Los principios de procedimiento en la conciliación, son comunes a las distintas áreas
del procedimiento, aunque se vean matizadas especialmente con inclinación al derecho procesal civil. Estos principios son:
PRINCIPIO DE LA PRECLUSIVIDAD. Este principio se refiere a que la conciliación,
fundamentalmente en sus primeros tiempos tenía unos términos o etapa precisas para su celebración. Sin embargo, debemos tener en cuenta que conforme lo establecía el artículo 101 de la Ley 446 de 199812, la conciliación por lo menos en materia civil, laboral y familia, podía llevarse a cabo en cualquier etapa procesal, antes de dictarse sentencia de primera o única instancia. El citado artículo fue derogado expresamente por la Ley 640 de 2001 y el artículo 4313 de la misma amplió su alcance al consagrar que las partes de común acuerdo podrán solicitar la realización de una audiencia de conciliación en cualquier etapa de los procesos Ello significa que, tanto en la primera, como en la segunda instancia, o aun cuando se esté surtiendo el recurso de casación, es posible a petición de las partes o de oficio por el juez, convocar una audiencia de conciliación, por oposición a lo previsto en la Ley 446 de 1998, que permitía adelantar el trámite conciliatorio sólo en la primera instancia del proceso. En materia penal la situación fue similar durante mucho tiempo. El artículo 41 del Código de Procedimiento Penal, establecía que la conciliación podría intentarse “en cualquier tiempo”, es decir, no operaba el principio de preclusión, sin embargo, como se verá más adelante, la Ley 906 de 2004 modificó dicha norma, estableciendo en sus artículos 521 y ss., que la conciliación solo podrá efectuarse antes del proceso judicial, o en el incidente de reparación integral o, usando la mediación, en el marco de los requisitos previstos por la ley y por la autoridad competente, desde la formulación de la imputación y hasta antes del inicio del juicio oral PRINCIPIO DE ECONOMÍA PROCESAL. Del contexto general que regula la conciliación, así como de la necesidad que tuvo el Estado para su creación se desprende claramente que su implantación está directamente relacionada con la economía procesal, pues con ello se procura evitar un litigio eventual o si ya existe, su terminación, además de poner en manos de los particulares la solución de sus controversias evitándole gastos innecesarios. PRINCIPIO DE LA ORALIDAD. La conciliación desarrolla este principio toda vez que toda actuación se surte dentro de una audiencia, con la presencia directa de las partes quienes exponen sus argumentos y pretensiones en forma oral. PRINCIPIO DE LA INMEDIACIÓN. Importante aplicación tiene este principio, como quiera que la audiencia de conciliación se celebra ante el Juez o ante el conciliador, quienes deben estar debidamente enterados del litigio o controversia, para de esta manera poder orientar a las partes, llegando inclusive, si ve que las partes no llegan a un acuerdo, a proponerles ecuánimes y justas fórmulas de arreglo. PRINCIPIO DE LA CONFIDENCIALIDAD. Además de ser uno de los principios más importantes de la conciliación, es una de las características que nos permite establecer diferencias respecto al proceso judicial, que por esencia es público. En el caso de la conciliación, los actos llevados a cabo mientras duren el procedimiento deben efectuarse en estricta privacidad, con la sola participación de los directamente involucrados en la situación conflictiva. Se justifica esta privacidad en el hecho de que así se puede alentar a que las partes desarrollen un amplio intercambio de opiniones y de informaciones de una manera franca y abierta. Y es que un requisito ineludible para las partes y el conciliador es que puedan comunicarse con total libertad, ya que el conciliador podría solicitar información y hacer preguntas que no serían contestadas si existiera el peligro de su utilización posterior fuera de contexto. También se argumenta que las partes pueden requerir protección frente a los abusos de aquellos que utilicen el procedimiento conciliatorio exclusivamente para obtener información de sus oponentes, o para tantear cuál es su postura y hasta dónde están dispuestos a hacer concesiones. En esta orientación se sostiene que sin confidencialidad la confianza de las partes en el conciliador se debilita, la comunicación se retrae, la exploración de opciones y alternativas se hacen dificultosa y las posibilidades de conducir el proceso hacia un acuerdo se alejan. La confidencialidad no solamente se refiere a lo que las partes puedan haber señalado durante la audiencia de conciliación, sino que abarca también lo que le puedan haber dicho al conciliador en reuniones previas a la audiencia o en las reuniones por separado que se lleven a cabo en plena audiencia. Incluso, se sostiene que el resultado de la conciliación también debería mantenerse en reserva, ello con el propósito de evitar una publicidad dañosa del acuerdo que intente generar un «precedente». Es decir, en la medida que la información vertida durante la audiencia de conciliación es confidencial, la misma no podrá ser usada en ningún proceso judicial o de otra naturaleza, debiendo el conciliador negarse a testificar, salvo que las partes lo autoricen expresamente. Tal es la importancia que tiene este principio en la conciliación, que se recomienda que, durante el inicio de la audiencia, y también en las reuniones por separado, se mencione claramente a las partes sobre lo que ello significa. Vale recordar, así, que existen casos en la legislación comparada donde se exige la suscripción de un convenio de confidencialidad por las partes, que incluso protejan al conciliador de ser llamado a un proceso judicial.