y la demanda agregada que
tiende al máximo uso de los recursos, incluyendo el pleno empleo).
Esto porque los empresarios -o quienes intentan serlo- invierten sobre la base de
una percepción central:
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Mientras tanto los consumidores -ya sea que consuman o “ahorren” (defieran
consumo)-, su demanda no sólo se determina cuando la tasa de interés sube sino
también con relación a la percepción de la evolución futura, tanto de sus ingresos
como de los precios de bienes de consumo. Se establece así una relación
compleja.
De hecho, Keynes va tan lejos como sugerir que–debido a una serie de factores;
entre los cuales, el principal es una tasa de interés excesiva- la situación tiende a
oscilar alrededor de un punto en el cual los recursos no son utilizados efectiva o
plenamente, ya que tal tasa de interés tiende a deprimir la economía en general.
Si los precios bajan, no solo se comprará más la semana que viene sino
que las tasas de interés y los sueldos serán menores.
Igualmente, una baja del empleo o de los salarios -amenazando futuros
ingresos- puede llevar a otra en la demanda, y por lo tanto a una baja en la
producción, llevando a su vez a más desempleo.
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Para tratar de entender el funcionamiento real de la economía y sus diferencias
con los esquemas formales del dogma clásico, Keynes desarrolló los conceptos de
a) Propensión a consumir,
b) Multiplicador de la inversión,
c) Eficiencia marginal del capital y
d) Preferencia por la liquidez.
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1. Aumentar los impuestos.
Keynes basa sus sugerencias sobre un dinero con valor relativamente estable, por
lo que no es partidario del incremento indiscriminado en su “producción”. Aunque
para Keynes el incremento de impuestos era legítimo si se orientaba al aumento
de la inversión pública y de la demanda, consideraba adecuado financiar el
incremento del gasto fiscal a través del endeudamiento, en lugar de dedicar todos
los impuestos recaudados al pago de deudas.
El otro lado de esa política es que el Estado debe pagar esa deuda cuando sus
ingresos aumenten, debido al incremento por ingresos de impuestos cuando
eventualmente haya un auge; ese aumento en los ingresos se debe al auge o
expansión en la economía, no a un incremento en la tasa de impuestos. En otras
palabras, la propuesta de Keynes es que el Estado debe jugar en general un papel
contracíclico en la economía: estimulando la demanda en momentos de recesión y
restringiéndola en momentos de auge. De esta manera, los ciclos económicos se
aminoran y no se transforman en crisis.
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Si las autoridades monetarias fallan en reducir las tasas de interés por debajo de
la eficiencia marginal del capital, la economía se contraerá irremediablemente,
aunque la causa de fondo del desánimo de la inversión no es el nivel de las tasas
de interés sino la caída de la rentabilidad. Para Keynes, una recesión “es el
resultado del cambio cíclico de la eficiencia marginal del capital”.
El problema -por lo menos para algunos- es que Keynes, por un lado, desea que
esa transformación sea democrática y, por el otro, cree que para eso se necesita
un nivel de comprensión y control sobre la economía que, en su tiempo por lo
menos, no existía.
“Nos hace falta, más que normalmente, un esquema coherente... Todos los
partidos políticos tienen sus orígenes en ideas del pasado, no en nuevas y
ninguno más notoriamente como los de los marxistas. No es necesario debatir las
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sutilezas de lo que justificaría a un hombre promover su evangelio por la fuerza,
porque nadie tiene ese evangelio. La próxima movida es con la cabeza, pero
primero debemos esperar”.
CRÍTICAS AL KEYNESIANISMO
Así, por ejemplo, W. Röpke escribió: “puede creerse que hay épocas en las que
medidas vigorosas para aumentar la oferta monetaria impedirán el desastre; pero
una figura científica tan destacada como Keynes no puede impunemente extender
el manto de su autoridad sobre la propensión crónica de todos los Gobiernos hacia
la inflación. Puede creerse que en ciertas circunstancias un aumento de la deuda
pública es el mal menor; pero tal medida temporal no puede impunemente
transformarse en principio de carácter general”.
A fin, aparentemente, de terminar con esa supuesta impunidad, Röpke alega que
“se puede descubrir en el mecanismo del ahorro problemas”.
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Crecimiento Económico Y Bienestar:
La Teoría Keynesiana
El Informe
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entierro, subvenciones a los niños y aprendizaje de nuevas ocupaciones) que
abarcaba a todos los ciudadanos. El Seguro Nacional se entendió como el mínimo
de ingresos que debía garantizarse a todas las personas. Además, ese ingreso
mínimo se entendió como un derecho que, por otra parte, sería compatible con el
seguro privado, es decir, se trataba de garantizar una renta mínima de
subsistencia. También se preveía la asistencia nacional proporcionada
directamente por el Estado, previa comprobación de rentas de aquellos individuos
necesitados que no pudiesen contribuir al sistema de la seguridad social.
EL INSTITUCIONAL.
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población y no se encuentran sometidos a condiciones. Además, las prestaciones
son generosas, tanto por los riesgos que cubren como por su calidad.
Representativos de este modelo son, por ejemplo, Finlandia, Noruega o Suecia.
EL RESIDUAL.
El Estado posee una función mínima como proveedor del bienestar. El mercado y
la familia ocupan un lugar predominante. El Estado es subsidiario, sólo interviene
cuando falla la familia y el mercado. Las prestaciones públicas características son
las asistenciales, las transferencias son selectivas, están sometidas a la
comprobación de recursos y son de baja calidad. Es el caso de EEUU y Canadá.
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consecuencias de la política monetaria, adecuando su conducta a ella, lo que
reduce gran parte de su capacidad para modificar las variables macroeconómicas.
MUNDIALIZACIÓN Y GLOBALIZACIÓN
EL CONCEPTO DE MUNDIALIZACIÓN
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En el segundo sentido, se interpreta que la globalización excede del ámbito
económico, sería un proceso que abarca a las transacciones sociales de todo tipo.
Beck sostiene que este fenómeno se extiende a la información, a la ecología, a la
cultura -debido al consumo de productos idénticos en todo el planeta- y al trabajo.
Si en otras épocas, dice Beck, la actividad social estaba delimitada por las
fronteras sociales de forma que el contorno de la sociedad coincidía con el de los
Estados, en la actualidad las fronteras se han difuminado; de ahí que Beck
identifique la globalización con la sociedad mundial.
MUNDIALIZACIÓN DE LA ECONOMÍA
Hay autores que opinan que hoy en día puede hablarse de la existencia de un
sistema capitalista global. En opinión de Soros, la economía global se caracteriza
más por la libre circulación de capitales que por el libre comercio de bienes y
servicios. La movilidad del capital interrelaciona los tipos de intereses, los tipos de
cambio y las cotizaciones de las acciones de todos los países, lo que repercute
ampliamente sobre la situación económica.
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La confianza en la capacidad de los mercados financieros
internacionales para mantener y fijar el precio de equilibrio de los
activos financieros de acuerdo con las condiciones de la economía.
Se defiende que la libre circulación de capitales a escala
internacional produce una mejor asignación de recursos, ya que el
capital circulará desde los sectores y países cuya rentabilidad sea
menor hasta aquellos sectores y países donde la inversión sea más
productiva.
Sin duda, desde los años ochenta del siglo XX ha adquirido un claro predominio la
idea de que el equilibrio del libre mercado no necesita de la interferencia política
sino que depende, únicamente, de la estabilidad monetaria y fiscal. Sin embargo,
la posibilidad de que el mercado prescinda de una autoridad colectiva ha sido
rebatida desde diferentes frentes.
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investigación favorecen el desarrollo económico. La obsolescencia del Estado es
un mito: un mito tras el que subyace un cambio de las funciones estatales.
Es decir, una vez más, ante una situación de crisis, la reactivación económica
requirió la iniciativa del Estado.
Algunos autores ya han apuntado que “vamos hacia una era en la que
prevalecerá la idea de que dejarlo todo al mercado no funciona y que el Estado
debe desempeñar un papel más importante”.
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