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El 20 de marzo de 1988 las partes acordaron rescindir la transacción. Sin embargo, el 5 de abril de
1988, cuando se estaba llevando a cabo una reunión con tal fin, el señor Bueno Alves y su
abogado, el señor Carlos Alberto Pérez Galindo, fueron detenidos y la oficina profesional de éste
fue allanada. Todas estas acciones fueron realizadas por funcionarios de la División de
Defraudaciones y Estafas de la Policía Federal de Argentina, bajo mandato del juzgado a cargo del
proceso penal No. 24.519.
Según la Comisión, el señor Bueno Alves fue objeto de torturas consistentes en, inter alia, golpes
con la mano ahuecada en los oídos, mientras se encontraba en sede policial la madrugada del 6 de
abril de 1988, a fin de que declarase contra sí mismo y su abogado, lo cual fue puesto en
conocimiento del juez de la causa. A consecuencia de estos golpes el señor Bueno Alves
supuestamente sufrió un debilitamiento en la capacidad auditiva del oído derecho y en el sentido
del equilibrio.
La Comisión sostuvo que, con base en la denuncia de torturas realizada el 8 de abril de 1988, se
inició el procedimiento judicial No. 24.079, que culminó sin que se hubiese identificado y
sancionado a los responsables de las torturas. La Comisión alegó denegación de justicia en cuanto
a la protección y a las garantías judiciales requeridas para la investigación y sanción de
responsables.
La Comisión requirió a la Corte que declarara que el Estado es responsable por la violación de los
derechos consagrados en los artículos 5 (derecho a la integridad personal), 8 (derecho a las
garantías judiciales) y 25 (derecho a la protección judicial) de la Convención Americana, en
relación con el artículo 1.1 (Obligación de respetar los derechos) de la misma, en perjuicio del
señor Bueno Alves. Como consecuencia de lo anterior, la Comisión solicitó a la Corte que ordenara
al Estado determinadas medidas de reparación a favor de la presunta víctima y sus familiares.