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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN AGUSTIN

FACULTAD DE DERECHO.

ÉTICA Y POLÍTICA.

AUTORES:
ALVAREZ BARRIOS, EVELYN NICOLE.
GAITAN HOLGUÍN, JONATHAN SMITH.
GUTIÉRREZ CALLAPAZA, DABORS EDSON.
HERCILLA CORNEJO, DANIELA JESUS.
HUACALLO CONDORI, EMILY ARLYN.
YUCRA JOVE, LUIS ALBERTO.

DOCENTE: ELVA EMELINA VILLAR GARNICA.

AREQUIPA - PERÚ
2020
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN 1

CAPÍTULO I 2

1. CONCEPTO DE POLÍTICA 2

1.1. Según Aristóteles 2

1.2. Según Maquiavelo 3

1.3. Según Max Weber 4

1.4. Según Carl Schmitt 6

1.5. Según Norberto Lechner 7

1.6. Según Adela Cortina 8

2. RÉGIMEN POLÍTICO EN LA HISTORIA 9

2.1. La Democracia 9

2.2. Dictadura. 9

3. CONDUCTA POLÍTICA Y PODER 10

3.1. El anhelo de poder 11

3.2. La ética como control de quienes detentan el poder 12

4. FINALIDAD DE LA ACTIVIDAD POLÍTICA 13

4.1. El bien común 13

4.2. El bien común y la administración pública 13

5. EJERCICIO DE LA POLÍTICA EN LA ACTUALIDAD 14

5.1. Las características de la política en la actualidad 15

6. LA CORRUPCIÓN COMO ANTAGÓNICO DE LAS PRINCIPIOS ÉTICOS. 16

6.1. Concepto de Corrupción. 16

6.2. La corrupción en las esferas del poder 17

6.3. Ética y corrupción 17

CAPÍTULO II 19
1. LUIS ALBERTO YUCRA JOVE. 19

2. EVELYN NICOLE ALVAREZ BARRIOS. 21

3. EMILY ARLYN HUACALLO CONDORI. 23

4. JONATHAN SMITH GAITAN HOLGUÍN. 25

5. DABORS EDSON GUTIÉRREZ CALLAPAZA. 27

6. DANIELA JESUS HERCILLA CORNEJO. 29

CAPÍTULO III 31

1. CASO ODEBRECHT 31

CONCLUSIONES 33

BIBLIOGRAFÍA 34
INTRODUCCIÓN

Desde la antigüedad, el bien común ha mantenido una estrecha relación con la política, el
definirlo no ha sido un problema, pues podemos ver el bien común como los asuntos
públicos, el interés general o la razón de Estado, sin embargo, en la práctica ha sido difícil
aplicar la definición que le ha sido otorgado, puesto que el político actúe pensando
únicamente en el bien colectivo es complicado.

La relación entre ética y política en la democracia moderna no deja de ser tensa y peligrosa,
ya que esta última introduce un fuerte relativismo moral que, si bien permite la
coexistencia en un plano de igualdad de las distintas concepciones propias de toda sociedad
compleja, no puede ser sostenido en el campo de la política. Es aquí cuando el poder, al
penetrar la dimensión ética, introduce en ella la más grande distorsión, ya que el discurso
de la ética se convierte en una mera forma de justificación del poder. Esto es lo que hace
que la constante tensión entre ética y política nunca tenga un modo único o, incluso,
satisfactorio de resolución. Sólo la implementación de una lógica argumentativa que parta
del reconocimiento de la precariedad y ambivalencia que se entabla en la relación entre
ética y política puede servir de resguardo ante aquellas distorsiones que, en nombre de la
primera, planteen el riesgo de cercenar desde el poder del estado los espacios de libertad.

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CAPÍTULO I

ASPECTOS TEÓRICOS

1. CONCEPTO DE POLÍTICA

1.1. Según Aristóteles

Para Aristóteles, la política no era un estudio de los estados ideales en forma abstracta,
sino más bien de un examen del modo en que los ideales, las leyes, las costumbres y las
propiedades se interrelacionan en los casos reales. La política es la principal obra en la que
se encuentran sus doctrinas políticas. Dado que, el ser humano únicamente puede alcanzar
su perfección, es decir, su felicidad en sociedad; es tal así que describe al hombre como un
ser político por naturaleza y por tanto es natural que el hombre viva en sociedad. Estudiar
la filosofía política de Aristóteles implica enfrentar un problema filológico muy
importante, ¿debe considerarse la Política como una obra unificada, o debe entendérsela
como dos tratados escritos en momentos diferentes, o alternativamente como una
colección de ensayos políticos escritos en diferentes épocas?1

En la Política, explica el importante rasgo de la justicia que la capacita para mantener la


comunidad política integrada. Una constitución no es solo el orden que determina cómo
asignar el poder político en una polis, sino que también justifica éticamente esa asignación
por medio de una concepción de justicia distributiva inextricablemente unida a ella. Más
aún, una constitución establece cuál es el propósito final o dominante de una comunidad
política. Se trata de una cuestión de naturaleza ética porque tiene que ver con la decisión
de qué juzgan ser una vida buena la comunidad política y sus administradores y qué valores
estiman importantes. “Aristóteles observa que existe consenso en que la justicia
distributiva “debe ser según el valor o mérito en algún sentido”, pero desacuerdo sobre el
criterio o estándar apropiado para medir el mérito que está determinado por las
convicciones políticas de los ciudadanos. Menciona cuatro grupos sociales que tienen
convicciones políticas diversas y que implican cuatro diferentes criterios de valor. Los
demócratas favorecen la libertad; los oligarcas, la riqueza; los aristócratas, la virtud y un
grupo innominado opta por la nobleza de estirpe. Es importante notar que para Aristóteles
los verdaderos aristócratas son quienes sostienen que la virtud es el criterio de valor
apropiado y el abolengo. De esta manera, Aristóteles encuentra cuatro maneras de dar
contenido concreto a los dos principios formales de la justicia distributiva y puede
distinguir entre cuatro concepciones: la democrática, la oligárquica, la aristocrática y una
cuarta innominada”2

Para Aristóteles el cuerpo material del estado es su constitución y de esta forma es en la


que ejerce poder político. Así el Estado procede siempre de la naturaleza, lo mismo que
las primeras asociaciones, cuyo fin último es aquél; porque la naturaleza de una cosa es

1 Rev. filos. vol.73 Santiago oct. 2017


2 Rev. filos. vol.73 Santiago oct. 2017.

2
precisamente su fin, y lo que es cada uno de los seres cuando ha alcanzado su completo
desenvolvimiento se dice que es su naturaleza propia, ya se trate de un hombre, de un
caballo o de una familia. Puede añadirse que este destino y este fin de los seres es para los
mismos el primero de los bienes, y bastarse a sí mismos es, a la vez, un fin y una felicidad.
El hombre ha recibido de la naturaleza las armas de la sabiduría y de la virtud, que debe
emplear sobre todo para combatir las malas pasiones. Sin la virtud es el ser más perverso
y más feroz, porque sólo tiene los arrebatos brutales del amor y del hambre. La justicia es
una necesidad social, porque el derecho es la regla de vida para la asociación política, y la
decisión de lo justo es lo que constituye el derecho.

1.2. Según Maquiavelo

Niccolò Macchiavelli durante toda su infancia y juventud tuvo oportunidad de ver en


primera persona el ejercicio del poder y sus consecuencias: tenía nueve años cuando
Giuliano, el hermano de Lorenzo, fue asesinado por la familia rival de los Pazzi, y durante
los trece años siguientes vería como el señor de Florencia acumulaba el poder en sus manos
y las consecuencias -buenas y malas- que se derivan de ello.

En 1513 empezó su obra más famosa: El príncipe en el que vertió toda la experiencia
adquirida en sus años de política. Aunque hoy es uno de los libros más famosos de la
ciencia política, en su momento no tuvo una buena acogida: se publicó en 1532 -cinco años
después de la muerte de su autor. “'El príncipe' parte de un supuesto simple: toda
comunidad tiene dos polos, el pueblo y los gobernantes, que están en constante conflicto.
Por su formación humanista Maquiavelo se fija en la Antigüedad y distingue entre tres
formas de gobierno: la ideal república, las aceptables por eficaces monarquía o aristocracia
ilustrada y las inaceptables tiranía y oligarquía. Esta distinción no se basa en principios
morales, sino en el modo en el que, a su juicio, se resuelve mejor el conflicto entre el
pueblo y los gobernantes y, por lo tanto, se evita el colapso interno del estado.”

Maquiavelo define la relación gobernante–gobernado; lo económico, por la relación entre


rico y pobre y lo religioso, por la relación de subordinación que tienen los hombres
respecto de los sacerdotes como representantes de Dios en este ámbito, sea cual sea la
religión como relación de poder político.

El príncipe en sí mismo es una recopilación de consejos para lograr la eficiencia en el


comportamiento político del gobernante. Podríamos decir que es, en gran proporción, un
tratado de ética para el político, quien, como hemos visto, choca directamente con las ideas
de la moral cristiana la diferencia entre esta ética de la responsabilidad y la ética religiosa
de la convicción aparece en el momento en que ciertos medios son justificables para
acceder o mantener el poder. Así como el gobernante actúa según sus fines políticos, el
gobernado, al no tenerlos, se preocupara por la bondad de los medios. Como hemos visto,
le habrá de corresponder una ética de la convicción, una moral religiosa. Maquiavelo
diferencia profundamente las funciones sociales del gobernado y del gobernante, hasta el
punto de considerar el imperativo de su acción (su moral) con parámetros diferentes, como
si fuesen naturalmente diferentes. hay valores políticos diferenciados de los valores éticos,

3
más o menos considerados absolutos; la maldad humana y la gestión pública no permiten
que el valor ético se imponga como norma de conducta social, pues destruiría el orden
político y aun la sociedad misma; su consideración como valor ético permanece siempre y
su prescripción es siempre acatada, pero en su uso político su significado cambia con el
contexto: puede permanecer tal cual en la fase de acceso al poder, pero no cuando el
problema es conservarlo; en este caso queda desvirtuado como valor ético, invertido,
neutralizado incluso por la acción política.

La política para Maquiavelo es, por tanto, una técnica de acceso y control del poder, con
lo cual nace efectivamente la política en sentido estricto. Por eso muestra al gobernante:
“el arte de conquistar el poder”, al que identifica como el Estado. Es este arte la política
del gobernante, y ha de estar exento de toda norma. El bien común radica en el poder y en
la fuerza del Estado, y no es subordinable en ningún caso a fines particulares, por muy
sublimes que se consideren. El Estado, en Maquiavelo, es el gran articulador de las
relaciones sociales para garantizar que los hombres vivan en libertad a través de sus leyes.
De esta forma, se logra el bien común, y todo lo que atente contra él puede ser rechazado,
siendo cualquier medio lícito.

En suma, la virtud para Maquiavelo debe aspirar al bien común en este mundo y en esta
vida, no operar sin estimar las consecuencias de los actos, evitar la violencia innecesaria
del tirano despiadado, rechazar la crueldad sistemática y constante, pero saber hacer uso
de ella cuando es necesario. La virtud es ante todo flexibilidad, es saber adaptarse usando
los medios disponibles, consiste en manejar los tiempos, supeditar la táctica a la estrategia
y deshacerse de rígidas convicciones. La virtud es adaptación al medio. Un príncipe
virtuoso es como un centauro, mitad hombre y mitad bestia. Los medios humanos no son
siempre efectivos, a veces, el gobernante debe saber enseñar los colmillos a los enemigos
del pueblo.

La virtud del príncipe le exige en unas ocasiones imitar al león y exhibir su fuerza en un
ejercicio de autoridad y en otras seguir las prácticas del zorro astuto, empleando las
apariencias e incluso el engaño.

1.3. Según Max Weber

En la perspectiva de Max Weber, la política es lucha, la violencia es su medio específico


y la guerra su expresión más sublime. Así y todo, no es posible reducir la perspectiva
weberiana a la de un nacionalismo belicista, debido a que su concepción de lo político
como lucha queda contaminada por la inoculación de un sentido de culpa, que da lugar a
una concepción trágica de lo político. Este artículo se dedica a comprender el concepto de
lo político weberiano, identificando la tensión inherente entre lucha y culpa. Para esto se
interroga -de la mano de Leo Strauss- cómo opera la culpa en la concepción weberiana de
lo político. Luego se rastrea -en una lectura evolutiva- la aparición de la culpa política en
la obra de Weber. Esto permite identificar que el concepto weberiano de lo político
adquiere su carácter trágico en virtud de la adopción de elementos característicos de la
esfera religiosa. De allí se extraen una serie de conclusiones relativas a la obra política de

4
Weber y a la teoría política en general3. Weber sostiene una concepción belicista de la
política, definiéndola de la siguiente manera: "El Estado se ha visto como un único
otorgante del 'derecho' de fuerza física. Por lo tanto, la 'política' en nuestro caso debería
significar la búsqueda de una porción de poder o para influenciar la división de poder ya
sea entre estados, o entre grupos de personas que el estado comprende."4

Los hombres y las naciones luchan por su existencia, y en esa lucha por la existencia no
hay lugar para la paz. La producción y el comercio son otras formas en las que se conduce
esa lucha incesante. Lo que se llama ''paz'' no es más que la apariencia o simulacro que por
momentos adquiere esa batalla permanente. Y lo que se aprende del caso de Prusia
Occidental es que en esta batalla no ganan los más desarrollados sino los más aptos. La
Economía Política y la Ciencia Política definen su sentido en el marco de esta lucha. La
convicción que está en la base de la política, el ideal que otorga valor, sentido y orientación
a la ciencia de la política, la razón de ser de la Ciencia Política, es la razón de Estado.

No obstante, la idea política de Weber gira singularmente pues tiempo después de su libro
Economía Política sostiene que la política económica descansa sobre bases altruistas, pero
que ese altruismo no apunta a las ficciones de paz y felicidad universales, sino que apunta
a la generación futura y a los descendientes. Precisamente, Weber sostiene que, en tanto
ciencia del hombre, la ciencia económica se preocupa por la índole de los hombres que
genera. El concepto de lo político se define en función de la lucha, encontrando en la razón
de Estado su lógica inmanente, en la violencia su medio específico y en la guerra su
manifestación más sublime. En esta línea, la acción política sublime entra en abierta
competencia con la religión, al revestir a la vida mundana de una sacralidad propia, que
puede dar sentido al sufrimiento e incluso a la muerte. Hasta aquí, la culpa aparece como
un elemento específico de la religión, no solo extraño a la esfera política sino incluso en
abierta oposición a ella.

Weber sostiene que la política se basa en virtudes altruistas, La primera virtud política es
la pasión, entendida como entrega apasionada a una causa o ideal. Weber insiste en que la
forma de la política es el arrojo a una causa, y que ese arrojo es una cuestión de fe. Cuando
falta la fe, todo éxito político lleva sobre sí la maldición de la inanidad. Esta forma de la
convicción aparece amenazada por el frío proceder del funcionario, por la estéril excitación
del romántico y por la embriaguez personal del político. El verdadero político no solo debe
evitar caer en la seguridad del funcionario y en las veleidades del romántico: también debe
evitar la deformación profesional que le es específica, a saber, la vanidad, el olvido de su
causa en favor de su embriaguez personal. La segunda virtud es la de la responsabilidad.
Weber la introduce definiéndola en términos de la adecuación de las propias acciones a la
causa o ideal elegido. De mantener esta definición, no habría diferencia práctica alguna

3 NOSETTO, Luciano. Max Weber y el concepto de lo político. La ética guerrera y la necesidad de la culpa.
Estud. Polit. [online]. 2015, n.46, pp.179-196. ISSN 0121-5167.
4 Weber, Max (2015). Weber's Rationalism and Modern Society. Translated and Edited by Tony Waters and

Dagmar Waters (New York: Palgrave Macmillan).

5
entre pasión y responsabilidad. Un político apasionado sería un político que actúa
responsablemente, es decir, respondiendo a su causa.

1.4. Según Carl Schmitt

El objetivo de Schmitt es encontrar un criterio último al cual pueda reconducirse todo


cuanto sea acción política; para esto se vale del símil con otros dominios en los cuales ya
existe un criterio de demarcación que define un campo propio: “supongamos que en el
dominio de lo moral la distinción última es la del bien y el mal; que en lo estético lo es la
de lo bello y lo feo; en lo económico la de lo beneficioso o lo perjudicial”.

De lo anterior, concluye que la distinción política específica, aquella a la que pueden


reducirse todas las acciones y motivos políticos es el criterio de amigo/enemigo. Sin
embargo, seguidamente aclara que dicho criterio no proporciona una definición exhaustiva
ni una descripción del contenido de lo político, pero sí determina o enmarca su concepto.
Amigo/enemigo no es cualquier tipo de relación. No están definidos en nombre de criterios
económicos, morales, estéticos o religiosos, ni obedecen a las instancias psicológicas
privadas donde priman los sentimientos y emociones.

Para Schmitt, el Otro, el extraño, representa una amenaza en cuanto negación óntica del
ser propio: la posibilidad de la muerte obliga a agrupar a los hombres en amigos/enemigos,
y es aquí donde aparece la política y la guerra (esta última como posibilidad extrema)

Enemigo no es cualquier competidor o adversario: el enemigo es otro, un extraño que


representa la negación del propio modo de existencia, y, en consecuencia, hay que
rechazarlo o combatirlo para mantener la propia forma de vida: “los conceptos de amigo,
enemigo y lucha adquieren su sentido real por el hecho de que están y se mantienen en
conexión con la posibilidad real de matar físicamente. La guerra procede de la enemistad,
ya que ésta es una negación óntica de un ser distinto (...) Es por referencia a esta
posibilidad extrema cómo la vida del hombre adquiere su tensión específicamente
política”

Existen, de todas formas, conceptos secundarios adicionales a lo político que lo


tergiversan, los cuales se agrupan en dos:

a. Términos que poseen un sentido polémico y se formulan con vistas a un antagonismo


concreto (absolutismo, dictadura, clase, estado, república, etc.)
b. Lo político como equivalente a política de partidos, que sucede cuando empieza a
perder fuerza el Estado como unidad política total.

Solo le compete al Estado, como unidad política organizada, decidir como un todo sobre
amigos y enemigos. La guerra es una lucha armada entre unidades políticas, y la guerra
civil es una lucha armada al interior de esa unidad política: “En cualquier caso, es política
siempre toda agrupación que se orienta por referencia al caso ‘decisivo’. Por eso es
siempre la agrupación humana que marca la pauta y de ahí que, siempre que existe una
unidad política, ella sea la decisiva, y sea la ‘soberana’ en el sentido de que siempre, por

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necesidad conceptual, posea una competencia para decidir en el caso decisivo, aunque se
trate de un caso excepcional”

1.5. Según Norberto Lechner

El trabajo de Lechner (1986) busca determinar el papel y el objetivo de la política en la


construcción del orden; igualmente, le interesa mostrar cómo la política ha adquirido
determinada significación dependiendo de la función que se le asigne. Para esto analiza la
concepción de la política en cuatro escenarios, a saber:

a. Concepción del orden. Si se concibe la sociedad como un orden natural inmutable,


la política se concibe como competencia, pero sin plantearse la transformación del
orden (teoría pluralista). Sin embargo, la verdadera dimensión de la política es
considerarla como un momento en la producción y reproducción de la sociedad por
ella misma.

b. Técnica e interacción. Algunos partidarios de la transformación histórico-social del


orden conciben la política como técnica social que actúa sobre lo posible o factible.
Lechner propone entender la política como la construcción de subjetivación de los
sujetos mediante la reciprocidad con el Otro.

c. Acción instrumental y expresión simbólica. La política es entendida como acción


instrumental que persigue determinados fines “terminales”. Lechner apuesta a
entender la política como expresión simbólica de una identidad colectiva.

d. Formalización y subjetividad. La formalización de la escena política en las


democracias contemporáneas aleja al individuo de la política; sin embargo, la
formalización es necesaria para que la subjetividad se exprese.

Para Lechner, el objetivo de la política, su tarea, es la construcción del orden social, el cual
se logra a partir de elaborar alternativas posibles tendientes a la transformación de las
condiciones de vida actuales. Es un orden que no significa necesariamente armonía (orden
versus caos), sino una idea cultural de ese nuevo orden deseado (giro utópico, pues no se
puede hacer política sin utopía).

Para ser posible este orden se debe desarrollar al mismo tiempo el orden de los sujetos. La
construcción de subjetivación es pues un requisito para la construcción del orden y para
hacer la política verdadera: “¿No será la historia de la humanidad una permanente lucha
por constituirse en sujeto, un largo y nunca acabado proceso de liberación de las distintas
condiciones que enajenan al ser humano?” (Lechner, 1986: 9).

La política no puede, por lo tanto, ser pensada al margen del proceso de subjetivación; éste
es posible gracias a la pluralidad de los hombres (construcción de subjetividad a partir del
“otro”, permitiendo a los hombres ser dueños de su propio destino). Cuando se pasa a una
pluralidad de sujetos, es que la construcción del orden político deviene en tema central:
“Por lo tanto, hay que elaborar y decidir continuamente los objetivos de la sociedad. Eso
es hacer política” .

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La política concebida como proceso continuo de construcción del orden lleva a Lechner a
realizar una crítica fuerte sobre percepciones de la política que la relegan a una dimensión
determinista, finalista o instrumentalista; por ejemplo, critica al marxismo que reduce la
política a un simple instrumento para realizar los fines de la revolución; al pluralismo
liberal, por concebirla como una competencia (medio) para lograr las decisiones colectivas
de un orden inmutable o incuestionable; a las derechas, por considerar la política como
instrumento para lograr el orden y armonía frente al caos

Para Lechner no existe una “solución objetiva” a las contradicciones de la sociedad, como
la presentan a menudo diversas ideologías (un thelos o final de la historia), sino que es un
proceso de permanente construcción a través de la política; por ello afirma que: “Rechazo
los intentos por predeterminar objetivamente el futuro de la sociedad; sea la invocación
de una verdad que justifica una guerra santa contra los herejes (…). En concreto, la lógica
de la política me parece incompatible con la lógica de la guerra” . En este punto
encontramos la principal diferencia entre Schmitt y Lechner sobre la política.

1.6. Según Adela Cortina

Adela Cortina afirma que la política es sobre todo una acción de la praxis en el quehacer
de la vida pública y privada, siendo en consecuencia los deberes éticos tanto para los
gobernantes como para los gobernados

a. La ética de los mínimos muestra la importancia del quehacer ético y político


presentando cuestiones que están presentes en el hombre sea político o no como la
felicidad, la justicia y la legitimidad de poder; permite encarnar valores morales
compartidos en las sociedades pluralistas en las cuales la voluntad de diálogo es
fundamental, es por ello también que en la democracia comunicativa, los ciudadanos
reconocen su valía a fin de establecer un mínimo común que sirva de base a la
búsqueda de una voluntad común y la defensa de una justicia y equidad para cada
miembro de la sociedad

b. La ética de los máximos conduce a la felicidad, el bien y la autorrealización personal


, da razón al fenómeno moral a partir de propuestas de vida buena esta ética propone
una forma de vida digna de ser vivida dentro de una cosmovisión con sentido global

También menciona que los partidos políticos son la institución menos valorada y se lo han
ganado a pulso porque las gentes perciben que están intentando buscar caladeros de votos
para coger el poder y no transmiten la idea de que están ayudando.

Respecto a la elección de representantes políticos, menciona que nos encontramos en un


momento de emotivismo, que se aglutina en torno a los símbolos, que son los que desatan
emociones instaladas en el cerebro antes que la inteligencia y la reflexión. Por eso están
muy cercanas a la motivación, el deseo y la pulsión. En concordancia con ello, aconseja a
los políticos diciendo que si desean movilizar a la gente deben llegar a sus emociones,
porque como vayas a su razón y empieces a argumentar, tu argumento pierde fuerza; es
decir estamos en tiempos de política emotivista, que produce muy buenos resultados a los

8
que quieren llevarse la gente a su molino, que apela a emociones que están por debajo del
razonamiento y van asustando con mentiras al personal.

2. RÉGIMEN POLÍTICO EN LA HISTORIA

2.1. La Democracia

Hoy en día es más frecuente escuchar en las conversaciones del día a día la palabra
democracia, pero ¿Que es la democracia o como es que esta nace?.

Bajo la definición puramente liberal, de democracia, definido "negativamente" como el


régimen en que nadie puede tomar el poder y mantenerse en él contra la voluntad de la
mayoría.

La palabra democracia apareció en Grecia, hace más de 2000 años, la misma que estuvo
en aplicación por un periodo corto de 150 años, para luego dejar de ser usada y
consecuentemente su desaparición. Con la conquista de los romanos sobre Grecia, la
palabra democracia dejó de ser usada. Es por ello que se dice que la palabra democracia
desapareció por un periodo de 2000 (dos mil) años.

La democracia vuelve aparecer en la mitad del siglo XVIII, esta aparición surge en razón
de darle una oposición a la “aristocracia”, los denominados demócratas, manifestaban que
todos debían tener los mismos derechos que los aristócratas.

Las primeras instituciones de mayor representatividad se dieron los países de Gran


Bretaña, Estados Unidos, Francia y unos años más tarde llega a los países de América
Latina.

La palabra democracia tenía una connotación negativa, en tanto sus detractores se referían
a la democracia como un intento de peligro hacia la propiedad; mientras que los
precursores manifestaban el deseo de un estado de igualdad, nace la palabra de la república
en contraposición de la Monarquía, una forma distinta a la democracia de Grecia, razón
por la cual se logra una aceptación gradual.

Nace la idea de ser gobernados por el pueblo, pero por medio de representantes, los cuales
serían elegidos por el mismo pueblo. Aunque pareciera extraño, el término democracia
termina siendo un medio de poder que es usado.

2.2. Dictadura.

Aparece cerca del año 1810, la dictadura surge como un régimen de similar jerarquía como
fue el desarrollo político, recordando lo que pasaba en roma, en cuanto la dictadura era un
poder delegado a una persona a la que se le autorizaba, esa delegación era otorgado por el
senado en una declaración de emergencia, generalmente tenía un plazo de 6 meses.

Se conoce a Francisco Miranda en el año 1811, como el primer dictador en la edad


moderna, este era en un sentido romano.

9
Los gobiernos que estaban en dictadura siempre se justificaban en una necesidad de poder
resolver situaciones de emergencia, crisis o alguna circunstancia excepcional, bajo esta
premisa ellos se consideraban como salvadores de la situación en la que se encontraban,
estaban presentes porque de ellos dependia restablecer el orden que había sido alterado.

El uso generalizado de la palabra dictadura se hace más presente a mediados de los años
90, especialmente en Europo, en razón a que se estaban produciendo pensamientos
politicos que habian tomado el poder, tales como el comunismo, nazismo y el facismo, los
cuales se pretendían perpetuarse en el poder, ya no pretendían ser momentáneas.

En América latina, los gobiernos militares fueron la imagen de lo que era la dictadura, la
diferencia que tenía con los estados europeos, era en razón a que no presentaban una
identidad, no tenían certeza de si su gobierno sería un restaurador, facista, permanente o
que solo buscaban eliminar los opositores y poder regresar a un estado constitucional.
Tomando en consideración que los estados latinoamericanos en general se encontraban
sumidos en dictaduras.

Como se puede ver la dictadura pasó de ser algo excepcional a ser algo usado para el poder
de uno mismo, de la salvación pasó a ser la perpetuidad en el poder. Al igual que la
democracia pasó a ser un modelo modificado de acuerdo a lo que se creía como necesario
en el momento.

Es de esta forma que aparece la palabra “Dictadura suave”, noción leve de lo que
comúnmente se llama dictadura, esta dictadura suave tiene su origen en España en el año
de 1928.

La dictadura en América latina dejó a los países en la mayoría, sumidos en la pobreza,


quizás por que lejos de resolver las falencias que tenían, los intereses particulares hicieron
que el pensamiento restaurador consumiera sus ideas y pensamientos. Hoy en día, casi el
90 % de los países de América dejaron a un lado su pasado plagado de gobiernos
dictatoriales y hoy en día se encuentran regidos por un sistema democratico.

En América, encontramos un sistema dictatorial únicamente en Cuba, país que en pleno


siglo XXI se encuentra sumido en una dictadura total. En el que un grupo se aferra al poder
y desde este mismo grupo gobierna el país.

La Dictadura ha evolucionado, a un punto en el que hoy en día ya no se habla de una


dictadura pura (en donde es uno solo que se gobierna y controla los medios de poder)
ejemplo de ello es “Cuba y Corea del Norte”. Una forma de maquillar la dictadura es la
conocida “Dictadura competitiva”, mediante la se maquilla una Aparente democracia, sin
embargo poco o nada se tiene de democracia.

3. CONDUCTA POLÍTICA Y PODER

¿Desde qué espacio disciplinar ubicamos ciertos problemas como el de la igualdad y la justicia?
Encontramos entonces a quienes sostienen que la justicia es un problema ético, mientras que

10
para otros es una cuestión política. Lo mismo ocurre con el problema de la libertad. Es en este
punto donde aparece indefectiblemente la postura antropológica que sostiene a las teorías que
se dedican al respecto. La naturaleza humana, por una parte, y el estado de naturaleza, por otra.
Los seres humanos son libres e iguales por naturaleza (antropología); los hombres viven en
completa igualdad y libertad en el estado de naturaleza (política).

Otra cuestión a desarrollar es la del poder; ligada a la lucha de intereses, el conflicto y la


resolución del mismo. Así bien dice Uzin que sabemos que en diferentes escuelas filosóficas
el poder es considerado desde la perspectiva de la economía política o desde el estudio crítico
de las organizaciones sociales. Aquí haría referencia a la postura epistemológica que sustenta
el estudio de los grupos humanos, ya sea de neto corte positivista o crítico de la
autocomprensión positivista de la ciencia.

Ambas cuestiones, la relación o vinculación entre ética y política y, la cuestión del poder; hacen
referencia al carácter social de los seres humanos. Como animal social, el hombre necesita de
los otros, es conviviente, puede autocomprenderse en la medida que es considerado por otro
que lo afirma o niega en su existencia, que lo incluye o lo excluye del grupo o la institución en
la que debe desarrollarse y vivir. Aquí aparece la cuestión del conflicto, que puede leerse en
términos de la distinción entre "nosotros y ellos".

3.1. El anhelo de poder

Muchas veces el deseo de poder atrae a muchos individuos a la política, al ejercicio de la


política. En su afán de conseguirlo tienta a las personas a omitir los principios éticos.
Situación grave porque las actitudes carentes de ética en la cúpula política se reproducen
en cascada a los distintos niveles y ámbitos de la comunidad.

La historia demuestra que los seres humanos sin formación ética, una vez en el poder, son
incapaces de gobernar bien y son movidos por el deseo de riqueza generando la corrupción
de la autoridad política. La causa de que se invierta tan desmesuradamente en campañas
políticas es la competencia por el poder y los privilegios que ello conlleva.

Al respecto, Victoria Camps (1996), señaló: “El anhelo de poder y su conservación son
algunas causas que impiden auxiliar a aquellas personas que más lo necesitan, esto es, los
ciudadanos, en virtud de que están primero aquellos que los apoyaron en unas elecciones
o de cualquier otra forma para llegar al poder.”

El amor exacerbado por el poder y al dinero son dos potentes motores que impulsan a la
corrupción. En nuestros días debido a los beneficios que conlleva el mal uso del poder y
de sacar de las fuentes públicas la riqueza hay un gran interés por ocupar un cargo y
permanecer en él. Así pues, es importante ser prudentes con respecto al poder y el dinero.
Ya Sófocles en su famosa tragedia “Antígona” advertía lo siguiente: “No hay nada más
pernicioso para el hombre que el dinero. Él abate ciudades, él destierra a los hombres lejos
de su hogar... ¡Dinero, ah, dinero, pervertidor de corazones nobles, creador de felonías en
la conciencia, almáciga de todas las maldades! ¿Quién si no él, mostró a los mortales todo
ardid vergonzoso, toda empresa impía?”

11
3.2. La ética como control de quienes detentan el poder

Una deliberación exhaustiva en relación a la manera de frenar actitudes antiéticas en el


ámbito público y a la recuperación de la confianza del ciudadano conduce a la idea de que
aunado a los controles externos a los individuos que existen dentro de la función pública
también es necesario que cada individuo en lo interno desarrolle una conciencia en relación
a lo público basada en un espíritu ético, en una doctrina ética para el servidor público.

Pretender someter a los hombres sólo por la fuerza del poder, por medio de la ley o por
distintos controles externos, no es el mejor camino para evitar la corrupción y las actitudes
antiéticas como sostiene Jaime Rodríguez-Arana citado por Bautista (2005) quién escribió:
“El conjunto de normas y controles no garantizan que el empleado público actúe de forma
éticamente correcta. Sólo la fortaleza de las convicciones éticas del empleado puede cubrir
el vacío que el contexto produce.”

Los cambios en las actitudes de gobernantes y servidores públicos hacia una mejora en la
calidad de los servicios e instituciones no se pueden forzar desde fuera, deben surgir de
ellos mismos, proceden del “despertar” como dijera Aristóteles, o del “salir de la caverna”
según afirmara Platón, provienen “de un verdadero cambio del corazón”.

La razón por la que la ética es un instrumento necesario radica en que ésta se orienta al
estudio de las acciones humanas por lo cual las explicaciones a las distintas conductas
giran en torno a esta disciplina. Cada acto que realiza el hombre tiene su fundamento o
justificación en la ética. Cuando los hombres públicos responden a una filosofía ética, se
autocontrolan al ser responsables de su conducta y de cada uno de sus actos. De esta
manera, la ética es el mejor instrumento porque conlleva al autocontrol mediante el uso
correcto de la razón a partir de la idea de servicio colectivo, elemento importante en los
servidores públicos ya que como señala Adela Cortina “El interés del Estado no puede
depender de las pasiones del príncipe, ni siquiera de su deseo de ser malo o bueno sino que
exige un profundo autocontrol”.

Todo gobierno, para mantener una eficiente administración, debe contar con individuos
íntegros. Es aquí donde la ética cobra importancia al formar, seleccionar los perfiles y
reiterar a los servidores públicos la necesidad de hacer bien sus tareas y actuar con
responsabilidad. Por el sólo hecho de hacer una acción con responsabilidad y hacerla bien
ya se está cumpliendo con los preceptos éticos. Sin embargo, esta premisa, por sencilla
que parezca, es difícil de alcanzar y no todos los que participan en el ámbito público
realizan adecuadamente sus tareas.13 La ética es el mínimo exigible para asegurar una
honestidad y una responsabilidad en el empleo público.

Si la administración pública es el instrumento del que se vale la política para contribuir al


logro de la pluralidad de intereses mediante el ofrecimiento de bienes y servicios de
calidad, los servidores públicos que la integran deben estar motivados y concienciados.
Una baja moral y una baja motivación en los individuos fomenta la irresponsabilidad,
situación que a su vez se refleja en una baja calidad en la operación de las instituciones.
La imagen que se crea de la administración pública, ya sea positiva o negativa, es resultado

12
de la actitud y conducta de cada persona que labora en una organización Una buena imagen
ayuda a creer y a confiar en las instituciones públicas.

Una mala imagen genera desconfianza y rechazo. Un servicio es un proceso, no un


producto, que se basa en la conducta y actitud de la persona que lo ofrece. Para lograr la
sensación de satisfacción al realizar una tarea es importante la relación de persona a
persona. La buena conducta, trato amable y grata comunicación son elementos básicos
para establecer buenas relaciones y buen servicio. Sin embargo, a esta tendencia se opone
la evolución de algunos funcionarios modernos quienes se han convertido en trabajadores
intelectuales altamente especializados, orgullosos de ocupar un cargo público pero poco
sensibles al sentir colectivo.

4. FINALIDAD DE LA ACTIVIDAD POLÍTICA

4.1. El bien común

El resultado de sumar ética y política es el bien común o bien para la comunidad, entendido
como el conjunto de condiciones de vida con las cuales los hombres, las familias y las
asociaciones pueden alcanzar la plenitud. “La política pretende encontrar la mejor forma
de constituir un Estado y ésta será aquella constitución que le brinde mayores
oportunidades para alcanzar lo justo y ésto es el bien común”.

Gobernar es servir a los intereses comunes. Este, y no otro, debe ser el motor que impulse
a los políticos. De hecho, un Estado moderno que no beneficia a sus ciudadanos debería
ser considerado ilegítimo. El bien común es el bien de las personas en cuanto que están
abiertas entre sí a la realización de un proyecto unificador que beneficia a todos. La noción
de bien común asume la realidad del bien personal y la realidad del proyecto social en la
medida en que las dos realidades forman una unidad de convergencia: la comunidad. El
bien común es el bien de la comunidad. Para alcanzar el anhelado bien común, entre las
distintas partes que integran la comunidad, le corresponde al Estado la tarea de arbitrar los
conflictos y poner diques a los grupos que se alejen de este objetivo.

Platón decía que había que poner a prueba a los futuros gobernantes para detectar si obran
por el bien del Estado. El que haya sido seducido por los placeres, aterrado por los peligros
o cegado por el ansia de riquezas, es decir, el que haya olvidado que siempre es necesario
tener como fin el bien común, deberá ser rechazado. Sin embargo, hoy en día nos educamos
para sobrevivir en una sociedad individualista, donde solo se valora la búsqueda del
beneficio privado. Pero, por otro, exigimos que nuestros gobernantes, olvidando ese
adiestramiento, hagan lo contrario y solo se fijen en el bien común.

4.2. El bien común y la administración pública

El bien común, en singular, hace referencia a un bien que no es la simple suma de los
bienes que persiguen los individuos. A lo mejor es el bienestar, la felicidad, donde
incluimos la justicia y la libertad… El bien común se transforma con el tiempo. Lo vamos
concretando con cada decisión colectiva, con cada deliberación. Cuando en el parlamento

13
aprobamos una ley, decimos que lo hacemos por el bien común, no por intereses
particulares. En una sociedad perfecta, el bien común y los bienes individuales no entran
en conflicto. El bien común, lejos de ser una abstracción, se materializa en cada acto
realizado en las múltiples instancias de la Administración Pública. Es la suma de miles de
decisiones diarias de los servidores que laboran en las organizaciones públicas. Cada
funcionario se encuentra diariamente con dilemas éticos que unas veces resuelve de
manera rutinaria y otras como resultado de una profunda reflexión. Aunque el sentido
común alberga principios básicos que nos permiten conocer lo que es correcto de lo que
no, existen situaciones en lo que lo bueno no siempre resulta evidente. La decisión en un
conflicto puede ser equivocada si la persona no cuenta con una escala de valores que le
permita discernir adecuadamente. En el momento en que el hombre decide y actúa la
respuesta puede ser justa o injusta, adecuada o inadecuada. Por eso es importante que los
servidores públicos cuenten con un marco que les sirva de guía en sus decisiones. De esta
manera, la ética pública da al servidor público un conocimiento que le permite actuar
correctamente en cada situación por difícil que esta sea al ofrecer criterios para encontrar
soluciones adecuadas.

Si la administración pública es el instrumento de que se vale la política para contribuir al


logro del bien común mediante el ofrecimiento de bienes y servicios de calidad, los
servidores públicos que la integran deben estar motivados y concienciados. Una baja moral
y una baja motivación en los individuos fomentan actitudes antiéticas, situación que a su
vez se refleja en una baja calidad en la operación de las instituciones. La imagen que se
crea de la administración pública, ya sea positiva o negativa, es resultado de la actitud y
conducta que ofrece cada persona que labora en una organización. Una buena imagen
ayuda a creer y a confiar en las instituciones públicas. Una mala imagen genera
desconfianza, duda, rechazo. Para lograr la sensación de satisfacción al realizar una tarea
es importante la relación persona a persona. La conducta, la integración y las actitudes son
los elementos básicos para establecer buenas relaciones y buen servicio. A esta tendencia
se opone, sin embargo, la evolución en el estilo de trabajo de los funcionarios modernos
quienes se han convertido en operadores intelectuales altamente especializados orgullosos
de ocupar un cargo público, aunque poco sensibles al sentir humano.

5. EJERCICIO DE LA POLÍTICA EN LA ACTUALIDAD

Si algo parece cobrar gran actualidad en la política contemporánea es la necesidad de analizar


la singular relación que ella entabla con la ética. En un contexto en que los niveles de
corrupción han crecido enormemente, incluso en sociedades que se caracterizan por su
transparencia, los discursos que apelan a una ética que contenga el desenfreno egoísta con el
que parecen moverse en el presente los actores políticos, reactualizan puntos de vista incluso
moralistas que no encuentran un marco adecuado de realización. "¿Cuál es, pues, la verdadera
relación entre ética y política?", podemos preguntarnos hoy, al igual que hiciera Weber en
1919. No es casual, por cierto, que nos formulemos la misma pregunta, sobre todo si tenemos
en cuenta las condiciones de crisis en las que, ahora, como entonces, se desenvuelve la política,
condiciones que siempre han hecho aflorar los elementos más perturbadores que su práctica

14
contiene. Es en estos momentos de quiebre que se plantea desde la sociedad la necesidad de
'moralizar' la política, sin tener muchas veces en cuenta que las relaciones entre estas dos
dimensiones se debaten siempre entre un deber ser imaginario, todavía influenciado por el
paradigma griego, y un ser que se muestra en muchos casos descarnadamente amoral.

Todos estos desfases no son más que el resultado de la dificultad que existe en el plano
intelectual para pensar la relación entre ética y política en la forma específica que ella adquiere
en la Modernidad. Y es que, como el mismo Weber señala, no resulta "indiferente para las
exigencias éticas que a la política se dirigen el que ésta tenga como medio específico de acción
el poder tras el que está la violencia". Probablemente muchos dirán ante esta afirmación que
estamos partiendo de una obviedad. Sin embargo, la obviedad no resulta tal, sobre todo si
tenemos en cuenta que desde el tratamiento que habitualmente se hace del tema parece
olvidarse, como veremos a continuación, que el poder, objeto específico de la política, al
penetrar la dimensión ética, introduce su lógica particular, produciendo en este campo
importantes distorsiones. Es aquí donde se acentúa la separación entre ambas dimensiones,
separación que, si bien ya aparece en los inicios de la Modernidad, caracterizando a toda la
política posterior, ella se torna más evidente en el contexto de la política democrática.

Como mencionamos, la relación entre ética y política en la democracia moderna no deja de ser
tensa y peligrosa, ya que esta última introduce un fuerte relativismo moral que, si bien permite
la coexistencia en un plano de igualdad de las distintas concepciones propias de toda sociedad
compleja, no puede ser sostenido en el campo de la política. Es aquí cuando el poder, al penetrar
la dimensión ética, introduce en ella la más grande distorsión, ya que el discurso de la ética se
convierte en una mera forma de justificación del poder. Esto es lo que hace que la constante
tensión entre ética y política nunca tenga un modo único o, incluso, satisfactorio de resolución.
Sólo la implementación de una lógica argumentativa que parta del reconocimiento de la
precariedad y ambivalencia que se entabla en la relación entre ética y política puede servir de
resguardo ante aquellas distorsiones que, en nombre de la primera, plantean el riesgo de
cercenar desde el poder del estado los espacios de libertad. Uno de los principales problemas
ético-políticos del siglo XXI es el de la consolidación de una democracia que cumpla con las
exigencias de justicia que plantea este tipo de organización política.

5.1. Las características de la política en la actualidad

Desde Maquiavelo ya se hizo evidente que el objeto de la política no era otro que el poder,
algo que, sin embargo, había sido velado durante muchos siglos; en parte, por la
subordinación de la política a la ética y, en parte, también porque estas relaciones se
insertaban en el seno de sociedades tradicionalmente jerárquicas, por lo que la asimetría
propia del poder se justificaba por la condición social a la que se ingresaba en el momento
de nacer. Pero en los inicios de la Modernidad, al generalizarse el desarrollo del mercado,
comienza a diferenciarse una esfera privada de una pública, y el poder aparece, entonces,
claramente separado de toda contención ética. Esto significa que buen hombre y buen
ciudadano ya no coinciden, planteando de esta forma que no hay continuidad entre público
y privado. Esta es, por cierto, una característica que define la política moderna, que pasa
así a distinguir una ética pública de una privada. Ya no hay, como se dice vulgarmente,

15
"'una sola' ética, válida para la actividad política como para cualquier otra actividad" , por
lo que el contenido de esa ética que llamamos pública no guarda relación alguna con los
valores de la moral.

A partir de entonces, calificar una práctica política en particular de buena o mala en la


sociedad moderna nada tiene que ver en realidad con algún atributo propio de una ética
privada. Por eso, ya no es posible catalogar a los gobiernos en función de las categorías
éticas que definían en qué medida se aproximaban o no al bien común. Por el contrario, un
buen gobierno en la Modernidad debe estar regido fundamentalmente por la búsqueda de
la eficacia, demostrada esta última sólo en la capacidad del príncipe para conquistar y
mantener el poder del estado. A esto apunta Carl Schmitt cuando, al definir el concepto de
lo político, dice que "lo que es moralmente malo, estéticamente feo y económicamente
dañino, no tiene necesidad de ser por ello mismo también enemigo; lo que es bueno, bello
y útil no deviene necesariamente amigo, en el sentido específico, o sea político, del
término" . La política tiene así una especificidad que le es propia, especificidad que está
definida por el poder.

Por eso la ética pública reconoce una lógica de funcionamiento muy particular, ya que,
como señala Weber, la "singularidad de todos los problemas éticos de la política está
determinada sólo y exclusivamente por su medio específico, la violencia legítima en manos
de las asociaciones humanas". Esta peculiaridad que la caracteriza no deja de constituir en
realidad un problema, ya que el monopolio de esa violencia legítima lo tiene el estado
moderno, que lo ejerce además sobre ciudadanos desarmados. Construido modernamente
como dios mortal, el estado adquiere en este contexto un potencial represivo que se
acrecienta aún más con la conformación posterior del estado democrático de masas, al
punto de dejar abierta la puerta a las más grandes aberraciones, como da cuenta de ello la
historia del siglo XX.

6. LA CORRUPCIÓN COMO ANTAGÓNICO DE LAS PRINCIPIOS ÉTICOS.

6.1. Concepto de Corrupción.

Una de las más completas definiciones de corrupción, es la que propone Saltos Galarza
(1999) que la presenta como un sistema de comportamiento de una red en la que participan
un agente (individual o social) con intereses particulares y con poder de influencia para
garantizar condiciones de impunidad, a fin de lograr que un grupo investido de capacidad
de decisión de funcionarios públicos o de personas particulares, realicen actos ilegítimos
que violan los valores éticos de honradez, probidad y justicia y que pueden también ser
actos ilícitos que violan normas legales, para obtener beneficios económicos o de posición
política o social, en perjuicio del bien común.

Sin embargo, las encuestas internacionales más importantes como Transparency


International, World Economic Forum, Gallup y KPMG utilizan el término “corrupción”
como el uso del poder público para el beneficio privado (por ejemplo: sobornos a
funcionarios públicos, retornos en licitaciones públicas, malversación de fondos públicos)

16
centrándose únicamente en la visión económico-administrativa del fenómeno. Visión esta
que se olvida que la corrupción es ante todo un problema ético y moral: violar valores
positivos.

Etimológicamente la palabra Corrupción deriva del latín cum-con y rumpere -romper,


siendo sinónimo de pervertir, seducir alterar, viciar y/o sobornar un lineamiento regular
establecido. De forma relativa podemos afirmar que la palabra corrupción significa
corromper.

6.2. La corrupción en las esferas del poder

Las relaciones de corrupción a nivel internacional son cada vez más complejas en la
medida en que se mezclan los intereses privados legítimos, como son los de las empresas
privadas, con otros intereses menos honorables: los intermediarios y los funcionarios
públicos que “actúan” en nombre de los legítimos intereses públicos o bien como partes
directamente interesadas en el intercambio delictivo.

Los escándalos de corrupción son una señal de que un país reconoce la diferencia entre lo
público y lo privado. Algo que caracteriza a las sociedades democráticas modernas es la
separación formal entre el Estado y la Sociedad. La preocupación de los ciudadanos por
los sobornos que reciben los funcionarios públicos muestran que los ciudadanos y las
autoridades de gobierno reconocen la existencia de normas que regulan las prácticas leales
y la administración competente, y que éstas pueden ser violadas.

6.3. Ética y corrupción


La ética es la convicción humana de que no todo vale por igual de que hay razones para
preferir un tipo de actuación a otros. Otra definición de ética, dice: Es el campo de la teoría
filosófica que averigua los fundamentos racionales de las conductas y prácticas humanas
y sociales. A partir de las constantes denuncias de corrupción en nuestro país, la ética,
disciplina que antes estaba reservada sólo a la filosofía, se ha convertido en una demanda
común de nuestra sociedad. La demanda de ética no sólo se focaliza al gobierno que, como
representante de la mayoría, es quien debe dar el ejemplo sino también a toda la oposición
(que representa al resto de la sociedad).

Hoy la clase política está sospechada de corrupta, no porque todos roben sino porque
muestran una imagen de autores, cómplices, encubridores o, lo que es peor aún,
indiferentes. Así la corrupción navega sobre el inconsciente colectivo y, si el modelo
deseable estimula el éxito económico a cualquier costo, la corrupción se convierte en un
subproducto casi inevitable que refleja una epidemia. Cada grupo humano, en su
idiosincrasia cultural e histórica modela esa ética en costumbres, modos de actuar y
maneras de ser. Que es lo que se conoce como moral.

Cuando en nuestra región hablamos de ética, en realidad nos estamos refiriendo a la


corrupción, término que sintetiza el principal malestar de América Latina. Malestar
político porque la exigencia de mayor “eticidad” está dirigida a la clase dirigente (políticos,

17
empresarios, gremialistas, funcionarios) en el sentido de élite que conduce a los
ciudadanos, le fija límite, define reglas y controla su aplicación.

Para una civilización que deposita su confianza en el conocimiento de las reglas, es


profundamente aterrador darse cuenta que esas reglas no son más que letra muerta y que
es necesario aprender un conjunto de principios y prácticas totalmente diferentes para
obtener resultados deseables. Frente a un caso de corrupción nos exaltamos y exigimos el
castigo previsto por las normas míticas, sin advertir que para reducir la distancia que existe
con los códigos prácticos hay que encontrar las razones y las claves de estos últimos o,
llegado el caso, quitar el carácter clandestino de los códigos prácticos y aceptarlos
abiertamente como parte del sistema mítico.

En el estado peruano, la corrupción se ha impregnado en nuestra sociedad que hemos


llegado a un punto en el que se ha normalizado que los altos mandos políticas hoy en día
estén encubiertos en actos de corrupción, que hoy en día salga a la luz un nuevo acto de
corrupción de algún candidato presidencial no es ajeno a nosotros, tan cierto es esto último
que al momento de elegir nuestros próximas autoridades, tenemos la idea de que sea quien
salga va a aprovechar de su posición para poner por encima de todo sus interés personales,
es de eso último que al final, el peruano de a pie termina escogiendo a la opción menos
dañosa, la famosa elección entre el “sida o cáncer” o “roba pero hace obras”.

Pero, ahí surge la pregunta ¿Qué hacer para que esto cambie? o será acaso que debemos
estar condenados a vivir sumidos a la nefasta elección de políticos que detrás de una
sonrisa o de un verbo bastante florida, se encuentra en realidad una feroz bestia que
sigilosamente espera lanzarse a la presa y poder asestar el mayor de los golpes, para luego
poder dejarlo sin vida. Se dice que el estado peruano nació corrupto, pero ello no implica
que sigamos siéndolo.

18
CAPÍTULO II

ENSAYOS

1. LUIS ALBERTO YUCRA JOVE.

LA ÉTICA Y EL CIUDADANO COMO SER POLÍTICO

¿Cómo uno adquiere la calidad de ciudadano y que implica ser ciudadano?, esta pregunta puede
hacer desvelar a más de uno, porque desde los tiempos griegos clásicos, se concebía al hombre
como parte de la Polis, y se le daba la calidad de ciudadano, solo quienes pertenecían a esta, es
decir, los extranjeros no eran considerados ciudadanos, el hecho de tener la categoría de
ciudadano, otorgaba ciertos derechos a quienes no tenían el título de ciudadano, no les era
posible ejercer, por ejemplo, derecho al voto, solo los ciudadanos podían participar. “La
historia griega antigua se halla marcada por la historia de la ciudadanía y sus vicisitudes, que
afectan a múltiples aspectos de la vida cultural, y no sólo política y social.” (Domingo, 2010)

Algo similar es lo que sucede ahora, un ciudadano pertenece a una comunidad, a un país, y se
le atribuyen ciertos derechos, y también deberes, así lo consagra también nuestra Constitución
en su Título I “De la Persona y la Sociedad”, este concepto clásico ha sido afectado por el
contexto en que nos encontramos, la globalización, las redes económicas internacionales, la
migración e inmigración de personas, hacen repensar, y poner al hombre como un ciudadano,
ya no es una determinada comunidad, sino como un ciudadano del mundo.

La siguiente pregunta es ¿Cómo ejercer esa ciudadanía? ¿La ética es la respuesta?, el concepto
ético es discutido por muchos académicos, quienes pueden diferir o no, pero se ha llegado al
consenso de que no existe una sola ética, es decir, una que rija para todas las esferas de la vida,
una de las más coyunturales y que está en desarrollo, es la bioética, en el mundo de la ciencia
médica se discute sobre los procesos que son o no éticos, si son correctos o no, lo que si es
cierto, es que se atribuye una necesidad de discusión ética, así dice (Cortina, 1992) “Como
nuestro planteamiento quiere ser universalista y transnacional, nos moveremos en este abordaje
de ética cívica o mínima”. Pero que es lo que pasa en el ámbito político, en el ejercicio de la
ciudadanía, al final todos somos seres políticos, incluso por el hecho de afirmar abiertamente
que no lo somos, ya que esa posición nos pondría en una esquina dentro de cuadrilátero de las
relaciones de poder.

La ética puede clasificarse de distintas maneras, de entre ellas, Adela Cortina considera a la
clasificación de “Ética de máximos y ética de mínimos”, para poder apreciar esta clasificación,
es necesario entender que es lo justo y lo bueno, pero no apreciada desde un punto de vista
emotivo, tampoco de lo que tenga por justo nuestro grupo social, nuestra comunidad, sino que,
la correcta valoración sería aquella que pueda ser percibida por cualquier ser racional, esté
desapegado de su interés individual e incluso grupal, es decir, que no debe tener dentro de sus
elementos de juicio, los intereses de su comunidad, lo que les favorezca a ellos o a el mismo,
sino, todo lo contrario, se llegue a considerar como el criterio más importante para valorar si
es justo o no, el interés universal, la ética de los mínimos va en relación a lo que se puede exigir

19
a cualquier ser humano, lo mínimo que puede y debe cumplir, todo lo contrario, la ética de
máximos, pretender proporcionar la visión de una vida buena, a donde se quiere llegar (Cortina,
1996).

Entonces, con estos dos criterios, podemos tener elementos para poder construir una ética
cívica, en la que todos los ciudadanos puedan participar, y podrán hacerlo, porque partiremos
de la ética de mínimos, los mínimos que los ciudadanos puedan compartir entre sí, por ejemplo,
emitir un voto responsable, un voto informado, que los ciudadanos tomen conocimiento de la
importancia y diferencia que hacen cada uno de nuestros votos al momento de elegir a un
representante. Pero debemos agregar que, el derecho también tiene un papel fundamental, es
decir, sus restricciones y permisos deben tener contenido ético, pues “es más grave el déficit
de moral que el vacío legal”(Cortina, 1994).

Entonces, vamos entendiendo que existe una estricta relación entre ética y política, así para
Aristóteles en su Moral a Nicómaco o Ética Nicomaquea, la “filosofía moral es la indagación
de la actividad humana, que, en su forma más desenvuelta, es Social y Ética y puede por eso
llamarse política en sentido amplio” (Salazar, 1997). Aquí Aristóteles, en su más ancho sentido
identifica Ética y Política. Así en la actualidad vivimos en una sociedad democrática, regida
por un sistema político, entonces entendemos a la democracia como un sistema político, pero
sobre todo, como decía Aranguren (Boneto, 1989) es “un sistema de valores”.

Por el otro lado, respecto a la ética de máximos, y trabajando con el mismo ejemplo, el voto,
podemos avizorar para nuestra sociedad una en la que los que la gobiernen sean personas
integras y que lleven al desarrollo a todos sus integrantes, dar a sus miembros una calidad de
vida digna, con todos los mínimos derechos necesarios para autorrealizarse.

Tenemos un nuevo reto en este siglo, la ética juega un nuevo rol dentro de nuestra sociedad, la
virtualidad ha llevado a que todos los criterios con los que se venía trabajando, sean desfazados,
si bien no es su totalidad, si en mayor medida, las decisiones que tomemos, ya no solo
repercutirán en nuestra comunidad, sino en distintos lugares a los que ni imaginábamos
podíamos llegar. “Internet se ha transformado en un espacio virtual de información,
comunicación y debate que expresa un mundo, en el cual los conceptos adquieren cuerpo y
materia a partir de los contenidos presentes en la red.” (Fuentes,2010). Estos contenidos tienen
la capacidad de poder influir en la identidad, costumbres de determinado grupo social, lo que
rompería una de las características de comunidad, a la que pertenece el ciudadano.

Entonces, el ser ciudadano en la actualidad ya no solo implica pertenecer a una comunidad y


tener algunos deberes y derechos, la globalización ha repercutido en la concepción y realidad
que teníamos de comunidad, ha roto uno de sus criterio más sólidos, las costumbres, la cultura
que compartían sus miembros, estas son influenciadas por la abundante información que se
encuentra en internet, la globalización ya no solo se reduce a el ámbito económico y cultural,
sino también la concepción de ciudadano que se tenía, ya no es solo pertenecer a una
determinada comunidad, sino pertenecer al mundo.

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2. EVELYN NICOLE ALVAREZ BARRIOS.

LA PÉRDIDA DE LA CONFIANZA EN LOS


PARTIDOS POLÍTICOS

Las elecciones para elegir un nuevo representante están en puerta y los partidos políticos
preparan sus estrategias de campaña aún incluso durante la pandemia, esto ha hecho que
volvamos a tener en cuenta el dilema de elegir un representante que pueda representar nuestros
intereses ante el congreso, elegir a un líder que represente al país con el poder de solucionar la
crisis así como la posibilidad de llevarnos a la ruina; pero más allá de ello, ciertamente puede
verse que desde los años 90, se ha ido abriendo una brecha entre políticos y las personas que
los eligen, incluso podemos denotar que desde la sociedad civil existe una visión negativa de
la clase gobernante e, incluso, de los miembros de la propia sociedad dedicados
profesionalmente a la política.

Esta separación entre quienes representan y quienes son representados supone un reto de
enorme trascendencia para la democracia; dado que los partidos son los instrumentos de
selección de los líderes políticos y los principales actores de la política democrática, y la
ciudadanía está diciendo que, como organizaciones, en su labor social están fracasando, y están
fracasando porque su sistema de incentivos es, a menudo, perverso, porque no son coherentes
con el deber ser de la política democrática, porque como actores colectivos están incumpliendo
las obligaciones que se derivan de la acción política en una democracia.

También debemos tener en cuenta que la corrupción es responsable, también, sobre todo en
países en vías de desarrollo, de la consolidación de factores estructurales que impiden el
desarrollo e, incluso, el buen funcionamiento de la democracia. Esencialmente, la corrupción
favorece la desigualdad, lo que, a su vez, favorece la desconfianza interpersonal. También es
cierto que la relación es inversa: la desigualdad favorece la desconfianza, lo que, a su vez,
favorece la corrupción.

Entonces, habiendo identificado que la razón principal por la cual, la fe en nuestros políticos
se ha visto mermada es la incidencia de ellos en actos de corrupción, así como su motivación
egoísta y carente de ética; corresponde analizar el fondo de la actividad política como tal,
iniciando con el fin que persigue su ejercicio.

Podemos partir entonces de la representatividad de los gobiernos, ya que en nuestro país


tenemos como sistema de gobierno una democracia, la cual permite que todos los ciudadanos
voten libremente para elegir a una persona que los representará en el gobierno y dado que
quienes optan por una carrera política desean acceder a una posición de poder actuando como
representantes de un número determinado de personas, son los llamados a crear leyes, manejar
el presupuesto anual y mejorar la calidad de vida en el país, así como potenciar nuestro país
ante la comunidad internacional; es decir, tienen como fin .

Entonces, ¿cómo lograr que nuestros políticos recuperen su credibilidad? es formando futuros
políticos que tengan una línea de valores; ya que las decisiones pueden ser equivocadas si la
persona no cuenta con una escala de valores que le permita discernir adecuadamente y si

21
nuestros representantes dejan de lado este tan importante extremo, lo único que se obtendrá es
el deterioro actual de nuestras organizaciones políticas que deviene en el deterioro de nuestro
país. Los cambios en las actitudes de gobernantes y servidores públicos hacia una mejora en la
calidad de los servicios e instituciones no se pueden forzar desde fuera, deben surgir de ellos
mismos, proceden del “despertar” como dijera Aristóteles, o del “salir de la caverna” según
afirmara Platón; es decir que el pensamiento debe brotar de la fuerza dinámica que los convierta
en acto.

La razón por la que la ética es un instrumento necesario radica en que ésta se orienta al estudio
de las acciones humanas por lo cual las explicaciones a las distintas conductas giran en torno a
esta disciplina. Cuando los hombres públicos responden a una filosofía ética, se autocontrolan
al ser responsables de su conducta y de cada uno de sus actos. De esta manera, la ética es el
mejor instrumento porque conlleva el autocontrol, mediante el uso correcto de la razón a partir
de la idea de servicio colectivo, elemento importante en los servidores públicos ya que como
señala Adela Cortina (1998) el interés del Estado no puede depender de las pasiones del
príncipe, ni siquiera de su deseo de ser malo o bueno sino que exige un profundo autocontrol.

La ética Pública señala principios y normas para ser aplicados en la conducta del hombre que
desempeña una función pública. Se concibe como un área de conocimiento de contenido
universal que agrupa valores y virtudes orientadas por el espíritu de servicio público y tiene
como fuente básica la evolución humana. Para Jaime Rodríguez-Arana es la ciencia que trata
de la moralidad de los actos humanos en cuanto que realizados por funcionarios públicos.”

Para Hans Kung, el fin de la ética en política es el de rescatar la dignidad humana; ya que el
hombre ha de explotar su potencial humano, en aras de una sociedad humana y un ecosistema
intacto, cambiando básicamente su rumbo de actuación. Su humanidad en potencia es muy
superior a su humanidad en acto. En este sentido, el realismo del principio de responsabilidad
y la “utopía” del principio de esperanza se reclaman mutuamente. (Kung, 1991, 49).

Después de analizar estas variables, podemos denotar que la principal razón por la que se está
produciendo este deterioro de la confianza en la clase política y en la propia política como
instrumento regulador, es el quiebre entre los responsables políticos y el ejercicio de los
principios éticos; dando como suma, altos niveles de corrupción de funcionarios, malversación
de fondos, y una barrera infranqueable entre ciudadano y representante. Esto también está
relacionado con el hecho de que no sólo los políticos han perdido la conciencia de la
importancia de la ética; sino el mismo ciudadano que considera tan usual los actos irregulares
del gobierno que no es crítico al momento de elegir quién lo representará ni elige tomar un
camino en la política en pos de una reforma moral de nuestro sistema actual. Es así que, una
solución para todos estos conflictos sería la integración de la ética pública en la formación y
moral interna de nuestros representantes, para así en vez de avergonzarnos de ellos, trabajemos
a su lado para buscar el crecimiento de nuestro país.

22
3. EMILY ARLYN HUACALLO CONDORI.

¿HACIA DÓNDE VAMOS?

“El político debe tener: amor apasionado por su causa, ética de su responsabilidad,
mesura en sus actuaciones” - Max Weber.

En estos últimos años se han puesto en evidencia actos de corrupción y uno de los más
escandalosos ha sido el protagonizado por la empresa constructora Brasileña Odebrecht, en el
cual se vieron involucrados distintos países de América Latina y dentro de ellos Perú. Siendo
lamentable que nuestros presidentes, expresidentes y funcionarios durante 20 años hayan sido
sobornados para otorgar beneficios en las contrataciones públicas, poniendo por encima de los
compromisos pactados con la sociedad para el desenvolvimiento de su cargo, el interés propio.
A raíz de ello, muchos nos preguntamos ¿en qué momento el bien común dejó de ser la
finalidad de la política y la ética; y se convirtió en una excusa?

Sobre el concepto de ética existen múltiples definiciones, pero la más simple es la que nos da
la Real Academia de la Lengua Española (RAE), que se refiere a esta como un “conjunto de
normas que rigen la conducta de la persona en cualquier ámbito de la vida” y este conjunto de
normas al que hacen referencia no son nada menos que los principios fundamentales de la
sociedad, que buscan un comportamiento adecuado de las personas dentro de esta y una de
ellas es su intervención en la política; sin embargo, estamos atravesando un tiempo en el cual
es crucial enfatizar más que el concepto de ética, su práctica en respuesta a su falta.

En Perú, el año 2019 fue declarado como el “Año de la Lucha contra la Corrupción y la
Impunidad” tras salir a luz el caso Odebrecht, por lo que varios candidatos y nuestros últimos
4 presidentes se vieron investigados, de los cuales el ex mandatario Alan García se suicidó
minutos antes de ser arrestado; posteriormente salieron audios de conversaciones entre jueces
y fiscales para favorecer a integrantes de partidos políticos a cambio de ciertos beneficios. La
semejanza en todos estos hechos, es sin duda alguna la falta de ética en sus distintas
dimensiones, como políticos, profesionales y sobre todo, como personas. Somos testigos, pero
debemos reconocer que a su vez tenemos el papel de cómplices al ser quienes los posicionamos
en el lugar preciso para que ellos puedan realizarlos, así, hablamos de una responsabilidad
compartida otorgada por la democracia, la cual se manifiesta definitivamente mediante la falta
de valores del pueblo al elegirlos y su ausencia en los elegidos.

Hemos llegado al punto de menospreciar la política, olvidando su esencia y poniéndola en


peligro por la falta de ética de quienes ingresan a ella. En realidad, el bien común, como
finalidad nunca ha entrado en debate, es más, aspirantes a la política siempre han procurado
tenerlo presente hasta en el más mínimo discurso.

Lo anterior es verdaderamente alarmante porque cuando una política pierde el sentido del bien,
pierde el sentido de sí misma y la sociedad se termina destruyendo. Dicho esto, asegurar que
todos los políticos son corruptos y ambiciosos no es lo correcto; pero hoy podemos afirmar que
en su mayoría hay quienes se hacen acreedores de estos adjetivos, y sin reparo alguno ofrecen

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simples monólogos mal fundamentados con obsequios para estimular el voto del pueblo. Puede
suceder también que nos encontremos ante un candidato que por sus ideas nos genere grandes
expectativas, pero que no se llegan a concretar por las riquezas y el poder que se le muestra; en
ambos casos depende de nosotros elegirlos y que nos convirtamos en un medio para satisfacer
únicamente sus deseos.

Se ha dicho que es utópico tener una sociedad en la que cada miembro va a estar lleno de
valores y va a velar por el interés común; muy contrario a ello considero que es mejor pensar
que si se puede lograr, a aceptar la idea contraria y justificar nuestros actos “antiéticos” en ella.
Debemos tratar a nuestra sociedad como a nosotros, es decir, si yo tengo una meta hago lo
posible por cumplirla así me digan que es imposible, porque de ambos modos ganaré: la
satisfacción de saber que lo intenté, o probablemente de su realización, no olvidemos que
imposibles se volvieron posibles en tan solo minutos.

En los cursos de Violencia familiar solían hablar de un círculo vicioso, de modo que, si el papá
le pegaba a la mamá, los hijos iban a generar cierta aceptación ante otros hechos de violencia
similar a futuro, normalizándolos. Análogo a este ejemplo es del estado y su ciudadanía, que
están aceptando que sus representantes electos mientan, roben o actúen por interés propio, a
cambio de obtener por lo menos un 1% de todo ello, la famosa frase “Roba, pero hace obras”.
Ese círculo no se rompe fácilmente, pero no es imposible, requiere un compromiso ético con
nosotros mismos y responsabilidad política y cívica, aunando siempre una visión a largo plazo,
ya sea eligiendo o siendo elegidos.

Sé que no es fácil llegar a un acuerdo entre todos sobre lo que queremos y lo que entendemos
como bien común, pero es la base para regular el camino de nuestra sociedad. Convivir con
otros integrantes con los mismos derechos y obligaciones que nosotros, implica dejar de lado
el egoísmo y asumir que tenemos que compartir un mismo espacio y ser solidarios para resolver
los problemas tanto los problemas de otros como los nuestros, más aún cuando las realidades
que presenta el Perú son distintas en ciudades y provincias. Hay muchas formas de generar los
cambios que queremos, y el primer paso es elegir a nuestros representantes dejando de lado el
interés propio, para escoger la causa que más nos interesa.

El bien común nunca dejó de ser la finalidad de la política y la ética, si no de nosotros mismos
y depende de nosotros elegir el camino correcto, preguntarnos hacia dónde vamos.

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4. JONATHAN SMITH GAITAN HOLGUÍN.

LA ÉTICA COMO CURA PARA LA CORRUPCIÓN

Cuando uno escucha la palabra “elecciones” automáticamente lo relaciona con los políticos y
este último a su vez lo relacionan con signos de “corrupción”, pero cuál es la razón detrás de
esta extraña relación, tomando en cuenta que la política es considerada como el arte, doctrina
u opinión referente al gobierno de los estados. Bajo esta premisa, deberíamos considerar que
los denominados políticos deberían ser personas que muestren signos de ser íntegros y de ser
un ejemplo para los demás, después de todo su intención es gobernar un país.

Hoy en día es común escuchar frases como “roba, pero hace obras” o “todos los políticos son
igual de rateros”, el respeto por un político que aspira gobernar es escaso o en su defecto este
se ha perdido. Los signos de corrupción en la clase política se han acrecentado con el pasar de
los años, meses, días y horas; para nadie resulta muy extraño que en los programas de noticias
dominicales salgan las primicias de los nuevos actos de corrupción dentro de las altas esferas
de poder del estado o de los ya precandidatos que aspiran llegar al sillón presidencial de la
república, lastimosamente hoy en día vivimos en una sociedad en donde lo malo se ha
convertido en algo común para nuestros ojos y para nuestra conciencia.

Si después de todo, si hacer política implica buscar el bien de todos, y al mismo tiempo el
término “bien” busca aquello que es bueno para todos (Castillo, 2020), entonces por qué el
interés personal de los Políticos se impone ante el bien general, esta interrogante no es nada
difícil de responder, la respuesta radica en la forma en que se lleva a cabo el desarrollo de la
persona, principalmente en la etapa escolar, adolescencia y juventud, la poca práctica de valores
en el seno familiar trae consigo que las personas crezcan con una falta de principios y valores.

En un recuento de los actos de corrupción en nuestro país, en los últimos 20 años podemos
destacar que solo en el año 2018, existían 14 investigaciones por presuntos actos de corrupción,
dentro de los cuales estaban inmersos ex presidentes, alcaldes y empresarios. (Radio Programas
del Perú, 2018), por si esto no fuera poco, a raíz de la gran cantidad de casos de corrupción en
el denominado “Caso Lava Jato” el Ministerio Público tuvo que crear un equipo especializado
de fiscales, para que puedan investigar casos complejos. Cabe precisar que todos los
investigados, 3 de ellos han sido expresidentes de la República y también la candidata
Presidencial Keiko Fujimori, lo que evidencia que los gobernantes, así como los que pretendían
gobernar no tenían cualidades éticas para poder llevar bajo sus espaldas el rumbo del País.

De lo manifestado en el párrafo anterior, podemos evidenciar que en la actualidad nuestros


gobernantes o aspirantes a gobernantes, carecen de valores y conducta moral que permita que
las personas que son gobernadas puedan obtener el bien general. Pero ¿Qué es la ética y que
injerencias tiene dentro de la Política?, “Es la Luz de la razón que ilumina el camino acertado
de la conducta” (Cañas Quiroz, 2020), de la definición que optamos, podemos inferir que la
conducta de nuestros políticos está lejos de ser ético y por el contrario encaja dentro de la
corrupción, el cual es el otro lado de la moneda.

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Si bien la ética busca que las personas cultiven valores como la verdad, el respeto, la integridad,
la igualdad y entre otros, de forma contrario a ello, la corrupción se manifiesta al ejercer
antivalores, estos antivalores son la manifestación de actos como la injusticia, deshonestidad,
discriminación, injusticia, el egoísmo, la individualidad, la irresponsabilidad; debe tomarse en
cuenta que tanto los valores éticos como las antivalores, son expresiones de la formación del
ser humano, estos se hacen presentes en el desenvolvimiento del ser humano dentro de la
sociedad.

Como pedir a nuestra clase política que actúe con ética, cuando nosotros mismos inculcamos
antivalores, “mentimos, somos egoístas, deshonestos”, es evidente que no resulta concordante,
así como criticamos y exigimos cambios en ellos, también cambiemos nosotros, dejemos de
engañar a nuestro prójimo para obtener beneficios, dejemos de mentir y actuamos con verdad;
el cambio nace de uno mismo, creemos una cultura de valores, solo así cambiaremos la clase
política que tenemos, ya que una sociedad con valores éticos no cabe signos de corrupción. Es
hora que la política de la mano de la ética, forme una nueva clase política que busque gobernar,
procurando siempre el bien de todos en general y no solo el de uno en particular.

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5. DABORS EDSON GUTIÉRREZ CALLAPAZA.

CORRUPCIÓN POLÍTICA Y LA EDUCACIÓN

Alguna vez escuche en mis clases de epistemología que existía triangular entre la Filosofía, la
Ciencia y la Tecnología, puesto que surgía una carrera entre estas 3 de supremacía y orden de
acción entre ellas, en tiempos de la época de la Ilustración o siglo de las luces es que la filosofía
surgía como primogénita para dar cabida al desarrollo de las otras 2 y dependiendo de la época
alternaban esta primogenitura. Es de igual forma que la ética, política y el poder se entrelazan
no por un orden jerárquico, sino una relación medio-fin, es así que la ética es el fin, pero en
otras ocasiones el medio; cabría entonces realizarle la siguiente interrogante ¿Fin para qué?

La corrupción es el mal uso del poder político burocrático por parte de camarillas de
funcionarios coludidos con mezquinos intereses privados para obtener ventajas económicas o
políticas contrarias a las metas del desarrollo social mediante la malversación o el desvío de
recursos públicos y la distorsión de las políticas e instituciones (b). El Perú viene atravesando
años de corrupción, dentro del eje político y judicial, es necesario recalcar la relación que tienen
ambos, tan sólo recordando la etapa de la década de los noventa donde el Perú al mando del
electo Alberto Fujimori sufrió una reforma legislativa con la toma del poder legislativo,
llamado autogolpe por la prensa nacional, bajo órdenes del presidente en el año 1992 que
conllevó a una reforma constitucional al año siguiente con el fin de otorgarle total poder al
ejecutivo, que concretizó la tesis del poder absoluto de Hobbes (c).

No cabe duda que ejemplos de corruptos y actos de corrupción abundan en nuestro país y no
solo a nivel político sino como analizaremos también a nivel judicial debido a diversos factores
entre ellos una mala formación ética y moral, no solo del juez sino todo participe del proceso
judicial, acotando a esto Beatriz Mejia Morí dice que alguna otras causas serían la falta de un
modelo de juez ideal, la presión de los grupos de poder, que valga la aclaración son los que
facilitan el ingreso a la carrera política y judicial (d). Es por tanto que la corrupción se
manifiesta como un medio de poder purulento que emana de una herida infectada incapaz de
sanar, pues contrario a una idea ética de combatirle en términos bélicos es que hemos
encontrado ventajas de esta dentro del quehacer cotidiano, y hemos adoptado como
reconocemos una funcionalidad positiva para nuestro ordenamiento jurídico. Es tal el
desconcierto de la población empresarial consideraba que entre los años 2009 y 2014
consideraba que la entidad pública con mayor relevancia corruptiva era el Poder Judicial
seguido del Congreso de la República (e).

Entonces, entre la ética, política y el poder-corrupción- existe la correlación ya casi inalienable


donde esta última revela altos intereses en regular a las otras 2, de modo tal que pueda
expandirse cual virus se tratase dentro de su huésped, el cual es la sociedad, sentenciando al
caos y el desorden social; que ya no es combatida sino interiorizada; tal es el caso que la
carreras políticas y judicial se han convertido en una especie competencia sin valores ni fines
propios de una sociedad civil ética, pues estas se vinculan con la búsqueda del bien común, la
transparencia y publicidad de los actos de la administración, la responsabilizarían y la búsqueda
de la equidad y fortalecimiento de la gobernabilidad y la democracia (f).

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En conclusión, la ética ha sido dejada para el estudio a posteriori de las acciones realizadas por
funcionarios públicos, cuando estas al tener una naturaleza formativa deberían ser
internalizadas a lo largo del desarrollo educacional de la persona, no aprendidos luego de haber
sido participe de actos de corruptela, sin embargo, la población ha absorbido a la corrupción
dentro de los estándares de moral aceptables, que en estricto rigor convendría decir tolerables,
dado que parte de las prácticas cotidianas realizadas por ellos mismos contienen conductas
pocas éticas pero que les traen beneficios.

Finalmente, conviene resaltar alternativas de solución que no solo estarían dentro de un carácter
formativo, sino también informativo, pues no solo se aprende de lo que se hace, sino también
de lo que se lee, utilizando esta herramienta como método para sensibilizar, desarrollar la
conciencia, buscar la madurez del juicio crítico, que resultarían en el establecimiento de unos
principios internos y un dominio del carácter (g), además de fomentar y recompensar las
prácticas éticas desde la formación temprana; pero sin duda la más importante de las
alternativas es la de no tolerar actos de corrupción en ningún estrato social aún cuando nos
beneficie de alguna forma tolerarla.

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6. DANIELA JESUS HERCILLA CORNEJO.

ÉTICA Y POLÍTICA

“La política escapa a la moral”-Maquiavelo.

La política es una actividad que tiene muy mala reputación, por ello el hombre la mira con
reticencia y desconfianza, se cree que los políticos son demasiado corruptos y trafaciosos, por
eso, en el siguiente ensayo se analizará si la política tiene que estar de la mano con la ética,
para que exista un fin colectivo anhelado por la sociedad.

La política es, antes que nada, una actividad humana y como tal está regida por la moral, la
cual regula la conducta de las personas en cuanto al bien y al mal. Nicolas Maquiavelo
menciona: “La política escapa a la moral”, conforme a lo afirmado se tiene que los valores
morales tengan una aplicación a ella, con lo que legitima la inmoralidad política; para él lo
importante es la eficacia (obtener el resultado que se quiere). Y el principal resultado a que
aspira el Príncipe es mantenerse en el poder y que este se incremente. Maquiavelo también nos
menciona:“El fin justifica todo los medios” bajo la premisa se puede dilucidar que, no importa
la forma de obtener el poder, lo importante es llegar y mantenerse, sin importa la vulneración
de principios éticos; este pensamiento es errado desde mi punto de vista, porque, por ejemplo
en las últimas elecciones, en el Perú se apreciar que los candidatos han estado inmersos en
actos de corruptos, es decir, algunas empresas les ofrecen financiar su candidatura a fin que se
realicen únicamente contrato con los bienes del estado y de obras públicas con dichas empresas,
ejemplo caso Odebrecht.

Otra falencia en la política peruana es la escasez de principios éticos y morales; este problema
se acarrea desde las aulas de educación primaria, secundaria y universitaria, donde los
profesores o la malla curricular de estudios, no enfatiza la educación ética, solo da importancia
a la esfera académica y deja de lado lo más importante la educación humanitaria. Por
consiguiente, se genera grandes problemas como es la falta de valores; por eso yo propongo
que se de un reforma de 360 grados, con la cual se enfatice el estudio humanístico, esto no
quiere decir que se deje de lado el estudio científico sino que se le dé mayor prioridad e
importancia a la esfera humanística; de esa manera se tendrá mejores gobernantes y el
crecimiento del país aumentará y sobre todo los conflictos entre particulares disminuirá
prudencialmente.

Otro problema es que no existe una convivencia pacífica, ni en el seno del hogar, ni en el seno
de la nación, ni en la comunidad internacional, por la mentira; la mentira suscita la desconfianza
la cual genera malos entendidos y esto da como resultados la violencia. Se da, así, lo que
planteó Aleksand Solyenitsyn en su carta a la Academia de Estocolmo, "La mentira y la
violencia están indisolublemente ligadas en la historia". Para que haya convivencia pacífica y
credibilidad, es indispensable que todos procuremos vivir en la verdad (conforme a la

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veracidad) y respetándose. Así mismo esto debe ir de la mano con la honestidad, la honradez
(elementos esenciales de la confianza colectiva). Basta recordar el viejo aforismo de los
romanos: "La mujer del César no sólo necesita ser honrada, sino que debe también parecerlo".
Es fundamental en la actividad pública, contar con la confianza indispensable de los
trabajadores y las personas de nuestro alrededor para ejercer la autoridad, ser escrupuloso en
materia de honestidad. por otro lado la verdad no es el único valor importante desde mi punto
de vista debe ir de la mano con estos dos valores que son la justicia y la solidaridad, empleando
la palabra más usada en nuestros días para referirse al amor cívico, al amor al prójimo, la
caridad en el sentido cristiano.

La acción política se empequeñece sin: verdad, honestidad, justicia, el poder de darle a cada
uno lo que es suyo, el deseo de proceder rectamente, no sólo aplicando la ley al pie de la letra,
sino que se procure velar por los derechos de las personas.

La búsqueda del bien común exige buscar condiciones de justicia en las relaciones sociales. Y
sin solidaridad, que significa la disposición de ayudarnos los unos a los otros, especialmente
de ayudar los más fuertes a los más débiles, los que están en la buena a los que están en la mala,
de modo que todos puedan sentirse miembros de una misma comunidad, no hay política
verdaderamente humana. Verdad, honestidad, justicia, solidaridad, son piedras angulares de
carácter ético sobre las cuales se construye la acción política.

Se puede concluir que si se desea tener buenos gobernantes a futuro se debe velar por una
educación humanística y hacer prevalecer los principios éticos, de esta manera la sociedad va
a cambiar y la humanidad también.

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CAPÍTULO III

CASUÍSTICA APLICADA

1. CASO ODEBRECHT

Un escándalo de corrupción sin precedentes en lo que va del siglo, el cual ha infectado a casi
cada rincón de los países americanos, pero que es Odebrecht o que injerencias tiene en casos
de corrupción, Odebrecht es la mayor constructora de América Latina, es decir una empresa
multimillonaria, la cual no solo era una empresa multimillonaria, sino también la mayor
empresa en casos de corrupción.

Todo esto se logró saber luego de las investigaciones realizadas en Brasil, nos referimos al caso
Lava Jato, el cual en su momento dio como resultado la detención de personajes importantes
en Brasil, dando a conocer que se habían utilizado 3 mil millones de dólares para actos de
corrupción, es en esta situación que el presidente de la empresa Odebrecht “Marcelo
Odebrecht”,a efectos de reducir su condena, da a conocer información importante, poniendo al
descubierto gran cantidad de actos corrupción que involucraban a las más importantes esferas
políticas de cada país.

Marcelo Odebrecht, en conjunto con 77 altos funcionarios de la empresa, ante una corte de los
estados Unidos, admitieron haber sobornado a altos funcionarios gubernamentales de 12 países,
con el único fin de poder obtener contratos millonarios, es decir la empresa Odebrecht
entregaba una cantidad de dinero a los gobernantes, para que estos a su vez le dieran una mano
para la construcción de una carretera. Posteriormente, se revelaron donaciones no declaradas
con las que financiaron irregularmente a las campañas electorales de gran parte de los líderes
políticos del país.

En el caso peruano, la empresa corrupta ha manifestado que durante los periodos de 2005 a
2014 se realizó pago de sobornos por una suma de 29 millones de dólares, en el caso peruano
los actos de corrupción han sido bastante sonados a nivel mundial, en cuanto los últimos
presidentes del Perú hoy se encuentran investigados a raíz de estos actos de corrupción, la
situación no ha quedado ahí, por cuanto a la fecha ya ha cobrado la muerte de un ex presidente
y la renuncia de otro, lo cual trajo consigo un remezón en la escena política del país.

En la actualidad, la Fiscalía mantiene una investigación a todos los presidentes que han
gobernado el país desde el año 2001 hasta inicios de 2018 por presuntos delitos de corrupción
y lavado de activos.

Por estos casos quedan bajo investigación los exmandatarios Alejandro Toledo (2001-2006),
quien huyó a EE.UU. y ahora enfrenta un pedido de extradición; Ollanta Humala (2011-2016),
que estuvo preso nueve meses con su esposa Nadine; el citado García (1985-1990, 2006-2011)
quien buscó asilo en la embajada de Uruguay y le fue denegada; y Kuczynski (2016-2018),
quien renunció en marzo de 2018, agobiado por denuncias de corrupción. (TeleSur, 2019).

31
Como puede verse las altas esferas políticas han sucumbido ante la facilidad de obtener dinero,
bien dice el dicho “tener más dinero no te convierte en honrado”, de nada ha servido que el
crecimiento en materia económica del Perú ha sido bastante reconocido, en tanto los actos de
corrupción se encuentran latentes en nuestra en nuestro país.

Estos hechos deben servir como escarmiento al peruano de a pie, para que pueda entender el
valor de lo moral, dejemos atrás la vieja modalidad de echar la culpa a los demás y no ver que
el error parte de uno mismo, admitir que hemos fallado como sociedad y lo único que hemos
obtenido luego de tantos años de gobierno republicano no ha sido más que políticos en la cárcel
y una sociedad plagada de valores antiéticos.

Debemos mirar hacia atrás y ver en qué hemos fallado, para luego poder remediar estos errores,
dejemos de culpar a los demás del fracaso como sociedad y enfoquémonos en cambiar nosotros
mismos. Dejemos de intentar pagar a un policía para que no nos imponga una papeleta, dejemos
de hacer trampas en los estudios, dejemos de pedir un favor a un allegado para que nos ayude
en algún trámite, dejemos que el tener un apellido de renombre nos asegure que todo saldrá a
nuestro favor. Solo cuando dejemos atrás estos actos, seremos una sociedad en donde no exista
más actos como el mencionado. Quiérete a ti y quiere a tu país.

32
CONCLUSIONES

PRIMERA.- El político ha de ser una persona honesta, inteligente, prudente, justo, sincero,
pero también tiene que ser “creativo”, porque el bien común cambia y es dinámico junto con
la sociedad, de modo que se construye, se rediseña y se inventa y las virtudes relacionadas con
la gestión han de ser superadas por las virtudes de la innovación y el ingenio.

SEGUNDA.- La clave de una democracia es una ciudadanía madura, reflexiva, ilustrada, capaz
de argumentar y razonar sobre distintos temas y, sobre todo, comprometida con todo ello. El
futuro está en nuestras manos y, por tanto, dependerá de lo que hagamos con nuestras, tanto
como gobernantes, aspirantes o ciudadanos.

TERCERA.- El poder busca ser reconocido, reforzarse, estar activo, crecer en sí mismo; el
poder activa decisiones directivas, mueve proyectos y propósitos; pero también, como presión,
se ejercita desde grupos de interés que buscan crecer a costa de otros. Una función de la política
es articular intereses con los objetivos de conjunto. Necesaria en tanto los actores vean al
sistema como campo de fuerzas donde es válido satisfacer intereses en lo personal, además de
lograr objetivos.

CUARTA.- A lo largo de la historia, los regímenes políticos han sido usados para satisfacer
las ansias de poder de los gobernantes que en su momento estaban a cargo de las riendas de un
país, después de todo no pudieron prevalecer el interés general por encima de su interés
personal.

QUINTA.- La política actual se basa en torno al poder que puedes llegar a obtener, mediante
la búsqueda de un fin que no necesariamente pueda ser ético, no obstante, hoy en día el poder
político responde a intereses de ejes económicos, dejando de lado los intereses públicos, siendo
así que se muta las ideas de lo moral y lo ético en conveniencia de intereses particulares.

SEXTA.- Todo servidor público trabaja para la comunidad política; por lo tanto, ningún
político y funcionario debe llegar a ocupar un cargo ni acceder a responsabilidades superiores
si no cuenta con una formación en valores. El hecho de que existan gobernantes carentes de
valores genera el incumplimiento de objetivos en los programas de gobierno

SÉPTIMA.- Ningún político y funcionario debe llegar a ocupar un cargo ni acceder a


responsabilidades superiores si no cuenta con una formación en valores. El hecho de que
existan gobernantes carentes de valores genera el incumplimiento de objetivos en los
programas de gobierno

OCTAVA.- Tener dinero no te convierte en alguien que tenga valores, las personas
comúnmente caen en tentación, ello se debe a que no estamos formados en valores, desde
siempre nos ha enseñado sacarle vuelta a las normas y sacar un beneficio, hoy en día esas
pequeñas trampas que de pequeños se hacia, se han convertido en un caso de mayor escala en
donde la clase política ha sido consumido por actos de corrupción.

33
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