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Decreto conciliar sobre el Ecumenismo

UNITATIS REDINTEGRATIO
Guía de estudio1.
Fr. Jorge A. Scampini, O.P.

I. GÉNESIS DEL DECRETO


Los trabajos conciliares sobre el esquema hasta la promulgación del decreto definitivo el 21 de no-
viembre de 1964

Iª Sesión del Concilio - 1962


11 de octubre: Apertura del Concilio Vaticano II.
16 de octubre: Elección de las comisiones conciliares.
19 de octubre: Juan XXIII otorga al Secretariado para la Unidad el rango de Comisión conciliar. El
Secretariado adquiere de este modo el derecho de introducir en el Concilio, bajo su
responsabilidad y en las mismas condiciones que las otras comisiones, sus propios
textos sobre las cuestiones sometidas a debate. Esta decisión, de gran importancia,
se hizo pública el 22 de octubre de1962.
26/29 de noviembre: Discusión del esquema preparado por la Comisión oriental De unitate Ecclesiae. Ut
omnes unum sint.
1º de diciembre: La Congregación general del Concilio decide que un solo esquema sobre el ecume-
nismo deberá ser establecido, reagrupando el esquema preparado por la Comisión
oriental: De unitate Ecclesiae, con el esquema De Oecumenismo preparado por el Secre-
tariado para la Unidad y el capítulo del ecumenismo en el esquema De Ecclesia.
8 de diciembre: Sesión solemne de clausura de la primera sesión.

Período entre sesiones - 1963


Enero/marzo: El Secretariado para la Unidad de los cristianos establece la primera redacción del
esquema De Oecumenismo en colaboración con la Comisión oriental y la teológica.
Desde entonces la estructura de base, en tres capítulos, se conserva hasta el texto
definitivo.
22 de abril: Juan XXIII ordena que el esquema De Oecumenismo (1ª redacción) se presente en el
Concilio para la discusión y se remita a los Padres.
Mayo: La primera redacción es enviada a los Padres. Estos presentan al Secretariado general
del Concilio, en los meses siguientes, las primeras observaciones concernientes al
esquema.
3 de junio: El papa Juan XXIII muere el lunes de Pentecostés.
21 de junio: El cardenal Montini es elegido papa con el nombre de Pablo VI.
18 de agosto: En su alocución en Grottaferrata, Pablo VI habla de las Iglesias orientales en un espí-
ritu ecuménico.

1 Para la elaboración de esta Guía hemos tenido especialmente en cuenta dos comentarios sobre el decreto Unitatis
redintegratio: CARD. L. JAEGER, Le décret de Vatican II sur l’oecumenisme. Son origine, son contenu et sa significaction,
(traduit de l’allemand), Casterman, Tournai, 1965; C.-J. DUMONT/R. BEAUPÈRE, Le décret sur l’oecumenisme. Texte du
décret, traduction et commentaire, Istina 9 (1964) 355-442.

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IIª Sesión conciliar - 1963
29 de septiembre: Pablo VI abre la segunda sesión del concilio y en el discurso de apertura trata de una
manera detallada las cuestiones ecuménicas.
18 de noviembre: El cardenal Cicognani presenta la Introducción y el arzobispo de Rouen, Mons. Martin,
la Relatio sobre la primera redacción del esquema De Oecumenismo. Comienzo de la
discusión sobre el esquema en general.
21 de noviembre: Comienzo de la discusión sobre el primer capítulo del esquema «Principios del ecu-
menismo católico», que es tratado en tres congregaciones generales, los días 21, 22
y 25 de noviembre.
25 de noviembre: Comienzo de la discusión sobre el segundo capítulo del esquema «La realización
práctica del ecumenismo» que es discutido en tres congregaciones generales, los
días 25, 26 y 27 de noviembre.
27 de noviembre : Comienzo de la discusión sobre el tercer capítulo «Sobre los cristianos separados de
la Iglesia católica». Ocupa las congregaciones generales de los días 27, 28 y 29 de
noviembre y se termina el 2 de diciembre.
2 de diciembre: En la alocución de clausura de la discusión sobre el esquema, el cardenal Bea pide a
los Padres enviar sus observaciones ulteriores antes del 31 de enero de 1964 para
un retoque del esquema.
4 de diciembre: Sesión solemne de clausura de la segunda sesión del Concilio con la promulgación de
la constitución «Sacrosanctum Concilium» y del decreto «Inter mirifica».

Período entre sesiones - 1964


4-6 de enero: Peregrinación del papa Pablo VI a Tierra Santa con importantes alocuciones y actos
ecuménicos. Encuentro del papa con el patriarca Atenágoras de Constantinopla.
3/24 de febrero: Un equipo de expertos conciliares del Secretariado para la Unidad, en consulta con
expertos de las Comisiones oriental y teológica, ordena sistemáticamente las críticas
y sugerencias hechas de modo oral o escrito por los Padres conciliares y elabora
proposiciones para el retoque de los votos por el Secretariado de la Unidad.
25 de febrero/7 de marzo: En una sesión plenaria especial del Secretariado para la Unidad, celebrada en
Ariccia, cerca de Roma, el retoque de los votos de los Padres se termina y se esta-
blece el texto de la segunda redacción del esquema sobre el ecumenismo.
27 de abril: Pablo VI ordena que la segunda redacción del esquema De Oecumenismo sea enviada a
los Padres y discutida en el curso de la tercera sesión del Concilio. Esta redacción
queda como modelo para el decreto definitivo, y ya no sufrirá modificaciones de
importancia en la tercera sesión.
Mayo/junio/julio: La segunda redacción del esquema es enviada a los Padres conciliares; muchos to-
man posición, por escrito, respecto al nuevo texto del esquema.

IIIª sesión conciliar


14 de septiembre: Pablo VI abre la tercera sesión del Concilio.
5 de octubre: El Concilio aprueba por voto, por una gran mayoría, los cuatro primeros artículos del
esquema De Oecumenismo.
6 de octubre: El voto sobre el conjunto del primer capítulo da una gran mayoría en su favor. En
cuatro votaciones distintas, sobre los artículos 5-6, 7, 8 y 9-12, el texto del segundo

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capítulo es aprobado.
7 de octubre: Por una gran mayoría, los Padres conciliares aprueban el segundo capítulo en su con-
junto. En tres votaciones distintas sobre los artículos 13, 14-18 y 19-24, aprueban
los textos del tercer capítulo.
8 de octubre: Los Padres conciliares aprueban por una gran mayoría el tercer capítulo en su integri-
dad.
9 de octubre: El Secretariado para la Unidad instituye tres Sub-comisiones que elaboran para la
asamblea plenaria del Secretariado las mociones para la elaboración de los modi en-
viados por los Padres conciliares.
10 de noviembre: Los Padres conciliares aprueban por una gran mayoría la elaboración por el Secreta-
riado para la Unidad de los modi del primer capítulo.
11 de noviembre: Los Padres conciliares aprueban por una gran mayoría la elaboración por el Secreta-
riado para la Unidad de los modi del segundo capítulo.
14 de noviembre : Los Padres conciliares aprueban por una gran mayoría la elaboración por el Secreta-
riado para la Unidad de los modi del tercer capítulo.
19 de noviembre : 19 modificaciones del texto son agregadas al esquema para establecer el tenor defini-
tivo.
20 de noviembre : La votación del conjunto del esquema De Oecumenismo otorga una gran mayoría en
favor del esquema.
21 de noviembre: El último voto sobre el esquema muestra un acuerdo casi unánime. El papa Pablo VI
confirma y promulga el decreto De Oecumenismo en la congregación solemne de
clausura de la tercera sesión del concilio.

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II. ESTRUCTURA DEL DECRETO
1. Proemio
CAPÍTULO I.
Principios católicos sobre el ecumenismo
2. La institución de la Iglesia.
3. Divisiones surgidas en la Iglesia.
4. El ecumenismo.
CAPITULO II
La práctica del ecumenismo
5. Tarea común.
6. Reforma de la Iglesia
7. Conversión interior.
8. Ecumenismo espiritual.
9. Conocimiento de los hermanos separados.
10. Orientación ecuménica de la enseñanza.
11. Ecumenismo y fidelidad doctrinal.
12. Cooperación de todos los cristianos.

CAPITULO III
Las Iglesias y las comunidades eclesiales separadas de la Sede Apostólica romana
13. Las separaciones en Oriente y Occidente.

I. Consideración peculiar de las Iglesias orientales.


14. La separación de las Iglesias orientales.
15. Riquezas de las Iglesias orientales.
16. Disciplina propia de los orientales.
17. Patrimonio común.
18. Comprensión y respeto.

II. Las Iglesias y comunidades eclesiales separadas de Occidente.


19. La separación en Occidente.
20. La confesión de Cristo.
21. Veneración de las Escrituras.
22. Vida sacramental
23. La vida en Cristo.
24. Conclusión

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III. CONSIDERACIONES PARA LA COMPRENSIÓN DEL TEXTO

I. Intención del documento: Según lo expresado por Mons. Martin, arzobispo de Rouen, en su Relatio
del 18 de noviembre de 1963, el esquema no era ni un manual de teología, ni un ensayo canónico, ni una
presentación histórica. La restricción del tema no tenía nada que ver con un desconocimiento de la en-
señanza teológica o del derecho de la Iglesia o de la historia. Todo esto se presumía, particularmente la
doctrina sobre la Iglesia, tratada en la constitución dogmática.
Es importante recordar, acerca del texto definitivo, que los autores buscaban un documento sobrio,
pastoral y que expresara una sana actitud pacífica. Debía dar a los católicos una mejor comprensión de la
esencia, del estado de espíritu y de la importancia providencial del movimiento ecuménico. La cuestión
del ecumenismo era totalmente nueva. Era la primera vez que la trataba un concilio. También era nueva
para la teología; esto suponía muchos problemas que aún no habían encontrado su solución completa.
De acuerdo con el Proemio, la intención de todo el esquema es mostrar a los católicos de qué manera
pueden colaborar en promover eficazmente la exigencia de la unidad cristiana. No se intenta un pro-
grama ecuménico para el conjunto de los cristianos. No es un manifiesto de unión ni una invitación a los
cristianos no-católicos. Es una instrucción pastoral que, en la Iglesia católica, quiere estimular y preparar
la manera ecuménica de pensar y de obrar. Por esta razón tiene la forma de un decreto, mientras que el
De Ecclesia fue redactado como constitución dogmática. El decreto es la aplicación práctica de lo que ha
sido expresado en la constitución sobre la Iglesia, sobre su misterio como pueblo de Dios peregrino que
vive del único acontecimiento de Cristo, bajo la gracia de Dios y de sus juicios. Esta Iglesia, que camina
al encuentro del Señor que viene, en medio de muchas aflicciones, combates y desfallecimientos, está
siempre abierta a la acción del Espíritu Santo, del cual vive, siempre pronta a responder a su llamado.
En el texto sobre la Iglesia, la dimensión ecuménica está implícitamente presente, y será desarrollada en
el esquema sobre el ecumenismo.
II. Diversidad de situaciones: En la misma Relatio, mons. Martin señaló que muchas cuestiones parti-
culares no podían ser tratadas en el esquema pero debían ser dejadas a un directorium oecumenicum, prepa-
rado por el Secretariado para la Unidad. Las reglas generales de ese Directorio deberían ser adaptadas a
las diversas situaciones de cada país y continente por las Conferencias episcopales. Esto es confirmado
como consecuencia del debate en el Aula. El cardenal Bea, en su alocución en la clausura de la discusión
sobre el esquema, el 2 de diciembre de 1963, constata que los debates en el aula conciliar habían revela-
do una gran diversidad, de un país a otro, en los presupuestos del trabajo ecuménico. De ahí la necesi-
dad para los obispos de adaptar a las condiciones particulares de su región las orientaciones generales del
ecumenismo.
III. «Los principios católicos del ecumenismo» ( De catholicis oecumenismi principiis): En el primer pro-
yecto el título era «Sobre los principios del ecumenismo católico» (De oecumenismi catholici principiis). La
modificación fue pedida por muchos Padres, y la misma es significativa. En sentido estricto, no se puede
hablar correctamente de un ecumenismo católico, sino de los principios católicos del ecumenismo. Por-
que el «movimiento ecuménico», en el sentido estricto de la palabra, ha nacido fuera de la Iglesia católi-
ca. Esta participa en este movimiento en la medida de sus propios principios. Es notable que el Consejo
Mundial de Iglesias no haya presentado ninguna eclesiología propia y que sus iglesias-miembros conser-
van sus propios principios eclesiológicos. La Iglesia católica, que no es miembro del CMI, puede con
más razón participar según sus propios principios en el movimiento ecuménico.
La nueva formulación del título evita también dar la impresión de querer constituir un bloque ecuméni-
co que, en tanto que «más católico», y alcanzando a los ortodoxos, se opondría al «ecumenismo protes-
tante».
IV. ¿Qué se entiende por ecumenismo?: Diversos Padres habían deseado que el concepto de «ecu-
menismo» fuera expuesto más clara y concretamente; otros, al contrario, pedían una presentación des-
criptiva evitando las fórmulas escolásticas. Como el ecumenismo es un movimiento para promover la
unidad de los cristianos en una sola Iglesia de Jesucristo, no se puede dar ninguna definición escolástica
de acuerdo a su naturaleza y su singularidad específica. Se puede dar una explicación descriptiva, como

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se hace en el n. 4. Esta explicación comporta más una descripción del movimiento ecuménico en general
que una aplicación específica para los católicos. Así, el decreto establece: «Por “Movimiento ecuménico” se
entienden las actividades e iniciativas que, según las variadas necesidades de la Iglesia y las características de la época, se
suscitan y se ordenan a favorecer la unidad de los cristianos». Será necesario pasar al Cap. II del decreto para
encontrar un desarrollo extenso de esta descripción. En este número se señalan sólo dos dimensiones;
una de orden negativo: abstenerse de toda palabra, juicio y acciones que no respondan, según la justicia
y la verdad, a la condición de los hermanos separados; otra de orden positivo: el diálogo, del que se
espera un conocimiento mutuo más objetivo, una posibilidad creciente de colaboración y un examen de
conciencia que lleve al trabajo de la renovación y la reforma.
V. La distinción entre «el depósito de la fe» y «el modo de exponer las doctrinas»: Conforme al n.
6, hay cosas que pueden necesitar ser reformadas, como las costumbres, la educación eclesial, la forma
de expresión de la doctrina que debe distinguirse con exactitud del depositum fidei. Aquí aparece la in-
fluencia del discurso de apertura de Juan XXIII, el 11 de octubre de 1962. En ese discurso el Papa dis-
tinguía entre la sustancia de la antigua doctrina del depositum fidei y su formulación. El texto definitivo
distingue el depositum fidei y la manera en la cual las verdades que contiene son proclamadas.
VI. Communicatio in sacris: Esta noción se refiere a los sacramentos, e in obliquo a la participación en
el culto. Hay dos principios generales que aparecen en el decreto, en el n. 8, y que remiten, para su apli-
cación más concreta, a la futura legislación y a la sabiduría pastoral de los obispos. El tema reaparece, de
modo específico referido las relaciones con los orientales, en el n. 15 §32. Los dos principios son los
siguientes:
1. La communicatio in sacris simboliza la unidad de la Iglesia. A este respecto la communicatio no pue-
de tener lugar en muchos casos, porque no hay unidad suficiente.
2. La communicatio in sacris significa una participación general en los medios de gracia. A este res-
pecto, la communicatio es posible en varios casos.
Para discernir las posibilidades en los casos excepcionales, representará un papel determinante la medida
de la unidad o de la comunión ya existente. Esta medida es diferente respecto a las Iglesias orientales
que a las comunidades eclesiales de Occidente.
VII. La manera de expresar y de exponer la doctrina de la fe: El n. 11 señala algunas condiciones
referentes al estudio y al diálogo. Es necesario no caer en un falso irenismo que, en el intento de ser agra-
dables, nos llevaría a minimizar arbitrariamente las divergencias o a dejar en la sombra o el olvido los
puntos controvertidos. Sin embargo, porque es necesario preocuparse en ser bien comprendido, importa
recurrir a un lenguaje y a un vocabulario comprensible para nuestros interlocutores poco familiarizados
con el lenguaje técnico que reviste en general la enseñanza escolar de la teología. Esto que vale en mate-
ria de predicación y de catequesis, respecto de nuestros propios fieles, vale con más razón para el diálo-
go con los hermanos separados. El esfuerzo por adquirir esa manera de expresión nos hace ganar en
claridad y en profundidad.
A continuación es importante señalar lo que ha sido considerado por algunos protestantes como el pasa-
je más importante del decreto. Se trata de la jerarquía de las verdades que componen la revelación cristiana
y que hacen por lo tanto al objeto de nuestra enseñanza y de nuestro diálogo. Este pasaje no figuraba en
la primera redacción sometida a la discusión conciliar. Aporta, sin embargo, una precisión muy impor-
tante cuyas implicaciones tienen grandes consecuencias. Si todas las verdades reveladas deben ser creí-
das con una misma fe, porque son todas reveladas y todas presentadas igualmente a la adhesión de nues-
tra fe por la Iglesia, no tienen todas ellas un lugar igual en la economía o el misterio de la salvación. En
efecto, unas tienen una relación más estrecha y más directa con lo que es el fundamento mismo de nues-
tra fe, Cristo revelando en su persona, en sus actos y en sus palabras al Dios Trino, en su misterio de
amor redentor y deificador; otras, al contrario, conciernen a los diversos medios de salvación puestos
por Cristo a nuestra disposición y confiados a la Iglesia.
VIII. Las Iglesias y las comunidades eclesiales separadas de la sede apostólica romana: En el
aula conciliar, se expresó el deseo que el título del Tercer capítulo pudiese dar un criterio general para la

2 En lo que respecta a los fieles católicos orientales hay que remitirse al decreto Sobre las Iglesias orientales, nn. 26-29.

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unidad deficiente. Por eso, el título da la comunidad con la Sedes Apostolica Romana como criterio de
unidad o de separación, sin entrar en las cuestiones teológicas ulteriores.
En el art. 13, que es una introducción, se justifica el orden de todo el capítulo:
1. Hay dos grandes separaciones de la Iglesia: la primera, en Oriente, surgió poco a poco, en di-
versas épocas, y lleva finalmente a la ruptura de la comunión eclesiástica entre los patriarcados
orientales y la Sede apostólica romana. La segunda nace en Occidente en el siglo XVI y provo-
ca el nacimiento de comunidades eclesiales sea nacionales, sea confesionales, separadas de la
Sede romana.
2. Estas dos escisiones de la Iglesia son muy diferentes. La diferencia se refiere tanto a las cues-
tiones de Fe como a la estructura de la Iglesia. El Concilio reconoce a la vez estas diferencias y
la comunidad en el deber ecuménico frente a ambas.
VII.1. Consideraciones particulares relativas a las Iglesias orientales: El decreto trata de una manera general de la
relación de las Iglesias orientales separadas de Roma con la Iglesia católica romana. El decreto sobre las
Iglesias orientales trata de la relación particular de las Iglesias católicas orientales unidas con Roma con
los hermanos orientales separados. Ambos decretos tienen una finalidad diferente.
Las características particulares en las Iglesias de Oriente en materia de expresión teológica, de liturgia, de
derecho y de espiritualidad, coexistieron pacíficamente durante mil años con las expresiones occidenta-
les más o menos diferentes. Algunas Iglesias orientales han sido directa e inmediatamente fundadas por
un Apóstol. Una importancia especial, en concordancia con lo que es la tradición oriental, se reconoce a
las sedes patriarcales; esto aparece ya en Lumen gentium 23 y 27. El decreto utiliza las expresiones «Igle-
sias particulares o Iglesias locales» en el mismo sentido que Lumen gentium 23 habla de iglesias locales que
tienen un origen apostólico. Mientras que todas las Iglesias católicas occidentales hacen derivar su origen
de la Iglesia romana apostólica, hay en Oriente varias Iglesias de fundación apostólica3. Estas Iglesias de
Oriente son, por su origen, Iglesias hermanas, y no hijas, de la Iglesia romana.
De acuerdo con el n. 15, en que se señala el valor de la Eucaristía en las Iglesias de Oriente, queda claro
que la diferencia con la Iglesia de Occidente es sobre todo de orden canónico más que de orden sacra-
mental.
VII.2. Las Iglesias y Comunidades eclesiales separadas en Occidente: El título original hablaba solamente de co-
munidades separadas que han nacido a partir del siglo XVI. Varios Padres dieron a entender que bajo
ese título debían ser tratadas no solamente las comunidades reformadas sino también los valdenses que
aparecieron antes y los viejo-católicos. Además, es imposible hablar de los anglicanos sin distinguirlos de
algún modo de las otras comunidades reformadas. Como se emplea la noción «Iglesia», en un sentido
dogmático, para las Iglesias separadas de Oriente, esta noción debe utilizarse en un sentido análogo, para
las comunidades reformadas. El cardenal König había propuesto emplear el apelativo genérico de comu-
nidades eclesiales. Por eso, el título definitivo habla de «Iglesias» y «comunidades eclesiales»4. Hay en Occi-
dente comunidades separadas para las cuales el título de Iglesia debe ser empleado como para las Iglesias
orientales, por ejemplo los viejo-católicos.
El Concilio no describe las comunidades separadas. En razón de la diversidad de las comunidades ecle-
siales separadas en Occidente, una descripción conduciría a una simplificación no positiva. Por eso,
después de una corta consideración de la relación de las comunidades reformadas con la Iglesia católica,
trata de su profesión de fe en Cristo, de su amor a la Escritura, de su vida sacramental, de su espirituali-
dad. Para cada punto en particular, se tratan en primer lugar los elementos comunes con la Iglesia católi-
ca, que pueden ser el punto de partida del diálogo ecuménico. A continuación son indicadas, sumaria-

3 El decreto no considera una distinción que con el tiempo será más importante: junto a un sentido histórico, la
noción de Iglesia apostólica ha tomado un sentido teológico implicando la continuidad, en toda fidelidad, a la ense-
ñanza y a las instituciones de los apóstoles.
4 La expresión «comunidades eclesiales» traduce las palabras latinas communitates ecclesiales. La palabra ecclesialis es un

neologismo que algunos latinistas prefieren a la palabra ecclesiasticus empleada, con un sentido idéntico, en el se-
gundo capítulo del esquema sobre la Iglesia (communitates ecclesiasticae).

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mente, las diferencias de doctrina teológica que deben ser objeto del diálogo.
En el n. 22, al referirse a la vida sacramental como un todo, se señala la importancia del bautismo que
nos hace miembros de Cristo y renacer a la vida divina. Este produce el vínculo sacramental de unidad
entre todos los que han sido regenerados por él. Sin embargo, el bautismo no es más que el comienzo
de la unidad plena. Este sacramento, poniendo el fundamento, tiende al culmen de la unidad plena de la
Iglesia, que Cristo ha querido y que encuentra su expresión más sólida en la comunión eucarística. Ante
todo por un defecto en el sacramento del orden, algunas comunidades eclesiales no han conservado la
genuina e íntegra substancia del misterio Eucarístico.
IX. La preocupación de los obispos de América Latina: Teniendo en cuenta la exhortación del n.
24, de evitar toda ligereza y todo celo imprudente en las cosas ecuménicas, los Padres de América Latina
hicieron numerosas indicaciones y sugerencias. Ellos indicaron que una presentación clara de la doctrina
católica era necesaria, ante todo en esa región, en la cual un proselitismo activo opera por medios des-
honestos y combate violentamente la organización y la vida de la Iglesia. Esos obispos de América Lati-
na reconocían plenamente el ecumenismo pero deseaban una consideración de sus problemas particula-
res. Esperaban del directorium oecumenicum criterios y normas con las actitudes pastorales a tomar frente a
las sectas.
El Secretariado para la Unidad respondió a ese modus:
1. El decreto habla ya de la necesidad de una exposición clara de la doctrina católica, en el Cap. II,
art. 11, como también en el art. 24 donde se trata de la fidelidad a la verdad católica.
2. El movimiento ecuménico ofrece importantes medios para resistir ante las sectas mencionadas
y, al mismo tiempo, secunda la renovación interior de la Iglesia.
3. La declaración sobre la libertad religiosa ofrecerá una exhortación para excluir el proselitismo.
4. El directorium oecumenicum que debe establecer el Secretariado para la Unidad deberá ser adapta-
do, luego, por las conferencias episcopales, según las condiciones especiales de cada país.
5. Como se dice en el art. 19, el conjunto del movimiento ecuménico se dirige contra los métodos
totalmente inadecuados de un cierto proselitismo, tal como es practicado por algunas sectas
que rechazan el movimiento ecuménico.
X. Una consideración final: La consideración final contenida en el art. 24, pone en evidencia particu-
lar cuatro motivos valiosos para todo el decreto:
1. La acción ecuménica de los católicos sólo puede tener resultado gracias a una fidelidad comple-
ta a la tradición católica y apostólica, en estrecha adhesión a la certeza de fe de la Iglesia que
tiende a una manifestación siempre más completa de su unidad y santidad, de su catolicidad y
apostolicidad.
2. La actividad ecuménica de los cristianos católicos debe progresar de acuerdo con la acción
ecuménica de los hermanos cristianos separados. Se señala así, nuevamente, que el concilio no
desea un ecumenismo católico separado, sino más bien la participación de los católicos en el
movimiento ecuménico que el decreto ha expuesto.
3. El concilio declara que por el presente decreto no quiere fijar el ecumenismo de modo tal que
se establezcan nuevos obstáculos a los caminos de la Providencia y a futuros impulsos del Espí-
ritu Santo. El decreto responde a una situación histórica del pueblo de Dios peregrino; quiere
dejar abierto los caminos para futuras posibilidades ecuménicas de la Iglesia.
4. El cumplimiento de la existencia de la unidad de todos los cristianos supera todas las fuerzas y
posibilidades humanas, y por lo tanto, depende solamente de la gracia de Dios.

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