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Clasificacion de Los Tipos Penales
Clasificacion de Los Tipos Penales
CLASIFICACIÓN TIPOS
PENALES. GÓMEZ URSO
CLASIFICACION DE LOS TIPOS PENALES.
Por Juan Facundo Gómez Urso.
1. b. TIPOS ABIERTOS.
- En los tipos abiertos el juez debe remitirse a reglas generales,
normadas o no, propias de la actividad en la que se desarrolló el hecho
que provocó el resultado típico (médico, electricista, dueño de un
comercio, etc.). Aquí el juez determina la norma que establece el cuidado
debido.
3. b. OMISIVOS.
Los tipos omisivos captan acciones diferentes al modelo de acción
debida (aliud agere)[33], pudiendo castigar también la no evitación de
ciertos resultados (omisión impropia). Esta opción deriva de una posición
que niega toda omisión antes del tipo[34], en tanto otra concepción
admite su existencia previa como realidad del ser, considerando que
antes del tipo puede haber tanto acción como omisión[35].
3. b. 1. OMISIVOS PROPIOS.
Se conforman con la no realización de la conducta ordenada por el tipo
(circunstanciado), identificándose así con los delitos de simple actividad,
no exigiéndose la evitación de resultado alguno, por lo que se
desentienden de las reglas que operan para la imputación objetiva
(imputación hipotética).
Estos tipos siempre están expresamente legislados.
Los delitos de omisión propia, en cuanto a las calidades requeridas para
ser autor, son delitos comunes, pues cualquiera puede desobedecer la
norma preceptiva.
Pueden ser dolosos o culposos y su tipo objetivo exige los siguientes
elementos: (a) una situación típica generadora del deber de actuar, (b) la
no realización de la conducta ordenada, y (c) la posibilidad física y real
del sujeto de llevar a cabo la acción mandada.
Un caso claro de esta modalidad legislativa es el art. 108 de nuestro C.P.
4. Según la acción.
4. a. DE ACCION SIMPLE.
También llamados de un acto[39], comprenden sólo una acción. La lesión
jurídica es única e inescindible (el desapoderamiento en el hurto, el
causar la muerte en el homicidio, etc.). Se dan por lo común en los tipos
básicos pero no deben confundirse con ellos, pues aún formándose un
tipo calificado por adición de algún elemento o circunstancia al básico,
puede tratarse de un tipo simple, toda vez que la acción reclamada por la
fórmula legal siga siendo una.
4. b. DE ACCION COMPUESTA.
El tipo requiere varias acciones para afirmar la tipicidad y pueden
subdividirse en (1) complejos, (2) acumulativos y (3) alternativos.
4. b. 1. Complejos.
Se caracterizan por la concurrencia de dos o más acciones, cada una
constitutiva de un delito, de cuya unión nace un complejo delictivo distinto
e indivisible (el art. 164 del C.P. tipifica un desapoderamiento ilegítimo
[C.P. 162] con violencia en las personas [amenazas: C.P. 149 bis primer
párrafo, o coacción: C.P. 149 bis segundo párrafo] o con fuerza en las
cosas [daño: C.P., 183], construyéndose así el tipo complejo del robo)
[40].
En caso de no optarse por legislar bajo esta forma, creando delitos
complejos a partir de figuras anteriormente desligadas, pero concurriendo
ellas en un mismo hecho, se procede conforme lo dispuesto por el art. 54
del C.P. (concurso ideal)[41]. “En realidad el delito complejo no es una
categoría autónoma, sino una forma técnicamente defectuosa de regular
un concurso de delitos. Una reforma técnicamente depurada debería
eliminar figuras tan poco útiles y creadoras de tantas dificultades
innecesarias”[42]. “Legislativamente sería aconsejable suprimir la figura
del delito complejo”[43], como creo que también aquellas agravadas por
el resultado y las preterintencionales, ya que con los mecanismos
normativos y el apoyo dogmático de la concurrencia de delitos o de leyes
se llega a resultados igualmente respetuosos de los principios de
culpabilidad, igualdad, lesividad y legalidad.
No debe confundirse la presente con la clasificación entre delitos
unisubsistentes y plurisubsistentes. Se llama delito unisubsistente al que
consta de un solo hecho, y delito plurisubsistente al que se integra
solamente cuando concurren varios hechos, en este último cada uno de
los hechos integrantes de una sola figura no constituye, a su vez, un
delito autónomo. Un ejemplo de delito plurisubsistente sería el ejercicio
ilegal de la medicina, pues requiere varios hechos homogéneos para
configurar la “habitualidad” (C.P. 208 inc. 1º). El delito plurisubsistente es
el resultado de la unificación de varios hechos, naturalmente separados,
bajo una sola figura. El delito complejo, en cambio, es el producto de la
fusión de dos hechos en sí mismos delictivos. El delito plurisubsistente es
fusión de hechos, el delito complejo es fusión de figuras delictivas[44].
4. b. 2. Acumulativos.
El autor debe realizar las varias acciones enunciadas en el tipo para que
se configure el delito. Esas acciones pueden ser:
(1) “heterogéneas” (“librar” un cheque y “no pagarlo” dentro de las 24
horas, C.P. 302 inc. 1º; “injuriar” o “calumniar” y “rehusar” dar
explicaciones, C.P. 112; “apoderarse” de carta, pliego o papel privado y
“comunicar” o “publicar” su contenido, C.P. 153 segundo párrafo),
denominados “delitos de doble acción”.
(2) “homogéneas” donde el tipo requiere la realización de varias acciones
de la misma especie, como en el ejercicio ilegal de la medicina que se
tipifica a partir de la “habitualidad” (C.P. 208 inc. 1º)[45]. En ambos casos
deben llevarse a cabo las acciones requeridas para afirmar la tipicidad
del suceso. Los casos de tipo acumulativo son poco frecuentes.
No corresponde ubicar aquí a los tipos calificados por el resultado, dado
que en ellos se advierte la presencia de una sola acción, más allá del
resultado más grave previsto por la figura, pues ésta se configura con un
único acto, sin perjuicio de que puedan darse dos o más, pero no es una
exigencia del tipo[46]. Así se adelantó al describir el tipo simple.
4. b. 3. Alternativos (o mixtos).
En el tipo se enuncian varias acciones pero basta que el autor realice
una sola de ellas para considerar cometido el delito[47]. Por ejemplo
defraudar “sustituyendo, ocultando o mutilando” algún proceso o
expediente (C.P. 173 inc. 8º) o encubrir “adquiriendo, recibiendo u
ocultando” dinero, cosas o efectos provenientes de un delito (C.P. 277
inc. 1º, ap. “c”, también los incisos “a”, “b”, “d” y “e” admiten acciones u
omisiones alternativas). La realización de varias de esas acciones
previstas no multiplica la tipicidad[48], pues la pena conminada lo es para
cualquiera de las hipótesis alternativamente previstas. Se advierte
fácilmente que la pluralidad de acciones en estos casos es una
posibilidad que ofrece la estructura legal, pero no una exigencia, pues
realizando sólo una de ellas se configura la tipicidad. En realidad no
correspondería incluir estas fórmulas en este acápite (que exige varias
acciones para configurar la tipicidad), pues con una sola de las opciones
posibles basta (quede claro entonces que únicamente los complejos y los
acumulativos son de carácter compuesto). Sin embargo como
herramienta técnica ofrece acciones plurales, es sólo por ello que se
analiza en el presente apartado[49].
Roxin incorpora aquí a los delitos mutilados de dos actos y a los delitos
cortados de resultado, sin embargo en ellos el tipo, para configurarse, no
exige la presencia de ambas acciones, sino que con la primera alcanza
para afirmar la tipicidad, siendo la segunda acción una circunstancia que
genera la intención o la tendencia del sujeto a realizar la primera,
caracterizándose entonces por esa relación entre el aspecto objetivo y el
subjetivo y no por la necesidad de dos o más actos[50].
6. b. 1. ESPECIALES PROPIOS.
Se configuran cuando la calidad especial del sujeto activo es un
elemento del tipo, por lo que sólo un funcionario público que además
ostente la posición de “administrador de caudales públicos” podría ser
autor de malversación (C.P. 260) o peculado (C.P. 261 primera parte),
sólo un funcionario público podría ser autor del delito de incumplimiento
de los deberes de funcionario público (C.P. 248), sólo podrían cometer
prevaricato los sujetos que revistan la calidad de jueces, árbitros o
amigables componedores (C.P. 269), sólo la madre o el padre pueden
incumplir los deberes de asistencia familiar (ley 13.944). Todos estos
casos deben ser luego analizados en profundidad a efectos de resolver
situaciones de error, tentativa, autoría mediata y participación, cuyas
conclusiones no suelen ser pacíficas en doctrina.
Todos los delitos de omisión impropios son delitos especiales propios, ya
que en ellos la autoría se funda sólo por la posición de garante del
omitente[63].
6. b. 2. ESPECIALES IMPROPIOS.
Aquí, la calificación o características especiales del autor agravan el tipo,
como por ejemplo la privación ilegal de la libertad cometida por un
descendiente (C.P. 142 inc. 2º) o el homicidio cometido por un
ascendiente, descendiente o cónyuge (C.P. 80 inc. 1º). Si no se da la
determinada posición del sujeto activo, de todos modos se realiza el tipo
básico.
7. b. Plurisubjetivos o colectivos.
Requieren necesariamente su comisión por varias personas, pero no
deben confundirse con ninguna situación de participación necesaria,
pues aquí no se trata de casos de participación, sino de coautoría[65].
Cuando referimos “participación necesaria” lo hacemos en referencia a
los supuestos en los que intervienen varios sujetos en la realización de la
acción pero uno de ellos permanece impune por ser precisamente el
titular del bien jurídico adscripto al tipo (el menor de 13 años en el
estupro, C.P. 120; el menor en los delitos de corrupción de menores), y
no a las reglas de participación que establecen los arts. 45 a 49 del C.P.
Estos últimos a su vez se separan en plurisubjetivos de convergencia,
donde los sujetos concurren de manera uniforme para la consecución de
un mismo objetivo (C.P. 210: asociación ilícita; 229: sedición), y en
plurisubjetivos de encuentro, en los que las partes concurren
autónomamente en una misma relación delictiva (C.P. 258: cohecho)
[66].
9. a. DE RESULTADO.
Son tipos en los que el resultado consiste en una consecuencia de lesión
o de puesta en peligro concreto separada espacial y temporalmente de la
acción del autor[73].
En esta formulación el legislador privilegia el resultado para individualizar
el conflicto, sea doloso o imprudente. La producción de un resultado
determinado pertenece al tipo, junto a la actividad desplegada por el
autor[74]; claro ejemplo es el homicidio, también las defraudaciones, los
daños, etc. Por lo tanto sin el resultado no hay tipicidad, al menos por
delito consumado, quedando abierta la posibilidad de castigar por
tentativa.
En estas modalidades, más allá de la acción, los sujetos, los elementos
descriptivos y normativos, las circunstancias, etc., constituyen
componentes esenciales del tipo objetivo la mutación física o resultado y
la imputación objetiva (nexo causal) entre la acción y tal cambio en el
mundo.
A su vez los delitos de resultado pueden dividirse en delitos de peligro y
delitos de lesión.
10. a. DE LESION.
En los tipos de lesión el legislador demanda un daño, menoscabo o
detrimento concreto en el objeto de la acción, que es de carácter material
(un ser humano en el homicidio, C.P. 79; un jarrón en el daño, C.P. 183),
y que no debe identificarse con el bien jurídico tutelado, de índole ideal o
abstracta (vida, propiedad), que siempre y en todos los casos aparece
afectado, aún en los delitos de mera actividad. Estas figuras no ofrecen
dificultad en su apreciación ni en su acreditación en el proceso, toda vez
que son fácilmente verificables y constatables. No sucede lo mismo con
los delitos de peligro.
10. b. DE PELIGRO.
Opuestas a los anteriores se advierten aquellas fórmulas penales que no
requieren una lesión sobre el objeto de la conducta, sino que reclaman
que la acción haya creado sobre aquel un peligro, concreto o abstracto,
de sufrir un detrimento.
11. a. DOLOSOS.
Veamos ahora como, en la misma ley, frente a la lectura de un código
penal o de una ley penal complementaria o especial distinguimos un tipo
doloso.
Creo que atendiendo a la forma legislativa que ofrecen las figuras
dolosas, el tipo subjetivo debe determinarse por exclusión, es decir, los
tipos imprudentes, los tipos con elementos subjetivos y los tipos
complejos (preterintencionales y cualificados por el resultado) registran
una particular forma de tipificación o de redacción legal, en cambio los
dolosos ninguna característica especial ofrecen, sólo describen el
supuesto fáctico, prohibitivo o imperativo, y la consecuencia punitiva. “El
que causare la muerte”, “el que se apoderare”, “el que obligue a otro a...”,
“el que causare un aborto”, “el funcionario que sustrajere caudales”, etc.
son figuras dolosas, toda vez que aquella ausencia de particularidades
en el modo de legislarlas implica que el tipo objetivo de dichas conductas
debe ser cumplido con dolo.
Sin ingresar en las innumerables variables que ofrece actualmente el
concepto de dolo, delimitaremos al mismo tal como tradicionalmente ha
sido entendido a partir del finalismo, siguiendo nuevamente a Zaffaroni,
Alagia y Slokar, toda vez que la presente definición también debe
contener bases autóctonas indisolublemente arraigadas a nuestra
legislación punitiva, diremos que “dolo es la voluntad realizadora del tipo,
guiada por el conocimiento de los elementos del tipo objetivo necesarios
para su configuración”[110]. DOLO ES FINALIDAD TIPIFICADA[111].
Luego de indicar que “dolo es el conocimiento y la voluntad de
realización del tipo”, destaca Bacigalupo que “el acuerdo doctrinario llega
hasta aquí”[112], sin embargo nuestra tarea no apunta a resolver más
cuestiones que las referidas al inicio, por lo que tales discrepancias no
empañan el objetivo propuesto.
De ello se desprende que el concepto de dolo registra dos elementos, el
elemento intelectual o cognoscitivo y el elemento volitivo:
- El elemento intelectual o cognoscitivo requiere acreditar un
conocimiento (a) efectivo y no meramente potencial de los elementos del
tipo objetivo, y (b) actual, lo que concreta la exigencia de que el autor
haya sabido que realizaba el tipo objetivo en el preciso momento de
realizar la acción, siendo completamente irrelevantes tanto un
conocimiento anterior (dolo antecedente) como posterior (dolo
subsecuente) al hecho cometido[113].
El conocimiento que se requiere está referido al tipo objetivo, no siendo
en cambio necesario para afirmar el dolo del autor que haya tenido
conciencia de la antijuridicidad ni tampoco de la punibilidad de su
conducta[114].
Como bien afirma Righi “el conocimiento también debe comprender las
circunstancias atenuantes y agravantes, por lo que si el comportamiento
del autor realizó objetivamente un tipo dependiente, la aplicación de las
agravantes o atenuantes previstas en la ley requieren que el autor,
además de captar los elementos del tipo básico, conozca las
circunstancias que prevé el tipo dependiente”[115].
El modo o alcance del conocimiento depende del elemento del tipo
objetivo al cual está referido.
Los elementos descriptivos son percibidos o detectados por los sentidos,
en cambio los elementos normativos, incluidos los normativos de recorte,
exigen una valoración jurídica, social o cultural. El conocimiento
requerido para este tipo de elementos es denominado conocimiento
paralelo en la esfera del profano, toda vez que no puede reclamarse del
lego el saber concreto y determinado sobre ciertos conceptos jurídicos o
sociales que sólo son retenidos por especialistas o abogados, por ello se
requiere, a los efectos de la tipicidad, un conocimiento vulgar, propio de
un profano[116]. “Aunque no se trate de elementos normativos del tipo,
frecuentemente se requieren conocimientos normativos para la
delimitación de elementos descriptivos típicamente requeridos, sobre los
que también debe exigirse una apreciación paralela similar a la
demandada para los elementos normativos"[117].
En igual sentido, fundamentalmente para los delitos de resultado, el
conocimiento debe abarcar todos los aspectos del curso causal, en su
defecto adquieren relevancia ciertos errores de tipo como la aberratio
ictus, el error en el objeto o en la persona y el dolus generalis.
Con respecto a la actualidad del conocimiento se sostiene que, en ciertas
ocasiones, éste puede ser no actual pero “actualizable”. Si bien el
conocimiento debe existir “al momento” de desplegar la conducta, se
admite lo que se denomina “co-pensamiento” (Platzgumer, autor
austríaco)[118], supuesto en el cual el autor no fija su pensamiento
directa y absolutamente sobre todos los objetos o elementos del ámbito
en el que despliega su conducta, sino que algunos de ellos permanecen
en un co-pensar paralelo, reconocido por el sujeto actuante y fácilmente
actualizable por él. Por ejemplo en los casos de resistencia a la autoridad
quizás el autor apunte su conocimiento actual a la circunstancia de
lesionar o resistir a otra persona y reconozca o mantenga en un co-
pensar paralelo que “esa otra persona” es, además, un “funcionario
público”, en estos casos, si no se admitiera ese co-pensar o
conocimiento co-consciente sobre uno de los elementos del tipo objetivo
del art. 239 del C.P. la conducta resultaría atípica por falta de dolo. Ello
no significa que el autor no pueda tener un conocimiento actual de ese
componente (funcionario público), sino que para el tipo es suficiente con
un conocimiento actualizable.
Agregar que Bacigalupo considera que el co-pensar sólo es posible en
los tipos agravados respecto a las circunstancias agravantes que pueden
no tenerse presentes al momento del hecho pero están en un “contexto
inmediato” (Manual, temis, p. 108).
De allí que, desde aquellas primeras investigaciones de Platzgummer, la
doctrina y la jurisprudencia acepten que el requisito de “actualidad” del
elemento congonscitivo para afirmar el dolo de una determinada
conducta también se conforme con aquellos conocimientos no actuales
pero actualizables.
Otro ejemplo se da cuando alguien daña o destruye un monumento no
pensando en el instante “actual” de su obrar, aunque si reconociéndolo,
que se trata de un bien público.
Debe distinguirse nítidamente un conocimiento actualizable, que es aquel
que se posee pero que en el momento de actuar permanece “en espera”
de convertirse en actual, del conocimiento potencial, que es un no-
conocimiento, posible, pero no conocido, inexistente al momento de
desplegar la acción.
11. c. IMPRUDENTES.
En los tipos imprudentes las acciones se individualizan porque el
resultado se produce por una falta de cuidado en la programación final
del agente. En nuestra legislación se sigue el sistema de “número
cerrado” para tipificar conductas culposas o imprudentes, las que se
castigan sólo si están específicamente descriptas en la parte especial
(C.P. 84, 94, 189), por oposición al régimen abierto o crimen culpae que
determina en la parte general un concepto de culpa aplicable a
cualquiera de los tipos que describen conductas dolosas en la parte
especial.
Las modalidad legislativa usual del tipo imprudente obedece a la
siguiente estructura: “será reprimido con... el que por imprudencia,
negligencia, impericia en su arte o profesión o inobservancia de los
reglamentos o deberes a su cargo, causare...” (tal la redacción del art. 84
del C.P.).
El delito imprudente puede darse por acción o por omisión. Las reglas de
imputación objetiva no difieren esencialmente de las correspondientes al
delito doloso.
Si bien el tipo imprudente presenta un aspecto interno y otro externo
como el tipo doloso, existe coincidencia en que al tratar estos delitos no
es adecuado proceder clasificando las circunstancias del hecho en un
supuesto típico objetivo y otro subjetivo, ya que la voluntad de realización
del autor culposo no se dirige al resultado jurídico-penalmente relevante,
de manera que la importancia jurídica de su voluntad no surge
directamente de lo querido, sino de una comparación con respecto al
comportamiento debido[132].
Los elementos del tipo objetivo son (1) la infracción al deber objetivo de
cuidado (imprudencia, negligencia, impericia en el arte o profesión o
inobservancia de los reglamentos o deberes), (2) el resultado (muerte,
lesiones, etc.), (3) el nexo de antijuridicidad entre la infracción al deber de
cuidado y el resultado (éste debe producirse “por” el actuar negligente,
imprudente, etc.) y (4) la imputación objetiva (nexo causal).
Como se indicara al estructurar el concepto final de acción, el factor
relevante del tipo imprudente está dado por la “falla en la selección de
medios para arribar a la finalidad propuesta”, es decir, por la infracción al
deber de cuidado.
La ley penal no prohibe la conducta imprudente por su finalidad, sino
porque la forma en que se obtiene viola un deber de cuidado, de ahí la
falla en la selección de medios y su formalización como un tipo abierto,
por ello es necesario determinar la finalidad de la conducta en cada caso
para establecer cuál era el deber de cuidado exigido, indispensable para
cerrar el tipo objetivo. No hay un deber de cuidado general, sino que a
cada acción corresponde un específico deber de cuidado.
La infracción al deber de cuidado es un componente normativo del tipo
objetivo.
El tipo imprudente no puede explicarse desde el resultado, sino sólo
desde el defecto o falla en el deber de cuidado al programar la
causalidad dentro de la finalidad, por eso es que el resultado no
constituye más que un límite a la prohibición que se encuentra dentro del
tipo objetivo.
La imprudencia puede darse con “culpa consciente”: hay representación
del resultado en base a la consciencia por la creación del peligro
generado con la conducta, hay conocimiento efectivo de la situación de
peligro[133]; o con “culpa inconsciente”: no hay representación del
resultado porque no hay consciencia de la creación del peligro, No hay
conocimiento de la situación de peligro.
[6] “La legalidad no es, pues, un problema que en el nivel típico pueda
agotar el legislador, sino que el derecho penal es el encargado de
completarla y traducirla en términos de legalidad estricta, sea mediante
una interpretación limitativa de los tipos penales o a través de la
inconstitucionalidad de alguno de ellos”, Zaffaroni, D.P.P.G., p. 421.
[7] La especial importancia de una materia de prohibición descripta
concretamente ha sido reconocida en la moderna ciencia del derecho
penal desde Beling (1.906), mediante el requisito de la “tipicidad” de la
conducta punible (Welzel Hans, D.P. Alemán, Ed. Jurídicas de Chile,
Santiago 1.993, p. 58).
[8] Roxin Claus, D.P.P.G., Civitas, Madrid 1.997, p. 298/9.
[9] Welzel, D.P. Alemán, p. 55 y ss.
[10] Zaffaroni, Manual, 375.
[11] Muñoz Conde y García Arán, 285.
[12] Zaffaroni, Alagia y Slokar, D.P.P.G., 110/3.
[13] En el pensamiento ontológico de Welzel esta realidad resulta de la
“naturaleza de las cosas”, donde no siempre el legislador puede prever
todas las situaciones posibles de lesión a un bien jurídico (D.P. Alemán,
p. 59).
[14] Welzel, D.P. Alemán, p. 58, quien resalta la necesidad de que el
ordenamiento jurídico concrete sus disposiciones penales,
circunscribiendo objetivamente la conducta que prohibe, esa materia de
prohibición contiene el modelo a seguir y sólo gracias a ese "ejemplo de
conducta negativa" pueden reconocer el ciudadano y el juez qué formas
de conducta están prohibidas.
[15] Zaffaroni, Manual, p. 376.
[16] Zaffaroni, D.P.P.G., p. 421/2.
[17] Zaffaroni, D.P.P.G., p. 108 párrafo 12 y ss.; del mismo, Manual D.P.,
Ediar, Bs.As. 1.997, p. 377/8.
[18] Zaffaroni, D.P.P.G. p. 109.
[19] Zaffaroni, Manual, 377.
[20] Muñoz Conde y García Arán, 288.
[21] El derecho penal sólo debe reprimir aquellos comportamientos que
realmente enturbien las condiciones de una pacífica coexistencia en
libertad y que, de modo general, se adviertan como tales, es decir,
impregnados de una dañosidad social que se expresa, según una muy
reciente y acreditada terminología, en el ataque a bienes jurídicos
especialmente significativos (Moccia Sergio, Política criminal y nuevo
derecho penal, libro homenaje a Claus Roxin, Bosch, Barcelona 1.997, p.
113).
[22] Creus, D.P.P.G., p. 217.
[23] Cualquier adición ( ya sea relacionada con el sujeto, con el lugar,
con la víctima, con las intenciones, etc.) se justifica en tanto importe un
mayor o menor grado de injusto en el comportamiento típico y una mayor
o menor afectación de bienes jurídicos de terceros, y conlleve a su vez
un mayor o menor monto de pena.
[24] Roxin, D.P.P.G., p. 338.
[25] Soler, D.P.A., tomo II, p. 201.
[26] Fontán Balestra, Tratado II, p. 55.
[27] Fontán Balestra, Tratado II, p. 56, quien en definitiva concluye que
las "circunstancias" se convierten en "elementos" para el respectivo tipo
calificado o atenuado, demostrando así que se trata de un asunto
meramente terminológico y poco clarificador.
[28] Jiménez de Asúa (Tratado III, p. 910) refiere que los tipos de
naturaleza calificada o agravada son tratados "con más rigor, puesto que
el daño es más grande o la temibilidad del agente más alta".
[29] Jiménez de Asúa (Tratado III, p. 910) enseña que en los tipos
privilegiados "el legislador ha usado más benignidad, por indicar menos
daño o menos peligro por parte del agente"; en igual sentido Muñoz
Conde – García Arán, p. 288 (“otras veces las circunstancias atenúan la
pena”).
[30] Jakobs (D.P.P.G., p. 216) efectúa una aclaración, entiendo que
también válida para la emoción violenta, en cuanto a que en el
infanticidio el tipo de injusto equivale al del homicidio, en tanto el tipo de
culpabilidad se complementa con los elementos atenuantes de la
culpabilidad mencionados en la norma (para nosotros ocultar la
deshonra).
[31] Roxin, D.P.P.G., 341. Jakobs (D.P.P.G., 216) también postula que
“tal diferenciación carece de apoyatura legal y sacrifica la técnica legal de
los tipos en aras de ideas prejurídicas poco claras acerca del tipo de
delito, motivo por el cual ha de rechazarse”. Idem Jiménez de Asúa
(Tratado III, p. 912/4), quien refuta la categoría propuesta y denominada
por Marcelo Finzi, quien sigue a Impallomeni, como “título del delito”
(distinguiéndolo de las "circunstancias del delito"), como por ej. los
supuestos del art. 80 del C.P., pues cada uno sería una figura distinta,
independiente y "en sí completa".
[32] De otra opinión Muñoz Conde y García Arán (D.P.P.G., 288/9),
quienes sostienen la existencia de tipos autónomos [que formarían una
estructura unitaria] a partir de consideraciones “técnico jurídicas”.
[33] Zaffaroni, D.P.P.G., 424.
[34] Zaffaroni, D.P.P.G., 424; Mezger, Tratado I, p. 102. El fundamento
del deber de actuar surge exclusivamente del tipo.
[35] Novoa Monreal Eduardo, Fundamentos de los delitos de omisión,
Depalma, Bs. As. 1.984, p. 65 y ss.; salvo excepciones por él admitidas,
también Roxin, D.P.P.G., p. 256 y ss.; idem Jescheck Hans Heinrich,
Tratado de derecho penal, tomo I, Bosch, Barcelona 1.981, p. 289. La
base de la omisión es una “expectativa socialmente fundada”.
[36] Sancinetti Marcelo, Casos de derecho penal, Hammurabi, Bs. As.
1999, 165 y ss., quien informa sobre los tres distintos usos de la
denominación “delito impropio de omisión”.
[37] Zaffaroni, Manual 456.
[38] Silvestroni, Teoría constitucional del delito, 235.
[39] Mir Puig, D.P.P.G., 204.
[40] Muñoz Conde Francisco - García Arán Mercedes, D.P.P.G., Tirant lo
blanch, Valencia 1.998, p. 292.
[41] Soler, D.P.A., tomo II, p. 200.
[42] Bacigalupo, Manual, p. 220.
[43] Bacigalupo, Manual, p. 252.
[44] Soler, D.P.A., tomo II, p. 201.
[45] Mir Puig ubica el “delito de hábito” como una modalidad de los
“delitos de pluralidad de actos”, asimilables a los que tratamos como
acumulativos, indicando que se caracteriza por la necesidad de
repetición de actos en una conexión objetiva tal que pueda hablarse de
hábito, hasta entonces el delito no se consuma (D.P.P.G., p. 204). En
igual sentido Soler, D.P.A., tomo II, p. 201, y Creus Carlos, D.P.P.G.,
Astrea, Bs. As. 1.992, p. 191; en contra Nuñez, citado por Soler.
[46] En otro sentido Mezger, Tratado I, p. 152.
[47] Jiménez de Asúa (Tratado III, p. 916) observa que “en este sentido
entendemos por tipo casuístico alternativo aquel en que las hipótesis
enunciadas se prevén una u otra y son, en cuanto a su valor, totalmente
equivalentes”.
[48] Creus, D.P.P.G., p. 190; Jiménez de Asúa, Tratado III, p. 919.
[49] Ver numerosos ejemplos (si no todos) en Jiménez de Asúa (Tratado
III, p. 917/8).
[50] Roxin, D.P.P.G. p. 337.
[51] Bustos Ramírez Juan - Hormazábal Malarée Hernán, Lecciones de
D.P., Trotta, Madrid 1.999, tomo II, p. 42.
[52] Fontán Balestra Carlos, Tratado de derecho penal, Abeledo Perrot,
Bs. As. 1.980, tomo I, p. 481.
[53] Fontán Balestra , Tratado I, p. 482.
[54] Soler, D.P.A., tomo II, p. 191, destaca que el carácter de instantáneo
no se lo da a un delito los efectos que él causa, sino la naturaleza de la
acción a la que la ley acuerda el atributo de “consumatoria”. En igual
sentido se expide Fontán Balestra (Tratado I, p. 481), afirmando que "la
forma o el modo de ejecución del delito tiene poco significado para esta
distinción, ya que la prolongación en el tiempo del proceso ejecutivo no
es lo que importa, sino el tiempo de la consumación". También Nuñez
(Tratado I, p. 254).
[55] Roxin, D.P.P.G. p. 329, quien como ejemplo ofrece una sentencia
del Tribunal Supremo que consideró como delito permanente el art. 315
C en un caso en el cual el resultado típico de peligro se repetía
constantemente por el manejo de un vehículo en estado de incapacidad
para conducir.
[56] Ver Nuñez, Tratado I, p. 252 y ss., donde se refieren citas
jurisprudenciales de interés.
[57] Fierro Guillermo, Código Penal y normas complementarias, análisis
doctrinal y jurisprudencial, tomo I, dirigido por David Baigún y Eugenio
Zaffaroni, Hammurabi, Bs. As. 1.997, p. 37/82.
[58] Mir Puig, D.P.P.G. p. 202.
[59] Fontán Balestra, Tratado I, p. 484.
[60] Muñoz Conde – García Arán, p. 289.
[61] Bustos Ramírez - Homazábal Malarée, Lecciones II, p. 40, incluyen
en esta clasificación al sujeto pasivo, quien también sería innominado y
respondería a la voz “otro”. Sin embargo tal asimilación es errónea, en
tanto hay tipos comunes donde el sujeto pasivo no puede ser cualquiera,
como en ciertos delitos sexuales (menor de 13 años, C.P. 119) o de
carácter defraudatorio (quien tuviere la cosa legítimamente, C.P. 173 inc.
5º o el deudor, C.P. 173 inc. 13º) o en la resistencia a la autoridad
(funcionario público, C.P. 239).
[62] Bustos Ramírez - Hormazábal Malarée, Lecciones II, p. 41.