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EL CONCEPTO DE INTELIGENCIA DESDE LA PERSPECTIVA

NEUROPSICOLOGICA

Elaborado por Mauricio Barrera Valencia


Revista Universidad San Buenaventura No 17 Julio – Diciembre 2002

Se hace una revisión del concepto de inteligencia desde la


perspectiva neuropsicológica y se propone una reformulación del
concepto que se ajuste de mejor manera a los hallazgos y la
conceptualización teórica que se hace de los procesos relacionados
con las funciones superiores del cerebro. Para ello, se toma en
cuenta el concepto de sistema funcional y se define la inteligencia
como una habilidad integradora de los distintos componentes de la
cognición.

En 1904 El ministro de Educación Francés, comisionó a Alfred Binet y a Thophile Simon


para que desarrollaran un procedimiento práctico que pudiera distinguir los niños con
retardo de los niños normales. Para cumplir con este propósito, ellos construyeron escalas
del desarrollo que describieran los diferentes tipos de habilidades que se esperan en los
niños a distintas edades. Con base en estos trabajos fue desarrollado el concepto de edad
mental, el cual hacía referencia al nivel de habilidades esperado para una edad cronológica
determinada Más tarde, Stern en 1912 y Therman en 1916, introducen el término de
coeficiente intelectual, buscando una correlación con el éxito académico y laboral (Ardila
1999)1.

De esta forma se dio inicio a uno de los mayores logros de la psicología contemporánea y
que mayor relevancia ha tenido no solo en el ámbito educativo, donde originalmente se
desarrollo, sino que también, desde una perspectiva mas amplia, su uso se ha extendido al
ámbito laboral, como un indicador de las capacidades de los aspirantes a un trabajo y al
ámbito clínico, donde su medición permite tener un criterio definitorio (bien sea por
inclusión o exclusión) de algunos trastornos que aparecen en la IV versión del Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (APA, 1994)2.

Todo esto sumado a la extensa investigación que se ha desarrollado sobre el tema ( en una
revisión hecha por el autor en la base de datos de Medline aparecieron 25.573 entradas de
artículos relacionados con el tema de la inteligencia) harían pensar en un constructo bien
fundamentado y estructurado. Sin embargo, desde la perspectiva neuropsicológica el
concepto de inteligencia presenta algunas dificultades que deberían tenerse en cuenta a la
hora de tomar alguna decisión con base en el C.I. de pacientes, alumnos o candidatos para
un empleo.

1
Ardila, A. A Neuropsychological approach to intelligence. Neuropsychol Rev 1999 Sep;9(3):117-36
2
American Psychiatric Association. (1994). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (4ª.
Ed.) Washington, DC EE.UU.: Autor.
En primer lugar, a diferencia de otros constructos como la memoria, la atención o mas
recientemente la función ejecutiva, la inteligencia no parece tener un correlato
neuroanatómico que la soporte. Si bien es cierto que daños generalizados de las estructuras
cerebrales, producen modificaciones en los resultados de las pruebas de inteligencia, no se
encuentran correlatos entre sistemas específicos que permitan el funcionamiento de la
inteligencia. De igual forma existen daños neurológicos que no afectan el desempeño en las
pruebas de inteligencia (como es el caso del denominado síndrome prefrontal) o que
incluso, como lo señalan Geschwind y Galaburda, (1985, citado por SierraFitzgerard y
QuevedoCaicedo, 2001)3 se observan casos excepcionales en los cuales las capacidades
intelectuales tienden a mejorar, luego de una lesión cerebral.

En segundo lugar, sigue existiendo poca homogeneidad con respecto a la definición de


inteligencia, situación que no es nueva y que ya desde los años veinte presentaba serias
limitaciones. Tal es el caso de la definición de inteligencia dada por Boring (1923, citado
por Mayer, 1995)4 quien afirmaba que la inteligencia es lo que miden los test (lo cual se
constituye en una clara definición de tipo tautológico).

Wechsler, autor de varias de las pruebas de inteligencia más populares hoy día, define la
inteligencia como “el agregado o la capacidad global del individuo para actuar hacia la
consecución de un propósito, pensar racionalmente e interactuar efectivamente con su
ambiente”. En esta definición Wechsler evita asumir alguna posición con respecto a si el
constructo de inteligencia está constituido por un solo factor o por distintos factores que
interactúan entre si; aspecto que se constituye en uno de los elementos medulares sobre el
cual aún hoy día existe poco consenso.

Otro enfoque, ha sido el de equiparar el concepto de inteligencia con el de capacidad de


aprendizaje y reaprendizaje de los seres humanos y de otras especies animales (Bitterman,
1975)5. Una propuesta de corte conductista, que desde la perspectiva de la psicología
cognitiva posee un valor muy limitado al concentrarse básicamente en los aspectos
meramente descriptivos.

Ante esta situación Cronback (1957, citado por Mayer, 1995) plantea la existencia de al
menos dos enfoques en relación con la inteligencia: el psicométrico y el experimental. El
primero se interesa mas por las diferencias individuales de rendimiento entre las personas,
sin mucho interés por las estructuras y procesos cognitivos internos subyacentes. El
enfoque experimental se interesa, en cambio, por estos procesos básicos de la cognición y
el aprendizaje.

3
SierraFitzgerald O. Y QuevedoCaicedo J. (2001)La teoría de las inteligencias múltiples: contexto
neurocognitivo adecuado para la hipótesis neuropsicológica sobre los factores y mecanismos de
la superioridad REV NEUROL 2001; 33 (11): 1060-1064
4
Mayer, R. (1995) Pensamiento, Resolución de problemas y cognición Ed. Paidos Buenos Aires Argentina
5
Bitterman, M. E. (1975) La Evolución de la Inteligencia. Selecciones de Scientific American pp 215-23 Ed
H Blume Ediciones: Madrid España.

2
En tercer lugar, habría que decir que la mayoría de las pruebas de amplio uso para
determinar el C.I. de una persona, incluyen dentro de sus definiciones aspectos como la
capacidad de alcanzar un determinado resultado, o la posibilidad de planear. Sin embargo,
en el desarrollo de las baterías para su medición, no se incluyen subpruebas que midan
estos aspectos. En otras palabras consideran la función ejecutiva como un aspecto esencial
de la inteligencia, pero no desarrollan instrumentos para medirla (Ardila, 1999).

Finalmente, el criterio de funcionalidad de la inteligencia, lleva a pensar no en uno sino en


varios tipos de inteligencia, que pueden hacer que una persona sea funcional en un contexto
y no en otro. Así por ejemplo Gardner propone la existencia de siete clases distintas: la
inteligencia lingüística, la inteligencia lógico matemática, la inteligencia musical, la
inteligencia espacial, la inteligencia cenestésico-corporal y dos formas de inteligencia
personal: una, dirigida hacia los demás, y otra, que apunta hacia la propia persona (Gardner,
1987 citado por SierraFitzgerard y QuevedoCaicedo, 2001)

Todo lo anterior, lleva a plantear la necesidad de reformular el concepto de inteligencia


desde una perspectiva neuropsicológica para lo cual se considera importante tener como
punto de partida el concepto de Sistema funcional, el cual se constituye en uno de los
pilares sobre los cuales Luria, desarrolló su modelo de trabajo en neuropsicología. El
concepto surgió de la fisiología, ante la evidencia arrojada por trabajos como los de Parlov,
en los cuales se observó que la actividad nerviosa está conformada por un mosaico de
excitaciones e inhibiciones nerviosas, que dan lugar al cumplimiento de una función
determinada.

Esto llevó al planteamiento de Anojin (1935, citado por Luria, 1983)6 quien distinguió dos
usos distintos del término función: el primero alude a la actividad que desarrolla un órgano
o tejido (ejemplo de esta definición es la función de secretar insulina, actividad que se
desarrolla en las células beta de los islotes de Langerhans). El segundo uso hace referencia
a una actividad compleja del organismo, encaminada a la realización de cualquier tarea
fisiológica o psicológica. En este sentido se distingue la función de locomoción o la función
respiratoria las cuales son realizadas gracias a una amplia variedad de procedimientos,
todos orientados por la tarea que debe enfrentar el organismo.

De esta forma surge el término de sistema funcional, el cual, en palabras de Luria (1983)
“...está encaminado a la realización de una tarea biológica conocida y determinada que se
abastece de un conjunto de actos mutuamente relacionados que, en resumidas cuentas,
conducen a la consecución del efecto biológico correspondiente. El rasgo distintivo del
sistema funcional consiste en que éste, por regla general, se apoya en una constelación
dinámica y compleja de eslabones que están situados a diferentes niveles del sistema
nervioso, y que dichos eslabones, en función de la realización de la tarea concreta, pueden
cambiarse, al tiempo que la propia tarea permanece invariable.” (pp. 50). Así pues, el

6
Luria, A. R. (1983) Las Funciones Psíquicas Superiores y su Organización Cerebral.Vol 1 Ed.
Fontanella Barcelona: España

3
sistema funcional resulta ser un conjunto de áreas cerebrales que interactúan entre sí para
poder producir de ese modo una conducta determinada (Manga, D y Ramo, F 2001). 7

Visto así, el concepto de inteligencia estaría constituido por la habilidad del individuo
para integrar distintos sistemas funcionales en su intento para hacer frente a las
exigencias del medio externo e interno.

Se hace referencia al concepto de integrar distintos sistemas funcionales, para indicar el


carácter procesal de la inteligencia y para señalar su papel como modulador de las distintas
funciones cognitivas (memoria, atención, función ejecutiva, etc).

Finalmente, se incluye un criterio de funcionalidad, que puede ser aplicable a cualquier


cultura o subcultura y a su aplicación en distintas situaciones, como un carácter único que
puede presentarse de forma diferente en su ejecución.

Esto llevaría a considerar la evaluación de la inteligencia, mediante el desarrollo de dos


etapas distintas: la primera encaminada a evaluar las funciones individuales de forma
separada, para lo cual se puede hacer uso de las pruebas neuropsicológicas con que se
cuenta en la actualidad y una segunda etapa encaminada a evaluar la forma en que las
personas integran estas habilidades. Para esto, se sugiere explorar el uso de baterías
neuropsicológicas como la de Kaufman Assessment for Children (K-ABC) la cual fue
construida con base en el modelo de Luria, con la intención de hallar un factor de
procesamiento simultáneo y otro factor de procesamiento secuencial y compararlo con el de
logro escolar (Manga y Ramos, 2001). Kaufman y Kaufman (1983, citado por Taborda y
Díaz, 2002)8 hacen notar que para evaluar la inteligencia conviene separar en escalas
diferentes las pruebas en las que la estimulación que el medio brinda y los conocimientos
adquiridos previamente (capacidad cristalizada) afectan notablemente los resultados que se
obtienen, de las escalas que evalúan procesos de pensamiento más genuinos implicados en
la resolución de problemas (capacidad fluida).

Esta forma de evaluación podría acercarse mas al fenómeno de la inteligencia al medir en


un primer momento las habilidades cognitivas por separado y posteriormente medir la
forma en que el individuo integra estas habilidades en la realización de tareas mas
complejas, lo cual permitiría una evaluación mas confiable y “pura” de la inteligencia.

7 Manga, D y Ramos F. (2001) Evaluación de los síndromes neuropsicológicos infantiles REV NEUROL
2001; 32: 664-75
8
Taborda, A. Díaz, H.D. (2002) Estudio Transcultural del Test K-abc Iber Psicología (2002) 7 1.1.
[www.fs-morente.filos.ucm.es/publicaciones/Iberpsicologia/Taborda]

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