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Isis

“La diosa de los diez mil nombres”

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Paola petri ortiz

1ºHistoria+Historia del arte

arte de egipto y próximo oriente



ÍNDICE

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I. Resumen y palabras clave 3
II. Introducción 4
III. Contexto histórico 4
IV. Isis en Egipto hasta la dinastía XXXI
IV. I. Origen 4
IV. II. Evolución de su importancia 5
IV. III. Culto 5
V. Isis en el período helenístico y el mundo griego
V. I. Historia 5
V. II. Sacerdocio y culto 6
VI. Isis en el mundo romano
VI. I. Historia 7
VI. II. Sacerdocio y culto 8
VII. Mito de Isis y Osiris
VII. I. Resumen del mito 9
VII. II. Interpretación 10
VIII. Atribuciones 11
IX. Conclusiones 12
X. Bibliografía 13
XI. Anexo fotográfico
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I. RESUMEN Y PALABRAS CLAVE
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En este trabajo se abordará la figura de la diosa Isis desde diversas perspectivas. Primero,
analizaremos su papel en Egipto, su lugar de procedencia, desde los tiempos Neolíticos hasta la
conquista de Alejandro Magno, que da inicio al período helenístico. En esta época se producen
cambios en la forma de entender a la diosa en Egipto, pero lo fundamental es que su culto se
generaliza en Grecia, si bien ya había llegado allí siglos atrás. Esto da lugar a una asimilación
sincrética de Isis a otras divinidades y también a la transformación de su culto en una religión
mistérica. Isis acaba llegando al mundo romano, donde algunos emperadores intentarán erradicar su
culto, mientras que otros, por el contrario, lo promoverán, hasta su definitiva desaparición en el
siglo VI d.C. Una vez dado un repaso a su historia, analizaremos el mito más famoso de la diosa: el
de Isis y Osiris, partiendo sobre todo de la versión que ofrece Plutarco. Por último trataremos de
sintetizar las principales atribuciones de esta diosa: madre, trono y maga.
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Palabras clave:
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Isis — diosa — Osiris — madre — culto


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II. INTRODUCCIÓN
Isis era la diosa más importante del panteón egipcio, y junto a su marido Osiris recibía gran
veneración, especialmente entre las clases populares. Aunque las cosmologías no le otorgan un
papel de diosa primigenia, en la práctica era adorada como tal: “la Gran Madre”. Su culto se
extendió desde Egipto al mundo griego y romano, donde se enriqueció y ganó numerosos adeptos
atraídos por los misterios a los que se asociaba.
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III. CONTEXTO HISTÓRICO
Durante la segunda mitad del VI milenio a.C. comienzan a desarrollarse en Egipto las culturas
neolíticas, destacando El Fayum y Merimde. Poco a poco la población se sedentariza en los nomos
y se organizan sistemas de irrigación que permiten aprovechar las crecidas del Nilo para practicar
una próspera agricultura. Este río será desde entonces la columna vertebral de Egipto: es medio de
comunicación y de vida. Hacia el 2950 a.C. el faraón Narmer lleva a cabo la unificación del Alto y
el Bajo Egipto, dando comienzo a la época tinita, que comprende las dos primeras dinastías. Los
tres períodos principales de la historia de Egipto son el Reino Antiguo (2750-2443 a.C.), con las
dinastías III y IV, el Reino Medio (2065-1785 a.C.), con las dinastías XI y XII y el Reino Nuevo
(1580-1085 a.C.), con las dinastías XVIII, XIX y XX; entre ellos hay períodos intermedios. A partir
del 525 a.C., en lo que se conoce como Baja Época, diversos pueblos someten al país. En el 332
a.C. Alejandro Magno expulsa a los persas de la dinastía XXXI y conquista Egipto, que pierde
definitivamente la independencia. A su muerte, su sátrapa Ptolomeo asume el poder como faraón e
instaura la dinastía ptolemaica. En el año 30 a.C. muere Cleopatra VII y Egipto se convierte en una
provincia del Imperio romano.
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IV. ISIS EN EGIPTO HASTA LA DINASTÍA XXXI
IV. I. Origen
Parece que los inicios de esta diosa se encuentran en la ciudad de Buto, situada en el Delta del Nilo.
Originariamente su papel sería el de una diosa-madre relacionada también con la fertilidad, y más
tarde se convertiría en una divinidad del cielo. Su atributo iconográfico más destacado, el trono del
que toma su nombre (Aset, que en época helenística deriva a Isis), está presente en su iconografía
desde la dinastía I; pero aún antes, en el IV milenio a.C., podemos encontrar figuras femeninas con
los brazos alzados como alas [Figura 1] que se pueden relacionar con las posteriores imágenes de la
diosa-pájaro, que protege con sus alas a su hijo Horus, a su esposo Osiris, a los faraones y a todo el
pueblo [Figura 2]. Posteriormente será incluida en la cosmogonía más significativa, la Enéada
Heliopolitana, como hija de Geb y Nut y hermana de Osiris, Neftis y Set. Se la mencionará por
4
primera vez junto a Osiris en los Textos de las Pirámides de la tumba de Unas, faraón de la dinastía
V. También se la identificará desde tiempos tempranos con la diosa Hathor, de modo que a veces se
confunden e Isis asimila sus atributos, especialmente los cuernos de vaca y el sistro [Figura 3].
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IV. II. Evolución de su importancia
En los primeros textos, Isis se presenta como una figura secundaria, junto a Neftis, lamentando la
muerte de su hermano (todavía no esposo) Osiris, que a su vez es tan solo uno más de los dioses
funerarios. La importancia de Osiris aumenta cuando se empieza a identificar al faraón muerto con
este dios, mientras que el faraón vivo era la encarnación de su hijo Horus. A partir del Reino Medio,
su popularidad se dispara ya que no solo el faraón sino todas las personas muertas se identifican con
Osiris. Este dios es el garante de la inmortalidad para todo el pueblo. En el Reino Nuevo el culto a
Osiris alcanza su apogeo. Las nuevas versiones de su mito incorporan un cambio fundamental: Isis
adquiere un papel protagonista, como hermana y esposa del dios que llora su muerte, recompone su
cuerpo, le resucita, concibe y cría a su hijo. Osiris, Isis y Horus configuran así una tríada, quizá la
más influyente en el sentimiento religioso egipcio.
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IV. III. Culto
Entre los templos dedicados a Isis podemos destacar el de Behbeit el-Hagar, en el Bajo Egipto, que
data del período Saíta (664-525 a.C.). En cuanto a las festividades, la referencia más concreta la
presenta Heródoto, que viajó a Egipto en el siglo V a.C. Describe lo que él llama Lychnokaie o
fiesta de las lámparas encendidas. Dice que hay una noche en que, durante los sacrificios celebrados
en la ciudad de Sais, los egipcios encienden unas lámparas de aceite y las dejan toda la noche
ardiendo alrededor de sus casas, e incluso los que no acuden a las fiestas en Sais practican este rito
allí dónde estén1. De este modo, todo Egipto quedaba iluminado en honor a la diosa.
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V. ISIS EN EL PERÍODO HELENÍSTICO Y EL MUNDO GRIEGO
V. I. Historia
El culto isíaco ya había calado entre los griegos con anterioridad a la conquista de Alejandro
Magno. Primero, en la población griega asentada en la colonia comercial de Naucratis y más tarde
en la propia Grecia. En el Pireo existía un santuario dedicado a Isis y Serapis2, y en Atenas se han

1 HERÓDOTO. Historias. Editorial Gredos. Madrid, 2000. Libro II, LXII


2 Dios que resulta de la unión de Osiris y Apis con una serie de elementos helenizantes.
5
encontrado objetos de culto y estelas y lápidas funerarias de sacerdotisas de esta diosa. La
iconografía más extendida presenta a la muchacha con el sistro, instrumento habitual en los ritos, y
la sítula, un vaso en forma de pecho que hace referencia al carácter nutricio de la diosa. Por otro
lado, la identificación de la diosa con Deméter hizo que el culto estuviera estrechamente vinculado
al santuario de Eleusis.
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En el año 331 a.C. Alejandro Magno derrotó al rey persa Darío III Codomano en la batalla de Issos,
y un año después entró en Egipto, donde fue recibido como un libertador y se coronó faraón. Da
comienzo la época de la dominación griega. A la muerte de Alejandro, su sátrapa Ptolomeo asume el
poder, instaurando la dinastía ptolemaica. Los nuevos gobernantes no podían conformarse con
llevar el título de faraón, sino que debían legitimar su poder, para lo cual se presentaron como
salvadores de Egipto (el primero de ellos se llamó Ptolomeo I Sóter). Como tales, habían de
defender y promocionar la cultura y la religión egipcias. Al mismo tiempo, se valieron de ellas para
equipararse a los grandes faraones de la Antigüedad, sobre todo a través del mito del nacimiento
divino. De ahí que los “mammisi”, los pequeños templos donde se conmemoraba el nacimiento de
los dioses, se convirtieran en un elemento muy popular en los santuarios. Al mismo tiempo, se
difunde la iconografía de la Isis lactans, que aparece amamantando a Horus [Figura 4]. A finales del
siglo III a.C., con Ptolomeo IV Filopator, se acuñan monedad con las efigies de Isis y Serapis, y las
reinas son retratadas con los atributos de la diosa. El culto isíaco comienza a difundirse por otros
territorios a través del comercio portuario y penetra de lleno en Grecia. En Creta se levanta un
Iseum y en Macedonia un templo dedicado a Serapis, Isis, Harpócrates (nombre griego del Horus
niño) y Anubis. A partir del siglo II a.C. se extiende a las ciudades griegas de la costa jonia y
también en Delos los atenienses construyen un importante santuario.
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V. II. Sacerdocio y culto
La organización sacerdotal del culto a Isis estaba rígidamente jerarquizada. El sacerdote jefe recibía
el nombre de “Serapis”. Por detrás de él estaba el “deidouchos”, esto es, “el portador de la llave”.
Los templos, siguiendo la tradición egipcia, se abrían al amanecer para practicar los rituales de
purificación y alimentación de la imagen de la diosa, y se cerraban al atardecer; por tanto, la
función del deidouchos era precisamente abrir y cerrar el templo. Por otro lado estaban los
“zakoroi” o sacristanes”, y por último las “canephoroi”, mujeres jóvenes atenienses de alta alcurnia

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que portaban las cestas con los alimentos sagrados. 3 En época ptolemaica el culto de Isis y Osiris se
convirtió en una religión mistérica. La iniciación era secreta y estaba prohibido revelar datos de las
ceremonias que se realizaban a los no iniciados. Ptolomeo II levantó en la isla de File un templo a
Isis donde vivió la última comunidad iniciática egipcia. Hoy en día se halla reconstruido en un
islote próximo, puesto que tuvo que desmontarse a causa de la construcción de la presa de Asuán.
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VI. ISIS EN EL MUNDO ROMANO
VI. I. Historia
El culto a Isis penetró en el interior de la Península Itálica a través de la Magna Grecia. Otro hecho
decisivo fue el enfrentamiento entre el cónsul romano T. Quincio Flaminino y el rey macedonio
Filipo V en Cinoscéfalo, Tesalia, el año 197 a.C. Filipo V es derrotado y forzado a firmar una
alianza con Roma, lo que terminó propiciando la helenización de la ciudad, dando entrada a los
cultos a Isis y otras divinidades orientales.
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Entre los años 58 y 48 a.C. el Senado emprende una dura persecución contra el culto isíaco,
destruyendo templos, estatuas y altares. Esto se debió, por una parte, a que la diosa era vista como
enemiga de la piedad tradicional, y por otra a que los “misterios” que rodeaban a su culto se
consideraban una amenaza que podía provocar revueltas, sobre todo teniendo en cuenta que muchos
de los adoradores de Isis eran de clase baja. En cambio, tras el asesinato de Julio César en el 44
a.C., el Segundo Triunvirato —alianza realizada entre Marco Antonio, César Octaviano y Lépido—,
para ganarse el favor popular, favorecen a Isis; entre otras acciones, acuñan monedas con símbolos
de la diosa y edifican un templo. Sin embargo, con el enfrentamiento entre Octaviano y Marco
Antonio, se identifica a Isis con Cleopatra VII y se retoma el odio a la diosa. Tras la batalla de
Actium en el 31 a.C. se inicia la represión de los cultos mistéricos, que culmina en el 21 a.C. con la
prohibición de los mismos en Roma y la expulsión de sus adoradores de la ciudad. No obstante, a la
muerte de Augusto el culto se sigue expandiendo por los territorios del Imperio y muchas mujeres
nobles se convierten en iniciadas. En el año 19 a.C. Tiberio demole el templo de Isis y arroja la
estatua al Tíber, pero de nuevo las persecuciones solo dan resultado en la propia ciudad de Roma.
La situación da un giro con Calígula (37-41 d.C.), que levanta el Aula Isíaca en el Palatino y el
Templo de Isis en el Campo de Marte. Se cree que el propio emperador se inició en el culto. Desde
entonces la actitud favorable hacia la diosa continúa [Figura 5], y para finales del siglo III. su

3 ARROYO DE LA FUENTE, M. A. “Isis y Serapis, legitimadores de la realeza en época ptolemaica”, en


Boletín de la Asociación Española de Egiptología, 1999, nº9, pp. 157-174.
7
religión es una de las más importantes del Imperio, y Caracalla edifica un templo dedicado a la
diosa en el Quirinal. Desde el siglo IV su popularidad retrocede en favor del cristianismo,
especialmente a partir de los Edictos de Milán y Tesalónica, y en el 395 a.C. se cierra el templo de
Isis en File. El culto se erradica definitivamente en el siglo VI con el emperador Justiniano. 4
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VI. II. Sacerdocio y culto
Entre los sacerdotes de Isis se distinguía un alto clero, encabezado por el Sumo Sacerdote, y un bajo
clero integrado por cantantes, jardineros, interpretadores de sueños, etc. Asimismo, contaban con
sacerdotes egipcios que leían e interpretaban los ritos sagrados y conseguían el agua del Nilo
empleada en las ceremonias. Todos los días, al amanecer, se abría el templo y los iniciados
contemplaban la estatua de la diosa, se encendá el fuego sagrado, se realizaban libaciones con agua
sagrada del Nilo y se cantaban himnos. También se llevaban a cabo rituales de aseo y alimentación
de la imagen y se ofrecían sacrificios. Al mediodía, el templo se cerraba.
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El carácter mistérico de la religión isíaca determinó que los cultos fueran secretos para los no
iniciados. Las ceremonias de iniciación son por consiguiente mal conocidas. Apuleyo, autor del
siglo II d.C., describe un largo tiempo de preparación antes de entrar en la religión, en el que se
debía practicar la pobreza, la castidad y el ayuno, y también señala cómo la propia divinidad utiliza
los sueños para indicar los pasos a seguir y el momento propicio para realizar la iniciación.5 Lo
mismo parece sugerir Plutarco. 6 En cuanto a la propia ceremonia, se celebraba de noche y consistía
en un rito de “muerte voluntaria” para dejar atrás la vida anterior y renacer a una nueva consagrada
a Isis. Se representaba el mito de Osiris, se realizaba una procesión y se cambiaban los ropajes. Por
último había un banquete donde se comían alimentos que normalmente estaban prohibidos, tales
como la carne de cerdo.
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Había dos festividades isíacas muy importantes a lo largo del año. El día cinco de marzo se
celebraba la Navigium Isidis, con un carnaval y después una procesión que terminaba a la orilla del
mar, donde se consagraba una barca a Isis, en la que se colocaban ofrendas y se purificaba con

4PECCI TENRERO, H. “Isis, la Gran Maga”, en Espacio, tiempo y forma. Serie II, Historia Antigua, 2002,
nº15, pp. 16-21.
5 APULEYO, L. Las metamorfosis o El asno de oro. Editorial Espasa-Calpe. Madrid, 1928. Libro XI, 24-30.
6PLUTARCO. “Sobre Isis y Osiris” en Obras morales y de costumbres. Editorial Gredos. Madrid, 1995. 2,
351F- 352 A.

8
fuego, huevo y azufre. Los ritos culminaban con la “fórmula griega de ritual”, que denota el origen
alejandrino de la fiesta. 7 A finales de octubre tenía lugar la otra festividad, la Inventio Osiridis.
Provenía de la Gran Procesión de Abydos que se celebraba con la crecida el Nilo y simbolizaba el
hallazgo del cuerpo de Osiris por su esposa. En Roma se representaba la peregrinación de Isis
buscando el cadáver.
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VII. MITO DE ISIS Y OSIRIS
Como ya se ha mencionado, es en los textos de las pirámides del faraón Unas, de la dinastía V,
donde se recoge por primera vez por escrito la leyenda de Isis y Osiris. A pesar de ser uno de los
mitos egipcios más conocidos, en realidad no existía un texto que lo recogiera de forma completa,
solo pasajes aislados. Esto parece apuntar a una tradición oral; el conocimiento del mito entero
formaba parte de la cultura popular del país. Son los autores latinos quienes sistematizan esta
tradición, especialmente Plutarco, en quien nos basaremos para resumir el mito a continuación.8
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VII. I. Resumen del mito
Los gemelos Isis y Osiris ya se amaban en el vientre de su madre antes de nacer. El reinado de
Osiris sobre Egipto fue un período próspero en el que enseñó a su pueblo las técnicas de cultivo y el
culto a los dioses. Sin embargo, su hermano Set, celoso, conspira contra él. Construye un sarcófago
de las medidas de Osiris y celebra un banquete, en el que en medio de las bromas promete dar este
sarcófago a quien encaje en él. Cuando Osiris se mete en él, los conspiradores cierran y sellan la
tapa y lo arrojan al Nilo, por donde va a la deriva. Cuando Isis se entera, hace luto por su esposo y
se dispone a buscarlo por todas partes, hasta que descubre que el sarcófago había arribado a las
costas de Biblos, en Fenicia. Allí, se había quedado oculto entre las ramas de un árbol ericáceo, el
cual los reyes habían convertido en columna de su palacio [Figura 6]. Isis llega a Biblos y, sin
revelar a nadie su identidad, se detiene junto al pozo y trenza los cabellos de las doncellas de la
reina. Esta, al oler el perfume que había quedado en las trenzas, admite a la extranjera como nodriza
de su hijo. Cada noche, la diosa daba de mamar al niño y quemaba en el fuego todo lo que en él era
mortal. Después, convertida en golondrina, daba vueltas alrededor de la columna. Una noche, la
reina vio a su pequeño entre las llamas y gritó asustada, lo que provocó que su hijo perdiera la
oportunidad de ser inmortal. Entonces Isis mostró quién era, cogió la columna y al abrirla encontró

7 APULEYO, L. Las metamorfosis o El asno de oro. Libro XI, 16-17.


8 Concretamente, PLUTARCO. “Sobre Isis y Osiris” en Obras morales y de costumbres.
9
el sarcófago de Osiris. El alarido que emitió fue tan intenso que el hijo pequeño de la reina murió de
miedo. Isis, llevándose con ella al hijo mayor, se embarcó hacia Egipto. En un momento se detuvo,
abrió el sarcófago y acercó su rostro al de su hermano. Pero de repente descubrió al niño
observándola y le mató con su mirada. Isis escondió el sarcófago y partió a Buto para cuidar de su
hijo Horus. Este, según algunos, había sido concebido cuando Isis volaba como golondrina
alrededor de la columna; según otros, cuando estaba en la barca. Una noche Set tropieza con el
sarcófago y lo descubre, por lo que esta vez decide despedazar el cuerpo en catorce partes y
esparcirlas a lo largo del país. De este modo, Isis tiene que buscar de nuevo a su marido, pero no
sola, sino acompañada por su hermana Neftis (esposa a su vez de Set), Anubis (el hijo de Neftis), el
pequeño Horus y Thot, dios lunar. Consiguieron reunir todos los pedazos excepto el falo, ya que un
pez se lo había tragado. Aún así, Isis consigue fabricar una réplica del mismo y devolver la vida a su
marido, que se convertirá en señor de la eternidad.
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La historia no termina aquí. Isis cuida de su hijo mientras es pequeño, protegiéndolo de todos los
peligros. En la Estela Metternich, que data de la dinastía XXX, se narra cómo consigue sanarle de la
mortífera picadura de un escorpión9. Cuando Horus alcanza la edad suficiente, ocupa el lugar de su
padre y se enfrenta a su tío Set, tal y como se cuenta en diversos textos del Reino Nuevo, como el
Papiro Chester Beatty I, de la época de Ramsés V (dinastía XX). Set acusa a Horus de ser ilegítimo
y lo lleva ante la asamblea de los dioses. Los litigios se suceden tanto en el plano legal como físico,
hasta que finalmente Horus es coronado como rey. 10
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VII. II. Interpretación
El mito de Isis y Osiris servía para explicar el fenómeno de la crecida del Nilo, desde varias
perspectivas. Cuando Isis llora la muerte de su marido, sus lágrimas hacen que se incremente el
caudal y el río desborde. Así lo refiere Pausanias:
“Los egipcios celebran en honor de Isis la fiesta cuando dicen que ella está afligida por Osiris.
En este tiempo el Nilo comienza a subir, y muchos del lugar dicen que lo que hace crecer el
río y regar las tierras de labor son las lágrimas de Isis”. 11

9FERNÁNDEZ GARCÍA, V. Isis en el Mediterráneo Antiguo: construcciones literarias del mito de la


diosa. De los textos faraónicos a los greco-latinos. Tesis doctoral. Universidad de Oviedo, 2010. pp. 226-244
10 Íbidem. pp 245-266.
11 PAUSANIAS. Descripción de Grecia. Editorial Gredos, Madrid, 2008. Libro X. XXXI, 18.
10
Por otro lado, la diosa se relacionaba con la estrella Sothis, también conocida como Sirio o estrella
del Perro, mientras que Osiris era Orión en el cielo. La salida de Sothis por el horizonte oriental
devolvía a Osiris a la vida y causaba la inundación. La tercera de las explicaciones es la que
identifica a Osiris con el Nilo y a Isis con la tierra fértil: Osiris fecunda a Isis, de modo que
germinan las cosechas.
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Sin embargo, cada parte de este mito se prestaba también a otras interpretaciones. La primera, la del
asesinato y revivificación de Osiris, garantizaba a los egipcios una vida después de la muerte. La
segunda, la de la protección del niño Horus, ofrecía la supervivencia frente a los ataques de los
animales venenosos del valle del Nilo y la tercera, la lucha entre Set y Horus y la victoria de este
último, legitimaba el poder del faraón, considerado descendiente de este dios.
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VIII. ATRIBUCIONES
El abanico de funciones y cualidades atribuidas a Isis es amplísimo, por lo que nos centraremos en
los tres aspectos más relevantes: madre, trono y maga. Para empezar, Isis es el modelo de madre por
excelencia. De ella nace Horus, de ahí que los faraones desde la dinastía I se autoproclamasen hijos
de Isis. Pero además, su maternidad es cercana; no solo tiene a su hijo, sino que lo cuida y protege.
Asimismo, se dio mucha relevancia en Egipto a su papel como diosa nutricia, es decir, que
amamanta. Existen imágenes de la diosa alimentando de sus pechos al faraón, como en el caso de
Seti I en la dinastía XIX [Figura 7]. Por otro lado, Isis es el trono, de ahí que este sea su atributo
iconográfico por excelencia del que toma su nombre. El trono recuerda por su forma a la colina
primigenia que emergió de las aguas. Además, se identificó el regazo de la diosa con el trono real de
Egipto, de modo que subir al trono equivalía a sentarse en el regazo de Isis, tal y como se refleja en
otra imagen de Seti I [Figura 8]. Por último, Isis es una diosa de la magia. Consigue devolver a la
vida a Osiris y sanar a Horus de sus picaduras. Por ello, sus poderes curativos eran muy apreciados,
especialmente en relación con la neutralización de los venenos. De hecho, la función de la ya citada
Estela Metternich era en realidad presentar los hechizos que se debían recitar para curarse del
veneno del escorpión. Otro mito en relación con esta atribución es el que narra cómo Isis, mediante
una estratagema, consigue averiguar el nombre secreto de Ra, adquiriendo grandes poderes12. Isis
como maga mostraba otro atributo iconográfico: el nudo tyet [Figura 9].
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12 BARING, A. y CASHFORD, J. El mito de la diosa. Ediciones Siruela. Madrid, 2005. p. 312.
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IX. CONCLUSIONES
Una vez finalizado este trabajo de investigación, concretaré los cuatro puntos a mi juicio más
relevantes del estudio sobre esta diosa.
1. Isis era una diosa que se situaba en la cúspide del panteón egipcio, pero al mismo tiempo el
pueblo la percibía como muy cercana; para todos era la “Gran Madre” que les protegía y a ella
recurrían en asuntos tan cotidianos como la agricultura o las enfermedades.
2. Sus abundantes epítetos y atribuciones permitieron su asimilación con distintas diosas,
empezando por la propia Hathor en Egipto, y una rápida aceptación en los lugares a los que se
expandió su culto.
3. A partir de la época ptolemaica se introdujeron en la religión isíaca los “misterios”, de modo
que solo los iniciados podían acceder a los secretos del culto. Esto atrajo tanto seguidores como
detractores; paralelamente, algunos emperadores lo aceptaron e incluso promovieron, mientras
que otros lo consideraron una amenaza para el poder y lo combatieron.
4. Su mito más significativo es aquel en que recompone el cuerpo de su marido Osiris, le devuelve
a la vida y concibe y cría a su hijo Horus, quien más tarde derrotará al malvado Set y se
convertirá en el primer faraón. Las implicaciones de este mito abarcan ámbitos tan dispares e
importantes como la agricultura, la vida ultraterrenal o la legitimación del poder real.


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X. BIBLIOGRAFÍA
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Fuentes contemporáneas
• ARROYO DE LA FUENTE, M. A. “Isis y Serapis, legitimadores de la realeza en época
ptolemaica”, en Boletín de la Asociación Española de Egiptología, 1999, nº9, pp. 157-174.
• ARROYO DE LA FUENTE, M. A. “Iconografía de las divinidades alejandrinas”, en Liceus.
Portal de Humanidades. Disponible en http://www.liceus.com/cgi-bin/aco/areas.asp?id_area=53
[Fecha de última consulta: 20/11/2014]
• BARING, A. y CASHFORD, J. El mito de la diosa. Ediciones Siruela. Madrid, 2005.
• FERNÁNDEZ GARCÍA, V. Isis en el Mediterráneo Antiguo: construcciones literarias del mito
de la diosa. De los textos faraónicos a los greco-latinos. Tesis doctoral. Universidad de Oviedo,
2010.
• FRAZER, J. G. La rama dorada. Magia y religión. Ediciones F.C.E. Madrid, 1944.
• JACQ, C. Las egipcias. Editorial Planeta. Barcelona, 1997.
• PECCI TENRERO, H. “Isis, la Gran Maga”, en Espacio, tiempo y forma. Serie II, Historia
Antigua, 2002, nº15, pp. 11-26.
• SANMARTÍN, J. y SERRANO, J. M. Historia antigua del Próximo Oriente. Mesopotamia y
Egipto. Akal. Colmenar Viejo, 1998.
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Fuentes clásicas
• APULEYO, L. Las metamorfosis o El asno de oro. Editorial Espasa-Calpe. Madrid, 1928.
Traducción atribuida a Diego López de Cortegana.
• HERÓDOTO. Historias. Editorial Gredos. Madrid, 2000. Traducción de Carlos Schrader.
• PAUSANIAS. Descripción de Grecia. Editorial Gredos, Madrid, 2008. Traducción de María Cruz
Herrero Ingelmo.
• PLUTARCO. “Sobre Isis y Osiris” en Obras morales y de costumbres. Editorial Gredos. Madrid,
1995. Traducción de Francisca Pordomingo Pardo.
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XI. ANEXO FOTOGRÁFICO

Figura 1: Estatuilla egipcia neolítica con brazos alzados. c. 4000-3500 a.C.

Figura 2: Pectoral de oro en forma de Isis alada. Dinastía XXV, c. 710-663 a.C. Tumba del rey

Amarinataki-Iebte, Nuri, Sudán.

Figura 3: Isis con cuernos de vaca, disco solar y sistro. Dinastía XIX, c. 1300 a.C. Templo de Seti I,

Abydos.

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Figura 4: Isis lactans. Dinastía ptolemaica (332-30 a.C.). Museo Metropolitano de Arte, Nueva

York.

Figura 5: Isis-Ceres. Época de Adriano (117-138 d.C.). Museo Capitolino de Roma.

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Figura 6: Osiris en el árbol ericáceo, con Isis y Neftis. c. siglo I a.C. Dendera.

15
Figura 7: Isis amamantando a Seti I. Dinastía XIX, c. 1300 a.C. Templo de Seti I, Abydos.

Figura 8: Isis en un trono, con el rey Seti I en su regazo. Dinastía XIX, c. 1300 a.C. Templo de Seti

I, Abydos.

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Figura 9: Decoración a base de nudos tyet. Dinastía XVIII, c. 1325-1327 a.C. Tumba de

Tutankamón, Valle de los Reyes.

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