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Maestría en infancia y cultura

Seminario interdisciplinario: derechos y políticas públicas para la infancia


Profesores: Luisa Acevedo González – Ernesto Duran
Presentado por: Eulin Andrea Sánchez

Hacía la construcción de un saber popular: la educación popular como elemento


transformador de realidades

En la actualidad el término educación popular ha empezado a escucharse, tanto en entornos

académicos como no académicos. Se hace referencia a la educación popular, algunas veces, sin

saber exactamente qué significa y qué implicaciones tiene. Se confunde con educación

comunitaria, educación para adultos, educación sin escuela, y aunque se configura a partir de

muchos de estos elementos, la educación popular no puede definirse como alguno de ellos.

La educación popular es entonces, en palabras del profesor Alfonso Torres:

Un conjunto de prácticas sociales y elaboraciones discursivas, en el ámbito de la educación, cuya

intencionalidad es contribuir a que los diversos segmentos de las clases populares se constituyan

en sujetos protagonistas de una transformación de la sociedad, en función de sus intereses y

utopías. (Torres, 2017, P. 25)

De este modo podemos decir que la educación popular es una práctica pedagógico-política que

busca transformar una sociedad, comunidad o realidad, por tanto, se hace necesario reflexionar
acerca de su papel en nuestra sociedad. Con este fin surge la siguiente cuestión: ¿de qué manera

se entiende la educación popular en nuestra ciudad y a cuáles transformaciones le apuesta?

Estas preguntas serán fundamentales en el trabajo, ya que, comprender sus especificidades y

reflexionar en torno a dichas apuestas permitirá también comprender la importancia de otros

modos de concebir la educación, la lucha, el aprendizaje y la sociedad.

Retomando la definición de educación popular encontramos que su práctica está estrechamente

relacionada con el tema de la participación social y la construcción de un sujeto autónomo que

sea capaz de reconocer las falencias de su entorno, los derechos que el Estado o gobierno debe

proporcionarle, asimismo su papel transformador. Dicho sujeto será capaz también de asumir una

postura ética ante las injusticias, inequidades y desigualdades que hay en su comunidad, con el

fin de cambiar estas situaciones.

Es decir, el sujeto que aprehende mediante la educación popular, se convertirá entonces en un

sujeto transformador, un agente de cambio, o como lo nombra el profesor Alfonso Torres, será un

sujeto histórico.

La construcción de un sujeto histórico, podría decirse, es una de las apuestas de la educación

popular, pero ¿cómo se logra esto? Pues bien, la construcción de un sujeto histórico no puede

resultar de un proceso individual, esto es claro y, por ende, la apuesta final es la configuración de

una subjetividad popular que permita una transformación real que implique a cada uno de los

sujetos. Es decir, el sujeto histórico depende de la colectividad para su construcción.

Dicha relación entre el sujeto y el colectivo es la que posibilitaría una transformación real. En

uno de sus libros, el profesor Torres hace una aclaración sobre el sentido de lo popular, él dice:
El adjetivo “popular” en la Educación Popular no tenía tanto que ver con el sujeto colectivo de

sus acciones –las clases populares– sino con la opción ética y el horizonte político del cambio:

contribuir a su constitución como sujetos históricos. En este sentido, no todas las experiencias y

programas educativos cuyo destinatario es el pueblo tienen la intencionalidad emancipatoria que

distingue a la Educación popular. (Torres, 2007, P. 21)

De este modo, la educación popular se aleja de la tradicional, pues esta busca construir sujetos

críticos, reflexivos, autónomos y éticos, todo ello para lograr una transformación colectiva real y

desde las necesidades e intereses de dicha colectividad.

Para comprender el sentido de la educación popular, se hace necesario regresar a sus orígenes. La

educación popular surge como la búsqueda de una práctica sentada en la relación que tiene el

sujeto con su realidad, pues es a partir de ella que se hace posible un cambio. La educación

popular emerge como: “la integración del individuo con su realidad”; alfabetizar se convierte en

sinónimo de concientización; ello significa liberar al alfabetizando de su conciencia oprimida e

ingenua para posibilitarle la comprensión de las causas de su realidad social;” (Torres, 2007, p.

30) según el profesor Alfonso Torres, hacer educación popular consiste en reconocer el sentido

político de la educación, con el fin de construir un sujeto crítico y propositivo que comprende su

realidad e intenta cambiar aquello que no es justo o equitativo. (Torres, 2007)

Como sabemos, la educación tradicional fue reconocida por largo tiempo como el único sistema

educativo pertinente, sin embargo, esta no ha generado cambios fundamentales en la sociedad, de

hecho, si la sociedad ha cambiado o avanzado, lo ha hecho al margen del sistema educativo que

fue y ha sido el mismo por años. Es por esto, que la educación tal como la conocemos hoy, se

queda obsoleta, pues dificulta la relación entre el sujeto y su realidad.


Educar de manera tradicional resulta tan alejado de la realidad debido a los contenidos

curriculares, las relaciones que se establecen entre el docente y el estudiante, la lectura que se

hace del entorno, el desconocimiento del rol del saber como elemento transformador, las

prácticas homogéneas y poco democráticas, en fin, La educación tradicional desconoce al sujeto

como agente transformados y reduce el poder del conocimiento al docente, maestro o profesor.

Todas estas prácticas tradicionales, aunque obsoletas, siguen vigentes en la sociedad, sin

embargo, hay muchas pedagogías emergentes que buscan romper con los paradigmas de la

educación tradicional, cada una con intereses y necesidades diferentes.

La educación popular hace parte de dichas prácticas y nuestra sociedad ha intentado hacer de ella

un puente para construir una realidad teniendo en cuenta al sujeto que aprende. En nuestra ciudad

encontramos algunas propuestas que nos permiten acercarnos al sentido y la lectura de lo popular

y, asimismo, a comprender las apuestas y los intereses de las mismas.

Centros de educación popular barriales como El rincón cultural El caracol y el Centro de

educación popular Chipacuy, permiten a la comunidad interactuar con diversos conocimientos,

saberes y da voz a cada uno de los miembros de la comunidad. Son varias las propuestas de estos

lugares, asimismo los resultados que han sido posibles gracias a dichas iniciativas. Estos espacios

permiten que la comunidad se encuentre en torno a la palabra, al cine, a las problemáticas

sociales en fin al saber popular. Allí se movilizan y se generan tantas ideas, descentrando el rol

del docente como el único poseedor de conocimiento. Al mismo tiempo que se construyen

sujetos políticos críticos, capaces de intervenir en sus comunidades.

Sin embargo, al revisar bibliografía sobre educación popular y observar algunas prácticas

encontramos que la infancia no es tan protagonista, que sigue siendo el adulto quien deconstruye
y surge una pregunta que podría ser eje de otro ensayo ¿es posible pensar la educación popular

desde las infancias? ¿Cuándo se habla de sujetos históricos se hace referencia solamente a los

adultos? ¿es posible que los construir una subjetividad popular que incluya a la infancia? Todas

estas inquietudes se hacen necesarias, ya que lo popular incluye a miembros de una sociedad que

no han sido escuchados, que desean transformar las dinámicas sociales a las que han sido

sometidos a lo largo de la historia, que vieron en la educación tradicional falencias que nos les

permitía accionar cambios desde sus realidades. Si la educación popular desde los postulados de

Paula Freire buscaba la libertad del sujeto reconociendo el papel opresor de la escuela y de las

relaciones sociales allí constituidas, no se hace necesario involucrar al niño, al adolescente al ser

ellos los principales afectados por el carácter represivo de la escuela y todo el sistema educativo

tradicional.

Es claro entonces que la educación popular surge como resistencia a las pedagogías y sistemas

educativos tradicionales que impedían, en la mayoría de los casos la construcción de un sujeto

critico de su realidad, autónomo y por tanto transformador. Por otro lado, se entiende que dicha

práctica no solo es pedagógica sino política, pues apuesta por el cambio de una comunidad,

realidad o sociedad mediante la constitución de una subjetividad popular que sea capaz de

reconocer los problemas colectivos que impiden la justicia y la equidad dentro de dicha

comunidad.

En una sociedad donde impera la injusticia, la violencia, la desigualdad social, la represión, etc,

se hace imprescindible la búsqueda de alternativas que permiten que la gente, el pueblo, los

miembros de una sociedad, los sujetos, construyan conocimiento, que alcen la voz para denunciar

sus problemáticas, que reconstruyan en conocimiento basado en sus saberes, prácticas, intereses y

necesidades.
La educación popular permite que los individuos replanteen las dinámicas de una sociedad que es

injusta y que no los escucha. Por esto mismo, se hace fundamental (para la autora de este ensayo)

generar puentes que permiten que las infancias, los niños, niñas y adolescentes se construyan

como sujetos históricos, pues desde la subjetividad popular debería incluirlos tanto en el discurso

como en la práctica y es allí donde inicia la más ardua tarea.

Referencias

Freire, P. (1970). Pedagogía del oprimido . Montevideo: Siglo XXI, Tierra Nueva.
Torres, A. (2007). Educación popular. Trayectoria y actualidad. Caracas. : Dirección General de
Producción y Recreación de Saberes .

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