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Introducción
El Jueves pasado RC Sproul se fue para estar con el Señ or, el fue una de las
voces mas influyentes en la iglesia de nuestro tiempo, el ultimo sermó n
que predico termino con estas palabras: Hebreos 2.... “Ruego con todo mi
corazón que Dios despierte hoy a cada uno de nosotros para experimentar
la dulzura, la belleza y la gloria del evangelio de Cristo”
Este hombre fue un defensor de la fe, vivió para predicar el evangelio, se
mantuvo fiel al evangelio y murió anunciando el evangelio, rogando a
Dios para que todos sus oyentes pudieran comprender la gloria del
evangelio de Cristo.
Estuve leyendo las palabras de muchos pastores agradeciendo a Dios por
haber preservado el ministerio de Sproul y por usarlo para bendecir sus
vidas, y recordé la cita de la carta a los hebreos:
“Acordaos de vuestros guías que os hablaron la palabra de Dios, y
considerando el resultado de su conducta, imitad su fe. Jesucristo es el
mismo ayer y hoy y por los siglos.” (Hebreos 13.7–8)
Este ministro es un hombre digno de imitar. No podía dejar pasar este
día sin agradecer al Señ or por el ministerio de este fiel obrero. Y llamar la
atenció n de todos hoy a los métodos que Dios usa para la extensión de
su reino.
Hermanos, el Señor nunca cambia, ni aun en sus métodos. Así como
ha creado todo lo que existe por el poder de su palabra, él ha llamado, ha
sostenido y ha preservado a su iglesia por el poder de su palabra, por su
Aplicación:
Aquí tenemos a dos discípulos fruto del ministerio publico de predicació n
de Juan el bautista, dos hombres que por la predicació n del evangelio se
saben convictos de pecado y entienden que no hay esperanza a parte de
Cristo y van a él en arrepentimiento y fe para seguirlo. La vida estos
Conclusión:
Que podamos invertir nuestra vida, como la invirtió el pastor Sproul, que
usted sea recordado como lo fue Andres, por ser uno que trae a otros a los
pies de Cristo.
Termino con estas palabras de Ryle:
“Cada creyente debería ser un misionero en su hogar, un misionero a su
familia, a sus hijos, sirvientes, vecinos y amigos. Sin duda, si no somos
capaces de encontrar nada que decirle a otros acerca de Jesú s, bien
podemos poner en duda que nosotros mismos hayamos tenido un
encuentro salvador con É l.... Asegurémonos de estar entre aquellos que
verdaderamente siguen a Cristo y moran con É l. No basta con oír
predicar acerca de É l desde el pú lpito y leer acerca de É l tal como se le
describe en los libros. Debemos seguirle de verdad, derramar nuestros
corazones ante É l y tener una comunió n personal con É l. Entonces, y no
hasta entonces, nos sentiremos constreñ idos a hablar de É l a otros.