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Colombia:

¿Un futuro sin agua?


Colombia:
¿Un futuro sin agua?

Foro Nacional Ediciones


Ambiental
Edición digital: Patricia Díaz Vélez
AGOSTO 2009
Índice general
Presentación ....................................................................................... 7
Hernán Darío Correa

I. El derecho humano al agua


Paradojas del agua en Colombia. Privatización y alternativas públicas .... 13
Rafael Colmenares Faccini y Juan Camilo Mira Sánchez
El agua derecho fundamental ............................................................. 27
Bibiana Salazar
Declaración del Comité Nacional en Defensa del Agua y de la Vida ....... 33

II. El agua en Colombia


Cosmovisión americana y usos ancestrales del agua ............................. 37
Clemencia Plazas
La gestión pública del agua en Colombia ............................................. 47
Elizabeth Beaufort
Sector privado y acueductos en Colombia ........................................... 71
Guelly Auza Barrón
Acueductos comunitarios. Ensayo de caracterización social y política .... 85
Hernán Darío Correa
Un caso de acueductos comunitarios: El Tunjuelo, Bogotá .................. 105
Dora Peña, Javier Reyes, Jairo García Ruiz
El agua, paisajismo y espacio público ................................................ 113
Carlos Bell Lemus
Manejo de cuencas y ordenación ambiental territorial ......................... 117
Francisco Canal Albán y Jorge Enrique Sastoque
Inundados por el desarrollo, el agua y la energía ............................... 133
Hibelbrando Vélez
Agua, agricultura y medio ambiente en Colombia ............................... 167
Tomás E. León Sicard
El agua y Bogotá: un panorama de insostenibilidad ............................ 185
Rafael Colmenares Faccini
Un caso de privatizacion del agua:
la Empresa de Acueducto de Bogotá ................................................. 199
Humberto Polo
Agua y transnacionales en la Costa Atlántica,
laboratorio experimental del modelo privatizador en Colombia ........... 209
Danilo Urrea y Juana Camacho
¿Qué tanto se sabe del agua en Colombia? ........................................ 233
Rodrigo Marín

III. La lucha social y política por el agua en el mundo


«El mundo se está quedando sin agua dulce»:
entrevista a Maude Barlow .............................................................. 247
Pablo Leyva Franco
Tipología y raíces de los conflictos por el agua en el mundo ............. 257
Pedro Arrojo Agudo
Movimientos sociales en la defensa del agua en América Latina ....... 275
Carlos Santos

IV. La navegación por el río Magdalena


Viaje al corazón del Magdalena ..................................................... 289
Gustavo Reyes
El Magdalena, un río que nos regala un lenguaje ............................. 297
Oscar Olivera
La navegación por el río Grande de la Magdalena ........................... 301
Javier Martínez Gil

Anexo ......................................................................................... 335


Colombia: ¿un futuro sin agua?

Presentación

Para responder a la pregunta que hace el título de este libro sobre el futuro del
agua en el país, y teniendo en cuenta los alcances globales del problema actual
del agua, aquí se incluyen quince ensayos y tres crónicas de reconocidos auto-
res nacionales e internacionales, agrupados en cuatro secciones: El derecho
humano al agua en Colombia; el agua en el país; la lucha social y política por
el agua en el mundo; y la navegación por el río Magdalena como acción
dentro de la campaña de agua. La mayoría fueron escritos expresamente para
el mismo y otros ya fueron publicados en diferentes medios pero todos anu-
dan criterios, información básica y el horizonte de sentido de un creciente
movimiento social y político en torno al reconocimiento del acceso al agua
como un derecho humano.

Por ello este libro se propone como un hito, en varias dimensiones:

Es resultado de dos años de campaña del agua en el país, adelantada por


organizaciones sociales locales, regionales y nacionales, en la cual se promo-
vieron análisis y posturas políticas relacionadas con los conflictos sociales y
ambientales existentes en torno a las fuentes del agua, la situación de las
cuencas y del ciclo del agua, la gestión pública estatal y comunitaria del agua,
y los problemas asociados al servicio público de acueducto y saneamiento
básico en el país, así como al estado del conocimiento en torno al agua como
bien público y común.

Pero también es producto de un año de trabajo conjunto de organizaciones


sociales y políticas que impulsan el referendo del agua como un derecho hu-
mano (fundamental), dentro del cual se han adelantado la navegación del río
Magdalena, y un sinnúmero de eventos, foros, conciertos, reuniones y jorna-
das de firmas de apoyo al referendo, cada vez más urgente ante la privatización
de las empresas públicas relacionadas con el tema, y el avance de la
mercantilización del agua en el país y en el mundo.

Asimismo, se trata de un hito en tanto propone abrir un nuevo ciclo de discusión


informada sobre el tema, dentro de la necesidad y del criterio político de cualifi-
car y nutrir la política nacional de rigor y transparencia, así como de criterios de
equidad y de sustentabilidad ambiental, como lo ilustra el ensayo de Rodrigo
Marín.

El referendo se encamina a preguntarle al pueblo colombiano: ¿Qué quiere


que se haga con el agua? Y define una respuesta: Que el acceso al agua

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Colombia: ¿un futuro sin agua?

potable sea un derecho fundamental establecido en la Constitución; que haya


un mínimo vital gratuito para todos, y especialmente para quienes no pueden
pagarla; que los ecosistemas estratégicos del ciclo hidrológico como los ríos y
los bosques, tengan una protección especial y un manejo adecuado; y por
último, que el agua se gestione por parte de entidades públicas, con participa-
ción ciudadana, transparencia y con control social.

Para lograrlo se debe avanzar en dos etapas: a) Conseguir el cinco por mil del
censo electoral en firmas de apoyo a esta iniciativa, lo cual, al momento de la
salida de este libro, ya se ha cumplido, incluyendo la discusión sobre los conteni-
dos de los artículos que se propone incluir en la Constitución, y la constitución de
comités regionales y locales en Defensa del Agua y del Referendo; y b) Recoger
1’360.000 firmas más (el 5% del censo electoral), y con base en ellas proponer el
articulado reformatorio de la Constitución al Congreso de la República, para
decidir si lo convoca o no, en atención a la anterior manifestación de los colom-
bianos que han pedido esa consulta directa, cuya movilización se haría inevitable
de presentarse una interesada negativa. Una vez convocado, siete millones de
colombianos, el 25% del censo electoral, votará al respecto.

Esa es la mecánica del referendo. Pero su significado está en que se constituye


en una idea fuerza alrededor de cinco elementos fundamentales que se renue-
van y promueven como factores de movilización social y de transformación
democrática del régimen político nacional:

El primero es la consagración del agua como bien público y como bien común,
entendida la palabra bien no como un elemento atesorable, acumulable, sino
como una condición de la vida, como un factor de la vida y de la territorialidad,
de la manera como habitamos el espacio las sociedades, las culturas, los gru-
pos humanos. La mala salud del río Magdalena, por ejemplo, es reflejo del
malestar del espíritu y de la sociedad de la Colombia de hoy, como nos lo
revelan las crónicas de Oscar Olivera y Javier Martínez, boliviano y español
que navegaron por el mismo, quienes nos hablan de la dimensión territorial e
identitaria del río, otra dimensión sujetiva del territorio como un factor de
cohesión social, cuyos alcances profundos expone Clemencia Plazas en su
ensayo sobre los usos ancestrales del agua en Colombia.

En cuanto al agua como un derecho fundamental, tema de la primera sección


del libro, se extienden autores como Rafael Colmenares, Juan Camilo Mira,
Bibiana Salazar y el Comité Nacional en Defensa del Agua y de la Vida. A ese
respecto, recientemente en el diario El Tiempo se publicó una columna donde
se afirma que sería un absurdo consagrar el agua en tal sentido, desde el punto
de vista de los costos que tendría el erario público, justamente cuando se está
entregando el patrimonio público como un negocio para el beneficio del capi-
tal privado! Ahí está, en efecto, uno de los puntos centrales del tema: la
dimensión colectiva de lo público, y la responsabilidad del Estado al respecto.

Por ello se propone la consagración de la gestión del agua como pública, estatal
o comunitaria sin ánimo de lucro, lo cual tiene una implicación profunda: su

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Colombia: ¿un futuro sin agua?

gestión no puede seguir las lógicas de acumulación, de la ganancia, del creci-


miento sin sustentabilidad. Hablar de gestión pública institucional y comunitaria
supone concebir la dirección del mismo Estado en términos desconcentrados,
descentralizados y democráticos, todo lo contrario a lo dominante, al capital y a
las grandes empresas que quieren monopolizar el acceso al agua, entre muchas
otras cosas. De otra parte, relacionado con lo anterior, la cobertura del servicio.
Bajo la necesidad de lograr la provisión universal, se está imponiendo la
mercantilización del agua, y la privatización de su gestión, y el referendo se opo-
ne a ello, como también a la especulación con las tarifas por el consumo del
agua, y en general a la construcción de mercados del agua para el consumo
humano. A todo ello se refieren los ensayos de la segunda parte del libro: la
gestión pública del agua, de Elizabeth Beaufort, y la participación del sector pri-
vado en ella, de la investigadora Guelly Aunza.

Con el referendo como un proceso también se propone asumir públicamente


las eficiencias sociales actuales en la gestión del agua: el 25% del servicio del
agua en Colombia, en muchas ciudades intermedias, está en manos de acue-
ductos comunitarios que muestran una ata eficiencia social en la gestión de
micro-cuencas, en contextos de ciudades de piedemonte, como son la mayo-
ría de las ciudades colombianas. Los acueductos comunitarios le están apor-
tando al país una gestión pública de micro-cuencas en muchas zonas urbanas
donde no llega la provisión de agua de los acueductos metropolitanos, pero
éstos no están viendo en ellas unidades de autogestión eficiente, sino
microempresas ineficientes de competencia en el mercado de acumulación
de capital, atendiendo a los criterios de la ley 142. Es el tema del ensayo de
Hernán Darío Correa, donde se insiste en que en el proceso del referendo
debe mostrarse cómo la planeación pública no ha logrado interpretar el modo
de ser de las comunidades ni de la sociedad colombiana, cuya diversidad es el
mismo tiempo frágil y compleja, y exige imaginación y nuevos modelos de
desarrollo y convivencia, tal y como lo muestran los artículos sobre el agua y el
espacio público de Carlos Bell, y la gestión del agua por las Corporaciones
Autónomas Regionales, de Francisco Canal y Jorge Enrique Sastoque.

El tercer aspecto que se propone el referendo es enfrentar los problemas


nacionales de hoy desde el agua como un hilo de conducción política, territo-
rial y cultural. La calidad del agua que no se refiere solo al agua que tomamos,
sino al modo como manejamos las aguas de nuestra vida, a la subordinación
del uso humano del agua, respecto de su uso para la ganancia y la depreda-
ción ambiental, como lo muestran los ensayos de Hildebrando Velez, Tomás
León, Rafael Colmenares, Humberto Polo, Danilo Urrea y Juana Camacho,
sobre agua y energía, agricultura y medio ambiente, y el agua en Bogotá y en
la Costa Atlántica, respectivamente.

Por ello se propone también con el referendo jalonar los movimientos sociales
hacia la política, entendida en sus dimensiones más altas, como los intereses,
las instituciones y los espacios públicos, y las lógicas del bien común en el
ejercicio del poder político; pero también jalonar el movimiento político actual
hacia los temas ambientales, indispensables para poder interpretar y cambiar

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Colombia: ¿un futuro sin agua?

de modo fructífero y en profundidad los problemas de la sociedad colombiana.


A ese respecto se orientan los ensayos sobre la lucha por el agua en el mundo
de expertos como Pedro Arrojo y Carlos Santos y la entrevista hecha por
Pablo Leyva a Maude Barlow, quienes desde España, Uruguay y Canadá han
venido analizando dichos problemas en sus dimensiones regionales y mundia-
les; y para el caso del país, las crónicas de Gustavo Reyes, Oscar Olivera y
Javier Martínez, sobre la navegación por el río Magdalena, que contienen
ideas, valores, criterios, experiencias e imágenes vitales respecto de los empe-
ños en torno al agua.

El reto ahora está pues en impulsar y cualificar la movilización ciudadana hacia


una transformación profunda del país desde su base natural y social misma.
Por lo mismo, la segunda etapa del referendo es en realidad una convocatoria,
un llamado a la fiesta del agua, a la manera de uno de los pueblos indígenas
que vive el agua desde el centro de su identidad: Los Wayuu, para citar un solo
ejemplo, tocan el tambor para convocar la lluvia en las sequías, tan frecuentes
en su árido territorio, y al hacerlo convocan a sus ancestros: cuando un wayú
muere, hace un tránsito hacia el fondo del mar a través del Cabo de la Vela, y
concurre a la reproducción del universo social en la entraña marina, hasta el
momento en que el desarrollo del ciclo del agua le permite al conjunto de
ancestros volver a encontrarse con los vivos: cuando éstos tocan el tambor, los
hombres antiguos retornan desde el fondo del mar en forma de lluvia, y las
mujeres como agua localizada en pozos y ojos de agua. De este modo, la
acción ritual reactiva el ciclo natural del agua, en un territorio semidesértico
donde la disponibilidad de ella es vital.

Del mismo modo, el referendo se podría considerar como un ritual de trans-


formación, el tambor de una movilización que se ha hecho necesaria para
recuperar el agua de la vida, y la vida del agua, para salir del desierto y de la
noche de privatizaciones, de violencia, silencio, indolencia y miedo en que nos
han querido confinar quienes interrumpen el ciclo natural del agua, se apro-
pian de los recursos naturales, envenenan los ríos y quieren negociar con
todas las formas de la vida.

La convicción de quienes proponemos este libro, se proyecta entonces, amiga


y amigo lectores, sobre su propia convicción, como una música de tambor que
deberá oírse y plasmarse en el horizonte constitucional y político del país. Los
invitamos a tocarla.

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Colombia: ¿un futuro sin agua?

I.
El derecho humano al agua

11
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Paradojas del agua en Colombia.


Privatización y alternativas públicas

-Rafael Colmenares Faccini


Juan Camilo Mira Sánchez
Ecofondo1

La problemática del agua en el contexto planetario 1 Director Ejecutivo y


Coordinador de la
Campaña del Agua,
La situación del agua condensa el grave problema ambiental contemporáneo respectivamente.
en el mundo y en Colombia: Se trata de un elemento escaso en la medida en 2 “En América del Norte, la
situación del agua va de
que menos del 1% del total del agua del planeta es agua dulce disponible, y grave a crítica. Estados
esto se agrava por diversos fenómenos relacionados con: a) El aumento de la Unidos tiene contaminados
sus ríos y lagos en un 40%.
población, que para el año 2025 será un 57% más que la actual (6.100 millo- La mitad de la población
nes de personas); b) la sobre-explotación de los acuíferos derivada de la dupli- estadounidense depende
del agua subterránea. Hoy
cación del consumo mundial de agua cada veinte años; c) la contaminación, Estados Unidos tiene un
consecuencia en el “tercer mundo” del depósito del 90% de las aguas residuales déficit de agua subterránea
calculado en 13.600
sin tratamiento en ríos y arroyos, y en los países industrializados del uso de millones de metros
millones de kilos de herbicidas e insecticidas (500 millones de kilos en solo cúbicos… Los costos de
bombeo han crecido y los
Estados Unidos); d) la deforestación, que ha conducido a que solo la quinta pozos rinden cada vez
parte de las selvas del planeta sean sostenibles, aunque están amenazadas y menos. En las llanuras altas,
los agricultores han
podrían desaparecer en las próximas décadas; e) el calentamiento global, pues comenzado a abandonar la
se calcula que hacia el 2080 la concentración de gases de efecto invernadero agricultura de irrigación. En
el Ogallala, que abarca
podría duplicar los niveles preindustriales provocando un aumento promedio ocho Estados y es un centro
de la temperatura de 2,5º C en general y 4º C en las masas continentales; y f) cerealero, se han mermado
las aguas por su
el grave efecto de las represas; entre otros factores que nos han conducido a sobreexplotación y hay
una angustiosa crisis del agua (Barlow y Clarke, 2004). grave contaminación por
desechos químicos y
sumideros. En contraste, el
En el anterior contexto el territorio colombiano forma parte de dos de las resto del continente
americano, con el 12 por
últimas reservas de agua dulce del planeta que son los Andes y la Amazonía (la ciento de la población
región andina y Brasil contienen el 20% del agua dulce del planeta), las cuales mundial, dispone del 47%
de las reservas de agua
se convierten en estratégicas para los países del Primer Mundo teniendo en potable de superficie y
cuenta que estos no poseen reservas de importancia, y que muchos de sus subterránea del mundo,
ubicadas en América Latina,
acuíferos están contaminados (Duque, 2004)2. en particular en la
Amazonía y el Acuífero
Guaraní (Brasil, Uruguay,
Los neoliberales ven en los anteriores problemas una oportunidad para los Paraguay y Argentina), los
negocios, y con el discurso de la “eficiencia” avanzan hacia la privatización del cuales están en la mira de
Estados Unidos” (Duque,
agua y de sus fuentes, promoviendo aquí y allá cambios en la legislación que 2004).
les faciliten sus propósitos.3 3 La legislación chilena es el
paradigma. El Banco
Mundial ha impulsado
En efecto, el mercado mundial del agua es uno de los más dinámicos, tanto en lo propuestas de Ley en países
como Perú, México y varios
relativo al servicio público del suministro (Laimé, 2005),4 como respecto al em- centroamericanos.

13
Colombia: ¿un futuro sin agua?

botellamiento de agua para la venta. En 1998 el Banco Mundial predijo que el


comercio global del agua alcanzaría pronto la cifra de los 800.000 millones
de dólares, y para el 2001 esa cantidad se había elevado a un billón de dóla-
res, lo cual representa un 40% del sector del petróleo. En relación con el
negocio de embotellamiento de agua para la venta, el crecimiento también es
impactante: De 1.000 millones de metros cúbicos que se embotellaban en
1970, se pasó a 84.000 millones en el 2.000, año en el cual las ventas
ascendieron a 22.000 millones de dólares, agenciadas por empresas produc-
toras de bebidas como Coca-Cola y Pepsi-Cola, que se vincularon al negocio
de embotellamiento y venta de agua (Barlow y Clarke, 2004)5.

El agua en Colombia
Aparentemente Colombia sería una excepción en la crisis mundial del agua.
En efecto, el país es considerado como uno de los que poseen los mayores
volúmenes de agua del planeta. En 1992 contaba con 2.680.000 hectá-
reas de humedales, 743.000 cauces de aguas de 15.519 km de longitud
fluvial en un área territorial de 1.141.748 km y con una población de 39.5
millones de habitantes (Marín, 1992). Actualmente, con una población de
4 “El 95% de los servicios de 44.5 millones de habitantes y el deterioro creciente de los ecosistemas, el
agua y saneamiento en el panorama puede ser menos halagüeño, pero la oferta hídrica en Colom-
mundo siguen en manos de
empresas públicas, pero las bia, calculada en 58 lts/seg/km2, puede considerarse aceptable, siendo
grandes firmas del sector tratan tres veces mayor que la oferta hídrica de Sudamérica y seis veces mayor
de asegurarse el control del
mercado en vías de que el promedio mundial (Ministerio del Medio Ambiente, 1996).
privatización”. Tres de las cuatro
principales firmas son francesas,
Veolia, Ondeo y Saur, que en la El caso colombiano encierra sin embargo una serie de paradojas, pues siendo
actualidad tienen un mercado un país con abundancia de agua, el mapa de Índices de Aridez muestra que la
de 265 millones de clientes
(“usuarios” ) en todo el mundo. cuenca del Magdalena-Cauca, de la región hidrográfica del Caribe, cuenta con
5 “El método de exportación de un rendimiento hídrico promedio de normal a deficitario (Ideam, s.f.), lo cual es
agua que está comenzando a
tener éxito es el agua grave dado que los asentamientos poblacionales alcanzan en esa zona el 70%
embotellada. Es una de las de la población colombiana, y que allí se desarrolla la mayor actividad económi-
industrias de crecimiento más
rápido y menos regulado del ca del país, pero también porque en dicha región se presentan los mayores
mundo. En la década de 1970, índices de contaminación ambiental y degradación de los recursos naturales.
el volumen anual de agua
embotellada y comercializada
fue de aproximadamente 1.000 Entre los factores que contribuyen al agravamiento de la anterior situación
millones de litros. En el año
1980 se habían alcanzado ya los se destacan de una parte el deterioro de los ecosistemas de alta montaña
2.500 millones de litros, y al denominados páramos, intervenidos con actividades como la ganadería y
final de esa misma década, se
consumieron en los diversos los sembradíos de papa en un 60%; y de otra parte hay una gran contami-
países del mundo 7.500 nación con agrotóxicos cuyo consumo asciende a 25.000 toneladas de
millones de litros de agua
embotellada. En los últimos ingredientes activos –IA- en los últimos 25 años, lo cual representa una
cinco años el volumen de ventas intensidad de uso de alrededor de 6 kg de IA/ha cultivada6.
de agua embotellada se ha
disparado: en el año 2.000 se
embotellaron y vendieron
84.000 millones de litros de
El acceso de la población al agua
agua en todo el mundo; es más,
una cuarta parte de toda el De acuerdo con la “Encuesta de Demografía y Salud”, en el 2005 el 74%
agua embotellada se
comercializó y consumió fuera de los hogares tenía conexión al acueducto público y el 11% a acueductos
de su país de origen”. comunales (Profamilia, 2005). Si se comparan estos porcentajes con los
6 Este dato corresponde a una
estadística nacional del año 2000, se estaría mostrando un retroceso en este servicio, pues en

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Colombia: ¿un futuro sin agua?

Gráfico 1
Porcentaje de hogares con acceso a servicios básicos, por zona de residencia

Energía eléctrica 89
99
Fuente de agua para beber
Acueducto público 22
91
Acueducto comunal o veredal 41
0
Otro servicio 37
9
Servicio sanitario
Inodoro a alcantarillado 25
92
Inodor a pozo séptico 38
5
Material de construcción del piso
Baldosa, vinilo, tableta 13
57
Cemento gravilla 55
32
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
Porcentaje

Zona rural Zona urbana

aquel año había un 78% de hogares conectados al acueducto público y un


7% por ciento a acueductos veredales, según la misma encuesta. Así mis-
mo en la zona rural la cobertura pasó del 27% en el 2000 al 22% en el
2005. Se evidencia que en materia de cobertura se priorizan las áreas con
mayor capacidad económica y por consiguiente más rentables para el ne-
gocio del agua que aquellas más pobres y por consiguiente con mayores
necesidades. En efecto, las regiones con mayor conexión a las redes de
servicio, son la región central incluida Bogotá, mientras la Atlántica y la
Oriental tienen una menor cobertura, inferior al 65% de los hogares. El
siguiente gráfico, tomado de la citada encuesta, muestra la inequidad en
las coberturas entre las zonas rurales y las urbanas.

Cobertura de alcantarillado y población sin acceso a agua de red. La cober-


tura del alcantarillado nacional total para viviendas solo alcanzó el 59.5%,
en 1985, y aumentó al 63% en 1993 y al 73.3%, en el año 2000 (Sisd).
Sin embargo en las zonas rurales era solo del 11.3% en 1985 y se
incrementó al 14.4% en 1993 y al 37% en el 2000, corroborando la
tendencia hacia una mayor inversión en los cascos urbanos de los munici-
pios, y un rezago del saneamiento frente al suministro de agua.

Los departamentos con coberturas de alcantarillado inferiores al 30% son,


de menor a mayor: Vichada, Guaviare, Vaupés, Chocó, Córdoba, San
Andrés, Boyacá, Guainía, Casanare y Putumayo; entre el 30 y el 50% de
cobertura en alcantarillado se encuentran departamentos como Sucre,
Arauca, Bolívar, La Guajira, Nariño, Magdalena, Cauca, Caquetá, Amazo-
nas, Cesar y Cundinamarca; y finalmente, los departamentos que tienen
coberturas superiores al 50% de las viviendas son Tolima, Meta, Huila,

15
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Cuadro 1
Inversiones y coberturas en servicios públicos de agua y alcantarillado

Categorías Tamaño de población Número Población urbana Dotación Población servida con Agua residual
de ciudades (miles de habitantes) de ciudades (miles de de agua potable red de alcantarillado con tratamiento
habitantes) l/hab/día (%) (%)
Muy pequeña De 2 a 10 501 2,440 110 74 16
Pequeña De 10 a 100 255 7,223 130 81 31
Intermedia De 100 a 1,000 33 9,350 165 85 29
Grande Mayor de 1,000 4 12,166 193 93 36
Total 793 31,179 163 86 31

Fuente: Departamento Administrativo Nacional de Estadística

Norte Santander, Santander, Atlántico, Antioquia y Caldas. Con coberturas


mayores al 80% están Valle, Risaralda, Quindío y Bogotá.

El cuadro siguiente muestra la tendencia nacional a la concentración de las inver-


siones en servicios en las ciudades capitales. Las poblaciones con menos de 10.000
habitantes tienen en promedio un abastecimiento 45% menor que las ciudades
grandes (IDRC- OPS/HEP/CEPIS, 2002). La cobertura en alcantarillado es un
21% menor y solo el 16% de sus aguas residuales son tratadas frente al 36% en
las ciudades grandes (Cuadro 1).

De otra parte, según informe de la Contraloría General de la República, las


diferencias en cobertura nominal y real son notables:

“El índice de cobertura real muestra el porcentaje de hogares con co-


nexión domiciliaria a la red, y los que reciben agua apta para el consu-
mo humano 24 horas al día. Para el caso de las grandes ciudades, el
nivel de cobertura real es idéntico al nominal, por cuanto estas ciuda-
des poseen un porcentaje de continuidad del 100% (24 horas al día) y
cumplen con lo dispuesto sobre calidad del agua en el Decreto 475 de
1998, lo que les otorga un parámetro de 1 en calidad de agua. En los
casos de las capitales departamentales y el resto de cabeceras munici-
pales no sucede lo mismo: En las primeras los factores de calidad y
continuidad corrigen el nivel de cobertura nominal de 91,4% a un
66,4% de cobertura real, y en las cabeceras municipales este nivel
baja drásticamente de 92,8% a 30, 5%, dato que implica que la situa-
ción más difícil en términos de provisión del servicio de agua potable
se presenta en los municipios pequeños (menores de cien mil habitan-
tes) en los cuales la baja calidad del agua proveída y la poca continui-
dad desmejoran la prestación del servicio” (Gaitán, s.f..).

Los movimientos sociales colombianos por el agua


En el paradójico panorama anterior de abundancia, precariedad y deterioro,
los sectores populares colombianos se han movilizado históricamente por el
agua. De 9.981 acciones que hubo en el período, 1.170 corresponden a

16
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Gráfico 2
Motivos de protestas sociales

Tierra/vivienda 23,1%

Laborales 16,1%
Servicios públicos 11,7%

Servicios sociales 6,2% Otros 3,3%

Solidaridad 4,0%

Violación pactos 13,6% Políticas 8,2%

Autoridades 6,3%
Derechos 7,4%

Fuente: Tomado de Archila, 2003.

“servicios domiciliarios, transporte e infraestructura”, y ocupan el tercer lugar


(Archila, 2003).

Dentro de las protestas por estos motivos, según el mismo autor, predomina
la exigencia de agua y alcantarillado. En el mismo sentido se pronuncian otros
estudiosos de estos temas. Así Medófilo Medina plantea que entre 1957 y
1977, treinta y siete paros cívicos (el 26%) fueron por agua y alcantarillado,
25 (el 14%) por energía eléctrica y solo 4 (el 2%) por teléfonos. Para Pedro
Santana de 128 paros cívicos ocurridos entre 1971 y 1980, el 60,2% esta-
ban relacionados con agua, energía y alcantarillado. Por último según Martha
Cecilia García, en el gobierno de Virgilio Barco (1986-1990), los servicios
públicos domiciliarios abarcaron el 29,5% de las demandas (Medina, 1977;
Santa, 1989; García, 1990).

Existe pues una tradición de lucha por el acceso al agua en Colombia, que se
mantiene como una tendencia a pesar de algunos mejoramientos en el suminis-
tro (ampliación de la cobertura) y calidad del agua, que se registran sobre todo en
las grandes ciudades y en general en las capitales de los departamentos (Bogotá,
Cali, Medellín, Barranquilla y Bucaramanga). Esta lucha tiende a intensificarse en
los años recientes por efectos de la privatización de los servicios públicos, que
conlleva el encarecimiento de las tarifas, en particular del agua.

De otra parte hay en el país, como respuesta a la ausencia o precariedad de la


acción del Estado, una importante tradición de manejo comunitario del agua en
las zonas rurales y suburbanas de las ciudades. Esta gestión reviste modalidades

17
Colombia: ¿un futuro sin agua?

directas, tales como la desarrollada por la Asociación de Amigos Usuarios del


Acueducto Independiente ADAMIUAIN, uno de los casos mas destacados, que
surte de agua a 1.100 familias de los barrios Santa Clara, Bermejal y José Anto-
nio Galán de la ciudad de Ocaña, la cual cuenta con 80.000 habitantes y 17.000
familias. El agua proviene de la quebrada Brava, de la cuenca del Catatumbo; la
Asociación ha adquirido 1.050 ha de la cuenca, las cuales ha reforestado con
especies nativas, haciendo un manejo integral de ella.

Así mismo en la ciudad de Ibagué, capital del Departamento del Tolima, con
una población de 500.000 habitantes, un poco más del 12% se surte de los
29 acueductos comunitarios existentes en la ciudad, los cuales generan 100,29
litros por segundo. Sin embargo la contaminación por aguas residuales do-
mésticas y pequeños criaderos de aves y cerdos en la parte rural han deterio-
rado la calidad de esta agua, lo cual hace indispensable un replanteamiento de
este manejo comunitario, que sin perder dicho carácter debe incorporar la
potabilización del agua con el concurso del Estado.

Otra modalidad es la gestión conjunta de los municipios con las comunidades,


en las zonas rurales, a través de los denominados acueductos veredales. La
fase de investigación realizada en la campaña “El agua: un bien público”, muestra
la dimensión de este fenómeno aun por totalizar a nivel nacional; sin embar-
go, pueden citarse casos como la región de Chicamocha, en los departamen-
tos de Boyacá y Santander, donde se registraron 1.600 acueductos veredales.

La privatización de los servicios


públicos en Colombia
En Colombia la Ley 142 de 1993, abrió la puerta a la privatización de los servi-
cios públicos al establecer que los mismos podían ser prestados por empresas
privadas o mixtas además del Estado. Según información reciente obtenida en la
Superintendencia de Servicios Públicos, los servicios relativos a acueducto, alcan-
tarillado y aseo son prestados por 1.016 entidades de las cuales el 20,37 % son
privadas, el 43,01 son todavía estatales y el 36,61% entidades de la sociedad civil
que suman 372, compuestas por 60 juntas administradoras, 45 juntas de acción
comunal, 25 empresas asociativas de trabajo, 17 cooperativas, 11 corporacio-
nes sin ánimo de lucro y 213 asociaciones de usuarios. Dichas cifras confirmarían
el importante peso de la gestión comunitaria del agua en Colombia, pero se
sospecha que dentro de las 213 asociaciones de usuarios puede encontrarse la
agroindustria, lo cual constituye más bien una forma de uso privado del agua. Por
ello es necesario analizar la composición de dichas asociaciones.

Es indudable que la privatización de los servicios públicos avanza en Colombia,


pues aquí ya operan varias de las transnacionales del agua. Así Suez, a través de
Hisusa, posee el 47,1% de Aguas de Barcelona, la cual a su vez controla el
45,9% de Acuacar, operadora del servicio de acueducto de Cartagena. De otra
parte Vivendi, a través de Preactiva S.A., controla el suministro de agua en Mon-
tería, capital del Departamento de Córdoba con 312.398 habitantes. Otras em-
presas españolas como Tecvasa y Canal de Isabel II, tienen importante presencia

18
Colombia: ¿un futuro sin agua?

en otras ciudades de la costa caribe colombiana. La privatización ha ganado


terreno en esta zona por el mal servicio y la corrupción que caracterizó a las
empresas estatales que antes de 1993 prestaron el servicio.

Lo anterior ha conducido al encarecimiento de las tarifas para usuarios ahora


convertidos en “clientes”. La privatización de algunos aspectos de la opera-
ción de la empresa de Acueducto de Bogotá, como la lectura de los contado-
res, ha generado aumentos de tarifas del 126% para el estrato uno, de 58%
en el estrato dos y de 55% en el estrato tres, en el período comprendido entre
2001 y 2003, según denuncia del Concejal Fernando Rojas (Rojas, 2005).
Esto condujo a que familias enteras de los estratos 1 y 2, por lo menos, no
puedan acceder al agua por incapacidad económica para pagar su costo. En-
tre tanto y como lo denunciaba el mismo concejal, el costo del metro cúbico
de agua en la planta de Tibitoc, operada por un concesionario privado, es
ocho veces superior que en la planta Wiesner, operada directamente por la
Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá. En la primera el metro
cúbico de agua vale $279,29, y en la segunda $34,14.

En general, de acuerdo con la Contraloría General de la República,

“Entre 1995 y 2000 los usuarios tuvieron que pagar en sus facturas
mayores valores en acueducto y alcantarillado que fluctuaron, en tér-
minos reales, entre el 38% y el 226% en las 18 principales ciudades
del país, dependiendo del estrato y de la ciudad donde residen. En el
caso de Bogotá, las tarifas de acueducto y alcantarillado, en términos
reales, crecieron entre 1997 y 2002, así: 232% en el estrato uno,
138% en el estrato dos, 110% en el estrato tres, 59% en el estrato
cuatro, 43% en el estrato cinco y 39% en el estrato seis. Con menor
intensidad, pero también con crecimientos igualmente significativos,
en las otras tres principales ciudades del país se presentó un fenóme-
no similar” (Contraloría General. de la República, 2004).

De acuerdo con este mismo informe sectorial, las alzas tarifarias son un síntoma
de problemas de fondo que afectan la prestación de los servicios de acueducto y
alcantarillado en el país; y obedecen a tres causas: el desmonte de subsidios, el
ajuste a los costos reales y el ajuste al crecimiento del IPC (índice de precios al
consumidor). El proceso de ajuste a los costos reales, que es el de mayor impac-
to, está viciado por las ineficiencias empresariales y errores en la regulación.
Estos incrementos de los servicios de acueducto y alcantarillado han aumentado
su participación en el gasto de los hogares, de menos del 2% en 1998 a más del
8% al final de 2001 para el estrato 1. Como respuesta se creó en el mes de julio
de 2005 la Unión Nacional de Usuarios de Servicios Públicos en un congreso
que reunió a mil delegados de todo el país.

La gestión ambiental después de Johannesburgo


Hoy en día es casi un consenso que la Cumbre de Johannesburgo significó la
protocolización de un viraje según el cual, a pesar de la insistencia en políticas

19
Colombia: ¿un futuro sin agua?

ambientales en torno al tema del agua, el saneamiento básico y la lucha contra


la pobreza, se abandonó la pretensión de un desarrollo sostenible, que fue la
gran esperanza que iluminó las deliberaciones y conclusiones de Río de Janeiro.

En Colombia dicho proceso ha pasado por sucesivos recortes al mecanismo


de las licencias ambientales a fin de flexibilizar las condiciones para las inver-
siones nacionales y extranjeras, y prosiguió con la fusión de los ministerios de
desarrollo y medio ambiente para dar paso al nuevo Ministerio de Ambiente
Vivienda y Desarrollo Territorial, en el cual lo ambiental ha venido perdiendo
importancia.

A partir de lo anterior se optó por la presentación de reformas sectoriales,


entre las cuales se destaca la ley forestal, que constituye la apertura de la
explotación en gran escala de las selvas colombianas por parte de las multina-
cionales de la madera. En las últimas semanas hemos asistido a la fumigación
de cultivos de uso ilícito en el Parque Nacional Natural de La Macarena, en
medio del estupor y el rechazo de buena parte de la opinión pública, y a pesar
del anuncio del Ministro de Ambiente Vivienda y Desarrollo Territorial, el día
de su posesión, según el cual no se fumigarían los Parques Nacionales. Igual-
mente se ha viabilizado la importación de desechos tóxicos con la derogación
de la resolución que lo impedía, violando abiertamente la Constitución y la
Jurisprudencia de la Corte Constitucional sobre la materia.

La ley del agua en Colombia:


concesiones y privatización
En el mismo sentido se presentó a la consideración de la Cámara de Repre-
sentantes el proyecto de ley No. 365 de 2005, “por el cual se establecen
medidas para orientar la planificación y administración del recurso hídrico en
el territorio nacional”, comúnmente conocido como “Ley del Agua”. Luego
de ser aprobado por la Comisión Quinta de la Cámara, el proyecto fue retira-
do sin una explicación oficial de los motivos para hacerlo. Al parecer la oposi-
ción creciente al mismo, coincidente con el rechazo que provocó la aproba-
ción de la Ley Forestal, y los avatares propios del fin del período de los congre-
sistas elegidos en 2002, condujeron al retiro del proyecto. Sin embargo se ha
anunciado su próxima presentación con algunos ajustes, pero es de esperar
que la orientación básica del mismo se mantenga.

Los principales aspectos de dicha orientación son los siguientes:

1.- Profundizar la privatización del agua, hasta el control privado de sus fuen-
tes, más allá del manejo particular de los servicios públicos. Para ello se esta-
blecerían concesiones de larga duración, hasta cincuenta años cuando se trate
de prestación de servicios públicos de agua potable, de generación de energía
y de realización de obras de interés público, es decir en los campos donde
funcionarán las inversiones más rentables para el capital privado, particular-
mente el transnacional. En los demás casos hasta por veinte años, que es un
período igualmente considerable. El inmenso poder que tendrán los concesio-

20
Colombia: ¿un futuro sin agua?

narios puede valorarse si se aprecia a la luz del pronóstico del IDEAM, según
el cual en el 2025 el 69% de la población colombiana sufrirá una severa
escasez de agua. Además los criterios que orientan todo el régimen de las
concesiones son puramente económicos, pues atienden a la naturaleza de la
actividad propuesta, el período de recuperación de la inversión y la previsión
de un tiempo suficiente para que la explotación sea rentable. Adicionalmente
se abre la posibilidad de establecer un mercado de títulos de concesión.

2.- Delegar la regulación del agua en el sector usuario, con poca participación
real de la sociedad civil. Esto se refleja en la composición del Consejo Hídrico
Nacional que se propone. Igualmente en los denominados Consejos de Cuencas
hidrográficas en los cuales se elaborarán los Planes de Manejo de las Cuencas,
integrados por representantes de la agroindustria y las empresas prestadoras de
servicios públicos, muchas de ellas privatizadas, y marginalmente por los peque-
ños usuarios. No es difícil adivinar que serán los primeros quienes impondrán su
punto de vista en los mencionados consejos. Adicionalmente se eliminan las
Audiencias Públicas Ambientales para el trámite de concesión de aguas. Las
audiencias, mecanismo participativo establecido en la ley colombiana y de obli-
gatoria realización cuando es solicitado por tres entidades sin ánimo de lucro, o
por cien ciudadanos o la Defensoría del Pueblo, es sustituido por las denomina-
das consultas públicas que son potestativas de las autoridades.

3.- Relegar el derecho humano al agua a un segundo término respecto de su


utilización con fines económicos. La Ley 99 de 1993 había elevado la priori-
dad del uso del agua para el consumo humano a la categoría de principio;
ahora se plantea como prioridad la “importancia estratégica del agua” para
garantizar el “desarrollo económico, social y cultural del país”, y, estrecha-
mente ligado a este, el principio de “eficiencia”, que propende por “la racio-
nalidad en su asignación y uso, de manera que los beneficios socioeconómicos
y ambientales derivados de las políticas e inversiones públicas y privadas que
se desarrollen sean siempre superiores a sus costos”. Esta tendencia, que su-
bordina el derecho humano al agua a los intereses comerciales de las empre-
sas que la vienen convirtiendo en una mercancía, coincide también con las
orientaciones del Banco Mundial y del Consejo Mundial del Agua que pro-
mueven la privatización del agua en el mundo(Wiener; Hall y Lubina; web).

La campaña: “El agua: un bien público”


Ante las nuevas condiciones que se establecen se impone la defensa del dere-
cho humano y de todos los seres vivos al agua, tratándose de un bien común
que debe estar en la órbita de lo público, estatal y comunitario, y no en manos
de la empresa privada. El movimiento que ya existe y crece tendrá como
referentes el plebiscito uruguayo y las luchas bolivianas por el agua, pues la
privatización del agua es una tendencia de muchos de los gobiernos latinoa-
mericanos, y la resistencia para mantenerla en la esfera de lo público es tam-
bién continental. Cuando se dice “bien público” no nos referimos únicamente
a mantener la gestión del agua en la esfera de lo estatal, sino a reconocer las
numerosas y exitosas experiencias de manejo comunitario del agua existentes

21
Colombia: ¿un futuro sin agua?

en Colombia, entre ellas los acueductos veredales y otras formas organizativas


de las poblaciones tanto rurales como urbanas que han resuelto problemas de
suministro ante la ausencia del Estado, entendiendo a la vez la necesidad de
proteger los “nacederos”, conservando e incrementando la vegetación y reali-
zando otras obras de adecuación. También se hace referencia al reconoci-
miento de que el agua forma parte integrante de los derechos colectivos sobre
los territorios indígenas y afro-colombianos.

Así mismo las empresas estatales que manejen el agua deben reformarse para
garantizar su transparencia, la participación de la ciudadanía y las comunida-
des, y la vocación de servicio inherente a su función, por lo cual no deben ser
manejadas como “empresas” sino como entidades públicas.

Impulsando lo anterior Ecofondo lanzó el 30 de abril de 2005 la campaña “El


agua: un bien público”, la cual se adelantó, conjuntamente con numerosas
organizaciones de la sociedad civil, en doce Unidades Regionales,7 y compren-
dió tres fases: La primera consistió en establecer doce diagnósticos regionales
o líneas de base sobre la situación del agua en cada una de las Unidades
Regionales, con base en información secundaria; en la segunda fase se realiza-
ron dieciséis foros regionales entre el 15 de Marzo y el 9 de Junio de 2006,
que contaron con la presencia de 2.900 delegados, en representación de 1.100
organizaciones, y cada uno produjo una declaración sobre la situación del
agua en la región, en la cual se rechazó la privatización en una perspectiva
nacional e internacional. Las declaraciones, firmadas por 44.475 personas,
fueron entregadas a la Comisión Quinta del Senado el 6 de Septiembre de
2006. Además cada foro escogió un caso símbolo de la problemática del agua
en su región, y se adelantó una campaña regional en torno al mismo.

Los casos simbólicos escogidos se pueden clasificar en los siguientes tipos: 1)


Defensa de los acueductos comunitarios. En Colombia cerca del 20% del su-
ministro del agua a la población se hace a través de estos acueductos, los
cuales están amenazados por las privatizaciones y aún por las empresas del
Estado. Como casos destacados están la defensa del Acueducto de Bonda en
Santa Marta, y los 39 acueductos comunitarios de Ibagué; 2) Oposición a
megaproyectos, que implican trasvases de cuencas y construcción de grandes
presas o embalses. Es ilustrativa la lucha contra el trasvase del río Guarinó
para la ampliación de la generación de energía de la central MIEL I; 3) Defen-
sa, recuperación y manejo adecuado de humedales y ríos, en la cual se destaca
la movilización para la recuperación de la Ciénaga de Corralito en el Munici-
7 Ecofondo ha dividido el
país en doce Unidades
pio de Cereté, Departamento de Córdoba; 4) Defensa del derecho humano al
Regionales para efectos de agua ante situaciones de no suministro o suspensión del mismo por efecto de
su trabajo. Estas son mas
amplias que la división
la privatización. En Medellín cien mil personas no tienen acceso al agua.
político – administrativa de
Colombia en 32
departamentos. Las
La campaña: “El agua: un derecho fundamental” y el
Unidades Regionales
cobijan la totalidad del
referendo constitucional
territorio nacional y fueron
definidas con base en El éxito de la primera campaña y la necesidad de dar una respuesta adecuada y
criterios ecológicos y
culturales. contundente a los problemas expuestos ha llevado a un amplio grupo de organi-

22
Colombia: ¿un futuro sin agua?

zaciones sociales, sindicales y ambientales colombianas a plantearse la necesidad


de combinar la resistencia frente a todos los planes, proyectos y megaproyectos
que causan el deterioro hídrico y ambiental del país con una propuesta básica que
garantice principios fundamentales en relación con el agua mirada no como
recurso sino como elemento integral de la trama de la vida.

Para ello sesenta organizaciones reunidas en el Auditorio de la Defensoría del


Pueblo en Bogotá, el pasado 24 de Febrero, decidieron impulsar un referendo
constitucional cuyos propósitos se explicitan en la declaración inserta en este
libro y constituyeron el COMITÉ NACIONAL DE DEFENSA DEL AGUA Y
DE LA VIDA8.

El referendo en Colombia es un mecanismo de participación establecido en el


artículo 103 de la Constitución y desarrollado en la Ley 134 de 1994. Esta ley
establece los requisitos que deben cumplirse para que los ciudadanos puedan 8 Aunque el Comité esta
ejercer el derecho a proponer reformas constitucionales, proyectos de ley, de compuesto por mas de
sesenta organizaciones
ordenanza o de acuerdo, es decir a intervenir en el campo legislativo y norma- fueron inscritas ante la
tivo hasta 1991 reservado al Congreso o a las Asambleas Departamentales y Registraduría Nacional del
Estado Civil, para dar
Consejos Municipales en el orden departamental o municipal. cumplimiento a la Ley, las
siguientes personas en
representación de sus
Los requisitos consisten en lo fundamental en obtener un determinado respectivas organizaciones:
número de firmas que garanticen el apoyo popular suficiente para que la Avocar, Martha Cañon;
Censat – Agua Viva, Tatiana
respectiva propuesta sea sometida a la decisión del pueblo. Así para ins- Roa; Cut, Rodrigo Acosta;
cribir la iniciativa de referendo y el Comité Promotor que exige la Ley se Ecofondo, Rafael
Colmenares; Onic, Héctor
requiere un número de firmas equivalente al 5 por mil del censo electoral, Gañán; Penca de Sábila,
es decir 137.000 firmas9. Una vez inscrita la iniciativa y el Comité men- Javier Márquez; Red de
Acueductos Comunitarios
cionado, para que el Congreso decida si convoca el referendo se requiere (en proceso de
la presentación de 1.370.000 firmas, que deben ser recogidas en un tér- conformación, Cristo
Miranda; Sintraemsdes,
mino de seis meses. Cuando el Congreso niega la convocatoria es posible Humberto Polo; Unión
insistir mediante la recolección de 1.370.000 firmas adicionales para lo Nacional de Usuarios de los
Servicios Públicos, Oscar
cual la Ley concede un plazo igualmente adicional de seis meses. En este Gutiérrez. Dichas personas
último caso el referendo es convocado directamente por el Registrador conforman el denominado
“Comité Promotor”.
Nacional. Dichas firmas deben presentarse en los formularios que para el 9 En Colombia el censo
efecto expide la Registraduría Nacional del Estado Civil. electoral esta conformado
por los ciudadanos en
capacidad de votar. A partir
Para que el Acto Legislativo, reformatorio de la Constitución, en nuestro caso de 1986, los nacionales
colombianos quedan
adicionándola con una norma que consagre lo anteriormente expuesto, sea inscritos en el censo
aprobado, se requiere que un número de ciudadanos equivalente al 25% del electoral en el momento en
que se les expida su cédula
censo electoral, o sea 7.500.000 ciudadanos voten en el referendo y de ellos de ciudadanía. Dejan de
la mitad mas uno lo hagan a favor del texto que se les somete a consideración. pertenecer al censo
electoral los ciudadanos
El referendo no puede coincidir con ninguna otra elección. que fallecen. El censo
electoral es certificado por
la Registraduría Nacional
La recolección de firmas correspondiente a la primera etapa del proceso del Estado Civil. En marzo
hacia el referendo se inició el 1 de Mayo de 2007 y se espera tenerla pasado la Registraduría
certificó que el censo
concluida en el mes de Noviembre con 200.000 firmas que exceden el electoral estaba compuesto
mínimo exigido por la Ley pero prevén las que resulten anuladas por dife- por 27 millones de
personas y con base en esta
rentes razones. Esto permitirá iniciar la segunda etapa a fines del mes de cifra se han hecho los
Enero de 2008. cálculos que aparecen en
este artículo.

23
Colombia: ¿un futuro sin agua?

La principal dificultad de esta vía es nuestra escasa tradición de participación


ciudadana y los bajos niveles de participación electoral que presenta el país,
donde en pocas ocasiones interviene más del 50% de los ciudadanos en capa-
cidad de votar. Sin embargo, la gravedad tanto de la crisis del agua como de
los riesgos que presenta el avanzado estado de privatización de los servicios
públicos hace necesaria una movilización ciudadana que traspase los límites
de la resistencia regional o local. Al momento de escribir este artículo no sabe
si el Gobierno volverá a presentar el proyecto de Ley del agua, aunque todo
parece apuntar a que utilizará la legislación existente que le permite otorgar
concesiones y “ordenar” las cuencas hidrográficas en función de la privatización
del agua. Por ello es necesario oponer a este proceso una potente propuesta
alternativa capaz de cambiar el terreno de la confrontación. Ello no excluye y
por el contrario alienta los movimientos de resistencia regional y local.
De otra parte el referendo solo tiene sentido en medio de una gran moviliza-
ción local, regional y nacional en defensa del agua, que denuncie no solo los
problemas de encarecimiento del servicio público de acueducto y alcantarilla-
do y la exclusión creciente de la población, sino que muestre la relación de
estos fenómenos con la crisis ambiental pues si no cambiamos nuestra rela-
ción con los ecosistemas, construyendo una nueva cultura ambiental, no ten-
dremos agua, así logremos derrotar la privatización.

Esta iniciativa a cuyo éxito estamos apostando no solo desde ECOFONDO y


gran parte del movimiento ambiental, sino desde el sindicalismo, el movimien-
to de usuarios de los servicios públicos, las organizaciones indígenas y étnicas
y los acueductos comunitarios será sin duda uno de los más importantes refe-
rentes de las luchas sociales de principio del siglo en Colombia.

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25
Colombia: ¿un futuro sin agua?

El derecho humano al agua

Bibiana Salazar1

“El agua constituye fuente de vida


y la falta del servicio atenta
directamente con el derecho fundamental
a la vida de las personas.”

Corte Constitucional, Sentencia T-578 de 1992

El asunto de los derechos humanos siempre ha estado asociado a la condi-


ción especial de cada ser, su dignidad; y de ella se desprenden un sinnúmero
de libertades y derechos que en conjunto buscan salvaguardar la esencia de
cada hombre y cada mujer, poniendo en algunos casos límites, obligaciones
y deberes al Estado y a los demás sujetos que conviven dentro de una comu-
nidad.

Estos derechos han sido el fruto de la lucha incasable de los seres por alcanzar
unas condiciones de vida adecuadas, no sólo a nivel individual sino también co-
lectivo, y por ello se buscó su consagración expresa como tales a través de decla-
raciones universales y de normas de obligatoria observancia y respeto, para lo-
grar una mayor garantía y protección.

Pero el tema de los derechos humanos trasciende los modelos políticos y


jurídicos creados por las sociedades organizadas; es un asunto de esencia, de
naturaleza, que no puede supeditarse a la elaboración previa de un mandato
normativo. Su existencia es simultánea con la vida misma.

Ahora bien, el hombre y la mujer como especie, son la consecuencia de


un proceso natural que biológicamente se encuentra unido a un medio
imprescindible para su desarrollo: el agua, preciado líquido que hace par-
te de nuestra creación como seres, de nuestra existencia y nuestro desa-
rrollo adecuado a través de las diferentes etapas de la vida. En efecto, el
agua es parte de nuestro ser en un 90%; resulta indispensable para la
subsistencia diaria en aproximadamente cuarenta litros, y es básica para
el desarrollo de casi todas las actividades que los seres humanos realizan 1 Abogada, Corporación
por fuera de la órbita individual, como el trabajo, la industria y el comercio Penca de Sábila, Medellín.
entre otros aspectos.

27
Colombia: ¿un futuro sin agua?

La carencia de agua o la falta de un abastecimiento continuo para los usos


personales y domésticos; la negación a su acceso por razones de sexo, raza,
edad, condición social o por factores de tipo económico; sus usos no adecua-
dos a las prácticas y costumbres de las comunidades, y su insalubridad, son
factores que atentan directamente contra la vida de las personas y de las po-
blaciones; por tanto el líquido debe ser garantizado en todos estos aspectos,
porque su negación por acción u omisión, clara y ostensiblemente atenta con-
tra las condiciones adecuadas de vida para el ser humano.

Las situaciones anteriores dan muestra de que el líquido no puede ser conce-
bido como un simple compuesto, ni como un elemento importante para la
elaboración de estrategias, ni como un recurso natural renovable, ni como un
bien comercial, ni exclusivamente como bien económico, concepciones que
han incidido impositivamente en algunos casos en la elaboración de políticas
públicas y de marcos normativos que no comportan una visión humana, social
y sostenible de la relación seres humanos y agua.

Por tal razón y ante las complejas situaciones que atraviesan hoy las socieda-
des en los temas relacionados con el agua, se comienza a predicar la exigibilidad
del derecho humano al acceso y suministro del líquido, aunado a otras consi-
deraciones relacionadas con las malas prácticas adoptadas tanto por las co-
munidades como por los propios Estados en relación con ella. Así, la vulnera-
ción y afección de este derecho es recurrente y contundente en los diferentes
Estados del mundo, incluyendo al nuestro, y por ello su reivindicación toma
fuerza política, social y jurídica en el país y en el planeta

De tiempo atrás diferentes normas de carácter internacional se han ocupado


del tema, para garantizar desde las diferentes esferas su reconocimiento, ga-
rantía y protección. En efecto, no son pocos los tratados, pactos y convenios
internacionales que hacen alusiones expresas e implícitas al agua: Una mues-
tra típica es el conjunto de mandatos que hacen parte del bloque constitucio-
nal colombiano así: La Convención sobre la Eliminación de todas l as Formas
de Discriminación contra la Mujer, La Convención de los Derechos del Niño,
los pactos internacionales de Derechos Civiles y Políticos, de los Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, el Protocolo de San Salvador, la Conven-
ción Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discrimina-
ción Racial, y La Declaración de los Derechos Humanos entre otros.

El ordenamiento jurídico colombiano regula el agua desde diversas áreas y


acepciones que en algunos casos concuerdan entre sí. La Carta Política
de los colombianos, por ejemplo, no trae una remisión expresa al agua
como derecho humano, pero tiene referentes explícitos e implícitos sobre
ella, tales como el darle un estatus de elemento constitutivo del Estado
(artículo 101 y 102), como riqueza natural de la nación (artículo 8), servi-
cio público domiciliario (artículo 48) y ambiental (artículo 49), y derecho
colectivo y del ambiente (artículo 79), pero en ninguna de estas disposi-
ciones se consagra su importancia fundamental para el desarrollo de la
vida de los seres humanos.

28
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Desarrollos jurisprudenciales
Han sido los jueces a través de sus jurisprudencias quienes comenzaron a
desentrañar la esencial importancia del líquido para la vida de todos y todas las
pobladoras del territorio, pero aún así se encuentran interpretaciones que
acercan su definición del líquido a conceptos como servicio público domicilia-
rio en lo que tiene que ver con agua potable, objetivo social, elemento esencial
del ambiente, necesidad primaria y bien económico. De otro lado se encuen-
tran pronunciamientos judiciales que directamente expresan la idea de su ca-
rácter fundamental, así:

“El derecho al agua, para el uso de las personas, en cuanto contribuye a la


salud, a la salubridad pública, y, en últimas, a la vida, SI es un derecho funda-
mental y que, por el contrario, NO lo es cuando se destina a la explotación
agropecuaria o a un terreno deshabitado. Sin agua no se puede vivir, luego lo
lógico es que un acueducto construido para uso domiciliario del líquido debe
tener preferencialmente tal destinación.” (Corte Constitucional, Sentencia T-
413/95).

“Sin agua no hay vida. Por ende, el servicio público de acueducto tiene como
finalidad la satisfacción de necesidades vitales de las personas, lo que exige, natu-
ralmente, el suministro de agua apta para el consumo humano pues no podrá
considerarse que el servicio se presta con el mero transporte del líquido, sin
aplicarle ningún tipo de tratamiento cuando no reúne las condiciones físicas,
químicas y bacteriológicas mínimas exigidas para su uso, sin que ponga en riesgo
la salud y la vida de sus consumidores. Así entonces, según lo expuesto, el agua
potable constituye un derecho constitucional fundamental cuando está destinada
para el consumo humano, pues es indispensable para la vida.” (Corte Constitu-
cional, Sentencia T- 410 de 2003).

“Adicionalmente, la Sala considera necesario recordar que por mandato cons-


titucional, i) los derechos y deberes consagrados en la Constitución se inter-
pretan de acuerdo con los tratados internacionales sobre derechos humanos
ratificados por Colombia, ii) El Pacto Internacional de Derechos Sociales, Eco-
nómicos y Culturales hace parte del bloque de constitucionalidad, ampliando
el espectro de protección por vía de tutela de los derechos fundamentales, iii)
las observaciones efectuadas por el órgano competente, esto es, el Comité de
Derechos Económicos Sociales y Culturales, se constituyen en criterio válido
de interpretación del Pacto, cumpliendo así una función de complementariedad
del marco normativo de los derechos fundamentales que se consideran vulne-
rados; iv) los Estados partes del Pacto “tienen la obligación especial de faci-
litar agua y garantizar el suministro necesario de agua a quienes no dispo-
nen de medios suficientes”, y v) que en el numeral 27 de la Observación
comentada, el Comité indicó como mecanismo idóneo para garantizar la
asequibilidad de la población al agua por parte de “los Estados Partes (…)” la
adopción de “(…)políticas adecuadas en materia de precios; como el sumi-
nistro de agua a título gratuito o a bajo costo (…)” (Corte Constitucio-
nal, Sentencia T-270 de 2007).

29
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Lo anterior es una pequeña muestra de lo que pasa en nuestra sociedad y en


nuestra legislación con respecto al agua, pero a pesar de los avances en materia
de interpretación por parte de los jueces sobre legislación interna y bloque de
constitucionalidad, no es suficiente, pues los fallos de tutela solo tienen efecto
entre las partes involucradas y no sobre la población en general; por tanto la
garantía del agua como derecho humano está supeditada en la actualidad a una
interpretación judicial adecuada que no en todos los casos se aplica, y al accionar
de las personas afectadas por medio de las acciones de tutela, que como se
advierte no en todos los casos prosperan o son admitidas.

El derecho humano al agua


como un derecho fundamental
¿Pero qué se requiere entonces para que toda la población vea garantizado
este derecho? Creemos que una de las vías es la consagración expresa del
mismo en la Constitución, llenando de contenido y alcance el derecho huma-
no al agua.

La Corte Constitucional como guardiana de la Constitución se ha referido en


innumerables ocasiones al tema de los derechos humanos, manifestando su
significado, límites, alcances y su calidad de fundamentales. Este último aspec-
to debe analizarse para explicar las razones por las cuales el agua hoy se
reivindica como un derecho de tal envergadura.

La alta corporación establece tres características o criterios que se deben cum-


plir para hablar del carácter fundamental de un derecho, y ellas son: la co-
nexión directa con un principio, la eficacia directa y el contenido esencial.

Partiendo de la caracterización antes propuesta, es claro que el agua, para el


ser humano en lo que tiene que ver con su acceso y suministro, tiene relación
directa con el primer principio plasmado en la Carta Política, que cimienta el
Estado colombiano en la dignidad humana; además, el agua es esencial para la
vida, y como la misma corporación lo índica, no sólo entendida biológicamente
sino en condiciones adecuadas, en condiciones dignas; la presencia del agua
es indispensable para el libre desarrollo de la personalidad, para alcanzar el
más alto nivel de salud física y mental, para disfrutar de un medio ambiente
sano y sostenible, y para lograr los propósitos sociales de un Estado social y
democrático de derecho.

El derecho al acceso al agua cumple con el criterio de eficacia directa, pues su


protección se deriva de la aplicación armónica y conjunta de varios principios y
derechos de rango constitucional, como la dignidad humana, la promoción de la
prosperidad general, la vida, la integridad física y la salud entre otros. Del texto
constitucional se derivan deberes positivos y negativos tanto para el Estado como
para los ciudadanos y ciudadanas en los temas relacionados con el agua.

En lo relacionado con su contenido esencial o mínimo irreductible, tenemos que


el acceso y suministro de agua potable para suplir las necesidades básicas más

30
Colombia: ¿un futuro sin agua?

apremiantes, es un asunto de vital importancia para todos los seres humanos,


que no puede ser trastocado por el legislador, ni estar sujeto a interpretaciones o
conyunturas políticas.

Así las cosas se puede precisar que el agua es una sustancia vital; y que su acceso,
suministro y accesibilidad para los seres humanos, se tornan en condiciones sin
las cuales es imposible hablar de dignidad. De ahí deviene precisamente su carác-
ter fundamental, y por lo tanto, ante las diferentes vulneraciones y afecciones
que hoy atentan contra estos presupuestos, se hace indiscutible su reivindicación
y demanda a partir de esas características que la hacen esencial para las perso-
nas, y a través de la solicitud o exigencia de su consagración expresa en pro de
la garantía y protección en términos universales.

31
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Declaración del Comité Nacional de


Defensa del Agua y de la Vida

El referendo se propone consagrar en la Constitución Nacional que el agua en


Colombia es un derecho inherente a la persona humana y a los demás seres
vivos, y es un bien común de uso público que pertenece por tanto a la Nación
colombiana.

En consecuencia, el acceso al agua será un derecho fundamental y toda perso-


na podrá acceder a ella en todos sus estados, lo cual incluye el derecho a
disponer de agua limpia o potable para el consumo doméstico, es decir para
beber y para satisfacer las necesidades de higiene y preparación de alimentos
y que el consumo humano es prioritario frente a otros usos. Esto implica el
establecimiento de una cantidad mínima necesaria para cada hogar, en forma
gratuita, independientemente de su situación cultural, religiosa, social, de gé-
nero, geográfica o económica.

Para garantizar plenamente tales derechos, sólo el Estado, mediante entida-


des de prestación de servicios públicos y sin ánimo de lucro, deberá realizar la
prestación y la gestión directa e indelegable de los servicios de abastecimien-
to, disposición y saneamiento. Se exceptúan de este principio las organizacio-
nes comunitarias que se hayan constituido para este fin como instituciones de
utilidad común, sin ánimo de lucro, o que se constituyan en el futuro de la
misma manera. Estas organizaciones comunitarias deberán contar con el apo-
yo del Estado para la prestación de un servicio adecuado y de buena calidad a
las comunidades que así se organizan para satisfacer sus necesidades.

Reconociendo que el agua es sagrada para los pueblos indígenas y elemento


fundamental del territorio de las comunidades afrodescendientes, el Estado
deberá preservar y garantizar el goce efectivo de estos derechos de estas co-
munidades de acuerdo con sus usos y costumbres.

El Estado deberá dar especial protección y fomentar la conservación de los


cuerpos de agua superficiales y subterráneos, los ecosistemas estratégicos
para el ciclo hidrológico y en particular las zonas necesarias para la recarga de
los acuíferos. Dicha protección incluirá la prohibición de realizar actividades
que constituyan riesgo para dichos ecosistemas y para sus funciones en rela-
ción con el mencionado ciclo hídrico.

33
Colombia: ¿un futuro sin agua?

ASOCIACION DE VOCALES DE CONTROL DE SERVICIOS PUBLICOS –


AVOCAR-
CENSAT – AMIGOS DE LA TIERRA COLOMBIA.
CENTRAL UNITARIA DE TRABAJADORES – CUT-
COMITÉ DE IMPULSO A LA ORGANIZACIÓN NACIONAL DE ACUEDUC-
TOS COMUNITARIOS
CORPORACION PENCA DE SABILA
CORPORACION ECOFONDO
ORGANIZACIÓN NACIONAL INDIGENA DE COLOMBIA – ONIC-
SINDICATO DE TRABAJADORES DE EMPRESAS DE SERVICIOS PUBLI-
COS – SINTRAEMSDES -.
UNION NACIONAL DE USUARIOS DE LOS SERVICIOS PUBLICOS
Sesenta organizaciones más.

34
Colombia: ¿un futuro sin agua?

II.
El agua en Colombia

35
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Cosmovisión americana y usos


ancestrales del agua1

Clemencia Plazas2

El agua en la cosmovisión americana


El agua es sustancia primordial que contiene la esencia de todo lo que existe y
de lo que existirá. Agua salobre, líquido amniótico que hace posible la vida. 1 En la primera parte de este
artículo se analiza el papel
del agua dentro de la
“Primero estaba el mar. Todo estaba oscuro. No había sol, ni luna, ni cosmovisión indígena
americana, entendiendo
gente, ni animales, ni plantas. Sólo el mar estaba en todas partes. El mar por cosmovisión al marco
era la Madre. Ella era agua y agua por todas partes y ella era río, laguna, ético conceptual que
explica y justifica cada uno
quebrada y mar y así ella estaba en todas partes….La Madre no era de los actos humanos
gente, ni nada, ni cosa alguna. Ella era Alúna. Ella era espíritu de lo que pertenecientes a una
comunidad. Al repasar
iba a venir y ella era pensamiento y memoria. Así la Madre existió sólo algunos ejemplos, se
en Alúna, en el mundo más bajo, en la última profundidad, sola”. (Mito observa que los conceptos
básicos se comparten a lo
Kogui de La Creación) (Reichel-Dolmatoff, Gerardo. 1985, I:17). largo del continente,
seguramente, desde hace
milenios. Me atrevo a
El indígena americano considera el agua como elemento germinativo funda- pensar, además, que esa
mental (Eliade, 1964:178). Pero, como la vida continúa y los humanos mirada integrada del
universo permanece latente
transgreden las normas, especialmente aquellas relacionadas con el compor- en nuestro pensamiento de
tamiento sexual, es necesario limpiarse. Para eso utilizan el agua como ente hoy. En la segunda parte se
revisan algunas de las
purificador -bautizos, baños terapeúticos de vapor o de plantas, inmersiones respuestas concretas que el
en ríos o lagunas sagradas-. hombre americano asumió
frente al manejo del agua,
buscando soluciones
En el agua se disuelven, mueren, los pecados; las impurezas físicas y espirituales sostenibles que no sólo le
ayudaran a mejorar su
desaparecen; los seres y entre ellos el hombre, regresan así a su estado primor- producción sino también a
dial. Por eso los que perecen ahogados o por tormentas o rayos, al igual que las alcanzar significativos
niveles sociales y políticos.
mujeres que mueren durante el parto, inundadas en su propio líquido amniótico, En los distintos sistemas
van directamente al Paraíso, al Tlalocan, lugar de Tlaloc, dios azteca de la llu- creados para el control de
las aguas se observa un
via3, pues se les considera puros y no necesitan limpieza antes de ingresar a él. especial cuidado por
conservar el entorno
ecológico circundante,
En su acción purificadora, el agua puede ser peligrosa, de allí tantas enferme- cualidad que, sin duda se
dades “frías” -reuma, gota, diarrea, tos, ronquera, resfriado, calentura, hidro- explica por el arraigado
pensamiento holístico de
pesía, locura y delirio- enviadas a los hombres por las deidades del agua, los los indígenas americanos,
vientos o los cerros altos -donde se fabrican las nubes (Sanchéz Reyes, 1999:91). creencias que por supuesto
se comparten con
Para curarlas, generalmente es necesaria una “limpia”, además de los pagos habitantes de otros
rituales y de los baños y plantas medicinales. continentes.
2 Antropóloga…
Pero si las trasgresiones a La Ley superan el ámbito individual y no son sufi- 3

37
Colombia: ¿un futuro sin agua?

cientes los pagos individuales o grupales, es necesaria una purificación total


para equilibrar las fuerzas del universo. Por eso ocurren diluvios, según la
mayoría de las mitologías conocidas, inundaciones que cubren todo lo existen-
te. Fenómeno que permite la regeneración total, un nuevo comienzo (Tascón,
1999:67).
.
El aborigen americano siempre teme al castigo porque como ser social sabe
que debe pagar no sólo sus faltas sino las de toda la humanidad, hecho que
genera una deuda permanente.

Según algunos mitos, la creación tuvo lugar a partir del mar primordial donde
primero surgió la tierra con forma de lagarto, caimán mesoamericano llamado
Cipactli. Ser anfibio cuyas duras escamas formaron las rugosidades de las monta-
ñas terrestres. La tierra es un ser flotante, espe-
cie de carcasa llena de agua en su interior, fuente
de todos los abastecimientos (López Austín,
1994:19). Esta agua subterránea sube del inte-
rior y fluye a través de manantiales y lagunas. Así
nacen los ríos que van a los océanos. Entre más
alto llegue, más pura es, y, por lo tanto, más apta
para ofrendas y rituales -como las lagunas del
mundo andino-. A medida que desciende, el agua
se contamina con las impurezas y desechos de
los seres vivos hasta alcanzar su mayor grado de
contaminación en el océano. Pero esta agua sa-
lobre posee, en sí misma, la capacidad de trans-
formarse, de filtrarse en su camino hacia los ori-
ficios de la tierra donde reaparece con toda su
pureza para iniciar un nuevo ciclo de contamina-
ción-muerte-germinación-pureza-contaminación.

Este ambiente acuático, húmedo, oscuro y fértil conforma lo que se conoce en la


cosmovisión indígena americana como infla-mundo. Un ámbito de transforma-
ción asociado con lo femenino, por su capacidad de engendrar. Está regido por la
luna, astro que regula los líquidos que se encuentran en toda materia viva –ma-
reas, menstruaciones, savia vegetal, etc.-. El infla-mundo se ubica debajo del mundo
de en medio, donde vivimos y donde está situado el mundo que conocemos, y se
contrapone al supra-mundo o mundo de arriba, árido, claro y seco. Este último es
un ámbito asociado a lo masculino, al pensamiento racional y está bajo el domi-
nio del sol que con sus rayos seminales fertiliza la tierra a través de sus orificios –
lagunas y cuevas- logrando que las semillas y la vida germinen.

El complemento de las fuerzas de arriba y de abajo es necesario para que la


vida surja y continúe. El movimiento cíclico, muerte-regeneración, noche-día,
luna-sol, debe continuar para que la vida permanezca. Los nómades conside-
ran que si ellos llegan a aquietarse, lo mismo puede ocurrirle al astro sol con
consecuencias funestas; por eso deben moverse siempre. Los aztecas justifica-
ron de la misma manera sus movimientos y conquistas: Los ciclos y la

38
Colombia: ¿un futuro sin agua?

complementariedad de los opuestos garantizan el equilibrio de las fuerzas cós-


micas; si este se rompe, se acude al ritual -la oración, pagamentos y ofrendas-
para reestablecerlo.

Una de las descripciones más poderosas de esta cosmovisión considera al sol


del amanecer como un sol niño que se hace joven a medida que asciende, y al
llegar al cenit duda entre seguir su camino o defenderse de la tierra que lo
devorará inevitablemente al atardecer, y por eso el firmamento se tiñe de
sangre en el ocaso. Después de morir, el sol sigue su transformación durante
su tránsito por debajo de la tierra, hasta que renace de nuevo al amanecer.

Otra imagen del poder del agua como fuerza esencial del infla-mundo está en
su capacidad de elevarse como serpiente emplumada, para desde arriba verter
el líquido precioso en forma de lluvia. Se cree también que el arco iris es un
enemigo de las aguas que vienen de arriba, por eso deja de llover siempre que
aparece. Una de las causas de las enfermedades “frías”, arriba mencionadas,
es haber visto el arco iris, representado muchas veces como una serpiente con
dos cabezas ubicadas en cada uno de sus extremos.

La comunicación entre el mundo de arriba y el mundo de abajo permite el equi-


librio de las fuerzas opuestas pero complementarias, base de la vida de nuestro
mundo. Existe un intercambio de fluidos que suben y bajan por espirales dobles,
a través de los llamados “ejes del mundo”, que pueden ser las montañas más
altas, los árboles, en especial la ceiba, los cruces de caminos, los menhires y,
porqué no?, el hombre en posición de oración.

Esta comunicación se rompe periódicamente, por diferentes causas, entre


ellas, los pecados sexuales o de orgullo de los humanos. Como consecuencia
se interrumpe el flujo energético y se rompe el contacto entre supra e infla-
mundo.

Los códices prehispánicos ilustran esta tragedia al representar “el árbol de la


vida” roto por la mitad debido a la presión que hacen los gemelos –serpientes de
cabezas opuestas- al tirar cada uno en dirección distinta. Como resultado de esa
ruptura, los fluidos se derraman inundando el universo. Otra de las causas del

39
Colombia: ¿un futuro sin agua?

diluvio que a menudo aparece en los mitos, es el desplome del cielo sobre la
tierra. Tendríamos entonces un cielo lleno de agua que inunda el universo. De allí
la importancia de los árboles altos y atlantes, personajes que sostienen en su
posición los distintos niveles cósmicos (Eroza Solana, 1999: 55-57).

En todos los casos la vida se detiene y, según el mito, sólo una pareja de cada
especie terrestre sobrevive para iniciar una nueva era ya purificada.

El mar, sustancia donde todo muere y renace es el elemento que transforma lo


existente y lo inexistente. Todavía hoy los Kogui de La Sierra Nevada de Santa
Marta luchan por mantener despejadas de los colonos, las vías de acceso a él.
Sitio de ofrendas y generador de algunos elementos como las conchas, funda-
mentales para sus ritos.

Hacia el año 3.000 antes de nuestra era, desde mucho antes de la difusión de
la cerámica de las áreas tropicales de Suramérica, hacia México y Perú ya
existía, a lo largo de La Costa Pacífica desde el sur de Lima hasta el norte de
México, un intenso comercio con el Spondylus princeps, concha bivalva apre-
ciada por su fuerte color rojo. Este especie de concha semicircular y espinosa
crece a grandes profundidades en las costas de Ecuador. Por su origen marino
profundo y por su color de sangre fue asociada desde entonces con la capaci-
dad procreadora femenina. Se la encuentra como ofrenda en entierros de
hombres en Cerro Sechín al norte de la sierra peruana, durante el primer
milenio antes de nuestra era. Allí, los entierros femeninos, por el contrario,
estuvieron acompañados por conchas alargadas –Strombus Gigas – símbolo
de la capacidad fertilizadora masculina. En las tumbas se recreó, simbólica-
mente, el equilibrio y complemento de los dos sexos, condición importante en
situaciones de tránsito, como la muerte (Morris et al.1993:50-52).

Cuentas de Spondylus se utilizaron, durante milenios, hasta en los sitios más


altos de Los Andes suramericanos, como Pupiales en Colombia o el Cuzco en
el Perú. Su llamado a la fertilidad las convirtió en una especie de moneda ritual
que explica, tal vez, el poderío comercial marítimo de los grupos ecuatorianos
y el auge de los reinos de la costa norte peruana, área donde posiblemente se
controló la entrada y el intercambio de las conchas rojas en su tránsito hacia
Los Andes del sur. Son áreas alejadas del mar que necesitaban su presencia
simbólica para asegurar la fertilidad de sus tierras y de sus habitantes.

En excavaciones recientes del Templo Mayor, en el centro de la ciudad de Méxi-


co, se hallaron más de 7.000 objetos relacionados con el agua. Con su ubicación
recrearon escenarios, semejantes a los actuales dioramas de los museos de histo-
ria natural, donde se reproducen ambientes marinos mediante arenas coralinas y
centenares de restos de animales acuáticos, conchas, madreperlas, corales y re-
presentaciones de serpientes, batracios y dioses del agua (Broda, 1987:214).

La presencia de dichos sitios de ofrenda, a la vez que trasladaba al centro del


territorio la potencialidad germinativa del mar, mostraba el dominio azteca
sobre los dos océanos. Razón de más para que sus súbditos los vieran como

40
Colombia: ¿un futuro sin agua?

pueblo que controla y administra las fuerzas fecundantes del universo.

Así como el mar y el infla-mundo son considerados por su potencialidad como


fuente de todo conocimiento, también se consideraban sagradas las cuevas y
lagunas que son las entradas que nos permiten el acceso al mundo acuático
subterráneo. Entre más altas se encuentren las lagunas o cuevas, más profun-
do se llega mediante la ofrenda u oración, de acuerdo con esa idea de la
existencia de un reflejo especular del universo, propia del pensamiento indíge-
na americano. Entre más alta este la cima de la montaña más abajo llega su
sima invertida subterránea.

A lo largo del territorio americano se arrojaban ofrendas en lagunas o cenotes,


a veces con objetos procedentes de miles de kilómetros de distancia, como las
piezas panameñas de oro encontradas en el cenote de Chichen Itzá, al norte
de la península de Yucatán. La laguna de Guatavita,
orificio circular que se destaca por su forma regular y
por estar rodeado de filos montañosos, fue escogida
por los Muisca del altiplano central de Colombia, en-
tre las siete lagunas sagradas de su territorio para rea-
lizar la ceremonia de toma de posesión del cacique
principal. Mientras los súbditos cantaban desde la orilla
haciendo sonar sus instrumentos musicales, el nuevo
cacique era llevado en una balsa hasta el centro de la
laguna, donde se untaba aceites sobre el cuerpo des-
nudo para luego cubrirlo de polvo de oro. Este hom-
bre dorado se convertía así en el símbolo del poder
fertilizador del sol para sumergirse, entonces, en el
orificio acuático y depositar el semen solar dentro del
útero de La Madre Tierra. A través de este acto de
fertilización cósmica el nuevo cacique se comprome-
tía a velar por el bienestar de sus súbditos mientras
durara su mandato.

Si el lagarto es el ser primordial en los mitos mesoame-


ricanos, la anaconda, boa constrictor, culebra benéfica común en las selvas hú-
medas tropicales, es el ser creador en los mitos de la región amazónica. Ella, que
habita las aguas del infla-mundo, surge del océano primordial y al recorrer la
tierra va creando los ríos que son ella misma por su movimiento zigzageante. En
su recorrido aguas arriba va regurgitando a los seres humanos que formarán las
distintas tribus que habitan la tierra. Por esto vomitar o regurgitar se considera un
acto creativo, ya que va contra la corriente (Hugh-Jones, 1988). Imágenes seme-
jantes, se encuentran en el mundo maya donde se acude a la “serpiente de
visión” para que regurgite a los ancestros, invitados esenciales para validar las
ceremonias de ascensión al trono, entre otras.

Los ríos y sus tierras aledañas forman de esta manera el eje vital, territorio
ancestral alrededor del cual se adquiere identidad de grupo y se desarrolla la
vida social y económica del individuo. Los ríos no son límites que separan

41
Colombia: ¿un futuro sin agua?

grupos culturales, como en la concepción occidental del territorio. Por ejem-


plo, para los Uw´a de la Sierra Nevada del Cocuy, ellos integran las áreas que
se deben respetar en las leyes exogámicas del matrimonio.

Todas las civilizaciones sellan las celebraciones o acuerdos con líquidos fer-
mentados. A lo largo de América uno de los más utilizados fue la chicha de
maíz que mezcla el agua que procede del infra-mundo con las semillas del maíz
asociadas con el sol del supra-mundo. La chicha es entonces agua fermentada
ya germinada que permite la transformación. Tal vez por eso, en los Andes
Centrales, a través de delgados recipientes de cerámica en forma de embudo,
llamados en quetchua paccha, se vertía chicha dentro de la tierra, en época de
siembras, para garantizar su fertilidad.

En esta corta descripción de algunos aspectos de la cosmovisión americana en


mitos y rituales relacionados con el agua, se observa que es concebida como el
elemento germinativo y transformador por excelencia, que con la ayuda del
calor de los rayos solares obtiene el equilibrio, condición esencial para la exis-
tencia de la vida.

Esta concepción del agua está inmersa dentro de un mundo donde, como lo
plantea Santiago Mora, el principio de organización del universo es la visuali-
zación del mismo como un inmenso complejo de relaciones sociales y de pa-
rentesco entre los miembros de una misma comunidad –el cosmos-que está
representada por diferentes especies. Así, todos los seres habitan en mundos
socialmente muy semejantes al nuestro y nos ven como otras criaturas con las
cuales tienen relaciones de afinidad.

Se ven como una serie de hermanos que pueden ser generosos con los huma-
nos cuando son tratados adecuadamente, pero vengativos e inmisericordes
cuando son maltratados. De esta manera, surge una extensa red de relaciones
que soporta el universo, un mundo donde aquello que los occidentales llaman
ecología y economía se funde en un esquema social. En este contexto, la idea
de dominación absoluta, tan incuestionable en occidente durante siglos, resul-
ta imposible y abominable (Mora, 2007:14-15).

De acuerdo con esta manera de concebir el universo y en particular el agua


¿Cómo iba entonces el indígena americano a descuidar sus manantiales, ríos o
lagunas o a desaprovechar el agua, escasa en tantas regiones del continente?

Detrás de los rituales en lagunas o cenotes, de las ceremonias de sangrado o


de los sacrificios humanos subsiste la necesidad de repetir una y mil veces los
rituales de fecundación con agua o sangre –agua enriquecida- para revitalizar
las fuerzas que permiten la vida y los ciclos del cosmos.

Si observamos estas ideas, expresadas muchas veces mediante metáforas des-


de el pensamiento occidental que durante los últimos siglos ha basado sus
mitos en la experimentación científica, ¿se podría, tal vez, comprobar que los
primeros indicios de vida proceden de ambientes acuáticos? ¿o que el agua

42
Colombia: ¿un futuro sin agua?

asciende por capilaridad dentro de un orificio vacío? ¿o que los diluvios coin-
ciden con épocas de deshielos? ¿o, aún, que el agua superficial se evapora
gracias al calor solar formando, por condensación, nubes que luego se des-
componen en lluvia que regresa a la tierra?

Algunos usos ancestrales del agua en América


Fuente de alimento. Las aguas no sólo proveen gran cantidad de alimento-
algas, moluscos, batracios, peces, anfibios y las aves y otros mamíferos que van
tras ellos, sino que además se puede “cosechar” sal en ellas. En varias áreas de
América, y particularmente en las playas de la vertiente norte de La Sierra Neva-
da de Santa Marta, se han detectado largos diques de piedra dentro del mar para
encerrar agua salobre en grandes piscinas interconectadas que permitían su pau-
latino desecamiento, gracias al calor del sol, para recoger sal marina.

Lejos del mar donde la sal marina es escasa, los habitantes del altiplano cen-
tral de Colombia de fines del primer milenio antes de nuestra era, la obtuvie-
ron de los manantiales salobres que brotaban cerca de las minas de Zipaquirá,
Nemocón y Tausa. Desde entonces, hervían en recipientes de cerámica más
de 5 litros de agua salobre para obtener, una vez evaporada el agua, panes de
sal que se comerciaban en una amplia región que incluye Los Llanos Orienta-
les, Barrancabermeja y la región de Ibagué.4

Irrigación. El control y manejo de las aguas, sin duda, fue la mayor responsa-
bilidad de los gobernantes americanos y lo que garantizaba su permanencia
en el poder. Los valles desérticos del Pacífico peruano fueron fertilizados a
través de la canalización y los sistema de riego de numerosos ríos que descien-
den de Los Andes. Dicho control permitió el surgimiento de importantes rei-
nos mediante la centralización del poder.

El manejo de las aguas que era más fácil en los cursos altos de los ríos, exigió,
en ocasiones, como en el valle del río Nazca al sur de la costa peruana, la
canalización subterránea de las aguas en el curso medio del río para no per-
derla en la zonas arenosas del litoral. Este sistema de construcción de acue-
ductos subterráneos o galerías para filtración de aguas que terminaban en
reservorios o canales de irrigación es similar, en su concepto, a los antiguos
ganats de Irán. Se trata, sin embargo, de invenciones independientes cons-
truidas en América desde, por lo menos, el período Nazca medio (500 d.C.).
Algunos especialistas creen que la ubicación de las líneas paralelas que atra-
viesan los desiertos peruanos demarcan el flujo subterráneo de las aguas, co-
nectadas con cierto tipo de rituales realizados para atraer agua al seco valle del
río Nazca.

En el territorio colombiano, talvez por su riqueza hídrica, no se conocen grandes


sistemas de riego. Sin embargo, el agua fue canalizada en los centros urbanos
habitados por los Tayrona en La Sierra Nevada de Santa Marta, durante por lo 4 Cardale, Marianne,
menos siete siglos antes de la llegada de los españoles. Mediante pequeños cana- comunicación personal. Ver
también Cardale de
les construidos, con cierta inclinación, entre el muro superior de las terrazas y el Schrimpff, 1981.

43
Colombia: ¿un futuro sin agua?

basamento o anillo de las viviendas, se encausaba el exceso de agua-lluvia para


proteger las áreas de habitación y los caminos. En esta misma región se pudieron
detectar obras de canalización de quebradas, mediante la construcción de muros
de contención laterales y con una base de lajas de piedra en su lecho para evitar
la erosión de las orillas y mantener la dirección del aguas (Cadavid y Herrera,
1985: 34-35).

Sistemas de drenaje y control de aguas en zonas pantanosas. Durante los


últimos 40 años, gracias a una mirada amplia de los fenómenos arqueológicos
se han detectado más de 14 áreas de manejo prehispánico de grandes exten-
siones de humedales solamente en Suramérica5 (Mapa 4 ¿?) (Denevan, 1970
y Gondard, 2006:27). Su desarrollo y uso va desde el segundo milenio antes
de nuestra era hasta la conquista española. Los sistemas de canales de más
larga duración fueron los del río Guayas en Ecuador con 5.000 años, la cuen-
ca del lago Titicaca con 3.000 años y el río San Jorge en Colombia con
2.000. Su extensión en Suramérica se acerca a los 2’000.000 ha, si tenemos
en cuenta, que se reportan 600.000 ha para los Llanos de Mojos; 350.000 ha
en el bajo río San Jorge; 120.000 ha en la cuenca del Titicaca y 150.000 ha
en el bajo Sinú. (Gondard 2006:26).

Por su extensión y duración podemos asegurar que fue una forma exitosa y
difundida de manejar la riqueza de las zonas inundables del continente, llevada a
cabo por autoridades centralizadas, como parece ser el caso del río San Jorge,
llanos de Mojos y delta del Guayas, o por grupos de aldeanos independientes o
comunidades familiares según las evidencias de los sistemas andinos del norte de
Ecuador y de La Sabana de Bogotá. En esta última zona se ha detectado una
extensión aproximada de 15.000 ha cubierta de camellones, la mayoría en for-
ma de damero, construidos sobre regiones anegadizas aledañas al río Bogotá.
Durante su largo periodo de utilización se encontró polen de maíz, asociado con
fríjol y papa (Boada 2006:50, 80 y 129).

Ya sea que estén ubicadas en las cálidas zonas bajas o en los fríos altiplanos
andinos todas las áreas con sistemas hidráulicos de camellones y canales com-
parten el hecho de estar localizadas en terrenos planos, de pendiente muy
débil, a menudo en cuencas con drenaje natural deficiente, debido en parte a
un alto nivel freático, y sometidas a contrastantes periodos alternos de épocas
muy húmedas y de épocas de sequía (Gondard, 2006: 28).

5 No hay que olvidar que Su construcción se debió a la presión demográfica que obliga a las sociedades
hay especialistas que a producir mayor cantidad de comida, la necesidad de producir excedentes
consideran que la
civilización maya descansa agrícolas destinados al intercambio o a alimentar grupos de artesanos especia-
sobre un eficaz manejo de listas que no participaban en las labores agrícolas, limitaciones ambientales, o
canales de control de
aguas llevado a cabo en simplemente a la necesidad de aprovechar las áreas inundables para asegurar
sus comienzos. Del mismo el bienestar del grupo o la familia.
modo el aprovechamiento
de las riquezas del gran
lago del altiplano central Esa sabiduría americana que concibe el agua como el principio vital por excelen-
mexicano fue, sin duda, en
gran parte, la razón del cia, discrepa con la mirada actual de los humedales como zonas contaminantes e
éxito y auge del estado insalubres. El manejo de las zonas inundables no es exclusivo del continente ame-
azteca.

44
Colombia: ¿un futuro sin agua?

ricano. Sustenta los extraordinarios avances culturales de Egipto y


Mesopotamia en el río Nilo (Bourliaud, 2003, citado por Gondard, 2006:34)
y todavía se lleva a cabo en las islas del Pacífico, Nueva Caledonia (Guillaud
y Forestier, 1998, citado por Gondard y López, 2006: 242) y algunos
países europeos.

El comportamiento indígena integrado, sin límites claros entre lo seco y


lo húmedo, entre las labores de agricultura y de pesca (Caillavet,
2006:119), contrasta notoriamente con la calificación de barbarie del
cristiano español para quienes no estuvieran establecidos en tierra firme
(Wachtel, 1978. citado por Caillavet, 2006:199). Esta actitud se puede
explicar, en parte, porque los españoles procedían de una zona tan
árida como el sur de España, y por su desprecio por la agricultura de
riego que practicaban los moros (Ponsot, 1971 citado por Caillavet,
2006: 118).

La cosmovisión americana se nutre de la complementaridad de los opues-


tos y no de su antagonismo como en la cultura occidental.

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46
Colombia: ¿un futuro sin agua?

La gestión pública
del agua en Colombia

Elizabeth Beaufort1

Introducción
La legislación colombiana ha considerado el agua como un bien nacional de
uso público, por ser este un recurso natural indispensable para la vida y el
desarrollo económico del país. Aunque las principales normas y políticas se
han basado en este principio desde la Constitución de 1886, ello no ha impe-
dido que el sector privado juegue un papel importante en la provisión de los
servicios de agua potable, saneamiento básico y generación de energía.

Este artículo analiza las políticas públicas del agua en Colombia, teniendo en
cuenta tres ejes fundamentales: el acceso al agua como un derecho de todos, la
sostenibilidad ambiental del agua, y la institucionalidad pública que acompaña las
políticas sobre el agua y su conservación, en el contexto internacional de toda
gestión pública. En cuanto a las normas nacionales y sectoriales referentes al
agua, numerosas y dispersas, aquí sólo reseñaremos las más significativas.

En Colombia, como en el resto de países, la función del Estado consiste en


garantizar el recurso para el consumo humano y las actividades productivas, y
al mismo tiempo en manejarlo de un modo sostenible como componente
dinámico del sistema natural y determinante del equilibrio de los ecosistemas.
Entre ambos aspectos suele darse una tensión histórica que, en el contexto de
la globalización neoliberal, no se resuelve a favor de uno de estos objetivos
sino en detrimento de ambos, por efecto de las políticas de libre mercado y
privatización que en las últimas décadas le han sido impuestas al país por los
organismos multilaterales. Dichas políticas menoscaban la legislación ambien-
tal y el derecho al acceso al agua potable por parte de los sectores más pobres
y vulnerables. La Estrategia Nacional del Agua, de 1996, plantea que en el
país ha faltado una política “integral del agua” que armonice los objetivos de
uso de agua con el de preservar los ecosistemas hidrográficos, de manera que
el desarrollo sostenible se convierta en una realidad.

Consideramos que el agua, un recurso natural renovable y vital cada vez más
1 M.A. Ciencia Política,
escaso, no debe tratarse como una mercancía, porque si se imponen las con- Universidad de Los Andes,
diciones de mercado, el acceso deja de ser un derecho de todos para depen- M.A. Administración Pública,
Universidad de Carleton,
der del poder adquisitivo de cada cual. Maude Barlow en su libro Oro azul, Ottawa.

47
Colombia: ¿un futuro sin agua?

afirma: “El antídoto contra la comercialización del agua es su retirada total del
mercado. El agua debe ser declarada y comprendida para siempre como una
propiedad común”; y agrega: “El agua forma parte del legado del mundo y
debe permanecer bajo dominio público para siempre, protegida por una rigu-
rosa legislación local, nacional e internacional” (Barlow y Clarke, 2004).

Intervencionismo de Estado
en la primera mitad del siglo XX
Cuando primaba la doctrina económica que favorece la intervención del Esta-
do en la economía, la legislación sobre el agua se basó en el principio de que
los lagos, los ríos y todas las aguas que corren por cauces naturales, salvo las
que nacen y mueren dentro de una misma heredad, constituyen un bien nacio-
nal de uso público (Art. 677 del Código Civil).2 Bajo este designio, le competía
al Estado como “Supremo Administrador” de este tipo de bienes, regular to-
dos los aspectos que tuvieran que ver con: primero, conceder permisos o
mercedes para derivar aguas de las fuentes y depósitos nacionales, cuando no
se es un propietario ribereño y se pueda hacer uso dentro de las limitaciones y
condiciones establecidas por la ley; segundo, vigilar el uso que los particulares
hagan de ese bien nacional e impedir que lleven a cabo derivaciones o usos
ilegales; tercero, reglamentar las corrientes nacionales cuando sea necesario
para distribuir sus aguas entre diversos propietarios ribereños o para la nave-
gación o flote; y cuarto, otorgar concesiones para la prestación de los servicios
públicos de acueducto, saneamiento y generación de energía (Devis Echandía,
1944, p.20-22) De lo anterior se deriva que la legislación de aguas, salvo
algunos artículos del Código Civil, está regida por el derecho público.

Según la visión de Devis Echandía, fiel intérprete de la época, “la finalidad de la


legislación tiene que ser, lógica y necesariamente, procurar obtener de las aguas
existentes en el país el beneficio y el aprovechamiento de la mayor extensión de
tierras y de la mayor cantidad de industrias, en provecho y defensa de la econo-
mía nacional.” Y reitera: “Mientras mayores sean las facultades del Gobierno y el
número de corrientes y depósitos que estén bajo su administración, más probabi-
lidades existen de conseguir una eficaz utilización de las aguas y un superior
beneficio para la vida económica nacional” (Devis Echandía, 1994, p. 15, 16).

Este propósito explícito de utilizar las aguas para el desarrollo de la economía


nacional bajo la dirección del Estado, se complementaba con un riguroso control
2 Ley 113 de 1928, sobre de las concesiones tendientes a derivar las aguas de uso público para los servicios
estudio técnico y
aprovechamiento de de acueducto y generación de energía, a cargo del Departamento de Servicios
corrientes y caídas de agua; Públicos del Ministerio de la Economía Nacional. Los concesionarios no adqui-
Ley 109 de 1936, sobre
legalización de las empresas rían derechos contractuales sino un derecho esencialmente administrativo, y los
que aprovechan las aguas de requisitos exigidos se referían a la cantidad de agua concedida, los fines a los que
uso público para la
generación de energía; se puede destinar, los sitios de captación y devolución, la cesión, caducidad y
Decreto-ley 1381 y Decreto traspaso de la concesión, la calidad de los servicios medidos por la “permanencia,
1382 de 1940, sobre
aprovechamiento, regularidad y eficacia” de los mismos, y la reglamentación de las tarifas a los
conservación y distribución usuarios (Decreto 1382/1940). Antes de la Ley 113 de 1928, no había norma
de aguas nacionales de uso
público. legal que estableciera el término máximo de estas concesiones, y fue frecuente

48
Colombia: ¿un futuro sin agua?

otorgarlas hasta por 99 años. Con esta ley se fijan en 50 años, tanto para las
mercedes a los departamentos o municipios como para los particulares.

El Estado podía otorgar concesiones sobre el agua para la producción de energía


a personas o entidades extranjeras, pero sujetas a la ley colombiana y a la juris-
dicción de los tribunales nacionales (Devis Echandía, 1994, p. 315) Con la Ley
109 de 1936, el gobierno buscó impedir “el monopolio de estos servicios por
compañías poderosas, extranjeras, en su mayoría”, y el control del las tarifas que
se cobraban a los consumidores (Devis Echandía, 1994, p. 317).

En cuanto a la preservación de las aguas, por esta época no hubo políticas


especiales, salvo la Ley 200 de 1936, que prohibió talar los bosques “que
preserven o defiendan las vertientes de aguas, sean estas de uso público o de
propiedad particular, y que se encuentren en la hoya o zona hidrográfica de
donde aquellas provengan, so pena de sanciones”.3 Paralelamente, la Ley
204 de 1938 creó el Fondo Nacional Rotatorio de Irrigación y Desecación,
para efecto de facilitar la financiación de estas obras consideradas esenciales
para la economía nacional, incluidos los gastos de reforestación o de conser-
vación forestal, en caso de que fueran necesarios para mantener el caudal de
aguas o la estabilidad de las obras. Desde el punto de vista del ambientalismo,
los humedales son componentes básicos de los ecosistemas hídricos y desecarlos
no es la mejor solución. De allí que esta ley tenga aspectos contradictorios.

Los años 70: El Inderena y el Código


de Recursos Naturales Renovables
Con la creación del Instituto Nacional de Desarrollo de lo Recursos Naturales
Renovables, Inderena, mediante el Decreto 2420 de 1968, “el Estado se for-
taleció administrativamente para el manejo, desarrollo y protección de los
recursos naturales y el medio ambiente. Sin embargo, la escasa coordinación
entre esa entidad y las corporaciones, la poca conciencia sobre la problemá-
tica ambiental del momento, y una visión policial del control y vigilancia de los
recursos naturales, impidieron al Instituto cumplir a cabalidad su función”
(Contraloría General de la República, s.f.). La creación del Inderena estuvo
precedida por la expedición del Decreto 3110 de 1954, que creó la Corpora-
ción Autónoma Regional del Cauca, CVC, e institucionalizó la cuestión am-
biental como factor del desarrollo y la incorporó en los planes de acción de
otras corporaciones regionales ya existentes.

Al calor de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente


Humano, celebrada en Estocolmo en 1972, en la cual se expresó gran pre-
ocupación por la contaminación industrial y los efectos negativos ambientales
propios del desarrollo económico, se aprobaron nuevos convenios multilaterales
de medio ambiente y surgieron legislaciones nacionales sobre los recursos
naturales renovables.

Como en muchas otras partes del mundo, las primeras instituciones y normas
3 La reglamenta el Decreto
ambientales nacieron para proteger los llamados recursos naturales renovables, 0059 de 1938.

49
Colombia: ¿un futuro sin agua?

como el agua, el aire, la tierra y los bosques. La Ley 23 de 1973 le concedió


facultades extraordinarias al Presidente de la República para expedir el Código de
Recursos Naturales y de Protección al Medio Ambiente (Decreto Ley 2811 de
1974). La institución ambiental, creada en 1968, fue el Inderena. El Código
establece la protección de estos recursos como una obligación tanto de la Nación
como de los ciudadanos (Art. 1º) y también consagra el acceso gratuito al agua
por parte de todos los habitantes y su carácter de bien público cuando afirma:

53º.- Todos los habitantes del territorio nacional, sin que necesiten permiso,
tienen derecho de usar gratuitamente y sin exclusividad los recursos naturales
de dominio público, para satisfacer sus necesidades elementales, las de su
familia y las de sus animales de uso doméstico, en cuanto con ellos no se
violen disposiciones legales o derechos de terceros.

Artículo 80º.- Sin perjuicio de los derechos privados adquiridos con


arreglo a la ley, las aguas son de dominio público, inalienables e
imprescriptibles.

La Ley 9 de 1979 o Ley Orgánica de los Asuntos Sanitarios complementó la


legislación ambiental en Colombia, al establecer los principios normativos en
materia de salud de la comunidad.

La Constitución Política de 1991, el Sistema


Nacional Ambiental y la política de aguas
La Constitución Política de 1991 contiene un capítulo sobre medio ambiente que
contempla no menos de 60 artículos relacionados, razón por la cual la Carta ha
sido denominada “Constitución verde”. Destacamos el Artículo 49, que define el
saneamiento ambiental como servicio público a cargo del Estado, y el Artículo
80, que reza: “El Estado planificará el manejo y aprovechamiento de los recursos
naturales, para garantizar su desarrollo sostenible, su conservación, restauración
o sustitución”. Sin embargo, no hay un artículo en la Constitución que consagre
el acceso al agua como un derecho fundamental. En el Capítulo V, sobre servicios
públicos, el Art. 365 afirma: “Los servicios públicos son inherentes a la finalidad
social del Estado. Es deber del Estado asegurar su prestación eficiente a todos los
habitantes del territorio nacional”. No obstante, en forma paralela estipula tam-
bién que “podrán ser prestados por el Estado, directa o indirectamente, por co-
munidades organizadas, o por particulares”, abriendo las puertas a la privatización.
Esta orientación constitucional se implementará con la Ley 142 de 1994, llama-
da Ley de Servicios Públicos Domiciliarios.

El capítulo ambiental de la Constitución Política fue desarrollado posteriormente


por la Ley 99 de 1993, que creó el Sistema Nacional Ambiental, SINA, con el
Ministerio de Ambiente a la cabeza, 33 Corporaciones Autónomas Regionales
(CARs) y 4 autoridades ambientales urbanas. Siguen, en orden de jerarquía, los
departamentos y municipios en una estructura de autoridad claramente
descentralista. La ley establece la autonomía administrativa de las CARs, que
como autoridades ambientales asumen las funciones que tenía el Inderena, y crea

50
Colombia: ¿un futuro sin agua?

el Consejo Nacional Ambiental, de nivel ministerial, como organismo de coordi-


nación interinstitucional, y un Comité Técnico Asesor. El SINA es considerado
uno de los esquemas institucionales ambientales más singulares y de mayor po-
tencial en América Latina, al proponer una gestión ambiental descentralizada y
participativa, que ha rendido buenos frutos desde su creación.

El 31% de los recursos para la protección del medio ambiente provienen del
presupuesto nacional y el 69% son recursos propios de las CARs, obtenidos
mediante el cobro de la sobre-tasa ambiental correspondiente a un monto que
oscila entre el 15% y el 25% del impuesto predial y las transferencias del
sector eléctrico, como un porcentaje de las ventas brutas de energía. Los
recursos destinados al medio ambiente entre 1991 y 1997 se triplicaron para
luego descender en picada. Además, en adelante se incluirá el medio ambien-
te como un aspecto esencial en el Plan Nacional de Desarrollo y en los planes
de desarrollo, regionales y locales.

Las CARs como autoridades ambientales tienen importantes funciones en rela-


ción con el agua: otorgar licencias, permisos y concesiones para el uso de las
fuentes de agua superficiales y subterráneas con excepción de los grandes proyec-
tos a cargo del Ministerio de Ambiente; establecer las normas para el manejo de
las cuencas hidrográficas; promover y ejecutar obras de irrigación, avenamiento,
defensa contra las inundaciones, regular los cauces y corrientes de agua y recupe-
rar las tierras que sean necesarias para la defensa, protección y adecuado manejo
de las cuencas hidrográficas. En cuanto a la planificación, deben elaborar Planes
de Gestión Ambiental Regionales a diez años y Planes Operativos Anuales de
Inversión, que deben coincidir con el Plan Nacional de Desarrollo. Todas estas
nuevas funciones tienen un componente de participación ciudadana.

La Ley Ambiental adopta como objetivo fundamental el desarrollo sostenible, en


consonancia con lo acordado en la Cumbre de la Tierra:

Art. 3: Se entiende por desarrollo sostenible el que conduzca al creci-


miento económico, a la elevación de la calidad de la vida y al bienestar
social, sin agotar la base de recursos naturales renovables en que se
sustenta, ni deteriorar el medio ambiente o el derecho de las generacio-
nes futuras a utilizarlo para la satisfacción de sus propias necesidades.

Desde cuando fue adoptado por las Naciones Unidas en la Cumbre de Río de
Janeiro, de 1992, el desarrollo sostenible se ha convertido en una consigna
de todos aquellos que han querido defender unas mejores relaciones entre
desarrollo económico y ecología. No obstante, contra este anhelo conspiran
las políticas de ajuste estructural que no dejan de impulsar el Banco Mundial y
el Fondo Monetario Internacional, FMI. El neoliberalismo que las sustenta
lleva a que poco o nada importe el medio ambiente, ni a que se cambie el
desigual consumo de recursos naturales; y hace que las instituciones estatales
y financieras que lo abanderan conviertan los tres componentes básicos del
desarrollo sostenible –sostenibilidad económica, social y ambiental– en un ob-
jetivo de imposible cumplimiento.

51
Colombia: ¿un futuro sin agua?

El hecho de que tanto el Banco Mundial como los gobiernos y las organizacio-
nes no gubernamentales y ambientalistas usen el término sostenible, otorgán-
dole diversos significados, hace que sea altamente controversial, de manera
que es pertinente analizar el contexto en que se está empleando y la definición
que se le da.

Instrumentos económicos:
tasas retributivas y tasas de uso de agua
Además de las políticas de “comando y control” tradicionalmente utilizadas en
las normas nacionales ambientales, la Ley 99 de 1993 introdujo más decidida-
mente instrumentos económicosbajo el principio de que “el que contamina
paga”, también adoptado en la Cumbre de la Tierra.4

Tanto la contaminación como el agotamiento de los recursos naturales reno-


vables se pueden considerar externalidades negativas de la producción. Ade-
más, el agotamiento de estos recursos comunes o colectivos es una cuestión
que tampoco resuelve el mercado, porque causa más problemas a las genera-
ciones futuras que a las presentes, puesto que cada generación dispone de
menos que la precedente. Los economistas ambientales han tratado de darle
un valor monetario a los bienes ambientales para poder internalizar los costos
del deterioro y de la recuperación ambiental, y para poder instrumentalizar las
políticas ambientales e integrarlas de alguna manera al mercado.

Con el Código de Recursos Naturales Renovables de 1974, se introdujo el cobro


de tasas ambientales por uso y contaminación a personas naturales, jurídicas,
públicas y privadas, es decir, a todos por igual. Pero sólo con la Ley Ambiental del
93 estas se desarrollaron (Art. 42 y 43)5. Según el parecer del ex Ministro Manuel
Rodríguez Becerra, dichas tasas se han cobrado “sin que ninguna de ellas hasta la
fecha haya servido como mecanismo para racionalizar el uso de los recursos
naturales y para internalizar los costos ambientales en la estructura de precios”
(Rodríguez Becerra, 1996, p. 27) En particular, el cobro de la tasa por uso de
agua es altamente regresivo, en el sentido de que se cobra tanto a los grandes
empresarios agrícolas como a los pequeños, como es el caso de los caficultores
colombianos. El costo o consecuencia de una medida ambiental no debería impli-
car que un sector social ponga en peligro su subsistencia o represente un costo
adicional tan grande que mengüe su capacidad de producción. Recordemos aquí
el principio según el cual los costos ambientales no pueden superar lo que toma-
mos de la naturaleza para poder vivir dignamente.

Estrategia Nacional del Agua (ENA) de 1996


Con ocasión del Tercer Consejo Nacional Ambiental, el Ministerio del Medio
4 El Código de Recursos Ambiente presentó el documento titulado Lineamientos de política para el
Naturales en el Art 18, ya manejo integral del agua, sustento de la Estrategia nacional del agua. Am-
había introducida el
concepto de tasas bos textos tienen como base un diagnóstico sobre la situación de la oferta
ambientales. hídrica del país y la problemática ambiental que dicha oferta enfrenta.
5 Decreto reglamentario 901
de abril de 1997.

52
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Sin lugar a dudas, Colombia cuenta con una abundante oferta hídrica, tres
veces mayor a la de Suramérica y seis veces la oferta promedio mundial. El
problema es que sus principales fuentes se concentran en las zonas menos
pobladas del territorio, lo cual dificulta el acceso del grueso de la población a
ellas. La ENA lo explica cuando dice:

“El 24.8%, equivalente a 274.000 km cuadrados del área total del


territorio nacional, correspondiente a la cuenca Magdalena-Cauca,
aporta el 10.6% de la oferta hídrica del país, soporta el 70% de la
población y genera el 85% del PIB (…) A su vez, el 76% restante del
área del territorio nacional, 874.000 km cuadrados, en donde se en-
cuentran las vertientes del Orinoco, Amazonas, Pacífico, Sinú, Atrato,
Catatumbo y Sierra Nevada de Santa Marta, contribuyen con el 89%
de la oferta hídrica natural superficial, albergando el 30% de la pobla-
ción” (Ministerio de Ambiente, 1996.)

La abundancia hídrica es entonces relativa debido a la concentración poblacional


y el consiguiente crecimiento de la demanda en zonas donde la oferta es
limitada. La ENA plantea cuáles son los diversos factores que influyen en la
disponibilidad del agua: la regulación hídrica natural; el deterioro de la calidad
del agua por sedimentos y contaminación; las formas de ocupación del territo-
rio y los sistemas de producción; los factores que alteran el ciclo hídrico (suelo,
agua, vegetación, aire) y el proceso de escorrentía; y concluye: “La gestión
pública no está en condiciones de proponerse recuperar el estado natural de
los sistemas y los recursos naturales” (Ministerio de Ambiente, 1996, p. 38)
Es decir, señala la imposibilidad de retornar los recursos naturales a la situa-
ción anterior a los impactos indeseados; y reitera que aunque la Constitución
de 1991 redefine las responsabilidades del Estado en materia ambiental, y “la
Ley 99/93 reorganiza la estructura institucional para adecuarla a las nuevas
responsabilidades, el manejo integral de los recursos hídricos sigue siendo una
meta sin alcanzar” (Ministerio de Ambiente, 1996, p. 52). La ENA propone
proyectar nuevas normas para el ordenamiento y planeación del recurso, usos,
calidad del agua, concesiones y control de vertimientos, pues considera que el
marco normativo vigente “no logra trascender el enfoque del agua como un
recurso abastecedor de actividades productivas y vital para el consumo huma-
no, hacia un enfoque que concibe el agua como componente dinámico del
sistema natural global y por tanto del equilibrio ambiental “(Ministerio de
Ambiente, 1996, p. 115).

Retroceso ambiental y neoliberalismo


Cada día es más ostensible la ligazón entre el grave deterioro del medio am-
biente que se registra en el mundo y las políticas neoliberales que en el contex-
to de la globalización impulsa Estados Unidos a través de los organismos fi-
nancieros internacionales. Lo cual no es de extrañar, pues al dejar sin mayor
control las fuerzas del mercado, ellas fomentan el consumo desenfrenado de
los recursos naturales y prácticas de producción altamente contaminantes.

53
Colombia: ¿un futuro sin agua?

El Banco Mundial ofrece créditos sectoriales a los países no industrializados, que


tienen como condición la privatización de los sistemas públicos del agua. Al mis-
mo tiempo el Banco Mundial financia a las multinacionales del sector del agua
como Vivendi y Suez –concesionarias de estos servicios en muchos países del
mundo–, a través de su Corporación Financiera Internacional. Al igual que el
Banco Mundial y el FMI, la Organización Mundial del Comercio, OMC, creada
en 1995, también considera el agua como un bien comerciable, y en su
normatividad priman los intereses comerciales sobre la protección ambiental de
los recursos naturales (Barlow y Clarke, 2004, capítulo 7).

El Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, TLC, es una cabal muestra de
la incongruencia existente entre el libre mercado y la sostenibilidad ambiental.
Aunque el TLC incluye un capítulo ambiental, éste no garantiza la protección al
medio ambiente ni de los recursos naturales. Dicho capítulo es explícito en afir-
mar que “un país firmante no puede hacer cumplir las leyes ambientales en otro
país”, y abunda en frases que indican que la legislación ambiental y el comercio
deben ir de la mano, pues se trata de asegurar que las políticas comerciales y
ambientales se apoyen mutuamente y que la legislación ambiental no afecte el
comercio, “por acción o inacción”. Insiste además en que la discrecionalidad de
cada país en materia ambiental debe ser “razonable”. No obstante, establece
mecanismos y procedimientos como tribunales especiales para dirimir conflictos
ambientales, pero sólo entre las personas “con un interés jurídicamente recono-
cido”, lo cual indica que se refiere a las multinacionales y sus inversiones que
puedan verse afectadas por normas ambientales nacionales. En cuanto a los
acuerdos internacionales, el capítulo sólo hace referencia a los suscritos por “to-
das las partes”, lo cual indica que deja por fuera los principales acuerdos interna-
cionales sobre medio ambiente, pues Estados Unidos no los ha suscrito.

Un solo artículo del capítulo de inversiones del TLC demerita las buenas inten-
ciones que pudieran haber sido expresadas en el capítulo ambiental, al incluir
6 Principio No 4: El Agua los recursos naturales como objeto de acuerdos de inversión para su “explota-
tiene un valor económico
en todos sus usos
ción, extracción, refinamiento, transporte, distribución o venta” (Capítulo 10,
dependientes y debe ser Art. 28, numeral a). Es decir, que el TLC incluye todos los recursos naturales,
reconocida como un bien
económico. En este
incluidos los renovables como el agua y los bosques, coto de caza de los gran-
principio es vital reconocer des consorcios internacionales.
primero el derecho
fundamental de todos
seres humanos a tener La globalización ha impulsado un cambio sustancial en la concepción de lo
acceso al agua potable y el
saneamiento a un precio
que representa el agua. Un ejemplo de ello es la “Declaración de la Confe-
asequible. El fracaso en el rencia Internacional sobre Agua y Ambiente” celebrada en Dublín, en 1992,
pasado de reconocer el
valor económico del agua
cuyo cuarto principio afirma: “El agua tiene un valor económico en todos
ha conllevado usos sus usos dependientes y debe ser reconocido como un bien económico”6,
derrochadores y
ambientalmente dañinos
accesible a todos a precios razonables; abandonando así el criterio de que el
del recurso. El manejo del agua como el aire es un recurso esencial para la vida y, por tanto, el acceso
agua como un bien
económico es una forma
a ella constituye un derecho humano fundamental. El Banco Mundial argu-
de lograr un uso eficiente y menta que para aumentar su disponibilidad, el agua debe tratarse como un
equitativo y de promover
la conservación y
producto más del suelo y del subsuelo que, al igual que el cobre, el oro y el
protección de los recursos petróleo, debe ser explotado por capitales privados para los cuales la ganan-
hídricos (Traducción
propia).
cia es un aliciente para animarse a invertir.

54
Colombia: ¿un futuro sin agua?

El Foro Mundial del Agua reunido en La Haya, en 2000, debatió si el agua


debía ser considerada una “necesidad” o un “derecho”. Discutió la cuestión de
quién debe responsabilizarse de asegurar que los seres humanos tengan acce-
so al agua: ¿el mercado o el Estado? ¿Las empresas o los gobiernos? En esta
ocasión, una declaración pública de la Conferencia Ministerial concluyó que el
agua es una “necesidad” y no un “derecho” universal (Barlow y Clarke, 2004,
p. 133-135).

Frente a los paradigmas impuestos por el libre mercado se despliega una


contracorriente que se opone decididamente a la mercantilización del agua y
la naturaleza, cuyas luchas han forzado a las multinacionales del agua a aban-
donar muchos países.

La ofensiva antiecológica internacional se traduce en Colombia en un retroce-


so legislativo y financiero, ilustrado por el papel secundario que se le asigna a
la cuestión medioambiental al tratarla como un apéndice, al fusionar el Minis-
terio de Ambiente con el Ministerio de Desarrollo Económico para crear el
Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, en 2003, y al dismi-
nuir las partidas presupuestales necesarias para atender los múltiples aspec-
tos. El gobierno está impulsando proyectos de ley destinados a facilitar la
mercantilización y privatización de recursos vitales como el agua y los bos-
ques, la venta de servicios ambientales, la expansión de los cultivos transgénicos
y la adecuación de la normatividad a las exigencias del TLC con Estados Uni-
dos. En este contexto, también ha modificado la normatividad sobre la presta-
ción de los servicios públicos domiciliarios para entregar estos servicios a los
operadores privados internacionales.

La privatización de los servicios públicos ha sido promovida en toda la


región desde la crisis de la deuda externa de América Latina, cuando las
políticas de austeridad fiscal impuestas por el Banco Mundial y el FMI
exigieron liberar recursos públicos para la cancelación de la deuda exter-
na y, por ende, abrir un nuevo nicho para la inversión de los conglomera-
dos internacionales.

La privatización del servicio de agua potable y


saneamiento básico: Ley 142 de 1994
La Carta de 1991 asigna a la Nación las funciones de regulación, control y vigilan-
cia de los servicios públicos domiciliarios, con el fin de que éstos se presenten de
manera eficiente por empresas públicas y privadas. La Ley 142 de 1994, sobre
servicios públicos domiciliarios, da todas las pautas para que en adelante la presta-
ción de los servicios públicos recaiga primordialmente sobre el sector privado
(SSPD, 2004, p.19).

La Ley 142/94 se dicta al amparo de tres criterios fundamentales: primero,


que el Estado es por definición ineficiente y “corrupto” y que por tanto debe
ser liberado de la prestación directa de los servicios públicos porque el sector
privado lo puede hacer mejor y más eficientemente. Segundo, que las tarifas

55
Colombia: ¿un futuro sin agua?

del agua deben reflejar los costes económicos de los operadores, y tercero,
que los subsidios estatales deben ser paulatinamente eliminados. La Ley obliga
además a las empresas públicas a adoptar criterios de eficiencia y rentabilidad
propios del sector empresarial, en detrimento de los criterios de equidad y
universalidad que deben regir todo servicio público.

En general, la privatización de los servicios de agua potable y saneamiento se


da de tres maneras: 1) la enajenación o venta del activo a empresas privadas o
la venta parcial mediante venta de acciones; 2) la concesión por parte de los
gobiernos nacionales o municipales de licencias de explotación del suministro
público de agua por largos períodos entre 30 y 40 años, constituyendo socie-
dades “publico-privadas”; y 3) la denominada tercerización, bajo la cual los
gobiernos contratan a una empresa privada para que gestione el servicio par-
cial o total a cambio de una remuneración o canon.

La reforma al sector delimita claramente las funciones y responsabilidades


institucionales, así: trazar la política marco, en cabeza del MAVDT; la respon-
sabilidad de regular, en la Comisión de Regulación de Agua Potable y Sanea-
miento Básico, CRA; el control, en la Superintendencia de Servicios Públicos
Domiciliarios, SSPD, y la prestación del servicio en operadores o gestores
privados, bajo la responsabilidad de los municipios. En el caso de los vertimientos
de las aguas residuales, la regulación y control sobre las descargas finales co-
rresponde a las CARs.

En el 2003 al MAVDT se le adscribieron nuevas funciones en cuanto a la regula-


ción del agua potable y el saneamiento básico7. El MAVDT está promoviendo la
vinculación de operadores especializados privados, a través del Programa de
Modernización Empresarial, PME que se adelanta desde 1998 y gracias al cual se
han adelantado 42 procesos para la entrada de operadores especializados en 87
municipios:

“El Programa de Modernización Empresarial, cuyo objetivo es incremen-


tar los niveles de cobertura y calidad de los servicios de agua potable y
saneamiento básico, mediante la creación o consolidación de entidades
prestadoras autónomas, que operen con esquemas de gestión empresa-
rial, aseguren índices crecientes de eficiencia y productividad, así como la
calidad de las inversiones que obedezcan a un plan de inversión integral
7
De acuerdo con el Decreto diseñado y ejecutado por un operador especializado. (…) El adecuado
216 de 2003 el Ministerio
de Ambiente, Vivienda y funcionamiento del PME es fundamental para mejorar las condiciones
Desarrollo Territorial – para la vinculación del sector privado en la prestación de los servicios”
MAVDT - está encargado
de formular, dirigir y (DNP, 2005, Conpes 3385/2005).
coordinar la política
sectorial, de promover la
gestión eficiente de los Además de desarrollar el PME y la regionalización, plantea como solución
prestadores de servicios de para las poblaciones rurales las microempresas.
agua potable y
saneamiento básico y de
reglamentar el monto de “Se registran 358 organizaciones autorizadas de tipo comunitario, que
subsidios que otorga la
Nación para el sector y se constituyen en una forma de participación privada, y con el apoyo
definir los criterios para su del Gobierno Nacional y local en alguna medida deben evolucionar
asignación.

56
Colombia: ¿un futuro sin agua?

para funcionar como microempresas8. De estas organizaciones, 271


(75.7%) se ubican en áreas rurales y 246 (68.7%) en los municipios de
menos de 50.000 habitantes” (Conpes 3383/2005).

Finalmente, el Gobierno creó el sistema de Ventanilla Única como mecanismo


tanto para canalizar todos los recursos de la Nación para el sector como para acce-
der a ellos, una vez cumplida una serie de requisitos. El Plan de Desarrollo para el
sector se cumple con recursos de crédito del Banco Mundial, créditos condicionados
y de altísimo costo para las regiones (Banco Mundial, Report No 209601.CO,
febrero de 2005).

Los Planes Departamentales


de Agua y Saneamiento
Tres departamentos de la Costa Atlántica, con graves problemas en la cobertura
de agua potable y saneamiento básico –Guajira, Magdalena y Cesar– tienen ya el
aval de la Nación para contraer empréstitos con la banca multilateral destinados
a desarrollar planes departamentales de agua, con los siguientes componentes:
primero, regionalización, que significa la unión de varios municipios para ganar
economías de escala en la prestación del servicio de acueducto y alcantarillado y,
según el Conpes 3385/2005, “para la conformación de mercados más atracti-
vos para la participación del sector privado”; segundo, participar en el PME
arriba mencionado; tercero, garantizar el pago del empréstito con recursos de
las transferencias, las regalías del carbón y del gas, para los casos de Cesar y La
Guajira, para lo cual tendrán que pignorar las rentas departamentales y munici-
pales futuras cuya fuente sean las regalías y el Sistema General de Participacio-
nes y de las CAR para el sector, recursos que se manejarán en un encargo
fiduciario, afectando gravemente la autonomía regional y las finanzas municipa-
les. En cuarto lugar, operadores especializados, públicos o privados, serán quie-
nes presten los servicios de agua y alcantarillado. Los Planes Departamentales
pretender acabar con los prestadores directos municipales de 670 municipios
donde todavía operan, y entregar su gestión a operadores privados, para lo cual
se respaldan en el artículo del Plan Nacional de Desarrollo 2007-2010 que refor-
ma la Ley 142/94 para facultar a la CRA de manera que pueda determinar
cuándo un operador público municipal es ineficiente, y entregarlo a un tercero
(DNP, varios Conpes).

Las graves consecuencias que tiene la estrategia privatizadora del Gobierno lo


ilustra el caso de la Guajira, departamento que tiene un muy bajo cubrimiento
de acueducto (71.7%) y alcantarillado (46.1%). Allí ya opera la privatización 8 “Las microempresas
gracias a tres contratos de concesión: Aguas de la Península en Maicao, Aguas comunitarias se constituyen
en un nuevo esquema, a
de la Guajira en Riohacha, donde el municipio tiene todavía una participación través del cual se busca
del 20%, y Aguas del Sur en 7 municipios: Barrancas, Distracción, Villanueva, resolver estas debilidades,
[de los acueductos
El Molino, Hato Nuevo, Fonseca y San Juan del Cesar. El plan de acueducto comunitarios] con la
y alcantarillado se piensa financiar con un empréstito del Banco Mundial por aplicación de un modelo
empresarial de carácter
US$ 90 millones; US$ 40 millones de las regalías del carbón, US$ 16 millo- solidario, autogestionario,
nes del SGP y de operadores y la Nación aporta US$ 8 millones para un total sin ánimo de lucro y con
criterio social y económico”
de US$ 154 millones, del cuall US$ 129 millones se invertirán en ampliación (MAVDT 2004: 29).

57
Colombia: ¿un futuro sin agua?

y reposición de las redes. Se debe aclarar que el Banco Mundial calcula ingen-
tes ganancias de los proyectos para los operadores especializados.

“Se realizó un análisis de costo beneficio para los 15 municipios. Los


resultados muestran que todos los sub-proyectos son económicamen-
te viables con rendimientos que varían entre el 16% en Villanueva y
32% en Urumita y Uribia. El proyecto en conjunto arroja una ganan-
cia neta de US$ 54 millones, y una tasa de retorno del 19%” (Traduc-
ción nuestra, World Bank, 2005). Report No: 38508-CO sobre Pro-
yecto Guajira, febrero 2007:42).

En contraste, el departamento de La Guajira tendrá que pagar por el crédito del


Banco Mundial de US$ 90 millones entre 2006 y 2022, por concepto del
servicio de la deuda (amortización más intereses), la suma de US$ 137 millones.
Es decir, que en sólo intereses cancelará la escalofriante suma de US$ 47 millo-
nes, o sea 52,3% del crédito.

Además de Guajira, Magdalena y Cesar, los Planes Departamentales del sec-


tor se adelantan con el apoyo crediticio del Banco Mundial, en otras ciudades
del país: Cúcuta, Barranquilla, Cartagena y Bogotá, y del BID, en Pereira.
También ha financiado la planta de tratamiento de aguas residuales de Tibitoc
en poder de varias transnacionales.

Avanza la privatización
La vinculación del sector privado venía avanzando a paso lento en el país,
según informe de la CGR de 2003, pero ello no indicaba un cambio en la
dirección trazada:

“La penetración del sector privado es relativamente baja, pues tan sólo 44 muni-
cipios, que representan el 4% de los municipios del país, cuentan con operadores
privados en los servicios de acueducto y alcantarillado. (…) La clasificación de las
empresas como mixtas o privadas sigue las definiciones de la Ley 142, de acuer-
do con la cual son mixtas aquellas empresas en las que el sector público tiene un
aporte inferior al 100% pero mayor o igual al 50% del capital y son privadas
aquéllas en las que el capital privado es mayoritario” (CGR 2003: 35).

El Plan Nacional de Desarrollo del sector señala:

“De los 138 prestadores registrados en municipios de más de 50.000


habitantes, sin incluir las organizaciones de tipo comunitario, 55 son
privados y 16 son de carácter mixto, para una participación privada en el
51% de los casos. En los municipios de menos de 50.000 habitantes se
registran 21 casos con participación privada” (DNP, Conpes 3383
2005:12).

Según el Banco Mundial ya hay 90 ciudades en el país con operadores


privados (World Bank, 2007), lo cual significa que en poco tiempo habrá au-

58
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Cuadro 1
Cobertura de servicios públicos

Servicio Censo 1993 Encuesta Calidad de Vida 2003


Acueducto urbano 94.6% 97.4%
Alcantarillado urbano 81.81% 90.2%
Acueducto rural + otras soluciones 41.1% 66%
Alcantarillado rural +otras soluciones 41.1% 50.5%

mentado el número de operadores privados. Si se aprueba el TLC con Esta-


dos Unidos, sus multinacionales podrán participar en las licitaciones para
operar acueductos en igualdad de condiciones a los nacionales, gracias a la
cláusula de Trato Nacional, lo cual facilitará la entrega de nuestras fuentes de
agua y mercados.

El fracaso de la privatización
Los resultados de la privatización contradicen los principios rectores que las orien-
taron: la privatización favorece el monopolio privado y desalienta la inversión
para ampliar el servicio. Los usuarios sufren el alza de las tarifas y hasta la suspen-
sión del servicio cuando incurren en mora en el pago. Un examen de los princi-
pales aspectos nos lleva a concluir que los operadores privados se rigen por
intereses distintos a los públicos y a las necesidades de los usuarios, principal-
mente por el ánimo de obtener cada vez mayores utilidades.

Cobertura: El Gobierno utiliza cifras, que al parecer están infladas

La Encuesta de Demografía y Salud de 2005 nos muestra lo poco que en


realidad ha avanzado la privatización en ampliar la cobertura de los servicios
de acueducto y alcantarillado:

“El 74 por ciento de los hogares tiene conexión al acueducto público y


11 por ciento al acueducto comunal. Si se comparan estos porcentajes
con los del año 2000, se estaría mostrando un retroceso en este servicio,
ya que se había obtenido 78 por ciento de hogares con acueducto públi-
co y 7 por ciento con acueducto veredal. En la zona urbana el acueducto
público llega a 91 por ciento de las viviendas y en la zona rural solo al 22
por ciento, cuando antes era de 27 por ciento. Esta situación estaría
indicando que las políticas públicas no le están dando prioridad a propor-
cionar estos servicios a zonas donde más se necesitan. Las regiones con
mayor conexión son Bogotá y la Central, mientras la Atlántica y la Oriental
es donde tal servicio es menor (65 por ciento). En las cabeceras de la
Orinoquía y Amazonía el 69 por ciento tendría este servicio” (Encuesta
Nacional de Demografía y Salud 2005, capítulo III).

La brecha entre el campo y la ciudad es tan grande, que el 41.3% de las viviendas
rurales dependen de un acueducto veredal o comunal y 14.8% de los hogares
toman el agua directamente del río, quebrada o manantial (Encuesta Nacional de

59
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Demografía y Salud Profamilia, 2005). Los acueductos comunitarios han suplido


la falta de atención estatal en las poblaciones más pequeñas y en el campo.

Un promedio anual de 236.754 usuarios (aproximadamente un millón de


personas) de Bogotá, entre 1998 y 2005, vieron suspendido el servicio (EAAB,
Citado por Rafael Colmenares en Ecofondo, Boletín Nº 28: 53). La ley 142
de 1994 ha significado que primen los criterios de eficiencia sobre los criterios
de equidad, haciendo de los cortes del servicio una práctica usual cuando hay
incumplimiento en el pago de las encarecidas tarifas.

Calidad: La calidad del agua no ha mejorado. Para el 2001, tan sólo 23 princi-
pales ciudades del país están consumiendo agua potable. El 58% de los munici-
pios no pasarán la prueba de calidad mínima del agua (MAVDT y DNP, 2004, p.
5-6) Un informe sectorial de la SSPD de 2005 contaba que, tras más de una
década de Ley 142, en una muestra de 206 empresas, que funcionan en 312
municipios, 144 entidades entregaron agua no apta para el consumo humano.

Tarifas: En la actualidad la CRA la que determina las fórmulas para el cobro


de las tarifas pero éstas no garantizan a los usuarios los beneficios de la
reducción promedio de los costos a lo largo del tiempo, por las economías de
escala. El criterio de eficiencia económica no se ha regulado, y las fórmulas
permiten el traslado de la mala gestión a los usuarios, como ocurre con la
EAAB, que cobra las tarifas más caras del país (Contraloría de Bogotá, 2002).
Esto es lo que se ha denominado Régimen de Libertad Regulada.

Los precios del sector de acueducto, alcantarillado y aseo han venido crecien-
do a un ritmo marcadamente superior al resto de los precios de la economía.
Entre 1998 y 2001, el aumento en términos reales fue de 42,7% (SSPD,
2002, p.30). En acueductos, el rezago tarifario pasó de 46% al 10% entre
1996 y 2002. Las tarifas cubrían apenas un poco más de la mitad del costo de
prestación del servicio y actualmente sólo es necesario un ajuste del 10% para
recuperar el costo total (SSPD 2004, p.31).

El alza de las tarifas de acueducto fue mayor para los estratos bajos para el perío-
do 2002-2005. En promedio en las empresas del Grupo I (más de 400.000
suscriptores en Cali, Bogotá y Medellín, principalmente), la Tarifa Media Básica
Aplicada registró un incremento del 36% en el Estrato 1, del 23% en los estratos
2 y 3 y del 3% en el estrato 4. Por el contrario, en los estratos 5 y 6 se registró
una disminución del 4% y 13%, respectivamente; los sectores industrial y comer-
cial se vieron favorecidos con una reducción del 8%, y en el sector oficial se
presentó una reducción del 3% (SISPD 2006, p. 71).

En Bogotá en el estrato 1 se presentó un incremento del 29%, en el 2 del


43%, en el 3 del 41%, en el 4 del 16% y en el 5 del 2%. Contrario a lo
anterior, el estrato 6 tuvo una disminución del 15% y los sectores industrial
y comercial del 4%. El sector oficial sufrió un incremento del 2%. Nótese
que estas variaciones representan ajustes en términos reales (SISPD 2006,
p.72).

60
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Consumo: como el agua potable es un servicio sin sustituto y un monopolio


natural –sin competidores posibles-, el alza de las tarifas ha tenido como efec-
to un menor consumo, y por ende, una menor facturación, creándose un
círculo vicioso, donde para ser viables las empresas, aumentan cada vez más
las tarifas para responder a una menor facturación. El aumento tarifario ha
reducido los niveles de consumo por usuario de niveles cercanos a 25 m3 por
mes hasta promedios por debajo de 20 m3. Es preciso anotar que el mayor
consumo de agua lo tienen los grandes distritos de riego y la generación de
energía hidráulica y no los hogares.

Reducción de subsidios: No hay un compromiso gubernamental, nacional o


local, para aportar recursos para subsidios en los sectores de agua y alcantarilla-
do. El sistema de subsidios cruzados que opera para el sector, según el cual los
estratos altos subsidian a los más pobres ha sido insuficiente, ya que el 90% de los
recursos llegan a hogares por encima de la Línea de Pobreza, debido a fallas en
el sistema de estratificación. Además, en los municipios donde operan las empre-
sas más pequeñas y donde los pobres constituyen la mayoría de la población, no
hay suficientes recursos provenientes de los estratos altos para subsidiar a los
estratos bajos, de manera que los pobres terminan pagando tarifas altas.

Los Fondos de Solidaridad y Redistribución de Ingresos fueron creados para


suplir las anteriores deficiencias pero según un documento del Banco Mun-
dial, a 2002, sólo 54% de los municipios los habían establecido, y tan sólo 5%
había trasladado recursos a estos fondos. En efecto, los recursos para subsidiar
los estratos 1,2 y 3 se redujeron de $800.000 millones en 2001 a $500.000
millones en 2005, según cálculos del DNP (DNP, Conpes 3246, p.11).

De otro lado, el PND 2007-2010 en el Art. 99 determina que para los servi-
cios de acueducto, alcantarillado y aseo, los subsidios en ningún caso serán
superiores al 70% del costo del suministro para el estrato 1, 40% para el
estrato 2 y 15% para el estrato 3.

Inversión: El sector privado no tiene interés en ampliar la cobertura de las


costosas redes hidráulicas y de alcantarillado, la Nación cada vez aporta me-
nos y, como resultado, son los usuarios quienes pagan buena parte de la
inversión vía tarifas.

Según cifras del Gobierno la inversión en el sector de acueducto y alcantarilla-


do se financia hoy día de la siguiente manera: tarifas 40%, recursos del SGP
(transferencias) 39,6%, otros 10% (empréstitos) y aportes de la Nación 9,9%.
Estos porcentajes corresponden a un promedio entre los años 2003 a 2006.
Esto significa que los suscriptores y las regiones están pagando las inversiones
y sólo una mínima parte lo hace el Estado y los operadores privados. Este es
otro de los efectos de la Ley 142/94. El documento Conpes 3383, Plan de
Desarrollo del sector, hace énfasis en que:

“A pesar de los incrementos observados (Gráfico No. 2), las tarifas


como fuente de financiación de la inversión aún tienen un potencial

61
Colombia: ¿un futuro sin agua?

de crecimiento por tres factores principales: (i) la nueva regulación


tarifaria es más exigente en términos de eficiencia de los costos admi-
nistrativos y de operación, lo que en el mediano plazo se debe traducir
en mayores recursos disponibles para inversión; (ii) el recaudo de lo
facturado aún puede incrementarse sustancialmente, más allá de las
mejoras observadas (Cuadro No. 5); y (iii) aún se presentan rezagos
tarifarios importantes en algunos municipios intermedios y de menor
tamaño, donde no se han aplicado las metodologías tarifarias o no
han cumplido con los planes de transición de incrementos graduales”.
(DNP, Conpes 3383 octubre 2005, p.13)

Por otra parte, la CGR cita un estudio del Banco Mundial que señala que en
Cartagena, Barranquilla y Tunja, tres casos donde se han incorporado opera-
dores privados, las ampliaciones de cobertura para los estratos bajos se reali-
zaron con recursos de la Nación.

“Los recursos aportados por la nación a municipios que cuentan con


participación del sector privado, ascendieron a $112 mil millones que
representan el 57,3% de lo destinado por el Ministerio de Desarrollo
para proyectos en acueducto y alcantarillado entre 1999 y 2002” (CGR,
2003, p. 35).

En Colombia más de la mitad de la población pertenece a los estratos 2 (26.9%)


y 3 (26.47%), con ingresos bajo y medios y el 76% de los suscriptores de
acueducto son subsidiables y 75% de los suscriptores de alcantarillado lo son.
Es en estos sectores donde crece la demanda por la ampliación de la cobertura
del servicio. Dice un estudio sobre el impacto de las privatizaciones del agua
potable:

“El problema fundamental que enfrentan los operadores privados in-


ternacionales es que los pobres no son rentables, porque no tienen la
capacidad de pagar por la conexión ni van a consumir la cantidad de
agua necesaria para cubrir los costos de la provisión del servicio” (Lo-
bina e Hall, 2002, p.30).

En enero de 2002, J.F. Talbot, director ejecutivo de Saur, la cuarta mayor


compañía de agua en el mundo, en una presentación a la división sobre agua
y saneamiento del Banco Mundial, puso de relieve lo que denominó “deman-
das carentes de realismo” que se le hacen al sector privado en los países en
desarrollo, como la de ofrecer “conexiones para todos”. Dijo que el sector
privado no puede satisfacer el volumen necesario de inversión. “La escala de
lo que se necesita rebasa con mucho la capacidad financiera y de riesgo del
sector privado”. Rechazó la posibilidad de recuperar la totalidad de los costos,
pues, dijo, la idea de que “el agua paga el agua (…) ya no es realista en los
países en desarrollo. Hasta Europa y los EU subsidian los servicios (…) Los
usuarios no pueden pagar el volumen de inversión requerido, ni las obras
sociales (Lobina y Hall, UIISP, 2002).

62
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Monopolio natural: Una característica que distingue el servicio de acue-


ducto y alcantarillado es el hecho de que los sistemas hídricos representan
monopolios naturales. Un altísimo componente son sus costosas redes
hidráulicas, plantas de tratamiento y estaciones de bombeo y embalses,
los cuales pueden llegar a representar hasta el 70% del activo total inver-
tido por las empresas. Ello significa que la prestación por una sola enti-
dad resulta ser la alternativa más costo-eficiente para la sociedad en su
conjunto, dadas las grandes economías de escala que de hecho se consti-
tuyen en barreras de entrada. Esto significa que la libre competencia no
opera en el sector. La solución es entonces el monopolio público estricta-
mente regulado y controlado para que no se abuse de los poderes
monopólicos en la fijación de los precios.

En términos de eficiencia lo más conveniente es el monopolio público, entre


otras razones porque hay una excesiva descentralización en el país, como se
verá en seguida:

“El sector se caracteriza por un número relativamente elevado de en-


tidades prestadoras de los servicios de acueducto y alcantarillado y su
marcada dispersión. Se estima que existen en el país más de 12.000
prestadores, la mayor parte pequeños y rurales, de los cuales 859 se
encuentran registrados ante la SSPD, ubicados en 508 municipios,
para un promedio de 1.7 operadores por municipio. Este indicador se
incrementa en los municipios de mayor tamaño. La baja concentra-
ción se presenta no sólo por la existencia de más de un prestador en
un municipio determinado o en su casco urbano, sino también por la
presencia de prestadores diferentes en municipios que podrían com-
partir uno solo con beneficios en economías de escala” (DNP, Conpes
3383, 2005, p.11).

Lo que se necesita es aprovechar las economías de escala que, como mono-


polio natural, tiene el sector de agua potable y alcantarillado, como lo plantea
Eduardo Sarmiento Palacio: “El 20% de la población está cubierta por el 80%
de las empresas. Dentro de este contexto, no tiene ningún sentido promover
nuevas empresas ni promover la entrada libre al mercado. Por el contrario,
hay que estimular fusiones y uniones con el propósito de reducir los costos y
sacar ventajas de las economías de escala y de alcance” (Sarmiento 1998,
p.148). La regionalización propuesta por el MAVDT debe hacerse, pero no
para crear mercados rentables para las multinacionales sino para fortalecer
los prestadores públicos. Los acueductos comunitarios, que son la alternativa
en el sector rural y en pequeñas poblaciones, deben recibir recursos del Esta-
do para poder mejorar su gestión.

El proyecto de ley de aguas de 2003:


privatización de las fuentes de agua
El Gobierno presentó a la consideración del Congreso de la República el
proyecto de ley No 365 de 2003, “por el cual se establecen medidas para

63
Colombia: ¿un futuro sin agua?

orientar la planificación y administración del recurso hídrico en el territorio


nacional”, y se vio obligado a retirarlo por la gran oposición que concitó,
pero anunció que lo volverá a radicar.

El proyecto de ley de aguas ampliaba el sistema de concesiones existente des-


de principios de siglo, al extenderlas hasta por cincuenta años renovables,
para el caso de proyectos de servicios públicos y generación de energía. El
proyecto abría además las puertas a las concesiones marítimas y de fuentes
subterráneas y consideraba la cesión de los derechos a terceros, en detrimento
de la soberanía territorial de la nación. En el actual contexto de globalización,
concesionar las fuentes de agua a consorcios privados nacionales o extranje-
ros, equivale a privatizar un importante patrimonio de la Nación.

El proyecto presentado por el MAVDT apoya figuras que debilitan la autonomía


de las CAR y no hace claridad sobre los derechos de las comunidades ancestrales
en territorios de cuencas, entre otras deficiencias. Sobre este proyecto, la
Contraloría General de la República considera resumidamente lo siguiente:

- No integra la dimensión ecosistémica en el manejo del recurso y es genero-


so en la inclusión de nuevos actores y competencias de los órdenes nacio-
nal y territorial en desmedro de la autonomía de las autoridades ambienta-
les regionales.
- El proyecto omite la concepción del agua como un bien de uso público y su
administración y manejo a cargo del Estado, lo que podría generar una
inseguridad jurídica frente a un eventual conflicto entre el interés general y
el interés particular.
- No incluye instancias y procedimientos para dirimir conflictos de intereses
y de derechos sobre el recurso; ni para dirimir conflictos con operadores
extranjeros.
- Advierte sobre el posible surgimiento de un mercado del agua en el país, en
la medida en que se incluyen figuras como la cesión de concesiones de uso
y aprovechamiento del recurso a terceros (CGR, 2005-2006).

El ordenamiento de cuencas
El decreto 1729 de 2002 establece las disposiciones generales para elaborar y ejecu-
tar el plan de ordenación y manejo de las cuencas hidrográficas en Colombia (POMCH
o POMCA). El artículo 25 confiere al Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios
Ambientales, Ideam, dos responsabilidades: Una, establecer los criterios y parámetros
para la clasificación y jerarquización de cuencas hidrográficas en el país; y dos, formu-
lar una guía con los aspectos técnico científicos que permitan a la respectiva autoridad
ambiental competente o la Comisión Conjunta, según el caso, desarrollar las fases
establecidas para la ordenación de las cuencas.

La Resolución 104 del Ideam, “por la que se establecen los criterios y parámetros
para la clasificación y priorización de cuencas hidrográficas” de julio de 2003,
dice que la ordenación de una cuenca

64
Colombia: ¿un futuro sin agua?

“Es el proceso de planificación sistemático, previsivo, continuo e inte-


gral, conducente al uso y manejo sostenible de los recursos naturales y
condiciones de una cuenca, de manera que se mantenga o restablezca
un adecuado equilibrio entre el aprovechamiento social y económico de
tales recursos y la conservación de la estructura y función físico biótica de
la cuenca. La ordenación así concebida constituye el marco para planifi-
car el uso sostenible de la cuenca y la ejecución programas y proyectos
específicos dirigidos a aprovechar adecuadamente, conservar, preservar,
prevenir el deterioro y restaurar la cuenca hidrográfica”.

De acuerdo con Nelson Ómar Vargas, funcionario del Ideam, el proceso de


ordenamiento de cuencas abarca 12.327.440 de hectáreas y es quizás la
política más idónea trazada hasta ahora para lograr el equilibrio ambiental
entre agua, suelo y bosque. No obstante, enfrenta varios retos: Primero,
gobernabilidad, en la medida en que las CAR se apropien cabalmente de la
tarea sin que deleguen en consultores inadecuados la responsabilidad que
ostentan; en segundo lugar, la real participación de los actores regionales en
los procesos de ordenamiento: hasta la fecha la instancia de participación
en este proceso es el Consejo de Cuencas, donde confluyen los sectores
sociales más representativos de cada una, cuya mala reglamentación podría
desvirtuar una instancia democrática de participación que va más allá de la
simple consulta. Finalmente, el MAVDT ha expresado su interés de modifi-
car el Decreto 1729 de 2002 para lo cual se está dando un proceso de
concertación interinstitucional que esperamos conlleve a un mejoramiento
del Decreto y a la expedición de una segunda Guía que recoja las experien-
cias de los cuatro casos piloto: La Miel, en el Magdalena Medio, Guatapurí,
en el Cesar, La Vieja, en el Eje Cafetero, y Ceibas, en el Alto Magdalena, y
de más de cien cuencas en proceso de ordenamiento. Una falencia grande
para este proceso es que el país carece de una línea de base sobre el estado
de las cuencas hidrográficas.9

Cambio de prioridades:
de la “agenda verde” a la “agenda gris”
El documento Conpes 3343 de 2005 sobre el sector de agua potable y medio
ambiente, sostiene en su diagnóstico sobre la problemática ambiental del país
que el agua potable está en el primer puesto en el orden de prioridades am-
bientales, muy en concordancia con uno de los objetivos de Desarrollo Milenio
de las Naciones Unidas, el de reducir a la mitad el porcentaje de personas que
carecen de acceso al agua potable. En orden de prioridad:

“Estudios preliminares sobre costos de degradación ambiental indican


que los impactos económicos y de salud pública más considerables
que enfrenta el país en su orden, están asociados con las inadecuadas
condiciones del abastecimiento del agua, el saneamiento y la higiene, 9 Entrevista con Nelson
Omar Vargas, quien hace
los desastres naturales, la contaminación del aire y la degradación de parte del equipo de
tierras. Por estas categorías el costo total asciende a $ 6,65 billones Cuencas del Ideam,
realizada el 30 de julio de
anuales (aproximadamente el 3,5% del PIB)”. 2007.

65
Colombia: ¿un futuro sin agua?

En concordancia con lo anterior, ordena dar prioridad a la “agenda gris” fren-


te a la “agenda verde” del desarrollo sostenible. La “agenda gris” se refiere a
“las amenazas del ambiente sobre la salud y el bienestar de la población a
escala local, relacionadas con la insuficiente provisión de agua y servicios de
saneamiento, la contaminación del aire y los recursos hídricos, y los desechos
sólidos”, y plantea la necesidad de un proyecto de ley para el planeamiento y
la administración del agua, lo cual nos indica que el Gobierno volverá a pre-
sentar al Congreso el proyecto de ley de aguas para su aprobación (DNP,
Conpes 3343 de 2005, Conpes 3383 Plan de Desarrollo del sector de acue-
ducto y alcantarillado de 2005).

Frente a este cambio de prioridades del MAVDT, la CGR sostiene en su infor-


me El estado de los recursos naturales y el ambiente 2005-2006:

“La política ambiental nacional en este cuatrienio que termina (2002-


2006) estuvo regida más por una agenda paralela a la fundada sobre
programas iniciados en administraciones anteriores, que pretende con-
cretar los enunciados propósitos internacionales y que apunta a rubros
tan preponderantes como el saneamiento básico y el agua potable. No
nos cabe la menor duda de su importancia estratégica, pero no se
pueden convertir en el único norte y la razón de ser de la gestión
ambiental, porque también es un objetivo de la humanidad la
sostenibilidad de los recursos naturales para garantizar la satisfacción
de las necesidades presentes y futuras de la población. Por encima de
cualquier otra consideración, estimamos que la bondad de la gestión
ambiental radica en mantener o aumentar la oferta de bienes y servi-
cios naturales y detener el deterioro sobre los recursos naturales”.

El problema no es sólo que se esté descuidando la atención ambiental, sino


también que la solución que se pretende dar se basa en la privatización de los
servicios de acueducto y alcantarillado, una experiencia que ya ha arrojado
deficientes resultados en América Latina y el Caribe. Un estudio realizado por
el Banco Interamericano de Desarrollo analiza catorce experiencias de privati-
zaciones en América Latina (seis de Argentina y dos para cada uno de los
países restantes, Bolivia, Chile, Uruguay y Venezuela). De los catorce casos,
diez volvieron a ser estatizadas para el 2007. En muchos casos, se dieron
decisivas luchas por parte de los usuarios en protesta por el alza de las tarifas
y la mala calidad del servicio – como en Cochabamba, Bolivia -, y en otros,
como en Argentina, que llegó a enfrentar 37 demandas ante el Centro Inter-
nacional para el Arreglo de las Disputas sobre Inversiones del Banco Mundial,
CIADI, impulsadas por las transnacionales que perdieron dinero debido a las
crisis financiera de 2001, pues el gobierno argentino “desdolarizó” las tarifas
por razones humanitarias, los contratos fueron rescindidos. Las grandes cor-
poraciones privadas no están destinadas a prestar un servicio público, pues su
principal objetivo es el de acrecentar las ganancias. Tampoco están organiza-
das como empresas sostenibles para conservar el preciado recurso del agua ni
para atender los requerimientos de los más pobres. El incumplimiento de cláu-
sulas que exigen en los contratos a las empresas municipales, como una de-

66
Colombia: ¿un futuro sin agua?

manda garantizada, la indexación de las tarifas al dólar e incrementos tarifarios,


han sido motivo de multimillonarias demandas ante el CIADI.

Conclusiones
Las políticas públicas no se pueden derivar de las teorías, especialmente cuan-
do estas son malas y no encuentran respaldo en la realidad. Es el caso de la
insistencia actual en privatizar los servicios de agua potable y saneamiento y
dar en concesión las fuentes de agua a operadores internacionales privados,
como lo proponen el Banco Mundial y el gobierno colombiano. La eficacia de
una gestión pública del agua debe basarse en la evidencia tanto teórica como
empírica y en las condiciones propias de cada país. No se puede estar al
vaivén de las consignas trazadas por lo organismos financieros multilaterales,
para poder atender las urgentes necesidades de millones de colombianos.

Como lo señala la ENA de 1996, en Colombia hay recurrencia de inundacio-


nes en los períodos húmedos; sequías críticas en los períodos secos; agota-
miento de los embalses del sistema hidro-energético, que ocasionan proble-
mas tan críticos como los apagones de 1992 y 1993; afectación de la pobla-
ción por epidemias originadas en la contaminación de las fuentes de agua;
problemas de desecamiento y contaminación de los humedales, entre otros
muchos graves problemas, que arrojan permanentemente miles de damnifica-
dos. Todos ellos deben tratarse con una política pública autónoma y soberana.
Si bien puede haber necesidad de acudir al financiamiento externo, en algu-
nos casos, estos créditos no deben ser condicionados.

Un recorrido por la legislación pertinente nos muestra una gran contradic-


ción. En tanto que el Código de Recursos Naturales considera las fuentes de
agua como patrimonio nacional de uso público, la Constitución del 91 permi-
te que los servicios públicos sean prestados por particulares y permite ade-
más, mediante el sistema de concesiones, entregar las fuentes de agua a em-
presas multinacionales para que luego vendan el servicio de agua potable a
precios que les garanticen exorbitantes ganancias a los operadores en detri-
mento del derecho vital al líquido que tienen todos los habitantes del país. Este
complejo sistema público-privado tiene como eje la mercantilización del agua
en desmedro de un derecho fundamental.

La visión mercantilista del recurso hídrico también ha obrado en detrimento


de unas políticas más acordes con el equilibrio que debe primar entre el uso de
este recurso para la supervivencia y el desarrollo y las medidas que se deben
tomar para que no prosiga la sobreexplotación de las limitadas fuentes de
agua existentes. Una política integral del agua debe tomar el conjunto de
aspectos que afecta la sostenibilidad de este vital recurso natural.

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69
Colombia: ¿un futuro sin agua?

70
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Sector privado
y acueductos en Colombia

Guelly Auza Barrón1

Introducción
Según declaró el comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las
Naciones Unidas, el derecho humano al agua “otorga el derecho universal a una
cantidad suficiente de agua segura, aceptable, físicamente accesible y asequible
para uso personal y doméstico”.

Actualmente existe un gran debate sobre el rol del sector público o privado en
el cumplimiento de ese derecho fundamental al agua. En Colombia en el año
1994 se introdujo una profunda reforma en la política de saneamiento básico
y agua potable a través de la promulgación de la Ley 142 de Servicios Públi-
cos y Domiciliarios, que promovió el ingreso de la inversión privada en el
sector con el objetivo de lograr una mayor eficiencia en la prestación de los
servicios e incrementar la inversión que permitiera extender la cobertura a
más personas. Después de más de diez años de su promulgación nos pregun-
tamos si se han logrado los objetivos con los que se planteó esta reforma. ¿Es
más eficiente el sector privado que el público en la prestación del servicio de
acueducto?

Para responder estas interrogantes, primero se hará una breve revisión


del marco normativo del servicio de acueducto en Colombia; posterior-
mente se realizará una caracterización del sector, donde se verá el número
de empresas, la composición del capital, el financiamiento e inversiones
con que cuentan, y las principales empresas privadas que operan en país;
finalmente se analizarán algunos indicadores de eficiencia y la evolución
de las tarifas.

Marco normativo
Hasta mediados de los años ochenta los servicios de agua potable y alcantarillado
fueron prestados por el Gobierno Nacional a través de un sistema de administra-
ción centralizada en cabeza del Instituto de Fomento Municipal (Infopal). Poste-
riormente, en respuesta al proceso de descentralización de los servicios hacia los
municipios, este instituto fue liquidado junto con gran parte de las empresas 1 Economista Ambiental.
Universidad de Los Andes
departamentales. (Bogotá-Colombia).

71
Colombia: ¿un futuro sin agua?

La verdadera transformación del sector se concretó en la Constitución de 1991,


que liberó las fuerzas del mercado en los servicios públicos. Posteriormente y
en desarrollo de la misma se promulgó la Ley de Servicios Públicos Domicilia-
rios (Ley 142 de 1994), según la cual la iniciativa de prestar y extender los
servicios recae sobre el sector privado, y el Estado se encarga de regular,
controlar y vigilar su prestación. Las políticas sectoriales establecidas por ella,
con algunas modificaciones en 2001, siguen siendo las bases de la política del
Estado. Algunas de sus características más importantes son:

- La transformación empresarial de los prestadores de servicios públicos en


sociedades por acción (ESP), bajo un régimen específico de derecho privado.
- La Ley dio fin a los monopolios administrativos y estableció el régimen de
libertad de empresa. Para explotar los mercados de servicios públicos sólo
son necesarias autorizaciones de uso del espacio público y las ambientales.
- Se definieron las competencias por niveles de gobierno en relación con la
planeación y responsabilidad de los servicios por sectores. Los municipios
son los responsables por los servicios de acueducto, alcantarillado, aseo,
distribución de energía eléctrica y telefonía local.
- Se establecieron tres comisiones independientes, una para energía, otra
para saneamiento y la tercera para comunicaciones. La Comisión de Regu-
lación de Agua Potable y Saneamiento Básico (CRA) define los criterios
que rigen la prestación eficiente de los servicios y establece las normas de
revisión de tarifas.
- Se creó la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios (SSPD), un
ente regulador multisectorial con amplios poderes de sanción, interven-
ción, monitoreo de desempeño y cumplimiento de la regulación.
- Se introdujeron los subsidios explícitos y la obligatoriedad de basar la tarifa
en el costo de prestación bajo condiciones de eficiencia económica y sufi-
ciencia financiera. La Ley permite otorgar libertad tarifaria cuando el regu-
lador considere que el mercado tiene niveles aceptables de competitividad.
(Roda, 2004).

En octubre de 2006 fue creado, bajo el Ministerio de Ambiente, Vivienda y


Desarrollo Territorial, el Viceministerio de Agua y Saneamiento, encargado de
establecer la política sectorial.

Empresas de acueducto
Según la Superintendencia, en el año 2006 existían 826 empresas prestadoras
2 Es de notar que el
número de prestadores
de servicios públicos domiciliarios inscritas en el Registro Único de Prestadores
registrados y actualizados de Servicios (RUPS), de las cuales 477 (58%) tenían menos de 2.500 subscrip-
en el RUPS se redujo en un
288% en relación al año
tores y 349 más de 2.500 suscriptores (42%) (Superintendencia de Servicios
2002, debido Públicos Domiciliarios, 2006).2 Estas últimas son las más representativas, ya
principalmente a las
políticas implementadas
que cubren al 78% de la población urbana del país.
por la SSPD en el año
2005 con el objetivo de
depurar la base de
A lo largo del artículo nos centraremos en las empresas que incluyen el servi-
prestadores y conocer su cio de de acueducto con más de 2.500 suscriptores. Son en total 222 empre-
legalidad jurídica.
sas, de las cuales el 68% son públicas (42% Empresas Industriales y Comercia-

72
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Gráfico 1
Participación por composición de capital. Empresas que incluyen el servicio de acueducto 2006

Oficial; 27; Org.

12% Autorizada; 3;

1%

Municipio; 29; Privada; 51;

13% 23%

Mixta; 19; 9%

EICE; 93; 42%

Fuente: SSPD – elaboración propia

Gráfico 2
Evolución de las empresas de acueducto según su composición de capital (2002-2006). Más de 2.500 suscriptores

99
93
100

80
55
60 51 51

40 23 29 27
19
12
20 2 3

0
Privada EICE Mixta Municipio Oficial Org.
Autorizada
2002 2006

Fuente: SSPD – elaboración propia

les del Estado –EICE-, el 13 % municipales y el 12% oficiales), el 32% tienen


participación privada (mixtas 9% y privadas 23%) y el restante 1% son organi-
zaciones autorizadas.

73
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Según se observa en el anterior gráfico, en los últimos cinco años (2002-


2006) no hubo una gran variación en la composición de capital del sector. El
número de empresas privadas se mantuvo constante, disminuyeron las EICE,
mixtas y municipales, y se incrementaron las empresas oficiales y las organiza-
ciones autorizadas. Sin embargo, se debe tomar en cuenta que el mayor ingre-
so de capital privado en el sector se produjo el periodo 1995-2002 después
de la promulgación de la Ley 142; posteriormente el ingreso de capital priva-
do se redujo, probablemente porque ya se había privatizado las empresas más
grandes y lucrativas del sector.

Inversión y financiamiento. Los recursos invertidos en el sector se han tripli-


cado entre 1993 y 2005. Luego de la aplicación de la nueva metodología
tarifaria el año 1996, las tarifas pagadas por los usuarios se convirtieron en la
fuente más importante de recursos. Así, el año 2005 el 40.5% de la inversión
anual en el sector provino de tarifas, el 39.6% de transferencias, el 9.9% de
aportes de la Nación y el restante 10% de otras fuentes3.

Se ha estimado que entre el año 2002 y mediados del 2006 el sector de agua
potable y saneamiento básico recibió en total 3.1 billones de pesos por apor-
tes de los entes territoriales y la nación, para financiar la inversión en estructu-
ra y el cubrimiento de subsidios. Estos aportes se distribuyeron de la siguiente
manera: por transferencias del Sistema General de Participación (Ley 715 de
2001) $2.8 billones; por concepto de Audiencias Públicas en el marco del
Plan de Desarrollo 2002-2006 se previó para inversión en el sector un total
de $ 270 mil millones; y a través del Plan Pacífico4 el sector recibió en total
$42 mil millones.

Es interesante observar el alto y creciente monto de recursos transferidos a los


municipios, a través del Sistema General de Participación, para el sector de
acueducto (inicialmente Ley 60 de 1993 y luego Ley 715 de 2001). En con-
traste, el aporte del sector privado dentro de los Planes de Desarrollo para el
sector sólo representó el 12% del total.

Según la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios (SSPD) se esti-


ma que en los próximos años se destinarán unos 500 mil millones de pesos
anuales del Sistema General de Participación para mejorar la cobertura y cali-
3 Consejo Nacional de dad del agua.
Políticas Económicas.
Conpes 3383 “Plan de
desarrollo del sector de Principales empresas privadas que operan en el país
acueducto y
alcantarillado”.Octubre de
2005, Bogotá D.C. pp. De los 32 municipios capitales de departamento que existen en Colombia,
13,14.
4 Este Plan es una iniciativa
15 tienen participación privada, tanto nacional como extranjera, dentro de
de varios Ministerios para sus empresas de acueducto. Actualmente se encuentran operando dos de las
realizar proyectos de salud,
educación, desarrollo
más grandes empresas multinacionales promotoras de la privatización de los
institucional, agua y servicios de agua, alcantarillado y energía en el mundo: las francesas Suez
saneamiento básico, entre
otros, en la región del
Ondeo y Vivendi Universal. Juntas poseen dos tercios del mercado mundial
Pacífico, cofinanciados por de agua privatizada y en este momento dominan el mercado de agua en
el Banco Interamericano de
Desarrollo (BID).
América Latina.

74
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Las multinacionales españolas también tienen fuerte presencia en el sector.


Aguas de Barcelona (Agbar), las compañías de agua de Valencia (Tecvasa) y de
Madrid (Canal de Isabel II), y el grupo empresarial Proactiva Medioambiente
S.A. son accionistas de importantes empresas de acueducto del país5 .

En 1995, con el apoyo del Banco Mundial, la multinacional Agbar/Suez6 se


adjudicó el 45,9% de Aguas de Cartagena S.A. E.S.P. (Acuacar). Posterior-
mente, firmó un convenio a cambio del pago de un porcentaje de los ingresos
totales de Acuacar, beneficiándose de esta manera tanto de la distribución de
dividendos de las acciones que posee como del pago por administración. La
multinacional extendió sus operaciones a otros municipios, asumió el manejo
del área comercial de Aguas de Manizales, incursionó en la empresa Triple A
en Barranquilla y se vinculó como operador privado de Metroagua S.A. E.S.P.
en Santa Marta. Sin embargo, en el 2002 Agbar vendió todos sus intereses en
Colombia, pero retuvo sus acciones en Acuacar.

De acuerdo con el informe de Hall David y Lobina Emanuele de la Universi-


dad de Greenwich (Hall y Lobina, 2002), se observaron algunos problemas en
la privatización de Acuacar, a saber: Ausencia de competidores en el proceso
de licitación; reducción de personal y empeoramiento de las condiciones de
trabajo (Agbar/Suez despidió trabajadores, en especial sindicalistas a los que
recontrató selectivamente); con la privatización el municipio se quedó con la
responsabilidad de pagar las pensiones del personal de la antigua compañía
de agua de propiedad municipal. Esta obligación financiera, de aproximada-
mente 16.000 millones de pesos al año, reduce los fondos disponibles para
inversiones sociales del municipio.

Pero aquí no terminan las denuncias y problemas de esta empresa. En cumpli-


miento de un fallo del Consejo de Estado, la Comisión de Regulación de Agua y
Saneamiento Básico (CRA) contrató una interventoría para realizar una evalua-
ción de Acuacar, la cual evidenció problemas técnicos, comerciales y administra-
tivos. Por esta razón se le impuso un plan de mejoramiento a cinco años, que fue
incluido en el contrato; sin embargo, en abril del año 2005 la alcaldía de Cartagena
envió un comunicado a la empresa por incumplimiento de contrato7.

Canal de Isabel II, compañía de agua propiedad del municipio de Madrid, y Tecvasa,
compañía privada de Valencia, han expandido sus operaciones en América a
través del Grupo Empresarial Triple A. La casa matriz en América del Grupo es
la Sociedad Interamericana de Aguas y Servicios S.A. INASSA. En Colombia
presta los servicios de agua potable y saneamiento básico en la ciudad de
5 El anexo 1 muestra un
Barranquilla (60% de participación accionaria) y ha expandido sus servicios a cuadro detallado de las
otros municipios del Departamento del Atlántico: Puerto Colombia, Soledad, empresas privadas que
operan en Colombia.
Galapa, Sabanalarga, Sabanagrande, Santo Tomás, Baranoa y Polonuevo. Tam- 6 La empresa francesa Suez
bién posee el 51% de la Compañía Metroagua S.A. E.S.P de Santa Marta, que posee acciones de Hisusa,
propietaria del 47,1% de
ofrece los servicios de agua potable y saneamiento básico en el Distrito. Aguas de Barcelona.
7 Carranza Nubia. “La lucha
por el control del agua”.
Proactiva Medioambiente S.A. opera en Latinoamérica a través de una amplia red Noviembre de 2005. http://
de delegaciones y empresas locales. En Colombia realiza la gestión integral de agua colombia.indymedia.org/
news/2005/11/34139.php

75
Colombia: ¿un futuro sin agua?

y alcantarillado de las ciudades de Tunja (Sera q.a. Tunja E.S.P. S.A.), Montería
(Proactiva Agua de Montería E.S.P. S.A.) y San Andrés (Proactiva Aguas del Archi-
piélago E.S.P. S.A.). Esta multinacional también posee el contrato de operación de
la planta de tratamiento de aguas de Tibitoc para el suministro de agua a Bogotá8,
pero la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB) expresó su
decisión de dar por terminado el contrato de concesión de dicha planta, porque
entre 1999 y 2005 había pagando a la mencionada multinacional 38.712 millones
de pesos (19 millones de dólares) por agua no utilizada. No obstante la indemniza-
ción de 67.1 millones de dólares que deberá pagar por la rescisión del contrato, la
EAAB ahorrará 32 millones de dólares, que hubiera tenido que desembolsar hasta
el cumplimiento del contrato pactado hasta el año 2019.

La actividad operativa, comercial y tecnológica de la EAAB está en manos de


tres gestores privados9: Aguas Capital S.A. ESP (accionista mayoritaria la fa-
milia Nule, originaria del departamento de Sucre y que opera también en
Cúcuta), Aguazul Bogotá S.A. ESP y EPM Bogotá Aguas S.A. ESP. Según
evaluación realizada por la Contraloría de Bogotá a los tres concesionarios, la
8 Los accionistas EAAB les ha cancelado entre los años 2003-2006 la suma de 277.000 millo-
mayoritarios son Proactiva
Medio Ambiente S.A., nes de pesos. Sin embargo, los resultados de la actividad operativa y comer-
Corficolombiana S.A. y cial, de acuerdo a la investigación realizada por el ente de control fiscal, no son
Fanalca S.A., conocida
hasta 1997 como la positivos. Al respecto, se ha evidenciado lo siguiente10:
Compagnie Generale des
Eaux y actualmente Veolia.
9 Se dividió la ciudad en - Incumplimientos de los concesionarios en sus obligaciones contractuales.
cinco zonas, asignándolas - Los gestores han incumplido con la reducción de los índices de agua no
entre los gestores. A partir
del 2 de enero del 2003 contabilizada, por lo cual la empresa ha dejado de recibir cerca de 84.987
entraron a operar los 3 millones de pesos.
contratistas privados: al
primer Gestor se le entregó - El número de quejas y reclamos de parte de los usuarios ha crecido cerca
la zona 1 (localidades de
Suba, Usaquén y el
del 23%, a pesar de que los gestores se comprometieron a reducir sustan-
municipio de Gachancipá); cialmente este indicador.
al segundo Gestor se le
entregó las zonas 2 y 5 de
- La EAAB ha sido sancionada por la SISPD con multas que ascienden a 847
la ciudad, que millones de pesos y ha tenido que abonar a los usuarios la suma de 117
comprenden: zona 2
(localidades de Engativá, millones de pesos por aplicación del silencio administrativo a reclamos.
Chapinero y Teusaquillo), - Bogotá perdió cerca de 700 millones de metros cúbicos de agua en cinco
zona 5 (localidades de
Bosa, Kennedy y el semestres, que es la diferencia entre el agua que entra a la ciudad y la que
municipio de Soacha); al efectivamente gastan los usuarios (determinada por los medidores), lo que
tercer Gestor se le entregó
las zonas 3 y 4, que representó otra perdida, estimada en 1 billón 255 mil millones de pesos.
comprenden: zona 3
(localidades de Fontibón,
Mártires, Puente Aranda, Indicadores de eficiencia y eficacia
Candelaria, Antonio
Nariño), zona 4
(localidades de San Cobertura. De acuerdo con la Encuesta de Demografía y Salud 2005 realiza-
Cristóbal, Usme, Tunjuelito,
Rafael Uribe y Ciudad
da por Profamilia, el 74% de los hogares tiene conexión al acueducto públi-
Bolívar). co11 y el 11% al acueducto comunal. Comparando estos porcentajes con los
10 http://
www.desdeabajo.info/
del año 2000, se observa una reducción de la cobertura del acueducto público,
mostrar_articulo.php?tipo= que cubría el 78% de hogares, y un incremento en cuatro puntos porcentuales
edicion&id=1717
11 Según la encuesta de
de la cobertura del acueducto comunal. En la zona urbana el acueducto públi-
Profamilia, se entiende por co llega a 91% de las viviendas y en la zona rural solo al 22%. Las regiones
acueducto público a la red
de servicios que puede ser
con mayor conexión son Bogotá y la central, mientras en la atlántica y la
pública o privada. oriental el servicio es menor.

76
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Gráfico 2
Evolución de las empresas de acueducto según su composición de capital (2002-2006). Más de 2.500 suscriptores

Cercanos a Cumplen

cumplir 7,5% 8,6%

No cumplen
83,9%

Fuente: Defensoría del Pueblo – elaboración propia

Datos similares fueron obtenidos por el DANE a través del Censo General
2005, que encontró que el 72% del total de los hogares utilizan agua del
acueducto para la preparación de alimentos. En las áreas rurales la principal
fuente de agua es el río, quebrada, manantial o nacimiento. Los departamen-
tos con menor proporción de hogares que utilizan agua proveniente del acue-
ducto para la preparación de alimentos son Guaviare con el 2% y Vaupés y el
Archipiélago de San Andrés con el 3%.

Calidad del agua. Además de los problemas relativos a la cobertura de los


servicios, el sector de agua y saneamiento de Colombia enfrenta problemas
de calidad de servicio. La situación de la calidad del agua es crítica, según el
informe realizado por la Defensoría del Pueblo (2006). De las pruebas analiza-
das en 955 cabeceras municipales (lo que representa cerca del 87% de los
municipios del país), se concluye que no se suministra agua apta para el con-
sumo humano en el 83.9% de los municipios analizados12. Sólo cumplen con
la norma el 8,6% de municipios y están cercanos a cumplir el 7.5% de ellos. 12 El Decreto 475 de 1998 fija
los criterios y los
Por consiguiente, más de trece millones de habitantes de las cabeceras muni- parámetros que debe
cipales del país están recibiendo un servicio de acueducto que suministra agua cumplir el agua que se
suministra para consumo
no apta para el consumo humano. Las ciudades más grandes tienden a tener humano. Cuando el
un servicio de mejor calidad que las ciudades pequeñas y las zonas rurales. porcentaje de aceptabilidad
se encuentra entre el 95%
y el 100% se considera que
De acuerdo con la información reportada por las autoridades ambientales al el agua es apta para
consumo humano; pero si
Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, cerca del 32% de dicho porcentaje es menor
los municipios en Colombia poseen sistemas de tratamiento de aguas residuales del 95% se considera que
el agua no es segura para
construidos (354 municipios), de los cuales el 29% de los sistemas no opera. consumo humano.

77
Colombia: ¿un futuro sin agua?

En el siguiente análisis consideraremos solo las empresas de las capitales de


Departamento, distinguiéndolas según la composición de capital. Como se
observa en la siguiente tabla, de las 10 empresas privadas de acueducto sólo
tres cumplen con las normas de calidad: la Sociedad de Acueducto, Alcantari-
llado y Aseo de Barranquilla S.A. E.S.P (en cumplimiento a la sentencia de
acción popular 1335), Proactiva Aguas de Montería S.A. E.S.P. y Aguas de la
Sabana S.A. E.S.P. (sentencia de acción popular 2027). Entre las cinco em-
13 No se cuenta con presas mixtas sólo Aguas de Manizales S.A. E.S.P. cumple con la norma (sen-
información de calidad de
agua de la EAAB y de las tencias de acción popular 3761 y 1501). El panorama no es muy diferente
Empresas Públicas de para las empresas públicas, donde la única que cumple con las normas de
Medellín.
calidad es Empresas Publicas de Armenia E.S.P.13

Cuadro1
Cumplimiento de las normas de calidad del agua (2006). Capitales de departamento

Capital Calidad de agua


Municipio Nombre empresa M O P Normas de calidad* Pob. que no recibe Sentencias de
agua segura acción popular
Leticia Empresa de obras 1 No cumple 100% 2351
sanitarias de Leticia E.S.P.
Medellín Empresas públicas de Medellín 1 No reportó 74%
E.S.P.
Arauca Empresa municipal de servicios 1 Cercano a cumplir 100% 2094; 397;
públicos de Arauca E.S.P. 2848
Barranquilla Sociedad de acueducto, 1 Cumple 19% 1335
alcantarillado y aseo de
Barranquilla S.A. E.S.P.
Cartagena Aguas de Cartagena S.A. E.S.P. 1 No reportó 96% 1100
Tunja Sera Q.A. Tunja E.S.P. S.A. 1 Cercano a cumplir 100% 3749; 3825;
3836; 4403
Manizales Aguas de Manizales S.A. E.S.P. 1 Cumple 10% 3761; 1501
Florencia Empresa de servicios de 1 No cumple 100% 1341;603
Florencia S. A. E.S.P.
Yopal Empresa de acueducto y 1 No cumple 100%
alcantarillado de Yopal
E.I.C.E. E.S.P.
Popayán Acueducto y alcantarillado de 1 No cumple 99% 3548
Popayán S.A. E.S.P.
Valledupar Empresa de servicios públicos de 1 No reportó 100%
Valledupar S.A.
Quibdó Empresas públicas municipales 1 No cumplió (2005) 100%
de Quibdó E.S.P.
Montería Proactiva Aguas de Montería 1 Cumple 59,1%
S.A. E.S.P.
Bogotá Empresa de acueducto y 1 Nd Nd
alcantarillado de Bogotá E.S.P.
Inírida Unidad prestadora de servicios 1 No cumple 100%

78
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Inírida Unidad prestadora de servicios 1 No cumple 100%


públicos de Inírida E.S.P.
San José del Empresa de acueducto y 1 No cumple 100% 3529
Guaviare alcantarillado de San José del
Guaviare
Neiva Empresas públicas de Neiva 1 Cercano a cumplir 98% 350; 3853; 3857;
E.S.P. 3878;2975; 2976;
4148; 3692
Riohacha Aguas de la Guajira S.A. E.S.P. 1 No cumple 100% 3732
Santamarta Compañía de acueducto y 1 No cumplió (2005) 99% 3712; 4135; 3100
alcantarillado Metropolitano de
Santa Marta S.A.
Villavicencio Empresa de acueducto y 1 No cumple 100%
alcantarillado de Villavicencio
E.S.P.
Pasto Empresa de obras sanitarias de 1 No cumple 100% 614; 4687; 4832
Pasto S.A. Empresa de servicios
públicos
Cúcuta Aguas Kapital S.A E.S.P. 1 No cumple 99% 2010; 1786
Mocoa Empresa municipal de servicios 1 No cumple 100% 2020; 113
públicos domiciliarios de Mocoa
Armenia Empresas públicas de Armenia 1 Cumple 8,4%
E.S.P.
Pereira Empresa de acueducto y 1 No cumple 100% 3963; 2970
alcantarillado de Pereira S.A.
E.S.P.
Bucaramanga Acueducto metropolitano de 1 No cumple 99% 4115
Bucaramanga S. A. E. S. P.
Sincelejo Aguas de La Sabana S.A. E.S.P. 1 Cumple 50% 2027
San Andrés Proactiva aguas del Archipiélago 1 No cumple 100% 138
Ibagué Empresa ibaguereña de 1 Nd Nd
acueducto alcantarillado S.A.
E.S.P. Oficial
Cali Empresas municipales de Cali 1 No reportó 21,5%
E.I.C.E. E.S.P.
Mitú Unidad especial de servicios 1 No cumple 100%

A pesar de que varias empresas tienen sentencia de acción popular (SAP),


estas no han mejorado la calidad del agua. Aguas de Cartagena, que no repor-
tó información el año 2006, tiene una SAP para mejorar la calidad del agua
(1100). La Compañía de Acueducto y Alcantarillado Metropolitano de Santa
Marta S.A., según el Informe defensorial 2005, no cumplió con ninguno de
los parámetros de potabilidad establecidos por la normatividad vigente, por lo
que se han interpuesto tres acciones populares (3712, 4135 y 3100).

Pérdidas. De acuerdo con la meta de pérdidas de agua producida como


parámetro de eficiencia de la CRA, estaría permitido un máximo de 30%. Sin
embargo, la mayoría de las empresas del sector presentan un nivel de pérdi-
das mucho más grande.

79
Colombia: ¿un futuro sin agua?

El indicador de agua no contabilizada (perdidas físicas y administrativas) se


mantiene relativamente constante en un promedio del 50%. Los valores del
indicador promedio de índice de Agua No Contabilizada por grupos de empre-
sas muestran que las empresas que prestan servicio a más de 400.000
suscriptores son las más eficientes (39%). De todos modos es un porcentaje
superior al definido por la CRA como buena práctica (Salinas, 2006).

Nivel de satisfacción del usuario de acueducto. Otro indicador de calidad del


servicio de acueducto es la satisfacción del usuario, el cual señala
porcentualmente la cantidad de usuarios satisfechos con el servicio prestado.

De acuerdo con un informe de la Superintendencia Delegada para Acueducto,


Alcantarillado y Aseo (Salinas, 2006), los niveles de satisfacción del usuario de
acueducto son los siguientes:

Gráfico 4
Nivel de satisfacción del usuario de acueducto (1º semestre de 2006)

Calidad del agua 66,7%


66,7%

Caudal o presión 71,0% 2006


70,7% 2005

68,7%
Continuidad
68,0%

64,0% 66,0% 68,0% 70,0% 72,0%

Fuente: SSPD – elaboración propia

Para el servicio de acueducto la continuidad, caudal o presión y calidad del


agua se encuentran con un Nivel de Satisfacción del Usuario (NSU) del 68,8%,
considerado como regular o cercano al nivel bueno, siendo los ítems continui-
dad y calidad los de menor NSU.

En la zona occidental de Colombia se presentan los mayores porcentajes de


NSU en los servicios de acueducto. En la zona centro y suroccidente se pre-
sentan los menores NSU.

80
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Tarifas
El nuevo régimen tarifario condujo a un grave incremento de las tarifas.
Entre 1995 y 2000 los usuarios soportaron incrementos del 38% y el
226% real, dependiendo del estrato y la ciudad (Contraloría General de
la República, 2004).

De igual manera, en el periodo 2002-2005 se registraron incrementos


en las tarifas hasta de 36%. El siguiente gráfico muestra la evolución de
las tarifas el periodo 2002-2005, se consideran los diferentes estratos
de consumidores y grupos de prestadores de servicios. El grupo 1 lo
constituyen los prestadores que tienen más de 400.000 suscriptores, el
grupo 2 entre 400.000 y 80.000, el grupo 3 entre 80.000 y 25.000 y
el grupo 4 entre 25.000 y 2.500.
Gráfico 5
Tarifa media básica aplicada (TMBA) para cuatro grupos de prestadores del servicio de acueducto (2002-2005)

40%

30%

20%

10%

0%

-10%

-20%
1 2 3 4 5 6

Grupo 1 36% 23% 23% 3% -4% -13%

Grupo 2 16% 7% 4% -5% -9% -8%

Grupo 3 36% 26% 23% 8% 7% 2%

Grupo 4 21% 20% 19% 10% 8% -7%

Fuente: SSPD – elaboración propia

Se observa que los estratos 1, 2 y 3 - los estratos más pobres - son los que
soportan más incrementos en las tarifas. Los estratos 4, 5 y 6 incluso tuvieron
reducción de sus tarifas.
14 La TMBA, por estrato y por
Las empresas del grupo 1 y 3, fueron las que más incrementaron sus tarifas entre uso, es el precio por metro
cúbico que debe pagar un
un 36% y 2%. El incremento de las empresas del grupo 2 y 4 fue entre 21% y 8%. suscriptor cualquiera que
consuma un volumen de
agua de 20 metros cúbicos
Los incrementos tarifarios se deben a tres razones: el desmonte de subsidios, al mes, en el respectivo
el ajuste a los costos reales y el ajuste al crecimiento del IPC. El ajuste a los estrato o uso. El cálculo se
realizó a pesos del año
costos reales es el principal factor que influye en el incremento de las tarifas. 2005.

81
Colombia: ¿un futuro sin agua?

En el siguiente cuadro se observa la variación porcentual de las tarifas de


consumo básico (considera el primer año como año base) para algunas capita-
les de departamento. Los datos ratifican los constantes incrementos de las
tarifas que son mayores en los estratos más bajos.

Cuadro 2
Variación porcentual de tarifas (Consumo básico*)

Santa
Barranquilla Cartagena Florencia Popayán Montería Bucaramanga Sincelejo
Estrato Marta
2002-2007 2001-2006 2002-2006 2002-2006 2004-2006 2001-2006 2004-2005
2001-2006
1 137,20% 54,75% 62,80% 58,61% 15,30% 81,48% 111,98% 113,90%

2 119,09% 46,11% 47,12% 27,10% 14,74% 87,56% 90,22% 79,81%

3 127,62% 27,04% 19,59% 26,83% 13,45% 77,78% 39,63% 83,63%

4 28,52% 24,44% 17,00% 27,15% 5,11% 36,17% 24,93% 62,40%

5 33,88% 34,42% n.d. 27,15% 5,11% 36,28% 35,35% 39,47%

6 33,88% 43,38% n.d. 25,57% 5,11% 36,28% 35,35% 37,26%

*de 0-20 metros cúbicos. n.d.= no disponible

Fuente: CRA – Elaboración propia

Según el Departamento Nacional de Planeación,

“…las tarifas como fuente de financiación de la inversión aún tienen


un potencial de crecimiento por tres factores principales: la nueva
regulación tarifaria es más exigente en términos de eficiencia de los
costos administrativos y de operación, lo cual, en el mediano plazo, se
debe traducir en mayores recursos disponibles para inversión; el re-
caudo de lo facturado aún puede incrementarse sustancialmente, más
allá de las mejoras observadas; y aún se presentan rezagos tarifarios
importantes en algunos municipios intermedios y de menor tamaño,
donde no se han aplicado las metodologías tarifarias o no han cumpli-
do con los planes de transición de incrementos graduales” (DNP).

Conclusiones y comentarios finales


A lo largo del artículo se ha demostrado que la convicción de que el sector
privado ofrece la solución para lograr una mayor igualdad y eficiencia en el
abastecimiento de agua, es equivocada. Muchos indicadores muestran datos
desesperanzadores de la crítica situación de la calidad del agua y la baja cober-
tura del acueducto en zonas rurales.

La inversión pública en el sector prácticamente se triplicó a partir de 1996; sin


embargo, el capital privado sólo aportó el 12% de la inversión total dentro de
los planes de desarrollo. Se desvirtúa así uno de los propósitos de introducir al

82
Colombia: ¿un futuro sin agua?

sector privado en la prestación de los servicios de acueducto, incrementar la


inversión privada y liberar así recursos públicos para otros proyectos.

La Ley 142 de 1994 que promueve la privatización de las empresas de servi-


cio público, da prioridad a criterios de suficiencia económica y financiera. El
desmonte de los subsidios, el ajuste a los costos reales y el cubrimiento de
costos de inversión, han generado altos incrementos tarifarios que favorecen
los intereses de las empresas en detrimento de muchos hogares, principal-
mente los de menores ingresos que no tienen la capacidad económica de
enfrentar esos incrementos. Como afirma Talbot15 “La idea de que ‘el agua
paga el agua’, ya no es realista en los países en desarrollo. Hasta Europa y
Estados Unidos subsidian los servicios… Los usuarios no pueden pagar el
volumen de inversión requerido, ni las obras sociales”.

El año 2005 los ingresos del sector de acueducto y alcantarillado fueron de


$2.7 billones de pesos, con una utilidad neta de 881.977 millones de pesos,
y un incremento del 33% respecto al 2002 (Salinas, 2006). En contraste, las
tarifas durante el mismo periodo registraron incrementos hasta el 36% espe-
cialmente en los estratos 1,2 y 3 donde se concentra la población más pobre
del país.

La lógica actual que guía las actividades de las empresas de servicios públicos
y que prioriza la obtención de ganancias va en contra del derecho humano al
agua. Se convierte en mercancía un recurso fundamental para la vida al que
pueden acceder sólo quienes tienen dinero para pagarla.

Bibliografía

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83
Colombia: ¿un futuro sin agua?

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Talbot J.F. ‘Is the Water Business Really a Business?’ CEO Saur International
World Bank Water and Sanitation Lecture Series 13th February 2002.
www.worldbank.org/wbi/B-SPAN/docs/SAUR.pdf

84
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Acueductos comunitarios. Ensayos


y caracterización social y política1

Hernán Darío Correa C.2

A los fontaneros, todavía en las fuentes

Introducción.
La desgarrada base socio-cultural y política de las
experiencias de manejo social del agua en Colombia
1 Las ideas que siguen
corresponden a un ejercicio
Una de las principales características de la diversidad colombiana, no siempre de caracterización socio-
ponderada por los investigadores de la realidad actual, son las construcciones política de los acueductos
comunitarios, dentro de la
históricas públicas regionales y locales de gestión del recurso agua, las cuales campaña del agua
se apoyan y al mismo tiempo expresan y recrean los sistemas culturales pro- impulsada por Ecofondo, a
partir de seis experiencias
pios de las comunidades gestoras de las mismas, descendientes o vecinas de en marcha de gestión
los pueblos indígenas actuales o remotos. comunitaria de acueductos
(Acualcos –Bogotá-,
Adamiuain –Ocaña-, y
En este sentido, son paradigmáticos los casos de las culturas anfibias del Zinú Bonda (Santa Marta), y las
asociaciones de acueductos
y del San Jorge, el pueblo Zenú, y los pescadores actuales de sus cuencas; el comunitarios de Ibagué,
cuidado ancestral de las lagunas costeras, y el manejo integral del territorio, Norte de Bolívar y
Dosquebradas (Pereira),
vitales en el ciclo del agua en la Sierra Nevada de Santa Marta, y los Kogui y desde las cuales se
Wiwa; el manejo no convencional guajiro del recurso y del servicio, y los proponen como hipótesis
de trabajo hacia una
Wayuu y su concepción del ciclo del agua basado en la itinerancia de Juyá (“el investigación más amplia y
que llueve”), en el desierto de La Guajira; y el manejo territorial de lagunas y participativa. Así pues, en
tanto documento de
cuencas de los Guambianos, “hijos del Aroiris y del agua”, y de los Nasa, y la trabajo, este ensayo busca
estabilidad de la producción agropecuaria en sectores del departamento del aportar al proceso de lucha
social en defensa del agua
Cauca; para no citar sino algunos casos relevantes ya estudiados en profundi- como bien público, bien
dad (Falchetti, varios años; Reichel-Dolmatoff, 1981; Perrin, 2001; Dagua, común y derecho
fundamental, y a sus
Aranda y Vasco, 1998; Pachón, 1996; Plazas, en este volumen). proyecciones hacia la
construcción de políticas
públicas alternativas en un
En la cultura cafetera, por su parte, un especial manejo histórico de micro-cuen- país agobiado por una
cas en la expansión de la frontera agrícola y la fundación de pueblos en el Viejo profunda crisis humanitaria,
cuyos sectores dominantes
Caldas durante la colonización, fundamenta las actuales fortalezas regionales en se empeñan en
el manejo del recurso, presentes en el movimiento ambiental regional, incluyen- desmantelar el patrimonio
público existente, dentro
do los acueductos comunitarios (Quintana, 2005; Ossa, 1997; Palacios, 1983; del cual los acueductos
Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Pereira, 2001; Guhl, 2006). comunitarios, como se verá
seguidamente, son uno de
los elementos centrales.
De ese trasfondo están disociadas las mentalidades políticas predominantes 2 Sociólogo. Consultor en
temas sociales y
en el país en cuanto al reconocimiento y proyección pública de las prácticas ambientales.

85
Colombia: ¿un futuro sin agua?

sociales y culturales y de los horizontes de sentido de esos pueblos indígenas y


comunidades criollas tradicionales. Las experiencias sociales de lucha en tor-
no al manejo del agua en el país se han construido a lo largo de muchos años
con base en una idea de modernización asociada a la descomposición de los
acervos culturales tradicionales (indígenas o criollos), y por ende existe una
ruptura entre las prácticas de cooperación comunitaria y de gestión de los
recursos naturales, y las racionalizaciones políticas y organizativas que se les
superponen desde los procesos comunales, gremiales o políticos.

De ese modo ha existido una separación profunda entre los procesos sociales
de manejo y gestión del agua étnica, campesina o de habitantes urbanos a lo
largo de todo el siglo XX, y las luchas por el acceso al servicio público forma-
3 Además de la abundante lizado y por el uso humano preferente del agua adelantadas por movimientos
literatura etnográfica (ver
las series del ICANH, del
sociales campesinos y de pobladores urbanos, durante los últimos cincuenta
Instituto de Cultura años.
Hispánica, de las
universidades Nacional, de
Los Andes, del Cauca, En ello ha jugado un papel central la ausencia del concepto de territorio y de
entre otros), ver Uaespnn,
2001 y 2002.
los recursos culturales comunitarios (manos prestadas, estructuras de
4 En cuanto a acueductos redistribución y solidaridad en las formas de reproducción social asociadas al
comunitarios rurales, la
cifra es incierta, pero los
“rebusque” y a la economía informal, economías de manejos complementa-
referentes son reiterados rios de pisos térmicos y de ordenamiento de las fuentes de agua)3 , en las
en los estudios de la
Contraloría y de la
proposiciones organizativas y políticas que se formalizan políticamente, o que
Superintendencia de son recogidas por las instancias normativas y los sistemas de planificación
Servicios Públicos. Para dar
un solo ejemplo sobre los
institucional, y ello se ha expresado en la forma predominante como los acue-
numerosos acueductos ductos comunitarios o los sectores sociales han asumido la encrucijada de
rurales en abundantes
micro-cuencas, en el Foro
formalización competitiva y económica en que los han puesto hoy las política
regional de Boyacá de la neoliberales, según la cual se aceptan las exigencias de formalización empre-
Campaña del Agua,
realizado en Sogamoso, se
sarial, dejando de lado los acervos socio-culturales que les han dado vida.
habló de 3.763 acueductos
veredales (notas
personales), y el dato
En efecto, más allá de las posibles relaciones históricas entre los procesos de
oficial al respecto es de gestión comunitaria del recurso y los de lucha por el acceso al servicio oficial,
1.712, “con 1.747
captaciones superficiales, y
ambas dimensiones se diferencian entre sí por un aspecto central: el vínculo
apenas 38 subterráneas”. territorial con las fuentes de agua, o la disociación de las comunidades vecina-
(Corpoboyacá y Secretaría
de Salud, citados en
les del acceso a, y del control del recurso.
Mauricio Ramírez, El agua
en Chicamocha.
Documento línea base de
Parecería que dicho vínculo territorial fuese exclusivo de lo rural; pero si se
la campaña del agua en mira más de cerca, la construcción popular de territorios también ha sido
Boyacá. Bogotá, Ecofondo,
2006. 16 págs.). Rodrigo
propia de los procesos de urbanización, y en tal sentido es preciso reconocer
Marín, de la Universidad y analizar las diferentes formas regionales de construcción de ciudades en el
Central, en su ponencia
“Conceptos para evaluar el
país, dentro de una realidad geográfica que muchas comparten: su ubicación
agua local en épocas de en laderas y piedemontes colmados de micro-cuencas, que han sido aprove-
crisis”, presentada en los
citados Encuentro Nacional
chadas por los pobladores urbanos en el crecimiento informal de las ciuda-
de Acueductos des, hasta el punto de que capitales como Pereira, Ibagué o Villavicencio,
Comunitarios y Foro
Nacional del Agua,
para citar sólo tres casos, cuentan con una cobertura de alrededor del 20%
sostiene que “el 80% de del servicio, en manos de acueductos comunitarios. En el sector rural la
las fuentes de agua
utilizadas en el país son
cobertura alcanza el 40%, a cargo de más de 10.000 acueductos de este
superficiales” (Exposición tipo, también asociados a la riqueza de micro-cuencas del país andino
en Power Point. CD citado,
Ecofondo).
(Ecofondo, 2006).4

86
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Los 28 acueductos comunitarios de Ibagué, por ejemplo, surten el agua a


sendos barrios periféricos de la misma ciudad, desde 22 microcuencas, con
una cobertura del 20% del servicio total de la ciudad:
Cuadro 1
Acueductos comunitarios de Ibagué

Borde urbano Comuna Acueductos comunitarios-barrios Número total Fuente (quebrada o microcuenca)
Sur 13 Boquerón, Ricaurte 15 Q. El Tejar
Florida, Batallón Q. La Volcana
Los Túneles, La Isla, La Unión Q. La Tigrera
Jazmín Baja Q. El Salero
Jazmín Alta Q. El Salerito
San Isidro, Granada Q. Granate
Colinas I Q. La Esmeralda
Colinas II Q. La Cristalina
Darío Echandía Pozos D. E.
Miramar Q. La Gallinaza
Norte 6 Gaviota 7 La Tuza
El Triunfo, Los Ciruelos Q. Ambalá
Ambalá Las Panelas
Las Delicias La Balsa
San Antonio Q. San Antonio
Modelia Q. Cocare
Noroccidental 2 La Paz 3 Q. La Aurora
Clarita Botero Q. Madroño
Santa Cruz Q. Pañuelo
3 Calambeo 1 Q. Grande
Centro 1 La Vega 2 Q. Lavapatas
Chapetón Q. Ramos Asti…
Totales 28 22

Fuente: Alcaldía municipal de la ciudad de Ibagué-Empresa Ibaguereña de Acueducto y Alcantarillado S.A. ESP Oficial.
Acueductos comunitarios de la ciudad de Ibagué. Mimeo. S.f.

En el caso del municipio de Desquebradas (hoy parte del área metropolitana


de Pereira), su lógica de poblamiento fue determinada por la construcción de
estos acueductos desde los años 30 del siglo pasado:

“Los años en que se construyen los diferentes sistemas de abasteci-


miento comunitario de agua en Desquebradas, muestran la integra-
ción del área rural al territorio urbano y la orientación que toma el
poblamiento en este municipio durante el siglo XX, iniciando en el
centro y terminando en el sur-oriente de la ciudad: El acueducto co-
munitario La capilla define la centralidad territorial de la ciudad en
1939, año de su construcción. El de San Diego, 1961, continúa la
espiral ascendente en el mismo sector del centro. (El proceso sigue)
hacia el oriente y el norte (acueductos comunitarios Santa Teresita y
La Romelia, respectivamente, alrededor de 1965), y luego al sur (acue-
ducto comunitario La Badea, 1968), sustentando en todos los casos
(los usos predominantes del suelo de) cada sector (urbanos residencia-
les, rurales, industriales en su orden), hasta el inicio del poblamiento
del occidente de la ciudad, con el acueducto comunitario de Playa

87
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Rica, 1975). De 1980 en adelante se detiene la construcción de acue-


ductos comunitarios en el centro y oriente, para continuar hacia el
sur en el sector Frailes. Para esta misma época los habitantes de La
Primavera y las vegas construyen sus sistemas de abastecimiento de
agua en 1982, y en 1985 Los Guamos hace lo propio. Sesenta y
cinco años después de La Capilla, continúa (el proceso), lo cual permi-
te asegurar que la historia de la urbanización no planificada se repite,
y el modelo de gestión social para el abastecimiento de agua continúa
vigente” (Quintana, 2005).

Hoy la Asociación de dichos acueductos, AMAC, cuenta con alrededor de 60


acueductos afiliados, la mayor parte de los cuales fueron referente central
para sustentar la declaratoria del anterior corregimiento de Pereira como mu-
nicipio5; y la definición de sus sectores a partir de las siete micro-cuencas
abastecedoras:

Cuadro 2
Acueductos comunitarios de Dosquebradas

Sector Nombre del acueducto comunitario Número total


Centro García Herreros, San Diego, Guadualito, San Fernando 4
Barrio Unidos del Oriente Santa Teresita, La Capilla, Puerto Nuevo, La Mariana, la Independencia 5
Romelia (Norte) La Floresta, Los Pinos, La Romelia, Los Guamos, Bocacanoa, Las Acacias 6
Playa Rica (Occidente) Guayacanes, Playa Rica, La Primavera 3
Badea (Sur) Las Vegas, La Badea-Unión 2
Frailes (Suroriente) Camilo Mejía Duque, Barrios Unidos de Frailes (Satumo, Patiño Amariles I y II,
Lara Bonilla y Diana Turbay), Los Comuneros, Santiago Londoño y Frailes 5
Rural El Rodeo 1
Total 26

Fuente: Quintana, 2005.

Acueductos como los anteriores han contado con apoyos sectoriales naciona-
les en diversas épocas, por parte de entidades como los ministerios de gobier-
no, agricultura y desarrollo, o programas como el DRI, el Plan Nacional de
Rehabilitación o la Red de Solidaridad, muchas veces a espaldas o sin la parti-
cipación de la entidad territorial donde se encuentran, y más allá del tipo de
relaciones de confrontación que ha sido propia de los movimientos sociales,
que a su manera ha condicionado la inversión gubernamental. Posteriormen-
te, con el desarrollo del proceso de descentralización y la declaratoria de la ley
sobre servicios públicos, dichas entidades se han encontrado con el dilema de
la supuesta ilegalidad de dichos acueductos surgidos muchas veces con ayudas
nacionales oficiales.

En cualquier caso, esas construcciones de gestión comunitaria han estado aso-


ciadas a realidades territoriales que se constituyen en un verdadero tejido local
y regional del sector público, central en el concepto de diversidad étnica y
5 Información personal, cultural de la nación (articulo 7 de la Constitución Nacional). Los territorios
dirigente de AMAC, socio-culturales existentes en el país en lo rural y lo urbano, algunos de los
entrevista del autor en
agosto de 2006. cuales han ganado más notoriedad y reconocimientos legales y jurisprudenciales

88
Colombia: ¿un futuro sin agua?

desde la lucha indígena y afro-colombiana, son la base de la permanencia de


los factores y recursos comunes que posibilitan la vida en sociedad en muchas
localidades rurales o urbanas, tales como los sistemas de convivencia o de
“pacto social”, de legitimidad y de “gubernamentalidad” vecinales, así como
de la relativa disponibilidad comunitaria de espacios y recursos como tierra,
suelo y agua.

“Es necesario interpretar el territorio en su doble papel: como soporte


material y básico del desarrollo social, y como producción social deri-
vada de la actividad humana que (lo) transforma (…) haciéndolo parte
de su devenir”. (Se trata de un) medio codificado, dotado de sentido,
mutante entre la consistencia y la inconsistencia, entre el encierro y la
apertura, la estabilidad y la fuga (con momentos de consolidación y
consistencia, intensidades, grados distintos de estabilidad y
temporalidades); medio o ámbito que puede ser cultural, social, polí-
tico, espacial (…). El sentido de vida, de orden y de destino que le
confieren sus fuentes, deja huellas en el territorio que se registran
momentánea o duraderamente, estableciendo los sistemas de relacio-
nes, ritmos y códigos que rigen cada territorio, dotándolo de un senti-
do territorial propio. En tal proceso se establecen y marcan centros,
como ámbitos (materiales y sociales) de identificación propios de cier-
tos grupos o sucesos, y se definen y marcan límites frente a los otros
o fronteras y umbrales para sus intercambios y transferencias”
(Echavarría, 2001).

Los equipamientos y los servicios públicos que se organizan a partir o en


referencia con dicho tejido, han venido siendo auto-construidos o conquista-
dos en luchas de confrontación y negociación con el Estado, dando lugar en
cada caso a esporádicos o progresivos encuentros entre ese tejido social veci-
nal, y lo público oficial encarnado en el Estado central o en los gobiernos
municipales y departamentales.

Así, asuntos como la legitimidad de las iniciativas vecinales de hecho, en mu-


chas ocasiones han enfrentado y enfrentan formas contradictorias entre el
nivel sectorial nacional que las apoyó o impulsó en su momento, y el nivel
territorial que ahora debe sumir su formalización como empresas en la com-
petencia de mercado abierto; o entre las formas organizativas y los empeños
locales por la reproducción social en contextos territoriales y de identidad, y
las proyecciones de los movimientos sociales por los servicios públicos.

En efecto, y con carácter introductorio y apenas indicativo, nos hemos servido


de algunos aspectos derivados de los casos y las fuentes secundarias citados,
para sugerir referentes de un trabajo de investigación hacia un tema que se
considera central en el avance de la campaña nacional del agua: los ciclos
entre una y otra forma de construcción social han estado disociados entre sí,
y no siempre han enfrentado claramente las políticas que han transformado
sus condiciones de posibilidad. Al respecto se ha elaborado la tabla siguiente,
en perspectiva de su desarrollo posterior:

89
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Tabla 3
Aspectos de la relación entre acueductos comunitarios y movimientos sociales según la región y el contexto nacional

Acueductos comunitarios Dinámicas de contexto Acción del Estado Movimientos sociales


central o de entidades en torno al agua
públicas o gremios
Acueductos rurales en todo el país. Colonización cafetera, Federación nacional
1939. Acueducto comunitario de La territorios nacionales zonas de cafeteros impulsa
Capilla, Desquebradas de refugio de indígenas y acueductos comunita-
afrocolombianos rios
50´s Procesos de urbanización Distritos de riego de
1961-68 Acueductos comunitarios acelerada y expulsión de Incora Los 60. Barrancabermeja por la
de San Diego, Santa Teresita, La zonas cafeteras calidad del agua, y en el Valle del
Romelia y Badea-La Unión, de Cauca y el Norte del Cauca por el
Dosquebradas Distrito de riego del río Cauca
1970. Acueducto comunitario de Procesos de colonización y Los 70. Vivienda popular y
Bonda, sobre sustrato local apertura de frontera acueductos suburbanos y urbanos.
ancestral. Cobertura 5.000 personas agraria hacia territorios Los movimientos cívicos sobre
corregimiento. nacionales, enclaves servicios públicos en varias
petroleros, mineros e regiones del país.
1982. Acueducto comunitario hidroeléctricos en los Descentralización Los 80. Surgimiento del
Acualcos, Bogotá. Cobertura 4 mismos. Pan-DRI movimiento ambiental. Luchas en
barrios, 10.000 personas aprox. Plantaciones forestales de Plan Verde Inderena torno a los monocultivos,
1985-86 Nuevos acueductos pino contaminaciones de fuentes y
comunitarios en Desquebradas (La acervos de agua (la bahía de
Mariana, La Primavera, Los Cartagena…), las Hidroeléctricas.
Guamos y Las Vegas). 1986. Se crea Diversificación de demandas
la Asociación Pro-Defensa de los campesinas por la tierra (por la
Acueductos Comunitarios de propiedad y el manejo del agua,
Desquebradas (antecesora de articulaciones con el movimiento
AMAC). cívico). Luchas de pueblos y
comunidades indígenas por
territorio (tierra, autonomía y
cultura, manejo territorial). El
paro del nororiente antioqueño,
la electrificación y las altas tarifas
de agua
1990. Se crea la Asociación Creación de parques Red de Solidaridad Los 90. El movimiento indígena.
Municipal de Acueductos Comuni- nacionales y titulación Apertura económica y Iniciativas locales de manejo del
tarios de Desquebradas, que significativa de resguardos reestructuración del agua (Ecofondo). Las empresas
articula 27 de los 57 existentes, indígenas Estado metropolitanas de servicios
cada uno con aprox. 233 familias). Titulación de territorios Leyes eléctrica y de públicos y la defensa de los
Acueductos comunitarios en zonas colectivos negros servicios públicos acueductos comunitarios en el
de violencia, colonización, pobreza Procesos de metropolización La construcción del viejo Caldas. El levantamiento
extrema y bordes urbanos en cinco ciudades del país SINA. Las Cars. La popular y el acueducto de
Acueductos comunitarios forzados Construcción de regiones política de parques Riohacha.
a la formalización empresarial alimentarias a partir de con la gente. Las
adaptaciones de economías ecoregiones, la
campesinas de laderas política nacional del
andinas a demandas de agua
ciudades capitales y La diversidad étnica y
metrópolis. cultural. La biodiversi-
dad.
2.000... Megaproyectos, grandes Planes de ordena- La Liga de usuarios de servicios
Nuevos acueductos en periferias articulaciones regionales y miento territorial y públicos.
urbanas y en zonas rurales de reconfiguraciones planes de desarrollo Campañas de soberanía,
grandes ciudades, y en pequeños territoriales departamental seguridad y autonomía alimenta-
pueblos de zonas bajas Procesos de desplazamientos Construcción de ria
forzados y reordenamientos mercados de agua y Campaña Nacional del Agua
territoriales de hecho reformas legislativas Plataforma de derechos huma-

90
Colombia: ¿un futuro sin agua?

(conflicto armado, acciones de grandes factores nos. Los Desc y el derecho al agua
paramilitares y “desarrollo” ambientales del agua: impulsados por Ongs y comunida-
regional exportador bosques (leyes des de paz.
Procesos de desterritorializa- forestal, de páramos,
ción local urbana y rural del agua, concesiones
(imposición de tarifas, de parques,
desplazamiento de Contrarreforma
población, apropiación agraria (legalización
violenta de tierras y de la concentración
espacios urbanos, represas y de la propiedad
embalses, vías concesiones agraria y crisis de
de agua, etc.) economía campesina)
Reconfiguraciones
territoriales urbanas y
regionales (Desarrollo
de POTS y Planes
maestros)
Fuente: Elaboración propia.

De otra parte, en la separación entre formas sociales de gestión del recurso, y


movimientos sociales, el papel del clientelismo político electoral, que como es
sabido se desarrolla en la tierra abonada de lo informal, sirve al mismo tiempo
de paradójico vínculo entre lo vecinal y el régimen político nacional de repre-
sentación, y de abismo entre lo social y lo político, si se piensa en la manera
formal como dicho sistema ha funcionado durante casi todo el último siglo
(Ladrón de Guevara, 1998; Rubio, 2003), y lo fugaz de las propuestas de
democracia participativa de la Constitución de 1991, ahora arrasadas por la
reforma del Estado, la contrarreforma agraria, la violencia y la guerra.

De ese modo, puede hablarse de un profundo desgarramiento de lo público


nacional, entre lo público oficial, y lo público local, que en el caso de las
grandes ciudades puede reconocerse como lo público popular, inmerso en
complejas formas vigentes de pluralismo jurídico regional propios del conflic-
to armado, el narcotráfico, la diversidad étnica y cultural, las zonas de frontera
y las nuevas determinaciones del mundo globalizado (Palacio, 2000).

Ello nos acerca a una curiosa paradoja: los movimientos sociales, por defini-
ción más radicales en cuanto a sus formas de lucha, han tenido casi siempre
como referente la construcción unificada de ese régimen político, así fuese
intentando torcerle la mano a su orientación social (Moncayo, 2001); y la
gestión local del agua, más inmediatista y fragmentada respecto de lo regional
o lo nacional, ha acabado construyendo formas de autogestión y tejidos co-
munitarios paralelos, que en muchos casos se han convertido en referentes
estratégicos de todas las formas de acción pública: la del Estado, la del llama-
do “clientelismo armado”, la política gubernamental propuesta como “Estado
comunitario”, y por supuesto, las propias de las deseables transformaciones
de fondo del Estado colombiano, o de las reformas transicionales como las
esbozadas en el proyectado referendo del agua.

En cualquier caso, hay una ausencia de políticas que expresen las potenciali-
dades de esos tejidos sociales y redefinan los términos predominantes de ha-
cer la política misma en el país, como lo revela el cruce de acciones predomi-

91
Colombia: ¿un futuro sin agua?

nantes entre unos y otros en torno al agua, tal y como los resume Francisco
Antonio Galán en el siguiente cuadro:
Cuadro 4
Líneas generales en las cuales se podrían dar las relaciones de las entidades oficiales con la iniciativa ciudadana

Definición de políticas generales, elaboración de normas, concertación para la negociación de acuerdos internacionales.
Presencia en distintas instancias directivas de organismos públicos, en instancias de participación ciudadana.
Seguimiento de las políticas y los proyectos, fiscalización a la gestión oficial mediante instrumentos legales.
Conflictos por decisiones oficiales.
Regulación estatal a la gestión de las organizaciones ciudadanas, incluidos tributación y tarifas.
Planificación en los niveles nacional, regional y municipal.
Financiación del Estado a las organizaciones ciudadanas, co-ejecución de proyectos, capacitación a comunidades.
Investigación, desarrollo tecnológico, información.
Cabildeo para la financiación o toma de decisiones por parte del Estado, movilizaciones ciudadanas en demanda de
servicios, por vías institucionales o no, respuestas oficiales a movilizaciones ciudadanas con o sin planificación, cooptación
del Estado a las organizaciones ciudadanas, represión del Estado a las movilizaciones ciudadanas.

Fuente: Galán, 1998.

Esa ausencia se reproduce en los modelos de acción que predominan en los


partidos y movimientos políticos, los cuales son centralizados y tienden a cons-
truir sus programas sin espacialidades concretas (territorios socio-culturales y
entidades territoriales), más allá de la escala nacional, y con lógicas de repre-
sentación abstracta de los sujetos populares reales; pero expresa también el
peso del conflicto armado sobre las posibilidades de politización local; y la
incesante violencia durante las últimas décadas sobre los intelectuales orgáni-
cos de unas y otras dinámicas sociales, incluyendo el genocidio de la Unión
Patriótica, el asesinato permanente de intelectuales orgánicos a los sectores y
movimientos sindical, campesino, comunal, indígena y afro-colombiano (Pla-
taforma Colombiana de Derechos Humanos.2002 a 2006).

Ello permitiría decir que la política alternativa del agua debe proponerse ante todo
superar esas formas desgarradas de lo público, a partir de la consolidación y
visibilización de los procesos sociales y su manejo del agua como bien público y
común, y de revertir la política actual de construcción de mercados del agua en un
país que cuenta con uno de los mayores acervos de agua del mundo, pero con
inmensos desequilibrios naturales y sociales en lo regional y local (Ecofondo, 2006).

Los acueductos comunitarios6


Como se desprende de lo anterior, y lo demuestra la revisión de los casos
6 Como ya se dijo, aquí se
trabaja sobre la base de
mencionados, los acueductos comunitarios son entidades complejas en senti-
algunos casos, y por ende, do histórico, social, económico e institucional público, pues ante todo son
a pesar de su importancia,
no se incluye el tema de
construcciones populares en torno a la gestión del agua que hacen parte de los
pueblos indígenas ni de territorios sociales en veredas, resguardos indígenas, territorios de comunida-
comunidades afro-
colombianas, el cual
des negras y barrios de las diferentes regiones y ciudades del país. Como tales
debería ser revisado a son instituciones populares diversas integrantes del patrimonio público nacio-
fondo en las propuestas de
política que se trabajen
nal por su condición socio-cultural y territorial, y por su objeto público, el agua
más adelante. como bien común y derecho fundamental.

92
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Los acueductos Acualcos, Bonda y Adamiuain, ofrecen perfiles claros al respecto


que pueden ser ilustrativos. El primero se ha levantado desde el territorio campe-
sino de la cuenca media y alta del Teusacá conocido como del Verjón (alto y bajo),
a espaldas de los Cerros Orientales de Bogotá, y ha contribuido a la construcción
de un territorio popular de borde urbano en la salida de la ciudad para La Calera,
incluido dentro del Plan de Ordenamiento territorial como la Unidad de Planeación
Zonal UPZ 89, integrada por seis barrios de los cuales cuatro (aproximadamente
10.000 personas) son surtidos de agua por dicho acueducto.

El tejido social articulado por núcleos familiares campesinos y algunos trabajado-


res de la carretera a La Calera que se casaron con sus hijas, junto con posteriores
migrantes intra-urbanos de los años 80s, configuró un continuo rural-urbano que
viabilizó las primeras conexiones de un acueducto cuyo fontanero, campesino,
aún es vecino de las fuentes en la parte alta de la cuenca, sus fundadoras fueron las
mujeres de esa primera generación urbana en el barrio San Isidro, y su administra-
ción ha sido articulada por la Junta de Acción comunal local. Los usos sociales del
territorio urbano-rural son cotidianos, a partir de las vecindades y compadrazgos
existentes, y cuentan con movilidades permanentes de población escolar (asisten-
cia conjunta de niños urbanos y rurales a las escuelas de la localidad), de abasteci-
mientos de algunos productos campesinos, y de la gestión social del agua.

“En el hoy barrio de San Isidro la Caja Agraria parceló algunas de las
antiguas fincas de la zona a finales de los años sesenta y principios de los
setenta. Algunas de estas casas tienen amplios frentes y patios traseros que
aún se conservan y son cultivados por sus habitantes. La segunda oleada de
inmigrantes se dio en los ochenta con la gente que poco a poco se despla-
zaba de tierras más bajas, próximas a la ciudad y a la carrera séptima,
donde luego se construyeron muchas urbanizaciones de estratos altos. La
tercera y última oleada de crecimiento de los barrios se produce con la
llegada de habitantes del sur de la ciudad, en particular provenientes de la
localidad de Ciudad Bolívar. Hoy, aunque la legalización de los predios de
todos estos barrios es cuestionada, cuentan con el servicio de energía y tres
de ellos de acueducto, este último gestionado y administrado por la comu-
nidad desde 1984 cuando se realiza la primera conexión. Antes que este
acueducto comenzara a funcionar la gente de los barrios se abastecía de
agua de varios nacederos, algunos de los cuales existen hoy en día y son
parte de la solución al problema del agua en las épocas de verano. Con el
trabajo comunitario y un aporte de 15.000 pesos por familia, se termina la
conexión e instala el primer tanque. Así, el acueducto comunitario adquiere
personería jurídica bajo el nombre de Acualcos en 1985. (Posteriormente),
con el apoyo de otras instituciones como el Dama, el Jardín Botánico y la
Fundación Santa Fé, Acualcos ha realizado también un proceso de
reforestación de la ronda de la quebrada Morasí, la cual atraviesa los ba-
rrios. Su ronda ha sido resembrada con especies nativas como alisos, gaques
7 Entrevista a Rafael Borda y
y siete cueros, y se incentiva la comunidad para su cuidado”.7 Maya Pinzón, líderes
comunitarios y directivos
del acueducto, realizada
Adamiuain en Ocaña, Norte de Santander, fue una experiencia de construc- por el autor y Juliana
ción territorial a partir del agua propiamente dicha: Millán, notas de campo de
esta última, mayo del 2006.

93
Colombia: ¿un futuro sin agua?

“Los habitantes de las partes altas marginales de la ciudad de Ocaña,


hacían procesiones hacia la quebrada Venadillo para suplir las necesida-
des de agua –el lavado y el consumo diario- de las familias de escasos
recursos. En alguna ocasión hubo una celebración familiar por un negocio
en casa de Luis Ramiro Angarita, a orillas del camino. El pionero Cristó-
bal Navarro, con su ropa mojada y el agua al hombro, venía por ese
camino y como era tan conocido por la familia Angarita fue invitado a ser
parte del agasajo. En la trayectoria de los tragos vino la idea de Chepe
Vargas de traer con mangueras el agua de la quebrada. (Diez años des-
pués) el acueducto comunitario desarrolla programas de mejoramiento
ambiental en la micro-cuenca de la quebrada Brava, involucrando todo el
área que se encuentra en el corregimiento de Pueblo Nuevo, con las vere-
das El Danubio, Carrizal, Los Curitos y El Carbonal” (Adamiuain, 1998).

En el caso de Bonda, desde el núcleo histórico indígena de una población


precolombina señalada por los cronistas de indias junto con Pocigüeica como
las más populosas de la región, la comunidad criolla ha venido recreando un
tipo de poblamiento y vecindad que relativamente ha permitido mantener en
buenas condiciones el bosque y el estado del río Manzanares en su parte me-
dia, viabilizando el uso comunitario de la misma, y ofreciendo por décadas
usos recreativos del río a los habitantes urbanos de Santa Marta, junto con la
factibilidad misma del acueducto central de Santa Marta, a partir de un verda-
dero territorio popular con dimensiones locales y regionales.8

Sobre la base de sus territorialidades, los acueductos se han levantado como


empeños comunitarios, familiares o vecinales, con legitimidad social y formas
de organización y niveles de formalidad diversos, a través de procesos de ac-
ción social consistentes y permanentes. Un aspecto importante de su consis-
tencia, se deriva del tejido social mismo y de la territorialidad desde donde se
han construido, según el aserto de Maurice Godelier, quien ha estudiado este
tipo de grupos sociales en procesos de modernización:

“Las relaciones de parentesco, políticas y mágico-religiosas son predomi-


nantes cuando funcionan como relaciones de producción, y lo hacen
cuando están vinculadas a las transformaciones históricas de las capaci-
dades productivas materiales e intelectuales para actuar sobre la naturale-
za” (Godelier, 1991).

En efecto, para citar sólo un ejemplo de esta consistencia, en los barrios San
Isidro, San Luis y otros dos más cuyos vecinos han dado forma a Acualcos, “la
capacidad organizativa también ha construido el jardín comunitario, donde se
8 Entrevista del autor con ubicaron en un principio la administración del acueducto y el primer comedor
Julio Barragán,
antropólogo samario y hoy comunitario” (entrevista citada)9 .
habitante de Bonda (2006).
Ver también Asociación
Tierra de Esperanza, 1998. De otra parte, dichas formas organizativas han sido reconocidas de forma
9 No deja de ser interesante desigual (de hecho o de derecho) en lo sectorial por entidades y programas del
que las tres actividades son
normalmente (en nuestro orden nacional, y de modo contradictorio en lo territorial por los departamen-
medio) sostenidas por las tos y municipios.
mujeres.

94
Colombia: ¿un futuro sin agua?

“Inicialmente el acueducto comunitario Acualcos, gestionado por tres


juntas de acción comunal, fue apoyado por la Corporación autónoma
regional, CAR y la Secretaría de Salud del Distrito, el cual lo dotó de
sus tres primeros filtros; y otras de sus obras fueron cofinanciadas por
programas estatales de desarrollo como el DRI, y buena parte
autofinanciadas por la comunidad, tales como las últimas plantas
automatizadas adquiridas en el año 2000 con una cuota extraordina-
ria de la misma. Asimismo, el proceso de consolidación de este acue-
ducto pasó por el empeño de construcción de un reservorio que ga-
rantizara la mitigación del impacto de los veranos en los meses de
enero, febrero y marzo – como aquel de 1998, cuando se tuvo que
acudir al servicio de carro-tanques del acueducto de Bogotá, luego
cobrados por este como deuda que después se endosó al acueducto
comunitario, y aún se encuentra creciendo por cálculos financieros y
está en disputa judicial con esta entidad -. Sin embargo, el permiso
para la construcción de este reservorio no fue autorizado por la CAR
en al año 2004” (entrevista y notas citadas).

A partir de tradiciones y articulaciones con el servicio oficial de acueducto,


como las citadas, se puede decir que los acueductos comunitarios son el sector
social de la gestión pública del agua en Colombia, y de hecho hacen parte de
lo que debería ser un auténtico sistema nacional de prestación del servicio
público de agua, el cual debería articular las diferentes formas públicas exis-
tentes de gestión del agua, bajo los principios constitucionales de pluralismo
jurídico y de participación vigentes en el país. Dicho sector social resume la
complejidad de ellos, en varias dimensiones que se proponen así:

Gráfico 1
Los acueductos comunitarios, como entidades sociales complejas

Construcción histórica,
social y popular

Instituciones populares Parte de los territorios


diversas sociales

Los acueductos
comunitarios
Empresas comunitarias, Integrantes del
familiares o vecinales patrimonio público

El sector social de la gestión pública


del agua en Colombia

95
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Esta complejidad se configura en acueductos comunitarios de varios tipos,


según varias dimensiones: la escala nacional, regional o local desde donde se
los reconozca, el tipo de manejo ambiental, su carácter y alcances asociativos,
sus dimensiones públicas y privadas, y las formas concretas de su legitimidad.

En primer lugar pueden ser considerados como rurales y/o peri-urbanos según su
ámbito de acción. Su carácter ambiental varía en cuanto al lugar que ocupan en
las cuencas (partes altas o bajas), en tanto están o no asociados al cuidado de las
fuentes de agua y de los bosques y coberturas relacionadas con las mismas, a las
formas de manejo del recurso, al tipo de servicio que prestan, y a sus proyeccio-
nes educativas. En los casos estudiados se ubicarían así en este sentido:
Cuadro 5
Elementos para una tipología de acueductos comunitarios

Acueducto Ubicación en la cuenca Formas de manejo del recurso Tipo de servicio Proyecciones
educativas y sociales
Alta Media Baja
Acualcos X X Cuidado de la cuenca Comunitario, X
Adamiuain X X Bocatomas, sin X
Amac X tanques almacenamiento, ánimo X
Bonda X planta potabilizadora de lucro X
Ibagué X No todos con planta potabilizadora
Norte de Bolívar X Bocatoma, tanque X
y planta potabilizadora

Fuente: Entrevistas y fuentes secundarias citadas.

Son todos públicos en cuanto a su vínculo con el agua como bien común, pero
algunos se proyectan apenas en ámbitos familiares (especialmente en casos
rurales), y algunos en Ibagué están disociados del manejo del ciclo del agua.
Todos se rigen más o menos por principios solidarios, y articulan de modo
complejo sus dimensiones públicas y privadas en tanto en muchos casos se
proyectan como sucedáneos del servicio oficial de agua, pues atienden barrios
marginales y/o ubicados en cotas más altas a las máximas de los sistemas
municipales (Acualcos en Bogotá, y acueductos de Ibagué).

Su carácter participativo comunitario parece ser generalizado, aunque en las


últimas décadas algunos han sido configurados a instancias del trabajo de or-
ganizaciones no gubernamentales ambientalistas (Galán, 1998). En cualquier
caso pueden considerarse como sociales (comunitarios, vecinales y familiares,
combinados en muchos casos con la acción sostenida de organizaciones no
gubernamentales), en escalas empresarial y artesanal según la complejidad de
su gestión financiera y técnica. Su legitimidad (social e institucional) es mayor
en lo local, y se va haciendo difusa en los planos regional y nacional por las
razones ya expuestas.

Un aspecto que aquí se considera estratégico en su caracterización, está en sus


formas de organización, las cuales, más allá de la empresarial a la cual han ido
tendiendo en los últimos años, forzados por la ley 142, están asociadas a los
sistemas de reproducción social y a las dimensiones territoriales de la comuni-

96
Colombia: ¿un futuro sin agua?

dad en que se desenvuelven, y ello debería ser objeto de análisis más detalla-
dos en el futuro.

En cuanto a los sistemas de reproducción social, se puede decir ahora que su


presencia se evidencia en el protagonismo central de las mujeres en la gestión
y en el uso comunitario del agua, así como en los sistemas culturales de con-
trol social y de gestión formal del recurso, y el lugar físico y cultural de las
fuentes de agua en sus territorios, según sean campesinos, indígenas, afro-
colombianos, o de asalariados urbanos.

“Las primeras gestiones para la realización de este acueducto fueron


presionadas por mujeres organizadas de la comunidad, de tal forma
que el año en que se acuerda e inicia finalmente su construcción no
solamente hay un fuerte liderazgo de la entonces organización de
mujeres de la vereda Buenos Aires, sino de la ya creada Junta de
Acción Comunal del barrio San Isidro, liderada también por mujeres,
de tal forma que la primera dirección del acueducto fue asumida por
una mujer” (del caso Acualcos, entrevista y notas citadas).10

Finalmente, atendiendo a su complejidad, al nivel de sus coberturas, a su ca-


rácter en ocasiones sucedáneo, y a las experiencias acumuladas en su confor-
mación y existencia, los acueductos comunitarios también son un enorme
patrimonio público del país, en cuanto a su gestión y entidad colectiva, tal y
como lo revelan los seis casos consultados en este trabajo:

Cuadro 6
Aspectos relevantes de la experiencia de algunos acueductos comunitarios

Acueducto comunitario Perfil o aspecto relevante de su experiencia

Acualcos (Bogotá) Manejo rural y urbano del recurso. Servicio comunitario y a otros barrios, multiestrato.
Identificación de problemas del poblamiento (zonas de riesgo y vecindad).
Adamiuain (Ocaña) Construcción integral histórica de manejo del recurso. Fortalezas organizacional
y técnica (innovación). Diversidad de servicios sociales.
Bonda (Sta Marta) Visión social del río, de la cuenca y del territorio.
Desquebradas (Pereira) Complementariedades horizontales entre acueductos (Asociación). Fortalezas históricas
de gestión, entre ellas el fundamento del poblamiento y de la declaratoria del municipio.
Ibagué Complementariedades regionales y urbanas verticales.
Optimización de uso de micro-cuencas, patrimonio público local.
Norte de Bolívar Red de acueductos comunitarios, con base en “los propios usos y costumbres”, v/s
corrupción e ineficiencia de administración local.

Fuente: Entrevistas y fuentes secundarias citadas.

En el último caso mencionado, los acueductos del Norte de Bolívar revelan


una característica de todos: su carácter solidario, abaratando el servicio para
10 Un aspecto a profundizar
la población, y su potencial para la transparencia en la administración del es el progresivo relevo de
recurso público. Propuestos ahora como red, los acueductos de Mandinga, las mujeres de los roles de
dirección en el acueducto
San Cayetano, El Vizo y Malagana, muestran en sus experiencias diferentes una vez formalizado
pero con mutuas referencias en sus procesos, todas las facetas de estas forta- localmente, aunque es
notoria su continuidad en
lezas y problemas: los liderazgos comunitarios.

97
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Cuadro 7
Aspectos de las experiencias en la Red de Acueductos Comunitarios del Norte de Bolívar

Acueducto Fortaleza Problema central

Mandinga “La conquista de un derecho mediante Complejidad de la provisión (represa, planta)


una lucha de cuatro años”. Capacitación
para la autogestión comunitaria.
San Cayetano “Una valiente y larga lucha comunitaria Agua disponible a gran distancia y difícil acceso,
por el agua potable, que todavía fuentes contaminadas, construcción de planta
no concluye” paralizada por corrupción y burocracia oficial
El Vizo “Movilización comunitaria que logró su meta” Iniciativa comunitaria en construcción de acueducto
Malagana “Un ejemplo de eficiencia en la gestión “El acueducto: orgullo del pueblo”
comunitaria del agua potable”

Fuente: Red de Acueductos Comunitarios, 2006.

Nota para un balance entre resultados y perspectivas


del manejo del agua en la encrucijada nacional actual
Un panorama actual de las experiencias comunitarias de gestión del agua debe
contextualizar sus resultados y perspectivas, en los procesos de reestructura-
ción del capital en contextos globalizados, que como se sabe está centrado en
lógicas de glocalización de nuevos ejes de acumulación, y por ende, del en-
cuentro en los ámbitos locales entre los actores comunitarios y los agentes
políticos y económicos de dicha recomposición. Son ejemplos relevantes de
ello, los casos de las luchas y casos de los pueblos U´wa, Embera del Paramillo,
Wayuu del Cerrejón y de Portete, y Kogui en Dibuya; o los conflictos que
afrontan todos los acueductos comunitarios citados con las empresas metro-
politanas de agua, en cuanto a las exigencias de la ley 142, o la intromisión en
los territorios sociales de megaproyectos viales o de equipamientos urbanos,
dentro de los planes de ordenamiento territorial de las entidades territoriales.
El caso del acueducto de Bonda integra todos estos aspectos como que los
nuevos tubos de conexión del acueducto de Santa Marta vienen destruyendo
incluso las propias redes locales del acueducto comunitario.

Por ello las viejas contradicciones o distancias entre los movimientos sociales y
las acciones colectivas locales, afrontan hoy nuevos retos para resolverse, pero
al mismo tiempo nuevas potencialidades, en un contexto de tensión entre la
atomización clientelista a que quiere someter a las segundas el actual gobierno
nacional, y sus posibles proyecciones políticas alternativas. En este sentido, el
encuentro entre empresas metropolitanas y los acueductos comunitarios, pue-
de convertirse en el cierre de ciclo histórico del divorcio entre la gestión local
de acueductos y los movimientos por el servicio de agua.

En efecto, los nuevos contextos de recomposición capitalista crean nuevos


puntos de partida para la emancipación social, pero el desarrollo de sus poten-
cialidades depende de la crítica teórica y práctica de las falsas categorías neo-
liberales proyectadas sobre los acueductos comunitarios, según las cuales son
privados, basados en intereses meramente económicos, y con responsabilida-
des empresariales en cuanto a su competitividad y eficiencia, medida esta últi-

98
Colombia: ¿un futuro sin agua?

ma en relación con la integralidad del servicio público del agua (agua potable,
alcantarillado y saneamiento básico), es decir, tomados en una tendencia do-
minante de privatización total del tema, y de descontextualización del servicio
público territorial en su conjunto.

Por lo mismo será preciso adelantar varios debates e investigaciones sobre


asuntos como la relación entre lo comunitario, lo social y lo público; lo patri-
monial público, las responsabilidades y los derechos; y el servicio público
oficial, la participación, la diversidad cultural y el pluralismo jurídico, y en ese
contexto las relaciones entre usuarios y gestores del recurso.11

Pero el desarrollo de estos debates son parte del problema político principal
que afrontan los acueductos comunitarios, el cual se deriva de dos tipos de
amenazas principales que se ciernen sobre ellos: La des-estructuración de las
condiciones territoriales que los sustentan; y la formalización institucional y
económica neoliberal que propone la ley de servicios públicos.

En cuanto a las amenazas sobre sus territorialidades, estas se derivan de cua-


tro procesos de transformación territorial que se están imponiendo “a sangre
y fuego” sobre el país entero: a) la política de desarrollo del actual gobierno
nacional (re-primarización de la economía exportadora, reformas legales y
políticas privatizadoras –ley de construcción de mercados, privatización y
centralización de la gestión del agua, a través de concentración de capital y de
gestión privada); b) los impactos del TLC y en general del libre comercio, en
cuanto la crisis de la producción agraria y de los mercados locales y regionales
de alimentos; c) el avance de los planes de ordenamiento territorial y de sus
instrumentos de planeación (planes maestros y zonales, entre otros), diseña-
dos en su mayor parte desde visiones del Estado y del país alejadas del Estado
social de derecho, de la democracia participativa, y de la diversidad natural y
cultural; y d) los reordenamientos de población y de acceso a recursos natura-
les que imponen los actores armados, y especialmente el para-estado.

Respecto de la formalización y legalización neoliberal que exige la ley de ser-


vicios públicos, ésta se propone liquidar los acueductos comunitarios, profun-
dizando la entrega del monopolio regional de la gestión del agua y del servicio
a grandes empresas multinacionales, en tanto no reconoce las dimensiones
complejas de dichos acueductos, excluye de plano sus funciones públicas, sólo
mira los comunitarios como empresas potenciales en cuanto su eficiencia em-
presarial (economías de escala, rentabilidad, etc.), y los toma cada uno por
separado para exigir integralidad en el servicio.

Para ello explota el tema de sus debilidades, que ante todo lo son del servicio
público oficial, pero que se las atribuye interesadamente: antes que ver lo que
las falta, habría que partir de lo que aportan. En efecto, los grandes problemas
11 Un buen inicio de ambas
actuales que afrontan los acueductos comunitarios, relacionados con cosas en los trabajos de
potabilización y coberturas de saneamiento básico, no se pueden resolver sin María Mercedes
Maldonado sobre los temas
asociatividad ni articulaciones complejas en la escala municipal yo regional, territoriales en Bogotá. Ver
donde lo primero que debe resolverse es el cumplimiento de la responsabili- especialmente Maldonado,
2003.

99
Colombia: ¿un futuro sin agua?

dad pública integral en tales tareas, por parte del sistema municipal del servi-
cio con apoyos nacionales.

Dentro de ese criterio, debe asumirse que las condiciones históricas para el desa-
rrollo de una política pública alternativa del agua están dadas en el país, en cuanto
al conocimiento del ciclo del agua (desarrollos en la investigación por regiones y
en lo nacional), y aspectos de lo institucional (el sistema nacional ambiental, las
disposiciones sobre participación social y comunitaria, lo organizacional, lo so-
cial, etc.)12 , pero a ella se opone en primera instancia la política dominante de
privatización de lo público, y la ausencia de una adecuada ley orgánica de
reordenamiento territorial; y en segundo término la ausencia de estos problemas
en las agendas y preocupaciones de las organizaciones políticas.

Dicha política debería contemplar aspectos como el citado reordenamiento,


una revisión a fondo de los procesos regionales de urbanización a partir de
componentes como los sistemas agroalimentarios existentes y correspondien-
tes huellas ecológicas de las ciudades (Organizaciones campesinas y comuna-
les, y otros, 2006), los modelos de ciudad y la diversificación regional de ins-
trumentos de planeación como los POTs, entre otros, y atendiendo a dinámi-
cas transicionales para la superación de la crisis humanitaria (intercambio hu-
manitario, desplazados, recomposición del para-Estado, etc.) .

Todo esto debe conducir a una necesaria refundación de la política en el país,


con contenidos integrales que debe aportar lo social en las agendas de los
partidos y en la adecuación de las estructuras institucionales dominantes a
partir de asuntos públicos como el del agua y lo alimentario, que convocan y
viabilizan una necesaria espacialización y territorialización de las agendas polí-
ticas, hacia la construcción de nuevos modelos de ciudadanía, concebidos des-
de la diversidad ecológica y sociocultural, y la resolución del conflicto social y
armado a partir de las potencialidades que contiene la regulación y superación
del conflicto ambiental (Correa, 2005).

Hacia ello, entre otros procesos como los adelantados por los pueblos indíge-
nas del Cauca, la proyección de dichos acueductos como movimientos socia-
les en torno al agua tendría un gran potencial, a partir de su reactualización
como actores de primer orden en la esfera pública, con base en el hecho de
que el proyecto de mercantilización del agua pasa necesariamente por tener
que verse con los territorios y con los tejidos sociales comunitarios asociados a
la cuencas, en ámbitos rurales o urbanos. Se trata de factores de hecho que
crean nuevos puntos de partida para la emancipación social.

Allí los acueductos comunitarios se convierten en una oportunidad para una


revisión a fondo de las lógicas urbanas en el país, de los retos de manejo
ambiental en la planeación pública, y en la puesta en juego de las más profun-
das sujetividades populares con que contamos; y por supuesto para derrotar
las tendencias y políticas del agua dominantes, y construir una política nacio-
12 Son interesantes a este
respecto las observaciones nal alternativa del agua que garantice y proyecte su continuidad como entida-
de Francisco Antonio des públicas sociales complejas.
Galán, en el texto citado.

100
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Para ello habría que lograr varias cosas:

a) Hacer visible su carácter público en cuanto a sus componentes básicos:


territorio, patrimonio histórico, social y cultural, responsabilidad pública,
derechos fundamentales, y funciones públicas complejas;
b) Articularlos entre sí con base en formas diversas de asociatividad,
complementariedad y reciprocidad, en la perspectiva de construcción de
un sistema nacional público de gestión del recurso y prestación del servicio
de agua
c) Luchar por construir y/o adecuar los sistemas municipal, regional y nacio-
nal de servicio del agua, para lograr su articulación de conjunto dentro de
los mismos.
d) Formalizarlos ante todo como factores fundamentales de la refundación de
lo público en el país, en cuanto son referentes del patrimonio socio-cultural
de la diversidad, y elementos claves para el reordenamiento territorial y la
planeación urbana (desconcentraciones en la gestión del servicio, y usos
óptimos de las micro-cuencas asociadas a la mayoría de las ciudades en
Colombia), la participación y la inclusión social.

En tal sentido, formalizarlos como empresas sociales asociadas de modo fede-


rativo a los acueductos distritales y urbanos, bajo ideas de eficacia y eficiencias
ligadas al ciclo del agua, y una lógica de reconocimiento de derechos en el
acceso público al agua, garantizando coberturas globales en cada región, con
indicadores relacionados con cohesión y de tejido social y territorial.

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103
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Un caso rural de los acueductos


comunitarios: El Tunjuelo, Bogotá

Dora Peña Cano


Javier Reyes Roa
Jairo García Ruiz1

Contexto territorial: Cuenca alta y media del Tunjuelo


Al sur de la Sabana de Bogotá está la Cuenca Alta y Media del río Tunjuelo, en
cuyo extremo sur se ubica el Macizo de Sumapaz, que contiene el páramo de
Sumapaz y la laguna de Chisacá dentro del complejo de lagunas los Tunjos a
3.700 msnm. El territorio de la cuenca está configurado en torno a un área
rural rica en agua y biodiversidad, con formaciones vegetales de bosque
altoandino, subpáramo y páramo. La parte alta de la cuenca está configurada
por las veredas la Unión, Chisacá, Los Arrayanes, El Hato, Curubital, Tesoro
y Margaritas, con alturas mayores de 3.200 msnm; Las Mercedes, Santa Rosa,
Pasquillita, Pasquilla, Destino, Olarte, y Santa Bárbara, con alturas entre 2.900
y 3.200 msnm; y en la parte media las veredas Mochuelo Alto, Mochuelo
Bajo, Quiba Alto, Quiba Bajo, La Requilina, El Uval, Los Soches y Chiguaza,
con alturas entre 2.600 y 3.200 msnm.

Se trata de la zona rural de la Localidad 5ª, o Usme, en la ciudad de Bogotá,


que cuenta con una extensión total de 21.556 ha (216 Km2), de las cuales
2.064 ha son consideradas como suelo urbano, 568 ha áreas protegidas,
1.186 ha suelo de expansión y 18.307 (85% del total), suelo rural. Es la
segunda localidad en mayor extensión, después de Sumapaz.

Además del río Tunjuelo, la cuenca tiene por lo menos 38 afluentes mayores y
22 quebradas, y otros cuerpos de agua como las represas de La Regadera y
Chisacá, y las lagunas del Bocagrande, El Alar y Laguna Larga. Adicionalmente,
la localidad cuenta con fuentes de agua subterránea que se han explotado por
parte de la EAAB, sobre todo en los sectores del barrio La Fiscala, la vereda
Mochuelo (Ciudad Bolívar) y la zona rural de las veredas Yomasa, los Soches y El
Uval. La comunidad nativa de Usme manifiesta que la localidad en su totalidad es
una reserva hidrográfica para la capital, y de hecho sus lagunas y represas repre-
sentan a futuro una fuente de suministro de agua para la capital.

La cuenca del Tunjuelo también contiene la zona rural de la Localidad de


Ciudad Bolívar, unidad político administrativa ubicada en la zona Sur Occiden-
tal de Bogotá, al margen izquierdo del río, en el área de amortiguación del
páramo de Sumapaz, con formaciones vegetales en bosque altoandino y

105
Colombia: ¿un futuro sin agua?

subpáramo, y una extensión de 12.998,46 ha (DAPD, Plan de Ordenamiento


Territorial, Decreto No. 619 del 2.000 y Mapa Único. Cálculos: Subdirección
de Desarrollo Social, Sistema de Información Geográfica, Bogotá, DC). Esta
área rural ocupa el 74.33% del área total de la localidad correspondiente a
9.555.46 ha; cuenta con una población aproximada de 3.064 habitantes (den-
sidad poblacional de 0.37 habitantes/ha), distribuida en 9 veredas: Las Merce-
des, Pasquillita, Santa Rosa, Santa Barbara, Pasquilla, Quiba Alta, Quiba Baja,
Mochuelo Alto y Mochuelo Bajo, conformadas por terrenos no utilizados para
ocupación urbana, ya sea por razones de oportunidad o por su destinación a
usos agrícolas, ganaderos, forestales, de explotación de recursos mineros, de
disposición de residuos sólidos, de reserva y protección ambiental. En la
hidrología de la localidad sobresale la subcuenca del Río Chisacá, que nace en
la Laguna de Chisacá, con no menos de once quebradas y pequeños drenajes
naturales. Dentro de esta localidad se ubica el relleno sanitario Doña Juana
que afecta la zona debido a la emisión de malos olores y como un factor que ha
contribuido a la diseminación de vectores y roedores especialmente en las
veredas de Mochuelo bajo, alto y Pasquilla.

Desarrollo histórico
de los acueductos comunitarios en el sur
Los acueductos comunitarios surgieron como respuesta social al conflicto por
el recurso hídrico en las veredas de las localidades de Usme y Ciudad Bolívar a
mediados de los años setenta, cuando se incrementó la población y se
tecnificaron las actividades agropecuarias. Periódicamente se desviaba el agua
de un nacimiento o del cauce de una quebrada hacia las fincas, sectores de
veredas o veredas completas, pero al incrementarse la demanda, al tecnificar
cultivos de papa y la ganadería lechera, se hizo necesario acceder a mayores
consumos de agua y por periodos de tiempo más prolongados, dando lugar
así a los conflictos: Un hato ganadero o un cultivo intensivo de papa consu-
men igual o mayor cantidad de agua que todos los habitantes de una vereda; el
hacendado o finquero con mayor poder en los periodos de fuerte verano (julio-
agosto, enero febrero) desvían el agua dejando al resto de pobladores sin el
recurso por días o semanas.

Las disputas se agudizaron por sectores así: Los habitantes de Quiba Alta con
los habitantes de Quiba Baja, y estos con los nacientes barrios vecinos y con
veredas de Soacha y posteriormente con habitantes urbanos de este munici-
pio. Igualmente ocurrió en los Mochuelos, Pasquilla y en Pasquillita, donde
hay disputas por uso de agua con los habitantes de las Mercedes y el hato de la
localidad de Usme. A pesar de la construcción de las represas La Regadera y
Chisacá la escasez de agua en verano persistió agravándose esta situación con
el crecimiento poblado de Usme y el surgimiento de barrios a su alrededor,
afectando veredas como El Uval, La Requilina, Chiguaza Agua Linda.

La situación y el conflicto del agua se agravó por el cambio climático que se


expresa en periodos de verano más prolongados e inesperados, y generó a
mediados de los setenta verdaderas batallas campales entre vecinos, quienes,

106
Colombia: ¿un futuro sin agua?

armados de machetes, palos, piedras y ocasionalmente armas de fuego, se


enfrentaron por apropiarse o desviar los cauces de canales y quebradas para
luego permanecer días o semanas prestando guardia para mantener el flujo
de agua hacia sus fincas. Ante esto las diferentes veredas se reunieron y estu-
diaron la disponibilidad de agua, sus fuentes y su demanda, concluyendo que
la única salida viable era la construcción de acueductos comunitarios por sec-
tores de veredas, veredas, o grupos de veredas. Se inició así su construcción
en forma autónoma con recursos propios de los pobladores, tanto económi-
cos como logísticos, de mano de obra y materiales que fueron transportados
desde grandes distancias a lomo de mula, a hombro o de modo artesanal.
Actualmente cubren el servicio de 2.107 familias, para una población aproxi-
mada de 10.500 habitantes rurales y urbanos.

Ya construidos los acueductos surgieron problemas de administración, mante-


nimiento, tratamiento y conservación de la cantidad y calidad del recurso, lo
cual condujo a asociaciones de usuarios que en la actualidad administran y
rinden informes de sus actividades a instituciones como los hospitales Nazaret
y Vista Hermosa, la CAR y la Superintendencia de Servicios Públicos, sin
recibir de ninguno de ellos un acompañamiento permanente, pues los prime-
ros realizan la supervisión del manejo sanitario, la CAR controla que se respe-
te la concesión de aguas y se proteja la cobertura vegetal de las áreas de
captación, y la Superintendencia lo referente a la administración y manejo de
tarifas, pero no asesoran de nodo integral, haciendo engorroso y costoso
cualquier trámite, pues deben desplazarse a las zonas urbanas e itinerar por
las diferentes instituciones.

En general puede decirse que los acueductos comunitarios surgieron de la nece-


sidad de los pobladores de abastecimiento y distribución equitativa del agua, en
cuya construcción se utilizaron recursos propios de la comunidad, en procesos de
solidaridad, participación y confluencia colectiva.

Caracterización, problemas y organización


de los acueductos comunitarios
Un acueducto comunitario es un colectivo de pobladores organizados a través
de una asociación de usuarios para conservar y mejorar la cantidad y calidad
del recurso hídrico y distribuirlo en un territorio determinado, los cuales nom-
bran en asamblea una junta de administración conformada por presidente,
vicepresidente, secretario, tesorero, fiscal y vocales, quienes contratan a un
fontanero y un asesor contable para el funcionamiento normal de la presta-
ción del servicio de agua potable. En la práctica la junta termina asumiendo
todas las funciones de la asociación de usuarios para la conservación y mejo-
ramiento de la cantidad y calidad del agua, mantenimiento de tanques y redes
de distribución (mangueras), y para ello fija el cobro por una sola vez del valor
de un punto de agua, o sea el derecho de un usuario al servicio permanente y
una tarifa mensual de consumo. Se destaca la labor del fontanero, que vela
por la prestación permanente del servicio en óptima calidad y cantidad, con
base en acciones de tratamiento y purificación del agua, mantenimiento de

107
Colombia: ¿un futuro sin agua?

redes y cobro de tarifas mensuales (es la persona que mejor conoce el área, sus
pobladores, la cobertura vegetal, la fauna y el potencial hídrico).

Las áreas de captación de estos acueductos se encuentran en las partes altas,


zona de transición entre las asociaciones vegetativas de bosque alto andino,
subpáramo y páramo. En general, las zonas de nacederos de estos acueductos
se encuentran en áreas de propiedad privada, donde el dueño cede o permite
la construcción de la infraestructura para el acueducto sin recibir ninguna
contraprestación, junto con actividades agropecuarias directas o mediante arren-
damiento, con cerco de pequeñas áreas de bocatoma, desarenador, rejillas,
tanque de almacenamiento y planta de tratamiento, en algunos casos.

Todos los acueductos tienen como prioridad la consecución de recursos para


la compra de predios en la zona de los nacimientos, para evitar el impacto de
actividades agrícolas (residuos y empaques de plaguicidas) y la contaminación
de las aguas por actividades pecuarias. Los derechos al servicio del agua o
puntos de conexión tienen valores que fluctúan entre $ 1’422.000 (Accupasa)
y $ 120.000 (Cerrito Blanco), para desestimular a nuevos usuarios, ante la
tendencia de crecimiento poblacional en la zona de influencia del acueducto.
Así mismo las mensualidades varían entre tarifas fijas de $ 9.000 hasta $
4.000 pesos y con tarifa diferenciada según el consumo (Aguas Calientes, que
cobra una tarifa básica más el valor de los metros cúbicos consumidos, cuyo
valor se incrementa en la medida en que aumenta el consumo). Todos están
legalizados, cuentan con personería jurídica y concesión de aguas por parte de
la CAR, a excepción de Acuavida, que no la debido a que no ha podido anexar
el titulo de los predios donde se ubica la bocatoma. La mayoría de los acueduc-
tos tienen concesión para consumo humano, que les exige tener planta de
tratamiento y potabilización, a excepción de Accupasa y Saltonal que tienen
concesión para consumo humano y actividades agropecuarias, lo cual impide
la potabilización.

A pesar de que la localidad de Usme es más antigua y consolidada que Ciudad


Bolívar, posee menos acueductos veredales y se encuentra en la fase de cons-
trucción de algunos, mientras que Ciudad Bolívar se encuentra en la fase am-
pliación y modernización de los acueductos construidos en años anteriores.
Entre los que tienen más de veinte años en la zona rural de Usme, se encuen-
tran los de las veredas Olarte, Margaritas y El Destino, ampliados y moderni-
zados hace tres años. Como acueductos por iniciar actividades o en proceso
de construcción, están los de las veredas Agualinda, Chiguaza, El Hato, La
Argentina, El Uval, Los Soches, Corintoy La Requilina.

Todos se encuentran seriamente afectados por actividades agropecuarias en


sus áreas de captación, nacimientos y rondas de quebradas. Las actividades
agrícolas causan erosión y sedimentación de nacimientos y cauces por las
labores de preparación de suelos, además de contaminar con residuos de
plaguicidas, que por las lluvias son arrastrados hasta las fuentes. Del mismo
modo se contamina con recipientes y empaques de insumos, producto del
lavado de tanques y canecas en donde se preparan las mezclas con plaguicidas.

108
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Las actividades pecuarias impactan de manera negativa las fuentes de agua,


pues el ganado bebe directamente en ellas contaminando con sus excretas y
destruyendo por pisoteo la cobertura vegetal, situación que se agudiza espe-
cialmente en los periodos de verano en donde el pasto y el agua escasean en
las partes bajas y los pobladores se ven obligados a subir el ganado a los
páramos.

En varias ocasiones se han realizado encuentros sectoriales de acueductos en


torno a los problemas ambiental, administrativo y operativo de los mismos, y
las relaciones con las instituciones públicas. De otra parte, las instituciones
distritales, EAB, Secretarías del Hábitat y del Medio Ambiente, se reunieron y
conformaron la Mesa Distrital de Acueductos Comunitarios, donde se definen
de manera inconsulta con los usuarios acciones como reforestación,
preencuentros sectoriales y encuentros distritales de acueductos comunitarios
y otros. Ante esta situación, en asamblea general de Acueductos Comunita-
rios de la Cuenca del Tunjuelo, el día 17 de septiembre de 2007, se definió
adelantar un proceso de encuentro y coordinación de trabajo diferenciado en
las siguientes etapas: Caracterización y diagnóstico integral del estado actual
de los acueductos; elaboración de una propuesta de optimización de acueduc-
tos en lo administrativo, financiero, operativo y ambiental y avanzar en la
organización con la conformación de una Federación de Acueductos Veredales
del Tunjuelo. En general el proceso se propuso interpretar la situación actual
del uso del agua, la equidad en su distribución y la permanencia de la adminis-
tración de este recurso en manos de los usuarios, quiénes pueden y deben
garantizar el uso colectivo y el tratamiento del agua como derecho fundamen-
tal y patrimonio universal y no como un recurso mercantil (ver Recuadro,
Manifiesto de los Acueductos Comunitarios).

109
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Cuadro 1
Los acueductos comunitarios de Ciudad Bolívar y Usme

Acueducto Fuente de Abastecimiento Cobertura Proyectos


Asociación de Toma Calderón, nacimiento del río Soacha. Presenta conflicto por el agua Quiba Alta y Reforestación con recursos del antiguo DAMA y
usuarios de las entre el área rural de las veredas de Quiba Alto y Bajo, el área rural con Quiba Baja el Fondo de Desarrollo Local de Ciudad Bolívar,
Quibas - zonas de expansión urbana (Verbenal, Tierra Colorada, El Guaval), con resultados de muy bajo impacto y sostenibilidad
Asoquiba 280 veredas de Soacha y barrios emergentes de este municipio. El área del por inadecuada selección y adopción de especies,
familias nacedero tiene buena cobertura vegetal y no se encuentra afectada por falta de concertación con propietarios de predios
actividades agropecuarias. y ausencia o cortos periodos de mantenimiento
que causa altos niveles de mortalidad en el
material sembrado y bajo porte.
Procesos de restauración, por disminución de
recurso hídrico y exigencias de la CAR, dando
posibilidad de interactuar con entidades ambien-
tales para esto
Asociación de Sector del Pantano de la Lechuza, área de páramo cercano a la laguna del Pasquillita, Reforestación y restauración (ver arriba en
usuarios del Alar. Condiciones ambientales y vegetativas adecuadas y sin actividades Santa Rosa y Asoquiba condiciones y resultados)
acueducto agropecuarias que afecten calidad del recurso hídrico, no se hace Las Mercedes
Accupasa necesaria potabilización. Hay concesión de aguas para uso doméstico y
176 familias actividades agropecuarias.
Asociación de Área limítrofe entre las localidades de Usme y Ciudad Bolívar, en el Santa Bárbara, Reforestación y Restauración (ver arriba en
usuarios del nacimiento de la quebrada Margaritas. Presenta cobertura vegetal nativa Las Mercedes Asoquiba condiciones y resultados)
acueducto en zonas de ronda hídricas, en orillas del cauce de la quebrada, donde la (Ciudad
Acuavida zona de captación presenta alto grado de impacto por actividades de Bolívar) y El
120 familias agricultura y ganadería. Hato (Usme).
Asociación de Unión de cinco nacederos origen de quebrada La Porquera, relictos de Mochuelo alto Reforestación y restauración (ver arriba en
usuarios del bosque altoandino y matorrales, con marcado avance de actividades sector rural y Asoquiba condiciones y resultados)
acueducto agrícolas y pecuarias que pone en riesgo cantidad y calidad del recurso centro En el sector de Lagunitas se proyecta construc-
Asoporquera hídrico, a pesar de proyectos actuales (ver), y debido a imposibilidad de poblado ción de nuevo acueducto para sesenta nuevos
187 familias compra de predios privados en zona influencia de los nacederos, a pesar Vereda usuarios, con diseños de la EAB, cuya fuente
de contar con recursos UEL del EAB, ante bajos avalúos de predios por el hídrica será la quebrada El Baúl
IGAG (considera que terrenos pierden valor comercial al ser destinados a
protección ambiental).
Asociación de Bocatoma en los nacimientos Ajos y Aguas Calientes, presenta área Mochuelo
usuarios del protegida manejada por la asociación en la zona de captación, cercada, Bajo, cinco
acueducto con buena cobertura vegetal, pero con poca área; atravesada por vía que barrios
Aguas Calientes comunica las vereda Mochuelo Bajo y Quiba Alta, rompiendo la conectivi- urbanos.
712 familias dad hídrica y vegetal, igualmente esta afectada en su entorno por
actividades agropecuarias y mineras.
Asociación de Vereda de San Benito, nacimiento de la quebrada Piedra Gorda y La Vereda El Varios proyectos de reforestación con el DAMA,
usuarios Leona. Presenta cobertura vegetal de Páramo y matorral en la ronda Destino y El la Universidad Nacional, sin resultados satisfacto-
Asoolarte 180 hídrica de afluentes, esta zona esta siendo afectada por actividades Olarte en rios por alto porcentaje de mortalidad en
familias agropecuarias, especialmente ganadería y explotación piscícola (Trucha Usme material vegetal sembrado.
y El Destino Arco Iris). Reforestación y mantenimiento de las
130 familias En Acueducto de la vereda Olarte predios de los nacimientos son microcuencas con recursos de la Secretaría
propiedad estatal, en el pasado del ICA, Finca de investigación Distrital del Ambiente.
agropecuaria La Australia y posteriormente utilizada por Ministerio de
Defensa como base militar, por lo cual no es posible desarrollar activida-
des de caracterización, protección, reforestación y mantenimiento
permanente debido a que su zona de captación está siendo utilizada
como áreas de polígono y prácticas de combate.
Acueducto del Estrella hídrica de la laguna del Alar, con vegetación de páramo y Sector vecino Reforestación y restauración (ver arriba en
centro poblado pequeñas manchas de bosque altoandino, predominando el encenillo. al poblado e Asoquiba condiciones y resultados)
de Pasquilla Presenta afectaciones por cultivos de papa con uso intensivo de plaguici- Pasquilla y
das químicos, los cuales son preparados para el laboreo en las fuentes circundantes
Acueducto hídricas y sus residuos y envases son arrojados en potreros o áreas Poblado Instalación de medidores para regular el uso del
Saltonal cercanas a estas fuentes, así mismo se encuentran actividades de pastoreo Pasquilla y agua
57 familias muy cercanas, dándose el pisoteo y una baja contaminación por urea y sectores
coniformes. circundantes
Asociación de Sector rural Reforestación (ver arriba en Asoquiba condicio-
usuarios del vereda nes y resultados)
acueducto Pasquilla
Piedra Parada
87 familias
Asociación de Otro sector
usuarios del rural vereda
acueducto Pasquilla.
Cerrito Blanco
58 familias
Cuatro Estrella hídrica en el área forestal distrital los Encenillales de Pasquilla Vereda de
asociaciones Pasquilla
usuarios, sin
coord. actual

110
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Manifiesto de Acueductos Comunitarios


Realidades de Participación y Solidaridad
Asamblea de Acueductos del Tunjuelo – Mochuelo Alto. Septiembre 17 de 2007.
“Entre gado a EAB, Secretaría del Hábitat, Secretaría Distrital de Ambiente, UAESP, La
Superservicios.”

Los acueductos comunitarios nacen de la iniciativa, trabajo y esfuerzo de las comunidades


para solucionar el problema de distribución del agua de manera permanente en condicio-
nes de calidad, cantidad y costos adecuados y asequibles para todos.
Esta labor fue iniciada en algunas veredas hace más de treinta años y en otras de manera
reciente. Durante el transcurso de este periodo de tiempo se observa con preocupación
que las instituciones Distritales y Nacionales no avanzan en concretar un apoyo eficiente y
coordinado a los Acueductos Comunitarios. Por el contrario la continua promulgación de
leyes, normas y decretos, la continúa reestructuración y/o creación de instituciones en vez
de facilitar la construcción, administración y funcionamiento de los acueductos ha dificul-
tado, obstaculizado y llenado de trámites sus labores. La manera aislada y descoordinada
al interior de cada institución y entre las instituciones hace que los esfuerzos y recursos de
las juntas administradoras de los acueductos y de sus usuarios se desgasten de trámite en
trámite, de oficina en oficina y de institución en institución.
Las instituciones y algunos de sus funcionarios han asumido que la relación con los acue-
ductos comunitarios es únicamente la creación de leyes, normas y decretos; la exigencia
del cumplimiento leyes, normas y decretos; el control del funcionamiento del acueducto;
el control de la calidad del agua; el control del manejo de los recursos financieros; el con-
trol del manejo de los recursos naturales en las áreas de captación; el control de la tarifa.
Todas controlan y para cada control hay una institución, en cada institución una depen-
dencia en cada dependencia una oficina para que el control sea muy eficiente.
¿Pero cuál colabora?¿Cuál asesora la construcción, la administración, el funcionamiento?
¿Cuál facilita que en una sola oficina se lleven a cabo todos los trámites que se requieran?
¿Cuál se esfuerza por disminuir el número de trámites? ¿Cuál no amenaza con multas,
sanciones o cierres? ¿Cuál entiende la participación social como el ponerse al servicio de
los intereses y quereres de la comunidad y no el contar que se va ser en su nombre? ¿Qué
institución con humildad acepta que estos acueductos han surgido de iniciativas popula-
res? ¿Qué los que mejor los conocen, los que mas los necesitan y por esto quienes más
deben conservarlos son sus usuarios?
Si de verdad existe la intención institucional de cambiar la manera de relacionarse con los
acueductos creemos que los pasos a seguir son los siguientes:
- No seguir generando contratos millonarios en nombre de los acueductos ni para organi-
zarnos, ni para fortalecernos, ni para hacer manejo ambiental sin haber discutido y acor-
dado previamente con los usuarios y sus juntas administradoras el qué hacer, el cómo ha-
cerlo y con quién hacerlo.
- Definir claramente cuál va a ser la relación Distrito - acueductos comunitarios, Cada insti-
tución – Acueductos comunitarios pasando del control y seguimiento al apoyo y acompa-
ñamiento, pasando de la amenaza, la sanción, la multa al trabajo respetuoso y conjunto
para la consecución de intereses comunes definiendo como fin ultimo el bienestar y felici-
dad de los usuarios y habitantes de los territorios productores y conservadores del agua.
- Unificar la relación Distrital con los acueductos a través de una entidad ubicada en las
áreas rurales o lo más cercano a ellas.
- Entendiendo este acercamiento como el inicio de un proceso se propone conformar una
mesa conjunta Distrito – Acueductos Comunitarios en donde la participación se de en con-
diciones igualdad y equidad tanto en lo referente a la logística (transporte, equipos, recur-
sos) como en lo referente a la información requerida en medios magnéticos, físicos y
cartográficos.
- Asistencia de funcionarios de planta con poder de decisión a esta mesa conjunta.
- Reuniones periódicas que se desarrollaran en las sedes de los acueductos veredales de
manera rotativa.
Esta mesa tendrá como meta final la unificación de los criterios para la presentación al
Concejo de Bogotá el proyecto de decreto para la creación de la entidad Distrital de finan-
ciamiento, apoyo y acompañamiento a Acueductos Comunitarios, asociaciones y organiza-
ciones que trabajen por el adecuado manejo y conservación del recurso hídrico.
“Asociaciones de Usuarios de Acueductos Comunitarios de la Cuenca del río Tunjuelo”
“Proceso Popular Asamblea SUR”

111
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Agua, paisajismo y espacio público

Carlos Bell Lemus1

Las leyes 9 de 1989 de reforma urbana y 388 de 1997 de ordenamiento territo-


rial recogen muy bien las definiciones legales de espacio público en Colombia, y
varios decretos reglamentarios de las mismas leyes discriminan sus componentes
naturales (agua, humedales, ríos, parques, bosques, costas) y culturales (plazas,
templos, monumentos, calles, senderos, edificaciones publicas patrimoniales).

Así, espacio público es

“el conjunto de inmuebles públicos y los elementos arquitectónicos y


naturales de los inmuebles privados, destinados por su naturaleza, por
su uso o afectación, a la satisfacción de necesidades urbanas colecti-
vas que trasciende por lo tanto los límites de los intereses individuales
de los habitantes” (Art. 5 Ley 9ª de 1989).

A partir de estos conceptos se pretende que el ordenamiento territorial, mira-


do desde una perspectiva sostenible, articule los bienes naturales al desarrollo
urbano mediante un tratamiento adecuado del espacio público.

En la forma y en el cómo de esa intervención, se puede apreciar si se han


incorporados criterios de sosteniblidad ambiental o una mirada desarrollista
de progreso; y como esta última ha sido la visión predominante en Colombia
desde el siglo XX, es muy poco el paisajismo sustentable que podamos obser-
var en las ciudades colombianas.

Los ríos Bogotá, Cali, Medellín, los caños del centro de Barranquilla, todos se
encuentran sin oxígeno producto de esos modelos de desarrollo urbano que
consideraron infinitos los “recurso naturales”: Se toma, su usa y se bota. Las
ciudades consumen energía, alimentos y minerales, y luego de su digestión los
devuelve a la naturaleza como desperdicios, basuras y lixiviados. Prácticamen-
te esto último son nuestros ríos urbanos.
1 Arquitecto. Magíster en
Pero ya se conocen los límites del consumo de los recursos naturales del planeta. proyectos de desarrollo
social. Profesor de la
El Club de Roma los avizoró hace más de cuarenta años. De ahí que en el siglo Universidad del Atlántico.
XXI el agua se haya tornado prioridad mundial, máxime cuando aún hay miles de Ex-presidente de la junta
directiva de Ecofondo 2000
millones de personas en el mundo que no tienen acceso al agua potable. -2002.

113
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Si fuese posible introducir como políticas públicas criterios urbanísticos de


sustentabilidad para el manejo del agua dentro de la concepción del desarrollo
de nuestras ciudades colombianas, el paisaje urbano con seguridad sería otro.
Por ejemplo, las culatas de las viviendas no estarían orientadas hacia la ronda
del río, más bien las fachadas se abrirían hacia ese paisaje natural, que nos
recordaría la necesidad de cuidar el agua como fuente de vida para sostener
su vitalidad biológica.

En este punto, el nuevo perfil urbano -como estructura y como símbolo-, abierto
hacia los ríos y los cuerpos de agua, correspondería a una verdadera estética
del paisaje que se tornaría en la expresión ética de un bienestar ambiental y
social que la sociedad en su conjunto incorpora como un valor.

En el caso de las ciudades con cierto grado de infraestructura industrial y por-


tuaria, no sólo las fábricas y los muelles se desarrollarían en sus riberas; habría
espacios y lugares para alamedas y malecones, parques y miradores, arte y
lúdica, monumentos y símbolos que nos invitarían a regocijarnos en esos
paisajes naturales a los cuales pertenecemos como seres vivientes, y de los
cuales somos responsables.

Recuperar el valor de los ríos y cuerpos de agua como espacios públicos para que
se transformen en la expresión territorial de la soberanía popular, no sólo es un
problema de maquillaje urbano, de una silueta mediática para las postales turísti-
cas, sino el resultado de una reformulación de los porqué y para qué de las
ciudades; del cambio en las prioridades ambientales de su diseño urbano; de
modificaciones en la actitud y la conducta de los ciudadanos frente al agua.

En Londres a mediados del siglo XIX, cuando la revolución industrial se encontra-


ba en su apogeo y la ciudad se hallaba afectada por el hacinamiento de las míse-
ras viviendas donde residían los campesinos convertidos en obreros, las epide-
mias respiratorias y gastrointestinales hacían mella sobre la población, y sin una
infraestructura de saneamiento básico, la contaminación del río Támesis llegó a
tal grado que los malos olores y la putrefacción de sus aguas obligó a cerrar las
sesiones del parlamento ubicado en una de sus orillas. Se trasformó en una ame-
naza para la democracia. Pero los ingleses en vez de tomar por el camino facilista
de mudar la sede, optaron por afrontar el problema de la contaminación y se
dieron a la tarea de convocar a técnicos y científicos que inventaron la primera
planta descontaminadora de aguas servidas del mundo occidental.

Si la Casa de Nariño, o el edificio del Congreso hubiesen estado localizados a


orillas del río Bogotá, la historia ambiental de la ciudad y del país tal vez hubiera
sido otra.

Por ello, como el agua es un elemento fundamental para que sean posibles la vida
humana y el desarrollo de la sociedad, es importante mostrarla, no ocultarla para
ver su “estado de ánimo”; superar la actual consideración utilitarista y mercanti-
lista para valorizarla como derecho fundamental de todo ciudadano.

114
Colombia: ¿un futuro sin agua?

La arquitectura y el urbanismo con su fuerte carga simbólica y semiótica, puede


colaborar en la construcción de esa nueva sensibilidad y valoración. La obra de
Rogelio Salmona es rica en esa intencionalidad: En la biblioteca Virgilio Barco,
en la sede de postgrados de la Universidad Nacional, en la casa de huéspedes
ilustres, en la vía peatonal de la Avenida Jiménez, el agua se incorpora como un
elemento estructurante del espacio público, generando un paisajismo que nos
sensibiliza y recuerda su valor estético, y su fuerte relación con la vida.

De modo que los miradores, los camellones, las alamedas, los receptáculos de
aguas lluvias son intervenciones urbanas expresivas de una nueva forma de
mirar al agua como un elemento estructurante del espacio público y de la
fisonomía del paisaje de la ciudad.

115
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Manejo de cuencas y ordenación


ambiental territorial

Francisco Canal Albán y Jorge Enrique Sastoque1

Los decretos 2811 de 1974 y 2857 de 1981, introdujeron en el país el enfo-


que, la figura y la definición de cuenca hidrográfica, así como la función públi-
ca estatal de su ordenación en todo el territorio nacional. En la actualidad, el
Decreto 1729 de 2002, reglamentario de la Ley 99 de 1993 en la materia,
otorgó la competencia a las Corporaciones Autónomas Regionales y de Desa-
rrollo Sostenible.

En este contexto, es preciso analizar el enfoque de cuenca y de ordenación


que tiene el último decreto citado, teniendo en cuenta la limitación que impo-
nen la dimensión territorial y el conflicto socio-ambiental existentes en ese
amplio, dinámico y contradictorio escenario, y la exigencia de integralidad
que ello supone en la planificación y la gestión ambiental de la ordenación,
que hasta el momento no es clara en la agenda de las autoridades ambienta-
les, a pesar de estar señalada en el artículo 7º de la Ley 99 de 1993, en los
siguientes términos:

“Se entiende por ordenamiento ambiental del territorio para los efec-
tos previstos en la presente ley, la función atribuida al Estado de regu-
lar y orientar el proceso de diseño y planificación del uso del territorio
y de los recursos naturales renovables de la Nación a fin de garantizar
su adecuada explotación y su desarrollo sostenible.”

Cabe advertir que el análisis de la situación planteada no puede concebirse


por fuera de la normativa vigente, dada su pertenencia a un orden constitucio-
nal que según el magistrado Ciro Angarita Barón, es “por definición ecológico”.
Así, es menester que el tema de la ordenación de cuenca se asuma como una
necesidad y un derecho inaplazable de los colombianos, y de garantía de los
derechos fundamentales y colectivos que plasma el actual Estado Social y
Democrático de Derecho desde la perspectiva de la participación democráti-
ca, frente al conflicto socio - ambiental.

De acuerdo con este paradigma, le corresponde al Estado colombiano la obli-


gación no diferible en el tiempo de efectuar la planificación y la gestión publi-
1 Ex-presidente de Asocars, y
ca encaminada a la guarda, protección y garantía de la función social y ecológica consultor independiente; y
del suelo, de manera coordinada, sistemática, armónica e integral a fin de abogado ambientalista,
respectivamente.

117
Colombia: ¿un futuro sin agua?

proteger la diversidad e integridad del ambiente, conservando las áreas de


especial importancia ecológica, planificando el manejo y aprovechamiento de
los recursos naturales, garantizando su conservación, restauración o sustitu-
ción en concordancia con la impostergable obligación de garantizar la
sostenibilidad ambiental territorial, máxime si se tiene en cuenta el estado de
deterioro en que se encuentran los denominados ecosistemas estratégicos,
con la biodiversidad, recursos genéticos y demás bienes naturales que alber-
gan. Así, lo establecen en orden de mención los artículos 58, 79 inciso 2º, y
80 de la Constitución Política.

En efecto, el análisis debe efectuarse en armonía con dicho ordenamiento,


que define la supremacía constitucional en el sistema jurídico colombiano, y
por ende la del orden ecológico.2

Si se observa con detenimiento, puede colegirse un vacío protuberante en


materia observancia de la constitución y de su supremacía en cuanto a la
ordenación de cuencas, en la medida en que no se ha acometido la obligatoria
ordenación ambiental del territorio, ni bajo la vigencia del Decreto-Ley 2811
de 1974, ni de la Ley 99 de 1993, ni del Decreto 1729 de 2002.

Hoy es necesario asumir el tema bajo la prescripción de la ley 99 de 1993 res-


pecto de la necesidad de “expedir y actualizar el estatuto de zonificación de uso
adecuado del territorio para su apropiado ordenamiento y las regulaciones nacio-
nales sobre el uso del suelo en lo concerniente a sus aspectos ambientales, y fijar
las pautas generales para el ordenamiento y manejo de cuencas hidrográficas y
demás áreas de manejo especial.”, con el fin de contar con la información nece-
saria para acometer en sentido este sí específico, la ordenación de cuencas
hidrográficas entendidas como parte integral del escenario territorial.
2 A este respecto la Corte
Constitucional en Según los decretos citados; se entiende
Sentencias T - 6/92; T –
421/92; T - 223/92; C -
511/94; T - 63/95; T - 69/ “por cuenca u hoya hidrográfica el área de aguas superficiales o subte-
95; T - 318/97; SU - 253/
98; T - 329/98; C - 400/98; rráneas, que vierten a una red hidrográfica natural con uno o varios
C -600/98; C - 273/99; C - cauces naturales, de caudal continuo o intermitente, que confluyen en
582/99; C - 390/02; C -
391/02; C - 422/02; C - un curso mayor que, a su vez, puede desembocar en un río principal,
644/02; C - 756/02; C - en un depósito natural de aguas, en un pantano o directamente en el
979/02; C- 980/02; C -
983/02; C - 528/03; C - mar. La cuenca se delimita por la línea del divorcio de las aguas”.
590/05; C – 823/05, ha
reiterado lo concerniente a
la supremacía de la Tal definición de cuenca además se caracteriza por ser unilateral al referirse
Constitución como norma sólo al sistema hidrológico, y dejar de lado las dinámicas territoriales asociadas
de normas, así como lo
relativo a la expedición de al mismo, acepción que sí recoge el Ministerio de Ambiente, cuando la define
otros dispositivos legales y como
normativos, los cuales en
todo caso deberán surgir a
la vida jurídica de “la unidad de territorio donde las aguas fluyen naturalmente confor-
conformidad y en
acatamiento del orden mando un sistema interconectado, en la cual interactúan aspectos
superior jerárquico biofísicos, socioeconómicos y culturales”.
establecido en ella, o en
defecto correr el riesgo de
la predica de su Y difiere de otra más compleja según la cual,
inconstitucionalidad.

118
Colombia: ¿un futuro sin agua?

“ordenación de una cuenca es el proceso de planificación, permanente,


sistemático, previsivo e integral adelantado por el conjunto de actores
que interactúan en y con el territorio de una cuenca, conducente al uso y
manejo de los recursos naturales de una cuenca, de manera que se man-
tenga o restablezca un adecuado equilibrio entre el aprovechamiento
social y económico de tales recursos y la conservación de la estructura y
la función físico biótica de la cuenca.” “Así mismo, busca planificar el uso
sostenible de la cuenca y la ejecución de programas y proyectos especí-
ficos dirigidos a conservar, preservar, proteger o prevenir el deterioro y/
o restaurar la cuenca hidrográfica, buscando un manejo adecuado y res-
ponsable del recurso hídrico” (www.minambiente.gov.co ).

En esencia, para efectos de la planificación y la gestión ambiental del ordena-


miento de las cuencas hidrográficas, la supremacía jurídica está en la ordena-
ción ambiental del territorio, entendido en el amplio sentido anotado. Así, el
acto de ordenación de cuenca hidrográfica conlleva un ejercicio de planifica-
ción y de gestión ambiental con fines de protección y sostenibilidad de los
recursos naturales, la biodiversidad, los ecosistemas estratégicos, el suelo y el
agua, y debe hacerse teniendo en cuenta la integralidad socio-ambiental del
territorio como unidad básica de la planificación, y la gestión institucional y
participativa de los actores sociales, en tanto el territorio debe entenderse
como una expresión de conflictos que se presentan al interior de los subsistemas
ecológicos sociales y naturales.

Lo cual demanda un enfoque de derechos, a fin de garantizar la inclusión y la


participación de las comunidades y demás actores de derecho público y priva-
do que habitan e impactan la cuenca a través de actividades económicas, y
asumir los aspectos ambientales como de superior jerarquía respecto de la
competencia de municipios y distritos en materia del ordenamiento territorial,
con el fin de evitar penurias presentes y futuras de orden económico, social,
ambiental y sanitario que puedan llegar a incidir de forma drástica o peligrosa
en la vida, la salud, la seguridad, la bioseguridad y la soberanía alimentaria de
la población asentada en las mismas cuencas, y para garantizar la sostenibilidad
del territorio que comprenden las cuencas en conjunto.

Para atender a esta complejidad de la dinámica socio-ambiental que comporta


el territorio visto más allá del enfoque de cuenca, es preciso observar lo deter-
minado por los artículos 5º y 7º de la Ley 99 de 1993, armónicos e integrales
con el artículo 1º, 93 y 94 Constitucionales, que conforman en conjunto los
fines políticos y sociales del Estado, y que asume el bloque de derechos huma-
nos, colectivos y del ambiente en contexto con el derecho público internacio-
nal. A este respecto señala la Corte Constitucional en Sentencia T – 426 de
junio 24 de 1992, lo siguiente:

“El Estado Social de Derecho hace relación a la forma de organización


política que tiene como uno de sus objetivos combatir las penurias econó-
micas o sociales y las desventajas de diversos sectores, grupos o personas
de la población, prestándole asistencia y protección. Exige esforzarse en la

119
Colombia: ¿un futuro sin agua?

construcción de las condiciones indispensables para asegurar a todos los


habitantes del país una vida digna dentro de las posibilidades económicas
que estén a su alcance. El fin de potenciar las capacidades de la persona
requiere de las autoridades actuar efectivamente para mantener o mejorar
el nivel de vida, el cual incluye la alimentación, la vivienda, la seguridad social
y los escasos medios dinerarios para desenvolverse en sociedad.”

En tal sentido, el ejercicio de ordenación ambiental del territorio debe ser el


objetivo a conseguir, y supera la especificidad de la cuenca hidrográfica, apun-
tándole a una gestión ambiental institucional que debe incluir una mirada
ecosistémica desde el territorio físico-biótico, y al mismo tiempo atender a la
realidad del conflicto socio-ambiental existente en los diversos territorios, a fin
de propiciar la sostenibilidad; y en ambos aspectos, propiciar la inclusión de
los entes públicos en conjunto con todos los actores sociales allí presentes, con
el fin de lograr la más amplia participación democrática, entendida como un
derecho fundamental y colectivo, bajo el mandato constitucional de salvaguar-
dar y proteger las riquezas culturales y naturales de la Nación.

En este orden de ideas es pertinente anotar que el recurso hídrico se consolida


como centro estructural de la cuenca. De acuerdo con la FAO, Colombia ocu-
pa elséptimo lugar en cuanto a disponibilidad de r ecursos hídricos a escala
mundial, después de Brasil, Indonesia, Rusia, India, Canadá y China; lo cual se
debe a las condicionesbiofísicas y climáticas de algunas r egiones de nuestro
país que aún se encuentran en un buen estado de conservación. Por ello se
amerita incluir el tema del agua como derecho y soporte de la soberanía, y
relacionarlo con los ecosistemas estratégicos, que son aquellos

“sistemas ecológicos de los cuales depende el suministro de agua, ali-


mento y energía y otros servicios ambientales imprescindibles para satis-
facer las demandas de la población. Asociaciones entre las comunidades
principales de organismos naturales, vitales para el desarrollo de un siste-
ma biológico”; y “aquella área o espacio físico que aporta bienes y servi-
cios ambientales que contribuyen al bienestar de un sujeto individual o
colectivo, tales como el aire, el agua, materias primas, fuentes de ener-
gía, biodiversidad y protección de germo-plasma con fines medicinales
entre otros. Desde otro punto de vista se puede considerar un ecosistema
estratégico como aquella área sensible a la acción antrópica llegando a
ser perturbadas o dañadas, y en consecuencia llegar a paralizar las activi-
dades sociales y económicas de un país, un departamento o un
municipio”(Contraloría departamental del Huila, 2004).

Se reconocen dentro de este rango, ecosistemas de páramo, humedales y


manglares entre otros, que proporcionan dinámicas biológicas específicas para
el equilibrio eco-sistémico de los territorios.

De acuerdo con lo expuesto, los ecosistemas estratégicos son componentes del


complejo territorial que encierran importancia relevante y que requieren atención
prioritaria en contexto de la ordenación ambiental del territorio, dada la impor-

120
Colombia: ¿un futuro sin agua?

tancia que tienen en la conformación de la estructura biofísica y su función para


el mantenimiento de la vida del hombre y de muchas otras especies.

Este ejercicio de política pública sin lugar a dudas atiende a la planificación y la


gestión ambiental del territorio con una visión que de lejos supera el marco redu-
cido de la mera ordenación por cuenca hidrográfica, y por ello el ordenamiento
ambiental del territorio debe en tal sentido armonizarse con los planes de ordena-
miento territorial y de desarrollo económico y social, pues se constituye en el
fundamento para la sostenibilidad ambiental y la garantía de los derechos funda-
mentales y colectivos, según lo dispuesto por la Constitución Política.

Un ejercicio de ordenación ambiental como el que se propone, permite inclu-


sive sin perjuicio de las modificaciones a que haya lugar, armonizar los objeti-
vos de las Leyes 99 de 1993, 152 de 1994 y 388 de 1997, respecto de la
función ordenadora del suelo que tiene una función social y ecológica, a ins-
tancias de los municipios y distritos, dando así aplicación a preceptos que
pretenden articular y actualizar las disposiciones contenidas en la Ley 9ª de
1989 con las nuevas normas establecidas en la Constitución Política, la ley
orgánica del ordenamiento territorial, la ley del plan de desarrollo, y el Siste-
ma Nacional Ambiental, para el establecimiento de los mecanismos que per-
mitan al municipio, en ejercicio de su autonomía, promover el ordenamiento
de su territorio, el uso equitativo y racional del suelo, la preservación y defensa
del patrimonio ecológico y cultural localizado en su ámbito territorial y la pre-
vención de desastres en asentamientos de alto riesgo, así como la ejecución
de acciones urbanísticas eficientes; y de la misma manera garantizar que la
utilización del suelo por parte de sus propietarios se ajuste a la función social
y ecológica de la propiedad y permita hacer efectivos los derechos constitu-
cionales a la vivienda ya los servicios públicos domiciliarios, y velar por la
creación y la defensa del espacio público, así como promover la armónica
concurrencia de la Nación, las entidades territoriales, las autoridades ambien-
tales y las instancias y las autoridades administrativas y de planificación, para
lograr el mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes, y facilitar la
ejecución de actuaciones integrales, en las cuales confluyan en forma coordi-
nada la iniciativa, la organización y la gestión municipales con la política urba-
na nacional, así como con los refuerzos y recursos de las entidades encarga-
das del desarrollo de dicha política.

El otro tema relacionado es el de la propiedad, y cabe traer a colación algunos


apartes de la Sentencia de la Corte Constitucional C-595/ 99, mediante la cual
se resolvió una demanda de inconstitucionalidad respecto de su concepto:

“El derecho de domino no es ilimitado, puesto que se encuentra con-


dicionado por los requerimientos del bien común. En efecto, la conce-
sión de un derecho, en el Estado social y democrático, se encuentra
siempre, vinculada a la imposición de una carga correlativa para su
titular. Teniendo en cuenta que no existen derechos sin deberes, la
protección del dominio opera siempre y cuando la adquisición de éste
se efectúe con arreglo a las leyes civiles, con estricta observancia de

121
Colombia: ¿un futuro sin agua?

las prescripciones que reglan lo atinente a la obtención originaria y


derivativa de la propiedad.”

“En el ordenamiento superior la propiedad no se concibe sin función


social, la cual no es otra cosa que la destinación del bien común al fin
o los fines para los cuales fue diseñado, producido u obtenido, ya sea
afectándolo a procesos productivos, a la generación de riqueza o a la
simple procura de bienestar. Lo cual significa, contrario sensu, que sin
manifestarse de manera expresa la materialidad de la función social y
ecológica se desnaturaliza el fenómeno político – jurídico que determi-
na la institución de la propiedad privada, de manera que se pierde la
posibilidad de toda garantía. En síntesis, la adquisición del dominio sin
los requerimientos de ley o el desconocimiento de la función social de
la propiedad, comportan una consecuencia negativa, cual es la
desprotección del derecho pretendido.”

“La propiedad en tanto que derecho individual, tiene el carácter de


fundamental, bajo las particulares condiciones que ella misma ha seña-
lado. Justamente los atributos de goce y disposición constituyen el
núcleo esencial de ese derecho, que en modo alguno se afecta por las
limitaciones originadas en la ley y el derecho ajeno pues, contrario
sensu, ellas corroboran las posibilidades de restringirlo, derivadas de
su misma naturaleza, pues todo derecho tiene que armonizarse con las
demás que con él coexisten, o del derecho objetivo que tiene en la
Constitución su instancia suprema.”

Desde la perspectiva de planificación integral ocurre que aquí hacen presencia de


manera integral los principios de relativos a la función social y ecológica del suelo;
de armonía regional, de complementariedad, de coordinación administrativa y de
subordinación entre las diferentes autoridades territoriales y ambientales, estable-
cidos la Constitución Política y en la Ley 99 de 1993, los que deberán iluminar y
materializarse en todo momento de la planificación del ordenamiento ambiental
territorial para la sostenibilidad. Así, puede decirse que la ordenación ambiental y
territorial en armonía con el plan de desarrollo social, constituyen el fundamento
sobre el cual se reedifica el ordenamiento integral del territorio en lo económico,
social y ambiental para dar vida al paradigma de la sostenibilidad como expresión
garantizadora de derechos. En efecto, sin la debida y armónica manifestación de
integralidad y complementariedad no es posible la efectiva realización de los dere-
chos fundamentales, colectivos y del ambiente para los habitantes, como tampo-
co la sostenibilidad y preservación de la biodiversidad y de los ecosistemas estra-
tégicos del territorio.

Los instrumentos y la planificación


del ordenamiento territorial
El municipio, en tanto componente político administrativo del territorio, es
desde el ámbito constitucional y del derecho público administrativo la unidad
básica de división o distribución territorial, a partir de la cual se delimitan

122
Colombia: ¿un futuro sin agua?

porciones territoriales con características específicas para el manejo de sus


potencialidades para el desarrollo, en aras de un bienestar y calidad de vida
para sus habitantes, que a su vez se organizan en unidades mayores que son
los departamentos y posteriormente en áreas regionales sobre la cuales tiene
su jurisdicción las Corporaciones Autónomas Regionales, tal como a este res-
pecto lo establece la Ley 99 de 1993.

Aquí es importante señalar que parte de esta división político-administrativa


está fundada en los diferentes aspectos físico-bióticos que consolidan el terri-
torio municipal, base fundamental de los diferentes componentes del territo-
rio que interactúan entre sí y sobre las cuales se realizan todas las actividades
necesarias para el desarrollo del ser humano.

El proceso de planificación del territorio a través del ordenamiento territorial


planteado por la Ley 388 de 1997, en el cual los municipios del país se ven
en la responsabilidad de formular y poner en marcha planes, planes básicos o
esquemas de ordenamiento territorial, se ha venido surtiendo desigualmente
en los municipios colombianos como consecuencia de la complejidad, políti-
ca, económica, social y biofísica de nuestro territorio.

Dentro del proceso de planificación territorial, desde esta óptica, el medio


ambiente y por lo tanto cada uno de sus componentes así como el estado de
los recursos naturales, son ejes centrales del ordenamiento y base para esta-
blecer restricciones a la utilización de los bienes y servicios ambientales. Así,
considerando este componente como esencial y como punto de partida para
la elaboración de los planes de ordenamiento (o POTs), los municipios debie-
ron elaborar el diagnóstico territorial de todos sus elementos y delimitar áreas
de acuerdo con la vocación del territorio, con el fin de garantizar la sostenibilidad
y la actividad productiva local.

Posteriormente al proceso de elaboración de los planes, se debe surtir el


ajuste, evaluación y reformulación de los POTs municipales que han termina-
do su periodo de ejecución, lo cual significa que es necesario realizar una
mirada retrospectiva al avance de los programas y proyectos planteados en
estos instrumentos de planificación, buscando de manera crítica el avance y
mejoramiento del proceso a partir de la actualización de la información de
base de la áreas territoriales.

La elaboración de dichos planes o esquemas ha tenido algunas limitaciones:


No ha habido mecanismos adecuados para garantizar una participación social
equitativa; los diagnósticos y la actualización de la información primaria han
sido precarias en muchos casos, debido la deficiencia de recursos destinados a
esta actividad; la formulación atendió en muchos casos a políticas inmediatas
y no a la vocación real del territorio; el país no tiene una experiencia local
para la planificación territorial, excepción hecha de Bogotá, D.C., razón por
la cual, ha faltado proponer y dejar explícito muchos elementos indispensa-
bles para la planificación; y el seguimiento y evaluación quedaron señalados
de manera superficial y en algunos casos estuvieron ausentes.

123
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Sin embargo, por estimarlo de importancia se advierte que recogiendo las


experiencias de los procesos de planificación se puede decir que Colombia
viene avanzando en el desarrollo de estrategias para implementar procesos de
planificación ligados al territorio, dentro de los cuales se establece en primera
instancia la planificación ambiental del territorio, donde las corporaciones Au-
tónomas Regionales, en coordinación con los entes de orden nacional debe-
rían contar con elementos de diagnóstico y orientaciones puntuales para el
manejo responsable de los ecosistemas, los recursos naturales y el medio am-
biente, amén de que en ocasiones no se da aplicación al artículo 209 constitu-
cional que determina la coordinación entre los diferentes entes y niveles de la
administración pública.

Las instituciones responsables han avanzado en alguna medida en el levanta-


miento de información sobre los componentes naturales en el territorio sobre
el cual ejercen su jurisdicción; de igual manera las instituciones de orden nacio-
nal ofrecen información organizada sobre los recursos naturales y el medio
ambiente, pero ésta no es suficiente o no se presenta en un nivel de detalle
adecuado a las necesidades de la toma de decisiones de un país con la comple-
jidad del nuestro.

La deficiencia de información demuestra la constante promulgación de legisla-


ción, donde terminan incluyéndose, obligaciones de elaboración de diagnósti-
cos e inventarios para el cumplimiento de otros parámetros. Un ejemplo lo
constituye el caso de la Ley 388 de 1997, en lo que se refiere a las determi-
nantes ambientales que según el artículo 10º constituyen normas de superior
jerarquía, dispositivo que sale al parecer en esta ley con fines de subsanar un
vacío relativo a la ausencia de información ambiental derivada del tantas veces
invocado ordenamiento ambiental territorial. De la misma manera sucede en
otro campo con el Decreto 1729 de 2000, que en defecto debiera haberse
orientado más bien a garantizar el desarrollo de los artículos 5º y 7º de la Ley
99 de 1993, que como se anotó en sana lógica jurídica, apuntan al ordena-
miento ambiental integral territorial que permite avanzar en la obtención de
información para efectos de la planificación y ordenación puntual en los casos
que ameriten.

Por otro lado la formulación y puesta en marcha de los POTs, indican que en
el año 2004, mas del 90% de los municipios del país tenían formulados sus
planes (como se ilustra en la siguiente figura), siguiendo en contenido las direc-
trices de la ley. Pero sus contenidos y nivel de avance y éxito, no se pueden
calificar, puesto que la orientación de cada uno de ellos fue dada de acuerdo a
la interpretación territorial. Tampoco se puede generar una discusión puntual
sobre el ajuste de esto debido a las deficiencias de información que se infieren.

124
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Gráfico 1
Evolución histórica de los Planes de Ordenamiento Territorial a partir de la expedición de la Ley 388 de 1998

Acumulado POT adoptados 980


1000

819
800
703

592
600

442
400 407

POT adoptados por año


200 161

150
35 111 116
0 1 34
0
Año 1997 Año 1998 Año 1999 Año 2000 Año 2001 Año 2002 Año 2003 Año 2004

Fuente: Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo territorial

De lo anterior se puede concluir que el ejercicio de ordenamiento territorial


municipal, 10 años después de la entrada en vigencia de la Ley 388 de 1997,
es un proceso en ajuste, que aunque ha ofrecido muchos elementos nuevos al
país, posiblemente requiera de una evaluación más concienzuda, y más tiem-
po para su consolidación y aplicación.

Los instrumentos y la planificación


del ordenamiento ambiental del territorio
De acuerdo con el artículo 7 de la Ley 99 del 93, ordenamiento ambiental del
territorio, es

“la función atribuida al Estado de regular y orientar el proceso de


diseño y planificación del uso del territorio y de los recursos naturales
renovables de la Nación a fin de garantizar su adecuada explotación y
desarrollo sostenible. (…) El ordenamiento ambiental del territorio se
propone ante todo, contribuir a garantizar la funcionalidad y
sostenibilidad del sistema natural de soporte de la población y de los
procesos sociales y económico”. Por otro lado considera dentro de
sus propósitos el análisis y la concertación.

Desde una mirada práctica, el ordenamiento ambiental del territorio es ade-


más un instrumento que permite contar con la información de base para orientar
los procesos de uso y ocupación del territorio, ya que se entiende que la

125
Colombia: ¿un futuro sin agua?

evaluación de potencialidades e impactos sobre el territorio está medido por


los efectos sobre los componentes ecosistémicos, sus estructuras dinámicas y
por lo tanto las alternativas de uso. Cabe mencionar de manera rápida que el
ordenamiento ambiental del territorio considera tres grandes elementos trans-
versales a otros procesos de planificación: Directamente relacionado con el
uso de los recursos naturales y el desarrollo sostenible; instrumento base para
la organización de las actividades sobre el territorio; base para la planificación
del territorio; es decir,

“es una componente estructural del ordenamiento territorial, por lo


cual es esencial que las características físico - naturales y ambientales
del territorio hagan parte integral del proceso de su ordenamiento
territorial para garantizar la conservación y el mejoramiento en cuanto
a cantidad y calidad de la oferta ambiental como base de sustentación
de las actividades sociales, culturales y económicas” (IDEAM – MAVDT,
2004)
.
Estado actual de los procesos de planificación
y ordenación de cuencas hidrográficas
En lo relacionado con la planificación de cuencas hidrográficas, para el cum-
plimiento de lo establecido en el Decreto 1729 de 2004, se elaboró la guía
técnico científica para Ordenación de Cuencas Hidrográficas, coordinada por
el IDEAM, con base en las cuales las Corporaciones vienen adelantando la
formulación de los respectivos Planes de Manejo y Ordenamiento de Cuencas
(POMCH), que incluyen el manejo de importantes ecosistemas estratégicos.

En esta medida se encuentra que las metas programadas en el marco de las


políticas no se ha cumplido, como se muestra en la gráfica que se presenta a
continuación. En ella se observa que durante el periodo del 2003 – 2006 se
programaron 11.657.068 hectáreas para la formulación de POMCH, y solo
se ejecutaron 1.340 para el 2003.

Gráfico 1
Área en ordenamiento y manejo en cuencas hidrográficas. has.
Análisis entre periodos 1998-2002 y proyección 2003-2006

14’000.000
11‘657.068
12’000.000

126
Colombia: ¿un futuro sin agua?

De igual forma el reporte arrojado por las Corporaciones autónomas regiona-


les indican que las metas propuestas no han sido cumplidas.

Cuadro 1
Áreas en ordenación de cuencas

Gestión Área (Hectáreas)

Área de Cuencas Declaradas en Ordenación. 12’327.440


Á d Pl d Od ió M j Ad d 51 230
En este mismo sentido, la gráfica que se presenta a continuación corrobora lo
mencionado anteriormente.

Gráfica 3
Cumplimiento de metas de áreas de cuencas en ordenación

5.000.000,00 4.749.196,88

4.500.000,00

4.000.000,00 3.986.061,95

3.500.000,00 3.761.796,60

3.000.000,00

2.500.000,00

2.000.000,00

1.500.000,00 1.015.789,61

1.000.000,00
642.940,00
500.000,00
Otra cuestión importante de analizar en relación con el ordenamiento de cuen-
cas hidrográficas, es el costo diferencial que han tenido diferentes planes y el
costo que esto implica para el país. A manera de ejemplo, el plan de ordena-
miento de la cuenca del río Garagoa costó $ 670’000.000 para un área de
250.815 ha, lo que equivale a cerca de $ 2.671/ha), el del Río la Vieja $
1’016.400.000 para un área 288.014 ha (cerca de $3.529/ha), y el de la Cuen-
ca del río Cravo Sur $ 495’000.000 en un área 528.282 ha (cerca de $ 937, es
decir, $ 2.379/ha.

Estas cifras pueden darse a diferentes interpretaciones, desde ópticas diferentes


como por ejemplo: Las condiciones geográficas son diferentes en todos los ca-
sos, lo que implica un costo diferencial para cada plan, el nivel de profundidad
que requiere o se efectuó en cada plan es diferente de acuerdo con el presupues-
to de cada Corporación, las problemáticas y dinámicas sociales de cada territorio

127
Colombia: ¿un futuro sin agua?

son diferentes. En otros casos, sucede que en algunas corporaciones en forma


equívoca se asimila al ejercicio de ordenación de cuenca, la simple reglamenta-
ción y distribución del recurso hídrico que señala el Decreto 1541 de 1974 en
armonía con lo dispuesto por el Decreto 1594 de 1984 para efectos del manejo
y tratamiento de vertimientos, lo cual por lo demás no deja de ser pernicioso.

A manera de reflexión; el país promueve variadas formas de planificación


territorial en las cuales se vinculan componentes similares (POT, OAT, POMCH;
SIGAM), los cuales deben llevar a construir programas, proyectos y acciones
dirigidos a alcanzar un desarrollo sostenible, lo que según nuestra perspectiva
debe asimilarse a la sostenibilidad ambiental territorial.

Otros instrumentos relativos a la planificación de


cuencas hidrográficas
Además existen otras directrices legales establecidas por el Estado que se consti-
tuyen en reglas de juego que distinguen a Colombia en el concierto internacional
en cuanto a lo ambiental, tales como la política nacional ambiental nacional, las
políticas sectoriales (cada una con sus políticas, planes programas y proyectos
respectivos), los lineamientos de política para el manejo integral del agua, los
Planes de Gestión Ambiental Regional (PGAR) y los Planes de Acción Trianual
(PAT) en la escala regional, reglamentados por el Decreto 48 de 2001, modifica-
do por el Decreto 1200 de 2004. En el nivel departamental interactúan los
Planes de Desarrollo Departamental, los Planes de Ordenamiento Territorial
Departamental y las acciones específicas de tipo ambiental departamental (pro-
yectos ambientales departamentales); y en lo municipal, se cuenta con los Planes
de Desarrollo Municipal, las acciones ambientales municipales específicas (pro-
yectos ambientales municipales) y los Sistemas de gestión Ambiental Municipal,
SIGAM, que se vienen implementando en todo el país.Además la legislación
promulgada sobre áreas específicas como es el caso de la ley forestal, donde se
establecen responsabilidades de planificación y ordenamiento del sector forestal.
Todos ellos son referentes relacionados, dentro del propósito de cumplir con el
gran objetivo de la sostenibilidad humana y ambiental.

No obstante, a pesar de la proliferación normativa con fines ambientales, ello


contrasta con la ausencia de una encaminada específicamente a garantizar el
cumplimiento de lo estrictamente establecido por los artículos 5º y 7º de la Ley
99 de 1993 en armonía con lo dispuesto en los artículos 79 y 80 constituciona-
les, lo que la hace de difícil aplicación, en la medida en que muchos de los actores
institucionales no asumen de manera sistémica e integral su materialidad, cuando
no por razones derivadas del llamado conflicto de competencias. Por ello se teme
que la ordenación de cuencas sé este confundiendo y termine por asimilarse con
la verdadera ordenación ambiental territorial, en su propio desmedro.

Discusión, conclusiones y recomendaciones


El POT, PAT, OAT, SIGAM, POMCH y en general todas las directrices y políticas
orientadas a la planificación territorial, biofísica y natural, deben contar con un

128
Colombia: ¿un futuro sin agua?

hilo conductor que los articule entre sí, de acuerdo con las características identifi-
cadas en el territorio y las particularidades regionales y locales, lo cual debe servir
para retroalimentar las directrices y toma de decisiones de orden nacional. Esto
equivale a insistir en el tan invocado ordenamiento ambiental territorial.

Una de las situaciones problemáticas que se mencionó en el foro de cuencas


del año 2005, es el tiempo que se están tardando los procesos de planifica-
ción, debido a que la información que se levanta a través del tiempo se pierde
o desconoce, y a su baja capacidad ejecutiva.

Aunque podría decirse que la experiencia en el país muestra un lento desarro-


llo en la aplicación de la legislación y directrices para su planificación, conside-
rando que la priorización de cuencas presenta una variada proporción de
rangos dentro de la clasificación que realiza el país en constante cambio, que
una cuenca vincula todos los elementos biofísicos, y que su planificación con-
sidera y tiene como principal objetivo la conservación del recurso hídrico so-
portado por el manejo equilibrado de elementos que la sostienen,

A pesar de los esfuerzos que se han emprendido, la tendencia de deterioro y


reducción de la oferta de los recursos naturales continúa en términos de per-
sistencia de la deforestación, pérdida de los suelos, incremento en la polución
y pérdida de calidad ambiental en ciudades, lo cual implica que el esfuerzo no
es suficiente y/o la velocidad a la que se establecen acciones de control, mane-
jo, restablecimiento y prevención no se compadece con la velocidad que da
lugar a los procesos de presión y deterioro.

Es importante resaltar que a pesar de los esfuerzos hechos por los diferentes
actores regionales, locales y nacionales dirigidos a generar procesos de orde-
namiento ambiental del territorio, este es un factor que como se ha insistido a
lo largo de este escrito no está incluido en la clasificación y categorización de
los entes territoriales. Esto implica una desarticulación entre las características
que ofrecen un nivel determinado de “calidad de vida a las poblaciones” de los
diferentes municipios y departamentos colombianos y los puntos orientadores
vitales para la planificación ambiental. ¿Cómo lograr que se entienda que el
origen mismo de la riqueza y las posibilidades de bienestar de las poblaciones
colombianas son los recursos naturales y para el caso que nos ocupa el recur-
so hídrico, como garante de los procesos mínimos vitales y se incluyan dentro
de los aspectos de evaluación de categorización de los entes territoriales?

La principal debilidad está relacionada con la carencia de planes de manejo y/


o a que su formulación no se basa en la priorización de acciones, toda vez que
se carecen de indicadores de ordenación ambiental territorial que faciliten el
seguimiento y evaluación de las inversiones rurales, lo cual, ligado a la falta de
comprensión del derecho a la participación de la comunidad en la planifica-
ción, hacen que esta no solo sea insuficiente sino que de contera se presuma
la vulneración del orden constitucional, toda vez que este configura un dere-
cho derivado de uno de los principios fundantes del Estado Social y Democrá-
tico de Derecho, como es el de la soberanía popular.

129
Colombia: ¿un futuro sin agua?

De acuerdo con lo expuesto sería indicado proponer que los instrumentos de


planificación fundamental del territorio fuesen los planes de ordenamiento
territorial asociados a la cuenca hidrográfica, considerando su área de influen-
cia, incluyendo en el proceso de planificación los diferentes niveles del orden
territorial como elementos integrales de los diferentes componentes de sus
cuencas y subdivisiones. Este puede ser un punto de encuentro, donde se
vinculen todos los componentes y directrices que se han dictado para el proce-
so de planificación de cuencas en el país a partir de considerar el ordenamien-
to ambiental territorial como lo supremo, prioritario e inaplazable. Para esta
finalidad de todas maneras es necesario articular las características de diagnós-
tico en las propuestas de planificación, de forma que se pueda contar con una
información lo suficientemente precisa y confiable.

Para tal efecto se requiere una clara identificación de la importancia de los


recursos y sus componentes asociados, para lograr la articulación adecuada, o
quizá simplemente una articulación coherente y práctica desde lo conceptual,
para hacer viable una compatibilidad que se acerque al análisis de los procesos
de planificación, que en último término confluyen en los mismos objetivos,
pero terminan siendo dispersos por que no se puntualizan los conceptos y sus
puntos de encuentro, de manera tal que se realicen, se promuevan o progra-
men acciones complementarias y no actividades dispersas, finalmente repeti-
das, identificando diferentes interpretaciones pero con inversiones de tiempo,
dinero y energía dispersas y tal vez podría decirse hasta innecesarias.

Es importante destacar que pese a la experiencia, no se puede decir de forma


contundente que la formulación de los POT o los POAT, consoliden la infor-
mación suficiente y de la forma más detallada, abarcando una mayor área
territorial.

Por otro lado se debe considerar que desde el punto de vista de la planificación
territorial uno de los objetivos es el desarrollo sostenible, aspecto idéntico en el
Plan de Ordenación y Manejo de Cuencas Hidrográficas - POMCH, sólo que
en esta última se da una relevancia al recurso hídrico, mientras que en el
primero se trata de recoger todos los componentes del territorio municipal, de
igual manera sucede cuando lo que se pretende es realizar un ordenamiento
orientado a los componentes ambientales. Para este último caso se hace énfa-
sis en la oferta de bienes y servicios ambiéntales que para el efecto general de
los tres procesos, es indispensable para la planificación.

De acuerdo con el planteamiento esbozado, la pregunta obligada no es en


torno al enfoque sino a la metodología a adoptar y emplear a fin de dar lugar
al ordenamiento ambiental territorial: ¿Es necesario desarrollar tres procesos,
donde existen competencias casi iguales entre entes territoriales y autoridades
ambientales regionales? ¿O será suficiente con fortalecer los procesos de
zonificación y ordenamiento ambiental del territorio, considerando las particu-
laridades locales y vinculando la obligatoriedad de generar unos procesos de
reglamentación de uso de las fuentes hídrica y la aplicación de políticas am-
bientales.

130
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Esta última premisa nos puede llevar a pensar en la posibilidad de excluir de


procesos de planificación los aspectos de conservación y preservación de
ecosistemas estratégicos como páramos, lo que indica que es necesario esta-
blecer una estrategia, coherente y coordinada que garantice la vinculación de
todas las políticas a la reglamentación de las fuentes (tal vez esto es lo que
persigue el POMCH).

La priorización, aparte de la subjetividad o reduccionismo que pueda repre-


sentar, tal como se dijo, también puede conllevar a generar procesos de con-
flicto dado que existen diferentes actores con diversos intereses. Mas bien será
prudente identificar dentro de los componentes de recuperación del recurso
hídrico, cuáles son los puntos álgidos para establecer una estrategia dentro de
la cual se consolide información sobre los elementos que presentan deficiente
estudio o análisis, con el fin de avanzar en su consolidación.

En ese orden las corporaciones autónomas regionales tendrán la responsabi-


lidad de trabajar coordinadamente con los territorios de su jurisdicción, de
forma que articuladamente se realicen los diagnósticos necesarios con el nivel
de detalle que requiere la toma de decisiones y la promoción y desarrollo de
programas y proyectos sobre el componente biofísico y ecosistémico del terri-
torio en sus diferentes niveles, considerando que el recurso hídrico es un ele-
mento fundamental para la vida de cualquier organismo y que cualquier activi-
dad que realice el hombre requiere y depende de su disponibilidad y calidad, lo
que implica la regulación para el uso y manejo adecuado en aras de la
sostenibilidad ambiental territorial en términos de garantizar derechos al agua,
aire y en fin del ambiente sano que inclusive puedan ser determinados en
cantidad y calidad. De esta manera se podría asegurar de forma puntual la
recuperación de fuentes hídricas en cuanto a la cantidad y calidad del recurso
hídrico disponible, a partir de la formulación de planes que incluyan progra-
mas y proyectos, con una cuantificación económica que a la postre puede
terminar siendo insuficiente para lograr las metas a la velocidad que requieren
los componentes naturales.

Aquí se piensa que es clave realizar un inventario sobre los aspectos que se
citan e inciden en las decisiones administrativas, cuyo deterioro sigue crecien-
do a pesar de lo que formulan de manera reiterativa planes de manejo y
ordenamiento del territorio y de los recursos:

1. La presión va en aumento, a pesar de que se promueven esquemas educa-


tivos y formas de despertar conciencia, no se proponen alternativas viables
y coherentes para cambio de actitudes.
2. El Estado tarda mucho en implementar y poner en marcha las estrategias
de planificación, de forma que cuando se implantan es necesario buscar
ajustes lo que de igual forma toma otra nueva frontera de tiempo.
3. No existe una cuantificación precisa de los requerimientos, parece que
tenemos una nueva idea de las necesidades en la inversión ambiental,
pero no contamos con diagnósticos completos y en muchos casos los que
existen no son confiables.

131
Colombia: ¿un futuro sin agua?

4. No existen mecanismos reales y objetivos de medición de resultados, si


bien se han venido estableciendo algunos indicadores, su medición no es
precisa y su interpretación puede generarse desde diversos puntos de vista.
5. No existen mecanismos que permitan medir la eficacia de la participación,
ni que garanticen la participación adecuada para los procesos de planifica-
ción.

La respuesta entonces radica en concertar una reglamentación normativa in-


tegral que le apueste a la ordenación ambiental territorial, que sirva de funda-
mento al ordenamiento territorial y al desarrollo humano y social sin desme-
dro de la sostenibilidad que demanda el cumplimiento de lo establecido en el
artículo 79 constitucional que establece el derecho al ambiente sano, la pro-
tección de la biodiversidad, la integridad del ambiente y la conservación de las
áreas de especial importancia ecológica como los llamados ecosistemas estra-
tégicos, garantizando el derecho fundamental y colectivo a la participación en
los asuntos que puedan afectarlo.

Bibliografía
Contraloría departamental del Huila. 2004. Informe de gestión Ambiental.
IDEAM – MAVDT. 2004. Guía técnico – científica para la ordenación y ma-
nejo de cuencas. Bogotá, enero.
Ministerio de Medio Ambiente. S.f. “Lineamientos para la política nacional de
Ordenamiento Ambiental del territorio”.

132
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Inundados por el desarrollo1

Hildebrando Vélez

1 Este artículo trata de las


“Yo conocí el desarrollo hace como 20 años, un día que un cura de apellido relaciones entre las aguas y
Betancourt nos dijo que si no aceptábamos la represa nos íbamos para el la energía, en el entendido
que hay diferentes aguas
infierno. Para nosotros el desarrollo ha significado el desconocimiento de en correspondencia con la
nuestros derechos, la muerte del pescado, la división de la comunidad, la complejidad ambiental y
cultural, y no un agua,
muerte de Lucindo Domicó y otros. El desarrollo para nosotros es que nos como es la expresión
cambiaron el sitio de nuestros muertos como si fueran huesos de animales. reduccionista occidental,
asociada a la química y a
El desarrollo para nosotros es que nos inunden 28 lugares sagrados. El los procesos industriales.
desarrollo es que nos quitaron las tierras para luego titulárselas a los ricos de Sin embargo, cuando nos
referimos al agua en este
Córdoba. Hasta lo que conocemos del desarrollo es que a los que defende- texto el lector podrá
mos la vida y el medio ambiente, nos dicen que somos egoístas, y a los interpretar si se trata de
agua en singular o aguas
cinco políticos y a los Bancos que quieren ganar plata con Urrá, les dicen en plural. Si bien los datos
que representan el interés de la nación. Si ese es el desarrollo entonces están principalmente
referidos al caso
tienen razón quienes nos acusan de estar en contra del desarrollo” (Kimy colombiano, no resulta
Pernía Domicó, 2000, Bogotá)2 . difícil extrapolar los análisis
a cualquier otro país o
región, sobre todo porque
Agua, territorio e imperio el modelo civilizatorio, que
hoy muestra su fase
imperialista, está incrustado
Es sabido que el imperialismo europeo tuvo unas de sus armas fundamentales en casi todos los rincones
del globo terrestre. Estas
en el control del aparato hídrico y en la transferencia de la ingeniería hidráuli- relaciones se sitúan en la
ca. Para los invasores el control del agua se constituía en una vía para el médula de las
preocupaciones
control de las gentes, así como para inducir hambrunas sobre quienes se les ambientalistas -o
enfrentaban o estimular la agricultura como instrumento de pacificación o de ecologistas como algunos
prefieren llamarles-, las
dominación; pero también es seguro afirmar que muchos de los aprendizajes cuales se refieren: a) Al
sobre el manejo de las aguas los obtuvo la modernidad europea en su contacto suministro y disponibilidad
de aguas para alimentar la
trasatlántico y en su dominio colonial de África y de Asia. humanidad y mantener la
vida en general; b) a la crisis
ambiental que se manifiesta
Las primeras represas ya existían en Mesopotamia desde la antigüedad, y los en el cambio climático
sistemas de regulación de las inundaciones, de irrigación y conducción de producido por el
desbordado uso de
agua de los pueblos que habitaron Abya Yala, Anáhuac y Tawantinsuyu man- combustibles fósiles; y c) a
tienen su misterio, y en muchos lugares aún son empleados por los descen- la “escasez de recursos”
para el modelo económico
dientes amerindios, como sucede con las obras hidráulicas subterráneas de y civilizatorio que se impuso
Nazca, en Perú, y con los canales que construyeron los Zenú en la desembo- hegemónicamente sobre el
planeta, y que se
cadura de los ríos San Jorge y Zinú, en Colombia, o con muchos de estos representa de manera
sistemas que sobreviven también en México, en Ecuador y en Bolivia, con los especial en el caso del
petróleo con la curva de
cuales las comunidades luchan por seguir manteniendo el control y el acceso Hubbert, que enseña la

133
Colombia: ¿un futuro sin agua?

al agua, por mantener formas tradicionales de irrigación cuya tecnología está


fundamentada en la creatividad y el trabajo humanos, y por sobrevivir en sim-
biosis con los ecosistemas a pesar de los poderes burocrático y económico que
se ciernen sobre acequias, cuencas hidrográficas, páramos, humedales, siste-
mas de conducción y almacenamiento, y acueductos comunitarios.

La resistencia cultural y social que se expresa en estas experiencias es base


para la construcción de sociedades sustentables, aunque hoy como ayer se vea
amenazada por la racionalidad moderna y su brazo económico neoliberal.

En el anterior contexto, las grandes represas son la alternativa que la moderni-


dad impone como vía para adentrarnos en el desarrollo, irrumpiendo de for-
ma masiva y violenta en el ciclo del agua, con degradación del ambiente. Los
ingenieros se muestran como peritos en turbinas, cementos y tendidos eléctri-
cos, pero muchas veces ignoran cómo funciona el complejo mundo natural y
cuáles son sus relaciones con la cultura; así, las represas son antes que nada un
testimonio del gran ego de sus promotores, pues hoy como en el siglo XIX,
son impuestas desde intereses foráneos, con desdén por la sabiduría local y
por la gente, que es señalada como ineficiente, improductiva y subdesarrolla-
da, cuando en verdad ha sido sabia en el manejo de su complejidad local.

Ahora bien, desde los centros imperialistas se han fraguado tradiciones en el


manejo el agua. Mientras los franceses fueron líderes en el agua urbana, los
británicos lo fueron del agro, pues habían aprendido del modelo indio, y lo
proyectaron hacia Egipto, Australia, África y luego al Oeste norteamericano,
árido espacio cuya conquista planteó también la conquista del agua (Worster,
1994). El modelo hidráulico británico se trasmitió y superó en los Estados
declinación de la era del Unidos, cuyos colonos asumieron el manejo del agua como arma, usada para
petróleo barato.
Respondiendo a estas hacer que las tierras sirvieran a los fines de la producción nacional. En efecto,
preocupaciones, se para domeñar el oeste se construyeron el tren y el canal transoceánico de
incluirán aquí aspectos
como los fundamentos Panamá, pero sin duda fue la represa de Hoover el gran monumento a esta
termodinámicos de la conquista: Inaugurada en 1935, con una profundidad de 220 metros en el
ecología política del agua;
el entorno civilizatorio y la cañón del Río Colorado, y un lago artificial, el Mead, con 37 millones de
crítica a la metros cúbicos de capacidad, se hizo para regular el agua, generar electricidad
instrumentalización de la
naturaleza en la e irrigar los agro-negocios en California.
modernidad; las relaciones
entre agua y energía desde
la perspectiva histórica y La palanca para mover el “desarrollo moderno” del agua en dicho país surgió
actual; las tendencias en el de la confluencia entre ciencia, estado y capital, trilogía que dio fundamento a
impulso de infraestructuras
de hidroenergía en la relación entre la tecnología moderna y la concentración del poder, que es lo
Colombia; los problemas y que significa la “conquista del agua”. Los científicos se aplicaron al mejora-
conflictos ambientales
generados con el impulso y miento de la eficiencia de motores y bombas, el desarrollo de técnicas de
construcción de tales construcción, el aumento de la resistencia del acero, etc.; y, mientras tanto,
infraestructuras; y
finalmente una breve los negociantes pusieron recursos para las obras, y el Estado los apalancó y
reflexión sobre alternativas controló el uso de estas infraestructuras. Así se proveyó agua barata, no a los
en la matriz energética y la
soberanía ecológica para sin tierra, los hambrientos ni los marginales, sino a los finqueros blancos que
sociedades sustentables. emprendieron grandes agro-negocios; eEl agua fue exclusivamente para aque-
2 Miembro de la comunidad
indígena Embera Katío, llos que se hacían reconocer como propietarios eficientes y productivos, y este
asesinado por paramilitares fue el modelo que se proyectó al mundo desde los países dominantes.
en Colombia.

134
Colombia: ¿un futuro sin agua?

La alianza que prometía una mayor racionalización en el uso del agua se


constituyó en una patología burocrática, y al mismo tiempo en una ciencia
plagada de incertidumbres dentro de un limitado marco temporal, y en el
empobrecimiento de la diversidad biológica y cultural. El resultado fue la con-
centración aún mayor del poder, y la menor participación de los pobres, ex-
propiados de su patrimonio ambiental, desplazados de sus territorios, y men-
guados respecto de sus ancestros en cuanto al conocimiento de los procesos y
de los costos reales del control del agua.

De esta forma, la evolución de las formas de colonización de los territo-


rios y de ocupación y explotación económica de las funciones de los
ecosistemas, su valorización mercantil, sus trasformaciones tempo-espa-
ciales y topológicas, todos hechos propios del modelo de desarrollo depen-
diente y colonizado implantado en nuestros países, generan paisajes de
miseria, de exclusión y de erosión, y producen diferentes efectos no sólo
en el entorno sino en los “equipamientos de subjetividad colectiva”, que
asumen una condición “mecánico-dependiente” (Guattari, 1993).

Los sistemas tecno-ecológicos de depuración, distribución, transporte, alma-


cenamiento, generación, etc. que vinculan ecosistemas, tecnologías del agua,
energía y agricultura, son también condiciones para la territorialización y des-
territorialización de los grupos humanos, acordes con las dinámicas de espe-
culación sobre el valor del espacio, o con los proyectos de la industria inmobi-
liaria, turística, agrícola o manufacturera. Por ejemplo, la dinámica de algunas
zonas citadinas que pasan de aglomeraciones compactas a áreas semivacías y
desvalorizadas, como ha sucedido con el centro de Bogotá, de Johannesburgo 3 El caso del proyecto
urbanístico de Ruitoque, en
y de Bangkok; la construcción de grandes aglomerados urbanos como ciudad la ciudad de Bucaramanga
Kennedy en Bogotá, o la urbanización de zonas de alta valorización como la en Colombia, es claro al
respecto, Allí un grupo de
periferia de Barcelona, son nuevas morfologías urbano-rurales que redefinen urbanizadores de la familia
las preexistentes o que instauran nuevos paisajes, transforman la demanda- de los ex-presidentes Misael
y Andrés Pastrana, proyecta
oferta de agua y energía y otros servicios públicos, e impulsan y son impulsa- un conglomerado urbano
dos recíprocamente por sistemas tecno-ecológicos particulares urbanos; pero de alta valorización que
requiere agua de los
también afectan directamente las áreas rurales-agrarias por sus impactos y páramos circunvecinos
conexiones, de manera no funcional, indeterminada y probabilística. donde habitan campesinos
que están siendo
desterrados. Estos modelos
Estos proyectos inmobiliarios generalmente incluyen amplios jardines, pisci- de ocupación y crecimiento
urbano trasforman los
nas y áreas húmedas de sauna y baños turcos, y por ende crean una demanda patrones de uso de la tierra
extraordinaria de agua y energía, y suelen generar conflictos con los habitan- y de oferta demanda del
agua y de otros servicios
tes de las áreas de donde se obtendrán esos servicios, y producen plusvalías públicos como energía y
inapreciables, desplazamientos humanos, cambios en las dinámicas de inter- alcantarillado, y generan
trasformaciones en la
cambio energético de los ecosistemas, etc.3 composición de la
población entre rural y
urbana. En las últimas
Ahora bien, en lugares exclusivos de estas ciudades, o en los lugares turísticos décadas Colombia ha
funcionales a ellas, se reúnen quienes toman las decisiones sobre el agua y la pasado de una población
mayoritariamente rural a
energía, los flujos mercantiles de materia y energía, las trayectorias terrestres una que se concentra en
y acuáticas por donde tendrán lugar los intercambios económicos y ecológicos áreas urbanas y peri-
urbanas, en buena medida
que desollarán el territorio, y dejarán, en la mayoría de los casos, unas elites gracias a las formas de
enriquecidas y ausentes de esos lugares, y unas poblaciones sumidas en la intervención del capital en
las áreas rurales.

135
Colombia: ¿un futuro sin agua?

miseria y el destierro. Mirar cómo se llevan a cabo estas trasformaciones es


sustancial en la política de sustentabilidad del agua, de la energía, y en general
de las políticas de soberanía ecológica, y por supuesto, en la crítica del modelo
existente. Por ello, debemos hacer una digresión teórica en este ensayo, refe-
rida a la naturaleza del ciclo hidrológico.

Termodinámica del ciclo hidrológico


Para el ambientalismo popular es fundamental establecer las relaciones entre
la termodinámica y la economía, en razón a que la teoría económica neoclásica
dejó de lado los límites de la naturaleza, y pretendió justificar el crecimiento y
la acumulación del capital, por cierto en manos privadas, rehusando recono-
cer los límites sociales, tecnológicos y materiales de las relaciones sociales y
económicas de la civilización que domina al mundo que habitamos.

El estudio de estas relaciones puede afianzarse a partir de las simientes que


sembraron, entre otros, Boltzman y Podolinsky en los años 80 del siglo XIX;
así como Lotka y Soddy en los años 20, y Nicolas Georgecou-Roegen en los
70 del siglo pasado. Sin duda resultan inspiradoras las críticas a la economía
neoclásica y a la sustentabilidad débil enunciadas por Joan Martinez-Alier, quien
enseña así un camino hacia lo que denomina como sustentabilidad fuerte
(Falconi, 1999). Aquí haremos un breve tránsito por la termodinámica del
ciclo hidrológico, preparándonos para asumir el conjunto de nuestra crítica.

La primera ley de la termodinámica da cuenta del principio de conservación


de la energía, según el cual “la energía total de cualquier sistema y su medio
que lo rodea, considerados juntos, se conserva”, y representa algo así como
un perpetum movile (Van Nees, 1975) que, en un sistema cerrado, puede
trasformarse en calor y trabajo (_E= Q-W). Esta ley da pie para afirmar que la
cantidad de masa y energía del universo son una constante, lo que puede
expresarse en la ecuación (E/m)1/2 =c, en la cual la masa inerte m y la ener-
gía E intervienen en la fórmula como conceptos de la misma naturaleza.

La segunda ley pone límites a la primera al considerar que la calidad de la


energía decrece con su uso, es decir, aumenta la entropía y disminuye la ener-
gía libre; por ello se afirma que los procesos del universo se encaminan hacia
una entropía máxima. Esta se expresa con la ecuación dU = _Q-_W.

Cuando hablamos del agua nos interesamos por las nubes y los remolinos,
fenómenos hidrodinámicos que por su complejidad deben ser tratados desde
4 Un sistema aislado no la termodinámica (Prigogine, 2004). Como nuestro planeta es un sistema ce-
puede intercambiar
materia ni energía con su
rrado pero no aislado4 , el ciclo hidrológico del agua ocurre gracias a la energía
medio materia ni energía. que provee el sol, y las intervenciones antrópicas pueden invertir, retrasar o
Si se permite el
intercambio de materia
acelerar el ciclo, pero no hay reversibilidad sin introducción de energía al siste-
trata de un sistema abierto, ma; y como muchas veces no es suficiente la energía solar para que el ciclo se
y si se permite el
intercambio de energía
cumpla de “manera natural”, hay que añadir energía y eso tiene costos. Por
pero no de materia se dice ejemplo, con la energía acumulada en el agua cuando es evaporada por el sol,
que es cerrado aunquepeo
no aislado.
se obtiene una diferencia de altura que es posible aprovechar cuando el agua

136
Colombia: ¿un futuro sin agua?

que llueve se almacena en una represa a un nivel superior al nivel de las


turbinas; pero en muchos casos se ha de proporcionar energía potencial al
agua elevando su nivel antes de usarla en la turbina, mediante sistemas de
bombeo que emplean otras fuentes de energía como la nuclear, fósil, de biomasa
e incluso solar artificial, lo que puede ser un proceso ineficiente, costoso y/o
riesgoso. Otro ejemplo es el de la desalinización del agua del mar, proceso
que demanda una cantidad considerable de energía para invertir esa mezcla
natural.

Así pues, la energía disponible en el agua, que puede ser trasformada en


trabajo (W) o en calor (Q), puede perderse si el agua se emplea, y según como
se emplee. Por ejemplo, un agua altamente contaminada requerirá mucha
energía para poder ser reincorporada en el ciclo hidrológico. El agua que se
extrae de los acuíferos subterráneos de la Sabana de Bogotá para la
agroindustria de las flores, que se traslada en volúmenes considerables como
agua virtual en el comercio internacional, además de que no se considera en
los costos de producción, no retorna a los acuíferos de manera natural, o lo
haría en tiempos que traspasan nuestro referente cultural.

Dicho de otra manera, hay costos económicos y energéticos para reincorpo-


rar el agua en el ciclo hidrológico, especialmente cuando su calidad ha decre-
cido por la contaminación o por el uso indebido, generando una alta entropía.
Así como las nieves afectadas por el cambio climático no resultaron perpe-
tuas, el ciclo hidrológico no es renovable sin costos en una civilización que
destruye la resiliencia de los ecosistemas. Siguiendo la segunda ley de la ter-
modinámica, deberíamos reconocer que las sociedades sustentables han de
esforzarse por reducir y retrasar las pérdidas de energía libre, conservando la
cantidad y calidad del agua de los ecosistemas, buscando mantener sus activi-
dades dentro de los márgenes de resiliencia de estos; y para ello habremos de
aprovechar el agua con eficiencia, sin fines de lucro, y sancionar y desalentar
los usos no sustentables y despilfarradores, enfrentando la distribución inicua
en el acceso y uso o aprovechamiento de las funciones de aquellos.

Hemos reconocido la existencia de aguas y no de un agua, y ello hace posible


hablar de diversidad. Los seres humanos, según la disponibilidad y las necesi-
dades de agua que tengan, hemos desarrollado diferentes estrategias cultura-
les para su aprovechamiento y explotación, algunas de las cuales son a todas
luces no sustentables. Baste decir que hay culturas que han sabido utilizar
colectiva y eficientemente las aguas durante milenios, y señalan el camino que
podríamos recorrer hacia la sustentabilidad.

El sol es la fuente principal de energía (Gráfico 1). Gracias a los ciclos hídricos
podemos aprovechar el agua para generar hidroelectricidad. Como se ve, la
energía que aprovechamos del agua no es renovable sensus strictus, pues
toda energía al ser usada aumenta la entropía, es decir, disminuye la energía
libre que ofrece. En la mayoría de los casos, la energía que provee el sol en
forma de fotones amarillos renueva en las aguas su capacidad de brindarnos
energía.

137
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Gráfico 1
Las diferentes fuentes de energía primaria y sus fines

Para
electricidad
Hidroelectricidad
(de origen Solar)
Carbón Para
combustión Calefacción
Hidrocarburos directo. Motores de
Petróleo
(de origen Solar) explosión.
Energía Para
primaria. Sólo Gas electricidad
30% va a Nuclear (es la
electricidad energía del Sol)
Transporte
Para
electricidad
Biomasa: etanol,
agrodiesel y
biocombustibles de
escala sostenible (de Para
i S l ) electricidad
El conjunto de factores termodinámicos expuestos son condiciones de posibi-
lidad del uso por parte de las sociedades, de la energía libre del agua en forma
de hidro-energía. Pero se debe distinguir entre el uso con base en las grandes
o en las pequeñas centrales hidroeléctricas (PCH), que en muchos casos no
exigen construir embalses ni represar los cauces de los ríos, y sólo alteran su
caudal de manera leve, de modo que no causan desplazamientos de las perso-
nas ni grandes daños ecológicos, como lo hacen las otras.5

La técnica no es neutra, puede hacer un mundo humano o inhumano, lleva


5 No obstante lo dicho,
cuando las PCHs son implícitos intereses, valores y concepciones de mundo, y una cierta manera de
utilizadas para actividades vivir que actúan de manera mortífera no siempre causada por ella misma. De
mineras, curtiembres u
otras, pueden contribuir a ahí que haya que referirse con cautela a las tecnologías, pues su capacidad
generar un gran desastre constructiva deviene de la manera como se articulen creativamente a los pro-
ecológico y social, como
sucede con una llamada yectos de vida de las comunidades, sin sobre-valorar ni sobreponer el instru-
“La Vuelta”, sobre el río mento (aparato, herramienta o máquina) a los fines que son la vida, la
Opogodó, que proveyó
energía a una mina de oro sustentabilidad y la justicia. Concordamos con el asesinado sacerdote jesuita
de la compañía Choco Ignacio Ellacuría, cuando afirmó que nuestra apuesta es por la tecnología apro-
Pacific en Andagoya y
Andagoyita en la región piada entendida como aquella “...que responda al todo social deseado y con-
del Pacifico colombiano, duzca al perfeccionamiento de ese todo” (Ellacuría, 1979).
dejando una huella de
destrucción y miseria,
mientras que las Las grandes hidroeléctricas
comunidades de afro-
descendientes que vivían
en las inmediaciones La construcción de represas suele ser una decisión del establecimiento y de la elite
jamás, ni aún hoy, tuvieron
energía eléctrica. urbana-rural-agraria que habita las ciudades, donde concentran los excedentes de

138
Colombia: ¿un futuro sin agua?

la producción del campo. Represar, canalizar y orientar el fluir del agua para
emplearla en procesos de valorización del capital, llámense agrícolas, industria-
les, energéticos o urbanísticos, no es desde su perspectiva un propósito humanis-
ta sino un negocio: con el agua fluye el dinero hacia sus bolsillos, pues ella, como
la naturaleza, se instrumentaliza bajo la guía de estos valores materialistas hacién-
dola una mercancía. Esa elite no aprecia exhaustivamente la vida rural sino en
sus posibilidades económicas, según la racionalidad imperante. Por ello son po-
bres su sentido de justicia y su perspectiva ecológica, pues la naturaleza le es dada
y apreciada como instrumento para fines egoístas.

En efecto, aún cuando reconozcan la relación de la producción con el entorno


ambiental, sectores que dominan y funcionarizan el aparato burocrático decla-
ran en favor del ambiente de manera engañosa. No pueden renunciar a sus
argumentos en favor del desarrollo, del bienestar o de la calidad de vida, pues
de hacerlo pondrían en evidencia los síntomas de esa esquizofrenia que les
consume, consistente en ofrecer aquello y otorgar lo contrario; pero justifican
un modelo colonizador de las culturas y la naturaleza que, con apariencia de
fruto ordenado y natural de la búsqueda del bienestar y el desarrollo, genera
resultados realmente caóticos. Como dijera Horkheimer “…el progresivo do-
minio del hombre sobre la naturaleza implica a la vez un progresivo someti-
miento del hombre a la naturaleza” (Horkheimer, 1999).

Su perspectiva es fruto de la manía por la eficiencia, el orden y la racionalidad


instrumental, que se impulsan mediante una tecnología que se cree heredada de
las divinidades, pero que realmente deja una estela de incertidumbres, riesgos y
desastres hoy claramente confirmados por el endemoniado cambio climático.

Esta idea del progreso y el ejercicio de dominio sobre la naturaleza y la socie-


dad siembran miseria en el planeta. Muchos de los efectos de estas grandes
represas, hidroeléctricas y agro-negocios constituyen la negación de lo que las
motivó: sembrar bienestar, trabajo, progreso; y en su lugar cosechan concen-
tración de la riqueza y aumento de la desigualdad, del desempleo y destruc-
ción irreparable del entorno ecológico.

Se trata no sólo de la dominación de países y territorios que son puestos bajo el


yugo colonizador, sino además de la conquista y dominación de la naturaleza.
Con esta mirada imperialista se aprecia el paisaje y se cultiva un gusto maníaco
por la tecnología y la eco-eficiencia como panaceas. Se confía excesivamente en
la capacidad de la ciencia para resolver problemas que son más bien del orden de
los valores y de las eróticas (maneras de desear) humanas, y no de las funciones
de los ecosistemas. Esa pasión por lo grande más que por la grandeza -por el
tamaño más que por los valores-, no deja advertir que en el tiempo y en el
espacio del universo el tamaño es insignificante, y que aún desde nuestra insigni-
ficancia, las cosas pequeñas resultan hermosas (Schumacher, 1973).

Los ambientalistas tienen predilección por el tamaño apropiado. Ya G. Bateson ense-


ñaba que si una palma crece más allá del tamaño apropiado se doblará. Y en lo
relacionado con las infraestructuras resultan preferibles las de pequeña escala, pues se

139
Colombia: ¿un futuro sin agua?

corresponden de mejor forma con proyectos de vida sustentables, facilitan su manejo


por las comunidades locales y son más plausibles para la democracia. Otro camino es
el de las grandes inversiones que generan grandes endeudamientos y excelentes nego-
cios para los intermediarios y comisionistas, pero que empobrecen las sociedades y su
entorno. Quienes promueven grandes represas e hidroeléctricas como solución a los
problemas de abastecimiento de los más pobres, nos dejan en un círculo vicioso, pues
tales iniquidades son producto de la inicua distribución del acceso a la riqueza económi-
ca y a los dones de la naturaleza que estas mismas obras crean. Resulta claro que estas
no son decisiones tecnológicas sino políticas, y entrañan relaciones de poder y formas
de gobierno que suelen apartarse de los caminos de la democracia y de la sustentabilidad.

Las hidroeléctricas consisten en una central que en la mayoría de los casos requiere un
represamiento artificial de agua, para lo cual se construye un dique que embalsa gran-
des cantidades de agua, permitiendo aprovechar la energía potencial de este elemento
mediante su caída por gravedad hacia una superficie inferior, donde se harán mover
unas turbinas que transforman la “energía hidráulica” en electricidad por acción de
fuerzas magnéticas. Muchas veces la capacidad de embalse de la represa exige el
trasvase de ríos de diferentes cuencas (Recuadro 1).
Recuadro 1
¿Qué es una represa?

Tiene una altura mínima de 15 metros, desde los cimientos. Represas de 10 a 15 m de altura con un embalse de más de 3
millones de m3 también son clasificadas como grandes. Utilizando estas definiciones, existen más de 45.000 en el mundo. La
tendencia de crearlas alcanzó su apogeo en la década de los 70, con un promedio de dos a tres nuevas grandes represas por
día en algunas partes del mundo. Desde entonces ha sido igualmente espectacular el declive de su construcción, especialmente
en Norteamérica y Europa, donde los lugares más atractivos desde el punto de vista técnico ya han sido utilizados. Es claro
que ahora son posibles sólo en los países del sur, donde son plausibles escenarios de factibilidad técnica, particularmente
países andinos o/y con gran disponibilidad de recursos hídricos.
Los beneficios de las represas parecían evidentes y sus costos de construcción y operación -en términos económicos y
financieros- también eran razonables; sin embargo, del lado de los afectados, tras el citado boom de su construcción, los
cuestionamientos crecieron como efecto de argumentos basados en la relación costo-beneficio y los resultados económicos
que develaban las investigaciones y los datos de impactos sobre la gente, las cuencas y los ecosistemas. El conflicto pasó de
lo local a lo global, pero en el fondo se cuestiona el modelo de desarrollo y el tipo de procesos poco democráticos que
conducen a la decisión de hacerlas, que suelen ser favorables a las elites de países y organismos burocráticos multilaterales
y financieros (Comisión Mundial de Represas, 2000).

Proyecto hidroeléctrico Porce III

140
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Argumentos en favor Argumentos en contra


(International Rivers Network,2003)

Pueden cumplir múltiples servicios de En general, impiden o afectan el reconocimiento de los valores culturales
hidroelectricidad, irrigación, suministro de de la sostenibilidad que encarnan muchos pueblos, cuya cultura y existencia
agua y control de inundaciones. Cerca del 30% es amenazada por ellas; así mismo, afectan o impiden la justicia ambiental
al 40% de los 271 millones ha que se irrigan y una distribución ecológica sostenible, propia del ecologismo de los pobres
en el mundo, dependen de represas. que lucha por la defensa del patrimonio natural, la salud de los ecosistemas,
formas no crematísticas de valoración de las funciones ecosistémicas, contra
Pueden ser viables económicamente, la defaunación y la pérdida de soberanía alimentaria, por la defensa de
equitativas socialmente y ambientalmente formas sostenibles de ocupación del territorio y el espacio, por los derechos
sustentables ambientales de los seres vivos, el reconocimiento del paisaje como una
construcción histórica, el deseo de fortalecer estrategias de supervivencia y
proyectos de vida sostenibles, la defensa de la salud de los trabajadores; en
fin, por sociedades sustentables.

Argumentos ambientales Fragmentan y transforman los ríos, producen degradación de importantes


Pueden contribuir a mejorar de un modo ecosistemas hídricos, y ocasionan pérdida de la calidad del agua. Emiten
sustentable el bienestar humano; valiéndose gases de invernadero por descomposición de vegetación y entrada de carbón
además de la construcción de infraestructuras en la cuenca.
sociales como carreteras y escuelas
Argumentos sociales Generan conflictos sociales por su ubicación (provocan grandes
Aportan beneficios y prosperidad económica desplazamientos humanos, en total han desplazado entre 40 y 80 millones
para el desarrollo regional. de personas). Ocasionan erosión cultural y empobrecimiento de los medios
Contribuyen a la creación de empleo. de subsistencia de las comunidades y las personas en el área de impacto y
Pueden tener un atractivo turístico y para aguas abajo de las cuencas hidrográficas. Los grupos indígenas y tribales y
deportes náuticos las minorías étnicas vulnerables son particular y desproporcionadamente
afectados por el desplazamiento y los impactos negativos en sus medios de
subsistencia, cultura y espiritualidad.

Argumentos económicos Requieren enormes inversiones que endeudan a los países y afectan los
Promueven la expansión de infraestructuras contribuyentes fiscales, recursos que podrían tener otra destinación, sobre
físicas y una base industrial con potencial los que, en muchos casos, se ha comprobado corrupción y sobrecostos. Hay
exportador (agrícola, de productos procesados inicua distribución de costes y beneficios y de los derechos de acceso al
o industrias intensivas en electricidad: agua y a los recursos del río. Deben favorecerse las opciones descentralizadas,
aluminio) más baratas y ambientalmente viables para suministro de agua y energía, y
no las grandes represas.
Hay destrucción de recursos pesqueros y de medios de vida para los que
extraen otros productos de la cuenca. Aumento de la eficiencia en el
suministro y en los usos finales y manejo de la demanda.
Pueden generar problemas de competencia de uso del agua entre fines
energéticos e industriales si aguas abajo se requiere para agricultura o para
fines o domésticos.

Argumentos técnicos La necesidad de satisfacer la demanda de energía de la población carente


Puede producir electricidad y excedentes de en el mundo exige el desarrollo de proyectos de generación hidroeléctrica.
electricidad para la exportación. Dos billones de personas carecen de electricidad y la demanda de electricidad
continua creciendo en los países en desarrollo. La generación hidroeléctrica
es más barata que la energía fotovoltaica en países con disponibilidad de
agua y lugares para su instalación.

Ante todo las grandes represas son pues instrumentos inherentemente destructivos.
Así se infiere del informe de la Comisión Mundial de Represas, constituida en
abril de 1997 con el auspicio del Banco Mundial y de la Unión Mundial para la
Naturaleza (IUCN); su trabajo demuestra que “generalmente las represas resultan
desfavorables en lo económico, lo social y lo ambiental” (MCCully, 2004)

Los problemas dejados por estas mega-obras, en boga durante la primera


mitad del siglo pasado, se hicieron absolutamente inocultables en los años 70

141
Colombia: ¿un futuro sin agua?

gracias a la magnitud de los desplazamientos y las relocalizaciones de grandes


masas de pobladores, la salinización de los suelos, la pérdida de drenaje natu-
ral, la colmatación precoz de los nuevos reservorios, los cambios en la cultura
agrícola y en los regímenes climáticos locales y global, la desaparición del
patrimonio ictiológico, y la destrucción y muerte paulatina de los ríos y las
culturas que anidaron en sus riveras.

Con el fin de satisfacer la demanda de energía y agua de las ciudades se sacri-


fican los campesinos, los indígenas y las habitantes tradicionales, y se trata de
reorientar sus proyectos de vida ancestrales hacia modelos productivistas, donde
agua y energía servirán para incrementar la producción que caerá en manos
de los monopolios agrícolas, de industrias contaminadoras y de mercados
monopsónicos. Las gentes aguas abajo continuarán sufriendo por la sedimen-
tación, y porque el recurso de fertilización que proporciona el flujo natural del
río quedará atrapado en los fondos de los embalses.

En India, donde se originó este modelo de modernización, se levantaron las


primeras grandes críticas. Los hindúes, continuado las tareas de los británicos
construyeron más de mil represas a partir de 1949, las cuales destruyeron
suelos, selvas, y vida silvestre; comunidades enteras fueron sometidas a la sed
o reasentadas en lugares donde no pueden cultivar, mientras otras se inunda-
ban con los embalses. Los desplazados se cuentan por millones al año. Este
fue parte del legado de los británicos y de los expertos que los siguen, cuyas
obras, aunque hablen en favor de las generaciones venideras, carecen de la
sensibilidad y profundidad para incorporar en decisiones contemporáneas, las
preferencias y condiciones subjetivas de aquellas, y menos aún las condiciones
objetivas en que habrán de vivir.

Su defensa de lo ambiental está bajo la hegemonía de la razón instrumental,


cuya expresión actualizada es la eco-eficiencia que se les manifiesta, equivoca-
damente, como la única vía para que la humanidad enfrente las crisis ambien-
tales (sociales y ecológicas). La fascinación que les producen estos grandes
emprendimientos tecnológicos que se ofrecen como solución, queda desvane-
cida por la codicia que les fecunda, de la cual no se puede esperar más que
infelicidad. Entonces conviene preguntarse: ¿Qué tan felices son los felices?
¿Cuánto cuesta tal felicidad? ¿Cuánta infelicidad producen estos megaproyectos
que buscan satisfacer necesidades fetichizadas de ciudadanos que son “felices”
(infelices) rodeados de aparatos eléctricos y electrónicos que les inmovilizan,
individuos que buscan felicidad hundiendo el acelerador de su vehículo en au-
topistas atestadas? Ante todo ello sólo se puede responder: La civilización
moderna falló.

Aún hoy, después del controvertido informe de la Comisión Mundial de Re-


presas, y de las múltiples constataciones de los impactos de los monocultivos
agrícolas, se nos sigue prometiendo progreso, sin que se hayan resuelto ni se
pretendan resolver las injusticias ya incrustadas y petrificadas en las relaciones
sociales, como pasa con los afro-descendientes, con los extranjeros
indocumentados, con los inmigrantes: el tren del progreso y del desarrollo -

142
Colombia: ¿un futuro sin agua?

que en algunos se disfraza de desarrollo sostenible-, avanza sobre los cadáve-


res de la naturaleza, la cultura y los seres humanos.

Vivimos presos de una objetividad macabra; la razón se halla sometida por la


sinrazón sin poder negar lo existente, sin utopía. Si se dice que hay 2.000
millones de personas sin agua potable en el mundo, lo que la razón instrumen-
tal concluye es que se requerirán nuevos embalses de gran tamaño; si se dice
que ese mismo número de personas carece de energía la propuesta será cons-
truir grandes hidroeléctricas, nuevas centrales nucleares, explotar el petróleo
de las profundidades árticas y antárticas, e impulsar grandes emprendimientos
agro-energéticos. No se hará desde aquella perspectiva mención alguna a la
redistribución ecológica y económica, ni a la justicia ambiental, ni a los cam-
bios en los patrones de consumo, sino al volumen de demanda (Martínez-
Allier, 1997). Esa es la nueva deidad en cuyo nombre el mundo y las culturas
habrán de inmolarse.

La nueva dominación se ejerce en nombre de la satisfacción de demandas que


son fruto precisamente de la dominación. Se trata de un círculo vicioso que se
representa por la figura del Ouroboro, la serpiente que se come la cola. Unos
pocos están instalados en una nueva Arca de Noé y esperan sobrevivir mien-
tras ven en sus televisores que el mundo perece en el cataclismo climático,
“cataclimatismo”, neologismo que propongo.

La preocupación por los medios y no por los fines permite instaurar la “lógica
del dominio” (Horkheimer, 1999 y 2002), y la auto “conservación” de elites
sobre el conjunto de la humanidad -que por ello se deshumaniza-, y sobre el
conjunto de la naturaleza -que se cosifica carente de dignidad-. De esta mane-
ra se abre paso a la mercantilización de la vida, que supone un divorcio entre
medios y fines, y también olvido y exacerbación de las causas del sufrimiento
y ausencia de la justicia.

El horizonte euro-céntrico y colonialista de los países industrializados está ins-


talado en esta lógica del dominio y no en la perspectiva de las víctimas, y
mantiene y da continuidad al consumismo y al hartazgo; es por ello favorable
a la democracia de las apariencias y rinde culto o eleva como ídolos a mayo-
rías sometidas mediante la manipulación ideológica, mediática, o a través de
las ayudas localizadas, como reza el vademécum neoliberal, debilitando de
contera a las organizaciones de las comunidades y los movimientos sociales,
con su consecuente pérdida de poder de control para la defensa de sus
ecosistemas y sus culturas.

En este contexto de dominación se entiende cómo la división social del trabajo


se acompaña en la actualidad de la división internacional de la naturaleza:
países sumideros, países vertederos, países proveedores de biodiversidad, te-
rritorios aparentemente baldíos como la Orinoquia y la Amazonia donde se
pueden producir los “combustibles verdes” -los agro-combustibles-; países y
productores que compiten para ser etiquetados como ecológicos para el con-
sumo del norte pudiente.

143
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Por ello, en el estudio de los conflictos ambientales del agua y la energía,


hemos de asumir que el balance del flujo de naturaleza y riqueza entre los
países del norte rico y los países de la periferia es inicuo, como lo es el
intercambio ecológico.

Las hidroeléctricas en Colombia


En Colombia la primera hidroeléctrica fue inaugurada en 1891 por la Compa-
ñía Anónima Eléctrica de Bucaramanga, que era propiedad de los miembros
de la familia Paillié. El servicio de energía eléctrica en el país empezó su desa-
rrollo desde finales del siglo XIX, no sin vicisitudes, a partir de iniciativas muni-
cipales sin ningún plan de orden nacional.

Muchos aspectos de la actual historia de la hidroelectricidad en Colombia pa-


recen calcados de otros anteriores(De la Pedraja, 1993); y también en este
caso, como dijera el viejo Marx, “la tradición de todas las generaciones muer-
tas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos” (Marx, 1851, ed. 1955).
Es obvio atribuir el empobrecimiento y el atraso tecnológico a la elite colom-
biana que ha acaparado las riquezas de la economía y el poder político. Al
respecto, “mientras que la electricidad continúe velando por los intereses de
(esta) elite, el inmenso potencial hidroeléctrico nunca podrá sacar al país de la
pobreza y el subdesarrollo” (De la Pedraja, 1993).

En efecto, ayer como hoy han sido recurrentes las intrigas, los intereses mez-
quinos, las maniobras financieras de los banqueros, el control de las empresas
estatales por juntas directivas dominadas por comisionistas al servicio de capi-
tal trasnacional y por empresarios inescrupulosos y mafiosos; políticos y ejecu-
tivos contratan empresas sin ninguna experiencia ni calificación acarreando
malversación, sobrecostos, ineficiencia y retrasos consuetudinarios en las obras
y estancamiento de la economía. Es frecuente que políticos desconocedores
de la naturaleza de las empresas tomen decisiones, o usen el patrimonio públi-
co en función del cacicazgo, el gamonalismo y los favores políticos. Empresa-
rios que usan las dignidades del Estado para orientar decisiones y leyes en
favor de sus propios negocios, desviar los réditos de las empresas para fines
distintos de su naturaleza, y endeudar las empresas estatales de servicios públi-
cos, junto con el despilfarro de sus patrimonios, la incapacidad de manejar
sistemas de tarifas que permitan ahorro para inversión y tarifas accesibles a los
menos necesitados, o la construcción de infra-estructuras de control de inun-
daciones, de regadío, de conducción de agua o de transporte sin planes estra-
tégicos, en los latifundios o en sus inmediaciones, dándoles a los terratenientes
una plusvalía extraordinaria.

De otra parte, se atribuye a la American and Foreign Power Company, subsi-


diaria para América Latina de la mayor compañía estadounidense de energía,
la Electric Bond and Share, los primeros pasos en la configuración de una
perspectiva nacional de la electricidad. La empresa se hizo presente en Co-
lombia, en octubre de 1927, comprando algunas de las empresas municipales
en Barranquilla, Santa Marta, Buenaventura, Cali, Palmira y Buga, entre otras,

144
Colombia: ¿un futuro sin agua?

sin conseguir, como era su aspiración, comprar las de Popayán y Bogotá, e


ignorando la de Bucaramanga. El presidente de la subsidiaria, quien mostraba
especial entusiasmo por las Empresas Unidas de Energía Eléctrica de Bogotá,
emprendió una negociación en Bogotá en junio de 1931, que incluyó la soli-
citud de intervención de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, lo cual
resultó finalmente innecesario gracias a la complacencia de los políticos del
Concejo Municipal y del presidente Enrique Olaya Herrera, incondicional de
los gringos, quien ya había declinado ante las apetencias de las empresas
petroleras norteamericanas, legislando en favor de sus inversiones a pesar de
las objeciones de las empresas competidoras europeas: Shell y British
Petroleum. Los empresarios y políticos entablaron tremenda trifulca alrede-
dor de la electricidad, defendiendo sus propios negocios e intereses, y se des-
entendieron del verdadero fraude que consistía en la pérdida del patrimonio
petrolero del país.

La empresa norteamericana obtuvo sus empréstitos y suministros en el exte-


rior ignorando a los comerciantes locales, miembros de familias influyentes,
quienes atizaban aversión y agitaban y manipulaban la opinión pública en
contra de ella; sin embargo, las empresas lideradas por Foley no producían la
rentabilidad esperada y las autoridades no aumentaban las tarifas con el argu-
mento falaz de brindar menores precios a los más pobres, que la verdad sea
dicha no estaban conectados a las redes de energía o usaban poca electrici-
dad. Los verdaderos beneficiarios fueron los sectores pudientes que obtenían
energía a bajo costo. Los empresarios extranjeros hubieran preferido ser ex-
propiados e indemnizados a conservar unas compañías con baja rentabilidad
y un volumen de clientes que no tenían ni qué comer. El presidente de Colom-
bia Eduardo Santos, quien había acordado la visita al país de misiones norte-
americanas (Randall, 2007), permitió la elevación de las tarifas hasta niveles
de rentabilidad que la compañía norteamericana considerara apropiados, con
el fin de dirimir estos conflictos con las empresas de la American and Foreign
Power Company, por autorización especial del Congreso.

La empresa de Bogotá, gracias al ahorro interno y a algunos créditos de Baker,


Kellogg & Company en 1927, y Motor-Colombus en 1930, había logrado con-
solidar su posición y mantener sus planes de expansión, que contemplaban la
construcción del Muña, que debía entrar en operación en 1936, y luego la cons-
trucción del Guavio, con lo que se esperaba garantizar 500 MW que surtieran
energía a la ciudad hasta los años 40 e incluso los 50. La empresa emitió bonos
exitosamente en 1939 y 1941 para la primera, para comprar terrenos aledaños
al Guavio y para sostener las termoeléctricas, las cuales fueron paulatinamente
acaparadas por la American and Foreign Power Company y por la Motor-
Colombus, que recibió bonos a cambio de su préstamo. Así, en 1939 esta era ya
una compañía mixta, con acciones mayoritarias del gobierno municipal y partes
iguales entre la American and Foreign Power Company, la Motor-Colombus y
accionistas privados, predominantemente la familia Samper.

Los planes de expansión de la empresa se truncaron gracias a la depresión


económica que antecedió la Segunda Guerra Mundial, y a la actitud roñosa del

145
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Concejo de la ciudad, que impidió el incremento de tarifas para el plan de


expansión, y más bien las redujo más de una vez arguyendo hipócritamente en
favor de los pobres pero favoreciendo realmente a “las residencias de la clase
alta, a los dueños de los grandes almacenes, a los industriales y, en especial, a
los comerciantes”.(De la Pedraja, 1993, 192). Una tercera emisión de bonos
en 1943 para cubrir el déficit en la construcción del Muña, resultó un fracaso.
El resultado práctico de esta actitud contumaz fue la carencia de recursos para
inversión, que trajo el retraso tecnológico e industrial, y que, según los propios
parámetros de los economistas del norte bajo la dirección de Currie, profundi-
zó nuestro “subdesarrollo” (sic).

La compañía norteamericana vendió sus acciones al finalizar la Segunda Gue-


rra Mundial, quedando la suiza Motor-Colombus con la mayoría de las accio-
nes. López Pumarejo ejercía la presidencia de junta directiva de la EUEEB
desde 1938 -durante el gobierno de Santos-; no hay que olvidar que la familia
Samper luchó contra las pretensiones de la empresa norteamericana por con-
trolarla. Las tareas del ex-presidente consistían en conseguir recursos financie-
ros para inyectarle a la empresa (los consiguió con el Chemical Bank y con el
National City Bank), renegociar la concesión de aguas que expiraría en 1946
y evitar así que pasara a manos de la compañía extranjera. La inflación debida
a la emisión de papel moneda por parte del gobierno nacional después de
1946, las bajas tarifas, los altos costos del Muña y el crecimiento de la deman-
da colocaron a la empresa en condiciones críticas. El ex-presidente buscó sin
éxito nuevos recursos con el Banco Mundial; se emitieron nuevos bonos que
suscribió el Banco de la República, otorgándole liquidez transitoria a la empre-
sa, pero esto no fue suficiente para cubrir sus deudas y garantizar la expansión
del servicio. Hacia principios del 1948 los racionamientos de agua y energía
eran un factor de inconformidad de la población, las gentes estaban indigna-
das por la incapacidad de la empresa de darle salidas a sus demandas. El 9 de
abril de 1948, ante el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, la exasperación no se
dejó esperar y las gentes se sublevaron, desatándose la mortandad de centena-
res de personas, en el evento conocido como El Bogotazo”, que marcó el
inicio de un período de la historia de Colombia denominado La Violencia, con
mayúsculas.

El palacio de gobierno, que presidía el conservador Mariano Ospina Pérez,


quedó sin energía durante esas jornadas, y debido a las dificultades que la
empresa dirigida por los liberales tuvo para restablecer el fluido eléctrico en
este y otros lugares de la ciudad, las retaliaciones del gobierno se hicieron
sentir con rigor negándoles el respaldo estatal para los créditos, así como el
aumento de tarifas que les hubieran permitido avanzar en sus planes de ex-
pansión. Laureano Gómez, sucesor en la presidencia del país de su copartidario
Ospina Pérez, se encargó de fortalecer la posición del Estado en la empresa
comprando acciones de pequeños propietarios y de los suizos, pero no obtuvo
la mayoría que continuaba en manos del Concejo capitalino, que maniobró
para impedir que esa fuente de negocios se fuera de sus manos y de las de
comerciantes y contratistas. Sólo posteriormente, cuando el gobierno nacio-
nal le inyectó nuevos recursos a la empresa, la situación cambiaría.

146
Colombia: ¿un futuro sin agua?

El destino de otras de las empresas municipales también muestra el poder


ejercido por negociantes, comisionistas y terratenientes para detener el desa-
rrollo energético nacional a favor de mantener los cacicazgos y el control
gamonalista local y departamental. En Bucaramanga por ejemplo, se presio-
nó a la familia Paillé mediante la creación de una compañía rival que proyectó
la construcción de la Central hidroeléctrica del río Lebrija, que sólo se hizo
viable mediante presiones al gobierno nacional cuando logró en 1943, el
51% del capital suscrito y cuotas anuales entre 1943 y 1946. Todo este dine-
ro se dilapidó sin concluir la obra. Mientras tanto los comerciantes locales
presionaron al gobierno de modo que no permitiera el incremento de tarifas
que requería la empresa de los Paillé para mantener y ampliar la cobertura del
servicio.

El Estado en manos de politiqueros, y los contratistas y comisionistas aliados


con los terratenientes locales, impedían el desarrollo eléctrico. La maniobras
no cesaron, y aún en contra de la posición favorable del Banco Mundial, a
quien el gobierno había solicitado varios créditos cuyo otorgamiento fue con-
dicionado en favor de la empresa privada de Bucaramanga que mostraba
mayor capacidad que el Estado para suplir la demanda de energía y para
adquirir la quebrada Central hidroeléctrica del río Lebrija, la Compañía Eléc-
trica de Bucaramanga declinó ante los aliados del gobierno conservador de
Laureano Gomez (1950-1951), que lograron su cometido de apoderarse de la
empresa de los Paillé en 1951.

EL Banco Mundial, que recién iniciaba operaciones en Latinoamérica, envió


al país una misión (1949-1950) encabezada por el canadiense Lauchlin Curie,
quien luego se nacionalizaría en el país. La misión, si bien apoyaba las solici-
tudes de empréstitos para llevar avante las hidroeléctricas de Anchicayá, Cal-
das y Lebrija, desestimaba la importancia de la Siderúrgica de Paz del Río.
Ante este dilema el gobierno de Laureano Gómez accedió a créditos costosos
para la siderúrgica, lo cual indispuso al Banco, quien se negó a desembolsar
los otros créditos. El embajador de Colombia, reunido con el Secretario de
Estado Asistente de Estados Unidos, le pidió a este que intercediera ante el
Banco, logrando que a regañadientes hiciera los desembolsos. Aún así, el
caso de la EUEEB, que requería recursos para terminar el Muña y avanzar con
el Guavio, no fue resuelto, por diversas razones, entre las cuales porque su
vocero, el ex-presidente López Pumarejo, no surtió oportunamente los trámi-
tes del crédito.

Es de notar que los conflictos por el agua, que se hacían relevantes, no eran
ocasionados por la demanda de las hidroeléctricas sino más bien consecuen-
cia de la lucha entre terratenientes por su control y dominio. En la medida en
que se expandía la frontera agrícola y crecían las ciudades, estos conflictos
escalaban su intensidad sin que los gobiernos locales pudieran afrontarlos. De
manera que el gobierno nacional se vio abocado a promulgar la ley 113 de
1928 que lo facultó para otorgar concesiones de aguas. Ante las dificultades
para interpretar esta disposición se aprobó la ley 109 de 1936 que facultó al
gobierno para establecer las tarifas a empresas de servicio público que disfru-

147
Colombia: ¿un futuro sin agua?

taban de las concesiones otorgadas después de 1928, sin usurpar a los muni-
cipios su derecho de fijar tarifas más bajas. El resultado fue el empoderamiento
de las burocracias nacionales frente a las municipales, y el acomodamiento de
las tarifas municipales a los fines de los políticos locales, en detrimento de las
iniciativas privadas que demandaban mayores tarifas para la ampliación del
servicio y la consolidación de sus infraestructuras.

En 1938 se expidió la ley 126 que autorizó al gobierno nacional a financiar


proyectos de electrificación municipales y departamentales, hecho que abrió
los apetitos de los comisionistas, comerciantes, terratenientes, políticos y go-
biernos locales, que presionaron al Estado (en muchas de cuyas funciones
están empotrados sus aliados) para que les financiara cuanto proyecto tenían
en mente, especialmente los que valorizaron sus propiedades. El gobierno
creó en 1940 el Fondo de Fomento Municipal -FFM- para la construcción de
acueductos y alcantarillados, para plantas eléctricas, escuelas y hospitales. Aún
con el dinero en el bolsillo los tomadores de decisiones carecían de conoci-
mientos técnicos que les permitan siquiera ordenar los equipos adecuados que
se requerían.

La ley 109/39 había creado una oficina en el Ministerio de Industria para la


supervisión y regulación de tarifas a las empresas de servicios públicos que
tenían concesiones posteriores a 1928. En 1938 con la ley 126 esta oficina se
trasformó en el Departamento de Empresas de Servicios Públicos (DESP) como
institución independiente que deambuló por los ministerios durante los siguientes
30 años. El Fondo estuvo a cargo del DESP hasta que se constituyó en un
organismo independiente que desde 1950 se llamó INSFOPAL, el cual, entre
otras cuestiones, se ocupó de la instalación de pequeños generadores para
bombeo en los sistemas de agua municipales. En 1945 se habló de la creación
de un Instituto de Fomento Eléctrico que fue financiado de varias formas,
incluido un impuesto eléctrico pagado por los consumidores. La clase dirigen-
te que quería energía a bajo costo y proyectos de corto plazo, se opuso; mien-
tras los terratenientes que clamaban por obras de riego y protección ante
inundaciones, inquirían por un instituto de aguas. El resultado fue la fusión de
las funciones del agua y la electricidad en una sola entidad llamada Instituto
Nacional de aprovechamiento de Aguas y Fomento Eléctrico (ELECTRAGUAS),
la cual careció de los medios y del enfoque necesario para impulsar el desarro-
llo energético, y más bien se limitó a distribuir pobreza a los gobiernos regio-
nales.

ELECTRAGUAS, en lugar de dedicarse a la electrificación se dedicó a reme-


diar los problemas de inundaciones, y a construir canalizaciones e
infraestructuras de riego, todo a favor de los propietarios de las tierras y de los
comisionistas y constructores de obras civiles. En 1967 se crearon la Empresa
de Interconexión Eléctrica -ISA- y la Corporación Eléctrica de la Costa Atlán-
tica -CORELCA-; mientras un año después, en 1968, ELECTRAGUAS se
trasformó en ICEL (Instituto Colombiano de Energía Eléctrica), mientras el
Instituto Colombiano de Reforma Agraria -INCORA- asumía el control de inun-
daciones y los proyectos de irrigación.

148
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Anotaciones sobre deuda pública y deuda ecológica


(Vélez, 2007)
La deuda del sector eléctrico y particularmente del sub-sector hidroeléctrico,
que aquí será objeto de atención particular, tiene una historia relacionada con
decisiones de política pública sesgadas por los intereses, valores y concepcio-
nes del mundo cortoplacistas, egoístas y en nada o muy poco en función del
bienestar social. La historia del sub-sector está llena de anécdotas relaciona-
das con la emisión de bonos de deuda pública para salvar empresas con una
composición accionaria significativamente privada, o el endeudamiento públi-
co para la adquisición sobre-valorada de empresas privadas, o la adquisición
de créditos públicos para cubrir los déficit en la construcción de infraestructura
de generación de empresas publicas quebradas por acción de los contratistas
e intermediarios privados que esquilman los presupuestos. Se creó lo que
René de la Pedraja llamó “el modelo de ordeñar las arcas estatales”, que
consiste en trasladar fondos de las empresas estatales y municipales a los
bolsillos de los particulares.

El retraso estructural en el desarrollo de la hidroelectricidad en Colombia ha


tenido múltiples causas. Por ejemplo, los altos costos de nacionalizaciones
como la de EUEEB y la Foreign Power Company de Cali; la financiación de
las hidroeléctricas de Anchicayá, Caldas y Lebrija con costosos créditos del
Export-Import Bank (ECA de USA) y del Banco Mundial; la inyección de re-
cursos financieros destinados a mantener con vida empresas privadas como
en el caso de la sociedad Industrial de Garzón, en el Huila; los costos del
servicio a las deudas, las bajas tarifas y los bajos impuestos; entre otros casos,
llevaron a que los costos de ampliación, de nuevas obras y de operación se
cubrieran con emisión o contratación de nueva deuda, o con el incremento de
tarifas e impuestos que nunca resultaron suficientes para el despilfarro, los
sobrecostos y la voracidad de quienes ordeñan al Estado.

Las obras estancadas y la postergación de nuevos proyectos, resultan de la


reducción de los recursos para inversión y expansión de los servicios, pues en
muchas ocasiones el dinero público toma otros rumbos. Para ocultar tal situa-
ción se difundió la idea del sobre-dimensionamiento del sub-sector con lo cual
quedaban ocultos estos desfalcos. Las consecuencias fueron sin duda los
apagones del 82 y el 92, que se pueden apreciar en el gráfico 2.

Sin duda los organismos financieros multilaterales y las Agencias de Crédito


para las Exportaciones (ACES) han jugado un papel importante en la promo-
ción de ese modelo corrupto-corruptor, del que se han alimentado las elites y
los banqueros criollos. Chivor es un ejemplo demostrativo. El Banco Mundial
insistía en su construcción desde 1969, y aprobó una solicitud de empréstito
en mayo de 1970.

Apenas un año después ISA abrió la contratación, y sólo hasta 1972 empezó
la construcción. Además de la lucha entre las empresas de energía de Bogotá
y Medellín, y la CVC por quedarse con el mercado cautivo de la interconexión

149
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Gráfico 3
Históricos de producción, demanda y oferta interna

50.000

45.000

40.000

35.000

30.000

25.000

20.000

15.000

10.000

5.000

y de la propia estructura de ISA, en parte la demora se debía a la negociación


de otro préstamo paralelo con el BID que sólo fue aprobado en mayo de
1971. Las obras se estancaron en 1972 por las mismas razones que habían
demorado su iniciación. Entonces el Banco Mundial aprovechó para usar el
látigo y suspendió desembolsos entre 1974 y 75, e ISA recurrió a empréstitos
más costosos de corto plazo para cubrir los sobre-costos que afirmaba traía la
fluctuación de precios en plena crisis energética en 1973. Afirma De La Pedraja
que estos “ascendieron a un 54%, y el sólo pago de los préstamos locales a
corto plazo fue un 117% mayor de los previsto” (De La Pedraja, 200 , p. 303)
Los préstamos de corto plazo se hicieron con la banca nacional a pesar de que
la banca privada neoyorquina daba mejores condiciones. Al final, cuando en
1977 en pleno Paro Cívico Nacional, durante el gobierno de López Michelsen,
Chivor I por fin funcionó, los costos eran incalculables y aún están por estable-
cerse.

El Guavio, un embalse de la Empresa de Energía Eléctrica de Bogota es, en


términos de corrupción, un caso estelar: Los sobre-costos en la construcción
alcanzaban en su momento 2.053 millones de dólares y fueron sus beneficia-
rios los consorcios contratistas Vianini–Entrecanales (ítalo-español) y Tavora y
Campenon Bernard-Spie Batignolles, (franceses), que pagaron enormes pre-
cios por predios sobrevaluados que ya habían caído en manos de propietarios
inescrupulosos que los adquirieron con el propósito de revenderlos. A Fabio
Puyo Vasco quien vive en España, siendo gerente se le comprobaron $692,5
millones de aumento patrimonial injustificado. Fue un acicate del apagón del
92 y un componente de la deuda del sector eléctrico que equivalía para enton-

150
Colombia: ¿un futuro sin agua?

ces a casi la tercera parte de la deuda pública del país. La carga monetaria que
significó para la EEEB presionó su escisión y privatización en manos de Endesa
(España) y Chilenger (Chile), que asumieron su administración siendo propie-
tarias de una parte minoritaria de la empresa (REDLAR, 2007).

Así es como ahora la expansión y modernización de la EEEB se hace a costa


del aumento de tarifas y no de las ganancias que más bien han sido expatria-
das mediante proceso de descapitalización, el primero de los cuales se realizó
en 1999 por un monto de $1’189.248’000.000,oo pesos. Y de ahí en lo
sucesivo las descapitalizaciones no se han detenido: Entre 2001 y 2002 fue
de cerca de un billón de pesos y en enero de 2005 de 1,4 billones de pesos.
Dice el autor del referido artículo que “en dólares corrientes se estima en 950
millones lo recuperado por vía de reducción de capital en diez años y casi todo
para la española Endesa que compró la participación a la parte chilena.”
Recientemente ENTRECANALES (Dueño de ACCIONA) ha ofrecido com-
prar Endesa y, como dice el articulo, con el dinero de El Guavio se comprará
El Guavio, evidenciando que “lo acaecido con la EEEB es buena muestra de lo
que es de verdad la inversión extranjera, una especie de filibusterismo contem-
poráneo”.

Cuadro 2.
Algunos de los proyectos que se han desarrollado con financiación del BID

NOMBRE FECHA DE APROBACIÓN


Central Hidroeléctrica Porce III 05-OCT-2005
Prefactibilidad Campo Geotérmico Azufral 01-MAR-2000
Estudio Fact. campo Geotermal Azufral 12-FEB-1999
Programa Sectorial Eléctrico 16-DIC-1998
Préstamo CT Apoyo Programa Eficiencia Energética 17-SEP-1997
Gasaducto Transmetano 18-DIC-1996
Planta Térmica Termovalle I 30-OCT-1996
Plan Acción en Eficiencia Energética 29-DIC-1994
Proy. Geotérmico Macizo Volcánico Ruiz
Normalización Centrales Termoeléctricas 02-FEB-1994
Central Hidroeléctrica Porce II 01-DIC-1993
Apoyo a Evaluación Proyecto Porce II 24-MAY-1993
Hidroeléctrica Guavio Financiamiento Adicional 17-DIC-1987
Financiamiento Complementario Jaguas (CO0070) LCC 15-MAY-1985
Hidroeléctrica Jaguas Financ Adicional 10-ENE-1985
Proyecto Río Grande Múltiple Uso 19-DIC-1984
Efecto Ambiental de un Proyecto Hidroel. 24-ENE-1984
Const.central Hidroeléctrica Guavio 21-DIC-1983
Pequeñas Centrales Hidroeléctricas 18-AGO-1983
Estudio Energético Nacional 23-SEP-1981
Central Hidroeléctrica Guavio 25-JUN-1981

151
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Construí. central Hidroeléctrica Playas 18-DIC-1980


Construí. central Hidroeléctrica Jaguas 22-NOV-1978
Central Hidroeléctrica San Carlos I 08-DIC-1977
Central Hidroeléctrica Chivor II 20-DIC-1973
Central Hidroeléctrica de Chivor 05-MAY-1971
Construcción de Presa Planta Río Anchicayá 30-DIC-1968
Construcción Presa Planta Río Anchicayá 30-DIC-1968
Construcción Central Hidroeléctrica San Francisco 18-NOV-1965
Proyecto Hidroeléctrico Río Prado 19-NOV-1964

Actualmente, uno de los más importantes proyectos apalancados por el BID


es Porce III que, impulsado por las Empresas Públicas de Medellín (EEPPM),
entrará en operación en 2010. Su capacidad instalada será de 660 MW y la
inversión estimada de aproximadamente US$ 720 millones. Este proyecto se
planteó hace más de dos décadas con el propósito de añadir potencia al siste-
ma integrado por los embalses de Porce II, Riogrande II, Troneras y Miraflores,
que están en la cuenca del Río Porce, donde se encuentran actualmente en
operación 1.318,7 MW. Cuando las obras se localizan en este tipo de siste-
mas, además de ocasionar trasformaciones dramáticas de calidad del agua y
en los ecosistemas, se presentan impactos ambientales, sociales y económicos
acumulativos y sinérgicos.

Porce II, que hace parte de este sistema, tuvo un costo total de US $605,4
millones, en parte cubiertos por un crédito suscrito con el Banco Interamerica-
no de Desarrollo (BID, Co-11005) en 1994 de US$ 328,0 millones para
obras que se desarrollarían hasta 2001. La Central Hidroeléctrica Porce II, se
localiza 120 km al norte de la ciudad de Medellín, aguas arriba de Porce III y
cuenta con 392 MW de potencia instalada y genera en promedio 2.044 GWh/
año, con una generación firme de 1.600 GWh/año.

El BID, durante los últimos 30 años, desde cuando Colombia tenía una capa-
cidad instalada de 2,700MW hasta el día de hoy, cuando cuenta con
13,000MW, ha efectuado 35 operaciones por un monto total de US$2,750
millones, con lo que se ha financiado el 30% de la capacidad actual de genera-
ción, constituyéndose en unos de los principales adalides y fuente de finanzas
del modelo energético e hidroeléctrico nacional. Estos créditos se han destina-
do a la construcción de 11 centrales hidroeléctricas, dentro de las cuales las de
mayor tamaño son San Carlos, Guavio y Chivor, cada una con capacidad de
alrededor de 1,000MW. Simultáneamente ha otorgado créditos para la cons-
trucción de infraestructura de transmisión y control tanto de los proyectos
indicados como del sistema de transmisión nacional. Las líneas construidas
con apoyo del Banco a tensiones de 230kV y 500kV equivalen a 35% del
sistema. Con créditos del BID se han financiado proyectos como el de URE,
que ya en otras ocasiones hemos analizado(Vélez, 1999).

152
Colombia: ¿un futuro sin agua?

El BID también ha financiado el programa de reestructuración administrativa que


ha permitido la privatización del sector eléctrico, el cual ha pasado a manos del
sector privado en un 60% en generación, 45% en distribución y 20% en transmi-
sión, conduciendo a una concertación sin parangón del sector en manos de
algunas pocas empresas trasnacionales, en contra de lo pregonado por la cons-
titución colombiana en favor de la democratización de la propiedad y la riqueza
nacional. En este proceso se crearon la CREG, la UPME y se puso en marcha la
Bolsa de Energía para el manejo del MEM. En fase de ejecución se encuentra el
Proyecto de Privatización y Concesiones en Infraestructura.

El BID también ha financiado proyectos de EEPPM en los sectores de electri-


cidad y aguas desde 1961, con trece préstamos otorgados por montos acu-
mulados de US$ 825 millones. Estos créditos han servido para apalancar
créditos con la Banca privada y con las Agencias de Crédito para las Exporta-
ciones con el JBIC, la CAF, y con los tenedores de sus bonos corporativos y el
Gobierno de Colombia.

El sector de energía y particularmente el sub-sector hidroeléctrico arrastran


una gran porción del total del endeudamiento nacional. Baste con afirmar que
la Banca Multilateral, que ha promovido el endeudamiento público a través de
la construcción de infraestructuras también ha promovido la enajenación de
estas mediante privatizaciones, dejando como resultado una transferencia neta
de riqueza nacional hacia los acreedores y una pérdida de los activos patrimo-
niales, en otras palabras un saqueo. En un artículo publicado en la Revista de
la Contraloría General de la Republica se pone en evidencia el fracaso de las
privatizaciones promovidas por la Banca Multilateral para asegurarse que se le
paga la deuda: “En Colombia, las privatizaciones de las empresas estatales
han sido un fracaso, por lo menos en lo que se refiere al cumplimiento del
mandato constitucional de ‘promover el acceso a la propiedad’ mediante la
democratización de la propiedad de las acciones de las empresas enajenadas”
(Cabrera, 2007). Así, en el caso de las privatizaciones directas las hidroeléctri-
cas de Chivor y Betania, el sector solidario sólo captó el 0.01% de las accio-
nes en cada caso, y en EPSA sólo el 0.33%; otras enajenaciones han sido las
de EMGESA (Generación), Codensa (distribución) y EEB (Transmisión), em-
presas que fueron capitalizadas trasladando el derecho de controlar y adminis-
trar la empresa al socio estratégico, bien sea porque compró la mayoría de las
acciones o por renuncia del Estado a hacerlo. El caso de ISA se muestra como
excepcional en la medida en que en dos emisiones se pusieron en manos de
95 mil nuevos accionistas 235 millones de acciones; pero lo que ha primado
en los procesos de privatización ha sido la concentración de la propiedad en
manos privadas.

Aunque sería necesario un análisis más pormenorizado de la deuda del sub-


sector hidroeléctrico, este artículo no tiene ese alcance. Sin embargo, no po-
demos evitar hacer una reflexión sobre los asuntos de la ecología política de
estas deudas. Frederick Soddy decía en 1921 que “la riqueza de una comuni-
dad es su ingreso que, en último análisis, es un ingreso de energía disponible
para los propósitos de la vida”, y más adelante afirmaba que la verdadera

153
Colombia: ¿un futuro sin agua?

riqueza es ese ingreso y “no puede ser ahorrada” (Martínez-Alier, 1995). Los
papeles o la moneda no permiten a nadie vivir sino los intercambia por comi-
da o por agua. La riqueza individual será siempre desde esta perspectiva una
sustracción a la riqueza colectiva. Generalizando podríamos decir que la eco-
nomía es una forma de tomar prestada de las generaciones venideras esa
energía disponible (en forma de materia y energía) o bienestar del futuro.
Entonces una actuación éticamente apropiada sería aquella que, de los benefi-
cios obtenidos, ahorra energía y materia, y no papeles o espóndilos, para
reparar la deuda adquirida con las generaciones venideras. Estoy imaginando
unas condiciones en las que se aplicara algo así como una especie de regla de
Pareto de la deuda ecológica con las generaciones venideras, donde los costos
ambientales de una acción económica actual deberían ser inferiores a los be-
neficios que les legáramos a las generaciones venideras en términos materia-
les, de energía libre y en términos de felicidad.

Ahora bien, hay que ver cómo los sectores financiero e inmobiliario, dedica-
dos a promover infraestructuras de riego, portuarias o hidroeléctricas, movili-
zan la infelicidad colectiva al generar ardides publicitarios para empeñar el
futuro de las sociedades. Lo que resulta a la postre no es que se transfiera
bienestar y felicidad a las generaciones venideras sino más bien grandes pasi-
vos ambientales e infelicidad, que resulta verdaderamente inconmensurable en
estas relaciones económicas y sociales inicuas.

Muchas veces los Estados arguyen en favor de endeudarse por tener que resar-
cir las deudas sociales y ambientales que les legaron sus antecesores y quienes
han acumulado en beneficio privado las riquezas de la economía y los dones
de la naturaleza, y ellos suelen ser los mismos que tienen al Estado como “vaca
lechera”. No de otra manera podría explicarse la aplicación que el gobierno
6 Aunque no nos hemos de pone, por ejemplo en rebajar impuestos, facilitar las remesas de Colombia al
detener en el análisis del exterior, garantizar medidas de zonas francas a las industrias intensivas en uso
contexto internacional de
la energía y menos en lo de agua, fomentar con incentivos las plantaciones forestales y de palma acei-
que se refiere al peso que tera, también intensivas en agua, etc. Se dice que es para generar equidad,
en él tiene la energía
obtenida de de las para fortalecer la seguridad y para dar pleno empleo, y lo que en realidad
hidroeléctricas, resulta sucede es que se está generando una nueva deuda ecológica y social. Podría
conveniente para los
lectores tener a la mano pues concluirse que endeudarse hoy ya sea en el sentido monetario, acción
alguna información que les que tomará como garantía la materia y la energía de la economía real, o en el
permita hacer sus propias
reflexiones. Para ello sentido de arrogarse el derecho a usar la materia y la energía disponibles,
hemos dispuesto en el podrá ser siempre, aunque no necesariamente, en detrimento de las genera-
Anexo I algunas cifras y
gráficos que pueden ciones venideras.
servirle de herramientas,
allí encontraran
información sobre la Las hidroeléctricas en el balance
generación de electricidad
y el consumo de energético de Colombia6
hidroelectricidad en Sur y
Centro América, el
consumo mundial de El sistema de interconexión nacional en el año 2003 tuvo una generación de
energía primaria por 46,818.1 GWh, la que fue atendida en un 75.5% por recursos hídricos, 14.5%
combustible, y una
comparación de reservas por plantas que operan con gas natural, 5.6% por plantas con base en carbón
de energía primaria entre mineral, y el restante 4.4% por plantas menores, auto y co-generadoras. Esta
Sur y Centro América y el
total mundial generación fue 4.8% superior a la presentada en el año 2002. La planta que

154
Colombia: ¿un futuro sin agua?

presentó el mayor aporte a la generación de energía eléctrica en el 2003 fue


Guavio un 11.54% de la generación del sistema, seguida de las plantas de San
Carlos con 11.39% y Tebsa con 8.34%. Sólo Tebsa generó gran parte de la
energía a través de restricciones, mientras que las otras plantas lo hicieron por
orden de mérito (Ministerio de Minas y Energía, 2004; Coviello, 2003).

En el mes de abril de 2007 la demanda de energía eléctrica alcanzó un valor


de 4,242.7 GWh. Este valor corresponde a un crecimiento de 5.0% al com-
pararse con respecto al mes de abril del año anterior. Entre mayo de 2006 y
abril de 2007, la demanda de electricidad fue de 51,659.5 GWh, lo cual
representa una tasa de crecimiento de 10 % respecto a 2003 (UPME, 2007).

Gráfico 4
Consumo de energía por fuentes. Colombia, 2005. PNE

Otros ; 3%

Leña & bagazo; 7% Diésel; 22%

Gas Natural; 15%

Gasolina; 19%

Carbón; 8%

Otros derivados; 7%
Energía eléctrica; 19%

Ahora bien el balance energético colombianos muestra que el consumo final


de energía es fuertemente dependiente de los hidrocarburos, que representan
el 63% del total sumados el diesel, la gasolina, el gas natural y otros derivados.
Sumado el carbón, los fósiles serían el 71% del total del consumo nacional en
2005. Ello nos hace una sociedad “petro-hólica” o “petro-adicta”. El aporte
de energía eléctrica al consumo de energía primaria es del 19% una cifra
significativa; el consumo de leña y bagazo de la caña es del 7%; y las “otras
primarias” son bajas.

Aunque en cifras resulta insignificante y más bien son mecanismos para el


lavado de imagen, se han incorporado en la generación fuentes eólicas y
pequeñas centrales hidroeléctricas ligadas al negocio de reducción de emisio-

155
Colombia: ¿un futuro sin agua?

nes de carbono bajo el MDL (mecanismo de Desarrollo Limpio). Así por ejem-
plo, en la Alta Guajira colombiana, EPM, con una inversión global de US$
27,8, puso en funcionamiento el primer parque eólico, Jepírachi, con 15
aerogeneradores que aportan 19,5 MW al Sistema Interconectado Nacional.

Otros proyectos hidroeléctricos financiados por el Banco Mundial se presen-


tan en Colombia como oportunidades en el MDL y como modelos para el
desarrollo del nuevo Fondo Comunitario de Carbono y del Fondo Prototipo
del Carbono que administra este organismo multilateral. En el mismo ámbito
se están promoviendo proyectos de aprovechamiento del metano de los relle-
nos sanitarios y otros proyectos URE como la sustitución de luminarias por
otras de mayor rendimiento. Hay también experiencias de producción de
biogás y bioenergía en pequeñas comunidades rurales, principalmente. En el
anexo 1 se muestran los gráficos históricos de generación de energía, la oferta
de hidroelectricidad y el consumo final de electricidad entre los años 1975 y
2006.

Ahora bien, la energía que se consume en Colombia se distribuye en sus dife-


rentes usos conforme al cuadro que se presenta enseguida, donde se compara
el consumo de 1990 con el de 2005, y se aprecia cómo el gas natural ha
sustituido el fuel oil en el sector industrial, y el gas y la electricidad han sustitui-
do la leña en el sector residencial, especialmente el GLP en el sector rural y el
GN y la electricidad en el sector urbano:
Cuadro 2
Proyectos de hidroeléctricas en Colombia

PROYECTO CAPACIDADTECNOLOGÍA LOCALIZACIÓN (municipio y POSIBLE PROMOTOR FASE


(MW) departamento) FECHA DE
ENTRADA
Térmico de Gas. Capacidad registrada: 1524 MW
Meriléctrica CC 103 Ciclo Combinado B/meja Santander Nov-09 MERILECTRICA 2
TermoFlores IV 160 Ciclo Combinado Barranquilla Atlántico Nov-09 TERMOFLORESS.A E.S.P. 2
TermoYopal 36 Ciclo Abierto Yopal Casanare Jun-07 TERMOYOPAL S.A 1
CC – Endesa 1 400 Ciclo Combinado Tauramena Casanare 20
-Manaure – Guajira 2 EMGESA S.A. E.S.P. 1
Termo Upar 300 Ciclo Abierto La Paz Cesar Sin confirmar ISAGEN S.A. E.S.P. 1
Termo Lumbí 300 Ciclo Combinado Mariquita Tolima Sin confirmar ISAGEN S.A. E.S.P. 1
Termo Yarigüíes 225 Ciclo Combinado Barrancabermeja Santander Sin confirmar ISAGEN S.A. E.S.P. 1
Térmico a Carbón. Capacidad registrada: 100 MW
Termocauca 100 Lecho Fluidizado Santander Cauca Sep-09 Termocauca E.S.P. 2
de Quilichao
Hidroeléctrica (Embalse) Capacidad registrada: 9930 MW
Porce 3 660 Turbina Francis Anorí – Amalfi Antioquia Sep – 10 EEPPM 3
Nechí 645 Turbina Pelton Anorí (otros) Antioquia Sin confirmar EEPPM 2
Sogamoso 840 Turbina Francis Río Sogamoso Santander Sin confirmar HIDROSOGAMOSO S.A. 2
Quimbo 400 Turbina Francis Gigante, Garzón Huila 20 EMGESA S.A. E.S.P. 1
15
Chapasia 800 Turbina Pelton Miraflores, Páez Boyacá 21 EMGESA S.A. E.S.P. 1
15
Guaico 136 Turbina Francis Abejorral Antioquia Sin confirmar EEPPM 1
Guamués PMG – I 428 Turbina Pelton Pasto Nariño Sin confirmar Empresa PMG S.A. E.S.P. 1
G é PMG II 605 T bi P lt P t N iñ Si fi E PMG S A E S P 1

156
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Guamués PMG – II 605 Turbina Pelton Pasto NariñoSin confirmar Empresa PMG S.A. E.S.P. 1
PMG – Patía I 880 Turbina Francis Pasto NariñoSin confirmar Empresa PMG S.A. E.S.P. 1
PMG – Patía II 911 Turbina Francis Pasto NariñoSin confirmar Empresa PMG S.A. E.S.P. 1
Cabrera 600 Turbina Francis Río Suárez SantanderSin confirmar ISAGEN S.A. E.S.P. 1
Fonce 520 Turbina Pelton San Gil SantanderSin confirmar ISAGEN S.A. E.S.P. 1
Andaquí 705 Turbina Francis ------ Cauca yPutumayo Sin confimar ISAGEN S.A. E.S.P. 1
Pescadero-Ituango 1800 Turbina Francis Ituango AntioquiaSin confirmar Hidroeléc.
Pescadero–Ituango S.A. 1
Hidroeléctrica (Mediana y Pequeña Central) Capacidad registrada: 470.96
Bugalagrande 40.5 -- Tulúa Valle Dic-09 EPSA E.S.P. 2
Amaime 18.6 -- Palmira –Cerrito Valle Dic-09 EPSAE.S.P. 2
Montañitas 24.5 Turbina Pelton Don Matías/Sta. RosaAntioquia Sin confirmar GENERADORA
UNIÓN S.A. 2
Cañaveral 68 Turbina Pelton Caldas Antioquia Sin confirmar ISAGEN S.A. E.S.P. 2
Encimadas 94 Turbina Pelton Caldas Antioquia Sin confirmar ISAGEN S.A. E.S.P. 2
La Cascada 2.3 Turbina Francis SanRoque Antioquia Jun-07 PSP La Cascada S.A. E.S.P 2
Caruquia 9.5 Turbina Francis Santa RosaOsos Antioquia Dic-09 HMV INGENIEROS LTDA 1
Barroso 19.9 Turbina Pelton Salgar Antioquia Dic-10 HMV INGENIEROS LTDA 1
PCH de Neusa 2.91 --- Cogua –Tausa C/marca Sin confirmar INGAMEG 1
Agua Fresca 4 Turbina Pelton Jericó Antioquia Sin confirmar GENERADORA
UNIÓN S.A. 1
Alejandría 16.3 Sin Información Alejandría Antioquia Sin confirmar EADE S.A. E.S.P. 1
Aures 24.9 Turbina Pelton Sonsón,Abejorral Antioquia Sin confirmar EADE S.A. E.S.P 1
Caracolí 14.6 Turbina Pelton Caracolí Antioquia Sin confirmar EADE S.A. E.S.P. 1
Cocorná 29.7 Sin Información Cocorná Antioquia Sin confirmar EADE S.A. E.S.P. 1
Río Frío 8.5 Turbina Pelton Támesis Antioquia Sin confirmar EADE S.A. E.S.P. 1
Santa Rita (_ehaz.) 1 Turbina Pelton Andes Antioquia Sin confirmar EADE S.A. E.S.P 1
Cucuana 88 Turbina Francis Roncesvalles Tolima Sin confirmar ELECTRIF. DEL TOLIMA 1
Coello 1, 2, 3 3.75 Turbina Kaplan Chicoral Tolima Sin confirmar HIDROESTUDIOS 1

Recuadro 3
Algunos conflictos ambientales con los embalses e hidroeléctricas en Colombia.

Proyecto Características Elementos del conflicto


Centrales hidroeléctricas Privatización de las empresas Siguiendo el concepto No 664 del 24 de agosto de 2001
de Anchicayá, Urrá I y públicas por decisión del gobierno de la Subdirección de Licencias Ambientales del MAVDT,
Salvajina de Ernesto Samper en agosto de con el fin de descender el nivel de la cota del embalse de
1998 a manos de Unión FENOSA 195 a 156 metros sobre el nivel del mar, el 23 de julio de
Electrificadoras Electro- Compradas por Unión FENOSA, que 2001, la empresa EPSA S.A. ESP- (filial de la española
costa y Electrocaribe de prevé inversiones de 1.650 millones Unión FENOSA) abrió las compuertas de la represa del
Barranquilla y Cartagena de euros hasta el 2011 para poner Bajo Anchicayá sin consultar a las comunidades, ni
y luego la empresa de en marcha 1.400 megavatios de informar a la autoridad ambiental, produciéndose una
electricidad del Valle del potencia renovable en Latinoa- descarga de 500.000 metros cúbicos de lodos sobre la
Cauca EPSA mérica, con ello ampliaría sus cuenta del río. Estos lodos presentaban un avanzado
inversiones en Colombia, ampli- grado de descomposición de la materia orgánica, por lo
ando la Empresa de Energía del que provocó la proliferación de vectores de enferme-
Pacífico S.A -EPSA- y destinado 450 dades, la contaminación de cultivos y del agua de
millones de euros en la construc- consumo humano, la muerte de animales y una grave
ción de micro-centrales eléctricas crisis alimentaria de la cual los ribereños aún no se sobre-
en el Valle del Cauca y en el Tolima. ponen. Los damnificados son más de tres mil familias.
La empresa tiene un inventario de Actualmente, Unión FENOSA insiste en llevar a cabo
entre 25 y 30 proyectos, siendo los nuevas descargas de lodo para potenciar el embalse y
del Valle del Cauca los más avanza- hace ensayos “piloto”, a pesar de la negativa de la
dos (www.portafolio.com 14-06- comunidad.
2007. Unión Fenosa invertirá
US$600 millones en Colombia) Desplazados por la construcción del Embalse la Salvajina
a mediados de los ochenta, se establecieron en la comu-
nidad de Yolombó, en el norte del Departamento del
Cauca, y tristemente, desde hace una década, están

157
Colombia: ¿un futuro sin agua?

, y , ,
amenazados por el propósito de EPSA de aumentar la
capacidad de generación eléctrica trasvasando hacia el
Embalse el Río Ovejas, su principal medio de sobreviven-
cia. A pesar de que las comunidades en pleno, tanto
negras como indígenas, en 1997 por medio del proceso
de consulta previa, se opusieron rotundamente a la
realización de este proyecto, Unión FENOSA insiste en
llevar a cabo la desviación. El plan de la empresa es
ampliar su mercado de la energía hacia Ecuador, Perú,
próximamente Brasil y Centroamérica con el Plan Puebla
Panamá.

Abusos y violaciones a los derechos humanos de las comunidades caribeñas. Ha sometido a


barrios y municipios enteros a cortes masivos de energía, con la disculpa de sancionar a unos
pocos usuarios morosos; los cortes eléctricos se hacen sin previo aviso de suspensión, sin respetar
el debido proceso y retirando de forma arbitraria los elementos de infraestructura construidos
y gestionados por las mismas comunidades. Elevación indiscriminada de tarifas y marginación
de amplios sectores sociales del servicio, fundamental para su vida. Cortes de energía también
ocasionan la suspensión en el servicio de agua que, al no contar con la energía necesaria no
puede ser bombeada y distribuida. Altas tarifas y cortes masivos han provocado suspensión de
actividades educativas, de los servicios de salud y ha perjudicado las actividades económicas de
la comunidad” (Censat Agua Viva)

Río Amaine y Bugala- Unión FENOSA. Ambos esperan las Arguyen que no inundarán grandes extensiones, que su
grande, ambos en el licencias ambientales. construcción es rápida, que son de bajo impacto ambien-
Valle del Cauca tal, y apropiados para emitir certificados de reducción de
gases de efecto invernadero (Acorde con el Protocolo de
Kyoto).
Río Amaime entre los EPSA, proyecta una PCH que El pasado 8 de agosto se llevó a cabo la primera audien-
municipios de Palmira y desviaría el 90% de su caudal para cia pública tras haberse presentado por EPSA los
Cerrito (Valle del Cauca) generar 5 GW/mes. estudios de impacto ambiental, y se llevó a cabo en el
Ante recursos legales interpuestos corregimiento de Aují- considerado zona de guerra -
por las comunidades se han dificultando el acceso a los habitantes de la zona plana
detenido la contratación de la que se benefician de la cuenca del río Amaime. Autori-
construcción de las obras civiles y dades militares presionaron asistentes creando atmós-
demás actividades de ingeniería fera adversa a la participación ciudadana. Asociaciones
relacionadas con el proyecto. La campesinas pidieron nuevas audiencias que eviten
UPME había dicho que este se “ambientes de represión”, y no impidan, como en esta,
reanudaría el 13 de junio de 2007. acceso de personas de instituciones de educación e
investigación que pudieran interpelar y controvertir los
argumentos de la compañía. Entre posibles están los que
extraen y comercializan arena obtenida en las playas
que el río forma en la parte baja, pues estiman que
reduciéndose el caudal en un 90% por la desviación del
caudal, su capacidad de arrastre se reduciría ostensible-
mente. También hay quienes en defensa de la ecología
del río denuncian que la pérdida del caudal y el
entubamiento afectarán la macro fauna y la flora que
perderán su hábitat; y basados en las experiencias de
otras PCH en los ríos Riofrío (Valle del Cauca) y Amoyá
(Tolima), podrían darse cambios en el uso del suelo,
pues el déficit hídrico alteraría el microclima, las sucesio-
nes vegetales y la disponibilidad de agua para riego.
Río Amoyá, en Chaparral Generadora Unión responsable del Proyecto impulsado en el marco del los Mecanismos de
(Tolima) proyecto ofertado como de Desarrollo Limpio del Protocolo de Kyoto, ofrece reducir
servicios ambientales, e impulsado emisiones de CO2, calculadas en 2.53 millones de tonela-
por transnacional de la conserva- das métricas de CO2 (mtCO2e) hasta 2012 y 2.69 mt
ción Conservation International y CO2e entre 2012 y 2019.
financiado por Banco Mundial
(diciembre 2003), por The Proto-
type Carbon Fund (Holanda) y por
Ministerio de Ambiente Vivienda y
Desarrollo de Colombia

158
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Montañitas (19.8 MW), Cañaveral (68 MW) y Encimadas (94


MW).
Otros proyectos en manos de la Generadora UNIÓN

Proyecto Multipropósito Consiste en la construcción de un Esta es una región donde las comunidades indígenas de
Los Besotes (Valledupar) embalse de propósitos múltiples arsarios y arahuacos han venido siendo desplazadas por
que ofrece regular los caudales del presión de terratenientes y paramilitares, al punto de
Rio Guatapuri, garantizar el haber sido invadidos sus resguardos. Los indígenas se
abastecimiento de agua al han opuesto pues consideran que el área inundable hace
acueducto y a un distrito de riego, y parte de su territorio ancestral, donde algunos de ellos
generar energía eléctrica aún habitan y donde se hallan localizados lugares
sagrados para sus culturas y cementerios de sus
antepasados.
Trasvase del Río Guarinó Isagen “Desde hace once años, ante los daños irreversibles de
al embalse de Miel I los proyectos hidroeléctricos instalados en las cuencas de
la región se ha generado un proceso de resistencia social
por el derecho al agua para: las poblaciones humanas de
los municipios de La Dorada y Victoria; para el sector
agropecuario y para conservar la armonía ecológica de
los territorios en donde se alojaran estos macroproyec-
tos” (Organización pro-defensa río Guarinó). Esta lucha
ha sido un rife rafe entre las comunidades asentadas en
la Charca y en la cuenca del río con ISAGEN. Reciente-
mente revocada la medida cautelar que ordenaba la
suspensión de obras y estas se reiniciaron el 15 de abril
de 2007. Sin embargo las comunidades no han declinado
en su lucha.
Trasvase del río El Manso Las comunidades presentaron pruebas del
al embalse de Miel I incumplimiento de ISAGEN para mantener el llamado
caudal ecológico; la empresa presentó un recurso de
reposición
Represa del Cercado, Esta represa será aprovechada por Según denuncia de las autoridades del pueblo Wiwa, de
territorio Wiwa, Depar- un pequeño grupo de terratenien- la Sierra Nevada de Santa Marta, el día 21 de julio 9 de
tamento de la Guajira. tes de la región de La Baja Guajira. 2007 fue asesinado Pedro Montero, uno de los
Además se orienta surtir los opositores a la represa. Los indígenas Wiwa, Kankua-
acueductos de Albania, Fonseca, mos, Arhuacos y Koguis se han opuesto a esta obra en su
Distracción, Barrancas, San Juan, territorio por no haberse surtido los procesos de
Hato Nuevo, Maicao, Uribia y consulta.
Manaure; también se espera
instalar una microcentral hidroeléc-
trica que suministraría 22.6
GWh/año.

Trasvase del Río Ovejas yAmpliación de la capacidad de carga de (no tengo la información a la mano)
la represa de Salvajina

Nota sobre la hidroeléctrica de Urrá


Habiendo dedicado este artículo a la memoria de Kimy Pernía, no podríamos
eludir decir algo sobre la hidroeléctrica de Urrá. La licencia ambiental de esa
represa fue modificada poco a poco hasta hacer plausible legalmente el des-
tierro de comunidades Embera Katío. El Ministerio del Medio Ambiente, en
cabeza de Juan Mayr, expidió, mediante resolución 838, la modificación para
llenado y operación de la hidroeléctrica Urrá, que se encontraba construida en
virtud de la licencia ambiental otorgada por el Inderena en 1993 (Resolución
243/ 93) a la empresa Corelca (ahora Unión FENOSA). Desde 1951 este
proyecto estaba en los planes, calculándoles una vida útil de 50 años y el

159
Colombia: ¿un futuro sin agua?

almacenamiento de 1.740 millones de metros cúbicos de agua, para generar


340 MW. Contra los indígenas asentados en las áreas aledañas al embalse se
efectuó un etnocidio que ahora se sumerge en la impunidad. Recientemente
ante las inundaciones, que han sido acentuadas por los cambios en el curso y
en la capacidad de arrastre del río Sinú, y en medio de la calamidad de los
habitantes del bajo Sinú, autoridades y promotores de represas de forma opor-
tunista ofrecían Urrá II. Se olvidan ellos de señalar que en la parte alta del río
los pescadores que vieron desaparecer el bocachico, que los areneros ahora
no tiene trabajo, y que los indígenas ahora mendigan en las zonas urbanas.

Kimy decía unas frases que podrían repetirse ante estos nuevos anuncios:
“Desde hace cuarenta años los ingenieros pasaban por nuestros tambos, pero
nunca escribieron que fuéramos personas con derechos. Sólo servíamos para
sus fotos de turistas. Los Embera no aparecemos en los primeros estudios de
1951 ni en todos los que después se hicieron. En 1977 se declaró la zona de
utilidad pública, metiendo nuestro territorio en ella y ni siquiera nos pregunta-
ron. En 1982 hicieron el contrato con la empresa rusa y tampoco nos dijeron
nada. Y en 1992 el INDERENA le otorgó la primera licencia ambiental a la
Empresa Urrá I y en ninguna parte se menciona nuestra existencia. El país
sólo supo de nuestro problema con Urrá I hasta cuando nos manifestamos en
noviembre de 1994”(Pernía, s.f.).

Recuadro 4
Manual del promotor de mega-proyectos

De la historia de los proyectos de hidroenergía y la conducta de los promotores de megaproyectos de agua y energía en
todas partes del mundo puede, casi sin dificultad, proponerse con ironía el siguiente Manual del Promotor de Mega-
proyectos:
1. Interfiera directamente sobre la definición del número de afectados, desconociendo comunidades asentadas o reduci-
160
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Apreciaciones Finales
La construcción de embalses e hidroeléctricas se lleva a cabo, hoy como ayer,
no sólo como consecuencia de la demanda de energía, sino en muchos casos
más bien como consecuencia del deseo de valorización de lugares donde unos
propietarios pueden especular con sus títulos sobre la tierra y el agua, así
como manejar los sistemas de generación y distribución de energía y recaudar
las ganancias de las tarifas. Según sean las aspiraciones de estos mercaderes
de la naturaleza, los ecosistemas pueden o no ser conservados. Hoy aparecen
conflictos ambientales en sitios donde en el pasado la renta era menor, y
ahora se espera que suba gracias a ardides económicos y a promesas de bien-
estar que nunca llegan. Fenómenos de conurbación y asentamiento de nuevos
pobladores traen asociados riesgos antes no conocidos y nuevas formas de
ocupación y uso del espacio y la naturaleza.

Al respecto hemos mencionado los ejemplos urbanos y los cambios en el uso


de la tierra con grandes proyectos energéticos y agroenergéticos. Nuestra
reflexión también ha hecho referencia a los estilos de vida alentados por una
concepción de bienestar fundada en el tener, en una idea del bienestar como
la posesión de lujos y bienes posicionales. El acceso al agua se hace así depen-
diente de los niveles de ingreso de la población y se constituye en un bien
posicional como las piscinas privadas o la irrigación de jardines en áreas urba-
nas, a las que sólo tienen acceso un pequeño sector social con altos ingresos.

Hemos mostrado también que los problemas de la distribución del espacio, el


agua y la energía tienen que ver con las características de las relaciones sociales
y técnicas de producción, y no simplemente con relaciones entre la oferta y la
demanda.

Enseñamos cómo en diferentes momentos y etapas de estos procesos de in-


geniería surgen conflictos y luchas ambientales que ponen en evidencia las
contradicciones del modelo civilizatorio y de los modos de producción expre-
sados por estos empeños. También se ha mostrado cómo a lo largo de la
historia de la hidro-energía el plusvalor que se crea es trasferido a unos pocos
beneficiarios, en muchos por medios fraudulentos y delincuenciales.

Han sido mostradas las políticas y operaciones financieras sobre la energía y el


agua emanadas de organismos internacionales, que están acoplados a los intere-
ses del capital trasnacional y ponen bajo su mando a los Estados nacionales.
Muchas de estas políticas que se orientan al uso y al abuso del patrimonio de las
naciones y los pueblos, alientan la flexibilización productiva, la desregulación, el
proteccionismo al capital privado, la competencia y los mercados donde los acto-
res están desigualmente localizados, y particularmente, los actores populares
localizados en la situación históricamente más desventajosa.

Cualquiera que sea el uso del agua local, sin excluir fines estéticos, recreativos,
poéticos, ni aquellos relativos al consumo industrial, doméstico, agrícola o
energético, si se llevase a cabo en concordancia a su disponibilidad, siguiendo

161
Colombia: ¿un futuro sin agua?

el vaivén de las lluvias y el secano, y priorizando los intereses comunes y la


sostenibilidad, podría ser orientado por las comunidades y las instituciones en
cuanto a su conducción, distribución y manejo, mediante procesos democráti-
cos participativos (Prat, 2004). Sin duda, el marco institucional nacional por el
que aboga nuestra propuesta de Referéndum del Agua auspiciará este modelo
holístico, flexible y democrático antes que modelo rígido y centralista.

Sólo nos resta decir que muchas comunidades hacen objeción al crecimiento
económico y al desarrollo, pues se fundamentó en megaproyectos, en la explota-
ción irracional de la naturaleza y del trabajo humano, en el desconocimiento de
los límites físicos de la economía. El dominio sobre la naturaleza, y desde luego
del agua y la energía, que anunciara la modernidad, está resultando un fiasco.
Existen alternativas que se fraguan desde comunidades que preservan su patri-
monio ambiental y cultural, se empeñan en aprovechar los dones de la naturalaza
para su felicidad y la de los otros seres, y hacen adaptaciones tecnológicas para
satisfacer sus necesidades locales, incluyendo sistemas de aprovechamiento hídrico.
Existen grupos humanos empreñados en suplir sus necesidades de agua en ar-
monía con sus tradiciones y con el entorno ambiental, muchos de los cuales
desarrollan prácticas agrícolas que construyen soberanía alimentaria y ecológica
y energética, y otros abandonan concientemente el modelo agrícola “petro-adic-
to”. La gente es cada vez más consciente de los efectos inesperados y de los
riesgos que generan las grandes infraestructuras de hidroeléctricas y represas. En
respuesta se dan procesos de sacralización de las fuentes de agua como en Buga
(Valle) y en Cerrito (Santander), y se llevan a cabo iniciativas jurídicas, referendos
por la defensa del agua como bien común y publico. Otras sociedades son posi-
bles y las gentes están construyendo la sustentabilidad, y el agua y la energía del
sol son esenciales para ello.

Bibliografía
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mento conceptual de proyecto. Anexo ambiental y social
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Coviello, Manlio (Et al), 2003. CEPAL (LC/L.1966), Sostenibilidad energéti-
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163
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Anexo 5
Colombia. Generación de energía 1975 - 2006
Generación TCal

Años

Anexo
Colombia. Oferta Interna Hidroelectricidad 1975-2006

50.000
45.000
y = 1038x - 2E+06
40.000
35.000
30.000
25.000
TCAL

20.000
15.000
10.000
5.000
0
19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 20 20 20 20 20 20 20 20 20
73 74 75 76 77 78 79 80 81 82 83 84 85 86 87 88 89 90 91 92 93 94 95 96 97 98 99 00 01 02 03 04 05 06 07 08

Año

164
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Anexo
Colombia consumo final de electricidad
TCAL

Año

Consumo de hidroelectricidad Sur y Centroamérica

79,2

60,1
Eq. Petróleo

165
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Comparación de reservas Sur y Centro América vs. Mundial

166
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Anexo
Generación de electricidad en Sur y Centro América, 2005, AEI.

Other S.& Cent. América; 227

Venezuela; 112

Colombia;49

167
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Agua, agricultura
y medio ambiente en Colombia

Tomás E. León Sicard1

Introducción
La visión ambiental del desarrollo reconoce la complejidad y el entrecruza-
miento de distintos factores de orden cultural y ecosistémico, que inciden en
la manera como las sociedades se organizan alrededor de los territorios y
conservan o deterioran ecosistemas, recibiendo a su vez de esa naturaleza
transformada, los beneficios o las limitaciones para sus particulares estilos o
modelos de desarrollo.

El pensamiento ambiental acepta, por lo tanto, que es a través de la tecnolo-


gía, entendida como intervención dirigida, pensada y calculada por la socie-
dad, como los seres humanos afectan material o energéticamente la base de
sustentación ecosistémica. Por supuesto que los sistemas productivos de or-
den agrario o industrial ocupan acá un puesto privilegiado dentro de las mani-
pulaciones concientes y dirigidas que la sociedad realiza sobre los ecosistemas
a través de instrumentos, máquinas y procesos.

No por carecer de importancia, sino en razón de la temática general de este


escrito, es necesario centrar la atención en la actividad agraria y dejar por
ahora de lado la industrial. Probablemente no existe otra actividad humana
que genere más impactos de orden difuso en los territorios y que tenga más
importancia en la construcción de tejidos biológicos y sociales, que la agricul-
tura.

En efecto, no solo por su evidente valor en la generación de alimentos, sino


por distintas razones de tipo cultural, los actos agronómicos ocupan todavía el
centro de la actividad humana, a pesar de la reconocida disminución de pobla-
ciones agrarias en los países desarrollados y del deseo de no poco tecnócratas
de prescindir de los agricultores tanto para sus cuentas económicas como
para sus planes de desarrollo.
1 Agrólogo, Ph.D. Profesor
La agricultura está indisolublemente ligada a la sociedad en su conjunto, y por Asociado Universidad
Nacional de Colombia –
lo tanto sus límites se difunden, casi sin proponérselo, hacia incontables acto- Instituto de Estudios
res y procesos en múltiples áreas del tejido social, incorporándose en todas las Ambientales, IDEA. Correo
electrónico:
esferas de la sociedad, aún en aquellos sectores que parecen más alejados de teleons@unal.edu.co

169
Colombia: ¿un futuro sin agua?

la fertilidad de la tierra. Por lo tanto, hablar de desarrollo agrario es igualmente


señalar rutas para los modelos de desarrollo general de la sociedad.

Mirado desde el punto de vista sistémico, la agricultura incluye no solamente


las prácticas inherentes al manejo de suelos, aguas, coberturas vegetales y
especies animales, sino que contempla, de manera integrada, los procesos de
almacenamiento y transformación poscosecha, transporte, distribución y mer-
cadeo de los productos agrícolas; fuentes de crédito y financiación; manejo de
residuos; infraestructura de servicios, salud, nutrición y consumo de alimen-
tos; uso y conservación de cuencas hidrográficas; administración de recursos
naturales; participación comunitaria y desarrollo institucional; legislación y
comercio internacional; educación, investigación y generación tecnológica;
políticas estratégicas del Estado en relación con nuevas perspectivas de desa-
rrollo, y, en fin, otras características relacionadas con condicionantes sociales,
económicos, simbólicos y biofísicos.

Dentro de este panorama aparece entonces el recurso agua, íntimamente uni-


do a los demás factores ambientales señalados. Insistir en sus conexiones con
los demás aspectos biofísicos y culturales del ambiente, parece, a primera
vista, una perogrullada, pero no lo es. En general, tanto las personas como las
instituciones tienden a simplificar y a reducir los fenómenos y perciben el agua
como corrientes superficiales, ríos, quebradas o lagos y lagunas, por fuera de
los contextos que la producen, la retienen y la circulan; pero nada más alejado
de la realidad agraria que concebir el agua divorciada del suelo, de las plantas,
de los sistemas de manejo, de las posibilidades sociales o del poder político.

Las ciencias agronómicas han entendido parcialmente este desafío, a través


de sus paradigmas de investigación y docencia expresadas en las relaciones
suelo – planta – animal, pero se han detenido en su análisis ante las exigencias
que plantea la cultura, como si existiera un muro en el pensamiento para
abordar con igual énfasis las relaciones agua – organización social, agua –
corrupción administrativa, agua – disponibilidad de recursos, o agua –educa-
ción, para no citar sino unos pocos componentes culturales.

Son múltiples, entonces, las conexiones del agua con el sector agrario. Co-
mencemos señalando que nada más en el plano ecosistémico, el líquido vital
se produce y se guarda en relación íntima con el suelo, y allí se genera una
dupla indisoluble. La tierra misma constituye un medio diferente en el cual el
agua se somete a presiones y fuerzas de retención que permiten su almacena-
miento continuo y su posterior liberación en la medida en que tales fuerzas lo
permiten. Parte fundamental de la extracción del agua la realizan las plantas a
través de sus universos limitados de raíces y por ello esta tríada suelo-agua-
planta ha sido objeto privilegiado de los estudios agronómicos.

Más allá, aparecen las relaciones del agua en los campos de cultivo con los
extensos componentes de las cadenas de alimentos, en las cuales aparecen
herbívoros tan importantes como la extensa gama de artrópodos, incluidos los
insectos plaga y los benéficos, el ganado bovino y las especies menores, ade-

170
Colombia: ¿un futuro sin agua?

más de los carnívoros y de-componedores que cierran los ciclos de la natura-


leza, estos últimos, una vez más, habitantes del suelo (hongos, bacterias,
actinomicetos, algas, protozoos).

Pero esta relación agua-agricultura se torna más compleja cuando incluye la


manera como la sociedad se organiza para usarla, partiendo de los conflictos
que emanan de su distribución. Los distritos de riego, por ejemplo, son fuen-
tes de bienestar y de progreso, pero también de efectos no deseados sobre el
suelo y los cultivos, y de no pocos enfrentamientos sociales. La utilización
posterior del agua genera siempre y en todos los casos, degradación de sus
cualidades de potabilidad. Cualquier uso implica deterioro en sus característi-
cas físico-químicas y biológicas. Las corrientes de aguas superficiales y subte-
rráneas presentan evidencias de mayores o menores contaminaciones con
metales pesados, partículas sólidas, nutrientes o moléculas aisladas, materia
orgánica, residuos de plaguicidas e incluso materias fecales. El fenómeno de
eutrofización de aguas, uno de los mayores problemas europeos de la actuali-
dad, se le achaca corrientemente a los aportes de nitrógeno y fósforo que
provienen de las actividades agropecuarias. Muchos de los aspectos señalados
no han sido suficientemente valorados en Colombia.

Este documento, aprovechando algunas cifras expuestas por León (2007),


explora algunas de estas relaciones entre el recurso agua y la agricultura en
nuestro país, bajo la óptica que ofrece la escuela de pensamiento ambiental,
señalando algunos cuellos de botella y proponiendo ideas que, más que solu-
ciones, permitan abrir el debate hacia espacios más amplios de reflexión que
el de las meras tecnologías de aprovisionamiento y conducción del agua.

Consumo de agua en el sector agropecuario


Colombia es un país de abundantes recursos hídricos. El 88% del territorio
recibe lluvias anuales superiores a 2.000 mm, con un promedio anual cercano
a 3.000 mm, valor muy alto si se compara con el promedio mundial de preci-
pitación, que se encuentra alrededor de 900 mm, y con el de Suramérica,
cercano a 1.600 mm.

El volumen de precipitación para todo el país es de 3.425 km3 / año, equiva-


lente al 3% del volumen de precipitación anual en el mundo y al 12% en el
continente suramericano (IDEAM, 2002). Tal precipitación genera un caudal
específico de escorrentía superficial de 58 l/s/km2, tres veces mayor que el
promedio suramericano y seis veces mayor que la oferta hídrica específica del
promedio mundial. El mismo instituto reporta que la oferta hídrica total del
país superaba en 1998 los 2.000 kilómetros cúbicos al año, que correspon-
den a 57.000 metros cúbicos por habitante.

No obstante lo anterior, en la escala regional se presentan variaciones importan-


tes. La distribución de la precipitación en el territorio colombiano está determina-
da por las variaciones espacio-temporales de la Zona de Confluencia Intertropical,
por la influencia de los sistemas de circulación general de la atmósfera de la zona

171
Colombia: ¿un futuro sin agua?

tropical y subtropical y por la interacción de estos factores con las características


orográficas y fisiográficas del país. Debido a estos factores, se presenta un régi-
men pluviométrico muy variado. Mientras que en la Península de la Guajira se
registran los promedios anuales más bajos, cercanos a 300 mm, en algunos
lugares de la región del Pacífico los valores de precipitación son los más altos del
país y probablemente del mundo (mayor a 9.000 mm / año).

La oferta hídrica superficial también varía con la altitud. En las regiones por
encima de los 3.000 msnm, donde se ubican los páramos colombianos, se
obtiene el 4% de dicha oferta. Entre los 1.000 y 3.000 msnm (35% del área
nacional), el 34% de la oferta, y el 62% restante se presenta en el 56% del
área nacional, que son las zonas ubicadas por debajo de los 1.000 msnm
(Ministerio del Medio Ambiente, 2003).

A pesar de la citada abundancia hídrica, en los escenarios prospectivos realiza-


dos para el año 2016 por el IDEAM (2002), el 19% de los municipios y el
38% de la población alcanzarían un índice de escasez superior al 10%, y cerca
del 70% de la población se encontraría en una situación delicada de abasteci-
miento de agua, si continúa la ausencia de suficientes medidas de conserva-
ción de cuencas hidrográficas y tratamiento de aguas residuales, dos factores
claves para el manejo del recurso, el primero de ellos íntimamente relacionado
con el sector agrario.

Este sector es considerado como uno de los mayores consumidores de agua del
país. En efecto, Vanegas (2001) con base en datos del IDEAM para 1998, repor-
ta que para ese año los consumos de agua atribuidos al sector agropecuario en su
conjunto superaron los 3.309 millones de metros cúbicos (mmc), valor que es
casi 10 veces superior al estimado para el consumo industrial (394 mmc) y que
también supera ampliamente al consumo doméstico (2.080 mmc). Para el año
2001 el IDEAM (2002a) calculó montos superiores (5.784 mmc para el sector
agrícola, 1.079 mmc para el industrial y 2.092 mmc para el doméstico).

Algunos conflictos de uso


Los conflictos ambientales por el uso del agua en el país son de diversa natura-
leza y magnitud y surgen de distintas fuentes. Por un lado, aparecen las tensio-
nes de competencia entre distintos tipos de usuarios ajenos o pertenecientes al
sector, los intereses comerciales, las presiones poblacionales y los distintos
roles de las instituciones ambientales y no ambientales. Por otro, surgen pro-
blemas relativos a la utilización inadecuada del riego, que tienen su origen o
bien en la falta de conocimientos técnicos, en las debilidades económicas de
ciertos sub-sectores para adquirir equipos adecuados, en dificultades de infra-
estructura, limitado acceso físico a las explotaciones agrarias o condiciones
geo-morfológicas o edafológicas que se oponen al uso eficiente del agua.

Dentro de esta amplia gama de conflictos por la utilización del recurso, es


posible concentrarse, para efectos del presente artículo, en dos problemas
relacionados directamente con el sector agropecuario, que se examinarán a

172
Colombia: ¿un futuro sin agua?

continuación: 1) deterioro de la calidad del agua por contaminación y sedi-


mentación derivadas especialmente de actividades agropecuarias o
agroindustriales, y 2) deficiencias en la administración del recurso y en el ma-
nejo técnico de distritos e instalaciones de riego.

a) Contaminación de aguas

Al igual que en otros temas estratégicos para el país, no se poseen estudios


nacionales que revelen el estado de la calidad del recurso hídrico en Colombia,
aunque este es un tópico que preocupa más que su disponibilidad física, dadas
las evidencias sobre su deterioro. En efecto, las aguas superficiales del país
reciben una carga orgánica estimada en 9.000 toneladas DBO / día2, de
acuerdo con estudios realizados entre 1989 y 1993 por el Departamento
Nacional de Planeación (DNP). De lejos, el sector agrícola es el mayor respon-
sable de esta degradación de la calidad del recurso, con aportes que fluctúan
alrededor de 4.000 t / DBO / día (sin incluir caña de azúcar y beneficio de
café), seguidos por el pecuario, el doméstico y el industrial, de acuerdo con el
Informe Nacional de Gestión del Agua.3

Los principales agentes que degradan la calidad del agua y que pueden estar
conectados como causa o efecto con el sector agrario son los microorganismos
patógenos, los metales pesados y los sedimentos en suspensión.

Los primeros se refieren primordialmente al máximo número permisible de


bacterias coliformes fecales, que provienen de la naturaleza fecal de aguas
residuales, con las cuales se riegan plantas comestibles en varios lugares del
país. Varias instituciones, entre ellas la Organización Mundial de la Salud y la
FAO4, recomiendan un máximo de 1.000 coliformes fecales / 100 mililitros
en aguas para riego sin restricciones en todos los cultivos.

No obstante, en algunos sectores del país tales límites son sobrepasados en


varias unidades de magnitud. Un estudio reciente realizado por la Universidad
Nacional de Colombia en el Distrito de Riego La Ramada, que cubre actual-
mente 7.000 ha bajo riego utilizadas especialmente en hortalizas y ganadería
de leche, y que abastece el mercado de Bogotá, encontró, en algunos sitios
(cercanías de Mosquera), niveles de hasta 1.000.000.000 coliformes totales y
de 10.000.000 coliformes fecales / 100 ml, es decir, en este último caso, diez
mil veces más de lo aceptado internacionalmente (Argüello, com. per.)

Estos datos han sido confirmados por Corpoica (1999), entidad que realizó un
estudio sobre contaminación de aguas y suelos por residuos de metales pesados
en la planicie aluvial baja del río Bogotá, que comprende los municipios de Tocaima, 2 DBO = Demanda
Bioquímica de Oxigeno
Ricaurte, Agua de Dios y Girardot, en donde son regadas con las aguas altamen- 3 Documento publicado en
te contaminadas del mencionado río unas 2.000 ha de arroz, 300 ha de plátano la Web:
www.unesco.org.uy/vision
y unas 4.200 ha en pastos, que se comercializan en Bogotá, Ibagué y Cali. 2025/Colombia.
4 Organización de las
Naciones Unidas para la
Además de las elevadas concentraciones de materia orgánica y de coliformes Agricultura y la
fecales que porta el río Bogotá, los análisis realizados por Corpoica (op.cit.) Alimentación (por sus siglas
en inglés)

173
Colombia: ¿un futuro sin agua?

revelaron concentraciones elevadas de mercurio (13 p.p.m.), cadmio (3 p.p.m.),


cromo (45 p.p.m) plomo, cloruros y sólidos totales, los cuales deterioran la
calidad del agua para uso en las actividades agropecuarias.

Como era de esperarse, el agua de uso agropecuario en esa zona resultó


altamente contaminada por arsénico y cadmio, que superaron en 74% y 70%
los límites máximos permisibles por el comité mixto FAO / OMS.5 Igualmente
estas sustancias superaron hasta en tres veces los límites permisibles en el
78% de los suelos estudiados, y también aparecieron en los pastizales del área
en concentraciones 6 y 2 veces superiores a dichos límites.

El arroz, que es el alimento de mayor consumo humano en la región, resultó


contaminado por cadmio en una cantidad tres veces superior al límite máximo
permisible. También se encontraron altas cantidades de plomo y cadmio en
plátano (no se conocen los límites permisibles para este cultivo).

En músculo, leche y riñón del ganado vacuno en la zona se encontraron nive-


les de plomo 7.3, 6.5 y 3.1 veces superiores a sus respectivos límites máximos
permisible, y e igualmente niveles de mercurio superiores a sus límites en 5,
3.1 y 1.7 veces, respectivamente. El cadmio detectado en el tejido renal supe-
ró en 32 veces las cifras permitidas. El arsénico en leche y músculo superaron
en 2.5 y 21 veces respectivas sus límites permisibles (Corpoica, op.cit.).

Los investigadores también demostraron el riesgo a que está expuesta la po-


blación regional, debido a la bioacumulación de los citados metales tóxicos en
los tejidos grasos de los consumidores.

¿Cuáles son las causas culturales que explican semejantes niveles de deterioro
del recurso hídrico? No habrá que hacer muchos análisis para entender que
varios de los fenómenos señalados se originan en procesos tecnológicos
inapropiados, generados a partir de conocimientos y sistemas que están lejos
de adaptarse a las condiciones ecuatoriales del país, y que otros tantos se
explican por ausencia de controles estatales o privados que regulen los
vertimientos y obliguen a los causantes a asumir sus responsabilidades sociales
y ambientales. Incluyamos también que muchos de estos procesos de contami-
nación hídrica corresponden a una categoría que los puede clasificar como
fenómenos silenciosos, es decir, procesos de degradación difícilmente per-
ceptibles por los seres humanos, porque no se detectan fácilmente, campo en
el que cae la contaminación por metales pesados.

De igual forma debe abordarse el tema de la concentración de sedimentos en


cuencas hidrográficas vitales para el abastecimiento de energía eléctrica a es-
cala nacional que, por motivos relacionados esencialmente con el uso inade-
cuado del suelo, se convierten en fuentes permanentes de sedimentos que
limitan la capacidad de las hidroeléctricas.

El caso de la hidroeléctrica de Chivor ilustra esta problemática: el embalse


5 Organización Mundial de tiene capacidad total de almacenamiento de 758 millones de m3, con un área
la Salud.

174
Colombia: ¿un futuro sin agua?

de 1.252 ha y una longitud aproximada de 22 kms desde la entrada de sus


principales afluentes, los ríos Garagoa y Súnuba. Opera con ocho unidades
para una capacidad instalada de 1.000 MW. Corpochivor (2002), afirma que
el aporte de sedimentos ocasionado por deforestación y actividades
agropecuarias ha disminuido la vida útil del embalse de forma dramática.

Durante el período 1975 – 1996, el total de sedimentos depositados fue de


93.8 Mm3 (millones de metros cúbicos) afectando en 12.4% la capacidad total
del embalse a una tasa de 4.4 Mm3 por año. En el embalse muerto la sedimen-
tación ha sido de 43.6 Mm3, a una tasa de 2.0% superior a la definida para el
cálculo de la vida útil del embalse.

Parte importante de la explicación al aporte de los sedimentos en esta cuenca


estratégica para el país, se da en términos de conflictos de uso de la tierra. En
efecto, en tanto que, de acuerdo con las características biofísicas de la zona
(fuertes pendientes, suelos superficiales, afloramientos rocosos), los suelos
deberían ser utilizados en más de un 50% en la conservación de bosques de
carácter protector – productor, el 30% en ganadería con prácticas especiales
de manejo, y el 20% en agricultura, el 41% se dedica a praderas, el 16% a la
actividad agrícola, 23% a bosques, 11% en rastrojos y 8% a otros usos. Cabe
anotar que el 92% de la zona es de tipo minifundista, con predios menores a
5 ha, y que el 83% de los hogares utiliza leña como principal fuente energéti-
ca, presionando fuertemente sobre las coberturas de bosques.

b) Adecuación de tierras y distritos de riego en Colombia

Colombia posee un potencial de área adecuable de aproximadamente 6.6


millones de ha, de las cuales habían sido acondicionadas, hasta el año 1998,
cerca de 842.000 ha para riego y drenaje. De ellas, 522.000 (62%) corres-
ponden a proyectos del sector privado, y 320.000 ha (38%) a intervenciones
del Estado, el cual ha participado en la construcción de distritos de riego y
drenaje de tamaño grande, mediano y pequeño (INAT, 1998)6 . León (op.cit.)
realizó un resumen de las principales características de los Distritos de Riego 6 La Contraloría General de
que se presenta en los párrafos siguientes, acompañado de algunos comenta- la República (2002)
presenta cifras ligeramente
rios pertinentes realizados por la Contraloría General de la República, en rela- diferentes: 7,4 millones de
ción con la gestión de los mismos. hectáreas requieren de
algún tipo de
infraestructura en riego; de
Los distritos de riego a mediana y gran escala. Para el año 2000 estaban las áreas agrícolas, tan sólo
900 mil hectáreas son
construidos 26 distritos de riego de mediana y gran escala7 , con una exten- irrigadas, y de éstas, el
sión aproximada de 246.962 ha. Por área adecuada se destacan los departa- 28% (259 mil hectáreas)
han sido cubiertas por
mentos de Tolima (84.631 ha), Córdoba (50.000 ha) Atlántico (38.200 ha) y inversión pública, cifra que
Magdalena (31.209 ha). según esta entidad, no ha
presentado una
modificación significativa
De acuerdo con Gómez (2002) se puede afirmar que la mayoría de estos distritos en los últimos veinte años.
7 Los distritos de gran escala
de riego en Colombia presentan o son susceptibles a procesos de degradación de equivalen a obras realizadas
suelos como salinización, compactación, pérdida de materia orgánica, erosión y en predios superiores a
5.000 ha, los de mediana
contaminación causadas por tecnologías y actividades adversas aplicadas en ellos escala entre 500 y 5.000
por más de 40 años. Sin embargo el país no cuenta con un programa de evalua- ha, y los de pequeña escala
entre 20 y 500 ha.

175
Colombia: ¿un futuro sin agua?

ción y monitoreo de este problema que proponga las soluciones adecuadas de


manejo, las cuales pasan, entre otras cosas por actividades técnicas mínimas,
como la ejecución de los balances hídricos de las actividades productivas, a fin de
planear a corto y largo plazo la distribución de agua.

En este sentido existe preocupación sobre el uso excesivo del agua en muchos
distritos de riego, que afecta no solo la eficiencia económica de la producción,
sino que representa mayores pérdidas de suelos, incrementos en los flujos de
nutrientes y contaminación creciente. Nuevamente el país se enfrenta a la
ausencia de información primaria sobre estos aspectos por carencia de pro-
gramas de monitoreo, control y evaluación in situ.

No obstante la falta de información general, se poseen algunos datos al res-


pecto. De acuerdo con el desaparecido Instituto Nacional de Adecuación de
Aguas y Tierras (INAT, 2001)8, los distritos de riego construidos por el Estado
en Colombia, generalmente por gravedad, presentan eficiencias bajas que van
desde el 20% al 50%, debido a pérdidas relacionadas con filtraciones y evapo-
ración de las masas de agua.

Consultplan (1998) revela además que, en el Distrito Río Prado, se aplican


entre 20 y 40 mil metros cúbicos por hectárea y cosecha, en tanto que en el
Distrito Río Zulia se utilizan entre 10 y 20 mil. En el Distrito RUT se aplican 2
mil metros cúbicos / ha /cosecha, aunque allí el riego es complementario. En
el Distrito de Riego de la Ramada, Argüello (com.per.) afirma que los produc-
tores utilizan entre 40 a 60 m3 / ha, cuando las recomendaciones técnicas no
van más allá de 20 m3 / ha.

En casi ningún distrito de riego de Colombia las aplicaciones de agua se hacen en


forma técnica, siguiendo parámetros como tipo y requerimientos del cultivo, cli-
ma, tipo de suelos y uso consuntivo. Es más, las preocupaciones giran en torno a
los procesos de operación y mantenimiento de los distritos como un todo, pero
sin dar similar importancia a la aplicación del riego en las fincas, en los predios,
en donde los agricultores no tienen orientación alguna al respecto.

En el campo ecosistémico, la situación puede ser más grave: un estudio de


evaluación ambiental contratado por el INAT con firmas privadas, basado en
visitas de campo pero no en mediciones directas de variables biofísicas, descri-
be como principales problemas relacionados con distritos de riego, los siguien-
tes (INAT, op. cit.):

En las fases de construcción: Pérdida de ecosistemas estratégicos por deseca-


ción de algunas ciénagas; disminución de la biodiversidad asociada a esos
ecosistemas; modificaciones del paisaje; cambios en los regímenes hídricos
locales; y reducción de recursos pesqueros en zonas aledañas a los distritos.

En las fases de operación, erosión en taludes de canales y en márgenes de


8 Documento INAT, 2001:
Sugerencias para la ríos; salinización de suelos, sodificación y toxicidades por incremento de ele-
reglamentación artículo 43 mentos menores; compactación de suelos; elevación del nivel freático; proce-
Ley 99/93.

176
Colombia: ¿un futuro sin agua?

sos de eutroficación en canales; sedimentación en embalses; contaminación


de suelos y aguas por agroquímicos; captación de aguas residuales municipa-
les utilizadas en riego; riesgos de inundaciones; deforestación en las cuencas
abastecedoras; enfermedades bacterianas, virales, desintería amibiana y
helmintiasis en usuarios por contacto con aguas sin tratar.

En su evaluación del impacto ambiental de las actividades agrícolas intensivas


sobre los suelos colombianos, Gómez (op. cit.) advierte que en las áreas de
desertificación actual se ubican 15 de los 23 distritos de riego administrados
por INAT – Usuarios, y la totalidad de los distritos de riego se localizan en las
áreas potenciales para sufrir desertificación.

Los distritos de riego de pequeña escala (Drepes). De otro lado, a partir de


1983 y hasta el año 2001 se habían construido 568 Distritos de Adecuación
de Tierras de Pequeña Escala, los cuales cubrían 39.472 ha y beneficiaban a
25.302 familias. No obstante, debido a problemas de funcionamiento, por
fallas en los estudios y diseños, por errores en la construcción o por mala
operación, solo estaban activos cerca de 353 Drepes (66%) que beneficiaban
a 17.000 familias y cubrían 24.500 ha (Martínez, 2001).

La mayor parte de los 353 Drepes en operación se ubican en la Región Andina


en sectores de economía campesina, especialmente en Boyacá (49), Santander
(36), Tolima (35), Nariño (32), Norte de Santander (31), Antioquia (26) y Cauca
(22). En la Región Caribe, Atlántico posee 21 Drepes, Cesar 12 y Sucre 10.

Por otra parte, Herrera (2002) indica que de los 563 Drepes construidos hasta el
año 2001, ninguno de ellos contaba con información sobre los volúmenes reales
de agua utilizados en cada una de sus campañas de cultivo, de tal forma que se
pudieran proyectar los requerimientos futuros debido a la ausencia de estructuras
de medición y control. El mismo autor estimó, para casi todos los distritos de
pequeña escala, una eficiencia en la aplicación del riego del 60%, debido a varias
razones, una de ellas la falta de asistencia técnica adecuada.

A pesar de los elevados costos de construcción, Martínez (op. cit.) indica


que la mayor parte de los Drepes no cumplen con los objetivos para los
que se crearon, dado que tienen muy pocos beneficiarios, y se utilizan en
cultivos de muy poco valor y con bajos retornos de la inversión. Anota que
ello se debe a diseños deficientes, sesgos hacia la ingeniería y poca aten-
ción al desarrollo de las fincas; además, enfatiza en que, con frecuencia, la
selección de las inversiones públicas se guía más por criterios políticos que
agrícolas o de ingeniería, y en ocasiones los distritos se localizan en áreas
que no son apropiadas para la intensificación de la agricultura.

c) Sobre la gestión de los distritos de riego.

Los sistemas de aprovechamiento, conducción y aplicación de agua para aumen-


tar la productividad de las tierras, también hacen parte de los paquetes de RV. Es
indudable que los sistemas de riego generan impactos altamente positivos en el

177
Colombia: ¿un futuro sin agua?

aumento de los rendimientos de cultivos y en la incorporación de nuevas áreas a


la agricultura, aunque también es cierto que un uso inadecuado del agua puede
provocar fenómenos de degradación de las tierras y de concentración de la pro-
piedad.

Prácticamente todos los agricultores se preocupan por poseer sistemas efi-


cientes de riego, los cuales son incorporados a los predios en función de las
posibilidades económicas de los productores y de las características geo-
morfológicas de las fincas. En el país se encuentran desde sofisticados siste-
mas electrónicos hasta construcciones rudimentarias que a partir de mangue-
ras conducen el agua a los predios desde quebradas, aljibes u otras fuentes de
agua superficial y/o subterránea. A pesar de su importancia, éstas últimas
tampoco aparecen en las estadísticas.

El primer sistema moderno de irrigación a gran escala en Colombia fue cons-


truido por la United Fruit Company en la última década del siglo XIX. A partir
de entonces, las inversiones en este campo han continuado principalmente
por el sector privado, estimándose una expansión promedio anual de 10.000
ha / año a lo largo de la década de los 80 (siglo XX) con inversiones aproxima-
das de US $3 a US $8 millones anuales desde 1974, realizadas en gran parte
por la industria azucarera.

Para 1990, la irrigación privada cubría aproximadamente 463.000 ha equiva-


lentes a un poco más del 60% de la superficie total irrigada (alrededor de
750.000 ha), principalmente en los departamentos del Valle (202.000 ha),
Meta (57.000 ha), Cesar (46.000 ha), Cauca (35.000 ha), Tolima (25.700 ha)
y Cundinamarca (18.000 ha), destinadas especialmente al cultivo de caña de
azúcar, flores, banano de exportación, arroz, sorgo, fríjol soya, algodón y pal-
ma africana. Cabe mencionar que a excepción de Cundinamarca, los departa-
mentos con áreas de irrigación privada no contaban con importantes sistemas
de irrigación financiados con inversión pública (González y Jaramillo, 1994)

En cuanto a la inversión en irrigación pública, ésta data de 1960 y fue estimu-


lada en parte por la Ley de Reforma Agraria (Ley 153 de 1962). Para 1990 se
contaba con 22 distritos que cubrían 337.000 ha, de las cuales 288.400 se
utilizaban para fines agrícolas. Alrededor del 62% de las parcelas tenían áreas
inferiores a 5 ha, y el 79% se encontraban por debajo de las 10 ha. Sin
embargo, estas dos categorías solo ocupaban el 8.9% y el 21.5% respectiva-
mente del área total irrigada o drenada, mientras que casi el 40% de la tierra
irrigada por inversión pública se encontraba en predios con extensiones supe-
riores a las 50 ha. Pastizales y cultivos anuales de bajo valor relativo compren-
dían el patrón de siembras en estos distritos, cuya rentabilidad no podía cubrir
los costos de un sistema de irrigación diseñado originalmente para un uso
intensivo con suministro constante de agua.

La Contraloría General de la República, es bastante severa en su crítica al


sistema de gestión de los distritos de riego en Colombia: en el documento
publicado sobre el particular, afirma que

178
Colombia: ¿un futuro sin agua?

“la adecuación de tierras es un sistema desarticulado, con desconoci-


miento de los procesos realizados, duplicación y limitaciones en el
acceso a la información, falta de coordinación y escaso establecimien-
to de normas claras de juego. Como consecuencia, los receptores
finales, es decir, los usuarios de los distritos, son los más perjudicados
al enfrentarse a un sistema escasamente conocido, que acoge parcial-
mente las demandas regionales, preferencial a la hora de asignar los
recursos, y además condicionado por los conflictos de orden público
crecientes en las regiones...

“...A su vez, los esfuerzos realizados en esta materia se han enfocado


en la obtención de recursos destinados a la rehabilitación y
complementación de los distritos de mediana y gran escala, imposibi-
litando la ampliación de la cobertura de las áreas potenciales, así como
el mejoramiento de las condiciones de vida de los productores. De tal
manera y sin ir más allá de las inversiones en obras de rediseño, pro-
ducto de la demora en la rehabilitación de los distritos, se ha ocasiona-
do una sobre-valoración de las obras y, como consecuencia, costos no
programados dentro del presupuesto; además, no se cuenta con la
planificación e implementación de mecanismos de control y protec-
ción ambiental propios de la actividad que se realiza.

“...Unido a la carencia de recursos, la irregular administración de los


mismos ha incrementado la brecha existente entre la programación y
logro de los objetivos propuestos, sin contar con los problemas de
carácter legal observados en algunas licitaciones realizadas para los
estudios, diseño, construcción, rehabilitación y complementación de
las obras. De igual manera, es manifiesta la inconformidad de los usua-
rios respecto a la calidad técnica de los trabajos, al punto que, en su
mayoría, no están siendo utilizadas por falta de mantenimiento y
readecuación...”. (Contraloría General de la República, 2002).

El documento en cuestión también señala que la adecuación de tierras presenta


fallas de equidad, puesto que el cultivo de arroz concentra casi el 60% de las
inversiones realizadas, en detrimento de otros que requieren apoyo del Estado. El
94% de las inversiones de riego se dirigen a cultivos predominantemente capita-
listas y solamente el 4% a aquellos predominantemente campesinos, de acuerdo
con la nomenclatura utilizada para esta clasificación por Forero (2002).

Recuadro
Alternativas de uso de agua en los distritos de riego. Asoalbesa, una experiencia comunitaria.
Por Alejandro Galeano, asesor de la Unidad Técnica de Ecofondo.

La Asociación de Usuarios del Distrito de riego Albesa –Asoalbesa- es una organización comunitaria de campesinos para el
manejo del agua de riego para uso agropecuario, ubicada en los municipios de Fusagasugá y Pasca, Cundinamarca. Maneja
y administra un distrito de riego de pequeña escala, pues su área de cobertura es de 300 ha, y vincula a 326 familias de
pequeños productores. El distrito se caracteriza porque aprovecha la fuerza de gravedad, ya que el trazado del sistema va
desde los 2130 hasta los 1600 msnm. El agua para el distrito es captada en la parte alta del río El Bosque, micro-cuenca que
cuenta con un área aproximada de 3811,84 ha y está compuesta por 4 quebradas: Angostura, San Joaquín, Mosqueral y
Sauces. En la bocatoma del distrito se capta un caudal de 100 litros/segundo, el cual es distribuido para el uso agropecuario
a las 326 familias asociadas.

179
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Asoalbesa inició un proceso de identificación y valoración de la problemática ambiental de la micro-cuenca y decidió


elaborar un Plan para la recuperación, manejo y conservación de los recursos naturales en el área de influencia del Distrito
de Riego, proyecto que fue cofinanciado a través de Ecofondo por el Fondo Para la Acción Ambiental y la Niñez. Este
proyecto se ejecutó entre marzo de 2004 y agosto de 2006.

La planificación de 585 hectáreas contempló, entre los aspectos fundamentales, establecer acciones concretas para el mane-
jo de suelos y del agua de riego; pues los usuarios del distrito hacían un uso excesivo del agua, lo que condujo a problemas
erosivos. De otra parte, en la zona los principales sistemas de producción son habichuela, fríjol, cebolla y otras hortalizas, los
cuales se basan en un manejo convencional, que incluye el uso de agrotóxicos. Por ello, con el proyecto se iniciaron las
acciones para mitigar la problemática del mal uso del agua, erosión y contaminación (de suelo y agua) con agrotóxicos.
Acciones como la reforestación y aislamiento de 22 hectáreas; el establecimiento de obras biomecánicas de recuperación de
suelos en 21 hectáreas; y el establecimiento de prácticas de reconversión en sistemas productivos contribuyeron a mitigar
los problemas mencionados.

También, Asoalbesa lideró un proceso de educación ambiental, acompañado con una reglamentación del uso del agua; la
educación ambiental fue importante, pues logró generar conciencia sobre el uso adecuado del agua; y la reglamentación
estableció las reglas de juego, técnicas y sociales para que los usuarios pusieran en práctica el uso adecuado del agua.

Un aspecto vital en el Distrito de riego es precisamente mejorar los sistemas de riego. Asoalbesa avanzó en tal sentido, pues
inició la implementación de un sistema de riego mucho más eficiente que el que normalmente usan los asociados. Se trata
del sistema Sumisansui, un sistema de banda que posee unos micro-poros por donde el riego se realiza de forma totalmente
uniforme. La diferencia entre este sistema y el sistema de riego por aspersión es radical:

Tabla Nº 1.
Comparación de sistemas de riego en cultivos como arveja, habichuela, tomate, maíz, cilantro, frutales y
pastos; sistemas productivos convencionales utilizados por los Asociados del Distrito de riego Albesa.

Edad del cultivo/ Sistema de Riego por Aspersión Sistema de Riego Sumisansui
semana Tiempo de riego (horas) Frecuencia de riego Tiempo de Riego (horas) Frecuencia de riego

1-3 1 Cada 4 días 0.5 Cada 3 días


4-6 1.5 Cada 4 días 0.75 Cada 4 días
7-9 2 Cada 5 días 1 Cada 5 días
10-12 2 Cada 6 días 1.5 Cada 6 días
13-15 2 Cada 7 días 1.5 Cada 7 días
16-18 2 Cada 8 días 1.5 Cada 8 días

Fuente: Cartilla Preservemos Nuestros Recursos Naturales. ASOALBESA. Octubre 2004.

Ecosistemas asociados a la agricultura


En los apartados siguientes se examinan brevemente las problemáticas asocia-
das con varios ecosistemas o biomas claves para mantener la oferta de servi-
cios ambientales que requiere el desarrollo general del país, y que de alguna
manera han sido afectados por las actividades agropecuarias:

Conflictos de uso en los páramos

La región que presenta mayor deterioro de sus recursos hídricos es la cuenca


Magdalena – Cauca que ocupa 274.000 km2 (24.8% del territorio nacional),
soporta el 70% de la población, genera el 85% del PIB y aporta el 10,6% de
la oferta hídrica del país. Merecen especial atención en esta cuenca, los
ecosistemas de páramo, vitales para mantener los ciclos hidrológicos del país.

En Colombia el bioma páramo alcanza una extensión aproximada de 1.304.000


ha (1.1% de la cobertura nacional); se localiza entre el bosque andino y el

180
Colombia: ¿un futuro sin agua?

límite inferior de las nieves perpetuas desde los 3.200 hasta los 4.700 msnm9 .
Las mayores áreas de páramo están en la Cordillera Oriental (49%) y la Cor-
dillera Central (33%). El 18% restante pertenece a los páramos del sur, el
macizo de Santa Marta al norte y una mínima parte a la Cordillera Occidental.

Los páramos son esencialmente ecosistemas acumuladores de agua y regulado-


res de flujos hídricos. Debido a las características químicas y físicas de sus suelos
(baja disponibilidad de nutrientes, poca actividad microbiana, acidez marcada,
acumulación de materia orgánica sin descomponer y baja densidad aparente
entre otras), a las condiciones climáticas anotadas y a su relieve generalmente
abrupto, no tienen vocación agropecuaria ni forestal. Su vocación fundamental
es la ser ecosistemas estratégicos, como reguladores de flujos hídricos y surtido-
res de agua para diferentes usos, incluidos el consumo humano.

Sin embargo, debido a procesos históricos de desplazamiento de poblaciones


y de acaparamiento de tierras, los páramos colombianos están bajo una cre-
ciente y constante presión antrópica manifiesta en actividades ganaderas, agrí-
colas y de extracción de leña y otros recursos que los degradan. Se destaca en
este aspecto el monocultivo de papa a alturas inferiores a los 4.000 msnm,
realizado esencialmente para obtener semillas de buena calidad en sistemas
de tumba - quema y rotación con potreros para ganadería extensiva.

A pesar de su importancia y de numerosos estudios ecológicos y sociales realiza-


dos en ellos, aún no están determinadas las proporciones reales de ocupación del
espacio en cada uno de los usos mencionados, ni los tipos dominantes de tenen-
cia de la tierra, la lógica de ocupación del espacio, la estacionalidad en su utiliza-
ción o la cuantificación aproximada de los impactos biofísicos o culturales que
generan en el bioma de páramo tales sistemas productivos.

Tampoco resultan claras las políticas estatales para establecer incentivos de


conservación en estas áreas, reconvertir los procesos productivos o establecer
relaciones de confianza con los agricultores que lleven a soluciones de fondo
aceptables para el grueso de la población y para los campesinos asentados en
estas zonas. Los recientes intentos frustrados de presentar una “Ley de Pára-
mos” en la cual se daban plazos máximos de diez años para que los agriculto-
res dejaran estas tierras, o la reciente captura de un productor de papa en el
Páramo de Sumapaz por infringir normas sobre conservación de recursos
naturales, no hacen más que reflejar la ausencia de una política estatal adecua-
da que considere todos los factores que inciden en el uso y conservación de
estos ecosistemas.

Humedales y Actividades Agropecuarias

Ramsar10, define los humedales como “extensiones de marismas, pantanos, 9 msnm = metros sobre el
nivel del mar.
turberas, cuerpos de agua de régimen natural y artificial, permanentes o tem- 10 RAMSAR es el nombre de
porales, estancadas, corrientes, dulces, salobres y saladas incluyendo las áreas la convención mundial
relativa a los humedales de
de aguas marinas cuya profundidad en marea baja no excede los seis metros”. importancia internacional,
Esta definición incluye, por lo tanto, las marismas, ciénagas, esteros, charcas, especialmente como
hábitat de aves acuáticas.

181
Colombia: ¿un futuro sin agua?

cochas, lodazales, pantanos, turberas, tremedales, estuarios, bahías, brazos de


mar, madreviejas, lagos, lagunas, ríos, manantiales y embalses.

Colombia cuenta con más de 1.000 ríos permanentes y, de ellos, diez con
caudales medios anuales de más de 1.000 m3/seg, es decir con tres veces más
caudal que el promedio sudamericano. Igualmente posee cerca de 1.600 cuer-
pos de agua, entre lagunas, lagos y embalses, los cuales contienen importan-
tes reservas de agua utilizables, con un volumen total aproximado de 26.300
millones de m3. El 97.5% de estos cuerpos de agua cubren superficies meno-
res de 0.01 km2 (100 ha).

El 99.98 % de los humedales del país se concentra en las tierras bajas de las
depresiones de los grandes ríos, en especial de la cuenca Magdalena – Cauca,
en tanto que la región andina solo contiene el 0.02% de los mismos. Solamen-
te el 3.9 % del total de humedales del país están protegidos por alguna clase
de figura legal. En un estudio sobre el tema realizado por la firma Geoingeniería
(1999), se calculó una extensión de 20.252.500 ha (202.525 Km2) como
ecosistemas de humedal en Colombia, incluyendo la gran extensión del Mag-
dalena Medio y Bajo y toda el área anegable de la región Pacífica. En la gran
depresión del bajo Magdalena - Cauca se forman cerca de 800 lagos o ciéna-
gas, de permanencia y tamaño variables, destacándose algunos cuerpos de
agua individuales por tener un tamaño considerable, como por ejemplo, las
ciénagas de Zapatosa (119 km2), Ayapel (123 km2) y Guájaro (115 Km2).

Los humedales concentran una proporción significativa de la biodiversidad y de


los recursos biológicos de importancia actual para la sociedad, en especial para
comunidades pobres y marginadas. Es el caso de la pesca artesanal, la caza y la
extracción de productos maderables y no maderables en humedales forestales.

Estos ecosistemas cumplen diferentes funciones: receptores de desechos, depu-


ración de aguas contaminadas, controladores de inundaciones y protectores de
líneas de costa, y son e importantes en la recarga de grandes acuíferos. Asimis-
mo, brindan hábitats únicos para una amplia variedad de biota (fauna y flora), y
muchos de ellos revisten gran importancia para aves migratorias, por lo cual se
consideran como “ecosistemas de interés internacional”. A escala global, se con-
sideran como recicladores de CO2 y grandes reguladores del clima.

La dinámica de los humedales está indisolublemente asociada al manejo de la


tierra. Factores de tipo ecosistémico como la colmatación natural por sedi-
mentos o el contenido de nutrientes propios de los cuerpos de agua lénticos,
se ven afectados constantemente por procesos erosivos de origen antrópico,
originados en las prácticas culturales de sistemas de producción agropecuaria
ubicados arriba de los espejos de agua.

En relación con el avance de la frontera agrícola sobre los humedales, especial-


mente las ubicadas en la Cordillera Oriental, se tienen fuertes evidencias que
muestran, por ejemplo, el retroceso de la laguna de Fúquene a favor de algunos
usos privados, especialmente de agricultura y ganadería. Las contradicciones de

182
Colombia: ¿un futuro sin agua?

uso que se han generado en torno a este cuerpo de agua, han suscitado bastante
interés no solo entre la comunidad científica sino entre particulares y tomadores
de decisión, puesto que se debate intensamente su papel ecológico versus los
intereses del desarrollo económico. La desecación completa de la laguna y la
apropiación de sus fértiles suelos colindantes ha sido práctica e ideal de varios
actores interesados, a quienes poco interesa la dinámica hídrica regional o los
equilibrios de flora y fauna que garantiza la laguna.

La superficie de la Laguna de Fúquene puede poseer actualmente alrededor


de 3.000 ha y albergar 45.000 o más millones de metros cúbicos. Durante las
épocas de aguas altas que han ocurrido en algunas ocasiones como en 1999
y en 2006, la laguna puede inundar 1.200 hectáreas adicionales y almacenar
hasta tres veces más el volumen mencionado (Cortés, 1989).

El citado autor relata que mediante la comparación de fotografías aéreas de


los años 1955, 1961, 1978 y 1983 se pudo demostrar que en un período de
28 años la laguna perdió 659 ha, las cuales pasaron a engrosar la superficie
de las fincas colindantes. Citando a Donato et. al., (1987) afirma también
que la calidad del agua se ha deteriorado y que la colmatación del vaso de
agua la podría convertir en una zona fangosa sin recuperación posible en un
lapso de 55 años, si continúan los actuales factores de deterioro.

Esta información contrasta notoriamente con los registros iniciales de ex-


tensión de la laguna, cuya primera medición en 1878 arrojaba 5.000
fanegadas cuando se consideraba todavía como los restos de la gran ex-
tensión que se le atribuía al momento de la llegada de los españoles, alre-
dedor de 100.000 ha (CAR, 2000.).

A partir del ingreso del conquistador español se iniciaron los esfuerzos por
desecar la laguna al influjo del deseo por aumentar las tierras agrícolas, o de
encontrar tesoros perdidos. Uno de los mayores esfuerzos en este sentido lo
realizó a mediados del siglo XIX el general de la República Enrique París,
quien intentó drenarla por su propia cuenta y fracasó en el empeño. A este
siguieron otros como el de la “Empresa de Desagüe de la Laguna de Fúquene”
de Manuel H. Peña en 1878, el túnel de San Miguel de Julius Berger, la
“Compañía de Fúquene” en 1928, el proyecto Potess de 1936, y las obras de
desecación del departamento de Aguas y Fomento Eléctrico de la Corpora-
ción de Servicios Públicos de Cundinamarca, esfuerzos que solo generaron
deterioro del cuerpo de agua y de los cerros aledaños, que sufrieron fuertes
procesos erosivos.

Este proceso continuo de desecación intencional de la laguna pareció finali-


zar, al menos institucionalmente, con la aparición en 1961 de la CAR, que
viró significativamente en su intencionalidad hasta el punto de iniciar procesos
de rescate, prevención y conservación de este valioso patrimonio ambiental
del país. Sin embargo, los problemas ambientales de la Laguna de Fúquene
continúan, unos en el sentido de la colmatación del espejo de agua, cuyos
negativos efectos se hicieron sentir nuevamente durante las inundaciones que

183
Colombia: ¿un futuro sin agua?

se generaron en el año 2006, y otros en relación con los contaminantes que


provienen de las mismas actividades agropecuarias, mineras y domésticas de
las cuencas hidrográficas de captación, que afectan la totalidad del sistema
incluidos la prestación de servicios ambientales no valorados por la sociedad
colombiana.

En un escenario diferente también se han detectado problemáticas que atañen


a otra clase de humedades: en efecto, en los sistemas de producción en las
tierras bajas de la región Caribe, desde el Magdalena Medio hasta el Bajo
Magdalena, se intercalan actividades de ganadería, agricultura y pesca, cuyas
modalidades tecnológicas obedecen a la dinámica hídrica, cultivando en los
períodos secos, realizando obras de ingeniería para desviar cuerpos de agua
(represas, pozos o aljibes para proveerse de agua) en verano o diques y canales
para evacuar aguas en invierno, lo cual lleva a la transformación o pérdida de
los ecosistemas de humedal, efectuando procesos de trashumancia del ganado
o aprovechando las áreas libres después de las inundaciones periódicas.

En la zona se cultiva arroz secano, maíz, plátano, sorgo, yuca, patilla, caña
panelera, ajonjolí y coco que se combinan entre sí, espacial y temporalmente,
y con sectores de las fincas dedicadas a pastos (menos del 15%), árboles aisla-
dos y bosques. Las fincas tienen tamaños pequeños a medianos (entre 0.5 y
51 ha), y casi todos los agricultores poseen por lo menos 2 fincas en áreas
distintas. Los pequeños productores manejan fincas menores de 20 ha.

El citado estudio de Geoingeniería identificó los siguientes problemas críticos


que afectan a los sistemas productivos de la región húmeda del Caribe: escasez
de forraje para bovinos originada en las condiciones de sequía durante el vera-
no, inundaciones continuas, presencia permanente de plagas. En el orden
cultural se destacan la falta de crédito, mal estado de las vías de penetración,
deficiencias en la asistencia técnica, altos porcentajes de analfabetismo, ame-
nazas de invasión de tierras, desempleo, inseguridad y otras manifestaciones
graves de desórdenes públicos.

A manera de síntesis
El breve esbozo expuesto en las líneas anteriores sobre los distintos procesos
de degradación que sufren algunos cuerpos de agua y humedales del país, no
responde a una tendencia escatológica, común en el discurso ambiental, sino
a la cruda realidad de la manera como la sociedad colombiana viene relacio-
nándose con el líquido vital. El documento no ha hecho alusión directa a los
intereses privados que se ciernen sobre este recurso, ni a las fallas de política
pública que tienden a convertir el agua en un recurso expuesto al mejor postor,
puesto que estos temas son objeto de análisis en trabajos que acompañan esta
obra general. Sin embargo, tales variables no pueden soslayarse en la com-
prensión de los relaciones agua – agricultura porque están presentes de mane-
ra continua bien sea en la vía de la propiedad de la tierra, de los bosques, de
los yacimientos minerales o de otros recursos bióticos o en las disputas territo-
riales que hoy signan el ya muy largo conflicto armado colombiano. Variables

184
Colombia: ¿un futuro sin agua?

que, además, afectan al sector agrario y por supuesto a sus relaciones con los
recursos naturales.

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186
Colombia: ¿un futuro sin agua?

El agua y Bogotá:
un panorama de insostenibilidad

Rafael Colmenares Faccini1

Introducción
La relación entre agua y ciudad es determinante para la sostenibilidad no solo
de esta última sino del territorio que la sustenta, si éste se entiende como un
espacio estructurado por una trama de ecosistemas de los cuales la ciudad
hace uso y al mismo tiempo afecta de diversas maneras. Sin embargo, es
frecuente que aquella relación no sea comprendida cabalmente, por la falta de
conciencia sobre el carácter agotable y limitado de los recursos, y por la
ceguera ante las consecuencias de las actividades urbanas en el mismo entor-
no de la región o regiones donde toma los recursos

Para decirlo con palabras de Jeremmy Rafkin, Presidente de la Fundación


sobre las Tendencias Económicas, de Washington, al llamar la atención sobre
el 2007 como el año en que por primera vez en la historia la mayor parte de
la humanidad habita en ciudades:

“La otra cara de la urbanización es la estela que dejamos en nuestro


camino hacia un mundo de edificios de oficinas de cien plantas, torres
de viviendas y paisajes de cristal, cemento, luz artificial e inter-
conectividad eléctrica. No es casualidad que mientras celebramos la
urbanización del mundo, nos aproximemos rápidamente a otro hito
histórico: la desaparición de la naturaleza. El crecimiento de la pobla-
ción y el consumo de comida y agua, la ampliación de las carreteras y
los ferrocarriles, y la expansión urbana siguen invadiendo la Naturale-
za y la abocan a la extinción”. (Rafkin, 2007).

Sin embargo, es necesario reconocer que en los últimos quince años viene
aumentando la comprensión de la compleja relación entre ciudad y entorno
natural, entre culturas y ecosistemas gracias a la confluencia de diferentes
procesos como la emergencia de movimientos ambientalistas urbanos, la cre-
ciente sinergia entre dichos movimientos y los de usuarios de servicios públi-
cos, de algunos sectores del sindicalismo, de pobladores urbanos y de organi-
zaciones indígenas y afro-descendientes; y en no escasa medida por la impor-
tancia que la Ley 99 de 1993 otorgó a la gestión ambiental urbana, expresada
1 Director Ejecutivo
en la conformación de entidades con diversos grados de autonomía encarga- Ecofondo.

187
Colombia: ¿un futuro sin agua?

das de dicha gestión. A lo anterior no ha sido ajena la gran labor desarrollada


por el Consejo Territorial de Planeación de Bogotá.

Sin pretender convertirme en vocero de los anteriores movimientos e institu-


ciones, recojo en los comentarios que hago a continuación algunos de los
criterios, críticas, elaboraciones y propuestas que ellos han desarrollado, y por
eso comienzo por agradecer la colaboración que tuve de varias de las personas
vinculadas a tales espacios en la elaboración de este documento.

Para abordar entonces la difícil y compleja relación entre agua y ciudad, a


propósito del desarrollo de Bogotá, hay que advertir que aquí se asume el
agua, más que como un líquido en sí, como ciclo hidrológico y ecosistemas
que le sirven de soporte y a la vez lo moldean; y que se trata el tema a partir de
tres sencillas preguntas: ¿de dónde viene el agua que usamos en la ciudad?,
¿cómo y en qué la usamos? y ¿en qué estado la devolvemos a la región?

Una ciudad en busca del agua


Bogotá, ubicada a 2.600 metros de altura sobre el nivel del mar, cuenta, sin
embargo, con abundantes fuentes de agua relativamente cercanas a la ciudad,
lo cual no es frecuente en establecimientos urbanos construidos a tal altura,
por lo demás escasos en el planeta. A medida que la población de la ciudad fue
creciendo, las fuentes de agua se sustituyeron progresivamente; así, los ríos
San Francisco y San Agustín, que la surtieron inicialmente, fueron reemplaza-
dos hacia 1933 por el Tunjuelito, cuyas aguas se embalsaron en La Regadera,
cuando la ciudad contaba con una cifra cercana a los 300.000 habitantes. En
1959, con una población cercana al millón y medio de habitantes, se comen-
zaron a utilizar las aguas del río Bogotá mediante la construcción de la Planta
de Tratamiento de Tibitoc, ubicada en jurisdicción de Zipaquirá; luego, a me-
diados de la década del 60, con una visión de ciudad futura que el Plan Maes-
tro de Acueducto y Alcantarillado estimó con 5’000.000 de habitantes en
1980, se iniciaron los estudios que condujeron en la construcción del Sistema
Chingaza, que implicó el primer trasvase de aguas que vierten hacia una cuen-
ca diferente a la que sirve de asiento a la ciudad. Para ello se utilizaron aguas
del río Guatiquía, que pertenece a la cuenca del Orinoco.

Lo anterior significa que el crecimiento poblacional ha determinado un incremen-


to progresivo de la intervención en el territorio, para poner sus aguas al servicio
del crecimiento urbano, señalando de paso los límites de dicho crecimiento.

Bogotá cuenta actualmente con un sistema de abastecimiento cuya capacidad


total de oferta se estima en el POT en 25 m3/seg., conformado por varios
sistemas, de los ríos Tunjuelo (con un caudal regulado de 1 m3/seg) y Bogotá
(planta Tibitoc, con un caudal regulado de 10,5 m3/seg.), y el Sistema Chingaza
(capacidad de 13,5 m3/seg. de caudal regulado) (POT, 2000).

En 1993 la ciudad se encaminaba hacia una mayor captación de agua, am-


pliando su intervención en la cuenca orinoquense mediante la construcción de

188
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Chingaza II y el aprovechamiento del Macizo del Sumapaz; además, se pla- mundo en su género.
neaba el aprovechamiento adicional del río Tunjuelo con la construcción de la
Regadera II y la utilización de aguas subterráneas.

La disminución de los consumos, que pasaron de 70 m3 por usuario en la déca-


da del 80 a 40 m3 en 1996, y la emergencia presentada en el sistema Chingaza
a mediados de los noventa, que indujo a la población al ahorro del agua, han
aplazado los planes de expansión. La población de Bogotá, según el último
censo, asciende a 6’840.116 habitantes, cifra inferior a la proyectada, y aunque
la tasa de crecimiento poblacional sigue siendo superior a la del resto del país,
los supuestos establecidos en el Plan de Ordenamiento Territorial parecen cum-
plirse. Según estos, “se espera que un nuevo proyecto de abastecimiento debe
entrar en operación en el año 2010, manteniendo el criterio de que debe darse
cuando se alcance el 0,90 de la oferta de agua”. Si se presenta lo que el POT
denomina “escenario bajo”, es decir, un crecimiento poblacional menor al espe-
rado, las obras de expansión podrían aplazarse hasta el 2017. Estas proyeccio-
nes incluyen a los municipios actualmente atendidos por la EAAB, los cuales
representan el 11% de la demanda.

En relación con el uso de aguas subterráneas como fuente de abastecimiento


para la ciudad, posibilidad contemplada en algunos momentos, debe tenerse
en cuenta que según el Profesor Thomas Van Der Hammen, al realizar el
balance global anual de agua en la cuenca alta del río Bogotá, la cantidad de
agua que se infiltra es de sólo 10 m3, y que en consecuencia, según el mismo
científico, “si este valor es correcto, la extracción actual de agua subterránea
sería mucho mayor que la recarga, unas 4 ó 5 veces, lo que significará una
explotación no sostenible. El descenso fuerte del nivel de agua subterránea
parece confirmar esta conclusión” (Ecofondo, 2006).

A lo anterior habría que añadir que, según el recién desaparecido Departa-


mento Administrativo del Medio Ambiente, DAMA, “aunque hay una gran
cantidad de agua subterránea almacenada en los acuíferos de Santa Fe de
Bogotá, la recarga es únicamente del orden de 1 m3/seg., y los inventarios
actuales indican también un caudal de bombeo del orden de 1 m3/seg., es
decir, que en el nivel regional de la ciudad y alrededores, aproximadamente se
está utilizando lo que se está recargando en forma natural” (DAMA, 2000).
Por consiguiente, incrementar los niveles de extracción de agua subterránea
ya existentes sería caminar hacia un balance desfavorable lo cual agravaría la
situación planteada por Van Der Hammen para el conjunto de la Sabana.

Sin embargo, y de acuerdo con lo anterior, Bogotá ha escapado en los últimos


años a las situaciones más agudas de la espiral crecimiento-demanda, lo cual no
significa que la tendencia a intervenir ecosistemas cada vez más lejanos y a
realizar inversiones progresivamente más cuantiosas para sostener el crecimien-
to urbano, no se cumplan para esta ciudad. Habría que calcular el impacto que
las intervenciones ya realizadas han tenido sobre estos ecosistemas, en particu-
lar sobre la cuenca del Orinoco, y los que se producirán en el futuro en relación
con esta cuenca y con el Páramo de Sumapaz, el ecosistema más grande del

189
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Lo aconsejable desde el punto de vista de la sostenibilidad sería repensar el


desarrollo de la ciudad en relación con la región, teniendo en cuenta la fuerte
tendencia a la concentración de actividades en ella, asunto que debe ser trata-
do en extenso, y que excede los alcances de este documento.

La tarifa de agua más costosa del país y una de las


más elevadas de América Latina.
El 30 de enero del presente año se hizo público un estudio de Proexport,
según el cual el valor del m3 de agua en Bogotá ascendía a $1.816, mientras
que en otras ciudades como Cali su valor es de $992,80, en Medellín, $ 983,
en Barranquilla, $1.207, en Cartagena, $ 1.312, en Cúcuta, $ 845, y en
Bucaramanga $829.2

De otra parte, ya la Contraloría General de la República había advertido en el


año 2004 que, en el caso de Bogotá, las tarifas de acueducto y alcantarillado
en términos reales crecieron entre 1997 y 2002 de la siguiente manera: 232%,
138%, 110%, 59%, 43% y 39% en los estratos uno, dos, tres cuatro, cinco y
seis respectivamente. Con estos aumentos, no es de extrañar que, según la
EAAB, haya habido un promedio anual de 236.754 suscriptores desconecta-
dos entre 1998 y septiembre de 2005, sobre un universo total de 1’600.000
suscriptores de acuerdo con el cuadro siguiente:
Cuadro 1
Suspensiones efectivas del servicio de agua y alcantarillado. Enero 1998 – septiembre 2005

Año Número de suspensiones de servicios


1998 50.402
1999 130.907
2000 227.326
2001 311.922
2002 318.067
2003 476.617
2004 179.774
2005 (Sept) 199.018
Promedio Anual 236.754

Fuente: Información suministrada por la EAAB – Gerencia Corporativa de Servicio al Cliente – Apoyo Comercial

Tampoco sorprende que, en el 2005 -según el Observatorio de Servicios Pú-


blicos de la Cámara de Comercio de Bogotá- el 82% de los encuestados por el
Programa “Bogotá, cómo vamos” se declare afectado por las altas tarifas del
servicio de acueducto, alcantarillado y aseo.

Las razones para explicar este fenómeno son diversas y seguramente existen
notables diferencias entre las interpretaciones que se pueden hacer de las ci-
2 La información fue fras y de los hechos. En mi opinión son tres los factores que han incidido en
publicada en el periódico El este escandaloso incremento del agua para la población de Bogotá, a saber:
Tiempo, el cual cita
también el Informe de
Desarrollo Humano para 1.- El peso histórico de los costos de la construcción del sistema Chingaza,
Bogotá, a cargo del
investigador Jorge Iván que entró en servicio en 1985, y la necesidad de ampliar y adecuar las redes
González.

190
Colombia: ¿un futuro sin agua?

de distribución para poder utilizar el agua que aportaba Chingaza. Esto impli-
có, además de la construcción del embalse de San Rafael, el reemplazo de
280 kilómetros de redes primarias y colectores de alcantarillado; la construc-
ción del túnel de “Los Rosales”, que conduce agua proveniente de Chingaza
desde Santa Ana, en el norte de la ciudad hasta el tanque de El Silencio, a la
altura de la Perseverancia; y la extensión de 140 kilómetros de redes secun-
darias de acueducto, entre otras obras. Esto explica el denominado “rezago
tarifario”, pues las obras se construyeron en los últimos años de la década de
los ochenta manteniendo las tarifas que se cobraban a la ciudadanía.

Lo anterior pone de presente las consecuencias de un crecimiento urbano


precariamente planificado y fundamentado en la apropiación privada del sue-
lo urbano, cuya construcción resulta un excelente negocio para los capitales
que en ella invierten. Este modelo arroja a los estratos pobres a ubicar sus
viviendas en sitios que, además del riesgo que suponen para la población que
los habita, como los cerros que circundan la ciudad, hacen muy costosa la
provisión de servicios públicos para estos sectores, en particular del agua po-
table. De otra parte, dicho modelo promueve la expansión de la ciudad sobre
el territorio circundante generando la necesidad de sucesivas ampliaciones de
las redes de servicios públicos.

2.- La política de trasladar los costos de la captación, conducción y suministro


del agua a la ciudadanía eliminando los subsidios. Esta política impulsada por
el Banco Mundial y plasmada en la Ley 142 de 1993, so pretexto de obtener
la eficiencia y la eficacia en la gestión del agua apunta a la mercantilización del
vital líquido, el cual es pagado totalmente por los usuarios, cuyos estratos más
altos (5 y 6) subsidian a los de menores ingresos (1, 2 y 3). La composición de
la tarifa y su forma de aplicación en Bogotá han recibido fuertes críticas por
incluir elementos que nada tienen que ver con el costo del agua, como un
impuesto para “preservar la seguridad democrática”, por cuyo concepto fue
recaudada, a corte de 30 de septiembre de 2005, la suma de $3.286’954.0003 .
De otra parte, la Contraloría de Bogotá D.C., en su informe “Desprivatizar la
EAAB para rescatar su esencia social”, publicado en agosto de 2005, demos-
traba que la aplicación de la metodología tarifaria elaborada en desarrollo de
la citada Ley por la CRA, implicaba el traslado a los usuarios de las ineficiencias
de la Empresa, y que los costos de funcionamiento se incrementaron en un
297% entre 1997 y 2003, mientras que la “producción” de agua se ha dismi-
nuido en el mismo período, habiéndose reducido el volumen facturado en un
3 En relación con la
13,7%. En este mismo período el costo del M3 facturado se incrementó en un Resolución 287 de 25 de
239,5%. “En suma, la EAAB gasta cada día más, su estructura de costos se Mayo de 2004, “Por la cual
se establece la metodología
incrementa, al tiempo que factura menos volumen de agua. El secreto para no tarifaria para regular el
ir a la liquidación de la empresa se encontró en la fórmula de incrementar las calculo de los costos de la
prestación de los servicios
tarifas, abusando de su posición dominante en su carácter de monopolio” de acueducto y
(Contraloría de Bogotá D.C ., 2005). alcantarillado” y su
aplicación en Bogotá, véase
“Política tarifaria acueducto
Al cuadro de ineficiencia que viene presentando la EAAB no son ajenos los y alcantarillado (2005 –
2010) por Rafael Espinel
procesos de privatización que le fueron impuestos, como veremos más ade- Páez, en “El agua en
lante. El conjunto del problema que se viene presentando, y que ha sido ilus- Bogotá – Cundinamarca”.
Ecofondo, 2006.

191
Colombia: ¿un futuro sin agua?

trado ampliamente por la Contraloría Distrital y el propio sindicato de la


EAAB, pone en evidencia que las políticas empresariales y privatizadoras de la
gestión del agua no han dado los resultados esperados y proclamados de efi-
ciencia y reducción de costos, sino todo lo contrario.

De otra parte, la tarifa del agua en Bogotá, a diferencia de otras ciudades del
país, incluye el alcantarillado pluvial, lo cual desde luego la incrementa sin que
los costos provenientes de esta infraestructura tengan nada que ver con el
suministro del agua.

A partir de enero de 2006 la actual administración de la EAAB hizo una


reducción de la tarifa al eliminar proyectos de inversión en rondas de ríos,
recuperación de cuencas hidrográficas y construcción de ciclo-rutas, entre otros.
Esta reducción, que alcanzó un 13%, si bien representa una buena intención,
no alcanza a reorientar la tendencia al incremento de las tarifas, lo cual reque-
riría una política de más fondo como la eliminación de los gestores zonales y
cualquier otra forma de privatización, la reducción real de costos y otras medi-
das de austeridad. La Contraloría en el informe citado llama la atención sobre
la necesidad de revisar gastos administrativos como los registrados bajo los
rubros “Gestión comercial y operacional, Gestores Privados ($37.545 millo-
nes)”, y “Estudios, asesorías, auditorías y consultorías aplicadas a costos admi-
nistrativos ($15.975 millones)”, entre otros.

3.- La privatización de la gestión del agua, el elemento fundamental de la


política plasmada en la Ley 142 de 1994, que en Bogotá ha tenido dos desa-
rrollos que merece la pena comentar. En primer lugar, la delegación en tres
empresas privadas que actúan, en las cinco zonas de servicios en que se dividió
la ciudad, como operadores de actividades claves como la medición del consu-
mo y la facturación, la atención al usuario, hoy convertido en “cliente”, y la
asesoría e interventoría en obras, entre otras importantes funciones. La remu-
neración de los contratistas se hace por metro cúbico consumido lo cual ha
conducido a no pocos abusos en la medición y facturación de los consumos.

La Contraloría Distrital, en el informe ya mencionado llega a una conclusión


contundente: “La estrategia acogida hoy por la Empresa, en la que entrega
gran parte de la gestión a empresas privadas, no ha alcanzado los objetivos en
la reducción de pérdidas de agua, el mejoramiento de la atención a los usua-
rios, el fortalecimiento de la imagen de la EAAB y el ahorro de recursos”
(Contraloría de Bogotá D.C ., 2005). Esta conclusión es ratificada en el infor-
me entregado por la Contraloría al Gerente de la EAAB, el 7 de noviembre de
2006, en el cual evalúa los resultados de los contratos de gestión existentes
con los operadores zonales.

Uno de los aspectos incumplidos por los contratistas ha sido la reducción del
Índice de Agua No Contabilizada -IANC-. Uno de sus compromisos era esta-
blecer el “índice de arranque”, es decir, el porcentaje de agua que se perdía al
comenzar los contratos, a fin de programar las metas de reducción correspon-
dientes. Esta obligación se vino a cumplir solo dos años después, en tres de las

192
Colombia: ¿un futuro sin agua?

zonas. El IANC presenta valores muy elevados, pues era del 34,8% en el
2002, ascendió al 39,7% en el 2003, y en el 2004 experimentó una pequeña
disminución al llegar a 37,8%.

Lo anterior ha significado que en el lapso de los seis primeros semestres de


ejecución de los contratos con los operadores privados se han dejado de co-
brar 700 millones de metros cúbicos de agua, y por consiguiente no se han
recaudado 1.255 millones de pesos, según cálculos de la Mesa Distrital de
Servicios Públicos, auspiciada por Planeta Paz4 . Esta misma mesa calcula,
con base en el informe de la Contraloría Distrital de 7 de noviembre de 2007,
que las pérdidas generadas a la EAAB por los gestores zonales privados as-
cendían, el 30 de diciembre de 2005, a la suma de 106.455 millones de
pesos; mientras que en ese mismo lapso las empresas privadas habían recibi-
do por su “gestión” la cantidad de 144.478 millones de pesos. Dichas pérdi-
das se debieron a diversos incumplimientos relacionados con: agua no conta-
bilizada, silencio administrativo positivo ante las reclamaciones de los usua-
rios, multas impuestas por la SSPD por no responder dichas reclamaciones,
pérdida del 50% de la inversión hecha por la EAAB para reducir el IANC,
entre otros conceptos.5

De aquí (octubre) hasta el fin del año la EAAB debe tomar la decisión de
renovar o no los contratos con los actuales gestores zonales especializados.
En ese sentido debe acogerse la recomendación de la Mesa Distrital de Servi-
cios Públicos en el sentido de dar por terminados dichos contratos y en conse-
cuencia no proceder a su renovación.

El otro fracaso de la privatización del agua en Bogotá está representado por la


denominada “Concesión Tibitoc”, que desembocó en que la EAAB tuvo que
notificar a la concesionaria “Consorcio Corporación Financiera del Valle –
Compaigne Générale Des Eux – Fanalca S.A.”6, su decisión de dar por termi-
nado el contrato de concesión de la planta de tratamiento de agua de Tibitoc7 .
La razón es que en dicho contrato se pactó una “demanda mínima garantiza-
da” en virtud de la cual la EAAB quedó obligada a pagar por una determinada
cantidad de metros cúbicos de agua tratada en dicha planta una suma de
dinero predeterminada en el contrato, independientemente de la cantidad de
agua que realmente fuera suministrada a la población. Como el consumo real 4
Véase la comunicación
fue inferior al previsto en el contrato, la EAAB pagó al mencionado consor- enviada por dicha Mesa al
cio, por agua no utilizada, la friolera de 38.712 millones de pesos (19 millo- Alcalde Garzón, de fecha
19 de Abril de 2007, en
nes de dólares) entre 1999 y agosto de 2005. Para terminar el contrato, la www.planetapaz.org
EAAB deberá pagar al concesionario una indemnización de 67.1 millones de “Documento Gestores
Corregido 2.doc”
dólares y aún así se ahorraría 32 millones de dólares que debería desembolsar 5 Ibídem
si el contrato continuara hasta el cumplimiento del plazo pactado que vence 6 En la maraña de
denominaciones
en el 2019. empresariales que
conforman el consorcio se
camufla una de las más
Como bien lo señalaba el Contralor Distrital, Oscar González Arana, “…llama grandes multinacionales del
la atención el repudiable hecho que mientras la EAAB paga a una empresa negocio del agua.
7 La planta de tratamiento
privada $ 38.712 millones por 160,49 millones de metros cúbicos de agua de agua de Tibitoc surte al
que no es utilizada, en ese mismo período le fue suspendido en promedio 23% de la población de la
ciudad.

193
Colombia: ¿un futuro sin agua?

anual el servicio a 236.754 familias bogotanas por falta de pago…” (González


Arana, 2005).

Además de lo anterior, el costo del metro cúbico de agua tratada por el consor-
cio privado en la Planta de Tibitoc es escandalosamente superior al de la Plan-
ta Wiesner, operada directamente por la EAAB. Así, por ejemplo, en el 2004,
el costo del m3 en la primera fue de $224,81 frente a solo $ 33,16 en la
segunda8 . Este es otro de los factores que han conducido al incremento de la
tarifa del agua en Bogotá.

En resumen, el agua que la ciudad extrae de la región en grandes cantidades,


debido a su actual modelo expansivo, es hoy en día comercializada cobrando
elevadas tarifas a los usuarios. La cobertura del servicio de acueducto es en Bogo-
tá cercana al 100%, pero si se mantienen las altas tarifas y, lo que es peor, si se
incrementan, cada vez más usuarios se verán desconectados del servicio. El pro-
medio de usuarios suspendidos, 236.754 en los últimos seis años, es ya muy
elevado e implica que alrededor de un millón de habitantes, en promedio, care-
cen o tienen serias dificultades para acceder al agua necesaria para sus necesida-
des vitales. A los riesgos de insostenibilidad en el suministro a mediano y largo
plazo se añade entonces la insostenibilidad social a corto plazo.

Úsela y tírela
Bogotá, como hemos visto, toma el agua de la región, la usa y luego la devuel-
ve como agua residual, altamente contaminada. Esto se expresa de manera
dramática en el río Bogotá convertido en alcantarilla. Este hecho generador de
insalubridad y deterioro ambiental es inocultable, pero no ha conducido a plan-
8 Véase el cuadro
tear lo obvio: recuperar el río. En cambio, en los últimos veinte años se vienen
“Comparación de costos debatiendo diversas alternativas que apuntan más hacia aspectos parciales
de agua tratada en las
plantas Wiesner y Tibitoc”,
como la descontaminación o la prevención de inundaciones, sin una visión
en la comunicación integral tanto del problema como de las soluciones.
enviada, el 19 de abril de
2007, por la Mesa Distrital
de Servicios Públicos al La línea divisoria de los planes de la ciudad en relación con los problemas del río
Alcalde de Bogotá. Dicho
cuadro fue elaborado con
es la decisión de la segunda administración Mockus de dar por terminado
información de la EAAB y unilateralmente el contrato entre el DAMA y la compañía “Bogotana de Aguas y
la Contraloría de Bogotá.
Visible en
Saneamiento -BAS-”9 , suscrito el 20 de septiembre de 1993 para la construc-
www.planetapaz.org ción de tres plantas de tratamiento ubicadas en las intercepciones de los ríos
9 Realmente la contratista
era la multinacional
Salitre, Fucha y Tunjuelo, aduciendo la ineficiencia de la Planta de El Salitre.
francesa Suez, a través de Paradójicamente, había sido el alcalde Mockus, en su primera administración, un
su filial Degremont,
especializada en
defensor entusiasta del esquema de descontaminación implementado por la com-
saneamiento, la cual pañía francesa con base en las recomendaciones hechas por Biwater y EPAM
constituyó a BAS para
efectos del contrato.
Ltda.10
10 Los estudios de Biwater y
Epam preceden la firma del
contrato con BAS, en la
Se pasó así de una solución basada en la construcción de tres plantas, con tres
administración de Jaime tipos de tratamiento que permitirían entregar agua descontaminada al río, a la
Castro. En la primera
administración Mockus se
construcción de un interceptor que conduce las aguas residuales a una planta que
tramitó la licencia se construirá en el sitio de Canoas (municipio de Soacha), pocos kilómetros antes
ambiental para la
construcción de las plantas.
de que el río salga de la Sabana precipitándose por el Salto del Tequendama.

194
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Los términos económicos del contrato con la compañía francesa, extremada-


mente onerosos, fueron uno de los factores que condujeron a su cancelación.
Sin embargo, el costo de la nueva solución no es mucho menor y su eficacia
en términos de la descontaminación del río muy inferior.

“Somos río Bogotá”, un grupo de organizaciones ciudadanas11 apoyadas por


Ecofondo, ha adelantado un proceso de seguimiento a los problemas del río,
promoviendo la participación ciudadana y la apropiación social del territorio.
Algunas de las críticas hechas por este grupo al actual esquema de desconta-
minación del río, avalado por el Documento Conpes 3320 de 2004 y concre-
tado mediante el Acuerdo Interinstitucional firmado entre el MAVDT, la EAAB,
el DAMA y la CAR, el 24 de noviembre de 2006, son las siguientes:

“El tratamiento propuesto, según eficiencias de remoción teóricas, presenta una


diferencia de eficiencia de remoción de DBO aproximadamente de 30 porcen-
tual con respecto a un tratamiento a nivel secundario. Esto quiere decir que, con
relación a la propuesta original (Decreto POT 619/2000, tres plantas con trata-
miento a nivel secundario), la nueva propuesta (Decreto POT 469/2003), dos
plantas con tratamiento químicamente asistido), tendrá un efluente 33% más
contaminado en términos de DBO, lo cual influye directamente en el nivel de
oxígeno disuelto, este a su vez es un indicador de vida en los ecosistemas acuáti-
cos” (Somos Río Bogotá, Documento de Análisis No. 2, 2006).

La PTAR Canoas, con un tratamiento primario químicamente asistido –TPQA-


, “…ni siquiera cumple con la normatividad de vertimientos, pues no remueve
el 80% de DBO, como lo exige el Decreto 1594/84, y por lo tanto no redu-
cirá los altos niveles de contaminación de la cuenca baja” (Somos Río Bogotá,
Documento de Análisis No.4, 2007).

El Acuerdo Interinstitucional mencionado introdujo una variante en el esquema,


pues la Planta del Salitre no solo se ampliará para tratar 8 m3/seg de agua
residual, sino que implementará la fase de tratamiento secundario, dejando el
agua en condiciones de ser utilizada para la agricultura sin restricciones y así será
traspasada al Distrito de Riego de La Ramada. Sin embargo, como lo señala
“Somos río Bogotá”: “Esto significa que el caudal de la cuenca del río Salitre ya
no ingresará al río Bogotá y, por consiguiente, su caudal se verá disminuido,
alterando la dinámica hidráulica natural” (Somos Río Bogotá, 2007).

La pústula más visible de la contaminación que genera Bogotá en el sistema


hídrico de la Sabana es el caso de El Muña. El embalse, otrora escenario de
regatas y paseos, es utilizado desde hace varios lustros para almacenar agua
contaminada que se bombea desde el río Bogotá, a fin de operar una serie de
plantas hidroeléctricas que generan 600 MW. El depósito de esta agua alta-
mente contaminada es un foco de insalubridad, cuyas manifestaciones más
11 Las organizaciones que
evidentes son la plaga de mosquitos que asuela a la comunidad de Sibaté, y los conforman el grupo son:
malos olores que emanan de la represa, de los cuales dicha población es la ASODA, MOVIMIENTO POR
LA VIDA, ENDA AMERICA
principal víctima. La reparación de esta injusticia viene aplazándose y no for- LATINA – COLOMBIA Y
ma parte de ninguno de los esquemas de descontaminación del río hasta aho- FUNDACION HUMEDAL LA
CONEJERA.

195
Colombia: ¿un futuro sin agua?

ra contemplados. Desde luego el actualmente aprobado y ad-portas de ser


implementado dejaría esta aberrante situación indefinidamente sin solución,
pues, como se indicó, la planta de Canoas hará un tratamiento muy precario
de las aguas residuales que recibirá literalmente al final del tubo.

Sobre la solución al problema del embalse del Muña, tanto “Somos Río Bogotá”
como una mesa técnica organizada por las empresas de Acueducto y Energía de
Bogotá han recomendado analizar diversas alternativas, pero hasta ahora lo úni-
co que se ha hecho es fumigar el buchón que cubre la represa para afectar el
criadero de mosquitos. Esta “solución”, valorada positivamente por el actual Ge-
rente de la EAAB, según “Somos Río Bogotá” fue iniciada el 4 de diciembre de
2006 utilizando Anikilamina 4SL, herbicida químico prohibido en el país por el
ICA para fumigaciones en plantas acuáticas y cuerpos de agua; se trata del herbi-
cida más contaminante del grupo al que pertenece el glifosato. El MAVDT, me-
diante resolución 014 de 4 de enero de 2007, abrió investigación a la EAAB,
EEB, EMGESA y a Nufarm Ltda., distribuidora del químico en Colombia, por
violar la normatividad y no seguir el procedimiento de autorización correspon-
diente. Además, cuatro meses después de aplicado el químico, el buchón ha
reaparecido en el embalse. Estamos, pues, ante otro procedimiento ineficaz, pero
además ilegal, contaminante y seguramente costoso.

El proyecto de “descontaminación” del río Bogotá se complementa con la


denominada “adecuación hidráulica del río Bogotá”, que implica el dragado
del río. Esta obra, que venía siendo preparada por la EAAB, será ejecutada
por la CAR conforme al acuerdo interinstitucional. El dragado implica la
profundización del cauce y la ampliación de la sección hidráulica del río me-
diante la construcción de un jarillón sobre la margen izquierda. Se estima que
el volumen de lodos producidos por el dragado del río será de 2’328.923 m3.
Como puede observarse, las dimensiones de la obra y sus costos son gigantes-
cos, y sus beneficios altamente cuestionables. Existen ya algunos estudios que
advierten sobre las consecuencias irreversibles de esta obra por sus impactos
geomorfológicos, eco- hidrológicos y los nuevos riesgos que genera al tratar
de prevenir los existentes. Uno de los estudios señala acertadamente: “El pro-
yecto de dragado del río Bogotá fue diseñado con un único objetivo (control de
inundaciones) y desde una única disciplina (hidráulica). De esta manera no se
considera en el diseño la amplificación de oportunidades, el análisis de alterna-
tivas y los impactos ambientales”.

Debería tenerse en cuenta la opinión del experto Andrea Nardini, Director


Técnico del Centro Italiano para la Restauración de los Ríos – CIRF -, quien
visitó la ciudad en el 2005:

“El proyecto Dragado y Adecuación Hidráulica del río Bogotá levanta


algunos interrogantes técnicos. Pero mucho más importante que es-
tos, está la conciencia sobre el hecho de que mientras el ‘mundo desa-
rrollado’ está yendo con decisión hacia una política de recuperación
de los sistemas naturales, y en particular de los ríos, este proyecto
sigue la ruta clásica de ‘dominio de la naturaleza’ a través de obras de

196
Colombia: ¿un futuro sin agua?

artificialización. Nuestra inquietud con respecto a este proyecto es


evitar que se tome un camino que con mucha probabilidad no solucio-
nará el problema al que apunta: ‘disminuir el riesgo de inundaciones’,
el cual, como se demostrará con el tiempo, es más costoso de lo
previsto, creará otros problemas ambientales, y por último, pero qui-
zás lo más importante, impedirá a la ciudad de Bogotá y su población
aprovechar de un recurso ambiental con el que no todas las ciudades
cuentan: un río”12

Las seudo-soluciones a la problemática del río Bogotá que se vienen reseñando


implican enormes costos que serán financiados en buena parte por los ciudada-
nos mediante el incremento de la tarifa de alcantarillado. A continuación se inclu-
ye el cuadro el Cuadro de Obras y Costos (Somos Río Bogotá, 2007).

Cuadro 2
Obras y costos del Acuerdo Interinstitucional para la descontaminación del río Bogotá1

OBRA COSTO ENTIDAD FUENTES


Interceptor Engativá- Cortijo US$10,3 millones EAAB Tarifas
Paliación PTAR Salitre $528.000 millones de pesos CAR Recursos Predial
con tratamiento Secundario Tasa Ambiental
Interceptor Fucha- Tunjuelito US$78,8 millones EAAB Tarifas
Interceptor Tunjuelito-Canoas US$114 millones EAAB Tarifas
Estación elevadora del Tunjuelo US$57 millones EAAB Crédito y Tarifas
Dragado y adecuación hidráulica $175.000 millones de pesos CAR Recursos Predial
del río Bogotá Tasa Ambiental
PTAR Canoas con tratamiento US$350 millones EAAB No están fijos
primario químicamente asistido – TPQA y no está dentro del acuerdo
Saneamiento de las aguas Aproximadamente MAVDT No están fijos
residuales de los municipios $355.000 millones de pesos y no están dentro del acuerdo
Organización de las PTAR US$50 millones CAR No están en el acuerdo
y saneamiento planteado
por CAR crédito con el BID

Fuente: Datos Gerente General EAAB, intervención Comisión Sexta de Cámara

Como puede verse, los interceptores Engativá-Cortijo, Fucha-Tunjuelo y


Tunjuelo-Canoas, cuyos costos suman 203 millones de dólares, se financiarán
con cargo a las tarifas de alcantarillado, es decir, serán pagados por la ciuda-
danía y los demás usuarios, quienes, ya agobiados por las altas tarifas de agua,
alcantarillado y aseo existentes en la ciudad soportarán nuevos incrementos.
¿Valen la pena nuevos sacrificios para financiar obras que, como hemos visto,
no descontaminan el río?
12 Véase “Observaciones al
proyecto de dragado del río
En relación con lo anterior y teniendo en cuenta que la planta de Canoas, Bogotá, post – encuentro
cuyo costo es de 350 millones de dólares, no tiene financiación, es pertinente del 31 de Mayo de 2005,
con EAAB y Comité de
citar al propio Gerente de la EAAB, quien manifestó en Abril pasado: Verificación”, citado en
Somos Río, Documento de
Análisis No. 4, Mayo/ Junio
“Si el cien por ciento del valor de esta PTAR lo financiara el Distrito de 2007. .
Capital generaría un problema tarifario, incorporar este costo a tarifas 13 Este cuadro es tomado de
www.somosriobogota.org
sería imposible, reventaría las tarifas, si adicionamos el costo de la “Documento de Análisis
PTAR a las tarifas, estas se elevarían en un 20% a 25%”. No. 4 Mayo/Junio de
2007”

197
Colombia: ¿un futuro sin agua?

198
Colombia: ¿un futuro sin agua?

199
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Un caso de privatizacion del agua:


la Empresa de Acueducto de Bogotá

Humberto Polo1

La privatización del agua en Colombia registra antecedentes remotos. Así en


1886 el municipio concedió a Ramón B. Jimeno y a Antonio Martínez de la
Cuadra la exclusividad para establecer, usar y explotar los acueductos de Bo-
gotá y Chapinero por un periodo de setenta años. Dentro de este sistema se
inauguró en 1888 el primer acueducto con tubería de hierro en una ciudad.

Pero el sistema privado no fue la respuesta a las necesidades del servicio de la


ciudad; por esto, en el año de 1914 el acueducto regresó a la municipalidad
como consecuencia de las protestas de los usuarios de la época que vivieron la 1 Presidente de Sintraemsdes,
mala prestación y encarecimiento del servicio. Como respuesta al inconfor- Sindicato de la Empresa de
mismo se iniciaron una serie de obras para solucionar el problema de abaste- Acueducto de Bogotá, Sub-
directiva Bogotá. La
cimiento que venía sufriendo la ciudad de Bogotá. información estadística ha
sido tomada de diversas
fuentes, no todas
La necesidad de emprender grandes obras para garantizar el abastecimiento especializadas y es posible
de agua a la población, trajo la contratación de obras con empresas particula- que haya datos que no
estén actualizados a la
res, inicialmente con firmas extranjeras, sistema de contratación que se ha fecha presente y oros que
venido perfeccionando a tal punto, que este método ha privatizado en un puedan ser imprecisos
producto de la
80% aproximadamente la ejecución de las actividades misionales de las em- manipulación de diferentes
presas de servicios públicos domiciliarios, con base en la Ley 80 de 1993. autores, por estas razones
se recomienda no utilizar
esta información en forma
La privatización del agua en Colombia, se acentuó a partir de la reglamenta- categórica, sino como
referencia para los fines
ción de la Constitución Política de 1991, cuando la Ley 142 de 1994 abrió la que se considere. El
participación del capital privado en el mercado de los servicios públicos domi- Sindicato viene apoyando la
iniciativa del Referendo por
ciliarios, el cual ha tenido un desarrollo más acelerado en el sector energético el Agua y la Vida, para
que en el de agua potable y saneamiento básico. evitar que el agua que es
un derecho fundamental
para la humanidad, esté
Los modelos en los que se fundamenta la privatización de las empresas de limitado por la privatización
del recurso hídrico, cuya
servicios públicos domiciliarios en Colombia, son el modelo del Reino Unido y tenencia debe ser exclusiva
el francés; los cuales son copiados sin considerar las condiciones sociopolíticas del Estado. Igualmente, se
detecta la necesidad
y culturales del país, generando un profundo desequilibrio en los diferentes imperiosa de constituir una
sectores socioeconómicos de la nación. El modelo del Reino Unido, plantea red de información
integrada, que permita ver
la venta de todo el sistema de administración, operación y mantenimiento de el sector de agua potable y
abastecimiento al sector privado; hacia este camino avanza Colombia, según saneamiento básico
integralmente para
la política trazada en esta materia por el gobierno nacional. El modelo francés analizarlo de manera
incluye concesiones o arrendamientos que dejan al contratista privado el co- permanente (Nota del
autor).

201
Colombia: ¿un futuro sin agua?

202
Colombia: ¿un futuro sin agua?

203
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Un estudio realizado por la firma Betainvest determinó que la terminación


unilateral del contrato, es la posición financiera más sólida adoptada por la
Empresa de Acueducto, aduciendo razones de ineficiencia en la prestación de
este servicio público, condiciones de gestión onerosas y desequilibrio econó-
mico. El estudio determina que mantener el contrato cuesta 99 millones de
dólares, mejorarlo cuesta 80.7 millones, y revertirlo cuesta 67.1 millones de
dólares, por lo que recomienda esta última fórmula, advirtiendo que de no ser
así, la EAAB-ESP, podría verse frente a una negociación indefinida.

La resistencia por más de ocho años del Sindicato de trabajadores de la EAAB-


ESP, que acudió a todos los medios e instancias para demostrar los niveles de
ineficiencia y los altos costos del contrato, tuvo un final feliz cuando en el
debate de control político en el Concejo Distrital realizado durante el mes de
abril de 2007, se le recomendó a la Empresa reversar el contrato con la
concesionaria Tibitoc.

Se demostró el mismo comportamiento en la otra modalidad de privatización a


través de los contratos especiales de gestión firmados por la Empresa de Acue-
ducto de Bogotá en el 2002, entregando las Actividades Comerciales y Operativas
a tres firmas privadas Aguazul Bogotá S.A ESP., que opera en las Zonas 2 y 5
que comprende las Localidades de Engativá, Chapinero, Teusaquillo, Bosa, Ciu-
dad Kennedy y el Municipio de Soacha. Aguas Kapital S.A ESP., opera la Zona
1 que comprende las Localidades de Suba, Usaquén y el Municipio de Gachancipá,
y EPM Aguas S.A ESP., que opera las Zonas 3 y 4 que comprende las Localida-
des de Fontibón, Los Mártires, Puente Aranda, Candelaria Centro y Antonio
Nariño, San Cristóbal, Usme, Tunjuelito, Rafael Uribe Uribe y Ciudad Bolívar.
Las dos primeras, son empresas privadas con participación de trasnacionales.

Los procesos misionales que se entregaron a estas empresas fueron: distribu-


ción de agua potable, medición de consumos, gestión de cartera, facturación,
conexión de usuarios al sistema de acueducto, reducción del Índice de agua no
contabilizada, asesoría e interventoria de obras, montaje de puntos de aten-
ción a los usuarios, reducción de quejas y reclamos y mantenimiento y cambio
de Medidores, entre otras.

La finalidad de esta privatización era alcanzar una mayor eficiencia, pero


rápidamente la Contraloría, la Personería Distrital, el Concejo de Bogotá y el
Sindicato, demostraron el rotundo fracaso por sobre-costos, ineficiencia, inefi-
cacia y pésima gestión. Sin embargo, estos contratos se mantienen hasta fina-
lizar los cinco años, tiempo de duración de los mismos.

Al respecto de la puesta en marcha de la modalidad más moderna de


privatización, implementada en Colombia sobre el espinazo de la EAAB-ESP,
la Contraloría de Bogotá, detectó y denunció que, entre el 2 de enero de 2002
y el 30 de abril de 2005, la EAAB-ESP, pagó a los Contratos Especiales de
Gestión, la astronómica suma de $144.479 millones Pesos, hoy son mas de
$280.000 millones, dejados de invertir en obras de beneficio común, pues se
fueron para las arcas de los privados.

204
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Queda entonces al descubierto que ni los alcaldes mayores de Bogotá, ni los


gerentes de la EAAB-ESP, muestran el menor escrúpulo por salvaguardar este
importante patrimonio público, y muy por el contrario, afanosamente conti-
núan perfeccionando la entrega de los procesos misionales al voraz capital
privado, siguiendo claramente las orientaciones de la Organización Mundial
del Comercio (OMC).

En este caso, también el Sindicato impidió la ampliación de los nuevos con-


tratos, mediante la acción y la movilización; hoy prepara una Acción Popular
para derrotar el proceso de licitación, con el fin de recuperar estos procesos
para la ejecución directa de la Empresa que le permita recuperar estas utilida-
des para la inversión social.

Los ejemplos anteriores son los más cercanos, es posible que se den casos
más aberrantes en aquellas empresas municipales que han sido privatizadas
en su totalidad, donde no tienen acceso a la información ni al control político
y fiscal, las entidades de control del estado, dejando a merced a los usuarios,
de la avaricia de los operadores privados que solo les interesa generar rentabi-
lidad sin importar los costos sociales.

Los procesos de privatización de las empresas de servicios públicos domicilia-


rios en Colombia, han sido exitosos para los intereses del Banco Mundial, el
Fondo Monetario Internacional y las empresas trasnacionales quienes no han
encontrado en el país una resistencia férrea y por el contrario, han contado
con una clase política y empresarial complaciente con sus intereses, facilitan-
do a través de normas legislativas la entrega de las empresas estatales a precio
de huevo.

En esta línea han venido los gobiernos aperturistas neoliberales de las dos
últimas décadas, acentuándose esta política en el primero y segundo manda-
to de Álvaro Uribe Vélez, que ha subastado a diestra y siniestra las entidades
estatales como ECOPETROL y Telecom, entre otras; comprometiéndose
con la banca internacional a privatizar el 75% de las empresas de acueduc-
to, alcantarillado y aseo para el año 2010, quedándose el estado con el 25%
de las empresas que son básicamente las ubicadas en aquellos municipios
don los habitantes no tienen capacidad de pago y donde el gobierno no
tiene dominio.

El avance de la privatización se ve reflejado en el Estudio sectorial de Servi-


cios Públicos de Acueducto y Alcantarillado 2002-2005 de la Superintendencia
de Servicios Públicos Domiciliarios, en el cual se explica claramente el avance
del sector privado de acuerdo con la naturaleza jurídica de las empresas de
acueducto, alcantarillado y aseo; en el año 2006 el país contaba con 349 en
este sector, de las cuales 141 son privadas, 109 Industriales y Comerciales del
Estado, 24 de Economía Mixta, 37 Municipales, 33 oficiales y 3 organización
autorizada. La distribución por servicios se aprecia en la Cuadro 1.

205
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Cuadro 1
Empresas del sector agua potable y saneamiento básico según su naturaleza jurídica

Prestador Privada EICE Mixta Municipio Oficial Organización Autorizada Total


Acueducto alcantarillado aseo 15 72 8 21 18 1 135
Aseo 88 14 5 7 5 2 121
Acueducto Alcantarillado 29 12 8 4 6 1 60
Acueducto 5 5 3 2 1 16
Acueducto Aseo 0 0 0 2 2 0 4
Alcantarillado Aseo 1 2 0 1 0 4
Alcantarillado 1 0 0 0 1 0 2
AAA y otros servicios 2 4 1 7
TOTALES 141 109 24 37 33 3 349

Fuente: Registro Único de Prestadores - SSPD

Estas empresas se dividen en dos grandes grupos, las que tienen más de 2.500
suscriptores y las de menor número de cuentas contrato, la distribución de las
mismas se aprecia en las gráficas 1 y 2 en el orden que fueron mencionadas.

Gráfico 1
Empresas con más de 2.500 suscriptores

Naturaleza jurídica prestadores que atienden más de 2.500 suscriptores año 2002
1%
4%
19% 37% Privada

EICE

Mixta

Municipio

Oficial

8% Organización autorizada

31%

Fuente: Registro único de prestadores - SSPD

Se aprecia que el 37% corresponde a empresas privadas que sumadas con el


8% de las de economía mixta, alcanzan el 45% del total de éstas, asegurándo-
se una participación amplia del sector privado en las empresas más grandes
del sector de agua potable y saneamiento básico.

206
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Gráfico 2
Empresas con menos de 2.500 suscriptores

Composición de capital prestadores mayores de 2.500 suscriptores año 2006

11% 10%
1%
Privada
7%
EICE
40%
Mixta

Municipio

Oficial

Organización autorizada
31%

Fuente: Registro único de prestadores - SSPD


En las empresas menores se aprecia una mayor participación del sector priva-
do (alcanzan el 47% entre privadas totales y mixtas), pero en promedio la
participación del sector privado desde este punto de vista, es mucho mayor
que el del sector público, sumando los procesos misionales de las empresas
públicas que están “tercerizados” por las diferentes modalidades de contrata-
ción con el sector privado.

La presión para privatizar las empresas de servicios públicos domiciliarios del


sector de agua potable y saneamiento básico, está dada por mandato legal de
acuerdo con el Articulo 6 de la ley 142 de 1994 que obliga la transformación
empresarial; al no cumplirse la meta fijada por este mandato en 1996, se fija
un nuevo plazo por el gobierno nacional para que a 2010 el 75% quede
transformado del sector público al privado.

Esto significa que el sector privado pasa de una participación en este campo
del 46% aproximadamente en 2006, al 75% en 2010, incrementando su
participación en este mercado empresarial en el 29%; este crecimiento en la
participación del sector de agua potable y saneamiento básico quiere decir
que el agua quedará bajo el dominio de la empresa privada, perdiendo el
estado el control sobre el acceso y el costo de estos servicios básicos y funda-
mentales para la vida.

Las formas de participación y contratación del sector privado en Agua Pota-


ble y Saneamiento Básico mas frecuentes son: la operación exclusiva, opera-
ción con inversión, administración, gestión, Áreas de Servicio Exclusivo ASE,
concesión, asociativas por acciones y sociedades comunitarias.

207
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Cuadro 2
Tipos de contratación en acueducto, alcantarillado y aseo

Servicios Duración
Tipo contrato/servicios AAA Acued. y Alc AAA Acued. y alc
Operación con inversión 5 3 15 años, 19 años uno a 20 años
y tres de 20 años y 2 de 5 años
Operación sin inversión 2 5 y 15 años 20 años
Concesión 1 1 20 años 20 años
Operación 1 1 10 años
mantenimiento y rehabilitación
Admin, operación 4 uno de 2 años
y matenimiento y tres de 15 años
Operación y mantenimiento 2 20 años y un año
Contrato para la construcción y operación 2 10 años
de los sistemas de acueducto y alcantarillado
Contrato de arrendamiento 2 30 y 20 años
con inversión
Total 19 6

Fuente: Información Contratos de Prestación Comisión de Regulación de Agua Potable - CRA


Estas son las formas de contratación más utilizadas en el país, a las cuales se
suman otras como los contratos para la construcción y operación de los siste-
mas y el de arrendamiento con inversión. La creatividad de los administrado-
res públicos para abrirle las puertas al sector privado es muy amplia, como el
sistema de incentivos para quienes facilitan la entrega del patrimonio del esta-
do al mejor postor.

Las formas asociativas pueden dejar la facultad de fijar las tarifas en cabeza de
los socios operadores, haciendo uso del parágrafo 1 del artículo 87 de la Ley
142 de 1994 para la fijación contractual de tarifas a través de procesos de
selección competitivos en donde este es un elemento de decisión.

Las tarifas
El consumo por estrato muestra una drástica caída de manera continua desde
1996, año en el cual se inició la aplicación del programa de ajuste de tarifas
por eliminación del rezago tarifario para dar cumplimiento a la Ley 142 de
1994. Pasando el costo de la tarifa media de US $ 0.32/m3 en 1990 a US $
0.81/m3 en 2001 y de este último año al 2003 las tarifas para el estrato 1 se
incrementaron en el 126%, 58% en el 2 y 55% en el 3, aunado a esto el
desmonte de los subsidios.

Los costos por metro cúbico y la fijación de topes mínimos de uso, son las dos
principales causas de la caída del consumo, situación que ha ocasionado el
aplazamiento de los planes de inversión para la expansión de los sistemas de
abastecimiento y la dificultad para que más usuarios accedan al servicio.

208
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Las privatizaciones y las diferentes formas de contratación determinan en un


altísimo porcentaje el creciente costo de los servicios de acueducto, alcantari-
llado y aseo, como se demuestra en el contrato con la concesionaria Tibitoc
que han influido negativamente en las tarifas por las condiciones desfavora-
bles que se pactaron. La concesión de Tibitoc se pactó a 20 años y de marzo
de 1998 a noviembre de 2004, la EAAB-ESP ha pagado a la concesionaria
US $ 90.1 millones, mientras que ésta solo invertirá en los 20 años US $
42.3 millones. Incrementando el costo de producción del m3 en el primer año
de $ 48 a $ 128, costando ocho veces más el m3 producido en comparación
con las otras plantas de la empresa; a 2006 el costo de producción de la
concesionaria Tibitoc ascendía a $ 279.29.

Guardando la proporciones, el costos promedio del metro cúbico de agua para


un usuario de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB-ESP)
es de $ 1.816, de Cali $ 992,8, de Medellín $ 983, de Barranquilla $ 1.207 de
Cartagena $ 1.312, de Cúcuta $ 845 y de Bucaramanga $ 829. Teniendo en
cuenta que la EAAB-ESP., asume la totalidad del costo del alcantarillado pluvial,
en tanto que Barranquilla y otras ciudades reseñadas no cuentan con este servi-
cio. Lo cual no quiere decir que los excesivos costos administrativos que deman-
dan los contratos de los procesos misionales tercerizados no estén afectando este
elevado costo en las tarifas de acueducto y alcantarillado.
Gráfico 3
Dotación de agua litro-habitante-día

115 125 116


140
112
120
92
100
lt-hab/día

80
60
40
20
0
Grupo 1 Grupo 2 Grupo 3 Grupo 4 Grupo 5
Fuente: SSPD – SUI

En la gráfica anterior se muestra la dotación correspondiente a cada uno de


los grupos definidos por cantidad de usuarios atendidos, quedando evidencia-
da la reducción de los consumos en comparación con la dotación estimada
por la CRA que es de 120 l/hab/día. El alto costo de la tarifa está determinan-

209
Colombia: ¿un futuro sin agua?

do el acceso al agua potable; y conllevando el crecimiento del número de


desconectados al servicio por falta de capacidad de pago.

Resulta incomprensible que cada día se vea más limitado el acceso al agua
cuando el país es considerado como uno de los que posee los mayores volú-
menes de agua en el mundo. Sin embargo, 12.9 millones de colombianos no
tienen acceso a agua apta para el consumo humano como consecuencia del
fracaso de la política de Estado, que en los últimos 20 años invirtió más de 12
billones en el sector sin lograr las coberturas ni la calidad del servicio. La
mayoría de estos recursos fueron a parar en manos de la corrupción y de las
empresas privadas que no cumplieron las metas ni los contratos. Se suma a lo
anterior la crisis del agua en Colombia y en el mundo.

Bibliografía
Plan Auditoría Distrital 2006-Fase II a la EAAB-ESP Contratos de Gestión
Especial Contraloría Distrital de Bogotá.
Rojas, Fernando. S.f.. Articulo Página Web Acueducto, alcantarillado y aseo.
Rivera-Santander Mieses, María Adela y Rafael Martínez. 2003. «Efectos de la
Privatización de los Servicios de Agua en Mujeres y Niños y Niñas Colom-
bianos» – Informe del Proyecto Agua y Niñez en Cartagena y Santa Marta,
terminado en enero. Con la supervisión y apoyo de Alejandro Acosta de
CINDE y Richard Hartill de Save the Children UK.
Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios. S.f. “Estudio Sectorial
Servicios Públicos de Acueducto y Alcantarillado 2002-2005; El Agua en
Manos Públicas. Informe elaborado por David Hall para la Internacional de
Servicios Públicos (ISP).

210
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Agua y trasnacionales en la Costa


Atlántica,laboratorio experimental del
modelo privatizador en Colombia1

Danilo Urrea y Juana Camacho2

Las experiencias de privatización del agua en muchas partes del planeta don-
de se observan modelos de gestión de las corporaciones trasnacionales, han
demostrado un rotundo fracaso. Entre ellas cabe mencionar el caso emblemá-
tico de Cochabamba (Bolivia), de la presente década, en el cual la estadouni-
dense Bechtel obtuvo el control de Aguas de Tunari, empresa que gracias a la
presión del Banco Mundial en Bolivia, compró el Servicio Municipal de Agua
Potable y Alcantarillado, Semapa. En este caso, al igual que sucede actual-
mente en nuestro país, la privatización trajo consigo el alza en las tarifas y la
expropiación de los sistemas comunitarios de agua.

En contraste con lo anterior, han tenido éxito algunas experiencias de mode-


los públicos de gestión, tales como el de Malasia, el del municipio de Córdoba
en Argentina y el de la India, entre otros, que constituyen lecciones muy valio-
sas para comprender lo que nuestras fuerzas articuladas pueden hacer frente a
los despropósitos de la privatización.

En este marco, la articulación de sujetos populares para enfrentar las injusti-


cias de las empresas con capital privado que controlan la gestión del agua y el
saneamiento básico en la Costa Atlántica, es una necesidad creciente y exige
la comprensión de las dimensiones concretas del problema. En efecto, en
cada una de las ciudades analizadas en este artículo los conflictos revisten las
mismas características y no deben seguir siendo considerados como situacio-
1 Este documento es un
nes aisladas o que correspondan únicamente a algunos sectores de la pobla- aporte de Censat Agua Viva
ción. Con las indagaciones consignadas aquí se pretende entregar algunos a la resistencia de los
pueblos de la Costa
elementos que contribuyan a la articulación de los afectados, proceso que Atlántica que ven
puede convertirse en condición inicial para avanzar en la recuperación de la vulnerados sus derechos
fundamentales con la
gestión soberana del patrimonio hídrico. implantación del modelo
privatizador del agua, el
cual favorece la
Empresas que actúan hoy en la Costa Atlántica participación de las
corporaciones
trasnacionales a través de
En Cartagena y Barranquilla, ciudades principales de la Costa Atlántica, se sus filiales, al tiempo que
llevaron a cabo los primeros experimentos de privatización por parte del go- genera condiciones
desfavorables para la vida
bierno colombiano, con el apoyo de la banca multilateral de desarrollo. Allí se de la gente (Los autores).
ha consolidado el modelo de gestión privada de este servicio a partir de la 2 CENSAT Agua Viva,
Amigos de la Tierra –
entrada de capital trasnacional en la operación de empresas de servicio de Colombia

211
Colombia: ¿un futuro sin agua?

agua potable y saneamiento básico, cuyas características principales se reve-


lan en las empresas mixtas más representativas del sector de agua y sanea-
miento básico en esa región: Aguas de Cartagena S. A. E. S. P. (Acuacar),
Triple A Barranquilla, Metroagua Santa Marta, Proactiva de Aguas de Monte-
ría S. A. E. S. P.

En el siguiente cuadro se muestra el agente privado trasnacional que compone


cada una de dichas empresas mixtas (Cuadro 1). Luego se mirará su participa-
ción accionaria

Cuadro 1
Sector agua y saneamiento básico. Empresas mixtas y la correspondiente empresa trasnacional

Lugar de la gestión Empresa mixta Empresa trasnacional


Ciudad de Cartagena Aguas de Cartagena (Acuacar) Aguas de Barcelona
Barranquilla Triple A Barranquilla Canal Isabel Segunda
Santa Marta Metroagua
Montería Proactiva Colombia Fomento de Construcciones y Contratas
Tocancipá (Cundinamarca)
Tunja
San Andrés

Aguas de Cartagena S. A. E. S. P (Acuacar), es una sociedad anónima y mixta


creada en Colombia en diciembre de 1994. Empezó sus labores en junio de
1995. En el diagrama 1 se presenta la distribución de sus acciones y la compo-
sición del accionista transnacional.

Gráfico 1
Aguas de Cartagena. Composición accionaria

ACUACAR
Flotante
en bolsa
39,8%

Aguas de Distrito de Cartagena Otros inversores


Barcelona 45% locales
50% 4,09%

Hisusa Suez Torreal Klebar de


47,19% 1,5% 6,65% inversiones,
Alazande
Inversiones
5%
Ondeo La Caixa
Services 49%
51%

Suez
100%

Fuente: www.acuacar.com y www.agbar.es

212
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Triple A Barranquilla, y Metroagua. En Barranquilla opera la Sociedad de


Acueducto, Alcantarillado y Aseo de Barranquilla, S.A. E. S. P. (Triple A
Barranquilla), y en Santa Marta, la Compañía del Acueducto Metropolitano de
Santa Marta (Metroagua S.A. E. S. P.). En ambas, el principal agente privado
es la empresa transnacional INASSA (Interamericana de Aguas y Servicios
S.A., la casa matriz).

El 78% de Inassa pertenece a Canal Extensia S.A., compañía española que se


creó en 2001 para expandir al exterior las actividades de gestión del ciclo
integral del agua de la empresa que es hoy su única accionista: Canal Isabel II,
la cual curiosamente aunque es empresa pública, dependiente de la Comuni-
dad de Madrid, participa en el mercado del agua en Colombia a través de ese
complejo entramado de empresas. Es relevante este hecho pues una empresa
pública de otro país es la que actúa como privatizadora en el nuestro. En
Colombia, es propietaria del 60,4% del capital de la Sociedad de Acueducto,
Alcantarillado y Aseo de Barranquilla, S.A. E. S. P. (Triple A Barranquilla) y
del 37,09% de la Compañía del Acueducto Metropolitano de Santa Marta,
S.A. E. S. P. (Metroagua), en Santa Marta.

Metroagua se constituyó en 1989 como una empresa mixta regida por el


derecho privado, después de que el Distrito decidiera privatizar la Empresa de
Obras Sanitaria de Santa Marta S.A., Empomarta. Al principio, todos los
accionistas privados eran colombianos, hasta que en octubre de 1997 entró
Aguas de Barcelona como operador especializado (la misma empresa accio-
nista de Aguas de Cartagena). En julio de 2000, ingresó como socio operador
AAA Servicios S.A., empresa perteneciente al Grupo Empresarial Triple A, y
en diciembre de 2001, Aguas de Barcelona vendió sus participaciones a Ca-
nal Isabel II, actual poseedora indirecta del 29% de Metroagua.
Gráfico 2
Aguas de Cartagena. Composición accionaria

Distrito 35,1% Inversores locales Distrito 15%


4,5%

METROAGUA
TRIPLE A
SANTA MARTA
BARRANQUILLA

37%
60,4%

INASSA

Canal Extensia 75%


SLA SA 25%

Canal Isabel II
100%

Fuente: ttp://www.aaa.com.co, www.metroagua.com.co

213
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Proactiva Colombia es la filial en el país de Proactiva Medio Ambiente, con-


sorcio a través del cual opera la empresa transnacional Fomento de Construc-
ciones y Contratas, FCC, en América Latina y el Caribe, en el sector de la
gestión integral del agua, cuya composición accionaria es la siguiente: el 52,5%
pertenece a la empresa B 1998 SL, el 15% a Acciona S. A. y el 6,6% Azate
SL. Por su parte, en Proactiva Medio Ambiente, la mitad de las acciones per-
tenece a la empresa española FCC y la otra mitad a Veolia Environnement,
empresa francesa (www.fcc.es/).

Proactiva Medio Ambiente actúa en el continente mediante delegaciones y


empresas locales, y opera principalmente en dos áreas de negocio: la gestión
del agua, y la de residuos. Su filial en Colombia es Proactiva Colombia S.A. y
tiene contratos en Tibitoc (Tocancipá, Cundinamarca), Tunja, Montería y la
isla de San Andrés. También aporta asesoría técnica a la empresa Emcali en la
ciudad de Cali. En recolección de residuos, tiene contratos en Bogotá, Palmira,
Buga, Tulúa, Yumbo, Tunja y Cartagena, así como la construcción y explota-
ción del vertedero controlado de Yumbo.

En el caso que nos ocupa, la empresa mixta tiene por nombre Proactiva Aguas
Gráfico 3 de Montería3
Composición de Proactiva Aguas de Montería

PROACTIVA
AGUAS DE
MONTERÍA

Proactiva Colombia

Proactiva Medio Ambiente


(Suramérica)

Fomento de Veolia Environmental


Construcciones y (Francesa) 50%
Contratas (española)
50%

Koplovitz 52,60% B 1998 S. L. Otros


45,85% 2%

Fuente: www.fcc.es

3 Hasta el momento ha sido


difícil imposible conseguir
la información acerca de la
composición de capital
público y privado de la
empresa Proactiva Aguas
de Montería.

214
Colombia: ¿un futuro sin agua?

En resumen, el cuadro inicial puede expresarse de la siguiente manera:


Cuadro 2
Porcentaje de participaciones accionarias en la empresa mixta

Empresa mixta Capital público Capital privado trasnacional


Acuacar (Aguas de Cartagena) 50% 45%
Triple A Barranquilla 35% 60,4%
Metroagua Santa Marta 13% 37%
Proactiva Aguas de Montería -- --

Este acercamiento a la composición accionaria es una primera forma de reco-


nocer el peso que tiene el capital privado trasnacional en la gestión del agua
en la Costa Atlántica de Colombia. Más adelante se entregarán nuevos ele-
mentos para comprender mejor ese peso y sus implicaciones.

Pero, ¿por qué han podido entrar los capitales privados trasnacionales a ges-
tionar el agua en el país y para qué lo hacen? El escenario es la implantación
de lo que se conoce como modelo privatizador de la economía neoliberal, que
consiste en términos generales en incrementar la participación del sector pri-
vado en la economía, y en el marco mundial en privilegiar el capital trasnacional.
Esa es una cara de la moneda; la otra es que disminuye la intervención del
Estado en muchos de los aspectos de la vida de la nación. Este modelo adqui-
rió fuerza en las economías en desarrollo, como la colombiana, a partir de la
década del 90. Pero demos un rápido vistazo a su génesis en el mundo.

El modelo privatizador del agua en Colombia


Hoy por hoy, uno de los pilares fundamentales del modelo económico domi-
nante es la arquitectura financiera internacional, la cual se entiende como el
entramado de instituciones financieras internacionales (IFIS) formales y no
formales, que han terminado por ser las que definen los lineamientos de polí-
tica económica para los Estados, pues su interés es garantizar el equilibrio del
sistema mundial de pagos (Zabalo, 2000, p. 5). Fueron precisamente las IFIS 4
Base de datos de
las que promovieron la introducción del modelo privatizador en las economías proyectos del Banco
Mundial disponible en :
de mercado en desarrollo y lo hicieron a partir de los pasados años 90. proyectos
En el caso de Colombia, estas estrategias se han implementado mediante 5 El Banco Mundial se
compone de 5
préstamos del Banco Mundial, cuyos montos ascendieron entre 1988 y 2007 instituciones, con funciones
a 573 millones de dólares4. En total, se han aprobado siete proyectos de los diferenciadas: el Banco
Internacional de
cuales ya concluyeron tres; desde el punto de vista geográfico, tres se formu- Reconstrucción y Fomento
laron para la nación y cuatro para las regiones. De estos, tres corresponden a (Birf) y la Agencia
Internacional de Desarrollo
la Costa Caribe colombiana (el área de interés en este documento): el P044140, (AID), que son socios
el P065937 y el P096965 (véase cuadro 4). principales; y como
instituciones asociadas, la
Corporación Financiera
Para adelantar los tres proyectos enumerados, se solicitaron recursos al Ban- Internacional, el Organismo
Multilateral de Garantía de
co Mundial5 por 245 millones de dólares, según lo indica su base de datos: el Inversiones y el Centro
de Cartagena, comenzó en 1999 y cubrirá hasta 2009; el segundo, “Proyecto Internacional de Arreglo de
Diferencias Relativas a
de Asistencia a la Reforma del Sector de Agua”, se ejecuta desde 2001 y se Inversiones.

215
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Cuadro 3
Préstamos del BM para proyectos en la Costa Atlántica colombiana (1995-2007).
Sector Acueducto y saneamiento básico.

Proyecto – Ciudad Periodo de realización


Manejo ambiental, acueducto y alcantarillado de Cartagena (P044140). 1999 - 2009
Asistencia para la reforma del sector agua (P065937) . 2001 – 2008
Proyecto de gestión de servicio e infraestructura de acueducto Se aprobó en marzo de 2007
y alcantarillado de La Guajira (P096965).

Fuente: www.worldbank.org
prolongaría hasta junio de 2008, y el de La Guajira, se aprobó en marzo de
2007. El Banco Mundial financia los proyectos teniendo soportes como un
diagnóstico de la situación del sector beneficiario del crédito, el planteamiento
de unos objetivos y el grado de concordancia con los objetivos del banco.

Por otro lado, el BID financia proyectos diversos en Colombia. En particular,


entre 1988 y 2007 entregó préstamos a cinco de ellos en el sector de agua, que
suman un poco más 312 millones de dólares. En la actualidad, financia la formu-
lación del Plan de Desarrollo del Sector de Agua Potable y Saneamiento, median-
te cooperación técnica no reembolsable6 , y la preparación del Plan de Manejo de
la Cuenca del Río Bogotá, con un préstamo de 1,5 millones de dólares. El pro-
yecto que ha contado con un préstamo más alto es el de “Saneamiento del Río
Medellín”, por 130 millones de dólares. Para el área de nuestro interés, el BID
financió el proyecto de expansión del alcantarillado de Cartagena (CO0227), con
24,3 millones de dólares. Este proyecto se aprobó en 1998 y con ello mostró,
como el Banco Mundial, interés en la Costa Caribe.

En síntesis, el modelo privatizador, agenciado por las IFIS, entrega el patrimo-


nio natural, en este caso el agua, al sector privado nacional e internacional. El
despojo que se hace del agua a los pueblos se logra a través de mecanismos de
mercado como el aumento de tarifas, resultado de la entrada de capital priva-
do trasnacional a la gestión del servicio, y se apalanca además en la deuda
pública, de cuyos pagos están exentas las empresas privadas, es decir, corre
por cuenta de la nación. Esto genera un doble impacto sobre los pueblos, que,
por un lado, reciben menos inversión social del Estado, quien debe pagar
mayor servicio de la deuda y mayores niveles de deuda; por otro lado, deben
destinar una mayor parte de su ingreso al pago de servicio públicos por el
incremento de tarifas que conlleva la privatización. En correspondencia con
estos impactos, los operadores privados se benefician al evitar los costos fi-
6 La cooperación técnica no
reembolsable “es un
nancieros de las inversiones en infraestructura, y al recibir mayores ingresos
subsidio que el Banco por aumentos tarifarios y mayor número de suscriptores.
otorga a un país para sus
actividades de cooperación
técnica. Esta modalidad se En síntesis, la intervención de las IFIS en el tema del agua y saneamiento
emplea principalmente para
los países menos
básico como servicio público en Colombia contiene varios elementos que con-
desarrollados en la región, viene revisar:
o para aquellos con
mercados financieros poco
desarrollados”. Tomado de 1. En sus estrategias no se reconoce el carácter imprescindible del agua para la
http://www.iadb.org/
aboutus/II/
vida en el planeta. Este patrimonio sólo se estima en función de la posibilidad
op_tech.cfm?language=Spanish. de “reducir pobreza”, de cumplir con compromisos de los países desarrollados

216
Colombia: ¿un futuro sin agua?

materializados en los Objetivos de Desarrollo del Milenio –ODM— y promo-


ver lo que ellos consideran como desarrollo económico y bienestar social (Banco
Mundial 2004; Banco Interamericano de Desarrollo)7 . Estos elementos son
insuficientes para garantizar la sustentabilidad de la vida.

2. Los programas para la prestación del servicio de agua potable y sanea-


miento básico se basan en la estrategia de desarrollo del sector privado, en la
comercialización y configuración empresarial del servicio, y en el endeuda-
miento nacional y subnacional.

3. La operación de estos actores privados se apalanca con el endeudamiento


público, dirigido por ellos mediante instrumentos de planificación. Esto les
genera ganancias por varias vías y en cambio restringe aún más el campo de
maniobra del gobierno y de los pueblos.

Aumento permanente de las tarifas


La privatización y mercantilización agenciadas por el gobierno y por las IFIS,
con proyectos y reformas institucionales y sectoriales, comenzaron en el sec-
tor de agua potable y saneamiento básico en Colombia en los pasados años
80. En 1992, la Junta Nacional de Tarifas, ente regulador del tema, definió
que el sistema de libertad regulada determinaría los precios, medida que rige
en la actualidad. Eso significa que las empresas prestadoras del servicio deci-
den autónomamente acerca de las tarifas, basadas en los costos medios (si
bien con la vigilancia de las entidades como la Superintendencia de Servicios
Públicos). En ese sentido, el modelo privatizador en el sector de agua potable
y saneamiento básico implica el aumento de tarifas, como una consecuencia
directa de tal legislación y del nuevo marco regulatorio.

Estos procesos se consolidaron en 1994 con la expedición de la ley 142 que


regula la prestación del servicio de agua potable y saneamiento básico. Así el
régimen tarifario del sector se basa principalmente en el criterio de la eficien-
cia económica. Según la ley, se busca ampliar cobertura y alcanzar mejoras en
la calidad del servicio mediante este criterio (Domínguez y Uribe, 2005 p. 18).
La eficiencia “depende de la maximización de utilidad y la minimización de
costos de producción” (p. 29), lo que implica que el monto que se debe cobrar
por el servicio de agua y alcantarillado está determinando la generación cre-
ciente de ganancia para las empresas prestadoras del servicio.

También en los años 80 comenzaba el proceso de descentralización, median-


te el cual se transfirieron responsabilidades a las entidades territoriales como
la prestación de servicios públicos. Es decir, llegaron de la mano la privatización
y la descentralización.

Secuelas sociales. El aumento de tarifas conllevaría, de acuerdo con la econo-


mía básica, una disminución de la demanda por el servicio; pero, puesto que
7 Consulta en línea:http/
el acceso al agua y la tenencia de alcantarillado son básicos para la superviven- www.iadb.org///exr/pic/VII/
cia humana, la demanda por los servicios que los garantizan es poco sensible OP
708.cfm?language=Spanish

217
Colombia: ¿un futuro sin agua?

a cambios en los precios y por esta razón no va a caer por dicho aumento
(Domínguez y Uribe, 2005, p. 46).

De ese modo, los impactos de dicha política se sienten sobre todo en el gasto
y la calidad de vida de las familias y poblaciones más vulnerables en su econo-
mía: su ingreso permanece en el mismo nivel y si pagan más por el agua y el
alcantarillado deben disminuir el consumo de otros bienes porque no pueden
disminuir su consumo de agua potable y el uso del sistema de saneamiento
básico. Va a ser menor el gasto, por ejemplo, en educación o en recreación.
Incluso, a la vez que se disminuye el gasto en otros bienes, también se recorta
el de esos servicios. Así, en algún momento los hogares estarán impedidos
para pagarlos, dado que el aumento de las tarifas es progresivo, y también
tendrán que privarse del acceso al agua.

En resumen, las familias con menores ingresos deben o bien abstenerse de


consumir agua y usar el sistema de alcantarillado por la imposibilidad de utili-
zar montos adicionales de su ingreso para pagar las nuevas tarifas, o como es
más lógico, disminuir el gasto en educación o salud para cubrir dichas obliga-
ciones, generando pérdidas de bienestar. Sin embargo algunos grupos vulne-
rables efectivamente se ven privados del servicio de agua potable y saneamien-
to básico porque sencillamente, no tienen medios para pagarlos.

Comportamiento de las tarifas. Como era de esperarse luego del proceso de


privatización en el país, se observa un aumento generalizado en todos los compo-
nentes de las tarifas de los servicios de acueducto y alcantarillado (cargo fijo,
cargo por consumo básico, cargo por consumo complementario y cargo por
consumo suntuario). El cuadro 5 presenta los cambios positivos y negativos en la
variación porcentual de los precios de dichos componentes en las principales
ciudades del país, luego de la entrada en vigencia de la nueva reglamentación:

- En promedio, el cargo fijo de acueducto aumentó en 1,47% en el periodo


de análisis 1994-2004, mientras que el cargo por consumo básico creció
en 8%. El cargo por consumo complementario y por consumo suntuario lo
han hecho en promedio en más del 11%.
- , los cargos fijo y de consumo básico de alcantarillado disminuyeron en
promedio en el mismo periodo (5%), mientras que los cargos por consumo
suntuario y complementario crecieron en más del 35%. Este cambio de
tarifas coincide en algunos casos con la privatización de la operación de los
acueductos de varias ciudades como Barranquilla, Cartagena y Montería.
En las dos primeras hubo incrementos entre 1996 y 2000 del 8% y 13%,
respectivamente, para todos los estratos, mientras que en Montería se ex-
perimentó una caída de alrededor del 6%.

Estos aumentos de tarifas se explican porque las mismas, antes de 1994, no


alcanzaban a cubrir los costos medios de la inversión para la prestación el
servicio. Tal es el caso del promedio del cargo fijo y el cargo básico en antes
de 1996. Las variaciones negativas se explican porque algunas estructuras
tarifarias estaban sobredimensionadas.

218
Colombia: ¿un futuro sin agua?

En resumen, en Colombia, como consecuencia de los procesos privatizadores


y de las estrategias y proyectos agenciados por las IFIS, desde 1994 se ha
presentado un incremento sostenido de tarifas de acueducto y alcantarillado
en las principales ciudades del país. Ese aumento se sustenta en la imposibili-
dad de cubrir costos económicos de la prestación del servicio con las tarifas
vigentes a la fecha de entrada de la ley.
Cuadro 5
Colombia. Variación porcentual de la tarifa promedio de acueducto y alcantarillado, en las principales ciudades.
1994-2004.

Fuente: Domínguez y Uribe, 2005, p. 38.

Como se ha visto, el despojo del agua a los pueblos se logra a través de


mecanismos de mercado como el aumento de tarifas, resultado de la entrada
de capital privado trasnacional a la gestión del servicio, y se apalanca además
en la deuda pública, de cuyos pagos están exentas las empresas privadas, es
decir, corre por cuenta de la Nación. Esto genera un doble impacto sobre los 8 Aquí se trata de la
conformación de las
pueblos, que, por un lado, reciben menos inversión social del Estado, quien empresas descritas, sus
debe pagar mayor servicio de la deuda y mayores niveles de deuda; por otro créditos y la incidencia de
los entes municipales. Se
lado, las personas deben destinar una mayor parte de su ingreso al pago de presenta de manera más
servicio públicos por el incremento de tarifas que conlleva la privatización. En detallada el caso de
Acuacar debido al
correspondencia con estos impactos, los operadores privados se benefician al apalancamiento que esta
evitar los costos financieros de las inversiones en infraestructura y al recibir empresa ha tenido con
recursos de préstamos con
mayores ingresos por aumentos tarifarios y mayor número de suscriptores. la banca multilateral. Para
complementar esta
caracterización, se
La gestión de las empresas mixtas8 presentan algunos
elementos de las demás
empresas. Esperamos
Aguas de Cartagena mostrar la relación entre el
modelo agenciado por las
IFIs para la gestión del
Naturaleza y ejecución del contrato Agbar – Distrito Turístico de Cartagena. agua, su aplicación en la
En 1995, la empresa firmó un contrato de concesión por 26 años para el costa caribe colombiana, y
los intereses que esta
mantenimiento, la operación y explotación del servicio de acueducto y alcan- relación satisface.

219
Colombia: ¿un futuro sin agua?

tarillado en el municipio. El contrato indica que el Distrito de Cartagena es el


propietario de los activos y responsable de la financiación para la expansión
de los sistemas, y que Acuacar (como empresa mixta) es la encargada de rea-
lizar dichas obras. Inicialmente, la concesión se pensó sólo para la operación
del servicio de acueducto y alcantarillado, sin que esta tuviera que realizar
inversiones importantes en infraestructura, sólo algunas menores de manteni-
miento. Por eso, el capital inicial de la empresa era sólo de 4 millones de
dólares. La infraestructura continuaba en manos del municipio, igual que la
responsabilidad de adelantar las inversiones para ampliar coberturas. La razón
de que la responsabilidad de las inversiones quedase en el Distrito (actor públi-
co) mientras Agbar (actor privado), por estatutos, se libraba de esa responsabi-
lidad, está en la lógica del modelo privatizador en relación con la financiación
de las obras, como se describió en el capítulo anterior: los entes estatales
asumen los costos de los créditos.

Cifras y modelos de inversión. El monto necesario para cumplir con el Plan


Maestro de Acueducto y Alcantarillado 1995 - 2005 es, según Acuacar, de
236 millones de dólares. De ellos, 65 millones se destinan a rehabilitación,
mejora y ampliación del acueducto y 171 millones a alcantarillado. El pago de
estas inversiones corresponde en un 33% a la empresa mixta (79,2 millones)
y el resto al sector público (el Distrito: 137,4 millones y la Nación: 20 millo-
nes). Para financiar esto último se acudió a dos créditos: uno con el BID (1998)
y otro con el BM (1999) (DNP a y b respectivamente).

Se aplicó el siguiente modelo: contraer los préstamos y concentrar todas las


inversiones en los primeros años de la operación. Dedicar los recursos que se
generen para inversión (ingresos obtenidos del componente de inversión de la
tarifa, contenido en el costo variable de las tarifas) en el pago del servicio de la
deuda, en lugar de invertirlos cada año en lo definido. Así, la deuda contraída
con el BID está a nombre del Distrito, pero Acuacar se comprometió a aten-
derla, con el aporte del 4,8% de los recaudos de los servicios de acueducto y
alcantarillado a un encargo fiduciario establecido para tal fin. Estos valores
aportados se incluyeron en el compromiso establecido en la tarifa.

Créditos en detalle: el BID. En Cartagena, se diseñó un programa para mejo-


rar las condiciones sanitarias en las zonas que vierten a la Bahía de Cartagena.
Se trataba de ampliar la cobertura de alcantarillado en los barrios del suroeste
de la ciudad, renovar las redes domiciliarias y colectores de la zona de
Bocagrande y adelantar un sistema de disposición de aguas servidas. El costo
total del proyecto se previó en 40,5 millones de dólares. Se solicitó al BID un
préstamo por 24,3 millones, que el banco concedió en 1998, y el municipio
se encargaba de 16,2 millones.

El préstamo se caracteriza porque se interpuso un instrumento financiero


mediante el cual Acuacar cubre el servicio de la deuda mediante aportaciones
a un patrimonio autónomo creado para tal efecto, aunque el distrito de
Cartagena es el responsable formal de pagarlo (con garantía soberana de la
Nación). Una de las cláusulas del contrato de préstamo condiciona los desem-

220
Colombia: ¿un futuro sin agua?

bolsos a que se respeten los aumentos de tarifas acordados con la Comisión


de Regulación de Agua Potable y Saneamiento Básico (CRA). De este modo
se asegura que Acuacar mantiene un nivel de ingresos acorde con los com-
promisos adquiridos con el BID.

Con el Banco Mundial. Luego de acordado el crédito con el BID, llegó la


necesidad de financiar un nuevo proyecto: ampliar la cobertura de alcantarilla-
do en las zonas sur-oriental y sur-occidental de la ciudad, el reforzar las esta-
ciones de bombeo en la zona suroriental, mejorar y reforzar el acueducto y
construir un sistema de tratamiento y disposición de aguas residuales. El costo
total se estableció en 117,2 millones de dólares y su ejecución, en cinco años,
a partir de 1999. La financiación se realizó por diferentes vías: El Banco
Mundial otorga al Distrito, con el aval de la Nación, un crédito por 85 millones
de dólares; el Distrito aporta 7,6 millones, de sus recursos propios; Acuacar
pagará 4,6 millones por concepto de estudios, diseños y supervisión al Distri-
to de Cartagena; y la Nación aporta 20 millones de dólares.

A diferencia del crédito con el BID, esta vez la empresa no se responsabiliza


de todo el servicio de la deuda, sino solamente de una parte. En concreto, se
compromete con el aporte a un instrumento fiduciario de 15,4 millones de
dólares entre 2005 y 2011 (2,2 millones anuales), para contribuir a los pagos
parciales al servicio de la deuda.

Triple A Barranquilla 9 Socios tipo A: accionistas del


sector público, en este
Triple A Barranquilla es la empresa que tiene la concesión de acueducto, caso, el Distrito de
Barranquilla, Socios tipo B:
alcantarillado y aseo en Barranquilla y su área metropolitana. Su historia ha accionistas del sector
sido polémica: En 1991, era crítica la situación de la empresa pública que privado, nacional o
extranjero, Socios tipo C:
suministraba el servicio de agua; el servicio era de muy mala calidad y muchas corresponden al o a los
veces ni siquiera había servicio. El Estado se negó a aportar más dinero a la accionistas calificados. Las
acciones de los socios tipo
empresa y por ello, mediante el acuerdo 023 de 1991 se autorizó al munici- A dan el control efectivo de
pio de Barranquilla a crear una empresa mixta de servicios públicos para el la empresa y las acciones de
clase B, simplemente
servicio de agua. En ella podía participar la Alcaldía como accionista. otorgan derechos de
propiedad. En la actualidad,
las acciones se reparten de
Según la ley, las acciones de los socios tipo A (el sector público) debían repre- la siguiente manera: el
sentar como mínimo el 85%, y las de los socios tipo B no podían en ningún 60.4%, es de Inassa, que es
el socio calificado o de tipo
caso superar el 15%; pero en 1996, se quebrantó dicha ley: la Junta Directiva C; el 35,1% pertenece al
(con tres representantes del sector público y otros tres del sector privado, a Distrito Especial, Industrial y
Portuario de Barranquilla
pesar del menor peso accionario) (Acta Nº 95, del 19 de septiembre de 1996), (socio tipo A) y el 4,5%
creó las acciones tipo C, que daban entrada al socio calificado Inassa, con restante está en manos de
otros accionistas privados,
derecho a suscribir el 43,31% de las acciones de la compañía. Ese mismo día socios tipo B (en su
le entregaron la gerencia de la empresa9 . mayoría, personas con altos
cargos en la compañía).
10
Se puede consultar el
En una oportunidad se dijo que “la Triple A en 1996 arrastraba 1.000 millo- artículo en 08/editorial/
noti7.htm, otro artículo
nes de pesos mensuales en pérdidas, pero nunca se dieron a conocer los relacionado, publicado el
balances contables. Para conjurar la crisis, y sin que mediara licitación pública mismo día está disponible
en http://
alguna, Inassa se convirtió en una de las dueñas de la Triple A” (El Heraldo, 8 www.elheraldo.com.co/
de julio de 2006)10 . anteriores/06-07-08/
politicas/noti3.htm

221
Colombia: ¿un futuro sin agua?

11 La licitación se abrió el 7
de julio de 1999 y se cerró
el 1 de octubre del mismo
año. Hubo tres candidatos:
el consorcio FCC, el
consorcio Aguas del Sinú y
la Unión Temporal
Surtiaguas del Caribe.
12 A pesar que la media de
TIR del sector en Colombia
oscila entre el 14% y el
17%, hay que resaltar que
este porcentaje es
escandalosamente alto,
pues a nivel mundial se
sitúa entre el 6% y el 7%
de media. Esto significa
que la gestión del agua en
Colombia es un negocio
muy lucrativo.

222
Colombia: ¿un futuro sin agua?

13 Contrato de concesión de
gestión del agua entre el
municipio y la empresa
Proactiva

223
Colombia: ¿un futuro sin agua?

directamente los recursos del Ministerio de Hacienda y Crédito Público, y en-


tregará al concesionario los aportes comprometidos cuando corresponda (siem-
pre que no haya notificación de incumplimientos graves de las condiciones del
contrato por parte de la concesionaria).

Proactiva paga a la nación los impuestos correspondientes, ya que es una


empresa privada (38% del resultado contable en concepto de impuesto sobre
la renta). En enero de 2005 obtuvo la certificación ISO 9001, que reconoce
un estándar de calidad directiva. Según datos facilitados por la compañía, en
Montería el 85% de la población es de bajos ingresos, a diciembre de 2005 se
había logrado una cobertura en acueducto del 93% (en 1999 era del 58%) y
de alcantarillado del 39% (en 1999 era del 27%). La cobertura de medición en
estos 5 años pasó del 2,3% al 87%, así como también aumentó la producción
de agua (m3/mes). Gran parte del municipio dispone de servicio 24 horas al
día. A pesar de estos “éxitos”, las visitas realizadas en algunos barrios de Mon-
tería, como Nueva Esperanza, Siete de Abril o La Granja, entre otros, nos
permitieron ver cosas distintas.

En el mapa de coberturas facilitado por Proactiva aparecen como zonas de


servicio continuo algunos barrios periféricos donde el agua no llega ni siquiera
unas horas al día. En el siguiente apartado profundizaremos estas cuestiones,
pero aquí ya se observa que son indudablemente diferentes a lo que se muestra
de manera oficial.

Reflejos de la gestión. Además de los beneficios que obtienen las empresas


gracias a los estatutos de los contratos que los eximen de realizar inversiones
en infraestructura para la prestación del servicio, su participación genera con-
flictos ambientales de diversa índole. Uno de los aspectos centrales de esta
situación es el conflicto por el territorio en todas sus formas. Ese conflicto se
expresa en las dificultades o la imposibilidad para acceder al servicio, en los
costos y las irregularidades de los cobros, en la falta de interés por garantizar
una buena infraestructura, en el abuso de las empresas al apropiarse de tube-
rías dispuestas por la misma comunidad; todo ello tiene como consecuencia
principal la vulneración del paisaje y la fragmentación territorial.

Conflictos ambientales. Reflejos del modelo


privatizador en la gestión del agua
y el saneamiento básico
Los conflictos que han surgido con las empresas afectan principalmente a
comunidades empobrecidas que en todos los casos comparten condiciones
bastante similares en cuanto a sus características socioeconómicas. La mayo-
ría de las comunidades visitadas están ubicadas en los mal llamados barrios
subnormales, zonas marginales de las ciudades en las que la vida trascurre
entre el rebusque del día a día, luchando porque sus derechos sean reconoci-
dos y enfrentándose a posiciones contradictorias de las entidades guberna-
mentales y de las empresas de servicios públicos.

224
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Vulnerado el paisaje, fragmentado el territorio

Sin lugar a dudas, las injusticias ambientales a las que se enfrentan las poblacio-
nes se convierten en una gran amenaza a la territorialidad que han construido a
través de los años, a sus maneras tradicionales de vida. En este aparte haremos
referencia a dos casos en los que estas amenazas se hacen manifiestas.
Recuadro

El territorio es una construcción social en la que se conjugan de manera dinámica diversidad de elementos físicos, culturales,
sociales, económicos, tecnológicos y políticos. Esta construcción es el resultado de la apropiación particular que hace un
grupo social del espacio en el que se asienta para desarrollar actividades de producción y reproducción social (Boisier, 1988).
En este sentido, uno de los elementos constitutivos del territorio es el espacio físico, la naturaleza, que se transforma
mediante el proceso de apropiación antes mencionado, en contenedor y contenido de las construcciones sociales locales. La
dimensión física del territorio, este espacio, tiene dentro de sus características una asociada a la organización de sus elemen-
tos bióticos y abióticos a la que denominamos paisaje. Sin embargo, el paisaje es una “propiedad en el horizonte que no es
de nadie sino de aquel cuyo ojo puede integrar todas sus partes, o sea del poeta”, es decir no es un elemento estático y
objetivo de la naturaleza sino que depende del observador (Carrizos, 2001, 84).

El territorio y el paisaje se han visto vulnerados en el barrio La Granja, en


Montería. La construcción de la Estación de Bombeo de Aguas Residuales
La Granja, del Alcantarillado Sanitario de la Ciudad Montería, se dispuso
en una zona residencial según el Plan de Ordenamiento Territorial y el Plan
Maestro de Acueducto y Alcantarillado de la ciudad. Como era de esperarse,
los habitantes de la zona manifestaron su oposición al proyecto, ante todo
porque la estación se ubicó en el lugar en el que se realizaban actividades de
esparcimiento.

Los opositores al proyecto, como lo señaló el periódico El Meridiano en su


edición del 9 de septiembre de 2006, continúan manifestando su inconfor-
mismo, a pesar de que los trabajos ya se iniciaron en la zona. Experiencias
similares de este tipo de estaciones, que se han construido en zonas altamente
habitadas, como la del barrio Los Laureles, demuestran su inviabilidad. Los
olores nauseabundos de la Estación, ubicada entre las calles 41 y 42 con
carrera 9ª, han llevado a los líderes comunitarios y ediles de la zona a solicitar
a la empresa Proactiva que reubique esa estación.

Sin embargo, la construcción de la Estación de Aguas residuales en el barrio La


Granja parece no tener vuelta atrás, a pesar de que las experiencias concretas
con estas construcciones en zonas habitadas han demostrado que no son viables
por afectar la salud de quienes habitan en esas zonas. La empresa ha acusado a
los opositores del proyecto de “oponerse al desarrollo de la ciudad de Montería”
y a través de estas acusaciones han generado el enfrentamiento comunitario.

Contaminación

Ligado a la fragmentación territorial y a la vulneración paisajística, se encuen-


tra el problema de la contaminación que las empresas producen y frente al
que no se responsabilizan. En Santa Marta existe un proyecto que genera
gran controversia con su entidad ejecutora Metroagua, y tiene relación con los
niveles de contaminación que producirá.

225
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Nos referimos al colector pluvial Bastidas Mar Caribe en el Distrito de Santa


Marta con salida en la Bahía de Taganga. Este es un colector de canal abierto
y box culvert para evacuación de aguas lluvias que tiene una longitud de 4,9
kilómetros, que recorren 31 barrios y 8.508 viviendas, donde se calcula que
habitan 140.000 personas.

La Corporación Autónoma Regional del Magdalena –Corpamag— ha entre-


gado a Metroagua la licencia ambiental y sostiene que para su ejecución no se
requiere un estudio de impacto ambiental. Sin embargo, el Instituto de Investi-
gaciones Marinas y Costeras –Invemar—, declaró que,

“…para conceptuar sobre los posibles efectos de la emisión de aguas


del colector pluvial sobre la zona […] es necesario conocer y revisar los
estudios relacionados con los impactos ambientales adyacentes al punto
de emisión, con el fin de determinar su estado actual y grado de vulne-
rabilidad al efecto de las aguas del colector”.

También recomendó un estudio oceanográfico de vientos, corrientes, mareas


y profundidades “para determinar la distribución de las aguas y material
sedimentario que descargue el colector en la zona”. Son estudios que Metroagua
no ha realizado.

La oposición de parte de la comunidad de Taganga y de las comunidades


indígenas tiene como fundamento, en primer lugar, que el proyecto se lleva a
cabo en territorio ancestral indígena; por otro lado, se va generar una gran
afectación ambiental en la bahía y se estiman repercusiones en la salud de los
habitantes. Además, para la elaboración del proyecto no se hizo ningún tipo
de consulta con la comunidad del corregimiento de Taganga.

Facturación y tarifas

En referencia al caso de Montería, y según las apreciaciones de Darío Mosquera,


edil de la Comuna 4, la problemática se presenta para toda la sociedad de la
ciudad, pero los más afectados son los barrios de estrato 2, 1 y “bajo cero”14 .
Las tensiones no tienen que ver únicamente con la falta de acceso al agua,
sino que se remiten incluso al cobro de carteras morosas que Proactiva asumió
al momento de tomar la prestación del servicio, y que pertenecían a las extin-
tas empresas municipales SAAM. Esta cartera morosa la cobra Proactiva a
través de la firma de convenios. Habes López, habitante del barrio La Granja,
señaló que incluso les hacen firmar convenios en blanco. Además de estas
irregularidades existieron convenios realizados con la extinta empresa SAAM
y que se cumplieron a cabalidad, pero Proactiva ha desconocido esta negocia-
ción anterior y cobra facturas por montos hasta de $1’314.429, como en el
caso de la residencia de Habes.

También en Montería, en barrios como Paz del Río y La Candelaria, se realiza la


14 Con esta expresión se
refieren los pobladores de facturación por la prestación del servicio de agua, pero en estos barrios el agua o
Montería a los barrios no llega o llega solamente unos minutos a la semana. Arnulfo Mendoza, presiden-
urbano - marginales.

226
Colombia: ¿un futuro sin agua?

te de la Junta de Acción Comunal –JAC- del barrio la Candelaria, manifestó que


ha estado en disputa con la empresa porque ha seguido, entre otros, el caso de
sus compañeros en el barrio Paz del Río, a donde llegan facturas de agua, pero la
empresa reconoce que allí no presta el servicio. Y efectivamente, la factura señala
un cobro de $ 5.100 pesos por concepto de acueducto15 y al mismo tiempo existe
una comunicación de Proactiva, fechada el 28 de agosto de 2006, en la que se
señala: “Nos permitimos informarle que el Barrio Paz del Río no figura dentro de
la base de datos de la empresa como usuario del servicio de acueducto (…)”16.
Como se observa, son contradictorias las posiciones de la empresa, y los afecta-
dos no consiguen ningún tipo de solución frente a estas injusticias.

De manera similar, en Taganga, muy cerca de Santa Marta, la Fundación para


el Desarrollo Integral de Taganga –Fundetag—, ha interpuesto una acción
popular y una acción de tutela contra Metroagua, porque consideran que sus
derechos colectivos están completamente violados. Luis Alberto Devia, líder
comunitario y quien hace parte de la Fundación, manifestó que la empresa
realiza facturación al 100% de las viviendas del corregimiento, pero única-
mente el 12% o 13% de las casas reciben el servicio. Sumado a ello, quienes
reciben el servicio lo hacen dos o tres veces por semana. Sin embargo, la
empresa ha instalado medidores a todas las casas, sin que el servicio les llegue.

En Cartagena, en el barrio 9 de Abril el problema tarifario también se presen-


ta, en este caso con Aguas de Cartagena. Allí, aunque la población reconoce
que a partir de la entrada de la empresa el agua llegó a sus casas, también
denuncia el encarecimiento que han tenido sus vidas y las irregularidades que
se cometen al aprovecharse de su necesidad de agua. Por ejemplo, Osman
Rojas, habitante del barrio, ha denunciado ante la Personería Distrital de
Cartagena las irregularidades con respecto a los macro-medidores que Acuacar
ha colocado en cada cuadra:

“ellos tienen un sistema de macrocontadores. Por ejemplo esta cua-


dra debe consumir x cantidad de metros cúbicos por el arqueo global.
Si la comparación de la suma de lo que consumió cada casa no corres-
ponde con lo que aparece en el macrocontador, el excedente se lo
cobran a uno por redondeo. Eso está pasando. A todas las casas les
llega el redondeo en la factura”.

Para don Manuel Salvador Mejía, también del barrio 9 de Abril, el problema es
dramático. Él es un vendedor callejero que consigue la manera de alimentar a su
mujer con mucho esfuerzo. Acuacar le realizó un cambio de contador sin previo
aviso y sin que él se encontrara en su residencia. El cambio del contador lo
hicieron en presencia de su esposa, mujer de la tercera edad y que no sabe leer ni
escribir. A partir de este suceso, el consumo de agua cambió de 4,5 m3 a 19 m3. 15 Factura de venta
000014127159 expedida
por Proactiva Aguas de
¿Cuánto vale el metro cúbico? Montería S.A. ESP.
16 Oficio PAM-GR-/06-08/
00120 de 28 de agosto de
Al tratarse el agua para volverla potable se consumen productos químicos y 2006, expedido por
Proactiva Aguas de
energía. En Barranquilla ese consumo cuesta $132,90 por metro cúbico a la Montería S.A. ESP.

227
Colombia: ¿un futuro sin agua?

salida del acueducto, pero al momento de trasladar el líquido al tanque El


Recreo, el costo asciende a $175,312, y, finalmente, en el tanque Las Deli-
cias cuesta $232,30, es decir, el 74% más que el costo inicial. Este análisis lo
presenta la Corporación Cívica por Amor a Barranquilla, en carta abierta a la
comunidad de Barranquilla y del departamento del Atlántico, del 6 de agosto
de 2007, quien indica que esto corresponde a irregularidades en los cobros
por parte de la empresa Triple A.

Los habitantes dicen que no han tenido ninguna explicación de parte de esa
empresa. Señalan que sus aclaraciones parecen vagas al decir que el aumento
tiene que ver con conceptos como mantenimiento, rehabilitación y reposi-
ción, gastos administrativos, gastos generales y otros. Indulfo Guerra, miem-
bro de la Corporación, afirmó que no existe una explicación detallada del
aumento de los costos y hace referencia al artículo 87, numeral 87.5 de la ley
142 del 94, en la que se señala que las fórmulas de tarifas se elaborarán de tal
forma que se facilite su comprensión aplicación y control. El señor Guerra dice
que la empresa ha incumplido estas determinaciones legales, así como el con-
cepto de transparencia (numeral 87.6) en el que se afirma que el régimen
tarifario será explícito y completamente público para todas las partes
involucradas en el servicio y para los usuarios.

Redes comunitarias que se apropian las empresas


La apropiación y usufructo de redes comunitarias es otra problemática denun-
ciada por las comunidades, que está en estrecha relación con las otras que
hemos descrito anteriormente.

En el cerro de la Popa, en Cartagena, se encuentra el barrio Torices17 , y una


de sus calles se llama Jorge Isaacs. Allí se reunieron el pasado 2 de agosto, en
Asamblea Popular, cincuenta mujeres de todas las edades para expresar sus
preocupaciones por lo que hace la empresa Aguas de Cartagena. Y son preci-
samente las mujeres quienes tradicionalmente han encarado los asuntos del
agua, tanto en ese sector de Cartagena como en muchas otras partes de la
región, bien complejos y adversos, por cierto. Ese día expresó Myriam Nava-
rro lo siguiente:

“Tenemos el poquito de agua por medio de una motobomba; cuando


la empresa se dio cuenta que nosotras teníamos ese servicio inmedia-
tamente, ahí sí, aparecieron. Nos reunieron y nos dijeron que estába-
mos consumiendo ese líquido y por lo tanto necesitaban colocarnos el
contador para pagar. Y así ha sido, religiosamente”.

17 El Cerro de la Popa es un El sistema con que cuentan surte 60 casas del sector, durante 25 minutos al
sector de Cartagena en el
que existen alrededor de
día. Consiste en dos albercas, una situada en la parte alta y otra en la parte
30 barrios en los que baja; esta última se llena con el líquido que distribuye Acuacar y a través de una
habitan 30.000 personas;
este sector es considerado
motobomba sube hasta la segunda alberca. Desde allí llega por gravedad a las
por la administración casas. La construcción de las redes que se utilizan para que se pueda llevar a
distrital como una zona de
alto riesgo.
cabo este proceso fue obra de la comunidad. En ese momento intervinieron

228
Colombia: ¿un futuro sin agua?

también algunos políticos con dineros de la gobernación, para que se entrega-


ran tuberías que posteriormente instaló la misma comunidad.

Pero la capacidad de las albercas es insuficiente, por lo que el servicio no


puede ser continuo. La comunidad ha pedido a la empresa que regularice el
servicio, pero Acuacar se ha negado rotundamente a atender la exigencia.
Argumenta que este sector se encuentra ubicado en zona de alto riesgo y por
tanto no es posible hacer ninguna clase de inversión. ¿Pero entonces, se pre-
gunta la gente, porque el sector cuenta con el servicio de luz, teléfono, gas, e
incluso alcantarillado? Las mujeres ven además que en sectores que se en-
cuentran incluso más arriba de la calle Jorge Isaacs, como Loma Fresca, el
servicio por parte de Acuacar es continuo y no tiene en cuenta la situación de
alto riesgo. Así que queda la fuerte sensación de que la verdadera razón de
Acuacar es otra, muy posiblemente que allí la ampliación de infraestructura y
la reposición de las redes no es rentable.

La incoherencia de Proactiva
Hace 17 años, la comunidad del barrio La Candelaria, en Montería, instaló la
tubería que hoy tienen. “Se instaló sin asesoría de ningún ingeniero”, afirma
Arnulfo Mendoza. “Fuimos nosotros mismos los que hicimos el trabajo y en
épocas de política electoral, porque en esa época es cuando llegan las cosas y
se hacen pero mal hechas”. Allí llegó la empresa Proactiva para utilizar esa
infraestructura de distribución del agua, pero sobre todo para cobrar a los
habitantes por su uso, en la factura. Ellos sienten la injusticia de este usufructo
por parte de la empresa, de algo que no es suyo.

Proactiva, además, ha incumplido desde hace años sus compromisos para


mejorar el servicio. En una mesa de trabajo realizada entre los líderes comuna-
les del sector de Candelaria y representantes de la empresa se acordó la repo-
sición de redes para lograr un servicio regular. Nunca, hasta hoy, se ha visto
un resultado, y cada vez que se coloca mayor presión las redes no resisten y el
barrio se queda sin agua.

En comunicación del 18 de agosto de 2002, emitida por la empresa Proactiva


señalaban que “en el caso de barrios como La Candelaria […] la empresa
estimó conveniente rehabilitar dichas redes para ofrecer de forma casi inme-
diata el servicio de agua a estos barrios […] Estos trabajos nos han permitido
dar servicio 12 horas a gran parte de la Candelaria”. Y añade: “probablemen-
te el proceso exige la rehabilitación de algunos tramos de tubería y la exten-
sión de otros en las zonas donde no hay infraestructura. Esta es la forma
lógica y coherente de acometer los procesos”18 .

Las declaraciones de Arnulfo Mendoza y la situación que se puede comprobar


in situ muestran que estas formas lógicas y coherentes que señala la empresa
no han sido tales, y hoy, cinco años después, no ha habido ni ampliación de la
cobertura, ni reposición de redes.

229
Colombia: ¿un futuro sin agua?

230
Colombia: ¿un futuro sin agua?

procurador nos ha llamado dos veces para que vayamos a conciliar, pero
nosotros no tenemos porqué conciliar, él simplemente tiene que investigar y
constatar si lo estamos diciendo es verdad y ejecutar la ley”.

El acueducto de Bonda funciona con un permiso de derivación que entregó la


empresa Acuadelma hace 37 años, por intermedio del Instituto Nacional de
Desarrollo. Actualmente, el permiso de derivación se mantiene activo y eso
está demostrado jurídicamente; por tal razón, cuando el municipio de Santa
Marta entregó el permiso de concesión al operador especializado, no se pudo
evitar la prestación del servicio por parte del acueducto comunitario de Bonda.
Sin embargo, la reglamentación vigente exige que toda empresa prestadora
de un servicio público domiciliario tenga un permiso de concesión autorizado
por la Corporación Autónoma Regional, CAR. El acueducto comunitario de
Bonda solicitó el permiso de concesión y, como lo aseguran los directivos, la
CAR, envió un oficio a Metroagua pidiéndole un concepto jurídico para saber
si era o no viable entregar el permiso. Es difícil hacerse una idea acerca del
porqué una Corporación Autónoma Regional debe pedir un concepto a una
empresa sobre una decisión autónoma de la autoridad ambiental.

Pero la idea que sí es clara, y que se dibuja a partir de la experiencia del


acueducto comunitario de Bonda -que es un ejemplo de la capacidad de ges-
tión de los acueductos comunitarios del país- es el manejo adecuado del agua
para los pueblos, que se puede dar desde un modelo público y comunitario. Y
este manejo soberano es también un claro ejemplo de la defensa del territorio
y de las formas tradicionales de vida de las comunidades colombianas. 19

Apuntes Finales
Ante todo, es necesario definir unos elementos clave para evitar confusiones con
respecto a la actuación de las corporaciones trasnacionales, a través de sus filia-
les, en relación con la gestión del agua y el saneamiento básico en el país.

1. La ampliación de coberturas del servicio que en algunas zonas se ha logrado es


producto del endeudamiento que la Nación ha adquirido con la Banca Multilateral
de Desarrollo y la banca comercial privada y por la cual respondemos todos los
colombianos a través del pago del servicio de la deuda tanto externa como inter-
na , y de ninguna manera es un milagro que se haya dado gracias a la privatización
del agua y el saneamiento básico con la constitución de empresas mixtas que
benefician las ganancias de los inversionistas extranjeros.

2. Las empresas privadas, particularmente las trasnacionales, pueden hacer


de la gestión del servicio de acueducto y saneamiento básico un enorme nego-
cio lucrativo, pues las ampara un modelo mundial en el que los Estados asu-
men los riesgos de los créditos y estas empresas, sin endeudarse, definen la
operación, operan y reciben recursos de las tarifas.

3. En algunos de los casos vistos, ante la falta de recursos de las administraciones 19 Ver ensayo sobre los
acueductos comunitarios,
municipales, las empresas privadas han asumido parte de las deudas y del servicio de en este volumen.

231
Colombia: ¿un futuro sin agua?

la deuda, pero solo incluyendo ese costo en la tarifa. Eso significa que es la gente la que
paga esas deudas. No es propiamente la empresa la que paga.

4. Las políticas de las Instituciones Financieras Internacionales, que sustentan


el modelo privatizador de la vida, definen la manera en que se toman las
decisiones para la prestación del servicio de agua y saneamiento básico, des-
conociendo la soberanía de la Nación frente a estas decisiones.

5. Los problemas que se viven con el servicio de acueducto y saneamiento


básico tienen buena parte de su explicación en un modelo de prestación del
servicio que favorece el lucro de los accionistas privados que forman parte de
la empresa mixta encargada de prestar el servicio por encima de las necesida-
des de las comunidades.

Los apuntes anteriores se convierten en una señal de alerta frente a lo que podrá
suceder en toda Colombia si no se enfrenta articulada y estratégicamente los
despropósitos de la privatización. En la actualidad, el modelo de privatización
impuesto en la Costa Atlántica pretende reproducirse por todo el país a través de
la implementación de los Planes Departamentales de Agua y Saneamiento, Ma-
nejo Empresarial de los Acueductos de Agua, Alcantarillado y Aseo, instrumento
definido en el Plan Nacional de Desarrollo –PND-, en su capítulo referente a
Agua y Saneamiento Básico. Sin lugar a dudas, los planes beneficiarán la partici-
pación de los operadores especializados bajo esquemas de gestión del servicio
similares a los que en este documento hemos presentado.

Ante este panorama también se presentan alternativas que hacen parte de la


acumulación de voluntades políticas orientadas a la defensa de la vida y a evitar el
avance de los mercaderes del agua. El Referendo por el Agua que este año se ha
venido promoviendo por un nutrido grupo de organizaciones sociales del país se
presenta como una contundente herramienta, no solamente para detener las
amenazas actuales que surgen de las nuevas estrategias del gobierno nacional por
desestimar el valor de formas tradicionales y comunitarias de gestión del agua en
Colombia, sino para intentar reversar los procesos de privatización que hemos
analizado aquí. Es importante articular esfuerzos en torno a esta iniciativa y unir
las luchas por el manejo soberano del patrimonio hídrico, enfrentando a las cor-
poraciones trasnacionales y sus camaleónicas maneras de apropiarse de los bie-
nes comunes y de violar los derechos de las comunidades.

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232
Colombia: ¿un futuro sin agua?

233
Colombia: ¿un futuro sin agua?

¿Qué tanto se sabe del agua en


Colombia?

Rodrigo Marín1

Introducción
Aunque parezca extraño, no se conoce mucho sobre el agua, es decir, ésta
continúa siendo ignorada y desconocida a pesar de su importancia dentro y
fuera del ser humano, de la existencia de un sinnúmero de circunstancias que
le competen y que es necesario transmitir, tales como el crecimiento de la
población y la expansión tecnológica y económica que presionan cada vez
más sobre la base de los recursos naturales; y de que su situación es un reflejo
de muchas acciones colectivas e individuales que han puesto en riesgo su
ciclo, junto con el ambiente terrestre y el cambio del clima, el desafío más
serio que ha afrontado la humanidad, de consecuencias ambientales, ecológicas,
sociales, económicas y para la salud de largo alcance. Pero hay un amplio
consenso sobre la necesidad de emprender acciones urgentes para abordar
estas cuestiones.

El ciclo del agua es un proceso continuo pero irregular espacial y temporal-


mente, sometido a alteraciones como la desecación de zonas pantanosas, la
modificación del régimen de los ríos, los embalses, etc., que han llevado a una
situación tal, que llega hasta la necesidad de declarar una verdadera alerta en
la tierra.

En tiempos remotos, el agua siempre se consideró como un recurso abundan-


te, renovable e inagotable, pero su contaminación, ocasionada en gran medi-
da por los desechos industriales y los plaguicidas utilizados en la agricultura,
sumada al incremento de la demanda por la explosión demográfica mundial,
han provocado que se comience a percibir como un recurso finito y de des-
equilibrada distribución regional y social.

Sin embargo los océanos almacenan cerca de 97% de los recursos hídricos de la
tierra, es decir 1.350 mil millones de kilómetros cúbicos. Incluso para los más de
6.000 mil millones de seres humanos, aparentemente dicha cantidad parece
suficiente y aceptable, pero considerarlo así sería demasiado sencillo, pues dicha
agua, como se sabe, es salada y por ello inadecuada para todo uso humano, 1 Ingeniero Agrólogo e
agrícola, industrial o doméstico, sin un tratamiento previo y por cierto demasiado Hidrólogo. Profesor
Facultad de Ingeniería.
costoso. Por fortuna ahí está el sol que calienta y evapora las aguas del mar, las Universidad Central.

235
Colombia: ¿un futuro sin agua?

transforma en nubes y luego en lluvias y nieve que se acumula en los glaciares,


sobre las montañas y sobre los casquetes polares. Las lluvias forman ríos y aguas
subterráneas, que son las aguas que el hombre puede utilizar.

También se sabe que desde hace 4.000 millones de años no ha cambiado la


cantidad de agua de que dispone la tierra. La frase de Lavoisier es muy cono-
cida y aceptada: “la materia no se crea ni se destruye, se transforma”, y el
ciclo del agua lo ilustra maravillosamente, pues la cantidad de agua es constan-
te, pero su forma, la duración de las fases que debe seguir, así como su calidad,
se transforman y pueden verse afectadas. Se seguirá pregonando que la tierra
fue ricamente dotada, pues no le falta el agua, sin la cual la vida no sería
posible. Mas, paradójicamente, la humanidad continuará enfrentado graves y
complejos problemas relacionados con el agua, que requiere ser nuevamente
estudiada, analizada, comprendida, compartida y respetada para el disfrute de
las generaciones actuales y futuras, a través de una planificación cuidadosa de
su administración. Ninguna de las necesidades básicas del género humano,
como la alimentación, la salud, la educación, el trabajo y la vivienda, podrán
ser satisfechas sin tomar en cuenta el papel desempeñado por el agua.

Ese proceso continuo de movimiento es lo que se conoce como el ciclo del


agua, que se podría definir como “el proceso que describe la ubicación y el
movimiento del agua en el planeta”, en un flujo continuo en el cual una partí-
cula de agua evaporada del océano vuelve al océano después de pasar por las
etapas de precipitación, escorrentía superficial y subterránea, con base en el
permanente movimiento o transferencia de las masas de agua, tanto de un
punto del planeta a otro, como entre sus diferentes estados (líquido, gaseoso y
sólido), que se deriva de la energía solar y la gravedad. Este permanente movi-
miento ha provocado una desigual disponibilidad, y de acuerdo con el actual
panorama obliga a un múltiple cuestionamiento en este marco:

a. El continuo movimiento del agua ha generado a través de la historia los


conceptos muy controvertidos de abundancia y escasez. Hay regiones ricas
en el mundo en disponibilidad de agua. Sin embargo, no están exentas de
problemas hídricos, ya que existe una irregular distribución territorial del recur-
so, una creciente contaminación, un incremento de la deforestación, expan-
sión urbana y despilfarro por inadecuadas infraestructuras hidráulicas.

b. En ese movimiento permanente el agua sufre una creciente contamina-


ción. El ciclo natural del agua tiene gran capacidad de purificación, por tal
motivo, desde tiempos remotos, los ríos, lagos y mares se han convertido en
vertederos de basura producida por la actividad humana.

c. Hay efectos en dicho movimiento donde se aprecia sobreexplotación


con daños irreversibles. El rápido crecimiento de las ciudades en las décadas
pasadas reconfiguró los mapas demográficos, pero también alentó procesos
de polarización en los cuales la mayoría de comunidades se asentó en zonas
donde los recursos hídricos han sido escasos ó enfrentan graves problemas de
contaminación y sobreexplotación de las fuentes de abastecimiento.

236
Colombia: ¿un futuro sin agua?

d. Al final de la crisis del agua aún no se precisa si es un bien público o una


mercancía. No hay duda que el agua es esencial para la vida, y por esto el
acceso a ella es considerado un derecho humano en la mayoría de los conve-
nios internacionales, pero su creciente escasez ha llevado a que la única op-
ción para su manejo es verla como una mercancía. El problema de fondo es
definir si se trata de un bien público o de una mercancía, y si es un derecho
humano ó debería ser un servicio público.

e. Con el tiempo habremos de descifrar si la humanidad está en un perio-


do inicial de las guerras del agua. Prácticamente la totalidad de territorios en
el mundo presentan, en diferente intensidad y escala, conflictos por el agua,
producidos por complejos procesos históricos, políticos y sociales que tras-
cienden ámbitos locales, involucrando tanto a usuarios particulares y comuni-
dades, como a municipios y regiones de frontera. Investigaciones actuales
alertan sobre la llamada “crisis del agua”, al considerar que el siglo XXI será el
escenario de importantes enfrentamientos por su posesión, no solo por el
constante incremento de la demanda, sino por el acelerado proceso de conta-
minación, sobreexplotación, mayor presión demográfica y por los efectos ne-
gativos del cambio climático.

Como se puede observar, el panorama del agua ante la actividad humana es


incierto y desalentador; pero es obligante buscar soluciones viables y eficaces
de ahora en adelante, al precio que sea. Por lo pronto es prioritario establecer
nuevos retos del agua en este inicio de milenio, relacionados con:

- Acrecentar la productividad del agua para que siga siendo uno de los ejes
centrales de la lucha por un acceso sostenible.
- Adoptar medidas coordinadas para proporcionar agua limpia a la comuni-
dad o condenarla a vivir en una situación evitable de insalubridad, pobreza
y disminución de oportunidades.
- Asegurar el saneamiento para que las aguas negras y residuales no lleguen
a los cuerpos de agua y al riego agrícola sin un previo tratamiento.
- Adoptar evaluaciones de impacto en la salud en todos los proyectos de
desarrollo y responsabilizar a los usuarios de las consecuencias de sus prác-
ticas.
- Avanzar en la comprensión de la naturaleza del agua, no solo como un
valor económico, sino en sus dimensiones ambiental, social y cultural.
- Procurar la seguridad alimentaria creando conciencia sobre el problema
del hambre y buscar soluciones en el mediano y largo plazo a fin de garan-
tizar alimento para una población creciente.
- Proteger los ecosistemas ya que estos no solo poseen un valor intrínseco
sino que además proporcionan servicios esenciales a la comunidad.

Al fin de cuentas la relación del agua con el género humano es íntima y con-
figura comportamientos en relación con la producción de alimento, la crisis de
la escasez, la contaminación, la protección de los ecosistemas, la oferta hídrica
y su incierta disponibilidad.

237
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Investigación y conocimiento sobre el agua


y los sistemas hídricos
La investigación es un elemento fundamental que conduce al conocimiento esen-
cial que mantiene a una región saludable, económicamente productiva y habita-
ble. El proceso por el cual se establece esa investigación y su prioridad, es una
combinación de las incertidumbres y cuestiones científicas derivadas de varias
fuentes, cada una buscando identificar los próximos pasos científicos elementales
para resolver las complejidades contemporáneas de los recursos hídricos.

En consecuencia analizar el problema agua incluye a todos, y contrariamente a


todo lo que pueda pasar con otros temas clásicos en la investigación universitaria,
el estudio del agua no se puede dar al margen de las necesidades y de las vivencias
de la gente: Deberá estar vinculado tanto a la cultura como a la naturaleza, y así
todos estos temas quedarán asociados a la gestión del agua, deben ser considera-
dos igualmente importantes, y asumidos con criterio interdisciplinario, más allá
de la tradición especializada de búsqueda del conocimiento en que cada uno trata
de aislarse en sí mismo, y de profundizar dentro de sus propios límites.

El conocimiento preciso de la situación en la que se encuentra el mundo y


particularmente el país en materia de agua, y de manera especial las solucio-
nes aplicables a una realidad incierta y de futuro en materia de recursos hídricos,
sólo pueden provenir de la investigación científica y tecnológica, y de la crea-
ción de una nueva cultura para su preservación y aprovechamiento racional.
En general, la universidad es llamada a enfrentar la problemática del agua a
través de la investigación, la docencia y la extensión; y dentro de un contexto
académico, es quien puede realizar los mayores esfuerzos en este terreno,
orientando las actividades no solamente dirigidas al diagnóstico, que por cierto
son importantes, sino además a ofrecer soluciones específicas a los graves
problemas que ya enfrenta el país en esta área.

Uno de los problemas centrales para la especie humana en este inicio de


milenio es sin duda el del agua. La disponibilidad de este elemento para el
consumo humano, industrial y doméstico constituye uno de los mayores desa-
fíos a escala global. Colombia no escapa a esta realidad, que se manifiesta de
una manera cada vez más clara y alarmante conforme transcurre el tiempo.

Uno de los conceptos fundamentales que animan la investigación es la necesi-


dad de retomar la vía del crecimiento y del desarrollo total, así como el cono-
cimiento sobre el agua a escala regional y local. Desde todo punto de vista la
investigación es muy importante para la región, en particular en torno a temas
cruciales como la cantidad, la calidad, la disponibilidad del agua para el consu-
mo humano, y el tratamiento de agua residual adecuado que en otro caso
perjudica los recursos hídricos de la región.

Hoy por hoy es necesario llevar a cabo investigaciones urgentes y necesarias


donde se consideren los conceptos del ciclo de agua en las zonas urbanas
(cabeceras municipales), pero también aplicar los resultados en las zonas rura-

238
Colombia: ¿un futuro sin agua?

les y municipios pequeños donde se tenga que mirar cómo se puede orientar
el tratamiento hacia el uso, tanto de los nutrientes como los componentes.

Si la investigación es buena, sus resultados deben proveer conocimiento y


conocimiento válido en sí mismo, es decir, acceder a la verdad, cuyo valor no
debe ser justificado por situaciones ajenas a ese conocimiento, aunque, por
supuesto, las aplicaciones deban asumirse luego; pero a veces éstas no son
evidentes en el momento en que se genera ese conocimiento.

Eso marca el nivel de calidad del conocimiento genuino, original, y expande


su frontera y garantiza la calidad de trabajo científico.

a. Lo que falta investigar, o qué vacíos deben llenarse.

Investigar sobre el cambio climático es el nuevo reto que la universidad y la


academia deben asumir en general en este milenio, para ajustar modelos de
adaptación, participación y cultura. Los posibles efectos de este cambio en los
recursos naturales y en las actividades humanas son mal comprendidos: Para
empezar, simplemente no hay estimaciones regionales fidedignas del cambio
en los factores climáticos críticos, tales como la temperatura, la humedad del
suelo, la variabilidad anual y estacional y las frecuencias de las sequías, creci-
das y tormentas. En muchos de estos factores climáticos de gran importancia,
incluso el sentido e intensidad del cambio es incierto, que motivan permanen-
tes cuestionamientos, tales como:

- Si no ocurriera un cambio climático, de todas maneras la humanidad se va


a enfrentar a problemas de agua cada vez más graves. El crecimiento de-
mográfico y la expansión de las actividades económicas ejercen actual-
mente una enorme presión sobre los recursos hídricos. El incremento de la
demanda de agua por parte de las economías familiares, la industria y la
agricultura sobrepasa en gran medida la capacidad de suministro en mu-
chas regiones y sobre todo a nivel local. Los vertimientos industriales y la
aplicación intensiva de fertilizantes redundan con frecuencia en una sobre-
carga de productos químicos peligrosos que finalmente llegan a las fuentes
de abastecimiento de agua, y entretanto prácticas inadecuadas de riego
elevan el nivel de salinidad del suelo y los niveles de evaporación, some-
tiendo así los recursos hídricos a una mayor presión.
- El cambio climático probablemente modificará los regímenes locales de
precipitación y evaporación. Los resultados previos de modelos climáticos
analizados indican que los cambios en la temperatura y los vientos tendrán
repercusiones significativas en el ciclo del agua, aunque los actuales mode-
los climáticos aun adolecen de la precisión necesaria para efectuar previ-
siones regionales y locales. Además es posible que la precipitación aumen-
te en ciertas regiones y disminuya en otras. No obstante, el aumento de la
evaporación puede reducir la escorrentía incluso en regiones donde se re-
gistre un aumento de la precipitación. El calentamiento, por su parte, ten-
dería a reducir la acumulación de nieve en la alta montaña.

239
Colombia: ¿un futuro sin agua?

- Probablemente los recursos hídricos se hagan aun más vulnerables. En re-


giones donde por efecto del cambio climático se reduzca la precipitación, la
reserva de agua almacenada, principalmente en la capa freática, experi-
mentará una permanente disminución. Igualmente, si llegan a producirse
importantes variaciones en la precipitación anual o a aumentar la frecuen-
cia de fenómenos extremos tales como sequías e inundaciones, se privará
toda posibilidad de recurrir a muchos recursos hídricos precarios. De otra
parte, la disminución de la acumulación de nieve en la alta montaña reduci-
ría la escorrentía que puede ser vital para la reposición de lagos y ríos; la
agudización de las sequías junto con la sobreexplotación de los recursos
hídricos fomentaría la lixiviación de las sales de los suelos, incrementando
así la salinidad de la zona no saturada (la capa situada entre el suelo y la
capa freática); y se prevé que la elevación de los niveles de dióxido de
carbono en la atmósfera acrecentará la eficiencia de la fotosíntesis de las
plantas, lo que podría ocasionar, a su vez, una evapo-transpiración más
rápida. La suma de estos efectos repercutirá de manera sumamente adver-
sa sobre las cuencas de los ríos y los niveles de los lagos, acuíferos y otras
fuentes de agua.
- La reducción del suministro de agua traería mayores presiones para la po-
blación, la agricultura y el medio ambiente. El proceso de lixiviación y la
filtración de agua salada en las reservas de agua imposibilitarían la utiliza-
ción de las capas freáticas para usos domésticos y agrícolas. La reducción
de la precipitación y el incremento de la evaporación dañarían las tierras de
cultivo, los bosques, los pantanos y otros ecosistemas. Además la disminu-
ción de los niveles de agua exigiría realizar ajustes de mayor magnitud en
los asentamientos urbanos, sobre todo en los situados a orillas de ríos y
lagos.
- Mejorar la comprensión del ciclo del agua y de los sistemas hídricos. Es
igualmente importante fortalecer la comprensión acerca de los impactos
y la variabilidad del clima sobre los recursos hídricos, especialmente a esca-
la regional y local, incluyendo temas como la recarga de las aguas subterrá-
neas, los patrones de la nieve en la alta montaña, el escurrimiento de las
precipitaciones y la carga de contaminantes en sistemas hídricos bajo pa-
trones y niveles de precipitación alterados.
- Es necesario perfeccionar la gestión del agua con el fin de mitigar el efecto
del cambio climático. El aumento de la población y la mejora del nivel de
vida están incrementando el consumo de agua por parte de la humanidad
en todo el planeta. Si el cambio climático reduce la precipitación, no cabe
duda que se tendrá que enfrentar situaciones catastróficas. A fin de respon-
der a esta amenaza, es necesario mejorar la presente infraestructura de
almacenamiento de agua; es decir, se requiere más instalaciones para al-
macenar agua durante la época seca a fin de atenuar los problemas plan-
teados por las sequías. Otra medida es sensibilizar a la comunidad acerca
de las consecuencias del despilfarro de agua y establecer políticas o im-
puestos que reduzcan ese desperdicio y restrinjan la demanda innecesaria
de agua.

240
Colombia: ¿un futuro sin agua?

b. Principales estudios en el país sobre el agua y sistemas hídricos.

El país, a través de sus instituciones de investigación, ha emprendido acciones


conducentes a producir conocimiento sobre las principales características del agua
y su comportamiento en el tiempo, que de no ser continuas no permitirían mante-
ner un control del agua permanentemente conectado con el desarrollo del país.

El Estudio Nacional del Agua - ENA

Muchos son los estudios e investigaciones realizadas en el país en torno al


agua; pero el Estudio Nacional del Agua - ENA, enseñó indudablemente cómo
es su comportamiento en términos de oferta natural, demanda y calidad, al
ciudadano común, al agricultor y al industrial; su variabilidad en tiempo y
espacio al investigador y al estudiante; su proyección al planificador, y cuáles
las regiones con los mayores riesgos al político e inversionista.

El ENA fue precisamente concebido para desarrollar instrumentos de una


planeación coherente, técnica y previsora del recurso agua en el país. Por lo
tanto a mediados de la década de los 90s surgió la necesidad de contar con
información actualizada y cada vez más precisa sobre la distribución nacional,
regional y local de las disponibilidades del agua, y la distribución territorial de
sus usos, a fin de precisar y ordenar las áreas con mayores peligros de
desabastecimiento y adelantar las acciones de planificación y regulación del
uso del recurso hídrico.

Por lo tanto se presentó al país el Estudio Nacional del Agua, elaborado con
base en la información y conocimiento que se tenía sobre el medio natural y
su relación con las actividades socioeconómicas. De este modo en el ENA se
realizó una aproximación global y varias estimaciones básicas de la relación
existente entre la demanda y la oferta de agua a diferentes niveles territoriales.

Los aspectos de importancia analizados constituyeron la descripción de los


elementos conceptuales y metodologías para cuantificar la oferta hídrica, esti-
mar la demanda y determinar en general las limitaciones de la disponibilidad
hídrica por la calidad del agua, derivada de la posibilidad de contaminación y
de la demanda ambiental (caudal ecológico), y estimar el efecto de las condi-
ciones actuales del medio natural (cobertura vegetal – suelo) sobre la retención
y regulación hídrica natural.

Adicionalmente se realizaron estimativos sobre la demanda proyectada en un


horizonte de 25 años, y se hizo una aproximación al posible agravamiento de
las condiciones de desabastecimiento, derivadas de la presión por su uso y de
las restricciones de la oferta por afectación de la calidad y de regulación.

Al final los alcances específicos del Estudio Nacional del Agua fueron:

- A través del balance hídrico superficial se definieron las zonas naturalmen-


te deficitarias de agua en el país, caracterizadas por el índice de aridez.

241
Colombia: ¿un futuro sin agua?

- Se estimó la oferta hídrica en las diferentes regiones del país a nivel anual,
para condiciones hidrológicas de año medio y seco y las correspondientes
distribuciones mensuales.
- Se determinó en forma indicativa la presión sobre la calidad del agua en
cuanto a generación de Demanda Biológica de Oxígeno (DBO) por los
sectores usuarios del recurso y las posibles limitaciones de oferta hídrica
por factores de calidad.
- Se estimó: la demanda ambiental de supervivencia de especies de micro
fauna y flora hacia aguas abajo (caudal ecológico), la demanda de agua
actual para los principales usos (consumo doméstico, industrial, agrícola y
pecuario) a nivel nacional, regional y local, el índice de escasez a través de
la relación demanda vs oferta, y el efecto sobre la regulación hídrica que
definen las condiciones del sistema cobertura vegetal vs perfil geo-pedológico.
- Se determinó la vulnerabilidad por disponibilidad de agua, especialmente
en épocas de estiaje, a nivel municipal y en cabeceras municipales, y se
estimaron las proyecciones de la demanda para un horizonte de 25 años.

A pesar de todos estos avances, una implementación y actualización del Estu-


dio Nacional del Agua a partir de modelos dinámicos que ajuste progresiva-
mente los productos obtenidos inicialmente sobre los balances hídricos, no se
ha dado por parte de entidades públicas del orden nacional o regional, como
tampoco actualizaciones de las nuevas relaciones del medio natural con las
más recientes actividades socioeconómicas, desde el inicio este nuevo milenio.

Este aspecto es de gran importancia y se convierte en obstáculo dentro de la


visión de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, de acuerdo con las metas esta-
blecidas en el país en el Plan de Desarrollo, hasta el punto de impedir el desarro-
llo humano, y considerando desde todo punto de vista que resulta esencial contar
con información actualizada para iniciar nuevos planes de gestión del agua.

Igualmente frente a las amenazas para el desarrollo humano que plantea por
ejemplo el cambio climático en el país, no da espera la disminución de los
suministros de agua en áreas que ya sufren una escasez crónica de este recur-
so. En efecto, la seguridad de agua en el medio colombiano es parte integral
del concepto más amplio de seguridad humana, que en términos más genera-
les se basa en que cada persona disponga de un acceso confiable a una canti-
dad suficiente de agua para lograr una vida saludable, digna y productiva, al
mismo tiempo que se mantienen los sistemas ecológicos que proporcionan
agua y también dependen del agua.

El Estudio sobre los posibles efectos naturales y socio-económicos


del Fenómeno Cálido del Pacífico - El Niño

Con el estudio del Fenómeno Cálido del Pacífico se adelantó el seguimiento y


el análisis de tipo interdisciplinario de la información que permitió establecer
que en el Océano Pacifico Tropical se presentaron condiciones propias del
fenómeno El Niño 1997-98, y sus efectos sobre el clima, el ciclo hidrológico,
los ecosistemas y la actividad nacional en diferentes regiones y sectores.

242
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Históricamente el territorio nacional ha sido afectado por el efecto climático


de El Niño en los últimos 25 años, que ha venido siendo cada vez más recu-
rrente e intenso. En efecto, el evento de 1997-98 ha sido calificado de ex-
traordinario desde el punto de vista de la magnitud de las alteraciones, y dejó
una secuela de problemas sociales y económicos en el país que rebasó la
capacidad de respuesta del gobierno.

El estudio en esencia es un análisis del conocimiento actual sobre el fenómeno y


la síntesis del posible efecto sobre el clima, así como sobre la oferta del recurso
hídrico y su impacto sobre la economía y sobre el bienestar de la población en el
territorio colombiano; y permitió cubrir varios objetivos, a saber:

- Contribuyó al mantenimiento sistematizado de información histórica sobre


el fenómeno, sus consecuencias y el estado actual del conocimiento para
su manejo.
- Promovió el intercambio de experiencias entre las regiones, para elevar la
capacidad de respuesta tanto en materia científica como de prevención,
mitigación y reconstrucción.
- Permitió avanzar en asistencia técnica a nivel regional en la identificación
de proyectos como la preparación de programas de prevención y recons-
trucción de daños, que sean la base para dimensionar futuros esfuerzos.
- Promovió discusiones y análisis sobre la institucionalidad y la gestión, con
miras a abordar fenómenos hidrológicos y meteorológicos en procura de la
identificación de debilidades y fortalezas que permitan modernizar las enti-
dades que manejan la variabilidad climática.
- Permitió elaborar estrategias para introducir el tema de los desastres
socioculturales, su prevención y mitigación dentro de programas de desa-
rrollo sostenible.

El Estudio del Medio Ambiente en Colombia

Este estudio deja entrever las difíciles lecciones del pasado ambiental, y los
instrumentos base de asimilación de ellas, que permitan efectuar los cambios
requeridos para ajustar un sinnúmero de comportamientos de la geografía
nacional mega-diversa.

Es una herramienta técnico - científica para un país privilegiado en el concier-


to mundial por su oferta ambiental, que lo ubica entre los tres países más ricos
en biodiversidad en términos de ecosistemas, especies y genes, con cerca de
12% del total mundial; así como por su riqueza hídrica, de cerca de 50.000
m3/habitante/año.

Este documento es una visión integral y multidisciplinaria sobre el medio am-


biente colombiano a manera de carta de navegación para una efectiva toma
de decisiones en beneficio del desarrollo sostenible. Precisamente útil en una
época de crisis ambiental, puesto que Colombia podría convertirse en uno de
los países que más rápidamente estaría destruyendo su patrimonio ambiental,

243
Colombia: ¿un futuro sin agua?

debido principalmente a problemas macro estructurales de su actual modelo


económico y su definición política en algunos aspectos que amenazan seria-
mente no solo a las especies, al medio natural y a los recursos naturales reno-
vables, sino también a los procesos de desarrollo económico y social, al hom-
bre y su cultura.

A través de la investigación básica y aplicada se crearon una serie de modelos


conceptuales de información que integraron las variables ambientales en dife-
rentes contextos, para permitir simulaciones integrales de los procesos natura-
les y su interacción con los socioeconómicos. Los modelos básicos de investi-
gación técnico- científica se constituyeron en cimientos y soportes para la
permanencia en el tiempo de la información ambiental del país, principalmen-
te en hidrología, meteorología, geomorfología, suelos, ecosistemas, ecología
económica, población, asentamientos humanos, etnias y culturas, cambio glo-
bal, ciencia y tecnología, etc.

El Sistema de Información Ambiental de Colombia - Siac

Los avances del conocimiento colectivo logrado en el país y en el sector am-


biental en la década de los 90, está plasmados en los tres volúmenes del Siste-
ma de Información Ambiental de Colombia, como elemento fundamental para
el ordenamiento ambiental territorial, resultado de un proceso de concerta-
ción entre actores sociales, políticos y económicos dentro de un marco real
biogeográfico, dinámico y de distribución espacial de la población.

Principales conclusiones del Estudio


Nacional del Agua
Aunque la oferta y disponibilidad de agua en términos absolutos es abundante,
Colombia enfrenta problemas de pérdida de capacidad de retención y regula-
ción hídrica natural en un alto porcentaje de sus cuencas hidrográficas. Estos
problemas se reflejan en la incapacidad de abastecer la demanda en varias
cuencas de las regiones Andina y Caribe, especialmente durante los meses
secos.

La situación de abastecimiento de agua en el país no alcanza los niveles críti-


cos que acusan muchos otros países del mundo con ofertas hídricas muy limi-
tadas; pero las evidencias analizadas muestran síntomas ya preocupantes que
invocan una creciente atención de las autoridades ambientales nacionales, re-
gionales y locales, como de los organismos involucrados en la definición de
políticas, en la planificación y manejo del recurso hídrico.

Según lo señala el estudio en el análisis del índice de escasez, en un año de


condiciones hidrológicas y climáticas secas, el 14% de las cabeceras municipa-
les (154 cabeceras) y una población involucrada mayor de 60% (27 millones),
acusaron un índice de escasez mayor de 20%. Un índice de escasez mayor del
20% en una cuenca o área hidrográfica, indica que es necesario ordenar la
oferta con la demanda para prevenir futuras crisis.

244
Colombia: ¿un futuro sin agua?

El número de municipios con población involucrada en situación de vulnerabi-


lidad alta por disponibilidad de agua, aumenta en la medida que se consideren
en el análisis los años secos y los meses más críticos, cuyos peores índices
según las características de algunas regiones del país. Esta situación se mani-
fiesta en conflictos crecientes entre usuarios por el agua disponible, en la falta
de acceso al agua de muchos sectores sociales y económicos, y en un número
cada vez mayor de habitantes urbanos afectados.

En el ejercicio de proyección en un horizonte de 25 años, en el cual se


incrementan las demandas y se reducen las ofertas bajo el supuesto de ausen-
cia de medidas de conservación de cuencas y tratamiento de aguas residuales,
el 20% de los municipios (220) y el 40% (17 millones) de la población alcan-
zarían en dicho año un índice superior al 20%, tales condiciones serían más
críticas al considerar las áreas que abastecen las cabeceras municipales.

En general el agua se ha utilizado sin ningún escrúpulo como sumidero final


de todos los residuos de las actividades productivas y de los asentamientos
humanos, lo cual afecta de manera severa el potencial productivo del conjunto
de la base natural. El 95% de las aguas residuales municipales se vierten a los
ríos sin tratamiento alguno, con impactos severos sobre la salud pública y
daños a ecosistemas únicos en el país.

Se estima que Colombia tendrá 50 millones de habitantes en el 2010 y que el


80% de esta población se ubicará en las zonas urbanas de alta y media mon-
taña, lo que generará una mayor presión sobre el recurso.

Una característica fundamental para la comprensión de las potencialidades,


limitaciones y vulnerabilidad de los ecosistemas en Colombia es la estrecha
relación de los procesos ecológicos entre los diferentes tipos de vegetación y
los sistemas hídricos adyacentes. En este sentido, los ríos, y por extensión los
demás cuerpos de agua, constituyen no solo un complejo de ecosistemas en sí
mismos, sino el medio integrador, sustentador de la vida y la biodiversidad en
el territorio, y el mejor indicador del estado de los diferentes ecosistemas te-
rrestres que atraviesan y contribuyen a modelar en su recorrido.

Finalmente en el caso colombiano, donde las condiciones hidro-climáticas y


topográficas garantizan en la mayoría del territorio una buena oferta de agua
y una densa red hidrográfica, no existen en la mayoría de los casos políticas
claras de ordenamiento para el uso de los recursos hídricos. Lo anterior deter-
mina que ciertos aprovechamientos como los acueductos, que se abastecen
en general de ríos pequeños, quebradas y arroyos cercanos, no cuentan con
programas de conservación de cuencas, sistemas de almacenamiento ni trata-
miento de aguas servidas.

245
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Bibliografía
Corporación Andina de Fomento – CAF. 2000. Las Lecciones de El Niño.
Marín, R. R. 2004. El agua, un derecho intransferible
Ideam. 1997. Posibles efectos naturales y socio-económicos del fenómeno
El Niño 1997-1998 en Colombia.
————. 1998. El medio ambiente en Colombia
————. 2000. Estudio Nacional del Agua
————. 2002. Sistema de información ambiental de Colombia
Unesco/ wmo. 1998. Evaluación de los recursos hídricos
Vásquez, A. M. 1998. La historia del sol y el cambio climático

246
Colombia: ¿un futuro sin agua?

247
III.
La lucha social y política
por el agua en el mundo
Colombia: ¿un futuro sin agua?

El mundo se está quedando sin agua


dulce: entrevista a Maude Barlow1

Pablo Leyva Franco2

Pablo Leyva (P.L.) Plantea usted en su libro El Oro Azul que el mundo se
está quedando sin agua dulce, ¿quisiera explicar esta afirmación?

Maude Barlow (M.B.) Ahora tenemos una situación difícil en el mundo. Yo


pienso que apenas hasta hace poco está siendo relativamente entendido que
1 Entrevista realizada en
ésta no es solamente una sequía cíclica que se experimenta en algunas partes septiembre del 2006, y
del planeta, pues de hecho estamos contaminando, cambiando los cursos y publicada originalmente en
Hojas Universitarias,
agotando el agua superficial tan profundamente, que estamos extrayendo el Universidad Central, No.
agua subterránea a una velocidad más rápida de la que la naturaleza puede 59, abril de 2007. Maude
Barlow, activista
reemplazarla. Aunque yo entiendo que hay una terrible crisis de derechos canadiense, quien recibió el
humanos, hay también una urgencia ecológica que necesitamos tratar. En el Premio Nobel Alternativo
en el año 2005 otorgado
año 2005, dos tercios de la población mundial no tendrán un acceso adecua- por el parlamento sueco, es
do al agua. Ya sabemos que hay ciertas partes del mundo que ya se están autora de varios libros,
entre ellos el aclamado Blue
quedando sin agua, y ese es un asunto que demanda atención urgente. Gold (Oro Azul), escrito con
Tony Clark, que trata sobre
la privatización del agua a
P. L. También dice usted que ésta es una crisis global que pone en peligro nivel mundial y sus
el planeta y que, en algunos casos, tendrá manifestaciones concretas en consecuencias para la
humanidad (hay versión en
algunos países en muy corto tiempo; que una parte importante de la po- español, Barcelona, Paidós,
blación no tendrá agua potable, y que la crisis del agua será probable- 2004); también es
cofundadora del Proyecto
mente la más importante crisis de la humanidad ¿Quisiera usted amplia- Planeta Azul. Viajera
mos este asunto, puesto que la agenda mundial parece preocuparse incansable, ha visitado
muchos países, entre ellos
prioritariamente de otros temas ambientales como el cambio climático, la varios de América Latina.
pérdida de la biodiversidad o el deterioro de la capa de ozono? En Colombia asistió, entre
el 5 y el 9 de septiembre de
2006 en Bogotá, al foro
M. B. Por supuesto, hay muchas crisis y preocupaciones ecológicas que la “El Agua un bien público”,
en el cual expuso que las
humanidad está sufriendo, como el cambio climático, la deforestación, la pér- compañías multinacionales,
dida de humedales y de biodiversidad; pero de hecho todo esto es parte de la el Banco Mundial y la
Organización Mundial del
crisis del agua, la cual es la clave para entender por qué debemos detener la Comercio, están tomando
destrucción de bosques y humedales, y el calentamiento del aire, y cómo to- decisiones sobre este
asunto sin consultar con los
dos estos factores están relacionados y son tan importantes el uno como el pueblos implicados y
otro. Yo diría que la crisis alrededor del agua es la menos comprendida o finalmente perjudicados.
Vino a dicho foro invitada
divulgada, y pienso que ello se debe a que sus víctimas directas en muchos de por Ecofondo, durante la
los países del norte son los pobres, y francamente, esto no es importante para semana de clausura de la I
Campaña de Defensa del
muchas personas en el norte, quienes no lo sienten como una crisis. Es muy Agua.
importante saber que hay sectores del mundo que se están secando: el Orien- 2 Vicerrector Académico de la
Universidad Central.

251
Colombia: ¿un futuro sin agua?

te Medio, veintidós países en África, el valle mexicano y otras zonas no sólo


están enfrentando la falta de agua y cortes severos del servicio, sino también la
pérdida potencial de agua.

P. L. Usted propone algunas iniciativas para afrontar la crisis del agua,


entre las cuales la celebración de una convención global del agua, que
estimo de la mayor importancia; sin embargo, pienso que el tema del agua
dulce tiene la dificultad de que es considerado por los países como compo-
nente esencial de su soberanía territorial y como un recurso estratégico.
¿Esto complica la propuesta, cierto?

M. B. Sí, en efecto. Nosotros, por supuesto, estamos buscando una conven-


ción sobre el derecho al agua que explique según la ley o que consagre en un
marco legal que ninguna persona debe ser excluida del agua porque no puede
pagar por ella, y esto significaría que los gobiernos serían responsables de
proveer agua a su gente como un servicio público. Esto no significa que los
países tendrían que perder el derecho soberano a su propia agua, y yo sé que
esto es muy sensible en mi país, Canadá, porque mi gobierno está tomando la
posición en contra del derecho al agua ante las Naciones Unidas, pues se
teme, entonces, que eso significaría que tendríamos que darle nuestra agua a
los Estados Unidos y nosotros hemos dicho que no. Ante esto, podemos
diseñar una convención que explique, muy claramente, que el país mantendrá
el control de la soberanía sobre sus recursos hídricos; y si hubiese alguna asis-
tencia para ofrecer no sería la exportación de agua, sino, probablemente, la
asistencia financiera, de la misma manera que se hace con los otros derechos
consagrados en la Convención Internacional de Derechos Humanos.

P. L. Otra de las iniciativas que usted propone es un tratado para defender


el agua como un bien común, y asumir este principio como constitucional,
lo cual ha tenido éxito en algunas partes como en el Uruguay, donde se
logró por medio de un plebiscito. Naturalmente, la vía institucional y de-
mocrática es muy importante, pero tanto las instituciones como los políti-
cos son muy lentos para resolver este tipo de problemas, pues o no los
entienden o no quieren asumir el costo de las decisiones.

M. B. Este es un proceso muy lento. Yo no estoy diciendo que la convención


de Naciones Unidas pronto resolverá todo, y que mañana los problemas del
agua en el mundo se habrán resuelto. Debemos recordar que hay una Declara-
ción Universal de Derechos Humanos en vivienda, y pobreza y en derechos
políticos, y aun así siguen existiendo terribles problemas sobre estos asuntos
en el mundo. Es sólo que esa clase de Convención o Constitución puede con-
sagrar los derechos de la gente legalmente y puede ser un principio, un punto
de partida. Los políticos alrededor del mundo son muy lentos al respecto,
temen tener que ceder sus propios derechos, o a la exigibilidad de la provisión,
y muchos gobiernos no querrán reconocer el derecho si no se les facilita su
aplicación: Usted está en lo correcto, ésta no es la panacea, no es la única
respuesta, pero ahora mismo, debido a que no hay un marco de trabajo para
formular el derecho al agua, el sector privado ha podido moverse y encontrar

252
Colombia: ¿un futuro sin agua?

una política global del agua, y nosotros pensamos que sí tuviéramos una he-
rramienta como la mencionada, pondríamos el agua en un terreno de decisio-
nes públicas y democráticas.

P. L. En el mundo se está acelerando la globalización económica, y parece


irreversible el proceso de la integración de la infraestructura productiva
de la economía y del comercio mundial. ¿Piensa usted que este proceso
amenaza el agua y el medio ambiente y puede generar una crisis planetaria?
¿Qué rol le concede a la solución a través de nuevas tecnologías para
revertir el proceso?

M. B. Realmente hay tres asuntos al respecto: El primero es asumir que la


globalización es inevitable; de hecho, mucha gente cree que el final de la
energía barata va a ser el del mercado de la globalización como lo conocemos,
que simplemente no va ser sostenible ni en lo ecológico, ni en lo económico,
ni de cualquier otra manera. Yo pienso que hay muchas fuerzas peleando
contra de la globalización económica, algunas negativas, otras propias de las
antiguas tensiones entre oriente y occidente, nacionalismos violentos, etc.
Necesitamos poner dichas fuerzas en remojo, en tanto éste no es el final de la
historia; la globalización no sólo tiene una ni obedece a la noción que nos
presenta, y éste no será el último resultado al que lleguemos.

El segundo: La globalización, tal como la conocemos ahora, está destruyendo


los sistemas de agua, tumbando los árboles, esculpiendo autopistas en áreas
antiguas, tomando agua que ha sido usada sosteniblemente pos siglos y siglos,
y la está usando y enviando alrededor el mundo; permite la distribución global
de agua embotellada: se pusieron 200 billones de litros de agua en plástico el
año pasado; eso es la globalización del mercado del agua, una cosa
ambientalmente terrible. Por ello tenemos que preguntamos sobre el daño
económico que la globalización le hace al medio ambiente, y particularmente
al derecho de los pueblos locales de controlar el agua. Usted sabe que con los
derechos que la globalización le da a las multinacionales apoyadas por el Ban-
co Mundial, éstas sólo vienen y se apropian el agua de la gente.

Y finalmente, respecto del asunto de las tecnologías, pienso que hay algunas que
son aplicables y que pueden ayudar a la gente a potabilizar sistemas locales de
agua. Con frecuencia, la globalización ofrece tecnologías equivocadas; les ofrece
a comunidades rurales y antiguas el uso de grandes y modernas tecnologías que
no son apropiadas. En lugar de depender de tecnologías para salir de este desor-
den que estamos produciendo en torno al agua, quisiera que todos pensáramos
en la conservación, la descontaminación de sistemas de agua, aprender a cultivar
sosteniblemente, porque el destructor más importante de este recurso son los
cultivos industriales, que la afectan velozmente y no descontaminan lo que utili-
zan. Si podemos empezar por detener estos abusos, podremos avanzar en la
prevención de la contaminación de los sistemas mundiales de agua.

P. L. El mundo en desarrollo está observando con mucho interés el proce-


so de países como la China y la India. Entiendo que la primera ha logrado

253
Colombia: ¿un futuro sin agua?

este desarrollo a costa de su medio ambiente y de su recurso hídrico, el


cual ha destruido, y que, además, tiene planes para abastecerse de otras
fuentes. ¿Qué piensa usted de esto?

M. B. Es muy importante para los países en desarrollo estar atentos a esto,


porque todo el mundo habla sobre el modelo de estos países que, particular-
mente China, se están desarrollando y modernizando a una velocidad muy
rápida. Hay, por ejemplo, ciudades en medio de China que son tan grandes
como Nueva York. Muchos occidentales no tienen idea de lo que está pasando
allí. Para pagar por lo que llaman el milagro económico, y poder tener todos
esos zapatos tenis y camisas, y todos los demás productos de consumo, han
tomado el agua del norte, que se usa para cultivar grano y alimentar el billón
de personas que allí habitan, y lo han trasladado a la industria. Están destru-
yendo el agua muy rápido: el 85 % del agua superficial de China, y el 90 % de
los acuíferos debajo de la ciudades, están contaminados; y en lugar de asumir
lo terrible de esto, lo que han hecho es anunciar que van a tomar el agua del
Tibet, que reclaman como parte de su territorio, y dicen que dicha agua les
puede alcanzar para mil años. Y en India, se está planeando lo que ellos lla-
man una interconexión masiva de todos los ríos, aunque ahora mismo no lo
van a hacer debido a las protestas masivas. Tratar de encontrar formas para
deshacer el daño que estos países están provocando con este rápido desarro-
llo, es como jugar a Dios. Pienso que los demás países alrededor del mundo,
incluyendo los del llamado Primer Mundo, deben asumir en su conjunto una
forma de desarrollo que sea sostenible, porque definitivamente estamos des-
truyendo nuestro sistema de agua. Cuando usted coloca una población in-
mensa como la de China o India, junto con una industrialización y un creci-
miento urbano masivos, genera un desastre en el manejo del agua.

P. L. Advierte usted que la integración económica de América del Norte ha


traído enormes problemas, y que la crisis del agua en los Estados U nidos y
México los llevará a presionar sobre recursos hídricos de otros sitios pero, espe-
cialmente, del Canadá, con impactos ambientales enormes. ¿Cómo es esto?

M. B. Canadá, Estados Unidos y México acaban de firmar algo llamado “La


Compañía de Seguridad y Prosperidad”, y la intención es crear una clase de
Unión Norteamericana al estilo de la Unión Europea, pero sin salvaguardas
ambientales. Y algo que los Estados Unidos muy claramente desea son recur-
sos naturales, porque ha cortado gran parte de sus propios árboles, ha extraí-
do muchos de sus propios minerales, y ha usado gran parte de su propia
energía, y ahora están usando toda su agua; entonces está mirando hacia
Canadá, mi país, para desviar agua masivamente. En nuestro caso se trata de
cambiar el curso de poderosos ríos que corren de norte a sur, lo que tendría
enormes implicaciones ambientales; algo así como el daño ambiental de la
obra de las Tres Gargantas en China. La ciudad de México está en el Valle
Mexicano, tan disminuido en agua que se puede hundir sobre sí mismo; así, el
sur de los Estados Unidos y México también van a mirar hacia el sur, en parti-
cular a países con los que tengan un tratado de libre comercio para ayudar a
suplir estos recursos hídricos.

254
Colombia: ¿un futuro sin agua?

P. L. Sin embargo, el proceso de integración económica de Norteamérica


es irreversible, y además puede beneficiar a los tres países.

M. B. La integración de Norteamérica se propone a partir de un conjunto de


propuestas de negocios, tal como el tratado de libre comercio entre Colombia
y los Estados Unidos. Este modelo es realmente bueno para grandes nego-
cios, y promueve la desregulación del comercio internacional, pues así pue-
den imponer los más bajos estándares comunes en el comercio de comida,
semillas, salud, seguridad, pesticidas o temas ambientales. Nosotros no nos
oponemos a una integración basada en mejores estándares, ni a una coopera-
ción más allá de lo cultural, ni a ese tipo de comunicación; lo que creemos es
que los países tienen el derecho soberano de proteger y mantener su
biodiversidad, su soberanía alimentaría, sus recursos hídricos y demás. Pienso
que cuando se está cerca de una superpotencia, como lo estamos nosotros, se
tiene que ser muy cuidadoso acerca de integrarse a un acuerdo en el que
podemos sacrificar la soberanía.

También luchamos, aún, por mantener nuestra infraestructura social, porque


tenemos mejores programas sociales que los Estados Unidos. Colombia debe
prestar atención y debe observar a Canadá, porque nosotros entramos en un
tratado de libre comercio con los Estados Unidos muchos años atrás, y esto
cambió a Canadá de una manera negativa. La comunidad negociante dirá que
hicimos más comercio, pero aunque esto ayudó a algunas compañías, no lo
hizo con la mayoría de la gente común en nuestros países. Depende de cuál es
la medida: la mía es la sostenibilidad ambiental y lo que es bueno para la
mayoría de la gente, y si las cosas no son favorables para dicha mayoría,
pienso que no se puede decir que ha sido buenas.

P. L. Colombia está a punto de firmar un tratado de libre comercio con los


Estados Unidos. En general, se piensa que puede haber sectores ganado-
res y perdedores, y que esto es preciso entenderlo y aceptarlo en bien del
progreso. La globalización es sinónimo de progreso, y la conservación del
medio ambiente y la consideración del agua como un bien público se ven
como obstáculos a este proceso, que muchos defienden como la opción
para el desarrollo: ahora o nunca, dicen ellos.

M. B. Bueno, mucha gente dice que el libre comercio y la globalización eco-


nómica nos llevarán al progreso para todos, y que son como una ola que viene
y levantará todos los barcos, desde las grandes naves turísticas hasta los pe-
queños botes pescadores. Pero esto no es cierto. Se puede mirar los países
en el mundo que han liberado su mercado y se han des-regulado y privatizado,
y descubrir que en efecto han beneficiado algunas personas, sectores y corpo-
raciones, pero también que hay una clase baja que se crea o se mantiene al
servicio de la otra. China es otro ejemplo, adoptó todos los principios del
capitalismo y dejó caer la educación y la salud pública de un billón de perso-
nas. Si usted puede hacer dinero (y hay mucho dinero para hacer allá) enton-
ces se puede hacer rico, pero para la mayoría de la gente en China ésta no es
la situación. Como sucede en México, que firmó un tratado de libre comercio

255
Colombia: ¿un futuro sin agua?

con Estados Unidos y Canadá, y al principio a una docena de millonarios les


fue muy bien, pero nuestro cuadro demográfico pasó de lucir como un gran
huevo, con una clase media grande, a lucir como una pera con menos y me-
nos gente sosteniéndose en la cima, y más y más gente cayendo al fondo.

Tenemos que ser muy cuidadosos cuando hablamos de este capitalismo de


mercado, y preguntarnos para quién está funcionando, y porqué para ellos el
clamor por salud, educación y agua públicas es un obstáculo, porque todo
debe ser competitivo: Sólo si puedes pagar por esto...; hay que buscar a las
grandes compañías para que se encarguen. Y a la lucha por el agua potable y
el derecho al agua es una lucha por una globalización diferente, una globaliza-
ción de derechos humanos y dignidad humana, gerenciada ambientalmente.

P. L. El modelo de desarrollo dominante se fundamenta en niveles eleva-


dos de consumo material, que implican altas demandas de agua aunque se
logren ahorros con nuevas tecnologías de producción; por otra parte, el
crecimiento de población, y la necesidad de atender la demanda no satis-
fecha de los pobres y de los marginados, hace que la presión sobre el futu-
ro del agua tienda al infinito. ¿Qué piensa usted que se puede hacer para
afrontar esta situación?

M. B. La industrialización masiva está rápidamente sobrepasando los cultivos


industriales como el problema más serio respecto del agua. Las Naciones Unidas
acaban de publicar un reporte que dice que la demanda por agua en los próxi-
mos 5 a 10 años va a crecer en un 50%, y simplemente no la tenemos; no es
como si pudiéramos fabricar agua nueva. No sólo estamos contaminando el
agua que tenemos ahora: también estamos incrementando la demanda sobre
el agua que tenemos.

Al respecto no existe una respuesta simple: Se trata apenas de unirnos como


especie humana y tomar la decisión de conservar el agua, recuperar la conta-
minada, y no destruir más el agua dulce; y expedir leyes fuertes en cada uno de
los niveles de legislación, desde el municipal hasta el internacional. Si algo va
a detener la globalización es que vamos a quedamos sin los recursos que nece-
sitamos para seguir adelante: el gas, la energía para trabajar las praderas, y el
agua que se necesita para bombear el petróleo. En mi país se usa cada pulgada
de los acuíferos para bombear el petróleo. Esto no es sostenible, y la primera
cosa que nos lo va a mostrar es el agua; y si no escuchamos las advertencias al
respecto, no estaremos aquí como una especie.

P. L. El crecimiento se concentra en algunos países, y dentro de estos en


algunas regiones o ciudades. El aumento de las megalópolis, en especial
en los países en desarrollo o pobres, plantea problemas muy serios de
abastecimiento de agua dulce. ¿Qué importancia le da usted a estos te-
mas?

M. B. Uno de los grandes conflictos sobre decisiones alrededor del agua hoy,
es el existente entre la demanda urbana, que a menudo es también demanda

256
Colombia: ¿un futuro sin agua?

industrial, y las necesidades de las comunidades rurales para alimentar las


grandes ciudades. Estamos viendo, más y más, dos cosas: la primera, el robo
de agua a comunidades indígenas, rurales y pobres, particularmente tradicio-
nales o antiguas, en las cuales las prácticas de cultivo son ancestrales, y ade-
más se está tomando el agua a muchos de kilómetros de distancia, como
hace, por ejemplo, el gobierno de ciudad de México, que está tomando el
agua del territorio de algunas tribus ancestrales. La otra situación es que al
dejar sin agua a estas comunidades, entonces estas personas vienen a las
zonas crecientes de pobreza de las grandes ciudades. Así, el problema de
atender esta demanda ha creado otro mayor, y ahora tenemos millones y
millones de personas inmigrantes en las ciudades por no tener agua disponi-
ble en sus lugares de origen. Debemos respetar los derechos de las comunida-
des indígenas locales, campesinos, cultivadores, para que vivan en su tierra,
cultiven su comida y protejan su agua. Esto es lo que el concepto sobre el
derecho al agua hará posible.

P. L. El proyecto Planeta Azul precisamente es una iniciativa en pro de la


justicia del agua, basada en asumir el agua como bien público y patrimo-
nio de la humanidad, y esto se opone a los procesos de privatización, que
además se estiman inconvenientes para su preservación. ¿Quisiera expli-
camos esto?

M. B. Bueno, creo que existe una gran confrontación alrededor de quién es el


dueño del agua, y a quién se le debe permitir tomar las decisiones sobre ella;
y ahora mismo muchas de las principales instituciones en el mundo, el Banco
Mundial, la Organización Mundial de Comercio, aún las Naciones Unidas,
afirman que el agua debe ser un bien privado para ser vendido en el mercado
abierto; y así será entendido ambientalmente: la gente tendrá que pagar por
ella, y el mercado establecerá el nivel de la oferta y el precio. Nosotros soste-
nemos que el agua tiene que ser un derecho humano básico y un bien público,
lo cual se deriva de un concepto integral de los derechos humanos que genera
profundas divisiones que no pienso como de izquierda o de derecha, sino que
dependen de la visión que se tenga sobre ellos.

P. L. Precisamente el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional,


las transnacionales y algunos gobiernos parecen ser los responsables de la
catástrofe que se prevé con la crisis mundial del agua, pero para algunos
estas instituciones han contribuido al desarrollo alcanzado, hasta ahora,
que muestra cifras de mejoría de las condiciones de muchos países. Por
otra parte, se estima que estos organismos, y algunos países que son muy
criticados, así como las empresas, han tomado ya medidas sobre controles
ambientales y mejores prácticas. ¿Cuál es su opinión?

M. B. No estoy diciendo, y no conozco a nadie que lo haga, que el Banco


Mundial nunca ha hecho nada bueno. Ha puesto dinero en algunos proyectos
buenos, pero está fundamentalmente equivocado en su apoyo a la privatización
de los sistemas de agua. El Banco Mundial ha forzado a países en desarrollo a
aceptar la entrada de estas grandes compañías privadas de agua europeas,

257
Colombia: ¿un futuro sin agua?

como Suez, Deolea, RWE Thames, como una condición para adquirir fondos
para el desarrollo del agua, y esto ha sido probado como un terrible error. Kofi
Anan, el jefe de las Naciones Unidas dijo, recientemente, en el Foro Mundial
del Agua en ciudad de México, que la privatización no ha funcionado, que no
se van a cumplir las metas del milenio, y que ya es tiempo para los gobiernos
de retroceder y ofrecer el agua como un servicio público. Ha sido un terrible
experimento y es tiempo de que el Banco Mundial admita que en esta instan-
cia, como en la de permitir las grandes represas, están en el lado equivocado
de la historia.

P. L. Como usted sabe, Colombia se encuentra en medio de un conflicto


armado y en un proceso de acuerdo con los grupos paramilitares para su
reincorporación a la sociedad; esto hace que las tensiones y los procesos
democráticos sean muy difíciles, y en algunas regiones altamente peligro-
sos. La lucha del agua como un derecho fundamental y bien común es
considerada como una reivindicación de la izquierda disfrazada de verde,
y por lo tanto, como un obstáculo político al progreso, lo que hace riesgosas
las luchas de la sociedad civil. ¿Qué opina al respecto?

M. B. Pienso que ésta es una presión adicional en Colombia para la gente que
lucha por el derecho al agua, porque esta lucha ha sido vista como parte del
rompimiento entre derecha e izquierda, que es parte de la violencia en este
país. Sería muy triste que tuviéramos que rendirnos a la lucha por el derecho
al agua debido a esta otra historia. La gente que lucha acá por el derecho al
agua es solamente gente común y corriente, que vive en comunidades que
deben trabajar duro para suplir sus necesidades diarias, las necesidades de sus
hijos, y para saber si va a haber agua para sus nietos y aún para sus hijos. Y
ellos se unen cada vez a más gente en Latinoamérica. Éste es un esfuerzo de la
gente para vivir con dignidad y tener el derecho democrático y la posibilidad
de controlar sus vidas, y no veo cómo puede la izquierda estar opuesta simple-
mente a la humanidad, si usted lo quiere así. Yo realmente espero para Co-
lombia, y para el mundo, que superemos este asunto de sellos y lleguemos a
un lugar donde la misma crisis del agua nos enseñe cómo vivir con cada uno
de nosotros en paz y dignidad.

P. L. Según entiendo su padre era una persona interesada en la defensa de


los intereses públicos, y tuvo un gran ascendiente sobre usted. ¿Por qué no
nos habla un poco de usted?

M. B. Mi padre fue mi modelo a seguir y mi héroe; su nombre era William


McGrath y lideró la lucha en Canadá contra la pena de muerte, esto es,
cuando el Estado mata a la gente. Él era un gran hombre que siempre me
enseñó que era un privilegio crecer en un país como Canadá, o ser parte de
cierto grupo económico donde hay la posibilidad de ir al colegio; de esta ma-
nera siempre le puedes dar algo al mundo, en reciprocidad. Siempre he senti-
do furia ante la injusticia, he estado involucrada en muchos asuntos, el movi-
miento femenino, luchando en mi país para mantener los sistemas de salud y
nuestros programas sociales; nosotros estamos luchando contra la política de

258
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Stars Wat , la guerra del espacio internacional de George Bush, ya que él


quiere instalar misiles en Canadá. Estoy involucrada en muchos asuntos, pero
el que más me toca el corazón y más tiempo le he dedicado es este tema del
agua. Usted va a comunidades alrededor del mundo y ve a estas personas con
un pequeño balde bañando sus hijos, bebiendo y cocinando de ahí mismo.
Tienen poca agua y aún así te la ofrecen, y voy a mi casa y veo todos los grifos
de agua que tengo, y me doy cuenta que hay una gran iniquidad en el mundo,
no solamente norte-sur, también una diferenciación de clases dentro de nues-
tros países, y simplemente decidí que, en lugar de enojarme por esto, tengo
que hacer algo al respecto. Entonces paso mi vida viniendo a lugares maravi-
llosos como Colombia, haciendo increíbles amigos y ayudando a construir un
movimiento para un mundo mejor.

259
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Tipología y raíces de los conflictos


por el agua en el mundo
Pedro Arrojo Agudo1

La crisis de sostenibilidad de ríos y acuíferos,


y el acceso al agua potable
El ancestral paradigma de la “madre naturaleza” ofrece una visión mitificada de
la misma como generadora y sostén de la vida, a través de la imagen de la madre,
en clave de género femenino. Sin embargo, desde su afán por desentrañar los
códigos del orden natural, el espíritu renacentista acabaría rompiendo en buena
medida esta mitificación. Cada vez de forma más clara se teorizaría el objetivo de
conocer la naturaleza para dominarla y ponerla al servicio del hombre. De for-
ma un tanto brutal, Bacon llegaría a sentenciar que la ciencia debe tratar a la
naturaleza como trataba el Santo Oficio de la Inquisición a los reos que
juzgaba: debe torturarla hasta develar el último de sus secretos.

El Romanticismo perfiló ese enfoque de una forma más elaborada y sutil, exal-
tando la hermosura de esa naturaleza, que nos llega a apasionar y enamorar,
evolucionando así hacia una nueva mitificación, de nuevo en clave de género
femenino, pero esta vez desde el perfil de la amante, como objeto de deseo del
hombre. Llegados a este punto, no obstante, se enfatizaba, y aún hoy se suele
enfatizar, el carácter irracional, inestable, voluble e impredecible de esa natura-
leza; rasgos atribuidos al género femenino que motivan la necesaria acción ra-
cional y firme de la ciencia y de la técnica, esta vez sí bajo claros perfiles de
género masculino, con el fin de “dominarla y ponerla al servicio del hombre”.

Bajo esta lógica, y desde una confianza ciega en el desarrollo científico-técni-


co, se han conseguido, sin duda, importantes mejoras en la calidad de vida de
miles de millones de personas; pero también se han provocado quiebras en el
orden natural que suponen costosas facturas, especialmente para los más po-
bres y para las generaciones futuras.

En la actualidad se estiman en más de 1.200 millones las personas que no


tienen acceso garantizado a aguas potables, lo que conlleva más de 10.000
muertes al día, en su mayoría niños. Por otro lado, ríos, lagos y humedales 1Profesor del Departamento
de Análisis Económico de la
sufren la crisis de biodiversidad más profunda de las muchas existentes en la Universidad de Zaragoza. Ex
biosfera. Tal y como subraya la Declaración Europea por una Nueva Cultu- – presidente de la
Fundación de la Nueva
ra del Agua, firmada por cien científicos de los diversos países de la Unión Cultura del Agua.

261
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Europea a principios del 2005, ambas realidades son caras de una misma
crisis: la crisis de insostenibilidad de los ecosistemas acuáticos continentales
y de los acuíferos subterráneos.

De hecho, el problema no es tanto de escasez de aguas, sino de contamina-


ción y degradación ecológica. Nadie ha instalado su casa lejos de un río, de un
lago, de una fuente o de puntos donde las aguas subterráneas no sean accesi-
bles; el problema es que desde nuestra insaciable e irresponsable ambición
desarrollista, hemos degradado esos ecosistemas y acuíferos, produciendo graves
problemas de salud a las poblaciones que dependen de ellos.

Con frecuencia, se ha tendido a considerar la sostenibilidad como un objetivo


que debe ser prioritario tan sólo en los países desarrollados, asumiéndose que
el crecimiento económico de los países empobrecidos comporta necesaria-
mente la degradación de sus patrimonios y recursos ambientales. Tal enfoque,
siendo injusto en términos generales, es particularmente inaceptable en mate-
ria de aguas, en la medida en que se juega con la salud y la vida de las perso-
nas. El hecho de que en países desarrollados se hayan usado en el pasado
determinadas tecnologías contaminantes y depredadoras del medio ambiente,
no debe implicar que en los países empobrecidos tengan que cometerse los
mismos errores, desdeñando el uso de las tecnologías y estrategias actuales.

Desgraciadamente la falta de democracia y la irresponsabilidad de muchos


gobiernos, junto con la lógica de libre competencia impuesta desde la Organi-
zación Mundial de Comercio (OMC), favorecen la posibilidad de contaminar
sin regulación alguna en países empobrecidos o en desarrollo, practicando lo
que se conoce como dumping ambiental.

Tener un río contaminado en un país desarrollado, siendo sin duda grave, no


implicará necesariamente problemas de salud pública, pues suele haber me-
dios para garantizar aguas salubres en las redes urbanas; sin embargo, en
países empobrecidos o en desarrollo, matar un río supone quebrar la vida de
las comunidades que dependen de él. Por eso, la sostenibilidad de ríos, lagos,
humedales y acuíferos es un reto de supervivencia en el corto plazo para paí-
ses empobrecidos o en desarrollo, más allá de un reto global de habitabilidad y
calidad de vida a nivel planetario.

Impactos sobre la crisis alimentaria


Los impactos directos e indirectos provocados por la quiebra del ciclo hidrológico
y la crisis de insostenibilidad de ríos, lagos y humedales sobre las fuentes de
producción de alimentos en el mundo, han sido y son demoledores, especial-
mente en lo referido a la productividad natural de alimentos proteicos.

Con frecuencia, el drenaje y desecación de humedales se ha justificado desde


el argumento de hacer productivos esos espacios para luchar contra la pobre-
za y el hambre en el mundo; pero con su destrucción se han provocado quie-
bras en la rica biodiversidad de estos ecosistemas, existentes no sólo en el

262
Colombia: ¿un futuro sin agua?

propio humedal, sino en otros hábitats conectados, poniendo en crisis su fun-


ción de producción de alimentos proteicos (especialmente pesquerías), clave
en la dieta y subsistencia de muchas comunidades.

Es de notar que, si bien el pescado no suele ser la principal fuente de proteínas


en la dieta de los países más desarrollados (tan sólo el 10% en Europa y
Estados Unidos), su peso en países empobrecidos o en desarrollo suele ser
muy superior: En África representa más del 20% de las proteínas animales,
mientras en Asia supone el 30% (Iclarm, 1995). Es de notar que, para muchas
comunidades en territorios de interior, sin acceso a la pesca litoral, las pesque-
rías fluviales y lacustres son clave de supervivencia.

A lo largo del siglo XX, la construcción de grandes represas ha sido uno de los
factores que ha contribuido a la reducción drástica de la pesca fluvial, provocando
la extinción de muchas especies de peces y moluscos. Cabe citar como casos
documentados los del río Urrá, en Colombia, Singkarak en Sumatra, Lingjintan
en China, Theun Hiboun en Laos o Pak Mun en Tailandia (Dave Hubbel, 1994).
En todos estos casos, las grandes presas generaron graves problemas alimentarios
a cientos de miles de familias, en comunidades ribereñas pobres, por la degrada-
ción y en algunos casos la destrucción de sus producciones pesqueras.

Son notables las catástrofes ecológicas y humanitarias del Mar de Aral, en


Siberia Central, y del Lago Chad, en África. En el primer caso, la derivación
del 90% de los caudales de los ríos Amu Daria y Syr Daria, que alimentan el
que era el cuarto mayor lago del mundo, para regar algodón, ha llevado a que
se reduzca la lámina de agua a menos de la mitad, pasando de 64.500 km2 a
30.000 km2, triplicando su salinidad. Como consecuencia de todo ello han
desaparecido las pesquerías que producían 44.000 tons anuales de pescado y
generaban 60.000 puestos de trabajo (Mc Cully, 2004). Para colmo, tal y
como reseña en sus trabajos Janet Abramovitz, del World Watch Institute,
las tormentas de viento levantan nubes de polvo con sales tóxicas en los 36.000
km2 del fondo del mar que han quedado al descubierto, generando graves
problemas de salud pública (Abramovitz, 1996) .

El desarrollo de grandes infraestructuras hidráulicas no sólo ha afectado a


la pesca en ríos y lagos, sino también los mares. El caso de la presa de
Asuán, sobre el Nilo, es paradigmático al respecto. Diez años después de
su inauguración, de las 47 especies que se pescaban en el río, tan sólo
quedaban 17; sin embargo, el impacto pesquero más brusco y traumático
se produjo en el mar: Al año siguiente de cerrar las compuertas de la
presa, las capturas de sardina y boquerón cayeron en todo el Mediterrá-
neo Oriental entre el 80% y el 90% (White, 1988). Hoy se sabe que estas
especies, como otras, crecen en la desembocadura de los grandes ríos,
aprovechando la riqueza en nutrientes continentales que aportan las cre-
cidas primaverales. Este fenómeno de fertilización de las plataformas
costeras es y ha sido más relevante en mares cerrados o cuasi-cerrados
como el Mediterráneo, pobres en plancton. Un impacto similar se produjo
en el Mar de Cortés (California mejicana), como consecuencia del trasvase

263
Colombia: ¿un futuro sin agua?

del Río Colorado para regar Imperial Valley, y alimentar el desarrollo ur-
banístico de Los Ángeles-San Diego (Postel,1996).

La creciente comercialización internacional del pescado está induciendo situa-


ciones de sobre-pesca que contribuyen a quebrar la sostenibilidad de muchas
de esas pesquerías, tanto fluviales como costeras, debilitando el consumo fa-
miliar local. En Bangladesh, por ejemplo, habiéndose multiplicado las activida-
des pesqueras, la ración per cápita en comunidades pobres se ha reducido a la
tercera parte en dos décadas (Abramovitz, 1996).

En el Amazonas, donde viven más de 3.000 especies de peces (un tercio de


las existentes en el mundo), se obtienen 200.000 toneladas anuales de pesca-
do, en su mayoría destinadas al autoconsumo y a los mercados locales. Sin
embargo, en los últimos años la irrupción de la pesca industrial, las talas masi-
vas, los vertidos mineros, la construcción de represas y la desecación de
humedales (crecimiento de la llamada frontera agro-ganadera), están haciendo
entrar en crisis esta poderosa fuente de alimentos proteicos, provocando la
desaparición progresiva de especies tan emblemáticas como el tambaquí
(Goulding, 1993).

En el Sudeste Asiático el acelerado crecimiento industrial de Tailandia está moti-


vando la construcción de grandes represas y trasvases desde el río Mekong, que
amenazan desencadenar quiebras ecológicas con desastrosos impactos sobre las
fuentes tradicionales de alimentos de millones de personas. Una pieza fundamen-
tal de ese complejo entramado hidrológico es el lago Tonle Sap o Gran Lago de
Camboya, cuya superficie oscila entre 3.000 km2 y 13.000 km2, cuando recibe
los masivos caudales monzónicos. Gracias a esta dinámica oscilante el lago ha
venido produciendo unas 100.000 toneladas de pescado anuales, como princi-
pal fuente de proteínas para 9,5 millones de camboyanos. La periódica inunda-
ción de esos 10.000 km2 de campos y bosques alimenta un ciclo ecológico tras-
cendental (Hill et. al., 1994): Por un lado fertiliza los campos en los que se cultiva
el 50% del arroz producido en Camboya; y por otro es clave para la procreación
de los peces, que desovan y se alimentan en las áreas de bosque inundado. Ciclos
similares se producen a lo largo de miles de kilómetros de zonas inundables alre-
dedor del Mekong, hasta llegar al productivo delta. En total, se estima que 52
millones de personas dependen, para su alimentación básica, de la productividad
biológica natural del Mekong (Moreth, 1995).

Las alteraciones en cantidad y calidad de los caudales de muchos de los gran-


des ríos del mundo, han hecho entrar en crisis formas tradicionales de produc-
ción agraria ligadas a los ciclos fluviales de crecida. En Nigeria, la construcción
de la presa de Bakalori supuso perder el 53% de los cultivos tradicionales,
ligados a esos ciclos de inundación en las llanuras de la cuenca baja y media; y
también la destrucción de los pastos que servían de base a la ganadería, ade-
más de afectar seriamente a los acuíferos, colapsando reservas de agua vitales
en los periodos secos (Adams, 1992). Casos similares se han dado, tal y como
refleja el informe final de la World Commission on Dams presentado en Lon-
dres en el año 2000, en el río Senegal, con cerca de 800.000 damnificados

264
Colombia: ¿un futuro sin agua?

en sus cultivos tradicionales; en el embalse de Sobradinho, en Brasil, con


cerca de 11.000 familias de agricultores gravemente afectadas; o en el caso
de las represas de Tarbela y Kotri en Pakistán, que provocaron la ruina del
pastoreo tradicional, aguas abajo, en las llanuras de inundación (Wcd, 2000).

A pesar de su gravedad, estos impactos no suelen figurar en las estadísticas


económicas oficiales, en la medida que buena parte de esta producción de ali-
mentos se dirige a mercados locales y al autoconsumo sin entrar en los grandes
circuitos comerciales. Suele incluso argumentarse que estos modelos de produc-
ción, vinculados a los ciclos fluviales y a técnicas artesanales de pesca, adolecen
de bajos niveles de eficiencia económica. No obstante, si se contabilizan los valo-
res ambientales y sociales en juego y se asumen objetivos de sostenibilidad y
de distribución equitativa, esa pretendida ineficiencia se torna en altos niveles
de eficiencia eco-social. Lo que aparentemente tiene una escasa eficiencia
económico-productiva, desde la lógica de mercado, llega a ser altamente eficien-
te, sin embargo, en la resolución de problemas de hambre.

Otros impactos socio-económicos


Es difícil entender los conflictos en materia de aguas sin tener en cuenta la com-
pleja vinculación de los ecosistemas acuáticos con el territorio que drenan. Con
frecuencia una de las claves de la degradación de la calidad del agua radica en la
deforestación y la extensión de la frontera agro-pecuaria. La depredación del
territorio, además de destruir formas de vida y tejidos sociales tradicionales, supo-
ne alterar seriamente el ciclo hídrico continental. La deforestación suele implicar
el empobrecimiento del suelo fértil, tan frágil como exuberante es el bosque que
sustenta, y su posterior erosión con el correspondiente aumento de escorrentía,
disminución de infiltración a los acuíferos e incremento de riesgos de crecida e
inundación en las zonas ribereñas aguas abajo.

La crisis de los ecosistemas hídricos comporta importantes afecciones socio-


económicas en la medida que afecta al complejo conjunto de valores, funcio-
nes y servicios ambientales brindados por estos ecosistemas, uno de los cuales
es la auto-depuración de las aguas. Los ríos en buen estado ecológico, y de
forma muy especial los humedales, son verdaderas macro-depuradoras natu-
rales que regeneran la calidad del agua. Al degradar la pirámide de vida de los
ecosistemas acuáticos, degradamos esta capacidad, fragilizando los ecosistemas
frente a los procesos de eutrofización (por exceso de nutrientes).

Por otro lado, las áreas de inundación fluviales son clave en la alimentación de
acuíferos y en la fertilización de tierras; pero de forma muy especial, estas áreas
de inundación, junto con los humedales, son claves en la regulación de avenidas.
Un caso paradigmático a nivel mundial lo ofrece el polémico proyecto de la
hidrovía entre Brasil, Argentina, Paraguay y Bolivia, que desde hace años y en
sucesivas versiones viene amenazando el complejo sistema hidrológico que ali-
menta la cabecera de la Cuenca del Plata. El proyecto se basa en drenar el Gran
Pantanal, el mayor humedal del mundo, con 200.000 km2 de extensión. Los
estudios elaborados para el Banco Interamericano de Desarrollo, estimaron que

265
Colombia: ¿un futuro sin agua?

tal drenaje comportaría la extinción de unas 600 especies de peces, 650 de aves
y otras 80 de mamíferos. Por otro lado, la ruptura de la función reguladora del
Gran Pantanal incrementaría los riesgos de inundación y el impacto de las sequías
en toda la cuenca (Cebrac & Wwf, 1994).

La construcción de grandes represas en el mundo no sólo ha roto la continuidad


del hábitat fluvial en la inmensa mayoría de los ríos, sino que ha modificado
drásticamente sus regímenes naturales en flujos de agua, de sólidos y de nutrientes,
generando impactos irreversibles en la biodiversidad y en la geo-dinámica fluvial
(erosión, sedimentación, evolución de meandros). La retención en esas represas
de sedimentos que durante millones de años han alimentado los deltas y compen-
sado su subsidencia natural, está provocando su progresivo hundimiento,
salinización y desaparición. Tal proceso, acelerado por el crecimiento del nivel de
los mares derivado del calentamiento global, hace vislumbrar en el plazo de algu-
nas décadas graves consecuencias socio-económicas.

El caso de la gran presa de Asuán en el Nilo, y sus impactos sobre el Delta de


Alejandría y sobre las playas del Norte de África, es quizás uno de los significa-
tivos. El Instituto Oceanográfico Woods Hole de Massachussets estima que
Egipto podría llegar a perder bajo el mar, en el margen de seis décadas, hasta
un 19% de sus territorios habitables, lo que forzaría el desplazamiento de hasta
un 16% de su población (Milliman, et. al, 1989).

En la Cuenca del Mekong, la construcción de grandes represas está abriendo


el camino a una acelerada deforestación en las cabeceras fluviales, provocan-
do importantes procesos erosivos. Ello multiplica la escorrentía, acelera la
cinética fluvial y por tanto dispara los riesgos de riadas catastróficas, cuyas
consecuencias empiezan ya a sufrirse. Sin embargo, a pesar de esos procesos
de masiva erosión, el posterior colapso de sedimentos en las represas y los
masivos trasvases previstos hacen temer serios impactos sobre el delta por
falta de sedimentos.

A raíz de las traumáticas inundaciones del Mississipi, en Luisiana, y del Rin,


en Holanda, a principios de los 90, la tradicional prevención de inundaciones
mediante diques de ribera y grandes represas para intensificar la regulación,
ha ido cediendo espacio a estrategias basadas en los nuevos enfoques de la
eco-hidrología. Se trata de devolver espacios de inundación blanda al río, en
su cuenca media (haciendo incluso retroceder los diques ya construidos), re-
componiendo meandros rectificados y repoblando bosques en sotos y riberas;
estrategias, en suma, que buscan dispersar la energía de las crecidas, apren-
diendo de las dinámicas naturales, con frecuencia más eficaces y económicas
que los proyectos hidráulicos.

Crisis del modelo estructuralista


y conflictos frente a las grandes represas
Lógicamente, los graves impactos ambientales reseñados anteriormente están
en la base de un sinfín de conflictos y luchas sociales. En contra de lo que a

266
Colombia: ¿un futuro sin agua?

veces se piensa, los focos más activos de la movilización social por motivos
ecológicos, en materia de aguas, no están en los países ricos, sino en los
empobrecidos y en desarrollo. En la mayoría de los casos se trata de luchas
por la supervivencia de comunidades y pueblos enteros, damnificados por
estos desastres ecológicos.

A finales de los 90, el Banco Mundial, ante los agudos conflictos suscitados
por los proyectos de grandes represas que financiaba en países en desarrollo,
propuso a Internacional Rivers Network (IRN) la posibilidad de desarrollar un
amplio debate mundial sobre la cuestión. La respuesta afirmativa de IRN,
como representante de múltiples colectivos de afectados por grandes presas
en el mundo, permitió poner en marcha la llamada Comisión Mundial de
Presas (World Commission on Dams-WCD) bajo la presidencia de Kader Asmal,
ministro de medio ambiente, por entonces, en el Gobierno Sudafricano de
Nelson Mandela. Tras dos años de trabajos, en el 2000, la comisión presentó
su informe final en Londres. En él se valoran las importantes conquistas socio-
económicas conseguidas gracias al desarrollo de grandes obras hidráulicas, y
se revisan las dramáticas previsiones de diversas instituciones internacionales
sobre el crecimiento de la población y del número de seres humanos sin ga-
rantías de acceso a aguas potables, la crisis alimentaria y el crecimiento de las
demandas de electricidad en el mundo. Con base en tales previsiones, desde
un enfoque desarrollista tradicional parecería necesario perseverar en el crear
nuevas infraestructuras que permitan explotar mayores caudales de ríos, lagos
y acuíferos, pero el Informe subraya los argumentos claves que cuestionan
hoy la validez de las estrategias de oferta, basadas en nuevas grandes obras
hidráulicas: Baja eficiencia y problemas de rentabilidad económica; graves
impactos ecológicos y ambientales, con frecuencia irreversibles, y graves im-
pactos sociales y afección a derechos humanos de las poblaciones.

Respecto del primer punto, la evolución de las estructuras económicas tanto


nacionales como mundial, ha generado profundos cambios durante la segun-
da mitad del siglo XX que conllevan balances coste-beneficio negativos en la
mayoría de los grandes proyectos hidráulicos. En lo que se refiere al segundo
punto, el informe recoge los argumentos e impactos ambientales reseñados
anteriormente, haciendo énfasis en sus graves consecuencias socio-económi-
cas, especialmente sobre las comunidades más pobres.

Pero es quizás en el último punto donde emergen los datos más chocantes y
conmovedores. Tras dos años de trabajo y habiendo podido precisar los me-
tros cúbicos que pueden almacenarse en las casi cincuenta mil grandes repre-
sas construidas a lo largo del siglo XX, a pesar del apoyo recibido por parte de
los respectivos gobiernos, la Comisión manifiesta su impotencia para deter-
minar el número de personas desplazadas a la fuerza por la construcción de
esas represas. Se estima, dice el informe, que entre 40 y 80 millones de
personas vieron sus casas y pueblos inundados; y a ello hay que añadir, según
el informe, un número muy superior de desplazados por afección indirecta en
el entorno de los valles inundados. Para colmo, tal y como denuncia la Comi-
sión, los impactos socio-económicos más graves han recaído sobre las comu-

267
Colombia: ¿un futuro sin agua?

nidades más pobres y sobre los sectores más desprotegidos (particularmente


mujeres y niños), mientras que los beneficios generados han ido a parar a
sectores ricos y poderosos, así como a territorios alejados más desarrollados.

Resulta impresionante la envergadura del drama humano que estos desplaza-


mientos forzados han representado hasta la fecha. Empero, resulta aún más
impresionante el nivel de ignorancia y silencio que se ha mantenido y se man-
tiene en torno a esta especie de holocausto hidráulico del siglo XX (como
suele llamarlo el profesor Martínez Gil). Hablar de entre cuarenta y ochenta
millones equivale a reconocer que no sabemos ni hemos querido saber. Esta-
mos por tanto ante el drama de la invisibilidad de las víctimas.

Durante las últimas décadas, la reacción, cada vez más activa y masiva de las
poblaciones afectadas, ha ido rompiendo el amplio consenso social que ha
mantenido esa mordaza de silencio, más allá de la represión directa, que en
ocasiones ha sido y sigue siendo brutal. Aunque la casuística es muy diversa,
en la mayoría de los casos nos encontramos con poblaciones rurales pobres,
en muchos casos comunidades indígenas, con muy escaso poder político,
marginales o fáciles de marginar, en principio. Para esas comunidades, en
muchos casos, lo que está en juego no son propiamente derechos sobre el
agua, sino el territorio mismo en el que habitan. En zonas de montaña, donde
suelen darse las mejores cerradas para las grandes represas, el recurso más
preciado y escaso no es el agua sino las tierras habitables y cultivables del
fondo de valle, que acaban siendo inundados por los embalses. En estos casos
se pone en cuestión el derecho al territorio y a la existencia misma de las
comunidades. Más allá de compensaciones económicas, más o menos ajusta-
das a precios de mercado o escamoteadas, debe entenderse que un pueblo es
mucho más que un conjunto de casas expropiables. Los valores identitarios,
culturales y emotivos en juego, en éstos y en otros muchos casos, llevan hoy a
considerar el derecho colectivo de los pueblos a su territorio y a sus ecosistemas
naturales como un derecho humano, en el debate sobre la llamada tercera
generación de derechos humanos que tiene lugar actualmente en la ONU.

De esta forma, el derecho de las comunidades a la sostenibilidad de los


ecosistemas acuáticos y al territorio que sustentan su existencia, son las claves
reivindicativas de la movilización social que ha puesto contra las cuerdas las
políticas de agua que han estado vigentes a lo largo del siglo XX. Políticas
basadas en enfoques de gestión de recurso y estrategias de oferta, bajo ma-
siva subvención pública, tan ineficientes e irracionales económicamente como
insostenibles e injustas, social y ambientalmente.

Las conflictivas y convulsas


aguas de la globalización
Con frecuencia desde los países en desarrollo se recela de las políticas internacio-
nales que promueven objetivos de sostenibilidad, al entenderse que encubren
operaciones de los países ricos para controlar nuevos recursos naturales, que
podrían llegar a cuestionar la soberanía de los países en desarrollo sobre sus

268
Colombia: ¿un futuro sin agua?

propios recursos y territorios. Tal temor no es infundado cuando, en nombre del


bien de la humanidad y desde un orden mundial regido por las grandes poten-
cias, se intenta imponer políticas de desnacionalización de patrimonios natura-
les, al tiempo que se activan fuertes presiones privatizadoras sobre ellos (bosques,
tierras, ríos, aguas, patrimonios genéticos…). Sin embargo, más allá de las ma-
niobras de las grandes potencias para acaparar recursos naturales, lo cierto es
que los impactos ambientales no suelen respetar fronteras. En materia de aguas,
las cuencas hidrográficas y los acuíferos trans-fronterizos, ofrecen marcos territo-
riales de gestión natural de los caudales continentales que también desbordan las
fronteras políticas. En este tipo de cuencas y acuíferos, un reto clave de abordar
es el de una gestión ecosistémica compartida con base en adecuados acuerdos y
leyes internacionales justas, bajo la garantía de organizaciones supranacionales,
cuando menos de carácter regional.

Las Naciones Unidas tienen ante sí el reto de crear instituciones internaciona-


les que puedan supervisar esa gestión trans-fronteriza compartida. Sin embar-
go, para que tales instituciones puedan existir, es necesario suscitar un orden
global multilateral y democrático todavía lejano. Sólo desde una ONU demo-
cratizada, que globalice garantías para los más débiles e imponga reglas y
límites justos a las ambiciones de los más poderosos, se puede aspirar a pro-
mover, desde la mutua confianza, tales instituciones. En todo caso, cuando
menos, es necesario que la cuestión entre en la agenda de los acuerdos e
instituciones internacionales de carácter regional. Tal sería el caso de Mercosur
a la hora de gestionar conflictos en cuenca internacionales como la surgida en
el Plata, entre Argentina y Uruguay a propósito de la industria papelera.

La Unión Europea nos ofrece un ejemplo muy positivo en este campo. De


hecho, la nueva Directiva Marco de Aguas aprobada en el 2000, exige pro-
mover instituciones transnacionales en las cuencas trans-fronterizas europeas,
con el fin de organizar una gestión sostenible y equitativa de los ecosistemas
fluviales. Desgraciadamente el modelo de globalización en curso no constituye
un modelo democrático, globalizador de derechos humanos y ciudadanos; por
el contrario, las política de la OMC y del Banco Mundial (BM), se centran en
ampliar las fronteras del libre mercado, transformando en espacio de negocio
el medio ambiente y los servicios públicos más básicos.

Hoy se puede afirmar que tal política, no sólo ha resultado ineficaz a la hora
de reducir los gradientes de inequidad y pobreza, sino que, en particular, en
materia de aguas, lejos de garantizar el acceso a aguas salubres a los más
pobres, ha contribuido a fragilizar y empeorar su situación. Y es que, desde la
lógica del libre mercado, los pobres nunca han sido un buen negocio…

Podríamos decir que asistimos a una paradójica esquizofrenia en las políticas


de aguas de las instituciones financieras internacionales. Por un lado, en nom-
bre de la eficiencia económica, se promueve la liberalización y privatización
de los servicios públicos de agua y saneamiento, al tiempo que, por otro lado,
el BM recupera sus líneas de financiación de grandes obras hidráulicas, aún
siendo consciente de su irracionalidad e ineficiencia económica. De esta for-

269
Colombia: ¿un futuro sin agua?

ma, al tiempo que se glorifica el mercado, se condena el proteccionismo públi-


co en países en desarrollo y se abren espacios de negocio a los grandes opera-
dores transnacionales, y se reimpulsan las viejas estrategias de oferta bajo
masiva financiación y subvención públicas, beneficiando a grandes empresas
transnacionales y grupos de presión nacionales, sobre la base de cargar la
deuda pública de esos países.

Durante las dos últimas décadas, en este confuso y convulso marco internacio-
nal, se han levantado grandes movimientos contra la privatización y la
comercialización de los servicios de agua y saneamiento, al tiempo que se ha
reforzado la movilización contra la financiación pública con fondos del BM, de
megaproyectos hidráulicos que atentan contra los derechos humanos de las
poblaciones afectadas y que agravan la crisis de insostenibilidad de los
ecosistemas acuáticos continentales.

La complejidad de los valores en juego


Como ya se ha explicado, la crisis de insostenibilidad de los ecosistemas acuá-
ticos y la quiebra del ciclo hidrológico nos han llevado a una creciente escasez
de recursos de calidad, generando graves consecuencias de salud pública, es-
pecialmente en las comunidades, pueblos y países más pobres. Estos proble-
mas y la evidente ineficiencia de los modelos de gestión pública tradicionales
obligan a pensar en nuevos modelos de cara al futuro.

La necesidad de considerar el agua como un activo eco-social (donde la raíz


eco expresa al tiempo valores económicos y ecológicos), y no simplemente
como un puro input productivo, resulta cada vez más evidente. Cambiar este
enfoque conceptual implica en definitiva pasar de considerar el agua como un
simple recurso (subvencionado o no), a un enfoque de gestión ecosistémica,
sin duda mucho más complejo. La Directiva Marco de Aguas (DMA), vigente
desde finales del 2000 en la Unión Europea, promueve este nuevo enfoque.

Al igual que cualquiera entiende la necesidad de pasar de la gestión maderera


(gestión de recurso) a enfoques más complejos de gestión forestal (gestión
ecosistémica), resulta cada vez más evidente la necesidad de un cambio similar
en materia de aguas. Recuperar y conservar el buen estado ecológico de ríos,
lagos y humedales es, de hecho, el objetivo central de la DMA. No sólo se trata
de preservar la calidad físico-química de las aguas (como recurso), sino de
cuidar la salud de los hábitats acuáticos y ribereños, garantizando un régimen
adecuado de caudales con los correspondientes flujos sólidos y de nutrientes.

A pesar de la consistencia del enfoque ecosistémico, y de su creciente im-


plantación en la legislación de los países más avanzados, los enfoques
productivistas y de gestión de recurso mantienen su influencia. Desde la cohe-
rencia neoliberal del modelo de globalización en curso, lejos de cuestionar
estos enfoques, se viene proponiendo su potenciación “racionalizándolos”
mediante políticas de liberalización, desregulación y privatización. Tales enfo-
ques, junto a la concepción de los servicios urbanos de abastecimiento como

270
Colombia: ¿un futuro sin agua?

simples servicios económicos, vienen inspirando fuertes presiones, como res-


puesta a los problemas de ineficiencia en la gestión pública. La absoluta de-
pendencia de todos respecto a estos servicios básicos (que hace ineludible la
disposición al pago), junto a la creciente escasez de aguas de calidad, han ido
haciendo atractivo el sector como espacio de negocio. Esta tendencia tiene
sin duda su expresión más relevante en las políticas del BM y de la OMC, al
condicionar sus créditos en esta materia, a la privatización de los servicios
urbanos de abastecimiento y saneamiento, en las grandes ciudades de los
países en desarrollo.

Reducir los valores en juego al valor del agua como puro recurso, favorece las
presiones des-reguladoras y refuerza la lógica económica de mercado. Sin
embargo, asumir como base de la gestión de aguas el principio de sostenibilidad,
desde un enfoque ecosistémico, exige reforzar la responsabilidad pública en
esta materia. La complejidad de valores y derechos presentes y futuros que se
ponen en juego desde este enfoque, junto a la imposibilidad de parcelarlos
para apropiarlos, hacen del mercado una herramienta demasiado simple e
insensible a muchos de esos valores.

Por otro lado, más allá del reto de la sostenibilidad, emergen cada vez como más
fuerza problemas éticos vinculados a principios como el de equidad o el del dere-
cho a la vida, que nos plantean la necesidad de una reflexión más profunda en
torno a las funciones del agua, los valores y los derechos en juego.

Bases éticas: funciones, valores y derechos en juego


La ciencia económica ha ido emborronando conceptualmente dos términos
castellanos heredados del griego, que Aristóteles distinguía con precisión: eco-
nomía y crematística, la primera como “arte de bien administrar los bienes de
la casa”, mientras que la segunda se ocupaba tan sólo de una parte de esos
bienes: los de mercado, que podían valorarse en dinero. Si en la definición
aristotélica de economía sustituyéramos el término casa por el de planeta,
obtendríamos una buena definición de la moderna economía ecológica.

Siguiendo este enfoque conceptual, son cada vez más los economistas que
denuncian el error que supone mercantilizar los bienes ambientales, como
puros inputs económicos. Daly, en concreto, razona así:

“Algunos argumentan que el capital hecho por los humanos y el capi-


tal natural son bienes sustituibles uno por otro de manera que la idea
de factor limitante (para la producción) es irrelevante. Sin embargo
creo que está bastante claro para el sentido común que el capital he-
cho por los humanos y el capital natural son esencialmente comple-
mentarios y sólo marginalmente sustitutivos.”

El enfoque mercantil, aplicado a la gestión de aguas y de servicios básicos, de


los que depende la salud y la vida de las comunidades, viene evidenciándose
como un error. El agua es ciertamente un elemento bien definido: H2O, pero

271
Colombia: ¿un futuro sin agua?

sus funciones son diversas; y lo que es más importante, están relacionadas con
rangos éticos y categorías de valor diferentes, algunos de los cuales no son
gestionables mediante simples relaciones económicas de cambio, al no ser
sustituibles, de forma consistente, por bienes de capital. Por ello, es funda-
mental distinguir las diversas categorías de valor y de derecho que se relacio-
nan con ellas, en orden a establecer prioridades y criterios de gestión adecua-
dos (Arrojo, 2005):

- El agua-vida, en funciones básicas de supervivencia, tanto de los seres


humanos, como de los demás seres vivos en la naturaleza, debe ser recono-
cida y priorizada de forma que se garantice la sostenibilidad de los ecosistemas
y el acceso de todos a cuotas básicas de aguas de calidad, como un derecho
humano.
- El agua-ciudadanía, en actividades de interés general, funciones de salud y
cohesión social (como los servicios urbanos de agua y saneamiento), debe
situarse en un segundo nivel de prioridad, en conexión con los derechos de
ciudadanía y con el interés general de la sociedad.
- El agua-crecimiento, en funciones económicas ligadas a actividades pro-
ductivas, debe reconocerse en un tercer nivel de prioridad, en conexión
con el derecho individual de cada cual a mejorar su nivel de vida. Ésta es, de
hecho, la función en la que se usa la mayor parte del agua extraída de ríos
y acuíferos, siendo clave en la generación de los problemas más relevantes
de escasez y contaminación en el mundo.
- El agua-delito: cada vez son más los usos productivos del agua sobre
bases ilegítimas, cuando no ilegales (vertidos contaminantes, extraccio-
nes abusivas, …). Tales usos deben ser evitados y perseguidos mediante
la aplicación rigurosa de la ley.

En el ámbito del agua-vida, tratándose de derechos humanos, la prioridad máxi-


ma de gobiernos e instituciones internacionales debe ser garantizarlos con efica-
cia. El argumento de la falta de recursos financieros resulta injustificable, incluso
para los gobiernos de países empobrecidos; y con mayor razón para los gobier-
nos de los países más ricos e instituciones internacionales como el BM. Al fin y al
cabo, la “revolución de la fuente pública, potable y gratuita, en la plaza, cerca de
casa…” fue desarrollada en mucho países (como España), cuando eran realmen-
te pobres y ni siquiera existía el BM. El reto no fue financiero, sino político. Se
asumió la responsabilidad pública del agua potable y gratuita en la fuente, como
máxima prioridad de la comunidad y del Estado; antes incluso que la primera
farola y que el asfalto de la calle o de la carretera…

Cuando se trata de usos relacionados con actividades de interés general, como


los servicios domiciliarios de agua y saneamiento, más allá del acceso a esas
cuotas básicas que deben considerarse como un derecho humano (la fuente
pública), el objetivo central debe ser garantizarlos a todos, ricos y pobres, bajo
criterios de máxima eficiencia socio-económica. Los principios de equidad y
cohesión social vinculados a derechos de ciudadanía, deben ser promovidos
desde la función pública. Sin embargo, en este caso, junto con los derechos de

272
Colombia: ¿un futuro sin agua?

ciudadanía, deben explicitarse los correspondientes deberes de ciudadanía. La


aplicación de adecuados modelos tarifarios debe incentivar esa eficiencia so-
cio-económica, promover actitudes individuales y colectivas responsables, así
como garantizar la recuperación de costes desde criterios sociales redistributivos.

Sin embargo, la mayor parte de los caudales extraídos de ríos y acuíferos no


cubren funciones básicas de sostén de la vida, ni sustentan servicios de interés
general, sino que se dedican a actividades productivas. Tales actividades, sien-
do en su mayoría legítimas, no deben caracterizarse como de interés general,
y menos vincularse a derechos humanos o ciudadanos. Para este tipo de usos,
en la medida que sus objetivos son estrictamente económicos, se deben apli-
car criterios de racionalidad económica, basados en el principio de recupera-
ción de costes. Se trata, en definitiva, de que cada usuario responda económi-
camente del agua que usa, como recurso escaso, sin que en este caso existan
razones para introducir subvenciones directas ni cruzadas.

Gestión pública & privada: el reto de la


gobernabilidad participativa
La estrategia privatizadora del BM y de la OMC ha pasado y pasa por la
“anorexización” y progresiva desactivación de la función pública en todos los
niveles, desde el internacional al local pasando por el nacional, para dejar
mayores espacios a la gestión basada en el libre mercado. Bajo esta presión se
vienen degradando las tradicionales funciones del Estado y de las instituciones
públicas en general como impulsores de valores de justicia y cohesión social.
La deslegitimación de la función pública como fuente de ineficiencia, opaci-
dad y autoritarismo, lleva a presentar las políticas liberalizadoras y des-
reguladoras como alternativas de modernidad, flexibilidad, eficiencia y racio-
nalidad económica.

Desde este enfoque, el acceso universal a servicios básicos de interés general


como los servicios de agua y saneamiento (u otros como la sanidad o la educa-
ción), tradicionalmente asumidos como derechos de ciudadanía en el llamado
“Estado del Bienestar”, pasa a considerarse una interferencia del Estado que en
el ámbito de los servicios económicos que deben ser accesibles a quienes puedan
y estén dispuestos pagarlos.

La privatización de la gestión de los servicios públicos de agua y saneamiento


en las grandes ciudades de países empobrecidos o en desarrollo (la privatización
de la gestión en pequeñas ciudades y zonas rurales no interesa a los grandes
operadores), bajo las presiones del BM, han suscitado una fuerte reacción
social, especialmente en las comunidades y sectores más pobres. Esta reac-
ción, de hecho, ha hecho fracasar estas políticas en muchos países, especial-
mente en América Latina, motivando un giro en las estrategias de los grandes
operadores. En los últimos años, la preferencia por los llamados “mercados
no regulados” (unregulated markets) ha dejado paso a la predilección por los
llamados “mercados fiables” (reliable markets), que se ofrecen principalmen-
te en los países de la Europa Oriental, incluida Rusia.

273
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Dos son los principales argumentos empleados para justificar las políticas
desreguladoras y privatizadoras en este sector: Se supone que el sector priva-
do aportará las inversiones necesarias, de las que carece la administración
pública; y se supone que la libre competencia debe promover mayores niveles
de eficiencia y un mayor control de los usuarios mediante el ejercicio de sus
derechos como clientes.

Lo cierto es que la política expansiva de los grandes operadores transnaciona-


les, en su mayoría europeos, hacia países en desarrollo, no se ha distinguido
por grandes inversiones privadas en el desarrollo de redes e infraestructuras
básicas en dichos países. Argentina, donde se inició la experiencia privatizadora
de la gestión urbana de aguas en América Latina (al margen del caso chileno,
muy específico), constituye un claro ejemplo al respecto. Los grandes opera-
dores apenas aportaron una mínima proporción de las inversiones realizadas
durante estos años que, en su mayor parte, siguieron siendo públicas. La es-
trategia empresarial de esos operadores siempre ha considerado arriesgado y
de escasa rentabilidad realizar inversiones masivas en infraestructuras básicas;
por ello, en la mayoría de los casos, el proceso de privatización tan sólo ha
desbloqueado créditos del BM que, aunque que se cargan sobre la deuda públi-
ca del país, se gestionan a través del operador privado.

El segundo argumento, que en otros servicios públicos puede resultar válido,


no lo es en éste. Ante todo, es preciso subrayar que nos encontramos ante lo
que se denomina un “monopolio natural” que, al privatizarse, a lo sumo, admi-
te un proceso de competencia “por el mercado”, pero no “en el mercado”. Es
decir, a lo más que se puede aspirar es a la efímera competencia que se genera
en un concurso público. Una vez concesionado, el servicio pasa a ser gestiona-
do en régimen de monopolio privado por largas décadas, en condiciones difí-
cilmente revisables y rescindibles. En este contexto, lo que suele ocurrir, en la
práctica, es que se reduce la competencia. En efecto, cuando la gestión es
municipal o se hace desde una empresa pública local o regional, la adquisición
de nuevas tecnologías, los trabajos de mantenimiento y modernización, así
como otras múltiples acciones específicas, suelen ser contratadas acudiendo al
mercado, donde compiten multitud de pequeñas y medianas empresas alta-
mente especializadas. Sin embargo, cuando el servicio queda adjudicado a
alguna de las grandes transnacionales que dominan el sector, el llamado “mer-
cado de inputs secundarios”, en el cual se tiende a radicar más volumen de
negocio que en la gestión misma del servicio, suele quedar bloqueado y blinda-
do a la competencia en la medida que estas empresas disponen de sus propios
recursos para cubrir tales necesidades. El resultado final, paradójicamente, es
que se reduce la competencia de mercado.

En cuanto al control de los ciudadanos sobre el operador a través del ejercicio


de sus derechos como clientes, tampoco funciona en este caso. Al respecto,
debemos recordar que tales derechos suelen ejercerse cambiando de provee-
dor, en caso de descontento. Sin embargo, en este caso, como ya se ha expli-
cado, esto no es posible, ya que se trata de un monopolio natural.

274
Colombia: ¿un futuro sin agua?

La pretendida transparencia del mercado frente a la opacidad de la gestión


pública es más un mito que una realidad, especialmente cuando se trata de
gestionar un monopolio natural, como es el caso. No debe olvidarse que la
gestión privada se ve legalmente protegida, como es natural, por el derecho a
la privacidad en la información.

El que existan problemas de opacidad administrativa, burocratismo e incluso


corrupción, no se resuelve privatizando la administración pública, sino
democratizándola. De hecho, en los países donde estos problemas degradan
la vida pública hasta niveles escandalosos, la entrada de operadores privados,
lejos de resolverlos, ha tendido a agravarlos, realimentando la lógica del siste-
ma que les acoge.

Hoy, incluso en los países con democracias avanzadas, como ocurre en la


Unión Europea, está vigente el reto de promover reformas de la función públi-
ca, que impulsen nuevos modelos de gestión participativa, en los que se ga-
rantice la transparencia y una sana competencia a través de la información y
del contraste público con otros servicios análogos. En definitiva, donde la
competencia de mercado no puede ser operativa, se trata de impulsar la com-
petencia a través de la información, en lo que se conoce como benchmarking

Pero, lógicamente, los problemas éticos y políticos más graves emergen en


contextos de pobreza, cuando cambiar de ser ciudadano a ser cliente equivale
a perder derechos básicos que el mercado ni reconoce ni tiene por qué reco-
nocer. A este respeto, son oportunas las palabras de Vinod Thomas, director
del Banco Mundial en Brasil: “Cuando hay riesgo de que se genere un mono-
polio privado, es mejor dejar los servicios en manos del Estado” (Folha de Sao
Paulo; 21-9-2003).

En materia de servicios básicos, la clave está en promover nuevos modelos de


gobernabilidad transparente y participativa. A menudo se confunden los tér-
minos, desregulación y privatización. Desde la base de asumir la responsabili-
dad pública sobre este tipo de servicios, cabe sin duda, entre otras muchas, la
opción de entregar en concesión la gestión de los servicios de que se trate,
pero bajo estrictas condiciones de regulación pública que garanticen un con-
trol efectivo de los mismos. No son éstas las condiciones bajo las cuales el BM
viene impulsando la privatización en países en desarrollo. Las presiones des-
reguladoras que operan en el mundo y en Europa requieren un amplio y
profundo debate público, siguiendo el concepto de participación pro-activa,
asumido por la UE a raíz de la firma de la Convención de Aarhus. La decisión
de privatizar este tipo de servicios no debe decidirse en los despachos de
alcaldía o de los equipos de gobierno a nivel regional o estatal, como un
asunto administrativo más. Incluso el debate en plenarios municipales o parla-
mentarios resulta insuficiente. En la medida que se trata de decisiones que
afectan a derechos ciudadanos, e incluso a derechos humanos por varias dé-
cadas, tal y como recomienda la Declaración Europea por la Nueva Cultura
del Agua, sería necesario abrir amplios debates públicos que culminen, en su
caso, en referéndum.

275
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Hoy, más allá del reconocimiento formal tradicional del dominio público sobre
las aguas y los ecosistemas hídricos, nos encontramos ante la necesidad de
reflexionar sobre los retos que imponen, tanto el nuevo paradigma de
sostenibilidad, como la obligación de garantizar el acceso al agua potable,
como derecho humano, y la necesidad de desarrollar derechos de ciudadanía
global, que incluyan los servicios domiciliarios de agua y saneamiento.

Asumir en materia de gestión de aguas los principios de equidad inter e intra-


generacional, refuerza la necesidad de replantear el dominio y la gestión públi-
ca o comunitaria sobre los ecosistemas hídricos y los acuíferos desde nuevos
enfoques que garanticen, por un lado, la prioridad de sus funciones de vida y
los derechos humanos, y por otro lado los derechos de las generaciones futu-
ras. Pero al tiempo, garantizar derechos de ciudadanía básicos, como el acce-
so a servicios domiciliarios de agua y saneamiento de calidad, exige incentivar
la responsabilidad ciudadana y la eficiencia eco-social en la gestión del agua-
ciudadanía, diseñando y desarrollando nuevos modelos de gestión pública
participativa.

Más allá de los conflictos derivados de la oposición social a los procesos de


privatización, se abre un frente conflictivo, o cuando menos polémico, en el
ámbito tarifario de la propia gestión pública. La llamada “guerra del agua” de
Barcelona fue un ejemplo paradigmático al respecto. Asumir que los derechos
de ciudadanía deben ir indisolublemente unidos a los correspondientes debe-
res de ciudadanía exige un cambio cultural y socio-político notable, especial-
mente en el mundo latino. Tal cambio no puede conseguirse por decreto, sino
que exige un amplio proceso de sensibilización, concienciación y responsabili-
dad ciudadana que sólo puede desarrollarse desde un proceso de participación
ciudadana pro-activa.

Podemos concluir, en definitiva, que la conflictividad suscitada por las presio-


nes privatizadoras del modelo neoliberal promovido por las instituciones eco-
nómico-financieras internacionales, tiene su eje clave de resolución en el dise-
ño y desarrollo de nuevos modelos de gobernabilidad participativa desde los
ámbitos locales y regionales, en un marco de globalización que debe garantizar
los derechos humanos y desarrollar la condición de ciudadanía global que pro-
pone la Carta de la Tierra.

La gestión del agua-crecimiento


Sin embargo, difícilmente se conseguirá esa gobernabilidad participativa y sos-
tenible si no se aclara el modelo de gestión a aplicar al agua-crecimiento, que
no olvidemos, genera la mayor parte de los consumos y de los procesos de
contaminación.

Ante todo es preciso aclarar que no todas las actividades productivas deben
considerarse como simples negocios. Sin duda en muchos lugares del mundo
determinadas actividades agropecuarias vinculadas a derechos ancestrales o
históricos sobre recursos hídricos, son esenciales para el sostenimiento de

276
Colombia: ¿un futuro sin agua?

comunidades indígenas o tradicionales, y por tanto deben protegerse como


usos y derechos vinculados al ámbito del agua-vida.

En países desarrollados existen también actividades económicas que generan


beneficios socio-ambientales no valorados por el mercado y que, sin duda,
merecen el reconocimiento de la sociedad como actividades económicas de
interés general. Redefinir el concepto de interés general es por tanto urgente,
y particularmente relevante en lo que se refiere a la gestión de aguas en la
agricultura en los países del ámbito mediterráneo.

Una vez delimitado el espacio específico que correspondería a las actividades


económicas de interés general, resulta evidente que la mayor parte de los
caudales detraídos de ríos y acuíferos tienen por objeto posibilitar actividades
productivas perfectamente integradas en el marco económico vigente. El de-
recho que debe amparar la concesión de tales caudales no es otro que el que
se deriva de la legítima aspiración de cada cual a ser mañana más rico que
hoy, mejorando su nivel de vida. Sin embargo, resulta obvio que el ejercicio de
tal derecho, en ningún caso puede anteponerse al interés general de la socie-
dad ni debe poner en peligro derechos humanos o ciudadanos, como de he-
cho ha ocurrido y ocurre con frecuencia.

Por otro lado, en este tipo de usos, no existe razón alguna que justifique la
subvención del agua, de la misma forma que no se subvenciona la madera al
carpintero, ni el gasóleo a la compañía de transporte. La escasez de aguas
para el crecimiento no puede entenderse como una desgracia o tragedia a
evitar, sino como una realidad a gestionar, inherente a cualquier bien econó-
mico por definición útil y escaso. En este caso, es preciso aplicar criterios de
racionalidad económica en estrecha vinculación con el contexto de relaciones
de mercado desde el que se gestionan las actividades productivas que emplean
el agua en cuestión.

A menudo se tiende a sobre-entender que promover la racionalidad económica


implica asumir modelos de gestión de mercado. En este caso, sin embargo, la
complejidad de los valores a gestionar, la sistemática interacción entre las diver-
sas funciones del agua, los impactos sobre terceros, y sobre todo la necesidad de
aplicar los principios éticos de equidad intra e inter-generacional reiteradamente
mencionados, hacen del mercado una herramienta demasiado simple e insensi-
ble a muchos de los valores en juego. Por ello, debemos aplicar lógicas económi-
cas más complejas y adecuados marcos de regulación pública que, más allá de
garantizar las prioridades explicadas, permitan flexibilizar el modelo concesión
vigente, así como asumir el principio de recuperación íntegra de costes.

Sin duda, aplicar estos criterios de racionalidad económica en la gestión del


agua-crecimiento suscitará fuertes resistencias en múltiples sectores econó-
micos, beneficiados hasta la fecha por las tradicionales políticas “de oferta”,
bajo masiva subvención pública. Se hace necesario, por tanto, un amplio y
paciente proceso de concienciación social en esta materia, que permita dis-
cernir tales usos y derechos de los ligados al agua-vida y al agua-ciudadanía.

277
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Sólo así podrá entenderse la coherencia social y ética de este enfoque, evitan-
do la tradicional manipulación del concepto del “interés general” y de “lo
público” para en última instancia beneficiar intereses privados.

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278
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Movimientos sociales en la defensa


del agua en América Latina1

Carlos Santos2

Sobre el ecologismo popular


Para el análisis de los movimientos sociales «ecologistas» creemos que es bue-
no partir de la diferenciación que propone Joan Martínez Alier entre el
ecologismo “de los ricos” y «de los pobres» (1995). El primero se refiere a
quienes «se preocupan de la conservación de los grandes mamíferos o protes-
tan por la pérdida de los paisajes que gozaban. El gasto cada vez mayor de
materiales y energía, la pérdida de diversidad biológica, la producción de resi-
1 En América Latina se ha
duos, hacen perder calidad de vida y de ahí las protestas ecologistas cuyo dado la emergencia de
contenido es: “si no hay para todo el mundo, que haya para nosotros”. Por novedosas formas de
otro lado, para los pobres, la cuestión es más bien de supervivencia que de articulación entre
movimientos,
calidad de vida: «livelihood y no quality of life» (Martínez Alier, 1995:8). organizaciones y redes
locales, regionales e
internacionales en la
Los conflictos ambientales enmarcados en este ecologismo popular surgen «al defensa del Derecho
empeorar la distribución ecológica (es decir, las desigualdades sociales, espa- Humano al agua. En este
artículo se repasa el
ciales y temporales en el uso de los recursos y servicios de la naturaleza), sin contexto en que estos
que este empeoramiento sea compensado por una mayor igualdad en la distri- momentos se han
desarrollado, los debates
bución económica» (Martínez Alier, 1995:8). acerca de las diferentes
“caras” de la privatización
del agua, y el nuevo
«Los movimientos sociales de los pobres -plantea Martínez Alier- son modelo público que ha
luchas por la supervivencia, y por tanto son movimientos ecologistas surgido desde los
movimientos y se ha
(cualquiera que sea el idioma en que se expresen), en tanto sus objetivos convertido en una clara
son las necesidades ecológicas para la vida: energía (las calorías de la alternativa de gestión del
agua.
comida y para cocinar y calentarse), agua y aire limpios, espacio para 2
Antropólogo y periodista
albergarse. También son movimientos ecologistas porque habitualmente uruguayo (1975). Es
miembro de REDES-Amigos
tratan de mantener o devolver los recursos naturales a la economía de la Tierra Uruguay e
ecológica, fuera del sistema de mercado generalizado» (1995:21). integra la Comisión
Nacional en Defensa del
Agua y de la Vida. Es co-
Este enfoque puede complementarse con la llamada justicia ambiental, movimien- autor de Aguas en
movimiento: La resistencia
to que surge desde la denuncia localizada de «injusticias ambientales», esto es, situa- a la privatización del agua
ciones donde se da una distribución no equitativa de los impactos ambientales. en el Uruguay (2006) y
compilador de Las canillas
abiertas de América Latina
La justicia ambiental se caracteriza por aplicar un enfoque de derechosen II (2006). Ha trabajado en
temas vinculados a
las demandas para la resolución de conflictos y por analizar la multi- movimientos sociales,
dimensionalidad de las problemáticas ambientales: desarrollo y antropología
ambiental.

279
Colombia: ¿un futuro sin agua?

“A sistemática destruiçao de terras indígnas e locais sagrados, o


envenamento de americanos nativos em reservas, africano no delta do
Níger, afroamericanos no ‘Cancer Alley’ (Travessia do Câncer), estado
de Louisiana, mexicanos nas cidades fronteiriças e porto-riquenhos na
ilha de Vieques, possuem em comun o fato de serem formas de
explotaçao economica, opressao racial, desvalorizacao da vida huma-
na, dos ambientes naturais e ganancia empresarial” (Bullard, 2004:41).

Una de las interesantes herramientas conceptuales que proporciona este enfo-


que es la definición de «injusticia ambiental»:

«A condiçao de existencia colectiva propria a sociedades desiguais onde


operam mecanismos sociopolíticos que destinam a maior carga dos da-
nos ambientais do desenvolvimento a grupos sociais de trabalhadores,
populaçoes de baixa renda, segmentos raciais discriminados, parcelas
marginalizadas e mas volneráveis da cidadania» (Acselard et al., 2004:9).

La dimensión regional de los movimientos sociales


“Es cada vez más difícil estudiar la sociedad civil y los movimientos sociales en
un país sin tomar en cuenta sus vinculaciones y dimensiones transnacionales”,
asegura Sikkink (2003:301), quien plantea tres niveles de articulación
transnacional entre movimientos sociales, que podemos clasificar de acuerdo
3 Nos referimos a los propios
con su grado de informalidad: 1) las redes de activistas, 2) las coaliciones y 3)
Foros Sociales Mundiales los movimientos sociales transnacionales (Sikkink, 2003:303-304).
(Porto Alegre y Mumbai),
pero también a los foros
sociales temáticos, Como veremos más adelante, la articulación regional e internacional es un ele-
regionales, subregionales y mento fundamental en el trabajo de las organizaciones, movimientos y redes que
nacionales.
4 «La dimensión luchan en defensa del derecho humano al agua, sobre todo -aunque no exclusiva-
internacional ha estado mente- por los procesos cercanos a los Foros Sociales Mundiales3 .
presente desde los inicios
de los movimientos sociales
modernos. El movimiento Elizabeth Jelin plantea que si bien los movimientos sociales siempre contem-
obrero que se desarrolló
desde los albores de la plaron una dimensión regional4 ,
Revolución Industrial, por
ejemplo, tuvo un carácter
internacional fundacional. “hay sentidos nuevos, por la magnitud y alcance de los fenómenos
Esto estaba presente en el contemporáneos de la globalización. Dos tendencias contradictorias
“Proletarios del mundo
uníos” que proclamó hace coexisten en este fin de siglo: una hacia la globalización y la transna-
ciento cincuenta años una cionalización, hacia los fenómenos de escala planetaria en las comuni-
visión global del desarrollo
de la clase obrera. En el caciones, los intereses económicos, los peligros ambientales, el
siglo XX, otros armamentismo y los acuerdos e instituciones internacionales. La otra,
movimientos también
manifestaron este carácter la revitalización de la localidad y la reafirmación de raíces ancestrales,
mundial y global en sus la cual se manifiesta de manera más cabal y violenta en las rivalidades
objetivos, estrategias y
actores: el movimiento étnico-culturales, y en la auto-referencia cultural y simbólica de mu-
sufragista de los años chos pueblos” (Jelin, 2003:26).
veinte y el feminismo más
reciente, el ambientalismo,
el indigenismo y los Pero la fuerte presencia de esta dimensión internacional en la articulación de
movimientos por los
derechos humanos los movimientos no es un simple ascenso de nivel, pues implica un cambio en
contemporáneos” (Jelin, la propia concepción política de los movimientos:
2003:25-26).

280
Colombia: ¿un futuro sin agua?

“Se trata de un cambio en el marco o en los parámetros de la acción,


una revisión en la manera como la gente percibe y organiza la circuns-
tancias de su vida. (...) Los movimientos locales, orientados a cuestio-
nes coyunturales (por ejemplo, las reivindicaciones urbanas de agua
potable o servicios de transporte) pueden cobrar nuevos sentidos cuando
se enmarcan en movimientos más amplios y alianzas que reinterpretan
las demandas en términos de democracia local y autogestión, o en
términos de demandas por la equidad en las tareas de reproducción
cotidiana que se plantean desde el movimiento feminista. En cualquie-
ra de estos casos, el cambio de marco implica la ampliación del sujeto
de la acción, el referente del «nosotros» y el campo de acción del
movimiento” (Jelin, 2003:42).

“El proceso de globalización, tanto en lo que hace al contenido de las


demandas como a la rapidez del flujo de comunicaciones, está produ-
ciendo transformaciones importantes en la conformación de los mo-
vimientos sociales. La expansión de las organizaciones sociales inter-
nacionales, intergubernamentales (...), la presencia de la protesta so-
cial en los foros internacionales del poder (...) y el desarrollo de redes
y reuniones de organismos no gubernamentales (que culminan en el
Foro Social Mundial de Porto Alegre) han transformado el escenario.
La participación colectiva directa es sólo uno de los componentes (y ni
siquiera indispensable en todos los casos) de la gestación de movi-
mientos sociales y nuevos actores colectivos” (Jelin (2003:51).

Los movimientos sociales en América Latina


Si bien este apartado está dedicado prácticamente en su totalidad a considerar
una visión teórica de los movimientos sociales desdeAmérica Latina, consi-
deramos importante dedicar un espacio a caracterizar y enumerar alguno de
los actuales movimientos sociales más trascendentes en el continente.

Zibechi (2003) ha planteado una serie de características que marcarían las


5 En realidad, el autor
«tendencias» de los movimientos sociales en América Latina, tales como el propone en el punto 2 que
arraigo territorial, la independencia, la revalorización cultural, la capacidad de la característica es «la
búsqueda de la
formar sus propios intelectuales, el protagónico papel de las mujeres y una autonomía», pero
visión no mercantilista de los recursos naturales5. preferimos plantearlo aquí
como «independencia» del
poder político y estatal,
De todos ellos, Zibechi asegura que “las nuevas territorialidades son el rasgo tratando de que la
propuesta tenga una mayor
diferenciador más importante de los movimientos sociales latinoamericanos, capacidad de
(...) los actuales movimientos están promoviendo un nuevo patrón de organi- generalización. En el mismo
sentido, el punto 6 es
zación del espacio geográfico, donde surgen nuevas prácticas y relaciones planteado por el autor
sociales. (...) La tierra no se considera sólo como un medio de producción, como “la preocupación por
la organización del trabajo
superando una concepción estrechamente economicista. El territorio es el y la relación con la
espacio en el que se construye colectivamente una nueva organización social, naturaleza”. Creemos que
la reformulación que
donde los nuevos sujetos se instituyen, instituyendo su espacio, apropiándose- planteamos se adapta
lo material y simbólicamente” (2003:187). mejor a la serie de
movimientos que estamos
analizando.

281
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Sin dudas reúnen estas características movimientos como el MST de Brasil


(Movimento de Trabalhadores Rurais Sem Terra), la CONAIE de Ecuador (Con-
federación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador), el MAB de Brasil
(Movimento de Atigidos por Barragems -Afectados por Represas-), la Coordi-
nadora de Defensa del Agua y de la Vida de Cochabamba, Bolivia y la FEJUVE
(Federación de Juntas Vecinales) de El Alto, Bolivia, por citar algunos ejem-
plos (Stédile-Frei Sergio, 1996; Bartolomé, 1999; Ceceña, 2004; Gómez,
2004, respectivamente).6

Los conflictos sociales en torno


al agua en América Latina
Siguiendo la conceptualización de la “justicia ambiental”, el Observatorio Lati-
noamericano de Conflictos Ambientales (OLCA) ha definido las “injusticias» y
los «conflictos” ambientales. La injusticia ambiental es entendida como “la
distribución no equitativa de los impactos ambientales de las actividades huma-
nas. En otras palabras iniquidad social en los costos y beneficios de las activi-
dades y sus resultados” (OLCA, 2005).

Por otra parte, el «conflicto» ambiental se diferencia del «problema»: «el proble-
ma ambiental no está acompañado de acciones por parte de los afectados. El
conflicto comienza cuando los (potencialmente) afectados inician acciones con
el objeto de evitar un daño ambiental o lograr su reparación» (OLCA, 1998).
6 Una interesante y
completa revisión de los
movimientos sociales del Desde el punto de vista conceptual, el principal obstáculo para el cumplimiento
continente es la
compilación de José del derecho humano al agua es su privatización. Esto es lo que plantea el investi-
Seoane, Movimientos gador canadiense Tony Clarke7. Pero privatización aquí nos remite a la etimolo-
sociales y conflicto en
América Latina (2003). gía del término: privatizar, privar de algo que antes era público. La idea no se
7 Tony Clarke, coautor - aplica solamente a los servicios públicos de suministro de agua potable, es bastan-
junto con Maude Barlow-
de Oro Azul (2004), forma te más amplia que eso. Clarke lo plantea de la siguiente manera: “El primer paso
parte del Polaris Institute de la privatización del agua es ponerle precio, lo cual se llama mercantilizar,
de Canadá.
8 El texto de Clarke forma convertir en mercancía algo que considerábamos un bien común, que ahora sale
parte de la sistematización del reino del bien común para ingresar al mercado” (en Barreda, 20068 ).
del «Taller Popular en
Defensa del Agua»,
organizado por el CASIFOP Precisamente, es la misma idea que está presente en la Observación General
en México, en abril de
2005. El resultado de esa Nº 15 (OG 15), relativa al «derecho humano al agua» emitida en el año 2002
sistematización ha sido por el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones
compilada por Andrés
Barreda, bajo el título Unidas (encargado de supervisar la aplicación del Pacto Internacional de Dere-
Voces del agua. chos Económicos, Sociales y Culturales, PIDESC)9. El artículo 7, por ejemplo,
Privatización o gestión
colectiva: Respuestas a la establece que «no podrá privarse a un pueblo ‘de sus propios medios de sub-
crisis capitalista del agua. sistencia’, los Estados Parte deberían garantizar un acceso suficiente al agua
Testimonios, experiencias y
reflexiones, Casifop-Itaca, para la agricultura de subsistencia y para asegurar la subsistencia de los pue-
México, 2006. blos indígenas” (OG 15, 2002, cursiva nuestra).
9 Al respecto ver «El agua
como derecho humano: de
la Declaración de Dublín a De la misma manera, el artículo 14 establece que “los Estados Parte deberán
la Observación General
15», de Santos & Valdomir, adoptar medidas para eliminar la discriminación de facto basada en motivos
en Aguas en movimiento, sobre los que pesen prohibiciones en los casos en que se prive a personas y
Santos, Valdomir, Iglesias &
Renfrew (2006). grupos de personas de los medios o derechos necesarios para ejercer el dere-

282
Colombia: ¿un futuro sin agua?

cho al agua”. El artículo 56, mientras tanto, impone que “en ninguna circuns-
tancia deberá privarse a una persona del mínimo indispensable de agua” (OG
15, 2002, cursiva nuestra).

Las caras de la privatización


Siguiendo las conceptualizaciones de Clarke y Barreda, Silvia Ribeiro10 (2005),
ha denominado a las diferentes facetas de este fenómeno como “las caras de
la privatización” del agua: 1) La privatización de los territorios y biorregiones,
2) La privatización por desviación (construcción de megaproyectos), 3) la
privatización por contaminación, 4) la privatización de los servicios de agua
potable, 5) la privatización por embotellamiento y 6) la privatización por el
«monopolio de las tecnologías».

Dentro de la primera forma de privatización, “de los territorios y biorregiones”,


Ribeiro incluye a “las empresas que comercian y/o necesitan masas de agua
para sus actividades, van por la privatización de territorios y biorregiones en-
teras para garantizarse el uso monopólico del recurso” (Ribeiro, 2005).

En la “privatización por desviación de aguas” se incluye “la construcción de


represas, hidrovías y desviación de ríos de sus cauces naturales para abastecer
zonas de alto consumo industrial, agroindustrial y urbano” que tienen como
consecuencia la privación de agua “a millones de campesinos y pueblos in-
dios, en muchos casos con desplazamientos que destruyen irreparablemente
sus formas de vida, cultura y economías propias” (Ribeiro, 2005).

La tercera “cara” es la “privatización por contaminación”, que tiene como


protagonista a “las industrias mineras, petroleras, papeleras, eléctricas, junto
a la contaminación por agrotóxicos de la agricultura industrial y a otras indus-
trias sucias”. Según plantea Ribeiro, al contaminar las fuentes de agua estos
actores se apropian “de facto de un recurso que es de todos, al imposibilitar
que otros las puedan usar” (Ribeiro, 2005).

La cuarta forma es la privatización de los servicios de suministro de agua potable, a


la cual particularmente nos referimos cuando hablamos de “privatización”; pero
aquí está planteada como una forma más de privatización. Este sistema opera a
través de “concesiones y contratos de servicios múltiples”. El actor por excelencia
aquí son las empresas transnacionales que “se apropian de las redes de distribución
y plantas purificadoras, fijando las condiciones de su acceso y tarifas a la población.
Lo que antes era un recurso público vital y de todos, ahora es una mercancía a la
que accederán sólo los que puedan pagar por ella” (Ribeiro, 2005).

Una forma que está tan arraigada en el sentido común y que habitualmente no
consideramos privatización es el embotellamiento de agua. Ribeiro, siguiendo
a Clarke, plantea que el eje del negocio aquí es “transformar agua en agua”,
planteando a los consumidores un costo final que “es de mil a 10 mil veces
más caro”. 10 Silvia Ribeiro es
investigadora del ETC
Group.

283
Colombia: ¿un futuro sin agua?

La privatización por el “monopolio de las tecnologías” se refiere a la paradoja


según la cual “los destructores del recurso se presentan como los salvadores a
quienes todos tenemos que pagar”, planteándose como los únicos “capaces
de extraer el agua más profunda (...), o de purificarla adecuadamente, ya que
la complejidad de factores de contaminación aumenta por sus propias activi-
dades” (Ribeiro, 2005).

Históricamente los conflictos por el agua han tenido diferentes alcances y


derivaciones (Gleik, 1994), pero los que han cobrado mayores dimensiones
en las últimas décadas tienen que ver con la construcción de represas y
megaproyectos, por un lado, y con las resistencias a la privatización de los
servicios públicos, por otro.

Dentro de la primera serie de conflictos podemos encontrar casos como los


de Brasil e India, donde se han generado movimientos de resistencia de
diferente orden frente a proyectos de represas En el caso de Brasil, la insta-
lación de megaproyectos de represas hidroeléctricas dio lugar a diferentes
resistencias locales que se articularon, regionalmente primero, y a nivel na-
cional luego, conformando el MAB (Movimento de Atingidos por Barragens
o Movimiento de Afectados por Represas) donde han confluido, principal-
mente, las luchas de los desplazados por estos grandes empeños (Bartolomé,
1999). En esta misma línea podemos incluir el conflicto generado por la
oposición a la Hidrovía Paraguay-Paraná o a la represa de Yacyretá en Para-
guay (Arach, 2003).

En la India, se ha articulado un movimiento de resistencia al megaproyecto


sobre el río Narmada (que prevé la construcción de 135 megarepresas y más
de 3.000 «pequeñas» en toda la cuenca), dando lugar al Narmada Bachao
Andolán (Movimiento para salvar el Narmada) (Bidaseca, 2004).

En cuanto a los conflictos por la privatización de los servicios de agua potable la


lista es interminable, pero es claro que comienza en Cochabamba con la resisten-
cia de la Coordinadora en Defensa del Agua y de la Vida (Crespo, 2000, Ceceña,
2004). Los conflictos que parten de este referente encuentran resistencias simila-
res en Sudáfrica, Ucrania, Eslovaquia, Filipinas, Indonesia, Argentina, Perú, Ni-
caragua y Uruguay (Balanyá et. al., 2006).

La resistencia al negocio del agua


El gran negocio en torno al agua tuvo su inicio a partir de la Declaración de
Dublín de 1992, donde se reconoció oficialmente al agua como un bien eco-
nómico mundial en su captación, tratamiento, transporte y distribución.

Quizás uno de los extremos se encuentra en Chile, donde también la experien-


cia privatizadora fue extrema. Allí “la propiedad del 73% de los derechos de
uso consuntivo pertenece a sólo cuatro empresas transnacionales que contro-
lan la mayor parte del sistema de agua potable y alcantarillado en Chile” (Chile
Sustentable, 2004; 21).

284
Colombia: ¿un futuro sin agua?

De acuerdo con la legislación chilena existen “derechos de agua” que pueden


ser intercambiados en un “mercado” de derechos (concesiones). El “uso con-
suntivo” hace referencia al derecho de uso más el derecho de propiedad,
habilitando a su poseedor al consumo total del agua en “cualquier actividad”
(Chile Sustentable, 2004;21).

En un país con movimientos sociales fragmentados y con una aplicación tan


radical del modelo privatizador, la articulación de la resistencia social ha sido
dificultosa y, en todo caso, aislada.

En otro sentido, la resistencia de los movimientos populares en Bolivia ha sido


ejemplarizante para la organización de la lucha contra la privatización del
agua no sólo en América Latina, sino en todo el mundo. Ante la experiencia
de privatización en Cochabamba, emergió una amplia coordinación de acto-
res sociales -la Coordinadora en Defensa del Agua y de la Vida de Cochabamba-
que finalmente logró la cancelación de la concesión a la multinacional norte-
americana Bechtel.

La lucha «en Defensa del Agua y de la Vida» tuvo como uno de sus mayores
espacios de amplificación las diferentes instancias del Foro Social Mundial en
Porto Alegre y en su última edición, en Caracas. Primero en Uruguay, luego
en Perú y más recientemente en Argentina han surgido “comisiones”, coali-
ciones o “encuentros” que resisten a la privatización del agua, bajo el lema
“en defensa del agua y de la vida”. Al mismo tiempo, ha surgido un ámbito
interamericano, la Red VIDA (Vigilancia Interamericana por la Defensa del
Derecho al Agua)11 , que ha servido como catalizador entre las diferentes ex-
periencias de lucha por el derecho al agua.

La Red VIDA “conformada por consumidores, organizaciones de mujeres,


medio ambientalistas, sindicatos de trabajadores, activistas por los derechos
humanos, religiosos, indígenas y organizaciones sociales”, busca “defender el
agua como un bien público y un derecho humano fundamental”, al tiempo
que “hacer crecer en todos nosotros el compromiso universal de defensa y
acceso a los servicios básicos, que garantice el acceso al agua, que pueda
frenar los intentos de privatización de nuestros recursos naturales, pero que
también sea un movimiento propositivo, que pueda desarrollar un control
alternativo democrático, responsable y participativo, y que devuelva al agua el
lugar sagrado que ocupa en el ciclo de la vida”.

La resistencia en Cochabamba se realizó con grandes movilizaciones popula-


res, que enfrentaron una represión militarizada en los momentos más fuertes
del conflicto, con heridos y muertos. Esta movilización y la firme posición de
la Coordinadora de Cochabamba fueron el primer gran impulso para la lucha
a nivel local y nacional, así como para la articulación regional.

Otro de los caminos es el caso de Uruguay, donde los movimientos sociales


promovieron una reforma constitucional para incluir el derecho humano al
agua en la constitución del país, entendiéndola como un recurso esencial para 11 Acceso: http://
www.laredvida.org

285
Colombia: ¿un futuro sin agua?

la vida y el acceso al agua potable y saneamiento como derechos humanos


fundamentales. A la vez incluyó que la gestión del agua deberá ser exclusiva-
mente pública y basada en la participación ciudadana. La salida institucional,
con un ejercicio de democracia directa que comenzó con la recolección de
firmas y culminó con el voto popular, obtuvo el respaldo de más del 64,7% de
la ciudadanía.

El movimiento del agua en el Uruguay ha propuesto este camino, el pueblo lo


votó, y ahora le toca a la sociedad defenderlo en nombre de los derechos
humanos y de una verdadera justicia ambiental. Para ello, es necesario debatir
cuál será el «nuevo modelo público» de gestión del agua que se adoptará para
sustituir el régimen clientelista y paternalista, previo a la imposición del mode-
lo neoliberal en el país.

Hacia un nuevo modelo público de agua


Claramente estas experiencias han demostrado el fracaso de las privatizacio-
nes y, por ende, el desmoronamiento de la visión mercantilista del agua ema-
nada de Dublín. Estamos en un momento en el cual la visión del agua como un
derecho crece y se amplifica, amparada en la Observación General 15 del
Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de Naciones Unidas.

El éxito de los movimientos sociales que lograron recuperar los servicios de


agua para el sector público, se ha planteado un nuevo gran desafío: cómo
transformar la gestión pública del agua de modo que realmente permita cum-
plir el derecho humano que implica.

El primer modelo en el que se basaron muchos de estos movimientos fue el de la


municipalidad de Porto Alegre en Brasil hasta el 2005. Allí el Departamento
Municipal de Agua y Drenaje Sanitario (DMAE por su sigla en portugués) llevó
adelante una experiencia de gestión abierta, asimilada al presupuesto participativo
y con la aplicación de una tarifa social para los sectores socialmente menos favo-
recidos. Sin embargo poco se sabe de lo que ha ocurrido en Porto Alegre luego
del cambio de autoridades en el estado de Rio Grande do Sul en 2005.

Otro de los “modelos” de una gestión pública se viene aplicando en Venezuela


con las “Mesas Técnicas de Agua”. Dentro de la estructura estatal de gestión
del agua, la empresa HIDROVEN, se vienen ejecutando experiencias de parti-
cipación directa de los usuarios en el proceso de gestión a través de dos figu-
ras: las “mesas técnicas”, y por otra parte los “consejos comunitarios” que se
dedican al seguimiento de esa gestión (Arconada, 2005). La La experiencia de
las primeras data del año 1993, cuando su aplicación se restringía básicamen-
te a la ciudad de Caracas, y posteriormente con el gobierno de Hugo Chávez
(1999) se ha extendido al resto del país, abarcando a casi 2.000 mesas en
todo el territorio venezolano (Arconada, 2006).
Ese proceso fue evolucionando en el sentido de hacer más denso el
relacionamiento entre los estratos técnicos y las expresiones organizativas de
cada distrito o municipio. La información necesaria para la gestión técnica, de

286
Colombia: ¿un futuro sin agua?

infraestructura, de inversión que provee la empresa proviene de la organiza-


ción comunitaria.

Luego de ello, la articulación de una mesa técnica con otras -por el criterio de
la proximidad geográfica en primera instancia pero también por problemáti-
cas compartidas- se va dando de forma dinámica, originando instancias espe-
cíficas de coordinación y elaboración conceptual de la gestión de los servicios,
tales como los “Consejos Comunitarios del Agua”.

El principio organizativo seguido por esta experiencia entonces no tiene por-


qué reproducir principios administrativos rígidos, sino que se han dado casos
en los cuales mesas de estados diferentes coordinan la gestión y mantenimien-
to de su interconexión.

Actualmente se ha agregado a la experiencia de las mesas técnicas la gestión


participativa de una parte del presupuesto de la empresa, que se define con
base en criterios fijados en las discusiones de los Consejos Comunitarios. Ade-
más, como plantea Santiago Arconada, “las comunidades que hace cinco
años pintaban sus primeros planos de realidad, que se movilizaron para que el
agua llegara por su tubo, hoy se formulan cada vez más los problemas de su
cuenca [al tiempo que] la información de que dispone la comunidad sobre la
situación de su empresa hidrológica pública, de la infraestructura y la cuenca
cuya administración le corresponde, ha generado una noción compartida de
los problemas de futuro” (Arconada, 2006: 144).

Sin embargo, más allá de estas experiencias y de la permanente búsqueda de


una mejor gestión pública, los movimientos sociales han tenido la vitalidad de
plantearse una serie de interrogantes que deberían conducir al contenido de
ese “nuevo” modelo.

Según Oscar Olivera, portavoz de la Coordinadora en Defensa del Agua y la


Vida de Cochabamba, la “nueva” empresa pública de agua debe basarse en
cuatro pilares fundamentales: crear espacios para que los administradores
puedan rendir cuentas a la población de lo que se está haciendo, lograr la
eficiencia y eficacia del servicio -lo cual supone que los funcionarios de la
empresa estén conscientes que son servidores públicos-, lograr la participa-
ción activa de la gente y regirse por la idea de “justicia social”.

La propia Coordinadora de Cochabamba ha debido enfrentar una serie de


“nuevos” problemas a la hora de pretender generar una gestión pública exitosa,
para los fines sociales de la empresa, los cuales no siempre ha sido sencillo
resolver (Sánchez Gómez & Terhorst; 2006).

En palabras del propio Oscar Olivera,

“muchas veces nos sentimos frustrados porque nos vemos frente a un


aparato estatal que ha sido diseñado para cuidar los interesas de las
transnacionales y del modelo neoliberal. (...) Los gobernantes, aprisio-

287
Colombia: ¿un futuro sin agua?

nados por las normativas, los contratos, los entramados jurídicos, mu-
chas veces se ven imposibilitados de romper de manera soberana y
digna eso que nos han impuesto. Por lo tanto de lo que se trata tam-
bién es de romper la correlación de fuerza que nos permita que eso
escrito sea una realidad, y esa realidad solamente la vamos a conseguir
con algo que ustedes y nosotros sabemos: la organización y la movili-
zación de la gente” (Olivera, 2006).

En esta clave, ha emergido una forma de asociación de las diferentes comuni-


dades ubicadas al sur de Cochabamba, organizadas en comités de agua que
pretenden lograr una conexión colectiva al sistema de agua potable. La ASICA-
SUR (así se denomina esta asociación) “ha iniciado un proceso de diálogo y
búsqueda de consenso con las autoridades para definir un modelo de gestión
compartida de los servicios básicos, en que cada uno de los actores asumirá
determinados papeles y funciones” (Sánchez Gómez & Terhorst; 2006:137).

Una clave necesaria para superar uno de los problemas básicos de la mayoría
de estas experiencias públicas de gestión -el financiamiento- es la cooperación
entre entidades públicas. Como han señalado Hoedeman y Kishimoto “las
asociaciones entre organismos públicos presentan un tremendo potencial para
acelerar la expansión de las buenas prácticas en la gestión del agua, pero se
trata de algo que no puede depender de la iniciativa y la filantropía de determi-
nados operadores” (Hoedeman & Kishimoto, 2006: 78).

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Colombia: ¿un futuro sin agua?

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289
IV.
La lucha social y política
por el agua en el mundo
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Viaje al corazón del Magdalena

Gustavo Reyes1

Era de noche cuando arribamos a Girardot, nuestro último destino fluvial. Fue
también la primera y única ocasión que no llegábamos a puerto con la luz del
día: A lo largo todo el recorrido, desde Barranquilla-recalando en Magangué,
La Dorada, Plato, El Banco, Barranca, Puerto Berrío, Gamarra, Chimichagua
o Mompox, siempre anclamos una mañana, o una tarde.

Tras 18 días de travesía y 945 kilómetros remontando el río, estábamos bas-


tante bien, cero bajas. Apenas un poco apaleados por este último trayecto, el
más largo de todo el recorrido, siete horas, cuando se habían calculado cua-
tro. A medida que oscurecía, el río se fue haciendo más correntoso, más
bronco, y continuó así hasta que las luces del puente anunciaron el puerto.
Ese había sido quizá el mayor contratiempo de una travesía sin el menor
incidente. Parecía increíble.

Los 40 m3 de aguas pútridas, carentes de la más mínima traza de oxígeno


disuelto que el río Bogotá vierte al Magdalena cada segundo, eran perfecta-
mente olfateables en el muelle bajo el puente, a un kilómetro de distancia.
Igual que tres cuartos de hora antes de ver las luces de las primeras casas, esos
asentamientos que casi cuelgan sobre la corriente como los nidos de
golondrinas,la fetidez llena el air e, lo espesa. Como cualquier ser vivo infecta-
do de gravedad, la corriente de agua más importante del país apesta. Y esa es
una confirmación dolorosa, un desafortunado colofón para el viaje.

En su recorrido de 1.540 kilómetros el Magdalena atraviesa no sólo gran


parte del país, sino el Bajo, Medio y Alto Magdalena, es decir, una buena
porción de lo más candente de un territorio en guerra. Para los viajeros nati-
vos significa un dilatado paso por la “zona de candela”, mientras que para los
invitados extranjeros un periplo con más de una incógnita. En ambos casos la
corriente de agua más importante del país.

La noche anterior al foro de Barranquilla, primero del recorrido, mientras se


ultimaban detalles para la travesía que empezaba, se repartieron volantes con
instrucciones de seguridad como “no alejarse del grupo, permanecer con al- 1 Comunicador social, adscrito
guien más de la expedición, conocer los números de los celulares del resto del a Ecofondo como Jefe de
Prensa de la campaña en
grupo, nunca discutir o alejarse en compañía de desconocidos”, y así por el defensa del agua.

293
Colombia: ¿un futuro sin agua?

estilo. Pero nunca hubo el menor incidente; como si nos hubiéramos desplaza-
do individual y colectivamente en burbujas protectoras, jamás un asomo de
riesgo verdadero, ni en tierra ni en agua. La explicación a esta buena ventura
a lo mejor estaba en el muelle del Club de Pesca, tres semanas atrás, cuando
casi la misma concurrencia asiste a una manda para que todo el trayecto trans-
curra venturosamente: Son las siete y treinta de la mañana del 8 de agosto de
2007, dos mamos kogui, maestro y aprendiz, rodeados por los viajeros que
forman un cero en torno suyo, ejecutan una sencilla ceremonia que no toma
más que unos pocos minutos, en los que solo los sábalos alimentados con
aceite y gasolina rompen el silencio al saltar alegremente sobre la superficie.
Aquellos 25 fluvionautas entre invitados, líderes regionales, sociólogos, sindi-
calistas, biólogas, periodistas, herpetólogas y científicos, se aprestan a reco-
rrer el río Magdalena, uno de los grandes ríos de América y el río interandino
de mayor extensión en Suramérica.

El río de los amigos


Karipuña, Yuma o Arli, como se llamó en tiempos precolombinos el río, fue
una autopista líquida antes de la conquista y llevaba una existencia intensa. El
puerto estrella de esta agitada vida fluvial era Tora, punto de encuentro entre
las tribus ribereñas y las de las zonas altas, terminal de los caminos que descen-
dían de la cordillera, y de las embarcaciones que remontaban el río desde el
mar. Ahora, ese lugar lo ocupa Barranquilla, que se bambolea sobre la quilla
de mi chalupa, Karipuña.

Más allá del cuello verde del buchón que acorrala los juncos, y de los empaques
de icopor, bolsas de polietileno, envases de gaseosa y cuerpos no identificados
que flotan en la corriente, el corazón de la ciudad, como un ajedrez de solo
alfiles, y una banderita de Colombia en una garita, flotan por sobre los juncos
erizados. Barranquilla y el gran río son consustanciales, no existiría la una sin
el otro, y sin embargo es un espectáculo exótico observarla deslizarse contra la
corriente, con sus fábricas, grúas y chimeneas humeantes en la distancia.

A medida que avanzamos, los barcos, contenedores y más grúas como jirafas
cubistas devorando toneladas de cualquier cosa empacada en contenedores, le
dan al río un aspecto animado y mundano. Lo sorprendente es que no hay que
adentrase mucho para encontrar pescadores artesanales. Aparecen de pronto,
con sus canaletes, sus sombreros de paja, magros y morenos, avanzando con la
corriente en canoas muy semejantes a las que hace un milenio bogaban por allí.

Desde ese momento hasta llegar a Plato, donde el río se abre de brazos por
entre islas de vegetación verde fosforescente, las moto-canoas y los taxis se
cruzarán con las chalupas muchas veces antes de que aparezca las torrecitas
amarillas del pueblo donde, pese a que en tiempos un hombre se volvió cai-
mán, los caimanes desaparecieron hace mucho. En este primer trayecto co-
menzaremos a aprender que el Magdalena tiene temperamento, y por tanto
se comporta con autonomía, que su caudal puede variar en cuestión de horas
y sus remolinos mantener a un cuerpo girando durante cuatro días antes de

294
Colombia: ¿un futuro sin agua?

soltarlo. Sobre todo que se trata de una fuerza excepcional, a la que hay que
ver con admiración y tratar con respeto

Magangué y las abejas motorizadas


En Plato a las siete y treinta de la mañana todo era tan bello como solo puede
serlo un paisaje leonardesco despertando entre la niebla salvaje, pero unas
horas más tarde en el puerto de Magangué, el cielo que se había puesto gris
los últimos cincuenta kilómetros, estalló. No hubo recibimientos, ni bandas ni
banderas, al desembarcar apenas hubo tiempo de agarrar morrales, pendo-
nes, maletas, cajas y embutirlas en cualquier taxi, y todo sin discriminación fue
a parar en una misma habitación, precisamente la que me correspondía. Ga-
jes del oficio, me dije mientras bajábamos las escaleras del hotel camino de la
Cámara de Comercio de Magangué, donde Tatiana Roa, Javier Márquez y
Rafael Colmenares se habían adelantado porque la sala estaba a reventar.

Magangué en el día es como una colmena motorizada, en la que incesantes


abejas marca AKT, Suzuki, Honda, revolotean por todas las calles con un
sistema de captación de clientes simple: pitan cada vez que ven un peatón, de
modo que es un enjambre ensordecedor. Este fenómeno, descubriremos a
medida que avanzamos, se extiende por muchos puertos y municipios a lo
largo de las riberas y más allá. Si se tiene en cuenta que una carrera oscila
entre 500 y 700 pesos, lo lógico es concluir que este oficio, conocido como
moto-taxismo, que tiene orígenes non sanctos, aquí se generaliza como una
nueva forma de hacerle el quite a la miseria.

Las tradiciones ocultas


Y esta es la misma tierra en la cual, como explicaba a las 10 de la mañana la
arqueóloga Clemencia Plazas en su exposición, durante siglos zenúes y malibúes,
se emplearon como verdaderos maestros de la ingeniería hidráulica, demos-
trando en ello una lógica inteligente de adaptación al medio, nunca en sentido
contrario a la naturaleza. Y es la misma en la que una hora más tarde el
Gobernador chimila, Felix Mendiueta, referirá cómo su pueblo logró llamar al
agua en medio de la aridez con tanta fuerza en el tratamiento espiritual, que
este se materializaría en la reforestación de sus tierras. El agua casi misteriosa-
mente regresó a los terrenos estériles donde había confinado el Estado a su
pueblo. “El agua siempre esta ahí, nunca se va”, concluyó el gobernador
chimila, dejando un testimonio vivo de esa cosmovisión indígena precolombi-
na sobre el agua, que había sido aplicada con éxito en un medio ambiente
aparentemente estéril y sin futuro.

La ciudad parece continuamente inquieta, y a media noche en el centro toda-


vía es posible conseguir toda clase de fritos, y un sitio donde bailar salsa de
calidad hasta después de la medianoche. Que fue lo hicieron unos cuantos y
cuantas fluvionautas, después de navegar cuatro horas, de colocar y retirar
pendones y pancartas, instalar y desinstalar equipos y estructuras, cargar ca-
jas con petos y cachuchas, distribuir almuerzos, recolectar firmas para el

295
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Referendo, resolver derrumbes, enviar docenas de correos electrónicos y pre-


sentar ponencias o dictar talleres, producir entrevistas y boletines, e... incluso,
después del Foro que concluyó con la Tribuna Libre sobre la Ciénaga de Corralito
a las 6 de la tarde y el bocachico con yuca y papa y limonada en Los Leños.

Magangué fue una puesta en escena de lo que vendría luego, porque en ade-
lante, sin libreto ni sugerencia el grupo asumió voluntariamente labores adicio-
nales para que todo funcionara de manera expedita. Así, podía suceder que
los dos invitados internacionales, Javier Martínez Gil y Oscar Olivera de re-
pente estuvieran haciendo parte de la fila que pasaba los equipajes de las
chalupas a los taxis, o fueran los encargados de administrar y repartir las
vituallas que consumimos mientras navegamos, como cualquier hijo de veci-
no. Ángela Gutiérrez y Natalia Atuesta, hidróloga y herpetóloga, las más jóve-
nes de la tripulación, se encargarían en adelante de los equipos de proyección
en aquella maleta metálica plateada, mientras que Enrique Galán, Presidente
de Ecofondo, se convirtió aparte de coordinador de foros, instalador y porta-
dor de pesadas cajas de pendones, mientras que el periodista José Adolfo
Bernal, y el camarógrafo Javier Quintero, se transformaban en coteros cuan-
do la ocasión y la falta de ayuda lo exigían, etc.

La ironía del petróleo


Karipuña y Yuma habían devorado en una semana los 500 kilómetros que
separan a El Banco de La Dorada y era justo una “pausa”, al menos en lo
referente a una permanencia más prolongada, porque allí la actividad conti-
nuó, se llevó a cabo un importante foro en el Club Infantas y un concierto en
el parque, aparte de los encuentros y charlas con la Mesa de Trabajadores y
Trabajadoras de Derechos Humanos y con la Unión Sindical Obrera. De modo
que los tres días siguientes transcurrieron en una Barrancabermeja, por excep-
ción, sin esos terribles calores capaces de ablandar el pavimento, lo cual no
impedía que a las ocho de la mañana uno estuviera sudando aunque el cielo
estuviera toldado.

Las noticias no fueron muy alentadoras en el centro petrolero: Humedales,


ciénagas y madreviejas se encuentran en franco deterioro. Paradójicamente,
esa calamidad proviene de su riqueza petrolífera, como ilustra la ciénaga de
“El Llanito”, donde los pescadores cuentan cómo las estaciones que bom-
bean el petróleo crudo vertían los desechos de la extracción directamente a
las ciénagas. Puesto al corriente Cormagdalena hizo requerimientos a la
Empresa Colombiana de Petróleos – Ecopetrol, que efectivamente con este
propósito construyó piscinas de almacenamiento de lodos, sólo que estas
presentan filtraciones y en invierno, al desbordarse, esos lodos contamina-
dos llegan hasta las ciénagas. Más aun, entre más agotados están los pozos
más requieren inyección de agua, en una cantidad muy superior a la del
petróleo extraído, y la insuficiencia de las piscinas hace que sigan presentán-
dose vertimientos directos. Quizá donde más palpable es la contaminación
está en el sabor de los pescados, que saben precisamente a petróleo según
los propios pescadores.

296
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Ya en el foro-taller de Puerto Berrío, se detectaron problemas de contamina-


ción semejantes. En el hirviente puerto salieron a flote las declaraciones de
Hernán Porras, ingeniero forestal que trabaja con el Centro de Estudios Am-
bientales –CEAM-, quien explicó cómo la red de ciénagas aledañas al río está
siendo desecada, y el papel definitivo que en ello ha tenido la introducción del
búfalo africano, que compacta las orillas de aquellas preparando así la exten-
sión de las fincas hacia los terrenos “ganados”. También refirió cómo es fre-
cuente el taponamiento que impide el flujo natural de las aguas y la construc-
ción de diques que altera dicho flujo, de acuerdo con los requerimientos de la
habilitación del terreno para la ganadería. Pero como si la contaminación y
los búfalos no bastasen, el Estado otorga títulos de propiedad sobre los terre-
nos así arrebatados al patrimonio natural de la nación, como lo denuncia
Asopesamm.

El día más caliente de todos


El día del foro, viernes 23 de agosto, fue el más caliente en Girardot en lo que
va corrido del año. De modo que se podía presumir los más de 600 asistentes
sudaban a chorros entre los inclementes 40 grados a la sombra cuando el sol
se acercaba a las once de la mañana. Pero no era sí. En el espacioso y fresco
auditorio de la Universidad de Cundinamarca todos parecían bastante cómo-
dos, incluso quienes se habían sentado en el piso o escuchaban de pie en las
esquinas del salón.

Por el atrio del auditorio, de altas paredes de ladrillo color panela, gracias a la
acertada combinación con el Movimiento de Veedurías, MOVER, de Girardot,
los ponentes, junto con bachilleres y universitarios, pescadores, ambientalis-
tas, biólogos, profesores, sindicalistas y particulares, desfilaron a lo largo de
una mañana ardiente y una tarde abrasadora sin el menor contratiempo.

Muy temprano Oscar Olivera, luego de la última de sus charlas hipnóticas, -


Foro tras foro todos los auditorios cayeron bajo su hechizo- se despidió del
público y sus compañeros de travesía. Era un momento intenso, de aquellos
que reviven secuencias frente al café en el aeropuerto, bromas entre un jugo
de guanábana y la siguiente ponencia, el apunte cuando Karipuña descosía
las aguas con su blanca quilla levantada; o la observación penetrante mientras
la ciudad de turno dormía y él hablaba de sus mellizas, con su manera de decir
mucho con pocas palabras. Tenía parcelado el corazón; con todos había com-
partido un tiempo y una historia, había una hermandad de cientos de kilóme-
tros navegados con todos los fluvionautas.

Fuera del auditorio esperaban no solo los fluvionautas en pleno, sino admira-
dores que lo colmaban con un raboegallo, libros, una medalla, un recuerdo,
sobres de papel manila, una invitación, un plegablito, apretones de mano,
hasta que irrumpían en el cerco los periodistas. A continuación, y mientras le
hacía el quite a un sol inflexible, en un cuarto de hora Oscar Olivera concedió
cinco entrevistas para radio, prensa y televisión, corrió hasta el taxi, que espe-
raba meneando las luces de estacionamiento y así, sin poder creerlo del todo,

297
Colombia: ¿un futuro sin agua?

empezó a alejarse de nosotros, a desprenderse de su familia flotante durante


un mes, que parecía mucho más. Con esa sonrisa hecha tristezas desapareció
entre el tráfico, mientras el taxi enfilaba hacia el oriente de la ciudad, que
hervía bajo el azul sin nubes de las nueve de la mañana.

Seis ojos ven más que dos


Uno de los hechos más llamativos de este foro final fue, sin duda, el encuentro
de tres puntos de vista autorizados que coincidieron bastante poco en sus
apreciaciones y diagnósticos, y con ello dieron una proyección múltiple en
torno al deterioro de la cuenca del río Magdalena.

Para el profesor de la Universidad del Tolima Gonzalo Palomino, la enorme y


variada riqueza biológica el país se destruye mediante la aplicación de modelos
externos que privilegian la aplicación de agrotóxicos o los transgénicos, así como
la dependencia de insumos químicos altamente contaminantes, como es palpable
en los distritos de riego de los ríos Coello y Saldaña, tributarios del Magdalena.
Pero para su colega Germán Gálviz, de la Universidad Nacional, la inmensa
riqueza en recursos naturales no lo es tanto: solo el 12% del territorio –explica- es
apto para la agricultura pero, como si eso no bastara, su manejo equivocado
destina casi el 40% a una ganadería extensiva que conlleva, aparte de una gran
concentración de la propiedad de la tierra, deforestación. Debe sumarse a esto,
según el profesor Galvis, el aumento poblacional sobre la cuenca del Magdalena
y el desplazamiento campesino, que obliga a muchos de ellos a convertirse en
pescadores, lo que incide directamente en el decaimiento de la pesca en el río,
que sobrepasa la capacidad productiva del ecosistema.

Ante un auditorio absorto en el mano a mano, intervino el profesor Joaquín


Molano, también de la Universidad Nacional. El biólogo coincidía con Palomi-
no en cuanto a que Colombia es, en efecto, un país rico en recursos naturales.
Pero lo hacía a partir del reconocimiento de las características geográficas
particulares hasta ahora, según su entender, equívocas, respecto a la ubicación
de Colombia en la zona intertropical. Su lectura del asunto planteaba un pro-
cedimiento intermedio para analizar el problema. Sobre ese tamiz el público
asistente pudo intervenir y preguntar, y ver desplegada la cuenca y el río desde
diferentes ángulos, su valor histórico, ambiental y productivo, así como la rela-
ción simbiótica entre el río Magdalena y el país.

La ceremonia del adiós


Al finalizar la tarde, Enrique Galán presentó a la concurrencia a los fluvionautas
llamándolos al escenario, algunos como Juan Manuel Rengifo, Javier Márquez,
Tatiana Roa, José Adolfo Bernal o Ana Silvia María, Fernando Restrepo, Oscar
Olivera y Javier Quintero, habían debido desembarcar antes, pero allí estaban,
porque, aparte de una travesía náutica, esas tres semanas en el río habían
implicado un espíritu, una convivencia que desbordaba la misión original para
transformarse en lo que Javier Martínez Gil describiría en una carta desde
España como, “el viaje más completo de mi vida. En otras ocasiones he cono-

298
Colombia: ¿un futuro sin agua?

cido países y paisajes hermosos, monumentos y ciudades maravillosas... pero


esta vez ha sido distinto. No ha sido un viaje turístico, sino un viaje por el alma
de un país, de la mano de gente que lo ama y trabaja por él; que exigía una
gran dosis de generosidad y una profunda preocupación por los demás”. De
modo que cuando los demás fluvionautas escucharon sus nombres, y fueron
subiendo a la tarima Marta Cañón, Humberto Polo, Natalia Atuesta, Gustavo
Reyes, Rafael Colmenares, Ángela Gutiérrez, Mariela Osorno, Mercedes
Bruchwall, Danilo Linero, Jorge Contreras, entre otros, comprendieron que
no solo la navegación había llegado a su fin sino que con ella también concluía
una porción inolvidable de sus vidas.

Esa misma noche en el hotel, bajo una luna que brincaba por encima de las
palmas y rielaba en la piscina, se llevó a cabo la última ceremonia de la nave-
gación. Sabíamos que no habría otra ocasión de estar todos reunidos y había
esa predisposición afectuosa a compartir. Al calor de los primeros rones aca-
bamos conformando un círculo más amplio pero muy parecido al que había
precedido la navegación en el Club de Pesca semanas atrás. Solo que ahora
era de noche y habíamos convertido en un hecho lo que un año atrás era una
idea con mucho brío, pero nada más. Entonces, cada cual reveló a los demás
una historia acerca de su río favorito, una especie de confesión espiritual que
entusiasmó tanto a Martínez Gil que convocó a los fluvionautas y como él
suele hacer en la cresta de las emociones, se desbordó. Había sido simple-
mente uno más de nosotros y ahora quería – era incapaz de guardárselo-
expresar lo que sentía al respecto, y algo más. Ese algo más vino después de
una emocionada evocación del río, que fue a la vez homenaje de admiración
por la corriente de agua más importante de Colombia y una invitación a la
lucha, a no desfallecer en el Referendo, porque allí radica la gran esperanza de
rescatar la riqueza hídrica nacional, pero sobre todo, porque se trata de un
país poblado por gentes amantes de la vida, que no pueden darse el lujo de
dejársela arrebatar o destruir. A continuación selló la hermanadad entre los
luchadores por los ríos confiriéndole a Mercedes Bwchwal un cordón del cual
pendía una piedrecita proveniente del Ebro, su río amado y por el cuál acabó
convertido en figura de la nueva cultura del agua. Mercedes, transformada
durante el viaje en La Mami, merced a su calidez y cuidado con los viajeros,
fue honrada con este collar en representación de los fluvionautas, y el otro
canto rodado proveniente de un antiguo continente fue para Rafael Colmena-
res, que lo recibió en nombre de la campaña y le prometió al oferente un sitio
especial en la sede de Ecofondo y en los corazones de los viajeros. El resto de
lo que ocurrió esa noche se pierde en la anécdota y la leyenda de las próximas
travesías

Los ojos de la esperanza


El biólogo Germán Galviz calcula en diez mil las hectáreas que se queman
anualmente durante la cuaresma en la ciénaga de Zapatosa con el propósito
de satisfacer el consumo de hicotea en Semana Santa. Sin más ni más se
prende fuego a la vegetación que orla las ciénagas para obligar al animal a
salir de su refugio. Mientras que los pescadores se ven gravemente afectados

299
Colombia: ¿un futuro sin agua?

con esta práctica, ya que la vegetación destruida es alimento de especies como


el bocachico, los grandes comercializadores que venden el “producto” en
Barranquilla y otras ciudades de la costa Caribe se ven altamente beneficiados.

Y finalmente allí están los megaproyectos que trasvasan ríos, destruyen


ecosistemas enteros y desplazan poblaciones que jamás volverán a recuperar
su cultura ni la sensación de pertenencia en ningún lugar. También, como se
ha señalado antes, la travesía demostró que como espadas, los omnipresentes
políticos que apoyan a los “operadores especializados”, o la privatización, que
ya causan estragos en Melgar y El Banco, por decir algo, hacen parte del
paisaje de nuestro río que no parece interesar a nadie.

Los foros En defensa del Agua y de la Vida, que se iniciaron con el de


Barranquilla un 7 de agosto lluvioso, en el amplio salón de conferencias del
hotel Brisas del Río, y concluyeron el 24 del mismo mes en una tarde radiante,
siempre resultaron sorprendentes. Por más preparados que estuvieran al final
resultaban inesperados, enriquecedores, aun aquellos que parecían no haber
respondido a las expectativas.

Por su lado los talleres sobre anfibios, sobrepasando todos los cálculos, se
transformaron en un excelente canal de expresión para las comunidades que,
más allá de los trabajos de campo, de descubrir el importante papel que juegan
en la supervivencia humana las ranas y los sapos, con los que han convivido,
compartieron sus conocimientos, preocupaciones y vivencias con herpetólogos
de la talla de Juan Manuel Rengifo, o investigadoras como la bióloga y
herpetóloga Mariela Osorno, o Ángela Gutiérrez y Natalia Atuesta, especialis-
tas en la vida del río y sus variedades piscícolas. Pero también operaron como
canales emocionales a través de los cuales muchas comunidades descubrieron
que no estaban solas en sus calificaciones y en sus angustias, con lo que se
generaron vínculos invaluables para la futura defensa del agua mediante su
conversión en derecho humano.

Queda, no obstante el poco halagador balance, la esperanza reflejada en los


ojos de esos cerca de tres mil asistentes a foros y talleres, estudiantes, cultiva-
dores, campesinas, pescadores, liderezas, y ciudadanos mondos y lirondos;
niños, niñas, hombres y mujeres, que esperaban las chalupas enarbolando sus
banderas, y haciendo que sus bandas nos transportaran en la brisa poética de
La Piragua o de las chirimías hasta de un pasado no muy lejano en el que río,
la ciénaga o la laguna eran fuentes de vida para hombres, plantas y animales
recordándonos que no todos están dispuestos a rendirse, porque sería estúpi-
do entregarse sin luchar, sin contribuir a hacer del agua, que es como la sangre
o el aire, la misma vida, y por tanto un derecho fundamental.

300
Colombia: ¿un futuro sin agua?

El Magdalena,
un río que nos regala un lenguaje.
Palabras ante el Foro de Girardot

Oscar Olivera1

Básicamente mi presencia aquí en Colombia se debe a la posibilidad de com-


partir entre todos y todas las experiencias de lucha de los diferentes pueblos
en Suramérica y en el mundo, y a que quiero decirles a los hermanos y herma-
nas colombianos que no están solos, que el pueblo colombiano no está solo, y
que la lucha que están emprendiendo desde muchos años atrás y ejecutando
en este momento con toda seriedad, con todas sus limitaciones y angustias
pero también con todos sus sueños y esperanzas, es una lucha que está siendo
acompañada por muchos pueblos del mundo, pues todos somos hijos de la
tierra, y por tanto somos hermanos y tenemos las mismas necesidades y la
misma decisión de conseguir un día que se hagan realidad nuestros sueños.

Hemos asistido a victorias muy importantes de nuestra América, como vientos


de cambio de quienes están resistiendo a las políticas de corrupción, a las repre-
sas que también significan privatización, a los organismos internacionales que se
quieren apropiar de valores y de culturas para convertir en simples mercancías
las sabidurías y los saberes de nuestros ancianos, abuelos y padres.

Movilizaciones urbanas en Argentina, donde ocupan fábricas y las hacen pro-


ducir demostrando que el pueblo es capaz de gestionar de manera autónoma
y transparente procesos productivos y demostrar la construcción de nuevos
tipos de vida. Tomas de tierra en el Brasil, del Movimiento de los Sin Tierra,
1 Líder sindical boliviano, y
con la perspectiva de asumirla como un ser vivo y no un mero espacio geográ- uno de los portavoces del
fico o una materia para vender y comprar. movimiento de Cochabama
que expulsó a la
multinacional Bechtel que
Hemos asistido a importantes movimientos en el Perú, de gente sencilla, trabaja- había obtenido, en
concesión el acueducto de
dora, pero discriminada, que han perdido sus empleos; importantes movilizacio- esa ciudad. Este
nes indígenas en el Ecuador que han permitido a políticos, económicos o presi- movimiento se conoció
como “la guerra por el
dentes entender lo erróneo de sus decisiones. Hemos asistido a eventos en torno agua”, de gran repercusión
al agua, como el que se vive aquí en Colombia, que nos permite evocar la impor- internacional. Acompañó
la navegación por el río
tante victoria del año 2004 en el Uruguay, donde mujeres, hombres, niños y Magdalena, en este año, y
ancianos y jóvenes se movilizaron para inscribir en la constitución uruguaya que expresó las palabras que
siguen ante el Foro de
el agua es un derecho fundamental y un bien público. Girardot con el que se cerró
dicho periplo, las cuales
fueron reconstruidas para
Estamos asistiendo a un debate muy importante y a una construcción de una este libro a partir de una
nueva normativa en el pueblo Paraguay, y a varias experiencias en marcha de grabación realizada en
directo.

301
Colombia: ¿un futuro sin agua?

los pueblos a su alrededor, de poder conseguir de manera pacífica y concerta-


da una normativa del agua que signifique agua para todos. Y a un proceso
muy digno desde la base, y esto es muy importante, del pueblo venezolano. ¿Y
qué nos dice el pueblo mexicano con los chiapaneños? ¿Y el movimiento
zapatista con la problemática del agua, que allí es muy evidente, y la construc-
ción de espacios autónomos donde la gente es gentil y trabajadora, y los indí-
genas construyen su propia vida al margen del Estado y de los poderes econó-
micos? ¿Y los pueblos de Estados Unidos, de Canadá, que se movilizan tam-
bién por el agua y por la vida, y contra la guerra? En Bolivia también hemos
tenido un proceso muy importante, que justamente enfrentó el problema del
agua cuando se la privatizó, y el pueblo se organizó y fijó sus objetivos, y tuvo
la capacidad de discutir y deliberar de manera participativa y amplia, y al final
recuperó su poder, se movilizó y consiguió lo que se propuso: el agua de todos
y para todos.

Entonces, hermanos y hermanas colombianos, Ustedes no están solos; sim-


plemente quise venir a compartir estas experiencias, y quizá de manera con-
junta levantarnos el ánimo; y creo que la navegación ha servido un poco para
esto: Ante todo para mí no solamente ella ha significado que podamos hacer,
con nuestras hermanas biólogas, o nuestros hermanos periodistas, o los acti-
vistas sociales de medios de comunicación, una especie de diagnóstico de lo
que pasa por el río Magdalena, una especie de conocimiento y reconocimien-
to con las gentes que vive en sus riberas; creo que ante todo el objetivo de esta
navegación es que podamos tener la posibilidad de organizarnos, y en torno a
la organización y el reconocimiento como iguales entre nosotros, recuperar la
palabra del pueblo colombiano, que le ha sido como confiscada por los gober-
nantes y por otras fuerzas que le dan una imagen al exterior basada en dos
problemas, que son como los del pueblo boliviano, pues nos perecemos mu-
cho y al final somos uno solo: el problema de la guerra, y el del narcotráfico.

Como lo venimos haciendo en la navegación, necesitamos visibilizar la otra


Colombia, la Colombia de la solidaridad, la de la indignación, la de la pobreza,
la dignidad, la Colombia de los pueblos hermanos que están en las riveras del
río Magdalena, decididos a recuperar su voz y a construir su presente y su
futuro. Hemos visto esta Colombia, y todos la reconocemos. Mi memoria se
lleva otra visión de esa Colombia que vive en los pueblos pequeños, que es la
Colombia ignorada, la Colombia invisible para los poderosos e inclusive para
los que viven en las ciudades. Pero ahora la hemos visto, hemos navegado por
el río y hemos hecho un diagnóstico, y a pesar de que no soy un hidrólogo ni
un académico, ni un biólogo, y de no poder dar datos científicos ni técnicos
sobre lo que pasa con el río, mi experiencia como dirigente sindical, como
activista social me permite ver que no puede separarse el río de la gente: Lo
que pasa con el río es el reflejo de lo que pasa con la gente, y lo que pasa con
la gente es lo que pasa con el río, y lo que podemos oír del río es lo mismo que
podemos oír de la gente.

Hemos visto un río y una gente preocupada, angustiada, un río y una gente
olvidados e invisibilizados, pero un río en movimiento como también lo está la

302
Colombia: ¿un futuro sin agua?

gente de las riberas, y un río con mucha fortaleza, que a veces da miedo por su
fuerza, pese a que navegamos por él seguros en las barcazas de nuestros
hermanos. Un río que nos regala un lenguaje que nos falta a nosotros descu-
brir, escuchar sus mensajes, y salir de la mudez, oírlo con el corazón, como
debe ser la comunicación entre la gente y el río, que debe servirnos para
reflexionar y generar estos espacios donde creo que nos tenemos que ver
como iguales. Qué bueno que esté aquí la universidad, los estudiantes, los
activistas, los científicos y los académicos, porque estar juntos es la única
forma de que entre todos podamos establecer estos espacios de recuperación
de nuestra palabra.

He visto también que crece la necesidad de ir más allá de estos instrumentos


que son la convocatoria al referendo o la navegación, los cuales simple y
llanamente son instrumentos para hacernos ver la posibilidad de ir más allá de
recolectar firmas, para lograr que el agua sigua siendo de todos y sea un
derecho fundamental. Está claro que los instrumentos deben servirnos para
algo esencial que discutíamos y hablábamos con algunos jóvenes el viernes
por la noche en la universidad: Recolectar firmas al navegar en el río Magda-
lena, encontrarnos aquí para empezar a ejecutar tareas muy concretas como
estas que estamos haciendo hoy, pero también asumir la obligación y la nece-
sidad ineludible de discutir la construcción de un nuevo tipo de sociedad, de
convivencia social entre nosotras y nosotros, de construir un nuevo tipo de
armonía y equilibrio con la naturaleza, porque lo que hemos podido constatar
en las calles, en los caminos, en los ríos, en las riberas de los ríos y en las
ciudades de Colombia, y si recorremos también parte del mundo, es que el
mundo se está destruyendo, la civilización está en un periodo de extinción
como muchas especies de animales y vegetales que ya prácticamente han
perecido.

Y ante ello no podemos quedarnos cruzados de brazos mirando desde los


balcones mientras el mundo, que es una herencia material y espiritual de nues-
tros padres y abuelos, es destruido por esos poderes invisibles que a veces no
vemos pero sentimos en la vida diaria y cotidiana. Ante todo debemos empe-
zar a discutir un nuevo tipo de organización social desde estas tareas concre-
tas que nos estamos planteando hoy. Porque le he escuchado decir a mucha
gente de los pueblos de las riberas, ante la pregunta ¿qué esperan para cam-
biar su vida?, que el Estado debe asumir su responsabilidad de darnos solucio-
nes; poderes; y he oído en algunas otras comunidades decir a la gente que no
nos escucha nadie, pero también hemos decidido hacer frente a la indiferen-
cia, el desprecio y menosprecio de nuestros propios poderes.

Y estos factores importantes han conducido a que nosotros en Bolivia y en


otras partes del mundo podamos empezar a vislumbrar con mayor claridad
estos sueños, la autonomía frente a Estados que han sido formados y diseña-
dos solamente para cuidar los intereses de los grandes capitales transnaciona-
les, y de las grandes mafias partidarias y corruptas; creo que la autonomía es
algo muy importante que propongo en este espacio de discusión para que
empecemos a reflexionar sobre ella, donde ningún tipo de organización so-

303
Colombia: ¿un futuro sin agua?

cial, ningún tipo de espacios como el Comité de Defensa del Agua y la Vida de
Colombia llegue a estar comprometido con ningún tipo de interés partidario o
económico. Su voz no puede estar alquilada a ningún tipo de interés que no
sea el interés del pueblo, y creo que lo importante es mantener esa autonomía,
para recuperar la confianza entre nosotros, y fundamentalmente la confianza
del pueblo colombiano, que he visto está influido por la desconfianza. La
recuperación de la confianza debe partir de la construcción de ella en uno
mismo y en el otro, y ese es un desafío en torno al cual debemos empezar
nosotros a trabajar.

Finalmente, quiero terminar diciendo que las luchas que están librando los
pueblos de todo el mundo son victoriosas, pero significan un enorme sacrifico
para la población, y nosotros como ciudadanos del común no queremos que
nuestros pueblos se sigan desangrando; pero si es necesario dar nuestra vida
para construir una vida nueva lo vamos a seguir haciendo. Los tiempos de
silencio y oscuridad, hermanas y hermanos colombianos deben terminar aquí
en Colombia. En otros pueblos hemos terminado con estos actos y estos tiem-
pos de silencio y oscuridad y de terror, y creo que los tiempos de victoria, de
solidaridad, de transparencia, de respeto, tienen que ser también los tiempos
que lleguen hasta el pueblo colombiano. Muchas gracias por su solidaridad, su
hermandad y su atención.

Quiero irme de aquí con el firme compromiso de que estando en Bolivia, me


sentiré como estando en Colombia, porque aquí me he sentido así, y no me he
sentido para nada ni invitado, ni extranjero. En ese sentido como colombiano
y colombiana también quiero dejar en manos de Rafael Colmenares, como
vocero del Comité de Defensa del Agua y la Vida, un pequeño regalo de la
Coordinadora Nacional de Defensa del Agua y la Vida de Bolivia, expresado
en un pequeño dios andino de la abundancia, para que no solamente recolec-
ten en el próximo año el millón y medio de firmas necesarias para hacer
constitucional el derecho al agua, sino ante todo para que este dios le de la
fuerza necesaria al pueblo colombiano y al comité la posibilidad de recupera-
ción de su palabra y dignidad. Muchas Gracias.

304
Colombia: ¿un futuro sin agua?

La navegación por el río


Grande de la Magdalena
Carta del día después

Javier Martínez1

Queridos amigos “magdalenautas”:

Apenas hace tres días que estoy de nuevo en casa, en mi Zaragoza2 . Tal y como
suponía, el «aterrizaje» me está resultando emocionalmente difícil, porque mi
mente y mi corazón siguen todavía ahí, repartidos entre el Magdalena y vosotros.

Os confieso que ha sido el viaje más completo de mi vida. En otras ocasiones


conocí países y paisajes hermosos, monumentos y ciudades maravillosas, pero
esta vez fue distinto: No fue un viaje turístico, sino un viaje por el alma de un
país, de la mano de gente que lo ama y trabaja por él; que exigía una gran
dosis de generosidad y una profunda preocupación por los demás.

He tenido la oportunidad de encontraros a todos, un grupo de personas excep-


cionalmente buenas, y de compartir con vosotros preocupaciones y desvelos.
Ha sido un viaje no sólo por el corazón de un país, sino también por el de unos
seres humanos “buenos”, que es mi mejor adjetivo para calificar a una persona.

Colombia está hoy en mi corazón, donde tiene ya un lugar en propiedad; lo


está con todas sus paradojas, con sus grandezas y miserias, con sus derrotas
históricas y su esperanza de encontrar un día la estabilidad que necesita, con
su riqueza y su pobreza, con la naturaleza prístina de muchos de sus paisajes
y, al mismo tiempo, con la degradación profunda de otros tantos… y otras
muchas paradojas más. Hoy me duele vuestro dolor y me alegra vuestra espe-
ranza. Vuestras ilusiones son las mías, y vuestras ganas de renacer también las
coloco en mi bandera.

Cuando acepté la invitación que me hizo Rafael para acompañaros en la na-


vegación por el río Grande de la Magdalena, no sabía muy bien a dónde iba ni
para qué. Desconocía en qué manera y medida podría ser útil mi presencia en 1 Hidrólogo y geólogo
español, uno de los líderes
ese peregrinar fluvial de más de 1.200 km y tres semanas; temía acabar sien- de la oposición al trasvase
do una carga inútil, un objeto de decoración, pues desconocía los problemas del río Ebro y miembro de
la Fundación de la Nueva
del agua en Colombia. Cultura del Agua.
2 La navegación del río
Magdalena terminó el 25
Cierto es que conozco bien los problemas del agua de mi país, a mis gentes y las de Agosto en Girardot y el
razones y sinrazones de sus conflictos hídricos, y sé como actuar en lo que creo autor regresó a España el
27 del mismo mes.

305
Colombia: ¿un futuro sin agua?

es la buena dirección, la que debe llevarnos a la instauración de una ética hidrológica


que regule la resolución de esos conflictos, dejando un obligado y generoso espa-
cio para que los ríos, lo poco que queda de ellos en España, sigan siendo ríos.
Conozco las reglas sociales del juego y las realidades de mi país, así como la
idiosincrasia de sus gentes, pero no conocía las vuestras. Por otra parte no era yo
quien para inmiscuirme en problemas ajenos que ignoraba.

Todos al principio me erais desconocidos, a excepción de Rafael Colmenares


y de Enrique Galán, con quienes hacía unos meses había tenido ocasión de
departir apenas unos minutos. Me enfrentaba, por tanto, a lo desconocido; a
un mundo muy diferente al mío.

El programa de navegación coincidía, además, con mis semanas de vacaciones


familiares anuales; pero lo cierto es que me apetecía ir a Colombia, porque pen-
saba que habría de ser un viaje placentero, semi-turístico para mí; de hecho me
llevé abundante lectura con la idea de aprovechar los ratos libres que en el curso
de tres semanas imaginaba se habrían de dar, que serían largos y tranquilos; en
suma, una ocasión excepcional para contemplar con parsimonia un gran río del
planeta río y sus paisajes. Mi río, el Ebro, nuestro pequeño Amazonas peninsular,
apenas aporta el equivalente a un caudal medio de 400 m3/s en su tramo final;
el del Magdalena es del orden de 7.500 m3/s; es decir, otra dimensión.

Luego resultó que nada de lo que había imaginado resultó así. Las horas de
navegación no fueron tantas como las que yo había supuesto, porque nuestras
lanchas eran auténticos torpedos; ni tampoco resultaron tan silenciosas, por-
que los doscientos caballos de sus motores daban la impresión de estar nave-
gando encima de un ruido. Pero es que, además, el ritmo de trabajo de cada
día resultaría frenético, sin descanso, desde la mañana a la noche. Apenas
tuve tiempo de leerme una colección de antiguas historias de Gabriel García
Márquez que encontré en Puerto Berrío, en un quiosco de periódicos, que
vendía libros usados. Me costó 1.000 pesos; es decir, apenas 0,4 ¤; pese a
todo, tuve que acabarlo en el avión, en mi vuelo de Bogotá a Nueva York

Ahora que todo ha pasado, quiero descubrirme levantando mi sombrero ante


las personas que más directamente habéis llevado el peso de la organización
de esa navegación, con sus foros y talleres. Me descubro ante quienes tuvisteis
que empezar un día por explorarlo todo, el territorio, las gentes, las institucio-
nes, para preparar nuestro alojamiento, nuestras comidas, las recepciones, los
talleres, los foros, las visitas, antes de nuestra llegada a cada lugar. Levanto mi
sombrero para deciros: “¡Chapeau!”, mientras mi corazón os dice “gracias”

El mundo colombiano, hace apenas un mes totalmente desconocido para mí,


ya no me es extraño. Hoy, merced a todos vosotros lo siento y lo amo, y
aunque todavía no sé a ciencia cierta cómo es, lo intuyo en sus grandezas, y en
sus miserias también

Desde el primer día de una navegación que empezó en Barranquilla, junto al


Caribe, traté de adaptarme a la realidad, obsesionado siempre con la idea de

306
Colombia: ¿un futuro sin agua?

ayudaros en el desarrollo del objetivo oficial de la actividad: lograr las firmas


necesarias para la celebración del referendo sobre el acceso al agua potable
como un derecho fundamental reconocido por la Constitución, y de paso
prevenir al pueblo colombiano sobre los riesgos de la privatización de los
servicios de acueducto y alcantarillado.

Ahora que el gran viaje por el Magdalena es ya historia, al hacer balance de todo,
pienso que a pesar de mi buena voluntad y de toda mi predisposición y entrega, el
saldo me ha sido tremendamente favorable en la medida que he recibido mucho
más de lo que haya podido dar; he recibido mucho de todos y cada uno de voso-
tros, así como del propio río, que nos ha hablado y nos ha contado sus penas.

He recibido mucho también de ese otro río humano, el de las gentes que han
desfilado a lo largo de casi tres semanas de navegación, compartiendo con
nosotros emociones y, sobre todo, la esperanza de construir un mundo feliz,
una Colombia más hermosa, más tranquila y más igual. He vuelto con el alma
llena, enriquecida por un mundo de vivencias que colma mi interior, que he
recibido como un auténtico regalo, inesperado e inconmensurable, de la vida.

El país, el río Grande de la Magdalena, que es como antes lo llamaron, y las


gentes que he conocido, en especial los «magdalenautas» y nuestros lanche-
ros, me habéis ofrecido un tesoro. En adelante, trataré de trabajar por vuestra
causa para equilibrar ese balance. Buscaré la manera de aportaros ideas y de
sugeriros iniciativas. De momento, os ofrezco -a todos sin excepción-, mi casa
de Zaragoza si con motivo de la celebración de la Exposición Internacional
dedicada al agua, que tendrá lugar desde la mitad de junio hasta la mitad de
septiembre próximo, venís a visitarla. Mi corazón no hace falta que os lo
ofrezca, porque os he demostrado que ya lo tenéis.

***

A lo largo del viaje por el Magdalena he tratado de daros aquello que os podía
ofrecer en un contesto hidrológico, social, político y cultural para mí descono-
cido. Ese algo ha sido mi afecto y algunos atrevidos consejos relacionados con
mis experiencias españolas, pues aunque cada país es una realidad hidrológica
diferente, hay en todos ellos realidades, problemas y causas que los generan,
que son comunes.

Esa realidad común es la degradación física, química y ecosistémica en general


de las aguas de casi todos los ríos de la Tierra, cuyas disfunciones, las que obser-
vamos, apenas son la punta del iceberg que hemos creado. Por otro lado, son
también comunes muchas de las causas, como los afanes desmesurados por la
privatización fáctica de todo aquello que pueda parecer un bien o un servicio
estratégico, esté donde esté; incluidos los ríos y los acueductos, a través de for-
mas de concesión de uso que acaban siendo hipotecas imposibles de levantar.

Ante algunos de mis matices acerca de si lo privado no es por naturaleza


perverso ni insolidario, y mis afirmaciones iniciales de que en el caso de

307
Colombia: ¿un futuro sin agua?

democracias fuertes, de gobiernos mesurados y sociedades civiles organi-


zadas, el debate entre si determinados servicios deben ser públicos o priva-
dos no tiene gran trascendencia, alguno de vosotros me hizo ver durante la
navegación que, en primer lugar, ese no era el caso de la realidad política
ni social colombiana, y en segundo lugar, que para muestra ahí están las
experiencias privatizadoras habidas en casi toda Latinoamérica, tan nega-
tivas en general.

En el caso concreto de Colombia se me ha dicho que son generales los casos


en los que a partir de la privatización el recibo del agua se ha multiplicado por
tres en cinco años, que la calidad del servicio no siempre ha mejorado de
forma substancial allí donde había problemas graves, y que más de diez mil
familias al año se ven obligadas desengancharse de la red por no poder hacer
frente al pago del recibo, y que con frecuencia la población paga por un servi-
cio permanente de agua en la “llave”, que no siempre se da, siendo muy
frecuentes las restricciones

Alguien me refirió la metáfora de que privatizar un servicio estratégico de la


envergadura del agua potable, es tan peligroso como dar alcohol a un alcohó-
lico pensando que va a saber autorregular su instinto, y que salvo honrosas
excepciones, que se podrían contar con los dedos de una oreja, la filosofía de
la empresa privada, y más la de las transnacionales, es el negocio; cuanto más
seguro y ventajoso mejor. Referencias tan indignantes como las de Cochabamba,
relatadas por un observador de excepción, otro magdalenauta, nuestro amigo
boliviano Oscar Olivera, donde la multinacional americana que se quedó con
el servicio de abastecimiento, al ver como las gentes se desenganchaban de la
red, recurriendo al aprovechamiento de las aguas pluviales de sus tejados, con
la consiguiente disminución de la tarifación prevista, recurrió a que el Estado
estableciera un impuesto por el aprovechamiento de esas aguas. La revuelta
estalló. La cancelación de los derechos concesionales de la multinacional cos-
tó, al parecer, varias decenas de miles de millones de dólar. Y es que en las
transnacionales del sector, la voluntad de servicio al ciudadano queda eclipsa-
da por su afán desmesurado, patológico, de lucro.

A lo largo de la navegación han salido a relucir otros contratos de concesión


leoninos, que muestran la calaña de «algunas» (vamos a dejarlo así) de esas
empresas. He sentido vergüenza ajena cuando me han sido explicados los
afanes de negocio de determinadas grandes empresas españolas que en estos
momentos operan en casi toda Latinoamérica, obsesionadas con volver a ha-
cer “las Américas”; es decir el enriquecimiento rápido y desmesurado a costa
de la necesidad, la debilidad y la impotencia ajenas. No voy a citar nombres
que todos conocéis, ni realidades que os permiten hablar no ya en términos de
conquista de un país, sino de “reconquista”. No sé hasta qué punto son em-
presas españolas o testaferros del gran capital internacional, que al fin de
cuentas es lo mismo, porque la usura hoy no tiene ya fronteras en un mundo
contaminado de inmoralidad. No sé tampoco a ciencia cierta cuánto hay de
verdad en todo eso, pero presiento que mucho, y eso como español me da
vergüenza.

308
Colombia: ¿un futuro sin agua?

El neoliberalismo no tiene alma, su meta no es el ser humano, ni su motivación la


bondad, el bien hacer colectivo o la generosidad, sino el lucro legal, el que raya
en la ilegalidad, con leyes hechas a su medida, que se aprovecha de una moderna
y alarmante tendencia a reducir al mínimo el aparato administrativo de los Esta-
dos que él mismo ha impuesto, que tiende a transferir la gestión de los servicios
más básicos y estratégicos de cada país a manos de poderosos sectores económi-
cos, lo cual no deja de ser una manera sutil de vender la patria, de hacer negocios
personales con lo que es patrimonio generacional de todos. Son muchos los
países que con la connivencia de sus gobernantes están en esa dinámica; de
autoliquidación a precio de rebaja. En España hemos sufrido ese proceso con
gobiernos demócratas, sean socialistas o populares.

En todas partes estamos construyendo un mundo gobernado por poderosos


mercaderes, señores feudales del tercer milenio, gentes desalmadas que se rigen
por la ley de los negocios, por el lucro inmediato y el falso progreso. Entiendo,
por lo que he visto, que Colombia no escapa a esa realidad. Las sociedades, y los
ciudadanos con ellas, han perdido la dignidad y la palabra; el propio sistema
democrático poco a poco ha ido usurpando esa dignidad, hasta el punto de que
los partidos políticos, con todas sus deficiencias y vicios, pese a ser necesarios,
son también parte fundamental del problema, los responsables más directos; de
hecho poca gente cree ya en ellos, ni en sus personajes, salva-patrias de ocasión,
pseudo representantes de la voluntad de sus pueblos. Hoy sólo creen en la polí-
tica quienes de ella viven, porque es su modus vivendi y, en ocasiones, su autén-
tico El Dorado. La gente joven desde luego no cree lo más mínimo. Oscar Olivera
nos habló en varias ocasiones de la necesidad, en ese contexto, de que los ciuda-
danos recuperen su soberanía y la palabra.

La Constitución colombiana, como casi todas las constituciones demócratas, re-


conoce dos vías de participación, dos formas posibles de expresar la voluntad
soberana del pueblo, bien sea de manera indirecta a través de sus representantes
en el Parlamento, o de forma directa a través de un plebiscito, que es lo que
ahora pretendéis que se haga en relación con el tema del agua potable.

En la gestión del agua, como en la de tantas otras cosas más, se ha pasado del
uso al abuso. Pero la cosa continúa; ahí están los megaproyectos hidráulicos
devastadores, a desarrollar por iniciativa del gran capital transnacional en to-
dos los continentes, ese ente abstracto, sin rostro humano y sin patria, que
tiene una visión cortijera de la vida y de los patrimonios del planeta.

Hoy apenas quedan ríos en toda la Tierra, ríos que conserven un buen nivel de
pristinidad, que ofrezcan su ancestral poder evocador, cuyas aguas sigan sien-
do la auténtica fuente natural y pública de proteína animal que siempre fue
para las gentes ribereñas. Lo poco que queda de los grandes ríos está ya en el
punto de mira de intenciones bastardas. Sudamérica, el gran continente fluvial
de la Tierra, es todavía, después de más de cinco siglos, territorio de conquista
para propios y extraños. El respeto a los ríos, a los sistemas acuáticos y a todo
lo que pueda ser convertido en mercancía y poder, brilla por su ausencia
frente a la ceguera de la codicia. Esa es mi impresión.

309
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Los ríos y la gestión de las aguas siguen siendo bocados vorazmente apeteci-
dos por parte el sector hidroeléctrico, del sector de la navegación, por parte de
quienes quieren dar salida fácil y barata a los expolios proyectados en el inte-
rior del continente sudamericano con la explotación de sus minerales, sus
bosques, sus ríos, su potencial pesquero que es su fuente natural de alimenta-
ción natural, sus biodiversidades, y, lo que es peor, sus culturas y sus gentes.
Son bocados apetecidos también por las grandes multinacionales de la cons-
trucción, por las cementeras y, cómo no, por las empresas de abastecimiento
de agua, para cuando dentro de muy pocos años todo esté contaminado y
haya que beber agua envasada, algo que como empieza ya a ser un hecho
generalizado en Colombia y en casi todos los países del mundo, que hace que
el simple hecho de beber agua natural impoluta, algo que desde que el ser
humano existe fue siempre un bien libre, está siendo un lujo, un privilegio
accesible a quien lo puede pagar y, en todo caso, un diezmo que la sociedad
tiene que pagar a las multinacionales del sector.

Las presas y las detracciones de agua, sean para el regadío o para la creación
de saltos hidroeléctricos, junto al uso de los cauces para verter en ellos las
aguas que arrastran los desechos molestos de la actividad humana; la extrac-
ción de gravas y arenas de sus lechos, la canalización de las orillas para la
navegación, la suciedad inherente a ese tipo de actividad, además de la inva-
sión de la zona inundable de ríos y ciénagas por parte de agricultores y en
especial de los ganaderos, cuando no por el propio asentamiento de polígonos
industriales, incluso por el mismo hábitat humano, han creado un panorama
planetario de desolación que nos es ya familiar.

La obra de Jeane Abramovitz Aguas degradadas, futuro empobrecido trata


de dar una ligera visión de esa realidad, con cifras y descripciones que hablan
por sí solas; habla de un desmán que hemos creado en apenas cincuenta años
de irresponsabilidad colectiva, de auténtico fluvio-vandalismo. Si proyectára-
mos esa dinámica otros cincuenta años hacia el futuro, la palabra que mejor
definiría la realidad sería holocausto, holocausto hidrológico.

En pocos años los ríos han dejado de ser el objeto de respeto que fueron desde la
más lejana antigüedad, cargados de simbolismos, el lugar de socialización y dis-
frute familiar de los días de domingo. Han dejado de ser la fuente pública de
proteínas que siempre fueron. Los ríos han sido elementos de identidad de los
territorios por los que han circulado, protegidos por deidades y espíritus del bien
frente a la acción predadora de los seres humanos. Hoy los hemos degradado,
convirtiéndolos en simple mercancía, en punto de mira de grandes negocios.

Más allá del análisis cuantitativo de realidades hidrológicas cuyas cifras desconocía,
y que en buena parte sigo desconociendo porque no es fácil para mi encontrar los
datos pertinentes de Colombia y del Magdalena, he tratado a lo largo de la navega-
ción, y ahora también, de transmitiros argumentos morales y principios de bien-
hacer en relación con los ríos; algo que pudiera ayudar al advenimiento de una
nueva ética hidrológica que el país necesita, que permita un pronto cambio de
actitud colectiva respecto a los ríos, en definitiva respecto a nosotros mismos.

310
Colombia: ¿un futuro sin agua?

***

Me vais a permitir que trate de filosofar un poco, de ir al fondo de las cuestio-


nes; es decir, de ser un poco radical, que mezcle lo divino con lo humano, de
hacer con vosotros algunas de las reflexiones que las tres semanas de navega-
ción por el Magdalena me ha sugerido, que brotan en mi interior ahora que
estoy ya en caso rumiando las esencias de nuestra singular experiencia.

Muchas veces he dicho que los ríos son parte consustancial de los territorios
en los que nacen y por los que fluyen; que son bastante más que un recurso a
explotar, porque son patrimonios sagrados de memoria, de cultura e identi-
dad; por eso, no he dudado nunca en afirmar que destruir un río es mucho
más que degradar sus aguas, alterar su dinámica natural o empobrecer su
biodiversidad de flora y fauna; más incluso que la cadena de equilibrios natura-
les que alimentan. La destrucción o la de gradación de un río llevada más allá
de un determinado nivel es una auténtica amputación espiritual que se hace a
la relación emocional entre el ser humano y su territorio; es un paso hacia el
desarraigo humano. Un pueblo sin raíces es un pueblo sin historia y sin futuro,
“carrasca que se secará”, dice una de las canciones de nuestro repertorio
popular conocida como Perdido país.

Argumentos de esta naturaleza son ahora, más que cualquier otro tipo de razo-
nes, los llamados a poner en marcha un proceso de regeneración del pensamien-
to hidrológico colectivo de cada país; los que pueden llegar a desencadenar un
movimiento ciudadano de dignidad a través de la toma de conciencia de lo que
emocional y culturalmente significa un río para un territorio y para sus gentes.
Un río es todo lo que en sus aguas o de sus aguas vive, todo lo que esas aguas y
la magia de su fluir crean y evoca; los ríos son un valor de identidad de un
territorio mayor que el de una catedral, monumento o legado de la historia huma-
na. ¿Os imagináis que serían ciudades como Plato, Magangué, Mompóx, El Ban-
co, Barrancabermeja, Puerto Berrío, La Dorada, Girardot, que hemos visitado, si
el Magdalena se secara y desapareciera, o si se lo degradase a niveles tales que
desapareciera el poder evocador que, pese a todo, aún conserva? Serían como
lugares sin alma. ¿Acaso alguien puede sentirse identificado con una cloaca, con
un lugar sin vida e insalubre, con un despojo de la barbarie humana?

Este tipo de argumentos son los que tal vez un día nos lleven a soltar un
¡basta ya! ¡hasta aquí hemos llegado, y no más! No sabemos cuánto vale un
río, porque -como el amor-, no es mercancía cuantificable; su dimensión es
otra, pero sí empezamos a saber cuál es el coste de su desaparición.

Mis pensamientos al respecto es ese plus que la Nueva Cultura del Agua re-
presenta respecto a lo que simplemente sería una nueva hidrología, más efi-
ciente, más respetuosa con la salud de los ecosistemas, mejor manipuladora
del agua, y más barata, que no deje de considerar al agua esencialmente como
un recurso a explotar sin llegar a matar la gallina de los huevos de oro. La
Nueva Cultura del Agua que yo un día definí es eso y mucho más; es aprender
a mirar los ríos y el agua desde otra manera.

311
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Las esencias de mi discurso a lo largo de esta navegación creo que han sido
generosamente recogidas en las grabaciones que en diferentes momentos me
hicieron Fernando, Javier, Julio, José, Gustavo y Ángela, personas todas ellas
con las que me sentí muy a gusto, simplemente porque me permitieron expre-
sara en profundidad, más allá de un repertorio de etiquetas y sentencias; por
eso tal vez me parecieron unos buenos profesionales de la información, gente
que entiende que el protagonista de una entrevista no es el que pregunta sino
el entrevistado, que es quien tiene algo que decir, y a su manera.

Más allá de todas esas reflexiones hidrológicas de orden metafísico y de otras más
que sin duda iré matizando y expresando en este escrito, pensamientos y análisis
que me han ido surgiendo a lo largo de toda la navegación, he tratado de contri-
buir con vosotros a crear un clima humano de afecto, ternura y confianza, en un
escenario en principio complicado, pues convivir en armonía y buen humor du-
rante tres semanas seguidas, las veinticuatro horas de cada día, al ritmo de trabajo
que nos hemos movido, no era en principio una empresa fácil; requería mucha
atención y mimo. Hoy podemos decir que entre todos lo conseguimos, cada uno
en su papel. A mí me tocó jugar el mío, el que yo mismo decidí tomar.

Si lo asumí es porque pronto me di cuenta de la grandeza de vuestra causa y me


entregué a ella. Por mi experiencia en este tipo de actividades y encuentros,
percibí que vuestro mensaje iba a ir mucho más allá de los problemas del agua en
Colombia; más allá del objetivo formal de la navegación: la celebración del referendo
para que la Constitución reconozca de manera explícita el derecho de todo co-
lombiano al acceso a los servicios de agua potable y de alcantarillado, de forma
que a nadie le puedan ser negados por cuestiones económicas, por no poder
hacer frente a los recibos mensuales; recibos que cada año suben de forma des-
medida en relación a los ingresos familiares de muchas personas.

Los pobres, los desheredados del progreso, de las conquistas del saber, de la
ciencia y la tecnología humanas, ya tienen suficiente desgracia con ser pobres,
por eso vuestro mensaje pretende que haya un mínimo vital -que para cada
colombiano menesteroso debería ser gratuito-, costeado con la tarifa de los
más pudientes, en la medida que su consumo se aleje del estándar mínimo.
Ese mensaje no solo merecía mi aplauso personal, sino creo que también el de
la Fundación de la Nueva Cultura a la que en buena manera he estado repre-
sentando en calidad de embajador internacional. Cuando en España se ha
hablado de ese mínimo, se ha señalada la cifra de 60 litros por habitante y día.

Es evidente que a nadie le puede ser negado el derecho a respirar por no


poder pagar el aire que le rodea. El aire y el agua son consustanciales a la vida
misma, por ello, negarlos obligando a ingerir agua contaminada o sin las míni-
mas garantías de salubridad, es negar el derecho a vivir. El agua y el aire, por
su propia naturaleza son bienes públicos, no privatizables, pues siempre han
sido de todos porque son de la vida.

En Calamar pregunté a unas niñas de edades comprendidas entre ocho y diez


años, de quién era el Magdalena, de quién sus aguas y sus peces, de quién el agua

312
Colombia: ¿un futuro sin agua?

de la lluvia que alimentaba al río. Mi pregunta les pareció tan absurda que no
acababan de entenderla, hasta que tras mi insistencia y pertinentes aclaraciones,
una de aquellas niñas contestó: “Del cielo,… y de Dios”. Al preguntarles de quién
más, me contestaron lo que es evidente para un ser todavía puro: “De todos”.

En nuestro peregrinar fluvial hemos predicado de forma implícita un mensaje


de inequívoca trascendencia, que ha invitado a la reflexión profunda, algo que
ha trascendido en su esencia la cuestión del acceso al agua potable y al propio
referendo. Vuestro/nuestro mensaje ha sido una cruzada del bien, un intento
de recuperar la dignidad perdida, la alegría de la vida, la salud de las institucio-
nes públicas, el sentido común, las ilusiones colectivas, la confianza de los
ciudadanos en su propia capacidad de autogestión para salir del hoyo en el
que no sólo Colombia, con sus matices, sino la humanidad entera se encuen-
tra. Ha sido una bocanada de fe para tanta y tanta gente resignada o atemo-
rizados, para que se animen a manifestar su voz discrepante.

Ha sido el vuestro/nuestro un maravilloso intento de recuperar al ciudadano;


ha sido expresado y explicado desde la actitud generosa, desinteresada, respe-
tuosa y ejemplarizante que hemos mostrado, para que tras muchos siglos de
desengaños haya aún colombianos que sigan creyendo que hay personas bue-
nas en la Tierra, y que existe una sabiduría suprema que no es otra que la que
reside en el amor desinteresado a los demás, y que esa alegría puede llegar a
ser contagiosa hasta convertirse en un gran río de ilusión de aguas que llevan
el imaginario del renacer. Hemos predicado que es necesario, obligado inclu-
so, tener fe; fe auténtica, que va más allá “creer en lo que no se ve” que decía
el catecismo católico que estudié de niño, sino creer ¡a pesar de lo que se ve!,
con esa fe que mantenía vivo a San Manuel Bueno y Mártir, aquel cura de la
obra de Don Miguel de Unamuno, que teniendo fama de gran santo manifestó
un día a un amigo que no creía en Dios.

No me cabe duda de que vuestro/nuestro mensaje ha llegado al alma de mu-


chas de las gentes que nos han escuchado, y que está llamado a trascender la
realidad hidrológica del país. En el fondo es un mensaje de humanismo en un
mundo peligrosa y torpemente desigual, sumido en la miseria moral de esa
gran paradoja de los tiempos a la que llamamos “progreso”, que margina y
explota a dos tercios de la humanidad, que sigue creando un mundo cada vez
más deshumanizado y desespiritualizado, donde las grandes cualidades del
alma no cuentan, sencillamente porque no hay en él espacio para ellas.

En ese modelo de progreso, quienes no tienen la capacidad de consumir ni la


esperanza de llegar a integrarse un día en el paraíso del club de los consumistas
de quincalla y farándula, de felicidad de luces de neón y escaparate, no cuen-
tan para el sistema. Ellos son los desheredados de la Tierra, los que llevan
siglos de marginación. En el viaje hemos visto en repetidas ocasiones ese
mundo de marginación, de gentes desheredadas. Gentes que viven rodeados
de agua por todos los lados, pero de agua contaminada, en un escenario de
suciedad. Alguien contaminó un día sus aguas a la vez que en nombre del
progreso y del interés general explotaba sus propios recursos y les expoliaba.

313
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Aun tengo muy grabadas en mi mente las imágenes de esas gentes, las que
vimos en El Cerrito, cerca de El Banco, conviviendo con la más increíble falta
de higiene, bebiendo directamente el agua del río, salpicadas sus calles de sus
propias heces, en medio de charcos inmundos, con cerdos deambulando entre
niños semidesnudos o desnudos. Un niño del primer mundo no habría sobre-
vivido una semana. Pese a todo su cara era de felicidad e inocencia; sus rostros
transmitían la belleza sublime de la inocencia humana. Esos niños no existen
en mi mundo, en mi pretendida sociedad del bienestar. Pese a todo, me pre-
gunto si alguien se ocupa de ellos, si saben las instituciones de su miseria.

Quienes gobiernan olvidan cada vez con mayor intensidad y frecuencia que la
política es precisamente el arte de bien gobernar; es decir, de administrar los
intereses contrapuestos que en cada momento pueda haber en la sociedad,
sabiendo discernir entre los coyunturales y permanentes, los públicos y los
privados, los legales y los legítimos, entre el precio y el valor de las cosas,
sobre-imponiéndose a las prisas de la inmediatez, ponderando los afanes del
momento con los derechos de las generaciones venideras, los de esas gentes
que por no haber nacido aún no tienen voz en los parlamentos que deciden el
futuro. Quien gobierna en nombre de todos debe replantearse en cada cir-
cunstancia el significado de la palabra “progreso”, y el de expresiones como
“bienestar general”, “derechos de las mayorías”; debe estar impregnado de las
esencias del llamado principio de precaución, y entender que la grandeza de la
democracia está precisamente en el respeto a los derechos fundamentales de
las minorías, como pueda ser el derecho a la propia identidad colectiva expre-
sada a través de las formas de cultura y de vida, de la personalidad de los
paisajes, de la lozanía de sus ríos, y de la calidad del agua y del aire.

¿Alguien, en aras de la producción de un puñado irrelevante de kilowatios que


nada representa en el montante de energía que consume y derrocha el país,
que podría ser obtenida a través de una gestión más eficiente de la que ya se
consume, puede acaso, por ejemplo, dejar largas temporadas sin agua a un río
como el Guarinó por culpa de una concesión de trasvase al río La Miel que
equivale a su caudal anual medio, a través de una obra hidráulica que va a ser
costeada con dinero público colombiano, que tal vez pronto caerá en manos
privadas? ¿Dónde está el respeto a los derechos fundamentales de los ribereños,
para quién van a ser, finalmente, los beneficios de la explotación de ese recur-
so, de ese expolio?

No me es fácil entender cómo desde la administración medioambiental colom-


biana -que en tiempos recientes fue ministerio, reducida ahora tras un incom-
prensible desmantelamiento a una sección más dentro un cajón de sastre que
incluye Vivienda y Desarrollo, se puede llegar a bendecir una concesión de 28
m3/s que va a ser la ruina evidente del ecosistema fluvial, una amenaza para la
seguridad del abastecimiento de ciudades como La Dorada, además de repre-
sentar la pérdida de un patrimonio de memoria colectiva para las gentes de
ese valle. No deja de ser un atraco en toda regla y una fuente de potenciales
conflictos sociales, una herida a las gentes y al paisaje, cuya cicatriz tardará
generaciones en restañar. Los estudios hidrológicos de ese conflicto que po-

314
Colombia: ¿un futuro sin agua?

dríamos calificar de imparciales, han dicho lo que el propio sentido común de


las cosas ya sabe, que el caudal ecológico a respetar debería ser en todo
momento superior a los 20 m3/s.

Tal y como dije a lo largo de mis intervenciones en los foros, en las instalacio-
nes y en nuestras conversaciones internas, los seres humanos hemos avanza-
do mucho en el conocimiento de la materia y de sus propiedades, en la física
y la química de la vida, pero hemos empleado ese conocimiento en un afán
patológico de hacer negocio con todo, y a costa de no importa qué, de forma
que hemos hecho de la vida una alocada competición de ganar dinero, que
no tiene meta posible, en la que todos acabamos siendo perdedores, porque
la edad, más pronto que tarde, más pronto de lo que nos imaginamos nos
acaba relegando de la competición; en ese momento la fama nos abandona, y
empezamos a tomar conciencia de que la fortuna amasada no da calor y que
nadie se la puede llevar consigo al otro mundo.

Una vez oí decir al cantante Joan Manel Serrat que el éxito personal en la vida
no está en acaparar nada, ni siquiera fama, sino en sentirse querido. Si te
sientes querido por los demás, es porque ellos se han sentido antes queridos
por ti ¿Puede haber compensación más grande? Hoy eso, en nuestro modelo
de sociedad, no se entiende, y nadie es educado, ni siquiera los niños, para
entender que dar es mejor que recibir, y que la fraternidad es un principio
moral no solo obligado, sino inteligente.

A fuerza de querer acumular saber, pensando que nos sirve para conquistar
cotas de poder o caprichos intrascendentes, algo que los demás no puedan
adquirir, para así ser objeto de envidia y respeto, nos hemos olvidado para qué
sirve el saber. El afán de poder, con la tecnología como su arma más eficaz y
su aliada, han hecho de nosotros, de la inmensa mayoría de los humanos,
unos borregos, capaces de tragarnos las farsas, la morralla y las sandeces
cotidianas de la televisión, con todo su morbo y sus programas estúpidos, con
su escandalosa e irresponsable trivialización de la violencia, y con su superfi-
cialidad. Gracias a esa tecnología hemos construido una sociedad patológica-
mente hedonista, en la que todo lo que es negocio está justificado. Es así
como de la violencia hemos hecho espectáculo cotidiano, de los reality shows,
de la violación de la intimidad ajena, del morbo, y del sexo esclavo, espectácu-
los mediáticos por el simple hecho de que generan movimiento del dinero y
puestos de trabajo, sin reparar en los costes materiales ni morales. Esa es la
cruda realidad, de ahí para arriba todo vale.

Vivimos en la sociedad del espectáculo morboso y del cotilleo. Se nos ofrece


la guerra con sus bombardeos en directo, interrumpidas las secuencias para
dar paso a la publicidad. Nos han hecho creer que los abalorios que el sistema
produce -objetos fugazmente perecederos de usar y tirar, hechos sin amor,
por máquinas manipuladas por seres anónimos, en ocasiones explotados por
el sistema-, objetos sin alma que pese a todo adoramos, creyendo que su
posesión nos acerca al anhelado estado de felicidad que todos en el fondo
buscamos.

315
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Como familia humana hemos perdido el rumbo. Da vergüenza pensar que


hemos sido capaces de pisar la Luna, de gastarnos cantidades ingentes de
dinero y esfuerzo y, a la vez, incapaces de vivir en armonía y dignidad en un
mundo profundamente desigual, lleno de miseria de espíritu, convertido en un
polvorín, de futuro incierto.

Las relaciones del ser humano con la naturaleza son cada vez más pobres. El
“progreso” nos hace día a día más huraños, más solitarios y más insolidarios, sin
tiempo para convivir ni para disfrutar de las pequeñas/grandes cosas de la vida;
sin tiempo para hablar y pensar, para amar, para la ternura, para escuchar el
canto de los pájaros y el croar de las ranas; sin tiempo para maravillarnos ante la
luz de una luciérnaga o ante la alegría del color rojo de una amapola.

Sin tiempo para envidiar la libertad de las nubes y de los pájaros que surcan los
cielos, para oír el murmullo del agua ni para abrazarnos con alguien mientras
se pone el sol; sin tiempo para bañarnos desnudos en la noche, sintiendo el
fluir del agua en la piel bajo la luz de la luna… Sin tiempo para las pequeñas
locuras, para leer a los grandes sabios de la historia, para departirlo con los
seres queridos, para achuchar a nuestros hijos, para apretarlos contra nuestro
regazo ni para contemplarlos mientras duermen. Sin tiempo para amar a nuestra
pareja, para visitar al enfermo, para honrar a nuestros mayores o para com-
partir la pena con los desheredados de la vida, los marginados del progreso.
Sin tiempo para disfrutar de la amistad.¡Sin tiempo para no hacer nada! para
el dolce fare niente. Sin tiempo para observar qué está pasando, qué mundo
estamos dejando.

El progreso nos ha enseñado que no se puede perder el tiempo, que el


tiempo es oro, dinero, cuando en realidad el tiempo es vida, oportunidad
para ser. Oportunidad que pasa y no vuelve. El llamado progreso nos ha
metido de lleno en la patología de la prisa y de la ostentación. El sistema
nos hace creer que los bienes de moda son un símbolo externo de nuestro
poder; por eso estamos llenos de complejos, somos agresivos, y en la
intimidad nos sentimos seres llenos de complejos, porque siempre hay
alguien que es más poderoso que nosotros, que tiene mayor capacidad de
ostentación. El afán de emular al rico porque es rico, pero sin preguntar-
nos porqué es rico y a costa de qué y de quién, nos obliga a vivir más y
más deprisa, acelerados.

Buscamos la velocidad, no para acabar antes y tener más tiempo para noso-
tros, sino para producir más cosas, para doblegar a nuestros competidores,
para trabajar más y poder comprar más cosas estúpidas que ellos, cosas que
no necesitamos, que crean adicción porque creemos que proyectan en los
demás nuestra imagen de poder. El deseo de poder y ostentación no tienen
límite de satisfacción posible, de manera que nuestro sino es vivir en un estado
de permanente de ansiedad, de insatisfacción existencial. Así es todo. Esa es
la filosofía que mueve e inspira hoy en día al mundo; a cada uno dentro de su
nivel y su escala, a gobernantes y gobernados. Así van las cosas.

316
Colombia: ¿un futuro sin agua?

El conocimiento y la capacidad de organización han sido puestos en manos de


un sistema y unas gentes desalmados, que han acabado convirtiendo la sensibili-
dad natural del ser humano en indolencia crónica, y nuestra sabiduría ancestral
en ignorancia. Los medios de comunicación, lejos de ser un espacio de toma de
conciencia de nuestra realidad, están al servicio de una dinámica calculada de
aborregamiento colectivo, en un ambiente de mentira que todo lo impregna.

Lo paradójico es que todos andamos buscando el bienestar interior, pues sin él


no es posible estar bien, por muchos abalorios que nos adornen la existencia.
Cierto es que para estar mínimamente bien es necesario cubrir antes unas
necesidades elementales de subsistencia digna que no todos los seres huma-
nos llegan a alcanzar, a la vez que a otros les invaden las grasas y el colesterol
hasta generar unos cuerpos adocenados, feos y enfermos, sin haber alcanza-
do ese estado de bienestar.

Cuando estamos bien por dentro, es fácil que lo estemos también por fuera;
bien con la naturaleza y con los demás seres humanos. Quien vive bajo míni-
mos, quien apenas logra subsistir, quien vive sumido en la hambruna, en la
desnutrición crónica, en la miseria y en el desprecio, sin acceso a la asistencia
médica y farmacéutica más elemental, ni siquiera al agua potable libre de
elementos tóxicos o peligrosos, de gérmenes patógenos, quien pasa necesi-
dad, no puede estar bien. Y quien vive en el pecado de la ostentación, en el
afán desmedido e insaciable de poder rodeado de miseria, no puede estar bien
con sus hermanos, con la naturaleza ni consigo mismo, por más ostentación
que quiera hacer de lo contrario.

Quien tiene la posibilidad de cubrir sus necesidades mínimas, es fácil que a


través de un proceso de madurez intelectual llegue a estar bien con la natura-
leza, a entender su mensaje de armonía; es fácil que pueda estar a bien con los
demás, porque son parte de esa naturaleza, como él lo es; es fácil que llegue a
estar bien consigo mismo, viviendo incluso la pobreza material.

Así lo he visto y así me lo han expresado algunas gentes a lo largo de nuestro


viaje, como Miriam, la señora de El Llanito, junto a Barrancabermeja, que
dice no haber cursado estudios de nada, sin que por ello haya dejado de ser
una estudiosa permanente de la vida y de la condición humana, según dice.
Esa actitud le permite en su día a día irradiar una paz y una energía contagio-
sa. Nos dijo, allá en su humilde casa, a la orilla de su ciénaga, donde nos
recibió a tres “magdalenautas”, que aunque los demás piensen que es pobre
por no tener nada, para nada ella se siente pobre. Su corazón está lleno de
proyectos de nobleza para los demás, para sus gentes, los pescadores de la
ciénaga. Su inteligencia natural me pareció prodigiosa, lo mismo que su sen-
tido de la dignidad. Tenía, además, el don de la palabra y de la sonrisa recon-
fortante. A sus treinta y ocho años era abuela, además de hermosa. Me pare-
ció un ser humano lleno de sabiduría y, por tanto, de bondad.

***

317
Colombia: ¿un futuro sin agua?

El respeto a la naturaleza no es una cuestión de ecologistas o de modas; forma


parte del alimento espiritual que necesitamos los humanos para entender nuestra
propia vida, para vivirla en plenitud y en unidad con todo, lejos de la dualidad
del “yo, y lo demás”, y también para poder asumir nuestro destino final, la
muerte, desde un sentido trascendente.

Quienes mueven hoy el mundo, los grandes magnates de las transnacionales


y todos sus sicarios, no entienden nada de todo eso; son seres humanos enfer-
mos; permitir que el destino del mundo esté en sus manos, es un suicidio
colectivo, una tremenda irresponsabilidad. Sin embargo, ahí estamos.

Esas forma de vivir que eufemísticamente por inercia nos hemos acostumbra-
do a llamar “progreso”, “primer mundo”, “sociedad del bienestar”, están lle-
nas de soledad, de insolidaridad, de miserias, de fracasos, miedos y violencia;
llenas de gente frustrada, de solitarios en manada, de agresividad, de falta de
ternura, de personas mayores que aparecen muertas en su domicilio al cabo
de dos semanas, detectadas gracias al olor de la descomposición de su cuerpo,
sin que nadie antes les haya echado en falta. Ese es el mundo que estamos
creando. Nunca antes fue así. Hemos dado un peligroso paso atrás; hemos
olvidado lo aprendido a través de milenios. Mucho de lo desaprendido tendre-
mos que ponernos a aprenderlo de nuevo

Hablamos de un progreso que no es sino barbarie, porque está basado en una


servidumbre del ser humano y de la naturaleza a una dinámica que necesita
experimentar día a día con el uno y el otro. Y lo que es peor, con la propia
dignidad humana. Por eso Oscar Olivera, nuestro hermano de Bolivia, a lo
largo de la navegación nos insistió tanto en sus pláticas en la necesidad de
recuperar la dignidad como personas y como pueblo, en recuperar la palabra
y la propia alegría perdidas, y en escuchar al río para ver que nos está pasando
a nosotros, los seres humanos.

La actividad industrial, como quinta esencia de ese pseudo-progreso, viene


dictada por la sed de poder de un capitalismo que ya no es de Estado, sino
transnacional, del que se nutre la codicia humana a todos los niveles: gober-
nantes, sicarios del sistema, políticos, militares, medios de comunicación, cien-
tíficos, artistas, gente pública, estómagos agradecidos, y “vende-patrias”.

Estamos obligados a reconstruir el significado de tantas y tantas palabras que


forman hoy parte de un lenguaje vacío. En la perversión del lenguaje, está
precisamente una buena parte del gran problema, porque a su través nos
conducen hacia al pensamiento unidireccional y nos anulan la capacidad de
discernir.

Mientras haya grandes necesitados, grandes humillaciones y grandes sectores


de la humanidad relegados a unos niveles de marginación inhumanos, vejatorios,
en un escenario de falta total de esperanza, en el que el simple hecho de
sobrevivir o de poder beber agua no contaminada sea ya un problema, no
podrá haber paz entre los pueblos ni entre los ciudadanos, entre gobernados y

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Colombia: ¿un futuro sin agua?

gobernantes. El malestar profundo y el terrorismo de uno y otro color, el rojo


de la sangre del atentado, y el de guante blanco de la marginación, la usurpa-
ción y el bombardeo con proyectiles “inteligentes” (¿qué perversión!), encon-
trarán en esa situación el mejor de los caldos de cultivo.

Resulta vergonzoso que todavía no hayamos sabido construir una cultura de la


paz, precisamente porque la paz no es negocio; ¡hasta ahí llega, a estas altu-
ras de la historia, nuestra torpeza y nuestra barbarie! En un buen numero de
países, las inversiones en armamento se llevan cada año la mayor parte de los
presupuestos generales del Estado, a la vez que la industria de la guerra, la de
matar seres humanos, es la que más dinero mueve en nuestros días. ¿Qué se
puede esperar en un mundo así?

No se trata de renunciar al saber ni tampoco al poder de la tecnología, sino de


ponerlos esencialmente al servicio de las necesidades básicas del ser humano,
entre ellas la convivencia fraternal y la vida en armonía, en un modelo de
existencia en el que haya tiempo para algo tan simple como es la tarea de
vivir, de sentir en libertad, y de dar rienda suelta al ser sociable, lúdico y amo-
roso que cada uno lleva dentro de sí.

Si en la navegación hemos sido moderadamente felices, es precisamente por-


que hemos vivido la igualdad, hemos dado cancha a la sociabilidad, a la con-
versación intima, al afecto, a la ternura, a la delicadeza, a la reflexión, al
abrazo profundo para empezar el día, y a lo lúdico.

No podemos entretenernos demasiado en tratar de corregir los problemas


poniéndoles parches, apagando un fuego al mismo tiempo que alguien se
encarga de prender tres; el mal no se soluciona apagando esos incendios, que
son el efecto, sino deteniendo al pirómano, que es la causa.

Hay una causa mayor, una especie de causa de todas las causas, de las que
éstas no son sino su efecto y sus manifestaciones. Ya la he señalado, pero
insistiré: es el actual modelo de progreso que gobierna toda nuestra actividad
y nuestra conducta como humanos. No es tal progreso -insisto-, sino una
alocada huida hacia adelante, un “darle fuego” a todo, sean personas, cultu-
ras, valores, ríos, bosques, suelos, flora, fauna, océanos, atmósfera, recursos
no renovables, patrimonios culturales y de memorias, etc. ¡todo!

Responde a un modelo de desarrollo que si bien empezó su andadura con el


Renacimiento, hace apenas cinco décadas aceleró su marcha, convertido en la
metáfora de un potro salvaje sobre el que cabalgamos, el cual, pensando que lo
dirigimos a nuestra voluntad, en realidad nos lleva a nosotros a su albur, sin un
destino concreto. Desde entonces, el poder destructor del falso progreso crece
día a día, desde luego a mayor ritmo que la capacidad colectiva de percibir y
asimilar su compleja cadena de consecuencias, sean físicas o metafísicas.

Si persistimos en la ceguera, pronto no habrá más salida a la realidad degra-


dante en la que estamos inmersos que la crisis profunda, es decir, una gran

319
Colombia: ¿un futuro sin agua?

catarsis general más, como las muchas habidas, solo que esta vez de dimensio-
nes planetarias y de efectos sin precedentes en la historia de la humanidad,
sólo evitable si desde la inteligencia somos capaces de dar el oportuno golpe
de timón, antes de que el polvorín estalle.

Desgraciadamente todavía no hay indicadores esperanzadores que señalen el


comienzo de ese cambio de rumbo; nada que vaya más allá de las palabras y
las expresiones vacías, del discurso de la autocomplacencia, Se nos llena la
boca de responsabilidad invocando un “desarrollo sostenible” que para los
verdaderos responsables del desastre es hipocresía de su retórica, de un “res-
peto a la naturaleza” que no va más allá de lo simbólico, de la simple frase.
Como la “protección de una biodiversidad” que ni nos llama la atención ni
conocemos, pues apenas sabemos distinguir un álamo de un olmo, una espiga
de trigo de una de cebada, o un milano de un buitre. Creemos proteger la
naturaleza porque, en un alarde de sensibilidad, hemos condicionado el desa-
rrollo de cualquier proyecto a su impacto ambiental, ignorando que las “eva-
luaciones de impacto ambiental” no son sino apaños de nuestra hipocresía, y
que en todas las partes en general quienes supuestamente custodian los patri-
monios de naturaleza no son sino el zorro cuidando el gallinero.

Dicho esto, me viene a la memoria un chiste de un humorista gráfico español


muy conocido, que firma sus viñetas bajo el pseudónimo de “El Roto”, en el
que muestra un proyectil nuclear camino de su objetivo demoledor, con una
voz de tierra que dice: “¡Tranquilos, que lleva evaluación de impacto am-
biental!”. Ese es nuestro cinismo, una de las muchas mentiras y payasadas en
las que vivimos, con las que nos quieren hacernos creer y queremos creernos,
que estamos defendiendo la naturaleza.

Nuestra cultura sigue siendo esencialmente predadora y machista, en el senti-


do de que no está regida por el amor a la vida, por la perpetuación de la
especie, por el cuidado de los seres vivos, la protección del débil y de la prole;
ni por el derecho al bienestar de las generaciones venideras. Como diría la
genialidad de Groucho Marx ¿Porqué voy a preocuparme por las generacio-
nes venideras, qué han hecho ellas por mí? Tampoco nuestro modelo de
desarrollo está regulado por el respeto a la belleza, por el afecto y el amor, o
por la creatividad trascendente, que son atributos de lo femenino, sino por el
afán de poder y dominación, que son atributos de lo masculino, de la cultura
machista.

Colombia, con sus políticos y sus gobernantes, con la coacción a los ciudada-
nos ejercida a través de la violencia que subyace en todo momento y lugar,
forma parte de esa realidad machista que todo lo domina. Mi impresión es que
se trata de un país que en ciertos aspectos esta sumido ya en esa catarsis
anunciada; es una sociedad que está pagando las consecuencias de la torpeza
de las persona que han gobernado su destino, el del territorio y el de sus
gentes, durante más de cinco siglos de dominación. Esos predadores han
estado y están no solo fuera, sino dentro también. No hay que buscar enemi-
gos fuera de casa, porque dentro hay ya demasiados.

320
Colombia: ¿un futuro sin agua?

El desorden colectivo, el desgobierno dominante y/o la falta de una ética que


se perciben hoy, en Colombia y en todas partes, pronto o tarde alcanzarán
magnitudes incontrolables a escala planetaria. Tanto en el primer mundo como
en el segundo, el tercero y el cuarto, bien que mal, la situación esta hoy en día
medianamente controlada gracias a la fuerza bruta; es decir, al poder de
disuasión de las armas por un lado, y a la estupidización e indolencia sociales
ejercidos a través de los grandes medios de comunicación y la publicidad co-
mercial, por otro.

Los medios nos hacen mirar continuamente a otra parte, allí donde la mirada no
pueda resultar molesta, donde no sea capaz de tomar conciencia de nada. He-
mos llegado a creer de manera instintiva que lo que la tv no muestra y los perió-
dicos no comentan, no existe. La imagen que a través de la tv he visto a lo largo
de estas semanas sobre la realidad de los colombianos, nada tiene que ver con la
que he percibido en el mundo real a lo largo de la navegación, en ciudades,
corregimientos y veredas. Esto es así porque el poder tecnológico de los medios
está hoy más que nunca al servicio de una disparatada y ciega realidad, al servicio
de la domesticación de las gentes, entretenidos mirando un mundo que saben
que no es el suyo, pero que les hace soñar y los adormece.

Los científicos que construimos el saber tecnológico hemos caído en el hedo-


nismo y en la confortabilidad de nuestra situación; para sostenerla hemos
construido nuestra propia moral: “Yo de política no entiendo. Yo sólo investi-
go, que es mi obligación”, solemos decir para tratar de disculpar nuestra co-
bardía, la falta de compromiso y de inteligencia. La actitud mercenaria nos
convierte en cómplices mayores de un sistema ecocida y antropofágico. Por
otra parte, hay que decir también que determinados aspectos de determina-
das ciencias se han convertido en el arte de hacer complicado lo sencillo, en
puro entretenimiento social y personal.

***

La raíz de los problemas del agua en Colombia, por referirnos al tema central
de nuestra navegación por el Magdalena, no está en la imperfección de un
saber hidrológico todavía incipiente e inacabado, ni en la falta de estudios
pertinentes de la realidad, porque muchas de las cosas, las más flagrantes y
perentorias, en general son simples cuestiones de sentido común.

El foro de Girardot fue un auténtico ejercicio de reflexión honesta, sabia y valien-


te de la realidad del colombiana, o así me lo pareció. Allí, entre todos, metimos el
bisturí hasta el fondo. ¡Vale ya de recrearnos en los tópicos que hablan de
explotadores malvados y de explotados inocentes!, se dijo. ¡Vale ya de lamen-
tarnos de nuestra gran riqueza natural y de quienes vienen de fuera a arreba-
tárnosla, haciendo que nuestra vida discurra en la pobreza dominante!

En Girardot se vino a decir que nadie regala nada, que no hay paraísos natu-
rales que no sean construidos con la mayor de las riquezas que puede tener un
pueblo: su capacidad de trabajo, de organización y de ilusión, y yo añadiría

321
Colombia: ¿un futuro sin agua?

también de fraternidad. Sin ganas de trabajar, sin capacidad de organización,


sin ilusiones colectivas y sin unos principios mínimos de solidaridad humana,
no hay riqueza posible. Siendo así, lo que ahora urge en Colombia, es hacer
frente a las causas de una situación en la que esos factores concurren, para
poder levantar una cultura social basada en el compromiso de todos.

Me habéis oído decir muchas veces que “todas las aldabas hoy son ya pocas
para llamar la atención sobre lo que está ocurriendo en el mundo”, la del
hombre público, la del científico y el sociólogo, la del artista y el deportista de
elite, la del personaje famoso, la del escritor, la del líder religioso, la de los
funcionarios, la de los docentes y educadores… y la de las amas de casa y la de
niños. He dicho muchas veces durante la navegación que los problemas del
agua en Colombia, incluidos los del agua potable, el saneamiento, la degrada-
ción de los ríos y la percepción que de ellos tienen los ciudadanos, no son sino
la manifestación en versión hidrológica de una realidad mayor, que se ha apo-
derado del espíritu y la praxis del país. Como tantos otros, atrapado también
en la realidad planetaria que hemos ido construyendo.

Hoy por hoy -salvo excepciones minoritarias, de las que los “magdalenautas”,
esos “quijotes fluviales del siglo XXI” que en cierto modo hemos sido duran-
te tres semanas, como dijera un día nuestra querida y admirada Ana Silvia,
Colombia no es un pueblo trabajador ni imaginativo; la sociedad es civil co-
lombiana es muy débil y apenas está organizada, a la vez que vive sumida en la
indolencia de su propia realidad, como lo muestra el lamentable estado gene-
ral de sus sistemas de abastecimiento de agua potable y de saneamiento de las
residuales. He observado mucha desidia ciudadana, mucha suciedad injustifi-
cada, que nada tiene que ver con las actitudes de los gobiernos; es algo que
pertenece estrictamente al mundo de lo personal, de la cultura cívica, de la
voluntad de cada país.

He percibido una desconfianza generalizada, casi total, en la calidad de las


aguas potables que salen por la llave de las viviendas colombianas, de forma
que apenas se bebe agua de la red, tal como evidencia el uso extendido de las
bolsitas como sistema habitual para cubrir las necesidades básicas de la ingesta,
que hace que el acceso a un bien tan necesario, imprescindible e insustituible,
como es el agua/alimento, en buena parte esta ya sutilmente privatizado.

He visto durante la navegación cómo los ríos de la cuenca del Magdalena son
utilizados como auténticas alcantarillas de las aguas residuales urbanas, y de
las procedentes de la actividad ganadera, minera e industrial del país, sin que
por ello la sociedad reaccione. El río Bogotá es el exponente más significativo
de esa deplorable realidad; su guinda es el propio Salto de Tequendama, que
tuve ocasión de visitar el domingo día 26 en mi retorno de Girardot a Bogotá.
Algo que debería ser una maravilla de la naturaleza, una joya del patrimonio
natural, muestra de la belleza del país, orgullo nacional y un símbolo de identi-
dad, es de hecho una cascada de aguas negras, de auténtica mierda urbana,
con unos caudales mermados por la detracción para la generación de electri-
cidad. ¿Dónde está el sentido de la dignidad y la autoestima?

322
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Llama la atención a quienes venimos de fuera, que siendo el río Grande de la


Magdalena un símbolo de identidad de la patria, sea al mismo tiempo percibi-
do por los propios colombianos como una alcantarilla. Repito mi pregunta:
¿dónde está el sentido de la dignidad? Pocos países hay en el mundo que
tengan un río de la magnitud del Magdalena y que les pertenezca en su totali-
dad, que no sea compartido con otros países. Por eso, y por haber sido una
vía de cultura y un patrimonio de memoria tan vinculado a la historia del país
desde época precolombina, el Magdalena es uno de los símbolos más
incuestionables de la identidad de la patria colombiana.

He regresado a España apenado por esa indolencia general y por la impoten-


cia ciudadana que he observado frente a las instituciones responsables de los
temas hidrológicos, sanitarios y medioambientales, incluido la cuestión de la
pesca fluvial. Las causas de esa realidad serían para mí complejas de analizar.
Corregir esa realidad torcida, enderezarla, es una tarea que va mucho más allá
del reconocimiento constitucional de que el acceso al agua potable sea un
derecho fundamental de los colombianos. Es condición necesaria, desde lue-
go, pero en sí misma altamente insuficiente.

La magnitud del problema del agua en Colombia es de tal calibre que va


mucho más allá de unas hermosas frases que, seguramente, la Corte Supre-
ma, pronto o tarde, no va a tener inconveniente en incluir en el texto de la
Carta Magna del país, pues al fin de cuentas sólo son hermosas palabras. La
solución está en el empeño del pueblo colombiano para que ese derecho sea
realmente implementado. ¿Cómo? Ese es el problema

En esa realidad resulta muy socorrido para los gobiernos colombianos caer en
la dinámica de la privatización de los servicios más perentorios del país, a
cambio de la promesa de grandes inversiones de capital privado; por eso hay
que andar con mucho cuidado para no caer en el abuso ni en la trampa. La
intervención privada dispuesta a poner dinero no lo va a hacer si no es a
cambio de una concesión muy favorable, en la que sus expectativas de gran
negocio queden clara y generosamente blindadas.

El Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y otras instituciones del


estilo se encargarán de que así sea. Quiere esto decir que pronto veremos
como los servicios privatizados suben de modo exponencial sus tarifas con la
autorización del gobierno de turno, y cómo -llegado el caso- lo van chantajear,
de forma -por ejemplo- de que el número de familias desamparadas que no
puedan hacer frente al coste del agua potable, al saneamiento y a la depura-
ción de las residuales, se incrementará. Llegado el caso, cuando el corte del
agua por impago sea un problema social, será el Gobierno y no las empresas
concesionadas, las que tendrán que resolverlo a costa del erario público bajos
las condiciones que esas empresas dicten. Las empresas simplemente se limi-
tarán a cortar el agua a quien no pague o a quien se retrase en hacerlo.

Si la Constitución reconoce el acceso al agua como un derecho fundamental,


esas cuestiones deberán quedar antes bien atadas, porque entregar un servicio

323
Colombia: ¿un futuro sin agua?

público estratégico a la gestión privada, es siempre muy peligroso, porque


nunca se llega a saber cuál puede llegar a ser su coste final.

Es habitual que antes de privatizar un servicio público la propia administración


realice inversiones relevantes en infraestructuras, con la excusa de hacer más
atractiva la llamada a los potenciales gestores/inversores. Con el tiempo, la
dependencia tecnológica del servicio acaba siendo tan grande que en realidad
es una en coartada para renovar sine die a la empresa el contrato, de forma
que lo que empieza siendo la simple concesión de un servicio, acaba en una
auténtica privatización del agua potable de una ciudad o de un país.

Cuando la empresa ve peligrar la renovación de su concesión por la llegada de


un gobierno que le pueda ser hostil a sus intereses, es normal que en los
últimos años no invierta un peso en el mantenimiento de las infraestructuras,
y mucho menos en mejoras y actualizaciones de las que no se va a beneficiar,
de manera que lo que devuelve puede acabar siendo una ruina, una estructura
obsoleta y mal conservada.

Dada la naturaleza del servicio de aguas potables y la fuerte dependencia que


la sociedad tiene de él, creo que la gestión de los acueductos debería ser esen-
cialmente pública, o estar en manos de asociaciones ciudadanas públicas. Cierto
es que hay servicios públicos que no funcionan, pero hay que preguntarse
antes porqué no funcionan. Es frecuente que la razón esté en la escasez de
fondos, que una subida de tarifas como las que acaban haciendo los gestores
privados podría resolver.

En ocasiones la razón de la ineficiencia de muchos servicios públicos está en la


corrupción interna de la propia administración, hasta el punto de que esos
mismos funcionarios corruptos suelen ser quienes tienen mayores intereses en
el proceso privatizador, del que acabarán siendo sus propios beneficiarios.
Quiere esto decir, que los servicios de abastecimiento de aguas no basta con
que sean públicos, sino también transparentes; fiscalizables por las institucio-
nes ciudadanas y perseguibles por los jueces. Como vemos, se generan autén-
ticas campañas de desprestigio de los servicios públicos, orquestadas por los
intereses expectantes del mundo de lo privado.

La imaginación y la iniciativa ciudadanas son también necesarias y deseables


para resolver los problemas, por tanto deben ser incentivadas. Ejemplos como
los que vimos en el foro de Magangué, como el caso del pueblo de Chochó, en
el Departamento de Sucre, son edificantes, algo a emular; son una vía abierta
a la solución local de muchos problemas que en materia de agua y saneamien-
to aquejan hoy al país.

Los problemas del agua potable, del saneamiento y la depuración son en Colom-
bia de tal envergadura y urgencia que nadie puede esperar de gobierno alguno
que sea capaz de resolverlos de la noche a la mañana. Es necesario que los
ciudadanos tomen iniciativas, sabiendo que a veces entre el todo y la nada hay un
punto medio, en el cual puede estar la “solución de espera” al problema.

324
Colombia: ¿un futuro sin agua?

Pienso, por ejemplo, en la posibilidad que existe en muchos casos de estable-


cer fuents públicas de agua potable, donde el ciudadano pueda tener la garan-
tía de que se trata de un agua de ingesta de calidad, libre de elementos tóxicos
y peligrosos, y de gérmenes patógenos. Ir a la fuente a recoger los dos litros
de agua que cada persona necesita cada día, no es mayor inconveniente que,
por ejemplo, tener que el ir a comprar el pan, la carne o la leche. Para el resto
de usos domésticos, aunque el agua de la red esté deficientemente tratada y
no reúna las condiciones de potabilidad requeridas para la ingesta, el hecho
no tiene mayor relevancia, porque las prestaciones para las que es requerida
esa agua no precisan que sean ingeribles.

Un abastecimiento de aguas potables así, con carácter transitorio, no exigiría


mayores inversiones en redes de distribución ni en plantas de tratamiento. El
agua de ingesta, la que debe ser sanitariamente tolerable, apenas representa
el 1% del agua contabilizada en las llaves. Es, por tanto, absurdo que el 99%
restante del agua, la que usamos para lavar, fregar la vajilla, limpiar el suelo o
evacuar nuestras propias heces, deba ser bebible.

Otra forma de ingenio es el aprovechamiento del agua pluvial. En climas tan


lluviosos como el de la mayor parte de Colombia, la cosecha de agua de lluvia
que cae sobre el tejado de una vivienda y su eventual patio, es suficiente para
atender no sólo las necesidades de ingesta sino también el resto de las necesi-
dades domésticas. El agua de lluvia es destilada, por tanto de alta calidad; una
vez trascurridos unos minutos, los necesarios para lavar el tejado, esa agua
puede ser almacenada en un aljibe, que tratado con cal es capaz de mantener
sus condiciones de calidad. Para su ingesta bastaría clorarla ligeramente en un
pequeño depósito o tinaja, con la cantidad que vaya a ser consumida cada día;
para el resto de usos no haría falta la menor intervención. La cloración es el
tratamiento universal usado para esterilizar el agua en la gran mayoría de los
servicios de agua potable de todo el mundo. Un aljibe así concebido bastaría
con que pudiera almacenar las necesidades de quince días.

Una precipitación pluvial de 1.500 mm/año -que en el caso de Colombia


corresponde a las zonas “secas” del país-, representa sobre una superficie de
100 m2 una cosecha de agua de lluvia de 150 m3/año; es decir, más de 400
l/dia de valor medio, suficiente para cubrir las necesidades domésticas totales
de una familia de cinco o seis miembros.

Lo mismo ocurre con la cuestión sanitaria, en la que para corregir o paliar


determinados situaciones de grave insalubridad pública., se puede y se debe
trabajar desde la imaginación.

Otro campo totalmente inexplorado, es de las aguas subterráneas. Las únicas


que he visto explotadas han sido de forma muy local y con pozos muy super-
ficiales, con todo el aspecto de ser aguas contaminadas por los propios pozos
negros próximos. Es prácticamente evidente que en toda a cuenca del Magda-
lena, a partir de una cierta profundidad tiene que haber acuíferos confinados
extraordinariamente relevantes, impolutos, que deberían ser explorados y, en

325
Colombia: ¿un futuro sin agua?

su caso custodiados como reservas estratégicas de un recurso destinado a su-


ministrar aguas de calidad para los sistemas de acueductos o, en todo, caso
para las aguas envasadas. Un sondeo de captación es una obra de rápida
ejecución y de coste irrelevante frente a cualquier otra alternativa basada en la
ejecución de obras hidráulicas.

Aunque desconozco las cifras exactas, el nivel de consumo de agua envasada


en pequeñas bolsitas es ya en Colombia aparentemente alto. Esa realidad
prueba por sí misma el bajo nivel de confianza general que hay en las aguas de
la llave. Nunca he visto en esas bolsitas referida la procedencia de su agua,
cuál es l fuente de origen, el tratamiento que se le da antes de ser envasar, ni su
composición química; sería bueno que el consumidor lo supiera, no sea que se
trate de la misma agua de la llave, ligeramente cosmetizada, maquillada.

A quien llega de fuera, como yo, le da la impresión de que la dimensión del


problema del agua en Colombia va mucho más allá del estado del río Magda-
lena, que ha sido nuestra permanente referencia a lo largo de la navegación.
Sobre el evidente elevado contenido de sedimentos en suspensión de las aguas
del Magdalena, que son la causa fundamental de su turbidez, desconozco si su
indiscutible multi-origen está bien detectado y cuantificado, ni si es reducible
mediante una intervención humana. Hay tendencia a creer que esa carga sóli-
da está íntimamente relacionada con la minería aluvial del oro, que remueve
cantidades ingentes de material fino del propio lecho del río. Otros la relacio-
nan con los vertidos de la actividad petrolera, y con la erosión de suelos ligada
a la deforestación. En cualquier caso, no podemos olvidar que estamos ante
un río de latitudes intertropicales, cuando no netamente ecuatoriales, extraor-
dinariamente joven y activo que en más de las dos terceras partes de su reco-
rrido tiene un cauce principal muy superficial, apenas encajado en sus propios
sedimentos, y que sus aguas se desplazan a gran velocidad. Es, por tanto, un
río joven, muy vivo, sometido a un ritmo de permanente modificación de su
cauce, muy inestable, con la distribución cíclica de sus hoyas y bajos fondos en
continuo desplazamiento en la dirección del agua, como si de una onda se
tratara.

Esa realidad es una gran dificultad para la navegación que requiere de cierto
calado, contra la que apenas se puede luchar; cualquier intervención que se
haga será perecedera, de la que el mayor beneficiado será siempre el construc-
tor. En ese sentido, creo que la navegabilidad del Magdalena da lo que da, y
nada más; quiero con ello decir que debe adaptarse a la dinámica del río,
ayudada si acaso con pequeñas intervenciones a favor de esa dinámica, sa-
biendo que serán siempre correcciones de efecto efímero. En este caso, la
mejor manera de mantener una navegabilidad natural es mediante una labor
de permanente batimetría y balizado de los canales, ayudada de pequeñas
intervenciones locales ocasionales.

Me han sido referidas cifras que hablan de valores medios del orden de 0,6 mg/
l; es decir, 0,6 kg de tierra por cada metro cúbico de agua. Se trata de sedimentos
del tamaño arena fina y lodo; las arcillas no son dominantes a juzgar por el simple

326
Colombia: ¿un futuro sin agua?

tacto. No sé en qué modo son esas cifras representativas de la realidad del río, ni
de qué orden de magnitud son los valores extremos, que es cuando el río se
expresa en toda su grandeza. Opino, sin embargo, que la mayor parte de los
sedimentos, al menos una parte muy significativa, procede de la erosión por
zapamiento de los taludes de cientos de kilómetros de orillas inestables, en conti-
nuo estado de inestabilidad, causada por la propia corriente y por el oleaje, sea el
natural o el generado por el paso de las embarcaciones.

Es igualmente obvio el estado de degradación del ecosistema hidrológico río/


ciénagas desencadenado por la intervención humana, cerrando caños para favo-
recer la ocupación progresiva por parte del sector ganadero de los peri-dominios
del sistema de lagunar con el aislamiento de zonas de la actividad del propio río,
con la idea de desecarlas, rellenarlas y ganar así, poco a poco a tierras al sistema,
relegando a los pescadores a vivir en los bordes del agua, sin las tierras de labor
que antaño fueron integrantes de una cultura anfibia hoy relegada.

Estamos ante una disfuncionalidad hidráulica que probablemente está tenien-


do graves repercusiones sobre el sistema natural de laminación de avenidas,
por un lado, y sobre los niveles de estiaje y navegabilidad del río en las épocas
secas, por otro; amén de toda una cadena de consecuencias inducidas sobre la
vida y los ciclos reproductivos de los peces, sobre el potencial pesquero del río
y de las ciénagas, sobre la invasión del cauce por el buchón, etc.

Sobre la calidad de las aguas del río no he llegado a manejar datos concretos.
Desconozco cuál es su nivel de nutrientes, tanto en el río como en las ciéna-
gas, relacionados con el uso de fertilizantes y con los vertidos domésticos.
Desconozco, igualmente, su contenido en materia orgánica de rápida y lenta
biodegradación, el contenido en detergentes, en hidrocarburos y en metales
pesados. Desconozco el nivel de elementos tóxicos contenidos en las vísceras
de los peces de consumo común, como el “bocachico”. Se habla de la conta-
minación perniciosa de las curtimbres y de la actividad minera del oro, que
manejan mercurio, cromo hexavalente, cianuros, etc. pero en la navegación
no hemos llegado a disponer de cifras concretas al respecto.

Lo mismo podría decir de los aspectos bacteriológicos; si bien es cierto que sobre
la cuenca del Magdalena vive cerca del ochenta por ciento de la población de
Colombia, es decir, más de 35 millones de personas, con toda su actividad indus-
trial, vertidos hospitalarios, y los complejos productos químicos utilizados en los
hogares, que van a parar todos ellos a los ríos del sistema Magdalena sin depura-
ción previa relevante, lo que representan en sí mismos un foco potencial de
contaminación peligrosa de las aguas, tanto más grave cuando una buen aparte
de la población utiliza los ríos como su fuente de agua bruta.

Ciudades por las que hemos pasado, como Barrancabermeja, La Dorada o


Girardot, vierten sus aguas residuales directamente al río. Vertidos como los
del matadero de El Banco se hacen directamente a una ciénaga. En Barranca-
bermeja hemos visto cómo un gran vertido de color entre marrón y negro,
entraba en el Magdalena formando un gran río de contaminación dentro del

327
Colombia: ¿un futuro sin agua?

propio río, en el que la vista se llega a perder río abajo, antes de que se
produzca la mezcla de las dos masas de agua.

La desembocadura del río Bogotá en el Magdalena, cuya aportación media es de


40 m3/s, es un espectáculo calificable de lamentable y bochornoso; un auténtico
río de aguas profundamente negras, un escenario dantesco, va a parar al gran río
de la patria. Aguas abajo está la ciudad de La Dorada. Se nos ha dicho con
ocasión de nuestra estancia en la ciudad, que mientras el abastecimiento de aguas
se surtió directamente del Magdalena, el nivel de ocupación de plazas hospitala-
rias por población infantil aquejada de problemas gastrointestinales, diarreas,
etc., era muy alto. Después, cuando se produjo la traída de aguas del Guarinó, el
panorama cambió radicalmente, hasta el punto de que el mal está erradicado.
Esa es, al menos, la versión que nos ha sido dada.

No es de extrañar, por tanto, que en ese contexto general la percepción que


las gentes tienen hoy del gran río de la patria, otrora tan cantado -tan cargado
de historia, de memoria, mitologías y leyendas, como las que nos mostraran
los muchachos de Girardot en su obra de teatro, o las del hombre/caimán de
Plato-, sea la de una alcantarilla.

Debo confesar que uno de mis deseos profundos cuando decidí aceptar la
invitación de acompañar a la navegación por el Magdalena, fue poderme ba-
ñar en sus aguas. Pese a mis deseos irresistibles de hacer esa inmersión simbó-
lica, ese ritual de renacer al que son asociadas las aguas de todos los grandes
ríos del planeta, y pese a estar a punto de hacerlo en lugares donde había
muchachos bañándose, mi repugnancia a sumergirme en esas aguas fue supe-
rior a mi deseo, de forma que volví a España con esa pequeña/gran frustra-
ción después de más de 1.200 km recorridos por el río. El Magdalena ha sido
el único de los grandes y carismáticos que he conocido, en cuyas aguas no me
he atrevido a bañarme. Es más, en todo mi recorrido por el país por el bajo y
medio Magdalena, sólo he encontrado en dos lugares aguas limpias, que me
ha apetecido contemplar y dialogar con ellas: las de la pequeña ciénaga de
Guarinocito, que al parecer se alimenta de aguas subterráneas, y las de en un
pequeño arroyo de aguas cristalinas y saltarinas que desemboca en él.

La impresión que se lleva el visitante -en este caso ilustrado en el tema


hidrológico-, de la realidad del agua en Colombia vista a través del Magdalena,
desde el Caribe hasta Girardot, es la de un río sucio, dejado de la mano de los
hombres, que discurre por país dotado de un bajo nivel de infraestructuras
sanitarias, cuyos ciudadanos sienten y padecen el alejamiento de las institucio-
nes y autoridades sanitarias responsables de esa realidad.

Si bien las opiniones respecto al diagnóstico general de la situación en sus


diversas manifestaciones relacionadas con el río y el agua son diversas, no
hemos tenido ocasión de encontrar una valoración relevante y sistemática de
esa realidad, objetivada y consensuada por la solvencia de un saber científico,
técnico y social. Tal vez ese diagnóstico plural ni siquiera exista, y menos
realizado desde la perspectiva filosófica de la Nueva Cultura Agua. En esas

328
Colombia: ¿un futuro sin agua?

circunstancias no es posible diseñar ninguna estrategia de bien hacer que per-


mita superar la actual realidad.

***

Creo que no hay salida a esa compleja situación si no es desde la participación


social. Pero, como decía el Caballero hidalgo Don Quijote de La Mancha:
“Con la iglesia hemos tomado, amigo Sancho”. La participación es fácil de
enunciar, pero no tan fácil de articular. A los poderes fácticos ni a los políticos
les interesa. Al mismo tiempo, son ellos quienes tienen, además del dinero en
cantidades inimaginables para encargar los informes y diagnósticos a la carta
que sean precisos, dispuestos a decir que lo negro es blanco. Disponen tam-
bién del más poderoso arsenal mediático a cuyo través el ciudadano construye
la percepción de la realidad que le rodea, que de esta forma es manipulada a
favor de aquellos poderes, de forma que son ellos quienes en realidad toman
la sartén por el mango, ¡y el mango también!

Por otra parte al gestor político y a los gobernantes tampoco les interesa la
participación directa de los ciudadanos, porque para ello es una merma a su
poder autoritario; algo que siempre va a retrasar la puesta en marcha de sus
proyectos, que no son sino los que los poderes fácticos, los que manejan la
economía de cada país han diseñado y puesto sobre su mesa de los políticos y
gobernantes, a quienes fácilmente seducen y/o reducen. De hecho, raramen-
te se llegan a posicionar contra esos grandes proyectos, aunque en ocasiones
los canjeen por otros para dar la impresión de que quien manda en una demo-
cracia es siempre la soberanía de los ciudadanos ejercida a través de sus go-
bernantes. La realidad no puede ser otra, pues son esos poderes económicos
los que nutren las arcas de los partidos políticos, los que pagan sus campañas,
su ostentoso ritmo de vida, sus sueldos y jubilaciones, y sus futuras pensiones,
por no hablar de más cosas.

Ignoran por propia conveniencia los gobiernos de turno de aquí y de allá, que
la inversión más barata que puede hacer un país es precisamente en participa-
ción. La participación es necesaria para que la imaginación brille y el sentido
común emerja, los diagnósticos sean más certeros, las decisiones más
consensuadas y, en definitiva, el país y sus gentes avancen.

La participación social basada en auscultar la voluntad de una ciudadanía


desinformada o manipulada, no es tal participación sino comedia.. Participar
no es sólo el reconocimiento del derecho a hablar, porque para hablar antes
hay que tener los medios, los instrumentos y la estructura para poder llevar la
voz alternativa a todos los ciudadanos de un país. Participar es poder llevar a
la sociedad esa voz alternativa en igualdad de condiciones con las voces de los
sectores interesados, incluida la del propio gobierno. La participación es el
ejercicio del derecho de los ciudadanos a ser pluralmente informados de los
problemas de la colectividad. Siendo así, el papel de los políticos debería limi-
tarse a ese auscultar el pensamiento de una ciudadanía previamente informa-
da. Los costes de la participación deben ser sufragados por el Estado, con los

329
Colombia: ¿un futuro sin agua?

fondos públicos, puesto que de un servicio público se trata. ¿Qué mejor servi-
cio público se puede dar en estos tiempos que el de crear inteligencia, capaci-
dad de discernimiento?

***

Estamos obligados a construir un mundo nuevo, en el que la tecnología, el


saber científico y la capacidad de organización no vengan impuestos como
ahora lo son, por el dictado de los afanes patológicos de poder, concentrados
en las llamadas transnacionales, sino desde unas bases mínimas de fraterni-
dad, de respeto a la naturaleza y al ser humano, sustentadas sobre unos prin-
cipios de bondad hacia el prójimo, en un clima de mínima credibilidad en las
instituciones y en sus dirigentes, desde un cierto sentido de la innegable di-
mensión espiritual del alma humana.

Es necesario generar políticas en las que tengan cabida relevante los valores y
simbolismos, el anima mundi que hay en las cosas naturales y en aquellas que
han sido hechas por la mano del hombre con amor; un mundo en el que
tengan cabida la belleza, la sociabilidad cotidiana, la personalidad de los terri-
torios, el respeto a las culturas heredadas, el arte en sus diversas manifestacio-
nes, las liturgias, la alegría, el valor de lo lúdico,… y no el poder del dinero y
la ostentación humillante.

Ese mundo nuevo no se podemos construirlo si no es a partir de un ser humano


también nuevo, renacido de sus propias cenizas. Hoy el mundo es un lugar pési-
mo, regido por la inmoralidad y la mentira, por el afán patológico de poder.
Enderezar esa situación es el gran reto que tiene el colectivo humano como tal.
Hoy ya nadie puede vivir aislado. La paradoja es que la gran familia humana está
sumida en el desgobierno, porque somos más de doscientos hijos, pretendidamente
adultos, cada uno con sus grandezas y miserias, sus afanes individualistas, pero
sin unas normas familiares comunes, sin unos principios morales. No hay una
ética de la convivencia que ponga orden en este gallinero de miserias humanas en
que hemos convertido la humanidad y su hogar. Lo demás son distracciones,
espectáculo mediático y eufemismos; discursos de la autocomplacencia y formas
estudiadas de hacernos mirar para otra parte, aunque del cambio climático este-
mos hablando, convertido con frecuencia en una socorrida estrategia diseñada
para que una buena parte de la sociedad siga mirando hacia otro lado, y para
justificar nuevas oleadas de desarrollismos vandálico; nuevas presas, nuevas nu-
cleares y nuevas huidas hacia delante como el énfasis que ahora se pretende dar
a la generación de agro-combustibles, sabiendo lo que nos viene detrás, más hilo
a la cometa de la destrucción, más insostenibilidad, manteniendo la máquina en
marcha, aunque sea quemando los muebles de casa.

Sabemos de sobra cuál es la compleja realidad en la que vivimos con todas sus
abalorios, luces de neón y sus miserias; sabemos a donde nos conduce todo
esto, pero el problema está en quién pone el cascabel al gato, en cómo salir de
una situación que a todos nos tiene fiscalizados y atrapados.

330
Colombia: ¿un futuro sin agua?

***

Me ha impresionado la cantidad de gente que hay en Colombia obligada a


abandonar la vida comunitaria de su aldea o de su pequeña comunidad para
integrarse en el rebaño de las grandes ciudades, en barrios marginales como
los que he visto en Bogotá, en Barranquilla y en todas las ciudades que he
visitado. Mientras los territorios, el país, van quedando despoblados, sin alma
y sin gente, abandonados a la caza de gentes que se los quieren adueñar.

Sé que el fenómeno de la concentración humana en grandes guetos urbanos


es una realidad que trasciende el propio escenario colombiano, que forma
parte de un proceso perverso que ya en los países del primer mundo en buena
manera hemos padecido también, y seguimos padeciendo.

Al contemplar esa realidad, ese hacinamiento y la miseria que le rodea, inclui-


da la propia vida -miserable también-, de quienes creemos haber alcanzado el
éxito envidiado por pertenecer al club de las sociedades llamadas del bienes-
tar, tengo la sensación de estar viendo los restos del naufragio de una civiliza-
ción que habiendo tenido la gran oportunidad de construir un mundo real-
mente mejor, una especie de paraíso en la tierra, ha cometido la torpeza de su
propia destrucción, al cometer el pecado de soberbia, despreciando los saberes
del alma, los que alcanzaron culturas pasadas; unos valores que hoy hemos
arrasado sin piedad, cegados por los oropeles de nuestro hedonismo, aboca-
dos finalmente a una situación de autofagia y auténtico ecocidio, muy lejos de
un estado de paz universal.

La perversión en la que han ido cayendo los sistemas políticos, es en buena


medida la responsable más directa de esa situación, porque a través de un uso
perverso de sistema democrático, erigiéndose los políticos electos en los re-
presentantes de la soberanía popular, han venido ejerciendo un gobierno del
pueblo sin el pueblo, con el cuento de la pretendida legitimación que les dan
los resultados de unas elecciones generales celebradas cada cuatro años. Su
sentido cortijero de la política y sus alianzas necesarias con los poderes eco-
nómicos y mediáticos ha amordazado la sabiduría ancestral, la voz del sentido
común, y enterrado todo un mundo de los valores sin los cuales no es posible
la convivencia en armonía. Ellos han permitido que los afanes patológicos del
poder del gran capital internacional haya hecho de la Tierra y de los seres
humanos un permanente campo de experiencias, y que palabras como digni-
dad solo estén en el diccionario como reliquias fósiles del lenguaje

El pretendido estado de bienestar alcanzado por las sociedades del primer


mundo no es sino de cartón/piedra, maquillaje y abalorio; no hay nada
sólido detrás. Todo es vacuidad e inseguridad silenciadas; carencia del senti-
do profundo de la vida, y destierro de los valores que hacen grande al ser
humano.
En poco más de medio siglo hemos mancillado la naturaleza a niveles inimagi-
nables. Pese a todo, no es tan grave la pérdida de naturaleza que en ese corto
espacio de tiempo hemos experimentado, como la pérdida del propio sentido

331
Colombia: ¿un futuro sin agua?

de la naturaleza para el ser humano, y de su responsabilidad moral de adminis-


trarla para un uso inteligente y responsable.

He percibido a lo largo de las tres semanas de navegación que en Colombia


nadie cree en las instituciones medioambientales, porque ahora vemos que no
han sido diseñadas para proteger los valores del medio natural y la salud de los
ecosistemas de los que dependen tantas y tantas equilibrios inimaginables,
sino esencialmente para acallar las voces responsables, para poder llenarnos
la boca de medio ambiente, pronunciar su nombre en vano, de forma que la
máquina de los negocios pueda seguir especulando y conquistando.

Hay gente situada hoy en el más alto nivel de la responsabilidad medioambiental,


ignorante supina de lo que se lleva entre manos; gente que hace dos días, aún
escribía “medio hambiente” con ache; hoy el sistema nos los presenta como
los paladines de su defensa.

Nadie cree en general en los políticos, más que aquellos que viven de la políti-
ca como oficio y los cuatro seguidores que son de un partido u otro como lo
serían de un equipo de fútbol y no de otro. Nadie cree en las instituciones
medioambientales, sea en Colombia o en cualquier parte del planeta en gene-
ral. Forma parte de una crisis profunda de credibilidad en todo; sin embargo,
sabemos que el ser humano no puede vivir sumido en la mentira, necesita
creer en algo, porque la verdad es un alimento fundamental para el alma.

Hoy nos hablan de progreso, de democracia, de los representantes de la voz


soberana del pueblo, de desarrollo sostenible, de respeto al medio ambiente,
de interés general, de ministerios de la defensa, de guerras preventivas, de
guerras humanitarias; sin embargo, a nadie se le oculta la mentira y los nego-
cios satánicos que hay detrás de toda esa jerga. Nos han construido un lengua-
je artificialmente perverso para no tener que pensar siquiera, para que las
palabras con solo pronunciarlas, hablen por nosotros; el sistema ha creado el
mecanismo para que no tengamos que pensar, ni siquiera el tiempo para ha-
cerlo; por eso cada vez tenemos menos capacidad de discernimiento.

Vivimos atrapados por el síndrome de Estocolmo, que nos induce a estar agra-
decidos al sistema, porque nos da de comer, nos viste, nos proporciona una tv
con sus culebrones, y un coche. El mismo humorista español antes referido,
“El Roto”, no hace mucho a propósito de un escándalo habido en el mundo de
la construcción en nuestro país, sacó un dibujo en el que se veía a los obreros
de la construcción manifestándose con una gran pancarta en la que rezaba:
“Apoya la corrupción, que genera empleo”.

***

Cualquier persona que tenga dos dedos de frente, una mínima capacidad de
análisis y de discernimiento sobre lo que está sucediendo en este mundo y que
necesita castrar el pensamiento de la gente para poder subsistir, sabe cuál es la
situación general en la que estamos y hacia dónde caminamos. Por eso, creo

332
Colombia: ¿un futuro sin agua?

que actividades y experiencias como la que acabamos de vivir, recorriendo el


Magdalena a lo largo de esos 1.200 km de navegación, visitando ciudades,
pueblos y veredas, abriendo talleres, y foros con los ciudadanos, etc., son en
estos momentos de tinieblas absolutamente necesarias. Representan una bo-
canada de aire fresco.

Quiero pensar que con la navegación del Magdalena ha nacido un movimien-


to humanístico que se sirve del agua y de lo que representa para el ser humano
como un hilo conductor y una metáfora para analizar una realidad más
profunda, la de un mundo en crisis moral, crispado y peligrosamente inesta-
ble, sumido en el más feroz de los vandalismos, en un auténtico proceso de
autodestrucción. Se trata de abrir ventanas desde las que otear formas de salir
de esta situación, sean a nivel personal, de pequeños colectivos o globales.

La cacareada “globalización” no es sino la exacerbación de esa realidad


enferma, algo que conduce a una aceleración de la división del mundo en
dos partes desiguales: una menor, formada por quienes pueden comer, ves-
tirse, dormir bajo techo y consumir los caprichos que el mercado les ofrece,
y por quienes viven de la ilusión de que un día podrán hacerlo, y la otra
parte, la más mayoritaria, sumida en la marginación controlada, cercenada
en sus grandes guetos humanos, olvidada hasta de los mapas, o en peque-
ños núcleos de población rural donde llevan décadas o siglos dejados de la
mano de Dios, sin la más mínima esperanza de redención, que al no tener
capacidad de consumo no cuentan para el sistema; son gentes que se aga-
rran a lo que pueden, capaces de meterse en una patera a navegar en con-
diciones infrahumanas, con una alta posibilidad de perder lo único que tie-
nen, lo oque todos más apreciamos, la vida, simplemente para poder sobre-
vivir, aunque sea sin el menor confort y sin dignidad, alimentados por un hilo
de esperanza.

Los privilegiado por el Estado del bienestar nos hemos convertido en un po-
bres animales de gran granja, encerraditos en la jaula que el sistema nos ha
asignado, con nuestras raciones de libertad calculada, bajo unos “cielos de
renta limitada”, que dice mi querido amigo el poeta Emilio Gastón, Defensor
del Pueblo que fue, relegado y no reelegido por el propio poder, precisamente
por ejercer sus funciones, denunciando abusos.

La navegación por el Magdalena no ha sido sino el comienzo de ese aire de


frescura que los colombianos necesitan para empezar a creer en ellos mismos.
¡Ojalá que entre todos sepamos mantener encendida la llama de esperanza
que hemos logrado encender en esta navegación, que hoy, al cabo de tres días
y a miles de kilómetros de distancia recuerdo yo con nostalgia! ¡Ojalá que esa
llamita, poco a poco, se vaya convirtiendo en hoguera, y acabe en un movi-
miento de regeneración humana!

El agua y su magia serán nuestros aliados en esa tarea; a su través resulta fácil
despertar comprensiones y entusiasmos profundos, como los que hemos vivi-
do en nosotros estos días. Hay que echarle imaginación al tema del agua. Con

333
Colombia: ¿un futuro sin agua?

esa imaginación vamos a ir creando espacios en los que la bondad del ser
humano, libre de sus cadenas pueda expresarse sin vergüenza.

Espero y deseo que los frutos de esta navegación acaben siendo algo similar,
superior incluso, a nuestro movimiento de la Nueva Cultura del Agua, que más
que un modelo de desarrollo hidrológico lo entiendo yo como un proyecto de
regeneración que va más allá de lo puramente hidrológico, porque su diana no
es el agua, sino el ser humano en su dimensión más holística.

***
Se me ocurren muchas cosas para dar continuidad al movimiento nacido en
esta navegación, para que esa llama que hoy sentimos que nos alumbra y llena
nuestros corazones de bellos sentimientos, lejos de apagarse, se avive.

Con el material recogido por los cámaras y periodistas que nos habéis acom-
pañado en la navegación, en los talleres, en los foros y en las visitas a los
pueblos, y en las entrevistas que nos habéis hecho, creo que se puede llegar a
construir todo un arsenal de material pedagógico al servicio de la cultura de la
paz y la inteligencia. Con ese material tenemos que ser capaces de hacer un
gigantesco ejercicio de pedagogía social, a todos los niveles, desde el mundo
de los niños hasta los mayores. Tenemos que difundirlo

Ya he comentado con Rafael Colmenares que una de las muchas cosas que se
podría proyectar ahora, sería la confección de un libro sobre el río Magdalena,
desde el cual el río hable a los colombianos en primera persona, contándoles
sus grandezas pasadas, sus miserias actuales y su historia; la historia de las
generaciones que han morado a sus orillas, las leyendas y mitologías que lo
han adornado, lo que ha significado en cada momento para los colombianos,
lo que en él vivieron gentes singulares como Gonzalo Jiménez de Quesada y el
propio Simón Bolívar. Un libro en el que el río nos vaya hablando de sus
caudales, de sus rendimientos, de los tributarios que va recibiendo, y de las
agresiones que sufre a lo largo de su recorrido, de sus paisajes, del color y
transparencias de sus aguas, desde que nace hasta alcanzar el mar.

Tendría que ser un libro que permitiera recordar la historia del país narrada
por la voz y el corazón de río ultrajado, testigo del paso generacional de todas
las gentes que lo han habitado; que siempre ha estado ahí, donde está, mucho
antes de que los humanos nos instaláramos en sus orillas.

Como decía Oscar Olivera, “nuestra labor en esta navegación es tan senci-
lla como escuchar la voz del río, dejar que nos hable, y escucharle”. Él sabe
bien qué es lo que está pasando con sus aguas y con todo lo que de él siempre
ha dependido; nos conoce bien y su voz es sabia. “Yo, el río de la Patria, el río
Grande de La Magdalena, quiero contaros a los colombianos mis penas”, po-
dría ser su título. Desde ya me presto a daros mi ayuda en una tarea que me
parece tan fácil de realizar como apasionante. Estoy persuadido que la voz el
Magdalena nos va a decir muchas cosas.

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Colombia: ¿un futuro sin agua?

Se me ocurre también la pertinencia de convocar, tal vez desde Ecofondo, un


Congreso sobre el Magdalena; pero no un congreso al uso, de gente acadé-
mica para hablar de hidrología científica, que es una manera cercenada de
mirar los ríos, una de las múltiples caras de su compleja realidad poliédrica.
Tendría que ser un foro para diagnosticar y objetivar toda esa confusa y dis-
persa realidad que hemos observado a lo largo de la navegación, que hoy no
acabamos de abarcar, cuando apenas somos capaces relacionar efectos y cau-
sas. A falta de datos concretos su realidad se nos escapa.

Una parte de ese Congreso podría estar dedicada a la descripción de los


ecosistemas, al estado natural del río antes de que el ser humano interviniera en
sus aguas, en sus riberas, en sus bosques ecuatoriales convertidos hoy en sabana,
en sus laderas, en su dinámica, en sus peces. Otra parte, parte podría ocuparse
del agua del río y de sus peces entendidos como recurso humano, con todas las
degradaciones introducidas por nuestro intervencionismo al convertir al río y sus
aguas en una simple mercancía, en esa alcantarilla que hoy percibimos al mirar-
lo. Y una tercera y última parte dedicada a los aspectos culturales y humanos, a
las emociones, al río como patrimonio de memoria, de cultura y de identidad, a
su oferta lúdica y turística. Sería un Congreso necesario para recoger toda la
información dispersa, reflexionar y construir una percepción holística del “gran
río de la patria”; un intento de rescatar su dignidad y la nuestra.

Debería ser un Congreso en el que tuviera cabida la sensibilidad, el saber


académico y el no académico, junto al mundo de las emociones, los pescado-
res, los poetas, lo lúdi co,y el mundo de los niños. Incluyo lo lúdico porque la
grandeza de un río sólo puede ser sentida y comprendida desde dentro, jugan-
do con él, navegando sobre sus aguas. La perspectiva que tenemos desde las
orillas o desde los puentes, la que nos dan los hidrogramas y los modelos
matemáticos del transporte de sólidos, no son sino maneras muy parciales de
acercarse al conocimiento de lo que es un río.

Tal vez sería interesante también plantearse la posibilidad de escribir un libro


cuyo título podría ser Una nueva cultura del agua en Colombia. Ahí creo
que también os podría ayudar, lo mismo que en la organización de ese posible
Congreso. Se trataría de explicar qué es el agua y que son los ríos, para la
naturaleza, para la vida, para el sentimiento humano, para la economía y el
bienestar de un país, cuales son las diferentes formas de mirarlos, y la razón
de un enfoque holístico. Habría que recordar qué ha sido el agua en las cultu-
ras precolombinas, y cómo ha estado presente en su mitologías, con persona-
jes tales como los que nos mostraron los muchachos y muchachas de Girardot
en su obra de teatro, la historia del hombre/caimán.

Debería recoger la presencia del agua la liturgia ordinaria de la vida, en los


ritos sagrados, en el cancionero, etc. y mostrar qué han significado los ríos
colombianos para los pueblos ribereños, y cuál ha sido la vinculación emocio-
nal entre los colombianos y el agua. Cuáles son los mejores paraísos hídricos
del país, los más hermosos, y dónde están. Dónde están las miserias hídricas,
las destrucciones vergonzosas, los problemas peor resueltos. Cómo y para

335
Colombia: ¿un futuro sin agua?

qué se utiliza el agua en el país, dónde se degrada más y porqué. Qué es un


ecosistema hídrico, y qué es un río escénico, etc. Cómo se enseñan a los
escolares los ríos y el agua a través del sistema educativo. En definitiva, se
trataría de hacer un libro desde una intención claramente pedagógica, pensan-
do en los educadores y en los educados, en los medios de información, en los
políticos, algo que ayude a esa visión cultural del agua que evite reducirla a la
idea de un recurso y un mercancía sin más limitación.

***

Para terminar, quiero deciros que fui a Colombia con varios ejemplares de dos
cds en mi maleta, que pensaba haber tenido ocasión de escuchar con voso-
tros, en algún momento mágico, como el de nuestra despida, en la sobremesa
de la noche del viernes 24 de agosto. Pero las condiciones acústicas y la hora
lo impidieron, y ni siquiera os lo propuse.

Uno de ellos recoge una selección de poemas dedicados al agua y a los ríos;
son de autores como Machado, Alberti, Miguel Hernández, Garcia Lorca o
Nicolás Guillén. Han sido musicados por un grupo de amigos de Zaragoza,
cantados y recitados por unas voces excepcionales. Los estilos musicales de
cada canción/poema son muy variados, y a mi entender muy bonitos, “pre-
ciosos” seria la palabra. En su conjunto es un todo que va calando poco a poco
en quien lo escucha. Acompaña al cd un libreto escrito por mí, en el que narro
una historia que he titulado Paraísos perdidos: érase una vez un planeta que
tenía ríos; son los recuerdos de mi niñez, de cuando los ríos significaban
tanto. El cd conoció la luz el Día Mundial del Agua del presente año, el 22 de
marzo; el grupo se llama Montesolo.

A lo largo del viaje fui regalando una decena de ejemplares; muchas personas lo
“quemaron”, hicieron réplicas . Javier Márquez se llevó uno a Medellín, otro
quedó en una emisora de Radio Caracol en Barranquilla, y los otros fueron a
parar a manos de Rafael, de Julio, de una emisora de radio de El Banco, de la
representante de la Defensoría del Pueblo, de Mercedes en Magangué, y del
Rectorado de la Universidad Central. A través de Rafael podréis tener una copia.

El segundo. el otro cd, recoge una colección de poemas excepcionales de un


gran amigo, Emilio Gastón, antiguo Defensor del Pueblo en Aragón, del que a
muchos ya os he hablado. Es una especie de cabreo interno por todo lo que
está pasando con el ser humano, con su libertad interior, cada vez más recor-
tada desde nuestra propia autocensura; en definitiva, es una llamada a la dig-
nidad de las personas. Es un complemento poético al mensaje de nuestra
navegación, un regalo que necesitamos

Nunca he conocido a nadie que recite sus propios poemas, ni los de otro
tampoco, con tanta fuerza y naturalidad, y con tanta belleza como lo hace
Emilio en ese cd, acompañado por una música de cámara muy acertada. Me
llevé a Colombia solamente seis ejemplares y los repartí todos. Uno de los
ellos se lo regalé a las gentes de Chochó, porque se lo merecían; otro a la

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Colombia: ¿un futuro sin agua?

representante de la Defensoría del Pueblo, Nayedi, que dictó una conferencia


en dos ocasiones, en Magangué y en Barrancabermeja; otro se lo llevó Oscar
Olivera a Bolivia; otro más se quedó en el Rectorado de la Universidad Central
de Bogotá, otro lo dejé en una emisora de radio en Barranquilla, y el sexto se
lo regalé a Rafael. Algunos de vosotros tuvisteis la oportunidad de “quemarlo”

Mi intención era haber hecho una veintena de copias, allí en Colombia; quería
que los poemas de Emilio y las canciones del agua de Montesolo fueran un
regalo personal con el que mostraros mi agradecimiento. Pero no me fue fácil
hacerlo. He pedido a Rafael que desde Ecofondo se hagan esas copias y se os
remita una a cada uno de los “magdalenautas”.

Sé que cada vez que escuchéis a Montesolo y a Emilio Gastón, allí estará
también mi espíritu, y volverá a latir el corazón de la gran familia humana que
hemos creado. Allá donde estéis, os volverán las buenas sensaciones. Si os
gustan, por favor, difundidlos. Y si os animáis, podéis enviar un e.mail a Emi-
lio a la dirección maricarmengasconb@hotmail.com. Y otro a Montesolo para
darles las gracias: jaguirre@aragon.es

No os olvidéis de consultar en la página web de la Fundación Nueva Cultura


del Agua la Declaración de Fortaleza (Brasil) para Una Nueva Cultura del
Agua en América Latina; es un buen texto de referencia; representa un cami-
no andado

¡Larga vida al Río Grande de la Magdalena!

Un fluvio-abrazo a todos.
Javier Martínez Gil
Fluviomotivador
Zaragoza, miércoles 30 de Agosto del 2007

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Colombia: ¿un futuro sin agua?

Fluvionautas
Natalia Atuesta Dimian
Elizabeth Beaufort
José Adolfo Bernal
Mercedes Buchardt
Martha Esperanza Cañón
Rafael Colmenares Faccini
Jorge Contreras Lasso
Hernán Darío Correa
Javier Escorcia
Enrique Galán
Angelica Gallón
Natalia Giraldo
Ángela Gutiérrez
Ana Silvia María
Rodrigo Marín Ramírez
Javier Marquez Valderrama
Javier Martínez Gil
Teobaldo Martínez
Felix Mendinata
Juan Camilo Mira
José Muñoz
Oscar Olivera Foronda
Clemencia Plazas
Humberto Polo
Javier Quintero
Inocencio Segundo Rangel
Juan Manuel Renjifo
Fernando Restrepo
Gustavo Reyes
Tatiana Roa Avendaño
Rosauro Sierra
Danilo Urrea
Luisa Fernanda Vargas

Lancheros:

Jesús Campo
Alberto Flórez
Álvaro Jiménez
Acacio Polanco

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