XI
Mad rid
CONFERENCIA
Optimismo ante la adversidad
D. LUIS ROJAS MARCOS., Profesor de Psiquiatría de la New York
University
D. Fernando Casado
A continuación vamos a realizar lo que habitualmente hace-
mos en los congresos que es pulsar la opinión de todos vosotros
sobre la situación económica y política. Conocéis el sistema de
voting a través del cual podéis asignar el número que conside-
réis oportuno a la hora de dar respuesta a las preguntas que os
vamos a plantear.
Bien, procedamos a la votación. La primera pregunta es
¿cómo valoráis la situación económica actual? Tenéis que apre-
tar el número que consideréis oportuno. Los gráficos que os
mostramos son del año 2006, 2007 y 2008 y la valoración res-
ponde a la actualidad. La siguiente pregunta es ¿cómo se valora
la situación política? Cuando queráis, podéis iniciar la votación.
Ahora saldrán las comparaciones de los tres años. Vemos
que el resultado es bastante similar. No se produce un gran
deterioro respecto a los dos últimos años, hay todavía bastante
optimismo en la sala.
A continuación os dejo con Mariano Puig, quien fue Presi-
dente del Instituto y actual presidente de la Fundación Puig y
que va a presentar al profesor Rojas Marcos.
D. Mariano Puig
Gracias Fernando. Buenos días a todos. Para mi es un honor
poder presentar al próximo ponente, el profesor Luis Rojas
Marcos. Todos ustedes le conocen, pero permítanme que les
adelante algunos detalles de su vida. Nació en Sevilla en 1943
y de niño era un poco revoltoso y temperamental, inquieto,
curioso. Estudió en los Jesuitas de Sevilla. Con sus amigos, que
tocaban el piano, la guitarra y la batería, formó un cuarteto.
Estudió Medicina en Sevilla y en 1958 emigró a EE.UU., a Nue-
va York concretamente, donde ejerció medicina, psiquiatría y
salud colectiva. A mitad de la década de los 90 Nueva York era
una ciudad invivible, el crimen estaba a la orden del día, llega-
bas al hotel y te daban un warning para no salir nunca a la calle
solo. Así estaban las cosas cuando apareció el alcalde Giuliani,
quen puso paz en la ciudad convirtiéndola en aquella época en
una de las más seguras de EE.UU.
Al mismo tiempo que Giuliani guardó a la sociedad en estado
tranquilo, quiso también aumentar la calidad de la salud pú-
blica y nombró al profesor Luis Rojas Marcos como presidente
ejecutivo de la New York City Health and Hospital Association
con 16 hospitales a sus órdenes, más de 20.000 camas, 45.000
empleados y 5.000 millones de dólares de presupuesto anual.
Allí el profesor Rojas Marcos ejerció como excelente médico
aumentando el nivel de la salud pública de Nueva York y de-
mostró que, además de ser un gran médico, es un gran gestor,
capaz de gestionar un presupuesto de estas magnitudes.
El profesor Rojas Marcos además ha tenido tiempo de escribir
libros, hace unos diez días le vi en televisión junto al doctor
Valentín Fuster, otro gran doctor triunfador, presentando su
libro La mente y el corazón, que estoy leyendo, aunque no he
terminado, pero estoy en ello. Todos los que estamos aquí te
damos las gracias por acompañarnos para tratar un tema tan
de actualidad pues está en el momento justo y necesario. El
optimismo frente a las dificultades. Gracias Luis por estar entre
nosotros.
Congreso Nacional
de la Empresa Familiar
9 , 10 y 11 de Noviemb re de 2008
Dr. Luis Rojas Marcos
Muchas gracias Mariano por tus
amables palabras. Para mi es un placer estar aquí con todos
vosotros. Tengo que agradecerle al Instituto de la Empresa
Familiar su amabilidad por haberme invitado. Tengo la suerte
de ser un emigrante que puede ir y volver. Antiguamente quien
se iba no volvía, o bien lo hacía con los pies por delante. Hoy
en día gracias a estas invitaciones, a los puntos de Iberia y a la
evolución de la sociedad podemos ir y volver, lo que nos da la
oportunidad de disfrutar del país en que nacimos, España, y
también disfrutar del país que me acogió cuando era un joven
un poco perdido. Antes de entrar en el tema, y si me desvío me
avisan porque yo soy un poco despistado, me gustaría ponerlo
en un contexto un poquito más amplio.
Recuerdo un amigo sociólogo que me contaba que estaba
haciendo una encuesta poblacional en un pueblo pequeño.
Era por la mañana y vio pasar a una señora que pensó que
podía contestarle a la pregunta, se acercó a ella y le preguntó:
¿Cuál cree usted que es la tasa de mortalidad en esta zona? La
señora pensó unos segundos y respondió con convencimiento:
un muerto por persona. Efectivamente esto es así, por cada
nacimiento hay una muerte. Mi amigo no estudiaba eso, sino
la esperanza de vida, que es el tiempo que nos queda por vivir
a partir de un momento dado. No sé si saben que en España se
vive mucho, está entre los países donde más se vive. De hecho,
la mujer española, después de la japonesa, es la que más vive,
no sé si lo sabían. Yo tengo mi teoría aunque no es probada.
Cuando vengo de Nueva York a Madrid hay algo que siempre
percibo, una cosa es el olor a café, también a tabaco, aunque
ya algo menos, pero lo otro es que aquí se habla mucho, sobre
todo las mujeres y yo creo que la mujer vive tanto porque ha-
bla mucho y hablar es muy sano.
Tengo un amigo, Valentín Fuster, que es cardiólogo y cuando
da una clase sobre el infarto de miocardio siempre dice que ha-
blar es bueno para el corazón. Yo creo que hablar es bueno para
el corazón y para la mente, y es muy sencillo porque cuando
ponemos palabras a nuestros sentimientos e ideas, disminuimos
la intensidad emocional. Por ejemplo, en una crisis o un trauma
pedimos a la persona que nos cuente. Hablar es bueno para el
corazón y para la mente. Y si no tenemos a quien hablar pues
hablar a una planta, en fin, a lo que sea. ¿Os puedo hacer una
pregunta? Aquí que estamos en familia os haré una pregun-
ta muy personal y tiene que ver con hablar. Que levanten la
mano todas aquellas personas que en un momento de su vida
han hablado solas en alto. Adelante, veo que hay un 90%, más
los tímidos que es el 93%. Bien, muy bien, hablar es bueno y
os podéis encerrar en la habitación y delante de un espejo y po-
neros a hablar y si alguien dice algo, no tenéis más que decirle
que tenéis un amigo que se llama Luis, que es psiquiatra y que
os ha dicho que es bueno para que no piensen mal.
Es verdad que todavía por cada nacimiento hay una muer-
te, pero el mundo ha evolucionado mucho. En momentos de
crisis como el actual, se nos olvida cómo hemos evolucionado.
Lo que ha avanzando ha sido la medicina y la psicología. Mi
abuelo Eusebio, a quien no conocí pero que tenía una empresa
familiar, murió porque no había penicilina. La penicilina salió
al mercado en los años 40 tras la II Guerra Mundial; aunque
se descubre en el año 29. Digo esto para que pensemos que no
hace tiempo la gente moría de cosas que ahora ya tenemos su-
peradas. No hace mucho tiempo la mujer tenía que tener ocho
hijos para que le sobrevivieran cinco. Hoy día, lo último en lo
que piensa una mujer es que su hijo va a morir por eso uno de
los traumas mayores para una persona es que se le muera un
hijo.
Cuando yo era pequeño, y crecía en Sevilla, en los años 40 y
50 la educación era todo un privilegio. Yo tuve la suerte de que
mis padres pudieron pagar un colegio pero entonces los niños
iban al campo. Esto se nos ha olvidado. Cuando pensamos en
cómo ha evolucionado el mundo, la medicina y la psicología,
en medicina hoy día hay médicos científicos que ya no se dedi-
can a investigar enfermedades sino que se dedican a investigar
cómo mejorar nuestra calidad de vida. Es la medicina de la
calidad de vida. En los años 50, en España un poco más tarde,
sale la primera medicina de la calidad de vida. Es un fármaco
que no cura ninguna enfermedad pero necesitáis receta. A ver
quién me puede decir qué medicina hay que no necesita una
receta y no cura ninguna enfermedad pero que ha ayudado a
millones de personas, es una medicina que hay que comprarla
en la farmacia. Bien, por aquí dicen la aspirina y es verdad,
ayuda a la fiebre y a la inflamación pero no cura nada y la
utilizan millones de personas. Os voy a dar una pista, la toman
las mujeres. Por aquí me dicen el Prozac pero esto es un anti-
depresivo. La toman las mujeres: la píldora, eso es. La píldora
anticonceptiva es una medicina que no necesita receta y mejora
la calidad de vida pues ayuda a los padres a decidir cuándo
quieren tener hijos, es un ejemplo de la primera medicina de la
calidad de vida.
Lo mismo ocurre hoy en día con las famosas pastillitas azules,
creo que sí que son azules, y¿ por qué os reís? Sí son azules, no
vamos a hacer propaganda de nada pero es un ejemplo de me-
dicina de calidad de vida y ayudan en este caso a los hombres
a disfrutar más de su vida sexual. En psicología ha pasado algo
parecido, hasta hace poco se investigaban las enfermedades,
hoy en día empezamos a investigar no sólo las enfermedades
porque nos hemos dado cuenta que para sacar a la vida lo que
más vale de ella, no vale con curar enfermedades sino que hay
que fortificar esos aspectos de nuestra persona que nos ayudan
a vivir mejor.
Por eso hay hoy decenas de investigadores que estudian
aspectos como el optimismo, el amor, la capacidad de superar
adversidades y lo estudian tan científicamente como antes
podíamos estudiar otras enfermedades. Cada día sabemos más
sobre lo que son estos aspectos positivos de la vida en medicina.
Hoy el tema tiene que ver con el optimismo, pero antes os
voy a explicar la definición de optimismo y no es fácil, yo tardé
en aprender lo que era pero si uno piensa en ello, es relativa-
mente razonable. Quiero que penséis en vuestro nivel de opti-
mismo pero os voy a explicar qué es para saber en qué nivel os
encontráis. Cuando penséis en optimismo tenéis que pensar en
el futuro, en el pasado y en el presente. Hay un optimismo rela-
cionado con el pasado, otro con el presente y otro con el futuro.
Decimos que una persona es optimista porque ve el futuro con
esperanza. La esperanza es pensar que lo que deseamos va a
ocurrir. Me duele la cabeza y espero que tras tomar esta pastilla
se me quite el dolor de cabeza. Mi hijo es un desastre pero den-
tro de unos años va a mejorar. La esperanza. El optimismo en el
futuro tiene que ver con la esperanza.
Hay dos tipos de esperanza: una esperanza global y otra con-
creta. La global es que pensamos que el mundo va mejor. Y yo
creo que va mejor y para argumentarlo me baso en la historia.
Hace no mucho tiempo la vida no era tan fácil. Por ejemplo,
existía el dolor porque no había anestesia y creo que basándo-
me en el pasado, la humanidad va mejor. Existe un dicho que
dice que cualquier tiempo pasado fue mejor. Que levanten la
mano todas aquellas personas que hubieran preferido haber
nacido hace 100 años. No me puedo creer que no haya nadie.
¿No hay nadie aquí que hubiera preferido vivir hace 100 años?
Siempre hay alguien, dos o tres personas, pero veo que en este
foro no hay, es curioso. Y eso que aquí en España todos dicen
que la juventud está fatal, que antes no pasaban ciertas cosas.
Bien, pues parece que no hay nadie partidario de este dicho.
Esos son pensamientos automáticos de los que ya hablaré. Con
esto quiero decir que hay esa esperanza en el futuro.
Luego está la esperanza concreta que tiene que ver con la
idea de que, por ejemplo, yo voy a ser médico algún día y me
matriculo y estudio y así llegaré a ser médico; o yo tengo este
plan de trabajo y sé que lo voy a conseguir porque tengo un
plan; ya no se trata sólo de creer en la evolución del ser hu-
mano a mejor, sino que tengo esa esperanza porque tengo un
plan.
Ahora les contaré una anécdota que me ocurrió el otro día
en un aeropuerto. En los aeropuertos uno aprende cosas que
no consigue aprender en muchos sitios. Estaba en el aeropuerto
de Barcelona y estaba esperando la salida de mi avión cuando,
como a cinco metros de mí, había una pareja de jóvenes que se
estaban hablando con una ilusión, con una alegría desbordante,
y ambos se sonreían. Me dio tal curiosidad que me planteé ir a
preguntarles de qué hablaban y como me iba al día siguiente les
pregunté qué pensaban porque se les veía totalmente entu-
siasmados. Les dije: “perdonad que os interrumpa, pero tengo
verdadera curiosidad de saber por qué estáis tan contentos”. Me
miraron un poco raro, aunque sabéis que cuando la gente está
de buen humor contesta mejor, y él me dijo que hablaban de
que se iban a comprar un piso y yo le dije que aquí en España
los pisos estaban muy caros y me dijeron: “nos vamos a Marbe-
lla, al sur, y vamos a trabajar en un hotel. Hemos estado aho-
rrando un año y vamos a seguir ahorrando y ya sabemos que
después del verano tendremos suficiente dinero para ir al banco
y comprar el piso”. Esto es la esperanza concreta, tenemos un
plan y seguro que lo vamos a conseguir. Por otra parte, el banco
les va a prestar a 30 años y van a tener la esperanza de vivir 30
años. Este es el optimismo del futuro. Quiero que vosotros pen-
séis cómo veis el futuro, no ahora sino en general. Si creéis en
vuestros planes y si creéis que van a funcionar y lo puntuéis del
1 al 10. Si ponéis un 10 os recomiendo que me pidáis una cita
porque lo del 10 ya es raro y además es demasiado. También si
la valoración es el 0 que no es nada.
Ahora hablaremos del optimismo del pasado que tiene que
ver con la memoria y con la autobiografía, una biografía propia
que todos nosotros tenemos, además de la memoria, que es un
instrumento del cerebro increíble. Es el instrumento en cuanto
al pasado que tiene que ver con cómo percibimos nuestra vida.
Os pediré que os concentréis en vuestra vida pasada en general
y que recordéis qué recuerdos tenéis y seguro que hay muchos
que piensan que hicieron lo que pudieron y que como ya está
pasado pues se les ha olvidado. Además, como la memoria es
tan sabia que tiende a olvidar lo negativo es todo más fácil. Si
yo os dijera que hicierais una lista de las cosas que recordáis,
la mayoría vais a poner más recuerdos positivos que negativos
pero bueno, también habrá personas que quizá vean las cosas
de otra manera y piensen que estudiaron lo que no debían, que
se casaron con la persona equivocada, que cuando tenían 13
años pegaron a su hermana y nunca se lo perdonan aún con 65
años. Hay personas que se muere un pajarito en un parque y
se plantean qué habrán hecho para que se muera este pajarito.
Esto es la culpa. Cuando pensáis en vuestro pasado también te-
néis que medir vuestro nivel de comprensión y de olvido. Qué
buena es la mala memoria. Hay gente que viene a mi consulta
y me dice que tienen mala memoria y yo les digo que tienen
suerte. Bendita la mala memoria. No os preocupéis si no encon-
tráis las llaves. El problema es si encontráis las llaves y no sabéis
para qué sirven, pero mientras las encontréis, todo va bien.
Ahora hablaremos del optimismo del presente. Tras daros
la nota del pasado y del futuro vamos a hablar sobre qué es el
optimismo del presente. Hay un científico de la Universidad de
Pensilvania que habla del estilo explicativo. Todos tenemos una
forma de explicar las cosas porque los seres humanos tenemos
la necesidad de explicarnos. Cuánta gente llega por la noche
y dice que no se puede dormir hasta que no explique por qué
fulanito me ha dicho algo o por qué mi hijo ha hecho algo. Es
como la realidad que hay sólido, líquido o gaseoso. En la mente
humana, el no tener una explicación lo hace todo más com-
plicado. A veces uno dice que es un misterio pero muy pocas
veces me digo que me voy a dormir porque lo que me preocupa
es un misterio. Siempre me digo que hay que encontrar una
explicación. Y ahí está la base para definir el optimismo en el
presente. Mi pregunta es cómo os explicáis las cosas que os ocu-
rren en el día a día, en el trabajo, en las relaciones. A la hora
de explicar, esto no lo pensamos, pero a la hora de explicar
las cosas hay tres componentes; uno tiene que ver con lo que
dura y me refiero tanto a explicar lo positivo como a explicar lo
negativo. Suponeos explicar lo negativo porque el tema de la
conferencia es la adversidad: un problema en la empresa, una
enfermedad, un problema con la familia o con vuestro equipo
de fútbol que queréis que gane. Tenéis que tener en cuenta
tres factores. Uno es la permanencia. ¿Esto va a durar siempre?
¿Va a perder siempre mi equipo? ¿Este problema que tengo en
la empresa, va a durar para siempre? ¿O no? Otro factor es la
penetrabilidad. ¿Esto me va a afectar a toda mi actividad? Y en
tercer lugar, ¿este hecho es todo él culpa mía?
Un ejemplo. Tengo un amigo médico que vino con una
pierna enyesada. Yo le pregunté qué le había pasado. Él me dijo
que un desastre, tengo el fémur roto y estoy muy mal y esto
además ha cambiado mi vida. Y yo le dije que aún le quedaba la
otra pierna y que los huesos se curan y además me decía “nun-
ca más seré el mismo, nunca más”. Indagando en cómo le había
pasado me contaba que había cruzado la calle con el semáforo
en verde, y había venido una bici y le había golpeado. Él decía
que la culpa era de él y yo le decía que no pues había cruzado
en verde, a lo que me contestó: “no, no, ese día no debía haber
salido de casa”. Entonces veis que el impacto, la durabilidad, la
penetrabilidad es esto mismo.
Otro ejemplo, os voy a contar algo personal pero por favor,
como estamos en familia, no se lo contéis a nadie. Resulta que
de vez en cuando me pongo de mal humor por la noche. Mi
compañera no sabe si es por el metabolismo o qué. Llegué a
casa a las 22.30, entro en casa y me encuentro los zapatos de
mi hija por el suelo, lo libros todos por el suelo y me dije: “en
esta familia no hay orden, no hay disciplina, nadie recoge nada,
esto es un desastre”. En esto, me viene un olorcillo. Mi mujer
Paula, me dice: “Luis, te estoy preparando una paella” y digo:
“¡Paella, paella la que hacía mi madre, esto no es paella ni es
nada!” Tengo muy mal humor. Aquí viene la explicación. Paula
me dice: “Luis, has debido de tener un mal día en el trabajo”
¿Optimista o pesimista? Eso es una explicación optimista, ¿ver-
dad? No me va a durar para siempre el cabreo, es algo tempo-
ral, no afecta a mi persona y no es culpa mía, ni de ella que no
sabe hacer paella.
Veis el tema ¿no? A un amigo médico al que le contaba yo
este asunto me decía que llegó a su casa el otro día de muy mal
humor y su mujer le dijo “mira Manolo, tienes muy mal hu-
mor, no hay quien te aguante y no tienes remedio” Optimista o
pesimista? Pesimista, vale.
Ya que sabemos qué es el optimismo, pensáis en el optimismo
del futuro, la esperanza; también en el optimismo del pasado y
en el optimismo del presente. A partir de ahí os dais tres notas
y obtenéis la media. Estoy seguro que individualmente os dais
una nota por encima del 5, a pesar de que está mal visto ser
optimista; en el norte y en el sur de Europa por la influencia
de los filósofos que decían que el optimismo es ignorancia, eres
ingenuo cuando eres optimista. Quién va a una fiesta y dice
que es optimista… En EE.UU. como sabéis, si vais a una entre-
vista de trabajo y os preguntan si eres optimista y dices que no,
entonces olvidaos del trabajo. El optimismo está idealizado en
EE.UU., de hecho hay una encuesta que intenta demostrar que
cuanto más optimista es una persona, más posibilidades tiene
de ir al cielo. Cuanto más felices son, más probabilidades de ir
al cielo. En Europa pasa lo contrario.
Si individualmente os hiciera la pregunta del 0 al 10 la ma-
yoría se daría más de un 5. Bien, de aquí viene la idea de que
no eres realista. ¿Ah no? Hay varios estudios y si os interesa,
os doy la referencia, que demuestran que la persona realista
es más optimista que la no realista. Y el motivo es el siguiente:
está demostrado que personas optimistas cuando toman una
decisión, estudian las consecuencias negativas como positivas
de la decisión. Tomáis o vais a tomar una decisión y hacéis una
lista de las cosas positivas y negativas que conlleva. La persona
optimista estudia la lista de lo positivo y lo negativo y al final,
tiende a irse con lo positivo pero estudia los dos. Sin embar-
go, el pesimista solamente estudia los aspectos negativos de
las decisiones. De forma que la persona pesimista tiene como
una fobia a la posibilidad positiva de sus decisiones, por lo que
rehúye la posibilidad de estudiar esa otra posibilidad.
Es obvio entonces que a la hora de tomar una decisión prefe-
rimos personas que estudien lo positivo y lo negativo, aun-
que terminen decidiéndose por lo positivo, mejor esto a una
persona que solamente ve el aspecto negativo de las circuns-
tancias. Yo no sé vosotros, pero yo prefiero un piloto optimista
en un avión que uno pesimista. Si se para un motor que piense
que tenemos el otro motor y además vamos a llegar, y vamos
a intentar llegar. Una pregunta, ¿sabéis quién se pone más a
menudo el cinturón en un coche, la persona optimista o la
pesimista? Es difícil, yo tuve que leer la respuesta. El optimista.
La persona optimista, en la definición científica del optimismo,
piensa que su vida está bajo su control, piensa que va a llegar,
yo voy en coche a Barcelona y voy a llegar porque soy un buen
conductor. El pesimista piensa: “el cinturón…, que sea lo que
Dios quiera, después de todo, si tiene que ser será, para qué el
cinturón”. El optimista piensa que está al control de la situación
y cuando pensamos así, que podemos superar un problema, lo
intentamos más veces. El vendedor optimista vende más pero
¿sabéis por qué? No porque esté más alegre o crea más en el
producto. En una empresa de seguros hemos estudiado este
tema y vende más porque lo intenta más veces. Intenta vender
más veces. El optimista llama a más gente a la hora de vender,
en este caso pólizas de seguro. Ahora no, pero sí la próxima
vez, seguro que la próxima vez solucionaré el problema y si el
problema tiene solución, el optimista tiene más probabilidades
estadísticamente de resolver el problema.
¿Qué ocurre con las adversidades? El optimismo ante las ad-
versidades. Nuestra vida es un poco como el trayecto que sigue
esa hoja que cae del árbol. Está vapuleada por una serie de cir-
cunstancias. Es muy difícil predecir dónde va a caer la hoja que
cae de un árbol. En nuestra vida pasa algo parecido. En muchos
sentidos, nuestra vida está llena de situaciones positivas que
nos alegran, pero también de situaciones inesperadas que nos
duelen, nos traumatizan, nos afectan. Entonces, a la hora de
ver cómo funciona el optimismo en la vida y en las situaciones
que no podemos predecir, hay que pensar: ¿cuáles son esas si-
tuaciones que nos afectan? Cuando pensamos en la adversidad
y para entenderla hay que entender la satisfacción con la vida.
Si yo os preguntara: no vamos a hablar de felicidad, pero vamos
a pensar en satisfacción con la vida en general. Si hoy os duele
la cabeza no sirve. Es en general. Y si yo os preguntara cuáles
son las parcelas de vuestra vida en la que encontráis satisfac-
ción, cuáles son las fuentes de las que salen las gratificaciones
en la vida.
Por aquí me dicen estar vivos, la familia, el trabajo, etc… Yo
empezaría por la familia amplia, las relaciones. La mayoría de
las personas dicen que sacan su satisfacción de la vida con las
relaciones con la familia, con los amigos, los grupos de depor-
te, grupos religiosos. Quien forma parte de un grupo supera
la adversidad mejor que el que no pertenece a un grupo, esto
es indudable. Pues sí, la familia. El estar vivo, naturalmente,
si estamos muertos no hay forma de ser felices. Una condición
necesaria para ser felices es estar vivo. También habéis dicho el
trabajo. El trabajo fue un castigo de Dios, según la Biblia, gana-
rás el pan con el sudor de tu frente. Es como un pensamiento
automático ¿verdad? Que levanten la mano todas aquellas
personas que un momento de su vida han disfrutado del tra-
bajo. Bien, el 100%, 99 más el tímido, 100. Y ahora nos estará
mirando Dios y pensará: “a esta gente no les sirvió el castigo”.
Que Dios nos perdone. Curioso ¿verdad? Pero así es. Al pensar
en las adversidades y qué son, pensamos que tienen que ver
justamente con lo que habéis dicho. Una adversidad es cuando
tenemos problemas en nuestra familia, en nuestro trabajo, en
las relaciones. Adversidades como el divorcio, la ruptura, etc…
y tienen que ver con el estar vivos.
Si alguien me dice: “mira Luis, tienes cáncer”, qué terrible
noticia y aún hoy en día que muchos cánceres se curan y otros
se cronifican y se puede alargar la vida. Pero todo aquello que
de algún modo amenaza nuestra salud es una adversidad. De
alguna forma el optimismo nos ayuda a superar adversidades
en el mundo de las relaciones, en el mundo del trabajo y en el
mundo de la salud. En el mundo de las relaciones si pensáis de
lo que hemos hablado. El optimista perdona, es más agradeci-
do, piensa que el problema se va a arreglar y no se culpabiliza.
En el trabajo está demostrado y también con la salud. Trabajan-
do con Valentín Fuster vimos que la persona optimista supera
el infarto de miocardio mejor que la pesimista. Hay varios fac-
tores. Uno, que el optimista tiende a seguir los consejos del mé-
dico más que el pesimista. Lo mismo que se pone el cinturón de
seguridad, pues también se toma la medicina para el colesterol,
la hipertensión, etc., porque si hace algo va a depender de él no
tener otro infarto. Eso forma parte del optimismo. Curiosamen-
te está demostrado que las personas pesimistas tienden a tener
una alteración de cómo funcionan las plaquetas. Las plaquetas
son unas células que van en la sangre y se encargan de coagular
la sangre y si se coagulan más de la cuenta pueden generar un
trombo y ocluir una arteria. Está demostrado que en la depre-
sión, que sería el extremo del pesimismo, las plaquetas tienden
a aglutinarse con más facilidad. Quiero decir con esto que el
optimismo ayuda también a la salud. En Nueva York, donde allí
la gente va al psiquiatra… va con más facilidad que aquí que
se piensa que se está loco si se va a psiquiatra, se ve visto como
una debilidad. Os voy a contar algo que me pasó hace poco. Un
cardiólogo de la universidad donde yo trabajo me dijo que tenía
un paciente enfermo del corazón que había pedido hablar con
un psiquiatra. Yo le pregunté que si estaba deprimido y él me
dijo que no le notaba, pero que había pedido ver a un psiquia-
tra. Bien, el paciente seguía en el hospital y cuando fui a verle
estaba en la cama todavía con el oxígeno. Hacía un día que le
había dado el infarto y le comenté que me habían dicho que
quería hablar con un psiquiatra y yo le dije que le veía normal
y que no le notaba deprimido ni nada y él me dijo que la razón
era porque quería ser más optimista. A mi me parecía que él
era muy optimista. Y él me dijo que había leído que el optimis-
ta supera mejor el infarto que el pesimista y si por si acaso no
lo era lo suficiente para ser más optimista aún. Aquí no se os
ocurriría llamar al psiquiatra ¿verdad? Allí en cambio sí, por eso
nos va tan bien a los psiquiatras.
¿De qué depende ser optimista o pesimista? Depende en
parte de los genes y no se puede hacer mucho. Heredamos el
paquete genético de los cromosomas de nuestros padres. 23
de la madre y 23 del padre, 46. Los genes son la única sustan-
cia del ser humano que no muere. Hay personas que, con la
cantidad de tragedias que han tenido en su vida… y siguen son-
rientes. Ellos contestan que se parecen a su abuelo a su tío o a
su madre. Hay un aspecto genético que viene con nosotros. Hay
estudios hechos en gemelos idénticos, monocigóticos. Ponemos
nombres así para que nadie nos entienda y poder cobrar más.
Me refiero a gemelos idénticos que fueron adoptados por pa-
dres diferentes. La situación es gemelos idénticos que al nacer
son adoptados por padres distintos;. Viven en pueblos distintos,
con climas distintos y se alimentan de diferente manera. La
educación y la familia son diferentes. Al cabo de los años se
organizan y captan a 6.000 parejas de gemelos idénticos que
fueron adoptados por padres diferentes que entrevistaron. Se
demuestra que estos gemelos idénticos a pesar de haber crecido
en mundos diferentes, algunos ni se conocían, se parecían en el
grado de optimismo a hermanos que crecen en la misma fami-
lia. Luego los genes funcionan y son un parte importante.
La segunda parte tiene que ver con nuestra personalidad
con nuestra forma de ser. Personas extrovertidas, alegres, que
no han sufrido grandes traumas en su vida tienden a ser más
optimista que personas que han tenido que vivir situaciones
muy duras, sobre todo en la infancia. Para que un bebé crezca
saludablemente necesita tres cosas, nada más. Una de ellas es
la seguridad, que cuando tenga hambre, coma; que cuando
tenga frío, lo tapen. Necesitan afecto, al igual que los animales.
El afecto tiene que ver con el calor, con la mirada. El tercer ele-
mento que necesitan es el estímulo apropiado para su edad: por
mucho afecto que se de y se reciba, si el niño crece en un ar-
mario sin ver el día y la noche, no crecerá adecuadamente. Un
niño con estas tres necesidades básicas satisfechas crecerá más
saludablemente que un niño que vive abandonado o agredido.
Nuestras experiencias van a tener que ver con nuestra persona-
lidad y ésta última va a tener que ver con el optimismo.
Una vez que ya tengo los genes y mi personalidad es como
es, hay una tercera parte a practicar para aumentar nuestro
optimismo y no es fácil. Si alguien quiere aumentar su nivel
de optimismo va a tener que trabajárselo… cuestión de meses.
Son prácticas diarias. Está demostrado pero no es fácil. Ahora,
si uno se lo propone puede conseguir ser más optimista. Las
recomendaciones son las siguientes. Como ya he dicho, hablar.
Bueno me dirán que son introvertidos y que hablar no es fácil.
Lo comprendo pero vas a tener que empezar a hablar, mañana
con seis personas y pasado mañana con siete personas y poco
a poco te vas a dar cuenta que hablar más, con el perro o con
la planta, te va a ayudar sentirte mejor emocionalmente sobre
todo en momentos difíciles. Segundo, conéctate. Si me dices
que las relaciones no son lo tuyo, no vale. Hay que empezar a
conectarse con un grupo, sea de familia, religioso o de deporte.
Las personas que están conectadas a las demás son más opti-
mistas y sobre todo, superan mejor la adversidad y la capacidad
de adaptación es más fuerte.
Además se debe aplicar el sentido del humor. Es lo mismo,
si alguien me dice que no se ríe de nada, no puede ser. Va-
mos a tener que empezar a hacerlo. El doctor Gregorio Mara-
ñón escribió un artículo diciendo que los músculos de la risa,
cuando están en movimiento, mandan una orden al cerebro,
al hipotálamo, y nos sentimos mejor. Si yo os pidiera que
os riérais sin ganas, muchos de vosotros os sentiríais mejor.
Recuerdo que cuando llevaba los hospitales públicos de Nueva
York me gustaba ver cómo los médicos trataban a los pacientes.
Un día, estando en un ambulatorio, me encontraba sentado en
una esquina y veo que entra una señora de cincuenta y tantos,
muy angustiada, y le dijo al médico que se sentía muy mal, y
no tanto por ella, sino por su marido que había ido al médico y
el médico le ha dicho, tras unas pruebas, que no sabía si lo que
tenía era Alzheimer o Sida, una de los dos. El médico le dijo
que lo que podía hacer era llevar a su marido a las afueras de la
ciudad y dejarlo allí, y “si su marido vuelve a casa no se acueste
con él”. Esto es un chiste, pero es un chiste que puede servir de
ejemplo.

El ejercicio es muy bueno también. La espiritualidad es muy

útil y no necesariamente tiene que ser religión, sino una espiri-
tualidad ligada a valores. Está demostrado que muchas perso-
nas duermen mejor, beben y fuman menos y su autoestima es
mayor cuando práctican una hora de voluntariado a la semana.

Y finalmente, diversificar. Esto es un símil con las personas

que tenéis- o que teníais dinero- y no lo ponéis todo en el
mismo negocio. Con la satisfacción y con la vida pasa lo mismo.
Hemos hablado antes de parcelas, de familia, trabajo, etc. Si sois
felices con vuestra familia está bien pero hay que diversificar y
no es lo que algunos os imagináis. Compartimentar, tener ami-
gos diferentes, relaciones distintas de manera que si nos va mal
en alguna parcela, podamos compensarla con otra.

Con esto ya termino. Recibí un correo electrónico de alguien

que me había escuchado y le había gustado el tema de compar-
timentar y aumentar el optimismo. Se titula “Los cinco secretos
de una mujer feliz”. 1.- Es importante encontrar a un hombre
que sepa compartir contigo las tareas del hogar y que tenga un
trabajo. 2.- Es importante encontrar a un hombre alegre, que
disfrute del baile, los paseos y que te haga reír. 3.- Es importan-
te encontrar a un hombre tierno, de quien se pueda depender
afectivamente sin que ello te subordine y además no mienta.
4.- Es importante encontrar un hombre que sea buen amante y
adore tener sexo contigo. 5.- Es muy, pero que muy importan-
te que estos cuatro hombres no se conozcan entre sí. Muchas
gracias.

D. Mariano Puig

Muchas gracias. No tenemos tiempo para preguntas. Sí que

me gustaría decirles, pues antes se me ha olvidado, que el doc-
tor Luis Rojas Marcos estuvo en Nueva York durante los aten-
tados del 11-S de 2001 contra las Torres Gemelas. Al mismo
tiempo que el alcalde Giuliani, el doctor Rojas Marcos estuvo
allí coordinando junto al resto de responsables de hospitales,
curando a enfermos y ayudando a todos los parientes y amigos
de las víctimas de aquel brutal atentado.

Luis, has visto la acogida de tus palabras. Muchas gracias por

estar entre nosotros.