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INTRODUCCIÓN

LA MISIÓN DE DIOS Y NUESTRA PARTE EN ELLA

Todo lo que Dios va a hacer en el mundo, lo hará principalmente a través de todo el


pueblo de Cristo.  Dios está en misión----missio Dei--- y llama a cada creyente en Cristo a
colaborar con él en su obra en los lugares donde estamos dispersos, mientras vivimos y
hablamos el evangelio. 

“Con mucha frecuencia en los siglos XX y XXI hemos visto pastores, líderes,
misioneros y otros líderes de las iglesias locales involucrados en el ministerio
haciendo la obra de Dios, mientras que el creyente común que asiste a una
iglesia está ocupado y a veces muy entretenido con una abundancia de
programas que la iglesia le ofrece. Ese es el modelo muy común en occidente”.

El anterior modelo está lejos del plan de Dios en la creación del hombre.  Cada individuo
ha sido creado con un propósito, un diseño divino que tiene la intención que éste (el
creyente) desempeñe un papel activo en la misión de la misericordia de Dios. 

Si bien esta idea puede sonar extraña para algunos lectores, estoy asombrado de lo
natural que les suena a muchos líderes de iglesias en las diferentes naciones donde he
tenido el privilegio de ministrar.  ¿Por qué les suena tan natural?  Es porque han
entendido instintivamente el potencial del poder del evangelio de millones de creyentes
del pueblo de Cristo distribuido diariamente en todos los mercados y lugares donde Dios
tiene la intención de revelarse a si mismo través de la vida de su pueblo, sus decisiones
y sus testimonios.

Esta verdad, de que Dios tiene la intención de usar a todo su pueblo para su misión en
este mundo, es una promesa de las escrituras, una promesa, que declara el diseño de
Dios para su pueblo:

"Somos hechura suya. Creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios
preparó de antemano, para que caminemos en ellas" (Efesios 2:10). 
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Sin embargo, esta promesa viene con un imperativo, el que tú y yo, como creyentes en
Jesús, debemos creerlo, abrazarlo y actuar en consecuencia a él, viviendo una vida
encarnacional entre la gente, en los lugares donde Dios nos ha puesto.

El evangelio que estamos llamados a vivir se centra en la misericordia de Dios,


la cual fluye unilateralmente de Dios a través de cristo a un mundo que él creó para estar
en comunión con él, pero que ahora mismo existe en rebelión contra él.
A medida que nosotros recibimos esa misericordia al abrazar el evangelio,
somos recreados por el Espíritu Santo, santificados y transformados a partir de la vida
pecaminosa que heredamos desde el primer Adán a la nueva vida del último Adán
Jesús.  Como lo declara tan claramente Romanos 6, estamos crucificados, sepultados y
resucitados con Jesucristo en una nueva vida para Dios.  Esta es la vida que Dios
diseñó para que viviéramos desde el principio.

A través del tiempo he crecido en mi comprensión del papel de Dios en el


mundo y he interactuado con los creyentes que cooperan con Dios y su evangelio
respecto a su misión y cada vez he visto la sencillez y la profundidad de estas verdades. 
Estas verdades son simples, porque la historia de la Biblia no es complicada.  Tengo una
pequeña pulsera con cinco símbolos para contar la historia del evangelio, y al ensayar lo
que diré cuando me pregunten acerca de mi pulsera, me he contado a mí mismo la
historia bíblica simple de principio a fin:
a. Todos hemos pecado;
b. La sangre de Jesús cubre nuestro pecado
c. Somos blanqueados como la nieve;
d. Dios nos da nueva vida en Jesús;
e. Tenemos la esperanza del cielo.
El evangelio es la pieza central de la historia bíblica.
Estas verdades también son profundas. Cuando comenzamos a preguntar "¿Dónde
comienza realmente la historia?"  descubrimos que el diseño divino se encuentra
revelado en la historia de la creación descrita en el libro de Génesis, y ésta historia
afecta a quiénes somos seguidores de Jesús hoy. 
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Como seguidores de Cristo, usted y yo somos el lugar donde habita el Espíritu Santo, y
ahora tenemos el fruto del Espíritu (Gálatas 5: 22-23) fluyendo en nosotros y a través de
nosotros hacia afuera.  Debido a esta dinámica del Espíritu y su fruto en nuestra vida,
aprendemos cada vez más a relacionarnos con las personas de manera diferente de lo
que podríamos haberlo hecho cuando estábamos dominados por la carne, el pecado  y el
egoísmo. 
Estas características que operan en nosotros y a través de nosotros (semejantes a las
de Cristo) son verdaderas, reales y vivas, ---y son las cosas que Dios diseñó que fueran
desde el principio, pero asimismo son reflejos de cómo serán las cosas al final de los
tiempos, en la eternidad de una nueva vida, donde habrá   un cielo nuevo y una tierra
nueva.  Este es el diseño divino:

según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y
sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos
suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la
gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos
redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo
sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el
misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo,
de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos,
así las que están en los cielos, como las que están en la tierra. (Efesios 1: 4-10)

Génesis declara, y el Nuevo Testamento afirma, que el hombre está diseñado para
servir a Dios en la restauración completa de la justicia en la que el Señor creó por
primera vez a Adán y Eva. 

Por la tanto, mientras vivamos debemos servir a Dios en la misión que él está llevando a
cabo lo largo de la historia humana hasta el momento del juicio final. 

La Iglesia en necesidad de ser reformada

Para lograr cumplir su misión de misericordia en nuestra era de la historia, Dios ha


creado la iglesia (comunidad de discípulos) y la ha enviado al mundo.  Su diseño es que
deberíamos impactar a las personas que nos rodean en los lugares donde nos
encontremos, en nuestros mercados, vecindarios y hogares. 
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En el Antiguo Testamento, Dios creó y apartó al pueblo de Israel para que fuera su
instrumento.  El pueblo de Israel debía vivir de tal manera, (Salmo 67) que las naciones
se sintieran atraídas hacia ellos, viendo en ellos un pueblo único entre los pueblos
sujetos a Dios, provistos y bendecidos por Dios.  Pero Israel fracasó en este diseño, tal
como está registrado en las páginas del Antiguo Testamento. 

Encontramos que la presencia de Dios en el tabernáculo y templo del pueblo, tan solo
anticipaba lo que sucedería un día, en el que Dios no moraría con su pueblo en un
templo sino dentro de ellos:

¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el
cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio;
glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.
(1 Cor, 6: 19-20)

Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y


miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y
profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio,
bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros
también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu. (Efesios 2: 19-
22)

Pero de igual manera que Israel falló en vivir el propósito de Dios para ellos, la iglesia
del siglo XXI vacila en su obediencia al llamado de Dios de asociarse con Él en la
misión. 

Esta es la razón por la que mi esposa, Patti, y yo fundamos Saturation Church Plant
International en 1995. En los años transcurridos desde entonces, hemos buscado
asociarnos con líderes nacionales a nivel mundial para movilizar a la iglesia a fin de ver
la evangelización completa de las naciones alrededor del mundo, a través de lo que
llamamos "evangelismo a través de la saturación por encarnación”. Donde el pueblo de
Dios vive vidas encarnándose entre la gente en los lugares donde Dios los ha llamado y
plantado.

En nuestros esfuerzos hemos encontrado miles de líderes en todo el mundo que se


sienten atraídos por este mensaje que predicamos, el mensaje de una Iglesia reformada
en su manera de hacer la misión.
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Este mensaje a veces está en tensión con lo que hemos aprendido de algunos de
nuestros líderes durante las últimas generaciones. Al vivir por años en una cultura
cristiana, muchos de ellos tendían a ver la iglesia como un lugar en lugar de, como las
Escrituras nos declara, ser un pueblo.

No buscamos criticar ni des construir lo que nos enseñaron, sino bajo el la influencia
secular de los siglos XX y XXI que ha afectado a la iglesia en general, hemos vuelto a
las escrituras y hemos obtenido una comprensión más clara y pertinente de la Palabra
de Dios. 

Ustedes y yo, como creyentes en Cristo, somos un pueblo temporal en esta tierra,
enviado por un Dios misericordioso para vivir y declarar su historia de gracia en todos los
lugares donde Él nos ha puesto. 
A pesar de que estos pensamientos acerca de la iglesia y su tarea de completar la
misión que Dios ha dejado a su pueblo, en nuestros días se hace más necesario el
surgimiento de un liderazgo reformado que logre visualizar que estos principios se
establecieron en la revelación de Dios desde el inicio.  No es una nueva filosofía o moda,
sino un llamado a ajustarse al diseño divino--- la creación original de Dios de un mundo
de justicia.
 
Este diseño se echó a perder cuando Adán y Eva eligieron la desobediencia personal, la
cual les separaría de Dios y pondría en movimiento el mundo rebelde en el que vivimos
hoy. Pero esta rebelión no es para siempre--- durará solo hasta el día en que Dios
juzgue a los rebeldes y cree un nuevo mundo de justicia tal como en su diseño original. 
A pesar de la caída, el diseño de Dios se encuentra claramente en las palabras de Jesús
en el Sermón del Monte y en las páginas del nuevo testamento.

Mediante la muerte, sepultura y resurrección de Jesús, Dios ha restaurado su imagen


justa en las personas que creó y en el mundo que diseñó para que viviéramos, hasta
que lo restaure por completo cuando Jesús regrese a la tierra.
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Debemos cerciorarnos que esta generación de discípulos, (su iglesia) vivamos los
valores justos de Dios en el mundo--- un mundo al que Él está llamando para sí, ya sea
para salvación o para juicio. 
Estos valores son la vida de Jesús en nosotros, extraída de la vida de Su Padre,
reflejada por la vida del Espíritu Santo en aquellos que somos seguidores de Jesucristo;
la Trinidad trabaja en armonía para poner esto en evidencia en nosotros, esta es la vida
como Dios la diseñó desde el principio. 

Creyentes en Cristo: En misión con Dios

La historia de la Biblia realmente es sencilla.  Las verdades de la Biblia han sido


enseñadas en generaciones pasadas por fieles seguidores de Jesucristo, y a través de
ellas hemos adquirido una gran comprensión de las verdades bíblicas que necesitaban
aclaración.  A través de estos maestros espirituales hemos llegado a apreciar y afirmar
nuestras convicciones acerca de la naturaleza trina de Dios, la divinidad y humanidad
del Hijo de Dios, y tantas otras enseñanzas que ahora consideramos ortodoxas en
nuestra fe.  La continua investigación, reflexión y escritura de aquellos a los que
llamamos teólogos nos han dado una mayor comprensión de la composición y
conservación del libro sagrado que llamamos nuestra Biblia. 
En la medida en que Dios desee ser afirmado públicamente en descubrimientos de la
arqueología, la historia, la geografía y otros campos de estudio, todos, en última
instancia y de manera consistente, terminaran afirmando las verdades sobre la creación
de Dios y la sustentación de nuestro planeta de parte de Dios, tal como la Biblia lo
expresa.

En lo personal acepto con gusto todos los puntos de doctrina que acabo de mencionar,
pero este libro trata sobre la historia simple de salvación y cómo debe ser vivida por
cada creyente. Desde Génesis hasta Apocalipsis, vemos a Dios actuando para traer
misericordia a las personas que creó en el lugar que Él designo para ellos.  No hay
duda, Dios tiene una misión de redención que se llevará a cabo a lo largo de la historia
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humana hasta que finalmente llegue el juicio prometido al principio (Génesis 3:15; 2 Ped.
3: 7-10). 

Dios quiere extender su carácter de misericordia al mundo, y quiere hacerlo a


través de aquellos que se han reconciliado con Él en Jesús.  Desde el principio, Dios ha
diseñado que aquellos que le pertenecen, ya sea en el Antiguo o en el Nuevo
Testamento, se unan a Él en esta tarea de misericordia.  Nosotros, los que le
pertenecemos a Él, fuimos diseñados desde antes de la historia, para unirnos a nuestro
Dios con el fin de establecer su justicia en la creación, y ahora, en Jesús debido a
nuestra recreación a través de la salvación que tenemos en su vida, muerte y
resurrección: hemos sido llamados a reestablecerla por medio de Jesús.

De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he
aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió
consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en
Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus
pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos
embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os
rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. (2 Cor. 5: 17-20)

Para ver a las personas reconciliadas con Dios hoy, el Señor ha creado la iglesia y ha
enviado a cada creyente a unirse a Él en esta misión; los creyentes en Jesucristo
debemos contar esta historia de misericordia, como el Señor mismo dejó en claro en
Mateo 28: 18-20:
Me ha sido dada toda autoridad en el cielo y en la tierra.  Por tanto, vayan y hagan
discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado a ustedes.  Y he
aquí, estoy con ustedes siempre, hasta el final.

La iglesia es un cuerpo de personas que se diferencia radicalmente de la generación


que la rodea.  Dios tomó una acción decisiva para traer este cuerpo de creyentes a este
mundo y le dio un propósito eterno.  Pablo define la Iglesia en Efesios 3-4 como la
presencia misericordiosa de Dios en el mundo en esta presente era de la historia.
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A través de algunas décadas en Saturation Church Planting hemos intentado


descubrirlo viviendo y capacitando a otros en esta creación milagrosa de Dios. A lo
largo de ese tiempo, hemos sido llevados a una reflexión más profunda y más a fondo
en la escritura y hemos descubierto que los principios que vemos tan claramente en el
Nuevo Testamento no son una creencia de la iglesia nuevo testamentaria, de hecho, son
indicios de la única historia de la Biblia: que Dios está actuando unilateralmente en
misericordia, a través de Su Hijo Jesucristo, para renovar su creación, tanto espiritual
como físicamente; vivir este mensaje del evangelio debe ser el enfoque central de
nuestras vidas. 
Como dice tan claramente el Nuevo Testamento, debemos hacerlo usando los dones del
Espíritu, que viven en nosotros, a través de nuestras relaciones y vocaciones (1
Corintios 12: 4-11). 
Debemos madurar en el fruto de la nueva vida que Dios ha puesto en nosotros,
por medio de su Hijo Jesucristo (Gálatas 5: 22-23).  Debemos madurar en el manejo de
los bienes que Dios ha puesto en nuestras manos para poder cooperar con la historia de
la misericordia de Dios (1 Timoteo 6: 17-19). Es de mucho impacto cómo ordenamos
nuestras vidas, qué hacemos con el dinero, cómo transgredimos, cómo perseguimos
una vocación sobre otra, qué pensamos de la jubilación y, en definitiva, cómo
afrontamos la certeza de la muerte. 
Aunque la revelación progresiva de la Biblia ha aclarado el diseño de Dios a través del
Nuevo Testamento y, lo que es más importante, a través de la vida y la enseñanza de la
revelación final de Dios, Jesucristo, este diseño no es nuevo.  ¡Es el diseño que Dios
planeó desde el principio!  Ese es el enfoque de este libro: demostrar que cosas como la
evangelización y el discipulado no son temas nuevos o más que programas
complementarios a la vida de una iglesia local. 
La vida como Dios la diseñó y como Jesús la demostró comienza en Génesis I y
es completamente restaurada en Apocalipsis 22. Dios tiene una historia simple y singular
en la Biblia: Él nos creó para Él mismo y, por lo tanto, para la justicia en pensamiento y
acción.  Adán falló la primera oferta de este diseño; sin embargo, Jesús, el último Adán,
restauró su potencial.  Por lo tanto, todos los que nos encontramos en el último Adán
somos restaurados a este diseño original. 
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Un día, la vida después de la muerte traerá consigo la restauración completa de este


diseño. En una tierra nueva, respirando el aire de un cielo nuevo y como ciudadanos
vivos de una nueva Jerusalén, experimentaremos eternamente todo lo que Dios quiso
para Adán y Eva y para todos lo que le rechazaron:

vi un cielo nuevo y una nueva tierra, porque el cielo y la primera tierra habían pasado,
y el cielo ya no existía.  Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo
de Dios, preparada como una esposa adornado para su esposo.  Y oí una gran voz
desde el trono que decía: "He aquí, la morada de Dios está con el hombre. Él morará con
ellos, y serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios".  (Apocalipsis 21:
1-3) 

Sin embargo, mientras estemos aquí en esta tierra, debemos vivir y proclamar este
mensaje de misericordia:

Ya que todas estas cosas deben ser disueltas, ¿qué clase de personas deben ser
ustedes en vidas de santidad y divinidad?, esperando y apresurando la venida del día de
Dios, a causa del cual los cielos se prenderán fuego y se disolverán, y los cuerpos
celestes se derretirán al arder.  Pero de acuerdo con su promesa, estamos esperando
cielos nuevos y tierra nueva en los que mora la justicia.  (2 Ped. 3: 11-13)

Debemos vivir nuestras vidas, la suma total de ellas, como personas que conocen el
final de los siglos. Este libro es un intento de mostrar que el comienzo de la historia de
Dios es tan importante como el final y establece la semilla para comprender toda la
historia. 
Dios se ha ofrecido gentilmente para sanar la rebelión de la humanidad y construir una
nueva vida en nosotros: la luz de su justicia que diseñó en la creación, que ahora se ve
claramente en Su Hijo, Jesucristo.  Este es el mensaje que debemos escuchar:
debemos trabajar con él, mientras él trabaja para restaurar la creación para Él mismo. 

SE REVELA EL DISEÑO DIVINO

La Biblia cuenta la historia de la humanidad o, mejor aún, la historia de Dios obrando en


la historia humana.  En Génesis 1-3 encontramos el comienzo de esta historia, y es allí
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en el relato de la creación donde vemos el diseño divino que Dios estableció dentro del
hombre. 

Este diseño, es la base de la relación de Dios con los hombres y las mujeres a lo largo
de toda la historia bíblica. La Biblia no nos cuenta todos los detalles de la historia.
Génesis 1- 3 lo da por hecho (y realmente hasta Génesis 12), es una narración tan
completa de la historia que comienza cuando Dios pensó que necesitábamos para que
pudiéramos entender su diseño.

  Muchos han visto el relato de la creación en Génesis a través de un prisma científico, y


a partir de él, encontrando ideas sobre la grandeza con la que Dios creó.  Otros lo han
visto a través de un prisma histórico, tratando de descifrar cuánto tiempo han estado las
mujeres y los hombres aquí en la tierra.  Otros lo han visto a través de un prisma
astronómico, debatiendo si los seis días de la creación fueron veinticuatro Días de
Diseño Divino o algo más. 

Sin embargo, quiero ver este pasaje a través de un prisma biográfico, encontrando en él
la esencia de toda la historia de la Biblia: la historia de Dios actuando unilateralmente
para restaurar la creación. 

Un diseño doble: relación y representación

En Génesis 1, Dios preparó el escenario para la historia: "En el principio. Dios creó"
(Génesis 1: 1).  Encontramos este proceso de creación más plenamente explicado por
Juan en las palabras iniciales de su evangelio cuando dice de Jesús: "En el principio era
el Verbo, y ... todas las cosas por él fueron hechas" (Juan 1: 1-3).  Así que al principio
existían el cielo y la tierra; en la escena estaba la luz, luego la separación de la luz de la
oscuridad durante el día y la noche, luego la separación de las aguas, y luego la
creación de vegetación, frutas y animales.  En cada uno de los diversos tipos de plantas
y animales, Dios puso la semilla de la multiplicación.  Finalmente, sobre este vasto
escenario, inmenso para nosotros, pero pequeño para Dios, llegó el hombre. 

Las palabras de la historia de la creación llaman nuestra atención sobre un detalle


específico sobre la formación del hombre: "Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a
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nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza" (Gn. 1:26).  Nada más en la creación
de Dios se dice que está hecho a imagen y semejanza de Dios mismo.  Dios hizo a la
humanidad, masculina y femenina, a diferencia de todo lo demás en el universo: las
estrellas, la tierra, la vegetación y el mundo animal. 

Las personas son como Dios en al menos dos formas.  Primero, somos como Él en
nuestra capacidad para relacionarnos con otros seres, diseñados para tener una
relación.  Esto responde a una pregunta que toda persona desde el principio de los
tiempos ha tenido, ya sea consciente o inconscientemente: ¿quién soy? En última
instancia, Dios nos diseñó para relacionarnos con Él, para ser amados por Él y amarlo a
Él a cambio.  ¿Quiénes somos?  Somos suyos; le pertenecemos. 

  El primer hombre y mujer, Adán y Eva, demostraron la habilidad de tener una


relación con Dios.  Dios se relacionó personalmente con Adán, caminando con él en el
fresco atardecer del jardín; y no tenemos registro de que Dios se relacionara de esta
manera con el resto de su creación. 

En segundo lugar, somos como Dios en el sentido de que podemos elaborar y


administrar, por lo tanto, estamos llamados a administrar lo que Dios nos ha dado o
representarlo a él en este mundo.  Particularmente, debemos representar a Dios en el
lugar específico donde Él nos pone a cada uno de nosotros, administrando los recursos
que Él nos da para Su gloria y viviendo vidas piadosas entre las personas que nos
rodean.  Esto responde a una segunda pregunta inherente a todo hombre: ¿por qué
existo?  Fuimos creados para representar a Dios en este mundo, para participar con Él
en Su misión en esta tierra. 

Adán representó a Dios administrando los recursos que Dios le había dado: el jardín en
el que Dios lo había puesto y los animales que Dios había creado y traído a él:

Dios les dijo: "Sean fructíferos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla,  y tener
dominio sobre los peces del sobre el mar y sobre las aves del cielo y sobre todo ser
viviente que se mueve sobre la tierra. "El SEÑOR Dios tomó al hombre y a él en el huerto
del Edén para trabajar, y cuidarlo (Gén. 1:28; 2:15)
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El SEÑOR Dios había formado todo animal del campo y toda ave de los cielos y se los
había traído al hombre para ver cómo los llamaría. Y como el hombre llamaba a todo ser
viviente, ese era su nombre.  El hombre puso nombre a todo ganado y a las aves del
cielo y a toda bestia del campo. (Génesis 2: 19-20)

La representación de Dios en este mundo incluye no solo cuidar la tierra y administrar


nuestros bienes con prudencia, sino también vivir una vida santa y amar a nuestro
prójimo. Esto será diferente para cada uno de nosotros a medida que cumplimos
nuestros llamamientos individuales utilizando nuestros diversos dones en los lugares
diferentes donde vivimos.

Demostrando el diseño divino inherente de esta doble semejanza con Dios, la ley
mosaica reitera el principio:

"Oye, oh israel: el SEÑOR nuestro Dios, el SEÑOR uno es. Amarás al SEÑOR tu Dios
con  con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas "(Deut. 6: 4-5). 

La ley buscaba poner a Israel en una relación con Dios, su Creador, protector y
sustentador.  Luego, una vez establecida la relación con Dios, Israel debía representarlo
ante quienes los rodeaban:

"Amarás a tu prójimo como a ti mismo: yo soy el Señor" (Levítico 19:18). 

Jesús dijo lo mismo.  Cuando se le pidió que diera su valoración de la ley más
importante dada a Israel, él retrocedio,   creo que no solo basándose en estos dos
pasajes de la ley mosaica, sino desde el comienzo de la historia humana cuando Dios
creó a Adán y Eva en primer lugar y respondió con el diseño divino:

Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. 
Este es el gran y primer mandamiento.  Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo
como a ti mismo.  De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas. 
(Mat. 22: 37-40)

Si bien Dios no responde todas las preguntas que podamos tener sobre nuestra
existencia, nos dice lo suficiente en Génesis 1-3 para darnos la dignidad de ser,
relacionarnos, reproducirnos y crear.  Fuimos creados para relacionarnos con Dios y
representarlo en el lugar que Él creó para cada uno de nosotros. 
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Todas las expresiones de la vida humana fluyen de estos dos principios y son definidas
y enriquecidas por ellos. 

Interdependencia

Un aspecto principal del diseño divino, visto tanto en nuestra relación con Dios como en
nuestra representación de Él ante los demás, es la interdependencia. 

Al ser creados a la imagen de Dios, debemos ser como Él en nuestras relaciones con
otras personas.  En la creación, esta interdependencia fue obra de la trinidad, Padre,
Hijo y Espíritu Santo:

"Dios dijo" Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza


"(Génesis 1:26).

Vemos este diseño divino del Dios trino.  actuando en interdependencia a menudo a lo
largo de la Escritura (por ejemplo, 2 Cor. 1: 21-22; 13:14) - la misma esencia, el mismo
ser, pero compuesto de tres diferentes personas, cada una con roles diferentes. 

El diseño divino de la interdependencia se puede ver en otras relaciones provocadas en


la creación. Por ejemplo, nuestro planeta está construido sobre las interdependencias
físicas suficientes entre sus diversos elementos para permitir que la Tierra sustente la
vida humana.

La interdependencia, sin embargo, quizás se refleje más obviamente en el matrimonio. 


Cuando Dios creó el escenario del universo, colocó a Adán a Su imagen y semejanza en
el jardín del Edén para que creciera en su relación con Dios y representara fielmente a
Dios en ese lugar, al administrar todo lo que Dios le había dado.  Sin embargo, la Biblia
registra que Dios vio a Adán incompleto:

El SEÑOR Dios dijo: "No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para
él".  Y el SEÑOR Dios formó de la tierra todos los animales del cielo y todas las aves de
los cielos.  no se encontró un ayudante adecuado para él.  (Génesis 2: 18-20)

Pero para Adán allí Entonces, poniendo a Adán en un sueño profundo, Dios creó a Eva. 
No la hizo a partir de algo nuevo o de algo más en la creación, sino del mismo Adán, de
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una costilla de su costado.  Al despertar.  Adán reconoció de inmediato que Eva era
como él, pero no completamente como él. 

"Entonces el hombre dijo: Esto al fin son huesos de hueso y carne de mi carne; se
llamará Mujer, porque del Hombre fue sacada" (Gén. 2:23). 

Los hombres y las mujeres fueron, desde el principio, diseñados para ser socios en todo
lo que Dios ha diseñado para que Su creación humana logre en misión con Él.  Tanto el
hombre como la mujer están destinados a buscar una relación con Dios a través de Su
Palabra y a través del Espíritu Santo que mora en nosotros y en esa búsqueda diaria
respondería a Dios en obediencia. 

Sus vidas unidas se convierten en una encarnación de los efectos de la gracia


transformadora de Dios en y a través de ellos, tanto individualmente como juntos. 

El hombre y la mujer juntos deben representar a Dios.  Dios le proporciona a cada uno
de ellos características y dones dados por el Espíritu para usarlos de manera
independiente y en un esfuerzo unificado para administrar los recursos que Él les da y
reflejar a Dios en el mundo que los rodea. 

El diseño divino estropeado

Cuando Dios creó a Adán y Eva, los creó con una justicia incondicional.  Es decir, Adán
y Eva fueron creados con rectitud, pero se les dio la opción de vivir en obediencia a
Dios, confirmando su justicia o en desobediencia a Dios lo cual les conduciría a la
injusticia y la separación de Dios. En Génesis 3 vemos su elección y su falta de
obediencia, debido a la desobediencia de Adán y Eva vino la subsecuente transmisión
de una naturaleza pecaminosa a sus descendientes, y por lo tanto el diseño divino de
Dios  fue distorcionado. 

Para Adán, la administración de la tierra sería mucho más difícil

"Maldita será la tierra por tu causa, con dolor comerás de ella todos los días de tu vida”
Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro
comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo
eres, y al polvo volverás."(Génesis 3:17-19
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El castigo específico de Eva afectó particularmente la relación matrimonial

" Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos;
y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti” (Génesis 3:16). 

Debido a su pecado, ella sufriría la tensión entre el deseo y la resistencia voluntaria a la

autoridad de Adán. En la elección de Adán y Eva, la fuente y la naturaleza generalizada

de la rebeldía que se regocija en el pecado quedo revelada. Dios no fue el autor del

pecado, pero Él permitió que exista y aparecer a veces para florecer dentro de sus

últimos diseños. El primer pecado fue cuando Satanás apareció en escena en Génesis

3, habiendo sido ya separado de su relación con y representación de Dios (Ezequiel

28:11-19) El es un acusador, mentiroso y un asesino que solo buscaba tomar cuantos

pueda con él en su rebelión contra Dios. Jesús, reveló la naturaleza de Satanás

“El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no

hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de

mentira.” Juan 8:44

Pero el segundo pecado fue el de Adán y Eva.  El mismo tipo de orgullo que impulsó a

Satanás a revelarse es el que impulso a Adán y Eva a desobedecer a Dios.  Satanás

usó la lucha inherente dentro del hombre y la mujer para incitarles a rechazar la

provisión y sustento de Dios revelándose contra su voluntad, contra su poder y

buscando su propio destino.

Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios
había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: ¿No comáis de todo árbol
del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto
podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No
comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer:
No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros
ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno
para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría;
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y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió, así como ella.
Génesis 3:1-6

Adán y Eva ciertamente descubrieron una cualidad oculta del fruto.  Más importante aún,

después de comerlo, descubrieron algo nuevo sobre sí mismos: habían perdido la

inocencia que había venido con su anterior obediencia voluntaria a Dios--sus designios,

disposiciones y límites (ver Génesis 3: 7-8). 

Separados de la presencia de Dios por su propia elección, Adán y Eva fueron removidos

del jardín de la presencia y provisión de Dios y se les hizo caminar en un mundo ahora

hostil a los designios de Dios.  Todavía se relacionarían con Dios, pero no tan

casualmente como lo habían hecho en el Edén.  Al final, morirían, volviendo al polvo del

que habían sido hechos sus cuerpos:

"Con el sudor de tu frente comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella

fuiste tomado: porque eres polvo, y al polvo volverás "Génesis 3:19 

Mientras largamente vivieran en sus cuerpos físicos, el pecado estaría agazapado en su

puerta para ponerlos bajo su control de rebelión.  Esta dolorosa realidad también sería

transmitida de ellos a su hijo Caín (Génesis 4: 3-7)

De Caín y sus hermanos, esta naturaleza pecaminosa continuaría por toda la raza de

Adán, resultando en la destrucción del diseño divino de Dios en todos los hombres y

mujeres a lo largo de la historia. 

Diseño divino restaurado

Pero en el momento de la desobediencia de Adán y Eva, y la aparente victoria de

Satanás, inició el proceso de la victoria final en la misión que Dios tomó sobre sí mismo. 

Hablando con el diablo, Dios pronunció tanto el castigo como la promesa:


17

Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las
bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás
todos los días de tu vida. Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la
simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.

Génesis 3: 14-15,

El escenario de la historia estaba listo.  Debido a esta promesa, Dios daría a luz al
pueblo a alguien a través del cual demostraría su gloria, justicia y salvación, el más
importante de quien sería su propio Hijo, el cual aplastaría la cabeza del enemigo, y los
establecería en sus respectivos lugares.

Los designios originales de Dios no serían frustrados, sino que se cumplirían,


dramáticamente cuando Dios asumió la recreación de su pueblo:

Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la
muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. Pues antes
de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado.
No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la
manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir. Pero el don
no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los
muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia
de un hombre, Jesucristo. Romanos 5:12-15

Dios no estaba dispuesto a dejarnos a merced de nuestro propio pecado.  El


latido del corazón de la historia humana, desde el punto de vista de la Biblia, es la
misericordia de Dios que resulta en la salvación del hombre. 

Debido a que continuamos viviendo en un mundo caído, incluso para aquellos de


nosotros que somos redimidos por la vida, muerte y resurrección de Cristo, el postrer
Adán, "el pecado está a la puerta" y desea tenernos. 

Sin embargo, con el tiempo, esta restauración del diseño divino culminará en una
salvación final de este mundo injusto en un mundo de justicia. 

Viviendo el diseño divino


18

¿Cómo, entonces, se llevará a cabo este designio divino en la vida de los hijos de
Dios? 

En primer lugar, la autoridad de las Escrituras debe ser nuestra primera y única
regla de fe, ya que proviene y es activamente preservada por un Dios fiel y soberano. 
De la Biblia entendemos todo lo necesario para vivir en este mundo. 

Génesis 1-12 contiene todas las palabras que Dios pensó que necesitábamos
para poder comprender los orígenes de este universo y, lo que es más importante,
nuestros propios orígenes. 

Donde esta historia se diferencia de las nociones populares del mundo en que
vivimos, el pueblo de Dios debe apoyarse en la revelación dada por Dios.  Por supuesto,
creceremos continuamente en nuestra comprensión de esas palabras, pero debemos
rechazar las ideologías claramente incompatibles con la verdad revelada en la escritura
y preservada por el Espíritu de Dios a lo largo de las edades de la historia humana.

Dios creó el mundo tal como la biblia lo afirma.  Cuánto tiempo tomó, las formas
en que Él lo moldeó en su forma final, y un M pg un apdt tupolho para que usualmente
demuestre que fueron creados a partir de Su genio y que deben ser apreciados y
comprendidos dentro de esos límites, Dios también creó Adán y Eva: no hay indicios de
que hayan evolucionado de otras cosas que Dios creó, incluido el mundo animal.   Él
creó a la humanidad, tanto masculina como femenina, en Su imaginación, mientras que
Dios creó a todos los hombres y mujeres a la imagen y semejanza del Dios viviente,
debido a la caída, todos recibimos de Adán y Eva una naturaleza corrupta, y así la
imagen de Dios en nosotros está muy dañada.  Como resultado, la relación de la
humanidad con Dios; nuestra representación de Dios; ¡Y la interdependencia entre
marido y mujer, miembros de la familia y toda la sociedad están todos afectados! 

La justicia que Dios quiso para nosotros, sin embargo, puede ser restaurada en el
Hijo de Dios, Jesucristo, quien nació como hombre de mujer pero permaneció como DIos
en una naturaleza incorrupta.  Cuando recibimos el perdón de los pecados a través de
Cristo, Dios nos cuenta como justos y comenzamos una relación con Dios y una
19

representación de Él que continuará por la duración de esta vida y en la nueva creación


después de un tiempo.  "Más bien, todo fue creado con un propósito y un destino, y
nuestra creación estará completa solo cuando nos hayamos convertido en lo que Dios
diseñó.

Nuestra representación de Dios, nacida de la relación con Él, se encuentra en


nuestro servicio a Él. Somos llamados a ejercer dominio sobre el mundo,
administrándolo para la gloria de Dios, y cada uno de nosotros lo hace viviendo nuestro
llamado individual. Además, como nuevas criaturas en Jesucristo, debemos representar
al mundo. a nuestro alrededor por la misericordia y la gracia de Dios ofrecidas en el
evangelio a través de nuestras vidas.  Os Guinness capta bien esta representación dual,
o llamado.  que brota de la relación con Dios:

Nuestro llamado principal como seguidores de Cristo es por él, para él y para él
[relación).  En primer lugar, estamos llamados a Alguien (Dios), no a algo (como la
maternidad, la política o la enseñanza) o a algún lugar (como el centro de la ciudad o
Mongolia exterior).  Nuestro llamado secundario, considerando quién es Dios como
soberano, es que todos, en todas partes y en todo, piensen, hablen, vivan y actúen
enteramente por él (representación).  Por tanto, podemos decir con propiedad, como una
cuestión secundaria, que estamos llamados a hacer del hogar o al ejercicio de la
abogacía o de la historia del arte.  Pero estas y otras cosas son siempre el llamado
secundario, nunca el primario.  Son "llamamientos" más que "llamamientos".  Son
nuestra respuesta personal al discurso de Dios, nuestra respuesta al llamado de Dios. 
Los llamamientos secundarios son importantes, pero solo porque el llamamiento principal
es lo más importante. 

El matrimonio es un instrumento vital de nuestra representación de Dios en este


mundo.  Los esposos y las esposas se reúnen para cumplir el llamado único de Dios
para ellos como pareja.  Esto crea el marco para una familia piadosa y una sociedad
pacífica.  Dios escoge a hombres y mujeres que comprenden su designio divino y
buscan vivirlo para que otros puedan llegar a conocerlo.  ¿Responderemos a la
llamada? 

CAPÍTULO 2
20

CREADOS Y RE-CREADOS A IMAGEN DE DIOS

Como hemos comentado, Génesis 1 dice que fuimos hechos a imagen y


semejanza de Dios.  ¿Qué debemos esperar que signifique eso? 

En Juan 8:25 los Fariseos, los líderes religiosos judíos, le hicieron una pregunta
crucial a Jesús: "¿Quién eres tú?"  Las palabras de Jesús en torno a esa pregunta
revelan la naturaleza histórica y teológica del evangelio: "No me conocéis a mí ni a mi
Padre. Si me conocieseis, también conoceríais a mi Padre" (Juan 8:19).  Aquellos que
piensan que conocen a Dios el Padre sin haber puesto su fe y confianza en Jesús, no
reconocen la naturaleza y el carácter divinos de Jesús.  ¡Es solo abrazando la verdad
acerca de Jesucristo que somos liberados del pecado y restaurados al diseño divino! 

Esa verdad, sin embargo, comienza desde el principio. 

Restaurados a la imagen de Dios y llamados a la perfección

¿Cuál fue exactamente el diseño de Dios cuando nos creó a la imagen de Dios? 
Ya hemos mencionado que tenemos la capacidad de tener una relación con Dios y
representarlo.  Pero vamos a encarnar esto más allá.  ¿Qué hace que los hombres y las
mujeres sean específicamente distintos del resto de la creación de Dios? 

Tenemos cognición, es decir, capacidad de pensar.  Los animales que adquieren


unas pocas habilidades rudimentarias impresionantes no se comparan de ninguna
manera con la capacidad deductiva y analítica que el Creador le dio a la humanidad. 

Tenemos habilidad verbal, la habilidad de comunicar lo que estamos pensando,


sintiendo y anticipando.  El arte de hablar y comprender se ha utilizado desde el
momento en que Dios le habló a Adán en el jardín hasta ahora. 

Tenemos la habilidad de relacionarnos, la habilidad de relacionarnos con otros


usando nuestras habilidades cognitivas y creativas. Tenemos la naturaleza creativa de
Dios, somos capaces de inventar, para tomar cosas, a veces aparentemente usamos
cosas, y crear algo funcional a partir de ellas.  Con nuestras habilidades cognitivas y
21

creativas tenemos la capacidad de apreciar lo que otros han creado --apreciar el color,
las distinciones y otras cosas. Porque apreciamos y entendemos a los demás, podemos
mostrar preocupación o tener compasión y empatía hacia las personas.  Podemos
producir pensamiento racional, podemos pensar las cosas lógicamente.  Sentimos y por
lo tanto podemos mostrar expresión; es decir, tenemos y mostramos emociones.
Podemos pensar, relacionarnos, crear y, por tanto, gobernar, o gestionar cosas y
personas. 

Pero el pecado, como sabemos, impactó estas semejanzas de Dios en nosotros. 


¿Cuán profundamente, o hasta qué punto, fueron estas cualidades afectadas por la
elección pecaminosa del hombre? 

Debido a su elección pecaminosa de desobedecer a Dios, en Adán y Eva la


naturaleza justa y original fue desplazada, lo que resulto en un espíritu humano sin ley y
en el deterioro de la imagen de Dios en la humanidad (Rom. 5:12). 

Así, la totalidad de la humanidad se corrompió y la cognición humana pura, las


habilidades verbales, las relaciones, las invenciones, las apreciaciones, las deducciones,
las preocupaciones, las emociones, las racionalizaciones, fueron adulteradas.  De
hecho, Pablo nos dice que "nadie es justo, ni aun uno; nadie entiende; nadie busca a
Dios. Todos se han desviado; a una se han vuelto inútiles; nadie hace el bien, ni siquiera
uno" (Romanos 3: 10-12). 

Pero no toda esperanza está perdida. Debido a la promesa hecha por Dios en
Génesis 3:15 de que su " Simiente "aplastaría al enemigo, Jesús vino a la Tierra en la
plenitud de los tiempos y, por Su muerte en la cruz y Su resurrección de entre los
muertos, aplastó la cabeza de la serpiente. Debido a Su sacrificio por nuestro pecado y
victoria sobre la muerte, podemos ser regenerados en la muerte, sepultura y
resurrección de Jesús y restaurados   a la imagen que Dios quiso que tuviéramos
cuando creó al hombre por primera vez: "Fuimos, pues, sepultados con él Jesús] por el
bautismo en la muerte, a fin de que, así como Cristo resucitó de entre los muertos por la
gloria del Padre, nosotros también andemos en novedad de vida "(Rom. 6: 4-7).
22

Su esencia ahora está plantada en nosotros, y ahora podemos vernos y actuar


como Jesús.

Los restos del pecado que tenemos debido a nuestra semejanza en la carne con
adán, ahora debe ser dominado por nuestra semejanza recién creada con Jesús:
considérense muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús. 

No permitas, pues, que el pecado reine en tu cuerpo mortal para hacerte obedecer sus
pasiones.  No presenten a sus miembros al pecado como instrumentos de injusticia, sino
preséntense a Dios como los que han sido traídos de la muerte a la vida y la justicia. ¡sus
miembros a Dios como instrumentos para alabar a Dios!   (Romanos 6: 11-13)

¡Gloria a Dios! Aunque estamos marcados por el pecado, en Cristo no estamos


atados por el poder o las demandas del pecado. En su lugar podemos vivir la vida que
Dios quiso para nosotros cuando creó al hombre en el jardín.   Las características
restauradas de la imagen de Dios que se encuentran en un generada por personas que
son muchas. 

Como creyentes en Cristo, ahora tenemos un gran aprecio por todas las cosas. 
Pablo dice que él aprendió que como creyentes debemos dar gracias en todas las cosas
y que en todas las circunstancias (ver Fil. 4: 4-7, 10-13). 

Tenemos aceptación relacional.  Jesús dice que debemos orar nuestros


enemigos (Mateo 5: 43-48).  Pablo dice que debemos soportarnos unos a otros
(Romanos 12: 9-18).  Jesús dice que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros
mismos (Mateo 22: 33-40, Y pablo manda a los esposos a amar a sus esposas como a
sus propios cuerpos. (Ef.  5: 25-28). 

La cognición liberada nos permite ver con mayor claridad.  Nabucodonosor,


después de que Dios lo humilló grandemente, dijo en dos ocasiones que la soberanía de
Dios se extiende sobre todas las cosas; imagínese un rey tan alto y poderoso capaz de
ver su difícil situación, reconocer su importancia y llegar a esta conclusión cognitiva (ver
Dan. 4). 
23

Pablo escribió que nada nos puede separar del amor de Dios; él había probado
las cosas que Dios hizo en Jesús a favor nuestro y llegó a esa conclusión (Rom. 8). 
Jesús dijo que nadie puede arrebatarnos de su mano; que, si Dios se preocupa por
cosas tan pequeñas como los lirios y los pájaros, ¿no se preocupará (pensará en
nosotros y proveerá) por nosotros? (Mateo 6:25-30)

Aquellos que son recreados en Cristo tienen habilidades verbales renovadas.


Pablo dijo que debemos dejar a un lado toda broma grosera (Efesios 5: 4) y más bien
animarnos unos a otros con la resurrección y el regreso de Jesús (1 Tes. 5: 4-11). Jesús
nos recuerda que cada palabra que hablemos será escuchada y juzgada (Mateo 12: 33-
37).

También tenemos preocupaciones renovadas. Jesús dice que los pacificadores


son como Dios su Padre: "Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán
llamados hijos de Dios" (Mateo 5: 9). Y Santiago nos dice que la religión pura y sin
mancha es cuidar de la viuda y el huérfano (Santiago 1: 26-27).  La parábola del buen
samaritano nos muestra que el beneficio de nuestro prójimo es nuestra preocupación
(Lucas 10: 25-37) Jesús también nos dice que habiendo sido liberados de nuestra vida
gentil debemos ser como Dios dando nuestra vida a cambio de otros.

Los gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y sus grandes ejercen autoridad
sobre ellos.  No será así entre ustedes.  Pero el que quiera ser grande entre ustedes
debe ser su servidor, y el que quiera ser el primero entre ustedes debe ser su esclavo,
así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida
en rescate (Mat.  20: 25-28)

En Cristo hemos renovado la invención.  Pablo dice que todo lo que hacemos (un
aspecto de la invención) debe ser hecho para la gloria de Dios, a través de la lente del
servicio a Dios (Efesios 6: 5-9), y Jesús dice que en nuestro camino debemos
hacer discípulos (Mateo 28: 18-20)

Toda esta restauración de la imagen de Dios es posible para el nuevo hijo de Dios
debido a las nuevas personas en las que nos hemos convertido debido a la muerte,
24

sepultura y resurrección de Jesús nuestro Salvador.  Hemos sido liberados del dominio
del pecado: "A libertad hemos sido llamados; estad firmes, y no se sometan otra vez al
yugo de esclavitud" (Gálatas 5: 1), porque la semilla de Cristo ahora está plantada
en nosotros, podemos ser hechos por el Espíritu en el pueblo que Dios nuestro Padre ha
querido que seamos: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre celestial es
perfecto" (Mat. 5:48). 

La restauración es un proceso

Si bien la imagen de Dios ha sido restaurada en nuestras vidas, su impacto


práctico se ve en nuestra vida diaria de una manera progresiva y madura.  Aunque
hemos sido recreados a la imagen de Dios a través de la muerte, sepultura y
resurrección de Cristo y el pecado ya no tiene dominio sobre nosotros, aunque la
naturaleza pecaminosa que heredamos de Adán todavía nos atormenta mientras vivimos
en este mundo caído.  Mientras vivamos en estos cuerpos, debemos luchar
constantemente contra nuestra naturaleza pecaminosa para crecer consistentemente en
la plenitud de la imagen de Cristo. 

Esto se manifiesta en nuestros matrimonios, cuando los maridos aprenden a amar


a sus esposas como aman a sus propios cuerpos y las esposas aprenden a amar y
respetar a sus maridos; en nuestras familias, como padres, no debemos exasperar a sus
hijos, sino criarlos en el temor de Dios y los niños aprenden a obedecer y honrar a sus
padres;  en nuestros vecindarios, aprendemos a amar a nuestro prójimo como a
nosotros mismos. 

Vemos esta imagen cada vez mayor de Dios en nuestros cuerpos eclesiásticos, a
medida que vemos a personas madurar en el fruto del Espíritu y cosas como la
amargura, el chisme, la envidia desaparece de la vida del cuerpo local; lo vemos en
nuestros lugares de trabajo, mientras los cristianos trabajan como para Dios en sus
vidas diarias y reflejan Su gloria en sus tratos con otras personas. 

Nuestro crecimiento a la imagen de Dios se refleja en nuestras decisiones con


respecto a nuestros activos, a medida que aprendemos a invertir todo lo que tenemos en
25

cosas eternas y a liberar nuestros bienes para beneficio de los demás.  Se refleja en
nuestras últimas expectativas, a medida que maduramos en nuestra comprensión del
hecho de que somos peregrinos en este mundo marcado por el pecado, no residentes
de él.  La naturaleza progresiva de la imagen restaurada de Dios en nosotros mientras
trabajamos activamente y esperamos la restauración completa del reino que Dios diseñó
para Sus hijos desde el principio.  Para el hijo de Dios, un día los remanentes de nuestra
semejanza con el pecador Adán serán dejados atrás cuando salgamos de este mundo a
un mundo nuevo que Dios creará libre de pecado:

Si la tienda que es nuestro humilde hogar es destruida.  , tenemos un edificio de Dios,


una casa no hecha por manos, eterna en los cielos.  Porque en esta tienda gemimos,
deseando poner nuestra morada celestial ... por vida.  El que nos ha preparado para esto
mismo es Dios.  ... para que se trague lo mortal quien nos ha dado el Espíritu como
garantía.  (2 Cor. 5: 1-5)

En ese día también será restaurada nuestra capacidad de administrar la tierra con
plena justicia (Rom. 8: 19-21).  Pero hasta ese día, el proceso del de la restauración de
la imagen de Dios en nosotros es de importancia central cuando "nos vestimos del
nuevo yo, creado a semejanza de Dios en verdadera justicia y santidad" (Efesios 4:24).  
Este nuevo yo confinado a nuestros cuerpos pecadores, es capaz de vivir en Dios
esperando que lo haga, tanto de una manera antigua como de una nueva (ver Romanos
6), en el sentido de cómo Dios nos creó para ser antes de la caída.  y nuevo en el
sentido de que hemos sido restaurados a la imagen de Dios en Jesucristo, el postrer
Adán.  El desarrollo de esta nueva vida es el enfoque esencial del Espíritu Santo que
ahora vive con nosotros.

La nueva vida es poderosa

Todas las expresiones visibles de esta nueva vida descritas en el Nuevo


Testamento se basan en varias cosas: la imagen y semejanza restaurada de Dios en
nosotros (Juan 3: 1-8), la residencia del Espíritu Santo en nosotros para darnos poder
(Rom. 8: 1-17), y nuestra cooperación voluntaria con Él (Rom. 6).  Cuando vivimos la
nueva vida junto a personas no restauradas, nuestro testimonio es poderoso, porque les
26

demostramos la imagen de Dios tal como Él la creó y como Él quiere que sea para
aquellos que se someterán a la muerte, sepultura y la resurrección de Jesucristo. 

La historia de Dios -Su evangelio- trata de Dios actuando para restaurar Su


creación de regreso a Él mismo, y por lo tanto no podemos extraer su propósito de crear
al hombre desde esta perspectiva más amplia.  Cuando lo hacemos, corremos el riesgo
de minimizar el alcance total de la obra y el propósito de Dios, y hacemos un
cortocircuito en la obra milagrosa que Dios logró en la muerte, sepultura y resurrección
de Jesucristo. En otras palabras, nuestra presentación de este evangelio truncado, crea
cristianos nominales que parecen actuar según la oferta de salvación de Dios, pero no
comprenden la naturaleza transformadora del mensaje del evangelio.  Por lo tanto, esto
produce “creyentes muertos” gente que dicen que pertenecen a Jesús, pero no viven ni
se parecen a Él. 

La única forma en que las personas pueden parecerse a Jesús--ser recreados a


la imagen de Dios--, es seguir a Cristo en su muerte, sepultura y resurrección para que
la relación original del hombre con Dios y la representación de Dios puedan restaurarse
en sus vidas.  Este hombre viejo sin ley debe ser asesinado con Jesús en la cruz y su
nuevo yo justo debe ser resucitado con Él en Su resurrección.  Ahora son recreados y
pueden vivir para Dios, en relación con Él y en representación de Él.

CAPÍTULO 3

 CULTIVAR LA RELACIÓN CON DIOS

Ya que la imagen de Dios ahora nos ha sido restaurada, el camino de la relación con
Dios está nuevamente abierto para nosotros.  Esto responde a nuestras preguntas más
profundas de identidad, porque quiénes somos se basa en ser amados por Dios y
amarlo a Él a cambio.  El clamor del salmista a Dios en el Salmo 40 expresa el anhelo
de entrar en una relación cada vez más profunda con Dios nuestro Padre:

Esperé pacientemente al SEÑOR; se inclinó hacia mí y escuchó mi llanto.  Me sacó del


pozo de la destrucción, de la ciénaga, y puso mis pies sobre una roca, asegurando mis
27

pasos.  Puso en mi boca un cántico nuevo, un cántico de alabanza a nuestro Dios. 


Muchos verán, temerán y confiarán en el SEÑOR.  (Sal.40: 1-3)

Sin embargo, con demasiada frecuencia, incluso para aquellos de nosotros que
deseamos una relación más profunda con Dios, el mundo que nos rodea sirve como un
narcótico cada vez mayor.  Quizás la cultura en la que vivimos es más pecaminosa que
las generaciones pasadas, o tal vez simplemente a través de la proliferación de los
medios de comunicación el pecado se ha vuelto más presente y accesible, pero me
parece que cada vez más cristianos están experimentando crisis de relación con Dios. 

En 1742, el erudito en lengua griega John Bengel observó una razón para este
problema:

La Escritura es el fundamento de la Iglesia: la Iglesia es la guardiana de la Escritura. 


Cuando la Iglesia goza de buena salud, la luz de las Escrituras brilla intensamente;
cuando la Iglesia está enferma, las Escrituras se corroen por la negligencia;  y así
sucede que la forma exterior de la Escritura y la de la Iglesia, por lo general, parecen
exhibir simultáneamente salud o enfermedad;  y por regla general, la forma en que se
tratan las Escrituras se corresponde exactamente con la condición de la Iglesia. 

Algunos de esos creyentes que caen en pecado son, en el mejor de los casos,
nominales.  Quizás sean ellos a quienes Jesús se refiere en Mateo 7:23 cuando dice:
"Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad".  Practican formas de
cristianismo, pero no demuestran nada de la transformación o el poder prometido por
Jesús.  El mayor peligro de estas personas para la vida de la iglesia hoy es que
permanecen en ella y son parte de ella.  Donde alguna vez los habíamos visto solo en
iglesias liberales, hoy llenan muchas iglesias evangélicas. 

Otros cristianos desean genuinamente una relación más profunda con Dios, pero se
preocupan, se sienten atraídos por el opio de la cultura.  Su recompensa es una
creciente sensación de sequedad hacia las Escrituras que aún consideran verdaderas. 
Para estos creyentes, es necesaria una nueva evaluación de sus vidas y expectativas
si Queremos experimentar algo más que las formas de cristianismo que ofrecen los
programas de muchas iglesias.
28

Para el resto de nosotros, la llamada del salmista a entrar en el camino de la


redención y entregarnos a Dios sigue siendo una invitación prometedora.  Cuando
recordamos momentos con nuestro Padre celestial, recordamos en ellos calidez, aliento,
desafío y sí, incluso corrección.  En esos momentos con Dios sabíamos que Él era
plenamente confiable y que abandonarnos a Él no era ningún riesgo.   Pero incluso para
aquellos de nosotros que amamos profundamente a Dios, queda la constante necesidad
de preservar el tiempo y la disciplina necesarios para profundizar nuestro abandono en
Él.  La profundización de nuestra relación con Dios no es algo que simplemente sucede,
se debe trabajar en ello.  No estoy hablando del legalismo de los programas cristianos
predicados por muchas iglesias, sino de las disciplinas relacionales necesarias para
construir sobre la reconciliación que nos dio el Padre cuando creímos en Jesús. 
Echemos un vistazo a estas disciplinas. 

0La reconciliación que conduce a la transformación

En 2 Corintios 5:20 Pablo nos recuerda:

"Somos embajadores de Cristo, Dios hace su llamamiento a través de nosotros. Te


imploramos en nombre de Cristo, reconcíliate con Dios". 

Aquí es donde debe comenzar la intimidad con Dios: la reconciliación con Dios a
través de Su Hijo.  Este es el primer llamado de la Escritura.  La reconciliación con Dios,
la restauración del diseño divino, es el mensaje de las Escrituras.  Es inherente a
Génesis 1-3.  El hombre nació dentro de una relación con Dios diferente a cualquier otro
ser en la creación de Dios; el pecado nos alejó de Dios, pero ahora en Jesús, el postrer
Adán, el propósito original por el cual Dios nos creó puede ser restaurado. 

Este es el mensaje de Jesús.  En Mateo 22 y Marcos 12 vemos esto claramente,


donde Él nos dice que el mandamiento más importante del Antiguo Testamento es amar
al Señor Dios con todo nuestro corazón, alma y mente.  Por eso vino Jesús a la
Tierra: para que conozcamos al Padre y al Hijo que él envió.  Como creyentes, debemos
hacer de esta, nuestra primera prioridad del día, o estaremos perdiendo el tiempo de las
personas.  Más allá de la reconciliación, la relación continua y profunda con Dios es vital
29

para nuestra vida diaria porque traemos el pecado a nuestro caminar con Dios.  Sí,
todos los resultados judiciales de nuestro pecado fueron tratados para siempre en la
muerte, sepultura y resurrección de Jesús; sin embargo, hasta que muramos y vayamos
a estar con Él o Él regrese, el residuo de nuestro ser pecaminoso, que permanece en los
miembros de nuestro cuerpo, como Pablo explica en Romanos 6, libra una batalla contra
la profundidad de la relación con Dios planeada para nosotros cuando nos hizo. 

Ese pecado estropea nuestra vida diaria mientras luchamos contra los celos, el
chisme, la calumnia y otros pecados.  Estas cualidades dañan nuestras relaciones con
otras personas, y cuanto más tiempo dominan nuestras vidas, más cicatrices nos
producen.  Pero Dios tiene un remedio para las cicatrices de hoy y el daño del pasado. 
Podríamos desear que en el momento de la salvación, todos los daños pasados fueran
borrados y la superación del pecado se convirtiera en la norma inmediata.  Pero ese no
es el caso ni siquiera la promesa de Dios.  Como en cualquier relación, mantener y
fortalecer nuestra relación con Dios exige disciplina.  Veo al menos cuatro disciplinas
imperativas defendidas en las Escrituras que ayudan a fortalecer nuestro deseo de una
relación más profunda con Dios. 

Devoción a las Escrituras

La primera disciplina prepara el escenario para todo el resto y es la base para la


curación que Dios quiere traer a nuestras vidas: la devoción a las Escrituras.  El escritor
de hebreos señala que la Palabra de Dios es diferente de cualquier otra palabra:

Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada
de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de
los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón.   Ninguna cosa creada
escapa a la vista de Dios. Todo está al descubierto, expuesto a los ojos de aquel a quien
hemos de rendir cuentas. (Heb. 4: 12-13, NVI)

La Palabra de Dios está viva e inspirada por Dios, y por lo tanto puede estar
continuamente activa en las vidas de quienes acceden a ella.  La simple lectura de la
Palabra de Dios planta una semilla activa en el corazón y la mente del lector, y esa
semilla está destinada a crecer.  En el incrédulo, puede conducir a la convicción, el
arrepentimiento y la salvación.  Esto puede suceder y sucede a menudo, incluso con una
30

participación mínima de cualquier otra persona.  Esta misma obra regenerativa continúa
para aquellos de nosotros que ya hemos sido reconciliados con Dios y ahora
necesitamos construir nuestra relación con Él.  La ingesta constante de la Palabra de
Dios mediante la lectura y el estudio planta semillas que liberan actividad espiritual
dentro de nuestras vidas.  El escritor de hebreos deja en claro que el efecto acumulativo
de esa actividad es la exposición de nuestro verdadero yo.  Nos permite vernos a
nosotros mismos como personas pecaminosas e imperfectas; coyunturas y tuétanos,
alma y espíritu quedan al descubierto. 

La Palabra de Dios no nos deja ninguna posibilidad de malinterpretar nuestra


condición rota; nos deja desnudos ante Dios y ante nosotros mismos.  Para muchos,
este escenario evoca miedo.  Estar tan expuestos al ojo penetrante de Dios, vislumbrar
una imagen clara de nosotros mismos, es demasiado.  ¡Así que nos escondemos!  Con
demasiada frecuencia nos escondemos en cosas aparentemente buenas, tal vez en los
programas de la iglesia o en la asistencia al culto.  Nos sentimos mucho más cómodos
escuchando a alguien cantar o predicar acerca de la relación con Dios que si la
tuviéramos nosotros mismos.  A menudo, nuestra evitación de las Escrituras es pura
pereza, pero a menudo es simplemente miedo-miedo a que nadie sea tan confiable con
tal conocimiento de nosotros o incluso que no nos guste lo que vemos.  Pero
escondernos solo refuerza nuestro dolor, calcifica nuestras cicatrices y, lo peor de todo,
evita que nos transformemos.  

Nada en este mundo es más capaz de transformarnos que la Palabra de Dios.  La


exposición de nuestra vida que proviene de someternos a la lectura de la Palabra de
Dios con una actitud predispuesta de obediencia siempre viene con la vestimenta
completa de nuestro ser desnudo por Jesús, nuestro Sumo Sacerdote.  Vestidos con
Sus ropas, estamos expuestos, pero no condenados.  Él ya ha tomado toda la condena
por nosotros. 

En nuestra lectura de la Palabra de Dios con una actitud predispuesta a


someternos a ella, luego expuestos por lo que realmente somos, pero vestidos con la
plena suficiencia de Jesús, somos invitados a entrar en el mismo.  En esa presencia
recibimos lo que necesitamos: misericordia para recordarnos el perdón que ya tenemos
31

en Jesús y la gracia como poder transformador de la presencia de Dios de Dios se aplica


a nuestras vidas. 

Sin embargo, esta obra transformadora es un proceso, no una revelación de una


vez por todas de todo nuestro ser pecaminoso.  ¿Cómo puede ser?  Si Dios nos
expusiera en cualquier momento a todas las cicatrices de nuestras vidas, ¿podríamos
manejarlo?  Debemos construir la cantidad de tiempo que dedicamos a la Palabra de
Dios como una disciplina relacional consistente.  Como resultado, experimentaremos el
aliento y el gozo de Dios a medida que Él nos exponga por lo que realmente somos,
poco a poco, y nos muestre dónde todavía necesitamos transformación. 

Nuestra relación con Dios es algo vivo.  Al leer la Palabra de Dios, no logramos
una base de conocimiento que nos permita ignorar el tiempo que pasamos con Dios en
Su Palabra; no nutrir esta disciplina más básica es retroceder en nuestra relación con
Dios.  La verdad y el conocimiento de las Escrituras son de vital importancia en nuestra
relación con Dios, pero no reemplazarán la importancia de la relación en sí.  Además, la
verdad por sí sola no protegerá la vitalidad que Dios nos ofrece si no se nutre en un
tiempo íntimo con nuestro Padre celestial.  Empiezo cada día con la guía del Espíritu
Santo a medida que usa la Palabra de Dios que se ha plantado en mi mente a lo largo
del tiempo, así como cualquier escritura en particular que leí ese día para dirigirme en
los lugares y las relaciones que Él quiere.  Es como si los de mi vida espiritual fueran
limpiados cada mañana como yo en Su Palabra. 

Me acuerdo de las cosas que Él considera más importantes-- que estoy en un


viaje orquestado soberanamente por Él para Su gloria y el bien de los demás y que todo
el día es una oportunidad para que la justicia de Dios restaurada y madura sea
demostrada a los demás. 

El silencio

El silencio es otra disciplina relacional necesaria.  En Éxodo 14:14, Moisés les


recordó a los hijos de Israel:

"El SEÑOR peleará por ustedes; sólo necesitan estar quietos" (NVI). 

En el Salmo 37: 7, el salmista nos recuerda:


32

"Estad quietos ante el SEÑOR y espéralo con paciencia; no te inquietes cuando la gente
triunfe en sus caminos" (NVI)

y en el Salmo 46:10,

"Estad quietos y  sabed que yo soy Dios ". 

En el mundo ruidoso en el que vivimos, a menudo parece como si los lugares


tranquilos no existieran.  Pero, de hecho, el silencio está disponible para nosotros en
todos lados.  Solo tenemos que elegirlo.  He descubierto que incluso en los aeropuertos
con mucho tráfico se puede encontrar el silencio, si se quiere.  Una persona puede tener
que caminar o sentarse en lugares apartados, pero si lo que quiere es el silencio, puede
encontrarlo. 

El silencio es una elección.  Es elegir apagar el ruido del mundo que nos rodea
que siempre clama por nuestra atención.  Hay momentos y lugares para la televisión, la
radio, las redes sociales, el próximo libro y la gente.  Pero la profundidad del
pensamiento y la reflexión que nuestras almas desesperadamente necesita comenzar a
encontrarlas, cuando aprendamos a elegir y practicar el silencio. 

En silencio descubrimos nuevas alegrías.  Por ejemplo, las palabras que hemos
plantado en nuestro corazón a través de la disciplina de leer la Palabra de Dios tienen la
oportunidad de inundar nuestros corazones y mentes con nuevo vigor y significado en el
silencio. Nuevas confesiones que Dios quiere que hagamos pueden llamar la atención. 
Sobre todo, a través del silencio, nos cautiva los deseos de la presencia de Dios.  No he
encontrado la manera de entrar en el misterio de la relación con Dios sin practicar la
disciplina del silencio.  Podemos encontrar todo tipo de motivos y excusas para no
practicar esta disciplina, pero el silencio es una elección.  Nuestras vidas seguirán
siendo incompletas con respecto al diseño de Dios para nuestra relación con Él hasta
que aprendamos a practicar períodos regulares de silencio. 

Soledad

Si encontrar el silencio es difícil en nuestra cultura, encontrar la soledad parece


casi imposible.  Sin embargo, en el ejemplo de Jesús encontramos que hay que buscar
la soledad.  Mateo 14:13 es uno de varios lugares en las Escrituras en los que
33

encontramos a Jesús eligiendo estar solo: "Se retiró de allí en una barca a un lugar
desolado para él solo".  Si Jesús buscó la soledad, ¿no es necesaria para nosotros?  Si
hemos sido seducidos a fallar en forjar tiempos de escuchar a Dios en Su Palabra, el
problema puede ser que realmente no queremos estar solos con nosotros mismos.  ¿Es
el miedo al autodescubrimiento una de las cosas que nos impiden desear la soledad? 
Nuestra cultura reina suprema en mantenernos lo suficientemente ocupados como para
garantizar que no tendremos tiempo para estar solos y tranquilos, pero nuestra cultura
no es más que humo y espejos, una mera perturbación y distracción de las disciplinas
del silencio y la soledad.  En la soledad hay espacio tanto para el silencio como para la
escucha activa de Dios en su Palabra.  En la soledad se nos recuerda la brevedad y la
temporalidad de nuestras vidas en este planeta. 

Más importante aún, se nos recuerda que no fuimos creados para este mundo,
que está dominado por los efectos del pecado.  El mundo que Dios creó para nosotros
en Génesis 1 es para el que fuimos creados, y es aquel al que seremos restaurados.  La
soledad proporciona momentos muy necesarios para restablecer el equilibrio de
nuestras vidas.  Pero sobre todo, en la soledad descubrimos que no estamos realmente
solos.  Dios está ahí. 

Sumisión

Una última disciplina relacional que es necesaria y enriquecedora en nuestra relación


con Dios es la sumisión.  El escritor de hebreos nos recuerda:

Todos hemos tenido padres humanos que nos disciplinaron y los respetamos por ello. 
¡Cuánto más debemos someternos al Padre de los espíritus y vivir!  (Heb. 12: 9, NVI)
Durante los días de la vida de Jesús en la tierra, ofreció oraciones y peticiones con
fervientes llantos y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado debido a
su reverente sumisión.  Aunque era hijo, aprendió la obediencia por lo que sufrió.  (Heb.
5: 7-8, NVI)

"Sumisión" es una palabra cargada de malentendido y temor.  Las propias palabras de


Pablo de que él era un "esclavo de Cristo Jesús" (Rom. 1: 1) han sido igualmente mal
entendidas.  Si Dios es el Creador soberano de este planeta como afirma Génesis; si
Dios nos hizo de manera maravillosa aun estando en el vientre de nuestra madre, como
34

afirma el salmista (Sal. 139: 13-14); y además, si el Creador tiene derecho a esperar que
la creación responda a su amorosa sabiduría, entonces, ¿cómo no podríamos esperar
que la sumisión incondicional y voluntaria a Él sea una consecuencia natural de nuestra
relación con Él? 

Tanto Pablo como Jesús entendieron la verdadera naturaleza de la sumisión.  Su


sumisión se expresó en la realidad de la relación y la confianza en Aquel a quien
conocían íntimamente. Dios nos invita a confiar en Él.  Practicar las disciplinas de las
Escrituras, el silencio y la soledad aumenta nuestra confianza en Él, y esto ayuda a que
la sumisión se convierta en nuestra respuesta predeterminada en nuestra relación con
Dios.  Este debería ser nuestro objetivo. 

Nuestra convicción acerca de la verdad y, por lo tanto, la confiabilidad de lo que


Dios ha revelado en Su Palabra exige y provoca una predisposición a la obediencia a Él
en nuestras mentes.  Aprender a escucharlo en Su Palabra, en el silencio y en la
soledad trabaja para aumentar la respuesta obediente y sumisa que Él quiere en nuestro
corazón y en las decisiones de nuestra vida. 

El mundo que nos rodea y la carne dentro de nosotros, ambos agitados por
Satanás y los enemigos de Dios, conspiran para evitar que tengamos relación con el
Padre celestial.  Pero a lo largo de miles de años, muchos han estado dispuestos a
correr el riesgo de tener una relación con Dios, y se ha evidenciado en ellos, vidas de
devoción a las Escrituras, silencio, soledad y sumisión.  La invitación está vigente:
¡abandonémonos a Dios! 
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Capítulo 4

REPRESENTANDO A DIOS EN EL MUNDO

Gracias a la riqueza continua de nuestra relación con Él, Dios nos ha creado para
representarlo.  En el principio, Dios creó a Adán y Eva, a diferencia de cualquier otra
cosa en Su creación, para que estuvieran en relación con Él.  Jesús describió esta
relación como amar al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón, alma y mente.  
Esta es la naturaleza misma de la vida humana tal como Dios la diseñó al principio. 

Relacionarnos con él es el primer llamado que Dios pone en nuestras vidas; y del
llamado a la relación con él, surge el llamado al servicio o la representación de él.  Este
llamado a representar a Dios en el mundo que nos rodea es en realidad una invitación
de Él a participar en Su misión de restaurar la creación con Él mismo.  Nuestra
representación de Dios se expresa de múltiples formas, pero la vivimos principalmente
en nuestra mayordomía de la creación de Dios y a través de nuestra creciente santidad
a medida que crecemos en relación con Dios.  Ambos medios son un reflejo de la
imagen y semejanza de Dios con el mundo que nos rodea. 

Representar a Dios administrando su creación


36

Al principio, Adán representó a Dios cuidando el jardín que Dios había creado para que
él viviera y nombrando a los animales.  A Adán y Eva se les dio dominio sobre toda la
creación.  Debían ejercer autoridad, no una autoridad inherente a ellos, sino la autoridad
de Dios que los había llamado para representarlo a Él en y entre Su creación. 

Al igual que con la relación, este diseño divino de representar a Dios requiere que
hombres y mujeres lo abrazen y respondan a él.  pero el fracaso de Adán y Eva en hacer
esto estropeó la intención original de representación de Dios.  Cruzaron los límites de
Dios al ejercer Su autoridad sobre la creación, eligiendo en cambio sus propios deseos y
así estropeando la imagen de Dios en hombres y mujeres y corrompiendo el llamado de
Dios en nuestras vidas.  En lugar de representar fielmente a Dios sometiendo y
multiplicando la tierra según Su diseño.  Adán y Eva buscaron egoístamente ser como
Dios en formas que Él no había diseñado ni concedido.  Creyeron la mentira de Satanás
de que la sabiduría que obtendrían al comer la fruta les daría la igualdad con Dios. 

Así que la imagen de Dios en ellos y, por lo tanto, su llamamiento se estropeó,


pero no fueron destruidos.  Dios limitó la vida útil del hombre para que finalmente
pudiera restaurar completamente Su imagen y, por lo tanto, Su llamado en aquellos que
un día redimiría a través de Su Hijo, el último Adán, el Dios-hombre, Jesucristo.  El
erudito bíblico FF Bruce explica esta restauración de la representación: "Dios ha puesto
todo bajo el dominio de los seres humanos, y fue la naturaleza de los humanos, nuestra
naturaleza, que el Hijo de Dios tomó sobre sí mismo para reconquistar  este dominio ". 

Todo hombre y mujer, creyente o no, todavía lleva la imagen y semejanza de


Aquel que los creó.  Los incrédulos están limitados por el pecado y la desobediencia, y
distorsionan el llamado y la misión que Dios diseñó para ellos, siendo consumidores de
vida en lugar de aquellos que viven para el reino y la gloria de Dios.   Aquellos que no
conocen a Cristo han sufrido la mentira de Satanás de que hay algo más grande, más
seguro y más satisfactorio que lo que Dios prometió originalmente. 

Pero incluso aquellos de nosotros que somos redimidos y restaurados por medio
del Hijo de Dios no vivimos plenamente el propósito de Dios para nuestras vidas.  La
imagen de Dios está madurando progresivamente en nuestras vidas a medida que
aprendemos a someternos a la voluntad del Padre y le damos al Espíritu Santo que
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mora en nosotros el derecho de madurarnos a la imagen del Hijo, Jesucristo, y mientras


escuchamos constantemente a Dios a través de Sus Escrituras.  Biblia. 

Vemos el deterioro de la autoridad del hombre sobre la creación de Dios en el


trato del Señor con el pueblo de los días de Noé.  Dios pronunció juicio sobre los
animales y la gente de la tierra, pero dejó la carreta intacta para que Noé y su familia la
repoblaran:

murió toda la carne que se movía sobre la tierra, pájaros, ganado.  bestias,
todas las criaturas enjambres que pululan sobre la tierra, y toda la humanidad. 
Todo en la tierra seca en cuyas narices estaba el aliento de la vida murió.   Él
borró todo ser viviente que había sobre la faz de la tierra, el hombre y los
animales, los reptiles y las aves del cielo.  Fueron borrados de la tierra.  Solo
quedó Noé y los que estaban con él en el arca.  (Génesis 7: 21-23)

También lo vemos en las muchas amonestaciones que tu Dios le dio a su pueblo


en Israel sobre el "cuidado de la carreta".  Incluso se le iba a dar a la tierra un descanso
completo cada siete años (ver Levítico 25: 1-7).  Seguramente Israel se habría
preguntado si dejar un campo solo durante todo un año era una sabia decisión
económica, pero Dios el Creador sabía que un período de descanso haría que la tierra
fuera más fértil en el futuro.  Más.  cada cincuenta años Dios ordenó además una
restitución más completa para Su creación.  Israel debía tomarse un año no solo para
descansar sino para restablecer la corrupción que se había acumulado durante el medio
siglo anterior al declarar un año de jubileo y libertad (ver Levítico 25: 8-17). 

Nuestra representación de Dios no solo fue empañada por la desobediencia de


Adán y Eva, sino que el diseño de Dios en la tierra misma también fue empañado.  La
tierra actual trabaja bajo este deterioro y, de hecho, anhela el día de la restauración:

La creación espera con gran anhelo la revelación de los hijos de Dios.  Porque la
creación fue sometida a la futilidad, no voluntariamente, sino a causa de Aquel
que la sometió, con la esperanza de que la creación misma sea liberada de su
esclavitud a la corrupción y obtenga la libertad de la gloria de los hijos de Dios. 
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Porque sabemos que toda la creación ha estado gimiendo a una en dolores de


parto hasta ahora.  (Rom.8: 19-22)

Un día, sin embargo, esta propensión a la muerte será completamente revertida


con el regreso de Jesucristo, cuando Dios también marcará el comienzo de un nuevo
cielo y una nueva tierra. 

Representar a Dios reflejando su carácter

El dominio sobre la creación no es el único aspecto de la representación que Dios


diseñó para los hijos de Adán y Eva.  También fuimos creados para representarlo
reflejando Su carácter en y para el mundial.  Otra forma de decir esto podría ser que
debemos amar a nuestro prójimo.  Dios, a través de Moisés, le dio una imagen clara de
esto a Israel:

la cosecha de tu tierra, no cosecharás tu campo hasta el borde, ni recogerás las


rebuscas después de tu cosecha.  Y no desnudarás tu viña, ni recogerás lo caído
de tu viña.  Para el pobre y para el peregrino los dejarás. Yo soy el SEÑOR tu
Dios.  No robarás;  no actuarás con falsedad;  no se mentirán unos a otros.  No
jurarás en falso por mi nombre, y así profanarás el nombre de tu Dios: yo soy el
SEÑOR.  No oprimirás a tu prójimo ni lo robarás.  El salario de un trabajador
contratado no permanecerá con usted en toda la noche hasta la mañana.  No
maldecirás al sordo, ni pondrás tropiezo al ciego, sino que temerás a tu Dios: yo
soy el SEÑOR.  No cometerás ninguna injusticia en los tribunales.  No serás
pobre ni serás favorecido con los grandes, sino que con justicia juzgarás a tu
prójimo.  No andarás, no serás calumniador entre tu pueblo, y no.  contra la vida
de tu prójimo: yo soy el SEÑOR.  No odiarás a tu hermano en tu corazón, pero
no.  razona con franqueza con tu prójimo, no sea que incurras en pecado a causa
de él.  No tomarás venganza ni guardarás rencor a los hijos de tu propio pueblo,
sino amarás a tu prójimo como a ti mismo: yo soy el SEÑOR.  (Levítico 19: 9-18)

Dios es santo, y su pueblo, creado por sus actos y preservación


hispánicos, debe ser como él.  Él dice por medio de Moisés: "Serás santo para mí,
porque yo, el SEÑOR, soy santo y te he apartado de los pueblos para que seas
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mío" (Levítico 20:26).  La representación de Dios por parte de Israel sería una
bendición para los Las naciones, que lo verían a Él y a Sus designios en el
pueblo de Dios. Como resultado, las naciones serían atraídas a Dios y
bendecidas por Él. Como Dios le dijo a Abeaham: "En tu descendencia serán
benditas todas las naciones de la tierra, porque tú  han obedecido mi voz "La
gloria de Dios también se podía ver en el obediente cumplimiento de la ley por
parte de su pueblo.  Sus palabras eran ligeras y debían ser "devoradas" para que
Israel, a su vez, pudiera tener vida.  Las naciones, al ver esta vida, serían atraídas
a Dios y llegarían a comprender cómo Él había elegido y preservado.  y dio vida a
su pueblo para que otros también le dieran gloria.  El salmista escribió sobre
Isracl:

Que Dios tenga misericordia de nosotros, nos bendiga y haga brillar su


rostro sobre nosotros.  en carth sea conocido tu camino, tu poder salvador
entre todas las naciones.  ¡Que los pueblos te alaben, oh Dios! ¡Que todos
los pueblos te alaben!  Que las naciones se regocijen y canten de alegría,
porque tú juzgas a los pueblos con equidad y guías a las naciones de la
tierra.  (Salmos 67:1-4)

Así es para el pueblo de Dios de hoy que ha sido llamado de cada tribu, lengua y
nación.  Nosotros también debemos mostrar la gloria y santidad de nuestro Padre que es
santo.  Peter dice claramente.  Hijos enfermos, no os conforméis a las pasiones de
vuestra antigua ignorancia, sino como el que os llamó es santo, vosotros también sed
santos en toda vuestra conducta, como está escrito: Seréis santos, porque yo soy
santo.  - Debido a la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo y a la presencia de
Dios en nuestro cuerpo a través del Espíritu Santo, somos capaces de negar las
pasiones de la carne que luchan contra nuestra nueva naturaleza creada a semejanza
de Jesucristo.  en rectitud y de vivir vidas que comienzan a deshacer la destrucción del
pecado en la humanidad. Tenemos una creciente capacidad para fielmente 191- U
administrar los bienes que Dios pone en nuestras manos y representarlo en este mundo
a través de elecciones de vida justas.  Nuestras vidas deben convertirse cada vez más
en un reflejo de nuestro Padre, cuya "Semilla" ha sido plantada en nosotros (ver Génesis
40

3:15) para que podamos ser como Él, tal como Él se ha revelado a través de Su Hijo,
Jesucristo.  Como vimos en el capítulo 2 de este libro, esto hace que la norma de Dios
para nosotros sea elevada: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre celestial
es perfecto" (Mat. 5:48).  Jesús aclara esta verdad en el Escrmón del Monte, que
examinaremos más adelante.  Me gusta pensar en las palabras de Jesús no tanto como
un desafío sino como una promesa.  Hemos sido rediseñados por Dios, a través de
Jesús, para ser como Él, tal como Él diseñó a Adán y Eva al principio, y ahora tenemos
la semilla de nuestro Padre celestial.  John dice.  "Nadie nacido de Dios practica el
pecado, porque la simiente de Dios permanece en él, y no puede seguir pecando porque
ha nacido de Dios" (1 Juan 3: 9).  La vida de Dios late dentro de nuestra nueva
naturaleza y podemos obedecer sus diseños a través de las disciplinas y decisiones de
nuestra vida.  A medida que lo involucramos con regularidad en Su Palabra, el Espíritu
Santo nos da palabras de recordatorio y maduración.  Él nos llama a elegir Sus
definiciones reveladas de la vida en este mundo, revelaciones que demuestran Su gloria
y diseños para Su creación.  Debemos elegir constantemente Sus revelaciones y
rechazar los siempre presentes impulsos de la carne que aún operan en los miembros
de nuestro cuerpo.  Aunque nuestros cuerpos están muertos a causa del pecado,
nuestros espíritus están vivos con Jesucristo.  Al entregar nuestros cuerpos al Espíritu
que vive dentro de nosotros, nos convertimos en instrumentos de la justicia de Dios que
Él quiere expresar en nosotros y por medio de nosotros y podemos considerarnos
"muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús" (Rom. 6  : 11).  A pesar de la
rebelión iniciada por Adán y Eva, Dios tiene la intención de cumplir Su diseño creativo
para la carreta y para nosotros.  En Cristo, este diseño encuentra tanta expresión y
extensión como lo hará hasta que Dios destruya este mundo a favor de un nuevo mundo
de justicia. Madurando progresivamente en la vida de Cristo Aquellos de nosotros que
somos seguidores de Jesucristo maduramos obedeciendo al Espíritu que está dentro de
nosotros y desafiando la carne que continúa en los miembros de nuestro cuerpo.  Pero,
¿qué detiene nuestra complacencia de la carne para que la vida de Cristo, puesta en
nosotros a través del nuevo nacimiento, pueda formarse en nosotros?  Recuerda lo que
Dios le dijo a Caín: "El pecado está a la puerta. Su deseo es para ti, pero tú debes
dominarlo" (Génesis 4: 7).  En Colosenses 2-3, Pablo describe cómo podemos rechazar
41

la obra de la carne y abrazar la victoria diaria disponible para nosotros para que
podamos representar fielmente a Cristo en este mundo.  Haber muerto con Cristo es
haber sido liberado de los dictados de la carne y de los reglamentos de la religión.  Estos
reglamentos falsos no tienen poder para controlar los impulsos de la carne.  Nos hacen
sentir mejor con nosotros mismos de una manera falsa y superficial, pero son impotentes
contra la carne (ver Col. 2: 20-23).  Pero en Cristo podemos despojarnos de la carne en
cuanto a su dominio sobre nosotros: con un género falso en él habita corporalmente toda
la plenitud de la deidad, y ha sido llena en él, que es la cabeza de todo gobierno y
autoridad.  También en él fuisteis circuncidados con una circuncisión hecha sin manos,
despojándonos del cuerpo de la carne, por la circuncisión de Cristo.  (Col. 2: 9-11) noi
Cristo ha hecho lo necesario para restaurar los diseños originales de Dios, restaurarnos
al Padre y darnos una relación con Él una vez más.  Esta acción de una vez por todas
da lugar a una implicación diaria: podemos aprender a decir no a los deseos de la carne
y sí a la nueva vida de Dios en nosotros.  Si hemos resucitado con Cristo, es natural que
nuestra vida muestre esa verdad.  Debemos buscar las cosas de arriba, porque ahí es
donde Cristo está pow Wa mu alh para que nuestras mentes estén llenas de las cosas
del cielo y no dominadas por las cosas de la tierra, porque cuando esta vida termine, es
ese lugar y esa vida lo que heredaremos (ver Col.3: 1-  4).  Debido a esta nueva vida
con Cristo, necesitamos diariamente purificar hasta la muerte la vida que heredamos de
Adán y Eva.  Esa vida es sencilla y dejará de existir cuando muramos.  Está dominado
por todo lo que es antagónico a la justicia que Dios diseñó para nosotros en el principio.  
Nuestra nueva vida es restaurada en Jesucristo y será nuestra plena posición en la
eternidad: Por tanto, da muerte a lo terrenal en ti: inmoralidad sexual, impureza, pasión,
malos deseos y codicia, que es idolatría.  Por estos motivos viene la ira de Dios.  En
estos también caminaste una vez, cuando estabas viviendo en ellos.  Pero ahora debes
desecharlos todos: la ira, la ira, la malicia, la calumnia y las palabras obscenas de tu
boca.  No se mientan unos a otros, viendo que se han despojado del viejo yo con sus
prácticas y se han puesto el nuevo yo, que se está renovando en conocimiento a imagen
de su creador.  Aquí no hay griego y judío, circunciso e incircunciso, bárbaro, escita,
esclavo, libre;  pero Cristo es todo, y en todos.  (Col. 3: 5-11) 51 Debemos vestirnos y
representar la nueva vida de Jesús vivo en nosotros debido a Su muerte en nuestro
42

nombre y la presencia y el poder del Espíritu Santo en nosotros.  En lugar de ser


egoístas, aquellos de nosotros que estamos en Cristo, como Dios, debemos enfocarnos
en servir a los demás.  Debido a que tenemos la imagen de Dios y podemos ver más allá
de esta vida, debemos abrazar la relación con los demás con compasión, bondad,
humildad y otros rasgos piadosos: Vístanse entonces, como los elegidos de Dios, santos
y amados, compasivos.  corazones, bondad, humildad, mansedumbre y Paciencia del
Diseño Divino, soportándose unos a otros y, si uno tiene una queja contra otro,
perdonándose unos a otros;  como el Señor os perdonó, también vosotros perdonéis. 
(Col.3: 12-13) Sobre todo esto, debido al amor que Dios ha demostrado hacia nosotros,
la nueva naturaleza que nos ha dado y la morada del Espíritu, debemos permitir el amor
por nuestro hermano y hermana.  dominar nuestras respuestas.  Cuando enfrentamos
un conflicto, nuestras mentes y corazones deben estar llenos de las palabras de Dios
para que podamos dejar que la paz de Cristo gobierne en nosotros: "Vestíos de amor,
que une todo en perfecta armonía. Y que la paz de Cristo gobierne en vuestro corazón. 
corazones, a los que en verdad fuisteis llamados en un solo cuerpo ”(Col. 3: 14-15). 
Cuando nos vestimos de Cristo, nos convertimos en la representación de Dios: Su
naturaleza, Sus diseños y Sus fines.  Como vivimos en Él.  podemos administrar Su
creación y vivir Su santidad y amor a las personas que nos rodean.  ¡Qué privilegio ser
llamado a participar de la misión de Dios en este mundo!

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