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"Pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú una vez vuelto, confirma a
tus hermanos".
Más aún, hacia el año 95, Clemente de Roma (obispo de la Iglesia de Roma entre 89 y
97) escribió una carta a la comunidad cristiana de Corinto para resolver un problema
interno, sugiriendo su primacía sobre las Iglesias particulares. En efecto, habían surgido
levantamientos contra los presbíteros-epíscopos en Corinto y Clemente, como obispo de
la Iglesia de Roma, los llamó al orden y a la obediencia a sus respectivos pastores,
evocando el recuerdo de los apóstoles Pedro y Pablo.61 Esa carta es la primera obra de la
literatura cristiana fuera del Nuevo Testamento de la que consta históricamente el
nombre de su autor, la situación y la época en que se escribió, y cuyas palabras
manifiestan una dureza propia del lenguaje de aquel que es consciente de su autoridad.62
Algunos autores han afirmado que no hay argumentos suficientes para confirmar que
Pedro haya sido obispo en Roma.63nota 11 La tradición que afirma que Pedro fue a Roma
y ahí murió martirizado se basa también en esta carta de san Clemente, que menciona su
martirio (capítulo 5), en la Carta de san Ignacio de Antioquía a los Romanos ("No os
mando nada, cosa que hicieron Pedro y Pablo." – capítulo 4), y en la obra de c. 175-185
Contra las herejías (libro III, 1.3.1) de san Ireneo de Lyon, donde dice:
Como sería demasiado largo enumerar las sucesiones de todas las Iglesias
en este volumen, indicaremos sobre todo las de las más antiguas y de todos
conocidas, la de la Iglesia fundada y constituida en Roma por los dos
gloriosísimos Apóstoles Pedro y Pablo, la que desde los Apóstoles conserva
la Tradición y «la fe anunciada» (Rom. 1,8) a los hombres por los sucesores
de los Apóstoles que llegan hasta nosotros.
Edad Media
La Iglesia católica, en el siglo V, se había extendido por casi todo el territorio del
Imperio romano (desde Hispania hasta Siria, con las zonas costeras del norte de África).
Posteriormente, se realizaron misiones hacia zonas del norte de Europa, que llegaron
hasta Irlanda, Gran Bretaña, Germania, y posteriormente zonas de Escandinavia,
Centroeuropa y las poblaciones eslavas del Este. Este largo proceso abarca de los siglos
V al XI. Buena parte de estas misiones, así como el trabajo de recristianizar los
territorios del antiguo Imperio romano de Occidente, fue posible gracias a los
monasterios, sobre todo a los benedictinos.
La expansión de poblaciones convertidas al islam llevó a un progresivo declive de las
poblaciones católicas del norte de África, que llegaría a ser casi completo en el mundo
moderno.
Un hecho posterior significó la división entre numerosas Iglesias: el Gran Cisma entre
sus porciones de Occidente y Oriente (cuya Iglesia, aún denominada como "católica
ortodoxa", pasaría a ser conocida solo por esta última palabra) ocurrido en el año 1054 a
causa de las rivalidades entre los patriarcados de Roma y Constantinopla y,
teológicamente, alrededor de la cláusula Filioque.
Hacia finales del siglo XIV se produjo un cisma, conocido como Cisma de Occidente,
que afectó a la Iglesia católica desde 1378 hasta 1417, y que provocó fuertes tensiones y
el surgimientos de ideas de tipo conciliaristas, según las cuales un concilio podría tener
más autoridad que el papa en algunos puntos. El conciliarismo fue condenado en el
concilio V de Letrán en 1516.
La Inquisición
La Iglesia católica afronta profundos cambios en la Edad Moderna. Por una parte, se
inicia una expansión de las misiones hacia algunas zonas de África y Asia y hacia
América desde los viajes y conquistas de españoles y portugueses. Por otro lado, se
viven fuertes tensiones internas y un deseo profundo de reforma.
Contrarreforma
Entre los años 1545 y 1563 se desarrolló el Concilio de Trento, con diversas etapas.
Antes y después del Concilio de Trento se fundaron diversas congregaciones religiosas
que buscaron promover una profunda renovación entre los católicos. Una de esas
congregaciones, que adquirió más tarde un gran desarrollo, fue la Compañía de Jesús.
Edad Contemporánea