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EL COLIBRI Y LA ORUGA

Autor: 

Luis Francisco

Un día muy con mucho sol, me encontraba


en mi puesto de vigilancia, solo, aburrido,
deprimido. Mire al cielo y el calor sofocante
solo me devolvió sudor en mi frente. Y
estando ahí, sin espíritu, abatido como
estaba, le pedí al universo una señal, un
camino a seguir, porque mi vida parecía
que se perdía en la bruma del tiempo.

Entonces, quiso la fortuna que apareciera


un colibrí volando cerca de mi hombro
derecho.
El colibrí revoloteaba frente a una hoja de una maceta cercana. En la hoja
había una pequeña oruga.

- Este mundo es terrible. Solo, sin agua que apague la sed, sin nada que
comer, solo tierra y esta hoja seca.
- ¡Pero si el mundo está lleno de sorpresas, mares interminables, montañas
gigantes, árboles , pasto y flores! - contestó el colibrí.
- ¡Eso son mentiras! - respondió enfadada la oruga.
- Cómo puedes hablar así, si solo has vivido aquí, en un pequeño lugar
encerrado. Necesitas volar para poder conocer lo maravilloso del mundo. Y
mientras lo hagas tal vez encuentres un lugar donde ser feliz.

La discusión continuó durante horas y tanto insistió el colibrí a la oruga en


que debía recorrer el mundo que finalmente la pequeña oruga decidió
enroscarse en un capullo, y en poco tiempo surgió una pequeña mariposa.

- Bien amigo colibrí, muéstrame aquello en lo que tanto insistes.

Volaron por mares, montañas y bosques y la pequeña oruga convertida en


mariposa, con las lágrimas en los ojos, le dijo al colibrí:
- ¡Qué pena no haber conocido todo esto mucho antes solo por mi
terquedad!
M i turno
llegó a su final, el sol se empezó a ocultar durante el atardecer, y yo,
pensativo, regresé a mi casa. A pesar de estar muy cansado, no pude dejar
de pensar en ese pequeño colibrí. Durante la noche solo soñé con aquel
colibrí, y me pregunté, cuántas montañas, mares o bosques, había que no
conocía aún. ¿Y si existe algún lugar lejano donde pueda ser feliz? - me
pregunté en voz alta.

Al día siguiente renuncié a mi trabajo y empecé mi búsqueda y aunque aún


sigo buscando, sé que lo peor que puedo hacer es quedarme a mi pequeña
hoja por no salir a buscar mi felicidad.

Porque si es cierto eso de que la felicidad está a la vuelta de la esquina,


nunca la encontrarás si no te asomas a ella.

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