Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Parte I
1. Introducción
2. Impe rialis mo y sus orígenes
3. Superexplotación y redistribución internacional de la riqueza
4. Reformismo y revisionis mo en Occidente
5. El racismo en los centros imperialistas: el Estado español
6. Conclusiones
1. Introducción
Por primera vez en la historia la expansión del capital a lo ancho y largo del mundo ha
convertido a la clase obrera en la clase predominante. Pero las contradicciones de clase
no se presentan de la misma forma en todos los puntos del planeta. En las antiguas
colonias, el imperialismo basado en la explotación brutal, agudiza cada vez más la el
antagonismo entre burguesía y proletariado. Pero, ¿y en los países occidentales? ¿Cómo
se presenta este antagonismo? ¿Qué posición e intereses tiene nuestra clase en
occidente? La clase obrera en los centros imperialistas no responde a una masa
homogénea con intereses homogéneos, sino que una proporción importante de nuestra
clase ocupa posiciones contradictorias dentro de las relaciones de explotación. En la
actualidad, la contradicción entre capital-trabajo hay que analizarla de forma concreta
para ver cómo se presenta en los países occidentales. Dentro de la clase obrera nos
topamos con capas acomodadas como la llamada aristocracia obrera cuyos intereses
inmediatos no son organizar una revolución. Es cierto que el interés objetivo histórico
del proletariado es destruir el trabajo asalariado del que se sirve la burguesía, pero decir
simplemente esto es una abstracción tal, que no nos permite comprender por qué ciertas
capas de la clase obrera desarrollan prácticas y estrategias que van en contra de tal
interés revolucionario. Veremos que estas capas acomodadas se terminan alineando con
la defensa de los valores nacionales, la raza blanca o la nacionalidad en perjuicio de la
clase obrera migrante y racializada. Por ello, las comunistas debemos hacer un esfuerzo
político para entender las contradicciones que operan en el seno de nuestra clase y que
avivan la desunión del pueblo.
Los objetivos de este texto son: explicar por qué surgen sectores privilegiados dentro de
la clase trabajadora en occidente, exponer su ideología, sus posturas políticas y su
conexión con las relaciones económicas imperialistas, señalar las dificultades que
enfrentamos las comunistas occidentales a la hora de transformar radicalmente el modo
de producción capitalista y entender el dominio del reformismo en el mundo occidental.
Pero para enterrar el capitalismo imperialista no basta con explicarlo, ni con teorizarlo,
tampoco basta un cambio de voluntad o de discurso político. Debemos señalar la
necesidad urgente que tiene el movimiento comunista de construir una herramienta
revolucionaria capaz de liderar la superación del sistema capitalista, la necesidad
urgente de construir un Partido Comunista que dirija la acción consciente de la clase
obrera, que oriente la lucha de clases conectando con las masas y que despeje el camino
de posiciones reformistas, racistas y reaccionarias. Nuestra tarea como militantes no ha
hecho más que empezar.
El auge industrial del mundo occidental sólo ha podido efectuarse a expensas del mundo
llamado subdesarrollado, condenándolo al estancamiento y al retroceso. La actual
división del mundo en naciones industrializadas y naciones subdesarrolladas no es una
cuestión de azar, sino que es el resultado de la historia del propio capitalismo y de su
forma de expansión violenta y explotadora med iante la apropiación del sobretrabajo de
los asalariados y de los valores robados, saqueados, apropiados por medio del engaño,
la fuerza o la violencia contra los pueblos de ultramar.
Como apunta E. Mandel, desde la invasión de México y Perú por el Estado español,
hasta el saqueo de Indonesia por Portugal y Holanda y la feroz explotación de la India
por los ingleses, la historia del capitalismo es una ininterrumpida cadena de actos
violencia y genocidio[1], pero también de concentración de valores internacionales en
Europa (sobre todo materias primas, oro y piedras preciosas, esclavos) cuyo
enriquecimiento sólo se entiende por el empobrecimiento de las regiones saqueadas.
Los nexos históricos entre el flujo de capitales en Europa y las condiciones favorables
para la revolución industrial son nexos directos. Al excedente de capitales que produjo
la revolución industrial había que darle salida convirtiendo a los países de la periferia en
dependencias económicas, y sin embargo, la revolución industrial occidental sólo pudo
darse mediante el saqueo de las riquezas de los países del sur global. Esta etapa
imperialista se caracteriza por el dominio de monopolios que controlan la producción y
distribución de mercancías y que eliminan la competencia entre capitales para asegurar
unas determinadas ganancias. Este funcionamiento del capital en el imperialismo ya fue
asentado por V.I. Lenin y su vigencia es hoy incuestionable.
Las implicaciones que tiene todo esto en la clase obrera occidental son muy relevantes.
Los superbeneficios coloniales facilitan el aburguesamiento de los trabajadores en
occidente y este aburguesamiento se ha mostrado políticamente útil para el capitalismo,
en cuanto que disminuye la amplitud y radicalismo de la lucha de clases en los centros
imperialistas. Los trabajadores de las naciones avanzadas participan del
semicolonialismo y se convierten en aliados temporales de la burguesía. Por ello al
capital no le importa sacrificar parte de sus beneficios en forma de protección a los
trabajadores blancos porque se asegura su colaboración contra los trabajadores de la
periferia, africanos, latinos o asiáticos, y se asegura el mantenimiento de la barrera de
color que cimenta el sistema de explotación del trabajo a bajo coste.
En este sentido, argumenta F. Sternberg, dado que el proletariado tenía buen tiempo en
los Estados activamente imperialistas, en lugar del simple antagonismo proletario-
burgués se impuso un doble antagonismo: el proletariado de las potencias imperialistas
y el de los países dominados. El proletariado en cada uno de aquellos estados se colocó
detrás de su capitalismo patrio; se trataba empero de defender su propio buen
tiempo[4].
Sin embargo fue V.I Lenin quien desarrolló el concepto de aristocracia obrera y
descubrió su estrecha relación con el contexto imperialista de principios del siglo XX.
La aristocracia obrera está compuesta por las capas más privilegiadas del proletariado,
capas que están sobornadas por la burguesía, quien emplea las superganancias
económicas del imperialismo para neutralizar los intereses de ruptura con el capital y su
trabajo asalariado. ¿Por qué? Porque, como ya argumentaba Lenin[5], estas capas
privilegiadas viven en parte, a expensas de cientos de millones de proletarios de centros
imperializados.
Pero la realidad de las personas migrantes y racializadas no se entiende sólo con estos
datos económicos; más allá de ellos existe la cárcel, los CIEs, las fronteras o la negación
de atención sanitaria. La cárcel es una realidad cotidiana para las migrantes. En el año
2016, el 22% de las personas condenadas a prisión eran migrantes, y el 30% por delitos
de robo y hurto cuando el porcentaje de personas migrantes en el Estado Español apenas
llega al 10% (en el 2017 es del 9,59%).
Es paradójico por otro lado que la política de extranjería tenga como regla general que
los migrantes que delinquen no puedan permanecer en el país gracias a leyes como la
última reforma del Código Penal o la Ley de Extranjería. Esta normativa prohíbe la
entrada a los migrantes con causas penales, la no autorización de residencia temporal o
de trabajo a los migrantes con antecedentes penales, o directamente la expulsión del país
a migrantes castigados por delitos con pena superior a un año de cárcel. Pero las
instituciones penitenciarias no sólo juegan un papel repres ivo y de control de la
población, sino que también juegan un papel económico, y es que tras los muros de
estas prisiones además, cada año crece el número de presos que desarrollan trabajo
asalariado apenas remunerado y del que se lucran empresas como Telefónica, ACS,
Banco Santander o El Corte Inglés, que además vende sus propios productos a los
presos.
La criminalización de la clase obrera migrante también pasa por todo tipo de controles,
como redadas racistas por la policía: el propio Gobierno español reconoció que desde el
20 de mayo de 2012 hasta enero de 2013 habían sido identificadas 27.107 personas en
el Estado Español, el 53,5% de origen extranjero.
Expuesto todo esto no podemos aislar la violencia racista ejercida contra la clase obrera
extranjera así como tampoco podemos tomarla de forma aislada sin conexión con las
necesidades de producción del capitalismo en su fase imperialista. Hemos visto que la
violencia contra la población de los países colonizados sigue vigente tanto en el Norte
como en el Sur Global. En este mismo sentido, dice el comunista chino J. Sakai que
pensar que la problemática de raza y clase son realidades separadas y opuestas o
independientes es una aberración liberal, y por ello se pregunta ¿por qué es tan difícil de
entender que al capitalismo, que prácticamente quiere ponernos códigos de barras en
el culo, siempre le ha sido conveniente ponerle colores a sus clases? [12] Y es que el
racismo ha sido y sigue siendo un instrumento del capital para devaluar a población
colonizada y trabajadores migrantes. El racismo, como apunta el militante comunista
sudafricano Hosea Jaffe, es la ideología dominante del colonialismo capitalista en su
lucha por esclavizar y explotar a los trabajadores coloniales, que sirve para legitimar
la explotación sobre los pueblos no occidentales y separar a los trabajadores de los
países metropolitanos de los de las colonias[13].
Esta actitud de desprecio por parte de sectores comunistas y socialistas a los proletarios
de las colonias y semicolonias se asoció con la idea totalmente racista de que el
socialismo es algo exclusivamente europeo. Para estos socialistas, sostiene Jaffe, la
consigna “trabajadores del mundo uníos” quería decir darse la mano a través de la
Mancha y el Océano Atlántico, pero no a través del Pacífico, el Mediterráneo y el
Ecuador[14].
Las organizaciones políticas de los estados imperialistas han reflejado directamente las
influencias materiales e ideológicas del imperialismo entre los trabajadores y han
actuado como los mayores transmisores de las ideas colaboracionistas de la clase
dominante. Por ello, en la política de alianzas, como comunistas es necesario analizar
qué sectores de clase son más proclives a sostener posturas racistas. Las llamadas clases
medias o aristocracia obrera, son particularmente inestables y se adhieren fácilmente a
ideales de grandeza nacional o superioridad racial, siendo que la nación o la raza se
convierten en el sustituto de la solidaridad de clase. Precisamente el resultado
ideológico del imperialismo es el de ligar más estrechamente las clases medias al gran
capital y hacer más ancho el foso que separa a las clases medias de la clase obrera más
precaria.
El control de occidente sobre los países del Sur Global, la cuestión de la distribución
mundial de la plusvalía en la fase imperialista y el consecuente racismo de occidente,
son elementos de importancia fundamental para lograr una comprensión más profunda
de las dificultades y problemas de la revolución en los países imperialistas. La clase
obrera cuenta actualmente con elementos muy proletarizados, muchos de ellos
migrantes, que han reconfigurado la correlación de fuerzas en su seno. Es necesario
asumir que para eliminar el racismo y contribuir a la liberación de la población negra y
colonial es necesaria la acción solidaria y revolucionaria contra el imperialismo de los
trabajadores de los países imperialistas, ya que en la medida en que la expropiación de
los países del Sur Global sea apoyada y sostenida por los trabajadores de los países
imperialistas, Europa occidental y Norteamérica seguirán siendo el tapón del
mundo[15]. Como bien afirma Samir Amin, la única manera de superar las limitaciones
de las luchas populares en el Sur y en el Norte es la unión (revolucionaria) de
ambas[16].
6. Conclusiones
Una vez expuesto todo lo anterior, hay que incidir en algunos puntos clave que
determinan la lucha de clases en los centros imperialistas. La primera de ellas es que no
es posible desarrollar una línea revolucionaria sin estudiar las relaciones económicas
imperialistas que asientan y alimentan el racismo, las superganancias de las potencias
occidentales y el reformismo que trae consigo. Tampoco es posible desarrollar una línea
política revolucionaria sin entender la raza, y cómo se origina y mantiene el racismo o
sin comprender como dice Samir Amin[17], que en los países del Sur la mayoría de la
población es víctima del sistema, mientras que en el Norte la mayoría es su beneficiaria
y las luchas de clases en el Norte se han centrado en demandas económicas que
generalmente no cuestionan el orden mundial imperialista.
BIBLIOGRAFÍA
When Race burns Class, Settlers Revisited. A Critical Assessment of the U.S. White
Working Class, J. Sakai, Kuwasi Balagoon
[7] Hay que tener en cuenta que el salario bruto medio no es el salario más frecuente,
pues el salario bruto incluye el salario de los asalariados en puestos directivos, que no
son clase obrera.
[8]http://www.sepe.es/contenidos/que_es_el_sepe/publicaciones/pdf/pdf_mercado_trab
ajo/imt2016_datos2015_estatal_extranjeros.pdf
[9]http://www.sepe.es/contenidos/que_es_el_sepe/publicaciones/pdf/pdf_mercado_trab
ajo/imt2016_datos2015_estatal_extranjeros.pdf
[10] Building from Marx, Reflections on Class and Race, Himani Bannerji
[11] Ibid
[14] Ibid.
[15] Ibid
[17] Ibid.