Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Este trabajo examina la relación entre el abuso sexual infantil (ASI) y la violencia
doméstica, y enfatiza la investigación que indica la coexistencia de estas dos formas de
violencia en las familias. Mucha de la investigación en violencia doméstica y ASI ha sido
desarrollada históricamente en esferas diferentes y han sido ampliamente tratadas como
fenómenos no relacionados. Este artículo analizará cómo y por qué existen ambas formas
de violencia en las familias.
Examinará asimismo cómo la existencia mutua de estas dos formas de violencia impacta
en las familias que se están separando. Se citará investigación australiana que destaca que
aquellos casos que incluyen todas las formas de violencia familiar son una parte integral
del trabajo del Tribunal de Familia. Se argumentará que el sistema legal necesita tener en
cuenta que tanto la violencia doméstica como el ASI son problemas significativos en las
familias en separación y que los temas de género en el contexto del ASI, la violencia
doméstica y las parejas en separación son esenciales para nuestra comprensión del modo
en que enfrentamos estos temas.
1
The Relationship between Child Sexual Abuse, Domestic Violence and Separating Families.
2
Traducción: Lic. Susana Tesone
3
Texto origienal publicado en http://www.aic.gov.au/media_library/conferences/2003-abuse/hume.pdf
2
Hay estudios que han hallado que el ASI y la violencia doméstica se dan concurrentemente
en las familias.
En un estudio realizado en Australia por Goddard y Hiller (1993), de 206 casos de maltrato
infantil, se encontró violencia doméstica en poco menos de la mitad (40%) de los casos de
abuso sexual y en poco más de la mitad (55%) de los casos de maltrato físico.
Truesdell (et al 1986) encontró que el 73% de las 30 mujeres que participaron de un grupo
de madres de un programa de tratamiento de incesto en un departamento de bienestar
infantil, habían experimentado alguna forma de violencia física y psicológica por parte de
su pareja y que el 23% había sufrido violencia ‘que había puesto en peligro su vida’. Otros
estudios en Estados Unidos, como los de Browning y Boatman (1977) y Deitz y Craft (1980)
también encontraron que la violencia doméstica es alta en las familias donde los padres o
padrastros abusan sexualmente de lxs niñxs4.
Un estudio de 20 mujeres en Gran Bretaña cuyos hijxs habían sido abusadxs sexualmente
por su pareja halló que en todos los casos existió violencia doméstica, y que solamente
tres de ellos no incluyeron violencia física (Forman, n.d. citado en Morley y Mullender,
1994).
4
A lo largo de todo el artículo se utilizará la letra ‘x’ para incluir en el término al género masculino y
femenino (N. de la T.).
3
Sabemos que la violencia doméstica no es sólo violencia física y que toma muchas formas
– física, sexual, verbal, financiera y emocional. Estas formas de conductas abusivas y
manipuladoras tienen que ver con mantener el poder y el control sobre las mujeres por
parte de los hombres abusadores. (Mullender y Morley, 1994).
Kelly (1994) describe aspectos particulares de la conducta del hombre abusivo en los que
hay violencia doméstica y abuso sexual infantil, tales como:
“dobles niveles de intencionalidad’ (p. 47) en los que ‘un acto hacia un individuo
intenta al mismo tiempo afectar a otrx o a otrxs’ (Kelly, 1994, p.47).
El ASI puede usarse como una forma de violencia doméstica en la que lxs niñxs son
utilizadxs como vehículos para ejercer violenci9a hacia las madres (Kelly, 1994). McCloskey
(et. al., 1995) cita el trabajo de Williams-Meyer y Finkelhor (1992) en sus entrevistas de
100 padres incestuosos, quienes hallaron que el 9% de los hombres informaron que el
único motivo para molestar a sus hijas fue tomar venganza en contra de sus madres.
La violencia doméstica también puede ser utilizada como un medio para acceder y
maltratar a lxs niñxs. (Kelly, 1994) cita el estudio de Fordman (n.d.), que halló evidencia de
que:
‘…los hombres maltratan a las madres para esconder su abuso sexual – aislando
y/o incapacitando/inhabilitándola para que no esté disponible para el/la niñx como
una fuente de ayuda’ (Kelly, 1994, p.30.).
Se ha mostrado que la violencia doméstica y el ASI infantil son utilizados como vehículos
para mantener el control sobe las mujeres y lxs niñxs dentro de la familia. Una forma de
maltrato puede usarse como un modo de enmascarar y esconder otra forma de maltrato.
¿Cómo afecta esto a la familia en separación?
Así como el ASI y la violencia doméstica han sido investigados desde diferentes
perspectivas, también se ha investigado sobre los efectos del divorcio y la separación en
lxs niñxs.
Con frecuencia, la época de la separación de una pareja abusiva es la más peligrosa para
las mujeres y lxs niñxs (Pence, 1989, Browne y Williams 1989, citados en Mullender et al,
1994).
Las cifras de Gran Bretaña indican que entre el 40 y el 60% de las mujeres separadas o
divorciadas experimentaron violencia en sus relaciones (Mullender y Morley, 1994 p. 5).
McInnes (2001) cita cifras que muestran que las mujeres solas que han estado
previamente en pareja eran las que estaban en más alto riesgo de ser agredidas, con el
42% reportando violencia en algún momento durante su relación. La violencia escala en
este momento, cuando el abusador reconoce que está comenzando a perder poder y
control por la separación.
La investigación reciente del Australian Institute of Family Studies identifica que el 66% de
la ruptura marital incluye violencia, 33% de la cual fue identificada como seria (Australian
Institute of Family Studies, 2000).
También hay hallazgos (Russell, 1986; Gordon, 1989 citado por Hooper, 1994), que
sugieren que lxs niñxs pueden ser más vulnerables al abuso sexual en el contexto de la
5
Existe evidencia suficiente a partir de estudios hechos en Australia (Humel 1996, Brown et
al) y en otros países (Thoennes et al 1998, Jones y Seig, 1988, Faller 1991, Faller y De Voe
1995) como para disipar el mito de que es más probable que las acusaciones de ASI en el
contexto del divorcio sean hechas falsa y vengativamente.
En mi propio estudio (Hume, 1996) se examinaron 50 casos en los que las denuncias de
ASI habían sido hechas en el contexto de procedimientos en el Adelaide Registry of the
Family Court. De estos 50 casos, 68% (n=34) incluyeron acusaciones adicionales de
violencia física, es decir que un padre había maltratado físicamente del otro durante la
relación o a partir de la separación. 54% (n=27) de estas acusaciones fueron hechas en
contra de los padres varones.
El ASI fue confirmado por los investigadores en el 42% (n=21) del número total de casos.
En estos casos también hubieron acusaciones de violencia física en contra de un miembro
de la pareja en el 71,4% (n=15).
Estas cifras muestran una alta correlación entre el abuso sexual confirmado y las
acusaciones de violencia física en contra de una de las partes en los procedimientos.
Su estudio halló que los casos de abuso sexual constituyeron el 5% de todos los asuntos
relacionados con la infancia dentro del volumen de trabajo total del tribunal. Ellos
constituyen por lo tanto una parte significativa de e incorporada a la carga de trabajo, y
demandan una considerable intervención de su parte.
El estudio de Brown (1998) también resaltó la seria naturaleza del maltrato , más
comúnmente las múltiples formas de maltrato , una baja tasa de acusaciones falsas, y una
6
alta incidencia de otra violencia familiar e interrelación entre otras violencias familiares y
el maltrato infantil (Brown et al, 1998).
“Las denuncias más comunes en el Tribunal de Familia fueron las múltiples formas
de maltrato, particularmente el maltrato físico y/o el abuso sexual y ser testigos de
violencia” (Brown et al, 1998).
En el ámbito de la ley de familia existen diferentes escenarios que pueden llevar a que se
presente una acusación de ASI en el contexto de la familia en separación y, por tanto, en
el del litigio respecto de la residencia y el contacto.
Una posible explicación para las acusaciones de ASI que se hacen en el contexto de
divorcio o litigios por tenencia/visitas, es que la separación puede darse a partir de una
revelación de ASI (Faller, 1991). Faller (1991) afirma que la mitad de las mujeres que
descubren que sus maridos están abusando sexualmente de sus hijxs se divorcian. En
estas circunstancias es probable que el ASI no será revelado ante ninguna autoridad, y es
sólo cuando el ofensor busca el acceso al/la niñx que la madre lo revela, despertando
entonces sospechas sobre la oportunidad de tal acusación.
Una vez que se ha producido la separación lxs niñxs están más dispuestxs a revelar el
abuso. A partir de la separación y el divorcio hay varias razones por las cuales es probable
que puedan estar más dispuestos a revelar el abuso cometido por uno de los padres y ser
más creídxs por el otro padre.
Lxs niñxs que han sido abusadxs sexualmente a veces experimentan un sentido de
responsabilidad por mantener junta a la familia y se sienten obligadxs a soportar su rol en
la dinámica familiar. Esta presión se disipa cuando la familia se separa (Fahn, 1991).
También existe una menor oportunidad de que el padre abusivo refuerce el secreto, y una
oportunidad mayor para develar el abuso estando separadxs del otro padre. El/la niñx
puede sentirse segurx de hablar porque el perpetrador está fuera de la escena y ya no
puede castigarlo/a por la revelación (Faller, 1991).
Un/a niñx puede revelar el abuso cuando se da cuenta de que a pesar de la separación
continuará teniendo contacto no supervisado con el abusador. Por tanto el temor a las
visitas a solas con el abusador puede llevarlx a la revelación del abuso sexual (McFarlane,
1986).
7
La presencia de una relación marital de violencia puede demorar la revelación del ASI
hasta después de la separación o divorcio (Elterman y Ehrenburg, 1991).
Se han propuesto dos escenarios posibles con relación al abuso sexual que ocurre a
continuación de la separación y el divorcio. Primero, el trauma y la pérdida emocional que
resultan de la separación y el divorcio puede llevar a un potencial ofensor a buscar en sus
hijxs apoyo emocional, llevándolo a depender de lxs niñxs como parejas. Esta relación
puede luego ser sexualizada por el padre (Faller, 1991).
Cuando el ASI es subsumido bajo la categoría genérica de maltrato infantil, quedan ocultas
las dinámicas del ASI basadas en el género y sus conexiones con la naturaleza de la
violencia doméstica basada en el género. (Breckenridge, 1999).
Los recortes del Gobierno Federal a la Ayuda Legal que se han dado en los últimos años
han tenido un impacto negativo en las habilidades de las mujeres para protegerse a sí
mismas y a sus hijos/as en los procedimientos del Tribunal de Familia (Rendell et al, 2000).
En cuestiones del Tribunal de Familia, la ayuda legal es provista mayormente a las mujeres
y a sus hijos/as (Hunter, 1999). Parker (1999) afirma:
“…es altamente probable que las clientes mujeres ayudadas legalmente sean
quienes buscan la asistencia del Tribunal de Familia para proteger a sus hijxs de
experimentar directa o indirectamente violencia y para protegerse a sí mismas de
la violencia doméstica. El abordaje poco cuidadoso del Tribunal de Familia desde el
Acta de Reforma hacia cuestiones que incluyen acusaciones de violencia,
particularmente a nivel interino, combinado con las restricciones de la provisión de
ayuda legal desde l996, han… creado el potencial para que los intereses de lxs niñxs
involucradxs en los litigios del Tribunal de Familia se vean seriamente
comprometidos” (Parker, 1999).
Rendell (et al, 2000) plantea que los Servicios de Ayuda Legal están ‘permeados por la
cultura pro-contacto’ (p.69) y están basados en el supuesto de que el contacto con el
padre no conviviente será ordenado por el Tribunal, a pesar de las acusaciones de
violencia familiar. Por lo tanto, las mujeres que desean prevenir o restringir el contacto
son desalentadas de hacerlo y es improbable la posibilidad de una ayuda legal financiada
para litigar los arreglos de contacto.
“A algunas participantes de focus group sus abogados les dijeron que sería
imposible conseguir una orden de ‘no contacto’ o que la LAQ (Legal Aid Queensland) no
financiaría tales procedimientos y que iban a tener que alcanzar un acuerdo de contacto”.
(Rendell et al 2000, p. 69).
La Family Law reform Act (Acta de reforma de la Ley de Familia) (1995) se promulgó en
1996. Los cambios principales están contenidos en la nueva Parte VII. Los principios
relevantes establecen que lxs niñxs tienen el derecho a conocer y a ser cuidados por
ambos padres’ y ‘derecho a contactarse’ con ambos padres (Rhoades et al, 1999). La
9
Sección 68K también establece que el Tribunal debe considerar cualquier riesgo de
violencia familiar.
Las predicciones hechas por los Women’s Legal Services (Servicios Legales de Mujeres) y
otros grupos de mujeres durante la preparación de los borradores preliminares de la
Family Law Reform Act en 1994, expresaron preocupación sobre el uso incorrecto de los
conceptos de ‘parentalidad conjunta’ y ‘derecho del niño a contactarse con ambos
padres’ (Rhoades et al, 2000).
Los cambios a la Family Law Act (Acta de la Ley de Familia) en Australia fueron influidos
por el desarrollo de la Children’s Act (Acta de lxs Niñxs) en el Reino Unido (Rhoades et al
1999). La investigación sobre el desarrollo de la cultura legal del pro-contacto en ese país
hecha por Smart (1996) demostró que la violencia contra las mujeres y lxs niñxs está
oculta en las decisiones sobre contacto debido a los valores pro-contacto en la ley de
familia (Rendell et al, 2000).
Rendell (et al, 2000) examinó evidencia acerca de que el contacto con los padres es en el
mejor interés de lxs niñxs y plantea que la misma es ‘confusa y no convincente’ (p.44) y
muestra que existe evidencia mucho más fuerte de que:
Rendell (et al, 2000) cita investigación llevada a cabo por la Griffith University en Brisbane
(1997-99) que halló que los cambios en la Family Law Reform Act habían conducido a un
aumento en el número de pedidos de contacto y a un aumento en el monto de contacto
de contacto solicitado.
La investigación de Rhoades (et al, 1999) sobre la Family Law Reform Act en 1995 muestra
que la mayoría de los profesionales y jueces habían puesto más énfasis en el principio de
‘derecho al contacto’ de la Reform Act que en el aspecto de violencia familiar de la
reforma. Su investigación halló que la tasa de dictámenes rechazando el contacto en una
10
Rendell (et al, 2000) confirmó esta tendencia al concluir que el contacto con el padre no
conviviente fue el ‘punto de inicio’ para el sistema legal familiar, aún cuando hubieran
acusaciones de violencia doméstica severa.
“La experiencia de los participantes de los ‘focus groups’ y de los que contestaron
en el estudio sugieren que el Tribunal de Familia tiende a tomar decisiones que
mantengan el contacto de lxs niñxs con sus padres” (Rendell et al, 2000, p.46).
“Muchxs abogadxs señalaron que su consejo actual a los padres que no quieren
que su ex pareja tenga contacto con lxs niñxs debido a la violencia doméstica, es
que probablemente no van a tener éxito en obtener una orden de suspensión del
contacto en una audiencia provisional. Su punto de vista es que es más probable
que el tribunal mantenga el contacto hasta la audiencia final, a menos que las
acusaciones sugieran un riesgo de daño físico al niño/a. (Rhoades et al, 1999, p.25).
Esto está apoyado por la investigación sobre temas de contacto llevada a cabo por Rendell
(et al, 2000) en Queensland:
“La investigación de la AFC sugiere que los encargados de tomar las decisiones le
dan más importancia a la actitud de la madre hacia la relación continuada del
padre con sus hijxs, posterior a la separación, que a su violencia y maltrato hacia
ella y lxs niñxs antes y después de la separación”. (Rendell et al, 2000, p.109).
El principal estudio de Brown (et al, 1998) en Victoria y la ACT hallaron que en las
autoridades del State había una tendencia a derivar los casos al tribunal de familia, en
lugar de manejarlos ellas mismas. Por tanto, el Tribunal de Familia llega a involucrarse en
el sistema de protección infantil.
Por lo tanto, dentro del sistema del Tribunal de Familia, las implicancias de los temas de
protección infantil se desplazan de la arena pública al área de la disputa privada y la
responsabilidad recae entonces en el padre protector para probar/confirmar el maltrato
infantil. Debería destacarse que el Tribunal de Familia no es un cuerpo investigativo y no
tiene las facilidades para investigar completa y apropiadamente las acusaciones de
maltrato infantil. La capacidad de un padre protector para accionar en el Tribunal también
puede ser obstaculizada por los problemas con la financiación de la Ayuda Legal.
Los sistemas de protección infantil han mostrado su fracaso en investigar las acusaciones
de maltrato infantil si el tema se plantea ante el Tribunal de Familia (Brown et al, 2001,
Hume 1996, Rendell et al, 2000), sobre la base de que no hay necesidad de que se
involucren dado que existe un padre protector, dejando que el Tribunal de Familia
investigue las acusaciones.
El estudio de Brown (et al, 2001) halló que la mayoría de las acusaciones no eran falsas.
Solamente lo fueron el 9% de ellas. Estos resultados también se reflejan en estudios
similares llevados a cabo en el extranjero. (Theonnes et al, 1988).
13
En los dos estudios australianos (Hume, 1996 y Brown et al, 2001) hubo un gran número
de casos en que no se llevó a cabo ninguna investigación de protección infantil. En el
estudio de Hume en el 34% de todos los casos. En el de Brown el servicio estatal de
protección infantil reconoció que había investigado a fondo solamente el 50% de las
notificaciones del tribunal de familia.
“El estudio muestra que cuando lxs profesionales están involucradxs en acusaciones
de maltrato infantil en los litigios por convivencia y contacto, necesitan comenzar
por conocer lo básico que este estudio brinda. Esto es: las acusaciones de maltrato
infantil no tienen más probabilidades de ser falsas en estas que en otras
circunstancias; el maltrato es serio y con frecuencia de varios tipos; probablemente
uno de cualquiera de los miembros de la familia es el perpetrador; con frecuencia el
maltrato tiene lugar frente a antecedentes de violencia familiar; y la intervención
más útil es la que es llevada a cabo por la autoridad de intervención lo más pronto
posible.”
La investigación de Rendell (et al, 2000) halló que las agencias investigativas etiquetaban a
las madres como maliciosas si reportaban sus sospechas de abuso sexual.
14
‘Esto puede conducir a que no se le crea y puede crear un rechazo a llevar a cabo
una investigación apropiada.” (Rendell et al, 2000, p.109).
Esta investigación también halló que los Servicios de Ayuda Legal en Queensland tienden a
rotular a las mujeres como ‘irrazonables’ si buscan limitar el contacto de sus hijxs con su
padre. De esta manera, esto puede impactar negativamente sus chances de recibir ayuda
legal. Las mujeres son objeto de estas rotulaciones en el Tribunal de Familia.
“En el Tribunal de Familia ella puede ser descripta o percibida como ‘histérica’,
‘paranoica’ y ‘propensa a exagerar’, dependiendo de la actitud que tome el
representante infantil y las conclusiones arribadas por los expertos.” (Rendell et al,
2000, p.109).
Conclusión
Como resultado, estos sistemas han fallado en priorizar la seguridad de lxs niñxs.
Los supuestos actuales son que se alcanzan mejor los intereses de lxs niñxs manteniendo
relaciones continuadas con ambos padres luego de la separación. Por lo tanto, este
principio sigue reforzando la negación del ASI y de la violencia doméstica, a pesar de que
la investigación muestra que ambas formas de maltrato coexisten en la familia en
separación y son un componente central en las familias en el sistema del Tribunal de
Familia.
Es este un principio que ignora las historias pasadas de las relaciones familiares.
Para una mujer que se halla en una relación violenta, en la que sus hijxs están en riesgo, se
trata de un callejón sin salida imposible. La sociedad pone altas expectativas en ‘mantener
la familia unida’ por el interés de lxs niñxs. Sin embargo, si la mujer permanece en la
relación abusiva, puede arriesgarse a ser etiquetada como una madre no protectora. Si
15
Bibliografía
Australian Law Reform Commission and Human Rights and Equal Opportunity Committee
Report (1997) “Seen and Heard: Priority for Children in the Legal Process”.
Breckenridge, J. (1999)‘Subjugation and silences: the role of the professions in silencing
victims of sexual and domestic violence’ in Breckenridge, J & Laing, L. (eds) Challenging
Silence.Innovative responses to sexual and domestic violence. Allen & Unwin
Brown, T. (1997) New Problems, New Services, New research, New Outcomes, New
Practice Models and Policies. A Paper presented b invitation to Professor Thea Brown to
the 25th AASW Annual Conference, Social Work Influencing Outcomes, Canberra,
September 1997.
Brown, T., Frederico, M., Hewitt, L. and Sheenan, R. (1998) Violence in Families. The
Management of Child Abuse Allegations in Custody and Access Disputes before the
Family Court of Australia. The Family Violence and Family Court Research Program.
Browne, A. and Williams, K.R. (1989) ‘Exploring the effect of resource availability and the
likelihood of female-precipitated homicides’, Law and Society Review, 23(1), pp.75-94 as
16
cited in Mullender, A. and Morley, R. (eds) 1994 Children Living with Domestic Violence:
Putting Men’s Abuse of Children on the Child Care Agenda, Whiting & Birch. London
Browning, D.H. and Boatman, B. (1977) ‘Incest: Children at Risk, American Journal of
Psychiatry, 134 (1), pp69-72.
Deitz, C.A. & J.L. Craft (1980) “Family Dynamics of Incest: A New Perspective” Social
Casework, 61, Dec. p. 602-609.
Elterman, M.F. and Ehrenburg, M.F. (1991) ‘Sexual Abuse Allegations in Child Custody
Disputes’ in International Journal of Law and Psychiatry, Vol. 14. p. 269-286.
Fahn, M.S. (1991) ‘Allegations of Child Sexual Abuse in Custody Disputes: Getting to the
Truth of the Matter’ in Family Law Quarterly, Vol xxv, No. 2.
Faller, K.C. (1991) Possible Explanations for Child Sexual Abuse in Divorce’ in American
Journal of Orthopsychiatry 61(1).
Faller, K.C. and DeVoe, E. (1995, Unpublished Paper) ‘Allegations of Sexual Abuse in
Divorce.’ Family Law Council Discussion Paper No. 1 Principles of Minimum Standards.
January 1998
Family Law Council Discussion Paper No. 2 The Best Interests of the Child? The
Interaction of Public and Private Law in Australia. October 2000.
Fehlberg, B. and Kelly, F. 2000 ‘Jurisdictional Overlaps Between the Family Division of
the Children’s Court of Victoria and the Family Court of Australia’. Australian Journal of
Family Law.
Finkelhor, D (1984) Child Sexual Abuse. New Theory and Research. Free Press. N.Y.
Glenn, E.N. (1987) Gender and the Family. In B.B. Hess & M.M. Ferree (eds) Analyzing
Gender: AHandbook of Social Science Research. (p. 348-380) Newbury Park, Ca. Sage
Goddard, C. & Hillard, P. (1993) Child Sexual Abuse: Assault in a Violent Context.
Australian Journal of Social Issues. Volume 28, No. 1. 13
Hume, M.(1996) Child Sexual Abuse and the Family Court. Unpublished thesis, University
of South Australia.
Humphries, C. (1997) ‘Child Sexual Abuse Allegations in the Context of Divorce: Issues
for Mothers’, British Association of Social Workers, pp 529-544.
17
Hunter, Rosemary (1999) Family law Case Profiles. Justice Research Centre Law
Foundation of New South Wales. June
Jones, D.P.H. and Seig, A. (1988) ‘Child Sexual Abuse Allegations in Custody or
Visitation Disputes: A Report of 20 Cases.’ in Nicholson, E.B. and Buckley, J. (eds) Sexual
Abuse Allegations in Custody and Visitation Cases. American Bar Association, Library of
Congress. Washington D.C.
Kaplan, A.G. (1988) ‘ How Normal is Normal Development? Some Connections between
Adult Development and the Roots of Abuse and Victimization.’ in Strauss, M. (ed.) Abuse
and Victimization across the Life Span. John Hopkins Uni. Press. U.S.A.
McCloskey, L., Figuerdo, A.J. & Koss, M.P. (1995) “The Effects of Systemic Family
Violence on Children’s Mental Health” Child Development 66,5, 1239-61.
McInnes, E. (2001) ‘Single Mothers, Social Policy and Gendered Violence’ Paper
presented to ‘Seeking Solutions’ Domestic Violence and Sexual Assault Conference.
McMahon, M. and Pence, E. (1993) ‘Doing More Harm than Good? Some caution on
visitation centres’ in E. Peeled. P.G. Jaffe & J.L. Edleson (eds) Ending the Cycle of
Violence: community Responses to Children of Battered Women. Newbury Park CA Sage.
Mullender, A. and Morley, R. (eds) 1994 Children Living with Domestic Violence: Putting
Men’s Abuse of Children on the Child Care Agenda, Whiting & Birch. London
Parker, Georgina (1999) The Family Law Reform Act 1995 – Has It Made a Difference
Children and the Law 1999 Seminar Papers
Pence, E. (1989) The Justice’s Response to Domestic Assault Cases: A Guide for Policy
Development. Duluth, Minnesota: Minnesota Program Development Inc. as cited in
Mullender, A. and Morley, R. (eds) 1994 Children Living with Domestic Violence: Putting
Men’s Abuse of Children on the Child Care Agenda, Whiting & Birch. London
18
Rendell, K, Rathus, Z., Lynch, A. (2000) An Unacceptable Risk. Women’s’ Legal Service
Inc, Brisbane
Rhoades, H., Graycar, R. & Harrison, M. (1999) The Family Law Reform Act 1995: Can
changing legislation change legal culture, legal practice and community expectations?
Interim Report. Uni. of Sydney. 14
Russell, D.E.H. (1986) The Secret Trauma. Incest in the Lives of Girls and Women. Basic
Books Inc. N.Y.
Salter, A. (1988) Treating Child Sex Offenders and Victims. Sage, California.
Smart, C. (1996) Losing the Struggle for Another Voice: The Case of Family Law, School
of Sociology and Social Policy, University of Leeds, UK
Truesdell, L., McNeil, S. & J.P. Deschner (1986) ‘Incidence of Wife Abuse in Incestuous
Families’ Social Work. March-April.
Wilson, Robyn, Fretwell. (2000). ‘Children at Risk: The Sexual Exploitation of Female
Children After Divorce’, a paper presented to the 10th World Congress, International
Association of Family Law, Brisbane as cited in Brown, T. Sheehan, R. Frederico, M.
Hewitt, L. (2001) Resolving Family Violence to Children Family Violence and Family
Court Research Program, Monash Uni. Vic.