Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Chantal Mouffe es una filósofa y politóloga que cuenta con un reconocimiento importante
en la esfera académica contemporánea. Actualmente enseña teoría política en Inglaterra en
el departamento de ciencias políticas y de relaciones internacionales de la universidad de
Westminster. Y como lo veremos en el siguiente texto, desarrolla tesis relacionadas con la
democracia pluralista con una perspectiva agonista.
El presente texto: “En torno a lo político” fue publicado en el año 2005, en él, la autora
realiza una crítica a la mayoría de las democracias occidentales que conciben la política en
torno a la globalización y a un mundo cosmopolita pacificado, advertirá en el transcurso de
su libro que las ideas de vislumbrar la política como consenso y de una humanidad
reconciliada, niega de facto la naturaleza antagonista y adversarial de la política.
Para rastrear de manera más ordenada la postura que la autora realiza en la introducción
y el capítulo “La política y lo político” de su libro, podríamos anticipar su crítica hacia el
pensamiento teórico liberal que tomando la referencia de la segunda modernidad y la
sociedad de riesgo desarrolladas por Ulrich Beck, promueven ideas centradas en una forma
consensual de democracia, dicha perspectiva refiere que en las sociabilidades humanas sobre
todo en las contemporáneas, se encuentran la empatía, la comunicación transparente y
racional, su discurso acerca del liberalismo democrático conlleva a entender que hay un
consenso universal basado en la razón y que los pluralismos encontrados en toda sociedad
pueden ser armoniosos y no conflictivos, contrario a lo que Chantal desarrolla en el presente
texto, donde se permitirá ir deconstruyendo paso a paso tales principios expuestos. Sin
embargo con el fin de caracterizar un poco mejor estas perspectivas, la autora hace referencia
a dos paradigmas liberales que han tenido mayor repercusión en la esfera social, estos son:
1. Los paradigmas agregativos que conciben a la política como un sistema de
compromisos entre diferentes fuerzas en conflicto, admitiendo una racionalidad de
los individuos que, en consonancia con sus propios intereses pueden ser capaz de
actuar en la esfera política de un modo instrumental.
2. El paradigma deliberativo, quien articulando moral y política, asume que se creará
una racionalidad comunicativa que impera sobre el disenso y el desacuerdo. Autores
tales como Jurgen Habermas con su constructo teórico de la acción comunicativa
hacen parte de este grupo.
Su crítica hacia dichos postulados los hará desde la filosofía y la teoría política
respectivamente, con un enfoque del pluralismo agonista inspirado según ella, “por la
comprensión real de lo político” (2007, p. 11). Chantal argumenta que una democracia
funciona correctamente cuando se presentan los enfrentamientos entre las diversas posiciones
políticas democráticas y legitimas existentes. Dichas confrontaciones1 contribuyen a formar
identificaciones colectivas (o de adherencia a un modo como dicho partido recrea el mundo
social y político) lo suficientemente fuertes como para movilizar las pasiones políticas. Su
trabajo también estará dirigido a resignificar el papel de la constitución de las identidades
políticas y a la irreductibilidad de los antagonismos, es decir a la necesidad de entender que
“la distinción entre nosotros /ellos [debe ser] compatible con el reconocimiento del
pluralismo, que es constitutivo de la democracia moderna” (2007, p. 21).
Para la autora, las visiones que niegan la función antagónica como dimensión ontológica de
la política son anti políticas y refieren una falta de comprensión de aquello que está en
1
Es en la posibilidad de tales confrontaciones que la autora desarrolla su propuesta en el marco del modelo
adversarial de una política democrática.
constante juego en la política democrática y en la dinámica de constitución de las identidades
colectivas que son la diferencia y el disenso.
Para desarrollar esta visión, Mouffe demuestra a través del psicoanálisis freudiano la
imposibilidad de erradicar el antagonismo y de entender que no puede existir un consenso
racional universal, dirá que las decisiones políticas siempre requerirán que se opte entre
alternativas en conflicto, en consonancia con el reconocimiento de la naturaleza de las
identidades colectivas; plurales y diversas y criticando las visiones del pensamiento liberal
hegemónico que al proponer un enfoque racionalista e individualista niega la naturaleza
humanista.
Identidades colectivas
Contrario a la perspectiva pospolítica que asume que las identidades colectivas implican una
discriminación ya que pone en confrontación a nosotros versus ellos, la autora señalará que
dichas identidades son necesarias y fundamentales para la política democrática y que
evidentemente activan la confrontación pero esta última entendida desde un carácter
constitutivo y constructivo del accionar humano. Al respecto vemos como Chantal ilustra
dicha situación: “Toda identidad es relacional, así toda afirmación de una diferencia es una
precondición de la existencia de tal identidad, es decir, la precepción de otro que constituye
su exterioridad” (2007, p. 22).
Al articular las categorías política y poder, Chantal pondrá de manifiesto que toda esfera
social estará permeada por lo político y de allí la importancia que le otorga a la identidad
colectiva, aquella que le dará la herramienta necesaria para que una institución tenga la
suficiente legitimidad como para soportarse en sí misma y para que esto se dé, el discurso
político tendrá que crear adherencia, esto es, que las personas no solo encuentren políticas al
interior de un partido sino un sentido que lo que se está experimentando hace parte de su
forma de ver el mundo, de allí la necesidad de explicar las practicas sedimentadas en la esfera
social.
Finalmente es importante entender que el punto de la autora está abogando por una
tendencia humana a la asociación; es decir, el humano como ser gregario buscará todos los
medios para compartir una situación, un vínculo o un ideal y el lenguaje como constructor
de realidad le permitirá comunicar, compartir y suplir aquella necesidad de identificarse con
otros seres humanos.
Sobre este aspecto, Mouffe dirá que el racionalismo liberal ha ignorado la dimensión afectiva
que es movilizada precisamente por el vínculo anteriormente mencionado, a saber: las
identidades colectivas. La autora explica que en la política democrática no solo se da una
relación instrumental entre sus miembros, es decir, además de unos intereses o valores en
común, “necesitan tener un influjo real en los deseos y fantasías de la gente con el propósito
de lograr movilizar las pasiones hacia fines democráticos” (2007, p. 13,14).
Dice Chantal que la primera distinción a tener en cuenta para los términos en cuestión es
una diferencia entre campos disciplinares, es decir, mientras la ciencia política trata el campo
empírico de la política, la filosofía se encargaría de la esencia de lo político y con esto, el
abordaje desde lo ontológico.
Es claro que para la autora, la relación nosotros/ellos entendida como la percibe Schmitt
es rígida (amigo-enemigo) y asumirá que no necesariamente dicha relación es antagónica,
pero cabe la posibilidad. Esta premisa lleva a entender el carácter excluyente de toda forma
de asociación y por ende, cierta base hegemónica de tal agrupación.
Al concebir el enfoque agonista que la autora desarrolla en su texto, podemos ver que el
conflicto es tratado desde una mirada constructiva, esto es, que permite construir
legitimidades del Otro (como oponente) entiendo que su diferencia lo ha llevado a unas
conclusiones, modos de percibir y vivir la vida y unos intereses e identidades diferentes a las
propias.
El rol integrador del conflicto que Chantal propone, reconoce el carácter diverso y
ambivalente de las sociedades y el hecho que ante la existencia de un posible consenso,
indiscutiblemente se encuentra el disenso como forma comunicativa.
Cabe ahora preguntarse ¿Por qué la autora no cree que al interior de un partido también
pueden encontrarse las diferencias? Es esto un reconocimiento de la diferencia o una idea
evolucionada del estructural funcionalismo de los siglos XIX y XX.
Por otro lado ¿por qué solo son legítimas las identidades colectivas enmarcadas en un
ideal político? En su texto la autora dice que cuando “las fronteras políticas se vuelven
difusas, se manifiesta un desafecto hacia los partidos políticos y tiene lugar un crecimiento
de otros tipos de identidades colectivas, en torno a formas de identificación nacionalistas,
religiosas o étnicas” (2007, p. 37), es esto un peligro?
Referencia bibliográfica
Mouffe, C. (2007), “En torno a lo político”, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.