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Suelos cohesivos:

Los granos individuales, en general con forma de plaquetas, de este tipo de

suelo son muy finos, casi harinosos(farináceos), se adhieren firmemente uno al otro y

no pueden ser reconocidos individualmente por el ojo humano. Los huecos o

espacios vacíos entre los granos son muy pequeños y predominantemente aislados

uno del otro (tipo panal de abejas). Debido a su estructura estos suelos muestran

poca tendencia a permitir el paso de agua, absorben agua muy lentamente pero

también vuelven a entregarla con lentitud.

Al absorver agua los suelos cohesivos tienden a hincharse tornándose

simultáneamente plásticos; por otro lado, los suelos cohesivos muestran su mayor

grado de estabilidad cuando se encuentran en estado seco.

Los suelos cohesivos tienden a ablandarse en presencia de agua, son

susceptibles a la acción de las heladas en general, son relativamente impermeables,

secan lentamente y son en general sensibles a las inclemencias del tiempo.

Los suelos cohesivos, con sus pequeños poros entre grano y grano,

generalmente llenos de agua. Solo se dejan compactar en forma condicional por

medio de la vibración. Esto se debe principalmente a las fuerzas adhesivas naturales

(cohesión) entre estas pequeñísimas partículas, las cuales tienden a agruparse

formando láminas continuas con inclusiones de agua y/o aire, no permitiendo así una

redistribución de los granos o partículas individuales.


El agua de lluvia solo puede penetrar muy lentamente en un

suelo cohesivo bien compactado. Es por esta razón que la superficie

de cada capa individual debería ser “planchada”, después de los

trabajos de compactación, con por ejemplo un pequeño rodillo de

tambores lisos, manteniendo una pendiente transversal (hacia afuera)

de por lo menos un 6 %.

Una vez que el agua ha penetrado en el suelo cohesivo se

torna muy difícil su extracción a corto plazo.

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