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EPÍSTOLA

AL
H IJO DEL LOBO
EPÍSTOLA
AL
H IJO DEL LOBO
REVELADO POR
BAH Á'U'LLÁH

EDITORIAL BAH Á 'Í DE ESPAÑ A


Título original en inglés:
Epistle to the Son of the W olf

© Asam blea Espiritual Bahá'ís d e España

Ed itorial Bahá'í d e España


Bonaventura Castellet, 17
08222 Terrassa (Barcelona)

Trad ucid o al castellano por:


Kam ran Vafaei

Portad a: Eva Celd rán Esteban

Prim era ed ición en España: 1995

Depósito Legal:
ISBN : 85-85238-

Im preso en los Talleres Gráficos d e la M.C.E. H oreb,


E.R. nº 265 S.G. - Polígono Ind ustrial Can Trias,
c/ Ram ón Llull, s/ n - 08232 Vilad ecavalls (Barcelona)

Printed in Spain - Impreso en España


En el nombre de Dios, el Único, el Incomparable,
el Todopoderoso, el Omnisciente, el Omnisapiente.

Alabad o sea Dios, el Eterno que no perece, el


Sem piterno que no d eclina, el Autosubsistente que no
cam bia. Él es Aquel que es trascend ente en Su soberanía,
que Se halla m anifiesto por m ed io d e Sus signos y está
oculto por Sus m isterios. Él es Aquel por cuyo m and ato
ha sid o enarbolad o el estand arte d e la Más Exaltad a
Palabra en el m und o d e la creación, y la enseña d e "Él
hace lo que Él d esea" fue izad a en m ed io d e tod os los
pueblos. Él es Quien ha revelad o Su Causa para guía d e
Sus criaturas y ha h echo d escend er Sus versos para
d em ostrar Su Prueba y Su Testim onio, y Quien
em belleció el prefacio d el Libro d el H om bre con el
ornam ento d e la expresión, m ed iante Su sentencia: "El
Dios d e Misericord ia ha profesad o el Corán, ha cread o al
hom bre y le ha enseñad o a articular palabra". N o existe
otro Dios m ás que Él, el Único, el Incom parable, el Fuerte,
el Pod eroso, el Benéfico.
La luz que irrad ia d esd e el cielo d e la generosid ad y la
bend ición que fulgura d esd e el lugar d el am anecer d e la
voluntad d e Dios, el Señor d el Reino d e los N om bres,

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EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

d escansen sobre Él, Quien es el Suprem o Med iad or, la


Plum a Más Exaltad a, Aquel a Quien Dios ha hecho el
lugar d el am anecer d e Sus m ás excelentes nom bres y la
aurora d e Sus m ás exaltad os atributos. A través d e Él, la
luz d e la unid ad ha brillad o sobre el horizonte d el m und o
y la ley d e la unicid ad ha sid o revelad a entre las naciones,
las cuales, con rostros rad iantes, se han vuelto hacia el
H orizonte Suprem o y han reconocid o aquello que la
Lengua d e Expresión ha hablad o en el reino d e Su
conocim iento: "¡Tierra y cielo, gloria y d om inio son d e
Dios, el Om nip otente, el Tod opod eroso, el Señor d e
abund ante gracia!"
Presta atención, oh d istinguid o teólogo, a la voz d e
este Agraviad o. Él, verd ad eram ente, te aconseja por am or
a Dios y te exhorta a lo que te acercará a Él en tod as las
circunstancias. Él es, en verd ad , el Tod oposeed or, el
Exaltad o. Sabe que el oíd o d el hom bre ha sid o cread o
para escuchar la Voz Divina en este Día que ha sid o
m encionad o en tod os los Libros, Escrituras y Tablas.
Prim ero purifica tu alm a con las aguas d el
renunciam iento y engalana tu cabeza con la corona d el
tem or d e Dios, y tu sien con el ornam ento d e la confianza
en Él. Luego, levántate con tu rostro vuelto hacia la Más
Grand e Casa, el Lugar en cuyo d erred or tod os los
habitantes d e la tierra d eben circular com o ha sid o
d ecretad o por el Rey Eterno, y recita:

"¡Oh Dios, m i Dios, m i Deseo, m i Ad orad o, m i


Maestro, m i Apoyo, m i m ayor Esperanza y m i supr em a
Aspiración! Tú m e ves volviénd om e hacia Ti, asiénd om e
firm em ente a la cuerd a d e Tu m unificencia,

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EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBO

ad hiriénd om e a la orla d e Tu generosid ad , reconociend o


la Santid ad d e Tu Ser y la pureza d e Tu Esencia, y
atestiguand o Tu un id ad y Tu unicid ad . Doy testim onio
d e que Tú eres el Único, el Sin Par, el Incom parable, el
Siem pre Perd urable. Tú no tom aste socio en Tu d om inio
ni escogiste a un igual a Ti Mism o sobre la tierra. Tod as
las cosas cread as han d ad o testim onio d e lo que la
Lengua d e Tu grand eza ha testificad o antes d e que fueran
cread as. ¡Verd ad eram ente, Tú eres Dios; no existe otro
Dios sino Tú! Desd e la eternid ad Tú fuiste santificad o d e
la m ención d e Tus siervos y exaltad o por encim a d e la
d escripción d e Tus criaturas. Tú contem plas, oh Señor, al
ignorante tratand o d e alcanzar el océano d e Tu
conocim iento; al angustiad o sed iento, las aguas v ivientes
d e Tu expresión; al hum illad o, el tabernáculo d e Tu
gloria; al pobre, el tesoro d e Tus riquezas; al suplicante, el
punto d el am anecer d e Tu sabid uría; al d ébil, la fuente d e
Tu fortaleza; al d esd ichad o, el cielo d e Tu m erced ; al
m ud o, el reino d e la m ención d e Ti.
Testifico, oh m i Dios y m i Rey, que Tú m e has cread o
para record arte, para glorificarte y para ayud ar a Tu
Causa. Y, sin em bargo, he ayud ad o a Tus enem igos,
quienes han violad o Tu Convenio, quienes han
d esechad o Tu Libro, no han creíd o en Ti y han repud iad o
Tus signos. ¡Ay!, ¡ay!, por m i rebeld ía, m i vergüenza, m i
d epravación y m i m ald ad , que m e han im ped id o alcanzar
las profund id ad es d el océano d e Tu unid ad y sond ear el
m ar d e Tu m isericord ia. Por tanto, ¡ay!, ¡ay!, y
nuevam ente ¡ay!, ¡ay!, ¡por m i d esd icha y la graved ad d e
m is transgresiones! Tú m e llam aste a la existencia, oh m i
Dios, para exaltar Tu Palabra y m anifestar Tu Causa. Sin

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EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

em bargo, m i negligencia m e ha d esalentad o y m e ha


rod ead o d e una m anera tal que m e he levantad o a borrar
Tus signos y a d erram ar la sangre d e Tus am ad os, y la d e
los puntos d el am anecer d e Tus signos, y la d e las auroras
d e Tu revelación, y la d e los repositorios d e Tus m isterios.
¡Oh Señor, m i Señor!, y nuevam ente, ¡oh Señor , m i
Señor!, y nuevam ente aún, ¡oh Señor, m i Señor! Doy
testim onio d e que, a causa d e m i iniquid ad , los frutos d el
árbol d e Tu justicia han caíd o y, m ed iante el fuego d e m i
rebeld ía, fueron consum id os los corazones d e aquellas
criaturas Tuyas que han gozad o d e cercano acceso a Ti y
las alm as d e los sinceros entre Tus siervos se han fund id o.
¡Oh, m iserable, m iserable d e m í! ¡Oh, las crueld ad es, las
m anifiestas crueld ad es que he infligid o! Desd ichad o d e
m í, d esd ichad o d e m í por m i lejanía d e Ti, por m i
d epravación, m i ignorancia, m i vileza, m i repud io d e Ti y
m is protestas contra Ti. ¡Cuántos los d ías d urante los que
Tú ped iste a Tus siervos y a Tus am ad os que m e
protegieran, m ientras yo les ord enaba que Te hicieran
d año y que hicieran d año a aquellos en quienes Tú habías
confiad o! ¡Y cuán num erosas las noches en las que Tú
bond ad osam ente m e record abas y m e ind icabas Tu
send ero, m ientras yo m e alejaba d e Ti y d e Tus signos!
¡Por Tu gloria! ¡Oh Tú, Quien eres la Esperanza d e
aquellos que han reconocid o Tu unid ad y el Deseo d e los
corazones d e quienes se han librad o d e tod o afecto salvo
d e Ti! N o hallo socorred or fuera d e Ti, ni rey, ni refugio,
ni asilo fuera d e Ti Mism o. ¡Ay!, ¡ay! Mi alejam iento d e Ti
ha abrasad o el velo d e m i integrid ad y m i negación d e Ti
ha rasgad o el m anto que cubre m i honor. ¡Oh, si pud iera
estar en lo m ás hond o d e las profund id ad es d e la tierra,

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EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

para que m is m alas acciones p ud ieran perm anecer


d esconocid as a Tus siervos! Tú ves al pecad or, oh m i
Señor, que se ha vuelto hacia el punto d el am anecer d e Tu
perd ón y Tu generosid ad , y a la m ontaña d e iniquid ad
que ha buscad o el cielo d e Tu m isericord ia e ind ulgencia.
¡Ay! ¡ay! Mis enorm es pecad os m e han im ped id o
aproxim arm e a la corte d e Tu m isericord ia y m is
m onstruosas acciones m e han extraviad o lejos d el
santuario d e Tu presencia. En verd ad , yo soy el que ha
faltad o en su d eber hacia Ti y ha violad o Tu Convenio y
Tu Testam ento, y ha com etid o lo que ha hecho que se
lam entaran los m orad ores d e las ciud ad es d e Tu justicia y
los puntos d el am anecer d e Tu gracia en Tus d om inios.
Atestiguo, oh m i Dios, que he repud iad o Tus
m and am ientos y m e he ad herid o a los d ictad os d e m is
pasiones, y he d esechad o los estatutos d e Tu Libro y m e
he aferrad o al libro d e m i propio d eseo. ¡Oh m iseria,
m iseria! A m ed id a que m is in iquid ad es se hacían m ás y
m ás grand es, Tu ind ulgencia h acia m í aum entaba; y a
m ed id a que el fuego d e m i rebeld ía se hacía m ás violento,
Tu perd ón y favor trataban, cad a vez m ás, d e sofocar su
llam a. ¡Por el pod er d e Tu fuerza! ¡Oh Tú que eres el
d eseo d el m und o y el Más Am ad o d e las naciones! Tu
longanim id ad m e ha envanecid o y Tu p aciencia m e ha
envalentonad o. Tú ves, oh m i Dios, las lágrim as que m i
vergüenza ha provocad o y los suspiros que m i
negligencia m e ha ind ucid o a exhalar. ¡Juro por la
grand eza d e Tu m ajestad ! N o pued o encontrar habitación
alguna para m í, salvo bajo la som bra d e la corte d e Tu
generosid ad , ni refugio alguno sino bajo el d osel d e Tu
m isericord ia. Tú m e ves en m ed io d e un m ar d e

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EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

d esesperanza y d esaliento, d espués d e que m e has hecho


oír Tus palabras: '¡N o d esesperes!' ¡Por Tu pod er! Mi
enconad a injusticia ha cercenad o la cuerd a d e m i
esperanza y m i rebeld ía ha oscurecid o m i rostro ante el
trono d e Tu ju sticia. Tú ves, oh m i Dios, a aquel que está
postrad o com o un m uerto ante la puerta d e Tu favor,
avergonzad o d e bu scar, d e la m ano d e Tu am orosa
bond ad , las vivientes aguas d e Tu perd ón. Tú m e has
d ad o una lengua para record arte y alabarte y, sin
em bargo, ella ha expresad o lo que ha h echo que se
d isolvieran las alm as d e aquellos escogid os Tuyos que se
hallan cerca d e Ti y que fueran consum id os los corazones
d e los sinceros entre los m orad ores d e las habitaciones d e
santid ad . Tú m e has d ad o ojos para atestiguar Tus signos
y para ad m irar Tus versos y contem plar las revelaciones
d e Tu obra; pero yo he rechazad o Tu voluntad y he
com etid o lo que ha causad o que los fieles entre Tus
criaturas y los d esprend id os entre Tus siervos gim ieran.
Tú m e has d ad o oíd os para inclinarlos hacia Tu alaba nza
y Tu celebración, y hacia aquello que hiciste d escend er
d esd e el cielo d e Tu generosid ad y el firm am ento d e Tu
voluntad . Y aun así, ¡ay!, ¡ay!, he renegad o d e Tu Causa, y
he ord enad o a Tus siervos que blasfem en contra Tus
fieles y Tus am ad os, y he actuad o d e tal m od o ante el
trono d e Tu justicia que aquellos que han reconocid o Tu
unid ad y están enteram ente d ed icad os a Ti entre los
m orad ores d e Tu reino han llorad o con d oloroso lam ento.
Yo no sé, oh m i Dios, cuál d e m is actos perversos he d e
m encionar ante el ond eante océano d e Tu favor, ni cuál
d e m is transgresiones he d e d eclarar cuand o m e

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EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

encuentre cara a cara con los esplend ores d e los soles d e


Tus excelentes d ád ivas y generosid ad es.
Te im ploro en este m ism o instante, por los m isterios d e
Tu Libro, por las cosas ocultas en Tu conocim iento y por
las perlas que yacen escond id as en las conchas d el océano
d e Tu m isericord ia, que m e cuentes entre aquellos que Tú
has m encionad o en Tu Libro y has d escrito en Tus Tablas.
¿H as d ecretad o para m í, oh m i Dios, alguna alegría
d espués d e esta tribulación o algún alivio que suced a a
esta aflicción o alguna tranquilid ad que sobrevenga a esta
inquietud ? ¡Ay!, ¡ay! Tú has ord enad o que cad a púlpito
sea reservad o para Tu m ención, para la glorificación d e
Tu Palabra y la revelación d e Tu Causa, pero yo he
subid o a él para proclam ar la violación d e Tu Convenio y
he d irigid o a Tus siervos palabras tales que han hecho
que los m orad ores d e los Tabernáculos d e Tu m ajestad y
los habitantes d e las Ciud ad es d e Tu sabid uría se
lam enten. ¡Cuán a m enud o has hecho d escend er el
alim ento d e Tu expresión d esd e el cielo d e Tu
generosid ad y yo lo he rechazad o; y cuán num erosas las
ocasiones en las que m e has convocad o a las suaves y
fluyentes aguas d e Tu m isericord ia, d e las que preferí
alejarm e por seguir m i propio anhelo y d eseo! ¡Por Tu
gloria! N o sé por qué pecad o rogar Tu clem encia e
im plorar Tu perd ón, ni por cuál d e m is iniquid ad es
volverm e hacia la Corte d e Tu generosid ad y el Santuario
d e Tu favor. Son tales m is pecad os y transgresiones que
ningún hom bre pued e enum erarlos ni plum a alg una los
pued e d escribir. Yo Te im ploro, oh Tú que tornaste la
oscurid ad en luz y revelaste Tus m isterios en el Sinaí d e
Tu Revelación, que m e ayud es en tod o m om ento a

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EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

d epositar m i confianza en Ti y a poner m is asuntos bajo


Tu cuid ad o. H az, pues, oh m i Dios, que m e contente con
lo que el d ed o d e Tu d ecreto ha trazad o y la plum a d e Tu
m and ato ha escrito. Potente eres Tú para hacer lo que Te
place, y en Tu puño se hallan las riend as d e tod o cuanto
hay en el cielo y en la tierra. N o existe otro Dios m ás que
Tú, el Om nisciente, el Om nisapiente".

¡Oh Shaykh! Sabe que ni las calum nias que los


hom bres pued an proferir, ni sus negaciones ni
cualesquier argucias que pued an urd ir serán capaces d e
hacerle d año a quien se ha asid o d e la cuerd a d e la gracia
y se ha aferrad o a la orla d e la m isericord ia d el Señor d e
la creación. ¡Por Dios! Él, la Gloria d e Dios (Bahá), no ha
hablad o por m ero im pulso. Quien Le ha d ad o la voz es
Aquel que ha d ad o la voz a tod as las cosas para que
pued an alabarle y glorificarle. N o existe otro Dios m ás
que Él, el Único, el Incom parable, el Señor d e fortaleza, el
Incond icionad o.
Aquellos cuya vista es perspicaz, cuyos oíd os son
retentivos, cuyos corazones están ilum inad os y cuyos
pechos están henchid os, reconocen tanto la verd ad com o
la falsed ad y d istinguen la una d e la otra. Recita esta
oración que ha fluid o d e la lengua d e este Agraviad o,
reflexiona sobre ella con un corazón libre d e tod o apego
y, con oíd os puros y consagrad os, pon atención a su
significad o, que quizá pued as inhalar el hálito d el
d esprend im iento y tengas pied ad para contigo m ism o y
para con los d em ás:

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EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBO

"¡Mi Dios, el Objeto d e m i ad oración, la Meta d e m i


d eseo, el Tod ogeneroso, el Más Com pasivo! Tod a vid a es
Tuya y tod o pod er se halla d entro d el puño d e Tu
om nipotencia. A quienquiera Tú hayas exaltad o es
elevad o por encim a d e los ángeles y alcanza la posición
d e: '¡Verd ad eram ente, le hem os elevad o a un lugar en lo
alto!'; y a quienquiera Tú hayas hum illad o, es d egrad ad o
por d ebajo d el polvo, m ás aún, m enos que nad a. ¡Oh
Divina Provid encia! Aunque perversos, pecad ores e
intem perantes, buscam os aún una 'sed e d e verd ad ' en Ti,
y anhelam os contem plar el sem blante d el Rey
Om nipotente. Es d e Ti ord enar, tod a soberanía Te
pertenece y el reino d e pod er se prosterna ante Tu
m and ato. Tod o lo que Tú h aces es justicia pura, m ás aún,
la esencia m ism a d e la gracia. Un d estello d e los
esplend ores d e Tu N om bre, el Tod ocom pasivo, es
suficiente para d esterrar y borrar tod o rasgo d e
d epravación d el m und o, y un solo hálito d e las brisas d el
Día d e Tu Revelación es suficiente para ad ornar a tod a la
hum anid ad con un nuevo atavío. Conced e Tu fortaleza,
oh Tod opod eroso, a Tus d ébiles criaturas, y resucita a los
que están com o m uertos, que quizá pued an encontrarte,
se d irijan hacia el océano d e Tu guía y perm anezcan
firm es en Tu Causa. Si la fragancia d e Tu alabanza fuese
d ifund id a en cualquiera d e las d iversas lenguas d el
m und o, d el Oriente o d el Occid ente, ella sería,
verd ad eram ente, apreciad a y profund am ente estim ad a.
N o obstante, si d ichas lenguas estuviesen d esprovistas d e
tal fragancia, seguram ente serían ind ignas d e m ención
alguna, d e palabra o aun d e pensam iento. Te rogam os, oh
Provid encia, que m uestres Tu send ero a tod os los

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EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBO

hom bres y que les guíes rectam ente. Tú eres, en verd ad ,


el Om nip otente, el Más Pod eroso, el Om nisciente, el
Tod oveed or".
Im ploram os a Dios que te ayud e a ser justo e
im parcial, y te haga saber d e las cosas que se hallaban
ocultas a los ojos d e los hom bres. Él es, en verd ad , el
Pod eroso, el Libre. Te ped im os que reflexiones acerca d e
lo que ha sid o revelad o y que seas recto y justo en tu
habla, que quizá los esplend ores d el sol d e la veracid ad y
la sincerid ad pued an brillar, y pued an librarte d e la
oscurid ad d e la ignorancia e ilum inar al m und o con la luz
d el conocim iento. Este Agraviad o no ha frecuentad o
escuela algu na ni ha atend id o a las controversias d e los
erud itos. ¡Por Mi vid a! N o Me he revelad o por Mi propia
voluntad , sino que Dios, d e Su propia elección, Me ha
m anifestad o. En la Tabla d irigid a a Su Majestad el Sháh -
quiera Dios, bend ito y glorificad o sea Él, asistirle- han
surgid o estas p alabras d e la lengua d e este Agraviad o:

"¡Oh rey! Yo no era m ás que un hom bre com o los


d em ás; d orm ía en Mi lecho cuand o, he aquí, las brisas d el
Tod oglorioso soplaron sobre Mí y Me enseñaron el
conocim iento d e tod o lo que ha sid o. Esto no es d e Mí,
sino d e Uno que es Tod opod eroso y Om nisciente. Y Él
Me ord enó elevar Mi voz entre la tierra y el cielo, y por
eso Me aconteció lo que ha hecho correr las lágrim as d e
tod o hom bre d e entend im iento. La erud ición corriente
entre los hom bres no la estud ié; en sus escuelas Yo no
entré. Pregunta en la ciud ad d ond e habita ba, para que
pued as estar bien seguro d e que Yo no soy d e los que
hablan con falsed ad . Ésta no es sino una hoja que han

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EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBO

agitad o los vientos d e la volu ntad d e tu Señor, el Tod opo-


d eroso, el Tod oalabad o. ¿Pued e estarse quieta cuand o
soplan los vientos tem pestuosos? ¡N o, por Aquel que es el
Señor d e tod os los N om bres y Atribu tos! Ellos la m ueven
d e acuerd o con sus cam bios d e d irección. Lo efím ero es
com o la nad a ante Aquel que es el que Siem pre Per d ura.
Su irresistible llam am iento Me ha alcan zad o y Me ha
hecho pronunciar Su alabanza en tre tod os los pueblos. De
hecho, yo estaba com o m uerto cuand o se pronunció Su
ord en. La m ano d e la voluntad d e tu Señor, el
Com pasivo, el Misericord ioso, Me transform ó".
Ahora es el m om ento d e purificarte con las aguas d el
d esprend im iento que han fluid o d e la Plum a Suprem a y
reflexionar, totalm ente por am or a Dios, sobre las cosas
que una y otra vez han sid o revelad as o m anifestad as, y
luego esforzarte tod o lo que pued as por sofocar, m ed iante
el pod er d e la sabid uría y la fuerza d e tu palabra, el fuego
d e la enem istad y el od io que está latente en los corazones
d e los pueblos d el m und o. Los Mensajeros Divinos han
sid o enviad os, y sus Libros han sid o revelad os con el
propósito d e prom over el conocim iento d e Dios y
fom entar la unid ad y cam arad ería entre los hom bres. Mas
ahora, observa cóm o ellos han hecho d e la Ley d e Dios
una causa y un pretexto para la perversid ad y el od io.
¡Cuán penoso, cuán lam entable es que la m ayoría d e los
hom bres se aferren y se ocupen d e las cosas que poseen, y
estén ajenos y apartad os, com o por un velo, d e las cosas
que Dios posee!
Di: "¡Oh Dios, m i Dios! Atavía m i cabeza con la corona
d e la justicia y m i sien con el ornam ento d e la equid ad .

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EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBO

Tú, verd ad eram ente, eres el Poseed or d e tod as las


d ád ivas y generosid ad es".
La justicia y la equid ad son d os Guard ianes gem elos
que velan a los hom bres. De ellas han sid o revelad as tales
palabras bend itas y perspicuas que son la causa d el
bienestar d el m und o y la protección d e las naciones.
Estas palabras han fluid o d e la plum a d e este
Agraviad o en una d e Sus Tablas: "El propósito d el Dios
único y verd ad ero, exaltad a sea Su gloria, ha sid o poner
d e m anifiesto las Gem as Místicas d e la m ina d el hom bre,
Quienes son los Lugares d el Am anecer d e Su Causa y los
Repositorios d e las perlas d e Su conocim iento; pues Dios
Mism o, glorificad o sea Él, es el Invisible, el Único
encubierto y oculto a los ojos d e los hom bres. Consid era
lo que el Misericord ioso ha revelad o en el Corán:
¡N inguna visión lo abarca a Él, pero Él abarca tod a visión,
y Él es el Sutil, el Tod oinform ad o!"
En este Día, es d e la esencia d e la Fe d e Dios y d e Su
Religión el que las d iferentes com uniones d e la tierra y
los m últiples sistem as d e creencia religiosa nunca
d ebieran perm itir que se alim enten los sentim ientos d e
anim osid ad entre los hom bres. Estos principios y leyes,
estos sistem as pod erosos y firm em ente establecid os han
proced id o d e una sola Fuente y son los rayos d e una
m ism a Luz. El que d ifieran unos d e otros d ebe ser
atribuid o a los variables requerim ientos d e los tiem pos en
que fueron prom ulgad os.
¡Oh pueblo d e Bahá! Aprestaos en vuestro em peño,
para que quizá el tum ulto d e la d iscord ia y la lucha reli-
giosa que agita a los pueblos d e la tierra sea aquietad o y
tod as sus huellas sean com pletam ente borrad as. Por el

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EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

am or d e Dios y por aquellos que Le sirven, levantaos para


ayud ar a esta la m ás sublim e y trascend ental Revelació n.
El fanatism o y el od io religiosos son un fuego que d evora
al m und o y cuya violencia nad ie pued e extinguir. Tan
sólo la Mano d el Pod er Divino pued e librar a la
hum anid ad d e esta aflicción d esolad ora. Consid erad la
guerra que ha envuelto a las d os n aciones; cóm o am bos
band os han renunciad o a sus posesiones y a sus vid as.
¡Cuántas las ald eas que han sid o com pletam ente
d estruid as!
La expresión d e Dios es una lám para cuya luz son
estas palabras: Sois los frutos d e un solo árbol y las hojas
d e una m ism a ram a. Trataos unos a otros con el m ayor
am or y arm onía, con am istad y com pañerism o. ¡Aquel
que es el Sol d e la Verd ad es Mi testigo! Tan potente es la
luz d e la unid ad que pued e ilum inar a la tierra entera. El
único Dios verd ad ero, Quien conoce tod as las cosas,
atestigua Él Mism o la verd ad d e estas palabras.
Esforzaos para que pod áis alcanzar esta trascend ente y
m uy sublim e posición, la posición que pued e asegurar la
protección y segurid ad d e tod a la hum anid ad . Esta m eta
supera a tod as las d em ás m etas y esta aspiración es la
reina d e tod as las aspiraciones. Sin em bargo, m ientras las
espesas nubes d e la opresión que oscurecen el sol d e la
justicia no sean d isipad as, será d ifícil que la gloria d e esta
posición sea d evelad a a los ojos d e los hom bres. Estas
nubes espesas son los exponentes d e las ociosas fantasías
y las vanas im aginaciones que no son otras que los
teólogos d e Persia. En un tiem po hablam os en el lenguaje
d el legislad or; en otro, en el d el buscad or d e la verd ad y
el m ístico, y aun así N uestro propósito suprem o y

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EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

N uestro m ás elevad o anhelo ha sid o siem pre el d e revelar


la gloria y sublim id ad d e esta posición. ¡Dios,
verd ad eram ente, es testigo suficiente!
Asociaos con tod os los hom bres, oh pueblo d e Bahá, en
espíritu d e am istad y com pañerism o. Si estáis enterad os
d e cierta verd ad , si poseéis una joya d e la que otros están
privad os, com partid la con ellos en un lenguaje d e sum o
afecto y buena voluntad . Si es aceptad a, si cum ple su pro -
pósito, habréis lograd o vuestro objetivo. Si alguien la
rehu sara, d ejad lo consigo m ism o e im plorad a Dios que le
guíe. Guard aos d e tratarle d escortésm ente. Una lengua
am able es el im án d e los corazones d e los hom bres. Es el
pan d el espíritu, reviste las palabras d e significad o, es la
fuente d e la luz d e la sabid uría y el entend im iento.
En el pasaje anteriorm ente citad o, por "teólogos" se
quiere significar a aquellos hom bres que exteriorm ente se
atavían con la vestid ura d el conocim iento pero que,
interiorm ente, están d esprovistos d e ella. Referente a esto,
citam os en la Tabla d irigid a a Su Majestad el Sháh ciertos
pasajes d e las “Palabras Ocultas” los cuales fueron
revelad os por la Plum a d e Abhá con el nom bre d e “Libro
de Fá¶imih”, ¡que las bend iciones d e Dios sean con ella!
"¡Oh vosotros que sois necios pero tenéis fam a d e ser
sabios! ¿Por qué os d isfrazáis d e pastores, cuand o
interiorm ente os habéis vuelto lobos al acecho d e Mi
rebaño? Sois com o la estrella que sale antes d el alba y
que, aunque parece brillante y lum inosa, d escarría a los
viajeros d e Mi ciud ad hacia los send eros d e la perd ición.”
Asim ism o Él d ice: "¡Oh vosotros que parecéis bellos
pero por d entro sois viles! Sois com o agua clara pero
am arga, que aparentem ente es pura y cristalina pero d e la

17
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

cual, al ser probad a por el d ivino Catad or, ni una gota es


aceptad a. Sí, el rayo d e sol cae por igual sobre el polvo y
el espejo; sin em bargo, d ifieren en el reflejo, d el m ism o
m od o que la estrella d e la tierra; m ás aún, ¡inm ensurable
es la d iferencia!”
Y ad em ás Él d ice: "¡Oh esencia d el d eseo!
Muchas m ad rugad as he venid o a tu m orad a d esd e
los reinos d el Irrestringid o y te he encontrad o en el lecho
d e la com od id ad ocupad o con otros fuera d e Mí. Por eso,
com o el rayo d el espíritu, volví a los reinos d e gloria
celestial y no lo m encioné a las huestes d e santid ad en
Mis retiros d e lo alto.”
Y nuevam ente Él d ice: "¡Oh esclavo cautivo d el
m und o! Muchos am aneceres la brisa d e Mi am orosa
bond ad sopló sobre ti y te halló profund am ente d orm id o
en el lecho d e la negligencia. Lam entand o entonces tu
cond ición, regresó al lugar d e d ond e ven ía.”
N o obstante, aquellos teólogos que están realm ente
ad ornad os con el ornam ento d el conocim iento y poseen
un buen carácter son, verd ad eram ente, com o la cabeza
para el cuerpo d el m und o y com o ojos para las naciones.
En tod os los tiem pos, la guía d e los hom bres ha sid o y es
d epend iente d e sem ejantes alm as bend itas. Im ploram os a
Dios que les ayud e con m isericord ia a hacer Su voluntad
y d eseo. En verd ad , Él es el Señor d e tod os los hom bres,
el Señor d e este m u nd o y d el venid ero.
¡Oh Shaykh! N os hem os enterad o d e que te has
apartad o d e N osotros y que has protestad o d e tal form a
en contra N uestra que has ord enad o al pueblo que Me
m ald iga y has d ecretad o que la sangre d e los siervos d e
Dios sea d erram ad a. Que Dios recom pense a quien d ijo:

18
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

“¡Con gusto obed eceré al juez que tan extrañam ente ha


d ecretad o que m i sangre sea d erram ad a en Æill y en
Æaram !” En verd ad d igo: Cualquier cosa que acontezca
en el send ero d e Dios es lo am ad o por el alm a y el d eseo
d el corazón. El veneno m ortal en Su send ero es m iel pura,
y cad a tribulación, un sorbo d e agua cristalina. En la
Tabla a Su Majestad el Sháh está escrito: "¡Por Aquel que
es la Verd ad ! N o tem o ninguna tribulación en Su send ero
ni aflicción alguna en m i am or por Él. En verd ad , Dios ha
convertid o la ad versid ad en rocío m atinal sobre Su verd e
prad o y en un pábilo para Su lám para que ilum ina tierra
y cielo".
Dirige tu corazón hacia Aquel que es la Kaaba d e Dios,
el que Ayud a en el Peligro, Quien subsiste por Sí Mism o,
y eleva tus m anos con tan firm e convicción que haga que
las m anos d e tod as las cosas cread as se eleven hacia el
cielo d e la gracia d e Dios, el Señor d e tod os los m und os.
Vuelve, entonces, tu rostro hacia Él, d e tal m od o que los
rostros d e tod os los seres se vuelvan en la d irección d e Su
brillante y lum inoso H orizonte, y d i: "Tú m e ves, oh m i
Señor, con el rostro vuelto hacia el cielo d e Tu
m unificencia y el océano d e Tu favor, separad o d e tod o
excepto d e Ti. Te pid o, por los respland ores d el sol d e Tu
revelación en el Sinaí y por los fulgores d el astro d e Tu
gracia que brilla d esd e el horizonte d e Tu N om bre, el que
Siem pre Perd ona, que m e otorgues Tu perd ón y tengas
com pasión d e m í. Decreta entonces para m í, con Tu
plum a d e gloria, aquello que m e exalte por m ed io d e Tu
N om bre en el m und o d e la creación. Ayúd am e, oh m i
Señor, a d irigirm e hacia Ti y a escuchar la voz d e Tus
am ad os, a quienes los pod eres d e la tierra no han pod id o

19
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

d ebilitar ni el d om inio d e las naciones ha pod id o apartar


d e Ti, los cuales avanzand o hacia Ti han d icho: '¡Dios es
nuestro Señor, el Señor d e tod os los que están en el cielo y
tod os los que están en la tierra!'"
¡Oh Shaykh! En verd ad d igo, el sello d el Vino
Escogid o ha sid o roto en el nom bre d e Aquel que Subsiste
por Sí Mism o; no te prives d e él. Este Agraviad o habla
enteram ente por am or a Dios; asim ism o, tú tam bién
d eberías m ed itar, por am or a Dios, sobre las cosas que
han sid o enviad as y m anifestad as, que quizá pued as
tom ar, en este bend ito Día, tu porción d e las generosas
efusiones d e Aquel que es realm ente el Tod ogeneroso, y
no qued ar privad o d e ellas. Esto, en verd ad , no sería
d ifícil para Dios. ¡Ad án, hecho d el polvo por m ed io d e la
Palabra d e Dios, fue elevad o al trono celestial, y un m ero
pescad or fue convertid o en repositorio d e la sabid uría
Divina, y Abú -Dhar, el pastor, llegó a ser un príncipe d e
naciones!
Este Día, oh Shaykh, no ha sid o nunca, ni es ahora, el
Día en que las artes y las ciencias cread as por el hom bre
pued en ser consid erad as com o norm as verd ad eras para
los hom bres, ya que ha sid o reconocid o que Aquel que
era totalm en te ignorante en cualquiera d e ellas ascend ió
al trono d el oro m ás puro y ocupó la sed e d e honor en el
consejo d el conocim iento, m ientras que el reconocid o
exponente y repositorio d e esas artes y ciencias
perm aneció com pletam ente excluid o. Por "artes y
ciencias" se quiere significar aquellas que com ienzan con
palabras y term inan con palabras. Sin em bargo, aquellas
artes y ciencias que prod ucen buenos resultad os, que
brind an su fruto y cond ucen al bienestar y tranquilid ad

20
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

d e los hom bres, han sid o y continuarán siend o aceptables


ante Dios. Si prestases atención a m i voz, aband onarías
tod as tus posesiones y volverías tu rostro hacia el Lugar
en que el océano d e la sabid uría y expresión se ha
agitad o, y d ond e los d ulces arom as d e la am orosa bond ad
d e tu Señor, el Com pasivo, han sid o d ifund id os.
Estim am os aconsejable, en relación con esto, record ar
brevem ente algunos acontecim ientos pasad os, que tal vez
pued an ser el m ed io d e vind icar la causa d e la equid ad y
la justicia. En la época en que Su Majestad el Sháh, quiera
Dios, su Señor, el Más Misericord ioso, ayud arle m ed iante
Su gracia fortaleced ora, estaba planeand o un viaje a
IÐfahán, este Agraviad o, habiend o obtenid o su perm iso,
visitó los santos y lum inosos sepulcros d e los im am es,
¡que las bend iciones d e Dios sean con ellos! A N uestro
regreso, d ebid o al excesivo calor reinante en la capital,
viajam os a Lavásán. Después d e N uestra partid a, suced ió
el atentad o contra la vid a d e Su Majestad , quiera Dios,
exaltad o y glorificad o sea Él, asistirle. Esos d ías fueron
d ías d e conm oción y los fuegos d el od io ard ieron
violentam ente. Muchos fueron arrestad os, entre ellos este
Agraviad o. ¡Por la rectitud d e Dios! De ninguna form a
estábam os vinculad os a ese hecho infausto y N uestra
inocencia fue ind iscutiblem ente establecid a por los
tribunales. N o obstante, N os aprehend ieron y d esd e
N íyávarán, que por ese entonces era la resid encia d e Su
Majestad , N os cond ujeron a pie y encad enad o, con la
cabeza d escubierta y d escalzo, a la m azm orra d e Teherán.
Un hom bre brutal que N os acom pañaba a caballo N os
arrebató el som brero, m ientras éram os cond ucid o a tod a
prisa por una tropa d e verd ugos y oficiales. Fuim os

21
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

consignad os d urante cuatro m eses a un lugar pestilente


m ás allá d e tod a com paración. Era preferible un angosto
y oscuro foso a la m azm orra en que este Agraviad o y
otros agraviad os en form a sim ilar fueron encerrad os. A
N uestra llegad a, fuim os cond ucid os prim ero a lo largo d e
un corred or oscuro com o la boca d e un lobo, d esd e d ond e
d escend im os tres em pinad os tram os d e escalera hasta el
lugar d e confinam iento que N os había sid o asignad o. El
calabozo estaba envuelto en profund a oscurid ad y el
núm ero d e N uestros com pañeros d e prisión llegaba casi a
ciento cincuenta personas: lad rones, asesinos y
saltead ores d e cam inos. Atestad o com o estaba, no tenía
otra salid a que el pasaje por el que entram os. N o hay
plum a que pued a d escribir aquel lugar, ni lengua alguna
expresar su repugnante hed or. La m ayoría d e aquellos
hom bres no tenía vestim enta ni ropa d e cam a, ni colchón
d ond e acostarse. ¡Sólo Dios sabe lo que N os aconteció en
aquel hed iond o y tenebroso lugar!
Día y noche, m ientras estuvim os confinad os en aquel
calabozo, m ed itábam os sobre los hechos, la cond ición y la
cond ucta d e los bábís, preguntánd onos qué fue lo que
ind ujo a gente tan m agnánim a, tan noble y tan
inteligente, a perpetrar un acto tan aud az y ultrajante
contra la persona d e Su Majestad . Este Agraviad o, por
consiguiente, d espués d e ser puesto en libertad d ecid ió
levantarse y em prend er, con el m ayor vigor, la tarea d e
regenerar a esta gente.
Cierta noche, en un sueño, se escucharon por d oquier
estas exaltad as palabras: "Verd ad eram ente, N osotros Te
harem os victorioso por Ti Mism o y por Tu Plum a. N o Te
aflijas por lo que Te ha acontecid o ni tem as porque Tú

22
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

estás a salvo. Dentro d e poco, Dios hará surgir los tesoros


d e la tierra –hom bres que Te ayud arán por Ti Mism o y
por Tu N om bre, para lo cual Dios ha hecho revivir los
corazones d e aquellos que Le han reconocid o".
Y cuand o este Agraviad o salió d e Su prisión, viajam os
a Irak en cum plim iento d e la ord en d e Su Majestad el
Sháh -que Dios, exaltad o sea Él, le proteja- escoltad os por
oficiales al servicio d e los estim ad os y honorables
gobiernos d e Persia y Rusia. Después d e N uestra llegad a,
con la ayud a d e Dios y Su Divina Gracia y m isericord ia,
revelam os N uestros versículos com o lluvia copiosa y los
enviam os a d iferentes partes d el m und o. Exhortam os a
tod os los hom bres, y especialm ente a esta gente, m ed iante
N uestros sabios consejos y am orosas ad m oniciones, y les
prohibim os participar en actos d e sed ición, altercad os,
d isputas y conflictos. Com o consecuencia d e ello, y por la
gracia d e Dios, la rebeld ía y el d esatino se transform aron
en pied ad y com prensión, y las arm as fueron convertid as
en instrum entos d e paz.
Durante los d ías que pasé en la prisión d e Teherán, a
pesar d e que el m ortificante peso d e las cad enas y la
atm ósfera hed iond a Me perm itían sólo un poco d e sueño,
aun en aquellos infrecuentes m om entos de
ad orm ecim iento, sentía com o si d esd e la corona d e m i
cabeza fluyera algo sobre Mi pecho, com o un pod eroso
torrente que se precipitara sobre la tierra d esd e la cum bre
d e una gran m ontaña. A consecuencia d e ello, cad a
m iem bro d e Mi cuerpo se encend ía. En esos m om entos,
Mi lengua recitaba lo que ningún hom bre soportaría oír.
Citarem os aquí algunos pasajes d e Tablas revelad as
específicam ente a esta gente, para que tod os conozcan

23
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

con certeza que este Agraviad o ha actuad o d e una


m anera agrad able y aceptable hacia los hom bres d otad os
d e perspicacia, y a los que son los exponentes d e la
justicia y la equid ad : "¡Oh vosotros am igos d e Dios en Sus
ciud ad es y Sus am ad os en Sus tierras! Este Agraviad o os
prescribe pied ad y honrad ez. Bend ita la ciud ad que brilla
por su luz. A través d e ellas, el hom bre es exaltad o y la
puerta d e la segurid ad es abierta ante la faz d e tod a la
creación. Dichoso el hom bre que se aferra firm em ente a
ellas y reconoce su virtud y ¡ay d el que ha negad o su
posición!"
Y en otra ocasión fueron revelad as estas palabras:
"H em os ord enad o a los siervos d e Dios y a Sus siervas
que sean puros y tem an a Dios, para que se d espierten d e
la som nolencia d e sus d eseos corruptos y se vuelvan
hacia Dios, el H aced or d e los cielos y d e la tierra. Así
hem os prescrito a los fieles, cuand o el Sol d el m und o
brilló d esd e el h orizonte d e Irak. Mi cautiverio no Me
hace ningún d año, ni las tribulaciones que sufro, ni las
cosas que Me han acontecid o a m anos d e Mis opresores.
Lo que Me hace d año es la cond ucta d e aquellos que, aun
llevand o Mi nom bre, com eten lo que hace que Mi corazón
y Mi plum a se lam enten. De aqu ellos que esparcen
d esord en por el país y echan m ano a la propied ad d e
otros y entran a una casa sin perm iso d e su d ueño,
verd ad eram ente estam os d istanciad os d e ellos, a m enos
que se arrepientan y retornen hacia Dios, el Siem pre
Perd onad or, el Más Misericord ioso".
Y en otra ocasión: "¡Oh pueblos d e la tierra!
Apresuraos a realizar el d eseo d e Dios y luchad
valientem ente, com o os correspond e luchar, por am or a la

24
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

proclam ación d e Su irresistible e inam ovible Causa.


H em os d ecretad o que en el send ero d e Dios la guerra
d ebe hacerse con los ejércitos d e la sabid uría y la
expresión, y d e un carácter am able y acciones d ignas d e
alabanza. Así ha sid o d ecid id o por Aquel que es el
Tod opod eroso, el Om nipotente. N o existe gloria para el
que com ete d esord en en la tierra, d espués que ha sid o
cread a tan buena. Tem ed a Dios, oh pueblo, y no seáis d e
los que actúan injustam ente".
Y nuevam ente, en otra ocasión: "N o os injuriéis unos a
otros. N osotros, en verd ad , hem os venid o para unir y
sold ar a tod os los que m oran en la tierra . De ello rind e
testim onio lo que el océano d e Mi expresión ha revelad o
entre los hom bres, y aun así la m ayoría d el pueblo se ha
d escarriad o. Si alguien os injuria o las tribulaciones os
sobrevienen en el send ero d e Dios, sed pacientes y poned
vuestra confianza en Él, Quien oye, Quien ve. Él, en
verd ad , ve y percibe, y hace lo que Le place, m ed iante el
pod er d e Su soberanía. Él, verd ad eram ente, es el Señor d e
fuerza y d e pod er. En el Libro d e Dios, el Pod eroso, el
Grand e, se os ha prohibid o ocuparos en contiend as y
conflictos. Aferraos a tod o lo que os beneficie a vosotros y
a los pueblos d el m und o. Así os lo ord ena el Rey d e la
Eternid ad , Quien está m anifiesto en Su Más Grand e
N om bre. Él, verd ad eram ente, es el Ord enad or, el
Om nisapiente".
Y aún d e nuevo, en otra ocasión: "Cuid aos d e d erram ar
la sangre d e nad ie. Desenvainad la espad a d e vuestra
lengua d e la vaina d e la expresión, pues con ella pod réis
conquistar las ciud ad elas d e los corazones d e los
hom bres. N osotros hem os abolid o la ley d e librar la

25
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

guerra santa unos contra otros. La m isericord ia d e Dios,


verd ad eram ente, ha abarcad o a tod as las cosas cread as, si
acaso lo entend ierais".
Y aún nuevam ente, en otra ocasión: "¡Oh pueblo! N o
d isem inéis el d esord en en el país y no d erram éis la sangre
d e nad ie; no d isipéis injustam ente los bienes d e los d em ás
ni sigáis a cad a infausto parlotead or".
Y tod avía otra vez, en otra ocasión: "El Sol d e la Divina
Expresión nunca pued e ponerse, ni su esplend or pued e
ser extinguid o. Estas sublim es palabras se han oíd o, en
este d ía, d esd e el Árbol d el Loto, m ás allá d el cual no hay
paso: 'Yo pertenezco a quien Me am a, el que cum ple
fielm ente Mis m and am ientos y ha d esech ad o las cosas
que le fueron prohibid as en Mi Libro'".
Y tod avía nuevam ente, en otra ocasión: "Este es el d ía
para hacer m ención d e Dios, celebrar Su alabanza y
servirle; no os privéis d e ello. Vosotros sois las letras d e
las palabras y las palabras d el Libro. Vosotros sois los
renuevos que la m ano d e la Am orosa Bond ad ha
plantad o en el suelo d e la m isericord ia y qu e las lluvias
d e la generosid ad han hecho florecer. Él os ha protegid o
d e los pod erosos vientos d e la incred ulid ad y d e los
tem pestuosos vend avales d e la im pied ad y os ha nutrid o
con las m anos d e Su am orosa provid encia. Ahora es el
tiem po en que d ebéis echar hojas y prod ucir vuestro
fruto. Los frutos d el árbol d el hom bre siem pre han sid o y
son las buenas acciones y un carácter d igno d e alabanza.
N o retengáis esos frutos a causa d e los negligentes. Si son
aceptad os, vuestra finalid ad es alcanzad a, y el propósito
d e la vid a, lograd o. De lo contrario, d ejad les en su
pasatiem po d e vanas d isputas. Esforzaos, oh pueblo d e

26
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Dios, que quizá los corazones d e las d iversas razas d e la


tierra, m ed iante las aguas d e vuestra ind ulgencia y
am orosa bond ad , sean santificad os y purificad os d e la
anim osid ad y el od io, y se conviertan en repositorios
m ereced ores y d ignos d e los esplend ores d el Sol d e la
Verd ad ".
En el cuarto Ishráq (esplend or) d el Ishráqát (Tabla d e
Esplend ores), hem os m encionad o: "Tod a causa necesita
quien la ayud e. En esta Revelación las huestes que
pued en hacerla victoriosa son la huestes d e los hechos
loables y d e un carácter recto. El líd er y com a nd ante d e
estas huestes ha sid o siem pre el tem or d e Dios, un tem or
que abarca a tod as las cosas y reina sobre tod as las cosas".
En el tercer Tajallí (efulgencia) d el Libro d e Tajallíyát
(Libro d e Efulgencias), hem os m encionad o: "Las artes, los
oficios y las ciencias elevan al m und o d el ser y cond ucen
a su exaltación. El conocim iento es com o alas para la vid a
d el hom bre y una escalera para su ascenso. Su
ad quisición incum be a tod os. Sin em bargo, d ebe
ad quirirse el conocim iento d e aquellas ciencias que
beneficien a los pueblos d e la tierra y no d e aquellas que
com ienzan con palabras y term inan con palabras. Grand e
es, en verd ad , el honor d e los científicos y artífices ante
los pueblos d el m und o. De ello d a testim onio el Libro
Mad re en esta d estacad a posición".

En verd ad , el conocim iento es un verd ad ero tesoro


para el hom bre y una fuente d e gloria, d e generosid ad , d e
gozo, d e exaltación, d e alegría y d e regocijo para él.
Dichoso el hom bre que se aferra a él y ¡ay d e los
negligentes!

27
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Te incum be convocar al pueblo, bajo tod as las


cond iciones, a tod o lo que haga d e ellos exponentes d e
características espirituales y buenas acciones, para que
sean conscientes d e lo que es la causa d e la elevación
hum ana y pued an, con el m ayor esfuerzo, d irigirse hacia
la m ás sublim e Posición y al Pináculo d e la Gloria. El
tem or d e Dios ha sid o siem pre el factor prim ord ial en la
ed ucación d e Sus criaturas. ¡Bienaventurad os quienes lo
hayan alcanzad o!
La prim era palabra que la Plum a d e Abhá ha revelad o
y ha inscrito en la prim era hoja d el Paraíso es esta:
"Verd ad eram ente d igo: el tem or a Dios siem pre ha sid o
una d efensa segura y una fortaleza inviolable para t od os
los pueblos d el m und o. Es la principal causa d e la
protección d e la hum anid ad y el instrum ento suprem o
para su preservación. En efecto, existe en el hom bre una
facultad que lo protege y d isuad e d e tod o lo que sea
ind igno e ind ecoroso, y es conocid a com o su sentid o d e la
vergüenza. Esta, sin em bargo, está lim itad a a unos pocos;
no tod os la han poseíd o ni tod os la poseen. Incum be a los
reyes y los líd eres espirituales d el m und o asirse
firm em ente a la religión, puesto que a través d e ella el
tem or d e Dios es instilad o en tod os salvo Él".
La segund a palabra que hem os registrad o en la
segund a hoja d el Paraíso es la siguiente: "La Plum a d el
Expositor Divino exhorta, en este m om ento, a las
m anifestaciones d e la autorid ad y las fuentes d el pod er,
es d ecir, a los reyes y los gobernantes d e la tierra –quiera
Dios asistirles– y les ord ena sostener la causa d e la
religión y ad herirse a ella. La religión es, en verd ad , el
principal in strum ento para el establecim iento d el ord en

28
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

en el m und o y d e la tranquilid ad entre sus pueblos. El


d ebilitam iento d e los pilares d e la religión ha fortalecid o
a los necios, los ha envalentonad o y los ha hecho m ás
arrogantes. Verd ad eram ente d igo: cuanto m ayor es la
d eclinación d e la religión, tanto m ás atroz es la
d epravación d el im pío. Al final esto no pued e cond ucir a
otra cosa que al caos y la confusión. ¡Oíd m e, oh hom bres
perspicaces, y estad prevenid os, vosotros que estáis
d otad os d e d iscernim iento!"
Es N uestra esperanza que escuches con oíd o atento las
cosas que te hem os m encionad o, que quizá pued as
apartar a los hom bres d e las cosas que poseen y d irigirlos
hacia las cosas que Dios posee. Im ploram os a Dios que
libere la luz d e la equid ad y el sol d e la justicia d e las
d ensas nubes d e la d epravación, y les haga brillar sobre
los hom bres. N inguna luz pued e com pararse con la luz
d e la justicia. El establecim iento d el ord en en el m und o y
la tranquilid ad d e las naciones d epend en d e ella.
En el Libro d e la Expresión han sid o escritas y
registrad as estas exaltad as palabras: "Di, ¡oh am igos!
Esforzaos, que quizá las tribulaciones sufrid as en el
send ero d e Dios por este Agraviad o y por vosotros no
hayan sid o en vano. Asíos a la orla d e la virtud y aferraos
a la cuerd a d e la pied ad y la honestid ad . Ocupaos con las
cosas que beneficien a la hum anid ad y no con vuestros
d eseos corruptos y egoístas. ¡Oh vosotros, seguid ores d e
este Agraviad o! Sois los pastores d e la hum anid ad ;
liberad a vuestros rebaños d e los lobos d e las pasiones y
d eseos perversos, y ad ornad les con el ornam ento d el
tem or d e Dios. Este es el m and am iento firm e que, en este
m om ento, ha fluid o d e la Plum a d e Aquel que es el

29
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Anciano d e los d ías. ¡Por la rectitud d e Dios! La espad a


d e una carácter virtuoso y d e una cond ucta recta es m ás
afilad a que las hojas d e acero. La voz d e la verd ad era Fe,
en este m om ento, clam a en voz alta d iciend o: ¡Oh pueblo!
Verd ad eram ente, el Día ha llegad o y m i Señor Me ha
hecho brillar con una luz cuyo esplend or ha eclipsad o a
los soles d e la expresión. Tem ed al Misericord ioso y no
seáis d e los d escarriad os".
La tercera palabra que hem os registrad o en la tercera
hoja d el Paraíso es ésta: "¡Oh hijo d el hom bre! Si tus ojos
están vueltos hacia la m isericord ia, aband ona las cosas
que te benefician y aférrate a lo que beneficiará a la
hum anid ad . Y si tus ojos están vueltos hacia la justicia,
elige para tu prójim o aquello que elegirías para ti m ism o.
La hum ild ad exalta al hom bre al cielo d e la gloria y d el
pod er, m ientras que el orgullo lo rebaja a las
profund id ad es d e la d esd icha y la d egrad ación. ¡Grand e
es el Día y pod eroso el Llam am iento! En una d e N uestras
Tablas hem os revelad o estas exaltad as palabras: 'Si el
m und o d el espíritu se convirtiese totalm ente en el sentid o
d el oíd o, pod ría pretend er ser d igno d e escuchar la Voz
que llam a d esd e el H orizonte Su prem o; por el contrario,
los oíd os que están m anchad os con m entiras nunca han
estad o, ni están ahora, capacitad os para oírla'.
Bienaventurad os quienes escuchan y ¡ay d e los
d escarriad os!"
Im ploram os a Dios –exaltad a sea Su gloria– y
abrigam os la esperanza de que Él asista
m isericord iosam ente a las m anifestaciones d e riqueza y
pod er, a las auroras d e soberanía y gloria, los reyes d e la
tierra –que Dios les ayud e m ed iante Su gracia

30
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

fortaleced ora– a establecer la Paz Menor. Este es, en


verd ad , el m ed io m ás grand e d e asegurar la tranquilid ad
d e las naciones. Incum be a los Soberanos d el m und o –
quiera Dios asistirles– aferrarse unánim em ente a esta Paz,
que es el principal instrum ento para la pr otección d e tod a
la hum anid ad . Es N uestra esperanza que ellos se
levantarán para alcanzar lo que cond ucirá al bienestar d el
hom bre. Es su d eber convocar una asam blea om ním od a a
la que asistan ellos m ism os o sus m inistros, y poner en
vigor cualquier m ed id a requerid a para el establecim iento
d e la unid ad y concord ia entre los hom bres. Deben
aband onar las arm as d e guerra y ad optar los
instrum entos d e la reconstrucción universal. Si un rey se
levantase contra otro, tod os los d em ás reyes d eberían
levantarse para d isuad irle. Entonces, las arm as y los
instrum entos bélicos no serán necesarios m ás allá d e lo
requerid o para garantizar la segurid ad interna d e sus
respectivos países. Si logran esta sobresaliente bend ición,
el pueblo d e cad a nación se d ed icará, con tranquilid ad y
contento, a sus propias ocupaciones, y los quejid os y
lam entaciones d e la m ayoría d e los hom bres serán
silenciad os. Rogam os a Dios que les ayud e a hacer Su
voluntad y com placencia. Él, verd ad eram ente, es el Señor
d el trono d e lo alto y d e la tierra, y el Señor d e este
m und o y d el m und o por venir. Sería preferible y m ás
ad ecuad o que los honorables reyes asistiesen
personalm ente a sem ejante asam blea y proclam asen sus
ed ictos. Cualquier rey que se levante y lleve a cabo esta
tarea se convertirá, en verd ad , a la vista d e Dios, en el
centro d e ad alid d e tod os los reyes. ¡Dichoso es él y
grand e es su bienaventuranza!

31
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

En este país, cad a vez que los hom bres son enrolad os
en el ejército, un gran terror se apod era d el pueblo. Cad a
año, tod as las naciones increm entan sus fuerzas, pues sus
m inistros d e guerra son insaciables en su d eseo d e
agregar nuevos reclutas a sus batallones. N os hem os
enterad o d e que el gobierno d e Persia -que Dios les asista-
igualm ente ha d ecid id o reforzar su ejército. En la opinión
d e este Agraviad o, una fuerza d e cien m il hom bres
com pletam ente equipad os y bien d isciplinad os, sería
suficiente. Esperam os que tú harás que la luz d e la justicia
brille m ás respland eciente. ¡Por la rectitud d e Dios! La
justicia es una fuerza pod erosa. Es, por encim a d e tod o, la
conquistad ora d e las ciud ad elas d e los corazones y las
alm as d e los hom bres, la revelad ora d e los secretos d el
m und o d el ser y la portad ora d el estand arte d el am or y
d e la generosid ad .
En los tesoros d el conocim iento d e Dios yace oculto un
conocim iento que, cuand o sea aplicad o, elim inará en gran
m ed id a, au nque no totalm ente, el tem or. Sin em bargo,
este conocim iento d ebería ser enseñad o d esd e la infancia,
ya que será una gran ayud a en su elim inación. Tod o lo
que d ism inuye el tem or aum enta el coraje. Si la Voluntad
d e Dios N os asistiera, fluiría d e la Plum a d el Divino
Expositor una larga explicación d e lo que ha sid o
m encionad o y sería revelad o, en el cam po d e las artes y
d e las ciencias, aquello que renovaría el m und o y las
naciones. Del m ism o m od o, ha sid o escrita y registrad a
por la Plum a d el Altísim o, en el Libro Carm esí, una
palabra que es capaz d e revelar com pletam ente esa fuerza
que se halla oculta en el hom bre, m ás aún, es capaz d e
red oblar su potencia. Im ploram os a Dios -exaltad o y

32
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

glorificad o sea Él- que bond ad osam ente asista a Sus


siervos a hacer lo que Le sea grato y aceptable a Él.
En estos d ías, los enem igos N os han sitiad o y el fuego
d el od io está encend id o. ¡Oh pueblos d e la tierra! ¡Por Mi
vid a y por la vuestra! Este Agraviad o nunca ha tenid o, ni
tiene ahora ningún d eseo d e lid erazgo. Mi objetiv o
siem pre ha sid o, y continúa siend o, elim inar tod o lo que
sea causa d e contiend a entre los pueblos d e la tierra y d e
separación entre las naciones, para que tod os los hom bres
pued an santificarse d e tod o apego terrenal y sean
librad os d e ocuparse con sus propios intereses. Instam os
a N uestros am ad os a no m anchar la orla d e N uestra
vestid ura con el polvo d e la falsed ad , ni tam poco perm itir
que las referencias a lo que ellos han consid erad o com o
m ilagros y prod igios d egrad e N uestro rango y posición, o
m ancillen la pureza y santid ad d e N uestro nom bre.
¡Dios bond ad oso! Este es el d ía en que el sabio d ebiera
buscar el consejo d e este Agraviad o y preguntar a Aquel
que es la Verd ad , qué cosas cond ucen a la gloria y la
tranquilid ad d e los hom bres. Y, sin em ba rgo, tod os se
están esforzand o fervientem ente por apagar esta gloriosa
y respland eciente luz, y están buscand o d iligentem ente,
establecer N uestra culpa, o vociferar sus protestas contra
N osotros. Los asuntos han llegad o a un extrem o tal que la
cond ucta d e este Agraviad o ha sid o groseram ente
tergiversad a en tod o sentid o y en una form a que sería
ind igno m encionar. ¡Uno d e N uestros am igos ha
inform ad o que entre los resid entes d e la Gran Ciud ad
(Constantinopla) oyó, con sum a pena, d ecir a alguien que
cad a año se enviaba una sum a d e cincuenta m il tum anes
d esd e su tierra natal a „Akká! ¡N o qued aba en claro, sin

33
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

em bargo, quién había d esem bolsad o esa sum a ni a tr avés


d e qué m anos había pasad o!
En resum en, este Agraviad o, a pesar d e tod o lo que Le
ha acaecid o en sus m anos y tod o lo que se ha d icho sobre
Él, ha tolerad o pacientem ente y ha guard ad o silencio, por
cuanto N uestro propósito, m ed iante la am orosa
provid encia d e Dios -exaltad a sea Su gloria- y Su excelsa
m isericord ia, es abolir d e la faz d e la tierra, por m ed io d e
la fuerza d e N uestra expresión, tod as las d isputas, la
guerra y el d erram am iento d e sangre. A pesar d e lo que
ellos han d icho hem os tolerad o, en tod as las cond iciones
y con d ecorosa paciencia, y los hem os d ejad o a Dios. En
respuesta a esta acusación en particular, no obstante,
hem os d icho que, si lo que él afirm ó es verd ad , le
correspond e estar agrad ecid o a Aquel que es el Señor d e
tod a existencia y el Rey d e lo visible e invisible, por haber
hecho que se levantara en Persia Alguien que, au nque
prisionero y sin nad ie que Le ayud e o asista, ha logr ad o
establecer Su ascend encia sobre ese país y se ha
procurad o una renta anual d esd e él. Sem ejante proeza
d ebe ser alabad a en vez d e censurad a, si él es d e los que
juzgan equitativam ente. Si alguien buscara inform arse d e
la cond ición d e este Agraviad o, d ecid le que estos cautivos
a quienes el m und o ha perseguid o y las naciones han
injuriad o, han estad o d urante d ías y noches privad os d e
los m ás elem entales m ed ios d e subsistencia. N os
sentim os poco d ispuestos a m encionar tales cosas, ni
hem os tenid o ni ten em os ahora ningún d eseo d e
quejarnos contra N uestro acusad or. ¡Dentro d e los m uros
d e esta prisión, un hom bre altam ente estim ad o se vio
obligad o, d urante algún tiem po, a picar pied ras para

34
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

pod er ganarse la vid a, m ientras que otros han sentid o


algunas veces que nutrirse con ese sustento Divino que es
el ham bre! Im ploram os a Dios -exaltad o y glorificad o sea
Él- que ayud e a tod os los hom bres a ser justos e
im parciales, y que les asista bond ad osam ente a
arrepentirse y volverse hacia Él. En verd ad , Él escucha y
está listo para respond er.
¡Glorificad o eres Tú, oh Señor m i Dios! Tú ves lo que
Le ha acontecid o a este Agraviad o a m anos d e los que no
se han asociad o conm igo, quienes se han levantad o para
perjud icarm e y hum illarm e d e m anera tal que ninguna
plum a pued e d escribir, ni lengua alguna relatar, ni Tabla
que pued a soportar su peso. Tú oyes el grito d e Mi
corazón y el gem id o d e Mi m ás íntim o ser, y las cosas que
les han acontecid o a Tus fieles en Tus ciud ad es y a Tus
escogid os en Tu tierra, a m anos d e los que han violad o Tu
Convenio y Testam ento. Te suplico, oh m i Señor, por los
suspiros d e Tus am antes en tod o el m und o, por sus
lam entaciones por su lejanía d e la corte d e Tu pr esencia,
por la sangre que ha sid o d erram ad a por am or a Ti y por
los corazones que se han d esvanecid o en Tu send ero, que
protejas a Tus am ad os d e la crueld ad d e los que han
perm anecid o inconscientes d e los m isterios d e Tu
N om bre, el Libre. Asísteles, oh m i Señor, por Tu pod er
que ha prevalecid o sobre tod as las cosas, y ayúd ales a ser
pacientes y resignad os. Tú eres el Tod opod eroso, el
Om nipotente, el Tod om unífico. N o existe otro Dios sino
Tú, el Generoso, el Señor d e abund ante gracia.
En estos d ías hay algunos que, lejos d e ser justos e
im parciales, Me han atacad o con la espad a d el od io y la
lanza d e la enem istad , olvid ánd ose que correspond e a

35
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

tod a persona justa socorrer a Aquel a Quien el m und o ha


d esechad o y las naciones han aband onad o, y ad herirse a
la pied ad y la rectitud . La m ayoría d e los hom bres, hasta
ahora, no han lograd o d escubrir el propósito d e este
Agraviad o, ni han conocid o la razón por la que Él ha
soportad o, voluntariam ente, incontables aflicciones.
Mientras tanto, la voz d e Mi corazón clam a estas
palabras: "¡Oh, si Mi pueblo supiera!" Este Agraviad o,
libre d e apego a tod as las cosas, pr ofiere estas exaltad as
palabras:

"Las olas han cercad o el Arca d e Dios, el que Ayud a en


el Peligro, el que Subsiste por Sí Mism o. N o tem as a los
vientos tem pestuosos, ¡oh Marinero! Aquel que ha h echo
que el am anecer aparezca está contigo, verd ad eram ente,
en esta oscurid ad que ha aterrorizad o los corazones d e
tod os los hom bres, a excepción d e aquellos a quienes
Dios, el Om nipotente, el Libre, ha querid o exim ir!"
¡Oh Shaykh! ¡Juro por el Sol d e la Verd ad , que ha
surgid o y brilla sobre el horizonte d e esta Prisión! La
m ejoría d el m und o ha sid o el único propósito d e este
Agraviad o. De ello d a testim onio tod o hom bre d e juicio,
d e d iscernim iento, d e perspicacia y entend im iento.
Mientras era afligid o por la pruebas, Él Se asió
firm em ente a la cuerd a d e la paciencia y la fortaleza,
estaba satisfecho con las cosas que Le habían acontecid o a
m anos d e Sus enem igos y exclam aba: "H e renunciad o a
Mi d eseo por Tu d eseo, oh m i Dios, y a Mi voluntad por
la revelación d e Tu Voluntad . ¡Por Tu gloria! N o d eseo ni
Mi propia esencia ni Mi vid a, excepto por el propósito d e
servir a Tu Causa, y no am o Mi ser, salvo para pod er

36
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

sacrificarlo en Tu send ero. Tú ves y conoces, oh m i Señor,


que aquellos a quienes hem os ped id o que fuesen justos e
im parciales, se han levantad o cruel e injustam ente en
N uestra contra. Públicam ente estaban ellos conm igo, pero
secretam ente ayud aban a Mis ad versarios, que se han
alzad o para d eshonrarm e. ¡Oh Dios, m i Dios! Atestiguo
que Tú has cread o a Tus siervos para ayud ar a Tu Causa
y exaltar Tu Palabra y que, sin em bargo, ellos han
ayud ad o a Tus enem igos. Te im ploro, por Tu Causa que
ha abarcad o al m und o d e la existencia, y por Tu N om bre,
con el cual Tú has som etid o lo visible e invisible, que
engalanes a los pueblos d e la tierra con la luz d e Tu
justicia e ilum ines sus corazones con la brillantez d e Tu
conocim iento. Yo soy, oh m i Señor, Tu siervo y el hijo d e
Tu siervo. Soy testigo d e Tu unid ad y d e Tu unicid ad , d e
la santid ad d e Tu Ser y la pureza d e Tu Esencia. Tú ves,
oh m i Señor, a Tus fieles a m erced d e los traid ores entre
Tus criaturas y los calum niad ores entre Tu pueblo. Tú
conoces lo que N os ha acaecid o a m anos d e aquellos a
quienes Tú conoces m ejor d e lo que nosotros les
conocem os. Ellos han com etid o lo que ha rasgad o el velo
d e aquellas criaturas Tuyas que se hallan cerca d e Ti. Te
im ploro que les ayud es a obtener lo que se les ha
escapad o en los d ías d el Lugar d el Am anecer d e Tu
Revelación y la Aurora d e Tu Inspiración. ¡Potente eres
Tú para hacer lo que Te place, y en Tu puño se hallan las
riend as d e tod o lo que existe en el cielo y tod o lo que
existe en la tierra!" La voz y la lam entación d e la
verd ad era Fe ha sid o elevad a. Ella clam a, d iciend o: "¡Oh
Pueblo! ¡Por la rectitud d e Dios! H e llegad o hasta Aquel
que m e ha m anifestad o y m e ha enviad o. Este es el Día en

37
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

que el Sinaí ha sonreíd o a Aquel que conversó sobre él, y


el Carm elo a su Revelad or, y el Sad rah a Aquel que lo
enseñó. Tem ed a Dios y no seáis d e los que Le han
negad o. N o os privéis a vosotros m ism os d e lo que ha
sid o revelad o por m ed io d e Su gracia. Apod eraos d e las
aguas vivientes d e la inm ortalid ad en el nom bre d e
vuestro Señor, el Señor d e tod os los nom bres, y bebed en
recuerd o d e Aquel que es el Pod eroso, el Incom parable".
H em os ord enad o a los hom bres, en tod o m om ento, lo
que es correcto y hem os prohibid o lo incorrecto. Aquel
que es el Señor d e la Existencia atestigua que este
Agraviad o ha ped id o a Dios, para Sus criaturas, tod o lo
que cond uce a la unid ad y la arm onía, a la cam arad ería y
la concord ia. ¡Por la rectitud d e Dios! Este Agraviad o no
es capaz d e d isim ular. Él, verd ad eram ente, ha revelad o lo
que ha d esead o; Él es, en verd ad , el Señor d e fuerza, el
Soberano.
Una vez m ás hacem os referencia a algunas d e las
sublim es palabras revelad as en la Tabla a Su Majestad el
Sháh, para que pued as conocer con certeza que tod o lo
que ha sid o m encionad o ha proced id o d e Dios: "¡Oh Rey!
Yo no era m ás que un hom bre com o los d em ás; d orm ía en
Mi lecho cuand o, he aquí, las brisas d el Tod oglorioso
soplaron sobre Mí y Me enseñaron el con ocim iento d e
tod o lo que ha sid o. Esto no es d e Mí, sino d e Uno que es
Tod opod eroso y Om nisciente. Y Él Me ord enó elevar Mi
voz entre la tierra y el cielo, y por eso Me aconteció lo que
ha hecho correr las lágrim as d e tod o hom bre d e entend i-
m iento. La erud ición corriente entre los hom bres no la es-
tud ié; en sus escuelas Yo no entré. Pregunta en la ciud ad
d ond e habitaba, para que pued as estar bien seguro d e

38
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

que Yo no soy d e los que hablan con falsed ad . Ésta no es


sino una hoja que los vientos d e la volu ntad d e tu Señor,
el Tod opod eroso, el Tod oalabad o, han m ovid o. ¿Pued e
estarse quieta cuand o soplan los vientos tem pestuosos?
¡N o, por Aquel que es el Señor d e tod os los N om bres y
Atribu tos! Ellos la m ueven d e acuerd o con sus cam bios
d e d irección. Lo efím ero es com o la nad a ante Aquel que
es el que Siem pre Perd ura. Su tod openetrante
llam am iento Me ha alcan zad o y Me ha hecho d eclarar Su
alabanza en tre tod os los pueblos. De hecho, yo estaba
com o m uerto cuand o se pronunció Su ord en. La m ano d e
la voluntad d e tu Señor, el Com pasivo, el Misericord ioso,
Me transform ó. ¿Pued e alguien d ecir por su propia
voluntad aquello por lo que tod os los hom bres, tanto
elevad os com o hum ild es, han d e protestar contra él?
N ad ie, por Aquel que en señó a la Plum a los m isterios
eternos, salvo aquel a quien la gracia d el Tod opod eroso,
el Om nipotente, ha fortalecid o.
Mira a este Joven, oh rey, con los ojos d e la justicia;
luego, ju zga con verd ad respecto a lo que Le ha aconteci-
d o. En verd ad , Dios te ha hecho Su som bra entre los
hom bres y el signo d e Su pod er para tod os los que habi-
tan la tierra. Juzga entre N osotros y aquellos que N os han
agraviad o sin prueba y sin un Libro instructivo. Aquellos
que te rod ean te am an por sus propios intereses, en tanto
que este Joven te am a por ti m ism o y no ha tenid o d eseo
alguno excepto acercarte a la sed e d e gracia y volverte
hacia la d iestra d e la justicia. Tu Señor es testigo d e lo que
afirm o.
¡Oh Rey! Si inclinases tu oíd o al chirrid o d e la Plum a
d e Gloria y al arrullo d e la Palom a d e la Eternid ad que, en

39
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

las ram as d el Árbol d el Loto, m ás allá d el cual no hay


paso, profiere alabanzas a Dios, el H aced or d e tod os los
N om bres y el Cread or d el cielo y d e la tierra, alcanzarías
una posición d esd e la que nad a verías en el m und o d el
ser sino el respland or d el Ad orad o, consid erarías tu
soberanía com o la m ás d espreciable d e tus posesiones, la
aband onarías a quienquiera la d esease y d irigirías tu
rostro hacia el H orizonte encend id o con la luz d e Su
sem blante. Tam poco querrías nunca llevar la carga d el
d om inio salvo con el propósito d e ayud ar a tu Señor, el
Exaltad o, el Altísim o. Enton ces, el Concurso d e lo alto te
bend eciría. ¡Oh, cuán excelente es esta m uy sublim e
posición, si pud ieras ascend er a ella m ed iante el pod er d e
una soberanía reconocid a com o proveniente d el N om bre
d e Dios!"
O tú o algún otro ha d icho: "Que el Súrih d e Taw ¥íd
sea trad ucid o, para que tod os conozcan y estén
com pletam ente persuad id os d e que el único Dios
verd ad ero ni ha engend rad o, ni es engend rad o. Ad em ás,
los bábís creen en su Deid ad y Divinid ad "(d e Bahá'u'lláh).
¡Oh Shaykh! Esta posición es la posición en que uno
m uere en sí m ism o y vive en Dios. Divinid ad , siem pre
que la m encione, ind ica Mi com pleta y absoluta
evanescencia. Esta es la posición en la que no tengo
control sobre m i propio bienestar o infortunio, ni sobre m i
vid a, ni sobre m i resurrección.
¡Oh Shaykh! ¿Cóm o explican los teólogos d e este
tiem po la efulgente gloria que el Sad rah d e la Expresión
ha d erram ad o sobre el H ijo d e „Im rán (Moisés), en el Sinaí
d el conocim iento Divino? Él (Moisés) escuchó la Palabra
que la Zarza Ard iente había proferid o y la aceptó; y sin

40
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

em bargo, la m ayoría d e los hom bres están privad os d el


pod er para com prend er esto, por cuanto ellos se han
ocupad o con sus propios asuntos y son ignorantes d e las
cosas que pertenecen a Dios. Referente a esto, el Siyyid d e
Find irisk ha d icho m uy bien: "N inguna m ente m ortal
pued e sond ear este tem a; ni siquiera la d e Abú -N aÐr o la
d e Abú -„Alí Síná (Avicena)". ¿Qué explicación pued en
d ar sobre lo que el Sello d e los Profetas (Mu ¥am m ad ) -
que las alm as d e tod os los d em ás, salvo la Suya, sean
ofrend ad as por Él- ha d icho?: "Vosotros, verd ad eram ente,
veréis a vuestro Señor, com o veis la luna llena en su
d ecim ocuarta noche". El Com and ante d e los Fieles (el
Im ám „Alí) -que la paz sea con él- d ice ad em ás en el
Khu¶biy-i-®utujíyyih: "Esperad la Revelación d e Aquel que
conversó con Moisés d esd e la Zarza Ard iente d el Sinaí".
Æusayn, el hijo d e „Alí -que la paz sea con él- d ice
asim ism o: "¿Será otorgad a a alguien fuera d e Ti una
Revelación que no Te ha sid o conced id a a Ti m ism o, una
Revelación cuyo Revelad or será Aquel que Te reveló a Ti?
¡Cegad o sea el ojo que no Te ve!"
Sim ilares d ichos d e los im am es -que las bend iciones d e
Dios sean con ellos- han sid o registrad os, son
am pliam ente conocid os y se hallan incorporad os a libros
d ignos d e créd ito. Bend ito es aquel que percibe y habla la
pura verd ad . Bienaventurad o el que, ayud ad o por las
aguas vivientes d e la expresión d e Aquel que es el Deseo
d e tod os los hom bres, se ha purificad o d e las ociosas
fantasías y las vanas im aginaciones y, en el nom bre d el
Tod oposeed or, el Altísim o, ha rasgad o los velos d e la
d ud a, ha renunciad o al m und o y tod o lo que en él existe y
se ha d irigid o hacia la Prisión Más Grand e.

41
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

¡Oh Shaykh! N inguna brisa pued e com pararse con las


brisas d e la Revelación Divina, en tanto que la Palabra
proferid a por Dios brilla y fulgura com o el sol entre los
libros d e los hom bres. Dichoso el hom bre que lo ha
d escubierto, lo ha reconocid o y ha d icho: "¡Alabad o seas
Tú, Quien eres el Deseo d el m und o, y gracias Te sean
d ad as, oh Am ad o d e los corazones d e los que están
consagrad os a Ti!"
Los hom bres no han percibid o nuestro propósito en las
referencias que hem os hecho a la Deid ad y la Divinid ad .
Si lo com prend ieran, se levantarían d e sus sitios y
exclam arían: "¡Verd ad eram ente, ped im os perd ón a Dios!"
El Sello d e los Profetas -que las alm as d e tod os los d em ás,
salvo la Suya, sean ofrend ad as por Él- d ice: "Múltiples
son N uestras relaciones con Dios. En un tiem po, som os Él
Mism o y Él es N osotros m ism os. En otro, Él es lo que es y
N osotros som os lo que som os".
Aparte d e esto, ¿cóm o es que no has hecho m ención d e
esas otras posiciones que la Plum a d e Abhá ha revelad o?
La lengua d e este Agraviad o, d urante m uchos d ías y
noches, ha expresad o estas sublim es palabras: "¡Oh Dios,
m i Dios! Soy testigo d e Tu unid ad y Tu unicid ad , d e que
Tú eres Dios y que no hay otro Dios sino Tú. Tú has
estad o eternam ente santificad o por encim a d e la m ención
d e cualquiera salvo Tú y d e la alabanza d e tod o lo d em ás
excepto Tú Mism o, y continuarás siem pre siend o el
m ism o que eras d esd e el principio y com o siem pre has
sid o. Yo Te im ploro, oh Rey d e la Eternid ad , por el Más
Grand e N om bre, por los esplend ores d el Sol d e Tu
Revelación sobre el Sinaí d e la Expresión y por las olas
d el Océano d e Tu conocim iento entre tod as las cosas

42
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

cread as, que m e asistas m isericord iosam ente en lo que


Me haga acercarm e a Ti y que Me d esprend a d e tod o
excepto d e Ti. ¡Por Tu gloria, oh Señor d e tod a existencia
y el Deseo d e tod a creación! Me gustaría fijar Mi rostro
sobre tod os los lugares d e Tu tierra, que quizás pud iera
ser honrad o al tocar un lugar ennoblecid o por las pisad as
d e Tus am ad os!"
¡Por la rectitud d e Dios! Las ociosas fantasías han
excluid o a los hom bres d el H orizonte d e la Certeza y las
vanas im aginaciones les han apartad o d el Selecto Vino
Sellad o. En verd ad d igo y por el am or d e Dios d eclaro:
¡Este Siervo, este Agraviad o Se avergüenza d e reclam ar
existencia alguna para Sí m ism o, cuán to m ás esos
exaltad os grad os d el ser! Tod o hom bre d e d iscernim iento,
al tiem po que cam ina sobre la tierra, en verd ad se siente
avergonzad o, puesto que sabe perfectam ente que aquello
que es la fuente d e su prosperid ad , su riqueza, su
fortaleza, su exaltación, su progreso y pod er, tal com o lo
ha ord enad o Dios, es la tierra m ism a que hollan los pies
d e tod os los hom bres. N o pued e caber d ud a d e que
quienquiera conozca esta verd ad se ha purificad o y
santificad o d e tod o orgullo, arrogancia y vanagloria.
Tod o lo que se ha d icho ha provenid o d e Dios. De esto,
ciertam ente, Él ha sid o y es ahora testigo, y Él es, en
verd ad , el Om nisciente, el Tod oinform ad o.
Ruega a Dios que otorgue a los hom bres oíd os atentos,
vista agud a, pechos d ilatad os y corazones receptivos, que
quizás Sus siervos pued an alcanzar el Deseo d e sus
corazones y volver sus rostros hacia su Am ad o.
Tribulaciones, com o las que ningún ojo ha contem plad o,
han alcanzad o a este Agraviad o. En la proclam ación d e

43
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Su Causa, Él d e ningún m od o ha vacilad o. Dirigién d ose a


los reyes y gobernantes d e la tierra -quiera Dios, exaltad o
es Él, asistirles- les im partió lo que es causa d el bienestar,
la unid ad , la arm onía y la reconstrucción d el m und o, y d e
la tranquilid ad d e las naciones. Entre ellos est aba
N apoleón III, d e quien se inform ó que había hecho cierta
d eclaración, a consecuencia d e la cual le rem itim os
N uestra Tabla m ientras estábam os en Ad rianópolis. A
esto, sin em bargo, él no respond ió. Después d e N uestra
llegad a a la Prisión Más Grand e, N os llegó una carta d e
su Ministro, cuya prim era parte estaba escrita en persa, y
el resto, d e su propio puño y letra. En ella, él se m ostraba
cord ial y escribía lo siguiente: "Conform e a su petición, he
entregad o su carta y hasta el m om ento no he recibid o
respuesta. Sin em bargo, hem os d espachad o las
recom end aciones necesarias a nuestro Ministro en
Constantinopla y a nuestros cónsules en esas r egiones. Si
hay algo que usted d esea que hagam os, infórm enos y lo
llevarem os a cabo".
De sus palabras resulta evid ente que él entend ió que el
propósito d e este Siervo había sid o el d e ped ir ayud a
m aterial. Por tanto, en su nom bre (el d e N apoleón III)
revelam os versículos en el Súratu' l-Haykal, algunos d e los
cuales citam os ahora para que te d es cuenta d e que la
Causa d e este Agraviad o ha sid o revelad a por am or a
Dios y ha provenid o d e Él:
"¡Oh Rey d e París! Di a los sacerd otes que no hagan
sonar m ás las cam panas. ¡Por Dios, el Verd ad ero! La Más
Pod erosa Cam pana ha aparecid o en la form a d e Aquel
que es el Más Grand e N om bre, y los d ed os d e la Volun-
tad d e tu Señor, el Más Exaltad o, el Altísim o, la tañen en

44
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Su nom bre, el Tod oglorioso, en el cielo d e la Inm ortali-


d ad . Así te han sid o en viad os nuevam ente los pod erosos
versos d e tu Señor, para que pued as levantarte a record ar
a Dios, el Cread or d el cielo y d e la tierra, en estos d ías en
que tod as las tribus d e la tierra se han lam entad o, los
cim ientos d e las ciud ad es han tem blad o y el polvo d e la
irreligión ha envuelto a tod os los hom bres, salvo a
aquellos a quienes Dios, el Om nisciente, el Sabio , Le ha
placid o exim ir. Di: Aquel que es el In cond icionad o ya ha
llegad o, en las nubes d e la luz, para vivificar tod as las
cosas cread as con las brisas d e Su N om bre, el Más Miseri-
cord ioso, unificar al m und o y reunir a tod os los hom bres
alred ed or d e esta Mesa que ha sid o enviad a d esd e el
cielo. Cuid aos d e no rechazar el favor d e Dios d espués d e
que os ha sid o enviad o. Esto es m ejor para vosotros que
tod o cuanto poseéis; pues lo que es vuestro perece,
m ientras que lo que es d e Dios perd ura. Él, en verd ad ,
ord ena lo que Le place. Ciertam ente, las brisas d el perd ón
han soplad o d esd e la d irección d e vuestro Señor, el Dios
d e Misericord ia; quienquiera se vuelva hacia ellas, será
lim piad o d e sus pecad os y d e tod o d olor y m alestar.
Dichoso el hom bre que se ha vuelto hacia ellas y ay d e
aquel que se ha apartad o.
Si inclinases tu oíd o interior a tod as las cosas cread as,
oirías: '¡El Anciano d e los Días ha venid o en Su gran
gloria!' Tod o celebra la alabanza d e su Señor. Algunos
han conocid o a Dios y Le recuerd an; otros Le recuerd an, y
sin em bargo, no Le conocen. Así hem os establecid o
N uestro d ecreto en una Tabla perspicua.
Presta oíd o, oh Rey, a la Voz que llam a d esd e el Fuego
que ard e en este Árbol verd e, en este Sinaí que ha sid o

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EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

erigid o sobre el Lugar santificad o y níveo, m ás allá d e la


Ciud ad Eterna; '¡Verd ad eram ente, no hay otro Dios sino
Yo, el que Siem pre Perd ona, el Más Misericord ioso!'
N osotros, en verd ad , hem os enviad o a Aquel a Quien
ayud am os con el Espíritu Santo (Jesucristo) para que os
anuncie esta Luz que ha brillad o d esd e el horizonte d e la
voluntad d e vuestro Señor, el Más Exaltad o, el
Tod oglorioso, y Cuyos signos han sid o revelad os en
Occid ente. Volved vuestros rostros hacia Él (Bahá'u'lláh),
en este Día que Dios ha exaltad o sobre tod os los d em ás
d ías y en el cual el Tod om isericord ioso ha d erram ad o el
esplend or d e Su gloria respland eciente sobre to d os los
que están en el cielo y tod os los que están en la tierra.
Levántate a servir a Dios y a ayud ar a Su Causa. Él, cier -
tam ente, te auxiliará con las huestes d e lo visible y lo
invisible, y te hará rey d e tod o aquello sobre lo que se
eleva el sol. Tu Señor, en verd ad , es el Tod opod eroso, el
Om nipotente.
Las brisas d el Más Misericord ioso han p asad o sobre
tod as las cosas cread as; d ichoso el hom bre que ha
d escubierto su fragancia y se ha vuelto hacia ellas con un
corazón sano. Atavía tu tem plo con el ornam ento d e Mi
N om bre; tu lengua, con el recuerd o d e Mí, y tu corazón,
con el am or hacia Mí, el Tod opod eroso, el Altísim o. N ad a
te hem os d esead o excepto aquello que es m ejor para ti
que lo que posees y tod os los tesoros d e la tierra. Tu
Señor, en verd ad , es conoced or y está inform ad o d e tod o.
Levántate, en Mi nom bre, en tre Mis siervos y d i: '¡Oh
pueblos d e la tierra! Volveos hacia Aquel que se ha vuelto
hacia vosotros. Él es, en verd ad , el Sem blante d e Dios
entre vosotros, y Su Testim onio y Su Guía para vosotros.

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EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Él ha venid o a vosotros con signos que nad ie pued e


presentar'. La voz d e la Zarza Ard iente se ha elevad o en
el corazón m ism o d el m und o y el Espíritu Santo llam a en
voz alta entre las naciones: '¡H e aquí, el Desead o ha llega-
d o con d om inio m anifiesto!'
¡Oh Rey! Las estrellas d el cielo d el conocim iento,
aquellos que aspiran a establecer la verd ad d e Mi Causa
m ed iante lo que poseen, y que hacen m ención d e Dios en
Mi N om bre, han caíd o. Y sin em bargo, cuand o vine a
ellos en Mi gloria, se apartaron. Ellos son, en efecto, d e los
caíd os. Esto es, d e hecho, lo que el Espíritu d e Dios
(Jesucristo) anunció cuand o vino a vosotros con la
verd ad , Aquel con Quien d iscutieron los d octores jud íos,
hasta que al fin perpetraron lo que hizo que el Espíritu
Santo se lam entase y que brotaran las lágrim as d e los que
tienen acceso cercano a Dios.
“Di: ¡Oh concurso d e m onjes! N o os recluyáis en
vuestras iglesias y vuestros claustros. Salid con Mi
perm iso y ocupaos con aquello que os beneficie a
vosotros m ism os y a los d em ás. Así os lo ord ena Aquel
que es el Señor d el Día d el Juicio Final. Recluíos en la
fortaleza d e Mi am or. Éste, ciertam ente, es el retiro que os
beneficiará, ojalá lo supierais. El que se encierra en su
casa es d e hecho com o un m uerto. Le incum be al hom bre
m ostrar aquello que beneficiará a la hum anid ad . Aquel
que no d a fruto es d igno d el fuego. Así os aconseja
vuestro Señor; Él, ciertam ente, es el Tod opod eroso, el
Tod ogeneroso. Contraed m atrim onio, para que d espués
d e vosotros otro se levante en vuestro lugar.
Verd ad eram ente, os hem os prohibid o la lujuria y no lo
que cond uce a la fid elid ad . ¿Os habéis aferrad o a los

47
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

d ictad os d e vuestra naturaleza y d ejáis d e lad o las leyes


d e Dios? Tem ed a Dios y no seáis d e los necios. Si no
fuese por el hom bre, ¿quién haría m ención d e Mí en Mi
tierra, y cóm o pod rían ser revelad os Mis nom bres y Mis
atributos? Reflexionad , y no seáis d e los que se han
excluid o d e Él com o por un velo y eran d e los que están
profund am ente d orm id os. Aquel que no se d esposó
(Jesús) no pud o en contrar ningún lugar en que habitar ni
sitio alguno d ond e reclinar Su cabeza, a causa d e lo que
las m anos d e los traid ores habían forjad o. Su santid ad no
consistía en lo que creéis o im agináis, sino m ás bien en lo
que N os pertenece. Inquirid , para que quizás pod áis com -
prend er Su posición que ha sid o exaltad a por encim a d e
las im aginaciones d e tod os los pueblos d e la tierra.
Bienaventurad os los que entiend en.
“¡Oh Rey! Oím os las palabras que pronunciaste en
respuesta al Zar d e Rusia en relación a la d ecisión que se
tom ó referente a la guerra (Guerra d e Crim ea). Tu Señor,
en verd ad , sabe, está inform ad o d e tod o. Tú d ijiste: 'Yacía
d orm id o en m i lecho, cuand o el llanto d e los oprim id os
que se ahogaban en el Mar N egro m e d espertó.' Esto es lo
que te oím os d ecir y, verd ad eram ente, tu Señor es testigo
d e lo que d igo. Atestiguam os que lo que te d espertó no
fue su llanto, sino la instigación d e tus propias pasiones,
pues te probam os y te encontram os d eficiente.
Com prend e el significad o d e Mis palabras y sé d e los que
d isciernen. En con sid eración a la d ignid ad que te
conferim os en esta vid a m ortal, no es N uestro d eseo
d irigirte palabras cond enatorias. N osotros, ciertam ente,
hem os escogid o la cortesía y hem os hecho d e ella el
verd ad ero signo d e los que están cerca d e Él. La cortesía

48
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

es, en verd ad , un atavío que sienta bien a tod os los


hom bres, sean jóvenes o viejos. Bienaventurad o aquel que
ad orna su tem plo con ella, y ay d e aquel que está privad o
d e este gran d on. Si hubieras sid o sincero en tus palabras,
no habrías echad o a un lad o el Libro d e Dios cuand o te
fue enviad o por Aquel que es el Om nipotente, el Sabio.
Med iante él te hem os probad o y te hem os encontrad o
d istinto d e lo que afirm abas. Levántate y d a cum plid a
satisfacción por lo que se te escapó. Dentro d e poco, el
m und o y tod o lo que posees perecerán, y el reino seguirá
siend o d e Dios, tu Señor y el Señor d e tus pa d res d e
antaño. Te incum be no cond ucir tus asuntos d e acuerd o
con los d ictad os d e tus d eseos. Tem e los susp iros d e este
Agraviad o y protégele d e los d ard os d e los que actúan
injustam ente.
“Por lo que has hecho, sobre tu reino caerá la
confusión y tu im perio pasará d e tus m anos, com o castigo
por lo que has com etid o. Entonces sabrás cuán
evid entem ente has errad o. Los d isturbios envolverán a
tod o el pueblo d e ese país a m enos que te levantes para
ayud ar a esta Causa y sigas a Aquel que es el Espíritu d e
Dios (Jesucristo) en este Recto Send ero. ¿Acaso tu pom pa
te ha vuelto orgulloso? ¡Por Mi Vid a! N o d urará; m ás aún,
pasará pronto a m enos que te aferres firm em ente a esta
recia Cuerd a. Vem os la hum illación apresuránd ose tras
d e ti, m ientras tú eres d e los negligentes. Cuand o oigas Su
Voz llam and o d esd e la sed e d e gloria, te incum be
aband onar tod o lo que posees y exclam ar: 'Aquí estoy, oh
Señor d e tod o lo que hay en el cielo y tod o lo que hay en
la tierra!'

49
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

“¡Oh Rey! Estábam os en Irak cuand o llegó la hora d e


partir. Por ord en d el Rey d el Islám (el Sultán d e Turquía)
d irigim os N uestros p asos en su d irección. A N uestra lle-
gad a, N os aconteció a m anos d e los m alévolos lo que los
libros d el m und o jam ás pod rán relatar suficientem ente.
Entonces, los m orad ores d el Paraíso y los que habitan en
los retiros d e santid ad se lam entaron; ¡y sin em bar go, el
pueblo está envuelto en un espeso velo!"
Y ad em ás hem os d icho: "N uestra cond ición se hacía
m ás grave d ía tras d ía, m ás aún, d e hora en hora, hasta
que N os sacaron d e N uestra prisión y N os hicieron
entrar, con injusticia m anifiesta, en la Más Grand e
Prisión. Y si alguien les preguntara: '¿por qué crim en han
sid o encarcelad os?', ellos les respond erían d iciend o:
'¡Ellos, en verd ad , pretend ieron suplantar la Fe con una
nueva religión!' ¿Si es lo antiguo lo que preferís, por qué
entonces habéis d escartad o lo que ha sid o enviad o en la
Torá y en el Evangelio? ¡Aclarad lo, oh hom bres! ¡Por Mi
vid a! N o existe lugar ad ond e pod áis huir en este d ía. Si
éste es Mi crim en, entonces Mu ¥am m ad , el Apóstol d e
Dios, lo com etió antes d e Mí, y antes d e Él, Aquel que era
el Espíritu d e Dios (Jesucristo), y aún antes, Aquel que
conversó con Dios (Moisés). ¡Y si Mi p ecad o es éste, que
Yo haya exaltad o la Palabra d e Dios y haya r evelad o Su
Causa, entonces, en verd ad , Yo soy el m ás grand e d e los
pecad ores! Tal pecad o no lo cam bio por los reinos d e la
tierra y d el cielo".
Y ad em ás hem os d icho: “Del m ism o m od o que se
m ultiplicaban Mis tribulaciones, tam bién aum entaban Mi
am or por Dios y por Su Causa, d e tal m od o que tod o lo
que Me ha suced id o por culpa d e las huestes d e los

50
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

d escarriad os ha sid o im potente para apartarm e d e Mi


propósito. Si ellos Me escond ieran en las pr ofund id ad es
d e la tierra, aun así Me encontrarían cabalga nd o en lo alto
d e las nubes y llam and o a Dios, el Señor d e fortaleza y
pod er. Me he ofrend ad o en el send ero d e Dios y anhelo
las tribulaciones en Mi am or por Él y en aras d e Su
com placencia. Esto lo atestiguan los m ales que Me afligen
ahora, cuyo igual ningún otro hom bre ha sufrid o. Cad a
uno d e los cabellos d e Mi cabeza exclam a lo que la Zarza
Ard iente expresó en el Sinaí y cad a vena d e Mi cuerpo
invoca a Dios d iciend o: '¡Ojalá hubiera sid o tronchad a en
Tu send ero, para que el m und o pud iese ser vivificad o y
unid os tod os sus pueblos!' Así ha sid o d ecretad o por
Aquel que es el Om nisciente, el Tod oinform ad o.
Sabed , en verd ad , que vuestros súbd itos son el
fid eicom iso d e Dios entre vosotros. Proteged los, por
tanto, com o os protegéis a vosotros m ism os. Cuid aos d e
perm itir que los lobos lleguen a ser los pastores d el
rebaño, o que el orgullo y la presunción os im pid an
volveros hacia los pobres y los d esolad os. Levántate, en
Mi N om bre, sobre el horizonte d e la renuncia y ento nces,
por m and ato d e tu Señor, el Señor d e fortaleza y pod er,
d irige tu rostro hacia el Reino".
Y ad em ás hem os d icho: "Engalana el cuerpo d e tu
reino con la vestid ura d e Mi nom bre y levántate luego a
enseñar Mi Causa. Esto es m ejor para ti que tod o lo que
posees. Por eso, Dios exaltará tu nom bre entre tod os los
reyes. Potente es Él sobre tod as las cosas. Cam ina entre
los hom bres en el nom bre d e Dios y por la potencia d e Su
pod er, para que pued as exponer Sus signos entre los
pueblos d e la tierra".

51
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Y ad em ás hem os d icho: "¿Es d igno d e vosotros


relacionaros con Aquel que es el Dios d e m isericord ia y
aun así com eter las cosas que ha com etid o el Malvad o?
¡N o, por la Belleza d e Aquel que es el Tod oglorificad o! Si
pud ierais com prend erlo. Purgad vuestros corazones d el
am or al m und o, vuestras lenguas d e la calum nia y
vuestros m iem bros d e cualquier cosa que os im pid a
acercaros a Dios, el Pod eroso, el Tod oalabad o. Di: Por el
m und o se quiere significar lo que os aparta d e Aquel que
es la Aurora d e la Revelación y os inclina hacia lo que es
infructuoso para vosotros. Verd ad eram ente, lo que os
aleja d e Dios en este d ía es la m und anería en su esencia.
Evitad la y aproxim aos a la Más Sublim e Visión, esta
brillante y respland eciente Sed e. N o d erram éis la sangre
d e nad ie, oh pueblo, ni juzguéis injustam ente a nad ie. Así
os ha sid o ord enad o por Aquel que sabe, Quien está
inform ad o d e tod o. Aquellos que com eten d esórd enes en
la tierra, d espués que ésta ha sid o bien ord enad a,
ciertam ente han transgred id o los lím ites que han sid o
fijad os en el Libro. ¡Miserable será la m orad a d e los
transgresores!"
Y ad em ás hem os d icho: "N o proced áis pérfid am ente
con los bienes d e vuestro prójim o. Sed d ignos d e
confianza en la tierra y no privéis a los pobres d e las cosas
que Dios, a través d e Su gracia, os ha conced id o. Él,
verd ad eram ente, os otorgará el d oble d e lo que poseéis.
Él es, en verd ad , el Tod om unífico, el Más Generoso. ¡Oh
pueblo d e Bahá! Subyugad las ciud ad elas d e los
corazones d e los hom bres con las espad as d e la sabid uría
y d e la expresión. Aquellos que d isputan, im pulsad os por
sus propios d eseos, en verd ad , están envueltos en un

52
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

palpable velo. Di: La espad a d e la sabid uría es m ás


ard iente que el calor d el verano y m ás afilad a que las
hojas d e acero, si lo entend ierais. Desenvainad la en Mi
nom bre y, a través d e la potencia d e Mi pod er, conquistad
entonces con ella las ciud ad elas d e los corazones d e los
que se han recluid o a sí m ism os en la fortaleza d e sus
d eseos corruptos. Así os lo ord ena la Plum a d el
Tod oglorioso, m ientras se halla sentad a bajo las espad as
d e los d escarriad os. Si os enteráis d e un pecad o com etid o
por alguien, ocultad lo, para que Dios oculte vuestros
propios pecad os. Él es, ciertam ente, el Ocultad or, el Señor
d e abund ante gracia. ¡Oh vosotros, los ricos d e la tierra! Si
encontráis a alguien que es pobre, no le tratéis
d esd eñosam ente. Reflexionad sobre aquello d e lo que
fuisteis cread os. Cad a uno d e vosotros fue cread o d e un
d espreciable germ en".
Y ad em ás hem os d icho: "Consid erad al m und o com o el
cuerpo d e un hom bre, afligid o por m últiples d olencias y
cuya recuperación d epend e d e la arm onía entre tod os los
elem entos que lo com ponen. Reuníos alred ed or d e lo que
os hem os prescrito y no cam inéis por los send eros d e los
que crean d isensión. Med itad acerca d el m und o y el
estad o d e su gente. Aquel por Cuyo am or el m und o fue
llam ad o a la existencia ha sid o encarcelad o en la m ás
d esolad a d e las ciud ad es („Akká), d ebid o a lo que las
m anos d e los d escarriad os han forjad o. Desd e el
horizonte d e Su ciud ad -prisión, em plaza a la hum anid ad
a la Aurora d e Dios, el Exaltad o, el Grand e. ¿Te d eleitas
por los tesoros que posees, sabiend o que han d e perecer?
¿Te regocijas porque gobiernas un palm o d e tierra,
cuand o el m und o entero, en opinión d el pueblo d e Bahá,

53
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

vale tanto com o el negro d el ojo d e una horm iga m uerta?


Aband ónalo a los que han d epositad o sus afectos en él y
vuélvete hacia Aquel que es el Deseo d el m und o.
¿Ad ónd e han id o los orgullosos y sus palacios? Mira
d entro d e sus tum bas, para que obtengas provecho d e
este ejem plo, puesto que hicim os d e él una lección para
tod o observad or. Si las brisas d e la Revelación te
atrapasen, huirías d el m und o, te volverías hacia el Reino
y gastarías tod o lo que posees para pod er aproxim arte a
esta sublim e Visión".
Ped im os a un cristiano que d espachara esta Tabla y él
N os ha inform ad o que ha transm itid o tanto el original
com o su trad ucción. Dios, el Om nipotente, el
Om nisciente, tiene conocim iento d e tod as las cosas.
Una d e las secciones d el Súratu' l-Haykal es la Tabla
d irigid a a su Majestad el Zar d e Rusia, quiera Dios -
exaltad o y glorificad o sea Él- asistirle: "¡Oh Zar d e Rusia!
Presta oíd o a la voz d e Dios, el Rey, el Santo, y vuélvete
hacia el Paraíso, el Lugar en que m ora Aquel que, entre el
Concurso d e lo Alto, lleva los m ás excelentes títulos y
Aquel a Quien, en el reino d e la creación, se Le llam a por
el nom bre d e Dios, el Respland eciente, el Tod oglorioso.
Cuid a d e que nad a te im pid a volver tu rostro hacia tu
Señor, el Com pasivo, el Más Misericord ioso. N osotros,
verd ad eram ente, hem os escuchad o aquello por lo que
suplicaste a tu Señor m ientras com ulgabas con Él en
secreto. Por lo cual, la brisa d e Mi am orosa bon d ad sopló,
el m ar d e Mi m isericord ia se agitó y te respond im os en
verd ad . Tu Señor, ciertam ente, es el Om nisciente, el
Sabio. Mientras Yo estaba encad enad o y engrillad o en la
prisión d e Teherán, uno d e tus m inistros Me ofreció su

54
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

ayud a, por lo cual Dios ha ord enad o para ti una posición


que no pued e com prend er el conocim iento d e nad ie
excepto Su conocim iento. Cuíd ate d e no trocar esta
sublim e posición".
Y ad em ás hem os d icho: "Aquel que es el Pad re ha
venid o y el H ijo (Jesús) exclam a en el v alle santo: '¡Aquí
estoy, aquí estoy, oh Señor, m i Dios!', m ientras el Sinaí
gira alred ed or d e la Casa y la Zarza Ard iente grita: '¡El
Tod ogeneroso ha venid o m ontad o sobre las nu bes!
Bend ito aquel que se aproxim a a Él y ay d e los que están
lejos.'
Levántate entre los hom bres en nom bre d e esta
om ním od a Causa y luego llam a a las naciones hacia Dios,
el Pod eroso, el Grand e. N o seas d e los que llam aron a
Dios por uno d e Sus nom bres, pero que, cua nd o apareció
Aquel que es el Objeto d e tod os los nom bres, Le negaron
y se apartaron d e Él, y al fin d ictaron sentencia contra Él
con m anifiesta injusticia. Consid era y recuerd a los d ías en
que apareció el Espíritu d e Dios (Jesús) y H erod es d ictó
sentencia contra Él. Sin em bargo, Dios Le ayud ó con las
huestes d e lo invisible, Le protegió con la verd ad y Le
envió a otro país, d e acuerd o con Su prom esa. Él,
verd ad eram ente, ord ena lo que Le place. Tu Señor, en
verd ad , preserva a quien Él d esea, esté él en m ed io d e los
m ares, en las fauces d e la serpiente o bajo la espad a d el
opresor".
Y ad em ás hem os d icho: "N uevam ente d igo: Escucha
Mi Voz que llam a d esd e Mi prisión, para que te d é a
conocer las cosas que le han acontecid o a Mi Belleza a
m anos d e los que son las m an ifestaciones d e Mi Gloria y
percibas cuán grand e ha sid o Mi paciencia, a pesar d e Mi

55
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

pod er, y cuán inm ensa Mi ind ulgencia, a pesar d e Mi


fuerza. ¡Por Mi Vid a! Si pud ieras conocer las cosas que
han d escend id o por Mi Plum a y d escubrir los tesoros d e
Mi Causa y las perlas d e Mis m isterios que yacen ocultas
en los m ares d e Mis nom bres y en las copas d e Mis
palabras, en tu anhelo por Su glorioso y sublim e Reino,
sacrificarías tu vid a en el send ero d e Dios. Sabe que,
aunque Mi cuerpo esté bajo las espad as d e Mis enem igos
y Mis m iem bros estén acosad os por incalculables
aflicciones, no obstante, Mi espíritu está lleno d e un gozo
con el que tod as las alegrías d e la tierra nunca se p od rán
com parar".
Asim ism o, m encionarem os algunos versículos d e la
Tabla d e Su Majestad la Reina (Reina Victoria), quiera
Dios, exaltad o y glorificad o es Él, asistirle. N uestro
propósito es que quizá las brisas d e la Revelación pued an
envolverte y hagan que te levantes com pletam ente por
am or a Dios, sirvas a Su Causa y transm itas a los reyes
cualquiera d e las Tablas que pud ieran haber qued ad o sin
entregar. Esta m isión es una gran m isión y este servicio
un gran servicio. En aquellas regiones son num erosos los
teólogos d istinguid os, entre los cuales se encuentran
aquellos siyyid s renom brad os por su em inencia y
d istinción. Consulta con ellos y m uéstrales lo que ha
fluid o d e la Plum a d e Gloria, que quizá sean ayud ad os
m isericord iosam ente a m ejorar la cond ición d el m und o y
perfeccionar el carácter d e los pueblos d e las d iferentes
naciones, y pued an, a través d e las aguas vivientes d e los
consejos d e Dios, apagar el od io y la anim osid ad que
yacen ocultos y latentes en los corazones d e los hom bres.

56
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Rogam os a Dios que seas asistid o en ello. Y esto,


verd ad eram ente, no sería d ifícil para Él.
"¡Oh reina d e Lond res! Presta oíd o a la voz d e tu
Señor, el Señor d e tod a la hum anid ad , que llam a d esd e el
Divino Árbol d el Loto: ¡Verd ad eram ente, no hay Dios
sino Yo, el Tod opod eroso, el Sabio! Aband ona tod o lo que
hay en la tierra y atavía la cabeza d e tu reino con la
corona d el recuerd o d e tu Señor, el Tod oglorioso. Él, en
verd ad , ha venid o al m und o en Su gloria m ás grand e y se
ha cum plid o tod o lo que ha sid o m encionad o en el
Evangelio. La tierra d e Siria ha sid o honrad a por los
pasos d e su Señor, el Señor d e tod os los hom bres, y el
N orte y el Sur están am bos em briagad os con el vino d e Su
presencia. Bend ito el hom bre que ha inhalad o la fragancia
d el Más Misericord ioso y se ha vuelto hacia el Punto d el
Am anecer d e Su Belleza en esta respland eciente Aurora.
La Mezquita d e AqÐá vibra con las brisas d e su Señor, el
Tod oglorioso, en tanto que Ba¶¥á (La Meca) tiem bla ante
la voz d e Dios, el Exaltad o, el Altísim o. Tod as y cad a una
d e las pied ras d e am bas celebran la alabanza d el Señor
m ed iante este Gran N om bre".
Y ad em ás hem os d icho: "H acem os m ención d e ti por el
am or d e Dios y d eseam os que tu nom bre sea exaltad o por
m ed io d e tu recuerd o d e Dios, el Cread or d el cielo y d e la
tierra. Él, ciertam ente, es testigo d e lo que d igo. H em os
sid o inform ad os d e que has prohibid o el com ercio d e es -
clavos, tanto d e hom bres com o d e m ujeres. Esto es, en
verd ad , lo que Dios ha ord enad o en esta m aravillosa
Revelación. Dios, verd ad eram ente, ha d estinad o una
recom pensa para ti, d ebid o a esto. Él, en verd ad , pagará
al haced or d el bien, sea hom bre o m ujer, su d ebid a

57
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

recom pensa, si siguieras lo que te ha sid o enviad o por


Aquel que es el Om nisapiente, el Infor m ad o d e Tod o. En
cuanto a aquel que se aparta y se hin cha d e orgullo,
d espués d e que las evid entes señales d el Revelad or d e los
signos hayan venid o a él, Dios convertirá su labor en
nad a. Él, en verd ad , tiene pod er sobre tod as las cosas. Las
acciones d el hom bre son aceptables d espués d e que haya
reconocid o (a la Man ifestación). Aquel que se aparta d el
Verd ad ero es d e hecho la m ás velad a d e Sus criaturas. Así
ha sid o d ecretad o por Aquel que es el Tod opod eroso, el
Om nip otente.
Tam bién hem os oíd o que has confiad o las riend as d el
consejo en m anos d e los representantes d el pueblo. Tú,
por cierto, has hecho bien, pues con ello se reforzarán los
cim ientos d el ed ificio d e tus asuntos y se apaciguarán los
corazones d e tod os los que están bajo tu som bra, sean
elevad os o hum ild es. Sin em bargo, les incum be ser
d ignos d e confianza entre Sus siervos y consid erarse
representantes d e tod os los que habitan la tierra. Esto es
lo que les acon seja en esta Tabla Aquel que es el
Gobernante, el Sabio. Y si alguno d e ellos se d irige a la
Asam blea, que vuelva sus ojos hacia el H orizonte
Suprem o y d iga: „¡Oh m i Dios! Te pid o, por Tu m ás
glorioso N om bre, que m e asistas en tod o aquello que
haga prosperar los asuntos d e Tus siervos y florecer Tus
ciud ad es. Tú, en verd ad , tienes pod er sobre tod as las
cosas!‟ Bend ito aquel que entra en la asam blea por am or a
Dios y juzga entre los hom bres con justicia pura. Él es, en
verd ad , d e los bienaventurad os.
¡Oh vosotros, m iem bros d e la Asam blea en esa tierra y
en otros países! Reuníos a d eliberar y que vuestro único

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EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

interés sea lo que beneficie a la hum anid ad y m ejore su


cond ición, si sois d e los que exam inan con atención.
Consid erad al m und o com o el cuerpo hum ano que,
aunque com pleto y perfecto en su creación, por causas
d iversas se ha visto afligid o con graves trastornos y
enferm ed ad es. N i un solo d ía logró alivio; m ás bien su
d olencia se agravó, pues cayó en m anos d e m éd icos igno-
rantes que d aban riend a suelta a sus d eseos personales y
han errad o gravem ente. Y si alguna vez, por el cu id ad o
d e un m éd ico hábil, un m iem bro d e aquel cuerpo sanaba,
el resto seguía enferm o com o antes. Así os inform a el
Om nisciente, el Sabio. Lo vem os, en este d ía, a m erced d e
gobernantes tan em briagad os d e orgullo que no pued en
d iscernir claram ente lo que m ás les conviene a ellos
m ism os, cuánto m enos aún reconocer una Revelación tan
d esconcertante y retad ora com o ésta".
Y ad em ás hem os d icho: "Lo que el Señor ha ord enad o
com o el rem ed io suprem o y el m ás pod eroso instrum ento
para la curación d el m und o entero es la unión d e tod os
sus pueblos en una Causa universal, una Fe com ún. Esto
no pued e lograrse d e ningún m od o excepto por el pod er
d e un Méd ico hábil, tod opod eroso e inspirad o. ¡Por Mi
vid a! Esto es la verd ad y tod o lo d em ás no es sino error.
Cad a vez que ese Pod erosísim o Instrum ento ha venid o y
esa Luz ha brillad o d esd e la Antigua Aurora, Él ha sid o
obstaculizad o por m éd icos ignorantes, quienes com o las
nubes, se interpusieron entre Él y el m und o. Por tanto,
este no pud o recuperarse, y su enferm ed ad ha persistid o
hasta este d ía. Ellos, en verd ad , han sid o im potentes para
protegerle o efectuar una cura, m ientras que a Aquel que
ha sid o la Manifestación d el Pod er entre los hom bres se

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EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Le im pid ió alcanzar Su propósito, d ebid o a lo que las


m anos d e los m éd icos ignorantes han forjad o.
Consid era estos d ías, en los cuales Aquel que es la
Antigua Belleza ha venid o en el Más Grand e N om bre,
para pod er revivir al m und o y unir a sus pueblos. Ellos,
sin em bargo, se levantaron en su contra con espad as
afilad as y com etieron lo que hizo lam entarse al Espíritu
Fiel, hasta que al final Le encarcelaron en la m ás d esolad a
d e las ciud ad es y d esprend ieron las m anos d e los fieles d e
la orla d e Su m anto. Si alguien les d ijera: „El Reform ad or
d el Mund o ha venid o‟, ellos respond erían: '¡En verd ad , se
ha probad o que Él es un fom entad or d e d iscord ia!', y esto
a pesar d e que ellos jam ás se han asociad o con Él, y han
percibid o que él no procuró, ni por un instante,
protegerse a Sí m ism o. En tod o m om ento Él estuvo a
m erced d e los inicuos. En un tiem po Le arrojaron en la
prisión, en otro Le d esterraron y aún en otro Le
apresuraron para ir d e país en país. Así han d ictad o juicio
en contra d e N osotros, y Dios, verd ad eram ente, es
consciente d e lo que d igo".
Este cargo d e fom entar d iscord ia es el m ism o que fuera
im putad o antiguam ente por los faraones d e Egipto a
Aquel que conversó con Dios (Moisés). Leed lo que el
Tod om isericord ioso ha revelad o en el Corán. Él -bend ito
y glorificad o sea- d ice: "Ad em ás, enviam os a Moisés en el
pasad o, con N uestros signos y con evid ente aut orid ad , al
Faraón, y a H ám án, y a Qárún; y ellos d ijeron:
'¡H echicero, im postor!' Y cuand o Él llegó ante ellos con la
verd ad , d esd e N uestra presencia, ellos d ijeron: 'Dad
m uerte a los hijos d e los que creen lo m ism o que Él y
d ejad con vid a a sus m ujeres', pero la estratagem a d e los

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EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

incréd ulos resultó sólo un fracaso. Y el faraón d ijo:


'Dejad m e solo, para que m ate a Moisés; y d ejad que él
invoque a su Señor. Tem o que él cam bie vuestra religión,
o haga que el d esord en se m anifieste en el país.' Y Moisés
d ijo: 'Me am paro en m i Señor y vuestro Señor, d e tod o
arrogante que no cree en el Día d el Juicio Final.'"
En tod as las épocas, los hom bres han consid erad o a
cad a Reform ad or d el Mund o com o a un prom otor d e
d iscord ia y se han referid o a Él en térm inos que son
fam iliares a tod os. Cad a vez que el Sol d e la Revelación
Divina d erram ó su esplend or d esd e el horizonte d e la
Voluntad d e Dios, un gran núm ero d e hom bres Le negó,
otros se apartaron d e Él y aún otros Le calum niaron, y
con ello privaron a los siervos d e Dios d el río d e la
am orosa provid encia d e Aquel que es el Rey d e la
creación. Del m ism o m od o, aquellos que en este d ía no
han conocid o a este Agraviad o, ni se han asociad o con Él,
han d icho y aún siguen d iciend o las cosas que tú has oíd o
y continúas oyend o. Di: "¡Oh pueblo! El Sol d e la
Expresión brilla en este d ía sobre el horizonte d e la
generosid ad y el esplend or d e la Revelación d e Aquel que
habló en el Sinaí fulgura y respland ece ante tod as las
religiones. Purgad y santificad vuestros pechos y vuestros
corazones, vuestros oíd os y vuestros ojos con las vivientes
aguas d e la expresión d el Tod om isericord ioso, y volved
entonces vuestros rostros hacia Él. ¡Por la rectitud d e
Dios! Oiréis a tod as las cosas proclam ar:
'¡Verd ad eram ente, Él, el Verd ad ero, ha llegad o. Bend itos
quienes juzgan con im parcialid ad y bend itos quienes se
vuelven hacia Él!'"

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EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Entre las cosas que ellos han im putad o al Divino Árbol


d el Loto (Moisés), existen cargos cuya falsed ad tod o
hom bre d e d iscernim iento, tod o sabio y corazón
com prensivo atestiguarán. Sin d ud a, d ebes haber leíd o y
m ed itad o los versículos que han sid o enviad os
concernientes a Aquel que conversó con Dios. Él -bend ito
y glorificad o sea- d ice: "Él d ijo: '¿N o te hem os criad o entre
nosotros cuand o eras un niño? ¿N o has pasad o años d e tu
vid a entre nosotros? Y sin em bargo, ¡qué acción es la que
has com etid o! Tú eres d e los ingratos.' Él d ijo: 'En efecto,
lo he com etid o y fui d e los que erraron. Y huí d e vosotros
porque os tem ía; pero Mi Señor Me ha d ad o sabid uría y
ha hecho d e Mí uno d e Sus Apóstoles.'" Y en otra parte Él
-bend ito y exaltad o sea- d ice: "Y Él entró en una ciud ad
en el m om ento en que sus habitantes no pod ían
observarle y encontró en ella a d os hom bres peleand o;
uno era d e Su propio pueblo, el otro, d e Sus enem igos. Y
aquel que era d e Su propio pueblo Le p id ió ayud a contra
aquel que era d e Sus enem igos. Y Moisés le golpeó con Su
puño y le d io m uerte. Dijo Él: 'Esto es obra d e Satá n; ya
que él es un enem igo, un m anifiesto em baucad or.' Él d ijo:
'¡Oh m i Señor! H e pecad o para m i propio perjuicio,
perd ónam e.' Y Dios Le perd onó; puesto que Él es el
Perd onad or, el Misericord ioso. Él d ijo: '¡Señor! ya que Tú
m e has m anifestad o esta gracia, nunca m ás ayud aré a los
m alvad os.' Y al m ed iod ía El estaba en la ciud ad , lleno d e
tem or, echand o m irad as furtivas a Su alred ed or cuand o,
he aquí, el hom bre al que había ayud ad o el d ía anterior, le
volvía a ped ir ayud a a gritos. Moisés le d ijo: 'Tú eres,
evid entem ente, una persona m uy d epravad a.' Y cuand o
iba a echar m ano, violentam ente, a aquel que era su

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EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

com ún enem igo, este Le d ijo: '¡Oh Moisés! ¿Quieres


m atarm e com o ayer m ataste a un hom bre? Tú sólo ansías
ser un tirano en esta tierra y no d eseas ser d e los
pacificad ores.'" Tus oíd os y tus ojos d eben necesariam ente
purificarse y santificarse ahora, para que pued as juzgar
con im parcialid ad y justicia. Ad em ás, Moisés m ism o
reconoció Su injusticia y su rebeld ía, y atestiguó que el
m ied o se había apod erad o d e Él, y que había
transgred id o y huid o. Pid ió a Dios -exaltad a sea Su
gloria- que Le perd onase y fue perd onad o.
¡Oh Shaykh! Cad a vez que Dios, el Verd ad ero -
exaltad a sea Su gloria- Se reveló a Sí Mism o en la persona
d e Su Manifestación, vino a los hom bres con el estand arte
d e "Él hace lo que Él d esea y ord ena lo que a Él Le place".
N ad ie tiene d erecho d e preguntar por qué o para qué, y
aquel que lo hace, en verd ad , se ha apartad o d e Dios, el
Señor d e Señores. En los d ías d e cad a Manifestación estas
cosas aparecen y son evid entes. Lo m ism o han d icho
acerca d e este Agraviad o, d e cuya falsed ad han sid o y
continúan siend o testigos quienes están cerca d e Dios y
están consagrad os a Él. ¡Por la rectitud d e Dios! Esta Orla
d e Su Manto siem pre ha estad o y perm anece estand o
inm aculad a, aunque m uchos, en este m om ento, se han
propuesto m ancillarla con sus falsas e ind ecorosas
calum nias. Sin em bargo, Dios sabe y ellos no saben.
Aquel que, m ed iante la fuerza y el pod er d e Dios, Se ha
levantad o ante la faz d e tod os los pueblos d e la tierra y ha
convocad o a las m ultitud es al H orizonte Suprem o, ha
sid o repud iad o por ellos y, a cam bio, ellos se ad hirieron a
aquellos hom bres que invariablem ente se ocultaron tras
los velos y cortinas, y se ocuparon d e su propia

63
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

protección. Por otra parte, m uchos están ahora d ed icad os


a d ifund ir m entiras y calum nias, y no tienen otra
intención que no sea la d e inspirar d esconfianza en los
corazones y las alm as d e los hom bres. Tan pronto com o
alguien d eja la Gran Ciud ad (Constantinopla) para visitar
esta tierra, ellos telegrafían y proclam an que él ha robad o
d inero y ha huid o a „Akká. Un hom bre m uy culto,
instruid o y d istinguid o, en sus últim os años visitó la
Tierra Santa en busca d e paz y retiro, y ellos han escrito
tales cosas acerca d e él que han hecho que se lam entaran
los que se hallan consagrad os a Dios y están próxim os a
Él.
Su Excelencia el d ifunto Mírzá Æusayn Khán, el
Mushíru'd -Daw lih -quiera Dios perd onarle-, ha conocid o
a este Agraviad o y no hay d ud a d e que él d ebe haber
d ad o a las autorid ad es un relato circunstancial d e la
llegad a d e este Agraviad o a la Puerta Sublim e, y d e las
cosas que Él d ijo e hizo. El d ía d e N uestra llegad a, un
funcionario d el gobierno, cuyo d eber era el d e recibir y
agasajar a los visitantes oficiales, vino a N uestro
encuentro y N os escoltó hasta el lugar al que se le había
ord enad o que N os cond ujera. En verd ad , el gobierno
m ostró hacia estos agraviad os la m ayor am abilid ad y
consid eración. Al d ía siguiente, el príncipe Shujá'u'd -
Daw lih, acom pañad o d e Mírzá «afá, actuand o com o los
representantes d el d ifunto Mu shíru'd -Daw lih, el Ministro
(acred itad o ante la Corte Im perial), vinieron a visitarnos.
Otros, entre los que se hallaban varios m inistros d el
Gobierno Im perial, incluyend o al d ifunto Kam ál Pá shá,
igualm ente N os visitaron. Confiand o totalm ente en Dios
y sin ninguna alusión a necesid ad alguna que Él p ud iera

64
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

haber tenid o, o a ningún otro asunto, este Agraviad o


resid ió en esa ciud ad por un períod o d e cuatro m eses. Sus
actos eran conocid os y m anifiestos para tod os, y nad ie
pued e negarlos excepto los que Le od ian y no hablan la
verd ad . El que ha reconocid o a Dios no reconoce a otro
sino a Él. N unca hem os d esead o, ni d eseam os, hacer
m ención d e tales cosas.
Cuand o quiera que los altos d ignatarios d e Persia
llegaban a esa ciud ad (Constantinopla), hacían el m ayor
esfuerzo por solicitar en cad a puerta tod as las concesiones
y regalos que pud ieran obtener. Este Agraviad o, no
obstante, si no hizo nad a que red und ara en la gloria d e
Persia, cuand o m enos actuó d e tal m od o que no pod ía
d eshonrarla en absoluto. Lo que hizo que su d ifunta
Excelencia (el Mu shíru'd -Daw lih) -quiera Dios exaltar su
posición- no fuera m otivad o por su am istad hacia este
Agraviad o, sino que fue d ictad o por su propio y sagaz
juicio y por su d eseo d e realizar el servicio que
secretam ente contem plaba prestar a su gobierno.
Atestiguo que él era tan fiel en el servicio a su gobierno
que la d eshonestid ad no tenía cabid a en él y por ello era
m enospreciad o en el círculo d e sus activid ad es. Él fue el
responsable d e la llegad a d e estos agraviad os a la Más
Grand e Prisión („Akká). N o obstante, com o fue fiel en el
cum plim iento d e su d eber, m erece N uestro encom io. Este
Agraviad o, en tod o m om ento, ha procurad o y Se ha
esforzad o por exaltar y prom over los intereses tanto d el
gobierno com o d el pueblo y no en elevar Su propia
posición. Cierto núm ero d e hom bres, en este m om ento,
han reunid o a otros a su alred ed or y se han alzad o para
d eshonrar a este Agraviad o. Él, no obsta nte, im plora a

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EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Dios -santificad o y glorificad o sea- que les ayud e a


volverse hacia Él y les asista para resarcirse d e lo que se
les ha escapad o y arrepentirse ante la puerta d e Su
generosid ad . Él es, en verd ad , el Perd onad or, el
Misericord ioso.
¡Oh Shaykh! Mi Plum a, verd ad eram ente, se lam enta
sobre Mi propio Ser y Mi Tabla llora am argam ente sobre
lo que Me ha acontecid o a m anos d e alguien (Mírzá
Ya¥yá) a quien hem os cuid ad o d urante m uchos años, y
quien d ía y noche sirvió en Mi presencia hasta que fue
ind ucid o a errar por uno d e Mis siervos llam ad o Siyyid
Mu¥am m ad . De ello son testigos Mis siervos creyentes
que Me acom p añaron en Mi exilio d esd e Bagd ad hasta
esta la Más Grand e Prisión. Y allí, a m anos d e am bos, Me
sobrevino lo que hizo clam ar a tod o hom bre d e
entend im iento, gem ir a gritos a quienes están d otad os d e
perspicacia y correr las lágrim as d e los im parciales.
Rogam os a Dios que asista m isericord iosam ente a los
que se han extraviad o, para que sean justos e im parciales,
y les haga conscientes d e aquello que han d esconocid o. Él
es, en verd ad , el Tod om unífico, el Más Generoso. N o
excluyas a Tus siervos, oh m i Señor, d e la puerta d e Tu
gracia y no les apartes d e la corte d e Tu presencia.
Ayúd ales a d isipar la brum a d e la ociosa fantasía y a
rasgar los velos d e las im aginaciones y esperanzas vanas.
Tú eres, en verd ad , el Tod oposeed or, el Altísim o. N o
existe otro Dios sino Tú, el Om nipotente, el Clem ente.
¡Juro por el Sol d el Testim onio d e Dios que ha brillad o
d esd e el horizonte d e la certeza! Este Agraviad o, d urante
el d ía y la noche, Se ha ocupad o con aquello que ed ificará
las alm as d e los hom bres, hasta que la luz d el

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EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

conocim iento prevalezca sobre la oscurid ad d e la


ignorancia.
¡Oh Shaykh! Una y otra vez he d eclarad o, y ahora
nuevam ente afirm o, que d urante d os veintenas d e años,
m ed iante la gracia d e Dios y por Su irresistible y potente
voluntad , hem os extend id o una ayud a tal a Su Majestad
el Sháh -quiera Dios asistirle- que los exponentes d e la
justicia y equid ad la consid erarían com o incuestionable y
absoluta. N ad ie pued e negarla, a m enos que sea un
transgresor y un p ecad or, o alguien que N os od ia o d ud a
d e N uestra verd ad . ¡Cuán extraño que hasta ahora los
m inistros d e Estad o y los representantes d el pueblo por
igual hayan perm anecid o inconscientes d e tan conspicuo
e innegable servicio y, si estaban inform ad os d e ello, por
sus propias razones hayan optad o por ignorarlo! Antes d e
estos cu arenta años, las controversias y los conflictos
prevalecían continuam ente y agitaban a los siervos d e
Dios. Pero d esd e entonces, asistid os por las huestes d e la
sabid uría, d e la expresión, d e exhortaciones y
com prensión, tod os ellos han tom ad o y se han asid o d e
tal m od o d el firm e cord ón d e la paciencia y d e la br illante
orla d e la fortaleza que estas gentes agraviad as
soportaron firm em ente tod o lo que les aconteció y
encom end aron tod o a Dios, y ello a pesar d e que en
Mázind arán y en Rasht m uchos habían sid o
espantosam ente atorm entad os. Entre ellos se hallaba su
señoría Æájí N aÐír, quien incuestionablem ente fue una
brillante luz que fulguró sobre el horizonte d e la
resignación. Después d e h aber sufrid o el m artirio, ellos le
arrancaron los ojos y cortaron su nariz, y le infligieron
tales ind ignid ad es que los extraños lloraron y se

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EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

lam entaron, y secretam ente reunieron fond os para


sostener a su esposa e hijos.
¡Oh Shaykh! Mi Plum a se avergüenza al record ar lo
que realm ente suced ió. En la tierra d e «ád (IÐfahán) el
fuego d e la tiranía ard ió con una llam a tan abrasad ora
que tod a persona im parcial gim ió en voz alta. ¡Por tu
vid a! Las ciud ad es d el conocim iento y d el entend im iento
lloraron con tal llanto que las alm as d e los píos y los
tem erosos d e Dios fueron consum id as. Las brillantes
luces gem elas, Æasan y Æusayn (el Rey d e los Mártires y
el Am ad o d e los Mártires), ofrend aron espontáneam ente
sus vid as en aquella ciud ad . ¡N i la fortuna, ni la riqueza,
ni la gloria pud ieron d isuad irles! ¡Dios sabe las cosas que
les acontecieron y aún así la gente, en su m ayoría, está
inconsciente!
Antes d e ellos alguien llam ad o Ká½im y los que
estaban con él, y d espués d e ellos su señoría A shraf,
tod os bebieron el trago d el m artirio con el m ayor anhelo y
fervor, y se apresuraron hacia el Com pañero Suprem o. De
igual m od o, en tiem pos d el Sard ár „Azíz Khán, aquel
hom bre piad oso Mírzá Mu жafá y sus com pañeros d e
m artirio fueron arrestad os y d espachad os hacia el
Suprem o Am igo en el H orizonte Tod oglorioso. En
resum en, en cad a ciud ad las evid encias d e una tiranía
m ás allá d e tod o par o igual fueron inequívocam ente
claras y m anifiestas, y aún así ¡nad ie se levantó en
d efensa propia! Recuerd a a su señoría Bad í, quien fue el
portad or d e la Tabla a Su Majestad el Sháh, y reflexiona
sobre la form a en que entregó su vid a. Ese caballero, que
espoleó su corcel en el arena d e la r enuncia, arrojó la

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EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

preciosa corona d e la vid a por el am or d e Aquel que es el


Am igo Incom parable.
¡Oh Shaykh! Si las cosas com o éstas han d e ser
negad as, ¿qué, entonces, d eberá consid erarse d igno d e
créd ito? H az conocer la verd ad por am or a Dios y no seas
d e los que guard an silencio. Ellos arrestaron a su señoría
N ajaf-„Alí, quien se apresuró con gran arrobam iento y
anhelo al cam po d el m artirio, expresand o estas palabras:
"¡H em os conservad o tanto a Bahá com o al khún-bahá
(precio d e sangre)!" Con estas palabras ofreció su espíritu.
Med ita sobre el esplend or y la gloria que la luz d e la
renuncia, brilland o d esd e la cám ara m ás alta d el corazón
d e Mullá „Alí-Ján, ha d erram ad o. Él fue tan cautivad o por
las brisas d e la Palabra Más Sublim e y por el pod er d e la
Plum a d e Gloria que para él, el cam po d el m artirio
igualaba, m ás aún, sobrepasaba a las gu arid as d e las
d elicias terrenales. Reflexiona sobre la cond u cta d e „Abá-
Basír y d e Siyyid Ashraf-i-Zanjání. Mand aron llam ar a la
m ad re d e Ashraf para que d isuad iera a su hijo d e su
propósito. Pero ella le alentó hasta que él su frió el m ás
glorioso m artirio.
¡Oh Shaykh! Esta gente ha pasad o m ás allá d el
red ucid o estrecho d e los nom bres y ha levantad o sus
tiend as sobre las orillas d el m ar d e la renuncia.
Gustosam ente entregarían m iríad as d e vid as antes d e
exhalar la palabra d esead a por sus enem igos. Se han
aferrad o a lo que com place a Dios y están com pletam ente
d esprend id os y liberad os d e las cosas que pertenecen a
los hom bres. H an preferid o ser d ecapitad os antes que
pronunciar una palabra ind igna. Pond era esto en tu
corazón. Me parece que han bebid o en abund ancia d el

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EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

océano d e la renuncia. La vid a d el m und o presente ha


sid o incapaz d e d isuad irles d e sufrir el m artirio en el
send ero d e Dios.
En Mázind arán, un gran núm ero d e los siervos d e Dios
fueron exterm inad os. El gobernad or, bajo la influencia d e
los calum niad ores, robó la m ayor parte d e tod o cuanto
poseían. Entre los cargos que les im putó se hallaba el d e
que ellos habían estad o acum uland o arm as, m ientras que,
al realizarse una investigación, se d escubrió que no tenían
nad a, salvo un rifle d escargad o. ¡Dios Munífico! Esta
gente no necesita arm as d e d estrucción, puesto que se
han aprestad o a reconstruir el m und o. Sus huestes son las
huestes d e las buenas acciones y sus arm as son las arm as
d e una cond ucta recta y su com and ante es el tem or d e
Dios. Bend ito sea el que juzgue con im parcialid ad . ¡Por la
rectitud d e Dios! Tal ha sid o la paciencia, la calm a, la
resignación y la com placencia d e esta gente que se han
convertid o en los exponentes d e la justicia, y tan grand e
ha sid o su ind ulgencia que prefirieron m orir antes que
m atar, y esto a pesar d e que aquellos a quienes el m und o
agravió han soportad o tribulaciones cuyo igual la historia
d el m und o jam ás ha registrad o, ni los ojos d e nación
alguna han presenciad o. ¿Qué es lo que pud o haberles
ind ucid o a resignarse a estas pruebas atroces y rehusar
m over un solo d ed o para rechazarlas? ¿Qué es lo que
pud o haber causad o tal resignación y serenid ad ? La
verd ad era causa se encontrará en la prohibición que d ía y
noche la Plum a d e Gloria ha querid o im poner y en
N uestra asunción d e las riend as d e la autorid ad , a través
d el pod er y la fuerza d e Aquel que es el Señor d e tod a la
hum anid ad .

70
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Recuerd a al pad re d e Bad í. Ellos arrestaron a ese


agraviad o y le ord enaron que m ald ijera e injuriara su Fe.
Él, sin em bargo, m ed iante la gracia d e Dios y la bond ad
d e su Señor, eligió el m artirio y lo alcanzó. Si fuerais a
enum erar los m ártires en el send ero d e Dios, no los
pod ríais contar. Consid era a su señoría Siyyid Ism á'íl -
sobre él sea la paz d e Dios y Su am orosa bond ad -, cóm o
antes d e que d espuntara el alba, solía quitar el polvo d el
um bral d e Mi casa con su propio turbante y al final,
m ientras se hallaba en la ribera d el río, con sus ojos
puestos en esa m ism a casa, con sus propias m anos
ofrend ó su vid a.
Reflexiona sobre la penetrante influencia d e la Palabra
d e Dios. A cad a una d e estas alm as se le ord enó prim ero
blasfem ar y renegar d e su Fe y, sin em bargo, no se
encontró a ninguno que prefiriera su propia voluntad a la
Volu ntad d e Dios.
¡Oh Shaykh! En tiem pos pasad os el que era escogid o
para m orir era una sola persona, m ientras que ahora este
Agraviad o te ha m ostrad o lo que es causa d e asom bro
para tod o hom bre equitativo. Juzga im parcialm ente, te lo
im ploro, y levántate a servir a tu Señor. Él, en verd ad , te
prem iará con una recom pensa que ni los tesoros d e la
tierra ni tod as las posesiones d e los reyes y gobernantes
pod rán igualar. En tod os tus asuntos pon tu confianza en
Dios y d éjalos a Su cuid ad o. Él te retribuirá con una
recom pensa que el Libro ha ord enad o ser grand e.
Ocúpate, d urante estos d ías pasajeros d e tu vid a, con
acciones tales que d ifund an las fragancias d el beneplácito
Divino y sean engalanad as con el ornam ento d e Su
aceptación. Las obras d e su señoría Balál, el etíope, fueron

71
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

tan aceptables a la vista d e Dios que el "sín" d e su lengua


tartam ud a sup eraba al "shín" pronunciad o por tod o el
m und o. Este es el d ía en que tod os los pueblos d eben
irrad iar la luz d e la unid ad y la concord ia. En resum en, el
orgullo y la vanid ad d e algunos pueblos d e la tierra han
hecho estragos en el verd ad ero entend im iento y han
sum id o en ruinas el hogar d e la justicia y d e la equid ad .
¡Oh Shaykh! Lo que ha tocad o a este Agraviad o está
m ás allá d e tod a com paración o sem ejanza. Lo hem os
soportad o tod o con la m ayor d isposición y resignación,
para que las alm as d e los hom bres sean ed ificad as y la
Palabra d e Dios sea exaltad a. Mientras N os hallábam os
confinad os en la prisión d e la tierra d e Mím
(Mázind arán), cierto d ía fuim os entregad os en m anos d e
los teólogos. Bien pued es im aginarte lo que N os
aconteció. Si alguna vez visitas la m azm orra d e Su
Majestad el Sháh, píd ele al alcald e y al jefe d e carceleros
que te m uestren esas d os cad enas, una d e las cuales es
conocid a com o Qará-Guhar y la otra com o Salásil. Juro
por el Sol d e la Justicia que d urante cuatro m eses este
Agraviad o fue atorm entad o y encad enad o por una o por
otra. "¡Mi d olor exced e tod as las calam id ad es que pad eció
Jacob, y tod as las aflicciones d e Job no son m ás que una
parte d e Mis tribulaciones!"
Asim ism o, reflexiona sobre el m artirio d e Æájí
Mu¥am m ad -Ri¤á en la Ciud ad d el Am or („Ishqábád ). Los
tiranos d e la tierra han som etid o a ese agraviad o a tales
pruebas que m uchos extranjeros han llorad o y se han
lam entad o, pues, com o se ha inform ad o y confirm ad o, se
inflingieron a su bend ito cuerpo m ás d e treinta y d os
herid as. A pesar d e ello, ninguno d e los fieles transgred ió

72
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Mi m and am iento, ni levantó su m ano para ofrecer


resistencia. Viniera lo que vienese, se negaron a perm itir
que sus propias inclinaciones suplantaran lo que el Libro
ha d ecretad o, aunque un gran núm ero d e esta gente ha
resid id o, y aún resid e, en aquella ciud ad .
Suplicam os a Su Majestad el Sháh -quiera Dios,
santificad o y glorificad o sea Él, asistirle- que él m ism o
m ed ite sobre estas cosas y juzgue con equid ad y justicia.
Aunque en los últim os años, en la m ayoría d e las
ciud ad es d e Persia, m uchos d e los fieles han preferid o
m orir antes que m atar, aún así, el od io latente en algunos
corazones se ha inflam ad o con m ayor ferocid ad que
antes. Que las víctim as d e la opresión interced an en favor
d e sus enem igos es, en opinión d e los gobernantes, una
acción d igna d e un príncipe. Algunos, ciertam ente, d eben
haber oíd o que la gente oprim id a d e esa ciud ad
(„Ishqábád ) interced ió ante el gobernad or en favor d e sus
asesinos y pid ió por la red ucción d e sus sentencias.
¡Prestad entonces m ucha atención, vosotros que sois
hom bres d e entend im iento!
¡Oh Shaykh! Estos perspicuos versículos han sid o
enviad os por la Plum a d e Abhá en una d e las Tablas:
"Escucha, oh siervo, la voz d e este Agraviad o, Quien ha
soportad o vejaciones y pruebas crueles en el send ero d e
Dios, el Señor d e tod os los N om bres, hasta el m om ento en
que fue arrojad o en la prisión d e la Tierra d e ®á
(Teherán). Él convocó a los hom bres al m ás sublim e
Paraíso y, sin em bargo, Le apresaron y Le pasearon a
través d e ciud ad es y países. ¡Cuántas las noches en las
que el sueño ha huid o d e los ojos d e Mis am ad os d ebid o a
su am or por Mí; y cuán num erosos los d ías en que tuve

73
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

que enfrentarm e a los asaltos d e la gente en Mi contra! En


un tiem po Me hallé en la cim a d e las m ontañas; en otro,
en la profund id ad es d e la prisión d e ®á (Teherán),
encad enad o y engrillad o. ¡Por la rectitud d e Dios! En tod o
m om ento Le estuve agrad ecid o, profiriend o Su alabanza,
ocupad o en el recuerd o d e Él, d irigid o hacia Él, satisfecho
con Su com placencia y h um ild e y sum iso ante Él. Así
transcurrieron Mis d ías hasta term inar en esta Prisión
(„Akká), que ha hecho estrem ecer a la tierra y suspirar a
los cielos. Dichoso aquel que haya d esechad o sus vanas
im aginaciones, cuand o Aquel que Se hallaba oculto vino
con los estand artes d e Sus signos. N osotros, en verd ad ,
hem os anunciad o a los hom bres esta Revelación Más
Grand e y, sin em bargo, la gente se halla en un estad o d e
extraño estupor".
Por tanto, se elevó una Voz proveniente d e la d irección
d e Æijáz, clam and o en voz alta y d iciend o: "Grand e es tu
bienaventuranza, oh „Akká, ya que Dios te ha hecho la
aurora d e Su Más Dulce Voz y el am anecer d e Sus
pod erosísim os signos. Dichosa eres tú, pues el Tr ono d e
la Justicia ha sid o establecid o sobre ti, y el Sol d e la
am orosa bond ad y generosid ad d e Dios ha brillad o sobre
tu horizonte. Bienaventurad a sea tod a persona im parcial
que haya juzgad o equitativam ente a Aquel que es el Más
Grand e Recuerd o y ay d e quien haya errad o y d ud ad o".
Después d e la m uerte d e algunos d e los m ártires, el
Law¥-i-Burhán (Tabla d e la Prueba) d escend ió d el cielo d e
la Revelación d e Aquel que es el Señor d e las Religiones:
"¡Él es el Om nipotente, el Om nisciente, el
Om nisapiente! Los vientos d el od io han envuelto el Arca
d e Ba¶¥á (La Meca) por lo que las m anos d e los opresores

74
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

han forjad o. ¡Oh tú que eres reputad o por tu


conocim iento! H as d ictad o sentencia contra aquellos por
los que los libros d el m und o han llorad o y en cuyo favor
han atestiguad o las escrituras d e tod as las religiones. Tú,
que te has extraviad o lejos, en verd ad estás envuelto en
un espeso velo. ¡Por Dios Mism o! H as pronunciad o juicio
contra aquellos por m ed io d e los cuales ha sid o
ilum inad o el horizonte d e la fe. De esto son testigos
Aquellos que son las Auroras d e la Revelación y las
Manifestaciones d e la Causa d e tu Señor, el Más
Misericord ioso, Quienes han sacrificad o sus alm as y tod o
cuanto poseían en Su recto Send ero. La Fe d e Dios ha
llorad o en tod as partes a consecuencia d e tu tiranía; no
obstante, te ufanas y eres d e los que se reg ocijan. N o hay
en Mi corazón od io hacia ti ni hacia nad ie. Tod o hom bre
d e d iscernim iento te contem pla a ti y a los que son com o
tú, sum id os en m anifiesta locura. Si te hubieras d ad o
cuenta d e lo que has hecho, te hubieras arrojad o al fuego
o hubieras aband onad o tu hogar y hubieras huid o a las
m ontañas, o hubieras gem id o hasta regresar al sitio
d estinad o para ti por Aquel que es el Señor d e fortaleza y
pod er. ¡Oh tú que eres com o la nad a! Rasga los velos d e
las ociosas fantasías y vanas im aginaciones, para q ue
pued as contem plar el Sol d el conocim iento brilland o
d esd e este respland eciente H orizonte. H as d esped azad o a
un rem anente d el Profeta Mism o y te has im aginand o que
ayud abas a la Fe d e Dios. Así te ha incitad o tu alm a y,
verd ad eram ente, eres d e los negligentes. Tú acción ha
consum id o los corazones d el Concu rso d e lo alto y los d e
aquellos que han circulad o en d erred or d e la Causa d e
Dios, el Señor d e los m und os. El alm a d e la Casta

75
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

(Fá¶im ih) se consum ió por tu crueld ad y los m orad ores


d el Paraíso lloraron am argam ente en ese Lugar bend ito.
Te im ploro por Dios que juzgues con equid ad . ¿Qué
prueba alegaron los d octores jud íos para cond enar a
Aquel que era el Espíritu d e Dios (Jesucristo), cuand o
vino a ellos con la verd ad ? ¿Cuál pud o haber sid o la
evid encia presentad a por los fariseos y los sacerd otes
id ólatras para justificar su negación d e Mu ¥am m ad , el
Apóstol d e Dios, cuand o vino a ellos con un Libro que
juzgaba entre la verd ad y la falsed ad , con una justicia que
convertía en luz la oscurid ad d e la tierra y extasiaba los
corazones d e los que Le habían conocid o? En verd ad , tú
has presentad o en este d ía las m ism as pruebas que los
necios teólogos expusieron en aquella época. De ello es
testigo Aquel que es el Rey d el reino d e gracia en esta
gran Prisión. Ciertam ente, tú has seguid o sus pasos, m ás
aún, los has sobrepasad o en su crueld ad y has creíd o
estar ayud and o a la Fe y d efend iend o la Ley d e Dios, el
Om nisciente, el Om nisapiente. ¡Por Aquel que es la
Verd ad ! Tu iniquid ad ha hecho gem ir a Gabriel y ha
arrancad o lágrim as a la Ley d e Dios, por cuyo m ed io las
brisas d e la justicia han soplad o sobre tod os los que están
en el cielo y en la tierra. ¿Te has im aginad o
inocentem ente que el juicio que has em itid o te ha
beneficiad o? ¡N o, por Aquel que es el Rey d e tod os los
N om bres! De tu pérd id a es testigo Aquel con Quien está
el conocim iento d e tod as las cosas, com o ha sid o
registrad o en la Tabla preservad a.
¡Oh tú que te has extraviad o! N o Me has visto, ni te
has asociad o conm igo, ni has sid o Mi com pañero por la
fracción d e un instante. ¿Cóm o es, entonces, que has

76
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

ord enad o a los hom bres que Me m ald igan? ¿H as seguid o


los im pulsos d e tus propios d eseos en esto, o has
obed ecid o a tu Señor? Prod uce un signo, si eres d e los
veraces. Atestiguam os que has arrojad o a tus espald as la
Ley d e Dios y te has sujetad o al d ictad o d e tus pasiones.
En verd ad , nad a escapa a Su conocim iento; Él,
verd ad eram ente, es el Incom parable, el Tod oinform ad o.
¡Oh negligente! Escucha lo que el Misericord ioso ha
revelad o en el Corán: “no d igáis a tod o aq uel que os
salud e al encontraros: „Tú no eres un creyente‟.” Así lo ha
d ecretad o Aquel en Cuyo puño se encuentran los reinos
d e la Revelación y d e la creación, si fueras d e los que
escuchan. H as d esechad o el m and am iento d e Dios y te
has aferrad o a los im pulsos d e tus propios d eseos. ¡Ay d e
ti, negligente escéptico! ¿Si Me niegas, por m ed io d e qué
prueba pued es vind icar la verd ad d e lo que posees?
Ad úcela, entonces, oh tú que has unid o socios a Dios y te
has apartad o d e Su soberanía que ha abarcad o los
m und os!
Sabe que es verd ad eram ente sabio quien ha
reconocid o Mi Revelación, ha bebid o d el Océano d e Mi
conocim iento, se ha elevad o en la atm ósfera d e Mi am or,
ha d esechad o tod o lo que no sea Yo y se ha asid o
firm em ente a lo que ha d escend id o d esd e el Reino d e Mi
m aravillosa expresión. Él es, en verd ad , com o un ojo para
la hum anid ad y com o el espíritu d e vid a para el cuerpo
de tod a la creación. Glorificad o sea el
Tod om isericord ioso, Quien le ha ilum inad o y le ha hecho
levantarse y servir a Su grand e y pod erosa Ca usa. En
verd ad , tal hom bre es bend ecid o por el Concurso d e lo
alto y por aquellos que m oran en el Tabernáculo d e

77
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Grand eza, quienes han bebid o d e Mi Vino Sellad o en Mi


N om bre, el Om nipotente, el Tod opod eroso. Si eres uno d e
los que ocupan tan sublim e posición, prod uce entonces
un signo d e Dios, el Cread or d e los cielos. Y si
reconocieras tu im p otencia, refrena tus pasiones y regresa
a tu Señor, para que quizás perd one tus pecad os que han
hecho que se consum ieran las hojas d el Divino Árbol d el
Loto, que la Roca clam ara y que lloraran los ojos d e los
hom bres d e entend im iento. Por tu culpa el Velo d e la
Divinid ad ha sid o rasgad o, el Arca se ha hund id o, la
Cam ella ha sid o d esjarretad a y el Espíritu (Jesús) gim ió
en Su retiro sublim e. ¿Disputas con Aquel que ha venid o
a ti con los testim onios d e Dios y con Sus signos que tú
posees y que son patrim onio d e los que m oran en la
tierra? Abre tus ojos para que pued as contem plar a este
Agraviad o brilland o sobre el horizonte d e la voluntad d e
Dios, el Soberano, la Verd ad , el Respland eciente. Abre,
entonces, el oíd o d e tu corazón para que pued as escuchar
el d iscurso d el Divino Árbol d el Loto que ha surgid o en
verd ad por Dios, el Om nipotente, el Benéfico.
Verd ad eram ente, este Árbol, a pesar d e las cosas que le
acontecieron d ebid o a tu crueld ad y a las transgresiones
d e los que son com o tú, llam a en voz alta y em plaza a los
hom bres al Sad ratu‟l-Muntahá y al H orizonte Suprem o.
Bend ita el alm a que ha contem plad o el Más Pod eroso
Signo y el oíd o que ha escuchad o Su d ulcísim a Voz y ay
d e quienquiera se haya apartad o y haya actuad o
perversam ente.
¡Oh tú que te has apartad o d e Dios! Si m irases el
Divino Árbol d el Loto con el ojo d e la im parcialid ad ,
percibirías las m arcas d e tu espad a en sus vástagos, en

78
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

sus ram as y en sus hojas, a pesar d e que Dios te ha cread o


con el propósito d e que Le reconozcas y Le sirvas.
Reflexiona, que quizá reconozcas tu iniquid ad y seas
contad o entre quienes se han arrepentid o. ¿Acaso piensas
que tem em os tu crueld ad ? Sabe y ten por seguro que
d esd e el prim er d ía en que la voz d e la Más Sublim e
Plum a se elevó entre tierra y cielo, ofrend am os N uestras
alm as, N uestros cuerpos, N uestros hijos y N uestros
bienes en el send ero d e Dios, el Exaltad o, el Grand e, y
N os gloriam os d e ello ante tod as las cosas cread as y el
Concurso d e lo alto. De ello d an testim onio las cosas que
N os han acontecid o en este recto Send ero. ¡Por Dios!
N uestros corazones se consum ieron, N uestros cuerpos
fueron crucificad os y N uestra sangre fue d erram ad a,
m ientras N uestros ojos estaban fijos en el horizonte d e la
am orosa bond ad d e su Señor, el Testigo, el que tod o lo ve.
Cuanto m ás d olorosos eran sus infortunios, tanto m ás
aum entaba el am or d el pueblo d e Bahá. De su sincerid ad
es testigo lo que el Tod om isericord ioso ha revelad o en el
Corán. Él d ice: 'Desead entonces, la m uerte, si sois
sinceros.' ¿Quién ha d e ser preferid o, aquel que se ha
am parad o d etrás d e cortinas, o el que se ha ofrend ad o en
el send ero d e Dios? Juzga im parcialm ente y no seas d e los
que vagan turbad os por el d esierto d e la falsed ad . Tan
transportad os estaban por las aguas vivientes d el am or
d el Más Misericord ioso que ni las arm as d el m und o, ni
las espad as d e las naciones les han im ped id o volver sus
rostros hacia el océano d e la m unificencia d e su Señor, el
Donad or, el Generoso.
¡Por Dios! Las tribulaciones no han pod id o
d esalentarm e y el repud io d e los teólogos ha sid o

79
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

im potente para d ebilitarm e. H e hablad o y continúo


habland o ante los rostros d e los hom bres: '¡La puerta d e
la gracia ha sid o abierta y Aquel que es la Aurora d e la
Justicia ha venid o con signos inequívocos y testim onios
evid entes d e Dios, el Señor d e fortaleza y pod er!'
Preséntate ante Mí para que pued as oír los m isterios que
fueron oíd os por el hijo d e „Im rán (Moisés) sobre el Sinaí
d e la Sabid uría. Así te lo ord ena Quien es el Lugar d el
Am anecer d e la Revelación d e tu Señor, el Dios d e
Misericord ia, d esd e Su gran Prisión".
Por tanto, el grito y el lam ento d e la verd ad era Fe se
han elevad o nuevam ente, d iciend o: "Verd ad eram ente, el
Sinaí llam a en voz alta y d ice: '¡Oh pueblo d el Bayán!
Tem ed al Misericord ioso. En verd ad , he llegad o hasta
Aquel que conversó sobre m í, y el éxtasis d e m i alegría ha
em bargad o a los guijarros d e la tierra y al polvo d e la
m ism a.' Y la Zarza exclam a: '¡Oh pueblo d el Bayán!
Juzgad con im parcialid ad lo que en verd ad ha sid o
m anifestad o. Verd ad eram ente, el Fuego que Dios reveló a
Aquel que conversó con Él, está ahora m anifiesto. De ello
es testigo tod o hom bre perspicaz y d e entend im iento.'"
H em os hecho m ención d e algunos m ártires d e esta
Revelación y d el m ism o m od o hem os citad o algunos d e
los versículos que fueron enviad os concernientes a ellos,
d esd e el reino d e N uestra expresión. Abrigam os la
esperanza d e que, libre d e tod o apego al m und o,
m ed itarás sobre las cosas que hem os m encionad o.
Te incum be ahora reflexionar sobre el estad o d e Mírzá
H ád í Daw lat-Ábád í y d e «ád -i-IÐfahání («ad ru'l-„Ulam á),
quienes resid en en la Tierra d e ®a (Teherán). Tan pronto
com o el prim ero escuchó que se le había llam ad o Bábí,

80
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

fue tal su perturbación que su d ignid ad y serenid ad le


aband onaron. Subió a los púlpitos y expresó palabras
ind ignas d e él. Desd e tiem po inm em orial, los terrones d e
arcilla d el m und o, enteram ente por su am or al lid erazgo,
han perp etrad o acciones tales que han hecho errar a los
hom bres. Sin em bargo, tú no d ebes im aginar que tod os
los fieles son com o estos d os. Te hem os d escrito la
constancia, la firm eza, la resolución, la certid um bre, la
im perturbabilid ad y la d ignid ad d e los m ártires d e esta
Revelación, para que estés bien inform ad o. Mi propósito
al citar los pasajes d e las Tablas a los reyes y a otros ha
sid o que pued as conocer con certeza que este Agravia d o
no ha ocultad o la Causa d e Dios, sino que en el lengauje
m ás elocuente ha proclam ad o y ha entregad o, ante la faz
d el m und o, las cosas que se Le encom end ó exponer.
Ciertos pusilánim es, no obstante, tales com o H ád í y otros,
se han entrom etid o en la Causa d e Dios y, en su interés
por esta vid a pasajera, han d icho y hecho lo que hizo
llorar al ojo d e la justicia y gem ir a la Plum a d e Gloria, a
pesar d e su ignorancia d e lo esencial d e esta Causa;
m ientras que este Agraviad o la ha revelad o por am or a
Dios.
¡Oh H ád í! H as id o a Mi herm ano y le has visto. Dirige
ahora tu rostro hacia la corte d e este Agraviad o, que
quizá las brisas d e la Revelación y los hálitos d e
inspiración te asistan y te perm itan alcanzar tu m eta.
Quienquiera que haya contem plad o Mis signos, en este
d ía, d istinguirá la verd ad d e la falsed ad com o el sol d e la
som bra y será conoced or d e la m eta. Dios es consciente y
es Mi testigo d e que tod o cuanto ha sid o m encionad o fue
por am or a Dios, para que quizá pued as ser la causa d e la

81
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

guía d e los hom bres y pued as librar a los pueblos d el


m und o d e las ociosas fantasías y las vanas im aginaciones.
¡Dios Bend ito! ¡H asta ahora los que se han apartad o y Me
han negad o, han fracasad o en reconocer a Quien envió lo
que fue entregad o al Precursor, el Punto Prim ord ial! El
conocim iento d e esto se halla en Dios, el Señor d e los
m und os.
Esfuérzate, oh Shaykh, y levántate a servir a esta
Causa. En este d ía, el Vino Sellad o está expuesto ante los
rostros d e los hom bres. Tóm alo en el nom bre d e tu Señor
y bebe abund antem en te en el recuerd o d e Aquel que es el
Pod eroso, el Incom parable. Día y noche, este Agraviad o
ha estad o ocupad o en lo que unirá los corazones y
ed ificará las alm as d e los hom bres. Los acontecim ientos
que han ocurrid o en Persia d urante los prim eros años,
verd ad eram ente han entristecid o a los agraciad os y a los
sinceros. Cad a año ha presenciad o una nueva m asacre,
pillaje, saqueo y d erram am iento d e sangre. En cierta
época apareció en Zanján lo que causó la m ás grand e
consternación; en otra en N ayríz, aún en otra en ®abarsí y
finalm ente ocurrió el episod io d e la tierra d e ®á
(Teherán). De allí en ad elante, este Agraviad o, asistid o
por el Único Dios Verd ad ero -exaltad a sea Su gloria-
instruyó a este pueblo oprim id o sobre las cosas que m ejor
le correspond ían. Tod os se han santificad o d e las cosas
que ellos y otros poseen, y se han ad herid o y han puesto
sus ojos en lo que pertenece a Dios.
Incum be ahora a Su Majestad el Sháh -quiera Dios,
exaltad o sea Él, protegerle- tratar a este pueblo con
am orosa bond ad y m isericord ia. Este Agraviad o Se
com prom etió, ante la Divina Kaaba a que aparte d e la

82
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

veracid ad y confiabilid ad , este pueblo no m anifestaría


nad a que pud iese, d e m anera alguna, estar en conflicto
con los m od os d e ver d e Su Majestad , que engalanan al
m und o. Tod a nación d ebe tener en alta estim a la posición
d e su soberano, d ebe serle sum isa, d ebe cum plir sus
d ecretos y asirse firm em ente a su autorid ad . Los
soberanos d e la tierra han sid o y son las m anifestaciones
d el pod er, la grand eza y la m ajestad d e Dios. Este
Agraviad o, en ningún m om ento ha tratad o a nad ie
engañosam ente. Tod os están bien enterad os d e esto y son
testigos d e ello. El respeto al rango d e los soberanos está
d ivinam ente ord enad o, com o ha sid o claram ente
atestiguad o por las palabras d e los Profetas d e Dios y la
d e Sus escogid os. A Aquel que es el Espíritu (Jesús) -que
la paz sea con Él- se Le preguntó: "¡Oh Espíritu d e Dios!
¿Es lícito o no d ar tributo al Cesar?” Y Él respond ió: “Sí,
d ad al César lo que es d el César y a Dios lo que es d e
Dios". Él no lo prohibió. Estos d os proverbios, en opinión
d e los hom bres perspicaces, son uno y el m ism o, puesto
que, si lo que pertenecía al Cesar no hubiera venid o d e
Dios, Él lo habría prohibid o. Y d el m ism o m od o en el
versículo sagrad o: "Obed eced a Dios y obed eced al
Apóstol y a aquellos d e entre vosotros que están
investid os d e autorid ad ". Por "aquellos investid os d e
autorid ad " se quiere significar principal y m uy
especialm ente a los Im am es, ¡que las bend iciones d e Dios
sean con ellos! Ellos, verd ad eram ente, son las
m anifestaciones d el pod er d e Dios, las fuentes d e Su
autorid ad , los repositorios d e Su conocim iento y las
auroras d e Sus m and am ientos. En segund o lugar, estas
palabras se refieren a los reyes y gobernantes, aquellos

83
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

por la brillantez d e cuya justicia los horizontes d el m und o


son respland ecientes y lum inosos. Abrigam os la
esperanza d e que su Majestad el Sháh fulgure con una luz
d e justicia, cuyo esplend or envuelva a tod as las razas d e
la tierra. Incum be a tod os rogar en su nom bre al único
Dios verd ad ero por lo que es d igno y d ecoroso en este
d ía.
¡Oh Dios, m i Dios y m i Maestro y m i Apoyo y m i
Deseo y m i Am ad o! Te pid o, por los m isterios que se
hallaban ocultos en Tu conocim iento, y por los signos que
han esparcid o la fragancia d e Tu am orosa bond ad , y por
las olas d el océano d e Tu m unificencia, y por el cielo d e
Tu gracia y generosid ad , y por la sangre d erram ad a en Tu
send ero, y por los corazones consum id os en su am or por
Ti, que asistas a su Majestad el Sháh con Tu pod er y Tu
soberanía, para que d e él se m anifieste aquello que
perd ure por siem pre en Tus Libros, Tus Escrituras y Tus
Tablas. Sostén su m ano, oh m i Señor, con la m ano d e Tu
om nipotencia, ilum ínale con la luz d e Tu conocim iento y
ad órnale con el ornam ento d e Tus virtud es. Potente eres
Tú para hacer lo que Te place y en Tu puño se hallan las
riend as d e tod as las cosas cread as. N o existe otro Dios
sino Tú, el que siem pre perd ona, el Tod ogeneroso.
En la Epístola a los Rom anos, San Pablo ha escrito:
"Som étanse tod os a las autorid ad es constituid as, pues no
hay autorid ad que no provenga d e Dios, y las que existen,
por Dios han sid o constituid as. De m od o que, quien se
opone a la autorid ad , se rebela contra el ord en d ivino". Y
ad em ás: "Pues es un servid or d e Dios para hacer justicia y
castigar al que obra m al". Él d ice que el surgim iento d e
los reyes, su m ajestad y su pod er son d e Dios.

84
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Ad em ás, en las trad iciones d e antaño se han hecho


referencias que los teólogos han visto y han oíd o.
Rogam os a Dios -bend ito y glorificad o sea Él- que te
ayud e, oh Shaykh, a aferrarte a lo que ha d escend id o d el
cielo d e la gen erosid ad d e Dios, el Señor d e los m und os.
Los teólogos d eben necesariam ente unirse a su Majestad
el Sháh, y ad herirse a lo que afianzará la protección, la
segurid ad , el bienestar y la prosperid ad d e los hom bres.
Un rey justo goza d e un acceso m ás cercano a Dios que
cualquier otro. De ello es testigo Aquel que habla en Su
Más Grand e Prisión. ¡Dios! N o hay otro Dios salvo Él, el
Único, el Incom parable, el Om nipotente, el Om nisciente,
el Om nisapiente.
Si m ed itases, por am or a Dios, aunque sólo fuese por
una hora, sobre las cosas que han ocurrid o en tiem pos
pasad os y lo ocurrid o últim am ente, te apartarías d e las
cosas que posees y te volverías hacia las cosas que
pertenecen a Dios, y te convertirías en un instrum ento
para la exaltación d e Su Palabra. ¿H a brillad o alguna Luz
o Revelación, d esd e la fund ación d el m und o hasta el
presente d ía, que fu lgurand o d esd e la aurora d e la
voluntad d e Dios, hayan aceptad o las razas d e la tierra y
Cuya Causa hayan reconocid o? ¿Dónd e se encuentra y
cuál es su nom bre? Desd e el Sello d e los Profetas
(Mu¥am m ad ) -que tod o lo d em ás, salvo Él, sea en Su
sacrificio- y antes que Él, el Espíritu d e Dios (Jesús), y
hasta en tiem pos d e la Prim era Manifestación, tod os, en el
tiem po d e Su aparición, han sufrid o cruelm ente. Algunos
fueron tom ad os por posesos, otros fueron llam ad os
im postores y tratad os d e una m anera que la plum a se
avergüenza a d escribir. ¡Por Dios! ¡Les aconteció lo que

85
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

hizo suspirar a tod as las cosas cread as y, sin em bargo, la


gente, en su m ayor parte, está sum id a en m an ifiesta
ignorancia! Rogam os a Dios que les ayud e a volverse
hacia Él y a arrepentirse ante la puerta d e Su
m isericord ia. Potente es Él sobre tod as las cosas.
En este m om ento, la estrid ente voz d e la Más Sublim e
Plum a se ha elevad o y se ha d irigid o a Mí, d iciend o:
"Am onesta al Shaykh tal y com o has am onestad o a una
d e Tus Ram as (hijos), que quizá las brisas d e Tu
expresión pued an atraerlo y acercarlo a Dios, el Señor d e
los m u nd os".
"Sé generoso en la prosperid ad y agrad ecid o en la ad -
versid ad . Sé d igno d e la confianza d e tu prójim o y m írale
con rostro respland eciente y am istoso. Sé un tesoro para
el pobre, un am onestad or para el rico; sé uno que res-
pond e a la llam ad a d el necesitad o, un preservad or d e la
santid ad d e tu prom esa. Sé recto en tu juicio y m od erad o
en tu p alabra. N o seas injusto con nad ie y m uestra
m ansed um bre a tod os. Sé com o una lám para para
quienes and an en las tinieblas, una alegría para los
apenad os, un m ar para los sed ien tos, un asilo para los
afligid os, un sostened or y d efensor d e la víctim a d e la
opresión. Que la in tegrid ad y la rectitud d istingan tod os
tus actos. Sé un hogar para el forastero, un bálsam o para
el que pad ece, un baluarte para el fugitivo. Sé com o ojos
para el ciego y una luz d e guía a los pies d e los que ye-
rran. Sé un ornam ento para el sem blante d e la verd ad ,
una corona sobre la frente d e la fid elid ad , un pilar d el
tem plo d e la rectitud , un hálito d e vid a para el cuerpo d e
la hu m anid ad , una insignia d e las huestes d e la justicia,
un lu cero sobre el horizonte d e la virtud , un rocío para la

86
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

tierra d el corazón hum ano, un arca en el océano d el


conocim iento, un sol en el cielo d e la generosid ad , una
gem a en la d iad em a d e la sabid uría, una luz refulgente en
el firm am ento d e tu generación, un fruto d el árbol d e la
hum ild ad . Rogam os a Dios que te proteja d el calor d e los
celos y d el frío d el od io. Él verd ad eram ente está cerca,
preparad o para contestar". Así ha hablad o Mi lengua a
una d e Mis Ram as (hijos), y lo hem os m encionad o a
aquellos d e N uestros am ad os que han d esechad o sus
ociosas fantasías y se han ad herid o a lo que les ha sid o
prescrito en el d ía en que el Sol d e la Certeza ha brillad o
sobre el horizonte d e la voluntad d e Dios, el Señor d e los
m und os. Este es el d ía en que el Ave d e la Expresión ha
gorjead o su m elod ía sobre las ram as, en el nom bre d e su
Señor, el Dios d e Misericord ia. Bend ito es el hom bre que,
en las alas d el anhelo, ha alzad o vuelo hacia Dios, el
Señor d el Día d el Juicio.
El único Dios verd ad ero bien sabe, y tod a la com pañía
d e Sus fieles lo testifican, que este Agraviad o, en tod o
m om ento, se ha enfrentad o a peligros horrend os. Si no
fuera por las tribulaciones que Me he encontrad o en el
send ero d e Dios, la vid a no hubiera tenid o d ulzura para
Mí y Mi existencia no Me hubiera beneficiad o en nad a.
Para los que están d otad os d e d iscernim iento y cuyos ojos
están puestos en la Sublim e Visión, no es un secreto que
he estad o, la m ayoría d e los d ías d e Mi vid a, com o un
esclavo, sentad o bajo una espad a pend iend o d e un hilo,
sin saber si m ás tard e o m ás tem prano caería sobre él. Y
sin em bargo, a p esar d e tod o esto, d am os gracias a Dios,
el Señor d e los m und os. Mi lengua interior recita, d urante
el d ía y por la noche, esta oración: "¡Gloria sea a Ti, oh m i

87
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Dios! Si no fu era por las tribulaciones sufrid as en Tu


send ero, ¿cóm o se pod ría conocer a Tus verd ad eros
am antes?, y si no fuera por las pruebas sufrid as por am or
a Ti, ¿cóm o pod ría revelarse la posición d e los que Te
anhelan? ¡Tu pod er m e lo atestigua! Los com pañeros d e
tod os los que Te ad oran son las lágrim as que d erram an, y
el consuelo d e los que Te buscan son los lam entos que
profieren, y el alim ento d e los que se apresuran para
encontrarte son los ped azos d e sus corazones rotos. ¡Cuán
d ulce es para m í la m uerte sufrid a en Tu send ero y cuán
preciad os para m í los d ard os d e Tus enem igos, cuand o
son encontrad os por am or a la exaltación d e Tu Palabra!
Déjam e beber en Tu Causa tod o lo que Tú has d esead o,
oh m i Dios y m i Maestro, y envíam e, por Tu am or, tod o lo
que Tú ord enaste. ¡Por Tu gloria! Sólo d eseo lo que Tú
d eseas y anhelo lo que Tú anhelas. En Ti he puesto
siem pre tod a Mi fe y confianza. Tú eres, verd ad eram ente,
el Tod oposeed or, el Altísim o. Te im ploro, oh m i Dios, que
hagas surgir a quienes sean d ignos d e Tu N om bre y d e
Tu soberanía, para que ayud en a esta Revelación, Te
recuerd en entre Tus criaturas e icen los em blem as d e Tu
victoria en Tu tierra, y engalánalos con Tus virtud es y Tus
m and am ientos. N o hay Dios sino Tú, el que Ayud a en el
Peligro, el que Su bsiste por Sí Mism o".
Luego, la voz d e la verd ad era Fe se elevó llam and o en
voz alta una y otra vez: "¡Oh concurso d e la tierra! ¡Por
Dios! Yo soy la verd ad era Fe d e Dios entre vosotros.
Ciud aos, no sea que Me neguéis. Dios Me ha m anifestad o
con una luz que abarca tod o lo que está en los cielos y
tod o lo que está en la tierra. Juzgad equitativam ente, oh
pueblo, Mi m anifestación y la revelación d e Mi gloria, y la

88
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

brillantez d e Mi luz, y no seáis d e los que obran


injustam ente".
¡Oh Shaykh! Este Agraviad o ruega a Dios -bend ito y
glorificad o sea Él- que te convierta en uno que abra la
puerta d e la justicia y revele a través d e ti Su Causa entre
Sus siervos. Él es, en verd ad , el Tod opod eroso, el
Om nip otente, el Tod ogen eroso.
¡Oh Shaykh! Im plora al único Dios verd ad ero que
santifique los oíd os, los ojos y los corazones d e la
hum anid ad y los proteja d e los d eseos d e una inclinación
corrupta. Pues la m alicia es una penosa enferm ed ad que
im pid e al hom bre reconocer al Gran Ser y le priva d e los
esplend ores d el sol d e la certeza. Oram os y esperam os
que, a través d e la ind ulgencia y m erced d e Dios, elim ine
este pod eroso obstáculo. Él, verd ad eram ente, es el
Potente, el Tod osom eted or, el Tod opod eroso.
En este m om ento una Voz se ha elevad o d esd e la
d iestra d el Lugar Lum inoso: "¡Dios! ¡N o existe otro Dios
sino Él, el Ord enad or, el Om nisapiente! Recítale al
Shaykh los pasajes restantes d el Law¥-i-Burhán (Tabla d e
la Prueba), para que le acerquen al horizonte d e la
Revelación d e su Señor, el Dios d e Misericord ia, que
quizá se levante para ayu d ar a Mi Causa con signos
perspicuos y exaltad os testim onios y exponga entre los
hom bres lo que la Lengua d el Testim onio ha expresad o:
'¡El Reino es d e Dios, el Señor d e los m u nd os!'"
"Estud ia el Kitáb-i-Íqán (Libro d e la Certeza) y lo que el
Tod om isericord ioso ha enviad o al Rey d e París
(N apoleón III) y a aquellos que son com o él, para que
estés ad vertid o d e las cosas que han suced id o en el
pasad o y te convenzas d e que N osotros no hem os

89
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

buscad o esparcir d esord en en el país, d espués que éste


había sid o bien ord enad o. Exhortam os a Sus siervos
totalm ente por am or a Dios. Quienquiera lo d esee que se
vuelva hacia Él y quienquiera lo d esee que se aparte.
N uestro Señor, el Misericord ioso, verd ad er am ente, es el
Tod osuficiente, el Tod oalabad o. ¡Oh concurso d e razas d e
la tierra! Este es el d ía en que nad a entre tod as las cosas,
ni nom bre alguno entre tod os los nom bres pued e
beneficiaros, excepto este N om bre que Dios ha hecho la
Manifestación d e Su Causa y la Aurora d e Sus Más
Excelsos Títulos para tod os los que están en el reino d e la
creación. Bend ito es el hom bre que ha reconocid o la
fragancia d el Tod om isericord ioso y ha sid o contad o entre
los firm es. En este d ía vuestras ciencias no os
beneficiarán, ni vuestras artes, ni vuestros tesoros, ni
vuestra gloria. Arrojad los a tod os tras d e vosotros y fijad
vuestros rostros en la Palabra Más Sublim e, m ed iante la
cual las Escrituras, los Libros y esta lúcid a Tabla han sid o
claram ente expuestos. Arrojad , oh pueblos, las cosas que
habéis com puesto con la plum a d e vuestras ociosas
fantasías y vanas im aginaciones. ¡Por Dios! El Sol d el
Conocim iento ha brillad o sobre el horizonte d e la certeza.
¡Oh extraviad o! Si tienes alguna d ud a sobre N uestra
cond ucta, sabe que atestiguam os lo que Dios Mism o ha
atestiguad o antes d e la creación d e los cielos y d e la tierra,
que no hay otro Dios sino Él, el Om nipotente, el
Tod ogeneroso. Testificam os que Él es Uno en Su Esencia,
Uno en Sus Atributos. Él no tiene igual en tod o el
universo, ni com pañero alguno en tod a la creación. Él ha
enviad o a Su s Mensajeros y ha hecho d escend er Sus

90
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Libros, para que anuncien a Sus criaturas el Recto


Send ero.
¿H a sid o inform ad o el Sháh y ha preferid o cerrar sus
ojos ante tus actos? ¿O ha sid o presa d el tem or ante los
aullid os d e una m anad a d e lobos que ha arrojad o tras d e
sí el Send ero d e Dios y ha seguid o tu cam ino sin una
prueba clara o un Libro? H em os oíd o que las provincias
d e Persia han sid o ad ornad as con el atavío d e la justicia.
Sin em bargo, cuand o las observam os m ás d e cerca,
d escubrim os que son los puntos d e am anecer d e la tiranía
y las auroras d e la injusticia. Vem os a la justicia en las
garras d e la tiranía. Ped im os a Dios que la libere por
m ed io d e la fuerza d e Su pod er y Su soberanía. Él,
verd ad eram ente, d a som bra a tod o cuanto se halla en los
cielos y en la tierra. A nad ie le es d ad o el d erecho d e
protestar en contra d e nad ie, referente a lo que ha
acontecid o a la Causa d e Dios. Correspond e a
quienquiera haya vuelto su rostro hacia el H orizonte Más
Sublim e aferrarse tenazm ente al cord ón d e la paciencia y
d epositar su confianza en Dios, el que Ayud a en el
Peligro, el Libre. ¡Oh vosotros am ad os d e Dios! Bebed
abund antem ente d el m anantial d e la sabid uría,
rem ontaos en la atm ósfera d e la sabid uría y hablad con
sabid uría y elocuencia. Así os lo ord ena vuestro Señor, el
Tod opod eroso, el Om nisciente.
¡Oh negligente! N o confíes en tu gloria ni en tu pod er.
Tú eres com o el últim o rastro d e luz solar sobre la cim a
d e la m ontaña. Pronto se d esvanecerá com o ha sid o
d ecretad o por Dios, el Tod oposeed or, el Altísim o. Tu
gloria y la gloria d e los que son com o tú ha sid o retirad a y
esto, verd ad eram ente, es lo que ha sid o ord enad o por

91
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Aquel en Cuyo pod er se halla la Tabla Mad re. ¿Dónd e


está el que contend ió con Dios, y d ónd e se ha id o aquel
que negó Sus signos y se apartó d e Su soberanía? ¿Dónd e
están los que asesin aron a Sus elegid os y d erram aron la
sangre d e Sus santos? Reflexiona, que quizá pued as
percibir los hálitos d e tus acciones, ¡oh necio incréd ulo!
Por vosotros el Apóstol (Mu ¥am m ad ) Se lam entó y la
Casta (Fá¶im ih) gim ió, los países fueron asolad os y la
oscurid ad cayó sobre tod as las regiones. ¡Oh concurso d e
teólogos! Por vosotros, el pueblo fue hum illad o, la enseña
d el Islam arriad a y subvertid o su pod eroso trono. Cad a
vez que un hom bre d e d iscernim iento ha d esead o
atenerse a lo que habría d e exaltar al Islam , alzasteis
vuestro clam or y con ello le fue im ped id o lograr su
propósito, m ientras que el país perm anecía sum id o en
ruina m anifiesta.
¡Oh Mi Plum a Suprem a! Acuérd ate d e la Serpiente
H em bra (Im am Jum 'ih d e IÐfahán) cuya crueld ad fue la
causa d e que tod as las cosas cread as gim ieran y se
estrem ecieran los m iem bros d e los santos. Así te lo
ord ena el Señor d e tod os los nom bres, en esta gloriosa
posición. ¡La Casta (Fá¶im ih) ha clam ad o a causa d e tu
iniquid ad , y aún así crees pertenecer a la fam ilia d el
Apóstol d e Dios! Así te lo ha instigad o tu alm a, oh tú que
te has apartad o d e Dios, el Señor d e tod o lo que ha sid o y
lo que habrá d e ser. ¡Juzga con equid ad , oh Serpiente
H em bra! ¿Por qué crim en has picad o a los hijos d el
Apóstol d e Dios (el Rey d e los Mártires y el Am ad o d e los
Mártires) y has saquead o sus bienes? ¿H as negad o a
Quien te ha cread o por Su m and ato 'sé, y fue'? H as
tratad o a los hijos d el Apóstol d e Dios com o ni siquiera

92
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

„Ád trató a H úd , ni Tham úd a «áli¥, ni los jud íos al


Espíritu d e Dios (Jesús), el Señor d e tod a existencia.
¿N iegas los signos d e tu Señor, ante los cuales, tan pronto
d escend ieron d esd e el cielo d e Su Causa, se inclin aron
reverentes tod os los libros d el m und o? Med ita para que
seas consciente d e tus actos, ¡oh paria negligente! Pronto
los hálitos d el castigo se apod erarán d e ti, com o se
apod eraron d e otros antes d e ti. Aguard a, oh tú que has
unid o socios a Dios, el Señor d e lo visible y lo invisible.
Este es el d ía que Dios ha anunciad o a través d e la lengua
d e Su Apóstol. Reflexiona para que pued as com prend er
lo que el Tod om isericord ioso ha enviad o en el Corán y en
esta Tabla d ed icad a. Este es el d ía en que Aquel que es la
Aurora d e la Revelación ha venid o con pruebas
m anifiestas que nad ie p ued e enum erar. Este es el d ía en
que tod o hom bre d otad o d e percepción ha d escubierto la
fragancia d e la brisa d el Tod om isericord ioso en el m und o
d e la creación y tod o hom bre d e d iscernim iento se ha
apresurad o hacia las aguas vivientes d e la m erced d e Su
Señor, el Rey d e Reyes. ¡Oh negligente! El relato d el
Sacrificio (Ism ael) ha sid o nuevam ente narrad o y quien
iba a ser ofrend ad o ha d irigid o sus pasos hacia el lugar
d el sacrificio y no ha regresad o d ebid o a lo que tu m ano
ha forjad o, ¡oh perverso od iad or! ¿Te has im aginad o que
el m artirio pued e hum illar a esta Causa? N o, por Aquel a
Quien Dios ha hecho el Repositorio d e Su Revelación, si
fueras d e los que com prend en. Ay d e ti, oh tú que han
unid o socios a Dios, y ay d e los que te han tom ad o por
jefe sin una clara prueba o un perspicuo Libro. ¡Cuán
num erosos los opresores anteriores a ti, quienes se
alzaron para extinguir la luz d e Dios, y cuántos los im píos

93
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

que asesinaron y saquearon hasta que los corazones y las


alm as d e los hom bres gim ieron d ebid o a su crueld ad ! El
sol d e la justicia se ha oscurecid o, por cuanto la
personificación d e la tiranía ha sid o establecid a en el
trono d el od io, y aún así la gente no entiend e. ¡Oh necio!
H as m atad o a los hijos d el Apóstol y has saquead o sus
bienes. Di: En tu opinión, ¿fueron ellos o sus bienes los
que negaron a Dios? Juzga im parcialm ente, oh ignorante
que has sid o apartad o d e Dios com o por un velo. Te has
aferrad o a la tiranía y has d esechad o la justicia; con lo
cual tod as las cosas cread as se han lam entad o, y tod avía
te hallas entre los d escarriad os. H as m atad o a los
ancianos y has d espojad o a los jóvenes. ¿Piensas que
pod rás consum ir lo que tu iniquid ad ha acum ulad o? ¡N o,
por Mí Mism o! Así te inform a Aquel que es conoced or d e
tod o. ¡Por Dios! Las cosas que posees no te beneficiarán,
ni tam poco lo que has atesorad o por tu crueld ad . De ello
es testigo tu Señor, el Om nisciente. Te has levantad o para
apagar la luz d e esta Causa; d entro d e poco tu propio
fuego se habrá extinguid o por Su m and ato. Él es, en
verd ad , el Señor d e fuerza y pod er. Los cam bios y azares
d e este m und o y los pod eres d e las naciones no pued en
frustrarle. Él hace lo que Le place y ord ena lo que Él
d esea m ed iante el pod er d e Su soberanía. Reflexiona
sobre la cam ella. Aunque sólo sea una bestia, sin em bargo
el Tod om isericord ioso la ha exaltad o a una posición tan
elevad a que las lenguas d e la tierra hacen m ención d e ella
y celebran su alabanza. Él, verd ad eram ente, d a som bra a
tod o lo que hay en los cielos y en la tierra. N o hay otro
Dios sino Él, el Om nipotente, el Grand e. Así hem os
ad ornad o el cielo d e N uestra Tabla con los soles d e

94
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

N uestras palabras. Bend ito el hom bre que los ha


alcanzad o y ha sid o ilum inad o con su luz, y ay d e los que
se han apartad o, Le han negad o y se han extraviad o lejos
d e Él. ¡Alabad o sea Dios, el Señor d e los m und os!"
¡Oh Shaykh! Te hem os perm itid o escuchar las
m elod ías d el Ruiseñor d el Paraíso y hem os d evelad o ante
tus ojos los signos que Dios, por Su tod ocom pelente
m and ato, ha enviad o en la Más Grand e Prisión, para que
tu ojo se alegre y tu alm a se confirm e. Él,
verd ad eram ente, es el Tod om unífico, el Generoso.
Levántate, m ed iante el pod er d e Su testim onio, a servir la
Causa d e Dios, tu Señor, el Dios d e Misericord ia. Si tu fe
fuese tem erosa, tom a Mi Tabla y presérvala en el seno d e
la confianza. Y cuand o entres en el lugar d e la
resurrección y Dios te pregunte por m ed io d e qué prueba
has creíd o en esta Revelación, m uestra la Tabla y d i: "Por
este Libro, el santo, el pod eroso, el incom par able".
Después tod os levantarán sus m anos hacia ti, tom arán la
Tabla y la presionarán contra sus ojos, e inhalarán d e ella
la fragancia d e la expresión d e Dios, el Señor d e los
m und os. Si Dios fuese a atorm entarte por haber creíd o en
Sus signos en esta Revelación, por qué razón pod ría Él,
entonces, atorm entar a los que no han creíd o en
Mu¥am m ad , el Apóstol d e Dios, y antes d e Él en Jesús, el
H ijo d e María, y antes d e Él en Aquel que conversó con
Dios (Moisés), y antes d e Él en Aquel que es el Am igo d e
Dios (Abraham ), y hasta en tiem pos d e Aquel que fue la
Prim era Manifestación, quien fuera cread o por la
voluntad d e tu Señor, el Potente, el Tod oabarcad or. Así
hem os enviad o N uestros versículos a alguien antes que a
ti, y te lo record am os en este d ía para que pued as

95
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

entend er y seas d e los confirm ad os. ¡Oh tú que te arrogas


la voz d el conocim iento! Esta Causa es d em asiad o
m anifiesta para ser oscurecid a y d em asiad o conspicua
para ser ocultad a. Brilla com o el sol en su gloria
m erid iana. N ad ie pued e negarla, a m enos que sea un
od iad or y un incréd ulo.
En este m om ento, correspond e volvernos hacia el
Desead o y aferrarnos a estas m uy sublim es palabras: "¡Oh
Dios, m i Dios! Tú has encend id o la lám para d e Tu Causa
con el aceite d e la sabid uría; protégela d e los vientos
ad versos. Tuya es la lám para y Tuyo es el cristal, y tod as
las cosas en los cielos y en la tierra se hallan en el puño d e
Tu pod er. Confiere justicia a los gobernantes e
im parcialid ad a los teólogos. Tú eres el Tod opod eroso,
Quien, m ed iante el m ovim iento d e Tu Plum a has
ayud ad o a Tu irresistible Causa y has guiad o rectam ente
a Tus am ad os. Tú eres el Poseed or d e fuerza y el Rey d e
pod er. N o hay Dios salvo Tú, el Fuerte, el Libre". Di
tam bién: "¡Oh Dios, m i Dios! Rind o m is gracias a Ti por
cuanto Tú m e has hecho beber d e Tu Vino Sellad o d e la
m ano d e la generosid ad d e Tu N om bre, el
Autosubsistente. Te suplico por los esplend ores d e la
Aurora d e Tu Revelación, por la potencia d e Tu Palabra
Más Sublim e y por el pod er d e Tu Más Exaltad a Plum a,
m ed iante Cuyo m ovim iento se han extasiad o las
realid ad es d e tod as las cosas cread as, que ayud es a su
Majestad el Sháh a hacer victoriosa Tu Causa, a volverse
hacia el horizonte d e Tu Revelación y fijar su rostro en la
d irección d e las luces d e Tu sem blante. Asístele, oh m i
Señor, para que se acerque a Ti. Ayúd ale, entonces, con
las huestes d e los cielos y d e la tierra. Te im ploro, oh Tú

96
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

que eres el Señor d e tod os los N om bres y el H aced or d e


los cielos, por la luz d e Tu Causa y por el fuego d el Árbol
d el Loto d e Tu am orosa bond ad , que ayud es a su
Majestad a revelar Tu Causa entre Tus criaturas. Abre,
entonces, ante su faz, las puertas d e Tu gracia,
m isericord ia y m unificencia. Potente eres Tú para hacer lo
que Te place por Tu p alabra: 'Sé, y es'".
¡Oh Shaykh! N osotros habíam os asid o las riend as d e la
autorid ad por el pod er d e Dios y por Su Divina potencia,
com o sólo Él, Quien es el Pod eroso, el Fuerte, las pued e
asir. N ad ie tenía el pod er d e prom over el m al o la
sed ición. Ahora, sin em bargo, com o no han lograd o
apreciar esta am orosa bond ad y estas generosid ad es, han
sid o y serán afligid os con la retribución que sus acciones
d eben acarrear. Los funcionarios d el Estad o, en vista d el
progreso secreto d e la Cuerd a Extend id a, han incitad o y
ayud ad o d esd e tod as d irecciones a Mis ad versarios. En la
Gran Ciud ad (Constantinopla) han ind ucid o a un
consid erable núm ero d e personas a oponerse a este
Agraviad o. Las cosas llegaron a tal punto que los
funcionarios d e esa ciud ad actuaron d e una m anera que
ha causad o la vergüenza tanto d el gobierno com o d el
pueblo. Un d istinguid o siyyid , cuyas consa bid a
integrid ad , cond ucta aceptable y reputación com ercial
eran reconocid as por la m ayoría d e los hom bres
im parciales, y quien era consid erad o por tod os com o un
com erciante intachable, en una ocasión visitó Beirut. En
vista d e su am istad con este Agraviad o ellos telegrafiaron
al trujam án persa inform ánd ole que este siyyid , asistid o
por su sirviente, había robad o una sum a d e d inero y otras
cosas, y que se había id o a „Akká. Su propósito en este

97
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

asunto era d eshonrar a este Agraviad o. Y sin em bargo,


lejos está d e la gente d e este país d ejarse d esviar, por
estos ind ignos em bustes, d el recto send ero d e la verd ad y
la honrad ez. En pocas palabras, ellos Me han asaltad o
d esd e tod os lad os y están fortaleciend o a Mis ad versarios.
Este Agraviad o, no obstante, im plora al único Dios
verd ad ero que benignam ente asista a tod os en aquello
que sea d igno d e estos d ías. Día y noche fijo Mi vista en
estas perspicuas palabras y recito: "¡Oh Dios, m i Dios! Te
im ploro por el sol d e Tu gracia, y el m ar d e Tu
conocim iento el cielo d e Tu justicia, que ayud es a
confesarse a los que Te han negad o y a regresar a los que
se han apartad o d e Ti y a ser justos e im parciales a los que
Te han calum niad o. Ayúd ales, oh m i Señor, para que
regresen a Ti y se arrepientan ante la puerta d e Tu gracia.
Pod eroso eres Tú para hacer lo que es Tu voluntad , y en
tu puño están las riend as d e tod o lo que está en los cielos
y tod o lo que está en la tierra. Alabad o sea Dios, el Señor
d e los m und os".
Se acerca el tiem po en que tod o cuanto yace oculto en
las alm as y los corazones d e los hom bres será expuesto.
Este Día es el Día d el que Luqm án habló a su hijo, el Día
que el Señor d e Gloria anunció y sobre el cual Él inform ó
a Aquel que era Su Am igo (Mu ¥am m ad ) -exaltad o sea Él-
, m ed iante estas palabras Suyas: "¡Oh m i hijo!
Verd ad eram ente, Dios sacará tod o a la luz, aunque fuera
d el peso d e un grano d e m ostaza y se halle oculto en una
roca o en los cielos o en la tierra; porque Dios es Sutil,
inform ad o d e tod o". En este Día lo que engaña a los ojos y
tod o lo que se oculta en los pechos d e los hom bres será
conocid o y puesto al d escubierto ante el trono d e Su

98
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Revelación. N ad a, sea lo que fuere, pued e escapar a Su


conocim iento. Él oye y ve, y Él, en verd ad , es el que Tod o
lo Oye, el que Tod o lo Ve. ¡Cuán extraño que ellos no
d isciernan entre el fid ed igno y el traicionero!
Ojalá su Majestad el Sháh d e Persia -quiera Dios
perp etuar su soberanía- inquiera a los Cónsules d el
honorable Gobierno d e Persia que han estad o en este país,
para que pued a enterarse d e las activid ad es y el
com portam iento d e este Agraviad o. En resum en, ellos
han incitad o a m uchos, tales com o Akhtar y otros, y están
ocupad os en d ifund ir calum nias. Resulta claro y evid ente
que rod earán con sus espad as d e od io y con sus d ard os
d e enem istad al que ellos conocieron com o un proscrito
entre los hom bres y que ha sid o exiliad o d e un país a otro.
Esta no es la prim era vez que ha sid o perpetrad a
sem ejante iniquid ad , ni es la prim era copa que ha sid o
estrellad a contra el suelo, ni el pr im er velo que ha sid o
rasgad o en d os en el send ero d e Dios, el Señor d e los
m und os. Este Agraviad o, no obstante, perm aneció en
calm a y en silencio en la Más Grand e Prisión, ocupánd ose
en Sus propios asuntos y com pletam ente d esprend id o d e
tod o salvo Dios. La iniquid ad se agravó tanto que las
plum as d el m und o son incapaces d e registrarla.
Con respecto a esto es necesario m encionar el siguiente
suceso, que quizá los hom bres se aferren firm em ente a la
cuerd a d e la justicia y la veracid ad . Æájí Shaykh
Mu¥am m ad -„Alí -la gloria d e Dios, el Sem piterno, sea con
él- era un com erciante d e elevad a reputación y bien
conocid o por la m ayoría d e los habitantes d e la Gran
Ciud ad (Constantinopla). N o hace m ucho, cuand o la
Embajad a d e Persia en Constantinopla estaba em peñad a

99
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

secretam ente en fom entar el m al, resultaba notorio que


esta alm a creyente y sincera se hallaba profund am ente
angustiad a. Finalm ente, una noche se arrojó al m ar, pero
fue rescatad o por algunos transeúntes que lo encontraron
en ese m om ento, por casualid ad , y le socorrieron. Su
acción fue am pliam ente com entad a e interpretad a d e
d iferentes m aneras por d istintas personas. Después d e
esto, una noche se fue a una m ezquita y, según inform ó el
guard ián d el lugar, guard ó vigilia d urante tod a la noche
y estuvo ocupad o hasta la m ad rugad a ofreciend o,
ard ientem ente y con los ojos bañ ad os en lágrim as, sus
oraciones y súplicas. Al oír que sus plegarias cesaban d e
repente, el guard ián fue hacia él y d escubrió que ya había
entregad o su alm a. A su lad o había un frasco vacío, lo
que ind icaba que se había envenen ad o. En pocas
palabras, el guard ián, aunque m uy asom brad o, transm itió
la noticia a la gente. Se encontró que había d ejad o d os
testam entos. En el prim ero reconocía y d eclaraba la
unid ad d e Dios, que Su Exaltad o Ser no tenía par ni igual
y que Su Esencia era enaltecid a por encim a d e tod a
alabanza, d e tod a glorificación y d escripción. Tam bién
testificaba la Revelación d e los Profetas y los santos, y
reconocía lo que había sid o escrito en los Libros d e Dios,
el Señor d e tod os los hom bres. En otra página, en la que
había anotad o una oración, para finalizar escribió estas
palabras: "Este siervo y los am ad os d e Dios están
perplejos. Por un lad o la Plum a d el Altísim o ha prohibid o
a tod os los hom bres entregarse a la sed ición, contiend a o
conflicto, y por otro esa m ism a Plum a ha revelad o estas
m uy sublim es palabras: 'Si alguien, en presencia d e la
Manifestación, d escubriere una intención m aligna por

100
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

parte d e algún alm a, no d eberá oponérsele, sino d eberá


d ejarle a Dios.' Consid erand o que, por un lad o, este
m and am iento obligatorio es claro y está firm em ente
establecid o, y que por el otro se han proferid o calum nias
que exced en lo que la fortaleza hum ana pued e soportar o
sobrellevar, este siervo ha optad o por com eter este
gravísim o pecad o. Me vuelvo suplicante hacia el océano
d e la generosid ad d e Dios y el cielo d e la Divina
m isericord ia, y espero que Él tache las m alas acciones d e
este siervo con la plum a d e Su gracia y gen erosid ad .
Aunque m is transgresiones son m últiples, e innum erables
m is perversas acciones, con tod o m e ad hiero tenazm ente
al cord ón d e Su m unificencia y m e aferro a la orla d e Su
generosid ad . Dios es testigo, y los que se hallan cerca d e
Su Um bral bien lo saben, d e que este siervo no pod ía
soportar oír los em bustes relatad os por los pérfid os. Yo,
por tanto, he com etid o este acto. Si Él m e castigare, Él es,
en verd ad , d igno d e alabanza por lo que hace; y si Él m e
perd onare, Su m and ato será obed ecid o".
Reflexiona ahora, oh Shaykh, sobre la influencia d e la
palabra d e Dios, que quizá pued as volverte d e la siniestra
d e la ociosa fantasía a la d iestra d e la certeza. Este
Agraviad o jam ás ha actuad o hipócritam ente hacia nad ie
en la Causa d e Dios y ha proclam ad o en voz alta la
Palabra d e Dios ante la faz d e Sus criaturas. Aquel que lo
d esee que se vuelva hacia ella y aquel que lo d esee que se
aparte. N o obstante, si se niegan estas cosas tan claras, tan
m anifiestas e ind ud ables, ¿qué otra cosa pued e
consid erarse aceptable y d igno d e créd ito en opinión d e
los hom bres d e d iscernim iento? Im ploram os a Dios -
bend ito y glorificad o sea Él- que perd one a la persona

101
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

anteriorm ente m encionad a (Æájí Shaykh Mu ¥am m ad -


„Alí) y que cam bie sus m alas acciones en buenas obras. Él,
verd ad eram ente, es el Tod opod eroso, el Om nip otente, el
Tod ogeneroso.
H an aparecid o tales cosas en esta Revelación que no
existe otro recurso, tanto para los exponentes d e la ciencia
y el conocim iento com o para las m anifestaciones d e la
justicia y la equid ad , que reconocerlas. Te incum be, en
este d ía, levantarte con pod er celestial y d isipar, con la
ayud a d el conocim iento, las d ud as d e los pueblos d el
m und o, p ara que tod os los hom bres pued an santificarse,
y d irigir sus pasos hacia el Más Grand e Océano y
aferrarse a lo que Dios ha propuesto.
Tod o el que se ha apartad o d e Mí se ha ad herid o a sus
propias palabras vanas y con ello ha expresad o sus
objeciones a Aquel que es la Verd ad . ¡Dios Bond ad oso!
Aquellas referencias que los santos y los escogid os d e
Dios hicieron a la Deid ad y la Divinid ad han sid o
convertid as en causa d e negación y repud io. El Im am
«ád iq ha d icho: "La servid um bre es una substancia cuya
esencia es la Divin id ad ". El Com and ante d e los Fieles
(Im am „Alí) respond ió lo siguiente a un árabe que le
había preguntad o acerca d el alm a: "La tercera es el alm a,
la cual es d ivina y celestial. Es una energía d ivina, una
substancia sim ple y autosubsistente". Y m ás ad elante -que
la paz sea con él- d ijo: "Por tanto, es la Esencia Más
Sublim e d e Dios, el Árbol d e la Bien aventuranza, el Árbol
d el Loto, m ás allá d el cual no hay p aso, el Jard ín d e
Reposo". El Im am «ád iq ha d icho: "Cuand o surja nuestro
Qá'im , la tierra brillará con la luz d e su Señor". Asim ism o,
en una larga trad ición atribuid a a Abí-„Abd i'lláh -que la

102
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

paz sea con él- se encuentran estas sublim es palabras:


"Entonces Aquel que es el Irresistible -exaltad o y
glorificad o sea Él- d escend erá con los ángeles d esd e las
nubes". Y en el pod eroso Corán: "¿Qué pued en esperar
sino que Dios venga a ellos al abrigo d e las nubes?" Y en
la trad ición d e Mufa¤¤al se ha d icho: "El Qá'im reclinará
su espald a en el Santuario y extend erá Su m ano y, he
aquí, estará blanca com o la nieve pero ilesa. Y Él d irá:
'¡Esta es la m ano d e Dios, la d iestra d e Dios, que viene d e
Dios, por m and ato d e Dios!'" De cualquier form a que
iterpreten esas trad iciones, que interpreten tam bién d e
esa m ism a form a lo que ha revelad o la Más Sublim e
Plum a. El Com and ante d e los Fieles (Im am „Alí) ha d icho:
"Yo soy Aquel que no pued e ser ni nom brad o ni d escrito".
Asim ism o ha d icho: "Exteriorm ente, soy un Im am ;
interiorm ente, soy el Invisible, el Incognoscible". Abú-
Ja'far-i-®úsí ha d icho: "Dije a Abí-„Abd i'lláh: 'Tú eres el
Cam ino m encionad o en el Libro d e Dios, tú eres el
Tributo y tú eres el Peregrinaje.' Él respond ió: '¡Oh
hom bre! N osotros som os el Cam ino m encionad o en el
Libro d e Dios -exaltad o y glorificad o sea Él- y som os el
Tributo, som os el Ayuno, som os el Peregrinaje, som os el
Mes Sagrad o, som os la Ciud ad Sagrad a, som os la Kaaba
d e Dios, som os el Alquibla d e Dios y som os el Sem blante
d e Dios.'" Jábir ha d icho que Abú -Ja'far -la paz sea con él-
le habló com o sigue: "¡Oh Jábir! Presta atención al Bayán
(Exposición) y al Ma'ání (Significad os)". Él -la paz sea con
él- agregó: "En cuanto al Bayán, consiste en tu
reconocim iento d e Dios -glorificad o sea Él- com o Aquel
que no tiene igual, y en tu ad oración d e Él, y en tu
rechazo d e unir socios a Él. En cuanto al Ma'ání, N osotros

103
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

som os su significad o y su flanco, su m ano, su lengua, su


causa, su m and am iento, su conocim iento y su d erecho. Si
d eseam os algo, es Dios Quien lo d esea, y Él d esea lo que
N osotros d eseam os". Ad em ás, el Com and ante d e los
Fieles (Im am „Alí) -la paz sea con él- ha d icho: "¿Cóm o
pued o ad orar a un Señor al que no he visto?" Y en otra
com unicación él d ice: "N ad a he percibid o, excepto que he
percibid o a Dios antes d e ello, a Dios d espués d e ello, o a
Dios con ello".
¡Oh Shaykh! Reflexiona sobre las cosas que han sid o
m encionad as, que quizá bebas el Vino Sellad o m ed iante
el pod er d el nom bre d e Aquel que es el Autosubsistente y
obtengas lo que nad ie es capaz d e com prend er. Apréstate
para el esfuerzo y d irígete hacia el Reino Más Sublim e,
que quizá pued as percibir los hálitos d e la Revelación e
insp iración a m ed id a que d esciend en sobre Mí y logres
alcanzarlos. Verd ad eram ente d igo: La Causa d e Dios
jam ás ha tenid o, ni tiene ahora, par ni igual. Rasga los
velos d e las vanas fantasías. Él, en verd ad , te fortalecerá y
te asistirá, com o una m uestra d e Su gracia. Él,
verd ad eram ente, es el Fuerte, el que Tod o lo Subyuga, el
Om nipotente. N o te perm itas ser privad o m ientras aún
haya tiem po y el bend ito Árbol d el Loto continúe
llam and o en voz alta entre los hom bres. Deposita tu
confianza en Dios y encom iénd ale tus asuntos y, luego
entra en la Más Grand e Prisión, para que pued as oír lo
que jam ás oyó ningún oíd o y contem plar lo que jam ás
contem pló ningún ojo. ¿Después d e sem ejante exposición,
pued e qued ar algún lugar para la d ud a? ¡N o, por Dios,
Quien vela por Su Causa! En verd ad d igo: En este d ía, las
bend itas palabras: "Pero Él es el Apóstol d e Dios y el Sello

104
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

d e los Profetas", han encontrad o su consum ación en el


versículo: "El d ía en que la hum anid ad estará ante el
Señor d e los m und os". Rind e tu agrad ecim iento a Dios
por tan grand e generosid ad .
¡Oh Shaykh! Las brisas d e la Revelación jam ás pued en
ser confund id as con otras brisas. Ahora el Árbol d el Loto,
m ás allá d el cual no hay paso, está cargad o con
innum erables frutos ante tu rostro; no te m ancilles con
vanas fantasías, com o hizo la gente d e antaño. Estas
expresiones proclam an por sí m ism as la verd ad era
naturaleza d e la Fe d e Dios. Es Él Quien atestigua tod as
las cosas. Para d em ostrar la verd ad d e Su Revelación, Él
no ha d epend id o ni d epend e d e nad ie. Casi un centenar
d e volúm enes d e lum inosos versículos y perspicaces
palabras ha d escend id o ya d el cielo d e la voluntad d e
Aquel que es el Revelad or d e los signos y se halla a
d isposición d e tod os. Está en ti d irigirte hacia la Meta
Final, el Fin Suprem o y el Pináculo Más Sublim e, para
que pued as oír y contem plar lo que ha sid o revelad o por
Dios, el Señor d e los m u nd os.
Reflexiona un m om ento acerca d e los versículos
concernientes a la Presencia Divina que han sid o
enviad os en el Corán por Aquel que es el Señor d el reino
d e los nom bres, que quizá d escubras el Recto Send ero y te
conviertas en un instrum ento para la guía d e Sus
criaturas. Alguien com o tú d ebe necesariam ente
levantarse en este d ía para servir a esta Causa. La
hum illación d e este Agraviad o, al igual que tu gloria,
pasarán am bas. Esfuérzate para que quizá pued as realizar
una acción cuya fragancia jam ás d esaparecerá d e la tierra.
Referente a la Divina Presencia, ha d escend id o lo que

105
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

ningún negad or ha sid o ni es capaz d e refutar o repud iar.


Él -bend ito y exaltad o sea- d ice: "Es Dios Quien ha erigid o
los cielos sin pilares que tú pued as contem plar; luego
subió a Su trono e im puso leyes sobre el sol y la luna:
cad a uno viaja hacia su m eta señalad a. Él ord ena tod as las
cosas. Él m anifiesta Sus signos, para que pod áis tener fe
firm e en la Presencia d e vuestro Señor". Ad em ás Él d ice:
"Para aquel que espera alcanzar la Pr esencia d e Dios, el
tiem po fijad o por Dios d e seguro llegará. Y Él es el que
Oye, el Conoced or". Y ad em ás Él -exaltad o sea- d ice: "En
cuanto a los que no creen en los signos d e Dios, o que
nunca alcanzarán Su Presencia, éstos d esesp erarán d e Mi
m isericord ia y les espera un grave castigo". Y asim ism o Él
d ice: "Y ellos d icen: '¡Qué!, cuand o yazcam os ocultos en
las entrañas d e la tierra, ¿nos convertirem os en una nueva
creación?' Sin d ud a niegan que alcanzarán la Presencia d e
su Señor". Y asim ism o Él d ice: "Ellos, en verd ad , d ud an
d e la Presencia d e su Señor. Él, verd ad eram ente, d a
som bra a tod as las cosas".Y ad em ás Él d ice:
"Verd ad eram ente, los que no esperan alcanzar N uestra
Presencia y encuentran su satisfacción en la vid a d e este
m und o y d epend en d e ella, y los que son negligentes d e
N uestros signos, ¡éstos!, ¡su m orad a es el fuego, en
recom pensa por sus acciones!" Y asim ism o Él d ice: "Pero
cuand o les son recitad os N uestros signos m anifiestos, los
que no esperan con ilusión alcanzar N uestra Presencia
d icen: 'Trae un Corán d iferente a éste o haz algún cam bio
en él'. Di: N o está en Mí cam biarlo según los d ictad os d e
Mi alm a. Yo sólo sigo lo que Me es revelad o:
verd ad eram ente, tem o el castigo d e un gran d ía si Me
sublevo contra Mi Señor ". Y asim ism o Él d ice: "Entonces

106
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

d im os el Libro a Moisés, com pleto para Aquel que hará lo


correcto y una d ecisión para tod os los asuntos, una guía y
una m erced , para que ellos creyeran en la Presencia d e su
Señor". Y asim ism o Él d ice: "Ellos son los que no creen en
los signos d el Señor, o que jam ás alcanzarán Su Presencia.
Vanas son, por tanto, sus obras; y ningún peso les
conced erem os en el Día d e la Resurrección. Esta será su
recom pensa: el Infierno. Porque fueron d e los d escreíd os
y trataron a Mis signos y a Mis Apóstoles con d esprecio".
Y asim ism o Él d ice: "¿Te ha llegad o la historia d e Moisés?
Cuand o vio un fuego y d ijo a Su fam ilia: 'Qued aos aquí,
pues percibo un fuego; quizá pued a traeros un ascua, o
encontrar en el fuego una guía'. Y cuand o llegó hasta él,
fue llam ad o: '¡Oh Moisés! Verd ad eram ente, Yo soy Tu
Señor; por tanto, quítate los zapatos, pues estás en el
sagrad o valle d e Tow a. Y Te he elegid o; escucha, pues, lo
que Te será revelad o. Verd ad eram ente, Yo soy Dios y no
hay otro Dios fuera d e Mí. Por tanto, ad óram e'". Y
asim ism o Él d ice: "¿N o han consid erad o interiorm ente
que Dios no ha cread o los cielos y la tierra y t od o lo que
se halla entre am bos sino para un fin serio y por un
térm ino señalad o? Pero, verd ad eram ente, la m ayoría d e
los hom bres no creen que alcanzarán la Presencia d e su
Señor". Y asim ism o Él d ice: "¡Qué! ¿N o han pensad o que
serán nuevam ente resucitad os para el Gran Día, el Día en
que la hum anid ad se hallará ante el Señor d e los
m und os?" Y asim ism o Él d ice: "En otros tiem pos d im os el
Libro a Moisés. N o tengáis d ud a d e que Él alcanzó
N uestra Presencia". Y Él d ice: "¡Sí! Pero cuand o la tierra
sea pulverizad a grano tras grano y tu Señor venga con los
ángeles fila tras fila". Y asim ism o Él d ice: "¡De buena gana

107
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

apagarían la lám para d e Dios con sus bocas! Pero Dios


perfeccionará Su luz aunque los infieles la od ien". Y
asim ism o Él d ice: "Y cuand o Moisés hubo cum plid o el
térm ino y estaba viajand o con Su fam ilia, percibió un
fuego sobre la lad era d e la m ontaña. Dijo a Su fam ilia:
'Esperad , pues percibo un fu ego, quizá pued a traeros
nuevas d e él o un ascua para calentaros'. Y cuand o Se
acercó a él, una Voz le gritó d esd e la Zarza, d esd e el lad o
d erecho d el Valle en el Lugar sagrad o: '¡Oh Moisés, en
verd ad Yo soy Dios, el Señor d e los m u nd os!'"
En tod os los Libros Divinos la prom esa d e la Presencia
Divina ha sid o explícitam ente registrad a. Por esta
Presencia se quiere significar la Presencia d e Aquel que es
la Aurora d e los signos, el Lugar d el Am anecer d e las
pruebas m anifiestas, la Manifestación d e los Excelentes
N om bres y la Fuente d e los atributos d el verd ad ero Dios,
exaltad a sea Su gloria. Dios, en Su Esencia y en Su propio
Ser, ha sid o por siem pre invisible, inaccesible e
incognoscible. Por tanto, por Presencia se quiere significar
la Presencia d e Aquel que es Su Vicerregente entre los
hom bres. Ad em ás, Él no ha tenid o, ni tiene par ni igual.
Pues si Él tuviera algún par o igual, ¿cóm o pod ría
d em ostrarse entonces que Su ser es exaltad o y Su esencia
santificad a por sobre tod a com paración o sem ejanza? En
resum en, con respecto a la Presencia y la Revelación d e
Dios, se ha revelad o en el Kitáb-i-Íqán (Libro d e la
Certeza) lo que satisfará a los im parciales. Le im ploram os
a Él -exaltad o sea- que ayud e a tod os a convertirse en
esencia d e la veracid ad y a acercarse a Él.
Verd ad eram ente, Él es el Señor d e fuerza y pod er. N o

108
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

existe otro Dios sino Él, el que Tod o lo Oye, el Señor d e la


Expresión, el Om nipotente, el Tod oalabad o.
¡Oh tú que eres fam oso por tu erud ición! Ord ena a los
hom bres hacer lo que es d igno d e alabanza y no seas d e
los que vacilan. Observa con una vista agud a. El Sol d e la
Verd ad brilla respland eciente, por m and ato d el Señor d el
reino d e la expresión y el Rey d el cielo d el conocim iento,
sobre el horizonte d e la ciud ad -prisión d e „Akká. El
rep ud io no le ha velad o y d iez m il huestes alinead as
contra él han sid o im potentes para im ped irle que brille.
N o pued es excusarte por m ás tiem po. ¡O le reconoces o -
Dios no lo perm ita- levántate y niega a tod os los Profetas!
Reflexiona, oh Shaykh, acerca d e la secta shí‟í.
¡Cuántos los ed ificios que erigieron con las m anos d e
ociosas fantasías y vanas im aginaciones y cuán
num erosas las ciud ad es que ed ificaron! A la larga esas
vanas im aginaciones se convirtieron en proyectiles y
apuntaron hacia Aquel que es el Príncipe d el m und o. ¡N i
una sola alm a d e entre los líd eres d e esa secta Le
reconoció en el Día d e Su Revelación! Cad a vez que Su
bend ito nom bre era m encionad o, tod os d ecían: "¡Quiera
Dios apresurar el regocijo que traerá Su ad venim iento!"
Sin em bargo, en el Día d e la Revelación d e ese Sol d e la
Verd ad tod os han exclam ad o, com o se ha observad o,
d iciend o: "¡Quiera Dios apresurar Su castigo!" A Aquel
que fuera la Esencia d el ser y el Señor d e lo visible e
invisible, ellos Le suspend ieron y com etieron lo que hizo
que la Tabla llorara, que la Plum a gim iera, que los
sinceros rom pieran en lam entos y que fluyeran las
lágrim as d e los favorecid os.

109
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Med ita, oh Shaykh, y sé im parcial en lo que d igas. Los


seguid ores d e Shaykh-i-A¥sá'í (Shaykh A¥m ad ), con la
ayud a d e Dios, han com prend id o lo que estaba velad o al
entend im iento d e los d em ás y d el que perm anecieron
privad os. En resum en, en tod a ed ad y siglo han surgid o
d iferencias en los d ías d e la m anifestación d e las Auroras
d e Revelación, los Lugares d el Am anecer d e la
inspiración y los Repositorios d el conocim iento Divino,
d iferencias que han sid o causad as y provocad as por
alm as falsas e im pías. N o está perm itid o extend erse en
esto. Tú estás m ejor enterad o y m ás fam iliarizad o con las
ociosas fantasías d e los supersticiosos y con las vanas
im aginaciones d e los escépticos.
En este d ía, este Agraviad o requiere d e ti y d e los otros
teólogos que han bebid o d e la copa d el conocim iento d e
Dios y que están ilum inad os por las brillantes palabras
d el Sol d e la Justicia, que d esignéis a alguien, sin
inform arlo a nad ie, le enviéis a estas regiones y le
perm itáis perm anecer un tiem po en la isla d e Chipre y
que se asocie con Mírzá Ya¥yá, que quizá pued a enterarse
d e los fund am entos d e esta Fe y d e la fuente d e los
m and am ientos y leyes Divinas.
Si m ed itaras por un m om ento, d arías testim onio d e la
sabid uría, el pod er y la soberanía d e Dios, exaltad a sea Su
gloria. Los pocos que no estaban enterad os d e esta Causa,
y que no N os han conocid o, han hablad o d e tal form a que
tod as las cosas, y aquellas alm as que están confirm ad as,
jubilosas, y que com placen a Dios, han testificad o la
im postura d e estos negligentes. Si ahora te esforzaras, la
verd ad d e esta Causa se haría m anifiesta a tod a la
hum anid ad y la gente se libraría d e esta d olorosa y

110
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

opresiva oscurid ad . ¿Quién sino Bahá pued e hablar


abiertam ente ante los rostros d e los hom bres y qué otro
sino Él pued e tener el pod er d e pronunciar lo que ha sid o
ord enad o por Dios, el Señor d e las H uestes?
Este negligente se ha aferrad o ahora a la práctica d el
Raw ¤ih-khání (lam entación trad icional por el Im am
Æusayn). Él -juro por Dios- se halla en m anifiesto error.
Pues es creencia d e esta gente que d urante la Revelación
d el Qá'im los Im am es -que la paz d e Dios sea con ellos- se
han levantad o d e sus sepulcros. Esto, ciertam ente, es la
verd ad y no cabe d ud a acerca d e ello. Im ploram os a Dios
que d erram e sobre los supersticiosos una porción d e las
aguas vivientes d e la certeza que fluyen d el m anantial d e
la Más Sublim e Plum a, para que tod os pued an alcanzar lo
que es d igno d e estos d ías.
¡Oh Shaykh! Aun hallánd ose cercad o por las
tribulaciones, este Agraviad o Se ocupa en registrar estas
palabras. En tod os lad os pued e percibirse la llam a d e la
opresión y la tiranía. Por una parte, N os han llegad o
noticias d e que N uestros am ad os han sid o arrestad os en
la tierra d e ®á (Teherán) y ello a pesar d e que el sol, la
luna, la tierra y el m ar testifican tod os que esta gente está
ad ornad a con el ornam ento d e la fid elid ad y que no se
han ad herid o ni se ad herirán a nad a excepto lo que pued a
asegurar la exaltación d el gobierno, el m antenim iento d el
ord en d entro d e la nación y la tranquilid ad d e la gente.
¡Oh Shaykh! H em os afirm ad o repetid as veces que
d urante varios años hem os extend id o N uestra ayud a a su
Majestad el Sháh. Por años no ha ocurrid o ningún fatal
incid ente en Persia. Las riend as d e los agitad ores d e
sed ición d e las d iferentes sectas estaban firm em ente

111
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

m antenid as en el puño d el pod er. N ad ie ha traspasad o


sus lím ites. ¡Por Dios! Esta gente no ha estad o nunca
inclinad a a la m ald ad , ni lo está ahora. Sus corazones
están ilum inad os por la luz d el tem or d e Dios y están
ad ornad os con el ornam ento d e Su am or. Su interés
siem pre ha sid o y es el m ejoram iento d el m und o. Su
propósito es elim inar las d iferencias y extinguir la llam a
d el od io y la enem istad , para que la tierra entera llegue a
ser consid erad a com o un país.
Por otra parte, los funcionarios d e la Embajad a d e
Persia en la Gran Ciud ad (Constantinopla) están tratand o
enérgica y asid uam ente d e exterm inar a estos agraviad os.
Ellos d esean una cosa y Dios d esea otra. Consid erad
ahora lo que ha acontecid o en cad a país a aquellos en
quienes Dios confía. En un tiem po fueron acusad os d e
robo y hu rto; en otro, fueron calum niad os d e form a sin
igual en este m und o. Contesta im parcialm ente. ¿Cuáles
pod ían ser los resultad os y consecuencias, en países
extranjeros, d e la acusación d e robo presentad a por la
Embajad a d e Persia en contra d e sus propios súbd itos? Si
este Agraviad o Se avergonzó no fue por la hum illación
que Le causó este siervo, sino m ás bien por la vergüenza
que los em bajad ores d e países extranjeros conocieron
cuán incom petentes y faltos d e entend im iento son varios
funcionarios em inentes d e la Embajad a d e Persia.
"¿Arrojas tus calum nias al rostro d e Aquellos a Quienes el
único Dios verd ad ero ha hecho Fid eicom isarios d e los
tesoros d e Su séptim a esfera?" En resum en, en vez d e
tratar d e alcanzar, a través d e Aquel que ocupa esta
sublim e posición, los rangos m ás exaltad os y obtener Su
consejo, com o d eberían hacerlo, se han esforz ad o y están

112
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

esforzánd ose al m áxim o por apagar Su luz. N o obstante,


d e acuerd o con lo que ha sid o inform ad o, su Excelencia el
Embajad or Mu'ínu'l-Mulk, Mírzá Mu ¥sin Khán -quiera
Dios asistirle- en ese m om ento se hallaba ausente d e
Constantinopla. Tales cosas han suced id o d ebid o a que se
creía que Su Majestad el Sháh d e Persia -quiera el
Tod om isericord ioso asistirle- estaba enfad ad o con los que
han alcanzad o el Santuario d e Sabid uría y giran a Su
alred ed or. Dios bien sabe y testifica que este Agraviad o,
en tod o m om ento, Se ha ad herid o a tod o lo que cond uce a
la gloria tanto d el gobiern o com o d el pueblo. Dios, en
verd ad , es Testigo suficiente.
Describiend o al pueblo d e Bahá, la Más Sublim e
Plum a ha revelad o estas palabras: "Estos, en verd ad , son
hom bres que, si llegaran a ciud ad es d e oro puro, no
repararían en ellas y, si se encontraran con la m ás bella y
lind a d e las m ujeres, se apartarían d e ella". Así ha sid o
revelad o al pueblo d e Bahá por la Más Sublim e Plum a, d e
parte d e Aquel que es el Consejero, el Om nisciente. En los
pasajes finales d e la Tabla a su Majestad , el Emperad or d e
París (N apoleón III), han sid o revelad as estas exaltad as
palabras: "¿Te d eleitas por los tesoros que posees,
sabiend o que han d e perecer? ¿Te regocijas porque
gobiernas un palm o d e tierra, cuand o el m und o entero, en
opinión d el pueblo d e Bahá, vale tanto com o el negro d el
ojo d e una horm iga m uerta? Aband ónalo a los que han
d epositad o sus afectos en él, y vuélvete hacia Aquel que
es el Deseo d el m und o ".
Solo Dios -exaltad a sea Su gloria- es conoced or d e las
cosas que han acaecid o a este Agraviad o. Cad a d ía trae
una nueva noticia sobre los em bustes que corren en la

113
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Em bajad a d e Constantinopla contra N osotros. ¡Dios


bond ad oso! La única m ira d e sus m aquinaciones es lograr
el exterm inio d e este siervo. Sin em bargo, olvid an el
hecho d e que la hum illación en el send ero d e Dios es Mi
verd ad era gloria. En los periód icos se ha escrito lo
siguiente: "Tocante a las transacciones fraud ulentas d e
algunos d e los exiliad os d e „Akká y los excesos com etid os
por ellos en contra d e varias personas, etc..." Para quienes
son los exponentes d e la justicia y las auroras d e la
equid ad , la intención d el escritor es evid ente y está claro
su propósito. En breve, él se alzó para causarm e d iversas
tribulaciones y Me trató con injusticia y crueld ad . ¡Por
Dios! Este Agraviad o no cam biaría este lugar d e exilio
por la Más Sublim e H abitación. En opinión d e los
hom bres d e d iscernim iento, tod o lo que aconteciere en el
send ero d e Dios es gloria m anifiesta y un logro suprem o.
Ya hem os d icho: "¡Gloria sea a Ti, oh m i Dios! Si no fuera
por las tribulaciones sufrid as en Tu send ero, ¿cóm o se
pod ría conocer a Tus verd ad eros am antes?, y si no fuera
por las pruebas sufrid as por am or a Ti, ¿cóm o pod ría
revelarse la posición d e los que Te anhelan?"
Tal ha sid o la hum illación infligid a, que cad a d ía ellos
d ifund en nuevas calum nias. Este Agraviad o, no obstante,
Se ha aferrad o a una paciencia d ecorosa. Ojalá su
Majestad el Sháh d e Persia pid iera un inform e d e las
cosas que N os han acaecid o en Constantinopla, para que
pud iera enterarse com pletam ente d e los hechos
verd ad eros. ¡Oh Sháh! Te im ploro por tu Señor, el Dios d e
Misericord ia, que exam ines este asunto con el ojo d e la
im parcialid ad . ¿Es posible encontrar a un hom bre justo
que juzgue en este d ía d e acuerd o con lo que Dios ha

114
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

enviad o en Su Libro? ¿Dónd e está la persona im parcial


que consid ere equitativam ente lo que ha sid o perpetrad o
en N uestra contra sin ind icio alguno o prueba evid ente?
¡Oh Shaykh! Pond era el com portam iento d e los
hom bres. Los habitantes d e las ciud ad es d el conocim iento
y sabid uría están d olorosam ente perplejos,
preguntánd ose cóm o es que la secta shí'í que se
consid eraba a sí m ism a com o la m ás erud ita, la m ás recta
y la m ás d evota entre tod os los pueblos d el m und o, se ha
apartad o en el Día d e Su Revelación y ha m ostrad o una
crueld ad com o nunca antes se había conocid o. Te
incum be reflexionar por un m om ento. Desd e los
com ienzos d e esta secta hasta el presente d ía, cuán
grand e ha sid o el núm ero d e teólogos que han ap arecid o,
ninguno d e los cuales llegó a conocer la naturaleza d e
esta Revelación. ¿Cuál pued e haber sid o la causa d e este
d escarrío? Si N osotros la m encionáram os, sus m iem bros
se harían ped azos. Es necesario que ellos m ed iten, que
m ed iten por m il veces m il años, que quizá logren
alcanzar una pizca d el océano d el conocim iento y
d escubrir las cosas que han ignorad o en este d ía.
Me hallaba cam inand o en la Tierra d e ®á (Teherán) -la
aurora d e los signos d e tu Señor- cuand o, he aquí, oí la
lam entación d e los púlpitos y la voz d e sus súplicas a
Dios, bend ito y glorificad o sea Él. Ellos clam aban
d iciend o: "¡Oh Dios d el m und o y Señor d e las naciones!
Tú contem plas nuestro estad o y las cosas que nos han
acaecid o com o consecuencia d e la crueld ad d e Tus
siervos. Tú nos has cread o y revelad o para Tu
glorificación y alabanza. Tú oyes ahora lo que los
d escarriad os proclam an sobre nosotros en Tus d ías. ¡Por

115
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Tu pod er! N uestras alm as se han d erretid o y nuestros


m iem bros están tem bland o. ¡Ay! ¡Ay! ¡Ojalá nú nca
hubieram os sid o cread os y revelad os por Ti!"
Los corazones d e los que gozan d e acceso cercano a
Dios son consum id os por estas palabras, y d e ellas se
elevan los lam entos d e los que están consagrad os a Él.
Por am or a Dios, una y otra vez hem os am onestad o a los
d istinguid os teólogos y los hem os convocad o al Más
Sublim e H orizonte, para que quizá pued an, en los d ías d e
Su Revelación, obtener su parte d el océano d e la
expresión d e Aquel que es el Deseo d el m und o y no
perm anezcan totalm ente privad os d e ella.
En la m ayoría d e N uestras Tablas ha d escend id o d el
cielo d e Su m isericord ia que tod o lo abarca, esta
im portantísim a exhortación. H em os d icho: "¡Oh concurso
d e gobernantes y teólogos! Inclinad vuestros oíd os a la
Voz que llam a d esd e el horizonte d e „Akká.
Verd ad eram ente, ella os ayud a a proced er rectam ente, os
acerca a Él y d irige vuestros pasos hacia la posición que
Dios ha hecho la aurora d e Su Revelación y el Lugar d el
Am anecer d e Sus esplend ores. ¡Oh pueblos d el m und o!
Aquel que es el Más Grand e N om bre ha venid o d e parte
d el Antiguo Rey y ha anunciad o a los hom bres esta
Revelación que yacía oculta en Su conocim iento y estaba
preservad a en el tesoro d e Su protección, y fue escrita por
la Más Sublim e Plum a en los Libros d e Dios, el Señor d e
Señores. ¡Oh pueblo d e Shín (Shiraz)! ¿H abéis olvid ad o
Mi am orosa bond ad y Mi m isericord ia que han
sobrepasad o tod as las cosas cread as y que proced ieron d e
Dios, Quien hace bajar la cerviz a los hom bres?"

116
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

En el Kitáb-i-A qdas (el Libro Más Sagrad o), ha sid o


revelad o lo siguiente: "Di: ¡Oh jefes religiosos! N o peséis
el Libro d e Dios con los criterios y ciencias com unes entre
vosotros, ya que el Libro m ism o es la Balanza infalible
establecid a entre los hom bres. En ésta, la m ás perfecta
Balanza, d ebe pesarse tod o cuanto poseen los pueblos y
linajes d e la tierra, en tanto que la m ed id a d e su peso
d eberá ser com probad a según su propia norm a, si lo
supierais. El ojo d e Mi am orosa bond ad llora por vosotros
am argam ente, por cuanto no habéis reconocid o a Aquel a
Quien habíais estad o llam and o d e d ía y d e noche, por la
m añana y al atard ecer. Avanza, oh pueblo, con rostros
níveos y corazones rad iantes, hacia el bend ito Punto
Carm esí, d esd e d ond e el Sad ratu‟l-Muntahá proclam a:
'¡Verd ad eram ente, no hay otro Dios fuera d e Mí, el
Protector Om nipotente, el que subsiste por Sí m ism o!' ¡Oh
jefes religiosos d e Persia! ¿Quién es el hom bre entre
vosotros que pued a com petir conm igo en visión o
perspicacia? ¿Dónd e se halla quien se atreva a sostener
que es Mi igual en palabra o en sabid uría? ¡N o, por Mi
Señor, el Más Misericord ioso! Tod o lo que hay en la tierra
d ejará d e ser; y ésta es la faz d e vuestro Señor, el
Tod opod eroso, el Bienam ad o. H em os d ecretad o, oh
pueblo, que el fin m ás elevad o y últim o d e tod o saber sea
el reconocim iento d e Aquel que es el Objeto d e tod o
conocim iento; y, sin em bargo, m irad cóm o habéis
perm itid o que vuestro saber os aparte, com o por un velo,
d e Aquel que es la Aurora d e esta Luz, por Cuya
m ed iación tod a cosa oculta ha sid o revelad a. Di: Éste,
verd ad eram ente, es el cielo d ond e se atesora el Libro
Mad re, si pud iérais com prend erlo. Él es Quien ha hecho

117
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

que grite la Roca y que la Zarza Ard iente eleve su voz


sobre el Monte que se alza en la Tierra Santa,
proclam and o: '¡El Reino es d e Dios, el soberano Señor d e
tod o, el Om nipotente, el Am oroso!' N osotros no hem os
asistid o a escuela alguna, ni hem os leíd o ning una d e
vuestras d isertaciones. Prestad oíd os a las palabras d e
este Iletrad o con que os em plaza a Dios, el que Siem pre
Perm anece. Esto es m ejor para vosotros que tod os los
tesoros d e la tierra, si pud ierais com prend erlo.
Quienquiera que interprete lo que se ha hecho d escend er
d esd e el cielo d e la Revelación, alterand o su significad o
evid ente, verd ad eram ente es d e aquellos que han
pervertid o la Sublim e Palabra d e Dios y es d e los
perd id os en el Claro Libro".
En seguid a oím os el gem id o d e la verd ad era Fe y le
d ijim os: "¿Por qué, oh verd ad era Fe, Te oigo clam ar en la
noche, gem ir d urante el d ía y proferir Tus lam entaciones
al am anecer?" Ella replicó: "¡Oh Príncipe d el m und o que
perm aneces revelad o en el Más Grand e N om bre! Los
negligentes han d esjarretad o Tu Cam ella blanca, han
hund id o Tu Arca Carm esí, han d esead o apagar Tu Luz y
velar la faz d e Tu Causa. Por ello se ha levantad o la voz
d e Mi lam ento, al igual que la voz d el lam ento d e tod as
las cosas cread as, y aun así la gente, en su m ayoría, no se
d a cuenta". La verd ad era Fe, en este d ía, se ha asid o
firm em ente a la orla d e N uestra generosid ad , y circula
alred ed or d e N uestra Persona.
¡Oh Shaykh! Entra en Mi presencia, para que pued as
contem plar lo que el ojo d el universo jam ás ha
contem plad o y oír lo que el oíd o d e la creación entera
jam ás ha oíd o, que quizá pued as librarte d el lod o d e las

118
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

vagas fantasías y d irigir tu rostro hacia la Posición Más


Sublim e, d esd e d ond e este Agraviad o proclam a en voz
alta: "¡El Reino es d e Dios, el Om nipotente, el
Tod oalabad o!" Abrigam os la esperanza d e que, m ed iante
tus esfuerzos, las alas d e los hom bres pued an santificarse
d el lod o d el yo y el d eseo, y sean d ignas d e rem ontarse en
la atm ósfera d el am or d e Dios. Las alas m ancillad as con
lod o jam ás pued en rem ontarse. Esto lo atestiguan
aquellos que son los exponentes d e la justicia y la
equid ad , y aún así la gente se halla en ev id ente d ud a.
¡Oh Shaykh! Desd e tod as partes se han lanzad o
protestas contra N osotros; protestas tales, que N uestra
plum a im plora perd ón por escribirlas. Sin em bargo,
d ebid o a N uestra gran m isericord ia, las hem os contestad o
d e acuerd o con el entend im iento d e los hom bres, para
que quizá pued an librarse d el fuego d e la negación y el
d esm entim iento, y lleguen a ser ilum inad os con la luz d e
la afirm ación y la aceptación. La equid ad es rara d e
encontrar y la justicia ha d ejad o d e existir.
Entre otros, han d escend id o estos perspicuos
versículos d el Reino d el Divino conocim iento, en
respuesta a ciertos ind ivid uos: "¡Oh tú que has d irigid o tu
rostro hacia los esplend ores d e Mi Sem blante! Las vagas
fantasías han circund ad o a los m orad ores d e la tierra y les
han im ped id o volverse hacia el H orizonte d e la Certeza,
su brillantez, sus m anifestaciones y sus luces. Las vanas
im aginaciones les han apartad o d e Aquel que es el
Autosubsistente. H ablan incitad os por sus propios
caprichos y no entiend en. Entre ellos están los que han
d icho: '¿H an sid o enviad os los versículos?' Di: '¡Sí, por
Aquel que es el Señor d e los cielos!' '¿H a llegad o la hora?'

119
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

'¡N o, m ás aún, ha pasad o, por Aquel que es el Revelad or


d e las claras señales! Verd ad eram ente, lo Inevitable ha
llegad o y Él, el Verd ad ero, ha aparecid o con prueba y
testim onio. Lo Evid ente ha sid o d escubierto, y la
hum anid ad está severam ente afligid a y tem erosa. Se han
d esatad o terrem otos y las tribus se han lam ent ad o por
tem or a Dios, el Señor d e Fortaleza, el Irresistible'. Di: '¡El
estrid ente toque d e trom peta ha sid o estruend osam ente
elevad o y el Día es d e Dios, el Único, el Libre!' '¿H a
ocurrid o la catástrofe?' Di: '¡Sí, por el Señor d e Señores!'
'¿H a llegad o la Resurrección?' 'N o, m ás aún, Aquel que es
el Autosubsistente ha aparecid o con el Reino d e Sus
signos'. '¿Ves a los hom bres postrad os?' '¡Sí, por m i Señor,
el Exaltad o, el Altísim o!' '¿H an sid o los tocones
arrancad os d e raíz?' '¡Sí, m ás aún, las m ontañas han sid o
d isgregad as en polvo, por Él, el Señor d e los atributos!'
Ellos d icen: '¿Dónd e está el Paraíso y d ónd e el Infierno?'
Di: 'El prim ero es la reunión conm igo; el otro es tu propio
yo, oh tú que atribuyes un socio a Dios y d ud as'. Ellos
d icen: 'N o vem os la Balanza'. Di: '¡Ciertam ente, por m i
Señor, el Dios d e Misericord ia! N ad ie pued e verla,
excepto los que están d otad os d e d iscernim iento'. '¿H an
caíd o las estrella?' Di: 'Sí, cuand o Aquel que es el
Autosubsistente m oraba en la Tierra d el Misterio
(Ad rianópolis). ¡Prestad atención, vosotros que estáis
d otad os d e perspicacia!' Tod os los signos aparecieron
cuand o alargam os la Mano d el Pod er d esd e el seno d e
m ajestad y fuerza. En verd ad , el Pregonero exclam ó
cuand o el tiem po prom etid o hubo llegad o, y los que han
reconocid o los esplend ores d el Sinaí han d esfallecid o en
el d esierto d e la vacilación, ante la im ponente m ajestad d e

120
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

tu Señor, el Señor d e la creación. La trom peta pregunta:


'¿H a sonad o el Clarín?' Di: '¡Sí, por el Rey d e la
Revelación!, cuand o Él ascend ió al trono d e Su N om bre,
el Tod om isericord ioso'. La oscurid ad ha sid o ahuyentad a
por la luz d el am anecer d e la m isericord ia d e tu Señor, la
Fuente d e tod a luz. La brisa d el Tod om isericord ioso se ha
d ifund id o y las alm as han sid o vivificad as en las tum bas
d e sus cuerpos. Así el d ecreto ha sid o cum plid o por Dios,
el Pod eroso, el Benéfico. Quienes se han extraviad o han
d icho: '¿Cuánd o fueron hend id os los cielos?' Di: 'Mientras
vosotros yacíais en los sepulcros d e la rebeld ía y d el
error'. Entre los negligentes se halla aquel que frota sus
ojos y m ira a d erecha e izquierd a. Di: 'Estás encegad o. N o
tienes refugio ad ond e huir'. Y entre ellos está el que d ice:
'¿H an sid o reunid os los hom bres?' Di: '¡Sí, por Mi Señor!,
m ientras tú yacías en la cuna d e las ociosas fantasías'. Y
entre ellos se encuentra quien d ice: '¿H a sid o enviad o el
Libro a través d el pod er d e la verd ad era Fe?' Di: 'La
m ism a verd ad era Fe está atón ita. ¡Tem ed , oh hom bres d e
corazón com prensivo!' Y entre ellos está quien d ice: '¿H e
sid o reunid o con otros, ciego?' Di: '¡Sí, por Aquel que
cabalga sobre las nubes!' El paraíso está engalanad o con
rosas m ísticas y el infierno ard e com o una hoguera con el
fuego d e los im píos. Di: '¡La luz ha brillad o d esd e el
horizonte d e la Revelación, y la tierra entera ha sid o
ilum inad a con la llegad a d e Aquel que es el Señor d el Día
d el Convenio!' Los incréd ulos han perecid o, en tanto
aquel que guiad o por la luz d e la segurid ad se volvió
hacia la Aurora d e la Certeza, ha prosperad o. Bend ito
eres tú, quien has fijad o tu m irad a sobre Mí, por esta
Tabla que ha sid o enviad a para ti, una Tabla que es fuente

121
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

d e elevación d e las alm as d e los hom bres. Aprénd ela d e


m em oria y recítala. ¡Por Mi vid a! Es una puerta hacia la
m isericord ia d e tu Señor. Bienaventurad o quien la recita
al caer la tard e y al am anecer. N osotros, verd ad eram ente,
oím os tu alabanza a esta Causa, m ed iante la cual la
m ontaña d el con ocim iento fue pulverizad a y los pies d e
los hom bres han resbalad o. Que Mi gloria sea contigo y
con quienquiera se haya vuelto hacia el Om nipotente, el
Tod ogenereso. La Tabla está term inad a, pero el tem a no
está agotad o. Sé p aciente, pues paciente es tu Señor".
Estos son versículos que N osotros revelam os
anteriorm ente, poco d espués d e N uestra llegad a a la
ciud ad -prisión d e „Akká, te los hem os enviad o para que
estés inform ad o d e lo que sus lenguas m entirosas han
hablad o cuand o N uestra Causa les llegó con pod er y
soberanía. Los cim ientos d e las ociosas fantasías se han
estrem ecid o y el cielo d e las vanas im aginaciones se ha
hend id o, y aú n así la gente está en d ud a y contiend e con
Él. Ellos han negad o el testim onio d e Dios y Su prueba
d espués que Él ha ven id o d esd e el cielo d el pod er con el
reino d e Sus signos. H an d esechad o lo que ha sid o
prescrito y han perpetrad o lo que les había sid o prohibid o
en el Libro. H an aband onad o a su Dios y se han ad herid o
a sus propios d eseos. Ellos, ciertam ente se han extraviad o
y están en el error. Leen los versículos y los niegan. Ven
las señales m anifiestas y se apartan. En verd ad , están
perd id os en extrañ a d ud a.
H em os exhortad o a N uestros am ad os que tem an a
Dios, un tem or que es el m anantial d e tod as las virtud es y
las acciones m eritorias. Es el com and ante d e las huestes
d e la justicia en la ciud ad d e Bahá. Dichoso el hom bre que

122
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

se ha puesto a la som bra d e su estand arte lum inoso y se


ha aferrad o a él. Él, verd ad eram ente, es d e los
Com pañeros d el Arca Carm esí que ha sid o m encionad o
en el Qayyúm-i-A smá.
Di: ¡Oh pueblo d e Dios! Ad ornad vuestras sienes con
el ornam ento d e la honrad ez y la pied ad . Ayud ad
entonces a vuestro Señor con las huestes d e acciones
m eritorias y con un carácter d igno d e alabanza. Os hem os
prohibid o la d isensión y el conflicto en Mis Libros, en Mis
Escrituras, en Mis Pergam inos y en Mis Tablas, y con ello
no hem os d esead o otra cosa que vuestra exaltación y
progreso. Esto lo atestiguan los cielos y sus estrellas, el sol
y su esplend or, los árboles y sus hojas, los m ares y sus
olas y la tierra y sus tesoros. Oram os a Dios que asista a
Sus am ad os y les ayud e en tod o cuanto sea d igno d e ellos
en esta bend ita, esta pod erosa y m aravillosa posición.
Ad em ás, en otra Tabla hem os d icho: "¡Oh tú que has
fijad o tu m irad a en Mi sem blante! Exhorta a los hom bres
a tem er a Dios. ¡Por Dios! Este tem or es el com and ante
suprem o d el ejército d e tu Señor. Sus huestes son un
carácter loable y actos m eritorios. Med iante él han sid o
abiertas las ciud ad es d e los corazones d e los hom bres a
través d e las ed ad es y d e los siglos, y los estand artes d e
pod er y triunfo han sid o enarbolad os por sobre tod os los
d em ás estand artes".
"Ahora te m encionarem os la Confiabilid ad y su
posición en la estim ación d e Dios, tu Señor, el Señor d el
Trono Pod eroso. Cierto d ía N os retiram os a N uestra
Verd e Isla. A N uestra llegad a contem plam os sus
afluyentes arroyos, sus exuberantes árboles y la luz d el
sol jugand o entre ellos. Volviend o N uestro rostro hacia la

123
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

d erecha contem plam os lo que la plum a es incapaz d e


d escribir; ni pued e explicar lo que la vista d el Señor d e la
H um anid ad presenció en ese, el m ás santificad o, el m ás
sublim e, ese bend ito y exaltad ísim o Lugar. Volviénd onos
luego hacia la izquierd a vim os a una d e las Bellezas d el
Paraíso Más Sublim e, d e pie sobre un pilar d e luz,
llam and o en voz alta y d iciend o: '¡Oh m orad ores d e la
tierra y d el cielo! Contem plad Mi belleza y Mi esplend or,
Mi revelación y Mi efulgencia. ¡Por Dios, el Verd ad ero!
Yo soy la Confiabilid ad y su revelación y su belleza.
Recom pensaré a quienquiera se ad hiera a Mí, reconozca
Mi rango y posición y se aferre a Mi orla. Yo soy el m ás
grand e ornam ento d el pueblo d e Bahá y la vestid ura d e
gloria para tod os los que están en el reino d e la cre ación.
Yo soy el instrum ento suprem o para la prosperid ad d el
m und o y el horizonte d e certeza para tod os los seres'. Así
hem os hecho d escend er para ti lo que hará acercarse a los
hom bres al Señor d e la creación".
Este Agraviad o, en tod o m om ento, ha convocad o a los
pueblos d el m und o a lo que les exaltará y les acercará a
Dios. Desd e el Más Sublim e H orizonte ha brillad o lo que
a nad ie d eja lugar para la vacilación, el repud io o la
negación. Los d escarriad os, sin em bargo, no han lograd o
beneficiarse d e ello; m ás aún, esto sólo aum entará su
pérd id a.
¡Oh Shaykh! Incum be a los teólogos unirse a su
Majestad el Sháh -quiera Dios asistirle- y ad herirse d ía y
noche a lo que exaltará la posición tanto d el gobierno
com o d e la nación. Esta gente está asid uam ente ocupad a
en la ilum inación d e las alm as d e los hom bres y en la
rehabilitación d e su cond ición. Esto lo atestigua lo que ha

124
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

d escend id o d e la Más Sublim e Plum a en esta lúcid a


Tabla. ¡Cuán a m enud o las cosas han sid o sim ples y
fáciles d e lograr y, sin em bargo, la m ayoría d e los
hom bres han sid o negligentes y se han ocupad o con
aquello que d esperd icia su tiem po!
Cierto d ía, m ientras estábam os en Constantinopla,
Kam ál Páshá visitó a este Agraviad o. N uestra
conversación versó sobre tem as beneficiosos para el
hom bre. Él d ijo que había aprend id o varios id iom as. En
respuesta, N osotros hicim os esta observación: "H as
d esperd iciad o tu vid a. Os conviene a ti y a los d em ás
funcionarios d el Gobierno convocar una asam blea y
escojer uno d e los d iversos id iom as, así com o tam bién
uno d e los sistem as d e escritura existentes, o en su
d efecto, crear un nuevo id iom a y una nueva escritura
para ser enseñad os a los niños en las escuelas d e tod o el
m und o. De este m od o, ellos aprend erían sólo d os
id iom as, el uno, su propia lengua nativa, y el otro, el
lenguaje en que tod os los pueblos d el m und o
conversarían. Si los hom bres se asieran firm em ente a lo
que ha sid o m encionad o, la tierra entera sería
consid erad a com o un solo país y el pueblo se aliviaría y
se liberaría d e la necesid ad d e aprend er y enseñar
d iferentes id iom as". En N uestra presencia él asintió e
incluso m ostró gran alegría y com pleta satisfacción.
Luego le d ijim os que presentara este asunto a los
funcionarios y m inistros d el Gobierno para que p ud iera
ponerse en práctica en los d iferentes países. N o ob stante,
aunque él a m enud o volvió a vernos d espués d e esto,
nunca m ás se refirió a este tem a a pesar d e que lo que se

125
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

había sugerid o es cond ucente a la concord ia y a la unid ad


d e los pueblos d el m u nd o.
Abrigam os la esperanza d e que el Gobierno d e Persia
lo ad opte y lo lleve a cabo. En la actualid ad , un nuevo
id iom a y una nueva escritura han sid o cread os. Si lo
d eseas te harem os partícipe d e ello. N uestro propósito es
que tod os los hom bres pued an ad herirse a lo que ha d e
red ucir el esfuerzo y el trabajo innecesarios para que sus
d ías sean em plead os y term inad os d ignam ente. Dios,
verd ad eram ente, es el Auxiliad or, el Conoced or, el
Ord enad or, el Om nisciente.
Dios m ed iante, Persia alcanzará y se ad ornará con
aquello d e lo cual ha estad o privad a hasta ahora. Di: "¡Oh
Sháh! Esfuérzate para que tod os los pueblos d el m und o
pued an ser ilum inad os con los refulgentes esplend ores
d el sol d e tu justicia. Los ojos d e este Agraviad o no se han
vuelto hacia otra cosa que no sea la honrad ez, la
veracid ad , la pureza y tod o lo que beneficie a los
hom bres". N o Le consid eres un traid or. ¡Glorificad o eres
Tú, oh m i Dios, m i Maestro y m i Apoyo! Ayud a a su
Majestad el Sháh a hacer cum plir Tus leyes y Tus
m and atos, y a exponer Tu justicia entre Tus siervos. Tú
eres, en verd ad , el Tod ogeneroso, el Señor d e abund ante
gracia, el Om nipotente, el Tod opod eroso. La Causa d e
Dios ha venid o com o una m uestra d e Su gracia. Dichosos
los que actúan; d ichosos los que entiend en; d ichoso el
hom bre que se ha aferrad o a la verd ad , d esprend id o d e
tod o lo que está en los cielos y tod o lo que está en la
tierra.
¡Oh Shaykh! Busca la orilla d el Más Grand e Océano y
entra luego en el Arca Carm esí que Dios ha ord enad o

126
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

para el pueblo d e Bahá en el Qayyúm-i-A smá.


Verd ad eram ente, él navega sobre la tierra y el m ar. El que
entra en él está a salvo y el que se aparta, perece. Si lo
alcanzas y entras en él, d irige tu rostro hacia la Kaaba d e
Dios, el que Ayud a en el Peligro, Quien Subsiste por Sí
Mism o y d i: "¡Oh m i Dios! Te im ploro por Tu m ás
gloriosa luz y tod as Tus luces son verd ad eram ente
gloriosas". Acto seguid o, las puertas d el Reino se abrirán
d e par en par ante tu rostro y contem plarás lo que los ojos
jam ás han contem plad o y oirás lo que los oíd os jam ás han
oíd o. Este Agraviad o te exhorta, com o te ha exhortad o
antes, y nunca ha tenid o otro d eseo para ti salvo el d e que
entres en el océano d e la unid ad d e Dios, el Señor d e los
m und os. Este es el d ía en que tod as las cosas cread as
clam an y anuncian esta Revelación a los hom bres,
m ed iante la cual ha aparecid o lo que estaba oculto y
preservad o en el conocim iento d e Dios, el Pod eroso, el
Tod oalabad o.
¡Oh Shaykh! Tú has oíd o las d ulces m elod ías d e las
Palom as d e la Expresión arrulland o sobr e las ram as d el
Árbol d el Loto d el conocim iento. Escucha ahora las notas
d e las Aves d e la Sabid uría elevánd ose en el Paraíso Más
Sublim e. Ellas, en verd ad , te inform arán d e cosas d e las
que eras com pletam ente ignorante. Presta atención a lo
que la Lengua d e Fuerza y Pod er ha hablad o en los Libros
d e Dios, el Deseo d e tod o corazón com prensivo. En este
m om ento se ha elevad o una voz d esd e el Árbol d el Loto,
m ás allá d el cual no hay paso, en el corazón d el Paraíso
Más Sublim e, ord enánd om e que te relate lo que ha
d escend id o en los Libros y las Tablas y d e las cosas
expresad as por Mi Precu rsor, Quien ofrend ó Su vid a por

127
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

este Gran Anuncio, este Recto Send ero. Él ha d icho, y Él,


verd ad eram ente, d ice la verd ad : "H e escrito en Mi
m ención d e Él estas preciosas palabras: 'N inguna alusión
Mía pued e alud ir a Él, ni tam poco nad a que haya sid o
m encionad o en el Bayán'". Y ad em ás, Él -exaltad o y
glorificad o sea- referente a esta m uy pod erosa Revelación,
d ice este Gran Anuncio: "Exaltad o y glorificad o es Él por
sobre el pod er d e cualquiera para revelarle excepto Él
Mism o y está por encim a d e la d escripción d e cualquiera
d e Sus criaturas. Yo Mism o no soy sino el prim er siervo
en creer en Él y en Sus signos y en participar d e los d ulces
arom as d e Sus palabras proced entes d e los prim eros
frutos d el Paraíso d e Su conocim iento. ¡Ciertam ente, por
Su gloria! Él es la Verd ad . N o hay otro Dios salvo Él.
Tod os han surgid o por Su m and ato". Tales son las
palabras entonad as por la Palom a d e la Verd ad sobre las
ram as d el Divino Árbol d el Loto. Bienaventurad o quien
haya prestad o atención a su Voz y haya bebid o d e los
océanos d e la Divina expresión que yacen ocultos en cad a
una d e estas palabras. En otra ocasión, la Voz d el Bayán
ha exclam ad o en voz alta d esd e las m ás encum brad as
ram as. Él -bend ito y glorificad o sea- d ice: “En el año nono
alcanzaréis tod o bien”. En otra ocasión d ice: "En el año
nono alcanzaréis la Presencia d e Dios". Estas m elod ías,
entonad as por las Aves d e las ciud ad es d el Conocim iento,
concuerd an con lo que ha sid o enviad o por el
Tod om isericord ioso en el Corán. Bend itos sean los
hom bres d e d iscernim iento; bend itos los que lo alcanzan.
¡Oh Shaykh! ¡Juro por Dios! El Río d e la Misericord ia
fluye, el Océano d e la Expresión se agita y el Sol d e la
Revelación brilla respland eciente. Con un corazón

128
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

d esprend id o, un pecho d ilatad o y una lengua


com pletam ente veraz recita estas sublim es palabras que
han sid o revelad as por Mi Precursor, el Punto Prim ord ial.
Él d ice -glorificad a sea Su palabra- d irigiénd ose a Su
señoría „A½ím : "Esto, verd ad eram ente, es lo que te hem os
prom etid o antes d el m om ento en que hayam os
contestad o tu llam ad o. Espera hasta que nueve hayan
pasad o d esd e el tiem po d el Bayán. Luego exclam a:
'¡Bend ito, por tanto, sea Dios, el m ás excelente d e los
H aced ores!' Di: Esto, verd ad eram ente, es un Anuncio que
nad ie excepto Dios ha com prend id o. Vosotros, sin
em bargo, estaréis d esprevenid os en ese d ía". En el año
nono, esta Más Grand e Revelación surgió y brilló
respland eciente sobre el horizonte d e la Voluntad d e
Dios. N ad ie pued e negarla salvo aquel que es negligente
y d ud a. Rogam os a Dios que ayud e a Sus siervos a
volverse a Él y suplicam os perd ón por las cosas que han
com etid o en esta vana existencia. Él, verd ad eram ente, es
el Clem ente, el Perd onad or, el Tod om isericord ioso. En
otra ocasión, Él d ice: "Yo soy el prim er siervo en creer en
Él y en Sus signos". Del m ism o m od o, en el Bayán Persa,
Él d ice: "Él, verd ad eram ente, es Aquel que bajo cualquier
circunstancia proclam a: '¡Yo, en verd ad , soy Dios!'", y así
sucesivam ente, bend ito y glorificad o sea Él. Lo que se
quiere significar con Divinid ad y Deid ad ha sid o
expuesto anteriorm ente. N osotros, en verd ad , hem os
rasgad o los velos y hem os puesto al d escubierto lo que
acercará a los hom bres a Dios, Quien hace bajar la cerviz
a los hom bres. Dichoso el hom bre que ha alcanzad o la
justicia y la equid ad en esta Gracia que ha abarcad o tod o

129
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

lo que existe en los cielos y tod o lo que existe en la tierra


com o ha sid o ord enad o por Dios, el Señor d e los m und os.
¡Oh Shaykh! Escucha las m elod ías d el Evangelio con el
oíd o d e la im parcialid ad . Él d ice -glorificad a sea Su
palabra- al profetizar las cosas por venir: "Mas d e aquel
Día y H ora, ningún hom bre sabe, no, ni los ángeles d el
cielo, ni el H ijo, sino sólo el Pad re". Por Pad re, en este
contexto, se quiere significar a Dios, exaltad a sea Su
gloria. Él es, ciertam ente, el Verd ad ero Ed ucad or y el
Maestro Espiritual.
Joel d ice: "Porque grand e es el Día d el Señor y m uy
terrible; ¿quién pod rá soportarlo?" En prim er lugar, en la
sublim e expresión m anifestad a en el Evangelio, Él d ice
que nad ie está enterad o d el tiem po d e la Revelación, que
nad ie lo sabe excepto Dios, el Om nisciente, Quien es
conoced or d e tod o. En segund o lugar, Él expresa la
grand eza d e la Revelación. Asim ism o, en el Corán, Él
d ice: "¿De qué se preguntan el uno al otro? Del Gran
Anuncio". Este es el Anuncio, la grand eza d el cual ha sid o
m encionad a en la m ayoría d e los Libros d e antaño y d e
tiem pos m ás recientes. Este es el Anuncio que ha hecho
estrem ecer los m iem bros d e la hum anid ad salvo los d e
aquellos a quienes Dios, el Protector, el Auxiliad or, el
Socorred or, ha querid o exim ir. Los hom bres, en verd ad ,
han visto con sus propios ojos cóm o tod os los hom bres y
tod as las cosas han sid o lanzad os a la confusión y están
d olorosam ente perplejos salvo aquellos a quienes Dios ha
querid o exim ir.
¡Oh Shaykh! ¡Grand e es la Causa y grand e el Anuncio!
Reflexiona serena y pacientem ente sobre los
respland ecientes signos y las sublim es palabras y tod o lo

130
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

que ha sid o revelad o en estos d ías, que quizá pued as


sond ear los m isterios que se hallan ocultos en los Libros y
te esfuerces en guiar a Sus siervos. Escucha con tu oíd o
interior la voz d e Jerem ías, Quien d ice: "Oh, grand e es ese
Día y no tiene igual". Si observaras con el ojo d e la
equid ad , percibirías la grand eza d el Día. Presta oíd o a la
Voz d e este Om nisapiente Consejero y no te perm itas ser
privad o d e la m isericord ia que ha sobrepasad o tod as las
cosas cread as, visibles e invisibles. Presta oíd o al canto d e
David . Él d ice: "¿Quién m e guiará a la Ciud ad
Fortificad a?" La Ciud ad Fortificad a es „Akká, la cual ha
sid o d enom inad a la Más Grand e Prisión y que posee una
fortaleza y m urallas pod erosas.
¡Oh Shaykh! Lee atentam ente lo que Isaías ha d icho en
Su Libro. Él d ice: "Súbete sobre el alto m onte, oh Sión,
portad ora d e buenas nuevas; alza con fuerza Tu Voz, oh
Jerusalén, portad ora d e buenas nuevas. Álzala, no tem as;
d i a las ciud ad es d e Jud á: '¡Ved aquí a vuestro Dios! Ved
aquí al Señor Dios que vend rá con m ano fuerte y Su brazo
regirá por Él'". En este Día tod os los signos han aparecid o.
Una Gran Ciud ad ha d escend id o d esd e el cielo y Sión
tiem bla d e alegría y exulta ante la Revelación d e Dios,
pues ha oíd o la Voz d e Dios en tod as partes. En este Día
Jerusalén ha lograd o un nuevo Evangelio, pues en lugar
d el sicom oro se yergue el ced ro. Jerusalén es el lugar d e
peregrinación para tod os los pueblos d el m und o y ha sid o
llam ad a la Ciud ad Santa. Conjuntam ente con Sión y
Palestina, tod as ellas se hallan d entro d e estas regiones.
Por ello se ha d icho: "Bend ito sea el hom bre que haya
em igrad o a „Akká".

131
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Am ós d ice: "El Señor rugirá d esd e Sión y em itirá Su


Voz d esd e Jerusalén; y se enlutarán las m orad as d e los
pastores y se secará la cum bre d el Carm elo". El Carm elo,
en el Libro d e Dios, ha sid o d esignad o com o el Monte d e
Dios y Su Viña. Es aquí d ond e, por la gracia d el Señor d e
la Revelación, ha sid o erigid o el Tabernáculo d e Gloria.
Dichosos quienes logren llegar a él; d ichosos quienes
vuelvan sus rostros hacia él. Y asim ism o Él d ice: "N uestro
Dios vend rá y no guard ará silencio".
¡Oh Shaykh! Reflexiona sobre estas palabras d irigid as
a Am ós por Aquel que es el Deseo d el m und o. Él d ice:
"Prepárate para venir al encuentro d e tu Dios, oh Israel,
porque, he aquí, el que form a los m ontes y crea el viento,
el que anuncia al hom bre Su pensam iento, el que hace d e
la m añana tinieblas y pasa sobre los lugares encum brad os
d e la tierra, el Señor, el Dios d e las H uestes es Su
nom bre". Él d ice que Él hace d e la m añana tinieblas. Con
ello se quiere significar que si en el tiem po d e la
Manifestación d e Aquel que conversó en el Sinaí alguien
se consid erase a sí m ism o com o el verd ad ero am anecer,
m ed iante la fuerza y el pod er d e Dios, él sería convertid o
en tinieblas. Verd ad eram ente, él es el falso am anecer,
aunque se crea a sí m ism o el verd ad ero. Desd ichad o sea,
y d esd ichad os los que le siguen sin una señal clara d e
Dios, el Señor d e los m und os.
Isaías d ice: "Solam ente el Señor será exaltad o en ese
Día". Referente a la grand eza d e la Revelación, Él d ice:
"Entra en la roca y ocúltate en el polvo por tem or al Señor
y por la gloria d e Su m ajestad ". Y en otra ocasión Él d ice:
"El yerm o y la soled ad se alegrarán por ellos; y el d esierto
se regocijará y florecerá com o la rosa. Florecerá

132
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

profusam ente y se regocijará con júbilo, cantand o: la


gloria d el Líbano le será d ad a, el esplend or d el Carm elo y
d e Sarón, ellos verán la gloria d el Señor y el esplend or d e
nuestro Dios".
Estos pasajes no necesitan com entario. Son brillantes y
m anifiestos com o el sol y, respland ecientes y lum inosos
com o la luz m ism a. Tod a persona im parcial es guiad a por
la fragancia d e estas palabras hacia el jard ín d el
entend im iento y logra aquello que les está velad o y
ved ad o a la m ayoría d e los hom bres. Di: Tem ed a Dios,
oh pueblo, y no sigáis las d ud as d e aquellos que
vociferan, quienes han violad o el Convenio d e Dios y Su
Testam ento, y han negad o Su m isericord ia que ha
preced id o a tod o lo que está en los cielos y tod o lo que
está en la tierra.
Y asim ism o Él d ice: "Di a quienes son d e corazón
tem eroso: sed fuertes, no tem áis, m irad a vuestro Dio s".
Este bend ito versículo es una prueba d e la grand eza d e la
Revelación y d e la grand eza d e la Causa, puesto que el
toque d e la trom peta d ebe necesariam ente esparcir la
confusión por tod o el m und o y el tem or y el
estrem ecim iento entre tod os los hom bres.
Bienaventurad o es aquel que ha sid o ilum inad o con la luz
d e la confianza y el d esprend im iento. Las tribulaciones d e
ese Día no le estorbarán ni le alarm arán. Así ha hablad o la
Lengua d e la Expresión, com o ha sid o ord enad o por
Aquel que es el Tod om isericord ioso. Él, verd ad eram ente,
es el Fuerte, el Tod opod eroso, el Tod osu byugad or, el
Om nipotente. Incum be ahora a quienes están d otad os con
oíd o atento y ojo avizor pond erar estas sublim es palabras,
en cad a una d e las cuales los océanos d el significad o

133
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

interno y la explicación están ocultos, que qu izá las


palabras expresad as por Aquel que es el Señor d e la
Revelación perm itan a Sus siervos alcanzar, con el m ayor
júbilo y respland or, la Meta Suprem a y el Pináculo Más
Sublim e, el punto d e am an ecer d e esta Voz.
¡Oh Shaykh! Si tú percibieras los alientos d e Mi
expresión, aun si fuera en m enor m ed id a que el ojo d e
una aguja, aband onarías el m und o y tod o lo que en él
existe, y volverías tu rostro hacia las luces d el sem blante
d el Desead o. En breve, en los proverbios d e Aquel que es
el Espíritu (Jesús), se hallan ocultos innum erables
significad os. Él h izo referencia a m uchas cosas, pero
com o no encontró a nad ie que poseyera un oíd o atento ni
ojo avizor, prefirió ocultar la m ayoría d e estas cosas. Es
así que Él d ice: "Mas ahora no las pod éis sobrellevar". Ese
Punto d e Am anecer d e la Revelación d ice que en ese Día,
Aquel que es el Prom etid o revelará las cosas que habrán
d e venir. En conform id ad con esto, en el Kitáb-i-A qdas, en
las Tablas a los Reyes, en el Law¥-i-Ra' ís y en el Law¥-i-
Fu' ád, han sid o anu nciad as y profetizad as, por la Plum a
Más Sublim e, la m ayoría d e las cosas que han suced id o
en esta tierra.
En el Kitáb-i-A qdas ha sid o revelad o lo siguiente: "N o
perm itas que nad a te entristezca, Oh Tierra d e ®á
(Teherán), pues Dios te ha escogid o para ser la fuente d e
alborozo d e tod a la hum anid ad . Si es Su Voluntad , Él
bend ecirá tu trono con alguien que habrá d e gobernar con
justicia, quien reunirá el rebaño d e Dios que los lobos han
d ispersad o. Con regocijo y alegría ese gobernante volverá
su faz hacia el pueblo d e Bahá, y le otorgará sus favores.
A los ojos d e Dios él es consid erad o, por cierto, com o una

134
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

joya entre los hom bres. Sobre él d escansen por siem pre la
gloria d e Dios y la gloria d e tod os los que m oran en el
reino d e Su revelación". Estos versículos fueron revelad os
anteriorm ente. Sin em bargo, ahora ha sid o enviad o el
siguiente versículo: "¡Oh Dios, m i Dios! Bahá Te suplica y
Te im plora, por las luces d e Tu sem blante, por las olas d el
océano d e Tu Revelación y por los refulgentes
esplend ores d el Sol d e Tu expresión, que ayud es al Sháh a
ser justo y equitativo. Si es Tu d eseo, bend ice, a través d e
él, el trono d e autorid ad y soberanía. Potente eres Tú para
hacer lo que Te place. N o hay otro Dios sino Tú, el que
oye, Quien está d ispuesto a contestar". "Alborózate con
gran alborozo, oh Tierra d e ®á (Teherán), porque Dios ha
hecho d e ti la aurora d e Su luz, ya que d entro d e ti nació
la Manifestación d e Su gloria. Alégrate por el nom bre que
te ha sid o conferid o, un nom bre m ed iante el cual el Sol d e
la gracia ha d erram ad o su esplend or y, la tierra y el cielo
han sid o ilum inad os. Dentro d e poco cam biará tu
situación interna y las riend as d el pod er caerán en m anos
d el pueblo. En verd ad , tu Señor es el Om nisciente. Su
autorid ad abarca tod as las cosas. Ten confianza en los
bond ad osos favores d e tu Señor. La m irad a d e Su
am orosa bond ad estará siem pre d irigid a hacia ti. Se
acerca el d ía en que tu agitación habrá m ud ad o en paz y
sosiego. Así ha sid o d ecretad o en el Libro Marav illoso".
Asim ism o, en el Law¥-i-Fu' ád, y en la Tabla al Rey d e
París (N apoleón III), y en otras Tablas, ha sid o revelad o
aquello que llevará a tod a persona im parcial a atestiguar
el pod er, la m ajestad y la sabid uría d e Dios, exaltad a sea
Su gloria. Si los hom bres observaran con el ojo d e la
justicia, se d arían cuenta d el secreto d e este bend ito

135
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

versículo: "N o existe cosa alguna, verd e o seca, que no


haya sid o anotad a en un escrito claro", y lo
com prend erían. En este d ía, no obstante, el repud io d e los
hom bres a la verd ad les ha im ped id o com prend er lo que
en verd ad ha sid o enviad o por Aquel que es el Revelad or,
el Anciano d e los Días. ¡Dios bond ad oso! Signos
perspicuos han aparecid o por tod os lad os, y sin em bargo,
los hom bres, en su m ayor parte, están privad os d el
privilegio de contem plarlos y com prend erlos.
Im ploram os a Dios que confiera Su ayud a para que tod os
los hom bres pued an reconocer las perlas que yacen
ocultas en las ostras d el Más Grand e Océano y exclam en:
"¡Alabad o seas Tú, oh Dios d el m und o!"
¡Oh concurso d e im parciales! Observad y reflexionad
sobre las olas d el océano d e la expresión y el
conocim iento d e Dios para que pod áis testificar con
vuestras lenguas interior y exterior, que en Él se haya el
conocim iento d e tod o lo que está en el Libro. N ad a escapa
a Su conocim iento. Él, verd ad eram ente, ha m anifestad o lo
que estaba oculto cuand o a Su regreso ascend ió al trono
d el Bayán. Tod o cuanto ha sid o revelad o, ha suced id o y
suced erá sobre la tierra, palabra por palabra. A nad ie le
cabe la posibilid ad d e apartarse o protestar. N o obstante,
com o la im parcialid ad se halla d eshonrad a y oculta, la
m ayoría d e los hom bres hablan im pulsad os por sus
propias fantasías ociosas.
¡Oh Dios, m i Dios! N o im pid as a Tus siervos volver
sus rostros hacia la luz d e la certeza que ha a m anecid o
sobre el horizonte d e Tu voluntad y no d ejes que sean
privad os, oh m i Dios, d e los océanos d e Tus signos. Ellos,
oh m i Señor, son Tus siervos en Tus ciud ad es y Tus

136
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

esclavos en Tus tierras. Si Tú no tienes m isericord ia con


ellos, ¿quién, entonces, les m ostrará m isericord ia? Tom a,
oh m i Dios, las m anos d e aquellos que se han ahogad o en
el m ar d e las ociosas fantasías y libéralos por Tu fuerza y
Tu soberanía. Sálvalos, entonces, con los brazos d e Tu
pod er. Potente eres Tú para hacer lo que d eseas, y en Tu
d iestra se hallan las riend as d e tod o lo que está en los
cielos y tod o lo que está en la tierra.
Del m ism o m od o, el Punto Prim ord ial d ice:
"Contem plad le con Sus propios ojos. Si Le m iraseis con
los ojos d e otro, jam ás Le aceptaríais ni Le conoceríais".
Esto no se refiere a nad a que no sea esta Más Grand e
Revelación. Bienaventurad os los que juzgan
im parcialm ente. Y asim ism o Él d ice: "El germ en d e un
año d e ed ad que contiene en sí m ism o las potencialid ad es
d e la Revelación que ha d e venir, está d otad o d e una
potencia superior a las fuerzas com binad as d e tod o el
Bayán". Estas buenas nu evas d el Bayán y d e los Libros d e
tiem pos pasad os han sid o repetid am ente m encionad as
bajo d iversos nom bre en n um erosos libros, para que
quizá los hom bres juzguen equ itativam ente aquello que
ha surgid o y ha brillad o sobre el horizonte d e la voluntad
d e Dios, el Señor d el Pod eroso Trono.
¡Oh Shaykh! Di al pueblo d el Bayán: "Pond erad estas
bend itas palabras. Él d ice: 'La totalid ad d el Bayán es sólo
una hoja entre las hojas d e Su Paraíso'. Sed justos, oh
pueblo, y no seáis d e los que son contad os entre los
perd id os en el Libro d e Dios, el Señor d e los m und os". El
bend ito Árbol d el Loto se halla, en este d ía, ante tu rostro,
cargad o con frutos celestiales, nuevos y m aravillosos.
Contém plalo d esprend id o d e tod o salvo d e él. Así ha

137
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

hablad o la Lengua d e fuerza y pod er en este Lugar que


Dios ha ad ornad o con las huellas d e Su Más Grand e
N om bre y Pod eroso Anu ncio.
Y asim ism o Él d ice: "Antes que nueve hayan
transcurrid o d esd e el com ienzo d e esta Causa, las
realid ad es d e las cosas cread as no se harán m anifiestas.
Tod o lo que has visto hasta ahora, no es sino la etapa que
se extiend e d esd e el germ en húm ed o hasta que le
cubrim os con carne. Sé paciente hasta que contem ples
una nueva creación. Di: 'Por tanto, ¡bend ito sea Dios, el
m ás excelso d e los H aced ores!'"
Y asim ism o Él ha d icho con respecto al pod er d e esta
Revelación: "Es lícito para Aquel a Quien Dios hará
m anifiesto rechazar a aquel que es m ás grand e en la
tierra, puesto que ese no es sino una criatura en Su puño
y tod as las cosas Le ad oran. Después d e Æín (68) os será
d ad a una Causa que vosotros conoceréis". Y ad em ás Él
d ice: "Sabe con absoluta certeza y, m ed iante el d ecreto
irrevocable y m ás firm em ente establecid o, que Él,
exaltad a sea Su gloria, m agnificad o sea Su pod er,
beatificad a sea Su santid ad , glorificad a sea Su grand eza y
load os sean Sus cam inos, h ace que cad a cosa sea conocid a
por sí m ism a; ¿quién, entonces, pued e conocerle a través
d e alguien que no sea Él Mism o?" Y ad em ás Él d ice,
exaltad o y glorificad o sea Él: "Cuid ad o, cuid ad o, no sea
que en los d ías d e Su Revelación, el Vá¥id d el Bayán (las
d ieciocho Letras d el Viviente) te apartes d e Él com o por
un velo, ya que este Vá¥id no es sino una criatura ante Su
vista. Y cuid ad o, cuid ad o, que las palabras revelad as en el
Bayán no te aparten d e Él com o por m ed io d e un velo". Y
nuevam ente, exaltad o sea Él, d ice: "N o Le m iréis con

138
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

ningún otro ojo que no sea el Suyo propio. Pues


quienquiera Le m ire con Su ojo, Le reconocerá; d e otro
m od o, estará apartad o d e Él. Si buscas a Dios y Su
Presencia, búscale a Él y m írale fijam ente". Y asim ism o Él
d ice: "Mejor es para ti recitar uno solo d e los versículos d e
Aquel a Quien Dios hará m anifiesto, que transcribir la
totalid ad d el Bayán, pues en ese Día, ese solo versículo
pued e salvarte, m ientras que el Bayán entero no pued e
salvarte".
Di: ¡Oh pueblo d el Bayán! Sed justos, sed justos; y
nuevam ente, sed justos, sed justos. N o seáis d e los que
han hecho m ención d e la Manifestación d e la Causa d e
Dios d urante el d ía y en la noche, y que cuand o Él
apareció a través d e Su gracia y cuand o el H orizonte d e la
Revelación fue ilum inad o, pronunciaron tal juicio en Su
contra, que ha provocad o los lam entos d e los habitantes
d el Reino y d el Dom inio d e Gloria y d e los que han
circulad o alred ed or d e la voluntad d e Dios, el
Om nisciente, el Om nisapiente.
Med itad sobre estas sublim es palabras: Él d ice: "Yo,
verd ad eram ente, soy un creyente en Él, en Su Fe, en Su
Libro, en Sus Testim onios, en Sus m od os d e obrar y en
tod o lo que ha proced id o d e Él referente a ellos. Me glorío
en Mi afinid ad con Él y Me enorgullezco d e Mi creencia
en Él". Y asim ism o Él d ice: "¡Oh congregación d el Bayán y
d e tod os los que se hallan en ella! Reconoced los lím ites
im puestos a vosotros, pues aun Aquel que es el Punto d el
Bayán Mism o ha creíd o en Aquel a Quien Dios hará
m anifiesto, antes d e que fueran cread as tod as las cosas.
De ello, verd ad eram ente, Me glorío ante tod os los que
están en el reino d el cielo y d e la tierra". ¡Por Dios! Tod os

139
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

los átom os d el universo gim en y se lam entan ante la


crueld ad perpetrad a por los rebeld es entre el pueblo d el
Bayán. ¿Dónd e han id o aquellos que estaban d otad os d e
perspicacia y oíd o? Im ploram os a Dios -bend ito y
glorificad o sea Él- que los em place y los exhorte a aquello
que les beneficiará, y que los aparte d e aquello que les
d añará. Él es, en verd ad , el Fuerte, el Tod osubyugad or, el
Om nipotente.
Y asim ism o Él d ice: "N o os perm itáis estar apartad os
d e Dios com o por un velo, d espués d e que Él Se ha
revelad o a Sí Mism o. Pues tod o lo que ha sid o exaltad o en
el Bayán no es m ás que un anillo en Mi m ano y Yo
Mism o, verd ad eram ente, no soy sino un anillo en la m ano
d e Aquel a Quien Dios hará m anifiesto, ¡glorificad a sea
Su m ención! Él lo h ace girar com o a Él Le place, por
cualquier cosa que a Él Le place y por m ed io d e lo que a
Él Le place. Él, verd ad eram ente, es el que Ayud a en el
Peligro, el Altísim o". Y asim ism o Él d ice: "Si Él hiciera d e
cad a uno en la tierra un Profeta, tod os serían, en la m ás
pura verd ad , consid erad os com o Profetas ante la vista d e
Dios". Y asim ism o Él d ice: "En el d ía d e la revelación d e
Aquel a Quien Dios hará m anifiesto, tod os los que m oran
en la tierra serán iguales en Su apreciación. A quienquiera
Él haya ord enad o ser un Profeta, él, verd ad eram ente, ha
sid o un Profeta d esd e el principio que no tiene principio y
así perm anecerá hasta el fin que no tiene fin, por cuanto
esto es una obra d e Dios. Y a quienquiera Él haya hecho
un Vicerregente, será un Vicerregente en tod os los
m und os, ya que esto es un a obra d e Dios. Pues la
voluntad d e Dios no pued e ser revelad a d e m anera
alguna salvo m ed iante Su voluntad ; ni Su d eseo pued e

140
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

ser m anifestad o, sino es m ed iante Su d eseo. Él,


verd ad eram ente, es el Tod oconquistad or, el
Tod opod eroso, el Altísim o".
En breve, en tod o m om ento Él ha enunciad o lo que es
cond ucente a la conversión, al progreso, a la exaltación y
a la guía d e los hom bres. Unos cuantos injustos, no
obstante, se han convertid o en un velo y en una barrera
infranqueable, y han im ped id o a la gente volverse hacia
las luces d e Su Sem blante. Rogam os a Dios que los
expulse por Su soberanía y se apod ere d e ellos con Su
apresad or pod er. Él, verd ad eram ente, es el Señor d e
Fortaleza, el Pod eroso, el Om nisapiente.
Y asim ism o Él d ice: "Él -glorificad a sea Su m ención - Se
asem eja al sol. Si se colocasen innum erables espejos frente
a él, cad a uno, d e acuerd o con su capacid ad , reflejaría el
esplend or d e ese sol, y si ningun espejo fuese colocad o
frente a él, aún así continuaría saliend o y poniénd ose, y
sólo los espejos estarían privad os d e su luz. Yo,
verd ad eram ente, no he faltad o a Mi d eber d e am onestar a
esa gente e id ear m ed ios por los que pud ieran volverse
hacia Dios, su Señor, y creer en Dios, su Cread or. Si en el
d ía d e Su Revelación, tod os los que están sobre la tierra
d an m uestras d e fid elid ad a Él, Mi m ás íntim o ser se
alegrará, puesto que tod os habrán alcanzad o la cim a d e
su existencia y se habrán encontrad o frente a frente con
su Bienam ad o y habrán reconocid o hasta el m ás alto
grad o alcanzable en el m und o d e la existencia, el
esplend or d e Aquel que es el Deseo d e sus corazones. Si
no es así, Mi alm a, en verd ad , se entristecerá. Yo,
verd ad eram ente, he preparad o a tod as las cosas para este
fin. ¿Cóm o, entonces, pued e alguien estar separad o d e Él

141
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

com o por un velo? Por ésto he inv ocad o a Dios y


continuaré invocánd ole. Él, verd ad eram ente, está cerca y
está d ispuesto a contestar".
Y asim ism o Él d ice: "Ellos incluso rehusarán d arle a
ese Árbol, que no es ni d el Este ni d el Oeste, el nom bre d e
creyente, pues si fuesen a llam arle d e ese m od o, no
lograrían entristecerle". ¿Oh m und o, ha escuchad o tu
oíd o en qué d esam paro fueron revelad as estas palabras
d esd e la aurora d e la voluntad d e Aquel que es el Lugar
d e Am anecer d e tod os los nom bres? Él d ice: "H e ed ucad o
a tod os los hom bres para que pued an reconocer esta
Revelación y, sin em bargo, el pueblo d el Bayán rehúsa
incluso conced er el nom bre d e creyente a ese Árbol
bend ito que no pertenece al Este ni al Oeste". ¡Ay, ay, por
las cosas que Me han acontecid o! ¡Por Dios! A m anos d e
aquel que d e d ía y d e noche he criad o (Mírzá Ya ¥yá), m e
ha acontencid o lo que ha hecho lam entarse al Espíritu
Santo y a los m orad ores d el Tabernáculo d e la Grand eza
d e Dios, el Señor d e este m aravilloso Día.
Asim ism o, refutand o a ciertos incréd ulos, Él d ice:
"Pues nad ie conoce el tiem po d e la Revelación excepto
Dios. Cuand o quiera que ésta aparezca, tod os d eben
reconocer al Punto d e la Verd ad y d ar gracias a Dios".
Aquellos que se han apartad o d e Mí han hablad o com o
hablaron los segu id ores d e Juan (el Bautista). Pues ellos
tam bién protestaron contra Aquel que era el Espíritu
(Jesús), d iciend o: "La d ispensación d e Juan aún no ha
term inad o, ¿por qué has venid o?" Ahora tam bién,
aquellos que N os han repud iad o, aunque nunca N os han
conocid o y han sid o en tod o m om ento ignorantes d e los
fund am entos d e esta Causa, sin saber d e Quién proced e

142
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

ni qué significa, han d icho lo que ha causad o que tod as


las cosas cread as suspiraran y se lam entaran. ¡Por Mi
vid a! El m ud o nunca pod rá d esafiar a Aquel que encarna
en Sí Mism o al reino d e la expresión. Tem ed a Dios, oh
pueblo, y exam inad , entonces, lo que ha sid o enviad o con
la verd ad en el octavo Capítulo d el sexto Vá ¥id d el Bayán
y no seáis d e los que se han apartad o. Asim ism o Él ha
ord enad o: "Este Capítulo d ebe ser leíd o una vez cad a
d iecinueve d ías, que quizá ellos no sean v elad os en el
m om ento d e la revelación d e Aquel a Quien Dios hará
m anifiesto, por consid eraciones extrañas a los versículos
que han sid o y continúan siend o la m ás pod er osa d e
tod as las pruebas y testim onios".
kam ranJuan, hijo d e Zacarías, d ijo lo que Mi Precursor
ha d icho: "Diciend o, arrepentíos porque el Reino d el cielo
está cerca. Yo, en verd ad , os bautizo con agua para el
arrepentim iento, pero el que viene tras d e Mí es m ás
pod eroso que Yo, Cuyo calzad o no soy d igno d e llevar".
Por ello, Mi Precursor, com o un signo d e sum isión y
hum ild ad , d ijo: "La totalid ad d el Bayán es sólo una hoja
entre las hojas d e Su Paraíso". Y asim ism o Él d ice: "Yo soy
el prim ero en ad orarle y Me enorgullezco d e Mi afinid ad
con Él". Y aún así, oh hom bres, el pueblo d el Bayán ha
obrad o d e un m od o tal, que Dhi'l-Jaw shab, e Ibn-i-Anas y
AÐbahí han buscad o y continúan buscand o refugio en
Dios contra tales acciones. Este Agraviad o, ante la faz d e
tod as las religiones, Se ha ocupad o, d ía y noche, en las
cosas que son cond ucentes a la exaltación d e la Causa d e
Dios, en tanto que esos hom bres se han aferrad o a lo que
es causa d e hum illación y perjuicio.

143
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Y asim ism o Él d ice: "Reconoced le por Sus versículos.


Cuanto m ás negligentes seáis en esfor zaros por conocerle,
m ás d olorosam ente estaréis velad os en el fuego". ¡Oh
vosotros entre el pueblo d el Bayán que os habéis apartad o
d e Mí! Med itad sobre estas m ás sublim es palabras que
han proced id o d el m anantial d e la expresión d e Aquel
que es el Punto d el Conocim iento. Escuchad , en este
m om ento, estas palabras. Él d ice: "En ese Día, el Sol d e la
Verd ad se d irigirá al pueblo d el Bayán y recitará este
Súrih d el Corán: 'Di: ¡Oh vosotros los incréd ulos! Yo no
ad oro lo que vosotros ad oráis, y vosotros no ad orá is lo
que Yo ad oro. Yo nunca ad oraré lo que vosotros ad oráis,
ni vosotros ad oraréis lo que Yo ad oro. A vosotros sea
vuestra religión, y a Mí, Mi religión'". ¡Dios bond ad oso! A
pesar d e estas claras afirm aciones y d e estas brillantes y
lum inosas pruebas, tod os están ocupad os con sus vanas
im aginaciones, ignoran al Desead o y están apartad os d e
Él. ¡Oh extraviad os! Despertad d el sueño d e la
negligencia y prestad atención a estas palabras d e Mi
Precursor. Él d ice: "El árbol d e la afirm ación, al apartarse
d e Él, es consid erad o com o el árbol d e la negación, y el
árbol d e la negación, al volverse hacia Él, es consid erad o
com o el árbol d e la afirm ación". Y asim ism o Él d ice: "Si
alguien proclam are una Revelación y no ad ujere prueba
alguna, no protestéis, ni Le aflijáis". En breve, este
Agraviad o ha estad o, d ía y noche, expresand o estas
palabras: "Di: ¡Oh vosotros los incréd ulos!", que quizá
este sea el m ed io d e d espertar a la gente, y d e que pued an
ad ornarse con el ornam ento d e la equid ad .
Y ahora, m ed ita sobre estas palabras que d ifund en el
hálito d e la d esesperación en Su d olorosa invocación a

144
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Dios, el Señor d e los m und os. Él d ice: "¡Glorificad o eres


Tú, oh Mi Dios! Atestigua que, m ed iante este Libro, he
realizad o un convenio con tod as las cosas cread as
referente a la Misión d e Aquel a Quien Tú harás
m anifiesto, antes d e que el convenio respecto a Mi propia
Misión haya sid o establecid o. Suficiente testigo eres Tú y
aquellos que han creíd o en Tus signos. Tú,
verd ad eram ente, eres suficiente para Mí. En Ti he puesto
Mi confianza, y Tú, verd ad eram ente, llevas cuenta d e
tod as las cosas".
En otra ocasión Él d ice: "¡Oh Espejos com o Soles!
Mirad al Sol d e la Verd ad . Vosotros, ciertam ente,
d epend éis d e él, si lo percibierais. Tod os vosotros sois
com o peces, m oviénd oos en las aguas d el m ar, velánd oos
a vosotros m ism os d e él, y sin em bargo, preguntand oos
d e qué d epend éis". Y asim ism o Él d ice: "Me quejo a ti, oh
Espejo d e Mi generosid ad , contra tod os los otros Espejos.
Tod os Me m iran a través d e sus propios colores". Estas
palabras fueron enviad as d esd e la Fuente d e la
Revelación d el Tod ogeneroso, e iban d irigid as al Siyyid
Javád , conocid o com o Karbilá'í. Dios atestigua, y el
m und o es Mi testigo, que este siyyid apoyó a este
Agraviad o e incluso escribió una d etallad a r efutación
contra los que se apartaron d e Mí. Por otra parte, d os
com unicaciones en las que él testifica la Revelación d el
Verd ad ero y en las que las evid encias d e su alejam iento
d e tod o cuanto no sea Él son claras y m anifiestas, fueron
enviad as por N osotros a Æayd ar-„Alí. El m anuscrito d el
siyyid es inequívoco, y es conocid o por tod os. N uestro
propósito al hacer esto fue que aquellos que N os han
negad o pued an alcanzar las aguas vivientes d el

145
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

reconocim iento, y aquellos que se han apartad o, sean


ilum inad os con la luz d e la conversión. Dios es Mi testigo
d e que este Agraviad o no ha tenid o otro propósito que no
fuera el d e transm itir la Palabra d e Dios. Bend itos sean
los im parciales, y d esd ichad os los que se han apartad o.
Aquellos que se han alejad o d e Mí han conspirad o
m uchas veces, y han obrad o engañosam ente d e d iversas
m aneras. En una ocasión, se procuraron una fotografía d e
este siyyid y la pegaron en una hoja junto con las d e
otros, encabezad as por el retrato d e Mírzá Ya ¥yá. En
breve, ellos han apelad o a tod o tipo d e m ed ios para
repud iar al Verd ad ero. Di: "El Verd ad ero ha venid o tan
m anifiesto com o el sol brillante; ¡oh, qué lást im a que Él
haya venid o a la ciud ad d e los ciegos!" El siyyid
anteriorm ente m encionad o am onestó a los negad ores y
los em plazó ante el Más Sublim e H orizonte, pero no logró
grabar estas pied ras que no pued en ser grabad as.
Concerniente a él, ellos han d icho tales cosas en cuya
contra él buscó refugio en Dios, exaltad a sea Su gloria.
Las súplicas que envió a esta Santa Corte se hallan ahora
en N uestra posesión. Dichosos sean los im parciales.
Reflexiona ahora sobre la lam entación d el Punto
Prim ord ial contra los Espejos, que quizá los hom bres
pued an d espertar, y volverse d e la siniestra d e las ociosas
fantasías e im aginaciones, a la d iestra d e la fe y la certeza,
y pued an ser conoced ores d e aquello d e lo cual están
velad os. En verd ad , es por el propósito d e reconocer a
esta Causa Más Grand e, por la que ellos han surgid o d el
m und o d e la no-existencia al m und o d el ser. Y asim ism o
Él d ice: "Consagra, oh m i Dios, la totalid ad d e este Árbol
a Él, a fin d e que d e él pued an ser revelad os tod os los

146
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

frutos cread os por Dios d entro d e él, para Aquel por


Cuyo interm ed io Dios ha d esead o revelar tod o lo que a
Le place. ¡Por Tu gloria! Yo no he d esead o que este Árbol
prod uzca jam ás una ram a, o una hoja, o un fruto, que no
se incline ante Él en el Día d e Su Revelación, o que rehúse
alabarte a través d e Él, com o correspond e a la gloria d e
Su tod agloriosa Revelación, y a la sublim id ad d e Su m uy
sublim e Ocultación. Y si Tú observases en Mí, oh m i Dios,
una ram a, una hoja o un fruto, que no se haya inclinad o
ante Él en el d ía d e Su Revelación, córtalo, oh Mi Dios, d e
ese Árbol, pues no es d e Mí, ni retornará a Mí".
¡Oh pueblo d el Bayán! ¡Juro por Dios! Este Agraviad o
no tiene otra intención que no sea m anifestar la Causa
que Le fue encom end ad o revelar. Si Le prestarais vuestro
oíd o interior, oiríais en cad a extrem id ad , cad a m iem bro y
cad a vena, e incluso en cad a cabello d e este Agraviad o, lo
que conm overía y extasiaría al Concurso d e lo alto y al
m und o d e la creación.
¡Oh H ád í! El fanatism o ciego d e tiem pos pasad o ha
apartad o d el Recto Send ero a las criaturas d esventurad as.
Med ita sobre la secta shí‟í. Durante d oce siglos han
clam ad o, "¡oh Qá'im !", hasta que al final tod os d ictaron la
sentencia d e Su m uerte y Le hicieron sufrir el m artirio, a
pesar d e su creencia y d e su aceptación y reconocim iento
d el Verd ad ero -exaltad a sea Su gloria- y d el Sello d e los
Profetas, y d e los Escogid os. Ahora es necesario
reflexionar un m om ento, que quizá aquello que ha
surgid o entre el Verd ad ero y Sus criaturas pued a ser
d escubierto, y los hechos que han sid o causa d e protesta y
negación, lleguen a ser con ocid os.

147
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

¡Oh H ád í! H em os escuchad o el gem id o d e los púlpitos,


a los que han subid o los teólogos con tem poráneos a esta
Revelación com o ha sid o atestiguad o por tod os, y d esd e
d ond e han m ald ecid o al Verd ad ero y han sid o la causa d e
que Le suced ieran tales cosas a Aquel que es la Esencia
d el Ser y a Sus com pañeros, que ni el ojo ni el oíd o d el
m und o nunca han visto ni oíd o. Ahora tú has llam ad o y
continúas llam and o a la gente, pretend iend o ser Su vice-
regente y Suespejo, a pesar d e tu ignorancia d e esta
Causa, com o consecuencia d e no haber estad o en N uestra
com pañía.
Cad a una d e estas personas sabe m uy bien que el
Siyyid Mu ¥am m ad no era m ás que uno d e N uestros
siervos. En los d ías en que, a petición d el Gobierno
Im perial Otom ano viajam os a su capital, él N os
acom pañó. Posteriorm ente, com etió aquello que -juro por
Dios- ha hecho que la Plum a d el Altísim o llorara y que Su
Tabla gim iera. N osotros, por consiguiente, le expulsam os;
d espués d e lo cual él se unió a Mírzá Ya¥yá, e hizo lo que
ningún tirano jam ás ha hecho. N osotros le aband onam os
y le d ijim os: "¡Vete, oh negligente!" Después d e que estas
palabras fueran expresad as, él se unió a la ord en d e los
m aw lavis, perm aneciend o en su com pañía hasta el
m om ento en que fuim os llam d os a partir.
¡Oh H ád í! N o te perm itas convertirte en el instrum ento
para la d isem inación d e nuevas supersticiones, y rehúsa
form ar, una vez m ás, una secta sim ilar a la d e los shí'íes.
Reflexiona acerca d e cuán grand e ha sid o la cantid ad d e
sangre d erram ad a. Tú, entre otros, quien has pretend id o
tener conocim iento, y asim ism o los teólogos shí'íes, tod os
y cad a uno d e ellos, en el prim er año y en los siguientes,

148
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

han m ald ecid o al Verd ad ero, y han d ecretad o que Su


santísim a sangre sea d erram ad a. ¡Tem e a Dios, oh H ád í!
N o d esees que los hom bres sean nuevam ente afligid os
con las vanas im aginaciones d e los tiem pos pasad os.
Tem e a Dios, y no seas d e los inicuos. En estos d ías hem os
oíd o que te estás esforzand o en echar m ano a cad a copia
d el Bayán, para d estruirla. Este Agraviad o te pid e que,
por el am or d e Dios, renuncies a esta intención. Tu
inteligencia y juicio jam ás han superad o ni superan la
inteligencia y el juicio d e Aquel que es el Príncipe d el
Mund o. Dios testifica y es Mi testigo, d e que este
Agraviad o no ha estud iad o el Bayán ni ha sid o inform ad o
d e su contenid o. N o obstante, es sabid o, y resulta claro e
ind ubitable, que Él ha ord enad o que el Libro d el Bayán
sea la base d e Sus obras. Tem e a Dios, y no te entrom etas
en asuntos que trasciend en m ucho m ás allá d e ti. Durante
d oce siglos, los que se parecen a ti, han afligid o a los
d esventurad os shí'íes en el foso d e las vanas fantasías y
las ociosas im aginaciones. Finalm ente, en el Día d el Juicio
han aparecid o cosas, contra las cuales los opresores d el
pasad o han buscad o refugio en el Verd ad ero.
Percibe ahora cóm o el grito d e Aquel que es el Punto,
se eleva por Su expresión. Él suplica a Dios, que si
apareciere d e este Árbol -el cual es Su bend ito Ser- un
fruto, una hoja o una ram a, que no creyese en Él, que Dios
la corte inm ed iatam ente. Y asim ism o Él d ice: "Si alguien
hiciese una d eclaración y no lograse sostenerla m ed iante
prueba algu na, no le rechacéis". ¡Y aún así, ahora, aunque
sostenid o por un centenar d e libros, tú Le has rechazad o
y te regocijas d e ello!

149
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

N uevam ente repito, y te suplico que escud riñes


cuid ad osam ente lo que ha sid o revelad o. Las brisas d e la
expresión d e esta Revelación no d eben ser com parad as
con las d e épocas anteriores. Este Agraviad o ha sid o
afligid o constantem ente, y no ha encontrad o lugar seguro
en el que pud iera estud iar los escritos d el Más Exaltad o
(el Báb), o los d e cualquier otro. Alred ed or d e unos d os
m eses d espués d e N uestro llegad a a Irak, siguiend o el
m and ato d e su Majestad el Sháh d e Persia -quiera Dios
asistirle- se N os unió Mírzá Ya¥yá. Le d ijim os: "De
acuerd o con la ord en Real, hem os sid o enviad os a este
lugar. Es aconsejable para ti perm anecer en Persia.
Enviarem os a N uestros herm ano, Mírzá Músá, a algún
otro lugar. Ya que vuestros nom bres no han sid o
m encionad os en el Real d ecreto, pod éis leva ntaros y
prestar algún servicio". Posteriorm ente, este Agr aviad o
partió d e Bagd ád , y por d os años, Se retiró d el m u nd o. A
N uestro regreso, encontram os que él no se había
m archad o, y había aplazad o su partid a. Este Agraviad o
Se sintió m uy entristecid o. Dios testifica y es N uestro
testigo, d e que en tod o m om ento hem os estad o ocupad os
en la propagación d e esta Causa. N i las cad enas, ni los
lazos, ni los cepos, ni el encarcelam iento, han pod id o
im ped irnos revelar N uestro Ser. En aquella tierra,
prohibim os tod a m ald ad y tod o acto im pío e ind ecoroso.
Día y noche enviam os N uestras Tablas en tod as
d irecciones. N o hem os tenid o otro propósito que no fuera
el d e ed ificar las alm as d e los hom bres y exaltar la bend ita
Palabra.
Designam os especialm ente a ciertas personas para
reunir los escritos d el Punto Prim ord ial. Cuand o ello fue

150
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

realizad o, convocam os a Mírzá Ya¥yá y a Mírzá Vaháb-i-


Khurásání, conocid o com o Mírzá Javád , a que se
reunieran en cierto lugar. En conform id ad con N uestras
instrucciones, ellos com pletaron la tarea d e transcribir
d os copias d e las obras d el Punto Prim ord ial. ¡Juro por
Dios! Este Agraviad o, d ebid o a Su constante asociación
con los hom bres, no ha observad o a esos libros, ni ha
contem plad o esos escritos con ojos externos. Cuand o
partim os, estas escrituras estaban en posesión d e esas d os
personas. Se acord ó que Mírzá Ya¥yá las guard aría y
viajaría a Persia, y las d isem inaría por tod o el país. Este
Agraviad o, a petición d e los Ministros d el Gobierno
Otom ano, viajó a la capital. Cuand o llegam os a Mosul,
encontram os que Mírzá Ya¥yá había partid o hacia esa
ciud ad antes que N osotros, y N os aguard aba allí. En
breve, los libros y escritos fueron d ejad os en Bagd ád ,
m ientras él m ism o viajó a Constantinopla y se r eunió con
estos siervos. Dios es testigo ahora d e las cosas que Le
han sobrevenid o a este Agraviad o, ya que, d espués d e
habernos esforzad o tan ard orosam ente, él (Mírzá Ya ¥yá)
aband onó los escritos y se unió a los exiliad os. Este
Agraviad o, d urante un largo períod o, estuvo abrum ad o
por infinitas aflicciones, hasta el tiem po en que, en
cum plim iento d e m ed id as d e las que nad ie salvo el único
Dios verd ad ero está enterad o, d espacham os los escritos a
otro lugar en otro país, d ebid o al hecho d e que en Irak
tod os los d ocum entos d eben ser cuid ad osam ente
exam inad os tod os los m eses, para que no se echen a
perd er y d esaparezcan. Dios, sin em bargo, los preservó y
los envió a un lugar que previam ente había ord enad o. Él,
verd ad eram ente, es el Protector, el Socorred or.

151
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Dond equiera que fuera este Agraviad o, Mírzá Ya ¥yá


Le seguía. Tú m ism o atestiguas y bien conoces que tod o
cuanto se ha d icho es la verd ad . El Siyyid d e IÐfáhán, no
obstante, subrepticiam ente le em baucó. Ellos com etieron
aquello que causó la m ás grand e consternación. Ojalá
preguntaras a los funcionarios d el gobierno, acerca d e la
cond ucta d e Mírzá Ya¥yá en aquel país. Aparte d e tod o
esto, te im poloro por Dios, el Único, el Incom parable, el
Señor d e Fortaleza, el Más Pod eroso, que exam ines
cuid ad osam ente la correspond encia enviad a en su
nom bre al Punto Prim ord ial, que quizá pued as
contem plar las evid encias, tan claras com o el sol, d e
Aquel que es la Verd ad . Asim ism o, d e las palabras d el
Punto d el Bayán -que las alm as d e tod os salvo la Suya,
sean sacrificad as por am or a Él- ha provenid o lo que
ningún velo pued e oscurecer, lo que ni los velos d e gloria
ni los velos interpuestos por quienes se han d esviad o,
pued en ocultar. Verd ad eram ente, los velos han sid o
rasgad os por el d ed o d e la voluntad d e tu Señor, el
Fuerte, el Tod osubyugad or, el Tod opod eroso.
Ciertam ente, d esesperante es el estad o d e los que Me han
calum niad o y Me han envid iad o. N o hace m ucho, fue
m anifestad o que has atribuid o a otros la autoría d el Kitáb-
i-Íqán y d e otras Tablas. ¡Juro por Dios! Esta es una grave
injusticia. ¡Los d em ás son incapaces d e com prend er su
significad o, cuanto m enos d e revelarlo!
H aÐan-i-Mázind arání fue el portad or d e setenta
Tablas. A su m uerte, estas no fueron entregad as a
aquellos a quienes estaban d irigid as, sino que fueron
confiad as a una d e las herm anas d e este Agraviad o,
quien, sin razón alguna, se ha apartad o d e Mí. Dios sabe

152
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

qué suced ió con Sus Tablas. Esta herm ana nunca había
vivid o con N osotros. Juro por el Sol d e la Verd ad , que
d espués que hubieron suced id o estas cosas ella nunca vio
a Mírzá Ya¥yá y perm aneció ignorante d e N uestra Causa,
pues en aquellos d ías ella estaba alejad a d e N osotros. Ella
vivía en un barrio, y este Agraviad o en otro. Sin em bargo,
com o una m uestra d e N uestra bond ad , N uestro afecto y
com pasión, unos d ías antes d e N uestra partid a la
visitam os a ella y a su m ad re para que quizá pud iera
beber d e las aguas vivientes d e la fe, y alcanzar aquello
que la acercaría a Dios en este d ía. Dios bien sabe y es Mi
testigo, y ella m ism a lo atestigua, que Yo no tenía ningún
otro pensam iento salvo éste. Finalm ente -alabad o sea
Dios- ella lo logró a través d e Su gracia, y fue ad ornad a
con el ornam ento d el am or. N o obstante, d espués d e que
habíam os sid o exiliad os y h abíam os partid o d e Irak a
Constantinopla, cesaron d e llegarnos sus noticias.
Después d e N uestro alejam iento d e la Tierra d e ®á
(Teherán), d ejam os d e vernos con Mírzá Ri¤á-Qulí,
N uestro herm ano, y no recibim os ninguna noticia
especial referente a ella. En los prim eros d ías tod os
vivíam os en la m ism a casa, la cual m ás tard e fue vend id a
en subasta por una sum a insignificante, y los d os
herm anos, Farm án -Farm á y Æisám u's-Sal¶anih, la
com praron y la d ivid ieron entre ellos. Después d e que
ocurriera esto, N os separam os d e N uestro herm ano. Él
estableció su resid encia cerca d e la entrad a d el Masjid -i-
Sháh, m ientras N osotros vivim os cerca d e el Postigo d e
Shim írán. Después d e esto, sin em bargo, esta herm ana,
sin razón alguna, m ostró hacia N osotros una actitud
hostil. Este Agraviad o guard ó silencio en tod as las

153
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

circunstancias. N o obstante, la hija d e N uestro d ifunto


herm ano Mírzá-Mu¥am m ad -Æasan -con él sea la gloria
d e Dios, Su paz y Su m isericord ia- quien estaba
com prom etid a en m atrim onio con la Ram a Más Grand e
(„Abd u'l-Bahá), fue llevad a por la herm ana d e este
Agraviad o d esd e N úr hasta su propia casa, y d esd e allí
fue enviad a a otro lugar. Algunos d e N uestros
com pañeros y am igos en varios lugares se quejaron
contra esto, ya que representaba una acción m uy grave, y
fue d esaprobad a por tod os los am ad os d e Dios. ¡Cuán
extraño es que N uestra herm ana se la llevara a su propia
casa, y luego d ispusiera que fuese traslad ad a a otro lugar!
A pesar d e esto, este Agraviad o perm aneció, y perm anece
aún, sereno y silencioso. N o obstante, una palabra fue
d icha, para tranquilizar a N uestros am ad os. Dios testifica
y es Mi testigo, d e que tod o lo d icho es la verd ad y que
fue expresad o con sincerid ad . N inguno d e N uestros
am ad os, ya sea d e estas regiones o d e aq uel país, pud o
creer que N uestra herm ana fuese capaz d e un acto tan
contrario a la d ecencia, al afecto y a la am istad . Después
que tal cosa suced iera, reconociend o que el cam ino se
encontraba obstruid o, se cond ujeron en una form a bien
conocid a por ti y por otros. Por tanto, d ebe ser evid ente
cuán intenso fue el d olor que esta acción infligió a este
Agraviad o. Más tard e, ella com partió la suerte d e Mírzá
Ya¥yá. Ahora N os están llegand o inform es
contrad ictorios sobre ella y no está claro lo que ella d ice o
hace. Im ploram os a Dios -bend ito y glorificad o sea Él-
que la haga retornar a Él, y le ayud e a arrepentirse ante la
puerta d e Su gracia. Él, ciertam ente, es el Pod eroso, el

154
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Perd onad or y, en verd ad , Él es el Om n ipotente, el


Clem ente.
Asim ism o en otra ocasión Él d ice: "Si Él apareciese en
este m ism o instante, Yo sería el prim ero en ad orarle y el
prim ero en postrarm e ante Él". ¡Sed justos, oh pueblo! El
propósito d el Más Exaltad o (el Báb) fue asegurar que la
proxim id ad d e la Revelación no apartaría a los hom bres
d e la Divina y Sem piterna Ley, así com o los com pañeros
d e Juan (el Bautista) fueron im ped id os d e reconocer a
Aquel que es el Espíritu (Jesús). Una y otra vez, Él ha
d icho: "N o perm itáis que el Bayán y tod o lo que en él ha
sid o revelad o, os aparten d e la Esencia d el Ser y el Señor
d e los visible e invisible". Si alguien, teniend o en cuenta
este m and am iento obligatorio, se aferrase al Bayán, él
ciertam ente, se habrá apartad o d e la som bra d el bend ito y
exaltad o Árbol. Sed justos, oh pueblo, y no seáis d e los
negligentes.
Y asim ism o Él d ice: "N o d ejéis que los nom bres os
separen com o por un velo d e Aquel que es su Señor,
incluso el nom bre d el Profeta, puesto que tal nom bre no
es m ás que una creación d e Su expresión". Y asim ism o, en
el séptim o capítulo d el segund o Vá¥id , Él d ice: "¡Oh
pueblo d el Bayán! N o actuéis com o lo ha hecho el pueblo
d el Corán, pues si lo hacéis, los frutos d e vuestra noche se
convertirán en nad a". Y m ás ad elante, Él -glorificad a sea
Su m ención, d ice: "Si alcanzas Su Revelación, y Le
obed eces, habrás revelad o el fruto d el Bayán; d e lo
contrario, no eres d igno d e m ención ante Dios.
Com pad écete d e ti m ism o. Si no ayud as a Aquel que es la
Manifestación d el Señorío d e Dios, no seas, entonces,
causa d e tristeza para Él". Y m ás ad elante Él d ice -

155
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

m agnificad a sea Su posición: "Si no has alcanz ad o la


Presencia d e Dios, no aflijas, entonces, al Signo d e Dios.
Vosotros renunciaréis a lo que pued a beneficiar a quienes
reconocen el Bayán, si renunciáis a lo que pued a d aña rle
a Él. Sin em bargo, sé que os n egaréis a hacerlo".
¡Oh H ád í! Me parece que es en virtud d e estas
expresiones ind ud ables que tú has d eterm inad o hacer
d esaparecer el Bayán. Presta atención a la voz d e este
Agraviad o, y renuncia a esta opresión que ha hecho
tem blar los pilares d el Bayán. Yo no he estad o en Chihríq
ni en Máh-Kú. Actualm ente han circulad o entre tus
d iscípulos, d eclaraciones id énticas a las hechas por los
shí'íes, quienes han d icho en el Corán está inconcluso.
Esta gente tam bién afirm a que este Bayán no es el
original. Existe la copia m anuscrita d e Siyyid Æusayn,
com o así tam bién, la copia m anuscrita d e Mírzá A ¥m ad .
¿Consid eras tú com o un agraviad o a quien en este
m und o nunca d escargó un solo golpe, y estuvo
continu am ente rod ead o por cinco d e las d oncellas d e
Dios? ¿E im putas al Verd ad ero, Quien d esd e Sus
prim eros años hasta el presente, ha estad o en las m anos
d e Sus enem igos y ha sid o atorm entad o por las peores
aflicciones d el m und o, tales cargos com o los que ni los
jud íos atribuyeron a Cristo? Escucha la voz d e este
Agraviad o y no seas d e los que se hallan com pletam ente
perd id os.
Y asim ism o Él d ice: "¡Cuántos los fuegos que Dios
convierte en luz por m ed io d e Aquel a Quien Dios hará
m anifiesto; y cuán num erosas las luces que se vuelven
fuego a través d e Él! Contem plo Su aparición com o la d el
sol en m ed io d el cielo, y la d esaparición d e tod o com o la

156
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

d e las estrellas d e la noche al llegar el d ía". Tú tienes


oíd os, oh m und o, para oír la voz d el Verd ad ero y juzgar
equitativam ente esta Revelación, la Cual, tan pronto
apareció, el Sinaí exclam ó: "Aquel que platicó sobre Mí ha
venid o con signos m anifiestos y pruebas
respland ecientes, a pesar d e tod o negligente que se ha
extraviad o lejos, y d e tod o calum niad or m entiroso que ha
d esead o apagar la luz d e Dios con sus calum nias, y borrar
los signos d e Dios con su m alicia. Ellos, ciertam ente, son
d e los que han actuad o in icuam ente en el Libro d e Dios,
el Señor d e los m und os".
Y asim ism o Él d ice: "El Bayán es, d e principio al fin, el
repositorio d e tod os Sus atributos y el tesoro tanto d e Su
fuego com o d e Su luz". ¡Gran Dios! El alm a es
transportad a por la fragancia d e esta expresión, puesto
que Él d eclara, con infinita tristeza, aquello que Él
percibe. Igualm ente, Él d ice a la Letra d el Viviente, Mullá
Báqir -la gloria d e Dios y Su am orosa bond ad sean con él:
"Quizá tú pued as, en ocho años, en el d ía d e Su
Revelación, alcanzar Su Presencia".
Sabe, oh H ád í, y sé d e los que escuchan. Juzga
equitativam ente. Los com pañeros d e Dios y los
Testim onios d e Aquel que es la Verd ad , en Su m ayor
parte, han su frid o el m artirio. Sin em bargo, tú aún están
vivo. ¿Cóm o es que te has librad o? ¡Juro por Dios! Es por
tu negación, m ientras que el m artirio d e las alm as
bend itas fue d ebid o a su confesión. Tod a persona justa e
im parcial d ará testim onio d e ello, por cuanto la causa y el
m otivo d e am bos son claros y evid entes com o el sol.
Y asim ism o Él Se d irige a Dayyán, quien fue agraviad o
y sufrió el m artirio, d iciend o: "Tú reconocerás tu valía a

157
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

través d e las palabras d e Aquel a Quien Dios hará


m anifiesto". Él, asim ism o, lo d eclaró la tercera Letra en
creer en Aquel a Quien Dios hará m anifiesto, con estas
palabras: "¡Oh tú que eres la tercera Letra en creer en
Aquel a Quien Dios hará m anifiesto!"
Y asim ism o Él d ice: "N o obstante, si Dios quiere, te
hará conocer por m ed io d e las palabras d e Aquel a Quien
Dios hará m anifiesto". Dayyán, quien d e acuerd o con las
palabras d e Aquel que es el Punto -que las alm as d e tod os
salvo la Suya sean sacrificad as por am or a Él- es el
repositorio d e la confianza d el único Dios verd ad ero -
exaltad a sea Su gloria- y el tesoro d e las perlas d e Su
conocim iento, fue obligad o a sufrir por ellos un m artirio
tan cruel, que el Concurso d e lo alto lloró y se lam entó. Él
(el Báb) le había enseñad o el oculto y preservad o
conocim iento, y se lo h abía confiad o, m ed iante Sus
palabras: "¡Oh tú quien eres llam ad o Dayyán! Este es un
oculto y preservad o Conocim iento. Lo hem os confiad o a
ti, y lo hem os traíd o a ti, com o una señal d e honor d e
parte d e Dios, ya que el ojo d e tu corazón es puro. Tú
apreciarás su valor y estim arás su excelencia. Dios,
ciertam ente, se ha d ignad o conferir al Punto d el Bayán un
oculto y preservad o Conocim iento, cuyo igual Dios no ha
enviad o antes d e esta Revelación. Es m ucho m ás valioso
que cualquier otro conocim iento en op inión d e Dios,
¡glorificad o sea Él! Él, ciertam ente, ha hecho d e él Su
testim onio, d el m ism o m od o que ha hecho que los
versículos sean Su testim onio". Este oprim id o, quien fue
el repositorio d el conocim iento d e Dios, conjuntam ente
con Mírzá „Alí-Akbar, uno d e los parientes d el Punto
Prim ord ial -con Él sean la gloria d e Dios y Su

158
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

m isericord ia- y Abu'l-Qásim -i-Káshí, y varios otros,


sufrieron el m artirio por el d ecreto d ictad o por Mírzá
Ya¥yá.
¡Oh H ád í! Este libro al que él titulara "Mustayqiz" se
halla en tu posesión. Léelo. Aunque has visto el libro,
exam ínalo d e nuevo, que quizá pued as obtener para ti
una excelsa sed e bajo el d osel d e la verd ad .
Del m ism o m od o, Siyyid Ibráhím , acerca d e quien, d e
la Plum a d el Punto Prim ord ial, alabad a sea Su expresión,
han fluid o estas palabras: "Oh tú quien eres m encionad o
com o Mi am igos en Mis escritos, y com o Mi recuerd o en
Mis libros, cercano a Mis escrituras, y com o Mi nom bre
en el Bayán", el cual, conjuntam ente con Dayyán, ha sid o
apod ad o por él (Mírzá Ya¥yá), Pad re d e Iniquid ad es y
Pad re d e Calam id ad es. Juzga im parcialm ente, cuán
d olorosa ha sid o la cond ición d e estos oprim id os, no
obstante el hecho d e que uno d e ellos estaba ocupad o en
servirle, en tanto que el otro era su huésped . En breve,
juro por Dios, los hechos que él com etió fueron tales, que
N uestra Plum a se avergüenza al referirse a ellos.
Reflexiona un m om ento sobre la d eshonra infligid a al
Punto Prim ord ial. Consid era lo que ha suced id o. Cuand o
este Agraviad o, d espués d e un retiro d e d os años,
d urante los cuales d eam buló por los d esiertos y las
m ontañas, regresó a Bagd ád , com o resultad o d e la
intervención d e algunos que d urante un largo períod o
tiem po Le habían buscad o en el yerm o, un tal Mírzá
Mu¥am m ad -„Alí d e Rasht, vino a verle y, ante un gran
núm ero d e personas reunid as, relató lo que se había
hecho en d etrim ento d el h onor d el Báb, lo cual, en
verd ad , ha abrum ad o a tod as las tierras con pesar. ¡Gran

159
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Dios! ¿Cóm o han pod id o tolerar esta gravísim a traición?


En breve, im ploram os a Dios que ayud e al perpetrad or d e
este hecho a arrepentirse y a volverse hacia Él. Él,
verd ad eram ente, es el Auxiliad or, el Om nisapiente.
En cuanto a Dayyán -que la gloria d e Dios y Su
m isericord ia sean con él- llegó a N uestra presencia d e
acuerd o con lo que había sid o revelad o por la Plum a d el
Punto Prim ord ial. Rogam os a Dios que ayud e a los
negligentes a retornar a Él, y a los que se han apartad o, a
d irigirse a Él, y a aquellos que Le han negad o, a reconocer
esta Causa que, tan pronto com o apareció, tod as las cosas
cread as proclam aron: "¡Aquel que estaba oculto en el
Tesoro d el Con ocim iento y estaba inscrito por la Plum a
d el Altísim o en Sus Libros, en Sus Escrituras, en Sus
Pergam inos y en Sus Tablas, ha venid o!"
En relación con esto, se ha estim ad o necesario
m encionar aquellas trad iciones que han sid o registrad as
con referencia a la bend ita y honrad a ciud ad d e „Akká,
que quizá, oh H ád í, busques un send ero hacia la Verd ad
y un cam ino cond ucente a Dios.
En el nom bre d e Dios, el Com pasivo, el
Misericord ioso.
Lo siguiente ha sid o registrad o con referencia a los
m éritos d e „Akká, y d el m ar, y d el „Aynu'l-Baqar (La
Fuente d e la Vaca), que se halla en „Akká:
„Abd u'l-„Azíz, hijo d e „Abd u'l-Salám , nos ha relatad o
que el Profeta -que las bend iciones d e Dios y Sus
salutaciones sean con Él- ha d icho: "„Akká es un a ciud ad
en Siria a la que Dios ha m ostrad o especialm ente Su
m isericord ia".

160
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Ibn-i-Mas'úd -quiera Dios estar com placid o con él- ha


d eclarad o: "El Profeta -que las bend iciones y las
salutaciones d e Dios sean con Él- ha d icho: 'De tod os las
riberas, la m ejor es la ribera d e Ascalón, y el m érito d e
„Akká sobre el d e Ascalón y el d e tod as las otras riberas,
es com o el m érito d e Mu ¥am m ad por encim a d e tod os los
otros Profetas. Os traigo nuevas d e una ciud ad entre d os
m ontañas en Siria, en m ed io d e una prad era que se llam a
„Akká. Verd ad eram ente, a quien entre allí, anhelante y
ansioso por visitarla, Dios le perd onará sus pecad os, tanto
d el pasad o com o d el futuro. Y aquel que parte d e ella d e
otro m od o que no sea com o peregrino, Dios no bend ecirá
su partid a. En ella hay una fuente, llam ad a la Fuente d e la
Vaca. Quienquiera beba un sorbo d e ella, Dios llenará d e
luz su corazón y le protegerá d el m ás grand e terror en el
Día d e la Resurrección'".
Anas, hijo d e Málik -quiera Dios estar com placid o con
él- ha d icho: "El Ap óstol d e Dios -que las bend iciones d e
Dios y Sus salutaciones sean con Él- ha d icho: 'En la
ribera d el m ar hay una ciud ad , suspend id a bajo el Trono
y llam ad a „Akká. Aquel que m ora en ella, firm e y
esperand o una recom pensa d e Dios -exaltad o sea Él- Dios
pond rá por escrito para él, hasta el Día d e la
Resurrección, la recom pensa d e aquellos que han sid o
pacientes, se han levantad o, se han arrod illad o y se han
postrad o ante Él'".
Y Él -que las bend iciones d e Dios y Sus salutaciones
sean con Él- ha d icho: "Os anuncio una ciud ad , sobre las
riberas d el m ar, blanca, cuya blancura place a Dios,
¡exaltad o sea Él! Ella es llam ad a „Akká. Quien haya sid o
picad o por una d e sus pulgas, es m ejor, en la estim a d e

161
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Dios, que aquel que ha recibid o un severo golpe en el


send ero d e Dios. Y aquel que allí eleva el llam ad o a la
oración, su voz ascend erá hasta el Paraíso. Y aquel que
perm anece en ella d urante siete d ías frente al enem igo,
Dios le reun iría con Khi¤r -la paz sea con Él- y Dios le
protegerá d el m ás grand e terror en el D ía d e la
Resurrección". Y Él -que las bend iciones d e Dios, exaltad o
sea Él, y Sus salutaciones, sean con Él- ha d icho: "H ay
reyes y príncipes en el Paraíso. Los pobres d e „Akká son
los reyes d el Paraíso y sus príncipes. Un m es en „Akká es
m ejor que un m illar d e años en cualquier otro lugar".
El Apóstol d e Dios -que las bend iciones d e Dios y Sus
salutaciones sean con Él- se d ice que ha d icho: "Bend ito el
hom bre que ha visitad o „Akká, y bend ito el que ha
visitad o al visitante d e „Akká. Bend ito aquel que haya
bebid o d e la Fuente d e la Vaca y se haya lavad o en sus
aguas, pues las d oncellas d e negros ojos beben alcanfor
en el Paraíso, el cual ha provenid o d e la Fuente d e la Vaca
y d e la Fuente d el Salván (Siloam ), y d el Manantial d e
Zam zam . Bienaventurad o el que haya bebid o d e estas
fuentes y se haya lavad o en sus aguas, pues Dios ha
prohibid o al fuego d el infierno tocarle a él y a su cuerpo,
en el Día d e la Resurrección".
El Profeta -que las bend iciones d e Dios y Sus
salutaciones sean con Él- se afirm a que ha d icho: "En
„Akká hay obras d e supererogación y actos beneficiosos
que Dios ha conced id o especialm ente a quienquiera Él
d esea. Y aquel que d ice en „Akká: 'Glorificad o sea Dios, y
alabad o sea Dios, y no existe otro Dios salvo Dios, y Dios
es el m ás grand e, y no existe pod er ni fortaleza salvo en
Dios, el Exaltad o, el Pod eroso', Dios d ecretará para él un

162
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

m illar d e buenas acciones, borrará d e él un m illar d e


m alas acciones, le elevará un m illar d e grad os en el
Paraíso y le perd onará sus transgresiones. Y quienquiera
d iga en „Akká: 'Pid o perd ón a Dios', Dios perd onará tod as
sus culpas. Y aquel que recuerd e a Dios en „Akká, por la
m añana y al atard ecer, en la noche y al am anecer, es
m ejor a la vista d e Dios que aquel que porta espad as,
lanzas y arm as en el send ero d e Dios, ¡exaltad o sea Él!"
El Apóstol d e Dios -que las bend iciones d e Dios y Sus
salutaciones sean con Él- tam bién ha d icho: "El que m ira
el m ar al atard ecer, y a la puesta d el sol d ice: '¡Dios es el
Más Grand e!', Dios perd onará sus pecad os, aunque se
hayan am ontonad o com o pilas d e arena. Y el que cuenta
cuarenta olas, m ientras repite: 'Dios es el Más Grand e' -
exaltad o sea Él- Dios perd onará sus pecad os, tanto d el
pasad o com o d el futuro".
El Apóstol d e Dios -que las bend iciones d e Dios y Sus
salutaciones sean con Él- ha d icho: "El que m ira el m ar
una noche com pleta, es m ejor que aquel que ha pasad o
d os m eses enteros entre el Rukn y el Maqám . Y el que se
ha criad o en las riberas d el m ar es m ejor que aquel que se
ha criad o en otro lugar. Y aquel que yace en la orilla, es
com o aquel que está d e pie en otro lugar".
Verd ad eram ente, el Apóstol d e Dios -que las
bend iciones d e Dios, exaltad o sea Él, y Sus salutaciones
sean con Él- ha d icho la verd ad .

163
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

G LOSARIO

‘A BA -BASIR: H ijo d e u n m ártir d e Zanján; fu e d ecap itad o


en esa ciu d ad p or su fe.
‘A BD U 'L-‘A ZÍZ: H ijo d e „Abd u ‟l-Salám .
‘A BD U 'L-S ALÁM : Un fam oso eclesiástico m u su lm án d e la secta
Su nní.
A BÍ-A BD I’LLÁH : Térm ino árabe qu e se u sa p ara referirse a
Im am Jaafar Sád iq, el sexto Im am d e los
Shí‟íes.
A BÚ -‘A LÍ S ÍN Á Avicena. Un m éd ico y filósofo árabe nacid o
(980-1037 D.C.): en Persia y conocid o en Occid ente com o el
H ip ocrates y el Aristóteles d e los árabes.
A BÚ D HAR: Abú Dhar Ghifárí; u n iletrad o p astor qu e se
convirtió en u n d iscíp u lo estim ad o d e
Mu ¥am m ad .
A BÚ -JA ’FAR-I- Dos m u su lm anes qu e al igu al qu e Mu fa¤¤al
®ÚSÍ Y JÁBIR: transm itieron trad iciones d el Im am Sád iq.
A BU ’L-Q ÁSIM -I- Un sabio bábí d e Káshán qu e fu e m artirizad o
KÁSHÍ: en Bagd ád p or los segu id ores d e Mírzá
Ya¥yá.
A BÚ -N A«R: Abú -N aÐr Farábí; filósofo y escritor Persa
qu e vivió en siglo cu arto D.H .
‘Á D : Pod erosa tribu árabe, d estru id a, al igu al qu e
Tham ú d , p or su id olatría.

164
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

A KHTAR: “La Estrella”, p eriód ico reform ista p ersa


p u blicad o en Constantinop la e influ enciad o
p or los azalíes.
‘A KKÁ : N om bre arábico p ara la ciu d ad d e Akko
situ ad a en la costa d el actu al Israel cerca d e
H aifa. En el siglo XIX, com o u na ciu d ad
p risión o colonia p enal d el Im p erio Tu rco, era
u n sitio tan su cio qu e se d ice qu e cu and o u n
p ájaro sobrevolaba „Akká se caía m u erto
d ebid o a su hed or. En 1868 Bahá‟u ‟lláh fu e
confinad o a „Akká, d ond e a Su llegad a, lo
nom bró la M ás Grande Prisión.
A N CIAN O D E Un títu lo d e Dios; en la Biblia, p ecu liar d el
LOS D ÍAS : Libro d e Daniel.
A RCA CARMESÍ: A cad a u na d e las Disp ensaciones d el p asad o
se le refiere com o a u n “Arca”; ésta, se refiere
a la Cau sa d e Bahá‟u ‟lláh.
A SAMBLEA , LA : La Asam blea d e los rep resentantes d el
p u eblo: el Parlam ento.
A SCALÓN : Ciu d ad costera al su r d e Paletina (Jueces
14:19).
A SHRAF: Áqá Siyyid Ashraf. Un m ártir bahá‟í cu ya
firm eza, así com o la d e su m ad re, conocid a
com o Um m -i-Ashraf (Mad re d e Ashraf), fu e
m u chas veces alabad o p or Bahá‟u ‟lláh.
Ashraf, hijo d e u n m ártir, nació en el sitiad o
fu erte d e Zanján. Fu e d etenid o com o Bábí,
bru talm ente ap alizad o y sentenciad o a
m u erte, no obstante se negó a retractarse d e
su fe. Su m ad re fu e llevad a a la p risión p ara
p ersu ad irle p ara qu e renu nciara a fin d e
salvar su vid a p ero, en lu gar d e eso, su m ad re
le d ijo qu e le rep u d iaría si éste negaba su fe.
Áqá Siyyid Ashraf fu e m artirizad o en 1870.
‘A YN U 'L-BAQAR: Antigu a fu ente d e „Akká.

165
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

‘A ZÍM : Un creyente al qu e el Báb reveló el nom bre y


el ad venim iento d e Bahá‟u ‟lláh. (Dios pasa,
p ág. 27).
BÁB, EL lit. La Pu erta. El títu lo asu m id o p or Siyyid
(1819-1850): „Alí-Mu ¥am m ad , el Precu rsor d e Bahá‟u ‟lláh
y Profeta Fu nd ad or d e la Fe Bábí. N ació en
Shíráz el 20 d e Octu bre d e 1819. El 23 d e
Mayo d e 1844 Siyyid „Alí-Mu ¥am m ad d eclaró
ser el Báb o „Pu erta d e Dios‟ al d iscíp u lo
Shaykhí: Mu llá Æu sayn-i-Bu shrú ‟í.
El Báb p roclam ó ser el Prom etid o d el
Islám , el Qá‟im , y d ijo qu e la Misión d e Su
Disp ensación era la d e ad vertir a la gente d el
inm inente ad venim iento d e otro Profeta,
„Aqu el Qu ien Dios hará m anifiesto‟.
BÁBÍ: Segu id or d el Báb o p erteneciente a Su
Revelación.
BAD Í‘: Único, m aravilloso. El títu lo d ad o p or
Bahá‟u ‟lláh a Áqá Bu zu rg-i-N ísháp ú rí, el
joven d e 17 años qu e llevó el Law¥-i-Sul¶án a
N áÐiri‟d -Dín Sháh.
Au nqu e era conocid o com o u n joven
rebeld e, Áqá Bu zu rg fu e conm ovid o cu and o
N abíl le relató algu nos versos en los qu e
Bahá‟u ‟lláh d escribía Su s su frim ientos.
Cam inó d esd e Mosu l a „Akká, d ond e llegó en
1869, p ara visitar a Bahá‟u ‟lláh. Su s d os
au d iencias con Bahá‟u ‟lláh transform aron p or
com p leto a este joven. Au nqu e eran m u chos
los qu e habían bu scad o el honor d e p ortar la
Tabla d e Bahá‟u ‟lláh al Sháh, Bahá‟u ‟lláh
encom end ó esta m isión a Áqá Bu zu rg, a
qu ien Bahá‟u ‟lláh confirió el nom bre d e Bad í„.
Cu and o Bad í„ regresó a Persia y entregó la

166
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Tabla al Sháh, fu e tortu rad o con el bastinad o,


fu e m arcad o con hierros calientes y,
finalm ente, se le d io m u erte. Bahá‟u ‟lláh a
m enu d o ensalzaba su heroism o; en u na Tabla
d eclaró qu e la p osición d e Bad í„ era tan
elevad a qu e estaba m ás allá d e tod a
d escrip ción y le otorgó el títu lo d e Fakhru ‟sh-
Shu had á‟ (Orgu llo d e los Mártires). Shoghi
Effend i le nom bró Ap ostol d e Bahá‟u ‟lláh.
BALÁL: “SÍN ” y “SH ÍN ”. Esclavo etíop e qu e fu era
u no d e los p rim eros conversos a la Fe d e
Islám . El Profeta le confió la tarea d e convocar
a los fieles a la oración, convitiénd ose así en el
p rim er m u ‟d h d hin d el Islám . Debid o a qu e
tartam u d eaba y p ronu nciaba incorrectam ente
la letra árabe “shín”, articu lánd ola “sín”, no
p od ía hacer el llam ad o correctam ente, p ero la
p erfección d e su corazón com p ensaba el
d efecto d e su lengu a.
BAYÁN : lit. Exp licación, exp osición o exp resión.
El Bayán Persa es la obra d octrinal d e
m ayor im p ortancia d el Báb, el cu al Shighi
Effend i ha d escrito com o u n “d ep ósito d e le-
yes y p recep tos d e la nu eva Disp ensación y el
tesoro qu e encierra la m ayoría d e las
referencias y tribu tos d el Báb, ad em ás d e Su s
avisos referentes a „Aqu el Qu ien Dios h ará
m anifiesto”. Revelad o en la fortaleza d e Máh -
Kú , el Bayán p ersa com p rend e u nos 8.000
versícu los y está d ivid id o en nu eve p artes
llam ad as Vá¥id s, d e d iecinu eve cap ítu los
cad a u no, salvo el ú ltim o Vá¥id , qu e consta
d e d iez cap ítu los. El libro, ha escrito Shoghi
Effend i, “d ebe ser consid erad o

167
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

p rincip alm ente com o u n elogio al Pr om etid o,


m ás qu e u n cód igo d e leyes y ord enanzas
d esignad as a u na gu ía p erm anente d e fu tu ras
generaciones.” En el tercer Vá¥id , el Báb hace
referencia esp ecífica al nom bre d el Prom etid o
y anticip a Su Ord en Mu nd ial:
“Bienaventu rad o es aqu el qu e fija su m irad a
en el Ord en d e Bahá'u 'lláh y d a gracias a su
Señor. Pu es Él, sin d u d a, será m anifiesto. De
hecho, Dios lo ha ord enad o irrevocablem ente
en el Bayán.” Esta d eclaración, segú n Shoghi
Effend i, m erece el rango d e u na d e las
d eclaraciones m ás significativas registrad as
en cu alqu iera d e los Escritos d el Báb'.
El Bayán árabe es u na obra “m enor y d e
m enos p eso” d el Báb, revelad o en el fu erte d e
Chihríq d u rante los ú ltim os m eses d e Su
vid a.
El térm ino Bayán tam bién se refiere a la
Revelación d el Báb com o ha sid o registrad o
en Su s Escritos.
CARMELO , La m ontaña a la qu e se refirió Isaías com o la
M ON TE: „m ontaña d el Señor‟. Lu gar en qu e se
encu entra el Centro Mu nd ial Bahá‟í, inclu id o
varios Lu gares Sagrad os Bahá‟ís, d e las cu ales
las m ás im p ortantes son: el Mau soleo d el Báb
y los Jard ines Monu m ento. El Monte Carm elo
es tam bién d ond e se u bican las institu ciones
ad m inistrativas m u nd iales bahá‟ís: la Sed e d e
la Casa Universal d e Ju sticia, el ed ificio d e los
Archivos Internacionales y las d em ás
p resentes y fu tu ras institu ciones d el Ord en
Ad m inistrativo Mu nd ial Bahá‟í, inclu id os el
Centro Internacional d e Enseñanza, el Centro
p ara el Estu d io d e los Textos Sagrad os y la

168
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Biblioteca Internacional Bahá‟í ad em ás d el


Mashriqu ‟l-Ad hkár d e H aifa qu e se
constru irá en el Monte Carm elo en u n lu gar
ya d esignad o.
D AYYÁN : Títu lo otorgad o p or el Báb a Asad u ‟lláh d e
Khoy, u n d evoto y d istingu id o creyente. Fue
el tercero en reconocer la verd ad era p osición
d e Bahá‟u ‟lláh antes d e Su d eclaración. Fue
asesinad o en Bagd ád p or los segu id ores d e
Mírzá Ya¥yá (los Rompedores del A lba, p ág. 306;
La N arración de N abíl, A breviada, p ág. 122).
D HI’L JAWSHAN : Térm ino árabe cu yo significad o es “cu bierto
d e arm ad u ra”, ap licad o a Mu llá „Abd u ‟lláh,
el asesino d el Im am Æu sayn.
FARMÁN - Títu lo d el p ríncip e Firayd ú n Mírzá, hijo d el
FARMÁ : p ríncip e „Abbás Mírzá, u n herm ano d e
Mu ¥am m ad Sháh.
FÁ®IMIH , LIBRO Libro revelad o p or Gabriel p ara Fá¶im ih
D E: com o cosu elo d esp u és d e la m u erte d e su
Pad re, y qu e el Islám Shí‟í cree qu e se halla en
p osesión d el esp erad o Qáim .
H ÁD Í: Véase Mírzá H ád í.
ÆÁJÍ Resp etable bahá‟í d e „Ishqábád , m artirizad o
M UÆAMMAD - en 1889.
RIÆÁ :
ÆÁJÍ N A«ÍR Mercad er cu yo nom bre com p leto era Æájí
(D E Q AZVÍN ): Mu ¥am m ad N aÐír; fu e m artirizad o en Rasht
en 1300 D.H . (1882-3). (A Traveller‟s N arrative,
p ág. 307).
ÆÁJÍ S HAYKH Mercad er bahá‟í d e Qazvín (Persia), conocid o
M UÆAMMAD com o N abíl Ibn-i-N abíl; vivió en Estam bu l
‘A LÍ: d esd e 1882; se su icid ó en esa ciu d ad el 9 d e
Rajab d e 1307 (1 d e m arzo d e 1890).
H ÁMÁN : Ministro m ayor d el Faraón.

169
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

ÆASAN Y Dos herm anos qu e eran honorables y ricos


ÆUSAYN : ciu d ad anos d e IÐfáhán y qu e ad em ás eran
Siyyid s; fu eron m artirizad os com o bahá‟ís
p or instigación d el Im am -Ju m ‟ih d e esa
ciu d ad .
H A«AN -I- Mu ¥am m ad Æasan; u n creyente d e la
M ÁZIN D ARÁN Í: p rovincia ancestral d e Bahá‟u ‟lláh. Era hijo d e
Mírzá Zaynu ‟l-„Abid ín, u n tío p aterno d e
Bahá‟u ‟lláh.
ÆAYD AR-‘A LÍ: Un bahá‟í d evoto qu e d u rante el m inisterio d e
Bahá‟u ‟lláh y m ás tard e el d e „Abd u ‟l-Bahá ,
viajó extensam ente p ara servir a la Cau sa y
su frió m u chas p ersecu ciones. Falleció en
H aifa en 1920. Es au tor d e la interesante
narración: Bahjatus Sudour.
ÆILL Y ÆARAM : Æaram significa “santu ario”. Se refiere a las
d os áreas cercanas a la Kaaba, en las qu e
estaba p rohibid a la venganza sangrienta, y
tam bién a los cu atro m eses d el Calend ario
Arábigo en los qu e se ap lica la m ism a
p rohibición. Æill significa el área
d esp rotegid a fu era d el Æaram y tam bién los
m eses d esp rotegid os. La cita d el p oem a qu e
aqu í se relata, d ice: “¡Con gusto obedeceré al
juez que tan extrañamente ha decretado que mi
sangre sea derramada en Æill y en Æaram!”
ÆISÁMU ’S - Títu lo d el p ríncip e Mu rad Mírzá, nieto d e
S AL®AN IH : Fat¥-„Alí Sháh.
H ÚD : Profeta enviad o a la tribu d e „ÁD, qu ien
d escend ía d e Sem y era m u y civilizad o. Él
em p lazó al p u eblo a la ad oración d el ú nico
Dios, p ero fu e rechazad o.
ÆUSAYN : (H ijo d e „Alí). El tercer Im am (61 D.H .).
IBN -I-A N AS Y Dos árabes fanáticos qu e tom aron p arte activa

170
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

A «BAHÍ: en el asesinato d el Im am Æu sayn.


IBN -I-M AS ’ÚD : „Abd u lláh Ibn-i-Mas‟ú d , u no d e los p rim eros
árabes m u su lm anes en tiem p os de
Mu ¥am m ad .
IMÁM -JUM ’IH Mír Mu ¥am m ad Æu sayn, “la Serp iente
D E I«FAHÁN : H em bra” (su ced ió en ese p u esto a su
herm ano Mír Siyyid Mu ¥am m ad , qu ien era
am igo d el Báb. Véase Los Rompedores del A lba).
Él, conju ntam ente con “el Lobo”, Shaykh
Mu ¥am m ad Báqir, p ersigu ieron a los bahá‟ís
y p rovocaron la m u erte d e Mírzá Mu ¥am m ad
Æasan y Mírzá Mu ¥am m ad Æu sayn (El Rey y
el Am ad o d e los Mártires), qu ienes fu eron
d ecap itad os en u n m ism o acto.
IMAMES : Títu lo d e los d oce Shí‟íes su cesores d e
Mu ¥am m ad .
I«FAHÁN : Im p ortante ciu d ad d e Persia central.
KAABA : lit. Cu bo. El ed ificio en form a d e cu bo en la
corte d el Gran Mezqu ita d e La Meca qu e
contiene la sagrad a p ied ra negra. Es el Qiblih
(p u nto d e ad oración) d el Islám y objeto d e
p eregrinaje p ara los m u su lm anes. En los
Escritos Bahá‟ís este térm ino se u sa
m etafóricam ente y se refiere a Bahá‟u ‟lláh.
KAMÁL PÁSHÁ : Uno d e los d ignatarios tu rcos d e la corte d el
Su l¶án „Abd u ‟l-„Azíz.
KÁ»IM : Mu llá Ká½im , m artirizad o en Iðfahán. (Véase:
A Traveller‟s N arrative, nota d e p ág. 400).
KHIÆR: N om bre d e u n legend ario santo inm ortal.
(Véase: Corán, nota 18.62).
KHU®BIY-I- Títu lo d e u n serm ón recitad o p or el Im am
®UTUN JÍYIH : „Alí.
KITÁB-I-A QD AS : El libro d e leyes d e Bahá‟u ‟lláh; fu e revelad o
en 1873 en „Akká cu and o Él resid ía en la Casa

171
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

d e „Úd í Kham m ár. El Kitáb-i-A qdas, el cu al


está revelad o en árabe, exp one las leyes y
ord enanzas d e la Disp ensación d e Bahá‟u ‟lláh
p ero es m u cho m ás qu e „u n m ero cód igo d e
leyes‟. Shoghi Effend i lo ha d escrito com o „el
Libro Mad re d e Su Disp ensación‟, el „Fuero
d e Su N u evo Ord en Mu nd ial‟ y com o el
„Fu ero d e la civilización m u nd ial d el fu tu ro‟.
KITÁB-I-ÍQÁN Libro revelad o p or Bahá‟u ‟lláh en Bagd ád d os
(LIBRO DE LA años antes d e Su d eclaración. Fue escrito en
C ERTEZA ): resp u esta a las p regu ntas form u lad as a
Bahá‟u ‟lláh p or u n tio d el Báb, Æájí Mírzá
Siyyid Mu ¥am m ad , qu ien aú n n o estaba
convencid o d e qu e su sobrino cu m p lía tod as
las p rofecías referentes al Prom etid o Qá‟im .
En el Kitáb-i-Íqán, el cu al fu e escrito en d os
d ías y d os noches, Bahá‟u ‟lláh p roclam a la
u nicid ad d e Dios, la p osición d e Su s
m anifestaciones com o „esp ejos‟ através d e los
cu ales el hom bre p u ed e obtener conocim iento
d e Dios y la u nid ad esencial d e Su s
enseñanzas. Describe cóm o los p rofetas d el
p asad o se enfrentaron a la op osición y al
rechazo p or la cegu era y la cod icia d e los
líd eres religiosos y p resenta las cu alid ad es
esenciales d el „verd ad ero bu scad or‟ d e la
verd ad religiosa. Tam bién exp lica el
significad o esp iritu al d e las p rofecías sobre el
retorno d e Cristo, la venid a d el Qá‟im y
térm inos com o „resu rrección‟, „regreso‟ y „d ía
d el ju icio‟.
Él p resenta p ru ebas d el caracter d ivino d e
la revelación d el Báb y alu d e a Su p rop ia
revelación, p reveyend o la op osición a la qu e

172
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Él Mism o tend ría qu e hacer frente.


Shoghi Effend i d escribe el Kitáb-i-Íqán
com o el „p rincip al d e entre los inap recaibles
tesoros su rgid os d el ond eante océano d e la
Revelación d e Bahá‟u ‟lláh‟ y d eclara qu e
cu m p le la p rofecía d el Báb d e qu e el
Prom etid o com p letaría el texto d el Bayán
Persa. Ocu p a u na p osición inigu alable en
tod a la literatu ra Bahá‟í, excep to el Kitáb-i-
A qdas.
LAVÁSSÁN : Distrito ru ral situ ad o al este d e Teherán.
LAWÆ-I-FU ’ÁD : Tabla revelad a p or Bahá‟u ‟lláh, d irigid a al
Shaykh Ká½im -i-Sam and ar, en la qu e se hace
referencia a Fu ‟ád Páshá, d esp u és d e su
m u erte.
LAWÆ-I-RA ’ÍS : Tabla d e Bahá‟u ‟lláh al Gran Visir „Alí Páshá.
LIBRO CARMESÍ: Libro d el Convenio d e Bahá‟u ‟lláh. (Dios Pasa,
p ág. 224).
LUQMÁN : Fam oso p ersonaje legend ario, renom brad o
p or su sabid u ría (Corán, Sú rih 31).
M A ’ÁN Í: Referencia hecha a los Im am es, com o
rep ositorios d e los significad os intrínsecos d e
la Palabra d e Dios.
M ASJID -I-S HÁH : Gran m ezqu ita d e Teherán, constru id a p or
Fat¥-„Alí Sháh.
MÁZIN D ARÁ Provincia d el norte d e Persia.
N:
M EZQUITA D E N om bre p or el qu e se d esigna en el Corán al
A Q«Á : Tem p lo d e Salom ón en Jeru salén. Mezqu ita
d e Jeru salén, constru id a en el área d el
Tem p lo. Desp u és d e La Meca es el Lu gar m ás
sagrad o d el Islám . Tem bién se la conoce com o
“La Roca”.
M ÍRZÁ A ÆMAD : Alias Mu llá „Abd u ‟l-Karím d e Qazvín, d evoto
segu id or d el Báb y d e Bahá‟u ‟lláh, am anu ense

173
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

d el Báb, p or m ed io d e qu ien el Báb, antes d e


Su m u erte, envió a Bahá‟u ‟lláh Su s efectos y
regalos.
M ÍRZÁ ‘A LÍ- Prim o p aterno d el Báb e íntim o am igo d e
A KBAR: Dayyán. Fu e asesinad o p or los segu id ores d e
Mírzá Ya¥yá.
M ÍRZÁ H ÁD Í Fam oso teólogo d e Iðfahán qu e se convirtió
D AWLAT- en u n p rom inente segu id or d e Mírzá Ya¥yá,
Á BÁD Í: m ás tard e id entificad o com o su su cesor.
M ÍRZÁ ÆUSAYN Em bajad or p ersa ante la Su blim e Pu erta;
KHÁN , d ebid o a su influ encia, Bahá‟u ‟lláh fu e
M USHÍRU ’D - traslad ad o d e Bagd ád a Constantinop la. (Dios
D AWLIH : Pasa, p ágs. 139 y 150).
M ÍRZÁ M ÚSÁ : Áqáy-i-Kalím ; u n joven herm ano d e
Bahá‟u ‟lláh qu e p erm aneció leal y fiel a
Bahá‟u ‟lláh y Le sirvió hasta el final d e su
vid a. Dep u és d el m artirio d el Báb, Mírzá
Mú sá, p or ord en d e Bahá‟u ‟lláh, escond ió el
ataú d qu e contenía los restos m ortales d el
Báb en el Mau soleo d el Im am -Zád ih Æasan
en Teherán. Mírzá Mú sá acom p anió a
Bahá‟u ‟lláh en Su exilio y a m enu d o sirivió
com o Su d ip u tad o en las reu niones con los
fu ncionarios d el gobierno y los líd eres
religiosos hasta qu e „Abd u ‟l-Bahá asu m ió este
cargo. Shoghi Effend i le nom bró u no d e los
Diecinu eve Ap óstoles d e Bahá‟u ‟lláh. Mírzá
Mú sá falleció en „Akká en 1887.
M ÍRZÁ (d e N aráq). Uno d e los segu id ores d el Báb,
M U«®AFÁ : ejecu tad o en Tabríz. (Véase M emorials of the
Faithful, p ágs. 148-50).
M ÍRZÁ RIÆÁ - Uno d e los herm anos d e Bahá‟u ‟lláh qu e no
Q ULÍ: reconoció Su p osición.
M ÍRZÁ «AFÁ : Æájí Mírzá Æassan-i-«afá, cóm p lice d e Mírzá

174
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

Æu sayn Khán; m ostró activa hostilid ad hacia


Bahá‟u ‟lláh en Constantinop la.
M ÍRZÁ V AHHÁB Conocid o tam bién com o Mírzá Javád ; u no d e
-I-KHURÁSÁN Í: los p rim eros y p rom inentes creyentes qu e
vivió d u rante los m inisterios d el Báb y d e
Bahá‟u ‟lláh.
M ÍRZÁ YAÆYÁ : «u b¥-i-Azal (Mañana d e la Eternid ad ). El
m ed io herm ano m ás joven d e Bahá‟u ‟lláh qu e
se volvió contra Él. H abía sid o nom brad o p or
el Báb com o el líd er nom inal d e la com u nid ad
Bábí, p ero d esp u és d el exilio d e Bahá‟u ‟lláh,
Mírzá Ya¥yá hu yó d e Iran y se reu nió con los
exiliad os en Bagd ád . Por instigación d e
Siyyid Mu ¥am m ad -i-IÐfahání, Mírzá Ya¥yá
afirm ó ser el su cesor d el Báb, rom p ió con su
herm ano Bahá‟u ‟lláh e inclu so intentó
asesinarle. Cu and o Bahá‟u ‟lláh d eclaró
abiertam ente ser el Prom etid o, Mírzá Ya¥yá
rehu só ap oyarle y p resentó su p rop ia
p retensión d e ser el p rofeta «u b¥-i-Azal. Fue
rechazad o p or tod os salvo p or u n p u ñad o d e
segu id ores qu e fu eron conocid os com o
Azalís. Él y su band a, a p esar d e ser p ocos en
nú m ero, continu aron cau sand o p roblem as y
su frim ientos a Bahá‟u ‟lláh m ed iante su s
com p lots e intrigas. En Ad rianáp olis, Mírzá
Ya¥yá acu só a Bahá‟u ‟lláh d e consp irar contra
el gobierno Tu rco, lo qu e d io lu gar al
d estierro d e Bahá‟u ‟lláh y a Su confinam iento
en la p risión d e „Akká. Mírzá Ya¥yá fu e
exiliad o a Chip re, d ond e m u rió en 1912.
M UFAÆÆAL: Devoto segu id or d el Im am Sad iq y qu e hizo
circu lar m u chas trad iciones m u su lm anas d e
AMAM.

175
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBRO

M UÆAMMAD Profeta d e Dios, fu nd ad or d el Islám y


(M AHOMA ): Revelad or d el Corán. N acid o en agosto d e
570 D.C. Declaró Su Misión en 613 D.C.,
hu yend o a Med ina en 622 D.C. Falleció en 632
D.C. Véase Contestación a Unas Preguntas, Cap
7. Anu nciad o p or Moisés, Deut. 28:15; p or San
Ju an El Teólogo, A po. 2 (Véase Contestación a
Unas Preguntas, Cap . 11).
M ULLÁ ‘A LÍ Creyente d e Mázind arán; m artirizad o en
JÁN : Teherán. (Dios Pasa, p ág. 189).
M ULLÁ BÁQIR: H om bre d e gran sabid u ría, nativo d e Tabríz;
fu e u na Letra d el Viviente. Estu vo con
Bahá‟u ‟lláh en N ú r, Mázind arán y Bad asht.
Sobrevivió a tod as las d em ás Letras d el
Viviente.
N AJAF-‘A LÍ: Uno d e los cu arenta y cu atro sobrevivientes
d e Zanján qu e fu eron llevad os a Teherán y
fu eron ejecu tad os, salvo N ajaf-„Alí, d e qu ien
se ap iad ó u n oficial. Pero algu nos años
d esp u és fu e arrestad o nu evam ente y fu e
d ecap itad o. (Dios Pasa, p ág. 168).
N AYRÍZ: Ciu d ad d el su r d e Persia, cercana a Shíráz.
N ÍYÁVARÁN : Villa d ond e existe u na resid encia real.
PAZ M EN OR: Una p az p olítica qu e será establecid a p or las
naciones d el m u nd o a fin d e p oner fin a las
gu erras. En el siglo d iecinu eve, cu and o los
reyes y los gobernantes a los qu e Bahá‟u ‟lláh
Se d irigió no p restaron atención a Su
llam am iento, el cu al p u d o haber traíd o la Más
Grand e Paz, Él les aconsejó: „A hora que habéis
rechazado la M ás Grande Paz, aferraos a ésta, la
Paz M enor, que quizá podáis mejorar en algún
grado vuestra propia condición y la de vuestros
súbditos‟. Su establecim iento p rep ará el
cam ino p ara la Más Grand e Paz. En 1985, en

176
EPÍSTOLA AL H IJO DEL LOBO

u na d eclaración a los p u eblos d el m u nd o, La


Promesa de la Paz M undial, la Casa Universal
d e Ju sticia hizo u n llam am iento a las naciones
d el m u nd o p ara qu e hicieran esta Paz Menor.
PLUMA D E La Plu m a d el Más Glorioso; ello es, el p od er
A BHÁ : d el Esp íritu Santo m anifestad o a través d e los
Escritos d el Profeta.
PRIMERA H OJA
D EL PARAÍSO :

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