Está en la página 1de 17

¿Cómo funciona esta tecnología para eliminar bacterias?

Una máquina de desinfección que emite luz UV puede producir una longitud de onda
germicida, que hace que los virus y bacterias que están expuestos a dicha radiación sean
incapaces de reproducirse e infectar. Gracias a esta cualidad, este sistema hace posible
desinfectar un área en cuestión de minutos.
Aunque la luz ultravioleta logra penetrar los microorganismos sin realizar cambios en el
ambiente o las superficies que esta luz toca.
Cabe resaltar, que el tiempo de reacción entre la radiación UV y las bacterias es muy
corto, de modo que la eliminación de estos organismos es casi inmediata. De hecho, este
factor también facilita la desinfección del agua a nivel físico y químico.
Gracias a que la luz puede llegar a cualquier espacio físico, la radiación germicida puede
garantizar la completa eliminación de virus como el Civid-19 en un lugar.

Con las telas, no está claro cuánto tiempo pueden durar los virus. Pero, en general,
tienden a durar menos tiempo en comparación con las superficies duras como el acero
inoxidable, según la Clínica Mayo. También depende de qué material está hecho el tejido.
Esto es importante porque las personas entramos en contacto con la tela durante todo el
día. Desde la ropa que usamos y la toalla con la que nos secamos después de la ducha,
hasta las sábanas en las que dormimos. Como precaución adicional, algunos expertos
recomiendan cambiarse a ropa limpia cuando llegamos a casa si hemos estado en
contacto con grandes grupos de personas en el trabajo durante todo el día.

Hay 3 clasificaciones para la luz ultravioleta, A, B y C, que es la usada como germicida y su


medida en el nanómetro, una milmillonésima parte de un metro (nm).
• UVA: tiene la longitud de onda mayor (desde 320 nm hasta 400 nm inclusive), y es
también donde empieza la luz visible (azulada). Esta radiación es capaz de penetrar
nuestra piel o cualquier sustrato papel, pintura, recubrimientos, etc. y se usa
frecuentemente en la industria en procesos de “curado en profundidad”. Nuestra piel ha
desarrollado mecanismos de control del UVA y por tanto no es muy perjudicial, siempre y
cuando las dosis recibidas no sean superiores, por ejemplo, a una exposición normal al sol.
No obstante hay que recordar que esta radiación envejece la piel.
• UV-B: definida como la radiación comprendida entre los 280 y 320 nm. A pesar de
tener una mayor energía que los UVA no penetra tan profundamente, pero produce un
curado más rápido. Nuestra piel no está bien protegida contra la radiación UVB, debido a
que tan solo una pequeña cantidad nos llega a través de la capa de ozono. La radiación
UVB «quema».
• UV-C: es el tipo de radiación ultravioleta que se sitúa en un intervalo de longitudes
de onda de 280 a 100 nanómetros. La radiación UV-C es la longitud de onda ultravioleta
más corta y es filtrada casi por completo al pasar por la atmósfera y antes de llegar a la
superficie terrestre. Las personas estamos muy poco o nada expuestas a ella de manera
natural, lo que sería altamente peligroso. Esta radiación tiene una alta energía que cae tan
pronto incide contra cualquier superficie y en la industria se usa para el “curado
superficial”. Debido a ello, se usa ampliamente en aplicaciones germicidas eliminando
eficazmente virus y bacterias.
La UV-C producida artificialmente se ha utilizado con éxito como germicida y bactericida
durante décadas y actualmente es llamada UV-GI, abreviación internacional de
«Irradiación germicida ultravioleta». Como su nombre indica trata de la desinfección por
esterilización de microorganismos como bacterias, virus, hongos, levaduras, protozoos y
otros patógenos mediante la aplicación de luz UV ya que estos son vulnerables a los
efectos de la luz ultravioleta en las longitudes de onda próximas a 253.7 nanómetros (UV-
C), donde ésta actúa como germicida afectando a la estructura molecular del
microorganismo, esterilizándolo e impidiendo su reproducción.

Debido a su efectividad y a sus ventajas, la UV-C se está utilizando en una gama de


aplicaciones cada vez mayor. Se utiliza, por ejemplo, para la desinfección en estaciones
depuradoras de aguas residuales, laboratorios, sistemas de aire acondicionado e, incluso,
piscinas y acuarios, así como en distintas etapas de los procesos industriales de alimentos
y bebidas. La UV-C también se utiliza en entornos médicos y hospitalarios para la
esterilización de instrumentos, superficies de trabajo y aire.
Los microorganismos se desactivan por medio de la luz UV como resultado del daño a los
ácidos nucleicos. El ADN y el ARN celular absorben la energía alta asociada con la energía
UV de longitud de onda corta, principalmente a 254 nm. Con absorción de energía UV se
forman nuevos enlaces entre nucleótidos adyacentes creando dobles enlaces o dímeros.
Dicha dimerización de las moléculas adyacentes, especialmente de las timinas, constituye
el daño foto químico más frecuente ya que impide en las bacterias y virus su capacidad de
replicación y, por tanto, la capacidad de infectar. La mayoría de microbios causantes o
propagadores de enfermedades como la gripe, gastroenteritis, salmonelosis y muchos
más, son sensibles a la radiación UV, incluso otros más peligrosos como pueden ser el
causante del ántrax o el cólera.
Esto ha permitido que la luz UV entre los 200 y los 300 nanómetros sea clasificada como
una de las mejores soluciones germicidas, es decir, puede inactivar microorganismos
como bacterias, virus y protozoos. Esta capacidad ha permitido la adopción generalizada
de la luz UV como una forma respetuosa con el medio ambiente, sin sustancias químicas,
muy eficaz para desinfectar y proteger frente a microorganismos perjudiciales.
En los hospitales, hoy en día muchas bacterias se están volviendo cada vez más resistentes
a los antibióticos, lo que hace un ambiente hospitalario tenso y donde necesariamente
hacen falta buenas herramientas para desinfectar y eliminar la mayoría de patógenos. Un
estudio recientes se ha demostrado que radiación onda corta UV es capaz de eliminar los
tres gérmenes más problemáticos a nivel hospitalario, mejorando así la limpieza del área
de cuidados intensivos, salas de medicina general y habitaciones individuales, los agentes
eliminados satisfactoriamente fueron el Clostridium Difficile, un disparador para
infecciones intestinales graves, Acinetobacter, causante de neumonía e infecciones graves
del tracto urinario y VRE que infecta la sangre, heridas e infecta los catéteres.
La luz UVC y su gran poder germicida ha demostrado ser efectiva contra los alérgenos
como el moho, hongos, esporas, ácaros del polvo y sus desechos fecales tóxicos. Pero no
sólo se limita a estos microorganismos, sino que, entre las más comunes, es capaz de
destruir gérmenes bacterianos como Salmonella, E. Coli, Staphylococcus Aureus, Bacillus
Cerus, Clostridium Botulinum, Clostridium Perfringens, Campylobacter, MRSA, virus como
H1N1, Norovirus, Rotovirus, Influenza, resfriado común, neumonía viral, rinovirus,
gérmenes fúngicos como el moho y un largo etc.
Hoy en día hay muchos sistemas de esterilización mediante luz UV para superficie, son
utilizados principalmente en la industria alimentaria para esterilizar medios de producción
tales como cintas transportadoras o clasificadoras, máquinas envasadoras, recipientes de
fermentación y un largo etc.
También se han desarrollado sistema portátiles de luz UV para uso rápido y eficiente para
actuar en ámbitos dónde la instalación de sistemas UV no es factible tales como hoteles,
restaurantes, casas particulares, lugares en los cuales sus superficies pueden ser tratadas
con rayos ultravioleta de onda corta (UV-C), alcanzando porcentajes de esterilización de
hasta el 99,9% en función de la dosis. Estos sistemas son potentes y seguros sistemas de
sanitización y eliminación de gérmenes para eliminar todo tipo de microorganismos
invisibles en todas las superficies del hogar, lugar de trabajo u otro tipo de entorno, siendo
totalmente eficientes en la eliminación de los ácaros del polvo, moho, y olores.

Microorganismos sensibles a la radiación ultravioleta.

• Agrobacterium tumefaciens
• Adenovirus Tipo III
• Aspergillus Amstelodamy
• Aspergillus flavus
• Aspergillus glaucus
• Aspergillus niger
• Bacillus Anthracis
• Bacillus Anthracis (esporas)
• Bacillus Megatherium SP
• Bacillus Megatherium SP (esporas)
• Bacillus Paratyphosus
• Bacillus subtilis
• Bacillus subtilis (esporas)
• Bacteriófago
• Campylobacter jejuni
• Chiorella vulgaris (Algas)
• Cianobacteria sp.
• Clostridium botulinum
• Clostridium tetani
• Corynebacterium diphtheriae
• Coxsackie
• Cryptosporidium parvum
• Dysentery bacilli
• E. hystolitica
• Eberthella typhosa
• Echovirus I (Picornaviridae)
• Echovirus II (Picornaviridae)
• Enterococcus faecalis
• Escherichia Coli (E. Coli)
• Giardia lamblia
• Huevos de nematodo (helmintos)
• Influenza (orthomyxovaridae)
• Legionella bozemanii
• Legionella dumofii
• Legionella gormanii
• Legionella longbeachae
• Legionella micdadei
• Legionella pneumophila
• Leptospira canicola
• Leptospira interrogans
• Listeria monocytogenes
• Micrococcus candidus
• Micrococcus sphaeroides
• Mosaico del tabaco (TMV)
• Mucor Mucedo
• Mucor Recemosus (A y B)
• Mycobacterium tuberculosis
• Neisseria – moraxella catarrhalis
• Oospora lactis
• Paramecium sp.
• Penicillium chrysogenum
• Penicillium digitatum
• Penicillium expansum
• Penicillium roqueforti
• Phytomonas tumefaciens
• Poliovirus (picornaviridae)
• Proteus vulgaris
• Pseudomonas aeruginosa
• Pseudomonas fluorescens
• Rhizopus nigricans
• Rhodospirillum rubrum
• Rotavirus (Reoviridae)
• Saccharomyces cerevisiae
• Saccharomyces ellipsoideus
• Saccharomyces sp.
• Salmonella enteritidis
• Salmonella paratyphi
• Salmonella Species
• Salmonella typhi
• Salmonella typhimurium
• Sarcina lutea
• Serratia marcescens
• Shigella dysenteriae
• Shigella flexneri
• Shigella paradysenteriae
• Shigella sonnei
• Spirillum rubrum
• Staphylococcus albus
• Staphylococcus aureus
• Staphylococcus epidermidis
• Streptococcus haemolyticus
• Streptococcus lactis
• Streptococcus pyrogenes
• Streptococcus salivarius
• Streptococcus viridans
• Trichosporon
• Variola Virus (Poxviridae)
• Vibrio cholerae
• Vibrio comma
• Virus de la Hepatitis A (VHA)
• Virus de la Hepatitis B (VHB)
• Yersinia Enterocolitica

Qué tan efectivos son los rayos UV contra el coronavirus?


El aislamiento social y la desinfección de las superficies parecen ser dos de las estrategias
más eficientes para evitar el contagio del COVID-19. Con buena parte del planeta
obsesionada por la limpieza, el jabón y el alcohol (y el producto final mezclado) comienzan
a escasear.
Sin embargo, hay un desinfectante natural, gratuito y disponible en grandes cantidades: la
luz ultravioleta (UV). Los rayos UV se han utilizado por décadas para esterilizar objetos y
habitaciones, por lo que tiene sentido preguntarse si puede matar al coronavirus SARS-
CoV-2.
“Los virus no se reproducen solos, pero tienen material genético, ya sea ADN o ARN. Se
reproducen uniéndose a las células e inyectando su ADN. Algunos salen de la célula
infectada (esta forma de reproducción se llama ciclo lítico), mientras que otros se fusionan
en la ella, reproduciéndose cada vez que la célula se divide (lisogénica)”, planteó Digital
Trends.
Por técnica que parezca la explicación, cualquiera que se haya expuesto al sol de manera
inadecuada ha podido comprobar cómo la luz UV mata los virus, pues daña el ADN. Así lo
explicó el mismo medio: “Una molécula de ADN está compuesta por dos cadenas unidas
por cuatro bases, adenina (A), citosina (C), guanina (G) y timina (T). Estas bases son como
un alfabeto, y su secuencia forma instrucciones para que las células se reproduzcan”.
Es tan potente la radiación, que puede hacer que las bases de timina se fusionen y
revuelvan la secuencia de ADN. Como la secuencia ya no es correcta, no puede replicarse
correctamente. En otras palabras, dicha luz aniquila los virus, al destruir su capacidad de
reproducción.
Sin embargo, el temido COVID-19 lo causa una raza desconocida de patógenos y no hay
estudios concluyentes sobre su resistencia a los rayos UV. Ello no ha impedido desplegar
dispositivos UV para intentar frenar el virus.
La experiencia dice que los coronavirus anteriormente conocidos, como los que causaron
el SARS y el MERS, mostró que la luz UV podría inactivarlos virus, por lo que no es del todo
irracional esperar que tenga un efecto similar en el que provoca el COVID-19.
No es necesario (ni menos seguro) que corras a exponerte bajo la luz de una lámpara UV,
pues la radiación ultravioleta también puede dañar tu ADN. De hecho, las personas que
pasan demasiado tiempo al sol tienen altas probabilidades de desarrollar como cáncer de
piel y cataratas en los ojos.
Según un estudio publicado en Nature, un espectro particular de luz ultravioleta, el UV-C,
inactiva eficazmente las bacterias sin dañar la piel de los mamíferos expuestos.
Así lo explica el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos: “En el campo de la
medicina, la radiación UV-C también puede surgir de lámparas especiales o de un rayo
láser y se usa para eliminar gérmenes o para ayudar a cicatrizar heridas. Asimismo, se usa
para tratar ciertas afecciones de la piel como las soriasis, el vitiligo y los nódulos en la piel
que causan el linfoma cutáneo de células T”.
También llamada radiación ultravioleta C, se trata de rayos invisibles que son partes de la
energía que viene del Sol y que, afortunadamente, son filtrados en gran medida por la
capa de ozono, que impide que lleguen a la Tierra.
De acuerdo con lo planteado en Nature, “esto se debe a que, debido a su fuerte
absorbancia en materiales biológicos, la luz UV-C no puede penetrar ni siquiera las capas
externas (no vivas) de la piel o el ojo humano. Sin embargo, debido a que las bacterias y
los virus tienen un micrómetro o dimensiones más pequeñas, el UV-C lejano puede
penetrarlos e inactivarlos”.
La investigación demuestra que las lámparas UV-C pueden erradicar incluso los virus en el
aire sin dañar a las personas, por lo que podemos imaginar un mundo en el que caminar
por la seguridad del aeropuerto o ingresar a un hospital implica pasar a través de una
cámara de descontaminación UV, reflexionó Digital Trends.

Parte Técnica

Fuentes de luz ultravioleta

La luz ultravioleta es la porción del espectro electromagnético que se encuentra entre los
rayos X y la luz visible. Se han definido cuatro regiones del espectro UV- vacío UV entre
100 y 200nm, UVC entre 200 y 280nm, UVB entre 280 y 315nm, y UVA entre 315 y 400nm
(Meulemans, 1986). La aplicación práctica de la desinfección UV se basa en la capacidad
germicida de UVC y UVB.

Los rayos UV constituyen la franja del espectro electromagnético situada entre los 100 y
400 nm.
Entre los rayos x y la luz visible. La escala expandida de la radiación UV se distribuye así:

Vacío – Ultravioleta ………………………….. entre 100 y 200 nm


Ultravioleta - Onda corta (UV-C) …………….. entre 200 y 280 nm
Ultravioleta - Onda media(UV-B) …………......entre 280 y 315 nm
Ultravioleta - Onda larga (UV-A) …………….. entre 315 y 400 nm

Si bien el sol es una fuente de luz ultravioleta, la absorción de la radiación de onda corta
por parte de la capa de ozono de la tierra impide que cantidades significativas de UVB y
UVC (NASA, 1972) alcancen la superficie de la tierra.
Las radiaciones que atraviesan la atmósfera terrestre y alcanzan la superficie son las
comprendidas entre los 280 nm y las próximas al infrarrojo, el resto son absorbidas por la
capa atmosférica de ozono.
Por ello, las aplicaciones prácticas de desinfección UV dependen de fuentes artificiales de
UV. Las fuentes de UV más comunes son lámparas de arco de mercurio de baja y mediana
presión que están disponibles comercialmente.
Una lámpara típica de arco de mercurio (figura 2) consiste de un tubo de sílice vítrea o
cuarzo, ambos transmisores de UV, herméticamente cerrado y con electrodos a ambos
extremos (Phillips, 1983). El tubo se llena con una pequeña cantidad de mercurio y un gas
inerte, usualmente argón. Los electrodos están compuestos usualmente de tungsteno con
una mezcla de metales de tierra alcalinos para facilitar la formación del arco dentro de la
lámpara. Se logra una descarga de gas mediante la aplicación de un voltaje elevado a
través de los electrodos. La lámpara emite luz UV cuando el vapor de mercurio, excitado
por la descarga, retorna a un nivel menor de energía. El argón presente ayuda a arrancar
la lámpara, extender la vida del electrodo, y reducir las pérdidas térmicas, pero no
contribuye en sí a la emisión de luz UV por parte de la lámpara.

Figura.- Esquema de una lámpara de rayos UV

Debido a las características de resistencia eléctrica negativa de las descargas de gas, la


operación estable de una lámpara de arco de mercurio requiere de un balasto adecuado.
Si la lámpara es operada usando un suministro de corriente alterna, el balasto usualmente
tiene componentes inductivos y capacitivos. Los balastos pueden ser electromagnéticos o
electrónicos (O’Brien et al.. 1995; Phillips, 1983) (1982). Los balastos electromagnéticos
típicos constan de un inductor en serie con la lámpara y un condensador corrector del
factor de potencia en paralelo. La energía se entrega a la lámpara a una frecuencia de
línea de 50 o 60 Hz. Los balastos electrónicos por otra parte, tienen un rectificador AC-DC
seguido de un inversor para convertir la corriente continua en corriente alterna de alta
frecuencia en el rango de los kilohertz. En comparación con los balastos
electromagnéticos, los balastos electrónicos son más compactos, reducen los costos del
sistema, tienen una mayor eficiencia eléctrica y pueden operar con diferentes niveles de
potencia (O.Brian et al.. 1995). Similarmente, la operación de la lámpara a una frecuencia
AC mayor aumenta el rendimiento de la lámpara y prolonga su vida útil (Phillips, 1983).

Figura.- Tipologías de balastos para lámparas UV

La Figura 3 presenta una comparación de la salida espectral de las lámparas de arco de


mercurio de baja y mediana presión. Las lámparas de arco de mercurio de baja presión
usadas en la desinfección de agua varían en longitud de 35 a 163 cm y tienen un diámetro
entre 1,2 y 1,9 cm. Durante la fabricación de la lámpara, se introduce el mercurio en la
lámpara en la forma de una sola gota (50-100 mg Hg en una lámpara de baja presión de
1.5 m; O’Brian et al., 1995). Las lámparas están diseñadas para operar a su óptima
eficiencia con una temperatura de 40ºC en la pared de lámpara y una potencia de arco
eléctrico cercana a 0.3 W/cm (Phillips, 1983). Bajo estas condiciones, la presión del vapor
de mercurio dentro de la lámpara es de 0.9 Pascales y la mayor parte del mercurio dentro
de la lámpara se encuentra en estado líquido. La construcción, llenado, y operación de una
lámpara de baja presión se eligen de manera tal que se maximice la conversión de energía
eléctrica a radiación UV resonante a 254nm y 185nm. Aproximadamente 85% de la luz
emitida por una lámpara de baja presión es radiación UV resonante. Incluidas las pérdidas
del balasto, la conversión de energía eléctrica a luz UV tiene una eficiencia aproximada de
35 a 40% (O’Brian et al., 1995). Una lámpara de baja presión estándar de 147 cm de
longitud debe producir 26.7 watts de UV a 254nm cuando se le conecta a una fuente de
energía de 75 watts.
Las lámparas de arco de mercurio de mediana presión usadas en la desinfección de agua
varían en longitud de 25 a 70 cm y tienen un diámetro de cerca de 2.2 cm. Durante la
fabricación de la lámpara, se le introduce una masa medida de mercurio (1,4 a 15 mg
Hg/cm de longitud del arco). Las lámparas están diseñadas para operar a una potencia de
arco eléctrico relativamente alta, de 48 a 126 watts/cm (Phillips, 1983). De igual manera,
la temperatura de pared de la lámpara se encuentra entre 650 y 850 ºC y todo el mercurio
dentro de la lámpara se vaporiza a una presión de vapor cercana a 13 kPa. Debido a la alta
temperatura del plasma dentro de la lámpara de mediana presión, el mercurio vaporizado
se encuentra en varios estados de excitación. El paso de estos niveles de excitación a un
nivel de energía menor da como resultado la liberación de luz con diferentes longitudes de
onda. En consecuencia, la salida espectral de una lámpara de mediana presión consiste de
numerosos picos con un continuo de UV por debajo de 245 nm. Si se ignora la radiación
por debajo de 248.3 nm, Phillips (1983) reporta que una lámpara de mediana presión que
opere con una potencia de arco eléctrico de 107 watts/cm produce 9.38 watts/cm de UVC
y 8.19 watts/cm de UVB. Entonces, por lo menos 44% de la radiación total emitida por una
lámpara de mediana presión es UVB y UVC. La conversión de energía eléctrica a UVB y
UVC tiene una eficiencia de por lo menos 16%. De acuerdo con esto, una lámpara de
mediana presión de 25cm de longitud puede producir 450 watts de UVB y UVC
suministrándosele una energía eléctrica de 2.8 kw.

En 1910 comenzó a usarse la radiación ultravioleta, UV, aplicada experimentalmente a la


desinfección del agua, en Marsella. A mediados de los años 50, en Suiza y Austria, se
empezaban a aplicar de forma más o menos extensa a la desinfección del agua. A partir de
los 50 se extendió su uso tanto en Europa como en Estados Unidos, en algunos casos
combinando su empleo con cloro.
En el ciclo del agua urbana su empleo está más extendido en pequeños sistemas de
abastecimiento y en la desinfección de agua para aplicaciones o usos en hospitales,
escuelas, industrias de bebidas, alimenticias y farmacéuticas.
También se utiliza para la desinfección de efluentes secundarios de EDAR municipales,
siempre que la eliminación de materia orgánica y sólidos en suspensión haya sido elevada,
en caso contrario, este sistema de desinfección exige una filtración previa del efluente
secundario.

La radiación UV aplicada a la desinfección de aguas está en la franja de onda corta (UV-C),


consiguiéndose mediante fuentes artificiales de UV como las lámparas de mercurio.
La radiación UV no es una radiación óptica y por tanto el término "luz” ultravioleta no es el
más correcto, aunque realmente las radiaciones UV se comportan como las radiaciones
visibles.
Para conseguir radiaciones UV-C se utiliza una lámpara de vapor de mercurio por la que se
hace pasar la corriente eléctrica. La radiación UV resulta del flujo de electrones del vapor
de mercurio ionizado, entre los electrodos de la lámpara. Ocurre como en las lámparas
fluorescentes, con la diferencia de que en éstas el bulbo está recubierto con una capa de
fósforo que convierte la radiación UV en luz visible.

Cinética de inactivación y dosis


La cinética de la inactivación microbiana por radiación UV sigue la ley de Chick:

N = Noe –k I Tc
Donde No es la concentración inicial de microbios previa a la aplicación de UV, N es el
número de microbios remanente después de la exposición a la luz UV, I es la intensidad
UV por unidad de superficie (μW/cm2), Tc es el tiempo de exposición (seg), y k es la
constante cinética de inactivación.
El poder desinfectante de una lámpara UV, viene dado por el producto entre la intensidad
o cantidad de energía por unidad de superficie y el tiempo de exposición o de contacto del
agua.
Este producto, la dosis, se puede expresar en microwatios segundo por centímetro
cuadrado (μWs/cm2).

CD = I × Tc

La figura siguiente representa la ley de Chick, mostrando la inactivación como función de


la dosis UV aplicada.
Una interpretación útil de la ley de Chick es que por cada incremento en dosis UV igual a
2.3/k hay una reducción de 1 orden de magnitud de la población microbiana.

Figura.- Cinética de inactivación de la desinfección por UV

En el poder de desinfección de las lámparas UV, juega un papel importante el equipo,


principalmente sus dimensiones, ya que por ejemplo la intensidad disminuye a medida
que nos alejamos de la fuente de luz, y a su vez el tiempo de contacto depende del caudal
aplicado. Los sistemas UV pueden utilizar lámparas de baja y media presión. A su vez las
configuraciones de los reactores son diferentes y dependen de los fabricantes.

Dosis
La dosis germicida es el producto de la intensidad superficial aplicada por el tiempo de
contacto:
D = I × TC

La intensidad en el punto más alejado debería ser igual al 10 % de la intensidad superficial


de la lámpara en la cara externa de la funda de cuarzo, tal como antes se ha indicado. Por
ejemplo, para el modelo G36T6L con longitud de lámpara de 36 in, diámetro de 0.75 in (»
19 mm) y salida de 13.8 W, la intensidad superficial de salida sería:

13.8 W 106 μW
Io=
π x 0.75∈x 36∈¿ ¿
x 1W
x¿¿¿

Por lo tanto, en este caso la intensidad superficial en el punto más alejado de la aplicación
de rayos UV será de 2522 μW/cm2.
Muchos estudios han demostrado que la dosis germicida necesaria para inactivar los
microorganismos presentes en los efluentes secundarios es de 16.000 μW-s/cm 2. De
modo que, para el caso presentado, el tiempo de contacto necesario será:

16000 μW−s /cm2


Tc= =6.34 segundos
2522 μW /cm 2

Hay que aplicar factores de corrección o seguridad. Por ejemplo, la longitud efectiva de
arco es algo menor que la longitud de la lámpara. Así, el tiempo de contacto teórico se
suele multiplicar por un factor de seguridad de 2.
También es recomendable instalar sensores de intensidad que hagan saltar una alarma si
la intensidad superficial cae por debajo de un determinado valor (por ejemplo: 10.000 μW
s/cm2).
Estos sensores pueden emplear fibra óptica.
En la práctica la dosis UV se determina experimentalmente (bioensayos: rayos colimados
y/o reactor piloto) o mediante un modelo matemático (método PSS informatizado por la
EPA – UVDIS 3.1). La ventaja del programa informático consiste en su sencillez, pero se
critica que no tiene en cuenta las zonas oscuras ni la eficacia de la mezcla. Es normal
apreciar diferencias del 50 % entre la dosis UV calculada y la de bioensayos para un mismo
equipo, siendo los valores calculados siempre superiores a los de bioensayo.

Requerimientos de dosis UV
No se ha llegado a un acuerdo acerca de la dosis UV mínima requerida para la reducción
de patógenos. Hay muchas consideraciones a lugar cuando se escoge la dosis UV
suficiente para desinfectar un suministro de agua potable a un nivel aceptable. Los
factores a considerar incluyen la calidad de la fuente y el nivel de contaminación
microbiana, el impacto sobre la contaminación microbiana de los procesos de tratamiento
localizados antes de la unidad de desinfección UV, la información epidemiológica
correlacionando poblaciones microbianas con la ocurrencia de enfermedades, y el riesgo
considerado aceptable para proteger al público de enfermedades relacionadas con el
agua.
La dosis UV puede determinarse con un aparato de rayo colimado usado como patrón en
un laboratorio o con una unidad piloto de desinfección instalada “in situ”. En un estudio
de rayo colimado, una placa de petri conteniendo una muestra de agua es irradiada de
manera controlada usando una fuente UV de intensidad conocida.
Se puede establecer relaciones de respuesta a la dosis UV mediante la variación del
tiempo de exposición con el aparato de rayo colimado o mediante la variación del caudal a
través de la unidad piloto de desinfección. La curva de respuesta a la dosis UV dará
información acerca de la sensibilidad de los microbios al UV y del impacto de microbios
asociados a sólidos en suspensión sobre la desinfección. Idealmente, la curva de respuesta
a la dosis UV se debe obtener para la muestra de agua de peor calidad: niveles altos de
sólidos en suspensión o turbidez, conteos elevados de microbios (0), y niveles altos de
compuestos absorbentes de UV (solubles y en suspensión). Una curva de respuesta UV
puede servir no sólo para identificar la dosis UV para alcanzar un nivel de desinfección
sino también para identificar si el pretratamiento del agua puede conducir a una solución
de desinfección más económica.
Las Administraciones establecen diferentes requisitos de dosis. El Departamento de Salud,
Educación y Bienestar de los Estados Unidos (DHEW por sus siglas en inglés) propuso en
1966 como guía de desinfección UV en barcos una dosis UV de 16 mW-s/cm2 en todos los
puntos dentro de la cámara de reacción. Se recomendó también pretratamiento del agua
para cumplir con los estándares de agua potable con énfasis en la remoción de turbidez y
color.
La Oficina Nacional de Sanidad de los EE.UU. define dos estándares (norma ANSI/NSF 55-
1991) para sistemas UV. El primer estándar define una unidad de desinfección UV de Clase
A, diseñada para desinfectar virus y bacteria a niveles seguros. Las unidades de Clase A
deben proveer una dosis de
38 mW-s/cm2. El segundo estándar define una unidad UV de Clase B diseñada para
desinfección suplementaria de agua tratada y desinfectada (punto de consumo). Las
unidades de Clase B deben proveer una dosis de 16 mW-s/cm2. La NSF estableció que una
dosis de 16 mWs/cm2 produciría una reducción superior a 2 U-log de bacterias
heterotrofas no formadoras de esporas y una dosis de 38 mWs/cm2 proveería 4 U-log de
remoción de virus.
Similar a la guía del DHEW, el estándar NSF 55 no está indicado para aguas residuales.
Además, si se va a tratar aguas superficiales, se debe usar un prefiltro para reducción de
quistes.
La Norma de Tratamiento de Aguas Superficiales de la US-EPA (Agencia de Protección
Ambiental de los EE. UU.) requiere una dosis de 21 a 36 mWs/cm2 para proveer una
reducción de 2 a 3 U-log del virus de hepatitis A, respectivamente. Este requisito de dosis
incluye un factor de seguridad de 3.
La AWWA (Asociación Americana de Plantas de Agua Potable) recomienda una dosis de 40
mWs/cm2 para sistemas municipales pequeños.
En Europa, países como Noruega, Austria y Francia señalan dosis de 16, 30 y 25
mW·s/cm2, respectivamente.
Tipos de lámparas

Las lámparas UV que se emplean en desinfección de aguas se clasifican en:

• Baja Presión: de baja intensidad y de alta intensidad


• Media Presión: alta intensidad

Baja presión
Muchos de los sistemas de desinfección UV están basados en el empleo de lámparas
ultravioleta de baja presión – baja intensidad (BP-BI).
Estas lámparas tienen un diseño lineal y delgado, variando en longitud desde 35 a 163 cm
y en diámetro desde 1.2 a 1.9 cm. Operan de forma óptima a una temperatura de pared
de lámpara de 40 ºC y con un arco eléctrico de 0.3 W/cm. Bajo estas condiciones, la
presión interna de la lámpara es apenas de 7 × 10 -3 torr. Puede esperarse que una lámpara
de baja presión de 147 cm de longitud produzca 26.7 vatios de luz UV a 254 nm, si se
conecta a una fuente de energía de 75 vatios.
Cerca del 88 % del rendimiento de la lámpara se produce a 253.7 nm (Fig. siguiente)
haciendo de ella un arma muy eficiente para la desinfección. Aunque las lámparas de baja
intensidad producen pequeñas emisiones a longitudes de onda entre 185 y 365 nm, se
puede conseguir que la envoltura de la lámpara evite la emisión de la onda de 185 nm,
debido a que produce ozono.

Espectro de energía radiante de una lámpara de baja presión (Meulemans, 1987)

En una lámpara UV de BP-BI existe un exceso de mercurio líquido en la lámpara, y la


presión de vapor de mercurio está controlada por la parte más fría de la pared de la
lámpara. Si la pared de la lámpara no permanece a su óptimo de temperatura (40 ºC),
puede condensarse más mercurio, lo que provoca un descenso en el número de átomos
de mercurio disponibles para liberar fotones de luz UV, por lo que el rendimiento UV
desciende. En ocasiones, el agua tiene un efecto de enfriamiento sobre la pared de la
lámpara, por lo que se debe suministrar energía adicional desde el balasto para
compensar esta pérdida de calor.
La vida útil de las lámparas de baja presión – baja intensidad varía de 10.000 a 13.000
horas, dependiendo del número de ciclos diarios.
Las lámparas UV de baja presión – alta intensidad (BP-AI) son similares a las BP-BI, con la
salvedad de que se utiliza una mezcla de mercurio – indio en lugar de mercurio sólo. La
utilización de esta mezcla permite una mayor salida de intensidad UV-C (de 2 a 4 veces la
salida en una lámpara de baja intensidad), mayor estabilidad sobre un amplio rango de
temperaturas y una mayor vida de la lámpara (un 25 % más) (Crites & Tchobanoglous,
2000). El propósito de este tipo de lámparas es combinar los beneficios de las lámparas de
baja y de media presión; la emisión de luz germicida prácticamente monocromática
procede de las lámparas de baja presión, y los niveles de alta intensidad de las de media
presión. Estas lámparas operan en un rango de presiones de 10 -2 a 10-3 torr, a una
temperatura de 180 – 200 ºC, y con una corriente de 5 A (WEF, 1996).
La competitividad entre los fabricantes de sistemas UV no radica tanto en el modelo de las
lámparas, como en el tipo y diseño del balasto electrónico utilizado para controlar el
sistema (Loge et al., 1998). Los balastos electrónicos sirven para que las lámparas
funcionen muy cerca de su temperatura óptima de operación (40 ºC en lámparas de baja
presión), usan menos energía y son muy duraderos.

Lámparas UV de media presión


Las lámparas UV de media presión – alta intensidad (MP-AI) en la actualidad tienden a
remplazar a las lámparas de baja presión, sobre todo para grandes caudales de
tratamiento. Estas lámparas UV varían en longitud desde 25 a 70 cm, con un diámetro
entorno a los 2.2 cm, operan a una presión de mercurio mayor que las de baja presión (de
102 a 104 torr), con un arco eléctrico relativamente elevado (48 a 126 W/cm) y a una
temperatura de pared de lámpara también mayor (600 a 900 ºC). Esta última
característica hace que el rendimiento de este tipo de lámparas no se vea afectado por la
temperatura del agua. A estas temperaturas, todo el mercurio presente en las lámparas se
encuentra vaporizado y en diferentes estados de excitación. La transición de los niveles de
excitación a un nivel de menor energía se traduce en la liberación de luz a diferentes
longitudes de onda (Fig.). El espectro de energía de una lámpara de media presión
consiste en varios picos.
Figura.- Espectro de energía radiante para una lámpara de media presión (Meulemans,
1987)
Aunque las lámparas de media presión son menos eficientes en la generación de radiación
a 253,7 nm y a otras longitudes de onda germicidas (solo del 27 al 44 % de la energía
generada se encuentra en el rango de longitud de onda germicida), producen de 50 a 80
veces más rendimiento germicida UV que las de baja presión (Loge et al., 1998). Este
mayor rendimiento es ventajoso en el tratamiento de aguas residuales de baja calidad,
con valores bajos de transmitancia del agua y coliformes asociados a sólidos en
suspensión, como es el caso de los reboses de alcantarillados unitarios.
Una lámpara de media presión de 25 cm de longitud puede ser diseñada para que
produzca 450 W de UV-B y UV-C, con una energía eléctrica de 2.8 kW (Hernández, 2001).
Aunque las lámparas de baja presión son eléctricamente más eficaces, las de media
presión producen una potencia UV mayor por lámpara. Por esto, los sistemas UV de media
presión utilizan menos lámparas, ocupan menos espacio y requieren menos
mantenimiento que los de baja presión.
La lámpara seleccionada para los sistemas UV, los fabricantes la escogen sobre la base de
un método integral en el cual el diseño de la lámpara, del balasto y del reactor son
interdependientes (Crites & Tchobanoglous, 2000).

Aplicaciones de desinfección UV

Agua Potable Comercial


Municipal Criaderos de Peces
Comunal Hidrocultivos
Subdivisiones Laboratorios
Campos de casas rodantes Acuarios
Terrenos para acampar Restaurantes
Alojamientos de caza
Campos de Esquí Industrial
Hoteles Cervecerías
Barcos Farmacéutica
Institucional Embotelladoras
Hospitales Electrónica
Escuelas Conservas
Asilos de ancianos Productos Lácteos
Centros Comunales Alimentos
Residencias Productos Marinos
Destilerías
Aguas Residuales Petróleo
Municipales Textiles
Comunales Cosméticos
Institucionales Imprenta
Residenciales

También podría gustarte