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Doctor

ALBEIRO TRUJILLO CASTRO


Director Territorial Tolima - Grupo Control Interno Disciplinario
Instituto Geográfico “Agustín Codazzi”
Neiva.-

DISCIPLINADO: VICTOR HUGO CHARRY LARA


RADICACION:Investigación disciplinaria No 41-1414-2010
ASUNTO: Interposición y sustentación recurso de apelación

Dentro de la oportunidad legal me permito interponer, y sustentar a


la vez, recurso de apelación contra el fallo dictado por ese Despacho
el pasado ocho (8) de febrero de dos mil doce (2012), que se me
notificara personalmente el día 27 del mismo mes y año, en el que se
me sanciona con suspensión en el ejercicio de mi empleo por el término
de treinta (30) días, al considerarme disciplinariamente responsable de
violar el deber establecido en el numeral 1 artículo 34 de la Ley 734 de
2002, en concordancia con el Manual de Procedimientos de
Interventoría con código P110-01/2007 versión 3 folio 42, numeral 3.1.3
Responsabilidades del manual de procedimientos.

FUNDAMENTOS DEL A QUO PARA EMITIR FALLO


SANCIONATORIO EN MI CONTRA

El fallador de instancia, luego de recaudada la prueba documental, y en


particular el Manual de Procedimientos de Interventoría, resalta que
dentro de las responsabilidades de los funcionarios designados como
interventores se encuentra la de responder por la verificación en el
cumplimiento del objeto y control de la ejecución de las obligaciones
pactadas contractualmente, siendo un deber del interventor realizar por

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escrito toda orden, comentario o sugerencia que surja de la ejecución
contractual.

En igual sentido, resalta que dentro de las funciones de los


interventores para con los contratistas, está la de exigir a éstos últimos
la ejecución idónea y oportuna del contrato, informar a la oficina
jurídica y al ordenador del gasto los incumplimientos en que incurra el
contratista para que adopten las medidas pertinentes, así como
también exigir al contratista los informes y documentos que considere
pertinentes sobre la ejecución del contrato.

Lo anterior en desarrollo de la Interventoría sobre el contrato No. 1479


de 2.008, suscrito por la Dirección Territorial Huila del IGAC con el
contratista Gonzalo Pérez Bocanegra, cuyo objeto era el levantamiento
de manzanas del área urbana del Municipio de Acevedo y Caserío San
Adolfo, y del Caserío El Viso en el Municipio de Elías, entre otros
levantamientos topográficos.

En refuerzo de su argumento, trae en cita lo vertido por el declarante


GUILLERMO OSORIO ORTIZ, funcionario al servicio del IGAC, donde
desempeña funciones de pagador, quien manifestó que a esa
dependencia nunca había llegado el acta de interventoría por la que se
declarara recibido a satisfacción el contrato mencionado, razón por la
que no se le pagó el valor correspondiente al mismo.

También invoca lo declarado por el señor HECTOR GABRIEL ORTIZ


SOLANO, quien relata que ante la no entrega oportuna de las planchas
actualizadas a través del levantamiento topográfico que debía realizar
el aquí quejoso GONZALO PEREZ BOCANEGRA, y ante la premura para
la entrega de la actualización catastral, el suscrito VICTOR HUGO

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autorizó el inicio de labores de reconocimiento predial con las planchas
análogas que disponía el IGAC; como el contratista había incumplido
con los plazos de ejecución del contrato que luego ellos utilizarían para
la actualización catastral, dice el testigo que le consta que el suscrito
VICTOR HUGO le llamó la atención al contratista, y que lo citó en varias
ocasiones para requerirlo personalmente, pero el contratista nunca
asistió a esas citas. Dice el testigo que como él poseía el teléfono del
topógrafo asignado por el contratista para la ejecución de los trabajos,
lo llamó en varias ocasiones pero siempre postergaba la entrega de las
planchas, hasta que finalmente no le contestaba el teléfono.

El testigo EDGAR POLANIA UNDA manifiesta que él era uno de los dos
coordinadores asignados por el IGAC para la actualización catastral,
pero que el contratista no le allegó los levantamientos topográficos
dentro de los plazos establecidos, de lo cual enteró al suscrito, y que
por lo mismo debió hacerse las actualizaciones con base en las
planchas análogas en poder del IGAC, y no en la los levantamientos
contratados con el señor PEREZ BOCANEGRA. Dice que en su presencia
el suscrito VICTOR HUGO en varias ocasiones llamó al contratista para
requerirlo sobre la entrega de los levantamientos topográficos
contratados, sin que éste se allanara a cumplir con lo prometido.

El señor ALFREDO OBREGON CLAROS rindió declaración dentro de esta


actuación, quien da cuenta del incumplimiento del contratista para la
entrega de los levantamientos topográficos contratados con él por el
IGAC, lo cual retrasó el informe final sobre las labores desarrolladas por
el testigo para la actualización catastral.

De las anteriores declaraciones concluye el fallador que no existe


evidencia que el suscrito le hubiere hecho por escrito los

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requerimientos al contratista para que cumpliera oportunamente con el
objeto contractual, como lo exige el manual de procedimientos P110-
01/2007 folio 46, como tampoco se puso por escrito en conocimiento de
la oficina jurídica ni del director del IGAC tales irregularidades, aún
cuando éste último había sido enterado por el suscrito en varias
ocasiones sobre el incumplimiento del contratista para la entrega de los
levantamientos topográficos, quien incluso intentó comunicarse
telefónicamente con el contratista para requerirlo al respecto, sin éxito
alguno, hasta que finalmente pudo hacerlo con un subalterno de
nombre JOSE ANTONIO RUIZ, quien venía a entregar borradores de
algunas manzanas, pero no los quiso recibir, manifestándole que ya el
trabajo resultaba innecesario porque se había terminado con la
información propia del IGAC, solicitándole incluso los nuevos números
de teléfono celular del contratista, e insistió en comunicarse con él, con
resultados negativos.

Es así como invoca el cargo ya formulado, y que hace consistir en el


incumplimiento del deber previsto en el artículo 34 de la Ley 734 de
2002, porque al no haber informado por escrito al ordenador del gasto y
a la oficina jurídica del IGAC el incumplimiento del contrato en que
venía incurriendo el contratista GONZALO PEREZ BOCANEGRA, violó el
numeral 3.1. sobre responsabilidades del manual de procedimientos de
interventoría cód. P110-01/2007 versión 3 folio 42 numeral 3.1.3:
- Responder por la verificación en el cumplimiento del objeto y el control en la
ejecución de las obligaciones pactadas contractualmente.

- Numeral 5.2.3. del mismo manual, de las responsabilidades del interventor último
punto “Es deber del interventor realizar por escrito toda orden, comentario o
sugerencia que surja de la ejecución contractual” folio 46.

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- Numeral 5.2.4. De las funciones del interventor.

- Exigir al contratista la ejecución idónea y oportuna del contrato.

- Informar el incumplimiento en que incurra el contratista y oficiar a la Oficina


Asesora Jurídica y al ordenador del gasto para adoptar las medidas pertinentes.

Y en tales condiciones, consideró que se violaron las normas descritas,


porque el suscrito, estando en ejercicio de funciones como interventor
del contrato No 1479 de 2008, omitió exigir al contratista la ejecución
idónea y oportuna del contrato y, a pesar de notar el incumplimiento,
no informó a la Oficina Asesora Jurídica ni al Ordenador del Gasto.

Al calificar la falta lo hace considerándola como grave, al estar exenta


de mala fe por parte del interventor, tratándose más de un descuido el
no haber informado por escrito las irregularidades resaltadas, por lo que
no se tuvo el cuidado necesario en el cumplimiento de las funciones
como interventor, tratándose de un descuido no justificado.

Asegura que con el comportamiento del disciplinado sí se causaron


graves perjuicios a la Entidad, porque el contratista está exigiendo el
pago de lo contratado, lo cual se hubiera evitado si el interventor
hubiere exigido por escrito al contratista el cumplimiento del objeto del
contrato, actos con los que se generó perturbación en el servicio que
presta el IGAC.

En relación con la valoración que de la culpabilidad hace en la decisión,


concluye que el actuar del disciplinado fue a título de culpa y no de
dolo, porque la falta se cometió por falta de previsión, es decir, por un
descuido, concluyendo que, para la graduación de la pena, lo

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procedentes es imponer la sanción de suspensión prevista en el
numeral 3 artículo 44 de la Ley 734 de 2002, como en consecuencia lo
hace en la parte resolutiva, disponiendo por ello una suspensión por
treinta (30) días en el ejercicio del cargo.

INCONFORMIDAD Y MOTIVOS DE DEFENSA

Con todo respeto, el suscrito no comparte la decisión adoptada en el


fallo objeto del presente recurso de alzada, porque considero que lo
procedente era un fallo exonerativo de responsabilidad disciplinaria, y
no uno de carácter sancionatorio, con origen en la Interventoría que
debía ejercerse sobre el contrato No. 1479 de 2.008, suscrito por la
Dirección Territorial Huila del IGAC con el contratista Gonzalo Pérez
Bocanegra, y en consideración del cargo que se me formula en cuanto
al incumplimiento del deber previsto en el numeral 1 del artículo 34 de
la Ley 734 de 2002, por los siguientes motivos:

De otra parte, y tal como ya lo mencionara en el escrito de descargos, y


conforme se establece en el numeral 3.1 punto 3 Responsabilidades del
manual de procedimientos Interventoría Cod P110-01/2007 versión 3,
no es cierto que no se haya respondido por la verificación en el
cumplimiento del objeto y el control en la ejecución de las obligaciones
pactadas contractualmente, puesto que sí se hicieron los
requerimientos correspondientes en desarrollo del contrato No. 1479 de
2008, que aunque no fueron de forma escrita, sí se hicieron de manera
verbal, tal como obra en las pruebas aquí recaudadas, y como en la
decisión objeto de la presente se reconoce.

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Por el corto término de ejecución del contrato, y por las demás
obligaciones paralelas como funcionario encargado del área de
Formación de la Dirección Territorial Huila del IGAC, se omitió lo
relacionado con el requerimiento escrito por el incumplimiento de lo
pactado entre el IGAC y el contratista Gonzalo Pérez Bocanegra, pero
sin que ello quiera decir que esa omisión le haya generado daño con
alguna connotación para la Entidad que estaba representando dentro
de esa relación, porque como consta dentro del proceso, y en vista del
incumplimiento que el contratista presentaba en la ejecución del objeto
del contrato al no hacer entrega oportuna de las planchas con
levantamiento topográfico actualizado, y por la premura del tiempo,
que no daba margen para dilatadas discusiones contractuales, tomé la
decisión de iniciar labores de reconocimiento predial con el material de
planchas análogas propiedad del IGAC, para aplicar en el área urbana
del Municipio de Acevedo y el caserío San Adolfo de la misma población;
caserío El Viso del Municipio de Elías, y los caseríos de San Antonio,
Zuluaga y la Jagua en el Municipio de Garzón, y de esta forma evitar
mayores retrasos en las labores para las que se requería el material a
suministrar por el contratista Gonzalo Pérez Bocanegra.

Así fue como se pudo culminar el trabajo antes de finalizar el año 2008,
cuyo resultado se aplicaría a partir del primero (1º) de enero de 2009,
todo con recursos propios del Instituto, y sin que ello hubiera implicado
un daño o gasto adicional para el mismo, sino todo lo contrario: con mi
decisión se pudo cumplir dentro del término la actualización catastral
en las zonas mencionadas, lo cual debía ser a toda costa antes de
finalizar el año, y de paso se ahorró unos recursos, al margen del
contrato que estaba adelantando el mencionado contratista, el que en

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últimas no fue necesario utilizar por la extemporaneidad con que lo
hizo.

Contrario al cargo que se me imputara y por el cual se me sanciona, en


el sentido que no requerí al contratista PEREZ BOCANEGRA para que se
allanara a cumplir el contrato dentro del término previsto en él, sí lo
hice, como ha quedado demostrado con las versiones rendidas por los
ingenieros Héctor Gabriel Ortiz Solano y Edgar Polanía Unda, quienes
son contestes en reafirmar lo aquí asegurado, en el sentido que sí
requerí en varias ocasiones al contratista mencionado, pero que ante la
pasividad de éste, y a la urgencia de culminar los trabajos dentro de lo
programado, fue que tomé la decisión ya aludida, en el sentido que se
adelantara el mismo con las planchas análogas propiedad del Instituto,
como en efecto se hizo, y como satisfactoriamente se culminó.

Y ratifico que la Entidad Oficial contratante no sufrió daño alguno


porque se pudo desarrollar el contrato con recursos propios
preexistentes, como personal ejecutor y planchas análogas, equipos de
oficina, papelería, etc., no siendo aceptable que se pretenda inferir
como daño un evento que aún no ha ocurrido, como es la petición de
pago del contrato que hiciera el incumplido contratista, porque esa
simple petición en sí misma no implica una erogación para la entidad,
ya que el petente deberá demostrar que cumplió con diligencia y dentro
del término el contrato suscrito para con él, lo cual le resultará todo un
imposible, dado que el término de un mes que tenía para presentar el
producto contratado, se prolongó más allá del 12 de octubre de 2008
-plazo máximo para su cumplimiento o ejecución -, habiendo allegado sus
resultados tan solo el día 22 de enero de 2009, es decir, tres (3) meses

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y diez (10) días después de lo pactado, situación que lo torna en
incumplido de las cláusulas pactadas.

Y a propósito de esa fecha en que aparece un escrito en el que el


contratista menciona que hace entrega de las memorias y cálculo del
contrato, en el que aparece recibido por el suscrito, no significa que ello
implique un acta de recibo del producto del contrato, pues como en la
cláusula tercera del contrato se contemplara, para que el pago
procediera debía acompañarse acta elaborada por el interventor sobre
la debida prestación del servicio, lo cual no tuvo lugar, y sería malicioso
pretender que el escrito elaborado por el contratista y en el que dice
hacer entrega de las memorias y cálculos del contrato, pueda ser
asimilado a un acta de entrega. Darle esa connotación y sentido sería
una tergiversada forma de interpretación a un escrito elaborado
unilateralmente por el interesado contratista, y que nada dice sobre si
el trabajo se elaboró en su totalidad o no, y si está a satisfacción o no
del contratante.

Por ello es que el suscrito asegura que el trabajo no fue oficialmente


recibido, y menos a satisfacción, y el mencionado escrito no puede ser
interpretado como un acta de recibo del trabajo, porque evidentemente
no lo es, pues no fue elaborado por quien aquí escribe, sino que es un
escrito remisorio de unos elementos, sin que con ello pueda
comprometerse la responsabilidad de la Entidad.

Cosa distinta es que el incumplido contratista en forma tardía pretenda


cobrar el producto de un trabajo que a todas luces resulta inocuo para
el objeto inicial pretendido por la Entidad, y que tal accionar pueda ser

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interpretado como un daño generado por el suscrito, ya que ello resulta
totalmente ajeno al control propio y de la Entidad, pero para ello existe
los mecanismos de defensa que la ley estimula y que la Entidad habrá
de ejercer en forma eficaz, al cabo del cual seguramente resultará
exonerada de cualquier pago que haga relación con el contrato
pluricitado.

Pero al margen de eventos futuros impredecibles, a la Entidad no se le


ocasionó ningún daño que pueda ser demostrable y/o cuantificable al
momento de calificación de estos hechos, por lo que resulta inocua
cualquier sanción en mi contra sobre la base de conjeturas y
especulaciones porque, repito, con mi proactiva decisión de elaborar el
levantamiento topográfico con base en los planos análogos propiedad
de la Entidad, se suplió lo que el contratista debía elaborar, y se
cumplió con el objetivo propuesto.

En cuanto a lo establecido en el numeral 5.2.3 del mismo manual de las


responsabilidades del Interventor, en el sentido que “Es deber del
Interventor realizar por escrito toda orden, comentario o sugerencia que surja de la
ejecución contractual”, es cierto, pero en ningún momento se evadió la
responsabilidad, ni se incurrió en ella, porque me mantuve muy atento
al desarrollo de dicho contrato, ya que el producto de su ejecución era
el insumo indispensable para las labores de reconocimiento predial en
los municipios que se estaban actualizando, y de esta forma llegaran a
buen término.

Es tan así, que a los Coordinadores de los procesos de Actualización de


Acevedo y el caserío de San Adolfo, caserío de El Viso en el Municipio de
Elías y los caseríos de Zuluaga, La Jagua y San Antonio del Municipio de

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Garzón, los señores Alfredo Obregón Claros, Edgar Polanía Unda y
Héctor Gabriel Ortiz Solano, se les autorizó por escrito adelantar el
levantamiento de los predios de cada manzana teniendo en cuenta las
cartas catastrales análogas existentes, ya que el contratista de los
trabajos de Topografía había incumplido con lo contratado, como consta
dentro del proceso.

Estas autorizaciones no fueron radicadas en las oficinas centrales del


Instituto, ya que se elaboraron en terreno, en campo, a gran distancia
de las oficinas centrales del IGAC, y se entregaron allí mismo, como
consta en los recibidos, razón válida y justificante del porqué no se
radicaron en la Oficina Central.

En cuanto a lo establecido en el numeral 5.2.4 del mismo manual y


relacionado con las funciones del Interventor, “exigir al contratista la
ejecución idónea y oportuna del contrato”, esta labor se hizo, sino que el
contratista incumplió y no solamente incumplía con lo pactado sino que
no daba la cara, negándose en varias oportunidades a la comunicación
telefónica, tanto con el suscrito como con el Director Territorial y con
los coordinadores en campo, al punto que el vocero resultó ser un
subcontratista y no el responsable del contrato, como la prueba
testimonial lo indica.

En lo relacionado con “informar el incumplimiento en que incurra el contratista y


oficiar a la Oficina Asesora Jurídica y al ordenador del gasto para adoptar las medidas
pertinentes”, no se informó por escrito, pero el Director Territorial del
IGAC, Ingeniero Ramiro Vega Escobar, fue enterado de esta situación, e
incluso en su oficina se llevó a cabo una reunión con el Topógrafo

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delegado por el contratista para ver de qué manera el citado entregaba
los trabajos que había contratado dentro del término establecido,
reunión en la que se le requirió para ello a través del asistente, y
telefónicamente el Director Territorial intentó comunicarse, pero sin
éxito, al no contestar el teléfono quien era el responsable de ejecutar el
contrato.

De tal suerte que, si se analiza en conjunto la prueba recaudada, en mi


condición de interventor no incurrí en ningún tipo de falta disciplinaria,
ni por omisión, y menos por acción, ya que si lo que se me recrimina es
el hecho de no haber manifestado a la Dirección Territorial el
incumplimiento del objeto del contrato que se presentaba por parte del
contratista PEREZ BOCANEGRA, sí lo hice, como acabo de relacionar, y
lo hice verbalmente en varias ocasiones y a los distintos funcionarios
responsables de la Entidad, así como también mantuve al tanto de esas
vicisitudes al Director Territorial Huila del IGAC, en su condición de
ordenador del gasto, quien al unísono con el suscrito, requerimos en
esa reunión al vocero del contratista, para que se allanara a cumplir
oportunamente con el objeto del contrato, y luego en diversas
ocasiones se repitió la escena, con la ostensible omisión del
responsable del contrato.

Y como el objeto o producto del contrato no fue, ni ha sido recibido por


el suscrito, ni se ha liquidado el mismo, como consta dentro del
proceso, y ante el incumplimiento del contratista en entregar al IGAC
dentro del término contractual el insumo a que se comprometió, hacen
que de hecho ese contrato se encuentre resuelto, sin compromiso del
Instituto para cancelar su valor, situación que, ante la culminación final
de la actualización catastral en las zonas requeridas, con base en

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material propio del Instituto, hace inocuo el hecho que se haya o no
cumplido el contrato, o que se haya o no requerido al contratista,
porque en últimas esa omisión por parte de éste, si buen causó un
pequeño traumatismo a las labores de actualización catastral que se
desarrollaban en ese momento, no implicó su paralización ni daño
alguno a la Entidad para la que presto mis servicios.

Y no siendo por sus resultados trascendente el que no se hubiera


aportado el insumo objeto del contrato suscrito con el topógrafo
GONZALO PEREZ BOCANEGRA, y finalmente se hubiere podido realizar
los trabajos para los que se requería de ese insumo, hacían inocuo
pensar en la imposición de una sanción contra el suscrito, ya que ello
no puede ser más que un hecho menor que contraría el orden
administrativo interno, pero de ninguna manera un hecho generador de
responsabilidad disciplinaria, como finalmente ocurriera, porque, repito,
es indistinto para el IGAC en este momento que se hubiere o no
ejecutado el contrato, porque lo buscado con éste se logró suplir con
recursos propios, prescindiendo en absoluto de ese material.

Esa falta de entrega oportuna del contrato cuestionado no implicó


mayores trastornos para que el IGAC adelantara sus labores propias, en
especial la actualización catastral en las zonas que ya se mencionaran,
y que gracias a la oportuna decisión de adelantar ese trabajo con
planchas análogas del Instituto, se cumplió con el cometido propuesto.

Dar por probada la responsabilidad disciplinaria por el simple hecho de


no haber requerido por escrito al contratista para que se allanara a
cumplir con el objeto de un contrato que a la postre resultó
intrascendente para el cumplimiento de las labores propias del IGAC,

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y/o dar por probada responsabilidad disciplinaria porque no le informé a
la Oficina Asesora Jurídica, es adoptar una postura de imputación de
responsabilidad objetiva, la que se encuentra proscrita en la Lay 734 de
2002:

ARTÍCULO 13. CULPABILIDAD. En materia disciplinaria queda proscrita toda forma


de responsabilidad objetiva. Las faltas sólo son sancionables a título de dolo o culpa.

Y estando proscrita esa forma de responsabilidad, en la que las


consecuencias sancionatorias se medirían por el simple resultado, sería
caer dentro de la prohibición anotada, porque como hasta aquí se ha
venido insistiendo, el contrato cuestionado no resultó trascendente para
el cumplimiento del objetivo propuesto por el IGAC, como era el de
adelantar labores de actualización catastral en el área urbana del
Municipio de Acevedo y el caserío San Adolfo de la misma población;
caserío El Viso del Municipio de Elías, y los caseríos de San Antonio,
Zuluaga y la Jagua en el Municipio de Garzón, para lo que en su
momento hubiera resultado oportuno contar con las planchas
topográficas contratadas, pero ante la premura de los trabajos, y
habiéndose podido suplir esas planchas topográficas con las análogas
que reposan en el Instituto, convierten repito, en inane unas
consecuencias sancionatorios sobre algo que no produjo ningún tipo de
daño a la Entidad, y que a la postre no resultó trascendente, pero que
desafortunadamente tuvieron eco en el fallador de instancia, al punto
de imponer una sanción de suspensión en mi contra por treinta (30)
días, que además de exagerada resulta injusta.

Pero de darse valor a esa formal omisión de haber informado por escrito
a la Oficina Jurídica Asesora sobre el incumplimiento del contrato,

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hubiere sido un desgaste innecesario para el Instituto el haber dado
inicio a una actuación administrativa derivada de ese contrato, esa sí
con consecuencias desastrosas para el cabal cumplimiento de los fines
del IGAC, porque con seguridad no se hubiere podido culminar las
labores de actualización catastral ya mencionadas.

Así las cosas, esa omisión en que pude formalmente incurrir, no deja de
ser un hecho de menor o poca trascendencia, de aquellos a que se
refiere el artículo 51 de la Ley 734 de 2002, que a lo sumo hubiere
ameritado un llamado de atención verbal, que no genera antecedente
disciplinario alguno, como muy respetuosamente solicito acoger.

Por su utilidad, y para mayor claridad, transcribo la mencionada norma,


con clara vocación de aplicación en el presente caso:

ARTÍCULO 51. PRESERVACIÓN DEL ORDEN INTERNO. <Aparte tachado


INEXEQUIBLE> Cuando se trate de hechos que contraríen en menor grado el orden
administrativo al interior de cada dependencia sin afectar sustancialmente los deberes
funcionales, el jefe inmediato llamará por escrito la atención al autor del hecho sin
necesidad de acudir a formalismo procesal alguno.

<Aparte tachado INEXEQUIBLE> Este llamado de atención se anotará en la hoja


de vida y no generará antecedente disciplinario.

Por último, y en el evento de no considerarse que el artículo que se


acaba de citar resulte aplicable al caso, es toda una exageración
tomarse mi comportamiento como una falta grave, y con base en ello
emitir una sanción tan desproporcionada como la adoptada en el fallo

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objeto del presente recurso, cuando toda la motivación expuesta dentro
del fallo, con base en la prueba recaudada dentro de esa actuación,
indican al unísono que se trató más de un descuido involuntario por
parte del suscrito, que si bien no era el interventor del contrato, como
ya antes se explicara, sino un delegado de este para la vigilancia del
mismo, a lo sumo la conducta debió ser graduada como una FALTA
LEVE, pues si se analiza los criterios para determinar la gravedad o
levedad de la falta disciplinaria (art. 43 de la Ley 734 de 2002), sin duda
cada uno de ellos debieron ser calificados por lo bajo o leve y no por lo
alto o grave, como a continuación cito y resalto:

ARTÍCULO 43. CRITERIOS PARA DETERMINAR LA GRAVEDAD O LEVEDAD


DE LA FALTA. Las faltas gravísimas están taxativamente señaladas en este
código.

Se determinará si la falta es grave o leve de conformidad con los siguientes


criterios:

1. El grado de culpabilidad.
2. La naturaleza esencial del servicio.
3. El grado de perturbación del servicio.
4. La jerarquía y mando que el servidor público tenga en la respectiva
institución.
5. La trascendencia social de la falta o el perjuicio causado.
6. Las modalidades y circunstancias en que se cometió la falta, que se
apreciarán teniendo en cuenta el cuidado empleado en su preparación, el nivel
de aprovechamiento de la confianza depositada en el investigado o de la que se
derive de la naturaleza del cargo o función, el grado de participación en la
comisión de la falta, si fue inducido por un superior a cometerla, o si la cometió
en estado de ofuscación originado en circunstancias o condiciones de difícil
prevención y gravedad extrema, debidamente comprobadas.
7. Los motivos determinantes del comportamiento.
8. Cuando la falta se realice con la intervención de varias personas, sean
particulares o servidores públicos.

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9. La realización típica de una falta objetivamente gravísima cometida con
culpa grave, será considerada falta grave.

Desmembrado cada uno de esos criterios, y con base en la prueba


existente en la actuación, y sobre la base del mismo análisis del fallador
de instancia –que si bien fue benévolo en el discurso, fue en extremo implacable en la
sanción-, podemos decir:

Sobre el grado de culpabilidad, y por lo expuesto, resulta ser a título de


culpa y no de dolo, culpa que el mismo fallador de instancia catalogara
como “un descuido”, es decir, que fue de una levedad extrema.

Sobre la naturaleza esencial del servicio, es decir, sobre la función


social que cumple la entidad oficial para la que se presta un servicio, y
en tratándose de una Entidad que desarrolla funciones de aquellas que
pueden catalogarse como NO ESENCIALES, como sí lo serían la salud, la
educación, los servicios públicos domiciliarios, entre otros, dado que la
discontinuidad de la prestación del servicio no generaría un daño de tal
naturaleza que de alguna manera amenace la estabilidad misma del
Estado, pues la elaboración de esos levantamientos topográficos no
implicaba un grave daño inmediato para la comunidad, por todo ello el
servicio que presta el IGAC no puede ser considerado como esencial, y
por tanto, la determinación de la eventual falta sería en extremo leve.

En cuanto a la perturbación del servicio, y como consecuencia de lo


expuesto en el punto anterior, éste no se vio afectado, pues con
recursos propios de la Entidad se logró superar la falencia que podría
haber generado la irresponsabilidad del contratista, por lo que este
criterio también pasaría casi desapercibido.

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En cuanto a la Jerarquía o mando que el suscrito pudiere tener al
interior del IGAC, no soy más que un funcionario en igualdad de
condiciones con todos aquellos profesionales especializados de la
entidad, en la que no ejerzo jurisdicción ni mando, ni soy ordenador del
gasto, por lo que este criterio tornaría mi comportamiento en
extremadamente leve.

Sobre el quinto criterio de la norma en cita, es decir la trascendencia


social de la falta o perjuicio causado, es nulo, o casi nulo este
parámetro en relación con el cargo objetivo que se me endilgara,
porque el no dar a conocer por escrito el incumplimiento por parte del
contratista –sí lo hice, pero en forma verbal a quien tenía el deber de la interventoría-,
no tuvo trascendencia social alguna, ni se ocasionaron perjuicios.

De la modalidad y circunstancias en que se pudo haber cometido la


falta, y como ya ampliamente se expusiera, y teniendo en cuenta la
diligencia de mi parte para poner en conocimiento el incumplimiento
del contratista, al igual que los requerimientos verbales hechos a éste;
que no me aproveché de la confianza de nadie; por todo lo anterior,
resulta casi intrascendente mi comportamiento en relación con el cargo
formulado.

Sobre el séptimo criterio, es claro que no tuve motivos para cometer


falta alguna, y que sí hice requerimientos escritos sobre la ejecución del
contrato, allegados a los coordinadores de la actualización catastral en
algunas zonas del Departamento del Huila, y que por estar lejos a las
oficinas centrales, en su momento no me resultaba posible radicar en la
oficina central, además de resultar innecesario.

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La presunta falta no se cometió en asocio de otras personas y, por
último, el no haber radicado en la oficina central del IGAC Huila los
requerimientos sobre el incumplimiento del contratista, no constituye
objetivamente ninguna falta gravísima.

Interpretados uno a uno, y luego en su conjunto los anteriores criterios,


con base en la prueba existente dentro de este diligenciamiento, la
conclusión no podía ser otra que mi comportamiento en relación con el
contrato en cuestión era uno de aquellos hechos de menor entidad de
los previstos en el citado artículo 51 de la Ley 734 de 2002, por lo que
no ameritaba sanción alguna, sino un simple llamado de atención, sin
trascendencia en la hoja de vida, y en el peor de los casos constituiría
una falta muy leve, de carácter culposo, cuya sanción a lo sumo era una
amonestación escrita, como lo tiene previsto el artículo 44 ordinal 5º
del citado Estatuto Disciplinario.

Pero haber acogido en su totalidad el fallador de instancia los anteriores


criterios, incluso concluyendo que se trataba de un descuido de mi
parte el no haber hecho saber por escrito el incumplimiento en que
estaba incurriendo el contratista, con base en esas reflexiones, él
mismo debió calificar como una bagatela mi descuido, y en
consecuencia haberlo apreciado como uno de aquellos hechos a que
hace alusión el artículo 51 de la Ley 734 de 2002, disponiendo que se
me llamara la atención, sin copia a la hoja de vida, o a lo sumo, haber
sido consecuente con su parte motiva del fallo, y de esa forma haber
calificado la falta como de carácter leve, en grado de culposa, con la
condigna sanción a que alude el artículo 44 numeral 5 de la precitada
ley, esto es, la imposición de una sanción consistente en amonestación
escrita.

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Pero después del extenso escrito justificativo sobre mi comportamiento,
haber impuesto una sanción equivalente a treinta (30) días de
suspensión en el cargo, es toda una disonancia y/o incongruencia
anfibológica entre la parte motiva y la resolutiva, porque si apreció o
catalogó mi comportamiento como un simple descuido, la consecuencia
para tales calificativos no podía ser otro que los aquí suplicados.

PETICION

Teniendo en cuenta lo expuesto, se modifique el auto de fecha ocho (8)


de febrero de 2012, por el que se impone en mi contra sanción
disciplinaria consistente en la suspensión de mi cargo por el término de
treinta (30) días y, en su lugar, se ordene un llamado de atención, sin
copia a mi hoja de vida, como lo tiene previsto el artículo 51 de la Ley
734 de 2002.

De no acogerse la anterior petición, y conforme aparece demostrado en


el proceso, y como en la parte motiva el fallador de instancia acogiera,
se modifique el fallo aquí recurrido, en el sentido que la falta
disciplinaria cometida es de aquellas catalogadas como leves, en grado
de culposa, y en consecuencia la sanción a imponer no es la de
suspensión en el cargo, sino la de amonestación escrita, como lo tiene
previsto el artículo 44 numeral 5º de la Ley 734 de 2002.

Con todo respeto,

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VICTOR HUGO CHARRY LARA
C.C. No 12’110.640 de Neiva
Disciplinado

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