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Estructuración de sermones

Paso a paso

Judy L. Brown

Diseñado por: Adam Weatherly

Primera impresión/edición: 2009 por RDM


Segunda impresión/edición: 2009 por RDM

RDM Item: 5016-00S1


ISBN: 978-1-931984-51-5

Derechos Reservados © 2009 RDM

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Todas

Un agradecimiento especial a CMN (BGMC) por ayudar a costear este proyecto.


dedicado a la
evangelización y al discipulado
de nuestro mundo
Índice
Reflexiones iniciales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1

1. El tema . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4

2. La proposición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

3. La pregunta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16

4. La palabra clave . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18

5. La oración transitiva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25

6. Puntos principales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31

7. Puntos secundarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39

8. La introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55

9. La conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60

10. El título . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64

11. El sermón expositivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67

12. Sermones textuales y temáticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74

Reflexiones finales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84
Reflexiones
iniciales
Estrucuración de sermones

Lloyd Perry, uno de los especialistas en homilética más grandes del


mundo, ha ayudado a miles de predicadores principiantes y veteranos por
medio de su “modelo fundamental” para la elaboración de un sermón
(Lloyd M. Perry, A Manual for Biblical Preaching [Manual de predicación
bíblica], Grand Rapids: Baker Book House, 1965). Este método claro y
sencillo de bosquejar mensajes produce sermones claros y convincentes.
También ofrece una plataforma firme desde la que el ministro puede
probar cualquier cantidad de otros métodos eficaces.
Este libro es una adaptación del modelo fundamental del Dr. Perry.
Aunque tiene una cantidad considerable de cambios y explicaciones
adicionales, refleja años de enseñanza de ese modelo. El mérito es, pues,
del Dr. Perry, quien es el autor del enfoque básico que se usa en este libro.

Función de la estructura
Algunos ministros cuestionan la necesidad de estructurar un mensaje
en forma de bosquejo. Dicen que hacerlo no es natural, espontáneo ni lo
suficiente espiritual. Tal vez la queja de ellos es resultado, por lo menos
en parte, de una tendencia a dividir. Muchas veces, cuando se divide una
situación en dos opciones opuestas y se obliga la selección de una y la
exclusión de la otra, se pierde algo excelente. En otras palabras, sí es posible
para los predicadores hacer su presentación en forma muy ordenada y a la
vez ser naturales, espontáneos y espirituales.
De modo que, en vez de anunciar a los oyentes algo como: “No tengo
un sermón que predicar, pero sí tengo un mensaje de Dios”, el predicador
debe hacer el esfuerzo por tener ambas cosas. Un mensaje es como una
piedra preciosa; tal vez como un diamante oculto en la tierra. Como es un
mensaje divino, ha sido creado y dado por Dios y es de un valor enorme.
La transformación del mensaje en un sermón es como la limpieza, el corte
y el pulimento que se hacen a una piedra en bruto. Sin esta preparación,
muchos no podrían apreciar el valor, y quizás ni la identidad, del diamante.
Así, pues, el mensaje que no es sermón es apreciado por el predicador, pero
no será igualmente apreciado por los oyentes. Sería como ese diamante en
bruto tirado en el camino, que el transeúnte vería como un trozo de vidrio.
Naturalmente, la analogía se aplica también en otro sentido. Un
sermón que no es un mensaje de Dios no tiene más valor que un circonio
cúbico. La piedra, o el sermón, puede mostrar o exhibir una artesanía
exquisita, pero ninguna cantidad de cortes ni pulimentos puede cambiar
su poco valor inherente.

2
Por lo tanto, el asunto del “mensaje” y del “sermón” no debe representar
una competencia entre ambos. Uno debe ser complemento del otro y
viceversa. Lo mismo se aplica a la espuria antimonia “espiritual versus
mecánico” o “divino versus humano” de la predicación. Para los fines de
Reflexiones iniciales

la predicación éstos no son contrarios. No hay por qué negar el decidido


lugar de una parte de la combinación para asegurar el debido lugar de la
otra. De hecho, cuanto mayor es el valor inherente de la piedra en bruto,
tanto mejor aplica el artesano sus destrezas. En forma similar, mientras
más seguro está el ministro de que tiene un valioso mensaje de parte de
Dios, más diligente debe ser en poner el mensaje en forma de sermón, a
fin de que todos puedan apreciar bien sus facetas y significados profundos.

El sermón paso a paso


Este libro recomienda la estructuración de un sermón en diez pasos.
Estos pasos se presentarán en orden y, a veces, en realidad se pondrán
en práctica en secuencia numérica del uno al diez. Sin embargo, con
más frecuencia se darán los pasos en distintos órdenes. Por ejemplo, es
posible que el título sea lo primero que se concretice, aunque este es el paso
número diez. La introducción, que es el paso número ocho, o los puntos
principales, que corresponden al paso seis, pueden estar completamente
claros antes de establecer propiamente otros pasos previos. No seguir
el orden no causa ningún problema, siempre que se cumplan todos los
pasos y que se haga en tal forma que refleje el entrelace de todos ellos.
El entrelace de los pasos es una característica importante de este modelo
particular de sermón.
También vale la pena observar otra necesidad y característica de este
modelo de diez pasos. Generalmente, el enfoque del sermón se limita más
y más con cada uno de los pasos. Esto es mucho más fácil de decir que
de lograr. De hecho, el ministro puede ser tentado a negarse a limitar el
enfoque, pensando que esto restringe demasiado su libertad. Sin embargo,
es muy importante permitir que el modelo haga lo que tiene que hacer:
forzar la coherencia y la especificidad en el sermón.
Apuntar una batería al centro mismo del blanco contribuye a la
precisión. La canalización de un cuerpo de agua a través de un paso
angosto genera poder. Exigirle al ministro precisión y claridad no lo
perjudica; antes bien lo favorece. Una limitación progresiva del sermón da
a la presentación la precisión y el poder adicionales deseables y necesarios
para convencer a las personas.

3
El tema
1
El tema

Lo primero que se debe hacer al componer un sermón es determinar


el tema general. Alguien ha dicho que sin importar cuántos sean los
puntos de un sermón, éste debe tener un tema. La identificación del tema
representa la respuesta a la pregunta “¿De qué se trata el sermón?” El
tema no se determina para mencionarlo en la predicación; o sea que el
predicador no tiene que anunciar: “El tema sobre el que voy a predicar
es...”, o “Voy a hablar de...”, o “Voy a predicar acerca de...” Es necesario
identificar el tema como parte de la estructuración para construir el marco
sobre el que se compondrá el resto del sermón. Si el ministro no puede
decir de qué se trata su sermón, todavía no está listo ni para desarrollarlo
ni para predicarlo.

Tema general
Éste identifica de qué se hablará, en la forma más general posible.
En realidad revela muy poco del sermón porque es muy general, pero da
cierto indicio de él. Como necesita pocas palabras para decir tan poco, el
tema general debe limitarse a una o dos palabras. A continuación algunos
ejemplos:

actitudes blasfemia cruz


adulterio cultura
adversidad carácter
agradecimiento castidad engaño
amargura ciudadanía envejecimiento
ángeles codicia esclavitud
ansiedad compasión expiación
anticristo compromiso
apostasía comunión iglesia
arrogancia conciencia ira
ascensión condenación jactancia
astrología consuelo llamado
ateísmo contentamiento niños
autoridad conversión quebrantamiento
corrupción retroceso
bautismo creación traición
bendición creencia valentía
benevolencia crucifixión valor

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Esta lista no es de ninguna manera exhaustiva; simplemente representa
una muestra de posibles temas generales. Todo sermón debe tener un sólo
tema general.
Estrucuración de sermones

Tema específico
Éste es el aspecto específico del tema sobre el que el sermón se enfoca.
Por ejemplo, si el tema general es “el adulterio”, el tema específico podría
ser “cómo evitar el adulterio” o “consecuencias del adulterio”. Obviamente,
el tema específico revela más del sermón que el tema general. Para que
esto suceda se necesitan más palabras; como consecuencia, los temas
específicos siempre son frases (no oraciones). La frase debe ser lo más
breve y sucinta posible.
Dentro de cada tema general hay muchos temas específicos, así como
la hogaza de pan tiene varias rebanadas. Por ejemplo, del tema general de
la adoración podrían extraerse los siguientes temas específicos:

• propósito de la adoración
• adoración en el cielo
• obstáculos a la adoración
• adoración personal
• adoración corporativa
• métodos de adoración
• actitudes en la adoración
• fortaleza que se obtiene por medio de la adoración
• adoración durante las pruebas

Estos son temas específicos. Aunque podrían producir sermones sobre


la adoración, generarían también sermones totalmente distintos.
Únicamente se debe escoger un tema específico como centro del
sermón. La conexión entre el tema general y el tema específico debe ser
muy clara. De hecho, es preferible que las palabras que se usan en el tema
específico contengan el tema general, como en el caso de los ejemplos
ya dados. Esto asegura que el tema específico cumple con su propósito
principal o básico de reducir el alcance del sermón, pues se desarrolla solo
un aspecto del tema general.

Combinación del tema general y del específico


En raras ocasiones, un tema general puede ser lo suficientemente
general, o un tema específico lo suficientemente específico, para que
sólo uno de estos dos componentes sea necesario para indicar con toda
precisión el enfoque del sermón. Para un predicador veterano sería bueno
articular para sí mismo sólo uno de los componentes porque el otro se da

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por sentado subconscientemente.
Sin embargo, el predicador principiante siempre debe identificar un
tema general y un tema específico, y debe asegurarse de que son claramente
distintos uno del otro pero adecuadamente relacionados entre sí.
El tema

Sobreponer un arco al sermón


El tema general y el tema específico deben sobreponerse en forma
equivalente o similar al sermón, específicamente sobre sus puntos
principales, como si fuera un arco o un paraguas. Ni el tema general
ni el específico puede favorecer o coincidir con un punto principal.
Al contrario, cada punto principal debe tener una relación similar y
equivalente al tema general y al específico. Lo siguiente es un ejemplo de
la violación de esta regla:

Tema general: amor


Tema específico: amor perfecto
Puntos principales: I. fe
II. esperanza
III. amor

Dentro de esta estructura hay coincidencia o una obvia preferencia


por el Tema general/específico y el tercer punto principal, y la relación del
tercer punto principal con el tema general/específico es diferente a la de los
otros dos puntos principales. Es imposible predicar con tal estructuración
sin confundir a los oyentes en cuanto al lugar de la “fe” y la “esperanza” y
sin perder el necesario énfasis en estos dos puntos.
La siguiente estructura es mucho más apropiada para predicarse:

Tema general: virtudes espirituales


Tema específico: virtudes espirituales duraderas
Puntos principales: I. fe
II. esperanza
III. amor

(Durante el desarrollo del punto secundario de “amor” es permisible


notar que este último es más importante que “fe” y “esperanza”. Esto no
afecta negativamente los dos puntos, lo que da por resultado la estructura
inapropiada.)
Posiblemente sería útil un ejemplo más de la estructura apropiada y de
la estructura inapropiada. La siguiente es inapropiada:

Tema general: victoria


Tema específico: obtener la victoria

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Puntos principales: I. derrota espiritual
II. victoria espiritual
Estrucuración de sermones

Al contrario se recomienda la siguiente estructura apropiada:

Tema general: guerra espiritual


Tema específico: entablar la guerra espiritual
Puntos principales: I. derrota espiritual
II. victoria espiritual

Debe notarse que los sermones con dos puntos principales opuestos
(uno positivo y el otro negativo) como en el ejemplo anterior, tienden a
ser de una construcción temática que se inclina indebidamente hacia uno
de los dos puntos, por lo general al positivo. No es difícil dominar esto;
simplemente exige de un momento adicional de atención.

Determinar el tema general/específico


Dado que el tema general/específico indica la dirección general del
sermón, vale la pena considerar cómo el ministro organiza o prepara esta
parte del mensaje. Todo sermón se divide básicamente en dos categorías:
sermones “oportunos” y sermones “eternos”.
Un sermón oportuno es el específicamente ordenado por Dios. El
Espíritu Santo designa cierto mensaje (Tema general/específico y/o texto)
para oyentes particulares en una ocasión particular. Se ha oído a ministros
decir esto como parte de la introducción del mensaje, sólo en ocasiones en
que se supone que así es.
El tema general/específico de un sermón eterno es, por el contrario,
determinado por el ministro, posiblemente como un esfuerzo para
dirigirse a una necesidad de la congregación o quizá como un esfuerzo
para mantener en la predicación la entereza y el balance de todo lo que
comprenden las Escrituras. Se fija en una importante verdad de la Palabra
de Dios que siempre vale escucharse.
Es una tentación pensar que el sermón oportuno es mejor que el
sermón eterno a causa de la participación directa y personal de Dios en
determinar su dirección. Sin embargo, los dos sermones son igualmente
espirituales e igualmente eficaces porque ambos están igualmente llenos
de la Palabra de Dios, que Dios promete ungir cada vez que se proclame
(Isaías 55:10, 11). Claro, si al ministro se le dice que predique cierto mensaje
oportuno, éste entonces e inmediatamente se vuelve mejor que cualquier
otro mensaje, porque predicar otra cosa sería un acto de desobediencia.
Sin embargo, si Dios no ha ordenado un mensaje oportuno, entonces el

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sermón eterno que se predicará no será de ninguna manera un substituto
de segunda categoría.
Dos analogías podrían ayudar a destacar la igualdad de estas dos
categorías de sermón. Primeramente, puede decirse que lo que un sermón
El tema

es para un grupo de creyentes, la lectura bíblica diaria lo es para el creyente


individual. Siendo así, la mayoría de cristianos dependen de algún método
o sistema de lectura bíblica diaria, más que de una revelación especial de
pasajes específicos para leer. Aunque lo último se ve ocasionalmente, es
más la excepción que la regla. Así que si la idea “eterna” de un sermón se
conforma a un “mensaje para uno”, entonces es igualmente adecuado a un
sermón para muchos.
La segunda analogía viene del mundo militar. Si una tropa no recibe
órdenes especiales, sigue acatando órdenes permanentes. Las órdenes
permanentes de un ministro serían “que prediques la palabra” (2 Timoteo
4:2) y “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instruir en justicia (2 Timoteo 3:16).
Parece que muchos predicadores principiantes reciben mensaje
oportuno tras mensaje oportuno al principio de sus ministerios. Esto
probablemente se debe al deseo de Dios de inculcarles tanta confianza
como sea posible. Saber que Él ha ordenado un sermón específico edifica
en gran manera la confianza. Sin embargo, el predicador principiante
necesita saber que esta experiencia posiblemente no continuará. Cuando
llegue la primera ocasión en que no se le ordene un mensaje oportuno,
ninguna cantidad de gimnasia espiritual forzará su llegada. Si Dios
no está hablando, entonces el ministro maduro debe reconocer que es
porque Él ya ha hablado, específicamente, en cada página de su Palabra.
Cuando se proclame un mensaje eterno, el predicador debe confiar en
que habrá la misma unción y los mismos resultados que se esperan de
un mensaje oportuno, porque en ambas instancias se está predicando la
Palabra de Dios.

Libreta para la predicación


Como los rudimentos de un mensaje oportuno o de un mensaje eterno
pueden venir en cualquier momento, es recomendable que el predicador
lleve en todo momento una pequeña libreta de “comienzos de sermones”.
Parece que muchas ideas para sermones surgen en momentos inusuales, no
necesariamente mientras el ministro está de rodillas en oración o sentado
tras el escritorio esperando que le lleguen las ideas, sino mientras se baña
en la mañana o mientras maneja su automóvil por la ciudad al mediodía,
o cuando se acuesta a dormir en la noche. Esas ocasiones representan
algunos de los pocos momentos relajados en un día ocupado, que disipan
de la mente mucho del desorden que por lo regular hace difícil acercarse a

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Dios. Será una tentación esperar un momento más oportuno para anotar
las ideas que de momento parecen tan impresionantes, asegurándose a uno
mismo que la memoria será suficiente. Sin embargo, muchísimas veces la
Estrucuración de sermones

memoria falla, ¡y lo único que el ministro recuerda es que ha olvidado uno


de los mejores sermones que jamás se le había ocurrido!
Si el ministro viaja por lugares donde el lema “que instes a tiempo y fuera
de tiempo” resulta en repentinas invitaciones a predicar, sería aconsejable
incluir unos cuantos bosquejos, listos para ser predicados, y que los tenga
a mano en su libreta de sermones. Un predicador principiante no debe
sentirse intimidado por llevar esa libreta. Si está ansioso por predicar, una
cosa tan pequeña como ésta puede ser un paso de fe que honrará a Dios.

Calendario para la predicación


Los predicadores, especialmente los que regularmente se dirigen al
mismo grupo de creyentes, deben dedicar atención a “todo el consejo” de
toda la Palabra de Dios, no sólo a los textos bien conocidos o a los preferidos
por él. Un calendario para la predicación es muy útil para controlar la
entereza y el balance. Cada vez que el ministro predica al grupo de jóvenes
o a toda la congregación de la iglesia local o a otros oyentes, puede anotar en
el calendario la cita, el tema general/específico y los puntos principales del
mensaje. Esto le permite ver en retrospectiva y verificar si está predicando
lo suficiente de ambos Testamentos, de cada clase literaria, de los 66 libros,
etc. Se puede considerar si es suficiente la variedad de asuntos doctrinales
y prácticos a los que ha hecho referencia.
Es cierto que los cristianos deben leer la Palabra de Dios diariamente,
pero la triste verdad es que muchos no lo hacen. El ministro debe preguntarse:
“Si la predicación mía desde el púlpito fuera la única que alguien recibiera,
¿sería completa, balanceada y saludable para su dieta bíblica?

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2
La proposición
Estrucuración de sermones

La proposición se elabora al poner en una oración, preferiblemente


breve y directa, el tema general/específico. Esta viene a ser la declaración
de una verdad que el sermón debe impartir, el singular cambio de vida que
debe producir. Este componente sirve para impedir que el predicador fije
en todo, que de hecho sería el equivalente de no fijar en nada.
Cada sermón debe tener una, y una sola, proposición. La fraseología
se debe escoger con cuidado, debe ser concisa y precisa. Debe contener
una sola idea, un solo blanco al que tirará el sermón.

Valores
Al construir el sermón, la proposición servirá dos funciones. En primer
lugar, señala lo que está dentro y fuera del perímetro de la presentación.
Esto puede ayudar a evitar el exceso de acumulación de información y
la divagación. En segundo lugar, da al sermón su punto de enfoque. La
presentación entera se enfocará en comunicar o lograr lo que se declara
en esta oración. El exordio, los puntos principales, las explicaciones, las
ilustraciones, las aplicaciones y la conclusión tienen todos por objeto
obedecer este singular propósito. La presión de la proposición debe hacerse
más fuerte y profunda con cada paso del sermón.
La proposición tiene también dos funciones en la presentación del
sermón. Primeramente, a los oyentes les debe parecer pertinente. Un pasaje
particular de las Escrituras podría dar la impresión de ser un conjunto
de palabras extrañas de la antigüedad, pero cuando la verdad central del
pasaje se traduce a una proposición, debe tocar la vida cotidiana de la
persona. En segundo lugar, a los oyentes les debe parecer desafiante y muy
emocionante. Es cierto que los objetivos no deben fijarse tan altos que sean
inalcanzables; pero puede ser todavía peor fijar un objetivo tan bajo que
no sea atractivo. La proposición debe indicar que sí puede cambiar la vida
de la persona de una manera muy significativa o notable.
Puesto que la proposición desempeña un valioso papel, es una línea
que se debe proclamar una y otra vez en todo el sermón. De hecho, debe
proclamarse con exuberancia. Después de todo, el que predica lo hace para
persuadir y esta, más que ninguna otra, es la línea con la que exhorta a que
se le crea y a que se practique lo que dice.
En contraste con el tema general y el tema específico, que son
esencialmente informativos, la proposición debe ser motivadora y
convincente. Por ejemplo, un tema general podría ser “pecado” y un tema
específico “odio al pecado”. Pero la proposición “debemos odiar el pecado”,

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pide la aceptación y participación de los oyentes.
La proposición

Categorías
Para que la proposición sea menos informativa y teórica, y más
personal y práctica, este patrón de sermones exige que cada proposición
sea de habilidad u obligación. La proposición de habilidad dice a los
oyentes algo que pueden hacer, precisamente usando la palabra “pueden”
en su fraseología; luego el sermón procede a mostrar cómo esto se puede
hacer. La proposición de obligación dice algo que los oyentes deben hacer,
precisamente usando la palabra “deben” en su fraseología; luego el sermón
procede a mostrar por qué esto se debe hacer.
Son los puntos principales los que determinan si la proposición será
de habilidad o de obligación. De modo que en esta coyuntura, se hace
necesario desatar o suavizar cualquier rígido orden numérico de uno a diez
de patrón de sermones. Aunque los puntos principales todavía no estén en
su forma final (pues son el paso seis), deben estar lo suficientemente claros
en la mente para saber si mostrarán cómo hacer algo o por qué algo se
debe hacer. La fraseología de la proposición se hará de acuerdo a esto.
Muchos ministros principiantes tienen una marcada preferencia por
los “sermones del deber”, lo que los hace querer que cada proposición
sea de obligación. Sin embargo, vale notar que la gente a veces no
logra hacer algo que debe estar haciendo, simplemente porque jamás
se le ha mostrado cómo hacerlo. Así que la proposición de habilidad
es ciertamente tan útil y necesaria como la proposición de obligación.
Además, cada sermón concluye con un llamado a los oyentes a que se
comporten según la proposición. Si se les muestra por qué deben hacer
algo o cómo pueden hacer algo, en todo caso estarán listos al momento de
la conclusión para que se les inste a empezar a hacerlo. Así que en cierto
sentido, tanto el sermón de habilidad como el de obligación, concluyen
con el impulso del “deber”.

Ejemplos
Algunos ejemplos de la proposición de habilidad y de la proposición
de obligación probablemente serían provechosos. Para preservar la
simpleza, cada una se refiere a los oyentes con la palabra “nosotros”. En
la predicación es probable que esta fraseología sea más flexible y variada
para referirse a los oyentes de una manera más individual. Por ejemplo,
si se dirige a un grupo de recién convertidos, el “nosotros” se podría
reemplazar por “hasta el recién convertido”. O si se dirige a un grupo de
jóvenes, el “nosotros” se podría reemplazar por “los de entre nosotros que

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impactamos a la generación actual”.
Estrucuración de sermones

Ejemplos de la proposición de habilidad:


Podemos evangelizar a toda esta comunidad.
Podemos orar con la más eficacia posible.
Podemos responder debidamente a la tentación.
Podemos criar a nuestros hijos para Dios.
Podemos entender mejor nuestra libertad en Cristo.

Ejemplos de la proposición de obligación:


Debemos vivir santamente.
Debemos buscar oportunidades de servir a otros.
Debemos ser fieles con nuestros diezmos y ofrendas.
Debemos confiar en que Dios nos será fiel.
Debemos ser estudiantes diligentes de la Palabra de Dios.

Surgirán más ejemplos al cambiar cada ejemplo de habilidad en


una proposición de obligación, y cada ejemplo de obligación en una
proposición de habilidad. Aunque esto no exige nada más que cambiar
la palabra “puede” o “debe”, de hecho cambiaría substancialmente el
enfoque y el contenido del sermón. Decir a los oyentes cómo evangelizar a
una comunidad es bastante diferente de decirles que deben evangelizarla.

Requisitos adicionales
El sujeto gramatical de la oración de proposición tiene que ser el
oyente. Esto, tanto como la fraseología “puede” o “debe”, asegura que la
proposición se relacionará directamente a la vida de la gente. Los siguientes
ejemplos de proposiciones incorrectas cambiadas a proposiciones correctas
muestran cómo un pequeño cambio de palabras aumenta el enfoque en el
oyente sin perder la intención original.

Muy informativa: Dios va a satisfacer todas nuestras necesidades.


Correcta: Podemos confiar en que Dios va a satisfacer todas
nuestras necesidades

Muy teórica: La Biblia es absolutamente confiable.


Correcta: Debemos ver la Biblia como absolutamente confiable.

Dado el hecho de que se está impulsando al oyente hacia la proposición,


se debe frasear positivamente en vez de negativamente. Una fraseología

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negativa sería la siguiente: Podemos destruir con nuestra lengua a las
personas. Una fraseología positiva sería la siguiente: Podemos evitar destruir
con nuestra lengua a las personas. Quizás en alguna ocasión el predicador
veterano podría usar una proposición fraseada negativamente para un
La proposición

“efecto de shock”. Sin embargo, al predicador principiante le sirve más


mantenerse alejado de las dificultades estructurales que causa tal fraseología.
Si la fraseología de la proposición inicial del ministro es lo
suficientemente simple pero no lo suficientemente motivadora, deberá
añadir más descriptores para que la forma final le parezca al oyente lo
suficientemente exigente. Por ejemplo, “Podemos orar” sería inadecuado
para los oyentes cristianos que ya oran. Pero, “Podemos orar con poder”, o
“Podemos orar lo más eficazmente posible”, o “Podemos orar correctamente”
reflejan una proposición mucho más motivadora.
Al intentar frasear la proposición lo más claramente posible, el
lenguaje figurado se debe evitar siempre que sea posible. La siguiente es
una proposición fraseada figurativamente: Debemos hacer la carrera. Esta
estipulación acerca de la proposición sirve como buen recordatorio al
predicador para que limite la terminología que suena a “cristiana”, no sólo
en la estructura del sermón, sino también en su presentación. Sí, existe
esta clase de lenguaje en las Escrituras y está bien que el cristiano lo use
ocasionalmente. Pero el uso exclusivo de esta terminología excederá el
discernimiento del que no es cristiano y tenderá a “entrarle por una oreja
y salirle por la otra” al que es cristiano, debido a su familiaridad con ella.
Si el sermón completo se forma alrededor de la proposición, y si la
conclusión intenta lograr un compromiso con la proposición, es una buena
idea planificar otras partes del culto de la iglesia en torno a esta declaración.
Al parecer, cada vez que se le acredita a Dios el dirigir soberanamente un
componente del culto de adoración, como la selección de un canto especial,
lo que se está indicando es la eficacia de la preparación temática, que dirige
la atención de todos hacia el punto singular de enfoque de todo el culto.
Puesto que esta es la manera en que Dios dirige los cultos, el pueblo de
Dios debe pensar en aprender de Él y hacer lo mismo.

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3
La pregunta
La pregunta

Después de formular la proposición, se hace una simple pregunta


dirigida hacia ésta. Esto tiene el objetivo de ayudar a producir los dos
elementos del sermón que han de seguir—la palabra clave y la oración
transitiva. Aunque esta pregunta puede entretejerse en el comentario
introductorio del sermón antes de ser contestada por la oración transitiva,
es más un componente estructural que de presentación.
La manera más fácil de recordar qué pregunta hacer es pensar
en preguntar la cosa más obvia posible sobre la proposición. Si ésta ha
declarado que los oyentes pueden hacer algo, la pregunta obvia sería:
”¿Cómo podemos hacerlo?” Si la proposición ha declarado que los oyentes
deben hacer algo, la pregunta obvia sería “¿Porqué debemos hacerlo?”
Para asegurar que el sermón permanezca en un camino recto y singular,
la pregunta debe repetir la proposición en su fraseología. Por ejemplo:

Proposición: Podemos vivir cada día en victoria.



Pregunta: ¿Cómo podemos vivir cada día en victoria?

Proposición: Podemos fortalecer nuestro matrimonio.



Pregunta: ¿Cómo podemos fortalecer nuestro matrimonio?

Proposición: Debemos arrepentimos de nuestro pecado.



Pregunta: ¿Por qué debemos arrepentimos de nuestro pecado?

Proposición: No debemos desfallecer por la amargura.



Pregunta: ¿Por qué no debemos desfallecer por la amargura?:

En cada uno de estos ejemplos el “cómo” de la pregunta corresponde


al “podemos” de la proposición, y el “por qué” de la pregunta corresponde
al “debemos” de la proposición. Esta combinación jamás se interpone. En
otras palabras, “podemos” y “por qué” jamás se unen, ni tampoco se unen
“debemos” y “cómo”. El resto de la pregunta es simplemente una repetición
de la proposición. No se permite ningún cambio en la fraseología; de no
ser así, el sermón tendería a dividirse y a moverse en una segunda dirección
muy diferente.
En muy raras ocasiones, otra pregunta puede ser la respuesta
apropiada a la proposición, específicamente “cuándo” y “dónde”. Ambas
encajarían en una proposición de habilidad, y ambas encajarían en una
proposición de obligación. Sin embargo, estos ejemplos son tan inusuales

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que al predicador principiante le sería mejor considerar “cómo” y “por
qué” como las únicas opciones.
4
La palabra clave
La palabra clave

La palabra clave es la que caracteriza los puntos principales y da el


primer paso hacia la respuesta a la pregunta. Como se usa para identificar
los puntos principales, debe ser siempre un sustantivo plural. (De modo
que, aunque los puntos principales no estén todavía en su forma final,
deben tener la suficiente claridad para poderles poner este rótulo.)
Por ejemplo, si la proposición es “Podemos vivir en paz con los demás”, la
pregunta sería: “¿Cómo podemos vivir en paz con los demás?” Para contestar
la pregunta y para preparar a los oyentes con el fin de que puedan poner
en práctica o vivir la proposición, el sermón podría ofrecer tres puntos
principales, cada uno de los cuales es una respuesta adecuada a situaciones
que ponen en peligro la paz. Así, pues, la palabra clave es “respuestas”.
Esta palabra caracteriza, identifica, designa los puntos principales, y da pie
a que el predicador proclame: “Al poner constantemente en práctica tres
respuestas, podemos vivir en paz con los demás”.

Otros ejemplos podrían ser útiles:

Proposición: Podemos estar listos para la segunda venida de Cristo.


Pregunta: ¿Cómo podemos estar listos para la segunda venida?
Palabra clave: preparaciones
Puntos principales: (cada punto corresponderá a una preparación a fin de
estar listos para la segunda venida de Cristo)
Proposición: Debemos tener gozo en los tiempos de
prueba.
Pregunta: ¿Por qué debemos tener gozo en
los tiempos de prueba?
Palabra clave: beneficios
Puntos principales: (cada punto corresponderá a un beneficio que se recibe
cuando se tiene gozo en los tiempos de prueba)

Algunas posibilidades
Es prácticamente imposible dar una lista exhaustiva de posibles
palabras clave. A veces una introducción o un título que es especialmente
creativo y acertado puede preparar el terreno para que una palabra muy
poco usual encaje perfectamente. Sin embargo, una lista de palabras clave
que se usan comúnmente puede ser de gran ayuda al ministro principiante.

19
Estrucuración de sermones

abominaciones barreras correcciones


absolutos batallas cosas no esenciales
abusos bendiciones costos
acciones beneficios credenciales
aclaraciones búsquedas creencias
acontecimientos criterios
actitudes cadenas cualidades
actividades cambios cualificaciones
acusaciones caminos
adiciones campañas deberes
admoniciones candidatos debilidades
adversidades capacitaciones decisiones
advertencias características declaraciones
afectos carencias defectos
afirmaciones cargas deficiencias
agravios cargos definiciones
alternativas casos demandas
ambiciones castigos derechos
amenazas catástrofes desacuerdos
amigos categorías descripciones
ánimos causas deseos
anhelos certezas desgracias
ansias cicatrices desperfectos
apegos circunstancias destinos
apetitos clases destrezas
apremios coacciones desventajas
áreas comparaciones desventuras
argumentos complementos detalles
armas componentes determinaciones
arreglos compromisos deudas
artículos conceptos dictados
asignaciones concesiones diferencias
asociaciones conclusiones dificultades
aspectos condiciones dimensiones
aspiraciones conductas direcciones
asuntos confirmaciones directrices
atajos conflictos disciplinas
ataques conquistas disfraces

20
atributos consecuencias distinciones
aventuras consideraciones distracciones
ayudas contradicciones divisiones
convicciones doctrinas
La palabra clave

dolores facetas incapacidades


dones factores incentivos
dudas fallas incertidumbres
fases incidentes
efectos filosofías inconvenientes
ejemplos finalidades indicadores
elecciones formas indicios
elementos fracasos individuos
elementos esenciales frenos infortunios
embrollos fronteras ingredientes
emociones fuentes inseguridades
empresas fuerzas inspiraciones
enemigos funciones instrucciones
enfermos fundamentos instrumentos
engaños intereses
enseñanzas ganancias intrigas
episodios garantías invitaciones
equivocaciones generalizaciones
errores garrafales golpes juicios
errores gozos justificaciones
escollos gracias
esfuerzos grillos lazos
esperanzas grupos lealtades
esquemas habilidades lecciones
estaciones hábitos leyes
estándares hechos libertades
estilos herejías limitaciones
estipulaciones heridas límites
estorbos herramientas llamados
estratagemas honores llamamientos
etapas ideales llaves
eventos ideas luchas
exámenes ídolos lugares
excesos imitaciones malentendidos
exhortaciones impactos males
expectativas impedimentos manchas
experiencias imperativos mandamientos
expertos imperfecciones mandatos

21
explicaciones implicaciones maneras
extremos imposibilidades manifestaciones
impresiones marcas
facciones impulsos máscaras
Estrucuración de sermones

medidas papeles procesos


medios paralelos profecías
mejorías partes prohibiciones
mentiras pasiones promesas
metas pasos propósitos
métodos patrones prospectos
milagros pautas provisiones
ministerios pecados prudencias
misterios peligros pruebas
modas penas puertas
modelos percepciones
montañas pérdidas quejas
motivaciones prejuicios
motivos perplejidades ramificaciones
perspectivas rasgos
naturalezas perspicacias razones
negaciones peticiones reacciones
niveles piezas realidades
nociones pistas realizaciones
nombres placeres reapariciones
normas planes reclamaciones
planteamientos recompensas
objeciones poderes reconocimientos
objetivos posesiones recordatorios
objetos posibilidades recursos
obligaciones posiciones refuerzos
obras prácticas reglas
observaciones precauciones relaciones
obstáculos preceptos remedios
obstrucciones predicamentos remordimientos
ocasiones preguntas reparaciones
ofensas prejuicios representaciones
ofertas premios requisitos previos
omisiones preocupaciones responsabilidades
opciones preparaciones respuestas
opiniones prerrogativas restricciones
oponentes presiones resultados
oportunidades principios retos

22
oraciones prioridades revelaciones
órdenes privilegios riesgos
problemas rupturas
palabras procedimientos rutas
La palabra clave

sacrificios sufrimientos ubicaciones


saludos súplicas usos
salvaguardias suposiciones
sanciones valles
secretos tácticas valores
seducciones talentos variedades
seguridades tareas venenos
selecciones temores ventajas
señales tendencias verdades
sentimientos tentaciones veredictos
significados testimonios versiones
signos tiempos vías
símbolos tipos vicios
síntomas títulos victorias
situaciones tragedias violaciones
solicitudes trampas virtudes
soluciones triunfos voces
sorpresas trucos votos

Cuando el ministro use palabras que no aparecen en la lista anterior,


sería bueno que las añadiera para su posible uso en el futuro. Toda palabra
clave, excepto si es muy común, se debe buscar en el diccionario antes de
usarla para estar absolutamente seguro de su significado preciso. Si una
palabra clave es casi adecuada pero no la perfecta, o si suena demasiado
ordinaria o muy formal para la ocasión, es posible que encuentre mejores
alternativas si la busca en un diccionario de sinónimos.
Palabras clave como “puntos” y “cosas” no aparecen en la lista.
La palabra “puntos” hace que los oyentes se percaten demasiado de la
estructura del sermón, y la palabra “cosas” es demasiado genérica. Al
predicador le convendría limitar el uso de otras palabras clave genéricas
como “enseñanzas” y “verdades”. En realidad, el predicador principiante
debe evitar del todo esas palabras, pues su uso le roba oportunidades de
desarrollar palabras clave precisas y llamativas.
Unas cuantas palabras clave parecen prestarse de manera natural
para una proposición de habilidad o para una proposición de obligación.
Por ejemplo, “instrucciones” parece encajar bien en una proposición de
habilidad, y “razones” en una proposición de obligación. El empleo de esas
palabras en forma diferente puede resultar en una mezcla de habilidad y

23
obligación y dar al sermón dos rutas que recorrer en vez de una.
Estrucuración de sermones

Asir la uniformidad
La uniformidad será una de las exigencias mayores de los puntos
principales. Debe haber una “identidad” entre éstos, tanto en concepto
como en fraseología. Cada punto principal debe ser un trozo del mismo
pastel, que es la proposición del sermón. En el caso de una proposición
de habilidad, cada punto principal deberá ser una manera de satisfacer
la proposición. En el caso de una proposición de obligación, cada punto
principal deberá ser una razón para cumplirla.
La palabra clave es el principio del proyecto de construir puntos
principales uniformes. Si la palabra clave es habilidades, cada punto
principal será una habilidad. Si la palabra clave es preocupaciones, cada
punto principal será una preocupación. Esta estructura da al sermón
consistencia y claridad, lo que hace fácil entenderlo y recordarlo.
Cuando se trata de sermones de dos puntos principales que se oponen
uno al otro (uno comunica algo positivo y otro comunica algo negativo),
debe notarse que sólo unas pocas palabras clave sirven para expresar la
relación similar de los puntos con la proposición. Esto se debe a que la
mayoría de palabras clave tienen en sí mismas una connotación positiva o
una negativa. Puede que la connotación sea evidente, como en el caso del
tono negativo de “abusos”, o sutil como en el tono ligeramente positivo
de “habilidades”. No se puede aplicar palabras clave como éstas a los
pares de puntos principales que ilustran algo positivo y algo negativo.
Un posible consejo sería marcar con asterisco algunas palabras clave que
son neutras y lo suficientemente flexibles como para funcionar con dos
puntos principales opuestos, como lo son alternativas, planteamientos,
asociaciones, etcétera.

24
La oración
5
transitiva
Estrucuración de sermones

La oración transitiva razonablemente contesta, en una oración


completa, la pregunta incorporando la proposición y la palabra clave. Sirve
como la última oración de la introducción que prepara el enunciado del
primer punto principal. Se denomina así por el hecho de que sirve como
puente entre la introducción y el cuerpo del mensaje.
En cada uno de los siguientes ejemplos de oraciones transitivas la
proposición aparece en itálica y la palabra clave en negrilla:

Ejemplo #1: Al practicar continuamente tres respuestas, podemos


vivir en paz con los demás.

Ejemplo #2: Al hacer dos preparativos que encontramos en


nuestro texto, podemos estar listos para la segunda
venida de Cristo.

Ejemplo #3: Debido a los beneficios prometidos en toda la Biblia,


debemos regocijarnos en los momentos de prueba.

Ejemplo #4: Debido a las heridas que produce, jamás debemos


albergar amargura

Cada componente que ya se ha tratado, debe ser discernible en cada


uno de estos ejemplos. En el primero son los siguientes:

tema general: paz


tema específico: vivir en paz
proposición: Podemos vivir en paz con los demás.
pregunta: ¿Cómo podemos vivir en paz con los demás?
palabra clave: respuestas

Aunque parezca repetitivo decirlo, es muy importante notar que cada


oración transitiva contiene la proposición y la palabra clave. No se debe
cambiar ninguno de estos componentes para que concuerde con esta
oración. Uno de los puntos fuertes de este patrón de sermones es que se
corrige a sí mismo. Si hay que cambiar la fraseología de la proposición o
de la palabra clave para que concuerde con la oración transitiva, esto sirve
como clara señal de que algo se ha hecho mal. En vez de simplemente
“forzar la medida”, se debe estudiar cada componente estructural para

26
determinar qué es lo que está causando la dificultad. Sí se cumplen
correctamente los pasos del uno al cuatro, el paso cinco será una oración
fácil de formular.
La oración transitiva

Una vez que la oración transitiva esté más o menos correcta, el


ministro debe hacer la pregunta en alta voz, declarar de igual manera la
oración transitiva y escuchar bien para verificar si se trata de una respuesta
razonable a la pregunta. Hacerlo en alta voz realmente ayuda; algunas
cosas que suenan bien en la mente, suenan raras al aire libre.

Variaciones
Al continuar con los cuatro ejemplos anteriores de oraciones
transitivas, vale la pena subrayar algunas variaciones minúsculas de
fraseología. Primero, si cada oración se divide con uniformidad con una
coma, está bien invertir el orden de las dos mitades. En otras palabras,
se puede frasear el primer ejemplo como sigue: “Podemos vivir en paz
con los demás al practicar continuamente tres respuestas”. Se trata de
preferencia personal, o a veces del orden que concordaría mejor con el
fluir de la introducción al sermón.
Segundo, es común (aunque optativo) hacer referencia a la fuente de
los puntos principales en la oración transitiva. Esto se ve en el segundo
y tercer ejemplo en las palabras “que encontramos en nuestro texto” y
“prometidos en toda la Biblia”. Esta referencia evita que la palabra clave
parezca como que se sostiene en el aire, sin estar conectada con ninguna
cosa. Así que los “preparativos” o “beneficios” no son preparativos ni
beneficios cualesquiera, sino los que se toman de un texto específico o de
toda la Biblia.
Si el ministro decide insertar una de estas referencias textuales, la
fraseología puede hacerse de varias maneras. Lo siguiente representa sólo
una pequeña muestra de las posibilidades:

demostrados en la vida de Moisés


enseñados en todo Deuteronomio
vistos en los últimos días de Cristo
descritos en 1 Corintios 13
mencionados en Gálatas 5:22, 23
ordenados por Pablo
ordenados por Pablo en 1 Timoteo 4:12

Sin embargo, al hacer tales referencias el ministro debe verificar que


de hecho ha identificado la verdadera fuente de los puntos principales. Se
declara que la palabra clave proviene de cierta persona o de cierta porción

27
de las Escrituras y que además representa los puntos principales; así que
cada punto principal debe tener como fuente lo que indica la referencia.
Tercero, el número de puntos principales se puede notar en la oración
transitiva. Esto se demuestra en el primer y segundo ejemplo. Como el
Estrucuración de sermones

referirse a la fuente de los puntos principales, referirse a su número


también es optativo. Inclusive se puede hacer juntamente con la referencia
a una fuente, como en el segundo ejemplo, o sin ésta, como en el primero.

Incambiables
Aunque los arreglos e inserciones descritos con anterioridad ofrecen
algo de variedad en la fraseología de la oración transitiva, hay algunos
deberes que no deben ignorarse ni cambiarse, especialmente en el caso del
predicador principiante.
Una proposición de habilidad se debe unir con una oración transitiva
que incluya la palabra “al”. Esta no debe ser una regla que se obedece a
ciegas; por el contrario, debe entenderse. Sí el sermón dice a los oyentes
cómo se puede hacer algo, la fraseología más obvia para la oración
transitiva se encuentra en la frase “Al” de los siguientes ejemplos (palabra
clave en negrilla y proposición en itálica):

• Al poner en práctica las habilidades disponibles en Cristo,


podemos vencer a Satanás.
• Al entregar a Cristo nuestras cargas, podemos vivir sin estrés.
• Al aceptar los desafíos establecidos por el apóstol Pablo, podemos
tener unidad en nuestras iglesias.
• Al cumplir con las exigencias de los diez Mandamientos, podemos
vivir de manera muy diferente a la de los que nos rodean.
• Al librarnos de los enredos del materialismo, podemos manejar
nuestras finanzas como Dios quiere.

La única libertad que un predicador principiante debería tomar con


la oración transitiva de un sermón de habilidad es usar la fraseología "Si",
como en los siguientes ejemplos:

• Si ejercitamos las habilidades disponibles en Cristo, podemos


vencer a Satanás.
• Si nos libramos de los enredos del materialismo, podemos manejar
nuestras finanzas como Dios quiere.

Una proposición de obligación debe ir acompañada de una oración


transitiva que incluya la fraseología “Debido a”. Como antes, esto debe
tener sentido. Si el sermón dirá a los oyentes por qué se debe hacer algo, la

28
fraseología más obvia para la oración transitiva será "Debido a", como en
los ejemplos que siguen (palabra clave en negrilla y proposición en itálica):
La oración transitiva

• Debido a los apetitos que puede despertar en nosotros, debemos


tener cuidado con nuestro manejo del éxito ministerial.
• Debido a las bendiciones que Dios describió en el Salmo 103,
debemos ser agradecidos.
• Debido a los compromisos que serían violados, jamás debemos
participar en el adulterio.
• Debido a los peligros inherentes, debemos evitar la ira.
• Debido a los males que invaden nuestro mundo, debemos ser
agresivos en nuestros esfuerzos por evangelizar.

La única libertad que el predicador principiante debería tomarse con


la oración transitiva de un sermón de obligación es usar la fraseología
"Reconociendo", como en los ejemplos que siguen:

• Reconociendo los apetitos que puede despertar en nosotros,


debemos tener cuidado con nuestro manejo del éxito ministerial.
• Reconociendo los males que invaden nuestro mundo, debemos
ser agresivos en nuestros esfuerzos para evangelizar.

Claro que en todos estos ejemplos la combinación de palabras


concuerda con y refleja el uso común más que algo forzado o algo extraño.
Es decir, “despertar” es algo que sucede con los apetitos, “invadir” es algo
que los males hacen, etcétera. Hay muchas otras palabras que realmente
no describen lo que hacen los apetitos ni los males. No debe olvidarse que
la predicación tiene mucho que ver con el arte o el talento del buen uso de
las palabras. Cuanto más propia y gráficamente sean usadas, tanto mejor
efecto tendrán.
Una regla adicional debe aplicarse a la estructura de la oración
transitiva. No se permite declarar los puntos principales en esta oración.
Por ejemplo, una oración transitiva no debe decir lo siguiente: “Al
despojarnos del afecto que tenemos a las prácticas pecaminosas y a los
estilos de vida inmorales, podemos vivir la vida justa para la que fuimos
creados”. Esta fraseología enuncia los dos puntos principales, “prácticas
pecaminosas” y “estilos de vida inmorales”. La oración transitiva no
debe servir para anunciar los puntos principales, sino en preparación del
anuncio del primer punto principal. Así que el ejemplo debe ser fraseado
como sigue: “Al despojarnos de dos afectos, podemos vivir la vida justa
para la que fuimos creados”. Entonces el predicador está listo para decir:

29
“El primer afecto del que debemos despojarnos es nuestro afecto a las
prácticas pecaminosas”.
Al mirar panorámicamente los ejemplos de oraciones transitivas en
este capítulo, es claro que cada una prepara exactamente para el enunciado
Estrucuración de sermones

del primer punto principal. Después de escuchar la oración transitiva, la


mente imagina escuchar: “Y la primera [palabra clave] es...”. Con esto, el
predicador enuncia el primer punto principal y entra en el desarrollo de
los puntos secundarios de éste. De esta manera, la oración transitiva ha
cumplido con su propósito.

30
6
Puntos principales
Estrucuración de sermones

Los puntos principales deben ser descritos por la palabra clave y deben
destacar las divisiones principales del sermón. Algunas palabras clave, por
definición, exigen puntos principales que son declaraciones u oraciones.
Sin embargo, otras palabras clave permiten puntos principales de una o
dos palabras, o de frases. Cualquiera que sea el caso, cada punto principal
puede contener una sola idea.
Muchos ministros encuentran que “la tarea dura” en la elaboración
del sermón, es fijar los puntos principales, especialmente si se trata del
sermón expositivo, en el que los puntos principales provienen únicamente
del texto. Después de todo, los cinco pasos anteriores están equivocados si
no concuerdan con los puntos principales. Por tanto hay un sentido en que
esta porción del proceso de elaboración presiona todos los otros elementos.

Valor
Cualquier dificultad que presente el construir puntos principales, es
más que compensada por la contribución que aportan al sermón los puntos
principales sólidos. Fracturar lo completo (la proposición) en sus partes
(los puntos principales) y unir esas partes clara y coherentemente (a través
de los puntos secundarios) es lo que persuade a los oyentes a aceptar la
proposición. Y el convencer a alguien a que acepte la proposición y actúe
según ésta, es el propósito de predicar un sermón.
Básicamente, pues, los puntos principales unifican el sermón y ofrecen
a los oyentes el mapa que el sermón seguirá. Se le pide a la gente pasar de
donde está hacia donde debería estar. Los puntos principales marcan la
ruta; guían paso a paso a los oyentes. Un sermón sin puntos principales
comúnmente se extravía y se ataja, lo que tiende a confundir a las personas.
El valor de los puntos principales para los oyentes puede expresarse
muy sencillamente: (1) Cuando los puntos principales son fáciles de captar,
hacen que el sermón sea fácil de entender. (2) Los puntos principales hacen
que el oyente “capte y entienda” a la vez que hacen el sermón fácil de
recordar. Si el ministro invierte su corazón, tiempo y energía en construir
el sermón, seguramente querrá que sea lo más fácil de captar, comprender
y recordar que pueda ser. Por tanto, los puntos principales valen todo
el esfuerzo y toda la búsqueda de Dios que puedan ser necesarios para
construirlos bien. Son, de hecho, la potencia del mensaje.

Normas prácticas
Puesto que existen varias normas que se deben considerar u obedecer

32
en la construcción de los puntos principales, probablemente no hay mejor
manera de presentarlas que en la siguiente enumeración.
Puntos principales

(1) Los puntos principales se deben frasear lo más claramente posible,


con la mayor precisión y con la menor cantidad de palabras. Si una
palabra se “aproxima” pero no es lo suficientemente aguda ni precisa, un
buen diccionario de sinónimos probablemente generará mejores opciones.
(2) Un conjunto de puntos principales debe tener igual talla o peso. Un
ejemplo de no hacerlo así sería lo que sigue:

I. Engañoso
II. Codicioso
III. Ofensivo

Los primeros dos puntos se refieren a pecados de tal gravedad como


para ser prohibidos por los Diez Mandamientos, mientras que el tercer
punto principal puede que no sea un pecado en sí. Si el tercer punto fuera
reemplazado por “no confiable”, éste podría servir como punto secundario
bajo “Engañoso”, en vez de punto principal diferente a “Engañoso” y sin
equivalencia.
(3) Los puntos principales deben ser uniformes en concepto y fraseología.
Se espera que al hacer concordancia con la palabra clave se encargará de la
porción de “concepto” en la estipulación. Ahora sigue un ejemplo de puntos
principales que no son conceptualmente similares o paralelos:

I. La oportunidad
II. Amar a otros
III. Cómo fallan los líderes
VI. Haz todo lo que se requiere

Un bosquejo como este podría servir para la historia del buen


samaritano, pero sería muy difícil de predicar e igualmente difícil de
entender y recordar. Es muy grande el salto de punto principal a punto
principal, puesto que los puntos principales son muy diferentes el uno del
otro. Afortunadamente, no existe palabra clave que permita tal colección
de puntos principales. El componente de la palabra clave en la construcción
del sermón, empleado correctamente, exigiría más igualdad conceptual
que lo que contiene este ejemplo.
Sin embargo, cuando los puntos principales ya sean uniformes
en concepto, puede que exijan algo de refinamiento para ser también
uniformes en fraseología. Para obtener esto, el ministro debe atender a la

33
extensión y al orden de la fraseología de los puntos principales. Por ejemplo,
si un punto principal es de una oración, los otros deben ser de extensión
semejante. Sin embargo, si un punto principal es de dos palabras, los otros
deben concordar. En cuanto al orden de las palabras (la sintaxis) también
Estrucuración de sermones

debe haber “igualdad” entre los puntos principales. Por ejemplo, un


conjunto de puntos principales podría ser fraseado “sustantivo-adjetivo”.
Otra colección de puntos principales podría ser ordenada “sustantivo-
verbo-objeto”.
Lo que sigue muestra un bosquejo de Efesios 6 que no tiene
uniformidad en extensión ni en orden/sintaxis de puntos principales, y
un bosquejo corregido que refleja la uniformidad correcta. Se deben notar
dos cosas en el bosquejo uniforme. Primero, no cambia la sustancia ni el
enfoque de los puntos principales; simplemente perfecciona la idea básica
de cada punto principal. Segundo, el bosquejo uniforme es mucho más
fácil de captar, de entender y de recordar para los oyentes que el bosquejo
no uniforme. Esta es la razón por la que el ministro se debe preocupar por
el perfeccionamiento adicional.

No uniforme:
I. Satanás es el enemigo
II. La estrategia de Dios
III. Equípense
IV. La victoria es nuestra

Uniforme:
I. El enemigo en la batalla
II. La estrategia en la batalla
III. El equipo en la batalla
IV. El resultado en la batalla

Es importante que el predicador se dé cuenta de que en ocasiones


muy inusuales—sin dar lugar a la pereza ni al desaseo—es imposible
frasear los puntos principales con perfecta uniformidad. La meta es
frasearlas con la mayor uniformidad posible sin oscurecer “el propósito
del punto”. Un sermón de Éxodo 33:12-19 reconoce los tres “latidos del
corazón” del ministro:

I. Dios, a salva tu pueblo


II. Dios, separa a tu pueblo
III. Dios, muéstrame tu gloria

Obviamente hay algo de diferencia entre el fraseo del tercer punto y el

34
de los primeros dos. Esto es inevitable, puesto que los primeros dos puntos
piden algo de Dios a favor del pueblo, mientras que el tercer punto pide
algo de Dios a favor del ministro. Sin embargo, el tercer punto es fraseado
Puntos principales

tan igual a los primeros dos como fue posible, tanto en extensión como en
orden o sintaxis.
(4) Aunque se debe considerar que la uniformidad es obligatoria,
las técnicas literarias como la aliteración (empezar la primera palabra
o palabra principal de cada punto principal con la misma letra), el
acróstico (deletrear una palabra usando la primera letra de cada punto
principal), la alfabetización y el orden A-B-C, pueden servir como
opciones. Se deben aplicar tres estipulaciones al uso de cualquiera de
estas técnicas. Primero, jamás se deben aplicar con el fin de mostrarse
ingenioso. Un objetivo correcto sería hacer los puntos principales más
fáciles de captar, entender y recordar. Segundo, ninguna técnica singular
se debe usar con tanta frecuencia que se vuelva predecidle y aburrida.
La aliteración, particularmente, parece ser propensa al uso exagerado.
Tercero, jamás se debe obligar a que una técnica se conforme. Si un
sermón tiene dos puntos principales que empiezan con “S”, no debe
sacrificarse la claridad del tercer punto principal para usar otra palabra
que empieza con “S”.
(5) Se determina el número de puntos principales por el uso del
siguiente lema: la menor cantidad posible pero cuántos fueran necesarios.
En otras palabras, si el mismo material se puede presentar con un punto
principal menos, uno menos sería mejor, porque menos es más fácil de
captar, entender y recordar que más. Sin embargo, si es necesario otro
punto principal para hablar de la materia, se debería usar.
En la cultura estadounidense, este lema resulta visualmente en
sermones que contienen de dos a cuatro puntos principales. Es verdad que
los estadounidenses probablemente no recordarán cinco o más puntos
principales, aunque sean tan breves como la bendición final del culto.
Posiblemente dentro de esta cultura debería ser muy inusual exceder el
límite de dos a cuatro puntos, y cuando éste sea el caso, el predicador
debería poder darse una razón de hacerlo así.
Si un sermón parece tener demasiados puntos principales, muchas
veces se pueden juntar varios de ellos. Por ejemplo, en vez de predicar
un sermón de diez puntos sobre Éxodo 20, se podrían agrupar los Diez
Mandamientos en dos puntos principales: responsabilidades para con
Dios, y responsabilidades para con los hombres.
(6) El orden de los puntos principales no debe hacerse sin atención o
arbitrariamente, sino con la debida atención y con el propósito de servir
los fines del sermón. Si, por ejemplo, se presentan las historias de tres

35
individuos que demostraron un espíritu de servicio, inadvertidamente el
ministro podría ordenarlos en orden cronológico:
Estrucuración de sermones

I. Moisés
II. Jesucristo
III. Pablo

Sin embargo, al predicarse, este sermón sería anticlimático. Alcanzaría


su cúspide con la discusión acerca de Cristo, pero de allí en adelante
lucharía precariamente por mantener el impulso. Un arreglo mejor sería
el siguiente:

I. Un ejemplo del Antiguo Testamento—Moisés


II. Un ejemplo del Nuevo Testamento—Pablo
III. El ejemplo perfecto—Jesucristo

En el segundo arreglo el orden ayuda al sermón en vez de estorbarlo.


Cualquier discusión del orden de los puntos principales presenta el
asunto de reorganizar los puntos del orden en que aparecen en su texto.
Por ejemplo, en Juan 14:6 Cristo declara ser “el camino, y la verdad, y la
vida”. En 1 Timoteo 4:16 Pablo amonesta a un joven predicador a vigilar su
vida y doctrina. ¿Se permite predicar estos puntos en otro orden?
Está bien reorganizar el orden bíblico, siempre y cuando este orden
no tenga ningún significado particular, ningún propósito hermenéutico o
doctrinal para mantenerlo. En los dos ejemplos citados, el orden no parece
tener ningún significado en sí mismo. Así que estaría bien que un filósofo
explicara cómo conoció a Jesús como la verdad, cómo se dio cuenta de que
Jesús tenía que ser el camino y finalmente, cómo recibió de Él nueva vida.
También estaría bien predicar sobre el desafío menor de vigilar la doctrina
de uno antes de predicar sobre el desafío mayor de vigilar la vida.
El sermón no sólo permite cambiar el orden de los puntos principales
de su orden en el texto; el sermón debe hacerlo si un orden diferente sirve
al movimiento y a la estructura que exige la presentación.
(7) Los puntos principales jamás se deben aplicar al texto; siempre
se deben sacar del texto. En otras palabras, los puntos principales deben
decir lo que la Biblia dice, no lo que el predicador desea que la Biblia diga.
No se debe forzar el uso de los pasajes de las Escrituras, ni violar las reglas
de hermenéutica para generar puntos que realmente no existen.
Claro que ningún ministro piensa que haría algo como el manejo
impropio de la Biblia, pero probablemente todo ministro es tentado
a hacerlo de vez en cuando. Un bosquejo se puede componer muy

36
impresionantemente, excepto en una pequeña parte. Es fácil querer
dar un “empujón” a esa partecita. El predicador debe recordar que
está impartiendo la única preparación en el uso correcto de la Palabra
de Dios que muchos recibirán. Si la gente entra a su semana y practica
Puntos principales

lo que se predicó en el sermón dominical, se espera que practique una


hermenéutica sana.
Esta norma no significa que cada punto principal tiene que estar
literalmente fundado en la Biblia. Como en el caso de la predicación
de un sermón de dos puntos sobre Éxodo 20, los puntos principales de
“responsabilidades para con Dios” y “responsabilidades para con los
hombres” en realidad no se declaran en el pasaje. Sin embargo, éstos
son los rótulos que con exactitud reflejan las verdades que se hallan en
Éxodo 20.
(8) En un conjunto de puntos principales, cada uno debe ser distinto a
los otros. Un punto principal jamás debe confundirse ni coincidir en parte
con otros puntos principales. De no ser así, el sermón entero empezaría a
mezclarse en una gran masa y perdería la razón de tener puntos principales.
Guardar la distinción entre puntos principales es particularmente
desafiante ante la gran cantidad de literatura que se encuentra en las
Escrituras. No se limita a la poesía ni a los Proverbios ni aun al Antiguo
Testamento. Si el ministro va a predicar sobre Deuteronomio 6:5 o Mateo
22:37, primero debe determinar si “corazón, alma y fuerza” o “corazón,
alma y mente” son en realidad tres maneras distintas de amar a Dios, o
tres maneras de decir lo mismo, es decir, amar a Dios con todo el ser.
Una manera de detectar la coincidencia de puntos principales al
construir el sermón es darse cuenta de si algunos puntos secundarios
cabrían igualmente bajo otro punto principal o mejor que bajo el punto
principal al que están asignados. Si este fuera el caso, los puntos principales
exigirían una distinción más clara y firme el uno del otro.

Enunciar los puntos principales


Aunque este libro trata más con la preparación de sermones que con la
presentación de ellos, valdría la pena destacar algunas recomendaciones
acerca del enunciado de los puntos principales. La oración transitiva es
el preparativo perfecto para el enunciado del primer punto principal.
Por ejemplo, después de decir: “Al adoptar los rasgos modelados por el
apóstol Juan, podemos ser pastores afectivos de nuestra grey”, es fácil
aducir: “El primer rasgo que debemos adoptar es...” y con esto enunciar
el primer punto principal. ¿Pero qué del enunciado de los puntos
principales subsiguientes?
La mejor manera de enunciar cada punto principal adicional es usar
una oración muy semejante a la oración transitiva. No tiene que ser igual

37
cada vez, para que suene muy formal a los oyentes, pero sí debe contener
la palabra clave y una referencia a la proposición. Al usar la palabra clave,
se sugiere a los oyentes que deben captar cada punto principal. Al referirse
Estrucuración de sermones

a la proposición, se mantiene la conexión entre los puntos principales y la


totalidad del sermón.
Además de incluir la palabra clave y la proposición en la oración del
enunciado, podría ayudar a los oyentes enumerar cuál punto principal
está por enunciarse, y declarar nuevamente todos los puntos que ya se
han presentado. Uniendo todas estas recomendaciones, el enunciado de
un tercer punto principal quizás sería como el siguiente:
No sólo debemos adoptar el rasgo del [primer punto principal] y del
[segundo punto principal], en tercer lugar debemos adoptar el rasgo del
[tercer punto principal] si es que deseamos ser pastores sensibles.
A veces un enunciado extremadamente claro, como éste, le parece
demasiado claro al ministro. Esta impresión brota de un entendimiento
tan bueno del sermón que hace parecer innecesaria tal ayuda. Sin embargo,
es casi imposible ser “demasiado claro” en el enunciado de los puntos
principales para los oyentes que escuchan el sermón por primera vez.

38
7
Puntos secundarios
Estrucuración de sermones

Cada uno de los puntos principales del sermón exigirá el desarrollo


adicional que proporcionan los puntos secundarios. Se debe entender que
al decir “punto secundario” se incluye todo el material que viene bajo un
punto principal. Si se emplea el uso normal del bosquejo, y si los puntos
principales se designan con cifras romanas, los puntos secundarios no son
solamente el nivel de material A-B-C, sino el nivel 1-2-3, el nivel a-b-c y
todos los otros niveles que aparecen en una porción de puntos secundarios.
Los maestros de homilética difieren entre sí con respecto a la tarea
asignada a un conjunto de puntos secundarios. Son largas y fastidiosas
algunas enumeraciones de lo que los puntos secundarios pueden o deben
ganar a favor del punto principal. Es mucho más fácil reunir todas las
posibilidades bajo sólo tres simples labores: explicación, aplicación e
ilustración. Claro que esto no significa que cada punto principal tendrá
sólo tres puntos secundarios. Ni quiere decir tampoco que las tres labores
tienen que hacerse en el orden mencionado. Lo que sí quiere decir es que
a través de todo el material de punto secundario, se debe hacer tres cosas
para el punto principal: explicarlo, aplicarlo, ilustrarlo. Se deben hacer las
mismas tres cosas para el punto principal que sigue, etcétera.

Puntos secundarios explicativos


Los puntos secundarios explicativos hacen exactamente lo que su
apelativo indica—explicar el punto principal. Éstos dan el entendimiento
adicional necesario para entender y apreciar mejor el punto principal.
La mayor parte de los puntos secundarios en una sección de puntos
secundarios, será de esta clase. Muy pocos puntos secundarios serán de
aplicación o ilustración.

Explicación bíblica
Para hacer la explicación de una manera que el sermón resulte
lleno de las palabras de Dios antes que de las palabras del hombre, la
mayor parte de los puntos secundarios explicativos deben ser puntos
secundarios bíblicos. Esto quiere decir que se usan pasajes de la Palabra
de Dios para dar clarificación, apoyo y profundidad al punto principal.
En un sermón expositivo, estos versículos bíblicos se encuentran en
el texto mismo. En un sermón textual o en un sermón temático, se
encuentran en toda la Biblia.
Sin embargo, los puntos secundarios bíblicos no se componen al
incorporar versículos de las Escrituras a un bosquejo de sermón. Hacerlo

40
así haría que el sermón suene como la lectura de una concordancia. Un
punto secundario de Juan 3:16 no es asunto de sólo leer o citar Juan 3:16
a los oyentes. Un punto secundario bíblico contiene el conocimiento que
Puntos secundarios

el ministro desea compartir basado en Juan 3:16. Lo hace en sus propias


palabras. Podría parecerse a lo siguiente:

I. El amor de Dios
A. Es un amor generoso (Juan 3:16)

En la pronunciación de este punto secundario, el predicador


probablemente leería o citaría Juan 3:16, y posiblemente invitaría a los
oyentes a buscar el pasaje antes de hacerlo él. Pero Juan 3:16 no es el punto
secundario; es la referencia de la que proviene el punto secundario.
Solamente en ocasiones muy inusuales sería aceptable que el punto
secundario contuviera la fraseología precisa de la referencia bíblica. Esto
sucede cuando una palabra o una breve frase del pasaje no se puede
expresar en ninguna otra manera. Por ejemplo, referente al fruto del
Espíritu en Gálatas 5:22, 23 podría hacerse una enumeración de nueve
puntos secundarios. Pero aun al hacer esto, debería seguir una breve
explicación de cada palabra o de cada frase. El ministro debe recordar que
estos puntos secundarios bíblicos son puntos secundarios explicativos, así
que el objetivo es explicar, no citar.

Número de puntos secundarios bíblicos


Cada punto principal debe tener no sólo uno o dos, sino varios
puntos secundarios bíblicos. Claro que aunque es bueno que haya varios,
eso no significa que necesariamente es mejor. El objetivo es explicar
completamente el punto principal, pero no hasta su último detalle. El
oyente trata de digerir un mensaje mental, emocional y volitivamente.
Cuando hay una “sobrecarga de información”, el oyente tiende a apagar los
mecanismos más lentos—el sistema emocional y el volitivo—y a enfocar
todos sus esfuerzos en digerir mentalmente la presentación. Esto resulta en
obtener el acuerdo intelectual del oyente sin tocar ni cambiar su corazón
ni su voluntad.
Con la excepción de decir “varios”, no hay un número mágico para
los puntos secundarios bíblicos en un sermón. Obviamente, eso depende
en parte de la cantidad de tiempo que se ocupe en cada uno y de cuántos
puntos principales tenga el sermón. Sería aconsejable que el ministro
evalúe si es que tiende a valorar excesivamente los sentimientos o la
información. La primera categoría necesita prevenir que no haya muy
pocos puntos secundarios y la segunda que no haya demasiados.

41
Más de un punto secundario bíblico puede provenir de un versículo
de la Biblia. Se dio un ejemplo en los nueve aspectos del fruto del Espíritu
que se mencionan en dos versículos. Como ejemplo adicional, cada uno de
Estrucuración de sermones

los dos pronombres relativos “que” en Juan 3:10 podría generar su propio
punto secundario:

1. El amor de Dios
A. Resulta en su sacrificio (Juan 3:10)
B. Resulta en nuestra salvación (Juan 3:10)

El objetivo, especialmente en la predicación expositiva, es sacar a la


luz cada detalle relacionado que esté presente. Así que sería común extraer
más de un punto secundario de cada versículo. Claro que esto no puede
llevarse a extremos para respaldar las generalidades ni la subdivisión
excesiva. El predicador debería poder señalar la palabra o la frase en el
versículo que genera el punto secundario, y señalar otra palabra u otra
frase que genere otro punto secundario, como vimos en el ejemplo de
Juan 3:16.

Mantener la conexión con el sermón


Es sumamente importante que cuando el ministro trate de localizar
meticulosamente los puntos secundarios bíblicos, la porción de los puntos
secundarios no cobre vida y se desconecte de la totalidad del sermón. Un
sermón de tres puntos principales, y consecuentemente de tres porciones
de puntos secundarios, no debería parecerse a tres sermoncitos acerca
del mismo número de temas diversos. Es la proposición la que mantiene
singular el enfoque del sermón. Por lo tanto, un punto secundario se
debe incluir en el sermón sólo si se conecta con el punto principal y la
proposición. El siguiente ejemplo demuestra esto:

proposición: Debemos obedecer a Dios



pregunta: ¿Por qué debemos obedecer a Dios?
palabra clave: bendiciones
transición: En razón de las bendiciones que resultarán, debemos
obedecer a Dios.

I. Paz
A. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
B. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

42 En este bosquejo, la paz se presenta como una de las bendiciones que


resultan de obedecer a Dios. No se supone que los puntos secundarios que
siguen rendirán una discusión general del tema de la paz. Más bien, deben
Puntos secundarios

hablar de la paz particularmente en lo referente a ésta como un resultado


de obedecer a Dios.
A veces los puntos secundarios permanecen casi automáticamente
conectados a la proposición; otras veces la conexión tiene que hacerse
de manera consciente y mantenerse constantes. Por ejemplo, el siguiente
bosquejo se toma de 2 Timoteo 1:7:

Tema general: la timidez


Tema específico: eliminar la timidez
Proposición: Podemos eliminar la timidez en nuestro ministerio.
Palabra clave: remedios
Transición: Al aceptar tres remedios que Dios dispensa, podemos
eliminar la timidez en nuestro ministerio.

Puntos Principales:
I. Potencia
II. Amor
III. Autodisciplina

El primer punto principal es un obvio remedio para la timidez, pero la


conexión entre los puntos principales II y III se tendrá que suplir a través
del comentario de los puntos secundarios.

Arreglo de los puntos secundarios bíblicos


Con respecto a la construcción de la porción entera de puntos
secundarios bíblicos, el objetivo no es sólo explicar completamente el
punto principal, sino también arreglar toda esta explicación de modo
que muestre orden y progresión. Esto es muy diferente a lanzar puntos
secundarios hacia el punto principal de manera arbitraria y sin tino. El
arreglo debe llevar a los oyentes paso a paso por una presentación lógica
del punto.
Una manera—-entre varias—de hacer esto es usar una “palabra clave
secundaria” para el nivel A-B-C de puntos secundarios. Por ejemplo,
si la paz es una bendición que resulta de obedecer a Dios (siendo que
“bendiciones” es la palabra clave del sermón), la porción de puntos
secundarios de este punto principal se podría desarrollar detallando las
“razones” (palabra clave secundaria) por las que la paz resulta de obedecer.
El nivel A-B-C de puntos secundarios compondría estas razones. La

43
misma ‘’palabra clave secundaria” (razones) podría usarse nuevamente
para otras porciones de puntos secundarios o, mejor aún, se podría usar
otra “palabra clave secundaria” para cada porción de puntos secundarios.
Estrucuración de sermones

Falta advertir algo referente a la pronunciación de un sermón


que emplea “palabras clave secundarias”. Cuando un sermón es tan
uniforme como para dividir la proposición en sus partes iguales I-I-II,
usar la palabra clave y también los puntos principales I-I-II en sus partes
iguales A-B-C usando una sola “palabra clave secundaria”, será una
tentación enumerar verbalmente cada una de estas, al parecer valiosas,
divisiones de información. Esto puede resultar en enumeraciones entre
enumeraciones, listas entre listas y puede perder la atención de muchos
de los oyentes. Sólo el predicador más talentoso puede usar números para
listar los puntos principales y uno de los niveles de puntos secundarios
sin causar confusión. A menos que el ministro esté seguro de poseer esta
rara habilidad, es mejor que reconozca que será un éxito si los oyentes
recuerdan sólo los puntos principales y por consiguiente, concretarse a
limitar cualquier lista a una simple mención. El nivel A-B-C de puntos
secundarios y, de vez en cuando, hasta una valiosa sección de 1-2-3, puede
ser casualmente ordenado con el uso de frases, que es menos notable que
el uso de números.
A veces el sermón tenderá a desarrollar de manera semejante cada
porción de puntos secundarios. Por ejemplo, bajo cada punto principal
podría haber los siguientes puntos secundarios A-B:

A. Lo que le corresponde a Dios


B. Lo que nos corresponde a nosotros

O podría haber la siguiente división A-B-C bajo cada punto principal:

A. La causa
B. El resultado
C. La solución

Esta aplicación puede ser interesante y eficaz, siempre y cuando no se


haga con mucha frecuencia. El ministro debe también tener cuidado de
que después de haber usado un arreglo como este para varias porciones de
puntos secundarios, no tenga que forzarlo en una porción final de puntos
secundarios sólo por mantener el arreglo en todo el sermón.
La composición de una porción de puntos secundarios a menudo no es
asunto de dividir en sus partes un punto principal, como en los ejemplos
anteriores, sino de una progresión en la discusión del punto principal.

44
Como ya se explicó, esto no es lo mismo que arbitrariamente y sin rumbo
“lanzar” puntos secundarios hacia el punto principal. Un arreglo paso a
paso puede y debe ser efectivamente tan ordenado como un arreglo de
división por división.
Puntos secundarios

Sin embargo, se debe notar que la discusión regularmente exige que


se preste atención adicional a la conexión clara y fluida de los puntos
secundarios en la presentación. No se les debe pedir a los oyentes que salten
de punto secundario a punto secundario. Cierta clase de oración transitiva
ayudará a la gente a hacer la transición sin apresuramiento ni incomodidad.
El predicador que tiene dificultad en frasear espontáneamente tales
oraciones, deberá añadirlas antes a las notas de predicación.
Aunque parezca extraño, el predicador que necesita mejorar su talento
en este aspecto podría aprender de las transiciones que se hacen en las
noticias de la televisión. Con frecuencia dos informaciones que parecen
no tener nada en común deben ser conectadas para evitar precipitación e
incomodidad en el fluir del reportaje, y a la vez emplear transiciones con
mucho talento para lograrlo. Se espera que ningún punto secundario sea
tan disparejo, pero siempre se requiere una buena transición.
Cuanto más ordenada sea una porción de puntos secundarios
elaborados sobre papel, tanto más fluida y clara será automáticamente
su predicación desde el pulpito. Son demasiadas las ocasiones en que el
ministro y la congregación luchan durante la presentación de un sermón
simplemente porque el ministro no trabajó lo suficiente durante la
estructuración u orden del sermón.

Evitar la coincidencia
Así como es importante evitar la coincidencia y la obscuridad entre
los puntos principales, lo mismo debe hacerse en los puntos secundarios.
Ningún punto secundario debe repetir lo que ha dicho el punto principal,
ni tampoco ningún punto secundario debe repasar la materia de otro
punto secundario.

Otros puntos secundarios explicativos


Se dedica mucha atención a los puntos secundarios de explicación
bíblica, puesto que es esencial que el mensaje esté lleno de la Palabra
de Dios antes que de las palabras del hombre. Aunque estos puntos
secundarios deben comprender la mayor parte de los puntos secundarios
explicativos, algunos de éstos no tendrán referencia a la Biblia. Está
bien que el ministro inserte aclaraciones personales que clarifiquen aun
más el punto principal. De hecho, está bien y hasta puede ser necesario
que ciertos puntos secundarios sirvan como el cemento o la conexión
entre otros puntos secundarios. Estos también son puntos secundarios

45
explicativos y, aunque se usan con muy poca frecuencia, siempre tienen
un lugar importante en el desarrollo claro y completo del punto principal.
Estrucuración de sermones

Puntos secundarios aplicativos


Los puntos secundarios aplicativos, aunque no sean de ninguna
manera tan numerosos como los puntos secundarios explicativos, tienen
un lugar muy importante en el mensaje. Éstos especifican para el oyente
exactamente cómo debe impactar cada punto principal la vida diaria.
No hacen esto en generalidades sino en términos prácticos y específicos.
Declaran exactamente cómo el punto principal deberá encarnarse en la
vida diaria de las personas.
Una manera de entender y formular mejor los puntos secundarios
aplicativos es pensar en los interrogantes periodísticos quién, qué, dónde,
cuándo y cómo. Por ejemplo, si el punto principal tiene que ver con amar
a los demás, un punto secundario aplicativo debe hacer mucho más que
sólo enunciar que nos hace falta demostrar amor a los demás. Esto es
tan débil que ni se puede llamar aplicativo. En vez de eso, se debe usar
uno de los interrogantes periodísticos para generar ejemplos prácticos y
específicos. “Quién” se podría usar para invitar a la congregación a amar
a las personas de cierta categoría, a quienes normalmente no es fácil amar:

Necesitamos extender nuestro amor a los niños del


vecindario que nunca parecen tener con quién jugar,
a los estudiantes que día tras día se sientan solos en la
cafetería de la escuela, al padre de familia o al compañero
de trabajo de quien a los otros siempre les gusta chismear.

O se podría usar “Cuándo” para designar algunos de los momentos


más oportunos para demostrar amor:

Cuando parece que a una persona siempre la dejan


fuera del grupo, necesitamos demostrarle amor. Cuando
alguien tiene dificultad en entender algo en la escuela o
en cumplir con su trabajo, debemos demostrarle amor.
Cuando algún conocido está luchando con dificultades
emocionales, físicas o económicas que parecen
abrumadoras, necesitamos demostrarle amor.

Lugar de la aplicación
Es muy fácil que los que reciben un sermón estén de acuerdo
teóricamente con la declaración que se ha hecho; sin embargo, la

46
especificidad de un punto secundario aplicativo sólido presiona a la
persona para que evalúe el asunto como si lo estuviera practicando. Es tan
preciso y práctico que es difícil negar la aplicación. Cuando ésta última
aparece en forma negativa e identifica lo que no debe ser, o cuando aparece
Puntos secundarios

en forma positiva e identifica lo que debe ser, es posible que sea una de las
porciones más potentes de todo el sermón.
Además de corregir el comportamiento, los puntos secundarios
aplicativos pueden también desafiar la imaginación. Por ejemplo, si se
dirige a ministros, en vez de indicar que una verdad de la Palabra de Dios
puede “fortalecer nuestro ministerio”, un punto secundario aplicativo
sería específicamente decir que esa verdad “cambiará la manera en que
visitamos a una persona en la cárcel, en que oramos con los familiares
del enfermo que está en el hospital, en que aconsejamos al niño cuyos
padres se están divorciando”. Los oyentes que podrían quedar poco
interesados en una instrucción general con la que todos están de acuerdo,
son súbitamente aprehendidos o “capturados” por las especificidades
conmovedoras de la aplicación.

Específicos múltiples
Los puntos secundarios aplicativos deberían mencionar varios
ejemplos para poder relacionarse con el mayor posible número de
personas. Si se ofrece sólo un ejemplo y éste tiene que ver, digamos, con el
trabajo fuera del hogar, muchos no serían corregidos ni motivados puesto
que no trabajan fuera del hogar. Lo mismo sucede si la singular aplicación
tiene que ver con la crianza de los hijos, con la vida económicamente
cómoda, con ser un adulto o con cualquier otro asunto. Con múltiples
ejemplos, cada uno toca la vida diaria de las personas de diversos grupos.
Aun cuando los oyentes son un grupo homogéneo en algún aspecto,
como lo sería un grupo de jóvenes o un grupo en un hogar de ancianos,
hay suficiente diversidad para que sean necesarios múltiples puntos
secundarios aplicativos.
Es obvio que una especificidad como ésta exige de un conocimiento
de los oyentes. Un misionero principiante en otro país o un evangelista
itinerante no conocerá a la congregación local tan bien como lo desearía,
pero sí es posible lograr cierto nivel de especificidad basado en un
conocimiento general del país o de la cultura. El estudiante de homilética
que quiere practicar la composición de poderosos puntos secundarios
aplicativos, debe imaginarse que se dirige a oyentes a quienes conoce bien,
como a los de su iglesia local. Con frecuencia, cuando se puede predicar
un sermón dos o más veces, lo que exige nueva composición son los puntos
secundarios aplicativos, para que “apunten” tan específicamente como sea
posible hacia el nuevo grupo de oyentes.

47
Reconociendo que la aplicación se compone de varias frases u
oraciones en serie, debe notarse que la expresión de estas frases exigirá
suficiente conocimiento como para no depender de notas. Un comentario
tan personal y conmovedor parecerá artificial si el predicador mira sus
Estrucuración de sermones

notas entre cada frase u oración. El predicador debe arreglar sus notas y
usarlas de tal manera que con un vistazo pueda captar un punto secundario
aplicativo completo.

Posibles abusos
La aplicación no debe confundirse con disparatar con cosas que
despiertan el mal humor, ni con hablar repetidamente de las causas
personales. El predicador no debe forzar sus convicciones personales en
los demás desde el pulpito. Hay pocos abusos como éste que harían que los
oyentes dejen de escuchar tan pronto. Los puntos secundarios aplicativos
se apropian legítimamente de las verdades bíblicas, sin dar lugar al debate.
No se debe pensar que la aplicación es una invitación a la crítica
continua de los demás. El ministro siempre debe defenderse de la actitud
en el corazón o en el sermón que diga: “Yo tengo la razón, todos los demás
están equivocados en varios asuntos, y a mí se me ha delegado el revelar
todas sus maldades”. El ministro que tiende a ser muy crítico haría bien en
frasear las aplicaciones correctivas en forma positiva antes que en forma
negativa. También haría bien en usar aplicaciones desafiantes antes que
aplicaciones correctivas.
Se puede decir que los oyentes tienen que “permitir” que el ministro
predique los puntos secundarios aplicativos, especialmente los de
corrección. Puesto que estos comentarios son tan personales y cortantes,
el predicador no puede parecer arrogante ni brusco. Si así lo parece, los
oyentes no le darán el “permiso” y resistirán y resentirán las aplicaciones
en vez de recibirlas. Si hay un solo momento del sermón en el que el
ministro debe actuar como gentil pastor de ovejas es cuando presenta
los puntos secundarios aplicativos. No puede parecer fácil ni agradable
meterse en lo personal de la vida y hacer cambios; esto debe hacerse con
la cortesía que corresponde.
Una valiosa recomendación es usar las palabras “nosotros” y “nuestro”
en la aplicación en vez de “ustedes”. Esta es una pequeña manera en
que el ministro se puede incluir en la corrección o en el desafío que ha
propuesto, en vez de dar la impresión que él tiene la razón y los demás
están equivocados. Usar la palabra “nosotros”, junto con una mentalidad
de “nosotros”, es la mejor manera de presentar las potentes verdades
contenidas en los puntos secundarios aplicativos.
Vale mencionar una advertencia adicional, El ministro jamás debe
usar un punto secundario aplicativo para dirigirse a una persona en

48
particular. Si es necesario tratar con el error de una persona o de un grupo
de personas, es probable que el foro correcto no sea el pulpito.
Puntos secundarios

Puntos secundarios ilustrativos


En algunas esferas, la ilustración se ha usado tan repetidamente que al
predicador le podría parecer mejor no usar ninguna. Sin embargo, Jesús,
el sumo predicador, era también el sumo ilustrador. Si ha de seguir su
ejemplo, el ministro querrá ilustrar y querrá hacerlo correcta y eficazmente.

Valor de la ilustración
Hay varios valores en usar ilustraciones en el sermón. Primero,
aumentan la atención y el interés del oyente. Segundo, mejoran la relación
entre el ministro y la congregación. Debido a estos dos valores, a muchos
ministros les gusta incluir una ilustración en la introducción al sermón
para así establecer lo antes posible la combinación de atención y afecto.
Tercero, las ilustraciones tocan las emociones. Este es un valor tan
crítico que a veces ayuda a determinar lo que es o no es ilustrativo. Es
verdad que se puede llevar a un extremo el tocar las emociones y se puede
producir un mensaje que no es más que ilustración; pero también se
puede nacer demasiado poco y entregar un mensaje que no es más que
información. Ambos extremos deben evitarse.
Cuarto y quinto, las ilustraciones ayudan a las personas a entender
y a recordar la enseñanza. Una advertencia con respecto a esto sería
subordinar siempre la ilustración a la enseñanza que demuestra, para que
no distraiga del enfoque principal.
Sexto, de vez en cuando las ilustraciones dan un “descanso” al oyente.
Es difícil que el oyente normal digiera muchos minutos consecutivos
de contenido substancial, sin que se le canse la mente y disminuya su
concentración. Una ilustración permite poner el sermón en “piloto
automático” por un momento, dirigido por el corazón más que por
la mente, para dar el descanso mental necesario antes de seguir con la
enseñanza adicional.
Finalmente, las ilustraciones ofrecen una manera de modificar el
tono general del predicador. Algunos ministros son o muy leves o muy
serios en el tono general de su presentación. Esta tendencia, junto con la
personalidad, es muy difícil de cambiar. Por lo general, se puede obtener un
balance agradable al pedir que el ministro muy serio inserte ilustraciones
menos serias, y que el ministro muy leve inserte ilustraciones más serias.
Por supuesto, “leve” no tiene que ser “a carcajadas”, simplemente más
suave y amable. Y “serio” no tiene que ser fúnebre, simplemente algo
discreto y sobrio.

49
Estrucuración de sermones

Categorías de ilustración
Las diferentes maneras de categorizar las ilustraciones no tienen que ver
con ser correcto ni incorrecto, sino con la preferencia personal. Lo siguiente
representa una lista de cinco categorías o clases de ilustración amplias.
Primero, la historia o el incidente. Esto debe ser más que un comentario
superficial como “El pastor de mi iglesia local siempre ha sido una persona
muy paciente”. Debe ser un suceso, es decir, una experiencia verídica que
contenga varios detalles. Puede que sea de la vida del ministro mismo,
de la vida de otro que el ministro conoce o sobre quien baya leído o
escuchado, o de una historia o ficción (siempre y cuando no se presente
como anecdótico). En la predicación del sermón, los detalles de un punto
secundario ilustrativo no se dan de igual manera que los detalles de un
punto secundario explicativo. Hay un arte o “sentido” en la referencia o
descripción de tal material que el ministro deberá aprender si es que no le
es natural hacerlo.
Segundo, una cita impresionante. Esto debe ser más que “mi mamá
siempre dice...”. Debe haber algo muy conmovedor en lo que se dijo, o en
la persona que lo dijo. Esta categoría no incluye citas de libros de referencia
bíblica ni de biblias de estudio. Estos se pueden incluir en el sermón,
pero son puntos secundarios explicativos antes que ilustrativos. Puesto
que el lugar esencial de una ilustración es tocar las emociones, el referir
información o exegética acerca del texto, por muy interesante que parezca
al ministro, no califica como ilustración.
Tercero, las palabras impactantes de un canto o de un poema. El arte
en tales obras puede hacer que unas pocas palabras llenas de significado
toquen la profundidad del ser. Al pronunciar estas líneas, el predicador
querrá ser tan libre de sus notas como pueda y dar el énfasis correspondiente
a las palabras.
Cuarto, las estadísticas. Puede que esta opción suene rara, si se ve la
importancia de tocar el corazón de las personas con la ilustración; pero
se debe notar que cualquier estadística no califica. Sin embargo, algunas
cifras pueden ser muy conmovedoras, como el número de personas en el
mundo que jamás han oído el nombre de Jesús.
Quinto, la analogía. Esta clase de ilustración dibuja conexiones
espirituales a lo de la esfera natural. Por ejemplo, se podría usar un equipo
deportivo para mostrar la unidad del cuerpo de Cristo; o la necesidad de sol
y agua de una planta para encarecer la necesidad cristiana de alimentarse
diariamente. En el sermón dirigido a los niños, esta categoría a veces se

50
transforma en una enseñanza ilustrada. En vez de mencionar que unos
cuantos hilos amarrados alrededor de un solo hilo se vuelven ligadura al
igual que unos cuantos pecados se vuelven ligadura, la lección ilustrada
muestra realmente el componente físico de esta analogía.
Puntos secundarios

Ilustraciones no bíblicas
Se puede argüir convincentemente que las ilustraciones no deben
venir de la Biblia (esto no quiere decir que serán en contra de la Biblia). En
otras palabras, para ser considerada una ilustración, la historia no debe
venir de las Escrituras ni hallarse en ellas. Lo mismo será cierto para cada
una de las categorías de ilustraciones.
La razón de ello no proviene de ninguna ineficacia propia de las
ilustraciones tomadas de la Biblia. De hecho, éstas se podrán incluir en
un sermón como puntos secundarios explicativos bíblicos, pero no como
puntos secundarios ilustrativos. Esto tiene que ver con la frecuencia con
que las personas descuentan las ilustraciones bíblicas, ya sea porque son
muy conocidas (“Claro, claro, todos sabemos que David cayó en pecado
con Betsabé”) o porque son muy lejanas (“Por supuesto que Abraham
lo hizo. El era un gigante en el sentido espiritual. Pero él no tenía que
visitar mi oficina los lunes por la mañana”). A fin de evitar tales respuestas
“descontadotas”, se ofrecen ilustraciones de la vida cotidiana.

Fuentes de ilustraciones
Algunos ministros logran éxito en obtener buenas ilustraciones para
sermones en libros del género o en varios servicios computarizados. Sin
embargo, para otros ministros estas fuentes no generan suficientes ideas,
particularmente porque muchos pormenores parecen inaplicables o
artificiales. Además, estas son soluciones de corto plazo. Tan pronto como
se esté preparando un nuevo sermón, se necesitarán más ilustraciones.
El mejor plan para un predicador principiante sería dedicar una a dos
horas semanales únicamente para colectar ilustraciones para sermones.
Si se cortan, se copian o se anotan de alguna manera y se guardan en
un archivo conveniente, en un tiempo sorprendentemente corto será
significante la cantidad y diversidad de ilustraciones que se habrá reunido.
Algunas de las categorías de lectura que deberían llenar este tiempo cada
semana serían biografía, historia, ciencia, periódicos, revistas de noticias,
revistas populares e inclusive la enciclopedia. Por supuesto, cada vez que
se escuche una buena ilustración en el mensaje de otro ministro o en la
vida rutinaria, se debe hacer el esfuerzo por añadirla a la colección.
El predicador principiante debe reconocer que son dos cosas las que
han provisto al ministro veterano con tantas ilustraciones. Primero,
el veterano las ha coleccionado por años. Sólo hay una manera de
desplazarse de donde uno se encuentra hasta donde desea llegar: empezar

51
la colección. Segundo, durante su ministerio el veterano ha hecho contacto
con muchas personas a través de los años. Esto genera un sinnúmero de
historias e incidentes. Muy pronto esa será también la experiencia del
predicador principiante.
Estrucuración de sermones

Normas para las ilustraciones


Puesto que las ilustraciones de sermones tienen la posibilidad de ser
muy eficaces, para bien o para mal, debe ponerse mucha atención para
usarlas únicamente de la manera más sabia y eficaz. Las siguientes normas
se recomiendan a principiantes y a veteranos.
No las use en exceso ni tampoco escasamente. La mayoría de
predicadores tienden hacia una dirección u otra. Es bueno saber hacia
qué dirección se inclina uno para que podar dar un impulso adicional en
la dirección contraria. Una excelente regla es “una ilustración por cada
punto principal y posiblemente otra en la introducción y en la conclusión”.
Obviamente, si hay entre dos y cinco puntos principales, esta regla podría
resultar en muy pocos o en demasiados. Por supuesto, también se permite
sustituir dos ilustraciones breves por una larga. Aunque se reconoce que
podría haber una excepción, el ministro debe poder darse una razón para
romper esta regla. Esto ayudará a que cualquier violación de la norma sea
intencional y con buen propósito.
Las ilustraciones no se deben usar de nuevo dentro de poco tiempo ni
con demasiada frecuencia. Una ilustración eficaz lo será tanto que la gente
la recordará por mucho tiempo. Una ilustración repetitiva y predecible
pierde la mayor parte de su impacto. Aun si el ministro jamás ha usado
cierta ilustración, pero otros ministros la están usando con mucha
frecuencia, debería permitir que la ilustración “descanse”.
(3)El atractivo de la ilustración debe ser variado para que refleje la
composición de los oyentes. Si están presentes personas de todas las edades,
no debería dirigirse cada ilustración a los adultos. Si hay representantes
de varias profesiones, cada ilustración no debería ser de empleos de clase
media. En particular la mujer predicadora debe tener especial cuidado
de que sus ilustraciones no parezcan a los hombres muy femeniles en su
enfoque. Aunque los predicadores tienen la misma responsabilidad de
mantener la variedad en el género de su presentación, la gente está mucho
menos acostumbrada a las predicadoras y, por tanto, está más propensa a
notar un mayor énfasis en su género con respecto del otro.
(4) El ministro debe ser discreto en el uso de las ilustraciones acerca de
sí mismo o de sus familiares. Estas pueden convertirse en las ilustraciones
más potentes, así que se deben usar pero con dos precauciones.
Primero, el predicador debe vigilar con qué frecuencia usa las
ilustraciones personales. La gente no querrá oír con demasiada frecuencia
acerca de él, de sus experiencias, de su matrimonio ni de sus hijos. Si él se

52
describe siempre de una manera positiva, la frecuencia será aun más notoria.
Segundo, el predicador debe vigilar cuán explícitas son sus
ilustraciones. Algunos incidentes de su vida jamás se deberían compartir
públicamente. No se trata de engaño, puesto que no está negando nada;
Puntos secundarios

simplemente muestra discreción en lo que comparte. Es asunto de


recordar que la congregación debe poder mirarlo como su líder espiritual
cuando hayan oído la ilustración. Otros asuntos se podrían contar sin
efecto dañino, pero posiblemente sólo después que la lucha se haya
convertido en victoria. Los detalles acerca del cónyuge o de un hijo pueden
ser particularmente dificultosos. Lo que le parece inofensivo al marido
podría avergonzar a la esposa, lo que le parece inofensivo a la esposa
podría avergonzar al marido y lo que parece inofensivo a un padre podría
avergonzar a un niño o a un adolescente. Es mejor, con anterioridad, pedir
permiso al miembro de la familia, que decidir en el momento que sería
magnífico incluirlo en el sermón.
(5) Con respecto a las ilustraciones acerca de los creyentes, el ministro
debe mostrar gran sensibilidad y control. Por ejemplo, si una pareja está
considerando llevar sus problemas matrimoniales al pastor, no deben
jamás tener que preocuparse de que llegarán a ser una ilustración en una
predicación futura. Además, si en una ilustración se divulga suficiente
información como para que alguien entre los oyentes identifique a quién
se alude, se podría entablar una demanda legal podría contra el ministro
y la iglesia, en la que nadie ganaría. En otras palabras, las consideraciones
éticas y legales deberán limitar en gran manera el uso de estas ilustraciones.
Esto no quiere decir que jamás se podrá relatar en público la experiencia
ministerial. Una sugerencia sería suprimir cualquier comentario que
indique conocimiento personal de los aludidos, para que la historia suene
como las otras ilustraciones que se colecten y se usen. Por supuesto que
con esta simple sugerencia no siempre se evitará incurrir en lo indebido de
tipo ético o legal; las ilustraciones acerca de los individuos reales se deben
usar con la mayor precaución y sabiduría, y a veces ni se deben usar.
(6) En la preparación de cualquier ilustración que se desee relatar en
un sermón, el ministro debe asegurarse de que conoce bien los hechos y
resistir cualquier tentación a alterar o exagerar los acontecimientos. Eso no
sólo es lo honrado, sino que si hace lo contrario se expone frecuentemente
a ser advertido por alguien entre los oyentes. Si el ministro no es digno de
confianza en un asunto, es fácil dudar de su confiabilidad en otros asuntos.
(7) A todos los predicadores se les pide honrar la santidad del púlpito.
En algunas denominaciones este recordatorio es casi innecesario, pero en
otras hay una indiferencia en el santuario y en el púlpito que puede
llevar a lo indebido en el púlpito. El humor muy fácilmente puede cruzar
el límite. Las expresiones contemporáneas pueden contener significados

53
que el ministro ni conoce ni propone. El intento de promover una imagen
de sí mismo como persona astuta o de genio sin igual jamás será algo
tan digno como para comprometer el púlpito, que ha sido consagrado a la
proclamación de la santa Palabra de Dios.
Estrucuración de sermones

El ministro querrá también cuidarse en su referencia a las


programaciones de televisión. Hay dos problemas con hacer esas
referencias. Primero, la gente tenderá a traducir un mero comentario acerca
de un programa de esa clase en una imagen del ministro sentado hora tras
hora frente al televisor. Segundo, a menos que el ministro haya visto cada
episodio de la comedia o del drama particular y pueda recomendarlos,
podría no desear respaldarlo públicamente.
(8) En lo referente al tiempo, hay dos cosas que el ministro debe
notar. Primero, puede que sea necesario un tiempo extenso para buscar
buenas ilustraciones. Estas necesariamente no llegarán tan rápida ni tan
fácilmente como los puntos secundarios explicativos. Puede que exijan de
tiempo para considerarlas durante la semana. Así que a menos que sea
normal que el ministro genere las ilustraciones al instante, no debe pasar
mucho tiempo sentado al escritorio pensando cómo crearlas. Será más
productivo pasar las actividades de los próximos días pensando: “Necesito
una ilustración que impacte, atraiga y motive...”
Segundo, las ilustraciones podrán devorar el tiempo de la presentación
como ningún otro componente del sermón, en especial las ilustraciones de
historias o incidentes. Puesto que a los oyentes les agradan los detalles, el
predicador tiende a añadir algunos más de los que se propuso al principio.
De repente, se habrá gastado ya el doble o el triple del tiempo acordado a
este componente, y habrá el peligro de que no haya tiempo suficiente para
el resto del bosquejo. Bien les serviría a los predicadores principiantes,
y a algunos veteranos, escribir en papel un bosquejo de los detalles
principales de la ilustración, calcular el tiempo necesario para presentarlos
y comprometerse a esta cantidad de tiempo en la presentación pública.

54
8
La introducción
Estrucuración de sermones

La mayoría de los oyentes exigen que el predicador les “gane el


corazón” antes de estar dispuestos a dar completa atención al predicador
y al sermón. El momento para hacer esto son las primeras oraciones de
la presentación. Es mejor ganar a los oyentes en estos momentos, cuando
están más dispuestos a ser ganados, que perderlos y tener que ganarlos
de nuevo cuando no estén tan dispuestos. Desafortunadamente, algunos
mensajes sobresalientes tienen una introducción débil porque el ministro
no puso atención suficiente a este importante componente del discurso.

Propósitos
Se espera que una potente introducción del sermón cumpla cuatro
propósitos. Primero, debe obtener el respeto e interés de los oyentes.
En otras palabras, su propósito es hacer que éstos sientan afecto por el
ministro y que quieran escuchar el mensaje.
Generalmente ayuda al respecto el hecho de que la mayoría de los
oyentes son favorables antes que hostiles. En el caso de una congregación
resistente, es poco lo que el predicador puede hacer, excepto confiar en
que Dios hará posible que lo reciban y seguir con el mensaje. En el caso
de un grupo afable, el enfoque será más sobre lo que no se debe hacer que
en lo que se debe hacer porque el objetivo es no perder la atención que ya
existe. Entre las cosas que resultan en que los oyentes quieran cada vez
menos que el ministro proceda con la introducción se cuentan: falta de
entusiasmo, apariencia de altivez o de artificialidad, sobreabundancia de
detalles, extensión indebida de tiempo y divagación.
Captar el interés puede ser algo desafiante y exige de un esfuerzo
especial del predicador para lograrlo. El mejor plan es empezar “en lo
natural”. Esto quiere decir que las primeras palabras que salgan de la noca
del ministro no tratarán directamente ni con el texto ni con el sermón,
sino que con cosas comunes o no excepcionales. Esto es eficaz porque
la mayoría de los oyentes se encuentran “en lo natural” más que en lo
espiritual o bíblico. Al empezar donde se encuentran, el ministro entonces
podrá llevarlos hacia donde deberían estar al proceder con el mensaje. Esto
no significa que jamás está bien empezar con un comentario directamente
relacionado con el texto o con el sermón; puede hacerse ocasionalmente
para enfatizar, pero normalmente no es el punto de comienzo más eficaz.
Este comienzo “en lo natural” se puede hacer de varias maneras: una
referencia a los acontecimientos de la actualidad o a cualquier incidente
en la vida de las personas, una ilustración tipo historia/incidente, una

56
cita o estadística especialmente impresionante, una analogía, una serie de
preguntas, una descripción de la condición del mundo, una breve lectura
del periódico, una referencia a la temporada u ocasión o día festivo, una
conexión con el mensaje o con el ministro que le precedió, una observación
La introducción

acerca de los oyentes, de la comunidad o de todo el mundo (como un tema


de discusión, una pregunta, un problema, una necesidad), una definición
del diccionario más reconocido, etcétera.
Empezar “en lo natural” no debería exigir mucho tiempo. Cuanto más
conciso y breve el comentario, tanto mejor. El cambio al tema del sermón
debe empezar lo más pronto posible.
Segundo, una introducción potente debe establecer el tema general/
específico, que es el tópico del sermón. Establecerlo no es lo mismo que
enunciarlo; es algo más sutil e intrigante. Establecerlo se logra al hablar
del tema general/específico, dirigir la atención del auditorio hacia éste,
comentar su curiosidad acerca de éste, hacer que sientan la necesidad de
ser instruidos acerca de éste. Repito, esto no exige de muchas frases ni de
mucho tiempo, pero es absolutamente esencial que se haga y que se haga
bien. El tema del mensaje debe “cautivar” a los oyentes.
A veces, elaborar un título de sermón especialmente “ilusivo”
o embellecer una ilustración introductoria interesante, distrae del
comentario inicial del predicador con respecto al tema general/específico.
El resultado es que se establece algo, pero ese “algo” no es precisamente
el tema general/específico. Luego cuando el tema general/específico
surge en la oración transitiva (la última de la introducción), los oyentes
quedan pensando: “Ah, así que el sermón se trata de eso en vez de lo que
al principio pensábamos...”
Tercero, la introducción debe incorporar el texto del sermón. Esto
definitivamente incluye su lectura. El predicador hasta debe decidir de
antemano e indicar en sus notas para el púlpito el momento exacto en que
se propone leer el texto.
Cuando se invite a los oyentes a buscar un pasaje en las Escrituras, ya
sea el texto o el material de apoyo, se les debe dar tiempo adecuado para
que ellos, junto con el predicador, encuentren el pasaje. Luego, cuando
éste se lea, se debe hacer como lo que es: la Palabra de Dios. Esto quiere
decir que no se debe apresurar la lectura, como si se quisiera acabar
rápidamente para presentar las palabras del predicador. Al contrario, el
texto se debe leer lenta e intencionalmente y con el debido énfasis. Leer el
pasaje con anterioridad al sermón indicará al ministro cualquier giro o
frase que exija de atención particular.
Además de ser el lugar en el sermón donde se lee el texto, la
introducción será también donde se presenta cualquier información de
trasfondo necesaria para el texto. Sin embargo, el predicador interesado en

57
lo académico debe recordar que el oyente promedio no deseará la misma
cantidad de información de esa clase que para él es interesante.
Cuarto, la introducción contiene la oración transitiva. Ésta es la última
de la introducción, la que al enunciar el primer punto principal precede la
Estrucuración de sermones

entrada al cuerpo del mensaje. Debe conectar con los otros comentarios de
introducción y surgir de ellos con tanta fluidez como sea posible, para que
no suene ni muy obvia ni muy mecánica. Al pronunciarla, esta oración en
particular deberá contener el mismo fervor que cualquier otra en todo el
sermón, porque describe de qué se trata éste íntegramente.

Elementos optativos
A veces es deseable enunciar los puntos principales durante la
introducción. Es posible que haya algo complejo o fastidioso acerca de
éstos, pero en tal caso sería clarificado por el enunciado. Posiblemente
también sería de beneficio a los oyentes ver el cuadro completo antes
de investigar cada una de sus partes. Cualquiera que sea la razón, si es
beneficioso para el sermón enunciar de antemano los puntos principales,
esto se puede y se debe hacer la introducción. Cuando así se haga, el
ministro deberá asegurarse de presentar cada punto principal de una
manera equitativa y uniforme. La introducción no debe inclinarse hacia
un punto principal; su propósito es introducir todo el sermón. Con más
frecuencia será deseable no enunciar los puntos principales durante la
introducción, a fin de mantener un elemento de sorpresa al desarrollar el
sermón punto a punto.
Algo especialmente interesante que se puede reservar para algunos
sermones en particular, sería usar de nuevo una ilustración que esté en la
introducción. Se podría ver que una historia empiece en la introducción,
y ya que el auditorio lo note o no, no termine basta la conclusión. O
posiblemente una historia o una analogía introductoria podría seguir a
través del sermón, y revelarla parte por parte en cada uno de los puntos
principales. Esto unifica y concluye sólidamente el sermón, por lo general
haciéndolo especialmente memorable.

Normas prácticas
Ya se han mencionado algunas normas para la construcción de
la introducción, cómo presentarla con entusiasmo sin divagación ni
demasiados detalles o tiempo. Si el predicador divaga, parlotea o se desvía,
los oyentes probablemente se desviarán con él, pero no volverían con él al
tema necesariamente. Los demasiados detalles o tiempo quitan la virtud
del sentido de una potente introducción. Su lugar no es “contarlo todo”
sino intrigar, despertar el apetito, hacer que los oyentes quieran oír más.
Esta tensión se pierde al usar mucho material.

58
Una buena regla para el número de minutos que se deben usar en la
introducción sería “menos del 20% del tiempo total del sermón”. Sí, hay
ocasiones poco frecuentes en las que se faltará a esta regla, pero cualquier
infracción debe mostrarse absolutamente necesaria y mejorar el sermón
La introducción

de alguna manera significante. La brevedad en la introducción (y en todo


el sermón) obligará a la precisión y a la concisión, ambas muy deseables.
El objetivo no es sentirse apresurado ni que va a la carrera, sino que se
mueve, que marcha, que se encamina hacia la esencia del mensaje. Si acaso
vale la pena predicar el sermón, también valdrá la pena llegar al asunto y
hacerlo sin demora. La mejor introducción es en la que no sobra ni una
palabra, frase ni oración. Será de beneficio mencionar algunas cuantas
normas más:
• Use su imaginación al componer la introducción.
• Cuando haya entrado al tema general/ específico y/o al texto,
hable con autoridad y convicción, como mensajero de Dios.
• Sea claro y concreto, no vago ni teórico ni dado a neologismos raros.
• No empiece con el cuerpo del mensaje; limítese a los comentarios
de introducción. Pronuncie la introducción sin mirar con exceso
sus notas y esfuércese en ello, ya que por ser uno de los elementos
más personales del sermón, exige de buen contacto visual.

59
9
La conclusión
La conclusión

Para demasiados ministros la conclusión es uno de los componentes


de menos preparación en todo el sermón. Debería ser uno de los de más
preparación. Después de todo, el compromiso que se espera lograr durante
la conclusión, fue la causa de que se predicara el sermón. Es cierto que
el predicador debe ser lo suficientemente sensible al Espíritu Santo como
para modificar la conclusión, pero es mucho mejor cambiar un plan que
empezar sin ningún plan.

El momento oportuno
Cumplir con el posible valor de la conclusión no sólo exige de suficiente
preparación mientras se prepara el sermón, sino también de tiempo
suficiente durante su presentación. Si acaso hay restricciones de tiempo,
y por lo general las hay, deberá haber suficiente tiempo para concluir el
debidamente el mensaje. Esto exige de disciplina y humildad de parte del
ministro. Durante la conclusión, más que en cualquier otro punto en el
sermón, la dinámica del mensaje se entrega al individuo entre los oyentes
y a la voz de Dios. El ministro debe ser lo suficiente mente humilde como
para reconocer que esta entrega es tan importante como escucharse él
mismo y, por tanto, asignarle suficiente tiempo.
Otra razón de disponer de tiempo adecuado y evitar cualquier sentido
de prisa durante la conclusión, es que los procesos emotivos y volitivos
que están más activados en estos momentos no funcionan con la misma
rapidez con que lo hicieron las facultades mentales durante el cuerpo
del mensaje. No se puede apresurar a la gente a que sienta o se decida;
si el ministro lo intenta, la congregación no podrá sentir ni decidir con
respecto a lo que se le amonesta ni se inclinará a hacer lo que debe hacer
en ese sentido.
Así que todas las cosas buenas que deben intentarse en una conclusión
potente son, primero, depender de la planificación para lograrlo cuando se
construye el sermón y, luego, dar suficiente tiempo para lograrlo durante
la presentación del sermón. Estas consideraciones no descuentan en
ninguna manera el hecho de que sólo el Espíritu de Dios hará lo que va a
resultar en la respuesta positiva del individuo a su Palabra. No queda duda
de que Dios será fiel en cumplir su obra. ¡Pero a veces hay que recordar al
ministro que cumpla con la suya!

Normas prácticas
Muchos especialistas en homilética tienen largas listas de deberes y

61
prohibiciones para formular una conclusión poderosa. Para mantener el
asunto lo más sencillo y alcanzable que sea posible, esta lista se limita a
unos pocos.
Estrucuración de sermones

(1) La conclusión debe ser sólo tan larga como sea necesario. El
sermón terminó. La congregación lo sabe; se espera que el predicador lo
sepa también.
(2)No empiece la conclusión con: “Para concluir…”. Excepto en el caso
de los puntos principales, donde el predicador los indica más claramente
de lo necesario, el uso de un apelativo para identificar una aplicación,
ilustración o conclusión por lo regular indica que el componente es muy
oscuro como para identificarse por sí mismo.
No predique de nuevo el sermón. Si le parece que los oyentes no lo
captaron la primera vez, el ministro puede estar seguro de que no lo
querrán oír una segunda vez.
No cancele lo que ya ha predicado. Posiblemente no fue el mejor
sermón de la historia y el ministro se sintió culpable por ello. Siendo esa
la situación, no debe debilitarse ni socavar aún más el sermón pidiendo
disculpas. Es un momento oportuno para confiar en que Dios sorprenderá
al predicador con una respuesta de la congregación que sobrepasa la
eficacia del sermón.
No presente ningún material nuevo, a menos que esté absolutamente
seguro de que hacerlo así mejorará la conclusión. Esta parte tiene el
propósito de concluir lo que ya se ha predicado, no de continuar la prédica
ni de decir nada más.
(6) Resuma los puntos principales del sermón. Esto no se debe hacer
de una manera mecánica, por una simple enumeración, sino de alguna
manera significante, uniendo todo el sermón y facilitando la respuesta
que se solicitará. Si es posible usar una fraseología diferente pero aún
reconocible, podría ser eficaz,
(7) Enfoque muy específica y deliberadamente en un aspecto del
sermón, el singular marco del sermón, es decir, la proposición. Es de
desear que haya tocado en ésta una y otra vez durante la presentación.
Debe tratarse directamente por última vez durante la conclusión, a fin
de dar al sermón entero un tuerte sentido de unidad y dirección y hacer
completamente claro lo que es la apropiada repuesta al sermón.
(8) Muestre variedad y creatividad al preparar la conclusión. Cuanto
más predecibles se haga un sermón tras otro sermón, tanto menos eficaz
serán.
(Q) Sea convincente al presentar la conclusión. Si ha expuesto
contenido bíblico, el ministro puede y debe mostrar denuedo al instar
a cada individuo a que permita que esta verdad le toque el corazón y

62
la voluntad. El hecho de que algunos predicadores hayan intentado
manipular a los oyentes no es razón suficiente para que todo predicador
se prive de convencer a la gente de recibir y obedecer la Palabra de Dios.
La conclusión

(10) Muestre sincera preocupación para con los oyentes durante


la conclusión. Cualquier tendencia a la altivez o a la brusquedad será
detectada en momento tan crítico. Cualquier apariencia de actuación
mecánica parecerá mucho menos que genuina y podría impedir que
responda alguien que en otro caso sí respondería positivamente.
(11) Definitivamente debe tratar de obtener alguna clase de respuesta
de parte de los oyentes. No tiene que ser necesariamente una señal visible,
como levantar la mano, aunque muchas veces es lo más apropiado. Cuando
sea apropiada una respuesta visible, el ministro debe mostrar el denuedo
necesario para solicitarla, recordando siempre que el número de manos
levantadas no es indicación de que el sermón logró éxito. Otras respuestas,
visibles o no, pueden ser conmovedoras y significantes.
(12) Despréndase lo más posible de las notas durante todo el tiempo de
la conclusión. Puesto que se trata de un momento tan personal, exige que
se logre un efecto por medio del contacto visual.

63
10
El título
El título

El título del sermón es una versión breve y atractiva del tema específico.
Se puede usar para enunciar o promover el mensaje de antemano en el
orden del culto, en el boletín de la iglesia y en los letreros afuera. Esto
es también lo que hace el pastor o evangelista para promover un futuro
culto al mencionar el título de su sermón. Un posible uso secundario
del título es en la introducción del mensaje para captar la atención y
aumentar el interés.
El predicador debe disciplinarse para dar a cada sermón el mejor
título que pueda. Esta es la única manera de aumentar la confiabilidad
en la composición de los títulos. Que el título pase más allá del papeleo
del predicador, dependerá de si es un título bueno o no tan bueno. Un
título interesante e “intrigante” se debe incorporar de alguna manera a
la introducción. ¡Cómo puede capturar a los oyentes! Sin embargo, sería
mejor no mencionar un título que no sea impactante.

Normas prácticas
La siguiente es una lista de algunas de las cosas más importantes para
recordar en la composición de títulos:

• Use su imaginación y creatividad.

• Trate de conectar con la época. Use expresiones contemporáneas


o haga referencia a acontecimientos contemporáneos y conocidos.
El título comúnmente es una variación en fraseología que toma
prestado su significado e impacto de algún suceso ordinario.

• Use el menor número de palabras con la mayor precisión posible.


Busque palabras específicas y gráficas.

• Cuídese de titular el sermón completo y no permita que el título


se incline hacia un punto principal.

• Permanezca dentro de los confines de los elementos como la


emotividad del sermón, las características de los oyentes y la
naturaleza de la ocasión. Un título que parece chistoso a un
grupo de jóvenes podría parecer muy real y serio a un grupo
de ancianos. Un título que es apropiado para un culto entre
semana podría no ser apropiado para una situación más formal

65
o seria. El objetivo es ser oportuno y pertinente en lo que se dice.

• Nunca viole la santidad del púlpito. La astucia y el humor se deben


controlar por respeto al púlpito. Algunos acontecimientos y
Estrucuración de sermones

expresiones del habla común no sirven para un título de sermón.


Ciertas cosas son extremadamente chistosas pero potencialmente
ofensivas. Se debe ser especialmente discreto en el ministerio a los
jóvenes. Muchos de éstos todavía están aprendiendo discreción,
respeto y santidad tocante a las cosas
de Dios. Ellos no aprenderán
actitudes ni comportamientos correctos si reciben un mal ejemplo
como resultado del intento de un ministro de querer parecer
arable. El debido respeto ministerial al púlpito jamás se debe
comprometer, ni para captar la atención ni para nacer reír ni para
establecer una imagen de sí mismo.

66
El sermón
11
expositivo
Estrucuración de sermones

Los capítulos anteriores han descrito un patrón para el bosquejo de


sermones. Se puede usar este mismo patrón para la estructuración de
sermones que colectan su material bíblico en varias maneras. Quiero decir
que se puede usar para el sermón expositivo, el textual y el temático. El
siguiente diagrama muestra las similitudes y diferencias entre estas tres
clasificaciones o tipos de sermón:

Tipo Tema Puntos principales Puntos secundarios


Expositivo texto texto texto
Textual texto texto Biblia
Temático texto Biblia Biblia

Un sermón exclusivamente expositivo toma su tema general/específico,


sus puntos principales y sus puntos secundarios (es decir, los puntos
secundarios explicativos bíblicos) del texto de apertura. Un sermón
exclusivamente textual toma su tema general/específico y sus puntos
principales del texto de apertura, pero toma sus puntos secundarios
(repito, explicativos bíblicos) de otros pasajes de toda la Biblia. Un sermón
temático toma su tema general/específico del texto de apertura pero toma
sus puntos principales y secundarios (explicativos bíblicos) de otros
pasajes en toda la Biblia.
Una ojeada al diagrama anterior deberá hacer posible para el
ministro definir cualquiera de los tres tipos de sermón. Se debe dar
énfasis a que los tres pueden ser estructurados según el proceso de diez
pasos detallado en este libro. La división entre las clasificaciones tiene
que ver con la manera en que se busca su material en la Biblia. Cada uno
de los tres puede y debe estar lleno de la Palabra de Dios antes que de las
palabras del hombre. Sin embargo, las verdades de la Palabra de Dios se
pueden buscar de varias maneras.
Hay también modificaciones o híbridos de las tres clasificaciones. (De
hecho, el sermón textual es realmente una combinación del expositivo y
del temático.) Por ejemplo, si el mensaje toma sólo un punto secundario
explicativo de otro lugar que el texto de apertura, ya no será un sermón
exclusivamente expositivo, sino un sermón expositivo modificado. La
versión modificada no es en ninguna manera “menos que” una versión
exclusiva; es simplemente diferente a ésta.
Un sinnúmero de otras modificaciones también podrían ponerse entre
los tres tipos exclusivos del diagrama. Por ejemplo, un texto de apertura

68
que provee tres puntos principales podría contener material para el primer
punto secundario, pero no para el segundo ni el tercero. Los puntos
secundarios bíblicos tendrán que buscarse en otra porción de la Biblia.
Así que una tercera parte del bosquejo será expositivo mientras que dos
El sermón expositivo

terceras partes serán textuales. Esto hará que el sermón sea mayormente
textual, pero no exclusivamente.
Para ayudarse a aprender, el ministro principiante debe construir
varias versiones exclusivas de los tres tipos de sermón, asegurándose de
que entiende cada uno y de que puede componerlos. Hay pasajes de la
Biblia que sólo se pueden predicar de una manera, así que el ministro
querrá ser competente y sentirse confiado con cada uno de los tres tipos.

Definición
Un sermón exclusivamente expositivo se define como el que toma
su tema general/específico, sus puntos principales y todos sus puntos
secundarios explicativos bíblicos del texto de apertura. Esto quiere decir
que el sermón íntegro, con excepción de los puntos secundarios aplicativos
e ilustrativos, vendrá de un pasaje de la Biblia. Ningún otro versículo se
incluye en la presentación.
Esta disciplina exige de una completa “exposición” del texto. Se parece
a la excavación arqueológica. En esta clase de “profundización”, sólo se
emplean los instrumentos más diminutos y precisos. Algo más grande
o menos preciso removería una civilización con sólo un movimiento de
la pala. De igual manera, se deben aplicar destrezas hermenéuticas muy
refinadas a la profundización en el texto del sermón expositivo. Cualquier
otro método desperdiciaría montones de preciosos detalles como si no
estuvieran presentes o no fueran pertinentes. Por supuesto, el arqueólogo
no cava en un sitio sólo para asegurarse de que hay algo que descubrir
en él, así cómo el predicador no deberá “descubrir” cosas en el texto que
realmente no aparecen allí.
Continuando con la analogía, el verdadero reto de la excavación
arqueológica no es encontrar los artefactos sino unirlos nuevamente,
digamos, explicando por qué cierto trozo de barro fue descubierto junto
a cierta pieza de metal. Igualmente, el ministro debe poder explicar por
qué dos frases son unidas gramaticalmente en equivalencia o cómo un
comentario, al parecer muy extraño, realmente concuerda con el fluir del
argumento.
Lo que más exige la predicación expositiva podría no ser de naturaleza
homilética sino de índole hermenéutica. Al mejorar el ministro sus
habilidades de hermenéutica mediante el estudio y la práctica, su potencial
para una predicación expositiva eficaz aumentará también.

69
Valores
Puesto que a muchos ministros la predicación expositiva les parece
la más difícil de las tres clasificaciones, seria sabio acentuar sus ventajas.
Lo que se busca no es dejar la impresión de que ésta es la única manera
Estrucuración de sermones

de predicar, ni que es la mejor. Algunos temas y textos no se pueden


adaptar al formato del sermón expositivo; intentarlo resultaría en
debilidad antes que en potencia. Puesto que su nivel de dificultad hace
que este patrón luzca menos atractivo, podría ser necesario poseer un
conocimiento de sus valores para animar al predicador a dominarlo, sin
importar sus obstáculos.
Primero, muchos opinan que el sermón expositivo es “el método” para
la predicación.
Segundo, el sermón expositivo ofrece principalmente la
profundización antes que el desembarazo o la expedición en su manejo de
las Escrituras. Una analogía de la excavación de carbón de piedra podría
ser útil en la comprensión de este valor. Hay dos métodos de excavación de
la hulla. La predicación expositiva se compara a la excavación de pozo. Su
opuesto polar, la predicación temática, se compara al descortezamiento.
El objetivo de ambos métodos es llenar la carreta con la hulla, o llenar
el sermón con la Palabra de Dios. La excavación de pozo tiene ese
resultado cuando se nace muy profundamente en un terreno muy
pequeño. Igualmente, la predicación expositiva toma de las Escrituras un
pasaje no muy extenso (de unos cuantos versículos pero minúsculo en
relación a toda la Biblia) y se profundiza en éste tanto como puede. Esto
contrasta con el descortezamiento, que remueve la hulla de la superficie
en una gran porción de tierra, y con la predicación temática, que extrae
verdades aquí, allí y dondequiera de toda la Biblia. Generalmente, la mejor
calidad de hulla dura se produce por excavación de pozo, mientras que el
descortezamiento produce hulla blanda de menor calidad. La excavación
de pozo normalmente no daña el terreno, pero el descortezamiento, si no
se hace con gran cuidado, probablemente dañará la tierra. Igualmente,
hay la posibilidad de que la predicación temática extraiga sólo las verdades
ligeras y obvias de la superficie de las Escrituras, y haga mucho daño con
un uso incorrecto de versículos aislados de su contexto.
Tercero, un potente sermón expositivo produce una impresión
permanente sobre un texto. El oyente nunca lo leerá sin sentir el efecto
del sermón sobre el pasaje. Esto se debe a que el peso del sermón se ha
puesto en un pasaje de la Biblia, mientras que en la predicación temática
este peso se distribuye entre varios pasajes de toda la Biblia. Cuando se
trata de moblaje pesado y pisos vulnerables, no se desea una impresión
permanente; cuando se trata de mensajes “pesados” y oyentes atentos, es
lo que más se desea.

70
Cuarto, la predicación expositiva es probablemente la manea de
predicar más captable para los oyentes que tienen poco conocimiento
bíblico. La gente que no está familiarizada con la Biblia podría tener gran
dificultad en captar puntos secundarios bíblicos que van de Tito a Jueces a
El sermón expositivo

Hechos, y de Moisés a Pablo a Elías. Cuánto más fácil les será a esos oyentes
entender al predicador que trata con un solo pasaje. Esto quiere decir que
el ministro que desea predicar extensivamente mensajes evangelísticos,
dentro o fuera de su país, deberá comprometerse a adquirir habilidad en
la predicación expositiva.

Normas prácticas
Las siguientes normas ayudarán al ministro a fortalecer sus sermones
expositivos.
(1) Escoja un texto lo suficientemente extenso y substantivo.
Esto es absolutamente crítico. Para que el sermón surja totalmente de un
pasaje, aun varios puntos secundarios bíblicos para cada punto principal,
el pasaje debe tener holgura y substancia suficiente. No hay ningún
número específico de versículos que sea automáticamente suficiente.
Tiene mucho que ver con el estilo literario. Hay mucho más detalle en
10 versículos de una epístola que en 10 versículos de un relato. Tiene que
ver también con la capacidad hermenéutica del ministro. Un texto de seis
versículos no es normalmente suficiente para el predicador principiante,
pero el mismo pasaje podría servir muy bien después de varios años
de experiencia. Puede ser útil guiarse por los títulos que aparecen en la
mayoría de las versiones de la Biblia. Por supuesto, éstos no son parte del
manuscrito original, pero sí indican lo que reputados estudiosos creen
que son unidades de pensamiento.
(2) Limite la selección textual a un tamaño legible. Generalmente en
la introducción se lee en alta voz el texto del sermón. Tres capítulos de
Deuteronomio o el litro entero de Santiago le parecería algo fatigante a
la mayoría de los oyentes. Es cierto que se puede extraer un sermón de
porciones extensas como éstas. Por ejemplo, un mensaje de la vida de David
abarcaría varios capítulos. Un sermón inicial en una serie de mensajes
de Efesios, podría dar un panorama del libro entero. Sin embargo, estos
probablemente serían mensajes temáticos modificados, no sermones
expositivos modificados ni menos estrictamente expositivos.
Busque textos que tengan valor independiente, que no “pidan”
que otros pasajes vengan en su ayuda. Muchos textos de Hebreos, por
ejemplo, no cumplen con esta estipulación; más bien, “piden” que diversos
versículos del Antiguo Testamento vengan en su auxilio para dar trasfondo
y clarificación. Tales textos son propios o idóneos para la predicación
expositiva modificada más que para la estrictamente expositiva.

71
Elija un texto que sea continuo—no interrumpido— en su porción
de versículos. Por ejemplo, usar los versículos 1-8 y 12-15 de un capítulo
violaría esta norma porque se han omitido tres versículos. Por lo regular
el ministro hace esto porque piensa que los versículos no concuerdan
Estrucuración de sermones

con el mensaje—pero el autor sí pensó que concordaban con el suyo. Es


responsabilidad del ministro entender la relación entre los versículos y
compartir su entendimiento con la congregación.
(5) Esfuércese por incorporar todo lo signifícate del texto al bosquejo
del sermón. El arqueólogo jamás dejaría de excavar y de explicar artefactos,
por haber ya encontrado “suficientes”. Esta no es una invitación a buscar
una conexión por el uso de fuerza bruta ni de la imaginación fantasiosa. Sí
es una invitación a hacer una exégesis apropiada del pasaje. Puede que le
sirva ordenar en papel cada frase del texto, en una columna consiguiente,
o mejor aún, en algún tipo de diagrama (que muestre la relación entre
las frases). Al usar en el sermón los segmentos individuales de su verdad,
puede hacerse una raya por la frase. Cuando el ministro crea que ha
terminado el sermón, puede mirar el diagrama para ver si hubo alguna
omisión significante. No es objetable omitir una palabra, una frase o una
oración, siempre que no sea significante.
(6) En la introducción del sermón comparta cualquier información
necesaria del trasfondo o del contexto relacionado con el texto.
(7) Se puede y se debe usar comentarios bíblicos para obtener
entendimiento adicional y verificar lo que el ministro mismo ha
compuesto. Sin embargo, para evitar depender de los comentarios, no
se deben usar hasta que el predicador haya agotado todas sus habilidades
en el tratamiento del pasaje. Este esfuerzo consiste de tiempo de lectura
del texto, oración acerca del texto, meditación en el texto y el uso de otros
recursos de estudio (que no sean comentarios bíblicos).
(8) Al presentar un sermón expositivo, el predicador debe invitar
a los oyentes a abrir sus biblias cuando lea el texto y también animarlos
a que las mantengan abiertas durante la predicación. Cada versículo
mencionado en conexión con un punto principal debe ser expresado, para
que la congregación vea cómo las verdades bíblicas “saltan” de la página,
igual que cuando el ministro construía el sermón. Un sólido talento
hermenéutico producirá más de un sermón bien fundado; producirá,
sermón tras sermón, la capacidad de tratar correctamente la Palabra de
Dios, en la congregación misma.
El ministro principiante encontrará que la disciplina mental necesaria
para producir un sermón exclusivamente expositivo consume energía y
tiempo. Habrá una tentación constante de cambiar al sermón expositivo
modificado que remueve varias de las normas más estrictas mencionadas
antes. Podría haber la tentación de cambiar a un sermón textual o a

72
uno temático, que se describirán en el siguiente capítulo. No hay nada
impropio con ninguna de estas opciones en sí; pero lo que se perdería
es la singularidad de un sermón exclusivamente expositivo. Éste es
El sermón expositivo

emocionante, “intrigante”, convincente y apremiante, como ningún otro.


Siempre vale lo que exige.

73
12
Sermones textuales
y temáticos
Sermones textuales y temáticos

Los sermones textuales y los temáticos no se diferencian tanto entre


sí como los sermones expositivos se diferencian de aquéllos. Por eso los
presentamos juntos en este capítulo. Aunque hay diferencias entre uno y
otro, tienen varias características en común.

Sermones textuales
Un sermón exclusivamente textual es el que obtiene su tema y sus
puntos principales de un texto inicial y extrae sus puntos secundarios
bíblicos de otros textos de la Biblia. Podría decirse que el texto proporciona
el esqueleto para el bosquejo y la Biblia entera la carne. (Como en el caso
del sermón expositivo, los puntos secundarios aplicativos e ilustrativos
son generados de fuentes externas, no de la Biblia.)
En este libro hemos dado dos ejemplos de pasajes textuales. Uno es Juan
14:6 y el otro 1 Timoteo 4:10. Podemos ver otro ejemplo en Santiago 1:2ª:

Texto: Juan 14:6


Tema general: Jesucristo
Tema específico: Conocer a Jesucristo o Entender a Jesucristo o
Identidad de Jesucristo

Puntos principales:
I. Él es el Camino
II. Él es la Verdad
III. Él es la Vida

Texto: 1 Timoteo 4:16


Tema general: Ministerio
Tema específico: El ministerio eficaz o La salvaguardia del ministerio
o Cómo tener un ministerio evangelístico

Puntos principales:
I. Ten cuidado de ti mismo
II. Ten cuidado de tu doctrina

Texto: Santiago 1:27


Tema general: Religión
Tema específico: Religión aceptable o Religión perfecta o Religión que
complace a Dios

Puntos principales:
I. Ayudar a los necesitados del mundo
II. Guardarse de la mancha del mundo
75
Estrucuración de sermones

Debe notarse que en cada uno de estos ejemplos los puntos principales
son extremadamente obvios. Si un predicador vecino leyera alguno de los
textos, vería las mismas divisiones. Posiblemente no frasearía los puntos
principales exactamente igual debido a su selección de una palabra clave
o a causa de preferencia personal, pero el número y la sustancia principal
de los puntos principales permanecería igual porque el texto las delinea
claramente. Prácticamente saltan de la página al ojo. Esto es lo que se
requiere para un pasaje textual sólido.

Ventajas de la predicación textual


Un valor o una ventaja de la predicación textual es que el texto ejerce
una considerable cantidad de control sobre el sermón. Al determinar el
predicador los puntos principales, se establece la dirección y el contenido
básico del mensaje. Sólo el texto expositivo ejerce mayor control porque
suple además los puntos secundarios. El hecho que la Biblia decida los
puntos principales infunde confianza al preparar el sermón y autoridad
al presentarlo.
Una segunda ventaja de la predicación textual es que hace posible
la predicación de muchos textos y puntos principales que no se podrían
predicar si la predicación expositiva fuera la única opción. En otras
palabras, muchas porciones textuales, al estirarlas mucho para componer
un sermón expositivo, no proveerían suficiente material acerca de los
puntos principales. La Biblia contiene abundante material. Al usar el
método textual, la Biblia entera se hace disponible para formar los puntos
secundarios bíblicos que apoyarán los puntos principales.
Una tercera ventaja significante es que la mayoría de ministros
encuentran que se ocupa menos tiempo en la preparación de un sermón
textual que en uno expositivo. Podría ser imposible que un pastor muy
atareado preparara dos, tres o más sermones expositivos en una semana y
también cumpliera con sus otras labores necesarias.

Normas prácticas para la predicación textual


Al final del capítulo se compartirán sugerencias adicionales al hablar
del sermón temático. Lo que sigue son consideraciones únicamente para el
sermón exclusivamente textual.
(1) Como ya se indicó, el texto deberá contener puntos principales
que sean tan obvios como para que cualquier predicador esté de acuerdo

76
en cuanto a su cantidad y sustancia esencial. Esto quiere decir que la
fraseología del texto (gramática y sintaxis) indicará que las divisiones
están en el mismo nivel, como porciones de alguna unidad, u opuestas
entre sí o de alguna manera equivalentes.
Sermones textuales y temáticos

Por ejemplo, en 2 Timoteo 1:7 hay tres asuntos en serie: espíritu de


poder, espíritu de amor y espíritu de domino propio. No hay un cuarto
punto principal en la frase espíritu de cobardía porque el ordenamiento
de la oración indica que éste es aparte, diferente a los otros tres. Es de esta
frase que se debe tomar el tema general/específico. Así que el tema general
podría ser “cobardía” y el tema “cómo eliminar la cobardía”. Los tres
puntos principales tendrían que ver con recibir tres cosas de Dios (palabra
clave: posiblemente “espíritus” o “dones” o “remedios”) que capacitarían
a la persona o al ministro para eliminar la cobardía, siendo estas tres el
poder, el amor y el dominio propio.
(2) Se debe limitar el texto a uno, dos o tres versículos—
entre más breve, mejor. Esto se debe a que más versículos aumentan la
probabilidad de hallar material de punto secundario en ellos. No se haría
justicia al texto al desdeñar este material sólo para intentar localizar
material de punto secundario en otra parte de la Biblia. Para construir un
sermón exclusivamente textual antes que una versión modificada, el texto
debe ser sólo de tal extensión que supla los puntos principales.
(3) Es particularmente importante que el ministro detecte el
paralelismo literario y lo evite en su selección del pasaje textual. Muchas
de las listas de dos o de tres cosas buenas
que aparecen en la Biblia y
aparentan ser buenas porciones textuales, no son realmente listas de
cosas diferentes sino instancias de la repetición de una cosa una y otra vez
debido al énfasis. Los puntos principales deben ser distintos uno del otro
y no repetirse entre sí ni coincidir en parte uno con el otro.
(4) La fraseología de los puntos principales puede ser modificada de
las palabras precisas del texto, siempre y cuando el significado no cambie.
Podría ser necesaria esta modificación para hacer más uniforme un punto
con los otros, o simplemente para formar una frase más concisa o aguda
o recordable.
Se hizo una modificación al ejemplo de Santiago 1:27 mencionado
anteriormente. La fraseología “visitar a los huérfanos y a las viudas en
sus tribulaciones” se cambió a “ayudar a los necesitados del mundo”. Este
cambio aumenta la uniformidad entre los puntos principales y también
comunica el principio general del versículo de una forma más universal.
En el Israel del primer siglo, la mujer sin esposo y el hijo sin padre caían a la
merced de la economía adulta masculina, haciéndose los más necesitados
de esa era. Sin embargo, en otras sociedades el gobierno es el que cuida a
las viudas y a los huérfanos, y por eso éstos no son los más necesitados.

77
No se puede decir que el punto principal es “Pacientes con SIDA” ni “Los
que no tienen bogar”, porque el texto no dice tales cosas. Se incorporaría
esta clase de especificidad mediante un punto secundario que se pueda
aplicar. Pero no hay duda de que la hermenéutica de Santiago 1:27 alude a
Estrucuración de sermones

los necesitados del tiempo del escritor, así que el punto principal puede y
debe reflejar este principio general.
(5) Como ya se ha dicho en este libro, se puede cambiar el orden de
los puntos principales para servir mejor al sermón, siempre y cuando esto
no viole ningún aspecto hermenéutico ni doctrinal del texto.
(6) La misma cantidad de puntos principales que aparezcan en el texto
deberán encontrarse en el sermón. El ministro no puede omitir uno (ni
más) de ellos porque no tuvo tiempo para desarrollarlo, porque no tuvo
tiempo en el sermón para incluirlo, ni porque no entendió cómo encajaría
con los otros. Los que entre los oyentes miren una lista de cinco cosas en su
biblia, se encontrarán muy confundidos sí el sermón sólo considera cuatro
puntos principales.
Habrá instancias en que dos puntos en el texto se repiten mutuamente
y que por lo tanto sea necesario combinarlos en un punto principal en el
sermón. Un ejemplo de esto se encuentra en 1 Corintios 13:11. Este versículo
no debería generar un sermón de tres puntos, porque “pensar” y “juzgar”
son muy parecidos, si no idénticos. Lo que necesitan los oyentes es una
simple explicación de una oración que diga que los dos se han combinado
en uno. Cuando se haga esto, la mejor fraseología para el punto principal
será una diferente a las dos, que abarque a las dos, si es posible hacerlo
así. En el ejemplo de 1 Corintios 13:11, los puntos principales deben ser
fraseados: 1. Boca infantil, II. Mente infantil.
Al localizar puntos secundarios bíblicos para un sermón
exclusivamente textual, el ministro debe partir del área general del texto.
Esto indicaría apartarse por lo menos del capítulo en que se encuentra el
texto. Por el contrario—si los puntos secundarios aparecen alrededor del
texto—éste posiblemente se debería expandir para incluirlos y convertir el
sermón en uno expositivo.
Al presentar el sermón textual, lo más atractivo podría ser enunciar
los puntos principales durante la introducción mientras las biblias de las
personas están abiertas al texto del que se toman. Si no se hace así, se debe
invitar a los oyentes que miren el texto de apertura cada vez que se enuncie
un punto principal. Esto les permitirá ver que es la Biblia la que determina
los puntos principales y no el ministro.

El sermón temático
Un sermón exclusivamente temático se define como un sermón que
toma su tema general/específico del texto de apertura y busca sus puntos

78
principales y puntos secundarios bíblicos en el resto de la Biblia. El
texto no provee más que el tópico fundamental del discurso. El ministro
decidirá las divisiones del tema que a su vez forman los puntos principales
Sermones textuales y temáticos

del sermón. Estas divisiones pueden basarse en categorías comúnmente


reconocidas, o en áreas de énfasis idóneos para un auditorio particular.
Los puntos principales pueden tomarse de pasajes de la Biblia y poner
su referencia al lado de cada uno. Los puntos principales pueden también
ser “verdades bíblicas comunes” que probablemente no necesitarían una
referencia. Los puntos secundarios bíblicos para cada punto principal del
sermón temático se encuentran igualmente que los puntos secundarios
bíblicos del sermón textual. (Como en el caso del sermón expositivo y
del textual, los puntos secundarios que se aplican y los ilustrativos son
generados de otro lugar que la Biblia.)
El incentivo al agradecimiento que se encuentra en un texto como
Salmo 118:1 podría ser dividido en una variedad de puntos principales:

I. Por las bendiciones físicas


II. Por las bendiciones espirituales

I. Por tu salvación personal (2 Corintios 9:15)


II. Por tu llamado ministerial (1 Timoteo 1:12)
I. Por la presencia de Dios
II. Por la protección de Dios
III. Por la provisión de Dios

Ventajas de la predicación temática


Una ventaja de la predicación temática es su amplio tratamiento de las
Escrituras. Aunque se notó su opuesto, la profundización, como el valor
de la predicación expositiva, la expedición o desembarazo tiene su ventaja,
aunque no mayor que la de la profundización, sino además de ésta. Es
común que el estudiante que se prepara para el ministerio tome varios
cursos de teología sistemática que emplean el “método de expedición” o
desembarazo. Un tema teológico como “pecado” o “sacrificio” se estudia en
toda la Biblia para generar conclusiones precisas al respecto. Esto no quiere
decir que un sermón temático será tan extenso ni tedioso como alguna
porción de un curso teológico. Pero al haber visto panorámicamente lo
que la Biblia dice respecto al “enojo”, por ejemplo, el predicador podría
entonces preparar un sermón temático que presente los versículos clave
del estudio y que represente la perspectiva bíblica del tema. A veces si se
utiliza sólo un texto sin el apoyo ni el balance de la totalidad de la Biblia, se
llegará a conclusiones incorrectas. Por tanto, la expedición o desembarazo

79
realmente tiene su importancia.
Una segunda ventaja de la predicación temática es que permite la
predicación de temas para los que no hay ningún texto expositivo ni
temático adecuado. Por ejemplo, la Biblia dice mucho del enojo, pero no
Estrucuración de sermones

mucho en un solo lugar. Hay temas como éste que necesitan ser predicados,
y lo pueden ser por medio del sermón temático.
Una tercera ventaja es que a muchos ministros el sermón temático les
parece el más fácil y más rápido de preparar de los tres. Repito, se trata
de reconocer el hecho de que sólo hay cierta cantidad de tiempo en una
semana ocupada.

Normas prácticas para la predicación temática


Hay algunas consideraciones sólo propias del sermón temático.
Cuando el texto haya decidido los puntos principales de un sermón
textual, y el ministro en un sermón temático, los dos son esencialmente
lo mismo. Como consecuencia, varias normas se comparten en los dos
métodos y se presentan en la siguiente sección.
La norma clave para la predicación temática es el esfuerzo por
limitar el texto a un versículo. Hay ocasiones en que dos versículos serán
necesarios para completar una oración o para suplir información de
trasfondo o contexto. Pero entre más versículos se añadan, más probable
será que empiece a aparecer material de punto principal y de punto
secundario. Un texto exclusivamente temático suple solamente el tópico
general del sermón.
Para el sermón textual hay que partir del área del texto a fin de
encontrar los puntos secundarios. Para el sermón temático hay que
partir del área del texto con el propósito de hallar los puntos principales
y los secundarios.

Normas comunes
Algunas de las consideraciones más importantes en la construcción
y presentación del sermón textual y del temático se comparten. Éstas son
las siguientes:
(1) El texto no se puede usar fuera de su contexto. Aunque no se usan
versículos vecinos en el bosquejo del sermón, éstos se deben estudiar para
asegurarse de que el texto mismo se está representando correctamente.
También sería apropiado compartir algo de información de trasfondo
acerca del texto en la introducción del sermón, a fin de familiarizar a los
oyentes con los detalles acerca de su contexto.
(2) Antes de invertir mucho tiempo en la construcción del sermón,
el ministro debe leer el texto en las versiones bíblicas que con más
frecuencia usan los oyentes. Esto es particularmente importante para

80
los que no tienen conocimiento de las lenguas bíblicas. Las diferencias
significantes en la traducción de una palabra o de una frase estratégica
serán una indicación clara de que el versículo exige de estudio adicional
antes de usarlo en la estructuración de un sermón. Podría ser embarazoso
Sermones textuales y temáticos

que el predicador presentara un sermón temático basado completamente


en el tema que leyó en su versión de la Biblia, mientras los oyentes leen en
otras versiones con significados al parecer diferentes, sin encontrar allí el
tema del sermón. Puede ser igualmente embarazoso predicar un sermón
textual de una versión que contiene cierto número de puntos principales
cuando la de los oyentes contiene otro número.
Un pastor predicó un mensaje de la primera línea del Salmo 63:1
sobre el que madruga a buscar a Dios, pero las biblias de los oyentes
decían “intensamente” en vez de “de madrugada”. Otro pastor predicó los
siguientes puntos principales de Mateo 5:44: I. Bendice a tus enemigos,
II. Haz bien a tus enemigos, III. Ora por tus enemigos. Sin embargo, en
una versión común entre sus oyentes, los primeros dos puntos venían de
versículos omitidos de la columna principal, puestos sólo en el margen;
en otra versión los versículos eran omitidos. El ministro que prepare un
sermón basado en 1 Timoteo 4:12 encontrará cinco puntos principales en
la NVI y seis en la Reina-Valera.
El propósito de todo esto no es contraponer una versión a otra. Hay
imperfecciones en cada versión. El propósito es evitar la construcción
entera de un sermón o punto principal sobre algo que no les parece válido
a los oyentes. El propósito es prevenir que el predicador parezca haber
fallado en cumplir con su tarea y que parezca algo menos que confiable. El
objetivo es evitar que la congregación quiera concluir el culto con un canto
que diga “¡Sabemos algo que usted no sabe!”
Cuando se debe hacer una aclaración entre versiones para explicar que
el predicador apoya el uso de un versículo en una manera particular, el
comentario debe ser lo más breve y casual que sea posible. No se debe decir
nada que socave la confianza de alguno en una versión muy reputada. Hay
demasiado peligro de que esto mine su confianza en la Palabra de Dios.
No se debe decir nada que deje la impresión de que hay que conocer las
lenguas bíblicas o tener una educación universitaria o de seminario para
entender la Biblia. Por lo regular esas expresiones no son más que una
demostración de altivez en el ministro.
En realidad hay dos maneras de localizar puntos secundarios bíblicos
para el sermón textual o para el temático. La primera es la que comúnmente
se espera: seleccionar versículos de toda la Biblia. Cualquiera de los puntos
principales podría tener puntos secundarios bíblicos de seis o más pasajes.
La segunda manera es buscar una porción de material que tenga una rica
variedad de detalles acerca del punto principal y que pueda generar todos

81
los puntos secundarios bíblicos que se necesitan. Por ejemplo, si el punto
principal es “amor”, se podría usar 1 Corintios 13 para producir todos
los puntos secundarios bíblicos.
Estrucuración de sermones

Si se usa este segundo método, se admite que los puntos secundarios


vienen de un lugar diferente del texto de apertura. Siguiendo con el
ejemplo anterior, si todos los puntos secundarios para un punto principal
se toman de 1 Corintios 13, el texto de apertura no podrá ser de este
capítulo. También se admite que si los puntos secundarios de un punto
principal adicional se toman de una porción entera de material, ésta será
diferente de la que se usó para producir los puntos secundarios del primer
punto principal. Sin estos límites, el sermón se hace más expositivo que
textual o temático.
El primer método se puede usar para todo el sermón, lo que haría
que cada punto principal tenga puntos secundarios de toda la Biblia. El
segundo método se puede usar para el sermón entero, lo que daría como
resultado que cada punto principal tenga puntos secundarios bíblicos de
una porción de material individual. Por ejemplo, el primer punto principal
de “amor” podría tener puntos secundarios exclusivamente de 1 Corintios
13, y el segundo punto principal de “paz”’ exclusivamente del Salmo 23.
Los dos métodos también se pueden combinar en un sermón, lo que haría
que un punto principal tenga puntos secundarios de toda la Biblia y que
otro tenga todos sus puntos secundarios de una porción de material.
(4) Se anima al predicador a buscar ayuda para generar puntos
secundarios bíblicos. Si los estudiosos ya han localizado y han hecho una
lista de todas las referencias bíblicas que tratan con un tema particular,
sería una sabia administración de tiempo usar el trabajo de ellos. Sin
embargo, hará falta algo más que una concordancia. Ésta sólo identifica
pasajes que contienen una palabra particular, pero es común que un
pasaje trate con un tema sin nombrarlo. Por ejemplo, la palabra “paz”
no se encuentra en el Salmo 23, pero hay pocos pasajes de la Biblia que
dirían más sobre este tema. El predicador necesitará una o más bíblicas
temáticas, además de una concordancia completa (en la versión que
prefiera). Entre las mejores posibilidades está la Biblia de Referencia
Thompson. Una biblia temática examina más la existencia de un tema
que la inserción o inclusión de una palabra.
(5) El ministro, después de coleccionar una numerosa variedad de
pasajes que pertenecen a un punto principal, no los usará todos en el
sermón. Seleccionará los más enfáticos y específicos que expliquen el punto
principal, que ayuden a los oyentes, y que mantengan una conexión clara
con la proposición. Después las dispondrá de tal modo que formen una
explicación bien pensada, paso a paso, del punto principal. Se deben evitar

82
los demasiados puntos secundarios bíblicos en un sermón. Sin embargo,
cuando tal sea el caso, se tratará cada uno muy rápida y superficialmente
como para causar cualquier impacto efectivo en el individuo que está
sentado en la congregación.
Sermones textuales y temáticos

(6) Así como se deben evitar los demasiados puntos secundarios


bíblicos, también se deben sortear muy pocos. El texto de apertura en
la predicación textual y en la temática puede verse como un trampolín.
En el sermón textual, se toma de éste el suficiente impulso como para
generar el tema general/específico y los puntos principales. En el sermón
temático, sólo se toma el impulso suficiente como para generar el tema
general/específico. Pero en ambos casos, es imperativo que el salto haga
caer en la piscina al que salta. Cualquier otra cosa sería un desastre. En
la predicación textual y en la temática es de rigor que el predicador, al
impulsarse lo suficiente en su texto, caiga en la “piscina de la Palabra de
Dios”, donde habrá de pasar el resto del sermón.
(7) Sin importar el número de puntos secundarios bíblicos del sermón,
ninguno se puede usar fuera de su contexto. Los sermones textuales y los
temáticos no son una invitación a basar una idea independiente en un
versículo aislado de su contexto. Se deberá estudiar el contexto de cada
referencia de punto secundario para asegurar que su significado en
el sermón concuerda con su significado en la página donde se encontró.
(8) Al presentar puntos secundarios, especialmente en los sermones
que se toman de toda la Biblia, el ministro debe variar lo que se pide de los
oyentes. Las referencias más céntricas merecen el tiempo que se tomará
para invitar a la congregación a seguir su lectura. Los pasajes un poco
menos significantes se pueden buscar y leer sólo por el predicador. (Nunca
será necesario decir a los oyentes que no busquen un versículo; esto sirve
sólo para desordenar la presentación con sugerencias contusas.) Para dar
un énfasis aún menor, se podría acotar el versículo en las notas de pulpito
para poder leerlo o citarlo sin tener que buscarlo. Aún es posible
hacer referencia al pasaje sin leerlo, especialmente si se trata de material
conocido. Al variar el uso de estas posibilidades, se evita que el manejo de
los puntos secundarios sea predecible y monótono.

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Reflexiones finales
Reflexiones finales

Consideraciones de clausura
Debe ser muy claro que en este libro sólo se ha descrito un patrón
de bosquejo. Sus diez pasos forman los capítulos 1-10. Se puede usar un
método expositivo, textual o temático porque estas tres clasificaciones
tienen que ver con el fundamento del mensaje en la Biblia y no con la
estructura del sermón.
Hay muchos otros patrones, la mayoría de los cuales son igualmente
claros y eficaces. El patrón que se ha presentado ha sido de gran ayuda a
través de los años, tanto al predicador principiante como al predicador
en dificultades. Cuanto más obediente y precisamente se siga por un
considerable período de tiempo, tanto más preparará al ministro para que
en el futuro use otros patrones, sin perder claridad ni eficacia. No obstante
sus estrictas exigencias, es esencialmente un método simple y directo de
persuadir a la gente acerca de las verdades de la Palabra de Dios. Ningún
esfuerzo de parte del predicador será demasiado, si se considera la increíble
oportunidad que tiene de persuadir así a la gente (2 Corintios 5:11).

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