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1, 3 Y 4) DE RISIERI
FRONDIZI.
INTRODUCCIÓN
La axiología (del griego ἄξιος 'digno', 'con valor' y logía') es la rama de la filosofía
que estudia la naturaleza de los valores y juicios valorativos, en lo sucesivo entendido,
como la teoría de los valores.
La teoría de los valores, considera Frondizi, es una aportación filosófica reciente que
tiene sus principios a finales del XIX y alcanza su madurez en la segunda mitad del
siglo XX, ya con las aportaciones estructuradas de Nicolai Hartman y Max Scheler. La
axiología es un descubrimiento para la filosofía ampliando la interpretación del mundo,
una que se asume en el orden de las valoraciones entre las cosas y las personas y/o
grupos sociales. En virtud, que antes de la axiología, las representaciones valorativas
(belleza, justeza, honor, amistad, etc.) habían sido estudiadas en forma aislada, como
la idea de belleza en sí, sin establecer las relaciones sutiles que mantienen entre sí los
distintos valores y estos, con los objetos valiosos (bienes).
A pesar de ello, sirva mencionar, que amplios documentos han sido escritos a lo largo
de la historia sobre algunos valores. Un ejemplo de ello, son los tratados y reflexiones
sobre estética (del griego αἰσθητική), sensación, percepción, y este de αἴσθησις,
“sensación, sensibilidad”, e ικά, “relativo a” que remite al pensamiento de Platón,
Immanuel Kant, Hegel y Friedrich Nietzsche, entre otros, que han descrito dicho
campo del saber. En otro sentido, el valor, es de suma importancia en la teoría
económica; valga citar la teoría del valor-trabajo en la economía política de Adam
Smith y la fundamentación teórica del valor de uso y el valor de cambio en El
Capital de Karl Marx. Los anteriores sirvan como antecedentes al estudio de los
valores (axiología).
A la pregunta explícita de qué es un valor, Risieri Frondizi nos lleva a tres visiones de
la realidad en el espacio-tiempo, que representan formas de pensar nuestra relación
con el mundo: a) De acuerdo a los jónicos en el siglo VI a. C., cuando se preguntan “cuál
es el principio o arché, de la realidad, entienden por realidad o naturaleza, el mundo
exterior”. El que está fuera de nosotros, digamos el conjunto de las cosas que existen;
b) en la antigua Grecia, se asentó el “mundo de las esencias” o de “las ideas”, que
incluye así a los conceptos y los números, esta concepción es realizada por Platón,
apoyado en el pensamiento de Sócrates y Pitágoras; en una tercera expresión de la
realidad, se expone c) el mundo psíquico-espiritual, que conforma los distintos estados
psicológicos del ser: la alegría, el dolor, la esperanza, percepción, recuerdo, etc.), al
cual llegamos a través de la introspección (en ese mirar hacia adentro).
Con base en estos planteamientos, Frondizi sugieres al valor (y así la axiología) vista
en cada parcela de la realidad: a) valores=cosas, si los valores fuesen equivalentes al
mundo de las cosas materiales, podría sostenerse o, mejor dicho, confundirse, a los
“valores” con sus depositarios; al grado equívoco, de hacer pasar a uno por otro. Por
ejemplo, la utilidad es un valor, el martillo posee cierto tipo de utilidad mas no
representa ni agota al valor: utilidad. Con base en lo anterior, tanto en la asignatura
del profesor Rivera Melo como en el texto de Frondizi, es posible señalar, que
para hacer aprehensibles los valores se requiere que “encarnen” – según sea el caso-
en las personas, en los objetos, las instituciones, etc. Lo mismo sea para considerar la
belleza entre las personas (alguien “bello” o “bella”) como para constatar la
utilidad entre las herramientas (objetos que sean útiles de acuerdo a funciones).
Al cabo de esta explicación, el autor deja una afirmación recursiva sobre los valores.
“Los valores no son, por consiguiente, ni cosas, ni vivencias, ni esencias: son valores”.
Es decir, ninguna de las tres formas antes descritas.
Bajo la conclusión del último apartado, que en lo sucesivo fija una tendencia discursiva
del autor respecto a la axiología, al no considerar a estos stricto sensu a) conceptos,
b) cosas o c) vivencias; me aproximo a la definición de los valores como un tipo
de relación al que es posible considerar en su “cualidad estructural” dentro de los
marcos de actuación social. Frondizi señala, que el valor necesita un depositario al no
existir por sí mismos (alejado de la visión idealista u objetivista). Incluso hace alusión
al valor como una propiedad “parasitaria” que requiere de un cuerpo (en el sentido
figurado” para realizarse. De tal suerte, hablamos así de la “belleza de un cuadro” o de
“la utilidad de una herramienta”. A este tipo de proposición, la ejemplifico en la forma:
A= VALOR
B= DEPOSITARIO
(Proposición valor-depositario)
Es necesario distinguir a los valores como cualidades terciarias con base en el análisis
de Samuel Alexander, que considera a) cualidades primarias, aquellas sin las cuales el
objeto no podría existir: extensión, peso, impenetrabilidad, etc. Siendo las que le
confieren existencia, forma, como las propiedades físicas; b) cualidades secundarias,
son las que son constatables por la experiencia sensible: olor, color, tacto, sonido, etc.
Que dependen ser percibidas por un sujeto, lo que confiere, de acuerdo al grado de
sensibilidad mayor o menor subjetividad; de tal forma, las c) cualidades terciarias,
estarían compuestas por los valores, como una propiedad estimativa por un grupo o
sujeto sobre los bienes: agrado, belleza, interés, fealdad, justeza, etc. A pesar de que
Risieri no comparte del todo la propuesta de Alexander, justifica el que los valores
sean comprendidos bajo una nueva división, en la que no son cosas ni elementos de las
cosas, sino, “cualidades sui generis, que poseen ciertos objetos llamados bienes.”
De tal forma, se parte de una visión relativa sin que sea esta extremista (cayendo en
el psicologismo), es decir, que sea posible y necesaria la asociación del sustantivo
(referentes, bien u objeto) con respecto al valor asignado. En tanto los objetivistas
“resbalan el sustantivo de los valores” para sistematizarlos en una realidad
apriorística. De tal suerte, los valores al pertenecer a este orden “parasitario” al
tener que encarnar en un cuerpo, adquieren en sus depositarios una existencia “débil”
como lo es el caso de la “belleza” en una obra de arte. Supóngase el caso de “El
David” de Miguel Ángel, hecha de mármol blanco de 5,17metros de altura y 5.572
kilogramos de masa… la belleza inherente a la obra radica en su totalidad, en su
perfección como pieza, en su sentido unitario; si “El David” por algún motivo se
partiera en dos, aun cuando ciertas propiedades se conservasen: el material, el
peso, etc. El valor estético de la obra se habría auténticamente desintegrado y la
suma de sus partes no formaría aquella totalidad estética (como principio gestáltico).
En esto socava la delgada línea del valor como una cualidad sui generis o propiedad
frágil de los bienes.
De ahí entonces que es posible argumentar, que la noción estimativa que tenemos
sobre las cosas, las personas, las comunidades, instituciones y cualquier “objeto de
conocimiento” pertenezca a una naturaleza de orden virtual; es decir, que los valores
existen en potencia sobre los objetos, y se actualizan cuando percibimos o
constatamos la belleza, utilidad, honestidad, etc. Una persona honesta, uno no lo
observa a primera vista y puede constatar dicho valor en él o ella, este es observable
a través de los actos que representan esta propiedad (valor); como en ese instante en
el que niega aquello que no le pertenece, por citar un ejemplo. De tal modo, los valores
actúan para Risieri Frondizi como posibilidad, no como esencias, pues estas
representan objetos ideales.
VALORACIÓN DE UN OBJETO X
En cada época y sociedad, las dinámicas que se establecen entre los grupos sociales
y/o los individuos, nos pueden llevar a identificar la ordenación de los valores, de
acuerdo a una cultura concreta, hasta observar que cada una se apoya en una tabla de
valores. Lo interesante hasta este punto es reconocer que aun cuando la sociedad no
se percate de este orden mediante el cual estimamos más unas cosas que otras, el
código de esta tabla axiológica está operando sobre nuestras relaciones: laborales,
amorosas, mercantiles, etc. De una forma oculta, influyendo en nuestra conducta
y nuestras preferencias.
Lo anterior, es para Risieri Frondizi, una tarea que todo hombre culto debiere llevar a
cabo, la de someter a examen crítico cuál
a jerarquía valorativa que opera en la sociedad
que a cada uno corresponde. Ante ello, es posible cuestionar ¿cuál es la tabla de
valores de la sociedad actual: de la cultura global, mexicana, peruana, etc.?¿Cómo se
construye una tabla de valores y a partir de qué criterios de validez?
El alemán H. Lotze “concibió la idea de los valores como algo libre de realidad”
oponiéndose al positivismo que imperaba en el siglo XIX, se hacía entonces una
distinción entre las ciencias culturales bajo principios cambiantes de acuerdo al curso
y discursividad social en diferencia con los estatutos categóricos que se formulaban
desde el campo de las ciencias naturales.
Para Frondizi, la tesis radical de Perry es: “lo que es objeto de interés adquiere eo
ipso valor. Un objeto, de cualquier clase que sea, adquiere valor cuando se le presta un
interés, de cualquier clase que sea.” El ejemplo que mencioné anteriormente sobre la
chamarra de mi padre, tiene esta cualidad; también podría observarse en un sin
número de relaciones que las personas establecen para con los demás, los objetos y la
naturaleza. En el caso que nos compete, el de axiología de la arquitectura. Es posible a
este punto realizar algunas observaciones o conjeturas, de acuerdo a las posibilidades
planteadas por Perry se pueden asumir dos posiciones hasta cierto punto divergentes
o en todo caso, sintetizar una tercera de estas. La primera sería la afirmación
categórica, que en efecto, ciertas edificaciones debido a la “composición” de sus
partes con el todo, provocan una valoración en el sujeto que entra en relación o
interactúa con el objeto arquitectónico, que hubiera pues, cualidades en la obra
construida que incitan a las personas a ella, semejante a la analogía del imán para con
el hierro, hubiera en este caso, valores intrínsecos a las obras: en una suerte de
conjunción entre la selección cuidadosa de los materiales en relación con el diseño
dispuesto. Es así, que la organización de los elementos en el espacio y las propiedades
de estos, “despiertan” o hasta cierto punto activan en el observador, dicho
propiamente, habitador, un interés particular que es consecuente con un proceso de
valoración de la obra: sea de agrado o desagrado, belleza o repugnancia, etc.
Entonces, lo anterior hace suponer algunas complejidades con las que es posible
encontrarse en el juicio valorativo en la arquitectura y propiamente, de una tarea no
emprendida con sistematicidad, la de encontrar cuál es la tabla de valores que
opera actualmente sobre la producción arquitectónica en lo global y lo local. ¿Cómo
influyen las corrientes de pensamiento internacional en nuestras expectativas de
arquitectura? Existe una abundante producción y reproducción de formas
arquitectónicas que son difundidas a través de medios impresos y digitales que
construyen una visión que coincide con la pregunta de plantearnos ¿por qué
motivos nos grada lo que nos agrada? Es quizás esta, una ruta para “decodificar” la
tabla de valores que impera en la axiología de la arquitectura en este principio del
siglo XXI.
La corriente del empirismo lógico tiene por antecedente al “Círculo de Viena” (Wiener
Kreis en alemán) organismo científico y filosófico formado por Moritz Schlick
(Alemania) en Viena, Austria, en el año 1922 y disuelto definitivamente en 1936.
Donde se buscaba “la unificación de las ciencias tanto físicas como sociales y
culturales, incluyendo la propia filosofía, debía ser el método de análisis tal cual había
sido iniciado por Peano, Frege, Whitehead y Russell.”
Alfred J. Ayer señala que los juicios de valor no tendrían por qué ser enunciados
verdaderos ni falsos, pues no afirman nada, sino que expresan los sentimientos de
quien enuncia el juicio.” Sin embargo, Frondizi aclara que no se debe confundir la
postura de Ayer con la de otros subjetivistas pues Ayer hace distinción en la forma
valorativa del sujeto donde se “expresan un sentimiento” a diferencia de afirmar que
efectivamente se tiene dicho sentimiento.
Bertrand Arthur William Russell, 3.º conde de Russell, OM, MRS (Trellech, 18 de
mayo de 1872 -Penrhyndeudraeth, 2 de febrero de 1970) racionalizo el pensamiento
filosófico en cierta proximidad a una actitud científica, lo que eventualmente lo
emparenta con el empirismo lógico. Poseedor de un pensamiento antirreligioso y
antimetafísico, así sostuvo Russell “que las cuestiones referentes a los valores están
fuera del dominio de la ciencia, no porque pertenezcan a la filosofía, sino porque
“están enteramente fuera del dominio del conocimiento”. Pues tras la afirmación de
que algo tiene valor, “no afirmamos un hecho independiente de nuestros sentimientos
personales, sino que “estamos dando expresión a nuestras propias emociones.” De tal
forma, considera obvia la relación del deseo intrínseco en el ser que valora sobre lo
bueno y lo malo; de tal forma que la ética “es el intento de conferir significación
universal a ciertos deseos personales.
Cuando alguien afirma que “algo es bueno” entra en la confusión de pensar que ese
enunciado es semejante a la cuestión de señalar “que algo es cuadrado” o “algo es
dulce”, siendo que se parte de dominios distintos, de forma parecida a la explicación
de Alfred J. Ayer. Así, se hace indiscutible la validez de lo afirmado siendo que
aquello que se señala como “bueno” o “malo” es en realidad la expresión de la
afirmación de un deseo personal. De tal forma coinciden ambos filósofos en que no hay
proposiciones éticas, es decir, “afirmaciones con contenido cognoscitivo y, por tanto,
la axiología y la ética están fuera del ámbito del conocimiento científico.”
Al inicio de este apartado expone Frondizi que entre las distintas teorías de axiología
objetivista, destaca por su “popularidad” y fecunda profusión del lenguaje la de Max
Scheler, conocido por la propuesta jerárquica de los valores que hace (tabla de
valores) a modo de tener un corpus moral trascendental.
En el caso de Kant, Scheler no repara en señalarlo como el más grande de los filósofos
modernos. Del que a en lo sucesivo tomará el apriorismo no sin disentir en algunos
puntos esenciales en su filosofía axiológica, al considerar que los valores son
independientes son en suma independientes de sus respectivos depositarios y desecha
toda concepción empirista contenida en la obra de Kant, basada en proposiciones
trascendentales del ser. Al final de su vida, Scheler sufre una transformación radical
(1923-1928), se aleja del teísmo y del cristianismo, que en un principio ayudó a su
construcción teórica, valga mencionar que los valores superiores son de orden religioso
en Scheler, lo sacro/profano. Esto se observa en su obra inconclusa “El puesto del
hombre en el cosmos”, al sugerir que en metafísica no hay principios fáciles, y afirma
un Dios se está haciendo”.
La teoría de Scheler se apoya en un caso análogo a estos: en los colores. Señala que de
la misma forma en la que el rojo remite a un color del espectro, este no tiene que
tener (necesariamente) existencia en alguna superficie corpórea. De tal suerte, que el
color rojo es independiente a la multiplicidad de “objetos rojos”. Bajo esta explicación
los valores son “cualidades que existen independientemente de los respectivos
depositarios.” Entonces los valores al ser de esta naturaleza no requieren de algún
soporte material, experiencia o situación para existir, fuera la justicia, belleza, etc.
El valor precede a los bienes, pues solo a través de los valores es que un objeto
valorado, se asume como un bien.
También señala la diferencia entre fines y valores. Los primeros tienen contenido
representativo, se proyectan a la luz de un objetivo, más no todos los objetivos son
reductibles a los fines; de tal razonamiento, los valores son inherentes a una
naturaleza que tiene a un objetivo más no a un fin realizable en sí mismo. Los valores
no se realizan, son. El valor estará así desprovisto de toda imagen o representación.
Para Kant, la deontología era antecesora al valor. Para Scheler es justo lo contrario;
pues los valores pertenecen a un apriorismo material alejado de la ética empírica, no
habría tales categóricos como orden inicial y sí, valores son preexistentes a la Ley
Ética.
Los valores se afianzan así como cualidades independientes de los bienes en la teoría
de Scheler.
“Aunque nunca se hubiera juzgado que el asesinato era malo, hubiera continuando el
asesinato siendo malo.”
A pesar de esta y otras refutaciones, “Scheler consideró que un hombre nos resulta
desagradable y repulsivo… sin que podamos indicar en qué consiste eso. Bajo esta
noción, señala captamos los valores por la vía emocional, no así por la intelectual, lo que
no puede entonces interpretarse en un lenguaje formal o mediante la decodificación
de las propiedades de los objetos. Incluso hace la afirmación metafísica de que “hay
infinito número de valores que nadie pudo hasta ahora captar ni sentir”.
Existen dos características de los valores que Scheler define: a) están ordenados
jerárquicamente y b) la polaridad. La primera distinción hace los valores un conjunto
ordenado que sugiere una escala existente, sea que esta fuera abiertamente
propuestas, como lo hace la siguiente tabla de valores de Scheler o estén ocultamente
ligados a nuestros actos sociales, es decir, que sean a tal punto implícitos en la cultura
que no se nos estreguen en una forma teórica como un orden moral descrito.
N° VALORES EJEMPLOS
4 RELIGIOSOS Santo, profano, oración, Dios
3 ESPIRITUALES: morales, Justo/injusto, bueno/malo
intelectuales, estéticos. Verdadero/falso, evidente/dudoso
Bello/feo, elegante/tosco
2 VITALES Sano/enfermo, fuerte/débil
1 ÚTILES Caro/barato, útil/inútil
Define cinco criterios que explican el orden de los valores: 1. La durabilidad, como la
capacidad de las grandes obras literarias que han persistido a pesar del paso del
tiempo. De tal suerte, la durabilidad es semejante a una condición de atemporalidad
de las cosas no así a sus propiedades físicas. Pues “la simple durabilidad del bien,
debido a la fortaleza del depositario, no agrega valor al objeto.”
2. La divisibilidad, mientras menos divisible sea un valor más elevado será. Al punto de
que algunos valores inferiores sea necesario dividirlos para gozarlos, así como el
apetito o el placer sobre algo que es consumido en sus distintas partes.
CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA
Risieri Frondizi, ¿Qué son los valores?, FCE, 3ra. Ed., México, 1972