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RELACION ENTRE ABUSO SEXUAL INFANTIL, VIOLENCIA DOMESTICA Y


FAMILIAS EN PROCESO DE SEPARACION 1 2
Marie Hume B.A. M.Soc.Sc.

Trabajo presentado en la ‘Child Sexual Abuse: Justice Response or Alternative Resolution


Conference’ [Conferencia ‘Abuso Sexual Infantil: Respuesta de la Justicia o Solución
Alternativa’] convocada por el Australian Institute of Criminology y llevada a cabo en
Adelaide, 1-2 de Mayo de 20033

Este trabajo examina la relación entre el abuso sexual infantil (ASI) y la violencia
doméstica, y enfatiza la investigación que indica la coexistencia de estas dos formas de
violencia en las familias. Mucha de la investigación en violencia doméstica y ASI ha sido
desarrollada históricamente en esferas diferentes y han sido ampliamente tratadas como
fenómenos no relacionados. Este artículo analizará cómo y por qué existen ambas formas
de violencia en las familias.

Examinará asimismo cómo la existencia mutua de estas dos formas de violencia impacta
en las familias que se están separando. Se citará investigación australiana que destaca que
aquellos casos que incluyen todas las formas de violencia familiar son una parte integral
del trabajo del Tribunal de Familia. Se argumentará que el sistema legal necesita tener en
cuenta que tanto la violencia doméstica como el ASI son problemas significativos en las
familias en separación y que los temas de género en el contexto del ASI, la violencia
doméstica y las parejas en separación son esenciales para nuestra comprensión del modo
en que enfrentamos estos temas.

En este análisis se parte de una perspectiva feminista y ecosistémica más amplia,


ubicando la violencia familiar en un contexto social general y examinando la naturaleza de
este tipo de violencia basada en el género.

1
The Relationship between Child Sexual Abuse, Domestic Violence and Separating Families.
2
Traducción: Lic. Susana Tesone
3
Texto origienal publicado en http://www.aic.gov.au/media_library/conferences/2003-abuse/hume.pdf
2

Investigación en la relación entre violencia doméstica y ASI

Hay estudios que han hallado que el ASI y la violencia doméstica se dan concurrentemente
en las familias.

En un estudio realizado en Australia por Goddard y Hiller (1993), de 206 casos de maltrato
infantil, se encontró violencia doméstica en poco menos de la mitad (40%) de los casos de
abuso sexual y en poco más de la mitad (55%) de los casos de maltrato físico.

Truesdell (et al 1986) encontró que el 73% de las 30 mujeres que participaron de un grupo
de madres de un programa de tratamiento de incesto en un departamento de bienestar
infantil, habían experimentado alguna forma de violencia física y psicológica por parte de
su pareja y que el 23% había sufrido violencia ‘que había puesto en peligro su vida’. Otros
estudios en Estados Unidos, como los de Browning y Boatman (1977) y Deitz y Craft (1980)
también encontraron que la violencia doméstica es alta en las familias donde los padres o
padrastros abusan sexualmente de lxs niñxs4.

Un estudio de 20 mujeres en Gran Bretaña cuyos hijxs habían sido abusadxs sexualmente
por su pareja halló que en todos los casos existió violencia doméstica, y que solamente
tres de ellos no incluyeron violencia física (Forman, n.d. citado en Morley y Mullender,
1994).

El tema central en las dinámicas de ambas formas de violencia familiar es el poder y el


control, en base al abuso de poder tanto desde una perspectiva generacional como de
género. Los análisis feministas de la violencia familiar toman en cuenta las dinámicas de
las relaciones de poder dentro de la familia y plantean que la dominación patriarcal en la
familia es un componente esencial de la familia abusiva (Kaplan, 1988).

‘Si comenzamos a pensar a partir del reconocimiento de que la violencia doméstica


y el maltrato infantil no son necesariamente formas co-existentes de violencia
separadas, es posible notar que pueden ocurrir conurrentemente’. (Kelly, 1994,
p.46).

Las dinámicas del ASI y la violencia doméstica

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A lo largo de todo el artículo se utilizará la letra ‘x’ para incluir en el término al género masculino y
femenino (N. de la T.).
3

Sabemos que la violencia doméstica no es sólo violencia física y que toma muchas formas
– física, sexual, verbal, financiera y emocional. Estas formas de conductas abusivas y
manipuladoras tienen que ver con mantener el poder y el control sobre las mujeres por
parte de los hombres abusadores. (Mullender y Morley, 1994).

‘Las conductas abusivas características de los hombres en las relaciones violentas


son descriptas mejor como tácticas de control, maneras de instilar temor y obligar
al sometimiento’. (Mullender y Morley, 1994, p.7).

La violencia doméstica y el ASI también son delitos basados en el género.


Abrumadoramente, las mujeres y lxs niñxs son lxs víctimas y los hombres los
perpetradores. Como afirma Goddard (et. al. 1993):

‘Hemos tomado la presencia de violencia doméstica en los hogares de las víctimas


(de maltrato infantil) como la más manifiesta expresión de dominación o de la
desigual distribución de poder; también es indicativa de una atmósfera de coerción
dentro de la cual ha tenido lugar el maltrato de lxs niñxs’. (Goddard et al, 1993).

Kelly (1994) describe aspectos particulares de la conducta del hombre abusivo en los que
hay violencia doméstica y abuso sexual infantil, tales como:

“dobles niveles de intencionalidad’ (p. 47) en los que ‘un acto hacia un individuo
intenta al mismo tiempo afectar a otrx o a otrxs’ (Kelly, 1994, p.47).

El ASI puede usarse como una forma de violencia doméstica en la que lxs niñxs son
utilizadxs como vehículos para ejercer violenci9a hacia las madres (Kelly, 1994). McCloskey
(et. al., 1995) cita el trabajo de Williams-Meyer y Finkelhor (1992) en sus entrevistas de
100 padres incestuosos, quienes hallaron que el 9% de los hombres informaron que el
único motivo para molestar a sus hijas fue tomar venganza en contra de sus madres.

La violencia doméstica también puede ser utilizada como un medio para acceder y
maltratar a lxs niñxs. (Kelly, 1994) cita el estudio de Fordman (n.d.), que halló evidencia de
que:

‘…los hombres maltratan a las madres para esconder su abuso sexual – aislando
y/o incapacitando/inhabilitándola para que no esté disponible para el/la niñx como
una fuente de ayuda’ (Kelly, 1994, p.30.).

Finkelhor (1984) concluye que hay…


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‘…creciente evidencia de que cuando las madres están inhabilitadas de algún


modo, lxs niñxs son más vulnerables al abuso’ (p.59).

Se ha mostrado que la violencia doméstica y el ASI infantil son utilizados como vehículos
para mantener el control sobe las mujeres y lxs niñxs dentro de la familia. Una forma de
maltrato puede usarse como un modo de enmascarar y esconder otra forma de maltrato.
¿Cómo afecta esto a la familia en separación?

ASI, violencia doméstica y la familia en proceso de separación

Así como el ASI y la violencia doméstica han sido investigados desde diferentes
perspectivas, también se ha investigado sobre los efectos del divorcio y la separación en
lxs niñxs.

‘El creciente cuerpo de investigación sobre maltrato infantil no ha iluminado la


investigación en aumento sobre lxs niñxs en familias en las que las relaciones de
pareja han fallado’. (Rogers y Pryor, 1999, citado por Brown et al, 2001, p.4).

Con frecuencia, la época de la separación de una pareja abusiva es la más peligrosa para
las mujeres y lxs niñxs (Pence, 1989, Browne y Williams 1989, citados en Mullender et al,
1994).

‘La investigación indica claramente que la separación representa un período de


riesgo significativo para la escalada de violencia y para que el golpeador desespere
aún más en su intento de controlar a su pareja (McMahon y Pence, 1993; Zorza,
1992ª, citado en Jaffe, n.d. p. 11).

Las cifras de Gran Bretaña indican que entre el 40 y el 60% de las mujeres separadas o
divorciadas experimentaron violencia en sus relaciones (Mullender y Morley, 1994 p. 5).
McInnes (2001) cita cifras que muestran que las mujeres solas que han estado
previamente en pareja eran las que estaban en más alto riesgo de ser agredidas, con el
42% reportando violencia en algún momento durante su relación. La violencia escala en
este momento, cuando el abusador reconoce que está comenzando a perder poder y
control por la separación.

La investigación reciente del Australian Institute of Family Studies identifica que el 66% de
la ruptura marital incluye violencia, 33% de la cual fue identificada como seria (Australian
Institute of Family Studies, 2000).

También hay hallazgos (Russell, 1986; Gordon, 1989 citado por Hooper, 1994), que
sugieren que lxs niñxs pueden ser más vulnerables al abuso sexual en el contexto de la
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separación o divorcio. En un estudio reciente (Wilson, 2000), el investigador halló que la


ruptura de la pareja aumenta el riesgo de ASI.

Existe evidencia suficiente a partir de estudios hechos en Australia (Humel 1996, Brown et
al) y en otros países (Thoennes et al 1998, Jones y Seig, 1988, Faller 1991, Faller y De Voe
1995) como para disipar el mito de que es más probable que las acusaciones de ASI en el
contexto del divorcio sean hechas falsa y vengativamente.

Los estudios de violencia familiar llevados a cabo en Australia en el contexto de disputas


dentro del Tribunal de Familia han verificado conexiones entre diferentes formas de
violencia familiar.

En mi propio estudio (Hume, 1996) se examinaron 50 casos en los que las denuncias de
ASI habían sido hechas en el contexto de procedimientos en el Adelaide Registry of the
Family Court. De estos 50 casos, 68% (n=34) incluyeron acusaciones adicionales de
violencia física, es decir que un padre había maltratado físicamente del otro durante la
relación o a partir de la separación. 54% (n=27) de estas acusaciones fueron hechas en
contra de los padres varones.

El ASI fue confirmado por los investigadores en el 42% (n=21) del número total de casos.
En estos casos también hubieron acusaciones de violencia física en contra de un miembro
de la pareja en el 71,4% (n=15).

Casos confirmados de ASI en el estudio (n=21): En el 71% de los casos hubieron


acusaciones de violencia física contra una pareja. En el 29% no las hubo.

Estas cifras muestran una alta correlación entre el abuso sexual confirmado y las
acusaciones de violencia física en contra de una de las partes en los procedimientos.

El estudio de Brown (et al, 1997) ha concluido que la protección infantil se ha


transformado en “…la materia central del tribunal y que el éste había llegado a formar
parte del servicio de protección infantil y del sistema más amplio de bienestar infantil.”
(Brown, 1997, p.4).

Su estudio halló que los casos de abuso sexual constituyeron el 5% de todos los asuntos
relacionados con la infancia dentro del volumen de trabajo total del tribunal. Ellos
constituyen por lo tanto una parte significativa de e incorporada a la carga de trabajo, y
demandan una considerable intervención de su parte.

El estudio de Brown (1998) también resaltó la seria naturaleza del maltrato , más
comúnmente las múltiples formas de maltrato , una baja tasa de acusaciones falsas, y una
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alta incidencia de otra violencia familiar e interrelación entre otras violencias familiares y
el maltrato infantil (Brown et al, 1998).

“Las denuncias más comunes en el Tribunal de Familia fueron las múltiples formas
de maltrato, particularmente el maltrato físico y/o el abuso sexual y ser testigos de
violencia” (Brown et al, 1998).

Dinámicas del ASI, y la violencia doméstica en las familias en separación

En el ámbito de la ley de familia existen diferentes escenarios que pueden llevar a que se
presente una acusación de ASI en el contexto de la familia en separación y, por tanto, en
el del litigio respecto de la residencia y el contacto.

Una posible explicación para las acusaciones de ASI que se hacen en el contexto de
divorcio o litigios por tenencia/visitas, es que la separación puede darse a partir de una
revelación de ASI (Faller, 1991). Faller (1991) afirma que la mitad de las mujeres que
descubren que sus maridos están abusando sexualmente de sus hijxs se divorcian. En
estas circunstancias es probable que el ASI no será revelado ante ninguna autoridad, y es
sólo cuando el ofensor busca el acceso al/la niñx que la madre lo revela, despertando
entonces sospechas sobre la oportunidad de tal acusación.

Una vez que se ha producido la separación lxs niñxs están más dispuestxs a revelar el
abuso. A partir de la separación y el divorcio hay varias razones por las cuales es probable
que puedan estar más dispuestos a revelar el abuso cometido por uno de los padres y ser
más creídxs por el otro padre.

Lxs niñxs que han sido abusadxs sexualmente a veces experimentan un sentido de
responsabilidad por mantener junta a la familia y se sienten obligadxs a soportar su rol en
la dinámica familiar. Esta presión se disipa cuando la familia se separa (Fahn, 1991).
También existe una menor oportunidad de que el padre abusivo refuerce el secreto, y una
oportunidad mayor para develar el abuso estando separadxs del otro padre. El/la niñx
puede sentirse segurx de hablar porque el perpetrador está fuera de la escena y ya no
puede castigarlo/a por la revelación (Faller, 1991).

Un/a niñx puede revelar el abuso cuando se da cuenta de que a pesar de la separación
continuará teniendo contacto no supervisado con el abusador. Por tanto el temor a las
visitas a solas con el abusador puede llevarlx a la revelación del abuso sexual (McFarlane,
1986).
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La presencia de una relación marital de violencia puede demorar la revelación del ASI
hasta después de la separación o divorcio (Elterman y Ehrenburg, 1991).

La situación de divorcio puede también llevar a que ocurran conductas sexualmente


abusivas. Salter (1988) plantea que un monto considerable de abuso sexual se produce
después del divorcio.

Se han propuesto dos escenarios posibles con relación al abuso sexual que ocurre a
continuación de la separación y el divorcio. Primero, el trauma y la pérdida emocional que
resultan de la separación y el divorcio puede llevar a un potencial ofensor a buscar en sus
hijxs apoyo emocional, llevándolo a depender de lxs niñxs como parejas. Esta relación
puede luego ser sexualizada por el padre (Faller, 1991).

El segundo escenario propuesto es cuando la separación puede llevar a fuertes


sentimientos de enojo por parte del padre. Este enojo puede ser luego dirigido hacia el/la
niñx vehiculizándolo a través del abuso sexual. Tras la separación, no pudiendo seguir
controlando a su pareja a través de la violencia doméstica, el abusador abusa sexualmente
del/la niñx para castigar a la madre. (Faller (1991) advierte que esta situación particular
puede resultar en daño físico para el/la niñx.

Lo que se ha destacado es primeramente que las conexiones entre violencia doméstica y


ASI han estado históricamente ausentes de nuestros análisis de las dinámicas de estas dos
diferentes formas de maltrato. Como resultado, esta separación artificial de los temas de
violencia experimentados por lxs niñxs y sus madres ha conducido a no tomar en cuenta el
contexto en el que estos maltratos ocurren y cómo esto puede influir en la develación y la
evaluación de comportamientos abusivos (Humphries, 1997).

Cuando el ASI es subsumido bajo la categoría genérica de maltrato infantil, quedan ocultas
las dinámicas del ASI basadas en el género y sus conexiones con la naturaleza de la
violencia doméstica basada en el género. (Breckenridge, 1999).

La investigación sobre separación y divorcio y su impacto sobre lxs niñxs no ha servido


para incluir el conocimiento sobre el ASI y su relación con la violencia doméstica,
ignorándola como una preocupación central que necesita ser abordada en la familia en
separación.

Descontextualizando el problema, los enfoques teóricos actuales minimizan la


importancia de las estrategias sociales y políticas para el cambio. Esto ha llevado al fracaso
de los sistemas legales y de protección infantil.
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Respuestas del sistema a las acusaciones de violencia doméstica y ASI en el contexto de


la familia en separación

Problemas de ayuda legal

Los recortes del Gobierno Federal a la Ayuda Legal que se han dado en los últimos años
han tenido un impacto negativo en las habilidades de las mujeres para protegerse a sí
mismas y a sus hijos/as en los procedimientos del Tribunal de Familia (Rendell et al, 2000).

En cuestiones del Tribunal de Familia, la ayuda legal es provista mayormente a las mujeres
y a sus hijos/as (Hunter, 1999). Parker (1999) afirma:

“…es altamente probable que las clientes mujeres ayudadas legalmente sean
quienes buscan la asistencia del Tribunal de Familia para proteger a sus hijxs de
experimentar directa o indirectamente violencia y para protegerse a sí mismas de
la violencia doméstica. El abordaje poco cuidadoso del Tribunal de Familia desde el
Acta de Reforma hacia cuestiones que incluyen acusaciones de violencia,
particularmente a nivel interino, combinado con las restricciones de la provisión de
ayuda legal desde l996, han… creado el potencial para que los intereses de lxs niñxs
involucradxs en los litigios del Tribunal de Familia se vean seriamente
comprometidos” (Parker, 1999).

Rendell (et al, 2000) plantea que los Servicios de Ayuda Legal están ‘permeados por la
cultura pro-contacto’ (p.69) y están basados en el supuesto de que el contacto con el
padre no conviviente será ordenado por el Tribunal, a pesar de las acusaciones de
violencia familiar. Por lo tanto, las mujeres que desean prevenir o restringir el contacto
son desalentadas de hacerlo y es improbable la posibilidad de una ayuda legal financiada
para litigar los arreglos de contacto.

“A algunas participantes de focus group sus abogados les dijeron que sería
imposible conseguir una orden de ‘no contacto’ o que la LAQ (Legal Aid Queensland) no
financiaría tales procedimientos y que iban a tener que alcanzar un acuerdo de contacto”.
(Rendell et al 2000, p. 69).

El principio ‘Derecho al contacto’

La Family Law reform Act (Acta de reforma de la Ley de Familia) (1995) se promulgó en
1996. Los cambios principales están contenidos en la nueva Parte VII. Los principios
relevantes establecen que lxs niñxs tienen el derecho a conocer y a ser cuidados por
ambos padres’ y ‘derecho a contactarse’ con ambos padres (Rhoades et al, 1999). La
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Sección 68K también establece que el Tribunal debe considerar cualquier riesgo de
violencia familiar.

Las predicciones hechas por los Women’s Legal Services (Servicios Legales de Mujeres) y
otros grupos de mujeres durante la preparación de los borradores preliminares de la
Family Law Reform Act en 1994, expresaron preocupación sobre el uso incorrecto de los
conceptos de ‘parentalidad conjunta’ y ‘derecho del niño a contactarse con ambos
padres’ (Rhoades et al, 2000).

‘Aunque la intención de esos conceptos fue aumentar la posibilidad de que ambos


padres continuaran jugando un rol activo y positivo en las vidas de sus hijxs,
abogados, trabajadores sociales y consejeros previeron la probabilidad de que
aquellas ideas proveyeran en cambio una base para el hostigamiento y el litigio
continuado por parte de los hombres violentos contra sus parejas’ (Rendell et al,
2000, p.22).

Los cambios a la Family Law Act (Acta de la Ley de Familia) en Australia fueron influidos
por el desarrollo de la Children’s Act (Acta de lxs Niñxs) en el Reino Unido (Rhoades et al
1999). La investigación sobre el desarrollo de la cultura legal del pro-contacto en ese país
hecha por Smart (1996) demostró que la violencia contra las mujeres y lxs niñxs está
oculta en las decisiones sobre contacto debido a los valores pro-contacto en la ley de
familia (Rendell et al, 2000).

Rendell (et al, 2000) examinó evidencia acerca de que el contacto con los padres es en el
mejor interés de lxs niñxs y plantea que la misma es ‘confusa y no convincente’ (p.44) y
muestra que existe evidencia mucho más fuerte de que:

“…la efectividad del padre conviviente y la protección a lxs niñxs de la exposición al


conflicto parental están claramente relacionadas con mejores resultados para
ellxs” (p.44).

Rendell (et al, 2000) cita investigación llevada a cabo por la Griffith University en Brisbane
(1997-99) que halló que los cambios en la Family Law Reform Act habían conducido a un
aumento en el número de pedidos de contacto y a un aumento en el monto de contacto
de contacto solicitado.

La investigación de Rhoades (et al, 1999) sobre la Family Law Reform Act en 1995 muestra
que la mayoría de los profesionales y jueces habían puesto más énfasis en el principio de
‘derecho al contacto’ de la Reform Act que en el aspecto de violencia familiar de la
reforma. Su investigación halló que la tasa de dictámenes rechazando el contacto en una
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audiencia provisional había disminuido dramáticamente desde la introducción de las


reformas.

“Aunque la mayoría de las solicitudes de contacto provisionales incluyen


acusaciones de daño potencial al niño/a, por lo general a la violencia doméstica,
ahora es raro que no se ordene el contacto en la audiencia provisional” (Rhoades et
al, 1999, p. xviii).

Rendell (et al, 2000) confirmó esta tendencia al concluir que el contacto con el padre no
conviviente fue el ‘punto de inicio’ para el sistema legal familiar, aún cuando hubieran
acusaciones de violencia doméstica severa.

“La experiencia de los participantes de los ‘focus groups’ y de los que contestaron
en el estudio sugieren que el Tribunal de Familia tiende a tomar decisiones que
mantengan el contacto de lxs niñxs con sus padres” (Rendell et al, 2000, p.46).

Aparentemente el contacto entre un padre y sus hijxs es generalmente dictaminado en


una audiencia provisional. Esto se hace a pesar de la posibilidad de violencia doméstica o
maltrato infantil. Muchos de los que contestaron a la investigación conducida por Rhoades
(et al, 1999) comentaron acerca del aprovechamiento de un padre del concepto de
responsabilidad compartida, para acosar o continuar maltratando al otro.

“Muchxs abogadxs señalaron que su consejo actual a los padres que no quieren
que su ex pareja tenga contacto con lxs niñxs debido a la violencia doméstica, es
que probablemente no van a tener éxito en obtener una orden de suspensión del
contacto en una audiencia provisional. Su punto de vista es que es más probable
que el tribunal mantenga el contacto hasta la audiencia final, a menos que las
acusaciones sugieran un riesgo de daño físico al niño/a. (Rhoades et al, 1999, p.25).

Esto está apoyado por la investigación sobre temas de contacto llevada a cabo por Rendell
(et al, 2000) en Queensland:

“La investigación de la AFC sugiere que los encargados de tomar las decisiones le
dan más importancia a la actitud de la madre hacia la relación continuada del
padre con sus hijxs, posterior a la separación, que a su violencia y maltrato hacia
ella y lxs niñxs antes y después de la separación”. (Rendell et al, 2000, p.109).

Inter-fase entre los sistemas de protección infantil y el Tribunal de Familia


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La principal diferencia entre la legislación del Estado y el Commonwealth es la diferencia


que existe en los litigios de la ley pública (Estado) y en los de la privada (Commonwealth).
En los State Children’s Courts (Tribunales de Menores estatales) la parte actora es la Child
Protection Authority (Autoridad de Protección Infantil). En la arena de la Commonwealth
Family Law Act (Acta de la Ley de Familia del Commonwealth) tanto el actor como el
demandado son generalmente padres y miembros de la familia, lo cual transforma el
litigio en una disputa privada (Family Law Council, 2000).

Con relación a lxs niñxs, se han suscitado preocupaciones referidas a la división de la


legislación entre el State y el Commonwealth. En el Family Law Council Discussion Paper
N° 1 (1998) se declara que esto plantea “…el potencial para que tales divisiones resulten
en la duplicación de servicios, vacíos, superposiciones, falta de coordinación e
ineficiencias.” La falta de coordinación entre las dos jurisdicciones puede crear demoras
en la toma de decisiones sobre el futuro de un/a niñx, la posibilidad de repetir entrevistas,
y el aumento potencial del riesgo de maltrato futuro o la incertidumbre de daño para un/a
niñx (Australian Law Reform Commission and Human Rights and Equal Opportunity
Committee Report, 1997) [Informe de la Comisión Australiana de Reforma de la Ley y del
Comité de Derechos Humanos e Igualdad de Oportunidad, 1997].

El principal estudio de Brown (et al, 1998) en Victoria y la ACT hallaron que en las
autoridades del State había una tendencia a derivar los casos al tribunal de familia, en
lugar de manejarlos ellas mismas. Por tanto, el Tribunal de Familia llega a involucrarse en
el sistema de protección infantil.

Fehlberg y Kelly (2000) encontraron una tendencia similar en su investigación. El resultado


más común de los casos que estudiaron fue que la autoridad de protección infantil se
retira de los procedimientos del Tribunal de Menores debido a que los trabajadores del
sistema de protección han identificado un cuidador ‘viable’ y ese cuidador se hab+ia
involucrado o se iba a involucrar en el procedimiento del Tribunal de Familia.

Como ha señalado Brown (et al, 1998):

“En el estado de Victoria tenían la práctica de desviar en sus informes el tema de la


comprobación si el padre conviviente del niñx no era el perpetrador y los servicios
de protección infantil pensaban que había llevado a cabo una acción protectora
para el/la niñx”. (Brown et al, 2001, p.118).
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Por lo tanto, dentro del sistema del Tribunal de Familia, las implicancias de los temas de
protección infantil se desplazan de la arena pública al área de la disputa privada y la
responsabilidad recae entonces en el padre protector para probar/confirmar el maltrato
infantil. Debería destacarse que el Tribunal de Familia no es un cuerpo investigativo y no
tiene las facilidades para investigar completa y apropiadamente las acusaciones de
maltrato infantil. La capacidad de un padre protector para accionar en el Tribunal también
puede ser obstaculizada por los problemas con la financiación de la Ayuda Legal.

Parecen existir problemas sistémicos en la inter-fase entre los sistemas de protección


infantil del State y el sistema Federal de la ley de familia. En el estudio de Brown (2001),
ella halló que el Tribunal tenía dificultades para manejarse en estos casos debido en gran
parte a la naturaleza problemática de la intersección entre la ley de familia y la protección
infantil estatal.

Los sistemas de protección infantil han mostrado su fracaso en investigar las acusaciones
de maltrato infantil si el tema se plantea ante el Tribunal de Familia (Brown et al, 2001,
Hume 1996, Rendell et al, 2000), sobre la base de que no hay necesidad de que se
involucren dado que existe un padre protector, dejando que el Tribunal de Familia
investigue las acusaciones.

El mito de la madre vengativa

Ha habido un debate importante en la arena de la ley de familia y de la protección infantil


respecto del concepto de que las acusaciones de maltrato infantil (particularmente las de
ASI) son elevadas en el contexto de separación y divorcio, y que tienen una alta
probabilidad de ser falsas. Sin embargo, la investigación no ha confirmado esta posición.
En una investigación realizada en el Adelaide Registry (Hume,, 1996), los resultados de las
investigaciones en las acusaciones de ASI muestran que éste fue confirmado en una tasa
más alta en comparación con tales acusaciones hechas ante la agencia de protección
infantil estatutaria de Australia del Sur.

El estudio de Brown (et al, 2001) halló que la mayoría de las acusaciones no eran falsas.
Solamente lo fueron el 9% de ellas. Estos resultados también se reflejan en estudios
similares llevados a cabo en el extranjero. (Theonnes et al, 1988).
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En los dos estudios australianos (Hume, 1996 y Brown et al, 2001) hubo un gran número
de casos en que no se llevó a cabo ninguna investigación de protección infantil. En el
estudio de Hume en el 34% de todos los casos. En el de Brown el servicio estatal de
protección infantil reconoció que había investigado a fondo solamente el 50% de las
notificaciones del tribunal de familia.

Las implicancias de sostener tan ampliamente este mito en la comunidad y dentro de la


familia de abogados y el campo de la protección infantil tiene serias consecuencias para
lxs niñxs que han estado sometidxs al maltrato.

“Pensando que estos conflictos estuvieron basados probablemente en acusaciones


falsas que surgen a partir de la separación, muchos profesionales del campo legal y
de la protección infantil imaginaron que las disputas se resolverían de común
acuerdo, tal como se piensa que se resuelven muchos litigios post separación a lo
largo del tiempo. De modo que para ellos la opción preferida es no intervenir
inmediatamente.” (Brown et al, 2001).

Como resume Brown (et al, 2001):

“El estudio muestra que cuando lxs profesionales están involucradxs en acusaciones
de maltrato infantil en los litigios por convivencia y contacto, necesitan comenzar
por conocer lo básico que este estudio brinda. Esto es: las acusaciones de maltrato
infantil no tienen más probabilidades de ser falsas en estas que en otras
circunstancias; el maltrato es serio y con frecuencia de varios tipos; probablemente
uno de cualquiera de los miembros de la familia es el perpetrador; con frecuencia el
maltrato tiene lugar frente a antecedentes de violencia familiar; y la intervención
más útil es la que es llevada a cabo por la autoridad de intervención lo más pronto
posible.”

A pesar de la investigación, las respuestas del sistema a las acusaciones de violencia


doméstica y ASI parecen continuar siendo influenciadas por los mitos de madres
‘maliciosas’ que presentan estos temas como una forma de castigar a su ex pareja o de
sacar ventaja en los procedimientos del Tribunal de Familia.

La investigación de Rendell (et al, 2000) halló que las agencias investigativas etiquetaban a
las madres como maliciosas si reportaban sus sospechas de abuso sexual.
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‘Esto puede conducir a que no se le crea y puede crear un rechazo a llevar a cabo
una investigación apropiada.” (Rendell et al, 2000, p.109).

Esta investigación también halló que los Servicios de Ayuda Legal en Queensland tienden a
rotular a las mujeres como ‘irrazonables’ si buscan limitar el contacto de sus hijxs con su
padre. De esta manera, esto puede impactar negativamente sus chances de recibir ayuda
legal. Las mujeres son objeto de estas rotulaciones en el Tribunal de Familia.

“En el Tribunal de Familia ella puede ser descripta o percibida como ‘histérica’,
‘paranoica’ y ‘propensa a exagerar’, dependiendo de la actitud que tome el
representante infantil y las conclusiones arribadas por los expertos.” (Rendell et al,
2000, p.109).

Conclusión

Ha habido una larga historia de minimización y negación tanto de la violencia doméstica


como del ASI, particularmente si éste ocurre dentro de la familia. Rendell (et al, 2000)
describe esta minimización cono ‘invisibilidad’ de la violencia familiar en los sistemas legal
y de bienestar social.

Como resultado, estos sistemas han fallado en priorizar la seguridad de lxs niñxs.

Los supuestos actuales son que se alcanzan mejor los intereses de lxs niñxs manteniendo
relaciones continuadas con ambos padres luego de la separación. Por lo tanto, este
principio sigue reforzando la negación del ASI y de la violencia doméstica, a pesar de que
la investigación muestra que ambas formas de maltrato coexisten en la familia en
separación y son un componente central en las familias en el sistema del Tribunal de
Familia.

Es este un principio que ignora las historias pasadas de las relaciones familiares.

Para una mujer que se halla en una relación violenta, en la que sus hijxs están en riesgo, se
trata de un callejón sin salida imposible. La sociedad pone altas expectativas en ‘mantener
la familia unida’ por el interés de lxs niñxs. Sin embargo, si la mujer permanece en la
relación abusiva, puede arriesgarse a ser etiquetada como una madre no protectora. Si
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abandona la relación, se expone a sí misma y a sus hijxs a una escalada de violencia y


conductas abusivas.

El sistema legal y el de protección infantil continúan minimizando y negando sus


afirmaciones de violencia doméstica y ASI, y ella se arriesga a ser rotulada como no
cooperativa y vengativa. Es compelida a continuar enviando a sus hijxs a las visitas no
supervisadas en las que ellxs están expuestxs al abuso sexual, y que ponen a ella y a lxs
niñxs en riesgo de ser objetos de comportamiento violento durante el tiempo que dura el
contacto.

Al no tomar en cuenta las conexiones entre el ASI y la violencia doméstica, y no reconocer


que existen legítimas y bien fundadas preocupaciones sobre estas formas de maltrato que
ocurren dentro de la familia en separación, los sistemas de protección infantil y legal han
fracasado en brindar protección a las mujeres y lxs niñxs.

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