Está en la página 1de 1

María, arcilla vaso de barro1

María Arboleda nos dejó ayer viernes 1 de mayo a la hora del alba, y se fue al infinito
cósmico. Ella nació el 20 de mayo de 1952 en Portoviejo, Manabí. Fue desde muy joven
hasta el final de su vida una luchadora social infatigable; una educadora de academia y
de pedagogía popular. Fue una investigadora comprometida con la sociedad; una mujer-
ciudadana que se jugó la vida por las causas justas y éticas. La equidad de géneros fue
su pasión, alcanzando su gestión una dimensión internacional notable.
Estudió Sociología en la Universidad Central del Ecuador, siendo su maestro Fernando
Velasco Abad. En la Universidad Andina estudió Desarrollo Local. En la Universidad
San Francisco hizo una Maestría en Filosofía China Clásica, además aprendió el idioma
Chino (Mandarín). Practicaba Reiki como sanadora en cuarto nivel.
Ante todo, María Arboleda fue una mujer de amor. Amó a sus hijos y nietos; amó a los
dos hombres que fueron sus esposos. Amó a su familia directa y política. Amó al
prójimo, también, y muchas veces ni siquiera conocía el nombre de quienes se merecían
su voz de justicia dicha con ardencia, su mano cálida de solidaridad, su palabra
comprensiva de compañía, su energía proactiva de lucha. Amó lo bello en las personas,
en las obras humanas, en lo cotidiano de la vida.
María Arboleda fue una creyente en lo Divino y la Divinidad como una entidad cósmica
indefinible aunque sentida. Tenía fe profunda en la vida después de la muerte, sin
importar la forma que ese renacer adopte.
A partir de ahora María descansará en la tierra, acunada en el vientre telúrico como lo
fueron sus ancestros, los indios Caras que dieron luz a la cultura pre-incásica de esa
región de la costa que es el bosque seco y el valle del río Chico, en el gran Manabí.
Entonces viene a la memoria esa estrofa de nuestra Vasija de Barro que dice:
Aquí nací y aquí vuelvo
arcilla, vaso de barro,
con mi muerte vuelvo a ti
a tu polvo, enamorado.

1
Raul Borja N.

También podría gustarte