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Universidad Autónoma de Guerrero

Preparatoria N°17

Tema: El mundo en la actualidad

Materia: Historia

Alumno: Caleb Eduardo Heredia Sánchez

Profesora: María Natividad Mayo Ruíz

Semestre: Cuarto Semestre

Grupo: 405 – 2°E

Fecha: 18 / Mayo / 2020

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ÍNDICE

1. La ciencia en la sociedad globalizada del mundo actual……………………3


2. La tecnología del mundo actual…………………………………………………..5
3. El arte de la sociedad globalizada del mundo actual…………………………7
4. La cultura en la sociedad globalizada del mundo actual……………………8

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La ciencia en la sociedad globalizada del mundo actual

El desarrollo de la ciencia es un proceso muy complejo. Sus progresos son realmente


fascinantes, pero hay también otros aspectos, debido a sus efectos sobre la marcha del
mundo y la vida de las personas, que requieren reflexión crítica. Esta reflexión está
relacionada con el hecho de que hoy la ciencia es, de hecho, un activo imprescindible de
una sociedad moderna, una cuestión pública de creciente importancia. Aunque la
percepción que tiene un científico de su actividad sea intensamente personal y aunque
pueda ser con toda sinceridad ajena a otros aspectos de su quehacer, sería un error si
concibiese la ciencia simplemente como el objeto de su interés. Por el contrario, ésta es
una actividad que tiene lugar en el seno de la sociedad y, en términos generales, está
sujeta a los normales condicionamientos culturales, ideológicos, políticos y económicos.
Por ello, la percepción pública de la ciencia y la inserción de la misma en el mundo
siempre van cambiando en consonancia con los cambios sociales a través de la historia,
aunque no todos estos procesos son de la misma envergadura.

Prácticamente desde el Renacimiento hasta mediado el siglo XX los cambios en este


sentido fueron comparativamente suaves, siempre dentro de una evolución gradual que,
en todo caso, aumentó la situación de privilegio de la ciencia, gozando del respeto de una
sociedad que la admiraba sin cuestionarla y de un ritmo de crecimiento superior al de
cualquier otro indicador del desarrollo. Por ejemplo, puede estimarse que, desde finales
del siglo XVII a nuestros días, la población del Reino Unido ha aumentado en un orden de
magnitud, su riqueza en dos y su actividad científico-técnica en tres órdenes de magnitud.
En el panorama mundial, si los países más adelantados hubieran mantenido el ritmo de
aumento en la fracción del producto interior bruto que venían dedicando a la ciencia por
los 4 años 60 del siglo XX, hoy estarían muy cerca de un 5% y en algún momento de los
próximos años treinta este porcentaje tendría que alcanzar el 20%, algo evidentemente
impensable. Otro dato que no deja de impresionar es que el número de científicos vivos
actualmente es mayor que el número total de científicos, hoy desaparecidos, que han
existido en toda la historia pasada hasta nuestros días. Es claro que este ritmo
privilegiado de crecimiento no podía seguir indefinidamente, pero además han entrado en
juego otros factores de cambio profundo en la relación de la ciencia con la sociedad.

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Poco después de la II Guerra Mundial empezaron a tener lugar cambios muy significativos
en la percepción pública de la ciencia, que se fueron intensificando y extendiendo hasta
modificar profundamente su relación con la sociedad. La ciencia siguió influyendo en el
mundo, pero también la sociedad empezó a posicionarse frente a la ciencia; tal vez aun
admirándola, pero empezó a escrutarla y a cuestionarla, ejerciendo en consecuencia
sobre ella un nuevo tipo de influencia. Al acabar la guerra el prestigio de la ciencia era
enorme, pero pronto desde distintos sectores de los ámbitos académicos y sociales se
empezó a constatar que las consecuencias de su uso no eran siempre buenas. A ello
contribuyeron también muchos científicos distinguidos, inicialmente preocupados, sobre
todo, por la estela de consternación que dejó en los círculos científicos y académicos el
desarrollo y uso de las bombas nucleares. Pero las preocupaciones de la gente no se
limitan al ámbito de la guerra y los armamentos. El mismo desarrollo, fuertemente
impulsado por una tecno ciencia cada día más eficaz, produce mejoras en el nivel de vida
7 que casi todos aprecian pero, también, inevitablemente, acarrea consecuencias
indeseables que todos detestan. Surgen nuevos problemas y riesgos, porque es un hecho
de la realidad que no hay progreso sin riesgo. De éstos, unos son reales y otros
imaginados y voceados con mucho populismo, pero siempre eficaces en la creación de
alarma pública y siempre asociados, en el ideario popular, con la ciencia. Pronto las
preocupaciones del público se extendieron a problemas relacionados con la alimentación,
los medicamentos, el medioambiente y otras cuestiones semejantes. En los ámbitos
intelectuales empezó a surgir la preocupación de que la ciencia podría ir camino de
acabar siendo simplemente una esclava de la tecnología y que ésta tendía a ser usada
exclusivamente por consideraciones económicas, sin tener en cuenta los posibles
perjuicios que pudiera causar. Se fue extendiendo un clima de desconfianza generalizada
en el que del entusiasmo por la tecno ciencia se fue pasando a la desconfianza y el
recelo. Muchos empezaron a distinguir entre nivel material de vida y calidad de vida, de
cuyo deterioro ya es costumbre culpar a la ciencia, como si las opciones públicas y
privadas no tuvieran con ello ninguna relación. Es cierto que transferir a la ciencia la
aversión por las consecuencias indeseables de su mal uso es irracional, más aún porque
los científicos no tienen en ello ningún poder de decisión, pero así es el clima de opinión
pública que se ha ido generalizando extensamente y eso es tan real como que llueva o
haga sol. No podemos neutralizarlo simplemente diciendo que es absurdo y nos disgusta.
En un mundo en el que, más bien, predomina el distanciamiento entre la ciencia y la gente

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es necesario que los científicos hagamos un esfuerzo por establecer un nuevo modelo de
relación con la sociedad en la que convenzamos con razones válidas.

La tecnología del mundo actual


Actualmente estamos viviendo una gran revolución de la información sin darnos cuenta y
sin conocer totalmente la tecnología que nos rodea. Nuevos cambios hacen que
tengamos que actualizarnos constantemente en conocimientos relacionados con las
nuevas tecnologías

Las personas, tanto las que están estudiando como las que ya han finalizado su etapa de
aprendizaje, tenemos la obligación de conocer cada vez más sobre el funcionamiento de
las nuevas tecnologías. ¿Por qué?, realmente si queremos competir en un futuro en un
mercado laboral como en el que nos encontramos hoy en día es fundamental estar
actualizado.

Las nuevas tecnologías, relacionadas con nuestro entorno, están agilizando, optimizando
y perfeccionando algunas actividades que realizamos en nuestro día a día. La
comunicación en la actualidad es algo que ha avanzado mucho, una comunicación que es
mucho más rápida que antes. Un ejemplo de comunicación actual, en concreto a través
de Internet, en el caso de transmitir mensajes, imágenes, vídeos y todo tipo de
documentos desde diferentes partes del mundo durante las 24 horas del día es algo que
ha desplazado definitivamente el envío de documentos por otros medios, como el servicio
postal convencional.

Los nuevos "aparatos" electrónicos, de los que estamos constantemente rodeados, nos
permiten realizar tareas que se hacían de forma manual, eso sí, de una forma más ágil y
eficaz.

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La tecnología juega un papel muy importante en el mundo desde el momento en que se
crea un "algo" innovador que todos queremos tener cuanto antes. Todos queremos estar
a la moda y presumir de tener lo último del mercado.

Un ejemplo de esta competitividad por tener lo mejor del mercado son los teléfonos
móviles, algo que no solo es en sí el propio teléfono, sino también todos los accesorios
que mejoran, ya sea en rendimiento o en la estética, nuestro móvil. En este caso además
de requerir una actualización de conocimiento para comprender todas y cada una de las
funciones que nuestro nuevo teléfono contiene, es necesario tener un bolsillo bastante
amplio para hacer frente a los gastos que tener una tecnología de estas características.
Pese a que el desarrollo y expansión de esta tecnología continúa siendo desigual en
diferentes países del mundo, lo cierto es que ya existen más aparatos que personas en
nuestro planeta. Y lo que hace solo 5 años era un teléfono móvil inteligente (Smartphone),
hoy día es un auténtico ordenador personal en el que la función de llamada se ha
quedado en un ámbito absolutamente secundario.

Algunos usuarios de Android y otros sistemas operativos como Windows Pone,


BlackBerry o IPhone, montaron en cólera en 2014 al recibir una notificación por parte de
la compañía propietaria de la aplicación WhatsApp (actualmente propiedad de Facebook)
con un mensaje de alerta advirtiendo que su licencia gratuita expiraría y que para seguir
utilizándolo sería necesario realizar un desembolso económico, no muy alto, 0,99
céntimos, pero aquello genero un auténtico terremoto que, afortunadamente, con el paso
del tiempo ha quedado en una mera anécdota.

Sin embargo, si fue la punta del iceberg de esa tecnología que llegaba para quedarse, en
la que en muchos casos, el producto era el usuario, sus datos concretamente.
Coincidiendo con esa mentalización por parte de los usuarios, en los últimos años las
empresas tecnológicas más punteras han conseguido, en casos muy concretos, revertir la
política del 'gratis total en internet'. Spotify, AppleMusic, Amazon Prime, abrieron el
camino para que los usuarios comenzaran a darle valor a los 'micro pagos' por servicios
que podían conseguir gratis a través de descargas ilegales pero con mucho más esfuerzo.

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El arte de la sociedad globalizada del mundo actual
El arte y la literatura (cultivo del espíritu), se han insertado en el comercio, obedecen
también a las reglas de la economía. El objetivo es ganar dinero y ser célebres. Buscan
más la popularidad mediática que la gloria inmortal.

La nueva cultura llega envuelta en la retórica de la simplicidad, no exige esfuerzo para ser
comprendida. Ha nacido para divertir, para provocar una evasión fácil.

La cultura en EE.UU. se ha revelado como una de las producciones más rentables de


todas las economías (por lo que ha adquirido mayor protagonismo).

Europa tuvo que aprobar leyes, primero de excepción cultural y más tarde de diversidad
cultural, para frenar la invasión de productos audiovisuales norteamericanos
comercializados a través de viejas y nuevas pantallas.

El cine ha sido, desde primeros de siglo XX, el producto cultural de masas de mayor
impacto. Ha habido una penalización de la cultura. El “star-system“: transformaba en
estrellas a simples seres humanos cuyos valores eran la belleza y la seducción. Este star-
system luego se trasladó a sectores menos glamurosos como: la política (Che Guevara),
la ciencia (Einstein), el humanismo (Gandhi), el deporte (Pelé), hasta que en la actualidad
nadie escapa al vedetismo. Las grandes industrias están ligadas a un conocido: Brad Pitt,
Madonna, Ronaldo, etc. Incluso ha nacido una nueva clase de vedette, el famoso, cuyo
único mérito es ser conocido durante un tiempo, aunque sea para nada. Su aportación ha
sido la falta de respeto por la intimidad propia y la ajena. Ha culminado con la televisión,
hasta el punto de decidir que lo que no aparece en ella, no existe y finalmente el
ordenador, que multiplica su impacto, un mundo de pantallas cada vez más móviles,
interconectadas por internet, que ha desregulado el espacio-tiempo de la cultura.

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El poder de los intelectuales ha sido desplazado por el poder de los medios
(desorientación, confusión…en la sociedad).

La cultura en la sociedad globalizada del mundo actual


La globalización cultural conlleva un cambio fundamental en las categorías espacio-
temporales: el tiempo se separa de las prácticas sociales que lo señalizaban, se
autonomiza de las particularidades locales y se torna global; el espacio, por su parte, se
distancia del lugar con el creciente predominio de las relaciones no presenciales. Este
estiramiento de las categorías espacio-temporales supone una dilatación de su
percepción que parece eliminar los límites y las fronteras, aunque, como se verá, no deja
de construir nuevas demarcaciones. Estamos en presencia de un masivo proceso de
desanclaje de las relaciones sociales y de los procesos culturales. El desanclaje de los
procesos culturales desterritorializa la producción y brinda existencia a flujos globales que
conectan espacios distantes a través del consumo cultural. Así, se produce una cultura
global de masas en la cual se transforman los imaginarios culturales y se estructuran las
identidades desde la interacción de la cultura con la dinámica transnacional de los
mercados (Mignolo, 1998). En este sentido, como señala Renato Ortiz (1997), la
conjunción entre mundialización y cultura da lugar a la emergencia de una cultura
internacional popular —ya no norteamericana o exclusivamente occidental, aunque estos
sesgos tengan importancia— que se manifiesta en una modernidad plagada de objetos
mundiales, cuya estandarización los convierte en balizas para el reconocimiento y la
ubicación de una élite en constante desplazamiento, sea físico o virtual.

En segundo término, las transformaciones sociopolíticas ligadas a la disminución del


protagonismo del Estado hacen emerger las condiciones de posibilidad de nuevas
configuraciones culturales. Estas transformaciones, a su vez, se vinculan con los flujos
culturales que mencionaba en el parágrafo anterior; tales flujos horadan las fronteras de
los estados y hacen mella en su soberanía. Mientras el Estado pierde soberanía frente a
la mundialización de la economía y la revolución de las telecomunicaciones, se eleva
correlativamente la importancia de los actores privados, puesto que "la movilidad
transnacional de las empresas, del capital y de la tecnología permite a los agentes del
sector privado eludir las jurisdicciones nacionales" (Valaskakis, 1999: 4). Entre los actores
privados que ascienden en la globalización, se destaca el rol hegemónico de actores

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transnacionales que, en muchos casos, se organizan en forma de red y utilizan
intensivamente los nuevos medios electrónicos, de manera tal que sus estrategias no son
visibles en los términos en que acostumbrábamos concebir la acción estatal. Me refiero
principalmente a las empresas y corporaciones transnacionales, pero también a la red de
servicios financieros y bancarios, a los fondos de inversión y finalmente a la red de
organizaciones clandestinas que el imaginario mundial identifica con Al Qaeda y otras
similares. Como señala Zygmunt Bauman, "las fuerzas responsables del daño siguen
presionando tanto como antes, quizá más, pero además se han hecho invisibles y es
prácticamente imposible señalarlas para enfrentarse a ellas y combatirlas" (2003: 54). Así,
el escenario conformado por un nuevo tipo de actores sociales relevantes delinea un
cambio en las condiciones de visibilidad de sus interacciones y de los efectos
sociopolíticos derivados.

Finalmente, destaco un rasgo de la globalización cultural que concierne a la


representación de la historia y de lo real. El capitalismo tardío, según el enfoque de
Frederic Jameson (1988), conduce a un giro cultural que se puede nombrar como
postmodernidad. La producción estética de la postmodernidad se caracteriza por el
recurso del pastiche, esto es, la mezcla de elementos, estilos, épocas, desdiferenciando
el alta y la baja cultura, lo masivo y lo popular, lo antiguo y lo moderno. La
postmodernidad trae consigo una incapacidad para representarse el pasado histórico
ocultando ideológicamente el acceso al mismo, obturado por un retorno nostálgico a los
objetos estéticos con los que en su momento se lo abordó. La sociedad postmoderna se
ve condenada a buscar el pasado en sus propias imágenes y estereotipos culturales. Este
bloqueo se extiende a la representación del presente, "como si nos hubiéramos vuelto
incapaces de producir representaciones estéticas de nuestra experiencia actual"
(Jameson, 1988: 25). Se trata de una dificultad social para enfrentar el tiempo y la historia,
y más propiamente, de la "desaparición del sentido de la historia" para un sistema
capitalista consumista y transnacional que necesita "vivir en un presente perpetuo y un
cambio permanente" (1988: 37). Retomando los términos de Raymond Williams, somos
testigos de la aparición de una estructura de sentimientos que se caracteriza por una
nueva percepción de la temporalidad y de la historicidad.

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