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3.

CONSTRUCCION DE LA
SUBJETIVIDAD MASCULINA

Mabel Burin

A p a r t i r de los años setenta, i n i c i a l m e n t e en los países


• anglosajones, los hombres comienzan a interrogarse sobresuiden-:
tidad: han puesto su identidad en crisis. Recordemos que t a l cómo,
lo he descrito anteriormente ( B u r i n y cois., 1987) s n relación con
la subjetividad, el concepto de crisis tiene dos acepciones. Por u n a
parte consiste en el sentimiento de r u p t u r a de u n a condición de
equilibrio anterior, acompañada de u n a sensación subjetiva de
padecimiento; por otra, comprende la posibilidad de ubicarse coino
sujeto activo, crítico, de aquel equilibrio anterior. Estas dos posi-
ciones subjetivas, como sujetos padecientes y como'sujetos críti-
cos, serán las que hallaremos con más frecuencia cuando anahce-
mos las revisiones actuales sobre l a construcción de l a subjetivi-
dad masculina. . . . .
Hemos sostenido en otros estudios ( B u r i n y Meler, 1998) que'
en los países occidentales sucedió u n cambio en las m e n t a l i d a -
des, a l a vez que cambios en las posiciones subjetivas y genéricas
de varones y mujeres, a p a r t i r de los efectos coincidentes de dos
revoluciones, l a Revolución I n d u s t r i a l y l a Revolución Francesa.
Parecería que a p a r t i r dé l a - d é c a d a d e l s e t e n t a , y m á s
acentuadamente en l a década del ochenta, se habría producido
una nueva condición revolucionaria en Occidente, l a así l l a m a d a
Revolución Tecnológica, cuyos efectos también habrían, r e s u l t a -
do en nuevas transformaciones en las mentáhdades" y. en l a s
posiciones subjetivas y genéricas de varones y rnüjeres. E n .tanto
aquellas revoluciones mencionadas en p r i m e r término habrían

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nta h a n provocado el desvanecimiento de l a noción de u n a
dado lugar a l comienzo del período de l a modernidad en loi
.cterística universal masculina: l a superioridad d e l h o m b r e
países occidentales, esta última revolución habría dado comi
e la mujer, y el ejercicio del poder en forma significativa en
resultado los comienzos de l a posmodernidad. Como efecto di
los de los varones. Los estudios feministas revelaron cómo l a
tales cambios en las configuraciones histórico-sociales y político
ara patriarcal ha posicionado a los hombres en lugares
económicas, comienzan a generarse estudios académicos sobri
lies privilegiados, en medio de u n a lógica de l a diferencia
la másculinidad y otros de repercusión popular, con intentos di
tal que jerarquizaba a los hombres como más fuertes, más
denunciar y destituir los modelos tradicionales instituidos. Peri
ligentes, más valientes, más r e s p o n s a b l e s s o c i a l m e n t e ,
a p a r t i r de los años ochenta y más aún en los noventa, 1¡
condición masculina ya pasa a ser u n problema a enfrentar, ei creativos e n l a cultura, másracionales.ParáPierreBourdieu
medio de u n período de incertidumbres cargado de angustiae 0) "ser hombre es, de entrada, hallarse en uña posición que
entre las cuales destacaremos, en este capítulo, l a puesta ei ica poder". Esta lógica de la diferencia sexual h a entrado en
crisis de u n eje constitutivo de l a subjetividad masculina a p a r t i s en estos últimos decenios, en p a r t i c u l a r los principios en los
de l a modernidad: el ejercicio del r o l de género como proveedo se baaa; esencialismo, naturahsmo, biologismo, i n d i v i d u a -
económico dentro del contexto de l a f a m i l i a nuclear, y sus efecto 0, ahistoricidad. Mediante tales principios, l a diferencia se
concomitantes, l a pérdida de u n área significativa de poder de íbe según criterios atributivos dicotómicos: más/menos, mej or/
género masculino, y las nuevas configuraciones en las relacione , mucho/poco, con su correlato implícito, las jerarquías en las
de poder entre los géneros. L a puesta en crisis del r o l de géner^ •encías entre los géneros.-^ Cuando se opera con estos p r i n c i -
masculino como proveedor económico se ha producido, por un; como fundamentos de esta lógica, l a diferencia sexual
parte, por el n i v e l crítico alcanzado con los modos de empleo y ine no sólo u n a lógica a t r i b u t i v a , sino también u n a lógica
trabajo tradicionales, y por otra, por las profundas transforma- i b u t i v a , l a cual permitiría que quienes ostentan los a t r i b u -
ciones en l a clásica f a m i l i a nuclear. erárquicamente superiores puedan obtener posiciones de
Desde los estudios de l a mujer, a p a r t i r de los años setenta,
al reflexionar sobre el género masculino, articulamos con hipó-
tesis psicoanalíticas "el hombre se h a convertido en u n verdade- 1. Los principios esencialistas son las respuestas a la pregunta "¿quién
ro enigma", parafraseando a F r e u d sobre " E l enigma de la : soy?" y "¿qué soy?", suponiendo que existiera algo sustancial e inmutable
mujer" (Freud, 1931). Se ha llegado a cuestionar l a unicidad de que respondiera a tales inquietudes. Esta pregunta podría formularse
lo que constituye su esencia: l a v i r i l i d a d . E n l a actualidad, la mejor para lograr respuestas más énriquecedoras, por ejemplo: "¿quién
voy siendo?", con un sentido constructivista. Los cñterios-biplogistás
clase, l a raza, l a orientación sexual se h a n convertido en factores responden a estos interrogantes basándose en el cuerpo, y así asocian
de diferenciación masculina, por lo que en los estudios de género ñmdaiaentalmente el sujeto varón a la capacidad seacuada. Este criterio
actuales se h a b l a de "masculinidades". Cuando se piensa en biologista supone que ser varón es tener cuerpo masculino, del cual se
estos términos sobre l a diversidad, simultáneamente se enfatiza derivarían supuestos instintos como la agresividad y el impulso a la lucha,
l a operación de hegemonización del discurso sobre l a másculini- entendidos como efecto de sus masas muscxilares o de hormonas como la
dad por parte de quienes se posicionan como los unos (el sujeto testosterona. Los principios ahistóricos niegan que a lo largode la historia
los géneros hayan padecido notables cambios en suposición social, política
hegemónico es b l a n c o , h e t e r o s e x u a l , j o v e n , de sectores
y económica, e implicado profundas transformaciones en la subjetividad;
socioeconómicos medios o altos) m i e n t r a s que los otros quedan por el contrarío, suponen la ejdstencia de xxn rasgo eterno prótotípico
en posición jerárquicamente inferior (los hombres de color, los inmutable a través del tiempo. Los críteríos individualistas aislan a los
homosexuales, los viejos, los pobres, etc.). \ sujetos del contexto social y suponen que cada uno, por separado, y según
E n realidad, los movimientos de mujeres iniciados a p a r t i r de su propia historia individual, puede responder aceirca de la construcción
de su subjetividad.
los años sesenta y l a producción académica a p a r t i r de los años

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poder y a u t o r i d a d en aquella área donde se destacan, mientra llfecto producido de precarización del sentimiento de masculi-
que quienes están en posiciones jerárquicamente inferioré |ád,' ha llegado antes a los textos de divulgación que a los
ocuparán lugares subordinados. Esta fundamentación llevó K d i o s académicos.
que si las mujeres tenían atributos propios de l a feminidac píEs bastante reciente, según K i m m e l , ver a los hombres como
asociados a los cuidados de los otros, l a sensibilidad y l a i d e n t lltenecientes a u n género, actuando en el mundo público como
ficación con-las necesidades de los otros - y estas cualidade Pbres genéricos, por ejemplo, realizando biografías e historias
serían resultantes del ideal m a t e r n a l como ideal constitutivo d ^figuras políticas como Roosevelt o Engels a través de lo que él
su s u b j e t i v i d a d - tales atributos permitirían que e n l a distribij l i n a "el prisma de l a másculinidad". También destaca que, a l
ción de las áreas de poder el género femenino ocupara el pode §ttzar acerca de l a construcción de l a subjetividad masculina,
de los afectos como posición genérica privilegiada en nuestr l i i a l l a d o que los autores australianos y británicos lo h a n hecho
cultura. Por su parte, si los varones ostentaban atributos com g u n plano académico, mientras que los norteamericanos h a n
l a valentía, l a fortaleza física, el desarrollo de l a racionalidad; ffidido a hacer indagaciones psicológicas. M i e n t r a s que los
otros rasgos que les permitían desplegar su subjetividad princi Éíneros se preocupan por analizar las relaciones de los varones
pálmente en l a esfera laboral en el ámbito público, en l a distri ||-el poder, los segundos hacen u n a focalización psicologista de
bución de las áreas de poder n u e s t r a c u l t u r a le asignará a l^mterpersonal, que tiende a excluir lo institucional. Eso expli-
género masculino el poder racional y el económico como posiciój ^ría l a i n u l t i t u d de trabajos escritos por norteamericanos donde
genérica que los n o m i n e en t a n t o sujetos. Estoy describiendo ui e describe cómo sienten los hombres su f a l t a de poder. E l poder
proceso según el cual, a determinada lógica a t r i b u t i v a corres 'staría en manos de los hombres blancos heterosexuales adultos,
ponde u n a lógica d i s t r i b u t i v a , de modo de enfatizar que los
jiya másculinidad es hegemónica, quedando marginados los
criterios a t r i b u t i v o s p a r a l a f e m i n i d a d y l a másculinidad no son
feos" hombres (niños, ancianos, homosexuales, negros, etc.).
ingenuos n i neutrales: conllevan claras definiciones sobre la
e s t a c a que en l a actualidad existen tendencias, desde l a
distribución de las posiciones de poder asignadas a cada género.
''eafirmación conservadora de los roles de género tradicionales,
Esto p e r m i t e también comprender que si cambian los criterios
Jasta u n modelo de hombre más inspirado en el feminismo o en
atributivos respecto de los géneros, también cambiarán los
el nuevo movimiento "mitopoético". Esta corriente es m u y popu-
criterios d i s t r i b u t i v o s , según principios no t a n dicotómicos m
lar en Estados Unidos, y "explora los niveles subterráneos de l a
t a n desigualitarios.
W v e r s a h d a d transhistórica profunda de l a másculinidad". Con
Según lo p l a n t e a M i c h a e l K i m m e l (1992), en las últimas '4esta perspectiva se dejan atrás los problemas mundanos de l a
décadas se h a puesto en evidencia'cómo el género, incluyendo al jseconomía y l a política para sumergirse en los espacios de los
masculino, es uno de los pilares sobre los cuales se. constituye la ^arquetipos jungianos, en el mundo del hombre p r i m i t i v o . S u
subjetividad. E n el caso de los hombres, l a másculinidad se ha iexponénte más conocido es Robert B l y , quien con su libro Iron
construido socialmente. alrededor de u n eje básico: l a cuestión John (1990) estuvo primero en l a l i s t a de best sellers todo el año
del poder, a t a l p u n t o que l a definición de l a másculinidad es en los Estados Unidos. Allí describe u n a parábola del desarrollo
"estar en el poder". S i n embargo, buena parte de l a producción masculino, r m cuento de separación de l a madre, u n a respuesta
H t e r a r i a j ' los estudios académicos analizan el impacto del poder heroica, u n a herida de lucha, y u n a recuperación de las virtudes
en l a v i d a de los hombres; señala este autor que los libros de masculinas a través del hombre "guerrero". B l y habla del " h a m -
divulgación se c e n t r a n en l a introspección subjetiva sobre la bre espiritual de los hombres": u n a profunda nostalgia por u n a
falta de poder en los varones, sobre su progresiva sensación de vida con significado y repercusiones. E n l a actualidad, los h o m -
fragilización en sus posiciones de poder. Parecería que las . bres que comparten esta creencia se sienten sin poder para v i v i r
problemáticas de l a precarización del mundo laboral, y con ellas las vidas plenas y ricas que les marcaron como derecho desde el

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nacimiento. L a explicación que este autor ofrece acerca de 1§ fóvocan en tanto agentes de padecimiento á los otros (mujeres,
violencia masculina es que ésta se produce porque están eno]^ Iflos, etc). Se trataría, entonces,' de i n c l u i r no sólo el dolor que
dos debido a que querían "tenerlo todo". O t r a explicación que da^ Idecen sino también el dolor qué causan. Según K i m m e l , estos
de estas teorías es que los hombres contemporáneos son menoS tipos ofrecen soluciones hiperindividualistas, descontextualizan
vivaces y activos, porque no se h a n separado adecuadamente l ^ a s c u l i n i d a d de l a experiencia r e a l en las relaciones m a s c u l i -
sus madres. L a ausencia de los padres en el hogar, l a desapan* b''femeninas como si los hombres pudieran saber el sentido de l a
ción de Tos sistemas de aprendizaje en medio de u n entorü^ Másculinidad sin el otro con el cual organizar su propia identidad,
masculinizante significa que los hombres h a n aprendido e] jlíl una cultura todavía patriarcal como l a nuestra, quienes t i e -
significado.de l a másculinidad desde las mujeres, en particula| nen las principales fuentes de poder siguen siendo los hombres,
de sus propias madres. A f i r m a que el problema para los hombres aunque algunos posean menos poder que otros, K i m m e l sugiere
es que h a n tenido u n a separación incompleta, de modo que B l j h,acer como hizo el feminismo, u n modelo que se maneje en dos
y sus seguidores pasan sus.fines de semana en r e t i r o en lo^ píteles; uno, el de las transformaciones interpersonales —permi-
bosques tratando de confiar unos en otros, redescubriendo Ig Éendo alos hombres desarrollar u n mayor número de emociones-
crianza masculina y el honor de sus antepasados como potencia- f^otro, el de las transformaciones institucionales, enlas que h o m -
les mentores. L a solución que ofrece B l y es refugiarse en la J i es y mujeres se integren en la vida pública como iguales. E n este
homosociahzación, donde los hombres se puedan v a l i d a r unos^ lentido ellos deberán participar activamente en políticas públicas
otros y aumentar su propio sentimiento de másculinidad. Es de apoyo para obtener guarderías en los lugares de trabajo, l a -
este sentido se acercan notablemente, a los grupos de mujeres iibertad de los derechos reproductivos de l a mujer, protección •
que en los'años sesenta y setenta buscaban recrear no sólo los 'contra el acoso sexual, la violación, los maltratos, considerándolos
lazos entre mujeres para transformarlos, sino que finalmente lanto asuntos de mujeres como de hombres, "Las mujeres no po-
hicieron de esos grupos de autoconcierlcia verdaderos dispositp dran ser nuestras iguales sin estos cambios, y nuestra v i d a como
vos políticos p a r a provocar cambios en el interior de sus familiaSj hombres definitivamente se va a empobrecer", afirma K i m m e l .
de su sexualidad, de su trabajo, de sus oportunidades educati- Junto.con el desarrollo de los estudios de género masculino,
vas, y tantos otros difíciles de enumerar. .,
K i m m e l afirma que tiene suspicacia hacia los esfuerzos de:
representarlos cuestionamientos espirituales de los hombres qué i ^ l a idea de u n a másculinidad única, hegemónica, lo cual i m p l i c a
encuentren resonancia entre l a mayoría de los varones contem- que no existe u n modelo masculino universal, válido para cual-
poráneos, Según este autor, se t r a t a de u n movimiento que trata, qraeí lugar y época, sino diversidad de masculinidades; b) l a
de reconectar a los hombres con sus padres. A estos talleres asis- t másculinidad no constituye u n a esencia, sino u n a ideología que
t e n hombres de mediana edad, los cuales son padres, pero que S tiende a justificar l a dominación masculina (según esta autora,
aun así no se ven a sí mismos como padres, sino como hijos bus^ sus formas cambian, sólo subsiste e l poder que el hombre ejerce
cando reconexión. P a r a él, es como si el movimiento los apoyara sobi e l a m u j er); c) l a másculinidad se aprende, se construye y, por
para continuar considerándose hijos, rechazando aceptar sus pro- lo tanto, también se puede cambiar. Lo que hoy se debate es l a
pias responsabilidades de adultos como padres. A u n q u e hablen crisis en las representaciones sociales sobre l a másculinidad
del dolor que .sienten esos hombres, no hacen referencia a l dolor afirmada en l a dominación masculina.
que estos hombres causan. E n términos' de Luis Bonino Méndez Desde el punto de vista de l a construcción de l a i d e n t i d a d de
(1998) sólo pondrían en cuestión el análisis de su malestar como genei o, si bien todos los sujetos construimos nuestra i d e n t i d a d a
varones, pero quedaría excluida l a reflexión necesaria sobre lo partir de u n a relación positiva de inclusión (identificarnos o
que él denomina "el molestar de los varones", esto es, el efecto que parecemos a otros), y u n a relación negativa de exclusión (ser

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distinto de los otros), casi todos los estudios indican .(Chodorc
Ideales de género masculino tradicionales
1984; F r e u d , 1925) que el niño estaría más propenso a mar<
diferencias durante l a mayor parte de su vida, alejándose i
lugar de origen, su madre. Su subjetividad se construirá o¡
IDEAL DÉ
niéndose a su madre, a su feminidad, a su condición de bí
AUTOSUFICIENCIA
pasivo. P a r a hacer valer su i d e n t i d a d masculina deberá afií
zarse en tres pilares: que no es u n a mujer, que no es u n beb
que no es u n homosexual. Sobre esta base, L u i s Bonino Ménc
(1997) h a propuesto u n esquema sobre l a construcción de la Ideal de dominio y control
másculinidad tradicional y las premisas necesarias para su
construcción, partiendo del modelo de ideal masculino que
describenDéborahDavidyRobertBrannon (citados por Badinter, PILAR 2
jjip6tesis:"La másculinidad se Hipótesis; " L a másculinidad se
1992) quienes h a n a n a l i z a d o cuatro imperativos de l a másculi-
' eon t r u y e por desidentificación valoriza por identificación con
n i d a d bajo l a forma de consignas populares. Según Bonino, a (Je lo femenino". el padre".
p a r t i r del ideal social y subjetivo fundante de l a másculinidad,
el.ideal.de autosuficiencia, que requiere el posicionamiento / — ^
."NADA DE FEMENINO" "SER U N A P E R S O N A
social y subjetivo de dominio y control —que ya se habría plantea- IMPORTANTE"
do entre los antiguos griegos como requisito básico para ser
considerado miembro de l a polis, y que luego fue notablemente
complejizado en l a c u l t u r a o c c i d e n t a l - se puede-plantear el
cuadro de l a página siguiente, que se puede leer siguiendo el PILAR 4 PILAR 3
Hipótesis: " L a másculinidad se Hipótesis: " L a másculinidad se
sentido de las agujas de u n reloj. ; construye en l a lucha o rivali- - construye sobre l a base de l a
Este esquema describe cuatro ideales sociales tradicionales - dad contra el padre". violencia".
sóbrelos cuales c o n s t r u i r l a subjetividad masculina y cuatro pila-
res tradicionales sobre los cuales ésta se asentaría. Elpilctr 1 "SER U N H O M B R E D U R O " " M A N D A R A TODOS
supone l a hipótesis de que l a másculinidad se produce por AL DIABLO"' '
desidentificación con lo femenino, y el ideal de másculinidad será
no tener-nada de femenino.'Elpilar 2 afirma l a hipótesis d e q u e l a
másculinidad se da por identificación con elpadre, y construye u n
ideal sobre l a base de ser una persona importante (según el raode- IDEAL DE GÉNERO MASCULINO INNOVADOR'
lo sobre el cual u n niño pequeño percibe a su padre en el ideal de la
mascuHnidad). E l pilar 3 enuncia l a hipótesis de que l a másculi-
Nuevo ideal genérico;
n i d a d se afirma en los rasgos de dureza y de ser poco sensible al ser sensible y empático.
sufrimifinto, en particular que se construye sobre l a base de l a
v i o l e n c i a . Sobre esta p r e m i s a , construye el i d e a l de poder
desimplicarse afectivamente de los otros (mandar a todos al dia- Trastornos por conflicto T r a s t o r n o por l a pérdida
con otros ideales. del n o r t e (patología de l a
blo). E l pilar. 4 supone l a hipótesis de que l a másculinidad se
perplejidad).
construye sobre l a base de l a lucha contra el padre y construye sú
formulación de su ideal como ser un hombre duro.'
Fuente: L u i s Bonino Méndez, comunicációp personal ( M a d r i d , 1997).
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Í|".inayoría de los estudiosos de l a subjetividad masculina se
Este cuadro permite analizar también que, según cuale
a condiciones tempranas de subjetivación a p a r t i r del
los pilares sobre los que se afirma l a másculinidad, se
contacto con u n a mujer; l a madre. A u t o r a s que estudian
i n f e r i r el tipo de trastornos subjetivos predominantes. Por
Jíistrucción de l a másculinidad desde l a perspectiva del
pío, en l a afirmación en e] pilar 1, los trastornos subjetivos s:
J o como las ya citadas, Badinter (1992), Chodorow (1984) y
acordes con l a evitación de toda semejanza con los vdtM
^ j^yoría de los autores que analizan l a construcción t e m p r a n a
típicamente femeninos, por ejemplo, l a emocionalidad, lapal^ m wM'ilsubjetividad masculina, describen cómo, a p a r t i r del t e m -
dad, etc. Lo deseado/temido que aquí se juega es el opu|
^'"\c) vínculo p r i m a r i o madre-bebé, en el que el niño ocupa u n a
macho/maricón, con su derivado hetero/homosexual. E n la
|ión pasiva ante la madre, a l tiempo que establece u n a
maciórt expuesta en el pilar 2, los trastornos de l a subjetiA
Jíuida dependencia de ella, se identifica con este p r i m e r amor
serán derivados de; a) el sentimiento de fracaso, b) l a búsq
|a a adquirir lo que B a d i n t e r denominaprotofeminidad. S i
i m p e r a t i v a del éxito. Según Bonino Méndez, en este p i l a r !
l'esta característica es común a niñas y varones, parecería
varón se sostiene en el poder y l a potencia, y se mide por el é-¿
jilniño tendrá que hacer esfuerzos extraordinarios a Id largo
l a superioridad sobre las demás personas, la competitividí
posición socioeconómica, l a capacidad de ser proveedor, la p i
Iji crecimiento para desprenderse de esta construcción o r i g i -
Ip. de su identidad. E n realidad fue u n investigador, 'Robert
piedad de l a razón y l a admiración que se logra de los demás:
[er (1968), quien introdujo este concepto de protofeminidad
juega aquí en lo deseado/temido las oposiciones potente/im
^ibién para el varoncito, refutando la teoría de la másculinidad
tente, exitoso/fracasado, dominante/dominado yadmirado/d
^^maria i n n a t a que había postulado F r e u d . Su aporte fue
preciado. Si l a masculinidiad se afirma en el pilar 3, los rasj
(laderamente revolucionario: a l h donde F r e u d reduce l a
de l a subjetividad enfatizárán l a polaridad agresividad/timid
S e x u a l i d a d originaria al primado de l a másculinidad, en los dos
audacia/cobardía. Según este pilar l a hombría depende de
lioneros años de vida, Stoller sugiere que dicha bisexualidad
agresividad y la audacia y se expresa a través de l a fuerza
r#gmaria se reduce a l p r i m a d o de lo femenino,
coraje, el enfrentarse a riesgos, el hacer lo que venga en gana
~3^,Según F r e u d , para quien no existe el supuesto de u n a
el utiHzar la violencia como modo de resolver conflictos. LfS;
«gútofeminidad, l a niña se ve obligada a superar muchos más
pares de opuestos deseados/temidos son aquí valiente/cobarde;
mstáculos que el niño en los procesos de adquisición de s u
fuerte-agresivo/débil. E l eje del pilar 4 probablemente se asoc»
o b j e t i v i d a d sexuada. Tanto Stoller como luego Emilce D i o
a l a polaridad duro/blando, y se afirme en l a cualidad de-la'
'¿l^eichmar (1985) a f i r m a n que existiría u n a i d e n t i d a d femenina
dureza emocional y el distanciamiento a f e c t i v o (como se ve e
|*|jimaria que llena de satisfacción a l a niña, pero que, en el caso
los cuadros de alexitimia masculina, o sea, l a incapacidad par|l
^elos niños, deviene u n obstáculo que debe.superarse. Tanto las
t r a n s m i t i r estados afectivos cálidos). L a másculinidad se sosten?
' «ejucas como los chicos atravesarán por etapas de separación e
dría en, l a capacidad de sentirse calmo e impasible, se
i|^dividuación de su madre, pero sus dificrdtades son diferentes.
autoconfiado, resistente y autosuficiente ocultando(se) sus emo;
Stoller estudia varones a p a r t i r de transexuales masculinos,
clones, y estar dispuesto a soportar a otros. L a frase "los hombrea
jafatizando que cuando más se prolonga l a simbiosis m a d r e -
no l l o r a n " caracterizaría esta posición.
luño, "más se corre el peligro de que se i n f i l t r e l a f e m i n i d a d en el
También se h a descrito u n nuevo ideal de género mascuhno
júcleo d é l a identidad de género masculina" (Stoller, citado por
ser sensible y empático. E n r e l a c i ó n con el c u m p l i m i e n t o da^
§adinter, 1992: 69), Así pone en evidencia que l a m a s c u h n i d a d
este nuevo i d e a l genérico se describen dos tipos de trastornosíi
IS secundaria, que se crea, se construye a p a r t i r de los esfuerzos
a) trastornos por el conflicto con los otros ideales; b) trastornoáj
de diferenciación de l a madre. Así como l a relación m a d r e - h i j a
por l a "pérdida del norte", caracterizados también como te
temprana aumenta el sentimiento de i d e n t i d a d de l a niña. (Dio
patología de l a perplejidad. • •;

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Bieichmar, 1985), el chico tiene que esforzarse por negar, |.-¿e género masculina, y alcanzan su punto máximo el miedo
pulsiones protofemeninas ligadas a l a pasividad. Los corapó |¿. feminidad y la pasividad. Algunos estudiosos de la adoles-
mientos que las sociedades patriarcales definen como mase ^tá (Aberastury y otros, 1996) describen que éste es u n
ñas están elaborados, en realidad, con maniobras defensiva Modo de duelo, en que los sujetos tienen que renunciar a su
temor a las mujeres, temor a m o s t r a r cualquier tipo de fea p s í a de bisexualidad y tomar partido por l a elección d e f i n i t i -
dad, incluyendo l a t e r n u r a , l a pasividad, el cuidado de terci fe su identidad sexual. E n el caso de los varones, este duelo
y, por supuesto, el temor a ser deseado por otro hombre. O, - |l,\"'ii'ía a que muchos de ellos se tornen pasivos y adquieran los
mecanismos de defensa ante estos deseos conflictivos, q u e r ^^os típicos de l a feminidad, en tanto que las chicas al llegar a
l a n u n a épica de superación del temor, para no amedrentí jífpubertad se volverían activas, y con muchos rasgos que
ante estas amenazas - q u e , en términos psicoanalíticos, S K « e t e r i z a n a l a másculinidad. Esto sería u n efecto del fenóme-
equivalentes a l a castración- a no tener lo propio de l a mas( ^lásico de los procesos de duelo que consiste en identificarse
n i d a d y ser como las mujeres. ft-;aquello que se pierde, y sería l i n a de las razones por las
Stoller (1968) describe esta situación afirmando que Síes, pasados las fases iniciales déla pubertad y de t a l proceso
hombres se h a de caracterizar, entonces, por "ser rudo, be] Sdüelo, niñas y varones se identificarán más definitivamente
rante, m a l t r a t a r a las mujeres y convertirlas en objete ^tos rasgos propios de lo que se supone corresponde a su propio
fetichismo, buscar sólo l a amistad entre los hombres a l m i gfero. L a adolescencia sería l a última oportunidad que le
tiempo que se detesta alos homosexuales, denigrarlas ocupa^i. fcería nuestra c u l t u r a para que el adolescente encuentre u n a
neá femeninas. L a p r i m e r a obligación para u n hombre es no sf ición dentro de su género.
u n a m u j e r " . T a l es el origen de l a subjetividad masculina: pdií'^| • ÍJos procesos de desidentificación respecto déla rPadresoscila-
el acento en l a diferenciación, en l a separación, en l a distancia^' b , según Badinter entre dos problemáticas complementarias:
que se establece con los demás y en l a cairencia o negación de sü| el sentimiento de culpa por traicionar a la madre amada en u n
emociones cálidas. Esta descripción permite a Chodorow (198'^- culo con u n a madre buena; b) la liberación de la opresión m a -
a f i r m a r que m i e n t r a s los proces os de subj etivación fememna sotál§ ílla en aquellos vínculos donde predomina l a figura de u n a
relaciónales, los de l a subjetivación masculina son posicionale.?^. •|dre mala, todopoderosa y frustrante. Es decir, según cuál sea
Esta autora constata que cuando no existe u n a fuerte identiíic |ínagen m a t e r n a predominante, así será el desenlace delproce-
ción personal con hombres, el hijo de u n padre ausente - ;de desidentificación de l a madre, dominado por afectos .tales
nómeno h a b i t u a l en nuestra sociedad- elabora u n idea fp.0 el sentimiento de culpa y su efecto concomitante, las f a n t a -
másculinidad identificándose con las imágenes culturales de lip iS reparatorias de l a culpa en el primer caso; o bien la hostilidad
que es ser hombre. E n realidad, dice Chodorow, para ellos lo má; [fes fantasías de venganza - a menudo desplazada sobre otras
difi'cil es el proceso de desidentificación de l a madre, que comprad lujeres o m e d i a n t e actitudes m i s ó g i n a s - , como sucedería en el
t a u n alto índice de negación y rechazo hacia lo fememno sih '"^ L ^gundocaso.
contar a menudo con u n modelo positivo de identificación. 1 ^ Estos procesos se verían favorecidos por estilos de crianza en
E n el proceso de adquisición de su subjetividad, los A arone's %" ^a. cultura occidental en l a cual se ha creado l a figura de l a madre,
se enclientran con que a ellos se les exige u n plus de represió • "--^ partir de l a modernidad, como la p r i n c i p a l proveedora de
los deseos pasivos. L a másculinidad, que se va construyencl l^mdados de los hijos y su fuente p r i m a r i a de suministros
desde comienzos de l a vida psíquica, se r e f u e r z a á lo l a r g i ' • E|.Bentifícatorios. Desde las teorías psicoanalíticas esto se vio
los años h a s t a alcanzar u n momento cúspide, según l a may i . iSéafirmado por diversos autores que contribuyeron aún más a
de los autores, a l llegar a l a adolescencia. Ese es el momento do,--*-^ ¿filisolidar este fenómeno. Incluso se h a n apoyado en lo que
máximo sufrimiento respecto de l a adquisición de l a i d e n t l . ^Badmter denuncia como el mito del instinto maternal: l a hipóte-

134 135
Este cuadro permite analizar también que, según cuale: mayoría de los estudiosos de la subjetividad masculina se
los pilares sobre los que se afirma l a másculinidad, se ' ,-;,Vc"iii a condiciones tempranas de subjetivación a p a r t i r del
i n f e r i r el tipo de trastornos subjetivos predominantes. Por ..j.^ áo. contacto con u n a mujer; l a madre. A u t o r a s que estudian
pío, en l a afirmación en el pilar 1, ios trastornos subjetivos "^""instrucción de l a másculinidad desde l a perspectiva del
acordes con l a evitación de toda semejanza con los r g i l o como las ya citadas, Badinter (1992), Chodorow (1984) y
típicamente femeninos, por ejemplo, l a emocionalidad, la p a l lyoría de los autores que analizan l a construcción t e m p r a n a
dad, etc. Lo deseado/temido que aquí se juega es el opu| Jígubjetividad masculina, describen cómo, a p a r t i r del t e m -
macho/maricón, con su derivado hetero/homosexual. E n la i fipyínculo p r i m a r i o madre-bebé, en el que el niño ocupa u n a
macióü expuesta en el pilar 2, los trastornos de l a subjetÍAdc |ión pasiva ante l a madre, a l tiempo que establece u n a
serán derivados de; a) el sentimiento de fracaso, b) l a búsqu| da dependencia de ella, se identifica con este p r i m e r amor
i m p e r a t i v a del éxito. Según Bonino Méndez, en este pilar|; |a a adquirir lo que Badinter denomina protofeminidad. Si
varón se sostiene en el poder y l a potencia, y se mide por el i esta característica es común a niñas y varones, parecería
l a superioridad sobre las demás personas, l a competitividáí! |1 niño tendrá que hacer esfuerzos extraordinarios a lo largo
posición socioeconómica, l a capacidad de ser proveedor, l a | IJI crecimiento para desprenderse de esta construcción o r i g i -
piedad de l a razón y l a admiración que se logra de los demás! "a de su identidad. E n realidad fue xm investigador, R o b e r t
j u e g a aquí en lo deseado/temido las oposiciones potente/iiíi ier (1968), quien introdujo este concepto de protofeminidad
tente, exitoso/fracasado, dominante/dominado yadmirado/9 bien par a el varoncito, refutando la teoría déla másculinidad
preciado. Si l a masculinidiad se afirma en el pilar 3, los ras^ •maria i n n a t a que había postulado F r e u d . Su aporte fue
de l a subjetividad enfatizárán l a polaridad agresividad/timic laderamente revolucionario: allí donde F r e u d reduce l a
audacia/cobardía. Según este pilar l a hombría depende d( ^exuaUdad originaria al primado de la másculinidad, en los dos
agresividad y l a audacia y se expresa a través de la fuerza D#ineros años de vida, Stoller sugiere que dicha bisexualidad
coraje, el enfrentarse a riesgos, el hacer lo que venga en ganab |iginaria se reduce a l p r i m a d o de lo femenino.
el u t i l i z a r l a violencia como modo de resolver conflictos, ^^Según F r e u d , para quien no existe el supuesto de u n a
pares de opuestos deseados/temidos son aquí valiente/cobarde feotofeminidad, l a niña se ve obligada a superar muchos más
fúerte-agresivo/débil. E l eje del pilar 4 probablemente se asocii litáculos que el niño en los procesos de adquisición de s u
a l a polaridad duro/blando, y se afirme en l a cualidad de 1? objetividad sexuada. Tanto Stoller como luego Emilce D i o
dureza emocional y el distanciamiento a f e c t i v o (como se ve e 1 *®Jeichmar (1985) a f i r m a n que existiría u n a i d e n t i d a d ferñenina
los cuadros de alexitimia masculina, o sea, la incapacidad pa l^junaria que llena de satisfacción a l a niña, pero que, en el caso
t r a n s m i t i r estados afectivos cáHdos). L a másculinidad se sosten' jálelos niños, deviene u n obstáculo que debe.superarse, Tanto las
dría en, l a capacidad de sentirse calmo e i m p a s i b l e , se gálicas como los chicos atravesarán por etapas de separación e
autoconfiado, resistente y autosuficiente ocultando(se) sus emo-j 'll^dividuación de su madre, pero sus dificultades son diferentes,
ciones,y estar dispuesto a soportar a otros. L a frase "los hombrea |toller estudia varones a p a r t i r de transexuales masculinos,
no l l o r a n " caracterizaría esta posición. ^^fatizando que cuando más se prolonga l a simbiosis m a d r e -
riño, "más se corre el pehgro de que se i n f i l t r e l a f e m i n i d a d en el
También se ha descrito u n nuevo ideal de género masculino;?
...gúcleo de-la identidad de género masculina" (Stoller, citado por
ser sensible y empático. E n r e l a c i ó n con el c u m p l i m i e n t o de^
Badinter, 1992; 69), Así pone en evidencia que l a másculinidad
este nuevo i d e a l genérico se describen dos tipos de t r a s t o r n o & i
fs secundaria, que se crea, se constmye a p a r t i r de los esfuerzos
a) trastornos por el conflicto con los otros ideales; b) trastorno^-
•d' e diferenciación de l a madre. Así como l a relación m a d r e - h i j a
por l a "pérdida del norte", caracterizados también como la'^
'
A i temprana aumenta el sentimiento de i d e n t i d a d de l a niña. (Dio
patología de l a perplejidad.

132 133
sis es que l a madre es l a única capaz de ocuparse del bebé porqí liombres en el espacio extradoméstico; ellas ejerciendo el
está biológicamente determinada para ello. De acuerdo con es ir de los afectos, ellos el poder racional y económico. Y a desde
supuesto, l a pareja madre-hijo forma una u n i d a d ideal -segj :glo pasado, con el afianzamiento del industrialismo en los
Freud, el vínculo más libre de ambivalencia (Freud, 1931)-. j 'és occidentales, la figura de la madre de l a modernidad se
defender esta idea de la relación exclusiva materno-filial ?
[ye cada vez más exclusiva y excluyente en l a crianza de los
l e g i t i m a también l a exclusión del padre de semejante diada i
is en tanto que la del padre se va alejando cada vez más del
cual sólo podrá advenir hacia el mundo psíquico del infatí'
)rno familiar. Los valores de l a másculinidad que encarna el
mediatizado por la madre. Diversos autores psicoanalítici
re que eran típicos de l a era preindust];ial, tales como el honor
explican esta situación mediante distintas hipótesis, como las l
fuerza física, se t r a n s f o r m a n en los valores de éxito, el logro
"la fase autista n o r m a l en el bebé" (Winnicott, 1972) en el q;
Lómico y el ejercicio de u n trabajo quejustifique su alejamien-
sólo la madre puede penetrar, para lo cual W i n n i c o t t desarrof
e la i n t i m i d a d f a m i l i a r y'doméstica, a p a r t i r de l a sociedad
l a idea de u n estado simétrico en l a madre, consistente en l
istrial. E n l a l i t e r a t u r a estadounidense, hacia fines del siglo
estado de repliegue, de disociación y de aislamiento del resto, et
ido comienzan a aparecer dos figuras paternas prototípicas
Para completar su descripción, también describe lo que llamó"
•iadas a los roles laborales: el padre distante einaccesible, u n
"preocupación m a t e r n a p r i m a r i a " , o l a figura de "la mad]
to en carrera para convertirse en el "selfmade man", o bien
suficientemente buena", aquella que es capaz de ponerse "uno
idre desvirilizado, despreciado, "impotentizado", en estrecha
uno" con las necesidades del bebé. Otro autor de l a escue
inglesa de psicoanáhsis, Bion (1996) describió la "capacidad de ción con los nuevos modos industrializados que requerían
réverie" que debe tener l a madre para asimilar las ansiedad( &1-S iduos ^que formaran parte de u n a m a q u i n a r i a i n d u s t r i a l
arcaicas desorganizantes del aparato psíquico temprano y dev¿ Sen aceitada para l a producción en serie (como el fordismo), o
verlas a l niño de forma que pueda asimilarlas para seguir s Bien con los nuevos requerimientos de modalidades de trabajo
crecimiento psíquico. E n general, la mayoría de los psicoanaüi •fltamente burocratizadas, cada vez más numerosas, como el
tas clásicos considera que el padre no puede n i debe sustituir tj^abajo de oficina. Estas dos condiciones laborales no propicia-
la madre, n i t a n siquiera compartir los cuidados y alimentado San el despliegue de u n a subjetividad masculina cuyos rasgos
del hijo: debe quedar por fuera del vínculo exclusivo madre-hiji i t e r a n la valentía, el espíritu de i n i c i a t i v a o l a fuerza y l a
encarnando el principio de realidad, mientras el vínculo madre destreza físicas, sino el espíritu aerifico, buenas dosis de
hijo, según estos supuestos, encarna el principio del place Sometimiento a quienes ocuparan el lugar de jefes, capataces,
Como representante de la Ley, el padre debe mantenerse patrones y otros, y gi'andes esfuerzos de sofocación de l a f r u s t r a -
distancia. L a psicoanalista francesa Franpoise Dolto recomei eion y los sentimientos hostiles.
daba a los padres en sus programas radiales que "no olviden qu La mayoría de los hombres de mediana edad recuerda^ según
no es a través del contacto físico, sino con palabras, que consegu Ihnforme H i t e sobre l a sexualidad masculina (Hite, 1981) queno
rán que sus hijos los amen y los respeten". E l amor paternal íuvieron en sus padres a seres próximos, y muy.pocos evocan ser
tendría ese rasgo distintivo: sólo se expresa a distancia. Est Ibrazados o mimados por él; en cambio, sí recuerdan cómo, les
concepto de paternidad, absolutamente consistente conlas necí legaban o castigaban, o se b u r l a b a n de los varoncitds cuando no
sidades de l a c u l t u r a patriarcal y con las necesidades económica parecían suficientemente fhasculinos. Este tipo de ejercicio déla
a p a r t i r de l a Revolución I n d u s t r i a l en Occidente, reafirma la paternidad llevó a que muchos de esos jóvenes no h a y a n encon-
posiciones no sólo subjetivas sino también sociales de'varones- trado en él u n buen modelo de identificación. Lo buscaron en l a
mujeres: las mujeres en el ámbito privado, los hombres en 6 ||;ccion l i t e r a r i a , cinematográfica, televisiva, o bien en sus seme-
ámbito público; las mujeres trabajando en el espacio domésticc •-jantes, en los otros jóvenes de su grupo generacional, según'
íefiei e t a l informe.

136 137
Como resultado de estos procesos, Badinter (1992) se r e % ^És^psicoanálisis. Tanto es así, que la hipótesis se completa
al hombre actual como " m u t i l a d o " ; en primer lugar se le ampvi w l á l a n d o que la exclusión del Nombre del Padre daría lugar a
su feminidad, "dando lugar al hombre duro, al machista q} ^M'iicosis. E l falo es el mayor significante, el que rige a los demás
nunca se reconcilia con los valores maternales". E n segua^ ^ K i f i c a h t e s y permite la entrada del ser humano en el orden de
lugar, los hombres h a n quedado "huérfanos de padre", u n proc w f u l t u r a . A I i g u a l que Lévi-StrausS|(1979), Lacan considera el
so de orfandad paterna simbólica para los hombres que 1 ^ ^ t i a r c a d o como u n sistema'de poder universal.
resulta, difícil de elaborar. '?^SLas críticas a este tipo de teorizaciones h a n sido muchas, y no
^R|i;de parte de las teóricas feministas sino de todos aquellos
^ K i d i o s o s que tienen en cuenta las problemáticas histórico-
E L CUERPO Y LA CONSTRUCCIÓN w|Íales, la realidad político-económica, etc., donde pueden i n s -
DE LA SUBJETIVIDAD MASCULINA S f i r s e estas hipótesis. A l margen de que el falo le ofrece al pene
^ ^ e n t i d o trascendental que éste no pretende, su estatuto de
T a l construcción social acerca de los hombres como ser Rüficante primero convierte en insignificantes las diferencias
"mutilados" , según Badinter, habría sido efecto de l a puesta í ffii, no sean las propiamente genitales. Además, l a teoría del
crisis de u n modo de subjetivación predominante en el gene ^ ^ a r c a d o eterno y necesario en la que se respalda para j u s t i -
masculino, y se relacionaría con u n principio de masculimdí moéx la primacía del falo resulta hoy caduca: el poder de los
hegemónica en l a cual, siguiendo a esta autora, habría existi( filiibres sobre las mujeres, definidas como objetos de intercam-
\m exceso de valoración de los órganos genitales. Dice Badmt parece u n a representación propia de cierto momento histó-
que "los hombres no esperaron l a llegada del psicoanálisis pa: Ito-social, insostenible a medida que avanzan las investigacio-
magnificar el pene y levantar imponentes obeliscos para ¡ |s actuales y las transposiciones socio-históricas.
mayor gloria". No obstante, h a n sido las hipótesis de Freud 'Pero si ya no podemos asumir que l a másculinidad es algo
luego de Lacan, según esta autora, las que h a n aportado < JS'atural, ¿qué significa que las masculinidades estén social e
formas distintas las garantías teóricas necesarias para pod' ^^|istóricamente construidas? E n primer lugar, ayuda a pensar
afirmar l a superioridad y unicidad del órgano macho, sea o i liue no hay u n solo modelo al que los hombres se tengan que
éste tratado como símbolo. Sobre l a valoración que u n nifnto ( ¿iáustar. Pero esto puede ser aterrador si es que se abren dema-
la fase fálica de su desarrollo habría hecho de su órgano'sexuj íadas opciones a l a vez. ¿Con qué bases se supone que diferentes
se erige u n modelo de l a diferencia sexual y u n a hipótesis aceri •'^•^varones tomarán sus propias decisiones? U n filósofo británico
de l a construcción de l a subjetividad femenina basada en " ^¡jÉ^tudioso de las problemáticas de la másculinidad, Víctor Seidler
envidia del pene", según l a teoría freudiana. E n l a hipótes ^4(1995), hace u n análisis interesante a p a r t i r del estudio de lo que
lacaniana sobre l a primacía del falo —que no debe confirndir ^ n p H c a la heterosexualidad normatizada para los varones.en l a
con el sexo real, biológico, que denominamos p e n e - se afirma q\ '''ífultura occidental, en particular a 'partir de l a modernidad,
el sujeto h u m a n o y l a identidad sexual h u m a n a son producid "^ostiene que, tradicionalmente, h a habido u n a fuerte identifica-
simultáneamente en el momento sexual en que l a c r i a t u r a e n t •:.Jci.ón entre l a másculinidad dominante y la modernidad, que se ha
en el or.den simbólico del lenguaje. Lacan sostiene que l a redu '•;5organizado alrededor de u n a identificación entre másculinidad y
ción de l a diferencia sexual a u n a presencia/ausencia de falo > 3 a z ó n . Esto permitió dar por sentado que los hombres eran seres
una ley simbólica como parte del patriarcado: l a Ley del Padr "'racionales y les ha permitido legislar para otros, en lugar de
E n este caso, el Padre es el origen y el representante de l a c u l t u ^geicibirse y hablar de sí mismos de u n a m a n e r a íntima y
y l a ley, y si él proporciona el acceso a l lenguaje es porque posi l ~^|ersonal, logrando con esto despersonalizar l a experiencia que
el falo, según lo sostienen varios autores de la escuela franceí -^-hs varones tienen de sí mismos. L a racionalidad de los hombres

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ha sido definida de manera que los coloca en u n a categói pa "cómo habrán sido construidas a través del tiempo nues-
aparte de l a naturaleza. Como seres racionales, quedarían fue ||-relaciones con nuestro cuerpo", no para comprenderlo y
de las cuestiones atribuibles a l a naturaleza, por ejemploj cui -p'cérlo más sino para controlarlo y dominarlo. Esto proven-
tienes como l a sexualidad. Más bien se sienten amenazados^j j l de u n a concepción dicotómica acerca del cuerpo y l a m e n t e
sentimientos sexuales que potencialmente les recuerdan- aó entidades separadas, así como de l a dupla razón-emoción.
"naturaleza a n i m a l " . L a sexualidad ha sido coriceíaida, deg e*gun l a tradición filosófica occidental, los hombres adquirirán
esta perspectiva, como u n a fuerza o "necesidad irresistible" q lúbjetividad sobre l a base de l a razón, s i n p e r m i t i r las
viene del cuerpo. L a idea es que u n a vez que los hombres han si Hsti acciones" de l a emocionalidad, lo cual los lleva a t r a t a r de
sexualmente excitados ya no pueden ser responsabilizados j ^edar desconectados de esa parte de "la experiencia h u m a n a .
lo que o r i ^ n a o es causa de su excitación, así como las consecui *Para Seidler, l a identificación entre másculinidad dominante
cias irrefrenables resultantes de sentirse excitados. Según ei lazón desempeña u n papel decisivo en el sostenimiento de las
principio, se h a responsabilizado a las mujeres de ser l a causa Ilíones de superioridad masculina. Este autor cita los desarro-
la excitación sexual masculina ("seguro que ella lo provocó"; psicoanalíticos de F r e u d , quien reconoció que dentro de l a
afirma) y son ellas las que cargan con l a responsabilidad poi i t u r a racionalista de la modernidad los varones tienen el poder
que acontece a continuación. Sostiene este autor que los varor . unponer los términos de acuerdo con los cuales los, demás
h a n tardado mucho tiempo en colocar en su sitio a su proj Ijien que probarse a sí mismos. E n l a lectura que hace sobre los
responsabilidad por su sexualidad y en aprender a plantear £ ¿tos freudianos, destaca que a F r e u d lo que le interesaba era
istrar el daño que se le había infligido tanto a los hombres como
experiencias en diferentes términos, j
Las mujeres mediante l a represión de l a sexualidad en Occiden-
D e l m i s m o modo, entre las masculinidades blancas domim
, y que t a l represión de l a sexuahdad i b a acompañada de
tes, se h a tendido a pensar el cuerpo en términos mecanicist
tersas formas de supresión de l a emocionalidad.
como algo que necesita ser entrenado y disciplinado, pero
' U n a idea interesante que sugiere Seidler es que si última-
como u n a parte de sí constitutiva de su subjetividad y con la ci
énte los varones h a n aprendido a pensar u n poco más acerca del
los hombres pueden entablar, otro tipo de conexión. L a idea
•érpo, ha sido frecuentemente como u n lugar con 'dignificados
que el cuerpo tiene sus propias necesidades, que éstas E
Iturales. Para ello propone dejar de asumir que-"son los demás"
"animales" y que deben ser reguladas y controladas desde cié:
lujeres, niños) quienes tienen necesidades emocionales y que
racionalida'd. E l supuesto es que el cuerpo sólo merece !
ósotros no las tenemos", porque eso los lleva a suponer que
tomado en ¿uenta cuando falla de alguna manera, de lo contra
.os no necesitan nada, que quienes reclaman afecto son'las/los
es algo que debería estar ahí, disponible como parte del fondo
ros. Si t u v i e r a n u n acercamiento subjetivo más íntimo con su
el que aprenden a v i v i r sus vidas como varones. L a desestimad
erpo aprenderían a reconocer algo más de su emocionalidad.
de otro cuerpo que no sea en términos mecánicos (como a
is cuerpos y sus emociones dejarán de r e s u l t a r l e s algo
máquina, conao u n vehículo, etc.) lleva a que los afectos predoi lenazante, por lo cual habría que estar prontos para l a h u i d a
nantes que despiertan sus claudicaciones sean el enojo o el mié 1 compromiso, a u n cuando aparezcan otros temores acerca de
por lo que- falla. Según Seidler, los hombres v a n al médico ' vulnerabilidad, del riesgo de ser rechazadas, de no encontrar
para entendernos a nosotros mismos, sino para deshacernos > el resguardo necesario que contenga sus nuevos sentimientos.
los síntorovas corporales". Esto coincide con u n a perspectr *• Según este autor, los varones suelen depender de que las
médica occidental dominante que se ha apropiado delcuer] liiujeres i n t e r p r e t e n por ellos sus emociones y sentimientos, s i n
como si fuera u n objeto, u n a cosa, y no como parte de agradecer n i valorar los esfuerzos que tienen que hacer las
construcción subjetiva de cada ser humano. Este autor se p i mujeres para lograr esa interpretación, porque l a suponen " n a -

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t u r a l " en el género femenino, y se sienten sorprendidos cuai jajo el título El poder del amor. ¿Le importa el sexo a la
las mujeres se niegáii a poner en p r i m e r lugar sus yínculos i acracia? L a autora debate el siguiente inten-ogante: ¿por
ellos. Al- aprender a replantear sus propias vidas, los homb á pesar de contar con u n a política pública bien intencionada
han tenido que aprender también a identificar sus necesidad •tiva para conseguir l a igualdad entre los sexos, en las
Sin embargo, persiste una corriente c u l t u r a l p a t r i a r c a l que h, <¿ades occidentales actuales todavía persiste la desigualdad
que los varones tengan u n a idea m u y vaga del tiempo y lesequilibrio entre hombres y mujeres? A l mismo tiempo que
energía que cuesta sostener u n a relación emocional, genei be igualdad en cuanto a derechos legales y oportunidades
mente a cargo de las mujeres. Si bien en los años ochent; le u n punto de v i s t a formal, a l menos en los países de
n o v e n t a se h a avanzado n o t a b l e m e n t e en el sentido ocracias avanzadas del norte europeo, también se dan cier-
igualitarismo en l a responsabilidad por los cuidados afecti necanismos subyacentes que recortan las posibilidades rea-
éntrelos miembros de la pareja, y de ambos con los hijos, persi ie las mujeres p a r a alcanzarlos. Su estudio se dirige a
cierta " n a t u r a l i d a d " en la creencia de que las muj eres se comp izar por qué o cómo persisten las posiciones de poder político
meterán más con l a a c t i t u d de cuidado. No basta con disposií i a l de los hombres frente a las mujeres, incluso en aquellas
nes i g u a l i t a r i a s formales, sino que son necesarias profuní ^dades del norte europeo (Suecia, Noruega, F i n l a n d i a , I s l a n -
transformaciones también a n i v e l subjetivo para que es Dinamarca) donde l a mayor parte de las mujeres adultas
términos de l a igualdad entre los géneros sea más viable. Seg = u n empleo de tiempo completo o de media jornada, en las
Seidler, conforme los varones aprendan a cuidar de sí misn se cuenta con u n a elevada proporción de mujeres bien
emocionalmente, empezarán a entender mejor qué signif jcadas, y en- las que las disposiciones e s t a t a l e s de l a
cuidar de otros. P a r a él, es decisivo empezar a replantear, caedad dé bienestar, que obviamente benefician a las mujeres,
masculinidades de manera que los varones puedan empeza í^iallan relativamente bien desarrolladas. Su hipótesis es que
desarrollar visiones diferentes de sí mismos. E n lugar de cor atiiarcado actual se sostiene sobre l a lucha a propósito de las
derar que sus masculinidades están dadas, podría delinearse ihdiciones políticas del amor, más que sobre las condiciones del
sentido crítico de la c u l t u r a p a t r i a r c a l que les h a ofrecido el po( ^bajo de las mujeres. Entiende el amor como "prácticas de
en el ámbito púbhco, a l costo de aspectos centrales de la i n t i i ^lacion sociosexuales, y no sólo como emociones que h a b i t a n
dad consigo mismos. H a s t a ahora el centramiento en el trabs Ipntro de las personas". Su tesis t r a t a sobre el amor como poder
en ganar dinero y en obtener éxito los .ha alejado de los -víncu tiumano, materialista, alienable, y como práctica social, básico
emocionales significativos. L a crisis respecto de las nue-< ^ára la reproducción del patriarcado - c o n lo cual deja de lado el
condiciones de su trabajo puede llevar a que muchos hombreE #abajo como concepto analítico central absoluto en l a compren-
replanteen su posición subjetiva de esos vínculos, con idea tíÉxi de los ejes de l a dominación m a s c u l i n a - . E n otros términos,
prácticas diferentes respecto de los cuidados hacia los otros j iésde l a perspectiva 'psicoanalítica, el trabajo deja de ser el bien
igualdad. N o es una-tarea fácil, pero sigue siendo v i t a l pare fékcQ al que todas aspiran, pues da poder (dinero-éxito-prestigio
replanteamiento de las masculinidades. Es algo que los homb: gGial), en las sociedades contemporáneas. A f i r m a que hoy en día
apenas están comenzando a hacer, fi§ mujeres cuestionan ser usadas como -urta fuente de placer y
Siguiendo esta nueva tendencia hacia la evaluación de le energía en condiciones que ellas no controlan, fuente cuya
supuestos implícitos en la lógica atributiva de l a feminidad y líerza los hombres consumen y convierten eri-poder i n s t r u m e n t a l ,
la másculinidad, y de la injusta lógica distributiva a lo que ei pí darles autoridad a cambio, manteniéndose ellas a cargo del
da l u g a r - u n fenómeno que fue planteado a l comienzo de e, loder expresivo o afectivo. Pero lo que otorga verdaderas oportu-
capítulo-, l a autora islandesa A n n e Jonasdottir (1993) expc |idades de poder en las sociedades son las h a b i l i d a d e s
rma tesis en ciencias políticas sobre esta problemática, publi( ustrumentales, no las expresivas - q u e a lo sumo llevan a t e n e r '

142 143
i n f l u e n c i a , pero no poder n i a u t o r i d a d - . E n l a A r g e n t i n a , enlg poder. ¿Cuál es l a diferencia e n t r e ambas? T e n e r influencia con-
década del n o v e n t a , se l i a observado u n avance notable entre 1¿5 giste en i n c i d i r sobre las m a n e r a s de pensar y de s e n t i r de los
mujeres, que h a n ingresado a l mercado l a b o r a l masivamente^ otros, mientz-as que a d q u i r i r p o d e r consiste en c o n t a r con las h e -
ocupando posiciones cada vez más elevadas de prestigio y auto, xranúentas necesarias p a r a decidir sobre lo que los otros hacen.
r i d a d . Pero e n el campo de l a v i d a f a m i l i a r ellas siguen siendo las Aunque a menudo ambos coinciden, esto no s i e m p r e es así, A lo
p r i n c i p a l e s responsables de los roles dornésticos tradicionales-.; largo de l a h i s t o r i a hemos obser-vado cómo las m u j e r e s hemos
¿Será esta inserción l a b o r a l de las m u j e r e s u n motor obtenido l a influencia que se ej erce e n el ámbito p r i v a d o , pero no e l
cambios e n l a distribución d e l poder c o n y u g a l , o b i e n se tratara poder en el ámbito público, (Ser l a " r e i n a d e l h o g a r " significa que
de u n a "revolución estancada"? ( W a i n e r m a n , 1999). P a r a aagí réüia; pero no gobierna,) L a i n f l u e n c i a se ejerce a través d e l i n t e r -
l i z a r esta problemática debemos d i f e r e n c i a r entre teñe?- influéu^ cambio subjetivo con u n f u e r t e componente afectivo, e i n s p i r a a
cia y tener poder. -i 'los oti-os a t r a t a r de seguir l a opinión de q u i e n l a ejerce, especial-
E s t a es u n a preocupación n o t a b l e p a r a quienes asistimos alij" niente en cuanto a los sentidos que le otorga a las ideas y modos de
que hemos l l a m a d o "la revolución silenciosa de las m u j e r e s " eneí pensar, logrando que s i g a n sus criterios de significación. E n las
i n t e r i o r de los vínculos de pareja y f a m i l i a . E n el campo de la sociedades occidentales, e n t r e l a gente que tiene i n f l u e n c i a están
s u b j e t i v i d a d , s i b i e n las relaciones de poder e n t r e los géneros hombres y m.ujeres, adultos y niños, personas de diversos gnrpos
femenino y m a s c u l i n o pueden comenzar a cambiar, debemos se- étnicos, Pero entre quienes t i e n e n poder se encuentz'an sólo h o m -
g u i r alertas a n t e l a transformación que implicaría p a r a hombres, bres de raza blanca y de medios u r b a n o s , quienes m a n e j a n l a
y mujeres no sólo r e p a r t i r s e los trabajos en el ámbito público y la banca, el comercio, el aparato legislativo, l a i n d u s t r i a y las c o m u -
esfera extx-adoméstica, sino también los trabajos en el ámbito' nicaciones. S i bien ejercer poder i m p l i c a t e n e r los i n s t r u m e n t o s
p r i v a d o y l a esfera doméstica. A p a r t i r d é l a experiencia laboral de' necesarios para ello, éste se ve amenazado s i n l a consigu.iente
las mujeres, parecerían existir al menos dos tendencias e n cuanto habihdad para la influencia. Porque t e n e r i n f l u e n c i a es g a n a r
a l a posición subjetiva del género femenino: u n a de ellas consiste consenso, no simplemente obediencia; es a t r a e r seguidores, no
en identificarse con los estilos clásicamente masculinos a l incor- sólo tener u n entorno; es l o g r a r que l a gente se i d e n t i f i q u e con
porai'se a l mercado de trabajo —y esto sería así porque el mercado imo, y no s i m p l e m e n t e t e n e r subordinados. Se trataría de que
de t r a b a j o sigtie estructurado sobre p a u t a s m a s c u l i n a s - ; la otra varones y mujeres c o n s t m y a m o s subjetividades, con ambas capa-
consiste en i n c l u i r en sus carreras laborales su experiencia acu- cidades para ser desplegadas t a n t o en l a i n t i m i d a d coiuo en e l
m u l a d a históricamente en el m u n d o p r i v a d o , en el "reino deb mundo público.
amor" y de los cuidados h a c i a los otros, produciendo lo que se ha, Según J o n n a s d o t t i r , las n o r m a s sociales p r e d o m i n a n t e s que
descrito como u n a feminización en los estilos laborales. Ambas nos acompañan desde el n a c i m i e n t o , dicen que los h o m b r e s n o
posiciones subjetivas estarían forzando condiciones de trabajo,y ; sólo tienen derecho al a m o r , a los cuidados y l a dedicación de l a s
s u recorte se haría e n el ámbito público, Pero es también necesa-' mujeres, sino que también derecho a d a r rienda s u e l t a a sus
rio que los hombi'es realicen su "revolución silenciosa" en el inte- necesidades de mujeres y l a l i b e i ' t a d de r e s e r v a r s e p a r a sí
r i o r del hogar, en los vínculos conyugales y familiares, y que mismos. Las mujeres, por s u p a r t e , t i e n e n , hoy en día, derecho a
también sea p a r t e de l a subjetivación p r o p i a del género masculi-.': entregarse l i b r e m e n t e , pero u n a l i b e r t a d m u y restx-ingida; de
no el trabajo de a m a r y de cuidar. De lo c o n t r a r i o , nos mantendré-'. reservarse p a r a sí m i s m a s . Así, los h o m b r e s p u e d e n c o n t i n u a -
mos e n l a v i e j a dicotomía e n que las m u j e r e s ejercen el poder des mente apropiarse de la f u e r z a v i t a l y l a capacidad de las m u j e r e s
los afectos, y los hombres e l poder r a c i o n a l y económico. S i esto es'-;í en una m e d i d a s i g n i f i c a t i v a m e n t e m a y o r que lo que les d e v u e l -
así, encontraremos que las mujeres seg-uiremos ocupando posi- ' ven de ellos mismos. Los h o m b r e s p u e d e n c o n f i g u r a r s e como
clones subjetivas ligadas a t e n e r i n f l u e n c i a , pero no a adqiúrir:,; seres sociales poderosos y c o n t i n u a r d o m i n a n d o a las m u j e r e s a

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través de l a acumulación constante de las fuerzas existenci-" BIBLIOGRAFIA
tomadas y recibidas de las m u j e r e s , hecho que esta au
caracteriza como u n a acumulación de c a p i t a l amoroso:.: Aberastmy, Arminda y otros (1996): "Adolescencia y psicopatía. Duelo
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