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FACULTAD DE ENFERMERIA
MAESTRA:
María Cristina Enríquez Reyna.
NOMBRES:
Brenda Nayeli Andrade Marcos.
América Fernanda Flores Flores.
Felicia Guadalupe Carrizales Martínez
MATERIA:
Genética y Desarrollo Humano.
GRUPO:
005.
Por tanto, desde este punto de vista, la eutanasia entendida como “el buen morir”
deja de tener su significación ética, el “buen morir” de hoy es el enclaustramiento
institucional, el “cuidado,” o mejor dicho, el tratamiento por parte de especialistas;
hoy en día presenciamos una expropiación irracional de la muerte por parte de las
instituciones de salud y sus profesionales. Uno puede “bien morir”, a menos de
que sea en una institución y por las condiciones y los medios que proporcionan los
especialistas (en medicina, derecho, electrónica, etc.). Por tanto, este buen morir
es transformado, se le desprende de su acepción de libertad y consecuentemente,
de responsabilidad y moral. En este sentido, la muerte, según la doxa más
generalizada, tiene que ser objetivada y procesada por la ciencia, se le remueve el
elemento ético; el ethos que proporciona la muerte es suplantado, y en su lugar, la
técnica toma su papel protagónico, sujetando a la eutanasia y a todo el cuidado de
la muerte a un mero proceso técnico y metodológico avalorativo.
El cuidado de la muerte, es una práctica que toma toda la vida, es el ejercicio del
arte de vivir, por tanto, el cuidado de la muerte no se lleva a cabo momentos antes
de la muerte, sino en el transcurso de toda la vida consciente. Entonces, debemos
de conquistar nuestra muerte, arrebatarla de la indiferencia, entrenarnos en el arte
de morir y de la muerte (melete thanatou), adquirir las libertades del espíritu y de
la vida misma, educarnos para la muerte como se nos educa para comer o para
nuestra profesión. Debería de ser una tarea de todos para nuestra súper-vivencia.
Ya que todos vamos a morir, o mejor dicho, todos debemos de morir, es urgente el
aprendizaje y la instrucción del morir, de la “muerte feliz”.
Ya que todos vamos a morir, o mejor dicho, todos debemos de morir, es urgente el
aprendizaje y la instrucción del morir, de la “muerte feliz”. Entonces, si la muerte
(el buen morir) es parte integral de nuestra persona, la discriminación a este
“derecho” constituye un atentado grave a la dignidad humana. Discriminar a
alguien es negarle a otro los derechos más elementales y el disfrute de los bienes
a que tiene derecho, por tanto, en caso de la eutanasia, al negarle a alguien una
muerte digna, estamos discriminándolo y violentando sus derechos
fundamentales; tal negación se produce frecuentemente por el mero capricho
(basado en creencias, falsas ideologías, mitos, etc.) de aquellos que poseen el
poder para separar e impedir a los demás el acceso a una existencia digna. De
este modo, discriminar o marginar es sinónimo de humillar, y en la muerte se
representa un caso límite de esta ausencia de dignidad, de humillación. La
auténtica o más intensa discriminación y marginación se da en la muerte, en los
momentos de agonía y sufrimiento. Así, podemos constatar, cómo en la eutanasia,
la privación de una muerte digna pone a la persona en un estado de humillación
total. El estar conectado a una bomba, atravesado por tubos para respirar, comer,
defecar, orinar etc., estar en estado vegetativo, con algún trauma irreversible físico
o psicológico e incluso moral, es para muchos un estado degradante de su
dignidad personal, es totalmente humillante. Si el cuidado de sí, el cuidado de la
muerte, es el cuidado de toda la vida, entonces, quitarle el derecho a una muerte
digna sería desustancializar la labor de una vida de un solo tajo.
En esta oportunidad tomaremos los datos de 2012, que son los más completos y
difundidos por la Organización. Durante todo el año murieron aproximadamente 56
millones de personas, veamos las principales causas.
Estos números en bruto quizás no digan mucho, pero en conjunto estas diez
causas representan cerca del 52 % de las muertes de todo el mundo en un año. El
restante 48 % se debe a otro tipo de causas aisladas como accidentes
y enfermedades extrañas, así como a muertes violentas,
homicidios, enfrentamientos armados y crimen organizado, aunque se trata de
porcentajes muy menores.
Sobrellevar con la pérdida de un amigo cercano o un familiar podría ser uno de los
mayores retos que podemos enfrentar. La muerte de la pareja, un hermano o un
padre puede causar un dolor especialmente profundo. Podemos ver la pérdida
como una parte natural de la vida, pero aún así nos pueden embargar el golpe y la
confusión, lo que puede dar lugar a largos períodos de tristeza y depresión.
Todos reaccionamos de forma diferente a la muerte y echamos mano de nuestros
propios mecanismos para sobrellevar con el dolor que ésta conlleva. Las
investigaciones indican que el paso del tiempo les permite a la mayoría de las
personas recuperarse de la pérdida si pueda contar con apoyo de su entorno
social y mantenga hábitos saludables. Aceptar la muerte de alguien cercano
puede tomar desde meses hasta un año. No hay una duración “normal” de duelo.
Usted tampoco debe anticipar que va a pasar por “fases de duelo” –
investigaciones recientes han surgido que la mayoría de las personas no pasan
por estas fases de forma progresiva.
Si usted ha tenido una relación difícil con la persona fallecida, esto puede añadir
otra dimensión al proceso de duelo. Podría necesitar reflexionar por algún tiempo
antes de lograr mirar la relación con nuevos ojos y acostumbrarse a la pérdida.
Si tomamos en cuenta que la mayoría de nosotros puede superar la pérdida y
continuar con nuestras vidas, nos damos cuenta de que los seres humanos, por
naturaleza, tenemos una gran capacidad de resiliencia. Pero algunas personas
lidian con el duelo por más tiempo y se sienten incapaces de llevar a cabo sus
actividades cotidianas. Estas personas podrían pasar por lo que se conoce como
duelo complicado y les podría beneficiar la ayuda de un profesional de salud
mental calificado como un psicólogo que se especialice en el duelo.
Cómo continuar con la vida
Superar la pérdida de un amigo cercano o algún familiar toma tiempo, pero las
investigaciones nos sugieren que esto puede ayudar a alcanzar un renovado
sentido de propósito y dirección en la vida.
A las personas que están pasando por el duelo podrían resultarles útiles algunas
de estas estrategias para lidiar con su pérdida:
Hable sobre la muerte de su ser querido con amigos y colegas para
poder comprender qué ha sucedido y recordar a su amigo o familiar. Negarse que
ocurrió la muerte lleva al aislamiento fácilmente y puede a la vez frustrar a las
personas que forman su red de apoyo.
Acepte sus sentimientos. Después de la muerte de alguien cercano, se
puede experimentar todo tipo de emociones. Es normal sentir tristeza, rabia,
frustración y hasta agotamiento.
Cuídese a usted y a su familia. Comer bien, hacer ejercicio y descansarse
le ayudará a superar cada día y a seguir adelante.
Ayude a otras personas que también lidian con la pérdida. Al ayudar a
los demás, se sentirá mejor usted también. Compartir anécdotas sobre los difuntos
puede ayudar a todos a lidiar con la pérdida.
Rememore y celebre la vida de su ser querido. Usted puede hacer un
donativo a la entidad benéfica predilecta del difunto, enmarcar fotos de momentos
felices que vivieron juntos, ponerle su nombre a un nuevo bebé o plantar un jardín
en su memoria. La elección es suya — sólo usted sabe cuál es la forma más
significativa a su mismo de honrar esa relación única.
Si siente que sus emociones le abruman o que no puede superarlas, quizás hablar
con un profesional de salud mental calificado como un psicólogo le podría ayudar
a lidiar con sus sentimientos y recuperar el rumbo para salir adelante.
El duelo en el proceso de muerte
La actitud que tengamos hacia la muerte depende mucho de nuestro entorno tanto
cultural como familiar. Nuestras convicciones las hemos heredado o aprendido de
aquello que oímos y es, al madurar y hacernos adultos, cuando a menudo
cuestionamos esas creencias tan instaladas en nuestro ser.
Frente a cualquier situación lo peor que puede pasar es la propia muerte y ello
es un hecho totalmente natural, con lo cual son innecesarias emociones tales
como ansiedad o depresión.
Parece ser que cuando los humanos o los animales se dan cuenta de que sus
acciones pierden eficacia, de que ya no existe esperanza, se vuelven más
susceptibles al proceso denominado Muerte. Perdemos el control sobre los
acontecimientos y ello nos conduce a perecer.
Algunas situaciones que han generado lo que denominamos indefensión son:
reacción depresiva por una pérdida muy cercana como la muerte de una madre,
situaciones incontrolables como campos de concentración después de una guerra,
la aflicción, etc.
Frente a cualquier situación lo peor que puede pasar es la propia muerte y ello
es un hecho totalmente natural, con lo cual son innecesarias emociones tales
como ansiedad o depresión.
Parece ser que cuando los humanos o los animales se dan cuenta de que sus
acciones pierden eficacia, de que ya no existe esperanza, se vuelven más
susceptibles al proceso denominado Muerte. Perdemos el control sobre los
acontecimientos y ello nos conduce a perecer.
Después de una pérdida, las cogniciones toman otro rumbo y el entorno de vida
del adulto es apreciado de un modo distinto. Ahora bien, el adulto puede no llegar
a una resolución saludable si las tareas del duelo no se cumplen, afectando, así,
su personalidad y con ésta, la rutina diaria de actividades.
Las emociones se ven afectadas durante dicho proceso, ya que pocas veces
estamos preparados para poder comprender la ausencia de los seres que
amamos, y esto nos conduce en ocasiones a disminuir nuestra vida social y
experimentar sentimientos de coraje, impotencia, culpa, en sí, un coctel de
sentimientos. Pero, también, existe una gran posibilidad de que en este
procedimiento, el entorno social y familiar del individuo, le tiendan la mano,
ayudándolo a reorientar su energía, pero depende también de la aceptación que
éste pueda tener hacia la ayuda que recibe, esto sin olvidar que el duelo, tanto en
hombres como en mujeres, se vive y se siente de manera diferente.
Por otro lado, al ser nosotros un grupo social en donde la cultura hacia la muerte
se ha ido perdiendo, debemos empezar a trabajar en este aspecto, pues todo
sería más fácil si desde pequeños aprendiéramos a manejar y expresar nuestros
sentimientos hacia la pérdida, lo que nos brindaría la oportunidad de vivir los
duelos solamente como la culminación de la oportunidad de vivir, y buscar de
nuevo el equilibrio de nuestras vidas.
- https://circulodebusqueda.wordpress.com/2009/11/21/361/
- http://letraurbana.com/articulos/el-derecho-a-la-muerte-digna-o-buen-morir-como-
derecho-fundamental/
- http://www.vix.com/es/btg/curiosidades/8297/las-10-principales-causas-de-muerte-
a-nivel-mundial-segun-la-oms
- http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs310/es/
- https://www.psicoactiva.com/blog/muerte-y-duelo/