Está en la página 1de 1

207

con un apetito deliberado, es decir, con un aspirar sensible (amor, gozo, temor,
etc.) precedido por la deliberación y por el juicio imperativo de la prudencia y,
por tanto, moralmente excelente62.

d) Los fines virtuosos como principios naturales de la razón práctica

Debemos esbozar ahora una importante cuestión. Sabemos que la


elección virtuosa está regulada por la prudencia, y que la verdad del juicio
imperativo de esta consiste en su conformidad con los fines virtuosos. Se
propone ahora la pregunta: ¿Cómo se especifican los fines virtuosos? ¿Cuál es
la regla de la dimensión intencional de las virtudes morales? La respuesta es
que el conocimiento de los fines virtuosos pertenece a la razón natural y
precede a la prudencia, como la intelección de los principios especulativos
precede a la ciencia63. En efecto, la razón práctica humana posee unos
principios naturales, que constituyen el punto de partida cognoscitivo tanto del
razonamiento práctico cuanto del proceso de formación de las virtudes. En
este sentido Santo Tomás «afirma que la prudencia y las virtudes éticas
dependen de la razón en cuanto natural, es decir, en cuanto naturalmente capaz
de concebir y prescribir los fines virtuosos generales de la vida buena y ciertos
tipos de acciones, absolutamente requeridas o absolutamente excluidas por
tales fines»64. El conocimiento natural de los fines virtuosos es un elemento
substancial de la “naturaleza práctica” del hombre, y constituye el contenido
fundamental de la ley moral natural. Son aspectos que analizaremos en la parte
III de este libro.

4. El organismo de las virtudes morales

a) Distinción de las virtudes

La Escritura contiene referencias a una rica gama de actitudes virtuosas:


en la cumbre se encuentran las tres virtudes teologales, pero también se habla
de virtudes morales, como son la audacia, la pureza, la valentía, la fidelidad, la

62
Cfr. De virtutibus in communi, a. 4 ad 1. Juan de Santo Tomás indica que es misión
de las virtudes morales «reddere appetitum sensitivum promptiorem ad recipiendam rectam
electionem» (Cursus Theologicus, cit., in I-II, d. 15, q. 2, n. 39). Véase también CAYETANO,
Commentario alla «Summa Theologiae», cit., I-II, q. 56, a. 4.
63
Santo Tomás sostiene esta tesis en S.Th., II-II, q. 47, a. 7; De veritate, q. 5, a. 1 y en
Scriptum super Sententiis, lib. III, d. 33, q. 2, a. 3. Cfr. A. RODRÍGUEZ LUÑO, La scelta etica,
cit., pp. 50-55. En este punto Santo Tomás añade importantes desarrollos a la teoría
aristotélica de la virtud: cfr. G. ABBÀ, Quale impostazione per la filosofia morale?, cit., p.
66; M. RHONHEIMER, La perspectiva de la moral, cit., cap. V, § 1.
64
G. ABBÀ, Quale impostazione per la filosofia morale?, cit., p. 66.

También podría gustarte