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Elpapeldelespectadorcontemporaneoarticulo 2 PDF
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net/publication/281115284
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Paloma Rodera
National Distance Education University
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All content following this page was uploaded by Paloma Rodera on 21 August 2015.
Nombre: Paloma
Resumen (español)
Palabras clave
Abstract (english)
In this article the new approach phenomenon it provides for cultural experience
through the eyes of one who was a spectator , attentive and distant ; a character who
represents actors and roles who triggered the events themselves .
This article has been prepared under the prism of interdisciplinary research work that
allows for a more complete view of the subject matter , the audience.
1
Key words
CV
Introducción
“La segunda mitad del siglo XX, a partir de los hallazgos de las poéticas y técnicas de
interacción de los años sesenta, y con toda contundencia en nuestro presente más
inmediato y digito-tecnificado, ha asistido a los desvíos o derivaciones disolutorias de
la figura del espectador según lo hemos venido definiendo en nuestro recorrido por
los siglos clásicos de la modernidad (entre el Manierismo y el final del XIX). Así,
aunque parece oportuno mantener el término, más neutro, de receptor, se nos vuelve
cada vez más difícil llamar “espectadores” a quienes operan con videojuegos (a), a
quienes deciden voluntariamente convertir sus vidas en actuaciones artísticas (b); o,
en otro orden de desviaciones, a quienes se apartan de la experiencia de la ficción
para comportarse como consumidores, sean expertos de la interpretación (c) o turistas
arrobados ante el fetiche artístico-estético (d)”. (Puelles, 307)
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El espectador contemporáneo se sitúa en una posición muy diferente de aquella que
entendemos en su aproximación clásica. Es decir, en las formas tradicionales de
entender el hecho cultural, el espectador y su relación en el acceso a la cultura guarda
una prudente distancia, se trata de un camino unidireccional. No se trata de que este
modelo sea un modelo obsoleto, pero con la Posmodernidad tiene lugar el nacimiento
de un nuevo tipo de cultura.
Los factores que intervienen en este proceso provienen de los diferentes rasgos que
adquiere la historia contemporánea. En primer lugar hablamos de la democratización
del transporte y la aparición de internet y el crecimiento de las redes sociales como los
generadores de movimiento y conexiones, tanto físicas como virtuales. Estos hechos
sumados al desarrollo del consumo en un marco capitalista, también son señales de
este nuevo tipo de vivencia cultural. El ciudadano actual consume de una manera
participativa, es decir, nos encontramos con una figura clave en esta participación, en
el desarrollo activo de las experiencias de consumo que se amplían a ámbitos no
exclusivamente monetarios. Este personaje, proveniente del mundo de las finanzas
recibe el nombre de prosumidor. Se trata de un consumidor activo, que diseña su
experiencia y posteriormente evalúa, generando intercambios con otros usuarios y
ajustando las futuras experiencias en las que participarán.
“Salirse del público para observarlo en sus partes individuales es un viejo hábito
filosófico”. (Puelles, 13)
En este artículo nos proponemos desentrañar las claves del desarrollo de esta cultura
de la participación. En primer lugar fijemos como antecedentes cercanos los
movimientos artísticos que surgen en los años sesenta tales como el fluxus, el
happening o la performance. Estas vertientes empiezan a incluir unos rasgos de
integración del público que son fundamentales para el desarrollo de la experiencia
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cultural. Pero estos antecedentes próximos no son novedosos históricamente:
podemos remontar este tipo de vivencia cultural en la conocida baja cultura o cultura
popular que se desarrollaba ya desde la Edad Media, en la cual experiencias del
folclore como ocurría en el carnaval medieval, dan cuenta de la participación del
público, dejando de existir como tal para convertirse en parte integrante de la fiesta
que se celebra.
Es, por tanto, esta reminiscencia que Bajtin tan bien describe a propósito de la plaza
pública medieval; unida al desarrollo tecnológico y de las comunicaciones, lo que
configura el tipo de nueva cultura que se vivencia hoy, y de la que el espectador
contemporáneo es participante activo.
“Los espectadores no asisten al carnaval, sino que lo viven, ya que el carnaval está
hecho para todo el pueblo”. (Bajtin, 9)
Esta Nueva Cultura abandona sus templos tradicionales para situarse en lo que
denominaremos Espacios Intermedios. Estos recintos se caracterizan por presentar un
contexto idóneo en el que se conjuga lo lúdico a partes iguales en el desarrollo
completo del hecho cultural.
Esta dimensión lúdica se imbrica en una función didáctica que se imprime en toda
experiencia artística, y que corresponde a la educación no formal que es capaz de
transmitir un hecho cultural. Estas funciones son vivenciadas desde proyectos como
La Barraca de Federico García Lorca o las Misiones Pedagógicas durante la
República española.
“Las personas muestran sus posiciones en la escala del prestigio y el poder a través de
una máscara expresiva, una “cara social” que le ha sido prestada y atribuida por la
sociedad, y que le será retirada sino se conduce del modo que resulta digno de ella; las
personas interesadas en mantener la cara deben de cuidar que se conserva un cierto
orden expresivo”. (Goffman)
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La configuración de la identidad a través de la cultura
“El mejor teatro es aquel en el que se realiza una íntima unión entre actor y
espectador, en el que uno y otro llegan a sentir de la misma forma, o en el que uno
consigue transmitir al otro, hasta el fondo lo que piensa y lo que experimenta”.
(Barba)
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Teatro físico
Grotowski genera un sistema de acciones físicas que supone, por un lado, el absoluto
control del cuerpo del actor a través de una serie de ejercicios que componen el
entrenamiento:
Lecoq y su método llega a nosotros, como ocurre en muchas ocasiones con los
maestros teatrales, a través de las notas recopiladas de sus clases por sus alumnos. “El
carácter no son las pasiones del personaje, ni los estados de ánimo que lo mueven, ni
tampoco las situaciones en las que se encuentra: el carácter son las líneas de fuerza
que lo definen”. (Lecoq, 95)
Lecoq proponía como ejercicio a sus alumnos, mientras andaban por la calle de un
sitio a otro observasen como caminaba alguien que tuviesen delante, y que imitaran su
movimiento, a fin de comprender, de crear personajes realistas. Si uno es artista, lo es
todo el día. Este es el entrenamiento. Es la forma que tiene el arte escénico de
encontrar en la vida su material de trabajo.
Teatro psicológico
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representación teatral en la que en hora y media se pasan de escenas cómicas a otras
dramáticas en cuestión de segundos, no es un método funcional.
Chéjov
Chéjov, alumno de sus clases utilizó la supuesta muerte de su padre para realizar uno
de los ejercicios. Una vez acabado, el maestro aplaudió el resultado y lo puso de
paradigma de la efectividad de su sistema de actuación; entonces Chéjov confesó que
su padre no estaba muerto. Había descubierto una nueva forma de actuación, que se
basa en todo aquello que surge de la imaginación del actor.
Ésta es la “magia” del teatro, lo que permite al actor vivir encima de un escenario y
encarnar personajes dispares. Ser generadores de emociones y sentimientos de
rechazo o empatía en los espectadores.
Aquí se establece una principal diferencia entre la profesión y la vida; donde hay
técnica estudiada y donde hay intuición. No puede desecharse la intuición,
simplemente es necesario establecer una distinción en las maneras de proceder. La
intuición debe ser tenida en cuenta, muy en cuenta en la generación de cultura.
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Gracias a estos autores hemos podido adentrarnos en las construcciones de
identidades, en los entresijos de la creación escénica desde el papel del autor. Este
marco nos permite comprender mejor la labor profesional de este campo.
Es imprescindible conocer bien esta relación que se establece entre la persona que
mira y quien es mirado. Son los elementos básicos de una de las funciones más
importantes, la función comunicativa que tiene el arte. A diferencia de otras
manifestaciones artísticas, esta comunicación se establece no con una pantalla que
proyecta una grabación, ni un lienzo, ni tan siquiera una instalación contemporánea; si
no que la comunicación se establece con otro cuerpo semejante al mío que me ofrece
sus límites, tanto físicos como psicológicos en diferentes manifestaciones.
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Al igual que ocurre con los actores, traslademos tres aspectos importantes en la
configuración de un personaje. Estos aspectos están constituidos por una serie de
elementos externos, pero que en las experiencia teatral constituyen grandes apoyos
para su desarrollo.
Veamos ahora una perspectiva desde otra disciplina que trabaja con la identidad,
aunque con fines diversos, la psicología.
En este aspecto, tanto Allport como Argyle al respecto del carácter pueden dar luz y
reforzar algunas de las prácticas anteriormente descritas en el arte escénico. En este
caso nos dejamos alumbrar por una disciplina que a priori nos es ajena al marco en el
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que nos circunscribimos, pero en la que confluyen conceptos considerados pilares de
este artículo.
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vida social”. (Allport, 221). Allport realiza a su vez, una clasificación de papeles en
relación a la personalidad: papel esperado, papel tal como lo concibe el sujeto, papel
aceptado y papel realizado.
También entronca con una idea de sociabilidad fundamental que expresa de una
manera muy cotidiana, pero que sin duda define nuestra forma de estar en el mundo:
“La mayoría de la gente pasa gran parte del tiempo ocupada en algún tipo de
interacción social. Viven juntos, trabajan juntos y pasan el tiempo libre con sus
amigos”. (Argyle, 17).
La perspectiva etológica
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Se pone de manifiesto la importancia de esta ciencia puesta en relación con el
comportamiento de los animales y la expresión de las emociones. Es necesaria una
mirada al mundo animal para establecer una comparativa con el proceder humano.
Lorenz nos habla de cómo cada individuo de una especie posee, de forma innata, un
repertorio de signos, que constituyen un código, con el cual son capaces de
comunicarse con otros miembros de la especie. Lorenz repara en que la utilización de
dicho código no cumple una función meramente comunicativa, si no que también es
empleado para la expresión de estados de ánimo, aún cuando otros miembros de la
misma especie no se encuentran presentes.
Podemos ver también otros estudios de colmenas de abejas o respecto a las hormigas
de Frisch y Wilson, respectivamente. Ofrecen interesantes estructuras de organización
social basadas en las diferencias anatómicas. Estas conductas que observamos en la
naturaleza nos hacen reflexionar acerca de nuestras propias estructuras.
Terminamos este apartado con las palabras de Lecoq, que mira al mundo de lo natural
y el comportamiento animal para la preparación del personaje, como un ejercicio que
da matices al papel que el actor crea: “Al análisis de los movimientos del cuerpo
humano, le sigue el análisis de los movimientos de la naturaleza: los elementos, las
materias y los animales, realizado paralelamente con las identificaciones. Los
movimientos suscitados por la improvisación se vuelven a trabajar de manera técnica,
tratando de poner en evidencia las diferentes partes del cuerpo que se encuentran
implicadas en el movimiento” (Lecoq, 126).
Esta idea de Puelles conecta directamente con aquello que hoy entiende la era del
consumo, en esta manera de ver la reciprocidad que se establece en la relación del
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consumidor y su objeto de consumo es aquello que permite relacionar el concepto de
espectador con el término de prosumidor y su asunción a la colectividad.
“Durante la primera ola, la mayoría de las personas consumían lo que ellas mismas
producían. No eran ni productores ni consumidores en el sentido habitual. Eran, en su
lugar, lo que podría denominarse prosumidores. Fue la revolución industrial lo que, al
introducir una cuña en la sociedad, separó estas dos funciones y nacimiento a lo que
ahora llamamos productores y consumidores (…) si examinamos atentamente la
cuestión, descubrimos los comienzos de un cambio fundamental en la relación mutua
existente entre estos dos sectores o formas de producción. Vemos un progresivo
difuminarse de la línea que separa al productor del consumidor. Vemos la creciente
importancia del prosumidor. Y, más allá de eso, vemos aproximarse un impresionante
cambio que transformará incluso la función del mercado mismo en nuestras vidas y en
el sistema mundial.”(Toffler, 262-263).
Así apunta Toffler en 1981 esta idea de prosumidor que trasladamos al ciudadano de
hoy que es partícipe de las manifestaciones culturales de los Espacios Intermedios.
Nos referimos a personas que crean objetos o experiencias para su propio disfrute.
Se pueden entender las dinámicas cotidianas de los ciudadanos de a pie a través de las
diferentes situaciones que se producen y que son fruto de un conjunto de
características configuradoras de un tiempo, la Posmodernidad, y de una sociedad.
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individuos que forman parte de una sociedad concreta y, por tanto, desarrollan su vida
y sus pensamientos en relación a éstas.
En este punto establecemos una comparación del tiempo en el que nos situamos, la
Posmodernidad; y el trabajo del director teatral, aquellas notas que ofrece a la
interpretación de su equipo de trabajo, así como aquellas que nosotros como
ciudadanos recibimos en nuestro modos de estar en el mundo y de aproximarnos a la
realidad a través de las notas establecidas socialmente.
El ciudadano de hoy está cansado de producir y consumir, por esta razón busca
resquicios, intenta encontrar aquellos espacios en los que experimentar y vivenciar; y
la cultura juega un papel fundamental en este proceso.
En la forma tradicional de entender el arte nos encontramos con dos ejes bien
diferenciados que conforman el hecho artístico y que se desarrollan en dos polos
diversos de la experiencia pero sin uno de lo cuales ésta no es completa. Para entender
una pieza artística hablamos de un acto de comunicación que se establece entre el
artista y el espectador a través de la pieza, que es el vehículo que pone en
comunicación a ambos ejes.
Sin embargo, y como ya venimos diciendo en las líneas precedentes, esta situación no
es unívoca, y no siempre se ha desarrollado así. En la contemporaneidad nos
encontramos con experiencias creativas que atestiguan una situación bien diferente.
En la actualidad no hablamos de ejes ni de vehículos como tales de los actos
comunicativos que establecemos con la experiencia artística. Hoy hablamos de un arte
integrador, participante de ambos ejes que se transforman en uno. El artista se
convierte en un primer motor que impulsa la acción, y el espectador deja de ser
considerado como tal para convertirse en un agente participante. Así la completitud de
la que es líder el ciudadano pasa a un plano fundamental, a ser el eje central sin el que
la pieza no es que no pueda completarse, si no sin el que la pieza no es. Por tanto,
ligamos la existencia de la cultura a la acción de los agentes participantes, que
especialmente caen del lado del público, éste abandona la comodidad de la butaca
para ser llamado a las tablas. (Lorca).
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Se trata de generar una comunicación total, para ello es necesaria la creación de un
diccionario, un lenguaje común que permita a unos y otros establecer las reglas de un
juego en el que los conceptos sobre los que se edifican las experiencias son
entendidos y vividos por todos.
Conclusiones
El público es, por tanto, tal y como hemos descrito en este artículo la razón de la
experiencia cultural en todas sus dimensiones, es la columna vertebral del arte.
Podemos decir que ha sufrido una gran evolución a lo largo de la historia, pasando de
un papel de espectador pasivo a convertirse en el centro, desarrollando un rol
protagonista en la Posmodernidad. Algo que nunca podemos olvidar es la deuda de
esa evolución a la cultura tradicional, al folclore, en cuyas dinámicas ya nos
encontramos con la visión de un espectador que no se encuentra en una butaca, si no
en el centro de las tablas, donde platea y escenario son una sola cosa.
“Hace falta un teatro sin espectadores, en el que los concurrentes aprendan en lugar de
quedar seducidos por las imágenes, en el que se conviertan en participantes activos en
lugar de ser voyeurs pasivos”. (Ranciére, 11)
Es necesario atender a la mirada del público, a ese momento que se produce en los
actos de comunicación, tal y como ocurre en el arte escénico, en el que la sola
presencia del espectador hace que la experiencia sea completa:
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“Las conciencias cerradas son conciencias adormecidas o bloqueadas por la
existencia de barreras sociales, de clases, de castas. Si la sola presencia de un
comediante ante un grupo, si los primeros gestos que realiza provocan el silencio, es
que los espectadores presienten que es el depositario momentáneo de una
comunicación viva”. (Duvignaud, 299)
La comunión entre intérprete y espectador e hace más que patente en ese momento en
el que se hace el silencio, como si de un acto sagrado se tratase, que al fin y al cabo es
lo que significa comunicarse.
Bibliografía
BROOK, P. Más allá del espacio vacío: arte y técnica del teatro. Barcelona:
Península, 2001.
CALLOIS, R. Los juegos y los hombres. México D.F.: Fondo de Cultura Económica.
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GARCÍA LORCA, F. El Público y Comedia Sin Título. Barcelona: Seix Barral,
1978.
LORENZ, K. El anillo del rey Salomón (Hablaba con las bestias, los peces y los
pájaros). Barcelona: RBA, 1993.
Notas
i
Cuando
no me refiero al ser humano de una manera específicamente biológica utilizo
también el concepto el hombre, sin por ello pretender omitir a la mujer, si no
englobándolos a ambos en el mismo.
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