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Fundación Universitaria Luis Amigó.

Carlos Andrés Gallego Arroyave.

Filosofía de la religión.

Informe de exposición: Max Stirner, “Mi goce de mí”.

En el apartado “Mi goce de mí”, para Stirner el egoísmo es el seguimiento de los


propios intereses como la única persona que es el “yo”. Stirner expone que los
propios intereses son tan singulares como es el propio “yo”, y por lo tanto, que
estaría en el propio yo descubrir cuáles son. El conflicto entre los intereses propios
y lo universal se justifica en la medida que se encuentran en una posición opuesta,
pues no hay un punto de referencia moral más que los valores que el “yo” ha
elegido.

La realidad se reduce al propio individuo, sólo el “yo” individual puede decirse que
verdaderamente existe; por esto todos los valores que se basan en lo universal, en
lo exterior y suponer la existencia de lo común como verdad, libertad, justicia, etc.,
son desechados para dar, según Stirner, lugar al único valor que se funda en el
“yo” este es, la propiedad (Eigentum), que es la pura expresión de la absoluta
individualidad. El “yo” es absoluto y por ello trasciende en todas las ideas, sean
éstas la religión, la sociedad, el liberalismo, la historia, el progreso, el humanismo,
la libertad, etc.

La apología hecha por Stirner a la individualidad hace que el hombre se convierta


en un ser solitario, nómada, aislado de la sociedad y de los demás hombres. En
este punto, Stirner se diferencia del anarquismo clásico, puesto que se opone no
sólo al estado sino también a la sociedad. Bakunin y Kropotkin ponían al individuo
como valor supremo, pero el individuo expuesto por Bakunin exige la convivencia
con los otros individuos. Esta individualidad se funda, para los filósofos
anarquistas, en la individualidad del prójimo. Para Stirner se funda en sí misma, o
mejor, en nada.

Stirner propone una crítica radical a cada doctrina (religiosa, política, filosófica). Se
enfrenta al cristianismo y a su sistema jerárquico, en la medida en que éste
desarrolla la obediencia a los dogmas, a la moral. Hace denuncia al liberalismo
burgués que no permite, ni propone la libre expansión de la personalidad, sino una
sumisión a la soberanía de la razón. La supuesta libertad que supone este
liberalismo no es más que la sujeción del individuo en el Estado y a sus leyes.
Rechaza el idealismo de Hegel, el materialismo de Feuerbach, el anarquismo de
Proudhon. Es hostil a todo partido y a todo espíritu del mismo.
En conclusión, ningún ideal es viable para Stirner, porque una gran idea, un
sistema, una causa para defender genera de manera obligatoria maestros de
escuela y sacerdotes. Stirner sólo acepta el “Yo” y sus intereses egoístas, en el
sentido de que corresponden auténticamente a las fuerzas que dirigen la
personalidad, se ven forzadas a desaparecer. La causa del individuo no es la de
Dios o la de lo humano, ni la de lo Verdadero, ni lo Justo o la del Bien; su única
causa es la de su Yo, su particularidad, su Único en él.

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