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Objetivos: Instrucciones:
- Identificar elementos narrativos. -Enviar solamente la hoja de respuestas al
- Relacionar secuencias narrativas.
- Reconocer reglas generales de acentuación
La espada en la piedra
En cuanto la vio, sir Kay supo que era la espada de la piedra y fue a ver a su padre sir Héctor, y
dijo:
—Señor, esta es la espada de la piedra; por lo tanto, tengo derecho a ser rey de esta tierra.
Sir Héctor vio la espada y le pidió a sus hijos que lo acompañaran a la iglesia. De inmediato le
ordenó a sir Kay que dijese, jurando sobre los Evangelios cómo había obtenido la espada.
A. En el pórtico de la iglesia.
B. En la plaza del pueblo.
C. En el castillo.
D. En un bosque
12 ¿Qué opinas de que sir Kay le dijera a su padre que le correspondía ser el rey? (respuesta
completa 2p)
13 ¿Qué opinas acerca de que sir Kay haya dicho la verdad acerca de quién sacó la espada de la
piedra? (Respuesta completa 2p)
Personaje Descripción
El más joven, muchacho de veinte años escasos, pecoso, con una abundante cabellera rojiza,
a la que debía el apodo de Cabeza de Cobre, con que todo el mundo lo designaba, era de baja
estatura, fuerte y robusto. El otro más alto, un tanto flaco y huesudo, era ya viejo de aspecto
endeble y achacoso. Ambos con la mano derecha sostenían la lámpara y con la izquierda su
manojo de pequeños trozos de cordel en cuyas extremidades había atados un botón o una
cuenta de vidrio de distintas formas y colores; eran los tantos o señales que los barreteros
sujetan dentro de las carretillas de carbón para indicar arriba su procedencia.
Baldomero Lillo
A. Son turistas.
B. Son oficinistas.
C. Son vendedores.
D. Son trabajadores.
A. El narrador.
B. El Cabeza de Cobre.
C. Baldomero Lillo.
D. Un viejo
17 Marca la descripción que permite conocer el espacio (lugar) donde transcurre el relato. (1p)
A. Después de tantas horas de caminar sin encontrar ni una sombra de árbol, ni una semilla
de árbol, ni una raíz de nada, se oye el ladrar de los perros.
Juan Rulfo
B. No decimos lo que pensamos. Hace ya tiempo que se nos acabaron las ganas de hablar.
Juan Rulfo
Akulina y Melania
Aquel año llegó pronto la Semana Santa. Apenas se había terminado de viajar en trineo, la nieve
cubría aún los patios y por la aldea fluían algunos riachuelos. En un callejón, entre dos patios, se
había formado una charca. Dos chiquillas de dos casas distintas -una pequeña y la otra un poco
mayor- se encontraban en la orilla. Ambas tenían vestidos nuevos: azul, la más pequeña; y amarillo,
con dibujos, la mayor. Y las dos llevaban pañuelos rojos en la cabeza. Al salir de misa, corrieron a la
charca y, tras enseñarse sus ropas, se habían puesto a jugar. La pequeña quiso entrar en el agua
sin quitarse los zapatos; pero la mayor le dijo:
-No te preocupes, la charca no es más profunda en ningún otro sitio. Ven derecho hacia donde estoy.
Pero, apenas hubo pronunciado estas palabras, Melania dio un traspié y salpicó el vestidito de su
amiga. Y no solo el vestidito sino también sus ojos y su nariz. Al ver su ropa nueva manchada,
Akulina se enojó con Melania y corrió hacia ella, con intención de pegarle. Melania tuvo miedo;
comprendió que había hecho un desaguisado y se precipitó fuera del charco, con la intención de
correr hacia su casa.
En aquel momento pasaba por allí la madre de Akulina. Al reparar en que su hija tenía el vestido
manchado, le gritó:
La madre de Akulina agarró a Melania y la regañó fuertemente. La pequeña alborotó con sus gritos
toda la calle y no tardó en acudir su madre.
Las dos mujeres se insultaron. Los campesinos salieron de sus casas y la gente se aglomeró en la
calle. Todos gritaban, pero nadie escuchaba al otro. En la pelea, se empujaron entre sí y ya era
inminente una batalla, cuando intervino una vieja, la abuela de Akulina. Se adelantó hacia el grupo de
los campesinos y comenzó a suplicarles que se calmasen.
-¿Qué hacen? En un día tan sagrado, deberían regocijarse en vez de pecar de este modo.
Pero nadie hizo caso de la viejecita y poco faltó para que la derribaran. Nada hubiera podido
conseguir, a no ser por Akulina y Melania. Mientras las mujeres se peleaban, Akulina había limpiado
las manchas del vestido y había salido de nuevo hacia la charca. Tomó una piedra y con ella apartó la
tierra para que el agua corriera por la calle. Melania se acercó a ayudarla con una astillita. Las niñas
venían corriendo a ambos lados del arroyo:
-¡Alcánzala! ¡Melania, alcánzala! -gritaba Akulina. La pequeña no podía replicar, ahogada por la risa.
Y las dos niñas siguieron corriendo, divertidas con la astillita que el agua arrastraba. Llegaron junto a
los campesinos. Al verlas, la vieja exclamó, dirigiéndose a estos:
-Están peleando precisamente por causa de estas dos niñas, cuando ellas se han olvidado de todo
hace rato y juegan en amor y compañía. Son más inteligentes que todos ustedes.
Los hombres miraron a las niñas y se avergonzaron de su proceder. Luego, se burlaron de sí mismos
y cada cual se volvió a su casa.
León Tolstoi. Tomado de http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/rus/tolstoi/melania_y_akulina.htm (adaptación)
A. I, II y III
B. I y II
C. Solo II
D. Solo III
24. A partir de su compartimiento en el relato, asigna características psicológicas (2) a cada una
de las niñas. (4p)
Akulina Melania
25. Separa en sílabas las siguientes palabras y marca o destaca la sílaba tónica. (separa con
guiones) (8p)
Atípico:
Decidió:
Camino:
Histórico:
Plumillas:
Reloj:
Gastronómica:
Corcel:
26. Clasifica las siguientes palabras de acuerdo a las reglas generales de acentuación. (16p)