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ANTONIO SPADARO, director de Civiltà Católica, entrevista al Papa Francisco, 27 de septiembre 2013.
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2013/september/documents/papa-francesco_20130921_intervista-spadaro.html «Yo veo claramente
qué es lo que más necesita la Iglesia hoy: la capacidad de curar las heridas y de calentar los corazones de los fieles, la cercanía y la proximidad.
Yo veo a la Iglesia como un hospital de campo después de una batalla . ¡Es inútil preguntarle a un herido grave si tiene alto el colesterol o el
azúcar! Hay que curar sus heridas. Después podremos hablar de lo demás. Curar las heridas, curar las heridas…Y hay que comenzar por lo
elemental».
para nuestros hogares, sería poder conversar y reflexionar en nuestros ámbitos
eclesiales qué significa para nosotros hacer que nuestras comunidades
eclesiales –parroquias, instituciones educativas, instituciones diocesanas- se
conviertan en un hospital de campo donde todos los heridos y agobiados
encuentren en ellas, compasión y lugar.
7. A la vez, esta celebración nos ofrece un modelo eucarístico de ser cristiano.
Todos nosotros como los apóstoles en el evangelio estamos tentados por
comodidad, por los propios problemas que nos agobian o por la cultura de la
indiferencia en las que estamos inmersos, a desentendernos y despedir a la
multitud hambrienta. Siempre se encuentran justificativos para no realizar
aquello que se necesita hacer. Jesús quiere romper con ese círculo vicioso
invitándonos a comprometernos con la situación presente y con los rostros
presentes en ella. Un cristiano no puede hacerse el distraído, mirar para otro
lado o cruzarse de vereda. Es una contradicción en los términos ser creyentes
y desentendemos del que tenemos a nuestro lado. “Quien dice que ama a
Dios y no ama –o socorre- al hermano, es un mentiroso” dice San Juan en su
primera carta (1Jn 4,20).
8. Jesús, en un gesto eminentemente eucarístico tomó los “cinco panes y dos
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pescados… levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, los partió y los
fue entregando a sus discípulos para que se los sirvan a la multitud” (Lc
9,16). Es para destacar como el Señor hace que estos temerosos apóstoles se
conviertan en hombres de corazón eucarístico. Los llevó casi sin que ellos lo
percibieran, a no desentenderse de la multitud hambrienta sino hacerse cargo.
A no ser mezquinos, sino generosos dando lo poco que contaban. A no
esperar a que la multitud venga, sino salir a su encuentro para ser comidos y
hasta devorados como eucaristías vivientes por esa muchedumbre hambrienta.
Jesús, especialmente en este tiempo jubilar, sueña e imagina hacer lo mismo
en nosotros.
9. María de Itatí, Reina y Patrona de nuestra diócesis. Tu paso peregrino por
nuestras comunidades nos está haciendo mucho bien. Nos sentimos
custodiados por tu calor de Madre y por tu mirada cargada de misericordia.
¡Ayudános! Queremos ser una Iglesia Eucarística, hogar y albergue para
todos. Queremos ser hombres y mujeres eucarísticos. Deseamos con todo el
corazón comprometernos, poner en las manos de tu Hijo lo poco que
tenemos, para finalmente compartir a nuestros diocesanos las riquezas
inagotables que nacen del corazón amante y de las manos generosas de Jesús,
nuestro Dios y Señor. Que así sea.