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HISTORIA DE LA OFICINA FARMACÉUTICA

El inicio de la farmacia y la medicina sin duda fue el mismo y de la


mano han seguido hasta hoy. No se sabe quién se convirtió en el
primer brujo, chamá n, hechicero, curandero o similar, ya que las
primeras personas dedicadas a tratar los problemas de salud de
sus semejantes recibían ese nombre. Sus funciones sanadoras
aglutinaban especialidades diversas que iban desde la preparació n
de curas o la cirugía má s salvaje hasta danzas variadas para
ahuyentar a los malos espíritus. Con el tiempo, estas
“especialidades” se fueron separando, pero en muchos casos, y
durante muchos siglos, médico y farmacéutico fueron una misma
cosa.

EDAD ANTIGUA

Ya en la Edad Antigua conviene destacar los esfuerzos que nuestros compañ eros sanitarios de
la época realizaron en India, que desarrolló la medicina Ayurveda nueve siglos antes de
nuestra era y que hoy día sigue utilizá ndose. Utilizaban medicamentos como la coloquíntida o
el cannabis, que eran elaborados y guardados exclusivamente por individuos pertenecientes a
la casta de los brahmanes. El libro Susruta samjitá data del siglo VI a. C. y describe remedios
vegetales (¡700 plantas!), animales y minerales para su uso medicinal.

EGIPTO

En Egipto contaron con su propio dios-farmacéutico: Anubis. Segú n la mitología egipcia la


diosa Isis cultivaba plantas medicinales y transmitió a sus hijos, los dioses Horus y Anubis, sus
inquietudes y conocimientos, convirtiéndose ambos en los proveedores de medicamentos del
resto. Su trabajo era supervisado por Thot, dios de la sabiduría, escritura, mú sica…y creador
de la medicina, también llamado, lo que son las cosas,Pha-ar-maki. La medicina y la farmacia
se enseñ aban a los sacerdotes en las “casas de vida” de los templos. Allí, en las llamadas Asi-t,
los sacerdotes denominados urma preparaban y almacenaban los medicamentos.

GRECIA

En Grecia se tomaron el tema farmacéutico bastante má s en serio, al menos en el ámbito de la


mitología. La ciencia griega bebía de la egipcia y la babiló nica, pero también lo hizo de sus
creencias. Idearon un compendio de deidades para casi todo, incluyendo por supuesto la
salud. Así, encontramos a Hecate o Pharmakis, diosa de la magia y experta en plantas
medicinales, Apolo y Artemis, con poderes curativos, Asclepios/Esculapio, hijo de Apolo y dios
médico por excelencia que transmitió sus saberes a sus hijas, destacando Hygea,
personificació n de la salud y la higiene y Panacea, asociada con los remedios infalibles. Por
cierto, la copa y la serpiente que usamos como símbolo de nuestra profesió n tiene su origen
en Hygea. Para Hipó crates, las enfermedades son causadas por un desequilibrio entre los
cuatro humores del cuerpo (bilis, atrabilis o bilis negra, sangre y flema) y los medicamentos
debían restablecer dicho equilibrio. Aparece personal especializado en la preparació n de
medicamentos como los pharmacó polas, que comercializaban plantas medicinales. En los
alipterion de los gimnasios los medicamentos eran preparados y dispensados por el
gimnasiarca. He aquí la primera farmacia del mundo accidental.

Roma continuó la senda marcada por los griegos y llevó la cultura clá sica a su má ximo
esplendor. Médico y farmacéutico seguía siendo lo mismo. Dioscó rides escribe Materia
Médica, Andró maco lleva a la fama su Triaca Magna y Galeno, que creía que los medicamentos
debían producir un efecto contrario al síntoma de la enfermedad, los prepara él mismo en su
gabinete.

EDAD MEDIA

En la Edad Media el retroceso en las ciencias y


las artes fue brutal. El culto a lo divino como
herramienta de curació n siguió vigente con el
cristianismo, destacando santos como S. Cosme
(cirujano) y S. Damiá n (médicofarmacéutico),
habitualmente representados juntos y patronos
de la medicina y la farmacia. Había casi tantos
“santos-medicamento” a los que rezar como
enfermedades, y si eras un privilegiado hasta
podías hacerte con una reliquia de alguno de
ellos, un remedio infalible. Se siguieron utilizando las antiguas teorías médicas de griegos y
romanos, ya que eran considerados el summum de la civilizació n occidental, siendo Bizancio
donde má s esplendor alcanzaron.

Muchas ó rdenes religiosas tenían en sus recintos boticas, las primeras del S. IX, normalmente
asociadas a hospitales, en las que los monjes boticarios preparaban medicamentos y
cultivaban plantas medicinales en el huerto anexo.

Se crearon los grabadines, có digos que describían la correcta elaboració n de medicinas, las
materias primas empleadas y las tarifas para los pacientes. Se escribieron numerosas obras
sobre medicamentos, como la “Colecció n de medicamentos y elementos simples” de Ebn-
Beitar, con má s de mil referencias. Introdujeron en Españ a, entre otras cosas, la famosa triaca,
los albarelos y la destilació n. Algunos autores consideran que los á rabes fueron los que
crearon la farmacia como profesió n independiente (abrieron la primera en Bagdad).

RENACIMIENTO

En el Renacimiento la cosa empieza a mejorar al evolucionar el pensamiento. Todo, salvo la


religió n, se empezó a cuestionar en el mundo de la ciencia. Un claro ejemplo lo encontramos
en el suizo
Paracelso, que ataca las teorías de intocables como Galeno. Implanta el concepto de
yatroquimia, que defiende la química como terapia, dando un empujó n crucial a la farmacia,
hasta entonces basada casi en su totalidad en remedios vegetales.

El farmacéutico renacentista ve reconocida su labor, realiza estudios propios que son


examinados por el Tribunal del Protomedicato y profundiza en la farmacia como ciencia,
realizando todo tipo de estudios y publicaciones (Dusseau, Lespleigney, Melich, etc). De hecho,
aparece la primera farmacopea en 1498, el Recetario Florentino. Las farmacias se enriquecen
con las nuevas materias primas surgidas de la química y las traídas de América.. Surgen
eminentes boticarios como los alemanes Besler, y Tabernaemontanus, grandes botá nicos, al
igual que su colega belga Coudenberg (introductor de la piñ a en Europa)

XVII

Llegados al S.XVII, los farmacéuticos tienen un papel indiscutible en el ámbito de la ciencia, y


comienzan a dedicarse a la química con má s interés. Abundan las publicaciones científicas
escritas por farmacéuticos, comienzan a introducirse en las academias y asociaciones
científicas, adquieren nuevos roles como formadores, investigadores o en puestos de reciente
creació n como Boticario Mayor del Rey o Boticario Mayor del Ejército. La oficina de farmacia
se desarrolla separando la zona de atenció n al pú blico del laboratorio y utilizando materias
primas cada vez má s fiables. Se introduce la quina, la ipecacuana, el bá lsamo del Perú , etc. Los
farmacéuticos del Barroco fueron los grandes impulsores del uso de productos químicos como
medicamentos, a lo que los médicos de la época se oponían, burlá ndose de ellos abiertamente.
Esto deja claro la mentalidad que los boticarios, como hombres de ciencia que eran, tenían en
un periodo de la historia complejo, en el que chocaban las nuevas teorías con la Iglesia y con
lo establecido (que se lo digan a Galileo Galilei).

También se mantenían remedios de toda la vida, como la triaca, la carne de momia…no se


borran siglos de ignorancia así como así. Como novedad terapéutica aparecen los enemas, que
arrasaron sobre todo entre las clases altas. El caso es que su aplicació n era responsabilidad
del farmacéutico (que manía nos tenían los médicos), pero delegaban en sus ayudantes y se
limitaban a supervisar el evento.

Los boticarios franceses destacan en este siglo como los alemanes en el anterior. Beguin
descubre la acetona, Seignette el tartrato só dico potá sico, Glaser el nitrato y sulfato potá sicos,
Le Fevre el acetato mercú rico e inventa el oleó metro. Glaubero (éste es alemá n) descubre el
acetato potá sico y el cloruro de etilo. El españ ol Juan Salvador y Bosca crea el primer herbario
de la flora nacional.

Por fin llegó el S.XVIII y La Ilustració n, una época dorada. La yatroquímica sigue ganando
terreno (ácido bó rico, mentol, etc). Se extiende el uso de los albarelos, de uso exclusivo
farmacéutico, surgen má s academias científicas, como la Nacional de Medicina, fundada en la
rebotica del ilustre boticario José Hortega o la de Ciencias de Barcelona, fundada también en
una rebotica, la de Francisco Sala. Nace el Colegio de Farmacéuticos de Madrid muy a pesar
del colectivo médico, que quería controlar a los farmacéuticos, que publica farmacopeas,
imparte formació n, crea un laboratorio de química, y curiosamente, prepara en exclusiva la
triaca.

Siguieron apareciendo nuevos fá rmacos, muchos traídos de América, como la causia. Otros se
recuperaron de tiempos pasados, como el aceitede ricino y se usaron junto con los má s
modernos, como el aceite de hígado de bacalao. Sin duda el arsenal terapéutico mejoró , pero
se seguían utilizando panaceas, como el elixir de larga vida, patentado en Inglaterra.

ESPAÑA

En Españ a, Carlos III divide el Protomedicato en tres Audiencias, correspondientes a la


medicina, la cirugía y farmacia, logrando así la profesió n una independencia que siempre
buscó . En el resto de Europa también brillan los farmacéuticos. Proust enuncia su “Ley de las
Proporciones Definidas”, Scheele descubre, entre otros, el oxígeno, el nitró geno y la glicerina,
Vauquelin el cromo, Hoeffer el ácido bó rico, Bö ttger el caolín, Newmann aisla el timol, Rouelle
(pionero de la bioquímica y maestro de Proust y Lavoisier) definió las sales, los Rose
descubren el bicarbonato só dico y el niobio, etc.

Wenzel publica su ley cuantitativa de la acció n de las masas y Jeoffroy la ley fundamental
sobre la afinidad. Sloane funda el Museo Britá nico en Londres (no todo van a ser
descubrimientos).

Llegados a este punto espero que a nadie le quepa la menor duda de la influencia que los
farmacéuticos han tenido en la ciencia.

XIX

Con la llegada del S.XIX, los avances de la profesió n farmacéutica son imparables y la historia
de la Farmacia se consolida. La tecnología permite la fabricació n de nuevos equipos de
laboratorio (pipetas automá ticas,
centrifugadoras, molinos, etc) y la
preparació n de nuevas formas
farmacéuticas, como los comprimidos,
cá psulas, inyectables y supositorios.
Aparecen los primeros medicamentos
industriales. No dejan de publicarse obras
sobre temas de farmacia y la enseñ anza se
imparte en facultades de farmacia
independientes

Las farmacias se modernizan y van


perdiendo elementos que hasta entonces
formaban parte de su idiosincrasia, como los albarelos, ahora sustituidos por tarros de
porcelana. Nuevos y má s precisos instrumentos ocupan el laboratorio. Adoptan como símbolo
una esfera de cristal llena de un líquido, normalmente rojo o verde, que colocaban en los
escaparates para identificar el local como farmacia.

Siguen apareciendo nuevos fá rmacos como la morfina, aislada por el farmacéutico Serturner o
la cafeína, por los farmacéuticos Pelletir y Caventou, que también aislaron la quinina y la
estricnina entre otros. Muchos ilustres compañ eros aportaron su granito de arena:
Parmentier difunde con éxito la patata en Francia para combatir la hambruna, Buchner
descubre la parafina, Courtois el yodo, Soubeiran el cloroformo, Serullas el yodoformo, Balard
el bromo, Stromeyer el cadmio, Oersted el aluminio, Dö bereiner el acetaldeído, Walker las
cerillas de fricció n, Guibourt la cumarina, Ambrosioni el azú car en la sangre de los diabéticos,
Bussy el magnesio y el berilio, Klaus el rutenio etc.

En el S.XX queda plenamente definido el papel del farmacéutico como profesional en todos sus
ámbitos de actuació n, desde el sanitario al investigador, desde el docente al militar. Es el siglo
en el que se desarrollan los medicamentos industriales a la par que los farmacéuticos de la
industria, y aparecen nuevos conceptos en el ejercicio de la profesió n, como la distribució n, la
sanidad ambiental, etc. Aparecen los sistemas sanitarios como la Seguridad Social, que
involucra definitivamente al profesional farmacéutico como agente de salud.

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