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Esquema OA

INTRODUCCIÓN:
Necesidad de continuar la enseñanza de los predecesores para responder a las
necesidades nuevas de un mundo en transformación (OA 1). La diversidad de situaciones
percibida por el Papa a través de sus viajes le lleva al convencimiento de que
son las Iglesias locales las que tienen que discernir (OA 2-5). Destinatarios y
planteamiento de esta carta (OA 6-7).

PARTE PRIMERA: NUEVOS PROBLEMAS SOCIALES.
1) La urbanización y sus relaciones con la industrialización. Éxodo rural, expansión
industrial y cambios derivados (OA 8-11). Participación de los cristianos en la construcción
de ciudades más humanas (OA 12). Dos colectivos especialmente afectados: los jóvenes
y las mujeres (OA 13).
2) Problemas sociales derivados de la civilización del trabajo. Formas de discriminación
(O A 14-17); crecimiento demográfico y necesidad de crear puestos de trabajo (OA 18);
necesidad de previsión (OA 19).
3) Los medios de comunicación social: su poder creciente, necesidad de su control
(OA20).
4) El medio ambiente: la explotación inconsiderada de la naturaleza (OA 21).

PARTE SEGUNDA: ASPIRACIONES FUNDAMENTALES Y CORRIENTES
IDEOLÓGICAS.

1) Las aspiraciones del hombre de hoy (a la igualdad y a la participación) exigen el
respeto de los derechos y un tipo de sociedad democrática (OA 22-24). Los tres niveles
de la vida política y la competencia del Estado respecto a ellos (OA 25).
2) Las ideologías. Incompatibilidad del cristianismo con la ideología marxista y con la
liberal (OA 26); ambigüedades de toda ideología social (OA 27-28); retroceso de las
ideologías y desarrollo de un nuevo positivismo (OA 29).
3) Los movimientos históricos. Diferencia entre ideología y movimientos históricos (OA
30); movimientos históricos socialistas (OA 31), marxistas (OA 32-34) Y liberales (OA 35).
Necesidad para el cristiano de evitar caer en la trampa de las ideologías (OA 36).
4) Las utopías. Nueva ocasión, peligros que encierran, puntos de contacto con la fe (OA
37).
5) Las ciencias humanas. Sus peligros (OA 38-39). La postura del cristiano (OA 40-41).

PARTE TERCERA: LOS CRISTIANOS ANTE LOS NUEVOS PROBLEMAS.

1) La enseñanza social de la Iglesia ayuda a los cristianos a reflexionar para dar una
respuesta a los principales problemas de la humanidad. Límites de esta enseñanza y
campos de acción (OA 42).
2) Ante el problema del desarrollo económico. Mayor justicia en las relaciones
internacionales (OA 43); las empresas multinacionales y sus peligros (OA 44); el cambio
de actitudes (OA 45).
3) Ante el problema de la construcción de una sociedad política.
La función del poder político y la participación de los cristianos en la política (OA 46); la
política como expresión de la exigencia de participación del hombre moderno (OA 47).

PARTE CUARTA: LLAMAMIENTO A LA ACCIÓN.
La colaboración de la Iglesia en este campo tiene que apoyarse en la diversidad de
situaciones, el discernimiento que eso exige, el reconocimiento de la legítima variedad de
opciones posibles, el compromiso de las organizaciones cristianas (OA 48-51). La
actuación del Consejo de Laicos y de «Justicia y paz» (OA 52).



Esquema Pacem in terris

INTRODUCCIÓN. La paz no es posible si no se respeta el orden establecido por Dios e
impreso en lo más íntimo del ser humano (PT 1-7).

PARTE PRIMERA: DERECHOS HUMANOS Y CONVIVENCIA SOCIAL.
El fundamento de la convivencia entre los hombres es la dignidad de la persona humana
(PT 8-10).

l. Los derechos humanos: derechos a la existencia y a los bienes necesarios para el
desarrollo humano (PT 11-17); derechos económicos y sociales (PT 18-22); derechos
civiles (PT 23-25); derechos políticos (PT 26-27).
2. La convivencia social: relación entre derechos y deberes (PT 28-34); convivencia
fundada en la verdad, la justicia, el amor, la libertad (PT 35-38).
3. Avances que caracterizan nuestra época: elevación de las clases trabajadoras, acceso
de la mujer a la vida pública, emancipación de los pueblos (PT 39-45).

PARTE SEGUNDA: LA COMUNIDAD POLÍTICA.
l. La autoridad, cuyo fundamento último es Dios, es necesaria (PT 46-52) para asegurar el
bien común (PT 53-59) Y así defender y promover los derechos de la persona (PT 60-66).
2. Exigencias éticas de la estructura de la sociedad política: la división de poderes y el
sometimiento de éstos al orden jurídico (PT 67-72); la participación de los ciudadanos en
la vida política (PT 73-74).
3. Exigencias de nuestra época: definición de los derechos y deberes del ciudadano y de
sus relaciones con la autoridad (PT 75-79).

PARTE TERCERA: RELACIONES ENTRE LAS NACIONES.
Basadas en el mismo orden moral que rige las relaciones entre las personas (PT 80-85).
1. Verdad: igualdad entre los pueblos; veracidad de la información (PT 86-90).
2. Justicia: reconocimiento de los derechos y respeto de los deberes (PT 91-93); las
minorías étnicas (PT 94-97).
3. Solidaridad: asociación, colaboración, intercambios (PT 98102); los exiliados políticos y
su acogida (PT 103-108); la carrera de armamentos y el desarme (PT 109-119).
4. Libertad: respeto a la independencia (PT 120); la ayuda a los países subdesarrollados
(PT 121-125).
5. Aspiración actual a la paz y conciencia de la inutilidad de la guerra para conseguirla (PT
126-129).

PARTE CUARTA: LA ORGANIZACIÓN DE LA COMUNIDAD MUNDIAL.
l. La creciente interdependencia exige una autoridad mundial que garantice el bien común
universal (PT 130-137); condiciones que debe reunir (PT 138-141).
2. Aportación de la realidad actual a ese proyecto: la Organización de las Naciones
Unidas (PT 142-144); otras condiciones del hombre actual (PT 145).

PARTE QUINTA: DIRECTRICES PARA LA ACTIVIDAD PÚBLICA DE LOS CREYENTES.
l. Participación de los creyentes en la vida pública: competencia unida a sensibilidad a los
valores espirituales (PT 146-150); coherencia fe-vida (PT 151-153); ante la evolución
acelerada de la sociedad, discernimiento e imaginación (PT 154-156).
2. Cooperación con los no católicos: distinguir el error y quien lo profesa, las ideologías y
los movimientos históricos (PT 157-160).

CONCLUSIÓN. La paz es una gran tarea, que exige un esfuerzo progresivo, en la que
tienen que comprometerse muchos hombres de buena voluntad (PT 161-165); una gran
tarea que sólo se puede realizar con la ayuda de Dios (PT 166-172).



Esquemas capítulos 3, 4 y 5 de la segunda parte de GS

CAP. III de la segunda parte: La vida económico-social

INTRODUCCIÓN: Un principio que debe presidir toda la vida socioeconómica: el hombre,
autor, centro y fin (GS 63a). Evolución reciente de la economía moderna: crecimiento,
interdependencia, intervención de poderes públicos; desigualdades crecientes (GS
63bcd). Necesidad de cambio (GS 63e).

SECCIÓN PRIMERA: EL DESARROLLO HUMANO.

1) El desarrollo económico, al servicio del hombre: de todo el hombre (desarrollo integral),
de todos los hombres (desarrollo solidario) (GS 64).
2) El desarrollo económico, bajo control del hombre: necesidad de participar con el trabajo
y los recursos económicos (GS 65a); evitar los extremos: mercado total, autoridad pública
(GS 65bc).
3) Algunas tareas concretas: reducir las desigualdades; atención a los emigrantes;
atención al empleo en los países sometidos al 'proceso de industrialización (GS 66).

SECCIÓN SEGUNDA: ALGUNOS PRINCIPIOS REGULADORES DE LA VIDA
ECONÓMICO-SOCIAL.

1) El trabajo humano: la dignidad del trabajo humano y su fundamentación,
consecuencias (GS 67ab); el trabajo asociado: su organización de acuerdo con las
exigencias del ser humano (GS 67c); participación de los trabajadores en la empresa, en
la organización general de la economía; derecho de asociación; conflictos económico-
sociales (GS 68).
2) El uso de los bienes materiales: destino universal de los bienes: formulación y
exigencias; aplicación a las sociedades menos desarrolladas y a las muy desarrolladas;
aplicación a las inversiones (GS 69-70); las formas de dominio y sus exigencias; variedad
de formas; la propiedad pública; índole social de la propiedad privada, y aplicación a las
tierras mal cultivadas (GS 71).

CONCLUSIÓN: La actividad económica como contribución al bien común, en el marco de
la búsqueda del reino de Dios (GS 72).


CAP. IV de la segunda parte: La vida en la comunidad política

LA REALIDAD DE LA VIDA PÚBLICA EN NUESTROS DÍAS. Transformaciones culturales
y socioeconómicas que influyen en la comunidad política: más viva conciencia de la
dignidad humana y su libertad; mayor exigencia de participación; rechazo de los
regímenes que obstaculizan la libertad (GS 73).

LA COMUNIDAD POLÍTICA: NATURALEZA Y FIN. La comunidad política en
contraposición a la sociedad civil (GS 74a). La autoridad pública al servicio de la
comunidad política; subordinación de la autoridad al orden moral (GS 74bcd). El bien
común (GS 74e). Pluralidad de formas de organización de la comunidad política (GS 74f).

LOS CIUDADANOS Y LA COMUNIDAD POLÍTICA. La participación de los ciudadanos en
la vida política como derecho y como deber (GS 75a). El equilibrio entre autoridad y
participación y la protección de los derechos del ciudadano (GS 75bc). El amor a la patria
(GS 75d). Responsabilidad particular de los cristianos en la vida política (GS 75e). La
educación cívica y política y la preparación específica para la vida política (GS 75f).

LA IGLESIA Y LA COMUNIDAD POLÍTICA. Contexto de la sociedad pluralista: distinguir
acción de los cristianos a título personal y en nombre de la Iglesia (GS 76a). La Iglesia en
la comunidad política: independencia mutua y cooperación (GS 76bc). Los medios que la
Iglesia utiliza y la libertad que exige para cumplir su misión (GS 76de). Contribución de la
Iglesia a la paz de la humanidad (GS 76f).



Capítulo V de la segunda parte:
La promoción de la paz y el fomento de la comunidad de los pueblos

INTRODUCCIÓN:

No se puede construir un mundo más humano sin una conversión a la paz (GS 77). Qué
es la paz: obra de la justicia, como consecuencia del orden puesto por Dios a la
humanidad, y fruto del amor; para los cristianos es imagen y efecto de la paz de Cristo
(GS 78abcd). Los que renuncian a la violencia en la defensa de sus derechos (GS 78e).
El hombre, entre la amenaza de la guerra y lucha contra la violencia (GS 78f).

SECCIÓN PRIMERA: OBLIGACIÓN DE EVITAR LA GUERRA.

1) Frenar la crueldad de la guerra: la crueldad de la guerra actual obliga a recordar los
principios del derecho natural de gentes (GS 79ab); obligación de cumplir los tratados
internacionales (GS 79c): la falta de una autoridad internacional y el derecho de los
gobiernos a la legítima defensa (GS 79de).
2) Impedir la guerra total: ante la maldad de las armas científicas se hace preciso
examinar la guerra con mentalidad totalmente nueva (GS 80ab); condena del ataque
directo a las poblaciones civiles (GS 80cd); riesgos de la guerra contemporánea (GS 80e).
3) La carrera de armamentos y la estrategia de la disuasión: la carrera de armamentos no
es el camino para la paz (GS 81ab); la carrera de armamentos, la plaga más grave de la
humanidad (GS 81c); necesidad de aprovechar la pausa de que gozamos para buscar
otros caminos de solución (GS 81d).
4) Acción internacional para evitar la guerra: la meta última es el establecimiento de una
autoridad pública universal (GS 82a); las tareas inmediatas: avanzar por el camino del
desarme y trabajar en la reforma de las mentalidades (GS 82bcd).

SECCIÓN SEGUNDA: EDIFICAR LA COMUNIDAD INTERNACIONAL.

1) Las causas que amenazan a la paz: las desigualdades e injusticias engendradas por el
afán de dominio (GS 83).
2) Acción de las instituciones internacionales: necesidad de un ordenamiento mundial que
tenga en cuenta la situación de miseria de muchas regiones (GS 84a); actuación de las
instituciones internacionales (GS 84bc).
3) Cooperación internacional en el orden económico: la independencia política no ha
eliminado otras dependencias ni la desigualdad (GS 85a); campos de cooperación y
obstáculos (GS 85bc); normas concretas de cooperación: para los pueblos en desarrollo,
para los pueblos desarrollados, para la comunidad internacional (GS 85abcdef);
necesidad de revisión de ciertas estructuras económicas y sociales (GS 86g).
4) Cooperación internacional en el orden demográfico: ayuda en el campo técnico,
agrícola, educativo, como complemento de mejoras en el orden social y en el régimen de
propiedad de la tierra (GS 87a); competencia de los gobiernos: en el campo legislativo, en
la emigración, a través de la información (GS 87b); puesta en guardia ante las políticas
antinatalistas que no respetan la responsabilidad de los padres (GS 87c).
5) Cooperación de la Iglesia: contribución de los cristianos a la edificación del orden
internacional (GS 88); presencia de la Iglesia en la comunidad internacional para
contribuir a la convivencia fraterna (GS 89); colaboración de los cristianos en las
instituciones internacionales y con los hermanos separados (GS 90ab); deseo del concilio
de que se cree en la Iglesia una organización para promover el desarrollo de los países
pobres y la justicia social internacional (GS 90c).





Esquema PP

PARTE PRIMERA: HACIA UN DESARROLLO INTEGRAL DEL HOMBRE

1) Los datos del problema. La aspiración al desarrollo humano tropieza con la herencia
colonial (PP 6-8). Dimensión mundial de los conflictos sociales e impacto de la civilización
industrial (PP 9-11).

2) Aportación de la Iglesia al desarrollo. El trabajo secular de la Iglesia en favor de
muchos pueblos se concreta hoy en lo que quiere ser su aportación propia: una visión
global del hombre y de la sociedad, de la que se deriva la concepción cristiana del
desarrollo como desarrollo integral (PP 12-19). Necesidad de un verdadero humanismo
(PP 20-21).

3) Acciones concretas a emprender. Transformaciones agrícolas y desarrollo industrial
(PP 22-28). La alternativa reforma-revolución (PP 29-32). Preferencia por la reforma,
dentro de un programa de desarrollo planificado que atienda a múltiples campos (PP
33-42).

PARTE SEGUNDA: HACIA EL DESARROLLO SOLIDARIO DE LA HUMANIDAD.

Introducción: sentido del desarrollo solidario y responsabilidad de los países ricos (PP
43-44).

1) Deber de solidaridad: asistencia a los débiles. Necesidad de una acción concertada
que implique la transferencia de recursos (PP 45-49): creación de un fondo mundial (PP
50-53); protagonismo de los países pobres (PP 54-55).

2) Deber de justicia social: equidad en las relaciones comerciales. Insuficiencia de la regla
del libre comercio y necesidad de garantizar la igualdad de oportunidades (PP 56-61).
Otros obstáculos: nacionalismo y racismo (PP 62-65).

3) Deber de caridad universal: hacia una fraternidad universal. La acogida de los
emigrantes del tercer mundo (PP 67-69). La colaboración de técnicos y voluntarios (PP
70-75). El desarrollo es el verdadero camino hacia la paz (PP 76-80).

CONCLUSIÓN. Llamamiento a la acción y bendición final (PP 81-87).


Esquema OA

INTRODUCCIÓN:
Necesidad de continuar la enseñanza de los predecesores para responder a las
necesidades nuevas de un mundo en transformación (OA 1). La diversidad de situaciones
percibida por el Papa a través de sus viajes le lleva al convencimiento de que
son las Iglesias locales las que tienen que discernir (OA 2-5). Destinatarios y
planteamiento de esta carta (OA 6-7).

PARTE PRIMERA: NUEVOS PROBLEMAS SOCIALES.
1) La urbanización y sus relaciones con la industrialización. Éxodo rural, expansión
industrial y cambios derivados (OA 8-11). Participación de los cristianos en la construcción
de ciudades más humanas (OA 12). Dos colectivos especialmente afectados: los jóvenes
y las mujeres (OA 13).
2) Problemas sociales derivados de la civilización del trabajo. Formas de discriminación
(O A 14-17); crecimiento demográfico y necesidad de crear puestos de trabajo (OA 18);
necesidad de previsión (OA 19).
3) Los medios de comunicación social: su poder creciente, necesidad de su control (OA
20).
4) El medio ambiente: la explotación inconsiderada de la naturaleza (OA 21).

PARTE SEGUNDA: ASPIRACIONES FUNDAMENTALES Y CORRIENTES
IDEOLÓGICAS.

1) Las aspiraciones del hombre de hoy (a la igualdad y a la participación) exigen el
respeto de los derechos y un tipo de sociedad democrática (OA 22-24). Los tres niveles
de la vida política y la competencia del Estado respecto a ellos (OA 25).
2) Las ideologías. Incompatibilidad del cristianismo con la ideología marxista y con la
liberal (OA 26); ambigüedades de toda ideología social (OA 27-28); retroceso de las
ideologías y desarrollo de un nuevo positivismo (OA 29).
3) Los movimientos históricos. Diferencia entre ideología y movimientos históricos (OA
30); movimientos históricos socialistas (OA 31), marxistas (OA 32-34) Y liberales (OA 35).
Necesidad para el cristiano de evitar caer en la trampa de las ideologías (OA 36).
4) Las utopías. Nueva ocasión, peligros que encierran, puntos de contacto con la fe (OA
37).
5) Las ciencias humanas. Sus peligros (OA 38-39). La postura del cristiano (OA 40-41).

PARTE TERCERA: LOS CRISTIANOS ANTE LOS NUEVOS PROBLEMAS.

1) La enseñanza social de la Iglesia ayuda a los cristianos a reflexionar para dar una
respuesta a los principales problemas de la humanidad. Límites de esta enseñanza y
campos de acción (OA 42).
2) Ante el problema del desarrollo económico. Mayor justicia en las relaciones
internacionales (OA 43); las empresas multinacionales y sus peligros (OA 44); el cambio
de actitudes (OA 45).
3) Ante el problema de la construcción de una sociedad política.
La función del poder político y la participación de los cristianos en la política (OA 46); la
política como expresión de la exigencia de participación del hombre moderno (OA 47).

PARTE CUARTA: LLAMAMIENTO A LA ACCIÓN.
La colaboración de la Iglesia en este campo tiene que apoyarse en la diversidad de
situaciones, el discernimiento que eso exige, el reconocimiento de la legítima variedad de
opciones posibles, el compromiso de las organizaciones cristianas (OA 48-51). La
actuación del Consejo de Laicos y de «Justicia y paz» (OA 52).


Esquema Laborem exercens

CAPÍTULO 1: INTRODUCCIÓN.

Al conmemorar el 90 aniversario de la Rerum novarum y ante las nuevas condiciones
tecnológicas, económicas y políticas, se impone avanzar en el desarrollo de la Doctrina
Social. Al hacerlo, aparece el trabajo humano como la clave esencial de toda la cuestión
social (LE 1-3).

CAPÍTULO II: EL TRABAJO Y EL HOMBRE.

a) La verdad cristiana sobre el trabajo (a partir del Génesis). El trabajo, dimensión
fundamental de la existencia humana, que coloca al hombre en la línea del plan original
del Creador (LE 4). En él se distingue el sentido objetivo (técnica, que expresa el dominio
del hombre sobre la tierra, LE 5) Y el sentido subjetivo (la misma persona humana, como
imagen de Dios, capaz de obrar racionalmente y de decidir acerca de sí, LE 6a-c).

b) Desarrollo histórico de esta verdad cristiana. Recorrido histórico hasta llegar al siglo
XIX en que aparece el trabajo como mercancía en el marco de las corrientes materialista
y economicista (LE 6d-7). Aspectos más recientes del problema en los últimos noventa
años: solidaridad frente a la degradación del sujeto del trabajo (LE 8).

c) Resumen sistemático de esta doctrina para captar mejor su alcance moral: como
realización de la persona (LE 9), en relación con la familia y con la sociedad entera (LE
10a-c).

d) Conclusión: prioridad de la dimensión subjetiva sobre la objetiva (LE 10d).

CAPÍTULO III: CONFLICTO ENTRE CAPITAL y TRABAJO EN LA PRESENTE FASE
HISTÓRICA

a) El contexto: el gran conflicto capital-trabajo. Conflicto real, ideológico y político. Papel
del marxismo (LE 11).

b) El principio de la prioridad del trabajo sobre el capital y su justificación a partir de la
experiencia histórica del hombre. Este principio debe orientar el funcionamiento de todos
los sistemas económicos (LE 12).

c) La consecuencia de ese principio: capital y trabajo no se pueden separar. Pero de
hecho se han separado como consecuencia del materialismo y el economicismo (LE 13).

d) Aplicación de este principio a los sistemas económicos. Doctrina de la Iglesia sobre la
propiedad y su aplicación al caso del «rígido» capitalismo y al del colectivismo.
Propuestas de reforma para ambos en la línea de una mayor participación (LE 14).

e) Conclusión: el principio de la prioridad del trabajo debe aplicarse tanto en el sistema de
propiedad privada como en el que lo limita. Esta doctrina descubre el verdadero sentido
de la propiedad (LE 15).




CAPÍTULO IV: DERECHOS DEL HOMBRE DEL TRABAJO.

a) Marco: los derechos humanos en general y la obligación que tiene el hombre de
trabajar (LE 16).

b) El derecho al trabajo y el empresario indirecto: la necesidad de crear puestos de trabajo
como tarea del Estado y como criterio para juzgar a todo sistema económico (LE 17-18).

c) Los derechos del trabajador y el empresario directo: remuneración del trabajo y salario
familiar; revalorización de las funciones maternas; otras condiciones del trabajo (LE 19).

d) La función de los sindicatos para luchar por la justicia social y cooperar al bien común,
huyendo de todo egoísmo de clase (LE 20).

e) Los problemas de algunos grupos particulares: el trabajo agrícola, los minusválidos, los
emigrantes (LE 21-23).

CAPÍTULO V: ELEMENTOS PARA UNA ESPIRITUALIDAD DEL TRABAJO.

Dar al trabajo el sentido que tiene a los ojos de Dios (LE 24): participar en la obra del
Creador. (LE 25); seguir el ejemplo de Cristo en el trabajo, de acuerdo con toda la
espiritualidad del trabajo en el AT y NT (LE 26); iluminado desde la cruz y la resurrección
de Jesús (LE 27).


Esquema SRS

I. INTRODUCCIÓN. La Doctrina Social de la Iglesia como marco de la Populorum
progressio en el 20 aniversario de esta encíclica (SRS 1-4)

II. NOVEDAD DE LA ENCÍCLICA «POPULORUM PROGRESSIO». Dicha novedad hay
que verla en línea con la doctrina del Vaticano II (SRS 5-7), y se concreta en la dimensión
moral del desarrollo y el alcance mundial del problema (SRS 8-10).

III. PANORAMA DEL MUNDO CONTEMPORÁNEO. Una serie de indicadores muestra
cómo la situación mundial se ha agravado (SRS 11-19). Las causas de ello, que son de
carácter político, radican en la contraposición de los dos bloques (SRS 20). Graves
consecuencias que se siguen de la tensión entre los bloques (SRS 21-25). A pesar de
todo, algunos aspectos positivos de la situación deben también ser señalados (SRS 26).

IV. EL AUTÉNTICO DESARROLLO HUMANO. Frente a dos conceptos insuficientes, una
auténtica concepción del desarrollo implica atender a la dimensión trascendente del
hombre (SRS 27-29). Esta visión se enriquece desde el Antiguo y el Nuevo Testamento
(SRS 30-31) y debe traducirse, como tarea moral que es, en una actitud de solidaridad
entre los hombres y entre los pueblos (SRS 32-34).

V. LECTURA TEOLÓGICA DE LOS PROBLEMAS MODERNOS. Al buscar las causas
morales del subdesarrollo hay que hablar de pecado y de estructuras de pecado (SRS
35-37). La solidaridad es el único camino para superada situación (SRS 38-40).

VI. ALGUNAS ORIENTACIONES PARTICULARES. La Doctrina Social de la Iglesia, que
no aporta soluciones técnicas, permite a ésta decir su palabra propia cumpliendo así su
misión evangelizadora (SRS 41). Pero se impone una presentación de dicha doctrina con
una óptica internacional (SRS 42-45).

VII. CONCLUSIÓN. Forma cómo la Iglesia hace suya la aspiración de individuos y
pueblos a la liberación (SRS 46-48). Alusión final al año mariano (SRS 49).


Esquema CA

INTRODUCCIÓN: La gratitud hacia León XIII (CA 1-2). Doble objetivo: fecundidad de la
doctrina de León XIII; análisis de algunos acontecimientos de la historia reciente (CA 3).

CAPÍTULO 1: RASGOS CARACTERÍSTICOS DE LA «RERUM NOVARUM».
a) El contexto de la Rerum novarum (CA 4) y el doble nivel de sus contenidos; el camino
para la justicia y la paz, la intervención de la Iglesia en los problemas sociales (CA 5).
b) Los principios enunciados por la Rerum novarum: dignjdad del trabajo humano como
clave de lectura de toda la encíclica; derecho a la propiedad privada (CA 6); derecho de
asociación y a unas condiciones dignas de trabajo (CA 7); derecho a un salario justo (CA
8) y a cumplir libremente los deberes religiosos (CA 9). La concepción del Estado:
atención a todos, especialmente a los más pobres; velar por el bien común (CA 10-11).

CAPÍTULO 2: HACIA LAS «COSAS NUEVAS» DE HOY.
a) Clarividencia de las previsiones de León XIII (CA 12) y profundización actual sobre los
errores del socialismo (CA 13-14).
b) La alternativa defendida por la Iglesia y sus efectos a lo largo de este siglo (CA 15-16).
c) El error de fondo (una concepción de la libertad que la aparta de la verdad) y sus
consecuencias en nuestro siglo (CA 17-21).

CAPÍTULO 3: EL AÑO 1989.
a) Alcance inesperado y prometedor de lo ocurrido (CA 22).
Dos factores que explican el cambio: la violación de los derechos del trabajador y la
ineficiencia del sistema económico (CA 23-24).
b) El problema de fondo: una falsa idea del hombre que conduce a un falso proyecto de
sociedad (CA 25).
c) Las consecuencias: para la Iglesia (CA 26) y para las relaciones internacionales (CA
27-28). Concepción integral del desarrollo como base (CA 29).

CAPÍTULO 4: PROPIEDAD PRIVADA y DESTINO UNIVERSAL DE LOS BIENES.
a) La propiedad privada en la doctrina de la Iglesia (CA 30) y el proceso productivo como
se plantea hoy: el trabajo y la empresa (CA 31-32); los marginados de este proceso y las
limitaciones del libre mercado (CA 33-34).
b) Hacia qué sistema económico caminar: una sociedad basada en el trabajo libre, en la
empresa y en la participación; el capitalismo no puede ser el único modelo (CA 35).
c) Los problemas específicos de los países de economía avanzada: consumismo (CA 36);
cuestión ecológica y ecología humana (CA 37-40); la alienación como problema de fondo
(CA 41).
d) El capitalismo sólo podrá ser aceptable si se somete a control y no da pie a una
ideología radicalizada (CA 42).
e) Lo que la Iglesia aporta en esta situación: prioridad del hombre, propiedad de los
medios de producción, legitimación de la sociedad si crea oportunidades de trabajo para
todos (CA 43).

CAPÍTULO 5: ESTADO y CULTURA.
a) Doctrina de la Iglesia sobre el Estado (CA 44-45) y sobre la democracia (CA 46).
b) Situación tras la caída de los totalitarismos: predominio del ideal democrático y
aportación de la Iglesia (CA 47).
c) Criterios sobre la intervención del Estado en la economía: armonizar y dirigir el
desarrollo; ejercer funciones de suplencia; respetar el principio de subsidiaridad (CA 48).
Excursus sobre las tareas asistenciales (CA 49).
d) La cultura de la nación y su prolongación en una cultura de paz para los pueblos (CA
50-52).

CAPÍTULO 6: EL HOMBRE ES EL CAMINO DE LA IGLESIA.
a) La Doctrina Social de la Iglesia como instrumento de evangelización (CA 53-55).
b) La Doctrina Social de la Iglesia exige la colaboración de todos en una acción que
promueva la justicia y transforme las estructuras (CA 56-60).
c) La Doctrina Social de la Iglesia tiene como constate la defensa del hombre a lo largo de
estos cien años (CA 61).
d) Acción de gracias final e invocación a María (CA 62).


Resumen CiV

“La Caridad en el verdad, de la que Jesús se ha hecho testigo” es “la principal fuerza
propulsora para el verdadero desarrollo de cada persona y de la humanidad entera”: inicia
así, Caritas in veritate, Encíclica dirigida al mundo católico y a “todos los hombres de
buena voluntad”. En la Introducción, el Papa recuerda que “la caridad es la vía maestra de
la doctrina social de la Iglesia”. Por otro lado, dado “el riesgo de entenderla mal, de
excluirla de la vivencia ética”, va conjugada con la verdad. Y advierte: “Un Cristianismo de
caridad sin verdad puede ser fácilmente cambiado por una reserva de buenos
sentimientos, útiles para la convivencia social, pero marginales”. (1 – 4)

El desarrollo tiene necesidad de la verdad. Sin ella, afirma el Pontífice, “la acción social
cae en el dominio de intereses privados y de lógicas de poder, con efectos disgregadores
de la sociedad”. (5) Benedicto XVI se detiene sobre dos “criterios orientadores de la
acción moral” que se derivan del principio “caridad en la verdad”: la justicia y el bien
común. Todo cristiano está llamado a la caridad a través de una “vía institucional” que
incida en la vida de la polis, del vivir social. (6-7) La Iglesia, afirma, “no tiene soluciones
técnicas para ofrecer”, pero tiene “una misión de verdad que cumplir” para “una sociedad
a la medida del hombre, de su dignidad, de su vocación”. (8-9)



El primer capítulo del documento está dedicado al Mensaje de la Populorum
Progressio de Pablo VI. “Sin la perspectiva de una vida eterna – advierte el Papa – el
progreso humano en este mundo permanece privado de respiración”. Sin Dios, el
desarrollo es negado, “deshumanizado”. (10-12) Pablo VI, se lee, afirmó “la imprescindible
importancia del Evangelio para la construcción de la sociedad según la libertad y la
justicia”. (13) En la Encíclica Humane Vitae, el Papa Montini “indica los fuertes lazos
existentes entre la ética de la vida y la ética social”. También hoy, “la Iglesia propone con
fuerza esta conexión”. (14-15) El Papa explica el concepto de vocación presente en la
Populorum Progressio. “El desarrollo es vocación” ya que “nace de un llamado
trascendente”. Y es en verdad “integral”, subraya, cuando está “dirigido a la promoción de
cada hombre y de todo el hombre”. “La fe cristiana – añade – se ocupa del desarrollo no
contando en privilegios o posiciones de poder”, “sino solo en Cristo”. (16-18) El Pontífice
evidencia que “las causas del subdesarrollo no son primariamente de orden material”.
Están, ante todo, en la voluntad, en el pensamiento y aún más “en la falta de fraternidad
entre los hombres y los pueblos”. “La sociedad siempre más globalizada – acentúa – nos
hace más cercano, nos hace más hermanos”. Es preciso, entonces, movilizarse, para que
la economía evolucione “hacia salidas plenamente humanas”. (19-20)



En el segundo capítulo, el Papa entra en el fondo del Desarrollo humano en nuestro
tiempo. El exclusivo objetivo de la ganancia “sin el bien común como fin último – observa
– amenaza con destruir la riqueza y crear pobreza”. Y enumera algunas distorsiones del
desarrollo: una actividad financiera “por demás especulativa”, flujos migratorios “con
frecuencia provocados” y después mal gestionados y, aún, “el aprovechamiento no
regulado de los recursos de la tierra”. Ante tales problemas interconectados, el Papa
invoca “una nueva síntesis humanística”. La crisis “nos obliga a reproyectar nuestro
camino”. (21) El desarrollo, constata el Papa, es hoy “policéntrico”. “Crece la riqueza
mundial en términos absolutos, pero aumentan las disparidades” y nacen nuevas
pobrezas. La corrupción, es su pesar, está presente en Países ricos y pobres; a veces
grandes empresas transnacionales no respetan los derechos de los trabajadores. Por otro
lado, “las ayudas internacionales han sido frecuentemente alejadas de sus finalidades, por
irresponsabilidad “de los donantes y de los beneficiarios. Al mismo tiempo, denuncia el
Pontífice, “hay formas excesivas de protección del conocimiento por parte de los Países
ricos, mediante una utilización demasiado rígida de los derechos de propiedad intelectual,
especialmente en el campo sanitario”. (22)

Después del fin de los “bloques”, es necesario recordar, Juan Pablo II había pedido “una
reproyección global del desarrollo”, pero esto “sucedió solo en parte”. Hay hoy “una
renovada valoración” del papel de los “públicos poderes del Estado”, y es deseable una
participación de la sociedad civil en la política nacional e internacional. Dirige después la
atención a la deslocalización de producciones de bajo costo por parte de los Países ricos.
“Estos procesos – es su llamado – han derivado en la reducción de las redes de
seguridad social” con “grave peligro para los derechos de los trabajadores”. A ello se
añade que “los recortes en el gasto social, frecuentemente promovidos por las
instituciones financieras internacionales, pueden dejar a los ciudadanos impotentes frente
a riesgos viejos y nuevos”. Por otro lado, se verifica también que “los gobiernos por
razones de utilidad económica, limitan con frecuencia las libertades sindicales”. Recuerda,
por ello, a los gobernantes que “el primer capital a salvaguardar y valorizar es el hombre,
la persona en su integridad”. (23-25)

En plano cultural, prosigue, las posibilidades de interacción abren nuevas perspectivas de
diálogo, pero hay un doble peligro. En primer lugar, un eclecticismo cultural en el que las
culturas son “consideradas sustancialmente equivalentes”. El Peligro opuesto es “el
aplanamiento cultural”, “la homologación de los estilos de vida”. (26) Dirige así el
pensamiento al escándalo del hambre. Falta, denuncia el Papa, “un arreglo de
instituciones económicas en grado” de afrontar tal emergencia. Augura el recurso a
“nuevas fronteras” en las técnicas de producción agrícola y a una ecuánime reforma
agraria en los Países en vías de desarrollo. (27)

Benedicto XVI subraya que el respeto por la vida “no puede en alguna manera estar
separado” del desarrollo de los pueblos. En varias partes del mundo, advierte, perduran
prácticas de control demográfico que “llegan a imponer incluso el aborto”. En los Países
desarrollados se ha difundido una “mentalidad antinatalista que con frecuencia se trata de
transmitir a otros Estados como si fuese un progreso cultural”. Por otro lado, prosigue, hay
“la fundada sospecha que a veces las mismas ayudas para el desarrollo están unidas” a
“políticas sanitarias que implican, de hecho, la imposición” del control de los nacimientos.
Son preocupantes las “legislaciones que prevén la eutanasia”. “Cuando una sociedad se
impulsa hacia la negación y la supresión de la vida – advierte – termina por no encontrar
más” motivaciones y energías “para emplearse en el servicio del verdadero bien del
hombre” (28).

Otro aspecto ligado al desarrollo es el derecho a la libertad religiosa. Las violencias,
escribe el Papa, “frenan el desarrollo auténtico”, y ello “se aplica especialmente al
terrorismo de naturaleza fundamentalista”. Al mismo tiempo, la promoción del ateísmo por
parte de muchos Países “contrasta con las necesidades del desarrollo de los pueblos,
substrayéndoles recursos espirituales y humanos”. (29) Para el desarrollo, prosigue, sirve
la interacción de los diversos niveles del saber armonizados por la caridad”. (30-31) El
Papa espera, por tanto, que las decisiones económicas actuales continúen “persiguiendo
como prioridad el objetivo del acceso al trabajo” para todos. Benedicto XVI pone en
guardia ante una economía “del corto y tal vez brevísimo plazo” que determina “el
rebajamiento del nivel de tutela de los derechos de los trabajadores” para hacer adquirir a
un País “mayor competitividad internacional”. Por esto, exhorta a una corrección de las
disfunciones del modelo de desarrollo como lo pide hoy también “el estado de salud
ecológica del planeta”. Y concluye con la globalización: “Sin la guía de la caridad en la
verdad, este empuje planetario puede concurrir a crear daños desconocidos hasta ahora y
nuevas divisiones”. Es necesario, por tanto, “un compromiso inédito y creativo”. (32-33)



Fraternidad, Desarrollo económico y sociedad civil es el tema del tercer capítulo de
la Encíclica, que se abre con un elogio de la experiencia del don, con frecuencia no
reconocida “a causa de una visión solo productivista y utilitarista de la existencia”. La
convicción de una autonomía de la economía de las “influencias de carácter moral –
evidencia el Papa – ha impulsado al hombre a abusar del instrumento económico de
manera hasta destructiva”. El desarrollo, “si quiere ser auténticamente humano”, debe en
cambio “dar espacio al principio de gratuidad”. (34) Esto vale de modo particular para el
mercado.

“Sin formas internas de solidaridad y de confianza recíproca – es su llamado – el mercado
no puede plenamente cumplir la propia función económica”. El mercado, afirma, “no
puede contar solo consigo mismo”, “debe procurar energías morales de otros sujetos” y
no debe considerar a los pobres un “fardo, sino un recurso”. El mercado no debe
convertirse en “lugar del atropello del fuerte sobre el débil”. Y añade: la lógica mercantil
debe “conducir a la consecución del bien común del que debe hacerse cargo también, y
sobretodo, la comunidad política”. El Papa precisa que el mercado no es negativo por
naturaleza. Por tanto, a ser llamado en causa es el hombre, “su conciencia moral y su
responsabilidad”. La actual crisis, concluye el Papa, muestra que los “tradicionales
principios de la ética social” – transparencia, honestidad y responsabilidad – “no deben
ser descuidados”. Al mismo tiempo, recuerda que la economía no elimina el papel de los
Estados y tiene necesidad de “leyes justas”. Retomando la Centesimus Annus, indica la
“necesidad de un sistema con tres sujetos”: mercado, Estado y sociedad civil, y alienta a
una “civilización de la economía”. Sirven “formas económicas solidarias”. Mercado y
política necesitan “de personas abiertas al don recíproco”. (35-39)

La crisis actual, anota, pide también “profundos cambios” para la empresa. Su gestión “no
puede tener en cuenta sólo los intereses de los propietarios”, sino “debe también hacerse
cargo” de la comunidad local. El Papa hace referencia a los gerentes que con frecuencia
“responden solo a las indicaciones de los accionistas”, e invita a evitar un empleo
“especulativo” de los recursos financieros. (40-41)

El capítulo se concluye con una nueva valoración del fenómeno de la globalización, de no
entender solo como “proceso socio-económico”. “No debemos ser víctimas, sino
protagonistas – exhorta – procediendo con raciocinio, guiados por la caridad y la verdad”.
A la globalización le sirve “una orientación cultural personalista y comunitaria, abierta a la
trascendencia” capaz de corregir sus disfunciones”. Hay, añade, “la posibilidad de una
gran redistribución de las riquezas”, pero la difusión del bienestar no se frena “con
proyectos egoístas, proteccionistas”. (42)



En el cuarto capítulo, la Encíclica desarrolla el tema del Desarrollo de los pueblos,
derechos y deberes, ambiente. Se nota, observa, “la reivindicación del derecho a lo
superfluo” en las sociedades opulentas, mientras falta alimento y agua en ciertas regiones
subdesarrolladas. “Los derechos individuales desvinculados de un cuadro de deberes”,
afirma, “enloquecen”. Derechos y deberes, precisa, remiten a un cuadro ético. Si, en
cambio, “encuentran el propio fundamento solo en las deliberaciones de una asamblea de
ciudadanos” pueden ser “cambiados a cada momento”. Gobierno y organismos
internacionales no pueden olvidar “la objetividad y la indisponibilidad” de los derechos.
(43) A este respecto, se detiene en las “problemáticas conexas con el crecimiento
demográfico”. Es “incorrecto”, afirma, “considerar el aumento de la población como una
causa primaria del subdesarrollo”. Reafirma que la sexualidad no se puede “reducir a un
mero hecho hedonístico y lúdico”. Ni se puede regular la sexualidad con políticas
materialistas “de forzada planificación de los nacimientos”. Subraya que “la apertura
moralmente responsable a la vida es una riqueza social y económica”. Los Estados,
escribe, “están llamados a realizar políticas que promuevan la centralidad de la familia”.
(44)

“La economía – afirma una vez más – tiene necesidad de la ética para su correcto
funcionamiento; no de cualquier ética sino de una ética amiga de la persona”. La misma
centralidad de la persona, afirma, debe ser el principio guía “en las intervenciones para el
desarrollo” de la cooperación internacional, que deben siempre involucrar a los
beneficiarios. “Los organismos internacionales – exhorta el Papa – deberían interrogarse
sobre la real eficacia de sus aparatos burocráticos”, “con frecuencia muy costoso”.
Resulta que a veces, constata, “los pobres sirven para mantener con vida dispendiosas
organizaciones burocráticas”. De aquí la invitación a una “plena transparencia” sobre los
fondos recibidos. (45-47).

Los últimos párrafos del capítulo están dedicados al ambiente. Para el creyente, la
naturaleza es un don de Dios para usar responsablemente. En tal contexto, se detiene
sobre las problemáticas energéticas. “El acaparamiento de los recursos” por parte de
Estados y grupos de poder, denuncia el Pontífice, constituyen “un grave impedimento para
el desarrollo de los Países pobres”. La comunidad internacional debe, por tanto,
“encontrar caminos institucionales para disciplinar el aprovechamiento de los recursos no
renovables”. “Las sociedades tecnológicamente avanzadas – añade – pueden y deben
disminuir la propia necesidad energética”, mientras debe “avanzar la investigación sobre
energías alternativas”.

En el fondo, exhorta el Papa, “es necesario un cambio efectivo de mentalidad que induzca
a adoptar nuevos estilos de vida”. Un estilo que hoy, en muchas partes del mundo “está
inclinado al hedonismo y al consumismo”. El problema decisivo, prosigue, “es la
complexiva capacidad moral de la sociedad”. Y advierte: “si no se respeta el derecho a la
vida y a la muerte natural”, la conciencia humana termina por perder los conceptos de
ecología humana” y de ecología ambiental. (48-52)



La colaboración de la familia humana es el corazón del quinto capítulo, en el que
Benedicto XVI evidencia que “el desarrollo de los pueblos depende sobretodo del
reconocimiento de ser una sola familia”. De allí que, se lee, la religión cristiana puede
contribuir al desarrollo “solo si Dios encuentra un puesto también en la esfera pública”.
Con “la negación del derecho a profesar públicamente la propia religión”, la política
“asume un rostro opresivo y agresivo”. Y advierte: “en el laicismo y en el fundamentalismo
se pierde la posibilidad de un diálogo fecundo” entre la razón y la fe. Ruptura que
“comporta un costo muy grande para el desarrollo de la humanidad”. (53-56)

El Papa hace referencia al principio de subsidiaridad, que ofrece una ayuda a la persona
“a través de la autonomía de los cuerpos intermedios”. La subsidiariedad, explica, “es el
antídoto más eficaz contra toda forma de asistencialismo paternalista” y es más adecuada
para humanizar la globalización. Las ayudas internacionales, constata, “pueden a veces
mantener un pueblo en estado de dependencia”, por esto van erogados involucrando a los
sujetos de la sociedad civil y no solo los gobiernos. “Con frecuencia”, en efecto, “las
ayudas son versadas para crear solo mercados marginales para los productos” de los
Países en vías de desarrollo. (57-58) Exhorta, por tanto, a los Estados ricos a “destinar
mayores cuotas” del Producto Interno Bruto para el desarrollo, respetando los
compromisos adquiridos. Y augura un mayor acceso a la educación y, aún más, a la
“formación completa de la persona” afirmando que, cediendo al relativismo, se convierte
en más pobre. Un ejemplo, escribe, nos es ofrecido por el fenómeno perverso del turismo
sexual. “Es doloroso constatar – observa – que se desarrolla con frecuencia con el aval de
los gobiernos locales, con el silencio de aquellos de donde proviene los turistas y con la
complicidad de tantos operadores del sector”. (59-61)

Afronta, pues, el fenómeno “periódico” de las migraciones. “Ningún País, por sí solo, - es
su llamado – puede creerse en grado de hacer frente a los problemas migratorios”. Todo
migrante, añade, “es una persona humana” que “posee derechos que deben ser
respetados por todos y en toda situación”. El Papa pide que los trabajadores extranjeros
no sean considerados como una mercancía y evidencia el “nexo directo entre pobreza y
desempleo”. Invoca un trabajo decente para todos e invita a los sindicatos, distintos de la
política, a dirigir su mirada hacia los trabajadores de los Países donde los derechos
sociales son violados. (62-64)

La finanza, repite, “después de su mal uso que ha dañado la economía real, regrese a ser
un instrumento orientado” al desarrollo. Y añade: “Los operadores de las finanzas deben
redescubrir el fundamento propiamente ético de su actividad”. El Papa pide, además, “una
reglamentación del sector” para dar garantías a los sujetos más débiles. (65-66)

El último párrafo del capítulo lo dedica el Pontífice “a la urgencia de la reforma” de la ONU
y “de la arquitectura económica y financiera internacional”. Urge “la presencia de una
verdadera Autoridad política mundial” que se atenga “de manera coherente a los
principios de subsidiariedad y de solidaridad”. Una Autoridad, afirma, que goce de “poder
efectivo”. Y concluye con el llamado a instituir “un grado superior de ordenamiento
internacional” para gobernar la globalización. (67)



El sexto y último capítulo está centrado en el tema del Desarrollo de los pueblos y la
técnica. El Papa pone en guardia de la “pretensión prometéica” según la cual “la
humanidad cree poderse recrear valiéndose de los ‘prodigios’ de la tecnología”. La
técnica, es su llamado, no puede tener una “libertad absoluta”. Evidencia como “el
proceso de globalización podría sustituir las ideologías con la técnica”. (68-72) Unidos con
el desarrollo tecnológico están los medios de comunicación social llamados a promover
“la dignidad de la persona y de los pueblos”. (73)

El campo primario “de la lucha cultural entre el absolutismo de la tecnicidad y la
responsabilidad moral del hombre es hoy el de la bioética”, explica e, Papa que añade:
“La razón sin la fe está destinada a perderse en la ilusión de la propia omnipotencia”. La
cuestión social se convierte en “cuestión antropológica”. La investigación con embriones,
la clonación, es la amargura del Pontífice, “son promovidas por la cultura actual” que “cree
haber desvelado todo misterio”. El Papa teme “una sistemática planificación eugenésica
de los nacimientos”. (74-75) Se evidencia, por tanto, que “el desarrollo debe comprender
un crecimiento espiritual más allá que el material”. En fin, la exhortación del Papa a tener
un “corazón nuevo” para “superar la visión materialista de los acontecimientos humanos”.
(76-77)



En la Conclusión de la Encíclica, el Papa subraya que el desarrollo “tiene necesidad de
cristianos con los brazos elevados hacia Dios en gesto de oración”, de “amor y de perdón,
de renuncia a sí mismos, de acogida al prójimo, de justicia y de paz”. (78-79)

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