Está en la página 1de 14

Posiciones metaculturales en comunidades

mapuches de ambos lados de la cordillera


Ana Margarita Ramos

El artículo analiza las perspectivas “metaculturales” que distintos líderes mapuches actualizan en
los debates cotidianos y locales de sus comunidades. Si la cultura es un concepto social que efec-
túa su propio “régimen de verdad” acerca de las diferencias sociales y las políticas de represen-
tación, las reflexiones que sobre la misma realizan los distintos pobladores mapuches devienen
en un tema central para el análisis antropológico de las orientaciones políticas. En los últimos
años, los representantes comunales han tomado conciencia de la importancia que la “cultura”
comenzó a tener en los espacios interétnicos donde ellos luchan por sus derechos, por los recur- 4
sos y por el reconocimiento social. A partir de prolongados trabajos de campo en comunidades


mapuches rurales de Argentina y Chile, la autora se ha preguntado sobre las bases políticas y
sociales que subyacen cuando la “cultura” es entendida como capital simbólico, marco interpre-
tativo u objeto de significación.

PALABRAS CLAVES: mapuche, cultura, metacultura, política, aboriginalidad.

This paper analyses the “metacultural” perspectives that different Mapuche leaders bring up to
date during the daily discussions of their local communities. If culture is a social concept that
creates its own “regime of truth” about the social differences and the politics of representation,
then the deliberations that the Mapuches elaborate on this subject constitute a central theme
in the anthropological analysis of political orientations. In recent years, the communities repre-
sentatives have become aware of the acquired importance of “culture” within interethnic spaces
pp.  y : Ricardo Ramírez Arriola.

where they fight for their rights, their resources and to obtain social recognition.The prolonged

  : Universidad de Buenos Aires.


aramos@sudnet.com.ar

Desacatos, núm. , mayo-agosto , pp. -.


Recepción:  de julio de  / Aceptación:  de diciembre de 
 Desacatos - 

and extensive field works undertaken by the author in Mapuche rural communities of Argenti-
na and Chile have prompted her to inquire about the political and social basis that exists when “cul-
ture” is understood as a symbolic capital, an interpretative frame or an object of signification.

KEY WORDS: mapuche, culture, metaculture, politics, aboriginality.

INTRODUCCIÓN cruce de la cordillera también fue construido como el epi-


sodio fundacional de las historias. En el norte de la Pa-

L
os Estados-nación argentino y chileno operaron tagonia, en particular, los grupos que habitaban el en-
la extensión de sus territorios a costa de los pue- tonces llamado “País de las Manzanas” (actual provincia
blos originarios soberanos hacia fines del siglo del Neuquén, Argentina) fueron obligados a “presentar-
XIX. Por medio de campañas militares de conquista, de- se” a las tropas del ejército argentino o a desplazarse ha-
sarticularon sus redes sociales obligándolos a la subordi- cia Chile cruzando la cordillera de los Andes. Desde allí,
nación compulsiva que implicaba la “incorporación” a la algunos regresarían al ahora territorio argentino y otros
matriz Estado-nación-territorio. La imposición de los ya no lo harían. En adelante, las distintas políticas de cada
límites de las fronteras binacionales se suponía debía se- Estado, así como las estrategias de los mismos pueblos
parar con nitidez la membresía a una u otra nación. Los originarios, definieron los procesos de conformación de

 3
Estados aplicaron, entonces, distintas medidas tendien- nuevas comunidades rurales de acuerdo con el margen
tes a la “incorporación” de estos nuevos “otros internos” jurídico-político de los distintos contextos históricos.
(Briones, ). En consecuencia, si bien esta imposición En el marco de esta investigación más extensa sobre
de una “nacionalidad” implicó procesos distintos de sub- los usos del pasado, el presente trabajo se centra en las
ordinación en uno y otro caso —Chile y Argentina—, la definiciones políticas de la noción de “cultura mapuche”
población aborigen mapuche fue interpelada desde esta que hoy en día discuten los miembros de distintas co-
doble condición: por un lado, como pueblo originario; munidades. Al respecto, me han llamado la atención los
y por otro, como ciudadanos de un Estado-nación. En puntos de encuentro entre las opiniones de los distintos
consecuencia, esta paradoja sin resolución, entre con- líderes comunitarios a ambos lados de la cordillera. En
siderar a los pueblos originarios como parte integrante, las relaciones con los Estados nacionales, en Argentina y
pero a su vez como un “otro”, resultó operativa a los pro- en Chile, la reflexión en torno a los usos políticos de la
cesos de expropiación de los recursos, principalmente la “cultura” es el punto de partida para construir y orien-
tierra y la fuerza de trabajo indígena (Delrio, ). tar los proyectos comunitarios de acción.
Los pobladores de la comunidad mapuche de Colonia En las páginas siguientes describo algunas de las con-
Cushamen (provincia de Chubut, Argentina) —donde clusiones del trabajo de campo realizado en ambos paí-
he realizado mis trabajos de campo durante los diez últi- ses y pongo en relieve las similitudes que presenta la dis-
mos años— han resguardado en su memoria colectiva las cusión en torno a las definiciones de cultura en los
huellas de su origen. Ellos recuerdan como punto de par- espacios públicos de lucha y negociación. Por lo tanto,
tida de sus largos éxodos el valle —hoy chileno— del río los miembros de las comunidades de Loncofilo, Huam-
Trancura. Guiada por estos relatos, periódicamente visi- poe y Palguín (IX Región, Chile), y los pobladores de Co-
té dicha región durante tres años, con el propósito de co- lonia Cushamen y Reserva Napal (provincia del Chubut,
nocer las narrativas de origen que se contaban del otro Argentina) son los protagonistas de las decisiones y po-
lado de los Andes. Me sorprendió que en dichos relatos el sicionamientos políticos que se mencionan aquí.
-  Desacatos 

INTERPELACIONES HEGEMÓNICAS

La especificidad histórica de los sentidos de pertenencia,


entre quienes se reconocen como miembros de una mis-
ma “comunidad indígena”, encuentra su marco de inter-
acción en la formación continua de los Estados-nación.
Por lo tanto, siguiendo el planteo de Claudia Briones
(), los posicionamientos sociales de los poblado-
res mapuches no pueden explicarse sin tener en cuenta
el potencial de incorporación de las hegemonías contem-
poráneas. Éstas disponen de ideologías nacionales e inter-
nacionales para describir, organizar e integrar subjetivi-
dades dispares como “culturas folk”.
Los lugares públicos que los Estados chileno y argen-
tino han construido para incorporar al indígena han ten-
dido a cosificar y subrayar las diferencias en términos
“culturales”, y a enmascarar la naturaleza histórica y dia-
léctica de estas representaciones.1 Este proceso, por otra
Patricia Arias y Jorge Durand

parte, se inscribe en la forma ideológica que ha celebra-


do el capitalismo global en los últimos años. Esta actitud

4
multiculturalista —entendida como una suerte de posi-
ción global vacía— impone la coexistencia híbrida de 
mundos culturalmente diversos y, en este mismo gesto,
oculta la problemática opuesta: “la presencia masiva del
capitalismo como sistema mundial universal” (Zizek,
: ). En este sentido, la lucha económica y política en y alrededor de los discursos disponibles” (Sprinker,
por los recursos2 es lo que se dirime en la apropiación y : ) y, en este sentido, no habría punto de vista sin
resignificación de las distintas definiciones de “cultura”. confrontación o posicionamiento social que no incluya
En este macro contexto podría definirse al sujeto co- las interpelaciones del otro. No obstante, esta dinámica
mo “la articulación de la intersubjetividad estructurada de presuposiciones mutuas es asimétrica y desigual se-
gún se trate de grupos dominantes o subordinados. Por
un lado, la cultura hegemónica no se reduce a la cultura
1 La historia de conquista o subordinación se desvanece cuando los
Estados-nación se imaginan a sí mismos como “aculturales” y como de la clase dominante, sino que es el resultado de una
el ámbito neutro en el que cada cultura produce su propia “metacul- particular apropiación y utilización de los bienes cultu-
tura local” (Urban, ).
2 De acuerdo con el argumento de Claudia Briones (), los proce- rales de toda la sociedad, en beneficio de los intereses de
sos hegemónicos de marcación de los indígenas como un “otro diferen- los grupos que detentan el poder (Hall, ). La ideolo-
te” adquieren su particularidad de acuerdo con la naturaleza de los gía dominante, para ser efectiva, incorpora aquellos as-
recursos que se encuentran en disputa en determinada época y re-
gión. En líneas generales, la proporción e importancia que reviste la pectos “culturales” en los que los grupos subordinados
exacción de los recursos, fuerza de trabajo o tierra han determinado pueden reconocer sus propios deseos e intereses.3 Los
la especificidad histórica de los procesos de colonización y formación
de los Estados nacionales. Véase Cornell (), Briones (, ) y
Delrio (). Siguiendo esta idea, considero que los recursos que me-
dian la relación entre los mapuches y las élites nacionales son mate-
riales (tierras, fuerza de trabajo, subsidios, votos electorales) y sim- 3 A esta misma idea hace mención Zizek (: ) cuando define la
bólicos (autonomía, prestigio, reconocimientos y lealtades). operatividad de la universalidad hegemónica a partir de la incorpo-
 Desacatos - 

acentos sociales resultantes poseen, de este modo, un ma- La cultura es un concepto social que efectúa su propio
yor poder para refractar y construir la realidad misma e “régimen de verdad” acerca de las diferencias sociales y
interpelar a los individuos desde cierta subjetividad. Por las políticas de representación (Briones, ), por lo tan-
otra parte, las innovaciones, los conflictos y las impug- to, la discusión en torno a sus usos sociales —hegemó-
naciones —potencialmente desestabilizantes— que se nicos y contrahegemónicos— deviene en un interesante
originan a partir de las prácticas sociales aborígenes, tam- foro para los análisis antropológicos.
bién tienden a ser reorientadas y subsumidas en las nocio- Los líderes mapuches de las comunidades en las que he
nes dominantes de “cultura”. Así, las cuestiones políticas trabajado reconocen la marcación “cultural” de los luga-
se interpretan como particularidades exóticas, los usos res sociales que el Estado dispuso para enmarcar sus lu-
estratégicos del pasado como manifestación de las raíces chas y reclamos. Sin embargo, la decisión de ocuparlos y
nacionales o del patrimonio común, los reclamos de au- la forma de hacerlo son, hoy en día, objetos permanen-
tonomía como índices de una nación multicultural o plu- tes de reflexión y disputa.
ralista, el aumento cuantitativo y el cambio de modali-
dad en las disputas centradas en la etnicidad y la cultura
como resultado de oportunismos políticos. Los discursos LOS POSICIONAMIENTOS MAPUCHES
nacionales han decretado la agonía de las “culturas indí-
genas” y, en este sentido, las políticas indigenistas tien- Los estereotipos culturales emergen de “relaciones espe-
den al rescate, definiendo los territorios indígenas como culares” (Jameson, ),5 es decir, constituyen “perspec-
museos naturales. El entramado interdiscursivo, así cons- tivas relacionales” (Goffman, ) entre distintos grupos
tituido, instituye las matrices de diversidad disponibles sociales. Sin embargo, sus estigmas o atributos descalifi-

 3
para tener acceso a subsidios, tierras, títulos de propie- cadores adquieren diferente poder de imposición, según
dad y otros reclamos indígenas. el lugar que cada uno de estos grupos ocupa en la es-
Sin embargo, una mirada estereoscópica —siguiendo tructura social. Por lo tanto, los mapuches que viven en
la lectura de Habermas (: ) sobre la noción de “cul- comunidades rurales se encuentran ante la necesidad de
tura popular” bajtiniana— permite también reconocer responder —confirmando, refractando o negando— las
cómo un mecanismo de exclusión, que deslinda y repri- imágenes impuestas. Su posición subalterna los ha lleva-
me, al mismo tiempo provoca contra efectos no neutra- do a incorporar, en sus propios sentidos de pertenencia,
lizables. Si bien el espectro de razones, temas y valores la paradoja de inclusión-exclusión —constitutiva del es-
hegemónicos es conocido y “repetido” por los grupos tigma—, por la cual forman parte de la sociedad nacio-
subordinados, también puede ser presupuesto de forma nal, pero que al mismo tiempo los hace diferentes.
innovadora o filtrado críticamente. La paradoja de la re- La “cultura mapuche” adquiere un carácter discrimi-
petición reside precisamente en la confirmación simul- nador y estigmatizante cuando presupone “un mapa de
tánea de semejanza y diferencia.4 tiempos disímiles y distancias temporales”,6 es decir, cuan-
Por lo tanto, me interesa aquí el modo en que la cul- do define las fronteras interétnicas como diferencias tem-
tura puede volverse sobre sí —ser objeto y medio de sí porales. De esta forma, las exigencias de mímesis con el
misma— recreando nociones metaculturales para orien- pasado —que recaen sólo sobre el indígena— relegan
tar interpretaciones dispares (Golluscio y Briones, ).

5 Frederic Jameson entiende la noción de estereotipo como abstrac-


ciones colectivas sobre el otro, como excesos ilícitos de sentido que
ración de “por lo menos dos contenidos particulares”: el popular y transforman las individualidades en algo no concreto y no indivi-
su distorsión, creada por las relaciones de explotación y dominación. dual (Jameson, : ).
4 La dialéctica de la repetición consiste en que “lo repetido” ya ha te- 6 La noción de “cultura mapuche” es aquí sinónimo de primitivismo,
nido lugar previamente, y este carácter pasado da a la repetición su atraso, exotismo, o de sus eufemismos actuales: generalizaciones, es-
“novedad” (Sprinker, ). tereotipos (Fabian, ).
-  Desacatos 
Patricia Arias y Jorge Durand

4 

el problema de la pobreza y la exclusión, puesto que la productor competente de cultura, el sujeto como “re”-pro-
marginalidad es interpretada como un atributo tradicio- ductor autónomo y el sujeto “no cultural”.
nal y ajeno a la sociedad que lo produce. En este marco
de descompromiso, las ideologías hegemónicas sobre el
“ser aborigen” exigen “la continuidad” de una tradición “RE”-PRODUCTORES COMPETENTES: TENER
mapuche y la escenificación de los diacríticos que la ates- CULTURA
tigüen. En consecuencia, los criterios de autenticidad in-
dígena que operan en leyes, proyectos y políticas estatales Los pobladores mapuches han tomado conciencia del in-
(Briones, ) incorporan estos atributos del estereoti- terés de ciertas élites no indígenas —nacionales e inter-
po de diversas maneras. nacionales— por la “herencia cultural”convertida en mer-
Los líderes comunitarios, sin embargo, presuponen es- cancía u objeto estético (Alonso, ). Al respecto, en
tos estigmas para revertirlos (Golluscio et al., ). Sus Argentina y en Chile los textos oficiales construyen des-
posiciones subalternas, confirmadas por las definiciones cripciones similares:
hegemónicas de “cultura”, son apropiadas y transforma-
das en lugares sociales propicios para el reconocimiento Ellos [los mapuches] sobreviven, por otra parte, con mu-
o la lucha. A continuación describiré las tres perspecti- cha fuerza a través de los nombres de lugares, ríos cum-
bres, en todo el país y particularmente en Pucón existen
vas metaculturales que los pobladores mapuches de am- numerosas reducciones […] Su artesanía es atractiva y
bos lados de la cordillera de los Andes identifican como motivo comercial muy selecto en las galerías locales que
las “líneas” posibles para transitar por el espacio social de para el verano se llenan de un público curioso e investiga-
sus respectivos Estados nacionales: el sujeto como “re”- dor que consulta precios y adquiere piezas de su agrado.
 Desacatos - 

Este grupo étnico, como todos los grupos de esta natura- mis papás no tienen para venderle. Yo te los compro, me
leza, posee idioma propio, un cuerpo de creencias y cos- dice, te doy buena plata, porque yo tengo museo, donde yo
tumbres, una forma particular de organizar sus relacio- conservo todo eso, y después venís a verlo, me dice, es algo
nes, un código propio y singular de deberes y derechos al valioso (Loncofilo, ).
interior del grupo doméstico, ceremonias, valores tradicio-
nes, artes y oficios que hacen de la sociedad mapuche una
de las entidades indígenas más ricas desde el punto de vis- El “otro mapuche” deviene en portador de productos exó-
ta de los patrimonios culturales que aún perduran (Libro ticos, de bienes que pertenecen al patrimonio nacional,
de la Municipalidad de Pucón, ). de piezas de museo con valor de colección o de tesoros
auténticos de la antigüedad. El turismo, las instituciones
He encontrado que este modelo de relación entre la socie- políticas y la academia confirman permanentemente la
dad mapuche y no mapuche, centrado en una concepción figura de la recolección y el rescate, más aún cuando sus
folk y cosificada de la cultura, suele emerger como mar- representaciones caracterizan la “cultura” como un bien
co de interacción en mis primeros encuentros etnográ- escaso y pronostican su extinción como inminente. En es-
ficos con los líderes comunitarios. Desde el momento en tos casos la “cultura” se convierte en un bien material cu-
que me presento como investigadora, entre ambos co- yo valor responde a las demandas de un mercado unifi-
mienza a funcionar un juego mutuo de suposiciones, en cado. Al hacer ostentación de sus posesiones culturales,
el que mi interlocutor generalmente opta por orientar el el poblador mapuche se posiciona positivamente en el
evento como una transmisión de cultura.7 mercado simbólico de bienes escasos: como “poseedor”
Siguiendo la relación establecida por Bourdieu () de capital cultural y del conocimiento en el arte de la tra-
entre las interacciones sociales —en tanto micro merca- dición, en breve, como un “re”-productor competente.

 3
dos— y las estructuras globales que las dominan, con- Desde este posicionamiento los líderes recurren a dis-
sidero que la supuesta demanda del investigador suele tintas estrategias de “sustancialización”8 de la cultura, con
ser enmarcada por los pobladores en aquellas formacio- el propósito de reificar los valores abstractos de la “tradi-
nes discursivas que determinan el valor de los productos ción mapuche” y ostentar su posesión. El mapunzugun
de la “competencia tradicional”. El contrato comunicati- (lengua mapuche) se convierte en el principal objeto de in-
vo está inserto en las relaciones objetivas que existen entre tercambio interétnico, puesto que a lo largo de los años la
los grupos que se reconocen en oposición como mapu- lengua ha sido la manifestación cultural con mayor poder
ches y no mapuches, aquí entendidos respectivamente para señalar la “autenticidad” aborigen. En términos de
como grupo “cultural”, por un lado, y grupo formador Hill (), las palabras en lengua indígena no son simple-
de los precios de mercado en torno a los productos cul- mente referenciales, ellas también señalan un posiciona-
turales, por el otro: miento social. Así, el uso público de la lengua opera como
indicador de competencias culturales y define a sus usua-
[…] mi patrona tiene recuerdo para conservarlo, por ejem- rios como propietarios de un bien valorado socialmente.
plo mantas que tejen a telares, ella las tiene, pero de ador-
Del mismo modo, algunos líderes, en los contextos pú-
no, los canastos que se hacían antes, trutrucas, cántaros
viejos que usaban antes… que usaban los mapuches. Y me blicos donde se presentan a sí mismos, refieren a las cos-
dice si acaso yo no tengo cosas de esos tiempos de atrás, si tumbres tradicionales como objetos: “todavía llevamos
esa costumbre”,“me llaman por mi cultura mapuche”,“y
se dirigieron a mi casa para venir sacar la cultura nues-
7 El dispositivo escénico (Charaudeau, ) —primera entrevista, tra”. La posesión material de elementos representativos
uso de la grabadora— activa un conjunto de suposiciones: el marco
material de las circunstancias del intercambio subraya nuestro “in-
terés” como investigadores (demanda) por el “capital cultural” que
nuestro entrevistado “posee” por “ser mapuche”. Por lo tanto, el dis- 8 Entendemos la noción de “sustancialización” como reificación,
positivo actualiza un mercado unificado de bienes simbólicos y sus materialización o conversión de un valor abstracto en un bien tan-
reglas (Bourdieu, ). gible y estético (Alonso, ).
-  Desacatos 

de la “cultura mapuche” es explicitada en diferentes prác- Carlos Menem llevó a cabo en Cushamen en )10—
ticas discursivas: “nosotros mismos tenemos prenda de representando costumbres antiguas y religiosas, o vis-
la antigüedad y nosotros por lo menos lo usamos en ese tiendo de modo tradicional. Algunos líderes de la zona
momento” (refiriéndose a los adornos tradicionales uti- de Trancura suelen ser invitados por los gobiernos para
lizados actualmente en la ceremonia religiosa), “nosotros hablar en mapunzugun, tocar sus instrumentos tradicio-
tenemos hasta grabaciones también”, “en la ciudad no- nales o escenificar alguna de las partes de la ceremonia
sotros presentamos el modo de representación nuestro, religiosa del camaruco frente a un público de turistas.
trabajamos con el kultrún, con el instrumento, tenemos También ellos son invitados en los actos municipales y
todo lo que usan los mapuche”. regionales para representar su “cultura tradicional” y,
El agente social, desde su lugar subordinado, utiliza el así, darle el tono “multiculturalista”al acontecimiento po-
capital simbólico de la cultura —valorada en el mercado lítico en curso:
interétnico— con el doble propósito de tener una nueva
fuente de ingresos y un medio de legitimación y recono- […] Yo hasta Santiago he ido, me llaman, por mi cultura
mapuche […] por lo menos ahora no se separan la gente,
cimiento social. Sin embargo, desde el momento en que nosotros mismos como somos mapuches, también noso-
se compromete con esta noción de cultura como patrimo- tros compartimos con los winkas, y por eso es que nos están
nio, el sujeto corre el riesgo de ser acusado de “pérdida de haciendo reunir aquí [en Pucón] por lo menos casi igno-
identidad”.9 Por consiguiente, la sustancialización de la rantemente, nosotros salimos […] hay que dar a conocer
cultura y su constante escenificación pública intentan cómo es el sistema de vivir las personas, así que así somos.
Ahora ya que uno ha perdido la vergüenza, así que ya an-
revertir la sospecha permanente de la “aculturación” y
damos […] así cuando converso yo así en mi lengua ma-
la “pérdida” (“nosotros somos verdaderos mapuche, que puche, la gente se rodean todos, para escuchar cómo es las

4
conversamos en mapuche todo”). De todos modos, la con- palabras, y a algunos le gustan y a otros no le gustan, claro,
figuración hegemónica del espacio distribuye la marca- así que así es las cosas (Loncofilo, ). 
ción cultural diferencialmente a lo largo del territorio
nacional. Así los líderes rurales, a diferencia de los repre- En ninguno de estos casos los participantes recibieron al-
sentantes indígenas que han emigrado a las ciudades, gún tipo de ingreso. Ellos explican sus colaboraciones
aún cuentan con el criterio de “estar viviendo en comu- como una demostración del orgullo mapuche, tantos
nidad”, otro de los diacríticos dominantes para definir años atrás reprimido, y como una nueva forma de par-
al otro. ticipar en la integración nacional sin tener que ocultar
Los usos mapuches que resultan de este modo de en- sus sentidos de pertenencia.
tender la cultura son muy variados. En las comunidades Sin embargo, la venta de artesanías, el cobro por gra-
rurales donde he realizado mis trabajos de campo he baciones en lengua mapuche y, particularmente en Chi-
encontrado distintas perspectivas en torno a la impor- le, el etnoturismo, pueden ser algunos ejemplos del mo-
tancia y objetivos de escenificar ciertas prácticas defini- do en que la “cultura” pasa de ser un bien simbólico a ser
das como “objetos de autenticidad cultural”. una mercancía. Este uso consciente de los valores del mer-
Los mapuches de Cushamen han participado en actos cado ha permitido algunos proyectos de cooperativismo
oficiales —municipales (“la fiesta aborigen” realizada des- en procuración de la autonomía económica, como la
de  en la escuela), provinciales (numerosos actos en cooperativa de artesanas de Cushamen:
instituciones públicas) y nacionales (el lanzamiento del
Plan nacional de regulación de tierras que el presidente 10 La escenificación de la diferencia en estos acontecimientos públi-
cos no permite ser leída desde este único posicionamiento. En los de-
bates posteriores a la visita de Menem a la comunidad Cushamen, las
9 Todo alejamiento de la actuación mimética de un pasado —siem- reflexiones acerca de la rogativa que se realizó ante las cámaras de
pre construido— es redefinido, en términos hegemónicos, como pér- televisión demuestran la yuxtaposición de propósitos y de sentidos
dida de sustancia original (Alonso, ). en torno a la “cultura”.
 Desacatos - 

La historia de la artesanía era como que anteriormente no en tanto los define como migrantes del pasado y les
tenía realmente valor, y en cambio ahora no, porque cual- exige la exhibición de señalamientos étnicos tradiciona-
quiera viene y ve lo que es el artesano. Porque el artesano les. Sin embargo, el sentido de estos estigmas es subver-
vive trabajando […] y cuando se vende una prenda se ve
tido cuando se toma conciencia de los mismos y se rein-
la plata […]. Éste es el telar realmente mapuche, es lo real-
mente natural, porque éstos son los que hacían los primi- terpretan el lugar marcado por la diferencia cultural y el
tivos, abuelos, bisabuelos (Cushamen, ). locus enunciativo desde el que es legítimo discutir las
relaciones sociales de explotación y el acceso a los recur-
Si bien estos usos esenciales no cuestionan las relaciones sos. Este proceso reflexivo consiste, por un lado, en pre-
asimétricas y antagónicas que subyacen en ellos, en al- suponer y reinterpretar las ideas de mímesis, continui-
gunos casos, como veremos en el siguiente apartado, la dad cultural o tradición con el propósito de legitimar las
reflexión metacultural puede devenir en un importante posiciones sociales; y por otro lado, en cuestionar el or-
proceso de politización de la diferencia y la marcación cul- den existente multicultural que oculta las relaciones asi-
tural (Briones, ). La escenificación folclórica —fren- métricas entre los mapuches y las clases dominantes a lo
te a un público turístico, en actos oficiales, ante el inves- largo de la historia.
tigador o el periodista— suele ser una de las estrategias Por lo tanto, y en primer lugar, las prácticas innovado-
de autolegitimación, utilizadas por los líderes mapuches, ras —políticas, económicas, ideológicas— se tradiciona-
frente a un otro que espera que el mapuche “actúe” cierto lizan. Donde prevalecen las normas de la tradición, la
estereotipo. En todos los casos, es una estrategia efectiva conducta se legitima por la apelación a lo precedente
de relación tanto en la negociación con las autoridades (Brow, ), y donde la continuidad cultural es un pa-
—cuando los recursos en disputa consisten en subsidios, rámetro de autenticidad y legitimación, la reinterpreta-

 3
ayudas económicas y planes sociales— como en su utili- ción del pasado es una práctica permanente. Aquellas
zación como una fuente de reconocimiento o de ingresos. acciones que los medios de comunicación, la justicia o
los gobernantes califican como “ideológicas”, “políticas”
y “no culturales” —y generalmente adjudicadas a “mani-
“RE”-PRODUCTORES AUTÓNOMOS: DEFINIR puladores políticos”— son reinterpretadas por los mapu-
CULTURA ches que las llevan a cabo como mandatos tradicionales
y como estrategias colectivas cuyo fin es la misma “con-
Una segunda postura consiste en ubicarse “en la cultura” tinuidad cultural” que se les cuestiona. Las ideologías he-
como lugar desde donde se habla, es decir, un locus enun- gemónicas folclorizan ciertos aspectos de la cultura para
ciativo anclado en la cultura como posicionamiento po- despolitizarlos, al mismo tiempo que otras manifestacio-
lítico que opera simultáneamente como marco interpre- nes se definen como “ideológicas”con el propósito de qui-
tativo de la realidad y como patrón de acción en la tarles su legitimidad en la cultura (Briones, ). Este
construcción de pertenencias: uso constante de los límites de la cultura también es pro-
blematizado por los pobladores mapuches; ellos reinscri-
[…] cuando estamos planteándonos organizarnos, ya es- ben la mayor parte de sus prácticas colectivas —motiva-
tamos planteando, y nos estamos planteando en política, das por sentidos de pertenencia comunes— dentro del
pero no depende de los partidos políticos ni nada. Es una
marco interpretativo de una cultura que lucha por su con-
política que la generamos nosotros. Y automáticamente
cuando estamos planteando organizarnos ya estamos te- tinuidad. Pero no una continuidad en tanto mímesis de
niendo en cuenta todo el aspecto cultural nuestro (Cusha- tiempos míticos, sino una continuidad que se vio amena-
men, ). zada en el preciso momento en que el pueblo mapuche
perdió su autonomía, una continuidad por la que lucha-
En esta perspectiva los pobladores mapuches también ron sus antepasados, y por la que ellos continúan pelean-
presuponen el estigma que porta la noción de “cultura” do hoy en día. Una continuidad cuya realización desesta-
-  Desacatos 

bilizaría, incluso, el orden de posiciones establecido. La como un nuevo centro desde el cual los márgenes pasan
tradición ya no refiere a los fragmentos desconectados a ser otros. Si el centro reside en “el haber estado antes”,
que se exhiben como supervivencias del pasado y diacríti- esto es, el hecho de ser los primeros dueños legítimos de
cos de identidad, sino que es una tradición construida co- las tierras y los recursos naturales, “los ilegales” son los
mo lugar de enunciación, como perspectiva sobre la propietarios actuales que los usurparon o el Estado na-
realidad que redefine geografías, temporalidades, prin- cional que los administra.
cipios y finales narrativos (Briones, ; Ramos, ). Al respecto, menciono el caso del lonko (cacique) de
En segundo lugar, esta posición política pone en primer la comunidad de Palguín (Chile) como ejemplo paradig-
plano las relaciones históricas de dominación. La cultu- mático de este posicionamiento en la “cultura”. Como
ra folk es, primero, reinterpretada como un ideal —o es- representante, él ha confeccionado la historia de su co-
tereotipo— ajeno e impuesto. Luego, cuando la cultura munidad y la actualiza cada vez que se realiza el camaruco
es reasumida reflexivamente, su valor pasa a ser inter- (rogativa anual) ante los pobladores mapuches. El géne-
pretativo, puesto que es definida como un punto de vis- ro tradicional —ngïtram kam (conversa antigua) o ngrï-
ta diferencial que alinea los acontecimientos históricos tam (historia verdadera)— y la lengua mapuche en los
—pasados y presentes— en un devenir propio. La “cul- que inscribe su relato crean el contexto tradicional para
tura mapuche” —fundada en la preexistencia del abori- evocar sentimientos compartidos de pertenencia entre los
gen en el territorio nacional— deja de ser percibida como presentes. Pero el lonko también recurre a este género tra-
manifestación de una frontera interna, y se constituye dicional para narrar su historia cada vez que alguien se

4 
Patricia Arias y Jorge Durand
 Desacatos - 

acerca a su casa, o cuando es invitado a participar en algún Posicionarse en este lugar implica cuestionar los aspec-
acontecimiento público. Su relato recorre los tiempos de tos de la cultura y del estereotipo que son aceptados e
conquista en los que fueron expulsados de Argentina, la integrados en el orden hegemónico para resaltar los as-
llegada a Palguín, la arbitrariedad de un gobierno que im- pectos excluidos. Es decir, se trata de incluir los progra-
pone sus reglas, el arribo a la zona de diferentes “hombres mas políticos en la misma orientación cultural de las ac-
de negocios”que, con mayor desenvoltura en la nueva bu- ciones colectivas:
rocracia nacional —conjuntamente con el apoyo coer-
citivo del Estado—, se adueñaron de las tierras, y el modo […] al estar solo te chupa el sistema, está bien, es una for-
ma de ocupar un mínimo espacio, y eso lo hablábamos en
en que los nuevos propietarios continúan, hoy en día, con la reunión nacional [reunión nacional de aborígenes], de
las mismas prácticas violentas al amparo de los sucesivos poder armar algo de ir ocupando espacios políticos desde
gobiernos. Los eventos narrados se inscriben en una “his- abajo para empezar […] con un partido propio, a eso apun-
toria antigua” —transmitida oralmente por su abuelo a tamos la última reunión para tener más participación y
su padre—, con nombres —los topónimos en lengua ma- definir por nosotros mismos. La gente está cansada de ser
usada cuando uno tiene su propia decisión y pensamien-
puche— y fechas precisas, a los que el narrador agrega
to. Yo creo que es una idea que prende porque hay necesi-
los acontecimientos actuales. En el presente, este lonko, dad de tener protagonismo y de encarar una lucha, de una
con sus casi ochenta años, se encuentra en libertad con- vez por todas (Cushamen, ).
dicional por haber recuperado dichas tierras en conflicto
junto con la gente de su comunidad. Sin embargo, en el úl- Los enunciadores asumen el estigma de estar fuera de la
timo verano asistió a una reunión en Temuco organiza- historia —subyacente en la noción de “continuidad cul-
da por la Universidad de la Frontera para volver a contar tural” en tanto tradición— para revertirlo hasta el pun-

 3
su historia y seguir luchando por las tierras comunales. to que la “continuidad” pasa a ser la puerta de acceso a
La “continuidad cultural”deja de ser una puesta a prue- la historia y la contingencia.
ba de “no aculturación” o “mestizaje” o una puesta en
escena meramente folclórica en el espectáculo de la inte-
gración armoniosa de culturas, y pasa a definirse como SUJETOS “NO CULTURALES”: DESPLAZAR
el lugar tradicional desde el que “siempre” se ha hablado, LA CULTURA
mirado, sentido y luchado por esa misma continuidad.
Esta última deja de ser un medio para la obtención de Las comunidades rurales mencionadas aquí comparten
recursos, para transformarse en un fin por el que es ne- historias similares de discriminación, escolarización y
cesario recuperar los recursos que han sido expropiados: modos de participación en el Estado. Como consecuen-
cia de estos procesos históricos, tanto la identificación con
Creo que la costumbre nunca va a perderse, yo creo que el campesino —pequeño productor, colono chileno, pai-
volver así como comunidad, yo creo que se volvería por- sano argentino— como el objetivo compartido del “pro-
que de hecho... ya al recuperar esas tierras, eso va a quedar greso” y el “desarrollo sustentable” han tendido a relegar
comunitario […] y creo que ahí ya vamos a tomar otra
a un segundo plano las identificaciones públicas con una
nueva experiencia que vamos a vivir, que vamos a hacer, la
comunidad mapuche de pertenencia. Por consiguiente,
era de nosotros, los más jóvenes que quedamos. […] Se
hace reunión con frecuencia, cuando ya hay que tomar de-
el tercer modo de posicionarse ante la “cultura” es negan-
cisiones porque hoy en día acá en Chile, creo que nos dejó do explícitamente su operacionalidad política.
una mala experiencia ya el gobierno militar. Y yo creo que Esta posición presupone los estigmas de “atraso”y “pri-
acá todo funciona a través de política. Y el que no sabe lle- mitivismo” que subyacen en las definiciones hegemóni-
var más o menos la política, yo creo que nosotros estamos cas de cultura y, en consecuencia, propone el desplaza-
sonados, y esa es la parte débil que estamos, estamos redé- miento de la pertenencia cultural a los ámbitos privados
bil, redébil (Palguín, ). de la comunidad. Algunos líderes mapuches consideran
-  Desacatos 

que, en los espacios interétnicos de negociación con el Es- do en un enfrentamiento más abarcador: entre pobres y
tado, la marcación cultural actualiza una relación asimé- ricos, entre pequeños productores y aquellos que defien-
trica que han querido revertir a lo largo de los años: den los intereses de los grandes capitales:
Vos me decís: ¿cómo nos identificamos? Y bueno mirá,
Yo creo que los aborígenes se dividan como nación pro- este… yo creo que como pequeño productor, porque co-
pia, eso daría pie a que se siga más marginando a la gente, mo ya te digo, pequeños productores hay % más, aun-
se marginaría más la gente porque es como que se le vuel- que mapuches hay muchos, sí, sí. No por lo expreso quie-
ve a hacer la guerra, porque se junta con otra idea que no ro decir que vamos a dejar de lado el tema mapuche […].
se van a juntar arriba, es como que se chocan dos frentes, Con el tema provincial donde están incluidos pequeños
y eso serviría para la gente viva más marginada, que sigan productores mapuches… llámese inmigrantes… yo creo
explotando, que sigan colonizando, no conviene eso (Cu- que tenemos que definirnos como pequeño productor, no
shamen, ). hay vuelta que darle, ¿viste? (Cushamen, ).

Los representantes mapuches no niegan la importancia La estrategia es, entonces, la identificación pública con
de tener una cultura propia (“es importante rescatar la organizaciones colectivas basadas en el cooperativismo:
cultura”, “no debemos perder lo que es nuestro”), pero ya sea realizando proyectos conjuntos para obtener sub-
discuten las jerarquías políticas de las distintas identifi- sidios del Estado, o buscando salidas económicas autó-
caciones (“pero hay necesidades más elementales antes”, nomas de producción.11
“pero los pequeños productores somos más”, “pero hay La desmarcación cultural suele ser también la posición
que saber distinguir las cosas”,“pero me identifico con el de los líderes comunitarios que defienden el derecho al
pobre antes que nada”): cambio, la movilidad social y las mejoras de las condicio-

4
nes de vida en términos de “desarrollo económico y pro-
[…] la cultura… nosotros no nos metemos donde no te- ductivo”. Como anticipé en la introducción del trabajo, 
nemos mucho conocimiento, preferimos estar donde pode-
mos hacer lo que esté a nuestro alcance, entonces cada
si los grupos dominantes tienen mayor poder para fijar
uno está por su lado, si bien todos somos necesarios, si tu- sus propios acentos sobre las categorías sociales, es com-
viéramos que hacer un camaruco confiamos en los que sa- prensible que varios pobladores mapuches experimen-
ben, en los ancianos […] y nosotros quizás sabemos un ten y entiendan “cultura” como “volver atrás”, “exigencia
poco más de política (Cushamen, ). de mímesis con el pasado”, “atraso” o “imposibilidad de
cambio”. Por lo tanto, algunos líderes rurales, tomando
En otras palabras, en este argumento la cultura es defi- conciencia de estos usos estigmatizados, no encuentran
nida como uno de los patrones que crean comunidad y en la cultura una orientación política efectiva:
solidaridad “hacia dentro” —una suerte de “cultura pri-
vada”—, mientras que, en los espacios públicos, se sub- A mí no me gustaría volver hacia atrás, a mí me gustaría ir
para adelante y si es posible que mi comunidad también,
raya una identificación transversal que recorre las dife-
que siga viviendo mejor que cuando era antes […] Yo
rencias culturales (“estamos juntos con los inmigrantes viviendo en democracia no me puedo quedar afuera del
pobres”, “tiramos todos para el mismo lado”). En los ca- sistema, para tener un poco de poder tengo que plegarme
sos de la Cooperativa Mapuche (en Argentina) y las Jun- en algún partido, por ejemplo (Cushamen, ).
tas Vecinales (en Chile) no se discrimina, por ejemplo,
[…] la cultura sí, lo que es habla, pero la situación de hoy
entre sus miembros mapuches y no mapuches.
día requiere siempre de vivir más acorde con la situación
Es decir que, para algunos representantes, la cultura no del país, en este caso. Yo creo que toda persona tiende a
constituye un posicionamiento para la lucha o la nego-
ciación, en tanto marca diferencias —divide— en el in-
terior de una clase. De este modo, el antagonismo entre 11 En Cushamen, por ejemplo, se ha intentado hacer funcionar una
“mapuches” y “winkas” (no mapuches) queda subsumi- curtiembre.
 Desacatos - 
Patricia Arias y Jorge Durand

 3

superarse porque no va a volver a la nada otra vez (Huam- A MODO DE CIERRE: ORIENTACIONES
poe, ). POLÍTICAS

Yo de la cultura sé muy poco, a mí me interesó más que […] el aspecto de la cultura se tiene que discu-
nada el presente, sí respetando, sin dejar afuera la cultura tir de entrada, cuando nosotros decimos vamos
(Cushamen, ). a organizarnos…
[…] lo que pasa es que es muy difícil defi-
Este posicionamiento, al desplazar la cultura del debate
nirse…
público, vuelve visible la imposición estereotipada que
[…] ahora mismo lo estamos discutiendo entre
los identifica desde afuera como “colonia indígena” o “co- nosotros…
munidad mapuche”. Estos límites, convertidos en obje-
(Representante de la comunidad
tos de reflexión, son negados por aquellos pobladores que de Cushamen)
se identifican principalmente con su posición estruc-
tural en la división del trabajo. Del mismo modo que en
los posicionamientos anteriores, los enunciadores toman Los líderes comunitarios con los que he conversado se
conciencia de las connotaciones folclóricas y apolíticas presentan públicamente en respuesta a los estereotipos
que la noción de cultura hegemónica impone sobre sus hegemónicos de “cultura” y definiendo distintas posicio-
subjetividades. Sin embargo, la respuesta de esta posición nes sociales: el re-productor competente en un mercado
consiste en privatizar y reasumir para sí los usos sociales donde “la cultura” opera como capital simbólico, el re-
de la cultura y desplazar el foco de las disputas públicas productor autónomo que se posiciona en la tradición
hacia la identificación con la nación o la clase social. como un modo de reinterpretación propio de las luchas
-  Desacatos 

sociales y la “continuidad cultural”, y el sujeto no cultu- en cada caso. Los enunciadores se posicionan ante la no-
ral que se identifica con su situación estructural en una ción de cultura, seleccionando alguna de estas posibles
sociedad estratificada. respuestas, de acuerdo con los recursos en disputa que
Estas prácticas sociales despliegan significados dispa- consideran el objetivo de sus políticas. Así, el énfasis en
res de “cultura” por medio de diferentes estrategias sim- la cultura como capital simbólico y la presuposición de
bólicas. En primer lugar, la sustancialización y la esteti- sus valores de mercado, basados en el exotismo y la es-
zación de la cultura, entendida como un recurso escaso casez, son considerados un medio eficaz en la negocia-
en el mercado unificado de bienes. Segundo, la tradicio- ción de subsidios o en la participación de programas y
nalización de la cultura; estrategia que consiste en incor- políticas indígenas, o para la obtención de prestigio y re-
porar una noción amplia y flexible de “continuidad”. Es conocimiento social. El acento en la cultura como una
decir, la tradición se define como un punto de vista o lu- tradición preexistente a los Estados-nación es interpre-
gar de enunciación —inaugurado en la época de la con- tado como el proyecto político más adecuado en la lu-
quista— que posee el potencial de interpretar las prácti- cha por la autonomía y la recuperación de las tierras.
cas innovadoras del presente y las nuevas lecturas del Subsumir la cultura en una lucha de clases es la elección
pasado, subrayando las relaciones de dominación. La ter- de quienes consideran que la lucha política y económi-
cera estrategia también consiste en el desplazamiento de ca frente a la explotación y la dominación sólo puede ser
las posiciones subjetivas impuestas desde la ideología folk, gestionada de modo conjunto con la totalidad de los pe-
pero, en este caso, los mapuches discuten sobre la posibi- queños productores.
lidad de una política directamente surgida de la cultura. Por lo tanto, la acción de posicionarse ante las diferen-
Estas nociones metaculturales, en tanto actos de crea- tes nociones de cultura constituye, también, una deter-

4
ción colectivos, son el resultado de experiencias compar- minada orientación política. Los liderazgos políticos
tidas en la comunidad y de las resignificaciones de los —caciques (lonkos), representantes, delegados o presi- 
estigmas hegemónicos emergentes en los espacios inter- dentes de las juntas vecinales— convierten estas orien-
étnicos. Desde este ángulo, reflexionar sobre las prácticas taciones en prácticas políticas efectivas. En pocas pala-
sociales de autolegitimación permite centrar el estudio bras, no es pasiva la apropiación de las subjetividades
en la intersección de los microprocesos de articulación impuestas. Las utilizaciones estratégicas de los estigmas,
de significados, por un lado, y los macroprocesos de do- presupuestos discriminatorios y esencialismos operan
minación, por el otro. Los pobladores mapuches, tanto como “redes subterráneas de cultura” (Escobar, )
de las comunidades argentinas como chilenas, construyen que, en los espacios interétnicos, pueden tornarse visi-
sus identidades, su pasado y sus ideas de “comunidad” bles como orientaciones políticas para la acción. La no-
por medio de la recombinación e innovación de elemen- ción de “cultura mapuche”, sin abandonar los estigmas
tos. Sus nociones de “cultura”, definidas entre espacios hegemónicos subyacentes en las figuras de exotismo,
de coacción y resistencia, representan el constante pro- patrimonio, ahistoricidad y mímesis, incorpora sentidos
ceso de formación identitaria. Por lo tanto, siguiendo a políticos e identitarios en sus resignificaciones cotidia-
Escobar (), la articulación de posicionamientos es nas en el nivel local.
multivalente con respecto a las ideologías dominantes: Es en el contexto de confrontación —cuando las per-
sus significados enfrentan, cambian, desafían y aceptan sonas negocian su universo y la representación discursi-
las nociones hegemónicas. va del mismo— donde las experiencias históricas y los
Los tres modos de posicionarse frente a la “cultura” intereses colectivos son revelados (Comaroff y Roberts,
presuponen los estereotipos —y por lo tanto, los estig- ). Así, en los foros de discusión —asambleas o reu-
mas— de las definiciones hegemónicas. Sin embargo, niones comunitarias en las que me han invitado a parti-
aun cuando la práctica reflexiva y crítica forma parte de cipar— me he encontrado con un debate permanente
las tres perspectivas, las respuestas emergentes difieren sobre sus propias identificaciones públicas y las formas
 Desacatos - 

de responder a las interpelaciones hegemónicas. Estos Cornell, S., , “Land, Labour and Group Formation.
tres modos de posicionarse, analizados aquí, son identifi- Blacks and Indians in the United States”, Ethnic and
cados y citados por los propios pobladores mapuches en Racial Studies, vol. , núm. , pp. -.
Charaudeau, P., , “L’Interlocution comme interaction
sus discusiones cotidianas. Sin embargo, en las prácticas
de stratégies discursives”, Verbum. Revue de Linguistique,
discursivas concretas (entrevistas, actas o plataformas po-
Presses Universitaires de Nancy, núm. , pp. -.
líticas) se crean complejas matrices teóricas en las que los Delrio, W., , De “salvajes” a “indios nacionales.” Etnogé-
posicionamientos, en ocasiones, se yuxtaponen entre sí. nesis, hegemonía y nación en la incorporación de los gru-
La conformación de estas matrices es diferente entre pos aborígenes de Norpatagonia y la Araucanía (-
los pobladores y líderes de una misma comunidad, y to- ), tesis de maestría, Universidad de Chile, Santiago.
das ellas difieren notablemente de las posturas políticas Escobar, A., ,“Culture, Practice and Politics”, Critique of
de otras organizaciones mapuches, sobre todo con res- Anthropology, vol. , núm. , SAGE, pp. -.
pecto a aquellas originadas en las ciudades. De todos Fabian, J., , Time and Other. How Anthropology Makes
Its Object, Columbia University Press, Nueva York.
modos, esta sistematización ha querido mostrar las “lí-
Goffman, E.,  [], Estigma. La identidad deteriorada,
neas” que los mismos pobladores rurales identifican y
Amorrortu, Buenos Aires.
las reflexiones que ellos están realizando, hoy en día, en Golluscio, L. y C. Briones, , “Discurso y metadiscurso
torno a los modos de ocupar los lugares sociales dis- como procesos de producción cultural”, en Actas de las
ponibles y responder, así, a la interpelación “cultural” de Segundas Jornadas de Lingüística Aborigen, Departamen-
sus Estados-nación. to de Impresiones del Ciclo Básico Común, Buenos Ai-
res, pp. -.
—— et al., ,“Impugnaciones de alteridad”, mi, Buenos
Aires.
 3
Bibliografía
Habermas, J.,  [], “Prefacio a la nueva edición ale-
Alonso, A., , “The Politics of Space, Time and Substan- mana de ”, en Historia y crítica de la opinión públi-
ce: State Formation, Nationalism, and Ethnicity”, An- ca, Gustavo Gili, Barcelona, pp. -.
nual Review of Anthropology, núm. , pp. -. Hall, S., , “‘Gramsci’. Relevance for the Study of Race
Bourdieu, P., , Sociología y cultura, México, Grijalbo. and Ethinicity”, Journal of Communication Inquiry, vol.
——, , Las reglas del arte, Anagrama, Barcelona. , núm. , pp. -.
Briones, C., , “Caciques y estancieros mapuche: dos mo- Hill, J., , “The Grammar of Consciousness and the Con-
mentos y una historia”, XLVI International Congress of sciousness of Grammar”, American Ethnologist, núm. ,
Americanists,  al  de julio, Amsterdam. pp. -.
——, , “Hegemonía y construcción de la ‘nación’. Al- Jameson, F., , “Sobre los ‘Estudios culturales’”, en E.
gunos apuntes”, Papeles de Trabajo, núm. , Centro In- Grüner (comp.), Estudios culturales. Reflexiones sobre el
terdisciplinario de Ciencias Etnolinguísticas y Antropo- multiculturalismo, Paidós, Buenos Aires, pp. -.
lógico-sociales, pp. -. Urban, G., , “Two Faces of Culture”, Working Papers and
—, , La alteridad del cuarto mundo. Una deconstrucción Proceedings, núm. , Center of Psychosocial Studies,
antropológica de la diferencia, Ediciones del Sol, Buenos
pp. -.
Aires (Serie Antropológica).
Ramos, A., , Discurso, pertenencia y devenir. El caso ma-
——, , Weaving ‘the Mapuche People’: The Cultural Poli-
puche de Colonia Cushamen, tesis de licenciatura, Uni-
tics of Organizations with Indigenous Philosophy and Lea-
dership, tesis de doctorado, University de Texas, Austin. versidad de Buenos Aires, Buenos Aires.
Brow, J., , “Notes on Community, Hegemony, and the Sprinker, M., , “Ficciones del ‘yo’: el final de la autobio-
Uses of the Past”, Anthropological Quarterly, vol. , núm. grafía”, en La autobiografía y sus problemas teóricos, An-
, pp. -. thropos, pp. -.
Comaroff, J. y S. Roberts, , Rules and Proceses: The Cul- Zizek, S., , “Multiculturalismo”, en E. Grüner (comp.),
tural Logic of Dispute in an African Context, University of Estudios culturales. Reflexiones sobre el multiculturalismo,
Chicago Press, Chicago. Paidós, Buenos Aires, pp. -.

También podría gustarte