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UNIVERSIDAD AUTONOM DE NUEVO LEON

FACULTAD DE ENFERMERIA

MAESTRA:
María Cristina Enríquez Reyna.

NOMBRES:
Brenda Nayeli Andrade Marcos.
América Fernanda Flores Flores.
Felicia Guadalupe Carrizales Martínez

MATERIA:
Genética y Desarrollo Humano.

GRUPO:
005.

Monterrey, Nuevo León, 19/Mayo/2017.


INDICE
- Introduccion
- Las etapas de agonía de Kubler- Ross
- El derecho a la muerte digna, o buen morir como
derecho fundamental
Acercamiento al estado de la cuestión: la
transfiguración de la muerte
- Causas de muerte
- Pérdida de un ser querido
- El duelo en el proceso de muerte
- Conclusión
- Referencias
INTRODUCCION
La vida es un conjunto de situaciones, desafíos, alegrías y pérdidas; es un
proceso dinámico que requiere una adaptación y un ajuste continuo para poder
mantenerse. "la duración de la vida está gobernada por necesidades de la
especie, la existencia ilimitada de los individuos sería un lujo sin una
correspondiente ventaja evolutiva". En efecto haciendo memoria sobre los
procesos ontogénicos, es importante afirmar que los seres vivos nacen, crecen, se
reproducen y mueren. Por consiguiente, la muerte es el destino inevitable de todo
ser humano, una etapa en la vida de todos los seres vivos que constituye el
horizonte natural del proceso vital. La muerte es la culminación prevista de la vida,
aunque incierta en cuanto a cuándo y cómo ha de producirse, y, por lo tanto,
forma parte de nosotros porque nos afecta la de quienes nos rodean y porque la
actitud que adoptamos ante el hecho de que hemos de morir determina en parte
cómo vivimos la muerte del otro, más aún cuando es cercana tendrá un mayor
impacto en quien la presencia, y suele desencadenar un proceso reflexivo en torno
a la posibilidad de la propia. Consideramos que el vivir la muerte de nuestros
seres más queridos es un suceso tan fuerte, que se tiene que atravesar todo un
proceso de duelo, en el que se pondrán de manifiesto todos los mecanismos de
defensa, antes de conseguir llegar a la aceptación de este acontecimiento. Es por
esta razón, que este escrito quiere aportar algunas consideraciones sobre la
muerte, y así mismo, abordar las etapas que se transitan durante el duelo,
mediante la revisión de lo planteado por diferentes autores.
La muerte es universal y nadie escapa de ella, sin embargo cada cultura la ha
vivido y la ha asumido de diferentes formas, puede sobrevenir de manera
repentina o gradual, es decir, su llegada puede preverse o ser en un momento
determinado. El proceso de la muerte no se ha modificado, pero las actitudes, las
creencias y las conductas que lo rodean son tan variadas como los individuos que
la practican.
El luto y el duelo son formas de vivencia social dramática de la muerte de un ser
querido, la función del luto es expresar la tristeza y el dolor que siente el vivo por
la partida o desaparición física de un familiar o amigo. Duelo es un sentimiento
subjetivo que aparece tras la muerte de un ser querido y proviene del latín dolos
que significa dolor. También es el estado en el que el individuo transmite o
experimenta una respuesta humana natural que implica reacciones psicosociales y
psicológicas a una pérdida real o subjetiva (personal, objeto, función, status, etc.).
Para Posada, es la respuesta psicológica sentimiento y pensamiento que se
presenta ante la pérdida de un ser querido; por lo tanto es fundamental entender el
duelo como un proceso en movimiento, con cambios y múltiples posibilidades de
expresión y no como un estado estático con limites rígidos.
Las etapas de agonía de Kubler- Ross.
Cuando perdemos a un ser querido, se inicia en nosotros de manera automática
un proceso psicológico llamado “Duelo”. La psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross fue
una de las primeras profesionales en investigar este tema; en su libro “Sobre la
muerte y los moribundos” describe por primera vez esas fases que atravesamos
todos ante la pérdida. Y no solo por muerte de un ser querido, sino por cualquier
pérdida (de trabajo, de estabilidad económica, etc.).
Esto es fundamental para entender por qué nos encontramos como nos
encontramos ante un suceso de estas características. Las fases son:

1) Negación y aislamiento: la negación nos permite amortiguar el dolor ante


una noticia inesperada e impresionante; permite recobrarse. Es una
defensa provisional y pronto será sustituida por una aceptación parcial: “no
podemos mirar al sol todo el tiempo”.

2) Ira: la negación es sustituida por la rabia, la envidia y el resentimiento;


surgen todos los por qué. Es una fase difícil de afrontar para los padres y
todos los que los rodean; esto se debe a que la ira se desplaza en todas
direcciones, aún injustamente. Suelen quejarse por todo; todo les viene mal
y es criticable. Luego pueden responder con dolor y lágrimas, culpa o
vergüenza. La familia y quienes los rodean no deben tomar esta ira como
algo personal para no reaccionar en consecuencia con más ira, lo que
fomentará la conducta hostil del doliente.

3) Pacto/Negociación: ante la dificultad de afrontar la difícil realidad, más el


enojo con la gente y con cualquier dios, surge la fase de intentar llegar a un
acuerdo para intentar superar la traumática vivencia.

4) Depresión: cuando no se puede seguir negando la persona se debilita,


adelgaza, aparecen otros síntomas y se verá invadida por una profunda
tristeza. Es un estado, en general, temporal y preparatorio para la
aceptación de la realidad en el que es contraproducente intentar animar al
doliente y sugerirle mirar las cosas por el lado positivo: esto es, a menudo,
una expresión de las propias necesidades, que son ajenas al doliente. Esto
significaría que no debería pensar en su duelo y sería absurdo decirle que
no esté triste. Si se le permite expresar su dolor, le será más fácil la
aceptación final y estará agradecido de que se lo acepte sin decirle
constantemente que no esté triste. Es una etapa en la que se necesita
mucha comunicación verbal, se tiene mucho para compartir. Tal vez se
transmite más acariciando la mano o simplemente permaneciendo en
silencio a su lado. Son momentos en los que la excesiva intervención de los
que lo rodean para animarlo, le dificultarán su proceso de duelo. Una de las
cosas que causan mayor turbación en los padres es la discrepancia entre
sus deseos y disposición y lo que esperan de ellos quienes los rodean.
5) Aceptación: quien ha pasado por las etapas anteriores en las que pudo
expresar sus sentimientos -su envidia por los que no sufren este dolor, la
ira, la bronca por la pérdida del hijo y la depresión- contemplará el próximo
devenir con más tranquilidad. No hay que confundirse y creer que la
aceptación es una etapa feliz: en un principio está casi desprovista de
sentimientos. Comienza a sentirse una cierta paz, se puede estar bien solo
o acompañado, no se tiene tanta necesidad de hablar del propio dolor… la
vida se va imponiendo.

Tras la aceptación llegará la Esperanza: es la que sostiene y da fortaleza al


pensar que se puede estar mejor y se puede promover el deseo de que todo este
dolor tenga algún sentido; permite poder sentir que la vida aún espera algo
importante y trascendente de cada uno. Buscar y encontrar una misión que
cumplir es un gran estímulo que alimenta la esperanza.
Hay varios libros que pueden ayudarte a adentrarte en este tema: “El camino de
las lágrimas“, de Jorge Bucay (muy práctico); “Sobre la muerte y los
moribundos“, “Sobre el duelo y el dolor“, ambos de E. Kübler-Ross; “Todo no
terminó“, de Silvia Salinas (este se centra en el duelo ante una ruptura de pareja).
El derecho a la muerte digna, o buen morir como derecho
fundamental
Acercamiento al estado de la cuestión: la transfiguración
de la muerte
La muerte siempre ha estado presente como acontecimiento, como registro en la
memoria, como abstracción o como reflexión filosófica. Se nos presenta como
hecho universal y particular, como colectiva e individual, social y personal. Ahora,
en nuestra cultura actual, la muerte se percibe principalmente como fenómeno
externo a la conciencia, como irreversibilidad biológica de carácter puntual y
puramente objetivo, casi nunca se percibe como matiz de la vida, como intrínseca
al proceso vital del hombre o condición de posibilidad de la propia existencia.
Contrariamente a esto, las representaciones que se tienen de la muerte en la
actualidad giran en torno a una extrapolación de categorías y procesos de la
producción industrial, tales como empresa, máquina, funcionamiento,
descompostura, inservible, productivo, improductivo. En el lecho de muerte la
maquina biológica marcha o no marcha, como alguna vez diría Jean Baudrillard en
forma de denuncia hacia este tipo de ideología: produce o no produce. Este tipo
de razonamientos o productos ideológicos que se advienen como hegemónicos en
nuestra cultura de masas industrial, ven la muerte como término de la vida, como
déficit y caducidad de la vida. En nuestra cultura actual, la muerte se percibe
principalmente como fenómeno externo a la conciencia, como irreversibilidad
biológica de carácter puntual y puramente objetivo, casi nunca se percibe como
matiz de la vida, como intrínseca al proceso vital del hombre o condición de
posibilidad de la propia existencia. Esta trastocasión de la percepción, o cambio de
posición subjetiva sobre la muerte, define, permea y limita el morir de la mayoría
de las personas sumergidas en la lógica del capitalismo tardío.

Por tanto, desde este punto de vista, la eutanasia entendida como “el buen morir”
deja de tener su significación ética, el “buen morir” de hoy es el enclaustramiento
institucional, el “cuidado,” o mejor dicho, el tratamiento por parte de especialistas;
hoy en día presenciamos una expropiación irracional de la muerte por parte de las
instituciones de salud y sus profesionales. Uno puede “bien morir”, a menos de
que sea en una institución y por las condiciones y los medios que proporcionan los
especialistas (en medicina, derecho, electrónica, etc.). Por tanto, este buen morir
es transformado, se le desprende de su acepción de libertad y consecuentemente,
de responsabilidad y moral. En este sentido, la muerte, según la doxa más
generalizada, tiene que ser objetivada y procesada por la ciencia, se le remueve el
elemento ético; el ethos que proporciona la muerte es suplantado, y en su lugar, la
técnica toma su papel protagónico, sujetando a la eutanasia y a todo el cuidado de
la muerte a un mero proceso técnico y metodológico avalorativo.

Por tanto, el cuidado de la muerte está íntimamente ligado con la dignidad


humana, sólo quien cuida su muerte tendrá una muerte digna y, en la medida en
que una persona practique el cuidado de la muerte, será la medida en que uno
tenga una muerte digna. Sin embargo el razonamiento no termina aquí. El cuidado
de la muerte, como habíamos dicho, es una práctica que toma toda la vida, es el
ejercicio del arte de vivir, por tanto, el cuidado de la muerte no se lleva a cabo
momentos antes de la muerte, sino en el transcurso de toda la vida consciente. De
ahí que sea un ejercicio vital, así como una práctica dignificante. En este sentido,
si la dignidad humana es un presupuesto básico y radical del hombre, entonces el
cuidado de la muerte, y la eutanasia comprendida dentro de ella, también lo deben
ser, ya que los dos están inscritos en la vida misma.

El problema de la muerte y la dignidad humana en el seno de la sociedad


clasista.

No hay igualdad ante la muerte. En el seno de una sociedad de clases, la muerte


no es democrática, no se reparte equitativamente, [10] al contrario, nacer en
algunas partes del mundo como en Bangladesh, Palestina, Sierra Leona, Irak,
entre otras localidades, significa estar destinado a una muerte prematura y
muchas de veces, horrible. En esta sociedad tardo capitalista, solamente cuando
se está muerto, cuando se oponen dos cadáveres de distinta procedencia y clase
y se presentan como cuerpos inertes, es cuando son totalmente iguales entre sí.

El cuidado de la muerte es precisamente esta búsqueda vital que solamente se


logra y se finaliza con la propia muerte, y ¿quien más que las personas
“candidatas” a la eutanasia están tan cerca de este proceso subjetivo único e
irremplazable? También es cierto que la verdad se encuentra en el proceso, pero
el resultado, el final, la decisión y la posición ética radical se encuentran en los
últimos momentos de vida, en ese acercamiento irrepetible con la propia muerte.
Así es como la muerte puede abrir por fin la puerta del saber absoluto.

El cuidado de la muerte, es una práctica que toma toda la vida, es el ejercicio del
arte de vivir, por tanto, el cuidado de la muerte no se lleva a cabo momentos antes
de la muerte, sino en el transcurso de toda la vida consciente. Entonces, debemos
de conquistar nuestra muerte, arrebatarla de la indiferencia, entrenarnos en el arte
de morir y de la muerte (melete thanatou), adquirir las libertades del espíritu y de
la vida misma, educarnos para la muerte como se nos educa para comer o para
nuestra profesión. Debería de ser una tarea de todos para nuestra súper-vivencia.
Ya que todos vamos a morir, o mejor dicho, todos debemos de morir, es urgente el
aprendizaje y la instrucción del morir, de la “muerte feliz”.

La muerte es nuestro único destino seguro, es la única certeza, por no decir


verdad, de nuestra vida, sin la muerte el hombre no tendría un destino o un fin. La
vida no tendría sentido si se la privara de la muerte. En este sentido, nuestros
fines, límites y destinos le dan significado a nuestra vida. Por lo tanto, nuestra
libertad, no existiría sin la presencia de la muerte.

Ya que todos vamos a morir, o mejor dicho, todos debemos de morir, es urgente el
aprendizaje y la instrucción del morir, de la “muerte feliz”. Entonces, si la muerte
(el buen morir) es parte integral de nuestra persona, la discriminación a este
“derecho” constituye un atentado grave a la dignidad humana. Discriminar a
alguien es negarle a otro los derechos más elementales y el disfrute de los bienes
a que tiene derecho, por tanto, en caso de la eutanasia, al negarle a alguien una
muerte digna, estamos discriminándolo y violentando sus derechos
fundamentales; tal negación se produce frecuentemente por el mero capricho
(basado en creencias, falsas ideologías, mitos, etc.) de aquellos que poseen el
poder para separar e impedir a los demás el acceso a una existencia digna. De
este modo, discriminar o marginar es sinónimo de humillar, y en la muerte se
representa un caso límite de esta ausencia de dignidad, de humillación. La
auténtica o más intensa discriminación y marginación se da en la muerte, en los
momentos de agonía y sufrimiento. Así, podemos constatar, cómo en la eutanasia,
la privación de una muerte digna pone a la persona en un estado de humillación
total. El estar conectado a una bomba, atravesado por tubos para respirar, comer,
defecar, orinar etc., estar en estado vegetativo, con algún trauma irreversible físico
o psicológico e incluso moral, es para muchos un estado degradante de su
dignidad personal, es totalmente humillante. Si el cuidado de sí, el cuidado de la
muerte, es el cuidado de toda la vida, entonces, quitarle el derecho a una muerte
digna sería desustancializar la labor de una vida de un solo tajo.

La marginación y discriminación se ha convertido en una forma de vida de nuestro


tiempo. En la actualidad, en nuestro país mucha gente vive discriminada, apartada
o segregada. La delincuencia, en un alto porcentaje, se nutre y ocasiona a su vez,
la marginalidad, polarización social y pobreza, fenómenos que constituyen el
producto o lo emergente del sistema corrupto socioeconómico actual. Muchas
personas mueren indignamente debido a las condiciones materiales de
marginación y pobreza de nuestras sociedades actuales, los vagabundos, pobres
y desamparados que mueren por congelamiento en los inviernos urbanos, los
pobres que mueren por alguna enfermedad que degrada progresivamente el
cuerpo y la mente y no pueden darle un fin a su vida acorde con su dignidad
personal, todo ello representan un grave problema ético (filosófico y jurídico), la
eutanasia y el cuidado de sí, no sólo comprenden las muertes privadas en
hospitales de última generación, sino toda muerte “pública” y cotidiana.

La auténtica o más intensa discriminación y marginación se da en la muerte, en


los momentos de agonía y sufrimiento. Así, podemos constatar, cómo en la
eutanasia, la privación de una muerte digna pone a la persona en un estado de
humillación total.Por otro lado, la defensa de la libertad de conciencia,
pensamiento y religión, un ámbito entrelazado sustancialmente con la eutanasia y
el cuidado de la muerte, constituye un deber moral humano y además, un principio
normativo constitucional que debemos ir plasmando en nuestras prácticas
cotidianas diarias, o no tan cotidianas, pero si de mucha relevancia, como en la
práctica de la eutanasia. La libertad de conciencia incluye la libertad de
pensamiento y de religión, no debemos olvidar que la muerte, que el derecho a
una muerte digna se incluye dentro de estas categorías pensadas como
universales, ¿qué cosa puede ser más “universal” que la misma muerte? Todo
esto trata de la manifestación más importante de la libertad del hombre en cuanto
afecta a lo que más le dignifica, el ámbito de la autonomía personal, decidir
cuándo y cómo morir. Ser autónomo y tener en sus propias manos la cualidad de
autodeterminarse, en la medida de lo posible, frente a la muerte, es el último
pliegue y el principal acorde de la dignidad personal.
Causas de muerte
La Organización Mundial de la Salud toma estadísticas precisas sobre todos los
aspectos que hacen a la salud de las personas. Desde enfermedades
infecciosas hasta la calidad del aire que respiramos. Claro que la Organización
se enfrenta a problemas de información, ya que no en todos los países existe
acceso abierto a este tipo de datos. Aún así, año a año se puede obtener un
estimativo de la cantidad de personas que murieron, y por qué lo hicieron. 

Las 10 principales causas de muerte del mundo

En esta oportunidad tomaremos los datos de 2012, que son los más completos y
difundidos por la Organización. Durante todo el año murieron aproximadamente 56
millones de personas, veamos las principales causas.

1. Cardiopatía isquémica: 7,4 millones


2. Accidentes cerebrovasculares: 6,7 millones
3. Enfermedad pulmonar obstructiva crónica: 3,1 millones
4. Infecciones vías respiratorias inferiores: 3,1 millones
5. Cáncer de tráquea, bronquios y pulmón: 1,6 millones
6. VIH/Sida: 1,5 millones
7. Enfermedades diarreicas: 1,5 millones
8. Diabetes mellitus: 1,5 millones
9. Accidentes de tráfico: 1,3 millones
10. Cardiopatía hipertensiva: 1,1 millones

Estos números en bruto quizás no digan mucho, pero en conjunto estas diez
causas representan cerca del 52 % de las muertes de todo el mundo en un año. El
restante 48 % se debe a otro tipo de causas aisladas como accidentes
y enfermedades extrañas, así como a muertes violentas,
homicidios, enfrentamientos armados y crimen organizado, aunque se trata de
porcentajes muy menores.

Las 10 principales causas de defunción en el mundo


De los 56,4 millones de defunciones registradas en el mundo en 2015, más de
la mitad (el 54%) fueron consecuencia de las 10 causas que se indican a
continuación.

Las principales causas de mortalidad en el mundo son la cardiopatía isquémica


y el accidente cerebrovascular, que ocasionaron 15 millones de defunciones en
2015 y han sido las principales causas de mortalidad durante los últimos 15
años.
La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) causó 3,2 millones de
fallecimientos en 2015, mientras que el cáncer de pulmón, junto con los de
tráquea y de bronquios, se llevó la vida de 1,7 millones de personas. La cifra de
muertes por diabetes, que era inferior a un millón en 2000, alcanzó los 1,6
millones en 2015. Las muertes atribuibles a la demencia se duplicaron con
creces entre 2000 y 2015, y esta enfermedad se convirtió en la séptima causa
de muerte en el mundo en 2015.
Las infecciones de las vías respiratorias inferiores continúan siendo la
enfermedad transmisible más
letal; en 2015 causaron 3,2
millones de defunciones en
todo el mundo. La tasa de
mortalidad por enfermedades
diarreicas, que se redujo a la
mitad entre 2000 y 2015, fue
de 1,4 millones de muertes en
2015. También han disminuido
las muertes por tuberculosis
durante el mismo periodo, pero
esta enfermedad continúa
siendo una de las 10
principales causas de muerte,
con 1,4 millones de
fallecimientos. En cambio, la
infección por el VIH/sida ya no
figura entre las 10 primeras
causas; si, en 2015, fallecieron
1,1 millones de personas por esta causa, en 2000 esta cifra se redujo hasta los
1,5 millones.
Los accidentes de tránsito se cobraron 1,3 millones de vidas en 2015; tres
cuartas partes de las víctimas (el 76%) fueron varones.
Pérdida de un ser querido

El dolor por la pérdida de un ser querido es el período de sufrimiento y duelo


después de una muerte. El llorar a alguien es una parte del proceso normal de
reacción ante una pérdida. Usted puede experimentar el sufrimiento como una
reacción mental, física, social o emocional. Las reacciones mentales pueden
incluir el enojo, la culpabilidad, ansiedad, tristeza y desesperación. Las reacciones
físicas pueden incluir problemas para dormir, cambios en el apetito, problemas
físicos o enfermedades.

La duración del dolor por la pérdida de un ser querido puede depender de la


cercanía de la relación con la persona fallecida, si era de esperarse la muerte, y
otros factores. Los amigos, los familiares y la fe pueden ser fuentes de apoyo. La
orientación o la terapia para el sufrimiento también es útil para algunas personas.

Sobrellevar con la pérdida de un amigo cercano o un familiar podría ser uno de los
mayores retos que podemos enfrentar. La muerte de la pareja, un hermano o un
padre puede causar un dolor especialmente profundo. Podemos ver la pérdida
como una parte natural de la vida, pero aún así nos pueden embargar el golpe y la
confusión, lo que puede dar lugar a largos períodos de tristeza y depresión.
Todos reaccionamos de forma diferente a la muerte y echamos mano de nuestros
propios mecanismos para sobrellevar con el dolor que ésta conlleva. Las
investigaciones indican que el paso del tiempo les permite a la mayoría de las
personas recuperarse de la pérdida si pueda contar con apoyo de su entorno
social y mantenga hábitos saludables. Aceptar la muerte de alguien cercano
puede tomar desde meses hasta un año. No hay una duración “normal” de duelo.
Usted tampoco debe anticipar que va a pasar por “fases de duelo” –
investigaciones recientes han surgido que la mayoría de las personas no pasan
por estas fases de forma progresiva.
Si usted ha tenido una relación difícil con la persona fallecida, esto puede añadir
otra dimensión al proceso de duelo. Podría necesitar reflexionar por algún tiempo
antes de lograr mirar la relación con nuevos ojos y acostumbrarse a la pérdida.
Si tomamos en cuenta que la mayoría de nosotros puede superar la pérdida y
continuar con nuestras vidas, nos damos cuenta de que los seres humanos, por
naturaleza, tenemos una gran capacidad de resiliencia. Pero algunas personas
lidian con el duelo por más tiempo y se sienten incapaces de llevar a cabo sus
actividades cotidianas. Estas personas podrían pasar por lo que se conoce como
duelo complicado y les podría beneficiar la ayuda de un profesional de salud
mental calificado como un psicólogo que se especialice en el duelo.
Cómo continuar con la vida
Superar la pérdida de un amigo cercano o algún familiar toma tiempo, pero las
investigaciones nos sugieren que esto puede ayudar a alcanzar un renovado
sentido de propósito y dirección en la vida.
A las personas que están pasando por el duelo podrían resultarles útiles algunas
de estas estrategias para lidiar con su pérdida:
 Hable sobre la muerte de su ser querido con amigos y colegas para
poder comprender qué ha sucedido y recordar a su amigo o familiar. Negarse que
ocurrió la muerte lleva al aislamiento fácilmente y puede a la vez frustrar a las
personas que forman su red de apoyo.
 Acepte sus sentimientos. Después de la muerte de alguien cercano, se
puede experimentar todo tipo de emociones. Es normal sentir tristeza, rabia,
frustración y hasta agotamiento.
 Cuídese a usted y a su familia. Comer bien, hacer ejercicio y descansarse
le ayudará a superar cada día y a seguir adelante.
 Ayude a otras personas que también lidian con la pérdida. Al ayudar a
los demás, se sentirá mejor usted también. Compartir anécdotas sobre los difuntos
puede ayudar a todos a lidiar con la pérdida.
 Rememore y celebre la vida de su ser querido. Usted puede hacer un
donativo a la entidad benéfica predilecta del difunto, enmarcar fotos de momentos
felices que vivieron juntos, ponerle su nombre a un nuevo bebé o plantar un jardín
en su memoria. La elección es suya — sólo usted sabe cuál es la forma más
significativa a su mismo de honrar esa relación única.
Si siente que sus emociones le abruman o que no puede superarlas, quizás hablar
con un profesional de salud mental calificado como un psicólogo le podría ayudar
a lidiar con sus sentimientos y recuperar el rumbo para salir adelante.
El duelo en el proceso de muerte

El duelo es un proceso necesario y natural para sanar nuestra mente y se


utiliza siempre que perdemos algo o alguien querido. Es necesario que
comprendamos y aceptemos nuestros sentimientos con respecto a la muerte, que
incorporemos la creencia de que es un proceso natural en una vida y que su
significado tiene que ver más con renovación e inicio que con final o castigo. Es un
proceso natural que nos conduce a un nuevo despertar, porque hay algo en tu
interior que así te lo dice y que llamamos alma, aquella que alberga tu cuerpo
físico y que es invisible y adimensional. Este pensamiento proporcionará
seguridad y mantendrá alejado el miedo a esa misteriosa experiencia.

La actitud que tengamos hacia la muerte depende mucho de nuestro entorno tanto
cultural como familiar. Nuestras convicciones las hemos heredado o aprendido de
aquello que oímos y es, al madurar y hacernos adultos, cuando a menudo
cuestionamos esas creencias tan instaladas en nuestro ser.

Frente a cualquier situación lo peor que puede pasar es la propia muerte y ello
es un hecho totalmente natural, con lo cual son innecesarias emociones tales
como ansiedad o depresión.

Se ha estudiado mucho el tema de la muerte en las diferentes civilizaciones que


forman parte de nuestro Universo porque el tema supone una incógnita para el ser
humano. Muchas han coincidido en hablar de la muerte súbita a causa de
la indefensión o desesperanza del ser humano. Martin Seligman fue la persona
que más datos escribió sobre el tema, observándolo tanto en humanos como en
animales.

Parece ser que cuando los humanos o los animales se dan cuenta de que sus
acciones pierden eficacia, de que ya no existe esperanza, se vuelven más
susceptibles al proceso denominado Muerte. Perdemos el control sobre los
acontecimientos y ello nos conduce a perecer.
Algunas situaciones que han generado lo que denominamos indefensión son:
reacción depresiva por una pérdida muy cercana como la muerte de una madre,
situaciones incontrolables como campos de concentración después de una guerra,
la aflicción, etc.

Frente a cualquier situación lo peor que puede pasar es la propia muerte y ello
es un hecho totalmente natural, con lo cual son innecesarias emociones tales
como ansiedad o depresión.

Se ha estudiado mucho el tema de la muerte en las diferentes civilizaciones que


forman parte de nuestro Universo porque el tema supone una incógnita para el ser
humano. Muchas han coincidido en hablar de la muerte súbita a causa de
la indefensión o desesperanza del ser humano. Martin Seligman fue la persona
que más datos escribió sobre el tema, observándolo tanto en humanos como en
animales.

Parece ser que cuando los humanos o los animales se dan cuenta de que sus
acciones pierden eficacia, de que ya no existe esperanza, se vuelven más
susceptibles al proceso denominado Muerte. Perdemos el control sobre los
acontecimientos y ello nos conduce a perecer.

Algunas situaciones que han generado lo que denominamos indefensión son:


reacción depresiva por una pérdida muy cercana como la muerte de una madre,
situaciones incontrolables como campos de concentración después de una guerra,
la aflicción, etc.
CONCLUSION
El proceso de duelo debe vivirse dignamente, lo que implica enfrentar el dolor y el
sufrimiento, permitiéndonos asimilar cada una de nuestras emociones que van
apareciendo durante el proceso de duelo.

La muerte de un ser querido y su impacto, dependerá del grado de intimidad de la


relación, pero también de la capacidad de desprendimiento.

La capacidad que tiene una persona de recuperarse frente a la adversidad es


diferente. Cuando se han tenido lazos afectivos muy fuertes, la vida del deudo
será duramente “sacudida”, en cambio, si las relaciones fueron distantes, el grado
de dolor será mínimo.

Después de una pérdida, las cogniciones toman otro rumbo y el entorno de vida
del adulto es apreciado de un modo distinto. Ahora bien, el adulto puede no llegar
a una resolución saludable si las tareas del duelo no se cumplen, afectando, así,
su personalidad y con ésta, la rutina diaria de actividades.

Las emociones se ven afectadas durante dicho proceso, ya que pocas veces
estamos preparados para poder comprender la ausencia de los seres que
amamos, y esto nos conduce en ocasiones a disminuir nuestra vida social y
experimentar sentimientos de coraje, impotencia, culpa, en sí, un coctel de
sentimientos. Pero, también, existe una gran posibilidad de que en este
procedimiento,  el entorno social y familiar del individuo, le tiendan la mano,
ayudándolo a reorientar su energía, pero depende también de la aceptación que
éste pueda tener hacia la ayuda que recibe, esto sin olvidar que el duelo, tanto en
hombres como en mujeres, se vive y se siente de manera diferente.

Por otro lado, al ser nosotros un grupo social en donde la cultura hacia la muerte
se ha ido perdiendo, debemos empezar a trabajar en este aspecto, pues todo
sería más fácil si desde pequeños aprendiéramos a manejar y expresar nuestros
sentimientos hacia la pérdida, lo que nos brindaría la oportunidad de vivir los
duelos solamente como la culminación de la oportunidad de vivir, y buscar de
nuevo el equilibrio de nuestras vidas.

Los sentimientos se modifican al momento de la pérdida y durante el proceso del


duelo; sin embargo, la personalidad se modifica en ciertos aspectos como son los
cognitivos, biológicos y emocionales, dependiendo de la manera en que se trabaje
el duelo. Reconocer y abrirse al dolor permite al sujeto sentir ese dolor, mirarlo,
abrazarlo, expresarlo y, lo más importante, no reprimirlo. Así, el duelo fluctúa entre
el hacer y el sentir, dando una orientación que permita aceptar y entender,
intelectual y emocionalmente, la pérdida. Entonces, que la capacidad del ser
humano es infinita en muchos aspectos, por lo tanto, en mayor o menor cantidad
de emociones, el individuo casi siempre saldrá adelante.
REFERENCIAS
- https://medlineplus.gov/spanish/bereavement.html

- https://circulodebusqueda.wordpress.com/2009/11/21/361/

- http://letraurbana.com/articulos/el-derecho-a-la-muerte-digna-o-buen-morir-como-
derecho-fundamental/

- http://www.vix.com/es/btg/curiosidades/8297/las-10-principales-causas-de-muerte-
a-nivel-mundial-segun-la-oms

- http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs310/es/

- https://www.psicoactiva.com/blog/muerte-y-duelo/

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