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Por Santiago Giordano

Con un concierto que la define en su versatilidad, la Orquesta Nacional de Música Argentina


Juan de Dios Filiberto celebrará un nuevo aniversario. El miércoles a las 20 en la Sala Sinfónica
del Centro Cultural Kirchner, bajo la dirección del venezolano Armando Guzmán Villalobos, “la
Filiberto” propondrá un programa articulado con obras de Astor Piazzolla, Carlos Guastavino,
Aldemaro Romero y Héctor Iglesias Villoud. El viernes, en la misma sala y a la misma hora,
repropondrá el Homenaje a Miguel Abuelo, con arreglos de Juan “Pollo” Raffo, las voces de
Gabo Ferro y Micaela Vita y Pipo Lernoud rectando.

Así se festejarán los setenta años desde que un decreto del presidente Juan Domingo Perón
incorporara al estado nacional la “Orquesta Porteña”, que el autor de “Caminito” y “Malevaje”
había creado por su cuenta en 1932 y que en 1938 la Municipalidad de Buenos Aires había
adoptado como Orquesta Popular Municipal de Arte Folklórico. Desde entonces, la llamada
Orquesta Nacional de Música Argentina acompañó de cerca los avatares del país y su música.
Después del golpe de 1955 se la llamó Orquesta de Música Argentina y de Cámara y recién en
1973, a diez años de la muerte de su fundador, tomó oficialmente el nombre de Orquesta
Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto.

Familiarmente se la conoce como “La Filiberto”, o “la orquesta de bandera”, como sostienen
en conversación con Página/12 el violinista Sebastián Prusak y el contrabajista Sergio Rivas, de
los más antiguos integrantes de la orquesta y delegados sindicales. “Esta es la orquesta que
mejor puede representar el espíritu de la música argentina. Si bien pasó buena parte de su
vida encasillada en el tango, supo transformarse para llegar a abrazar un repertorio amplio. Sin
ir más lejos este año hicimos desde una ópera – la versión escénica de Blanca de Beaulieu, de
César Stiatessi -- hasta el homenaje a Miguel Abuelo, pasando por tango, folklore, jazz y música
académica y contemporánea”, explica Prusak. “Como decía Darwin, las especies que
sobreviven no son las más inteligentes sino las que saben adaptarse a los cambios. Las
tradiciones musicales se mueven, avanzan y nosotros supimos adaptamos a esos cambios. En
este sentido, nos sentimos una orquesta del futuro”, agrega Rivas, que como Prusak es
también integrante del Quinteto de la Fundación Astor Piazzolla, la formación que se completa
con Cristian Zárate en piano, Germán Martínez en guitarra y Lautaro Greco en bandoneón, y
que estará entre los invitados en el concierto del miércoles.

El quinteto y la orquesta tocarán juntos por primera vez. Será ocasión para mostrar los
arreglos originales para quinteto que hizo Piazzolla de temas como “En 3x4”, “Tristezas de un
doble A”, “Canto de octubre”, “Fuga y misterio” y “Vardarito”, entre otros, sobre los que
Zárate creó un contexto orquestal. “La combinación funcionó muy bien y para el Quinteto de la
Fundación Piazzolla es el inicio de una serie de conciertos con distintas formaciones sinfónicas,
en el país y afuera”, cuenta Pruzak. El programa se completa con Fuga con Pajarillo, del
venezolano Aldemaro Romero, “Luis Alberto”, de la serie Las Presencias, de Carlos Guastavino,
con Laura Politi (oboe), Gonzalo Morales Sánchez (clarinete), María Marta Ferreyra (fagot) y
Álvaro Suárez Vázquez (corno) como solistas. Se escuchará además el estreno mundial de
Suite, pieza del compositor argentino Héctor Iglesias Villoud recuperada por el Instituto de
Investigación en Etnomusicología de Buenos Aires.
Rivas lleva 26 años como contrabajista en la Filiberto. “Cuando vine de Rosario estuve
primero en la Orquesta Estable del Colón y después entré a la Filiberto como suplente de
solista. Varios años después gané el concurso de solista de contrabajo”, evoca el músico su
reocrrido. Prusak, por su parte, recuerda que tocó por primera vez con la Filiberto en 1997,
haciendo un reemplazo. “Por entonces era integrante de la Sinfónica Nacional, donde estuve
trece años, hasta que un día decidí concursar en la Filiberto, me atraía esta orquesta”, explica
el violinista. “Esa era la época de Piro, que fue una gran época, donde comenzaron las
transformaciones importantes”, interviene Rivas.

El nombre de Osvaldo Piro, director desde 1993 hasta que renunció a su cargo en 2000
durante el gobierno de la Alianza, aparece entre los más recordados, tanto por Rivas como por
Prusak. “Su etapa fue muy interesante, como lo fue la de Atilio Stampone, que le siguió. Si bien
eran repertorios tangueros, fueron dos personalidades importantes en lo artístico.
Últimamente, la llegada de Luis Gorelik fue la profundización las aperturas hacia repertorios
más amplios”, sostiene Prusak. “Más allá de los directores, creo que es importante destacar
que las transformaciones salieron de los integrantes de la orquesta. Tampoco la hicieron los
gobiernos. Muchas veces se piensa en los músicos de los organismos oficiales como empleados
autómatas, que no pensamos, que no sabemos lo que queremos. Sin embargo,
protagonizamos las transformaciones de una orquesta que hoy se anima a pensar la música
argentina desde un lugar muy amplio y abierto, y sobre todo cuenta con una planta pensada
para actuar de la mejor manera esa amplitud”, agrega Rivas con evidente orgullo y recuerda
que las aperturas incluyeron también músicos latinoamericanos, como Egberto Gismonti, Hugo
Fattoruso, Leo Masliah y Cecilia Todd, además del director de este concierto, Guzmán
Villalobos.

Dispuesta con las cuerdas y los vientos de las orquestas tradicionales, la Filiberto cuenta con
los instrumentos “específicos” de los distintos géneros nacionales: vientos andinos,
bandoneón, charango, batería, guitarra -- que puede ser también guitarra eléctrica -- y
percusiones varias. “Es un orgánico particular, único en el país y en el mundo y esto es lo que
marca la diferencia. Cuando se encargan obras o arreglos, se pone a los creadores en situación
de medirse con este orgánico”, asegura Rivas. “Una orquesta diferente necesita arregladores y
compositores diferentes. Nosotros no estamos solo para difundir lo que ya existe, sino que
tenemos la misión de generar espacios para nuevos arregladores y compositores, para que
exploren las sonoridades que ofrece esta orquesta. El paradigma de orquesta del siglo XIX ha
quedado atrás y hoy en día son muchas orquestas en el mundo las que tratan de alcanzar
nuevos públicos, ampliando sus repertorios y sus orgánicos. La Filiberto lo hace desde su
creación, por eso no tenemos que buscar nuevos paradigmas. El nuevo paradigma somos
nosotros”, concluye Prusak.

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