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BLOQUEOS DE VENEZUELA

1856

La fijación de límites no sólo había sido hostil con el Reino Unido,


en 1855 los Países Bajos reclaman la Isla de Aves como suya, en 1856
los holandeses deciden enviar una flota de guerra al puerto de La Guaira
enviando además un ultimátum al gobierno venezolano para dar
respuesta a sus peticiones sobre la soberanía de la isla y supuestas
indemnizaciones a holandeses. El 23 de marzo de 1856 los holandeses
retiran su ultimátum y despejan el puerto venezolano.

1858

El 5 de mayo de 1858 buques de guerra de Francia y el Reino


Unido ocupan La Guaira como medida de presión para reclamar pagos y
declaran el bloqueo de los puertos venezolanos. El 28 de agosto de ese
año se retiran las dos flotas.

1860

El 10 de septiembre de 1860 buques españoles también ocupan La


Guaira para reclamar supuestos abusos contra unos setenta (70)
españoles en Venezuela, días antes se habían suspendido las relaciones
diplomáticas entre ambos Estados. El 12 de agosto de 1861 se
restablecieron los lazos tras un acuerdo firmado por los plenipotenciarios
Fermín Toro y Saturino Calderón de Venezuela y España
respectivamente.

Durante este período pocos episodios de la política exterior


venezolana fueron resueltos sin la presencia de hostilidades por parte de
las potencias contra Venezuela, entre ellos destacan el acuerdo firmado
el 14 de enero de 1859 entre Venezuela y Estados Unidos, para
indemnizar por suspuestos perjuicios causados a comerciantes
estadounidenses de guano extraído de Isla de Aves; así como la firma
del Tratado de Límites y Navegación Fluvial entre Brasil y Venezuela del
5 de mayo de 1859.

El 23 de mayo de 1865 Venezuela busca acercarse a sus vecinos


latinoamericanos para evitar la repetición de episodios como la
ocupación de los puertos, por ello firma en Lima el Tratado de Unión y
Alianza Defensiva y el Tratado sobre Conservación de la Paz con Bolivia,
Colombia, Chile, Ecuador, Perú, El Salvador y Guatemala.

El problema de Isla de Aves quedó definitivamente resuelto en


junio de 1865, cuando el Laudo Arbitral de Isabel II de España reconoció
la soberanía venezolana sobre esa isla. Pero apenas resuelto ese
conflicto surgió otro más en 1866, y nuevamente con el Reino Unido,
quien reclamaba la soberanía de Isla de Patos en el Golfo de Paria.
Venezuela alegó que la isla pertenecía a su territorio porque el Tratado
de 1802 cuando España le concedió la isla de Trinidad al Reino Unido
quedó establecido que la cesión era sólo de esa isla.

1887

Para el presidente Antonio Guzmán Blanco, la frontera debía fijarse


en el río Esequibo. Este hecho se dio a conocer luego que el ingeniero
Jesús Muñoz Tébar inspeccionara desde la propia Guayana las
infracciones cometidas por los británicos.
Después que el ministro de Relaciones Exteriores, Diego Bautista
Urbaneja, conociera el informe realizado por el ingeniero Jesús Muñoz
Tébar, resultado de la inspección que efectuó en la propia Guayana,
donde plasma las infracciones cometidas por Gran Bretaña en lo que
respecta a la usurpación de una parte del territorio venezolano, las
diligencias en torno al asunto no han cesado.
El propio presidente de la República, Antonio Guzmán Blanco, daría
orden de desalojo en el territorio que iba desde las bocas del Orinoco, el
cual había sido ocupado ilegalmente.
Ante el incumplimiento de estas disposiciones, Venezuela rompió el
pasado 20 de febrero las relaciones diplomáticas con Reino Unido,
debido a que esta nación se negó a reconocer los reclamos hechos por
la representación venezolana referente a la usurpación del territorio en
la Guayana Esequiba. Para Guzmán, la frontera debía fijarse en el río
Esequibo.

Desde 1840
Recordemos que este conflicto tiene sus antecedentes más cercanos
desde el año 1840, cuando se iniciaron gestiones de reclamo ante el
gobierno británico debido al trabajo realizado por el científico prusiano,
Robert Schomburgk, quien fue comisionado para trazar una línea
divisoria entre nuestro país y las posesiones inglesas, lo que trajo como
resultado la imposición de una frontera arbitraria que va desde la
desembocadura de Delta Amacuro en el Orinoco, llegando hasta el
Roraima y la sierra de Pacaraima.
Según el gobierno inglés, esta región pasaba a ser parte del Esequibo y
por consecuencia una porción de nuestro territorio era usurpado. Para el
año 1850, se había llegado a un acuerdo que culminaba el cese de la
disputa, sin embargo, el gobierno británico siguió penetrando nuestro
territorio exigiendo derechos de conquista.
El presidente Guzmán había intentado años atrás detener esa invasión
de los colonos de la Guayana Británica, quienes embelesados con el oro,
diamantes, madera, asfalto, entre otros productos, estaban cada vez
más cerca del control de las bocas del Orinoco, dominio que se haría
efectivo a partir de la penetración que se daba desde el Esequibo.
Hasta la fecha no existen relaciones entre ambos gobiernos y según
informaciones de última hora, el gobierno venezolano se encuentra

1892 (alemanes)

El mayor reclamante era el Gran Ferrocarril de Venezuela. En su informe


financiero anual de 1894, enumeraba en su activo 179 kilómetros de
vías entre Caracas y Valencia, así como 18 locomotoras, 31 vagones de
pasajeros, 8 de equipaje, 29 para ganado y 115 de carga; en el debe de
su libro mayor, Caracas figuraba atrasada en 4,86 millones de bolívares
en costos de construcción, 345.820 en intereses y 567.000 bolívares de
la tasa garantizada de restitución al siete por ciento. Se sumaban a este
total, de 5,77 millones de bolívares, reclamaciones por daños de 1,85
millones de bolívares derivados de la revolución de 1892, y 17.690
hectáreas de tierras que el gobierno había prometido pero que hasta la
fecha se había rehusado a entregarlas a la compañía. A fin de acabar
con un impasse financiero – en que el ferrocarril declinaba operar su
línea y el gobierno venezolano se negaba a efectuar pago alguno – el
general Crespo y el Disconto Bank llegaron a un acuerdo en la primavera
de 1896: el Disconto liberaba a Caracas de su garantía del 7 por ciento
sobre el capital de 44 millones de marcos, a la vez que crespo se
comprometía a refinanciar su parte de los costos en la cantidad de 33
millones de bolívares al 5 por ciento de interés. Este dinero, prestado
por el Disconto, se emplearía para atender a las reclamaciones hechas
desde 1892, estipuladas en 1,85 millones de bolívares, así como para
garantizar al ferrocarril pagos mensuales de 250.000 bolívares. El
préstamo fue eventualmente elevado a 50 millones de bolívares, de los
cuales 36 millones fueron pasados directamente al Gran Ferrocarril de
Venezuela. Y como el préstamo no fue totalmente suscrito por el
mercado alemán, es altamente improbable que Crespo recibiera la
totalidad de los 14 millones de bolívares prometidos. Se estimó que, con
pagos sobre el capital al uno por ciento anual, la línea se amortizaría en
unos treinta y seis años [1].

1897 (alemanes)

Este complicado papeleo, por supuesto, no alteró el hecho de que el


ferrocarril no era una empresa económica viable, y para fines de 1897
Caracas estaba otra vez atrasada dos meses en sus pagos del préstamo
de 50 millones de bolívares al 5 por ciento. Para el final del año
siguiente, Venezuela había reducido a la mitad el pago de sus
obligaciones mensuales. El ministerio de relaciones exteriores, de Berlín
entró ahora en escena; en noviembre de 1898 notificó al almirante
Eduard von Knorr que sería «deseable enseñar la bandera» en la costa
de Venezuela, a fin de «hacer avanzar las negociaciones» entre el
Disconto y Caracas por el pago del préstamo de 1896. El día de Navidad
de 1898, la Wilhelmstrasse volvió a pedirle a Knorr qe despachara un
barco de guerra a La Guaira para impresionar a Venezuela con la
necesidad de hacer frente a sus compromisos iscales. El buque escuela
Moltke fue enviado al puerto en enero de 1899, pero con escaso
resultado: Caracas se atrasó en diez pagos mensuales, o sea 2,5
millones de bolívares, y el ferrocarril informó en octubre de 1899 que su
línea había estado constantemente cerrada durante 40 días, debido a
revueltas domésticas que destruyeron puentes, vías y líneas
telegráficas.

Para el final del siglo, Venezuela estaba en una abierta crisis financiera.
Al ferrocarril se le debía más de medio millón de bolívares en costos de
transporte para las tropas del gobierno; desde abril de 1898 no se había
hecho ningún pago a cuenta del préstamo de 1896; y Caracas había
interrumpido también el pago por las reclamaciones derivadas de la
guerra civil de 1892. En total, Venezuela debía alrededor de 208
millones de bolívares en préstamos extranjeros, reclamaciones por
daños revolucionarios y obligaciones internas. El clima comercial estaba
en tal depresión que los financistas preferían o bien invertir su dinero
fuera del país, o despilfarrarlo en artículos de lujo. El gobierno era
incapaz de suministrar algún activo líquido para inversiones a fin de
estimular la economía, ya que necesitaba cada céntimo que poseía para
afrontar los intereses y los pagos atrasados.

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