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ENSAYO DEL LIBRO ¿QUÉ SON LOS VALORES? (CAP.

1, 3 Y 4) DE RISIERI
FRONDIZI.

Gabriel Benítez Gutiérrez

INTRODUCCIÓN

La axiología (del griego ἄξιος 'digno', 'con valor' y logía') es la rama de la filosofía
que estudia la naturaleza de los valores y juicios valorativos, en lo sucesivo entendido,
como la teoría de los valores.

El presente documento se estructura a partir de la obra ¿Qué son los valores? De


Risieri Frondizi (Nació en Posadas, 20 de noviembre de 1910 - 1985) filósofo y
antropólogo argentino, rector de la Universidad de Buenos Aires. Inicia el lector por
una aproximación a ¿Qué son los valores? y El mundo de los valores donde se da pie a un
planteamiento que aborda las dos corrientes principales de pensamiento en la
axiología: a) el SUBJETIVISMO y b) el ODJETIVISMO.

El subjetivismo se expone con más rigor en el capítulo segundo de este ensayo y


tercero del libro de Frondizi, con un breve recorrido por los principales exponentes:
Alexius Meinong, Ehrenfels, Ralph Barton Perry, los intelectuales del Círculo de Viena
o la teoría del empirismo lógico, Rudolf Carnap, Alfred J. Ayer y Bertrand Russell.

Del objetivismo en axiología, descrito en el capítulo tercero de este ensayo y cuarto


del libro de Risieri Frondizi se ahonda en los postulados teóricos de Max Scheler
hasta una sintética revisión de su propuesta de jerarquización de los valores.

Capítulo I: ¿Qué son los valores?

1.1 El mundo de los valores

La teoría de los valores, considera Frondizi, es una aportación filosófica reciente que
tiene sus principios a finales del XIX y alcanza su madurez en la segunda mitad del
siglo XX, ya con las aportaciones estructuradas de Nicolai Hartman y Max Scheler. La
axiología es un descubrimiento para la filosofía ampliando la interpretación del mundo,
una que se asume en el orden de las valoraciones entre las cosas y las personas y/o
grupos sociales. En virtud, que antes de la axiología, las representaciones valorativas
(belleza, justeza, honor, amistad, etc.) habían sido estudiadas en forma aislada, como
la idea de belleza en sí, sin establecer las relaciones sutiles que mantienen entre sí los
distintos valores y estos, con los objetos valiosos (bienes).

A pesar de ello, sirva mencionar, que amplios documentos han sido escritos a lo largo
de la historia sobre algunos valores. Un ejemplo de ello, son los tratados y reflexiones
sobre estética (del griego αἰσθητική), sensación, percepción, y este de αἴσθησις,
“sensación, sensibilidad”, e ικά, “relativo a” que remite al pensamiento de Platón,
Immanuel Kant, Hegel y Friedrich Nietzsche, entre otros, que han descrito dicho
campo del saber. En otro sentido, el valor, es de suma importancia en la teoría
económica; valga citar la teoría del valor-trabajo en la economía política de Adam
Smith y la fundamentación teórica del valor de uso y el valor de cambio en El
Capital de Karl Marx. Los anteriores sirvan como antecedentes al estudio de los
valores (axiología).

1.2 ¿Qué es un valor?

A la pregunta explícita de qué es un valor, Risieri Frondizi nos lleva a tres visiones de
la realidad en el espacio-tiempo, que representan formas de pensar nuestra relación
con el mundo: a) De acuerdo a los jónicos en el siglo VI a. C., cuando se preguntan “cuál
es el principio o arché, de la realidad, entienden por realidad o naturaleza, el mundo
exterior”. El que está fuera de nosotros, digamos el conjunto de las cosas que existen;
b) en la antigua Grecia, se asentó el “mundo de las esencias” o de “las ideas”, que
incluye así a los conceptos y los números, esta concepción es realizada por Platón,
apoyado en el pensamiento de Sócrates y Pitágoras; en una tercera expresión de la
realidad, se expone c) el mundo psíquico-espiritual, que conforma los distintos estados
psicológicos del ser: la alegría, el dolor, la esperanza, percepción, recuerdo, etc.), al
cual llegamos a través de la introspección (en ese mirar hacia adentro).

Con base en estos planteamientos, Frondizi sugieres al valor (y así la axiología) vista
en cada parcela de la realidad: a) valores=cosas, si los valores fuesen equivalentes al
mundo de las cosas materiales, podría sostenerse o, mejor dicho, confundirse, a los
“valores” con sus depositarios; al grado equívoco, de hacer pasar a uno por otro. Por
ejemplo, la utilidad es un valor, el martillo posee cierto tipo de utilidad mas no
representa ni agota al valor: utilidad. Con base en lo anterior, tanto en la asignatura
del profesor Rivera Melo como en el texto de Frondizi, es posible señalar, que
para hacer aprehensibles los valores se requiere que “encarnen” – según sea el caso-
en las personas, en los objetos, las instituciones, etc. Lo mismo sea para considerar la
belleza entre las personas (alguien “bello” o “bella”) como para constatar la
utilidad entre las herramientas (objetos que sean útiles de acuerdo a funciones).

En un segundo plano expositivo b) valores=conceptos, sería Nicolai Hartman quien deja


entrever que los valores son un tipo de esencia, al ser de un orden intelectual, como
objetos ideales. La tercera posición c) valores=estados psicológicos, remite una
valoración relativista, donde el valor depende del agrado, deseo, interés, de alguien
por algo. Más considera Frondizi, que esta formulación imposibilita el
estudio sistemático del valor al relativizarlo en exceso.

Al cabo de esta explicación, el autor deja una afirmación recursiva sobre los valores.
“Los valores no son, por consiguiente, ni cosas, ni vivencias, ni esencias: son valores”.
Es decir, ninguna de las tres formas antes descritas.

1.3 El valor como cualidad estructural

Bajo la conclusión del último apartado, que en lo sucesivo fija una tendencia discursiva
del autor respecto a la axiología, al no considerar a estos stricto sensu a) conceptos,
b) cosas o c) vivencias; me aproximo a la definición de los valores como un tipo
de relación al que es posible considerar en su “cualidad estructural” dentro de los
marcos de actuación social. Frondizi señala, que el valor necesita un depositario al no
existir por sí mismos (alejado de la visión idealista u objetivista). Incluso hace alusión
al valor como una propiedad “parasitaria” que requiere de un cuerpo (en el sentido
figurado” para realizarse. De tal suerte, hablamos así de la “belleza de un cuadro” o de
“la utilidad de una herramienta”. A este tipo de proposición, la ejemplifico en la forma:

A= VALOR

B= DEPOSITARIO

“La belleza (A) de un cuadro (B)

(Proposición valor-depositario)

Las sentencias valorativas estarán así contenidas cuando evocan a un referente en A


(valor) en relación con B (depositario). De tal forma, la cualidad estructural a la que se
refiere este apartado, confiere al valor un tipo de adjetivación sobre los referentes;
empero, distinto de otras cualidades o propiedades.

Es necesario distinguir a los valores como cualidades terciarias con base en el análisis
de Samuel Alexander, que considera a) cualidades primarias, aquellas sin las cuales el
objeto no podría existir: extensión, peso, impenetrabilidad, etc. Siendo las que le
confieren existencia, forma, como las propiedades físicas; b) cualidades secundarias,
son las que son constatables por la experiencia sensible: olor, color, tacto, sonido, etc.
Que dependen ser percibidas por un sujeto, lo que confiere, de acuerdo al grado de
sensibilidad mayor o menor subjetividad; de tal forma, las c) cualidades terciarias,
estarían compuestas por los valores, como una propiedad estimativa por un grupo o
sujeto sobre los bienes: agrado, belleza, interés, fealdad, justeza, etc. A pesar de que
Risieri no comparte del todo la propuesta de Alexander, justifica el que los valores
sean comprendidos bajo una nueva división, en la que no son cosas ni elementos de las
cosas, sino, “cualidades sui generis, que poseen ciertos objetos llamados bienes.”

De tal forma, se parte de una visión relativa sin que sea esta extremista (cayendo en
el psicologismo), es decir, que sea posible y necesaria la asociación del sustantivo
(referentes, bien u objeto) con respecto al valor asignado. En tanto los objetivistas
“resbalan el sustantivo de los valores” para sistematizarlos en una realidad
apriorística. De tal suerte, los valores al pertenecer a este orden “parasitario” al
tener que encarnar en un cuerpo, adquieren en sus depositarios una existencia “débil”
como lo es el caso de la “belleza” en una obra de arte. Supóngase el caso de “El
David” de Miguel Ángel, hecha de mármol blanco de 5,17metros de altura y 5.572
kilogramos de masa… la belleza inherente a la obra radica en su totalidad, en su
perfección como pieza, en su sentido unitario; si “El David” por algún motivo se
partiera en dos, aun cuando ciertas propiedades se conservasen: el material, el
peso, etc. El valor estético de la obra se habría auténticamente desintegrado y la
suma de sus partes no formaría aquella totalidad estética (como principio gestáltico).
En esto socava la delgada línea del valor como una cualidad sui generis o propiedad
frágil de los bienes.

¿No sucedería lo mismo con una obra arquitectónica?

De ahí entonces que es posible argumentar, que la noción estimativa que tenemos
sobre las cosas, las personas, las comunidades, instituciones y cualquier “objeto de
conocimiento” pertenezca a una naturaleza de orden virtual; es decir, que los valores
existen en potencia sobre los objetos, y se actualizan cuando percibimos o
constatamos la belleza, utilidad, honestidad, etc. Una persona honesta, uno no lo
observa a primera vista y puede constatar dicho valor en él o ella, este es observable
a través de los actos que representan esta propiedad (valor); como en ese instante en
el que niega aquello que no le pertenece, por citar un ejemplo. De tal modo, los valores
actúan para Risieri Frondizi como posibilidad, no como esencias, pues estas
representan objetos ideales.

Con lo anterior se esgrime la confusión entre esencia y valor. Donde esencia es


próxima a la abstracción y el valor refiere a lo concreto, al mundo de las relaciones
entre los hombres y los bienes. Sírvase de ejemplo diferenciar entre a) “la idea de
belleza” como esencia que captamos por vía intelectual y b) “la belleza de un cuadro”
que captamos por vía emocional. Y añade al respecto: “A fin de distinguir los valores
de los objetos ideales, se afirma que estos últimos “son”, mientras que los valores no
“son” sino que “valen”.

Sin embargo, lo anterior no elimina el sentido del valor en su forma abstracta o


digamos conceptual, pues es la teoría sobre los valores la que describe en parte, la
relación causal entre objeto valioso y percepción del mismo por un sujeto cognoscente.
Lo que se aclara hasta este punto, es que al menos, el sentido del valor no puede ser
alienado del mundo de las cosas concretas para sustituirse únicamente por un objeto
ideal. De ahí entonces que el valor como cualidad estructural pertenezca a una
estructura que no es abstracta, “como los conceptos, sino concreta, individual.”

1.4. Polaridad y jerarquía

Cuando realizamos un tipo de valoración sobre algo o alguien, se ejerce un tipo de


adjetivación que remite a una polaridad. Fuere entre bello-feo; bueno-malo,
agradable-desagradable; justo-injusto, etc. El dualismo intrínseco a la axiología
conduce a un juicio que rara vez se considera neutral, pues la valoración lleva implícito
el dotar de certidumbre el criterio que el sujeto o grupo social emite. De tal forma,
que decimos que un juez fue “más o menos justo en la sentencia a un condenado”, pues
en todo caso, lo que habría, sería una sentencia explícitamente “justa” o “injusta”.

Esta característica de la axiología elimina la interferencia en la posición valorativa


respecto a algún objeto. De tal forma, considero el siguiente esquema sobre la
polaridad y el juicio valorativo

VALORACIÓN DE UN OBJETO X

JUICIO DE VALOR: ANTIVALOR, VALOR

ANTIVALOR: INJUSTO, DESAGRADABLE, FEO

VALOR: JUSTO, AGRADABLE, BELLO


Otra de las características reconocibles por Frondizi en los valores es el que estos se
encuentran ordenados jerárquicamente. Es decir, que remiten a un esquema
o propiamente dicho “tablas de valores” en los que unos se pueden considerar
superiores y otros inferiores. El autor señala “es más fácil afirmar la existencia de un
orden jerárquico que señalar concretamente cual es este orden o indicar criterios
válidos que nos permitan establecerlo.” El referente más conocido que ha intentado
formular este orden jerárquico es Max Scheler mediante su “tabla de valores”; sin
embargo, Frondizi aclara que en el intento del filósofo por establecer un orden
“objetivo” se cometen errores en las pretensiones de acuerdo a los criterios
utilizados.

VALORES: SUPERIORES E INFERIORES = JERARQUÍA.

El conflicto inherente a la ordenación de los valores, la de suponer a unos más


elevados y por ende más valiosos que otros, reside en la transformación de la vida
social, del contrato y del código entre los seres humanos, haciendo de la ciencia
estimativa una de carácter fluctuante. Más para Frondizi es necesario la existencia de
un orden jerárquico, pues ello apunta hacia “una invitación a la acción creadora y a la
elevación moral.

En cada época y sociedad, las dinámicas que se establecen entre los grupos sociales
y/o los individuos, nos pueden llevar a identificar la ordenación de los valores, de
acuerdo a una cultura concreta, hasta observar que cada una se apoya en una tabla de
valores. Lo interesante hasta este punto es reconocer que aun cuando la sociedad no
se percate de este orden mediante el cual estimamos más unas cosas que otras, el
código de esta tabla axiológica está operando sobre nuestras relaciones: laborales,
amorosas, mercantiles, etc. De una forma oculta, influyendo en nuestra conducta
y nuestras preferencias.

Lo anterior, es para Risieri Frondizi, una tarea que todo hombre culto debiere llevar a
cabo, la de someter a examen crítico cuál
a jerarquía valorativa que opera en la sociedad
que a cada uno corresponde. Ante ello, es posible cuestionar ¿cuál es la tabla de
valores de la sociedad actual: de la cultura global, mexicana, peruana, etc.?¿Cómo se
construye una tabla de valores y a partir de qué criterios de validez?

Capítulo III. Las doctrinas subjetivistas

3.1 Iniciación de la axiología


Alexius Meinong (1853-1923) fue un precursor de la sistematicidad de la teoría
subjetivista de los valores con su obra “Investigaciones psicológicas-éticas para una
teoría del valor” publicada en 1894. A pesar de que algunos autores le consideren el
iniciador formal de la Axiología, destaca Frondizi el interés fundado en torno a los
valores por los economistas y en particular de Adam Smith.

El alemán H. Lotze “concibió la idea de los valores como algo libre de realidad”
oponiéndose al positivismo que imperaba en el siglo XIX, se hacía entonces una
distinción entre las ciencias culturales bajo principios cambiantes de acuerdo al curso
y discursividad social en diferencia con los estatutos categóricos que se formulaban
desde el campo de las ciencias naturales.

Meinong fue discípulo de Franz Brentano quien desarrolló el concepto de la


intencionalidad de la conciencia. En la tesis de su maestro se hace manifiesto que las
vivencias están siempre en referencia a “algo” o “alguien”, que nuestros pensamientos
tienden hacia las cosas, así la conciencia y el fenómeno forman un correlato bajo la
noción de intencionalidad. En esta relación se basaría desde otro enfoque Meinong
para sostener su tesis “una cosa tiene valor cuando nos agrada y en la medida en la que
nos agrada”.

3.2 La polémica de Meinong con Ehrenfels

Es la tesis citada de Meinong que Ehrenfels advierte que no podemos basarnos en el


agrado o valoración de las cosas existentes, en tanto, valorados también lo que no
existe “la justicia perfecta, el bien moral jamás realizable”; desde este enfoque
Ehrenfels no cree “que el fundamento de los valores pueda encontrarse en el
sentimiento de placer o agrado, sino que hay que buscarlo en el apetito, en el deseo.” A
la luz de este argumento se hace posible en forma intencional, el que valoremos/
deseemos la “justicia perfecta”. A lo que replica Meinong, que solo a través de las
cosas existentes se puede establecer una relación valorativa, en tanto, valoramos
aquello que existe o incluso poseemos, como un cuadro o la riqueza que hemos
acumulado a lo largo de nuestra vida.

Con base en lo anterior, Ehrenfels reajusta su postulado teórico y considera que


“valoramos ciertas cosas existentes porque pensamos que de no existir o de no
poseerlas, las desearíamos”, establece así: “El valor es una relación entre un sujeto y
un objeto que, debido a una representación fuerte y completa del ser del objeto
determina en nosotros, dentro de la escala de nuestros sentimientos de placer y
dolor, un estado emotivo más intenso que la representación del no ser del mismo
objeto”.

3.3. R.B. Perry y el valor como cualquier objeto de interés

Ralph Barton Perry fue discípulo de Joyce y de James en la Universidad de Harvard,


refutó las tesis idealistas y se concentró en las cuestiones éticas y axiológicas. Esto
sucedía en el primer cuarto del siglo XX tiempo en el que Nicolai Hartman público en
alemán Ethik (1926) obra categórica sobre la axiología objetivista, mientras R. B.
Perry en ese mismo año publica su General Theory of Value en Estados Unidos que
afirma una tesis de carácter subjetivista de los valores; busca en esta obra, el “origen
y fundamento del valor en el sujeto que valora”. Los sujetos no son indiferentes ante
las cosas del mundo, sean objetos concretos o abstractos, nos mantenemos en una
relacionan que pone de manifiesto una actitud de agrado o rechazo; algunas cosas nos
atraen y otras nos repugnan. Perry llama “interés” a esta actitud efectivo motora.

Considera R. B. Perry tres posibilidades de establecer esta relación: a) interés (del


sujeto) con b) el valor: 1. Que el objeto provoque y regule nuestro interés. Esta
posibilidad resalta una potencia en el objeto, en su capacidad atrayente hacia el
sujeto que finalmente al entrar en relación con la cosa valiosa encuentra estos
atributos ahí contenidos. Así, confiere el poder del valor al objeto. 2. Es el interés el
que otorga valor al objeto, señala “que del mismo modo que cualquier cosa puede
convertirse en un “blanco” si uno apunta a él con un arma, cualquier objeto real o
imaginario se torna valioso si tenemos interés en él.” Ejemplos de ello son las
posesiones personales a las que debido a una historia personal de la vida afectiva,
adquieren un valor superlativo sobre el resto de los objetos semejantes. Pienso en una
chamarra de piel que fue de mi padre, él la habrá comprado en los años 70… cuando me
la obsequiaron años después de su fallecimiento, este objeto particular “chamarra
guinda de piel” connotó una relación valorativa que durante el tiempo que la tuve, solo
en mi persona adquiría tal “relevancia”, sentido y significado. De ahí entonces, que el
“valor de cambio” en economía sea rebasado en este caso por un valor simbólico que
atañe al objeto en relación con un sujeto (o intersubjetividad) no en tanto el precio al
que este podría ser vendido-comprado en un sistema de valores mercantil. 3. La
relación entre el interés y el objeto valioso es que éste dependa de aquel, sin
embargo, más tarde refuta esta posibilidad.

Para Frondizi, la tesis radical de Perry es: “lo que es objeto de interés adquiere eo
ipso valor. Un objeto, de cualquier clase que sea, adquiere valor cuando se le presta un
interés, de cualquier clase que sea.” El ejemplo que mencioné anteriormente sobre la
chamarra de mi padre, tiene esta cualidad; también podría observarse en un sin
número de relaciones que las personas establecen para con los demás, los objetos y la
naturaleza. En el caso que nos compete, el de axiología de la arquitectura. Es posible a
este punto realizar algunas observaciones o conjeturas, de acuerdo a las posibilidades
planteadas por Perry se pueden asumir dos posiciones hasta cierto punto divergentes
o en todo caso, sintetizar una tercera de estas. La primera sería la afirmación
categórica, que en efecto, ciertas edificaciones debido a la “composición” de sus
partes con el todo, provocan una valoración en el sujeto que entra en relación o
interactúa con el objeto arquitectónico, que hubiera pues, cualidades en la obra
construida que incitan a las personas a ella, semejante a la analogía del imán para con
el hierro, hubiera en este caso, valores intrínsecos a las obras: en una suerte de
conjunción entre la selección cuidadosa de los materiales en relación con el diseño
dispuesto. Es así, que la organización de los elementos en el espacio y las propiedades
de estos, “despiertan” o hasta cierto punto activan en el observador, dicho
propiamente, habitador, un interés particular que es consecuente con un proceso de
valoración de la obra: sea de agrado o desagrado, belleza o repugnancia, etc.

En una segunda postura, se puede a bien afirmar, que la arquitectura es un compendio


de obra con pluralidad de valoraciones, incluso encontradas unas con otras. Tanto es
así, que en repetidas ocasiones hemos atestiguado la falta de concordia sobre tal o
cual edificación. Por ejemplo, El Guggenheim de Bilbao, diseñado por F. Gehry y
Asociados ha despertado desde su proyección hasta su actual condición de museo
funcionando cotidianamente encuentros y desencuentros, lo mismo quienes no dudan
en denotar un elevado manejo de la formas orgánicas y la aplicación de la última
tecnología en el diseño y construcción de la obra, de ese racionalismo computacional en
la praxis arquitectónica… hasta quienes tiran por la borda esta manifestación
“grandilocuente” al ser una obra del desarrollo capitalista, en que se invierte una gran
suma de recursos que lo mismo pudo haber sido este actual ícono de la arquitectura
moderna u otro.

Entonces, lo anterior hace suponer algunas complejidades con las que es posible
encontrarse en el juicio valorativo en la arquitectura y propiamente, de una tarea no
emprendida con sistematicidad, la de encontrar cuál es la tabla de valores que
opera actualmente sobre la producción arquitectónica en lo global y lo local. ¿Cómo
influyen las corrientes de pensamiento internacional en nuestras expectativas de
arquitectura? Existe una abundante producción y reproducción de formas
arquitectónicas que son difundidas a través de medios impresos y digitales que
construyen una visión que coincide con la pregunta de plantearnos ¿por qué
motivos nos grada lo que nos agrada? Es quizás esta, una ruta para “decodificar” la
tabla de valores que impera en la axiología de la arquitectura en este principio del
siglo XXI.

3.5 El Empirismo lógico y las formas del subjetivismo

La corriente del empirismo lógico tiene por antecedente al “Círculo de Viena” (Wiener
Kreis en alemán) organismo científico y filosófico formado por Moritz Schlick
(Alemania) en Viena, Austria, en el año 1922 y disuelto definitivamente en 1936.
Donde se buscaba “la unificación de las ciencias tanto físicas como sociales y
culturales, incluyendo la propia filosofía, debía ser el método de análisis tal cual había
sido iniciado por Peano, Frege, Whitehead y Russell.”

A través del empirismo lógico se podría reducir a proposiciones simples el significado


de las proposiciones empíricas, desechando las proposiciones metafísicas las cuales no
tendrían sentido para este grupo de pensadores. El empirismo lógico trajo consigo el
problema de la significación que eventualmente germinaría en una nueva disciplina
filosófica del lenguaje, la semántica. De tal forma se hizo del problema axiológico un
problema de términos del lenguaje, de llegar a las últimas consecuencias del sentido
que tienen las palabras de bello, justo, útil, etc. Para encontrar una sistematicidad
lógica que les diera sentido ante la realidad empírica. En The Meaning of Meaning” de
Routledge & Kegan Paul se expone que a través de ciertas palabras que representan
valores como “bueno” que es la base de la ética, así como “bello” de la estética, lo que
se hace en ciertas proposiciones es marcar la actitud que se tiene hacia tal o cual
objeto o situación, como el decir “esto es bueno” no añade nada “al objeto, acto o
persona al cual adjudicamos la propiedad de ser “bueno”, sino que expresamos tan solo
nuestro propio estado emotivo.”

A diferencia de señalar que “algo es rojo”, que si se considera en su adjetivación una


extensión de nuestra referencia, vaya, que estaría en el objeto y no en nuestra
actitud hacia él. Así aclara esta doctrina la confusión entre hablar del objeto en
cuestión, cuando en realidad, “estamos expresando un estado anímico.”

3.6. Rudolf Carnap

Dentro de los personajes ilustres del Círculo de Viena destaca la aportación al


empirismo lógico de Rudolf Carnap (Ronsdorf, 18 de mayo de 1891 - Santa Mónica,
California, 14 de septiembre de 1970) con múltiples artículos y particularmente la
obra Philosophy and Logical Syntax. En la axiología de Carnap los juicios de valor se
disfrazan de normas, así sería equivalente el juicio ético “matar es malo” a la norma en
imperativo “no mates”. Así la norma impone esta voluntad o “deseo” implícitamente
contenido en la formulación valorativa.

3.7. La teoría emotiva

Alfred J. Ayer señala que los juicios de valor no tendrían por qué ser enunciados
verdaderos ni falsos, pues no afirman nada, sino que expresan los sentimientos de
quien enuncia el juicio.” Sin embargo, Frondizi aclara que no se debe confundir la
postura de Ayer con la de otros subjetivistas pues Ayer hace distinción en la forma
valorativa del sujeto donde se “expresan un sentimiento” a diferencia de afirmar que
efectivamente se tiene dicho sentimiento.

Así, la expresión de un sentimiento no tiene naturaleza verdadera o falsa. El decir


“este cuadro es bello” no afirma nada sobre el cuadro (como sería el caso de los
objetivistas) ni sobre el sujeto (como pensarían los subjetivistas); sencillamente está
Expresando un estado anímico. Lo que en suma rechaza la doctrina subjetivista
comúnmente asociado a que al señalar que “quien confiesa que aprueba lo incorrecto, o
lo malo, no se contradice.”

3.8. Bertrand Russell

Bertrand Arthur William Russell, 3.º conde de Russell, OM, MRS (Trellech, 18 de
mayo de 1872 -Penrhyndeudraeth, 2 de febrero de 1970) racionalizo el pensamiento
filosófico en cierta proximidad a una actitud científica, lo que eventualmente lo
emparenta con el empirismo lógico. Poseedor de un pensamiento antirreligioso y
antimetafísico, así sostuvo Russell “que las cuestiones referentes a los valores están
fuera del dominio de la ciencia, no porque pertenezcan a la filosofía, sino porque
“están enteramente fuera del dominio del conocimiento”. Pues tras la afirmación de
que algo tiene valor, “no afirmamos un hecho independiente de nuestros sentimientos
personales, sino que “estamos dando expresión a nuestras propias emociones.” De tal
forma, considera obvia la relación del deseo intrínseco en el ser que valora sobre lo
bueno y lo malo; de tal forma que la ética “es el intento de conferir significación
universal a ciertos deseos personales.

Cuando alguien afirma que “algo es bueno” entra en la confusión de pensar que ese
enunciado es semejante a la cuestión de señalar “que algo es cuadrado” o “algo es
dulce”, siendo que se parte de dominios distintos, de forma parecida a la explicación
de Alfred J. Ayer. Así, se hace indiscutible la validez de lo afirmado siendo que
aquello que se señala como “bueno” o “malo” es en realidad la expresión de la
afirmación de un deseo personal. De tal forma coinciden ambos filósofos en que no hay
proposiciones éticas, es decir, “afirmaciones con contenido cognoscitivo y, por tanto,
la axiología y la ética están fuera del ámbito del conocimiento científico.”

Capítulo IV: Scheler y el apriorismo material de los valores

Al inicio de este apartado expone Frondizi que entre las distintas teorías de axiología
objetivista, destaca por su “popularidad” y fecunda profusión del lenguaje la de Max
Scheler, conocido por la propuesta jerárquica de los valores que hace (tabla de
valores) a modo de tener un corpus moral trascendental.

4.1. La personalidad de Scheler

Para el estudio de las proposiciones de Scheler es necesario ir a dos filósofos:


Husserl y Immanuel Kant. Del primero, retoma aspectos de la fenomenología, misma
que pretende reforzar al añadir un “sentido emocional”, visión que no sería compartida
por Husserl. Señala Risieri Frondizi, que en Scheler es posible apreciar su rosa con
aliento emotivo, que muestra gestos de pasión que hacen que tome distancia de
la sistematicidad axiológica de otros (como el caso del empirismo lógico) y se pueda
incluso hablar de una “lógica del corazón”. Lo anterior, es muestra de este
distanciamiento de la fenomenología como sería descrita por su maestro.

En el caso de Kant, Scheler no repara en señalarlo como el más grande de los filósofos
modernos. Del que a en lo sucesivo tomará el apriorismo no sin disentir en algunos
puntos esenciales en su filosofía axiológica, al considerar que los valores son
independientes son en suma independientes de sus respectivos depositarios y desecha
toda concepción empirista contenida en la obra de Kant, basada en proposiciones
trascendentales del ser. Al final de su vida, Scheler sufre una transformación radical
(1923-1928), se aleja del teísmo y del cristianismo, que en un principio ayudó a su
construcción teórica, valga mencionar que los valores superiores son de orden religioso
en Scheler, lo sacro/profano. Esto se observa en su obra inconclusa “El puesto del
hombre en el cosmos”, al sugerir que en metafísica no hay principios fáciles, y afirma
un Dios se está haciendo”.

4.2. La ética de Scheler


El deseo de Scheler es dar continuidad a la ética kantiana, pero superando su
formalismo racionalista. Aspiró a una corrección de los postulados de Kant a partir de
dos errores a su juicio: a) que confundió lo a priori con lo formal y b) el confundir lo a
priori con lo racional. De tal aseveración, el propone una ética material de los valores y
un apriorismo emotivo.” Bajo el argumento que la ética kantiana lleva a la confusión
de los bienes con los valores y, como he señalado anteriormente, el objetivo y la teoría
de Scheler busca esclarecer un dominio de valores independientes a la experiencia.
Así, “los bienes son cosas valiosas; es un error, por lo tanto, querer extraer los valores
de los bienes o considerar a ambos en pie de igualdad.” Ya que, como indica la teoría
Scheler, si los valores fuesen relativos a las cosas, estos quedarían en un dominio de
cierta fragilidad, en tanto a) los bienes pueden destruirse y los valores no; y b) los
bienes tienen validez empírica, lo que los hace relativizarse. La postura en (b)
recuerda a la introducción que hace Frondizi a esta obra al señalar que uno de los
errores frecuentes de la doctrina objetivista es “resbalar al sustantivo” del valor,
haciendo así del valor “objeto ideal” (aun cuando Scheler refuta esta concepción
platónica).

Lo anterior define en la ética de Scheler que se requieren principios universales para


formular en sentido teórico un orden moral para los seres humanos. Que fuesen
atemporales e inmutables, a diferencia de la realidad, de tal suerte, anula la
posibilidad de relacionar a los bienes con los valores. Siendo así, que los valores son
abstractos, a priori y existen con independencia de la percepción de los sujetos, al
punto de haber infinidad de valores que “aún no hemos descubierto”.

4.3. Bienes, fines y valores

La teoría de Scheler se apoya en un caso análogo a estos: en los colores. Señala que de
la misma forma en la que el rojo remite a un color del espectro, este no tiene que
tener (necesariamente) existencia en alguna superficie corpórea. De tal suerte, que el
color rojo es independiente a la multiplicidad de “objetos rojos”. Bajo esta explicación
los valores son “cualidades que existen independientemente de los respectivos
depositarios.” Entonces los valores al ser de esta naturaleza no requieren de algún
soporte material, experiencia o situación para existir, fuera la justicia, belleza, etc.

El valor precede a los bienes, pues solo a través de los valores es que un objeto
valorado, se asume como un bien.

También señala la diferencia entre fines y valores. Los primeros tienen contenido
representativo, se proyectan a la luz de un objetivo, más no todos los objetivos son
reductibles a los fines; de tal razonamiento, los valores son inherentes a una
naturaleza que tiene a un objetivo más no a un fin realizable en sí mismo. Los valores
no se realizan, son. El valor estará así desprovisto de toda imagen o representación.
Para Kant, la deontología era antecesora al valor. Para Scheler es justo lo contrario;
pues los valores pertenecen a un apriorismo material alejado de la ética empírica, no
habría tales categóricos como orden inicial y sí, valores son preexistentes a la Ley
Ética.

4.4. Naturaleza de los valores

Los valores se afianzan así como cualidades independientes de los bienes en la teoría
de Scheler.

“Aunque nunca se hubiera juzgado que el asesinato era malo, hubiera continuando el
asesinato siendo malo.”

Rechaza categóricamente desde esta perspectiva la relación valor-vivencia


(subjetiva); pues esta consideración imposibilitaría la construcción de un código ético
o una norma. Así, los valores son irreductibles a las vivencias. Son cualidades
independientes como se ha ejemplificado antes con los colores. Pero cuestiona Risieri
Frondizi ¿no es acaso que la belleza plástica no depende del material que se utiliza?;
es decir, que al creer que los valores son a tal punto esencias no relativas al orden de
las cosas materiales se niega la posibilidad de entender, por qué motivos ciertas
propiedades en los objetos y en la percepción de los mismo puede conducir, diré, al
caso de una experiencia estética y eventual constatación (representación) de
la belleza.

A pesar de esta y otras refutaciones, “Scheler consideró que un hombre nos resulta
desagradable y repulsivo… sin que podamos indicar en qué consiste eso. Bajo esta
noción, señala captamos los valores por la vía emocional, no así por la intelectual, lo que
no puede entonces interpretarse en un lenguaje formal o mediante la decodificación
de las propiedades de los objetos. Incluso hace la afirmación metafísica de que “hay
infinito número de valores que nadie pudo hasta ahora captar ni sentir”.

Entonces la tarea de Scheler se entiende por un absolutismo de los valores de forma


independiente no solo a los depositarios sino también al hombre mismo. Rechazando la
relatividad histórica de los valores, con respecto a épocas o contextos sociales
específicos. Scheler también niega la postura nominalista axiológica, es decir, aquella
que mediante el estudio del lenguaje (de las palabras que representan valores “bello”,
“justo”, etc.) se pueda alcanzar su esencia. Por ejemplo, un niño puede sentir la bondad
de su madre sin dominar el concepto de lo “bueno”. Así, es necesario para Scheler
precisar la diferencia entre un valor y la idea que se tenga de este. La diferencia que
hay entre la idea de belleza y el valor “la belleza”.

4.5 Captación de los valores

Difiere Scheler de la concepción de Platón al disociar el mundo de las ideas del de la


sensibilidad. Pues Platón ejerce que por la vía del intelecto se hacen aprehensibles los
conceptos y se entiende en forma más precisa el mundo, no dejándose engañar por los
sentidos. Sin embargo, Scheler afirma que “captamos los valores por medio de
las vivencias emocionales del percibir sentimental.” De tal forma, que “El corazón tiene
razones que la razón no comprende.

4.6. La jerarquía de los valores

Existen dos características de los valores que Scheler define: a) están ordenados
jerárquicamente y b) la polaridad. La primera distinción hace los valores un conjunto
ordenado que sugiere una escala existente, sea que esta fuera abiertamente
propuestas, como lo hace la siguiente tabla de valores de Scheler o estén ocultamente
ligados a nuestros actos sociales, es decir, que sean a tal punto implícitos en la cultura
que no se nos estreguen en una forma teórica como un orden moral descrito.

N° VALORES EJEMPLOS
4 RELIGIOSOS Santo, profano, oración, Dios
3 ESPIRITUALES: morales,  Justo/injusto, bueno/malo
intelectuales, estéticos.  Verdadero/falso, evidente/dudoso
 Bello/feo, elegante/tosco
2 VITALES Sano/enfermo, fuerte/débil
1 ÚTILES Caro/barato, útil/inútil

En la axiología de Scheler este orden jerárquico es independiente de la experiencia,


pues estos le preceden, incluso aquellos valores que nunca han sido captados.

Define cinco criterios que explican el orden de los valores: 1. La durabilidad, como la
capacidad de las grandes obras literarias que han persistido a pesar del paso del
tiempo. De tal suerte, la durabilidad es semejante a una condición de atemporalidad
de las cosas no así a sus propiedades físicas. Pues “la simple durabilidad del bien,
debido a la fortaleza del depositario, no agrega valor al objeto.”
2. La divisibilidad, mientras menos divisible sea un valor más elevado será. Al punto de
que algunos valores inferiores sea necesario dividirlos para gozarlos, así como el
apetito o el placer sobre algo que es consumido en sus distintas partes.

3. La fundación, si un valor es capaz de fundar a otro, el primero es por lo tanto,


superior. A requiere la previa existencia de B para fundarse; por lo tanto, B es
superior a A.

4. La profundidad de la satisfacción, de tal forma el valor más alto produce una


satisfacción más profunda. En este caso es necesario no confundir satisfacción con
placer, pues “el más puro caso de satisfacción acaece en el tranquilo percibir
sentimental y en la posesión de un bien positivamente valioso.”

5. La relatividad, afirma Scheler que si “bien la objetividad pertenece a todos los


valores… existe entre estos una diferencia que es la escala de la relatividad.” Más el
hecho de que un valor sea relativo no lo torna subjetivo. Así, serán superiores aquellos
que no tiendan a relativizarse, por ejemplo, el agrado depende de la capacidad del
sujeto sensible, de tal suerte que será de mayor relatividad; no así, el amar y el
preferir (que es en suma distinto del elegir, cuando se prefiere no se entra en un
proceso de conocimiento sobre las cosas, el preferir se da a priori).A modo conclusivo
señala Frondizi: “Para Scheler, está relación jerárquica de valores que va de lo
agradable a lo santo – a través de lo vital y lo espiritual- es apriorística y procede, por
lo tanto, a cualquier relación entre los bienes.”

CONCLUSIÓN

El estudio axiológico de la arquitectura es una tarea aun irrealizada, al menos en un


recorrer de la teoría de la arquitectura. Es tal la potencia contenida en esta
asignatura, que no es suficiente un curso semestral para alcanzar un punto de
consistencia para afrentar el actual estado de valoración en la sociedad –
arquitectura - ideología. De los tres componentes anteriores, considero, es
responsabilidad del intelectual en el ámbito arquitectónico desentrañar esas fibras
que entretejen las consideraciones valorativas en la sociedad, de evidenciar las
concepción estética de las obras a la par que se denota la relación entre el poder
(económico-político) desde el cual se impone un sistema tácito de valoración social, que
construye expectativas de carácter intencional en la proyección de los objetos
arquitectónicos. El valor en la arquitectura, me induce como antes lo he sugerido, a
considerar al menos estas dos posturas a) la que estima imposible la valoración en el
perfil subjetivo, es decir, la que considera desde una perspectiva empírica el agrado
de tal o cual edificación son base en la realidad existencial del sujeto cognoscente, de
su percepción y proceso de asimilación del entorno; así como b) objetivista (pero no
como objeto ideal), donde las cosas valiosas (en este caso los bienes que agrupan a su
vez a los objetos arquitectónicos) tienen ciertas propiedades capaces de ser valiosas
per se.

Ante estas disyuntivas, y alejado en parte de la perspectiva de Max Scheler,


considero que los valores no son inmutables. Derivan de un contrato o código social de
valoración; pues atribuimos valor a las cosas, situaciones, conductas e instituciones de
acuerdo a marcos sociales determinados, y esto lo observo a la luz de las cualidades
intrínsecas de los depositarios, de sus incorruptibles propiedades que les dan
existencia material, al menos en el caso de la arquitectura

BIBLIOGRAFÍA

Risieri Frondizi, ¿Qué son los valores?, FCE, 3ra. Ed., México, 1972

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