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De la administración tributaria.
Artículo 30. Órganos De La Administración Tributaria. (Modificado por la Ley
No.227-06, de fecha 19 de junio del 2006, de Autonomía de la DGII). La
administración de los tributos y la aplicación de este Código y demás normas
tributarias compete a las Direcciones Generales de Impuestos Internos y de
Aduanas, quienes para los fines de éste Código se denominarán en común, la
Administración Tributaria.
Párrafo I. Corresponde a la Secretaría de Estado de Finanzas, no obstante,
ejercer la vigilancia sobre las actuaciones de los órganos de la Administración
Tributaria, a los fines de verificar que su funcionamiento se ajuste a las
disposiciones legales.
Artículo 31. Fe Pública. (Modificado por la Ley No.227-06, de fecha 19 de junio del
2006, de Autonomía de la DGII). Los funcionarios de los órganos de la
Administración Tributaria autorizados de manera explícita por este Código y las
leyes tributarias, tendrán fe pública respecto a las actuaciones en que intervengan
en ejercicio de sus funciones propias.
Artículo 27. Sin perjuicio de los recargos o sanciones a que pueda dar lugar, la
mora habilita para el ejercicio de la acción ejecutoria para el cobro de la deuda y
hace surgir de pleno derecho la obligación de pagar, conjuntamente con el tributo,
un interés indemnizatorio del treinta por ciento (30%) por encima de la tasa
efectiva de interés fijada por la Junta Monetaria, por cada mes o fracción de mes
de mora. Este interés se devengará y pagará hasta la extinción total de la
obligación. Se entiende por tasa efectiva de interés, el interés propiamente dicho,
más cualquier cargo efectuado por cualquier concepto, que encarezca el costo del
dinero.
Crédito Tributario.
Artículo 28. Los créditos por tributos, recargos, intereses y sanciones pecuniarias
gozan del derecho general de privilegio sobre todos los bienes del deudor y
tendrán aun en caso de quiebra o liquidación prelación para el pago sobre los
demás créditos, con excepción de las pensiones alimenticias debidas por ley y de
los salarios.
Deberes de los Funcionarios.
Como principal deber, los empleados públicos han de desempeñar con diligencia
las tareas que tengan asignadas y velar por los intereses generales, con sujeción
y observancia de la Constitución y del resto del Ordenamiento Jurídico.
Deben actuar, asimismo, con arreglo a los siguientes principios: objetividad,
integridad, neutralidad, responsabilidad, imparcialidad, confidencialidad,
dedicación al servicio público, transparencia, ejemplaridad, austeridad,
accesibilidad, eficacia, honradez, promoción del entorno cultural y medioambiental
y respeto a la igualdad entre mujeres y hombres, que inspiran el Código de
Conducta de los empleados públicos configurado por los principios éticos y de
conducta regulados en los artículos 53 y 54 del TREBEP.
Esta misma obligación de denunciar las infracciones tributarias pesa sobre todos
los funcionarios de la propia Administración Tributaria.
La
Constituci
ón.
Fuentes del
derecho
La tributario
Costumbre
Ley
El Decreto
La Doctrina
Ley
Los Tratados Internacionales. Son fuente del Derecho Fiscal, porque a través
de ellos los Estados resuelven, entre otros, el problema de la doble tributación
internacional, generalmente se da entre dos o más países vecinos cuando sus
habitantes realizan operaciones de varios países.
La Ley. Es el acto emanado del poder legislativo que crea situaciones jurídicas
generales, abstractas e impersonales. Considerando que la Ley es la fuente más
importante en el Derecho Financiero, puede distinguirse en tres categorías
jerárquicas:
a) Leyes orgánicas. Regulan la estructura o el funcionamiento de alguno de
los órganos del Estado.
b) Leyes reglamentarias. Desarrollan en detalle algún precepto contenido en la
Constitución.
c) Leyes ordinarias. Es la forma típica de establecer impuestos.
La Doctrina. Constituye una fuente real y no formal del Derecho Fiscal, pues a
ella corresponde desarrollar y precisar los conceptos contenidos en la Ley.
La Costumbre. En la costumbre concurren dos elementos uno objetivo y otro
subjetivo, el primero consiste en el uso o práctica constante, y el segundo, en la
idea en que el uso o práctica en cuestión es jurídicamente obligatorio.