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Presentación
Para responder a la pregunta que hace el título de este libro sobre el futuro del
agua en el país, y teniendo en cuenta los alcances globales del problema actual
del agua, aquí se incluyen quince ensayos y tres crónicas de reconocidos auto-
res nacionales e internacionales, agrupados en cuatro secciones: El derecho
humano al agua en Colombia; el agua en el país; la lucha social y política por
el agua en el mundo; y la navegación por el río Magdalena como acción
dentro de la campaña de agua. La mayoría fueron escritos expresamente para
el mismo y otros ya fueron publicados en diferentes medios pero todos anu-
dan criterios, información básica y el horizonte de sentido de un creciente
movimiento social y político en torno al reconocimiento del acceso al agua
como un derecho humano.
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
Para lograrlo se debe avanzar en dos etapas: a) Conseguir el cinco por mil del
censo electoral en firmas de apoyo a esta iniciativa, lo cual, al momento de la
salida de este libro, ya se ha cumplido, incluyendo la discusión sobre los conteni-
dos de los artículos que se propone incluir en la Constitución, y la constitución de
comités regionales y locales en Defensa del Agua y del Referendo; y b) Recoger
1’360.000 firmas más (el 5% del censo electoral), y con base en ellas proponer el
articulado reformatorio de la Constitución al Congreso de la República, para
decidir si lo convoca o no, en atención a la anterior manifestación de los colom-
bianos que han pedido esa consulta directa, cuya movilización se haría inevitable
de presentarse una interesada negativa. Una vez convocado, siete millones de
colombianos, el 25% del censo electoral, votará al respecto.
El primero es la consagración del agua como bien público y como bien común,
entendida la palabra bien no como un elemento atesorable, acumulable, sino
como una condición de la vida, como un factor de la vida y de la territorialidad,
de la manera como habitamos el espacio las sociedades, las culturas, los gru-
pos humanos. La mala salud del río Magdalena, por ejemplo, es reflejo del
malestar del espíritu y de la sociedad de la Colombia de hoy, como nos lo
revelan las crónicas de Oscar Olivera y Javier Martínez, boliviano y español
que navegaron por el mismo, quienes nos hablan de la dimensión territorial e
identitaria del río, otra dimensión sujetiva del territorio como un factor de
cohesión social, cuyos alcances profundos expone Clemencia Plazas en su
ensayo sobre los usos ancestrales del agua en Colombia.
Por ello se propone la consagración de la gestión del agua como pública, estatal
o comunitaria sin ánimo de lucro, lo cual tiene una implicación profunda: su
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
Por ello se propone también con el referendo jalonar los movimientos sociales
hacia la política, entendida en sus dimensiones más altas, como los intereses,
las instituciones y los espacios públicos, y las lógicas del bien común en el
ejercicio del poder político; pero también jalonar el movimiento político actual
hacia los temas ambientales, indispensables para poder interpretar y cambiar
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I.
El derecho humano al agua
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El agua en Colombia
Aparentemente Colombia sería una excepción en la crisis mundial del agua.
En efecto, el país es considerado como uno de los que poseen los mayores
volúmenes de agua del planeta. En 1992 contaba con 2.680.000 hectá-
reas de humedales, 743.000 cauces de aguas de 15.519 km de longitud
fluvial en un área territorial de 1.141.748 km y con una población de 39.5
millones de habitantes (Marín, 1992). Actualmente, con una población de
4 “El 95% de los servicios de 44.5 millones de habitantes y el deterioro creciente de los ecosistemas, el
agua y saneamiento en el panorama puede ser menos halagüeño, pero la oferta hídrica en Colom-
mundo siguen en manos de
empresas públicas, pero las bia, calculada en 58 lts/seg/km2, puede considerarse aceptable, siendo
grandes firmas del sector tratan tres veces mayor que la oferta hídrica de Sudamérica y seis veces mayor
de asegurarse el control del
mercado en vías de que el promedio mundial (Ministerio del Medio Ambiente, 1996).
privatización”. Tres de las cuatro
principales firmas son francesas,
Veolia, Ondeo y Saur, que en la El caso colombiano encierra sin embargo una serie de paradojas, pues siendo
actualidad tienen un mercado un país con abundancia de agua, el mapa de Índices de Aridez muestra que la
de 265 millones de clientes
(“usuarios” ) en todo el mundo. cuenca del Magdalena-Cauca, de la región hidrográfica del Caribe, cuenta con
5 “El método de exportación de un rendimiento hídrico promedio de normal a deficitario (Ideam, s.f.), lo cual es
agua que está comenzando a
tener éxito es el agua grave dado que los asentamientos poblacionales alcanzan en esa zona el 70%
embotellada. Es una de las de la población colombiana, y que allí se desarrolla la mayor actividad económi-
industrias de crecimiento más
rápido y menos regulado del ca del país, pero también porque en dicha región se presentan los mayores
mundo. En la década de 1970, índices de contaminación ambiental y degradación de los recursos naturales.
el volumen anual de agua
embotellada y comercializada
fue de aproximadamente 1.000 Entre los factores que contribuyen al agravamiento de la anterior situación
millones de litros. En el año
1980 se habían alcanzado ya los se destacan de una parte el deterioro de los ecosistemas de alta montaña
2.500 millones de litros, y al denominados páramos, intervenidos con actividades como la ganadería y
final de esa misma década, se
consumieron en los diversos los sembradíos de papa en un 60%; y de otra parte hay una gran contami-
países del mundo 7.500 nación con agrotóxicos cuyo consumo asciende a 25.000 toneladas de
millones de litros de agua
embotellada. En los últimos ingredientes activos –IA- en los últimos 25 años, lo cual representa una
cinco años el volumen de ventas intensidad de uso de alrededor de 6 kg de IA/ha cultivada6.
de agua embotellada se ha
disparado: en el año 2.000 se
embotellaron y vendieron
84.000 millones de litros de
El acceso de la población al agua
agua en todo el mundo; es más,
una cuarta parte de toda el De acuerdo con la “Encuesta de Demografía y Salud”, en el 2005 el 74%
agua embotellada se
comercializó y consumió fuera de los hogares tenía conexión al acueducto público y el 11% a acueductos
de su país de origen”. comunales (Profamilia, 2005). Si se comparan estos porcentajes con los
6 Este dato corresponde a una
estadística nacional del año 2000, se estaría mostrando un retroceso en este servicio, pues en
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Gráfico 1
Porcentaje de hogares con acceso a servicios básicos, por zona de residencia
Energía eléctrica 89
99
Fuente de agua para beber
Acueducto público 22
91
Acueducto comunal o veredal 41
0
Otro servicio 37
9
Servicio sanitario
Inodoro a alcantarillado 25
92
Inodor a pozo séptico 38
5
Material de construcción del piso
Baldosa, vinilo, tableta 13
57
Cemento gravilla 55
32
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
Porcentaje
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Cuadro 1
Inversiones y coberturas en servicios públicos de agua y alcantarillado
Categorías Tamaño de población Número Población urbana Dotación Población servida con Agua residual
de ciudades (miles de habitantes) de ciudades (miles de de agua potable red de alcantarillado con tratamiento
habitantes) l/hab/día (%) (%)
Muy pequeña De 2 a 10 501 2,440 110 74 16
Pequeña De 10 a 100 255 7,223 130 81 31
Intermedia De 100 a 1,000 33 9,350 165 85 29
Grande Mayor de 1,000 4 12,166 193 93 36
Total 793 31,179 163 86 31
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Gráfico 2
Motivos de protestas sociales
Tierra/vivienda 23,1%
Laborales 16,1%
Servicios públicos 11,7%
Solidaridad 4,0%
Autoridades 6,3%
Derechos 7,4%
Dentro de las protestas por estos motivos, según el mismo autor, predomina
la exigencia de agua y alcantarillado. En el mismo sentido se pronuncian otros
estudiosos de estos temas. Así Medófilo Medina plantea que entre 1957 y
1977, treinta y siete paros cívicos (el 26%) fueron por agua y alcantarillado,
25 (el 14%) por energía eléctrica y solo 4 (el 2%) por teléfonos. Para Pedro
Santana de 128 paros cívicos ocurridos entre 1971 y 1980, el 60,2% esta-
ban relacionados con agua, energía y alcantarillado. Por último según Martha
Cecilia García, en el gobierno de Virgilio Barco (1986-1990), los servicios
públicos domiciliarios abarcaron el 29,5% de las demandas (Medina, 1977;
Santa, 1989; García, 1990).
Existe pues una tradición de lucha por el acceso al agua en Colombia, que se
mantiene como una tendencia a pesar de algunos mejoramientos en el suminis-
tro (ampliación de la cobertura) y calidad del agua, que se registran sobre todo en
las grandes ciudades y en general en las capitales de los departamentos (Bogotá,
Cali, Medellín, Barranquilla y Bucaramanga). Esta lucha tiende a intensificarse en
los años recientes por efectos de la privatización de los servicios públicos, que
conlleva el encarecimiento de las tarifas, en particular del agua.
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Así mismo en la ciudad de Ibagué, capital del Departamento del Tolima, con
una población de 500.000 habitantes, un poco más del 12% se surte de los
29 acueductos comunitarios existentes en la ciudad, los cuales generan 100,29
litros por segundo. Sin embargo la contaminación por aguas residuales do-
mésticas y pequeños criaderos de aves y cerdos en la parte rural han deterio-
rado la calidad de esta agua, lo cual hace indispensable un replanteamiento de
este manejo comunitario, que sin perder dicho carácter debe incorporar la
potabilización del agua con el concurso del Estado.
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“Entre 1995 y 2000 los usuarios tuvieron que pagar en sus facturas
mayores valores en acueducto y alcantarillado que fluctuaron, en tér-
minos reales, entre el 38% y el 226% en las 18 principales ciudades
del país, dependiendo del estrato y de la ciudad donde residen. En el
caso de Bogotá, las tarifas de acueducto y alcantarillado, en términos
reales, crecieron entre 1997 y 2002, así: 232% en el estrato uno,
138% en el estrato dos, 110% en el estrato tres, 59% en el estrato
cuatro, 43% en el estrato cinco y 39% en el estrato seis. Con menor
intensidad, pero también con crecimientos igualmente significativos,
en las otras tres principales ciudades del país se presentó un fenóme-
no similar” (Contraloría General. de la República, 2004).
De acuerdo con este mismo informe sectorial, las alzas tarifarias son un síntoma
de problemas de fondo que afectan la prestación de los servicios de acueducto y
alcantarillado en el país; y obedecen a tres causas: el desmonte de subsidios, el
ajuste a los costos reales y el ajuste al crecimiento del IPC (índice de precios al
consumidor). El proceso de ajuste a los costos reales, que es el de mayor impac-
to, está viciado por las ineficiencias empresariales y errores en la regulación.
Estos incrementos de los servicios de acueducto y alcantarillado han aumentado
su participación en el gasto de los hogares, de menos del 2% en 1998 a más del
8% al final de 2001 para el estrato 1. Como respuesta se creó en el mes de julio
de 2005 la Unión Nacional de Usuarios de Servicios Públicos en un congreso
que reunió a mil delegados de todo el país.
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1.- Profundizar la privatización del agua, hasta el control privado de sus fuen-
tes, más allá del manejo particular de los servicios públicos. Para ello se esta-
blecerían concesiones de larga duración, hasta cincuenta años cuando se trate
de prestación de servicios públicos de agua potable, de generación de energía
y de realización de obras de interés público, es decir en los campos donde
funcionarán las inversiones más rentables para el capital privado, particular-
mente el transnacional. En los demás casos hasta por veinte años, que es un
período igualmente considerable. El inmenso poder que tendrán los concesio-
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
narios puede valorarse si se aprecia a la luz del pronóstico del IDEAM, según
el cual en el 2025 el 69% de la población colombiana sufrirá una severa
escasez de agua. Además los criterios que orientan todo el régimen de las
concesiones son puramente económicos, pues atienden a la naturaleza de la
actividad propuesta, el período de recuperación de la inversión y la previsión
de un tiempo suficiente para que la explotación sea rentable. Adicionalmente
se abre la posibilidad de establecer un mercado de títulos de concesión.
2.- Delegar la regulación del agua en el sector usuario, con poca participación
real de la sociedad civil. Esto se refleja en la composición del Consejo Hídrico
Nacional que se propone. Igualmente en los denominados Consejos de Cuencas
hidrográficas en los cuales se elaborarán los Planes de Manejo de las Cuencas,
integrados por representantes de la agroindustria y las empresas prestadoras de
servicios públicos, muchas de ellas privatizadas, y marginalmente por los peque-
ños usuarios. No es difícil adivinar que serán los primeros quienes impondrán su
punto de vista en los mencionados consejos. Adicionalmente se eliminan las
Audiencias Públicas Ambientales para el trámite de concesión de aguas. Las
audiencias, mecanismo participativo establecido en la ley colombiana y de obli-
gatoria realización cuando es solicitado por tres entidades sin ánimo de lucro, o
por cien ciudadanos o la Defensoría del Pueblo, es sustituido por las denomina-
das consultas públicas que son potestativas de las autoridades.
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Así mismo las empresas estatales que manejen el agua deben reformarse para
garantizar su transparencia, la participación de la ciudadanía y las comunida-
des, y la vocación de servicio inherente a su función, por lo cual no deben ser
manejadas como “empresas” sino como entidades públicas.
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Bibiana Salazar1
Estos derechos han sido el fruto de la lucha incasable de los seres por alcanzar
unas condiciones de vida adecuadas, no sólo a nivel individual sino también co-
lectivo, y por ello se buscó su consagración expresa como tales a través de decla-
raciones universales y de normas de obligatoria observancia y respeto, para lo-
grar una mayor garantía y protección.
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Las situaciones anteriores dan muestra de que el líquido no puede ser conce-
bido como un simple compuesto, ni como un elemento importante para la
elaboración de estrategias, ni como un recurso natural renovable, ni como un
bien comercial, ni exclusivamente como bien económico, concepciones que
han incidido impositivamente en algunos casos en la elaboración de políticas
públicas y de marcos normativos que no comportan una visión humana, social
y sostenible de la relación seres humanos y agua.
Por tal razón y ante las complejas situaciones que atraviesan hoy las socieda-
des en los temas relacionados con el agua, se comienza a predicar la exigibilidad
del derecho humano al acceso y suministro del líquido, aunado a otras consi-
deraciones relacionadas con las malas prácticas adoptadas tanto por las co-
munidades como por los propios Estados en relación con ella. Así, la vulnera-
ción y afección de este derecho es recurrente y contundente en los diferentes
Estados del mundo, incluyendo al nuestro, y por ello su reivindicación toma
fuerza política, social y jurídica en el país y en el planeta
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Desarrollos jurisprudenciales
Han sido los jueces a través de sus jurisprudencias quienes comenzaron a
desentrañar la esencial importancia del líquido para la vida de todos y todas las
pobladoras del territorio, pero aún así se encuentran interpretaciones que
acercan su definición del líquido a conceptos como servicio público domicilia-
rio en lo que tiene que ver con agua potable, objetivo social, elemento esencial
del ambiente, necesidad primaria y bien económico. De otro lado se encuen-
tran pronunciamientos judiciales que directamente expresan la idea de su ca-
rácter fundamental, así:
“Sin agua no hay vida. Por ende, el servicio público de acueducto tiene como
finalidad la satisfacción de necesidades vitales de las personas, lo que exige, natu-
ralmente, el suministro de agua apta para el consumo humano pues no podrá
considerarse que el servicio se presta con el mero transporte del líquido, sin
aplicarle ningún tipo de tratamiento cuando no reúne las condiciones físicas,
químicas y bacteriológicas mínimas exigidas para su uso, sin que ponga en riesgo
la salud y la vida de sus consumidores. Así entonces, según lo expuesto, el agua
potable constituye un derecho constitucional fundamental cuando está destinada
para el consumo humano, pues es indispensable para la vida.” (Corte Constitu-
cional, Sentencia T- 410 de 2003).
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Así las cosas se puede precisar que el agua es una sustancia vital; y que su acceso,
suministro y accesibilidad para los seres humanos, se tornan en condiciones sin
las cuales es imposible hablar de dignidad. De ahí deviene precisamente su carác-
ter fundamental, y por lo tanto, ante las diferentes vulneraciones y afecciones
que hoy atentan contra estos presupuestos, se hace indiscutible su reivindicación
y demanda a partir de esas características que la hacen esencial para las perso-
nas, y a través de la solicitud o exigencia de su consagración expresa en pro de
la garantía y protección en términos universales.
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II.
El agua en Colombia
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Clemencia Plazas2
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Según algunos mitos, la creación tuvo lugar a partir del mar primordial donde
primero surgió la tierra con forma de lagarto, caimán mesoamericano llamado
Cipactli. Ser anfibio cuyas duras escamas formaron las rugosidades de las monta-
ñas terrestres. La tierra es un ser flotante, espe-
cie de carcasa llena de agua en su interior, fuente
de todos los abastecimientos (López Austín,
1994:19). Esta agua subterránea sube del inte-
rior y fluye a través de manantiales y lagunas. Así
nacen los ríos que van a los océanos. Entre más
alto llegue, más pura es, y, por lo tanto, más apta
para ofrendas y rituales -como las lagunas del
mundo andino-. A medida que desciende, el agua
se contamina con las impurezas y desechos de
los seres vivos hasta alcanzar su mayor grado de
contaminación en el océano. Pero esta agua sa-
lobre posee, en sí misma, la capacidad de trans-
formarse, de filtrarse en su camino hacia los ori-
ficios de la tierra donde reaparece con toda su
pureza para iniciar un nuevo ciclo de contamina-
ción-muerte-germinación-pureza-contaminación.
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
Otra imagen del poder del agua como fuerza esencial del infla-mundo está en
su capacidad de elevarse como serpiente emplumada, para desde arriba verter
el líquido precioso en forma de lluvia. Se cree también que el arco iris es un
enemigo de las aguas que vienen de arriba, por eso deja de llover siempre que
aparece. Una de las causas de las enfermedades “frías”, arriba mencionadas,
es haber visto el arco iris, representado muchas veces como una serpiente con
dos cabezas ubicadas en cada uno de sus extremos.
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
diluvio que a menudo aparece en los mitos, es el desplome del cielo sobre la
tierra. Tendríamos entonces un cielo lleno de agua que inunda el universo. De allí
la importancia de los árboles altos y atlantes, personajes que sostienen en su
posición los distintos niveles cósmicos (Eroza Solana, 1999: 55-57).
En todos los casos la vida se detiene y, según el mito, sólo una pareja de cada
especie terrestre sobrevive para iniciar una nueva era ya purificada.
Hacia el año 3.000 antes de nuestra era, desde mucho antes de la difusión de
la cerámica de las áreas tropicales de Suramérica, hacia México y Perú ya
existía, a lo largo de La Costa Pacífica desde el sur de Lima hasta el norte de
México, un intenso comercio con el Spondylus princeps, concha bivalva apre-
ciada por su fuerte color rojo. Este especie de concha semicircular y espinosa
crece a grandes profundidades en las costas de Ecuador. Por su origen marino
profundo y por su color de sangre fue asociada desde entonces con la capaci-
dad procreadora femenina. Se la encuentra como ofrenda en entierros de
hombres en Cerro Sechín al norte de la sierra peruana, durante el primer
milenio antes de nuestra era. Allí, los entierros femeninos, por el contrario,
estuvieron acompañados por conchas alargadas –Strombus Gigas – símbolo
de la capacidad fertilizadora masculina. En las tumbas se recreó, simbólica-
mente, el equilibrio y complemento de los dos sexos, condición importante en
situaciones de tránsito, como la muerte (Morris et al.1993:50-52).
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
Los ríos y sus tierras aledañas forman de esta manera el eje vital, territorio
ancestral alrededor del cual se adquiere identidad de grupo y se desarrolla la
vida social y económica del individuo. Los ríos no son límites que separan
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
Todas las civilizaciones sellan las celebraciones o acuerdos con líquidos fer-
mentados. A lo largo de América uno de los más utilizados fue la chicha de
maíz que mezcla el agua que procede del infra-mundo con las semillas del maíz
asociadas con el sol del supra-mundo. La chicha es entonces agua fermentada
ya germinada que permite la transformación. Tal vez por eso, en los Andes
Centrales, a través de delgados recipientes de cerámica en forma de embudo,
llamados en quetchua paccha, se vertía chicha dentro de la tierra, en época de
siembras, para garantizar su fertilidad.
Esta concepción del agua está inmersa dentro de un mundo donde, como lo
plantea Santiago Mora, el principio de organización del universo es la visuali-
zación del mismo como un inmenso complejo de relaciones sociales y de pa-
rentesco entre los miembros de una misma comunidad –el cosmos-que está
representada por diferentes especies. Así, todos los seres habitan en mundos
socialmente muy semejantes al nuestro y nos ven como otras criaturas con las
cuales tienen relaciones de afinidad.
Se ven como una serie de hermanos que pueden ser generosos con los huma-
nos cuando son tratados adecuadamente, pero vengativos e inmisericordes
cuando son maltratados. De esta manera, surge una extensa red de relaciones
que soporta el universo, un mundo donde aquello que los occidentales llaman
ecología y economía se funde en un esquema social. En este contexto, la idea
de dominación absoluta, tan incuestionable en occidente durante siglos, resul-
ta imposible y abominable (Mora, 2007:14-15).
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asciende por capilaridad dentro de un orificio vacío? ¿o que los diluvios coin-
ciden con épocas de deshielos? ¿o, aún, que el agua superficial se evapora
gracias al calor solar formando, por condensación, nubes que luego se des-
componen en lluvia que regresa a la tierra?
Lejos del mar donde la sal marina es escasa, los habitantes del altiplano cen-
tral de Colombia de fines del primer milenio antes de nuestra era, la obtuvie-
ron de los manantiales salobres que brotaban cerca de las minas de Zipaquirá,
Nemocón y Tausa. Desde entonces, hervían en recipientes de cerámica más
de 5 litros de agua salobre para obtener, una vez evaporada el agua, panes de
sal que se comerciaban en una amplia región que incluye Los Llanos Orienta-
les, Barrancabermeja y la región de Ibagué.4
Irrigación. El control y manejo de las aguas, sin duda, fue la mayor responsa-
bilidad de los gobernantes americanos y lo que garantizaba su permanencia
en el poder. Los valles desérticos del Pacífico peruano fueron fertilizados a
través de la canalización y los sistema de riego de numerosos ríos que descien-
den de Los Andes. Dicho control permitió el surgimiento de importantes rei-
nos mediante la centralización del poder.
El manejo de las aguas que era más fácil en los cursos altos de los ríos, exigió,
en ocasiones, como en el valle del río Nazca al sur de la costa peruana, la
canalización subterránea de las aguas en el curso medio del río para no per-
derla en la zonas arenosas del litoral. Este sistema de construcción de acue-
ductos subterráneos o galerías para filtración de aguas que terminaban en
reservorios o canales de irrigación es similar, en su concepto, a los antiguos
ganats de Irán. Se trata, sin embargo, de invenciones independientes cons-
truidas en América desde, por lo menos, el período Nazca medio (500 d.C.).
Algunos especialistas creen que la ubicación de las líneas paralelas que atra-
viesan los desiertos peruanos demarcan el flujo subterráneo de las aguas, co-
nectadas con cierto tipo de rituales realizados para atraer agua al seco valle del
río Nazca.
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
Por su extensión y duración podemos asegurar que fue una forma exitosa y
difundida de manejar la riqueza de las zonas inundables del continente, llevada a
cabo por autoridades centralizadas, como parece ser el caso del río San Jorge,
llanos de Mojos y delta del Guayas, o por grupos de aldeanos independientes o
comunidades familiares según las evidencias de los sistemas andinos del norte de
Ecuador y de La Sabana de Bogotá. En esta última zona se ha detectado una
extensión aproximada de 15.000 ha cubierta de camellones, la mayoría en for-
ma de damero, construidos sobre regiones anegadizas aledañas al río Bogotá.
Durante su largo periodo de utilización se encontró polen de maíz, asociado con
fríjol y papa (Boada 2006:50, 80 y 129).
Ya sea que estén ubicadas en las cálidas zonas bajas o en los fríos altiplanos
andinos todas las áreas con sistemas hidráulicos de camellones y canales com-
parten el hecho de estar localizadas en terrenos planos, de pendiente muy
débil, a menudo en cuencas con drenaje natural deficiente, debido en parte a
un alto nivel freático, y sometidas a contrastantes periodos alternos de épocas
muy húmedas y de épocas de sequía (Gondard, 2006: 28).
5 No hay que olvidar que Su construcción se debió a la presión demográfica que obliga a las sociedades
hay especialistas que a producir mayor cantidad de comida, la necesidad de producir excedentes
consideran que la
civilización maya descansa agrícolas destinados al intercambio o a alimentar grupos de artesanos especia-
sobre un eficaz manejo de listas que no participaban en las labores agrícolas, limitaciones ambientales, o
canales de control de
aguas llevado a cabo en simplemente a la necesidad de aprovechar las áreas inundables para asegurar
sus comienzos. Del mismo el bienestar del grupo o la familia.
modo el aprovechamiento
de las riquezas del gran
lago del altiplano central Esa sabiduría americana que concibe el agua como el principio vital por excelen-
mexicano fue, sin duda, en
gran parte, la razón del cia, discrepa con la mirada actual de los humedales como zonas contaminantes e
éxito y auge del estado insalubres. El manejo de las zonas inundables no es exclusivo del continente ame-
azteca.
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45
Colombia: ¿un futuro sin agua?
46
Colombia: ¿un futuro sin agua?
La gestión pública
del agua en Colombia
Elizabeth Beaufort1
Introducción
La legislación colombiana ha considerado el agua como un bien nacional de
uso público, por ser este un recurso natural indispensable para la vida y el
desarrollo económico del país. Aunque las principales normas y políticas se
han basado en este principio desde la Constitución de 1886, ello no ha impe-
dido que el sector privado juegue un papel importante en la provisión de los
servicios de agua potable, saneamiento básico y generación de energía.
Este artículo analiza las políticas públicas del agua en Colombia, teniendo en
cuenta tres ejes fundamentales: el acceso al agua como un derecho de todos, la
sostenibilidad ambiental del agua, y la institucionalidad pública que acompaña las
políticas sobre el agua y su conservación, en el contexto internacional de toda
gestión pública. En cuanto a las normas nacionales y sectoriales referentes al
agua, numerosas y dispersas, aquí sólo reseñaremos las más significativas.
Consideramos que el agua, un recurso natural renovable y vital cada vez más
1 M.A. Ciencia Política,
escaso, no debe tratarse como una mercancía, porque si se imponen las con- Universidad de Los Andes,
diciones de mercado, el acceso deja de ser un derecho de todos para depen- M.A. Administración Pública,
Universidad de Carleton,
der del poder adquisitivo de cada cual. Maude Barlow en su libro Oro azul, Ottawa.
47
Colombia: ¿un futuro sin agua?
afirma: “El antídoto contra la comercialización del agua es su retirada total del
mercado. El agua debe ser declarada y comprendida para siempre como una
propiedad común”; y agrega: “El agua forma parte del legado del mundo y
debe permanecer bajo dominio público para siempre, protegida por una rigu-
rosa legislación local, nacional e internacional” (Barlow y Clarke, 2004).
Intervencionismo de Estado
en la primera mitad del siglo XX
Cuando primaba la doctrina económica que favorece la intervención del Esta-
do en la economía, la legislación sobre el agua se basó en el principio de que
los lagos, los ríos y todas las aguas que corren por cauces naturales, salvo las
que nacen y mueren dentro de una misma heredad, constituyen un bien nacio-
nal de uso público (Art. 677 del Código Civil).2 Bajo este designio, le competía
al Estado como “Supremo Administrador” de este tipo de bienes, regular to-
dos los aspectos que tuvieran que ver con: primero, conceder permisos o
mercedes para derivar aguas de las fuentes y depósitos nacionales, cuando no
se es un propietario ribereño y se pueda hacer uso dentro de las limitaciones y
condiciones establecidas por la ley; segundo, vigilar el uso que los particulares
hagan de ese bien nacional e impedir que lleven a cabo derivaciones o usos
ilegales; tercero, reglamentar las corrientes nacionales cuando sea necesario
para distribuir sus aguas entre diversos propietarios ribereños o para la nave-
gación o flote; y cuarto, otorgar concesiones para la prestación de los servicios
públicos de acueducto, saneamiento y generación de energía (Devis Echandía,
1944, p.20-22) De lo anterior se deriva que la legislación de aguas, salvo
algunos artículos del Código Civil, está regida por el derecho público.
48
Colombia: ¿un futuro sin agua?
otorgarlas hasta por 99 años. Con esta ley se fijan en 50 años, tanto para las
mercedes a los departamentos o municipios como para los particulares.
Como en muchas otras partes del mundo, las primeras instituciones y normas
3 La reglamenta el Decreto
ambientales nacieron para proteger los llamados recursos naturales renovables, 0059 de 1938.
49
Colombia: ¿un futuro sin agua?
53º.- Todos los habitantes del territorio nacional, sin que necesiten permiso,
tienen derecho de usar gratuitamente y sin exclusividad los recursos naturales
de dominio público, para satisfacer sus necesidades elementales, las de su
familia y las de sus animales de uso doméstico, en cuanto con ellos no se
violen disposiciones legales o derechos de terceros.
50
Colombia: ¿un futuro sin agua?
El 31% de los recursos para la protección del medio ambiente provienen del
presupuesto nacional y el 69% son recursos propios de las CARs, obtenidos
mediante el cobro de la sobre-tasa ambiental correspondiente a un monto que
oscila entre el 15% y el 25% del impuesto predial y las transferencias del
sector eléctrico, como un porcentaje de las ventas brutas de energía. Los
recursos destinados al medio ambiente entre 1991 y 1997 se triplicaron para
luego descender en picada. Además, en adelante se incluirá el medio ambien-
te como un aspecto esencial en el Plan Nacional de Desarrollo y en los planes
de desarrollo, regionales y locales.
Desde cuando fue adoptado por las Naciones Unidas en la Cumbre de Río de
Janeiro, de 1992, el desarrollo sostenible se ha convertido en una consigna
de todos aquellos que han querido defender unas mejores relaciones entre
desarrollo económico y ecología. No obstante, contra este anhelo conspiran
las políticas de ajuste estructural que no dejan de impulsar el Banco Mundial y
el Fondo Monetario Internacional, FMI. El neoliberalismo que las sustenta
lleva a que poco o nada importe el medio ambiente, ni a que se cambie el
desigual consumo de recursos naturales; y hace que las instituciones estatales
y financieras que lo abanderan conviertan los tres componentes básicos del
desarrollo sostenible –sostenibilidad económica, social y ambiental– en un ob-
jetivo de imposible cumplimiento.
51
Colombia: ¿un futuro sin agua?
El hecho de que tanto el Banco Mundial como los gobiernos y las organizacio-
nes no gubernamentales y ambientalistas usen el término sostenible, otorgán-
dole diversos significados, hace que sea altamente controversial, de manera
que es pertinente analizar el contexto en que se está empleando y la definición
que se le da.
Instrumentos económicos:
tasas retributivas y tasas de uso de agua
Además de las políticas de “comando y control” tradicionalmente utilizadas en
las normas nacionales ambientales, la Ley 99 de 1993 introdujo más decidida-
mente instrumentos económicosbajo el principio de que “el que contamina
paga”, también adoptado en la Cumbre de la Tierra.4
52
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Sin lugar a dudas, Colombia cuenta con una abundante oferta hídrica, tres
veces mayor a la de Suramérica y seis veces la oferta promedio mundial. El
problema es que sus principales fuentes se concentran en las zonas menos
pobladas del territorio, lo cual dificulta el acceso del grueso de la población a
ellas. La ENA lo explica cuando dice:
53
Colombia: ¿un futuro sin agua?
El Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, TLC, es una cabal muestra de
la incongruencia existente entre el libre mercado y la sostenibilidad ambiental.
Aunque el TLC incluye un capítulo ambiental, éste no garantiza la protección al
medio ambiente ni de los recursos naturales. Dicho capítulo es explícito en afir-
mar que “un país firmante no puede hacer cumplir las leyes ambientales en otro
país”, y abunda en frases que indican que la legislación ambiental y el comercio
deben ir de la mano, pues se trata de asegurar que las políticas comerciales y
ambientales se apoyen mutuamente y que la legislación ambiental no afecte el
comercio, “por acción o inacción”. Insiste además en que la discrecionalidad de
cada país en materia ambiental debe ser “razonable”. No obstante, establece
mecanismos y procedimientos como tribunales especiales para dirimir conflictos
ambientales, pero sólo entre las personas “con un interés jurídicamente recono-
cido”, lo cual indica que se refiere a las multinacionales y sus inversiones que
puedan verse afectadas por normas ambientales nacionales. En cuanto a los
acuerdos internacionales, el capítulo sólo hace referencia a los suscritos por “to-
das las partes”, lo cual indica que deja por fuera los principales acuerdos interna-
cionales sobre medio ambiente, pues Estados Unidos no los ha suscrito.
Un solo artículo del capítulo de inversiones del TLC demerita las buenas inten-
ciones que pudieran haber sido expresadas en el capítulo ambiental, al incluir
6 Principio No 4: El Agua los recursos naturales como objeto de acuerdos de inversión para su “explota-
tiene un valor económico
en todos sus usos
ción, extracción, refinamiento, transporte, distribución o venta” (Capítulo 10,
dependientes y debe ser Art. 28, numeral a). Es decir, que el TLC incluye todos los recursos naturales,
reconocida como un bien
económico. En este
incluidos los renovables como el agua y los bosques, coto de caza de los gran-
principio es vital reconocer des consorcios internacionales.
primero el derecho
fundamental de todos
seres humanos a tener La globalización ha impulsado un cambio sustancial en la concepción de lo
acceso al agua potable y el
saneamiento a un precio
que representa el agua. Un ejemplo de ello es la “Declaración de la Confe-
asequible. El fracaso en el rencia Internacional sobre Agua y Ambiente” celebrada en Dublín, en 1992,
pasado de reconocer el
valor económico del agua
cuyo cuarto principio afirma: “El agua tiene un valor económico en todos
ha conllevado usos sus usos dependientes y debe ser reconocido como un bien económico”6,
derrochadores y
ambientalmente dañinos
accesible a todos a precios razonables; abandonando así el criterio de que el
del recurso. El manejo del agua como el aire es un recurso esencial para la vida y, por tanto, el acceso
agua como un bien
económico es una forma
a ella constituye un derecho humano fundamental. El Banco Mundial argu-
de lograr un uso eficiente y menta que para aumentar su disponibilidad, el agua debe tratarse como un
equitativo y de promover
la conservación y
producto más del suelo y del subsuelo que, al igual que el cobre, el oro y el
protección de los recursos petróleo, debe ser explotado por capitales privados para los cuales la ganan-
hídricos (Traducción
propia).
cia es un aliciente para animarse a invertir.
54
Colombia: ¿un futuro sin agua?
55
Colombia: ¿un futuro sin agua?
del agua deben reflejar los costes económicos de los operadores, y tercero,
que los subsidios estatales deben ser paulatinamente eliminados. La Ley obliga
además a las empresas públicas a adoptar criterios de eficiencia y rentabilidad
propios del sector empresarial, en detrimento de los criterios de equidad y
universalidad que deben regir todo servicio público.
56
Colombia: ¿un futuro sin agua?
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
y reposición de las redes. Se debe aclarar que el Banco Mundial calcula ingen-
tes ganancias de los proyectos para los operadores especializados.
Avanza la privatización
La vinculación del sector privado venía avanzando a paso lento en el país,
según informe de la CGR de 2003, pero ello no indicaba un cambio en la
dirección trazada:
“La penetración del sector privado es relativamente baja, pues tan sólo 44 muni-
cipios, que representan el 4% de los municipios del país, cuentan con operadores
privados en los servicios de acueducto y alcantarillado. (…) La clasificación de las
empresas como mixtas o privadas sigue las definiciones de la Ley 142, de acuer-
do con la cual son mixtas aquellas empresas en las que el sector público tiene un
aporte inferior al 100% pero mayor o igual al 50% del capital y son privadas
aquéllas en las que el capital privado es mayoritario” (CGR 2003: 35).
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
Cuadro 1
Cobertura de servicios públicos
El fracaso de la privatización
Los resultados de la privatización contradicen los principios rectores que las orien-
taron: la privatización favorece el monopolio privado y desalienta la inversión
para ampliar el servicio. Los usuarios sufren el alza de las tarifas y hasta la suspen-
sión del servicio cuando incurren en mora en el pago. Un examen de los princi-
pales aspectos nos lleva a concluir que los operadores privados se rigen por
intereses distintos a los públicos y a las necesidades de los usuarios, principal-
mente por el ánimo de obtener cada vez mayores utilidades.
La brecha entre el campo y la ciudad es tan grande, que el 41.3% de las viviendas
rurales dependen de un acueducto veredal o comunal y 14.8% de los hogares
toman el agua directamente del río, quebrada o manantial (Encuesta Nacional de
59
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Calidad: La calidad del agua no ha mejorado. Para el 2001, tan sólo 23 princi-
pales ciudades del país están consumiendo agua potable. El 58% de los munici-
pios no pasarán la prueba de calidad mínima del agua (MAVDT y DNP, 2004, p.
5-6) Un informe sectorial de la SSPD de 2005 contaba que, tras más de una
década de Ley 142, en una muestra de 206 empresas, que funcionan en 312
municipios, 144 entidades entregaron agua no apta para el consumo humano.
Los precios del sector de acueducto, alcantarillado y aseo han venido crecien-
do a un ritmo marcadamente superior al resto de los precios de la economía.
Entre 1998 y 2001, el aumento en términos reales fue de 42,7% (SSPD,
2002, p.30). En acueductos, el rezago tarifario pasó de 46% al 10% entre
1996 y 2002. Las tarifas cubrían apenas un poco más de la mitad del costo de
prestación del servicio y actualmente sólo es necesario un ajuste del 10% para
recuperar el costo total (SSPD 2004, p.31).
El alza de las tarifas de acueducto fue mayor para los estratos bajos para el perío-
do 2002-2005. En promedio en las empresas del Grupo I (más de 400.000
suscriptores en Cali, Bogotá y Medellín, principalmente), la Tarifa Media Básica
Aplicada registró un incremento del 36% en el Estrato 1, del 23% en los estratos
2 y 3 y del 3% en el estrato 4. Por el contrario, en los estratos 5 y 6 se registró
una disminución del 4% y 13%, respectivamente; los sectores industrial y comer-
cial se vieron favorecidos con una reducción del 8%, y en el sector oficial se
presentó una reducción del 3% (SISPD 2006, p. 71).
60
Colombia: ¿un futuro sin agua?
De otro lado, el PND 2007-2010 en el Art. 99 determina que para los servi-
cios de acueducto, alcantarillado y aseo, los subsidios en ningún caso serán
superiores al 70% del costo del suministro para el estrato 1, 40% para el
estrato 2 y 15% para el estrato 3.
61
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Por otra parte, la CGR cita un estudio del Banco Mundial que señala que en
Cartagena, Barranquilla y Tunja, tres casos donde se han incorporado opera-
dores privados, las ampliaciones de cobertura para los estratos bajos se reali-
zaron con recursos de la Nación.
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
El ordenamiento de cuencas
El decreto 1729 de 2002 establece las disposiciones generales para elaborar y ejecu-
tar el plan de ordenación y manejo de las cuencas hidrográficas en Colombia (POMCH
o POMCA). El artículo 25 confiere al Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios
Ambientales, Ideam, dos responsabilidades: Una, establecer los criterios y parámetros
para la clasificación y jerarquización de cuencas hidrográficas en el país; y dos, formu-
lar una guía con los aspectos técnico científicos que permitan a la respectiva autoridad
ambiental competente o la Comisión Conjunta, según el caso, desarrollar las fases
establecidas para la ordenación de las cuencas.
La Resolución 104 del Ideam, “por la que se establecen los criterios y parámetros
para la clasificación y priorización de cuencas hidrográficas” de julio de 2003,
dice que la ordenación de una cuenca
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
Cambio de prioridades:
de la “agenda verde” a la “agenda gris”
El documento Conpes 3343 de 2005 sobre el sector de agua potable y medio
ambiente, sostiene en su diagnóstico sobre la problemática ambiental del país
que el agua potable está en el primer puesto en el orden de prioridades am-
bientales, muy en concordancia con uno de los objetivos de Desarrollo Milenio
de las Naciones Unidas, el de reducir a la mitad el porcentaje de personas que
carecen de acceso al agua potable. En orden de prioridad:
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
Conclusiones
Las políticas públicas no se pueden derivar de las teorías, especialmente cuan-
do estas son malas y no encuentran respaldo en la realidad. Es el caso de la
insistencia actual en privatizar los servicios de agua potable y saneamiento y
dar en concesión las fuentes de agua a operadores internacionales privados,
como lo proponen el Banco Mundial y el gobierno colombiano. La eficacia de
una gestión pública del agua debe basarse en la evidencia tanto teórica como
empírica y en las condiciones propias de cada país. No se puede estar al
vaivén de las consignas trazadas por lo organismos financieros multilaterales,
para poder atender las urgentes necesidades de millones de colombianos.
Bibliografía
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
Sector privado
y acueductos en Colombia
Introducción
Según declaró el comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las
Naciones Unidas, el derecho humano al agua “otorga el derecho universal a una
cantidad suficiente de agua segura, aceptable, físicamente accesible y asequible
para uso personal y doméstico”.
Actualmente existe un gran debate sobre el rol del sector público o privado en
el cumplimiento de ese derecho fundamental al agua. En Colombia en el año
1994 se introdujo una profunda reforma en la política de saneamiento básico
y agua potable a través de la promulgación de la Ley 142 de Servicios Públi-
cos y Domiciliarios, que promovió el ingreso de la inversión privada en el
sector con el objetivo de lograr una mayor eficiencia en la prestación de los
servicios e incrementar la inversión que permitiera extender la cobertura a
más personas. Después de más de diez años de su promulgación nos pregun-
tamos si se han logrado los objetivos con los que se planteó esta reforma. ¿Es
más eficiente el sector privado que el público en la prestación del servicio de
acueducto?
Marco normativo
Hasta mediados de los años ochenta los servicios de agua potable y alcantarillado
fueron prestados por el Gobierno Nacional a través de un sistema de administra-
ción centralizada en cabeza del Instituto de Fomento Municipal (Infopal). Poste-
riormente, en respuesta al proceso de descentralización de los servicios hacia los
municipios, este instituto fue liquidado junto con gran parte de las empresas 1 Economista Ambiental.
Universidad de Los Andes
departamentales. (Bogotá-Colombia).
71
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Empresas de acueducto
Según la Superintendencia, en el año 2006 existían 826 empresas prestadoras
2 Es de notar que el
número de prestadores
de servicios públicos domiciliarios inscritas en el Registro Único de Prestadores
registrados y actualizados de Servicios (RUPS), de las cuales 477 (58%) tenían menos de 2.500 subscrip-
en el RUPS se redujo en un
288% en relación al año
tores y 349 más de 2.500 suscriptores (42%) (Superintendencia de Servicios
2002, debido Públicos Domiciliarios, 2006).2 Estas últimas son las más representativas, ya
principalmente a las
políticas implementadas
que cubren al 78% de la población urbana del país.
por la SSPD en el año
2005 con el objetivo de
depurar la base de
A lo largo del artículo nos centraremos en las empresas que incluyen el servi-
prestadores y conocer su cio de de acueducto con más de 2.500 suscriptores. Son en total 222 empre-
legalidad jurídica.
sas, de las cuales el 68% son públicas (42% Empresas Industriales y Comercia-
72
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Gráfico 1
Participación por composición de capital. Empresas que incluyen el servicio de acueducto 2006
12% Autorizada; 3;
1%
13% 23%
Mixta; 19; 9%
Gráfico 2
Evolución de las empresas de acueducto según su composición de capital (2002-2006). Más de 2.500 suscriptores
99
93
100
80
55
60 51 51
40 23 29 27
19
12
20 2 3
0
Privada EICE Mixta Municipio Oficial Org.
Autorizada
2002 2006
73
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Se ha estimado que entre el año 2002 y mediados del 2006 el sector de agua
potable y saneamiento básico recibió en total 3.1 billones de pesos por apor-
tes de los entes territoriales y la nación, para financiar la inversión en estructu-
ra y el cubrimiento de subsidios. Estos aportes se distribuyeron de la siguiente
manera: por transferencias del Sistema General de Participación (Ley 715 de
2001) $2.8 billones; por concepto de Audiencias Públicas en el marco del
Plan de Desarrollo 2002-2006 se previó para inversión en el sector un total
de $ 270 mil millones; y a través del Plan Pacífico4 el sector recibió en total
$42 mil millones.
74
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Canal de Isabel II, compañía de agua propiedad del municipio de Madrid, y Tecvasa,
compañía privada de Valencia, han expandido sus operaciones en América a
través del Grupo Empresarial Triple A. La casa matriz en América del Grupo es
la Sociedad Interamericana de Aguas y Servicios S.A. INASSA. En Colombia
presta los servicios de agua potable y saneamiento básico en la ciudad de
5 El anexo 1 muestra un
Barranquilla (60% de participación accionaria) y ha expandido sus servicios a cuadro detallado de las
otros municipios del Departamento del Atlántico: Puerto Colombia, Soledad, empresas privadas que
operan en Colombia.
Galapa, Sabanalarga, Sabanagrande, Santo Tomás, Baranoa y Polonuevo. Tam- 6 La empresa francesa Suez
bién posee el 51% de la Compañía Metroagua S.A. E.S.P de Santa Marta, que posee acciones de Hisusa,
propietaria del 47,1% de
ofrece los servicios de agua potable y saneamiento básico en el Distrito. Aguas de Barcelona.
7 Carranza Nubia. “La lucha
por el control del agua”.
Proactiva Medioambiente S.A. opera en Latinoamérica a través de una amplia red Noviembre de 2005. http://
de delegaciones y empresas locales. En Colombia realiza la gestión integral de agua colombia.indymedia.org/
news/2005/11/34139.php
75
Colombia: ¿un futuro sin agua?
y alcantarillado de las ciudades de Tunja (Sera q.a. Tunja E.S.P. S.A.), Montería
(Proactiva Agua de Montería E.S.P. S.A.) y San Andrés (Proactiva Aguas del Archi-
piélago E.S.P. S.A.). Esta multinacional también posee el contrato de operación de
la planta de tratamiento de aguas de Tibitoc para el suministro de agua a Bogotá8,
pero la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB) expresó su
decisión de dar por terminado el contrato de concesión de dicha planta, porque
entre 1999 y 2005 había pagando a la mencionada multinacional 38.712 millones
de pesos (19 millones de dólares) por agua no utilizada. No obstante la indemniza-
ción de 67.1 millones de dólares que deberá pagar por la rescisión del contrato, la
EAAB ahorrará 32 millones de dólares, que hubiera tenido que desembolsar hasta
el cumplimiento del contrato pactado hasta el año 2019.
76
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Gráfico 2
Evolución de las empresas de acueducto según su composición de capital (2002-2006). Más de 2.500 suscriptores
Cercanos a Cumplen
No cumplen
83,9%
Datos similares fueron obtenidos por el DANE a través del Censo General
2005, que encontró que el 72% del total de los hogares utilizan agua del
acueducto para la preparación de alimentos. En las áreas rurales la principal
fuente de agua es el río, quebrada, manantial o nacimiento. Los departamen-
tos con menor proporción de hogares que utilizan agua proveniente del acue-
ducto para la preparación de alimentos son Guaviare con el 2% y Vaupés y el
Archipiélago de San Andrés con el 3%.
77
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Cuadro1
Cumplimiento de las normas de calidad del agua (2006). Capitales de departamento
78
Colombia: ¿un futuro sin agua?
79
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Gráfico 4
Nivel de satisfacción del usuario de acueducto (1º semestre de 2006)
68,7%
Continuidad
68,0%
80
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Tarifas
El nuevo régimen tarifario condujo a un grave incremento de las tarifas.
Entre 1995 y 2000 los usuarios soportaron incrementos del 38% y el
226% real, dependiendo del estrato y la ciudad (Contraloría General de
la República, 2004).
40%
30%
20%
10%
0%
-10%
-20%
1 2 3 4 5 6
Se observa que los estratos 1, 2 y 3 - los estratos más pobres - son los que
soportan más incrementos en las tarifas. Los estratos 4, 5 y 6 incluso tuvieron
reducción de sus tarifas.
14 La TMBA, por estrato y por
Las empresas del grupo 1 y 3, fueron las que más incrementaron sus tarifas entre uso, es el precio por metro
cúbico que debe pagar un
un 36% y 2%. El incremento de las empresas del grupo 2 y 4 fue entre 21% y 8%. suscriptor cualquiera que
consuma un volumen de
agua de 20 metros cúbicos
Los incrementos tarifarios se deben a tres razones: el desmonte de subsidios, al mes, en el respectivo
el ajuste a los costos reales y el ajuste al crecimiento del IPC. El ajuste a los estrato o uso. El cálculo se
realizó a pesos del año
costos reales es el principal factor que influye en el incremento de las tarifas. 2005.
81
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Cuadro 2
Variación porcentual de tarifas (Consumo básico*)
Santa
Barranquilla Cartagena Florencia Popayán Montería Bucaramanga Sincelejo
Estrato Marta
2002-2007 2001-2006 2002-2006 2002-2006 2004-2006 2001-2006 2004-2005
2001-2006
1 137,20% 54,75% 62,80% 58,61% 15,30% 81,48% 111,98% 113,90%
82
Colombia: ¿un futuro sin agua?
La lógica actual que guía las actividades de las empresas de servicios públicos
y que prioriza la obtención de ganancias va en contra del derecho humano al
agua. Se convierte en mercancía un recurso fundamental para la vida al que
pueden acceder sólo quienes tienen dinero para pagarla.
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83
Colombia: ¿un futuro sin agua?
84
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Introducción.
La desgarrada base socio-cultural y política de las
experiencias de manejo social del agua en Colombia
1 Las ideas que siguen
corresponden a un ejercicio
Una de las principales características de la diversidad colombiana, no siempre de caracterización socio-
ponderada por los investigadores de la realidad actual, son las construcciones política de los acueductos
comunitarios, dentro de la
históricas públicas regionales y locales de gestión del recurso agua, las cuales campaña del agua
se apoyan y al mismo tiempo expresan y recrean los sistemas culturales pro- impulsada por Ecofondo, a
partir de seis experiencias
pios de las comunidades gestoras de las mismas, descendientes o vecinas de en marcha de gestión
los pueblos indígenas actuales o remotos. comunitaria de acueductos
(Acualcos –Bogotá-,
Adamiuain –Ocaña-, y
En este sentido, son paradigmáticos los casos de las culturas anfibias del Zinú Bonda (Santa Marta), y las
asociaciones de acueductos
y del San Jorge, el pueblo Zenú, y los pescadores actuales de sus cuencas; el comunitarios de Ibagué,
cuidado ancestral de las lagunas costeras, y el manejo integral del territorio, Norte de Bolívar y
Dosquebradas (Pereira),
vitales en el ciclo del agua en la Sierra Nevada de Santa Marta, y los Kogui y desde las cuales se
Wiwa; el manejo no convencional guajiro del recurso y del servicio, y los proponen como hipótesis
de trabajo hacia una
Wayuu y su concepción del ciclo del agua basado en la itinerancia de Juyá (“el investigación más amplia y
que llueve”), en el desierto de La Guajira; y el manejo territorial de lagunas y participativa. Así pues, en
tanto documento de
cuencas de los Guambianos, “hijos del Aroiris y del agua”, y de los Nasa, y la trabajo, este ensayo busca
estabilidad de la producción agropecuaria en sectores del departamento del aportar al proceso de lucha
social en defensa del agua
Cauca; para no citar sino algunos casos relevantes ya estudiados en profundi- como bien público, bien
dad (Falchetti, varios años; Reichel-Dolmatoff, 1981; Perrin, 2001; Dagua, común y derecho
fundamental, y a sus
Aranda y Vasco, 1998; Pachón, 1996; Plazas, en este volumen). proyecciones hacia la
construcción de políticas
públicas alternativas en un
En la cultura cafetera, por su parte, un especial manejo histórico de micro-cuen- país agobiado por una
cas en la expansión de la frontera agrícola y la fundación de pueblos en el Viejo profunda crisis humanitaria,
cuyos sectores dominantes
Caldas durante la colonización, fundamenta las actuales fortalezas regionales en se empeñan en
el manejo del recurso, presentes en el movimiento ambiental regional, incluyen- desmantelar el patrimonio
público existente, dentro
do los acueductos comunitarios (Quintana, 2005; Ossa, 1997; Palacios, 1983; del cual los acueductos
Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Pereira, 2001; Guhl, 2006). comunitarios, como se verá
seguidamente, son uno de
los elementos centrales.
De ese trasfondo están disociadas las mentalidades políticas predominantes 2 Sociólogo. Consultor en
temas sociales y
en el país en cuanto al reconocimiento y proyección pública de las prácticas ambientales.
85
Colombia: ¿un futuro sin agua?
De ese modo ha existido una separación profunda entre los procesos sociales
de manejo y gestión del agua étnica, campesina o de habitantes urbanos a lo
largo de todo el siglo XX, y las luchas por el acceso al servicio público forma-
3 Además de la abundante lizado y por el uso humano preferente del agua adelantadas por movimientos
literatura etnográfica (ver
las series del ICANH, del
sociales campesinos y de pobladores urbanos, durante los últimos cincuenta
Instituto de Cultura años.
Hispánica, de las
universidades Nacional, de
Los Andes, del Cauca, En ello ha jugado un papel central la ausencia del concepto de territorio y de
entre otros), ver Uaespnn,
2001 y 2002.
los recursos culturales comunitarios (manos prestadas, estructuras de
4 En cuanto a acueductos redistribución y solidaridad en las formas de reproducción social asociadas al
comunitarios rurales, la
cifra es incierta, pero los
“rebusque” y a la economía informal, economías de manejos complementa-
referentes son reiterados rios de pisos térmicos y de ordenamiento de las fuentes de agua)3 , en las
en los estudios de la
Contraloría y de la
proposiciones organizativas y políticas que se formalizan políticamente, o que
Superintendencia de son recogidas por las instancias normativas y los sistemas de planificación
Servicios Públicos. Para dar
un solo ejemplo sobre los
institucional, y ello se ha expresado en la forma predominante como los acue-
numerosos acueductos ductos comunitarios o los sectores sociales han asumido la encrucijada de
rurales en abundantes
micro-cuencas, en el Foro
formalización competitiva y económica en que los han puesto hoy las política
regional de Boyacá de la neoliberales, según la cual se aceptan las exigencias de formalización empre-
Campaña del Agua,
realizado en Sogamoso, se
sarial, dejando de lado los acervos socio-culturales que les han dado vida.
habló de 3.763 acueductos
veredales (notas
personales), y el dato
En efecto, más allá de las posibles relaciones históricas entre los procesos de
oficial al respecto es de gestión comunitaria del recurso y los de lucha por el acceso al servicio oficial,
1.712, “con 1.747
captaciones superficiales, y
ambas dimensiones se diferencian entre sí por un aspecto central: el vínculo
apenas 38 subterráneas”. territorial con las fuentes de agua, o la disociación de las comunidades vecina-
(Corpoboyacá y Secretaría
de Salud, citados en
les del acceso a, y del control del recurso.
Mauricio Ramírez, El agua
en Chicamocha.
Documento línea base de
Parecería que dicho vínculo territorial fuese exclusivo de lo rural; pero si se
la campaña del agua en mira más de cerca, la construcción popular de territorios también ha sido
Boyacá. Bogotá, Ecofondo,
2006. 16 págs.). Rodrigo
propia de los procesos de urbanización, y en tal sentido es preciso reconocer
Marín, de la Universidad y analizar las diferentes formas regionales de construcción de ciudades en el
Central, en su ponencia
“Conceptos para evaluar el
país, dentro de una realidad geográfica que muchas comparten: su ubicación
agua local en épocas de en laderas y piedemontes colmados de micro-cuencas, que han sido aprove-
crisis”, presentada en los
citados Encuentro Nacional
chadas por los pobladores urbanos en el crecimiento informal de las ciuda-
de Acueductos des, hasta el punto de que capitales como Pereira, Ibagué o Villavicencio,
Comunitarios y Foro
Nacional del Agua,
para citar sólo tres casos, cuentan con una cobertura de alrededor del 20%
sostiene que “el 80% de del servicio, en manos de acueductos comunitarios. En el sector rural la
las fuentes de agua
utilizadas en el país son
cobertura alcanza el 40%, a cargo de más de 10.000 acueductos de este
superficiales” (Exposición tipo, también asociados a la riqueza de micro-cuencas del país andino
en Power Point. CD citado,
Ecofondo).
(Ecofondo, 2006).4
86
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Borde urbano Comuna Acueductos comunitarios-barrios Número total Fuente (quebrada o microcuenca)
Sur 13 Boquerón, Ricaurte 15 Q. El Tejar
Florida, Batallón Q. La Volcana
Los Túneles, La Isla, La Unión Q. La Tigrera
Jazmín Baja Q. El Salero
Jazmín Alta Q. El Salerito
San Isidro, Granada Q. Granate
Colinas I Q. La Esmeralda
Colinas II Q. La Cristalina
Darío Echandía Pozos D. E.
Miramar Q. La Gallinaza
Norte 6 Gaviota 7 La Tuza
El Triunfo, Los Ciruelos Q. Ambalá
Ambalá Las Panelas
Las Delicias La Balsa
San Antonio Q. San Antonio
Modelia Q. Cocare
Noroccidental 2 La Paz 3 Q. La Aurora
Clarita Botero Q. Madroño
Santa Cruz Q. Pañuelo
3 Calambeo 1 Q. Grande
Centro 1 La Vega 2 Q. Lavapatas
Chapetón Q. Ramos Asti…
Totales 28 22
Fuente: Alcaldía municipal de la ciudad de Ibagué-Empresa Ibaguereña de Acueducto y Alcantarillado S.A. ESP Oficial.
Acueductos comunitarios de la ciudad de Ibagué. Mimeo. S.f.
87
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Cuadro 2
Acueductos comunitarios de Dosquebradas
Acueductos como los anteriores han contado con apoyos sectoriales naciona-
les en diversas épocas, por parte de entidades como los ministerios de gobier-
no, agricultura y desarrollo, o programas como el DRI, el Plan Nacional de
Rehabilitación o la Red de Solidaridad, muchas veces a espaldas o sin la parti-
cipación de la entidad territorial donde se encuentran, y más allá del tipo de
relaciones de confrontación que ha sido propia de los movimientos sociales,
que a su manera ha condicionado la inversión gubernamental. Posteriormen-
te, con el desarrollo del proceso de descentralización y la declaratoria de la ley
sobre servicios públicos, dichas entidades se han encontrado con el dilema de
la supuesta ilegalidad de dichos acueductos surgidos muchas veces con ayudas
nacionales oficiales.
88
Colombia: ¿un futuro sin agua?
89
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Tabla 3
Aspectos de la relación entre acueductos comunitarios y movimientos sociales según la región y el contexto nacional
90
Colombia: ¿un futuro sin agua?
(conflicto armado, acciones de grandes factores nos. Los Desc y el derecho al agua
paramilitares y “desarrollo” ambientales del agua: impulsados por Ongs y comunida-
regional exportador bosques (leyes des de paz.
Procesos de desterritorializa- forestal, de páramos,
ción local urbana y rural del agua, concesiones
(imposición de tarifas, de parques,
desplazamiento de Contrarreforma
población, apropiación agraria (legalización
violenta de tierras y de la concentración
espacios urbanos, represas y de la propiedad
embalses, vías concesiones agraria y crisis de
de agua, etc.) economía campesina)
Reconfiguraciones
territoriales urbanas y
regionales (Desarrollo
de POTS y Planes
maestros)
Fuente: Elaboración propia.
Ello nos acerca a una curiosa paradoja: los movimientos sociales, por defini-
ción más radicales en cuanto a sus formas de lucha, han tenido casi siempre
como referente la construcción unificada de ese régimen político, así fuese
intentando torcerle la mano a su orientación social (Moncayo, 2001); y la
gestión local del agua, más inmediatista y fragmentada respecto de lo regional
o lo nacional, ha acabado construyendo formas de autogestión y tejidos co-
munitarios paralelos, que en muchos casos se han convertido en referentes
estratégicos de todas las formas de acción pública: la del Estado, la del llama-
do “clientelismo armado”, la política gubernamental propuesta como “Estado
comunitario”, y por supuesto, las propias de las deseables transformaciones
de fondo del Estado colombiano, o de las reformas transicionales como las
esbozadas en el proyectado referendo del agua.
En cualquier caso, hay una ausencia de políticas que expresen las potenciali-
dades de esos tejidos sociales y redefinan los términos predominantes de ha-
cer la política misma en el país, como lo revela el cruce de acciones predomi-
91
Colombia: ¿un futuro sin agua?
nantes entre unos y otros en torno al agua, tal y como los resume Francisco
Antonio Galán en el siguiente cuadro:
Cuadro 4
Líneas generales en las cuales se podrían dar las relaciones de las entidades oficiales con la iniciativa ciudadana
Definición de políticas generales, elaboración de normas, concertación para la negociación de acuerdos internacionales.
Presencia en distintas instancias directivas de organismos públicos, en instancias de participación ciudadana.
Seguimiento de las políticas y los proyectos, fiscalización a la gestión oficial mediante instrumentos legales.
Conflictos por decisiones oficiales.
Regulación estatal a la gestión de las organizaciones ciudadanas, incluidos tributación y tarifas.
Planificación en los niveles nacional, regional y municipal.
Financiación del Estado a las organizaciones ciudadanas, co-ejecución de proyectos, capacitación a comunidades.
Investigación, desarrollo tecnológico, información.
Cabildeo para la financiación o toma de decisiones por parte del Estado, movilizaciones ciudadanas en demanda de
servicios, por vías institucionales o no, respuestas oficiales a movilizaciones ciudadanas con o sin planificación, cooptación
del Estado a las organizaciones ciudadanas, represión del Estado a las movilizaciones ciudadanas.
Ello permitiría decir que la política alternativa del agua debe proponerse ante todo
superar esas formas desgarradas de lo público, a partir de la consolidación y
visibilización de los procesos sociales y su manejo del agua como bien público y
común, y de revertir la política actual de construcción de mercados del agua en un
país que cuenta con uno de los mayores acervos de agua del mundo, pero con
inmensos desequilibrios naturales y sociales en lo regional y local (Ecofondo, 2006).
92
Colombia: ¿un futuro sin agua?
“En el hoy barrio de San Isidro la Caja Agraria parceló algunas de las
antiguas fincas de la zona a finales de los años sesenta y principios de los
setenta. Algunas de estas casas tienen amplios frentes y patios traseros que
aún se conservan y son cultivados por sus habitantes. La segunda oleada de
inmigrantes se dio en los ochenta con la gente que poco a poco se despla-
zaba de tierras más bajas, próximas a la ciudad y a la carrera séptima,
donde luego se construyeron muchas urbanizaciones de estratos altos. La
tercera y última oleada de crecimiento de los barrios se produce con la
llegada de habitantes del sur de la ciudad, en particular provenientes de la
localidad de Ciudad Bolívar. Hoy, aunque la legalización de los predios de
todos estos barrios es cuestionada, cuentan con el servicio de energía y tres
de ellos de acueducto, este último gestionado y administrado por la comu-
nidad desde 1984 cuando se realiza la primera conexión. Antes que este
acueducto comenzara a funcionar la gente de los barrios se abastecía de
agua de varios nacederos, algunos de los cuales existen hoy en día y son
parte de la solución al problema del agua en las épocas de verano. Con el
trabajo comunitario y un aporte de 15.000 pesos por familia, se termina la
conexión e instala el primer tanque. Así, el acueducto comunitario adquiere
personería jurídica bajo el nombre de Acualcos en 1985. (Posteriormente),
con el apoyo de otras instituciones como el Dama, el Jardín Botánico y la
Fundación Santa Fé, Acualcos ha realizado también un proceso de
reforestación de la ronda de la quebrada Morasí, la cual atraviesa los ba-
rrios. Su ronda ha sido resembrada con especies nativas como alisos, gaques
7 Entrevista a Rafael Borda y
y siete cueros, y se incentiva la comunidad para su cuidado”.7 Maya Pinzón, líderes
comunitarios y directivos
del acueducto, realizada
Adamiuain en Ocaña, Norte de Santander, fue una experiencia de construc- por el autor y Juliana
ción territorial a partir del agua propiamente dicha: Millán, notas de campo de
esta última, mayo del 2006.
93
Colombia: ¿un futuro sin agua?
En efecto, para citar sólo un ejemplo de esta consistencia, en los barrios San
Isidro, San Luis y otros dos más cuyos vecinos han dado forma a Acualcos, “la
capacidad organizativa también ha construido el jardín comunitario, donde se
8 Entrevista del autor con ubicaron en un principio la administración del acueducto y el primer comedor
Julio Barragán,
antropólogo samario y hoy comunitario” (entrevista citada)9 .
habitante de Bonda (2006).
Ver también Asociación
Tierra de Esperanza, 1998. De otra parte, dichas formas organizativas han sido reconocidas de forma
9 No deja de ser interesante desigual (de hecho o de derecho) en lo sectorial por entidades y programas del
que las tres actividades son
normalmente (en nuestro orden nacional, y de modo contradictorio en lo territorial por los departamen-
medio) sostenidas por las tos y municipios.
mujeres.
94
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Gráfico 1
Los acueductos comunitarios, como entidades sociales complejas
Construcción histórica,
social y popular
Los acueductos
comunitarios
Empresas comunitarias, Integrantes del
familiares o vecinales patrimonio público
95
Colombia: ¿un futuro sin agua?
En primer lugar pueden ser considerados como rurales y/o peri-urbanos según su
ámbito de acción. Su carácter ambiental varía en cuanto al lugar que ocupan en
las cuencas (partes altas o bajas), en tanto están o no asociados al cuidado de las
fuentes de agua y de los bosques y coberturas relacionadas con las mismas, a las
formas de manejo del recurso, al tipo de servicio que prestan, y a sus proyeccio-
nes educativas. En los casos estudiados se ubicarían así en este sentido:
Cuadro 5
Elementos para una tipología de acueductos comunitarios
Acueducto Ubicación en la cuenca Formas de manejo del recurso Tipo de servicio Proyecciones
educativas y sociales
Alta Media Baja
Acualcos X X Cuidado de la cuenca Comunitario, X
Adamiuain X X Bocatomas, sin X
Amac X tanques almacenamiento, ánimo X
Bonda X planta potabilizadora de lucro X
Ibagué X No todos con planta potabilizadora
Norte de Bolívar X Bocatoma, tanque X
y planta potabilizadora
Son todos públicos en cuanto a su vínculo con el agua como bien común, pero
algunos se proyectan apenas en ámbitos familiares (especialmente en casos
rurales), y algunos en Ibagué están disociados del manejo del ciclo del agua.
Todos se rigen más o menos por principios solidarios, y articulan de modo
complejo sus dimensiones públicas y privadas en tanto en muchos casos se
proyectan como sucedáneos del servicio oficial de agua, pues atienden barrios
marginales y/o ubicados en cotas más altas a las máximas de los sistemas
municipales (Acualcos en Bogotá, y acueductos de Ibagué).
96
Colombia: ¿un futuro sin agua?
dad en que se desenvuelven, y ello debería ser objeto de análisis más detalla-
dos en el futuro.
Cuadro 6
Aspectos relevantes de la experiencia de algunos acueductos comunitarios
Acualcos (Bogotá) Manejo rural y urbano del recurso. Servicio comunitario y a otros barrios, multiestrato.
Identificación de problemas del poblamiento (zonas de riesgo y vecindad).
Adamiuain (Ocaña) Construcción integral histórica de manejo del recurso. Fortalezas organizacional
y técnica (innovación). Diversidad de servicios sociales.
Bonda (Sta Marta) Visión social del río, de la cuenca y del territorio.
Desquebradas (Pereira) Complementariedades horizontales entre acueductos (Asociación). Fortalezas históricas
de gestión, entre ellas el fundamento del poblamiento y de la declaratoria del municipio.
Ibagué Complementariedades regionales y urbanas verticales.
Optimización de uso de micro-cuencas, patrimonio público local.
Norte de Bolívar Red de acueductos comunitarios, con base en “los propios usos y costumbres”, v/s
corrupción e ineficiencia de administración local.
97
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Cuadro 7
Aspectos de las experiencias en la Red de Acueductos Comunitarios del Norte de Bolívar
Por ello las viejas contradicciones o distancias entre los movimientos sociales y
las acciones colectivas locales, afrontan hoy nuevos retos para resolverse, pero
al mismo tiempo nuevas potencialidades, en un contexto de tensión entre la
atomización clientelista a que quiere someter a las segundas el actual gobierno
nacional, y sus posibles proyecciones políticas alternativas. En este sentido, el
encuentro entre empresas metropolitanas y los acueductos comunitarios, pue-
de convertirse en el cierre de ciclo histórico del divorcio entre la gestión local
de acueductos y los movimientos por el servicio de agua.
98
Colombia: ¿un futuro sin agua?
ma en relación con la integralidad del servicio público del agua (agua potable,
alcantarillado y saneamiento básico), es decir, tomados en una tendencia do-
minante de privatización total del tema, y de descontextualización del servicio
público territorial en su conjunto.
Pero el desarrollo de estos debates son parte del problema político principal
que afrontan los acueductos comunitarios, el cual se deriva de dos tipos de
amenazas principales que se ciernen sobre ellos: La des-estructuración de las
condiciones territoriales que los sustentan; y la formalización institucional y
económica neoliberal que propone la ley de servicios públicos.
Para ello explota el tema de sus debilidades, que ante todo lo son del servicio
público oficial, pero que se las atribuye interesadamente: antes que ver lo que
las falta, habría que partir de lo que aportan. En efecto, los grandes problemas
11 Un buen inicio de ambas
actuales que afrontan los acueductos comunitarios, relacionados con cosas en los trabajos de
potabilización y coberturas de saneamiento básico, no se pueden resolver sin María Mercedes
Maldonado sobre los temas
asociatividad ni articulaciones complejas en la escala municipal yo regional, territoriales en Bogotá. Ver
donde lo primero que debe resolverse es el cumplimiento de la responsabili- especialmente Maldonado,
2003.
99
Colombia: ¿un futuro sin agua?
dad pública integral en tales tareas, por parte del sistema municipal del servi-
cio con apoyos nacionales.
Dentro de ese criterio, debe asumirse que las condiciones históricas para el desa-
rrollo de una política pública alternativa del agua están dadas en el país, en cuanto
al conocimiento del ciclo del agua (desarrollos en la investigación por regiones y
en lo nacional), y aspectos de lo institucional (el sistema nacional ambiental, las
disposiciones sobre participación social y comunitaria, lo organizacional, lo so-
cial, etc.)12 , pero a ella se opone en primera instancia la política dominante de
privatización de lo público, y la ausencia de una adecuada ley orgánica de
reordenamiento territorial; y en segundo término la ausencia de estos problemas
en las agendas y preocupaciones de las organizaciones políticas.
Hacia ello, entre otros procesos como los adelantados por los pueblos indíge-
nas del Cauca, la proyección de dichos acueductos como movimientos socia-
les en torno al agua tendría un gran potencial, a partir de su reactualización
como actores de primer orden en la esfera pública, con base en el hecho de
que el proyecto de mercantilización del agua pasa necesariamente por tener
que verse con los territorios y con los tejidos sociales comunitarios asociados a
la cuencas, en ámbitos rurales o urbanos. Se trata de factores de hecho que
crean nuevos puntos de partida para la emancipación social.
100
Colombia: ¿un futuro sin agua?
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
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103
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Además del río Tunjuelo, la cuenca tiene por lo menos 38 afluentes mayores y
22 quebradas, y otros cuerpos de agua como las represas de La Regadera y
Chisacá, y las lagunas del Bocagrande, El Alar y Laguna Larga. Adicionalmente,
la localidad cuenta con fuentes de agua subterránea que se han explotado por
parte de la EAAB, sobre todo en los sectores del barrio La Fiscala, la vereda
Mochuelo (Ciudad Bolívar) y la zona rural de las veredas Yomasa, los Soches y El
Uval. La comunidad nativa de Usme manifiesta que la localidad en su totalidad es
una reserva hidrográfica para la capital, y de hecho sus lagunas y represas repre-
sentan a futuro una fuente de suministro de agua para la capital.
105
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Desarrollo histórico
de los acueductos comunitarios en el sur
Los acueductos comunitarios surgieron como respuesta social al conflicto por
el recurso hídrico en las veredas de las localidades de Usme y Ciudad Bolívar a
mediados de los años setenta, cuando se incrementó la población y se
tecnificaron las actividades agropecuarias. Periódicamente se desviaba el agua
de un nacimiento o del cauce de una quebrada hacia las fincas, sectores de
veredas o veredas completas, pero al incrementarse la demanda, al tecnificar
cultivos de papa y la ganadería lechera, se hizo necesario acceder a mayores
consumos de agua y por periodos de tiempo más prolongados, dando lugar
así a los conflictos: Un hato ganadero o un cultivo intensivo de papa consu-
men igual o mayor cantidad de agua que todos los habitantes de una vereda; el
hacendado o finquero con mayor poder en los periodos de fuerte verano (julio-
agosto, enero febrero) desvían el agua dejando al resto de pobladores sin el
recurso por días o semanas.
Las disputas se agudizaron por sectores así: Los habitantes de Quiba Alta con
los habitantes de Quiba Baja, y estos con los nacientes barrios vecinos y con
veredas de Soacha y posteriormente con habitantes urbanos de este munici-
pio. Igualmente ocurrió en los Mochuelos, Pasquilla y en Pasquillita, donde
hay disputas por uso de agua con los habitantes de las Mercedes y el hato de la
localidad de Usme. A pesar de la construcción de las represas La Regadera y
Chisacá la escasez de agua en verano persistió agravándose esta situación con
el crecimiento poblado de Usme y el surgimiento de barrios a su alrededor,
afectando veredas como El Uval, La Requilina, Chiguaza Agua Linda.
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
redes y cobro de tarifas mensuales (es la persona que mejor conoce el área, sus
pobladores, la cobertura vegetal, la fauna y el potencial hídrico).
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Cuadro 1
Los acueductos comunitarios de Ciudad Bolívar y Usme
110
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Los ríos Bogotá, Cali, Medellín, los caños del centro de Barranquilla, todos se
encuentran sin oxígeno producto de esos modelos de desarrollo urbano que
consideraron infinitos los “recurso naturales”: Se toma, su usa y se bota. Las
ciudades consumen energía, alimentos y minerales, y luego de su digestión los
devuelve a la naturaleza como desperdicios, basuras y lixiviados. Prácticamen-
te esto último son nuestros ríos urbanos.
1 Arquitecto. Magíster en
Pero ya se conocen los límites del consumo de los recursos naturales del planeta. proyectos de desarrollo
social. Profesor de la
El Club de Roma los avizoró hace más de cuarenta años. De ahí que en el siglo Universidad del Atlántico.
XXI el agua se haya tornado prioridad mundial, máxime cuando aún hay miles de Ex-presidente de la junta
directiva de Ecofondo 2000
millones de personas en el mundo que no tienen acceso al agua potable. -2002.
113
Colombia: ¿un futuro sin agua?
En este punto, el nuevo perfil urbano -como estructura y como símbolo-, abierto
hacia los ríos y los cuerpos de agua, correspondería a una verdadera estética
del paisaje que se tornaría en la expresión ética de un bienestar ambiental y
social que la sociedad en su conjunto incorpora como un valor.
Recuperar el valor de los ríos y cuerpos de agua como espacios públicos para que
se transformen en la expresión territorial de la soberanía popular, no sólo es un
problema de maquillaje urbano, de una silueta mediática para las postales turísti-
cas, sino el resultado de una reformulación de los porqué y para qué de las
ciudades; del cambio en las prioridades ambientales de su diseño urbano; de
modificaciones en la actitud y la conducta de los ciudadanos frente al agua.
Por ello, como el agua es un elemento fundamental para que sean posibles la vida
humana y el desarrollo de la sociedad, es importante mostrarla, no ocultarla para
ver su “estado de ánimo”; superar la actual consideración utilitarista y mercanti-
lista para valorizarla como derecho fundamental de todo ciudadano.
114
Colombia: ¿un futuro sin agua?
De modo que los miradores, los camellones, las alamedas, los receptáculos de
aguas lluvias son intervenciones urbanas expresivas de una nueva forma de
mirar al agua como un elemento estructurante del espacio público y de la
fisonomía del paisaje de la ciudad.
115
Colombia: ¿un futuro sin agua?
“Se entiende por ordenamiento ambiental del territorio para los efec-
tos previstos en la presente ley, la función atribuida al Estado de regu-
lar y orientar el proceso de diseño y planificación del uso del territorio
y de los recursos naturales renovables de la Nación a fin de garantizar
su adecuada explotación y su desarrollo sostenible.”
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Por otro lado la formulación y puesta en marcha de los POTs, indican que en
el año 2004, mas del 90% de los municipios del país tenían formulados sus
planes (como se ilustra en la siguiente figura), siguiendo en contenido las direc-
trices de la ley. Pero sus contenidos y nivel de avance y éxito, no se pueden
calificar, puesto que la orientación de cada uno de ellos fue dada de acuerdo a
la interpretación territorial. Tampoco se puede generar una discusión puntual
sobre el ajuste de esto debido a las deficiencias de información que se infieren.
124
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Gráfico 1
Evolución histórica de los Planes de Ordenamiento Territorial a partir de la expedición de la Ley 388 de 1998
819
800
703
592
600
442
400 407
150
35 111 116
0 1 34
0
Año 1997 Año 1998 Año 1999 Año 2000 Año 2001 Año 2002 Año 2003 Año 2004
125
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Gráfico 1
Área en ordenamiento y manejo en cuencas hidrográficas. has.
Análisis entre periodos 1998-2002 y proyección 2003-2006
14’000.000
11‘657.068
12’000.000
126
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Cuadro 1
Áreas en ordenación de cuencas
Gráfica 3
Cumplimiento de metas de áreas de cuencas en ordenación
5.000.000,00 4.749.196,88
4.500.000,00
4.000.000,00 3.986.061,95
3.500.000,00 3.761.796,60
3.000.000,00
2.500.000,00
2.000.000,00
1.500.000,00 1.015.789,61
1.000.000,00
642.940,00
500.000,00
Otra cuestión importante de analizar en relación con el ordenamiento de cuen-
cas hidrográficas, es el costo diferencial que han tenido diferentes planes y el
costo que esto implica para el país. A manera de ejemplo, el plan de ordena-
miento de la cuenca del río Garagoa costó $ 670’000.000 para un área de
250.815 ha, lo que equivale a cerca de $ 2.671/ha), el del Río la Vieja $
1’016.400.000 para un área 288.014 ha (cerca de $3.529/ha), y el de la Cuen-
ca del río Cravo Sur $ 495’000.000 en un área 528.282 ha (cerca de $ 937, es
decir, $ 2.379/ha.
127
Colombia: ¿un futuro sin agua?
128
Colombia: ¿un futuro sin agua?
hilo conductor que los articule entre sí, de acuerdo con las características identifi-
cadas en el territorio y las particularidades regionales y locales, lo cual debe servir
para retroalimentar las directrices y toma de decisiones de orden nacional. Esto
equivale a insistir en el tan invocado ordenamiento ambiental territorial.
Es importante resaltar que a pesar de los esfuerzos hechos por los diferentes
actores regionales, locales y nacionales dirigidos a generar procesos de orde-
namiento ambiental del territorio, este es un factor que como se ha insistido a
lo largo de este escrito no está incluido en la clasificación y categorización de
los entes territoriales. Esto implica una desarticulación entre las características
que ofrecen un nivel determinado de “calidad de vida a las poblaciones” de los
diferentes municipios y departamentos colombianos y los puntos orientadores
vitales para la planificación ambiental. ¿Cómo lograr que se entienda que el
origen mismo de la riqueza y las posibilidades de bienestar de las poblaciones
colombianas son los recursos naturales y para el caso que nos ocupa el recur-
so hídrico, como garante de los procesos mínimos vitales y se incluyan dentro
de los aspectos de evaluación de categorización de los entes territoriales?
129
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Por otro lado se debe considerar que desde el punto de vista de la planificación
territorial uno de los objetivos es el desarrollo sostenible, aspecto idéntico en el
Plan de Ordenación y Manejo de Cuencas Hidrográficas - POMCH, sólo que
en esta última se da una relevancia al recurso hídrico, mientras que en el
primero se trata de recoger todos los componentes del territorio municipal, de
igual manera sucede cuando lo que se pretende es realizar un ordenamiento
orientado a los componentes ambientales. Para este último caso se hace énfa-
sis en la oferta de bienes y servicios ambiéntales que para el efecto general de
los tres procesos, es indispensable para la planificación.
130
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Aquí se piensa que es clave realizar un inventario sobre los aspectos que se
citan e inciden en las decisiones administrativas, cuyo deterioro sigue crecien-
do a pesar de lo que formulan de manera reiterativa planes de manejo y
ordenamiento del territorio y de los recursos:
131
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Bibliografía
Contraloría departamental del Huila. 2004. Informe de gestión Ambiental.
IDEAM – MAVDT. 2004. Guía técnico – científica para la ordenación y ma-
nejo de cuencas. Bogotá, enero.
Ministerio de Medio Ambiente. S.f. “Lineamientos para la política nacional de
Ordenamiento Ambiental del territorio”.
132
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Hildebrando Vélez
133
Colombia: ¿un futuro sin agua?
134
Colombia: ¿un futuro sin agua?
135
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Cuando hablamos del agua nos interesamos por las nubes y los remolinos,
fenómenos hidrodinámicos que por su complejidad deben ser tratados desde
4 Un sistema aislado no la termodinámica (Prigogine, 2004). Como nuestro planeta es un sistema ce-
puede intercambiar
materia ni energía con su
rrado pero no aislado4 , el ciclo hidrológico del agua ocurre gracias a la energía
medio materia ni energía. que provee el sol, y las intervenciones antrópicas pueden invertir, retrasar o
Si se permite el
intercambio de materia
acelerar el ciclo, pero no hay reversibilidad sin introducción de energía al siste-
trata de un sistema abierto, ma; y como muchas veces no es suficiente la energía solar para que el ciclo se
y si se permite el
intercambio de energía
cumpla de “manera natural”, hay que añadir energía y eso tiene costos. Por
pero no de materia se dice ejemplo, con la energía acumulada en el agua cuando es evaporada por el sol,
que es cerrado aunquepeo
no aislado.
se obtiene una diferencia de altura que es posible aprovechar cuando el agua
136
Colombia: ¿un futuro sin agua?
El sol es la fuente principal de energía (Gráfico 1). Gracias a los ciclos hídricos
podemos aprovechar el agua para generar hidroelectricidad. Como se ve, la
energía que aprovechamos del agua no es renovable sensus strictus, pues
toda energía al ser usada aumenta la entropía, es decir, disminuye la energía
libre que ofrece. En la mayoría de los casos, la energía que provee el sol en
forma de fotones amarillos renueva en las aguas su capacidad de brindarnos
energía.
137
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Gráfico 1
Las diferentes fuentes de energía primaria y sus fines
Para
electricidad
Hidroelectricidad
(de origen Solar)
Carbón Para
combustión Calefacción
Hidrocarburos directo. Motores de
Petróleo
(de origen Solar) explosión.
Energía Para
primaria. Sólo Gas electricidad
30% va a Nuclear (es la
electricidad energía del Sol)
Transporte
Para
electricidad
Biomasa: etanol,
agrodiesel y
biocombustibles de
escala sostenible (de Para
i S l ) electricidad
El conjunto de factores termodinámicos expuestos son condiciones de posibi-
lidad del uso por parte de las sociedades, de la energía libre del agua en forma
de hidro-energía. Pero se debe distinguir entre el uso con base en las grandes
o en las pequeñas centrales hidroeléctricas (PCH), que en muchos casos no
exigen construir embalses ni represar los cauces de los ríos, y sólo alteran su
caudal de manera leve, de modo que no causan desplazamientos de las perso-
nas ni grandes daños ecológicos, como lo hacen las otras.5
138
Colombia: ¿un futuro sin agua?
la producción del campo. Represar, canalizar y orientar el fluir del agua para
emplearla en procesos de valorización del capital, llámense agrícolas, industria-
les, energéticos o urbanísticos, no es desde su perspectiva un propósito humanis-
ta sino un negocio: con el agua fluye el dinero hacia sus bolsillos, pues ella, como
la naturaleza, se instrumentaliza bajo la guía de estos valores materialistas hacién-
dola una mercancía. Esa elite no aprecia exhaustivamente la vida rural sino en
sus posibilidades económicas, según la racionalidad imperante. Por ello son po-
bres su sentido de justicia y su perspectiva ecológica, pues la naturaleza le es dada
y apreciada como instrumento para fines egoístas.
139
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Las hidroeléctricas consisten en una central que en la mayoría de los casos requiere un
represamiento artificial de agua, para lo cual se construye un dique que embalsa gran-
des cantidades de agua, permitiendo aprovechar la energía potencial de este elemento
mediante su caída por gravedad hacia una superficie inferior, donde se harán mover
unas turbinas que transforman la “energía hidráulica” en electricidad por acción de
fuerzas magnéticas. Muchas veces la capacidad de embalse de la represa exige el
trasvase de ríos de diferentes cuencas (Recuadro 1).
Recuadro 1
¿Qué es una represa?
Tiene una altura mínima de 15 metros, desde los cimientos. Represas de 10 a 15 m de altura con un embalse de más de 3
millones de m3 también son clasificadas como grandes. Utilizando estas definiciones, existen más de 45.000 en el mundo. La
tendencia de crearlas alcanzó su apogeo en la década de los 70, con un promedio de dos a tres nuevas grandes represas por
día en algunas partes del mundo. Desde entonces ha sido igualmente espectacular el declive de su construcción, especialmente
en Norteamérica y Europa, donde los lugares más atractivos desde el punto de vista técnico ya han sido utilizados. Es claro
que ahora son posibles sólo en los países del sur, donde son plausibles escenarios de factibilidad técnica, particularmente
países andinos o/y con gran disponibilidad de recursos hídricos.
Los beneficios de las represas parecían evidentes y sus costos de construcción y operación -en términos económicos y
financieros- también eran razonables; sin embargo, del lado de los afectados, tras el citado boom de su construcción, los
cuestionamientos crecieron como efecto de argumentos basados en la relación costo-beneficio y los resultados económicos
que develaban las investigaciones y los datos de impactos sobre la gente, las cuencas y los ecosistemas. El conflicto pasó de
lo local a lo global, pero en el fondo se cuestiona el modelo de desarrollo y el tipo de procesos poco democráticos que
conducen a la decisión de hacerlas, que suelen ser favorables a las elites de países y organismos burocráticos multilaterales
y financieros (Comisión Mundial de Represas, 2000).
140
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Pueden cumplir múltiples servicios de En general, impiden o afectan el reconocimiento de los valores culturales
hidroelectricidad, irrigación, suministro de de la sostenibilidad que encarnan muchos pueblos, cuya cultura y existencia
agua y control de inundaciones. Cerca del 30% es amenazada por ellas; así mismo, afectan o impiden la justicia ambiental
al 40% de los 271 millones ha que se irrigan y una distribución ecológica sostenible, propia del ecologismo de los pobres
en el mundo, dependen de represas. que lucha por la defensa del patrimonio natural, la salud de los ecosistemas,
formas no crematísticas de valoración de las funciones ecosistémicas, contra
Pueden ser viables económicamente, la defaunación y la pérdida de soberanía alimentaria, por la defensa de
equitativas socialmente y ambientalmente formas sostenibles de ocupación del territorio y el espacio, por los derechos
sustentables ambientales de los seres vivos, el reconocimiento del paisaje como una
construcción histórica, el deseo de fortalecer estrategias de supervivencia y
proyectos de vida sostenibles, la defensa de la salud de los trabajadores; en
fin, por sociedades sustentables.
Argumentos económicos Requieren enormes inversiones que endeudan a los países y afectan los
Promueven la expansión de infraestructuras contribuyentes fiscales, recursos que podrían tener otra destinación, sobre
físicas y una base industrial con potencial los que, en muchos casos, se ha comprobado corrupción y sobrecostos. Hay
exportador (agrícola, de productos procesados inicua distribución de costes y beneficios y de los derechos de acceso al
o industrias intensivas en electricidad: agua y a los recursos del río. Deben favorecerse las opciones descentralizadas,
aluminio) más baratas y ambientalmente viables para suministro de agua y energía, y
no las grandes represas.
Hay destrucción de recursos pesqueros y de medios de vida para los que
extraen otros productos de la cuenca. Aumento de la eficiencia en el
suministro y en los usos finales y manejo de la demanda.
Pueden generar problemas de competencia de uso del agua entre fines
energéticos e industriales si aguas abajo se requiere para agricultura o para
fines o domésticos.
Ante todo las grandes represas son pues instrumentos inherentemente destructivos.
Así se infiere del informe de la Comisión Mundial de Represas, constituida en
abril de 1997 con el auspicio del Banco Mundial y de la Unión Mundial para la
Naturaleza (IUCN); su trabajo demuestra que “generalmente las represas resultan
desfavorables en lo económico, lo social y lo ambiental” (MCCully, 2004)
141
Colombia: ¿un futuro sin agua?
142
Colombia: ¿un futuro sin agua?
La preocupación por los medios y no por los fines permite instaurar la “lógica
del dominio” (Horkheimer, 1999 y 2002), y la auto “conservación” de elites
sobre el conjunto de la humanidad -que por ello se deshumaniza-, y sobre el
conjunto de la naturaleza -que se cosifica carente de dignidad-. De esta mane-
ra se abre paso a la mercantilización de la vida, que supone un divorcio entre
medios y fines, y también olvido y exacerbación de las causas del sufrimiento
y ausencia de la justicia.
143
Colombia: ¿un futuro sin agua?
En efecto, ayer como hoy han sido recurrentes las intrigas, los intereses mez-
quinos, las maniobras financieras de los banqueros, el control de las empresas
estatales por juntas directivas dominadas por comisionistas al servicio de capi-
tal trasnacional y por empresarios inescrupulosos y mafiosos; políticos y ejecu-
tivos contratan empresas sin ninguna experiencia ni calificación acarreando
malversación, sobrecostos, ineficiencia y retrasos consuetudinarios en las obras
y estancamiento de la economía. Es frecuente que políticos desconocedores
de la naturaleza de las empresas tomen decisiones, o usen el patrimonio públi-
co en función del cacicazgo, el gamonalismo y los favores políticos. Empresa-
rios que usan las dignidades del Estado para orientar decisiones y leyes en
favor de sus propios negocios, desviar los réditos de las empresas para fines
distintos de su naturaleza, y endeudar las empresas estatales de servicios públi-
cos, junto con el despilfarro de sus patrimonios, la incapacidad de manejar
sistemas de tarifas que permitan ahorro para inversión y tarifas accesibles a los
menos necesitados, o la construcción de infra-estructuras de control de inun-
daciones, de regadío, de conducción de agua o de transporte sin planes estra-
tégicos, en los latifundios o en sus inmediaciones, dándoles a los terratenientes
una plusvalía extraordinaria.
144
Colombia: ¿un futuro sin agua?
145
Colombia: ¿un futuro sin agua?
146
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Es de notar que los conflictos por el agua, que se hacían relevantes, no eran
ocasionados por la demanda de las hidroeléctricas sino más bien consecuen-
cia de la lucha entre terratenientes por su control y dominio. En la medida en
que se expandía la frontera agrícola y crecían las ciudades, estos conflictos
escalaban su intensidad sin que los gobiernos locales pudieran afrontarlos. De
manera que el gobierno nacional se vio abocado a promulgar la ley 113 de
1928 que lo facultó para otorgar concesiones de aguas. Ante las dificultades
para interpretar esta disposición se aprobó la ley 109 de 1936 que facultó al
gobierno para establecer las tarifas a empresas de servicio público que disfru-
147
Colombia: ¿un futuro sin agua?
taban de las concesiones otorgadas después de 1928, sin usurpar a los muni-
cipios su derecho de fijar tarifas más bajas. El resultado fue el empoderamiento
de las burocracias nacionales frente a las municipales, y el acomodamiento de
las tarifas municipales a los fines de los políticos locales, en detrimento de las
iniciativas privadas que demandaban mayores tarifas para la ampliación del
servicio y la consolidación de sus infraestructuras.
148
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Apenas un año después ISA abrió la contratación, y sólo hasta 1972 empezó
la construcción. Además de la lucha entre las empresas de energía de Bogotá
y Medellín, y la CVC por quedarse con el mercado cautivo de la interconexión
149
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Gráfico 3
Históricos de producción, demanda y oferta interna
50.000
45.000
40.000
35.000
30.000
25.000
20.000
15.000
10.000
5.000
150
Colombia: ¿un futuro sin agua?
ces a casi la tercera parte de la deuda pública del país. La carga monetaria que
significó para la EEEB presionó su escisión y privatización en manos de Endesa
(España) y Chilenger (Chile), que asumieron su administración siendo propie-
tarias de una parte minoritaria de la empresa (REDLAR, 2007).
Cuadro 2.
Algunos de los proyectos que se han desarrollado con financiación del BID
151
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Porce II, que hace parte de este sistema, tuvo un costo total de US $605,4
millones, en parte cubiertos por un crédito suscrito con el Banco Interamerica-
no de Desarrollo (BID, Co-11005) en 1994 de US$ 328,0 millones para
obras que se desarrollarían hasta 2001. La Central Hidroeléctrica Porce II, se
localiza 120 km al norte de la ciudad de Medellín, aguas arriba de Porce III y
cuenta con 392 MW de potencia instalada y genera en promedio 2.044 GWh/
año, con una generación firme de 1.600 GWh/año.
El BID, durante los últimos 30 años, desde cuando Colombia tenía una capa-
cidad instalada de 2,700MW hasta el día de hoy, cuando cuenta con
13,000MW, ha efectuado 35 operaciones por un monto total de US$2,750
millones, con lo que se ha financiado el 30% de la capacidad actual de genera-
ción, constituyéndose en unos de los principales adalides y fuente de finanzas
del modelo energético e hidroeléctrico nacional. Estos créditos se han destina-
do a la construcción de 11 centrales hidroeléctricas, dentro de las cuales las de
mayor tamaño son San Carlos, Guavio y Chivor, cada una con capacidad de
alrededor de 1,000MW. Simultáneamente ha otorgado créditos para la cons-
trucción de infraestructura de transmisión y control tanto de los proyectos
indicados como del sistema de transmisión nacional. Las líneas construidas
con apoyo del Banco a tensiones de 230kV y 500kV equivalen a 35% del
sistema. Con créditos del BID se han financiado proyectos como el de URE,
que ya en otras ocasiones hemos analizado(Vélez, 1999).
152
Colombia: ¿un futuro sin agua?
153
Colombia: ¿un futuro sin agua?
riqueza es ese ingreso y “no puede ser ahorrada” (Martínez-Alier, 1995). Los
papeles o la moneda no permiten a nadie vivir sino los intercambia por comi-
da o por agua. La riqueza individual será siempre desde esta perspectiva una
sustracción a la riqueza colectiva. Generalizando podríamos decir que la eco-
nomía es una forma de tomar prestada de las generaciones venideras esa
energía disponible (en forma de materia y energía) o bienestar del futuro.
Entonces una actuación éticamente apropiada sería aquella que, de los benefi-
cios obtenidos, ahorra energía y materia, y no papeles o espóndilos, para
reparar la deuda adquirida con las generaciones venideras. Estoy imaginando
unas condiciones en las que se aplicara algo así como una especie de regla de
Pareto de la deuda ecológica con las generaciones venideras, donde los costos
ambientales de una acción económica actual deberían ser inferiores a los be-
neficios que les legáramos a las generaciones venideras en términos materia-
les, de energía libre y en términos de felicidad.
Ahora bien, hay que ver cómo los sectores financiero e inmobiliario, dedica-
dos a promover infraestructuras de riego, portuarias o hidroeléctricas, movili-
zan la infelicidad colectiva al generar ardides publicitarios para empeñar el
futuro de las sociedades. Lo que resulta a la postre no es que se transfiera
bienestar y felicidad a las generaciones venideras sino más bien grandes pasi-
vos ambientales e infelicidad, que resulta verdaderamente inconmensurable en
estas relaciones económicas y sociales inicuas.
Muchas veces los Estados arguyen en favor de endeudarse por tener que resar-
cir las deudas sociales y ambientales que les legaron sus antecesores y quienes
han acumulado en beneficio privado las riquezas de la economía y los dones
de la naturaleza, y ellos suelen ser los mismos que tienen al Estado como “vaca
lechera”. No de otra manera podría explicarse la aplicación que el gobierno
6 Aunque no nos hemos de pone, por ejemplo en rebajar impuestos, facilitar las remesas de Colombia al
detener en el análisis del exterior, garantizar medidas de zonas francas a las industrias intensivas en uso
contexto internacional de
la energía y menos en lo de agua, fomentar con incentivos las plantaciones forestales y de palma acei-
que se refiere al peso que tera, también intensivas en agua, etc. Se dice que es para generar equidad,
en él tiene la energía
obtenida de de las para fortalecer la seguridad y para dar pleno empleo, y lo que en realidad
hidroeléctricas, resulta sucede es que se está generando una nueva deuda ecológica y social. Podría
conveniente para los
lectores tener a la mano pues concluirse que endeudarse hoy ya sea en el sentido monetario, acción
alguna información que les que tomará como garantía la materia y la energía de la economía real, o en el
permita hacer sus propias
reflexiones. Para ello sentido de arrogarse el derecho a usar la materia y la energía disponibles,
hemos dispuesto en el podrá ser siempre, aunque no necesariamente, en detrimento de las genera-
Anexo I algunas cifras y
gráficos que pueden ciones venideras.
servirle de herramientas,
allí encontraran
información sobre la Las hidroeléctricas en el balance
generación de electricidad
y el consumo de energético de Colombia6
hidroelectricidad en Sur y
Centro América, el
consumo mundial de El sistema de interconexión nacional en el año 2003 tuvo una generación de
energía primaria por 46,818.1 GWh, la que fue atendida en un 75.5% por recursos hídricos, 14.5%
combustible, y una
comparación de reservas por plantas que operan con gas natural, 5.6% por plantas con base en carbón
de energía primaria entre mineral, y el restante 4.4% por plantas menores, auto y co-generadoras. Esta
Sur y Centro América y el
total mundial generación fue 4.8% superior a la presentada en el año 2002. La planta que
154
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Gráfico 4
Consumo de energía por fuentes. Colombia, 2005. PNE
Otros ; 3%
Gasolina; 19%
Carbón; 8%
Otros derivados; 7%
Energía eléctrica; 19%
155
Colombia: ¿un futuro sin agua?
nes de carbono bajo el MDL (mecanismo de Desarrollo Limpio). Así por ejem-
plo, en la Alta Guajira colombiana, EPM, con una inversión global de US$
27,8, puso en funcionamiento el primer parque eólico, Jepírachi, con 15
aerogeneradores que aportan 19,5 MW al Sistema Interconectado Nacional.
156
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Guamués PMG – II 605 Turbina Pelton Pasto NariñoSin confirmar Empresa PMG S.A. E.S.P. 1
PMG – Patía I 880 Turbina Francis Pasto NariñoSin confirmar Empresa PMG S.A. E.S.P. 1
PMG – Patía II 911 Turbina Francis Pasto NariñoSin confirmar Empresa PMG S.A. E.S.P. 1
Cabrera 600 Turbina Francis Río Suárez SantanderSin confirmar ISAGEN S.A. E.S.P. 1
Fonce 520 Turbina Pelton San Gil SantanderSin confirmar ISAGEN S.A. E.S.P. 1
Andaquí 705 Turbina Francis ------ Cauca yPutumayo Sin confimar ISAGEN S.A. E.S.P. 1
Pescadero-Ituango 1800 Turbina Francis Ituango AntioquiaSin confirmar Hidroeléc.
Pescadero–Ituango S.A. 1
Hidroeléctrica (Mediana y Pequeña Central) Capacidad registrada: 470.96
Bugalagrande 40.5 -- Tulúa Valle Dic-09 EPSA E.S.P. 2
Amaime 18.6 -- Palmira –Cerrito Valle Dic-09 EPSAE.S.P. 2
Montañitas 24.5 Turbina Pelton Don Matías/Sta. RosaAntioquia Sin confirmar GENERADORA
UNIÓN S.A. 2
Cañaveral 68 Turbina Pelton Caldas Antioquia Sin confirmar ISAGEN S.A. E.S.P. 2
Encimadas 94 Turbina Pelton Caldas Antioquia Sin confirmar ISAGEN S.A. E.S.P. 2
La Cascada 2.3 Turbina Francis SanRoque Antioquia Jun-07 PSP La Cascada S.A. E.S.P 2
Caruquia 9.5 Turbina Francis Santa RosaOsos Antioquia Dic-09 HMV INGENIEROS LTDA 1
Barroso 19.9 Turbina Pelton Salgar Antioquia Dic-10 HMV INGENIEROS LTDA 1
PCH de Neusa 2.91 --- Cogua –Tausa C/marca Sin confirmar INGAMEG 1
Agua Fresca 4 Turbina Pelton Jericó Antioquia Sin confirmar GENERADORA
UNIÓN S.A. 1
Alejandría 16.3 Sin Información Alejandría Antioquia Sin confirmar EADE S.A. E.S.P. 1
Aures 24.9 Turbina Pelton Sonsón,Abejorral Antioquia Sin confirmar EADE S.A. E.S.P 1
Caracolí 14.6 Turbina Pelton Caracolí Antioquia Sin confirmar EADE S.A. E.S.P. 1
Cocorná 29.7 Sin Información Cocorná Antioquia Sin confirmar EADE S.A. E.S.P. 1
Río Frío 8.5 Turbina Pelton Támesis Antioquia Sin confirmar EADE S.A. E.S.P. 1
Santa Rita (_ehaz.) 1 Turbina Pelton Andes Antioquia Sin confirmar EADE S.A. E.S.P 1
Cucuana 88 Turbina Francis Roncesvalles Tolima Sin confirmar ELECTRIF. DEL TOLIMA 1
Coello 1, 2, 3 3.75 Turbina Kaplan Chicoral Tolima Sin confirmar HIDROESTUDIOS 1
Recuadro 3
Algunos conflictos ambientales con los embalses e hidroeléctricas en Colombia.
157
Colombia: ¿un futuro sin agua?
, y , ,
amenazados por el propósito de EPSA de aumentar la
capacidad de generación eléctrica trasvasando hacia el
Embalse el Río Ovejas, su principal medio de sobreviven-
cia. A pesar de que las comunidades en pleno, tanto
negras como indígenas, en 1997 por medio del proceso
de consulta previa, se opusieron rotundamente a la
realización de este proyecto, Unión FENOSA insiste en
llevar a cabo la desviación. El plan de la empresa es
ampliar su mercado de la energía hacia Ecuador, Perú,
próximamente Brasil y Centroamérica con el Plan Puebla
Panamá.
Río Amaine y Bugala- Unión FENOSA. Ambos esperan las Arguyen que no inundarán grandes extensiones, que su
grande, ambos en el licencias ambientales. construcción es rápida, que son de bajo impacto ambien-
Valle del Cauca tal, y apropiados para emitir certificados de reducción de
gases de efecto invernadero (Acorde con el Protocolo de
Kyoto).
Río Amaime entre los EPSA, proyecta una PCH que El pasado 8 de agosto se llevó a cabo la primera audien-
municipios de Palmira y desviaría el 90% de su caudal para cia pública tras haberse presentado por EPSA los
Cerrito (Valle del Cauca) generar 5 GW/mes. estudios de impacto ambiental, y se llevó a cabo en el
Ante recursos legales interpuestos corregimiento de Aují- considerado zona de guerra -
por las comunidades se han dificultando el acceso a los habitantes de la zona plana
detenido la contratación de la que se benefician de la cuenca del río Amaime. Autori-
construcción de las obras civiles y dades militares presionaron asistentes creando atmós-
demás actividades de ingeniería fera adversa a la participación ciudadana. Asociaciones
relacionadas con el proyecto. La campesinas pidieron nuevas audiencias que eviten
UPME había dicho que este se “ambientes de represión”, y no impidan, como en esta,
reanudaría el 13 de junio de 2007. acceso de personas de instituciones de educación e
investigación que pudieran interpelar y controvertir los
argumentos de la compañía. Entre posibles están los que
extraen y comercializan arena obtenida en las playas
que el río forma en la parte baja, pues estiman que
reduciéndose el caudal en un 90% por la desviación del
caudal, su capacidad de arrastre se reduciría ostensible-
mente. También hay quienes en defensa de la ecología
del río denuncian que la pérdida del caudal y el
entubamiento afectarán la macro fauna y la flora que
perderán su hábitat; y basados en las experiencias de
otras PCH en los ríos Riofrío (Valle del Cauca) y Amoyá
(Tolima), podrían darse cambios en el uso del suelo,
pues el déficit hídrico alteraría el microclima, las sucesio-
nes vegetales y la disponibilidad de agua para riego.
Río Amoyá, en Chaparral Generadora Unión responsable del Proyecto impulsado en el marco del los Mecanismos de
(Tolima) proyecto ofertado como de Desarrollo Limpio del Protocolo de Kyoto, ofrece reducir
servicios ambientales, e impulsado emisiones de CO2, calculadas en 2.53 millones de tonela-
por transnacional de la conserva- das métricas de CO2 (mtCO2e) hasta 2012 y 2.69 mt
ción Conservation International y CO2e entre 2012 y 2019.
financiado por Banco Mundial
(diciembre 2003), por The Proto-
type Carbon Fund (Holanda) y por
Ministerio de Ambiente Vivienda y
Desarrollo de Colombia
158
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Proyecto Multipropósito Consiste en la construcción de un Esta es una región donde las comunidades indígenas de
Los Besotes (Valledupar) embalse de propósitos múltiples arsarios y arahuacos han venido siendo desplazadas por
que ofrece regular los caudales del presión de terratenientes y paramilitares, al punto de
Rio Guatapuri, garantizar el haber sido invadidos sus resguardos. Los indígenas se
abastecimiento de agua al han opuesto pues consideran que el área inundable hace
acueducto y a un distrito de riego, y parte de su territorio ancestral, donde algunos de ellos
generar energía eléctrica aún habitan y donde se hallan localizados lugares
sagrados para sus culturas y cementerios de sus
antepasados.
Trasvase del Río Guarinó Isagen “Desde hace once años, ante los daños irreversibles de
al embalse de Miel I los proyectos hidroeléctricos instalados en las cuencas de
la región se ha generado un proceso de resistencia social
por el derecho al agua para: las poblaciones humanas de
los municipios de La Dorada y Victoria; para el sector
agropecuario y para conservar la armonía ecológica de
los territorios en donde se alojaran estos macroproyec-
tos” (Organización pro-defensa río Guarinó). Esta lucha
ha sido un rife rafe entre las comunidades asentadas en
la Charca y en la cuenca del río con ISAGEN. Reciente-
mente revocada la medida cautelar que ordenaba la
suspensión de obras y estas se reiniciaron el 15 de abril
de 2007. Sin embargo las comunidades no han declinado
en su lucha.
Trasvase del río El Manso Las comunidades presentaron pruebas del
al embalse de Miel I incumplimiento de ISAGEN para mantener el llamado
caudal ecológico; la empresa presentó un recurso de
reposición
Represa del Cercado, Esta represa será aprovechada por Según denuncia de las autoridades del pueblo Wiwa, de
territorio Wiwa, Depar- un pequeño grupo de terratenien- la Sierra Nevada de Santa Marta, el día 21 de julio 9 de
tamento de la Guajira. tes de la región de La Baja Guajira. 2007 fue asesinado Pedro Montero, uno de los
Además se orienta surtir los opositores a la represa. Los indígenas Wiwa, Kankua-
acueductos de Albania, Fonseca, mos, Arhuacos y Koguis se han opuesto a esta obra en su
Distracción, Barrancas, San Juan, territorio por no haberse surtido los procesos de
Hato Nuevo, Maicao, Uribia y consulta.
Manaure; también se espera
instalar una microcentral hidroeléc-
trica que suministraría 22.6
GWh/año.
Trasvase del Río Ovejas yAmpliación de la capacidad de carga de (no tengo la información a la mano)
la represa de Salvajina
159
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Kimy decía unas frases que podrían repetirse ante estos nuevos anuncios:
“Desde hace cuarenta años los ingenieros pasaban por nuestros tambos, pero
nunca escribieron que fuéramos personas con derechos. Sólo servíamos para
sus fotos de turistas. Los Embera no aparecemos en los primeros estudios de
1951 ni en todos los que después se hicieron. En 1977 se declaró la zona de
utilidad pública, metiendo nuestro territorio en ella y ni siquiera nos pregunta-
ron. En 1982 hicieron el contrato con la empresa rusa y tampoco nos dijeron
nada. Y en 1992 el INDERENA le otorgó la primera licencia ambiental a la
Empresa Urrá I y en ninguna parte se menciona nuestra existencia. El país
sólo supo de nuestro problema con Urrá I hasta cuando nos manifestamos en
noviembre de 1994”(Pernía, s.f.).
Recuadro 4
Manual del promotor de mega-proyectos
De la historia de los proyectos de hidroenergía y la conducta de los promotores de megaproyectos de agua y energía en
todas partes del mundo puede, casi sin dificultad, proponerse con ironía el siguiente Manual del Promotor de Mega-
proyectos:
1. Interfiera directamente sobre la definición del número de afectados, desconociendo comunidades asentadas o reduci-
160
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Apreciaciones Finales
La construcción de embalses e hidroeléctricas se lleva a cabo, hoy como ayer,
no sólo como consecuencia de la demanda de energía, sino en muchos casos
más bien como consecuencia del deseo de valorización de lugares donde unos
propietarios pueden especular con sus títulos sobre la tierra y el agua, así
como manejar los sistemas de generación y distribución de energía y recaudar
las ganancias de las tarifas. Según sean las aspiraciones de estos mercaderes
de la naturaleza, los ecosistemas pueden o no ser conservados. Hoy aparecen
conflictos ambientales en sitios donde en el pasado la renta era menor, y
ahora se espera que suba gracias a ardides económicos y a promesas de bien-
estar que nunca llegan. Fenómenos de conurbación y asentamiento de nuevos
pobladores traen asociados riesgos antes no conocidos y nuevas formas de
ocupación y uso del espacio y la naturaleza.
Cualquiera que sea el uso del agua local, sin excluir fines estéticos, recreativos,
poéticos, ni aquellos relativos al consumo industrial, doméstico, agrícola o
energético, si se llevase a cabo en concordancia a su disponibilidad, siguiendo
161
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Sólo nos resta decir que muchas comunidades hacen objeción al crecimiento
económico y al desarrollo, pues se fundamentó en megaproyectos, en la explota-
ción irracional de la naturaleza y del trabajo humano, en el desconocimiento de
los límites físicos de la economía. El dominio sobre la naturaleza, y desde luego
del agua y la energía, que anunciara la modernidad, está resultando un fiasco.
Existen alternativas que se fraguan desde comunidades que preservan su patri-
monio ambiental y cultural, se empeñan en aprovechar los dones de la naturalaza
para su felicidad y la de los otros seres, y hacen adaptaciones tecnológicas para
satisfacer sus necesidades locales, incluyendo sistemas de aprovechamiento hídrico.
Existen grupos humanos empreñados en suplir sus necesidades de agua en ar-
monía con sus tradiciones y con el entorno ambiental, muchos de los cuales
desarrollan prácticas agrícolas que construyen soberanía alimentaria y ecológica
y energética, y otros abandonan concientemente el modelo agrícola “petro-adic-
to”. La gente es cada vez más consciente de los efectos inesperados y de los
riesgos que generan las grandes infraestructuras de hidroeléctricas y represas. En
respuesta se dan procesos de sacralización de las fuentes de agua como en Buga
(Valle) y en Cerrito (Santander), y se llevan a cabo iniciativas jurídicas, referendos
por la defensa del agua como bien común y publico. Otras sociedades son posi-
bles y las gentes están construyendo la sustentabilidad, y el agua y la energía del
sol son esenciales para ello.
Bibliografía
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mento conceptual de proyecto. Anexo ambiental y social
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Horkheimer, Max, 1999. Materialismo, metafísica y moral, Tecnos, Madrid.
162
Colombia: ¿un futuro sin agua?
163
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Anexo 5
Colombia. Generación de energía 1975 - 2006
Generación TCal
Años
Anexo
Colombia. Oferta Interna Hidroelectricidad 1975-2006
50.000
45.000
y = 1038x - 2E+06
40.000
35.000
30.000
25.000
TCAL
20.000
15.000
10.000
5.000
0
19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 20 20 20 20 20 20 20 20 20
73 74 75 76 77 78 79 80 81 82 83 84 85 86 87 88 89 90 91 92 93 94 95 96 97 98 99 00 01 02 03 04 05 06 07 08
Año
164
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Anexo
Colombia consumo final de electricidad
TCAL
Año
79,2
60,1
Eq. Petróleo
165
Colombia: ¿un futuro sin agua?
166
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Anexo
Generación de electricidad en Sur y Centro América, 2005, AEI.
Venezuela; 112
Colombia;49
167
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Agua, agricultura
y medio ambiente en Colombia
Introducción
La visión ambiental del desarrollo reconoce la complejidad y el entrecruza-
miento de distintos factores de orden cultural y ecosistémico, que inciden en
la manera como las sociedades se organizan alrededor de los territorios y
conservan o deterioran ecosistemas, recibiendo a su vez de esa naturaleza
transformada, los beneficios o las limitaciones para sus particulares estilos o
modelos de desarrollo.
169
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Son múltiples, entonces, las conexiones del agua con el sector agrario. Co-
mencemos señalando que nada más en el plano ecosistémico, el líquido vital
se produce y se guarda en relación íntima con el suelo, y allí se genera una
dupla indisoluble. La tierra misma constituye un medio diferente en el cual el
agua se somete a presiones y fuerzas de retención que permiten su almacena-
miento continuo y su posterior liberación en la medida en que tales fuerzas lo
permiten. Parte fundamental de la extracción del agua la realizan las plantas a
través de sus universos limitados de raíces y por ello esta tríada suelo-agua-
planta ha sido objeto privilegiado de los estudios agronómicos.
Más allá, aparecen las relaciones del agua en los campos de cultivo con los
extensos componentes de las cadenas de alimentos, en las cuales aparecen
herbívoros tan importantes como la extensa gama de artrópodos, incluidos los
insectos plaga y los benéficos, el ganado bovino y las especies menores, ade-
170
Colombia: ¿un futuro sin agua?
171
Colombia: ¿un futuro sin agua?
La oferta hídrica superficial también varía con la altitud. En las regiones por
encima de los 3.000 msnm, donde se ubican los páramos colombianos, se
obtiene el 4% de dicha oferta. Entre los 1.000 y 3.000 msnm (35% del área
nacional), el 34% de la oferta, y el 62% restante se presenta en el 56% del
área nacional, que son las zonas ubicadas por debajo de los 1.000 msnm
(Ministerio del Medio Ambiente, 2003).
Este sector es considerado como uno de los mayores consumidores de agua del
país. En efecto, Vanegas (2001) con base en datos del IDEAM para 1998, repor-
ta que para ese año los consumos de agua atribuidos al sector agropecuario en su
conjunto superaron los 3.309 millones de metros cúbicos (mmc), valor que es
casi 10 veces superior al estimado para el consumo industrial (394 mmc) y que
también supera ampliamente al consumo doméstico (2.080 mmc). Para el año
2001 el IDEAM (2002a) calculó montos superiores (5.784 mmc para el sector
agrícola, 1.079 mmc para el industrial y 2.092 mmc para el doméstico).
172
Colombia: ¿un futuro sin agua?
a) Contaminación de aguas
Los principales agentes que degradan la calidad del agua y que pueden estar
conectados como causa o efecto con el sector agrario son los microorganismos
patógenos, los metales pesados y los sedimentos en suspensión.
Estos datos han sido confirmados por Corpoica (1999), entidad que realizó un
estudio sobre contaminación de aguas y suelos por residuos de metales pesados
en la planicie aluvial baja del río Bogotá, que comprende los municipios de Tocaima, 2 DBO = Demanda
Bioquímica de Oxigeno
Ricaurte, Agua de Dios y Girardot, en donde son regadas con las aguas altamen- 3 Documento publicado en
te contaminadas del mencionado río unas 2.000 ha de arroz, 300 ha de plátano la Web:
www.unesco.org.uy/vision
y unas 4.200 ha en pastos, que se comercializan en Bogotá, Ibagué y Cali. 2025/Colombia.
4 Organización de las
Naciones Unidas para la
Además de las elevadas concentraciones de materia orgánica y de coliformes Agricultura y la
fecales que porta el río Bogotá, los análisis realizados por Corpoica (op.cit.) Alimentación (por sus siglas
en inglés)
173
Colombia: ¿un futuro sin agua?
¿Cuáles son las causas culturales que explican semejantes niveles de deterioro
del recurso hídrico? No habrá que hacer muchos análisis para entender que
varios de los fenómenos señalados se originan en procesos tecnológicos
inapropiados, generados a partir de conocimientos y sistemas que están lejos
de adaptarse a las condiciones ecuatoriales del país, y que otros tantos se
explican por ausencia de controles estatales o privados que regulen los
vertimientos y obliguen a los causantes a asumir sus responsabilidades sociales
y ambientales. Incluyamos también que muchos de estos procesos de contami-
nación hídrica corresponden a una categoría que los puede clasificar como
fenómenos silenciosos, es decir, procesos de degradación difícilmente per-
ceptibles por los seres humanos, porque no se detectan fácilmente, campo en
el que cae la contaminación por metales pesados.
174
Colombia: ¿un futuro sin agua?
175
Colombia: ¿un futuro sin agua?
En este sentido existe preocupación sobre el uso excesivo del agua en muchos
distritos de riego, que afecta no solo la eficiencia económica de la producción,
sino que representa mayores pérdidas de suelos, incrementos en los flujos de
nutrientes y contaminación creciente. Nuevamente el país se enfrenta a la
ausencia de información primaria sobre estos aspectos por carencia de pro-
gramas de monitoreo, control y evaluación in situ.
176
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Por otra parte, Herrera (2002) indica que de los 563 Drepes construidos hasta el
año 2001, ninguno de ellos contaba con información sobre los volúmenes reales
de agua utilizados en cada una de sus campañas de cultivo, de tal forma que se
pudieran proyectar los requerimientos futuros debido a la ausencia de estructuras
de medición y control. El mismo autor estimó, para casi todos los distritos de
pequeña escala, una eficiencia en la aplicación del riego del 60%, debido a varias
razones, una de ellas la falta de asistencia técnica adecuada.
177
Colombia: ¿un futuro sin agua?
178
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Recuadro
Alternativas de uso de agua en los distritos de riego. Asoalbesa, una experiencia comunitaria.
Por Alejandro Galeano, asesor de la Unidad Técnica de Ecofondo.
La Asociación de Usuarios del Distrito de riego Albesa –Asoalbesa- es una organización comunitaria de campesinos para el
manejo del agua de riego para uso agropecuario, ubicada en los municipios de Fusagasugá y Pasca, Cundinamarca. Maneja
y administra un distrito de riego de pequeña escala, pues su área de cobertura es de 300 ha, y vincula a 326 familias de
pequeños productores. El distrito se caracteriza porque aprovecha la fuerza de gravedad, ya que el trazado del sistema va
desde los 2130 hasta los 1600 msnm. El agua para el distrito es captada en la parte alta del río El Bosque, micro-cuenca que
cuenta con un área aproximada de 3811,84 ha y está compuesta por 4 quebradas: Angostura, San Joaquín, Mosqueral y
Sauces. En la bocatoma del distrito se capta un caudal de 100 litros/segundo, el cual es distribuido para el uso agropecuario
a las 326 familias asociadas.
179
Colombia: ¿un futuro sin agua?
La planificación de 585 hectáreas contempló, entre los aspectos fundamentales, establecer acciones concretas para el mane-
jo de suelos y del agua de riego; pues los usuarios del distrito hacían un uso excesivo del agua, lo que condujo a problemas
erosivos. De otra parte, en la zona los principales sistemas de producción son habichuela, fríjol, cebolla y otras hortalizas, los
cuales se basan en un manejo convencional, que incluye el uso de agrotóxicos. Por ello, con el proyecto se iniciaron las
acciones para mitigar la problemática del mal uso del agua, erosión y contaminación (de suelo y agua) con agrotóxicos.
Acciones como la reforestación y aislamiento de 22 hectáreas; el establecimiento de obras biomecánicas de recuperación de
suelos en 21 hectáreas; y el establecimiento de prácticas de reconversión en sistemas productivos contribuyeron a mitigar
los problemas mencionados.
También, Asoalbesa lideró un proceso de educación ambiental, acompañado con una reglamentación del uso del agua; la
educación ambiental fue importante, pues logró generar conciencia sobre el uso adecuado del agua; y la reglamentación
estableció las reglas de juego, técnicas y sociales para que los usuarios pusieran en práctica el uso adecuado del agua.
Un aspecto vital en el Distrito de riego es precisamente mejorar los sistemas de riego. Asoalbesa avanzó en tal sentido, pues
inició la implementación de un sistema de riego mucho más eficiente que el que normalmente usan los asociados. Se trata
del sistema Sumisansui, un sistema de banda que posee unos micro-poros por donde el riego se realiza de forma totalmente
uniforme. La diferencia entre este sistema y el sistema de riego por aspersión es radical:
Tabla Nº 1.
Comparación de sistemas de riego en cultivos como arveja, habichuela, tomate, maíz, cilantro, frutales y
pastos; sistemas productivos convencionales utilizados por los Asociados del Distrito de riego Albesa.
Edad del cultivo/ Sistema de Riego por Aspersión Sistema de Riego Sumisansui
semana Tiempo de riego (horas) Frecuencia de riego Tiempo de Riego (horas) Frecuencia de riego
180
Colombia: ¿un futuro sin agua?
límite inferior de las nieves perpetuas desde los 3.200 hasta los 4.700 msnm9 .
Las mayores áreas de páramo están en la Cordillera Oriental (49%) y la Cor-
dillera Central (33%). El 18% restante pertenece a los páramos del sur, el
macizo de Santa Marta al norte y una mínima parte a la Cordillera Occidental.
Ramsar10, define los humedales como “extensiones de marismas, pantanos, 9 msnm = metros sobre el
nivel del mar.
turberas, cuerpos de agua de régimen natural y artificial, permanentes o tem- 10 RAMSAR es el nombre de
porales, estancadas, corrientes, dulces, salobres y saladas incluyendo las áreas la convención mundial
relativa a los humedales de
de aguas marinas cuya profundidad en marea baja no excede los seis metros”. importancia internacional,
Esta definición incluye, por lo tanto, las marismas, ciénagas, esteros, charcas, especialmente como
hábitat de aves acuáticas.
181
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Colombia cuenta con más de 1.000 ríos permanentes y, de ellos, diez con
caudales medios anuales de más de 1.000 m3/seg, es decir con tres veces más
caudal que el promedio sudamericano. Igualmente posee cerca de 1.600 cuer-
pos de agua, entre lagunas, lagos y embalses, los cuales contienen importan-
tes reservas de agua utilizables, con un volumen total aproximado de 26.300
millones de m3. El 97.5% de estos cuerpos de agua cubren superficies meno-
res de 0.01 km2 (100 ha).
El 99.98 % de los humedales del país se concentra en las tierras bajas de las
depresiones de los grandes ríos, en especial de la cuenca Magdalena – Cauca,
en tanto que la región andina solo contiene el 0.02% de los mismos. Solamen-
te el 3.9 % del total de humedales del país están protegidos por alguna clase
de figura legal. En un estudio sobre el tema realizado por la firma Geoingeniería
(1999), se calculó una extensión de 20.252.500 ha (202.525 Km2) como
ecosistemas de humedal en Colombia, incluyendo la gran extensión del Mag-
dalena Medio y Bajo y toda el área anegable de la región Pacífica. En la gran
depresión del bajo Magdalena - Cauca se forman cerca de 800 lagos o ciéna-
gas, de permanencia y tamaño variables, destacándose algunos cuerpos de
agua individuales por tener un tamaño considerable, como por ejemplo, las
ciénagas de Zapatosa (119 km2), Ayapel (123 km2) y Guájaro (115 Km2).
182
Colombia: ¿un futuro sin agua?
uso que se han generado en torno a este cuerpo de agua, han suscitado bastante
interés no solo entre la comunidad científica sino entre particulares y tomadores
de decisión, puesto que se debate intensamente su papel ecológico versus los
intereses del desarrollo económico. La desecación completa de la laguna y la
apropiación de sus fértiles suelos colindantes ha sido práctica e ideal de varios
actores interesados, a quienes poco interesa la dinámica hídrica regional o los
equilibrios de flora y fauna que garantiza la laguna.
A partir del ingreso del conquistador español se iniciaron los esfuerzos por
desecar la laguna al influjo del deseo por aumentar las tierras agrícolas, o de
encontrar tesoros perdidos. Uno de los mayores esfuerzos en este sentido lo
realizó a mediados del siglo XIX el general de la República Enrique París,
quien intentó drenarla por su propia cuenta y fracasó en el empeño. A este
siguieron otros como el de la “Empresa de Desagüe de la Laguna de Fúquene”
de Manuel H. Peña en 1878, el túnel de San Miguel de Julius Berger, la
“Compañía de Fúquene” en 1928, el proyecto Potess de 1936, y las obras de
desecación del departamento de Aguas y Fomento Eléctrico de la Corpora-
ción de Servicios Públicos de Cundinamarca, esfuerzos que solo generaron
deterioro del cuerpo de agua y de los cerros aledaños, que sufrieron fuertes
procesos erosivos.
183
Colombia: ¿un futuro sin agua?
En la zona se cultiva arroz secano, maíz, plátano, sorgo, yuca, patilla, caña
panelera, ajonjolí y coco que se combinan entre sí, espacial y temporalmente,
y con sectores de las fincas dedicadas a pastos (menos del 15%), árboles aisla-
dos y bosques. Las fincas tienen tamaños pequeños a medianos (entre 0.5 y
51 ha), y casi todos los agricultores poseen por lo menos 2 fincas en áreas
distintas. Los pequeños productores manejan fincas menores de 20 ha.
A manera de síntesis
El breve esbozo expuesto en las líneas anteriores sobre los distintos procesos
de degradación que sufren algunos cuerpos de agua y humedales del país, no
responde a una tendencia escatológica, común en el discurso ambiental, sino
a la cruda realidad de la manera como la sociedad colombiana viene relacio-
nándose con el líquido vital. El documento no ha hecho alusión directa a los
intereses privados que se ciernen sobre este recurso, ni a las fallas de política
pública que tienden a convertir el agua en un recurso expuesto al mejor postor,
puesto que estos temas son objeto de análisis en trabajos que acompañan esta
obra general. Sin embargo, tales variables no pueden soslayarse en la com-
prensión de los relaciones agua – agricultura porque están presentes de mane-
ra continua bien sea en la vía de la propiedad de la tierra, de los bosques, de
los yacimientos minerales o de otros recursos bióticos o en las disputas territo-
riales que hoy signan el ya muy largo conflicto armado colombiano. Variables
184
Colombia: ¿un futuro sin agua?
que, además, afectan al sector agrario y por supuesto a sus relaciones con los
recursos naturales.
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
186
Colombia: ¿un futuro sin agua?
El agua y Bogotá:
un panorama de insostenibilidad
Introducción
La relación entre agua y ciudad es determinante para la sostenibilidad no solo
de esta última sino del territorio que la sustenta, si éste se entiende como un
espacio estructurado por una trama de ecosistemas de los cuales la ciudad
hace uso y al mismo tiempo afecta de diversas maneras. Sin embargo, es
frecuente que aquella relación no sea comprendida cabalmente, por la falta de
conciencia sobre el carácter agotable y limitado de los recursos, y por la
ceguera ante las consecuencias de las actividades urbanas en el mismo entor-
no de la región o regiones donde toma los recursos
Sin embargo, es necesario reconocer que en los últimos quince años viene
aumentando la comprensión de la compleja relación entre ciudad y entorno
natural, entre culturas y ecosistemas gracias a la confluencia de diferentes
procesos como la emergencia de movimientos ambientalistas urbanos, la cre-
ciente sinergia entre dichos movimientos y los de usuarios de servicios públi-
cos, de algunos sectores del sindicalismo, de pobladores urbanos y de organi-
zaciones indígenas y afro-descendientes; y en no escasa medida por la impor-
tancia que la Ley 99 de 1993 otorgó a la gestión ambiental urbana, expresada
1 Director Ejecutivo
en la conformación de entidades con diversos grados de autonomía encarga- Ecofondo.
187
Colombia: ¿un futuro sin agua?
188
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Chingaza II y el aprovechamiento del Macizo del Sumapaz; además, se pla- mundo en su género.
neaba el aprovechamiento adicional del río Tunjuelo con la construcción de la
Regadera II y la utilización de aguas subterráneas.
189
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Fuente: Información suministrada por la EAAB – Gerencia Corporativa de Servicio al Cliente – Apoyo Comercial
Las razones para explicar este fenómeno son diversas y seguramente existen
notables diferencias entre las interpretaciones que se pueden hacer de las ci-
2 La información fue fras y de los hechos. En mi opinión son tres los factores que han incidido en
publicada en el periódico El este escandaloso incremento del agua para la población de Bogotá, a saber:
Tiempo, el cual cita
también el Informe de
Desarrollo Humano para 1.- El peso histórico de los costos de la construcción del sistema Chingaza,
Bogotá, a cargo del
investigador Jorge Iván que entró en servicio en 1985, y la necesidad de ampliar y adecuar las redes
González.
190
Colombia: ¿un futuro sin agua?
de distribución para poder utilizar el agua que aportaba Chingaza. Esto impli-
có, además de la construcción del embalse de San Rafael, el reemplazo de
280 kilómetros de redes primarias y colectores de alcantarillado; la construc-
ción del túnel de “Los Rosales”, que conduce agua proveniente de Chingaza
desde Santa Ana, en el norte de la ciudad hasta el tanque de El Silencio, a la
altura de la Perseverancia; y la extensión de 140 kilómetros de redes secun-
darias de acueducto, entre otras obras. Esto explica el denominado “rezago
tarifario”, pues las obras se construyeron en los últimos años de la década de
los ochenta manteniendo las tarifas que se cobraban a la ciudadanía.
191
Colombia: ¿un futuro sin agua?
De otra parte, la tarifa del agua en Bogotá, a diferencia de otras ciudades del
país, incluye el alcantarillado pluvial, lo cual desde luego la incrementa sin que
los costos provenientes de esta infraestructura tengan nada que ver con el
suministro del agua.
Uno de los aspectos incumplidos por los contratistas ha sido la reducción del
Índice de Agua No Contabilizada -IANC-. Uno de sus compromisos era esta-
blecer el “índice de arranque”, es decir, el porcentaje de agua que se perdía al
comenzar los contratos, a fin de programar las metas de reducción correspon-
dientes. Esta obligación se vino a cumplir solo dos años después, en tres de las
192
Colombia: ¿un futuro sin agua?
zonas. El IANC presenta valores muy elevados, pues era del 34,8% en el
2002, ascendió al 39,7% en el 2003, y en el 2004 experimentó una pequeña
disminución al llegar a 37,8%.
De aquí (octubre) hasta el fin del año la EAAB debe tomar la decisión de
renovar o no los contratos con los actuales gestores zonales especializados.
En ese sentido debe acogerse la recomendación de la Mesa Distrital de Servi-
cios Públicos en el sentido de dar por terminados dichos contratos y en conse-
cuencia no proceder a su renovación.
193
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Además de lo anterior, el costo del metro cúbico de agua tratada por el consor-
cio privado en la Planta de Tibitoc es escandalosamente superior al de la Plan-
ta Wiesner, operada directamente por la EAAB. Así, por ejemplo, en el 2004,
el costo del m3 en la primera fue de $224,81 frente a solo $ 33,16 en la
segunda8 . Este es otro de los factores que han conducido al incremento de la
tarifa del agua en Bogotá.
Úsela y tírela
Bogotá, como hemos visto, toma el agua de la región, la usa y luego la devuel-
ve como agua residual, altamente contaminada. Esto se expresa de manera
dramática en el río Bogotá convertido en alcantarilla. Este hecho generador de
insalubridad y deterioro ambiental es inocultable, pero no ha conducido a plan-
8 Véase el cuadro
tear lo obvio: recuperar el río. En cambio, en los últimos veinte años se vienen
“Comparación de costos debatiendo diversas alternativas que apuntan más hacia aspectos parciales
de agua tratada en las
plantas Wiesner y Tibitoc”,
como la descontaminación o la prevención de inundaciones, sin una visión
en la comunicación integral tanto del problema como de las soluciones.
enviada, el 19 de abril de
2007, por la Mesa Distrital
de Servicios Públicos al La línea divisoria de los planes de la ciudad en relación con los problemas del río
Alcalde de Bogotá. Dicho
cuadro fue elaborado con
es la decisión de la segunda administración Mockus de dar por terminado
información de la EAAB y unilateralmente el contrato entre el DAMA y la compañía “Bogotana de Aguas y
la Contraloría de Bogotá.
Visible en
Saneamiento -BAS-”9 , suscrito el 20 de septiembre de 1993 para la construc-
www.planetapaz.org ción de tres plantas de tratamiento ubicadas en las intercepciones de los ríos
9 Realmente la contratista
era la multinacional
Salitre, Fucha y Tunjuelo, aduciendo la ineficiencia de la Planta de El Salitre.
francesa Suez, a través de Paradójicamente, había sido el alcalde Mockus, en su primera administración, un
su filial Degremont,
especializada en
defensor entusiasta del esquema de descontaminación implementado por la com-
saneamiento, la cual pañía francesa con base en las recomendaciones hechas por Biwater y EPAM
constituyó a BAS para
efectos del contrato.
Ltda.10
10 Los estudios de Biwater y
Epam preceden la firma del
contrato con BAS, en la
Se pasó así de una solución basada en la construcción de tres plantas, con tres
administración de Jaime tipos de tratamiento que permitirían entregar agua descontaminada al río, a la
Castro. En la primera
administración Mockus se
construcción de un interceptor que conduce las aguas residuales a una planta que
tramitó la licencia se construirá en el sitio de Canoas (municipio de Soacha), pocos kilómetros antes
ambiental para la
construcción de las plantas.
de que el río salga de la Sabana precipitándose por el Salto del Tequendama.
194
Colombia: ¿un futuro sin agua?
195
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Sobre la solución al problema del embalse del Muña, tanto “Somos Río Bogotá”
como una mesa técnica organizada por las empresas de Acueducto y Energía de
Bogotá han recomendado analizar diversas alternativas, pero hasta ahora lo úni-
co que se ha hecho es fumigar el buchón que cubre la represa para afectar el
criadero de mosquitos. Esta “solución”, valorada positivamente por el actual Ge-
rente de la EAAB, según “Somos Río Bogotá” fue iniciada el 4 de diciembre de
2006 utilizando Anikilamina 4SL, herbicida químico prohibido en el país por el
ICA para fumigaciones en plantas acuáticas y cuerpos de agua; se trata del herbi-
cida más contaminante del grupo al que pertenece el glifosato. El MAVDT, me-
diante resolución 014 de 4 de enero de 2007, abrió investigación a la EAAB,
EEB, EMGESA y a Nufarm Ltda., distribuidora del químico en Colombia, por
violar la normatividad y no seguir el procedimiento de autorización correspon-
diente. Además, cuatro meses después de aplicado el químico, el buchón ha
reaparecido en el embalse. Estamos, pues, ante otro procedimiento ineficaz, pero
además ilegal, contaminante y seguramente costoso.
196
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Cuadro 2
Obras y costos del Acuerdo Interinstitucional para la descontaminación del río Bogotá1
197
Colombia: ¿un futuro sin agua?
198
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199
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Humberto Polo1
201
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202
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203
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204
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Los ejemplos anteriores son los más cercanos, es posible que se den casos
más aberrantes en aquellas empresas municipales que han sido privatizadas
en su totalidad, donde no tienen acceso a la información ni al control político
y fiscal, las entidades de control del estado, dejando a merced a los usuarios,
de la avaricia de los operadores privados que solo les interesa generar rentabi-
lidad sin importar los costos sociales.
En esta línea han venido los gobiernos aperturistas neoliberales de las dos
últimas décadas, acentuándose esta política en el primero y segundo manda-
to de Álvaro Uribe Vélez, que ha subastado a diestra y siniestra las entidades
estatales como ECOPETROL y Telecom, entre otras; comprometiéndose
con la banca internacional a privatizar el 75% de las empresas de acueduc-
to, alcantarillado y aseo para el año 2010, quedándose el estado con el 25%
de las empresas que son básicamente las ubicadas en aquellos municipios
don los habitantes no tienen capacidad de pago y donde el gobierno no
tiene dominio.
205
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Cuadro 1
Empresas del sector agua potable y saneamiento básico según su naturaleza jurídica
Estas empresas se dividen en dos grandes grupos, las que tienen más de 2.500
suscriptores y las de menor número de cuentas contrato, la distribución de las
mismas se aprecia en las gráficas 1 y 2 en el orden que fueron mencionadas.
Gráfico 1
Empresas con más de 2.500 suscriptores
Naturaleza jurídica prestadores que atienden más de 2.500 suscriptores año 2002
1%
4%
19% 37% Privada
EICE
Mixta
Municipio
Oficial
8% Organización autorizada
31%
206
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Gráfico 2
Empresas con menos de 2.500 suscriptores
11% 10%
1%
Privada
7%
EICE
40%
Mixta
Municipio
Oficial
Organización autorizada
31%
Esto significa que el sector privado pasa de una participación en este campo
del 46% aproximadamente en 2006, al 75% en 2010, incrementando su
participación en este mercado empresarial en el 29%; este crecimiento en la
participación del sector de agua potable y saneamiento básico quiere decir
que el agua quedará bajo el dominio de la empresa privada, perdiendo el
estado el control sobre el acceso y el costo de estos servicios básicos y funda-
mentales para la vida.
207
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Cuadro 2
Tipos de contratación en acueducto, alcantarillado y aseo
Servicios Duración
Tipo contrato/servicios AAA Acued. y Alc AAA Acued. y alc
Operación con inversión 5 3 15 años, 19 años uno a 20 años
y tres de 20 años y 2 de 5 años
Operación sin inversión 2 5 y 15 años 20 años
Concesión 1 1 20 años 20 años
Operación 1 1 10 años
mantenimiento y rehabilitación
Admin, operación 4 uno de 2 años
y matenimiento y tres de 15 años
Operación y mantenimiento 2 20 años y un año
Contrato para la construcción y operación 2 10 años
de los sistemas de acueducto y alcantarillado
Contrato de arrendamiento 2 30 y 20 años
con inversión
Total 19 6
Las formas asociativas pueden dejar la facultad de fijar las tarifas en cabeza de
los socios operadores, haciendo uso del parágrafo 1 del artículo 87 de la Ley
142 de 1994 para la fijación contractual de tarifas a través de procesos de
selección competitivos en donde este es un elemento de decisión.
Las tarifas
El consumo por estrato muestra una drástica caída de manera continua desde
1996, año en el cual se inició la aplicación del programa de ajuste de tarifas
por eliminación del rezago tarifario para dar cumplimiento a la Ley 142 de
1994. Pasando el costo de la tarifa media de US $ 0.32/m3 en 1990 a US $
0.81/m3 en 2001 y de este último año al 2003 las tarifas para el estrato 1 se
incrementaron en el 126%, 58% en el 2 y 55% en el 3, aunado a esto el
desmonte de los subsidios.
Los costos por metro cúbico y la fijación de topes mínimos de uso, son las dos
principales causas de la caída del consumo, situación que ha ocasionado el
aplazamiento de los planes de inversión para la expansión de los sistemas de
abastecimiento y la dificultad para que más usuarios accedan al servicio.
208
Colombia: ¿un futuro sin agua?
80
60
40
20
0
Grupo 1 Grupo 2 Grupo 3 Grupo 4 Grupo 5
Fuente: SSPD – SUI
209
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Resulta incomprensible que cada día se vea más limitado el acceso al agua
cuando el país es considerado como uno de los que posee los mayores volú-
menes de agua en el mundo. Sin embargo, 12.9 millones de colombianos no
tienen acceso a agua apta para el consumo humano como consecuencia del
fracaso de la política de Estado, que en los últimos 20 años invirtió más de 12
billones en el sector sin lograr las coberturas ni la calidad del servicio. La
mayoría de estos recursos fueron a parar en manos de la corrupción y de las
empresas privadas que no cumplieron las metas ni los contratos. Se suma a lo
anterior la crisis del agua en Colombia y en el mundo.
Bibliografía
Plan Auditoría Distrital 2006-Fase II a la EAAB-ESP Contratos de Gestión
Especial Contraloría Distrital de Bogotá.
Rojas, Fernando. S.f.. Articulo Página Web Acueducto, alcantarillado y aseo.
Rivera-Santander Mieses, María Adela y Rafael Martínez. 2003. «Efectos de la
Privatización de los Servicios de Agua en Mujeres y Niños y Niñas Colom-
bianos» – Informe del Proyecto Agua y Niñez en Cartagena y Santa Marta,
terminado en enero. Con la supervisión y apoyo de Alejandro Acosta de
CINDE y Richard Hartill de Save the Children UK.
Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios. S.f. “Estudio Sectorial
Servicios Públicos de Acueducto y Alcantarillado 2002-2005; El Agua en
Manos Públicas. Informe elaborado por David Hall para la Internacional de
Servicios Públicos (ISP).
210
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Las experiencias de privatización del agua en muchas partes del planeta don-
de se observan modelos de gestión de las corporaciones trasnacionales, han
demostrado un rotundo fracaso. Entre ellas cabe mencionar el caso emblemá-
tico de Cochabamba (Bolivia), de la presente década, en el cual la estadouni-
dense Bechtel obtuvo el control de Aguas de Tunari, empresa que gracias a la
presión del Banco Mundial en Bolivia, compró el Servicio Municipal de Agua
Potable y Alcantarillado, Semapa. En este caso, al igual que sucede actual-
mente en nuestro país, la privatización trajo consigo el alza en las tarifas y la
expropiación de los sistemas comunitarios de agua.
211
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Cuadro 1
Sector agua y saneamiento básico. Empresas mixtas y la correspondiente empresa trasnacional
Gráfico 1
Aguas de Cartagena. Composición accionaria
ACUACAR
Flotante
en bolsa
39,8%
Suez
100%
212
Colombia: ¿un futuro sin agua?
METROAGUA
TRIPLE A
SANTA MARTA
BARRANQUILLA
37%
60,4%
INASSA
Canal Isabel II
100%
213
Colombia: ¿un futuro sin agua?
En el caso que nos ocupa, la empresa mixta tiene por nombre Proactiva Aguas
Gráfico 3 de Montería3
Composición de Proactiva Aguas de Montería
PROACTIVA
AGUAS DE
MONTERÍA
Proactiva Colombia
Fuente: www.fcc.es
214
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Pero, ¿por qué han podido entrar los capitales privados trasnacionales a ges-
tionar el agua en el país y para qué lo hacen? El escenario es la implantación
de lo que se conoce como modelo privatizador de la economía neoliberal, que
consiste en términos generales en incrementar la participación del sector pri-
vado en la economía, y en el marco mundial en privilegiar el capital trasnacional.
Esa es una cara de la moneda; la otra es que disminuye la intervención del
Estado en muchos de los aspectos de la vida de la nación. Este modelo adqui-
rió fuerza en las economías en desarrollo, como la colombiana, a partir de la
década del 90. Pero demos un rápido vistazo a su génesis en el mundo.
215
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Cuadro 3
Préstamos del BM para proyectos en la Costa Atlántica colombiana (1995-2007).
Sector Acueducto y saneamiento básico.
Fuente: www.worldbank.org
prolongaría hasta junio de 2008, y el de La Guajira, se aprobó en marzo de
2007. El Banco Mundial financia los proyectos teniendo soportes como un
diagnóstico de la situación del sector beneficiario del crédito, el planteamiento
de unos objetivos y el grado de concordancia con los objetivos del banco.
216
Colombia: ¿un futuro sin agua?
217
Colombia: ¿un futuro sin agua?
a cambios en los precios y por esta razón no va a caer por dicho aumento
(Domínguez y Uribe, 2005, p. 46).
De ese modo, los impactos de dicha política se sienten sobre todo en el gasto
y la calidad de vida de las familias y poblaciones más vulnerables en su econo-
mía: su ingreso permanece en el mismo nivel y si pagan más por el agua y el
alcantarillado deben disminuir el consumo de otros bienes porque no pueden
disminuir su consumo de agua potable y el uso del sistema de saneamiento
básico. Va a ser menor el gasto, por ejemplo, en educación o en recreación.
Incluso, a la vez que se disminuye el gasto en otros bienes, también se recorta
el de esos servicios. Así, en algún momento los hogares estarán impedidos
para pagarlos, dado que el aumento de las tarifas es progresivo, y también
tendrán que privarse del acceso al agua.
218
Colombia: ¿un futuro sin agua?
219
Colombia: ¿un futuro sin agua?
220
Colombia: ¿un futuro sin agua?
221
Colombia: ¿un futuro sin agua?
11 La licitación se abrió el 7
de julio de 1999 y se cerró
el 1 de octubre del mismo
año. Hubo tres candidatos:
el consorcio FCC, el
consorcio Aguas del Sinú y
la Unión Temporal
Surtiaguas del Caribe.
12 A pesar que la media de
TIR del sector en Colombia
oscila entre el 14% y el
17%, hay que resaltar que
este porcentaje es
escandalosamente alto,
pues a nivel mundial se
sitúa entre el 6% y el 7%
de media. Esto significa
que la gestión del agua en
Colombia es un negocio
muy lucrativo.
222
Colombia: ¿un futuro sin agua?
13 Contrato de concesión de
gestión del agua entre el
municipio y la empresa
Proactiva
223
Colombia: ¿un futuro sin agua?
224
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Sin lugar a dudas, las injusticias ambientales a las que se enfrentan las poblacio-
nes se convierten en una gran amenaza a la territorialidad que han construido a
través de los años, a sus maneras tradicionales de vida. En este aparte haremos
referencia a dos casos en los que estas amenazas se hacen manifiestas.
Recuadro
El territorio es una construcción social en la que se conjugan de manera dinámica diversidad de elementos físicos, culturales,
sociales, económicos, tecnológicos y políticos. Esta construcción es el resultado de la apropiación particular que hace un
grupo social del espacio en el que se asienta para desarrollar actividades de producción y reproducción social (Boisier, 1988).
En este sentido, uno de los elementos constitutivos del territorio es el espacio físico, la naturaleza, que se transforma
mediante el proceso de apropiación antes mencionado, en contenedor y contenido de las construcciones sociales locales. La
dimensión física del territorio, este espacio, tiene dentro de sus características una asociada a la organización de sus elemen-
tos bióticos y abióticos a la que denominamos paisaje. Sin embargo, el paisaje es una “propiedad en el horizonte que no es
de nadie sino de aquel cuyo ojo puede integrar todas sus partes, o sea del poeta”, es decir no es un elemento estático y
objetivo de la naturaleza sino que depende del observador (Carrizos, 2001, 84).
Contaminación
225
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Facturación y tarifas
226
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Para don Manuel Salvador Mejía, también del barrio 9 de Abril, el problema es
dramático. Él es un vendedor callejero que consigue la manera de alimentar a su
mujer con mucho esfuerzo. Acuacar le realizó un cambio de contador sin previo
aviso y sin que él se encontrara en su residencia. El cambio del contador lo
hicieron en presencia de su esposa, mujer de la tercera edad y que no sabe leer ni
escribir. A partir de este suceso, el consumo de agua cambió de 4,5 m3 a 19 m3. 15 Factura de venta
000014127159 expedida
por Proactiva Aguas de
¿Cuánto vale el metro cúbico? Montería S.A. ESP.
16 Oficio PAM-GR-/06-08/
00120 de 28 de agosto de
Al tratarse el agua para volverla potable se consumen productos químicos y 2006, expedido por
Proactiva Aguas de
energía. En Barranquilla ese consumo cuesta $132,90 por metro cúbico a la Montería S.A. ESP.
227
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Los habitantes dicen que no han tenido ninguna explicación de parte de esa
empresa. Señalan que sus aclaraciones parecen vagas al decir que el aumento
tiene que ver con conceptos como mantenimiento, rehabilitación y reposi-
ción, gastos administrativos, gastos generales y otros. Indulfo Guerra, miem-
bro de la Corporación, afirmó que no existe una explicación detallada del
aumento de los costos y hace referencia al artículo 87, numeral 87.5 de la ley
142 del 94, en la que se señala que las fórmulas de tarifas se elaborarán de tal
forma que se facilite su comprensión aplicación y control. El señor Guerra dice
que la empresa ha incumplido estas determinaciones legales, así como el con-
cepto de transparencia (numeral 87.6) en el que se afirma que el régimen
tarifario será explícito y completamente público para todas las partes
involucradas en el servicio y para los usuarios.
17 El Cerro de la Popa es un El sistema con que cuentan surte 60 casas del sector, durante 25 minutos al
sector de Cartagena en el
que existen alrededor de
día. Consiste en dos albercas, una situada en la parte alta y otra en la parte
30 barrios en los que baja; esta última se llena con el líquido que distribuye Acuacar y a través de una
habitan 30.000 personas;
este sector es considerado
motobomba sube hasta la segunda alberca. Desde allí llega por gravedad a las
por la administración casas. La construcción de las redes que se utilizan para que se pueda llevar a
distrital como una zona de
alto riesgo.
cabo este proceso fue obra de la comunidad. En ese momento intervinieron
228
Colombia: ¿un futuro sin agua?
La incoherencia de Proactiva
Hace 17 años, la comunidad del barrio La Candelaria, en Montería, instaló la
tubería que hoy tienen. “Se instaló sin asesoría de ningún ingeniero”, afirma
Arnulfo Mendoza. “Fuimos nosotros mismos los que hicimos el trabajo y en
épocas de política electoral, porque en esa época es cuando llegan las cosas y
se hacen pero mal hechas”. Allí llegó la empresa Proactiva para utilizar esa
infraestructura de distribución del agua, pero sobre todo para cobrar a los
habitantes por su uso, en la factura. Ellos sienten la injusticia de este usufructo
por parte de la empresa, de algo que no es suyo.
229
Colombia: ¿un futuro sin agua?
230
Colombia: ¿un futuro sin agua?
procurador nos ha llamado dos veces para que vayamos a conciliar, pero
nosotros no tenemos porqué conciliar, él simplemente tiene que investigar y
constatar si lo estamos diciendo es verdad y ejecutar la ley”.
Apuntes Finales
Ante todo, es necesario definir unos elementos clave para evitar confusiones con
respecto a la actuación de las corporaciones trasnacionales, a través de sus filia-
les, en relación con la gestión del agua y el saneamiento básico en el país.
3. En algunos de los casos vistos, ante la falta de recursos de las administraciones 19 Ver ensayo sobre los
acueductos comunitarios,
municipales, las empresas privadas han asumido parte de las deudas y del servicio de en este volumen.
231
Colombia: ¿un futuro sin agua?
la deuda, pero solo incluyendo ese costo en la tarifa. Eso significa que es la gente la que
paga esas deudas. No es propiamente la empresa la que paga.
Los apuntes anteriores se convierten en una señal de alerta frente a lo que podrá
suceder en toda Colombia si no se enfrenta articulada y estratégicamente los
despropósitos de la privatización. En la actualidad, el modelo de privatización
impuesto en la Costa Atlántica pretende reproducirse por todo el país a través de
la implementación de los Planes Departamentales de Agua y Saneamiento, Ma-
nejo Empresarial de los Acueductos de Agua, Alcantarillado y Aseo, instrumento
definido en el Plan Nacional de Desarrollo –PND-, en su capítulo referente a
Agua y Saneamiento Básico. Sin lugar a dudas, los planes beneficiarán la partici-
pación de los operadores especializados bajo esquemas de gestión del servicio
similares a los que en este documento hemos presentado.
Bibliografía
232
Colombia: ¿un futuro sin agua?
233
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Rodrigo Marín1
Introducción
Aunque parezca extraño, no se conoce mucho sobre el agua, es decir, ésta
continúa siendo ignorada y desconocida a pesar de su importancia dentro y
fuera del ser humano, de la existencia de un sinnúmero de circunstancias que
le competen y que es necesario transmitir, tales como el crecimiento de la
población y la expansión tecnológica y económica que presionan cada vez
más sobre la base de los recursos naturales; y de que su situación es un reflejo
de muchas acciones colectivas e individuales que han puesto en riesgo su
ciclo, junto con el ambiente terrestre y el cambio del clima, el desafío más
serio que ha afrontado la humanidad, de consecuencias ambientales, ecológicas,
sociales, económicas y para la salud de largo alcance. Pero hay un amplio
consenso sobre la necesidad de emprender acciones urgentes para abordar
estas cuestiones.
Sin embargo los océanos almacenan cerca de 97% de los recursos hídricos de la
tierra, es decir 1.350 mil millones de kilómetros cúbicos. Incluso para los más de
6.000 mil millones de seres humanos, aparentemente dicha cantidad parece
suficiente y aceptable, pero considerarlo así sería demasiado sencillo, pues dicha
agua, como se sabe, es salada y por ello inadecuada para todo uso humano, 1 Ingeniero Agrólogo e
agrícola, industrial o doméstico, sin un tratamiento previo y por cierto demasiado Hidrólogo. Profesor
Facultad de Ingeniería.
costoso. Por fortuna ahí está el sol que calienta y evapora las aguas del mar, las Universidad Central.
235
Colombia: ¿un futuro sin agua?
236
Colombia: ¿un futuro sin agua?
- Acrecentar la productividad del agua para que siga siendo uno de los ejes
centrales de la lucha por un acceso sostenible.
- Adoptar medidas coordinadas para proporcionar agua limpia a la comuni-
dad o condenarla a vivir en una situación evitable de insalubridad, pobreza
y disminución de oportunidades.
- Asegurar el saneamiento para que las aguas negras y residuales no lleguen
a los cuerpos de agua y al riego agrícola sin un previo tratamiento.
- Adoptar evaluaciones de impacto en la salud en todos los proyectos de
desarrollo y responsabilizar a los usuarios de las consecuencias de sus prác-
ticas.
- Avanzar en la comprensión de la naturaleza del agua, no solo como un
valor económico, sino en sus dimensiones ambiental, social y cultural.
- Procurar la seguridad alimentaria creando conciencia sobre el problema
del hambre y buscar soluciones en el mediano y largo plazo a fin de garan-
tizar alimento para una población creciente.
- Proteger los ecosistemas ya que estos no solo poseen un valor intrínseco
sino que además proporcionan servicios esenciales a la comunidad.
Al fin de cuentas la relación del agua con el género humano es íntima y con-
figura comportamientos en relación con la producción de alimento, la crisis de
la escasez, la contaminación, la protección de los ecosistemas, la oferta hídrica
y su incierta disponibilidad.
237
Colombia: ¿un futuro sin agua?
238
Colombia: ¿un futuro sin agua?
les y municipios pequeños donde se tenga que mirar cómo se puede orientar
el tratamiento hacia el uso, tanto de los nutrientes como los componentes.
239
Colombia: ¿un futuro sin agua?
240
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Por lo tanto se presentó al país el Estudio Nacional del Agua, elaborado con
base en la información y conocimiento que se tenía sobre el medio natural y
su relación con las actividades socioeconómicas. De este modo en el ENA se
realizó una aproximación global y varias estimaciones básicas de la relación
existente entre la demanda y la oferta de agua a diferentes niveles territoriales.
Al final los alcances específicos del Estudio Nacional del Agua fueron:
241
Colombia: ¿un futuro sin agua?
- Se estimó la oferta hídrica en las diferentes regiones del país a nivel anual,
para condiciones hidrológicas de año medio y seco y las correspondientes
distribuciones mensuales.
- Se determinó en forma indicativa la presión sobre la calidad del agua en
cuanto a generación de Demanda Biológica de Oxígeno (DBO) por los
sectores usuarios del recurso y las posibles limitaciones de oferta hídrica
por factores de calidad.
- Se estimó: la demanda ambiental de supervivencia de especies de micro
fauna y flora hacia aguas abajo (caudal ecológico), la demanda de agua
actual para los principales usos (consumo doméstico, industrial, agrícola y
pecuario) a nivel nacional, regional y local, el índice de escasez a través de
la relación demanda vs oferta, y el efecto sobre la regulación hídrica que
definen las condiciones del sistema cobertura vegetal vs perfil geo-pedológico.
- Se determinó la vulnerabilidad por disponibilidad de agua, especialmente
en épocas de estiaje, a nivel municipal y en cabeceras municipales, y se
estimaron las proyecciones de la demanda para un horizonte de 25 años.
Igualmente frente a las amenazas para el desarrollo humano que plantea por
ejemplo el cambio climático en el país, no da espera la disminución de los
suministros de agua en áreas que ya sufren una escasez crónica de este recur-
so. En efecto, la seguridad de agua en el medio colombiano es parte integral
del concepto más amplio de seguridad humana, que en términos más genera-
les se basa en que cada persona disponga de un acceso confiable a una canti-
dad suficiente de agua para lograr una vida saludable, digna y productiva, al
mismo tiempo que se mantienen los sistemas ecológicos que proporcionan
agua y también dependen del agua.
242
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Este estudio deja entrever las difíciles lecciones del pasado ambiental, y los
instrumentos base de asimilación de ellas, que permitan efectuar los cambios
requeridos para ajustar un sinnúmero de comportamientos de la geografía
nacional mega-diversa.
243
Colombia: ¿un futuro sin agua?
244
Colombia: ¿un futuro sin agua?
245
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Bibliografía
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Marín, R. R. 2004. El agua, un derecho intransferible
Ideam. 1997. Posibles efectos naturales y socio-económicos del fenómeno
El Niño 1997-1998 en Colombia.
————. 1998. El medio ambiente en Colombia
————. 2000. Estudio Nacional del Agua
————. 2002. Sistema de información ambiental de Colombia
Unesco/ wmo. 1998. Evaluación de los recursos hídricos
Vásquez, A. M. 1998. La historia del sol y el cambio climático
246
Colombia: ¿un futuro sin agua?
247
III.
La lucha social y política
por el agua en el mundo
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Pablo Leyva (P.L.) Plantea usted en su libro El Oro Azul que el mundo se
está quedando sin agua dulce, ¿quisiera explicar esta afirmación?
251
Colombia: ¿un futuro sin agua?
252
Colombia: ¿un futuro sin agua?
una política global del agua, y nosotros pensamos que sí tuviéramos una he-
rramienta como la mencionada, pondríamos el agua en un terreno de decisio-
nes públicas y democráticas.
Y finalmente, respecto del asunto de las tecnologías, pienso que hay algunas que
son aplicables y que pueden ayudar a la gente a potabilizar sistemas locales de
agua. Con frecuencia, la globalización ofrece tecnologías equivocadas; les ofrece
a comunidades rurales y antiguas el uso de grandes y modernas tecnologías que
no son apropiadas. En lugar de depender de tecnologías para salir de este desor-
den que estamos produciendo en torno al agua, quisiera que todos pensáramos
en la conservación, la descontaminación de sistemas de agua, aprender a cultivar
sosteniblemente, porque el destructor más importante de este recurso son los
cultivos industriales, que la afectan velozmente y no descontaminan lo que utili-
zan. Si podemos empezar por detener estos abusos, podremos avanzar en la
prevención de la contaminación de los sistemas mundiales de agua.
253
Colombia: ¿un futuro sin agua?
254
Colombia: ¿un futuro sin agua?
255
Colombia: ¿un futuro sin agua?
M. B. Uno de los grandes conflictos sobre decisiones alrededor del agua hoy,
es el existente entre la demanda urbana, que a menudo es también demanda
256
Colombia: ¿un futuro sin agua?
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como Suez, Deolea, RWE Thames, como una condición para adquirir fondos
para el desarrollo del agua, y esto ha sido probado como un terrible error. Kofi
Anan, el jefe de las Naciones Unidas dijo, recientemente, en el Foro Mundial
del Agua en ciudad de México, que la privatización no ha funcionado, que no
se van a cumplir las metas del milenio, y que ya es tiempo para los gobiernos
de retroceder y ofrecer el agua como un servicio público. Ha sido un terrible
experimento y es tiempo de que el Banco Mundial admita que en esta instan-
cia, como en la de permitir las grandes represas, están en el lado equivocado
de la historia.
M. B. Pienso que ésta es una presión adicional en Colombia para la gente que
lucha por el derecho al agua, porque esta lucha ha sido vista como parte del
rompimiento entre derecha e izquierda, que es parte de la violencia en este
país. Sería muy triste que tuviéramos que rendirnos a la lucha por el derecho
al agua debido a esta otra historia. La gente que lucha acá por el derecho al
agua es solamente gente común y corriente, que vive en comunidades que
deben trabajar duro para suplir sus necesidades diarias, las necesidades de sus
hijos, y para saber si va a haber agua para sus nietos y aún para sus hijos. Y
ellos se unen cada vez a más gente en Latinoamérica. Éste es un esfuerzo de la
gente para vivir con dignidad y tener el derecho democrático y la posibilidad
de controlar sus vidas, y no veo cómo puede la izquierda estar opuesta simple-
mente a la humanidad, si usted lo quiere así. Yo realmente espero para Co-
lombia, y para el mundo, que superemos este asunto de sellos y lleguemos a
un lugar donde la misma crisis del agua nos enseñe cómo vivir con cada uno
de nosotros en paz y dignidad.
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El Romanticismo perfiló ese enfoque de una forma más elaborada y sutil, exal-
tando la hermosura de esa naturaleza, que nos llega a apasionar y enamorar,
evolucionando así hacia una nueva mitificación, de nuevo en clave de género
femenino, pero esta vez desde el perfil de la amante, como objeto de deseo del
hombre. Llegados a este punto, no obstante, se enfatizaba, y aún hoy se suele
enfatizar, el carácter irracional, inestable, voluble e impredecible de esa natura-
leza; rasgos atribuidos al género femenino que motivan la necesaria acción ra-
cional y firme de la ciencia y de la técnica, esta vez sí bajo claros perfiles de
género masculino, con el fin de “dominarla y ponerla al servicio del hombre”.
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Europea a principios del 2005, ambas realidades son caras de una misma
crisis: la crisis de insostenibilidad de los ecosistemas acuáticos continentales
y de los acuíferos subterráneos.
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A lo largo del siglo XX, la construcción de grandes represas ha sido uno de los
factores que ha contribuido a la reducción drástica de la pesca fluvial, provocando
la extinción de muchas especies de peces y moluscos. Cabe citar como casos
documentados los del río Urrá, en Colombia, Singkarak en Sumatra, Lingjintan
en China, Theun Hiboun en Laos o Pak Mun en Tailandia (Dave Hubbel, 1994).
En todos estos casos, las grandes presas generaron graves problemas alimentarios
a cientos de miles de familias, en comunidades ribereñas pobres, por la degrada-
ción y en algunos casos la destrucción de sus producciones pesqueras.
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del Río Colorado para regar Imperial Valley, y alimentar el desarrollo ur-
banístico de Los Ángeles-San Diego (Postel,1996).
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Por otro lado, las áreas de inundación fluviales son clave en la alimentación de
acuíferos y en la fertilización de tierras; pero de forma muy especial, estas áreas
de inundación, junto con los humedales, son claves en la regulación de avenidas.
Un caso paradigmático a nivel mundial lo ofrece el polémico proyecto de la
hidrovía entre Brasil, Argentina, Paraguay y Bolivia, que desde hace años y en
sucesivas versiones viene amenazando el complejo sistema hidrológico que ali-
menta la cabecera de la Cuenca del Plata. El proyecto se basa en drenar el Gran
Pantanal, el mayor humedal del mundo, con 200.000 km2 de extensión. Los
estudios elaborados para el Banco Interamericano de Desarrollo, estimaron que
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tal drenaje comportaría la extinción de unas 600 especies de peces, 650 de aves
y otras 80 de mamíferos. Por otro lado, la ruptura de la función reguladora del
Gran Pantanal incrementaría los riesgos de inundación y el impacto de las sequías
en toda la cuenca (Cebrac & Wwf, 1994).
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veces se piensa, los focos más activos de la movilización social por motivos
ecológicos, en materia de aguas, no están en los países ricos, sino en los
empobrecidos y en desarrollo. En la mayoría de los casos se trata de luchas
por la supervivencia de comunidades y pueblos enteros, damnificados por
estos desastres ecológicos.
A finales de los 90, el Banco Mundial, ante los agudos conflictos suscitados
por los proyectos de grandes represas que financiaba en países en desarrollo,
propuso a Internacional Rivers Network (IRN) la posibilidad de desarrollar un
amplio debate mundial sobre la cuestión. La respuesta afirmativa de IRN,
como representante de múltiples colectivos de afectados por grandes presas
en el mundo, permitió poner en marcha la llamada Comisión Mundial de
Presas (World Commission on Dams-WCD) bajo la presidencia de Kader Asmal,
ministro de medio ambiente, por entonces, en el Gobierno Sudafricano de
Nelson Mandela. Tras dos años de trabajos, en el 2000, la comisión presentó
su informe final en Londres. En él se valoran las importantes conquistas socio-
económicas conseguidas gracias al desarrollo de grandes obras hidráulicas, y
se revisan las dramáticas previsiones de diversas instituciones internacionales
sobre el crecimiento de la población y del número de seres humanos sin ga-
rantías de acceso a aguas potables, la crisis alimentaria y el crecimiento de las
demandas de electricidad en el mundo. Con base en tales previsiones, desde
un enfoque desarrollista tradicional parecería necesario perseverar en el crear
nuevas infraestructuras que permitan explotar mayores caudales de ríos, lagos
y acuíferos, pero el Informe subraya los argumentos claves que cuestionan
hoy la validez de las estrategias de oferta, basadas en nuevas grandes obras
hidráulicas: Baja eficiencia y problemas de rentabilidad económica; graves
impactos ecológicos y ambientales, con frecuencia irreversibles, y graves im-
pactos sociales y afección a derechos humanos de las poblaciones.
Pero es quizás en el último punto donde emergen los datos más chocantes y
conmovedores. Tras dos años de trabajo y habiendo podido precisar los me-
tros cúbicos que pueden almacenarse en las casi cincuenta mil grandes repre-
sas construidas a lo largo del siglo XX, a pesar del apoyo recibido por parte de
los respectivos gobiernos, la Comisión manifiesta su impotencia para deter-
minar el número de personas desplazadas a la fuerza por la construcción de
esas represas. Se estima, dice el informe, que entre 40 y 80 millones de
personas vieron sus casas y pueblos inundados; y a ello hay que añadir, según
el informe, un número muy superior de desplazados por afección indirecta en
el entorno de los valles inundados. Para colmo, tal y como denuncia la Comi-
sión, los impactos socio-económicos más graves han recaído sobre las comu-
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Durante las últimas décadas, la reacción, cada vez más activa y masiva de las
poblaciones afectadas, ha ido rompiendo el amplio consenso social que ha
mantenido esa mordaza de silencio, más allá de la represión directa, que en
ocasiones ha sido y sigue siendo brutal. Aunque la casuística es muy diversa,
en la mayoría de los casos nos encontramos con poblaciones rurales pobres,
en muchos casos comunidades indígenas, con muy escaso poder político,
marginales o fáciles de marginar, en principio. Para esas comunidades, en
muchos casos, lo que está en juego no son propiamente derechos sobre el
agua, sino el territorio mismo en el que habitan. En zonas de montaña, donde
suelen darse las mejores cerradas para las grandes represas, el recurso más
preciado y escaso no es el agua sino las tierras habitables y cultivables del
fondo de valle, que acaban siendo inundados por los embalses. En estos casos
se pone en cuestión el derecho al territorio y a la existencia misma de las
comunidades. Más allá de compensaciones económicas, más o menos ajusta-
das a precios de mercado o escamoteadas, debe entenderse que un pueblo es
mucho más que un conjunto de casas expropiables. Los valores identitarios,
culturales y emotivos en juego, en éstos y en otros muchos casos, llevan hoy a
considerar el derecho colectivo de los pueblos a su territorio y a sus ecosistemas
naturales como un derecho humano, en el debate sobre la llamada tercera
generación de derechos humanos que tiene lugar actualmente en la ONU.
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Hoy se puede afirmar que tal política, no sólo ha resultado ineficaz a la hora
de reducir los gradientes de inequidad y pobreza, sino que, en particular, en
materia de aguas, lejos de garantizar el acceso a aguas salubres a los más
pobres, ha contribuido a fragilizar y empeorar su situación. Y es que, desde la
lógica del libre mercado, los pobres nunca han sido un buen negocio…
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Durante las dos últimas décadas, en este confuso y convulso marco internacio-
nal, se han levantado grandes movimientos contra la privatización y la
comercialización de los servicios de agua y saneamiento, al tiempo que se ha
reforzado la movilización contra la financiación pública con fondos del BM, de
megaproyectos hidráulicos que atentan contra los derechos humanos de las
poblaciones afectadas y que agravan la crisis de insostenibilidad de los
ecosistemas acuáticos continentales.
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Reducir los valores en juego al valor del agua como puro recurso, favorece las
presiones des-reguladoras y refuerza la lógica económica de mercado. Sin
embargo, asumir como base de la gestión de aguas el principio de sostenibilidad,
desde un enfoque ecosistémico, exige reforzar la responsabilidad pública en
esta materia. La complejidad de valores y derechos presentes y futuros que se
ponen en juego desde este enfoque, junto a la imposibilidad de parcelarlos
para apropiarlos, hacen del mercado una herramienta demasiado simple e
insensible a muchos de esos valores.
Por otro lado, más allá del reto de la sostenibilidad, emergen cada vez como más
fuerza problemas éticos vinculados a principios como el de equidad o el del dere-
cho a la vida, que nos plantean la necesidad de una reflexión más profunda en
torno a las funciones del agua, los valores y los derechos en juego.
Siguiendo este enfoque conceptual, son cada vez más los economistas que
denuncian el error que supone mercantilizar los bienes ambientales, como
puros inputs económicos. Daly, en concreto, razona así:
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sus funciones son diversas; y lo que es más importante, están relacionadas con
rangos éticos y categorías de valor diferentes, algunos de los cuales no son
gestionables mediante simples relaciones económicas de cambio, al no ser
sustituibles, de forma consistente, por bienes de capital. Por ello, es funda-
mental distinguir las diversas categorías de valor y de derecho que se relacio-
nan con ellas, en orden a establecer prioridades y criterios de gestión adecua-
dos (Arrojo, 2005):
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Dos son los principales argumentos empleados para justificar las políticas
desreguladoras y privatizadoras en este sector: Se supone que el sector priva-
do aportará las inversiones necesarias, de las que carece la administración
pública; y se supone que la libre competencia debe promover mayores niveles
de eficiencia y un mayor control de los usuarios mediante el ejercicio de sus
derechos como clientes.
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Hoy, más allá del reconocimiento formal tradicional del dominio público sobre
las aguas y los ecosistemas hídricos, nos encontramos ante la necesidad de
reflexionar sobre los retos que imponen, tanto el nuevo paradigma de
sostenibilidad, como la obligación de garantizar el acceso al agua potable,
como derecho humano, y la necesidad de desarrollar derechos de ciudadanía
global, que incluyan los servicios domiciliarios de agua y saneamiento.
Ante todo es preciso aclarar que no todas las actividades productivas deben
considerarse como simples negocios. Sin duda en muchos lugares del mundo
determinadas actividades agropecuarias vinculadas a derechos ancestrales o
históricos sobre recursos hídricos, son esenciales para el sostenimiento de
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Por otro lado, en este tipo de usos, no existe razón alguna que justifique la
subvención del agua, de la misma forma que no se subvenciona la madera al
carpintero, ni el gasóleo a la compañía de transporte. La escasez de aguas
para el crecimiento no puede entenderse como una desgracia o tragedia a
evitar, sino como una realidad a gestionar, inherente a cualquier bien econó-
mico por definición útil y escaso. En este caso, es preciso aplicar criterios de
racionalidad económica en estrecha vinculación con el contexto de relaciones
de mercado desde el que se gestionan las actividades productivas que emplean
el agua en cuestión.
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Sólo así podrá entenderse la coherencia social y ética de este enfoque, evitan-
do la tradicional manipulación del concepto del “interés general” y de “lo
público” para en última instancia beneficiar intereses privados.
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Carlos Santos2
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Por otra parte, el «conflicto» ambiental se diferencia del «problema»: «el proble-
ma ambiental no está acompañado de acciones por parte de los afectados. El
conflicto comienza cuando los (potencialmente) afectados inician acciones con
el objeto de evitar un daño ambiental o lograr su reparación» (OLCA, 1998).
6 Una interesante y
completa revisión de los
movimientos sociales del Desde el punto de vista conceptual, el principal obstáculo para el cumplimiento
continente es la
compilación de José del derecho humano al agua es su privatización. Esto es lo que plantea el investi-
Seoane, Movimientos gador canadiense Tony Clarke7. Pero privatización aquí nos remite a la etimolo-
sociales y conflicto en
América Latina (2003). gía del término: privatizar, privar de algo que antes era público. La idea no se
7 Tony Clarke, coautor - aplica solamente a los servicios públicos de suministro de agua potable, es bastan-
junto con Maude Barlow-
de Oro Azul (2004), forma te más amplia que eso. Clarke lo plantea de la siguiente manera: “El primer paso
parte del Polaris Institute de la privatización del agua es ponerle precio, lo cual se llama mercantilizar,
de Canadá.
8 El texto de Clarke forma convertir en mercancía algo que considerábamos un bien común, que ahora sale
parte de la sistematización del reino del bien común para ingresar al mercado” (en Barreda, 20068 ).
del «Taller Popular en
Defensa del Agua»,
organizado por el CASIFOP Precisamente, es la misma idea que está presente en la Observación General
en México, en abril de
2005. El resultado de esa Nº 15 (OG 15), relativa al «derecho humano al agua» emitida en el año 2002
sistematización ha sido por el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones
compilada por Andrés
Barreda, bajo el título Unidas (encargado de supervisar la aplicación del Pacto Internacional de Dere-
Voces del agua. chos Económicos, Sociales y Culturales, PIDESC)9. El artículo 7, por ejemplo,
Privatización o gestión
colectiva: Respuestas a la establece que «no podrá privarse a un pueblo ‘de sus propios medios de sub-
crisis capitalista del agua. sistencia’, los Estados Parte deberían garantizar un acceso suficiente al agua
Testimonios, experiencias y
reflexiones, Casifop-Itaca, para la agricultura de subsistencia y para asegurar la subsistencia de los pue-
México, 2006. blos indígenas” (OG 15, 2002, cursiva nuestra).
9 Al respecto ver «El agua
como derecho humano: de
la Declaración de Dublín a De la misma manera, el artículo 14 establece que “los Estados Parte deberán
la Observación General
15», de Santos & Valdomir, adoptar medidas para eliminar la discriminación de facto basada en motivos
en Aguas en movimiento, sobre los que pesen prohibiciones en los casos en que se prive a personas y
Santos, Valdomir, Iglesias &
Renfrew (2006). grupos de personas de los medios o derechos necesarios para ejercer el dere-
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cho al agua”. El artículo 56, mientras tanto, impone que “en ninguna circuns-
tancia deberá privarse a una persona del mínimo indispensable de agua” (OG
15, 2002, cursiva nuestra).
Una forma que está tan arraigada en el sentido común y que habitualmente no
consideramos privatización es el embotellamiento de agua. Ribeiro, siguiendo
a Clarke, plantea que el eje del negocio aquí es “transformar agua en agua”,
planteando a los consumidores un costo final que “es de mil a 10 mil veces
más caro”. 10 Silvia Ribeiro es
investigadora del ETC
Group.
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La lucha «en Defensa del Agua y de la Vida» tuvo como uno de sus mayores
espacios de amplificación las diferentes instancias del Foro Social Mundial en
Porto Alegre y en su última edición, en Caracas. Primero en Uruguay, luego
en Perú y más recientemente en Argentina han surgido “comisiones”, coali-
ciones o “encuentros” que resisten a la privatización del agua, bajo el lema
“en defensa del agua y de la vida”. Al mismo tiempo, ha surgido un ámbito
interamericano, la Red VIDA (Vigilancia Interamericana por la Defensa del
Derecho al Agua)11 , que ha servido como catalizador entre las diferentes ex-
periencias de lucha por el derecho al agua.
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Luego de ello, la articulación de una mesa técnica con otras -por el criterio de
la proximidad geográfica en primera instancia pero también por problemáti-
cas compartidas- se va dando de forma dinámica, originando instancias espe-
cíficas de coordinación y elaboración conceptual de la gestión de los servicios,
tales como los “Consejos Comunitarios del Agua”.
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nados por las normativas, los contratos, los entramados jurídicos, mu-
chas veces se ven imposibilitados de romper de manera soberana y
digna eso que nos han impuesto. Por lo tanto de lo que se trata tam-
bién es de romper la correlación de fuerza que nos permita que eso
escrito sea una realidad, y esa realidad solamente la vamos a conseguir
con algo que ustedes y nosotros sabemos: la organización y la movili-
zación de la gente” (Olivera, 2006).
Una clave necesaria para superar uno de los problemas básicos de la mayoría
de estas experiencias públicas de gestión -el financiamiento- es la cooperación
entre entidades públicas. Como han señalado Hoedeman y Kishimoto “las
asociaciones entre organismos públicos presentan un tremendo potencial para
acelerar la expansión de las buenas prácticas en la gestión del agua, pero se
trata de algo que no puede depender de la iniciativa y la filantropía de determi-
nados operadores” (Hoedeman & Kishimoto, 2006: 78).
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IV.
La lucha social y política
por el agua en el mundo
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Gustavo Reyes1
Era de noche cuando arribamos a Girardot, nuestro último destino fluvial. Fue
también la primera y única ocasión que no llegábamos a puerto con la luz del
día: A lo largo todo el recorrido, desde Barranquilla-recalando en Magangué,
La Dorada, Plato, El Banco, Barranca, Puerto Berrío, Gamarra, Chimichagua
o Mompox, siempre anclamos una mañana, o una tarde.
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estilo. Pero nunca hubo el menor incidente; como si nos hubiéramos desplaza-
do individual y colectivamente en burbujas protectoras, jamás un asomo de
riesgo verdadero, ni en tierra ni en agua. La explicación a esta buena ventura
a lo mejor estaba en el muelle del Club de Pesca, tres semanas atrás, cuando
casi la misma concurrencia asiste a una manda para que todo el trayecto trans-
curra venturosamente: Son las siete y treinta de la mañana del 8 de agosto de
2007, dos mamos kogui, maestro y aprendiz, rodeados por los viajeros que
forman un cero en torno suyo, ejecutan una sencilla ceremonia que no toma
más que unos pocos minutos, en los que solo los sábalos alimentados con
aceite y gasolina rompen el silencio al saltar alegremente sobre la superficie.
Aquellos 25 fluvionautas entre invitados, líderes regionales, sociólogos, sindi-
calistas, biólogas, periodistas, herpetólogas y científicos, se aprestan a reco-
rrer el río Magdalena, uno de los grandes ríos de América y el río interandino
de mayor extensión en Suramérica.
Más allá del cuello verde del buchón que acorrala los juncos, y de los empaques
de icopor, bolsas de polietileno, envases de gaseosa y cuerpos no identificados
que flotan en la corriente, el corazón de la ciudad, como un ajedrez de solo
alfiles, y una banderita de Colombia en una garita, flotan por sobre los juncos
erizados. Barranquilla y el gran río son consustanciales, no existiría la una sin
el otro, y sin embargo es un espectáculo exótico observarla deslizarse contra la
corriente, con sus fábricas, grúas y chimeneas humeantes en la distancia.
A medida que avanzamos, los barcos, contenedores y más grúas como jirafas
cubistas devorando toneladas de cualquier cosa empacada en contenedores, le
dan al río un aspecto animado y mundano. Lo sorprendente es que no hay que
adentrase mucho para encontrar pescadores artesanales. Aparecen de pronto,
con sus canaletes, sus sombreros de paja, magros y morenos, avanzando con la
corriente en canoas muy semejantes a las que hace un milenio bogaban por allí.
Desde ese momento hasta llegar a Plato, donde el río se abre de brazos por
entre islas de vegetación verde fosforescente, las moto-canoas y los taxis se
cruzarán con las chalupas muchas veces antes de que aparezca las torrecitas
amarillas del pueblo donde, pese a que en tiempos un hombre se volvió cai-
mán, los caimanes desaparecieron hace mucho. En este primer trayecto co-
menzaremos a aprender que el Magdalena tiene temperamento, y por tanto
se comporta con autonomía, que su caudal puede variar en cuestión de horas
y sus remolinos mantener a un cuerpo girando durante cuatro días antes de
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soltarlo. Sobre todo que se trata de una fuerza excepcional, a la que hay que
ver con admiración y tratar con respeto
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Magangué fue una puesta en escena de lo que vendría luego, porque en ade-
lante, sin libreto ni sugerencia el grupo asumió voluntariamente labores adicio-
nales para que todo funcionara de manera expedita. Así, podía suceder que
los dos invitados internacionales, Javier Martínez Gil y Oscar Olivera de re-
pente estuvieran haciendo parte de la fila que pasaba los equipajes de las
chalupas a los taxis, o fueran los encargados de administrar y repartir las
vituallas que consumimos mientras navegamos, como cualquier hijo de veci-
no. Ángela Gutiérrez y Natalia Atuesta, hidróloga y herpetóloga, las más jóve-
nes de la tripulación, se encargarían en adelante de los equipos de proyección
en aquella maleta metálica plateada, mientras que Enrique Galán, Presidente
de Ecofondo, se convirtió aparte de coordinador de foros, instalador y porta-
dor de pesadas cajas de pendones, mientras que el periodista José Adolfo
Bernal, y el camarógrafo Javier Quintero, se transformaban en coteros cuan-
do la ocasión y la falta de ayuda lo exigían, etc.
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Por el atrio del auditorio, de altas paredes de ladrillo color panela, gracias a la
acertada combinación con el Movimiento de Veedurías, MOVER, de Girardot,
los ponentes, junto con bachilleres y universitarios, pescadores, ambientalis-
tas, biólogos, profesores, sindicalistas y particulares, desfilaron a lo largo de
una mañana ardiente y una tarde abrasadora sin el menor contratiempo.
Fuera del auditorio esperaban no solo los fluvionautas en pleno, sino admira-
dores que lo colmaban con un raboegallo, libros, una medalla, un recuerdo,
sobres de papel manila, una invitación, un plegablito, apretones de mano,
hasta que irrumpían en el cerco los periodistas. A continuación, y mientras le
hacía el quite a un sol inflexible, en un cuarto de hora Oscar Olivera concedió
cinco entrevistas para radio, prensa y televisión, corrió hasta el taxi, que espe-
raba meneando las luces de estacionamiento y así, sin poder creerlo del todo,
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Esa misma noche en el hotel, bajo una luna que brincaba por encima de las
palmas y rielaba en la piscina, se llevó a cabo la última ceremonia de la nave-
gación. Sabíamos que no habría otra ocasión de estar todos reunidos y había
esa predisposición afectuosa a compartir. Al calor de los primeros rones aca-
bamos conformando un círculo más amplio pero muy parecido al que había
precedido la navegación en el Club de Pesca semanas atrás. Solo que ahora
era de noche y habíamos convertido en un hecho lo que un año atrás era una
idea con mucho brío, pero nada más. Entonces, cada cual reveló a los demás
una historia acerca de su río favorito, una especie de confesión espiritual que
entusiasmó tanto a Martínez Gil que convocó a los fluvionautas y como él
suele hacer en la cresta de las emociones, se desbordó. Había sido simple-
mente uno más de nosotros y ahora quería – era incapaz de guardárselo-
expresar lo que sentía al respecto, y algo más. Ese algo más vino después de
una emocionada evocación del río, que fue a la vez homenaje de admiración
por la corriente de agua más importante de Colombia y una invitación a la
lucha, a no desfallecer en el Referendo, porque allí radica la gran esperanza de
rescatar la riqueza hídrica nacional, pero sobre todo, porque se trata de un
país poblado por gentes amantes de la vida, que no pueden darse el lujo de
dejársela arrebatar o destruir. A continuación selló la hermanadad entre los
luchadores por los ríos confiriéndole a Mercedes Bwchwal un cordón del cual
pendía una piedrecita proveniente del Ebro, su río amado y por el cuál acabó
convertido en figura de la nueva cultura del agua. Mercedes, transformada
durante el viaje en La Mami, merced a su calidez y cuidado con los viajeros,
fue honrada con este collar en representación de los fluvionautas, y el otro
canto rodado proveniente de un antiguo continente fue para Rafael Colmena-
res, que lo recibió en nombre de la campaña y le prometió al oferente un sitio
especial en la sede de Ecofondo y en los corazones de los viajeros. El resto de
lo que ocurrió esa noche se pierde en la anécdota y la leyenda de las próximas
travesías
299
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Por su lado los talleres sobre anfibios, sobrepasando todos los cálculos, se
transformaron en un excelente canal de expresión para las comunidades que,
más allá de los trabajos de campo, de descubrir el importante papel que juegan
en la supervivencia humana las ranas y los sapos, con los que han convivido,
compartieron sus conocimientos, preocupaciones y vivencias con herpetólogos
de la talla de Juan Manuel Rengifo, o investigadoras como la bióloga y
herpetóloga Mariela Osorno, o Ángela Gutiérrez y Natalia Atuesta, especialis-
tas en la vida del río y sus variedades piscícolas. Pero también operaron como
canales emocionales a través de los cuales muchas comunidades descubrieron
que no estaban solas en sus calificaciones y en sus angustias, con lo que se
generaron vínculos invaluables para la futura defensa del agua mediante su
conversión en derecho humano.
300
Colombia: ¿un futuro sin agua?
El Magdalena,
un río que nos regala un lenguaje.
Palabras ante el Foro de Girardot
Oscar Olivera1
301
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Hemos visto un río y una gente preocupada, angustiada, un río y una gente
olvidados e invisibilizados, pero un río en movimiento como también lo está la
302
Colombia: ¿un futuro sin agua?
gente de las riberas, y un río con mucha fortaleza, que a veces da miedo por su
fuerza, pese a que navegamos por él seguros en las barcazas de nuestros
hermanos. Un río que nos regala un lenguaje que nos falta a nosotros descu-
brir, escuchar sus mensajes, y salir de la mudez, oírlo con el corazón, como
debe ser la comunicación entre la gente y el río, que debe servirnos para
reflexionar y generar estos espacios donde creo que nos tenemos que ver
como iguales. Qué bueno que esté aquí la universidad, los estudiantes, los
activistas, los científicos y los académicos, porque estar juntos es la única
forma de que entre todos podamos establecer estos espacios de recuperación
de nuestra palabra.
303
Colombia: ¿un futuro sin agua?
cial, ningún tipo de espacios como el Comité de Defensa del Agua y la Vida de
Colombia llegue a estar comprometido con ningún tipo de interés partidario o
económico. Su voz no puede estar alquilada a ningún tipo de interés que no
sea el interés del pueblo, y creo que lo importante es mantener esa autonomía,
para recuperar la confianza entre nosotros, y fundamentalmente la confianza
del pueblo colombiano, que he visto está influido por la desconfianza. La
recuperación de la confianza debe partir de la construcción de ella en uno
mismo y en el otro, y ese es un desafío en torno al cual debemos empezar
nosotros a trabajar.
Finalmente, quiero terminar diciendo que las luchas que están librando los
pueblos de todo el mundo son victoriosas, pero significan un enorme sacrifico
para la población, y nosotros como ciudadanos del común no queremos que
nuestros pueblos se sigan desangrando; pero si es necesario dar nuestra vida
para construir una vida nueva lo vamos a seguir haciendo. Los tiempos de
silencio y oscuridad, hermanas y hermanos colombianos deben terminar aquí
en Colombia. En otros pueblos hemos terminado con estos actos y estos tiem-
pos de silencio y oscuridad y de terror, y creo que los tiempos de victoria, de
solidaridad, de transparencia, de respeto, tienen que ser también los tiempos
que lleguen hasta el pueblo colombiano. Muchas gracias por su solidaridad, su
hermandad y su atención.
304
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Javier Martínez1
Apenas hace tres días que estoy de nuevo en casa, en mi Zaragoza2 . Tal y como
suponía, el «aterrizaje» me está resultando emocionalmente difícil, porque mi
mente y mi corazón siguen todavía ahí, repartidos entre el Magdalena y vosotros.
305
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Luego resultó que nada de lo que había imaginado resultó así. Las horas de
navegación no fueron tantas como las que yo había supuesto, porque nuestras
lanchas eran auténticos torpedos; ni tampoco resultaron tan silenciosas, por-
que los doscientos caballos de sus motores daban la impresión de estar nave-
gando encima de un ruido. Pero es que, además, el ritmo de trabajo de cada
día resultaría frenético, sin descanso, desde la mañana a la noche. Apenas
tuve tiempo de leerme una colección de antiguas historias de Gabriel García
Márquez que encontré en Puerto Berrío, en un quiosco de periódicos, que
vendía libros usados. Me costó 1.000 pesos; es decir, apenas 0,4 ¤; pese a
todo, tuve que acabarlo en el avión, en mi vuelo de Bogotá a Nueva York
306
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Ahora que el gran viaje por el Magdalena es ya historia, al hacer balance de todo,
pienso que a pesar de mi buena voluntad y de toda mi predisposición y entrega, el
saldo me ha sido tremendamente favorable en la medida que he recibido mucho
más de lo que haya podido dar; he recibido mucho de todos y cada uno de voso-
tros, así como del propio río, que nos ha hablado y nos ha contado sus penas.
He recibido mucho también de ese otro río humano, el de las gentes que han
desfilado a lo largo de casi tres semanas de navegación, compartiendo con
nosotros emociones y, sobre todo, la esperanza de construir un mundo feliz,
una Colombia más hermosa, más tranquila y más igual. He vuelto con el alma
llena, enriquecida por un mundo de vivencias que colma mi interior, que he
recibido como un auténtico regalo, inesperado e inconmensurable, de la vida.
***
A lo largo del viaje por el Magdalena he tratado de daros aquello que os podía
ofrecer en un contesto hidrológico, social, político y cultural para mí descono-
cido. Ese algo ha sido mi afecto y algunos atrevidos consejos relacionados con
mis experiencias españolas, pues aunque cada país es una realidad hidrológica
diferente, hay en todos ellos realidades, problemas y causas que los generan,
que son comunes.
307
Colombia: ¿un futuro sin agua?
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
En la gestión del agua, como en la de tantas otras cosas más, se ha pasado del
uso al abuso. Pero la cosa continúa; ahí están los megaproyectos hidráulicos
devastadores, a desarrollar por iniciativa del gran capital transnacional en to-
dos los continentes, ese ente abstracto, sin rostro humano y sin patria, que
tiene una visión cortijera de la vida y de los patrimonios del planeta.
Hoy apenas quedan ríos en toda la Tierra, ríos que conserven un buen nivel de
pristinidad, que ofrezcan su ancestral poder evocador, cuyas aguas sigan sien-
do la auténtica fuente natural y pública de proteína animal que siempre fue
para las gentes ribereñas. Lo poco que queda de los grandes ríos está ya en el
punto de mira de intenciones bastardas. Sudamérica, el gran continente fluvial
de la Tierra, es todavía, después de más de cinco siglos, territorio de conquista
para propios y extraños. El respeto a los ríos, a los sistemas acuáticos y a todo
lo que pueda ser convertido en mercancía y poder, brilla por su ausencia
frente a la ceguera de la codicia. Esa es mi impresión.
309
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Los ríos y la gestión de las aguas siguen siendo bocados vorazmente apeteci-
dos por parte el sector hidroeléctrico, del sector de la navegación, por parte de
quienes quieren dar salida fácil y barata a los expolios proyectados en el inte-
rior del continente sudamericano con la explotación de sus minerales, sus
bosques, sus ríos, su potencial pesquero que es su fuente natural de alimenta-
ción natural, sus biodiversidades, y, lo que es peor, sus culturas y sus gentes.
Son bocados apetecidos también por las grandes multinacionales de la cons-
trucción, por las cementeras y, cómo no, por las empresas de abastecimiento
de agua, para cuando dentro de muy pocos años todo esté contaminado y
haya que beber agua envasada, algo que como empieza ya a ser un hecho
generalizado en Colombia y en casi todos los países del mundo, que hace que
el simple hecho de beber agua natural impoluta, algo que desde que el ser
humano existe fue siempre un bien libre, está siendo un lujo, un privilegio
accesible a quien lo puede pagar y, en todo caso, un diezmo que la sociedad
tiene que pagar a las multinacionales del sector.
Las presas y las detracciones de agua, sean para el regadío o para la creación
de saltos hidroeléctricos, junto al uso de los cauces para verter en ellos las
aguas que arrastran los desechos molestos de la actividad humana; la extrac-
ción de gravas y arenas de sus lechos, la canalización de las orillas para la
navegación, la suciedad inherente a ese tipo de actividad, además de la inva-
sión de la zona inundable de ríos y ciénagas por parte de agricultores y en
especial de los ganaderos, cuando no por el propio asentamiento de polígonos
industriales, incluso por el mismo hábitat humano, han creado un panorama
planetario de desolación que nos es ya familiar.
En pocos años los ríos han dejado de ser el objeto de respeto que fueron desde la
más lejana antigüedad, cargados de simbolismos, el lugar de socialización y dis-
frute familiar de los días de domingo. Han dejado de ser la fuente pública de
proteínas que siempre fueron. Los ríos han sido elementos de identidad de los
territorios por los que han circulado, protegidos por deidades y espíritus del bien
frente a la acción predadora de los seres humanos. Hoy los hemos degradado,
convirtiéndolos en simple mercancía, en punto de mira de grandes negocios.
Más allá del análisis cuantitativo de realidades hidrológicas cuyas cifras desconocía,
y que en buena parte sigo desconociendo porque no es fácil para mi encontrar los
datos pertinentes de Colombia y del Magdalena, he tratado a lo largo de la navega-
ción, y ahora también, de transmitiros argumentos morales y principios de bien-
hacer en relación con los ríos; algo que pudiera ayudar al advenimiento de una
nueva ética hidrológica que el país necesita, que permita un pronto cambio de
actitud colectiva respecto a los ríos, en definitiva respecto a nosotros mismos.
310
Colombia: ¿un futuro sin agua?
***
Muchas veces he dicho que los ríos son parte consustancial de los territorios
en los que nacen y por los que fluyen; que son bastante más que un recurso a
explotar, porque son patrimonios sagrados de memoria, de cultura e identi-
dad; por eso, no he dudado nunca en afirmar que destruir un río es mucho
más que degradar sus aguas, alterar su dinámica natural o empobrecer su
biodiversidad de flora y fauna; más incluso que la cadena de equilibrios natura-
les que alimentan. La destrucción o la de gradación de un río llevada más allá
de un determinado nivel es una auténtica amputación espiritual que se hace a
la relación emocional entre el ser humano y su territorio; es un paso hacia el
desarraigo humano. Un pueblo sin raíces es un pueblo sin historia y sin futuro,
“carrasca que se secará”, dice una de las canciones de nuestro repertorio
popular conocida como Perdido país.
Argumentos de esta naturaleza son ahora, más que cualquier otro tipo de razo-
nes, los llamados a poner en marcha un proceso de regeneración del pensamien-
to hidrológico colectivo de cada país; los que pueden llegar a desencadenar un
movimiento ciudadano de dignidad a través de la toma de conciencia de lo que
emocional y culturalmente significa un río para un territorio y para sus gentes.
Un río es todo lo que en sus aguas o de sus aguas vive, todo lo que esas aguas y
la magia de su fluir crean y evoca; los ríos son un valor de identidad de un
territorio mayor que el de una catedral, monumento o legado de la historia huma-
na. ¿Os imagináis que serían ciudades como Plato, Magangué, Mompóx, El Ban-
co, Barrancabermeja, Puerto Berrío, La Dorada, Girardot, que hemos visitado, si
el Magdalena se secara y desapareciera, o si se lo degradase a niveles tales que
desapareciera el poder evocador que, pese a todo, aún conserva? Serían como
lugares sin alma. ¿Acaso alguien puede sentirse identificado con una cloaca, con
un lugar sin vida e insalubre, con un despojo de la barbarie humana?
Este tipo de argumentos son los que tal vez un día nos lleven a soltar un
¡basta ya! ¡hasta aquí hemos llegado, y no más! No sabemos cuánto vale un
río, porque -como el amor-, no es mercancía cuantificable; su dimensión es
otra, pero sí empezamos a saber cuál es el coste de su desaparición.
Mis pensamientos al respecto es ese plus que la Nueva Cultura del Agua re-
presenta respecto a lo que simplemente sería una nueva hidrología, más efi-
ciente, más respetuosa con la salud de los ecosistemas, mejor manipuladora
del agua, y más barata, que no deje de considerar al agua esencialmente como
un recurso a explotar sin llegar a matar la gallina de los huevos de oro. La
Nueva Cultura del Agua que yo un día definí es eso y mucho más; es aprender
a mirar los ríos y el agua desde otra manera.
311
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Las esencias de mi discurso a lo largo de esta navegación creo que han sido
generosamente recogidas en las grabaciones que en diferentes momentos me
hicieron Fernando, Javier, Julio, José, Gustavo y Ángela, personas todas ellas
con las que me sentí muy a gusto, simplemente porque me permitieron expre-
sara en profundidad, más allá de un repertorio de etiquetas y sentencias; por
eso tal vez me parecieron unos buenos profesionales de la información, gente
que entiende que el protagonista de una entrevista no es el que pregunta sino
el entrevistado, que es quien tiene algo que decir, y a su manera.
Más allá de todas esas reflexiones hidrológicas de orden metafísico y de otras más
que sin duda iré matizando y expresando en este escrito, pensamientos y análisis
que me han ido surgiendo a lo largo de toda la navegación, he tratado de contri-
buir con vosotros a crear un clima humano de afecto, ternura y confianza, en un
escenario en principio complicado, pues convivir en armonía y buen humor du-
rante tres semanas seguidas, las veinticuatro horas de cada día, al ritmo de trabajo
que nos hemos movido, no era en principio una empresa fácil; requería mucha
atención y mimo. Hoy podemos decir que entre todos lo conseguimos, cada uno
en su papel. A mí me tocó jugar el mío, el que yo mismo decidí tomar.
Los pobres, los desheredados del progreso, de las conquistas del saber, de la
ciencia y la tecnología humanas, ya tienen suficiente desgracia con ser pobres,
por eso vuestro mensaje pretende que haya un mínimo vital -que para cada
colombiano menesteroso debería ser gratuito-, costeado con la tarifa de los
más pudientes, en la medida que su consumo se aleje del estándar mínimo.
Ese mensaje no solo merecía mi aplauso personal, sino creo que también el de
la Fundación de la Nueva Cultura a la que en buena manera he estado repre-
sentando en calidad de embajador internacional. Cuando en España se ha
hablado de ese mínimo, se ha señalada la cifra de 60 litros por habitante y día.
312
Colombia: ¿un futuro sin agua?
de la lluvia que alimentaba al río. Mi pregunta les pareció tan absurda que no
acababan de entenderla, hasta que tras mi insistencia y pertinentes aclaraciones,
una de aquellas niñas contestó: “Del cielo,… y de Dios”. Al preguntarles de quién
más, me contestaron lo que es evidente para un ser todavía puro: “De todos”.
313
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Aun tengo muy grabadas en mi mente las imágenes de esas gentes, las que
vimos en El Cerrito, cerca de El Banco, conviviendo con la más increíble falta
de higiene, bebiendo directamente el agua del río, salpicadas sus calles de sus
propias heces, en medio de charcos inmundos, con cerdos deambulando entre
niños semidesnudos o desnudos. Un niño del primer mundo no habría sobre-
vivido una semana. Pese a todo su cara era de felicidad e inocencia; sus rostros
transmitían la belleza sublime de la inocencia humana. Esos niños no existen
en mi mundo, en mi pretendida sociedad del bienestar. Pese a todo, me pre-
gunto si alguien se ocupa de ellos, si saben las instituciones de su miseria.
Quienes gobiernan olvidan cada vez con mayor intensidad y frecuencia que la
política es precisamente el arte de bien gobernar; es decir, de administrar los
intereses contrapuestos que en cada momento pueda haber en la sociedad,
sabiendo discernir entre los coyunturales y permanentes, los públicos y los
privados, los legales y los legítimos, entre el precio y el valor de las cosas,
sobre-imponiéndose a las prisas de la inmediatez, ponderando los afanes del
momento con los derechos de las generaciones venideras, los de esas gentes
que por no haber nacido aún no tienen voz en los parlamentos que deciden el
futuro. Quien gobierna en nombre de todos debe replantearse en cada cir-
cunstancia el significado de la palabra “progreso”, y el de expresiones como
“bienestar general”, “derechos de las mayorías”; debe estar impregnado de las
esencias del llamado principio de precaución, y entender que la grandeza de la
democracia está precisamente en el respeto a los derechos fundamentales de
las minorías, como pueda ser el derecho a la propia identidad colectiva expre-
sada a través de las formas de cultura y de vida, de la personalidad de los
paisajes, de la lozanía de sus ríos, y de la calidad del agua y del aire.
314
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Tal y como dije a lo largo de mis intervenciones en los foros, en las instalacio-
nes y en nuestras conversaciones internas, los seres humanos hemos avanza-
do mucho en el conocimiento de la materia y de sus propiedades, en la física
y la química de la vida, pero hemos empleado ese conocimiento en un afán
patológico de hacer negocio con todo, y a costa de no importa qué, de forma
que hemos hecho de la vida una alocada competición de ganar dinero, que
no tiene meta posible, en la que todos acabamos siendo perdedores, porque
la edad, más pronto que tarde, más pronto de lo que nos imaginamos nos
acaba relegando de la competición; en ese momento la fama nos abandona, y
empezamos a tomar conciencia de que la fortuna amasada no da calor y que
nadie se la puede llevar consigo al otro mundo.
Una vez oí decir al cantante Joan Manel Serrat que el éxito personal en la vida
no está en acaparar nada, ni siquiera fama, sino en sentirse querido. Si te
sientes querido por los demás, es porque ellos se han sentido antes queridos
por ti ¿Puede haber compensación más grande? Hoy eso, en nuestro modelo
de sociedad, no se entiende, y nadie es educado, ni siquiera los niños, para
entender que dar es mejor que recibir, y que la fraternidad es un principio
moral no solo obligado, sino inteligente.
A fuerza de querer acumular saber, pensando que nos sirve para conquistar
cotas de poder o caprichos intrascendentes, algo que los demás no puedan
adquirir, para así ser objeto de envidia y respeto, nos hemos olvidado para qué
sirve el saber. El afán de poder, con la tecnología como su arma más eficaz y
su aliada, han hecho de nosotros, de la inmensa mayoría de los humanos,
unos borregos, capaces de tragarnos las farsas, la morralla y las sandeces
cotidianas de la televisión, con todo su morbo y sus programas estúpidos, con
su escandalosa e irresponsable trivialización de la violencia, y con su superfi-
cialidad. Gracias a esa tecnología hemos construido una sociedad patológica-
mente hedonista, en la que todo lo que es negocio está justificado. Es así
como de la violencia hemos hecho espectáculo cotidiano, de los reality shows,
de la violación de la intimidad ajena, del morbo, y del sexo esclavo, espectácu-
los mediáticos por el simple hecho de que generan movimiento del dinero y
puestos de trabajo, sin reparar en los costes materiales ni morales. Esa es la
cruda realidad, de ahí para arriba todo vale.
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
Las relaciones del ser humano con la naturaleza son cada vez más pobres. El
“progreso” nos hace día a día más huraños, más solitarios y más insolidarios, sin
tiempo para convivir ni para disfrutar de las pequeñas/grandes cosas de la vida;
sin tiempo para hablar y pensar, para amar, para la ternura, para escuchar el
canto de los pájaros y el croar de las ranas; sin tiempo para maravillarnos ante la
luz de una luciérnaga o ante la alegría del color rojo de una amapola.
Sin tiempo para envidiar la libertad de las nubes y de los pájaros que surcan los
cielos, para oír el murmullo del agua ni para abrazarnos con alguien mientras
se pone el sol; sin tiempo para bañarnos desnudos en la noche, sintiendo el
fluir del agua en la piel bajo la luz de la luna… Sin tiempo para las pequeñas
locuras, para leer a los grandes sabios de la historia, para departirlo con los
seres queridos, para achuchar a nuestros hijos, para apretarlos contra nuestro
regazo ni para contemplarlos mientras duermen. Sin tiempo para amar a nuestra
pareja, para visitar al enfermo, para honrar a nuestros mayores o para com-
partir la pena con los desheredados de la vida, los marginados del progreso.
Sin tiempo para disfrutar de la amistad.¡Sin tiempo para no hacer nada! para
el dolce fare niente. Sin tiempo para observar qué está pasando, qué mundo
estamos dejando.
Buscamos la velocidad, no para acabar antes y tener más tiempo para noso-
tros, sino para producir más cosas, para doblegar a nuestros competidores,
para trabajar más y poder comprar más cosas estúpidas que ellos, cosas que
no necesitamos, que crean adicción porque creemos que proyectan en los
demás nuestra imagen de poder. El deseo de poder y ostentación no tienen
límite de satisfacción posible, de manera que nuestro sino es vivir en un estado
de permanente de ansiedad, de insatisfacción existencial. Así es todo. Esa es
la filosofía que mueve e inspira hoy en día al mundo; a cada uno dentro de su
nivel y su escala, a gobernantes y gobernados. Así van las cosas.
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
Cuando estamos bien por dentro, es fácil que lo estemos también por fuera;
bien con la naturaleza y con los demás seres humanos. Quien vive bajo míni-
mos, quien apenas logra subsistir, quien vive sumido en la hambruna, en la
desnutrición crónica, en la miseria y en el desprecio, sin acceso a la asistencia
médica y farmacéutica más elemental, ni siquiera al agua potable libre de
elementos tóxicos o peligrosos, de gérmenes patógenos, quien pasa necesi-
dad, no puede estar bien. Y quien vive en el pecado de la ostentación, en el
afán desmedido e insaciable de poder rodeado de miseria, no puede estar bien
con sus hermanos, con la naturaleza ni consigo mismo, por más ostentación
que quiera hacer de lo contrario.
***
317
Colombia: ¿un futuro sin agua?
Esas forma de vivir que eufemísticamente por inercia nos hemos acostumbra-
do a llamar “progreso”, “primer mundo”, “sociedad del bienestar”, están lle-
nas de soledad, de insolidaridad, de miserias, de fracasos, miedos y violencia;
llenas de gente frustrada, de solitarios en manada, de agresividad, de falta de
ternura, de personas mayores que aparecen muertas en su domicilio al cabo
de dos semanas, detectadas gracias al olor de la descomposición de su cuerpo,
sin que nadie antes les haya echado en falta. Ese es el mundo que estamos
creando. Nunca antes fue así. Hemos dado un peligroso paso atrás; hemos
olvidado lo aprendido a través de milenios. Mucho de lo desaprendido tendre-
mos que ponernos a aprenderlo de nuevo
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
Hay una causa mayor, una especie de causa de todas las causas, de las que
éstas no son sino su efecto y sus manifestaciones. Ya la he señalado, pero
insistiré: es el actual modelo de progreso que gobierna toda nuestra actividad
y nuestra conducta como humanos. No es tal progreso -insisto-, sino una
alocada huida hacia adelante, un “darle fuego” a todo, sean personas, cultu-
ras, valores, ríos, bosques, suelos, flora, fauna, océanos, atmósfera, recursos
no renovables, patrimonios culturales y de memorias, etc. ¡todo!
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
catarsis general más, como las muchas habidas, solo que esta vez de dimensio-
nes planetarias y de efectos sin precedentes en la historia de la humanidad,
sólo evitable si desde la inteligencia somos capaces de dar el oportuno golpe
de timón, antes de que el polvorín estalle.
Colombia, con sus políticos y sus gobernantes, con la coacción a los ciudada-
nos ejercida a través de la violencia que subyace en todo momento y lugar,
forma parte de esa realidad machista que todo lo domina. Mi impresión es que
se trata de un país que en ciertos aspectos esta sumido ya en esa catarsis
anunciada; es una sociedad que está pagando las consecuencias de la torpeza
de las persona que han gobernado su destino, el del territorio y el de sus
gentes, durante más de cinco siglos de dominación. Esos predadores han
estado y están no solo fuera, sino dentro también. No hay que buscar enemi-
gos fuera de casa, porque dentro hay ya demasiados.
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
Los medios nos hacen mirar continuamente a otra parte, allí donde la mirada no
pueda resultar molesta, donde no sea capaz de tomar conciencia de nada. He-
mos llegado a creer de manera instintiva que lo que la tv no muestra y los perió-
dicos no comentan, no existe. La imagen que a través de la tv he visto a lo largo
de estas semanas sobre la realidad de los colombianos, nada tiene que ver con la
que he percibido en el mundo real a lo largo de la navegación, en ciudades,
corregimientos y veredas. Esto es así porque el poder tecnológico de los medios
está hoy más que nunca al servicio de una disparatada y ciega realidad, al servicio
de la domesticación de las gentes, entretenidos mirando un mundo que saben
que no es el suyo, pero que les hace soñar y los adormece.
***
La raíz de los problemas del agua en Colombia, por referirnos al tema central
de nuestra navegación por el Magdalena, no está en la imperfección de un
saber hidrológico todavía incipiente e inacabado, ni en la falta de estudios
pertinentes de la realidad, porque muchas de las cosas, las más flagrantes y
perentorias, en general son simples cuestiones de sentido común.
En Girardot se vino a decir que nadie regala nada, que no hay paraísos natu-
rales que no sean construidos con la mayor de las riquezas que puede tener un
pueblo: su capacidad de trabajo, de organización y de ilusión, y yo añadiría
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
Me habéis oído decir muchas veces que “todas las aldabas hoy son ya pocas
para llamar la atención sobre lo que está ocurriendo en el mundo”, la del
hombre público, la del científico y el sociólogo, la del artista y el deportista de
elite, la del personaje famoso, la del escritor, la del líder religioso, la de los
funcionarios, la de los docentes y educadores… y la de las amas de casa y la de
niños. He dicho muchas veces durante la navegación que los problemas del
agua en Colombia, incluidos los del agua potable, el saneamiento, la degrada-
ción de los ríos y la percepción que de ellos tienen los ciudadanos, no son sino
la manifestación en versión hidrológica de una realidad mayor, que se ha apo-
derado del espíritu y la praxis del país. Como tantos otros, atrapado también
en la realidad planetaria que hemos ido construyendo.
Hoy por hoy -salvo excepciones minoritarias, de las que los “magdalenautas”,
esos “quijotes fluviales del siglo XXI” que en cierto modo hemos sido duran-
te tres semanas, como dijera un día nuestra querida y admirada Ana Silvia,
Colombia no es un pueblo trabajador ni imaginativo; la sociedad es civil co-
lombiana es muy débil y apenas está organizada, a la vez que vive sumida en la
indolencia de su propia realidad, como lo muestra el lamentable estado gene-
ral de sus sistemas de abastecimiento de agua potable y de saneamiento de las
residuales. He observado mucha desidia ciudadana, mucha suciedad injustifi-
cada, que nada tiene que ver con las actitudes de los gobiernos; es algo que
pertenece estrictamente al mundo de lo personal, de la cultura cívica, de la
voluntad de cada país.
He visto durante la navegación cómo los ríos de la cuenca del Magdalena son
utilizados como auténticas alcantarillas de las aguas residuales urbanas, y de
las procedentes de la actividad ganadera, minera e industrial del país, sin que
por ello la sociedad reaccione. El río Bogotá es el exponente más significativo
de esa deplorable realidad; su guinda es el propio Salto de Tequendama, que
tuve ocasión de visitar el domingo día 26 en mi retorno de Girardot a Bogotá.
Algo que debería ser una maravilla de la naturaleza, una joya del patrimonio
natural, muestra de la belleza del país, orgullo nacional y un símbolo de identi-
dad, es de hecho una cascada de aguas negras, de auténtica mierda urbana,
con unos caudales mermados por la detracción para la generación de electri-
cidad. ¿Dónde está el sentido de la dignidad y la autoestima?
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
En esa realidad resulta muy socorrido para los gobiernos colombianos caer en
la dinámica de la privatización de los servicios más perentorios del país, a
cambio de la promesa de grandes inversiones de capital privado; por eso hay
que andar con mucho cuidado para no caer en el abuso ni en la trampa. La
intervención privada dispuesta a poner dinero no lo va a hacer si no es a
cambio de una concesión muy favorable, en la que sus expectativas de gran
negocio queden clara y generosamente blindadas.
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
Los problemas del agua potable, del saneamiento y la depuración son en Colom-
bia de tal envergadura y urgencia que nadie puede esperar de gobierno alguno
que sea capaz de resolverlos de la noche a la mañana. Es necesario que los
ciudadanos tomen iniciativas, sabiendo que a veces entre el todo y la nada hay un
punto medio, en el cual puede estar la “solución de espera” al problema.
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
Esa realidad es una gran dificultad para la navegación que requiere de cierto
calado, contra la que apenas se puede luchar; cualquier intervención que se
haga será perecedera, de la que el mayor beneficiado será siempre el construc-
tor. En ese sentido, creo que la navegabilidad del Magdalena da lo que da, y
nada más; quiero con ello decir que debe adaptarse a la dinámica del río,
ayudada si acaso con pequeñas intervenciones a favor de esa dinámica, sa-
biendo que serán siempre correcciones de efecto efímero. En este caso, la
mejor manera de mantener una navegabilidad natural es mediante una labor
de permanente batimetría y balizado de los canales, ayudada de pequeñas
intervenciones locales ocasionales.
Me han sido referidas cifras que hablan de valores medios del orden de 0,6 mg/
l; es decir, 0,6 kg de tierra por cada metro cúbico de agua. Se trata de sedimentos
del tamaño arena fina y lodo; las arcillas no son dominantes a juzgar por el simple
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
tacto. No sé en qué modo son esas cifras representativas de la realidad del río, ni
de qué orden de magnitud son los valores extremos, que es cuando el río se
expresa en toda su grandeza. Opino, sin embargo, que la mayor parte de los
sedimentos, al menos una parte muy significativa, procede de la erosión por
zapamiento de los taludes de cientos de kilómetros de orillas inestables, en conti-
nuo estado de inestabilidad, causada por la propia corriente y por el oleaje, sea el
natural o el generado por el paso de las embarcaciones.
Sobre la calidad de las aguas del río no he llegado a manejar datos concretos.
Desconozco cuál es su nivel de nutrientes, tanto en el río como en las ciéna-
gas, relacionados con el uso de fertilizantes y con los vertidos domésticos.
Desconozco, igualmente, su contenido en materia orgánica de rápida y lenta
biodegradación, el contenido en detergentes, en hidrocarburos y en metales
pesados. Desconozco el nivel de elementos tóxicos contenidos en las vísceras
de los peces de consumo común, como el “bocachico”. Se habla de la conta-
minación perniciosa de las curtimbres y de la actividad minera del oro, que
manejan mercurio, cromo hexavalente, cianuros, etc. pero en la navegación
no hemos llegado a disponer de cifras concretas al respecto.
Lo mismo podría decir de los aspectos bacteriológicos; si bien es cierto que sobre
la cuenca del Magdalena vive cerca del ochenta por ciento de la población de
Colombia, es decir, más de 35 millones de personas, con toda su actividad indus-
trial, vertidos hospitalarios, y los complejos productos químicos utilizados en los
hogares, que van a parar todos ellos a los ríos del sistema Magdalena sin depura-
ción previa relevante, lo que representan en sí mismos un foco potencial de
contaminación peligrosa de las aguas, tanto más grave cuando una buen aparte
de la población utiliza los ríos como su fuente de agua bruta.
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
propio río, en el que la vista se llega a perder río abajo, antes de que se
produzca la mezcla de las dos masas de agua.
Debo confesar que uno de mis deseos profundos cuando decidí aceptar la
invitación de acompañar a la navegación por el Magdalena, fue poderme ba-
ñar en sus aguas. Pese a mis deseos irresistibles de hacer esa inmersión simbó-
lica, ese ritual de renacer al que son asociadas las aguas de todos los grandes
ríos del planeta, y pese a estar a punto de hacerlo en lugares donde había
muchachos bañándose, mi repugnancia a sumergirme en esas aguas fue supe-
rior a mi deseo, de forma que volví a España con esa pequeña/gran frustra-
ción después de más de 1.200 km recorridos por el río. El Magdalena ha sido
el único de los grandes y carismáticos que he conocido, en cuyas aguas no me
he atrevido a bañarme. Es más, en todo mi recorrido por el país por el bajo y
medio Magdalena, sólo he encontrado en dos lugares aguas limpias, que me
ha apetecido contemplar y dialogar con ellas: las de la pequeña ciénaga de
Guarinocito, que al parecer se alimenta de aguas subterráneas, y las de en un
pequeño arroyo de aguas cristalinas y saltarinas que desemboca en él.
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
***
Por otra parte al gestor político y a los gobernantes tampoco les interesa la
participación directa de los ciudadanos, porque para ello es una merma a su
poder autoritario; algo que siempre va a retrasar la puesta en marcha de sus
proyectos, que no son sino los que los poderes fácticos, los que manejan la
economía de cada país han diseñado y puesto sobre su mesa de los políticos y
gobernantes, a quienes fácilmente seducen y/o reducen. De hecho, raramen-
te se llegan a posicionar contra esos grandes proyectos, aunque en ocasiones
los canjeen por otros para dar la impresión de que quien manda en una demo-
cracia es siempre la soberanía de los ciudadanos ejercida a través de sus go-
bernantes. La realidad no puede ser otra, pues son esos poderes económicos
los que nutren las arcas de los partidos políticos, los que pagan sus campañas,
su ostentoso ritmo de vida, sus sueldos y jubilaciones, y sus futuras pensiones,
por no hablar de más cosas.
Ignoran por propia conveniencia los gobiernos de turno de aquí y de allá, que
la inversión más barata que puede hacer un país es precisamente en participa-
ción. La participación es necesaria para que la imaginación brille y el sentido
común emerja, los diagnósticos sean más certeros, las decisiones más
consensuadas y, en definitiva, el país y sus gentes avancen.
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fondos públicos, puesto que de un servicio público se trata. ¿Qué mejor servi-
cio público se puede dar en estos tiempos que el de crear inteligencia, capaci-
dad de discernimiento?
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Es necesario generar políticas en las que tengan cabida relevante los valores y
simbolismos, el anima mundi que hay en las cosas naturales y en aquellas que
han sido hechas por la mano del hombre con amor; un mundo en el que
tengan cabida la belleza, la sociabilidad cotidiana, la personalidad de los terri-
torios, el respeto a las culturas heredadas, el arte en sus diversas manifestacio-
nes, las liturgias, la alegría, el valor de lo lúdico,… y no el poder del dinero y
la ostentación humillante.
Sabemos de sobra cuál es la compleja realidad en la que vivimos con todas sus
abalorios, luces de neón y sus miserias; sabemos a donde nos conduce todo
esto, pero el problema está en quién pone el cascabel al gato, en cómo salir de
una situación que a todos nos tiene fiscalizados y atrapados.
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Nadie cree en general en los políticos, más que aquellos que viven de la políti-
ca como oficio y los cuatro seguidores que son de un partido u otro como lo
serían de un equipo de fútbol y no de otro. Nadie cree en las instituciones
medioambientales, sea en Colombia o en cualquier parte del planeta en gene-
ral. Forma parte de una crisis profunda de credibilidad en todo; sin embargo,
sabemos que el ser humano no puede vivir sumido en la mentira, necesita
creer en algo, porque la verdad es un alimento fundamental para el alma.
Vivimos atrapados por el síndrome de Estocolmo, que nos induce a estar agra-
decidos al sistema, porque nos da de comer, nos viste, nos proporciona una tv
con sus culebrones, y un coche. El mismo humorista español antes referido,
“El Roto”, no hace mucho a propósito de un escándalo habido en el mundo de
la construcción en nuestro país, sacó un dibujo en el que se veía a los obreros
de la construcción manifestándose con una gran pancarta en la que rezaba:
“Apoya la corrupción, que genera empleo”.
***
Cualquier persona que tenga dos dedos de frente, una mínima capacidad de
análisis y de discernimiento sobre lo que está sucediendo en este mundo y que
necesita castrar el pensamiento de la gente para poder subsistir, sabe cuál es la
situación general en la que estamos y hacia dónde caminamos. Por eso, creo
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
Los privilegiado por el Estado del bienestar nos hemos convertido en un po-
bres animales de gran granja, encerraditos en la jaula que el sistema nos ha
asignado, con nuestras raciones de libertad calculada, bajo unos “cielos de
renta limitada”, que dice mi querido amigo el poeta Emilio Gastón, Defensor
del Pueblo que fue, relegado y no reelegido por el propio poder, precisamente
por ejercer sus funciones, denunciando abusos.
El agua y su magia serán nuestros aliados en esa tarea; a su través resulta fácil
despertar comprensiones y entusiasmos profundos, como los que hemos vivi-
do en nosotros estos días. Hay que echarle imaginación al tema del agua. Con
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Colombia: ¿un futuro sin agua?
esa imaginación vamos a ir creando espacios en los que la bondad del ser
humano, libre de sus cadenas pueda expresarse sin vergüenza.
Espero y deseo que los frutos de esta navegación acaben siendo algo similar,
superior incluso, a nuestro movimiento de la Nueva Cultura del Agua, que más
que un modelo de desarrollo hidrológico lo entiendo yo como un proyecto de
regeneración que va más allá de lo puramente hidrológico, porque su diana no
es el agua, sino el ser humano en su dimensión más holística.
***
Se me ocurren muchas cosas para dar continuidad al movimiento nacido en
esta navegación, para que esa llama que hoy sentimos que nos alumbra y llena
nuestros corazones de bellos sentimientos, lejos de apagarse, se avive.
Con el material recogido por los cámaras y periodistas que nos habéis acom-
pañado en la navegación, en los talleres, en los foros y en las visitas a los
pueblos, y en las entrevistas que nos habéis hecho, creo que se puede llegar a
construir todo un arsenal de material pedagógico al servicio de la cultura de la
paz y la inteligencia. Con ese material tenemos que ser capaces de hacer un
gigantesco ejercicio de pedagogía social, a todos los niveles, desde el mundo
de los niños hasta los mayores. Tenemos que difundirlo
Ya he comentado con Rafael Colmenares que una de las muchas cosas que se
podría proyectar ahora, sería la confección de un libro sobre el río Magdalena,
desde el cual el río hable a los colombianos en primera persona, contándoles
sus grandezas pasadas, sus miserias actuales y su historia; la historia de las
generaciones que han morado a sus orillas, las leyendas y mitologías que lo
han adornado, lo que ha significado en cada momento para los colombianos,
lo que en él vivieron gentes singulares como Gonzalo Jiménez de Quesada y el
propio Simón Bolívar. Un libro en el que el río nos vaya hablando de sus
caudales, de sus rendimientos, de los tributarios que va recibiendo, y de las
agresiones que sufre a lo largo de su recorrido, de sus paisajes, del color y
transparencias de sus aguas, desde que nace hasta alcanzar el mar.
Tendría que ser un libro que permitiera recordar la historia del país narrada
por la voz y el corazón de río ultrajado, testigo del paso generacional de todas
las gentes que lo han habitado; que siempre ha estado ahí, donde está, mucho
antes de que los humanos nos instaláramos en sus orillas.
Como decía Oscar Olivera, “nuestra labor en esta navegación es tan senci-
lla como escuchar la voz del río, dejar que nos hable, y escucharle”. Él sabe
bien qué es lo que está pasando con sus aguas y con todo lo que de él siempre
ha dependido; nos conoce bien y su voz es sabia. “Yo, el río de la Patria, el río
Grande de La Magdalena, quiero contaros a los colombianos mis penas”, po-
dría ser su título. Desde ya me presto a daros mi ayuda en una tarea que me
parece tan fácil de realizar como apasionante. Estoy persuadido que la voz el
Magdalena nos va a decir muchas cosas.
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Para terminar, quiero deciros que fui a Colombia con varios ejemplares de dos
cds en mi maleta, que pensaba haber tenido ocasión de escuchar con voso-
tros, en algún momento mágico, como el de nuestra despida, en la sobremesa
de la noche del viernes 24 de agosto. Pero las condiciones acústicas y la hora
lo impidieron, y ni siquiera os lo propuse.
Uno de ellos recoge una selección de poemas dedicados al agua y a los ríos;
son de autores como Machado, Alberti, Miguel Hernández, Garcia Lorca o
Nicolás Guillén. Han sido musicados por un grupo de amigos de Zaragoza,
cantados y recitados por unas voces excepcionales. Los estilos musicales de
cada canción/poema son muy variados, y a mi entender muy bonitos, “pre-
ciosos” seria la palabra. En su conjunto es un todo que va calando poco a poco
en quien lo escucha. Acompaña al cd un libreto escrito por mí, en el que narro
una historia que he titulado Paraísos perdidos: érase una vez un planeta que
tenía ríos; son los recuerdos de mi niñez, de cuando los ríos significaban
tanto. El cd conoció la luz el Día Mundial del Agua del presente año, el 22 de
marzo; el grupo se llama Montesolo.
A lo largo del viaje fui regalando una decena de ejemplares; muchas personas lo
“quemaron”, hicieron réplicas . Javier Márquez se llevó uno a Medellín, otro
quedó en una emisora de Radio Caracol en Barranquilla, y los otros fueron a
parar a manos de Rafael, de Julio, de una emisora de radio de El Banco, de la
representante de la Defensoría del Pueblo, de Mercedes en Magangué, y del
Rectorado de la Universidad Central. A través de Rafael podréis tener una copia.
Nunca he conocido a nadie que recite sus propios poemas, ni los de otro
tampoco, con tanta fuerza y naturalidad, y con tanta belleza como lo hace
Emilio en ese cd, acompañado por una música de cámara muy acertada. Me
llevé a Colombia solamente seis ejemplares y los repartí todos. Uno de los
ellos se lo regalé a las gentes de Chochó, porque se lo merecían; otro a la
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Mi intención era haber hecho una veintena de copias, allí en Colombia; quería
que los poemas de Emilio y las canciones del agua de Montesolo fueran un
regalo personal con el que mostraros mi agradecimiento. Pero no me fue fácil
hacerlo. He pedido a Rafael que desde Ecofondo se hagan esas copias y se os
remita una a cada uno de los “magdalenautas”.
Sé que cada vez que escuchéis a Montesolo y a Emilio Gastón, allí estará
también mi espíritu, y volverá a latir el corazón de la gran familia humana que
hemos creado. Allá donde estéis, os volverán las buenas sensaciones. Si os
gustan, por favor, difundidlos. Y si os animáis, podéis enviar un e.mail a Emi-
lio a la dirección maricarmengasconb@hotmail.com. Y otro a Montesolo para
darles las gracias: jaguirre@aragon.es
Un fluvio-abrazo a todos.
Javier Martínez Gil
Fluviomotivador
Zaragoza, miércoles 30 de Agosto del 2007
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Fluvionautas
Natalia Atuesta Dimian
Elizabeth Beaufort
José Adolfo Bernal
Mercedes Buchardt
Martha Esperanza Cañón
Rafael Colmenares Faccini
Jorge Contreras Lasso
Hernán Darío Correa
Javier Escorcia
Enrique Galán
Angelica Gallón
Natalia Giraldo
Ángela Gutiérrez
Ana Silvia María
Rodrigo Marín Ramírez
Javier Marquez Valderrama
Javier Martínez Gil
Teobaldo Martínez
Felix Mendinata
Juan Camilo Mira
José Muñoz
Oscar Olivera Foronda
Clemencia Plazas
Humberto Polo
Javier Quintero
Inocencio Segundo Rangel
Juan Manuel Renjifo
Fernando Restrepo
Gustavo Reyes
Tatiana Roa Avendaño
Rosauro Sierra
Danilo Urrea
Luisa Fernanda Vargas
Lancheros:
Jesús Campo
Alberto Flórez
Álvaro Jiménez
Acacio Polanco
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