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PRIMERA PARTE Chudad Juatez, v01en con rOrmnss ulitremcts; estas tiialanaier AEP AMIE milares en cuanto a sus consecuencias para las victimas, la muerte y la pé1 traumitica. Las formas de representar la muerte traumitica y el dolor de la ause! transcurren por dos caminos que hemos diferenciado gracias al concepto de patia que generan en el espectador. Por un lado, mediante la representacién recta del cuerpo en dolor, que buscan impresionar y provocar a este, como son casos de Teresa Margolles y Mauricio Toro Goya. Sus obras funcionan como tos criticos de la violencia politica e institucional y son polémicas en su: modo enfrentarse a los relatos oficiales y mediaticos. Por otro, se busca producir evocacién de la magnitud de la pérdida traumitica desde los modos de habit y con estas realidades que se han vuelto extrafias por la violencia. Desde fos cios de convivencia esféricos destrozados por la muerte, la desaparici6n y el Io no tramitado en Maya Goded, y en los trabajos relacionados con las dictadt militares, donde se recurre al registro del 4lbum familiar como unico docume! de resguardo de esos vinculos perdidos en fas obras de Lucila Quieto, Gust Germano y el homenaje a Rodrigo Rojas De Negri. Hasta la extensién del trat por el mundo exterior al sujeto, sus objetos y sus espacios de habitar, en obras: Erika Diettes, Juan Manuel Echavarria y Luis Camnitzer. La obra de José Rodriguez, como testimonio de una experiencia reparadora y como accién en construccién de paz, la comprendemos como un ejercicio de las posibilid: transformadoras del arte por medio de la fotografia. Asimismo, reconocemos distintos modos del quehacer fotografico en cu: to a su manera de dar testimonio. Si bien algunos de ellos son testigos en pri mera persona de las experiencias violentas, son sobrevivientes de la muerte un familiar, como es el caso de los artistas chilenos 0 argentinos en el conte: de las dictaduras. Otros, sin ser testigos directos, tienen una relacién estrecl con las comunidades que las han sufrido, siendo asi narradores de aquello qt no ha sido narrado. La contemporaneidad de estas obras hace evidente la intensa preocupac actual por la representacién de los estragos que ha dejado, y sigue dejando, la vi lencia tanto en las victimas directas como en toda la sociedad. Son obras que sido realizadas entre 1983 y 2015, sin embargo, muchas de ellas, sobre todo relacionadas con las dictaduras militares, tienen un caracter de relato del do, pues estan ligadas a las vivencias biograficas infantiles o de juventud de autores, un pasado que se remonta a varias décadas atrds. Fotografias que de: las imagenes del archivo tanto histérico como familiar hacen visible un pi que persiste con tanta viveza que tifie el presente y lo transforma. Esta manet de entrelazar los tiempos, pasado y presente, se hace visible en las fotografias Toro Goya, Quieto, Germano y Brodsky, aludiendo a una de las caracteristi fundamentales de la vivencia del trauma segin lo sefialado por Griselda Poll 36 restsechya, uello que ycupacion do, la vio- s que han e todo las lel recuer- tud de los que desde un pasado ta manera ografias de cteristicas da Pollock. NOTAS SOBRE LATINOAMERICA np omiso de los artistas con la realidad y las victimas el sufrimiento y el dolor individual y colectivo en los conflictos vio~ de darles curso como duelo y hacer de la memo- .cién social y personal. Una de las relega se cierra la posibilidad traumitica un escalén hacia la reconstruc: ide tramitar el dolor social consiste en la elaboracién de los relatos y los onios. Comprendemos asi que la fotografia puede construir estos relatos ando los testimonios de las comunidades afectadas desde un compromi- Responsabilidad que nace al establecerse una relacién directa con las de los conflictos. Son practicas artisticas y sociales ala vez, que dejan ia del tiempo y lugar —olvidado— donde reside el dolor, luchando con del tiempo y la normalizacién de la tragedia e insistienda en abrir espa- homenaje, encuentro y duelo, tan necesarios, ya que como sefiala Mar- er, «la vida posmoderna se caracteriza por la supresién de la historia y cia de memoria social» (Ribalta, 2015: 320). El trabajo artistico desde y con as propirsn wermwnidades.vfectadas nace de necesidad de algunos de los artistas de ver con sus propios ojos la tragedia, a ces silenciada por las autoridades, mal informada o directamente manipula- Asi, son varios los fotdgrafos que se desplazan al territorio del conflicto para ‘er testigos directos de la magnitud de lo que alli sucede. Por ello, en al- lemos decir que existen implicitamente —incluso visualmente— s, alusiones y cuestionaniventos Hash WTMATWNGR CCUG 6n oficiales abordan el conflicto y, en suma, hacia la busqueda de una dad personas humana, Wsb3}68y SOAS AANA de una busqueda de los efectos de la violencia en la sociedad, lo obvia- syaloueen aychas casas vace tras la noticia sensacionalista, _ do lo olvidado, aquello que en muchos casos yace tras la noticia Sensacionausva, pica de periédicos como PM en México. En este sentido, la instalacién que realiza Teresa Margolles con las portadas de este periddico de Ciudad Juarez, como analizamos en el segundo capitulo, es una critica explicita a la sobreabun- dancia y el voyerismo de la tragedia a partir de este medio. . En cierto modo, los artistas que seleccionamos en este libro buscan los tes- ‘timonios afectivos de la pérdida y la tragedia, quieren hacer visible la cara a ‘escala real del conflicto narrado en titulares por los medios de comunicacién. ‘Su arte es critico con aquella sociedad que ha acogido y ha normalizado la vio- Jencia olvidandose del drama intimo, la pérdida del otro y la injusticia. Varios de los trabajos analizados han surgido de la iniciativa de las propias eemnns en la relacién iniciada con los artistas. Aqui adquiere todo su sig- cado la afirmacién de John Berger cuando dice que una fotografia es un lu- exr de encuentro de varios intereses diferentes, los del fotdgrafo, los de los fo-

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