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L a D ictadura
IN D IC E
LIBRO S EGU ND O
LA H H T A D Ü K A KN L V S I N S T I T r n O N KS
Capítulo X La e l e c c i ó n .....................................................................................lo 1
Capítulo XI Supremac ía del Poder Le g i s la t i v o ................................. .... 137
Capítulo XII. Las armas del Congreso .........................................................207
Capítulo Xlll. El Veto y e! C o n g res io n a h s m o . ............................. .... 231
Caoítulo XIV. Caracteres á t la Suprema Corte................................... .......253
Capítulo XV. Las invasion es de la Suprema Corte ....................277
Capítulo XVI Los E sta d os.................. ................................ ......... 301
Capítulo XVII. Pi "bien.a a ctu a l. . . . ................................................ ..........í* t
LIBRO PRIM ERO
LA DICTADURA EN L \ HISTORIA
C A PI T U L O I
mi en t r a s Canalizo de s em pe ña ba i n t e r i n a me n te la P r e s i
dencia, S a n t a Alina tomó el ma n do de las t r op as p a r a
r e d uc i r á aquel y omitió el requisito de la licencia del
Congreso. Reclamólo este; quiso el Gobierno d e s d eñ a r
la obser vaci ón; encendi éronse senadores y d i p u t a d o s ;
hubo ent re éstos quien moviera acusación c o nt r a el G a
binete, y al íin, Canalizo, de a cu e rd o con el Pr es ident e
pr opietario, cerró a mb a s Cáma ra s y desconoció su a u
tor idad. L a revolución de Paredes, s e c u n da d a en Puebl a
y en la capital, desconcertó á S a n t a An ua , que apeló á
la f u g a y acabó p or salir d e st e r ra do.
Cua ndo tres años más tar de, este h ombr e (pie t oma ba
su fue rz a dei la f a lt a de principios y decoro, volvió al
país en medio de la g u e r r a ame ric an a, apoyó su r e a p a
rición en d u r a s p r ote sta s c o nt r a el p a r t i d o conservador,
que siempre le h ab ía sostenido y á quien ha bí a de a p e
l a r o tr a vez a n d a n d o los tiempos de su de s ve r go nz a da
política. El plan de la Cindadela, de Agost o de 1846,
convocaba un nuevo congreso c onst ituyent e, y un de
creto del gobierno provisional restableció la Constitu
ción de 24, haci éndol a regi r m i e nt r as la nueva r e p r e s e n
tación nacional expedía la suya. S an ta Anua, vuelto á la
pr es idencia de la Repúbl ica en las elecciones que enton
ces se p ra ct ic aro n , sancionó en 47 y j u r ó la nueva ley
fu nd a me n ta l , y él, que d e n un c ia b a las Bases de 43 como
est rechas p ar a la acción libre y eficaz del Gobierno, acept ó
sin vacilar la nueva organización n e t a m e n t e f ed e ra li st a
que establecía el A c t a C ons tit ut iva con la Constitución
d»e 24, modificadas en el Act a de Reformas, en sentido
más liberal y con ma yo re s restricciones p a r a el Po d er
Ejecutivo.
Aquel Congreso, que dió un paso de tr as c en de nc ia en
n ue st ra s instituciones, t r a b a j ó en c ir cu n st an c ias t a n di-
i*fib‘>. qui* es digno de a dmi ra ci ón y de al abanza. Díñese
24 LA CO NSTITUCIO N Y LA DICTADURA
d í a m i i o s e r h i j a del p a t r i o t i s m o m á s n o b l e y m á s a l t o .
p c r a r ma yor es l ib er ta de s p a r a cu a nd o la vida c o ns ti t u
cional ll egara á establecerse.
Las objeciones que se han hecho á la adopción del sis
t e ma fe de ra l en México h a n sido poco r ef l e xi on ad as y
d es cans an en supuest os erróneos, referi dos al origen de
n u e st r a organi zaci ón nacional. Cu an do se p r e s en t a n h e
chos en de mo st r ac ió n de n u es t r a i n ca p a ci dad p a r a el f e
deralismo , no se r e p a r a en que los mismos p od r í a n p r o
bar n u e s t r a i n e p ti tu d p a r a la democracia, cua lq ui e ra
que sea el r ég ime n que se adopte. P o r lo dentós, el r a
zonamiento, a un aplicado en general á los sistemas d e
mocráticos, es vicioso por que se a t r i b u y e en todo á la i g
n or anci a de la ma yo r í a p o p u l a r un mal que ha procedi do
p r i nc ip al me nt e de nu es t r a s leyes.
T e nd re mo s ocasión de h a b l ar de esto en otro lugar.
Mas ha y un a r g u m e n t o que con f recuencia liemos visto
aducirse como nuevo y que es t a n viejo como la oposi
ción al federalismo, y es el que p o r a hor a impor ta, c on
sistente en decir que los E s t ad os Unidos, de quien t o m a
mos el sistema, c on s t it u y e ro n u n a nación con las a n t i
guas colonias que eran i n de pe nd i en te s entre sí, y que
siendo la N ue va E s p a ñ a u n a sola colonia, regi da por un
gobierno central, la adopción del sistema ame ri c ano r e s ul
t a b a sin f u n d a m e n t o sociológico y tan f or zada como a b s u r
da. Est o supone que la f ed e r aci ón como régi men no p u e
de t e n e r más que un origen, lo que es e vi de nt eme nt e f a l
so ; y supone ta mb i én que los colonos rebeldes a d op t a r o n
el sistema f ed er a l por que t en í an la desgracia de no p o
d e r llegar al central, que parece ser el sumo bien p a r a
los pueblos. El sistema federal, lo mismo que el go bi er
no her edit ar io ó el r é gi me n de las democracias, puede
t e n er orígenes históricos muy diversos, y la razón de su
adopción es el estado del espí ri tu público en un país,
que no se deduce siempre del r égimen á que ant es haya
astado sometido. Si así fuera. habría confesar que
que
La Constitución y su modelo
C om onfort
L a dictadura democrática
CAPITULO X
La elección
11
cía, que son bien pocas, el resto del país da distritos elec
torales en que la gran mayoría es de iletrados que des
conocen por completo el sistema do gobierno; y 110 es
aventurado asegurar que, del total do circunscripciones,
en una quinta parte el mayor número de los llamados
ciudadanos pertenecen á la raza indígena y no tienen si
quiera las nociones de ley, nación, presidente, congreso
ni estado. Para que haya la voluntad del pueblo, (pie es
la expresión obligada de todo teorizante conocido, es pre
ciso que cada ciudadano tenga voluntad, y la voluntad es
imposible sin el conocimiento del asunto que ha de mo
verla.
En estas condiciones, el setenta por ciento de los elec
tores no son sino materia disponible para la violación de
la voluntad de los ciudadanos (pie en realidad la tienen;
y como aquéllos son, por vicio secular, sumisos y obedien
tes á la autoridad que de cerca los manda, lian sido, sin
excepción de lugar ni tiempo, la fuerza de que los gobier
nos se han servido para evitar la elección libre y hacerla
en provecho de sus propósitos, 141 arma es de dos íilos:
cuando la emplea el poder central, somete a los Estados;
cuando la usa el gobierno local, el federal no cuenta con
la opinión de sus partidarios en el Estado para equilibrar ó
rebajar la fuerza agresiva del poder local rebelde. La
elección ha estado siempre (con rarísimas excepciones (pie
sólo ocurren durante períodos revolucionarios,) en ma
nos del gobierno general ó en la del gobernador; pero to
davía se invocan hoy las teorías de la democracia para
sostener este estado vergonzoso y lamentable; y se culpa
al poder de emplear tal procedimiento, sin meditar que
es lo menos malo que puede resultar de la institución ab
surda, puesto que mucho peor sería para el país que los
agitadores eodieiosos, siempre de mezquina condieióu,
176 LA CONSTITUCION Y LA D ICTADU RA
IV
II
II
III
cientos mil pesos pava alim entar á los alum nos pobres de las escuelas pri -
m arias del Distrito Federal, sin tener cuenta de que los fondes son de la
N ación y de que hay m iserables en las escuelas de todo el país. Los c rr.
dores fueron m u y aplaudidos por el auditorio em ocionado.
224 LA CONSTITUCION Y LA DICTADU RA
IV
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las fiestas nacio nales.Q u izá pueda decirse que el sis! *ma
parlamentario necesita, para ser institución sólida, un só-
lo la tradición, sino la mauarquía. Sólo el monarca lleva
suficientemente la representación de la nación y de su
historia, para ser no más representación y conservar el
respeto y la veneración populares; esto no lo alcanza un
burgués por mucho que valga corno hombre. Kn Inglate
rra, Italia, España, Austria, Bélgica, no se discute el par
lamentarismo conio en Francia: en aquellos países se
atenta contra la vida del monarca : pero no se Ir befa
dándole de bastonazos como al Presidente lioubeí. o ti
rándole de las barbas como al Presidente Fallieres. En
Francia, el gobierno p^rlam-Milario no tiene aún caracte
res de estabilidad; hay partidos que proponen la presi
dencia plebiseilaria y fuerle: pero la tendencia práctica
mas bien conduce á la desaparición de] Kjeeitlivo como
en Suiza.
El elemento que no tenemos todavía y sin el cual el
parlamentarismo es falso, es la cultura elevada en 1> -r >-
neral, que el pueblo necesita para hace)* una elección que
sirva no sólo para enviar á. la Cunara representantes li
bres, honorables ó ilustrados, sino para resolver las cues
tiones propuestas por la política del moni *nlo. Cuando
en un conflicto se disuelve la Cámara, la convocación á
elecciones es una consulta al pueblo para <]n * él, como
mediador y soberano, resuelva la dificultad cu el sentido
que quiera: es una forma de ' ‘ referéndum que si» con
testa eligiendo á los diputados por las ideas que íienen
y que han de llevar en su voto á la asamblea. En México
habremos ganado mucho si logramos que, restringido el
sufragio, los electores sepan, en su mayoría, lo que es
nn diputado y el interés que su designación tiene.
Para el gobierno parlamentario se necesita una eons
titneión preparada especialmente. 151 sistema ti *ne bas
246 LA CONSTITUCION Y LA DICTADURA
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111
IV
I
Un departamento del Gobierno federal, á quien la
Constitución da el título de poder, á la misma altura que
los dos departamentos que representan la voluntad de la
Nación, ya está por esto sólo inclinado á no permanecer
excluido de la acción que conduce los negocios públicos;
pero por más que se tomase en serio aquella declaración
teórica respecto al Judicial, podría quedar sin efecto per
nicioso alguno, si no fuera porque la misma Constitu
ción se encargó de dar ¿i la Suprema Corte los caracte
res esenciales de un cuerpo político.
La elección popular para el nombramiento de los mi
nistros y la repetición periódica y frecuente de esa elec
ción, le dan claramente la índole de un mandato con
poderes de representación ó con delegación de faculta
des desprendidas de la soberanía popular, y estas son
condiciones netamente de carácter político, que en nada
difieren de las que tocan al Legislativo y al Ejecutivo.
Esto quita á la opinión común la repugnancia para ad
mitir que la Corte se inmiscuya en los asuntos de la
política general; repugnancia que se haría sentir muy
duramente en Inglaterra ó en los Estados Unidos, por
ejemplo, si su tribunal supremo dirigiera alguna vez su
278 LA CONSTITUCION Y LA DICTADURA
II
III
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Hay, independientemente d • los poderes que detalla
la Constitución, un poder supremo á que ya nos refe
rimos antes, que podría llamarse nacional, y para el que
se ha establecido un órgano de ejercicio accidental con
elementos permanentes que están destinados á otras
funciones: este poder, sustituto del plebiscito y único de
positario de la soberanía, representa 1m voluntad de la
Nación en el acto más importante y grave: la modifica
ción de la Ley r u n d a m e n i a l . Las Cámaras de la l'nión.
votando por dos tercio*! de sus miembros, y las Legisla
turas concurriendo á la formación de la Ley suprema
como unidades del eonci rio federal, constituyen el ór
gano de la voluntad de la Nación; pero ni las Cámaras ni
las Legislaturas ejercen en esos casos su* funciones
legislativas p ro p ias, ni tienen la autoridad de su institu
ción genuina, ni obran eon las facultades que emanan de
su carácter: y es que constituyen un órgano nuevo, dis
tinto d cada uno »le lo* elementos une entran en su for
LOS ESTADOS 3*7
IV