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Charles Lutwidge Dogson fue matemático, fotógrafo y novelista británico y el profesor que nos

transportaría a un mundo jamás conocido y lleno de maravillas bajo el seudónimo universal de


Lewis Carroll. Nació el 27 de enero de 1832 en Daresbury en el condado de Cheshire, Reino Unido.
Era el hijo mayor de diez hermanos de Frances Jane Lutwidge y de un sacerdote anglicano llamado
Charles Dodgson. Ya desde muy temprano, mostró una gran habilidad para los juegos y la
literatura. A los 12 años, creó lo que él mismo llamó Revistas de la rectoría. Eran conjuntos de
poemas, historias cómicas y también cortas con las que entretener a los suyos. Ahora bien, cabe
señalar que su infancia y adolescencia no resultó fácil. Era muy tímido, hizo frente a muchas
enfermedades (se quedó sordo de un oído) y, además, sufría tartamudez. A pesar de todo, logró
matricularse en la Universidad de Christ Church, en Oxford para estudiar matemáticas.

Tardes de picnic con las pequeñas hermanas Liddell. Fue en 1856 cuando la vida del joven Dogson
experimentó un cambio. A la universidad llegó un nuevo decano, Henry Liddell, quién más tarde
sería vicecanciller de la Universidad de Oxford y capellán en la Christ Church de Oxford. Con él iban
también su joven esposa y sus hijas: Lorina, Alice y Edith. Dogson no tarda en establecer amistad
con la familia. Al poco tiempo, pasa a ser ese joven diácono siempre dispuesto a llevar a las
pequeñas de picnic, al río o a una excursión a la ciudad. Hacerlo era algo común, de hecho
también lo realizaba con los hijos del escritor George Macdonald o los del poeta Alfred, Lord
Tennyson. No obstante, las pequeñas Liddell ocuparon siempre un lugar especial en su vida.

Su mente era prodigiosa para las ciencias, de manera que logró siempre las más prestigiosas becas
hasta graduarse con honores. En 1857, logra una plaza como profesor de matemáticas en Christ
Church, tarea que combinó con su formación como diácono. Ahora bien, cabe señalar que aunque
evidenciara un gran potencial para las ciencias matemáticas, su carácter era despistado, poco
enérgico y soñador. No encajaba demasiado en ese escenario universitario donde además, sufría a
menudo de las burlas de alumnos y compañeros por su tartamudez y ataques epilépticos.
En 1857 obtuvo una plaza como profesor de matemáticas, y cuatro años después fue ordenado
diácono.

En 1862, en el curso de uno de sus paseos habituales con la pequeña Alice Liddell y sus dos
hermanas, hijas del deán del Christ Church, Lewis Carroll les relató una historia fantástica, «Las
aventuras subterráneas de Alicia». El libro se publicó en 1865, con el título de Alicia en el país de
las maravillas; él mismo costeó la edición, que fue un éxito de ventas y recibió los elogios
unánimes de la crítica, factores que impulsaron a Carroll a escribir una continuación, titulada A
través del espejo y lo que Alicia encontró allí (1871).

La peculiar combinación de fantasía, disparate y absurdo, junto a incisivas paradojas lógicas y


matemáticas, permitieron que las obras se convirtieran a la vez en clásicos de la literatura infantil y
en inteligentes sátiras morales, llenas de apuntes filosóficos y lógicos, aunque naturalmente para
un público adulto y atento.
Por otra parte, han sido objeto de diversas especulaciones las tendencias sexuales de Carroll,
sobre todo en lo referente a sus numerosas amistades con niñas, a las que gustaba de fotografiar
en las poses más variadas, ataviadas con multitud de vestimentas, e incluso desnudas. Por las
críticas que había recibido abandonó en 1880 su afición a la fotografía, aunque también había
retratado a personalidades como el pintor Dante Gabriel Rossetti, el poeta Alfred Tennyson, la
actriz Ellen Terry y la fotógrafa Julia Margaret Cameron.

Lewis Carroll escribió también poesía, campo en el que destaca en su producción el poema
narrativo La caza del snark, plagado también de elementos fantásticos. Además de diversos textos
matemáticos, fue autor de trabajos dedicados a la lógica simbólica, con el propósito explícito de
popularizarla, en los cuales apunta su inclinación por explorar los límites y las contradicciones de
los principios aceptados.

Fue el 4 de julio de 1862, cuando Dodgson y su amigo Robinson Duckworth, miembro del Trinity,
se llevaron a las niñas a un paseo en barca por el Támesis desde Oxford hasta Godstow. Aquella
pequeña aventura le sirvió para escribir el inicio de una historia donde Alice era la protagonista. La
niña quedó tan encantada con aquello, que le pidió más.
Dodgson obedeció. Semana tras semana, ofrecía a las niñas nuevas y apasionantes aventuras
sobre Alicia. Y aquella tarea se convirtió poco a poco, en una extensa novela ilustrada por él
mismo. Cuando la terminó, su amigo George Macdonald, autor de algunos de los mejores
cuentosinfantiles de la época, quedó tan fascinado que le propuso su publicación.
Lewis Carroll nunca pudo imaginar lo que sucedería después.
La publicación de Alicia en el país de las Maravillas y el nacimiento de Lewis Carroll
Charles Dogson barajó diversos títulos para su libro. Así, y tras valorar ideas como Alicia entre las
hadas, La hora dorada de Alicia, optó por Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas.
Asimismo, eligió firmarla bajo el pseudónimo de Lewis Carroll. La publicación se hizo 1865, y
aunque al principio pasó desapercibida, al año siguiente ya estaba pensando en darle una
continuación.
De este modo, el libro, A través del espejo y lo que Alicia encontró allí, llegó al gran público en
1872. Muchos críticos afirmaron que esta obra era mucho mejor que la primera. Tanto, que al
poco tiempo se convirtió en el libro infantil más popular de Reino Unido. Más tarde lo sería de
todo el mundo. Sin embargo, cabe señalar que el éxito no era algo con lo que Lewis Carroll se
sintiera cómodo.

Lewis Carroll, el fotógrafo y onironauta


Así, además de la escritura (publicó también varios libros sobre matemáticas creativas) Lewis
Carroll dedicó su vida a otra de sus grandes pasiones: la fotografía. Realizó retratos a actrices de la
época como Ellen Terry, al poeta Alfred, Lord Tennyson, y al pintor prerrafaelita Dante Gabriel
Rossetti. También fotografió a niños, siendo famosas sus series de disfraces y también los
polémicos desnudos.

Por otro lado, es imposible no hablar de Lewis Carroll sin nombrar su Nictógrafo. Se trataba de una
tarjeta que sacaba de debajo de la almohada, para apuntar lo que la cabeza le dictaba o parte de
lo que sus sueños le revelan. Podía llevarlo a cabo sin tener que asomar las manos al frío de la
habitación. Para hacerlo posible, inventó primero un alfabeto usando los puntos de las esquinas y
las líneas de los lados.

De este modo, todo lo originado en ese universo onírico podía ser volcado a sus libros; una técnica
que mejoraría tiempo después otro renombrado onironauta: Salvador Dalí.
Lewis Carroll no vivió otro éxito literario como el logrado con Alicia. Tuvo una vida apacible como
profesor de matemáticas y también como eclesiástico.Falleció de neumonía en 1898 con 65 años.

Tras estudiar en la Escuela de Richmond y posteriormente en la de Rugby, Lewis estudió desde el


año 1851 la carrera de matemáticas en la Christ Church de la Universidad de Oxford,
convirtiéndose en 1855 en profesor especialista en lógica.

En el año 1861 fue ordenado diácono y en 1862 dio inicio a la escritura del libro de “Alicia En El
País De Las Maravillas”, una novela dedicada a Alice Liddell, la pequeña hija del decano de la Christ
Church Collegue.

En el año 1865 publicó su citada obra maestra, “Alicia En El País De Las Maravillas” (1865), en
donde amalgama con imaginación elementos de carácter fantástico con la aventura, la sátira o el
absurdo. Esta obra fue continuada por “Alicia a Través Del Espejo” (1871). Ambos libros fueron
ilustrados por Sir John Tenniel.

Además de sus títulos más conocidos, Carroll también escribió otras novelas, como “Silvia y Bruno”
(1890), o los libros poéticos “Fantasmagoria” (1869) y “La Caza Del Snark” (1876), publicación
inspirada por la pequeña Gertrude Chattaway.

Lewis abandonó su pasión fotográfica en el año 1880, cuando fue criticado a causa de los retratos
a menores. Un año después también cesó en su puesto de profesor.

Lewis Carroll murió el 14 de enero de 1898 en Guildford, Surrey, a causa de una bronquitis. Tenía
65 años. Está enterrado en el Monte Cementerio de Guildford.
¿Sabías estas curiosidades sobre Lewis Carroll?
Y es que Dodgson era un hombre muy particular, al que sus problemas constantes de salud no
impidieron desarrollar y perfeccionar un gran número de aficiones, desde la fotografía hasta la
ilustración, pasando por supuesto por la escritura las matemáticas. Por eso, hoy en Hipertextual
hemos recopilado algunos datos curiosos sobre la vida del hombre que nos empujó a imaginar un
colorido país en el que los sueños se mezclan con la realidad.

Alicia existió de verdad.

La pequeña Alice Liddell fue la encargada de dar nombre a la protagonista de los dos libros que
convirtieron a Carroll en un autor famoso. A pesar de la época, el autor, que autopublicó su obra
en un primer momento, llegó a vender 250.000 ejemplares entre ambos títulos de esta fascinante
historia.

Alice conoció al escritor cuando apenas tenía cuatro años y mantuvieron una amistad hasta que
ella tuvo once años. Ella era hija del decano de Christ Church, el college de Oxford donde Carroll
era profesor de matemáticas. No obstante, también era conocido por su pasión por la fotografía,
un arte que justo en aquellos momentos estaba empezando. Una calurosa tarde de verano le
contó lo que después, debido a la insistencia de la niña de que lo plasmara en papel, sería Alicia en
el país de maravillas.

Alice y Carroll pasaban tanto tiempo juntos que se llegó a rumorear que el escritor estaba
enamorado de la pequeña. Sin embargo, poco podemos afirmar al respecto ya que apenas se
conservan cartas de él hacia la niña.

La explicación a la locura del sombrerero


Uno de los personajes más interesantes que nacieron de la pluma de Lewis Carroll fue sin duda el
Sombrerero Loco, ese extravagante hombrecillo que invita a Alicia a tomar el té en una peculiar
merienda. En realidad, aunque sea conocido en este calificativo, en la obra de Dodgson nunca se
nombra como tal, sino simplemente como el Sombrerero. Sin embargo, hay motivos de sobra para
pensar que no anda demasiado sobrado de cordura. ¿Pero por qué?

En esa época los sombreros utilizaban mercurio para pegar la piel y el fieltro
Esta puede parecer una pregunta retórica, pero lo cierto es que tiene una explicación, derivada de
la profesión del personaje. Durante el siglo XIX, los fabricantes de sombreros utilizaban un
adhesivo elaborado a base de mercurio para pegar la piel y fieltro, dos materiales normalmente
muy difíciles de unir. A día de hoy sabemos que este es un metal muy peligroso. Sin embargo, en
esa época era totalmente desconocido, por lo que no se utilizaba ningún tipo de medida de
prevención para evitar la intoxicación. Además, estos artesanos solían trabajar en lugares mal
ventilados, por lo que terminaban inhalando grandes cantidades. Entre los daños que podía
causarles esta sustancia, destacan los síntomas psíquicos generados por su efecto sobre el sistema
nervioso central. Por otro lado, se sabe que actúa sobre las vainas de mielina de los cerebros en
desarrollo, por lo que los niños sufrirían aún más todo este deterioro. El personaje de Carroll
procedía de un clan de sombrereros, por lo que es muy probable que acudiese desde pequeño al
taller en compañía de sus padres, estando en contacto con el mercurio durante muchos años.

Todo esto podría ser simple casualidad, pero no lo parece, ya que resulta que el joven Charles
Dodgson creció cerca de Stockport, un pueblo inglés cuyo comercio principal era precisamente el
de los sombreros. Es muy posible que viese con sus propios ojos más de un caso de
envenenamiento por mercurio y se inspirase en ello para la creación del personaje.

Do-do-Dodgson, mucho más que un pájaro extinto


El dodo es uno de los muchos animales que se bañan en el repentino mar que crea Alicia con sus
lágrimas y que luego deben improvisar una “carrera loca” para poder secarse. Para cuando Carroll
escribió su obra maestra el animal llevaba ya varios siglos extinto, sin embargo, lo describe con
gran exactitud, dentro de las licencias que le permite el onírico escenario en el que se desarrollan
los acontecimientos.

En realidad sabía muy bien cómo eran estos enormes pájaros, pues le fascinaban tanto que solía ir
a menudo a visitar una cabeza disecada expuesta en el Museo de Historia Natural de Oxford, para
dibujarla. De hecho, en algunas ocasiones iba hasta allí acompañado de Alice Liddle.

Tal era su afición por este animal que utilizó a este personaje para caricaturizarse a sí mismo y
poder así formar parte de su propia obra. Por otro lado, algunas personas piensan que también
decidió introducirse precisamente en el personaje del dodo porque, a causa de su tartamudez, a
menudo solía presentarse como Do-do-Dodgson.

Este es el caso de Euclides y sus rivales modernos, una obra de teatro que puede descargarse de
forma gratuita en Internet Archive y que defiende Los Elementos de Euclides como el mejor libro
de texto para aprender geometría.
Lewis Carroll ideó el 'Nictógrafo', una tarjeta rectangular con 16 cuadrados con la que apuntaba lo
que la cabeza le dictaba, sin asomar las manos al frío de la habitación

En sus desvelos, ideó una tarjeta rectangular con dieciséis cuadrados a la que llamaría Nictógrafo y
que sacaba de debajo de la almohada para ponerse a apuntar lo que la cabeza le dictaba, sin tener
que asomar las manos al frío de la habitación. Para hacerlo posible, en un principio, inventó un
alfabeto usando los puntos de las esquinas y las líneas de los lados del Nictógrafo pero,
posteriormente, abandonó esta idea pues se dio cuenta de que el alfabeto taquigráfico le serviría
para ajustarlo a los cuadrados de su invento.

Lewis Carroll se pasó la vida experimentando, o lo que es lo mismo, inventando observaciones que
van a cruzar el tiempo de manera irreversible, definiendo la dirección del pasado hacia el futuro.
Resulta curiosa su maestría a la hora de manejar el tiempo termodinámico, como si desde su
presente proyectase un viaje a través de un túnel que no acaba nunca, siendo el futuro una mera
ilusión que no permite la vuelta atrás.
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como Jabberwocky, marcaron un estilo nunca visto hasta el momento. A medio camino
entre el dadaísmo y el surrealismo, Carroll fue un innovador. Alguien que nos abrió una
puerta directa a la más delirante y sugestiva fantasía.

Impregnó a su escritura de un universo onírico donde jugar con las dimensiones, formas y
distancias, gracias a la inspiración en sus conocimientos de matemáticas y lógica. El uso de
su lenguaje era también algo extraordinario. Nadie ha utilizado tantas paradojas científicas,
nadie se ha inventado tantas palabras, ni jugado tanto con los sinónimos, homónimos, y
pseudónimos…

Así, a la estela de fantasía y genialidad que ha acompañado a Lewis Carroll, le sigue


también un reverso menos dorado. Publicaciones como El hombre que amaba a las niñas nos
revelan no solo la historia de Alice Liddell (la pequeña en la que se inspiró para crear a su
mítico personaje), sino también esa obsesión que reflejaba en sus cartas por fotografiar a
niñas e intentar captar su pureza.
Ahora bien, se tienen datos de que las familias de aquellas niñas dieron su permiso. Incluso,
la descendiente de Alice Liddell explica que nunca hubo ninguna connotación sexual en el
comportamiento de Lewis Carroll.

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