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EL PUEBLO QUE SE NIEGA

A MORIR
Rafael Ardila Rodríguez

Resumen:
Afganistán cuenta con una copiosa historia, marcada por el dolor que ha traído
la guerra a lo largo de su historia, sin embargo, no es éste el que caracteriza al
pueblo afgano, sino su esperanza, sus valores, sus sueños. Por medio del
estudio de la historia de Afganistán se busca comprender el origen del dolor
para así identificar los factores que lo prolongan hasta nuestros días.
Palabras clave: Afganistán, dolor, esperanza, Al Qaeda, Talibán, EIIL, EEUU

Afganistán ha sido, durante la mayor parte de su historia como nación, una


tierra habitada por el dolor y la muerte. En efecto, el país se ha visto
sumergido en varios conflictos bélicos tan complejos que parecen no tener fin.
Pero ¿Esta es la única realidad a la cual está sometido Afganistán? O, por el
contrario, ¿nos hemos quedado con la visión simplista que danza entre la
cotidianidad bajo el ritmo que imponen los medios de comunicación? Sí, hay
dolor y muerte, no obstante, también habita la esperanza y la fraternidad en
medio del caos. Para comprender plenamente las causas del dolor que atribula
a esta nación, es necesario aproximarnos a su historia, puesto que ella nos
permitirá entender el inicio y desarrollo de la inestabilidad social, política y
económica que sobrevive hasta nuestros días; tarea que quedaría incompleta si
no integramos dentro del análisis a todos los actores sociales que intervienen.

Una historia de invasiones.


Debido a su particular ubicación geográfica, el territorio de Afganistán ha sido
blanco de la codicia de numerosos pueblos a lo largo de la historia. Hoy, el
país tiene fronteras con Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán al norte; con
Irán al sur; con china al este, siendo esta la más pequeña (76 km); y al sur y
sureste comparte límites con Paquistán, unos 2.640 km. Como puede notarse,
su ubicación geografía especial ha condicionado al territorio a ser espacio de
intercambios comerciales y culturales: no es casualidad que Afganistán haya
sido parte de la ruta de la seda.
Ariana, como antes se le conocía a este territorio, formó parte del antiguo
imperio persa hacia el siglo IV a. C. Durante la expansión que llevó a cabo
Ciro el grande. Bajo el reinado de Darío I, Ariana fue dividida en 5 satrapías o
gobiernos locales. La región gozó de relativa prosperidad hasta la caída del
imperio, desencadenada por Alejandro Magno, circunstancia que trajo como
consecuencia la independencia de los gobiernos locales.
Las luchas intestinas por el poder y el ansia por el dominio de tierras por parte
de los gobernantes locales, supusieron una ventaja para el emperador Gengis
Khan, durante su campaña de conquista por Asia central entre 1218 y 1223
d.C. Luego de la muerte del conquistador mongol, el pueblo afgano sufriría de
nuevo divisiones internas: algunos gobernadores locales mantuvieron su
propia autonomía, mientras que otros juraron vasallaje a los príncipes
mongoles. La calma regresa a la zona cuando en el siglo XIV el gran
Tamerlán conquista el territorio afgano. La unión se irá tan rápido como llegó:
las guerras de sucesión, tan tradicionales en la historia de Afganistán,
fragmentarán de nuevo el territorio.

El nacimiento de Afganistán como nación.


Con la posterior caída del imperio timúrida de Tamerlán, el territorio afgano
volvió a disgregarse: Los persas dominaban el sur, los descendientes de
Tamerlán el noroeste y los mongoles, Kabul1. Fue a partir de 1747 que
Afganistán por fin logró unidad y se convirtió en un Estado bajo el liderazgo
de Ahmed Sah Abdali. Pese al enorme esfuerzo que supuso unificar al país
luego de intensas batallas, Sah Abdali no pudo erradicar de su pueblo la
traición, la corrupción y la división; las tres enormes pestes que todavía azotan
al pueblo afgano. El imperio durrani, fundado por Ahmed Sah Abdali apenas
durará 79 años. Este joven imperio encontró su fin en 1826, con la conquista
de Kabul llevada a cabo por Dost Mohammad Khan, aprovechando la muerte
del último sah2 del linaje de Abdali, Ayub Sah y, a su vez, la división que
reinaba en el

1
Study Country. (s.f.). Recuperado el 14 de 07 de 2017, de http://www.studycountry.com/es/guia-paises/AF-
history.htm
2
título dado a los monarcas de Irán.
imperio. A partir de 1826 y hasta 1973 Afganistán estará regido bajo la última
monarquía que gobernará al país.
En este último periodo monárquico, conocido con el nombre de reino de
Afganistán, el país se vio enfrascado en una serie de confrontaciones con el
imperio británico y el ruso, disputa conocida como “el gran juego”; lucha en la
que ambas potencias competían por tener el control de Asia Central y el
Cáucaso. Afganistán se vio enfrentado con los británicos en las 3 guerras
anglo- afganas. La causa de ellas fue la necesidad de los británicos de ocupar
Afganistán, el cual se había aliado con los rusos, y así evitar que estos últimos
expandieran su poder sobre Asia central; contingencia que de haberse dado
habría puesto en peligro el dominio político y económico que el imperio
británico tenía sobre India. Al finalizar la última guerra, en 1919, Afganistán
finalmente consigue su independencia anhelada, aunque pagando un gran
costo: muerte y pobreza.

Modernización del país


Al finalizar esta guerra, Afganistán entra dentro de un proceso rápido de
modernización. El rey Amanulá Khan dio los primeros pasos. En 1919
proclamó la independencia de su país del Reino Unido y, posteriormente, en
1923, conformó la primera constitución afgana. Con esta primera constitución
se decretaron una serie de reformas, como el derecho a la educación de la
mujer, la abolición de la esclavitud, la limitación de los poderes del rey y de
los jefes tribales. Además, fundó escuelas, trajo el ferrocarril, buscó luchar
contra la corrupción y el contrabando. Los cambios que se venían dando en el
territorio sembraron la esperanza entre gran parte del pueblo afgano y la
comunidad internacional.
Sin embargo, este periodo de esperanza y prosperidad se encontró
rápidamente con obstáculos. Grupos tradicionalistas y religiosos no veían con
buenos ojos la serie de reformas que estaba trayendo el reinado de Amanulá
Khan. ¿podría considerárseles a estos grupos como enemigos del progreso? Es
muy fácil dar una respuesta simplista al no conocer como ha estado
conformado el pueblo afgano, un pueblo tan diverso que, de acuerdo a las
lecciones que nos ha dejado la historia, no puede tratársele como a una masa
uniforme.
Esta es una de las razones que explican la dificultad de Afganistán por lograr
la paz: su multiculturalidad. Afganistán es un país donde podemos encontrar
hasta 25 etnias distintas: cada etnia tiene su código moral y cívico; tienen sus
modos de apreciar y entender la vida; y aunque puedan compartir una religión,
el islam, su modo de seguir la palabra de Allah puede diferir con respecto a la
interpretación del coran que sostienen otras tribus. ¿la multiculturalidad es una
maldición? Por supuesto que no: es una riqueza invaluable. ¿Qué ocurre
entonces? Los dirigentes políticos, los que toman las decisiones por el diverso
pueblo afgano no tienen en cuenta la diversidad de opiniones, de puntos de
vista, de modos y estilos de vida. El error de Amanulá Khan y el de sus
sucesores ha sido aplicar, sin consultar a cada sector que conforma la
población afgana, la viabilidad de las decisiones y reformas que se quieren
llevar a cabo. Ejemplos sucesivos mostrarán que esta ha sido una de las causas
de la inestabilidad política que hasta hoy mantiene en guerra al país.

Este es el mapa de Afganistán. En él podemos contemplar las etnias más importantes.3

Amanulá Khan fue derrocado en noviembre de 1928 por el líder de la tribu


tayiko4, Habibulá Kalakani, con apoyo de las tribus shinwari de la etnia
pashtún5. En cuanto tomó el poder, abolió todas las reformas que atentaban
contra las creencias de sus partidarios, estos a su vez destruyeron el ferrocarril

3
BBC UK. (s.f.). Recuperado el 15 de 07 de 2017, de
http://www.bbc.co.uk/spanish/especiales/mapa_etnico/default.stm
4
Los tayikos, una de las tribus más importantes de Afganistán se encuentra principalmente en Kabul. Hoy en
día sus miembros se encuentran entre la clase social con más alto nivel de educación. Los tayikos practican las
ramas shiita y sunní del islam.
5
sus miembros representan aproximadamente al 35% de la población. Disfrutan de gran influencia política.
que había traído Amanulá Khan. El reinado de Habibulá, que para muchos fue
un simple bandido, para otros un héroe, duró tan solo 10 meses, ya que fue
derrocado por uno de los generales del depuesto rey, Mohammed Nadir Shah.
Luego de recuperar el control del país y fusilar a Habibulá Kalakani, el nuevo
rey se dispuso a reprimir a las tribus rebeldes, invalidó las reformas del
usurpador y modificó la constitución; entre sus reformas se destaca la
obligatoriedad del sistema educativo6. Su reinado fue efímero. En 1933 es
asesinado a manos de un estudiante de la etnia Hazara7, etnia que tampoco
compartía las reformas de modernización.
Luego de la muerte de Mohammed Nadir Shah, su hijo, Mohammed Zahir
Shah (1914 - 2007) le sucede. Al igual que su padre, Zahir Shah fue un
reformador. Una de las primeras gestiones que llevó a cabo su gobierno fue la
de buscar otorgarle importancia internacional a su país. Con el propósito de
sentar buenas relaciones con sus vecinos y con el resto del mundo, en 1934
consigue que Afganistán ingrese a la sociedad de naciones; dos años después
adhiere al país al tratado de no agresión del cual formaban parte Turquía, Irak
e Irán, y ese mismo año también firma un tratado de no agresión con la Unión
Soviética.
Como sus antecesores, el rey reformó la constitución, dándole a ésta un
carácter liberal, decisión influenciada por su educación europea. Esta nueva
constitución separaba los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, y además
limitaba el nombramiento de familiares del rey en puestos gubernamentales.
Con la nueva constitución se legalizó la participación de partidos políticos y se
defendió la libertad de prensa. Uno de los cambios sociales que impulsó su
gobierno y que chocó con las tradiciones de las tribus afganas, quienes tenían
como religión al islam, fue el otorgamiento de mayores derechos civiles a las
mujeres. El monarca incentivó a que éstas no se cubrieran con el tradicional
velo burka, posición que generó el descontento de varios sectores sociales del
país.
La crisis de modernización que trajeron las reformas del rey agudizó la
inestabilidad política del país; las divisiones se hicieron notorias. El punto
álgido de esta desestabilización se dio a principios de la década de los 70s,
cuando Afganistán se vio azotado por una horrible sequía que sembró la
hambruna y el descontento por todo el territorio. El golpe de estado que
terminó con el último monarca llegó en julio de 1973, cuando el rey se
encontraba fuera

6
Frank Clements. Conflict in Afghanistan: A Historical Encyclopedia, ABC-CLIO. 2003, pág. 177
7
sus miembros representan al 12% de la población. Practican el islam, la rama shiita o chiita.
del país. Su ausencia fue aprovechada por su primo, Mohammed Daud Khan,
quien tomó el poder y proclamó una república. En cuanto al rey depuesto, a
éste se le concedió asilo en Roma. En 2001 reaparece en la escena política al
ser parte de la Loya Jirga8, por medio de la cual se eligió a Hamid Karzai
como nuevo presidente de Afganistán.
El nuevo gobierno de Mohammed Daud Khan, de corte populista y autoritario,
llevó a cabo una serie de reformas económicas que degeneraron en el
descontento de casi todo el pueblo afgano, debido a que eliminó del ámbito
político a los grupos islámicos y se hizo enemigo del partido que estaba
cobrando fuerza en el país, el PDPA9. No encontró mejor forma para sofocar
las rebeliones que a través de la represión. La chispa que estalló el polvorín
vino cuando el gobierno asesinó a uno de los líderes comunistas, Mir Akbar
Kaibar, el 17 de abril de 1978, y encarceló a 2 de los principales miembros del
PDPA, Nur Mohammad Taraki y Babrak Karmal. Ese mismo mes, el día 28,
fuerzas sublevadas del gobierno asesinaron a Mohammed Daud Khan. El
PDPA tomó el poder y proclamó la República Democrática de Afganistán.
Todavía se mantiene la polémica al respecto si la Unión Soviética patrocinó la
rebelión que puso en el poder al PDPA. Hasta su caída, en 1989, la URSS
sostuvo que el derrocamiento de Daud Khan los tomó por sorpresa. Su
distanciamiento con la Unión Soviética y con el PDPA, quien lo apoyó
durante el golpe de estado del 73, partido al cual reprimió luego, fueron los
detonantes que lo llevaron a su muerte. De nuevo se repite la historia que ha
acompañado a gobiernos pasados: la poca intención de estos por escuchar a su
pueblo y la falta de emancipación, situaciones estas que provocan rebeliones y
guerras civiles que frenan el progreso del país.

Intervención soviética (1978-1992).


Luego de la caída de Daud Khan, Nur Muhammad Taraki asume el control del
país. Durante su corto periodo de gobierno implantó reformas de corte
socialista, lo que le hizo ganar contrarios en todo el país. Es por esta época que
los Estados Unidos comienzan a financiar a los rebeldes, usando como

8
Denominada en español la gran asamblea. En ella, los más importantes sectores sociales de Afganistán se
reúnen para discutir sobre el futuro del país.
9
Partido Democrático Popular de Afganistán (de ideología socialista, comunista, marxista-leninista)
intermediario a Paquistán: Cobran fuerza los muyahidines10. Estos guerreros
que defienden su fe, el islam, surgen de distintas etnias y tribus, en su mayoría
afganas (lucharán a su vez muyahidines de varios países musulmanes) y, a
pesar de tener diferencias, durante la invasión soviética se unen bajo un
mismo propósito: expulsar al invasor.
Taraki no solo se gana enemigos entre el pueblo, sino también entre sus
cercanos. No durará mucho en el poder, pues una traición acabará con su vida.
Jafizulá Amín, quien fue militante del PDPA, traiciona a Taraki aprovechando
su ausencia: el presidente se encontraba en Cuba, participando en la cumbre de
los países no alineados. El 15 de septiembre de 1979 los hombres de Amín
arrestaron al presidente, y más tarde, el 9 de octubre, Amín anunció la muerte,
por causas naturales, de su antecesor. Amín traicionó a los suyos, a su partido
y a la Unión Soviética al aliarse con los Estados Unidos (luego de su muerte,
llevada a cabo por las fuerzas soviéticas, se conocerá que Amín mantuvo
contactos con la CIA). Organizó una cacería de brujas con el único fin de
desestabilizar el país, para luego “entregarlo” a un grupo muyahidín, Hezbi
Islami11, con la única condición de conservar la presidencia.
Cuando los soviéticos vieron la traición, decidieron derrocar con sus tropas al
traidor, amparados por un tratado de cooperación que habían firmado con el
PDPA; la Unión Soviética podía intervenir militarmente si el gobierno afgano
se veía amenazado. La intervención militar soviética de diciembre de 1979 dio
como resultado la muerte de Jafizulá Amín y la instauración en el poder de
Brabak Karmal. Las reacciones nacionales e internacionales de esta invasión
no se harían esperar.
En la primavera de 1980 las tropas soviéticas ascendían a 100 mil efectivos,
destinados a mantener el orden, apoyar al gobierno y reprimir el accionar
bélico de los rebeldes, quienes estaban siendo financiados por el gobierno de
los Estados Unidos. ¿Qué buscaban especialmente los sovieticos con su
invasión a Afganistán? Esta pregunta se la hacían todas las naciones que
seguían el transcurrir del conflicto. El presidente Jimmy Carter consideró, en
su momento, que la invasión colocaba a la Unión soviética en posición de
interrumpir el flujo de petróleo desde el Golfo Pérsico, lo que constituía “la
amenaza más grave a la paz mundial desde la Segunda Guerra Mundial”12. El
apoyo estadounidense
10
Palabra que significa: Quienes hacen la yihad
11
Grupo islámico fundamentalista y anticomunista fundado por exiliados afganos en Paquistán, en 1975.
12
Gabriella Grasselli, British and American Responses to the Soviet Invasion of Afghanistan, Dartmouth
a los grupos muyahidín no dejaba de cesar. Ya en 1984 el gobierno americano
gastaba anualmente 200 millones de dólares destinados a los rebeldes. Las
armas y el entrenamiento de los muyahidines se facilitaban en suelo
paquistaní, una treta bien jugada por los Estados Unidos, puesto que, ante sus
enemigos, se desligaría de toda responsabilidad. Sin embargo, conforme el
conflicto se iba intensificando, la participación de EEUU se haría más
evidente, sobre todo cuando empezó a dotar a los muyahidines con misiles
tierra-aire rastreadores FIM-92 Stinger, diseñados en suelo americano. Esta
arma fue punto clave en la victoria rebelde sobre los soviéticos, debido a que
causó importantes bajas y coadyuvó en la perdida de la moral de las tropas
armadas afganas y soviéticas.
Los rebeldes, además de tener el apoyo del gigante de occidente, se vieron
enormemente fortalecidos al contar con la ayuda de numerosos grupos
islámicos que escucharon el llamado a la yihad. Entre esos grupos se
encontraba el del hasta entonces desconocido Osama Bin Laden13, quien, junto
con otros muyahidines, recibió instrucción y apoyo armamentístico de la CIA;
ayuda que le permitió conformar una de las células terroristas más peligrosas
que ha conocido occidente, Al-Qaeda.
La orografía particular de Afganistán favoreció las operaciones bélicas de los
muyahidines contra las fuerzas armadas afganas y soviéticas. Su táctica, la
guerra de guerrillas, junto con el conocimiento del terreno, les permitió
finalmente ganarle al invasor, el cual, durante 9 años había luchado
infructuosamente para destruir la resistencia y asegurar su dominio.
Lo único que trajo esta invasión fue mayor miseria para el pueblo afgano; una
guerra civil que todavía no acaba, una gran cantidad de muertos en todos los
frentes involucrados, (15 mil soldados sovieticos muertos y,
aproximadamente, entre 600.000 y 2 millones de civiles muertos), la caída de
la URSS y la formación de grupos extremistas como Al Qaeda y el Talibán.
La URSS se retira de Afganistán el 14 de febrero de 1989, dejando atrás a un
gobierno afgano aliado ineficiente, impopular y débil, que tarde o temprano
caería ante las fuerzas muyahidines, situación que en efecto se dio. En 1992
Mohammad Najibulá, presidente del gobierno puesto a dedillo por la URSS,
abandona su

Publishing Co., Aldershot, 1996, p. 121.


13
Osama Bin Laden, de origen saudí. Creyente y partidario de la escuela jurídica islámica wahabí, la más
radical del islam.
cargo, tres días antes de la toma de Kabul por parte de las fuerzas
muyahidines. Sin embargo, esto no conlleva el fin de la guerra, sino su
recrudecimiento.
Fuera del juego el mayor rival de los Estados unidos, el suministro de material
bélico a los muyahidines cesa. EEUU prácticamente se olvida de Afganistán,
pues ahora tenía los ojos puestos en la invasión del gobierno iraquí de Sadam
Husein a Kuwait y la caída de su mayor rival, la URSS.

Comienza la guerra civil que no ha terminado


Es 1992 y Afganistán se encuentra más dividido que nunca. La derrota del
invasor no trajo la paz que el mundo prometió y la ayuda internacional cesó:
todas las potencias se olvidaron de Afganistán. Con la caída de Najibulá en
Kabul no acaba la guerra, se recrudece. Las diferentes facciones muyahidines
se reparten el poder, mas esto no impide que se desarrollen luchas internas por
el dominio total del país. Con la intención de evitar una nueva guerra, las
facciones muyahidines plantearon formar un gobierno interino en el que se
integrasen a todas las fuerzas políticas de Afganistán. Burhanuddin Rabbani
tomó el poder del país en 1992 y no lo abandonó hasta la llegada de los
talibanes en 1996. Su gobierno se caracterizó por violar los Derechos
Humanos, eliminar el derecho a la educación, prohibir la música y la
televisión, permitir la lapidación como método de ajusticiamiento, entre otras
reformas radicales. Se vio enfrentado a una poderosa oposición, la cual estaba
dirigida por Gulbuddin Hekmatyar, lider de la facción muyahidín Hezbi
Islami. Hekmatyar, quien para el nuevo presidente era un peligroso terrorista,
tuvo como objetivos apoderarse de Kabul y del país, deseo que no pudo
consolidar gracias a la resistencia que dio el principal comandante de Rabbani,
Ahmed Shah Massoud. En 1994 Shah Massoud logra el control total de la
ciudad, lo que traerá un corto periodo de relativa calma hasta la llegada de los
talibanes.
En 1994 entra en escena otro actor que modificará la dinámica del país: el
Talibán14. Este grupo nace en Paquistán, con el apoyo del gobierno de los
Estados Unidos y el ISI15, durante el periodo de invasión soviética en
Afganistán. Están conformados por refugiados y muyahidines. Este grupo
sigue una interpretación tradicionalista del islam, emparentada con la
interpretación

14
Talibán, significa en árabe “estudiante”.
15
Inter-Services Intelligence, servicio secreto de inteligencia de Paquistán.
wahabí16 y Hanifa, ésta última, formada y adoptada en las madrasas17
paquistanies. Los objetivos de los talibanes son: formar un estado islámico
afgano e imponer la ley sharia en todo el territorio. Su primer movimiento
importante fue la captura de la ciudad de Kandahar en 1994, captura que les
permitió fortalecerse para tomar dos años después Kabul.
En 1996 Kabul cae ante los talibanes, los cuales, a partir de ese momento y
hasta la invasión de los Estados Unidos en 2001, aplicarán la ley Sharia de una
forma aún más represiva que el gobierno anterior. Ese mismo año, Ahmed
Shah Massoud conformará y liderará la alianza del norte, la cual le hará frente
al talibán.
Mullah Omar, lider del grupo talibán hasta su muerte en 2013, por parte de
fuerzas militares estadounidenses, estableció en la década de los años noventa
contactos con Osama Bin Laden, quien había sido expulsado de sudan en
1994. El apoyo que le ofreció Bin Laden al talibán le permitió a este grupo no
caer bajo el poder bélico de la alianza del norte. Las cosas se complicaron para
Mullah Omar cuando Bin Laden planeó y efectuó atentados en contra de los
Estados Unidos, país al que consideraba un peligro para el islam y un
obstáculo para su propagación por todo el mundo. A partir de 1998, con los
atentados a las embajadas de Estados Unidos en Kenia y Tanzania, Bin Laden
formará parte de la lista negra de EEUU. El punto de inflexión que pone la
balanza en contra del talibán y Al Qaeda (grupo que se había fortalecido
gracias a la cooperación con el talibán) se da el 11 de septiembre del 2001, día
en el que los Estados Unidos sufrieron en su propio territorio uno de los
atentados más atroces de la historia: el ataque a las torres gemelas, el cual le
costó la vida a más de 3 mil personas.
A partir de este momento, Washington decide cambiar su política con el grupo
talibán, ya que éste se reusó a entregar a Bin Laden. La Invasion de los
Estados Unidos a Afganistán sacó del poder a los talibanes y, a su vez, sembró
el terror y, sí, la esperanza entre el variopinto pueblo afgano.

16
El wahabismo es una corriente legalista sunní islámica. Aboga por seguir al pie de la letra las enseñanzas del
profeta. Se extiende rápidamente por el mundo islámico desde la década de los 60s.
17
Nombre dado a las escuelas religiosas islámicas.
En la actualidad
Con la caída del talibán en 2001, gran parte de los afganos esperaba tener la
oportunidad de construir un gobierno fuerte que asumiera todos los retos a los
que debería enfrentarse el país luego del fin de las luchas internas, mas ello no
sucedió. Ni con la intervención de 34 naciones en su suelo, Afganistán ha
podido tener un gobierno que lleve a cabo lo que los afganos siempre han
soñado: unidad. El país está tan dividido como siempre.
Con la retirada de la mayoría de las tropas de la OTAN y de EEUU en 2014,
los talibanes han resurgido, mas ello no es todo el problema, puesto que un
nuevo actor ha entrado en juego, el autodenominado Estado islámico, también
conocido como EIIL. Para bien o para mal, el Talibán y EIIL 18 son enemigos:
ambos se disputan ferozmente el dominio del territorio. Con la participación
del estado islámico en el conflicto afgano, el gobierno se ha visto debilitado,
el país entero también se ha debilitado, mientras que occidente olvida de
nuevo a Afganistán.

Cultivo de amapolas en Afganistán. Hasta el 40% de los ingresos de los talibanes


viene de la droga, un mercado que también beneficia a la Policía, el Gobierno o las
élites tribales.19 El flagelo de la droga no solo financia las acciones terroristas, sino
que además ha arrastrado a un número considerable de la población al consumo de
opio.

18
El autodenominado estado islámico (Estado Islámico de Irak y el Levante).
19
Brown, V. F. (29 de 04 de 2016). Afganistán: terrorismo, opio y paciencia. Ahora semanal. Recuperado el
15 de 07 de 2017, de https://www.ahorasemanal.es/afganistan:-terrorismo,-opio-y-paciencia
En 2016, pese a que el EIIL ha ido perdiendo fuerza, los problemas que
aquejan al país no han cesado. El talibán no se da por vencido, y el gobierno,
carcomido por la corrupción, se halla incapaz de conformar y mantener la
unidad con la cual el país debe contar si seguirá luchando con los extremistas.
¿Hay posibilidad de diálogo? Los talibanes no dan su brazo a torcer, lo único
que desean es apoderarse de Afganistán sea como sea. Para los afganos, el
talibán es sinónimo de terror y muerte. ¿Cómo podría ser posible que el
pueblo afgano, que en su mayoría detesta al talibán, pueda dejarse someter por
el terror? No, lo que seguirán haciendo es seguir luchando. Si el talibán logra
tomar el poder de nuevo, será una guerra de nunca acabar. Por otro lado,
puede creerse que Washington y el resto de naciones no harían nada al
respecto. Ya “han visto para el otro lado” en ocasiones anteriores.
Como nos lo muestran los hechos, el talibán es una fuerza extremista que no
entiende con palabras. Por supuesto, la guerra no es la solución, no obstante,
¿qué otro lenguaje más que el de la guerra entienden? El talibán no habla otra
lengua. Fue un horrible error el de la OTAN y EEUU haber abandonado
Afganistán cuando el talibán se encontraba debilitado; ahora que se ha
fortalecido será más difícil combatirlo, será como comenzar de nuevo. Si los
extremistas se fortalecen es obvio que la guerra civil afgana se recrudecerá.
Habrá nuevas víctimas y mayor pobreza para un país que lo ha soportado todo,
un país que, a pesar de todo, no se ha dado por vencido, que no cae, que
sobrevive al paso de las guerras, las numerosas guerras que han tratado de
desaparecer a Afganistán de la faz de la tierra.

El pueblo que se niega a morir


Las percepciones y opiniones del pueblo afgano con respecto a la intervención
militar de los Estado Unidos en su territorio son dispares. Prácticamente todas
las fuerzas bélicas que han pisado el suelo afgano han violado los Derechos
Humanos, y el ejército de EEUU no es la excepción. Parte de los afganos
considera que la invasión estadounidense ha sido beneficiosa porque ha
permitido sacar del poder a los temidos talibanes, los cuales eran bastante
sanguinarios, sin embargo, otros sectores de la población ven a los soldados
extranjeros como a unos bárbaros, asesinos y ladrones que deben ser
expulsados de inmediato. Conociendo esto, no puede parecer raro que entre la
población afgana se encuentren personas que apoyen al Talibán, y como no,
también a Al
Qaeda y al EIIL. El odio hacia los Estados Unidos y hacia las demás potencias
participes de la Invasion es marcado entre buena parte de la población. La falta
de cooperación del pueblo para con las fuerzas armadas extranjeras, dada por
el odio y la mala fama que se han ganado, ha imposibilitado, en parte, la caída
de los grupos extremistas.
Es preciso acotar que, dentro de la población hay un marcado descontento con
el gobierno actual afgano. Los casos de corrupción que se han conocido, la
falta de servicios básicos, la falta de apoyo a los agricultores, un importante
número de problemas a los que se suman otros más, ha esparcido por las calles
un malestar palpable. Debido a que gran parte del pueblo se encuentra
politizado, el gobierno constantemente debe rendirle cuentas a la población,
salvo que quiera ganar más detractores. Pese a que cada habitante tiene sus
propios puntos de vista, todos, o si no, la mayoría, comparten un mismo
sueño: la unidad. Por el bien de Afganistán, sus vecinos y el mundo, pueblo y
gobierno deben buscar ser amigos, estrechar sus lazos y mantener una
comunicación ininterrumpida, con el fin de luchar contra sus enemigos, ya
sean los extremistas, ya sea la corrupción.

Una de las consecuencias más graves de la guerra civil en Afganistán, ha sido la


desorganización de la agricultura, con un acusado descenso de la producción de
alimentos.20

20
FAO. (s.f.). Recuperado el 15 de 07 de 2017, de Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación
y la Agricultura: http://www.fao.org/FOCUS/S/disaster/casestud/CSafghan.htm
La pernicia del mundo y el lucro a costa del sufrimiento humano han
obstaculizado el término de este largo conflicto. La corrupción no solo
carcome las entrañas del endeble gobierno afgano actual, que tiene el don de
hacer esfumar el dinero y las distintas ayudas que vienen del exterior, no,
también este es un cáncer que emponzoña a países como Arabia Saudita o
España. ¡Quién lo iba a creer! La relación entre estos dos países es simple:
España le da armas a Arabia Saudita y esta nación se las da a EIIL, grupo
terrorista que comparte con el país petrolero la ideología wahabita sunní del
islam, la cual llama a implantar con rigurosidad la sharia sobre el mundo
entero. Entre 2014 y 2016 España exportó cerca de 900 millones de euros en
armas. Armas cortas, fusiles, munición, misiles y hasta un avión de transporte
es parte del arsenal vendido. Amnistía Internacional (AI) denuncia que España
incumple hasta tres normativas, una nacional otra europea y otra internacional
al ofrecer armamento al régimen saudí21.
El pueblo afgano, sin embargo, no se rinde, nunca lo ha hecho, como nos lo
muestra la historia. Por encima de las oscuras intenciones que tengan algunos
para con Afganistán, el pueblo afgano siempre estará por delante,
defendiéndose, dándolo todo para no sucumbir y no perder su honor, puesto
que es una nación que resguarda y protege su orgullo muy bien.
Gracias, en parte al acercamiento que ha hecho el documental La vida de los
afganos, de HispanTV22, sobre precisamente el pueblo afgano, puedo
contemplar que esta nación se caracteriza, no por las constantes guerras que ha
padecido, no por la muerte y pobreza que se cierne sobre ella, no por las
estúpidas estigmatizaciones que la ralea pueda tener sobre el afgano… Sigo
diciendo, el pueblo, el afgano, se caracteriza especialmente por amar la
libertad; por tener el deseo y la necesidad de ser independiente; por desear
tener el derecho de construir su nación y tener el derecho a creer en lo que le
plazca; por ser muy valiente y estoico; por su honor, orgullo y coraje; por su
hospitalidad, y, sobre todo, por sacrificar su vida por su país y por su familia
¿Acaso esto último no ha quedado claro? Para reafirmarlo simplemente me
remitiré a transcribir las cortas palabras que expresó un anciano de arrugado
rostro y mirada entrañable que no ha perdido la esperanza, pero que guarda en
ella a su

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vez la aflicción que todo el pueblo afgano comparte: Afganistán ha dado
muchos mártires.

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