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INSTITUTO EDUCATIVO FIDEL

CASTRO A.C.

ASIGNATURA:

TEORIA DEL DERECHO


CICLO:

Primer Cuatrimestre

ALUMNO:
Iván Alejandro Cabrera Gallegos

CARRERA:

Derecho
FECHA

7-12-19

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Índice

Introdución.........................................................................................................................................3

3.1 Educación y valores.......................................................................................................................4

3.2 Pedagogía de la ética. La


alteridad..............................................................................................................................................5

3.3 La educación en la
responsabilidad...................................................................................................................................7

Conclusión...........................................................................................................................................8

Bibliografía..........................................................................................................................................9

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UNIDAD III. EDUCACIÓN DE LA MORAL.

Introducción

Voy a presentar alguna de las representaciones teóricas y presentar algunos instrumentos


prácticos que contribuyan a hacer más practico el desenvolvimiento de la practica escolar de estas
propuestas de educación moral, en gran sentido expondré a grandes rasgos pequeños fragmentos
en los que me voy a basar para mi desarrollo.

La educación moral en una escuela democrática. - La educación moral debe convertirse en un


ámbito de reflexión individual y colectiva. Así mismo pretende aproximar a los jóvenes a conductas
y ámbitos más coherentes con los principios y las normas que haya interiorizado. La educación
moral quiere formar criterios de convivencia que refuercen valores como la justicia, la solidaridad,
la cooperación o el cuidado de los demás.

Entender de este modo la educación moral nos da razones suficientes para justificar la convivencia
de que hoy la escuela se ocupe de ella, en primer lugar, es evidente que en muchas escuelas esta
ha sido y sigue siendo su principal funcionalidad educativa, aunque no use él rotulo de educación
moral,

Las relaciones del hombre consigo mismo y con los demás pueblos, razas o confesiones, del
hombre con su entorno natural y urbano, o del hombre con su propio sustrato biológico, se
convierte en problemas de orientación y de valor. La democracia es un procedimiento de fuerte
contenido moral, ya que nos permite plantear de forma justa los conflictos de valor que genera la
vida colectiva, por tanto, la democracia es un valor fundamental cuya persecución justifica
sobradamente la preocupación por la educación moral.

La educación moral pretende colaborar con los jóvenes para facilitarles el desarrollo y la formación
de todas aquellas capacidades que intervienen en el juicio y la acción moral, a fin de que sean
capaces de orientar de forma racional y autónoma en aquellas situaciones que les plantea un
conflicto de valores. La educación moral racional y dialógicamente en situaciones de conflictos de
valores. Sería mejor considerarlo como lugar de entendimiento y de creatividad colectiva, como
lugar de dialogo y, quizá, de acuerdo entre personas y grupos. Podría decirse que la educación
moral y la socialización son dos aspectos de la educación en búsqueda de equilibrio.

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3.1 Educación y Valores

Los valores son como horizontes de referencia que invitan a vivir una vida más humana, más plena
y más abierta a los otros. ¿Cuáles son los valores fundamentales para la vida cotidiana? Los valores
no pueden transmitirse por imposición, sólo a través de la aceptación de cada individuo. En la
sociedad actual, existe una multiplicidad de valores y cada ciudadano ha de realizar un esfuerzo
para discernir cuáles de ellos lo llevarán a disfrutar más plenamente de la realidad y
perfeccionarse como ser humano individual y colectivo.

Los valores son como horizontes de referencia que invitan a vivir una vida más humana, más plena
y más abierta a los otros. ¿Cuáles son los valores fundamentales para la vida cotidiana? Los valores
no pueden transmitirse por imposición, sólo a través de la aceptación de cada individuo. En la
sociedad actual, existe una multiplicidad de valores y cada ciudadano ha de realizar un esfuerzo
para discernir cuáles de ellos lo llevarán a disfrutar más plenamente de la realidad y
perfeccionarse como ser humano individual y colectivo.

La formación de los valores en la escuela está relacionado a interrogantes como: ¿qué son los
valores? ¿Qué relación existe entre la educación en valores y el proyecto educativo? ¿Es tarea de
la escuela formar en valores? ¿Cómo podrá la escuela promover la formación y el desarrollo de
valores?

En la actualidad, se habla de crisis de identidad, de violencia por falta de valores, de falta de


identidad por la ausencia de un sentido claro de pertenencia y por la carencia de proyectos
comunes, por la imposibilidad de cambio y la falta de confianza en el futuro. Algunos afirman que
vivimos en una sociedad sin valores; otros que han aparecido nuevos valores asociados al estilo de
vida actual; también hay quien dice que el problema está en la existencia de muchos valores lo
que produce que confundamos y no logremos valorar a los seres humanos y la forma de vida de
los mismos.

¿Qué son los valores? Ha sido objeto de reflexión y polémica por los más relevantes filósofos hasta
la actualidad. El valor como el poliedro posee múltiples caras y puede contemplarse desde
variados ángulos y visiones, desde una posición metafísica, los valores son objetivos: valen por sí
mismos; desde una visión psicológica, los valores son subjetivos: valen si el sujeto dice que valen; y
desde el aspecto sociológico, los valores son circunstanciales: valen según el momento histórico y
la situación física en que surgen. Los valores no son pues el resultado de una comprensión y,
mucho menos de una información pasiva, ni tampoco de actitudes conducidas sin significación
propia para el sujeto.

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3.2 Pedagogía de la ética. La alteridad.

En las últimas décadas se ha producido una eclosión en la producción de bibliografía sobre


educación y valores. El estudio sobre la naturaleza del valor y las estrategias para su enseñanza
llenan muchas páginas en nuestras bibliotecas. A la inquietud primera de la enseñanza de las
ciencias ha seguido una preocupación y urgencia por la enseñanza de los valores.

Pero nos hemos quedado en el cómo los enseñamos, en la didáctica; y aunque en sí misma sea
una tarea necesaria que debemos seguir mejorando, sobre todo si continuamos acentuando el
carácter de experiencia del valor, creo, sin embargo, que se nos ha escapado algo que debería
haber sido primero en esta nueva andadura: el abandono de una concepción de la enseñanza con
pretensiones impositivas, marcada por la idea de que el alumno es alguien que está de paso,
usuario o inquilino provisional de un espacio y de un tiempo que al profesor sólo le compete
administrar, reflejo de una escuela obsesionada por la regulación y la disciplina, más pensada para
el mantenimiento de formas organizativas que para facilitar el aprendizaje valioso de todos los
estudiantes.

Deberíamos haber superado una escuela más pensada para continuar y reproducir, para repetir lo
dado, que, para crear, reinterpretar e innovar; y esto porque no es posible educar para los valores
si no es desde una educación en los valores.

Se ha pretendido hacer una educación “distinta” con la misma escuela que teníamos,
conservando la misma estructura y formas de organización, la misma mentalidad gerencial y
burocrática en su funcionamiento. Y esta difícil convivencia ha dado como resultado una situación
esquizofrénica en gran parte del profesorado que se ha visto incapaz para planificar nuevos
contenidos y estrategias de aprendizaje, acompañado, con frecuencia, por el desconcierto de los
centros y de la propia administración educativa que no advirtieron a tiempo que las nuevas
propuestas educativas exigían nuevas formas de organización y de enseñanza. Describe con
acierto esta situación: “Al igual que las industrias manufactureras, las escuelas se desarrollaron
como organizaciones basadas en la especialización de funciones y en la gestión mediante
procedimientos cuidadosamente prescritos y diseñados para obtener productos estandarizados”,
olvidando que la educación es un proceso singular e irrepetible, cuyos resultados son siempre
inciertos.

Desde la pedagogía de la alteridad, el proceso educativo se inicia con la mutua aceptación y


reconocimiento de maestro y alumno, en la voluntad de responder del otro por parte del profesor,
en la acogida gratuita y desinteresada que presta al alumno de modo que éste perciba que es
alguien para el profesor y que es reconocido en su singularidad personal.

Sin reconocimiento del otro y compromiso con él no hay educación. Por ello, cuando hablamos de
educación estamos evocando un acontecimiento, una experiencia singular e irrepetible en la que
la ética se nos muestra como un genuino acontecimiento, en el que de forma predominante se nos

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da la oportunidad de asistir al encuentro con el otro, al nacimiento (alumbramiento) de algo nuevo
que no soy yo. “En esta aventura, lo que quizás aprendemos es a disponernos, a ser receptivos, a
estar preparados para responder pedagógicamente a las demandas de una situación educativa en
la que otro ser humano nos reclama y nos llama”

De lo dicho, parece concluirse que:

a) No se puede educar sin amar porque quien sólo se busca a sí mismo o se centra en su yo, es
incapaz de alumbrar una nueva existencia.

b) El educador es un amante apasionado de la vida que busca en los educandos la pluralidad de


formas singulares en las que ésta se puede construir.

c) El educador es un escrutador incesante de la originalidad, de todo aquello que puede liberar al


educando de la conformación al pensamiento único.

d) Educar es ayudar a inventar o crear modos “originales” de realización de la existencia, dentro


del espacio de una cultura, no la repetición o clonación de modelos preestablecidos que han de
ser miméticamente reproducidos y que sólo sirven a intereses inconfesables.

e) Educar es ayudar al nacimiento de algo nuevo, singular, a la vez que continuación de una
tradición que ha de ser necesariamente reinterpretada. “En la mejor de sus formas, la relación
maestro-alumno es una alegoría del amor desinteresado”.

En la pedagogía de la alteridad la acogida del otro significa sentirse reconocido, valorado,


aceptado y querido por lo que uno es y en todo lo que es. Significa confianza, acompañamiento,
guía y dirección, pero también aceptar ser enseñado por “el otro” (educando) que irrumpe en
nuestra vida (educador). “Abordar el Otro en el discurso, es recibir su expresión en la que
desborda en todo momento la idea que implicaría un pensamiento. Es pues, recibir del Otro más
allá de la capacidad del Yo; lo que significa exactamente: tener la idea de lo infinito.

Pero eso significa también ser enseñado. La relación con Otro o el Discurso, es una relación no-
alérgica, una relación ética, pero ese discurso recibido es una enseñanza. Pero la enseñanza no se
convierte en la mayéutica. Viene del exterior y me trae más de lo que contengo. En su transitividad
no-violenta se produce la epifanía misma del rostro”. Acoger es hacerse presente, desde
experiencias valiosas, en la vida de los educandos como alguien en quien se puede confiar.

En la acogida, el educando empieza a tener la experiencia de la comprensión, del afecto y del


respeto hacia la totalidad de lo que es, experiencia que puede ver plasmada también en los demás
compañeros de aula porque ellos también son acogidos. En adelante, el aprendizaje de la
tolerancia y el respeto a la persona del otro lo asociarán con la experiencia de ser ellos mismos
acogidos, y no sólo en lo que la tolerancia tiene de respeto a las ideas de los demás, sino de
aceptación de la persona concreta que vive aquí y ahora y exige ser reconocida como tal.

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3.3 La educación en la responsabilidad.
La educación de la responsabilidad constituye hoy día una necesidad insoslayable si tenemos en
cuenta, que la sociedad del siglo XXI exige la formación de un profesional que se desempeñe con
autonomía, competencia y flexibilidad en los diferentes escenarios. La responsabilidad
como valor regulador de la actuación se manifiesta a través de la autonomía moral.

La responsabilidad es aquella cualidad de la acción que hace posible que a las personas se les
pueda demandar que actúen moralmente. Puesto que los hombres son responsables de sus actos,
se les puede pedir cuenta de por qué lo hacen y también de los efectos que de esas acciones se
derivan para las otras personas o para la naturaleza.

La responsabilidad como valor implica tanto la toma de conciencia de los motivos que orientan
nuestra conducta como el asumir sus consecuencias, es por ello que el desarrollo de la
responsabilidad está asociado al desarrollo de la perseverancia, de la reflexión crítica y
comprometida con la calidad de la actuación. En el ámbito cognitivo: la capacidad de deliberación
de enjuiciar las propias acciones atendiendo a las circunstancias concretas en las que se producen,
la capacidad de analizar las consecuencias de las acciones como portadoras de valores y la
capacidad de comprender que las propias acciones repercuten en el mundo de las personas
actuales y el mundo de los que vienen detrás de nosotros. En el ámbito afectivo: la capacidad de
autonomía sobre sí mismo para tomar las propias decisiones, la capacidad de fortaleza para
resistir las presiones externas o internas que se oponen a las decisiones tomadas y para asumir las
consecuencias de las propias decisiones y la capacidad de estimar y comprometerse de hacer un
mundo mejor.

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Conclusión.
La educación moral es uno de los aspectos los que más se han insistido en los últimos
textos legales y uno de los temas que se está cuidando especialmente durante el
desarrollo de la reforma del sistema educativo. En relación con estas cuestiones se ha
introducido importantes novedades, cuyo objetivo es conseguir que la formación moral
tenga un papel relevante en el conjunto de actividades educativas en nuestras escuelas.
Aunque la educación moral no es una preocupación reciente, si lo es la voluntad actual de
convertida en uno de los pilares de la educación. También son, en buena parte, novedosos
los instrumentos, pedagógicos que se proponen para hacer posible el tratamiento de las
cuestiones de valor.
Tales innovaciones parten de un espíritu educativo abierto a las cuestiones valorativas, y
que los decretos que establecen el curriculum de la educación primaria y de la educación
secundaria obligatoria, concretan cuando afirma que la necesidad de asegurar el
desarrollo integral de los alumnos en esta etapa y las propias expectativas de la sociedad
coinciden en demandar un curriculum que no se limite a la adquisición de conceptos y
conocimientos de académicos vinculados a la enseñanza más tradicional, sino que incluya
otros aspectos que contribuyan al desarrollo de las personas, como son las habilidades
practicas las actividades y los valores. La educación social y la educación moral constituyen
el fundamento elemental del desenvolvimiento educativo que ha de permitir
responsabilidades en la sociedad actual y del futuro, una sociedad pluralista, en la que las
propias creencias valoraciones y opciones han de convivir en el respeto a las creencias y
valores de los demás.

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Bibliografía

 La educación moral en primaria y en secundaria


 Por Mauricio Cervantes Sánchez

 Texon Rojas, J. P. (2006). Ética y valores 1. México, Xalapa-Enríquez, Ver.

 Ojeda, M. E., Arizmendi, P., y Rivero, E. G. (2007). Ética; una visión global de la
conducta humana.
 México: Pearson Educación.

 Méndez González, L. del C., Salas del Ángel, M. V., y Murrieta y Murrieta, M. M.
(2007). Ética y
 Valores I. México, Xalapa-Enríquez, Ver.: Dirección General de Bachillerato.

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