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INTRODUCCIÓN
“Con mucha frecuencia en los siglos XX y XXI hemos visto pastores, líderes,
misioneros y otros líderes de las iglesias locales involucrados en el ministerio
haciendo la obra de Dios, mientras que el creyente común que asiste a una
iglesia está ocupado y a veces muy entretenido con una abundancia de
programas que la iglesia le ofrece. Ese es el modelo muy común en occidente”.
El anterior modelo está lejos del plan de Dios en la creación del hombre. Cada individuo
ha sido creado con un propósito, un diseño divino que tiene la intención que éste (el
creyente) desempeñe un papel activo en la misión de la misericordia de Dios.
Si bien esta idea puede sonar extraña para algunos lectores, estoy asombrado de lo
natural que les suena a muchos líderes de iglesias en las diferentes naciones donde he
tenido el privilegio de ministrar. ¿Por qué les suena tan natural? Es porque han
entendido instintivamente el potencial del poder del evangelio de millones de creyentes
del pueblo de Cristo distribuido diariamente en todos los mercados y lugares donde Dios
tiene la intención de revelarse a si mismo través de la vida de su pueblo, sus decisiones
y sus testimonios.
Esta verdad, de que Dios tiene la intención de usar a todo su pueblo para su misión en
este mundo, es una promesa de las escrituras, una promesa, que declara el diseño de
Dios para su pueblo:
"Somos hechura suya. Creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios
preparó de antemano, para que caminemos en ellas" (Efesios 2:10).
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Sin embargo, esta promesa viene con un imperativo, el que tú y yo, como creyentes en
Jesús, debemos creerlo, abrazarlo y actuar en consecuencia a él, viviendo una vida
encarnacional entre la gente, en los lugares donde Dios nos ha puesto.
Como seguidores de Cristo, usted y yo somos el lugar donde habita el Espíritu Santo, y
ahora tenemos el fruto del Espíritu (Gálatas 5: 22-23) fluyendo en nosotros y a través de
nosotros hacia afuera. Debido a esta dinámica del Espíritu y su fruto en nuestra vida,
aprendemos cada vez más a relacionarnos con las personas de manera diferente de lo
que podríamos haberlo hecho cuando estábamos dominados por la carne, el pecado y el
egoísmo.
Estas características que operan en nosotros y a través de nosotros (semejantes a las
de Cristo) son verdaderas, reales y vivas, ---y son las cosas que Dios diseñó que fueran
desde el principio, pero asimismo son reflejos de cómo serán las cosas al final de los
tiempos, en la eternidad de una nueva vida, donde habrá un cielo nuevo y una tierra
nueva. Este es el diseño divino:
según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y
sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos
suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la
gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos
redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo
sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el
misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo,
de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos,
así las que están en los cielos, como las que están en la tierra. (Efesios 1: 4-10)
Génesis declara, y el Nuevo Testamento afirma, que el hombre está diseñado para
servir a Dios en la restauración completa de la justicia en la que el Señor creó por
primera vez a Adán y Eva.
Por la tanto, mientras vivamos debemos servir a Dios en la misión que él está llevando a
cabo lo largo de la historia humana hasta el momento del juicio final.
En el Antiguo Testamento, Dios creó y apartó al pueblo de Israel para que fuera su
instrumento. El pueblo de Israel debía vivir de tal manera, (Salmo 67) que las naciones
se sintieran atraídas hacia ellos, viendo en ellos un pueblo único entre los pueblos
sujetos a Dios, provistos y bendecidos por Dios. Pero Israel fracasó en este diseño, tal
como está registrado en las páginas del Antiguo Testamento.
Encontramos que la presencia de Dios en el tabernáculo y templo del pueblo, tan solo
anticipaba lo que sucedería un día, en el que Dios no moraría con su pueblo en un
templo sino dentro de ellos:
¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el
cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio;
glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.
(1 Cor, 6: 19-20)
Pero de igual manera que Israel falló en vivir el propósito de Dios para ellos, la iglesia
del siglo XXI vacila en su obediencia al llamado de Dios de asociarse con Él en la
misión.
Esta es la razón por la que mi esposa, Patti, y yo fundamos Saturation Church Plant
International en 1995. En los años transcurridos desde entonces, hemos buscado
asociarnos con líderes nacionales a nivel mundial para movilizar a la iglesia a fin de ver
la evangelización completa de las naciones alrededor del mundo, a través de lo que
llamamos "evangelismo a través de la saturación por encarnación”. Donde el pueblo de
Dios vive vidas encarnándose entre la gente en los lugares donde Dios los ha llamado y
plantado.
Este mensaje a veces está en tensión con lo que hemos aprendido de algunos de
nuestros líderes durante las últimas generaciones. Al vivir por años en una cultura
cristiana, muchos de ellos tendían a ver la iglesia como un lugar en lugar de, como las
Escrituras nos declara, ser un pueblo.
No buscamos criticar ni des construir lo que nos enseñaron, sino bajo el la influencia
secular de los siglos XX y XXI que ha afectado a la iglesia en general, hemos vuelto a
las escrituras y hemos obtenido una comprensión más clara y pertinente de la Palabra
de Dios.
Ustedes y yo, como creyentes en Cristo, somos un pueblo temporal en esta tierra,
enviado por un Dios misericordioso para vivir y declarar su historia de gracia en todos los
lugares donde Él nos ha puesto.
A pesar de que estos pensamientos acerca de la iglesia y su tarea de completar la
misión que Dios ha dejado a su pueblo, en nuestros días se hace más necesario el
surgimiento de un liderazgo reformado que logre visualizar que estos principios se
establecieron en la revelación de Dios desde el inicio. No es una nueva filosofía o moda,
sino un llamado a ajustarse al diseño divino--- la creación original de Dios de un mundo
de justicia.
Este diseño se echó a perder cuando Adán y Eva eligieron la desobediencia personal, la
cual les separaría de Dios y pondría en movimiento el mundo rebelde en el que vivimos
hoy. Pero esta rebelión no es para siempre--- durará solo hasta el día en que Dios
juzgue a los rebeldes y cree un nuevo mundo de justicia tal como en su diseño original.
A pesar de la caída, el diseño de Dios se encuentra claramente en las palabras de Jesús
en el Sermón del Monte y en las páginas del nuevo testamento.
Debemos cerciorarnos que esta generación de discípulos, (su iglesia) vivamos los
valores justos de Dios en el mundo--- un mundo al que Él está llamando para sí, ya sea
para salvación o para juicio.
Estos valores son la vida de Jesús en nosotros, extraída de la vida de Su Padre,
reflejada por la vida del Espíritu Santo en aquellos que somos seguidores de Jesucristo;
la Trinidad trabaja en armonía para poner esto en evidencia en nosotros, esta es la vida
como Dios la diseñó desde el principio.
En lo personal acepto con gusto todos los puntos de doctrina que acabo de mencionar,
pero este libro trata sobre la historia simple de salvación y cómo debe ser vivida por
cada creyente. Desde Génesis hasta Apocalipsis, vemos a Dios actuando para traer
misericordia a las personas que creó en el lugar que Él designo para ellos. No hay
duda, Dios tiene una misión de redención que se llevará a cabo a lo largo de la historia
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humana hasta que finalmente llegue el juicio prometido al principio (Génesis 3:15; 2 Ped.
3: 7-10).
De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he
aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió
consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en
Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus
pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos
embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os
rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. (2 Cor. 5: 17-20)
Para ver a las personas reconciliadas con Dios hoy, el Señor ha creado la iglesia y ha
enviado a cada creyente a unirse a Él en esta misión; los creyentes en Jesucristo
debemos contar esta historia de misericordia, como el Señor mismo dejó en claro en
Mateo 28: 18-20:
Me ha sido dada toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan
discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado a ustedes. Y he
aquí, estoy con ustedes siempre, hasta el final.
vi un cielo nuevo y una nueva tierra, porque el cielo y la primera tierra habían pasado,
y el cielo ya no existía. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo
de Dios, preparada como una esposa adornado para su esposo. Y oí una gran voz
desde el trono que decía: "He aquí, la morada de Dios está con el hombre. Él morará con
ellos, y serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios". (Apocalipsis 21:
1-3)
Sin embargo, mientras estemos aquí en esta tierra, debemos vivir y proclamar este
mensaje de misericordia:
Ya que todas estas cosas deben ser disueltas, ¿qué clase de personas deben ser
ustedes en vidas de santidad y divinidad?, esperando y apresurando la venida del día de
Dios, a causa del cual los cielos se prenderán fuego y se disolverán, y los cuerpos
celestes se derretirán al arder. Pero de acuerdo con su promesa, estamos esperando
cielos nuevos y tierra nueva en los que mora la justicia. (2 Ped. 3: 11-13)
Debemos vivir nuestras vidas, la suma total de ellas, como personas que conocen el
final de los siglos. Este libro es un intento de mostrar que el comienzo de la historia de
Dios es tan importante como el final y establece la semilla para comprender toda la
historia.
Dios se ha ofrecido gentilmente para sanar la rebelión de la humanidad y construir una
nueva vida en nosotros: la luz de su justicia que diseñó en la creación, que ahora se ve
claramente en Su Hijo, Jesucristo. Este es el mensaje que debemos escuchar:
debemos trabajar con él, mientras él trabaja para restaurar la creación para Él mismo.
en el relato de la creación donde vemos el diseño divino que Dios estableció dentro del
hombre.
Este diseño, es la base de la relación de Dios con los hombres y las mujeres a lo largo
de toda la historia bíblica. La Biblia no nos cuenta todos los detalles de la historia.
Génesis 1- 3 lo da por hecho (y realmente hasta Génesis 12), es una narración tan
completa de la historia que comienza cuando Dios pensó que necesitábamos para que
pudiéramos entender su diseño.
Sin embargo, quiero ver este pasaje a través de un prisma biográfico, encontrando en él
la esencia de toda la historia de la Biblia: la historia de Dios actuando unilateralmente
para restaurar la creación.
En Génesis 1, Dios preparó el escenario para la historia: "En el principio. Dios creó"
(Génesis 1: 1). Encontramos este proceso de creación más plenamente explicado por
Juan en las palabras iniciales de su evangelio cuando dice de Jesús: "En el principio era
el Verbo, y ... todas las cosas por él fueron hechas" (Juan 1: 1-3). Así que al principio
existían el cielo y la tierra; en la escena estaba la luz, luego la separación de la luz de la
oscuridad durante el día y la noche, luego la separación de las aguas, y luego la
creación de vegetación, frutas y animales. En cada uno de los diversos tipos de plantas
y animales, Dios puso la semilla de la multiplicación. Finalmente, sobre este vasto
escenario, inmenso para nosotros, pero pequeño para Dios, llegó el hombre.
nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza" (Gn. 1:26). Nada más en la creación
de Dios se dice que está hecho a imagen y semejanza de Dios mismo. Dios hizo a la
humanidad, masculina y femenina, a diferencia de todo lo demás en el universo: las
estrellas, la tierra, la vegetación y el mundo animal.
Las personas son como Dios en al menos dos formas. Primero, somos como Él en
nuestra capacidad para relacionarnos con otros seres, diseñados para tener una
relación. Esto responde a una pregunta que toda persona desde el principio de los
tiempos ha tenido, ya sea consciente o inconscientemente: ¿quién soy? En última
instancia, Dios nos diseñó para relacionarnos con Él, para ser amados por Él y amarlo a
Él a cambio. ¿Quiénes somos? Somos suyos; le pertenecemos.
Adán representó a Dios administrando los recursos que Dios le había dado: el jardín en
el que Dios lo había puesto y los animales que Dios había creado y traído a él:
Dios les dijo: "Sean fructíferos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla, y tener
dominio sobre los peces del sobre el mar y sobre las aves del cielo y sobre todo ser
viviente que se mueve sobre la tierra. "El SEÑOR Dios tomó al hombre y a él en el huerto
del Edén para trabajar, y cuidarlo (Gén. 1:28; 2:15)
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El SEÑOR Dios había formado todo animal del campo y toda ave de los cielos y se los
había traído al hombre para ver cómo los llamaría. Y como el hombre llamaba a todo ser
viviente, ese era su nombre. El hombre puso nombre a todo ganado y a las aves del
cielo y a toda bestia del campo. (Génesis 2: 19-20)
Demostrando el diseño divino inherente de esta doble semejanza con Dios, la ley
mosaica reitera el principio:
"Oye, oh israel: el SEÑOR nuestro Dios, el SEÑOR uno es. Amarás al SEÑOR tu Dios
con con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas "(Deut. 6: 4-5).
La ley buscaba poner a Israel en una relación con Dios, su Creador, protector y
sustentador. Luego, una vez establecida la relación con Dios, Israel debía representarlo
ante quienes los rodeaban:
Jesús dijo lo mismo. Cuando se le pidió que diera su valoración de la ley más
importante dada a Israel, él retrocedio, creo que no solo basándose en estos dos
pasajes de la ley mosaica, sino desde el comienzo de la historia humana cuando Dios
creó a Adán y Eva en primer lugar y respondió con el diseño divino:
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.
Este es el gran y primer mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo
como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.
(Mat. 22: 37-40)
Si bien Dios no responde todas las preguntas que podamos tener sobre nuestra
existencia, nos dice lo suficiente en Génesis 1-3 para darnos la dignidad de ser,
relacionarnos, reproducirnos y crear. Fuimos creados para relacionarnos con Dios y
representarlo en el lugar que Él creó para cada uno de nosotros.
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Todas las expresiones de la vida humana fluyen de estos dos principios y son definidas
y enriquecidas por ellos.
Interdependencia
Un aspecto principal del diseño divino, visto tanto en nuestra relación con Dios como en
nuestra representación de Él ante los demás, es la interdependencia.
Al ser creados a la imagen de Dios, debemos ser como Él en nuestras relaciones con
otras personas. En la creación, esta interdependencia fue obra de la trinidad, Padre,
Hijo y Espíritu Santo:
Vemos este diseño divino del Dios trino. actuando en interdependencia a menudo a lo
largo de la Escritura (por ejemplo, 2 Cor. 1: 21-22; 13:14) - la misma esencia, el mismo
ser, pero compuesto de tres diferentes personas, cada una con roles diferentes.
El SEÑOR Dios dijo: "No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para
él". Y el SEÑOR Dios formó de la tierra todos los animales del cielo y todas las aves de
los cielos. no se encontró un ayudante adecuado para él. (Génesis 2: 18-20)
Pero para Adán allí Entonces, poniendo a Adán en un sueño profundo, Dios creó a Eva.
No la hizo a partir de algo nuevo o de algo más en la creación, sino del mismo Adán, de
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una costilla de su costado. Al despertar. Adán reconoció de inmediato que Eva era
como él, pero no completamente como él.
"Entonces el hombre dijo: Esto al fin son huesos de hueso y carne de mi carne; se
llamará Mujer, porque del Hombre fue sacada" (Gén. 2:23).
Los hombres y las mujeres fueron, desde el principio, diseñados para ser socios en todo
lo que Dios ha diseñado para que Su creación humana logre en misión con Él. Tanto el
hombre como la mujer están destinados a buscar una relación con Dios a través de Su
Palabra y a través del Espíritu Santo que mora en nosotros y en esa búsqueda diaria
respondería a Dios en obediencia.
El hombre y la mujer juntos deben representar a Dios. Dios le proporciona a cada uno
de ellos características y dones dados por el Espíritu para usarlos de manera
independiente y en un esfuerzo unificado para administrar los recursos que Él les da y
reflejar a Dios en el mundo que los rodea.
Cuando Dios creó a Adán y Eva, los creó con una justicia incondicional. Es decir, Adán
y Eva fueron creados con rectitud, pero se les dio la opción de vivir en obediencia a
Dios, confirmando su justicia o en desobediencia a Dios lo cual les conduciría a la
injusticia y la separación de Dios. En Génesis 3 vemos su elección y su falta de
obediencia, debido a la desobediencia de Adán y Eva vino la subsecuente transmisión
de una naturaleza pecaminosa a sus descendientes, y por lo tanto el diseño divino de
Dios fue distorcionado.
"Maldita será la tierra por tu causa, con dolor comerás de ella todos los días de tu vida”
Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro
comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo
eres, y al polvo volverás."(Génesis 3:17-19
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" Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos;
y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti” (Génesis 3:16).
de la rebeldía que se regocija en el pecado quedo revelada. Dios no fue el autor del
pecado, pero Él permitió que exista y aparecer a veces para florecer dentro de sus
últimos diseños. El primer pecado fue cuando Satanás apareció en escena en Génesis
hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de
Pero el segundo pecado fue el de Adán y Eva. El mismo tipo de orgullo que impulsó a
usó la lucha inherente dentro del hombre y la mujer para incitarles a rechazar la
Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios
había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: ¿No comáis de todo árbol
del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto
podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No
comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer:
No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros
ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno
para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría;
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y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió, así como ella.
Génesis 3:1-6
Adán y Eva ciertamente descubrieron una cualidad oculta del fruto. Más importante aún,
inocencia que había venido con su anterior obediencia voluntaria a Dios--sus designios,
Separados de la presencia de Dios por su propia elección, Adán y Eva fueron removidos
del jardín de la presencia y provisión de Dios y se les hizo caminar en un mundo ahora
hostil a los designios de Dios. Todavía se relacionarían con Dios, pero no tan
casualmente como lo habían hecho en el Edén. Al final, morirían, volviendo al polvo del
"Con el sudor de tu frente comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella
puerta para ponerlos bajo su control de rebelión. Esta dolorosa realidad también sería
Adán, resultando en la destrucción del diseño divino de Dios en todos los hombres y
Satanás, inició el proceso de la victoria final en la misión que Dios tomó sobre sí mismo.
Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las
bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás
todos los días de tu vida. Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la
simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
Génesis 3: 14-15,
El escenario de la historia estaba listo. Debido a esta promesa, Dios daría a luz al
pueblo a alguien a través del cual demostraría su gloria, justicia y salvación, el más
importante de quien sería su propio Hijo, el cual aplastaría la cabeza del enemigo, y los
establecería en sus respectivos lugares.
Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la
muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. Pues antes
de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado.
No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la
manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir. Pero el don
no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los
muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia
de un hombre, Jesucristo. Romanos 5:12-15
Sin embargo, con el tiempo, esta restauración del diseño divino culminará en una
salvación final de este mundo injusto en un mundo de justicia.
¿Cómo, entonces, se llevará a cabo este designio divino en la vida de los hijos de
Dios?
En primer lugar, la autoridad de las Escrituras debe ser nuestra primera y única
regla de fe, ya que proviene y es activamente preservada por un Dios fiel y soberano.
De la Biblia entendemos todo lo necesario para vivir en este mundo.
Génesis 1-12 contiene todas las palabras que Dios pensó que necesitábamos
para poder comprender los orígenes de este universo y, lo que es más importante,
nuestros propios orígenes.
Donde esta historia se diferencia de las nociones populares del mundo en que
vivimos, el pueblo de Dios debe apoyarse en la revelación dada por Dios. Por supuesto,
creceremos continuamente en nuestra comprensión de esas palabras, pero debemos
rechazar las ideologías claramente incompatibles con la verdad revelada en la escritura
y preservada por el Espíritu de Dios a lo largo de las edades de la historia humana.
Dios creó el mundo tal como la biblia lo afirma. Cuánto tiempo tomó, las formas
en que Él lo moldeó en su forma final, y un M pg un apdt tupolho para que usualmente
demuestre que fueron creados a partir de Su genio y que deben ser apreciados y
comprendidos dentro de esos límites, Dios también creó Adán y Eva: no hay indicios de
que hayan evolucionado de otras cosas que Dios creó, incluido el mundo animal. Él
creó a la humanidad, tanto masculina como femenina, en Su imaginación, mientras que
Dios creó a todos los hombres y mujeres a la imagen y semejanza del Dios viviente,
debido a la caída, todos recibimos de Adán y Eva una naturaleza corrupta, y así la
imagen de Dios en nosotros está muy dañada. Como resultado, la relación de la
humanidad con Dios; nuestra representación de Dios; ¡Y la interdependencia entre
marido y mujer, miembros de la familia y toda la sociedad están todos afectados!
La justicia que Dios quiso para nosotros, sin embargo, puede ser restaurada en el
Hijo de Dios, Jesucristo, quien nació como hombre de mujer pero permaneció como DIos
en una naturaleza incorrupta. Cuando recibimos el perdón de los pecados a través de
Cristo, Dios nos cuenta como justos y comenzamos una relación con Dios y una
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Nuestro llamado principal como seguidores de Cristo es por él, para él y para él
[relación). En primer lugar, estamos llamados a Alguien (Dios), no a algo (como la
maternidad, la política o la enseñanza) o a algún lugar (como el centro de la ciudad o
Mongolia exterior). Nuestro llamado secundario, considerando quién es Dios como
soberano, es que todos, en todas partes y en todo, piensen, hablen, vivan y actúen
enteramente por él (representación). Por tanto, podemos decir con propiedad, como una
cuestión secundaria, que estamos llamados a hacer del hogar o al ejercicio de la
abogacía o de la historia del arte. Pero estas y otras cosas son siempre el llamado
secundario, nunca el primario. Son "llamamientos" más que "llamamientos". Son
nuestra respuesta personal al discurso de Dios, nuestra respuesta al llamado de Dios.
Los llamamientos secundarios son importantes, pero solo porque el llamamiento principal
es lo más importante.
CAPÍTULO 2
20
En Juan 8:25 los Fariseos, los líderes religiosos judíos, le hicieron una pregunta
crucial a Jesús: "¿Quién eres tú?" Las palabras de Jesús en torno a esa pregunta
revelan la naturaleza histórica y teológica del evangelio: "No me conocéis a mí ni a mi
Padre. Si me conocieseis, también conoceríais a mi Padre" (Juan 8:19). Aquellos que
piensan que conocen a Dios el Padre sin haber puesto su fe y confianza en Jesús, no
reconocen la naturaleza y el carácter divinos de Jesús. ¡Es solo abrazando la verdad
acerca de Jesucristo que somos liberados del pecado y restaurados al diseño divino!
¿Cuál fue exactamente el diseño de Dios cuando nos creó a la imagen de Dios?
Ya hemos mencionado que tenemos la capacidad de tener una relación con Dios y
representarlo. Pero vamos a encarnar esto más allá. ¿Qué hace que los hombres y las
mujeres sean específicamente distintos del resto de la creación de Dios?
creativas tenemos la capacidad de apreciar lo que otros han creado --apreciar el color,
las distinciones y otras cosas. Porque apreciamos y entendemos a los demás, podemos
mostrar preocupación o tener compasión y empatía hacia las personas. Podemos
producir pensamiento racional, podemos pensar las cosas lógicamente. Sentimos y por
lo tanto podemos mostrar expresión; es decir, tenemos y mostramos emociones.
Podemos pensar, relacionarnos, crear y, por tanto, gobernar, o gestionar cosas y
personas.
Pero no toda esperanza está perdida. Debido a la promesa hecha por Dios en
Génesis 3:15 de que su " Simiente "aplastaría al enemigo, Jesús vino a la Tierra en la
plenitud de los tiempos y, por Su muerte en la cruz y Su resurrección de entre los
muertos, aplastó la cabeza de la serpiente. Debido a Su sacrificio por nuestro pecado y
victoria sobre la muerte, podemos ser regenerados en la muerte, sepultura y
resurrección de Jesús y restaurados a la imagen que Dios quiso que tuviéramos
cuando creó al hombre por primera vez: "Fuimos, pues, sepultados con él Jesús] por el
bautismo en la muerte, a fin de que, así como Cristo resucitó de entre los muertos por la
gloria del Padre, nosotros también andemos en novedad de vida "(Rom. 6: 4-7).
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Los restos del pecado que tenemos debido a nuestra semejanza en la carne con
adán, ahora debe ser dominado por nuestra semejanza recién creada con Jesús:
considérense muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.
No permitas, pues, que el pecado reine en tu cuerpo mortal para hacerte obedecer sus
pasiones. No presenten a sus miembros al pecado como instrumentos de injusticia, sino
preséntense a Dios como los que han sido traídos de la muerte a la vida y la justicia. ¡sus
miembros a Dios como instrumentos para alabar a Dios! (Romanos 6: 11-13)
Como creyentes en Cristo, ahora tenemos un gran aprecio por todas las cosas.
Pablo dice que él aprendió que como creyentes debemos dar gracias en todas las cosas
y que en todas las circunstancias (ver Fil. 4: 4-7, 10-13).
Pablo escribió que nada nos puede separar del amor de Dios; él había probado
las cosas que Dios hizo en Jesús a favor nuestro y llegó a esa conclusión (Rom. 8).
Jesús dijo que nadie puede arrebatarnos de su mano; que, si Dios se preocupa por
cosas tan pequeñas como los lirios y los pájaros, ¿no se preocupará (pensará en
nosotros y proveerá) por nosotros? (Mateo 6:25-30)
Los gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y sus grandes ejercen autoridad
sobre ellos. No será así entre ustedes. Pero el que quiera ser grande entre ustedes
debe ser su servidor, y el que quiera ser el primero entre ustedes debe ser su esclavo,
así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida
en rescate (Mat. 20: 25-28)
En Cristo hemos renovado la invención. Pablo dice que todo lo que hacemos (un
aspecto de la invención) debe ser hecho para la gloria de Dios, a través de la lente del
servicio a Dios (Efesios 6: 5-9), y Jesús dice que en nuestro camino debemos
hacer discípulos (Mateo 28: 18-20)
Toda esta restauración de la imagen de Dios es posible para el nuevo hijo de Dios
debido a las nuevas personas en las que nos hemos convertido debido a la muerte,
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sepultura y resurrección de Jesús nuestro Salvador. Hemos sido liberados del dominio
del pecado: "A libertad hemos sido llamados; estad firmes, y no se sometan otra vez al
yugo de esclavitud" (Gálatas 5: 1), porque la semilla de Cristo ahora está plantada
en nosotros, podemos ser hechos por el Espíritu en el pueblo que Dios nuestro Padre ha
querido que seamos: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre celestial es
perfecto" (Mat. 5:48).
La restauración es un proceso
Vemos esta imagen cada vez mayor de Dios en nuestros cuerpos eclesiásticos, a
medida que vemos a personas madurar en el fruto del Espíritu y cosas como la
amargura, el chisme, la envidia desaparece de la vida del cuerpo local; lo vemos en
nuestros lugares de trabajo, mientras los cristianos trabajan como para Dios en sus
vidas diarias y reflejan Su gloria en sus tratos con otras personas.
cosas eternas y a liberar nuestros bienes para beneficio de los demás. Se refleja en
nuestras últimas expectativas, a medida que maduramos en nuestra comprensión del
hecho de que somos peregrinos en este mundo marcado por el pecado, no residentes
de él. La naturaleza progresiva de la imagen restaurada de Dios en nosotros mientras
trabajamos activamente y esperamos la restauración completa del reino que Dios diseñó
para Sus hijos desde el principio. Para el hijo de Dios, un día los remanentes de nuestra
semejanza con el pecador Adán serán dejados atrás cuando salgamos de este mundo a
un mundo nuevo que Dios creará libre de pecado:
En ese día también será restaurada nuestra capacidad de administrar la tierra con
plena justicia (Rom. 8: 19-21). Pero hasta ese día, el proceso del de la restauración de
la imagen de Dios en nosotros es de importancia central cuando "nos vestimos del
nuevo yo, creado a semejanza de Dios en verdadera justicia y santidad" (Efesios 4:24).
Este nuevo yo confinado a nuestros cuerpos pecadores, es capaz de vivir en Dios
esperando que lo haga, tanto de una manera antigua como de una nueva (ver Romanos
6), en el sentido de cómo Dios nos creó para ser antes de la caída. y nuevo en el
sentido de que hemos sido restaurados a la imagen de Dios en Jesucristo, el postrer
Adán. El desarrollo de esta nueva vida es el enfoque esencial del Espíritu Santo que
ahora vive con nosotros.
demostramos la imagen de Dios tal como Él la creó y como Él quiere que sea para
aquellos que se someterán a la muerte, sepultura y la resurrección de Jesucristo.
CAPÍTULO 3
Ya que la imagen de Dios ahora nos ha sido restaurada, el camino de la relación con
Dios está nuevamente abierto para nosotros. Esto responde a nuestras preguntas más
profundas de identidad, porque quiénes somos se basa en ser amados por Dios y
amarlo a Él a cambio. El clamor del salmista a Dios en el Salmo 40 expresa el anhelo
de entrar en una relación cada vez más profunda con Dios nuestro Padre:
Sin embargo, con demasiada frecuencia, incluso para aquellos de nosotros que
deseamos una relación más profunda con Dios, el mundo que nos rodea sirve como un
narcótico cada vez mayor. Quizás la cultura en la que vivimos es más pecaminosa que
las generaciones pasadas, o tal vez simplemente a través de la proliferación de los
medios de comunicación el pecado se ha vuelto más presente y accesible, pero me
parece que cada vez más cristianos están experimentando crisis de relación con Dios.
En 1742, el erudito en lengua griega John Bengel observó una razón para este
problema:
Algunos de esos creyentes que caen en pecado son, en el mejor de los casos,
nominales. Quizás sean ellos a quienes Jesús se refiere en Mateo 7:23 cuando dice:
"Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad". Practican formas de
cristianismo, pero no demuestran nada de la transformación o el poder prometido por
Jesús. El mayor peligro de estas personas para la vida de la iglesia hoy es que
permanecen en ella y son parte de ella. Donde alguna vez los habíamos visto solo en
iglesias liberales, hoy llenan muchas iglesias evangélicas.
Otros cristianos desean genuinamente una relación más profunda con Dios, pero se
preocupan, se sienten atraídos por el opio de la cultura. Su recompensa es una
creciente sensación de sequedad hacia las Escrituras que aún consideran verdaderas.
Para estos creyentes, es necesaria una nueva evaluación de sus vidas y expectativas
si Queremos experimentar algo más que las formas de cristianismo que ofrecen los
programas de muchas iglesias.
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Aquí es donde debe comenzar la intimidad con Dios: la reconciliación con Dios a
través de Su Hijo. Este es el primer llamado de la Escritura. La reconciliación con Dios,
la restauración del diseño divino, es el mensaje de las Escrituras. Es inherente a
Génesis 1-3. El hombre nació dentro de una relación con Dios diferente a cualquier otro
ser en la creación de Dios; el pecado nos alejó de Dios, pero ahora en Jesús, el postrer
Adán, el propósito original por el cual Dios nos creó puede ser restaurado.
para nuestra vida diaria porque traemos el pecado a nuestro caminar con Dios. Sí,
todos los resultados judiciales de nuestro pecado fueron tratados para siempre en la
muerte, sepultura y resurrección de Jesús; sin embargo, hasta que muramos y vayamos
a estar con Él o Él regrese, el residuo de nuestro ser pecaminoso, que permanece en los
miembros de nuestro cuerpo, como Pablo explica en Romanos 6, libra una batalla contra
la profundidad de la relación con Dios planeada para nosotros cuando nos hizo.
Ese pecado estropea nuestra vida diaria mientras luchamos contra los celos, el
chisme, la calumnia y otros pecados. Estas cualidades dañan nuestras relaciones con
otras personas, y cuanto más tiempo dominan nuestras vidas, más cicatrices nos
producen. Pero Dios tiene un remedio para las cicatrices de hoy y el daño del pasado.
Podríamos desear que en el momento de la salvación, todos los daños pasados fueran
borrados y la superación del pecado se convirtiera en la norma inmediata. Pero ese no
es el caso ni siquiera la promesa de Dios. Como en cualquier relación, mantener y
fortalecer nuestra relación con Dios exige disciplina. Veo al menos cuatro disciplinas
imperativas defendidas en las Escrituras que ayudan a fortalecer nuestro deseo de una
relación más profunda con Dios.
Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada
de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de
los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón. Ninguna cosa creada
escapa a la vista de Dios. Todo está al descubierto, expuesto a los ojos de aquel a quien
hemos de rendir cuentas. (Heb. 4: 12-13, NVI)
La Palabra de Dios está viva e inspirada por Dios, y por lo tanto puede estar
continuamente activa en las vidas de quienes acceden a ella. La simple lectura de la
Palabra de Dios planta una semilla activa en el corazón y la mente del lector, y esa
semilla está destinada a crecer. En el incrédulo, puede conducir a la convicción, el
arrepentimiento y la salvación. Esto puede suceder y sucede a menudo, incluso con una
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participación mínima de cualquier otra persona. Esta misma obra regenerativa continúa
para aquellos de nosotros que ya hemos sido reconciliados con Dios y ahora
necesitamos construir nuestra relación con Él. La ingesta constante de la Palabra de
Dios mediante la lectura y el estudio planta semillas que liberan actividad espiritual
dentro de nuestras vidas. El escritor de hebreos deja en claro que el efecto acumulativo
de esa actividad es la exposición de nuestro verdadero yo. Nos permite vernos a
nosotros mismos como personas pecaminosas e imperfectas; coyunturas y tuétanos,
alma y espíritu quedan al descubierto.
Nuestra relación con Dios es algo vivo. Al leer la Palabra de Dios, no logramos
una base de conocimiento que nos permita ignorar el tiempo que pasamos con Dios en
Su Palabra; no nutrir esta disciplina más básica es retroceder en nuestra relación con
Dios. La verdad y el conocimiento de las Escrituras son de vital importancia en nuestra
relación con Dios, pero no reemplazarán la importancia de la relación en sí. Además, la
verdad por sí sola no protegerá la vitalidad que Dios nos ofrece si no se nutre en un
tiempo íntimo con nuestro Padre celestial. Empiezo cada día con la guía del Espíritu
Santo a medida que usa la Palabra de Dios que se ha plantado en mi mente a lo largo
del tiempo, así como cualquier escritura en particular que leí ese día para dirigirme en
los lugares y las relaciones que Él quiere. Es como si los de mi vida espiritual fueran
limpiados cada mañana como yo en Su Palabra.
El silencio
"El SEÑOR peleará por ustedes; sólo necesitan estar quietos" (NVI).
"Estad quietos ante el SEÑOR y espéralo con paciencia; no te inquietes cuando la gente
triunfe en sus caminos" (NVI)
y en el Salmo 46:10,
El silencio es una elección. Es elegir apagar el ruido del mundo que nos rodea
que siempre clama por nuestra atención. Hay momentos y lugares para la televisión, la
radio, las redes sociales, el próximo libro y la gente. Pero la profundidad del
pensamiento y la reflexión que nuestras almas desesperadamente necesita comenzar a
encontrarlas, cuando aprendamos a elegir y practicar el silencio.
En silencio descubrimos nuevas alegrías. Por ejemplo, las palabras que hemos
plantado en nuestro corazón a través de la disciplina de leer la Palabra de Dios tienen la
oportunidad de inundar nuestros corazones y mentes con nuevo vigor y significado en el
silencio. Nuevas confesiones que Dios quiere que hagamos pueden llamar la atención.
Sobre todo, a través del silencio, nos cautiva los deseos de la presencia de Dios. No he
encontrado la manera de entrar en el misterio de la relación con Dios sin practicar la
disciplina del silencio. Podemos encontrar todo tipo de motivos y excusas para no
practicar esta disciplina, pero el silencio es una elección. Nuestras vidas seguirán
siendo incompletas con respecto al diseño de Dios para nuestra relación con Él hasta
que aprendamos a practicar períodos regulares de silencio.
Soledad
encontramos a Jesús eligiendo estar solo: "Se retiró de allí en una barca a un lugar
desolado para él solo". Si Jesús buscó la soledad, ¿no es necesaria para nosotros? Si
hemos sido seducidos a fallar en forjar tiempos de escuchar a Dios en Su Palabra, el
problema puede ser que realmente no queremos estar solos con nosotros mismos. ¿Es
el miedo al autodescubrimiento una de las cosas que nos impiden desear la soledad?
Nuestra cultura reina suprema en mantenernos lo suficientemente ocupados como para
garantizar que no tendremos tiempo para estar solos y tranquilos, pero nuestra cultura
no es más que humo y espejos, una mera perturbación y distracción de las disciplinas
del silencio y la soledad. En la soledad hay espacio tanto para el silencio como para la
escucha activa de Dios en su Palabra. En la soledad se nos recuerda la brevedad y la
temporalidad de nuestras vidas en este planeta.
Más importante aún, se nos recuerda que no fuimos creados para este mundo,
que está dominado por los efectos del pecado. El mundo que Dios creó para nosotros
en Génesis 1 es para el que fuimos creados, y es aquel al que seremos restaurados. La
soledad proporciona momentos muy necesarios para restablecer el equilibrio de
nuestras vidas. Pero sobre todo, en la soledad descubrimos que no estamos realmente
solos. Dios está ahí.
Sumisión
Todos hemos tenido padres humanos que nos disciplinaron y los respetamos por ello.
¡Cuánto más debemos someternos al Padre de los espíritus y vivir! (Heb. 12: 9, NVI)
Durante los días de la vida de Jesús en la tierra, ofreció oraciones y peticiones con
fervientes llantos y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado debido a
su reverente sumisión. Aunque era hijo, aprendió la obediencia por lo que sufrió. (Heb.
5: 7-8, NVI)
afirma el salmista (Sal. 139: 13-14); y además, si el Creador tiene derecho a esperar que
la creación responda a su amorosa sabiduría, entonces, ¿cómo no podríamos esperar
que la sumisión incondicional y voluntaria a Él sea una consecuencia natural de nuestra
relación con Él?
El mundo que nos rodea y la carne dentro de nosotros, ambos agitados por
Satanás y los enemigos de Dios, conspiran para evitar que tengamos relación con el
Padre celestial. Pero a lo largo de miles de años, muchos han estado dispuestos a
correr el riesgo de tener una relación con Dios, y se ha evidenciado en ellos, vidas de
devoción a las Escrituras, silencio, soledad y sumisión. La invitación está vigente:
¡abandonémonos a Dios!
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Capítulo 4
Gracias a la riqueza continua de nuestra relación con Él, Dios nos ha creado para
representarlo. En el principio, Dios creó a Adán y Eva, a diferencia de cualquier otra
cosa en Su creación, para que estuvieran en relación con Él. Jesús describió esta
relación como amar al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón, alma y mente.
Esta es la naturaleza misma de la vida humana tal como Dios la diseñó al principio.
Relacionarnos con él es el primer llamado que Dios pone en nuestras vidas; y del
llamado a la relación con él, surge el llamado al servicio o la representación de él. Este
llamado a representar a Dios en el mundo que nos rodea es en realidad una invitación
de Él a participar en Su misión de restaurar la creación con Él mismo. Nuestra
representación de Dios se expresa de múltiples formas, pero la vivimos principalmente
en nuestra mayordomía de la creación de Dios y a través de nuestra creciente santidad
a medida que crecemos en relación con Dios. Ambos medios son un reflejo de la
imagen y semejanza de Dios con el mundo que nos rodea.
Al principio, Adán representó a Dios cuidando el jardín que Dios había creado para que
él viviera y nombrando a los animales. A Adán y Eva se les dio dominio sobre toda la
creación. Debían ejercer autoridad, no una autoridad inherente a ellos, sino la autoridad
de Dios que los había llamado para representarlo a Él en y entre Su creación.
Al igual que con la relación, este diseño divino de representar a Dios requiere que
hombres y mujeres lo abrazen y respondan a él. pero el fracaso de Adán y Eva en hacer
esto estropeó la intención original de representación de Dios. Cruzaron los límites de
Dios al ejercer Su autoridad sobre la creación, eligiendo en cambio sus propios deseos y
así estropeando la imagen de Dios en hombres y mujeres y corrompiendo el llamado de
Dios en nuestras vidas. En lugar de representar fielmente a Dios sometiendo y
multiplicando la tierra según Su diseño. Adán y Eva buscaron egoístamente ser como
Dios en formas que Él no había diseñado ni concedido. Creyeron la mentira de Satanás
de que la sabiduría que obtendrían al comer la fruta les daría la igualdad con Dios.
Pero incluso aquellos de nosotros que somos redimidos y restaurados por medio
del Hijo de Dios no vivimos plenamente el propósito de Dios para nuestras vidas. La
imagen de Dios está madurando progresivamente en nuestras vidas a medida que
aprendemos a someternos a la voluntad del Padre y le damos al Espíritu Santo que
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murió toda la carne que se movía sobre la tierra, pájaros, ganado. bestias,
todas las criaturas enjambres que pululan sobre la tierra, y toda la humanidad.
Todo en la tierra seca en cuyas narices estaba el aliento de la vida murió. Él
borró todo ser viviente que había sobre la faz de la tierra, el hombre y los
animales, los reptiles y las aves del cielo. Fueron borrados de la tierra. Solo
quedó Noé y los que estaban con él en el arca. (Génesis 7: 21-23)
La creación espera con gran anhelo la revelación de los hijos de Dios. Porque la
creación fue sometida a la futilidad, no voluntariamente, sino a causa de Aquel
que la sometió, con la esperanza de que la creación misma sea liberada de su
esclavitud a la corrupción y obtenga la libertad de la gloria de los hijos de Dios.
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mío" (Levítico 20:26). La representación de Dios por parte de Israel sería una
bendición para los Las naciones, que lo verían a Él y a Sus designios en el
pueblo de Dios. Como resultado, las naciones serían atraídas a Dios y
bendecidas por Él. Como Dios le dijo a Abeaham: "En tu descendencia serán
benditas todas las naciones de la tierra, porque tú han obedecido mi voz "La
gloria de Dios también se podía ver en el obediente cumplimiento de la ley por
parte de su pueblo. Sus palabras eran ligeras y debían ser "devoradas" para que
Israel, a su vez, pudiera tener vida. Las naciones, al ver esta vida, serían atraídas
a Dios y llegarían a comprender cómo Él había elegido y preservado. y dio vida a
su pueblo para que otros también le dieran gloria. El salmista escribió sobre
Isracl:
Así es para el pueblo de Dios de hoy que ha sido llamado de cada tribu, lengua y
nación. Nosotros también debemos mostrar la gloria y santidad de nuestro Padre que es
santo. Peter dice claramente. Hijos enfermos, no os conforméis a las pasiones de
vuestra antigua ignorancia, sino como el que os llamó es santo, vosotros también sed
santos en toda vuestra conducta, como está escrito: Seréis santos, porque yo soy
santo. - Debido a la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo y a la presencia de
Dios en nuestro cuerpo a través del Espíritu Santo, somos capaces de negar las
pasiones de la carne que luchan contra nuestra nueva naturaleza creada a semejanza
de Jesucristo. en rectitud y de vivir vidas que comienzan a deshacer la destrucción del
pecado en la humanidad. Tenemos una creciente capacidad para fielmente 191- U
administrar los bienes que Dios pone en nuestras manos y representarlo en este mundo
a través de elecciones de vida justas. Nuestras vidas deben convertirse cada vez más
en un reflejo de nuestro Padre, cuya "Semilla" ha sido plantada en nosotros (ver Génesis
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3:15) para que podamos ser como Él, tal como Él se ha revelado a través de Su Hijo,
Jesucristo. Como vimos en el capítulo 2 de este libro, esto hace que la norma de Dios
para nosotros sea elevada: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre celestial
es perfecto" (Mat. 5:48). Jesús aclara esta verdad en el Escrmón del Monte, que
examinaremos más adelante. Me gusta pensar en las palabras de Jesús no tanto como
un desafío sino como una promesa. Hemos sido rediseñados por Dios, a través de
Jesús, para ser como Él, tal como Él diseñó a Adán y Eva al principio, y ahora tenemos
la semilla de nuestro Padre celestial. John dice. "Nadie nacido de Dios practica el
pecado, porque la simiente de Dios permanece en él, y no puede seguir pecando porque
ha nacido de Dios" (1 Juan 3: 9). La vida de Dios late dentro de nuestra nueva
naturaleza y podemos obedecer sus diseños a través de las disciplinas y decisiones de
nuestra vida. A medida que lo involucramos con regularidad en Su Palabra, el Espíritu
Santo nos da palabras de recordatorio y maduración. Él nos llama a elegir Sus
definiciones reveladas de la vida en este mundo, revelaciones que demuestran Su gloria
y diseños para Su creación. Debemos elegir constantemente Sus revelaciones y
rechazar los siempre presentes impulsos de la carne que aún operan en los miembros
de nuestro cuerpo. Aunque nuestros cuerpos están muertos a causa del pecado,
nuestros espíritus están vivos con Jesucristo. Al entregar nuestros cuerpos al Espíritu
que vive dentro de nosotros, nos convertimos en instrumentos de la justicia de Dios que
Él quiere expresar en nosotros y por medio de nosotros y podemos considerarnos
"muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús" (Rom. 6 : 11). A pesar de la
rebelión iniciada por Adán y Eva, Dios tiene la intención de cumplir Su diseño creativo
para la carreta y para nosotros. En Cristo, este diseño encuentra tanta expresión y
extensión como lo hará hasta que Dios destruya este mundo a favor de un nuevo mundo
de justicia. Madurando progresivamente en la vida de Cristo Aquellos de nosotros que
somos seguidores de Jesucristo maduramos obedeciendo al Espíritu que está dentro de
nosotros y desafiando la carne que continúa en los miembros de nuestro cuerpo. Pero,
¿qué detiene nuestra complacencia de la carne para que la vida de Cristo, puesta en
nosotros a través del nuevo nacimiento, pueda formarse en nosotros? Recuerda lo que
Dios le dijo a Caín: "El pecado está a la puerta. Su deseo es para ti, pero tú debes
dominarlo" (Génesis 4: 7). En Colosenses 2-3, Pablo describe cómo podemos rechazar
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la obra de la carne y abrazar la victoria diaria disponible para nosotros para que
podamos representar fielmente a Cristo en este mundo. Haber muerto con Cristo es
haber sido liberado de los dictados de la carne y de los reglamentos de la religión. Estos
reglamentos falsos no tienen poder para controlar los impulsos de la carne. Nos hacen
sentir mejor con nosotros mismos de una manera falsa y superficial, pero son impotentes
contra la carne (ver Col. 2: 20-23). Pero en Cristo podemos despojarnos de la carne en
cuanto a su dominio sobre nosotros: con un género falso en él habita corporalmente toda
la plenitud de la deidad, y ha sido llena en él, que es la cabeza de todo gobierno y
autoridad. También en él fuisteis circuncidados con una circuncisión hecha sin manos,
despojándonos del cuerpo de la carne, por la circuncisión de Cristo. (Col. 2: 9-11) noi
Cristo ha hecho lo necesario para restaurar los diseños originales de Dios, restaurarnos
al Padre y darnos una relación con Él una vez más. Esta acción de una vez por todas
da lugar a una implicación diaria: podemos aprender a decir no a los deseos de la carne
y sí a la nueva vida de Dios en nosotros. Si hemos resucitado con Cristo, es natural que
nuestra vida muestre esa verdad. Debemos buscar las cosas de arriba, porque ahí es
donde Cristo está pow Wa mu alh para que nuestras mentes estén llenas de las cosas
del cielo y no dominadas por las cosas de la tierra, porque cuando esta vida termine, es
ese lugar y esa vida lo que heredaremos (ver Col.3: 1- 4). Debido a esta nueva vida
con Cristo, necesitamos diariamente purificar hasta la muerte la vida que heredamos de
Adán y Eva. Esa vida es sencilla y dejará de existir cuando muramos. Está dominado
por todo lo que es antagónico a la justicia que Dios diseñó para nosotros en el principio.
Nuestra nueva vida es restaurada en Jesucristo y será nuestra plena posición en la
eternidad: Por tanto, da muerte a lo terrenal en ti: inmoralidad sexual, impureza, pasión,
malos deseos y codicia, que es idolatría. Por estos motivos viene la ira de Dios. En
estos también caminaste una vez, cuando estabas viviendo en ellos. Pero ahora debes
desecharlos todos: la ira, la ira, la malicia, la calumnia y las palabras obscenas de tu
boca. No se mientan unos a otros, viendo que se han despojado del viejo yo con sus
prácticas y se han puesto el nuevo yo, que se está renovando en conocimiento a imagen
de su creador. Aquí no hay griego y judío, circunciso e incircunciso, bárbaro, escita,
esclavo, libre; pero Cristo es todo, y en todos. (Col. 3: 5-11) 51 Debemos vestirnos y
representar la nueva vida de Jesús vivo en nosotros debido a Su muerte en nuestro
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