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C O N C I L I UM

Revista internacional de Teología

39
ESPIRITUALIDAD

VIDA CRISTIANA Y ESCATOLOGIA

EDICIONES CRISTIANDAD
MADRID
1968
CONCILIUM
Revista internacional de Teología

Diez números al año, dedicados cada uno de ellos


una disciplina teológica Dogma, Liturgia, Pastoral,
xumerusmo, Moral, Cuestiones Fronterizas, Histo-
ía de la Iglesia, Derecho Canónico, Espiritualidad
Sagrada Escritura

CONTENIDO DE ESTE NUMERO

Debuyst La fiesta, signo y anticipación de la


comunión definitiva 353
' Dacquino La alegría humana y el mas alia
en los libros bíblicos 363
£ V Truhlar Aspecto terreno de las bienaven
turanzas 378
Bulnes Aldunate Las tres sumisiones y la re
novación comíante . . 390
) Wolf Ll hombre contemporáneo y la felici
dad . 414
lans Urs von Balthasar La alegría y la cruz 430

OLH1N1 S
Wulf ¿Manifiestan las Iglesias la felicidad
futura característica del trtsttannmo? 444
Mache Ciencia, cultura y escatologia Refle
xión de un científico sobre 1 etlbard de Char
din 457
I Sunden ¿Se puede llamar a Dios «consola
dor»? . 467
Tamney/J Rasmann Violencia y mestantsmo
entre los negros americanos 415

OCUMENTACION CONCILIUM 486

Traductores de este número


Un grupo de profesores del
Estudio Teológico de Madrid
Director de la edición española
P JOSÉ MUÑOZ SENDINO
Editor en lengua española
EDICIONES CRISTIANDAD
Aptdo 14 898 MADRID
N o podrá reproducirse ningún artículo de COMITÉ DE DIRECCIÓN
esta revista, o extracto del mismo, en nin- Directores de sección:
gún procedimiento de impresión (fotocopia, Prof. Dr. E. Schillebeeckx OP (Dogma) Nimega Holanda
microfilm, etc.), sin previa autorización de Mons. Dr. J. Wagner (Liturgia) Tréveris Alemania
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Prof. Dr. F. Bbckle (Moral) Bonn Alemania
Prof. Dr. J.-B. Metz (Cuestiones Miinster Alemania
fronterizas)
Prof. Dr. R. Aubert (Historia de ln l.ovaina Bélgica
Iglesia)
Mons. Dr. N. Edelby (Derecho Damasco Siria
Canónico)
Prof. Dr. T. I. Jiménez Urresti (Derecho Bilbao España
Canónico)
Prof. Dr. Chr. Duquoc OP (Espiritualidad) l.yon Francia
Prof. Dr. P. Benolt OP (Sagrada Icrusalén Jordania
Escritura)
Prof. Dr. R. Murphy o. CARM. (Sagrada Washington U. S. A.
Escritura)

Consejeros:
Dr. L. Alting von Geusau Roma Italia
Ludolf Baas Amcrsfoort Holanda
Dr. M. Cardoso Peres OP Fátima Portugal
Marie-Dominique Chenu OP París Francia
Mons. Dr. C. Colombo Várese Italia
Prof. Dr. Y. Congar OP Estrasburgo Francia
Prof. Dr. G. Diekmann OSB Collegeville U. S. A.
Prof. Dr. J. Mejía Buenos Aires Argentina
Roberto Tucci sj Roma Italia

Secretario general:
Dr. M. C. Vanhengel OP Nimega Holanda

Secretario adjunto:
Jan Peters OCD Smakt-Venray Holanda

CON CENSURA ECLESIÁSTICA Secretariado General:


Depósito legal: M. 1.399.—1965 Arksteestraat 3-5, Nimega, Holanda
COMITÉ DE REDACCIÓN DE ESTE NUMERO

Director:
PRESENTACIÓN
Prof. Dr. Christian Duquoc OP Lyon Francia

Gracias al padre Teilhard de Chardin, los cristianos se han vuel-


Director adjunto: to sensibles a la dimensión futura de su existencia. El supo disponer
su mentalidad para recibir el impacto cósmico del misterio de Cris-
JProf. Dr. Claude J. Geffré OP Etiolles Francia to. Sin embargo, hemos de reconocer que la problemática del padre
Teilhard les parece a muchos excesivamente alejada de las realida-
des cotidianas. Estamos sumergidos en un cúmulo de dificultades:
Miembros: la locura de la productividad, el anonimato de las estructuras, la
Basilea Suiza racionalización a ultranza de los comportamientos. Queremos con-
Dr. Hans Urs von Balthasar
Francia
vencernos de que estamos transformando el mundo y edificando la
Dr. Bernard Bro OP París
ciudad futura. Aceptamos de buen grado que estamos lanzados ha-
Dr. Walter Dirks Wittnau Alemania Occidental
cia el porvenir, hacia el punto Omega. Pero también quisiéramos
Dr. Paul Duployé OP Estrasburgo Francia
que ese porvenir reflejara en el presente un cierto regusto de feli-
Dr. Antonin van Galen o. CARM Aalsmeer Holanda cidad.
Prof. Dr. Henricus Hendrikx OSA Nimega Holanda
Saint Just decía poco después de la Revolución francesa: «Que-
Dr. Marcel H. Henry OP París Francia da planteado el problema de la felicidad en Europa.» Preciso es
Dr. Baldomero Jiménez Duque Avila España reconocer que aún lo está. Esta es, sin duda alguna, la razón por
Prof. Dr. Jean Leclercq OSB Clervaux Luxemburgo la que este número de CONCILIUM está dedicado al tema del re-
Dr. Jan Peters OCD Smakt-Venray Holanda flejo actual de la felicidad prometida por la esperanza cristiana.
Prof. Dr. Karel V. Truhlar sj Roma Italia Los teólogos, para hablar del mundo futuro, emplean un tér-
Frangois Vandenbroucke OSB Lovaina Bélgica mino poco conocido, el esjaton, lo que ha de venir al final. La
Munich Alemania Occidental escatología es una reflexión sobre las realidades postreras. El teó-
Dr. Friedrich Wulf sj
logo no goza de privilegio alguno con respecto a este mundo futuro.
Sus fuentes de información no son otras que los símbolos e imá-
genes de la tradición bíblica. Acecha la gran tentación de describir
el mundo futuro tomando las imágenes bíblicas por datos físicos,
trazando por anticipado una topografía del más allá. No menor es
la otra tentación de negar toda validez, so pretexto de desmitiza-
ción, a aquellas imágenes, cerrándose ante toda verdad que no sea
la puramente racional. El mundo de la promesa es inefable, pero
350 Presentación Presentación 351

puede ser evocado poéticamente, a partir de imágenes que signifi- parece estarse configurando en nuestro mundo, tan unilateralmen-
can la densidad humana de la alegría y la felicidad. te organizado: la puesta en duda de todos los sistemas cerrados,
Efectivamente, en la actualidad, el cometido de la teología no por la violencia a veces, también por la serenidad —demasiado
consiste tanto en desmitizar las representaciones físicas —con pe- superficialmente criticada— de la necesidad de consolación. Hemos
ligro de caer en un lugar común— como en dar con la significación creído indispensable, en unas páginas dedicadas a la escatología,
humana de las imágenes bíblicas. Esperamos que el artículo dedi- evocar la figura del padre Teilhard de Chardin. El punto de vista
cado a la alegría en la Biblia ayudará a captar la riqueza de esta adoptado por un científico es crítico. Quizá sea conveniente no
problemática. precipitarse a reemplazar por teorías abstractas el gozo experimen-
De nada serviría hacer aquí arqueología. Estudiar la alegría tado por todo hombre. No es precisamente la evolución el testi-
humana en la Biblia sería tanto como conocer la forma en que el monio más claro del Dios viviente, feliz en la comunidad del Pa-
hombre acertó a ser feliz dentro de una determinada cultura. Pero dre, del Hijo y del Espíritu Santo, sino la imagen sencillísima de
nosotros estamos en otro mundo, separados de la «naturaleza» por una felicidad actual, plena de densidad, que revela la plenitud de
el desarrollo científico-técnico. En este universo, el nuestro, el una alegría que nada es capaz de agotar o limitar.
hombre busca la forma de ser feliz, fenómenos recientes tales
como la extensión del uso de la droga, la aparición de los hippies, CHR. DUQUOC
la llamada revolución cultural en Francia, son prueba del descon-
cierto de nuestros contemporáneos y de su frustración en las socie-
dades llamadas de la abundancia.
El mundo cotidiano se ahoga en el aburrimiento. Son raras las
fiestas. El trabajo productivo, sin creatividad, lleva a unas distrac-
ciones que son una carga. Hasta la misma liturgia nos viene im-
puesta. Se nos presentan unos modelos de escatología que sólo re-
flejan tedio, no vitalidad o dinamismo. El hermoso artículo sobre
la fiesta que incluye este número nos orienta hacia una idea del
hombre que no corresponde a aquella que nos lo presenta como
obrero, sino como creador: el hombre para el que el fuego es algo
tan vital como el trabajo. Al decir esto no quisiéramos ceder a un
optimismo simplista, olvidando el misterio de la cruz. Pensamos,
por el contrario, que ésta adquiere todo su sentido en la perspectiva
de la alegría escatológica. Es lo que se esfuerza por dejar sentado
el padre Urs von Balthasar.
Todo este conjunto, a pesar de sus lagunas, orienta la escato-
logía hacia una actitud, la que corresponde al cristiano que se nie-
ga a hacer de lo negativo el único camino hacia Dios, que intenta
ver en la alegría que emerge en el mundo una pregustación de la
que Dios quiere para el hombre. Quizá parezca utópica esta pers-
pectiva. Para evitar este reproche, el Boletín estará dedicado a
datos más empíricos, mostrando negativa o positivamente lo que
LA FIESTA, SIGNO Y ANTICIPACIÓN
DE LA COMUNIÓN DEFINITIVA

La fiesta es una realidad de la existencia cuyos perfiles es im-


posible captar del todo. Por contraste con lo «serio» de la vida, la
fiesta parece algo marginal y accesorio. Pero si la relacionamos con
los valores fundamentales de nuestro destino, se muestra como algo
hasta tal punto central que parece posible recapitular en ella todas
las cosas. Posee una riqueza difusa capaz de iluminar al hombre
con una luz nueva, haciendo que se le mire como un ser creado
para una comunión sin límites, capaz de «celebrar» su propia exis-
tencia y la de sus hermanos más allá de lo que sabe acerca de ella
y de lo que ella le da, anticipando así algo de los goces de la eter-
nidad ya desde esta tierra.
Para estudiar esta realidad de la fiesta podemos elegir entre
distintos métodos. Las investigaciones recientes parten sobre todo
de la etnología y la historia de las religiones'. Hay en esta ma-
nera de proceder un cierto peligro, pues en estos terrenos hallare-
mos más bien una serie de manifestaciones espectaculares, ambiguas,
difíciles de interpretar, cargadas de mitos y tabús, ligadas las más
de las veces a un universo sacral para el que nosotros carecemos
ya de una capacidad de respuesta. A pesar de una acumulación de
ejemplos y de ideas, admirables a veces, el fenómeno humano de la
fiesta pierde con todo ello algo de su sencillez, de su frescor, de su
presencia activa entre nosotros.
Parece, pues, preferible decidirse por un método más directo.
Tomaremos como punto de partida algunos ejemplos especialmen-
te simples de fiestas actuales. Intentaremos hacer resaltar sus ras-
gos característicos. Pasaremos luego a elaborar una «metafísica»
1
Así, por ejemplo, las de Van der Leeuw, Caillois, Eliade, Kerényi.
354 F. Debuyst La fiesta y la comunión definitiva 15}

de la fiesta, que será muy breve por necesidad, para desembocar a importarnos más es el recuerdo de la fiesta: lo que va a quedar
—siguiendo el hilo conductor de la liturgia— en una interpreta- de ella cuando volvamos a la vida normal. Y ocurre que este re-
ción teológica y espiritual que quizá nos permita captar lo que hay cuerdo, esta especie de anamnesis supera casi siempre a la misma
de específico en la celebración cristiana. fiesta. Hace que ésta sea más (o menos) de lo que hubiera sido a
A lo largo de todo este estudio tendremos en cuenta el carácter los ojos de un espectador imparcial (¿es posible que en una fiesta
escatológico de la fiesta. Y, sin embargo, no intentaremos abordar- haya un espectador verdaderamente imparcial?; veremos rnás_ade-
lo como tema o tesis aparte. Se irá desprendiendo de la riqueza laríté que sería_algo comradictorip).
misma de esta realidad como expresión de una de sus facetas pri- Recuerdo y anticipación son evidentemente signo de la preca-
vilegiadas, tanto más fascinante cuanto que no es frecuente que riedad de la fiesta. Y, sin embargo, son éstos los elementos que
aparezca sino raramente en la luminosidad de una experiencia per- nos orientan hacia su significación profunda. Porque suponen un
fectamente explícita. desbordamiento de su materialidad y hasta de la duración estricta
de la fiesta, nos llevan hacia los valores que le sirven de base y que
ahora hemos de intentar poner al descubierto.
1. ALGUNOS TIPOS DE FIESTAS ACTUALES
Hace pocos años, un profesor de Lovaina daba a una de sus
Bueno será iniciar el tema con algunas reflexiones sobre el alumnas como tema para su tesis el siguiente: «¿Cómo experimen-
«tiempo» de la fiesta. Sabido es ya que toda fiesta, hasta la más tan el fenómeno de la fiesta los niños de nueve a once años?»
íntifflaola más sencilla, se presenta cómo uña especie de corte o Aparte de toda una serie de tests y de investigaciones realizadas
apertura erTlá trama de la vida diaria. FercTno convendrá"acentuar en las escuelas locales, la estudiante tuvo la idea de enseñar a los
excesivamente este carácter «excepcional»; puede irse desvanecien- niños tres dibujos, cada uno de los cuales representaba un tipo
do conforme avance nuestro análisis. ¿Dónde y cuándo empieza distinto de fiesta de cumpleaños.
una fiesta? Nos costaría trabajo precisarlo. Ix> mas sencillo será En el primer dibujo se podía ver a un niño (una niña) de pie
dedr_j2ue_jfa^está_pres^nle^e^ la preparan. ante una mesa, y sobre esta mesa, un gran montón de paquetes
Y esta preparación tiene un sentido. Y también un encanto propio. atados con lazos de colores: los regalos de cumpleaños. Nada más,
Hay en ella una especie de gozo, una espera que, quizá, y casi con ni en la habitación ni sobre la mesa. Por la puerta abierta se asoman
absoluta certeza, jamás será colmada, pero que debido a ese mismo los padres, como simples espectadores.
motivo proyecta sobre la fiesta una primera luz. Por ahí llegamos El segundo dibujo mostraba a un niño, sentado esta vez ante
a saber que, incluso cuando la fiesta se logra totalmente, no por ello la mesa entre su padre y su madre. Están comiendo juntos. Cerca
deja de tener ese carácter de espera de algo capaz de superarla, de del niño, un paquete de mediano tamaño: el regalo, un solo regalo
algo que desborda el conjunto y el detalle de sus elementos mate- de cumpleaños.
riales.
En el tercer dibujo también había un niño sentado ante la mesa,
¿Seríamos capaces de precisar el momento en que una fiesta
pero esta vez rodeado de todo un grupo de parientes y amigos,
termina? Lo único que sabemos a ciencia cierta es que resulta di-
niños y personas mayores. Comida visiblemente alegre, pues las
fícil conseguir que una fiesta termine bien. Como ha escrito L. van
lámparas están encendidas, hay guirnaldas adornando los muros;
der Kerken, hay dos peligros que ensombrecen los finales festivos:
también hay flores sobre la mesa y velitas en la tarta. Por el con-
el caos de los crescendos incontrolables y la fatiga, el aburrimiento
de los diminuendos interminables 2 . En realidad, lo que ya empieza trario, no aparece por ningún sitio regalo alguno de cumpleaños,
ni siquiera un paquete pequeñito.
2
L. van der Kerken, De feestvierende mens: «Dux», 22 (1955), 235-246. La pregunta planteada era, evidentemente, la siguiente: «De
356 F, Debuyst La fiesta y la comunión definitiva 357

estas tres fiestas de cumpleaños, ¿cuál te gustaría más? ¿Y por quizá. En una palabra: puro infantilismo. Y seremos co_mo-unos
qué?» extraños en la gran comunión, de la fiesta,
Los resultados son sorprendentemente claros. Al paso que el ÜrT último ejemplo, tomado esta vez del ya citado artículo de
primero y el segundo dibujos no recibían más que un 15 por 100 L. van der Kerken, y referente al discurso festivo. Lo mismo si
de votos favorables, el 72 por 100 de los niños y el 69 por 100 de se trata de un simple brindis que de la más refinada dedicatoria,
las niñas se decidieron por el tercer dibujo, es decir, porJ a fiesta siempre encontraremos en él una doble intención: la de hacer la
de cumpleaños sin regalos, pero cóh una verdadera celebración. presentación, la «celebración» del motivo y significación profunda
/y Son reveladoras las fázones dadas. He aquí una respuesta tipo: de la fiesta, o quizá el retrato de su héroe (aunque no haya motivo
«Yo elegí el tercer dibujo porque toda la familia está reunida, y verdadero para ello: esto forma parte del género literario). Después
todos los amigos; porque todo el mundo toma parte en la fiesta se intentará despertar nuestra simpatía hacia ciertos aspectos más
y todo el mundo está alegre.» amables, más placenteros, incluso hacia ciertos defectos intrascen-
El elemento más característico de esta respuesta (que con dis- dentes que vendrán bien para poner más de relieve la profunda
tintas variantes representa las que dieron más de la mitad de los humanidad del motivo. Esta nota de solicitación amable y cálida
niños) parece ser su insistencia en el elemento «comunidad». Lo será tomada luego y comentada en las conversaciones festivas. Van
importante, a los ojos de los niños, no es el regalo material, el der Kerken dice, con toda razón, que el contenido de estas conver-
hecho de poderse convertir en propietarios exclusivos de tal o cual saciones carece de importancia en el fondo. Lo que importa de
objeto (que además constituye un testimonio de afecto). Lo impor- verdad es la atmósfera de atención mutua que lleva a cada partici-
tante es el clima festivo en sí, la «celebración» a. eme da lugar su pante al deseo de mostrarse complaciente con todos los demás (in-
p*ropio cumpleaños. Para que esta fiesta sea verdaderamente tal es cluyendo a los ausentes), de forma que nadie pueda, razonable-
preciso, según ellos, que todo el mundo se sienta feliz y que la par- mente, sentirse desatendido.
ticipación sea lo más amplia posible. En otras palabras: la fiesta Aquí se plantea una cuestión. ¿Llegaremos alguna vez a crear
para ellos es, por encima de todo,^ un fenómeno de «comunión». verdaderamente este clima de unanimidad festiva? La respuesta es
Tomemos otro ejemplo, esta vez un tanto más complicado. En sí, indudablemente, pero el logro se alcanzará siempre a la manera 9-/*
r los alrededores de Los Angeles hay un lugar bien conocido de los de una gracia transeúnte. Fatalmente se producirá alguna disonan- f^ñ
niños americanos: Disneylandia. Pasear por él, en medio de millares cia que terminará por quebrar el cristal, por romper el encanto.
de visitantes, reviste ciertamente el aire de una gran fiesta. Una La fiesta es un símbolo de gozo y de amor que nunca conseguiré-1
fiesta que celebra el universo infantil, expresándolo por medio de mos, por nuestras propias fuerzas, hacer definitivo; pero que a pe-I
una selección de símbolos en los que todo el mundo es capaz de sar de nuestras debilidades, nunca deja de atraernos, de incluirnos!
\ . en su círculo de vida y calor.
participar. Sin embargo, para poder vivir este carácter festivo son
precisas dos condiciones. Es necesario, en primer lugjir, que toda-
vía quede en nosotros un resto, al menos, dé7 espíritu infantil (por- 2. LA FIESTA COMO FENÓMENO DE PARTICIPACIÓN
que éste es el «valor» conmemorado). En segundo lugar es preciso
que participemos efectivamente en todo lo que nos sale al paso a Las observaciones de L. van der Kerken sobre el discurso fes-
lo largo del recorridopor Disneylandia. Habremos de ser capaces, tivo nos remiten a lo que ya decían los niños a propósito de su cum-
por ejemplo, de experimentar realmente el gozo de la aventura cuan- pleaños: que la fiesta es esencialmenteun^fjpám^node participa-»,
do nos adentramos, con los niños, en la Jungle River. Si no somos ción, una expe^HnaajJe comunión, y que todo aquel que pretende \ \\ |
capaces de hacerlo así, Disneylandia seguirá siendo para nosotros vhnriaTiade renunciar previamente a cualquier intento de apropiar- '|
una especie de jeroglífico, algo inconsistente, sin poesía y sin gusto sela individualmente",^ tocto exclusivismo arbitrario 5 egoísta.
358 F. Debuyst La fiesta y la comunión definitiva 359

Cuando se pregunta a los jóvenes a propósito de su propia in- toda limitación, de toda previsión, la fiesta es esencialmente un
terpretación de la alegría festiva, las respuestas que nos dan aluden fenómeno de riqueza, no ciertamente material, sino espiritual. Si
siempre a este mismo clima. Nos dicen, por ejemplo, que la fiesta ello es así, resulta evidente que exigirá de todos una real homo-
exige «compartir la alegría», «acoger a todos», o que es una dis- geneidad de intenciones, una participación general de valores. No
ponibilidad, una intimidad, una amistad (datos tomados de una es inexacto, por tanto, decir que una fiesta celebra, ante todo, su
revisión de retiro). Todo ello nos lleva, según uno de estos jóvenes, propia comunión. Es lo mismo que expresa maravillosamente un
a la siguiente definición: «La fiesta es un clima de alegría (interior) texto de San Juan Crisóstomo: «Ubi chantas gaudet, ibi est festi-
ligada a un goce exterior en que uno se sobrepasa a sí mismo, se vitas.» (Donde la caridad irradia su gozo, allí tenemos la fiesta.)
hace acogedor, comparte todo lo que tiene.» Otro añade por su La experiencia de la unanimidad festiva es algo que pertenece,
cuenta —y ello nos lleva directamente al fondo del tema— que sencillamente, al orden del amor, y éste lleva en sí mismo su propia
«la fiesta interior, ésa nunca puede fracasar». justificación3.
Podemos afirmar que la «filosofía» de la fiesta no hace sino Universalidad y unanimidad están pidiendo una tercera nota
confirmar esta intuición. Toda fiesta lleva consigo un elemento de que, según hemos dicho, se refiere al tiempo de la fiesta. Si bien
contemplación, sugiere una especie de experiencia metafísica en es cierto que toda fiesta humana tiene un principio y un fin, se
que el universo, digamos más bien la totalidad de lo que es, adopta puede hablar, sin embargo, de una especie de fiesta permanente,
una nueva significación eminentemente positiva. Nietzsche decía siempre en acto en lo más profundo de nosotros mismos, fundada
a propósito de esto que aceptar el decir que sí en un solo instante sobre la bondad de la creación y la fraternidad radical de todos los
de nuestra existencia equivaldría realmente a decir que sí a toda hombres. Puede afirmarse que en toda fiesta (incluso, y quizá más
nuestra existencia, e incluso a la existencia como tal. En el hombre que nunca, en la más íntima: en el profundo recogimiento del mon-
festivo, homo festivus (pero no en el «festejero», que es la carica- je Zen, por ejemplo) el pasado, el presente y el porvenir tienden a
tura de aquél), hay una especie de mirada espiritual que, a través confluir, y terminan por identificarse. En todo caso, son celebrados
de los elementos concretos y limitados de una fiesta, sabe penetrar a través de unos mismos símbolos. Estos pueden volver la espalda
oscuramente hasta dar con las raíces mismas del ser, hasta su uni- a la historia (encontraremos"ejemplos de ello en los mitos analiza-
dad primordial. Si esto es verdad, podemos atribuir a la fiesta tres dos por Caillois y Mircea Eliade), pero también pueden recapitular
|i t notas características que ños permitirán autentificar su pleno logro: la historia. Esta segunda alternativa es la que nos interesa, y nos
jj la universalidad, la unanimidad y una especie "de~süpeHcíón del llevará tan cerca de las características de la fiesta cristiana, que bien
I tiempo que convierte a la fiesta en algojisí como una eternidad podríamos, sin demorarnos más, cederle el paso. Antes de hacerlo
'| participada. ~ así, precisemos una vez más el tema de discusión. Un texto de Karl
Barth sobre Mozart nos servirá mejor que cualquier otra cosa.
^.f La primera nota exige que una fiesta incluya virtualmente a
todo el mundo y a todas las cosas. Es algo que se puede comprobar «¿Qué motivo tenemos —escribe Barth— para sentirnos im-
muy bien cuando a la puerta de una casa en fiesta se asoma el ros- pulsados a decir que Mozart pertenece a la esfera de la teología,
tro de un extraño. Se quiera o no, es el rostro de un huésped, de y más aún, de la doctrina sobre la creación y la escatología? No
un hermano. Si le excluimos, si le impedimos que entre, corremos era, ciertamente, un Padre de la Iglesia, ni tan siquiera, que se
el riesgo de destruir nuestra fiesta, de pecar contra lo que es su sepa, un cristiano especialmente observante... Pero en el problema
«alma», eminentemente abierta, que nos ocupa —el de una creación entera y totalmente buena—
i La nota de unanimidad resulta aún más importante. En ella él sabía cosas que los verdaderos Padres de la Iglesia, o nuestros
7 está, al parecer, la fuente de todo lo demás. En su libro sobre la
3
fiesta, Josef Pieper nos muestra que más allá de todo cálculo, de J. Pieper, Zustimmung zur Welt, Munich, 1963, 37-40.
360 F. Debuyst La fiesta y la comunión definitiva 361

mismos reformadores, ortodoxos y liberales, por muy pertrechados por la Encarnación del Hijo de Dios, y por la fuerza de su Reden-
que estuviesen de teología natural, de "Palabra de Dios" y de filo- ción, hasta el fondo mismo del abismo, hasta la quiebra insondable
sofía existencial, no fueron capaces de comprender, o al menos de del pecado, para allí recuperarlo todo. Esencialmente, es una anam-
expresar y valorar como él... El supo ver claro... aquello mismo nesis gozosa de la muerte y de la resurrección del Señor, una en-
que nosotros no alcanzaremos a comprender hasta el fin de los trada en la comunión definitiva de los hombres con Dios, una par-
tiempos: la coherencia del conjunto, la armonía del todo» A . ticipación en la sobreabundancia de vida y caridad que, desde la
En una palabra: la grandeza de Mozart, el secreto de su trans- mañana de Pascua, tenemos siempre al alcance de la mano, activa
parencia y de su alegría consiste en que traspone el canto de la siempre, siempre presente.
creación a la luz presentida de su plenitud final. El arte barroco, La alegría festiva alcanza así la plenitud de su idea. «Muerde»
en conjunto, había intentado captar el futuro en la espléndida pre- verdaderamente en la bienaventuranza final. Es una anticipación
cariedad del presente. Mozart supo hacer algo más. Nos muestra en el sentido pleno del término.
el presente y el pasado asumidos ya en la paz del futuro. Tal es, Esto significa, para cada miembro de la asamblea litúrgica, que
sin duda alguna, la razón de que su obra nos parezca tan maravillo- la fiesta va ligada a una reactualización constante de su bautismo
samente festiva: nos brinda, en una superación de nosotros mismos, (el nacimiento, la gozosa transparencia, el nuevo resurgir en Cristo,
el secreto de nuestra integridad perdida. primicias del reino) y, sobre todo, a una inserción siempre renovada
en el cuerpo adulto de los fieles, en la caridad eucarística. Pero ello
significa también que la alegría festiva es ya una alegría del Espí-
3. LA FIESTA CRISTIANA ritu, una alegría pentecostal, propia y efectivamente escatológica.
La Cena y Pentecostés son acontecimientos correlativos, que
La fiesta cristiana comienza por asumir y profundizar las tres definen un verdadero continuum religioso (simbolizado, si así se
notas que acabamos de atribuir a toda fiesta humana. Su primer quiere, por la unidad de lugar: el Cenáculo). Al imbuirnos de la
gesto es una ratificación de todos los dones de Dios en conjunto, presencia unificante del Señor, la eucaristía constituye ya el signo
un Amén a toda la creación. De esta forma, nos permite empalmar, eficaz no sólo de la curación de nuestras quiebras por la virtud de
con renovada facilidad, con la fiesta permanente de la cual decíamos la cruz, sino también de la expansión universal del reino: el signo
que permanece oculta en el fondo de las cosas y los corazones. De que anuncia la gran reunión final, la recapitulación de todas las
manera más precisa, la alegría del domingo recapitula en sí la ale- cosas en Cristo.
gría del sábado, y al igual que éste, celebra la aprobación dada por Habrá que decir, puej^que la fiesta cristiana se expresa de
Dios a la obra de los seis días. En virtud del género «protológico» manera privilegiada en la comunióñ~ínúma y unánime~cTe~sus miem-
de los primeros capítulos del Génesis, esto es suficiente para orien- bros. Esta comunión, esta unanimidad en la caridad es realmente
tarnos hacia la escatología, hacia aquella plenitud final de la que el lo que constituye su «forma» y su signo escatológico.
relato de los orígenes, y quizá más aún los grandes textos del Éxo- Podría objetarse el carácter mediocre, decepcionante, de mü-i
do, no son sino una profecía y una promesa. chas eucaristías concretas, tanto desde el punto de vista de la ex-l
Pero la fiesta cristiana va más allá todavía. Se alimenta de la presividad como de la autenticidad de las actitudes personales/
fuente misma de esta plenitud, del acontecimiento que inaugura También podría traerse a colación el hecho, muy grave, de la divi-
efectivamente los tiempos escatológicos. Su verdadero tema es la sión de los cristianos en numerosas comunidades opuestas entre sí.
memoria viva, activa, de la segunda creación: la que ha descendido, Pero no hay que olvidar que la eucaristía no es únicamente el
signo de la unidad realizada; es también la energía activa que nos
4
K. Barth, Kirchlkhe Bogmatik, III, 3, Zurich, 337-338. permite curar nuestras fracturas, «edificando» nue~stra comunión.
24
362 F. Debuysí

!Los cristianos seguirán siendo débiles y pecadores. Para esta debi-


jlidad, la eucaristía les ofrece un remedio eficaz, presente en toda
celebración: una fuerza inagotable de perdón que le viene directa-
mente de la muerte y de la resurrección de Cristo.
Nuestra actitud espiritual debe asumir todo este conjunto de
elementos. Debe abarcar también, por su parte, una fuerza de per-
dón, una caridad activa, una «ardiente paciencia».
La fiesta cristiana es y seguirá siendo la de una comunidad LA ALEGRÍA HUMANA Y EL MAS ALLÁ
enteramente viadora. En un texto célebre, San Agustín nos lo re- EN LOS LIBROS BÍBLICOS
cuerda: «En esta tierra, el cantor habrá de morir; en el cielo vivirá
para siempre. Es la esperanza lo que aquí le mueve a cantar; allí Quien recorre el Antiguo Testamento queda sorprendido ante
será el gozo. Aquí es el aleluya del camino; allí será el de la pa- la frecuencia con que allí se alude a la alegría, al gozo y a la felici-
tria... Canta y avanza. ¿Qué quiere decir avanza? Progresa, pro- dad del hombre. Nuestra noción actual de alegría es una de las que
gresa en el bien, pues según dice el Apóstol, también hay quien más han padecido la influencia de la dicotomía (el alma como opues-
progresa en el mal. También para ti la marcha es un progreso; ta al cuerpo) característica de nuestra civilización occidental. Desig-
pero que sea en el bien. Canta sin errar el camino, sin volverte na, en efecto, una alegría totalmente espiritual y abstracta o es si-
atrás, sin resbalar. ¡Canta y marcha!» 5 . nónimo de placeres bajos y prohibidos.
Al principio de este estudio dábamos como primer «indicativo» Por eso, en los últimos siglos, se ha hablado relativamente poco
de la fiesta su carácter excepcional, la apertura y el corte que pro- de la alegría y de la felicidad del hombre, como si las palabras «ale-
voca en la trama de la vida diaria. Este carácter de excepción, de- gría» y «felicidad» fueran sospechosas y evocaran por sí mismas el
cíamos, se iría difuminando a medida que avanzásemos en nuestro desorden y el pecado. En consecuencia, el hombre de hoy reprime
análisis. Cuando estamos a punto de concluir, descubrimos, efecti- neuróticamente su necesidad innata de alegría o la deja desencade-
vamente, la profunda unidad que tienen para el cristiano la fiesta narse de la manera más caprichosa e irracional. El hecho es que co-
y la vida. Todos"~sü3"actos, lo mismo los «seculares»" cjüé"la plegaria noce muy pocas veces la verdadera alegría, la que es expresión del
y la participación eucarística, «celebran» el misterio pascual. bienestar físico, psicológico y espiritual al mismo tiempo; la alegría
Y esto és verdad, sobre todo, referidcTaT^aCto supremo de su que consiste en un equilibrio entre las distintas tendencias y es,
muerte. «El cantor habrá de morir», dice San Agustín. Pero la por tanto, fruto de una plena madurez humana.
fiesta cristiana es más fuerte que la muerte. Las manos tendidas Muy otra fue la mentalidad de los antiguos, la que encontramos
del orante nunca están solas. Son un fragmento, una «llamada» en los escritos del Antiguo Testamento. Para estos escritos es el
viva en una inmensa reunión, en una indestructible comunión. hombre entero, sin divisiones u oposiciones, el protagonista de su
propia aventura y, por tanto, de su alegría y felicidad. El gozo de
F. DEBUYST los antiguos hebreos tenía carácter unitario, sin fracturas ni divi-
siones. De las páginas bíblicas brota, clara y genuina, la aspiración
profunda a la alegría y la felicidad plena que caracteriza esencial-
mente ni hombre de todos los tiempos.

5
S. Agustín, Sermones: PL 38,1193.
La alegría y el mas olla 365

los casos, encuentra su justificación en los beneficios de Yahvé


EL HOMBRE DEL ANTIGUO TESTAMENTO Y LA ALEGRÍA (cf. Sal 30,12-13). Es un «exultar en el Señor», o sea, por razón
de él, de su bondad y misericordia 2. Junto con el hombre, toda la
La alegría de los hebreos no olvidaba el cuerpo, sino que lo creación es invitada a alegrarse y alabar a Dios (cf. 1 Cr 16,31).
asociaba estrechamente a la fiesta y al alborozo mediante una «bue- En este mismo contexto de reconocimiento por los beneficios
na» comida (Tob 2,1), el «traje de fiesta» {Jud 10,3) y unos sorbos de Dios se inserta también la alegría que caracterizaba los ban-
de vino generoso (cf. Jud 9,13; Sal 104,15; Ecl 8,15; 9,7; Eclo 31, quetes sacrificiales de los hebreos, con ocasión de sus peregrinacio-
27b). También la música (cf. Job 21,12; Is 24,8: cítaras y tambo- nes al templo y de la oblación de sus diezmos 3 . No era, pues, una
riles), el canto (Gn 31,27) y la danza (Lam 5,15) servían para ex- alegría meramente externa, sino también y sobre todo interna
presarla y subrayarla. (cf. Eclo 30,16b: la alegría del corazón); era el gozo que tenía su
Motivos de gozo y de fiesta eran el nacimiento de los hijos fundamento en la ley de Yahvé (Sal 119,143b) y procedía de su
f 1 Sm 2,lss; Sal 133,9b; sobre todo, de los varones: Jr 20,15b), la palabra (cf. Jr 15,16). Era, por tanto, la alegría del justo (Prov
presencia de la esposa amada (Prov 5,18b; Is 62,5; Ecl 9,9; Eclo 29,6; Sal 33,1), de quien practicaba el bien (Prov 12,20; 21,15)
26,2.13), la longevidad (Eclo 30,23) y, en especial, la prosperidad 0 veía crecer «sabios» a sus propios hijos (Prov 10,1; 23,24). Esta
y abundancia de los productos (1 Cr 12,41b) al tiempo de la vendi- alegría redundaba también en la salud física del hombre (Prov 15,
mia (Is 16,10) y de la mies (Is 9,2). En este caso se imaginaba que 13; 17,22). En cambio, quien practicaba el mal no tenía verdadera
la misma naturaleza circundante participaba en la alegría de los alegría, sino, a lo sumo, una alegría efímera y fugaz (Job 20,5).
hombres (cf. Sal 65,13). La liberación de los enemigos o la victoria Así, pues, la alegría del pueblo de Israel tenía sus raíces en su
sobre ellos eran otros motivos de fiesta y regocijo (cf. 1 Sm 18,6; profundidad religiosa (cf. Eclo 1,12) y en su culto de la «sabidu-
Is 9,3; Jud 16,26; Est 8,17; 9,17; 2 Cr 20,27; 1 Mac 5,54; 2 Mac ría» (cf. Sab 8,16); era, en consecuencia, una alegría totalmente
15,27c); también la coronación del rey (1 Re 1,40), la presencia opuesta a la alegría falsa y materialista de algunos contemporáneos
de jefes justos (Prov 29,2) y la paz de la nación (cf. 1 Mac 14,11). (cf. Is 22,13; Sab 2,7-9) o a la orgiástica de los pueblos vecinos
Una simple mirada de benevolencia (Prov 15,30a) o una palabra
de aliento (Prov 12,25b) bastaban para procurar alegría. Esta se
reflejaba en el rostro radiante (Prov 15,3; Sal 104,15). 1 Cr 29,22; 2 Cr 23,18; 29,30. Muchos otros textos relacionan la alegría con
el culto religioso: cf. Sal 42-43,5b; 47,1; 63,5-6; 100,2; 107,22; 118,15.24;
Pero no se trata de una alegría epicúrea, como tal vez podría 1 Cr 1,15.27; 29,17; 2 Mac 3,30, etc.
parecer a nuestra mentalidad actual (cf. Ecl 2,24; 3,12; 9,15), sino Los verbos agalltáomai y eufratnomai adquieren en la versión griega de la
de una alegría espontánea y completa, en la que participaba el Biblia hebrea un nuevo sentido, distinto del griego clásico: el de «alegrarse en
el culto» proclamando las obras de Yahvé. Así, pues, los dos términos adquie-
hombre entero, cuerpo y espíritu, interior y exterior. Incluso esta ren el sentido religioso de los correspondientes verbos hebreos (cf. R. Bult-
misma alegría es considerada como don de Dios (cf. Ecl 3,13) y es mann, Theologisches Worterbucb zum NT, I, 19ss; II, 771).
2
relacionada muy a menudo con las fiestas religiosas y el culto li- La fórmula «exultar en el Señor» aparece en 1 Sm 2,1; Sal 9,2.6; 31,8;
túrgico '. Tiene motivos terrenos, pero también, en la mayoría de 32,1; 35,9.27; 63,8; 70,4; 81,1; 84,2; 89,13.17, etc. Es en el Salterio donde
más aflora esta alegría eminentemente religiosa. Sus motivos son los benefi-
cios de Dios recibidos por Israel (Sal 74,13-21; 93,5-12), su bondad creadora,
1
Los escritos bíblicos hablan de alegría a propósito de la fiesta de Pascua su misericordia y su perdón, etc. Los hebreos, tras el paso del mar Rojo, sal-
(cf. Is 30,29; 2 Cr 30,21-25; Esd 6,22), de Pentecostés (Dt 16,10) y de los laban como «corderos» a causa de la alegría (Sab 19,9b), y en su júbilo parti-
Tabernáculos (Sal 81,2-4; Neh 8,17). El júbilo que caracterizó el traslado del cipaban también, bajo la misma figura, los montes y collados circundantes
arca es mencionado en 2 Sm 6,12; la alegría relacionada con los sacrificios, en (cf. Sal 114,4.6).
1
Cf. Dt 12,7.18; 14,23; 26,11, etc.
366 P. Dacquino La alegría y el más allá 367

(cf. Os 9,1). Era un don de Dios, quien, cuando quería castigar a vida presente con sus penas y dificultades (cf. Job 14,lss; Eclo
su pueblo infiel, lo amenazaba con privarlo de toda alegría y exul- 40,1) y del más allá en la desolación del sheol, se fue afirmando
tación 4. paulatinamente una corriente de pensamiento que proyectaba hacia
el futuro más lejano la necesidad esencial de alegría y felicidad que
anima al hombre. Esto mismo nos muestran, casi exclusivamente,
EL HOMBRE DEL ANTIGUO TESTAMENTO Y EL MAS ALLÁ los escritos de los profetas y de sus discípulos, es decir, el mensaje
«escatológico» que proclamaron. Este se refería a los últimos acon-
Sin embargo, esta alegría de los antiguos hebreos se veía entur- tecimientos (ésjatos = último) de la historia humana: los aconte-
biada por un pensamiento angustioso: el de la muerte (cf. Eclo 20, cimientos realmente definitivos, frente a los cuales todas las vici-
2.4b; Ecl 7,2-3; 12,5c); o mejor, por el pensamiento de lo que se- situdes precedentes serían tan sólo una preparación.
guía a la muerte en el más allá: la desolación del lugar de los muer-
tos. El hombre del Antiguo Testamento parece también aferrarse
más a las alegrías terrenas porque no puede proyectar más allá de LA ALEGRÍA DE LA ÉPOCA ESCATOLOGICA
la muerte su necesidad de gozo y felicidad. Si esto hacía aún más
preciosas las alegrías terrenas (cf. Ecl 2,24-26; 3,12-13.22; 5,17-19; En los escritos proféticos se habla muy a menudo de alegría,
8,15; 9,7-10; 11,7), descubría también mejor su limitación y pre- y a veces precisamente en el contexto en que aparecen las amenazas
cariedad (cf. Prov 14,13; Sal 90,10b; Eclo 18,8-10). divinas de castigo. Y es que los profetas hebreos ven en un punto
Es el autor del Eclesiastés quien ha expresado más eficazmente dado de la historia un momento de crisis decisiva, un viraje que
esa «vanidad» (literalmente: inconsistencia, soplo que se pierde en separa netamente dos épocas humanas. Más allá de ese viraje surge
el aire) de toda la existencia humana, incluidos sus gozos y placeres una situación totalmente nueva y mucho mejor que posee entre sus
(Ecl 2,10). El cuadro sombrío esbozado en este libro de la Biblia ingredientes dominantes la alegría y la felicidad.
está dominado (como, por lo demás, la vida de todo hebreo) por el Ya en el siglo v m habla de ella Isaías (9,2a); en el vil la re-
horror ante el sheol, la morada de los muertos (cf. Ecl 6,4; 9,5-6). cuerdan Sofonías (3,14: una alegría en la que participa Yahvé mis-
Ya los libros más antiguos, con su lenguaje lacónico sobre la ultra- mo «danzando como en los días de fiesta») y Habacuc (3,18), quie-
tumba, reflejan indirectamente una triste visión del más allá. Pero nes la adivinan tras una gran victoria sobre los enemigos de Israel.
son los escritos bíblicos de los últimos siglos anteriores a Cristo los Pero la recuerdan especialmente los escritos del destierro: el Déu-
que hablan más abiertamente del sheol y de toda su desolación, tero-Jeremías (31,7.12a.l3b; 33,9b.ll) y el Déutero-Isaías (44,23;
permitiendo comprender lo que esto significaba para el hombre. 49,13; 51.3b.ll; 52,9). El tema se repite en Dt 32,43; Is 12,3 y
Se trata de una situación radicalmente opuesta a la alegría y la 35,10b, que parecen remontarse al mismo período del destierro,
felicidad. Allí, en efecto, con el olvido y la inercia completa, acaba y es particularmente característico de la tercera parte de Isaías (60,
todo regocijo y disfrute. El libro de Job (cf. 7,4-10; 10,21-22; 14, 15; 61,2c.7.10; 62,5; 65,18-19; 66,10-14).
10-12.21-22; 16,22), el Eclesiastés (textos ya citados) y el mismo De la alegría que inundará un día a la nación hablan también
Eclesiástico (cf. Sal 6,6; 87,11-13; 115,17; también Is 38,18) nos Joel (2,21-23) en el siglo v, Zacarías (9,9) en el iv y especialmente
ofrecen una documentación sincera y sorprendente. Baruc (4,22-23.29.36), quien tiene una marcada afinidad con algu-
Pero entre los hebreos, al lado de esa visión angustiosa de la nos pasajes de la tercera parte de Isaías. Para expresar esa visión
de júbilo y alegría se emplean imágenes tomadas de la vida corrien-
4
Cf. Os 2,11; Jr 7,34; 16,9; 25,10; Ez 24,25; Joel 1,2; Bar 2,23; Is 24, te, pero proyectándolas a la realidad escatológica: la fiesta con gri-
7ss; Dt 28,27, etc. tos de júbilo y danzas (Sof 13,14.17), la alegría por la esposa amada
I
P. Dacquino La alegría y el más allá 369

(Is 62,5). En Is 25,6 (el llamado Apocalipsis de Isaías, obra de sus tieno— las primeras páginas de este libro. Se trata de los capítulos
discípulos más tardíos, en torno al siglo n i a. C.) encontramos la que relatan cómo entraron en el mundo humano el mal, el dolor
imagen del banquete: «Yahvé Sebaot preparará para todos los pue- y la muerte (Gn 2-3), pero que a la vez (precisamente en el con-
blos sobre esta montaña un banquete con carnes tiernas, un ban- texto de la derrota inicial) prometen ya un desquite a la humanidad
quete con vinos generosos y manjares suculentos, con vinos gene- (Gn 3,15) y una bendición divina tan universal (cf. Gn 12,3 par.)
rosos y selectos»5. Es la típica expresión de la alegría, evocada para como lo había sido la maldición en que incurrió el hombre en sus
designar el júbilo que caracterizará los últimos tiempos 6 . orígenes 7 .
Es cierto que los motivos de esa alegría aparecen todavía bas- La salvación que los grandes profetas hebreos esperan para el
tante ligados a circunstancias históricas concretas (victoria sobre fin de los tiempos, y cuyas proporciones misteriosas escrutan y
los enemigos, retorno de los desterrados, reunión de los dispersos), anuncian de antemano, corresponde precisamente al cuadro descrito
pero el contexto es con frecuencia más amplio. Esta alegría tiene, por los primeros capítulos del Génesis. En su dimensión completa,
en efecto, proporciones típicamente escatológicas. Los escritos de esta salvación será la reintegración del hombre a lo que un día per-
carácter apocalíptico la presentan como una realidad universal, eter- dió, es decir, su restitución a la condición feliz que Dios le había
na y definitiva (cf. Is 35,10b; 51,11b; 61,7); pero, sobre todo, no asignado ya en los orígenes. Dado que también el cosmos había
es simplemente el resultado de la actividad humana, sino un don sido solidario de aquella ruina (cf. Gn 3,18), sería renovado y trans-
de Dios, relacionado directamente con el de la salvación (cf. Is 12, formado un día en el marco de esa salvación (cf. el nuevo universo
3; 61,2.10; Bar 4,22), que él va preparando no sólo para Israel, humano de Is 65,17; 66,22). En consecuencia, también en el con-
sino para toda la humanidad (cf. Is 66,18ss; 25,6). texto escatológico se piensa que el cosmos participa estrictamente
de la alegría de los hombres (cf. Dt 32,43; Is 44,23; 49,13; 35,1;
Sal 96,11; 97,4.8). La salvación escatológica es, por tanto, un re-
EL RETORNO A LA FELICIDAD DE LOS ORÍGENES torno a la armonía que, en los orígenes, caracterizaba a la creación,
la cual salió buena de las manos de Dios (cf. Gn 1) 8 .
Para comprender a fondo el mensaje escatológico de los profe- En este marco, no es extraño el énfasis con que aparece el tema
tas hebreos, sobre todo su dimensión de felicidad y alegría para el de la alegría, una alegría ya plena y definitiva (cf. Is 35,10a; 51,
hombre, es preciso considerar bien sus fundamentos remotos. 1 Ib). Será plena y definitiva porque habrán desaparecido por com-
Aun cuando los profetas nunca citan expresamente el Génesis, pleto las causas que ahora la turban: la maldad de los hombres, la
siempre tienen ante los ojos —especialmente los profetas del des- guerra, las opresiones, los pecados (cf. Is 11,9; 60,18; 65,25; 32,
5 7
La misma imagen se repetirá en la apocalíptica judía (cf., por ejemplo, Sobre este tema, cf. nuestro estudio II messaggio escatológico dei Profeti
Henoc etióp., 62,14; Henoc eslavo, 42,5) y seguirá recogiendo y precisando ebrei e i primi capí della Genesi, en Messianismo (Actas de la XVIII Semana
ulteriormente las líneas fundamentales del mensaje escatológico de los gran- Bíblica Italiana), Brescia, 1966, 21-34.
des profetas. Hallamos alusiones al Génesis en Jr 4,2; Is 48,19; 51,2b; 61,9b; 65,23ss.
6
Los verbos agalliáomai y eufratnomai, ya citados, vienen a ser en este El Edén es mencionado en Is 51,3; Ez 36,35. La serpiente que seguirá mor-
contexto verdaderos términos escatológicos y designan la alegría de los últi- diendo el polvo (cf. Gn 3,14) es citada en Is 65,25b.
mos tiempos, considerada como alegría religiosa y cultual (cf. R. Bultmann, 8
Este retorno a la armonía de los orígenes es indicado por medio de va-
Theologisches Worterbuch zum NT, I, 19, 25; II, 771, 24). Para la apocalíp- rias imágenes: la fertilidad maravillosa del suelo en los últimos tiempos (cf. Os
tica judía (cf. Testamento de los Doce Patriarcas, 18, 24; 25, 5) y para la 2,23-24; Am 9,13; Is 41,17-19; 58,11; 65,10; 30,13-25; 35,1-2; Joel 4,18), el
literatura rabínica (cf. P. Billerbeck, Kommentar zum NT aus Talmud und acuerdo entre el hombre y los animales feroces (cf. Os 2,20; Is 11,6; 65,25a),
Midrasch, Munich, 1928, IV, 852), la alegría y la felicidad plenas son carac- el acuerdo de los hombres entre sí, sin guerras ni crueldades (cf. Os 2,20;
terísticas del «eón» futuro. Miq 4,3-4; Zac 9,10).
370 P. Dacquino La alegría y el más allá 371

17; 35,39; Ez 34,25.28; Zac 14,11), la enfermedad (cf. Is 32,24; cena organizada por un rico señor (Le 14,16ss). La imagen (em-
35,5-6a), el sufrimiento, el dolor y la muerte (cf. Is 51,11b; 65, picada ya en un contexto escatológico por Is 25,6) subraya la nota
19b; 35,10c; 25,8b) 9 . de alegría y júbilo que, a los ojos de los profetas hebreos, caracte-
De este contexto surge, lógica e irresistible, la nota de alegría rizaría los tiempos últimos ".
perfecta e indefectible que domina todo el mensaje escatológico de También el Evangelio de Juan menciona con frecuencia la ale-
los profetas. Es la alegría del «Edén» (cf. Is 51,3; Ez 36,35), res- gría. Ya al comienzo (3,39) se pone de relieve la alegría que expe-
tituido al hombre de nuevo. Así, pues, la salvación anunciada por rimenta el Bautista por la venida del «esposo». Jesús mismo habla
los escritos proféticos no era una quimera, sino que se presentaba de la alegría que experimentó Abrahán pensando en el tiempo es-
a Israel como una salvación muy concreta, como respuesta a las catológico (8,35). Pero es en el discurso de la Ultima Cena donde
aspiraciones más profundas del hombre, angustiado siempre ante aparece varias veces en labios del Salvador nuestro tema: una ale-
el dolor, la enfermedad, la muerte, la maldad de sus semejantes, y gría que es «suya» y debe habitar también en los «suyos» (15,11;
ansioso de paz, prosperidad y felicidad. 17,13), que aumentará con la resurrección de Jesús (16,20b) y que
nadie podrá ya arrebatarles (16,22). Se trata de una alegría plena
(15,11b; 16,24; 17,13; 1 Jn 1,4; 2 Jn 12), es decir, típicamente
LA ALEGRÍA ESCATOLOGICA Y CRISTO escatologica. Para expresarla se emplea también la figura de la mu-
jer que da a luz (16,21) y de su gran gozo por haber dado un nuevo
Teniendo presente lo que hemos dicho hasta aquí, comprende- hombre al mundo.
mos por qué, al hablar de la venida de Jesús (el Mesías esperado
como protagonista decisivo de los tiempos escatológicos), los Evan-
gelios subrayan tan insistentemente el gozo y la alegría que la acom- EL CRISTIANO Y LA ALEGRÍA
pañaron.
Lucas, en especial, habla repetidamente de alegría: la alegría El funcionario de la reina de Etiopía, una vez bautizado por
que debía traer el nacimiento del Bautista (1,14), la que fue experi- Felipe, se volvió a casa lleno de gozo (cf. Act 8,39c; cf. también
mentada por el Precursor, todavía en el seno materno (1,41.44), Le 19,6 sobre Zaqueo). Era la alegría por la salvación conseguida:
la que el ángel anunció a María (1,28: «alégrate») y ella misma pro- la que recuerda Jesús en las parábolas del tesoro y de la perla pre-
clamó en su Magníficat (1,47); la alegría que los ángeles anuncia- ciosa (Mt 13,44-46), la que es mencionada en los Hechos (13,52)
ron a los pastores de Belén (2,10). También Mateo (2,10) recuerda a propósito de los recién convertidos. También Pablo, testigo del
la alegría de los Magos al encontrar al niño Jesús. júbilo del carcelero de Filipos después del bautismo (cf. Act 16,
Lógicamente, la salvación que iba a inaugurarse fue presentada 34), lo inculca a los cristianos de Colosas (Col 1,11b) junto con el
por Cristo mismo como una gran fiesta, como un banquete de bodas agradecimiento a Dios por la conversión (v. 12).
ofrecido por un rey con ocasión del casamiento de su hijo (Mt 22, La alegría es mencionada también a propósito de los milagros
4; el v. 11 recuerda también el traje de fiesta)10 o como una gran operados por Felipe en Samaría (Act 8,6-8), con ocasión de la evan-
gclización cristiana (cf. Act 11,23; 13,14; 15,3; Flp 1,18), de las
9
Cf. sobre el carácter definitivo y las proporciones universales de la reali- virtudes y la perseverancia de los fieles (1 Tes 3,7-9; Rom 16,19;
dad escatologica el citado estudio II messaggio escatológico dei Profett ebrei Col 2,5b), de su progreso (Flp 1,25) y de su mutuo acuerdo (Flp
e i primi capí della Genesi, 31-33.
10
La fiesta nupcial era para los antiguos hebreos la fiesta por excelencia.
Duraba siete días, y a veces catorce (cf. Tob 8,20; 10,7; Jue 14,12.17; Biller- " También para los contemporáneos de Jesús la alegría se expresaba en
beck, I, 879). hi licsia y los banquetes; cf. Le 15,23.32 (el retorno del hijo pródigo).
La alegría y el más allá 373
372 P. Dacquino
Espíritu Santo 14. Es la alegría que ya experimentó Cristo mismo
2,2). La alegría caracteriza también los contactos entre los miem-
(Le 10,21) y es un don de Dios, del cual deriva directamente
bros de las distintas comunidades cristianas (cf. Act 15,3; Flp 2,
(cf. Rom 15,13a). Es «alegrarse en el Señor Jesús» (Flp 4,4a.l0),
28; 2 Jn 4; 3 Jn 3). Llaman la atención las repetidas exhortaciones
o sea, alegrarse de su presencia, de su ayuda y aliento (cf. Flp 4,13;
al regocijo y a la alegría que hallamos especialmente en algunos
Act 18,9-10).
escritos apostólicos 12.
Los Hechos, hablando de las primeras asambleas cultuales de
Los motivos de este júbilo cristiano no son terrenos. Los que
los cristianos, y con toda probabilidad en un contexto eucarístico
tienen alegrías aquí en la tierra deben comportarse como si no las
(cf. 2,42.46: partir el pan), recuerdan una nota de gozo que hace
tuvieran (1 Cor 7,30). Las razones de la alegría cristiana son de un pensar espontáneamente en el gozo de los banquetes sacrificiales
tipo muy distinto. Ya Jesús las había recordado: «... alegraos y hebreos. Lo justificaba no sólo el hecho de ser admitidos, como sus
regocijaos, porque será grande vuestro premio en el cielo» (Mt 5, antepasados, a la mesa misma de Dios, sino sobre todo la convic-
12; también Le 6,13); «... alegraos más bien porque vuestros nom- ción de tener todavía en medio de ellos al Salvador glorioso, fun-
bres están escritos en el cielo» (Le 10,20b). A diferencia de lo que damento de su esperanza. La comunidad cristiana, como virgen
pensaban los hombres del Antiguo Testamento, los cristianos con- prometida a Cristo (cf. 2 Cor 11,2), esperaba con ansia {cf. Ap 22,
sideran el más allá como el encuentro feliz con Cristo y con Dios; 17a) la venida del esposo (cf. Mt 25,lb.6b), que la conduciría jun-
la muerte se ha convertido en «ganancia» (Flp 1,21b). to a Dios para siempre 15.
La alegría cristiana se funda, pues, en la esperanza de la salva-
ción plena que la comunidad aguarda todavía para el futuro, cuando
Cristo vuelva a completar su redención. «Os lo digo una vez más: LA ALEGRÍA PLENA Y DEFINITIVA
alegraos... El Señor (Jesús) está cerca» (Flp 4,4b.5b). Es precisa-
mente en la esperanza (cf. Rom 12,12a: llenos de alegría por razón La muerte y la resurrección de Jesús han inaugurado la salva-
de lo que esperamos) donde tiene sus raíces la alegría del cristia- ción escatológica. La alegría de los cristianos es, por tanto, un gozo
no. Por eso, la alegría puede darse también en las tribulaciones escatológico, puesto que ellos viven ya en los últimos tiempos
(cf. 2 Cor 7,4) y en la misma persecución 13; los sufrimientos, en (cf. 1 Cor 10,11b; Heb 1,2). Sin embargo, esa salvación todavía
cierto modo, la aumentan, puesto que la cercioran de su comple- no está completada ni consumada.
mento final (cf. Mt 5,12; Le 6,13). La realidad escatológica preanunciada por los profetas hebreos
Precisamente la carta a los Filipenses, escrita por Pablo en la no se ha realizado de golpe. Se halla todavía «en expansión»: no
prisión y bajo el peligro de ser condenado a muerte, es la que con- sólo porque va afectando a los distintos individuos humanos a lo
tiene más alusiones e invitaciones a la alegría (1,4.7.18; 2,27; 3,1; largo de los siglos, sino también y sobre todo porque avanza lenta-
4,6). ¿Qué significan aún los sufrimientos terrenos frente a la glo- mente hacia su culminación. La alcanzará al fin de la historia hu-
ria que los cristianos esperan (cf. Rom 8,18.35; 2 Cor 4,17) más mana, cuando los hombres salvados reciban, siempre gracias a Cris-
allá de la vida terrena? Se trata, pues, de una alegría de naturale-
za misteriosa, muy distinta de las falsas alegrías de este mundo
" Cf. 1 Tes 1,6; Gal 5,22; Rom 14,17; 2 Cor 13,11; Act 13,52b (endiadis:
(cf. Sant 4,9), puesto que es el resultado de la acción misma del gozo debido al Espíritu Santo).
15
Esta nota de gozo y alegría, característica de la comunidad escatológica
12 todavía en la tierra, es mencionada en los escritos de los Padres apostólicos:
Cf., por ejemplo, 1 Tes 5,16; Flp 2,18; 3,1; 4,4; 2 Cor 13,11; Col 3,
Ignacio (Flp al comienzo; Ef 9,2; Magn 1,1), Clemente (1. a Carta, 63,2),
15; 1 Jn 1,4b, etc.
13 Martirio de Policarpo (19,2), Epístola de Bernabé (1,6; 7,1); cf. también
Cf. Act 5,4; 1 Tes 5,16; Col 1,24; 2 Cor 8,2; Heb 10,33 (convencidos
Justino (Apol, 1, 42, 5), etc.
de poseer unos bienes mucho mejores); 12,2; 1 Pe 4,13; Sant 1,2.
374 P. Dacquino La alegría y el más allá 375

to, su cuerpo transformado y glorioso por la resurrección (cf. 1 Cor Pablo, la creación misma parece, con sus sacudidas, querer rebe-
15,10ss), inaugurando su plena vida humana en un nuevo universo, larse ante la condición indebida a que fue sometida por el pecado
realmente digno de los hijos de Dios. del primer hombre. También la creación aguarda, como impaciente,
Por tanto, el destino final del cristiano no es individual, sino la glorificación de los hijos de Dios (cf. Rom 8,19-21) y es invitada
esencialmente comunitario. No es sólo llegar personalmente al cielo, por el Apocalipsis (12,12; 18,20) a asociarse a su alegría final.
sino participar en el destino final asignado por Dios a su nuevo Toda la historia humana tiende a esa «consumación» (la synteleía
pueblo {cf. Mt 25,lss y la perspectiva de todo el Apocalipsis). Es ile Mt 28,20), a esa «restauración» universal (la apokatástasis de
entonces cuando nuestra alegría escatológica llegará a su cumbre, Act 3,22).
y la salvación anunciada por los profetas alcanzará toda su dimen- Por lo demás, el significado de las curaciones y los demás pro-
sión como reintegración de la humanidad en la condición ideal y digios operados por el Salvador en la tierra (cf. la respuesta de Je-
armónica de los orígenes. sús al Bautista, Mt 11,2-6 par.) era precisamente anticipar y hacer
Ya en los Evangelios la salvación celeste es presentada por Je- entrever cuáles serían las proporciones de la salvación final y com-
sús mismo como «un entrar en el gozo de tu Señor» (cf. Mt 25, pleta. Así comprendemos la alegría de los discípulos (cf. Le 10,17)
21.23); también las cartas de Pedro (1,6.8; 4,13b) y de Judas enviados por Jesús con el poder de hacer prodigios (los cuales anun-
(v. 24b) recuerdan esta alegría final, eterna e indefectible. San Juan cian mediante esta actividad el advenimiento de la salvación) y la
en el Apocalipsis, lo mismo que antes el Salvador (cf. Mt 8,11; alegría experimentada por el grupo que acompañó a Jesús a Jeru-
Le 12,37), presenta la realidad del cielo como una cena misteriosa, salén por última vez, al recordar precisamente sus milagros (cf. Le
celebrada con motivo de las bodas del Cordero, Cristo (cf. Ap 19, ] 9,37). En especial, su resurrección física constituyó el signo más
7.9), subrayando su significado glorioso (v. 7a). decisivo de la salvación que afectaría así al hombre entero, incluido
También el Apocalipsis (21,4), en el mismo contexto celeste, su mismo cuerpo físico. Desde este punto de vista es también com-
evoca las palabras del Apocalipsis de Isaías (25,8): «Y enjugará el prensible la alegría de los discípulos ante Cristo resucitado (Mt 28,
Señor toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni luto, ni 8; Le 24,41; Jn 20,20) o ascendido glorioso al cielo (Le 24,52).
lamento, ni dolor, puesto que lo que existía antes ha desapareci-
do...» Poco antes (21,1) había evocado también el nuevo universo
de Isaías (65,17; 66,22), digno ya de la nueva humanidad celeste. LAS VERDADERAS DIMENSIONES DE NUESTRA SALVACIÓN
Asimismo, la segunda carta de Pedro (3,13) habla de ese universo
nuevo, «en el que la justicia habitará» para siempre. ¿Qué piensa, según esto, nuestro pueblo cristiano de esta sal-
El plan de salvación alcanzará entonces su consumación (el vación completa y de la gran alegría que Dios va preparando a la
télos, en sentido griego, de 1 Cor 15,23b), es decir, su perfección, humanidad?
su dimensión total. El destino feliz preparado por Dios para el Es innegable que, a causa del progresivo distanciamiento con
hombre en los orígenes y perdido por culpa del mismo hombre respecto a la Biblia, el cuadro de la escatología final, a pesar de las
será aquel día enteramente restituido a la humanidad. Hombrías y pavorosas pinceladas que le han añadido a veces los
Esa salvación final y la alegría plena, que constituirá su ele- últimos siglos, se ha obnubilado notablemente a los ojos de nues-
mento dominante, son desde ahora el objeto de nuestra espera y tros contemporáneos. El mismo mensaje de la salvación se ha em-
nuestra esperanza. Nuestro cuerpo envejece y se va consumiendo pobrecido bastante en sus verdaderas y completas proporciones. La
en la tierra; sin embargo, es un cuerpo que resucitará un día, glo- consecuencia de todo ello es que la alegría se ha convertido para
rioso como el de Cristo (cf. Flp 3,21), con sus mismas caracterís- los hombres modernos en una noción cada vez más profana, como
ticas misteriosas (el cuerpo «pneumático» de 1 Cor 15,44b). Según el amor, el trabajo, el progreso y tantas otras realidades humanas.
376 P. Dacquino La alegría y el más allá 377

La salvación, tan concreta para los antiguos profetas hebreos Así todas las cosas se convierten en signo de la salvación: el amor
y para las primeras generaciones cristianas, se ha reducido a algo de los esposos, el candor de los niños, la paz entre los individuos
meramente abstracto y espiritual. No es ya una salvación que afecta y los pueblos, las victorias de la técnica y de la medicina, es decir,
al hombre entero, alma y cuerpo, individuo y comunidad. Muchos todo el progreso humano. Los cristianos hemos olvidado en parte
cristianos consideran hoy la resurrección de los cuerpos como ab- que nuestra historia camina realmente hacia esa meta final y glo-
solutamente secundaria o insignificante e ignoran por completo riosa, y que la humanidad como tal alcanzará algo realmente mejor
que la salvación alcanzará, de alguna manera, a nuestro cosmos en la existencia celeste. En el sabio plan de Dios se necesitaba
material. Sin embargo, siguen recitando imperturbables cada do- precisamente el comunismo ateo, ese típico subproducto cristiano
mingo las últimas afirmaciones del símbolo de la fe, las cuales son (un cristianismo dislocado), para hacérnoslo comprender a fondo.
de manera especial objeto de nuestra esperanza: «Creo... en la
resurrección de los muertos y en la vida eterna. Amén.» P. DACQUINO
La salvación se ha convertido, además, en una realidad total-
mente individual ( = salvar la propia alma, llegar cada uno al cie-
lo); no se la entiende como realmente es: como un destino comu-
nitario, como la posibilidad de participar un día en la suerte glorio-
sa de la nueva comunidad, llamada por Dios a una inimaginada e
inaudita felicidad (cf. 1 Cor 2,9) en su mismo cielo. Una salvación
tan reducida y disminuida no puede decir gran cosa al hombre de
hoy, aun cuando él sienta —incluso con mayor fuerza y violencia—
la aspiración a la alegría, al bienestar, a la prosperidad y a la paz
plena e indefectible.
Pero, si la salvación le fuera presentada en sus auténticas y to-
tales proporciones, no podría por menos de afectarle también a él,
más angustiado quizá que el hombre antiguo ante la muerte, la en-
fermedad, el dolor, la crueldad de sus semejantes e incluso ante su
progreso científico. Entonces también la alegría humana volvería
espontáneamente a aparecer no ya como un bien profano y casi
discutido a Dios, sino como un bien esencialmente religioso por
estar vinculado directamente a él y a su inmensa bondad: la que
se nos manifestó especialmente a través de Cristo. Entonces la
historia humana revelaría su verdadero rostro, y la humanidad
entera recuperaría un objetivo adecuado; sus vicisitudes se presen-
tarían, a pesar de todo, como un camino hacia una prosperidad ple-
na y definitiva, la prosperidad a que todos aspiramos en la tierra
intensamente y sin descanso.
Pero el cristiano no debe reducirse a esperar pasivamente esta
salvación completa, sino que puede y debe anticiparla ya en el
mundo terreno con sus esfuerzos, su progreso y sus conquistas.

25
ACTUALIDAD DE LA VIDA BIENAVENTURADA

En un tema que tiene por objeto el «aspecto terreno de las


bienaventuranzas» es de suma importancia este primer hecho: los
caracterizados en las bienaventuranzas no son en modo alguno
ASPECTO TERRENO DE LAS BIENAVENTURANZAS «bienaventurados» en virtud de una promesa (que se haya de cum-
plir en la vida futura), sino que participan ya en el tiempo actual
de la alegría del reino de Dios. La primera bienaventuranza, la de
Las bienaventuranzas del Nuevo Testamento, con excepción de los pobres, que encierra virtualmente todas las demás, se refiere a
1 Tim 1,11 y 6,15, donde se llama a Dios «bienaventurado», se re- la vida presente: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es
fieren al hombre que ha sido incorporado al reino de Dios y que, de el reino de los cielos» (Le). Las acciones de Cristo son, según pro-
algún modo, lo acepta: bien sea porque espera que llegue ese reino, pio testimonio, el cumplimiento de las promesas proféticas del
o bien porque tiene derecho a él o ya participa de él. Las bienaven- reino de Dios: «Hoy se cumple esta escritura [Is 61,1-2] que
turanzas encuentran su expresión más vigorosa en la introducción acabáis de oír» (Le 4,17-21). El reino de Dios está ya presente,
al sermón de la montaña: Le llama allí dichosos a los pobres, a los aunque no en toda su plenitud, en la venida de Cristo, en sus mi-
que padecen hambre, a los que lloran, a los perseguidos (6,20b-26), lagros (cf. Le 10,23 = Mt 13,16) y en la expulsión de los demonios
mientras que Mt menciona además a los mansos, a los misericor- (cf. Le 11,20 = Mt 12,28). Las curaciones y expulsiones del de-
diosos, a los limpios de corazón y a los pacíficos, si bien los pobres monio no son puros presagios del reino de Dios que ha de realizarse
(«de espíritu») y los que tienen hambre («de justicia») aparecen en el futuro, sino también señales de su presencia dinámica. Esta
en Mt espiritualizados. Mas esta espiritualización no constituye de actualidad es un comienzo, pero que camina hacia su plenitud. Así,
hecho divergencia alguna entre ambas formas textuales, puesto que pues, dondequiera que esté el reino de Dios, allí está también su
también Le da a entender que las bienaventuranzas son una actitud bienaventuranza, y ésta será por lo mismo incompleta en tanto
religioso-moral interna. que el reino de Dios no haya alcanzado su plenitud 2.
En nuestra reflexión teológica —como tal ha de estimarse
nuestro trabajo— sólo se tendrán presentes estos pocos datos bí-
blicos; otros muchos se dan sin más por supuestos '. LA VIDA BIENAVENTURADA ES PARTICIPACIÓN
EN LA EXISTENCIA DE CRISTO

1
Cf. R. Guardini, Der Herr, I, XII, Basilea, "1944, 80-88; D. Bonhoeffer, Pero el reino de Dios no está sólo presente en las obras de
Nacbfolge, Munich, 61958; T. Soiron, Die Bergpredigt ]esu, Friburgo, 1941; Cristo. El mismo Cristo, su persona, es la suma y síntesis del reino
G. Bertram y F. Hauck, Makarios...: ThWNT (edit. por G. Kittel), tomo IV, de Dios y su bienaventuranza. Sus palabras en el sermón de la
365-373; J. Dupont, Les beatitudes, Lovaina, 1954; G. Bornkamm, E. Fascher montaña no son otra cosa que una expresión de su existencia, la
y K. Frbr, Bergpredigt: RGG, 3.a ed. (edit. por K. Galling), tomo I, 1047- cual encierra en sí misma todo lo que en el sermón de la montaña
1054; F. Asensio, Las bienaventuranzas, Bilbao, 1958; R. Schnackenburg, Die
sittliche Botschaft des NT, Munich, 21962, I, cap. 2, 36-64; del mismo autor, es llamado bienaventurado. Jesús es el pobre por excelencia de las
Gottes Herrschaft und Reich, Friburgo, 41965, II, cap. 2 y 3, 79-148; bienaventuranzas, él, el «manso y humilde de corazón» (Mt 11,29).
J.-L. d'Aragon y X. Léon-Dufour, Beatitudes: VThB (edit. por X. Léon-
Dufour), 87-91; J. Schmid, Seligpreisung- LThK, 2." ed., tomo IX, 639-642. 2
Cf. R. Schnackenburg, Gottes Herrschaft und Retch, § 11.
380 K. V. Truhlar Aspecto terreno de las bienaventuranzas 381

Ahora bien: Cristo comunica su ser como forma constante de n. 69): «El hombre no debe tener las cosas que legítimamente po-
vida a todos aquellos que él llama y quieren seguirle. Siempre que see como exclusivamente suyas, sino también como comunes, en el
exista, pues, una adhesión personal y sin reservas al Jesús que ha sentido de que no le aprovechen a él solamente, sino también a los
venido, que está presente y que nos habla, siempre que se participe demás.» La Iglesia viene a decirnos aquí lo mismo que Cristo re-
de la vida personal del mismo Jesús y se dé una comunión de amor comienda íntimamente a los que se han unido vitalmente a él. En
con él, ahí habrán de aparecer por necesidad muchos indicios de la efecto, quien participa del amor humano de Cristo y ama verda-
vida de Jesús y todo lo que llamamos bienaventurado. deramente al prójimo no puede, desde lo más íntimo de este amor
La pobreza bienaventurada es así, primordialmente, la pobreza (bonum-velle-aliis), poseer nada que no sea estimado, a la vez,
de Cristo. El es quien llama; él es aquel a quien más fácilmente como un bien de los demás. Cualquiera, pues, que al escuchar la
pueden adherirse los que viven en pobreza externa; él es quien les llamada de Cristo aún no era externamente pobre y, sin embargo,
comunica su propia pobreza y los transforma, precisamente en esa acoge tal llamada, llega a abrazar un estilo de vida que le asemeja
su miseria externa, en pobres bienaventurados. Se dicen bienaven- a los que ya eran pobres al tiempo de la llamada de Jesús y cuya
turados porque están con Jesús, inundados de la alegría que brota pobreza externa se tornó bienaventurada a través de la misma po-
de la comunidad de vida con él, y porque, permaneciendo en su breza de Cristo, a quien se unieron. El es ya, con estos pobres,
pobreza externa, pueden seguir más fácilmente su llamada cons- «bienaventurado», pues vive la vida de Cristo, se siente saturado
tante. El que todavía no es externamente pobre cuando Jesús lo del gozo que produce tal comunión y puede, en sus nuevas circuns-
llama, pero se determina a seguirle, es introducido más y más por tancias de vida, secundar más libremente la llamada incesante de
Jesús mismo en un modo de vida que se identifica con la pobreza Cristo.
externa. Pues, al tomar parte en el amor humano de Cristo (que es Una vez indigente por Cristo, y solamente así, llega el hombre
radicalmente un amor benevolentiae, un bonum-velle-aliis), no a poseer el reino de Dios y su bienaventuranza. El mero estado de
podrá reposar el que escucha y responde a su llamada, mientras pobreza externa en sí no es razón de llamar dichoso al hombre que
existan en el mundo esas diferencias de fortuna y esas necesidades vive en ella; puede, en efecto, hacerle más codicioso y abúlico.
de las que habla el Concilio Vaticano II en la constitución pasto- Solamente la voz de Cristo y su constante llamada hacen de la po-
ral (n. 88): «La mayor parte de la humanidad sufre todavía tan breza un estado en que le es más fácil al hombre, por Cristo, supe-
grandes necesidades, que con razón puede decirse que es el propio rar una actitud y un criterio, en la práctica hondamente enraizados,
Cristo quien levanta su voz para despertar la caridad de sus discí- según los cuales es el mundo lo único y verdadero; en que le es
pulos con los pobres», para socorrer las miserias de nuestro tiempo más fácil, en fin, tomar libremente partido por Cristo y conservarse
«no sólo con los bienes superfluos, sino también con los necesa- vinculado a él.
rios». Con esto se extiende a toda la Iglesia la exhortación que
Cristo hace con su «pobreza» que todos los que él llama y se
Cristo susurra personalmente en el interior de todo el que está
le adhieren incondicionalmente participen, a la vez, de su «perse-
-unido vivamente con él. En la medida de la pobreza actual y en
cución» (entrañada esencialmente en la «pobreza»), con toda su
vista del hecho de que el bien común es hoy universal (cf. ibíd.,
incomprensión y soledad. Un estar sin reservas a favor de Cristo
n. 26) y que todos los hombres son mis prójimos (cf. ibíd., n. 27),
y vivir fielmente en comunión con él es, necesariamente, algo es-
esta instancia de Jesús, en la práctica, debe llevar a todos los que
candaloso para un orden de valores «mundano», o sea, que sólo
en verdad le siguen hasta una amplia renuncia de los bienes propios
reconoce como valor verdadero el mundo mismo. La existencia de
y de todo lo que con ellos está vinculado: poder terreno, seguridad
Cristo es una realidad estructurada originariamente de tal manera,
vital, gloria... Mas incluso para lo que aún queda como «propia
que por necesidad ha de causar en la contextura mundana una di-
posesión» sigue siendo válido lo que enseña el Concilio (ibíd.,
sonancia, una perturbación, un derrumbamiento. No se ha de afir-
382 K. V. Truhlar Aspecto terreno de las bienaventuranzas 383

mar que tal «persecución», especialmente en las actuales formas desarrolle ana actividad temporal semejante. De la misma manera
de vida y en un marco vital concreto, deba ser muy ostensible. (En que el amor, en Cristo, consiste en que el hombre y el mundo son
todo caso, siempre será visible de alguna manera, pues constituye .uñados realmente por él, asimismo el amor, en el hombre, es una
un signo del reino de Dios.) Pero, con plena seguridad, ella es muy mutua pertenencia, una convivencia abierta del hombre con el
real en todo aquel que busca plasmar verdadera y sinceramente en hombre y con el mundo, en razón y virtud del amor que Cristo
su vida la vida de Cristo. me tiene a mí, a los demás y al propio mundo. Y así como el amor
Finalmente, el que la participación en la vida concreta de Cris- de Cristo, al entrar en el mundo, se sometió al malentendido y a
to sea, asimismo, participación en su mansedumbre, en su miseri- la incomprensión por parte de todo lo mundano, así también el
cordia y en sus tareas pacificadoras, que todas ellas son bienaven- amor de los cristianos —si no se trata, por excepción, de un estado
turanzas, es cosa fácil de ver y que no requiere mayor explicación. contemplativo— no existe sino en lo temporal, en la labor sin
término de cumplir el quehacer terreno, en la lucha —revolución
incluso— contra toda injusticia, sometido a toda clase de condenas
ACTIVIDAD TEMPORAL BIENAVENTURADA e interpretaciones erróneas de bienaventuranza. Todo amor humano
que pretenda mantenerse alejado del mundo, ignora la encarnación
El hecho mismo de sembrar la paz muestra que no sólo existe del Hijo de Dios 4 .
renuncia y sufrimiento en la vida bienaventurada del hombre, que Al entrar los cristianos en el mundo con el propósito de bien-
no sólo se trata de pasividad, sino de actuación en medio del mun- aventuranza que venimos diciendo, sale a su encuentro el mismo
do. Mas la acción en ningún caso se ordena exclusivamente a la paz, mundo con su contenido positivo. Pues Cristo es desde un princi-
sino que se extiende mucho más lejos y, en tanto en cuanto es par- pio hacedor, razón y término del universo. Todo ser creado ha sido
ticipación de la existencia de Jesús, ahonda sus cimientos en la hecho por él. Todo tiene su existencia en él y todo halla en él su
esencia misma de la vida bienaventurada. Las bienaventuranzas son razón de ser. Y todo ha sido también creado para él y hacia él se
primordialmente (sobre todo en Le) una adjudicación profética de orienta; todo tiende hacia el «fin», que es Cristo. Por eso todo está
la salvación escatológica, a modo de consolación. Por otra parte, de antemano determinado por y desde Cristo, modelado por y desde
son también (especialmente en Mt) una exigencia. Delimitar ambas él. En consecuencia, todo lo que está en sí mismo ordenado con-
cosas, adjudicación y exigencia, en el sermón de la montaña es labor forme a sus propias tendencias y estructuras, todo lo que sigue fiel
casi imposible 3 . Además, en lo íntimo de tal exigencia palpita la a su propia ley, lo que es positivo, lo que integra, en una palabra,
inquietud de lo profético, y viceversa, en el consuelo profético la existencia humana, todo está implícitamente encaminado a Cris-
alienta el estímulo de los mandamientos. El sermón de la montaña to, como en espera palpitante de ser referido expresamente a él; y
y las bienaventuranzas, en cuanto que son un requerimiento, lan- todo esto ayuda a la actividad bienaventurada de los cristianos en
zan al hombre a la acción temporal. Le colocan, en efecto —como el mundo, realizada esa actividad en unión con Cristo.
expresión del modo de existencia de Cristo—, ante el hecho de la
consumación de la historia por la encarnación del Hijo de Dios,
ante el hecho de la reconciliación del mundo con Dios por Jesu- ACTIVIDAD BIENAVENTURADA Y ESCATOLOGIA
cristo; le arrastran, pues, hasta dentro de ese acontecimiento, es
decir, dentro del mismo Jesucristo y de su amor humano, que actúa " Aquí se podría objetar que dicha conexión de las bienaventu-
en las tareas temporales y que se transmite al hombre para que él ranzas con la acción temporal difiere totalmente de la concepción
4
3 Cf. D. Bonhoeffer, Die Geschichte und das Gute, en Obras completas,
Cf. Bergpredigt: RGG. tomo III, Munich, 1960, 470-476.
384 K. V. Truhlar Aspecto terreno de las bienaventuranzas 385

básica escatológica de éstas, ya que el gozo presente de las bienaven- Iré, glorioso, los hombres, el amor humano, el mundo, el quehacer
turanzas no significa más que un comienzo o una participación de temporal5 De este modo, la imagen de una acción temporal bien-
la felicidad futura definitiva en la plenitud del reino de Dios; y aventurada no se contrapone a la concepción básica escatológica
esta felicidad no está vinculada a actividad alguna. Hasta aquí la de las bienaventuranzas.
objeción. Mas en ella subyace una imagen de la fase final cristiana El Concilio Vaticano II no sólo recoge, sino que amplía, este
que podemos aún hoy considerar como representación «usual» de punto de vista. Afirma también que la acción cristiana proviene
la vida futura. Según ella, en la vida gloriosa existe actividad del primeramente de la comunidad de vida con Cristo. En la constitu-
hombre, pero queda casi excluida toda actividad que no sea pura- ción pastoral dice: «Constituido Señor por su resurrección, Cristo,
mente espiritual (de ahí que se siga poniendo en la visión beatífica al que le ha sido dada toda potestad en el cielo y en la tierra, obra
mayor acento que en el amor de los bienaventurados). La actividad ya por la virtud de su Espíritu en el corazón del hombre, no sólo
del cuerpo glorioso, de los sentidos iluminados y del sentimiento despertando el anhelo del siglo futuro, sino alentando, purificando
glorificado, pero que radica en lo corporal, es apenas considerada. y robusteciendo, con ese deseo (eo ipso), aquellos generosos propó-
Es acertada la consideración de Dios como objeto central al que se sitos con los que la familia humana intenta hacer más llevadera su
ordena la actividad de los bienaventurados. Sin embargo, en el fon- propia vida y someter la tierra a este fin» (n. 38). Así, en la expec-
do, se piensa más en una naturaleza divina que en lo propio de tación sincera de una nueva tierra, no se ha de amortiguar, sino
cada una de las tres divinas personas. Se tiene, sin duda, presente avivar, la preocupación de perfeccionar esta tierra de ahora (n. 39).
la humanidad gloriosa de Cristo y de los bienaventurados, pero
El Concilio aduce para ello una razón —y en esto consiste la no-
más que nada como realidad que responde a la esfera puramente
vedad en la enseñanza de la Iglesia sobre la escatología—: porque,
espiritual del hombre; apenas se estima como tal humanidad glo-
si bien se debe distinguir siempre entre progreso temporal y creci-
riosa el ser corporal del bienaventurado con su cuerpo glorioso, con
miento del reino de Cristo, sin embargo, los logros del hacer tem-
sus sentidos iluminados y con su sentimiento ya transfigurado, pero
poral seguirán existiendo, aunque de forma distinta en la vida futu-
afincado en el cuerpo; apenas se concibe la vida futura como un
ra. Dice textualmente: «Pues los bienes de la dignidad humana, la
encuentro de todo el hombre bienaventurado con el Cristo todo.
unión fraterna y la libertad, en una palabra: todos los bienes exce-
Es más, se atiende al bienaventurado más como individuo que
como miembro de una comunidad dichosa; en consecuencia, difí- lentes de la naturaleza y de nuestro esfuerzo, después de haberlos
cilmente se habla del amor al prójimo en la vida gloriosa, punto propagado por la tierra en el Espíritu del Señor y de acuerdo con
céntrico y esencial del ser cristiano. Y mucho menos se piensa en su mandato, volveremos a encontrarlos limpios de toda mancha,
su integración dentro del mundo nuevo, transfigurado, con la nue- iluminados y transfigurados, cuando Cristo entregue al Padre 'el
va tierra y el nuevo cielo; tampoco en el amor que incluso en la reino eterno y universal; reino de verdad y de vida; reino de san-
gloria se tiene a este mundo, en cuanto que es ostensible la unidad tidad y gracia; reino de justicia, de amor y de paz'. El reino está
que él forma con el amigo-Dios y los amigos-corredimidos; ni en ya misteriosamente presente en nuestra tierra; cuando venga el
otras múltiples conexiones que se tienen con el mundo nuevo; ni Señor, se consumará su perfección» (n. 39). Así se entiende por
en la tarea por hacer en este nuevo mundo. Conforme a esto, todo qué «el cuerpo de la nueva familia humana, que crece en esta tierra,
comienzo, toda anticipación del modo definitivo de la existencia puede anticipar un vislumbre del mundo nuevo» (n. 39). ¡Afirma-
cristiana consistirá en una contemplación real, en la huida del mun- ción importantísima para el tema del aspecto terreno de las bien-
do, en el trascendente amor a Dios. Se hace caso omiso de que aventuranzas!
también hay otros elementos integrantes en la anticipación del ser
5
cristiano futuro: cuerpo, sentidos, sentimiento, Cristo hecho hom- Cf. K. V. Truhlar, Le Idicat lui méme héraut de l'Eschatologie: «Lalcat
ct Sainteté», II, 255-264.
Aspecto terreno de las bienaventuranzas 387

con y ha dado a ésta una realidad intradivina. Lo cual, a su vez,


ACTIVIDAD BIENAVENTURADA DE LOS NO CRISTIANOS sgnifica que el Logos de Dios es inherente al hombre y al mundo
creado por Dios a través de su Palabra, y que desde ellos nos habla.
Una nueva dirección en la que puede seguir el tema que nos «Se nos enseña, en efecto —dice R. Guardini—, que nosotros pro-
ocupa: la acción en este siglo es siempre positiva o constructiva, cedemos de la Palabra eterna del Padre; por lo que se podría pensar
con tal que contribuya a edificar el mundo y la existencia humana. que allá, en lo profundo de nuestra existencia, esa Palabra nos ha-
Esto, sin duda, sucede también por obra de los no cristianos y de ba quedamente y sin pausa, y que de ahí toma nuestro ser con-
los ateos. Dada la unidad de Dios y del mundo en Cristo, la tarea ciencia de su sentido.» Y en otro lugar: «Quizá podemos conocer
constructiva de ellos se ordena realmente a la persona de Cristo; las cosas sólo porque percibimos de ellas ese hablar íntimo de la
es, por así decir, «cristocéntrica» y, por lo mismo, aunque ejecutada eterna Palabra... Yo creo realmente que la cosa es así» 6. El modo
por los no cristianos, de alguna manera «cristiana»: si no expresa de hablar de la Palabra es sin imagen, sin forma, es indecible. Sin
y abiertamente, sí, al menos, de modo implícito, anónimo. Si, pues, embargo, todo cristiano lo percibe si, por una parte, cree en Cristo
los no cristianos o los ateos llevan a cabo tal obra siguiendo su como fundamento que esclarece, fin que orienta y creador lumino-
conciencia y actúan como pobres de espíritu, hambrientos de jus- so del ser propio y ajeno, natural y sobrenatural (cf. Jn 1,1-18;
ticia o perseguidos por una causa buena, ¿por qué no van a ser Col 1,16-20; 2 Cor 4,6), y si, por otra, posee en su propia persona
entonces aplicables a ellos las bienaventuranzas? Pues también ese ojo vivo y radiante, capaz de descubrir al Absoluto y de perci-
ellos, al fin y a la postre, son llamados «anónimamente» por Cristo bir, en el contexto de la fe cristiana, el destello que éste despide
en su conciencia; también ellos, en su interior, se unen implícita- en cuanto Logos encarnado y glorioso.
mente a Cristo, y también ellos, virtual e innominadamente, toman Luego, Cristo quiso dar plenitud a su palabra en el hombre y
parte en el reino de Dios, en Cristo y en la felicidad consiguiente en las cosas con su palabra en el Evangelio. El está en esta palabra
de su reino. del Evangelio presente y activo; en ella Cristo resplandece y, por
su medio, transmite también la felicidad de su existencia. Por el
LA FELICIDAD DE LAS BIENAVENTURANZAS mensaje gozoso de Cristo brilla en los corazones de los fieles «la
ES UNA VIVENCIA DE CRISTO ciencia de la gloria de Dios en el rostro de Cristo» (2 Cor 4,6).
Cierto que no es aún el claro resplandor de Cristo. Dice San Buena-
qué consiste la auténtica felicidad del reino? No es otra ventura: «Licet fiat irradiatio mediante fide ab ipsa Veritate aeter-
cosa que la dicha que el mismo Cristo experimenta y, dándose a na, non tamen est irradiatio plena, quoniam manet speculum et
sí mismo, transmite como vivencia a los hombres que están en aenigma.» Sin embargo, se puede decir que la eterna Verdad «semi-
comunión con él. «Porque así como abundan en nosotros los pa- plene irradiat» 7 en la fe, por tanto «irradiat», resplandece, y con
decimientos de Cristo, así por Cristo abunda nuestra consolación» su resplandor ilumina al creyente.
(2 Cor 1,5), así nos inunda la alegría del resucitado. Como por la palabra, así también habla Cristo a los creyentes
Siempre se experimenta, pues, la dicha de las bienaventuranzas, por su imagen, puesto que ella expresa plásticamente una expe-
dondequiera que se tiene vivencia de Cristo. Y Cristo se hace vi- riencia del Cristo glorificado y, vista con ojos iluminados por la
vencia de múltiples maneras. Primero, en el orden de la creación. gracia (naturalmente, no en cuanto causa eficiente de la gracia),
Pues el Padre, que se conoce a sí mismo, al expresarse en el Hijo nos lleva a tener esa experiencia y a vivir la dicha de Cristo. Tam-
dentro de la divinidad, conoce y con ello también expresa toda
posibilidad y realidad del mundo que va a crear. Esto implica que 6
R. Guardini, Ver Herr, VII, VII, 647-648.
7
Dios, antes de crear al mundo, ya ha expresado en el Hijo la crea- III Sent., d. 23, a. 1, q. 4 ad 3.
388 K. V. Truhlar Aspecto terreno de las bienaventuranzas 389

bien la imagen es un «evangelio» 8, que aunque escrito por un zo- contemplar cómo él se comunica al hombre con todo lo que perte-
grafos, anuncia y ofrece un mensaje de alegría de modo similar a rece a su existencia.
la palabra escrita por un evangelista (logografos) 9. «Así los santos Pero como quiera que la vida teologal se realiza implícitamente
iconos vienen a ser realmente y con muy profundo sentido un jos en la acción, debe verse la actividad en el mundo —incluyendo la
hieron, una 'luz santa', como los llama una vez Teodoro de Studion máxima parte del trabajo diario y del tiempo libre— actuada tam-
{Elencos, 10: MG 99,4560]: la 'luz de luz' brilla en ellos clara- bién por una experiencia implícita de la vinculación a Cristo y
mente para el espíritu fiel» 10. sustentada por la luz y paz, por la fuerza y la alegría de esa misma
La palabra y la imagen de Cristo desempeñan un papel especial experiencia ". Sólo así se le hace comprensible al hombre en toda
en la liturgia. Esta ofrece un nuevo y amplio campo para tomar su concreta actualidad, por qué son realmente dichosas, por qué
parte vivencial en la existencia y gozo vital de Cristo. ¡Con qué son celebradas como de verdad bienaventuradas todas sus miserias,
naturalidad se presupone en los himnos del oficio divino de la incomprensiones, persecuciones y protestas contra la injusticia, que
Iglesia —los himnos más antiguos eran cantados por todo el pue- se suceden sobre todo en el ámbito de su trabajo y de su ocio.
blo cristiano— la experiencia del Cristo radiante!
Dentro de la misma liturgia, la experiencia de la comunidad de K. V. TRUIÍLAR
vida con Cristo se sigue realizando a través de los sacramentos. En
ellos, la vivencia nace primeramente de la palabra (de Cristo) que
integra la acción sacramental; pero también del sacramento como
símbolo de Cristo, en cuanto que el símbolo entraña ya en concre-
to, aunque en expresión simbólica, la realidad trascendente que
simboliza, y en cuanto que lo simbolizado está también en concreto
fundido (symballein) con el símbolo. Esto es válido no sólo para
las partes constitutivas aisladas de la acción sacramental, que son
en sí mismas símbolos, sino para el sacramento en su totalidad, que
por su parte simboliza a Cristo y a toda su obra de salvación.
En la eucaristía, la vivencia de Cristo nace, primero, de la pa-
labra ritual (del mismo Cristo), en concreto y sobre todo de las
palabras evangélicas de la consagración; en segundo lugar, de todo
lo que en la eucaristía simboliza a Cristo; finalmente, del nuevo y
especial modo de presencia de Cristo en la eucaristía, que nos brin-
da la posibilidad de degustarle nuevamente.
A todas estas palabras y acercamientos de Cristo replica el cre-
yente con la vida teologal, emergida precisamente de ese núcleo de
la persona, ese centro sensible para divisar al Absoluto-Cristo y

8
Cf. Nicephoros, Antirr., III, 5 (MG 100,384b). " Cf. K. V. Truhlar, Charité en action: «Lalcat et Sainteté», II, 167-187;
5
Cf. Ps.-Juan Damasceno, Adv. Const. Cabal, 3 (MG 95.316BC). del mismo autor, Christuserfahrung, Roma, 1964 (en holandés: Christuserva-
10
L. Koch, Zur Theologie der Christusikone: «Ben. Monatschrifo, 20 ring, Hilversum-Antwerpen, 1965; en español: Nuestra experiencia personal
(1938), 449. de Cristo, Madrid, 1966; en italiano: Cristo, nostra esperienza, Brescia, 1968).
Las tres sumisiones 391

se sometan a los gobernantes y autoridades, que obedezcan» (Tit


3,1). San Pedro hace más explícita la doctrina: «Por causa del Señor
someteos a toda institución humana, ya sea al rey como a superior,
ya a los gobernantes, como por él enviados, para castigo (cf. Rom
13,5) de los malhechores y alabanza de los que hacen el bien»
(1 Pe 2,13-14).
Reconocimiento de las autoridades romanas; sometimiento a
LAS TRES SUMISIONES la persecución e injusta represión por parte de gobernantes hostiles;
Y LA RENOVACIÓN CONSTANTE aceptación de un poder que se hace tiránico; línea de acción que
el cristianismo no cambió frente a las múltiples persecuciones de
«Sométase todo hombre a las autoridades superiores, porque tres siglos.
no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por él han Consolidación del poder imperial que designa los gobiernos de
sido establecidas» (Rom 13,1); «Las casadas estén sujetas a sus los países dominados.
propios maridos, como al Señor, porque el marido es cabeza de la Actitud que se prolonga históricamente a través de la Edad
mujer» {Ef 5,22-23); «Siervos, obedeced a vuestros amos terrena- Media y de la Época Moderna y que constituye el firme puntal de
les con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón» {Ef 6,5). los imperialismos, feudalismos y absolutismos.
Hay aquí tres textos de San Pablo que exigen tres «sumisiones».
Son sumisiones que, al cubrir la política, la familia y la economía,
abarcan la trilogía en que descansa la estructura de la sociedad 2. Vida familiar
humana y que tocan siempre la felicidad y la renovación humana.
Parece que estas tres sumisiones contengan una doctrina que pro- La sujeción de la mujer constituyó la grande y única posible
pugna la sujeción del hombre a la sociedad en los tres campos fun- garantía de solidez de la familia, célula básica de la estructura social.
damentales. Parece pensamiento de amplia visión filosófica que El Nuevo Testamento pide al hombre amar a la mujer, «hon-
capta y coincide con la situación existencial de aquella época de San rarla como a vaso más frágil», y afirma la mutua dependencia en la
Pablo y de un amplio sector de la historia pretérita; concepción, unión conyugal, en contraposición a la unilateral dependencia de
además, que no ha variado en el cristianismo hasta el borde de la mujer propia de la antigüedad.
nuestros días, en que, casi súbitamente, emerge un cambio en la Como podemos ver en la comparación:
historia del mundo y de la Iglesia. «La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el
Valoricemos, pues, cada una de las sumisiones para comprender marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuer-
lo que implican. po, sino la mujer» (1 Cor 7,4).
«Cuando Jacob volvió del campo a la tarde, salió Lea a él y le
I. LAS SUMISIONES dijo: Llégate a mí porque, a la verdad, te he alquilado por las man-
dragoras de mi hijo. Y durmió con ella aquella noche» (Gn 30,16).
1. Vida política Pero en las cartas de Pablo y Pedro rige, en último término, el
sometimiento de la mujer al hombre, que «es cabeza». A éste se le
El sométase todo hombre es parte de la carta a los Romanos, pide amar, a aquélla se le obliga a sujeción:
escrita de cinco a diez años antes de la persecución de Nerón. En «Cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mis-
plena persecución, Pablo repite este texto a Tito: «Recuérdales que mo, y la mujer respete a su marido.»
Las tres sumisiones 393
392 J. Buhes Aldunate
que el hombre honre y ame voluntariamente a la mujer; lo censura
«La mujer, en la iglesia, deberá andar cubierta en señal de su-
si falta, pero la represión sólo muy superficialmente lo toca.
jeción y no tiene voz en ella.»
La mujer, en cambio, está férreamente sometida y reprimida por
«La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción, porque no la ley, la costumbre y la condenación eclesiástica. Debe permanecer
permito a la mujer enseñar ni ejercer dominio sobre el hombre, estrechamente sometida a la autoridad de sus padres hasta el mo-
sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero y después mento en que comienza para ella la autoridad del marido.
Eva»{l Tim 2,11-14). Toda esa rigurosa ley moral que pesa sobre la mujer, como
«Vuestras mujeres callen en las congregaciones, porque no les «odre viejo», se rompe en nuestro siglo. La represión que ella im-
es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la Ley plica pudo servir durante diecinueve siglos para mantener y conso-
lo dice.» lidar la estructura social; sin embargo, precisamente cuando mayor
«Y si quieren saber algo, pregunten en su casa a su marido, dignificación ha alcanzado la mujer, las represiones empiezan a
porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación» resentir la armonía y la paz interna de la familia. Hoy se hace nece-
(1 Cor 14,34-35; nótese nuestro subrayado). saria otra filosofía y otra doctrina para alcanzar la feliz realización
En el capítulo II de la primera epístola a los Corintios, en del grupo familiar. ¿Abandonamos al afirmarlo la doctrina del cris-
quince versículos, se hace una larga exposición sobre el pensamien- tianismo? ¡No, en ningún caso! Por el contrario, buscamos su pleno
to paulino frente a la mujer, la que no reproducimos por su longi- cumplimiento, como veremos más adelante.
tud, pero del cual conviene destacar la siguiente afirmación: «El
varón es imagen y gloria de Dios, pero la mujer es gloria del varón.» 3. Vida económica
La exposición de San Pablo desconcierta a muchos exegetas y
aun causa turbación entre algunos de los corintios contemporáneos Con anterioridad al mercantilismo y al maquinismo, era casi
a quienes estaba dedicado el mensaje, ya que se hace evidente que imposible concebir la economía sin el trabajo esclavo. La necesidad
no todos se adhieren a la Ley y a las costumbres de la época y del de brazos, las dificultades de intercambio, la pobreza de grandes
lugar como lo hacen Pablo y las Iglesias cristianas, según lo muestra masas, habrían hecho ilusoria la posibilidad de cualquier trabajo
ese notable versículo 16 en que aquél termina el tema diciendo: voluntario y asalariado aplicado en escala universal.
«Si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costum- Coincidente con la realidad de la época, el cristianismo no re-
bre ni las Iglesias de Dios.» chaza la esclavitud, ni en la doctrina de los apóstoles ni a lo largo
Frase que es clara dentro del contexto de toda la actuación de de su historia, hasta que aquélla fue superada en el siglo pasado,
Pablo, quien no acepta, como parece desearían algunos, violentar por lo menos en su aspecto jurídico, ya que el espíritu de la insti-
leyes o costumbres que parten de una recta conciencia de los pue- tución se prolonga hasta hoy bajo diferentes formas de servilismos.
blos a quienes evangeliza, según lo analiza en los diez versículos San Pablo y San Pedro dejan a salvo el principio de la igualdad
inmediatamente anteriores al texto comentado. y piden al amo tratarlos como a hermanos en Cristo.
La doctrina y filosofía de las epístolas de Pablo y de Pedro «El Señor de ellos y el vuestro está en el cielo, y para él no hay
coloca a la mujer en situación ampliamente ventajosa frente a las acepción de personas.»
doctrinas no cristianas; pero pocos se atreverían a sustentar algo El esclavo debe obedecer al amo con temor y temblor, con sen-
similar frente a la mujer de nuestros días, salvo la idea sin funda- cillez de corazón, sirviendo cabalmente, en conciencia.
mento conocido y también muy discutida de cierta superioridad San Pedro va más lejos: «Criados, estad sujetos con todo res-
masculina. peto a vuestros amos; no solamente a los buenos y afables, sino
El cristianismo en su historia obtiene en mayor o menor grado también a los difíciles de soportar.»

26
394 J. Bulnes Aldunate Las tres sumisiones 395
«Porque éste merece aprobación si alguno, a causa de la con- ido cediendo ante nuevas realidades humanas incontrastables, como
ciencia delante de Dios, sufre molestias padeciendo injustamente.» han sido la supresión de la esclavitud, la desaparición y desprestigio
«Porque ¿qué gloria es si pecando sois abofeteados y lo sopor- de los gobiernos absolutos, y como son, en el momento actual, el
táis? Mas, si haciendo lo bueno sufrís y lo soportáis, esto cierta- rechazo de los imperialismos o la modificación del pensamiento
mente es aprobado delante de Dios» (1 Pe 2,18-20). sobre la mujer.
Para el cristiano esclavo no debe ser importante la liberación, La Iglesia católica y en general todas las Iglesias cristianas han
ni implica ésta un sentido de solidaridad de clase que justifique sido, así, la fuerza conservadora por excelencia de una estructura
luchar por ella. social que sólo ha sido superada por una realidad material y hu-
«Cada uno en el estado en que fue llamado, en él se quede. mana que la hace desmoronarse y cuyo remezón interno hace peli-
¿Fuiste llamado siendo esclavo? No te dé cuidado, pero si puedes grar a la misma Iglesia.
hacerte libre, procúralo más.» «Cada uno en el estado en que fue No debemos olvidar que la doctrina de los apóstoles sobre la
llamado, así permanezca con Dios» (1 Cor 7,20.21.24). esclavitud constituye sólo una extensión y parte de la doctrina
Al creyente no se le pide liberar a sus esclavos, y, por el con- sobre la propiedad, en que se coloca al mismo nivel de cosa apro-
trario, a los esclavos que tienen amos creyentes se les pide: «sír- piable al siervo, al animal o a los demás bienes.
vanles mejor, por cuanto son creyentes y amados los que se bene- «No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de
fician de su buen servicio» (1 Tim 6,2). tu prójimo, ni su tierra, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su
asno, ni cosa alguna de tu prójimo» (Dt 5,21).
II. EL TRADICIONALISMO LEGAL
1. Doctrina social
Constituye una característica de la ley su poder de enraizarse
profundamente en la mente humana. Tal como lo hemos expuesto, las «tres sumisiones» encierran
En la tradición reside la fuerza de la ley y de la moral, que así, gran parte de la doctrina social formulada en las epístolas apostó-
arraigadas y transmitidas de generación en generación, adquieren licas y no modificada por la Iglesia durante largos siglos.
un poder de permanencia que las hace extremadamente resistentes Reconocer este hecho es algo que nos resulta a los católicos tan
a cualquier intento de modificarlas. extremadamente violento como es violenta esa doctrina «de las
Tal ha sido la actitud histórica de la Iglesia en cuanto a la su- tres sumisiones» para el pensamiento actual. El rechazo de ésta
misión del subdito, la mujer o el esclavo. supera cualquier diferencia de concepción política, ya que nos re-
A lo largo de la historia se suceden violentos movimientos de sulta humana y socialmente inaceptable. Aún más, implica concep-
liberación de los pueblos oprimidos, o la liberación de los esclavos tos que la psicología moderna científicamente rechaza.
promovida por el condenado e impío liberalismo. En nuestro siglo Fácilmente aflora la pregunta de si la Iglesia fue o es el «opio
hemos presenciado la resistencia pasiva, heroica y magnífica de un del pueblo», como afirmó Marx.
Gandhi o los ridiculizados pero valerosos movimientos de las su- Es verdad, y así lo hemos expuesto, que tal conjunto de doc-
fragistas. Acciones violentas o no violentas que se refieren preci- trinas tuvo sentido y plena realidad y vigencia en la época en que
samente a «las sumisiones» y que, aunque todos las miramos como fueron formuladas. Aún más, es evidente que ellas constituyen un
justas, no encontraron apoyo ni acogida en la Iglesia. progreso frente a las costumbres y leyes de otros pueblos. Sin em-
Para el cristianismo, la doctrina que analizamos se mantuvo bargo, tales argumentaciones suenan insuficientes.
casi inconmovible durante diecinueve siglos. Poco a poco ella ha Las epístolas que hemos citado forman parte de la Escritura,
396 J. Buhes Aldunate
Las tres sumisiones 397
que es la revelación que ilumina y sostiene la vida y el pensamien-
to de la Iglesia. Leer en ella tales afirmaciones lleva indudable- ¿eneralj los pueblos de esa época, entre los cuales Israel actúa. Al
mente a la adhesión de todos los cristianos a esos principios y a mismo tiempo, la profecía canta la ruina de los poderes que gobier-
atribuirles un carácter de inmutabilidad, como históricamente ha nan al mundo y la liberación del hombre.
sucedido. La ley habla al «hijo de la esclava» el lenguaje de las sumisio-
Argumentar que esta doctrina pasó de época y hoy se encuen- nes; la profecía se dirige al «hijo de la libre» en «la promesa» de
tra superada equivale a postular que toda la Escritura podría llegar ina humanidad que será liberada, redimida, arrebatada a esos po-
a ser caduca y aun perjudicial para el desarrollo humano. Pero el deres que la esclavizan.
problema que se nos plantea es real e ineludible, y la peor política La predicación de Cristo es la «buena nueva», la misma que
es enterrar la cabeza en la arena y no aclarar el verdadero sentido ya había sido anticipada en la profecía, y así, en los cuatro evan-
de esas sumisiones que se presentan a primera vista tan pertur- gelios, no encuentran cabida ninguna de las sumisiones, y, por el
badoras. contrario, ellos remecen y disuelven los fundamentos de todas las
estructuras de poder y dominio de un hombre sobre los demás
hombres.
2. ha antinomia del pensamiento bíblico «No llaméis a nadie padre...» «No llaméis a nadie maestro»
<Mt 23). María canta: «Depuso a los poderosos de sus tronos y
Si las cartas de los apóstoles sólo nos mostraran la doctrina de ensalzó a los humildes.» El siervo siente ya, cspiritualmente, que
las «sumisiones» que hemos comentado, con toda justicia se podría es «liberto en Cristo». La gloria propia de la mujer, afirmada en la
afirmar que esas Escrituras infalibles y sagradas para los cristianos virginidad de María, libera a todas las mujeres de ser la «gloria
carecen de sentido para el hombre moderno y son contrarias al del varón».
progreso. Si esa doctrina tuvo cuando fue formulada sólo un valor
La misma dualidad o aparente ambigüedad que existe en el
temporal, lo menos que se puede pedir es que se la presentara como
Antiguo Testamento entre servidumbre legal y liberación profética
temporal y no como permanente. De otro modo, cualquier explica-
está también presente en las epístolas y en la vida misma de la
ción a posteriori dejará siempre una duda; por tanto, lo importante
Iglesia.
es saber cómo fue real e intrínsecamente planteada tal doctrina en
Las epístolas, que son en sí mismas actos de vida eclesial, al
la Escritura.
mismo tiempo que nos repiten y amplían la doctrina liberadora de
Efectivamente, las epístolas, al mismo tiempo que nos hablan los evangelios, con autoridad de Iglesia, norman y someten a pre-
de la sumisión del subdito, de la mujer o del siervo, orientan la fe ceptos, en forma temporal, la vida temporal de los cristianos en una
y esperanza del cristiano hacia el anhelo de la liberación de esas sociedad dada. Esta ley interna de la Iglesia tendrá que ser revisada
servidumbres. y renovada a través del tiempo o de la extensión de ésta a otras
La naturaleza toda, sometida a servidumbre no de grado, sino naciones y culturas.
por la fuerza, clama con dolores de parto esperando la liberación El hombre se apega a la ley; la ley tiende a hacerse permanente;
(cf. Rom 8). pero, en todo caso, el camino de la liberación ha quedado abierto
«Para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que y las sumisiones han adquirido su verdadera dimensión en la acep-
recibiésemos la adopción de hijos...» «Así que ya no eres esclavo, tación voluntaria, temporal y provisoria del sistema consuetudina-
sino hijo» (Gal 4,5-7). rio y legal que constituye la estructura de la sociedad a la cual se
En el Antiguo Testamento, los preceptos legales norman las ha incorporado el cristianismo (cf. 1 Cor 7).
servidumbres propias de la etapa que vive el pueblo judío y, en
Las tres sumisiones 399

3. Ley y costumbre ipegados a la ley escrita de Moisés y que se sienten «guía de cie-
nos, luz de los que están en tinieblas, instructor de indoctos, maes-
Para comprender y aceptar plenamente la doctrina que infor- tro de niños», frente a los romanos, que tienen su propia ley, es-
ma en San Pablo y en San Pedro estas «tres sumisiones» es nece- crita y consuetudinaria («escrita en sus corazones»), pero igual-
sario penetrar lo que es para el cristianismo el sentido y la filosofía mente valedera para el cristianismo, y de tal perfección, que ha sido
de la ley, ya que pertenece a la ley, a la escrita y a la consuetudina- la base del derecho en el mundo occidental moderno.
ria, todo lo que se refiere a la estructura jurídica de la sociedad y
evidentemente todas las relaciones: Estado-individuo, marido-mu-
jer, amo-esclavo. 1. La ley viene de Dios
En la ley judía y en las leyes y costumbres morales de todos
los pueblos de la antigüedad encuentra su fundamento esta doc- A estos judíos imbuidos en la excelencia de su propia ley, que
trina de las sumisiones; leyes y costumbres que Cristo no vino a can avasalladora suficiencia desprecian las de otros pueblos (pro-
abrogar, sino a perfeccionar y a llevar al cumplimiento de su fina- féticamente también a los catequistas cristianos), San Pablo les
lidad (Mt 5,17). agrega: «Y el que físicamente es incircunciso, pero guarda perfec-
«Las tres sumisiones» son establecidas por San Pablo y San tamente la ley, te condenará a ti, que con la letra de la ley y con la
Pedro en cartas directamente dirigidas a pueblos de su época, a circuncisión eres transgresor de la ley.»
quienes instan a cumplir con todas las leyes que estructuran la Y no se debe pensar que aquí se está pidiendo al incircunciso
sociedad en la cual viven. el cumplimiento de la ley de Moisés, ya que en el mismo capítulo
Cristo viene a liberar a la humanidad de todos los males que de la epístola a los Romanos, y refiriéndose expresamente a los
la afligen, y en su acción redentora ocupa un lugar de gran impor- gentiles, que son ley para sí mismos, ha dicho: «Acusándolos o de-
tancia la liberación de la ley, que esclaviza al hombre. fendiéndolos sus razonamientos en el día en que Dios juzgará, por
Sin pretender tratar aquí en forma sistemática la filosofía pau- Jesucristo, los secretos de los hombres.»
lina y cristiana sobre la ley, y como ampliación de ella la costumbre, Queda así planteada la primera definición de Pablo frente a la
es necesario atender, por una parte, al concepto general de ley y, ley: el profundo respeto a ella (hablaremos más adelante de esta
por otra, a diversas referencias bíblicas sobre el tema: política, importante materia), ya sea la judía escrita por Moisés y solemne-
familia y trabajo. Sin esto permanecerá oscuro e incomprensible mente sancionada por Dios en el Sinaí, ya sea la romana o la de
el sentido de esas «tres sumisiones», especialmente para nosotros, cualquier otro pueblo, muchas veces escrita sólo en los corazones,
hombres del siglo xx pero igualmente valedera ante el juicio de Dios.

III. CONCEPCIÓN CRISTIANA DE LA LEY 2. La ley esclaviza al hombre

«Porque cuando los gentiles no tienen ley, hacen por natura- «De manera que la ley ha sido nuestro ayo para llevarnos a
leza lo que es de la ley; éstos, aunque no tengan ley, son ley para Cristo» (Gal 3,4).
sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, «Entretanto que el heredero es niño, en nada difiere del escla-
dando testimonio su conciencia.» vo, aunque es señor de todo, sino que está bajo tutores y curadores
Así se expresa San Pablo en los inicios del discurso que, sobre hasta el tiempo señalado por el padre. Así también, cuando éramos
la ley, dirige a los cristianos «que estáis en Roma», judíos los más, niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo.»
400 J. Bulnes Aldunate Las tres sumisiones 401

Tal sería la segunda definición de Pablo: La ley es un ayo Este nuevo pacto, que coloca a la ley en trance de ir desapare-
frente al hombre, que como ayo lo somete a sujeciones y esclavitu- ciendo, es Cristo, que sustituye el acto de justicia legal por el amor
des propias de una sociedad rudimentaria. Su valor está en el cum- que obla mediante la fe y reemplaza el precepto por la dedicación
plimiento de sus preceptos, que llevan al hombre a una actitud libre y voluntaria a la realización del reino.
adecuada frente a Dios y a la sociedad, y en esta forma, como ex- «Perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los de-
plica el propio Pablo, no justifica por sí mismo ni tiene el valor cretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola
sagrado que quisieran atribuirle los judíos, sino, por el contrario, de en medio, clavándola en la cruz y despojando a los principados
es recomendable si ya estamos libres de la ley no querer volvernos y potestades» (Col 2,14-15).
a someter a su esclavitud. La liberación de la ley significa también el perdón de la culpa
y el despojo de esos principados y potestades, que son poderes o
fuerzas espirituales que estructuran y animan las distintas socie-
3. La ley es mudable y transitoria dades humanas (naciones, reinos o regímenes) y que sin la ley pier-
den su poder.
«¿Cómo es que os volvéis de nuevo a los pobres rudimentos,
a los cuales os queréis volver a esclavizar?» {Gal 4,9).
De las mismas citas anteriores se desprende un tercer concepto 4. La cara negativa de la ley
de la ley, que es su transitoriedad, calidad que ésta tiene en la mis-
ma medida que la estructura material y espiritual de la sociedad Al hablar San Pablo, como lo hace tan repetidamente, de la
de la cual se deriva. Igualmente configura a la ley, la relación pro- redención o liberación de la humanidad respecto de la ley, está
pia de esa sociedad con Dios, expresada por su sacerdocio, su culto enfrentando un cuarto y fundamental concepto: el hecho de que
y sus ritos. la ley tiene una cara profundamente negativa, que intentamos re-
«Al decir nuevo pacto, ha dado por viejo al primero, y lo que sumir en sus diferentes aspectos:
se da por viejo y envejece, está próximo a desaparecer» (Heb 8,13). a) Como hemos comentado, la ley somete al hombre a suje-
Es fundamental comprender que la ley antigua no desaparece ciones y esclavitudes, aliena su pensamiento y lo subordina a la
en forma inmediata con Cristo; tal cosa sería haber trastocado con arbitrariedad o dureza de sistemas espirituales inhumanos, que son
violencia la mente de la humanidad. La ley está declarada vieja por típicamente característicos de los diferentes regímenes de gobierno
Cristo, envejece y está próxima a desaparecer. —principados— (pensar, por ejemplo, en el nazismo).
Casi veinte años después que la ley fue crucificada con Cristo b) Lo somete a formas «rudimentarias» de la sociedad hu-
en la cruz (cf. Col 2), la Iglesia en el I Concilio de Jerusalén mana, debido a su inmanente resistencia a ser modificada, que la
comienza a remover en forma oficial, aunque con gran prudencia, hace tender a constituirse en permanente y aparta la visión de las
las principales obligaciones legales mosaicas, pero conservando pre- verdaderas finalidades que llegaron a originarla.
ceptos que a la luz del Nuevo Testamento resultan incomprensi- c) Encierra una motivación pecaminosa para quien le está
bles: «... no imponeros ninguna carga más que estas cosas nece- sometido, del mismo carácter de la reacción morbosa suscitada por
sarias...» «... que os abstengáis de lo sacrificado a los ídolos, de las represiones, según la psicología moderna, la cual es comentada
sangre, de ahogado...» (cf. Act 15). muy ampliamente por San Pablo en el capítulo séptimo de la epís-
El proceso de liberación legal sigue desarrollándose, con altas tola a los Romanos.
y bajas, en la vida de la Iglesia, y sin duda está aún lejos, muy le- d) Por último, la ley no es necesariamente buena en sí mis-
jos, de terminar. ma, ya que es la expresión de la situación moral y material de un
402 J. "Ruines Aldunate Las tres sumisiones 403

grupo humano, como lo vemos expresado en el Antiguo y en el tancia el producto de la conciencia social del pueblo. Ella pertenece
Nuevo Testamento: «Porque no pusieron por obra mis secretos, a ese pueblo y a esa época.
sino que desecharon mis estatutos y profanaron mis días de reposo «Los gentiles... aunque no tengan ley son ley para sí mismos,
y tras los ídolos de sus padres se les fueron los ojos. Por eso yo mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testi-
también les di estatutos que no eran buenos y decretos por los monio su conciencia y acusándolos o defendiéndolos sus razona-
cuales no podrían vivir» (Ez 20,24-25). mientos» (Rom 2,14).
Y Jesús, refiriéndose a las inhumanas leyes del repudio, dice: El pueblo judío, por la dureza de su corazón, por la insensibi-
«Por la dureza de vuestro corazón, Moisés os permitió repudiar a lidad de la mente, recibe la ley y, como parte de ésta, el ritual de
vuestras mujeres» (Mt 19,8). ofrendas y sacrificios destinados a reparar la culpa de quienes son
Todos los vicios del legalismo que hemos enumerado son ana- transgresores, pero que tienen un valor simbólico y son incapaces
lizados en las cartas de San Pablo, que está enfrentando así la op- por sí mismos de limpiar la conciencia de culpa (cf. Heb 9).
ción permanente que el hombre hace por la ley, igual a la que se El bien y el mal están planteados en razón de esos tres términos
hizo en el Paraíso por la «ciencia del bien y del mal». usados como sinónimos —conciencia, corazón, mente—, y, subsi-
diaria a ello, la ley con sus preceptos, ritos y sacrificios por la cul-
pa, o bien los sacrificios de culto que constituyen la legalización
de la gloria que por la conciencia el hombre debe a Dios (Rom 1,
IV. LA LEY DE YAHVE 20-21).
La ley, al llegar a ser consuetudinaria o escrita, es superior al
San Pablo nos muestra todos los aspectos negativos de la ley. individuo, ya que forma el patrimonio social del pueblo de cuya
Plantea en casi todas sus epístolas la oposición entre la ley y Cris- conciencia deriva.
to. Polemiza con denuedo contra la tendencia humana irreversible Pero la conciencia social, vale decir, la conciencia masiva de la
de negarse a la libertad y volver a someterse a la ley. comunidad, al igual que la conciencia individual, es una manifes-
El mismo legalismo que opusieron los fariseos a Cristo se sigue tación de la «luz que brilla en las tinieblas y a la cual las tinieblas
repitiendo en los pueblos a quienes se dirigen las epístolas. Comba- no lograron sofocar».
tirlo constituye en éstas un tema central, y precisamente en esa Esa luz que ilumina a todo hombre que viene al mundo y le
materia la palabra profética conserva plena actualidad, tal como manifiesta las cosas invisibles de Dios, es Dios mismo: el Verbo
sigue siendo actual el querer renunciar a la libertad de la fe en de Dios, que ilumina la conciencia y los razonamientos de los pue-
favor de la ley. blos y de sus líderes, generando la ley para bien de la sociedad.
Sin embargo, el mismo San Pablo nos dice que la ley es justa, De aquí nace el legítimo título por el cual, con todo derecho
santa y buena (Rom 7,12), y la promulgación de la ley mosaica es y propiedad, podemos decir que la ley viene de Dios, al igual que
revestida, en el libro del Éxodo, por solemnidades epopéyicas, la autoridad que de ella nace. Y también con toda propiedad se
llenas de los máximos, de los más sobrecogedores y temibles fenó- dice que Dios ilumina a esos privilegiados conductores que llegan
menos naturales y sobrenaturales (Heb 12,18-21). a interpretar la conciencia y las necesidades de su pueblo y a for-
La ley aparece, metafóricamente, dictada por Dios a Moisés o mular con toda sabiduría la ley, dentro de un proceso que no es
escrita con el dedo de Dios sobre tablas de piedra (Ex 31,18), sím- teórico, sino existencial.
bolos de la inspiración divina que el Nuevo Testamento le reconoce La iluminación de Moisés vuela aún mucho más alto, ya que
ampliamente, pero sí en forma mucho más parca. la ley que compendian cuatro libros del Pentateuco va acompaña-
La ley, ya sea escrita o sólo consuetudinaria, es en última ins- da de la revelación profética y ella misma es simbólicamente pro-
Las tres sumisiones 405
404 J. Buhes Mdunate
minado espíritu que la Biblia personifica como ángel o demonio
fética. Moisés recibe mucho más que la inspiración divina que han (cf. Dn 10).
recibido, sin duda, los grandes legisladores de muchos pueblos, Para las Escrituras, cada uno de los grandes imperios o princi-
cuyas sentencias todavía leemos con admiración. pidos tiene cabal equivalencia espiritual o supraterrena, propia de
Moisés, mediante la revelación, logra unir cuanto hay de exis- les lugares celestes, y así el poder terreno alcanza relieves en lo
tencial a la conciencia y a la época que vive el pueblo judío con alto y, a la inversa, los celestiales relevancia en lo terreno (cf. Dn 7).
el simbolismo y la profecía, que atraerá su corazón a la espera del En nuestro lenguaje del siglo xx, las mismas ideas se destacan
Salvador prometido a su padre Abrahán. diariamente cuando hablamos, por ejemplo, del espíritu del nazis-
Se plantea así la antinomia intrínseca de la ley, que viene de mo, del espíritu del comunismo, del imperialismo, del capitalismo.
Dios, que es para San Pablo «santa, justa y buena» y, al mismo San Pablo se refiere a tales poderes, simultáneamente, llamán-
tiempo, «mandamiento que era para vida y a mí me resultó para dolos «gobernadores de las tinieblas de este siglo» y «huestes es-
muerte», y para Pedro, «yugo que ni nuestros padres ni nosotros pirituales de maldad en las regiones celestes».
hemos podido llevar» (Act 15,10).
El espíritu del mal, Satanás, pretende ostentosamente la su-
De esta antinomia se origina aquella otra del pensamiento bí- prema dirección de los reinos de la tierra: «Le mostró en un mo-
blico frente a la doctrina de las sumisiones, cuya comprensión es mento todos los reinos de la tierra y le dijo el diablo: A ti te daré
el único camino que nos permite entender las Escrituras, que nos toda esta potestad y la gloria de ellos, porque a mí me ha sido
resultan desconcertantes por la inevitable oposición que plantean entregada y a quien quiero la doy.» Mientras tanto, la Escritura
entre la majestad del Sinaí y la multitud de disposiciones legales anuncia la supremacía de Cristo sobre todo poder «no sólo en este
o rituales que de él se derivan y que son incomprensibles para nos- siglo, sino también en el venidero» (Ef 1,21).
otros. Igualmente, se aclara así la aparente oposición entre las Aún más: la profecía anuncia la supresión de todo dominio,
eufóricas alabanzas al mandamiento y a la ley que vemos en los potestad y poder (1 Cor 15,24), es decir, la liberación del hombre
libros del Antiguo Testamento (cf., por ejemplo, Sal 118) y el respecto a tres conductas fundamentales de su naturaleza social.
pensamiento paulino sobre la misma, expresado principalmente en
las epístolas a los Romanos y .i los Cálalas.
Por último, explica el conn.istc entre la doctrina de las sumi- 1. Gobierno, procreación y posesión
siones, evidentemente de carácter transitorio, y el pensamiento
Tres conductas que encierran tres alienaciones y tres ansias de
cristiano, que tanto enfatiza la liberación de la humanidad y que
liberación, cuya problemática va desde el Génesis hasta el Apoca-
hoy se ha hecho más explícito después del Concilio Vaticano II.
lipsis.
La ley, al igual que la fruta del árbol del bien y del mal, es
para el hombre instrumento tic muerte del cual Cristo libera me-
V. LOS PRINCIPADOS, LAS POTESTADES, LAS DOMINACIONES
diante la cruz; pero, mientras tanto, una ineludible tendencia inte-
rior impulsa al hombre hacia la estructuración del poder legal y
Donde hay un subdito, hay un príncipe; a la mujer la somete político al cual pagará duro tributo de esclavitud.
la potestad que la ley reconoce al marido; al siervo, el dominus.
Al pueblo que clama por tener un rey, por medio de Samuel,
Estos poderes gobiernan al mundo; «gobernadores de las ti-
Dios le hace ver lo que esto significa:
nieblas de este siglo» (Ef 6,12), se sitúan sobre el hombre y lo so-
meten a su imperio, pero tienen al mismo tiempo su propia iden- «Así hará el rey que reine sobre vosotros: tomará vuestros
tidad y personería, propias de cada época, sistema o reino. En este hijos y los pondrá en sus carros y en sus gentes de a caballo
sentido, son entes espirituales, poseídos e inspirados por un deter-
406 J. Buhes Aldunate Las tres sumisiones 407

para que corran delante de su carro, y nombrará para sí jefes plr toda justicia», nos dice Cristo. Y San Pablo (Rom 13), después
de miles y jefes de cincuentenas; los pondrá asimismo a que dt afirmar que la autoridad viene «de parte de Dios», analiza las
aren sus campos y sieguen sus mieses y a que hagan armas razones de ello: que la autoridad es instrumento de justicia {ala-
de guerra y los pertrechos de sus carros. bmza de los que hacen el bien y castigo de los que hacen el mal),
Tomará también a vuestras hijas para que sean perfuma- qie se le debe obedecer «por causa de conciencia» y, por último,
doras, cocineras y amasadoras. Asimismo tomará lo mejor de qie están realizando la misión de hacer cumplir la ley.
vuestras viñas y de vuestros olivares y lo dará a sus siervos. La autoridad es la cara visible de la ley; en el respetuoso temor
Diezmará vuestro grano y vuestras viñas para dar a sus ofi- que ella inspira reside la fuerza de ésta, de tal manera que no podría
ciales. Tomará vuestros siervos y vuestras siervas y vuestros hiber ley sin autoridad ni, a la inversa, autoridad sin ley.
jóvenes y vuestros asnos y con ellos hará sus obras. Diez- Pero ambas, autoridad y ley, no sólo son transitorias y durarán
mará también vuestros rebaños y seréis sus siervos. hasta «cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y
Pero el pueblo no quiso oír la voz de Samuel y dijo: ¡No!, potencia», sino también están sujetas a envejecimiento y a renova-
sino que habrá rey sobre nosotros. ción, cambiando, en forma lenta pero constante, en el curso de la
Y Jehová dijo a Samuel: Oye su voz y pon rey sobre historia, debido a que ambas son producto de la conciencia liumana
ellos.» y especialmente de la conducta del grupo social, que cambian y se
(Sm 8,11-22.) modifican con el tiempo y que vemos actualmente evolucionar en
forma vertiginosa, impulsada por el desarrollo de las ciencias, por
Así, Dios ilumina a Samuel, sumo sacerdote, para que unja un las tendencias de progreso y, en gran manera, aunque no lo podemos
rey y lo ponga sobre Israel. Su autoridad vendrá de Dios, pero es medir, por la maduración del cristianismo.
la conciencia del pueblo la que lo ha pedido. La procreación y la posesión de los bienes encierran, fuera del
La perpetua opción del hombre por la ley lo hace imponer, cristianismo, un sentido que se encuentra definido en las conse-
contra el consejo del sacerdote, contra la profecía divina, contra su cuencias del pecado original, llamadas impropiamente «condena-
propio interés, el de su familia y el de su país, una dura autoridad ciones del Génesis al hombre y a la mujer».
que, en última instancia, lo hace esclavo. A ella se dice: «Con dolor darás a luz u tus hijos» y «lu volun-
Los ejércitos, a lo largo de la historia, seguirán sirviendo a sus tad estará sujeta a tu mando y el se enseñoreará de ti».
príncipes, a sus luchas por el poder, a sus intereses, ajenos casi A él: «Con el sudor ele- m frente ganarás el pan.»
siempre a los del pueblo, a su dominio sobre el pueblo mismo, a Servidumbre de la mujci .i la procreación; sometimiento de ésta
sus represiones sangrientas. Y constituye un error llamar a esos al varón; servidumbre de é.sie a las necesidades y a la obtención
ejércitos mercenarios: ellos no están allí por dinero, están por esa
de los bienes. Así, la humanidad pasa a ser sierva de esta doble
humana opción a la ley.
lucha por su supervivencia y el hombre y la mujer quedan no sólo
Cristo obedece a la ley y obedece a las autoridades sacerdotales sometidos a esta finalidad fundamental, sino postergados a ella.
y civiles, pero antepone a esta obediencia el cumplimiento de la La prehistoria bíblica nos muestra dos afirmaciones de esta
misión que le ha dado su Padre c, igualmente, el supremo fin de vocación humana puestas en boca de Dios y dirigidas a Adán y a
buscar por sobre todo el bien de los demás, la nueva y única ley,
Noé: «Fructificad y multiplicaos y señoread en los peces del mar,
la suprema, del amor.
en las aves del cielo y en toda bestia que se mueve sobre la tierra.»
La autoridad, lo mismo que la ley, adquiere con Cristo una «He aquí que os he dado toda planta» (Gn 1,28-29; cf. Gn 9,1-7).
nueva dimensión: ambas son instrumentos transitorios para esta- Toda la estructura social depende de esa vocación a la procrea-
blecer la justicia en la sociedad humana. «Así, nos conviene cum- ción y a la posesión.
408 J. Bulnes Aldunate
Las tres sumisiones 409
La honra de la mujer y el aprecio que ella espera de su marido
fue en los tiempos antiguos función de la maternidad. las mismas formas legales inhumanas veinte siglos después de la
predicación de Cristo.
Pero la mujer misma constituía un objeto apropiable: «No
La novia otorgada por conveniencia, la infamia de la doncella
codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás a la mujer de tu
que perdió la virginidad, el marido celoso que aisla a su mujer, el
prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno...» (Ex
espíritu de amo y señor del esposo sobre el hogar constituyen, en
20,17), y como tal, es un bien que pertenece al padre, quien la
plena era cristiana, fieles paralelismos de la ley mosaica o de otras
entrega al marido cobrando corrientemente un precio u otorgán-
legislaciones primitivas.
dola como premio por servicios o actos de guerra destacados.
Esos espíritus patriarcales o de dominio que tantos dolores y
El padre de familia era amo y señor sobre mujer, hijos, siervos lágrimas han costado a la humanidad pueden ser llamados, con toda
y sobre todos sus bienes. propiedad, fuerzas espirituales de maldad.
La mujer, en la ley de Moisés, era considerada incapaz aún de El cristiano, como hemos visto, vive una etapa transitoria.
hacer un voto a Dios sin la aprobación del padre o del marido Tiene puesta su esperanza, hasta donde le es posible comprender
(cf. Num 30). o hasta donde la Iglesia se lo muestra, en la libertad gloriosa que
La ley de Jehová reglamenta el repudio de la mujer casada; tendrá que manifestarse y goza ya en parte de esa libertad, en cuan-
estatuye prácticas bárbaras y mágicas para calmar al marido celoso; to la fe le permite liberarse espiritualmente de las esclavitudes in-
establece cómo demostrar la virginidad de la desposada, la que será herentes a la procreación y a la posesión y en cuanto la fe le da una
apedreada al no poder demostrarla; fija las condiciones en que será nueva dimensión a su actitud frente a ellas.
tratada toda joven israelita a quien su padre vendiera como esclava Entre otras muchas, las siguientes sentencias evangélicas definen
(cf. Ex 21,20-21). la nueva actitud propia del cristianismo:
La ley fue igualmente inhumana respecto de los esclavos, tam- «Bienaventurados los pobres...»
bién mirados como objetos de propiedad: «Y si alguno hiriere a su «No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué
siervo o sierva con palo o muriere bajo su mano, será castigado, mas habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir.»
si sobreviviere por un día o dos no será castigado porque es de su «... y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por
propiedad» (Ex 21,20-21). causa del reino de los ciclos.»
La meta final del cristianismo es la liberación de esas leyes y Precisamente por la etapa transitoria que vivimos, en que el
sumisiones que hoy nos repugnan por inhumanas. A ellas opone cristianismo pertenece a un mundo y a una sociedad que vive bajo
Cristo la libertad gloriosa de los hijos de Dios, de la que ya empe- el imperio de esas fuerzas espirituales tan contrarias al espíritu de
zamos a participar por la fe: «Venida la fe ya no estamos bajo el Cristo, su actitud llevará siempre implícita esa renuncia a los bie-
ayo... (de la ley). Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni nes, que trascienden las citas anteriores y que constituyen la forma
libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en y medio de gozar de la libertad: dimensión imperfecta de la rela-
Cristo Jesús» (Gal 3,25-28). ción del hombre con el mundo que lo rodea, pero necesaria mien-
tras se manifiesta la gloria del reino, en que el pobre y el manso
Entre la rudimentaria ley de Moisés y el pensamiento cristiano
poseerán los cielos y la tierra y en que el eunuco recibirá un nom-
actual han transcurrido treinta y cinco siglos de constante evolu-
bre mejor que el de los hijos e hijas.
ción, a la cual el cristianismo abrió un infinito de nuevas posibili-
dades y fijó esa meta final maravillosa de la liberación; pero la hu-
manidad oye lenta y pesadamente, como no se cansan de repetir
las Escrituras, y así vemos prolongarse las mismas servidumbres y

27
Las tres sumisiones 411

2. Los tres votos que el evangelio otorga a la pobreza, que es la gran liberadora del
hombre, la palanca que desarma a las más formidables estructuras
Si el cristiano renuncia a muchos bienes, a muchas alegrías y de poder y la razón profunda que hizo al cristianismo buscar y en-
satisfacciones que puede darle el mundo en que vive, tal renuncia contrar las grandes fuerzas potenciales de la humanidad dentro de
sólo tiene sentido al encontrarse inspirada, precisamente, del espí- las masas desposeídas.
ritu de liberación que le abre todas las posibilidades de dedicar la Hemos señalado que la tradición de la Iglesia, inspirada en el
vida a trabajar por el reino y a gozar desde ahora del privilegio de evangelio, ha opuesto al deseo de poder la obediencia de la comu-
la libertad. nidad cristiana, representada por un superior; a las potestades y
A los tres poderes que se enseñorean y esclavizan la vida del correspondientes servidumbres del matrimonio y de la procreación
hombre y que se ejercitan a través del poder político, de la pro- el privilegio del celibato; frente al gran motor, a esa fuerza espiri-
creación y de la posesión, la Iglesia tradicionalmente ha opuesto tual que es el deseo de dominio y posesión, fuerza de tal magnitud
tres promesas solemnes de renuncia que paralizan y desarman la que Marx la ha mirado como la determinante de la historia, la Igle-
capacidad de dominio que tienen esos poderes. sia ha opuesto el gran voto, la promesa solemne de ser pobre.
Al afán de poder y de mando, a la alienación del hombre den- El gran voto corresponde a esa pobreza que los evangelios y
tro de las estructuras políticas que gobiernan al mundo, el cristia- todas las escrituras no se cansan de alabar, bendecir y declarar pri-
nismo ha opuesto la obediencia; pero una obediencia tal que cons- vilegiada y bienaventurada, pero que por eso mismo, por ser la más
tituye la máxima independencia, al despojar al hombre de su rela- grande, la más plena y la más poderosa palanca liberadora, consti-
ción con las estructuras de poder propias del mundo y encajarlo tuye el más difícil y el más falsificable de los tres votos.
en las comunidades eclesiales. Independencia frente a los poderes No podemos perder de vista el sentido que hemos señalado al
de «este siglo» tan grande y total como grande y total debiera ser empezar a hablar de los votos: su fuerza liberadora que nos salva
la independencia de esas comunidades eclesiales frente a los pode- de los poderes tenebrosos y nos permite incorporarnos a Cristo y
res humanos. a su obra. Olvidar este sentido sería convertirlos en una realidad
Al instinto de procreación, a la potestad del varón sobre la material carente de espíritu y dentro de la cual el más pobre de los
mujer y los hijos, la Iglesia opone el celibato no como sacrificio o hombres puede estar completamente dominado por el impulso de
despojo, sino como privilegio de libertad para trabajar por el reino posesión.
de Dios. Deformar ese sentido es convertir los votos en un sistema le-
Este es el sentido que da San Pablo a su consejo de celibato: galista de sometimiento a tradiciones impositivas o querer interpre-
«Quisiera que estuvieseis sin congoja. El soltero tiene cuidado de tar como un meritorio sacrificio lo que es un privilegio. Todo eso
las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor; pero el casado tiene significa hacerlos profundamente odiosos para los demás, desvir-
cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer.» tuar completamente su esencia liberadora y establecer nuevas escla-
Las tres formas de esclavitud humana corresponden plenamen- vitudes que ya la humanidad se niega a aceptar.
te a esas fuerzas o huestes espirituales de que habla San Pablo, ya
que configuran una actitud espiritual que somete a servidumbre,
indistintamente, al príncipe y al subdito, al marido y a la mujer, al CONCLUSIÓN
amo y al esclavo; fuerza espiritual, que en forma paradojal, pero
no por eso menos efectiva, hace siervo al señor de los mismos bie- Esta doctrina moral, que hemos denominado «las tres sumisio-
nes que posee. nes» y que constituye el objeto de este artículo, ha sido una de las
De esa última condición se desprende la prioridad y privilegio materias más controvertidas y difíciles del pensamiento apostólico.
422 /. Buhes Aldunate
Las tres sumisiones 413
Conviene enumerar y resumir las razones para que esto sea así,
más trascendentales y que superan hasta nuestras posibilidades
aunque ellas ya han sido comentadas en el desarrollo del tema: imaginativas.
1) Las tres sumisiones, y muy en especial la referente a amos
Tanto como cambie nuestro universo, nuestra vida y nuestra
y esclavos, hacen parecer inhumana y antisocial la doctrina cristiana.
sociedad, tanto tendrán que cambiar también las instituciones, las
2) Son la base del conformismo, al cual se responsabiliza de normas, los preceptos y, en una palabra, todas las formas de la ley
haber adormecido la conciencia de lucha de los sectores oprimidos. y del derecho.
3) Esa misma doctrina se encuentra desplazada y aun desmen-
Esa trascendente y, para nuestra comprensión, loca evolución
tida en muchas recientes manifestaciones oficiales de la Iglesia.
de las costumbres y del derecho no debe perturbar al cristianismo,
4) Por tratarse de una materia fundamental, que afecta a toda que mantiene en sus manos la brújula de la fe, iluminada por la
Ja estructura del pensamiento social, la confusión existente pone en Escritura, y la ley suprema de la caridad.
difícil trance la infalibilidad de las Escrituras.
Como Iglesia, más que nunca atentos a la «palabra profética»
Naturalmente, muchas personas se negarán a aceptar tal o cual y a los «signos de los tiempos», debemos procurar la renovación
interpretación bíblica o diferentes apreciaciones contenidas en este constante de nuestra mente; no sea que, amarrados a formas cadu-
estudio; pero no se puede rechazar el hecho fundamental de que esa cas, estemos insistiendo y tratando de imponer dogmatismos, pre-
doctrina, en gran parte al menos, no se encuentra vigente y que ceptos, costumbres, ritos, liturgias y tantas cosas que no sólo son
aquello que aún podría ser defendido halla cada día menor acep- incompatibles con esta época, sino que además son contradictorias,
tación. perjudiciales y motivo de escándalo.
El mundo de hoy se maneja por nuevos conceptos en que pre-
valecen la rebeldía frente a los poderes constituidos cuando se dis- J. BULNES ALDUNATE
crepa de ellos; la independencia de la mujer, que ya no se somete
ni se mantiene cubierta ni velada, como simbólicamente pedía la
ley antigua, y que actúa dueña de las mismas prerrogativas y dere-
chos que el varón, aun en la manifestación de su sexualidad, y, por
último, la crisis del derecho de propiedad individual, correlativa al
rechazo de toda idea de dominio que directa o indirectamente im-
plique desigualdad y, por tanto, sumisión.
Este hecho es motivo de gran inquietud en respetables sectores
de la Iglesia católica y de otras Iglesias cristianas, que miran como
catastrófico el debilitamiento o rechazo de tantas instituciones,
normas, principios y, en general, de todo cuanto miraban como la
base sustentadora de la religión y la moral.
A los cristianos estos cambios no deben alarmarnos; las formas
de vida social han cambiado y es un hecho científicamente aceptado
que tendrán que sufrir vertiginosamente nuevas modificaciones que
las adapten a condiciones materiales y sociales completamente dis-
tintas e incluso a un universo radicalmente diferente, como será
para el hombre el de la era espacial que estamos iniciando.
La Escritura está llena de anuncios proféticos de cambios, aún
El hombre contemporáneo y la felicidad 415

dones inmediatas. Las sociedades tecnológicas dan la impresión de


estar sometidas en todas partes a un cataclismo interno precisamen-
te porque no han acertado a integrar sus valoraciones inmediatas
en un contexto que suponga una verdadera orientación hacia unos
objetivos realmente dignos del hombre.
En la conciencia de todos están la debilidad de las sociedades
EL HOMBRE CONTEMPORÁNEO Y LA FELICIDAD contemporáneas y los trastornos que para todos supone. Sin em-
bargo, no hemos de olvidar que todas esas deficiencias, que saltan
a la vista en las sociedades industrializadas, no deben ser condena-
Herbert Croly escribió, en 1909, un ensayo en que hacía una das necesariamente, pues su aparición sólo es posible después de
profunda crítica de la vida americana. A pesar de todo, el ensayo alcanzar un nivel relativamente alto en los logros positivos. Hemos
entrañaba una gran esperanza que se reflejaba en su mismo título, de hacer aún otra advertencia. Todo escritor vierte en su obra los
The Promise of American Life. Según Croly, esta promesa de la presupuestos de su propia cultura. Un americano tendrá que pen-
vida americana y su significado para las restantes naciones de todo sar esencialmente en términos de cultura americana, y esta orien-
el mundo abarcaba un triple elemento: 1) mejores condiciones eco- tación básica dará, hasta cierto punto, un matiz característico a
nómicas; 2) instituciones eficazmente democráticas; 3) mejora mo- sus críticas. Es de esperar que en nuestro caso ello suponga una
ral y social. Pero en la vida americana había algo que estaba estran- menor dificultad, puesto que América, para bien o para mal, es
gulando su promesa y sus perspectivas de felicidad, y era la supo- un ejemplo prominente de sociedad industrial y tecnológica, y
sición de que un individualismo incontrolado, la búsqueda de la quizá haya de ser considerada como un modelo para los avances
riqueza y una confianza irresponsable en la industrialización y la aún por realizar en otros países.
tecnología habrían de producir automáticamente una sociedad me- La tarea de analizar el concepto de felicidad en una sociedad
jor y más humana. El problema que América habría de resolver, industrial sería más llevadera si fuese posible volver la mirada a
en calidad de modelo ejemplar para todo el mundo, era el de orien- un sistema integral en que la felicidad humana hubiese sido situada
tar la vida social de forma que redundara en beneficio del individuo ya en la perspectiva de un panorama universal. El concepto de fe-
y en bienestar de la nación. licidad puede ser definido cuando hay ya un conocimiento positivo
Herbert Croly sabía muy bien la respuesta que habría de dar de lo que significan actividad virtuosa y vida buena. Tal contenido
a la pregunta «¿cuál es su concepto de la felicidad humana?». Cro- tendría pleno sentido expresado en términos de una visión uni-
ly se quejaba de que eran muy pocas las personas que en una so- versal comprehensiva. Podríamos empezar por Dios, avanzar haciaí
ciedad cada vez más industrializada y tecnificada se paran a pensar la creación, el hombre, ln vida buena y virtuosa, Cristo, volviendo j
y a plantearse la pregunta y a dilucidar si los avances sociales nos después hasta Dios y la bienaventuranza eterna; tendríamos así un ¡I
están llevando a la felicidad humana o simplemente arrastrándonos sistema en que cada aspecto del humano vivir se situaría en suj
o doblegándonos ante los engañosos determinismos de la moderni- propio lugar. Pero la sociedad contemporánea y la mentalidad mo- ¡
zación. Cincuenta y nueve años después del ensayo de Croly, el derna han roto con semejante sistema.
intento de definir el concepto de felicidad en las sociedades indus- Cuando en una sociedad predomina una visión del mundo, in-
triales contemporáneas parece algo contradictorio en sí mismo, dependientemente de la vaguedad con que sea percibida o profe-
precisamente porque nadie acierta a plantearse esas preguntas de- sada, resulta fácil definirla y explicar las manifestaciones y conse-
finitivas. Parece que es algo característico de la tecnología y la cuencias que tiene en la sociedad. Pero en las sociedades modernas
industrialización el posponer los intereses definitivos a las valora- nos hallamos frente a una pluralidad de visiones del mundo que
416 D. Wolf El hombre contemporáneo y la felicidad 417

compiten a cada momento por lograr el asentimiento de los hom- Tal resultado no parece especialmente revolucionario. ¿Que
bres. La sociedad industrializada tiene su propia dinámica. Esta no todas las sociedades han alcanzado aún esta situación? Las so-
dinámica está diversamente integrada, dada la variedad de visiones ciedades industriales avanzadas del siglo xx han sido las primeras
del mundo. Los miembros de la sociedad se encuentran frente a la en plantearse el problema de la prosperidad con sentido realista.
posibilidad de elegir entre todas esas visiones del mundo, o al me- En los Estados Unidos, la «pobreza» se ha convertido actualmente
nos ante el problema de convivir amistosamente con personas que en la cuestión y el problema más importante para la nación. Pero
sustentan diferentes visiones. Muchos experimentan la tendencia se trata de un tipo de pobreza históricamente nuevo. Según los ni-
a renunciar simplemente ante la dificultad que entraña la elección. veles de un pasado aún reciente, el ochenta por ciento de los ame-
Se adaptan a un tipo determinado de pensamiento colectivo y así ricanos vive no ya a nivel de suficiencia, sino incluso de prospe-
siguen adelante según el curso de los acontecimientos y tendencias ridad o, si se prefiere, de abundancia. La sociedad contemporánea
contemporáneos. ha sido la primera en estimar que un veinte por ciento de menos
afortunados significan una crítica efectiva y real de los logros de
LA SOCIEDAD TECNOLÓGICA una determinada sociedad. Ese veinte por ciento no es el resultado
del sistema mismo, sino de una discriminación. Han sido exclui-
Podemos examinar las características fundamentales de la so- dos del sistema. El reto que lanzan los pobres exige que sea elimi-
ciedad tecnológica desde tres puntos de vista. El primero es el de nada esa discriminación que los mantiene en condición de exiliados.
los objetivos mínimos que se pretende conseguir; el segundo, la El descontento surge no como resultado de una privación relativa,
dinámica o los métodos elegidos para alcanzar esos objetivos; el sino de un fracaso en lograr un nivel absoluto de bienestar material.
tercero, la suficiencia o insuficiencia de objetivos y métodos. Una situación potencialmente explosiva se presenta como resultado
Los objetivos de la sociedad tecnológica son fundamentalmente del hecho de que no han sido cumplidas las aspiraciones concretas
externos. Por externos no queremos entender «materiales», en el de los pobres.
sentido peyorativo contenido en la idea de «materialismo». Las La prosperidad, en la sociedad industrializada, depende de
sociedades tecnológicamente avanzadas pretenden dotar a sus miem- determinados métodos de actuación. Los recursos de la nación han
bros de un grado relativamente alto de satisfacción material. Una de ser organizados en torno a las exigencias de la producción, de
vez que ha sido alcanzado ese grado relativamente alto de satisfac- una producción de tipo muy concreto, una producción «eficiente».
ción material, el desarrollo normal del proceso democrático servirá Debe haber una constante investigación tecnológica a cargo de las
para garantizar el control de las condiciones económicas fluctuan- mentes más desarrolladas y los hombres más entrenados a fin de
tes, de forma que pueda evitarse una privación repentina o prolon- asegurar a la sociedad un nivel económico en constante auge. Los
gada a los miembros de la sociedad. Satisfacción material y segu- recursos económicos habrán de ser .sometidos una y otra vez a nue-
ridad económica darán automáticamente como resultado un vivir vas investigaciones para obtener y desarrollar a base de ellos me-
«decoroso». Este vivir decoroso no significa necesariamente el buen jores productos y procesos de producción más eficientes. Los be-
vivir de la actividad virtuosa. Cada persona perteneciente a tal neficios que la tecnología puede aportar en términos de una
sociedad, debido al nivel de satisfacción material y seguridad, es- producción eficiente exigen un alto grado de organización e insti-
taría en condiciones para vivir, por su propia iniciativa, como ser tucionalización. La institucionalización, a su vez, es un proceso que
humano razonablemente organizado. El sistema económico funcio- exige organizar las especializaciones y las capacidades técnicas, pues
naría de tal manera que con el esfuerzo suficiente por parte de los la especialización es esencial para la producción eficiente y la explo-
individuos que fueren precisos, el resultado fuese la prosperidad ración tecnológica.
para la inmensa mayoría. Valoraciones primarias de la industrialización son la produc-
418 D. Wolf El hombre contemporáneo y la felicidad 419

ción eficiente, la investigación tecnológica, la organización y la subyacente a la organización social, el individuo alcanzaba su ple-
especialización, que dan como resultado la prosperidad económica. nitud personal o perfección humana. La sociedad industrial estaba
La felicidad y el vivir bien, en el sentido clásico, no constituyen construida sobre la base de un ideal individualista. La cultura tec-
intereses conscientes del sistema. El peligro latente en una socie- nológica ofrece al individuo el ideal de un mínimo de estabilidad
dad tecnológicamente avanzada reside en la amenaza de que estas en cuanto al orden social y una economía de la abundancia. El
valoraciones mediatas lleguen a convertirse en las únicas valoracio- bienestar individual se erige en objetivo del sistema. Un ideal así
nes reconocidas por la sociedad. Que el peligro es real puede com- no agota las más hondas fuentes de las aspiraciones humanas. Como
probarse con sólo plantear a los miembros de nuestras modernas consecuencia, la comunidad es usada por los individuos como me-
sociedades industriales esta pregunta: «¿Qué eres tú?» Lo más dio de realzar la propia personalidad. El individuo, más que ser
probable es que la respuesta se dé en términos de lo que hace el irapulsado por las valoraciones sociales institucionalizadas hacia el
individuo, no de lo que es. En estas sociedades, los menos aventa- vivir bien, atiende a su propia definición y a unos objetivos fijados
jados son aquellos que, por una u otra razón, no poseen las habi- desde un punto de vista personal para marcarse unas valoraciones
lidades que la sociedad necesita o está preparada para emplear en que van más allá de las admitidas por una sociedad tecnológica e
el sistema. Quien carezca de tal habilidad no solamente se queda industrial.
al margen del sistema, sino que no se le reconocerá un valor intrín- Los trastornos culturales parecen ser una característica univer-
seco hasta que, o a menos que, acierte a desarrollar una habilidad sal propia de las sociedades tecnológicas avanzadas. Por bajo de
útil. Uno de los resultados de esta actitud lo tenemos en la falta todos los problemas específicos de tales sociedades subyace un pro-
de respeto hacia la sabiduría y la experiencia de los viejos y los fundo desorden. Solas las valoraciones tecnológicas no parecen ca-
jubilados, pues han dejado de contribuir directamente al sistema paces de llevar a cabo la transición de un individualismo exagerado
de producción. a unos grupos humanos organizados para el logro de unos planes
comunales. Y, en la actualidad, las valoraciones de la sociedad in-
dustrial sufren un ataque por todos los flancos. Estos ataques se
CULTURA Y VALORACIONES TECNOLÓGICAS dirigen específicamente contra los fallos de la cultura industrial.
Ahora bien: ningún individuo o grupo parecen capaces de ofrecer
La cultura de toda sociedad desempeña un papel necesario en un sistema de valores comprehensivo dentro del cual pueda el in-
el proceso de integración de los individuos en la comunidad. La dividuo lograr unos objetivos comunitarios y una plenitud personal.
cultura comunica un sistema de valores que ayuda a los miembros
de la sociedad en la tarea de interiorizar los objetivos de aquella
sociedad. Estas valoraciones son transmitidas por la cultura como LA IGLESIA Y LA CULTURA TECNOLÓGICA
un sistema de exigencias moralizantes. Las exigencias son plantea-
das al individuo a través de las instituciones normativas de la socie- Nadie parece dudar hoy que la Iglesia ejerce, o debería ejercer,
dad. Cuando falla el proceso de socialización, o cuando una deter- una mayor influencia sobre las valoraciones y objetivos de la so-
minada cultura atraviesa por un cambio importante de valoraciones, ciedad, cuando no sobre los medios contingentes elegidos para in-
los miembros de tal sociedad corren el peligro de quedar alienados corporar las valoraciones y lograr los objetivos. En el pasado, la
de aquella sociedad, perdiendo así su sentido de identidad personal. religión ofrecía al hombre una explicación del sentido y de la
El ideal clásico de la comunidad civil proponía un ideal cultural orientación de la vida. Le proporcionaba un esquema de referencia
perfectamente definido. A través de la pertenencia y la participa- dentro del cual tenía un sentido el deseo de lograr la felicidad. El
ción en la comunidad civil y la dedicación personal al ideal cultural contenido de una vida recta, tal como lo presentaba la religión, capa-
El hombre contemporáneo y la felicidad 421
420 D. Wolf
pedíamos desafiar impunemente a los dioses. El hombre científico
citaba al hombre para armonizar sus ideales íntimos con su activi-
ñas demostró su poder haciéndonos comprender que estaba en con-
dad social. Cuando la religión dejó de cumplir esta función, el hom-
dciones de destruir el mundo con sólo pulsar un pequeño botón
bre perdió su visión íntima y se quedó sin patrones de referencia
rejo. También parece que está a punto de probarnos que es capaz
con qué juzgar su propia conducta.
de creamos de nuevo, y probablemente con resultados mucho me-
Parece claro que la Iglesia no ha acertado a ejercer su influen- jores que la primera vez. La promesa, sin embargo, parece que en
cia sobre el ethos secular científico y tecnológico de las modernas muchos casos ha degenerado en el absurdo de Hitler y del Vietnam,
sociedades industrializadas. En otros tiempos pretendía tener res- del urbanismo y de los ghettos, de los desórdenes y de la pobreza.
puesta para todos los problemas de la sociedad moderna. Pero la Cada ve2 crece más la sospecha de que el hombre prometeico cam-
Iglesia pretendía demasiado; cuando se vio que las respuestas ca- bió el fuego por la caja de Pandora y que los buitres están empe-
recían de importancia, los hombres dejaron de mirar a la Iglesia zando a devorar nuestras entrañas.
con la esperanza de que ésta les diese una formulación de valora-
ciones positivas. Ahora está pasando la Iglesia por su propia revo- El enojo contra el hombre prometeico, o al menos el descon-
lución interna, forzada a ello por un cúmulo de problemas a los que tento, forma la verdadera trama de la literatura moderna. Kafka,
no se supo hacer frente cuando estos mismos problemas se plan- Proust, Mann y Brecht se niegan a aceptar las imposiciones del
tearon en la sociedad. De ahí que la confrontación entre el ethos mundo en que vivimos y del mundo que se está gestando. Joyce
tecnológico y el ethos judeo-cristiano resulte especialmente aguda tuvo que dejar en suspenso y luego reírse de todas las valoraciones
dentro de la misma Iglesia. La mayor conmoción dentro de la Igle- aceptadas, para ofrecernos la nada a cambio de ellas. Meursault en
sia viene causada por dos visiones del mundo que se excluyen El extranjero, de Camus, crea subjetivamente su propia condición
mutuamente. La Iglesia ha permanecido aferrada hasta hace poco y su validez personal. Norman Mailer se revuelve y no siempre
tiempo a una visión clásica y estática del hombre y de la naturaleza, sabemos contra qué. Pero no hay posibilidad de error acerca de su
justamente cuando las sociedades ya habían cambiado este molde revuelta. Ha fracasado la razón. El mundo se halla al borde mismo
por una concepción dinámica y evolucionista del hombre y la na- del colapso.
turaleza. La Iglesia, pues, se halla frente a un doble problema. El héroe de la literatura moderna es un ser que no ve posibili-
Debe conseguír~su~propia paz interna adoptando una nueva visión dad alguna de salvación colectiva. Tampoco encuentra forma de
. del mundo. Y debe arbitrar también unos métodos para aplicar esta integrarse en un mundo que tenga sentido. El mundo pesa sobre
I nueva visión a los problemas de la sociedad moderna. La tarea que el hombre como una potencia ciega. Este antihéroe sólo sabe una
j aguarda a la Iglesia con relación a la sociedad tecnológica es la de cosa: que debe actuar para seguir siendo humano. Pero, al mismo
(j contribuir a crear un sistema de creencias comunes que sirva como
tiempo, sabe que su actuar carece de validez interna. Existir y ac-
j alternativa y una visión del mundo capaz de integrar al individuo tuar son dos absurdos. El hombre actúa constantemente al borde
en una sociedad dinámica y siempre cambiante. del vacío; sus pies pueden resbalar en cualquier momento y preci-
pitarlo en el abismo. Sólo unos pocos son capaces de confrontar la
nada con la vida. El héroe es uno de esos pocos que tienen el valor
de hacer frente a la condición humana y mirar adelante sin vacilar
RETOS EN LA LITERATURA Y EL ARTE hacia el espectro de una muerte sin sentido.
Hochhuth produjo un impacto internacional con su pieza de
El hombre prometeico de la ciencia y la tecnología nos ha ase-
teatro The Deputy. Siguió después una batalla sobre la reputación
gurado que no hay problema alguno que no pueda ser resuelto si
de Pío XII. No es probable que se llegue nunca a dar una respuesta
a ello se aplica la necesaria proporción de razón y técnica. Nosotros satisfactoria a la cuestión histórica. Hochhuth presentó después The
lo hemos creído. Hemos creído que una vez que poseímos el fuego
422 D. Wolf El hombre contemporáneo y la felicidad 423

Deputy with Soldiers. Esta pieza seguramente es mejor, pero resul- que cualquier otro filme de Antonioni. El héroe-fotógrafo resume
ta muy dura para Churchill. Los fenómenos históricos de que se L figura del «frío» joven moderno. Su vida apenas tiene algún sen-
ocupa el dramaturgo en ambas obras representan la quinta esencia tido. Sus acciones no son ni morales ni inmorales. Resulta imposi-
de la quiebra que sufren la cultura y la civilización. Una quiebra ble, para quienes se encuentran con él o le observan, saber quién
cuyo alcance sobrepasa las posibilidades humanas de comprensión. es realmente. Y, sin embargo, tiene dignidad, está vivo. Nos gusta
La dimensión humana se pierde en la pura masa del horror. Pero y nos interesamos por él, a pesar de que él parece poco interesado
¿no es acaso el hombre un ser responsable? ¿No hay medio de en sí mismo.
reducir la complejidad y luchar a brazo partido con la responsabi- Bonnie and Clyde ha invadido todo el país, levantando una ola
lidad humana? Hochhuth atribuye toda la responsabilidad a uno de imitaciones en las modas, los anuncios de la televisión, en la
o dos hombres con la esperanza de que al concentrar así la respon- manera de hablar y en las canciones. La película toma dos persona-
sabilidad podamos comprender la dura condición humana en el jes históricamente irrelevantes y lleva al público a una casi total
mundo moderno. identificación con aquellas dos pobres criaturas tiranizadas por un
Las películas de ensayo, cada día más populares, atacan todos mundo demasiado grande para ellas. Uno de los más chocantes fe-
los valores comúnmente admitidos con técnicas deslumbrantes nómenos que se han producido con relación a este filme ha sido el
aplicadas a temas tabú. Kenneth Anger en Scorpio Rising analiza efecto diferente que ha producido, según se trate de un público
la figura de un líder que dirige una banda de motoristas y lo com- adulto o más joven. Según los jóvenes, todo el asunto es puro hol-
para con Cristo y los apóstoles, utilizando escenas repugnantes to- gorio. La risa brota espontáneamente cuando el hermano de Clyde
madas de una película absurda sobre Cristo. El final de My Hustler avanza arrastrándose por un campo, rodeado por sus verdugos, que
gira en torno a una reactualización de las tres tentaciones de Cristo. le han disparado a bocajarro. La impotencia de Clyde y su progre-
Pero según Andy Warhol, el Cristo es un hermoso joven equívoco, sivo desarrollo en el amor podrán afectar a un público adulto
solicitado en cuerpo y alma por dos homosexuales y una joven exó- como la más tierna de las historias; para los jóvenes, todo ello re-
tica. Joñas Mekas explica en The Brig la brutalidad de un campa- sulta cómico. La lenta secuencia en que aparecen los cuerpos de
mento militar, llevando al público casi a la desesperación por culpa Bonnie y Clyde retorciéndose acribillados a balazos es capaz de
de la inhumanidad del hombre para con el hombre. Shirley Clarke dejar a los adultos sin habla; los jóvenes lo ven como si ya lo es-
pasea su cámara, en Portrait of Jason, sobre la figura de un negro perasen. ¡Qué otro fin jvxlifnn tener dos inocentes en nuestro
que trabaja a destajo, y en una entrevista transforma no el tema, mundo!
sino las convicciones y prejuicios del público. Entre los jóvenes, ningún problema suscita tal sentimiento de
La falta de comunicación y la imposibilidad de la confianza en- frustración frente al sisinnu social y político como la guerra del
tre los seres humanos es el tema de la trilogía de Antonioni L'Av- Vietnam. Es un fenómeno universal, pero que en los Estados Uni-
ventura, La Notte y L'Eclisse. Virna Lisi, avanzando a lo largo de dos, por obvias razones, adquiere su máxima intensidad. Sería
un camino bordeado de olmos, no establece comunión alguna con erróneo pensar que la protesta contra la guerra abarca a una gran
la naturaleza o con el hombre. Cuanto más avanza bajo la mirada parte, o a la mayoría, de los estudiantes de grado superior y uni-
de la cámara hacia el negro horizonte, más aislada se va quedando. versitarios. Pero para el gran número de los que protestan con
El espectador comprende que aquella mujer no va a ninguna parte profundos fundamentos morales, no hay un camino abierto por el
y que nunca llegará a ningún sitio. La hondura de la anomía des- que puedan canalizar eficazmente su actitud de protesta. El sistema
crita fuerza a lanzarse a la búsqueda de una compañía, aunque sólo selectivo de servicio oprime inexorablemente y se resiste a cualquier
sea para convencerse a sí mismo de que todavía quedan seres hu- alteración. El objetor de conciencia se siente atrapado por una ley
manos en el mundo. Blow-Up atrajo mucho más público americano que no deja lugar alguno para sus convicciones personales. La vio-
424 D. Wolf El hombre contemporáneo y la felicidad 425

lencia y la resistencia se presentan como los únicos caminos accesi- La depresión económica no tuvo significación alguna en el pa-
bles. La nueva actitud contraria a la guerra no es exclusiva de los sado de los/fttppies)Los jóvenes que forman en las filas del movi-
jóvenes o de quienes se oponen a la guerra en Vietnam. Las can- miento han vivido siempre en una economía de la abundancia, que
ciones «populares» de la primera guerra mundial eran casi en su además prometía mayor abundancia para el futuro. No ven razón i
totalidad alegres y optimistas. Los yanquis avanzaban Over There águna para que el consumo de cosas deba ser necesariamente el
y el mundo sería salvado en pocas semanas por obra de aquellos estímulo de una economía en expansión. La experiencia y el i n s - í . ^ t
esforzados representantes del mundo civilizado. Durante la segunda tinto les dicen que cambiar la televisión en blanco y negro por l a l ^ / '
guerra mundial desapareció de las canciones mucha de aquella ale- ce color, tener cocinas totalmente electrificadas, adquirir todos los
gría. Muchas canciones decían con tristeza que era preciso volver años un nuevo modelo de coche, son cosas que ni a ellos mismos!
a salvar al mundo una vez más. «Rogad al Señor y pasad la muni- ni a sus familias les han hecho más felices. Se han llegado a con- Q,
ción» confirmaba que la causa era justa y que el sucio negocio de \encer dejme la felicidad únkamente puede ser halládFeiTel cul- -^
la guerra serviría al menos para permitir que la gente siguiera vi- tivó "cíela propia personalidad y en la comunicación entrlTpersonas.
viendo cuando todo hubiese terminado. Hoy ya no quedan cancio- Está" reordeHaciorT deliilñótivacioneTincluye una forma nueva ^
nes «populares» de guerra. Durante el primer período de la inter- de entender la relación entre presente y futuro. La generación que ^J
vención americana en Vietnam, la Balada de los boinas verdes formaban los padres de estos hippies sentó por principio que era
captó el espíritu de aquella guerra, entonces reciente. Ahora, cuan- preciso renunciar al goce del presente para asegurar el futuro. No
do la guerra ha recorrido ya una dramática escalada, las canciones adquirir un coche nuevo este año podría significar una mejor educa-
más típicas serían las del estilo de The Big Muddy, tal como la can- ción para los hijos en el futuro. Pero los jóvenes piensan que habrá
ta Pete Seeger. La guerra ha alcanzado profundidades de insensatez una mejor educación y mayor abundancia en el futuro, de cualquier
tal como la lleva el absurdo big brother de la Casa Blanca. forma, si es que así se desea. ¿Por qué no vivir felices ahora, mejor
que dejarlojpara el futuro, o para Ta~offa~~vÍdá? La felicidad de
ahora significa posibilidad de expresarse ahora. Exige desarrollar
EL MOVIMIENTO « H I P P I E » la singularidad de cada persona ahora. Exige comunicación con los,
demás sobre la base de esta singularidad. Supone participación, no f
«Preocúpese de lo suyo», tal es el grito de guerra del movi- actitud de meros espectadores en la vida, y que cada cual haga lo
miento hippie, y quizá también de los mods londinenses y de los que le corresponde.
provos de Amsterdam. El movimiento hippie representa, con toda Toda forma de expresión es cotizada por sí misma. A toda per-
certeza, la más abierta protesta contra todo lo que se considera el sona hay que acercarse como a tal persona en sí y en sus propios
sistema de valores prevalente en las clases medias (identificados términos. I-a vida se construye n base de experiencias profunda-
con los del industrialismo y la tecnología). Está considerado este mente vividas" Un día soleado de verano en Sausalito, pequeña
movimiento como algo sumamente ofensivo y amenazador contra colonia de artistas al norte de lu bahía de San Francisco. Treinta
las clases medias (y también contra los pobres), pues lo integran, personas se apiñan en el pequeño p.irquc. Cada cual va vestido (o
en gran proporción, jóvenes blancos procedentes de esas mismas desvestido) de tan diferente mam-i i que a primera vista se diría
clases medias. En cuanto que es un movimiento localizado en Hash- que proceden de distintos plancl.i-. Aparecen tres guitarras y al
bury, de San Francisco, o en el East Village de Nueva York, puede momento todos cantan. El mismo .nompañamiento sirve para can-
que no pase de ser una escenografía pasajera. Pero los elementos tar diferentes letras. Una turista de mediana edad se desliza caute-
de protesta que contiene este movimiento es afirmación común que losamente y con cierta aprensión en el parque, dispuesta a foto-
no pasarán tan fácilmente. grafiar con su cámara a aquellos «tipos». La música cesa, mientras
28
426 D. Wolf El hombre contemporáneo y la felicidad 427
que el más exóticamente ataviado de ellos posa complacientemente. sido la peor de todas. El colapso de este mundo edificado por los
La señora regresa junto a su marido, que monta la guardia, con el idultos es consecuencia no de unos errores por falta de prudencia
recuerdo de su atrevimiento para enseñarlo a los suyos cuando o sabiduría, sino resultado del orgullo y la corrupción de los adul-
regrese al hogar. La van siguiendo unas sonrisas, expresión de lás- tos, enquistados en sus instituciones. Estos estudiantes no se mos-
tima. El canto comienza de nuevo. Ya no se interrumpirá de pron- traban descontentos con algún que otro aspecto de la sociedad,
to, sino que irá decayendo poco a poco. Flota sobre las personas sino con todos los aspectos del mundo adulto, tal como ellos los
un resplandor que ilumina el pequeño parque. Todos van marchan- ven: hipocresía, imperialismo mundial, explotación del pueblo, re-
do de dos en dos o de tres en tres. Antes eran desconocidos unos volución, guerra, capitalismo, ghettos, pobreza, caciquismos.
para otros; quizá nunca se vuelvan a encontrar, pero jamás se con-
Cada edad parece tener su propio fallo. Por lo que se refiere a
siderarán extraños. Al marchar semienten un poco más humanos
los adultos, el fallo parece consistir en que no aciertan con la forma
que antes, pues han cojrrpartido^unosins^a«tes de amor.
adecuada para reconocer que no son capaces de entender a los jó-
venes, sintiéndose amenazados y en peligro a causa de su misma
confusión. Los estudiantes, por su parte, no ven las cosas así. Más
LOS ESTUDIANTES Y LA SOCIEDAD bien piensan que el colapso de las generaciones mayores ha sido
tan catastrófico, que ya no les queda ninguna esperanza, ni se pue-
En agosto de 1967, el Center for the Study of Democratic de creer que sean capaces de transmitir una experiencia o una sa-
Institutions patrocinó una conferencia acerca del tema «Estudian- biduría. Es preciso proscribir sencillamente a los adultos, pues toda
tes y Sociedad». Los estudiantes que asistieron procedían de dis- esperanza de salvación habrá de afirmarse sobre los hombros de
tintas universidades de todo el país y habían sido seleccionados los jóvenes. Esta transferencia de responsabilidades habrá de reali-
por las autoridades académicas. Una de las sorpresas que habrían 2arse inmediatamente.
de producirse durante la conferencia fue el comprobar lo poco que
los estudiantes tenían que decir acerca de la universidad y la educa-
CONCLUSIÓN
ción, directamente. Las críticas sobre la educación que estaban re-
cibiendo afloraron indirectamente, a través de las observaciones que
En las modernas sociedades industrializadas, los hombres han
hicieron acerca de otras instituciones sociales. Los estudiantes pa-
dedicado lo mejor de sus esfuerzos a la tarea de lograr un nivel
recen estar convencidos de que la formación que se les imparte no
económico suficiente para asegurarse un decoroso vivir y, si fuera
ha acertado a prepararlos para comprender o intentar resolver los
posible, también la prosperidad para la mayoría de los miembros
problemas que a ellos les parecen los más importantes en el mundo
que integran la sociedad. Kl objetivo ha sido conseguido en mu-
y la sociedad que les ha tocado vivir. No ponen en duda que se les
chos países. Iin algunos, la lurea está aún por completar, incorpo-
ha dado una formación para desarrollar tareas útiles en su sociedad;
rando al disfrute de los hendidos del sistema industrial a aquellos
se les ha manipulado para que luego encajen bien en el sistema de la
miembros que aún no lo han sitio del todo. En este proceso por el
sociedad industrial. Pero durante todo el proceso educativo ni si-
que se trata de asegurar la prosperidad, los métodos de la industria-
quiera han llegado a ser planteadas las preguntas humanas defini-
lización —producción eficiente, investigación tecnológica, organiza-
tivas, las que les afectan a ellos mismos y a la humanidad.
ción, especialización— tienden a convertirse en valores que dan la
Estos fallos del mundo adulto les hieren no como cualquier otra medida para juzgar al individuo y a la sociedad. Conforme estas
clase de proyectos intentados pero no logrados, sino como fracasos valoraciones mediatas van dominando la cultura de una sociedad,
sin precedente en la historia. No solamente ha fracasado la orienta- el sistema clásico de valoraciones, fundado sobre la actividad vir-
ción marcada por los adultos; lo peor es que la dirección elegida ha tuosa para el recto vivir, cesa de tener efectividad. Pero los hom-
428 D. Wolf El hombre contemporáneo y la felicidad 429

bres siguen buscando el sentido de sus vidas más allá de lo que i. Keniston, The Uncommitted: Alienated Youth in American Society, Nueva
estas valoraciones mediatas les pueden aportar. Esta búsqueda so- York, Dell Publishing Co., Inc., 1967.
lamente dará resultados positivos cuando la cultura y las institucio- I'. Rieff, The Triumph of the Therapeutic: Uses of Faith After Freud, Nueva
nes sociales estén de tal forma ordenadas que permitan al indivi- York, Harper & Row, Publishers, 1966.
P. Rieff, Freud: The Mind of the Moralist, Garden City, Nueva York, Double-
duo trabajar unido con sus semejantes en unos proyectos humanos day & Company, Inc., 1961.
comunitarios. Los numerosos desafíos y movimientos que surgen Itudents and Society: A report on a Conference, Fund for the Republic
contra las valoraciones ordinariamente aceptadas dicen bien a las (Center for the Study of Democratic Institutions), 1967.
claras que las sociedades industrializadas no han sido capaces aún
de cumplir esta función que exige el hombre.
Desde el punto de vista de la Iglesia, parece ser que la disyun-
tiva del presente y del futuro es doble. En primer lugar, la Iglesia,
dentro de sí misma, habrá de ponerse al nivel de un mundo que
está sufriendo cambios constantes y dramáticos. Teológicamente,
habrá de mostrarse capaz de hacer frente al hecho de que es im-
! posible desarrollar un ideal universal e inmutable para el mundo
¡Imoderno. En segundo lugar, la Iglesia debe desarrollar no sólo
una política, sino más aún una teología del pluralismo. Los desig-
nios comunitarios de la sociedad civil exigen un amplio acuerdo
acerca de las orientaciones de valor. A este acuerdo sólo será posi-
ble llegar a través de un previo reconocimiento de una pluralidad
de comunidades religiosas y tradiciones éticas válidas. La Iglesia
no podrá prescindir de la colaboración con otras comunidades re-
ligiosas y sociedades civiles si pretende ayudar al hombre y a la
sociedad en el desarrollo de una comunidad mucho más humana.

D. WOLF

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La alegría y la cruz 431

habla de la alegría de Dios en el papel de padre, mas dicha alegría


debe, asimismo, manifestarse en el Hijo, que revela al Padre y que
se regocija expresamente del modo como el Padre se revela (Le 10,
2 1 ; cf. Act 2,26.28). Y así como Jesús «se regocija en el Espíritu
Santo», sólo en el mismo Espíritu Santo puede acontecer el júbilo
de los creyentes si quiere responder justamente a la alegría de
LA ALEGRÍA Y LA CRUZ Dios. La alegría (que anuncia el reino de Dios, escatológica) es, en
efecto, obra del Espíritu: primero, en el evangelio de la infancia
(Le 1,14.44.47); luego, en sentido pleno, después de la resurrec-
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA ción del Señor (Act 13,52; cf. 5,41). En cuanto que esta alegría
cristiana tiene como objeto algo que nunca puede ser sobrepasado
a) «Alegría plena»
—la manifestación plena del amor de Dios—, también en sí pre-
El hecho de ser el cristianismo indiscutiblemente un «mensaje senta ella una plenitud subjetiva; por eso la denomina Juan cinco
gozoso» y que su eco primero sea de alegría radica en la misma veces «gozo cumplido» (15,11; 16,24; 17,13; 1 Jn 1,4; 2 Jn 12).
palabra eu-angelion. Es el «anuncio de una gran alegría», la «paz Cumplirse plenamente significa, pues, «ser llevado a la plenitud
en la tierra» {Le 2,10.14; paz y alegría son muy a menudo deno- escatológica»4.
minaciones equivalentes del bien último de la salvación, Jn 14,27;
16,33; Rom 14,17; Gal 5,22), es la culminación de la alegría vete-
rotestamentaria del que cree en Dios por su palabra revelada 1, la b) El dilema de la alegría y la cruz
superación del gozo religioso-cultual de los israelitas 2 —es bien
conocido con qué alegría acostumbran celebrar los judíos sus El problema entre la alegría y la cruz se torna, por lo dicho,
fiestas hasta hoy día—. Todo esto porque la «Palabra» se hace mucho más difícil, pues no podemos escapar a la impresión de que
«carne» y, muriendo en la cruz, da expresión plena y definitiva al todo padecer —tanto de Cristo como de los cristianos— no puede
amor que Dios nos tiene (Rom 8,32ss). No cabe, pues, poner en ser entendido y justificado en la revelación definitiva de Dios del
duda, restringir o relativizar bajo ningún concepto la alegría del Nuevo Testamento más que como una función de la alegría. Podría-
Nuevo Testamento. Ella no sólo responde a nuestra actitud en el mos con ello limar la más profunda y dolorosa arista del dolor, algo
cielo ante Dios, que nos enjugará toda lágrima (Ap 7,17; 21,4), así como han hecho (con plena conciencia e intención) el budismo
sino también a la postura última de Dios mismo, cuya «mayor ale- y los estoicos a través de la apatheia, y así, realmente, no tomaría-
gría» se manifiesta en el perdón del pecado y en el reencuentro mos los cristianos el problema del dolor en serio. Sin embargo, si
del descarriado y perdido (Le 15,7.10 3 ; cf. vv. 24 y 32). Aquí se rechazamos como imposible esta conclusión y confesamos, como
es necesario, la absoluta seriedad del abandono de Cristo en la
1
Jos. Nielen, Die Freude am Wort und an der Weisung Gottes im Licht cruz; si, por otra parte, Cristo se hizo por nosotros «pecado» y
der Psalmen, en Leben aus dem 'Wort, Dusseldorf, 1962, 36-51. «maldición» (2 Cor 5,21; Gal 3,13; cf. Rom 8,3) y «se entregó
2
Bo Reicke, Diakonie, Festfreude und Zelos, Upsala, 1951; P. Humbert, por nuestra causa» 5 y si, además, el «seguimiento» del discípulo
«Laetari et exultare» dans le vocabulaire religieux de VAnden Testament:
RHPhR 22 (1942), 185-214; Ders, Opuscules d'un Hébraisant, Neuchátel,
1958, 119-145; J. Folliet, Invitatton a la joie, París, 1967. 4
R. Bultmann, Das Evangeliutn des Johannes, Gotinga, "1956, 388.
3
Los circunloquios «cielo» y «ángel de Dios» son en estos pasajes nom- 5
Wiard Popkes, Christus traditus. Eine Untersuchung zum Begriff der
bres reverenciales del mismo Dios. Dahingabe im Neuen Testament, Zwingliverlag, Zurich, 1967.
432 Hans Urs von Balthasar La alegría y la cruz 433

hasta la cruz (]n 21,19) ha de llegar, al menos, hasta el punto de Intentémoslo por otro camino, partiendo de la alegría de los
ser identificado con el padecimiento característico de la cruz, ¿cómo discípulos que siguieron a Jesús: «Ellos se fueron contentos de la
vamos a seguir hablando aún de alegría? presencia del consejo, porque habían sido dignos de padecer ultra-
jas por el nombre de Jesús» (Act 5,41). Partiendo, pues, de esta
afirmación podemos interpretar todas las expresiones del propio
c) Dos intentos de solución Pablo acerca de su «estar crucificado con Cristo» (Gal 2,19), in-
cluso donde él enumera sus padecimientos físicos y espirituales
Podríamos probar a solucionar el dilema por dos caminos. Po- más externos: maldiciones, persecución, calumnias, desprecio, hasta
demos, primero, intentar entender el padecimiento de Cristo en la Uegar a ser el desecho del mundo y la hez de todos (1 Cor 4,10-13),
cruz, incluido su abandono por parte de Dios, como una expresión el llevar en su cuerpo la mortificación de Jesús (2 Cor 4,10), la
paradójica de su alegría. Así lo ha intentado ya Albert-Frank Du- estigmatización (como quiera que ella sea entendida: Gal 6,17).
quesne 6 con gran seriedad 7. «A pesar de su condición de desecho Y, junto a ello, se debería añadir esta frase, fuente íntima de todo:
y de su incomprensible abandono en manos infernales en los mo- «Reboso de gozo en todas nuestras tribulaciones» {2 Cor 7,4).
mentos postreros de la cruz, no hay otro corazón que se haya visto
inundado de más verdadera alegría que el corazón de Jesús; [...]
un profundo júbilo le estremecía íntimamente. Es como si el mismo á) Antinomia más profunda
'infierno' de un amor en tinieblas, más allá de todo placer y de
cualquier posible vuelta al propio sentido, plasmase la auténtica Pero ¿hemos tocado en ambos intentos siquiera el fondo del
realidad, limpia y desnuda, del amor, es decir, de la alegría, [... ] problema? «Triste está mi alma hasta la muerte», dice Jesús (Me
una alegría grandiosa y sin fondo, divinamente libre y espontánea 14,34; Mt 26,38). ¿Y cuál es el estado de Pablo cuando «desespe-
para obedecer hasta ser víctima por amor; la alegría, en fin, de ra de la vida» (2 Cor 1,8)? Pensar interpretar tal cosa desde el
entregarse a sí mismo, que "se asienta" del todo en Dios... Tal ale- punto de partida de la alegría, ¿no sería completamente abstracto
gría no es ya "psicológica" ni experimental, como tampoco adven- y vano? Algo ha sido aquí rebasado: la temporalidad, la sucesión
ticia, contingente o accidental, sino "ontológica", esencial, que da de unos momentos que hay que llenar de contenidos distintos e
razón de su mismo ser, trascendente, divinizante» 8 . Quizá ya en incluso contrapuestos. «Hay un tiempo para llorar y un tiempo
estas palabras se nos permite entrever la solución a nuestro proble- para reír. Hay un tiempo para suspirar y un tiempo para danzar...»
ma; pero dicha solución nos coge muy de sorpresa: ¿puede hablarse (Ecl 3,4). Mas ahora se dirá: ni Cristo ni el cristiano se diluyen a
de alegría donde nada de alegría se experimenta? sí mismos dentro de estos contrastes; hay un punto supratemporal,
desde el que ellos dominan las contraposiciones y determinan el
6
A.-F. Duquesne, Joie de Jésus-Cbrist, en Ma Joie terrestre oü done es-tu? valor último de éstas: la voluntad de Dios, la misión. Esto es cier-
(Etudes Carmélitaines), París-Brujas, 1947, 23-37. to. Pero ¿acaso el enviado no parte con su mandato «fuera» de
7
Intencionadamente, no consideramos aquí la teoría escolástica, según la Dios y se sumerge hasta lo profundo en la temporalidad, cuyos
cual Jesús en la cruz no sufrió más que en las potencias inferiores de su alma,
debido a su nunca interrumpida visión beatífica. Santo Tomás, S. Th., III,
contrastes y contradicciones debe él —¡precisamente en cristia-
946, a. 7. no!— degustar hasta el fin? El himno del Cristo obediente no da
8
Loe. cit., 24.25.31.32. En una línea similar intenta la solución Picrre comienzo cuando Cristo se aferra a su forma divina, sino en el
Ganne en su magnífico opúsculo sobre Claudel: Claudel: Humour, joie et momento que él la deja entrar plenamente en el vacío de la tem-
liberté, París, 1966. (Versión alemana por Hans Urs von Balthasar, Die Vrcude poralidad {Flp 2,6-7). Esta intencionalidad de su misión conduce
ist die Wahrheit. Ein Gang durch das Werk Paul Claudels, Johannesverlag,
1968.) a Cristo hacia el objetivo de la cruz, que es el abandono de Dios
434 Hans Urs von Balthasar La alegría y la cruz 435

y, con ello, la pérdida de toda alegría; lo lleva hacia la «muerte, jn caso extremo del tema humano general de que el sufrimiento
que cabalga en compañía del infierno» (Ap 6,8). Allí queda roto / el dolor desempeñan en todos los órdenes, desde el biológico al
por completo todo enlace con lo que se llama alegría en el sentido ético, una función positiva: tanto a la hora de elegir un género de
que tiene en Dios y en su reino (Sal 6,6, etc.). Quien vive en la disciplina como a la de tomar como educando a un individuo. Esto
«noche oscura», no tiene la más mínima posibilidad de anudar sus no sólo ocurre con el niño, a través de los padres y la escuela, sino
vivencias a la alegría perdida (¡para siempre!). Será por ello acer- con toda persona formada que, como tal, vive en tensión hacia un
tado que, en nuestro discurso posterior, no razonando a priori, sino ideal nunca del todo alcanzado, es decir, que vive en autosupera-
a posteriori, y echando mano de la Sagrada Escritura, andemos ción tratando de someter su instinto a la razón y su tendencia al
el camino que, partiendo de la experiencia puramente humana del deber, o, dicho con menos rigor, que vive en continuo ethizesthei
dolor, nos lleve gradualmente hasta el fondo del problema. Enton- de sus tendencias (Aristóteles), procurando hacer moral toda su
ces se verá claro si podemos corroborar o no la hipótesis propuesta esfera inframoral de hombre. Y cuanto más alto concepto del hom-
por Frank Duquesne. bre tiene una ética y una religión, cuanto más de eterno y cercano
a Dios le atribuye, tanta mayor renuncia exige de él; por ejemplo,
la ascesis (India), el ánimo de mártir (Sócrates), el imperativo cate-
REFLEXIONES ETICAS PREVIAS górico de subordinar lo personal egoísta a lo universal humano y
social (Kant). Un cristiano como Boecio puede así, con pleno de-
Si la alegría, que es en primer lugar un estado o afección del recho, recibir de la «filosofía» consuelo ante la muerte.
sujeto 9 , no se puede definir únicamente por su objeto, mucho me- Y los aspectos individual y social caminan de la mano. Nietz-
nos podrá identificarse con un estado que se presente como placer sche se permite en virtud de su autodisciplina exigir del individuo
sensible o un mero sentimiento de dicha espiritual. Sin duda algu- cualquier dolor y cualquier vencimiento, puesto que el hombre
na que en los macarismos, a través de la palabra «bienaventurado», «grande» sólo se desarrolla si sabe resistir. «Quien no ha sido
y todo lo implícitamente que se quiera, se habla de alegría, aun- desollado no ha sido educado», dice un adagio griego. Y la solu-
que el sujeto —«el pobre», «el triste», «el que tiene hambre ción a la alternativa kantiana entre tendencia y deber absoluto
y sed de justicia», «el perseguido», «el injuriado»— no conoce ni reside no en un compromiso entre las dos cosas (lo que, en todo
el placer ni la dicha. Tales bienaventuranzas nunca aparecen ais- caso, nunca opinó Schiller), sino o bien en asimilar la tendencia al
ladas en la literatura religiosa y filosófica universal; son más bien deber (lo cual supone siempre un sacrificio), o bien en descubrir
en el deber mismo una amabilidad. Esto último puede ocurrir pre-
5 ferentemente de dos maneras: desarrollando uno en sí mismo una
Aquí hemos de contradecir la teoría de E. G. Gulin en Die Freude im
Neuen Testament, 2 vols., Helsinki, 1932-1936, según la cual no se puede tendencia más fuerte hacia el bien común que hacia el bien par-
hablar de alegría (al menos en Juan; cf. 2,67-71) más que en razón de su ticular (Hegel, Marx), o siguiendo el «imperativo categórico» que
objeto. Sobre el tema de la alegría cristiana: Sarat, La joie dans S. Paul (tesis), se presenta al hombre como amor al otro (cristianismo). Deten-
Lyon, 1931; W. Keppler, Mehr Freude, Friburgo, 1934; G. Feuerer, Ordnung gámonos un momento en la primera posibilidad: la filosofía de
zum Ewigen, Ratisbona, 1934; U. Holzmeister, Gaudete in Domino: VD 22
(1942), 257-262; J. Brosch, Jesús und die Freude, M. Gladbach, 1946; LThK2 Hegel acusa una tal pasión porque la verdad sea completa (el
IV, 361s (E. Schick-A. Auer). Sobre la dialéctica alegría-sufrimiento: P. T. De- «saber absoluto»), que sacrifica sin mayor escrúpulo a este «sumo
hat, Joie et tristesse, París, 1946; Jean Massin, Le rire et la croix (Etudes bien» no sólo la felicidad, sino la existencia eterna del individuo,
Carmélitaines), París-Brujas, 1947; M. Carrez, Souffranee et gloire dans les del hombre, y pide, de los filósofos al menos, que esta oblación de
épitres pauliniennes: RHPh 31 (1951), 343-353; A. Brunner, Das Gehcimnis
der christlichen Freude: «Geist und Leben», 26 (1953), 414-422; W. Nauck,
sí mismo se verifique conscientemente. Es un «viernes santo es-
Freude im Leiden: ZNW 46 (1955), 68-80. peculativo» (bien que Hegel entiende esta expresión muy de otra
436 Hans Urs von Baltbasar La alegría y la cruz 437

manera que nosotros ahora) en el que el individuo, entregando toda «ion del amor: lo cual sólo es posible en el cristianismo, donde
su propia existencia, está dispuesto a integrarse en el todo y ser, Wos no es «pensamiento del pensamiento» ni «saber absoluto»,
sin más, como embargado por él. Pero mientras que esta expro- sino amor de tres en uno que por el hijo hecho hombre viene a
piación obligada de lo privado en favor del bonum commune pre- nuestro encuentro desde el término para tomar sobre sí en la cruz
senta una primera cara de dolor y de muerte, el quehacer del filó- nuestro fracaso y la pérdida de nuestra alegría y transformar en
sofo que ayuda a realizarse el movimiento del ser tiene, a su vez, £ozo, con la «esperanza que no engaña», nuestros propios venci-
el carácter de una liberación última, de una satisfacción, de una mientos.
alegría. La variante marxista, sin embargo, dice: la expropiación
de la propiedad privada en favor de la propiedad común es un EL MISTERIO DEL CRISTIANO
proceso histórico-dialéctico y presenta inevitablemente un lado
duro y catastrófico; pero comprender y aceptar tal proceso, que es s) La tentativa de la corrección
el lado consciente, significa hacer oblación de la dicha personal en
aras de la dicha de la humanidad futura; y aquí reside la paradoja Los primeros pasos de la vida cristiana corren paralelos a los
insoluble del marxismo: la alegría de la entrega de uno mismo a de la ética individual y social, pero en razón de su intención final
ese ideal escatológico, en que yo no tomaré parte personalmente, les inyectan un nuevo espíritu. Así, ya en el Antiguo Testamento,
es mayor que la dicha a que aspira una humanidad que, propia- se presenta el duro castigo que el padre impone al hijo, y que es un
mente, no tendrá de ese modo ninguna otra ocasión propicia de acto educativo y amoroso (Prov 13,24, etc. 10 ), como imagen del
autosuperación. Ocurre lo mismo en Hegel, cuyo «saber absoluto» castigo del Dios educador y amoroso a Israel (Dt 8,5s; Prov 3,
es menos que la alegría de colaborar en su consecución a través de lis). Pensamiento que es ampliamente explanado en la carta a los
la oblación propia. También en el pensamiento moderno, como en Hebreos (Heb 12,5-13) y que Pablo extiende a su propia función
Homero y en la tragedia y como en Aristóteles, es el hombre, que correctiva en la comunidad (1 Cor 11,31-32), en la que él viene a
lucha y sufre, más que el dios, que hace de espectador; el ansia <k>- ser ahora signo de la bondad escatológica del Dios que juzga
lorosa por lo absoluto es más que el «saber del saber», impasible (cf. 1 Pe 4,17; Ap 3,19). En estos pasajes se da por supuesto que
y cerrado en sí mismo. Algo nuevo, empero, se añade en el pensa- una vista de conjunto sobre el sentido del proceso no compete pri-
miento moderno: es el hacerse consciente del proceso (de la evo- meramente al niño, sino al padre, es decir, a Dios; el niño, entre
lución). Esta conciencia podría ser la única razón o la explicación tanto, sólo acusará las consecuencias: tristeza, dolor y lágrimas.
satisfactoria de que todos nosotros, cada día, aceptemos impoten- Únicamente en la fe y en virtud de sus directrices pueden los cris-
tes las noticias de prensa sobre guerras cada vez más extendidas, tianos comprender que son tratados por Dios como hijos: «Nin-
miseria, hambre y amenazas de destrucción de toda la humanidad guna corrección parece por el momento agradable, sino dolorosa,
y en todos los campos; que las aceptemos, digo, como una heca- pero al fin ofrece frutos apacibles de justicia a los ejercitados por
tombe inevitable que se ha de ofrendar a un ideal trascendente, ella» (Heb 12,11). Este «parecer» (dokein) se repite en la correc-
el cual, por su parte, sigue aún oculto en la niebla. Pero con la ción que el Apóstol hace a la comunidad de los corintios; en ella
conciencia de esta impotencia práctica se esfuma también la ver- se revela más hondamente la dialéctica cristiana: su carta «ha en-
dadera alegría del sacrificio, la que nos podía animar en los pri- tristecido a los corintios, aunque sólo por un momento»; esta tris-
meros pasos, y se hace patente que el camino emprendido (¡y no teza es la saludable, «la que place a Dios», y en la medida de esta
hay otro!) no puede, visto desde el mundo, llegar a su término. tristeza (mas no en cuanto tristeza) se inunda de gozo el espíritu
Ha de ocurrir el milagro de que el más firme imperativo cate-
górico de autosuperación se confunda con la más dichosa inclina- 10
Prov 22,15; 23,13.14; 29,15-17; Job 5,17; Eclo 30,1.8.12.
438 Hans Urs von Balthasar La alegría y la cruz 439

del Apóstol (2 Cor 2,3); pero es un gozo que no puede adquirirse fundida, pues el amor de Dios se ha derramado en nuestros cora-
por otro medio que por la aflicción de los que han recibido el re- zones por virtud del Espíritu Santo, que nos ha sido dado» (Rom
proche: «Porque si yo os contristo, ¿quién va a ser el que a mí me 53-5); «gloriarse» tiene a menudo en Pablo el mismo valor que
alegre sino aquel que se contrista por mi causa?» (ibíd., 2,2). Pro- «legocijarse»: él se regocija en la tribulación, porque esa cadena
ponerse entristecer para cosechar alegría y después sembrarla de d-e actitudes que él describe no sólo conduce a la «esperanza de la
nuevo es una lógica que sobrepasa la pedagogía del Antiguo Tes- gloria» (v. 2), sino que ya antes u la hace presente en el Espíritu.
tamento; es ya plenamente cristológica, es la lógica de la cruz. Stgún esto, puede «un poco de tristeza, si es preciso, en las diver-
Y refleja la actitud de Cristo, que lleva consigo hasta la cruz a sus sas tentaciones», prestar un doble servicio: de prueba (si la fe es
seguidores, esperando de ellos que entiendan esto como una «edu- pira) y de crisol (para que la fe se haga más pura); tras de esto es
cación» para la alegría («yo soy el camino»). Tal ha de ser su moti- yi posible regocijarse, e incluso antes, con un gozo «inefable y glo-
vación y en esa alegría han de desembocar después. rioso» (1 Pe 1,6-8). En el desarrollo de estas ideas, tan relaciona-
dis entre sí, la alienación del sufrimiento viene a ser la garantía,
la presencia velada de la alegría escatológica. Por ser esta alegría,
b) Extrañamiento como purificación aunque velada, presente, puede Pablo suavizar el más hondo sufri-
miento con un quasi restrictivo: quasi tristes, semper autem gau-
Mas para tal educación, para andar dicho camino, es necesario dmtes (2 Cor 6,10; cf. Heb 12,11: videtur non esse gaudii). Pues
que en el momento en que se nos priva de la alegría sintamos una todo dolor y toda tristeza pertenecen esencialmente a la tempora-
extrañeza. Y el que nos acompaña —el Señor o su apóstol— ha de lidad, que a la vista del «peso eterno de gloria incalculable» no es
hacer notar que esa extrañeza es normal e inevitable. «Carísimos, más que una «momentánea y ligera tribulación» (2 Cor 4,17).
no os sorprendáis como de un suceso extraordinario del incendio
que se ha producido entre vosotros, que es para vuestra prueba,
antes habéis de alegraros en la medida en que participáis en los c) Sufrimiento y consuelo
padecimientos de Cristo» (1 Pe 4,12s). «Tened, hermanos míos,
por sumo gozo veros rodeados de diversas tentaciones» (Sant 1,2). Sólo con los conceptos «prueba» y «purificación» no queda
El primer texto aduce como causa de tal situación el «fuego», en expuesta aún la solución cristiana, pues ambas cosas se dan tam-
cuanto que es un padecer con Cristo, quien (al tiempo de la parusía) bién en el Antiguo Testamento n. Por ser la tristeza y la tentación,
nos hará partícipes de su gloria en júbilo y alegría, pero hace hin- en cristiano, una participación en Cristo, deben ser, a su vez, ca-
capié después en la actitud que se ha de mantener en los padeci- paces de ser transmitidas después a otros: la experiencia ganada
mientos, que es —en cuanto asimilación interior a la actitud de en el sufrimiento no es privada, sino aplicable a la comunidad de
Cristo— la que posibilita el paso del sufrimiento a la alegría: «Así, los santos, tanto porque hace más fácil el sufrimiento a otros cris-
pues, los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden al tianos como porque los consuela y alivia en sus padecimientos;
Creador fiel sus almas por la práctica del bien» (1 Pe 4,19). El como en el caso del Apóstol, que «por tomar abundante parte en
texto de Santiago denota el mismo proceso al afirmar que la «fe los padecimientos de Cristo» halla motivo para las dos cosas: para
probada» en el sufrimiento engendra la paciencia, única que nos dolor y consuelo a la vez (2 Cor 1,4-7). La conducta aquí expuesta
llevará al tiempo escatológico (cf. Mt 10,22; 24,13). Pablo «se
gloría hasta de las tribulaciones, porque somos sabedores de que " Como quiera que la palabra afúXmfye del verso 8 se refiere a la fe no
la tribulación produce la paciencia; la paciencia, la virtud probada, intuitiva, ciega, también en el verso 6 se ha de entender esta palabra como
presente, no como futuro.
y la virtud probada, la esperanza. Y la esperanza no quedará con- a
Gen 21,1; Prov 17,3; 27,21; Jer ll,20s; Mal 3,3.
440 Hans Urs von Balthasar La alegría y la cruz 441

no puede quedar restringida al caso del apóstol en su papel de 21; cf. 11,33; 12,27), así habla él en los mismos términos a los
intermediario entre Cristo y la comunidad; debe, más bien, expre- que con él están «turbados» (14,1): un hombre turbado dice pa-
sar una ley universal y válida aun después de los apóstoles, puesto labras de consuelo a otros también turbados, subrayando, como
que toda participación en los padecimientos de Cristo está llamada luego Pablo, el «poco rato» del sufrimiento (16,16s) —¡que luego,
a comunicarse. Punto esencial de consideración es que, del mis- en total abandono de Dios, será para él un sufrimiento intempo-
mo modo que sufrimiento y consolación están entremezcladas en el ral!—; comparando este «poco rato» a los dolores de parto de la
creyente que participa de Cristo, así también su acción en la Iglesia mujer, en que la alegría de antes y de después desaparece en el
y en el mundo no puede ser exclusivamente «consolar» (un poco dolor del momento. Con esto no se puede hablar ya más del quasi
en el sentido de economizar el sufrimiento), sino dar continuidad paulino, sino que el sentido queda totalmente cambiado: «En ver-
eclesial a la participación en el sufrimiento «por el cuerpo de Cris- dad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo
to, que es la Iglesia» (Col 1,24). Para aducir un magnífico ejemplo se alegrará.» Y ahora sobreviene el viraje: «Pero vuestra tristeza
de esta dialéctica, retornemos a la Iglesia primitiva; lo encontramos se convertirá en gozo», vendrá a ser algo pasado, al modo como la
en Ignacio de Antioquía, que en su penoso camino hacia el martirio mujer se olvida de su angustia cuando el hijo ha nacido. Desde esta
no sólo se siente inundado él mismo del consuelo de Cristo, sino visión del futuro, y dentro de la oscuridad que añade la aparición
que arrastra a las Iglesias a sufrir con él y las fortalece en la con- súbita de la cruz, exige Cristo de sus amados discípulos —¡cosa
solación común. casi increíble!— que acepten gozosamente su pasión: «Si me ama-
rais, os alegraríais, porque voy al Padre» (14,28), naturalmente por
el camino que el Padre ha trazado: por la cruz.
d) Cruz y turbación espiritual Por ello Juan agrupa en los acontecimientos de la pasión y la
resurrección a las tres mujeres representativas de la Iglesia amante:
Mas aún no está todo dicho. Sufrimiento mitigado por el con- María, la de Betania, que por amor unge al Señor en su entierro
suelo no es todavía sufrimiento último, no es todavía cruz. Y nues- (es decir, le unge como a Mesías doliente); María, la madre, que
tro tema no lleva el título de Alegría y sufrimiento, sino de Ale- debe ante la cruz llevar a término su conformidad, siendo incluso
gría y cruz. No será Pablo, sino Juan, quien nos alce el último entregada a un nuevo hijo, y María Magdalena, que en la mañana
velo. Pablo considera siempre la cruz a partir de la resurrección, de de pascua hubo de aceptar la vuelta del Hijo al Padre y confor-
acuerdo con su visión ante Damasco. Juan, sin embargo, recorre marse con no poder impedir la marcha de aquél, que, en lugar de
al lado de su maestro el camino hasta la cruz. Pablo puede regoci- eso, hasta la envía a sus hermanos. La cruz, como drama del peca-
jarse, una vez consumada la obra, de que «el amor de Cristo» a do del mundo, es para Jesús-Hombre, en absoluto, una sobrecarga;
se haya hecho «pecado» y «maldición» en la entrega final. Al con- y el «sí» a este inefable sufrimiento del amado, que se le exige a la
trario, Juan debe de antemano, en razón de amor, estar de acuer- Iglesia amante, no es menor, en su orden. Y el que la Iglesia aman-
do con esa terrible decisión de su amado maestro y amigo. Su te deba aceptar y secundar el abandono por parte de Dios de toda
sufrimiento más hondo y desgarrador consiste, en último término, el alma de Cristo (y no sólo su «parte inferior») y su bajada al in-
en que él ha de sufrir sin protesta, sin opción a marcar una pausa. fierno (y no sólo a un preinfierno radiante por la fe, el amor y la
En Jn 12-17 caen prematuramente las oscuras sombras espirituales esperanza de los justos) en «alegría» (Job 14,28), es nuevamente
de la cruz. Como Jesús mismo cae en «turbación» espiritual (13, y con mayor razón una sobreexigencia.

13
Rom 8,35.37; 2 Cor 5,14; Gal 2,20; Ef 3,19; 5,2.25; en este amor de
Cristo se muestra el amor de Dios Padre: Rom 5,8; 8,39.

29
La alegría y la cruz 443
14
e) El fuego de la alegría testamentaria. Pues ni se trata de una pura alternancia de alegría y
sufrimiento (según los distintos tiempos, por ejemplo, del año li-
La paradoja de la cruz y la alegría sólo se cumple plenamente túrgico), ya que todo viene dictaminado y regulado desde un único,
en la «Iglesia del tiempo intermedio». Y en razón, precisamente, escatológico punto de ubicación, ni cabe plantearse la cuestión de
de que ella, la Iglesia, nunca puede localizar la cruz como un fait relativizar la cruz (para los seguidores de Cristo) en virtud de la
accompli en un tiempo histórico anterior, como tampoco puede, en alegría pascual (pues en tal caso este seguimiento desembocaría en
cuanto Iglesia que cree y ama, echarse a la espalda su pecabilidad la noche oscura del espíritu, no sólo de un modo místico, sino por
como un hecho definitivamente pasado. Ella no puede asentarse los muchos tipos de desolatio, y tan largo tiempo cuanto el hom-
para siempre en los sucesos pascuales —y por lo mismo en la plena bre permanece sometido a la ley de la temporalidad), ni tampoco
alegría pascual—, de modo que nunca más se halle en camino con se puede sin más calificar de «pospascual» la situación decisiva de
Jesús hacia la cruz, tanto porque ella es pecadora, que se goza de la Iglesia y delimitar desde allí, sin dialéctica alguna, la actitud
ser pronto salvada de sus pecados, como porque ella sigue amando consiguiente de los cristianos. La existencia de la Iglesia permanece
y ve ante sus ojos qué precio ha de pagar su amado por esta salva- más bien en el misterio insoluble del «tiempo intermedio». Pro-
ción. ¿Ha pensado en esto el protestantismo suficientemente? fundizando más: la interdependencia de la cruz y la alegría sólo se
Esta rara paradoja es la razón de que la alegría cristiana guarde hace inteligible en el misterio de la cruz de Jesús mismo, único
en propiedad algo que quema y consume. Bien puede Pablo en sus que puede, por su unión inmediata de hijo con Dios Padre (visto
palabras de consuelo encarecer a los cristianos que con él sufren directa, pero no beatífica) apurar hasta el fin el dolor del abandono
una alegría pura y calma —como Cristo también promete a los de Dios.
discípulos en su discurso de despedida un gozo calmado y limpio—, HANS URS VON BALTHASAR
pero su propia alegría permanece agitada por un viento de tormen-
ta que atiza sin pausa el fuego en su conciencia: «La caridad de
Cristo nos constriñe 15 , persuadidos como lo estamos (tras reflexión
suficiente: krinantes, pues se trata de tomar un krima, una deci-
sión) de que, si uno murió por todos, luego todos somos muer-
tos...» (2 Cor 5,14s). Se refiere en cualquier caso a una alegría
que, para disfrutarla, no se puede cifrar en ninguno de los bienes
del mundo, sino que aun en el goce más puro tiene a la vista el
amor de Cristo, del modo como tal amor se revela en la Iglesia
(cf. Flp 4,10-19; 1 Cor 10,31). Aunque consideremos los bienes
terrenos como símbolo de los eternos, en razón del placer que
ofrecen, no hemos hecho lo bastante en favor de la teología neo-

" Para lo siguiente: cf., del mismo autor, Ist die Messe ein Opfer der
Kirche?: «Spiritus Creator» (1967), 166-217.
15
Suvsxsiv no significa ni «arrastrar» ni «tener entre barreras» (a la vista
de la alternativa del verso anterior: salir de los sentidos y ser sobrio), sino
algo más allá de esas dos situaciones: «tener asido», dominar plenamente, en
cuyo caso también el sujeto que oprime y atormenta desempeña un papel im-
portante; de ahí que la Vulgata diga correctamente: caritas Christi urget nos.
Las Iglesias y la felicidad futura 445

oración de las Iglesias (a excepción de la liturgia *). La cristiandad


ictual se halla demasiado atareada y comprometida con el presente,
con el mundo actual, laborando por un futuro próximo que el hom-
bre mismo deberá construir. La época de la desvalorización del
mundo y la dimensión intramundana con la consiguiente insisten-
cia en el más allá —que ha condicionado largo tiempo, al menos de
Boletines un modo subyacente, la piedad cristiana— ha pasado ya. Toda
Eorma de maniqueísmo está mal vista. Prevalece la opinión de que
!a mayoría de edad del cristiano se muestra en permitir que el mun-
¿MANIFIESTAN LAS IGLESIAS LA FELICIDAD FUTURA do siga siendo tal ante la misma mirada de Dios; en recibirlo de las
CARACTERÍSTICA DEL CRISTIANISMO? nanos de Dios; en vivir como cristiano «secularmente»; en cumplir
con su quehacer en el mundo. Por ello no es admisible la pretensión
Queremos decir: las Iglesias, colectivamente, en sus manifesta- de anticipar el más allá; de actuar como si, para el hombre piadoso,
ciones, en su vida pública, en su confesión de fe y en su actuación, existiese ya «un cielo aquí en la tierra»; de llevar una vida ange-
¿ofrecen un testimonio del gozo escatológico? La contestación lical, una vita angélica, como se decía en el monacato de la antigua
a esta pregunta es difícil. Sería preciso disponer de un conjunto [glesia2. Bonhoeffer expresó muy bien lo que mueve al cristiano
grande de datos que habría que someter, además, a un detenido actual, en lo que se refiere a las relaciones entre el mundo presente
análisis. Por ello plantearemos nuestra pregunta de un modo más y el futuro, cuando escribe: «El que un hombre, en brazos de su
general. ¿Qué características tiene, en la cristiandad actual, la fe mujer, deba sentir el anhelo del más allá significa como mínimo
escatológica, inseparable, a su vez, de la esperanza? ¿Qué papel una cosa de mal gusto. En todo caso, no es ésta la voluntad de
desempeña en todo ello la felicidad futura? De la respuesta que se Dios. Si Dios desea concedernos el gozo de una felicidad terrena
dé a estos interrogantes podrá deducirse la realidad y el modo de fascinante no hemos de ser más piadosos que el mismo Dios ha-
manifestarse «la alegría futura». En las líneas principales de nuestra ciendo que esta felicidad... sea carcomida por una fantasía religiosa
investigación nos remitimos a la bibliografía citada, procedente en desenfrenada. Yo creo que debemos amar a Dios en nuestra vida
su mayor parte del ámbito germánico, y que consideramos represen- y en todo lo que él nos da de bueno, y en adquirir con él tal con-
tativa del pensamiento contemporáneo sobre la escatología. fianza que, cuando llegue el momento —pero ¡sólo entonces!—,
vayamos también hacia él con amor, alegría y confianza... Es una
presunción el querer tenerlo todo de una vez: la felicidad del ma-
trimonio, la cruz y la Jerusalén celestial, donde ya no hay hombre
1. LA DISTINCIÓN ENTRE LA VIDA INTRAMUNDANA
ni mujer» 3.
Y ULTRAMUNDANA, ¿ES UNA «ESQUIZOFRENIA»?
1
Cf., por ejemplo, Vaticano II, Constitutio dogmática de Ecclesia, artícu-
Una primera respuesta a las dos preguntas formuladas anterior- los 50, 51.
mente podría ser la siguiente: como deseo del cielo, como gozo en 2
«Constituye un piadoso neoplatonismo, que no encuentra base suficiente
la esperanza de la consumación futura y como alegría, por tanto, en Mt 22,30, el que algunos Padres de la Iglesia conciban la virginidad en la
fundada en una escatología venidera, «el gozo futuro» apenas si tierra como una anticipación de la existencia celestial, como vita angélica,
como una vida semejante a la de los ángeles» (K. Rahner, Schriften zur Theo-
desempeña actualmente un papel importante en la conciencia co- logie, VII, 432s).
mún de las Iglesias (excepción hecha de las sectas). Este gozo no 3
E. Bethge (ed.), Widerstand und Ergebung. Briefe und Aufzeichnungen
se manifiesta a gran escala en las actitudes, en la piedad y en la aus der Haft, Munich-Hamburgo, 1966, 93-94.
446 F. Wulf Las Iglesias y la felicidad futura 447

Para poder juzgar correctamente el cambio decisivo que ha te- esencialmente distinta. En este caso, una fe en el progreso, orien-
nido lugar en la concepción escatológica de la cristiandad —a la tada hacia el campo ético (y no sin influjo de la fe profana en el
que nos venimos refiriendo— es preciso conocer antes cómo se ha progreso —el «hijo bastardo del cristianismo» 5—, típica del mun-
llegado a tal situación. Sólo así aparecerá claro el nivel en el que do occidental en la Edad Moderna), reasumió en sí de modo cre-
deberemos situar el Sitz im Leben de nuestro tema. A lo largo ciente la esperanza cristiana en el futuro para desplazarla al fin en
de muchos siglos —ya en la Edad Media y más aún en la Edad mayor o menor grado. El contraataque teológico no se dejó esperar.
Moderna—, el esjaton, es decir, la consumación del hombre y Sus tiros venían no tanto de la «escatología consecuente» de
del mundo prometida por Dios, pero que fundamentalmente cons- A. Schveitzer (desarrollada ulteriormente por M. Martin y F. Buri),
tituye una realidad actual en el Señor resucitado y ascendido a los que, en el fondo, sólo justificaba la «desescatologización» efecti-
cielos, es desplazado de una forma unilateral a la dimensión ultra- va del cristianismo, cuanto, sobre todo, de la teología dialéctica
mundana. La fe escatológica era reducida simplemente a la fe en el (K. Barth, F. Gogarten, R. Bultmann, E. Brunner). Esta contra-
más allá, disociando así ambos niveles, el intramundano y el ultra- ponía al protestantismo racionalista, que reducía el cristianismo al
terreno. La existencia intramundana era considerada como el lugar nivel de un fenómeno puramente histórico e intramundano, la ac-
de la prueba y de la lucha, de la culpa y la purificación, como el tuación escatológica de Dios manifestada en la muerte y en la cruz
«valle de lágrimas»; el más allá, como el lugar de la recompensa de Cristo; actuación que, descendiendo verticalmente de arriba,
y la alegría. El siglo xix nos ofrece el testimonio clásico de esta como juicio propio de la gracia, ha irrumpido de una vez para siem-
visión. La piedad de este siglo se caracteriza por la idea de la per- pre en el mundo del pecado. Desde entonces, en la teología protes-
fección moral aquí en la tierra y la esperanza en el más allá. Con- tante se ha impuesto cada vez con mayor fuerza la frase de Karl
forme iban en aumento, ocupando el primer plano, las tareas del Barth: «El cristianismo que no se reduzca íntegramente y sin más
hombre en el mundo y para el mundo, requiriendo al mismo tiempo a la escatología, no tiene que ver con Cristo nada en absoluto» 6.
la puesta en juego de todas sus fuerzas, tanto más vigorosamente Con la teología dialéctica ha comenzado una nueva época de la
surgía la amenaza para los cristianos de una «esquizofrenia», de escatología, que ha ejercido también su influencia sobre la teología
una doble conciencia secular por una parte y religiosa por otra. católica. Desde este momento, la mirada se dirige, en primer tér-
Este peligro de división trató de evitarse por distintos caminos. En mino, al esjaton praesens, a la actuación salvífica de Dios que tuvo
el catolicismo prevaleció la tendencia a recluirse cada vez más tras lugar en Cristo y que se hace presente siempre de nuevo en la pre-
las murallas propias, reduciéndose a un ghetto. La doctrina acerca dicación y en el acto de la fe. La existencia del creyente como tal
de la Iglesia como sociedad perfecta 4 ofrecía en este sentido las creyente es, por esencia, una existencia escatológica7. Esta dimen-
bases oportunas. Se pretendía establecer, en el seno del mundo secu- sión del presente, del acontecimiento, que tiene lugar en el aquí y
larizado, un mundo religioso (que alcanzase hasta el ámbito de la ahora de la fe, ha sido y sigue siendo acentuada con frecuencia de
cultura y el trabajo), lo que trajo como consecuencia una evasión forma tan exclusiva que el esjaton venidero, el futuro esperado
cada vez mayor de aquél —del mundo auténtico— de las manos que llegará con la segunda venida de Cristo, la consumación del
de la Iglesia. Sólo el Concilio Vaticano II, principalmente en su hombre y del mundo, apenas si entra en consideración, perdiendo
constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo de hoy, ha logra- así su importancia. Tal es precisamente el caso de R. Bultmann
do marcar un nuevo rumbo.
5
En el protestantismo (liberal), el camino tomó otra dirección E. Brunner, Das Etvige ais Zukunft und Gegenwart, Zurich, 1953, 26.
(
Der Rómerbrief, 21922, 298.
7
4
R. Bultmann, Neues Testament und Mythologie, en Kerygma und My-
León XIII, encíclica Satis cognitum: AAS 28 (1895-1896), 724; Pío XII, thos (editado por H.-W. Bartsch), I, Hamburgo, 51967, 30; ídem, Geschichte
encíclica Mystici Corporis: AAS 35 (1943), 222-224. und Eschatologie, Tubinga, z1964,178ss.
448 F. Wulf Las Iglesias y la felicidad futura 449

(y, sin el trasfondo filosófico, también el de la «escatología reali- Cristo la muerto en una sociedad que se niega a toda transforma-
zada» de C. H. Dodd). Para Bultmann, el futuro escatológico no dón. En esta situación del mundo, que la Biblia llama "pecado",
añade, en definitiva, nada nuevo. La existencia cristiana por la fe íe verifica la siguiente experiencia: el amor desemboca en el dolor.
en la actuación salvífica de Dios manifestada en Cristo y la vida a Cuanto más seriamente se entrega uno al amor, tanto más cierto
partir de esta fe no cabe sean sobrepasadas. La vida de la resurrec- ¡era pata él el dolor. El amor deja al hombre inerme, y esto es pre-
ción ha comenzado ya para el creyente, y consiste en la liberación cisamente lo que muchos temen. Un amor ajeno al dolor no es más
de sí mismo y de las potencias del mundo, en el amor y en el gozo. que un juego; se extingue pronto. El padecer no debe ser entendido
Pero este gozo no se orienta hacia un estado futuro, sino que es la «n nuestro contexto como una mera pasividad: un simple objeto
recompensa de la gracia de Dios en un momento concreto. Es vivi- no padece... El padecer es una sensibilidad para con los otros que
do «secularmente» en la aceptación y superación de los aconteci- lleva a la actuación. Por ello podemos afirmar también: el amor
mientos, destinos y quehaceres de la vida presente. Dicho gozo tonduce al hombre a la revolución. La cruz es el símbolo de esta
lleva siempre en sí mismo el signo de su origen: la cruz; su naci- tonca tenación: amor-dolor-revolución. A causa del amor, la cruz
miento se realiza en el dolor. La cruz y la resurrección constituyen, íesulta inevitable. La resurrección podría también ser interpretada
tanto en la vida de Cristo como en la del cristiano, una unidad. La de hecho, sin tener en cuenta la cruz, como el milagro del Dios
resurrección es sólo la dimensión escatológica de la cruz. victorioso. Pero Cristo no ha muerto casualmente, sino por amor.
Nadie puede prometer un amor mayor. No existe otra verdad más
que el amor en el que respiramos, reímos, trabajamos, en el que
lloramos y esperamos sin llegar nunca a la meta en nuestras rela-
2. LAS EXIGENCIAS DEL TIEMPO PRESENTE ciones con los demás. Las religiones prometen indudablemente al
hombre algo más que esto: un Dios, un Padre eterno, una existencia
La vinculación de la alegría escatológica a la actualidad siempre ulterior, superior, una participación en la vida divina, una resurrec-
renovada del mundo «secular» destaca más vigorosamente en el ción sin cruz. Pero el camino de Cristo se sitúa transversalmente
desarrollo de la tesis de Bultmann hasta sus últimas consecuencias. al de las religiones, incluida la cristiana. El ha convertido al Padre
Según ésta, la fe cristiana existencial, desmitizada, nos libera para en nuestro hermano eterno; ha trasladado esa vida posterior al mo-
una vida sobria, alerta a las exigencias de nuestro tiempo de mento actual y situado ese nivel superior en la totalidad del mun-
justicia y amor hacia nuestro prójimo y a las obras profanas. Esto do; él no nos facilita una participación mística en la vida divina,
sucede siempre que se despierta la exigencia de un cristianismo sino que nos hace hombres más humanos» 8 . Bndstation Mensch
«arreligioso», tal como acaece en la teología de «la muerte de Dios». {El hombre, estación término) se intitula un libro moderno 9 com-
Las siguientes afirmaciones de una autora moderna acerca del mis- puesto según el mismo tenor. «Humanidad cara al prójimo» es el
terio pascual pueden manifestar hasta qué punto el gozo y el dolor lema que mueve actualmente a muchos cristianos en sus pensa-
se hallan íntimamente vinculados en este cristianismo: «A la resu- mientos y en su actuación. El gozo futuro parece haberse sustraído
rrección, en la que el mundo será distinto, sólo conduce un único a sus miradas. Hasta la concepción de que la alegría intramundana
camino: el que va a través de la cruz. Me refiero a la cruz de la rea- en sus momentos más álgidos constituye «una enajenación del es-
lidad que es soportada y experimentada en el amor. El amor y la
cruz constituyen una unidad, no en virtud de una mística del su-
frimiento que tuviese una validez inmutable, sino a tenor de la " D. Solle, Auferstehung nach dem «Tode Gottes», en Liturgie und
experiencia de la vida de Cristo. La verdad de su vida modelo pro- Mónchtum (Laacher Hefte, 42), Maria Laach, 1968, 69.
9
I. Hermann, Endstation Mensch (Theologia publica, 2), Olten-Friburgo
voca la mentira de nuestra propia vida, convirtiéndola en agresiva. de Br., 1966.
450 F. Wulf Las Iglesias y la felicidad futura 451

pació y el tiempo concreto» 10 se ha convertido para ellos en algo petibilidad del acontecimiento de Cristo. El que con mayor energía
extraño; se les antoja algo así como una huida frente a las exigen- las ha presentado es O. Cullmann13. Posteriormente se han suma-
cias de la vida cotidiana hacia un mundo ilusorio y por ello como do a ésta una serie de voces en el mismo sentido, aunque partiendo
un espejismo. El gozo futuro cristiano ¿representa un papel impor- de distintos presupuestos teológicos; así, por ejemplo, E. Brunner 14 ,
tante para los cristianos de nuestro tiempo? Desde una escatología W. Kreck 15 y J. Moltmann l6 . Manteniendo firme la hermenéutica
centrada puramente en el presente —que, por otra parte, se halla existencial de Bultmann —que sigue constituyendo, para éstos, el
muy extendida—, no, por mucho que se acentúe el hecho de que descubrimiento fundamental teológico de nuestro tiempo y que,
en la fe ya acaece el fin del mundo. Desde una interpretación pura- por tanto, no debe ser abandonado—, intentan completarla por me-
mente existencial del acontecimiento de Cristo cabría afirmar, por dio de una hermenéutica centrada en la historia de la salvación,
el contrario: el acontecimiento escatológico es un acontecer en el que, por cierto, tiende a ser interpretada últimamente cada vez
seno de la historia. «El sentido de la historia —afirma Bultmann— más en un sentido «político» y dentro de un «dinamismo histórico
se sitúa en el presente. A aquellos que se quejan diciendo: "me es revolucionario» ". En este planteamiento reaparece de nuevo clara-
imposible descubrir sentido alguno en la historia y por ello mi mentemente la consumación escatológica futura, venidera, de la
vida, que se halla entreverada en la historia, carece de sentido", humanidad y el mundo (¡no sólo del individuo!). Pero precisamente
hemos de advertirles: "no mires a la historia universal en torno este futuro ya está presente en Cristo y puede ser aprehendido en
tuyo; mira, por el contrario, a tu propia historia personal. En tu la fe. La fe abre un nuevo horizonte y despierta la esperanza cris-
presente concreto se encuentra el sentido de la historia, y tú no tiana del futuro. Esta esperanza, a su vez, no es una mera nostalgia
puedes contemplarlo como un mero espectador, sino únicamente o expectativa inmediata, como sucedía en la esperanza próxima de
en tus decisiones responsables. En cada instante dormita una posi- la cristiandad primera, sino la fuerza que determina y aviva la ac-
bilidad: la de convertirse en instante escatológico. Tú tienes que tuación presente del cristiano con vistas al reino de Dios, que ven-
despertarla"» u . drá en poder y majestad. El fin constituye ya un presente y es
experimentado existencialmente (existentiell) de un modo siem-
En la interpretación existencial del mensaje neotestamentario,
pre nuevo en el acontecer de la actuación salvífica «vertical» de
iniciada por Bultmann y continuada luego con innumerables va-
Dios en Cristo; precisamente por ello, el cristiano debe insertarse
riantes, ha sido eliminada la esperanza futura propia del cristia-
con su propia actividad en la historia «horizontal» de salvación,
nismo n. No desempeña papel alguno en las actitudes y en la piedad
contribuyendo a su estructuración.
prácticas. Todo queda reducido al axioma de la «eternidad en el
momento presente». La actuación inspirada por la esperanza y cuyo punto de par-
Las objeciones contra esta reducción se plantearon, en primer tida es la fe no ha de moverse únicamente en el horizonte de la
término, desde el campo de la historicidad y, por tanto, de la irre- salvación personal, sino que deberá orientarse sobre todo hacia la
13
10
J. Pieper, Zustimmung der Welt. Eine Theorie des Festes, Munich, 1963, Cbristus und die Zeit, Zurich, 31963; Heil ais Geschichte, Tubinga,
63-66. 1965 (hay traducción castellana bajo los títulos Cristo y el tiempo e Historia
" Geschichte und Eschatologie, op. cit., 184. de salvación).
12 14
Cf. E. Brunner, op. cit., 232: «Lo que queda en Bultmann como esca- Op. cit.
15
tología no es ya una esperanza en una eternidad futura, sino únicamente una Die Zukunft des Gekommenen. Grundprobleme der Eschatologie, Mu-
nueva autointeligencia del hombre actual, que tiene lugar por medio de la nich, 1961.
16
"decisión última" y que, por tanto, se refiere a unas realidades "últimas" y Theologie der Hoffnung, Munich, 31966.
puede llamarse escatológica en un sentido totalmente distinto del que aparece " J. Moltmann, Existenzgeschichte und Weltgeschichte. Auf dem Wege
en el Nuevo Testamento. La dimensión del futuro ha desaparecido por com- zu einer politischen Hermeneutik des Evangéliums: «Evangelische Kommen-
pleto en esta "interpretación" del kerigma neotestamentario.» tare», 1 (1968), 16s.
452 F. Wulf Las Iglesias y la felicidad futura 453

realidad social, teniendo en cuenta las estructuras sociales y polí- «El "fin del mundo" practicado en la libertad de la fe es sólo fin
ticas del mundo que es preciso impulsar y corregir incesantemente del mundo y meta de la historia cuando la fe se comprende a sí
orientándolas hacia el reino de Dios, cuya característica es el ser- misma como anticipación y actualización del fin, todavía futuro,
vicio del amor desinteresado 1S. Desde esta perspectiva, la fe cris- de la realidad entera y como el comienzo de la liberación de todas
tiana es comprendida precisamente como «existencia revoluciona- las creaturas sometidas al poder de la caducidad. Como anticipación
ria» 19. La «anticipación» del futuro, del fin y de la consumación de la salvación de la totalidad, la fe representa la apertura del futuro
hecha por la fe, el «avance» del reino futuro del amor no han de para el cuerpo mortal, para la sociedad y para la naturaleza; en
ser entendidos como una pregustación del gozo venidero 20 , sino suma: para todo aquello que permanece todavía en el dolor. En el
que son de naturaleza dinámica; tienden hacia la «revolución», horizonte de las cuestiones planteadas por la teodicea, la resurrec-
hacia la transformación de situaciones inhumanas en el seno de la ción por Dios del Jesús crucificado se hace inteligible como el ini-
sociedad, hacia la liberación del hombre de la esclavitud y la servi- cio de la justicia de Dios, que da origen a una nueva creación y a
dumbre. La «teología de la revolución»21, objeto actualmente de la que corresponde, primero provisionalmente, la fe y, definitiva-
violenta discusión, proviene de la vivencia de la miseria y de la mente luego, un mundo nuevo. Esto constituye al creyente en un
opresión del hombre; no puede negar su cercanía a la cruz. Pero a testigo secular, personal, social y político de la justicia y la libertad
partir de la cruz señala ya ciertamente hacia el gozo venidero, hacia en medio de una sociedad opresora y un mundo irredento» 23 .
la liberación definitiva. «El puesto de servicio de la Iglesia, que, por
su esperanza en la resurrección y en el futuro, permanece siempre
en clara referencia a la cruz —escribe A. Rich—, es el lugar de la 3. EL HOMBRE, ¿«ESTACIÓN TERMINO»?
opresión en el mundo... Es aquí (bajo el signo de la cruz) donde
en la esperanza anticipada del futuro no sólo se ejercita la miseri- En consecuencia, y dado que las Iglesias protestantes (sobre
cordia sobre los más pequeños entre los humildes, sino que además todo las americanas y las que se hallan bajo su inspiración) comien-
es sacudida la conciencia y el mundo es puesto en movimiento hacia zan a orientarse cada vez más claramente en este sentido, cabe pre-
una mejor humanidad... Una actuación verdaderamente revolucio- guntarse: ¿manifiestan hoy estas Iglesias, en forma especial, el
naria que, por sus iniciativas y demostraciones, señale hacia ade- «gozo futuro»? Es difícil responder. El tono del Consejo de estu-
lante, hacia la justicia del reino de Dios, donde no habrá lágrimas, dio «Iglesia y sociedad», del Consejo Mundial de las Iglesias (Gine-
ni llanto, ni dolor» 22 . En forma parecida se expresa J. Moltmann: bra, 1966), se halla, en todo caso, más condicionado por la miseria
indecible de este mundo y por la autocrítica ante los propios fallos
18
Es de todos conocida la gran influencia que en esta nueva orientación que por la alegría. Basta releer la oración pronunciada en la liturgia
de la escatología hacia el campo político-social han ejercido los trabajos de final.
E. Bloch, sobre todo su obra Das Prinzip Hoffnung, 3 tomos, Berlín, 1954- Existe una razón poderosa para que nos hayamos referido casi
1959. exclusivamente, hasta ahora, a la teología y a las Iglesias protes-
" Así, por E. Brunner, A. Rich, J. Moltmann, W. Rauschenbach, entre
otros. tantes. Ha sido en este campo donde la escatología no sólo ha re-
20
Los conceptos utilizados aquí proceden por igual de una sociología neo- cibido nuevos impulsos, sino que ha adoptado una nueva estructura
marxista y de la tradición teológica. interna a causa de la intensa acentuación del praesens futurum y
21
Cf. R. Shaull, Die revolutionáre Herausforderung an Kirche und Theo- su dinamismo. Indudablemente, ello supone, en gran parte, la recu-
logie, en Dokumente für Kirche und Gesellschaft (edición alemana), Stmt- peración de algo que era antiguo patrimonio católico, pero precisa-
gart-Berlín, 1967, 91ss.
22
Die W'eltlichkeit des Glaubens, Diakonie im Horizont der Sakularisie-
rung, Zurich-Stuttgart, 1966, 52.54. Existenzgeschichte und Weltgeschichte, op. cit., 16.
454 F. Wulf Las Iglesias y la felicidad futura 455

mente de esta forma ha influido en la escatología de la teología sólo la confianza en el futuro, sino también el interés y el impulso
católica y en la piedad del último decenio. Encontramos aquí todas para colaborar, con su propio trabajo, en esta evolución del mun-
las tendencias, desde la «interpretación existencial» hasta la «teo- do 27. De cuando en cuando, resulta de todo ello —dentro de una
logía política» 24 , si bien ahora todo se exprese con mayor sordina; cierta anticipación del futuro victorioso— un gozo centrado en el
los extremos no resaltan con tanta violencia. El «ya» y el «aún no» mundo presente, en su belleza y en sus fuerzas28. Para corregir esa
son considerados como el marco previo, lógico, aceptado por todos. fe en una evolución rectilínea se alude frecuentemente a la opacidad
Pero también es aplicable a la teología católica la observación si- constante de toda la historia y a la situación del mundo que, para
guiente: la dimensión futura del mensaje neotestamentario ha ga- el cristiano, entraña esencialmente la cruz M y se previene también
nado, ciertamente, en interés —si bien en el catolicismo jamás fue ante una ceguera frente a «las fuerzas y potencias» de la escatología,
eliminada—, pero el acento descansa cada vez con mayor intensi- en la cual nos encontramos30. Pero siempre se trata del mundo, del
dad sobre la esperanza como la fuerza que dirige de modo cristiano mundo de los hombres, en el cual es preciso comprometerse por
el presente y transforma y configura el mundo actual concreto ha- amor al hombre, que ha sido creado y redimido por Dios. La piedad
cia su futuro escatológico. Lo que, en un primer momento, se ma- del catolicismo actual dice una clara referencia al mundo y al hom-
nifestó únicamente en los países que padecían de manera especial bre, pero reconociendo al mismo tiempo que se encuentra bajo el
bajo la desintegración de su vida social y comunitaria —tales como mandato de Dios. Lo que Bonhoeffer escribió en la prisión como
América del Sur25, y también Estados Unidos— corre actual- balance de la experiencia de su vida reproduce la realidad que, tam-
mente como un reguero de pólvora por todo el mundo católico. Al bién hoy, mueve a muchos católicos: «Sólo cuando se ama la vida
mismo tiempo se puede comprobar con frecuencia cierto optimismo y la tierra de tal forma que con ellas parece haberse acabado y
frente al mundo, que resulta desconocido para el protestantismo. perdido todo es posible creer en la resurrección de los muertos y
«La escatología cristiana entraña (según L. Boros) un mensaje de en un mundo nuevo» 31 . «No se trata, sin embargo, del más allá,
alegría» que casi pierde de vista el espanto y las tribulaciones de sino de este mundo tal como ha sido creado, conservado, mantenido
los últimos tiempos26. La fe en la «evolución» del mundo hacia dentro de unas leyes, redimido y renovado. Lo que está más allá de
su consumación «en la unidad de la realidad de Dios y la realidad este mundo aparece en el evangelio como existente para este mun-
del mundo» otorga a los cristianos, según Teilhard de Chardin, no do, y todo ello entendido no en el sentido antropocéntrico de la
teología liberal, mística, pietista y ética, sino en el sentido bíblico
de la creación y de la encarnación, crucifixión y resurrección de
24
Esta última, por ejemplo, en J. B. Metz, Kirche und Welt im Licht einer
«politischen Theologie», en Zur Theologie der Welt, Maguncia-Munich, 1968, 27
99-116; e igualmente K. Rahner, Zur Theologie der Hoffnung, en Schriften S. M. Daecke, Teilhard de Chardin und die Evangelische Theologie. Die
zar Theologie, VIII, 561ss (sobre todo, 575ss); ídem, Über die theologische Weltlicbkeit Gottes und die Weltlichkeit der Welt, Gotinga, 1967, 376s.
28
Problematik der «Neuen Erde», ibíd., 580ss. Así, por ejemplo, en las oraciones de H. Oosterhuis, Bid om Vrede,
25
Cf. Manifiesto de los obispos del Tercer Mundo, Semanario Marcha, Utrecht (traducido al alemán bajo el título Ganz nah ist Dein Wort, Fribur-
núm. 1.379, Montevideo, 1967; Carta de trescientos sacerdotes brasileños a go, 1967), o en algunas de las «plegarias eucarísticas» recientemente formu-
sus obispos, Semanario Marcha, núm. 1.380, Montevideo, 1967; Carta pastoral ladas y que se utilizan en Holanda.
29
de adviento del señor administrador apostólico de Montevideo, monseñor Car- Así, por ejemplo, K. Rahner, Theologische Reflexionen zum Problem
los Parteli, Montevideo, 1967. der Sakularisation (VI), en Schriften zur Theologie, VIII, 660-666; J. B. Metz,
26
El espíritu de una reelaboración de la escatología: «Concilium», 32 Weltverstandnis im Glauben. Christliche Orientierung in der Weltlichkeit der
(1968), 250. El mismo espíritu reaparece unas páginas después en la siguiente Welt heute, en Zur Theologie der Welt, op. cit., 37-45.
30
afirmación: «Para permanecer fieles a nuestra vocación de amor a Dios tene- Así, por ejemplo, H. Schlier, Das Ende der Zeit: «Geist und Leben»,
mos que vivir ya en el presente, como si estuviésemos ya en el cielo» (ibíd., 40 (1967), 203-217.
31
págs. 256-257). Widerstand und Ergebung, op. cit., 86.
456 F. Wulf

Jesucristo» 32. «A nosotros sólo nos queda el tomar cada día, como
si fuese el último de nuestra vida, la senda estrecha y, a veces, ape-
nas cognoscible, y a pesar de todo, vivir en fe y responsabilidad
como si existiese aún un gran futuro... Puede ser que mañana ama-
nezca el último día; si es así, con gusto abandonarán nuestras manos
el trabajo por un futuro mejor. Antes, no» 33 . CIENCIA, CULTURA Y ESCATOLOGIA:
Planteémonos, para acabar, una vez más la pregunta: ¿mani- REFLEXIÓN DE UN CIENTÍFICO SOBRE
fiesta la cristiandad actual el gozo escatológico futuro? Cuando se TEILHARD DE CHARDIN
trabaja realmente, a partir de la esperanza cristiana en el futuro,
por la humanización del mundo, por la realización del mensaje del
amor en el ámbito social, contra innumerables obstáculos y a me- «El interés de la ciencia reside en el arte de hacer ciencia»'.
nudo contra toda esperanza humana —y esto sucede ahora en ma- Así se expresa Paul Valéry. No es tanto el resultado de la investi-
yor grado que antes—, podemos responder, en realidad, afirmati- gación lo que interesa, incluso cuando éste permite mejorar el nivel
vamente a la pregunta. Pero las miserias del momento actual des- de vida, cuanto la atención que el hombre pone en el descubrimien-
tacan, por lo general, tan claramente en primer plano que todo lo to de la naturaleza. El arte del investigador (a la manera de un ar-
demás es desplazado del campo de la conciencia. El compromiso, tesano) es lo que merece la pena de ser tenido en cuenta. Esta opi-
con frecuencia exclusivo, de los cristianos actuales con el mundo nión de un intelectual expresa la realidad profunda vivida por el
presente hace perder de vista con demasiada facilidad el futuro es- hombre de ciencia. Más que el mismo descubrimiento es el dina-
catológico que proviene de Dios, la meta venidera, y confiar de- mismo de la búsqueda, el espíritu científico, por decirlo de otra
masiado en las propias fuerzas. El optimismo que aparece de cuan- manera, el que apasiona al hombre y actúa como motivo profundo
do en cuando, sobre todo en las generaciones más jóvenes, muestra de su trabajo.
que este peligro no es puramente teórico. Quizá tenga razón Teilhard de Chardin fue el hombre que desbordó el marco de
H. M. Féret cuando interpreta como un «signo de la venida de su ciencia y expresó sus concepciones científicas en una vasta sín-
Dios» el amor fraterno universal traducido en la Iglesia a la vida tesis. Confrontar su pensamiento con lo que nosotros sabemos acer-
y cuando afirma que este signo se da ya efectivamente en la Iglesia ca de esa experiencia del investigador, tal es nuestra perspectiva.
de hoy 34 . Pero ¿se trata en este caso de una «manifestación del Se situará en varios niveles: el del conocimiento, el del hombre y
gozo futuro» entendido como tal? Esta es otra cuestión. el de la fe.

F. WULF
¿DIVORCIO ENTRE EL PENSAMIENTO CIENTÍFICO
Y EL FENÓMENO HUMANO?

La increencia frente a la religión ha forjado su propia concep-


ción del universo. Las oposiciones entre estas dos concepciones
han tomado la forma simple de los dualismos (tal como materia y
32
espíritu). La razón principal de la influencia de Teilhard de Chardin
Ibíd., 137.
33
Ibíd., 23 y 24. 1
34 P. Valéry, Tel Quel, París, GaUimard (Col. La Pléiade, II), 622.
«Concilium», 29 (1967), 386410; 409.
30
458 R. Mache Ciencia, cultura y escatología 459

en la actualidad reside precisamente en la solución que él aporta Para hacer más coherente su visión y justificar el sentido de la evo-
para resolver estos dualismos antagónicos partiendo de su inter- lución, Teilhard se hace «finalista». «La historia de la vida no es,
pretación de la evolución biológica. Los dos puntos de vista, «ma- como ya habíamos dicho, más que un movimiento de conciencia
terialista» y «espiritualista», se unen en Teilhard en una «fenome- velado de morfología» 4.
nología o física generalizada». Materia y espíritu no forman más Durante largo tiempo, el estudio del fenómeno de la evolución
que un uno, para cuya explicación él desarrolla la idea de un «inte- ha carecido de un método verdaderamente científico, ya que el fe-
rior» de las cosas. Esta idea, largamente repetida, sirve frecuente- nómeno toca a la complejidad del ser viviente y reviste una ampli-
mente de base a su concepción de la evolución. tud considerable. Así, es comprensible que la interpretación del
Este «interior» no es un hecho positivo experimentable, pero transformismo, a lo largo de su historia, refleje las concepciones
constituye una evidencia: «En el fondo de nosotros mismos, sin fundamentales de su autor. La creencia domina sobre la teoría. La
discusión posible, se nos presenta, a través de una especie de des- interpretación no es más que una proyección. Es a partir de 1920
garro, un interior en el corazón mismo de las cosas» 2 . Esta eviden- cuando esta perspectiva cambió radicalmente, al empezar a estudiar
cia tiene su origen en los dominios de la intuición. Más allá de la los investigadores, según un método científico, el fenómeno de la
simple descripción objetiva, se trata, sobre todo, de «ver» no algo evolución. Así nació la teoría sintética (o neodarwiniana) de la evo-
sobreañadido a la materia, sino una parte integral de esta «mate- lución 5. Hasta el momento presente, esta teoría representa la ten-
ria», «la trama del Universo». Esta concepción procede de la re- tativa más científica de la interpretación del transformismo. Es,
pulsa del «materialismo», que por reducción no ve en el ser vivien- evidentemente, criticada por los biólogos, y no aporta una respuesta
te sino un proceso mecánico que excluye toda injerencia metafísica. satisfactoria a todos los problemas (hay incluso una tendencia a
La fuerza del pensamiento de Teilhard reside en querer trasladar querer demostrar demasiado). Sin embargo, manifiesta que el es-
al nivel de la «materia» la experiencia de cada hombre, constituida tudio de la evolución y su interpretación han entrado en una era
por su dependencia de los elementos físico-químicos y la realidad racional.
de su conciencia. Por su unidad, esta tesis está cerca del vitalismo, Se comprenderá, por tanto, que numerosos científicos interesa-
concepción tan frecuentemente elaborada a lo largo de la historia. dos en el problema de la evolución biológica, así como numerosos
Esta concepción la desarrolla Teilhard siguiendo el proceso de la epistemologistas, no puedan admitir los principales rasgos que su-
evolución. A la vida es añadida, por extrapolación, la «previda» mariamente hemos destacado en la interpretación teilhardiana, prin-
a fin de hacer la perspectiva coherente. Es el elemento vital que cipalmente porque ésta es ajena al espíritu científico contemporáneo
determina la evolución biológica. La «vida», particularmente en tal como aparece en la ciencia de la evolución.
el fenómeno humano, es el sujeto de los verbos activos del proceso Toda concepción más o menos vitalista evoca la forma en que
evolutivo («La vida parece que no se reproduce...»; «La vida ha el siglo xvin, entre otros, concebía la materia. Se encuentra en esta
descubierto...») 3 . Es indudable que esto es algo más que el simple época una profusión de concepciones en que la vida estaba mezclada
marco de un determinado estilo literario; se trata con toda verdad con lo mineral. Para Bachelard, esta actitud representa un «obs-
de una de las formas de expresión del vitalismo que sustenta la táculo» al espíritu científico. «El mito del interior —dice— es uno
concepción evolutiva de la naturaleza en Teilhard. de esos procesos fundamentales del pensamiento inconsciente más
La evolución no se da por azar. «Todo se atiene a una causa difíciles de exorcizar» 6.
más alta.» El «interior de las cosas» reclama un plus de conciencia. 4
Ibíd., 184.
5
Cf. concretamente G. Simpson, Rythmes et modalités de l'évolution, tra-
2 ducción francesa, París, Albin Michel, 1950.
P. Teilhard de Chardin, Le phénomene humain, París, Seuil, 1955, 52. 6
3 G. Bachelard, La formation de l'esprit scientifique, París, Vrin, 1957,101.
Ibíd., 110-111.
460 R. Mache Ciencia, cultura y escatologia 461
¿No procederán estas críticas de una repulsa del «ver»? Dicho
en describir como por anticipación profética su concepción del
de otra manera: ¿no es evitar la cuestión planteada al hombre por
mundo. Podría entenderse que es el único medio que el hombre
el Universo el querer limitar la comprensión de la evolución (y,
posee para mostrar que el mundo de la conciencia y el mundo ex-
por tanto, del Universo) a los términos autorizados por la ciencia?
terior tienen una coherencia. Así nacen las cosmologías (de tipo no
¿No es esto admitir, finalmente, que existe un divorcio entre el
científico). Intentar unir los elementos conocidos del mundo natu-
pensamiento científico y el «fenómeno» (en sentido teilhardiano)
ral con las propias creencias en un todo coherente conduce a la
humano, divorcio que Teilhard quiso precisamente superar? Si la
construcción de un sistema que acude inevitablemente a los a prio-
respuesta es positiva, es decir, si el punto de vista que nosotros
n y a las nociones nacidas de la introspección, fuera del campo del
hemos expuesto es ciego, una determinada filosofía del conocimien-
conocimiento racional. La cosmología puede ser presentada como
to podría justificar la intuición teilhardiana. Pero esta filosofía,
un simple decir. Pero puede tener más pretensiones e intentar con-
que limitaría el método científico, debería necesariamente apelar
vencer viniendo a ser apologética. Cuanto más se acentúa esta úl-
a una conversión irracional, como lo exige la noción de «el interior
tima tendencia, más se objetiva la visión del mundo y más se cae
de las cosas». La cuestión está en si son legítimos los intentos ra-
en el sistema. Esta es a nuestros ojos una debilidad en la cual caen
cionales (cartesianos) de excluir toda «visión». A este nivel, la crí-
muchos hombres que habían adquirido una reputación científica.
tica del pensamiento bergsoniano por la fenomenología puede apli-
La tendencia a presentar tales visiones del mundo, particularmente
carse a Teilhard. Según Merleau-Ponty7, «lo que descubrimos
en los medios cristianos, no es sino el signo del deseo de encontrar
sobrepasando el prejuicio del mundo objetivo no es un mundo
una síntesis que una al mundo desacralizado con Dios, a ejemplo
interior tenebroso..., desconocido para una conciencia simple».
de lo que vivió la Edad Media con Santo Tomás. La tentativa de
«La experiencia de los fenómenos no es, como la intuición berg-
Teilhard de Chardin, para muchos cristianos, cumple esta misión.
soniana, la prueba de una realidad ignorada hacia la cual no haya
un paso metódico, sino la explicitación o esclarecimiento de la vida Y, sin embargo, el espíritu científico va en contra de toda sis-
precientífica de la conciencia, la única que da su sentido completo tematización del mundo. En nuestros días, una cosmología no po-
a las operaciones de la ciencia y a la cual acaba por volver siempre.» dría oponerse al progreso científico; es contraria a la lección que el
Así, nuestra posición no procede de una negativa a sobrepasar la hombre de ciencia saca de su aventura racional. Que hombres fa-
simple descripción de lo exterior («prejuicio del mundo objetivo», mosos propongan todavía en nuestros días su visión del mundo no
según Merleau-Ponty), sino de la negativa a aceptar elementos contradice este juicio. William James decía: «Cada hombre de
irracionales, tales como el «interior de las cosas», en lo cual cree- ciencia tiene su filosofía...» Se ve la ironía de este aforismo. Signi-
mos estar de acuerdo con el movimiento profundo que anima el fica simplemente que el hombre de ciencia tiene, por un lado, su
espíritu científico, dicho de otra manera, con la simple experiencia experiencia y, por otro, su concepción del mundo ligada a la creen-
adquirida por el oficio de investigador. cia general de los hombres de una época. Es decir, que hay zonas
en contradicción en el espíritu humano. De un lado, un pensamien-
to elaborado con todo el esfuerzo de la razón, y de otro, envolvien-
EL HOMBRE Y SU CONCEPCIÓN DEL MUNDO
do la experiencia de donde nace el espíritu científico y teniendo
primacía sobre él, una visión letárgica donde todas las cuestiones
Teilhard de Chardin no es el único hombre de ciencia en tomar se resuelven. ¿Es verdaderamente posible al hombre pensar en
perspectiva con relación a sus conocimientos científicos ni el único conformidad con la lección aportada por su experiencia concreta?
El investigador encuentra una naturaleza exterior a sí mismo
' M. Merleau-Ponty, Phénoménologie de la perception, París, Gallimard, que constituye el objeto de su estudio. El descubrir el funciona-
1945, 71. miento del mundo manifiesta el crecimiento del hombre, que de
462 R. Mache Ciencia, cultura y escatologta 463

esclavo viene a ser señor de la naturaleza. Este dominio se adquiere el riesgo de cambiar la finalidad del pensamiento científico por la
por la búsqueda de la verdad. Una vez obtenido este resultado, el pretensióa de regir el mundo y de pensar al hombre. Los contactos
investigador se desinteresa de él y va más allá. Los conocimientos sociales del investigador y las implicaciones políticas de los proble-
adquiridos y enseñados son los prolegómenos de la búsqueda cien- mas científicos ponen al hombre de ciencia cara a los problemas
tífica. La verdad no se posee. La búsqueda es una verdadera aven- del mundo. Al situarse en el plano del conocimiento, no puede ig-
tura con sus fracasos y sus éxitos. norar las otras disciplinas del espíritu. En particular, no puede
Este movimiento, que lleva al hombre de ciencia a la búsqueda ignorar la filosofía a condición de que ésta acierte a explicar en un
de la verdad del mundo, contribuye poderosamente a su formación. lenguaje accesible la originalidad y la radicalidad de su propia po-
La razón del hombre de ciencia nace en el contacto con la natura- sición (hay resultados ejemplares a este respecto).
leza. Esta es el espejo de la verdad de la razón del hombre, la pie- Así, el hombre de ciencia se encuentra plenamente inserto en
dra de toque de la verdad científica; antes incluso que el hombre la humanidad. No está aparte. Participa de la problemática contem-
la explicite, la naturaleza está ya allí. El medio de escrutar la ver- poránea en medio de los hombres que viven, a veces trágicamente,
dad se va aprendiendo a lo largo de la existencia; la formación del la racionalización progresiva del espíritu humano.
espíritu científico viene a ser como una lucha histórica contra la Puesto que el hombre de ciencia procede de una cultura, la
dependencia y la sinrazón del hombre, como un despego de la na- ciencia tiene para él una significación. Salir de sus propios conoci-
turaleza. Es también la aventura personal de un hombre que apren- mientos, tomar perspectiva con relación a ellos no es ya expresar su
de a saber buscar. Su método de investigación es igualmente puesto concepción del mundo, como defienden los numerosos comenta-
en duda. Para no citar más que un ejemplo, la biología molecu- ristas de Teilhard de Chardin (véase, por ejemplo, el prólogo a la
lar es actualmente una puesta en duda básica del método utili- edición francesa de El fenómeno humano), sino reconocer que el
zado por numerosos biólogos. Estas cualidades del espíritu científi- descubrimiento científico es el signo que revela la capacidad del
co no son las únicas; otros múltiples aspectos personales y sociales hombre para dominar la naturaleza y liberarse de ella en un mismo
merecerían ser desarrollados. impulso, signo, en fin, de la superioridad de la razón humana frente
Este dominio adquirido por el científico sobre la naturaleza es a todos los condicionamientos en que la hunde la animalidad. El
una cultura, en el sentido moderno del término. No es una colec- científico no queda reducido a la alternativa en que Teilhard pre-
ción de nociones objetivas almacenadas en el museo de la concien- tendía situarle: cegarse en la ciencia por un procedimiento analítico,
cia, sino la naturaleza dominada por el hombre. El saber en sí captando las cosas «por debajo», o bien consentir en «ver» «todo
mismo no constituye una cultura. Este es el motivo de que las el fenómeno humano». No, la unidad del mundo no queda ence-
«culturas generales» no sean, con frecuencia, más que la coartada rrada en una cosmología.
de las falsas culturas. Cuando se habla de «hombre de ciencia» se
pone ordinariamente el acento en la profesión, mientras que la sig- LA BÚSQUEDA DE DIOS EN EL MUNDO FÍSICO
nificación principal de la expresión es la de una persona cuya cua-
lidad proviene del ejercicio de su entendimiento en un campo con- Si no entramos en el juego de la síntesis de Teilhard de Char-
creto: la naturaleza. Así surge el hombre de ciencia (junto al din, por los mismos motivos permaneceremos extraños a la ten-
hombre de letras) en la sociedad contemporánea capaz de dar un dencia que a él le impulsó «a buscar la divinidad sin tener que
nuevo rostro al humanismo. romper con el mundo físico, sino precisamente a través de la ma-
teria y, en alguna manera, en unión con ella» 8 . Para muchos de
El conocimiento científico es un camino hacia la verdad, aun-
que ciertamente no sea el único ni suficiente. Si el hombre de cien- " P. Teilhard de Chardin, Mon Univers, en Science et Christ, París, Seuil,
cia estuviese reducido al medio ambiente de su laboratorio, correría 1965, 72.
464 R. Mache í Ciencia, cultura y escatología 461

nuestros contemporáneos el mundo se ha desacralizado. Dios no 10 puede morir si el sentido de mi búsqueda no es vana, pura
pasa ya por el atajo del cosmos. El hombre moderno se siente ex- ilusión.
traño frente a Dios y al cristianismo. Este es el caso de numerosos Así, la escatología cristiana encuentra su verificación en mi ex-
científicos. Adoptan un ateísmo práctico o bien se refugian en un leriencia. El sentido de esta última es real a condición de sobrevivir
fuero interno religioso aislado de su verdadera experiencia. Una a la contingencia que actualmente me permite conocerla. Mi fe en
nueva síntesis no puede ser solución para los que ya no aceptan esta realidad es correlativa a mi fe en la resurrección. La refle-
ver a Dios en el mundo. xión escatológica no es, pues, una suposición sobre el «futuro del
Otra nueva razón contribuye a fijar el rostro del cristianismo Itombre» ni la extrapolación de la emergencia de la conciencia; es
en los medios científicos. Teilhard de Chardin continúa la serie de d horizonte de mi experiencia presente. Lo que será la humanidad
científicos creyentes conocidos por sus posiciones vitalistas. Lo que en el futuro depende de la reflexión gratuita. Solamente lo que me
podría ser entendido en el siglo último como deseo de salvar al precede puede tener una significación para mí, no lo que me sigue.
hombre contra las pretensiones demasiado mecanicistas de ciertos l a evolución puede tener el debido sentido (y se está en el derecho
científicos, hoy corre el riesgo de ser interpretado como el signo ¿e escrutarlo), pero yo no puedo sacar de las líneas-fuerza de la
del espíritu tradicional de los cristianos contra la dinámica del es- evolución una conclusión sobre el porvenir. La investigación cien-
píritu científico. Mas ¿no tiene el cristianismo hoy día el deber de tífica es la búsqueda de una verdad y no su anticipación, ya que esta
dar testimonio entre los científicos de la rectitud del movimiento verdad no es percibida más que partiendo de mi experiencia con-
que les anima y de anunciar en este mismo movimiento las premi- creta. La negativa a pensar el porvenir nace, así, de la simple expe-
sas del cielo? Esto es posible si se piensa que la experiencia cientí- riencia científica. Esta no es contraria a una escatología concebida
fica verdadera, unida a las otras experiencias del hombre de ciencia como un horizonte, pero sí a una escatología concebida como un
(conyugal, social, política), crea un terreno favorable a la fe. En futuro.
efecto, no es por sed de poder por lo que el hombre de ciencia La investigación no se realiza sola. Ella constituye la historia
busca la verdad. Esta, en la aventura científica, va siempre por de- humana; realiza el encuentro de los hombres a través de culturas
lante. La distancia que separa al hombre de la naturaleza, la apari- diferentes en una misma perspectiva de búsqueda. Este encuentro
ción de la razón, la formación histórica del espíritu científico, en no es un epifenómeno de la investigación científica, sino una con-
una palabra: toda la experiencia vivida concretamente crea un es- dición necesaria. Estamos, pues, en el derecho de considerar como
pacio donde se juega la libertad. Este espacio es significativo: mi un fruto de la experiencia del hombre de ciencia su encuentro con
existencia se desarrolla en él, la verdad de mi actitud en él se esta- el otro. La organización de la investigación, su comunicación en la
blece, lo mismo que la autenticidad de mi relación con el otro. Pero enseñanza, su libertad en la sociedad y la «investigación» en sí
la experiencia científica es también la experiencia de la limitación misma son otras tantas ocasiones de dialogar con los hombres y de
humana: la razón duda, sufre en su trabajo de esclarecimiento, la reconocer en su profundo la presencia de Jesucristo. Lo vivo y la
búsqueda no está solamente y siempre al servicio de la verdad. En materia son opacos, indiferentes a mi existencia; no me anuncian
este espacio con sus límites hay una llamada a la trascendencia. a Cristo. Sólo el ser del hombre, su transparencia, son signos del
Ella es el sentido continuo, perpetuo de mi existencia. Las cosas Ser perfecto, del Hombre-Dios Jesucristo.
no son nada y el viviente muere. En este mundo de objetos, en Si la búsqueda científica puede suscitar la cuestión de una tras-
este mundo de la muerte, la verdad no tiene ningún peso. La tras- cendencia, el encuentro con los hombres en los medios científicos
cendencia me confirma en la esperanza de que esta verdad no es puede conducirme a reconocer la verdad de Jesucristo. Los goces
una ficción. Lo que yo percibo en la actividad científica del espíritu de estos encuentros personales, la alegría de una misma comuni-
466 R. Mache '

cación en la búsqueda son las primicias de una felicidad que el


cristiano llama «cielo». Felicidad que no es la de una sociedad ideal
venidera, sino que representa la perfección de un go2o vivido, aun-
que incompletamente, en la experiencia de la vida cotidiana.

R. MACHE

¿SE PUEDE LLAMAR A DIOS «CONSOLADOR»?

El psicoanálisis ha emprendido una crítica radical del tema de


la consolación. Muchos se preguntan, en medio de su propia de-
solación y sufrimiento, si no será una aberración el dirigirse a Dios
como Espíritu consolador. Pienso que no será inútil examinar la
posición del mismo Freud con respecto al problema de la consola-
ción. En la última página de su obra Malestar en la cultura declara
que no puede ofrecer ningún consuelo, al mismo tiempo que sub-
raya que la necesidad de consuelo es algo fundamentalmente hu-
mano, y tan aguda entre los más atrevidos revolucionarios como
entre los más convencidos creyentes'. Es significativa la yuxta-
posición de revolucionarios atrevidos y creyentes convencidos en
esta declaración, pues para ambas categorías de personas la mayor
desolación posible es la que les produce el hecho de encontrarse en
un mundo carente de toda justicia.
El hombre que no ha conocido al Dios poderoso, capaz de po-
ner en orden los asuntos de los mortales según la justicia, supo, sin
embargo, encontrar la idea notable del karma, que le ha servido
para transformar todas las iniquidades de la existencia en conse-
cuencias de una retribución cósmica de la justicia inmanente. No
echemos en olvido esta idea del karma si queremos profundizar en
el tema de la consolación.
<¡Y el revolucionario para el que no cuentan ni Dios ni el kar-
ma? Escuchemos a Lenin, en 1906, cuando la causa del bolchevis-
mo parecía casi totalmente perdida: «Nada de lamentaciones, ca-
1
S. Freud, Das JJnbehagen in der Kultur, Viena, 1930, 136. «So sinkt mir
der Mut, vor meinen Mitmenschen ais Prophet aufzustehen, und ich beuge
mich ihrem Vorwurf, dass ich ihnen keinen Trost zu bringen weiss, denn das
verlangen sie im Grunde alie, die 'wildesten Revolutionare nicht weniger
leidenschaftlich ais die bravsten Frommglaubigen.»
468 H. Sundén ¿Se puede llamar a Dios «consolador»? 469

maradas, porque nosotros venceremos con toda seguridad, pues de esquemas perceptuales que permiten a los creyentes una expe-
tenemos la razón.» riencia que los libera del infantilismo.
Fue precisamente Stalin quien llamó la atención sobre esta ré- El hecho de que sea posible plantear la pregunta: «¿Se puede
plica, que yo he encontrado en la traducción sueca de la biografía llsmar a Dios consolador?», creo que es consecuencia de un replan-
de Lenin por P. Kersjentsev. Gorki tomó nota de otra réplica del teamiento de aquel rechazo de Freud y de su descuido en examinar
gran revolucionario en su Lenin y el campesino ruso: «La historia las tradiciones religiosas como fuentes de esquemas perceptuales,
es una madre cruel a la hora de comenzar las represalias.» Freud replanteamiento que llevan a cabo muchos teólogos.
admitía la ananké, pero negaba la diké. Quien tal cosa hace re- Me parece que se ha suprimido, o poco menos, en la teología
chaza algo que pertenece a la misma experiencia humana: la com- moderna el tema de la represalia, tan evidente no sólo en los pro-
probación de que en nuestro mundo, inevitablemente, lo que es fetas del Antiguo Testamento, sino en las mismas parábolas de
consuelo para unos para otros es desolación. Consecuencia de aque- Jesús. Es ésta la causa de que ahora se nos diga que vivimos en un
lla justicia inmanente cuya noción se encuentra en el rita, en el tao, mando en que Dios ha muerto. Si, como aseguran algunos teólogos,
en la diké, y cuya sombra parece proyectarse sobre el pensamiento es imposible percibir en nuestro mundo una actividad divina, se
secreto de un Lenin. nos plantea entonces una cuestión psicológica de primer orden:
¿cómo se las arreglaron nuestros antepasados para ver esa actividad
Cuando Freud negaba la existencia de la providencia, y la de
de Dios en el mundo?
un orden en el mundo, en una de sus cartas a Osear Pfister 2 , ¿era
el hombre maduro, inspirado por el espíritu científico, el que ma- Si el Dios de una teología deductiva ha muerto, ello será debido,
nejaba la pluma, o no sería más bien el judío que trataba de des- quizá, al hecho de que a través de las fórmulas abstractas y los
embarazarse de la tradición religiosa de su pueblo el que intentaba principios generales nunca será posible organizar un campo per-
rechazar, por todos los medios a su alcance, no a Dios principal- ceptual del mismo género que el organizado a partir del conoci-
mente, sino la intuición de la retribución cósmica? Gregory Zil- miento de una serie de casos concretos. Mis antepasados protes-
boorg nos ha proporcionado los materiales que indican este recha- tantes encontraron esa serie de hechos en sus biblias, y sus cono-
zo 3 , y nosotros mismos hemos hecho algunas observaciones que cimientos bíblicos les sirvieron para organizar un campo percep-
convendrá no olvidar a propósito de todo esto 4. tual consolador, porque Dios estaba allí, precisamente en un siglo
en que Suecia no supo lo que era la paz. Incluso hoy día, creo que
Las hipótesis de Freud sobre el origen y el sentido de la religión las parábolas de Jesús ofrecen una serie de esquemas que permiten
no son experimentalmente verificables 5, consecuencia —creo yo— a los creyentes percibir la realidad de la historia como la más clara
de su descuido al no contar con la tradición religiosa como fuente comprobación de una actividad divina irresistible. El problema de
la consolación tiene un aspecto perceptual que ha sido muy descui-
2
S. Freud y Oskar Pfister, Bríefe 1909-1939 herausgegeben von E. Freud dado por los teólogos. Cuando se trata acerca de la experiencia
und H. Meng, Francfort del Main, 1963, 132. «Und endlich — lassen Sie mich religiosa, éstos razonan como si en ella nada hubiera semejante a
einmal unhoflich werden — wie zum Teufel bringen Sie alies, was wir in der lo que ocurre en el mundo llamado exterior. La lectura de un texto
Welt erleben und zu erwarten haben, mit Ihrem Postulat einer sittlichen
Weltordnung zusammen?» bíblico puede reestructurar un campo perceptual. La situación de-
3
G. Zilboorg, Freud and Religión, Westminster, Maryland, 1964. solada se cambia en identidad con la situación bíblica y, repentina-
4
H. Sundén, Die Religión und die Rolle, Berlín, 1966, 357s. mente, Dios aparece, y con él viene también la consolación. El cre-
5
A. Siegman, Personality and Socio-cultural Variables Associated with yente, a veces, siente como si una voz le dijese: «Mi día está cerca.
Religious Behaviour: «Arch. f. Religionspsychologie», VII, 96-104. Sin embar- Adora y no temas nada.» La psicología de la percepción, combinada
go, cf. J. Keene, Religious Behaviour and Neuroticism, Spontaneity, and
Worldmindednes: «Sociometry», 30 (1967), 153. con la psicología de las funciones, nos permite considerar tales ca-
470 H. Sundén ¿Se puede llamar a Dios «consolador»? 471

sos como algo más que simple ilusión é . Han sido experiencias de a coincidir. Es preciso, entonces, que el discípulo refiera las pará-
este género las que mayor consuelo han aportado a las generaciones balas a los hechos, que considere las situaciones de la vida como
cristianas del pasado. terrenos propios para su aplicación. Así es como irá creciendo día
En la actualidad, estamos intentando explorar en qué medida tías día la experiencia del reino de Dios. «Administrar bien los
sigue siendo posible encontrar estas mismas experiencias entre los talentos» es aplicar las parábolas a lo que ocurre en el mundo. Ra-
creyentes de nuestros días, a pesar de una enseñanza religiosa ex- zonando de esta manera, al enigma «¿Por qué se dará más al que
cesivamente abstracta, demasiado inclinada a aislar a Dios en una tiene?» habrá que responder: «Se dará más al que tiene», es decir,
esfera totalmente al margen de la realidad concreta. al que en las parábolas encontró el verdadero conocimiento de la
Freud habla con desdén de la sumisión al «decreto inescruta- piovidencia perdonadora y remuneradora de Dios, lo mismo que
ble» 7. Pero hay sumisión y sumisión. de su retribución severa muchas veces, ciencia cuya clave arreba-
Recordemos la famosa plegaria de Hécuba, en que Menelao taron para quedársela ellos solos los doctores. Pero al que no tiene
anuncia su propósito de que Helena sea entregada a la muerte: (este conocimiento), hasta lo que tiene se le quitará, es decir, su
pretendida ciencia, sus sueños escatológicos o sus dogmas, pues la
«Oh tú, soporte de la tierra y que sobre la tierra tienes tu experiencia no confirmará su contenido. Notemos que la parábola
trono, quienquiera que seas, insoluole enigma, Zeus, ley in- de los talentos (o las minas) fue narrada por Jesús como alternativa
flexible de la naturaleza o de la inteligencia de los humanos, a la escatología de sus discípulos (cf. Le 19,11). Cuando entre los
yo te adoro. Siguiendo siempre calladamente tu camino, tú cristianos se plantea, con amargura, la pregunta «¿Se puede llamar
guías según la justicia los asuntos de los mortales» 8 . a Dios consolador?», puede que de ahí resulte una nueva inteligen-
cia de las parábolas de Jesús. Cómo ha llegado a formarse en mí esta
No se trata aquí de esa sumisión al «decreto inescrutable» de convicción es algo que quizá no interese mucho a mis lectores. Pero
que habla Freud, sino más bien de una convicción de que existe permítaseme contarlo. Si se me concede esta oportunidad de des-
una justicia inmanente que por unos momentos sirve de consuelo cargar mi conciencia, puede que con ello aporte alguna luz sobre
a la reina de Troya, que ha vivido el desastre de su ciudad y de su un aspecto de la vida ignorado, que yo sepa, por el psicoanálisis.
familia. Durante el invierno de 1932-1933 tuve que clasificar, en los
Tomando las parábolas como sistema de referencia, es posible archivos del arzobispo de Upsala, Natán Soderblom, una extensa
organizar un campo perceptual que permitirá a los sencillos cre- colección de toda clase de artículos tomados de los periódicos de los
yentes reconocer que el Maestro vendrá, tan pronto como ello sea años que siguieron a la primera guerra mundial. Tuve que leer to-
posible, a este mundo, y no sólo en el día del último juicio {cf. Le dos aquellos recortes de papel malo, amarillento. Aquella lectura
18,1-8). Si, como yo creo, las parábolas de Jesús fueron dadas a los presentó ante mi pensamiento de joven teólogo un mundo de mal-
discípulos para que les sirvieran como esquemas perceptuales, la dad, de crueldad y de miseria casi insoportables. ¿Dónde encontrar
experiencia religiosa se organiza cuando hechos y parábolas vienen a Dios en aquel mundo? Una parábola de Jesús me dio la respues-
ta. El Tratado de Versalles había dado la libertad a un grupo de
6 jóvenes naciones cuyos nombres aparecían precisamente en mis
H. Sundén, ibid., 21-32.
7 artículos. En un brusco reflejo, todo cuanto iba saltando ante mi
S. Freud, ibíd., 39. «Wenn der Glaubige sich endlich genotigt fíndet,
von Gottes "unerforschlichen Ratschluss" zu reden, so gesteht er damit ein, vista me trajo a la memoria la imagen de aquel servidor liberado
dass ihm ais letzte Trostmbglichkeit und Lustquelle im Leiden nur die bedin- por su dueño de una enorme deuda que, sin embargo, se precipita-
gungslose Unterwerfung übrig geblieben ist. Und wenn er zu dieser bereit ba contra su consiervo para exigirle brutalmente el pago de una
ist hatte er sich wahrscheinlich den Umweg ersparen kbnnen.» suma deleznable. Tal era exactamente la forma en que se estaban
8
Euripide, IV, Collection des üniversités de France, París, 1925, 64.
472 H. Sundén ¿Se puede llamar a Dios «consolador»? 473

comportando las mayorías en relación con las minorías de todos El Llamamiento, que finalizaba con una súplica humilde a los
aquellos países de que hablaban mis artículos. No hace falta contar jefes de Estado para que resolvieran «la tensión que de día en día
de nuevo toda la parábola, pero no olvidemos los verdugos a que se vuelve más insoportable y fatal», iba firmado por Soderblom y
fue entregado el servidor inmisericorde. Pero había que aguardar todos los obispos de la Iglesia sueca, con fecha 1 de febrero de 1923.
hasta el fin para ver a Dios y su intervención justiciera en aquella Así, pues, Dios ha querido hacerse oír, sin que tengamos nece-
triste historia de violación de unas minorías. No se trataba de un sidad de citar al Apóstol ni al Señor; tal fue mi reflexión inmediata.
razonamiento lógico, sino de una especie de presentimiento: yo Otro hallazgo de aquellos días vino a dar nueva respuesta a esta
viviría para ver cómo eran entregadas a los verdugos todas aquellas cuestión. Encontré en un rincón un centenar de ejemplares de un
naciones de que hablaban mis papelotes. Me sentía incapaz de si- libro escrito por Karl Krczmar.
lenciar aquel presentimiento. Ante él resultaban impotentes todas La lectura de aquel libro de Krczmar, en que el autor resumía
las fórmulas éticas y teológicas aprendidas durante el tiempo de las discusiones de la conferencia ecuménica celebrada en Estocol-
formación. Me dije que en aquel presentimiento yo había encontra- mo, en 1925 9 , me puso frente a unas consecuencias de la exégesis
do en mí mismo la tendencia del hombre primitivo, pero que las moderna del Nuevo Testamento, tales que se me impuso la nece-
parábolas de Jesús venían a confirmarla y legitimarla. ¿Habría, sidad de reexaminar los puntos de partida de la interpretación
pues, una justicia inmanente afirmada espontáneamente por la re- apocalíptica que Albert Schweitzer hace de la predicación de Jesús.
acción del individuo y revelada en las parábolas de Jesús? En toda ciencia es preciso contar también con los hechos que no
¿Cómo reaccionó Sbderblom informado por todos aquellos tes- confirman la hipótesis que se trata de probar, y me pareció que
timonios que se amontonaban en sus archivos? La respuesta se en- Schweitzer había olvidado por completo esta regla. El presentimien-
contraba en un gran paquete de impresos del que yo saqué un to de que acabo de hablar me había dado la idea de que en las
ejemplar del Llamamiento a los cristianos de Francia y de los res- parábolas se hablaba de la justicia inmanente y me dije a mí mismo
tantes países, y a los hombres de Estado, especialmente al presiden- que en modo alguno se puede excluir que el tema de la predicación
te de los Estados Unidos. Volví la página, y he aquí las palabras de Jesús, efectivamente, fuese el mismo del Sal 145,13: «Tu reino
que se presentaron ante mis ojos: es un reino de todos los siglos. Y la dominación subsiste por todas
las edades.» La lógica interna de las parábolas apuntaba hacia la
«Es imposible contar el número de personas que, en todos posibilidad de tal interpretación.
los países, se sienten turbadas en lo hondo de sus corazones En los escritos de Schweitzer he encontrado enunciados en que
a causa de los acontecimientos actuales. Esperábamos que el autor se mostraba como patriota alemán, si bien el dato resulta
después de los horrores de la guerra vendrían las bendiciones chocante tratándose de un alsaciano. Muchas observaciones oídas
de la paz. Pero las relaciones internacionales se vuelven cada a distintos visitantes de Lambarene se iban engarzando como otros
vez más graves. El hambre, el veneno de amargura inoculado tantos indicios que me hicieron sospechar la existencia de un com-
en las almas que se sienten ultrajadas y los contagios físicos plejo de Edipo en el famoso doctor. ¿No sería acaso su personalidad
y morales están asolando nobles porciones de humanidad en inconsciente la que habría dictado, sin que él cayera en la cuenta,
la Europa central, haciendo que cada vez se vuelva peor una su célebre exégesis? ¿Se trataría, acaso, de un intento de desemba-
miseria que ya resultaba atroz. La maldición que se está sem- razarse de un Jesús realista, para situar a Dios lo más lejos posible,
brando producirá otras guerras aún más terribles. Pues aque- a fin de que la política de Bismarck apareciese como una política
llo que el hombre siembre, eso recogerá. Esto es lo que ha realista? Si hay una justicia inmanente, era preciso rechazar cuanto
probado la guerra mundial hasta la saciedad.»
' K. Krczmar, Einheit der Kirche in Leben und Wirken, Víena, 1930.

31
474 H. Sundén

viniese a recordarnos ese hecho y, en el caso de un país cristiano,


antes que nada los rasgos de la predicación de Jesús que pudieran
entenderse como otras tantas pruebas a favor de tal justicia.
Un rechazo semejante al de Freud debía tener un paralelo mu-
cho más nefasto en Schweitzer. El complejo de Edipo podría traer
como consecuencia el que generaciones enteras de teólogos recha-
zasen el tema de las represalias. «La Iglesia ha perdido la clase
obrera.» Pero también podría afirmarse que la Iglesia ha despojado VIOLENCIA Y MESIANISMO
a los obreros de ese Christus consolator, Christus remunerator ENTRE LOS NEGROS AMERICANOS
cuyos rasgos visibles intentara Ary Scheffer presentar a los deso-
lados y sufrientes. La exégesis y la predicación de la Iglesia han
En el mundo negro americano, la religión se encuentra confron-
impedido que los oprimidos y desolados identificasen la revolución
tada con la violencia ejercida en nombre de la libertad. Nuestro
con la venida de aquel Señor que manda despedazar al siervo que
artículo va a tratar acerca de esta confrontación. Nos interesa, con-
en lugar de dar el alimento en el tiempo oportuno a las gentes de
cretamente, la posibilidad de que la religión, bajo forma de mesia-
su Señor, se puso a beber y comer en compañía de los ebrios, y a
nismo, asuma el mando de la revolución negra y pase a ser una
golpear a sus consiervos, diciéndose: «Mi amo tarda en regresar.»
ideología de vanguardia que administre el empleo de la violencia.
Sin la posibilidad de ver a Dios en los hechos brutos de la his-
toria, dudo mucho que sea posible rogarle como Espíritu consola-
dor. Sólo da consuelo la experiencia indudable de la presencia de
LA RELIGIÓN NEGRA
Dios, jamás las palabras meramente humanas.

H. SUNDÉN
Hay motivos para afirmar que la religión es algo diferente,
cuando menos, entre la gente de color. En un estudio de un área
pobre entrevistamos a 623 trabajadoras de hogar, negras la mayor
parte de ellas. Preguntamos a estas personas de qué se sentían
especialmente orgullosas: 51 (9 por 100 de la muestra de población
entrevistada) respondieron espontáneamente mencionando sus prác-
ticas religiosas, tales como la oración, o sus relaciones personales
con una divinidad (téngase en cuenta que no incluíamos ninguna
referencia específica a iglesia u organización religiosa alguna; en las
respuestas solamente aparecieron 23 referencias específicas). Den-
tro de una misma edad, predominaban entre los que dieron tales
respuestas las personas negras sobre las blancas, y en proporción
muy notable. Sin embargo, entre las negras, la proporción iba de-
creciendo conforme bajaba también la edad. Según esto, las per-
sonas que se sentían orgullosas de sus relaciones con la divinidad
iban en este orden: los negros más que los blancos, los negros ma-
yores más que los jóvenes.
Creemos que esta investigación resulta muy reveladora acerca
476 J. Tamney/J. Rasmann Violencia y mesianismo 477

de la religiosidad de los negros. Por de pronto, el hecho de que los presente) y a los hijos adolescentes l. Concretamente, y siguiendo
negros funden su orgullo personal en las «relaciones espirituales» un orden de mesianismo creciente, preguntábamos a nuestros entre-
con tanta frecuencia parece confirmar la afirmación de los mismos vistados: si Jesús ha de volver; si el mundo ha de ser destruido
negros de que la religión es lo más importante en sus vidas. En el y han de volver los tiempos de paz y alegría; si habrá un lugar
caso de los negros, mucho más que en el de los blancos, la propia especial para los miembros de la iglesia a que pertenece el entre-
estima se deriva de su religiosidad. En segundo lugar, la importan- vistado; si el retorno de Jesús ha de realizarse antes del año 2000
cia otorgada a una relación personal con la divinidad revela, quizá, (esta última pregunta resultaba a veces demasiado difícil de com-
el rasgo más sobresaliente de la religiosidad negra: su relativa in- prender para nuestros entrevistados, por lo cual sustituíamos la
dependencia de las instituciones religiosas. Entre los negros ame- fecha por el término «pronto») 2 . Tanto los adultos como los ado-
ricanos, la divinidad forma parte del mundo personal, junto con la lescentes tenían ideas mesiánicas; casi la mitad (41 por 100) asen-
familia y los amigos. También tienen sus organizaciones religiosas, tían a todas las preguntas, o a todas menos la última. Por supuesto,
pero se les atribuye una importancia secundaria. La religiosidad nuestras preguntas se orientaban en el sentido de un mesianismo
negra establece una relación personal con Cristo, relación que se cristiano, pero nuestras respuestas indican claramente que se da el
convierte muy frecuentemente en fuente de un importante senti- tipo de perspectiva necesario para el desarrollo de un movimiento
miento de propia estima. Esto, sin embargo, no puede afirmarse mesiánico.
exactamente de los jóvenes.
La importancia que tiene la religiosidad en la vida de los ne-
gros, el énfasis en la religiosidad de tipo personal y su apertura
hacia una ideología mesiánica son elementos que sugieren, todos
¿QUE RELACIÓN EXISTE ENTRE LA RELIGIOSIDAD NEGRA a un tiempo, que hay una alta potencialidad para un movimiento
Y EL MESIANISMO? mesiánico entre los negros americanos. ¿Hay pruebas de ello en la
realidad?
Dada la importancia que se atribuye a la divinidad, parece que
lo natural sería que los negros buscasen la solución de sus proble- MOVIMIENTOS SOCIALES CONTEMPORÁNEOS
mas a través de la religión; dada la cualidad no institucional de su EN AMERICA
religiosidad, es de suponer que los negros estarán predispuestos a
seguir fácilmente a los nuevos líderes personales. Esta tendencia La realización del potencial dependerá de las condiciones am-
a buscar soluciones religiosas al margen de las estructuras estable- bientales; concretamente, estará determinada por los problemas
cidas hace que los negros americanos formen un suelo fértil para con que se enfrente la gente y las soluciones alternativas que se
los movimientos mesiánicos. ofrezcan. Hay muchos problemas que afectan a los negros precisa-
Ciertamente, a los negros no les han faltado profetas en estos mente porque éstos son americanos, y otros, porque son negros.
últimos tiempos. Organizaciones como las de los Musulmanes Ne- ¿Cuáles son estos problemas? Los americanos, en general, se en-
gros o el Padre Divino son buen ejemplo de iglesias proféticas. frentan con el problema de la alienación. Se trata de una experien-
Durante nuestra investigación nos esforzamos por saber en qué cia compleja, de la que no podemos ocuparnos en el limitado es-
proporción se daban las ideas proféticas entre los negros; entre-
1
vistamos muy atentamente a una muestra reducida de negros que Creemos que nuestro trabajo es ampliamente representativo de las fami-
vivían en el área ya mencionada; incluíamos a todos los negros lias con hijos adolescentes de aquella área, excepto posiblemente de los pa-
pertenecientes a familias con hijos de diecisiete o dieciocho años dres. Para más detalles, cf. J. Rasmann, Religión as a Source for Community,
M. A. Thesis, Marquette University, 1967.
viviendo en casa; entrevistamos a la madre, al padre (si estaba 2
Para una exposición más amplia de estos datos, cf. J. Rasmann, ibtd.
478 J. Tamney/J. Rasmann Violencia y mesianismo 479

pació de que disponemos, que ha dado origen a dos movimientos limitó a exponer la situación de un pueblo oprimido por la pobreza
sociales: la evasión utópica (por ejemplo, los hippies) y el movi- y sus aspiraciones.
miento en pro de la participación en el poder (por ejemplo, los Es- Hay otro movimiento asociado al slogan del «poder negro».
tudiantes por una Sociedad Democrática, cuyo lema principal pare- El núcleo de sus ideas es el separatismo. Algunos lo entienden res-
ce ser «democracia de participación»). Ambos movimientos difieren tringido al terreno político, en sentido amplio; se reduciría a la
radicalmente en su decisión de oponerse a la actual estructura del formación de partidos políticos negros, asociaciones de inquilinos,
poder. Ambos movimientos, sin embargo, comparten una ideología control de las escuelas por los cabezas de familia, etc. Para otros,
común; exigen que los individuos sean ellos mismos; quieren un el separatismo exige también organizaciones económicas negras.
mundo en que las personas se determinen a sí mismas al máximo, Unos pocos quieren una nación aparte. Hay una base real para el
de forma que puedan mantenerse abiertas y auténticas para con los separatismo. La separación residencial, si continúa como hasta aho-
demás y para consigo mismas. ra, querrá decir que para dentro de veinte años muchas de las
Más específicamente negros, aunque no exclusivos de éstos, son grandes ciudades tendrán mayoría de habitantes negros que con-
los problemas de la pobreza y la falta de estima. El primero es trolarán los cargos políticos locales. En previsión de esto, muchos
obvio. La falta de estima está relacionada con la supuesta incapa- negros quieren una verdadera autonomía, pero sin aislarse por com-
cidad de los negros para respetarse a sí mismos, debido al efecto pleto, pues esto es algo que la mayoría considera imposible y no
combinado de los prejuicios blancos y la falta de negros situados deseable; sin embargo, nadie ha acertado aún a describir lo que
en posiciones políticas y económicas prestigiosas. podría ser semejante sociedad.
Estos problemas han dado origen a movimientos muy distin- Junto a este deseo de independencia hay otro aspecto en el
tos. El más conocido y que recibe un mayor apoyo es el movimien- movimiento del «poder negro». Se trata de un movimiento poético
to integracionista que dirigía el doctor Martin Luther King. El en gran medida, es decir, que intenta abrir los ojos de la gente
objetivo que se propuso este movimiento era la mejora de la posi- ante una nueva realidad. La gente de color debe aprender a consi-
ción social de los negros; en principio, concentró sus esfuerzos en derar al blanco como un demonio, porque realmente lo es, como
el cambio de las formas de comportamiento que simbolizan la si- lo prueban la esclavitud, sus prejuicios, el empleo de la bomba
tuación social. Así, por ejemplo, intentó conseguir que se pusiera atómica en el Japón. La gente de color debe acostumbrarse a reír
fin a la discriminación de que eran objeto los negros en todos los cuando les dicen que Colón descubrió América, pues antes que él
servicios públicos; después se ha orientado hacia el cambio de las ya habían llegado los indios. El «poder negro» es una forma nueva
condiciones económicas en que viven los negros americanos. Es de ver las cosas.
evidente que este movimiento, si consigue sus objetivos, habrá Quizá lo más importante que deba aprender el negro es la arro-
logrado desterrar la pobreza. Menos claro está el éxito que pueda lladura importancia que tiene el ser negro. Los separatistas están
alcanzar en la cuestión de la propia estima; se supone que si los convencidos de que los blancos ya están pensando en la comunidad
negros llegan a situarse en posiciones económicas normalmente ocu- negra, y que la salvación exige que el negro acepte y reafirme la
padas por personas respetadas, también ellos serán respetados y existencia de esta unidad. Creen que ningún negro será considerado
podrán respetarse a sí mismos. No parece, sin embargo, que se persona aceptable hasta que el hecho de ser negro resulte algo
haya previsto la forma en que la integración y el éxito económico respetable. Así, pues, los líderes hablan de la hermosura de una
eliminarán los problemas relacionados con la propia estima. Pues «conciencia negra» {en contraste, los líderes integracionistas quitan
es muy posible que el simple desarrollo económico consiga eliminar importancia al problema «negro»; más bien prefieren hablar del
la pobreza, pero no el autodesprecio. Tampoco presentó King un problema general de la incorporación de las personas que viven
programa económico para conseguir la riqueza de los negros; se en áreas rurales, sea cual fuere su color, al nivel de vida de las
480 J. Tamney/]. Rasmann Violencia y mesianismo 481

ciudades). El movimiento separatista, pues, afronta el problema de sentar las bases ideológicas para el cambio, mientras que el se-
de la propia estima mucho más directamente que el movimiento paratismo habrá de entablar una gran batalla para conseguir que
integracionista; el primero trata de formar una nueva visión de las América avance realmente. Para simplificar, diremos que los hippies
cosas que lleve a la gente de color a sentirse hombres y mujeres representan una ideología sin programa, mientras que los separa-
nuevos, pero en una perspectiva que ayude a los negros a llevar a tistas tienen un programa sin ideología. Es muy posible que en el
la práctica la idea de que su estima propia depende del hecho mis- futuro podamos presenciar una combinación de ambos movimientos.
mo de ser negros.
Una supervisión de los movimientos sociales americanos que
propugnan el cambio nos revela un cuadro que no difiere mucho del LUGAR QUE OCUPA LA VIOLENCIA
que componen los demás movimientos en el resto del mundo. Pa- EN LOS MOVIMIENTOS SOCIALES AMERICANOS
rece ser que hay cuatro movimientos fundamentales: evasión utó-
pica, participación en el poder, integración racial y separatismo Todos los movimientos que acabamos de describir, excepto el
racial. En la actualidad, los dos primeros son predominantemente separatista, aceptan la no violencia. Este hecho sitúa aparte a los
blancos, el tercero está mezclado y el cuarto es mayoritariamente separatistas con respecto a los demás americanos que desean un
negro. El movimiento integracionista parece el menos ideológico; cambio y reviste una gran importancia para el conocimiento del
también parece ser el menos importante por no haber tenido muy futuro inmediato de este movimiento, incluida la cuestión de si
en cuenta la relación que pueda haber entre su difuso programa y llegará, o no, a convertirse en movimiento mesiánico. Hay pocas
los problemas reales con que se enfrentan sus miembros. Por otra probabilidades de mesianismo entre los movimientos blancos, pues
parte, y dada una cierta coincidencia en cuanto a determinados prin- en sus actitudes se incluye la «muerte de Dios». En la base ideo-
cipios ideológicos, parece posible que el movimiento utópico y el lógica de los movimientos utópico y participacionista hay una raíz
de participación se unan o colaboren más estrechamente, con lo que moral de justicia y libertad personal asociada a una herencia judeo-
resultaría relativamente fácil que estos dos movimientos llegasen a cristiana. Sin embargo, el fruto dialéctico de esta herencia es la
controlar la orientación del cambio en América. ¿Qué relación hay negación de la sacralidad y de todo principio absoluto. Como re-
entre estos movimientos y el separatismo? Si bien no son idénticos, sultado de ello, un Dios que sea una autoridad reconocible e infa-
hay, sin embargo, cierta compatibilidad entre ellos. Así, por ejem- lible ha muerto. Pero es precisamente la fe en una divinidad de este
plo, el establecimiento de instituciones negras separadas podría tipo lo que sirve de soporte al entusiasmo y al ardor del movimiento
significar un mayor reparto del poder en América. Más aún, cree- mesiánico. Parece, pues, poco probable que el mesianismo llegue a
mos que el nuevo mundo, tal como se nos revela a través de la cuajar en aquellos movimientos eminentemente blancos.
perspectiva del hombre negro, significará una considerable aporta- Tampoco parece contar con buenas perspectivas el mesianismo
ción a la tarea de conseguir que todos los americanos se miren a entre los integracionistas. Por una parte, porque estas personas no
sí mismos y a todos sus conciudadanos más abierta y sinceramente. tienen un programa económico ni, según creemos, se han preocu-
En nuestra opinión, pues, el movimiento separatista es menos ideo- pado de hallar la forma de incrementar la propia estima entre la
lógico que los otros movimientos blancos, es decir, hay en él un gente de color, por lo que nos sentimos inclinados a pensar que este
menor acuerdo acerca de los últimos objetivos a conquistar y las movimiento irá declinando paulatinamente. Por otra parte, la esen-
valoraciones que justifican esos objetivos; pero el influjo del mo- cia misma del movimiento integracionista parece cerrar el paso al
vimiento separatista seguramente ayudará a que surjan otros movi- mesianismo, pues no cabe duda que en este movimiento desempeña
mientos más ideológicos. Tal como nosotros los vemos, el movi- un papel importante la religión, el cristianismo concretamente, que
miento utópico y el de participación en el poder están en proceso es una religión del hombre blanco. No podría ser de otra manera
482 J. Tamney/J. Rasmann Violencia y mesianismo 483

si el objetivo final ha de ser la integración; sus jefes tienen que En tercer lugar, los separatistas se encuentran ante la afirma-
aceptar la religión del que domina. Pero el mesianismo, por supues- ción de Fanón, en el sentido de que la violencia es algo necesario:
to, implica la fe en que los miembros del propio grupo tendrán un «La violencia es una fuerza purificadora. Libera al nativo de su
puesto privilegiado. Es lo que da a las víctimas de la frustración su complejo de inferioridad, de su desesperación e ineficacia; le quita
carácter de vanguardia de una nueva era y su sentimiento de supe- el miedo y le devuelve el respeto hacia sí mismo» 3 . Un alborotador
rioridad sobre quienes actualmente ocupan el poder. Dado que el americano, a su vez, decía: «Me siento libre; "renacido", desde
cristianismo es considerado como religión propia del hombre blan- que vi lo que yo mismo hice» 4. El movimiento separatista habrá
co, la necesaria aceptación del cristianismo por los líderes integra- de dar respuesta a la cuestión de si la violencia es necesaria para el
cionistas hace que el mesianismo resulte imposible. En el movimien- respeto a sí mismo. Aún no lo ha hecho. Cuando se dé la respuesta,
to separatista, en cambio, es posible la violencia y muy probable el si se llega a dar alguna vez, lo probable será que se acepte la vio-
mesianismo. lencia como algo necesario, pero no la destrucción material; los
seres humanos no pueden librarse de la imagen de sí mismos tal
SEPARATISMO, VIOLENCIA Y MESIANISMO como se refleja en la mente de los otros; los negros no podrán sen-
tir respeto hacia sí mismos hasta que hayan conseguido destruir la
La violencia es parte necesariamente integrante en el movimien- «imagen del negro» que hay en la mente de los blancos; a veces
to separatista. Por de pronto, es muy probable que en los próximos esto sólo podrá conseguirse mediante la destrucción material. Sin
años brote espontáneamente la violencia. El movimiento separatista embargo, en América cabe todavía la esperanza de que sea posible
acogerá estos acontecimientos y a sus participantes. Las fuerzas ar- conseguirlo recurriendo solamente a la violencia verbal, haciendo
madas de la policía urbana se están equipando con armas y carros que los blancos tengan que mirar las cosas por los ojos de los ne-
de combate; también los ciudadanos, blancos y negros, procuran gros. El problema del autodesprecio, pues, parece que exige la acep-
estar armados, y en muchas ciudades están siendo entrenados en el tación de la violencia, pero de una violencia verbal, pues en una
empleo de las armas por las fuerzas de policía local. Añádase a todo sociedad relativamente abierta podrían reducirse al mínimo las exi-
esto la cerrada y poco amistosa vigilancia que ejerce la policía en gencias de destrucción material.
los ghettos y la frustración que supone el saberse pobre en medio Hay, sin embargo, razones evidentes para que los separatistas
de una sociedad de la abundancia. El riesgo de violencia se presenta se decidan por la violencia. Pero ¿cómo podrán legitimarla? La
cada vez más fuerte. El movimiento separatista no puede abando- violencia podrá ser considerada útil, pero ¿cómo declararla justa?
nar a los que se vean envueltos en el proceso de violencia que ya Las iglesias establecidas se niegan a admitir la violencia, ni tan si-
ha comenzado. quiera retórica. Algunos líderes religiosos aislados están tratando
En segundo lugar, todos los avances logrados últimamente por de justificar la violencia bajo determinadas condiciones, pero no
los americanos negros parecen ser debidos a la violencia o a la ame- cuentan con el apoyo de sus iglesias, con lo que pierden toda posi-
naza de la violencia. Es probable que muy pocos entre los negros bilidad de legitimarla. La falta relativa de ideología en el movi-
piensen que sirviéndose de la rebelión armada podrán obligar al miento separatista es prueba evidente de que existe en él un pro-
blanco a realizar los cambios deseados. La estrategia no es vencer, blema interno de legitimidad; faltan objetivos absolutos y valora-
sino hacer ver que no se está dispuesto a perder, haciendo que se ciones que justifiquen claramente la destrucción. La exigencia de
vaya desgastando la América blanca. Por parte de los líderes sepa-
ratistas, la renuncia al uso de la violencia al planear su estrategia 3
F. Fanón, The Wretched of the Earth, Nueva York, 1963, 73.
sería una idea muy poco realista; por el momento, ésta parece ser 4
En J. Alsbrook, The Turn to Violence: «New Republic» (febrero
el arma más eficaz de que disponen. 1968), 15.
J. Tamney/J. Rasmann Violencia y mesianismo 485
484

legitimidad y la incapacidad de las iglesias actuales para brindarla, daría separada de sus líderes, que personalmente comparten la
combinándose con la ya mencionada capacidad potencial de mesia- nentalidad de la «muerte de Dios», y que, desde el punto de vista
nismo, son datos que sugieren que el movimiento separatista es un estratégico, comprenden que la formación de un grupo exclusivo
suelo fértil para la aparición de un líder mesiánico. mesiánico no es viable. Por tanto, si el mesianismo llega a impo-
Sin embargo, hay contrapartidas que rebajan mucho la proba- rerse, traerá como consecuencia el cisma y el fracaso. El resultado
bilidad de tal desarrollo. El mesianismo exige exclusividad, con- final sób puede ser un aumento del sentimiento de frustración y
vicción de que se pertenece a un pueblo elegido. Pero los líderes de la violencia.
separatistas son conscientes de sus responsabilidades respecto a los J. TAMNEY
demás negros no americanos. Desde un punto de vista estratégico, J. RASMANN
ven las ventajas de mantener lazos de unión con el Tercer Mundo.
Paralelamente, saben bien que en su intento por crear una ideolo-
gía para su propio movimiento, les interesan los principios que es-
tán siendo desarrollados por los movimientos utópico y de partici-
pación. El separatismo se mueve en el contexto de un mundo
internacional y de un grupo blanco preponderante, parte del cual
también está intentando llevar a cabo su propia revolución. Esta
situación presenta ciertas posibilidades de mutuo apoyo. Esto, a su
vez, exige una flexibilidad que no sería posible si el movimiento
se volviese mesiánico; flexibilidad y sacralidad son cosas que difí-
cilmente se reconcilian.
¿Cómo, pues, se podrá legitimar la violencia? Ha habido in-
tentos de presentar las destrucciones hechas por los negros como
una verdadera autodefensa. Se dice que los blancos están ejerciendo
una continua violencia, si bien la mayoría de las veces es una vio-
lencia indirecta y psicológica, más que una destrucción material. La
situación de «esclavitud» es lo mismo que la muerte, según los
nuevos, jóvenes y educados líderes negros. Los negros están siendo
destruidos por la desesperación, las drogas o el alcohol; es cuestión
de matar o dejarse matar. Esto forma parte de su nueva visión del
mundo. Para algunos, pues, la violencia no necesita más justifica-
ción de lo que pueda necesitarla la defensa propia. Sin embargo, las
gentes de color fueron educadas en una retórica del amor. Resulta
difícil imaginar que ahora vayan a aceptar una justificación de la
violencia. Teniendo en cuenta este dato y la religiosidad persona- <
lista y su apertura hacia las perspectivas mesiánicas, parece que lo
más normal es que entre los separatistas se vaya desarrollando un
movimiento mesiánico. De ocurrir esto, sin embargo, sería proba-
blemente un movimiento limitado a la masa, con lo que ésta que-
Grupos cristianos y sus formas de vida 487

tituto a las varias escuelas de espiritualidad que siempre han exis-


tido? ¿Es una expresión de insatisfacción con respecto a otras es-
tructuras eclesiásticas más extensas, tales como la parroquia y la
diócesis? ¿Es una huida religiosa del aislamiento?
Hemos tenido muy en cuenta la distribución geográfica y el
carácter internacional de estos grupos para hacer una selección y
hemos enviado un cuestionario a los dirigentes de estos grupos,
Documentación Concilium * que han respondido con toda generosidad. Esta Documentación
incluye nueve de aquellos grupos y hemos procurado conservar, en
cuanto ha sido posible, la formulación original de las respuestas.
GRUPOS CRISTIANOS Y SUS FORMAS DE VIDA Las preguntas planteadas fueron las siguientes: ¿Cuál es el objetivo
que se ha propuesto su grupo? ¿Se limita a personas casadas? ¿Per-
El título original dado a la sexta sección de la cuarta asamblea tenecen los miembros a una clase particular, o a un nivel intelectual
general del Consejo Mundial de las Iglesias rezaba así: A la búsque- de la sociedad, o bien proceden asimismo de las clases obreras?
da de un estilo de vida cristiano. En el curso de las discusiones se ¿Cuáles son los puntos teológicos más importantes que sirven de
vio claro que no se puede hablar de un estilo de vida cristiano úni- base a ese movimiento? ¿Puede usted darnos una formulación
co, sino que hay una multiplicidad de ellos, merecedores todos de concisa de las realidades de fe que más vivamente cuentan en su
un pleno reconocimiento dentro de la unidad de las Iglesias, de grupo? ¿Conoce usted la existencia de otros movimientos inspira-
forma que sería mejor hablar de estilos de vida. Tampoco dentro del dos en las mismas ideas que el suyo? Las respuestas dadas a estas
catolicismo se puede hablar de un solo estilo de vida cristiano. Los seis preguntas constituyen el material utilizado para trazar el pano-
distintos artículos que aparecen en este número muestran claramen- rama que sigue. El hecho de que las respuestas procedan de los
te que, en la confesión de una misma fe, surge una multiplicidad mismos grupos da a la siguiente exposición el carácter de una espe-
de formas en que es posible vivir las realidades escatológicas en la cie de autointerpretación (Selbslvcrsttimlnis) tic los grupos. Queda
práctica. Esta pluriformidad de la forma cristiana de vida se hace lugar, por tanto, para una breve evaluación desde el punto de vista
aún más evidente cuando se mira más de cerca a los diferentes gru- de la sociología religiosa y de una CCICSÍOIOKÍH renovada. Pero em-
pos que, dentro de la Iglesia, profesan un estilo particular de vida. pecemos por aquello que los grupos nos lian dicho acerca de sí
Esta Documentación no intentará dar un informe exhaustivo mismos.
de todos los grupos existentes en la actualidad, que son más de mil.
Nuestra idea más bien es fijar la atención en el fenómeno de los
I. CARACTERÍSTICAS DE LOS DI II UI'.N'I'HS (JRIII'OS
grupos y en su carácter internacional. Nos interesa también conocer
la motivación social y psicológica que hay detrás de la extensa for- 1. Los «focolarini»
mación de tales grupos \ ¿Se trata de un intento de hallar un sus-
Este nombre se deriva del italiano ¡acolare, que significa «ho-
* Bajo la responsabilidad del Secretariado General. gar». Este nombre fue aplicado espontáneamente por personas no
1
E. Pin, De l'Eglise comme maniere d'étre ensemble: «Christus», 59
(abril 1968), 166-178; D. Grasso, Osservazioni sulla teología della parrochia: W. Nissel, Familienrundcn, en Kircbe in der Stadt, II, Vicna-Friburgo-Basilea,
«Gregorianum», 40 (1959), 297-325; D. Artigues, Qu'est-ce que l'Opus Dei?: 1968, 223-230; I. Vrancken, Un monastere dans la rué, Tournai, 1968, 65-101;
«Esprit», 35 (1967), 705-744. En Francia hay un organismo que abarca a todos O. Betz, Wie fromm k'únnen wir bcute noch sein?: «Der katholische Gedan-
estos grupos, el Comité National des Groupements de Vie Evangélique; ke», 24 (marzo 1968), 2-7.
488 El Secretariado General Grupos cristianos y sus formas de vida 489
pertenecientes al movimiento que se sintieron impresionadas por jóvenes, aunque después también incluye personas casadas. Los
la forma en que sus miembros trataban de vivir el cristianismo. Su miembros siguen ejerciendo su profesión y consideran que su apos-
nombre oficial es Opera di María2. El movimiento surgió durante tolado fundamental es el testimonio, la práctica del evangelio «sin
la segunda guerra mundial, debido a una exigencia de solidaridad comentario» en la vida diaria. No pretenden convertir a los demás,
y a un deseo de unidad. Durante los ataques aéreos a la ciudad de sino que únicamente desean servir a Cristo «sin comentario» en
Trento, en el norte de Italia, un grupo de muchachas se reunía cada prójimo. De hecho, el movimiento lleva la marca de Vida y
regularmente en los refugios antiaéreos bajo la dirección de Chiara Trabajo, lo que facilita el contacto con los no católicos y crea en
Lubich. Ella misma nos relata aquellos comienzos: «Estábamos sus miembros una disposición natural ecuménica. Hay contactos
constante y conscientemente de cara a la muerte. Esta meditación, particularmente intensos con luteranos y anglicanos. Un simpati-
prácticamente ininterrumpida, hizo brotar en nuestros corazones zante luterano de Augsburgo resume el movimiento en estos tér-
el deseo de entregar estos momentos, que podían ser los últimos minos: «Hasta los cristianos de otras denominaciones se dan cuenta
de nuestra vida, totalmente en manos de Dios. Recordábamos que de que Cristo está realmente presente en sus mentes, sin minimi-
el Evangelio dice: "No el que dice Señor, Señor, sino el que cum- zar las materias de doctrina o de orden interno; por el contrario,
ple la voluntad de mi Padre, ése es el que me ama..." Esto cambió la práctica demuestra que esta unidad en el nombre de Jesús es
radicalmente nuestras vidas, porque hicimos del "amor permanente una fuente de poder creador.» También los no cristianos y los co-
y mutuo" la base de toda nuestra actividad. El amor comenzó a munistas se sienten fuertemente atraídos por este movimiento.
circular entre nosotros, de forma que terminamos por hacer de En numerosos países en que el movimiento ha echado raíces, miem-
todos nuestros bienes espirituales y materiales una propiedad bros de todas las profesiones y edades se reúnen en una llama-
común.» da Mariápolis, una vez al año, por Pentecostés ordinariamente. Se
El entusiasmo juvenil del movimiento se volvió contagioso, intenta que Mariápolis sea como un corte transversal de la sociedad
especialmente entre los jóvenes. En pocos meses, este estilo de vida cristiana, un microcosmos de la Iglesia. En Incisa, cerca de Flo-
fue adoptado por unos quinientos jóvenes. Tanto las muchachas rencia, se echaron los cimientos de lo que es ahora una pequeña
como, desde 1949, los muchachos empezaron a vivir en comunidad ciudad en rápido crecimiento, una Mariápolis permanente, una es-
y practicar aquella costumbre de las primeras comunidades cristia- pecie de pequeña ciudad completa a encala reducida, con industria
nas de poner todas las cosas en común. Lo más convincente de su y agricultura y dos escuelas internacionales para intu hachos y mu-
estilo de vida consiste principalmente en una aplicación franca y chachas que desean adquirir una cierta experiencia cu este género
juvenil del evangelio y en la imitación de Cristo; el evangelio «sin de vida. El contacto entre los miembros queda robustecido por la
comentario» y Jesús «sin comentario». Los visitantes procedentes publicación de una revista mensual que aparece en lodas las len-
de otros países* que se ponen en contacto con los focolarini de guas modernas: «Nueva Ciudad» {Nieuwc Stad, ('illa Nuova, New
Italia se encargan luego de difundir el movimiento por toda Euro- City, Neue Stadt, Nouvelle Cité, Nova Civilo, Cidade Nova). Con-
pa. A pesar de este éxito tan rápido, el grupo ha sabido conservar tiene, principalmente, artículos sobre espiritualidad, experiencias
el carácter de simple movimiento. No hay carnets de socio ni regis- personales e información acerca del movimiento. I,a espina dorsal
tro; se pertenece en la medida en que se vive de acuerdo con su del movimiento la forman los focolarini, que viven en medio del
espíritu en una libre elección. Los focolarini constituyen un movi- pueblo en pequeños grupos de entre cinco a quince miembros,
miento eminentemente laico, sobre todo al principio integrado por formando comunidad según los estatutos aprobados por Roma.
Estrechamente conectados con estos grupos están los miembros ca-
2 sados que siguen viviendo con sus familias y en sus propias esferas
Movimento dei focolari, Roma, 1965; J. M. Wallet, Enthusiasm: The
Vocolarini: «The Clergy Review», 53 (enero 1968), 14-20. de actividad. En torno a este núcleo gira un cierto número de adic-

32
490 El Secretariado General Grupos cristianos y sus formas de vida 491

tos que toman parte en el apostolado común. También hay simpa- visión del matrimonio ante un cierto número de matrimonios fran-
tizantes. La espiritualidad de los focolarini ha dado origen también ceses, a los que dirigió un retiro en 1937 4. En 1938 pidió ayuda
a una congregación activa y a una contemplativa y a varias asocia- al padre H. Caffarel para descubrir la riqueza de la vida cristiana
ciones de clero diocesano. El fundamento teológico del movimien- en el amor de los esposos. Esta primera etapa, que se prolongó
to consiste en la convicción de la presencia de Cristo y en la voz hasta 1940, fue un período de búsqueda común de una espirituali-
viva de todo el evangelio: «Donde están dos o tres reunidos en mi dad cristiana acomodada a las exigencias de los matrimonios. La
nombre, allí estoy yo en medio de ellos.» María, que dio a Jesús guerra desgarró a todas las jóvenes familias francesas, pues los hom-
para el hombre y la sociedad, es tenida por inspiradora y modelo. bres fueron alistados en el servicio militar. Ello dio a los equipos
Se reserva un puesto importante a la meditación y a la palabra una nueva oportunidad para prestar ayuda eficaz en las dificultades
viva del evangelio, de donde sacan su orientación para cada día 3 . materiales y espirituales que resultaron de esta separación forzosa.
El grupo vive sobre la base de «Jesús en medio de nosotros». Los grupos de estudio sirvieron para que las mujeres casadas no se
Antes de emprender nada en el hogar o en su ambiente social, los sintiesen aisladas y para ver con mayor claridad las realidades cris-
focolarini se preguntan a sí mismos si están unidos en el nombre tianas del matrimonio. Ello condujo, en 1945, a la tercera etapa de
de Jesús, a fin de que él pueda actuar en medio de ellos. Hay algo su desarrollo y a la publicación de la revista «L'Anneau d'Or» (El
juvenil y atrayente en la misma sencillez de este movimiento y en Anillo de Oro), que se inició con un elevado nivel y fue muy bien
el entusiasmo con que trabajan sus miembros en pro de un mundo acogida incluso fuera de los equipos. Pero al mismo tiempo sirvió
mejor. Recuerda algo de las Fioretti de San Francisco y de las in- para revelar la existencia de una crisis en éstos: había pasado el
quietudes sociales de los Pentecostales. Por encima de todos los tiempo de la improvisación y del entusiasmo inicial; la paz trajo
libros escritos por sabios investigadores, los que pusieron en mar- consigo una cierta euforia que dio a esta reflexión sobre el matri-
cha este movimiento comprendieron que estaba el evangelio, que monio el aire de una pérdida de tiempo. El primer dirigente, el
contiene palabras de vida. Si bien el movimiento está conectado padre Caffarel, intentó salir al paso de esta crisis redactando un
estrechamente con la jerarquía y es administrado desde Roma, tam- manifiesto para el movimiento en el que se trataba no sólo acerca
bién pueden tomar parte activa en él los miembros de otras Iglesias de la «mística» del movimiento, sino también de su estructura y
cristianas y se considera que éstos pertenecen realmente al movi- disciplina. Esta imposición de unas obligaciones específicas (la ple-
miento. Entre los amigos y simpatizantes se cuentan también no garia en común, el sentarse juntos para discutir los malentendidos
cristianos y otras personas que no profesan religión alguna, pero y buscar una nueva orientación —le devoir de s'asseoir—, el es-
que se sienten atraídas por uno u otro aspecto del movimiento. tudio mensual de un tema y el retiro anual de al menos dos días
Para los focolarini no hay hermanos y hermanas separados, sino de duración) hizo que muchas parejas abandonasen el movimiento.
simplemente hermanos y hermanas. La forma espontánea en que se Pero, por otra parte, el «reglamento» proporcionó un elemento
constituyen sus comunidades ofrece un eficaz remedio para el ais- de estabilidad y produjo una más cuidada selección. La ayuda que
lamiento social del hombre moderno. estas parejas se proporcionaban unas a otras se hizo más fuerte y

2. Equipos de Nuestra Señora 4


F. de Baecque, Les Equipes Nolre-Dame: «La Documentation Catholi-
que», 49 (1967), 639-650; H. Caffarel, Signes du temps, signes de gráce:
Los cimientos de este movimiento de matrimonios quedaron «L'Anneau d'Or», 30 (noviembre-diciembre 1949); id., Vocation et itinéraire
puestos en 1935, cuando el padre Doncoeur desarrolló una nueva des Equipes Notre-Dame, París, 1959; id., Charte des Equipes Notre-Dame,
París, 31967; id., Les Equipes Notre-Dame au service du comtnandement nou-
3
C. Lubich, Meditazioni, Ivi, 1965. Cuarenta mil ejemplares vendidos en veau, París, 1965; M. T. y R. M., Chaqué jour je te choisis: témoignage d'un
seis años. couple: «Lumiére et Vie», 16 (mayo-junio 1967: Le mariage), 63-73.
492 El Secretariado General

más efectiva. En 1950, el «reglamento» fue plenamente aceptado 3. Cursillos de cristiandad


y se inauguró un período de difusión internacional. Especialmente
la colección de puntos de vista cristianos sobre el matrimonio, que Es un movimiento integrado por pequeños grupos, con una
se hizo con vistas a servir de documentación en el Concilio Vatica- organización muy estricta más o menos inspirada en la «célula»
no II, proporcionó al movimiento un prestigio internacional 5 . Este marxista, y cargando el acento sobre la formación moral («ser la
desarrollo internacional del movimiento trajo consigo nuevos pro- columna vertebral de la cristiandad»). La formación que se da en
blemas: ¿Era más conveniente administrar el movimiento, en for- estos grupos se asemeja a un conjunto de cursos formativos y des-
ma centralizada, desde Francia, o no sería preferible dejar que cada arrollados sobre una estricta base lógica. El movimiento comenzó
país lo desarrollase de acuerdo con su carácter peculiar? Se optó a desarrollarse en Palma de Mallorca, en 1949, y se ha extendido
por la centralización en Francia. El movimiento, a pesar de todo, a más de 46 países, casi todos ellos de habla española.
siguió desarrollándose, en Francia sobre todo, evidentemente, pero El objetivo que se proponen los cursillos es servir de instru-
también en otros treinta países de los cinco continentes. Actual- mento a una renovación consciente de la vida cristiana. El mo-
xnente hay 2.700 equipos, que incluyen 16.000 matrimonios. Si al vimiento intenta conseguirlo ante todo reuniendo a los seglares
principio la mayor preocupación consistía en profundizar en la es- casados en un curso de tres días de duración para que tomen con-
piritualidad del matrimonio, en la actualidad los grupos se conside- ciencia de la grandeza del cristianismo. Quienes toman parte en
ran cada vez más llamados a desarrollar un apostolado peculiar, estos cursos van tomando conciencia metódicamente de la belleza
concretamente, a dar hoy a la Iglesia una nueva oportunidad de y grandeza del cristianismo a lo largo de los tres días. En momen-
renovación fundada en la vida familiar. Como señalaba el padre tos prefijados, el curso de iniciación se interrumpe para dar paso a
Loew en el último congreso, empalmando con Daniélou y Congar, otros actos de recuperación, en los que se hace un uso eficaz de los
«no debemos difundir incertidumbres, sino proclamar certezas». datos y métodos de la psicología. Estos cristianos, a su vez, influi-
Caffarel añadió a todo esto una descripción de los objetivos del rán en sus ambientes. Si bien el cursillo era, en principio, para
movimiento, que no habría de ser «un movimiento de apostolado, hombres casados (pues se considera que la familia cristiana es la
sino un movimiento de apóstoles». «célula» de un mundo mejor), también se organizan cursos para
La realidad es que el movimiento despierta mayor interés en jóvenes de dieciséis a veintiún años.
los matrimonios de las clases acomodadas y menor en la clase obre- Se pretende que los cursillos sirvan para personas de todas !»s
ra. Ello no es debido a una discriminación social, sino al nivel in- categorías y posiciones. Los dirigentes prefieren reunir personas il<
telectual exigido por las obligaciones y la espiritualidad del movi- todos los niveles sociales en cada curso, de forma que en él se ve >
miento. Los Equipos de Nuestra Señora siguen atribuyendo a la un corte transversal de toda la sociedad, y también a fin de COIIM
profundización doctrinal mayor importancia que otros movimientos guir unas posibilidades de irradiación que alcancen a todos ION in
similares, como el Movimiento Familiar Cristiano, que se interesa veles sociales. Se pretende que durante los tres primeros din* J
más por un apostolado práctico. formación inicial surja una confraternización evangélica tul ni rnli
los miembros del curso. Durante éste se procede a uiui nildmlti' •
selección con vistas a asegurar precisamente que ION iiic}t»i«*« >
5
entreguen por completo durante el cursillo, es decir, sr ruiitrnii
Antes que comenzara el Vaticano II, en 1962, publicó «L'Anneau d'Or» la atención sobre aquellas personas que realmente sciiín inpntrN <\
un número especial que contenía los deseos de los matrimonios en relación
influir en su ambiente. Estos grupos se reúnen luego lmln» liit M
con el Concilio; contiene también un artículo de H. Caffarel, Un renouveau
du mariage pour un renouveau de l'Eglise, que fue traducido al inglés y es- manas para discutir entre ellos sus realizaciones; rttlM» M-unlmn
pañol. reciben el nombre de Ultreyas. Tales grupos tienen un» illil^i <••<
494 El Secretariado General

entrenados. El objetivo más importante que se intenta conseguir 4. «Jumbi-kai»


durante los cursos es una experiencia de la presencia de Cristo, una
experiencia lo bastante fuerte como para engendrar el deseo de Si bien se da una gran semejanza entre este movimiento japonés
compartirla con otros. Deliberadamente se presta menos atención y el de los cursillos, la verdad es que su origen es americano. Pre-
al número y a las posibilidades de una gran difusión que a la calidad. ocupado por sus propios problemas familiares, un joven japonés
Se evita cuidadosamente todo exceso de organización. Tampoco se cristiano se puso en contacto con el padre Hoevers sj a través de
considera deseable que los cursillistas sean luego absorbidos por algunas publicaciones americanas y tuvo la oportunidad de entrar
las estructuras ordinarias de la parroquia. El trasfondo teológico en estrecha relación con algunos grupos familiares americanos en
del movimiento lo constituye una visión comprehensiva de la Igle- Chicago. En 1953 puso en marcha un movimiento similar en Japón,
sia como Cuerpo místico de Cristo, en que cada uno tiene una mi- reuniendo de cinco a siete familias en lo que se llamó Jumbi-kai.
sión insustituible que cumplir. Dentro del panorama del catolicismo Después de recibir una formación doctrinal acerca del matrimonio
español, la condición de cursillista supone un cierto prestigio social, cristiano, estas parejas buscan establecer contacto con otras, en
lo cual movió a los dirigentes a insistir en que es mucho más im- vistas a conseguir un conocimiento más profundo y más cristiano
portante ser cristiano que ser cursillista7. Mejor conocido dentro de la vida familiar. Se subrayan fuertemente el valor de la vida
que fuera de España, es alentador saber que el movimiento ha en- familiar y la elevación del nivel social de la mujer. Estos grupos
contrado eco también entre las clases obreras. En contraste con el ampliaron su radio de acción desde Tokio a Yokohama y Nagoya.
Opus Dei, los cursillos han sabido penetrar realmente en las masas Dado el número reducido de católicos japoneses, la influencia del
del pueblo ordinario 8 . Es cierto que en torno a los cursillos corre movimiento en la vida social ha de ser necesariamente muy limitada.
un aire de secreto, especialmente por lo que se refiere a la organi- Sin embargo, entre los católicos, estos grupos están muy bien con-
zación interna, pero es un secreto mucho menos impenetrable que siderados.
el que rodea al Opus Dei. Cuando los cursillos estén totalmente
animados por el espíritu de la Gaudium et spes podrán muy bien
convertirse en el principal instrumento para una genuina renova- 5. «Jamaa»
ción del laicado español 9 .
Se podría pensar que esta clase de grupos se forman sobre todo
en países de vieja cristiandad y que las iglesias más jóvenes, como
la del Congo, no sienten necesidad de este tipo de movimientos, qur
siempre evidencian una cierta insatisfacción con respecto a las mí*
amplias estructuras clásicas de la Iglesia. P. Tempels, sin embargo,
6
Secretariado Nacional de Cursillos de Cristiandad, Finalidad del Movi- que está muy bien informado acerca de la cultura bantú, luí oiga
miento de Cursillos, Madrid, 1966; L. A. Machado, Temas conciliares para nizado estos grupos también en Katanga (Congo). Se bu IPIIMO
los cursillos de cristiandad, Salamanca-Caracas, 1966. El impulsor de los cur- mucho cuidado en evitar un simple trasplante ele ION modelos
sillos es monseñor Juan Hervás, junto con el padre Cesáreo Gil; A. Royo europeos a una cultura distinta. Se han tomado como ¡IINIruínenlo
Marín, Esquemas de los cursillos de cristiandad, Madrid, 1963.
' Véase nota anterior, Finalidad, 27.
para transmitir el mensaje cristiano las estructuniN Iitmillutc*w mi»
8
A. R. Sánchez del Nozal, Situación de la Iglesia española a través de tentes, que subrayan la cohesión vital de los sereN IIUIIUIIIOH l',n U
cuatro revistas extranjeras especializadas: «Proyección», 13 (noviembre 1966), cultura bantú, el aprendizaje de un arte u oficio eien un Itt/n vital
312-319. entre maestro y discípulo; de la misma mancm, el iueii»n|e i IIMIHIIO
' A. Raymat, O» va le laicat espagnol?: «Etudes» (septiembre 1966), 270- debe crear un lazo vital entre quien transmiie e«tf iei'1'Pln >l< Itt
288; «Herder Korrespondenz», 20 (1966), 407.
496 El Secretariado General Grupos cristianos y sus formas de vida 497

vida y quien lo recibe. Esta es la base del movimiento llamado cristianos modernos. A través de una orientación contemplativa y
Jamaa (familia). Se ha escrito muchísimo acerca de él 10 , segura- siguiendo su propio estilo de vida, estos seglares pretenden «ser
mente porque se trata de un modelo de cómo adaptar el evangelio el corazón» que late en medio de las frías masas sociales u . Las
a una cultura particular sin causar violencia a esa cultura. El Jamaa fraternidades que han ido surgiendo con esta idea son grupos de
crea un lazo vital entre los bantúes y les confiere un cierto presti- cristianos de distinto origen y profesión que se unen como herma-
gio social entre los demás cristianos. No se trata, sin embargo, de nos y hermanas con la intención de llevar una vida de acuerdo con
una organización ni de una especie de Acción Católica. No hay afi- el evangelio. Son personas que buscan una cierta afinidad espiritual
liación oficial, ni presidente, ni estatutos; no se prescriben reunio- entre sí en la imitación de Cristo. Pretenden desarrollar esta afi-
nes, y, sin embargo, todo el mundo sabe quiénes viven según los nidad manteniéndose abiertos a la inspiración del Espíritu y to-
principios del Jamaa. Estos son considerados como cristianos de mando parte generosamente en la tarea de renovación de la Iglesia.
élite, por lo que a veces el Jamaa parece tener el aspecto de una En consecuencia, tratan de estar muy al tanto de cuanto ocurre en
sociedad cerrada, aunque tal cosa sea totalmente ajena a sus inten- el mundo de hoy, buscando una respuesta a sus necesidades. En
ciones. Su objetivo máximo es manifestar el lazo vital de unión principio, la fraternidad está abierta a todo cristiano que se sienta
con Cristo en los esquemas de conducta, una realidad que influye a gusto en ella. No es un movimiento exclusivamente para las cla-
indirectamente sobre la familia y los lazos familiares. El resultado ses altas. Entre los asociados pueden hallarse obreros, amas de casa,
práctico es la formación de grupos integrados por cristianos con- intelectuales, ingenieros, hombres de negocios, militares de carrera
vencidos sobre los que descansa, de hecho, toda la tarea de apos- y hay también algunos grupos formados por patronos.
tolado entre los bantúes. La fuerza impulsora de la fraternidad no es tanto una idea teo-
lógica cuanto la persona misma de Cristo que viene a nosotros y
se queda con nosotros en la palabra viva del evangelio, en su pre-
6. Las fraternidades seculares de Charles de Foucauld sencia eucarística, en la Iglesia en que él vive y habla —aunque a
veces resulte difícil oírle— y en todos los hombres, que son hijos
La vida de Charles de Foucauld combinó la austeridad de un de un mismo Padre. Una fraternidad es un grupo local formado
padre del desierto con los refinamientos de la cultura occidental; por un número de ocho a diez personas. Se reúnen cada tres o
hay en ella algo de heroico y, al mismo tiempo, de extremadamente cuatro semanas. Su objetivo es realizar una vida en la presencia
sencillo. Se atreve a arriesgarlo todo por la imitación de Cristo sin real del Señor, e intentan conseguirlo celebrando juntos la euca-
caer en una interiorización exclusivista; es una mezcla caracterís- ristía y por la adoración en silencio, tomando un texto del evan-
tica de improvisación y búsqueda práctica de un objetivo. La figura gelio como punto de partida para discutir acerca de una posible
profética de este oficial de buena casta que, al mismo tiempo, no reorientación de la vida personal de cada uno (revisión de vida),
se conforma con la estricta disciplina, sigue inspirando a muchos por la docilidad ante el magisterio y el apostolado de la «sencillez»,
y ayudándose unos a otros con palabras y obras para seguir al Señor
10 en su amor hacia los más pobres y en el anonimato, con la seguri-
O. Gerard, A remarkable case of fruitful adaptation in África. The
]amaa in the Congo: «Christ to the World», 9 (1964), 16-62, 119-131, 239-240 dad de que nadie vale nada por sí mismo, pero que todos somos
y 500-504; P. C. van Bunnen, La Jamaa: «Mission en Afrique» (julio 1964),
20-26; P. Tempels, La Rencontre, Leopoldville, 1967; id., A propos de la " R. Voillaume, La contemplation élément essentiel de toute vie chrétien-
«Djamaa»: «Orientations Pastorales», 74 (mayo 1961), y Doctrine de la ne, en L'adaptation et la rénovation de la vie religieuse, París, 1967, 159-169;
Jamaa: ibíd., 81 (abril 1964), 96-108; T. Theuws, Le mouvement «Jamaa» au G. Muehlenbrock, Auf der Suche nach einer christlichen Welt-Spiritualitat:
Katanga, en Familles anciennes, famílles nouvelles (Semana de Misionología «Geist tmd Leben», 41 (1968), 217-221; G. Blaquiére, Habiter en fréres dans
de Lovaina, 1960), 118-136. la méme tnaison: «Christus», 15 (abril 1968), 217-226.
498 El Secretariado General Grupos cristianos y sus formas de vida 499
capaces, o nos es dado el ser capaces de todo en orden a compar- en la vida ordinaria de estos jóvenes. Se intenta, sin embargo, que
tirlo todo con los demás. esas tres semanas desemboquen en algo que abarque toda la vida 12.
Esta fraternidad secular mantiene contacto con los Hermán i los De ahí que estas fraternidades estén divididas en dos secciones, una
y Hermanitas, congregación religiosa inspirada en la persona (le- paia muchachos y muchachas entre los dieciocho y treinta años y
charles de Foucauld, y con otras asociaciones de naturaleza similar, otra para familias que estén dispuestas a participar en estas cam-
pero no con otros grupos o movimientos. A la pregunta sobre cuáles pañas de tres semanas junto con sus hijos, y también con otros
son sus planes en el futuro dan una respuesta tan profética como chicos y chicas menores de dieciocho años, «corriendo la aventura
todo su movimiento: «No tenemos un camino fijo ni unos planes del evangelio» en pobreza, oración, amor fraterno y testimonio. La
concretos, sino que confiamos en aquel que es fiel, que nos reunió idea principal, también en este movimiento, es que el cristianismo
y sabe por qué lo hizo.» es ante todo un estilo de vida y no simplemente una doctrina, una
vida en comunidad; no la propaganda de un misterio, sino el vivir
este misterio de forma que se haga visible hasta el punto de que
7. Las Fraternidades de Borgoña uní comunidad descristianizada reciba su impacto y trate de ave-
riguar lo que se esconde detrás. Los mismos grupos se dedican a
Muy semejantes a las fraternidades de Charles de Foucauld son estudiar este género de vida, guiados por las obras de Voillaume,
estas otras formadas por estudiantes de escuelas secundarias. El Evely, Loew y Dondeyne. Hay también otras fraternidades que,
movimiento comenzó realmente debido al relativo fracaso de la inspirándose en estas mismas ideas, marchan a África para perma-
instrucción religiosa en las escuelas secundarias de Bélgica. Un pro- necer allí uno o dos años, las Fraternidades Africanas. Hasta el mo-
fesor de religión, el padre De Raedt, comprendió claramente que mento, dieciséis de estas fraternidades, con un número total de
esta instrucción religiosa resultaba demasiado teórica. Buscó y halló ciento dieciséis jóvenes con sus estudios recién terminados, marcha-
una solución en lo que él mismo llamó «tres semanas para correr ron a África para poner sus conocimientos profesionales al servicio
la aventura del evangelio en la realidad concreta». Se las arregló de los países en vías de desarrollo, durante un cierto tiempo.
para convencer a los estudiantes de que empleasen tres semanas
durante las vacaciones en formar una comunidad cristiana en medio
de un ambiente no cristiano. Se eligieron algunos pueblos en re-
8. «Stefanus-Gemeinschaft»
giones descristianizadas de Francia. Los estudiantes se instalaron
en ellos e intentaron establecer relaciones de amistad con los habi-
Este movimiento, fundamentalmente alemán y suizo, está ba-
tantes, compartiendo con ellos su vida en todos los aspectos. El
sado en ideas esencialmente idénticas: amistad, comunidad y apos-
objetivo que se proponía el movimiento era doble: 1) una confron-
tolado seglar. Su rasgo peculiar es que el fundador procedía del
tación de un grupo no cristiano con una comunidad cristiana for-
protestantismo. Estos cristianos subrayan la importancia de la pa-
mada por jóvenes entusiastas, y 2) crear un clima favorable a una
labra en su apostolado. El propósito de este movimiento es pro-
formación genuinamente cristiana de estos jóvenes, dándoles la
porcionar a los hombres mayores de dieciocho años una formación
oportunidad de comprobar por sí mismos que una vida evangélica,
en el conocimiento de la fe, así como un entrenamiento y una pre-
la oración y la formación de una comunidad son cosas realmente
paración para hablar en público. Se pretende que esta formación
posibles y que no tienen por qué quedarse en puro idealismo teórico.
El peligro evidente de tal empresa estaba en que estas tres se- 12
manas de «correr la aventura del evangelio» son algo muy artificial, H. M. Weber, Notre mission en Bourgogne 1966. Comment éduquer
chez nos eleves le sens de la pauvreté?: «Mission d'enseigner» (enero 1966);
que puede ser experimentado como una especie de enclave idealista id., Fraternités de Bourgogne, Nivelles, 1966, 5 y 22-23.
500 111 Secretariado General

sirva a los miembros para aceptar responsabilidades en la Iglesia 9. Los Siervos de Cristo Rey
y en el Estado, de forma que sean capaces de actuar apostólicamente
en la fábrica, la oficina, las organizaciones políticas, la sala de espe- Nos es imposible dar una lista de todos estos grupos; sin em-
ra, el tren... para conseguir que los alejados del cristianismo vuel- baigo, resultaría demasiado grave la omisión si dejásemos de seña-
van a incorporarse a un cristianismo vivo. Esta formación se lleva lar su existencia también en otras iglesias. A modo de ejemplo,
a cabo en un círculo de amigos y abarca el estudio de la historia, henos elegido el grupo anglicano de los Siervos de Cristo Rey, en
la sociología, la política y otros conocimientos de tipo general. Que paite también por la gran preocupación ecuménica que caracteriza
el laico ha llegado a ser miembro activo de la Iglesia no debe que- a estos grupos 13.
darse en puro slogan. El movimiento data de 1948, y en la actua- Su origen se remonta a los años de la guerra, cuando el común
lidad cuenta con varios centenares de círculos en los que se integran peligro hizo que muchos redescubrieran el poder de la oración en
dos mil amigos, en unas treinta diócesis de Alemania y Suiza. común, como ocurrió ya en la primitiva comunidad cristiana (Act
2,46)". Estas mismas circunstancias dieron origen a otros grupos,
Desde sus comienzos, el movimiento iba dirigido hacia los hom-
como el Movimiento de las Células y el movimiento Espada Cató-
bres de todas las clases sociales, con idea de formarlos a través de
lic» del Espíritu, estimulados, además, por las ideas sociales cristia-
una relación mutua de amistad. El objetivo era crear una cierta
nas de T. S. Eliot, Charles Williams y C. S. Lewis. El movimiento
élite en sentido amplio. Los que poseían una mejor formación de-
de los Siervos de Cristo Rey está inspirado por una de las persona-
bían aprender a hablar inteligiblemente, y los que poseían una for-
lidades más atrayentes de la Iglesia de Inglaterra en la posguerra,
mación inferior debían familiarizarse con el mundo de la cultura
el canónigo Roger Lloyd, de Worcester J5 . Esta influencia consistió
y de la ciencia. Si bien no había ningún ideario teológico especial
fundamentalmente en su enseñanza dirigida a estos pequeños gru-
tras este movimiento, el fundador —converso del protestantismo—
pos para iniciarlos en la oración, que se practica reuniéndose para
intentaba encontrar el puesto que corresponde al laico en los planes
esperar que Dios hable en medio de una oración de silencio activo,
de Dios, según la Escritura. El texto capital para ellos era el de
a fin de descubrir en ella lo que han de hacer aquí y ahora. Esta
1 Pe 2,9: «Pero vosotros sois raza elegida, sacerdocio real, nación
oración silenciosa y comunitaria, fundada en la fe con que se es-
santa, pueblo adquirido, para que anunciéis las virtudes de Aquel
pera la asistencia del Espíritu de Dios, es quizá el rasgo más fun-
que os llamó de las sombras a su luz admirable.» Vieron en Esteban
damental que caracteriza a estos grupos. Su influencia se extiende
el prototipo del laico. Su tarea es poner los propios talentos al ser-
especialmente a las clases medias, no porque se excluya a los obre-
vicio de un cristianismo vivo, según 1 Pe 4,10s: «Cada cual, según
ros, sino porque la estructura misma de la Iglesia anglicana hace
la gracia que recibió, distribuyéndola entre vosotros mismos como
evidente que su influencia sólo puede alcanzar a aquéllas. Las re-
buenos administradores de la variada gracia de Dios: quien hable,
uniones de estos grupos comienzan ordinariamente con el período
como palabra de Dios; quien ejerza un servicio, como por poder
de silencio colectivo, a la espera de Dios. También hay discusiones
que recibió de Dios, para que en todo reciba gloria Dios.» Al igual
en grupo, pero éstas no empiezan hasta que el asunto, por decirlo
que Esteban, también ellos quieren participar como laicos en el
así, ha sido puesto bajo la mirada de Dios en este período de si-
apostolado del evangelio. A partir del Vaticano II, los decretos
lencio. Convencidos de que cualquier cristiano es capaz de poner
de éste son estudiados constantemente como guías de su actividad.
Si bien existe en América otro movimiento que lleva este mismo 13
nombre, y los Caballeros de Colón persiguen estos mismos fines, A. Nye, Waiting on God. The Servant of Christ the King: «The
la Stefanus-Gemeinschaft no mantiene contacto alguno con ellos. Month», 37 (febrero 1967), 112-113.
14
R. Lloyd, An Adventure in Discipleshid, Londres, 1953, 16-23.
15
Para obtener más información, dirigirse a Mrs. Olive Parker, 225 Arch-
way Road, Londres, N. 6.
502 El Secretariado General Grupos cristianos y sus formas de vida 503

en práctica este sencillo método, estos grupos aceptan a los de cual- protestante dentro de una comisión intereclesial. Cuando el «Con-
quier denominación. Este método presenta notables afinidades con cilio de Iglesias» comience a actuar en Holanda, esta Comisión
las prácticas cristianas de los cuáqueros, por lo que éstos toman intereclesial podría ser uno de sus departamentos 17 . Es evidente
parte frecuentemente en las reuniones. Pero también los beatniks que estos grupos llevan una acción que va más allá que estos grupos
son bien recibidos y hay un grupo formado exclusivamente por que hemos estudiado, pues afectaría a las estructuras mismas ecle-
almirantes retirados. Una de las actividades que los Siervos de Cris- siales inmediatamente.
to Rey pretenden asumir a escala nacional, juntamente con el Soda- No es tal el objetivo de los grupos antes enumerados. No dis-
licio de Nuestra Señora y la Comunidad de lona 16, es el remedio cuten las estructuras eclesiales predominantes, sino que intentan
a la situación creada por la afición a las drogas entre los jóvenes inspirarles un nuevo espíritu; se reúnen en torno a algo que está
menores de veinte años. Este movimiento ejerce una poderosa in- más allá de las estructuras: la Escritura, la profundización en la fe,
fluencia en la formación de una espiritualidad laical en la Iglesia la oración, la afinidad espiritual18. El origen de estos grupos, sin
de Inglaterra. embargo, tiene algo que ver con el cambio de las estructuras socia-
les y con el aislamiento espiritual en que se sienten hundidos hoy
muchos cristianos, a pesar de la renovación de la vida parroquial
II. VALORACIÓN DE ESTE FENÓMENO y la visión de la Iglesia en el mundo como Pueblo de Dios peregri-
nante. La moderna sociedad de la «productividad» ha reducido
En el anterior análisis nos hemos limitado deliberadamente a prácticamente a nada los antiguos lazos feudales de la comunidad
unos grupos más bien libres, no conectados directamente a las es- rural y las relaciones familiares. Para el hombre moderno, la fami-
tructuras eclesiales. Debido a su estructura muy complicada y tam- lia se ha quedado reducida a su propio hogar, y éste abarca sola-
bién a causa de un cierto aire de misterio que los rodea, hemos mente dos generaciones. Su círculo de relaciones ha dejado de co-
dejado aparte algunos grupos tan importantes como el Opus Dei. incidir con la comunidad humana del pueblo o la región, para
Tampoco hemos presentado otros grupos que constituyen un fenó- ampliarse a un cierto número de organizaciones sociales en las que
meno umversalmente conocido, pero que coinciden en su estruc- participa, al paso que difícilmente mantiene algún trato con las
tura e inspiración con varios de los movimientos que hemos men- personas de su más cercana vecindad. Vive en un anonimato que
cionado, por ejemplo, con los Equipos de Nuestra Señora. Los le permite compartir su vida y reunir en torno a sí un grupo de
grupos de acción que han ido surgiendo aquí y allá, como el Grupo amigos que no le viene impuesto por las estructuras de la familia
de Acción Holandés para la «cooperación del hombre y la mujer o la región, sino más bien por la esfera de intereses en que se mue-
en la Iglesia», constituyen por sí mismos un fenómeno aparte. Ha- ve. Todo esto sirve también aplicado a la parroquia como comu-
brán de ser considerados a la luz de un «Concilio de Iglesias» en nidad local. En el pasado, la parroquia debía sus estructuras co-
el que ya han empezado a colaborar varias Iglesias nacionales. Un munitarias no tanto a la profesión común de una misma fe cuanto
concilio semejante se va a reunir en Holanda el año próximo. Estos a las condiciones sociales de vida. Lo único que hacía la fe, prácti-
grupos de acción buscan la cooperación con grupos de similar orien- camente, era reforzar el lazo ya existente en el pueblo o ciudad. La
tación en otras Iglesias y tratan de orientarse hacia una colabora- parroquia siempre ha sido demasiado grande como para constituir
ción entre todos estos grupos existentes en las Iglesias católica y una genuina comunidad primaria, y esto es algo que en nuestros
16 17
La Comunidad de lona es un grupo dentro de la Iglesia presbiteriana Samenwerking van man en vrouw in de kerk: «Kultuurleven», 35 (julio
de Escocia dirigido por lord G. Macleod. También para este grupo la tarea 1968), 404-411.
fundamental es la formación espiritual. Su centro está en la antigua abadía 18
Cf. «Carmel in the World», 2 (junio-julio 1965), 122-132, y «Le Christ
de lona, desde la cual comenzó Columba la cristianización de Escocia.
au Monde», 9 (1964), 499-526.
504 El Secretariado General Grupos cristianos y sus formas de vida 505

días es más agudamente sentido por quienes toman en serio su los consejos pastorales podrán aportar una útilísima colaboración.
condición de cristianos e intentan unirse a otros cristianos para En estos grupos hay algo muy cristiano en forma auténtica y con-
formar con ellos una verdadera comunidad primaria. temporánea, pero que no recibe la suficiente publicidad porque está
Se han hecho intentos para que la parroquia siga siendo el pun- oscurecido por las estructuras anticuadas de una Iglesia supercen-
to de convergencia de los diferentes intereses y necesidades 19. Se tralizada. La inminente reforma de la estructura de la Iglesia quizá
ha intentado edificar una comunidad parroquial en torno a varios sirva para que se dé mayor publicidad a estos grupos, que consti-
servicios: atención médica, escuelas, deportes, educación, diversio- tuyen un aspecto de la renovación de la Iglesia, pero que son in-
nes, etc. Pronto se puso de manifiesto lo artificial de este procedi- capaces de llevar a cabo toda la tarea renovadora por sí mismos.
miento. Más aún, todos estos servicios han ido a parar a manos de
otras organizaciones que están en mejores condiciones de atender- SECRETARIADO GENERAL
los. La parroquia está tratando de ejercer otra función distinta de
la atención a las necesidades espirituales o materiales; pretende
asumir un carácter misionero, organizándose en pequeños grupos,
haciéndose menos fija y desbordando sus límites geográficos estric-
tos. En este sentido, la formación de pequeños grupos dentro de
la Iglesia adquiere un carácter profético y va abriendo camino a
una nueva forma de ser «iglesia». Más aún, estos grupos ejercen
la función de comunidades primarias para sus miembros. Así es
como empiezan a sentirse a gusto, y esto les da el sentimiento de
pertenecer a un universo coherente y de estarse salvando del aisla-
miento. Sobre este punto, Goddijn ha señalado que los grupos
monásticos experimentales pueden ser muy valiosos para quienes
los integran, pero que nunca podrán llegar a constituir un sustituti-
vo total de la vida monástica. Su forma de reclutamiento, el número
de los miembros y el de grupos siempre será pequeño. Y esto vale
también aplicado a los grupos laicos ya mencionados. Podemos
poner todas las objeciones que queramos a una organización eclesial
voluminosa y lenta, pero su función positiva nunca podrá ser total-
mente sustituida por los grupos pequeños. Es preciso que se man-
tenga una relación entre ambas estructuras. Si desaparece la estruc-
tura superior, los grupos se convertirían en sectas; pero si faltan
estos grupos a nivel de la vida cotidiana, la estructura podría dege-
nerar en una simple organización abstracta y desconectada de la
vida diaria. Esto no quiere decir que no deba cambiar la estructura
misma de la Iglesia, problema que a todos nos preocupa y al que

19
E. Pin, Essais de sociologie religieuse, París, 1966, cap. 16: «Modeles
structurels, changement social et attitude d'appartenance a l'Eglise», 357-365.
33
Colaboradores de este número 507

superior de la comunidad experimental fundada por la abadía be-


nedictina Saint-André de Brujas en Ottignies (Bélgica) y director
de la revista «Art d'Eglise» desde 1959. Es autor de Une théorie
de la jete: «Art d'Eglise», 141 (1967).

REGÍS MACHE
COLABORADORES DE ESTE NUMERO
Nació en Rouen (Francia) en septiembre de 1933 y es miembro
JUAN BULNES ALDUNATE
de la Iglesia católica. Estudió en la Facultad de Ciencias y en la
Escuela Nacional Agronómica de la Universidad de Toulouse. Es
Nació el 6 de febrero de 1917 en Santiago de Chile y es miem- ingeniero agrónomo y doctor en ciencias (1967). Actualmente in-
bro de la Iglesia católica. Tras efectuar estudios en derecho se ha vestiga como becario del Canadá Research Council en la Universi-
dedicado a la agricultura. Es autor de varios estudios sobre temas dad de Manitoba (Winnipeg, Canadá). Ha publicado estudios cien-
bíblicos y eclesiales. tíficos en varias revistas.

JOHN FRANCIS RASMANN


HANS URS VON BALTHASAR

(Véase CONCILIUM, núm. 6, junio 1965) Nació el 21 de octubre de 1931 en Antigo (Wisconsin, Estados
Unidos) y fue ordenado en 1957. Licenciado en sociología, es lec-
tor de sociología y antropología en la Universidad Marquette de
PIETRO DACQUINO Milwaukee (EE. UU.).

Nació el 1 de septiembre de 1921 en Acqui Terme (Italia) y fue


ordenado en 1944. Estudió en Roma (Universidad Gregoriana y HJALMAR SUNDÉN
Pontificio Instituto Bíblico) y en Austria (Universidad de Graz).
Es licenciado en ciencias bíblicas y doctor en teología (1956). Des- Nació el 28 de noviembre de 1908 en Eksjb (Suecia). Es miem-
empeña la cátedra de Sagrada Escritura en el Seminario Mayor de bro de la Iglesia luterana sueca y fue ordenado pastor en 1933.
Asti (Italia) desde 1956 y es canónigo en la catedral de la misma Estudió en las Universidades de Estocolmo y Upsala, y obtuvo el
ciudad desde 1964. Entre sus publicaciones figura Bíbbia e Tradi- doctorado en teología (1940). Es profesor de psicología de la reli-
zione, Brescia, 1965. Colabora en «La Scuola Cattolica» y en «Ri- gión en la Universidad de Upsala desde 1967. Es autor de Die
vista Biblica». Religión und die Rollen, Berlín, 1966.

FRÉDÉRIC DEBUYST
JOSEPH TAMNEY

Benedictino. Nació el 10 de octubre de 1922 en Wemmel (Bél- Nació el 1 de agosto de 1933 en Nueva York y es miembro de
gica) y fue ordenado en 1948. Estudió en el Colegio de San Ansel- la Iglesia católica. Estudió en las Universidades Fordham y Cornell,
mo (Roma) y obtuvo las licenciaturas en filosofía y teología. Es de los Estados Unidos. Tiene el título de doctor en filosofía y es
508 Colaboradores de este número

director del Departamento de Sociología y Antropología en la Uni-


versidad Marquette de Milwaukee (EE. UU.) desde 1963. Es autor
de varias publicaciones de sociología religiosa.

KAREL VLADIMIR TRUHLAR

Jesuita. Nació el 3 de septiembre de 1912 en Gorica (Yugos-


lavia) y fue ordenado en 1939. Estudió en la Universidad de Liu-
bliana (Yugoslavia) y en la Universidad Gregoriana (Roma). Licen-
ciado en filosofía y doctor en teología (1941), es profesor de
teología espiritual en la Universidad Gregoriana desde 1950. Po-
demos citar entre sus publicaciones Teilhard und Solowjew (1966)
y L'ora dei laici (Turín, 1966). Ha colaborado de manera especial
en el Dictionnaire de Spiritualité y en Sacramentum mundi.

DONALD WOLF

Jesuita. Nació el 6 de junio de 1929 en Torrance (California,


Estados Unidos) y fue ordenado en 1963. Estudió en la Universi-
dad estadounidense de Georgetown y en el «Alma College» de la
Universidad de Santa Clara. Es licenciado en filosofía, doctor en
ciencias políticas (1960) y maestro en teología (1964). Trabaja como
encargado de investigaciones políticas en el Cambridge Center for
Social Studies (Estados Unidos). Ha publicado Toward Consensus:
Catholic-Protestant Interpretations of Church and State (Hacia un
acuerdo: interpretaciones católicas y protestantes de la Iglesia y
del Estado), Nueva York, 1968. Colabora en New Catholic Ency-
clopedia.

FRIEDRICH WULF

Jesuita. Nació el 18 de junio de 1908 en Dusseldorf (Alemania)


y fue ordenado en 1938. Estudió en las Universidades de Münster
y Tubinga, obteniendo el doctorado en filosofía (1946). Entre sus
publicaciones destaca Geistliches Leben in der heutigen Welt (La
vida espiritual en el mundo de hoy), Friburgo de Brisgovia, 1960.
Es redactor-jefe de la revista «Geist und Leben» desde 1947.

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