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5 - Contratos Full PDF
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Generalidades.
El estudio de la teoría de las fuentes de las obligaciones en general, esto es, sin entrar al examen
particular de cada una de las figuras específicas que pueden presentarse, lo haremos dividido en
los siguientes temas: el primero lo destinaremos a dar el concepto, a enumerar y clasificar las
distintas fuentes de las obligaciones, y una vez analizado cada contrato en particular, analizaremos
las teoría relacionadas con cada una de ellas: declaración unilateral de voluntad, cuasicontratos y
enriquecimiento sin causa, hechos ilícitos, responsabilidad, cuasidelitos, delitos y la ley, vale decir,
se dará el tratamiento de las mismas fuentes para una mejor comprensión y análisis.
Pero por la significación propia que hoy tiene la expresión “causa” en el Derecho, resulta preferible
hablar de fuente de la obligación, como lo hacen actualmente todos los autores.
Los glosadores medievales fueron quienes establecieron la división clásica de las fuentes de los
créditos, enumerando el contrato, el cuasicontrato, el delito y cuasidelito, clasificación a la cual
posteriormente se agregó la ley.
Los autores actuales consideran que ésta no fue la clasificación romana y que se basaría en una
interpretación demasiado literal de los textos de Justiniano, especialmente del Digesto, que a su
vez recoge opiniones del jurista romano Gayo. Al parecer, los romanos distinguían de un lado los
contratos y los delitos, y algunas otras figuras -las “variae causarum figurae”- que eran
fundamentalmente de creación pretoriana; de ellas arrancarían según veremos, su origen los
cuasicontratos y cuasidelitos de que hablaban los glosadores.
1. El contrato, la más fecunda de todas ellas, y que habitualmente se define como la convención
generadora de obligaciones, esto es, un acuerdo de voluntades entre acreedor y deudor que da
nacimiento a la obligación;
2. El cuasicontrato, una de las figuras más discutidas hoy en día, y que se describe normalmente
como el hecho voluntario, lícito y no convencional que genera obligaciones;
3. El delito civil, esto es, el acto doloso o intencional que causa daño;
4. El cuasidelito civil, que es el acto culpable que causa daño; Como puede apreciarse, la
diferencia entre delito y cuasidelito civiles estriba en que en el primero hay dolo de parte del autor,
o sea, intención de causar daño, y en el segundo, una culpa, negligencia o imprudencia que
produce el mismo efecto: un daño a la víctima, La obligación que generan ambos es la misma, de
Supera tu Grado - Teoría General del Contrato – Contratos en Particular (Primera Parte) 1
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indemnizar los perjuicios causados, y como no tienen otra diferencia que la distinta actitud del
autor, se les refunde actualmente en una sola fuente de obligación: la responsabilidad civil
extracontractual, o actos o hechos ilícitos, como se hace también en este libro, y
5. La ley que suele ser fuente mediata, directa, de las obligaciones, sin que de parte del acreedor o
del obligado se haya efectuado acto alguno que provoque el nacimiento de la obligación; así ocurre
en la obligación alimenticia,
La primera disposición es del siguiente tenor: “Las obligaciones nacen, ya del concurso real de las
voluntades de dos o más personas, como en los contratos o convenciones; ya de un hecho
voluntario de la persona que se obliga, como en la aceptación de una herencia o legado y en todos
los cuasicontratos; ya a consecuencia de un hecho que ha inferido injuria o daño a otra persona,
corno en los delitos y cuasidelitos; ya por disposición de la ley, como entre los padres y los hijos de
familia”.
Por su parte, el Art. 2.284 dispone: “Las obligaciones que se contraen sin convención, nacen o de
la ley, o del hecho voluntario de una de las partes. Las que nacen de la ley se expresan en ella.
“Si el hecho de que nacen es lícito, constituye un cuasicontrato,
“Si el hecho es ilícito, y cometido con intención de dañar, constituye un delito.
“Si el hecho es culpable. Pero cometido sin intención de dañar, constituye un cuasidelito.
La enumeración que efectúa el Código es evidentemente taxativa, y por ello se ha fallado que en
nuestra legislación no existen otras fuentes de las obligaciones que las enunciadas, de manera
que cualquiera figura jurídica que las genere hay que encuadrarla forzosamente en alguna de
dichas categorías.
Ya hemos señalado que en un sentido amplio toda obligación encuentra su razón de ser en el
ordenamiento jurídico, y en tal sentido tienen su parte de verdad las doctrinas que pretenden que
la ley es la fuente única de las obligaciones.
Pero la verdad es también que la obligación nace muy distintamente de la ley en las obligaciones
legales “stricto sensu”, en que no hay hecho alguno del deudor para dar nacimiento a la obligación,
sino la sola voluntad del legislador, que en las demás fuentes de obligaciones. Y así en el contrato,
la obligación nace porque el deudor lo quiere, y si en las extracontractuales falta esta intención,
hay un hecho del deudor que fundamenta la obligación.
Las obligaciones legales propiamente tales son, pues, aquellas en que la ley es la fuente directa e
inmediata de las obligaciones, y no existe Un hecho del deudor en que la obligación tenga su
fundamento.
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Este tipo de obligaciones no son frecuentes en la parte que estudiamos, y en el Derecho Civil se
dan mayormente en el Derecho de Familia. Su ejemplo más cabal es la obligación alimenticia, en
que la ley determina cuándo nace ella, las personas del deudor y acreedor, y la forma de
satisfacerla.
El Art. 1.437 citó como otro caso el de las obligaciones entre padres e hijos de familia, pero entre
ellas la verdad es que la mayor parte no caben en el concepto que de obligación hemos dado y
sobre el cual discurre el Libro IV del Código en comento. Más bien se trata de deberes jurídicos
que de obligaciones en sentido estricto.
También se suelen citar como obligación legal los impuestos y contribuciones que establece el
Estado, pero justamente por el elemento de Derecho Público y de autoridad también escapan de la
noción de obligación que habitualmente se da.
En todo caso, el legislador establece una obligación por motivos muy poderosos de convivencia
social, y por ello estas obligaciones se reglamentan en una forma netamente imperativa, de orden
público, en que se niega a las partes intervención en su nacimiento, extinción, etc. Tienen un cierto
carácter personalísimo e incomerciable, como lo prueban respecto de los alimentos los Arts. 334 y
335, que prohíben la transmisión, cesión, renuncia, compensación, etc., de la obligación
alimenticia.
Los créditos y su aspecto pasivo, las obligaciones, pueden adquirirse originariamente o en forma
derivativa, usando los términos propios de los derechos reales, aunque la situación es un tanto
diferente.
En efecto, podemos decir que el crédito se adquiere originariamente en cuanto nace por primera
vez en favor de su titular, sin tener existencia anterior. Ello ocurre en todos los casos de fuentes de
obligaciones antes enumerados, los modos derivativos suponen que la obligación ya existe,
aunque con otro titular activo o pasivo.
Tratándose del acreedor, este puede variar en el derecho personal por sucesión por causa de
muerte, por tradición o cesión de créditos, y por subrogación personal. Aunque en la práctica se
haya usado con tal objeto, no ocurre lo mismo en la novación por cambio de acreedor, porque ella
supone la extinción de la obligación anterior.
El titular pasivo puede reemplazarse únicamente por causa de muerte, en las legislaciones que no
toleran la cesión de deuda. Lo dicho anteriormente respecto de la novación por cambio de
acreedor, vale en cuanto ella se efectúe por reemplazo del deudor.
El contrato.
El contrato es, sin duda, la más importante de todas las fuentes de obligaciones, tanto, que el
propio epígrafe del Libro IV del Código es “De las obligaciones en general y de los contratos”, y
que toda la teoría de los derechos personales la haya tratado don Andrés Bello a propósito de
ellos.
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De acuerdo al Art. 1.438 “Contrato o convención es un acto por el cual una parte se obliga para
con otra a dar, hacer o no hacer alguna cosa. Cada parte puede ser una o muchas personas”.
Se ha criticado esta definición legal desde dos ángulos; primero, porque incurre en el mismo error
del precepto anterior al enumerar las fuentes de las obligaciones de confundir el contrato con la
convención. Los hace términos sinónimos.
Entre nosotros, siguiendo a los autores franceses, se considera que la convención es el acto
jurídico bilateral, o sea, todo acto jurídico en que existe acuerdo de voluntades destinado a
producir efectos jurídicos. Estos efectos pueden consistir en crear, modificar o extinguir
obligaciones. Cuando la convención tiene por objeto crear obligaciones, pasa a llamarse contrato:
aquélla es el género, el contrato, la especie, Todo contrato es convención, ya que supone el
acuerdo de voluntades para producir efectos jurídicos; pero, a la inversa, no toda convención es
contrato, ya que si el acuerdo de voluntades no tiene por objeto crear una obligación, sino
modificarla o extinguirla, es una convención, pero no un contrato. Y así, por ejemplo, el pago, la
remisión, la tradición son convenciones, pero no contratos, pues no generan obligaciones.
Valga, sin embargo, en defensa M autor de nuestro Código, que la opinión anterior no es
universalmente compartida, y para muchos tratadistas, contrato y convención son también
términos sinónimos.
La segunda crítica es más seria: siguiendo al Código francés que a su vez se inspiró en Pothier, el
precepto, al definir el contrato, más bien da un concepto de obligación, aludiendo a su máxima
clasificación en de dar, hacer o no hacer.
Por ello es que comúnmente se define el contrato como la convención generadora de derechos y
obligaciones, o prescindiendo en la forma ya clásica del aspecto activo de los créditos, como la
convención que da nacimiento a obligaciones.
En lo que se refiere a los elementos o requisitos constitutivos del contrato, hay que distinguir
aquellos que son comunes a todos los contratos en cuanto ellos son actos jurídicos y los
elementos propios de cada uno en particular.
Algunos autores modernos pretenden establecer otros requisitos, que eliminarían de la categoría
de contratos algunos de los que tradicionalmente se califican de tales.
Veremos en los números siguientes en forma sucesiva estas tres materias, advirtiendo, eso sí, que
nos detendremos de manera somera en los requisitos generales del contrato, porque su estudio no
corresponde aquí, sino en la teoría general del acto jurídico.
De acuerdo a la definición antes dada, dos son los requisitos para que se forme un contrato:
Ahora bien, este acuerdo de voluntades está a su vez sometido a los requisitos legales que
enuncia el Art. 1.445 inc. 1. “Para que una persona se obligue a otra por un acto de declaración de
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voluntad, es necesario: 1. que sea legalmente capaz; 2. que consienta en dicho acto o declaración
y su consentimiento no adolezca de vicio; 3. que recaiga sobre un objeto lícito; 4. que tenga una
causa lícita”.
La doctrina más comúnmente aceptada entre nosotros clasifica estos elementos del acto jurídico
en requisitos de existencia y validez, mientras otros autores rechazan como arbitraria semejante
distinción en legislaciones que no establecen la inexistencia como sanción.
De acuerdo a esto, los requisitos de existencia son: a) el consentimiento; b) el objeto; c) la causa, y
d) las solemnidades; y los de validez: a) la ausencia de vicios en el consentimiento; b) la
capacidad; c) el objeto lícito, y d) la causa lícita. Enunciados en general son: a) el consentimiento
exento de vicios; b) la capacidad; e) el objeto, d) la causa, y e) las solemnidades.
Su formación no fue reglamentada por el Código Civil, omisión salvada por el de Comercio
en sus Arts. 97 a 108, preceptos que la doctrina y jurisprudencia reconocen como
aplicables a los contratos civiles.
Consta de dos etapas: la oferta que hace una persona a otra para celebrar un contrato, y la
aceptación de la otra parte.
El legislador reglamenta el derecho del oferente a retirar la oferta y la extinción de ella; ésta
se produce por la retractación del oferente antes de la aceptación, quedando obligado a
indemnizar los daños sufridos por la persona a quien fue dirigida la oferta (Art. 100, C.
Co.), y por la caducidad en caso de muerte o incapacidad legal del proponente (Art. 101, C.
Co.).
Para la validez del contrato, el consentimiento debe estar exento de vicios. Los vicios que
pueden afectarlo son: el error, la fuerza, el dolo y la lesión en los casos expresos en que el
legislador la establece, y que son: compraventa, y por ende, permuta, cláusula penal,
aceptación de una herencia o legado, partición, mutuo y anticresis.
El error vicia el consentimiento en los casos de los Arts. 1.453 a 1.455: si recae sobre la
especie del contrato de que se trata, o sobre la identidad especifica de la cosa, o en la
sustancia o cualidad esencial de ella, o en una accidental, si ésta ha sido determinante
para la celebración del contrato para alguna de las partes, y ello es sabido por la otra, o
finalmente, si recae en la persona, cuando la consideración de ésta ha sido la causa
principal del contrato (contratos intuito personae).
La capacidad puede ser de goce y de ejercicio; de las primeras existen en los contratos en
particular algunos casos de incapacidades de goce especiales, ya que actualmente no las
hay generales.
Las incapacidades de ejercicio pueden ser absolutas, en los casos del demente, impúber y
sordomudo, que no puede darse a entender por escrito, y relativas, tratándose del menor
adulto y del disipador interdicto.
Respecto del objeto del contrato y su causa, nos remitimos a lo dicho al hablar de los
mismos en la obligación.
La intención de obligarse.
El segundo requisito para que haya contrato es que el acuerdo de voluntades, además de
cumplir las exigencias ya señaladas, se produzca con la intención de dar nacimiento a una
obligación, lo que se expresa también de otro modo diciendo que el consentimiento debe
ser serio. O sea, con ánimo de producir efectos jurídicos.
Por tal razón, no hay obligación ni contrato en los que se contraen en broma, o en la oferta
de premio que hace el padre a su hijo si sale bien en algún examen, y en el llamado
transporte benévolo, esto es, cuando el conductor de un vehículo acepta llevar a una
persona gratuitamente, figura esta última muy elaborada en Francia, corno lo veremos al
tratar de la responsabilidad extracontractual, y a la que también se refiere nuestra
jurisprudencia.
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El Art. 1.444 hace una clasificación, inspirada en Pothier, de los elementos que constituyen cada
tipo de contrato, diciendo que “se distinguen en cada contrato las cosas que son de su esencia, las
que son de su naturaleza, y las puramente accidentales”.
Los elementos que constituyen requisitos del contrato son los esenciales, pues sin ellos el contrato
no produce efecto alguno o degenera en otro diferente. El mismo precepto señala un ejemplo: la
cosa y el precio en la compraventa, y así, si no hay precio, habrá donación, si concurren los
elementos esenciales propios de este último contrato.
Las cosas de la naturaleza y accidentales, o sea que no son esenciales en el contrato, pueden
faltar en él sin que por ello se vea afectado éste en su validez y eficacia.
Las cosas de la naturaleza, según la disposición, son las que no siendo esenciales en el contrato
se entienden pertenecerle sin necesidad de una cláusula especial, corno por ejemplo la obligación
que tiene el vendedor de sanear la evicción en la compraventa. Las partes pueden modificar esta
obligación, pero si nada dicen, rigen las normas supletorias dadas por el legislador para
establecerlas.
Si falta un elemento de la naturaleza del contrato, rige ante el silencio de las partes la norma legal
supletoria. Debe tenerse presente, además, que de acuerdo al inc. 2. del Art. 1.563: “las cláusulas
de uso común se presumen aunque no se expresen” La ausencia de cláusulas accidentales
significará que el contrato producirá sus efectos normales, sin variación de ninguna especie.
La clasificación de los contratos no se hace con un fin meramente pedagógico, sino que tiene gran
importancia, pues según la categoría de contrato de que se trate, distintas son las normas que se
le aplican. Algunas de las clasificaciones las recogen las legislaciones, otras corresponden a
distinciones doctrinarias.
Clasificaciones doctrinarias:
Esta clasificación de los contratos atiende a su contenido, o sea, a los derechos y obligaciones que
genera. Si resulta obligada una sola de las partes, el contrato es unilateral; si ambas, es bilateral.
Así lo señala el Art. 1.439: “El contrato es unilateral cuando una de las partes se obliga para con
otra que no contrae obligación alguna; y bilateral, cuando las partes contratantes se obligan
recíprocamente”.
2. Que la clasificación no atiende al número de obligaciones que nacen, sino a las partes que
resultan obligadas. Y así en el mutuo con interés nacen dos obligaciones: tina, la principal, restituir
la cantidad recibida en mutuo, y la otra, accesoria, de pagar los intereses, pero ambas a cargo de
una misma parte: el mutuario, que es el único deudor, y
3. Que tampoco tiene importancia el número de personas que resultan obligadas, sino si quedan
obligadas ambas partes o una de ellas. En efecto, no olvidemos que de acuerdo al Art. 1.438, en el
contrato “cada parte puede ser una o muchas personas”, y así si se da en mutuo una cierta suma a
tres personas conjuntamente, las tres quedan obligadas por el contrato, pero éste sigue siendo
unilateral, pues las tres representan una misma parte: el mutuario.
El contrato unilateral.
Como queda dicho en el contrato unilateral, para una sola de las partes nace obligación;
uno de los contratantes es acreedor y el otro deudor. Así ocurre en la donación (por regla
general), mutuo, depósito, prenda, comodato, etc. Ya dijimos que en el mutuo el único
obligado es el mutuario, que debe restituir la suma recibida y sus intereses, si estos últimos
se han estipulado.
Esta clasificación resulta muy ligada con la noción de los contratos reales, que se
perfeccionan por la entrega de la cosa, y que esta concepción se encuentra en retroceso,
tendiéndose a su transformación en consensuales o solemnes y bilaterales. En tal caso la
división que estudiamos perdería toda su importancia, quedando prácticamente como
único contrato unilateral importante la donación.
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En ellos no hay una sola parte acreedora y una deudora, sino que ambas lo son
recíprocamente, asumiendo los dos papeles al mismo tiempo. Y así, en la compraventa
nacen principalmente dos obligaciones: para el vendedor, la de entregar la cosa vendida, y
para el comprador, la de pagar su precio. Aquél es acreedor de la obligación del pago del
precio y deudor de la de entregar la cosa vendida, y a su vez el comprador es acreedor en
esta última, y deudor de la de pagar el precio.
Llámense así aquellos que en su nacimiento son unilaterales, pues al celebrarse una sola
de las partes contrae obligaciones, pero en el curso del mismo pueden surgir obligaciones
para la otra parte.
Así, por ejemplo el comodato o préstamo de uso es un contrato unilateral, porque sólo da
lugar a la obligación del comodatario de restituir la cosa recibida en comodato. Pero la
tenencia de la cosa Puede ocasionarle al comodatario perjuicios, que deben serle
indemnizados por el comodante y, en consecuencia, durante la vigencia del contrato ha
nacido una obligación para éste.
Pero esta obligación no es de la esencia del contrato, ya que no siempre se presenta y por
ello el contrato es unilateral. La conclusión es que para clasificar un contrato en uni o
bilateral hay que atender exclusivamente a si en el momento de generarse el contrato
resulta obligada una sola de las partes, o ambas.
Importancia de la clasificación.
Para la teoría clásica de la causa, en los contratos bilaterales la obligación de una de las
partes es la causa de que la otra se obligue a su vez. Sea cual fuere la opinión que se
tenga al respecto, en todo caso una cosa es evidente: hay una marcada interdependencia
en las obligaciones de las partes, lo cual no ocurre en los contratos unilaterales, en que
hay deuda para una sola de ellas. La subsistencia y exigibilidad de la obligación de uno de
los contratantes está muy ligada a la suerte que corra la obligación de su contraparte.
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Puede ocurrir que la obligación de una de las partes se extinga por caso fortuito,
como si, para seguir con la compraventa, se debe un vehículo vendido y éste se
destroza por accidente sin culpa del vendedor. La obligación de éste queda
extinguida por la pérdida fortuita de la cosa debida; la teoría de los riesgos tiende a
determinar qué ocurre en el caso propuesto con la obligación de la contraparte, en
el ejemplo, del comprador de pagar el precio. En principio, por la interdependencia
que existe entre las obligaciones de las partes, el acreedor de la obligación que se
ha vuelto imposible, quedará igualmente liberado de la suya.
Hay, pues, toda una gama de situaciones en que el acreedor no cumple su propia
obligación, si a su vez no recibe el pago de la suya. Ninguna de estas instituciones
tiene cabida en los contratos unilaterales.
La doctrina moderna ha elaborado el concepto del contrato plurilateral, en que al igual que
en el bilateral resultan todas las partes obligadas, pero no en la forma en que ocurre en
este último: la una en beneficio de la otra, sino contrayendo todas ellas obligaciones
análogas y con una finalidad común. El ejemplo más típico que podemos dar es el de la
sociedad, en que todos los socios contraen la misma obligación: efectuar sus aportes.
Y en verdad resulta lógico concluir que si la sociedad, por ejemplo, puede subsistir sin el
aporte que no se va a recibir, los socios que han enterado el suyo estén facultados para
excluir al moroso, dejando subsistente la sociedad entre ellos.
2. A las partes que obtienen utilidad del contrato: gratuitos y onerosos. Estos últimos, a su
vez, en conmutativos y aleatorios;
De acuerdo al Art. 1.440: “el contrato es gratuito o de beneficencia cuando sólo tiene por objeto la
utilidad de una de las partes, sufriendo la otra el gravamen; y oneroso, cuando tiene por objeto la
utilidad de ambos contratantes, gravándose cada uno a beneficio del otro”.
Al igual que la anterior, esta clasificación atiende al contenido del contrato, a los derechos y
obligaciones que de él emanan; en este sentido se relaciona con ella.
Pero no pueden confundirse arribas clasificaciones, ya que en esta última se atiende al número de
partes obligadas; en cambio, para distinguir si un contrato es gratuito u oneroso, se mira la utilidad
del negocio. Si la hay para ambas partes, es oneroso, y si sólo procura beneficio a una sola de
ellas, es gratuito, de beneficencia o de mera liberalidad.
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De ahí que el contrato bilateral es siempre oneroso, y es el unilateral el que puede ser gratuito y
oneroso. En efecto, en el primero hay obligaciones recíprocas, ambas partes resultan obligadas, y
el contrato, en consecuencia, yendo en beneficio de todas ellas, es oneroso.
En cambio, el contrato unilateral puede ser gratuito u oneroso; y así, el mutuo puede tener uno y
otro carácter según si se han estipulado intereses. Si no los hay, el mutuo es unilateral y gratuito;
lo primero, porque sólo se obliga el mutuario, y gratuito porque éste es el único que obtiene
utilidad, pues dispone de la cosa dada en mutuo, generalmente dinero, sin dar nada en cambio. El
mutuo con interés sigue siendo unilateral, pues al igual que en el caso anterior, el único obligado
es el mutuario, sólo que tiene dos obligaciones en la forma antes señalada: restituir la cantidad
prestada y pagar los intereses, y pasa a ser oneroso, porque va en utilidad de ambas partes, del
mutuario que utiliza el dinero prestado, y del mutuante que obtiene un interés por su dinero.
De ahí que hay contratos que son siempre onerosos, y otros que son siempre gratuitos, pero
existen algunos como el citado mutuo y otros que luego veremos que pueden serlo o no, según las
estipulaciones del mismo. Puede resultar difícil por esta razón en ciertos casos resolver si el
contrato es gratuito u oneroso.
El más típico de los contratos gratuitos, la donación, puede ser con carga o gravamen, como si el
donante da un inmueble a una persona por valor de $ 100.000 con la obligación de entregar $
10.000 a un tercero; tal donación sigue siendo un contrato gratuito en cuanto la carga no alcance al
beneficio que se recibe.
Ahora bien, la hipoteca y la prenda pueden ser constituidas por un tercero, en cuyo caso, al igual
que la fianza, que siempre la otorga alguien ajeno a la obligación principal, podrán ser gratuitas y
onerosas: si el tercero constituye la hipoteca, la prenda o fianza con el Único objeto de que el
deudor principal obtenga su crédito, el contrato es gratuito, pues hay una mera liberalidad del
constituyente o fiador, pero si se obliga porque se le ofrece una remuneración, pasan a ser
onerosas, pues benefician al deudor principal, que obtiene su crédito y al constituyente y fiador,
cuya utilidad es la recompensa ofrecida.
Veremos en los números siguientes sucesivamente los contratos gratuitos y sus divisiones, los
onerosos y sus subclasificaciones, y la importancia que tiene distinguir un contrato como oneroso o
gratuito.
En el contrato gratuito, según lo visto, una sola de las partes obtiene ventajas: pero debe
tenerse cuidado, porque la utilidad, según veíamos al hablar del carácter patrimonial de la
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obligación, puede no ser avaluable en dinero, y siempre la parte se habrá gravado en
beneficio de la otra. La ventaja de la contraparte puede ser meramente moral, no tener
valor material o pecuniario, pero siempre el contrato será oneroso y no gratuito. Y así, por
ejemplo, el contrato entre una empresa teatral y el espectador que adquiere su entrada
para el espectáculo es oneroso, pues hay una utilidad pecuniaria para el empresario: lo
que recibe por la entrada, y una moral para el espectador que obtiene una satisfacción
espiritual.
Pero entre ellos debe hacerse una distinción entre la donación por un lado, que es siempre
esencialmente gratuita, aun cuando lleve carga o gravamen, y los demás contratos
gratuitos que se suelen llamar más bien desinteresados.
La donación se asemeja más a los actos gratuitos por causa de muerte: herencias y
legados, con los cuales, sin embargo, como es natural, tiene diferencias, la principal de las
cuales, amén de que la donación es un acto entre vivos y las asignaciones sucesorias
suponen el fallecimiento del causante, consiste en que estas últimas pueden tener su
fuente en la ley o en un acto jurídico unilateral del asignante: el testamento, mientras que
siendo siempre contrato, la donación supone acuerdo de voluntades. Pero salvadas estas
diferencias, la donación es más vecina de la sucesión por causa de muerte que de las
convenciones y por ello el Código la trató en el Libro III que reglamenta las herencias y
legados, y allí se estudia.
El contrato oneroso puede ser conmutativo o aleatorio; así lo dice el Art. 1.441, y señala
que existe el primero “cuando una de las partes se obliga a dar o hacer una cosa que se
mira como equivalente a lo que la otra parte debe dar o hacer a su vez”. Y, según el mismo
precepto, el contrato oneroso “se llama aleatorio, si el equivalente consiste en una
contingencia incierta de ganancia o pérdida”.
La separación entre una y otra subclase de contrato oneroso es entonces que, obteniendo
siempre ambas partes utilidad del negocio, en el conmutativo hay equivalencia en las
prestaciones recíprocas de ellas, la que no existe en el aleatorio.
En el contrato aleatorio no concurre esta supuesta igualdad en las prestaciones, sino que
por el contrario existe una contingencia, un azar, del cual dependerá en definitiva la utilidad
que las partes obtienen del contrato. Porque la definición del Código parece dar a entender
que el contrato es aleatorio para una sola de las partes al decir “y si el equivalente es una
contingencia incierta de ganancia o pérdida”, pero la verdad es que la probabilidad existe
para ambas partes; el contrato es aleatorio para todas ellas: si una gana, la otra pierde y
viceversa. Así se verá al señalar algunos casos de contratos aleatorios.
Hay contratos que siempre presentan este último carácter, y existen otros que pueden ser
conmutativos o aleatorios, según la forma en que se presenten. Pertenecen a la primera
categoría por ejemplo, el seguro, la renta vitalicia, la cesión de derechos litigiosos, y los
más típicos de todos: la apuesta y el juego.
Lo mismo ocurre en la renta vitalicia, en que una persona se obliga a pagar a otra, a título
oneroso, una renta o pensión periódica, durante la %ida natural de cualquiera de estas dos
personas o de un tercero (Art. 2.264), como, si por ejemplo, una de ellas entrega a la otra $
200.000 para que le pague durante la vida del constituyente una renta mensual de $ 200.
Si éste fallece al coito tiempo, ha habido un buen negocio para el que se obligó a pagar la
renta, y malo para el constituyente, pero si éste vive por largo tiempo, es a la inversa. Lo
mismo ocurre en la cesión de derechos litigiosos en que el objeto directo de la cesión es el
evento incierto del pleito, del que no se hace responsable el cedente (Art. 1.911); si el
cesionario gana el pleito hará buen negocio, y pésimo si lo pierde.
Un caso típico de contrato que puede presentarse como conmutativo o aleatorio, según la
estipulación de las partes, es la venta a futuro a que se refiere el Art. 1813. De acuerdo a
este precepto, por regla general esta forma de compraventa es conmutativa, pues las
prestaciones se consideran equivalentes, y condicional, sujeta a la condición de que exista
la cosa futura. A menos, agrega la disposición, que aparezca que se compró a la suerte,
porque entonces el contrato es puro y simple y aleatorio. Un ejemplo clásico que viene
desde Pothier, explica el porqué: la persona que compra a un pescador todo lo que salga
en la red, celebra un contrato aleatorio, porque deberá pagar el precio sea lo que fuera lo
pescado; pero si le compra tal pez específico, como, adecuando el ejemplo a nuestro país,
el congrio colorado que obtenga en la pesca, celebra un contrato conmutativo, y sujeto a la
condición de que se pesque un congrio colorado.
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Se puede apreciar entonces lo que decíamos al comienzo: el contrato aleatorio lo es
siempre para ambas partes.
Y lo segundo es que el legislador mira con malos ojos algunos contratos aleatorios,
especialmente los más típicos de ellos: el juego y la apuesta, y también la citada cesión de
derechos litigiosos
La distinción entre contratos onerosos y gratuitos adquiere gran importancia desde varios
aspectos, de los cuales destacaremos los más importantes:
2. El error en la persona.
Hemos dicho que según el Art. 1.455 esta clase de error no vicia el consentimiento
a menos que la consideración de esta persona haya sido la causa determinante
para la celebración del contrato, Esto no ocurre normalmente en los contratos
onerosos que no se celebran en consideración a la contraparte, pero sí en los
gratuitos, en los que, generalmente el error en la persona acarrea la nulidad del
contrato;
Esta obligación no existe en los contratos gratuitos y así lo dice el Art. 1.442 para la
donación; la solución es equitativa por cuanto el donatario no ha desembolsado
nacía y nada pierde, en consecuencia, con la evicción. Pero en las donaciones con
gravamen, como el donatario ha experimentado una carga, existe una evicción
limitada.
El Art. 1.443 del Código define: “el contrato es real cuando, para que sea perfecto, es necesaria la
tradición de la cosa a que se refiere; es solemne, cuando está sujeto a la observancia de ciertas
formalidades especiales, de manera que sin ellas no produce ningún efecto civil; y es consensual,
cuando se perfecciona por el solo consentimiento”.
Consensualismo y formalismo.
En su origen, los contratos, como todos los actos jurídicos, fueron estrictamente formales,
siendo muchas de las solemnidades de orden religioso. Posteriormente apareció el
contrato real en que la formalidad es la entrega de la cosa; el crecimiento económico y el
desarrollo intelectual de los pueblos que les permite formular abstracciones, espiritualizó el
Derecho, alentó el consensualismo, reafirmado -después de la regresión que importó en
Europa el triunfo de los bárbaros sobre Roma- por los canonistas y acogido integralmente
por las legislaciones inspiradas en el principio de la autonomía de la voluntad de que
hablaremos en la sección destinada a los efectos del contrato.
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Como este principio se funda en la idea de que la voluntad de las partes es soberana para
crear y regular toda clase de relaciones jurídicas, lo lógico es que baste esa voluntad para
formar el contrato sin necesidad de otros requisitos o formalidades.
Dado que nuestro Código se inspira en esta doctrina, la regla general es que todo contrato
sea consensual, a menos que una disposición especial lo deje sujeto a formalidad a falta
de ella, el contrato es consensual. De ahí que los más frecuentes e importantes contratos
lo sean: compraventa de cosas muebles, arrendamiento, fianza, transacción, sociedad civil,
mandato, etc.
De ahí que se haya vuelto un poco atrás en la materia, siendo la tendencia actual de las
legislaciones el retorno al formalismo, pero naturalmente las solemnidades presentes no se
fundan en fórmulas sacramentales, sino que en general basta la escrituración privada y,
otras veces, se exige también la inscripción en algún Registro.
Contratos solemnes.
Para determinar cuándo un contrato es solemne, hay que atender a la formalidad a que
está afecto, ya que ellas pueden ser de varias clases. En efecto, se distinguen las
siguientes categorías:
1. La solemnidad objetiva.
Es la que se exige en relación al acto en sí mismo, y es igual para todos los
contratos de la misma naturaleza, como ocurre, por ejemplo, en el citado caso de
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la compraventa de bienes raíces en que la formalidad es el otorgamiento de la
escritura pública.
2. La formalidad habilitante.
Es la que se exige para la realización de ciertos actos de los incapaces, como ser,
la autorización judicial para la enajenación de los bienes raíces del hijo de familia
(Art. 255). La sanción por su inobservancia es la nulidad relativa.
Según el Art. 1.443. el contrato real es el que se perfecciona por la tradición de la cosa a
que se refiere.
Por ello es más propio definir el contrato real como el que se perfecciona por la entrega de
la cosa.
Los contratos reales son todos unilaterales, pues sólo nace la obligación del que recibe la
cosa de restituirla, pero pueden derivar en sinalagmáticos imperfectos.
La noción de contrato real se encuentra en franca decadencia, y es muy posible que llegue
a desaparecer.
La aparición del contrato real puede considerarse un adelanto jurídico, ya que eliminó las
exigencias primitivas de fórmulas o palabras sacramentales, bastando la simple entrega de
las cosas; fue, en consecuencia, un paso hacia la simplificación y el consensualismo. Pero
su mantención posterior resulta sorprendente, pues no tienen justificación jurídica.
Pretendiendo darle alguna, Pothier sostenía que para que haya obligación de restituir se
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requiere previamente la entrega de la cosa que será necesario devolver, pero tal
argumento se desvanece si se considera que existen numerosos contratos en que existe
obligación de restituir, y desde luego uno tan importante y frecuente como el
arrendamiento, sin que por ello sean reales.
Para paliar este tropiezo puede recurrirse a la figura jurídica de una promesa de comodato;
entonces el futuro comodante, por la promesa habrá adquirido la obligación de otorgar el
contrato prometido, y como la forma de hacerlo en el comodato es la entrega de la especie
prometida en préstamo, en definitiva, por la promesa el prometiente comodante adquiere la
obligación de entregar, igual que en el arriendo. Entregada la especie, queda cumplido el
contrato de promesa y otorgado el de comodato.
Esta clasificación está enunciada por el Código en su Art. 1.442 en los siguientes términos: “El
contrato es principal cuando subsiste por sí mismo sin necesidad de otra convención, y accesorio,
cuando tiene por objeto asegurar el cumplimiento de una obligación principal, de manera que no
pueda subsistir sin ella”.
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O sea, que esta clasificación atiende a la manera como existen los contratos: los principales no
necesitan de otros para subsistir, y los accesorios, como tienen por objeto asegurar el
cumplimiento de una obligación principal, no existen si no hay otra obligación a la cual acceder.
En consecuencia, los contratos accesorios son los de garantía, que tienen por objeto ciar una
seguridad al crédito al cual acceden, o de caución, como también se les llama. El Art. 46 del
Código declara que caución significa generalmente cualquiera obligación que se contrae para la
seguridad de otra obligación propia o ajena. Son especies de caución la fianza, la hipoteca y la
prenda”.
Si bien requiere siempre de una obligación de la cual es accesoria la que se contrae por el contrato
accesorio, no es fuerza que exista otro contrato, porque la obligación principal que se garantiza
puede tener su origen no sólo en aquél, sino en cualquier otra fuente de las obligaciones, y así se
puede caucionar el cumplimiento de una obligación extracontractual, emanada de la sola ley, de un
cuasicontrato, de un hecho ilícito, por medio de un contrato accesorio.
Ella radica, de acuerdo al antiguo aforismo, en que el contrato accesorio sigue la suerte del
principal, y así extinguida la obligación principal, por cualquiera de los modos que
estudiaremos en la parte final de este volumen, igualmente se extingue la accesoria que la
garantiza. También, traspasado por acto entre vivos o por causa de muerte el crédito a que
acceden, se traspasan con él sus cauciones, a la misma regla se someten todos los demás
accesorios del crédito: privilegios, intereses, etc.
Un ejemplo típico es la novación que no puede nacer a la vida jurídica si no existe una
obligación primitiva a la cual extingue para dar nacimiento a una nueva, otro ejemplo son
las capitulaciones matrimoniales que el Art. 1.715 define como las convenciones de
carácter patrimonial que celebran los esposos antes de contraer matrimonio o en el acto de
su celebración. Son dependientes, pues no pueden existir sin la celebración del
matrimonio.
En términos bastante generales, contrato preparatorio o preliminar es el que tiene por objeto la
celebración en el futuro de otro contrato: el definitivo.
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incluidos en tal categoría. El caso sin duda más típico es el de la promesa de celebrar un contrato
que se denomina precisamente contrato de promesa, y a que se refiere el Art. 1 554 del Código.
En el contrato de mutuo acuerdo o de libre discusión, que los franceses llaman gré a gré, las
partes, de común acuerdo, establecen libremente las estipulaciones del convenio: hay ofertas y
contraofertas, conversaciones y finalmente el contrato es una forma de transacción de los
intereses de las partes.
En cambio, el contrato de adhesión se caracteriza porque la oferta la hace una de las partes
conteniendo todas las estipulaciones del mismo, sobre las cuales no acepta discusión ni regateo
alguno; la contraparte o acepta el contrato tal corno se le ofrece o se abstiene de contratar; no
existe otra alternativa para ella: lo toma o lo deja, según el decir popular. La tónica de estos
contratos es el desequilibrio económico entre la parte que impone el contenido del acuerdo,
generalmente una empresa monopolística, y el otro contratante.
Ejemplos típicos son el de seguro, el de transporte con una empresa, los servicios de utilidad
pública, etc. El asegurado no tiene elección posible: o contrata en los términos de la póliza o no
torna el seguro; igual ocurre con quien desea viajar en avión, tren o barco: debe someterse a las
condiciones de la empresa, etc.
Esta falta de igualdad ha permitido que se niegue a estos contratos la calidad de tales, pues no
habría acuerdo de voluntades, sino la imposición de una de ellas, y yendo más lejos se ha
pretendido, por lo que se verá en los números siguientes, asimilarlos al Derecho Público. Pero la
verdad es que el interesado siempre tiene la relativa libertad de contratar o no y además en
cualquier contrato puede presentarse la misma situación en que una de las partes, por la
necesidad en que se encuentra la otra, fuerce a su favor las estipulaciones del mismo.
No hay, pues, tal falta de consentimiento, pero sí el evidente peligro de que la parte débil del
contrato se vea obligada a suscribirlo en términos leoninos. Por ello, el Estado interviene en estos
contratos, lo que nos llevará a hablar en los números siguientes de los llamados contratos dirigidos
y forzosos.
El Código italiano, en su Art. 1.341, establece algunas restricciones para los contratos en que las
condiciones generales son establecidas por uno de los contratantes: sólo son eficaces si la
contraparte las ha conocido o debido conocer, y hay algunas, como las limitaciones de
responsabilidad, que deben ser específicamente aprobadas por escrito. Las mismas soluciones da
en general la doctrina para estos problemas.
Finalmente, y antes de pasar a tratar los contratos dirigidos y forzosos, digamos que los contratos
de adhesión no deben ser confundidos con la adhesión a un contrato celebrado por otras
personas. En efecto, hay ciertas convenciones, llamadas “abiertas”, en que pueden incorporarse
terceros al régimen estipulado; un ejemplo típico es la sociedad anónima en que los que van
entrando a la sociedad otorgan una escritura en que aceptan el contrato social (Art. 22 de la Ley
18.046, de 22 de octubre de 1981).
El contrato dirigido.
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Como decíamos, el Estado interviene en los contratos en que existe desigualdad
económica de las partes, fijando todas o algunas estipulaciones de los mismos: tarifas a
las empresas de servicios, etc.
El contrato forzoso.
Pero cuando las partes están obligadas a tina relación jurídica y ella se encuentra
imperativa e íntegramente reglamentada por el legislador, creemos que es erróneo hablar
de contrato forzoso, pues en verdad aquí sí que no hay contrato, sino obligaciones legales.
Es el caso, entre nosotros, por ejemplo, de las leyes sobre arrendamiento que permiten al
arrendatario continuar la ocupación de la propiedad arrendada no obstante haberse
extinguido el arriendo.
7. Individuales y colectivos;
El contrato individual no es sólo la regla general, sino el único que conoció el Código Civil: es aquel
en que todos los que se obligan han concurrido a Otorgar su consentimiento y el contrato, en
consecuencia, afecta únicamente a quienes han intervenido en su celebración.
El contrato colectivo obliga, en cambio, a personas que no han concurrido con su consentimiento al
perfeccionamiento del convenio. Es un producto de la evolución social y económica del Derecho.
El legislador, a los individuos que se encuentran en una misma situación determinada por la ley,
los considera como un grupo o colectividad con un interés homogéneo, y sin perjuicio de los
contrapuestos que pueden haber entre ellos; dadas ciertas condiciones, como ser mayorías
preestablecidas, o la intervención de ciertos órganos que en un sentido representen a todos los
interesados, quedan todos ellos obligados aun cuando no hayan concurrido al acto con su
voluntad. Semejantes contratos constituyen también un marcado alcance al principio del efecto
relativo del acto jurídico, y por ende del contrato: éste afecta normalmente sólo a las partes que lo
han celebrado. Aquí, a quienes no han intervenido.
Un contrato en que concurren muchas personas, no por ese solo hecho pasa a ser colectivo; si el
consentimiento de todos los interesados es necesarios, el contrato sigue siendo individual.
Igualmente, no basta con que intervenga alguna colectividad, y así, si una persona jurídica contrata
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con otra, no hay contrato colectivo, ya que la característica de éste es que afecta a todas las
personas, naturales o jurídicas, que se encuentren en la situación prevista por la ley aun cuando
no presten su propio y personal consentimiento.
En nuestra legislación podemos citar los siguientes casos bien caracterizados de convenciones
colectivas:
1. El convenio de acreedores.
Ya el Código Civil previó la existencia de un convenio colectivo, puesto que en el Art.
1.622, a propósito de una cesión de bienes, declaró que el convenio de acreedores
celebrado con las mayorías que fije el “Código de Enjuiciamiento”, es obligatorio para todos
los acreedores citados en la forma debida.
3. Propiedad horizontal.
El D.F.L. 224 del año 1953, Ley General de Construcción y Urbanización, cuyo texto
definitivo se contiene en el Decreto Supremo N.° 880 del Ministerio de Obras Públicas y
Transportes del 18 de abril de 1963, publicado en el Diario Oficial de 16 de agosto del
mismo año, refundió en su Capítulo V, la Ley 6.071 de 16 de agosto de 1937, que
estableció entre nosotros la venta de edificios por pisos y departamentos, y en su Art. 15
(hoy 58 del D.F.L. citado) contempló un caso interesante de convención colectiva.
Para resolver los problemas de administración y conservación del edificio, los interesados
pueden otorgar un Reglamento de Copropiedad con normas obligatorias para los que lo
celebren y sus sucesores en el dominio del piso o departamento. A falta de Reglamento, el
mencionado precepto dispone que en las Asambleas de Copropietarios citadas en
conformidad a la ley, pueden tornarse acuerdos por la mayoría de los concurrentes que
representen a lo menos las dos terceras partes del valor del edificio. Tales acuerdos
obligan a todos los copropietarios, aun cuando no hayan concurrido o votado en contra.
El contrato en este último caso, con las diferencias propias de la modalidad introducida, se rige
por las mismas reglas anteriores, y
Esta clasificación tiene gran importancia porque todas las características especiales que
señalamos para los contratos bilaterales se dan en forma distinta en los contratos de tracto
sucesivo, pues la extinción de ellos, por cualquier causal legal, no afecta normalmente a las
obligaciones ya cumplidas, y así:
2. El riesgo.
Si la obligación de una de las partes en el contrato de tracto sucesivo se hace imposible
por caso fortuito, se extingue y se pone fin al contrato, pero tampoco esta finalización
afecta a las obligaciones ya cumplidas.
9. Nominados e innominados.
Los contratos innominados tienen naturalmente un nombre, pero no están reglamentados por el
legislador y son incontables, ya que en virtud del principio de la autonomía de la voluntad, las
partes pueden unirse entre sí con todos aquellos vínculos jurídicos que sean capaces de imaginar,
mientras no vayan contra la ley, el orden público o las buenas costumbres.
Contratos innominados más o menos frecuentes son: el de talaje, edición, representación teatral,
etc.
Finalmente, para completar este panorama general de los contratos, estudiaremos algunas
categorías particulares de ellos y otras sólo las enunciaremos, a saber:
Estos contratos son los que en nuestra legislación, dada la distinción entre título y modo de
adquirir el dominio, constituyen títulos traslaticios de dominio y demás derechos reales,
tales como la compraventa, permuta, aporte en dominio a una sociedad, etc. Ellos, unidos
a la tradición, traspasan el dominio y demás derechos reales.
Se les separa de los restantes no sólo por este importante efecto, sino porque, por la
misma razón, el legislador los somete a mayores exigencias, especialmente si versan
sobre bienes raíces, en que son siempre solemnes y sujetos a formalidades habilitantes.
Esta figura se presenta cuando una misma persona interviene en un negocio jurídico
invistiendo dos o más calidades jurídicas diversas.
Puede darse en dos casos:
1. El contratante actúa por sí mismo y a la vez como representante legal o
contractual de otra persona, y
2. El contratante concurre en el mismo acto como representante legal o
convencional de dos o más personas naturales o jurídicas.
Esta distinción tiene especial importancia, porque se reconoce que en este último caso es
menos marcada la contraposición de intereses.
Es ésta una figura hasta cierto punto novedosa, que se ha preocupado de reglamentar el
Código italiano en los Arts. 1.301 a 1.405, y que es de gran aplicación práctica. En dicho
contrato una de las partes se reserva la facultad de designar más adelante el nombre de la
persona o personas por quienes contrata, a la o las cuales corresponderán los derechos y
obligaciones emanados de él.
Es muy cercana a los casos del mandatario que actúa a su propio nombre, sin señalar el
poder, y a que se refiere el Art. 2.151 del Código. El mandante, por diferentes motivos,
puede desear que su nombre sea ignorado, como si por ejemplo necesita adquirir una
propiedad colindante a la suya y teme que si la compra directamente, el vecino, sabedor de
su necesidad, le cobre un mayor precio; el mandatario entonces adquiere a su propio
nombre, y posteriormente declara su representación y traspasa sus derechos al mandante.
El contrato por persona a nombrar puede ser más amplio, ya que no supone
necesariamente ni un mandato ni una agencia oficiosa; por ejemplo, una persona desea
efectuar un negocio, para lo cual no cuenta con capitales suficientes y necesita interesar a
otros sujetos que se lo aporten; mediante esta figura puede realizarlo, dejando el contrato
abierto para que los capitalistas posteriormente ingresen a él.
El Código se refiere a la interpretación del contrato en el Título XIII del Libro IV, Arts. 1.560 a 1.566,
inclusive, es una materia de enorme importancia práctica, como lo confirma la nutrida
jurisprudencia existente al respecto.
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Porque puede ocurrir que las cláusulas del contrato se redacten en forma ambigua o poco claras, o
no contemplen determinadas situaciones que se presenten, y, en general, que las partes discrepen
en cuanto al sentido que debe dárseles.
En todos estos casos será preciso interpretar el contrato, o sea, fijar el alcance exacto de sus
diferentes estipulaciones, y complementarlo con las disposiciones legales que le corresponden.
Para estudiar esta materia la dividiremos en los siguientes aspectos:
El Código francés, seguido por todos los influenciados por él, y por el Código italiano,
adoptan un sistema totalmente subjetivo, que da preeminencia a la voluntad real de las
partes sobre la declarada por ellas. A la inversa, el Código alemán y los que él ha
inspirado, dan primacía a la voluntad declarada, manifestada por las partes sobre la real, la
querida por ellas.
Nuestro Código recoge la francesa, como lo revela claramente el Art. 1.560: “conocida
claramente la intención de los contratantes, debe estarse a ella, más que a lo literal de las
palabras”. Es la misma solución para la interpretación de los testamentos (Art. 1.069), y
justamente la inversa, según decíamos, a la de la ley (Art. 19).
Para interpretar el contrato debe, en primer lugar, como queda dicho anteriormente,
atenderse a la intención de las partes. Enseguida, será preciso calificar el contrato,
determinar su naturaleza para saber las normas legales que le son aplicables, Y regirán las
restantes normas de interpretación de los Arts. 1.561 a 1.566.
Tiene enorme trascendencia esta operación, porque ella permitirá establecer las
disposiciones que lo rigen, y así aplicar las prohibiciones legales y las normas
supletorias que gobiernan lo que las partes no consideraron en sus estipulaciones.
Así se verá cuando estudiemos en el N.° 94 la procedencia de la casación en el
fondo en relación a la interpretación del contrato.
Al respecto, hay una norma de calificación que conviene tener presente: la que
hayan hecho las partes o el Notario del contrato no obliga al intérprete, y así, es
perfectamente lícito, aunque se haya calificado el contrato de compraventa, por
ejemplo. Que de acuerdo a su contenido, se establezca que no lo es, sino permuta
u otro, Así lo han resuelto nuestros tribunales generalmente.
Hay disposiciones de la ley que se imponen a lo estipulado por las partes, como
ser las que fijan rentas de arrendamiento, precios, etc.
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doctrinas consagradas por la práctica en la determinación del contenido del
contrato.
Según el primero, “el sentido en que una cláusula puede producir algún
efecto, deberá preferirse a aquel en que no sea capaz de producir efecto
alguno”. La Corte Suprema declaró en una ocasión que este precepto no
permite buscar una interpretación válida del contrato, si él es nulo, lo que
mereció tina justificada crítica al profesor Raúl Varela, ya que precisamente
es un caso en que se interpreta la cláusula en el sentido de que produzca
efecto.
4. Cláusulas ambiguas.
De acuerdo al Art. 1.566, se resuelven de acuerdo a las reglas anteriores;
a falta de ellas, da a su vez dos soluciones: a) las que hayan sido
extendidas o dictadas por una de las partes, sea acreedora o deudora, se
interpretarán en su contra, siempre que la ambigüedad provenga de la falta
de una explicación que haya debido darse por ella. Por eso se ha resuelto
que la cláusula ambigua redactada por el abogado del comprador se
interpreta en contra de éste; y b) a falta aun de la regla anterior, la cláusula
ambigua se interpretará a favor del deudor, aplicación en nuestro Código
del principio prodebitori.
Y el punto es muy discutible, primero, porque chocan dos principios igualmente poderosos,
y en seguida porque se hace muy difícil sentar reglas generales que abarquen todas las
situaciones posibles.
Los principios en pugna son el de la fuerza obligatoria del contrato, el cual según el Art.
1.545, es una ley para las partes contratantes, y el consagrado en el Art. 1.560, que
determina que la intención de las partes es lo fundamental en materia de interpretación.
Averiguar esta intención es cuestión de hecho, indiscutiblemente, y escapa, por tanto, al
control de la casación, pero por otra parte, si bien es evidente que la expresión del Art.
1.545 no otorga al contrato materialmente el valor de ley, si la interpretación infringe el
contrato, igualmente resulta vulnerada la ley, esto es, el Art. 1.545.
Hecha esta salvedad que explica las vacilaciones tanto de nuestra jurisprudencia y
doctrina, como de la francesa, creemos posible sintetizar las reglas imperantes al respecto
en las siguientes:
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A. En nuestro concepto y fundamentalmente debe recordarse que el
recurso de casación procede por infracción de ley; en consecuencia, cada
vez que los jueces del fondo violen un texto legal, aun cuando sea a
pretexto de interpretar el contrato, habrá lugar a la casación en el fondo; y
así, si se vulneran las leyes supletorias que gobiernan el contrato de que
se trate, o se les aplican las que no les corresponden, debe acogerse la
revisión solicitada. Incluso en el terreno de la especulación el mismo Art.
1.560 puede ser invocado como fundamento de la casación, y así, si los
jueces de la instancia declaran que la intención de las partes claramente
establecida fue tal, y prescinden de ella en su decisión, se ha infringido
este precepto y es procedente la casación.
El Código trata de los efectos del contrato confundidos con los de la obligación en el Título XII del
Libro IV, Arts. 1.545 y siguientes y bajo el epígrafe precisamente “Del efecto de las obligaciones”,
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materia a la cual se refieren la mayor parte de los preceptos de dicho título, aunque limitados a las
obligaciones contractuales.
Jurídicamente importa no confundir los efectos del contrato con los de la obligación, pues son
cosas diversas.
Los efectos del contrato son justamente el conjunto de derechos y obligaciones que de él emanan;
desde el punto de vista del acreedor, los efectos de la obligación son el conjunto de derechos de
que goza para obtener su cumplimiento, y desde el punto de vista del deudor, la necesidad jurídica
en que se encuentra de cumplirla.
Dos son fundamentalmente los preceptos referentes a los efectos del contrato en el Título XII los
Arts. 1.545 y 1.546.
Este último lo vimos al hablar de la interpretación del contrato, y establece que los contratos
obligan no solo a lo que ellos expresan, sino a las cosas que le pertenecen por su naturaleza, la
ley o la costumbre, y todo ello como derivado del principio de que los contratos deben ejecutarse
de buena fe. Es un principio que señalan la mayor parte de los Códigos, pero sin fijar su
significación ni la sanción a su infracción.
El Art. 1.545, por su parte, dispone: “todo contrato legalmente celebrado es una ley para los
contratantes, y no puede ser invalidado sino por su consentimiento mutuo o por causas legales”. El
precepto recoge su inspiración en el Art. 1.134 del Código francés, que no asimila el contrato a la
ley, pero le da la “fuerza de ley entre aquellos que lo han hecho”.
Ya señalábamos que el contrato no es ley ni en el sentido formal de la definición del Art. 12 del
Código ni aun en su sentido material, ya que el propio precepto señala el efecto relativo del
contrato. Lo que ha querido decir nuestro Código es lo mismo que el francés: el contrato tiene tanta
fuerza obligatoria como la ley, y en consecuencia debe cumplirse tal como ella debe acatarse.
La extinción del contrato a que también se refiere el precepto, se verá en la última sección de este
capítulo.
Antes de pasar al examen de los efectos del contrato, liaremos dos advertencias: la una, que en
nuestro país no produce por sí solo el contrato efectos reales, esto es, no sirve para transferir el
dominio ni otros derechos reales, si no media además un modo de adquirir, y la otra, que los
contratos bilaterales tienen efectos propios muy especiales, que irán apareciendo a lo largo de esta
obra.
Autonomía de la voluntad.
Estas dos expresiones suelen usarse indistintamente, aunque la última da la impresión de restringir
el principio a los contratos, en circunstancias que rige en todo el derecho patrimonial, y así las
partes, de común acuerdo, podrán regular a su arbitrio y al margen de las normas legales la
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responsabilidad proveniente de un hecho ilícito, e incluso pueden disponer de ciertas normas del
proceso.
Naturalmente que donde campea mejor por sus fueros y es más rica en consecuencias jurídicas
esta doctrina es en los contratos y demás convenciones.
Los Códigos Civil y de Comercio, dictados en pleno auge internacional del principio que
comentamos, lo recogen integralmente.
Varias disposiciones constituyen una aplicación directa de él, pero, aún más allá de los preceptos,
todo el sistema de ambas legislaciones se inspira en la libertad de los individuos para regular sus
propias relaciones jurídicas sin la intervención del legislador.
La norma fundamental es el ya citado Art. 1.545 que otorga fuerza de ley a los contratos; en el
mismo sentido van encaminados los Arts. 1.444 y 1.546, también ya referidos, que consagran la
existencia de leyes supletorias que reglamentan los contratos sólo a falta de estipulación de las
partes y la facultad de éstas de modificar los efectos normales del acto jurídico. También el Art. 12,
ya que permite libremente a las partes renunciar los derechos que se les confieren, siempre que
miren a su solo interés y no esté prohibida la renuncia; el mismo Art. 1560 que da primacía a la
voluntad de los contratantes en la interpretación de la convención; el Art. 22 de la Ley de Efectos
Retroactivos de las leyes de 1861, que sujeta los contratos a la ley vigente al tiempo de su
celebración; el Art. 1.567, que permite a las partes extinguir -y por ende modificar- de común
acuerdo toda clase de obligaciones, etc.
Estos últimos son los límites de la autonomía de la voluntad, pero advirtamos que en materia
patrimonial las leyes imperativas y prohibitivas constituían la excepción; por regla general, ellas
eran meramente supletorias de la intención de las partes. Las buenas costumbres y el orden
público son conceptos elásticos que permiten a los tribunales controlar los desbordes de una
libertad exagerada.
La autonomía de la voluntad invade también, aunque sólo parcialmente, la porción patrimonial del
Derecho de Familia, quedando al margen lo no pecuniario que, en general, se gobierna por leyes
imperativas e inderogables por las partes.
Al señalar el concepto de obligación, destacamos la fuerza obligatoria del vínculo, que por ser
jurídico se encuentra amparado por la autoridad que protege al acreedor si exige el cumplimiento.
El adquiere un mayor vigor aún en el contrato, pues el deudor ha consentido en obligarse, pero
tengamos presente que todo cuanto se diga en esta sección vale, con las mutaciones
correspondientes para toda obligación.
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Tal es la importancia que el legislador asigna a la fuerza obligatoria del contrato que declaró, según
hemos dicho, su categoría de ley para las partes, lo cual, aun cuando no esté dicho, vale para toda
convención.
Con esto se significa que el deudor no puede eximirse del cumplimiento literal de la obligación, sino
por mutuo acuerdo con el acreedor, o por causales legales previstas y existentes al tiempo de la
contratación, como por ejemplo una de nulidad.
Es lo que se llama el principio de la seguridad del contrato; si las partes no tuvieren la convicción
de que los contratos se cumplirán en todos los eventos posibles y supieran, en cambio, que lo
convenido está expuesto a toda clase de alternativas legales y judiciales, se abstendrían de
contratar con las consecuencias imaginables, o convertirían la negociación jurídica en un juego
especulativo. Moralmente el principio que comentamos, heredero de la autonomía de la voluntad,
encuentra su justificación en el aforismo “pacta sunt servanda”, la palabra debe cumplirse.
Y así, importa tina modificación del contrato la cesión de crédito, porque aun contra la
voluntad del deudor se le puede cambiar el acreedor en la relación obligacional.
Y en ciertos contratos, la voluntad unilateral de una de las partes les puede poner término,
como lo veremos al tratar la disolución del contrato; así ocurre en los de duración
indeterminada, de trabajo y arrendamiento, por la vía del desahucio, derechos que las
leyes recientes han limitado respecto del patrón o empleador y el arrendador, y en ciertos
contratos intuito personae: mandato, sociedad, etcétera.
Modificaciones legales.
Según el precepto en todo contrato se entienden incorporadas las leyes vigentes al tiempo
de su celebración, con dos excepciones: la primera referente al modo de reclamar en juicio
los derechos que resultaren de ellos, excepción plenamente justificada porque las leyes
procesales rigen in actum (Art. 24 de la misma ley), y las que señalen penas para el caso
de infracción de lo estipulado en los contratos, pues el incumplimiento será castigado con
arreglo a la ley bajo la cual se hubiere cometido.
En consecuencia, ninguna ley posterior puede afectar, con las salvedades señaladas, la
fuerza obligatoria del contrato, y para que lo hiciere se requeriría que la ley nueva
expresamente diera efecto retroactivo a sus disposiciones.
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Aun así, porque la Corte Suprema ha erigido una valla contra algunas de estas leyes
retroactivas a que tan aficionado es el legislador contemporáneo. De acuerdo a la tesis de
nuestro más alto tribunal sobre los créditos, según el Art. 583, hay una especie de
propiedad que queda, en consecuencia, protegida por la garantía del antiguo Art. 10, N.°
10 de la Constitución Política del Estado (hoy Art. 19, N.° 24 de la actual Constitución), de
manera que si la ley con efecto retroactivo llega a privar a alguna de las partes de su
derecho patrimonial, de crédito, infringiría el mencionado precepto constitucional y habría
lugar a declararla inaplicable. Es lo mismo que ha sostenido la Corte frente a los
contratos-leyes.
Sin embargo, la misma Corte ha atenuado este principio cuando considera que está de por
medio el llamado orden público económico; de no ser así, para ser consecuente consigo
misma, habría debido declarar inaplicables todas las leyes restrictivas de rentas de
arrendamiento en cuanto pretendan afectar contratos vigentes a su dictación. En cambio,
ha rechazado las inaplicabilidades en estos casos.
Modificación Judicial.
En contra de la intervención judicial se hacen militar todas las razones que, según hemos
visto, defienden la seguridad contractual como esencial para el buen desenvolvimiento de
los negocios jurídicos.
Hay, sin embargo, una tendencia moderna a permitir la revisión de la economía del
contrato por la vía judicial, lo cual está muy ligado con la teoría de la imprevisión, que
analizaremos en el incumplimiento.
Nada tiene, pues de extraño que nuestros tribunales hayan reconocido que no tienen
facultad para modificar los contratos.
Otro problema que ya hemos señalado anteriormente en relación con este punto es si
procede el recurso de casación en el fondo cuando los jueces de la instancia violan la
llamada ley del contrato.
En nuestro concepto, es evidente que el recurso no procede porque se haya violado una
ley, dado que así califica al contrato el Art. 1.545, sino que al privar a éste de su fuerza
obligatoria fuera de las causales legales, el vulnerado es el propio Art. 1.545 que otorga
dicho vigor y obligatoriedad. Lo que complica el problema es si la modificación del contrato
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se ha producido por la vía de la interpretación, que es, en principio, cuestión de hecho de
la causa.
Hablar de los efectos relativos del contrato, es tanto como decir el contrato y los terceros,
entendiendo por tales a quienes no han intervenido en su celebración.
Es ésta una materia de las complejas si las hay por la dificultad en la formulación de reglas
generales abarcadoras de todas las situaciones posibles, y porque suele confundirse el efecto
relativo del contrato con la oponibilidad de sus efectos a terceros.
El Art. 1.165 del Código francés señaló expresamente que las convenciones no surten efectos sino
entre las partes contratantes. No hay declaración exactamente igual en nuestro Código, pero el Art.
1.545 lo señala de paso al decir que el contrato es una ley “para los contratantes” Por lo demás, es
éste un principio básico y fundamental del derecho y constituye un axioma jurídico indiscutible: “res
inter alio acta, aliis neque nocere neque prodesse potest” (que podríamos vertir: las cosas hechas
por unos, no perjudican ni aprovechan a los demás). Así, por lo demás, se ha fallado
reiteradamente.
Conviene precisar exactamente qué significa que el contrato produzca efectos relativos, y quiere
ello decir que los efectos del contrato, esto es, los derechos y obligaciones emanados de él sólo
pertenecen a las partes; únicamente ellas adquieren la calidad de acreedor y deudor, y en
consecuencia pueden exigir el cumplimiento y están obligadas a él, respectivamente.
Partes y terceros.
Si en cuanto al otorgamiento de los derechos y obligaciones que genera el contrato, sólo afecta,
por regla general, a las partes y no a los terceros, interesa precisar quiénes invisten en él una y
otra categoría.
Sin embargo, la situación no es igual para todos los terceros, y para precisarlos es necesario
distinguir los siguientes casos:
Estos terceros reciben el nombre de relativos, por oposición a los absolutos, a quienes en nada
afecta el contrato ni sus estipulaciones.
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1. Del sucesor o causahabiente a título universal.
Como dejamos establecido, citaremos algunos ejemplos de disposición legal que hacen
cargar al sucesor a título singular con contratos de su causante, para permitir establecer el
criterio que se sigue en la materia:
1.° Arrendamientos.
Si se transfiere una cosa que se encuentra arrendada a un tercero, hay casos en que el
adquirente debe respetar los arriendos celebrados por el anterior propietario; ello ocurre,
dicho en términos muy generales, cuando el arrendamiento constaba por escritura pública
(Art, 1.962). El sucesor a titulo singular se ve afectado por los contratos de su causante,
pues pasa a ser acreedor de la renta de arrendamiento y demás obligaciones del
arrendatario y deudor de la obligación de mantener a éste en el goce pacífico de la cosa
arrendada, y demás deberes del arrendador.
Igualmente, según el Art. -192, el usufructuario está obligado a respetar los arriendos de la
cosa fructuaria, contratados por el propietario antes de la constitución del usufructo.
También, según veremos en el N.° 500, producida la resolución. verbi gracia, de una
compraventa por no pago del precio, queda sin efecto el contrato y la cosa vendida vuelve
a poder del vendedor, quien, sin embargo, está obligado a respetar los actos de
administración efectuados por el comprador, y entre ellos los arriendos por éste
celebrados.
Finalmente, la nueva legislación impone también obligaciones al adquirente de inmuebles
de respetar los arriendos existentes en ellos, cuando menos por ciertos plazos bastante
extensos.
En cambio, si, por ejemplo, se compra un inmueble y el vendedor adeuda a un contratista
alguna suma por reparaciones en él efectuadas, esta deuda no afectará al adquirente,
quien no pasa a ser deudor del contratista.
2.° Seguros.
De acuerdo a los Arts. 530 y 531 del Código de Comercio, por regla general el adquirente a
título universal o singular de la cosa asegurada, se beneficia de los seguros contratados a
favor de ella, y, en consecuencia, pasa a ser deudor de la obligación de pagar la prima y
acreedor de la indemnización, si hubiera lugar a ella.
Nada semejante ocurre, en cambio, con las llamadas universalidades de hecho, dando
lugar a serios problemas en la enajenación de establecimientos comerciales, industriales,
mineros, etc. Para esta enajenación no existe en nuestro Derecho una reglamentación
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específica, y, en consecuencia, cada uno de los elementos comprendidos en ella, siguen
desempeñando su mismo rol jurídico, y su transferencia, sujeta a las reglas que le son
propias; los créditos deberán traspasarse al adquirente por la vía de la cesión de derechos,
y las obligaciones, por los medios imperfectos que establece la legislación.
Interesan, igualmente, a los acreedores del acreedor los créditos que éste adquiera, pues a
ellos pasa a extenderse su derecho de garantía general.
No por ello los acreedores del deudor o del acreedor del contrato celebrado, pasan a tener
dichas calidades respecto de éste; es éste típicamente un problema de oponibilidad del
contrato, los acreedores del deudor pueden impugnar los actos y contratos celebrados por
éste en fraude de sus derechos mediante el ejercicio de la acción pauliana o revocatoria.
Y, a la inversa, en algunas legislaciones -y se discute si en la nuestra- los acreedores del
acreedor pueden ejercer en lugar de éste las acciones y derechos suyos, cuando hay
negligencia de su parte en invocarlos. Es la llamada acción oblicua o subrogatoria.
Va hemos dicho que en nuestra legislación el contrato sobre cansa ajena es válido, y así
pueden venderse, arrendarse, darse en comodato donarse, legarse, etc., los objetos de
otro. Lo que ocurre sí, es que tales actos no afectarán al verdadero dueño, le son
inoponibles
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8. Del tercero en cuyo perjuicio se ha celebrado un contrato.
Hay muchos casos en que el contrato perjudicará a terceros, un ejemplo es respecto de los
acreedores del nuevo deudor. Pero ello no empece a la legitimidad de tales actos mientras
no medie fraude, o sea, intención de perjudicarlos.
La estipulación en favor de otro, o contrato a favor de terceros, está establecida en el Art. 1.449 del
Código. Dice el precepto: “Cualquiera puede estipular a favor de una tercera persona, aunque no
tenga derecho para representarla; pero sólo esta tercera persona podrá demandar lo estipulado; y
mientras no intervenga su aceptación expresa o tácita, es revocable el contrato por la sola voluntad
de las partes que concurrieron a él”.
Con estos elementos podemos definir la institución diciendo que consiste en que un contrato
celebrado entre dos partes que reciben el nombre de estipulante y promitente haga nacer un
derecho a favor de un tercero ajeno a él, llamado beneficiario.
La institución que comentamos constituye una marcada excepción al principio de que el contrato,
por regla general, sólo otorga derechos y obligaciones a las partes contratantes.
Aquí, el contrato se celebra entre estipulante y promitente, pero el derecho, o sea, la calidad de
acreedor, nace a favor del beneficiario, ajeno al contrato. Y si bien, según veremos, éste debe
aceptar la estipulación, su derecho no nace con su aceptación, sino con aquélla
Para establecer los efectos que produce la estipulación a favor de tercero, es preciso distinguir tres
situaciones que veremos en los números siguientes:
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Pero lo excepcional de la institución es que el efecto principal de todo contrato, el
derecho a exigir el cumplimiento, incluso forzado de la obligación, no cede a favor
de tino de los contratantes sino del tercero beneficiario En ello está precisamente la
anormalidad de la estipulación en utilidad de otro: únicamente éste puede solicitar
el cumplimiento, y no tiene facultad para hacerlo el estipulante, a menos como lo
veremos en el número siguiente, que se establezca tina cláusula penal.
No hay inconveniente alguno en que el promitente se sujete a una pena a favor del
estipulante si no cumple oportunamente lo convenido en utilidad del beneficiario; la
propia ley lo reconoce así, como se verá a continuación, y en Francia, la cláusula
penal en la estipulación a favor de tercero tiene especial importancia, pues, según
lo decíamos, el Código de ese país acepta esta institución en algunos casos, uno
de los cuales es que el estipulante tenga algún interés en el contrato. Al mediar
una cláusula penal a sir favor, éste pasa a tenerlo.
Cuando estudiemos la cláusula penal, veremos que, por el carácter accesorio que
ella tiene, la nulidad de la obligación principal acarrea la de la cláusula penal (Art.
1.536), pero la que afecte a ésta no trae consigo la de la obligación principal. El
precepto citado en sus dos siguientes incisos señala dos casos de excepción
aparente al principio señalado: el segundo se refiere a la cláusula penal en la
promesa de hecho ajeno, y el tercero, en la estipulación para otro.
Por la misma razón se ha llegado a sostener que en el caso no hay cláusula penal
propiamente porque ella es accesoria a una obligación principal que en este caso
no existe: el estipulante no tiene derecho contra el promitente, sino en el
incumplimiento. O sea, sería una obligación principal, pero condicional, sujeta a la
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condición suspensiva del incumplimiento. La verdad es que la cláusula penal es
siempre condicional (N' 910, 29), únicamente que aquí lo es con relación a un
derecho creado por su titular a favor de un tercero.
Revocación de la estipulación.
De acuerdo al ya citado Art. 1.449 en estudio: “mientras no intervenga la
aceptación expresa o tácita del tercero beneficiario es revocable el contrato por la
sola voluntad de las partes que concurrieron a él”
Aunque a primera vista este derecho de los contratantes pudiera parecer extraño,
en realidad no es sino una aplicación de los principios generales; al tratar de la
extinción de los contratos, veremos que la misma voluntad que los generó puede
ponerles término, de acuerdo al aforismo de que en derecho las cosas se
deshacen como se hacen. En consecuencia, si estipulante y promitente
establecieron el contrato a favor de tercero, los mismos pueden dejarlo sin efecto,
mientras no haya mediado la aceptación del tercero beneficiario. En todo caso, la
revocación debe ser unánime de los contratantes, y no unilateral por alguno de
ellos.
Estos efectos se producen en virtud de la aceptación del beneficiario, pero debe tenerse
presente lo ya dicho: no es esta aceptación la que hace nacer su derecho, no es ella la que
le otorga la calidad de acreedor. El derecho del beneficiario existe desde la celebración del
contrato y la aceptación no tiene otro objeto que poner término a la facultad de estipulante
y promitente de dejar sin efecto la estipulación en la forma vista en el número anterior, y se
funda, además, en el principio de que nadie puede adquirir derechos contra su voluntad.
De ahí que si el beneficiario fallece antes de dar su aceptación, sus herederos podrán
hacerlo; y así se ha resuelto.
De acuerdo a la regla general, la aceptación puede ser expresa o tácita, como lo destaca el
Art. 1,449, y su inciso 2.° determina cuándo existe esta última: “constituyen aceptación
tácita los actos que sólo hubieran podido ejecutarse en virtud del contrato”.
Se han elaborado numerosas teorías en el afán de explicar esta institución, pero la verdad es que
ninguna resulta totalmente satisfactoria. Las principales son la doctrina de la oferta, de la agencia
oficiosa, de la declaración unilateral de voluntad y de la creación directa a favor del beneficiario,
que examinaremos someramente,
1. Teoría de la oferta.
Fue la predominante en el siglo pasado: se decía que en virtud del contrato los efectos de
éste se radicarían en la forma normal en el patrimonio del estipulante, quien luego
efectuaría Una oferta de su derecho al tercero beneficiario: la aceptación de éste daría
lugar a la formación de una segunda convención.
La verdad es que ambas instituciones son muy semejantes; este cuasicontrato consiste
precisamente en administrar un negocio sin mandato de su dueño. La verdad es que fuera
de los casos típicos de una y otra institución, pueden presentarse múltiples situaciones en
que resulte difícil para el intérprete determinar si se trata de estipulación para tercero o
gestión de un negocio de éste, y tiene importancia precisarlo porque producen distintos
efectos.
Desde luego, como lo señala el propio Art. 2286, el dueño del negocio gestionado puede
quedar obligado respecto al gestor, mientras que el tercero beneficiario no adquiere
obligaciones, sino derechos; en seguida, el propio gestor está obligado a terminar su
gestión, mientras que el estipulante, con el consentimiento del promitente, puede, incluso,
revocar el acto.
Aun en el plano doctrinario, hay diferencias entre ellas, puesto que siempre la gestión lleva
implícita la idea de representación, de actuación por cuenta de un tercero y si éste ratifica
lo obrado por el gestor oficioso, ha habido lisa y llanamente un mandato: la estipulación a
favor de otro es ajena a toda idea de representación: el estipulante actúa a su propio
nombre.
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Por otro lado, si la estipulación a favor de otro no fuere sino una agencia oficiosa, no se
justificarla que el legislador reglamentara independientemente ambas instituciones, y
habría bastado establecer una sola de ellas, Al no hacerlo así, el Código revela que en su
concepto son actos distintos.
En todo caso esta doctrina elimina todos los inconvenientes de la teoría de la oferta.
A esta institución se refiere el Art. 1.450 en los siguientes términos: “siempre que uno de los
contratantes se compromete a que por una tercera persona, de quien no es legítimo representante,
ha de darse, hacerse o no hacerse alguna cosa, esta tercera persona no contraerá obligación
alguna, sino en virtud de su ratificación; y si no ratifica, el otro contratante tendrá acción de
perjuicios contra el que hizo la promesa”.
De esta disposición se desprende claramente que la promesa del hecho ajeno no altera en
absoluto las reglas generales de los contratos; no es una excepción al efecto relativo de éstos,
como ocurre con la estipulación a favor de otro, porque en ésta el tercero beneficiario ajeno al
contrato adquiere un derecho, En la promesa del hecho ajeno, en cambio, el tercero no contrae
obligación alguna, y así lo destaca el precepto transcrito. Es lógico que así sea, ya que el tercero
no tiene por qué quedar obligado por el contrato celebrado y al cual no ha concurrido con su
consentimiento.
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El tercero sólo se obliga, como lo señala el precepto, en virtud de su ratificación; sólo entonces
nace su obligación, y ella deriva de su propia voluntad.
Por la promesa de hecho ajeno sólo contrae obligación el que se comprometió a que el tercero
haría, no haría o daría una cosa, y su obligación es de hacer: que el tercero ratifique, esto es,
consienta en la obligación que se ha prometido por él.
Como en la estipulación a favor de otro intervienen tres personas: el promitente, quien contrae la
obligación de hacer señalada; el prometido o acreedor, y el tercero que será el obligado una vez
que ratifique. Y también al igual que en el contrato para tercero, es requisito indispensable para
que estemos frente a una promesa de hecho ajeno que no medie representación, pues en tal caso
hay lisa y llanamente obligación para el representado que no ha sido ajeno al contrato. Así lo
señala el Art. 1.450, al decir: “de quien no es legítimo representante”, y se ha fallado por los
tribunales.
Aplicación.
La promesa de hecho ajeno es de aplicación general; no hay limitaciones al respecto, pero puede
tener interés especial en múltiples situaciones, de las cuales citaremos algunas por vía ejemplar y
a fin de redondear el concepto de la institución:
Un fallo de nuestros tribunales incidió en otro caso de promesa de hecho ajeno: un contrato entre
dos socios en que uno se comprometió a obtener la disolución anticipada de la sociedad.
1. Gestión de negocios.
También en este caso se está actuando por un tercero, sin tener mandato de él, como
ocurre en la gestión de negocios ajenos, y en verdad pareciere que la promesa del hecho
de otro no fuere sino una forma particular de la agencia oficiosa, pero ajena a toda idea de
representación.
2. La fianza.
Promesa de hecho ajeno y fianza se aproximan porque en el fondo lo que esta haciendo el
promitente es garantizar con su propia responsabilidad la ratificación del tercero; por ello
los franceses la llaman cláusula porte forte, esto es, salir garante. Pero existe una
diferencia entre ellas que es fundamental: en la fianza se garantiza justamente el
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cumplimiento de una obligación ya existente; aquí, que existirá la obligación, o sea, que el
tercero ratificará.
3. Promesa de contrato.
Importa no confundir la promesa de hecho ajeno y el contrato de promesa a que se refiere
el artículo 1.554 del Código, y que ya hemos definido como la promesa de celebrar un
contrato en el futuro: en ésta, los contratantes se comprometen personalmente a otorgar
en el futuro un contrato claramente especificado.
No es posible tampoco sentar reglas generales, por cuanto dependerán los requisitos del contrato
de la especie de que se trate, Desde luego, como se ha fallado, es consensual, por cuanto el
legislador no lo somete a ninguna solemnidad en especial.
Respecto del tercero, deberá cumplir las exigencias necesarias para efectuar la ratificación; como
la ley no ha definido en qué consiste ésta, se ha fallado que debe ser entendida en su sentido
natural y obvio, y la constituirán todos los actos del tercero que importen atribuirse la calidad de
deudor que se le ha otorgado, La única limitación que han impuesto nuestros tribunales es que si la
obligación versa sobre bienes raíces o derechos reales constituidos en ellos, la calificación debe
otorgarse por escritura pública,
Hay que distinguirlos también entre las diferentes partes que intervienen, tal como lo hicimos en la
estipulación a favor de otro.
Pero en realidad entre promitente y tercero no resulta ningún efecto, salvo lo que ellos hayan
convenido para que este último otorgue la ratificación.
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Las relaciones entre el acreedor y el tercero sólo tendrán lugar cuando éste ratifique y entonces
dependerán de la clase de obligación prometida. Corno lo destaca el propio Art. 1.450, ella puede
ser de dar, hacer o no hacer alguna cosa. Otorgada la ratificación, el deudor queda ya obligado
como cualquier otro, y procederá en su contra la ejecución forzada y la indemnización de perjuicios
si no cumple.
Lo que nunca faltará en la promesa del hecho ajeno es la responsabilidad del promitente, Ya
hemos dicho que éste contrae una obligación de hacer: obtener la ratificación, Este es u] hecho”
prometido que da nombre a la institución,
Sin embargo, es posible que al respecto se presente una situación dudosa: que la obligación
prometida pueda cumplirse por el propio promitente ti otro tercero distinto del ofrecido en el
contrato. En tal caso, estará el acreedor obligado a aceptar esa forma de cumplimiento No será lo
frecuente, pues generalmente se recurre a la promesa del hecho ajeno teniendo en mira alguna
cualidad especial del tercero, pero creemos que no obstante la mala fe que podría existir en la
actitud del acreedor, no sería posible obligarlo a aceptar otra forma de cumplimiento. Se opondría a
ello el Art. 1.450, que es categórico al señalar el efecto de la no ratificación, y el principio de la
identidad del pago que consagra el Art. 1.569: el acreedor no puede ser obligado a recibir otra cosa
que la debida, y el pago debe hacerse “bajo todos respectos” en conformidad al tenor de la
obligación.
Finalmente, los perjuicios que debe indemnizar el promitente en caso de no obtener la ratificación
del tercero, pueden ser prefijados en el contrato en que se prometió el hecho ajeno mediante una
cláusula penal, que no es sino una evaluación anticipada y convencional de los daños para el caso
de incumplimiento No hay inconveniente alguno que en la promesa del hecho de tercero, las partes
fijen de antemano por medio de la cláusula penal el monto de la indemnización que pagará el
promitente al acreedor si aquél no ratifica; y tanto es así, que según lo vimos en el Art. 1.536, tras
sentar el principio de que la nulidad de la obligación principal acarrea la de la pena agrega en su
inc. 2.°:
“Con todo, cuando uno promete por otra persona, imponiéndose una pena para el caso de no
cumplirse por ésta lo prometido, valdrá la pena, aunque la obligación principal no tenga efecto por
falta de consentimiento de dicha persona”.
Este precepto ha dado lugar a problemas de interpretación, al conectar directamente con el Art.
1.450 y se ha topado con el inconveniente de que ambas redacciones no coinciden. En nuestro
concepto, existen dos situaciones bien diferentes:
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2. El caso previsto por el precepto es diferente: la pena ha sido impuesta al promitente
para el caso de no cumplirse por el tercero la obligación prometida. El promitente está
garantizando más que la ratificación, el cumplimiento de la obligación misma. Y entonces
es evidente que si el tercero no ratifica, no habrá ya cumplimiento posible, y el promitente
debe la pena. En tal caso, sí que la situación ya no es normal, porque la obligación
principal no existe, pues habría nacido sólo con la ratificación, pero el Código no es muy
preciso al determinar que ella hace excepción al inciso primero, ya que éste habla de
nulidad. En el evento propuesto no hay nulidad, sino que la obligación no alcanzó a nacer.
En esta cláusula penal, pueden, pues, ocurrir dos cosas: el tercero ratifica y no cumple; se
deberá la pena y nada hay de anormal porque la obligación principal existe, Y si el tercero
no ratifica, se deberá la pena, en la forma antedicha, y la situación es excepcional porque
la obligación no existe. La expresión “aunque” que utiliza el precepto, confirma esta
interpretación: aun si no hay ratificación, se debe la pena. Con mayor razón se la deberá si
ratificada la obligación, no se la cumple.
Por ello es que en el caso de que se esté respondiendo por el cumplimiento y no haya
ratificación, se ha sostenido que propiamente no hay cláusula penal, al igual que en la
estipulación a favor de otro, sino obligación condicional, opinión que no compartimos por
las razones dadas en dicho número.
Cuando señalamos los deslindes del efecto relativo del contrato, hicimos presente una distinción
que evita equívocos en cuanto a la existencia misma del contrato y sus efectos y a los derechos y
obligaciones que él genera.
La situación jurídica nueva que crea el contrato no puede normalmente ser negada por nadie;
produce efectos erga omnes. Salvo los casos de excepción, estamos todos obligados a reconocer
la existencia del contrato y la calidad de acreedor y deudor que de él puede emanar para las
partes, y los derechos y obligaciones creados por él En tal sentido el contrato tiene eficacia aun
respecto de terceros.
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2. Puede dar nacimiento a una persona jurídica.
Así ocurre con el contrato de sociedad que da origen a una persona jurídica de acuerdo al
Art. 2.053, inc. 1. Esta persona jurídica existe respecto de todo el mundo, y no podría
mañana desconocérsela sosteniendo que el contrato que le dio origen no afecta a terceros,
y
3. Finalmente, sin pretender agotar el tema, el contrato puede limitarse a conferir derechos
personales y establecer obligaciones.
Pues bien, nadie podrá negar la existencia del crédito y la deuda la calidad de acreedor del
titular del primero, y de deudor de obligado. Todas estas calidades son oponibles, por regla
general, a terceros, quienes no pueden desconocerlas. Y así, en la quiebra concurren
todos los acreedores verificando sus créditos, esto es haciendo valer los que tengan en
contra del fallido. Los demás acreedores no podrán negarle al verificante su calidad de
acreedor diciendo que el contrato que le otorgó tal calidad no les afecta porque es oponible
a ellos.
La inoponibilidad. Concepto.
La oponibilidad del contrato y sus efectos a terceros tiene sus peligros, por cuanto ellos pueden
estar en legítima ignorancia de los actos celebrados por las partes, o las convenciones pueden ser
efectuadas con el exclusivo objeto de engañarlos o perjudicarlos.
Pero la inoponibilidad va más allá de esto por cuanto incluso hay muchos casos en que
determinadas situaciones jurídicas van a verse privadas de eficacia, por nulidad, revocación, etc., y
esta pérdida de vigencia puede afectar los derechos válidamente adquiridos por terceros mientras
aquélla estuvo produciendo sus efectos normales, y mantenía su apariencia de aplicación.
Si la oponibilidad de éste consiste en que los terceros no pueden negarle su existencia y la de sus
efectos, la inoponibilidad es justamente la sanción de ineficacia jurídica respecto de los terceros
ajenos al acto o contrato, y en cuya virtud se les permite desconocer los derechos emanados de
ellos.
El legislador, normalmente, como ocurre en nuestro Código, no establece una teoría general de la
inoponibilidad, como lo hace con la nulidad; pero ella está establecida en numerosos preceptos, y
su existencia está reconocida por todos los autores y la jurisprudencia.
La inoponibilidad es sanción o, en todo caso, contraria a los principios generales, por lo cual, no
obstante su amplia aplicación, es de interpretación restrictiva. Es la ley la que priva de eficacia a un
acto.
Inoponibilidad y nulidad.
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En la inoponibilidad hay que distinguir entre el acto o contrato y sus efectos, pues son éstos los
comprometidos. El contrato es perfectamente válido y las partes siguen obligadas por él; son los
terceros quienes quedan liberados de sufrir la oponibilidad del contrato. En la nulidad, cuando ella
ha sido declarada, desaparece el acto o contrato, tanto respecto de las partes corno de terceros,
salvo los casos de excepción en que ella no puede oponerse a éstos.
De esta circunstancia derivan las demás diferencias entre ambas órdenes de sanción; en la nulidad
hay un interés público comprometido y de ahí que se limite su renuncia, pueda en ciertos casos ser
declarada de oficio, y se permita invocarla, cuando es absoluta. a todo el que tenga interés en ello.
Como se verá en este estudio, son diversos los efectos de la inoponibilidad.
Clasificación de la inoponibilidad.
Como ha quedado señalado son variadas las causales que mueven al legislador a privar de
eficacia ante terceros al acto o contrato, o a su revocación o nulidad.
Por ello se efectúa una primera distinción entre inoponibilidades por causa de forma y por causa de
fondo. A esto hay que agregar una tercera categoría, bastante excepcional, de inoponibilidades
derivadas de la pérdida de eficacia de un acto o contrato.
I. Inoponibilidades de forma.
Al hablar de los contratos solemnes, mencionamos las formalidades de publicidad, esto es,
de aquellas que justamente tienden a permitir a los terceros enterarse de la existencia del
acto o contrato que puede afectarlos; si no se cumplen el legislador defiende al tercero
estableciendo en su favor la inoponibilidad del acto o contrato mientras no se cumplan las
formalidades omitidas.
Estas inoponibilidades son numerosas en el Libro IV del Código podemos enunciar las
siguientes:
1. Las contraescrituras.
Como vimos recién el Art. 1.707, inc. 3.° exige, para que las contraescrituras
públicas de escrituras públicas afecten a terceros, que se tome razón de ellas al
margen de la escritura original y de la copia con la cual está obrando el tercero.
2. Prescripción adquisitiva.
La sentencia judicial que declara la prescripción adquisitiva del dominio o derechos
reales sobre inmuebles “no valdrá contra terceros sin la competente inscripción”
(Art. 9.513).
3. Cesión de créditos,
Al estudiarla, veremos que se perfecciona entre las partes por la entrega del título,
y respecto del deudor y terceros, por la notificación o aceptación del deudor (Arts.
1.901 y 1.902) (N.° 1.056). Mientras la notificación no se efectúe o el deudor
acepte la cesión, ésta es válida entre cedente y cesionario, quien pasa a ocupar la
calidad del acreedor, pero no puede oponerla ni al deudor ni a terceros, y uno de
éstos, acreedor del cedente. podría válidamente embargar el crédito, ya que la
cesión no le empece.
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4. Enajenación de cosas embargadas.
Según el Art. 1.464, hay objeto ilícito, y por ende, nulidad absoluta, en la
enajenación de las cosas embargadas, a menos que el juez o el acreedor la
autoricen, pero de acuerdo al Art. 453 del C.P.C., si el embargo recae en bienes
raíces o derechos reales en ellos constituidos, no producirá efecto legal alguno
respecto de terceros, sino desde la fecha en que se inscriba en el Registro de
Interdicciones y Prohibiciones de Enajenar del Conservador de Bienes Raíces
respectivo; mientras ella no se efectúe, el embargo es inoponible a terceros, y así
no podría invocarse la nulidad contra el tercero adquirente si la inscripción no se ha
efectuado antes de la enajenación
II Inoponibilidades de fondo.
Por cansa del fondo del acto o contrato, las inoponibilidades pueden presentarse en varias
circunstancias. Las más frecuentes derivan de la falta de concurrencia, y del fraude.
2. Mandato.
El mandatario actúa como tal mientras se mantenga en los límites del poder que ha
recibido; si los excede, no hay representación, es como si actuara un tercero ajeno
al mandante, y, en consecuencia, éste no queda obligado por los actos ejecutados
por el mandatario excedido (Art. 2.169). Y así, si A otorga mandato a B para
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administrar un inmueble, y éste lo enajena, la enajenación es inoponible al
mandante A, pero éste puede ratificarla.
Porque esta es la importancia que tiene reconocer que hay inoponibilidad por falta
de concurrencia en los casos señalados, pues en buena doctrina cabría sostener la
nulidad por falta de consentimiento. Semejante nulidad sería la absoluta, pues
faltaría un elemento esencial del contrato, y si así fuera, no podría validarse por la
ratificación de aquel cuyo consentimiento se ha omitido.
Se aprecia a simple vista que la nulidad absoluta es sanción muy drástica, pues
sólo está comprometido el interés de este último, y es lógico que se le permita
determinar si acepta o no el acto ejecutado mediante su ratificación, la que no
procedería si la sanción fuere la primera. Por esta razón el legislador sólo sanciona
la falta de concurrencia con la inoponibilidad y en ambos preceptos citados acepta
la ratificación por el interesado.
Así ocurre con la nulidad que, judicialmente declarada, opera con efecto retroactivo, y da
derechos contra terceros. En casos muy excepcionales el legislador, sin embargo. no
permite que la nulidad pueda ser invocada en contra de ellos, no obstante su declaración
judicial. Podemos citar dos casos bien característicos:
1. El matrimonio putativo
Es el matrimonio nulo celebrado ante oficial del Registro Civil con justa causa de error y
buena fe: este matrimonio produce respecto del cónyuge que lo contrajo de buena fe y con
justa causa de error, los mismos efectos que el válido (Art. 122). El hijo concebido en este
matrimonio (y aun actualmente en el simplemente nulo en ciertos casos) es legítimo, y no
pierde esta calidad por la declaración de nulidad del matrimonio.
2. Sociedad.
De acuerdo al Art. 2.058, la nulidad del contrato de sociedad no perjudica las acciones que
corresponden a terceros de buena fe contra todos y cada uno de los asociados por las
operaciones de la sociedad.
Existen otros casos, también excepcionales, en que no obstante dejarse sin efecto una
determinada situación jurídica, ello no empece los derechos comprometidos de terceros.
Así ocurre, por ejemplo:
1.° Revocación del decreto de posesión definitiva de los bienes del ausente.
De acuerdo al Art. 94, ella no afecta las enajenaciones, hipotecas y demás
derechos reales constituidos legalmente en los bienes del ausente.
Efectos de la Inoponibilidad.
Como ha quedado dicho, la inoponibilidad obliga a distinguir los efectos entre las partes y en
cuanto a los terceros a quienes puede afectar el acto o contrato.
Entre las partes; el acto o contrato es perfectamente válido y produce sus plenos efectos. Pero
respecto de terceros el acto no obstante su perfecta validez no les afecta, no están obligados a
reconocerlo.
Sin embargo, cuando se le niega efectos al contrato es justamente en los casos en que existe
interés por oponerlo a terceros, de manera que al privarlo de este poder, no hay duda de que ello
repercute en las relaciones de los contratantes. Y así, en el caso de la venta de cosa ajena, si el
verdadero dueño reivindica y el comprador es privado de la cosa comprada, puede hacer efectiva
la obligación de garantía contra el vendedor, para que éste lo defienda en el pleito y le indemnice la
evicción.
La inoponibilidad es un derecho del tercero: éste si quiere la invoca, pero si no tiene interés en ella,
puede renunciarla pues está establecida en su particular protección y beneficio. No puede
normalmente ser declarada de oficio.
Extinción de la inoponibilidad.
Tampoco es posible establecer reglas generales que abarquen todas las situaciones en que la
inoponibilidad se presenta, para determinar las causales de extinción de ellas.
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Las inoponibilidades por falta de publicidad se sanean por el cumplimiento de las formalidades
omitidas.
Toda inoponibilidad termina por la renuncia a ella; semejante renuncia como es natural -afecta sólo
a quien la efectúa, y en consecuencia, otros terceros podrían siempre invocarla. Por cierto que en
la inoponibilidad por falta de concurrencia, como ella corresponde exclusivamente a aquel cuyo
consentimiento fue omitido, él es el único que puede invocarla, y su renuncia, que torna el nombre
especial de ratificación, sanea totalmente el acto.
Finalmente, puede extinguirse la inoponibilidad por prescripción cuando ella se haga valer como
acción, Y así, como la acción de simulación no tiene plazo especial, prescribe en 5 años; la
revocatoria tiene plazo especial, y la reivindicatoria se extinguirá cuando el poseedor adquiera la
cosa por prescripción adquisitiva.
Normalmente, el acto inoponible no dejara de serlo por prescripción para los efectos de oponerla
como excepción, salvo que ella hubiera podido invocarse como acción. Por ejemplo, en la venta de
cosa ajena, si el poseedor ha adquirido por prescripción adquisitiva el dominio, y el que era el
verdadero dueño es demandado por cualquier causa, no podría excepcionarse con la
inoponibilidad.
Podemos resumir lo que hemos dicho sobre los efectos del contrato en los siguientes enunciados:
1.° El contrato crea un vínculo obligatorio entre las partes, que ellas están obligadas a respetar,
salvo las excepciones legales;
2.° Este vínculo les otorga la calidad de acreedor y deudor la una de la otra, y en tal sentido sólo
afecta a las partes, que comprenden al representado y al causahabiente a título universal.
Por excepción afecta a otros aun para otorgarles la calidad de acreedor y deudor:
A. En los contratos colectivos;
B. Al causahabiente a título singular en ciertos y contados casos;
C. En la estipulación a favor de otro.
3.° Altera los efectos normales del contrato, la simulación, pues las partes resultan obligadas por el
acto real y no por el aparente;
4.° La promesa de hecho ajeno no altera los efectos normales del contrato, porque el tercero solo
se obliga por su ratificación, y
5.° El vínculo jurídico que une a las partes es oponible a terceros, quienes no pueden desconocer a
las partes sus respectivas calidades de acreedor y deudor sino en los casos de inoponibilidad,
reglas, guardando las debidas diferencias, son comunes a todo vinculo obligacional.
De acuerdo al Art. 1545, el contrato no puede ser invalidado, sino por consentimiento mutuo de las
partes o por las causales legales. La expresión invalidado está utilizada en el precepto no por
referencia a la nulidad, queriendo significar “dejado sin efecto”.
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El contrato puede terminar de dos maneras: por su extinción natural, pues se han cumplido todas
las obligaciones y ya no da lugar a otra entre las partes. Y por la llamada disolución, en que el
contrato deja de producir sus efectos normales sin que hayan tenido lugar todos ellos.
En el primer ha operado algún modo de extinguir las obligaciones que normalmente será el pago o
cumplimiento, o alguno de los que le equivalen, como dación en pago, compensación, etc., Por
ejemplo, en un mutuo, el mutuario restituye el capital y paga los intereses. El contrato se ha
extinguido, pues ya produjo todos sus efectos, no hay otros que puedan suceder.
Cuando se habla de disolución, se está refiriendo justamente a los casos en que las obligaciones
se extinguen por modos que no equivalen al pago, o sea, ya no se cumplen íntegramente las
obligaciones contraídas, o dejan de generarse para el futuro nuevos efectos.
Entre los modos de dejar sin efecto un contrato el precepto citado distingue por un lado el
consentimiento mutuo, o sea, la voluntad común de las partes, y las causas legales.
Desde otro punto de vista, se distinguen las causales de disolución que operan siempre hacia el
futuro, dejando a firme los efectos ya producidos (ex-nunc) y las que operan aun para el pasado,
con efecto retroactivo (ex-tunc) y en que, en consecuencia, los efectos ya producidos también
desaparecen, dando lugar a las restituciones correspondientes.
La mayor parte de las causales de disolución del contrato se estudian en la parte sexta, relativa a
los modos de extinguir las obligaciones, va que naturalmente si el contrato queda sin efecto, los
derechos y obligaciones por él establecidos perecen con él. De manera que daremos una breve
noción de las mismas en los números siguientes, en este orden:
En el primer caso, nos encontramos ante un modo de extinguir las obligaciones: el mutuo
consentimiento a que se refiere el inc. 1. del Art. 1.567; por ejemplo, una persona vende a
otra un vehículo en $ 50.000, pero ni el vendedor ha entregado el vehículo ni el comprador
pagado el precio, acordando ambos dejar sin efecto la venta; se extinguen ambas
obligaciones y el contrato.
Pero si en el mismo ejemplo, el vehículo ha sido entregado y el precio pagado, las partes
todavía pueden dejar sin efecto el contrato, aun cuando éste haya sido íntegramente
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cumplido, pero en verdad lo que ha ocurrido es que [e han celebrado un nuevo contrato,
por el cual el comprador se obliga a restituir el vehículo y el vendedor el precio recibido.
El mutuo acuerdo opera siempre hacia el futuro y no puede perjudicar a los terceros ajenos
a él.
La revocación unilateral del contrato puede ser establecida en el mismo, como un derecho
para una de las partes para desligarse del vínculo, cumplido algún evento determinado, o
por su sola voluntad, o previo pago de una indemnización prefijada, etc.
En todos estos casos, la terminación del contrato opera únicamente hacia el futuro.
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Así, por ejemplo, el arrendamiento puede ser celebrado por 3 años, cumplidos los cuales
se extinguirá; la sociedad puede estipularse por 5 años u otro plazo, pasados los cuales se
disuelve etc.
CONTRATOS EN PARTICULAR
CONTRATOS PREPARATORIOS:
I. Aspectos previos
La doctrina distingue según la finalidad de los contratos, entre contrato preparatorio y contrato
definitivo.
Observación:
Esta distinción es en función del contrato preparatorio pues no puede hablarse de contrato
definitivo si antes no hay preparatorio, porque el definitivo constituye el cumplimiento del
preparatorio.
Aquellos que tienen por finalidad colocar a las partes en condición de celebrar con posterioridad un
contrato definitivo, el que no se puede o no se quiere celebrar de momento.
B.- CONTRATO DEFINITIVO: Son aquellos que tienen por finalidad satisfacer el interés jurídico
contractual de las partes.
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2. El mandato.
Se le considera preparatorio porque en definitiva está llamado a posibilitar la celebración
de contratos definitivos o de facilitar su celebración que de otra forma no podrían tener
lugar.
3. El contrato de sociedad
En cuanto reconoce como objeto fundamental la dedicación a ciertos objetos o giros
mediante la destinación separada e independiente de un patrimonio unida a una actividad
personal que hacen posibles dichos objetos o giros.
Cuando el resultado jurídico y económico que las partes persiguen con la celebración del contrato
definitivo no es posible obtenerlo, lograrlo en forma inmediata por concurrir algunos impedimentos
sean físicos, sean económicos, sean legales y en cualquier orden de cosas, cualquiera sea la
naturaleza de tales impedimentos, naturalmente que la celebración del contrato preparatorio cobra
sentido.
III. CARACTERÍSTICAS
I. REGLAMENTACION
Art. 1554, Título 12, Libro IV CC
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Art. 1554. La promesa de celebrar un contrato no produce obligación alguna, salvo que concurran
las circunstancias siguientes:
1. Que la promesa conste por escrito
2. Que el contrato prometido no sea de aquellos que las leyes declaran ineficaces
3. Que la promesa contenga un plazo o condición que fije la época de la celebración del contrato
4. Que en ella se especifique de tal manera el contrato prometido, que sólo falten para que sea
perfecto, la tradición de la cosa, o las solemnidades que las leyes prescriban.
Por la ubicación da amplitud a la promesa, en términos tales, que se puede prometer la celebración
de cualquier contrato.
Observación: Por la redacción del at. 1554 nº 4, que señala que el contrato de promesa debe
contener las especificaciones del contrato prometido, de modo tal que solo falte la tradición o el
cumplimiento de las solemnidades legales, se podría pensar que solo pueden celebrase contratos
de promesa de contratos reales y solemnes, mas no de contratos consensuales, pues ellos se
perfeccionan por el consentimiento, de modo que al especificar el contrato prometido y acordar sus
elementos se estaría confundiendo la promesa con el contrato prometido. Sin embargo, ello no es
así, no produciéndose identificación entre ambos. Razones:
II. CONCEPTO
No hay definición legal.
Es un contrato preparatorio por medio del cual las partes se obligan celebrar en el futuro
un contrato que de momento no pueden o no quieren celebrar. (Machiavello)
Aquel en que se obliga una o ambas partes a celebrar en futuro otro contrato que está
completamente determinado en la promesa y que celebran en el evento que se cumpla
una condición o venza un plazo. (Opazo)
Es aquel contrato preparatorio de carácter solemne en virtud del cual las partes se
comprometen e el futuro a celebrar un contrato definitivo al momento de cumplirse un
plazo y/o la condición en él establecida. (E. Vásquez)
Contrato preparatorio general por el cual una o ambas partes se obligan a celebrar otro,
que ha de ser legalmente eficaz y que se especifica de momento por lo menos en sus
elementos esenciales, estipulándose al mismo tiempo un plazo o una condición o ambas a
la vez que fijan su futureidad y concediendo la ley los medios judiciales eficientes para la
ejecución forzada. (Meza Barros)
III. FUNDAMENTO
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Imposibilidad de celebrar el contrato definitivo, sea por impedimentos legales, prácticos,
económicos, o simplemente de oportunidad.
IV. CARACTERÍSTICAS
La promesa o contrato de promesa en Chile, tiene claramente una naturaleza contractual, esto es,
es un acuerdo de voluntades que tiene por objeto crear obligaciones. Como contrato, presenta las
siguientes características:
1.Contrato preparatorio.
Ello porque su celebración importa generar la obligación de celebrar un contrato, cual es el
contrato definitivo.
Por tanto, el incumplimiento del contrato definitivo, no importa incumplimiento del contrato de
promesa. Por el contrario, los vicios de que adolezca la promesa no obstan al contrato
definitivo, en tanto este cumpla con los requisitos legales. La celebración del contrato
prometido en los términos convenidos sólo importa cumplimiento de lo estipulado en el
contrato de promesa.
La modalidad puede consistir; en un plazo o condición que fije la época de la celebración del
contrato definitivo.
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7.Uni o bilateral.
7.1 Será unilateral cuando genere obligación sólo a una de las partes en orden a celebrar el
contrato definitivo.
7.2 Será bilateral, cuando esta obligación se genere para ambas partes, de manera que ellas
queden obligadas a celebrar el contrato prometido.
En principio el contrato de promesa puede ser uni o bilateral, sin embargo, el problema se
produce al cotejarlo con la uni o bilateralidad del contrato definitivo.
Situaciones.
I. Promesa bilateral del contrato bilateral. Por el contrato de promesa ambas partes
se han obligado a celebrar un contrato que generará obligaciones para ambas
partes, es lo que ocurre por ejemplo, con la promesa de compraventa.
Nadie discute la validez ni eficacia de esta promesa, que por lo demás constituye la
regla general en materia de promesas.
III. Promesa unilateral de un contrato bilateral. En este caso, a virtud del contrato
de promesa sólo una de las partes asume la obligación de celebrar un contrato que
a su vez generará obligaciones para ambas partes. Por ejemplo: la promesa de
compraventa, la promesa de arrendamiento, pero en la que una sola de las partes
se ha obligado a celebrar.
Siempre que la parte que resulte obligada a virtud del contrato de promesa sea la
misma en el contrato de promesa y el prometido unilateral, la hipótesis resulta más
frecuenta, pero no exenta de discusión.
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1. El contrato de promesa unilateral de contrato bilateral es nulo, porque no se da
cumplimiento al nº 4 del art. 1554, ya que falta el consentimiento en orden a la
celebración del contrato prometido.
Ello porque se pare de la base que el numeral 4 exige una plena identificación
entre el contrato prometido y la promesa, porque de acuerdo a esta disposición lo
único que se puede obviar es la tradición y las solemnidades.
La Corte Suprema dijo que la identificación debe ser plena, en la promesa debe
incluirse la voluntad o el consentimiento en orden al contrato prometido. Contra
argumenta:
El contrato de promesa será válido en la medida que cumpla con las condiciones
del artículo 1554, condiciones que no sería alteradas por el hecho de no
manifestarse en la promesa la voluntad de uno de los contratantes en orden a
celebrar el contrato prometido, ya que dicha voluntad no es propia del contrato de
promesa, sino del contrato prometido. Para que exista la promesa basta el
consentimiento en orden a celebrarla, la obligación que se asuma en orden a
celebrar el contrato prometido dice relación con los efectos de la promesa y no con
su validez.
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1. No es correcto señalar que la parte que no se obliga no ha consentido en los
elementos del contrato prometido, por una parte ha concurrido con su voluntad a
celebrar la promesa, y por otra, el consentimiento sobre los elementos del contrato
prometido deben concurrir al momento de celebrarse este último.
4. En derecho privado puede hacerse todo aquello que no esté prohibido por las
leyes, y ella no lo está.
8. Gratuito u Oneroso.
b) Para calificar al contrato de promesa como oneroso u gratuito hay que atender a la
génesis del contrato de promesa, al momento en que se celebra. Si en ese momento
genera utilidad o no para ambas partes independientemente de que si celebra o no el
contrato prometido.
b) Fueyo: la redacción del artículo 1554 no debería hacer pensar que la promesa tenga
un carácter excepcional ya que las exigencias que impone el 1554 son análogas que
las que establece la ley para cualquier otro contrato, aunque tenga redacción negativa
ello quiere significar que deba cumplirse todas ellas de forma copulativa. Por tanto, no
es una norma prohibitiva sino que es una norma imperativa.
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Pues si bien la obligación nace con la suscripción del contrato de promesa, la ejecución del
mismo esta diferida en el tiempo.
Deben concurrir copulativamente todos ellos, de forma tal la omisión o infracción de alguno de
estos requisitos conlleva necesariamente la ineficacia del contrato de promesa.
La ley no exige una determinada escrituración, sino simplemente escrituración, por lo que
para la validez del contrato de promesa bastará que la promesa se otorgue por instrumento
privado, sin perjuicio de los inconvenientes que puedan derivarse en materia probatoria, y
ello aún cuando el contrato prometido deba otorgarse por escritura pública. Esto
naturalmente es manifestación de la independencia y autonomía que se predica del
contrato de promesa respecto del contrato prometido.
Este requisito de escrituración es lo que permite que este contrato se perfeccione y nazca
a la vida jurídica, constituyendo por este motivo, como un requisito externo constitutivo de
una formalidad ad solemnitatem, con todas las consecuencias que de ello derivan,
particularmente derivadas de su infracción u omisión.
Además de constituir una solemnidad será la única forma de probar su existencia, según
se establece en el artículo 1711 del Código Civil, en relación al artículo 1708, todos según
los cuales la obligación que ha de constar por escrito no admite ser probada mediante
testigos, salvo que existencia principio de prueba por escrito.
Fundamentos.
Bastará la escrituración privada, aun cuando el contrato prometido exija escritura pública, incluso
para su perfeccionamiento.
2. El contrato prometido no debe de ser de aquellos que la ley declare ineficaces. (1554 nº2)
Esta exigencia no afecta la independencia y autonomía del contrato de promesa respecto del
contrato prometido, pero si pone de relieve la continuidad que existe entre ambos, expresada en el
hecho de que precisamente el objeto del contrato de promesa es la celebración del contrato
prometido, por lo que si este es ineficaz, naturalmente que afectará la validez del contrato de
promesa.
B. Al tiempo de la promesa el contrato definitivo puede ser ineficaz, pero debe ser eficaz al
tiempo de celebrarse e definitivo.
La tesis mayoritaria al respecto sostiene que la exigencia del artículo 1554 número 2, se
refiere aquellos contratos prometidos que son definitivamente prohibidos por la ley, y que la
prohibición transitoria que pudiese afectar al contrato prometido al tiempo de la celebración
del contrato de promesa, no afectaría la validez de ésta en tanto puedan levantarse los
impedimentos constitutivos de dicha prohibición, y en el hecho se levanten al tiempo de la
celebración del contrato prometido.
En este caso, se entiende por la mayoría de la doctrina, que cumple con la exigencia del
artículo 1554 número 2, ya que el contrato prometido puede llegar a celebrarse de levantarse
la prohibición legal o judicial, por una parte y por la otra, la existencia de esta prohibición
legal o judicial no afectaría en sí misma la validez de la promesa, ya que este acto o contrato
no es un acto de disposición que implique o importe infracción a esa prohibición. Hay que
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advertir que la prohibición se refiere a específicamente de enajenar porque si es una
prohibición más amplia a celebrar a cualquier acto o contrato comprendería al contrato de
promesa.
La mayoría de la doctrina estima esta hipótesis como válida, porque sigue el principio o la
regla general, en virtud de la cual, se reconoce validez en principio a los actos y contratos
sobre cosa ajena, y particularmente a la venta de cosa ajena.
- La venta de cosa ajena no importa disminución o menoscabo de los derechos del
verdadero dueño
- Porque en este caso la compraventa prometida es perfectamente posible, sin que
sea necesario siquiera que el promitente vendedor adquiera el dominio de la cosa
prometida.
4. LESIÓN ENORME EN LA PROMESA DE COMPRA VENTA DE BIENES RAÍCES
El art. 1889 señala que para determinar el justo precio hay que estar a la fecha de
celebración del contrato. ¿Se refiere al contrato de promesa o al definitivo? Se ha entendido
que la referencia está hecha a la celebración del contrato definitivo y ello en virtud de lo
dispuesto en el art. 1554 nº4 que exige que el contrato prometido este especificado en la
promesa.
Opiniones:
a) Minoría: el marido puede celebrar libremente contratos de promesa respecto de los bienes
raíces propios de la mujer, ya que las limitaciones al marido son excepcionales, y al no haber
mención expresa, no podría hacerse extensivo el art. 1749 por analogía.
b) Mayoría: el marido no puede celebrar libremente contratos de promesa respecto de los
bienes raíces propios de la mujer, ya que no puede pasar por sobre su voluntad.
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3. Fijación de la época de celebración del contrato definitivo a través de un plazo o una condición
(1554 nº 3)
Problemas:
Opiniones:
• En un comienzo se sostuvo que el plazo y la condición eran naturalmente resolutorias, por
lo que el contrato definitivo debía celebrarse antes de vencido el plazo o cumplida la
condición, y ello porque el contrato de promesa señala que el contrato definitivo debe
suscribirse dentro de cierto plazo, lo que denotaría fatalidad en este último.
• Luego se sostuvo que el plazo es naturalmente suspensivo, pues de ser resolutorio, el
cumplimiento se haría ilusorio, ya que si una de las partes requiere a la otra la celebración
del contrato definitivo, y esta se niega a hacerlo excusándose en la pendencia del plazo,
podría estar así hasta el vencimiento del plazo, y sustraerse de esta forma del cumplimiento
de su obligación.
• Actualmente hay consenso en que el plazo es naturalmente suspensivo, pero nada obsta a
que las partes de común acuerdo, pacten un plazo o condición resolutoria, pero en términos
claros.
D.- Es posible fijar la época de celebración del contrato definitivo mediante una combinación
de plazo suspensivo y resolutorio.
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E.- Es posible fijar la época de celebración del contrato definitivo mediante una combinación
de plazo y condición
(Condición determinada es una mezcla entre plazo y condición)
F.- Condición meramente potestativa (aquellas que dependen de la sola voluntad del
deudor)
• Abeliuk: para determinar si son o no aptas para determinar la época de celebración del
contrato definitivo hay que distinguir:
- Si la promesa es unilateral, no habría inconveniente si el cumplimiento de la obligación
depende de la voluntad del acreedor.
- Si la promesa es bilateral no se puede incluir una condición meramente potestativa, porque
ambas partes son acreedores y deudores a la vez y la condición dependería de la voluntad
del deudor.
• Fueyo y Alessandri: distinguen:
- Condición resolutoria y meramente potestativa que depende de la voluntad del deudor es
válida.
- Condición suspensiva y meramente potestativa que dependa de la voluntad del deudor no
es admisible.
Se exige que el contrato de promesa contenga la especificación del contrato prometido, de tal
forma que sólo reste o baste la tradición o el cumplimiento de las solemnidades que las leyes
prescriben, para que el contrato prometido sea perfecto.
Interpretaciones:
B. Opinión mayoritaria, avalada también por la jurisprudencia: sólo exige que el contrato de
promesa contenga a lo menos las cláusulas esenciales del contrato prometido. Sus
estipulaciones más significativas, y no una plena identificación.
Por ejemplo tratándose de un contrato de promesa de compraventa deberán individualizarse
la cosa vendida, convenirse el precio, fijarse la fecha y condiciones de la entrega, siendo
aquello suficiente.
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VI. EFECTOS DEL CONTRATO DE PROMESA
Genera la obligación de celebrar el contrato prometido, la que por RG pesará sobre ambos
contratantes.
1. Obligación de hacer
Pues consiste en un hecho representado en el acto de concurrir, suscribir, y celebrar el
contrato prometido.
2. Obligación mueble
Pues los hechos que se deben se reputan muebles, aunque el objeto del contrato prometido
sea inmueble.
6. Obligación prescriptible.
Lo que prescribe no es la obligación, sino que la acción, desde este punto de vista la acción
ordinaria destinada al cumplimiento de esta obligación prescribe en plazo de 5 años y la
acción ejecutiva en plazo de 3 años.
Incumplimiento:
El incumplimiento de esta obligación, según el art. 1554, hace aplicable el art. 1553, el que faculta
al acreedor a:
1) cumplimiento forzado en naturaleza: se apremie al deudor.
2) que se ejecute a través de un tercero a costa del deudor.
3) indemnización
Ello sin perjuicio que se hace igualmente aplicable a las promesas bilaterales el art. 1489, que lo
faculta a pedir la resolución o el cumplimiento forzado, con la respectiva indemnización de
perjuicios.
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2. RESOLUCIÓN.
Se trata de una resolución derivada del incumplimiento del contrato de promesa y que por tanto
operará a través de una resolución judicial, precisamente por lo que dispone artículo 1489,
siempre que sea un contrato bilateral y la otra parte haya cumplido o este llano a cumplir, pues si
no puede oponerse la excepción de contrato no cumplido (art. 1552)
- Algunos estiman que el plazo extintivo no puede fijar la época de celebración del
contrato definitivo porque mientras el plazo no se cumpla la contra parte puede aducir
que aun hay plazo, y que cuando el plazo se cumpla ya no podre exigir nada.
- Otros señalan que si sirve el plazo extintivo para fijar la época, pues si no se ha
celebrado el contrato de promesa dentro del plazo extintivo el contrato de promesa se
va a extinguir debido a la caducidad.
La caducidad opera por el solo ministerio de la ley, y no requiere resolución judicial que lo declare.
I. CONCEPTO.
Convenio entre dos partes a virtud del cual una de ellas le reconoce a la otra la facultad de ejercer
una opción que lo habilita para ejercer y exigir una determinada prestación, que ha de cumplirse
en una época determinada, ya sea por un plazo o una condición (Machiavello)
Es aquel en que una de las partes se obliga de un modo definitivo e irrevocable a celebrar en el
futuro un determinado contrato cuyas clausulas están íntegramente contenidas en la opción.
(Mario Opazo)
Contrato preparatorio general que consiste en la oferta unilateral de contrato que formula una de
las partes de manera temporal, irrevocable y completa a favor de la otra que de momento se limita
a declararla admisible expresa o tácitamente, reservándose libremente la facultad de aceptar
(Fernando Fueyo)
1. Abeliuk sostiene que se trata de un contrato de promesa unilateral, por lo que se le aplica todo
lo dicho a propósito del contrato de promesa.
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III. UTILIDAD PRÁCTICA.
Hay que tener la seguridad que esa inversión se aprovechará en mi opción, para eso se necesita
que esa opción se mantenga en el tiempo.
IV. CARACTERISTICAS
1. Es un contrato
Se trata de un acuerdo de voluntades
8. El ejercicio de la opción por parte de aquél contratante a quién va dirigida lo habilita lisa y
llanamente para exigir una determinada prestación (la diferencia de la oferta unilateral)
V. INTERVINIENTES
1. Promesa unilateral
Es aquella en virtud de la cual se genera una obligación de hacer, que consiste precisamente en
celebrar el contrato prometido en el evento que se acepte o se ejerza la opción.
• ALVARO PUELMA, el contrato de opción no es más que una promesa unilateral que se
encuentra regida por el artículo 1554 del Código Civil, adhiriendo en consecuencia a la
posición más actualizada en orden a otorgar a estas promesas unilaterales valor y eficacia.
2. Oferta unilateral.
• La opción es un contrato en tanto la oferta unilateral es una declaración de voluntad.
• La simple oferta puede ser retirada en cualquier momento antes de la aceptación no así
el contrato de opción, ya que al ser un contrato sólo puede quedar sin efecto por la
voluntad de ambas partes.
4. Contrato Condicional
La diferencia radica en que en el contrato condicional hay solo un contrato, en tanto en el de
opción hay 2; el de opción y el definitivo.
Pero también su reconocimiento, desde luego, ciertos casos que el leasing se encuentra regulado
en el ordenamiento como el leasing habitacional, en lo demás se rigen con el principio de
autonomía voluntad.
VII. PERFECCIONAMIENTO
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El momento del perfeccionamiento dependerá de la tesis que adscribamos en orden a la
autonomía del contrato de opción.
1. Si consideramos al contrato de opción como una promesa unilateral, sería un contrato solemne,
que nace a la vida jurídica con la escrituración, y cumplimiento del 1554.
VIII. EFECTOS
Por otro lado, tiene derecho a exigir que la oferta se mantenga en los términos convenidos
mientras penda el plazo fijado.
1. Se ejerce la opción dentro del plazo convenido, caso en el cual se extingue el contrato de
opción por cumplimiento.
2. Si el promitente no mantiene la oferta surge responsabilidad contractual y se hace aplicable el
art. 1489.
XI. EXTINCION
I. ASPECTOS PREVIOS
Se inserta dentro de un tema más amplio que son los convenios arbitrales, cuya situación en Chile
es bastante precaria, no obstante ciertos esfuerzos por superar esta situación:
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Todo convenio arbitral supone un acuerdo, por el cual dos o más personas convienen en someter
algún conflicto presente o futuro a la jurisdicción arbitral, sustrayéndolo en consecuencia de la
jurisdicción ordinaria, pudiendo o no designar en ese mismo acto a la o las personas llamadas a
conocer y resolver ese conflicto.
Podemos adelantar, que existen distintos criterios doctrinales y jurisprudenciales para advertir la
diferencia el compromiso y la cláusula compromisoria, incluso se encuentra discutida la calidad de
preparatoria que tendría esta cláusula compromisoria.
Es aquél acuerdo por el cual las partes sustraen determinados asuntos litigiosos presentes o
futuros al conocimiento de la jurisdicción ordinaria sometiéndolos a la decisión de un árbitro que se
obligan a designar en un acto posterior.
La obligación que genera la cláusula compromisoria ha hecho pensar que se trata de contrato
preparatorio; preparatorio de aquél otro contrato que las partes junto con designar al árbitro, le
someten un conflicto determinado, que no sería otra cosa que en un contrato de compromiso.
IV. REGULACION
V. NATURALEZA JURÍDICA.
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Contrato civil porque importa una especie de convención de arbitraje, que sólo puede tener lugar
frente a un acuerdo de voluntades regido en todo por las normas civiles relativas a los contratos.
Incluso en cuanto al efecto relativo que tiene la cláusula compromisoria.
Contrato procesal, porque ella importa derogar la jurisdicción ordinaria y someter el conocimiento y
decisión de un asunto a la jurisdicción arbitral.
2. REQUISITOS ESPECIALES
Debe reunir los mismos requisitos que el compromiso, salvo contadas y limitadas
diferencias.
2. En lo relativo a la capacidad:
Desde luego, por tratarse de un acto de disposición, requiere además de la plena capacidad de la
FACULTAD PARA RECLAMAR A LA JUSTICIA ORDINARIA, porque como lo hemos dicho, la
cláusula compromisoria implica la renuncia de aquella facultad de reclamar ante la justicia ordinaria
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3. En lo relativo al objeto lícito.
El objeto de la cláusula compromisoria es someter un asunto al conocimiento y decisión de un
árbitro, siendo así, entonces no es necesario para cumplir con este requisito del objeto lícito, que la
controversia o asunto sea presente o ya nacida como ocurre habitualmente en el compromiso, sino
que por regla general será esta controversia futura y eventual, como no todos los asuntos pueden
ser sometidos a la jurisdicción arbitral, resulta evidente que la cláusula compromisoria adolecerá
de objeto ilícito cuando se refiere asuntos de arbitraje prohibido.
No podría someterse a un divorcio a esta clase de arbitraje, sin perjuicio que la ley de familiar
contempla la mediación, pero no tiene nada que ver con el arbitraje que nos estamos refiriendo.
4. Causa lícita.
En materia de causa, ella se constituye por obtener una decisión arbitral del conflicto.
5. En materia de Solemnidades:
La cláusula compromisoria se rige por la regla general del consensualismo, como ella no contiene
la designación del árbitro no se le hace aplicable, aquella regla del COT 232 que impone que la
designación de árbitro deba constar por escrito.
VIII .CONTENIDO
1. CLÁUSULAS ESENCIALES.
INDIVIDUALIZACIÓN DE LAS PARTES.
CONSENTIMIENTO A LA JURISDICCIÓN ARBITRAL ENTRE QUIENES SEAN
PARTES.
ASUNTO QUE SE SOMETE A LA JURISDICCIÓN ARBITRAL
El conflicto puede ser futuro y eventual. En este sentido las cláusulas compromisorias
las encontramos dentro de un contrato.
NO DEBE CONTENER LA DESIGNACIÓN DE LA PERSONA LLAMADA A CONOCER
Y RESOLVER EL ASUNTO SOMETIDO A LA JURISDICCIÓN ARBITRAL.
La cláusula compromisoria no pierde su naturaleza de tal, por el hecho de indicar las
partes alguna calidad o condición o función que deba reunir el árbitro. Por ejemplo: el
árbitro será abogado de la Corte de Apelaciones de Santiago.
2. CLÁUSULAS DE LA NATURALEZA.
árbitros deberán ser de derecho.
el juicio deberá seguir en el lugar donde se haya procedido el nombramiento.
el árbitro tendrá un plazo de 2 años para cumplir con su cometido.
3. CLÁUSULAS ACCIDENTALES.
Se reconocen estipulaciones en virtud de las cuales las partes le pueden dar al árbitro
determinadas facultades:
Las partes renuncien recursos en contra de las resoluciones que dicte el árbitro.
Aquellas relativas a las reglas de procedimiento, etc.
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2. EFECTO DE ORDEN CIVIL: obligación que asumen las partes en orden a nombrar a un
árbitro.
Si no hay acuerdo en la designación del árbitro, cualquiera de las partes podrá recurrir a un
tribunal ordinario para que designe el árbitro.
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CONTRATOS EN PARTICULAR (Segunda Parte)
COMPRAVENTA - PERMUTA - CESIÓN DE DERECHOS - ARRENDAMIENTO.
1.- LA COMPRAVENTA.
I.- Regulación.
II.- Concepto, Art. 1973 del código civil.
III.- características del contrato de compraventa, estudiaremos 8 características fundamentales.
IV.- Elementos del contrato de compraventa.
1) Consentimiento.
2) La cosa vendida.
3) El precio.
V.- La capacidad en el contrato de compraventa (incapacidades)
VI.- Modalidades del contrato de compraventa.
VII.- Efectos del contrato de compraventa.
1) Obligaciones del vendedor.
a. Entregar la cosa (diversas situaciones)
b. Obligación del saneamiento de la evicción y por vicios redhibitorios
2) Obligaciones del Comprador.
a. Pagar el precio.
b. Recibir la cosa.
VIII.- Pactos accesorios en la compraventa.
1) El pacto comisorio.
2) El pacto de retroventa.
3) El pacto de retracto.
IX.- La rescisión por causa de lesión enorme en la compraventa.
I. REGULACION
La compraventa es un contrato típico y nominado y por lo tanto reconoce una regulación en el CC.;
Titulo XXIII, Libro IV, art. 1793 a 1896.
II. CONCEPTO
CONCEPTO LEGAL (Artículo 1973): “La compraventa es un contrato en que una de las
partes se obliga a dar una cosa y la otra a pagarla en dinero; aquella se dice vender y esta
comprar. El dinero que el comprador da por la cosa se llama precio”.
III. CARACTERÍSTICAS.
Dentro del contrato de compraventa encontramos las siguientes características:
1) CONTRATO BILATERAL
4) CONTRATO PRINCIPAL
En principio a través de él, las partes logran satisfacer el interés jurídico económico
perseguido con su celebración.
Además de no requerir de otro contrato para nacer o subsistir en la vida jurídica lográndose
dicho interés jurídico económico con su celebración.
Es de aquellos títulos que por su naturaleza son aptos para transferir el domino, y así
se encuentra reconocido en los artículo 675 y 703 del CC. Ello significa que sirve de
antecedente jurídico y necesario para que opere la transferencia del dominio por
medio de un modo de adquirir que generalmente será la tradición.
La compraventa dentro de nuestro ordenamiento sólo genera derecho personales, de
forma tal, que por sí sola no puede transferir el dominio.
La obligación que genera la compraventa respecto del vendedor es la de hacer
entrega jurídica de la cosa al comprador lo que realizará mediante la tradición.
En oportunidades, ni siquiera podrá operar como antecedente jurídico a la adquisición
del dominio, por ejemplo: en la compraventa de cosa ajena, ya que en esa situación
la adquisición del dominio operará por prescripción.
1) CONSENTIMIENTO
Observaciones: El acuerdo entonces debe recaer sobre la cosa, el precio y la naturaleza del
contrato, de modo que si falta alguno de estos elementos, el contrato o no produce efecto o
degenera en otro distinto.
Obsta, al acuerdo sobre la cosa el error, que puede recaer o en la identidad de la cosa
específica o en su sustancia o calidad esencial.
Obsta al acuerdo sobre el precio la circunstancia de que el precio por la que una de las
partes entiende comprar, sea distinto de aquel por la que la otra parte entienda vender.
A propósito del precio, es posible que en un mismo acto o contrato se contengan dos o
más compraventas distintas, pues el acuerdo sobre el precio debe estar referido a todas
ellas
Obsta al acuerdo sobre la naturaleza del acto o contrato el error, que recae sobre la
especie o acto o contrato que se celebre.
Las ventas forzadas son aquellas que se hacen por intermedio de la justicia a virtud de una
resolución judicial, siempre y cuando ésta no constituya una formalidad habilitante.
En las ventas forzadas igualmente se exige consentimiento, sobre la cosa, el precio y la naturaleza
del contrato. En estos casos será el juez el que actúa como representante legal del vendedor y
tradente.
Se critica esta explicación pues solo justifica las obligaciones contraídas voluntariamente.
Supera tu Grado - Contratos en particular (Segunda parte) 3
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Otros explican este hecho en la representación, toda vez es el representante quien concurre con
su voluntad, no siendo necesaria la voluntad del representado.
Solemnidades en la c/v
Las solemnidades son aquella manera especial que debe revestir el consentimiento y que son
impuestas por la ley en consideración a la naturaleza del acto o contrato para su validez.
En materia de compraventa ellas son excepciones, por tanto, solo operan en los casos que la ley
expresamente lo indica.
OBSERVACIONES:
B. Con la expresión bienes raíces, solo se refiere a los inmuebles por naturaleza.
Respecto de los inmuebles por adherencia se reputan muebles,
antes de la separación para constituir un derecho real a favor de un
tercero distinto del dueño, en consecuencia la venta sería
consensual. (art. 571 con el 1801 inc. 3).
Respecto de los inmuebles por destinación ellos se reputan
inmuebles si están destinados al uso, beneficio o cultivo de un
inmueble. Si el dueño los quiere enajenar abandonan esta
finalidad, recuperando por tanto su carácter de mueble, y siendo
por tanto, consensual la compraventa.
Por ejemplo, la venta forzada previo decreto judicial y cumpliendo con las demás
solemnidades legales: pública subasta, acta de remate, etc.
2. SOLEMNIDADES VOLUNTARIAS (art. 1802): Aquellas que operan por voluntad de las
partes, fuera de los casos en que la ley exija el cumplimiento de una solemnidad, en el
sentido de que las partes acuerden que la compraventa no se entienda perfecta sino a
virtud del cumplimiento de ciertas solemnidades.
Efecto: Cualquiera de las partes puede retractarse mientras no se cumpla con las
solemnidades convenidas o hasta que tenga lugar la entrega de la cosa. Si ella se cumple,
o si la entrega de la cosa ha principiado, ya no es posible retractarse.
Las arras, constituyen una cantidad de dinero u otras cosas muebles que se dan, ya en garantía de
la celebración del contrato o ya en parte del precio y en señal de quedar convenidos.
Momento de la retractación: Habrá que estar al plazo convenido o fijado por las partes, a
falta del cual, la ley establece un plazo de 2 meses a contar de la convención para
retractarse.
Ahora bien, independiente de los plazos, sea convencional o legal, no podrán retractarse
si:
• El contrato de compraventa de cuya celebración se trata se ha reducido a
escritura pública
• Ha principiado la entrega de la cosa
2. Arras Prueba o Arras entregadas como parte del precio y en señal de quedar
convenidos
En este caso, debe constar por escrito de manera expresa que las arras se entregan como
parte del precio y en señal de quedar convenidos, y el contrato desde ese momento queda
perfecto, si no se estipula por escrito y de manera expresa se entienden dadas en garantía
en la celebración de la compraventa.
2) LA COSA VENDIDA
Aspectos previos
La cosa vendida dentro de la compraventa es su el objeto, pero además es un elemento
esencial del mismo, sin el cual, o no hay compraventa o el contrato es nulo.
Si no hay obligación del vendedor, tampoco hay obligación del comprador, ya que de
acuerdo a la teoría clásica de la causa, la obligación del comprador carecería de causa.
Requisitos de la cosa
I. Como objeto del contrato de compraventa, en tanto acto jurídico, debe ser Lícito, real,
comerciable, determinado o determinable y debe existir o esperarse que exista.
Es un requisito general que debe reunir todo objeto de una declaración de voluntad.
El art. 1810 señala que pueden venderse todas las cosas corporales e incorporales
cuya enajenación no esté prohibida por la ley, y está prohibida por la ley la enajenación
de las cosas que no están en el comercio (art. 1464 nº1), por tanto, también lo está la
venta de las cosas incomerciables.
2. Determinada y singular.
A) EN CUANTO A LA DETERMINACIÓN
Debe ser determinada al menos en cuanto a su género (art. 1461) o determinable,
siempre que contenga los datos para su determinación.
Observación: Es posible que se vendan cada uno los bienes que integran el
patrimonio de una persona siempre que se individualicen, a pesar que constituya la
totalidad del patrimonio, cumpliendo los ss., requisitos:
• Que la venta se haga por escritura publica
• Que se especifiquen los bienes que se venden
3. Real
Significa que la cosa debe existir (venta de cosa presente) o esperarse que exista
(venta de cosa futura), la venta de cosa futura puede revestir 2 modalidades:
De acuerdo al artículo 1816 la compra de cosa propia no vale, y ello por ausencia de
causa ocasional, es decir, por faltar un motivo determinante en orden a contratar, ya
que nada justifica que una persona compre lo que le pertenece.
Problema:
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El inciso 1 del Art. 1816 señala que la compra de cosa propia no vale, el inciso 2
reglamenta a quien pertenecen los frutos y el inciso final señala que por la voluntad
de las partes se puede alterar las reglas precedentes.
Problema:
¿Puede el comprador demandar la resolución del contrato por aplicación del Art.
1489?
La respuesta va a depender del contenido que se asigne a la obligación de entregar
que recae sobre el vendedor.
Según el Art. 1815 el verdadero dueño cuenta con esta acción mientras no se
extinga por el transcurso del tiempo, la prescripción de la acción reivindicatoria se
sujeta a las reglas de la prescripción de las acciones propietarias del Art. 2517.
3) EL PRECIO
La obligación de pagar el precio que pesa sobre el comprador constituye la contraprestación que
debe realizar el comprador frente a la obligación del vendedor de hacer entregar material y jurídica
de la cosa.
Requisitos.
El precio es un elemento de la esencia del contrato de compraventa porque sin él, o el contrato de
compraventa es nulo o degenera en otro distinto. Como tal debe reunir ciertos requisitos o
condiciones:
Según el Art. 1893 por definición el precio es dinero, pero ello no significa que
necesariamente deba pagarse en dinero; basta con que se fije en dinero pero nada obsta a
que se pueda pagar con una cosa distinta del dinero a través de una dación en pago.
De pagarse el precio de la compraventa con otra cosa distinta que dinero el contrato deriva
en otro distinto, y podrá ser una permuta o una dación en pago, si la sustitución del precio,
en este último caso, por una cosa deriva del acuerdo de las partes, y con posterioridad a la
celebración del contrato de compraventa.
Si el precio se pacta parte en dinero y parte en una cosa distinta del dinero, según el Art.
1794 hay que distinguir:
Esta condición dice relación con la circunstancia que el precio sea efectivamente una
suma de dinero que se pague por la cosa, de forma tal, que el precio simulado o fingido es
irreal, por lo que no cumple este requisito.
El precio debe ser serio, en el sentido que no debe ser irrisorio. El precio que se entrega a
cambio de una cosa, además de tener que entregarse efectivamente, debe guardar cierta
relación con el valor de la cosa, lo que no significa atribuir al precio la calidad de justo.
No es necesario que el precio sea justo, la falta de equivalencia entre el valor del dinero y
el valor de la cosa vendida en principio no afecta la validez de la compraventa, sino en
ciertos y determinados casos, que son tratados por el código como lesión enorme.
Es decir, debe señalarse en forma precisa lo que el comprador está obligado a pagar por
concepto de precio y por la cosa vendida. Esta determinación puede hacerse por las partes
o incluso por un tercero, pero en ningún caso la determinación del precio, puede quedar
entregado al arbitrio de una de las partes.
1. Aspectos previos
En materia de compraventa la regla general, es la capacidad, de forma tal, que toda persona es
capaz de celebrar la compraventa, salvo que la ley declare inhábiles.
1) Incapacidad para celebrar todo contrato: esta es una aplicación de las reglas generales
de la capacidad en los actos jurídicos.
2) Incapacidades particulares para celebrar el contrato de compraventa: los autores
comentan que se trata de una aplicación de esas prohibiciones a que se refiere el inciso
final del Art. 1447.
Fundamento:
• El legislador no acepta el contrato de donaciones irrevocables entre cónyuges. El
Art. 1138 inciso 2 señala que las donaciones entre cónyuges siempre se
consideraran como donaciones revocables, si el legislador permitiese la
compraventa entre cónyuges sería muy fácil burlar el Art. 1138 pues bastaría con
disfrazar la donación bajo la forma de una compraventa.
• El legislador teme que uno de los cónyuges presione indebidamente al otro para
celebrar el contrato de compraventa a un precio no adecuado.
• Si los cónyuges están casados en un régimen de sociedad conyugal habría
además una hipótesis de auto contratación que el legislador mira con desconfianza.
• El legislador teme que los cónyuges puedan coludirse para celebrar el contrato de
compraventa y de esta manera perjudicar a terceros eludiendo la garantía
patrimonial universal.
Fundamentos:
Artículo 1798
Afecta al empleado público respecto de bienes que se vendan por su ministerio y a
los jueces, abogados y funcionarios del orden judicial, para adquirir los bienes en
cuyo litigio han intervenido y que se vendan precisamente a consecuencia del
mismo litigio, aunque lo sean por pública subasta.
Observaciones:
- El código orgánico de tribunales ha hecho extensiva esta prohibición a otras
personas como fiscales judiciales, defensores públicos judiciales, relatores,
receptores y ciertos parientes de estos funcionarios.
- Para que se configure la incapacidad es fundamental que los bienes se vendan a
consecuencia del litigio.
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Artículo 1799
Referida a los tutores y curadores, los que no podrán comprar parte alguna de los
bienes de su administración sino con arreglo a las normas que regulan la
administración ejercida por ellos, dentro de las cuales está como pilar fundamental
el artículo 412, que precisamente prohíbe a los tutores y curadores y a sus
parientes adquirir para sí directa o indirectamente bienes que pertenezcan al pupilo
y en general celebrar actos en los que tenga directa o indirectamente interés el
tutor o curador o sus parientes.
Artículo 1800
Señala que los mandatarios, los síndicos, y los albaceas, están sujetos en lo
relativo a la compraventa de las cosas que han de pasar por sus manos en razón
del ejercicio de sus cargos a lo dispuesto en el artículo 2144 a propósito del
mandato, según él, cual no podrá el mandatario por sí o por interpósita persona
comprar las cosas que el mandante le ha ordenado vender, ni vender lo suyo al
mandante que lo ha ordenado comprar, sino fuere con su autorización expresa.
1. ASPECTOS PREVIOS
La venta a prueba o al gusto tiene lugar cuando así se ha convenido por las partes o
cuando se trata de cosa que se acostumbran a vender bajo esta modalidad.
Venta al ensayo.
Tiene lugar cuando la cosa vendida es determinada en base a una muestra o modelo que
el comprador suministra al vendedor para que la cosa vendida reúna precisamente las
condiciones de dicha muestra o modelo.
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VII. EFECTOS DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA: En este párrafo trataremos:
Partiendo por las obligaciones que asumen a virtud del contrato de compraventa de acuerdo al
artículo 1824 las obligaciones del vendedor se reducen a dos: la entrega y tradición de la cosa y el
saneamiento de la misma.
Opiniones
A) Para algunos consiste en garantizar al comprador una posesión tranquila,
pacifica, útil y duradera de la cosa vendida. (Art. 1815)
El art. 1815 al señalar que la venta de cosa ajena vale. Si el vendedor
estuviese obligado a transferir el dominio, el art. 1815 no tendría sentido.
En el derecho romano la obligación del vendedor se agotaba en garantizar
al comprador una posesión tranquila, pacifica, útil y duradera de la cosa
vendida. Y en materia de compraventa don Andrés Bello habría seguido el
derecho romano.
Si dijésemos que la obligación del vendedor consiste en transferir el
dominio ello implicaría sostener que si el vendedor no transfiere el dominio
no habría cumplido con su obligación, y el comprador podría hacer uso del
mecanismo del art. 1489.
B) Hay autores que señalan que el vendedor se obliga a transferir el dominio (Arts.
1793, 1824, 1837)
El tenor literal del art. 1793 que al definir la compraventa señala que el
vendedor se obliga a dar una cosa, y obligación de dar es aquella que
tiene por objeto transferir el dominio.
El art. 1824 señala que al referirse a las obligaciones del vendedor habla
de la entrega o tradición. Y la tradición es una entrega que implica
transferencia de dominio.
El tenor literal del art. 1837 que al referirse a la obligación de saneamiento,
señala que consiste en amparar al comprador
en el dominio. Esto solo se justifica si previamente el vendedor se había
obligado a transferir el dominio al comprador.
El art. 1824 inc. 2º se remite a la reglas del título VI del libro II, es decir a
los arts. 670 y ss. del código. Por lo tanto, hay que distinguir:
(arts. 684, 686)
Los autores señalan que no es suficiente con que se haga la entrega jurídica, ya que lo
habitual es que el comprador quiera tener físicamente la cosa para poder ejercer esas
facultades de uso y goce.
Hay casos en los cuales el vendedor no está obligado a entregar materialmente la cosa, es decir,
puede retenerla y el comprador no podrá exigirla.
En ese caso el vendedor puede retener la cosa aunque no se haya fijado un plazo para la
entrega. Y el comprador solo podrá exigir la cosa pagando el precio o asegurando el
precio.
El código no tiene reglas especiales, por lo tanto, se aplican las reglas generales en materia de
pago.
a) Si las partes señalaron el lugar de la entrega, esta debe hacerse en el lugar señalado en la
convención.
b) Si las partes nada dijeron hay que distinguir:
i. Si se trata de una especie o cuerpo cierto la entrega debe hacerse donde existía la
especie o cuerpo cierto al momento de contraerse la obligación.
ii. Si se trata de una cosa genérica, la entrega debe hacerse en el domicilio del
deudor.
c) Las reglas precedentes no se alteran en caso de haber cambiado de domicilio cualquiera
de las partes.
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E.- Venta de una misma cosa a dos o más personas por contratos distintos (art. 1817
relacionar con el art. 684)
El código se encarga de regular cuál de los distintos compradores será preferido por sobre los
otros, y para estos efectos establece un orden de prelación.
a) Los gastos de la venta son de cargo del vendedor por regla general, a menos que las
partes hayan estipulado otra cosa. Art. 1806
Los autores señalan que el fundamento de esta regla se encuentra en que el vendedor
ha tomado en consideración estos gastos a la hora de fijar el precio de la cosa.
i. Los gastos hechos para poner la cosa a disposición del comprador y hasta el
momento de la entrega son de cargo del vendedor.
ii. Pero los gastos hechos después de entregada la cosa son de cargo del comprador.
Con todo, las partes pueden alterar estas reglas. (Art. 1825)
El art. 1828 da una regla muy escueta, el vendedor debe entregar lo que reza el contrato. A partir
de estos lo autores señalan que la entrega comprende:
1. La cosa vendida
2. Los frutos que deben pertenecer al comprador (art.1816)
a) Los frutos naturales pendientes al tiempo de la venta
b) Los frutos naturales y civiles que produzca la cosa con posterioridad a la venta.
c) Las partes pueden alterar las reglas precedentes.
Los autores comentan que esta regla del art. 1816 es excepcional, ya que la regla general
es que los frutos pertenezcan al dueño, y en estos casos el comprador aún no es el dueño,
porque no ha tenido lugar la tradición.
3. Compraventa al gusto. El riesgo corre por cuenta del comprador sólo a partir de que éste
haya expresado su agrado por la cosa.
El código no lo define, y existen dos criterios para determinar cuándo un predio es rustico.
H.2. Formas en que puede venderse un predio rustico (art. 1831 inc.1)
El art. 1831 inc. 2º da a entender que constituye la regla general, pero en realidad es excepcional.
De manera que para que se entienda que la venta es en relación a la cabida hay que cumplir los
siguientes requisitos:
i. Que en el contrato se indique la cabida.
ii. Que sea un elemento determinante en el contrato.
iii. Que el precio dependa de la cabida o superficie del predio rustico.
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iv. Que las partes no hayan señalado que les es indiferente la mayor o menor cabida
del predio rustico. (que las partes no hayan renunciado a las acciones que
derivan de la diferencia de la cabida real y la declarada)
2. Que la cabida real sea mayor que la cabida declarada. En este caso hay que distinguir:
Por ejemplo, el contrato dice que el predio tiene 100 mt 2 y al medir, resulta que el
predio tiene 105 mt2, lo que quiere decir que la cabida real es mayor que la cabida
declarada, eso hace que nos quede un sobrante de 5 mt 2. El predio tiene un valor de
100.000.000, por lo que cada mt2 vale 1.000.000, por lo tanto, los 5 mt2 valen
5.000.000. Como el precio del sobrante no excede de la decima parte de la cabida
declarada, la cabida sobrante no es mucho mayor.
Por ejemplo, tenemos una cabida declarada de 100 mt2, a un valor de 100.000.000, y
una cabida real de 120 mt2. Por lo tanto tenemos un sobrante de 20 mt2, y que hace q
sea un sobrante de 20.000.000 que al compararlo con la cabida declarada es mayor,
ya que 20.000.000 es más que 10.000.000.
i. Si la cabida real no es mucho menor que la cabida declarada, se entiende que la cabida
real no es mucho menor cuando el precio de la cabida que falta no excede de la
décima parte de la cabida declarada.
Efecto: El vendedor debe sufrir una disminución proporcional del precio. El código
plantea como alternativa, que el vendedor complete la cabida, pero en la práctica esto
es poco probable. De manera que se entiende que la regla es la disminución
proporcional del precio.
Efectos: en este caso surge un derecho optativo para el comprador quien puede
elegir entre:
o Aceptar una disminución proporcional del precio
o Desistirse del contrato con indemnización de
perjuicios.
La venta se hace ad corpus o como cuerpo cierto, cuando la cabida no se expresa dentro del
contrato o sólo se indica como un dato ilustrativo.
Observación:
• En ambas compraventas se indican los deslindes es una mención que debe
requerirse para la inscripción del título, en base al cual el conservador practica la
inscripción.
Lo que sucede que la venta según la cabida, indefectiblemente las partes
manifiestan su voluntad de que lo que se vende es una superficie determinada, en
cambio lo que determina la venta ad corpus es que no se vende una superficie
determinada, sino que un inmueble dentro de todo lo que comprende sus
deslindes.
Esto no tiene aplicación práctica: quién tiene interés una superficie, la hace medir con antelación y
esa medición según la firma topográfica. Mantiene vigencia práctica la venta ad corpus cuando sea
difícil determinar la superficie o un precio que se fije por metros cuadrados.
Problema
b) La mayoría de los autores entiende que si puede haber venta sin señalamiento
de deslindes, porque la exigencia del art. 78 es para la inscripción, o sea, para
la tradición, pero la compraventa solo es el título. En consecuencia puede
haber una venta sin señalamiento de deslindes y para los efectos de la
inscripción, puede otorgarse una escritura complementaria, con tal que conste
por escritura pública.
Prescripción.
El art. 1834 establece una prescripción de corto tiempo. Un año contado desde la entrega,
este el plazo de prescripción de las siguientes acciones:
a) Acción del vendedor para que el comprador aumente proporcionalmente el precio.
b) Acción del comprador para que el vendedor complete la cabida.
c) Acción del comprador para que el vendedor rebaje proporcionalmente el precio.
d) Acción del comprador para desistirse del contrato.
Regla especial
El art. 1835 señala que las reglas especiales de los arts. 1832 y 1833 se aplican a
cualquier todo o conjunto de efectos o mercaderías. Por ejemplo si se venden 100 cabezas
de ganado en un millón de pesos y faltan o sobran cabezas de ganado.
Problema
Observación
La obligación de entregar importa hacer poseedor al comprador, y esta posesión debe permitir al
comprador usar y gozar de la cosa tranquila y útilmente.
• La posesión no será tranquila, cuando terceros hagan valer derechos sobre la cosa
vendida. Se trata por ende, de turbaciones de derecho y no de hecho.
• La posesión será inútil cuando la cosa adolece de defectos que hacen que sea
inadecuada para el objeto que se tuvo a la vista al tiempo de contratar.
B. Concepto
La obligación de saneamiento es aquella que recae sobre el vendedor, y que consiste en amparar
al comprador en el dominio y posesión pacifica de la cosa vendida y de responder de los vicios
ocultos llamados vicios redhibitorios.
C. Objetivos
2.- Responder los defectos ocultos, llamados vicios redhibitorios (saneamiento de los vicios
redhibitorios u ocultos.)
D. Características
1.- Esta obligación es de la naturaleza del contrato de compraventa, ya que si las partes nada
dicen, se entiende incorporada sin necesidad de una clausula especial. Pero las partes fácilmente
pueden excluirlas sin que con ello se afecte la eficacia del contrato y sin que degenere en un
contrato diferente.
2.- Se trata de una obligación eventual, porque solo se hace exigible si se producen determinados
acontecimientos.
Esta obligación de saneamiento se inserta dentro de las obligaciones de garantías que derivan del
contrato de compraventa, como contrato oneroso.
Es aquella obligación de garantía que pesa sobre el vendedor y que tiene por objeto amparar al
comprador en la posesión tranquila de cosa vendida, frente a turbaciones de derecho que ejerzan
terceros.
Observaciones:
1.- Las turbaciones de derecho importan el ejercicio por parte de terceros de acciones
judiciales mediante las cuales pretende derechos sobre la cosa.
3.- El saneamiento de la evicción sólo tiene por objeto amparar al comprador frente a
turbaciones de derecho, de forma tal si el comprador es privado de todo o parte de la cosa
por hechos materiales, no hay evicción; si en cambio, el comprador es privado todo o parte
de la cosa, como consecuencia de una acción ejercida por el tercero a virtud de la cual, se
le reconoce un derecho sobre la cosa, hay lugar a la evicción.
v. Concepto de evicción
Es la privación que experimenta el comprador del todo o parte de la cosa comprada en virtud de
una sentencia judicial por causa anterior a la venta.
La privación será total, si el derecho que pretende el tercero de la cosa lo sea sobre
toda ella, como por ejemplo, su derecho de dominio que hará valer a través del
ejercicio de la acción reivindicatoria.
2. SENTENCIA JUDICIAL.
La evicción supone la existencia de un juicio que debe culminar con la dictación de una
sentencia, que prive total o parcialmente al comprador de la cosa comprada. Este
elemento, genera las siguientes consecuencias:
Problema
R.: Los autores señalan para resolver esta contradicción que la referencia al caso en
que no se dicta la sentencia de evicción, se refiere al caso en que el vendedor citado de
evicción comparece al juicio y se allana. En este caso, de todas formas debe dictarse
sentencia, pero esta será declarando la evicción y no obstante ello, como el vendedor
se ha allanado el plazo se cuenta desde la restitución.
Por causa anterior al contrato vamos entender aquél hecho o situación que sirve de
fundamento jurídico a la pretensión de derecho que hace valer el tercero sobre la cosa
vendida.
Oportunidad para citar de evicción: dentro del término de emplazamiento, antes de contestar la
demanda.
Quienes pueden ser citados de evicción: al vendedor, y a quienes este hubiese podido citar si
hubiere permanecido en posesión de la cosa.
Como el comprador puede citar a evicción, no sólo a su vendedor sino que a cualquiera de los
anteriores en forma indefinida, los antecedentes podrán referirse no sólo al contrato de
compraventa respectivamente sino aquellos anteriores que está siendo citado a la evicción.
Se requiere acreditar la calidad de vendedor objeto de evicción para poder citarle al juicio.
A) No comparece
En este caso, vencido el término para contestar, el juicio continuará y el vendedor citado a
evicción se hará responsable de la evicción para el caso que ésta se produzca, salvo que
se haya acogido la demanda del tercero por no haber opuesto el comprador excepciones
personales suyas, como la prescripción adquisitiva, esto es, excepciones que solo el
comprador podía oponer.
B) Comparece
Cuando el vendedor no cumple con su obligación de defensa o habiendo cumplido, no logra evitar
que la evicción se produzca esta obligación de defensa inicial se transforma en la obligación de
indemnizar al comprador por la evicción producida.
Cuando cumplió con su obligación, no está obligado a reparar los daños al comprador la
interposición de la demanda en su contra, sino en cuanto dicha demanda fuere imputable a su
hecho o culpa.
INDEMNIZACIONES.
SI LA EVICCIÓN ES TOTAL.
Por ejemplo: cuando el tercero a través de una acción reivindicatoria reconozca la calidad
de propietario de la cosa y sea entonces reivindicada de manos del comprador, la
obligación de indemnizar del vendedor comprende:
2. El pago de las costas, solo en cuanto el comprador las haya pagado. Por ejemplo:
los gastos de notaría, gastos de inscripción que pueden llegar a ser cuantioso en relación
al previo de venta del inmueble.
4. El pago de las costas del juicio que el comprador hubiere sufrido a consecuencia y
con motivo de la demanda intentada por el tercero. Nuevamente se excluyen de estas
cosas aquellas causadas con posterioridad al allanamiento que el vendedor hizo de la
evicción. Si el vendedor se ha allanado a la demanda no es obligado al pago de las costas
que haya sufrido el comprador en razón de su decisión de continuar el juicio.
El vendedor de mala fe es obligado al pago del total del aumento. Si el aumento del valor
de la cosa que ha sufrido, estando en el poder del comprador se ha debido a mejoras 4, el
vendedor de buena fe es obligado a rembolsar al comprador aquellas mejoras necesarias
y útiles que haya hecho el comprador y que no hayan sido abonadas por el tercero que
obtuvo sentencia favorable.
SI LA EVICCIÓN ES PARCIAL.
En este caso, el comprador tiene derecho por una parte a la rescisión del contrato.
Si ejerce este derecho, el comprador debe restituir al vendedor la parte de la cosa vendida
no evicta, considerándose como poseedor de buena fe al comprador.
1. Renuncia.
2. Prescripción.
3. Casos en que la ley así lo dispone.
1. Renuncia.
Cesa la obligación de restituir el precio si el comprador compro la cosa a sabiendas de que era
ajena o si al comprarla tomo sobre sí expresamente el riesgo de evicción especificándolo.
Reglas de la renuncia
a) Si el vendedor conoce la causa de evicción es un vendedor de mala fe, de manera
que el pacto en que se exime al comprador es nulo.
b) Si el vendedor no conoce la causa de evicción, es un vendedor de buena fe, pero
de todas formas el vendedor debe restituir el precio.
2. Prescripción.
Si el comprador ha sufrido otros perjuicios y quieren que sean indemnizados, ¿en qué plazo
prescribe la acción indemnizatoria?
i. Tratándose de las ventas forzadas. En este caso el vendedor solo está obligado a
reembolsar el precio que haya producido la venta, pero la indemnización no
cubre los demás rubros.
i. Aspectos previos
A virtud de ella, el vendedor puede ser obligado a responder por los defectos ocultos de la cosa, a
virtud de haber incumplido su obligación derivada del contrato de compraventa consistente en la de
procurar al comprador la posesión útil de la cosa vendida.
ii. Concepto de vicios redhibitorios
Son aquellos de que adolece la cosa comprada al momento del contrato, que ignorado por el
comprador hace que dicha cosa no pueda ser usada conforme a su naturaleza, o bien, si lo
permite, solo presta un servicio imperfecto
1. COETÁNEO A LA VENTA
Dice relación con que el vicio o defecto debe existir o haber existido al tiempo del contrato.
Para estos efectos, basta que el vicio o defecto haya existido en germen al tiempo del
contrato, aún cuando, se haya manifestado con posterioridad
2. GRAVES
Dice relación con la necesidad de que a virtud de estos defectos o vicios, la cosa no sirva
para su uso natural o sólo sirva imperfectamente, de forma tal que haga presumir que el
comprador conociéndolos no hubiese comprado la cosa o lo hubiese hecho a menor
precio.
3. OCULTOS.
Es preciso que el vicio o defecto no haya sido manifestado por el vendedor, ni ignorando
por el comprador sin su grave negligencia o que el comprador no haya podido fácilmente
advertirlo en razón de su profesión u oficio.
OBS.: Nada impide a las partes, otorgar o conferir el carácter de redhibitorio, aquellos
vicios o defectos que naturalmente no reúnan estas condiciones.
a) Acción redhibitoria: es aquella que tiene por objeto que se declare la resolución del
contrato de compraventa. En consecuencia, en cuanto a su naturaleza jurídica, es una
acción resolutoria.
b) Acción quatiminoris: es aquella que tiene por objeto obtener una disminución el precio. En
este caso el contrato de compraventa subsiste, solo que el comprador deberá pagar un
menor precio, o si lo había pagado íntegramente, podrá solicitar la restitución del exceso.
c) Acción indemnizatoria: solo procede cuando el vendedor conocía los vicios y no los
declaro, o si por su profesión u oficio debía conocerlos. Con todo no procede la acción
indemnizatoria, si el vendedor no conocía los vicios y también si no debía conocerlos, en
razón de su profesión u oficio.
Si la cosa ha perecido por un defecto inherente a ella, nuevamente nace la opción del
acreedor, ya en orden a pedir la rescisión del contrato o la rebaja proporcional del precio
en ambos casos de indemnización siempre que el vendedor este de mala fe en razón de
su profesión u oficio.
Si el objeto vendido consta de varias cosas, sólo habrá lugar a la acción redhibitoria por la
cosa viciosa y no por el conjunto, salvo que aparezca que no se habría comprado esa
cosa, sin el conjunto.
1. LA RENUNCIA.
Siendo la obligación de saneamiento una obligación de la naturaleza del contrato, las partes
pueden excluirla, pero para que este pacto de irresponsabilidad sea valido el vendedor debe
estar de buena fe, es decir, debe ignorar la existencia de los vicios. Solo en tal caso, el
vendedor quedara liberado de responsabilidad.
Se entiende que está de mala fe si conocía de los vicios o debía conocer de ellos en razón de
su profesión u oficio y no los dio a conocer al comprador.
2. PRESCRIPCIÓN.
a) Acción redhibitoria
Sin perjuicio de reglas especiales, que establece los artículo 18 y 19 ley general de urbanismo
y construcción por vicios en la construcción, acción que prescribe al término de 5 años.
Observaciones
Estos plazos se cuentan desde la entrega real. Se entiende por entrega real la
entrega física, porque solo a partir de ese momento el comprador estará en
condiciones de darse cuenta de la existencia de estos vicios.
Estos plazos de prescripción son muy breves, es por esta razón, que el art. 1867
señala que prescrita la acción redhibitoria todavía podrá reclamarse la acción
quantiminoris y la acción indemnizatoria.
b) Acción quantiminoris:
a) Tratándose de bienes muebles prescribe en 18 meses.
b) Tratándose de inmuebles prescribe en 1 año.
Observaciones
Puede ser que se compre una cosa para mandarla a un lugar distante, en ese caso la acción
quantiminoris prescribe en 1 año contados desde la entrega al consignatario, más el término
de emplazamiento. Con todo, esta regla solo se aplicará si el comprador en el tiempo
intermedio entre el contrato y el envío, ha podido ignorar el vicio de la cosa sin negligencia de
su parte.
c) Acción indemnizatoria
1. Algunos autores señalan que a falta de norma especial se aplican las normas
generales en materia de prescripción.
2. Otros señalan que la acción indemnizatoria prescribe junto con la acción a que
accede.
Argumentan señalando que el art. 1867 al referirse a la acción indemnizatoria señala
según las reglas precedentes, y dentro de esas reglas precedentes esta el art. 1866
que establece el plazo de prescripción de la acción redhibitoria.
4. Si la cosa vendida se compone de varias cosas, por ejemplo se vende ganado, solo
procede la acción redhibitoria en relación a la cosa viciosa y no respecto de las demás cosas,
menos que sea de presumir que no se hubiese comprado el conjunto sin la cosa viciosa.
A. Concepto de precio
El cumplimiento de esta obligación se rige por las reglas generales relativas al pago.
i. Debe estarse primeramente al lugar estipulado por las partes. ii. A falta de estipulación
debe cumplirse en el lugar que deba efectuarse la entrega de la cosa.
A partir de esto se entiende que si las partes nada han dicho en relación al momento en
que se debe pagar el precio, pero estipularon un plazo para la entrega de la cosa,
automáticamente ese mismo plazo rige para el pago del precio.
El art. 1872 plantea que el precio debe pagarse al momento de la entrega, es decir, ambas
obligaciones deben cumplirse simultáneamente, pero ¿Cuál de ellas debe cumplirse
primero?
Los autores señalan que primero debe cumplirse con la obligación de entregar la cosa, por
las siguientes razones:
a) El código al definir la compraventa en el art. 1793, parte señalando que una de las
partes se entrega a dar una cosa. Esta redacción no sería accidental, sino que la
intención del legislador es que primero se cumpla con esta obligación del vendedor
de entregar la cosa.
En ese caso puede hacerse autorizar por el juez para depositar el precio hasta que el
vendedor haga cesar la turbación o afiance las resultas del juicio. En este caso el
comprador puede solicitar al juez que sea designado el mismo como depositario, con las
responsabilidades que ello implica.
Según el art. 1873 si el comprador ha sido constituido en mora, el vendedor puede exigir:
1. El precio, o sea, ejercer la acción de cumplimiento más la indemnización de
perjuicios.
2. La resolución, es decir, ejercer la acción resolutoria más la indemnización de
perjuicios.
Como el art. 1873 exige constitución en mora el vendedor tiene que haber entregado la
cosa, estar llano a entregarla, tener una condición suspensiva pendiente o un plazo
suspensivo pendiente.
Fuera de estos casos, si el vendedor no ha entregado la cosa, el comprador no estará
constituido en mora. Ello en virtud de la excepción de contrato no cumplido.
En principio hay que aplicar las reglas generales, con las modificaciones que establece la
ley a propósito de la compraventa. Para estos efectos hay que distinguir lo que ocurre entre
las partes, de lo que ocurre respecto de terceros.
iii. Tiene derecho a que se le restituyan los frutos, ya sea, todos los frutos si
ninguna parte del precio se hubiere pagado o en el caso de pago parcial en
proporción a la parte no pagada.
i. Tiene derecho a que se le restituya la parte del precio que hubiere pagado
en caso de haber existido un pago parcial.
El art. 1876 inc. 1º se remite a las reglas generales de los arts. 1490 y 1491.
1. Si se trata de una cosa mueble la resolución solo afecta a los terceros de mala fe,
es decir, los que conocían la existencia de la condición resolutoria.
Observación
El inc. 2º del art. 1876 señala que si en la escritura de venta se deja constancia que el
precio se ha pagado íntegramente no se admitirá prueba alguna en contrario, salvo la
nulidad o la falsificación de la escritura, y solo en virtud de esta prueba habrá acción contra
terceros poseedores.
Problema
Si en la escritura de venta se señala que el precio se pago íntegramente, pero en realidad
ello no ocurrió. ¿Puede el vendedor demandar la resolución del contrato por no haberse
pagado el precio?
Se trata de una cláusula que se incorpora al contrato de compraventa, en cuya virtud las
partes estipulan que el vendedor se reserva el dominio no obstante procederse a la
tradición hasta que el comprador pague el precio, o hasta que se cumpla una condición.
En el derecho comparado, esta cláusula es bastante habitual ya que opera como una
verdadera garantía para el vendedor, quien sabe que seguirá siendo el dueño aunque haya
operado la tradición mientras el comprador no pague el total del precio.
El problema en nuestro país es que existen dos disposiciones contradictorias art. 680 inc. 2º
ubicado a propósito de la tradición y art. 1874 ubicado a propósito de la compraventa.
1. El art. 680 inc. 2º reconoce plena eficacia a este pacto. El efecto aparece como una
excepción a la regla general según la cual verificada la entrega por el vendedor se
transfiere el dominio aunque no se haya pagado el precio, a menos que las partes
hayan estipulado este pacto de reserva del dominio.
2. El art. 1874 señala que el único efecto que produce este pacto es la demanda
alternativa señalada en el artículo anterior, esto es, que si el comprador ha sido
constituido en mora el vendedor podrá demandar el cumplimiento o la resolución
del contrato y en ambos casos con indemnización de perjuicios.
Los autores señalan que a partir del tenor literal del art. 1874 se desprende que esta
disposición no reconoce eficacia al pacto de reserva del dominio. Es decir, no obstante
haberse estipulado el vendedor deja de ser el dueño al momento de verificarse la tradición.
Razones
a) Si el vendedor fuese el dueño contaría con la acción reivindicatoria, pero el art,
1874 no menciona a esta acción, lo que permite afirmar que el vendedor ya no
es el dueño.
b) El art. 1873 es muy similar al art. 1489 con la diferencia que en el art. 1873 se
exige que el comprador este constituido en mora.
Si esto es así, significa que el vendedor ya cumplió con su obligación de dar, lo que
equivale sostener que ya transfirió el dominio. No obstante la existencia de este pacto.
Sin perjuicio de lo anterior, junto con la mora del comprador de recibir la cosa, el vendedor
podrá pedir: o el cumplimiento o la resolución del contrato y en ambos casos con la
indemnización correspondiente, de suerte que la obligación de tomar la posesión de la cosa
vendida por parte del comprador es una obligación que deriva del contrato y que su
incumplimiento produce el efecto análogo y previsto en el artículo 1489, y que a propósito
de la compraventa está establecido en el ya citado artículo 1827.
1. PACTO COMISORIO.
A. CONCEPTO
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Es la condición resolutoria expresamente convenida por las partes de no pagarse el precio
convenido.
B. REGULACION
Artículos 1877 y siguientes del CC, a propósito de la obligación de pagar el precio dentro
de la compraventa.
C. CLASIFICACION
Observación: Aunque en la generalidad de los autores admite este tipo de pactos dentro de
la compraventa y a propósito de una obligación distinta de pagar el precio, y aún fuera de
la compraventa a virtud del principio de la autonomía de la voluntad, no es menos cierto,
que dicha aplicabilidad general trae más de alguna discusión doctrinal, particularmente y
especialmente a propósito de la aplicabilidad del artículo 1879 a los pactos comisorios
calificados que se convengan en otros contratos distintos de la compraventa, incluso
dentro de esta pero apropósito de una obligación distinta de la de pagar el precio.
2. EL PACTO DE RETROVENTA.
A. REGLAMENTACIÓN
B. CONCEPTO
Comentarios
Los autores señalan que debiera llamarse pacto de retro compra, porque lo determinante
según el art. 1881 es la facultad de recobrar la cosa vendida.
C. NATURALEZA JURÍDICA
Esta teoría ha sido criticada porque si fuese una promesa, debiera cumplir con
todos los requisitos del art. 1554, y resulta que el código no exige tales requisitos.
Argumentos
i. El tenor literal del art. 1881 que al referirse a este pacto señala que lo
fundamental es que el vendedor se reserva la facultad de recobrar la cosa vendida,
y por lo tanto, no se trata de celebrar otro contrato, ni de adquirirla en virtud de otro
contrato.
ii. El tenor literal del art. 1882 que al reglamentar los efectos de este pacto
respecto de terceros, se remite a los arts. 1490 y 1491 que a su turno reglamentan
la resolución respecto de terceros.
Observación:
El pacto de retroventa importa la condición resolutoria. El hecho futuro e incierto del cual
depende la resolución del contrato de compraventa es la opción ejercida por el vendedor
en orden a recobrar la cosa vendida. Desde este punto de vista, se trata de una condición
meramente potestativa pues consiste en un hecho voluntario del propio vendedor, a la luz
del art 1478 pudiese resultar dudosa su legalidad.
La diferencia a aquellas condiciones que se refiere el art 1478 que son las que depende de
la mera y sola voluntad de la persona que se obliga radica quizás en la circunstancia de
que algún interés puede resultar no solo para el vendedor si no para el comprador el hecho
de hacer efectiva esta facultad de recobrar la cosa vendida si se considera que el vendedor
en el ejercicio de este derecho debe a lo menos restituir el precio pagado o la suma
estipulada.
1. Es un medio eficaz para que una persona pueda hacerse de dinero sin
desprenderse definitivamente de una cosa.
F. REQUISITOS
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1. Debe celebrarse en el mismo contrato de compraventa.
El código no lo dice expresamente, pero se desprende del art. 1881 al señalar que
el vendedor se reserva la facultad de recuperar la cosa vendida. De manera que si
se pacta con posterioridad estaríamos frente a una promesa de compraventa.
3. Debe fijarse un plazo para que el vendedor ejerza su derecho. Si las partes
nada dicen el art. 1885 señala un plazo máximo de 4 años contados desde la fecha
del contrato.
Efecto propio del contrato de retroventa es que se recobre la cosa vendida por el
vendedor, reembolsando al comprador la cosa estipulada o el precio de venta según sea el
caso previo ejercicio de la facultad frente al comprador.
b) Efectos respecto de terceros: Según el art. 1882 son aplicables los arts.
1490 y 1491.
Observaciones
1. El derecho que nace del pacto de retroventa es intransferible, pero
es transmisible.
2. Si la cosa es fructífera y solo rinde frutos de tiempo en tiempo y a
consecuencia de trabajos e inversiones preparatorios no podrá pedirse la
restitución, sino después de la próxima percepción de frutos.
3. PACTO DE RETRACTO
A. CONCEPTO
Observaciones
i. Es de la esencia de este pacto que las partes señalen que la venta se
resolverá si con posterioridad a su celebración aparece otro comprador que mejore
el precio. En consecuencia no se trata de una retractación de la oferta, porque
este pacto opera cuando la compraventa ya se ha perfeccionado.
ii. El nuevo comprador que mejore el precio deberá hacerlo en el pazo que
fijaren las partes, el cual no podrá exceder de 1 año
Observaciones:
1. Tanto respecto de las partes como en relación a los terceros este pacto de
retracto produce los mismos efectos que el pacto de retroventa dentro de los
cuales se incluye las prestaciones mutuas que debe tener lugar y reguladas a
propósito del señalado pacto de retroventa.
2. La simulación de que haya otra persona puede terminar con la nulidad por
vicio de consentimiento ya que cayó en un error que hizo que pagar un precio
mayor del que debía haber pagado.
No está consagrada como una sanción de la ineficacia de los actos jurídicos que tenga aplicación
general en nuestro Ordenamiento Jurídico.
En nuestro ordenamiento es doblemente especial porque solo tiene lugar en los casos en que la
ley específicamente la contempla y porque no significa lo mismo para esos casos. Sin perjuicio de
lo anterior, siempre descansa en una misma idea, la falta de equivalencia de las prestaciones
reciprocas de las partes.
En el derecho alemán es una sanción general por ineficacia de los actos jurídicos y tiene lugar
cuando una de las partes aprovechándose de la ignorancia, del estado de necesidad, de la falta de
educación etc., de la otra parte obtenga prestaciones notoriamente más beneficiosas para ella a
que las que podría obtener en condiciones normales.
Así entendida la lesión enorme se funda ella en el principio de la buena fe contractual que se aplica
durante todo el ITER contractual desde las tratativas preliminares hasta incluso con posterioridad al
cumplimiento del contrato.
2. REGULACION EN LA COMPRAVENTA
3. CONCEPTO DE LESIÓN
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Es el perjuicio económico que experimenta una de las partes en un contrato oneroso conmutativo
como consecuencia de la desproporción existente entre sus prestaciones.
Cabe tener presente, que no toda desproporción entre las prestaciones de las partes autoriza al
derecho a intervenir. Es por esta razón que el ordenamiento solo reacciona cuando la lesión es
enorme, es decir, cuando esa desproporción excede de los límites permitidos por el legislador.
Si no es posible restituir la cosa no puede proceder la rescisión por causa de lesión enorme,
pues habría un enriquecimiento injustificado.
Esta es una excepción a las reglas generales en materia de nulidad, ya que por regla general
la nulidad judicialmente declarada da acción reivindicatoria contra todos los terceros
poseedores sin importar si están de buena o de mala fe, pero en este caso, no hay acción
reivindicatoria contra terceros poseedores.
Por ejemplo, justo precio 50 millones de pesos, vendedor recibe 20 millones de pesos, hay
lesión enorme. Si el comprador enajena la cosa por 40 millones de pesos, hay un exceso de 20
millones de pesos que el vendedor puede perseguir, pero la ley establece un límite para que el
vendedor pueda perseguir el exceso que es el justo precio deducido en un decima parte. En
nuestro ejemplo el límite es de 45 millones de pesos. Si el comprador ha vendido la cosa en
120 millones de pesos e, el exceso es de 100 millones, pero en este caso el vendedor no
puede perseguir los 100 millones porque excede el límite establecido por el legislador. De
manera que solo podrá perseguir los 45 millones de pesos.
Cabe tener presente que tanto frutos como intereses, solo se deben desde la notificación
de la demanda de recisión por causa de lesión enorme.
Se diferencia de la nulidad ya que ella produce efecto retroactivo aquí los frutos se deben
desde la notificación de la demanda.
Observación
El vendedor no puede demandar que se le indemnicen los deterioros que hubiere
experimentado la cosa a menos que el comprador se hubiere aprovechado de ellos.
En principio no hay terceros cuando se demanda la recisión por causa de lesión enorme,
ya que uno de los requisitos para que proceda la acción rescisoria es que el comprador no
haya enajenado la cosa.
Sin embargo, puede ocurrir que el comprador haya constituido algún derecho real sobre la
cosa vendida, y en este caso si va a haber terceros, que van a ser los titulares de esos
derechos reales. En tal caso, el art. 1895 señala que el comprador debe purificar la cosa
de toda hipoteca o gravámenes que haya constituido sobre la cosa.
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La ley no señala la forma en que debe purificarla, y habría que entender que hay que
examinar cada caso, por ejemplo si se trata de una hipoteca el comprador deberá cumplir
la obligación principal para que se extinga la hipoteca.
En virtud del principio de la conservación de los contratos, no obstante que se haya declarado la
recisión por causa de lesión enorme, el demandado tiene el derecho de hacer subsistir el contrato,
restableciendo el equilibrio entre las prestaciones de las partes.
Por ejemplo, justo precio 50 millones de pesos, vendedor recibe 20 millones de pesos, se
declara la nulidad del contrato.
El comprador demandado puede consentir en la nulidad o hacer subsistir el contrato
completando lo que falte hasta alcanzar el justo precio pero con deducción de una décima
parte.
Es decir, al justo precio se le deduce una décima parte, quedan 45 millones de pesos.
Como el comprador pago 20 millones de pesos, debe pagar la diferencia, o sea, 25
millones de pesos para hacer subsistir el contrato.
Por ejemplo, justo precio 50 millones de pesos, comprador pago 120 millones de pesos,
comprador sufrió lesión enorme. El vendedor demandado puede consentir en la recisión o
puede hacer subsistir el contrato, restituyendo el exceso de precio por sobre el justo precio
aumentado en una decima parte. Es decir lo primero que hay q hacer es tomar el justo
precio y aumentarlo en una decima parte 5 millones, total 55 millones de pesos, y luego se
calcula el exceso, es decir a las 120 millones se le restan los 55 millones de manera que el
vendedor solo debe restituir 65 millones de pesos.
Observaciones
1. El art. 1889 inc. 2º señala que el justo precio se refiere al tiempo del contrato.
Se entiende que se refiere a la fecha del contrato de compraventa, pero cabe recordar que
se preventa un problema si previamente se ha celebrado un contrato de promesa, porque
en la promesa también se fija un precio de compraventa.
Con todo se ha entendido que se refiere a la fecha del contrato de compraventa, porque es
este contrato el susceptible de recisión por causa de lesión enorme, y que además porque
existe una ley especial a propósito de los predios que se venden como consecuencia de un
loteo, en la que se señala que el justo precio es el vigente a la fecha del contrato de
promesa. En consecuencia, en todos los demás casos habrá que estar a la fecha del
contrato de compraventa.
El medio de prueba más utilizado es la prueba pericial, pero también es útil acompañar el
avalúo fiscal, valerse de la prueba de testigos para que estos señalen en qué estado se
encontraba el inmueble a la fecha del contrato. Y también se puede recurrir a otras
escrituras de compraventas celebradas en la misma fecha y relativas a inmuebles de
similares características, como ocurre con los departamentos de un edificio.
Observaciones
1. Esta es una prescripción de corto tiempo, y por lo tanto, no se suspende.
2. La acción rescisoria por lesión enorme es irrenunciable. Art. 1892.
3. La acción rescisoria por lesión enorme es transferible
Problema
El plazo de prescripción ¿Desde cuándo se cuenta en el caso del art. 1893 inc. 2º? Este el caso en
que el comprador ha enajenado la cosa a un plazo superior al que el pago, y el vendedor reclama
el exceso.
La prescripción se cuenta desde la fecha del contrato, pero acá nos encontramos dos contratos.
La CA de Santiago ha señalado que el plazo se cuenta desde la fecha del segundo contrato, es
decir cuando el comprador enajena la cosa a un tercero, porque de sostenerse lo contrario se daría
el absurdo que ambas acciones expirarían el mismo día.
I. CONCEPTO: La permuta es un contrato por el cual las partes se obligan recíprocamente a dar
una especie o cuerpo cierto por otro.
II. GENERALIDADES: Art. 1897. La permutación o cambio es un contrato en que las partes se
obligan mutuamente a dar una especie o cuerpo cierto por otro.
La definición que da este artículo, no es exacta porque no se refiere a todos los casos en los que
existe permuta, al no incluir dentro del concepto a aquel contrato por el cual se entrega una cosa a
cambio de otra y dinero, cuando la cosa vale más que el dinero.
El contrato de permuta se rige en principio y por regla general por las reglas generales de la CV, de
forma tal que se inserta al igual que en la CV dentro de los contratos consensuales y al igual que la
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CV hace excepción a este consensualismo el caso que se entregue una cosa que corresponda a
un bien raíz, a derechos hereditarios, caso en los cuales se exige al igual que en la CV escritura
pública.
Dada la particularidad que presenta la permuta en relación a la CV, se entiende que cada parte es
vendedor respecto de la cosa que da en cumplimiento a la permuta, asumiendo en consecuencia
todas las obligaciones que dicha calidad conlleva a lo menos respecto de la cosa que da.
1.- Generalidades.
Tanto los derechos reales como los personales, exceptuándose solamente los personalísimos,
pueden ser objeto de enajenaciones o transferencias. La cesión de los derechos reales sigue las
reglas de todos los contratos, con excepción del derecho real de herencia, para el cual el CC. ha
establecido normas especiales. Tratándose de los derechos personales, la ley también ha
dispuesto normas particulares en los arts. 1901 a 1908, bajo el epígrafe “De los créditos
personales”. Los arts. 1909 y 1910 regulan la cesión del derecho real de herencia, mientras que los
arts. 1911 a 1914 se refieren a los derechos litigiosos.
Tanto en el art. 1901 como en el título de este párrafo, se habla de cesión de “créditos personales”,
lo que en verdad es una redundancia, porque "crédito" es sinónimo de derecho personal.
Si bien todos los derechos personales o créditos pueden cederse, excepto los personalísimos, no
todos pueden cederse de la misma forma. Para determinar la manera de transferirlos, hay que
distinguir entre créditos nominativos, a la orden y al portador.
Son créditos NOMINATIVOS aquellos que sólo deben pagarse a una determinada
persona, como el crédito del vendedor en contra del comprador para reclamar el precio de
la compraventa.
Son créditos A LA ORDEN aquellos que contienen, antes del nombre de la persona a
quien deben pagarse, la expresión “a la orden”: cheques, letras de cambio, pagarés en los
que no se ha tarjado la mencionada expresión o que se han girado, aceptado o suscrito "a
la orden".
3.1. Concepto.
En nuestra legislación, sin embargo, y así se sostiene unánimemente hoy en día por la
doctrina, la cesión de derechos personales no es un contrato, sino la manera de efectuar la
tradición de los derechos personales. No es un contrato generador de obligaciones, sino la
manera de cumplir o consumar el contrato, la manera en que se transfiere el dominio sobre
un derecho. Tal naturaleza jurídica concuerda con el concepto precedentemente indicado.
b) El art. 1901 distingue entre el acto mismo de la cesión y el título en cuya virtud
se realiza, vale decir, se distingue entre la enajenación y el antecedente jurídico
que permite realizar la primera. Corrobora lo anterior al art. 1912.
Cabe precisar que el título puede ser gratuito u oneroso, lo que prueba que la
cesión no es un contrato de compraventa de cosas incorporales, pues la cesión
podría tener por título la donación, por ejemplo.
c) Si se aceptara que la cesión de las cosas incorporales fuera venta, ésta sería un
contrato real, ya que el art. 1901 exige la entrega del título, conclusión que
pugnaría con todas las normas de la compraventa, y especialmente con el art.
1810, que alude a la venta de cosas incorporales, contrato consensual y no real.
f) El art. 1901 reproduce prácticamente la regla del art. 699, que se refiere a la
tradición de los derechos personales (como se indica en una sentencia de agosto
de 1918, de la Corte Suprema, los arts. 699 y 1901 disponen sustancialmente lo
mismo, aunque el primero es más genérico).
Realizada la entrega real o simbólica del título por el cedente al cesionario, queda
perfeccionada la transferencia del dominio del crédito, y radicado éste en manos del
cesionario. Termina con esto la primera etapa de la cesión de créditos. Pero hay otro
que tiene intereses comprometidos, el deudor. Este puede no tener conocimiento del
acto que ha mediado entre el cedente y el cesionario; pero dado que es el quien va a
efectuar el pago, es de absoluta necesidad que se le ponga en conocimiento de la
cesión, y a este propósito responden los arts. 1902 a 1905.
Conforme al art. 1902, para que la cesión produzca efectos respecto del deudor y
terceros, es necesario que se le notifique al primero o la acepte.
En todo caso, para que la cesión se perfeccione respecto del deudor y terceros, no es
necesaria la concurrencia copulativa de la notificación y la aceptación: basta con una
de ellas. En tal sentido, un fallo de septiembre de 1943, de la Corte Suprema, ratifica
que se trata de condiciones separadas e independientes, de modo que la cesión
produce los efectos ante el deudor y terceros, siempre que se verifique una sola de
ellas, si bien nada repugna a que puedan concurrir ambas.
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La notificación debe hacerse por vía judicial, exhibiendo el título, que llevará anotado el
traspaso del derecho con la designación del cesionario y bajo la firma del cedente
(1903).
Acerca de la exigencia de exhibir el título al deudor, cabe distinguir entre créditos que
constaban documentalmente y los que no estaban en tal condición. Respecto de los
primeros, debe exhibirse tanto el título en que consta dicho crédito, como la escritura
de cesión. Respecto de los segundos, basta con exhibir la escritura de cesión. Así, un
fallo de la Corte de Valparaíso, de diciembre de 1925, previene que no produce efectos
contra el deudor la cesión de un crédito personal, cuya notificación se hace exhibiendo
la escritura de cesión, pero no el título del crédito cedido, y por tanto, debe
considerarse existente el crédito, respecto del deudor, en manos del cedente y no del
cesionario que, por consiguiente, carece de derecho para hacerlo valer en juicio. En el
mismo sentido, la Corte de Valdivia, en una sentencia de octubre de 1935, concluye
que al disponer el art. 1903 que la notificación de la cesión al deudor se haga con
exhibición del título, se refiere al título del crédito mismo, fuente de la obligación o
deuda, mencionado en el art. 1901, y no a la escritura o título en que se hace la cesión,
porque lo que ha querido el legislador al imponer tal requisito, es que el deudor cedido
sepa que tiene un nuevo acreedor subrogado al anterior y que se imponga de este
hecho viendo anotado en ese mismo título el traspaso del derecho de su acreedor al
nuevo a quien aquél designa por su nombre y bajo su firma en dicho título.
Cabe indicar que el deudor no puede oponerse a la cesión: art. 1636, respecto de la
novación. Aun cuando el deudor no consienta o se oponga a la cesión, queda obligado
para con el cesionario. Estamos ante lo que se denomina delegación imperfecta. Para
un solo efecto tiene importancia que la cesión haya sido aceptada por el deudor, y es
en materia de compensación. Si la cesión le ha sido notificada y la ha aceptado sin
reservas, el deudor no puede oponer en compensación al cesionario, los créditos que
antes de la cesión hubiera podido oponer al cedente. Pero si al tiempo de la cesión
formula reservas, podrá oponer todos los créditos que tenga contra el cedente (art.
1659, 1º). Igual ocurre, si no medió aceptación, es decir, si el deudor fue notificado de
la cesión (art. 1659, 2º).
Debemos analizarlos desde dos puntos de vista: primero, en cuanto a los alcances o
extensión de la cesión; en segundo lugar, respecto a la responsabilidad que asume el
cedente con ocasión de la cesión.
La regla general es que el cedente sólo responde de la existencia del crédito, pero
no de la solvencia del deudor, a menos que así, lo convengan las partes, en cuyo
caso el cedente responde de que el crédito sea pagado.
Cabe destacar que para que pueda haber cesión del derecho de herencia, es necesario,
como presupuesto, que la sucesión esté‚ abierta. De acuerdo al art. 955, 1º, la sucesión de
una persona se abre al momento de su muerte, en su último domicilio. Se denomina
delación de una asignación hereditaria el actual llamamiento de la ley para aceptarla o
repudiarla.
De no concurrir tal presupuesto básico, la cesión adolecería de objeto ilícito (art. 1463), y
por ende, sería susceptible de declararse nula. Recordemos que lo anterior tiene una
excepción, en lo que se refiere a la cuarta de mejoras (art. 1204).
El derecho de herencia puede cederse de dos formas: especificando o no los bienes sobre
los cuales recae el derecho. Los arts. 1909 y 1910 sólo se aplican en la segunda hipótesis.
En el primer caso, hay en realidad una verdadera compraventa o permuta, según
corresponda, que se rigen por las reglas generales. Por tanto, al hacerse la partición, si
resulta que al cesionario no se le adjudica el bien que adquirió específicamente, el cedente
tendrá las responsabilidades propias de los contratos mencionados, cuando no se cumple
con la obligación de entregar. Por lo demás, en un fallo de septiembre de 1988, la Corte
Suprema concluye que antes de la partición de la herencia y la consiguiente adjudicación
de bienes a los herederos, ninguno de éstos puede transferir su cuota en la comunidad
universal refiriéndola a un bien determinado, porque sólo está legitimado para transferir lo
que tiene, es decir, dicha cuota en la universalidad.
En cambio, cuando lo que se cede es una cosa incorporal que se denomina “derecho de
herencia”, lo que se cede en buenas cuentas es el derecho del heredero a participar en la
distribución de los bienes del difunto. Ello explica el art. 1909, en cuanto el cedente sólo
responde de su calidad de heredero o legatario. Tal como lo reafirman diversos fallos, el
objeto de la cesión del derecho de herencia es una universalidad o la cuota que al cedente
corresponde en el conjunto de bienes que comprenden el haber hereditario; los bienes
individualmente determinados, no son objeto de esa cesión (Corte Suprema, septiembre de
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1905, enero de 1912, agosto de 1920, septiembre de 1920, diciembre de 1922, enero de
1940; Corte de Concepción, noviembre de 1928).
Cabe precisar que lo que en la cesión del derecho de herencia se cede no es la calidad de
heredero o legatario, puesto que tales calidades dependen de las relaciones de familia, si
la herencia es intestada, o del testamento, si se trata de una herencia testamentaria; lo que
se cede, son las consecuencias patrimoniales que resultan de la calidad de heredero.
A su vez, como en el caso de la cesión de créditos, la cesión del derecho real de herencia
es la tradición o enajenación de este mismo derecho, y no el contrato, pues este es el
antecedente en virtud del cual una de las partes se obliga a transferir este derecho a otra,
obligación que se cumple verificando la cesión. Por eso, la cesión del derecho real de
herencia propiamente tal PUEDE DEFINIRSE como la cesión o transferencia a título
oneroso que el heredero hace del todo o parte de su derecho de herencia a otra persona.
Como indicábamos, la cesión del derecho real de herencia a título oneroso debe tener UN
TITULO que le sirva de antecedente jurídico. Este título o contrato debe constar por
ESCRITURA PUBLICA, de acuerdo a lo dispuesto en el art. 1801.
Están determinados por el art. 1910. El principio que rige esta materia es el siguiente: el
cesionario debe obtener mediante la cesión el beneficio íntegro que habría obtenido el
heredero, sin que al cedente le sea lícito obtener parte alguna de esos beneficios.
Desde ya, puede el cesionario pedir que se le otorgue la posesión efectiva de la herencia,
y más adelante solicitar la partición de la misma (art. 1320).
Precisa sobre el particular un fallo de la Corte de Santiago, de mayo de 1930, que debe
rechazarse la doctrina de que la tradición de los derechos hereditarios se opera cuando el
cesionario es reconocido y aceptado en el carácter de tal por los demás herederos (dicha
doctrina se había insinuado en un fallo de septiembre de 1905, de la Corte Suprema), por
cuanto el derecho real de herencia, que se tiene sin respecto a determinada persona, no
puede quedar subordinado a la aceptación o reconocimiento de los otros comuneros o
coherederos.
La cesión del derecho de herencia comprende también todo aquello que en virtud del
derecho de acrecer, venga a incrementar la cuota del cedente, salvo estipulación en
contrario (art. 1910, 3º).
Con todo, como en nuestro derecho no existe sólo la "cesión de deudas", y el art. 1635
señala que la sustitución de un nuevo deudor a otro no produce novación si el acreedor no
expresa su voluntad de dar por libre al primer deudor, produciéndose en este caso lo que
se denomina una delegación imperfecta, los acreedores hereditarios y testamentarios no
están obligados a dirigirse contra el cesionario. Pero como en virtud del contrato y
subsecuente cesión que ha mediado entre el cedente y el cesionario, el segundo es el que
está obligado a la deuda, el cedente podrá repetir contra el cesionario lo que haya pagado,
a) Del cedente: varía según si cedió a título gratuito u oneroso. Si cedió a título gratuito, no
contrae el cedente ninguna responsabilidad. Si cedió a título oneroso, responde sólo de su
calidad de heredero o legatario, pero no de la existencia de determinados bienes.
b) Del cesionario: respecto del cedente, el cesionario se hace cargo de la parte del pasivo
en la herencia que al primero correspondía. Ante terceros, como indicábamos, el cedente
sigue siendo responsable de las deudas hereditarias, sin perjuicio de una acción de
reembolso contra el cesionario.
5.1. Generalidades.
Hay dos conceptos que en el Derecho no deben confundirse: las COSAS LITIGIOSAS y
LOS DERECHOS LITIGIOSOS. Cosas litigiosas, según el art. 1464 del CC. y las
disposiciones del CPC, son de aquellas especies sobre cuya propiedad se litiga, y en cuya
enajenación hay objeto ilícito si se ha dictado prohibición de enajenar por el tribunal
competente, prohibición que debe haberse inscrito, en el caso de los inmuebles, en el
Registro Conservatorio.
Derechos litigiosos, en cambio, son aquellos que son objeto de una controversia judicial.
Tanto las cosas litigiosas como los derechos litigiosos pueden ser objeto de un acto
jurídico, en las condiciones determinadas por la ley. Hay venta de cosa litigiosa cuando el
contrato recae sobre la cosa corporal misma cuya propiedad se litiga; en cambio, hay
cesión de derechos litigiosos, cuando lo que se cede son LAS PRETENSIONES que se
han sometido por el demandante a la decisión del tribunal: art. 1911 (según veremos, la
mayoría estima que sólo el actor puede ceder derechos litigiosos). Se cede “EL EVENTO
INCIERTO DE LA LITIS”. Se trata de un acto eminentemente aleatorio, porque su objeto es
una contingencia incierta de ganancia o pérdida. En otras palabras, lo que se cede es la
posibilidad de ganar o perder el pleito.
a) Que se haya interpuesto una demanda y haya sido notificada judicialmente (art.
1911, 2º).
b) Que se litigue sobre la existencia del derecho. Que este derecho esté en
discusión. Por eso, se ha resuelto que no es litigioso el derecho que se ejercita en
un juicio ejecutivo para obtener el cumplimiento forzado de una obligación.
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5.3. Quien puede ceder el derecho litigioso.
Emilio Rioseco sostiene que el demandado puede ceder sus derechos litigiosos siempre
que concurran dos supuestos:
Tal como se desprende del art. 1912, la cesión de derechos litigiosos puede realizarse a
través de distintos títulos, como venta o permuta. Asimismo, el título puede ser oneroso o
gratuito, y en este último caso, el deudor no tiene derecho a rescate.
Debemos distinguir entre los efectos que se producen entre el cedente y el cesionario y los
efectos respecto del deudor o demandado:
En general, en todos estos casos, se estima que no hay ánimo del cesionario de especular
con la suerte del litigio. En los demás casos en que la ley permite al demandado ejercitar el
derecho de rescate, lo que se pretende a fin de cuentas, es desincentivar la cesión de
derechos litigiosos con objetivos especulativos, evitando así la proliferación de juicios que
tengan tal origen.
4.2. FINALIDAD: Del concepto dado deriva la triple finalidad asignada tradicionalmente al contrato
de arrendamiento; 1. Por él se concede el goce de una cosa, 2. Se obtiene la ejecución de una
obra Y 3. Se presta un servicio.
4.3. PARALELO CON LA COMPRA VENTA: Al igual que la compraventa reconoce elementos
esenciales: 1. El precio, 2. La cosa o servicio y 3. La naturaleza del contrato, además el
consentimiento debe recaer sobre todos ellos.
Pero a diferencia del contrato de CV, no es un título traslaticio de dominio sino solo un título de
mera tenencia, porque por su naturaleza no es apto para transferir el dominio o constituir otro
derecho real, sino solo procurarse el goce de la cosa, la prestación de un servicio o la ejecución de
una obra, solo genera derechos personales.
Lo que determina la naturaleza del contrato de arrendamiento como título de mera tenencia
tratándose del goce de una cosa es la obligación que genera por parte del arrendatario de restituir
la cosa.
Observación: La venta de cosa ajena vale por un motivo distinto a aquel por el cual el
arrendamiento de cosa ajena vale.
• La venta de cosa ajena vale porque el vendedor no asume la obligación de hacer dueño
al comprador de la cosa vendida sino solo de entregar la posesión legal y material de la
cosa y para ello no necesita ser dueño.
• El arrendamiento de cosa ajena vale porque a lo que se obliga el arrendador es a
proporcionar el goce de la cosa objeto del contrato para lo cual no necesita ser dueño.
4.4. ES UN CONTRATO PRINCIPAL: Porque subsiste por sí mismo sin necesidad de otra
convención.
4.5. ES CONSENSUAL: Por regla general se perfecciona por el solo consentimiento de las partes,
pero excepcionalmente está sujeto a formalidades y muy excepcionalmente a solemnidades.
4.6. ES UN CONTRATO TÍPICO: Está reglamentado en la ley. Cabe tener presente que se
encuentra reglamentado no solo en el CC sino que además en leyes especiales, como ocurre con
el arrendamiento de predios urbanos y el arrendamiento de predios rústicos.
El arrendamiento que recae sobre prestación de servicios queda hoy regulado por 2 instituciones
jurídicas distintas.
Si la prestación de servicios se realiza mediante una relación de subordinación y
dependencia en los términos previstos en el Código del Trabajo, queda completa e
íntegramente regulada por dicho cuerpo legal.
Si por el contrario no estamos frente a una relación que reúna las características de
laboral, generalmente la prestación de servicios se realizará vinculada a una relación
regulada por el mandato.
Art. 1996. Si el artífice suministra la materia para la confección de una obra material, el contrato es de venta;
pero no se perfecciona sino por la aprobación del que ordenó la obra.
Por consiguiente, el peligro de la cosa no pertenece al que ordenó la obra sino desde su aprobación,
salvo que se haya constituido en mora de declarar si la aprueba o no.
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Si la materia es suministrada por la persona que encargó la obra, el contrato es de arrendamiento.
Si la materia principal es suministrada por el que ha ordenado la obra, poniendo el artífice lo demás,
el contrato es de arrendamiento; en el caso contrario, de venta.
El arrendamiento de obra se sujeta a las reglas generales del contrato de arrendamiento, sin perjuicio
de las especiales que siguen.
Por su parte la ejecución de una obra que también puede tener por objeto un contrato de
arrendamiento puede derivar dependiendo de quién proporciona los materiales en un contrato de
compraventa, o en un contrato de ejecución de obra.
En términos generales si los materiales son proporcionados por quien encarga la obra
pues el código califica de contrato de ejecución o construcción de obra.
El contrato queda regido por los art 1996 y ss. (Contrato de ejecución de obra) sin perjuicio
de las normas especiales que se contienen en otros cuerpos legislativos como la ley
general de urbanismo y construcción en lo que se refiere a la responsabilidad del
arquitecto, constructor y calculista en la ejecución de la obra.
Si en cambio es el artífice el que suministra los materiales hay allí una venta.
El contrato queda regido por las normas de la CV sin perjuicio de algunas reglas
especiales contenidas en el código a propósito del contrato de ejecución de obra.
Ejemplo: el artífice proporciona los materiales que según el art 1996 no se encuentra
perfeccionada sin la aprobación de quien la ha encargado.
4.7.1. CONCEPTO: Contrato por el cual una de las partes se obliga a conceder el goce de una
cosa y la otra a pagar por este goce un precio determinado.
SEMEJANZAS
Consensuales
Bilaterales
Onerosos
Conmutativos
Reconocen como elementos esenciales el precio y la cosa
En ambos se procura entregar el goce útil y tranquilo de la cosa procurando también que
dicho goce útil y tranquilo no se vea alterado por turbaciones o vicios que la cosa presente
DIFERENCIA
NATURALEZA JURÍDICA
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Difieren de su naturaleza jurídica que emanan de las obligaciones que de estos derivan.
El contrato de CV es un título traslaticio de dominio porque está llamado por ley a transferir el
dominio, reconociéndole la ley esta aptitud legal.
Observación: Art 2510. Podría llegar a ser poseedor siempre que se cumplieran las condiciones
excepcionales que establece el art 2510 regla 3ª.
Art. 2510. El dominio de cosas comerciales que no ha sido adquirido por la prescripción ordinaria, puede serlo
por la extraordinaria, bajo las reglas que van a expresarse:
1º Para la prescripción extraordinaria no es necesario título alguno.
2º Se presume en ella de derecho la buena fe, sin embargo de la falta de un título adquisitivo de dominio.
3º Pero la existencia de un título de mera tenencia hará presumir mala fe, y no dará lugar a la prescripción.
1º Que el que se pretende dueño no pueda probar que en los últimos diez años se haya
reconocido expresa o tácitamente su dominio por el que alega la prescripción
Esto es imposible, mientras exista el contrato de arrendamiento, es imposible que el
arrendatario pueda probar esta circunstancia)
2º Que el que alega la prescripción pruebe haber poseído sin violencia, clandestinidad ni
interrupción por el mismo espacio de tiempo
Existiendo un contrato de arrendamiento, la pretendida posesión no puede sino ser
clandestina, porque el contrato de arrendamiento es un título de mera tenencia)
Semejanza: A virtud de ambas instituciones se procura a una de las partes el derecho a gozar de
la cosa.
Diferencia:
I. Elementos comunes: Debe reunir los requisitos comunes a todo acto jurídico, tanto los de
existencia como los de validez. Esto es, consentimiento y consentimiento libre y espontaneo,
capacidad de las partes, objeto y objeto licito, causa y causa licita.
II. Elementos particulares del contrato de arrendamiento: Tal como ocurre en la compraventa
en rigor no se trata de elementos distintos sino que de los elementos comunes que presentan
algunas particularidades, estos son consentimiento, cosa y precio.
II. A. CONSENTIMIENTO: El consentimiento debe recaer tanto en la cosa como en el precio que
se paga por el goce de la cosa. Así como en la naturaleza jurídica del contrato.
Este consentimiento por regla general no requiere ser revestido de ninguna formalidad.
i. En materia probatoria
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Facilita la prueba del contrato de arrendamiento, ya que las obligaciones que contengan la
de entregar una cosa que valga más de 2 UTM deben consignarse por escrito, de lo
contrario no admiten ser probadas por testigos.
Normativa especial
1 De acuerdo al art. 20 de la ley 18101 en el arrendamiento de predios urbanos la escrituración se
exige como formalidad por vía de prueba. Si el arrendamiento no consta por escrito se tendrá por
renta la que señale el arrendatario. De manera que es de cargo del arrendador que el contrato
conste por escrito.
Si el marido da en arrendamiento bienes raíces sociales por un plazo superior a los señalados, la
sanción es la inoponibilidad del exceso, si es que no ha actuado con la autorización de la mujer.
3. El tutor o curador tampoco puede dar en arrendamiento los bienes raíces del pupilo por más de
5 años si son urbanos, ni por más de 8 años si son rústicos, ni tampoco por el número de años que
falte para que el pupilo cumpla 18 años.
Para pactar un arrendamiento por un plazo superior requiere de autorización judicial.
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Observación: Tratándose de arrendamiento de predios rústicos derechamente es un contrato
solemne
El art. 1921 reconoce plena validez a este acuerdo en cuya virtud las partes estipulan que el
arrendamiento no se repute perfecto mientras no se otorgue escritura. De ahí que mientras no se
otorgue la escritura cualquiera de las partes puede retractarse; y esto es lógico porque aun no hay
contrato, pero no ya no es posible retractarse en dos casos:
Si hay obligación es porque hay contrato de arrendamiento, tácitamente las partes dejaron sin
efecto ese pacto en que acordaron que el arrendamiento se perfeccionaría mediante la escritura.
El arrendamiento recobra su carácter de consensual y por lo tanto, se perfecciono cuando las
partes acordaron en la cosa y en el precio.
El art. 1921 además señala que si hubieren intervenido arras se observara lo dispuesto a propósito
de la compraventa. Esto es, que si la parte que se retracta es la que dio las arras, las pierde, y si la
parte que se retracta es la que dio las arras, deberá restituirlas dobladas.
II. B. OBJETO: COSA ARRENDADA: La cosa arrendada constituye el objeto del contrato de
arrendamiento.
1. Debe reunir los requisitos del objeto en todo acto jurídico, es decir, debe ser real, comerciable,
determinado o determinable y licito.
ARRENDAMIENTO DE COSA AJENA: Según el Art. 1916 inc. 2º el arrendamiento de cosas ajena
vale, pero si el verdadero dueño reclama la cosa, el arrendador deberá responder en caso de
evicción.
El fundamento se encuentra en que el arrendador solo se obliga a conceder el goce de una cosa,
no se obliga a transferir el dominio de manera que el derecho de propiedad es ajeno al contrato de
arrendamiento.
III. C. PRECIO:
Al igual que en la CV el precio que se paga en el contrato de arrendamiento por el goce de la cosa
debe ser real y serio.
Además debe ser determinado, pero podría ser determinable si el contrato fija normas que
contengan datos necesarios para su determinación.
Este contrato admite que el precio sea fijado ya sea en una suma alzada (precio único) por el goce
de la cosa por todo el tiempo que dure el contrato, o mediante sumas periódicas que toman el
nombre de rentas de arrendamiento, cuyos plazos de pago pueden ser libremente convenidos.
En cuanto a la forma de determinar el precio del contrato de arrendamiento, ellas son las mismas
que se prevén para el contrato de CV, de forma tal que podrá determinarse el precio por las partes
o por un tercero, no pudiendo quedar esta determinación al solo arbitrio de una de las partes.
En rigor el arrendador solo contrae una gran obligación, cual es, conceder el goce de una cosa.
Pero esta obligación es una obligación muy compleja, de ahí que el código la descompone en 3
obligaciones.
1.1. Obligación de entregar la cosa
1.2. Obligación de mantener la cosa en estado de servir para el fin con que fue arrendada
1.3. Obligación de liberar al arrendatario de toda turbación o embarazo en el goce de la
cosa.
Forma de hacer la entrega: El art. 1920 se remite a las formas de hacer la tradición. Esta remisión
a las reglas de la tradición no es del todo exacta.
Si la cosa es mueble se realizara por algunas de las formas del art 684.
Si la cosa arrendada es un crédito se cumplirá esta obligación entregando el titulo
respectivo.
Tratándose de inmuebles el cumplimiento de esta obligación no se efectúa mediante la
inscripción que prevé el art 686 sino que mediante la entrega material o poniendo el
inmueble a disposición del arrendatario o simbólicamente entregándole las llaves.
Lugar de la entrega: El código no contiene reglas especiales a propósito del arrendamiento por lo
tanto se aplican las reglas generales en materia de pago:
1) En el lugar convenido por las partes
2) A falta de estipulación hay que distinguir:
a. si se trata de una especie o cuerpo cierto debe hacer en el lugar donde se encontraba la
especie o cuerpo cierto al momento de contraerse la obligación
b. Tratándose de las demás cosas el pago se hace en el domicilio del deudor.
Cabe recordar que los cambios de domicilio que pudieron haber experimentado, acreedor y deudor
no alteran las reglas precedentes.
Momento en que debe hacerse la entrega: El código no contiene reglas especiales a propósito
del arrendamiento, de manera que aplicamos las reglas generales en materia de pago que son:
Hay que distinguir:
Estado en que debe encontrarse la cosa al momento de la entrega: La cosa debe encontrarse
en estado de servir para el objeto con que se ha tomado el arriendo. Como consecuencia de ello
todas las reparaciones que deban hacerse antes de proceder a la entrega de la cosa son de cargo
del arrendador.
Esto es importante porque esta regla varia tratándose de las reparaciones que deben hacerse
durante la vigencia del contrato.
Esta obligación de entregar la cosa en estado de servir es distinta a aquella que tiene el arrendador
de mantener la cosa en estado de servir.
- La 1ª se cumple efectuando las reparaciones de la cosa antes de la celebración del
contrato.
- La 2ª en cambio se cumple efectuando las reparaciones de la cosa durante la vigencia del
contrato.
a) Si la cosa arrendada tiene vicios que impidan hacer el uso de ella para el objeto con que ha
sido arrendada, el arrendatario tiene derecho a demandar la terminación del contrato,
incluso si el vicio es posterior al perfeccionamiento del contrato, con tal que, no sea
imputable al arrendatario.
b) Si la existencia del vicio solo impide parcialmente obtener el goce de la cosa corresponde
al juez decidir, atendiendo las circunstancias si debe terminar el arriendo o solo concederse
una disminución en el precio.
Consiste en hacer las reparaciones necesarias, ya que por RG las reparaciones locativas son de
cargo del arrendatario.
Con todo, las partes pueden modificar las reglas precedentes.
Reparaciones necesarias: Son las indispensables para mantener la cosa en estado de servir,
para el objeto con que se arrendo
El cumplimiento de esta obligación de mantener se refiere a aquellos vicios que
reconozcan como causa un hecho coetáneo a la vigencia del contrato.
La obligación de mantener la cosa en estado de servir pasa por hechos previsibles, por
regla general no se responde de hechos imprevistos.
Estas mejoras son de cargo del arrendador y para estos efectos el arrendatario debe informar al
arrendador cuando sea necesario hacer una de estas reparaciones.
Excepcionalmente son de cargo del arrendatario a expensas del arrendador concurriendo las
siguientes circunstancias:
1. Estas reparaciones necesarias no deben haber sido indispensables por el hecho o culpa
del arrendatario.
Reparaciones ordinarias: Son aquellas que se hacen necesarias en razón del uso legítimo que
hace el arrendatario de la cosa arrendada y se diferencias de las locativas porque estas derivan del
hecho con culpa del arrendatario en el uso de la cosa, y son de cargo del arrendatario, estos
La regla general, es que el arrendatario no tiene derecho a ser reembolsado por las mejoras útiles
que pudo haber incorporado a la cosa arrendada, solo tiene derecho a ser reembolsado:
Fuera de este segundo caso, el arrendatario solo tiene derecho a llevarse los materiales si puede
separarlos sin detrimento de la cosa, y si el arrendador se niega a pagar su valor.
Art. 1936
Mejoras voluptuarias: Consisten en meros adornos, y por definición pueden separarse sin
detrimento de la cosa; el arrendatario podrá retirarlas y llevárselas.
i. El arrendador no puede mudar la forma de la cosa, ni hacer obras o reparaciones en ella sin el
consentimiento del arrendatario.
Si se trata de reparaciones que no pueden diferirse, el arrendatario deberá soportarlas, pero tendrá
derecho a una disminución proporcional del precio.
Las mismas reglas se aplican si las reparaciones hayan de prolongarse en el tiempo, de manera
que el arrendamiento no pueda subsistir sin grave molestia para el arrendatario.
ii. Si el arrendador causa una turbación al arrendatario en el goce de la cosa, o si esa turbación
procede de un tercero, a quien el arrendador pueda prohibírselo, el arrendatario tendrá derecho a
que se le indemnicen los perjuicios.
Son aquellas que provienen de hechos materiales que no importan pretensión de algún
derecho sobre la cosa arrendada.
Observación: Cabe tener presente, que si un tercero ejerce la acción reivindicatoria, debe
dirigir su acción en contra del arrendador. El arrendatario solo está obligado a señalar el
nombre y domicilio del arrendador, y si no cumple con esta obligación, deberá indemnizar
los perjuicios que se ocasionen al arrendador. (Tener presente art. 700)
ii. Si el arrendatario hubiese sido privado de una parte tan grande de la cosa
arrendada que sea de presumir que sin esa parte no habría contratado, podrá
demandar la terminación del contrato.
iii. Si la causa del derecho del tercero era conocida del arrendador o debía haberse
sido conocida del arrendador al tiempo del contrato, y no era conocida del
arrendatario, o si conociéndola intervino estipulación especial de saneamiento; el
arrendatario tendrá derecho a que se le indemnicen los perjuicios.
iv. Si la causa del derecho del tercero no era o no debía ser conocida del arrendador,
pero era ignorada por el arrendatario el arrendatario solo tendrá derecho a
reclamar daño emergente, excluyéndose lucro cesante.
El art. 1937 concede al arrendatario el derecho a mantener la cosa arrendada en su poder mientras
no se le pague o no se le asegure el pago de las prestaciones a que tiene derecho.
Las turbaciones de terceros solo pueden ser de derecho, reclamando derechos sobre la
cosa arrendada. Si con motivo de tales acciones el arrendatario ve turbado el goce tendrá
derecho a indemnización de perjuicios y podrá contar con el derecho de retención. Si esa
turbación en el goce proviene de hechos involuntarios por parte del arrendador entonces
no estará obligado a indemnizar.
c) Cuando la cosa arrendada se halle en mal estado de manera que no sirve para el fin con
que fue tomada en arriendo. El arrendatario tiene derecho a indemnización de perjuicios y
dependiendo de si la causa era o no era conocida del arrendador, la indemnización
comprenderá o no el lucro cesante.
d) Si el arrendatario ha debido hacer mejoras necesarias en los casos que señala la ley y
tiene derecho a que se le reembolsen esas mejoras.
Observación: Estos derechos de retención deben ser judicialmente declarados para poder
demandarlos
Observación: La obligación de pagar la renta y de restituir son las que determinan la naturaleza
jurídica del contrato de arrendamiento y que la diferencia de otros contratos. El contrato de
arrendamiento por la obligación de restituir constituye un titulo de mera tenencia, que implica por
parte del tenedor de la cosa la obligación de restituir y el reconocimiento expreso o tácito de
dominio ajeno.
Sabemos que el precio puede determinarse por los mismos medios como se determina en la
compraventa. Sin embargo, el código reglamenta una situación especial, que se produce cuando
se ha entregado la cosa y exista discrepancia entre las partes respecto del precio. La solución que
da el código es que el precio será fijado por peritos, y los costos se dividirán por partes iguales
entre ambos contratantes.
Art. 1943
Esta situación es distinta de aquella que se presenta cuando la cosa no ha sido entregada, y existe
discrepancia en torno del precio, porque si la cosa no ha sido entregada y no hay acuerdo en torno
al precio, falta un elemento esencial en el arrendamiento, y por lo tanto, derechamente no hay
contrato.
En cambio, en la hipótesis del art. 1943 si ya hubo entrega de la cosa el arrendador cumplió con su
obligación, lo que da a entender que hay contrato, y por esa razón el legislador solo se encarga de
regular la forma de fijar el precio.
En la determinación del cumplimiento de esta obligación hay que estar a lo convenido entre las
partes.
Frente al incumplimiento de esta obligación, es decir si el arrendatario usa la cosa con infracción a
los términos convenidos y espíritu del contrato podrá el arrendador o persistir en el contrato o
solicitar su terminación y en ambos casos con indemnización de perjuicios.
Según el art. 44 quien debe actuar como un buen padre de familia es responsable hasta de la
culpa leve. En consecuencia, el art. 1939 esta reiterando la regla general del art. 1547. Según esta
disposición, si el contrato tiene por finalidad el beneficio de ambas partes, el deudor responde
hasta de la culpa leve.
Observaciones
b) Cabe tener presente que el arrendatario es responsable, no solo de su propia culpa, sino
también de la culpa de su familia, huéspedes y dependientes.
En el sistema del código, de acuerdo al art. 1946, la facultad de ceder el arriendo es un elemento
accidental del contrato, es decir, para que se entienda incorporado el contrato, se requiere de una
clausula especial.
Ese sistema se repite en la ley sobre arrendamiento de predios rústicos, pero es distinto en la ley
sobre arrendamiento de predios urbanos. En esta, la facultad de ceder el arriendo, o de sub
arrendar, es de la naturaleza del contrato, es decir, se entiende incorporada sin necesidad de
clausula especial a menos que las partes expresamente haya excluido dicha facultad.
Observación
Las reparaciones locativas son aquellas que provienen del uso que el arrendatario ha hecho de la
cosa arrendada pero que se han producido por su hecho o culpa y que no alcanzan a aquellos
deterioros que provengan del uso legítimo y que conforme al contrato haya hecho el arrendatario
de la cosa arrendada.
Si tales deterioros provienen del caso fortuito o de la fuerza mayor o de la mala calidad de la cosa
y exceden de aquellos provenientes del uso legítimo, deberá soportarlos el arrendador.
El arrendamiento es un título de mera tenencia, por lo tanto, necesariamente tiene una duración
temporal, de manera que terminado el contrato, el arrendatario debe restituir la cosa al arrendador.
Es por esta razón, que esta obligación es de la esencia del contrato.
Si en el contrato se señala, el estado en que fue entregada la cosa, deberá ser restituida en ese
mismo estado, pero si no consta dicho estado la ley presume que fue entregada en regular estado,
salvo prueba en contrario. Se trata de una presunción leal por lo que admite prueba en contrario.
Del mismo modo la ley presume que los deterioros experimentados por la cosa se deben a culpa
del arrendatario, a menos que se pruebe lo contrario.
Por tanto, al arrendador le corresponderá probar el estado en que fue entregada la cosa, si
pretende que lo fue en mejor situación que la de regular estado de servir; al arrendatario le
corresponderá probar que los daños y deterioros que presenta la cosa no se han producido por su
hecho y culpa sino por el uso y goce legítimos.
El código no señala una forma de cómo debe hacerse esta restitución, y solo a propósito del
arrendamiento de bienes raíces señala que debe restituirse completamente desocupada y
entregándole las llaves al arrendador. A partir de esto los autores entienden que el arrendatario
debe poner la cosa a disposición del arrendador.
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INCUMPLIMIENTO DE ESTA OBLIGACIÓN DE RESTITUCIÓN
El arrendatario para que se entienda constituido en mora de restituir es preciso que sea
reconvenido por parte del arrendador aún cuando hubiese precedido desahucio. Esta regla
contenida en el art 1949 hace excepción a la regla general contenida en el art 1551 Nº2 en virtud
del cual el deudor se entiende constituido en mora cuando debiendo cumplir la obligación dentro
de un plazo lo ha dejado pasar sin cumplirla.
Si el arrendatario ha sido constituido en mora, para que deba indemnizar los perjuicios se necesita
de requerimiento judicial, lo que constituye una situación de excepción, porque de acuerdo al art.
1551 el requerimiento puede ser contractual o judicial.
Art. 1557 – 1551
El art. 1942 inc. 2º establece este derecho al señalar que el arrendador puede retener los frutos
existentes y las cosas con que el arrendatario haya amoblado, guarnecido o provisto la cosa
arrendada y que le pertenecieren, presumiéndose que son de su propiedad (del arrendatario).
Expiración común a todo contrato: El contrato de arrendamiento, termina por las mismas causales
que expiran los contratos en general, y sabemos que estos terminan por el cumplimiento de las
obligaciones que estos generan y eventualmente por la expiración del plazo que se haya
convenido para su vigencia.
Causales propias: Pero por las características del contrato de arrendamiento, éste reconoce
causales de terminaciones propias que están establecidas en el art 1950 del CC y son las
siguientes:
Sin embargo, los autores comentan que existen otras formas de poner término al arrendamiento
como:
1. El desahucio
2. La circunstancia de necesitar el arrendador la cosa para los efectos de hacer
reparaciones
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1. DESTRUCCIÓN DE LA COSA ARRENDADA
Esto resulta evidente porque si se ha destruido la cosa, el arrendador no puede cumplir con su
obligación de conceder el goce de la cosa.
Para que produzca el efecto de poner término al contrato de arrendamiento debe ser total.
Puede ser fortuita o culpable, lo que en definitiva es indiferente ya que no altera el efecto de poner
término al contrato de arrendamiento, sin perjuicio de la responsabilidad que pudiere caber al autor
de la destrucción.
Sabemos que el arrendamiento como es un título de mera tenencia, necesariamente debe tener
una duración determinada. No obstante ello, es posible distinguir dos clases de arrendamiento:
En este caso se ha señalado un día cierto para la expiración del contrato o bien esa duración,
viene dada por la naturaleza del servicio a que se destina la cosa o bien viene dada por la
costumbre del lugar.
En cualquiera de estos casos el solo vencimiento del plazo, pone término al contrato de pleno
derecho, sin que sea necesario proceder al desahucio.
Es por ello que los contratos de arrendamiento regidos por la ley 18.101 es decir cuando se trata
de BR urbanos si hay un plazo fijo y determinado, al vencimiento de él solo cabe pedir la
restitución del inmueble, ya que la terminación del contrato ha tenido lugar por el solo ministerio de
la ley, sin perjuicio, como lo veremos, de la tácita reconducción.
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2. Arrendamiento a plazo indefinido o indeterminado
En este caso no existe un día cierto en el cual termine el contrato de arrendamiento, por lo tanto, el
vencimiento del plazo “per se” no puede poner término al contrato, sino que se requiere que alguna
de las partes manifieste su intención de ponerle termino, y esto se hace a través del desahucio.
Así por ejemplo tratándose de inmuebles urbanos regidos por la ley 18.101 si el plazo del contrato
de arrendamiento es indeterminado, corresponde efectuar el aviso de término de contrato o
desahucio en alguna de las formas que establece el art 3º de dicha ley, y solo vencido el cual,
podrá solicitarse la restitución del inmueble.
DESAHUCIO
I. CONCEPTO DE DESAHUCIO:
Es el aviso anticipado que una de las partes da a la otra de su voluntad de poner término al
contrato.
Observaciones
El art. 548 inc. 1º del CPC, señala que el desahucio puede ser judicial o extrajudicial.
a) Desahucio extrajudicial
Es aquel que tendrá lugar sin intervención de algún tribunal mediante aviso verbal o escrito
que haga en tal sentido una de las partes a la otra.
Según el art. 548 inc. 2º se sujeta a las reglas generales de la prueba de las obligaciones,
que establece el titulo XXI del libro IV del CC
b) Desahucio judicial
Se realiza a través de una gestión voluntaria que solo tiene por finalidad poner en
conocimiento de la contraparte esta voluntad de poner término al contrato.
Para estos efectos debe presentarse una solicitud y pedirse su notificación personal o por
cedula.
Tratándose del arrendamiento de predios urbanos, la ley contempla una situación de excepción en
los contratos de mes a mes y en los de duración indefinida. El desahucio puede ser judicial, o
puede hacerse mediante notificación personal efectuada por un notario.
La parte que da el desahucio no puede dejarlo sin efecto por su sola declaración de voluntad, sino
que requiere del consentimiento de la otra parte.
La razón de ello se debe a que el legislador entiende que una vez recibido el desahucio la parte
que la recibe ha tomado las medidas necesarias previendo la terminación del contrato, por
ejemplo, ha buscado otro inmueble para arrendar. En consecuencia dejar sin efecto el desahucio,
puede causar perjuicios a la otra parte.
Depende del periodo que regula los pagos, es decir, si el arrendamiento se ha pactado un pago
semanal la anticipación será de una semana, y si los pagos son mensuales, la anticipación será de
un mes.
Desde ese momento en que comienza a correr el próximo periodo de pago, comienza a correr el
plazo del desahucio.
LA TACITA RECONDUCCIÓN
I. CONCEPTO
Es la renovación del contrato que se produce por el hecho de retener el arrendatario la cosa
arrendada con la aparente aquiescencia del arrendador.
II. SITUACIÓN EN EL CC
Excepción
Procede la tacita reconducción si se cumplen los siguientes requisitos:
1. Que se trate de una cosa inmueble.
2. Que el arrendatario retenga la cosa después de expirado el contrato.
3. Que el arrendatario pague la renta de cualquier periodo posterior a la terminación del
contrato.
4. Que el arrendador acepte ese pago.
Reunidos estos 4 requisitos el contrato se entenderá renovado, pero solo por un plazo de 3 meses
si se trata de un predio urbano o por el plazo necesario para utilizar las inversiones hechas y
recoger los frutos pendientes tratándose de un predio rústico.
Vencido este plazo de renovación podrá renovarse nuevamente, en forma indefinida y sucesiva si
se reúnen en cada renovación los requisitos antes señalados.
Observación
Jurídicamente la tácita reconvención importan la celebración de un nuevo contrato de
arrendamiento en las mismas condiciones inicialmente convenidas pero por un plazo distinto, por
lo que de no mediar manifestación de voluntad expresa de la respectiva parte o del tercero según
sea el caso, se extinguirán las cauciones constituidas para seguridad de las obligaciones derivadas
del primer contrato.
En este caso el tercero adquirente no está obligado a respetar el arriendo, de manera que
este contrato termina.
Tratándose del usufructo el art. 794, señala que el propietario dará al arrendatario el
tiempo necesario para la próxima percepción de frutos y durante ese plazo, el propietario
se entenderá sustituido en los derechos del arrendatario.
ii. Si la causa de la expropiación fuere de tanta urgencia que no sea posible dar ese
tiempo al arrendatario, o si el arrendamiento se ha estipulado por un cierto número
de años pendientes a la fecha de la expropiación, y así constare por escritura
pública, la entidad expropiante deberá indemnizar al arrendatario.
Constituye la regla general y ello es consecuencia del principio del efecto relativo de
los contratos.
La expresión transfiere está tomada en un sentido amplísimo, para referirse a todo aquel
que pasa a ser sucesor del arrendador por un título gratuito sea este universal o singular, o
sea, heredero o legatario.
El arrendatario de bienes raíces podrá requerir por sí solo la inscripción de dicha escritura.
Observaciones:
Otras excepciones:
Las situaciones no se agotan en el art 1962 y podemos encontrar otras normas especiales en otros
cuerpos legales.
Por ejemplo en la nueva legislación de prenda o el art 792 del CC relativo al usufructo.
Señala que el usufructuario es obligado a respetar el contrato de arrendamiento que sobre la cosa
fructuaria haya celebrado el propietario antes de constituir el usufructo, pero en compensación a
ello, tendrá derecho a percibir las correspondientes rentas de arrendamiento.
Efectos que la ley confiere a aquella cláusula por la cual el arrendador y el arrendatario convienen
o establecen la limitación del arrendador en orden a enajenar la cosa arrendada.
El art. 1964 niega toda eficacia a esta clausula, y solo confiere al arrendatario el derecho a
permanecer en el arriendo hasta su terminación natural.
Según el art. 1965 subsiste el arriendo y los acreedores se sustituirán al arrendador, de manera
que en la práctica una de las partes es reemplazada por un tercero, de ahí que algunos autores
hablan de que existe un traspaso legal del contrato que no requiere autorización de la contraparte.
Observaciones
1. Mientras la cosa no sea subastada el contrato subsiste y los acreedores ocuparan el lugar
del arrendador.
Una vez verificada la subasta, habrá que examinar si el tercero esta o no obligado a respetar el
arriendo.
Según el art. 1968 la insolvencia del arrendatario no pone necesariamente término al contrato,
aunque sí constituye la regla general. Pero puede ocurrir que los acreedores se sustituyan en la
posición del arrendatario, otorgando caución suficiente a satisfacción del arrendador. Este es un
caso en el que la ley concede la acción oblicua.
Si el arrendador hace uso de este derecho, habrá que examinar la mayor o menor extensión de las
reparaciones para saber, si el contrato subsiste o se termina. Pero en ningún caso podrá el
arrendador solicitar la terminación del contrato argumentando que necesita la cosa para sí.
En todos estos casos el legislador establece como plazo máximo para la duración del contrato 5
años si es urbano, y 8 años si son rústicos.
Si el padre o madre, tutor o curador o el marido sin contar con las formalidades habilitantes da en
arriendo un bien raíz por un plazo superior a lo señalado, el exceso es inoponible.
REGLAS APLICABLES:
Normas especiales de la ley 18.101
Normas generales a partir de los art 1970 y ss. que se refieren al arrendamiento de
casas almacenes u otros edificios. Naturalmente que en lo no previsto por la ley 18101
Supletoriamente las normas generales sobre el contrato de arrendamient o contenidas
en el CC a las cuales nos hemos referido.
Excepciones: Casos en que no obstante tratarse de BR urbanos no se aplica esta ley (art. 2)
1.- Predios de cabida superior a una hectárea y que tengan aptitud agrícola, ganadera o
forestal, o estén destinados a ese tipo de explotación;
2.- Inmuebles fiscales
3.- Viviendas que se arrienden por temporadas no superiores a tres meses, por períodos continuos
o discontinuos, siempre que lo sean amobladas y para fines de descanso o turismo;
4.- Hoteles, residenciales y establecimientos similares, en las relaciones derivadas del hospedaje, y
6.- Las viviendas regidas por la ley Nº19.281 (leasing habitacional): Observación: Si bien en
nuestro ordenamiento jurídico se admite la clasificación entre BR urbanos y rústicos, no hay
definición general para referirse a uno u otro y cada legislación en especial determina criterios
distintos para definirlos. El criterio que utiliza la ley 18101 es la de su ubicación pero con estas
excepciones.
Reconoce en esta relación una vulnerabilidad superior en la persona del arrendatario, con motivo
de lo cual aparecen normas de evidente carácter protector expuestas en su contenido.
3. Irrenunciabilidad de los derechos que esta ley consagra a favor de los arrendatarios.
4. Reajuste legal obligatorio aplicable a todos los pagos que por cualquier título se deban
arrendador y arrendatario y que consiste en la obligación de efectuarlos reajustados de acuerdo a
la variación que haya experimentado la UF entre la fecha que debieron efectuarse y aquella en que
efectivamente se hacen.
5. Se entregan facilidades al arrendatario para pagar la renta de arrendamiento ante la negativa del
arrendador de recibirla.
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- Para efectos de la tácita reconducción el pago de la renta de arrendamiento produce otros
efectos adicionales o secundarios a los de la simple obligación de pagar la renta de
arrendamiento.
- El hecho de pagar la renta de arrendamiento no solo significa lisa y llanamente cumplir la
obligación sino que produce otros efectos y dentro de ellos está la tacita reconvención. Por
ello puede no ser irrelevante el hecho de pagar y recibir la renta de arrendamiento
- Ante esta negativa del arrendador de recibir la renta de arrendamiento se le otorga la
posibilidad de consignarla en la tesorería comunal respectiva.
- El retiro que de ella haga el arrendador de estas rentas consignadas no importa ni implica
aceptación de su parte y por lo tanto no produce tácita reconvención (porque se están
pagando sin el beneplácito del arrendador)
Observación: Estas normas de consignaciones especiales son mucho menos onerosas y más
simples que las reglas generales sobre el pago por consignación, en que debe hacerse una oferta
en base a una minuta y que esta debe ser revisada por un ministro de fe y allí encontramos gastos
importantes.
Incluso es más se establece una sanción para el arrendador, que sin justificación alguna se negare
a otorgar el recibo de arriendo. En este caso el recibo que le permitirá al arrendatario acreditar el
pago de la renta. Mediante consignación es la que otorga tesorería, que en este caso manda una
comunicación al arrendador para que proceda a retirar los fondos.
Una vez iniciado el proceso judicial y encontrándose pendiente algún proceso judicial ya la
consignación se hace directamente en la cuenta corriente del tribunal.
La sanción para el arrendador no es solo por negarse a dar el recibo de arrendamiento sino
también en virtud de la última modificación, en el caso que el arrendador se niegue
injustificadamente a otorgar el permiso al arrendatario a abandonar el inmueble.
Hoy las normas sobre salvo conducto han sido modificadas. Es otorgado por notario previa
comprobación de que el arrendatario se encuentra al día en las rentas de arrendamiento y en las
cuentas de servicio. Antes quedaba el salvo conducto a la voluntad del arrendador.
6. Limitación en lo que se refiere a la garantía que está en condiciones de exigir el arrendador al
arrendatario la que no puede exceder de 1 mes de renta y debe restituirse debidamente
reajustada.
2. CONSERVAR EL INMUEBLE
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Se refiere a cuidar la integridad interior y aseo del inmueble, reponer cristales y mantener puertas y
ventanas.
Para estos efectos, la ley consagra una presunción que es simplemente legal y que consiste en
entender, cuando no se haya dejado constancia de ello en el contrato o que no se pruebe lo
contrario, entender que el inmueble se ha recibido en buen estado de conservación.
DESAHUCIO Y LA RESTITUCIÓN
EL DESAHUCIO
A propósito del contrato de arrendamiento de predios urbanos el desahucio de acuerdo al art 1976
debe darse a lo menos con una anticipación de un periodo de pago (art 3º de la ley 18101).
También el desahucio sólo procede en los contratos celebrados mes a mes, o de duración
indefinida (de plazo indeterminado).
De acuerdo al art 3º el desahucio solo puede darse judicialmente o mediante notificación personal
efectuada por notario.
El plazo de desahucio en este caso será de 2 meses, más 1 mes por cada año completo que el
arrendatario haya ocupado el inmueble; no pudiendo exceder este plazo de 6 meses.
El arrendatario en cualquier evento está obligado a pagar la renta del arrendamiento sólo hasta
que efectúe la restitución material del inmueble. En todos los demás contratos que no se hayan
celebrado mes a mes o que no sean de duración indefinida, no cabe el desahucio sino solo la
restitución del inmueble.
Cuando el plazo de duración no es superior a 1 año, al vencimiento del plazo solo cabe
solicitar la restitución del inmueble, pero se le otorga un plazo al arrendatario de 2 meses
para llevar a efecto la restitución, plazo que se cuenta desde la notificación de la demanda
y que es sin perjuicio de la obligación del arrendatario de pagar la renta de arrendamiento
hasta la restitución efectiva del inmueble.
Con vigencia superior a 1 año, también solo cabe la restitución del inmueble, pero no se le
concede plazo alguno al arrendatario para dicha restitución, debe restituir inmediatamente,
pero en estos de plazo superior a 1 año se entiende implícita la facultad del arrendatario de
subarrendar salvo estipulación expresa en contrario (que se le haya prohibido subarrendar)
Si es así se entiende que el arrendatario podrá poner término anticipado al contrato de
arrendamiento sin necesidad de pagar la renta de arrendamiento por el tiempo que falte
hasta el vencimiento del contrato, porque el plazo no le es obligatorio.
Si el contrato termina por cualquier causa, el arrendatario está obligado a pagar la renta y los
consumos por servicios comunes hasta la restitución efectiva del inmueble. De acuerdo al art 6º de
esta ley.
El arrendador puede hacerse del inmueble arrendado sin necesidad de iniciar un juicio en contra
del arrendatario cuando éste ha procedido a abandonar el inmueble, y con la sola certificación de
abandono de un ministro de fe.
Y como en virtud del art 1547 el incumplimiento se presume culpable, debe acreditar que ha
empleado la diligencia debida. (Además del cumplimiento)
La obligación de cuidar la cosa arrendada emana del contrato de arrendamiento por lo que basta al
arrendador acreditar la existencia de un contrato de arrendamiento, para dar por establecida la
obligación entre otras de pagar la renta, de cuidar la cosa arrendada, etc.
Cuando se ejerce la acción, sea de desahucio, de terminación o sea de restitución del inmueble se
podrá agregar a ella la acción de cobro de pesos: sea por renta de arrendamiento, sea por
consumos por servicios comunes, u otras prestaciones a que esté obligado el arrendatario.
Una vez demandadas estas prestaciones se entienden demandadas (incluidas) aquellas que se
devenguen durante la tramitación del juicio.
Es una excepción porque generalmente cuando demando el cobro de pesos, es por deudas
existentes al tiempo de la demanda y si durante la secuela del juicio se generan otras deudas,
aunque sean por el mismo concepto, tendré que intentar nuevas acciones para obtener el cobro de
la deuda. En juicio de arrendamiento no será necesario demandarlo por separado, porque se
entienden ya incluidas dentro de la demanda.
Señala que para que el juicio o la sentencia sea oponible a los subarrendatarios estos deben
haberse apersonado al juicio, deben haber sido emplazados al juicio.
Para estos efectos como el arrendador no le consta la identidad de los subarrendatarios el ministro
de fe cuando practique la notificación de la demanda deberá requerir al arrendatario una
declaración jurada acerca de la existencia o no de subarrendatarios.
Cuando la notificación no se practique en forma personal, tal requerimiento deberá hacerse por el
tribunal en la audiencia.
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La falta de verdad en esa declaración por parte del arrendatario es sancionada con una multa de 1
a 60 UF.
CUMPLIMIENTO DE LA SENTENCIA:
Se aplican las reglas generales.
Hay dos posibilidades:
Procedimiento incidental: la ejecución de la sentencia se solicita ante el mismo
tribunal que la dictó dentro del plazo de 1 año. (art 231 y ss. del CPC)
Si no es posible ello su cumplimiento se exigirá mediante el juicio ejecutivo.
ÁMBITO DE APLICACIÓN DEL DL 993: A los contratos de arrendamiento sobre predios rústicos
entendiendo por tales aquellos que tengan aptitud para ser explotados: agrícola, ganadera y
forestalmente. Supone que estos inmuebles rústicos sean explotados por terceros que no son
dueños del mismo.
Además se aplica a las medierías o aparcerías.
ÁMBITO DE APLICACIÓN LEY 18101: Sólo se aplicaba a predios rústicos (fuera del área urbana)
cuando se trata de inmuebles que incluyen vivienda con una superficie no superior a 1 hectárea. Y
que no se aplica a aquellos inmuebles con aptitud para ser explotados agrícola, ganadera o
forestalmente que no tuviesen vivienda y estuviesen dentro de la zona urbana, lo que concuerda
con el ámbito del DL. No hay conflicto de aplicación.
Y para evitar que el contribuyente pueda burlar esta norma que le impone tributar sobre la base de
renta efectiva si es que sus rentas son superiores a ese monto, el legislador establece reglas que
determinan situaciones de relación que en la práctica forense se llaman: contaminación.
Estas reconvenciones de pago son una situación de excepción. La regla general es que en un
contrato de arrendamiento común y corriente el incumplimiento de la obligación de pagar la renta
de arrendamiento genera inmediatamente la posibilidad del arrendador de poner término al
contrato de arrendamiento, sin que medie reconvención de pago alguna o requerimiento de pago
alguno.
Esta limitación de poder poner término al contrato de arrendamiento por no pago de renta previas
dos reconvenciones de pago, la establece el legislador a propósito del arrendamiento de inmuebles
en general, art 1977 y con ello pasa al contrato de arrendamiento de BR urbanos y rústicos.
Pero aquí el plazo que debe mediar entre la 1ª reconvención y la 2ª reconvención es de 30 días.
Arrendamiento de inmueble: 4 días entre la 1ª y 2ª reconvención de pago
Art 1970 y ss. del CC (art 1977)
Arrendador:
Entregar la cosa arrendada. El cumplimiento de esta obligación queda sujeto a normas especiales,
porque si bien el arrendador está como sucede en los otros arrendamientos obligado a entregar la
cosa, la entrega debe efectuarse en los términos convenidos en el contrato. Si existe alguna
diferencia entre la cabida declarada y la cabida entregada para el caso que se hubiere arrendado
por cabida y no por especie o cuerpo cierto, tendrá lugar lo dispuesto en el art 1978 en cuanto a las
diferencias que se produzcan.
Arrendatario:
2. En lo que se refiere a la obligación de cuidar y usar la cosa como un buen padre de familia
el DL 933 introduce una norma pionera que es la primera norma de carácter ambiental.
Debe proteger y conservar los recursos naturales de los predios y todos los que sirvan
para su explotación.
3. Restituir el predio al término del contrato: si el arriendo incluía ganado, deberá restituir con
el inmueble el mismo número de cabezas de igual edad o calidad, y si ello no es posible
deberá indemnizar los perjuicios mediante el pago de dinero.
Hay una norma especial para el caso que no se haya establecido un plazo o termino de vigencia,
caso en el cual el contrato expira conforme a las reglas generales pudiendo cualquiera de ellas
desahuciarlo en los términos señalados en el art 1985 del CC. Debiendo darse en este caso el
aviso de al menos 1 año.
Art. 1985. No habiendo tiempo fijo para la duración del arriendo, deberá darse el desahucio con
anticipación de un año, para hacerlo cesar.
El año se entenderá del modo siguiente: El día del año en que principió la entrega del fundo al
colono, se mirará como el día inicial de todos los años sucesivos, y el año de anticipación se
contará desde este día inicial, aunque el desahucio se haya dado algún tiempo antes.
Las partes podrán acordar otra regla, si lo juzgaren conveniente.
De acuerdo al art 1950 el contrato de arrendamiento en términos generales termina por la extinción
del derecho del arrendador, salvo los casos señalados en el art 1962 en los que el adquirente es
obligado a respetar el contrato de arrendamiento.
MEDIERÍA O APARCERÍA:
Este DL 993 regula esta figura que es un contrato por el cual una de las partes se obliga a aportar
el uso de una determinada superficie de terreno (cedente) y la otra los trabajos necesarios para
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realizar cultivos determinados (mediero) en vista a distribuirse los frutos o productos que de ello
provenga, obligándose ambas partes a aportar los elementos necesarios para tal explotación y a
concurrir a los gastos de producción dirigiendo en forma conjunta la explotación y participando de
los riesgos.
I. EL CONTRATO DE SOCIEDAD:
“La sociedad o compañía es un contrato en que dos o más personas estipulan poner algo en
común con la mira de repartir entre sí los beneficios que de ello provengan.
La sociedad forma una persona jurídica, distinta de los socios individualmente considerados.”
Para hacer esta distinción, debemos atender a la clase de negocios o a la naturaleza del giro para
el cual se constituyó la sociedad
El Art. 3° del Código de Comercio enumera los actos que se reputan comerciales
En todo caso, las partes pueden estipular, al constituir una sociedad, que ésta se rija por las
normas del Código de Comercio, no obstante su naturaleza civil, Art. 2060
Sociedades colectivas
Son aquellas en que todos los socios administran por sí o por un mandatario elegido de común
acuerdo, Art. 2061 inciso 2° Se caracterizan además, por lo siguiente:
1. En cuanto a su responsabilidad: los socios responden con sus bienes propios de las
obligaciones sociales en forma ilimitada, aunque proporcional a los respectivos aportes
2. En cuanto a su razón social: se forma con el nombre de todos los socios o de alguno de
ellos y las palabras “y compañía”, Art. 365 del Código de Comercio
Sociedades anónimas
Se definen en el Art. 2061 inciso 4° y en la Ley 18.046 Sus características son
las siguientes:
(1) La administración no corresponde a todos los socios, sino que está a cargo de un directorio
integrado por mandatarios revocables, denominados directores, que tiene las facultades y
dura en sus funciones el plazo señalado en los estatutos
(2) La responsabilidad de los socios está limitada al monto de los aportes o acciones, Art.
2097
(3) El nombre de la sociedad resulta normalmente de su objeto, o excepcionalmente el nombre
de un socio y termina con las expresiones “sociedad anónima” o “S.A.”
(4) Es siempre solemne, y cuando es “abierta”, requiere además de una autorización de la
autoridad pública, Ley 18046
Sociedad en comandita
Son aquellas en que uno o más de los socios se obligan solamente hasta concurrencia de sus
aportes, Art. 2061 inciso 3° Sus características son:
(1) Tienen dos clases de socios
i. Socios gestores: encargados de la administración ii. Socios comanditarios o
capitalistas: ninguna injerencia tienen en la administración
(2) En cuanto a la responsabilidad
i. Socios gestores: responden de la misma manera que los colectivos y en sus
relaciones entre sí y con terceros se aplican las reglas de las sociedades
colectivas, Art. 2063
ii. Socios comanditarios: responden hasta la concurrencia de sus aportes, Art. 2097
(3) En cuanto a la razón social: se forma con el nombre de los socios gestores únicamente,
Art. 2062
(1) La administración se confía a uno o varios administradores, Art. 2071 inciso 1°, sea en el
contrato o por acto posterior:
i. Designación del administrador en el pacto social Ello supone que el contrato se ha
celebrado en consideración a que la administración estará confiada a determinada persona,
Art. 2071 inciso 2°. Consecuencia de tal condición esencial, es que el administrador no puede
renunciar ni ser removido por causa ilegítima, Art. 2072 incisos 1° y 2°. La renuncia o
remoción del administrador, puesto que es una condición esencial del contrato, pone fin a la
sociedad, Art. 2072 inciso 3°
La ley, sin embargo, prevé las condiciones en que la sociedad puede continuar, a pesar de la
remoción o renuncia del administrador designado en el contrato, Art. 2073
(2) No se ha designado administrador: la administración compete a todos los socios, Art. 2081
Serán las que hubieren señalado los socios; se sigue la regla general, en cuanto el mandatario
debe ceñirse estrictamente a los términos del mandato.
A falta de estipulaciones que fijen las atribuciones del administrador, éstas se circunscribirán al giro
ordinario de la sociedad, Art. 2077 En definitiva, es el objeto o giro de la sociedad el que determina
las atribuciones del administrador, Art. 2078 inciso 1°. Sin embargo, el artículo citado, en su inciso
2°, se pone en el caso que el administrador deba efectuar alteraciones o transformaciones
urgentes en los bienes sociales. En tal caso, se considerará al administrador como un agente
oficioso.
Efectos de la administración: sólo los actos ejecutados por el administrador dentro de la
órbita de sus atribuciones obligan a la sociedad. Los actos ejecutados excediéndose de sus
facultades, lo obligan, personalmente, Art. 2079
Lo anterior es una aplicación de las reglas generales del mandato
Distinguimos al respecto:
(1) Obligaciones de los socios para con la sociedad
(2) Obligaciones de la sociedad para con los socios
(3) Obligaciones de los socios respecto de terceros
iii. Si se aportó en cuasiusufructo: Vale decir, la sociedad se hizo dueña de los bienes
aportados. En este caso, los riesgos son de cargo de la sociedad, en el sentido de que la
pérdida de las cosas aportadas no la libera de la obligación de pagar al socio su valor, Art.
2084 inciso 3°
La disposición es aplicable, siempre que las cosas aportadas reúnan las siguientes condiciones:
a. Que se trate de cosas fungibles
b. Que las cosas sean de aquellas que se deterioran con el uso, porque de otra forma, si
la sociedad no tuviera que restituir su valor, sólo debería restituir las cosas
considerablemente menoscabadas, lo que es injusto para el socio aportante.
c. Que se trate de cosas destinadas a la venta, porque el aporte sería estéril y la
sociedad no podría vender dichas cosas si tuviera la obligación de restituirlas en
especie
d. Que se trate de cosas que se aportan avaluadas, porque tal hecho manifiesta que la
intención de las partes es que tal valor sea el que se restituya. En todo caso, si las
cosas no se apreciaron, se restituirá el valor que tenían al tiempo del aporte
De acuerdo a las reglas generales, da derecho para pedir la resolución del contrato, con
indemnización de perjuicios; los socios diligentes también tienen derecho a exigir el cumplimiento
compulsivo del aporte, Art. 2101, 2083
Se centra este tema en torno al problema de la obligación de las deudas. Tal problema consiste en
determinar a quién puede demandarse el cumplimiento de las obligaciones contraídas por los
socios.
Las presuntas excepciones que se desprenden del tenor del artículo, son sólo aparentes. Son sólo
una aplicación del carácter real del derecho de hipoteca.
En efecto, si el socio aportó un bien raíz hipotecado, la sociedad responderá por su condición de
poseedora del inmueble, atendido el carácter real de la hipoteca.
En síntesis, los acreedores personales de los socios solamente tienen derecho para perseguir los
bienes del socio deudor.
El Art. 2096 establece, sin embargo, ciertos derechos en relación con la sociedad:
1. Pueden los acreedores del socio interponer, como acción oblicua o subrogatoria, las
acciones indirectas y subsidiarias que concede el Art. 2094 inciso 1, última parte (por
ejemplo, para exigir el pago de los conceptos señalados en el Art. 2089 inciso 1), Art. 2096
inciso 2
2. Pueden los acreedores del socio embargar los beneficios que obtenga el socio, Art. 2096
inciso 3
El inciso 2 del Art. 2098 que exige, para la prórroga, el cumplimiento de las mismas formalidades
cumplidas al constituirse la sociedad, ha de entenderse circunscrita a las sociedades colectivas,
porque el Art. 350 del Código de Comercio permite la prórroga automática, cuando en el mismo
pacto social se estipula que la sociedad subsistirá al vencimiento del plazo de duración, a menos
que alguno de los socios manifestare su voluntad en contrario, mediante escritura pública anotada
al margen de la inscripción social, antes de la fecha de disolución.
2. Término del negocio, Art. 2099: El inciso 2 previene que si se fijó un plazo para el término de la
sociedad, ésta se disuelve aún cuando el negocio no haya concluido.
3. Insolvencia de la sociedad, Art. 2100: Ello se explica porque en tal situación, la sociedad no
puede satisfacer sus obligaciones ni llevar a cabo adecuadamente el objeto social
El heredero del socio es, usualmente, un extraño para los restantes socios. Sucede el heredero en
el patrimonio del causante, pero no en las cualidades que llevaron a los otros socios a contratar
con el causante Excepcionalmente, la sociedad subsiste:
Cuando la ley disponga que la sociedad debe continuar con los herederos del socio
fallecido. El Art. 2104 señala los casos.
Cuando en el acto constitutivo, los socios estipularon que la sociedad continuaría entre los
socios sobrevivientes y los herederos del difunto o sin los últimos.
El Art. 2105 se refiere al caso en que sigue la sociedad, con los herederos del causante.
Retiro de hecho de un socio, Art. 2113: Se aplican las reglas generales de la renuncia
Concepto
A tenor del artículo 2116 CC, " El mandato es un contrato en que una persona confía la gestión de
uno o más negocios a otra, que se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de la primera".
Bajo el sistema romano, el criterio decisivo para establecer la distinción entre mandato y
arrendamiento venía suministrado por la gratuidad de aquél. Sin embargo, con el Código Civil en la
mano, dicho criterio debe considerarse insuficiente, pues aunque el mandato sea tendencialmente
gratuito, puede ser igualmente retribuido. Actualmente, la barrera divisoria entre arrendamiento y
mandato viene dada por la naturaleza de las prestaciones a que, respectivamente, se obligan
arrendatario y mandatario:
Conforme a las reglas generales, impera respecto del mandato el principio de libertad de
forma. El mandato puede ser expreso o tácito, y la aceptación también puede ser expresa
o tácita, deducida esta última de los actos del mandatario.
Clases de mandato
El mandatario puede actuar en su propio nombre (sin revelar que gestiona intereses ajenos), si
bien por cuenta, interés y encargo de su mandante, en cuyo caso estaríamos ante un mandato
simple, no representativo. No se produciría vinculación entre mandante y terceros, los cuales
tendrían acciones exclusivamente contra el mandatario, sin perjuicio de las que puedan derivar de
la relación de mandato propiamente dicha entre mandante y mandatario.
Si el mandatario actúa en nombre del mandante, por el contrario, éste será parte en los contratos o
actos jurídicos que, gestionando sus intereses, celebra el mandatario con terceros: el mandante es
quien adquiere los derechos y asume las obligaciones que se derivan de esos actos o contratos
debiendo cumplir todas las obligaciones que el mandatario haya contraído dentro de los límites del
mandato.
Según el artículo 2130, el mandato general "comprende todos los negocios del mandante",
mientras que el mandato especial, sólo "uno o más negocios determinados".
1. El mandante debe anticipar las cantidades necesarias para la ejecución del mandato, si el
mandatario las pidiera. Si éste las hubiera anticipado, las reembolsará, aunque el negocio
no haya salido bien, con tal de que esté exento de culpa el mandatario.
Obligaciones
1. Ejecutar el mandato de acuerdo con las instrucciones del mandante, al que informará de su
gestión. En caso de ausencia de instrucciones, el mandatario habrá de actuar como lo
haría un buen padre de familia.
2. Está obligado a rendir cuentas de sus operaciones al mandante y a abonarle cuanto haya
recibido en virtud del mandato.
3. Resarcir los daños y perjuicios que, por su gestión o por la falta de ella, haya causado al
mandante, ya sean debidos a actuación dolosa o culposa.
Derechos y facultades
2. Por la expiración del término o por el evento de la condición prefijados para la terminación
del mandato.
8. Derogado.
9. Por la cesación de las funciones del mandante, si el mandato ha sido dado en ejercicio de
ellas.”
III. LA TRANSACCIÓN
CONCEPTO: El art. 2446 lo define señalando que es un contrato en que las partes terminan
extrajudicialmente un litigio pendiente o precaven un litigio eventual.
No es transacción el acto que sólo consiste en la renuncia de un derecho que no se disputa.
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Critica: Esta definición ha sido criticada por la doctrina señalándose que omite un elemento
esencial de la transacción como es la existencia de concesiones reciprocas.
ELEMENTOS
I. Elementos comunes a todo contrato
II. Elementos propios
1. Existencia de un derecho dudoso, respecto del cual las partes ejerzan pretensiones incompatibles
entre sí.
2. Existencia de concesiones recíprocas que importen sacrificar para cada una de ellas parte de sus
pretensiones.
En consecuencia basta con que exista o pueda existir dudas respecto del derecho para
que se pueda celebrar la transacción. La ley no exige que esa controversia sea fundada.
Por lo tanto, aunque sea infundada procede la transacción.
Jurisprudencialmente se ha resuelto que la sola posibilidad cierta de un litigio es suficiente
para justificar jurídicamente la transacción.
CARACTERÍSTICAS:
1. CONTRATO CONSENSUAL
2. CONTRATO BILATERAL
3. CONTRATO ONEROSO
5. CONTRATO PRINCIPAL
CLASIFICACIÓN
1. Transacción Simple o pura
Cuando las concesiones recíprocas se hacen con derechos y cosas que precisamente son
las que respecto de las cuales existen pretensiones controvertidas.
2. Transacción Compleja
Cuando las concesiones recíprocas involucran derechos o cosas que son ajenas a la
controversia.
iv. Como consecuencia de lo anterior, en determinados casos habrá que cumplir con
ciertas formalidades habilitantes.
Por ejemplo si el marido casado en régimen de sociedad conyugal desea
celebrar una transacción en relación a un inmueble perteneciente a la
sociedad conyugal o al patrimonio propio de su mujer, necesitara de la
autorización o la voluntad de esta.
Del mismo modo, el tutor o curador para celebrar una transacción en relación a
los bienes de su pupilo, requiere de decreto judicial previo, y una vez
celebrada la transacción necesita de aprobación judicial.
Para algunos autores es necesario no solo una mención especial en cuanto a la facultad de
transigir sino también respecto de los derechos o bienes sobre los cuales se reconoce esta
facultad fundándose para ello en el art 2448 inciso 2º que exige la especificaciones de los
bienes derechos y acciones sobre los que se quiera transigir.
Otra doctrina en cambio señala que esta exigencia de especificación sobre bienes derechos
y acciones sobre los cuales se tiene la facultad de transigir, solo es aplicable al mandato
especial al cual alude el inciso 1º del art 2448 no siendo aplicable a los poderes generales.
OBJETO DE LA TRANSACCIÓN
Por regla general podrán ser objeto de contrato de transacción todos los derechos y en general
relaciones jurídicas sobre las cuales las partes tengan la libre disposición y sean comerciables.
3. ESTADO CIVIL
Pero sí los derechos de carácter pecuniario que puedan derivar de ese estado civil.
5. LOS ALIMENTOS
El art. 2452 señala que esa transacción no vale, sin embargo los autores señalan que hay
que distinguir:
CAUSA
La causa del contrato de transacción como contrato es la eliminación de la controversia de forma
de hacer cierto e incontrovertible el derecho sobre el cual recae.
De acuerdo al art 703 inciso final, la transacción en la medida que se limite a reconocer o declarar
derechos preexistentes, no forma un nuevo título. Es lo que ha dado margen a la concepción
declarativa de la transacción.
La transacción en la concesión recíproca podría entenderse como la cesión de parte del derecho y
la retención de la otra parte del derecho lo que importa un efecto que excede al meramente
declarativo e importa una modificación de la situación jurídica o sea un efecto constitutivo.
A la relación jurídica controvertida se sucede una nueva relación jurídica segura y certera. Desde
este punto de vista y como acto constitutivo no podría reconocérsele a la transacción sino efectos
hacia el futuro.
1. LA SENTENCIA JUDICIAL
b) La sentencia judicial no está llamada a preveer un litigio futuro y eventual sino a resolver un
conflicto que se ha sometido a la decisión jurisdiccional de un tribunal,
Los actos de mera declaración de certeza son aquellos por los que los interesados dan por
establecida una situación que anteriormente se encontraba dudosa.
3. DESISTIMIENTO DE LA DEMANDA
4. RENUNCIA DE UN DERECHO
5. ALLANAMIENTO A LA DEMANDA
6. AVENIMIENTO O CONCILIACIÓN
Técnicamente el avenimiento o conciliación importa un acuerdo de las partes litigantes que a
través de la renuncia, allanamiento o concesión reciproca hace innecesario la continuación de un
litigio o incluso la iniciación de un litigio eventual.
7. COMPROMISO
Si bien en el compromiso hay un acuerdo de voluntades, este está dirigido no a la solución del
conflicto sino que a la generación de un tribunal, de un 3° llamado a resolver el conflicto, en cambio
en el contrato de transacción está destinado a resolver conflicto mediante concesiones reciprocas.
i. Dolo y violencia.
El art. 2453 señala que es nula en todas sus partes la transacción obtenida por títulos
falsificados, y en general por dolo o violencia.
Observaciones
a) La sanción en este caso es la nulidad relativa
b) Cuando el código emplea la expresión “es nula en todas sus partes”, lo que quiere
decir es que la transacción en su integridad adolece de un vicio de nulidad, y no
solamente son anulables las clausulas o disposiciones obtenidas por dolo o
violencia. En otras palabras se excluye la nulidad parcial.
Comentario
El profesor Meza Barros, sostiene que esa presunción de haberse celebrado la transacción en
consideración a la persona no se justifica, en su concepto quien celebra la transacción lo hace no
en consideración de la persona, sino que por el temor que implicaría someterse a un litigio
pendiente o eventual.
2. Para estos efectos se entiende por título el acto del cual emana el derecho sobre el cual se
transige. La expresión título no está tomada como sinónimo de documento.
3. En este caso existe un error, porque las partes celebraron la transacción creyendo que el
derecho era válido. Por ejemplo, la transacción celebrada entre un heredero y un legatario
en circunstancia que el testamento que instituyo el legado adolecía de un vicio de nulidad.
2. En este caso la expresión titulo, se refiere al documento en que consta el derecho que se
transige, y no se refiere al acto que genera el derecho de que se trata.
3. Algunos autores plantean que en este caso habría una hipótesis de error porque las partes
han transigido creyendo que el documento era legítimo, sin embargo, este tema resulta
discutible, porque la existencia de error o de dolo va a depender de quien haya falsificado
el titulo.
El efecto, si quien lo falsifica es la contraparte en la transacción y lo hace con el propósito
de engañar para celebrar el contrato de transacción ya no podemos hablar de error, sino
que, constituye una hipótesis de dolo.
2. En este caso se configura una hipótesis de error, porque una o ambas partes han
transigido creyendo que el derecho tenía un carácter dudoso, lo que en realidad no es así,
dado que la sentencia firme da certeza al derecho de que se trata.
3. Los autores se preguntan qué ocurre si ambas partes sabían que la sentencia se
encontraba firme y no obstante ello se celebra el contrato de transacción.
Los autores señalan que la transacción es válida, porque el artículo 2455 solo contempla la
nulidad cuando una o ambas partes ignoraban el carácter firme de la sentencia, y siendo la
nulidad una sanción debemos interpretar esta disposición de manera estricta.
Con todo, si la sentencia ya está firme no hay un derecho dudoso, por lo tanto, en rigor no
puede haber transacción, sino que estaremos frente a otra figura como la renuncia de un
derecho, la remisión de una deuda, etc.
4. Si una de las partes sabia que la sentencia se encontraba firme y la otra lo ignoraba
¿puede esta última demandar indemnización de perjuicios?
En virtud del principio de la reparación integral del daño, se entiende que procede la acción
indemnizatoria. Dado que la nulidad opera con efecto retroactivo, y por lo tanto se
entiende que no nunca existió el contrato, estaríamos frente a una hipótesis de
responsabilidad precontractual; pero como en nuestro país no existe un estatuto legal
especifico para la responsabilidad precontractual se entiende por la mayoría de los autores
que la acción indemnizatoria debe ejercerse de acuerdo al estatuto de la responsabilidad
extracontractual.
2. Se exceptúa el caso en que la transacción no recae sobre un objeto en particular, sino que
sobre varios objetos en los que existe desavenencia entre las partes.
4. Si el dolo solo se refiere a uno de los objetos sobre los que se ha transigido la parte
perjudicada, podrá pedir la restitución del derecho que tenia sobre ese objeto.
EFECTOS
Regla general
El art. 2461 inc. 1º señala que la transacción solo produce efectos entre los contratantes. Esta
regla no tiene nada de novedosa, sino que es aplicación del principio del efecto relativo de los
contratos. Como consecuencia de lo anterior:
1. Si son muchos los interesados en el negocio sobre el cual se transige y solo algunos
concurren a la celebración de la transacción, esta no beneficia ni perjudica a quienes no
han intervenido, salvo el caso en que opere una novación tratándose de una obligación
solidaria, porque esa novación puede afectar a los demás acreedores y/o deudores.
La transacción produce efectos relativos no solamente respecto de los sujetos que intervienen en
su celebración, sino que también respecto del objeto sobre el cual se transige. A partir de esto se
generan 2 consecuencias:
a) Si la transacción recae sobre uno o más objetos específicos la renuncia general sobre
cualquier derecho, acción o pretensión solo se encuentra referida a los derechos, acciones
y pretensiones relativas al objeto sobre el cual se transige.
Esta regla se encuentra en concordancia con lo dispuesto en el art. 1561.
Algunos autores señalan que no se justifica que el legislador haya dado a la transacción el carácter
de equivalente jurisdiccional, ya que para alcanzar ese efecto bastaba con aplicar las reglas
generales de los contratos, por ejemplo el principio de la fuerza obligatoria de los contratos.
Esta regla constituye una excepción a lo dispuesto en el art. 1537, esta disposición parte de la
base que si se estipula una clausula penal y el deudor ha sido constituido en mora, el acreedor no
puede pedir simultáneamente cumplimiento y pena, sino que tiene que optar entre alguna de ellas,
y esto se justifica por cuanto dada la naturaleza compensatoria de la indemnización de perjuicios,
la indemnización reemplaza el cumplimiento, de manera que si fuese posible pedir cumplimiento e
indemnización, en el fondo existiría un doble pago, y por lo tanto, habría un enriquecimiento
injustificado. Con todo, esta regla admite 2 excepciones:
Fuera de estas excepciones, encontramos el art. 2463 en que es la ley la que autoriza a pedir
cumplimiento y pena.
2.- Características.
De la definición, se desprende que el contrato de comodato es real, gratuito y unilateral, un título
de mera tenencia y principal.
a) Contrato real.
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b) Contrato unilateral.
c) Contrato gratuito.
e) Es un contrato principal.
Cabe agregar que a diferencia de lo que acontece con la compraventa, en la cual el comprador
evicto puede accionar contra el vendedor, el comodatario, por regla general, no tiene acción contra
el comodante. Ello, porque la obligación de saneamiento de la evicción es propia de los contratos
onerosos. Excepcionalmente, el comodatario tendrá acción contra el comodante, cuando el último
sabía que la cosa era ajena y no lo advirtió al primero.
1º De la naturaleza de la cosa;
2º Del uso legítimo de la cosa;
3º De un caso fortuito, salvo tratándose de las excepciones consignadas en el art. 2178, inciso 3º:
3.1. Cuando el comodatario empleó la cosa en un uso indebido o está en mora de restituir
(contraexcepción: cuando se prueba que el deterioro o pérdida por el caso fortuito, habría
sobrevenido igualmente sin el uso indebido o la mora). Art. 2178 Nº 1.
3.2. Cuando el caso fortuito sobrevino por culpa del comodatario, aunque sea levísima: art.
2178 Nº 2.
3.3. Cuando en lugar de salvar la cosa dada en comodato, el comodatario prefirió salvar una suya:
en otras palabras, la ley excluye la posibilidad de alegar por el comodatario el
“estado de necesidad” como causal eximente de responsabilidad: art. 2178 Nº 3.
3.4. Cuando el comodatario expresamente se hizo responsable del caso fortuito.
En realidad, estos casos excepcionales son aplicación de principios generales, consignados en el
art. 1547, 2º y en las normas acerca de la pérdida de la cosa que se debe: arts. 1672 a 1674.
1º Una acción personal, dirigida contra el comodatario: esta acción nace del contrato y sólo puede
entablarse contra el comodatario y sus herederos;
2º Una real, la acción reivindicatoria, cuando la cosa salió de manos del comodatario y está en
poder de terceros. Obviamente que esta segunda acción, sólo podrá deducirla eficazmente el
comodante, en la medida que sea dueño de la cosa.
A diferencia de las obligaciones del comodatario, que siempre se originan, celebrado que sea el
contrato, las obligaciones del comodante son eventuales y nacen después de celebrado el
contrato. Recordemos que por tal razón, el contrato es uno de aquellos contratos que la doctrina
denomina como “sinalagmáticos imperfectos”, pues durante la ejecución del contrato, se originan
obligaciones para aquella parte que inicialmente ninguna había contraído. Lo que, por cierto, no
significa que el contrato se transforme en bilateral, pues sabemos que dicho carácter debe tenerse
al celebrarse al contrato.
Las obligaciones que eventualmente pueden nacer para el comodante son las siguientes:
a) Obligación del comodante de pagar las expensas de conservación de la cosa: art. 2191.
Para que se paguen dichos gastos, se requiere:
• Que las expensas no sean ordinarias de conservación, pues en tal caso son de cargo del
comodatario (por ejemplo, alimentar un caballo; o cambiar aceite y filtros del motor de un
automóvil, cada cierto kilometraje);
• Que las expensas sean necesarias y urgentes, vale decir, que no haya sido posible consultar al
comodante y que éste igual las hubiere efectuado, de tener la cosa en su poder.
Confiere la ley al comodatario el derecho para retener la cosa recibida en préstamo, en caso que
el comodante no satisfaga las obligaciones que eventualmente le puede imponer el contrato: art.
2193.
En todo caso, cesará este derecho de retención, cuando el comodante caucione el pago de las
indemnizaciones que adeude al comodatario.
Siguiendo la regla general, los derechos y obligaciones pasan a los herederos (art. 2186). Sin
embargo, en cuanto a la sobrevivencia del contrato, distinta es la situación si muere el comodante
o el comodatario:
a) Si muere el comodante: el comodatario podrá seguir usando la cosa y la restitución deberá
hacerse a los herederos del comodante: arts. 2190 y 2186. El contrato, por ende, no se
extingue.
b) Si muere el comodatario: sus herederos no podrán continuar con el uso de la cosa prestada, y
deben restituirla al comodante. Ello, porque desde el punto de vista del comodante, el
comodato es un contrato intuitu personae. Estamos por ende ante un caso excepcional, en el
cual el contrato se extingue por la muerte de uno de los contratantes (recordemos que por
regla general, la muerte de una de las partes es inocua para la sobrevivencia del contrato,
pues sus herederos ocuparán el lugar del fallecido, en calidad de partes).
Con todo, los herederos del comodatario podrán continuar usando la cosa prestada, en el caso
del art. 2180 Nº 1: cuando la cosa se ha prestado para un servicio particular que no puede
diferirse o suspenderse. En esta hipótesis, los herederos del comodatario quedarán sujetos al
art. 2187, si enajenan la cosa prestada:
También estamos ante un comodato precario en la hipótesis del art. 2195, 1º: cuando no se presta
la cosa para un servicio particular ni se fija un plazo para su restitución. Puesto que la cosa no se
ha prestado para un servicio particular, no tiene aplicación el art. 2180, que establece que la cosa
debe restituirse “después del uso para que ha sido prestada”. Sintetizando, el comodato tendrá el
carácter de precario:
• cuando se estipula que el comodante podrá pedir la restitución en cualquier tiempo;
cuando no se presta la cosa para un servicio particular;
• cuando no se fija un plazo para su restitución.
7.2) El precario.
En las tres hipótesis de comodato precario, hay contrato de comodato, con la salvedad que el
comodante puede pedir en cualquier tiempo la restitución de la cosa. Distinta es la hipótesis de
precario, establecida en el art. 2195, 2º. En ella, nos encontramos sencillamente ante un individuo
que tiene la tenencia de una cosa ajena, sin mediar título, sin haber celebrado ningún contrato, de
comodato o cualquiera otro, que lo faculte para retener la cosa. El comodato o préstamo de uso es
un contrato, o sea, un acuerdo de voluntades que liga jurídicamente a las partes, en la forma
establecida en el art. 1438 del CC. En cambio, lo que para la ley constituye también precario,
conforme al art. 2195, inciso 2º del mismo Código, es una simple situación de hecho, con absoluta
ausencia de todo vínculo jurídico entre dueño y tenedor de la cosa, una tenencia meramente
sufrida, permitida, tolerada o ignorada, sin fundamento, apoyo o título jurídicamente relevante. En
esta última hipótesis se trata entonces de una situación radicalmente opuesta al comodato, desde
el momento que supone, como requisito esencial, la ausencia de contrato.
El dueño de la cosa deberá acreditar su dominio, y que el demandado detenta la cosa. El juicio de
precario se tramita de acuerdo a las normas del juicio sumario (art. 680 Nº 6 del CPC).
1.- Concepto.
Dispone el Código Civil que “El mutuo o préstamo de consumo es un contrato en que una de las
partes entrega a la otra cierta cantidad de cosas fungibles con cargo de restituir otras tantas del
mismo género y calidad.” (artículo 2196).
Cabe precisar sin embargo, que el mutuo recae usualmente sobre cosas consumibles antes que
sobre cosas fungibles. De ahí que se hable de un “préstamo de consumo”. El Código también
incurre en esta imprecisión en otras materias, como acontece al definir el usufructo (artículo 764).
En verdad, podríamos concluir que las cosas objeto de un contrato de mutuo, ordinariamente han
de ser consumibles y también fungibles. Con todo, podría ocurrir que pueda recaer sobre cosas
fungibles pero objetivamente no consumibles, cuando por ejemplo se prestan 200 sillas a un
establecimiento educacional, obligándose el mutuario a restituir otras sillas, iguales, pero nuevas.
No se trata en este caso de un comodato o de un arrendamiento, pues entonces habría que
restituir las mismas sillas.
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2.- Características.
a) Es un contrato real o consensual.
Al efecto, debemos distinguir:
Tratándose del mutuo regido por el Código Civil, el único que se obliga, por regla general, es el
mutuario, a restituir la cosa. Pero a diferencia del comodatario y del depositario, no se obliga a
conservar la cosa, pues se hace dueño de la misma. Excepcionalmente, podría resultar obligado el
mutuante, en el caso previsto en el artículo 2203, al que aludiremos más adelante.
En el caso del mutuo de dinero regido por la Ley número 18.010, el contrato puede ser unilateral o
bilateral, según si el mutuante entrega la suma de dinero al momento de contratar (en cuyo caso el
contrato será unilateral –pues se obligará sólo el mutuario- y además real) o se obliga a
proporcionar la suma de dinero en un cierto plazo (en cuyo caso el contrato será bilateral y además
consensual).
Si el mutuo recae sobre cosas fungibles que no sean dinero, la gratuidad será un elemento de la
naturaleza del contrato (artículo 2198). La ley sólo obliga restituir igual cantidad de las cosas
prestadas, siendo indiferente que el precio de ellas haya subido o bajado en el tiempo que medió
entre la tradición y la restitución. En consecuencia, las partes deberán estipular expresamente que
el mutuario, además de restituir, deberá pagará una suma por el préstamo. Dicha suma se
denomina intereses.
En cambio, si el mutuo recae sobre dinero, se entenderá oneroso, a menos de pactar las partes la
gratuidad. En efecto, recordemos que en las operaciones de crédito de dinero, regidas por la Ley
Nº 18.010, se presume el pago de intereses.
Así se desprende de los arts. 2197, 675 y 703. El mutuo es el único contrato real que transfiere el
dominio (sin perjuicio de los casos excepcionales del depósito irregular y de la prenda de dinero).
e) Es un contrato principal.
b) Mutuario.
La ley sólo le exige que sea capaz de obligarse, conforme a las reglas generales. Si no lo es, el
contrato será nulo.
a) Aspectos generales.
Se le aplican las normas del Código Civil. El único obligado es el mutuario, quien debe restituir
igual cantidad de las cosas, del mismo género y calidad (arts. 2196, 2198 y 2205). Si no es posible
restituir cosas de la misma naturaleza, el mutuario restituirá lo que valgan en el tiempo y lugar en
que haya debido hacerse el pago (artículo 2198).
Este contrato es por naturaleza gratuito. Para pagar intereses, sea en dinero o en otras cosas
fungibles, deberá mediar pacto expreso de las partes (artículo 2205). Con todo, si el deudor pagare
intereses no estipulados, el acreedor podrá retenerlos (artículo 2208), lo que ha hecho decir a
b) Época de la restitución.
Puede ser fijada por las partes o en el silencio de ellas la ley suple la voluntad de las partes,
estableciendo que sólo se puede exigir la restitución al cabo de 10 días, contados desde la entrega
(artículo 2200). Podríamos afirmar que se trata de un plazo dentro del cual el mutuario puede
consumir las cosas.
Se deberá restituir igual cantidad de cosas del mismo género y calidad, sin atender al precio de la
cosa al tiempo de la restitución, el cual puede haber variado.
Si no se puede llevar a cabo la restitución en los términos señalados, el acreedor podrá exigir al
mutuario que pague lo que valgan las cosas en el tiempo y lugar en que ha debido hacerse el
pago.
Pero el mutuante no necesariamente responderá por la mala calidad de la cosa o por los vicios
ocultos de que adolezca. En efecto, se exige además, para que proceda la indemnización de
perjuicios, que la mala calidad o el vicio oculto hayan sido conocidos y no declarados por el
mutuante, y que el mutuario no haya podido, con mediana diligencia, conocer la mala calidad de la
cosa o precaver los perjuicios (artículo 2203, que hace aplicable al mutuo el artículo 2192, del
comodato).
a) Aspectos generales.
La Ley Nº 18.010 del 27 de junio de 1981, regula de manera orgánica a todas las operaciones de
crédito de dinero, y entre ellas, el mutuo de dinero.
La Ley Nº 18.010 persigue:
Las operaciones de crédito de dinero no son reajustables, salvo pacto expreso de las partes
(artículo 3 de la Ley Nº 18.010). Por ende, la suma adeudada es nominal, salvo estipulación en
contrario que contemple la reajustabilidad. Las partes, en principio, pueden convenir libremente el
sistema de reajustabilidad. Si se hubiere pactado alguno de los sistemas de reajuste autorizados
por el Banco Central y éste se derogare o modificare, los contratos vigentes continuarán rigiéndose
por el sistema convenido, salvo que las partes acuerden sustituirlo por otro. Son tales sistemas, por
ejemplo, la variación del IPC, o la Unidad de Fomento.
Se entiende por reajuste toda suma que el acreedor reciba o tenga derecho a recibir por sobre el
capital y los intereses.
Es un contrato real o consensual. Dispone el artículo 1 de la Ley número 18.010 que son
operaciones de crédito de dinero aquellas por las cuales una de las partes “entrega” (en cuyo caso
el contrato será real) “o se obliga a entregar” (en cuyo caso el contrato será consensual) una
cantidad de dinero.
Es un contrato unilateral o bilateral. Si el contrato es real, será al mismo tiempo unilateral, pues
sólo se obligará el mutuario. Si el contrato es consensual, será al mismo tiempo bilateral, pues
ambas partes resultaran obligadas.
d.1) Concepto.
Desde un punto de vista doctrinario, es el precio por el uso del dinero. Desde un punto de vista
jurídico, es el beneficio o utilidad del mutuante, como precio por el préstamo que otorga al
mutuario. Constituye por tanto un fruto civil.
En las operaciones de crédito de dinero no reajustables, constituye interés toda suma que recibe o
tiene derecho a recibir el acreedor, a cualquier título, por sobre el capital.
En las operaciones de crédito de dinero reajustables, constituye interés toda suma que recibe o
tiene derecho a recibir el acreedor por sobre el capital reajustado (artículo 2 de la Ley Nº 18.010).
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Tienen importancia también los intereses para admitir o no el pago anticipado de la suma prestada.
d.2) Clases de interés.
La Ley Nº 18.010 establece dos clases de intereses: corrientes y convencionales.
• Interés corriente: es el interés promedio cobrado por los Bancos e
instituciones financieras establecidas en Chile, en las operaciones que realicen
en el país. Quien determina el interés corriente es la Superintendencia de
Bancos e Instituciones Financieras. Los promedios se establecerán en relación
con las operaciones efectuadas durante cada mes calendario y las tasas
resultantes se publicarán en el Diario Oficial durante la primera quincena del
mes siguiente, para tener vigencia hasta el día anterior a la próxima
publicación (artículo 6 de la Ley Nº 18.010).
• Interés convencional: es aquél estipulado por las partes. Estas pueden
estipular la cantidad de interés sobre el capital, sea este reajustado o no. Esta
facultad se encuentra limitada por la ley sin embargo, disponiéndose que no
podrá estipularse un interés que exceda en más de un 50% al interés corriente
que rija al momento de la convención (así, por ejemplo, si la tasa de interés
corriente asciende al 2%, el interés máximo convencional no podrá superar el
3%). De vulnerarse el límite legal, el interés se reduce automáticamente al
interés corriente que rija al tiempo de la convención (artículo 8 de la Ley Nº
18.010), sin perjuicio del delito de usura sancionado en el artículo 472 del
Código Penal.
d.3) El anatocismo.
Dispone al efecto el artículo 13 de la Ley Nº 18.010, que en las operaciones de crédito de dinero
sin plazo sólo podrá exigirse el pago después de 10 días contados desde la entrega. Esta regla no
será aplicable a los documentos u obligaciones a la vista o que de cualquiera otra manera
expresan ser pagaderos a su presentación.
Permite la ley al deudor de una operación de crédito de dinero, pagar antes del vencimiento del
plazo estipulado, aun contra la voluntad del acreedor, y siempre que se trate de una obligación
cuyo capital no supere el equivalente a 5.000 unidades de fomento, en los siguientes casos:
• Si se trata de operaciones no reajustables: deberá pagar el capital y los intereses
estipulados, que correrían hasta la fecha del pago efectivo, más la comisión de prepago.
Dicha comisión, a falta de acuerdo, no podrá exceder el valor de un mes de intereses
calculados sobre el capital que se prepaga. No se podrá convenir una comisión que
exceda el valor de dos meses de intereses calculados sobre dicho capital;
• Si se trata de operaciones reajustables: deberá pagar el capital y los intereses
estipulados, que correrían hasta la fecha del pago efectivo, más la comisión de prepago.
Dicha comisión, a falta de acuerdo, no podrá exceder el valor de un mes y medio de
intereses calculados sobre el capital que se prepaga. No se podrá convenir una comisión
que exceda el valor de tres meses de intereses calculados sobre dicho capital.
• En cualquiera de los dos casos anteriores, será necesario que el pago anticipado
no sea inferior al 25% del saldo de la obligación, pues en caso contrario, se requerirá del
consentimiento del acreedor
La ley impide, en todo caso, que el deudor renuncie a la facultad de pagar anticipadamente lo
adeudado (art. 10 de la Ley Nº 18.010, precepto que modifica al artículo 2204 del CC, que impide
pagar anticipadamente, cuando se pactaron intereses).
Fuera de los casos antes señalados, será necesario contar con el consentimiento del acreedor,
para proceder a un pago anticipado de la obligación. Por ende, así ocurrirá: Si se trata de
obligaciones superiores a 5.000 unidades de fomento;
• Si se prepaga un porcentaje inferior al 25% de la deuda.
6.- Diferencias entre el mutuo regulado en el Código Civil y el regulado en la Ley nº 18.010.
b) En cuanto al objeto del contrato: en un caso, recae sobre cosas muebles consumibles y
fungibles que no sean dinero; en el otro, sobre una suma de dinero.
f) El contrato de mutuo del Código Civil siempre será un contrato real. El contrato de mutuo
regulado en la Ley número 18.010 puede ser real o consensual.
g) El contrato de mutuo del Código Civil siempre será unilateral. El contrato de mutuo regido
por la Ley número 18.010, puede ser unilateral o bilateral.
a) El mutuo tiene por objeto cosas fungibles, mientras que el comodato tiene por objeto cosas
no fungibles;
b) El mutuo puede ser gratuito u oneroso. El comodato es por esencia gratuito.
c) El mutuo es un título traslaticio de dominio. El comodato es un título de mera tenencia.
d) El mutuario se obliga a restituir otras tantas cosas del mismo género y calidad. El
comodatario se obliga a devolver la misma cosa recibida.
a) El mutuario se hace dueño de la cosa recibida. El arrendatario nunca deja de ser mero
tenedor.
b) La obligación del mutuario es de género. La obligación del arrendatario consiste en
devolver la misma cosa dada en arrendamiento.
c) En el mutuo, el riesgo es del mutuario, pues la pérdida de la cosa no lo exonera de su
obligación de restituir, ya que el género no perece. En el arrendamiento, el riesgo recae en el
arrendador.
d) El mutuo es un contrato real, por regla general. El arrendamiento es un contrato
consensual, por regla general.
1.-) Definición.
b) Es un contrato unilateral.
Ninguna contraprestación realiza el depositante a favor del depositario, cediendo el contrato sólo
en utilidad del primero. Si hubiere tal contraprestación, el contrato podría degenerar en uno de
arrendamiento o en un contrato innominado o atípico.
Con todo, el contrato será oneroso en un caso: cuando el depositante autoriza al depositario para
usar la cosa dada en depósito. Si ello ocurre, veremos que aumenta el grado de diligencia exigible
al depositario. Cabe agregar además que éste es un caso de contrato unilateral pero oneroso.
Igual que acontece con el art. 2116, que define al mandato, en el art. 2211 se deja en claro que
el depósito es un contrato de confianza, y por ende, resulta determinante la persona del otro
contratante. En efecto, el depositante, por regla general, tomará en consideración las aptitudes
personales, la rectitud y la honestidad del depositario, para confiarle la custodia de algunos
bienes. Excepcionalmente, no será posible calificar al depositario, tratándose del depósito
necesario. Desde otro punto de vista, el contrato de depósito también supone que el
depositario acepte custodiar gratuitamente las cosas, en consideración a la persona del
depositante.
En relación con lo anterior, si bien es cierto que el art. 2216 impide al depositante pedir que se
declare la nulidad del contrato, cuando yerra acerca de la identidad del depositario, el art. 2226
le permite pedir la restitución de las cosas depositadas en cualquier tiempo, subsanando por
esta vía la equivocación en que incurrió al ponderar los atributos personales del depositario. El
mismo artículo, en todo caso, si admite el error en que pueda incurrir el depositario, en la
persona del depositante.
b) El secuestro.
También puede asumir dos formas:
b.1) Convencional: se constituye por acuerdo de las partes;
b.2) Judicial: se constituye por decreto del juez.
a) El depósito voluntario.
a.1) Concepto: art. 2215: “El depósito propiamente dicho es un contrato en que una de las
partes entrega a la otra una cosa corporal y mueble para que la guarde y la restituya a
voluntad del depositante.”
1° En el depósito en general, la cosa que se confía es una cosa “corporal”, y por ende, podría ser
mueble o inmueble; en el depósito propiamente dicho, la cosa ha de ser
“corporal y mueble”;
2° En el depósito propiamente dicho, la restitución debe efectuarla el depositario “a voluntad del
depositante”, o sea, cuando éste la requiera; en el depósito en general, la restitución podría no
depender de la voluntad del depositante.
Debe tratarse de un bien corporal y mueble. El secuestro puede recaer en cambio sobre cosa
mueble o inmueble. Nada impide sin embargo que las partes acuerden un depósito de inmueble,
pero en tal caso estaremos ante un contrato innominado o atípico, al que en todo caso habría que
aplicarle, supletoriamente de la voluntad de las partes, las normas del depósito.
a.3) Capacidad en el depósito voluntario.
El art. 2218 no requiere capacidad especial, sino la capacidad general para celebrar cualquier
contrato.
La disposición se pone en el caso de que el depositante o el depositario sean incapaces:
Establece el art. 2216 que el error en que incurra el depositante acerca de la identidad personal
del depositario es inocuo, no le permite pedir que se declare la nulidad del contrato. Como dijimos,
el art. 2226 le franquea una vía más expedita, cual es la de pedir derechamente la restitución de la
cosa.
Tampoco invalida el contrato el error acerca de la substancia, calidad o cantidad de la cosa
depositada. Dicho error, afectará ciertamente al depositario.
En dos casos, sin embargo, la ley autoriza al depositario para restituir de inmediato la cosa
depositada:
cuando padece error acerca de la persona del depositante;
cuando descubre que la guarda de la cosa depositada le acarrea peligro.
2º La cosa debe restituirse con sus accesorios, incluyendo los frutos que hubiere producido
(art. 2229).
3º El depositario no responde, si la cosa se pierde por caso fortuito (regla general). Con todo,
debe restituirse al depositante:
o el precio de la cosa depositada, si lo recibe;
o u otra cosa recibida en lugar de la cosa depositada (art. 2230).
Si el depositario estaba en mora de restituir, será responsable del caso fortuito o fuerza mayor
(aplicación del art. 1672: la obligación del depositario subsiste, pero varía de objeto, pues
deberá restituir, en lugar de la cosa depositada, su precio más indemnización de perjuicios, o
sólo la última).
• El depositario no puede alegar compensación: al igual que ocurre con el contrato de comodato,
el depositario no puede negarse a restituir la cosa, alegando que el depositante le adeuda una
obligación (artículo 1662), a menos que el crédito del depositario se hubiere originado por la
tenencia de la cosa, según veremos.
• El depósito irregular.
Se encuentra establecido en el art. 2221. Es aquél en el cual el depositario, en lugar de la
misma cosa que ha recibido, se obliga a restituir otras del mismo género y calidad. En este
caso, el depositario no es deudor de una especie o cuerpo cierto, sino de una cosa genérica. Y
al igual que acontece en el mutuo, el depositario irregular se hace dueño de la cosa dada en
depósito: estamos ante un título traslaticio de dominio y ante un contrato real en el cual hay
tradición.
Este es el caso de los depósitos de dinero hechos en Bancos, forma mucho más usual que el
depósito ordinario.
En teoría, existe una diferencia: en el mutuo, se estipula un plazo pendiente el cual no puede
demandarse la restitución; en el depósito, el depositante puede exigir la restitución “a su
voluntad”. Sin embargo, esta diferencia es meramente accidental y en la práctica no existe en
los depósitos de ahorro a días determinados (por ejemplo, un depósito a 35 días).
Aplicación al depósito de las reglas de los arts. 2181 a 2185, del comodato (artículo 2233).
1º La restitución debe hacerse al depositante o a quien tenga derecho a recibir en su nombre.
Cabe consignar que puede restituirse la cosa a un incapaz, si éste, al hacer el depósito,
actuaba con autorización de su representante legal.
2º Cesa la obligación de restituir, si el depositario descubre que la cosa le pertenece. Pero
puede haber litigio con el depositante acerca del dominio, caso en el cual el depositario deberá
restituir, salvo si probare breve y sumariamente su derecho de propiedad.
3º Por regla general, el depositario no puede retener la cosa para seguridad de su crédito que
tenga contra el depositante; excepcionalmente, podrá retener cuando se trate de las expensas
hechas por el depositario para la conservación de la cosa y de los perjuicios que sin culpa del
depositario le haya ocasionado el depósito (arts. 2234 y 2235). Observamos que el depositario,
al igual que el comodatario, goza del derecho legal de retención en los casos recién indicados.
4º No puede el depositario suspender la restitución pretextando que la cosa no pertenece al
depositante. Excepcionalmente, lo puede hacer, cuando:
- la cosa se embargue judicialmente en sus manos;
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- la cosa haya sido perdida, hurtada o robada;
- cuando se trate de armas ofensivas o de otra cosa de que se sepa que se trata de
hacer un uso criminal;
- si el depositante ha perdido el juicio y carece de curador.
b) El depósito necesario.
b.1) Concepto.
El depósito propiamente dicho se denomina necesario, cuando la elección del depositario no
depende de la libre voluntad del depositante, sino que es dictada o impuesta por las
circunstancias: art. 2236.
5.- El secuestro.
a) Concepto.
Es una especie de depósito en poder de un tercero de una cosa que dos o más personas
disputan, mientras se resuelve definitivamente acerca de sus respectivos derechos. Se trata,
por consiguiente, de una medida conservativa o de precaución: art. 2249.
b) Clases de secuestro.
Puede ser “convencional” o judicial (art. 2252).
Es aquél que se constituye por un acuerdo de voluntades, por el solo consentimiento de las
personas que se disputan el objeto litigioso. En realidad, también supone un juicio.
Es el que se constituye por decreto del juez. Está regulado en el CPC (art. 290 y siguientes,
medidas precautorias).
El art. 2254 consagra la acción del secuestre para recuperar la cosa de manos de
cualquiera persona, incluso el depositante.
El art. 2255 se refiere a las facultades del secuestre de un inmueble: tiene las facultades y
obligaciones del mandatario.
CONCEPTO: Contrato por el cual se entrega una cosa mueble al acreedor para seguridad de su
crédito otorgando la facultad de perseguir la cosa empeñada, retenerla en ciertos casos y pagarse
preferentemente con el producto de su realización. Todo ello naturalmente si el deudor no cumple
con su obligación.
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La prenda puede ser entendida desde 3 perspectivas:
1. Como contrato: que corresponde a la definición dada.
2. Cuando se consigna a la propia cosa mueble que ha sido entregada en prenda
3. Derecho real que se genera a favor del acreedor que se encuentra reconocido en el art
557 y es el que otorga esta facultad de persecución.
Inconveniente
El principal inconveniente es el desplazamiento que se produce de la cosa del poder del deudor al
poder del acreedor razón de la cual se han dictado una serie de normas especiales que regulan
prendas en las que ya no es necesario este desplazamiento para el perfeccionamiento del
contrato.
Muchas de estas leyes especies que dan cuenta de prendas especiales figuran derogadas por la
ley 20190 y particularmente el art 14 que vino a establecer nuevas normas relativa a la prenda sin
desplazamiento y creando algo que faltaba y que es un registro de prenda (para saber si una cosa
mueble está o no grabada con prenda).
CARACTERÍSTICAS DE LA PRENDA DENTRO DEL CC.
3. Es un contrato unilateral: En virtud del contrato de prenda es solo el acreedor quien asume la
obligación de restituir la cosa recibida en prenda una vez satisfecho su crédito.
6. Como derecho la prenda reconoce un carácter mueble, porque se ejerce sobre bienes muebles.
7. La prenda como derecho otorga un privilegio de la segunda clase: Reconocido como tal en el
art. 2474 n°3.
9. La prenda reconoce ser indivisible: Ello a pesar de que la obligación principal sea divisible, y aun
más, a pesar de que la cosa empeñada sea divisible, y esta indivisibilidad trae consecuencias:
a. El deudor no puede recobrar parte de la prenda sino sólo toda ella con el pago íntegro
del crédito. Si tiene la mitad del crédito pagado no puede pedir que se le restituya la mitad
de la prenda.
b. Los codeudores y herederos que han pagado su parte en la obligación principal no
podrán recobrar la prenda mientras no se extinga íntegramente la obligación.
1. Para que el contrato se perfeccione exige naturalmente acuerdo de las partes y las partes en
este caso son el acreedor y la persona que entrega la cosa mueble en prenda que puede o no
ser el deudor principal, el codeudor o incluso un tercero.
5. En materia de prenda comercial según esta no es oponible a terceros si no consta por escrito
7. Desde luego encontramos una tercera norma de excepción en lo referido a las prendas
especiales, que por regla general no exigen entrega de la cosa, por lo que pasa a ser de real a
solemne estando a las distintas normas que se establecen
La prenda importa el desprendimiento por parte del constituyente de importantes facultades que
derivan del dominio si la prenda dentro del CC importa el desplazamiento del constituyente del
acreedor a de la cosa empeñada a partir de ella el constituyen perderá la posibilidad de usa y
gozar la cosa dada en prenda, por esta razón que la constitución de la prenda importa un acto de
enajenación por lo que se exige respecto del constituyente facultad para enajenar.
PRENDA SOBRE COSA AJENA: Siguiendo el principio ya general dentro del CC en orden a
reconocer validez a los contratos sobre cosa ajena, se concluye que es perfectamente posible y
valido un contrato de prenda sobre cosa ajena y el art. 2387 no obsta a esta conclusión. Si bien
este art., exige capacidad para enajenar es perfectamente posible enajenar una cosa ajena porque
la venta de cosa ajena vale.
Excepciones:
i. Este derecho de retención es, sin perjuicio de la facultad del deudor en orden a que se le
permita reemplazar la prenda por otra, solicitud frente a la cual el acreedor será oído.
ii. Puede también el deudor prendario no sólo obtener la devolución de la prenda solicitando y
obteniendo su reemplazo, sino también, frente al abuso que el acreedor haga de la prenda. El
acreedor prendario no puede servirse de la cosa entregada en prenda sin el consentimiento del
deudor.
iii. Derecho del acreedor de retenerla más allá de la satisfacción íntegra del crédito al cual
accedía. Podrá retenerla si el acreedor reconoce otros créditos frente al mismo deudor que se
encuentran insatisfechos. En esta última situación se habla de prenda tácita y para que tenga o
pueda tener lugar esta prenda tácita es preciso que se den las siguientes condiciones:
- Que la prenda se haya constituido por el propio deudor.
- Es necesario que estas nuevas obligaciones por las cuales el acreedor puede
mantener retenida la cosa hayan sido constituidas después de la obligación principal a
la cual originariamente accede la prenda.
- Que estas otras y nuevas obligaciones hayan vencido con anterioridad a la obligación
principal a al cual originariamente accede la prenda.
Pero aun en el evento de que se den estas condiciones, el acreedor no estará en situación de
retener la cosa si ha perdido la tenencia de la misma por haber pasado a poder del deudor o
cuando el deudor haya vendido la prenda o constituido a título oneroso un derecho para el goce o
tenencia de la misma.
Supera tu Grado - Contratos en particular (Tercera Parte) 46
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2. Derecho de Persecución:
Deriva del carácter real de la misma prenda, en el sentido de que si el derecho de prenda puede
hacerlo valer frente a cualquier persona, como con la prenda regulada por el CC es el acreedor
prendario el que mantiene en su poder la cosa entregada en prenda, este derecho de persecución
se manifiesta en el derecho a reivindicar su derecho real de prenda respecto de un tercero que
posea o haya entrado en posesión de la cosa con el propósito de recobrar dicha posesión. Incluso
esta posibilidad de reivindicar su derecho real de prenda puede hacerlo valer en contra del propio
deudor constituyente, en este caso el deudor constituyente mantendrá su derecho a retenerla si
paga la totalidad de la deuda.
3. Derecho de Venta.
Es un derecho referido a la cosa prendada y consiste en la facultad que tiene el acreedor para
pedir que la cosa prendada se venda en pública subasta en caso de incumplimiento del deudor y
con el propósito que con su producido se le pague o que a falta de postores y previa tasación se le
adjudique el pago de su crédito. Este derecho de venta no impide al acreedor perseguir otros
bienes del deudor con el mismo objeto.
4. Derecho de Preferencia.
Las preferencias son aquellas que dan derecho al acreedor para pagarse preferentemente frente a
otros acreedores. En este caso como es la causal de preferencia un privilegio especial, este
derecho de preferencia solo puede hacerse valer sobre el producto de la realización de la prenda.
Pero para el caso que hayan operado seguros contratados sobre la cosa entregada en prenda,
dicho derecho de preferencia se extiende a las indemnizaciones que con motivo de estos seguros
se hayan pagado con ocasión de algún siniestro que haya sufrido la cosa.
A propósito del los derechos del acreedor prendario es dable preguntarse si es posible que
concurran sobre una misma cosa 2 o más derechos de prenda constituidos en beneficio de
distintos acreedores, llegándose a la conclusión de que en razón del carácter real de esta prenda
que exige la entrega de la cosa para el perfeccionamiento del contrato, no es posible que sobre
una misma cosa existan derecho de prenda constituidos a favor de distintos acreedores.
5. Obligación eventual que puede llegar a asumir el deudor prendario: derecho de indemnización y
de reembolso de gastos y perjuicios, por tanto, será también eventual la obligación de exigir el
pago de estas indemnizaciones y reembolso.
Para hacer efectivo este derecho, el deudor prendario goza de la acción prendaria que es una
acción que por derivar del contrato de prenda es personal por lo que debe ejercerla él en contra de
su contraparte, es decir, el acreedor prendario.
Si el deudor además es dueño de la cosa empeñada podrá ejercer la acción de dominio que podrá
ejercerla no solo en contra del acreedor sino también de quien tenga en su poder la cosa a virtud
de su carácter real.
Nace para el deudor prendario una vez que ha cumplido con la obligación a la cual accede la
prenda, sin perjuicio del derecho del acreedor prendario a retenerla en los casos ya vistos.
ii. Derecho para solicitar y obtener el reemplazo de la prenda por otra y para ello tendrá que
ser oído el acreedor prendario.
iii. Derecho también a solicitar y obtener la indemnización de los perjuicios o daños que haya
sufrido la cosa estando en poder del acreedor y por su hecho o culpa.
iv. Derecho a vender la prenda o a constituir a favor de terceros derechos de uso y goce o
tenencia de la misma una vez extinguida la obligación a la cual acceda la prenda
2. OBLIGACIONES DEL DEUDOR PRENDARIO: Puede verse obligado a reembolsar los gastos
necesarios para la conservación de la prenda en que haya tenido que incurrir el acreedor prendario
y el deudor prendario estará obligado a indemnizar al acreedor prendario los perjuicios que éste
haya sufrido y que se hayan ocasionado con motivo de la tenencia de la cosa empeñada.
Además esta transferencia opera en caso del pago con subrogación sea que la subrogación opere
por el sólo ministerio de la ley o convencionalmente ya que estas subrogaciones, en virtud del art.
1612, traspasan al nuevo acreedor todos los privilegios del anterior.
Pero frente a esta resolución del derecho del constituyente el acreedor de buena fe, es decir,
aquel que ignoraba que el derecho del constituyente pudiese haber podido estar a resolución,
tiene derecho a exigir al deudor prendario una nueva prenda o que se otorgue otra caución
equivalente (se refiere en equivalencia de seguridad que presenta para el acreedor), o en
defecto de ambas, podrá demandar el cumplimiento de la obligación principal aun cuando no
fuere de plazo vencido.
iv. Por el abuso que haga de ella el acreedor prendario sin la autorización del deudor.
II. CONTRATO SOLEMNE: El contrato de prenda es solemne y está contenido esto expresamente
en el art. 2 del art. 14 de la misma ley en términos claros y categóricos.
El contrato, modificación y alzamiento de la prenda puede hacer por escritura pública o instrumento
privado pero acá se requiere que las firmas sean autorizadas por notario, que el instrumento se
protocolice en la misma notaria, de forma tal que su fecha, a lo menos respecto de terceros, será
oponible a ellos desde su protocolización.
-Si en el contrato de prenda sólo se hace referencia a los documentos que dan cuenta de la
obligación que se garantiza y estos documentos no se encuentren agregados a un registro público,
deben ser protocolizado en copia simple al momento de la celebración del contrato de prenda.
Si es entregado por escritura pública la protocolización se hace en la misma fecha; si hace por
instrumento privado, la protocolización se hace conjuntamente con los documentos.
-La exigencia de la protocolización se hace consistir sin indicación de la notaría en que deba
protocolizarse.
La ley nada dice pero lo lógico es que sea el mismo notario. El art. 24 hace llegar a la misma
conclusión desde el momento en que para la inscripción del contrato, de su modificación o de su
alzamiento, exige al notario, enviar una copia del contrato de prenda, modificación o alzamiento y
una copia de los documentos en que consten las obligaciones garantizadas que se hubieren
protocolizado en su registro. Entonces esta norma hace concluir que la protocolización de los
documentos debe hacerse ante el mismo notario para que él pueda dar cumplimiento a lo
dispuesto en el art. 24.
La inscripción no constituye una solemnidad del contrato, pero si la forma de hacer la tradición del
derecho real de prenda, de forma tal que la prenda se adquiere, prueba y conserva por la
inscripción del correspondiente contrato. La fecha de la constitución del derecho real de prenda
será siempre la de su inscripción original.
La prenda, como derecho real no como contrato, será oponible a terceros desde la fecha de su
inscripción.
Si recae sobre bienes muebles sujetos a inscripción obligatoria en algún otro registro, la prenda
solo será oponible a terceros una vez efectuada la anotación de referencia del contrato al margen
de la respectiva inscripción, es lo que sucede, por ejemplo, con los vehículos motorizados que
tienen un sistema de registro propio.
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No será oponible al tercero la prenda si adquiere el bien empeñado por venta al detalle en fábrica,
feria, bolsa de productos agropecuarios, casa de martillo u otros establecimientos análogos en que
se vendan muebles de la misma naturaleza.
En materia de obligaciones susceptibles de ser caucionadas por la prenda regulada en esta ley, la
regla general es que cualquier obligación puede caucionarse con esta prenda sean presentes o
futuras, determinadas o no a la fecha del contrato.
En lo que respecta a los bienes susceptibles de ser dados en prenda, la regla general es la
amplitud, todo tipo de cosas incorporales o corporales muebles presentes o futuras admiten ser
dada en prenda sin desplazamiento.
Las naves y aeronaves admitirán ser dadas en prenda de acuerdo a la normativa especial que le
sea aplicable.
Sin perjuicio de esta regla general, el legislador se encarga de establecer ciertas reglas especiales
o particulares respecto de lo que denomina derecho y bienes asociados que presentan
particularidades especiales.
Los derechos lo son para el efecto de garantizar ciertas y determinadas obligaciones también
especialmente determinadas y que están asociadas al derecho sobre el cual puede constituirse
prenda.
3) Contrato de construcción y explotación de subsuelo, regido por la ley 18.695 En este caso
podrá constituirse prenda sobre el derecho de concesión, sujeto a un registro de concesión
establecido por la propia ley, debiendo anotarse a su margen.
4) Contrato oneroso sobe bienes fiscales regidos por el D.L 1939 de 1977 En este caso
puede constituirse la prenda sobre el propio derecho de concesión y además sobre ingresos y
flujos futuros provenientes de la explotación.
5) Concesiones de servicios sanitarios constituidos de acuerdo a los art. 7 y 32 del D.F.L 382
del año 1988
Es posible constituir derecho de prenda en este caso, sobre el propio derecho de concesión y
además sobre ingresos o flujos futuros provenientes de la explotación.
9) Créditos nominativos
En este caso la prenda debe ser notificada al deudor del crédito dado en prenda bajo sanción de
inoponibilidad. Además un copia del título deberá protocolizarse al tiempo de otorgarse el contrato
de prenda debiéndose dejar constancia en el mismo contrato de esta protocolización.
Los valores emitidos, sin impresión física, también pueden ser objetos de una prenda; en este caso
la prenda debe anotarse en el registro que se lleve para estos efectos.
Observación: Las reglas dadas son especiales y relativas a bienes y derechos que pueden ser
objeto de esta prenda y que por lo general solo puede constituirse en beneficio de ciertos y
determinados acreedores y para garantizar ciertas y determinadas obligaciones.
Este derecho de preferencia, por regla general, solo podrá hacerlo efectivo una vez producido el
incumplimiento de la obligación que la prenda esta llamada a garantizar. Sin embargo, bajo ciertas
y determinadas circunstancias estará facultado el acreedor prendario para provocar la realización
inmediata de la prenda.
Tales circunstancias que habilitan al acreedor para realizar inmediatamente la prenda, sin esperar
el incumplimiento de la obligación que se encuentra garantizada por ella son las siguientes:
Tiene derecho a que se proceda a la venta en pública subasta del bien o derecho dado en prenda,
frente al incumplimiento incurrido por el deudor de la obligación caucionada con la prenda
mediante un procedimiento que la propia ley se encarga de regular sin perjuicio de la facultad del
acreedor prendario en orden a obtener la realización inmediata de la prenda en los casos
señalados precedentemente.
iii. Derecho a solicitar y obtener el alzamiento de la prenda en todos aquellos casos en que
haya operado la extinción integra de las obligaciones caucionadas con “esa” prenda pudiendo
incluso recurrir a la justicia frente a la negativa del acreedor.
i. Son de cargo del constituyente los gastos de custodia y conservación, teniendo presente
que el constituyente en la tenencia que mantienen de la cosa prendada, adquiere la
responsabilidad del depositario.
Esta obligación de concurrir a los gastos de custodia y conservación es sin perjuicio del
derecho que asiste al constituyente para solicitar y obtener la realización, la enajenación de la
prenda cuando dichos gastos sean muy altos.
Para trasladar la cosa a otro lugar o darle a ella un uso distinto requerirá el constituyente el
acuerdo del acreedor prendario o la autorización judicial en subsidio.
II. CONCEPTO
3. Esta definición deja establecido que el inmueble hipotecado permanece en poder del
constituyente. A diferencia de lo que ocurre con la prenda del código civil que es una
prenda con desplazamiento por lo tanto la cosa empeñada queda en poder del
acreedor prendario.
2. DEFINICION DOCTRINARIA: “Es un derecho real que GRAVA a un INMUEBLE que no deja de
PERMANECER en poder del constituyente para ASEGURAR el cumplimiento de una obligación
PRINCIPAL otorgando al acreedor el derecho de perseguir el inmueble en manos de quien se
encuentre y pagarse preferentemente con el producto de su realización”.
III. REGULACION: La ubicación de las normas referidas a la hipoteca como derecho real se
justifica históricamente ya que en esto el CC chileno siguió al francés.
La hipoteca, si bien es cierto, por lo general tiene un origen contractual no siempre es así y de allí
entonces la posible critica a la ubicación de las normas referidas a ella dentro del CC.
2. Es un derecho real
3. Es indivisible
Que el derecho real de hipoteca sea un derecho indivisible emana desde luego de las normas
generales acerca de la indivisibilidad, de acuerdo al art. 2526 nº1 la acción hipotecaria, que es la
que deriva del derecho real de hipoteca, es indivisible.
Esta indivisibilidad resulta también reconocida dentro de las normas propias de la hipoteca en el
art. 2408 al señalar en forma simple y tajante “la hipoteca es indivisible”.
De manera que cada una de las cosas hipotecadas queda subordinada a la deuda y además cada
parte de la cosa hipotecada garantiza igualmente el pago del total de la deuda. Es por esta razón
que si hay varios acreedores hipotecarios y uno de ellos recibe el pago de su cuota no puede alzar
la hipoteca ni aun en parte mientras no sean proyecta tanto a la deuda como al bien hipotecado.
Finalmente, cualquier heredero del acreedor, por su parte o cuota en el crédito puede perseguir
todo el inmueble hipotecado.
4. Es inmueble
Esta calificación de inmueble de la hipoteca trae algunas consecuencias:
a. Como derecho real inmueble su tradición se realizara mediante la inscripción según el
art. 686 del CC del título en el registro de hipotecas y gravámenes del conservador de
bienes raíces respectivo.
b. Su renuncia exige capacidad para enajenar
c. Su posesión queda amparada por las acciones posesorias a que se refieren los art. 966
y ss.
Solo excepcionalmente encontramos casos de hipotecas que recaen sobre bienes muebles. Esto
es lo que ocurre con la hipoteca naval y la hipoteca aeronáutica.
5. Es un gravamen
6. Es un principio de enajenación
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Porque si el deudor principal no cumple con su obligación el acreedor hipotecario va a hacer
efectiva la hipoteca para lo cual va a sacar a remate la finca hipotecada, con el objeto de pagarse
con el producto de ese remate.
7. Es accesoria
La hipoteca está garantizando una obligación principal, de ello se derivan las siguientes
consecuencias:
a. La nulidad de la obligación principal acarrea la ineficacia de la obligación accesoria, o
sea, de la hipoteca.
b. La extinción de la obligación principal acarrea la extinción de la hipoteca.
V. CLASIFICACIONES DE LA HIPOTECA
La hipoteca desde el punto de vista de su origen, reconoce una fuente contractual, solo
excepcionalmente existen hipotecas de carácter legal; en nuestro derecho no existe la posibilidad
de una hipoteca judicial.
3. De acuerdo a su publicidad
a. Pública: es aquella que consta en algún registro público
b. Oculta: aquella que no consta en registro público
Por lo general la hipoteca legal viene a ser una categoría de hipoteca oculta.
Publicidad en cuanto a que para ser oponible el derecho es exigible su inscripción en algún registro
público, de manera que constituiría dos funciones; la manera de efectuar la tradición de la hipoteca
y una función de publicidad, cumplida precisamente con la inscripción de hipoteca.
Por lo general, la hipoteca tiene un origen CONTRACTUAL.
El derecho real de hipoteca, como tal dentro de nuestro sistema exige un modo de adquirir pero
además un título.
- El modo de adquirir normalmente será la tradición, eventualmente una vez constituida la
hipoteca podrán operara otros modos de adquirir.
- El titulo debe tratarse de un contrato que ponga en posición a una persona de asumir la
obligación de transferir el derecho real de hipoteca, y ese contrato es el contrato de hipoteca.
2. CONCEPTO
Contrato por el que el deudor o un tercero asumen la obligación, con respecto al acreedor, de
transferirle el derecho de hipoteca sobre un inmueble de su propiedad.
2. Contrato unilateral
3. Contrato accesorio
Excepciones: Hay casos en que el contrato será oneroso porque tendrá por objeto la
utilidad de ambas partes:
- Si el contrato de hipoteca lo celebra una persona como una exigencia que se le
impone para poder celebrar un contrato principal el contrato de hipoteca beneficia a
ambas partes, por ejemplo si una persona desea obtener un crédito y para ello busca
celebrar un contrato de mutuo con un banco y el banco impone como exigencia la
constitución de una hipoteca el contrato de hipoteca beneficiara a ambas partes. El
constituyente podrá acceder al crédito y el banco tendrá una garantía para asegurar el
pago del mutuo.
- Si la hipoteca es constituida por un tercero y el deudor paga a ese tercero para que
constituya la hipoteca ambos contratantes resultan ser beneficiados.
5. Es un contrato solemne
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La solemnidad deriva, para algunos, solo del art. 2409 que exige escritura pública. Para otros
también deriva del art. 2410 en cuanto exige, además, su inscripción en el registro conservatorio.
El art. 2409 nos indica que la hipoteca deberá otorgarse por escritura pública, de forma tal que no
existe discusión alguna en cuanto a que la escritura constituye solemnidad alguna del contrato de
hipoteca. La problemática se presenta con el art. 2410, según el cual la hipoteca deberá además
ser inscrita en el registro conservatorio, agregando que sin este requisito no tendrá valor alguno.
En principio debe reunir los requisitos comunes a todo contrato y en general los requisitos
comunes a todo acto jurídico, sin perjuicio de lo anterior hay ciertas reglas especiales en materia
de capacidad, objeto y solemnidades.
4.1 CONSENTIMIENTO.
El contrato de hipoteca es un contrato solemne. El art. 2409 exige escritura pública, y el art. 2410
además exige inscripción.
Alguna jurisprudencia en este sentido, ha señalado que no sería necesaria porque la ley no lo
exigiría que la manifestación de voluntad del acreedor conste por escritura pública.
También se advierte que por lo general, en los contratos unilaterales por los que sólo una de las
partes asume obligación, como lo sería el mutuo o hipoteca, normalmente no se exige que la
manifestación de voluntad de la parte que no asume obligación alguna conste por escritura pública.
Lo anterior no significa que no sea necesaria la manifestación de voluntad del acreedor, sólo que
por no asumir, en principio, obligación alguna a virtud del contrato de hipoteca, no le sería exigible
la necesidad de que su voluntad sea expresada o se contenga en una escritura pública.
Se contra argumenta que cuando los contratos unilaterales se otorgan por escritura pública,
normalmente se hace por vía probatoria más que por vía de solemnidad, por lo que basta el
consentimiento de ambas partes siendo indiferente si la manifestación de una de ellas consta por
escritura pública y la manifestación de la otra no consta por escritura pública, pero dicha
argumentación no es admisible en los contratos unilaterales en los que a la vez de ser unilaterales
sean solemnes.
En uno y otro caso, el mandato deberá constar por escritura pública so pena de nulidad.
Siempre que el acto para el cual se faculta al mandatario esté sujeto a solemnidades, el mandato
que se refiera a él, deberá cumplir las mismas solemnidades, ello en virtud de las normas del
mandato y no de la hipoteca.
Lo anterior no impide que cuando el mandato no conste por escritura pública, la actuación del
mandatario signifique agencia oficiosa, la que admitirá ser ratificada por el interesado, ratificación
que deberá constar por escritura pública. Si el mandatario carece de facultades suficientes para
constituir y/o aceptar la hipoteca, ésta será inoponible al mandante, salvo que medie ratificación.
Es la forma de hacer la tradición del derecho real de hipoteca. El problema consiste en determinar
si la inscripción es o no una solemnidad del título, o sea, del contrato de hipoteca.
Opiniones
Este argumento ha sido rebatido, porque el art. 2411 reconoce validez a las hipotecas
constituidas en el extranjero, pero exige la inscripción. En consecuencia, si se reconoce
validez al contrato celebrado en el extranjero, es porque este ya existe y es válido, aunque
no se haya practicado la inscripción.
2. El tenor del art. 2419 al señalar que la hipoteca sobre bienes futuros solo da al acreedor el
derecho de hacerla inscribir sobre los inmuebles que el deudor adquiera en lo sucesivo, y
en la medida que los adquiera. Ello da a entender que el contrato de hipoteca no tiene
ningún valor, mientras no se practique la inscripción.
Si las partes omiten esta cláusula debieran concurrir al conservador a requerir la inscripción, el
problema se presenta, si el constituyente se niega a ir al conservador a requerir la inscripción,
porque cabe preguntarse si el acreedor hipotecario puede obligarlo a que acuda al conservador.
Si seguimos las tesis de Alessandri, ello no es posible, porque el contrato aun no se ha
perfeccionado.
En cambio si seguimos las tesis de Somarriva, ello si sería posible porque el contrato se
encontraría perfecto.
Observaciones
1. Dentro de las cosas susceptibles de hipoteca, el art. 2418 se refiere a los bienes raíces
que se posean en usufructo, lo cual da a entender que sería posible hipotecar por quien es
mero tenedor de un inmueble. Frente a esto los autores señalan que lo que quiso decir el
legislador es que se puede hipotecar el derecho real de usufructo, cuando este recae
sobre bienes raíces.
2. Tratándose de la propiedad fiduciaria el art. 757 inc. 1º señala que se asimila a los bienes
de una persona que vive bajo tutela o curaduría y las facultades del fiduciario se asimilan a
las facultades del tutor o curador.
3. El contrato de hipoteca, es un contrato accesorio, porque tiene por objeto asegurar el
cumplimiento de una obligación principal, de manera que no puede subsistir sin ella, sin
embargo el autor Germán Riesco, comentando una sentencia de la CS señalo que la
hipoteca no puede ser un contrato accesorio, porque el art. 2413 inc. 3º señala que el
contrato de hipoteca puede celebrarse antes o después del contrato a que acceda, y si
puede celebrarse antes, es porque no necesita de un contrato principal para existir.
Frente a esto la jurisprudencia ha señalado que no existe una contradicción entre los arts. 1442 y
2413. El primero solo exige para que un contrato sea accesorio que tenga por objeto asegurar el
cumplimiento de una obligación principal, pero no exige que el contrato accesorio se celebre
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después de contraída esa obligación principal. A mayor abundamiento, el art. 2409 inc. 2º señala
que puede ser una misma escritura pública la de la hipoteca y la del contrato a que accede, de
manera que en este caso obligación principal e hipoteca estarían naciendo simultáneamente.
4.2 CAPACIDAD.
Como se trata de un contrato ambas partes deben ser plenamente capaces o si son incapaces
debe cumplirse con las formalidades habilitantes, pero además el constituyente debe tener la
facultad de enajenar porque se obliga a trasferir el derecho real de hipoteca.
Observaciones:
a. Si estamos frente a un matrimonio casado bajo el régimen de sociedad conyugal y el marido
desea hipotecar o prometer hipotecar bienes raíces sociales requiere de la autorización de la
mujer.
4.3. OBJETO.
Son las obligaciones que emanan de él y estas obligaciones reconocen como objeto, a su vez, el
bien sobre el cual se ha constituido la hipoteca. El contrato de hipoteca solo genera derechos
personales. La hipoteca como derecho real, recae sobre inmuebles y el objeto de contrato de
hipoteca son las obligaciones que éste genera.
4.4. CAUSA.
Para determinar la causa de este contrato se debe distinguir si la hipoteca se ha constituido por el
propio deudor o por un tercero.
a. Por un tercero. Estamos en presencia de un acto abstracto que reconocerá como causa aquellas
que dependan de la relación que éste tercero tenga respecto del deudor principal, acto abstracto
debido a que la causa no se encuentra del contrato mismo sino que hay que buscarla fuera de él.
La causa podrá ser la mera liberalidad, teniendo presente que el hecho de constituir el tercero una
hipoteca para garantizar obligaciones ajenas no importa donación de acuerdo al art. 1397. O puede
reconocer como causa esta hipoteca el cumplimiento de una obligación asumida por el deudor en
beneficio de este tercero.
De acuerdo al 2318, la hipoteca, por regla general, no podrá tener lugar sino sobre bienes raíces
que se posean en propiedad o usufructo o sobre naves.
a. Bienes raíces que se tenga la plena propiedad o la nuda propiedad, ya sea que se tenga un
dominio absoluto o una propiedad fiduciaria, pero en este último caso cuando el propietario
fiduciario constituye la hipoteca debe notificar al fideicomisario.
Por regla general, son susceptibles de hipotecarse los bienes corporales inmuebles.
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Excepcionalmente, podría ser objeto de hipoteca un derecho incorporal inmueble como ocurre con
el usufructo que se tenga respecto de un inmueble. Sin embargo, no se incluye dentro de esta
excepción:
- el usufructo que recaiga sobre inmuebles que corresponda al padre o madre sobre los
bienes del hijo no emancipado y por tanto, sometido a patria potestad.
- el usufructo aunque se ejerza sobre inmuebles que podría reconocerse al marido sobre los
bienes sociales y los de su mujer dentro del régimen de sociedad conyugal.
- Respecto de los inmuebles que se posean en propiedad, la hipoteca recaerá no sólo sobre
el inmueble por naturaleza, sino también sobre el inmueble por adherencia y por destinación.
Esta hipoteca se podrá constituir, evidentemente cuando el inmueble se posea en propiedad plena.
Cuando el inmueble se posea en nuda propiedad, no hay inconveniente en constituir una hipoteca
en este caso, esa hipoteca se verá “beneficiada” por la extinción del usufructo, momento a partir
del cual se ejercerá sobre la propiedad plena.
- Respecto de los que se posean en propiedad fiduciaria, será posible constituir hipoteca
sobre ellos sólo con la autorización judicial y audiencia de aquellos a que se refiere el art. 761, esto
es, audiencia de los fideicomisarios.
El propietario pleno o absoluto no puede hipotecar sólo el usufructo, reservándose sin gravamen la
nuda propiedad, por lo que solo podrá entregar en hipoteca el usufructo del inmueble quien tenga
la calidad de usufructuario del mismo.
- En materia de bienes futuros tenemos el art. 2419, en virtud del cual la hipoteca sobre
bienes futuros solo da derecho al acreedor a hacerla inscribir sobre los inmuebles que el deudor
adquiera en lo sucesivo y en la medida que los adquiera.
De acuerdo al art. 2417 del CC puede ser objeto de la hipoteca la cuota de que es dueño el
comunero antes de la división. Esta cuota puede ser vendida por el comunero, de acuerdo al 1802,
puede ser incluso reivindicada por el comunero, de acuerdo al 1892 y eventualmente puede ser
hipotecada según lo reconoce el 2417.
2. Si por el contrario, este inmueble cuya cuota ha sido hipotecada por el comunero no le es
adjudicado, hay que distinguir:
La situación jurídica de la cuota del comunero, tanto relativo al dominio como a la hipoteca o
cualquier otro derecho real que se pretenda constituir sobre la cuota, varía según el origen de la
comunidad.
b) El tenor literal del art 2418 al señalar “la hipoteca no podrá tener lugar si no sobre bienes
raíces que se posean” al emplear la expresión “que se posean” da a entender que el bien
debe pertenecer al constituyente.
c) El sistema del código. Cada vez que el legislador ha autorizado contratos sobre bienes
ajenos, lo ha dicho expresamente, como ocurre con la compraventa art 1815 y el
arrendamiento 1916. Luego si en la hipoteca no hay una disposición que autorice a
celebrar éste contrato, respecto de cosas ajenas, es posible sostener que la intención del
legislador fue que no procediera la hipoteca sobre cosa ajena.
Jurisprudencia
Alguna estimó esta hipoteca como absolutamente nula, fundándose en lo dispuesto en el 2414 que
exige respecto del constituyente capacidad para enajenar y cumplimiento de los requisitos
necesarios para la enajenación. Según esta jurisprudencia, de esta disposición se desprende que
para que el constituyente reconozca capacidad para enajenar es necesario que sea dueño del
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inmueble, condición o requisito que eleva a la calidad de requisito de validez por lo que su
infracción acarrea la nulidad absoluta.
2. Hay autores que señalan que procede la hipoteca sobre cosa ajena: Argumentos:
a) El ART 670 inc. 2º Esta disposición se encuentra ubicada a propósito de la tradición, y señala
que lo que se dice del dominio, se aplica a todos los demás derechos reales, y a propósito de la
tradición, el código confiere validez a la tradición de cosa ajena, y esto mismo cabe aplicarlo a la
hipoteca.
b) El tenor literal del art 2498. Esta disposición, se ubica a propósito de la prescripción, y señala
que pueden adquirirse por prescripción todos los derechos reales que no se encuentren
especialmente exceptuados. La hipoteca no es un derecho real que se encuentre exceptuado, por
lo tanto, se puede adquirir por prescripción, y ello va a ocurrir cuando el constituyente no sea el
dueño del inmueble hipotecado.
Jurisprudencia
Fallos más recientes han señalado que esta hipoteca es válida pero inoponible al verdadero dueño,
siguiendo la regla que el CC formula respecto de la validez en general de los actos y contratos
relativos a bienes ajenos.
Así las cosas, la validez de esta hipoteca estaría de alguna forma reconocida en el art. 2417 que
se refiere a la posibilidad de que el comunero, antes de la división, pueda hipotecar su cuota,
advirtiendo que la hipoteca, producida la división, solo podrá entenderse constituida respecto de
los bienes que en pago de dicha cuota se le adjudiquen al comunero. Si se reconoce la posibilidad
de que el comunero hipoteque su cuota y que, a pesar de que el inmueble no le sea adjudicado,
dicha hipoteca en tal evento caduque es porque está reconociendo, a lo menos respecto de las
comunidades de origen sucesorio, que el comunero a hipotecado un inmueble, que según el efecto
retroactivo y declarativo de la partición.
La hipoteca como caución real, está llamada a garantizar el cumplimiento de cualquier obligación,
incluso a garantizar el cumplimiento de una obligación que se encuentre indeterminada en cuanto a
su monto, para lo cual se utilizan los siguientes argumentos:
1. El art. 376 CC reconoce la posibilidad de que pueda existir una hipoteca destinada a
garantizar una obligación que por su naturaleza es indeterminada a lo menos al tiempo de
constituirse la hipoteca ya que está destinada a garantizar las obligaciones y
responsabilidades que una persona haya asumido como guardador.
2. El propio art. 2427, a propósito, de la misma hipoteca prevé la posibilidad de que la deuda
a la cual acceda esté indeterminada, expresamente hace mención a la deuda ilíquida,
condicional o indeterminada para el ejercicio por parte del acreedor hipotecario de los
derechos que en dicha disposición se reconocen.
4. El art. 81 n°4 del reglamento del conservador de bienes raíces y que constituye una norma
de carácter legal, a pesar de encontrarse dentro de un DS, por ser dictada por orden de la
ley mediante la delegación de funciones legislativas, dispone que en la inscripción de la
hipoteca deberá dejarse constancia de la suma limitada de la obligación que por el derecho
de hipoteca se garantiza o en su defecto de que se trata de una obligación de cantidad
indeterminada.
b) El art. 2413 que establece la posibilidad que la hipoteca pueda otorgarse antes del contrato
al cual accede, sin mayores condiciones, determina y hace concluir particularmente en
este caso, que la obligación a la cual accederá la hipoteca podrá estar indeterminada
incluso en cuanto a su naturaleza.
i. Concepto
Son aquellas por las que se constituye una hipoteca para garantizar obligaciones futuras e
indeterminadas.
ii. Validez
A) Por lo general se admite la validez de estas cláusulas de garantía general hipotecaria. Sin
embargo, se reconocen algunas limitaciones:
4. El derecho del 2431 es un derecho que puede ejercer el constituyente cuando existe o no
una clausula general de garantía hipotecaria, puede el constituyente limitar el monto de la
hipoteca a pesar de haberse estipulado la cláusula de garantía general hipotecaria. Esto
no impide la validez de la hipoteca. (opinión de Somarriva).
HIPOTECA LEGAL
1. CONCEPTO
Es aquella que se entiende constituida por el solo ministerio de la ley.
2. REGULACION
Esta hipoteca legal se encuentra establecida en los art 660 y 662 del Código de procedimiento civil.
Menciones de la inscripción
a) Individualización de las partes.
Observación
La omisión de cualquiera de las 4 primeras menciones no anula la inscripción, siempre que por
medio de ella o del contrato o contratos citados en ella pudiere tomarse conocimiento de la
información omitida en la inscripción, pero si se omite la 5º mención la inscripción es nula
absolutamente.
Para que se entienda legalmente constituida es necesario que se produzcan alcances que excedan
el 80% del haber probable del adjudicatario y que esta circunstancia de que este constituida por el
solo ministerio de la ley, no impide que tenga lugar la inscripción que cumple un rol de tradición.
HIPOTECA JUDICIAL
Esta hipoteca judicial se caracteriza fundamentalmente porque el titulo traslaticio es una resolución
judicial y tal como lo señalamos en su oportunidad, en Chile no se reconoce esta clase de
hipoteca.
Los títulos, tratándose del derecho real de hipoteca, pueden ser el contrato de hipoteca y la ley,
hemos excluido la resolución judicial por cuanto no se reconoce en Chile la hipoteca judicial.
1. TRADICIÓN
Sirve no solo para constituir el derecho real de hipoteca sino que también para transferirlo y en
este caso pueden actuar como título el contrato de hipoteca y la ley en el caso de la hipoteca
legal, porque en ambas situaciones, se exige la inscripción la que actúa como forma de hacer la
tradición.
Los efectos de la tradición del derecho real de hipoteca son análogos a los del derecho real de
dominio.
Forma de efectuar la tradición del derecho real de hipoteca: Como el derecho real de hipoteca es
un derecho real inmueble su tradición se efectúa mediante la inscripción de la escritura pública que
le sirve de antecedente, que no será otra que el contrato de hipoteca.
Ello resulta de la regla general contenida en el art.686 del CC y del 2410 a propósito del contrato
de hipoteca según el cual la hipoteca deberá inscribirse en el registro conservatorio del
Conservador respectivo, de forma tal que sin este requisito no tendrá valor alguno,
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Además, el art. 52 del reglamento del Conservador, se refiere a aquellos títulos que deben
inscribirse, de entre ellos menciona precisamente el contrato de hipoteca.
El rol que cumple la inscripción dentro de la hipoteca es, además de constituir la forma de hacer la
tradición del derecho real de hipoteca, una medida de publicidad que permite a los futuros
acreedores, de una persona, advertir la hipoteca, informándose de los gravámenes que afectan a
los inmuebles de su futuro deudor.
Para algunos, además de estas dos funciones; forma de hacer la tradición y medida de publicidad,
se le atribuye a la inscripción el carácter de SOLEMNIDAD dados los términos del propio art. 2410.
2. PRESCRIPCION
Los efectos son los mismos que se prevén para la prescripción del derecho de dominio. La única
forma de adquirir la posesión es mediante la correspondiente inscripción.
El contrato de hipoteca hará las veces de justo titulo posesorio que habilita para adquirir la
hipoteca por prescripción adquisitiva porque de acuerdo a las normas conocidas la prescripción
adquisitiva se adquiere por la posesión, que hace excluir cualquier otro título por el cual no se
adquiera la posesión y por ejemplo se adquiera la mera tenencia.
Además se exige un titulo que, si es traslaticio se requiere la tradición y también es necesario el
trascurso del tiempo. (art. 2498, 715, 689, 2512, 2513).
De esta forma tenemos titulo, tradición e inscripción. En lo referido al transcurso del tiempo rigen
las mismas normas que para el dominio, esto es aquellas contenidas en el art. 2512 y 2513.
Tiene lugar cuando se alega un titulo que se encuentra garantizado con hipoteca o cuando este se
adquiere por herencia, esto es por una asignación a titulo universal.
El heredero o legatario adquiere en esta situación el derecho real de hipoteca por sucesión por
causa de muerte, esto es por el solo ministerio de la ley y al fallecimiento del causante. Si se
adquiere por esta vía el derecho legal de hipoteca, la inscripción de la hipoteca, esta vez a favor
del heredero o legatario solo constituiría una medida de publicidad.
4. CESION
Se trata de la cesión del crédito que se encuentra garantizado con una hipoteca. Se encuentra
regulada de acuerdo a las normas generales en el art. 1906.
La cesión de un crédito comprende la de sus hipotecas y en este caso el mismo título traslaticio de
dominio que sirve como tal para el derecho personal que se trasfiere, sirve también para el
traspaso del derecho real de hipoteca. Se requerirá, como titulo de dominio que es la cesión del
crédito, la correspondiente inscripción del título.
Sin embargo, existe alguna opinión que estima innecesaria la inscripción en este caso, fundándose
en que la simple tradición del crédito sirve para transferir también el derecho de hipoteca que
accede a ese crédito sin necesidad de una nueva inscripción.
De acuerdo a las reglas generales relativas al pago con subrogación contenida entre otros en los
art. 1610, 1611 y 1612, la subrogación que tiene lugar, sea legal o convencionalmente, traspasa
las hipotecas que estuvieren garantizando el crédito de que se trata y en este caso el derecho real
de hipoteca pasa al nuevo acreedor, que lo es por subrogación, de pleno derecho.
Observación: No sucede lo mismo que en la cesión de crédito, pues en este caso (cesión) esta se
asemeja mas a la hipoteca convencional por lo que requeriría la inscripción a diferencia de este
efecto legal de la subrogación que opera por el solo ministerio de la ley en beneficio del que paga
con derecho a subrogarse.
RESERVA DE LA HIPOTECA
LIMITACIONES A LA RESERVA
1. No valdrá en lo que la segunda obligación exceda a la primera.
2. Si los bienes hipotecados pertenecen a un tercero constituyente, para que tenga lugar la
reserva es necesario el consentimiento de este tercero.
3. Si la novación tiene lugar por cambio de deudor no podría hacerse la reserva en los bienes
de este nuevo deudor ni aun con su consentimiento porque el bien hipotecado no le
pertenece.
Observación: Si la obligación se extingue por cambio de deudor, podría hacerse saltar esta
hipoteca de primitivo deudor al nuevo deudor, constituyendo una nueva hipoteca, salvo que el
primitivo deudor acceda a constituir una nueva hipoteca a favor del nuevo deudor, pero en dicho
caso hay constitución y no reserva.
4. Si hay varios deudores solidarios la reserva solamente afectará aquel respecto del cual se
ha producido la novación.
5. Si los bienes hipotecados pertenecen a otros deudores para que sea posible la novación
se requerirá del consentimiento de estos deudores accedan a la hipoteca a la segunda
obligación.
Posposición de hipoteca: Esas posposiciones tienen lugar normalmente por cambio de acreedor,
porque la cartera de deudores hipotecarios es adquirida por un nuevo acreedor. En virtud de la
posposición, que ha sido constituida a favor de un acreedor, se entiende concedida a favor de otro
acreedor en los mismos términos que la primera. No tiene importancia el consentimiento del
deudor, salvo que hayan bienes de terceros involucrados.
La hipoteca, de acuerdo al art 2420, incluye y afecta a los muebles por naturaleza que pasen a
serlo o que pasen a ser inmuebles por destinación de acuerdo a las normas generales.
Este efecto en cuanto a que la hipoteca se extiende a los bienes por destinación se produce
independientemente de si hayan existido o no al tiempo de constituirse la hipoteca.
Para que la hipoteca se entienda extendida a los inmuebles por destinación deben cumplirse todas
las condiciones que la ley exige para que el mueble por naturaleza sea considerado y calificado
inmueble por destinación.
Desde el momento en que estos bienes inmuebles por destinación dejan de serlo de acuerdo a las
normas generales, es decir, cuando cesa la destinación y son enajenados a terceros dejan también
por estas circunstancias de quedar afectos a la hipoteca.
Los inmuebles por adherencia resultan igualmente afectados por la hipoteca en tanto no sean
enajenados separadamente del inmueble al cual acceden como podría ocurrir con aquellos
inmuebles por adherencia que la ley califica de muebles por anticipación.
Los aumentos y mejoras que beneficien al inmueble hipotecado por expresa disposición del art.
2421 resultan afectados por la hipoteca, sea que el aumento o mejora provenga de un hecho de la
naturaleza o de un hecho del hombre
Expropiado el inmueble por causa de utilidad pública la que solo puede ser declarada por ley, se
extingue la hipoteca constituida sobre él, sin perjuicio de los derechos de los acreedores
hipotecarios en orden a hacer efectivos estos derechos en el momento de la indemnización
recibida, teniendo lugar una verdadera subrogación real a virtud de la cual la indemnización pasa
a ocupar la situación jurídica del bien hipotecado.
Supone la existencia de un siniestro que haya afectado al inmueble hipotecado. En este caso la
indemnización recibida pasa a ocupar la situación jurídica del inmueble hipotecado y sobre ella
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podrán hacer valer sus derechos los acreedores hipotecarios. Naturalmente que los derechos que
podrán hacer valer los acreedores hipotecarios se reducirán a hacer efectiva la causal de
preferencia que otorga la hipoteca, sin perjuicio de la facultad del acreedor hipotecario en orden a
hacer exigible la obligación principal aunque no fuere de plazo vencido derivada, esta facultad, del
deterioro grave de su garantía
Por regla general, de acuerdo al art. 2422 la hipoteca se extiende y afecta también a estas rentas
de arrendamiento. Esto no quiere decir que el acreedor hipotecario pueda cobrar directamente
esas rentas de arrendamiento, sino que puede pedir el embargo de tales rentas y hacer uso de su
derecho a pagarse preferentemente con dichas rentas.
En síntesis, la hipoteca se extiende:
i. Al inmueble hipotecado
ii. A los muebles que se reputan inmuebles por destinación, pero dejan de estar
afectos a la hipoteca desde que pertenecen a terceros.
iii. A los aumentos y mejoras que experimente el bien hipotecado, ya sea, que
provengan de la naturaleza o de la industria humana.
iv. A la indemnización debida por el asegurador, ya que en este caso opera una
subrogación real.
v. A la indemnización debida por la entidad expropiante en caso de expropiación. En
este caso también opera una subrogación real.
vi. A las pensiones devengadas por el arrendamiento de los bienes hipotecados.
El constituyente es dueño o poseedor de la finca hipotecada. Y en tal calidad cuenta con las
facultades de usar, gozar y disponer del bien hipotecado, sujeto algunas modalidades.
1. No puede realizar actos que deterioren o destruyan la finca, porque si lo hace puede
ocurrir que la finca hipotecada sea insuficiente para la seguridad del crédito.
En tal caso, el acreedor hipotecario tiene derecho a exigir que se mejore la garantía o que se
reemplace por otra, y a falta de ambas cosas puede exigir al deudor el pago del total de la deuda
como si fuese de plazo vencido. O bien puede impetrar providencias conservativas si la deuda
fuese ilíquida, condicional o indeterminada.
Esta regla resulta de interés, porque en la práctica es habitual que cuando se compra un bien raíz
a través de un mutuo hipotecario el banco incorpora una clausula señalando que el deudor no
puede enajenar o hipotecar el inmueble sin consentimiento previo y escrito del banco. Según el art.
2415 es clausula no tiene ningún valor y si el CBR se niega a inscribir argumentado que existe una
prohibición de enajenar, el dueño o poseedor de la finca puede acudir al juez de letras para que
ordene la inscripción al conservador. Solo excepcionalmente estas cláusulas tienen valor, y ello
ocurre cuando la prohibición viene impuesta por la ley, como ocurre con las viviendas que se
adquieren a través de subsidio del SERVIU.
2. Otra doctrina estima perfectamente válida esta limitación convencional. La cláusula por la
cual el constituyente limite su facultad de disposición respecto del inmueble hipotecado es
eficaz, lo que sucede es que este pacto, no impedirá al constituyente enajenar o gravar el
inmueble pero ello no impide reconocer a este pacto otros efectos como podría serlo el de
constituir una cláusula de aceleración en virtud de la cual podrá hacer efectivo
inmediatamente el crédito como si fuese de plazo vencido.
El ejercicio de la acción hipotecaria se manifiesta con la facultad que tiene el acreedor hipotecario
de embargar el inmueble hipotecado y de hacerse pago preferentemente con su producido.
Embargado el inmueble deja el dueño del mismo de tener el goce y disposición.
El acreedor hipotecario en la práctica tendrá dos vías posibles para hacer valer su derecho real de
hipoteca:
1. Optar por el embargo como podría hacerlo cualquier otro acreedor y a través de él,
provocar la subasta pública y pagarse preferentemente con su producido.
Si se ha optado por la vía del embargo, el acreedor tiene derecho a percibir las rentas de
arrendamiento que resultan afectadas por la garantía hipotecaria por aplicación no solo del art.
2422 sino también en razón a lo dispuesto en el art. 1965.
Además, si el acreedor hipotecario en pago de su crédito llegase a adjudicarse el inmueble no
estaría obligado a respetar el contrato de arrendamiento existente sino en el caso del art. 1962 nº 3
para el caso que el arrendamiento conste en escritura pública y se haya inscrito con anterioridad a
la hipoteca.
Estos mismos derechos, también, los goza el acreedor hipotecario para el caso que pretenda hacer
efectivo su derecho real de hipoteca a través de la correspondiente acción hipotecaria.
Observación: Cuando el acreedor opta por una acción personal está renunciando de una u otra
forma a su acción real, porque la única forma de hacer efectiva la hipoteca es mediante la acción
hipotecaria, si algún acreedor se salta este procedimiento y prefiere directamente embargar, en
ese procedimiento por el cual pretende hacer efectiva la acción principal, no podrá hacer valer el
derecho real de hipoteca como preferencia o como causal de preferencia. (Art. 2428).
1. DERECHO DE VENTA
Si la obligación principal no se cumple espontáneamente, surge el derecho del acreedor
hipotecario de solicitar al juez que se proceda a la venta del bien del acreedor hipotecario para
pagarse con el producto del remate.
Entonces, el derecho de venta consiste para el acreedor hipotecario en su facultad para vender el
inmueble hipotecado en pública subasta y pagarse la deuda con su producido.
Este derecho se ejerce normalmente por vía de la acción real hipotecaria sí es el deudor el que ha
constituido la hipoteca.
Acción hipotecaria ejercida contra un tercero: Se trata de una acción de desposeimiento. Lo que
primero se intenta en contra de un 3º es una acción de desposeimiento poniéndose en
conocimiento del tercero para que se desposea del inmueble y lo deje en pública subasta o en
definitiva pague y se subrogue al acreedor
Acción hipotecaria contra el deudor principal: La acción hipotecaria que se ejerce en contra del
deudor principal, cuando es el propio deudor que ha constituido la hipoteca es un juicio ejecutivo u
ordinario dependiendo de la naturaleza del titulo en el que consta la obligación principal.
2. DERECHO DE PERSECUCIÓN
i. Generalidades
El acreedor hipotecario cuenta con dos acciones para obtener el cumplimiento de la obligación
principal.
Por una partes cuenta con una acción personal que nace de la obligación principal, y por otra parte
cuenta con una acción real que nace de la hipoteca, y que toma el nombre de acción hipotecaria.
La acción de desposeimiento busca que el tercero se desprende del inmueble o que pague la
deuda subrogándose en los derechos del acreedor hipotecario.
1. Que una persona distinta del deudor principal tenga el inmueble en su poder, ya sea como
dueño o poseedor.
2. Que el dueño o poseedor del inmueble no se haya obligado personalmente con el acreedor
hipotecario, ni solidaria ni subsidiariamente.
Situación del dueño del inmueble que afianza una deuda: Si se cauciona con hipoteca la obligación
principal, en contra de él se ejerce la acción hipotecaria de desposeimiento, no procediendo el
beneficio de excusión propio de la fianza porque lo que se está ejerciendo no es la acción que
deriva de la fianza sino que lo que se está ejerciendo es la acción que deriva de la hipoteca. Es
posible que este tercero haya garantizado con hipoteca SU obligación subsidiaria derivada de la
fianza, en su contra se ejerce la acción hipotecaria (no desposeimiento).
iii. Procedimiento
Se encuentra regulado en el titulo 18 libro arts. 758 a 763 CPC
Etapas
1. Notificación al tercer poseedor de la finca hipotecada
Cuando se notifica la acción de desposeimiento se hace saber al tercer poseedor que dispone de
un plazo de 10 días para pagar la deuda o hacer abandono de la finca ante el juzgado.
a) Si el tercero poseedor paga la deuda, se extingue la obligación principal y como
consecuencia de ello se extingue la hipoteca. Pero el tercer poseedor que pago se subroga
en los derechos del acreedor para obtener el reembolso de lo que pago.
i. Algunos autores señalan que basta con hacer una presentación al tribunal poniendo la
finca a disposición de este y más concretamente a disposición del acreedor.
ii. Otros autores señalan que una presentación al tribunal no produce ningún efecto en
relación a la hipoteca, por lo tanto, el abandono debe hacerse por escritura pública, y en ella el
tercer poseedor debe manifestar su voluntad de hacer ese abandono. Luego se debe acompañar
una copia autorizada de esa escritura al expediente y con el merito de dicha escritura el tribunal
ordenara la cancelación de la inscripción de la hipoteca. Es decir, se cancela primero la inscripción
a nombre del tercer poseedor y como consecuencia de ello se alza la hipoteca. Si el tercer
poseedor había comprado la finca hipotecada, va a tener una acción de reembolso en contra del
deudor principal para la restitución del precio de la finca, así como también para el pago de las
indemnizaciones de perjuicios que correspondan.
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2. Si el tercer poseedor no paga la deuda ni hace abandono de la finca, se procede al
desposeimiento.
El procedimiento va a depender de la naturaleza del título con que cuente el acreedor hipotecario.
Si tiene un titulo ejecutivo el procedimiento aplicar es el del juicio ejecutivo.
Si carece de un titulo ejecutivo el procedimiento aplicar es el del juicio ordinario.
1. Si el inmueble gravado con hipoteca es adquirido en pública subasta, ordenada por el juez,
con citación de los acreedores hipotecarios, dentro del termino de emplazamiento dentro del cual
hayan hecho valer sus derechos.
3. DERECHO DE PREFERENCIA
Resulta reconocido y reglamentado en los art. 2470, 2477, 2478, 2479.
El acreedor hipotecario cuenta con una preferencia de 3º clase, que en relación al inmueble
hipotecado le permite pagarse antes que cualquier otro acreedor, incluyendo los acreedores de 1º
clase, a menos que los demás bienes del deudor fuesen insuficientes para satisfacer a los
acreedores de 1º clase. Pues en tal caso, los acreedores de 1º clase tienen derecho a pagarse
antes en relación al producto del inmueble hipotecado.
Observaciones
i. Si se vende el inmueble hipotecado, y el producto de la venta no es suficiente para
satisfacer a todos los acreedores de tercera clase por el saldo insoluto, los acreedores hipotecarios
tienen un crédito común, y concurren con los demás acreedores de 5º clase.
ii. Los acreedores hipotecarios tienen derecho a abrir su concurso aparte sin necesidad de
esperar el resultado de la quiebra. Para esos efectos deben rendir caución suficiente para
garantizar los créditos de los acreedores de 1º clase, y se obligan a restituir a la masa el
remanente, si alguno hubiere.
iii. Los acreedores hipotecarios se prefieren unos a otros según la fecha de inscripción de sus
respectivas hipotecas.
La posposición de la hipoteca
Es una convención entre 2 acreedores hipotecarios, en cuya virtud un acreedor hipotecario de
grado superior acepta que su crédito se pague después del crédito de otro acreedor hipotecario de
grado inferior.
Esto es posible porque en el fondo el acreedor hipotecario de grado superior está renunciando a su
derecho a pagarse primero, y como esa renuncia mira al interés individual del renunciante y no
está prohibida, es perfectamente válida.
Requisitos de la posposición
1. Que conste por escritura publica
2. Que esa escritura pública se inscriba en el registro de hipotecas y gravámenes del CBR
EXTINCIÓN DE LA HIPOTECA.
Se extingue la hipoteca por vía consecuencial cuando se extinga la obligación a la cual accede,
siempre y cuando no acceda a obligaciones futuras.
iii. Si ha habido pago por consignación, sólo se extinguirá la hipoteca una vez que el pago
haya sido declarado suficiente.
En este caso la obligación principal subsiste, solo que sin la hipoteca, y ello ocurre en los
siguientes casos:
i. Por resolución del derecho del constituyente de conformidad a las reglas generales.
Se extingue la hipoteca cuando por resolución judicial se ordena la cancelación de la misma, y ello
podrá tener lugar cuando:
- Se halla extinguido la hipoteca por su purga.
- El acto principal o la propia hipoteca hayan dejado de producir sus efectos y ello ocurrirá
por ejemplo frente a un plazo extintivo, frente a declaración de nulidad o frente a resolución ya del
acto o de hipoteca.
ii. Por la cancelación de la hipoteca, hecha por escritura pública de la que se ha tomado razón al
margen de la inscripción hipotecaria.
iii. Por expropiación por causa de utilidad pública. La autoridad expropiante adquiere el bien
raíz libre de todo gravamen.
Sin perjuicio de la subsistencia de los derechos del acreedor hipotecario sobre por ejemplo, las
indemnizaciones que procedan de compañías aseguradoras o de expropiaciones realizadas por
causa de utilidad pública.
Se extingue por confusión cuando el inmueble hipotecado pasa al acreedor hipotecario. Aún
cuando esta forma de extinguirse la hipoteca no se encuentra reconocida expresamente a
propósito de la hipoteca, si se encuentra reconocida como causal de extinción de la prenda, y
como la hipoteca se asimila a la prenda, se acepta la extinción de la hipoteca por confusión.
Esta se presenta cuando un tercero adquiere la finca hipotecada en un remate, antes de proceder
al remate es necesario se cite a los acreedores hipotecarios para que estos comparezcan y hagan
valer sus derechos. Esto es, que puedan pagarse de sus créditos con el producto del remate en el
orden que establece la ley.
Si los acreedores hipotecarios son citados y no comparecen a ejercer sus derechos, se produce la
purga de sus hipotecas, lo que equivale a sostener que estas se extinguen.
Esto es importante, porque no ocurre así cuando la subasta pública es ordenada por la ley y el juez
sólo la autoriza, por ejemplo en la venta de bienes raíces del pupilo, que debe realizarse en pública
subasta y con autorización del juez.
Serán tales, todos aquellos cuyas hipotecas aparezcan inscritas en el respectivo conservador. Aquí
puede generarse algún inconveniente frente a los mutuos hipotecarios endosables, pues en ese
caso es posible que el cesionario acreedor hipotecario no conste en los registros si no se ha
tomado la precaución de anotar esta cesión, este endoso al margen de la inscripción hipotecaria.
Este acreedor hipotecario cesionario no podrá alegar la inoponibilidad de la subasta.
Solo una vez consignado el precio de la subasta, podrá el juez ordenar la cancelación de las
inscripciones hipotecarias.
Para que los acreedores hipotecarios de grado preferente puedan optar por la mantención de sus
hipotecas, es necesario que sus créditos sean exigibles. Ahora bien, la posibilidad de optar que
tengan los acreedores hipotecarios (que mantengan la hipoteca), sólo puede entenderse respecto
de aquellos acreedores que puedan ser cubiertos con el precio de la subasta, porque de lo
contrario la hipoteca se extingue o purga.
En consecuencia, no se pagan con el producto del remate los créditos hipotecarios no exigibles ni
aquellos que no alcancen a cubrirse con el producto de la subasta.
La omisión de citación a alguno de los acreedores hipotecarios, no afecta la validez del remate. El
efecto de esta omisión es que respecto de este acreedor hipotecario omitido, no operará la purga
de la hipoteca y mantendrá en consecuencia su derecho de persecución; en términos tales que si
por error se dispone la cancelación de la hipoteca, podrá pedir su restablecimiento.
vii. Se extingue la hipoteca cuando se adquiere un bien raíz a través de una regularización a
cargo del ministerio de bienes nacionales de conformidad al procedimiento establecido en el
decreto ley 2695.
Esto se justifica por que el DL 2695 consagra una reglamentación especial de la prescripción de la
pequeña propiedad raíz, y siendo la prescripción un modo de adquirir originario, el adquirente
adquiere libre de todo gravamen.
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viii. Caso de la hipoteca en relación a la prescripción
La hipoteca no se extingue por prescripción, ya que lo que se extingue por ésta son las acciones
destinadas a ejecutar el crédito.
Extinguidas estas acciones, prescribirá con ellas la acción hipotecaria, conforme a lo dispuesto en
el art. 2516.
En este caso, se ha reconocido que solo una vez que el acreedor manifiesta su intención de hacer
valer la cláusula de aceleración, se hace exigible la obligación principal y con ello comienza a
correr el plazo de prescripción.
La principal utilidad práctica de una cláusula de aceleración es la de evitar tener que esperar el
vencimiento de cada una de las cuotas pactadas para proceder a su cobro, corriendo la
prescripción de cada una de estas cuotas desde su propio vencimiento.
IX. CONTRATO DE FIANZA, Art. 2335 y ss. - 820 y 821 del Código de Comercio.
CONCEPTO LEGAL.
El propio código define a la fianza en el art. 2335 del CC como una obligación accesoria a virtud de
la cual, una o más personas responden de una obligación ajena comprometiéndose para con el
acreedor a cumplirla en todo o parte si el deudor principal no la cumple.
Comentarios:
Los autores critican que el código haya definido a la fianza como una obligación accesoria, siendo
que en realidad es un contrato accesorio, que se celebra entre el acreedor y el fiador. Como se
trata de un contrato, el efecto que surge es la obligación del o de los fiadores, de satisfacer total o
parcialmente la obligación en subsidio de la obligación principal.
Se señala que esta confusión del legislador se proyectaría a lo que ocurre en el art. 2336, al
señalar que la fianza puede ser convencional, legal o judicial, lo que daría a entender que la fianza
no es siempre un contrato. Sin embargo, ello no es correcto; la fianza siempre es un contrato, lo
que ocurre es que la obligación de proporcionarse un fiador puede provenir de la convención de las
partes, de la ley o de una resolución judicial.
2. Es un contrato unilateral
Solamente resulta obligado el fiador a cumplir en todo o parte si el deudor principal no la cumple.
La fianza podría ser bilateral si el acreedor se obligara a pagar una remuneración al fiador por el
servicio que le presta, pero si ello ocurriera la fianza degeneraría en un contrato distinto, por
ejemplo en un contrato de seguro, ya que a virtud de él, es sólo el fiador que asume la obligación
accesoria a que se refiere el artículo 2335.
3. El contrato de fianza es para el deudor un contrato gratuito, pero no lo es, para el acreedor quién
por el naturalmente obtiene una ventaja, un beneficio, representado por el aseguramiento del
cumplimiento de la obligación principal que importa el afectar el patrimonio del fiador al
cumplimiento de esa obligación.
Tiene por objeto solamente la utilidad el acreedor ya que obtiene una garantía para su crédito, y la
otra parte, o sea el fiador es la que sufre el gravamen.
Sin embargo, la gratuidad no es de la esencia de la fianza, excepcionalmente puede ser un
contrato oneroso si resultan beneficiados acreedor y fiador, por ejemplo cuando el deudor paga
una retribución al fiador para que este asuma la calidad de tal.
Según el art. 1397 aunque la fianza sea gratuita ello no importa donación.
Observación
Siendo un contrato gratuito que solo beneficia al acreedor, el fiador solo debiera responder de la
culpa grave, sin embargo, en materia de fianza existe una regla excepcional, el art. 2351 hace
responsable al fiador hasta de la culpa leve.
Todo lo anterior, es sin perjuicio de la posibilidad de que pueda estipularse a favor del fiador el
pago de una remuneración.
4. Es un contrato accesorio.
De ahí que el art. 2381 nº 3 señale dentro de las causales de extinción de la fianza, la extinción de
la obligación principal. De la misma manera, la nulidad de la obligación principal produce la
ineficacia de la fianza.
Con todo, esta regla tiene una excepción, que se produce cuando la nulidad proviene de la
incapacidad relativa del deudor principal. Art. 2354
a) Para que sea válida la fianza cuando accede a una obligación natural, la fianza debe
haberse constituido cuando la obligación ya tenía el carácter de natural.
b) En relación al número 1º del art. 1470 existe una discusión doctrinaria en orden a
determinar si es necesaria o no la declaración de nulidad para que la obligación tenga el carácter
de natural.
c) El fiador puede oponer al acreedor todas las excepciones reales que son inherentes a la
obligación principal.
d) El fiador no puede obligarse en términos más gravosos que el deudor principal, pero si
puede obligarse en términos menos gravosos.
El fiador no puede obligarse en términos más gravosos, no solamente en lo que dice relación la
cuantía, sino que también con el tiempo, el lugar, la condición o modo del pago, o la pena impuesta
para la inejecución de la obligación a que accede la fianza. Con todo el fiador, si puede obligarse
de una manera más eficaz, por ejemplo a través de la constitución de una hipoteca. Si el fiador se
obliga en términos más gravosos que el deudor principal, su obligación debe reducirse a los
términos de la obligación principal.
MODALIDADES A LA FIANZA
El art. 2340 autoriza incluir modalidades a la fianza, pero cabe tener presente que si se incorporan
modalidades a la obligación principal estas se comunican de pleno derecho a la fianza, y ello como
consecuencia de que el fiador no puede obligarse en términos más gravosos que el deudor
principal.
El art. 2335 inc. 2º autoriza a la constitución de una fianza a favor de un fiador y no solamente a
favor del deudor principal. El subfiador se sujeta a las mismas reglas que el fiador y este será
considerado en relación aquel como el deudor principal.
CLASIFICACIONES DE LA FIANZA
ii. Tratándose de tutores y curadores: el art. 374 exige como requisito para que el tutor o
curador pueda entrar a ejercer el cargo que rinda fianza o caución, para garantizar el cumplimiento
de las obligaciones que asume en ese carácter.
iii. Caso de los usufructuarios: el art. 875 exige como requisito para que el usufructuario
pueda entrar a gozar de la cosa fructuaria que rinda caución de conservación y restitución, y esa
caución puede ser una fianza. El art. 777 agrega que si el usufructuario no rinde esta caución
dentro de un plazo equitativo señalado por el juez se adjudicara la administración de la cosa
fructuaria al nudo propietario.
c) Fianza judicial: es aquella en que la obligación de procurarse un fiador tiene su origen en
una resolución judicial, sin embargo cabe tener presente, que para que el juez pueda establecer la
obligación a una persona de procurarse un fiador, necesita de un texto legal expreso.
Ejemplos:
i. Tratándose de los propietarios fiduciarios, el art. 755 establece que el juez puede ordenar
al propietario fiduciario a prestar caución de conservación y restitución, si se hubiere solicitado
como una medida conservativa.
ii. Tratándose del dueño de una obra ruinosa: si el daño que se teme de un edificio no fuere
grave, no es necesario proceder a la demolición del edificio, basta con que el querellado rinda
caución suficiente para responder por los perjuicios que puedan sobrevenir por el mal estado del
edificio.
a) Fianza personal: es aquella en que el fiador obliga todos sus bienes embargables. Cuando
se constituye una fianza personal, el acreedor cuenta con dos acciones personales, una que va a
dirigir contra el deudor principal y otra que va a dirigir en contra del fiador.
b) Fianza hipotecaria o prendaria: es aquella en que el fiador además constituye una prenda o
hipoteca. Como consecuencia de lo anterior el acreedor cuenta además con una acción real que
nace de la prenda o de la hipoteca y que le permite pagarse preferentemente con los bienes
hipotecados o empeñados.
Observaciones
a. Según el art. 1430 la fianza se llama hipotecaria cuando el fiador se obliga con hipoteca.
Observaciones
i. Cuando la fianza se limita a una suma fija de dinero, el fiador solo responde hasta esa
suma. Art. 2367 inc. 3º. En cambio si la fianza se limita a determinadas obligaciones el fiador solo
responde de esas obligaciones, cualquiera que sea su monto, pero no responde de obligaciones
diversas.
ii. En todo caso la fianza ilimitada tiene un límite, no puede extenderse a más que la
obligación principal.
iii. Según el art. 2347 el fiador es obligado:
i. Al pago del capital de la obligación.
ii. Al pago de los intereses.
iii. Al pago de las costas.
iv. El art. 2347 señala que la responsabilidad del fiador no se extiende a las costas judicial
producidas entre el requerimiento del acreedor al deudor principal y el requerimiento del acreedor
al fiador. Como consecuencia de la falta de pago del deudor principal. Los autores señalan que
esta regla encuentra su fundamento en que el acreedor perfectamente puede dirigirse
directamente en contra del fiador, y si lo hace podría ahorrarse tales costas. Sin embargo el tema
es discutible si tomamos en consideración el beneficio de excusión. Si bien es cierto el acreedor
puede dirigirse directamente en contra del fiador, si lo hace corre el riesgo que este se defienda
oponiendo el beneficio de excusión. De manera que lo razonable es que el acreedor primero dirija
su acción en contra del deudor principal.
REQUISITOS DE LA FIANZA
En principio, debe reunir los requisitos comunes a todos los contratos, y en general a todos los
actos jurídicos. Pero además, como se trata de un contrato accesorio requiere de una obligación
principal. No obstante lo anterior, la ley establece ciertas reglas especiales para estos requisitos:
1. CONSENTIMIENTO
i. Por regla general la fianza es un contrato consensual. Se perfecciona por el solo
consentimiento de las partes.
ii. No obstante lo anterior, el fiador no puede manifestar su voluntad tácitamente, ya que el
art. 2347, señala que la fianza no se presume, ni debe extenderse a más que el tenor de lo
expresado.
iii. Solo la voluntad del fiador debe manifestarse de forma expresa. Tratándose del acreedor él
puede manifestar su voluntad expresa o tácitamente, de conformidad a las reglas generales.
2. CAPACIDAD
i. El fiador debe ser plenamente capaz.
ii. El art. 2342 señala que habría reglas especiales para la constitución de la fianza
tratándose de personas sujetas a patria potestad, a tutela o curaduría, y de cónyuges casados bajo
régimen de sociedad conyugal.
A partir de esto tenemos:
b) Tratándose del hijo sujeto a patria potestad el art. 261 distingue, si los padres están o no
casados bajo régimen de sociedad conyugal.
Si están casados bajo régimen de sociedad conyugal, resultara obligado el padre, la madre
o la sociedad conyugal, de conformidad a las reglas generales de dicho régimen de bienes, y el
hijo solo ser responsable subsidiariamente hasta concurrencia del beneficio que hubiere reportado
de dicho acto o contrato.
Si los padres están casados en sociedad conyugal, solo resultara obligado el padre o
madre que haya intervenido en la celebración de dicho acto o contrato, y la responsabilidad del hijo
seguirá siendo subsidiaria y hasta concurrencia del beneficio que hubiere reportado el hijo.
Si la mujer celebra un contrato de fianza actuando como mandataria del marido, la deuda
se reputa social, y por lo tanto, obliga los bienes sociales y los bienes propios del marido.
Si la mujer actuando como mandataria del marido celebra un contrato de fianza dado que
la deuda es social el principio no puede perseguirse en los bienes propios de ella, a menos que se
pruebe que el contrato a cedido en beneficio de la mujer incluyendo dentro de este beneficio el de
la familia común en la parte en que ha debido contribuir la mujer.
d) Si los cónyuges están casados bajo régimen de participación en los gananciales ninguno
de ellos puede caucionar obligaciones de terceros sin consentimiento del otro. En caso de
contravención la sanción es la nulidad relativa.
3. OBJETO
En esta materia hay que distinguir:
2) Tratándose de la obligación que nace de la fianza solo puede consistir en una obligación
de dar, y esta solo puede ser una suma de dinero, cabe tener presente que si la obligación
principal es de no hacer y existe contravención nace la obligación de indemnizar los perjuicios, y es
esta la obligación que asume el fiador. Art. 2343
4. LA CAUSA
En doctrina los autores se preguntan cuándo es la causa de la obligación del fiador, dado que en
principio la fianza es un contrato gratuito, la causa de la obligación del fiador será el solo propósito
de hacer una liberalidad, sin embargo sabemos que excepcionalmente la fianza es un contrato
oneroso; como ocurre cuando el deudor principal se obliga a pagar una remuneración al fiador para
que asuma su calidad de tal.
En este caso el tema de la causa resulta complejo, por las siguientes razones:
Para examinar este tema hay que distinguir lo que ocurre respecto de la persona que debe
procurarse un fiador de lo que ocurre con el fiador.
Dado que la fianza es un contrato ninguna persona puede adquirir la calidad de fiador en contra de
su voluntad, en cambio puede haber personas obligadas a procurarse un fiador, y esto es lo que
ocurre en los siguientes casos:
Observaciones
a. Si el deudor principal se obligo a procurarse un fiador, simplemente debe cumplir lo
pactado.
b. Tratándose del caso del deudor principal cuya facultades económicas han disminuido, se
entiende que el juez aprecia libremente las circunstancias para determinar si esa disminución de
las facultades económicas del deudor hacen peligrar o no el cumplimiento de su obligación.
c. Tratándose del deudor que se ausenta del país, la ley exige 3 requisitos copulativos:
A partir del art. 2350 se desprende que el fiador debe reunir 3 calidades:
Capacidad
1) Tratándose de la capacidad hay que estar a lo señalado como requisito del contrato.
2) Tratándose de la solvencia la ley exige que el fiador tenga bienes suficientes, pero la
determinación de la solvencia del fiador no queda entregada a la discrecionalidad del juez, sino
que es la propia ley la que fija ciertas reglas:
Observaciones
a. La ley solo considera a los bienes inmuebles porque a la época de la dictación del CC eran
los inmuebles los bienes que tenían valor, pero en la actualidad esta regla parece obsoleta.
b. Solo se consideran los inmuebles que se encuentran dentro del territorio de la republica,
aunque se encuentren en una localidad alejada.
c. Los inmuebles hipotecados no se consideran porque los acreedores hipotecarios se pagan
con preferencia a los demás acreedores.
d. Los inmuebles sujetos a condición resolutoria tampoco se consideran, porque si se cumple
la condición resolutoria, dado el efecto retroactivo de la resolución, el acreedor ser vería expuesto
a perder su garantía.
e. Los inmuebles embargados no se consideran por cuanto significa que existe otro acreedor
que pretende hacer efectivo su crédito. De manera que ese inmueble no da cuenta de la solvencia
del fiador.
f. Para considerar litigioso un inmueble no solo se tiene en cuenta aquellos que actualmente
son objeto de un litigio, sino que también aquellos cuyos títulos son defectuosos y por lo tanto,
puede originar un litigio.
g. Si un fiador tiene muchas deudas tampoco existe certeza respecto de su solvencia.
3) Domicilio
El fiador debe estar domiciliado dentro del territorio jurisdiccional de la respectiva corte de
apelaciones.
EFECTOS DE LA FIANZA.
Hay que subdistinguir los efectos que se producen antes que el acreedor reconvenga al fiador de
los efectos que se producen después de esa reconvención.
El fiador puede anticiparse y pagar la obligación antes de ser reconvenido por el acreedor en todos
los casos en que el deudor principal podría pagar. En consecuencia, el fiador puede pagar desde
que la obligación se ha hecho exigible.
Además, si se trata de una obligación a plazo el fiador puede pagar antes del vencimiento del
plazo, ya que por regla general el plazo ha sido establecido a favor del deudor, de manera que este
puede renunciar pagando anticipadamente, siempre que tal renuncia no esté prohibida o que el
plazo no beneficie también al acreedor.
Si el fiador paga estando pendiente el plazo, debe esperar el vencimiento del plazo para poder
ejercer su acción de reembolso en contra del deudor principal.
Puede ocurrir que el pago anticipado que hace el fiador, produzca consecuencias desfavorables
para el deudor principal, por ejemplo, que se vea privado de oponer algunas excepciones
personales suyas, o bien, que ignorando el pago hecho por el fiador el mismo pague al acreedor.
Para evitar estas consecuencias la ley ordena al fiador que va a pagar anticipadamente a que de
aviso de ese pago anticipado al deudor principal. Si el fiador omite dar ese aviso, se producen las
siguientes consecuencias:
a) El deudor principal podrá oponer al fiador todas las excepciones que podía hacer valer en
contra del acreedor.
b) Si el fiador no da aviso y como consecuencia de ello el deudor principal paga al acreedor,
el fiador no tendrá acción en contra del deudor principal, y solo podrá dirigirse en contra del
acreedor para el reembolso de lo pagado porque se trataría de un pago de lo no debido.
B. Facultad del fiador de exigir que se proceda en contra del fiador principal
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Lo normal es que el fiador espere a ser demandado por el acreedor para exigirle que antes de
proceder en su contra, proceda en contra del deudor principal. Sin embargo, la ley autoriza al fiador
para tomar la iniciativa y exigir al acreedor antes de ser reconvenido que proceda en contra del
deudor principal, antes de proceder en su contra.
Si el fiador ejerce esa facultad y el acreedor no demanda el deudor principal, el fiador no será
responsable de la insolvencia del deudor principal sobrevenida durante el retardo.
Observación
En rigor el acreedor no está obligado a perseguir primero al deudor principal, y puede exigir el
cumplimiento al fiador desde que la obligación se hace exigible. Corresponde al fiador decidir, si
ejerce o no el beneficio de excusión. De manera que puede optar por no ejercerlo, y pagar
directamente el acreedor sin perjuicio de la acción de reembolso que le corresponde en contra del
deudor principal.
a) BENEFICIO DE EXCUSIÓN
i. Concepto
Es aquel en virtud del cual el fiador podrá exigir al acreedor que antes de dirigirse en su contra, se
persiga la deuda en los bienes del deudor principal y en las hipotecas o prendas prestadas por éste
para la seguridad de la misma deuda en términos tales que el fiador puede o no hacer efectivo este
beneficio de excusión.
En consecuencia esta regla no se aplica si la obligación del deudor principal era puramente natural.
b. La ley exige que la renuncia sea expresa, sin embargo en la práctica la renuncia puede ser
tacita si el fiador no opone este beneficio en tiempo oportuno.
d. Los autores señalan que es lógico que no proceda el beneficio de excusión sin la
obligación principal es natural, por cuanto no tiene sentido exigir al acreedor que primero proceda
en contra del deudor principal, si respecto de él no hay acción.
e. El profesor Meza Barros, señala que no se justifica hacer una distinción entre la fianza que
encuentra su origen en la resolución judicial y la fianza que encuentra su origen en la ley. De
manera que en ambos casos no debiera proceder el beneficio de excusión.
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II. QUE ESTE BENEFICIO SE HAGA VALER EN TIEMPO OPORTUNO
El CC no ha señalado cual es el tiempo oportuno, sino que se limita a señalar que puede oponerse
este beneficio después de que el fiador ha sido requerido por el acreedor.
Es el CPC el que señala la oportunidad para hacer valer este beneficio, y para ello hay que
distinguir:
i. En el juicio ordinario se ha ce valer como excepción dilatoria dentro del
término de emplazamiento antes de contestar la demanda.
Observaciones
i. El beneficio de excusión procede una sola vez: si los bienes señalados por el fiador
no fueren suficientes para satisfacer el total de la deuda, el fiador no puede nombrar otros bienes,
a menos que hayan sido adquiridos por el deudor con posterioridad
ii. Tratándose de la fianza, en una obligación solidaria, es decir, cuando hay varios
codeudores solidarios y uno de ellos garantiza su obligación con un fiador, el fiador puede designar
bienes de cualquiera de los codeudores solidarios para los efectos de hacer valer el beneficio de
excusión.
iii. Si con los bienes señalados para la excusión solo se produce una extinción parcial
de la deuda, el acreedor debe aceptarlo y perseguir al fiador en el saldo insoluto.
b) BENEFICIO DE DIVISIÓN
i. Concepto
Es aquel del que goza el fiador cuando hay dos os mas fiadores de una misma deuda que no se
han obligado solidariamente, y en virtud del cual se entiende que la deuda se dividirá entre ellos
por partes iguales sin que el acreedor pueda exigir a cada fiador más de lo que le corresponde a su
cuota.
Observaciones
i. En nuestro sistema la división opera de pleno derecho
ii. ii. El beneficio de división se hace valer como excepción perentoria.
i. Que no se trate de una fianza solidaria. Sabemos que si los fiadores se han
obligado solidariamente, no pueden hacer valer el beneficio de división.
ii. Que los fiadores lo sean de un mismo deudor y de una misma deuda. Ello aunque
hayan rendido separadamente sus fianzas.
Excepciones
i. Si un fiador es insolvente, porque la insolvencia de un fiador se grava la solvencia de los
demás fiadores, de manera que los deudores solventes deben asumir la cuota del fiador
insolvente.
ii. Si alguno de los fiadores ha limitado su responsabilidad
a una suma determinada. En ese caso ese fiador solo responderá hasta la suma a que hubiese
limitado su responsabilidad, y la diferencia tendrá que ser asumida por los demás fiadores.
c) EXCEPCIÓN DE SUBROGACIÓN
Es aquella con la que cuenta el fiador para oponerse al cobro que hace el acreedor cuando este
por hecho o culpa suya ha perdido las acciones en que el fiador tenía derecho a subrogarse.
Sabemos que por regla general si el fiador paga al acreedor se subroga en los derechos de este
por el solo ministerio de la ley, pero para que esta subrogación sea efectiva es necesario que el
acreedor conserve sus acciones, de manera que si el acreedor ha perdido tales acciones y opera
la subrogación el fiador quedara indefenso para hacer operar la acción de reembolso.
Como consecuencia de lo anterior, la fianza se extingue cuando el acreedor por hecho o culpa
suya ha perdido las acciones en que el fiador tenía derecho a subrogarse.
Esta extinción de la fianza podrá ser total o parcial, dependiendo de las circunstancias.
Por ejemplo, será solamente parcial si es que el acreedor remite una prenda o consciente en el
alzamiento de una hipoteca constituida por el deudor. En tal caso, solo tendrá derecho a que se
rebaje la demanda del acreedor.
Concepto y referencia
En generales estas excepciones son las defensas que el fiador puede oponer al acreedor. El art.
2354 hace referencia a excepciones reales como el dolo, la violencia y la cosa juzgada, y además
se refiere a las excepciones personales, como la incapacidad de obligarse, la cesión de bienes y el
derecho a no ser privado de lo necesario para subsistir.
Finalmente define excepción real como: la inherente a la obligación principal.
Aspectos previos
El fiador que paga, está cumpliendo con una obligación que es ajena, ya que en ella no tiene un
interés personal. Como consecuencia de lo anterior, tiene derecho a ser reembolsado.
Para estos efectos, el fiador cuenta con dos acciones en contra del deudor principal:
iii. Acción de reembolso que nace la fianza
iv. Acción que nace de la subrogación legal, y en cuya virtud el fiador pasa a ocupar la misma
calidad jurídica que tenía el acreedor. Por lo tanto, adquiere el crédito con todos sus accesorios.
La regla general es que el fiador solo puede proceder en contra del deudor principal cuando ha
pagado al acreedor, sin embargo, excepcionalmente la ley permite al fiador obtener un pago
anticipado del deudor principal para evitar tener que pagar.
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Como consecuencia de lo anterior, para examinar los efectos de la fianza entre el fiador y el
deudor principal hay que distinguir lo que ocurre antes de verificarse el pago y lo que ocurre
después de verificado el pago.
Antes del pago puede el fiador frente al deudor principal hacer valer cualquiera de los derechos
contemplados en el artículo 2369, esto es:
La ley concede ciertos derechos al fiador antes de verificarse el pago, fundados en un justo temor
de no obtener el reembolso de lo pagado, de manera que resultaran ilusorias sus acciones contra
el deudor principal.
Así, la ley señala que el fiador tiene derecho para que el deudor principal lo releve o caucione las
resultas de la fianza, o consigne el pago en las circunstancias siguientes.
ii. Si el deudor principal se obligo a relevar al fiador dentro de cierto plazo y ese plazo ha
vencido.
iii. Cuando ha vencido el plazo o se ha cumplido la condición suspensiva que hace exigible en
todo o parte la obligación principal.
v. Si hubiere temor fundado de que el deudor principal se fugue sin dejar bienes suficientes
para el pago de la deuda.
vi. Estos derechos no se extienden al que afianzo una deuda contra la voluntad del deudor
principal.
Observaciones
b) Puede ocurrir que el fiador exija al deudor la constitución de prendas o hipotecas para
caucionar las resultas de la fianza. En este caso la fianza se denomina contra-fianza, y el contra-
fiador es el que afianza al deudor ante el fiador.
c) El fiador puede exigir que el deudor principal consigne fondos suficientes para efectuar el
pago.
d) Se ha entendido que corresponde al deudor elegir entre las diversas medidas que
establece la ley, porque se trataría de una obligación alternativa, y en estas por regla general la
elección es de cargo del deudor.
a) Si es el deudor el que paga sin avisar al fiador, será responsable frente a este, y además
tendrá acción en contra del acreedor para el reembolso del pago de lo no debido.
Los autores comentan que llama la atención que se considere como pago de lo no debido el que
hizo el deudor principal, ya que realmente el pago de lo no debido es el que hizo el fiador, no solo
porque es posterior, sino que además pq es un deudor subsidiario.
La explicación se encuentra en que se está sancionando al acreedor que no dio aviso al fiador.
El fiador que paga tendrá contra el deudor principal las siguientes posibles acciones:
a) Acción de reembolso
Es la que corresponde al fiador por derecho propio como consecuencia del contrato de fianza.
También se llama acción personal porque es propia del fiador y que nace del contrato de fianza, a
diferencia de la acción subrogatoria en virtud de la cual el fiador ejerce los derechos que
correspondían al acreedor.
i. El capital pagado
ii. Los intereses y estos intereses que debe pagar, a falta de estipulación en contrario son los
intereses corrientes.
Esta regla se justifica porque solo de esta manera el fiador puede resultar indemne. Sin embargo,
en doctrina se discute si en todo caso el deudor principal debe pagar intereses, o si ello solo ocurre
de manera excepcional.
Opiniones
a. Somarriva señala que el deudor principal deberá pagar intereses solo por los anticipos de
dinero, ya que entiende que si la fianza se ha constituido con la voluntad expresa del deudor
principal, hay ahí un verdadero mandato.
b. Meza Barros señala que la ley no ha distinguido, y por lo tanto, en todo caso deberán
pagarse intereses corrientes.
iii. Los gastos
Se trata de los gastos ocasionados por la persecución del deudor y que el fiador ha debido pagar al
acreedor, así como también los gastos que ha ocasionado del acreedor en contra del fiador.
El art. 2370 inc. 3º señala que solo se incluyen los gastos prudentes que el fiador haya efectuado
después de notificar al deudor la demanda que se ha impetrado en su contra.
Los gastos anteriores son de cargo del fiador porque pudo haberlos evitado pagando.
b) Cuando el fiador se obligo contra la voluntad del deudor principal, a menos en cuanto se
haya extinguido la deuda y sin perjuicio del derecho del fiador para repetir contra quien
corresponda de conformidad a las reglas generales.
c) Si el fiador pago sin dar aviso al deudor principal, y como consecuencia de ello, el deudor
principal también pago al acreedor.
Observación
El código da a entender que el fiador goza del beneficio de reembolso si afianzo sin oposición del
deudor, y carece de dicho beneficio si se obligo contra la voluntad del deudor.
Sin embargo, para que goce del beneficio de reembolso es necesario que el fiador haya extinguido
la deuda, porque si no la ha extinguido no hay acción de reembolso independientemente de si se
obligo sin oposición o contra la voluntad del deudor.
ii. Que el fiador haya pagado la deuda
Esto resulta evidente ya que es el pago lo que autoriza al fiador ha obtener el reembolso.
Aunque la ley habla de pago, debe entenderse que igual regla se aplica a los modos de extinguir
equivalentes al pago, como la dación en pago o una compensación.
Por el contrario, si la obligación se extingue por un medio no oneroso no hay acción de reembolso,
por ejemplo en caso de remisión.
b) acción subrrogatoria
Por su parte la acción subrrogatoria a favor del fiador se encuentra expresamente contemplada en
el artículo 1610 número 3 y es aquella por la cual se permite k el fiador se subrogue en los
derechos y acciones del acreedor en contra del deudor principal con todos los efectos que de dicha
subrogación se derivan particularmente el traspaso con ella de todos los derechos y acciones,
privilegios, prendas e hipotecas de gozaba el acreedor.
Si dos o más personas han asumido la obligación de cumplir otra de carácter principal, en tal
carácter esto es como fiadores, cuando estos dos o más fiadores lo son de una misma obligación o
de un mismo deudor y se han obligado entre ellos solidariamente se aplican las normas de la
solidaridad.
Cuando no se han obligado solidariamente estos dos o más fiadores se aplican las reglas de la
fianza y naturalmente efectos entre cofiadores.
Si algunos de los fiadores paga más de lo que debió pagar tiene acción en contra de los otros
fiadores para devolución del exceso mediante una acción subrrogatoria expresamente
contemplada en el artículo 2378. Esta acción subrrogatoria es independiente de la acción o
acciones que pudiere tener el fiador que paga en exceso en contra de los otros fiadores y
derivadas de las relaciones jurídicas que pueden existir entre ellos.
Frente a las acciones que intente un fiador en contra de otro, podrá oponer éste las excepciones
reales y personales suyas.
EXTINCIÓN DE LA FIANZA.
Se extingue la fianza por vía consecuencial, cuando se extinga la obligación principal a la cual
accede.
• Concepto, y principales contratos: El art. 1.790 del Código Civil define el contrato aleatorio como
aquél por el que “... una de las partes, o ambas recíprocamente se obligan a dar o hacer alguna
cosa en equivalencia de lo que la otra parte ha de dar o hacer para el caso de un acontecimiento
incierto, o que ha de ocurrir en tiempo indeterminado.”
El elemento más característico del contrato aleatorio es como propio su nombre indica la existencia
de un componente de riesgo (alea), que será el que determine cuáles serán los efectos obligatorios
que se deriven del contrato y la cuantía de los mismos. Se trata de un elemento fortuito e incierto
que decidirá el derecho de una de las partes a obtener una prestación o el cese de una que venía
produciéndose. Esta incertidumbre no afecta a la existencia del contrato sino solamente a su
estructura y contenido, las partes están obligadas desde su perfección en cualquier caso.
• El contrato de renta vitalicia: Dice el art. 1.802 del Código Civil que “el contrato aleatorio de renta
vitalicia obliga al deudor a pagar una pensión o rédito anual durante la vida de una o más personas
determinadas por un capital en muebles o inmuebles, cuyo dominio se le transfiere desde luego
con la carga de la pensión.”
• El contrato de vitalicio: Mediante este contrato, una de las partes, a cambio de la entrega de unos
bienes, se obliga a prestar a la otra alimentos, en la extensión que se convenga, durante toda la
vida de ésta; se obliga a prestar “domicilio, alimentos y asistencia médica” (sentencia de 6 de Mayo
de 1.980).
• El juego y la apuesta: La apuesta consiste normalmente en una cantidad de dinero a cobrar por
el jugador que pronostica con acierto un acontecimiento determinado, siendo tal apuesta la que el
Código Civil se propone regular.
• El contrato de seguro: Según el art. 1º de la Ley de 8 de Octubre de 1.980, “el contrato de seguro
es aquel por el que el asegurador se obliga, mediante el cobro de una prima y para el caso de que
se produzca el evento cuyo riesgo es objeto de cobertura, a indemnizar, dentro de los límites
pactados, el daño producido al asegurado o a satisfacer un capital, una renta u otras prestaciones
convenidas.”
1. - Concepto.
De los arts. 1437 y 2284, se desprende que los cuasicontratos se conciben por el
Código Civil como un hecho voluntario, no convencional y lícito que produce obligaciones.
El cuasicontrato es un acto voluntario y se diferencia de la ley como fuente de las
obligaciones, porque estas son impuestas por la ley con independencia de la voluntad de las
personas.
Pero no obstante tratarse de hechos voluntarios, el cuasicontrato no es fruto de un
acuerdo de voluntades, en lo que se diferencia del contrato.
A su vez, como el hecho que los origina es lícito, los cuasicontratos se diferencian
del delito y del cuasidelito, los que también son hechos voluntarios, pero ilícitos.
La noción clásica del cuasicontrato ha sido objeto de fuertes críticas por la doctrina
moderna.
En el derecho romano y con el propósito de sistematizar algunas figuras que no eran
ni contrato ni delito, se aludía a obligaciones que debían ser consideradas como si resultaran
de un contrato -quasi ex contractu-, o como si resultaran de un delito -quasi ex delicto.
Entre los autores que han formulado críticas más fuertes a la noción clásica de
cuasicontrato, se encuentra Planiol, quien señala:
a) La expresión cuasicontrato sugiere la idea de una institución análoga al contrato, que casi
es un contrato, cuyas diferencias sólo serían accesorias o menores. No ocurre tal cosa sin
embargo: las diferencias entre una y otra figura son profundas.
El contrato supone un acuerdo de voluntades, ausente en el cuasicontrato. A su vez,
el acuerdo de voluntades en el contrato crea obligaciones y determina sus efectos.
En el cuasicontrato en cambio, si la voluntad interviene de algún modo, no es su rol
el crear obligaciones.
b) Niega Planiol que el cuasicontrato sea un hecho voluntario, por dos razones
fundamentales:
Porque la voluntad no genera la obligación que se impone al autor del acto;
Porque suele resultar obligado quien no ha expresado su consentimiento de ningún
modo.
Así, por ejemplo, en la agencia oficiosa, si bien se obliga el gestor y esta obligación
puede considerarse como obra de su voluntad, también puede resultar obligado el interesado
o dueño del negocio.
Más clara es la situación a que apunta la crítica, en el pago de lo no debido: falta la
voluntad del que paga, porque el pago, para ser indebido, debe ser fruto de un error; falta
1
Fecha de última modificación: 8 de abril de 2011.
3. - Principales cuasicontratos.
El art. 2285 establece que los principales cuasicontratos son tres: la agencia oficiosa,
el pago de lo no debido y la comunidad.
El tenor de la disposición, deja en claro que la enunciación no es taxativa. Así, otros
cuasicontratos encontramos en el art. 1437, cuando califica como tal el acto de aceptación
de una herencia o legado; el art. 2238, por su parte, se refiere al depósito necesario de que
se hace cargo un incapaz que se encuentra en su sana razón, señalando expresamente que se
trata de un cuasicontrato.
a) Principio general.
Si bien el C.C. no consagra ninguna norma general que establezca como fuente de
las obligaciones al enriquecimiento sin causa, en diversas disposiciones tal principio
informa las soluciones jurídicas a las que tiende el legislador:
b.1) Las recompensas que se deben por la sociedad conyugal a los cónyuges y por éstos a la
sociedad. Se pretende con estas recompensas evitar un enriquecimiento injusto de un
cónyuge a expensas del otro.
b.2) Las prestaciones mutuas que se deben el reivindicante y el poseedor vencido.
La doctrina las ha enunciado en términos generales y los requisitos que por ende
hacen procedente la acción in rem verso:
c.1) Que una persona se haya enriquecido.
El enriquecimiento puede ser material y también intelectual o moral. De igual forma,
el enriquecimiento podrá consistir no solamente en la obtención de una ganancia, sino
también en la economía de un desembolso.
c.2) Que correlativamente, otra persona se haya empobrecido.
No se requiere acreditar una pérdida o empobrecimiento material, una efectiva
disminución patrimonial. También experimentará un empobrecimiento el que prestó un
servicio o efectuó un trabajo que no fue remunerado.
c.3) Que el enriquecimiento sea injusto, ilegítimo o sin causa.
El enriquecimiento debe carecer de un título que lo justifique, como la venta, la
donación o la asignación hereditaria. Como lo normal es que el enriquecimiento tenga una
causa justificada, deberá probarse su ausencia por quien deduce la acción in rem verso.
c.4) Que la víctima no tenga otro medio que la acción in rem verso para obtener la
reparación.
La acción indicada tiene un carácter subsidiario. Sólo puede interponerse cuando la
víctima carece de otro medio para obtener que se repare el perjuicio. En cuanto a los efectos
de la acción, la finalidad que persigue es la obtención del reembolso de aquello en que el
demandado se ha enriquecido. Con todo, puede suceder que el enriquecimiento sea mayor
que el empobrecimiento sufrido por el demandante. En tal caso, el reembolso no podrá
exceder del monto del empobrecimiento, correspondiendo la diferencia al demandado.
Es un cuasicontrato por el cual el que administra sin mandato los negocios de alguna
persona, se obliga para con ésta, y la obliga en ciertos casos.
La persona que realiza la gestión, se denomina agente oficioso o gerente o gestor; la
persona por cuya cuenta se verifica la gestión, se denomina interesado.
b) Requisitos.
b.4) Capacidad de las partes: distintas son las normas que regulan la capacidad del agente
oficioso y del interesado:
En cuanto al gerente, debe ser capaz. Si fuere incapaz, mal podría obligarse con su
gestión el interesado, desde el momento que el mismo gestor no resulte validamente
obligado;
El interesado en cambio, no requiere ser capaz. No ejecuta ningún acto voluntario, no se
obliga por un acto suyo sino a consecuencia de los actos de otros.
a) Fundamento y concepto.
Todo pago supone una deuda, una obligación destinada a extinguirse: por tal razón,
el que paga por error lo que no debe tiene acción para repetir lo pagado. Para nuestro C.C.,
la obligación que pesa sobre quien recibió el pago en orden a restituir lo que recibió
indebidamente tiene su origen en un cuasicontrato. Estamos ante un caso clarísimo de
b) Origen de la comunidad
Puede nacer sin que exista convención alguna entre los comuneros, como en el caso
de heredar varias personas de un mismo causante o adquirir varios legatarios una misma
cosa. Aquí, ha sido la voluntad del legislador o del causante la que ha dado origen a la
comunidad.
Debemos sí tener presente que el derecho de los comuneros sobre los bienes
proindiviso o comunes, debe ser de la misma naturaleza: por ejemplo, todos dueños o todos
usufructuarios; por tal razón, no hay comunidad entre el nudo propietario y el usufructuario,
porque sus derechos son de distinta naturaleza, no obstante recaer sobre una misma cosa.
Dispone el art. 2305 que el derecho de cada uno de los comuneros sobre la cosa
común es el mismo que el de los socios en el haber social. No quiere indicar con ello el
legislador que la comunidad, en cuanto a su naturaleza jurídica, se asimile a la sociedad,
sino que las facultades de los comuneros serán las mismas de que gozan los socios en el
uso, goce y administración de los bienes comunes.
2º Derecho de cada comunero a servirse para su uso personal de las cosas comunes,
con tal que las emplee según su destino ordinario y sin perjuicio de la comunidad y
del justo uso de los otros partícipes: art. 2081 Nº 2.
Observamos entonces las siguientes limitaciones en el ejercicio de este derecho de
uso:
La cosa debe usarse según su destino ordinario.
El derecho de uso de un comunero, se encuentra limitado por el derecho de los
otros partícipes.
El uso no puede ir en perjuicio de la comunidad. Por su parte, cualquiera de los
comuneros tiene el derecho a pedir que termine el goce gratuito que un
comunero tenga en los bienes comunes, salvo que dicho goce tenga por
fundamento un título especial.
3º Derecho a obligar a los otros comuneros a que hagan también las expensas
necesarias para la conservación de la cosa proindiviso: art. 2081 Nº3.
Se justifica lo anterior, porque las mejoras necesarias, esto es, las destinadas a la
conservación de la cosa, benefician a todos los comuneros. Deberán financiarse de
consuno en consecuencia; la ley pretende con esta norma evitar que el comunero
diligente deba efectuar por sí solo las expensas necesarias, y luego tenga que repetir
en contra de los restantes comuneros. La regla no se extiende sí a las mejoras útiles
ni menos a las voluptuarias.
e) Administración proindiviso.
Se refiere a esta situación el art. 2307 inciso 2º. Frente al acreedor, los comuneros
responderán en la forma estipulada o solidariamente si expresamente se pactó, o en fin, a
falta de estipulaciones, por partes iguales: obligación a la deuda.
Lo anterior es sin perjuicio del derecho de cada uno de los comuneros contra los
otros partícipes, para que se le abone lo que haya pagado de más sobre la cuota que le
corresponda: contribución a la deuda.
Los comuneros responderán de la culpa leve por los daños que hayan causado en los
bienes y negocios comunes. Asimismo, cada comunero debe a la comunidad lo que saca de
ella, incluso los intereses corrientes de los dineros comunes que haya empleado en sus
negocios particulares.
Así se desprende de los artículos 1812 y 1320. La enajenación puede efectuarse aún
sin consentimiento de los restantes comuneros. Excepcionalmente, conforme al artículo
688, se requiere enajenar un inmueble hereditario de consuno.
m) Extinción de la comunidad
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