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Principiaré, pues, por los puntos fundamentales del contenido.

La intención del libro consiste en


esbozar el gran cuadro de la civilización occidental; Vargas Llosa nos presenta diferentes
elementos de nuestra cultura, proporcionándonos una consistente posibilidad interpretativa de la
cosmovisión posmoderna:

«¿Qué quiere decir civilización del espectáculo? La de un mundo donde el primer lugar en la tabla
de valores vigentes lo ocupa el entretenimiento, y donde divertirse, escapar del aburrimiento, es
la pasión universal». (p.33)

Este afán social de entretenimiento, este prurito por erradicar el aburrimiento surge, según el
autor, por dos factores luego de la segunda guerra mundial:

1) « (…) evitar lo que perturba, preocupa y angustia (…)» (p.34).

2) «(…) una sociedad liberal y democrática tenía la obligación moral de poner la cultura al alcance
de todos (…) donde cierto facilismo formal y la superficialidad del contenido de los productos
culturales se justificaba en razón del propósito cívico de llegar al mayor número». (p. 35).

Es así como Mario Vargas Llosa enumera (principalmente en su segundo argumento) los tres
supuestos pilares ideológicos de la cultura occidental, refiriéndose a Europa y América del Norte:
liberalismo, democracia, civismo.

De igual modo, admite cómo luego de la segunda guerra mundial los liberales han ido vaciando de
contenido la educación popular, con el pretexto de llegar a la mayoría. Esta falacia es
lamentablemente cínica, ya que es obligación de los estados el brindar una educación de calidad a
las amplias masas sociales. De este modo se asienta este libro más sobre la sofística, que sobre la
lógica; y se utiliza el descaro como un argumento para legitimar la violencia social de los liberales
en Europa y América del Norte, al degradar la educación de sus propios pueblos.

Ahora bien, esta vaciedad de contenido, este agujero epistemológico descrito por Vargas Llosa, y
creado por el liberalismo, provoca –a su vez- una degradación cultural generalizada. Y,
cínicamente, el autor describe cada consecuencia; aquí solamente se enumeraran, para dejar una
idea: 1) aparición de la literatura light; 2) desaparición de la crítica literaria; 3) predominio de la
publicidad; 4) aparición de fiestas multitudinarias; 5) masificación de los individuos; 6) uso
recreativo de las drogas; 7) predominio del laicismo sobre las religiones; 8) las figuras públicas
usurpan el sitio del intelectual; 9) imposición de los medios audiovisuales; 10) conformismo del
arte, enmascarado en el escándalo y el falso compromiso; 11) banalización de las artes; 12)
banalización de la política; 13) desaparición del erotismo; 14) aparición de una prensa light (pp.
37-59).

Todos estos catorce rasgos son aspectos visibles de la sociedad occidental, propios de las
relaciones evidentes de los individuos entre sí; no obstante, existe una estructura social profunda,
que es la que va creando tales fenómenos de decadencia y agotamiento cultural. Dicha estructura
está determinada por las relaciones económicas y (en consecuencia) políticas; las cuales, a su vez,
se encuentran agotadas. Ambos aspectos se traslucen en el discurso de Vargas Llosa, y se analizan
a continuación.

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