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BIBLIOTECA : BRUNO LATOUR EN ESPAÑOL 01 02 ESAS REDES QUE LA RAZÔN IGNORA: LABORATORIOS, BIBLIOTECAS, COLECCIONES

Figura : CENTRO DE
CÁLCULO.

1. Para la definición
del término, ver La-
tour, 1989, La Scien-
ce en action, La
Découverte, París; y
para numerosos
ejemplos, ver Latour
Latour, Bruno. y Her- ESAS REDES QUE LA RAZÔN IGNORA: y De Noblet, 1985,
Como usuario muchas veces frustrado de «Les "vues" de l'es-
mant, Emilie. (1999). LABORATORIOS, BIBLIOTECAS, prit: Visualisation et
Esas redes que la las bibliotecas francesas, he elegido encuadrar
razón ignora: labora- COLECCIONES. estos lugares de memoria en otros lugares menos
Connaissance scien-
tifique», Culture
torios, bibliotecas,
frecuentados, como los laboratorios y las colec- Technique 14.
colecciones. En Fer-
nando J. García Sel- ciones, que la historia y la sociología de las cien-
gas y José B. Monleón
Bruno Latour cias nos han enseñado recientemente a conocer Daston, L. (1988),
(con la colaboración de Émilie Hermant) «The Factual Sensibi-
(Ed.), Retos de la mejor (Daston, 1988, 452-470; Latour, Woolgar,
lity. An Essay Review
Postmodernidad (pp. 1988; Daston, Galison, 1992, 81-128). Con esta bre- on Artifact and Ex-
161-183). Madrid: Trot-
Quienes se interesan por las bibliotecas sue- ve reflexión sobre las relaciones entre inscripciones periment»: Isis 79,452-
ta.
len hablar de textos, de libros, de escritos, y tam- y fenómenos, espero mostrar que la circulación 470.
bién de su acumulación, su conservación, su lec- de estos intermediarios, muchas veces menospre-
Latour, Br. y Woolgar,
tura o su exégesis. Seguramente tienen razón, pe- ciados, fabrica no solamente el cuerpo sino tam-
S. (1988), La Vida en
ro supone un cierto riesgo limitar la ecología de los bién el alma del conocimiento. el Laboratorio: la
lugares de saber a los signos o exclusivamente a Construcción de Los
la materia de lo escrito, un riesgo que Borges ha Querría seguir aquí no el camino que lleva de Hechos Científicos,
un texto a otro en el interior de una biblioteca, sino el La Découverte, París.
ilustrado bien con su fábula de una biblioteca to-
tal (La biblioteca de Babel) que sólo se refiere a sí que lleva del mundo a la inscripción, por encima y
Daston, L. y Galison,
misma. En esa fábula, muy literaria, el imperio de por debajo de lo que llamaré un «centro de cálculo1». P. (1992), "The Image
los signos aparece como una fortaleza de inter- En vez de tratar a la biblioteca como una fortaleza of Objectivity»: Re-
textualidad. Llena y sólida mientras uno se interesa aislada o como un tigre de papel, querría tomarla presentation 40, 81-
128.
por las glosas de la exégesis, se vuelve vacía y como el nudo de una vasta red donde no circulan ni
frágil en cuanto se pretende relacionar los signos signos ni materias, sino materias convirtiéndose en sig-
con los mundos que la rodean. nos. la biblioteca no se erige como el palacio de los

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vientos, aislado en un paisaje real, demasiado re-


al, que le sirva de marco. Curva el espacio y el
tiempo a su alrededor y sirve de receptáculo pro-
visional, de distribuidor (dispatcher), de transfor-
mador y de sistema de agujas a unos flujos muy
concretos a los que agita constantemente. Pese
a algunas imágenes, el viaje al cual invito al lector
no será tan exótico como el de Christian Jacob
en la biblioteca de Alejandría, pero servirá quizá
para salir del universo de los signos al que se quie-
re a veces confinar —por desprecio o por respe-
to— a la cultura y a su instrumento privilegiado.
Quizá en este periplo el lector se dé cuenta de lo
que los investigadores franceses se pierden por no Figura 1. Dibujo de P.
haber disfrutado, hasta el momento, de una ver- Sonnerat (autoretra-
dadera biblioteca, y así comprenderá el crimen to), Voyage à la
cometido contra el espíritu por una nación que sin Nouvelle Guinée,
Paris, 1776; con el
embargo se cree muy espiritual. permiso de la
Houghton Library,
Empecemos por remontar la corriente del Harvard University.
signo y preguntarnos como definir la información.
La información no es un signo, sino una relación
establecida entre dos lugares, el primero conver-
tido en periferia y el segundo en centro, que se
da con la condición de que entre los dos circule
un vehículo al que se suele llamar forma pero que,
para insistir en su aspecto material, yo llamo
inscripción. Para hacer más concreta esta defini-
ción, consideremos este autorretrato del naturalis-
ta Pierre Sonnerat (figura 1). No nos encontramos
aquí ni en una biblioteca ni en una colección, sino
en un lugar más remoto, en las costas de Nueva
Guinea. El naturalista no está en casa sino lejos,
enviado por el rey para traer dibujos, especíme-
nes naturalizados, brotes, herbolarios, relatos y qui-

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Star, S. L. y Griese- zá indígenas (Star, Griesemer, 1989). Salida de un de cuentas, hacían los académicos de Lagado
mer, J. (1989), centro europeo hacia una periferia tropical, su que visitó Gulliver. En vez de hablar, se hacían
«Institutional Ecolo- expedición traza, a través del espacio-tiempo, acompañar por sirvientes que portaban en carre-
gy, "Translations" 3. La noción de
una relación muy particular que va a permitir al tillas el conjunto de cosas que iban a ser objeto
and Boundary Ob- móvil inmutable y
centro acumular conocimientos sobre un lugar de su conversación y que no tenían más que se-
jects: Amateurs and combinable se apli-
Professionals in Ber- que no podía representarse hasta el momento. En ñalar con el dedo. ¡Gran ahorro de saliva, pero ca, como vemos,
keley's Museum of este grabado el naturalista se ha dibujado a si gran gasto de sudor!4. Mas la información permite tanto a las cosas
Vertebrare Zoology, mismo en plena tarea de transformación de un justamente atenerse a la forma sin tener que como a los signos.
1907-1939»: Social lugar en otro, grabando la transición entre el Para una presenta-
Studies of Science ocuparse de la materia. Los loros se quedarán en
mundo de las materias locales y el de los signos ción de la teoría. ver
19, 387-420. la isla, con su ramaje; se traerá el dibujo de su Latour, 1985, 4-30
móviles y transportables. Observemos además plumaje, acompañado del relato, de un espéci-
que se dibuja en un cuasi-laboratorio, un lugar men disecado y de una pareja viva a la que se in- 4. Sin embargo, mu-
2. Sobre las separa- protegido por la hoja de plátano que le da som- tentará amaestrar para la casa de fieras real. La chos de los más
ciones entre el exte- bra y con frascos de especímenes conservados biblioteca, el gabinete, la colección, el Jardín des doctos y sabios han
rior y el interior del en alcohol2. Observemos también que el mundo abrazado el nuevo
laboratorio, ver los
Plantes y la casa de fieras se enriquecerán sin por
indígena debe hacerse representación para po- método de expre-
importantes trabajos ello atestarse de todos los rasgos no pertinentes.
sarse por medio de
de Shapin, Steven. der ser captado por el movimiento de la informa- Vemos que la información no es una «forma» en el cosas, que conlleva
(1991), «"The Mind Is ción. La esclava de formas generosas hace posar sentido platónico del término, sino una relación sólo un inconvenien-
Its Own Place". al loro y permite así al dibujante detectar más muy práctica y muy material entre dos lugares, de te, y es que si un
Science and Solitude rápidamente los rasgos pertinentes. El dibujo pro- hombre tiene que
los que el primero negocia lo que debe tomar del
in Seventeenth Cen- tratar un asunto muy
ducido en este cuasi-laboratorio circulará pronto segundo con el fin de tenerle a la vista y de ac-
tury England»: Scien- amplio y variado se
ce in Context 4/1, por todas las colecciones reales; mientras que los tuar a distancia sobre él. En función del progreso ve obligado natu-
191-218.; Shapin, especímenes disecados y los frascos de alcohol de las ciencias, de la frecuencia de los viajes, de ralmente a llevar a
(1984), «Une pompe enriquecerán los gabinetes de curiosidades de la fidelidad de los dibujantes, de la amplitud de cuestas un bulto más
de circonstance. La
toda Europa3. las taxonomías, del tamaño de las colecciones, grande de cosas, a
technologie littéraire menos que pueda
de Boyle», en M. Ca- de la riqueza de los coleccionistas, de la potencia
permitirse el lujo de
llon y Br. Latour ¿Qué es entonces la información? Lo que de los instrumentos, se podrá tomar más o menos uno o dos criados
(eds.), La Science te- los miembros de una expedición deben traer para materia y cargar de más o menos información que lo acompañen»
lle qu'elle se fait, La que el centro pueda representarse otro lugar. vehículos de mayor o menor fiabilidad. (Swift, j. (1982), Los
Découverte, Paris, y viajes de Gulliver,
¿Por qué pasar por la mediación de un vehículo,
Shapin, (1989), « Le Anaya, Madrid, 203).
technicien invisible»: de un dibujante, por qué reducirlo a lo escrito, por La información no es primero un signo sino
La Reserche 230, qué simplificarlo hasta el punto de guardar sólo el «cargamento», en inscripciones cada vez más
324-334.. algunos frascos? ¿Por qué no simplemente llevar- móviles y cada vez más fieles, de un número ca-
se el lugar íntegramente al centro?. Es lo que, a fin da vez mayor de materias.

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La producción de informaciones permite,


pues, resolver de manera práctica, mediante
operaciones de selección, extracción y reduc-
ción, la contradicción entre la presencia en un lu-
gar y la ausencia de ese mismo lugar. Es imposible
comprenderla sin interesarse por las instituciones
que permiten el establecimiento de esas relacio-
nes de dominación, y sin los vehículos materiales
5. Encontraremos en que hacen posible el transporte y el cargamento.
Desmond A. y Moo-
re, J. (1991), Darwin,
El signo no remite primero a otros signos, sino a un
Penguin, Har- trabajo de producción tan concreto, tan material
mondsworth, la des- como la extracción de uranio o de antracita. Un
cripción mas minu- gabinete de curiosidades, unas láminas ornitoló-
ciosa y convincente gicas, un relato de viaje, deben tomarse como la
de las relaciones es-
tablecidas entre el punta de un vasto triángulo que permite, por va-
trabajo del sabio. riaciones mínimas, pasar de textos a situaciones y
aquí Darwin, en el in- volver a libros por la mediación de las expedicio- P. (1981), Les Naufragés de l'Arche. La Dífférence,
terior de su colec- nes, la puesta en imagen y las inscripciones5. París.). Nos encontramos con los volátiles naturali-
ción (privada) y la
zados de antes, pero en medio de todos sus
red de corresponsa-
les que cubre en
Sin embargo, conviene completar este pri- congéneres, traídos del mundo entera por los na-
cierto momento to- mer triángulo isósceles con un segundo, invertido, turalistas, dispersos en el espacio y en el tiempo. Si
do el Imperio britá- cuyo vértice descansa, esta vez, sobre la situación lo comparamos con la situación inicial, en la que
nico en construc- inicial y cuya base se abre en los centros de cada pájaro vivía libremente en su ecosistema,
ción. cálculo. Un segundo movimiento de amplificación ¡qué considerable pérdida!, ¡qué empequeñeci-
sigue al primer movimiento de reducción (figura 2) miento! Pero, sí lo comparamos con la situación
(Latour, 1993) La clef de Berlín - et autres leçons inicial en la que cada pájaro volaba invisible en la
d'un amateur de sciences, La Découverte, Paris. confusión de una noche tropical o de un día po-
lar, ¡qué fantástica ganancia!, ¡qué agranda-
Ilustremos el movimiento de este segundo miento! El ornitólogo puede comparar, tranquila-
triángulo por otra fotografía tomada del admira- mente, los rasgos pertinentes de miles de pájaros
ble libro, ilustrado por Pierre Béranger, que Michel ahora comparables gracias a la inmovilidad, la
Butor ha dedicado a la antigua galería del Museo pose, la naturalización. Lo que vivía disperso en
de Historia Natural (figura 3) (Butor, M. y Béranger, estados singulares del mundo se unifica, se univer-

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los conserva rociándolos de insecticida. Aquí


también, para la amplificación como para la re-
ducción, la información exige un oficio, un trabajo
tan material como el de los forjadores o el de los
fresadores. Quizá el naturalista no piensa de un 6. Esto es lo que po-
modo diferente a como piensa el indígena que sibilita la superiori-
recorre su isla en busca de un loro, pero seguro dad que efectiva-
que vive en otro ecosistema. La comparación de mente adquiere la
todos los pájaros del mundo sinópticamente visi- (etno)ciencia de los
modernos sobre la
bles y sincrónicamente reunidos le da una ventaja
(etno)ciencia de los
enorme sobre quien no puede tener acceso más antiguos y lo que
que a algunos pájaros vivos. La reducción de ca- permite plantear la
da pájaro se ve recompensada con una formida- cuestión de la si-
ble amplificación de todos los pájaros del mun- metría (Latour, 1991,
Nous n'avons jamais
Figura 3. P. Béranger, do6.
été modernes. Essai
en M. Butor, Les Nau- d'anthropologie
fragés de l’Arche, La Al pasar del primer al segundo triángulo no symétrique, La
Différence, Paris, descubro un mundo de signos separado de todo Découverte, Paris), a
1981. pesar de la ignoran-
y que no se remite más que a sí mismo. La colec-
cia manifiesta de los
ción, el gabinete, el libro ilustrado7, el relato, la bi-
antropólogos de
blioteca sirven al contrario de mediación, de in- profesión.
termediario, de cruce, de repartidor, de central
telefónica, de dispatcher con el fin de ajustar las 7
. Ver la historia de
relaciones múltiples entre el trabajo de reducción esta forma primitiva
y el trabajo de amplificación. Todos estos lugares de revolución au-
están erizados de ramificaciones sobre el mundo, diovisual en Ford, B.
J. (1992), Images of
saliza, bajo la mirada precisa del naturalista. Im- y cada página tira de tantas conexiones y tarjetas Science: A History of
posible, claro está, comprender este suplemento como la parte trasera de un ordenador. Hablan- Scientific Illustration,
de precisión, de conocimiento, sin la institución do de libros y de signos, no olvidemos su The British Library,
que alberga a todos estos pájaros disecados, que «conéctica». Después de cuarenta años de traba- London.
los presenta a la mirada de los visitantes, que los jo sobre la intertextualidad y el espléndido aisla-
anilla mediante un fino juego de escrituras y eti- miento del mundo de los signos, conviene recor-
quetas, que los clasifica con un sistema revisable dar que los textos hacen mella en la realidad y
de expositores, cajones, vitrinas, que los preserva y que circulan en redes prácticas e instituciones

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-283; Lynch, M. y Woolgar S. (ed.) (1990), Repre-


sentation in Scientific Practice, MIT Press Cambrid-
ge, Cambridge MA). Sin embargo, sería igualmen-
te insensato aislar esta página del conjunto de
tomas referenciales que la unen a la acción de un
gen en las células vivas, a través del laboratorio,
tras ciertas operaciones de manipulación
(Mercier, M. (1980), Recherches sur l'image scien-
tique: genèse, du sens et signification en micros-
copie électronique, Bordeaux I, thése d'Etat; Mer-
cier, (1991), «Les images de microscopie électro-
nique: construire un réel invisible»: Culture Techni-
que 22, 25-34). Esta es la cuestión clásica que la fi-
losofía de las ciencias ha querido centrar durante
mucho tiempo enfrentando a los realistas de un
Figura 4. Nature : D. lado con los constructivistas del otro, como si, por
R. (cliquear sobre la
imagen para am-
el contrario, no se tratara de comprender la
pliarla). que nos ligan a situaciones. Evidencia segunda, «construcción de la realidad» bien real de este
que naturalmente no nos lleva a la evidencia pri- gen.
mera del realismo y de la similitud ingenua, pero
que de todos modos nos aleja un poco del impe- El texto de ese artículo comenta la secuencia
rio de la semiótica. de genes inscrita como un documento gráfico en el
interior de la prosa. A pesar de tratarse de dos códi-
He aquí, por ejemplo, una página de la gos, nos encontramos de nuevo en la intertextuali-
revista Nature de hace algunos años, que pre- dad. El comentario «hace referencia» a un docu-
senta una secuencia de ADN así como los ami- mento que sirve de prueba y que apoya lo que se
noácidos que las bases pueden codificar (figu- dice. Ese documento, por la discontinuidad que su-
ra 4). Sería absurdo considerar esta página co- pone la cita, asegura en parte la veracidad del co-
mo la expresión transparente, la réplica en el mentario. Pero ¿a dónde nos lleva el documento
lenguaje de la secuencia del gen tal y como mismo, si seguimos la serie de discontinuidades que
es, por toda la eternidad, en la naturaleza de le sirven a su vez de prueba? ¿Llegamos al gen? No
las cosas (Knorr-Cetina, K. y Amann, K. (1990), enseguida. Llegamos al secuenciador de genes —
"Image Dissection in Natural Scientific Inquiry»: instrumento de laboratorio— a los biólogos molecu-
Science, Technology and Human Values 15, 259 lares que manipulan con precaución las placas foto-

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gráficas irradiadas por productos radioactivos a y sobre plano, el paisaje que domina con la vista. In-
las que disponen en una mesa luminosa como lo versión propiamente fantástica, puesto que el que
harían unos fotógrafos. El gen que termina por se vería dominado por el paisaje que hay en último
inscribirse claramente en las páginas de la revista plano se convierte en dominador en cuanto entra
no puede aislarse de la red de transformaciones, en su gabinete de trabajo y despliega los mapas pa-
desplazamientos, traducciones, discontinuidades, ra tacharlos. Para comprender esta inversión, no de-
que va, transversalmente, del texto a la manipu- bemos olvidar, por supuesto, la conéctica que une
lación de laboratorio. Igual que para el loro de ese lugar con todos los demás, por la intromisión de
antes, no es posible situar una información sobre expediciones, viajes, coloquios, academias, por la
el gen sin la red de instituciones, de aparatos y de mediación de las vías comerciales trazadas a fuego
profesionales que garantizan el doble juego de la y sangre, y de las puras matemáticas que permiten
reducción y la amplificación. Según el lugar en el ensayar varios sistemas de proyección, y por media-
que se sitúe uno para tomar la señal, se obtendrá: ción también de los grabadores e impresores. De- 8. El libro clásico so-
un líquido en un tubo de ensayo, el gesto de un tengámonos un instante en la inversión de relación bre esta gran cues-
técnico que maneja la pipeta, las bandas grises o de fuerzas entre el que viaja por el paisaje y el que tión (histórica y cog-
negras sobre el papel bromuro, las secuencias de recorre con la mirada el mapa recién dibujado. Del nitiva) de la sinopti-
ADN en el listado de un ordenador, un texto en mismo modo que los pájaros del Museo ganaban al ciclad de lo impreso
sigue siendo el de
prosa sobre la posible localización del gen, un ar- ser disecados una coherencia que los volvía compa-
Eisenstein, E. (1991),
gumento en la boca de un señor de blanco, un rables a todos, todos los lugares del mundo, tan dife- La Révolution de
rumor que corre en el bar de la esquina. No se rentes como son, ganan con el mapa una coheren- l'imprimé dans l'Eu-
encuentra nunca la famosa trama de un lenguaje cia óptica que los hace a todos conmensurables. rope des premiers
cortado del mundo y de un mundo cortado del Porque son todos planos, los mapas se pueden su- temps modernes, La
Découverte, Paris.
lenguaje, pero se encuentra por todas partes la perponer y permiten así comparaciones laterales
relación transversal a la vez continua —por alinea- con otros mapas y con otras fuentes de información
miento— y discontinua —por discontinuidad— que li- que explican esa formidable amplificación propia
ga los centros de cálculo, río arriba y río abajo, con de los centros de cálculo. Cada información nueva,
otras situaciones. cada sistema de proyección, favorece a todos los
demás8.
Como bien ha mostrado Christian Jacob, (1992),
L'Empire des cartes. Approche théorique de la Comprendemos mejor entonces la expresión
cartographie à travers l'historie, Albin Michel, París, «centro de cálculo». En cuanto una inscripción se
la cartografía puede servir de modelo para todo aprovecha de las ventajas de lo inscrito, de lo calcu-
ese trabajo de transformaciones que invierte las lado, lo plano, lo desplegable, lo que se puede su-
relaciones entre un lugar v los demás. En esta perponer, lo que se puede inspeccionar con la mi-
imagen (figura 5), el cartógrafo dibuja, guarecido rada, se vuelve conmensurable con todas las demás

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inscripciones, venidas de campos de la realidad


hasta entonces completamente extraños. La
pérdida considerable de cada inscripción aislada
en relación con lo que representa se ve cien ve-
ces recompensada por la plusvalía de informa-
ciones que le otorga su compatibilidad con las
otras inscripciones. El mismo mapa puede cubrirse
de cálculos; se le pueden superponer mapas ge-
ológicos, meteorológico", puede acompañarse
de un comentario, o integrarse en un relato. En es-
ta imagen del servicio Météo-France, por ejemplo
(figura 6), se puede ver cómo, gracias a la co-
herencia óptica del mapa, se superponen tipo de
información diferentes, unos provenientes de un
cálculo numérico y los otros de una imagen en in-
frarrojos tomada por un satélite. Comprendemos Figura 6. Meteo-
hoy mejor esta compatibilidad porque todos utili-- France. (cliquear so-
Figura 5. D. R. bre la imagen para
ampliarla).

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zamos ordenadores que son capaces de batir, Graphics Press, Cheshire CN), se comprende el ori-
empalmar, combinar, traducir dibujos, textos, gen de esa artimaña que hace ganar al sabio cada
fotografías, cálculos antes físicamente separa- vez que parece haber perdido el contacto directo
dos. La digitalización prolonga esta larga histo- con el mundo. En el mismo dibujo, Marey, el gran fi-
ria de los centros de cálculo ofreciendo a cada siologista (¡e inventor del inverso del cine! [Dagognet,
inscripción el poder de todas las demás. Pero F. (1987), Étienne-Jules Marey, Hazan, Paris]), ha sa-
este poder no viene de su entrada en el univer- bido superponer al mapa de Rusia la medida de las
so de los signos, viene de su compatibilidad, de temperaturas, el recorrido del Gran Ejército; la fecha
su coherencia óptica, de su estandarización de sus desplazamientos y, más trágicamente, ¡el
con otras Inscripciones cada una de las cuales número de soldados aún vivos en cada campamen-
se encuentra siempre lateralmente ligada al to! Informaciones diferentes, provenientes de instru-
mundo a través de una red. mentos diversos, pueden unificarse en una misma vi-
sión, porque todas sus inscripciones poseen la misma
coherencia óptica. Sin la superposición de inscrip-
ciones móviles y fieles, sería imposible captar las re-
Figura 7. (Cliquear laciones entre lugares, fechas, temperaturas, movi-
para ampliar la ima- mientos estratégicos y víctimas del duro invierno. En
gen) este «lugar común», ofrecido por la trama de! gráfi-
co, cada dato se relaciona; por un lado, con su
propio mundo de fenómenos, y, por otro, con todos
con los que se vuelve compatible.

Cuando Mercator utiliza por primera vez la pa-


labra Atlas, no ya para designar el gigante que por-
ta el mundo sobre sus hombros sino el volumen que
permite sostener la Tierra entre las manos; materializa
la inversión de relaciones de fuerza que la cartograf-
ía hace tan claramente visibles —pero que encon-
tramos en grados diversos en todas las disciplinas
En esta imagen (figura 7), que Tufte con- que sucesivamente van entrando en la «recta vía de
sidera como uno de los diagramas científicos la ciencia». Notable resumen de la historia de las
más «eficaces» (Tufte, E. (1984), The Visual Dis- ciencias, aquel frontispicio en el que Atlas ya no tie-
play of Quantitative Information, Graphics Press, ne otra cosa que hacer mas que medir la bola que
Cheshire CN. (1990), Envisioning Information, sostiene sin esfuerzo sobre sus rodillas (figura 8). Pero

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esa inversión de relaciones de fuerza se practica


mediante una inversión literal de las proporciones,
de los tamaños respectivos, entre el geógrafo y el
paisaje. Cuando se emplea la metáfora astronó-
mica de la «revolución copernicana», se olvida
siempre un pequeño detalle: lo que llamamos
«dominar con la mirada» sigue siendo imposible
mientras no nos hayamos convertido en Gulliver
en el país de los liliputienses. No existe ciencia al-
guna dura o blanda, caliente o fría, antigua o re-
ciente, que no dependa de esa transformación
previa y que no acabe disponiendo los fenóme-
nos por los que se interesa sobre una superficie 9. Para una descrip-
plana de algunos metros cuadrados, en tomo a la ción etnológica de
cual se reúnen investigadores que señalan con el los gestos obligados
del realismo, ver el
dedo los rasgos pertinentes mientras discuten en- excelente artículo
Figura 8. (cliquear tre ellos. La maestría intelectual, el dominio erudi- de Ashmore, M., Ed-
sobre la imagen pa- to, no se ejerce directamente sobre los fenóme- wads, D. y Potter, J.
ra ampliarla). nos —galaxias, virus, economía, paisajes— sino (1994), «The Bottom
sobre las inscripciones que les sirven de vehículo, Line: The Rethorlc of
Realiry Demonstra-
con la condición de que circulen en continuo y tions»: Configurations
en los dos sentidos a través de las redes de trans- 2/1, 1-14.
formación —laboratorios, instrumentos, expedicio-
nes, colecciones.

Apuntar con el dedo permite siempre a los


realistas afirmar su punto de vista antes de golpe-
ar sobre la mesa mientras sueltan, con el estilo de
un campesino del Danubio: «Los hechos están ahí,
cabezotas»9. Pero el dedo de esos científicos, co-
gidos antes de su salida hacia la selva amazóni-
ca, no señala la selva sino la superposición de
mapas y de fotos satélite que les permitirán situar-
se (figura 9). Paradoja del realismo científico que

En esta imagen (figura 7), que Tufte con-


GLOSARIO sidera como uno de los diagramas científicos m 01 - 38
BIBLIOTECA : BRUNO LATOUR EN ESPAÑOL 21 22 ESAS REDES QUE LA RAZÔN IGNORA: LABORATORIOS, BIBLIOTECAS, COLECCIONES

cogimiento, con la condición de comprender bien


el doble gesto del ángel: «No es una aparición, Jesús
no está aquí, en el cuadro, en la tumba, pero está
presente porque ha resucitado, no lo busquéis entre
los muertos sino entre los vivos». Paradoja de ese
deíctico que designa, también él, como el de las
ciencias, una ausencia10. Dicho de otro modo, las
ciencias no son más inmediatas que las imágenes
piadosas y tampoco menos transcendentes. Tanto
Dios como la Naturaleza circulan a través de redes

10. Ver el magnifico


libro de Marin, L.
(1989), Opacité de
la peinture. Essai sur
la représentation,
Usher, Paris.
Figura 9.

Figura 10. Fra Angé-


lico, Resurrección,
Florencia, Museo di
San Marco, cl. Gi-
raudon.

no puede señalar con el dedo mas que la pun-


ta extrema de una larga serie de transforma-
ciones en el interior de la cual circulan los
fenómenos. Pero esta paradoja, después de
todo, no es menor que la del ángel dibujado
por Fra Angélico (figura 10). Su mano derecha
señala, para sorpresa de las mujeres, la tumba
vacía («ya no está aquí») mientras que su mano
derecha señala la aparición del resucitado que
las mujeres tampoco ven, pero que el monje
puede contemplar mediante la piedad del re

GLOSARIO 01 - 38
BIBLIOTECA : BRUNO LATOUR EN ESPAÑOL 23 24 ESAS REDES QUE LA RAZÔN IGNORA: LABORATORIOS, BIBLIOTECAS, COLECCIONES

(figura 11) (Trystram, F. (1979), Le Procès des


étoiles, Seghers, Paris). En la bruma de las estri-
baciones andinas los desgraciados geógrafos
de la expedición de La Condamine se esfuerzan
por ajustar las marcas que edifican con tesón,
pero que los indios echan abajo por la noche, o
que los terremotos y las erupciones volcánicas
desplazan ligeramente, arruinando así la preci-
sión de su alineamiento. Para que el mundo
acabe en el gabinete del geógrafo hace falta
que las expediciones hayan podido cuadricular
los Andes con marcas suficientes como para
obtener, por triangulaciones sucesivas, el
meridiano de Quito y apuntar entonces hacia
las mismas estrellas fijas desde las dos extremi-
Figura 11. En F. Trys-
tram, Le Procés des dades. Que hayan hecho falta veinte años de
étoiles, Seguers, Pa- duras labores y de increíbles aventuras para ob-
ris, 1979; doc. Servi- tener ese meridiano (figura 12) es algo que no
cios Culturales de la se debe olvidar, bajo pena de creer que el sig-
embajada de Fran-
de transformación. Sería impío creer que se no representa el mundo sin esfuerzo y sin trans-
cia en Ecuador; D. R.
puede apuntar directamente a la selva ama- formación, o que existe aparte en un sistema
zónica o meter los dedos directamente, como autónomo que le serviría de referencia. Mito
santo Tomás, en la herida del Salvador. científico opuesto al mito literario y que disimula
tanto el trabajo de los constructores de redes
Para comprender un centro de cálculo como el de los centros de cálculo. En efecto, a
hay que sostener con el dedo el conjunto de la los literatos como a los científicos —por no
red de transformaciones que une cada inscrip- hablar de los teólogos— les cuesta, pero por ra-
ción con el mundo. y que une seguidamente zones opuestas, reconocer el papel de las ins-
cada inscripción con todas las que se le han cripciones, interesarse por el cuerpo de la
vuelto conmensurables por el grabado, el dibu- práctica instrumental.
jo, el relato, el cálculo o, más recientemente, la
digitalización. Si queremos comprender la ima- Ya he dicho lo suficiente para poder pa-
gen del geógrafo trabajando en su gabinete, sar ahora a considerar la topología particular
no hay que olvidar la que nos presta la más be- de esas redes y esos centros. Unas redes de
lla novela verídica de la historia de las ciencias transformaciones hacen llegar a los centros de

GLOSARIO 01 - 38
BIBLIOTECA : BRUNO LATOUR EN ESPAÑOL 25 26 ESAS REDES QUE LA RAZÔN IGNORA: LABORATORIOS, BIBLIOTECAS, COLECCIONES

cálculo, mediante una serie de desplazamien-


tos —reducciones y amplificaciones— un núme-
ro cada vez mayor de inscripciones. Estas ins-
cripciones circulan en los dos sentidos, único
medio de asegurar la fidelidad, la fiabilidad, la
verdad entre lo representado y el representan-
te. Puesto que deben permitir a la vez la movi-
lidad de las relaciones y la inmutabilidad de lo
que transportan, las llamo «móviles inmutables»,
para distinguirlas claramente de los signos.
Efectivamente, al seguirlas, uno atraviesa la dis-
tinción usual entre palabras y cosas, no se viaja
sólo por el mundo, sino también por las mate-
rias diferentes de la expresión. Una vez en los
Figura 12. El meridia-
no de Quito», en F.
centros, otro movimiento que se añade al pri-
Trystram, Le Procés mero permite la circulación de todas las ins-
des étoiles. Seghers, cripciones capaces de intercambiar entre ellas
Paris, 1979; doc. Bi- algunas de sus propiedades. La coherencia óp-
blioteca del Instituto, tica de los fenómenos referidos autoriza efecti-
cl. Lauros-Giraudon.
vamente esa capitalización, que sigue pare-
ciendo tan incomprensible como la del dinero
(figura 13).

GLOSARIO 01 - 38
BIBLIOTECA : BRUNO LATOUR EN ESPAÑOL 27 28 ESAS REDES QUE LA RAZÔN IGNORA: LABORATORIOS, BIBLIOTECAS, COLECCIONES

El conjunto de esta galaxia desmadejada las redes y los centros, y contentarse ya sea con
—redes y centro— funciona como un auténtico el mundo o con los signos. Desgraciadamente,
laboratorio, dislocando las propiedades de los los fenómenos circulan a través del conjunto y
fenómenos, redistribuyendo el espacio-tiempo, es únicamente su circulación la que permite
otorgando a los «capitalizadores» ventajas con- verificarlos, asegurarlos, comprobarlos. No olvi-
siderables, ya que éstos están a la vez alejados demos que las bellas palabras de conocimien-
de los lugares, ligados a los fenómenos por una to, exactitud y precisión pierden su sentido fue-
serie reversible de transformaciones, y que dis- ra de estas redes, estas transformaciones, estas
frutan del suplemento de informaciones ofreci- acumulaciones, estas plusvalías de información,
do por cada inscripción a todas las demás. Una estas inversiones de relaciones de fuerza. Sí no,
biblioteca considerada como un laboratorio no ya puestos, lo mismo supondría separar la elec-
puede permanecer, como vemos, aislada, co- tricidad doméstica de las redes de la compañía
mo si acumulase, de forma maniática, erudita y EDF o los viajes en avión de las líneas de Air
cultivada, signos a millones. Sirve más bien de France.
estación, de apartado, de banco, jugando pa-
ra el universo de las redes y los centros el papel Se comprende así la obsesión de la geo-
que juegan Wall Street o la City para el capita- metría, de las matemáticas, de la estadística,
lismo. Para poner otro ejemplo, la biblioteca de la física, de la meteorología, por la noción
aparece, en esta descripción, como un gran de constante. Se trata siempre, en efecto, me-
instrumento de física, como los aceleradores diante la invención de herramientas cada vez
del CERN, obteniendo en su seno condiciones más sutiles, de conservar un máximo de formas
extremas, que redistribuyen las propiedades de y de fuerzas a través de un máximo de trans-
los fenómenos sometidos a pruebas que no formaciones, deformaciones y pruebas. ¡Ah,
existen en ningún otro lugar y que saben cap- coger un punto y, por una serie de simples
tar, detectar, amplificar detectores gigantes transformaciones, de simples deducciones, re-
construidos para la ocasión. engendrar todos los demás, a voluntad! Los me-
jores espíritus se han entusiasmado con esos in-
¿Dónde se encuentran los fenómenos, ventos que sin embargo no les alejaban, más
cabría preguntarse? «Fuera en el extremo de bien al contrario, de la búsqueda de poder y
las redes que los representan fielmente», dirán de la creación de colectivos cada vez más
unos. «Dentro, ficción regulada por la estructura amplios y mejor «sostenidos».
propia del universo de los signos», dirán otros.
Tanto los realistas como los constructivistas, los Para comprender esta rareza hay que fi-
epistemólogos como los lectores de Borges, to- jarse en el rasgo más curioso de esas redes de
dos querrían prescindir del conjunto trazado por transformación, es decir, su relatividad. Cojamos

GLOSARIO 01 - 38
BIBLIOTECA : BRUNO LATOUR EN ESPAÑOL 29 30 ESAS REDES QUE LA RAZÔN IGNORA: LABORATORIOS, BIBLIOTECAS, COLECCIONES

el ejemplo simple de la perspectiva, bien estu- Figura 14. (Cliquear


diado por Ivins y por Booker [Ivins, W. M. (1953), sobre la imagen pa-
ra ampliarla) Mr. Wil-
Prints and Visual Communication, Harvard Uni- kinson's Bradly Forge
versity Press, Cambridge, MA.; Booker, P. J. Engine Working Ge-
(1979), A History of Engineering Drawing, North- ar. Scale 1/8 to the
gate Publishing Company, London]. En los dibu- inch, c. 1782, en
jos hechos sin perspectiva, el lector no puede Baynes y F. Pugh,
The Art of the Engi-
deducir el conjunto de posiciones del objeto en neer, Lutherword
el espacio (figura 14). Como dice Edgerton: «No Press, Guildford, Sus-
se da la vuelta por detrás de una virgen de Ci- sex, 1981; D. R.
mabue» (Edgerton, S. Y. (1991), The Heritage of
Giotto's Geometry. Art and Science on the Eve En realidad como en la relatividad de Eins-
of the Scientific Revolution, Cornell University tein, si que existe un observador privilegiado,
Press, Ithaca NY.). En un dibujo en perspectiva que es el que, en el centro de cálculo, puede
única, a la italiana, es posible imaginar otras capitalizar el conjunto de los dibujos, los datos,
posiciones del objeto en el espacio, pero el su- los apuntes, las observaciones y los mapas, en-
jeto debe ocupar la posición privilegiada que viados por todos los observadores despojados
el pintor le ha reservado. En un dibujo técnico, de todo privilegio, y que puede, mediante una
que obedezca a las reglas de la geometría serie de correcciones, de transformaciones, de
proyectiva —y a las convenciones sobre las re-escrituras, de conversiones, hacerlos compa-
sombras, los colores y los símbolos— el lector tibles (Latour, Bruno, (1988), «A Relativistic Ac-
(competente) puede reconstituir la pieza en count of Einstein's Relativity»: Social Studies of
todas sus posiciones a través del espacio. Con Science 18, 3-44). Es justamente porque los ob-
el dibujo industrial al estilo de Monge, la relati- servadores delegados en la lejanía pierden sus
vidad da un paso de gigante. El documento privilegios —relativismo— por lo que el observa-
gráfico permite recalcular —como en un mapa, dor central puede elaborar su panóptico -—
pero en tres dimensiones— tanto la totalidad relatividad— y estar presente simultáneamente
de las posiciones como la totalidad de los pun- en todos los lugares en los que sin embargo no
tos de vista del espectador. Todas las posicio- reside. Es esa negociación práctica entre los ob-
nes del sujeto y todas las posiciones del objeto servadores de la periferia y los del centro la que
son equivalentes, con lo que se puede trans- da cuerpo y sentido a la expresión, tal vez vac-
formar el dibujo técnico a través del espacio sin ía, de «leyes universales». En cuanto un obser-
modificar en absoluto las relaciones entre las vador, un instrumento, un encuestador se vuelve
partes que lo componen. Ya no hay ni obser- demasiado específico, demasiado particular,
vadores ni perspectivas privilegiadas. demasiado idiosincrásico, interrumpe el desplaza

GLOSARIO 01 - 38
BIBLIOTECA : BRUNO LATOUR EN ESPAÑOL 31 32 ESAS REDES QUE LA RAZÔN IGNORA: LABORATORIOS, BIBLIOTECAS, COLECCIONES

miento de los móviles inmutables, añade paja, no sean simples medios de los que podría pres-
debilita al centro de cálculo, impide que el ob- cindirse, con la excusa de que los fenómenos
servador privilegiado capitalice, es decir, que hablan por sí mismos a la simple luz de la razón.
conozca (Mallard, A. [1991], La Dynamique des Sumados los unos a los otros, componen los
instruments scientifiques, Mémoire de DEA, fenómenos, que no tienen existencia más que
EHESS, Paris). Visiblemente, los fenómenos no se por este despliegue de transformaciones suce-
sitúan ni en el exterior ni en el interior de estas sivas.
redes. Residen en una cierta manera de des-
plazarse que optimiza el mantenimiento de re- Tal visión, que parece muy alejada del
laciones constantes, a pesar del transporte y de realismo a la antigua, no nos lleva sin embargo
la diversidad de los observadores. La perspecti- al puro juego de los signos, puesto que esta serie
va, la teoría de la relatividad, la geometría son de transformaciones se caracteriza justamente
algunos de los vehículos que garantizan a las por atravesar continuamente y de forma rever-
11. Ver el apasio- inscripciones ya sea su movilidad, ya sea su in- sible el límite o los límites de los signos y las co-
nante ejemplo pro-
mutabilidad. Existen muchos otros, menos gran- sas. La obsesión por la constante, por la conser-
puesto por Bowker,
G. (1994), Science diosos, como la taxidermia, la imprenta, los vación de relaciones estables a través de las
on the Run, Informa- modelos a escala, la conservación en nitróge- transformaciones más extremas, no se manifiesta
tion Management no líquido o la extracción de muestras11. solamente entre las inscripciones, como en el
and Industrial Geo- caso de la perspectiva o del dibujo técnico. Se
graphics at Schlum-
Todos estos medios juntos permiten «sos- manifiesta aun más claramente cuando hay
berger, 1920-1940,
The MIT Press, Cam- tener» los fenómenos con tal de transformarlos, que mantener un fenómeno a través de las
bridge, MA.. buscando cada vez lo que se mantiene cons- transformaciones que le hacen pasar de la ma-
tante a través de esas transformaciones. La ve- teria a la forma o, en sentido inverso, de la for-
rificación no viene de la superposición de un ma a la materia.
enunciado sobre un estado del mundo, sino
más bien del mantenimiento continuo de las Volvamos al ejemplo sencillo de la carto-
redes, de los centros y de los móviles inmutables grafía. ¿Cómo verificar la adecuación del mapa
que circulan en ellos. La palabra verdad no re- a su territorio? Imposible aplicarlo directamente
suena cuando una frase se ata a una cosa co- al mundo, a menos que se rehaga el trabajo in-
mo un vagón a otro, según el modelo común gente que permite a los Cassini, los La Condami-
de la adaequatio rei et intelectos. Hay que es- ne, los Vidal de la Blache invertir la proporción
cucharla más bien como el ronroneo de una entre dominantes y dominados, lo que supondr-
red que gira sobre sí misma y que se estira. ía otras instituciones, otros medios, otros ins-
Comprendemos ahora que instituciones como trumentos. En la práctica, aplicarnos el texto del
las bibliotecas, los laboratorios, las colecciones mapa a un punto de referencia inscrito en el pai

GLOSARIO 01 - 38
BIBLIOTECA : BRUNO LATOUR EN ESPAÑOL 33 34 ESAS REDES QUE LA RAZÔN IGNORA: LABORATORIOS, BIBLIOTECAS, COLECCIONES

y sostenidos ambos por vastas instituciones (el Ins-


tituto Geográfico Nacional, la Escuela de Cami-
nos, el Ministerios del Interior), nos permiten pasar
del mapa al territorio negociando tranquilamen-
te el desplazamiento enorme que separa a un
trozo de papel que se domina con la mirada de
un lugar que se habita y que nos rodea por todas
partes. Naturalmente, la serie no se acaba aquí.
El emplazamiento de la placa depende de un
reglamento del Ministerio del Interior; la marca-
ción de las calles se apoya, a su vez, mediante
Figuras 15 y 16. Cli- otro desplazamiento, en los mojones geodésicos
quear sobre la ima- que están fijados en las aceras o recién pintados.
gen para ampliarla. ¿Pasamos entonces al duro suelo? Todavía no,
ya que los triángulos de la red nacional nos ale-
jan enseguida del lugar para alinearnos con otras
marcas a varios kilómetros o con satélites a varios
miles de kilómetros y gestionados por otras insti-
saje (figuras 15 y 16). Nos volvemos a encontrar tuciones. Las inscripciones no remiten en el vacío
12. Doy las gracias al
con los mismos dedos señalando que antes y a otros signos, puesto que en cada desplaza-
fotógrafo Stéphane con el mismo juego sutil de la ausencia y la pre- miento se cargan de materia y se sirven las unas
Lagoutte por haber sencia. Ese viajero con prisas señala con el de- a las otras de validación. Y sin embargo, no se
hecho estas fotos do el mapa del metro y puede leer, en el car- puede recorrer la cadena sin encontrar, detrás
para mi. tel, el nombre de la estación escrito en letras de esa materia, otras marcas, otras instituciones
grandes, que corresponde al nombre, más pe- que ya han «allanado el terreno» para que su
queño, que aparece en el mapa. Esa mujer se- lectura resulte compatible, a pesar del despla-
ñala con el dedo el nombre de la calle y rela- zamiento, con el mapa que tengo en las manos.
ciona, con un rápido movimiento de la cabeza, Sí queremos captar cómo llegamos a veces a
el nombre que aparece en su plano de París decir la verdad, hay que sustituir la antigua dis-
con el que se ve en la placa de la calle12. ¿Las tinción entre lenguaje y mundo por esta mezcla
dos inscripciones —la primera sobre el mapa y de instituciones, formas, materias e inscripciones.
la segunda en la placa— son signos? Cier-
tamente, pero en una relación que nos aleja de A veces se pretende prescindir de las bi-
la inter-textualidad. Estos dos tipos de signos, bliotecas, los laboratorios y las colecciones sin re-
mapas y placas, alineados el uno sobre el otro nunciar por ello al saber ni a la razón. Eso es creer

GLOSARIO 01 - 38
BIBLIOTECA : BRUNO LATOUR EN ESPAÑOL 35 36 ESAS REDES QUE LA RAZÔN IGNORA: LABORATORIOS, BIBLIOTECAS, COLECCIONES

ticable por su sexismo (Merchant, C. (1980), The


Death of Nature. Women, Ecology and the
Scientific Revolution, The Wildwood House, Lon-
don), sino también por la desnudez terrible a la
que somete a la Naturaleza como a la Verdad
saliendo helada de su pozo. Todo lo que hemos
aprendido recientemente sobre las ciencias nos
muestra por el contrario, a la verdad vestida,
equipada, rolliza, instrumentada, costosa, des-
plegada, rica, y a los investigadores haciendo
algo más que contemplar el mundo en un ridí-
Figura 17. (Cliquear culo peep-show. Tanto los de letras como los de
sobre la imagen pa-
ciencias, aunque por razones enfrentadas, no
ra ampliarla). Ernest
Bramar, La Naturale- parecen poder reconocer a la vez el papel de
za descubiendose los lugares cerrados, donde se elabora el co-
ante la Ciencia, nocimiento, y las redes alargadas y violentas, a
1895; Fotografía Bru- través de las cuales circulan los fenómenos. Los
no Latour.
de letras creen que el lenguaje es autónomo y
libre de no referirse a nada; los de ciencias
querrían prescindir de la miserable mediación
de las palabras para acceder directamente a
las cosas. Pero esos lugares silenciosos, guare-
cidos, confortables, dispendiosos, donde los
lectores escriben y piensan, se relacionan por
mil hilos con el vasto mundo, del cual transfor-
man tanto las dimensiones como !as propieda-
des.

Cojamos, para terminar, un último ejem-


plo, aun sabiendo que es extremo (figura 18).
He aquí una de las War Rooms en las que Wins-
en la «naturaleza descubriéndose a los ojos de ton Churchill conducía la última guerra, a cu-
la ciencia», como en esa estatua de Ernest Bra- bierto de las bombas en un búnker cavado
mar que se encuentra en el Conservatoire des debajo de Westminster que se ha abierto al
Arts et Métiers (figura 17). Ese mito no es sólo cri- público después de su restauración. En este lu-

GLOSARIO 01 - 38
BIBLIOTECA : BRUNO LATOUR EN ESPAÑOL 37 38 ESAS REDES QUE LA RAZÔN IGNORA: LABORATORIOS, BIBLIOTECAS, COLECCIONES

gar guarecido, no se ven en las paredes más Figura 18. (Cliquear


que inscripciones, compilaciones estadísticas y sobre la imagen pa-
ra ampliarla). Foto-
demográficas sobre el número de convoyes grafía Imperial War
hundidos, de soldados muertos, de material mili- Museum.
13. Para un análisis tar en producción. No obstante, este lugar no
muy foucaultiano de está aislado de la gran batalla planetaria. Al
esa creación por la contrario, la resume, le sirve, literalmente, de
contabilidad de los
panóptlcos, ver
modelo a escala. ¿Cómo saber, en efecto, si el
Miller, P. (1992), Eje va ganando o no a los Aliados? Nadie pue-
«Accounting and de reconocerlo con certeza sin construir un
Objectivity: The In- «dinamómetro» que mida las relaciones de fuer-
vention of Calcula- za mediante una serie de instrumentos estadís-
ting Shelves and
Calculable Spaces»:
ticos y de recuento. Como el gabinete de nues-
Annals of Scholarship tro cartógrafo, esta sala baja y protegida de las
9/1-2,61-86, y para bombas se vuelca por mil intermediarios —
una útil compilación informes, fichas, facturas, partes, evaluaciones, vasta red de la que era la cuenca central. Los
de los inventos fotografías, cuentas, inventarios— en recoger Ptolomeos no eran griegos en balde. El imperio
técnicos ligados a
informaciones sobre la batalla que ruge ahí de Alejandro sabía bien la de fuerzas que se
esa enumeraciones, pueden derribar con el imperio de los signos
ver Beniger, J. R. afuera, pero cuyo sentido global se perdería sin
este panóptico, sin esta compilación de nota- (Serres, M., 1993, L'Origine de la géométrie,
(1986), The Control
Revolution. Techno- rio13. A pesar de su carácter marcial, creo que Flammarion, Paris).
logical and Econo- esta situación se parece más a la relación que
mic Origins of the In-
formation Society,
une a un lector, curvado bajo la aureola amari-
Harvard University lla de la lámpara, con el mundo que le rodea
Press, Cambridge que los mitos perversos de una verdad desve-
MA.. lada por la ciencia o que la biblioteca intermi-
nable de Borges. Es porque las bibliotecas, lo
laboratorios y las colecciones se conectan con
un mundo que sin ellos permanece incompren-
sible por lo que merece la pena apoyarlos, si
uno se interesa por la razón. Según Christian
Jacob (Jacob, Ch. (1992), L'Empire des cartes.
Approche théorique de la cartographie á tra-
vers l'historie, 69-74, Albín Michel, Paris), parece
que la de Alejandría haya servido de centro de
cálculo para una
GLOSARIO 01 - 38

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